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LA PATOLOGIA NARCISISTA HOY*
Otto Kernberg**
Ha sido difícil decidir si les voy a seleccionar un tema espe-
cífico o un panorama general sobre narcisismo, tal como veo
el tema en la actualidad. He decidido dar un panorama gene-
ral, eso significa tocar una multitud de temas. El peligro está en
quedarse en la superficie y ser dogmático por no tener tiempo
de desarrollar el tema en profundidad; pero, por otro lado por
lo menos les da una visión a vuelo de pájaro de lo que pienso.
En la discusión podrían hacer preguntas, confrontadas con crí-
ticas, lo que permitiría profundidad en el tema.
Para empezar por la base:
Definiciones
Hay dos definiciones de narcisismo. Una, a nivel metapsi-
cológico, psicoanalítico: el narcisismo es el investimiento del
Yo (o del Self) con líbido. Una definición breve y elegante, que
oculta todo tipo de problemas. En primer lugar, el hecho de
que lo que llamamos el Yo, incluye lo que ahora modernamen-
te se considera el Self, es decir, el Yo, no como una estructu-
ra abstracta, metapsicológica, (Yo, Ello y Super Yo), sino Yo
*Texto tomado de la grabación de la Ponencia presentada el día 3 de
octubre de 1992 dentro del VI Congreso Nacional de la Sociedad Española de
Psiquiatría y Psicoterapia de Niños y Adolescentes (SEPYPNA), celebrado los
días 2, 3 y 4 de octubre de 1992 en Barcelona.
**Psiquiatra Psicoanalista Médico Director del Servicio de Psiquiatría Uni-
versidad de Cornell (New York).
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también como estructura subjetiva, Yo como integración del
concepto de sí mismo, o sea el Self. Es importante tener en
cuenta que Freud siempre utilizó el concepto “ich” desde que
desarrolló lo que se llama en Europa, la segunda tópica, (en
Estados Unidos, la teoría estructural). Es decir, narcisismo,
desde un plano metapsicológico, es la investidura, no simple-
mente del Yo como aparato, sino del Self como estructura sub-
jetiva.
En el plano clínico: narcisismo se refiere a la regulación
normal o patológica de la autoestima. Desde este punto de
vista, puede haber una regulación de la autoestima normal o
patológica, que a su vez depende de una serie de estructuras
psicológicas complejas. Y es ahí donde lo clínico práctico se
enlaza con la metapsicología.
No hay una concepción única sobre narcisismo en el psi-
coanálisis. Existe lo que yo llamaría la escuela francesa, (cuan-
do hablo de la escuela francesa me refiero a la corriente no
lacaniana: Grumberger y André Green), está la escuela Kleinia-
na, especialmente las contribuciones de Herbert Rosenfeld
que me han influido enormemente, está la escuela de la psico-
logía del Self de Kohut, frente a la cual, como ustedes saben,
tengo actitudes muy críticas y, también mi posición.
Mi posición deriva de la escuela de la psicología del Yo
americana, pero de un subgrupo de esa escuela que incluye
una teoría de relaciones de objeto, especialmente la que
comenzó con Erikson, siguió con Edith Jacobson y Margaret
Mahler, que me han influido mayormente y que corresponden
por otro lado y en muchos sentidos, a la teoría de relaciones
de objeto desarrollada tanto por la escuela Kleiniana, como por
la escuela Independent group (especialmente Fairbairn) en
Inglaterra. Ustedes ya habrán reconocido en mis puntos de
vista la influencia tanto de Edith Jacobson como de Fairbairn.
Creo que las definiciones son comunes a todas las escue-
las, en tanto que las formulaciones teóricas y las implicaciones
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clínicas, muy diferentes,. Desde este punto de vista tengo que
limitarme de momento a hablar de mi propia posición y lo voy
a hacer de ahora en adelante, pero estoy dispuesto a discutir
los puntos de vista alternativos, si ustedes lo desean, en la dis-
cusión que sigue.
Para empezar desde un punto de vista clínico, yo creo que
hay que diferenciar el narcisismo normal adulto de la pato-
logía narcisista que, a su vez, es o infantil, o una patología
de inversión de la relación objetal dominante, y, por último,
la patología de la personalidad narcisista.
