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Narcisismo y Subjetividad en La Cultura Hipermoderna

Este trabajo analiza la vigencia de los conceptos de Freud en 'El malestar en la cultura' respecto a la subjetividad actual en el contexto de la hipermodernidad. Se contrasta la sociedad de represión freudiana con la sociedad actual caracterizada por la liberación y la digitalización. Emergen puntos de análisis sobre las patologías del narcisismo como manifestaciones del malestar contemporáneo.

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Narcisismo y Subjetividad en La Cultura Hipermoderna

Este trabajo analiza la vigencia de los conceptos de Freud en 'El malestar en la cultura' respecto a la subjetividad actual en el contexto de la hipermodernidad. Se contrasta la sociedad de represión freudiana con la sociedad actual caracterizada por la liberación y la digitalización. Emergen puntos de análisis sobre las patologías del narcisismo como manifestaciones del malestar contemporáneo.

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“Narcisismo y subjetividad en la cultura hipermoderna”

TFG, Sabrina García Soria (C.I 4.808.397-1)

Tutora: Prof. Adj. Mag. Evelina Kahan

Universidad de la República

Montevideo, Uruguay

30/10/2016
RESUMEN

El presente trabajo toma como punto de partida la obra de Freud ¨El malestar en la Cultura¨

(1930), para analizar la vigencia de los aspectos desarrollados en la misma. Es decir, los modos

en que el sujeto se vincula con su sociedad y el costo que esto le implica. Se consultó una larga

lista de publicaciones impresas y online, que abordan la subjetividad actual predominante,

enmarcada en el escenario de la “hipermodernidad” (Lipovetzky, 2006), incluyendo el impacto

de la digitalización en los últimos años. Respecto a esto se adoptó una perspectiva sociológica y

psicoanalítica que recorre autores de la modernidad y autores contemporáneos; pretendiendo

articular conocimientos clásicos con conceptos surgidos recientemente. De dicha articulación

emergen interesantes puntos de análisis respecto a las patologías del narcisismo como posibles

manifestaciones del malestar actual.

Palabras clave:

Hipermodernidad, Narcisismo, Digitalización, Subjetividad.


ÍNDICE

INTRODUCCIÓN……………………………………………………….4

CAPÍTULO 1 Sociedad de represión y sociedad de liberación………5

1.1 Revisión de “El malestar en la cultura”……………………5


1.2 La fluidez, la liberación……………………………………...9

CAPÍTULO 2 Las nuevas formas de coerción………………………...12

2.1 Disciplina……………………………………………………..12
2.2 “Sinoptismo”………………………………………………...14
2.3 “Semiocapitalismo”………………………………………....15
2.4 Individualismo………………………………………...….....18

CAPÍTULO 3 El lugar del otro………………………………………...19


3.1 La desaparición del otro…………………………………….19
3.2 El desvalimiento………………………………………….….22

CAPÍTULO 4 Pérdida del Yo………………………………………….26


4.1 “Presencia-pantalla”………………………………………..26
4.2 Caída de las fronteras……………………………………....27
4.3 “Estadio video”…………………………………………..…28

CAPÍTULO 5 Las patologías vigentes………………………………...30


5.1 El extremo opuesto a la neurosis………..…………………30
5.2 La clínica del narcisismo…………………………...………33

CAPÍTULO 6 Conclusiones……………………………………………34

REFERENCIAS………………………………………………………..37
INTRODUCCIÓN

Ante el predominante narcisismo contemporáneo, observado en la clínica y en las conductas

cotidianas, se cuestiona cuáles son las formas vigentes en que la cultura actual influye sobre el

psiquismo de sus integrantes, generando estas formas subjetivas. Es decir, cuáles son las

características de la misma: sus pautas, regulaciones y fuerzas de coerción, que el individuo

internaliza, construyendo así su psiquismo. De este modo, se pretende conectar el panorama

social actual con esta subjetividad predominante.

