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Tratado - Geografia - Humana 2016 83 90

Este documento trata sobre la evolución histórica del estudio de las ciudades desde la perspectiva de la geografía. Explica cómo inicialmente la geografía se centró en aspectos ambientales y morfológicos de las ciudades, pero luego incorporó el análisis de funciones urbanas y sistemas de ciudades. También destaca contribuciones clave de geógrafos como Christaller, Blanchard y Beaujeu-Garnier al desarrollo de la geografía urbana.

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Este documento trata sobre la evolución histórica del estudio de las ciudades desde la perspectiva de la geografía. Explica cómo inicialmente la geografía se centró en aspectos ambientales y morfológicos de las ciudades, pero luego incorporó el análisis de funciones urbanas y sistemas de ciudades. También destaca contribuciones clave de geógrafos como Christaller, Blanchard y Beaujeu-Garnier al desarrollo de la geografía urbana.

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LA GEOGRAFÍA URBANA

Carles Carreras
Universidad de Barcelona, España
Aurora García Ballesteros
Universidad Complutense de Madrid, España

La geografía urbana es, junto con la rural, una de las grandes especialidades dentro de la
geografía humana, al menos desde el final de la Segunda Guerra Mundial. No es ajeno a ello el
hecho de que la urbanización, entendida como residencia permanente de la población en las
ciudades, no haya hecho sino crecer desde entonces. Cuando las mayores ciudades de los
países occidentales ricos frenaron su crecimiento, fueron las grandes metrópolis del llamado
Tercer Mundo las que alcanzaron índices de crecimiento enormes. En la actualidad, son las
ciudades africanas y, sobre todo, las asiáticas las que alcanzan los mayores incrementos. En
conjunto, entre la mitad y las tres cuartas de la población mundial está ya residiendo en ciuda-
des. Junto a ello aparecen nuevos conceptos de urbanización referidos no sólo a los aspectos
demográficos y cuantitativos, sino llenos de contenidos culturales, tecnológicos y socio-econó-
micos que aumentan, si cabe, la influencia de la vida urbana en la sociedad contemporánea.
Por ello, el estudio de las ciudades hoy resulta más y más complejo, casi tanto como el
del conjunto de la sociedad humana, en general. En este sentido, cada día aparecen nuevas y
viejas disciplinas aportando análisis y explicaciones complementarias a las teorías y méto-
dos tradicionales. En este capítulo se aborda tan sólo la aproximación a lo urbano realizada
desde la geografía, en primer lugar, con un rápido repaso de su conformación histórica y sus
principales hitos. En segundo lugar se destacan los principales temas de estudio actuales,
para, finalmente, apuntar unas conclusiones generales acerca del futuro de la subdisciplina.

El estado del arte: la ciudad en Geografía

Ha devenido un lugar común resaltar el retraso de la geografía respecto de otras ciencias


sociales en cuanto al estudio de determinadas realidades sociales, pero el caso de la ciudad
llama la atención especialmente en este sentido. Siendo las universidades europeas institu-
ciones eminentemente urbanas, resulta extraño que una disciplina universitaria como la
Geografía Humana, consolidada en las últimas décadas del siglo XIX, no enfrentara rápida-
mente la explicación de la realidad urbana en la que se hallan insertas.
El empuje naturalista característico de la investigación del siglo XIX, especialmente
marcado entre los geógrafos alemanes, puede explicar en gran parte que las ciudades, en un
primer momento, hayan sido vistas casi tan sólo desde el punto de vista de su inserción en el