Debo decir en este sentido que Freud en su trabajo inicial so-
bre el narcisismo, describió las entonces llamadas neurosis nar-
cisistas (que son las psicosis). Ya no utilizamos el término nar-
cisismo para eso, desde un punto de vista descriptivo-estruc-
tural, y en cuanto a que hay problemática narcisista en toda
patología, ya el concepto deja de tener un aspecto específico,
y yo trataré de hablar de la patología específica narcisista.
Narcisismo normal adulto
La regulación de la autoestima normal está dada por la
integración del concepto de sí mismo que, a su vez, depende
de la capacidad de desarrollar lo que, en teoría Kleiniana, se
llaman relaciones totales de objeto, e integrar representaciones
buenas e idealizadas de sí mismo con representaciones malas
y persecutorias de sí mismo. De esta integración viene el con-
cepto del Yo normal, y este Yo (o Self) normal es investido libi-
dinalmente y asegura tanto una sensación de continuidad de la
experiencia subjetiva, como de valoración de sí mismo. El nar-
cisismo normal, entonces, está basado en la integración de
libido y agresión en las representaciones parciales de sí mis-
mo, que están integradas en el concepto del Self.
El Self está protegido secundariamente por la integración a
la vez de representaciones significativas de otros; tenemos un
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mundo interno de representación de las personas que quere-
mos y que nos quieren a nosotros, un mundo interno en nues-
tro corazón que nos protege libidinalmente hasta cuando
externamente estamos solos; en cambio, como veremos, en
las estructuras narcisistas tenemos un mundo interno destrui-
do. El narcisismo normal también está protegido por un super-
Yo normal, una moralidad inconsciente y consciente que nos
aprueba en cuanto que vivimos a la altura de las demandas del
Ideal del Yo y de las prohibiciones (de los aspectos prohibiti-
vos) del SuperYo. Esto también asegura la autoestima y hace,
por ejemplo, que cuando nos critican y sentimos que la crítica
es objetiva, nos sentimos mal, pero no nos provoca una melan-
colía. El SuperYo normal nos protege de reacciones excesivas
autoagresivas.
El narcisismo normal también está protegido por la grati-
ficación de nuestros instintos: la gratificación de nuestros
impulsos instintivos, la gratificación sublimatoria de impulsos
agresivos y la gratificación de impulsos sexuales, favorece el
narcisismo normal.
Narcisismo infantil
El primer grado de narcisismo patológico como les dije, es
el narcisismo infantil, que existe en toda la patología de carác-
ter, en todas las neurosis, por cuanto todos los conflictos neu-
róticos se basan en una fijación de conflictos infantiles, entre
impulsos infantiles y el SuperYo infantil. Puesto que el SuperYo
infantil mantiene demandas y prohibiciones infantiles, la auto-
estima infantil depende de valores infantiles y por tanto el nar-
cisismo infantil no es el mismo que el del adulto, y toda pato-
logía neurótica contiene también una patología narcisista en el
sentido de una fijación a ese narcisismo infantil. Ejemplo: una
niñita de cuatro años se siente muy bien porque está limpia y
no tiene ninguna conducta mala sexual y no se masturba. Eso
está bien para una niñita de cuatro años, una mujer de 30 años
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que se rige según estos principios, tiene muy mala situación en
la vida real. En este sentido, el narcisismo infantil es una pro-
blemática envuelta en el mantenimiento inconsciente de los
valores infantiles del SuperYo, en contraste con los valores
adultos. Pero esto es una patología no específicamente narci-
sista.
Más específico, pero a un nivel intermedio de gravedad: la
inversión de roles entre sí mismo y objeto, que Freud describió
como patología narcisista en su famoso trabajo de 1914, en
aquellos homosexuales masculinos que quieren a otra persona
como si fuera ellos mismos, mientras ellos se identifican con
un madre y quieren a su pareja homosexual como quisieran
que la madre los hubiera querido a ellos. Existe ahí una pato-
logía narcisista, un amor narcisista, se quiere a la otra persona
que se representa a sí misma, pero al mismo tiempo, en cuan-
to a que uno se identifica con el objeto de este Yo proyectado,
actúa una relación de objeto, si bien con roles inversos, el Yo
en el rol de objeto, el objeto en el rol del Self.
Estos son casos relativamente poco frecuentes pero que
vemos donde hay un amor narcisista pero también existe la
capacidad de relación de objeto, de investidura de objeto, y en
el fondo no es una patología mucho más grave que la patolo-
gía general neurótica.
