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1

La imprenta
HENRI-JEAN MARTIN
Ecoles des Hautes Eludes
(IVe Section), París
16 Raymond Williams Ed.

preparar a sacerdotes y oradores. De este modo, la rígida estructura


de la escolástica, con su énfasis en la lógica y la dialéctica, se quedó
en el camino de cualquier idea original. Asimismo, la literatura ver-
nácula sólo muy gradualmente dejó de estar esencialmente destinada
a dejar constancia de las tradiciones orales, para llevar una existencia
más independiante a medida que evolucionó la sintaxis. El avance
en todos estos campos fue cada vez más rápido entre los siglos XIII
y XV. Este progreso se consiguió también gracias a los esfuerzos de
los humanistas en el sentido de desarrollar un sistema lógico de
puntuación, en el que se inspiraron en sus intentos de dominar el
latín clásico, que tanto admiraban, pero que era para ellos como un
idioma extranjero. Así, se iniciaron formas de leer con más rapidez,
que la imprenta, con su tendencia a la estandarización y su efecto
sobre la aparición de textos, iba a promover tanto posteriormente.

£1 nacimiento de la imprenta

La imprenta ocupó el centro de los movimientos intelectuales,


literarios, económicos, tecnológicos y políticos que se anticiparon al
Renacimiento. A principios del siglo XV, que fue un período de una
relativa paz, tuvo lugar en Alemania un nuevo despegue económico

Durante mucho tiempo, la es-


critura se mantuvo en un se-
gundo plano respecto de la
palabra hablada. La puntua-
ción se utilizaba según los rit-
mos del discurso. Un dibujo
anónimo de c. 1400 muestra
a San John Gualbert leyendo
a los monjes en el monasterio
de Vallombrosa, al norte de
Italia.
Historia de la comunicación 17
con la explotación de las minas de plata y que coincidió con la falta
de dinero en metálico en Europa, a lo que se sumó el nacimiento
de la industria metalúrgica moderna. Se desarrolló una vigorosa cul-
tura urbana en esta zona, en contacto con Italia y el norte de Europa.
La burguesía alemana tenía muchas ganas de superar las desventajas
de la fragmentación política y alcanzar a sus vecinos, que, debido a
su avance cultural relativamente temprano, estaban ahora aferrados
a ideas obsoletas.
Ya a finales del siglo XII, la tecnología había acudido en ayuda
de la cultura. El papel se había introducido en Europa por parte de
los árabes a través de España e Italia justo en el momento en que
el resurgimiento de la cultura escrita estaba creciendo y contra la
limitación del abastecimiento disponible de pergamino (hecho re-
lacionado con el número de pieles de animales que se obtenían de
animales exterminados). La fabricación de papel se había trasladado
de Italia, donde las técnicas importadas se habían perfeccionado
bastante, a Francia, y hacia fines del siglo XIV había alcanzado la
franja occidental de Alemania. Después, surgió de una forma bas-
tante natural la idea de utilizar el nuevo material no sólo para do-
cumentos legales, informes y manuscritos sino también para repro-
ducir imágenes con una técnica muy utilizada en la decoración de
estampados de telas: un relieve tallado en madera. Así, probable-
mente al fines del siglo XIV, aparecieron los primeros grabados en
madera. Posteriormente, los orfebres perfeccionaron el proceso de
grabado en hueco en cobre. Muy pronto se empezaron a añadir
breves textos al tarugo o placa para acompañar el dibujo. Estos di-
bujos impresos, que hoy son extremadamente raros, se distribuían
a millones. Los temas más frecuentes eran escenas de la vida de
Cristo, retratos de santos venerados, incluso una serie en la que se
daban instrucciones sobre el arte de morir; de hecho, todos los ob-
jetos de piedad tradicionales salieron de los altares y las bóvedas
decoradas de las iglesias para permitir la oración y la meditación en
solitaria privacidad. Fue en este mismo período, y por razones si-
milares, que aparecieron por primera vez las pinturas sobre telas.
De este modo se había logrado la reproducción de imágenes. No
mucho más tarde llegó la reproducción de un texto. Aquí, se recurrió
a la habilidad de los trabajadores del metal: orfebres y fabricantes
de monedas. El problema residía en reproducir exactamente por
18 Raymond Williams Ed.

medios mecánicos el comparativamente pequeño número de signos


que forman el alfabeto latino. La solución que se tomó nos es familiar
ya que es la que se ha utilizado hasta los tiempos modernos. Cada
letra o signo se corta en el extremo de un mango de metal duro -la
perforadora de letras-, que es luego batida en un material más blan-
do, normalmente cobre, formando la matriz. La matriz se coloca en
un molde en el que se vierte un líquido caliente, mezcla de plomo,
estaño y antimonio. Con este procedimiento se obtienen cantidades
de caracteres exactamente iguales. Los trabajadores del metal se ha-
bían familiarizado con varios procesos que requieren un cierto tiem-
po. Igualmente, la prensa impresa tenía un precedente en la prensa
del vino, y no existían serios problemas relacionados en perfeccionar
una tinta con la consistencia requerida. Así, de hecho la imprenta

