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Silber

Este documento discute el estado actual de la pedagogía, incluyendo su carácter teórico-práctico y estatus epistemológico, sus categorías centrales de educación, intervención y formación, y los desafíos actuales para seguir pensando y haciendo la pedagogía.

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Una nueva coyuntura histórica ha permitido que el tema pedagógico recobre interés.

Se
advierte una creciente preocupación en los ámbitos teóricos y prácticos por reivindicar a la
Pedagogía como el saber específico sobre la educación. Ese reclamo responde a las
demandas que provienen de las complejas prácticas educativas actuales. La Pedagogía fue
cumpliendo sus misiones históricas ligada sucesivamente a la filosofía, a las ciencias
naturales y a las ciencias sociales. Así, en cada época fue respondiendo, a las que se
definieron como demandas educativas. Pero supo ser discriminada por sus compromisos
éticos y políticos.

En la segunda mitad del Siglo XX entró en un proceso de debilitamiento que tuvo que ver
con variados factores: el control social de la práctica pedagógica en las teorías tecnicistas;
la negación de la posibilidad de una intervención pedagógica transformadora en las
sociologías crítico-reproductivistas; la diseminación del campo educativo producto de su
expansión y de su crecimiento científico fragmentado; la continuidad de una Pedagogía que
con un criterio más enciclopedista que reflexivo acogía desordenadamente en su ámbito
todo lo que se iba produciendo en materia de educación; la escasa producción
específicamente pedagógica; y el renegar del valor de la teorización en posturas que se
calificaban como progresistas, y que luego se anegarían en un peligroso practicismo.

El significativo crecimiento de las ciencias de la educación dentro del paradigma


empírico-analítico, condujo al análisis fragmentado de la educación y a la supremacía de la
explicación por sobre la normatividad. Incorporar las ciencias de la educación al paradigma
de las ciencias naturales hacía necesario renunciar a los fines y valores como componentes
de lo educativo, eliminar lo subjetivo y lo ideológico, y tecnificar y cuantificar la realidad
educativa.

A partir de los años 80 las nuevas condiciones de desarrollo de la sociedad capitalista y las
maneras de interpretarlas desde enfoques disyuntivos, han posibilitado el reencuentro de
los estudiosos de la educación con la pedagogía. Ahora vamos a pensar qué clase de saber
es el conocimiento pedagógico, cuáles son las categorías que le otorgan especificidad y qué
reflexiones pueden hacerse respecto del estado actual de la pedagogía:

1. El carácter teórico-práctico de la pedagogía y su estatus epistemológico:


En un primer momento se la vinculó con la filosofía. Cuando el interés se orientó a
comprobar su cientificidad, a partir del siglo XIX, se la quiso ciencia experimental o ciencia
espiritual o ciencia crítica, también la caracterizaron como un conocimiento tecnológico.
Durkheim, dijo que la pedagogía al ser una teoría práctica de la educación, no puede ser
ciencia, estatuto epistemológico que reserva para la sociología de la educación calificada
por otra parte, como la ciencia de la educación. Ese carácter teórico-práctico ha encontrado
y continúa haciéndolo hoy, una generalizada coincidencia en autores de dispares
procedencias, que se expresa cuando le atribuyen a la pedagogía rasgos analíticos
(teóricos) a la vez que propositivos (prácticos). Svi Shapiro, desde una posición posmarxista
propone una pedagogía social-intervencionista con una cara analítica y otra creadora,
imaginativa. Si nos ubicáramos en una perspectiva preocupada porque la pedagogía tenga
un estatuto científico, habría que recorrer el camino iniciado por Dilthey en su
reconocimiento de objetos y métodos diferenciados para las ciencias naturales y
espirituales. Para algunos autores ya es una ciencia de carácter hermenéutico y suelen
manifestar cierta ansiedad por persuadir a otras ciencias de que realmente lo es; en otros
se trata de una deuda que necesariamente tendrá que saldarse en algún momento. Desde
una epistemología crítica, otros pensadores sostienen la necesidad de un compromiso de
las ciencias con la realidad latinoamericana. Tal es el caso de Hugo Zemelman para quien la
condición científica no se ve afectada por sus compromisos prácticos. No obstante, lo cierto
es que hoy no parece ser motivo de preocupación demostrar el carácter científico de la
pedagogía.

