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Carlos A. Disandro - La Tercera Posición y La Neutralización Argentina

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CARLOS A. DISANDRO LA TERCERA POSICION y la neutralizacion argentina EDICIONES PATRIA LIBRE CORDOBA ADVBERTENCIA Es este el texto completo de una disertacién, preparada para ef Centro de Estudios Geopolfticos (Cérdoba), pero que fue leida primero en la Agrupacion de Profesionales y Técnicos Peronistas, de La Plata (marzo/84), y luego en el mencionado Centro (abril/84), ante un calificado y fervo- roso auditorio, Su redaccién, elaborada en el mes de febre- rol84, se completé con la lectura y andlisis del ensayo de Mr. H, Kissinger, aparecido en la revista norteamericana TIME, del 5.1L 84, con el titulo: A Plan toReshape NATO, Pronunciada la conferencia en las ocasiones menciona- das y en otras posteriores, en particular en el Centro de Estudios Geopolfticos de Buenos Aires, ha recibido amplia confirmacién con el contexto de una conferencia lefda por el citado H. Kissinger, en Viena el 15 de mayo/84, y por el tenor de la entrevista entre nuestro canciller y el principe de la Sinarqufa, propuesto a la conduccién de los ‘‘subde- sarrollados” (como nos llaman). En esa conferencia el pro- consul imperialista y mundialista insiste en su conocida te- sis sobre las funciones planetarias, operativas y promotoras de las multinacionales, denominacién forjada por los circu- los sindrquicos para hacemos creer que algo queda de la vieja “nacién”. — Hace mas de diez afios en los tramos finales de Iq lam da “revolucién argentina’, mencioné y discuts estas dl cepciones de Kissinger, esgrimidas para dominar los pue. blos americanos; alerté sobre el mismo plan sindrquico en febrero de 1975, cuando se advertian de modo inequtvoco los signos de un deterioro del poder constitucional justicia. lista, muy cerca ya el famoso “proceso”; profundicé en esq linea y con numerosas conferencias la significacién politica y cultural del plan Kissinger, aludido también en este texto ahora publicado; en fin interpreté la guerra de Malvinas y la derrota militar de nuestras fuerzas patridticas, como par- te de un plan del Royal Institute of International Affairs (R.L.I.A.) y del Council on Foreigns Relations (C.F.R.) para desmembrar el territorio argentino, segin la “tdctica de Corea”, de la que nos habiamos ocupado largamente en la | revista La Hosteria Volante (desde 1960). Lamentablemente la situacién se ha agravado con este gobierno radical y con las inepcias utépicas del canciller Dante Caputo, que como A. Haig y N. Costa Méndez se in- cluyen en la linea operativa de Kissinger. El pais no parece encontrar el modo prudente y eficaz de reconstruir sus 1e- laciones internacionales, y los ideales de una “‘tercera post cién”, cada vez mds lejanos en la implementacion, son ero” sionados en la doctrina por una tenaz guerra semantica que propone siempre algiin Ersatz (sustituto), aproximativo ¥ funesto. De esa nueva fase en que transcurre la Segunda Guerra de la Independencia » de ese nuevo calibre conspi- rativo se ocupa este modesto cuaderno. A esos insdlitos recursos, esgrimidos Por vaticanistas, | sovieticos y yanquis, incrustados Profundamente como €5 | logico en el gobierno radical, responden estas paginas su- cintas y densas, con el dnimo de proseguir desde nuestra trinchera solitaria la guerra semantica, que entrevimos hace cuarenta afios. En esa guerra hemos visto sucumbir las mds altas jerarquias, que ahora la dirigen contra la Res Piblica, de raigambre romana, contra los pueblos y naciones ameri- canas. Nosotros en cambio, en la dificil misién que nos compete, la del humanista y fildlogo, no hemos sucumbi- do, porque no somos indios desarrapados, para el iltimo abalorio del papa, ni metecos para el tiltimo producto de la sinarquia; ni sucumbiremos, porque no nos gobiernan los ejercicios espirituales del judeo-cristianismo, proclive siempre a entregar una tierra sagrada por un paraiso obso- leto. Defenderemos las Termépilas hasta el fin. [C.A.D. Cordoba, 25 de mayo de 1984]. Una vez mas nos enfrentamos con un deteriéro profun- do de la repiblica, ocasionado en realidad por una discor- dia contraria a la concertacién social, propugnada por nuestro movimiento y por su ilustre fundador. Ese deterio- ro y esa discordia integran una guerra civil latente, iniciada por la violencia de 1955, que implement la destruccién del Estado Justicialista con consecuencias que estan a la vista. Una vez mas debemos profundizar la doctrina, definir sus lineas operativas y conciliar soluciones empiricas ur- gentes, pues en el mundo contempordneo, de poderosas tensiones imperialistas, de todos los signos, los centros de poder mundial no toleraran un vacio de eficacia politica en el cono sur americano, una falencia de integracién territo- rial, maritima y aérea, una disponibilidad de recursos natu- rales (renovables y no renovables), que estan escindidos de la voluntad politica de un pueblo en derrota, de un pueblo reducido a ser servidor de otros intereses que no son los de nuestra América. En ese contexto la reconstruccién de las relaciones in- ternacionales argentinas, en el sentido que deducimos de la doctrina justicialista para esta coyuntura conflictiva, esa 9 reconstruccion es una prioridad incuestionable. Muchos