Universidad Nacional Abierta
Programa de Especialización en Derechos Humanos
U.C. Violencia Escolar (032)
Germán Alfonzo – C.I.V- 17.987.189
[email protected] Centro Local Barinas
Acoso Escolar
Hablar en estos tiempos sobre acoso escolar es un tema relevante que se ha
pronunciado en los últimos días, se ha convertido en el pan diario de los estudiantes
quienes son los afectados de manera directa por un agresor quien es su mismo
compañero. Este ensayo argumentativo surge con la intención en primer orden de
dar respuesta a una interrogante que ha causado cierta incertidumbre desde el
ámbito social, y es que en repetidas ocasiones nos hemos preguntado ¿Será el
acoso escolar un problema de salud pública?
Desde una perspectiva personal, considero que sí, puesto que desde la salud
pública las instituciones del Estado son las encargadas del estudio de las causas
para determinar las atenciones e implementar la prevención, aunado a ello, los
países del mundo se han visto en la necesidad de crear programas educativos
donde se concientice desde las instituciones educativas, abordando además la
familia, las comunidades y otros espacios.
En ese mismo orden de ideas, se destacan las causas del acoso escolar, las
cuales considero que son múltiples y complejas, pues existen, en la sociedad,
ciertos factores de riesgo de violencia, como la exclusión social o la exposición a la
misma a través de los medios de comunicación. Senovilla (2012), citada por
Fernández y Ruiz (2009) refiere en su artículo “Bullying: Un miedo de muerte”, que
las causas que pueden hacer aparecer el acoso son incalculables, tanto como las
formas en las que se manifiesta y los perjuicios que ocasiona. En general las causas
o factores que lo provocan suelen ser personales, familiares y escolares al igual que
los medios de comunicación.
En lo personal, suele suceder que el acosador se ve superior y en ocasiones
cuenta con el apoyo de otros atacantes, o porque el acosado es alguien con muy
poca capacidad de responder a las agresiones. (Fernández, C. Ruiz, E. 2009). En
las causas familiares se encuentra que el origen de la violencia puede residir en la
ausencia de un padre, o por lo contrario, la presencia de un padre violento que
puede llevar a un comportamiento agresivo en los niños y a la violencia en la
adolescencia, por otro lado, las tensiones matrimoniales, las situaciones
socioeconómicas o la mala organización en el hogar pueden también contribuir a
adoptar conductas agresivas en los niños.
Al respecto Teruel, (2007) manifiesta que las causas por las que se presenta el
acoso pueden ser los métodos que suelen utilizar los padres para corregir a sus
hijos, los métodos rígidos en los cuales priman las reglas demasiado estrictas,
conducen a que los niños crezcan sin iniciativa, tengan poca capacidad para tomar
decisiones y baja creatividad, de esta manera el niño puede llegar a ser rebelde y
propenso a ser víctima; por otra parte, los métodos permisivos son otro factor de
riesgo, ya que los niños no tienen establecidas reglas claras, no se administran
consecuencias frente al comportamiento inadecuado y por lo tanto estos niños
carecen de habilidades sociales haciéndolos propensos a ser agresores como lo
señalan Fernández y Ruiz (2009).
Una vez descritas las causas de manera argumentada, surgen las
manifestaciones, estas que presentan y de pronto como padres nos alertan ante tal
situación, en virtud de ellos se destacan las siguientes, en primer lugar se tienen los
cambios en el comportamiento normal, asi mismo temor a ir al colegio, lo cual
genera cierta incertidumbre puesto que la formación es fundamental, este
acompañado de explosiones de ira e insomnio y pesadillas, de igual manera la
ansiedad y tristeza lo que puede generar enuresis (hacerse pis encima). Una
manifestación muy latente es la disminución en el rendimiento escolar y el estrés
postraumático.
