Pág.
La Impaciencia, el Enojo, la Ira y el Odio
“Cuando Cristo more en el corazón éste estará tan suavizado y subyugado por el amor a Dios que la
impaciencia, la crítica y la contienda no existirán allí. La religión de Cristo en el corazón ganará para el
poseedor una victoria completa sobre aquellas pasiones que están buscando obtener la supremacía”.
4T:610. (31)
“Dios no nos abandona por causa de nuestros pecados. Quizás hayamos cometido errores y contristado
a su Espíritu, pero cuando nos arrepentimos y acudimos a Él con corazón contrito, no nos desdeña.
Hay estorbos que deben ser removidos. Se han fomentado sentimientos equivocados y ha habido
orgullo, suficiencia propia, impaciencia y murmuraciones. Todo esto nos separa de Dios. Deben
confesarse los pecados: debe haber una obra más profunda de la gracia en el corazón”. FO:34-35. (56)
“Nunca debiéramos perder el dominio de nosotros mismos. Mantengamos siempre delante de nosotros
el Modelo perfecto. Es un pecado hablar con impaciencia o mal humor, o sentir ira aun cuando no
hablemos. Debemos trabajar dignamente, y representar correctamente a Cristo”. CN:87. (72)
“La impaciencia trae al enemigo de Dios y del hombre a vuestra familia y echa a los ángeles de Dios.
Si estáis viviendo en Cristo, y Cristo en vosotros, no podéis hablar palabras airadas”. ELC:99. (73)
“Él le concederá su gracia para que usted sea paciente y confiada; le dará poder para vencer la
impaciencia; confortará su corazón con su propio tierno Espíritu; vivificará su alma debilitada”.
2MS:265. (75)
“Siendo que habéis resucitado con Cristo, buscad las cosas de arriba, donde está Cristo sentado a la
diestra de Dios. Poned la mira en las cosas de arriba, no en las de la tierra. Porque habéis muerto, y
vuestra vida está escondida con Cristo en Dios. Cuando Cristo, vuestra vida, se manifieste, entonces
vosotros también seréis manifestados con él en gloria. Por tanto, haced morir en vosotros lo terrenal:
fornicación, impureza, pasiones lascivas, malos deseos, y la avaricia, que es idolatría. Por esas cosas
viene la ira de Dios sobre los desobedientes. En esas prácticas vosotros también anduvisteis en otro
tiempo viviendo en ellas. Pero ahora, dejad también vosotros todas estas cosas: ira, enojo, malicia,
maledicencia, palabras groseras. No mintáis unos a otros, habiéndoos despojado del viejo hombre con
sus prácticas, y habiéndoos revestido de la nueva naturaleza, que se renueva hasta el conocimiento
pleno, conforme a la imagen de su creador”. Col. 3:1-10.
“Cuando el Espíritu de Dios se posesiona del corazón, transforma la vida. Los pensamientos
pecaminosos son puestos a un lado, las malas acciones son abandonadas; el amor, la humildad y la paz,
reemplazan a la ira, la envidia y las contenciones. La alegría reemplaza a la tristeza, y el rostro refleja
la luz del cielo. Nadie ve la mano que alza la carga, ni contempla la luz que desciende de los atrios
celestiales. La bendición viene cuando por la fe el alma se entrega a Dios. Entonces ese poder que
ningún ojo humano puede ver, crea un nuevo ser a la imagen de Dios”. DTG:144. {Observe que dice
que “crea un nuevo ser a la imagen de Dios”. Después que Adán cayó, los seres humanos nacen de
acuerdo a la imagen de Adán, y no de Dios. El Señor tiene que hacernos nacer de nuevo, para que
podamos ser hechos a Su imagen. Lea Gén. 5:3}. (26)
Pág. 2
“Manifiestas son las obras de la carne, que son: adulterio, fornicación, inmundicia, lascivia, idolatría,
hechicerías, enemistades, pleitos, celos, explosiones de ira, contiendas, divisiones, sectarismos,
envidias, homicidios, borracheras, orgías y cosas semejantes. Os advierto, como ya os previne, que los
que practican tales cosas no heredarán el reino de Dios. Pero el fruto del Espíritu es: amor, gozo, paz,
paciencia, benignidad, bondad, fidelidad, mansedumbre, dominio propio. Contra estas virtudes, no hay
ley. Pero los que son de Cristo, han crucificado la carne con sus pasiones y malos deseos. Si vivimos en
el Espíritu, andemos también en el Espíritu. No seamos vanagloriosos, irritándonos y envidiándonos
unos a otros”. Gál. 5:19-26. (43)
“Entre ellos todos nosotros también vivimos en otro tiempo al impulso de los deseos de nuestra carne,
haciendo la voluntad de la carne y de los pensamientos; y éramos por naturaleza hijos de ira, igual que
los demás. Pero Dios, que es rico en misericordia, por su gran amor con que nos amó, aun cuando
estábamos muertos en pecados, nos dio vida junto con Cristo. Por gracia habéis sido salvos”. Efe.