obstaculos se interponen para ae a oe 8 nuestro deber proclamar la nitidez de la a Oe aplica. cién fecunda, denunciar al enemigo, esté en el llano 0 en el poder, foraneo o cipayo, siervo que ‘i cree iri te libre, o libre que mancilla la liberta americana hacién. dose siervo de la sinarquia mundialista. Ahora bien, un elemento fundamental de la doctrina internacional justicialista es la Tercera Posici6n. En estas reflexiones nos proponemos pues retomar sus fundamentos politicos, confrontarlos con la situacion presente y deducir luego ciertos perfiles que debemos requerir de nuestros re. presentantes en las magistraturas politicas, o en forma més generalizada del gobierno constitucional presente, que para eso fue elegido, para servir a la Nacién, defender su entidad politica y solucionar de modo empirico prudente el grave deterioro de sus relaciones mundiales. Pues gobierno cons- titucional quiere decir eso: instauracién, consolidacién y defensa de todo lo que haga a la continuidad histérica de Ia Nacién Argentina y a la precision empirica de un Esta- do, que sea expresion de la Res Publica, y no campo mos- trenco para una secta de utopistas, trasnochados ideolégi- cos, resentidos agentes de una subversién semAntica que en nombre de la paz pueden precipitarnos en la guerra civil, y que en nombre de los derechos humanos, podrian hacer su- cumbir los derechos argentinos al suelo y al espiritu de la historia argentina, La Tercera Posicién integra como sabemos la esencia de las tres notas del apotegma peronista: soberanja politi ca, independencia econdmica, justicia social. Aunque es co man decirlo u ofrlo en cualquier ordenamiento, es légica la trabaz6n interna del apotegma, en cuanto soberania politi 10 ca coloca el fundamento inexcusable de todo lo demas. ¥ esta exigencia es de hierro para el peronismo y para todo el pais, sobre todo en estas coyunturas. Lo vemos en la actual circunstancia de la guerra con Gran Bretafia, de sus secue- las politicas internacionales, de su repercusion en las deli- cadas tensiones internas de nuestro pais. Pues tanto en el plano légico de los conceptos, como en el plano empirico de la politica internacional, si omitimos o callamos el dato de la soberania, gqué podemos conversar con Inglaterra y a qué terreno espinoso nos llevaran esas conversaciones? Lo mismo podria decirse del caso Beagle, cuyas condicio- nes instrumentales concretas todavia ignoramos, e ignora el Congreso, contra los preceptos constitucionales, desde el rechazo del laudo arbitral hace ya siete afios. Pero sean las que fueren esas condiciones, no pueden infringir la no- ' ta de soberanfa. Y en este sentido la responsabilidad del parlamento, y en particular de los legisladores peronistas, es verdaderamente grave. Por ello aunque Tercera Posi- cién es un contenido politico comin, esencial de todo el apotegma, esta vez consideraremos preferentemente su re- lacién con Soberania Politica, que es como dije el término semA4nticamente mayor. Ahora bien, en Soberania se incluyen entre otros cons- titutivos inexcusables, uno que se refiere al poder y otro a la integridad de la Nacién o ala continuidad del Estado. E] primer constitutivo se formularia as{: Soberania sig- nifica definir centros de decisién politica, no por agresion, capricho, o discrecionalidad arbitraria, sino porque esas de- cisiones implican el acto de forjar concretamente la exis- tencia de la Nacién jurfdicamente perfilada. Pongo un ejemplo: en los inicios de la revolucién justicialista, en las circunstancias de] fin de la I] guerra mundial, Perén cred 11 porana ef Conaeje Nacional de ty, guerra y la Junta de la Propiedad event jns Voatorlorinen te otorgd el voto femrenino v eri en Vrovinelaa laa ant, guas gobernaciones, que arrantrabian Una exlatonela hire. cratica proclive a la deaintegracion del extada, Podrlan multiplicarse los ejemplos, Pero exe prinelplo debe ner apli cado ahora a aquellos margenes que ol peroniano control en la actual covuntura, entrentando al es nocenatio ain ma yor contemplacion un poder oficlaliata, atade al carro de las decisiones mundiales, por decision politica sul Luego definimos un segundo constitutive que como di: je integra la entidad de la Nacion y la continuidad del Late do. Por comodidad llamo a este constitutlva margen ore: curso operativo en el ejercicio internacional de la sobera nia argentina, Bs claro que si perdemos los margones opera: tivos en las Relaciones Internacionales; si la soberan{a no es un acto de decision internacional, Kbremonte pactado o insertado en la comunidad de las Naclones, entonces la #0 berania es nada, Pongo el ejemplo de uno de los diltimos aportes de la clarividencia del General, ol arreglo de la cues: tidn limftrofe con el Uruguay, en relacion con el prazado de la linea divisoria del Rio de La Plata, el Lfmite de au des embocadura para establecer las aguas territoriales, La sabe- ranfa inexcusable sobre la isla Martin Garefa, aunque den- tro de un modus operandi que concierta con el Uruguay un status jurfdico ad hoc, Muchos se han quojado de este acuerdo, sosteniendo que Perdn declind con exe tratado la soberanfa en el Plata, Eso carece de todo fundamento his- t6rico y politico, y si bien aqu’ no podemos recapitular todos estos pormenores, conviene recordar el conjinto factores geopol{ticos, las decisiones tomadas durante los