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3. Fotografía con vuelo dron del área del castillo
La ciudad de Cuenca se extiende hoy en día sobre 713 hectáreas. Sin embargo, su perímetro
amurallado ocupó tan sólo 21,76 hectáreas, aunque si sumamos el Hospital de Santiago y barrios
extramuros la superficie ascendería como mucho a unas 37 hectáreas, que ya la acercan a las villas
castellanas de tamaño grande que superan la extensión de 30 hectáreas, según la clasificación de
Félix Benito Martín1. De hecho, es el conjunto amurallado más extenso de la provincia superando a
Huete, Cañete, Alarcón o Uclés, que serían villas de tamaño medio. La disposición de sus murallas
está condicionada por el relieve kárstico de las hoces en las que se integra la ciudad y por estar en
el punto en el que el río Huécar desemboca en el río Júcar, unos límites con gargantas en roca viva
que favorecen la defensa natural del asentamiento.
Los muros y estructuras defensivas de Cuenca son producto de dos fenómenos urbanos diferentes: la
medina islámica y la ciudad cristiana. Cada uno comprendió varios recintos, que no llegaron a convivir
en el tiempo. Además, hubo una fortaleza con diversos significados en cada momento histórico y
sabemos de puentes fortificados de los cuales sólo quedan restos del llamado Puente de la Trinidad.
Todo ello hace que sea una ciudad difícil de comprender desde el punto de vista poliorcético y que se
hayan generado diversos debates científicos al respecto que vamos a tratar en estas páginas.
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1.-Recintos de la Medina islámica 2. Trazado de las murallas de la ciudad cristiana de Cuenca
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A) EL CASTILLO.
Este edificio no es otro que la Alcazaba islámica convertida después en Alcázar cristiano. Tiene
una planta que traza un cuadrángulo irregular, limitado al este y al oeste mediante dos profundos
fosos tallados en la roca natural. Se conservan muros arruinados y rebajados en los lados norte y
sur, siendo sus restos más monumentales los que se localizan en la parte oriental. Allí se ven cuatro
torres cuadrangulares y una puerta reformada en época de Carlos V, que recibe la denominación
popular de Arco de Bezudo. En su exterior también se aprecian dos barbacanas divididas por este
acceso principal. De entre los elementos torriformes destaca por su tamaño el situado más al sur
y en su interior puede apreciarse un aparejo pétreo en tizones apiconados que indudablemente
remiten a la época musulmana.
2. Antonio Almagro Gorbea, Restos musulmanes en las murallas de Cuenca, pp. 9-26.
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El segundo recinto de defensas islámicas bajaría desde la citada Plaza del Carmen hasta los lienzos
que se observan en la Plaza del Huécar. Allí se aparejaría la Puerta de Huete, a la que se accedía a
través del Puente de la Trinidad. Se conservan en las murallas pertenecientes al segundo perímetro
dos cubos cuadrangulares. En los bajos de los paños se aprecian fábricas de sillarejos dispuestos en
diagonal o spicatum, forma de construir de clara filiación hispano-musulmana y que se descubrieron
con las excavaciones arqueológicas de los años 903. Estas estructuras miraban directamente a
una Albufera o lago artificial, citado por autores como Al-Idrisi o Ibn-Sahib4. En una excavación
arqueológica practicada en la vivienda de Los Tintes nº 6 también identificamos aparejos de este
tipo5. Y modos de construir similares, sólo que de mayor envergadura, se pueden apreciar también
en el lienzo inmediato a la llamada Puerta de Valencia, junto a algunos tizones irregulares insertados.
Dicha entrada se encontraba flanqueada por dos cubos también cuadrangulares de los cuales sólo se
conserva uno. A partir de aquí, la muralla debía subir para encontrarse con la parte este del primer
recinto musulmán por un trazado indeterminado del que no tenemos ningún indicio. Este recinto
protegería 7,14 hectáreas, siendo 14,43 hectáreas la superficie total de toda la medina.
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“Tercer Recinto”. Éste se comenzó a construir en la segunda mitad de la centuria del 1200 y fue
entonces cuando se conformó la superficie total de la llamada Ciudad Alta en las 21,76 hectáreas
ya aludidas. Pero, además, se construyó otro recinto dentro del primero, su misión era proteger al
barrio judío de la ciudad, que se encontraba en torno a la Plaza de Mangana6.
De este modo, el mayor recinto cristiano también partía del Alcázar, bajando por la Ronda de Julián
Romero hasta el pasaje conocido como Cristo del Pasadizo. Desde aquí no seguiría por el Mirador
de Florencio Cañas, que es de construcción reciente7, sino por los paños de muralla que se sitúan
más abajo de ladera. Desde aquí continuaría hasta los cuerpos de fábrica que cierran la Catedral por
el este y doblaría hasta el jardín del Palacio Episcopal, donde alguno de sus lienzos fue localizado
por Juan Manuel Millán Martínez en unos sondeos arqueológicos practicados en el año 20028.
Inmediatamente se encontraría el desaparecido postigo de santa María o de san Pablo9 y es de
suponer que la muralla pasaría por donde hoy está el Museo de Arte Abstracto y continuaría hasta
los muros que se aprecian hoy junto al Colegio de Arquitectos. En torno a este punto se levantaría
la desaparecida Puerta de san Martín.