84 TRATADO DE GEOGRAFÍA HUMANA


La geografía urbana

medio natural. El propio Elisée Reclus, a pesar de su interés en el progreso, consideraba a las
ciudades como una degradación de las condiciones naturales, aunque era consciente que el
afán de sociabilidad de los seres humanos permitiría llegar en el futuro al diseño de ciudades
que posibiliten respetar las condiciones ambientales necesarias para la vida humana. En su
obra El Hombre y la Tierra desarrolla un capítulo que subtitula «Horror y esplendor de las
ciudades», que es explícito en este sentido y termina con un elogio de los planes de la ciudad
jardín, que pretendía conciliar condiciones naturales y progreso material.
La geografía alemana clásica, en su enfoque claramente ambientalista, desarrolló unos
estudios urbanos eminentemente centrados en la clasificación de las ciudades en tipologías
según su situación, como fue el caso del propio Ratzel: según la forma del plano o, incluso,
según la forma o los materiales de construcción de sus edificios. En 1922, Lucien Febvre, en
el último capítulo de su obra La Terre et l’évolution humaine, criticó la relativa inutilidad de
estas clasificaciones que olvidaban las actividades humanas, la historia y la cultura de las
ciudades; crítica que era coherente con su teoría de la posibilidad humana de superar los
condicionamientos naturales. De todas formas, cabe destacar el enorme esfuerzo en la ob-
tención de información sobre las ciudades de todo el mundo y el riguroso trabajo de gabinete
que ello supuso, especialmente con el uso de cartografía y de fotografía aérea a diversas
escalas. En este sentido, hay que destacar, además de los ejercicios clasificatorios, un gran
esfuerzo teórico, con la producción de obras generales, manuales y ensayos de lo que llama-
ron geografía de los asentamientos humanos (Hassert, 1907; Bobeck, 1927). Mucho más
tarde, aún destaca el manual ambientalista de geografía urbana que publicó en 1949 el geó-
grafo australiano Griffith Taylor, que alcanzó una gran difusión (Taylor, 1954). Por su minu-
ciosidad y uso de la fotografía aérea vertical a gran escala, cabe destacar sobremanera los
trabajos sobre Viena del geógrafo austríaco Hans Bobeck, que sobrepasan los afanes simple-
mente clasificatorios y morfológicos (Bobeck y Lichtenberger, 1966).
Por su parte, en la escuela francesa,1 a pesar de que el Institut de Géographie se encon-
traba localizado en la rue Saint Jacques, en pleno corazón del Quartier Latin de París, de la
que entonces era la ciudad de las luces y capital del siglo XIX, según el filósofo alemán Walter
Benjamin, hubo que esperar a 1911 para que la ciudad alcanzara un protagonismo analítico
como centro regional, a partir de la tesis de Raoul Blanchard sobre Grenoble (Blanchard,
1991). En el magnífico Tableau de la géographie de la France, que Paul Vidal de la Blache
publicó en 1903, la ciudad de París ocupa tan sólo cinco páginas de las 386 totales. En estas
pocas páginas describe su emplazamiento, las características del Sena en la ciudad y sus
comunicaciones terrestres (Vidal de la Blache, 1979). Por su parte, Raoul Blanchard definió
las llamadas funciones urbanas, que corresponden a las actividades económicas predomi-
nantes que se ejercen en la ciudad, considerada como un agente colectivo único. La impor-
tancia de la aportación de Blanchard se reflejó especialmente en su método de estudio de
localidades, publicado en 1922, que alcanzó una gran difusión, el menos en el ámbito de
influencia de la escuela francesa de geografía (Blanchard, 1931). En él ofrecía una serie
ordenada de temas de estudio que se centraban, en primer lugar, en el emplazamiento y la
situación de la ciudad, para a continuación entrar en el análisis de la evolución urbana y
finalmente en el estudio de las actividades económicas de cara a la definición de las funcio-
nes urbanas. Fue Georges Chabot quien primero publicó un manual francés sobre las ciuda-
des, en 1948, en el cual desarrollaba este mismo esquema, pero a escala global (Chabot,
1948). Posteriormente, el mismo Chabot, junto con la geógrafa Jacqueline Beaujeu-Garnier,
publicaron en 1963 el primer gran manual de geografía urbana de la escuela francesa, que

1. Para un mayor detalle sobre la evolución de la geografía urbana en Francia puede verse Paquot, Lussault y
Body-Gendrot, 2000.