dieciocho aflos de exilio de nuestro Jofo, la devastadora ae 12 cién de la revolucién del 55, cuya accién conté con el apo- yo de Montevideo, hasta entonces enclave inglés en Améri- ca, los recursos desplegados desde el gobierno de Ongania, para comprender que los margenes del justicialismo eran escasos en 1973 y 1974, En esos mArgenes precisamente actué una decisién politica, de incalculables repercusiones ahora. Por eso le llamo clarividencia, porque hoy la Argen- tina cercada por el oeste chileno, por el este brasilero, por el norte boliviano y por el sur anglo-yanqui, tiene libre de conflicto, subrayo: libre de conflicto la entrada del Rio de la Plata, y por ende el acceso fundamental a la cuenca, aun- que se planteen diversos problemas de navegacién por la carencia de un puerto de aguas profundas. Pero ésa es otra historia interna, provocada por los poderes sinarquicos in- ternos de la Argentina, y no una responsabilidad del justi- cialismo, ni del gobierno constitucional de 1973-1974. Ahora bien, la Tercera Posicién como instrumento de concepcién politica ha sido y sigue siendo la condicién in- dispensable para decidir y operar frente a los bloques sinar- quicos o frente a las tensiones mundiales, con que la sinar- quia gobierna los conflictos globales, zonales o estricta- mente localizados y con los que define la consecucién de objetivos concretos; dimensionables sélo en un planteo geopolitico global. Esta fue la desdicha de la guerra del sur. Son importantes pues estas distinciones para perci- bir, a su vez, la operatividad o el asedio del enemigo, y disponer cursos de accién prudente, empirica, eficaz. Todo lo demas es hablar de soberanfa, no hacer soberania. Por esto la doctrina de la Tercera Posicién, elaborada en un momento muy especial de los origenes del peronis- mo, en medio de la guerra contradictoria, para preservar la neutralidad argentina, y sobre todo en la posguerra si- 13 narquica que repartié en Yalta las esferas del poder, es, doctrina pues presupone sus fundamentos en los origenes del poder nacional, cimentado para el peronismo en la co. munidad organizada. Su praxis a su vez depende de una inteligencia global de las geopoliticas que se enfrentan o coaligan, para decidir segan los intereses de los imperialis. mos el destino zonal de vastos espacios, cuya dimensién historica no ha sido perfilada por una voluntad politica, Pongamos dos ejemplos ilustrativos de estos complejos trasfondos internacionales, para pasar enseguida al segundo capitulo de nuestra disertacion de hoy. El primero es el famoso Tratado Interamericano de Asistencia Reciproca (T.I.A.R.), firmado en la Conferencia de Rio de Janeiro en 1947, Era nuestro canciller el doctor Atilio Bramuglia. E] General condujo estas dificiles nego- ciaciones haciendo triunfar precisamente un centro de de- cision soberana, aunque eran evidentes los propésitos tird- nicos de EE.UU. con el gobierno de Truman, sucesor del ti- rano imperialista F, D. Roosevelt, que América y el mundo recuerdan como uno de los mas nefastos sinarcas contem- poraneos. Mas, la decisién argentina incluyé en los limites que fija el tratado, en cuanto a su aplicacién politico-mili- tar, nuestras islas Malvinas, los archipiélagos del sur y por ende el sector antartico y sus accesos maritimos. Treinta y cinco aiios después, en medio del abandono de nuestra so” beran{a por tres revoluciones sindrquicas, que ahora no po demos analizar en profundidad, en medio de la desidia de esos personeros en otros sectores, horizontes, implementa ciones, etc., EE.UU., contra todo lo pactado impuso su te ran{a sinarquica, jy en qué forma siniestra! Usando de la alta tecnologfa satelitaria para destruir nuestros hombres, nuestras posiciones, nuestra voluntad de sobrevivir en la 14 guerra, mientras los tilingos portefios, encabezados por el increfble Costa Méndez crefan en la nobleza de Haig y de la bruja Thatcher. Historia tragica que debemos aprender para los acontecimientos previsibles y que no pueden tar- dar, por decisibn de los centros mundiales de poder. No funcjoné e] TIAR, y habjfa sino anulado el centro de deci- sion soberana. Esta es la realidad, la Gnica verdad en geo- politica sobre todo, ¢Cémo se recompone el margen deci- sionista? ;Puede el sefior Caputo con sus discursos y do- cumentos increfbles, pueden los delirantes ‘“‘sorbonaboys” ue lo rodean, modificar un 4pice, prudentemente, esta realidad, o la deteriorar4n més, hasta limites tan desastro- sos que sea ya imposible recomponer nada? El segundo ejemplo contrario al de 1947 se concreta en ¢] conflicto argentino-chileno. Primero el laudo, que arras- tra desde Onganfa su impericia y desde Lanusse en adelan- te su increfble distorsién, y luego la mediacién que lo sus- tituye para englobarlo, esos dos momentos o recursos signi- fican, lisa y [anamente acudir a potencias y a procedimien- tos equivocos y funestos, que son de suyo una anulacién, no una restriccion diplomdtica, repito: una anulacién de centros decisionistas argentinos, segdn intereses y realida- des argentinas; pues una ley geopolitica debié aplicarse en este caso, sobre todo por la experiencia argentina: cuanto més bilaterales sean las tratativas, los pactos, Jos acuerdos, ¢ incluso las postergaciones sine die, tanto mas inmune per- maneceré e] centro de decision acometido o cercado. Un corolario