A partir de aquí y hasta Matadero Viejo se advierten 8 paños de muralla, que dibujan un trazado
en zigzag o cremallera semejante al musulmán de Cañete y el cristiano plenomedieval de Uclés. Se
3. Rodrigo De Luz Carretero, Intervención Arqueológica en la Muralla Medieval de Cuenca (Tramo entre el edificio Palafox
y la Calle del Retiro).
4. Ver traducciones en Ángel Villar Garrido y Jesús Villar Garrido, Viajeros por la Historia: Extranjeros en Castilla-La
Mancha. Cuenca.
5. Michel Muñoz García y Adela Muñoz Marquina, Arquitectura Tradicional, pp. 142 y 143.
6. Santiago-David Domínguez-Solera y Michel Muñoz García, Control Arqueológico en las Obras de Acondicionamiento
de la Vivienda C/ Alfonso VIII 28 (Cuenca).
7. Michel Muñoz García y Santiago-David Domínguez Solera, (2011), Control Arqueológico y Rehabilitación de la
Ronda Julián Romero y las Calles Transversales.
8. Juan Manuel Millán Martínez, Palacio Episcopal de Cuenca, Informe de los Trabajos de Investigación Arqueológica.
9. Yolanda Guerrero Navarrete y José María Sánchez Benito, Cuenca en la Baja Edad Media: un sistema de Poder Urbano, p. 15
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4. Cuerpos de fábrica y torres de la Plaza del Carmen tras el derribo de las viviendas que lo cubrían y cuerpo de fábrica de
la Cuesta del mismo nombre entre restos de edificios posteriores con tono apagado
conforma mediante los requiebros que hacen los lienzos menores frente a los lienzos mayores. Este
sistema garantiza el flanqueo, sin tener que recurrir a cubos defensivos (torres), que siempre serían
más caros y complejos de elaborar.
Desde las antiguas Carnicerías hasta la Puerta de Valencia se observan lienzos muy transformados
en época moderna. Entre los mismos se aprecia una torre cuadrangular rematada de almenas. Sin
embargo, esta estructura no fue ningún elemento defensivo, sino un apoyo para una casa colgada
que se ve en la Vista de Cuenca desde la Hoz del Huécar, dibujada por Antón Van Wyngaerden
en 1565. Intervenciones mal asesoradas en el siglo XX son las que la recrecieron como torre y la
dotaron de una terraza particular que se corona por una recreación demasiado ideal de un parapeto
con almenas totalmente inventadas. El acceso de Valencia también fue recrecido y reutilizado en
la ciudad plenomedieval cristiana, al igual que todo el sector de que va desde este punto hasta el
edificio Palafox y transcurre por la Calle de los Tintes. Aquí se incorporaron cubos circulares, uno
de ellos se encuentra junto a Cardenal Paya nº 6, junto a un pequeño postigo en arco de medio
punto. Éste no pertenece a la Edad Media, sino que es una iniciativa de época contemporánea.
Sabemos también que seguidamente había otras dos torres de este tipo, tal y como se comprueba
en una de las Vistas de Cuenca de Juan Llanes y Massa de 1773 y en una fotografía de José Zomeño
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5. Puerta de Valencia (1), murallas y cubos del Parque del Huecar (2), interpretación en colores de una de las torres y parte
de sus lienzos adyacentes (3), fábrica islámica en “spicatum” en el Parque del Huecar (4) y fábrica en tizones irregulares
de la Puerta de Valencia (5)
203
fechada a principios del siglo XX10. Estos desparecieron con las obras sobre este solar que no sólo
reedificaron este frente, sino que también dispusieron una piscina, que se llevó por delante parte de
la barbacana11.
Las catas murarias practicadas durante el año 2010 en el antiguo Pósito, el edificio del Almudí,
determinaron que la parte del muro que da al río Huécar formaba parte de la muralla. También
lleva asociada un cubo cuyas cimentaciones siempre nos parecieron extrañas y lo relacionábamos
con la poliorcética francesa del siglo XII. Sin embargo, algunas fotografías de principios del
siglo XX demuestran que se trata de una mera recreación de una torre ya muy arruinada en el
siglo XVIII. En época contemporánea, no sólo se reconstruyó, sino que también se encaló y las
intervenciones posteriores han dejado la mampostería concertada vista, despistando sobre su
autenticidad medieval12. Inmediatamente a este edificio se encontraba la Puerta del Postigo o del
Almudí. Después de esto se ven otros cubos y muros en los que se apoya la vivienda bajomedieval,
moderna y contemporánea que se abre a la Calle del Retiro en el espacio intramuros. Tras estas
estructuras, en el Parque del Huécar existe una rampa en la que, a nuestro entender, estaría
el Postigo de santo Domingo. Por su parte, José María Sánchez Benito sitúa esta entrada en el
Almudí, interpretando que la Puerta del Postigo y la del Postigo de Santo Domingo serían un
único acceso.