TRATADO DE GEOGRAFÍA HUMANA 85


Carles Carreras y Aurora García Ballesteros

Beaujeu-Garnier reeditó casi veinte años después bajo su exclusiva autoría (Beaujeu-Garnier
y Chabot, 1970; Beaujeu-Garnier, 1980).
El estudio de las funciones urbanas alcanzó un gran desarrollo en la tercera y cuarta
década del siglo XX, y constituye uno de los temas que superó en cierta forma las barreras
culturales de las escuelas geográficas, al introducirse la cuantificación aplicada al cálculo del
predominio de unas funciones sobre otras, de la llamada población básica u ocupada en las
actividades urbanas exportadoras, o de las áreas de influencia de las distintas ciudades. El
congreso de la Unión Geográfica Internacional celebrado en Amsterdam en 1938 fue la oca-
sión que pudo propiciar esta convergencia, aunque la Segunda Guerra Mundial y sus conse-
cuencias desbarataron totalmente. En este sentido cabe destacar que el primer manual in-
glés de geografía urbana, publicado por Richard E. Dickinson en 1945, intentaba conciliar
los enfoques regionalistas de la ciudad y los avances de la escuela de sociología de Chicago
(Dickinson, 1961). A partir de aquel momento se publicaron otros manuales, como los ya
citados de Taylor y de Chabot, línea de publicaciones que culminará en el libro organizado
por los geógrafos estadounidenses Harold Mayer y Clyde Kohn (Mayer y Kohn, 1959).
El hito más importante en el campo de los estudios funcionales sobre las ciudades lo
marcó sin duda el geógrafo alemán Walter Christaller, con su tesis sobre las localidades centra-
les del sur de Alemania (Christaller, 1933). Christaller aplicó algunas leyes de la economía a la
explicación de la localización de las ciudades de la que ni el medio ambiente, ni la historia
conseguían dar cuenta y con ello sentó las bases de la definición de un sistema de ciudades, con
su famoso patrón hexagonal, regido por una jerarquía clara de centros urbanos, definida a
partir de las funciones distintas de servicios y mercancías que cada ciudad ofrecía. Tras el
paréntesis de la Segunda Guerra Mundial, y a través de los coloquios organizados por la uni-
versidad sueca de Lund, los trabajos de Christaller alcanzaron al fin difusión, especialmente en
la geografía anglosajona, siendo su continuador y divulgador más destacado el geógrafo irlan-
dés afincado en Estados Unidos Brian J.L. Berry, y también William Garrison, quienes aplica-
ron la teoría de Christaller a diversos territorios (Berry, 1967). Unos años más tarde, con la
eclosión de las formas metropolitanas, el geógrafo sudafricano Keith O. Beavon culminó el
ciclo de esta teoría al demostrar la no ocurrencia del «factor capital» en la jerarquía christalleriana
(Beavon, 1977). De todas formas, aún hoy, la teoría del lugar central y la figura de Walter
Christaller son los aportes geográficos más conocidos entre las demás ciencias sociales.
El estudio geográfico de las ciudades a partir de entonces se organizó en dos campos
separados, en lo que el italiano Bernardo Cori denominó como estudio de las ciudades y
estudio de la ciudad (Cori, 1983). El estudio de las ciudades fue abandonando progresiva-
mente por el regionalismo, funcionalista o no, a medida que se aplicaban los desarrollos
recientes de la teoría general de sistemas y las posibilidades de la computación con un
cuantitativismo creciente que reforzó los planteamientos neopositivistas de la llamada nue-
va geografía. Brian Berry, de nuevo, lideró gran parte de estos esfuerzos en la geografía
anglosajona con una amplia investigación en los sistemas urbanos (Berry y Horton, 1970).
En la geografía francesa y su área de influencia estos planteamientos penetraron con poste-
rioridad, en parte a través de las universidades canadienses del Quebec. Los trabajos france-
ses más importantes en este sentido son los de Denise Pumain y sus colaboradores (Pumain,
1982). Los estudios sobre los sistemas urbanos facilitaron la investigación en redes interna-
cionales, con lo que se enriquecieron los puntos de vista y se matizó el tratamiento de los
datos, como muestra, por ejemplo, la obra sobre este tema coordinada por el geógrafo de
Chicago Michael P. Conzen en homenaje al geógrafo estadounidense Chauncy Harris, quien
había trabajado en el análisis estadístico del sistema urbano mundial (Conzen, 1986).
El estudio de la ciudad, por su parte, se centró en los temas morfológicos y de la organi-
zación del espacio interno, tanto de los usos del suelo, como del valor del suelo. En la escuela
anglosajona destaca el esfuerzo por la definición del centro de la ciudad, que se conceptualizó