A propósito, metámonos en enredos metapsicológicos
para decir que la clasificación de Freud del amor, en amor ana-
clítico o dependiente y amor narcisista, es una clasificación
muy cuestionable, como Laplanche lo ha descrito brillante-
mente en su análisis. Si decimos que en el amor anaclítico, por
ejemplo, un hombre ama a la mujer que lo alimenta o al hom-
bre que lo protege, o a sus sustitutos, es decir que en el fon-
do se ama a la persona porque lo va a gratificar a uno, es un
amor narcisista al mismo tiempo. Y cuando hablamos de amor
narcisista, en el cual se ama lo que uno era, lo que uno qui-
siera ser, o alguien que era parte de uno, hay una relación de
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objeto y uno se identifica con el objeto. Cuando decimos que
los padres aman al bebé, la relación de objeto primaria es, al
mismo tiempo, una relación narcisista.
A medida que examinamos estos conceptos, tenemos que
llegar a la conclusión de que narcisismo y relación de objeto,
investidura de sí mismo e investidura de objeto, normalmente
son indisolubles, no pueden separarse y que hay una oscila-
ción, una alternancia constante entre investidura de sí mismo y
de objeto: y veremos que esta realidad se nos confronta una
y otra vez.
Para adelantarme a lo que pasa en las estructuras narci-
sistas: no es simplemente que se aman a sí mismos y no pue-
den amar a los demás, sino como decía Van de Waals “ se
aman muy mal a sí mismos, al mismo tiempo que muy mal a
los demás”, y esto me lleva a la personalidad narcisista.
Personalidad narcisista
Es el tipo más grave de patología narcisista, la única pato-
logía narcisista que Freud no describió y que hoy en día tiene
enorme importancia. Primero, porque es muy frecuente: pen-
samos que hasta un 30% de las patologías graves de carácter
tienen esta estructura narcisista en un grado significativo;
segundo, porque esta patología narcisista afecta profunda-
mente, hasta en los mejores casos en que no hay mucha pato-
logía temprana, la capacidad de relaciones de amor, una fun-
ción fundamental de la vida; y tercero, porque las estructuras
narcisistas tienden a provocar fenómenos de grupo, psicología
de masas, y tienen una proyección sociológica muy importan-
te. Es una aplicación del psicoanálisis, pero muy importante,
porque, si ha habido un nuevo desarrollo en la técnica psicoa-
nalítica en los últimos 30 años, es la capacidad de tratar estas
estructuras, de cambiarlas, de mejorarlas y transformar profun-
damente el destino de los individuos comprometidos.
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soquista moral se cree el más puro y decente, mientras sufre
todos los pecados del mundo, es un narcisismo infantil normal si
se quiere, que defiende la estructura masoquista. Por ejemplo, la
mujer con estructura masoquista con una aventura amorosa
desgraciada tras otra, que siente en su superioridad moral so-
bre los hombres que la abandonan, una protección de su auto-
estima, es un narcisismo secundario en estructura masoquista.
Por otro lado, grave patología narcisista puede aparecer
como si fuera una patología masoquista, por la destrucción de
todas las relaciones satisfactorias. Por ejemplo, tomemos nue-
vamente el caso de una mujer con grave narcisismo, que admi-
ra hombres idealizados mientras no le responden; en cuanto le
responden, los desprecia - el típico modelo narcisista, la deva-
luación del objeto conquistado-. Desde un punto de vista
superficial, una persona así puede presentar una promiscuidad
sexual autodestructiva, -terminar con las manos vacías- da una
impresión masoquista, cuando lo que sucede es una devalua-
ción narcisista de todas las relaciones logradas. Lo opuesto es
el caso de una mujer con personalidad masoquista, que da la
impresión de rechazar a todos los hombres, todas las relacio-
nes buenas, porque no las puede tolerar. La diferencia clínica
entre estos dos casos, masoquismo secundario y estructura
narcisista, es que, en las estructuras narcisistas, no existe la
capacidad de una relación de objeto profunda, mantenida, no
explotadora, mientras que, por el contrario, en las estructuras
masoquistas, las relaciones que más perduran son las de sufri-
mientos crónico, una relación en que se sufre crónicamente se
mantiene mucho más fácilmente que una relación que pudiera
ser satisfactoria.
Algunas implicaciones clínicas prácticas.
Diagnóstico diferencial
Como ejemplo, tomaremos el diagnóstico diferencial del
narcisismo en los adolescentes.