Se toma como punto de partida ¨El malestar en la cultura¨ (Freud, 1930) a modo de

antecedente; para contrastar con las características de la sociedad presente, así como los modos

en que los individuos vivencian su cultura, se vinculan y las patologías desencadenadas a partir

de estos. La cuestión respecto a la hostilidad que surge de la represión social sobre las pulsiones

humanas, según Freud (1930), da el puntapié inicial al desarrollo del trabajo y funciona como

hilo conductor para el análisis de las nuevas formas de malestar, así como las nuevas

regulaciones sociales sobre el principio de placer. Se parte así de una concepción de cultura

construida sobre la renuncia pulsional, que evoluciona a lo largo del tiempo hasta la época actual,

para pasar a ser una cultura caracterizada por el capitalismo postmoderno y la liberación del eros

colectivo (Marcuse, 1968). De esta forma se busca dar un sustrato filosófico y psicológico para

comprender las patologías que dominan el escenario de nuestro tiempo.

4
CAPÍTULO 1: Sociedad de represión y sociedad de liberación

1.1 Revisión de “El malestar en la cultura”

¿Qué es lo que los seres humanos mismos dejan discernir, por su conducta, como fin y

propósito de su vida? ¿Qué es lo que exigen de ella, lo que en ella quieren alcanzar? No es

difícil acertar con la respuesta: quieren alcanzar la dicha, conseguir la felicidad y

mantenerla. (Freud,1930,p.76)

Freud se ocupó de interrogarse sobre la búsqueda de la felicidad y el placer en su trabajo “El

Malestar en la Cultura” (1930). Han pasado casi cien años desde su primera publicación y la

sociedad ha sufrido drásticos cambios. Habría de suponerse que con un diferente panorama social

en la actualidad, el sentimiento desdichado del hombre en su condición de cultura debería haber

cambiado también. Por su parte, Freud (1927) dudaba de la posibilidad de una cultura en la que

no existiera descontento de parte de quienes la integran. Para entender los cambios en la

experiencia de cultura en la sociedad actual, se realizará un recorrido acerca de lo que planteó

Freud (1930), sobre el malestar en su cultura.

Según éste y como se citaba, el bienestar ha sido la meta de la existencia de los humanos a

través del tiempo. Se le podría llamar de distintas formas: poder, éxito y riqueza, los “falsos

raseros” (1930 p. 65). Pero pareciera que bajo cualquier forma, esta plenitud, fuera un objetivo

5
inalcanzable para el hombre en tanto ser de civilización; ya que a través de todas las

modificaciones históricas, permaneció siempre en él un profundo descontento con su cultura. La

explicación radicaría en cuanto al costo y ganancia que implica esta sociedad, la cual se erigió en

la necesidad primaria de formar grupos para hacer frente a las fuerzas de la naturaleza que

vulnerarían y amenazarían el bienestar del hombre. (Freud, 1930, p. 88)

Se entiende por cultura entonces:

…toda la suma de operaciones y normas que distancian nuestra vida de la de nuestros

antepasados animales, y que sirven a dos fines: la protección del ser humano frente a la

naturaleza y la regulación de los vínculos recíprocos entre los hombres (Freud, 1930, p.

88)

Allí estaría su ganancia, pero en esta misma cultura el sufrimiento reaparece acechando desde

tres frentes distintos: desde el propio cuerpo, desde el mundo exterior y desde sus vínculos con

sus iguales (Freud, 1930 p.76), ese sería el costo. El hombre tuvo entonces que arreglárselas

para dar batalla a esta triple amenaza en pos de sostener la convivencia, lo cual no le resultó

barato; debió de renunciar y sublimar sus pulsiones, debió de pactar con el otro como

“colaborador”, teniendo que contradictoriamente “amar al prójimo” cuando primitivamente éste

era un objeto natural de su agresión (Freud, 1930 p. 108). El dictamen del principio de placer,

protagonista en la constitución del psiquismo del hombre desde edades muy tempranas, y que ha