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La impresión antes del tipo móvil: el S I uaSrfiümfMiHi
texto acompaña a la imagen impre-
JuBgaüígrmairní
sa en un grabado piadoso alemán del W g K ' S ' ^ . v . v ,.,,.--.,„ ,
siglo XV (obtenido por medio de la anéiiiirwraflv msrsrsr^i^siWfsw^aip'Wr
técnica de grabado en relieve en me- un. ÚArí1im(<iin|lMLBSaialRflÍ.WLlft nílrr rrfann m
arSiitT .BIJ-tnáE prrpuMícKlifri'rrrTyupéTifgjnTii pra WS ~~¡m »a •
tal similar a la del grabado en ma- ÍS¿\ ""'"•JWtigrá raapTpiflñ^tjMT^Wim WirTSflíi
dera).
USES itiifi'ji!i'fr«^ir^iifitiffii¡ffiTWi 'íau ffliratVn tvúni
Historia de la comunicación 19
se creó, no como resultado de una invención autónoma, sino cuando
se reconoció la necesidad de ésta.
No obstante, los distintos elementos aún se tenían que unir y su
aplicación a la imprenta tenía que mejorarse. Pueden haber existido
intentos de realizarlo en Holanda, en Harlem; algunos se realizaron
con certeza en Aviñón, donde un orfebre de Praga llamado Procopius
Waldfogel se comprometió a enseñar a los judíos de la ciudad un
ars scribendi artificialiter. Pero en el centro de los experimentos de
donde surgió la técnica de imprimir con el tipo móvil se erige la
poderosa personalidad de Johann Gánsefleisch, más conocido por
el nombre Gutenberg, de una casa que poseía llamada Zu guíen
Bergen, "en casa de la bella montaña".
Los sucesos de su vida son demasiado bien conocidos para re-
petirlos con detalle. Nacido en torno al 1399, hijo de un orfebre que
fue Maestro de la Casa de la Moneda del arzobispo elector de Mainz,
Gutenberg tuvo que abandonar Mainz tras una revuelta a manos de
los gremios de la ciudad y estableció su residencia en Estrasburgo,
donde, entre 1435 y 1444, se dedicó a desarrollar varios inventos,
sobre los que instruyó a tres habitantes de la ciudad, uno de los
cuales era fabricante de papel. Ya se estaba aplicando en la conse-
cución de un proceso para imprimir. No tenemos noticias de él
durante unos años hasta 1448, año en que reaparece en su ciudad
natal. Allí se hizo socio de un banquero llamado Fust para proseguir
sus experimentos con tipos. Su asociación llegó a su fin en 1455, ya
que fue con su hijastro, Peter Schoeffer, que Fust abrió el primer
establecimiento imprenta, de la que se tiene un conocimiento pre-
ciso, y que en 1457 publicó el primer libro impreso que llevaba un
pie de imprenta, el famoso Mainz Psalter (Salterio de Mainz). De
hecho, numerosos ejemplos anteriores de impresión han llegado has-
ta nosotros, pero ninguno de ellos es positivamente identificado como
el original. Lo que hay que tener en cuenta es que muchos de ellos
son ejemplares poco presuntuosos -indulgencias, almanaques, pe-
queñas gramáticas-, cuya tirada atestigua las preocupaciones mun-
danalmente prácticas de los primeros impresores, tan preocupados
por suministrar múltiples copias de documentos como por producir
libros. Pero otros son empresas mayores que se elevan al rango de
obras maestras de perfección tipográfica, como la Biblia de 42 líneas
atribuida a la asociación de Gutenberg y Fust, o la Biblia de 36
20 Raymond Williams Ed.

líneas. Así, podemos ver que desde el principio la imprenta estuvo


destinada a jugar un papel importante en acelerar la comunicación
a varios niveles culturales.
La nueva técnica se extendió rápidamente por toda Europa. En
1458, Jean Mentelin, notario y descifrador de manuscritos, abrió
una imprenta en Estrasburgo. Desde 1460 y de forma gradual, los
aprendices que habían trabajado para Gutenberg, Fust y Schoeffer
se dispersaron por toda Alemania hasta alcanzar Italia en 1464.
Éstos, a su vez, enseñaron a otros, y el arte de la impresión llegó a
Francia (París, 1470; Lyon, 1473), los Países Bajos (Utretch y Aalst,
cerca de Lieja, 1473), Polonia (Cracovia, 1474) e Inglaterra (West-
minster, 1476). En 1470 había doce lugares con establecimientos
con imprenta. Hacia el año 1489 había 110 y en torno al 1500 más
de 200. Nadie puede dejar de sorprenderse ante la velocidad en que
todo esto sucedió. En un abrir y cerrar de ojos Europa quedó cubierta
con una red de un carácter muy distinto; y el primer "medio" mo-
derno se estableció casi con tanta rapidez como la televisión y el
procesamiento de datos en nuestra propia época con unas comu-
nicaciones generalmente mucho más rápidas.

El período artesanal de la imprenta

La estructura del oficio así establecida y los métodos que utili-


zaba siguieron siendo los mismos durante los siguientes cuatrocien-
tos años. Los talladores de madera actuales nos revelan cómo sería
el interior de una imprenta de los comienzos. Una impresión de
Lyon de 1499 o 1500 nos muestra la "caja" del impresor, las casillas
de diferente tamaño según la frecuencia con la que se utilizaban las
distintas letras. La forma en que el cajista coloca las letras en el
"componedor" que sujeta en su mano izquierda es exactamente igual
a cómo se ha hecho hasta la actualidad, al igual que el modo cómo
sostiene la "copia" situada sobre la caja. La pesada prensa era to-
talmente de madera excepto por los ajustes, que eran de hierro. Dos
pies sobre una base sólida soportaban una viga transversal maciza
a través de la cual pasaba la tuerca de madera. La tuerca se giraba
con una barra para bajar la pesada platina, presionando así la hoja
de papel blanca sobre la "forma" que contenía el tipo entintado.
Historia de la comunicación

La tienda de un impresor a finales


del siglo XV. La imprenta a la que
se refiere el texto, una ilustración en
una obra titulada la Danza maca-
bra.