ineludible se cumple entonces: cuanto mas con- centraciones de poder mundialista intervengan en el casus juris, tanto més rapidamente sera anulado el centro de de- cision soberana, No necesito hacer la historia de estas la- mentables instancias de Ja patria vilipendiada. Las inferen- 15 | cias son obvias. He aludido a intereses y realidades argenti. nas, que custodia o implementa ese centro de decisibn go. « berana. Pero en el caso:que nos ocupa, en el curso de ung | accion mundialista puesta en marcha por la revolucién ar. | gentina y el proceso, ¢qué intereses y qué realidades son entonces las que dinamizan estos conflictos y sus supuestas| soluciones, elucubradas en el maximo secreto? {No esta| mos acaso mas cerca de la guerra que nunca?, jno estamos al borde de decisiones mundialistas, que quieren prever un resurgimiento de la voluntad politica del pueblo argentino, lo que llamo segunda guerra de la independencia, y no esta mos entonces muy cerca de un acto funesto de la sinar-| quia, que quiebre para siempre nuestra integridad territo-| rial? ¢Qué hard el peronismo, desperdigado en cuestiones minusculas, sin que se oiga la gran voz del General a través| de su heredero legitimo? Ahora bien, para comprender todos estos trasfondos, para confrontarlos con nuestra doctrina y en fin para pre- parar al pueblo nacional y patriético en una sana concien- cia de las tensiones sinarquicas, conviene avisorar el plan global geopolitico en el que hoy nos insertamos, el curso de accion del gobierno argentino y las conclusiones que p™ demos inducir al confrontar ese Panorama con la doctrina y la praxis justicialista de “tercera posicién”. Para entender ese panorama es preciso definir las Iineas geopoliticas que operan en el mundo, y sus objetivos ¢” 16 cuanto a Hispanoamérica, Dentro de esos objetivos se des- jaca precisamente el nuevo concepto de neutralizacién del cono sur, y dentro de él por supuesto y en primera instan. ' cia el marco de la neutralizacién argentina, que eoncedy: ria a las dos superpotencias un equilibrio de intervenciin " politico-financiera, politico-tecnologica e ideologica, en un terreno limpio de confrontaciones bélicas y estratég- cas. La Argentina serfa el precio de un entendimiento en e] Atlantico sur, mientras a nivel del Atlantico, se plantea- rian las alternativas del plan Reagan, o del plan Kissinger. Advertimos entonces cgmo inferencia tedrica que neutralizacion implica destruir las bases doctrinales y poli- ticas de “tercera posicién’”, y como inferencia practica el campo libre para una concertacion de las dos superpoten- cias. A su vez en cuanto a nosotros, las inferencias se du- plican por supuesto: en el primer caso, necesitamos clari- ficar el concepto, estudiar sus fundamentos filosdficos ¢ histéricos, comprender su vinculo con la doctrina peronis- ta de la comunidad organizada, definir los perfiles concre- tos, que posibilitarfan su implementacién; en el segundo caso, se impone la urgencia de una denuncia nacional de la patrafia imperialista, denuncia que debe ser esgrimida ante todo por aquéllos que invisten magistraturas politi- cas, pues ellos tienen en sus manos ciertos resortes de las decisiones soberanas. Hemos definido hace mucho ya las tres geopoliticas fundamentales: la estadounidense, la soviética y la vatica- | na, Nada de lo que acontece en este momento en las ten- siones globales de la politica mundial es ajeno a ellas. Pe- ro como ademas se trata en ‘lo sustancial de una politica bélica de confrontacion tecnoldgica, cultural, ideoldgica, 17 to, estrato o comunidad politica religiosa, ningan contex r se salva de esa influencia, que como he dicho en otras con. ferencias preludia la III guerra mundial, en cuyos prolego. | menos nos encontramos. Precisamente nunca como ahora | han sido tan urgentes y necesarios los margenes viables de una Tercera Posicién que salve a la Nacién de una catastro- fe, Nunca como ahora ha sido tan decisivo implementar re- | cursos politicos que salven y protejan los centros de deci. | sién constructiva, segin vias empiricas, descargadas de uto. pias ideolégicas, contestatarias, 0 simplemente inviables, pero nunca como ahora en tales coyunturas dificiles ha sido menester preservar la soberania politica, que es la tnica que forjara la unién nacional. Y bien, la geopolitica soviética pretende fundar el nue- vo imperio de Eurasia, con la exclusion de América yanqui. La geopolitica yanqui a su vez, eminentemente talasocrd- tica y areocratica pretende un control del mundo compar- tido, es verdad, pero cuyo centro de poder tecnocratico y financiero pertenezca al mundo de habla inglesa. La geopo- litica vaticana, geopolitica de la paz a cualquier precio, ayudara a una u otra, o a las dos segin convenga a sus pla- nes judeo-cristianos, ecuménicos, de una iglesia planetaria, de una ética planetaria biblica, de una restriccién de la po- litica a menesteres aldeanos en una sociedad cooperativis- ta de solidaridad. La geopolitica pastoral alimenta la geo- politica de la paz soviética, aunque ésta signifique la maxi- ma esclavitud; y alimenta también la geopolitica yanqui, en su humanismo liberal, eticista, anti-tradicional, podero- so disolvente para las tradiciones nacionales, como las nuestras. Al imperialismo yanqui, que optamos por llamar social- capitalista, en que la libertad esta