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Lo esencial para diagnosticar una estructura narcisista en
un adolescente es, primero la existencia de una estructura
fronteriza de la personalidad, es decir, la presencia de difusión
de identidad, que clínicamente se manifiesta en la falta de inte-
gración de relaciones de objeto, falta de capacidad de describir
en profundidad las personas más importantes de la vida del ado-
lescente, mientras que la descripción de sí mismo puede estar
integrada, pero en una forma grandiosa, falsa, y no con la
introspección y ambivalencia de la integración del Self normal.
Los adolescentes con estructura narcisista mantienen un
buen criterio de realidad y dan la impresión a menudo de una
buena adaptación superficial, especialmente aquellas estructu-
ras narcisistas adolescentes más leves, y que utilizan la estruc-
turación de grupo de la vida adolescente para la integración,
un grupo que los acepta automáticamente porque han sido
amigos de escuela desde hace mucho años y, cuando el gru-
po se diferencia en parejas, en la adolescencia tardía, se pro-
duce la sensación de estar perdido, de soledad, de dificultad
de establecer relaciones de pareja. Del mismo modo hay difi-
cultades para tener un ideal de vida, una profesión, tener un
modelo que el individuo quisiera ser, hay falta de orientación
para algo que les interese, falta de motivación profunda en
cuanto a trabajo o intereses. Toda esta problemática señala a
estas estructuras narcisistas relativamente menos graves.
Es muy característica en todos los casos de estructura nar-
cisista adolescente, una falta de integración de valores del
SuperYo adulto; la adolescencia es un período ideal para reor-
ganizar los valores, establecer los propios valores de vida en
contraste con los valores de los padres y el adolescente narci-
sista no muestra estas características. Encontramos una falta
de diferenciación personal en el plano ético, estético o moral
de lo que le interese y, por el contrario, un pensamiento exce-
sivamente indiferenciado y convencional. Al mismo tiempo, la
capacidad normal para diferenciarse de los valores y la perso-
nalidad de las personas más importantes que lo rodean, que
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los adolescentes tienen en forma casi excesiva, falta en las
personalidades narcisistas.
Son típicos los conflictos en el estudio, ser los mejores
alumnos del curso o los peores. Los mejores alumnos del cur-
so en las materias en las que tienen un talento natural, en que
no necesitan estudiar, no necesitan esforzarse, su grandiosi-
dad normal se refuerza; pésimos alumnos ahí donde deberían
hacer un esfuerzo, donde, por lo tanto, tienen que reconocer
valores externos que es penoso integrar, que despiertan envi-
dia, lo que provoca una defensa secundaria de devaluación de
aquello que les es difícil. Si aprenden a esquiar y pueden
hacerlo a la primera, pueden llegar a campeones de esquí; si
tienen dificultades en las primeras lecciones, pudieran no
aprenderlo nunca, esta es una conducta muy característica.
En las relaciones sociales, las amistades tienen un carácter
de explotación, de ignorar la personalidad de los amigos, esta-
blecer relaciones de dominio y de control sobre otros. Y en
cuanto a las relaciones amorosas, la incapacidad de enamo-
rarse, lo que refleja la falta de desarrollo de las capas superio-
res del SuperYo, y de la capacidad de proyección sobre la otra
persona del Ideal del Yo maduro, lo que es un aspecto muy
importante del enamoramiento normal.
Muchas veces la grandiosidad en las fantasías profundas
de estos adolescentes está oculta en la superficie por timidez
relacionada con vergüenza, temor a ser criticado o ser recha-
zado, y es en la vida de fantasía profunda donde encontramos
las manifestaciones del Yo patológico grandioso.
Como ustedes ven, se puede analizar en el adolescentes la
existencia de las manifestaciones del Yo patológico grandioso,
la difusión de identidad subyacente, la patología del SuperYo,
la patología de las relaciones de objeto y de amor. Si un ado-
lescente tiene tendencias antisociales, es sumamente impor-
tante plantearse de inmediato el diagnóstico diferencial de
toda la patología que les he mencionado.