86 TRATADO DE GEOGRAFÍA HUMANA


La geografía urbana

como Central Bussiness District (CBD) (Murphy, 1954), así como en la distribución de los
valores del suelo urbano (Alonso, 1964). El geógrafo británico Harold Carter publicó en 1972
un conocido manual por su carácter ecléctico, a pesar del enfoque claramente cuantitativo
del autor, que alcanzó una gran difusión e influencia a nivel universitario (Carter, 1983).
La geografía urbana francesa posterior se formó en gran parte en torno a la figura de
Pierre George, quien en su esfuerzo de individualización de una geografía humana indepen-
diente integró los aspectos demográficos y sociales en los estudios urbanos (George, 1952 y
1961). Por su importante actividad editorial, las obras de George alcanzaron una gran difu-
sión, al menos en los países del área de influencia de la escuela francesa. Uno de los temas
que desarrolló George fue también el de la clasificación de las ciudades en función del tipo
de desarrollo económico de los países, que alcanzó una gran continuidad especialmente en
el análisis de la ciudad socialista y de las ciudades del Tercer Mundo (Santos, 1971). Por otro
lado, se desarrolló una línea de monografías urbanas diversas, tanto de ciudades francesas
(Beringuier, Boudou y Jalabert, 1972; Phlipponneau, 1976; Barrère, P. y Cassou-Mounat,
1980; Bastié, 1984; Jalabert, 1995; Bonneville, 1997), como de otros países (Monbeig, 1953;
Dalmasso, 1971; Ferras, 1977; Seronde, 1980). Esta última línea de investigación contribuyó
extensamente a ampliar la influencia de la escuela francesa.
Un poco en esta línea, en España2 destaca el estudio pionero sobre la ciudad de Grana-
da de Joaquín Bosque de 1956, trabajo original con influencias diversificadas (Bosque, 1961),
y las posteriores monografías locales de la escuela de Madrid, tanto las que dirigió magistral-
mente Manuel de Terán (Terán, 194; García Fernández, 1974; García Ballesteros, 1978 y
2001; Troitiño, 1984), como las que dirigiera José Manuel Casas Torres (Estébanez, 1974).
Los estudios urbanos en la Universidad de Barcelona, iniciados en torno a Horacio Capel,
quien publicó una difundida monografía sobre el crecimiento urbano español contemporá-
neo (Capel, 1975), se realizaron a una escala mayor (Tatjer, 1973; Carreras, 1974). Los estu-
dios locales y temáticos son muy importantes, pero no se ha alcanzado la producción de un
auténtico manual universitario, con la excepción de la primera aproximación de José
Estébanez (Estébanez, 1991). En Bélgica, la tradicional escuela de Lieja se ha centrado en
aspectos didácticos y ha desarrollado una interesante aproximación basada en modelos des-
criptivos (Merenne-Schoumaker, 2002). En la geografía italiana, moldeada en las influencias
de la escuela alemana y que ya había producido algunos manuales (Toschi, 1947), la intro-
ducción de la escuela francesa a cargo de Lucio Gambi supuso una auténtica ruptura y
renovación (Gambi, 1973) que ha producido algunos grandes especialistas en las dos líneas
ya citadas de los estudios urbanos que culminó en un nuevo manual (Cori, Corna Pellegrini,
Dematteis y Pierotti, 1993). En Portugal, en cambio, la geografía urbana se ha visto más
influenciada por la escuela anglosajona, con estudios sobre lugares centrales (Gaspar, 1972)
y otros más amplios y diversificados (Salgueiro, 1992 y 2001).
La geografía rusa, por su parte, al menos en su época soviética, se mantenía anclada en
los planteamientos naturalistas y sólo los aspectos económicos en su forma más aplicada
alcanzaban algún desarrollo, con un total descuido de los temas sociales que eran ignorados.
Cabe señalar un pequeño manual sobre paisaje urbano que rompe en parte esta corriente
general (Vladimirov, Mukylina y Yarguna, 1986).
Por otro lado, hay que señalar la obra de algunos geógrafos que, por razones diversas, no
encajan exactamente en la clasificación estricta de escuelas que realizan los estudios clásicos de la
evolución del pensamiento geográfico y que han hecho aportaciones notables al campo de los
estudios urbanos. En primer lugar, entre los geógrafos alemanes que emigraron antes o después

2. Para ampliar sobre la evolución de la geografía urbana española puede consultarse Carreras, 1987 y García
Ballesteros, 1981.