6
fijado ¨su fin en la vida¨: ¨el placer irrestricto¨, ¨la evitación del displacer¨ (Freud, 1930, p. 77), se

habría visto limitado en el individuo en tanto que este se fue convirtiendo en sujeto de cultura,

debiendo atenerse al principio de realidad a medida que se fue desarrollando. De esta forma no

sería de extrañarse que esta renuncia haya dejado en el hombre un sabor amargo, una hostilidad

latente con su sociedad. ¨El hombre culto ha cambiado un trozo de posibilidad de dicha por un

trozo de seguridad¨ (Freud, 1930, p. 112).

La hostilidad que esto le habría generado hacia su cultura lo habría convertido, al mismo

individuo, en la principal amenaza para ésta. Así la cultura debió de defenderse a través de todas ¨

sus normas, instituciones y mandamientos ¨ (Freud, 1927, p. 6), de la hostilidad de sus propios

integrantes, mediante pautas de orden, limpieza, belleza, estima y cuidado de las actividades

psíquicas superiores (sistema religioso, especulaciones filosóficas, ideal del individuo perfecto),

de justicia, seguridad del orden jurídico y de vínculos recíprocos en el ser humano (Freud, 1930,

p. 92-93).

Civilización y coerción serían entonces elementos inseparables que como se planteaba

respecto al principio de placer, no solo actúan a nivel de las interacciones entre los hombres en su

vida civilizada, sino que como Freud (1930, p.11) desarrolla, la capacidad anímica humana, logra

transformar la coerción externa en coerción interna (superyó). Por esta causa la hostilidad hacia

el estado de cultura se manifestaría también en formas de patologías psíquicas; lo demostró la

neurosis, la cual emergería ante la coerción social sobre las pulsiones sexuales del individuo que

no logra soportar esta negación.

7
El trabajo psicoanalítico nos ha enseñado que son justamente estas frustraciones

{denegaciones} de la vida sexual lo que los individuos llamados neuróticos no toleran.

Ellos se crean, en sus síntomas, satisfacciones sustitutivas, que, empero, los hacen padecer

por sí mismas o devienen fuentes de sufrimiento por depararles dificultades con el medio

circundante y la sociedad. (Freud, 1930, p. 105).

Con todo esto, habría de esperarse, así como Freud plantea, que a menor coerción mayor

serían las posibilidades de dicha del hombre (Freud, 1930, p. 86). De poder alcanzarse una forma

de regulación de menor exigencia que genere menor descontento se estaría asistiendo a una ¨Edad

de oro¨ (Freud, 1927, p. 7).

Aquí se ha llegado al puntapié inicial de este trabajo: al comienzo se planteaba el interrogante

acerca de qué posibles cambios podrían observarse en el panorama social actual, es decir, en qué

medida los factores mencionados (convivencia con los otros y la consecuente coerción, represión

de las pulsiones y postergación del principio de placer como condicionantes en la época

victoriana), se mantienen, o si han sufrido transformaciones. Y si tal vez se estaría asistiendo a

nuevas formas de “malestar en la cultura”.

¿Ha disminuido la coerción? ¿Se podría presumir que el hombre actual goza efectivamente de

una menor frustración anímica en las relaciones sociales? ¿Se ha llegado a esa “edad de oro? De

8
ser así ¿Ha disminuido su hostilidad en la civilización actual? ¿El desarrollo tecnológico ha

significado una tranquilidad como herramienta de control sobre las fuerzas de la naturaleza? ¿Se

ha podido atenuar la hostilidad natural del ser humano con el otro? ¿Cuáles son los cambios

subjetivos? ¿Qué formación de síntomas genera la sociedad actual y cuáles son las patologías

más frecuentes así como lo fue la neurosis en la época de Freud?

Para responder a esto, primero será necesario analizar respecto al contexto socio cultural

actual. ¿En qué condiciones se vincula el hombre con su sociedad?