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1. Comencemos por lo más grave: se trata de una persona-
lidad antisocial si el individuo tiene personalidad narcisis-
ta, una falta de capacidad de investidura no exploradora de
otros, falta de toda capacidad de experimentar culpa o
preocupación por los demás, crónica conducta antisocial
sin ninguna capacidad de culpa, tendencia explotadora
crónica, falta de capacidad de proyectarse hacia el futuro y
falta total de capacidad de una relación tierna amorosa. Si
todavía existe la capacidad de una investidura no explora-
dora o parasitaria, (por ejemplo: una estructura narcisista
tiene un animal propio preferido, una mascota que quiere,
alguna persona a quién quiere, no la tía que le da dinero
todos los fines de semana, sino una persona a la que quie-
re en forma no explotadora), con alguna capacidad de
identificarse con un enfoque ético o moral, o sentir esto en
el observador con alguna preocupación por el futuro, pro-
bablemente no es una estructura antisocial.
2. En el siguiente nivel se trata de un narcisismo maligno, en
el cual todavía existe capacidad de investidura no explora-
dora, cierta capacidad de culpa, cierta capacidad de reco-
nocer valores morales, pero también tendencias antisocia-
les crónicas, tendencias paranoides, sadismo egosintónico
o tendencia automutiladora crónica.
3. Tercer nivel, siempre de más grave a menos grave: se tra-
ta de una personalidad narcisista con tendencias anti-
sociales. Es una personalidad narcisista que, si es que se
reconoce en la adolescencia, ya significa que es de cierta
gravedad, porque las más leves, pasan sumergidas duran-
te la adolescencia temprana emergiendo en la adolescen-
cia tardía y entonces puede tratarse de una estructura de
personalidad narcisista con tendencias antisociales, pero
sin ser síndrome de narcisismo maligno. El pronostico no
es malo pero exige tratamiento psicoterapéutico o incluso
psicoanalítico. En el caso del narcisismo maligno todavía
son pacientes tratables; en el caso de las estructuras anti-
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sociales, no son tratables con métodos habituales de psi-
coterapia individual.
4. Menos grave aún es el paciente con una estructura de
carácter patológico y con comportamiento antisocial,
pero no narcisista. El comportamiento antisocial en
estructuras no narcisistas es menos grave que en estructu-
ras narcisistas.
5. El siguiente nivel es la conducta antisocial en una estruc-
tura de personalidad de tipo neurótico. Un paciente que
tiene una buena integración de sí mismo, una buena inte-
gración de relaciones de objeto, pero tiene una estructura
obsesiva, o depresiva, o histérica, que pudiera presentar
conducta antisocial como manifestación de sentimientos
inconscientes de culpa (estos casos descritos por Freud, el
criminal por sentimiento inconsciente de culpa) ya es
menos grave, de mucho mejor pronóstico.
6. Por último, tenemos la conducta antisocial como mani-
festación transitoria de una rebelión adolescente, de
una neurosis en adolescente y.
7. Menos grave todavía, el llamado síndrome disocial, la
adaptación de un adolescente relativamente normal a un
subgrupo antisocial.
Pronóstico para el tratamiento
Como ustedes ven, hemos transformado nuestras estruc-
turas metapsicológicas en criterios clínicos que nos indican el
pronóstico. Digamos que, en general, el pronóstico para el tra-
tamiento de las personalidades narcisistas depende de:
1. La capacidad residual de establecer una relación de obje-
to en profundidad. Mientras más capaz sea el individuo de
mantener una relación de objeto, por neurótica, caótica y
conflictual que sea, siempre que sea no explotadora, mejor
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ción, grave acting out crónico de tipo antisocial o autodestruc-
tivo, que pone en peligro el tratamiento ambulatorio.
Son estos los casos más interesantes desde un punto de
vista práctico, por cuanto manifiestan dificultades específicas
para las cuales hemos desarrollado tratamientos específicos
en la actualidad.
Hay cuatro tipos dominantes de dificultades específicas:
1.–Falta aparente de capacidad de compromiso transferen-
cial. Individuos que parecen mantener una distancia crónica.
La incapacidad de depender se manifiesta en su incapacidad
de hacerlo del analista. La resolución de este tipo de dificultad
se consigue con un análisis sistemático de esta incapacidad
de depender, de la resistencia contra la profundización de la
transferencia, lo que refleja las defensas inconscientes contra
la envidia al analista. Son pacientes que utilizan control omni-
potente, tratan de forzar al analista a ser iguales a ellos -no
mejores porque eso provocaría envidia, no peores porque eso
produciría devaluación-, el analista es forzado a mantenerse en
una estructura simétrica, contra la cual el mejor remedio es el
análisis de este mismo mecanismo de control omnipotente.