sometida a la usura ju- 18 deo-cristiana, se contrapone el imperialismo soviético de la nomenklatura ideolégica, o social-comunismo, que tiene pues su burocracia, su sistema, imperialismo de la III in- ternacional marxista-leninista, pero con un centro de po- |der militar equipotente. Esta internacional resulta como una iglesia evolucionista, materialista, dialéctica, con sus dogmas (o sea con su disciplina religiosa) y su inquisicién (o sea con sus herejias y su control teoldgico), Pues, com- pafieros, el marxismo-leninismo, excrecencia politica del judeo-cristianismo, es en el fondo una religion, una iglesia, una disciplina religioso-institucional, capaz de fundar se- gun algunos clérigos delirantes una nueva edad media, en | que Papa y emperador (soviético) coincidirian en la articu- lacién pacifica de una sociedad mundial y un poder mun- dialista. Quien no entienda estos trasfondos, no puede en- tender sus fendmenos, o sea, lo que aparece o se destaca en la textura cambiante de los hechos. En estos cuarenta afios, posteriores a Yalta, ha emergi- do, por complejas causas que no podemos discriminar aho- ra, un tercer imperialismo, que no tiene, es verdad, un cen- tro de poder como Mosct o Washington, pero que alimen- ta sus canales operativos por la central de Roma ecuméni- ca. Me refiero al imperialismo social-demécrata, excrecen- cia politica de la II internacional marxista, reflotado por estimulo de la internacional demécrata-cristiana, por la politica de Juan XXIII y Paulo VI, que intentaron formu- lar un término medio teopolitico con los documentos Pa- cem in terris y Populorum Progressio. Muchos peronistas de esos afios, 1959 en adelante, creyeron ver en esos men- sajes un reconocimiento de la tercera posicién justicialista, al punto que hubieran podido forjar la sentencia, muy pare- cida a la nuestra: ni yanqui ni marxista, social-demécrata vaticanista, Esa misma tesitura, prolongada en treinta afios, ha producido el fendmeno de una utopia social-demécrata que accede al poder por vias de acuerdos internacionales y yerndculos, con el designio de incorporar el pafs a una de las internacionales antedichas. Pero tal designio confronta la mandybula sindrquica de Yalta, aplacada por la bendi- cién de Roma, pero existente y operante con consecuen. cias fundamentales para el proximo lapso americano. En ese contexto emerge el plan sindrquico de neutralizacién del cono sur, que sera esgrimido tal vez como solucién op. tima para las tensiones del Beagle y Malvinas, representard una consolidacién del preconsulado del Brasil, para que controle sin duda los espacios geopolfticos de su hinterland, © sea Bolivia, y por all{ presione hacia el oeste, hacia el Pa. cifico, segin el viejo suefio de los bandeirantes: ser poten- cia decisionista en el subcontinente americano, derd ademas confundir “tercera cin”, litico el sup) paz, | Se preten- posicion” y “neutraliza- para contar con el apoyo masivo o estamental y po del peronismo, segin el lema del Vaticano: la paz es remo bien del hombre, todo debe ser sacrificado a la a paz es la garantia de los derechos humanos, etc. En esas instancias se ubican los planes internacionalis- tas del grupo ideolégico, utopista, que acta en la cancille- tia argentina, con el sefior Caputo a la cabeza, a los que he amado “sorbona boys”, : Por razones muy féciles de expli- Car, pero que nos apartarian de nuestro tema. Tercera posicio: ferencias desde 1967, ¢: Pto geopolitico del para América, frente al concepto de Y; General se impone alta, y triunfa en di- 20 verses jnstancias polfticas internacionales segi reas » Seguin he recop. jQué es pues “tercera Posicibn”? Dist jrulos, que trataré sucintamente: la ast diplomatica. Estas dos instan mente confundidas en el curioso cancilleria radical, de modo que lo Primero pasa a confuso programa americano sin perfil conceptual, ylo we on do una peligrosa trenza social-cristiana, social-demé. crata, social-marxista que puede comprometer gravemente Ja realidad de la insercion mundial argentina en estos m mentos de graves decisiones bélico-politicas, . Stingamos dos ca. teoria 8eopolitica y la clas estén lamentable. estilo ideologico de Ia Tercera posicién no es tercer mundo, ni politica de no alineados, ni tampoco neutralizacién. Tercera posicién es un corolario de nuestro axioma doctrinal: soberanfa, inde- pendencia, justicia. Tercera posicién es el principio de identidad de nuestro perfil concreto, histérico, es decir que une los fundamentos de nuestra tradicién y nuestra enti- dad, advenidas con la primera guerra de la independencia, y los fundamentos de nuestra instalacién contempordnea, que es objetivo prioritario de la segunda guerra de la inde- pendencia. Tercera posicién aduce por tanto una concepcion ? estado, que el General explay en cincuenta afios ied cencia, de actividad politico-militar, de fundacién pete co-institucional. En esa concepcion del estado inste . ta, hay un centro de decision politica que se re 1 eet existencia de la comunidad organizada, que ran de los tarea de los argentinos, poder de los acgeainn® oni ad argentinos, Para ello, para la existencia a east Politica organizada que s¢ instala y crece © 21 de esa organicidad viviente que es el estado, necesita perf lar simultaneamente su instalacidn. internacional, no po, una cuestion ideoldgica, que no hemos