La paradoja de la mera adición según Derek Parfit en el
análisis práctico
Clara L. Erben Vázquez
Abstract
Este artículo ofrece algunas soluciones a problemas relacionados con las visiones
utilitarias totales y su influencia en la paradoja de la mera adición. El análisis, basado en
la obra Reasons and persons1, versa sobre la cuarta y última parte del libro; la ética de
población2, donde se plantea el proceder ético respecto a generaciones futuras partiendo
de un experimento mental. Su autor, Derek Parfit 3 ha demostrado que la concepción del
utilitarismo conlleva a afirmar la Conclusión Repugnante; la idea de que es preferible
una población muy extensa de personas escasamente felices, a una, cuyos individuos
posean un gran nivel de placer.
El objetivo de este estudio es ofrecer una tesis que rechace sus premisas como
inaceptables, de modo que su conclusión quede invalidada.
1
Parfit, D. (1984). Reasons and persons. OUP Oxford.
2
Arrhenius, G. (2012). The impossibility of a satisfactory population ethics. In Descriptive and normative
approaches to human behavior (pp. 1-26).
3
Derek Parfit fue un filósofo británico nacido en Chengdu especializado en problemas de identidad
personal, ética, racionalidad y la relación entre las mismas. Trabajó durante toda su vida académica en la
Universidad de Oxford y fue Principal Investigador Emérito en el All Souls College. También fue
profesor visitante en las universidades de Nueva York, Harvard y Rutgers. En 2014 recibió el premio Rolf
Shock de Lógica y Filosofía “por sus contribuciones innovadoras sobre la identidad personal, el respecto
a las generaciones futuras y el análisis de las teorías morales”. Asimismo, Parfit fue fotógrafo y poeta y se
casó con la filósofa Janet Radcliffe Richards.
Introducción
¿Podemos evitar la conclusión repugnante?4
Recientemente, varios filósofos han argumentado que deberíamos aceptar, en lugar de
tratar de evitar, la conclusión repugnante. Defienden que, tratándose de éticas
normativas, es normal encontrarse con alguna conclusión contraintuitiva, pues estamos
tratando con experimentos mentales que, a menudo, se salen de nuestro entendimiento
racional.
La paradoja de la mera adición conlleva una triple problemática. Aceptar la conclusión,
resulta repugnante, negar su repugnancia conduce a problemas mayores y
contraargumentarla, origina nuevas conclusiones igual de repugnantes. Para desmontar
completamente dicha paradoja sería necesario analizar su base teórica y atacar los
fundamentos de la ética normativa.
Según el utilitarismo clásico5, una acción es moralmente buena en la medida en que
maximiza la felicidad. A la hora de tomar una decisión hemos de tener en cuenta las
consecuencias6 de nuestra acción. Buscamos producir la mayor cantidad de felicidad y
bienestar para el mayor número de individuos involucrados y así, maximizar la utilidad.
Su peculiaridad radica en que prioriza lo cuantitativo, a pesar de lo complejo que resulta
medir las emociones, y en mayor medida, las ajenas. Esta teoría ocasiona varios
problemas. La paradoja de la mera adición es uno de ellos.
A continuación, se planteará resumidamente el origen de la problemática.
4
Parfit, D. (2016). Can we avoid the repugnant conclusion?. Theoria, 82(2), 110-127.
5
Basado en la obra de su fundador Jeremy Bentham, (1748-1832) An introduction to the principles of
morals and legislation. (1780)
6
La primera referencia al consecuencialismo fue propuesta originalmente por la filósofa inglesa Elisabeth
Anscome (1958) en su obra Modern moral philosophy1. Philosophy, 33(124), 1-19.
Partimos de la comparación de las siguientes poblaciones hipotéticas:
El ancho de las barras indica la cantidad de individuos, mientras que el alto, marca la
calidad de vida de estos individuos.
El mundo A contiene el menor número de habitantes con la mayor calidad de
vida promedio.