TRATADO DE GEOGRAFÍA HUMANA 87


Carles Carreras y Aurora García Ballesteros

de la Segunda Guerra Mundial, hay que citar especialmente a M.R.G. Conzen, quien desarrolló
los estudios de morfología urbana aplicados al plano y a la planificación urbana y creó la escuela
de morfología urbana de Birmingham (Conzen, 1960; Whitehand, 1987). Por otro lado, entre los
geógrafos judíos europeos, desplazados también por la guerra, hay que destacar al ucraniano
Jean Gottmann, formado en Francia, pero que publicó su famosa tesis sobre la megalópolis
norteamericana ya en los Estados Unidos, y que ha aportado puntos de vista y métodos originales,
diversos e ilustrativos de la complejidad urbana (Gottmann, 1961). Finalmente, aunque perfecta-
mente enraizado en la escuela francesa, a cuya evolución ha dedicado gran parte de sus trabajos,
cabe destacar aquí por su originalidad, basada en la notable importación de métodos y conceptos
anglosajones, a Paul Claval que ha realizado interesantes esfuerzos para teorizar el campo de la
geografía urbana que hasta hoy no han alcanzado una gran continuidad (Claval, 1981).
A principios de los años setenta, y en la geografía anglosajona, se produjo la llamada ruptu-
ra radical, que abandonó los planteamientos neopositivistas e introdujo la preocupación por los
estudios sociales y políticos «de» y «en» las ciudades. La figura señera en esta corriente ha sido
sin duda David Harvey, especialmente en su etapa norteamericana. Harvey destacó la necesidad
de que el geógrafo tome una posición clara frente a su tema de estudio y se dedicó a desarrollar
una minuciosa aproximación marxista al análisis urbano, con una producción bibliográfica
muy importante y difundida que, con el tiempo, ha ido derivando hacia posiciones más flexibles
y culturalistas (Harvey, 1973, 19 y 2003). Los estudios sobre la crisis urbana y los nuevos conflic-
tos sociales superaron ampliamente los mismos enfoques radicales, lo que se reflejó incluso
entre los geógrafos neopositivistas que incluyeron estudios acerca del fin del crecimiento de las
grandes ciudades, que definieron como un nuevo proceso de contraurbanización, primero en
Estados Unidos y posteriormente en Europa (Berry, 1976; Champion, 1989).
Casi contemporáneamente y con un origen similar apareció la ruptura fenomenológica,
sólo que apuntó hacia los planteamientos subjetivos que ya habían sido avanzados desde los
estudios acerca de la percepción de la ciudad. En este sentido destaca el importante manual
en el que elaboraron los geógrafos Leslie J. King y Reginald G. Golledge sobre la conducta de
los individuos en el espacio urbano (King y Golledge, 1978), o los de Edward Relph sobre los
paisajes urbanos (Relph, 1987). A menudo se han hecho estudios locales aplicados, como
por ejemplo, el que se realizó para el plan general de la ciudad española de Segovia (García
Ballesteros y Bosque Sendra, 1989).
Con la crisis de los paradigmas tradicionales de interpretación, reforzada por los cambios
del fin de siglo que llevaron a la globalización, se difuminan las fronteras de las escuelas y la
investigación se restringe a grupos cada vez más reducidos que se relacionan en redes interna-
cionales. Dentro de este contexto aparecen las autodenominadas geografías posmodernas en
torno al grupo de Los Ángeles, ciudad que se convierte de esta forma en un nuevo modelo para
los estudios urbanos, caracterizado por la fragmentación de su espacio y por los nuevos con-
flictos sociales y culturales (Davis, 1990; Scott y Soja, 1996; Soja, 2000). Contemporáneamente
los estudios urbanos se centran cada vez más en el análisis de las variables culturales, protago-
nizando el llamado Cultural Turn, que se propugna desde la geografía anglosajona (Zukin,
1995). La historia aparece también como introducción de la cultura en el análisis de la evolu-
ción de la forma urbana (Vance, 1990; Hall, 1996). Con ello los manuales actuales más intere-
santes dejan de perseguir la exhaustividad y aparecen eclécticos, pero orientados a la explica-
ción/comprensión de nuevos problemas (Hall, 1998; Parker, 2004).