considerado hasta ahora, sino por una cuestion entitativa, physica, Pues de otro modo seria imposible la existencia de tal comunidad, Por eso el enemigo nos cerca y nos ata con modelos ideol. gicos corrosives que harfan perder simulténeamente el per. fil del estado y el perfil de aquella instalacién antedicha Esos modelos son varios, se entrecruzan, se sustituyen, se coaligan, pero todos convienen en decidir el ataque geopo. litico por dos puntas, La primera cuestionando el derecho internacional a una instalacién empiricamente viable y ju- ridicamente sabia y eficaz; y la segunda afectando el cen- tro mismo de decisién, es decir, el recurso politico del es tado. Sin embargo, tiene prioridad siempre, como objetivo geopolitico estratégico, modificar de rafz la instalacion in- ternacional argentina, mientras que la modificacién del po der resulta, para esos modelos xenocraticos, el objetivo tac-| tico indispensable a fin de provocar la erosion de la sobera- nia, Desde Braden a Caputo, desde Zavala Ortiz a Costa Méndez, Ja historia se repite: el imperialismo de lengua in- gles * ae de los tilingos cipayos; el imperia- conviene . las mazes e phrang re ‘mpostura ideologica inducidas a esperar en ee hambrientas, gue son P!4 marxista comunista. Pe- | ro el peronismo justamente no se ubi j | ica ni e: i | bere. N una ni en 22 Estamos ahora oh condiciones de confrantar dos estra- cegias: UNA la nacional, la justicialista, que en cuarenta aiios ha enfrentado graves coyunturas en razon de los perfi- Jes teoricos Y practicos que recordé, Otra, la novisima neu- qralizacion, que podria esgrimir el gobierno social-demé- crata de Alfonsin y sus “sorbonaboys”, apoyados por la in- ternacional congruente y dinamizados por un acuerdo zo- nal de ciipula entre Rusia y Estados Unidos. En efecto, hemos advertido que el conglomerado de los paises nO alineados no condicen en absoluto con los reque- rimientos de ‘‘tercera posicion’’, y que la geopolitica sovié- tica no ha conseguido hasta ahora dominar esas tendencias del bloque supuestamente tercerista, sea por via de Castro o Nicaragua, sea por via de Indira Gandhi, u otros persone- ros. A su vez EE.UU. proclive siempre a manejar el-garrote o el délar, no ha logrado alinear alos no alineados con una fuerza ideologica que represente un contenido indiscutible frente al de la geopolitica soviética, A este panorama, de suyo importante por englobar la situacion argentina, se suma otro ingrediente mucho mas activo y violento, que es en realidad la verdadera causa de los acontecimientos que en estas dos ultimas décadas ha operado, o sea con gobiernos militares proclives a sumarse ala geopolitica yanqui, o sacudimientos populares procli- ves a transformarse en espacios de infiltracion ideoldgica, &conomica, técnica, cultural para la geopolitica soviética. Me refiero a la confrontacion de las dos superpotencias alo 4tgo de un eje imaginario que cruza el Atlantico, de polo Rorte a polo sur, y afecta con sus tensiones el imperialismo 23 por una parte, ¥ por otra plantea a Rusia de habla ingles, de expansion militar y politica. | | | vastos problemas No necesito advertir que este conflicto, ae a y o : 2. ectado en cuanto a nuestra esfera internacional, tiene ti ei, “, ‘. ie Yfecto inmediato: anular una politica de “‘tercera posi reducirla a un americanismo de los centros financie- : los contenidos mundialistas de la II oblemas estratégicos, bélico-poli- olitico del cién” ros de Washington, 0 @ internacional. Pero los pr i ticos subsisten sin embargo en el espacio geop: 0 Atlintico, dividido en dos grandes marcos operativos: Atlantico Norte y Atlantico Sur. En este complejo cuadro aparece ahora lo que llamamos neutralizacién, segan un vo- cabulario esgrimido por los tedricos de la social-democra- cia y que completa de otra manera, dirfa mas bien estraté- gica, las nociones geopoliticas de tercer mundo y no alinea- dos. No he encontrado el vocablo en el difuso estilo de los discursos alfonsinistas, o en los documentos, discursos y comunicaciones del sefior Caputo, que yo llamaria licencia- do en neutralizacion. Pero si se encuentran los trasfondos y sobre todo la praxis. Y en esto radica justamente la gra-| vedad de la derrota del 30 de octubre de 1983: que el po- der constitucional coloca en manos del presidente un ti- mén que puede enderezar la nave a otro puerto, “Neutralizacion” es una nocion esgrimida en Yalta, con diversa fortuna, cuya historia no podemos hacer aho- ta. Menciono un ejemplo que clarifica lo que podriamos lamar un espacio neutralizado: me refiero a Austria, El re- tiro de todas las tropas aliadas, el reconocimiento del esta- do de Austria con una soberan{a neutralizada el ejercicio as sus instituciones politicas segin el modelo. francés a lerzas armadas, etc. generé en Europa central una suerte 24 ee... s_- fn estratégico, que EE.UU. quiso ampliar en suce- cejeos que explican los sucesos de Checoslovaquia, y finalmente Polonia. de pulm sivos for' Hungria, Neutralizacion comporta pues para la sinarqu{a mun- dialista dos contenidos fundamentales: 1) soberan{a politi- ca limitada; 2) espacio estratégico limpio de confrontacio- nes bélico-politicas, con un corolario: zona franca de in- versiones, penetracion tecnoldgica, recambio industrial, etc. Se concede a Austria ademés la condicién de sede de importantes organismos