Todo este sector, desde el Puente de la Trinidad hasta la Puerta de Valencia, se reforzaba con una
falsabraga, antemural o barbacana. Donde mejor se aprecian los restos de la misma es en el Parque
del Huécar. Disponía de aguaderas para prevenir no sólo las lluvias, sino también las crecidas
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fluviales y su fin era mantener a distancia a un atacante de las defensas principales. La barbacana
se prolongaría hasta la Puerta de Valencia donde se aprecian restos en el muro que contiene la
plataforma por la que se da paso a las propiedades de la Calle de los Tintes, que se encuentran en
el lado de la Ciudad Alta. Ello nos indica que el ancho actual de dicha plataforma coincide con el
que debió tener la liza que estaría entre el antemural y la muralla principal. La falsabraga también
conserva restos interesantes en el entorno de las Escalerillas del Gallo, pues adopta una forma de
cuadrángulo acodado, flaqueado por cubos de planta circular, que daba paso a la mentada Puerta
del Postigo o del Almudí.
En la Hoz del Júcar la muralla debía remontar hasta la Plaza Mangana, siguiendo la cornisa sobre la
que se apoyan las Casas Colgadas que aquí se disponen. En esta parte sólo podemos identificar con
seguridad los restos de un cubo cuadrangular y los restos de la Puerta de san Juan. Ésta presenta
un arco apuntado, cuyas dovelas son fruto de una restauración de la segunda mitad del siglo XX.
No obstante, en su pasaje interior se aprecian sillares escuadrados con marcas de gradina medieval.
Después, la muralla no vuelve a aparecer hasta las bodegas del Convento de la Merced, con un tramo
que levanta del suelo 40 centímetros y presenta 1 metro de anchura, aunque se estima que exista más
cota del paño enterrada. Es un tramo que ya vio Juan Pablo Martín Rizo, pues su testimonio dice:
“… cercada por una gruessa muralla, que se ve que atraviessa las casas de D. Iuan de Montemayor
y corre por la puerta falsa del las casas del Marqués de Cañete, atravesando por la fuente, que se ve
en el principio de la misma calle, y luego se pierde, aunque se conoce que prosigue por debajo de las
casa adonde oy esta la platería”13.
10. Rafael De La Rosa Rico, Tres miradas íntimas sobre una ciudad insólita. Cuenca vista por los hermanos Zomeño a
principios del siglo XX.
11. Pilar Arias Cabezudo y José Sánchez Sastre, Informe sobre la consolidación y reintegración de los restos arqueológicos
existentes en el solar de la plaza del Cardenal Paya 6, 7, y 8 de Cuenca.
12. Michel Muñoz García y Santiago-David Domínguez-Solera, Informe Preliminar Respecto a las Obras de Rehabilitación
del Edificio Almudí.
13. Juan Pablo Mártir Rizo, Historia de la muy noble y leal ciudad de Cuenca, p 50.
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6. Detalle de la fotografía de José Zomeño de
principios del S. XX con los cubos hoy desaparecidos
de la calle de los Tintes. A la derecha el cubo
conservado en la misma vía pública junto a un paso
en arco, que es de conformación reciente y, debajo,
detalle de una de las Vistas de Llanes y Massa en 1773
con esos mismos bastiones en estado de ruina
Pasada la Anteplaza, los muros defensivos seguirían la misma trayectoria para hacer un saliente
hacia la iglesia de san Miguel, pues sobre la plataforma en la que se yergue este templo se aprecia
una delgada torre ultrasemicircular, que sólo puede tener una finalidad defensiva. Interesante
resulta que el pasaje de San Miguel también conserve un arco apuntado muy restaurado, que podría
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corresponderse al postigo también llamado de san Miguel, entrada que J. M. Sánchez coincide en
situar sobre este sector14. Posteriormente la muralla treparía entre los picachos del sustrato natural
de la superficie rocosa de Cuenca. Existen aquí muchos aterrazamientos, aunque es complicado
determinar si alguno de sus paramentos corresponde a las antiguas defensas. Es tentador identificar
la Puerta Nueva con la Bajada de las Angustias, pues esta también se llama Postiguillo de san
Bartolomé. No obstante, un documento nos indica que dicho acceso no se construyó hasta 166815,
por lo que desconocemos dónde podría haberse ubicado la Puerta Nueva. La Ronda del Júcar
completaría el circuito final hasta llegar de nuevo al Alcázar. En estos puntos se localizan algunos
paramentos originales con mayor facilidad y alguno ya ha sido objeto de intervención arqueológica.
En resumen, este recinto unificado cristiano dispondría de las siguientes puertas y postigos: Puerta
de Huete, Postigo de santo Domingo, del Postigo, de Valencia, Postigo de santa Cruz o de san Martín,
la Puerta del Mercado, Portillo de santa María, Puerta de san Juan y de san Pedro frente al Castillo
o ahora ya Alcázar Real. De momento desconocemos la ubicación de la entrada del Mercado, que
era una de las más grandes. Suponiendo que el Mercado de Santa María estaba en la actual Plaza
Mayor, podría corresponder a la de san Miguel. No sería la primera vez que se designa a una entrada
con dos nombres diferentes y, sin embargo, su situación no parece la de un paso principal.
Respecto al “Tercer Recinto”, éste partía del Convento de los Franciscanos y la citada Ermita de la
Virgen de las Angustias, para descender hacia el restaurante Recreo Peral y el Juego de Bolos. Su rastro
se sigue sin problemas por la majada que delimitaba las propiedades del río Júcar, pues los desbroces
del año 2009 realizados por la Confederación Hidrográfica del Júcar pusieron al descubierto las
fábricas originales de grandes mampuestos en las primeras hiladas. La hiedra y vegetación que los
cubría era muy profusa, por ello habían pasado desapercibidos hasta la fecha. Un enorme fragmento
volcado al pie del camino parecía parte de la pendiente de la ladera que sube al caserío histórico. Se
conocen por documentación en el lado oeste de Cuenca las Puertas de la Buharda y de la Coracha16.