Tanto la idealización defensiva como la desvalorización defen-
siva del analista. El análisis sistemático de estas defensas con-
tra la dependencia gradualmente trae a la superficie las identi-
ficaciones componentes del Yo patológico grandioso, que se
activan como relaciones parciales de objeto en la transferencia
y pueden ser resueltas gradualmente. Generalmente, en estos
casos se producen intensas agresiones transferenciales que ya
indican un cambio favorable.
2.–La existencia de relaciones sadomasoquistas crónicas
graves. Justamente porque, al activarse las relaciones de obje-
to primitivas, contra las cuales se ha desarrollado defensiva-
mente la estructura narcisista, a su vez en la transferencia se
produce una activación de la psicopatología del odio, con una
profunda tendencia a destruir al analista, precisamente porque
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es el único objeto bueno que ellos odian, y hacen un esfuerzo
desesperado de destruirlo, con una esperanza, más desespe-
rada todavía, de que el analista sobreviva a esta destructivi-
dad. Entonces, bajo estas condiciones el análisis de la psico-
patología del odio, llega a ser el tema central.
Esto nos lleva al problema del acting out en la transferen-
cia, especialmente el acting out de grandes tendencias autoa-
gresivas. Es aquí donde hemos desarrollado técnicas específi-
cas, como el hecho de establecer un contrato terapéutico al
comienzo del tratamiento que interfiere con el acting out,
seguido del análisis del significado de este acting out suprimi-
do en la transferencia. Por ejemplo, en pacientes con tenden-
cias crónicas al suicidio como expresión de narcisismo malig-
no, establecemos el contrato de que el analista no va a resca-
tar al paciente cada vez que trata de suicidarse. El paciente se
compromete, bien a discutir sus tendencias al suicidio en las
sesiones, o a ir a un servicio de urgencia, si es que no puede
controlarse, para hospitalizarse temporalmente; es decir el
paciente acepta la responsabilidad de tratar sus tendencias
suicidas, que son prohibidas como precondición para la psico-
terapia psicoanalítica, y en el tratamiento se analiza de inme-
diato, como parte del análisis transferencial, el significado de
este actuar suprimido. Esta combinación permite resolver ana-
líticamente el acting out grave en casos en que hay estructura
narcisista con transferencia sadomasoquista, por ejemplo,
casos con tendencia crónica al suicidio, casos de adicción a
drogas o alcoholismo, casos con anorexia nerviosa que, enton-
ces, pueden ser tratados.
3.–La existencia de deshonestidad en la transferencia. Esta
falta de honestidad constituye lo que he llamado las transfe-
rencias psicopáticas y nuestra regla general de manejo de
estas situaciones es lo que hemos llamado la lista piloto de la
urgencia de intervención psicoterapéutica en los casos con
acting out grave, es decir, una lista de urgencias que tienen
que ser afrontadas primero.
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1.ª urgencia. Si hay tendencias autodestructivas o destruc-
tivas graves, suicidas u homicidas, estas tienen que ser mane-
jadas primero, por contrato, por prohibición, estructuración y
análisis del significado de esta estructuración.
2.ª urgencia. Peligro de interrupción inmediata del tra-
tamiento: tiene que ser analizada inmediatamente en la trans-
ferencia, y todo lo demás puede esperar. Es decir, el terapeu-
ta, si sospecha que el paciente pudiera interrumpir el trata-
miento, aunque no lo hubiera dicho, analiza este problema con
la más alta prioridad, excepto la del peligro de suicidio o homi-
cidio.
3.ª urgencia. Precisamente la falta de honestidad, lo que
exige el análisis constante de la interacción terapeuta-pacien-
te, si éste está bajo la sospecha del terapeuta de que no le
está diciendo la verdad, y el análisis de lo que esto significa en
la relación transferencial. Si uno utiliza este método sistemáti-
camente, las transferencias psicopáticas se transforman en
transferencias paranoide y, cuando son muy graves las ten-
dencias antisociales y transferenciales psicopáticas, puede
haber una regresión paranoide psicótica, una psicosis de
transferencia paranoide que a su vez tratamos con el siguien-
te método: una vez está claro que el paciente ha desarrollado
una idea delirante en la transferencia, (recuerden que estos no
son casos psicóticos, sino pacientes que regresan psicótica-
mente en la transferencia) señalamos al paciente que él y
nosotros tenemos una idea de la realidad incompatible en la
transferencia, lo que él piensa y lo que nosotros pensamos es
incompatible y, por lo tanto, uno de los dos tiene que estar
loco, uno de los dos está fuera de la realidad y no podemos
decir quien está fuera de la realidad, porque no tenemos testi-
gos,lo único que podemos decir es que hay en la situación
locura que no podemos localizar. Es decir, circunscribirnos una
regresión psicótica y analizamos la relación de objeto domi-
nante bajo el signo de una situación psicótica en la transfe-
rencia.