sinarquicos, de nivel mundial, don- de convergen intereses estratégicos de las tres geopoliticas, ya descriptas. Segiin estas premisas, se puede firmar la paz, cualquier paz. Apliquemos estos requerimientos al eje del Atlantico para desentrafiar la siruacion de nuestra patria en manos del licenciado en neutralizacion, agente de las pre- siones clericales y moscovitas, coaligadas contra la sobera- nia inalienable. En el Atlantico norte las tensiones se suceden con va- riable intensidad y peligrosidad, que no es ahora el tema de nuestra disertacién. Pero alli, en el caso del hemisferio nor- te, se trata nada menos que de la neutralizacién de Europa occidental y por ende liquidacién de la NATO, o por lo menos su sustancial repliegue. No es éste un delirio infun- dado. El mism{simo Kissinger define estas circunstancias en un trabajo muy reciente, sobre los lineamientos de esta confrontacién dramatica en el Atldntico norte, y aunque no est4 claro a quién aprovecha el andlisis de Kissinger, a quién quiere favorecer con esa presion de planteos geopo- liticos; y aunque sabemos por nuestra amarga experiencia con la guerra del sur que Haig, discipulo de Kissinger, fue uno de los causantes del conflicto y que el mismo Kissin- ger anuncié 48 horas antes, en Ja sede inglesa de Chatam 25 allido de la guerra y el apoyo norteamericano a la bruja de habla inglesa, en una palabra aunque sabemos que Kissinger es nuestro enemigo, debemos recordar el apotegma romano: Fas est et ab hoste doceri. Curioso tam- bién el elogio que hace en esas paginas de Lord Carrington, gran maestro del R.LLA., alta logia de la geopolitica del centro de poder angloyanqui. (Cf. TIME, 5 de marzo/84). Si describimos esqueméticamente la configuracién geo- politica que nos interesa, obtendriamos el siguiente siste- ma en relacidn con nuestro espacio geografico y politico, y enel marco de esta tematica sobre la tercera posicién: House, el est: 1) En primer lugar, a lo largo del eje atlantico una con- frontacién que aminora su fuerza contrastante (la détente o distensién), o que profundiza el choque ideoldgico, polf- tico, tecnoldgico, estratégico (como disuasion o concen- tracién). 2) Un despliegue de ese sistema en todo el espacio At- lintico y por ende en el Atlantico sur. Aquf insertamos los origenes del proceso militar del 76, las causas de la guerra y los origenes de los esquemas ideolégicos del sefior Caputo. 3) Un término medio que atentia las consecuencias de la concentracién bélica de los dos imperialismos: el social- capitalista y el social-marxista. Ese término medio esta constituido por la social-democracia que considero un ter- cer imperialismo, internacionalista, culturalista, progresis- ta, utopista, que interviene en definitiva como trasbordo hacia la sociedad mundial comunista dirigida por la élite del dinero y la concentracién de los medios bélico-tecnold- gicos. Esa estructura se advertia en la trégica guerra dél sur, y asi lo explicamos en un texto del 8 de abril de 1982: el objetivo estratégico de esa guerra era el pasaje de un go- 26 pierno militar a un gobierno social-marxista; de fuerzas ar- madas nacionales a fuerzas armadas guerrilleristas; de un equilibrio social de la justicia, destruida por el “proceso” evolucion del despojo. Fue la sélida conciencia na- de los argentinos, en cuya consolidacién el lugar prioritario, fue esa conciencia la del plan rojo, internacionalista, comu- a una Fr cional politica peronismo ocupa causa del fracaso nista. 4) Finalmente la estrategia pastoral de la paz que redi- mensioha en una utopia el hecho politico de custodiar una frontera intransferible, territorial, o un perfil historico de la repdblica que heredamos y debemos fundar en Ja con- ciencia del Estado Justo. Si no funciona la ‘‘tercera posicién”, es légico suponer gue la geopolitica de acuerdo sinérquico propondra el ca- mino de la neutralizacién, a través del gobierno alfonsinis- ta, neutralizacién con pan y recursos tecnoldgicos, pero sin soberanfa ni margenes politicos que Ja esgriman o la conso- liden y profundicen. Sin haber pasado por la guerra mun- dial, sin haber sido gestor de sus causas y tras haber evitado sus efectos aterradores, desde 1943, seremos como Austria del cono sur americano. ‘Asi se entiende la mediacién vati- cana, las confusas tratativas del sefior Caputo con la bruja, el tejemaneje de la deuda, el apoyo de los socialismos euro- peos, que son a s¥ vez instrumentos de la neutralizacion de Europa, en el esquema de Kissinger. Se derrumbard entonces el proyecto de continentalis- zado por el General en los uiltimos afios de su vi- da. Pero gcomo s¢ conciertan “‘tercera posicién” y conti- icano? Es éste el ltimo concepto, pro- nentalismo ameri puesto en nuestro temario de hoy. Lo expondré muy bre- mo, esbo' 27 te, sin olvidar sin embargo que en ese horizonte - vemen las tendencias de los dos modelos en PUgna: 1) ina aes hispanica libre de la coyuntura mundialis ina oye pavenci per se, capaz de imponer condiciones 4 ke 2) una América hispanica domina Por Zonas de neutral zacion, infiltracion, o coercion, o simplemente de conde, minio sinarquico, que pueden tornarla campo de lucha th tre los diversos imperialismos. En otras ocasiones he denominado el continentalisma de Perén como una anfictionia americana, CUYO centro de referencia no es un culto comin, como