14. José María Sánchez Benito, El espacio urbano de Cuenca en el siglo XV, p. 47.
15. José De Julián Igualada, Cuenca. La muy noble, muy leal e impertérrita, p. 65.
16. Michel Muñoz García y Santiago-David Domínguez-Solera, Tras las Murallas de Cuenca, p. 297.
205
La Judería se ubicó en torno a la Plaza Mangana y la tenemos bien delimitada por los controles
arqueológicos realizados hasta la fecha, tanto los sucedidos en el Parking de la zona de Mangana17
como en las viviendas de la Calle Mosén Diego Valera18 o Zapaterías. De este modo, podemos
delimitarla desde la Plaza y Cuesta del Carmen, aprovechando la muralla musulmana del primer
recinto islámico para seguir por la última calle citada, donde en el número 24, en las escaleras de
subida al espacio de Mangana y en el Museo de las Ciencias se han detectado las fábricas murarias
con aparejos ya de época cristiana. Las mismas volvieron a hacer acto de presencia durante los
trabajos de la Calle Alfonso VIII Nº 2819. Desde aquí doblaría en la Anteplaza y cerraría o se adosaría
al tramo de muralla que se identificó en el Convento de la Merced.
3. RESEÑA HISTÓRICA.
El solar de la Ciudad de Cuenca tiene una ocupación que se remonta a la Edad del Bronce20. Sin
embargo, su fundación como medina y, por lo tanto, como ciudad es complicada de establecer, pues
la primera mención a la misma es de Ibn Bassan, que escribe en la centuria de 110021. En su “Dajirá”
cuenta como Abderramán Dil Nun, cadí de la plaza de Uclés, se apodera de la Madinat Qunqa, en
el año 1011. La muerte de su mentor Wadih Al Fatah Al Qebir, chambelán durante el segundo
mandato de Hisan II22, precipitó los acontecimientos. Ibn Idari se refiere ya a este Abderramán
como valí de Santaver23, y dice que acogió en Cuenca a la familia del propio Wadí24.
Estas pocas noticias son muy elocuentes, pues demuestran que Cuenca no es una fundación del
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linaje de los Dil Nun, pues éstos se tienen que apoderar de ella y tiene la suficiente entidad, no sólo
para ser codiciada por un personaje destacado de los círculos del poder andalusíes, sino que además
tiene las suficientes condiciones como para acoger a la familia del antiguo gobernador de la Marca
Media con la dignidad que se requiere. Pero ¿cuándo y en qué contexto se fundó la medina de
Cuenca? Indudablemente no podemos enmarcarla en las fundaciones del emirato que tienen lugar
en el siglo IX. La ciudad nació mucho después, cuando Abderramán III ha sometido a su obediencia
a los más díscolos de los Dil Nun de Uclés y Huélamo y se han tejido unas redes comerciales y de
trashumancia con yacimientos como Corrales de Mocheta en Carrascosa del Campo25, La Muela en
Noheda26 y las Coronillas en Villalba27, que hacen de Cuenca una encrucijada de caminos capaz de
hacerla viable como medina. Esto necesita de un periodo de estabilidad que sólo se da en tiempos
de Alhaken II o Almanzor. De hecho, Almonacid Clavería defiende que nuestra ciudad es una
fundación amirí en torno al año 100028.
17. Adela Muñoz Marquina, Informe preliminar del seguimiento arqueológico de las obras del aparcamiento subterráneo en la
Ladera del Seminario de Cuenca, p. 36.
18. Michel Muñoz García y Santiago-David Domínguez-Solera, Control Arqueológico en el Acondicionamiento de las
Zonas Comunes en el Edificio Mose Diego Valera 24 (Cuenca).
19. Michel Muñoz García y Santiago-David Domínguez-Solera, Control Arqueológico en las Obras de Acondicionamiento
de la Vivienda C/ Alfonso VIII 28 (Cuenca), pp. 89-101.
20. Michel Muñoz García y Juan Manuel Millán Martínez, Arqueología Urbana en el Casco Histórico de Cuenca, pp. 483-502.
21. Juan Antonio Chavarría Vargas,, Cuando Castilla la Mancha Era Al Andalus, Geografía y Toponimia, pp. 77- 78.
22. Ibn Idari, La Caída del Califato de Córdoba y los Reyes Taifas (Al Bayan Al Mugrib),.
23. Ibn Idari, Ídem, p. 229.
24. Juan Antonio Chavarría Vargas, Idem, pp.77 y 78.
25. Miguel Ángel Valero Tevar, David Gallego Valle y Susana Gómez Bernal, Corrales de Mocheta (Carrascosa del Campo,
Cuenca). Un centro de transformación andalusí en el ámbito rural, pp. 271-312.
26. Santiago-David Domínguez-Solera y Michel Muñoz García, Estudio arqueológico en “La Muela”, Noheda (Villar de
Domingo García, Cuenca).
27. Michel Muñoz García y Santiago-David Domínguez-Solera, En los Dominios de los Banu Zennun, pp. 351-360.
28. José Antonio Almonacid Claveria, El Milenario de Cuenca, pp. 22-24.
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30. CUENCA
7. Arriba, cata muraria 10 en el edifico Almudí practicada en el año 2010 y ubicación de todos los cortes practicados (arriba).