La prensa para impresiones sólo li-


geramente más avanzada 300 años
más tarde: en el texto nos referimos
a esta ilustración de la Enciclopedia
de Diderot. Después de entintar al
tipo, el tímpano con papel se cierra
y dobla sobre su base, y el carro com-
pleto se desliza sobre raíles bajo la
prensa.
22 Raymond Williams Ed.
Además de este movimiento vertical, una acción horizontal permitía
que el carro que sostenía el molde se moviese hacia adelante bajo
la platina o retirarlo. Para evitar que se moviera cada vez que se
tensaba la tuerca, la prensa quedaba sujeta por vigas de madera
fijadas a las vigas del techo.
Podemos saber más por otra ilustración de una prensa, unos
trescientos años más tarde en la Enciclopedia de Diderot. Ésta mues-
tra el papel sujeto entre dos armazones llamados el "frisket" y el
"tímpano" para mantenerlo limpio, y el carro sobre raíles móviles
hacia adelante y hacia atrás. Parece que se había conseguido un
incremento en la presión debido a la sustitución del cobre por ma-
dera en la tuerca y por un control más refinado del mecanismo. Pero
la presión aún no era suficiente para permitir que todo el molde
fuera impreso con menos de dos galeradas; y fue sólo paso a paso,
desde fines del siglo XVIII, como esta tecnología básica empezó a
ser realmente mejorada.
Sin embargo cabe decir que esta máquina simple y robusta, ma-
nejada por hombres que estaban preparados para trabajar doce o
catorce horas al día, logró un rendimiento impresionante. Por ejem-
plo, se calcula que hacia 1650 los impresores de Francia producían
2500-3000 impresiones (es decir, 1250-1500 hojas impresas en am-
bos lados) por día de trabajo. Esto implica, al menos en teoría, 1250-
1500 copias de hojas en octavo al día, o el mismo número de copias
de un libro de 300 páginas en veinte días. También producía a un
ritmo tremendo los carteles y folletos, que siempre han constituido
una gran parte del negocio del impresor.

La evolución del libro

A pesar de lo primitiva que pueda parecemos esta tecnología,


ésta trajo consigo una racionalización del trabajo que en sí mismo
dio paso a otras formas de producción estandarizada que iban a
ocasionar una completa revolución en el panorama cultural occi-
dental.
Las pruebas de tal conclusión surgen de un estudio sobre la va-
riable producción de las prensas entre los siglos XV y XIX. Los
primeros libros pretendían reproducir la apariencia de los manus-
Historia de la comunicación 23

critos. Las letras iniciales se resaltaban a mano y había bordes co-


loreados muy elaborados, y un impresor no dudaba en tallar un
nuevo ojo de tipo a imitación del manuscrito que iba a ser copiado.
Pero tales prácticas exigían una labor intensiva. Gradualmente, em-
pezaron a surgir elementos de estandarización ya que ciertas cate-
gorías de libros tenían que imprimirse en ojos de tipo particulares.
Empezaron a utilizarse los grabados en madera en vez de las iniciales
dibujadas a mano. Al mismo tiempo se operaba un cambio funda-
mental. Tomando la delantera a los humanistas, con los que estaban
en estrecho contacto, los impresores se encontraron de un modo
bastante natural regularizando la ortografía, adoptando y unificando
sistemas más lógicos de puntuación y clarificando la división del
texto en párrafos en cada página. Así, nos encontramos a un tem-
prano impresor parisino, Guillaume Fichet, felicitando a su colega
Heynlin por su técnica de composición, que hizo su edición de De
Officiis de Cicerón «tan clara y tan fácil de leer, incluso para los
niños».
Mientras, el libro impreso estaba alcanzando lo que Lucien Feb-
vre llamó su état civil, un lugar definido en el orden social. El incipit
(literalmente "aquí empieza") en la parte alta de la primera página
de un manuscrito se convirtió en la página para el título, presen-
tando, junto con el título definitivo y el nombre del autor, el em-
blema del impresor y su dirección. Las consideraciones prácticas
llevaron a la aparición primero de números o letras en signaturas,
y después de números de folios o páginas, y páginas con índices de
materias que se referían más a los números de las páginas que a las
divisiones del texto. Todas estas innovaciones quedaron más o me-
nos establecidas en torno al año 1530 y, con el triunfo del huma-
nismo, las formas de letra romana, a modo de sello de marca del
nuevo espíritu, se difundieron de Italia y Francia a la mayor parte
de Europa, desplazando a las formas de letra gótica menos legibles
que estaban desapareciendo fuera de Alemania.
Así nació el libro moderno. La página del título, que proclamaba
el tema del libro, daba el nombre del autor e informaba al comprador
de la dirección del editor, se puede considerar la primera informa-
ción publicitaria. Los esfuerzos que se realizaban para hacer el texto
más accesible, dividiéndolo en unidades que facilitaban el volver a
cualquier pasaje, iluminaron la labor de la lectura. Es obvio que todo
Historia de la comunicación 33

controlar la palabra impresa por medio de licencias, la concesión de


privilegios exclusivos en ciertas obras y la censura. Mientras que
Inglaterra tuvo éxito en deshacerse de tales controles en el siglo
XVIII, éstos sobrevivieron en cierta medida por todo el resto de
Europa. Posteriormente llegaron las publicaciones clandestinas y las
cadenas de venta de libros, así como la multiplicación de ediciones
piratas y de contrabando. Las prensas que producían este material
naturalmente surgían fuera del alcance de los funcionarios del go-
bierno, y sus productos llegaban al mercado de manos de vendedores
ambulantes clandestinos. Para Francia, estas prensas estaban loca-
lizadas en lugares como Amberes, Estrasburgo y Ginebra durante la
Reforma, y durante el reinado de Luis XIV en Amsterdam, Lieja,
Neufchátel y Ginebra.