2:3-5. (43)
“Si nos dejamos dominar por la ira, la concupiscencia, la codicia, el odio, el egoísmo o cualquier otro
pecado, nos hacemos siervos del pecado. "Ninguno puede servir a dos señores". Si servimos al pecado,
no podemos servir a Cristo”. MJ:112. (52)
“Usted ha dicho repetidamente: ‘No me puedo controlar’. ‘Tengo que hablar’. Usted carece de
mansedumbre y humildad. Su yo está vivo, y está continuamente en guardia para preservarlo de
humillaciones o insultos. El apóstol dice: ‘Porque habéis muerto, y vuestra vida está escondida con
Cristo en Dios’ (Col. 3:3). Los que están muertos al yo no son tan susceptibles y no se colocan a la
defensiva ante algo que los pueda irritar. Los muertos no sienten. Usted no está muerto. Si lo estuviera,
y su vida estuviese escondida en Cristo, miles de cosas que ahora nota y lo afligen, las dejaría pasar por
no ser dignas de atención; entonces llegaría a comprender lo eterno y estaría por encima de las pruebas
menores de esta vida.
‘Jesús, cuando fue denigrado, injuriado, e insultado, no tomó represalias. Quien cuando le maldecían,
no respondía con maldición’ (1 Pedro 2:23). Cuando por la crueldad del hombre sufrió dolorosos azotes
y heridas, no pronunció palabras amenazadoras, sino que se encomendó al que juzga con rectitud …
‘Haya, pues, en vosotros este sentir que hubo también en Cristo Jesús” (Fil. 2:5-7) … Cristo nos ha
dado su vida como modelo, y lo deshonramos cuando recelamos cada desprecio, y tendemos a
sentirnos agraviados por cada herida, imaginaria o real. El hecho de que estemos preparados para
defender al yo, para preservar nuestra dignidad propia, no es evidencia de una mente noble. Sería mejor
sufrir cien veces injustamente que herir el alma con un espíritu vengativo o dar rienda suelta a la ira”.
2T:378-380. (53)
“Libraos de toda amargura, enojo, ira, gritos, maledicencia y de toda malicia. Sed benignos,
compasivos unos con otros, perdonándoos unos a otros, como también Dios os perdonó en Cristo”. Efe.
4:31-32. (59)
“Cristo considera el enojo como homicidio… Mientras el odio se albergue en el alma no hay ni una jota
del amor de Dios allí”. NEV:235. (8, 177)
"Si alguno dice, yo amo a Dios, y aborrece a su hermano, es mentiroso. Porque el que no ama a su
hermano al cual ha visto, ¿cómo puede amar a Dios a quien no ha visto? Y nosotros tenemos este
mandamiento de él: que el que ame a Dios, ame también a su hermano". 1 Juan 4:20-21. (8)
Pág. 3
https://sites.google.com/site/eme1888 ; [email protected]