1.2 La fluidez, la liberación

Ya no se está en la época victoriana en la que Freud desarrolló su obra. La realidad que

impactó al mundo durante las Guerras Mundiales y Guerra Fría y sus consecuencias, marcaron la

finalización de La modernidad. Ésta, construida sobre la fe en el progreso humano, mediante la

ciencia y el conocimiento fue combatida por la cruda realidad de la guerra y post guerra,

ocurriendo así el ¨fin de las ideologías¨ (Fukuyama citado en Assef, 2006, parr. 33). Pasando a

ser, el liberalismo y el capitalismo, los regentes del nuevo orden, marcan una nueva era en la

forma en la que la humanidad vería y se relacionaría con el mundo (Assef, 2006, parr 30).

A este “fin de las ideologías” es lo que Bauman (2002) denomina “el derretimiento de los

sólidos” (2002, p.9), metáfora que utiliza para describir el cambio subjetivo que resultó en la

9
finalización de una época y el comienzo de otra. Este “derretimiento” representaría la

desaparición de aquellos obstáculos que constreñían el movimiento y fluidez de la voluntad y la

acción humana (Bauman 2002, p.9). De modo que asemeja las propiedades de los ¨sólidos¨ a las

características de la sociedad moderna, mientras que asigna las propiedades de los líquidos a la

post-moderna (Bauman, 2002, p.8), mediante los cuales logra aproximarse a la nueva

subjetividad: la postmodernidad, inconstante, fluida, veloz y leve. Es una “modernidad líquida”.

En lenguaje simple,…los fluidos, por así decirlo, no se fijan al espacio ni se atan al

tiempo… los fluidos no conservan una forma durante mucho tiempo y están

constantemente dispuestos (y proclives) a cambiarla; por consiguiente, para ellos lo que

cuenta es el flujo del tiempo más que el espacio que puedan ocupar… Los fluidos se

desplazan con facilidad. “Fluyen”... La extraordinaria movilidad de los fluidos es lo que

los asocia con la idea de “levedad”... Asociamos “levedad” o “liviandad” con movilidad e

inconstancia: la práctica nos demuestra que cuanto menos cargados nos desplacemos,

tanto más rápido será nuestro avance. Estas razones justifican que consideremos que la

“fluidez” o la “liquidez” son metáforas adecuadas para aprehender la naturaleza de la fase

actual –en muchos sentidos nueva– de la historia de la modernidad. (Bauman, 2002, p.8)

Por su parte Lipovetzky (2006) denomina ¨Hipermodernidad¨ a esta misma época

contemporánea, (posterior a la postmodernidad misma) cuyo prefijo ¨hiper¨ denota la

manifestación de todo a su máxima expresión.

10
El flujo, la levedad, la mutabilidad, movilidad y la inconstancia, aludirían al sentimiento de

libertad que experimenta el hombre en la cultura actual. Podría especularse que la nueva

civilización ya no sería asociable a frustraciones y represiones de la voluntad humana, sino todo

lo contrario. De hecho, bajo el mandato del consumismo, la búsqueda de la satisfacción y del

placer se han visto exacerbadas (Bauman, 2002, p. 69). El “deseo”, principal móvil del consumo,

como entidad “volátil y efímera, evasiva y caprichosa, que no requiere justificación ni causa”

(Bauman, 2002, p. 89), ha cedido su dominio al ¨anhelo¨, un ¨estimulante más poderoso y

versátil¨ que mantiene ávido al consumidor: ¨…completa la liberación del principio de placer,

eliminando y desechando los últimos residuos de los impedimentos del ¨principio de realidad¨. El

anhelo, dice, no tiene fundamento, es inesperado y espontáneo (Bauman, 2002, p.81). Por ende,

la represión de los instintos y la regulación del deseo que para Freud (1930, p.105) era otra de las

fuerzas que constreñían al hombre, y lo adecuaban a su civilización, es decir, el dominio del

principio de realidad sobre el principio de placer, ya no sería funcional a la cultura actual.