Ahora bien, se destacan las consecuencias, sí; estas que genera el acoso
escolar, recordemos que todo este proceso es largo, tedioso y hasta silencioso y
debemos tener mucho tacto y por ende capacidad visual para poder detectar a la
víctima y al/los agresor (es). En ese mismo orden y dirección, cabe destacar que el
acoso escolar genera consecuencias severas no solo para quien ejerce las
agresiones sino también para todo su contexto, cabe mencionar que tanto los
agresores como las víctimas pueden padecer de algún tipo de trastorno que afecta
su calidad de vida. Albores-Gallo et al. (2011) identificaron la relación entre algunos
trastornos psiquiátricos y la frecuencia del hostigamiento escolar encontrando que
existen mayores índices de psicopatología en las víctimas y en los agresores. Por
otra parte, Bausela (2008) refiere que son diversos los estudios que han tratado de
analizar y conocer el perfil psicológico del agresor y de la víctima, indicando que el
agresor muestra alta tendencia al psicoticismo y las víctimas alta tendencia a la
introversión y baja autoestima (p. 370).
A todo lo anterior se suma, tal como lo sostiene en su estudio Sanmartín (2006)
que “el acoso en su naturaleza colectiva es un problema de interacción y
convivencia grupal en el que intervienen todos los alumnos ya sea como
espectadores, víctimas y/o agresores”(p, 23). Según Cava, Buelga, Musitu y Murgui
(2010) la continuidad del acoso en la escuela tiene consecuencias negativas para la
persona, como el descenso de la autoestima, estados de ansiedad o cuadros
depresivos, que dificultan en gran medida su integración en el medio escolar y el
desarrollo normal de los aprendizajes (p.10).
Los estudios de Petrosino (2010) describen que la persona que padece la
agresión, llega a pensar que lo que pasa es por algún motivo concreto provocando
su introversión, además, el autor señala que la constitución física de la víctima suele
ser débil y va acompañada, de algún tipo de desventaja y una sensación de
indefensión (p. 24). Así mismo, Gairín et al. (2013) reconoce que algunas de estas
características pueden ser la causa de la falta de denuncias, como lo podrían ser
también el miedo a que los demás no crean lo que está sucediendo, la vergüenza
por no saber enfrentarse a un hecho de esta naturaleza y los entornos poco
receptivos a las denuncias (p.13). En este sentido, el acoso escolar tiene
consecuencias negativas no solo para las víctimas sino para todos los participantes
en general; puede producir varios efectos, entre ellos, el deterioro de la autoestima,
ansiedad, depresión, fobia escolar e intentos de suicidio que repercuten de forma
negativa en la salud mental de la víctima y en el desarrollo de su personalidad.
Para quienes agreden, las conductas de acoso pueden volverse crónicas
convirtiéndose así en la manera como buscan alcanzar sus objetivos, corriendo el
riesgo de que más adelante puedan desviarse hacia conductas delictivas, violencia
doméstica o de género; los espectadores pueden volverse insensibles frente a las
agresiones que ocurren en su entorno no reaccionando ante las injusticias.
(Fernández, C. Ruiz, E. 2009). En el contexto social señalan los mismos autores, el
acoso afecta tanto a la víctima como a la comunidad que lo rodea, involucrando a
los padres y familiares de los directamente implicados, así como también a los
espectadores, demás estudiantes y a la comunidad externa, quienes se sentirán
amenazados en tanto que los episodios de acoso no se solucionan en la escuela,
puesto que el acoso puede producirse en otros lugares de encuentro y tiene un claro
efecto de propagación.
Los mismos autores plantean que el acoso no realiza distinciones sociales, que
hace presencia en cualquier contexto; respecto al género, no se aprecian
diferencias en cuanto a la víctima, sin embargo, en relación con el agresor se estima
predominancia en los varones, así mismo, señalan algunas consecuencias para
cada actor, por ejemplo en la víctima manifestaciones de baja autoestima, actitudes
pasivas, depresión, ansiedad, trastornos emocionales, perdida de interés por el
estudio, lo cual puede desencadenar una situación de fracaso escolar o la aparición
de trastornos fóbicos de difícil solución, manifestando comportamentalmente un
aspecto contraído, triste y deprimido, bajo rendimiento escolar y faltas frecuentes a
clase; en el plano físico puede tener dificultades para conciliar el sueño, dolores de
estómago, de cabeza, llanto constante, entre otros. Por otra parte, al agresor se le
dificulta la convivencia con los demás, actúa de forma autoritaria y violenta, llegando
en muchos casos a convertirse en un delincuente o criminal.