Debajo, muro junto al río Huecar, que sigue el trazado de la muralla cristiana, sin embargo, tan solo las primeras hiladas
corresponderían a esta obra defensiva, junto a cata muraria 12 que revela que toda la estructura superior es contemporánea
Sin duda, estamos ante una empresa estatal, pues es difícil que los califas hubieran consentido el
surgimiento de otro linaje que no fueran los Dil Nun con más poder que no solo compitiese con ellos,
sino contra la propia autoridad de Córdoba. Ahora bien, no hay textos ni pruebas arqueométricas
que puedan centrar el nacimiento de Cuenca en una fecha tan concreta. Sin excluir que ya hubiera
un asentamiento menor que pudiese llevarse incluso al siglo IX -tal y como podrían indicar algunas
cerámicas halladas-, la medina dispone de una mezquita de la que apenas sabemos nada y unas
poderosas fortificaciones realizadas con técnicas muy refinadas en piedra. En el caso de la Alcazaba,
las piezas pétreas se ensamblaban con un mortero que incluye en su composición fragmentos de
mármol, lo cual da fe de los costosos materiales con los que aquí se trabajaba.
Los cubos que se conservan en la Plaza del Carmen son también testimonio de buena construcción:
presentan mampuestos colocados en tizón, en spicatum de doble sentido, e incluso fina sillería
escuadrada. De estas técnicas sólo tenemos noticia en la Marca hasta los años 946 y 966, fechas en
las que Galib edificó respectivamente la muralla de Medinaceli y el Castillo de Gormaz. Qasim Ibn
Mutarrif Ibn Dil Nun también ve cómo se levanta esta última fortaleza, pues acompañaba al primer
207
general andalusí29, y después en su alcazaba de Huete se han localizado las mismas fábricas pétreas,
sobre el lado que mira hacía la Sierra de Altomira. La sillería escuadrada con la industria asociada
a este modo de construir, ya tiene un precedente en la bóveda que arma la Puerta de Las Eras de
Cañete, que se construye a partir del año 93630. Sin embargo, no es hasta la segunda mitad del siglo
X cuando empezamos a contemplar paramentos cubiertos con sillares en tizón o imitaciones de los
mismos más irregulares. De este modo, podemos establecer este margen de los últimos 40 años de
la centuria del 900 para la fundación de Madinat Kunka.
Respecto a la Alcazaba, el texto de Ibn Said de la segunda mitad del siglo XII no deja duda posible
de que ésta se sitúa en el actual Castillo, al referir la existencia de los dos fosos actuales y una gran
torre de construcción antigua que corresponde a la que presenta fábricas de grandes tizones a
intramuros. La envergadura de las piezas da fe de los complejos medios de elevación que tuvieron
que utilizarse. No obstante, desde los tiempos de Trifón Muñoz Soliva ha habido una controversia
historiográfica sobre su ubicación, por la existencia del elocuente topónimo urbano Barrio del Alcázar
en torno a la Plaza Mangana31. Por nuestra parte, explicamos esto porque el lugar fue conocido en
los siglos XIII y XIV como Alcázar de los Judíos, y se refería a la propia Judería fortificada de la actual
Plaza de Mangana. Sin embargo, la visión de todos los que hemos participado en este debate ha
estado polarizada por un planteamiento muy rígido a la hora de entender los términos “Alcázar” y
“Alcazaba”. Se ha atribuido el primero a una fortificación urbana cristiana en exclusiva, mientras
que la Alcazaba la identificábamos con la idea de fortaleza islámica, cuando lo cierto es que las
palabras de qars y qasaba fueron utilizados indistintamente en su época para referirse a los castillos
urbanos estatales andalusíes.
30. CUENCA
Del mismo modo, la palabra qars también se utiliza para definir al edificio oficial que correspondía
tanto al edificio de representación y burocrático que se encontraba en el interior de las alcazabas
y que también tenía carácter de residencia. También designa a la parte más oficial de complejos
palaciegos como Madinat Azhara o Madinat Azhira32. Pero también sabemos de alcázares más
modestos que saltaron del perímetro de las alcazabas. Es el caso de Qasr Al Murrakan hallado
bajo el Convento de Santa Fe de Toledo, que en el siglo XI construyó el linaje de los Dil Nun, los
mismos que se apoderaron de Cuenca. Otro paralelo lo encontramos en Murcia en la centuria
siguiente donde se construye el palacio Dar As Sugra de Ibn Mardanís, que se distingue del Alcázar
Mayor que lógicamente no es otro que la fortaleza Alcazaba. Por ello, podemos aceptar que por el
sustantivo alcázar se refirieran a partir de los últimos años del siglo X al palacio excavado por Miguel
Ángel Valero Tevar33, que tendría unas funciones representativas y residenciales de todos los poderes
islámicos que se asentaron en la ciudad desde su construcción. Entre los que lo ocuparían estaría al-
Mamun cuando fue heredero al trono y tenía a cargo el gobierno de la Cora de Santaver, ya dentro
del reino Taifa de Toledo y, posiblemente, Al Qadir en los años posteriores a la toma de Toledo por
Alfonso VI. Probablemente, en la donación realizada por Alfonso VIII a la Orden de Santiago, en los
momentos inmediatos a la conquista de Cuenca y en los que se hace alusión a las casas cercanas a
las de Aben Mazloca en el mismo Alcázar de Cuenca34, se esté nombrando a las ruinas del edificio
excavado en la Plaza de Mangana.