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En general la resolución de las transferencias paranoides
con este método no es difícil; creo que, en este sentido, esto
es una contribución importante a la técnica psicoanalítica.
Generalmente, cuando se resuelvan estas resistencias paranoi-
des, empiezan a predominar las resistencias depresivas, lo que
en lenguaje kleiniano se llamaría el paso de la posición esqui-
zoparanoide a la depresiva, de modo que hay, en estos casos,
un paso de transferencia psicopática a paranoide y después a
depresiva.
4.–Perversidad en la transferencia (entendiendo por perver-
sidad el reclutamiento del amor al servicio del odio, el recluta-
miento de líbido al servicio de la agresión). La satisfacción del
paciente proviene únicamente de extraer amor y dedicación
del terapeuta y destruirlo y gratificar su envidia del terapeuta
como individuo que no está controlado por el odio. Es una
complicación sumamente grave que vemos especialmente en
los casos con narcisismo maligno, pero también en casos sin
narcisismo maligno. Es como si el único modo alternativo a
destruir la realidad y a sí mismo que ve el paciente para so-
brevivir, es destruir la capacidad de amor y todo amor en la
relación.
Perversidad es, en este sentido, distinto del sadismo por-
que el sadismo es un amalgamiento de la agresión y del amor.
Por ejemplo, en una perversión sádica se mantiene una rela-
ción de objeto a base de un equilibrio sadomasoquista. En la
perversidad, no es que la agresión sea condensada con el
amor; es el amor reclutado al servicio de la agresión. Son las
relaciones más destructivas. Esto coincide con lo que Meltzer
ha llamado también perversidad en la transferencia y con lo
que Bion ha llamado transferencia parasitaria.
El método para tratar la perversidad en la transferencia es
preservar un encuadre rígido. Una preservación del encuadre
como modo de absorber la agresión del paciente, para poder
interpretar la perversidad en la transferencia. El mayor peligro
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es la destrucción del encuadre analítico. El mantenimiento del
encuadre puede exigir, a veces, intervenciones dramáticas,
pérdida de la neutralidad técnica, pero esto no nos importa,
con tal de mantener el encuadre. Esta posición de que el man-
tenimiento del encuadre es la protección de la relación libidinal
enfrentada con la agresión más brutal es el modo de reformular
el concepto de continente de Bion; el concepto de holding de
Winnicott; la interpretación de Bleger del encuadre como refle-
jo de la relación inicial de simbiosis bebé-madre y, de este con-
cepto, deriva una serie de manejos técnicos de esta situación.
Bueno, no les he dicho todo lo que quería decir pero, por
lo menos, la mayor parte. Gracias.
* * *
Coloquio
RODOLFO RODRIGUEZ (GINEBRA) Freud en “Más allá
del principio de placer”, cuando empezó a hablar sobre maso-
quismo, empezó ahí también a hablar de la pulsión de muerte;
y él dice que, en la pulsión de muerte, se produce -todo esto
antes que Melanie Klein- una especie de deflexión, donde una
parte de la pulsión de muerte es expulsada al exterior pero
está ligada con la libido, y hay una especie de coexcitación
entre la libido y esa otra cosa que corresponde a la agresividad
que usted decía, o la pulsión de muerte que hace que, en ese
caso, haya una especie de salida para la pulsión de muerte, a
través de esa integración-coexcitación con la libido que
desemboca en el masoquismo.
OTTO KERNBERG (N. York) Entiendo,. Bueno, yo creo
que aquí, en el plano teórico, está el problema de la naturale-
za de las pulsiones. ¿Hay masoquismo primario?, ¿hay narci-
sismo primario?; son preguntas abiertas.
Freud nunca definió lo que eran las pulsiones. Dijo que
eran motivación psíquica, entre lo psíquico y lo físico, y decla-