El mundo A+ añade respeto a A, la existencia de un subgrupo con la mitad de
calidad de vida, pero duplicando la población7.
El escenario B- elimina la desigualdad de A+ y eleva su promedio de felicidad.
El escenario B unifica los dos subgrupos de B-.
Derek Parfit pone en evidencia la incompatibilidad mutua que se produce entre las
siguientes afirmaciones sobre el valor relativo, intuitivamente convincentes 8:
A+ no parece peor que A. Pues las personas en A están iguales en el primer
subgrupo de A+ y a mayores, el grupo adicional está mejor en A+ existiendo,
que en A, no existiendo.
B- parece mejor que A+. Ya que B- tiene una felicidad total y promedio superior
a A+, además de eliminar la desigualdad previa.
B no parece peor que B-. Pues la única diferencia es la fusión que se produce en
B, sin variar los valores.
7
Cabe resaltar que según Parfit la desigualdad entre la calidad de vida no es relevante pues los subgrupos
de A+ no son conscientes de su respectiva existencia, por lo tanto, esa desigualdad no se convierte en una
experiencia real, ya que no existen sujetos que la manifiesten.
8
Algunos estudiosos como Larry Tempkin y Stuart Rachels, sostienen que las incongruencias entre las
cuatro afirmaciones se deben a la suposición de que la relación “mejor que” es transitiva. Por lo tanto,
alegan que rechazando dicha suposición podemos resolver la incongruencia, de modo que de la premisa
B- es mejor que A+ y A+ no es peor que A, no se deduce la conclusión de que B- sea mejor que A.
B es mejor que A. Pues si seguimos el razonamiento lógico de las anteriores
premisas, en conjunto, llegamos a la conclusión repugnante.
Los argumentos que sostienen la paradoja son los siguientes:
A es tan bueno como A+.
A+ es peor que B-.
Por lo tanto, A es peor que B-.
B- es tan bueno como B.
Por lo tanto, A es peor que B.
La conclusión de que B es mejor que A es cuestionable. Es contraintuitivo defender que
un mundo con menor promedio de calidad de vida siempre será mejor que un mundo
con mayor calidad, simplemente por un número de seres vivientes superior.
Para clarificar este dilema y contraargumentar las tesis de Torbjörn Tännsjö 9 y Michael
Huemer10, que negaban la repugnancia de la población B, Parfit ha alargado el
argumento hasta un mundo Z; una población con un enorme número de personas cuya
vida apenas merece la pena ser vivida.
9
Arrhenius, G., Ryberg, J., & Tännsjö, T. (2006). The repugnant conclusion.
10
Otra estrategia para evitar la paradoja es alegar que la conclusión de que B es mejor que A no es
repugnante. Torbjörn Tännsjö lo defiende en sus obras (2004). Why we ought to accept the repugnant
conclusion. The Repugnant Conclusion, 219-237. Asimismo, Michael Huemer se mantuvo en esta línea
con su libro In defence of repugnance. Mind, (2008). 117(468), 899-933. La intuición de que B es peor
que A es errónea, pues el valor colectivo de B es mayor que A. Sin embargo, Parfit alega que tal análisis
no sostiene la verdadera fuente de repugnancia y que esta radica en Z.
Si aplicamos la lógica anterior, Z sería mejor que A, porque la suma total del placer de
muchísimas personas sería superior al placer de una pequeña población. Y
efectivamente si multiplicamos, por ejemplo 100 individuos por un placer de 100,
obtenemos 10.000, una cantidad menor que 1.000.000 de personas con un nivel de vida
de 1.
Resulta intuitivamente repugnante afirmar que el mundo Z es preferible al mundo A.
Cabe resaltar que las vidas de la población Z merecen la pena ser vividas, están por encima del
valor 0, son mejores que la no existencia, no contienen sufrimiento, sino que se caracteriza por
su monotonía. Las únicas cosas valiosas del mundo Z serían lo que Parfit denomina “muzak and
potatoes”. Es decir, sería una vida acompañada de una música simple y comida aburrida.