El segundo recinto de muralla islámico fue clasificado por nosotros como taifa. Sin embargo, Ibn
Kardabus narra que en el año 1076 una incursión de Al Muqtadir de Zaragoza y Sancho Ramírez
208
de Aragón puso sitio a Cuenca. Éste se levantó con el pago de un rescate por parte de al-Qadir
de Toledo, pero lo significativo es que el cerco se prolongó tanto que los habitantes de la medina
estuvieron a punto de perecer de sed35. La noticia no deja lugar a dudas: si hubiera existido este segundo
cinturón de muralla, les hubiera sido fácil aprovisionarse de agua, puesto que llegaba a los pies de la
Albufera. Dicho elemento es un lago artificial controlado por una zuda o noria, que es citado tanto
por Al Idrisi como por Ibn Said en el siglo XII. El agua procedente del río Huécar se contenía con
el Puente de la Trinidad, a modo de presa por la que corre un viaducto en su parte superior. Por
ello, la construcción de todas estas infraestructuras tanto defensivas como hidráulicas tenemos que
fecharla con posterioridad a ese asedio, con lo cual el contexto político en el que se levantan podría
corresponderse no sólo al mandato del rey al-Qadir de Toledo, sino también al de Álvar Fáñez que
se cita como señor de Santaver después del 108536, momento en que cae la plaza de Toledo.
Pero no sólo eso, también debemos considerar a otro posible actor: la Albufera, captación de
agua para nuevas tierras de cultivo y ampliación del recinto amurallado, es una acción clara de
colonización encaminada a sostener nueva población. Sabemos que los almorávides procedieron
así, no sólo reforzando las guarniciones y las defensas con el impuesto del Tatib, que se destinaba
a reforzar las murallas urbanas. Existe también una referencia que dice que el emir Alí Ibn Yusuf,
aumentó los medios de vida37 de los soldados asentados en las nuevas guarniciones que diseminó por
todo Al-Ándalus con el fin de defenderse de los reinos cristianos y de prevenir revueltas internas.
En este contexto se han documentado importantes obras de regadío tanto en Granada como en
Córdoba, cuyo mejor testimonio es la azuda del río Guadalquivir en la antigua capital del Califato38.
Por lo que es probable que tanto murallas como Puente de la Trinidad y Albufera sean parte de
30. CUENCA
un mismo proyecto destinado a sostener al contingente almorávide que se asentó en la Medina de
Cuenca, a partir de la victoria de Uclés en 1109. No obstante, su construcción es posible que no
sucediera hasta un momento posterior a 1125 en que se impone el citado impuesto del Tatib.
Sobre el asedio de Cuenca de 1177 también tenemos que matizar algunos aspectos que extrajimos
en su día de la “Crónica de Giraldo”, especialmente el cálculo que hicimos en base al posible sequito
de caballeros y combatientes que llevaron todos los personajes que en ella se mencionan. El cálculo
en torno a los 10.000 hombres lo vemos hoy desmedido, pues para ello no hubiera sido necesario
un asedio de nueve meses39. Hubiera bastado con colapsar a un número reducido de defensores
atacando por varios puntos a la vez. Pero lo cierto es que el segundo recinto de muralla quedó muy
arruinado por la acción de los pedreros y algarradas que allí se emplearon y, en consecuencia, tuvo
que ser reconstruido. Ello no sólo se distingue bien en los restos conservados hoy en día, sino que
además es algo que confirma la obra De Rebus Hispaniae de Rodrigo Jiménez de Rada cuando dice
que Alfonso VIII aumentó la altura de las murallas y la envolvió en segura protección40.
Fue entonces cuando se incorporaron los cubos semicirculares y la mampostería de tamaño medio
como fábrica principal. No obstante, se reservó la sillería escuadrada para las puertas y otros
elementos, lo cual ya implica una división del trabajo especializado. Ello en realidad es un síntoma
de la introducción del ciclo productivo arquitectónico del mos quadratum o industria de la piedra,
que no sólo levanta las defensas, sino también la catedral y las parroquias del último románico. Se
abrieron canteras como las de Arcos de la Cantera, pero posiblemente se aprovecharon otras ya
utilizadas por las gentes musulmanas. No obstante, donde sí podemos asegurar cierta tamización
209
8. Margen del río Júcar
constructiva con lo anterior es en la composición de los morteros, pues el análisis realizado sobre
uno de los lienzos que dan al río Júcar, reveló que se trataba de una mezcla de árido, cal, cenizas
vegetales y yeso negro, elemento este último más propio de alarifes musulmanes41.
Sin embargo, los tiempos de Alfonso VIII no vieron la finalización de la muralla, pues el Fuero
de Cuenca, redactado entre 1249 y 125042, menciona explícitamente a la muralla que se está
construyendo en el Arrabal. Es por ello que la construcción de la muralla de la Judería podría
no ser obra de este monarca, sino de Fernando III. No olvidemos que a este soberano se debe la
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organización y/o reorganización de muchas juderías en las ciudades andaluzas que éste conquistó.