La prensa periódica y los periódicos

Seria erróneo pensar que hasta la aparición del periódico la pren-


sa se dedicaba principalmente a la producción de libros. Desde sus
inicios ha sido un medio de información de todo tipo. Del siglo XV
en adelante aparecían panfletos con descripciones de victorias mi-
litares, festivales, progresos reales y funerales. De forma gradual la
imprenta empezó a utilizarse para decretos oficiales, proclamaciones
y avisos. También muy pronto empezaron a ser comunes las narra-
ciones populares de apariciones monstruosas y otros sucesos apó-
crifos. La controversia política y religiosa dio paso a una producción
especialmente nutrida que iba de propaganda ordinaria a tratados
refinados. Y más tarde la imprenta empezó a utilizarse cada vez más
para todo tipo de publicidad. Por ejemplo, una investigación reciente
ha señalado que en toda la Inglaterra del siglo XVIII una multitud
de pequeños impresores producían billetes, carteles, direcciones elec-
torales y respuestas de candidatos a sus oponentes; podemos ver
aquí el inicio de la "opinión pública".
Algunos de los productos de la prensa tendían naturalmente a
ser publicaciones periódicas, como almanaques y calendarios. Éstas
se hicieron cada vez más numerosas en el siglo XVII, y especialmente
en el XVIII. En 1770, la Stationers' Company de Londres imprimía
207.000 copias de catorce almanaques distintos, de los cuales sólo
Raymond Williams Ed.

Lores Unfpeikable PaíTion \


0r,The Youngman's Aoíwer to

Tender hearts of London City


Beauty over Love doA mumph, f But tis pavone fe pritef,
' cauíing Lovers to complain; fljould befiMedwíab c
7# aflttfam ffiv Play-Houfe Tw# Or, Ta*&r tM% i c e

JUtílIMitlMffl,
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La Ao/a de una W a de/ sfg/o ATK/7. pane de la muy variada producción de la prensa
de la que surgió el periódico.

Un producto igualmente humilde de fecha muy posterior: un popular grabado catalán


sobre madera a favor de una república federal, impreso en 1873.
Historia de la comunicación 35
uno de ellos, llamado Vox Stellarum, ascendía a la cantidad de
124.000 copias. Poco a poco, estas publicaciones fueron añadiendo
noticias, desde sucesos políticos hasta predicciones astrológicas,
mientras que los anuarios especializados también proliferaban.
Al mismo tiempo la demanda de noticiasfinancierasy políticas
de actualidad, de parte de un público sustancial, llevó al surgimiento
de los auténticos periódicos. En 1597 Samuel Dilbaum inició una
hoja informativa mensual en Augsburgo, donde estaba la sede del
banco de Fugger y, hacia 1605, salió a la luz un boletín comercial
quincenal en Amberes, el gran centro comercial de Europa. El honor
de inagurar un servicio regular de noticias pertenece a Holanda y
Alemania, donde se editaban varios panfletos de noticias quince-
nales y semanales a principios del siglo XVII. En Londres las gacetas
semanales empezaron a circular en 1620 y Thomas Archer lanzó sus
Noticias semanales de Italia, Alemania, Hungría, Bohemia, el Pa-
latino, Francia y los Países Bajos en 1622. En enero del año 1631
dos vendedores de libros protestantes de París, Martin y Vendóme,
crearon las Nouvelles extraordinaires de divers endroits, también mo-
deladas en gacetillas holandesas. Pero cuatro meses más tarde el
Cardenal Richelieu, demasiado consciente del potencial de la nueva
prensa, garantizó a Théophraste Renaudot el privilegio exclusivo
para su publicación. En 1632 se le añadió un suplemento de anuncios
llamado La Feuille du bureau d'adresses.
De hecho, la actitud de los gobiernos fue crucial en determinar
el carácter de la prensa periódica que emergía en los distintos países.
La subdivisión de Alemania en muchos principados pequeños y la
existencia de múltiples formas de censura, así como las licencias
exclusivas, hacían de la publicación periódica competencia exclusiva
de los gobiernos, pero también alentaban la aparición de hojas de
noticias escritas a mano y la formación de "fábricas" de copias que
jugaron un papel importante en la diseminación de ideas subversivas
a principios del siglo XVIII. Holanda, país donde floreció la tole-
rancia y que había adoptado una sustancial proporción de la inte-
lligentsia francesa protestante después de la revocación del Edicto
de Nantes en 1685, fue la cuna de una prensa contraria al absolu-
tismo de Luis XIV. Por otro lado, en Gran Bretaña la libertad de
prensa experimentó una suerte variable con las corrientes variables
de la vida política. Ocho años después de la revolución de 1688, la
36 Raymond Williams Ed.
Ley de Licencia de Jaime II fue revocada, pero el rápido crecimiento
de la prensa periódica que se formó y su independencia política
asustaron al Parlamento, que impuso un timbre fiscal en 1712 y
subió el precio de los ejemplares limitando así su circulación.
Es imposible dar ni siquiera un esbozo de la diversidad de pu-
blicaciones que producían las prensas de Europa en el siglo XVII.
El Journal des savants (1665) de París era el modelo para las Tran-
sacciones de la Sociedad Real de Londres (1665) y otros periódicos
eruditos como las Nouvelles de la république des lettres, editado por
Pierre Bayle en Amsterdam desde 1684, y el Acta Eruditorum de
Leibniz, publicado en Leipzig desde 1682. Dentro y por toda Francia
surgió una vigorosa prensa literaria en el periodo de la Ilustración,
y la censura no logró sofocar el crecimiento de periódicos especia-
lizados o de las hojas de propaganda, de las que el modelo eran los
Affiches de Lyon, publicados por primera vez en 1748.
Pero fue en Gran Bretaña donde realmente tuvo lugar un de-
sarrollo espectacular. Los órganos más brillantes eran a menudo los
más efímeros, pero eran editados por ingenios satíricos como Defoe,
Addison y Steele, cuyos destacados artículos en el Tatler (1709) y el
Spectator (1711) les otorgaron un poderoso dominio sobre la opinión
pública. Londres produjo el primer periódico diario del mundo, el
Daily Courant (1702) y también nació el Gentleman's Magazine,
publicado por primera vez por Edward Cave en 1731. Con esta fértil
producción las tiradas de prensa se multiplicaron por ocho, a pesar
del timbre fiscal entre 1712 y 1757. El ímpetu de este crecimiento
fue tal que el Parlamento se sintió obligado a aceptar la publicación
de sus debates en 1771, y en 1787 Edmund Burke pudo hablar por
vez primera del "cuarto estado". La circulación total alcanzó casi
nueve millones y medio de copias en 1780, casi veinticuatro millones
y medio en 1811, y casi treinta millones en 1820. La era del periódico
dominical se inició con el Sunday Monitor en 1779 y el Observer en
1791. En 1785, The Times, el más grande de todos los periódicos
británicos, fue creado por John Walter para alcanzar una circulación
de 10.000 hacia 1820, 40.000 hacia 1850 y más de 60.000 tras la
guerra de Crimea.
Al mismo tiempo, en Francia la revolución liberó a la prensa de
los grilletes del sistema de privilegios. El artículo XIX de los De-
rechos del Hombre declaraba que "la comunicación libre del pen-
Historia de la comunicación 37