2. Una aproximación a sus categorías centrales: educación, intervención y


formación

Más allá de su carácter científico o no, la pedagogía constituye una índole de saber
teórico-práctico que interviene en forma deliberada para mejorar las prácticas formativas,
mejoramiento que está condicionado por la perspectiva ideológica que se asuma. Posibilita
reconstruir tres categorías que pueden reconocerse como específicas del campo
pedagógico ya que reúnen concurrentemente teoría y práctica, conocimiento y propuestas.
Ellas son: educación, intervención y formación. Educación para la faz más teórica de la
pedagogía, en la cual se explicaría, describiría y reflexionaría sobre las prácticas formativas
en toda su complejidad; mientras que la intervención y formación conformarían la faz más
práctica, resultando ser los componentes activos de las acciones intersubjetivas.
Caracterizaría pues a la pedagogía una doble tarea de teorización e intervención. Le
interesa profundizar en cuestiones relativas a las funciones de la educación en relación con
la sociedad y de los sujetos en su vinculación con el contexto, los tipos de educación que se
dan tanto en los distintos ámbitos en los que muestra diferentes grados de formalización.
Pero este interés teórico que forma parte de la pedagogía no es contemplativo: tiene como
finalidad práctica producir acciones y obtener resultados definidos como deseables. En la
pedagogía aparece hoy una clara preocupación por distinguir “acciones para la formación”
de “formación”. Mientras que la intervención es el intento de modificación de la práctica
desde una acción consciente, de la que puede o no resultar modificada la práctica y, de
serlo, no necesariamente en el sentido esperado, el término formación alude a los procesos
de producción y transformación de la subjetividad en vinculación con dispositivos
pedagógicos puestos en juego.
La Pedagogía podría identificarse como una disciplina que tiene como campo central
de estudio la búsqueda de criterios de intervención que fundados en un estudio de la
educación en toda su complejidad, tiene la intencionalidad de suscitar la realización
de un proceso no determinable: la formación.

3. Pedagogía hoy. Actualidad y desafíos para seguir pensando y haciendo


La pedagogía pretendió constituirse como ciencia desde diversos paradigmas para validar
su status en relación con las otras ciencias; sustentándose como un saber teórico-práctico.
Aunque también la pedagogía se afirma en su especificidad. Dan cuenta de esa identidad
tres conceptos claves: la educación, localizada en el espacio más reflexivo, teórico y
comprensivo de la pedagogía y la intervención y la formación en la dimensión más
propositiva y esperanzadora. Pero ambas dimensiones están anudadas de manera
indisoluble y sólo la finalidad de profundizar para su reconocimiento, admite la
diferenciación. Encontrar el meollo de la cuestión pedagógica exigiría pues rever la
complejidad de la educación, redefinir la formación y elaborar criterios de intervención a
partir de los avances que muestran las nuevas prácticas sociales-educativas. Sobre la base
de una crítica a las condiciones de desarrollo del sistema económico dominante, algunas
tendencias enfatizan las posibilidades de respuestas pedagógicas contrahegemónicas a
situaciones de dominación. Otras ponen el acento en la institución escolar para analizar cuál
es la índole de las vinculaciones entre docentes-alumnos que puede contribuir, desde la
autonomía y la libertad de los alumnos, a la configuración de mejores ciudadanos. Las hay
que cuestionan la reducción de la educación a los procesos de escolarización y realizan
propuestas que tienen que ver con ampliar los alcances de la idea de formación.
La pedagogía le llega el vasto quebrantamiento de paradigmas epistemológicos que
convierte a los conocimientos hasta ahora inequívocos, en fuentes de interrogantes con
enormes dificultades en la producción de respuestas. La pedagogía se presenta todavía
como un haz de pensamientos no practicados y de prácticas no teorizadas. Una pedagogía
que al mismo tiempo que regulariza e interviene, se sabe insegura e indefinible porque su
objeto que es objetivo –formar- se le diluye en los pliegues de la historia de cada sujeto.
Por eso es también desconcierto y certeza, desencanto y esperanza. Es una ciencia con
sentimientos o un sentimiento que no aspira a ser ciencia. La reconstrucción del campo
pedagógico se percibe entonces no como una estructura cristalizada sino esencialmente
dinámica y contextualizada, que analiza los procesos educativos en sus intrincados
recorridos sociales, y que desde una elección de posible futuro, procura engendrar
estrategias viables para la construcción de una sociedad más justa. Aunque siempre
sosteniendo a la educación y la enseñanza a la vez que proveyendo y abasteciéndose de
ellas, la pedagogía se va recreando y redefiniendo en lo coyuntural y emergente pudiendo
pluralizarse (pedagogías) sin dejar de conservar su identidad .

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