De hecho, en Córdoba se levantó el Castillo de los Judíos, configurándose una judería fortificada
similar a la de Cuenca. Aunque aquí la técnica de tapial cordobesa es sustituida por la misma
mampostería concertada de tamaño medio que vemos en la muralla urbana, es obligado preguntarse
qué fue del edificio del Alcázar en la Plaza de Mangana actual, puesto que esta judería se organiza
en su entorno. Y quizá sea el Fuero el que nos de la respuesta, pues en el mismo se menciona al
“Palatium” como edificio oficial vinculado a rey. La estratigrafía exhumada en la excavación de este
enclave urbano no contradice esta posibilidad, pues se constata cómo las estructuras de la Sinagoga
de Santa María la Blanca, construida en el siglo XIV, se apoya directamente sobre los muros del
palacio islámico sin hiatos de ocupación entremedias.
La muralla tampoco parece terminarse con Fernando III el Santo. La mampostería de tamaño
medio que se observa en el muro conservado en el Colegio de Arquitectos muestra que las obras se
pararon en un momento dado, para reanudarse un tiempo después en otro tipo de fábrica. También
las obras de la Catedral parecen acusar una paralización o una notable ralentización. Interpretamos
esto como producto de la etapa del obispo Gonzalo de Ibáñez (1236-1246), que tras la conquista de
Córdoba estuvo guerreando sobre todo en la zona de Murcia. Entonces se destinarían muchos de los
recursos del Concejo de Cuenca a actividades bélicas. En la fase constructiva subsiguiente aparece
un cambio importante, ya que se empleará un mampuesto ciclópeo en que las piezas superan el
largo de 50 centímetros y se llagueó la junta con escorias de fragua. Esto implica dotarse de medios
de elevación eficaces no vistos hasta ahora en la ciudad. Sin duda, las grandes grúas que debieron
utilizarse fueron introducidas por las obras de la Catedral que completan el Cimborrio y su brazo
mayor a partir del obispado de Mateo Reynal en 124743.
41. Michel Muñoz García y Santiago-David Domínguez-Solera, Intervención arqueológica en el muro derrumbado de las
Angustias número 2 (Cuenca),
42. Rafael Ureña y Smenjaud, Las Ediciones del Fuero de Cuenca.
43. Ver Michel Muñoz García y Santiago-David Domínguez-Solera, Arqueología de un Edificio Gótico y su Cimborrio: La
Catedral de Cuenca y las Catedrales Plenomedievales de la Corona de Castilla (I), pags. 117-202 y Michel Muñoz García
y Santiago-David Domínguez-Solera, Arqueología de un Edificio Gótico y su Cimborrio: La Catedral de Cuenca y las
Catedrales Plenomedievales de la Corona de Castilla (II), pp, 113-162.
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FIGURA 9.
30. CUENCA
10. Torres y lienzos al este del Alcázar o castillo, tanto desde su parte
intramuros como la extramuros.
Con este aparejo de grandes dimensiones se construyen los lienzos en zigzag de santa Catalina,
se elevan los que se observan junto al Colegio de Arquitectos y los de las fachadas traseras de la
Catedral y, además, se traza y eleva el tercer recinto sobre la ladera del río Júcar. Es posible que con
su construcción se hiciera también previsión de reservar espacio intramuros para nuevos pobladores,
sin embargo, su función más destacada es asegurar las comunicaciones con la anterior corriente
fluvial y proteger sus pasos. Lo cierto es que su terreno mayoritariamente ha sido empleado como
huertos de cultivo. También sabemos que por entonces se estaba reformando el Alcázar Real en el
actual Castillo. Lo prueba un documento de 1271, en el cual Alfonso X prescribe el permiso para
que los bueyes que llevan la piedra para la obra de la Catedral de Santa María y a este Alcázar
puedan pastar en los prados del Concejo44. De hecho, los paramentos fechados en esta época son los
que presentan el mayor tamaño de piedra de todas las defensas históricas conquenses.
Durante la Baja Edad Media, José María Sánchez Benito cita muchísimos documentos que
atestiguan obras de reparación y reformas en las murallas45. En las mismas hemos constatado que
se empleó tapia, pero básicamente lo que revelan los estudios arqueológicos es una vuelta a las
técnicas de finales del siglo XII y primera mitad del siglo XIII en las que se usa la mampostería
concertada de tamaño medio y pequeño. Esto se aprecia muy bien sobre el “Tercer Recinto”, donde
se llegan a construir paños enteros de nuevo. No hemos profundizado todavía en las causas del
deterioro de las fábricas de la centuria de 1200 –se sobreentiende que la erosión por el paso del
tiempo es la principal, pero han de existir más conjugadas- pero sí hemos observado una de sus
soluciones sobre los restos de muralla conservados junto al Juego de Bolos. Nos referimos al empleo
de hormigones de cal mucho más firmes, elaborados con abundante grava, que evidentemente les
darían una consistencia mucho mayor.