Sarniento y la opinión es uno de los más preciados derechos del


hombre. Por lo tanto, cada ciudadano puede hablar, escribir o im-
primir libremente excepto en los casos que la ley lo impida". Los
panfletos políticos proliferaron y, de hecho, muchos de los líderes
revolucionarios como Mirabeau, Camille Desmoulins, Marat y Hé-
bert, eran periodistas. Hasta 1792 la libertad de expresión quedaba
asegurada por un duro equilibrio de poder entre las facciones opues-
tas, pero que no sobrevivió a partir de entonces (aunque una prensa
clandestina seguidora de la realeza siguió publicando en las cercanías
del Palacio Real). Como ha dicho Mes Janin, la libertad de prensa
se extinguió por sus propios excesos. La Convención y el Directorio
no fueron distintos del Comité de Seguridad Pública a este respecto,
y tras su ascensión al poder, Napoleón amordazaba con frecuencia
a la prensa en la práctica mientras que fingía estar de acuerdo con
el principio de la libertad de prensa.
Pero estos altibajos políticos no tendrían que hacernos olvidar

Panfletistas revolucionarios toman las calles de París. Distinguimos en el fondo la


imprenta de la Enciclopedia.
38 Raymond Williams Ed.

los profundos cambios generales que se operaron en Europa. El cre-


cimiento del periódico, haciéndose primero patente en Gran Bre-
taña, coincidió con la inauguración de la Revolución Industrial, lo
que nos tiene que hacer recordar que fue esencialmente una revo-
lución en las comunicaciones. El periódico surgió como una fuente
indispensable de noticias rápidas y regulares en el momento en que
el tren, el barco a vapor, la hélice, el casco de metal, el telégrafo
óptico y después eléctrico estaban haciendo su aparición en un pro-
ceso que, virtualmente, significó la aceleración de la historia. En el
mismo periodo, la fabricación se hizo cada vez más importante y
los trabajadores agrícolas emigraron a las ciudades. El periódico
sirvió, por un lado para orquestar las aspiraciones de la burguesía
ascendente, y por otro jugó un papel vital como voz organizadora
para el proletariado urbano desarraigado y pobre, de modo que mu-
chas de sus esperanzas residían en la dirección que iba a tomar el
desarrollo de la educación, el progreso científico y, por lo menos en

El periódico era el portavoz del humilde proletariado urbano: un zapatero parisino, de


un popular periódico ilustrado alemán, 1845.

La literatura a entregas por autores prestigiosos de la prensa popular. El dibujo de


Grandville muestra a un autor cortando a pedazos la producción de un escritor de
cuchillos y fantasmas. En el fondo, la inspiración se destila en literatura "macarrónica ".
Historia de la comunicación 39

Francia, las urnas. De aquí el miedo a la prensa de parte de las


autoridades y la larga lucha por la libertad de prensa. En Francia
las pasiones ascendían vertiginosamente según los gobiernos se in-
clinaban entre la tolerancia y la represión, y la Revolución de 1830
puede atribuirse a esta causa. Durante mucho tiempo la prensa ex-
perimentó un progreso claro, aunque definido; hacia 1830 el Cons-
titutionnel tenía 20.000 suscriptores, el extremadamente monárqui-
co Quotidienne 6.500 y el Journal des débats 12.000. En Gran Bretaña,
la clase dirigente luchó por suprimir el crecimiento de la prensa
radical (que se llamaba la Pauper Press) por medio de severas sen-
tencias a los editores y de los impuestos (los "impuestos del cono-
cimiento"), que agobiaron tanto a los periódicos que los diecisiete
diarios londinenses sólo tenían en total 40.000 suscriptores com-
parados con los 60.000 de París.
En 1835 surgió un nuevo desarrollo cuando Emile de Girardin,
hijo ilegítimo de una buena familia, lanzó la Presse a una suscripción
a la mitad de precio que sus rivales y de menor coste gracias a los

"Oficina de noticias: contra-


tación de anuncios": un di-
bujo simpático y encantador
de una oficina de un perió-
dico en Bloomsbury, Lon-
dres, alude al inicialmente
modesto y después cada vez
más importante papel de la
publicidad en la financiación
de los periódicos.
40 Raymond Williams Ed.