Por razones no solo de ordenación de los argumentos sino también del desarrollo de la
propia paradoja, dividiré el ensayo en cinco partes:
1. A>A+ (desigualdad de A+. y la inexistencia no es negativa en sí misma, la
existencia tampoco puede ser positiva en sí misma)
2. En segundo lugar, alegaré que B es peor que A.
3. El valor 0
4. En tercer lugar, plantearé (Contraargumento) aplicado a la inversa paradoja
5. Conclusión: A>A+>B>Z (Argumento deductivo)
Neutral state
-falacia naturalista
-que es la felicidad
La primera parte ofrece una crítica a la teoría del valor en relación con los respectivos
mundos A, A+, B y Z. La segunda, añade una perspectiva subjetivista de la realidad
vinculada a la axiología. En tercer lugar, se incluye una crítica del utilitarismo clásico a
favor del utilitarismo negativo y del utilitarismo de preferencias. La cuarta parte
consiste en un análisis del altruismo eficaz. Por último, la quinta y última sección añade
una concepción personal sobre el tiempo en defensa del presentismo.
1. A>A+
La paradoja establece externamente una comparación entre las diferentes poblaciones.
En primer lugar, expondré motivos por los que considerar que A es mejor que A+.
Como sujetos externos no podemos negar la desigualdad originada en A+. Respecto a
A, el segundo grupo de A+ tiene un nivel de vida inferior. Parfit alegaba que dicha
desigualdad11 no tiene por qué ser un inconveniente si los sujetos desconocen su
respectiva existencia. Ponía el ejemplo de dos poblaciones separadas en distintas
galaxias o el caso real del estado Pre-colonización de América. Sin embargo, el desnivel
que se produce entre A+1 y A+2 existe y es una razón para elegir preferiblemente A
frente a A+. Siendo consciente de que la desigualdad en el mundo real es inevitable
pues es una consecuencia de nuestras diferencias como individuos, es el único
argumento factible para negar la primera premisa. Respecto a la desigualdad en la
realidad, lo que la hace negativa es la magnitud del desnivel existente entre poblaciones
desarrolladas y subdesarrolladas.
En primer lugar, quiero introducir una nueva perspectiva para analizar los mundos A y
A+. Para juzgar que mundo es preferible, me ayudaré del velo de la ignorancia de John
Rawls12 . A primera vista parece claramente preferible el mundo A, al mundo A+. Si
tuviésemos que elegir en qué población vivir, pocas personas estarían dispuestas a
11
Temkin, L. S. (1993). Inequality. Oxford University Press.
12
Rawls, J. (2004). A theory of justice. In Ethics (pp. 229-234). Routledge.
correr el riesgo de terminar en el grupo A+2, cuyo nivel de placer es mucho inferior al
de A. Para eliminar esta posibilidad, Parfit recuerda que la probabilidad de existir es un
50 por ciento menor en A que en A+, puesto que A+ contiene el doble de población.
Reformulando el dilema, pocas personas estarían dispuestas a arriesgar su existencia.
Por lo tanto, es preferible existir en A+ con un nivel de vida inferior a A, a no existir.
Aunque la existencia no suponga ningún desvalor, es innegable que nuestra
supervivencia natural nos impulsa a tomar esta decisión. La existencia de nuevas vidas
con valor positivo no puede ser mala, pero su inexistencia tampoco es negativa. La
existencia de personas adicionales no es en sí misma positiva. Lo es, sólo si estas vidas
contienen un nivel superior a 0. Pero este factor no establece ninguna diferencia para las
vidas ya existentes. Por lo tanto, podemos alegar que A+ no es peor que A, lo cual no
implica necesariamente que A sea peor que A+, pues la mera adición de buenas vidas en
A no debería suponer ningún desvalor para A+. Para la población de A, no supone
ninguna diferencia el grupo adicional, pues su supone que su preservación viene dada
por el símil del primer subgrupo de A+. En breves, afirmar que A no es peor que A+ no
implica necesariamente que sea mejor. Este es el argumento que defienden algunos
estudiosos como Larry Temkin y Stuart Rachels; de que la incoherencia entre las tres
premisas de la paradoja se debe a la asunción de que el conector “mejor que” es
transitivo. Desde este punto de vista, del hecho de que A+ no sea peor que A, y B sea
mejor que A+, no se puede deducir que B sea mejor que A.
