Inversion Inmobiliaria
Inversion Inmobiliaria
Los inmuebles
“Sobre unos buenos cimientos se puede levantar un buen edificio,
y los mejores cimientos en el mundo son los del dinero.”
Miguel de Cervantes. Don Quijote.
Los bienes raíces constituyen uno de los más tradicionales instrumentos de inversión. Están física y
psicológicamente cercanos al inversor y forman parte de nuestra cultura financiera. Frases como “El
casado casa quiere”, “La mejor inversión son los ladrillos” o “Nada mejor que el techo propio”
evidencian esta impronta cultural.
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Adaptado de: Ibáñez Padilla, Gustavo. Manual de Economía Personal. Cómo potenciar sus ingresos e
inversiones. Buenos Aires: Dunken, 2009, 7ma ed.
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Correlación: Relación entre variables según la cual los cambios en los valores de una van seguidos de
cambios en los valores de la otra.
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Con respecto al rendimiento, se estima que una propiedad produce, en épocas normales, una renta
bruta en el orden del 5 al 10% anual. De aquí hay que deducir amortizaciones, períodos muertos,
reparaciones, impuestos, etc. Las ganancias obtenidas como alquileres son de difícil re-inversión en
inmuebles, lo cual requiere de una gran disciplina del inversor, que debería aplicarlos a un fondo,
para luego comprar más inmuebles, si desea beneficiarse del crecimiento exponencial del interés
compuesto (efecto bola de nieve).
En cuanto a la atención que requieren para su cuidado y administración es mucho mayor que los
otros instrumentos mencionados, debido justamente al hecho de ser activos físicos. Presentan
ciertos riesgos que deberían cubrirse mediante sus correspondientes seguros (otro gasto a tener en
cuenta), por ejemplo el riesgo de incendio, inundación, tumultos, actos terroristas o guerras. Otros
riesgos, como el de hundimiento o de defectos constructivos, no suelen ser factibles de cubrir; cabe
la posibilidad de que algún inquilino no pague y deba ser desalojado –lo cual implica nuevos gastos
y rentas perdidas (además suele ser necesario realizar reparaciones por el mal trato de estos
ocupantes)–. En Argentina existe un riesgo adicional, el de la usurpación, facilitado por la inseguridad
jurídica y la inacción de las autoridades.
• Sucesiones: Los herederos de una sucesión suelen precisar liquidar sus propiedades con
cierta premura, y la diversidad de intereses de los participantes permiten la oportunidad de
negociar condiciones ventajosas de compra.
• Períodos de depresión inmobiliaria: Son el momento ideal para realizar compras: ¡cuando
todos venden! El negocio de los inmuebles posee ciclos de expansión y retracción de
carácter sistémico. Esperar pacientemente el momento de baja de los precios es la
estrategia más adecuada. Si uno analiza el mercado y su evolución histórica puede detectar
los valles más convenientes. Los períodos de perturbación económica –como devaluaciones
o crisis institucionales– suelen acompañarse por abruptas caídas de los precios (ej:
Argentina, 2002).
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Dentro del amplio mercado de los bienes raíces existen diversas opciones. Analizaremos
brevemente cuatro: campos, lotes urbanos, casas y departamentos.
• Campos: Partimos del supuesto que sean aptos para actividades productivas (en general
agropecuarias). Suelen requerir inversiones mayores y conocimientos específicos. Su
administración posee cierto grado de complejidad. Pueden arrendarse (alquiler) para obtener
una renta. Por estar vinculados a actividades relacionadas con el mercado externo
(principalmente los agrícolas), su valor en dólares es más estable que el del resto de los
inmuebles; en contrapartida su liquidez es menor. Su valor puede incrementarse en el tiempo
debido a las mejoras zonales.
• Lotes urbanos: Sirven como inversión a largo plazo por su incremento de valor con el
tiempo al crecer las ciudades. En general no generan renta, salvo excepciones, como el
alquiler para playas de estacionamiento o depósitos. Los municipios suelen castigar a los
lotes baldíos con elevados impuestos para evitar la especulación inmobiliaria producida por
la apreciación de valor antes mencionada.
• Departamentos: Requieren inversiones menores que las de una casa y también menor
mantenimiento. Son la elección más usual para la obtención de una renta por alquiler. Se
deprecian en el tiempo debido al consumo de la vida útil del edificio.
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Si desea adquirir una propiedad como inversión o para
su uso personal busque el asesoramiento necesario
para cada uno de los pasos de la operación. El costo de
los asesores debería recuperarse con los beneficios que
ellos le generarán. En una operación común pueden
intervenir los siguientes asesores: un agente
inmobiliario, para conseguir la mejor propiedad al mejor
precio (en caso de comprar en un remate conviene
contactar previamente al martillero para conocer detalles
y conseguir su colaboración); un escribano para realizar todo el trámite notarial de transmisión del
dominio (verificación de títulos y deudas, boleto de compra-venta2, escritura, etc.); un abogado, para
asesorar respecto de cualquier situación jurídicamente compleja o cualquier riesgo potencial; y un
consultor financiero (preferiblemente independiente), para colaborar en todos los aspectos referidos
a la conveniencia de la operación, su financiación y su impacto en la economía del comprador.
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Boleto de compra-venta: Una vez que el comprador y vendedor se hayan puesto de acuerdo sobre los términos de la
compra de la propiedad, se preparará un contrato que será firmado por todas las partes. El contrato especificará el precio de
compra, cualquier condición que corresponda como derechos a inspección, términos de financiamiento, y fecha y hora del
cierre. Un contrato de compra y venta es la palabra final en el acuerdo entre las partes. Cualquier acuerdo o promesa oral
hechos antes de que se firme el contrato son nulos e inaplicables. El acuerdo de compra y venta debe prever que cualquier
seña (depósito) será colocada ya sea en la cuenta del agente inmobiliario o del escribano para asegurarse de que el
comprador recuperará su dinero si la compra no se cierra debido a una falla ajena a éste.
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