La historia del consumo es la historia de la ruptura y el descarte de los sucesivos

obstáculos “sólidos” que limitan el libre curso de la fantasía y reducen el principio de

placer. (Bauman, 2002, p. 81)

Así como lo plantea Marcuse (1968) la propia evolución de la civilización ha logrado un nivel

de productividad que permite que las exigencias sociales en pos del trabajo enajenado, sean

reducidas considerablemente. Es decir que la producción abastece a la población con otra

11
tranquilidad, lo que atenúa las exigencias, ¨Consecuentemente, la continua organización

represiva de los instintos parece ser menos necesaria ¨ (Marcuse, 1968, p. 127).

CAPITULO 2: Las nuevas formas de coerción

2.1 Disciplina

Sin fuerzas represoras que coercionen a los individuos, cabe preguntarse cómo logra el

sistema actual crear individuos funcionales al mismo, así como lo hicieron las sociedades

industriales. Estas habían desarrollado ¨todo un complejo arsenal de técnicas minuciosas, diversas

estrategias de ortopedia social, para convertir a los hombres en trabajadores al servicio del

capitalismo industrial¨ (Sibila, 2003, p. 32). Consistía en una serie de dispositivos que

modelaban los cuerpos y las subjetividades mediante técnicas disciplinarias características de las

sociedades de encierro (escuelas, fábricas, hospitales, prisiones, cuarteles, asilos), respecto a las

cuales desarrolló Foucault (2002). Dichos dispositivos se servían principalmente de la disciplina

y el panoptismo.

El disciplinamiento actual del cuerpo pretende la fusión del hombre con la máquina. Borra los

límites respecto al cuerpo digital del análogo. Es lo que desarrolla Paula Sibila en su concepto de

"hombre postorgánico", que consiste en un sujeto que desea la "hibridación orgánico-

tecnológica", la "fusión entre el hombre y la técnica" por medio de la actualización tecnológica

12
permanente (2005 pp. 11-13). Hoy decaen las figuras industrialistas, del hombre "autómata",

"robot", "hombre-máquina" para dar lugar a imágenes alejadas de la lógica mecánica,

inscribiéndose más hacia el nuevo régimen digital: "los cuerpos contemporáneos se presentan

como sistemas de procesamiento de datos, códigos, perfiles cifrados, bancos de información

(Sibila, 2005, p. 13). El cuerpo físico a diferencia del cuerpo del individuo industrialista, ya no

debe ser educado para la producción, sino que más bien implica una molestia, un obstáculo para

sumergirse en la volatilidad del ciberespacio, y poder vivenciar las potencialidades infinitas que

este ofrece. De este modo las subjetividades que se estimulan actualmente:

… son aquellas modalidades que mejor se adaptan a los circuitos integrados del

capitalismo global, aquellas que nuestra sociedad requiere para poder funcionar

correctamente... Nada mejor; para eso, que digitalizarlos, tornándolos compatibles con

toda la parafernalia teleinformática que dirige el mundo (Sibila, 2005, p. 262).

La materialidad corporal es vivenciada como impureza, generando que los individuos se

ensañen por la paradójica búsqueda de ¨estar en forma¨, el cuerpo que supera la obsolencia, que

es joven, ligero y hábil. (Sibila, 2005, p. 99). Así, la forma propia, la imagen, adquiere un nuevo

lugar de importancia, se resignifica, resultando en una liberación física y sexual que genera un

redescubrimiento del cuerpo, el cual se cotiza como el ¨objeto más bello¨, ¨más preciado¨

(Baudrillard, 2009, p. 155). Bauman (2002, p.83) contrasta el nuevo concepto del ¨estar en

forma¨ con el antiguo concepto de ¨salud¨: no se busca ya un fin ¨natural¨, que persiga el

bienestar biológico, un estado ¨normal¨, hoy se busca un estado del cuerpo correcto y deseable en

13
función de las nuevas normativas de mercado, debe ser un cuerpo capaz de ser empleado

laboralmente, flexible, ¨estar siempre listo¨, a su vez ser un cuerpo deseable y atractivo. La

carrera por estar ¨en forma¨ insume toda la vida y no cuenta de mayores descansos entre el logro

de un objetivo y otro.