2. A>B
Como argumenté anteriormente, A es preferible a A+ debido a su desigualdad.
Siguiendo e mismo argumento se podría alegar que B es mejor que A+, pues la
desigualdad previa queda eliminada por la fusión de los dos subgrupos, como un mismo
conjunto con idéntico nivel de placer. Sin embargo, el razonamiento que utilizo para
invertir dicho símil es el siguiente: el sufrimiento es peor que la desigualdad.
La relación en la realidad práctica entre reducción de placer y dolor es obvia.
Tratándose de un experimento mental, se podría negar tal consecución. Más huyendo de
la indeterminabilidad de la metaética, no veo otra escapatoria, que aplicarlo al único
mundo que conozco.
Volviendo al ejemplo del argumento 1, sin referencias no podemos estableces niveles.
La referencia de B es A+, y la de A+ es B. Podemos decir que la diferencia entre estos
dos mundos no radica en el número de seres vivientes, sino que lo hace respecto al nivel
de vida. La primera población, A+, tiene dos niveles distintos, mientras que la segunda,
B, no varía. Por lo tanto tenemos que el cambio de A+ a B se produce al disminuir el
placer del primer subgrupo para aumentar el nivel del segundo, menos favorecido. Es
decir, respecto a A+, en B un grupo gana a costa de la pérdida de otro. Es positivo que
se haya alcanzado la igualdad pero es negativo que el primer subgrupo de A+, que tenía
el mismo nivel de vida que A, en B, tenga menos placer. Como vimos anteriormente, en
la práctica la reducción de placer y el sufrimiento van de la mano.
La asimetría entre y el placer se debe a la preferencia del placer frente al dolor
Debate entre universalismo y relativismo
La valoración, no solo depende de la realidad, sino que también del sujeto. A pesar de
que exista un acuerdo, una especie de contrato social, influido por la cultura, sobre lo
bueno y lo malo, tal coincidencia no asegura un valor real. La ética se aleja de la
práctica en el afán perfeccionista de encontrar una ética normativa universal. A pesar de
comprender su función de mejorar la convivencia humana, considero que a menudo
conduce a escenarios simplemente hipotéticos e irreales. Este es el caso de la paradoja
de la mera adición. Un dilema que conlleva a aceptar una conclusión repugnante o
rechazarla aceptando otras conclusiones aún más repugnantes. Por este motivo y tras el
esfuerzo fracasado por encontrar soluciones a dicha incongruencia, procedo a analizar el
origen de lo absurdo en esta cuestión.
A continuación, introduciré mi perspectiva respecto al peligro que supone tratar
imponer una ética universal.
Las teorías éticas normativas buscan crear un patrón de conducta con el que juzgar a
todos los individuos por igual. Partiendo del concepto de normalidad 13, nos damos
cuenta de lo ambigüedad supone el término. Si imponemos una ética normativa,
podemos por ejemplo alegar que conforme al hedonismo la mayoría de las personas
buscan el placer. Es cuestionable la existencia de una posibilidad a la hora de encontrar
los principios básicos que deberían regir una teoría universal. Ya que todo conocimiento
adquirido pasa por el filtro de la identidad personal. ¿Cómo podemos encontrar la
13
Reider, N. (1950). The concept of normality. The Psychoanalytic Quarterly, 19(1), 43-51
esencia unificadora del ser humano si en su búsqueda estamos condenados a nuestro
propio juicio personal? Podemos contemplar la idea de ética universal como un molde
creado para englobar a toda la humanidad. Parece obvio que cómo especie compartimos
ciertos rasgos comunes indefinibles.