Los estudios urbanos hoy

En la actualidad, el campo de los estudios urbanos aparece fragmentado, incluso dentro de


un mismo grupo de investigación. En este sentido los manuales universitarios contemporá-

88 TRATADO DE GEOGRAFÍA HUMANA


La geografía urbana

neos en el mundo anglosajón son confeccionados en forma de readers (Fainstein y Campbell,


1996; Paddison, 2001) o, incluso, en forma de diccionarios (Pile y Thrift, 2000). La diversi-
dad de métodos y de enfoques multiplica las posibilidades de estudio, lo que produce un
cierto rechazo entre los renacientes neopositivismos que rehuyen la complejidad. A pesar de
todo puede señalarse un elenco de los principales temas en los que se publican resultados
más estimulantes a nivel mundial.
En primer lugar hay que destacar que, en general, predominan los estudios de la ciudad
sobre los estudios de las ciudades. Este último campo se centra en aproximaciones compara-
tivas entre localidades, realizadas a pequeña escala en grandes sistemas urbanos, aplicando
algunas técnicas empresariales como el benchmarking que buscan la confección de rankings
que puedan ser aplicados a la planificación territorial y urbana. Resulta pionero en este
sentido el estudio sobre las ciudades europeas realizado por el grupo Reclus de Montpellier
en 1989 y que alcanzó una gran difusión dentro y fuera de los ámbitos académicos, con su
famosa banana bleu (Reclus, 1989). Fruto de una red internacional, van en el mismo sentido
los estudios coordinados por Marc Bonneville sobre la internacionalización de las ciudades
europeas (Bideau, 1992), que los que fueron desarrollados en otro contexto por el canadien-
se Panayotis Soldatos (Fry, Radebaugh y Soldatos, 1989). Posteriormente, en una Unión
Europea ampliada a 25 Estados, el tema de las redes urbanas ha pasado de la preocupación
por la ordenación del territorio, a la de la cohesión social intentando sustituir el estudio de
las ciudades por el de los aglomerados policéntricos (Espon 2005). A escala local, esta aproxi-
mación ha sido desarrollada en lo que se puede llamar el marketing urbano, aplicable a las
políticas locales en lo que se denominó la «venta de las ciudades» (Ashworth y Voogd, 1990).
En segundo lugar, hay que destacar una cierta recuperación de las preocupaciones
ambientalistas en los estudios urbanos, empujadas por las corrientes ecologistas contemporá-
neas, por lo que se sitúan lejos de los primeros planteamientos ambientalistas tradicionales. Se
trata del análisis de los aspectos naturales de la ciudad y de su medio ambiente, especialmente
las transformaciones antropogénicas locales del clima, centradas en la definición de la isla de
calor (Lombardo, 1985; Moreno, 1993), o del efecto de los parques y jardines urbanos en un
cierto reverdecimiento de las ciudades (Nicholson-Lord, 1987) y de la aplicación de políticas
de sostenibilidad, basadas en el ahorro de la energía. Algunos estudios de este tipo se han
aplicado también a las redes urbanas y a las llamadas ciudades intermedias, que no tienen tal
vez los mismos problemas que las grandes metrópolis, pero deben hacer frente a los mismos
retos (Bellet y Llop, 2000). Cercano a este tipo de estudios, siempre realizados a gran escala, se
encuentra también el de las redes urbanas impulsado por el ingeniero francés Gabriel Dupuy,
muy cercano a los estudios geográficos (Dupuy, 1992).
En relación con las preocupaciones ambientales, aunque también con los conflictos
sociales de que se trata más abajo, ha surgido recientemente un tema de estudio que había
sido iniciado por sociólogos y abogados, el de la inseguridad ciudadana. Frente a la concep-
ción popular de entornos violentos que se enfocan a menudo como una competición a ganar,
se ha iniciado un estudio riguroso de la violencia urbana y de todos los problemas relaciona-
dos con la seguridad (McClain, 1993; Hernando, 2001)
En tercer lugar, hay que destacar una gran eclosión de los estudios sobre minorías
étnicas (Davis, 2004), género y grupos de edad, personas sin techo (Domingo, 2004) y, en
general, sobre los nuevos conflictos sociales, en colaboración con otros científicos sociales,
especialmente sociólogos y antropólogos. El citado modelo de Los Ángeles ejerce una gran
influencia en estos estudios, que han integrado las enseñanzas del filósofo francés Henri
Lefebvre y sus teorías sobre la producción del espacio y sobre el derecho a la ciudad. Un
nuevo tema que se ha difundido especialmente es el de la recuperación de los centros de las
ciudades por parte de grupos sociales que se habían marginado de ellos voluntariamente, y
ahora aprovechan la diferencia de rentas que la degradación de los espacios físicos genera en