211
La ruina del Alcázar Real fue una consecuencia di-
recta de las luchas entre el obispo Lope de Barrien-
tos y los partidarios de Diego Hurtado de Mendo-
za, que se suceden entre 1447 y 1449. Durante la
contienda se levantaron los dos antemurales que se
observan desde el foso extramuros, aunque nunca
se llegarían a completar del todo. Persuadido por
este enfrentamiento durante el reinado de Juan II
y el alto coste que supone la reconstrucción del
Castillo Real y su mantenimiento, su hijo Enrique
Paño del tercer recinto conservado en la subida a la IV ordenó derribarlo en el año 147746. No se tra-
Puerta de san Juan, donde se aprecia que las técnicas de
ta de un abatimiento total sino de la supresión de
la IIª mitad del S. XII, consistentes en una mampostería
concertada de tamaño medio, vuelven a utilizarse en la algunos lienzos que garantizó su inutilidad defen-
Baja Edad Media siva. Es algo que se aprecia muy bien en la Vista de
Cuenca sobre la Hoz del Huécar de 1565.
Respecto a las murallas urbanas, sobre todo fueron víctimas del crecimiento demográfico de
ciudad que experimenta la ciudad desde el inicio del siglo XVI. El poco espacio intramuros de la
ciudad y la imposibilidad de aumentar el solar urbano por las hoces harán que a la necesidad de
nuevos espacios habitados se le dé respuesta colgando viviendas primero a las murallas y después
a sus acantilados. Es la célebre casa colgada y el también muy conquense fenómeno del rascacielos
que en realidad no son algo exclusivo de Cuenca pero sí algo muy característico. Téngase presente
30. CUENCA
que existen en Peñíscola o en torno al río Onyar que atraviesa Gerona. Nace obviamente de la casa
de repoblación de parcela rectangular. En los solares que dan los paños de muralla, invadirían
primero el adarve, para después apoyar voladizos detrás de sus almenas, que apoyarían sobre
jabalcones. El paso siguiente sería bajar hasta la roca firme apoyando en el paramento externo
de la cerca defensiva. Los voladizos y saledizos en realidad eran motivo de preocupación para los
poderes públicos. No sólo dañaban la muralla, sino que también estrechaban las calles, impidiendo
la luminosidad. Una provisión del año de 1550 los prohibió. A la vista está que no tuvo mucho
éxito47. Lo cierto es que todas estas construcciones de entramados acabarían por ocultar y destruir
buena parte de las defensas urbanas de la ciudad, además de convertir por otro lado algunas calles
y callejones en auténticos pasadizos subterráneos.
En la esfera de lo público señalamos que se reformaron las puertas del Castillo -el célebre Arco de
Bezudo- y la del Almudí, a la vez que la cerca urbana también sirvió de apoyo a edificios municipales
como las Carnicerías en Matadero Viejo o el mismo Pósito. Obligado también es indicar que el edificio
de la Inquisición se dispuso en una parte del solar del Castillo, comenzando las obras en 157448. En el
plano de las infraestructuras también señalamos que a partir de 1531 muchos lienzos fueron perforados
para hacer pasar las conducciones de agua procedentes del acueducto de la Cueva del Fraile49.
Durante la Guerra de Sucesión, en 1706 la ciudad sufrió un asedio y fue bombardeada por el
general inglés Peterboroug50. Desconocemos cómo pudieron verse afectadas las murallas tras este
episodio. Sí se readaptarían algunos paños a la nueva forma de hacer la guerra, rebajando su altura
y disponiendo fusileras, como muestran las vistas de Llanes y Massa de 1773. En la Guerra de
46. Jorge Díaz Ibáñez, Las relaciones Iglesia-nobleza en el obispado de Cuenca durante la Baja Edad Media, pp. 281-320.
47. ARCHIVO MUNICIPAL DE CUENCA. Leg. 1237.
48. José María Solías Arís, Juana María Huélamo Gabaldón y Jaime Coll Conesa, El edificio de la Inquisición de Cuenca.
Evolución de un programa arquitectónico (1573-1975), pp. 378 y 379.
49. Pedro Miguel Ibáñez Martínez, La vista de Cuenca desde la hoz del Huécar (1565) de Van den Wyngaerde, pp. 386 - 387.
50. José Luis Aliod Gascón, J. El XVIII, un siglo en la historia de Cuenca. Estancamiento urbanístico y económico, en la agonía
del Antiguo Régimen, pp. 231 a 233
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30. CUENCA
12. Arriba, estado del castillo en 1565 según la “Vista de Cuenca desde la Hoz del Huecar. Debajo, Puerta del Almudí o
Pósito en la “Vista de Cuenca desde el Oeste”. Ambos dibujos son del artista flamenco Antón Van Wyngaerde. Debajo,
la misma Puerta del Almudí en una de las “Vistas” de Juan Llanes y Massa, que se fecha en 1773
independencia no tuvieron papel activo las fortificaciones, pero más recordado es el Saco de Cuenca
de 1874, durante la Tercera Guerra Carlista. El Brigadier de la Iglesia, responsable de la guarnición de
Cuenca, ordenó construir fusileras por diversos sectores de la antigua muralla y cerrar huecos en los
edificios de la Calle de los Tintes, donde tuvieron lugar algunos combates. Tras rebasar las defensas
improvisadas sobre las medievales, los combates se prolongarían a la Plaza Mayor, produciéndose
la capitulación final en el solar del Castillo, que se había convertido en cuartel militar. De todas
estas iniciativas, el único testigo arqueológico que queda es una fusilera realizada en tapial, que se
conserva en uno de los muros que están junto al Colegio de Arquitectos51.
M.M.G y S.D.D.S.
51. Michel Muñoz García y Santiago-David Domínguez-Solera, Tras las Murallas de Cuenca, pp. 416-443.
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