El comportamiento del agresor es irritable, impulsivo e intolerante, busca
imponerse por medio del poder, la amenaza y la fuerza y exterioriza de manera
constante una autoridad exagerada. (Fernández, C. Ruiz, E. 2009). En cuanto a los
espectadores señalan los autores se sienten intimidados por la violencia de la cual
son testigos lo que puede provocar cierta sensación de que ningún esfuerzo vale la
pena en la construcción de relaciones positivas. Por otro lado, Cabezas (2012)
menciona que el acoso de los docentes hacia los estudiantes, puede derivar en
casos de ausentismo escolar, trastornos de aprendizaje, rechazo a la educación
formal e incluso en episodios de violencia, nada distinto al acoso entre pares en
cuanto a sus consecuencias, pero con el agravante de ser practicado por alguien
que se supone alcanzó su madurez como persona y que cuenta con una
responsabilidad más que importante, educar.
Finalmente, Muñoz (2009) refiere que la existencia del acoso escolar exige a los
profesionales el conocimiento de estrategias para su prevención, control y
erradicación de manera que se mejore la convivencia en la escuela. El primer paso
para realizar la prevención en las instituciones es aprender a identificar a las
posibles víctimas y a sus agresores, desde el aula y desde la familia, para así poder
detectar fácilmente los casos de abuso y prevenir las consecuencias antes de que
se agraven. De la misma forma, el Ministerio del Poder Popular para la Educación
(2012) menciona que es muy importante que las instituciones cuenten con las
herramientas conceptuales necesarias para analizar las situaciones encontradas,
tener claridad frente a los diferentes tipos de acoso escolar y poder establecer la
diferencia entre las situaciones de acoso, las de violencia y el conflicto; reconocer
las posibles causas, señales o indicios de su ocurrencia, consecuencias; así como
las normas e instituciones responsables para tomar las medidas adecuadas de
acuerdo a cada caso. Es deber de las instituciones educativas denunciar los casos
de acoso escolar, este es un deber legal y ético, por el rol como garantes de los
derechos de los niños y adolescentes.
Ya para finalizar este ensayo el cual es un tema que llama poderosamente mi
atención, soy docente y he evidenciado en mi trayectoria el acoso escolar en niños y
adolescentes y como pedagogos debemos buscar la estrategia más idónea para la
consolidación de la paz. En consecuencia se destacan los tipos de acoso escolar,
los cuales poseen características particular pero todos con un mismo fin, acosar.
En primer lugar se tiene el acoso físico; el cual se manifiesta más
en primaria que en secundaria. Por lo tanto, es uno de los tipos de acoso más
comunes y se desarrolla principalmente entre los chicos. Puede incluir destrucción
de bienes, golpes, codazos entre uno o varios agresores contra una sola víctima. En
ciertas ocasiones, puede producirse el robo o daño intencionado de las pertenencias
en medio de la agresión. Otro tipo de acoso es el verbal, el cual desde lo personal
es uno de los más populares y habituales. Este tipo de agresión consiste en insultos
y menosprecio dirigido hacia la víctima, normalmente en público. Todo ello es
realizado con la finalidad de lograr ridiculizarla.
Se identifica porque el agresor expresa palabras crueles, con insultos o
amenazas. Con su actuación busca crear intimidación, a veces con bromas o frases
excluyentes. En ocasiones, se basan en la apariencia, condición sexual, etnicidad,
raza o discapacidad de la persona agredida. En este caso, los niños son los más
sensitivos ante este tipo de amedrentamiento.