Tampoco me parece acertado defender un relativismo moral, pues a pesar de que
ninguna opinión debería tener autoridad sobre otras 14. Pero no podemos defender que
todas son igual de válidas, pues, si todo vale, el mundo sería una auténtica selva. Por lo
tanto, mi objetivo es alejarme de los dos extremos, tanto del universalismo como el
relativismo, y buscar un término medio entre la aceptación y la corrección. Podemos dar
cabida a todo tipo de excepcionalidades humanas, sería peligroso defender una ética
discriminatoria. Más si un individuo traspasa la barrera de su libertad individual, y
transforma su opinión en acciones que infringen las leyes (relativas a cada contexto
cultural) de su comunidad, tendrá que buscarse un nuevo entorno. Es decir, en el
momento en que se produce una divergencia, es importante establecer el límite que
distingue la libertad individual de la ajena. Por ejemplo, se produce el siguiente
escenario posible:
En el sistema capitalista, conviven personas de muy distintas ideologías. Un sujeto B
considera que el comunismo es el modelo de Estado óptimo. Un sujeto C, discrepa al
respecto, en defensa del fascismo. La sociedad tiene la misma obligación de respetar sus
opiniones, como ellos de hacerlo respecto a su comunidad. Mientras dicha ideología no
busque maximizarse, en el sentido de imponerse sobre otras, mediante la fuerza; todo
tiene derecho a existir y pensar. Cuando se produce una divergencia respecto al sistema,
debemos aceptar la integridad de cada individuo, tanto como la propia. Los sistemas
totalitaristas surgen de ese afán de crear normas universales, de establecer un orden
predeterminado, de organizar la sociedad según unos principios superiores. La
diversidad en sí es una riqueza. No puedo evitar concebir la ética normativa como una
peligrosa imposición. Se podría establecer cierta similitud entre el universalismo moral
y el autoritarismo.
La búsqueda del ser humano de patrones universales a menudo conduce a los extremos.
No sabría como documentar mi criterio al establecer una relación directa entre los
14
la tolerancia es un principio básico de la ética, todas las opiniones deberían ser escuchadas y serán
juzgadas individualmente.
sistemas autoritarios y la ética normativa. Creo que la búsqueda de un punto intermedio
entre el universalismo y el relativismo sería lo más acertado y acorde con el carácter
humano. Aceptar que nuestros fines son diversos a la vez que ciertos fines coinciden,
pero no de forma uniforme. Es decir, existen nexos entre distintos individuos y culturas.
Se repiten algunes patrones. Más nuestra variedad no es compatible con la existencia de
un mismo estándar que se repita en todos y cada uno de los casos. La preservación del
“yo”15 y de la diversidad son favorables consecuencias del individualismo. Sería
contranatural categorizar a toda la humanidad con un mismo patrón. Por otro lado,
nuestro carácter político y la necesidad de pertenencia a un colectivo traza rasgos
comunes que nos permiten vivir en sociedad. La radicalización que a menudo se da
entre intelectuales a la hora de afrontar un problema origina un extenso debate que solo
conduce a la fragmentación. 16
Volviendo a la ética, quizá existe un punto intermedio hasta el que sería favorable
extender la población, en la práctica, dicho instante se podría observar a través de
síntomas reales. En un problema metaético sería más complejo delimitar dicha cuestión.
En resumen, alargar la población creando nuevas vidas es positivo hasta el instante en
que sus consecuencias sean más negativas que el valor de las vidas en sí mismas.
Una ética debería estar basada en algo externo al sujeto, para poder universalizarla. Un
ejemplo sería el principio del respeto 17. En primer lugar, defino respeto como la
consideración de integridad de algo ajeno a nosotros. Tanto el respeto a los animales,
como hacia la naturaleza, como a la vida, como a la humanidad, como al planeta, al
conocimiento… El respeto es la consecuencia del agradecimiento. Es una interpretación
de la vida, no como una deuda, no como agradecer a alguien por sentimiento de deuda,
sino adoptar una actitud de cierta admiración respecto al funcionamiento del cosmos
previo a nuestra existencia. Pues el individuo es pasajero. Como aseguraba Parfit: “El
yo no es lo que importa”.