TRATADO DE GEOGRAFÍA HUMANA 89


Carles Carreras y Aurora García Ballesteros

estos barrios centrales. Se trata de la llamada gentrification, que definiera especialmente el


geógrafo británico Neil Smith y que posteriormente ha sido estudiada en muchas ciudades
del mundo (Smith y Williams, 1986).
En cuarto lugar hay que destacar el aumento del estudio de los paisajes urbanos y de las
imágenes de la ciudad, incluso a partir de las lecturas literarias (Harvey, 2003; Carreras, 2003).
Se aplican a los estudios urbanos las enseñanzas de las aportaciones del fino y culto instinto del
geógrafo chino-estadounidense Yi-Fu Tuan, que ha visto reeditada su principal obra a los 25
años de su primera edición, mientras continúa su producción sobre temas generales del estu-
dio de lo subjetivo (Tuan, 2001). En coherencia con esta tendencia a la profundización y gene-
ralización de los estudios subjetivos se han desarrollado también aproximaciones metodológicas
para el uso de las técnicas cualitativas de investigación (García Ballesteros, 1998).
En quinto lugar, hay que destacar el mantenimiento de la preocupación por las econo-
mías urbanas, especialmente a partir del impacto de la desindustrialización. Los llamados
procesos de terciarización, con insistencia en elementos de la economía tradicional, como el
comercio o el turismo, o los nuevos elementos, como los servicios a la producción, las finan-
zas, la informática, la logística o las comunicaciones siguen acaparando muchos estudios,
aunque casi siempre a remolque de otras disciplinas como la sociología (Sassen, 1994) o,
sobre todo, la economía. Derivada de los cambios recientes en el sistema económico interna-
cional, la vieja tradición de los estudios de ciudades socialistas y del Tercer Mundo, ha lleva-
do hacia los estudios de las llamadas ciudades en transición. En conexión con este campo, se
mantiene también el estudio del poder y la ciudad y de las formas que adquiere, sobre todo,
a partir del nuevo concepto de gouvernance (Sharpe, 1995).
Finalmente, la mayor expansión se centra en los estudios de tipo cultural, que incluyen
el análisis del consumo, de sus formas y escenarios (Sorkin, 1992; Zukin, 1995; Clarke 2003),
del turismo (Judd y Fainstein, 1999) y de las llamadas industrias culturales y su relación con
la ciudad del conocimiento y de la información que ha sido definida a partir de las aportacio-
nes del sociólogo español Manuel Castells (Castells, 1995; Wheeler, Aoyama y War, 2000). En
este sentido han aparecido ya algunas reconsideraciones de la geografía urbana que intenta
integrar las viejas y las nuevas variables (Amin y Thrift, 2002; Pile, 2005).