ingresos por publicidad. Argumentaba que, ya que el éxito comercial


depende del número de suscriptores, el precio debe mantenerse lo
más bajo posible a fin de obtener un número más alto de suscrip-
ciones. Siguiendo esta filosofía, muy pronto alcanzó una circulación
de 20.000 números y un periódico rival, el Siécle, que copió sus
métodos y tuvo la ventaja de ser el segundo en este campo, rápi-
damente llegó a 40.000. Hacia 1846 los veinticinco diarios parisinos
tenían 180.000 suscriptores.
Para atraer y mantener la lectura a este nivel, Girardin y sus
imitadores copiaron las técnicas editoriales de los periódicos po-
pulares ingleses. Establecieron el uso de la novela a entregas, que
apareció por primera vez en Inglaterra en 1719 con Robinson Crusoe.
Utilizaron los nombres más prestigiosos de la literatura francesa para
escribir novelas y columnas regulares como Chateaubriand, Víctor
Hugo, Lamartine, Balzac, Dumas, George Sand y Eugéne Sue, y
gradualmente tuvieron que amoldar sus escritos a las demandas del
público y crear "best sellers" en vez de dirigirse a los salones lite-

"Corre a por el periódico de


la mañana": el crecimiento
de los periódicos populares
reflejado en un grabado sobre
madera de un periódico ilus-
trado. La noticia del momen-
to es la Revolución de 1848
en Francia.
Historia de la comunicación 41
rarios. Más tarde, las nuevas técnicas de reproducción -primero los
grabados sobre madera y después el proceso de medio tono- trajeron
de vuelta la imagen impresa (ver capítulo 8). Siguiendo el uso de
los grabados sobre madera del Observer desde 1791 y (aunque de
modo característicamente limitado) de The Times, empezaron a apa-
recer los periódicos muy ilustrados en los años 1830-1840 como el
Penny Magazine (1830), el Pfennig Magazin (1833), Caricature y
Charivari (1832), Punch (1841), Illustrated London News (1842) e
Illustration (1843). Con el continuo crecimiento de la alfabetización

La idea de la educación popular queda satirizada en una primera página del primer
ejemplar del Penny Magazine.
42 Raymond Williams Ed.
por toda Europa, la circulación de los periódicos iba a seguir au-
mentando de un modo impresionante -aunque en ningún lugar más
que en Gran Bretaña que, gracias a la abolición de los "impuestos
sobre el conocimiento", iba a dejar atrás a otros países durante la
era victoriana. La prensa tradicional estaba indefensa ante el perió-
dico de un penique, de modo que la circulación de The Times, fiel
a sus lectores tradicionales, se estancó mientras que el Daily Tele-
graph, fundado en junio de 1855, alcanzaba 144.000 copias en el
año 1861 y 191.000 en 1871. La prensa local provincial también
crecía y, en muy poco tiempo, todo el mundo tenía acceso al perió-
dico.

La tecnología de la producción en masa: papel, impresión,


composición

Todo esto no habría sido posible si la Revolución Industrial no


hubiera proporcionado la tecnología esencial en cada fase.
La innovación en la fabricación de papel se había iniciado muy
pronto. En el siglo XVII la aparición del "cilindro holandés" acabó
con lo que era prácticamente el monopolio francés en la fabricación
de papel. Hacia 1750 el fabricante de papel inglés James Whatman
empezó a abastecer al impresor John Baskerville de Birmingham de
papel vitela de alta calidad y de suave textura, muy apropiado para
la producción de buenos libros. Los primeros intentos con éxito en
el rollo de papel continuo fueron realizados por Louis-Nicolas Ro-
bert, empleado de una fábrica de papel de Essones, en Francia, antes
definde siglo. Poco tiempo después el propietario de Essones, Didot
Saint-Léger, llevó este proceso a Inglaterra, donde lo perfeccionó
con su cuñado John Gamble, otros dos fabricantes de papel, Henry
y Seely Fourdrinier, y un ingeniero llamado Bryan Donkin. La pro-
ducción subió vertiginosamente y como el vapor reemplazó a la
energía hidráulica, la industria fue capaz de abastecer los enormes
pedidos de las imprentas. A mediados del siglo XIX, había más de
300 máquinas de fabricación de papel a vapor, 200 en Francia y
sobre el mismo número en Alemania. La producción en Gran Bre-
taña se multiplicó por diez entre 1810 y 1860, año en el que sólo el
4% del papel se fabricaba a mano.
Historia de la comunicación 43

Esta producción sumamente acelerada requirió nuevas fuentes


de materias primas para reemplazar los jirones que siempre habían
sido difíciles de conseguir. En 1718 Réaumur había demostrado que
la fibra de celulosa se podía obtener de enjambres de avispas, pero
se necesitaba más investigación sobre el tema y, de hecho, no fue
hasta mediados del siglo XIX en Alemania que se consiguió un pro-
ceso de producción de pasta de papel mecánica triturando la madera
blanca y suave de la pícea. Le siguió la pasta química en la segunda
mitad de siglo, con lo que se dejaba ya preparado el camino para
las gigantescas fábricas papeleras que consumen inmensos bosques
de madera cada año.
Mientras, se dieron nuevas mejoras en las técnicas de impresión.
Un problema era encontrar un medio de duplicar las formas para
permitir hacer reimpresiones sin conservar el carácter permanen-
temente. En 1739 William Ged de Edimburgo publicó una edición
de Salustio de moldes antiguos. La necesidad del gobierno francés
de imprimir el papel moneda conocido con el nombre de assignats
entre 1789 y 1797 -de modo que evitara la falsificación por el pos-
terior y estimulado progreso inglés-, y producir estereotipos de yeso
de moldes de París se convirtió en una práctica común. Entre 1830
y 1840 Louis Hachette llegó tan lejos como para corregir una edición
de diccionario griego de Alexander sobre estereotipos para no fijar
el tipo.
44 Raymond Williams Ed.