El utilitarismo negativo
15
Freud, S. (2016). El yo y el ello. FV Éditions.
16
Gouveia, V. V. (1998). La naturaleza de los valores descriptores del individualismo y del colectivismo:
Una comparación intra e intercultural (Doctoral dissertation, Universidad Complutense de Madrid).
17
Dillon, R. S. (2003). Respect.
B podría ser mejor que A+/A si no se produjera ningún tipo de pérdida de placer, pues
unificar los dos subgrupos bajo el mismo valor eliminaría la desigualdad previa. Para
que B fuese mejor que A+, sería necesario aumentar el placer del grupo desfavorecido
sin reducir el del grupo favorecido. Pues reducir su placer supondría crear sufrimiento y
la prioridad del utilitarismo negativo es eliminar el sufrimiento en la mayor medida
posible.
1- Cuantificar valor y el desvalor.
2- Asimetría entre valor y desvalor.
3. EL VALOR 0
La teoría del valor y la comparación entre A, A+, B y Z.
Nada en sí mismo es bueno o malo. La valoración es un proceso esencialmente
subjetivo. Constantemente establecemos juicios sobre la realidad, le tribuimos valores
para clasificarla y comprenderla mejor. A menudo, este proceso nos lleva a pensar que
la verdad de las cosas está en cómo las percibimos, sin tener en cuenta que aquello que
conocemos como realidad es tan solo una parte, una versión reducida y adaptada a
nuestra comprensión, sobre lo real; una interpretación creada por nuestro intelecto.
Siguiendo la tesis del antirrealismo moral, no podemos establecer valores objetivos y
supondría un gran riesgo afirmar la validez universal de cualquier principio ético.
Establecer normas universales basadas en valores relativos conlleva a una confrontación
entre las distintas teorías éticas, cada una basada en una concepción diferente sobre lo
bueno y lo malo.
La teoría del valor se centra en el estudio de aquello que es positivo o negativo. Ciertas
disciplinas filosóficas, y la axiología es una de ellas, tienden a inclinarse hacia una
dirección más empírica. Este hecho se manifiesta a través de la influencia que recibe de
disciplinas científicas como la psicología, la sociología y la economía al tratar de
analizar que es aquello que valoramos y porqué. La paradoja recibe influencia de tipo
matemática. Parfit formula la compración entre los diversos mundos con la ayuda de
principios numéricos. Bajo mi punto de vista, esta tendencia analítica de cuantificar
entidades tan abstractas como son el sufrimiento o el placer ya produce la primera
incongruencia.
Reformulación subjetivista de la paradoja.
Supone un claro reto para la ética la cuantificación del valor. Para superar esta cuestión,
Parfit emplea para su creación magnitudes sin referencias numéricas. La única
referencia que nos permite medir hasta cierto punto la calidad de vida es la comparación
entre los distintos mudos.
Parfit sitúa todos los mundos sobre el valor 0, incluido el mundo Z, para propiciar el
razonamiento deductivos. En el caso de que alguna población disminuyese bajo 0, nos
negaríamos a afirmar que la creación de vidas es positiva, por evitar el sufrimiento. Por
esta razón y fundamentándome en la mensurabilidad del placer y del dolor, reformulo la
paradoja de la siguiente manera para evidenciar su repugnancia.