Unas conclusiones

La diversidad y fragmentación de los estudios urbanos realizados desde la geografía dificulta en


sí misma la realización de un balance objetivo y completo del estado de la disciplina. La Geogra-
fía Urbana ha devenido por este camino una disciplina casi del mismo alcance que la Geografía
Humana de la cual surgió. Además, cada día pide más el concurso y la convergencia de otras
disciplinas procedentes de campos del conocimiento muy diversos, como el urbanismo y la
planificación urbana, la ecología social, la pedagogía y la educación, la sociología y la economía
urbanas, la historia y la historia del arte o la antropología y la psicología social.
En este sentido, una primera conclusión evidente es que la geografía urbana tiene cada
vez mayores dificultades para explicar y comprender la complejidad espacio-temporal de la
ciudad entendida como un palimpsesto, formado de fragmentos, con ritmos y momentos
diferentes, que se contradicen, se contraponen y se superponen. Como las demás ciencias, el
gran reto de la geografía urbana es entender la complejidad que se expresa en el fenómeno
urbano contemporáneo. También hay que concluir que la geografía urbana no se encuentra
sola frente a esta problemática.
Una segunda conclusión atañe al frecuente error en que se incurre, tanto en los estudios
como en la gestión, de la simplificación del complejo fenómeno urbano en un sujeto colecti-
vo abstracto que oculta intereses y visiones, diversos y contrapuestos. A menudo esta visión

90 TRATADO DE GEOGRAFÍA HUMANA


La geografía urbana

simplificadora es interesada, como suele acontecer en la política local, al ocultar tras el


concepto de ciudad, o tras el nombre de cada ciudad en concreto, los intereses distintos que
conforman el mosaico social y cultural. Se habla así de la ciudad que necesita un aeropuerto,
o un ferrocarril de alta velocidad, o el turismo internacional o una planta industrial o de
servicios, sin explicar quien la necesita, a quienes va a beneficiar y a quienes puede perjudi-
car. Este error o bien, encubrimiento, se produce igualmente en los estudios de Geografía
urbana que, en la aplicación de conceptos simplificadores como la función urbana o el rango
basado en una sola cifra, ocultan que se ha estudiado tan sólo normalmente el espacio públi-
co, en el que se mueven —y aún poco— trabajadores —masculinos— productivos y en días
laborables. Se olvidan así los espacios domésticos que ocupan la mayor parte del espacio
urbano y que albergan la vida cotidiana de las personas que viven en y para la ciudad, como
se olvida esta vida cotidiana, y muchos grupos de ciudadanos, generalmente las mujeres, los
viejos y los niños, los marginados. De la misma forma que el plano de las ciudades simplifica
en dos dimensiones los perfiles múltiples de la ciudad, los estudios de geografía urbana
esconden la complejidad de la realidad de millones de ciudadanos y ciudadanas bajo una
ficha escueta y sencilla que sirve, sobre todo, para la comparación internacional y para la
divulgación de tipo enciclopédico.
Finalmente, otro importante reto para el futuro es la propia delimitación del fenómeno
urbano, ya que la extensión de la urbanización con todas sus formas, por un lado, expande
los paisajes urbanos sin límites ni rupturas en muchos lugares, mientras que la difusión de
las nuevas tecnologías de la comunicación y de los nuevos patrones del consumo, por otro,
han llevado el modo de vida urbano a muchos lugares no considerados ciudades. En este
sentido se han creado nuevos conceptos, como los de ciudad difusa, edge cities o
«urbanalización». Algunos autores proponen que la densidad y los contactos de la ciudad
compacta sustentan un concepto diferencial (Soja, 2000), al tiempo que la nueva economía
tiende a revalorizar cada día más la vieja noción de centro. Un reto teórico substancial, por
tanto, pone en tensión a todo el conjunto de la disciplina.
De todas formas, y desde un punto de vista más pragmático, la inclusión de los tiempos
y de los espacios de los ciudadanos, el análisis de la diferencia y el estudio de la desigualdad,
constituyen probablemente uno de los mayores retos que los estudiosos de la ciudad tienen
planteados a los inicios del siglo XXI.

Bibliografía

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TRATADO DE GEOGRAFÍA HUMANA 91

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