Fue aún de mayor importancia la necesidad de incrementar la


producción de las prensas. Se hicieron numerosos esfuerzos en esta
dirección durante los años 1770-1780, especialmente en Francia.
Luego, hacia el 1800, el conde de Stanhope, ayudado por el ingeniero
mecánico Robert Walker, inventó una prensa de hierro que reem-
plazaría la de madera utilizada hasta entonces. La famosa prensa
Stanhope tuvo muchos descendientes, la Columbian y la Albion en-
tre otras. Pero se necesitaban desesperadamente otras soluciones
para suplir la demanda de periódicos. El alemán Friedrich Kónig
trabajó en la idea de una prensa mecánica a vapor entre 1777 y
1803. Se le ocurrió reemplazar la platina lisa por un cilindro de los
usados para el grabado en cobre o como el utilizado por Valentin
Hauy para hacer impresiones en relieve para profesores ciegos; tam-
bién adoptó el rodillo de tinta inventado por William Nicholson,
doctor londinense del siglo XVIII, para reemplazar los viejos tinteros
manuales. El 29 de noviembre de 1814 The Times se imprimió por
primera vez con la prensa a vapor de Kónig y al año siguiente en-
contró un modo de acoplar dos prensas de modo que el recto y el
verso de cada página se podía imprimir de una vez. Había llegado
la prensa "perfeccionada" o "de retroceso". Más tarde, Edward Cow-
per y John Applegath la mejoraron y aseguraron nuevas mejoras en
la producción.

Una rotativa gigante, el vertical de ocho alimentadores de Robert Hoe de 1862.


Historia de la comunicación 45

Aún así, el movimiento alternativo del tipo-platina limitó la pro-


ducción a unos pocos miles de hojas por hora. Un ritmo de pro-
ducción más rápido sólo se podría lograr con la adopción de una
superficie de impresión cilindrica según el modelo de los cilindros
grabados utilizados para imprimir algodón en el siglo XVIII. En 1790
Nicholson patentó esta idea, pero las primeras máquinas eficaces
fueron producidas por Applegath y el americano Robert Hoe. El tipo
quedaba encerrado en ramas y las columnas y páginas divididas en
filetes fijados al cilindro de impresión. Esto les permitía construir
máquinas monstruosas con cilindros verticales de gran diámetro,
con un número de hombres que introducían las hojas de papel in-
dividualmente a la velocidad de 12.000 por hora. Es difícil imaginar
cómo esas máquinas podían trabajar utilizando una frágil superficie
de impresión que no era perfectamente cilindrica. La llegada de un
estereotipo flexible proporcionó una solución mejor. El francés Jean-
Baptiste Genoux sugirió sustituir el yeso del molde-tipo de París por
el flexible y no inflamable papel "maché" en 1829 y Worms y Phillips
tuvieron la idea de aplicarlo a estereotipos cilindricos en fabricación.
La tecnología se perfeccionó y se empezó a utilizar entre 1857 y
1860. Esto hizo posible imprimir periódicos en rollos de papel con-
tinuo y, de este modo, las máquinas papeleras gigantes fueron aco-

La prensa Walter, introducida por The Times en 1866, usaba estereotipos para im-
primir ambas caras de un rollo continuo simultáneamente, ofreciendo una producción
de 10.500 periódicos completos por hora.
46 Raymond Williams Ed.

piadas a inmensas prensas rotativas capaces de imprimir, doblar y


guillotinar decenas de miles de periódicos enteros cada hora. Im-
primir periódicos a un ritmo tan acelerado no habría sido de ninguna
utilidad si la composición hubiera quedado sujeta a los viejos y lentos
métodos manuales. Éste fue el problema que más costó resolver. Los
primeros intentos de reducir el tedio de componer letra a letra fueron
realizados por The Times a fines del siglo XVIII al introducir cajas
que contenían las palabras más recurrentes y combinaciones de letras
fundidas en lingotes sueltos. Las máquinas eran luego activadas, lo
que permitía que las letras fueran "llamadas" por medio de un te-
clado. Aunque fue de alguna utilidad por carecer de una alternativa
mejor después de 1840, no resolvía la justificación de línea ni la
compaginación y las revistas de esas máquinas "pianotipo", como
se las llamaba, sólo podían contener un número relativamente pe-
queño de caracteres. En 1845 Gérard de Nerval dio con la solución
verdadera cuando se dispuso a fabricar una máquina de fundición
de tipos que podía componer desde sus propias matrices hasta una
medida de texto especificada. Sin embargo, hasta la década 1880-
1890 no se perfeccionó la primera linotipia, que justificaba auto-
máticamente las líneas en una pieza, por parte de un alemán recién
inmigrado a América llamado Ottmar Mergenthaler; y sólo a prin-
cipios del siglo XX apareció la máquina monotipo, que producía
líneas justificadas formadas por caracteres individuales bajo las ins-
trucciones de una cinta perforada previamente preparada.
KEW YOKK. DKCKMBER26, 1846,.
MBSSBS. OIJAY * BOSHWBORO'S PATENT TYFB «errata
MACBDíB.