Por su parte el acoso psicológico, se produce cuando se busca generar miedo en
la víctima a través del maltrato psicológico y puede manifestarse mediante
diferentes formas tales como amenazas, burlas e insultos. Este tipo de acoso logra
debilitar anímicamente a las personas agredidas. Esta modalidad es capaz de dañar
la autoestima, generando profundos miedos e inseguridades. Su reiteración lleva a
que la persona afectada cuestione su reputación, así como su rendimiento escolar o
capacidad profesional.
Mientras que el acoso social, tiene como propósito aislar a la víctima del resto del
grupo. De esta manera, se busca lograr que sea excluido de las actividades.
Recordemos que habitualmente estas dinámicas deben hacerse en equipo dentro
de las instituciones educativas. También, ocurre en las relaciones sociales, a través
de la divulgación de rumores y la exclusión de la víctima con respecto al grupo.
Un tipo de acoso que silencia a la víctima más que en el resto de los tipos, es el
acoso sexual; y engloba a toda forma o manifestación de agresividad, de
intimidación, abuso o presión en la cual la sexualidad de la persona agredida pasa a
ser el elemento primordial. No consiste tan solo en tocamientos, pues va desde el
acoso hasta la violencia y la violación.
Uno que se ha pronunciado mucho en los últimos días es el el ciberbullying y
hace referencia a cuando un niño o adolescente está siendo acosado, molestado,
amenazado o humillado a través del uso de medios digitales. Se considera
que ocurre con mayor frecuencia en las redes sociales e internet, lejos del espacio
educativo. No obstante, en los espacios escolares también se producen
reiteradamente dichas prácticas.
Una vez profundizado el tema y descrito los contenidos relevantes sobre el acoso
escolar, se tiene de manera conclusiva; que este se concibe como un fenómeno
socio cultural amplio y complejo que se manifiesta de forma latente en las
instituciones educativas afectando la convivencia escolar y los procesos de
enseñanza- aprendizaje. Resulta llamativo que el acoso escolar es un fenómeno
que ha estado presente en la escuela por años, pero dada la gravedad de las
consecuencias que produce en la actualidad, el reporte a las autoridades ha
aumentado de manera dramática. La problemática se manifiesta como un acto de
intimidación y maltrato entre escolares, de forma frecuente y por lo general lejos de
los ojos de los adultos.
Tiene como intención humillar y someter de manera abusiva a una víctima
indefensa; los jóvenes que lo padecen ven vulnerada su autoestima y su confianza
lo cual puede conducirlos a la depresión, a la ansiedad, a dificultades de adaptación
social, bajo desempeño académico y en el peor de los casos puede conducir al
suicidio. Entre los hallazgos más interesantes, se puede mencionar que las causas
de este fenómeno son múltiples y complejas y se pueden asociar a factores
personales, familiares.
Con relación a las causas personales llama la atención que las víctimas son
personas sin iniciativa, con poca capacidad para la toma de decisiones y baja
creatividad generalmente asociadas a los métodos de crianza permisivos de los
padres que no les posibilitan generar habilidades sociales para defenderse de los
agresores. También en lo familiar, las situaciones que se presentan en las
relaciones matrimoniales, como son las tensiones, los problemas socioeconómicas,
entre otras, que pueden contribuir a adoptar conductas agresivas o sumisas en los
niños y jóvenes.
En este sentido se puede decir entonces que el acoso escolar es una
problemática que tiene serias consecuencias para quien lo vive o es espectador del
fenómeno y las causas de su aparición son variadas y multifactoriales. La literatura
consultada demuestra que como protagonistas del acoso escolar están las víctimas,
los agresores y los testigos o espectadores; los primeros por lo general son
estudiantes con características asociadas a una situación social de aislamiento, con
dificultad de comunicación conducta pasiva, ansiedad, inseguridad y baja
autoestima. Los agresores son sujetos con personalidad dominante e impulsivos,
características que las demuestran a través de la fuerza o agresión y por último, los
testigos o espectadores por lo general incitan a los agresores y mantienen una
actitud indiferente ante la dificultad de la víctima.
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