No existe un placer real sin un dolor. Las poblaciones creadas por Parfit no pueden ser
conscientes de su nivel de felicidad porque desconocen el sufrimiento. Las posibilidades
de la metaética nos permiten moldear nuestras ideas según conveniencia, pues no existe
limitación más allá de nuestra imaginación. Pero en el mundo físico, el placer y el dolor
van de la mano. Replanteando le mensurabilidad de estas cualidades, mi primera
referencia al plantear la paradoja es claramente el escenario A. A partir del cual se
desarrolla la cadena de premisas. Si partimos de A y A es nuestro punto de referencia,
podremos observar que los seres vivientes de A tienen un nivel de vida X que se supone
igual para todos individuos. Cómo un individuo de A puede conocer que su nivel de
vida es X si desconoce cualquier nivel de dolor (Z). Además, si todos los individuos
tienen el mismo nivel de vida y siempre ha sido el mismo, la monotonía con la que
Parfit caracterizaba al mundo Z, realmente está contenida en todos los mundos, excepto
en A+, pues la desigualdad permite a los sujetos establecer valoraciones. Los individuos
en A realmente serían incapaces de conocer la felicidad y por lo tanto de saber que son
felices. En breves, considero que supone la primera repugnancia comparar poblaciones
que podrían ser iguales en cuanto al nivel de felicidad, pues una verdadera emoción,
como es el placer, necesita de la experiencia de un sujeto para existir. Y si dicho sujeto
no puede experimentarla, realmente no podría existir. Parfit hace referencia a este
mismo argumento cuando se refiere a la identidad del sujeto como la autoconciencia 18.
A continuación incluyo una reflexión que justifica mi postura respecto a la
inconmensurabilidad del placer y del dolor:
Los experimentos mentales
Los experimentos mentales se definen como dispositivos de la imaginación utilizados
con fines heurísticos, que razonan sobre un experimento no realizable en la práctica,
pero cuyas consecuencias pueden ser analizadas mentalmente. Han sido criticados por
diversos autores19, entre los que destaca el comentario de Jonatán Dancy: “los
experimentos mentales en ética son siempre circulares. No conducen a ningún lugar.”
La conclusión repugnante trata un problema meramente hipotético, un problema para la
ética teórica, no para la ética práctica. En el afán de muchos filósofos por encontrar una
teoría normativa universal, a menudo se pierda la referencia y la relación directa que
18
Argumento originario de John Locke “ la identidad personal (el yo) "depende de la conciencia, no de la
sustancia" ni del alma. Somos la misma persona en la medida en que somos conscientes de los
pensamientos y acciones pasados y futuros de la misma manera que somos conscientes de los
pensamientos y acciones presentes.”
19
Kathleen Wilkes defendía que “un experimento mental no debe nunca violar las leyes de la naturaleza”
y Pierre Duhem que “un experimento mental no es ningún sustituto para un experimento verdadero, por
tanto, debe ser prohibido en ciencia.”
una ética debería tener, con la realidad práctica. Si buscamos completar la teoría ética,
es necesario limitarse a casos meramente posibles. Experimentando con escenarios
ficticios, no podremos encontrar los principios que rigen, o deberían regir la conducta
humana. Pues toda acción está vinculada a un contexto y situación concretos que los
caracterizan como tales. Es difícil juzgar un hecho independientemente de las
circunstancias e influencias que lo caracterizan, por lo que aún es más arduo crear una
ética normativa con los principios esenciales y comunes a todos los seres humanos. Es
interesante realizar experimentos mentales para desvincularse del mundo físico y sus
limitaciones. Sin embargo, establecer teorías sobre la realidad en base a dichos
experimentos no es lo más acertado bajo mi perspectiva.
En la práctica hay todo tipo de razones por las que no deberíamos planear una
expansión radical de la población. La sobrepoblación tiene claras consecuencias
negativas respecto al medioambiente, entre otros. Asimismo, nuestra intuición rechaza
la conclusión en parte, por el esfuerzo que supone imaginar grandes cantidades
numéricas. Nuestro entendimiento está limitado por las experiencias en el mundo físico,
con números reales. Aun así, el hecho de no poder concebir un conjunto completo,
como es en el caso del número de Graham 20 o del infinito, no nos impide realizar
cálculos sobre ello.
20
Weisstein, E. W. (2003). Graham's Number. https://mathworld. wolfram. com/.