en el caso griego, sino una lengua comin, que nos entrafia en una semantica articulada y totalizadora. En este sentido el Concepto justi. cialista se distingue de otros lineamientos conceptuales, que fueron propuestos con cierto aire de utopia en el siglo XIX, por ejemplo en el caso de Simén Bolivar. Se ha cum plido el afio pasado el bicentenario del nacimiento de este procer venezolano: habia nacido en efecto en Caracas el 24 de julio de 1783. Con este motivo se ha exaltado y defi- nido con variada fortuna la nocién bolivariana, acufiada en Su sentencia: “Nuestra patria es la América”. Pero entre la Concepcion de Juan Perén y la de Simén Bolivar hay algu- nas diferencias fundamentales, que convendria indagar con mayor detenimiento, El re r Cuerdo sdlo pretende rescatat las teflexiones del General en un trasfondo de historia univer” Sa’ americana, que el enemigo le niega y que los peronistas muchas veces ng recuerdan con suficiente nitidez. cibn ngstancia, el Continentalismo de Peron es om redline “ enfrentada a imperialismo, y an rente al ener Cconciencia politica institucion a ominio q mugo anglo-yanqui, porque en éste campe © una explotacion alienante; y frente al ene 28 ywso. porgue en éste predomina la religion marxista-leni- mista, Y SUS interpositos Personeros, que anulan precisa- mente toda articulacion politica. Por entre estos dos acan- tilados, por entre estas dos rompientes de las tormentas po jiricas contemporaneas, en un estrecho tempestuoso debe conducir la nave el continentalismo. Como es légico, pode- mos inducir una inmediata inferencia: sin tercera Posicion, constructiva y eficaz, es imposible ese horizonte politico americano. Pues la soberania, que determina semantica- mente la nocién y la diplomacia de tercera posicion inter- nacionalista en tratados o acuerdos posibles, no es una so- perania limitada, sino una soberania fundacional. Pues de otra manera ;cOmo construiria ese espacio soberano? Su relacién con el ambito de América, es decir, su con- secuencia politica fundamental a nivel de ese marco geopo- litico, generaria un vasto espacio estratégico, que tal vez coronaria su dimension contemporanea, como potencia geopolitica, de decisiones fundamentales, aunque no alcan- ce los recursos bélicos convencionales y atémicos de las su- perpotencias. Precisamente la sinarquia al anular la volun- tad politica del estado soberano, segin la comunidad orga- nizada del justicialismo, pretende impedir el advenimiento de esa tercera potencia continental, que no se funde en los efectos de la guerra, en el reparto de Yalta, ni en Ja paz de Helsinki, sino en la forja de una nueva voluntad politica de caracteres globales. Compafieros: Hasta aqui hemos Hegado, hasta estas conclusiones fundamentales que exceden los limites de nuestra patria y nuestro estado, ahora en ruinas. Distingui- mos perfectamente entre realidad y utopia, pues la prime- Ta se articula de modo congruente, uniendo fendmenos em- 29 fri ideales de fundacién soberana. En cambio la te piricos ¢ ida en vagas nebulosas emocionales, €s incapay gunda, . definir, implementar. De alli, contra ese uto. de resolver, ments nace el apotegma del General, dedy. Cet griego: “Todo en su medida y armonioga. cido mente”. A Ahora bien, enfrentamos desde hace poco tiempo, des. pués del delirio ético del “proceso”, el delirio ético, utopis. ta de los “sorbonaboys”. En la medida en aue el Sei mo comparte algunas franjas de poder po! ney HERE OPO: ner a esa utopia el sano realismo doctrinal Y Practice pero. nista, que se traduce en obra concreta. Mientras el presi- dente resume su confusa ideologia con la sentencia: “Los radicales somos una ética”, nosotros debemos contraponer- le una sentencia mayor y mas fecunda: “Los peronistas so- mos una politica”, la politica de la soberania, independen- cia y justicia, traducida en obra perfilada, en implementa. cién inconfundible, en justicia concedida no en la bruma confusa de la utopia, sino en el hoy urgente de todas las generaciones, nifios o ancianos, que exigen la patria realiza- da, no la ética proclamada; que anhelan la sagrada tierra de la Nacion integrada, no las secretas tratativas o acuerdos con los poderes sindrquicos; en fin la soberana decision de un pueblo libre, que pueda ser artifice de la paz, porque ¢s artifice de su propio destino, artifice de la victoria, que re nace entre las ruinas. Queremos en una palabra la paz de la victoria soberana, y no la victoria de la paz ensombrecida ¥ funesta. Queremos la patria libre de coyundas extranjeras, y el estado libre de sinarcas. Este es el mandato de nuestra historia originaria, la orden rotunda impartida por nuestro estratego incomparable, la voluntad de nuestro pueblo hu- milde, pero esclarecido, patriota, insobornable. 30 Se terminé de imprimir para el Centro de Estudios Geopolitics “Tercera Posicion”, en la ciudad de Cordoba, el dia 8 de octubre de 1984, aniversario del nacimiento del iniciador y conductor de la Segunda Guerra de la Independencia Americana, Gral. Juan Domingo Peron, as bases del nuevo Estado argentino de fundar para romper la dialéctica iminosa de gobiernos militares y demo-iberales, ae ereie an posible la consolidacion definitiva de la Nacion Argentina en la gran Patria hispanoamericana. quien sento |: que habremos

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