Un intento temprano de composi-


ción mecánica que se parece al piano
en más cosas que el nombre.
Historia de la comunicación 47

La prensa popular y la explosión de la imagen

Así, poco a poco se ensambló la tecnología necesaria para hacer


posible lo que fue llamado periodismo de masas. La prensa de un
penique dio paso a la prensa de medio penique con el lanzamiento
por parte de Lord Northcliffe del Daily Mail en 1896, y hacia 1914
la circulación de varios diarios británicos se acercaba a la cifra de
un millón. En Francia, donde una ley de 1881 aseguró finalmente
la libertad de prensa, las tiradas continuaron subiendo y en vísperas
de la Primera Guerra Mundial había cuatro periódicos matutinos
con más de un millón de lectores cada uno.
No obstante, nada se puede asemejar al explosivo crecimiento
de la prensa en los Estados Unidos. Aquí surgió un estilo de perio-
dismo popular agresivo con llamativos titulares y profusión de ilus-
traciones, y haciendo mucho uso de las tiras cómicas como el famoso
"Yellow Kid" (iniciado en 1894), y que se dirigía con mucha ha-
bilidad a la muy básica cultura de los millones de nuevos inmigran-
tes. Ésta fue la era de los grandes barones de la prensa, como Pulitzer
(1847-1931), judío húngaro que llegó a América a los diecisiete años,
y William Randolph Hearst (1863-1951), hijo de un millonario ca-
liforniano.
Hacia 1910 había veintidós periódicos diarios en Nueva York y
en los Estados Unidos en conjunto unos 2.430 periódicos imprimían
24 millones de copias cada día. La geografía evitó la aparición de
diarios nacionales según el modelo británico y las circulaciones in-
dividuales nunca fueron superiores a un millón de copias. En cam-
bio, los Estados Unidos presenciaron, haciafinde siglo, la formación
de cadenas de periódicos y el crecimiento de la columna de perió-
dicos sindicados que transmitía las palabras de periodistas recono-
cidos nacionalmente por todo el país. Entre 1920 y 1940 la circu-
lación sumada de todos los diarios americanos pasó de 27.800.000
a 41.100.000; en el mismo periodo la cifra de los periódicos do-
minicales (a menudo 250 páginas) casi se dobló pasando de
17.000.000 de copias a 32.400.000. Finalmente, las nuevas técnicas
de telecomunicaciones hicieron posible que cadenas de periódicos
locales fueran coordinadas centralmente incluso hasta el punto de
lograr una entrada aislada de composición o la transmisión de pá-
48 Raymond Williams Ed.

ginas completas para secciones comunes de, por ejemplo, noticias


nacionales ofinancieras,o cuestiones sindicales.
Mientras que el periódico estaba en su apogeo en los primeros
treinta años de este siglo, el semanario y la revista ilustrada estaban
en un proceso de desarrollo. Este hecho coincidió con el desarrollo
de dos nuevos procedimientos para la reproducción del texto y de
ilustraciones -la litografía en offset y el fotograbado (ver capítulo
8)- hasta el punto de que pusieron seriamente a prueba los métodos
tradicionales de la prensa tipográfica. Aunque las innovaciones a las
que nos referimos fueron realizadas principalmente con anterioridad
a la Primera Guerra Mundial, sólo fue más tarde cuando empezaron
a tener impacto. Creadas para reunir los requisitos de las revistas
impresas en papel glaseado y del enorme aumento en la cantidad de
material publicitario, folletos y anuncios, conservaban religiosa-
mente la imagen en el centro de la impresión. El tratamiento de la
tipografía y la composición y corrección de la prueba por métodos
tradicionales de metal caliente, como material para la cámara así
como para las ilustraciones, hicieron mucho más posible un mayor
grado deflexibilidaden el trazado y presentación de la página que

Periodismo tradicional: un cartel


que anuncia el New York Times en
1895.
El nuevo periodismo popular: la pri-
mera plana de un ejemplar de The
World de Joseph Pulitzer. Cabe ad-
vertir el énfasis en las cifras de cir-
culación y el éxito publicitario en la
X„-T=' cabeza calva.

Barcelona
El Liberal I

5
La primera plana de El Liberal, un i m mm
periódico español de clase media del
v a n panul
5 de octubre de 1902, con una ilus-
tración de Picasso. wmmBBBm
50 Raymond Williams Ed.

con los métodos tipográficos que utilizaban el tipo por un lado y los
bloques por otra.
A su vez, desde la década de los cincuenta, la tecnología elec-
trónica ha empezado a hacer estos procesos obsoletos o ha impuesto
cambios radicales sobre ellos. La composición resultó la primera área
afectada. Todo el mundo sabe que ahora es posible enviar decenas
de miles de palabras en un tiempo mínimo con la cinta perforada
con justificación de línea automática y compaginación simple me-
diante un ordenador con un programa relativamente avanzado. El
ordenador puede controlar una máquina de composición mecánica,
pero es particularmente adecuado para el uso de técnicas de foto-
montaje modernas, de las cuales la primera fue el proceso lumitype
(lumitipia), inventado en Francia en 1954 por Higounet y Moyrand
y comercializado en América. Las últimas composiciones en película
generan sus propias formas de letra desde una matriz de impulsos
luminosos y son capaces de componer todo un libro en pocos mi-
nutos. A su vez esta tecnología se aviene particularmente bien con
los procesos de impresión en offset, ya que la imagen sobre una
platina litográfica se produce por medios fotográficos. Así, parece
que la constelación actual de procesos gráficos favorece las técnicas
planográficas y relega el tipo a la basura.

Una revolución en los libros

Cualquiera que sea el objetivo digno de estos nuevos procesos,


no se debe ignorar que están específicamente confeccionados para
satisfacer las necesidades de la llamada cultura de masas, lo cual
implica altos costes iniciales con lo que se requieren enormes tiradas.
Creados para reunir los requisitos de la prensa y la publicidad, han
variado continuamente de táctica en lo que se refiere a los libros y
durante el último siglo y medio han cambiado constantemente los
criterios en los que debemos considerar el problema de la relación
de la creación literaria en los procesos económicos contemporáneos.
Por lo tanto resulta algo prematuro el pronunciamiento de Marshall
McLuhan de que "el libro está muerto" justo cuando, según algunos
expertos financieros y como las estadísticas confirman, se está ex-
perimentando un nuevo acceso de vitalidad. Quizá deberíamos tra-

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