El cuerpo es investido narcisisticamente, en una suerte de sacralización del cuerpo como

objeto de culto y rito social, se revaloriza su categoría funcional, material y visible, en pos de la

belleza y el erotismo como los dos leitmotiv esenciales. (Baudrillard, 2009, p. 156).

2.2 “Sinoptismo”

En cuanto a la técnica de vigilancia, es aplicable la metáfora del poder sinóptico planteada por

Thomas Mathiesen (citado en Bauman, 2002, p.92) Recordando lo planteado por Foucault

(2002) la anterior metáfora de control se erigía en el modelo panóptico, en el que el procurador,

en una posición privilegiada como observador y también como figura visible e imponente,

controlaba y se anticipaba a la infracción de aquellos a los que se debía vigilar. Pero este modelo

abstracto ya no representa al poder actual. En el modelo sinóptico, los roles han sido invertidos

“ahora muchos se dedican a observar a unos pocos” (Bauman, 2002, p.92), la atención de una

multitud de individuos es dirigida al “espectáculo” de unos pocos. Esta dinámica garantizaría el

orden y la obediencia mediante la seducción, el entretenimiento y la alienación, en lugar de la

14
coerción, la cual, camuflada en la “libre voluntad” no se presentaría como “fuerza externa” y

resultaría más aceptable para los individuos.

Neil Postman (2001) plantea algo similar a esta metáfora aplicada a los medios de

comunicación: examina cómo se ha permeado el modelo del entretenimiento en la vida social, y

cómo se han transformado los discursos públicos: la política, la religión y la educación, a formas

de espectáculo que obedecen a la lógica del “show business”. Podría citarse como lo que el autor

desarrolla sobre las esferas de la política y la educación. Las elecciones políticas se transforman

en campañas publicitarias en las cuales los candidatos desempeñan imágenes cuya finalidad es la

misma que el de las publicidades, ofrecer una imagen abstracta de lo que el público siente que le

falta. Como resultado las personas ya no votarían lo que es mejor para ellos, sino que prefieren

votar aquello que se les dice que falta en sus vidas. Por su parte la educación es progresivamente

transformada en una actividad de entretenimiento. Basada en programas didácticos, ésta ya no

impartiría el valor del aprendizaje sino que más bien introduce los conocimientos mediante la

atención que capta la seducción de estar entretenidos (Postman, 2001, pp 69-149).

2.3 “Semiocapitalismo”

Como se ha descrito, el poder actual no concentra su fuerza en la vigilancia y

disciplinamiento de cuerpos, se ha visto que opera a nivel menos explícito, resultando más

imperceptible y siendo recibido con mayor aceptación. Se podría hablar de una ¨libertad

15
aparente¨ de las voluntades humanas, ya que el poder no ha desaparecido, sino que obra desde

otro lugar, menos impositivo (Lipovetsky, 2006, p.21)

Según Baudrillard (2009) la fuente de poder del capitalismo reside en su esencia semiótica,

por la cual lo denomina ¨Semiocapitalismo¨. Según el autor, como todo sistema de intercambio,

el capitalismo, es primero un sistema de signos, cuya sustancia radica en la representación de la

realidad en los elementos, en sus relaciones y funciones; el objeto de consumo funcionando como

signo de una realidad. El valor del objeto no radica entonces en su funcionalidad sino más bien en

su valor de signo. (Baudrillard, 2009, p. 31). El semiocapitalismo es la manipulación de los

signos y el control sobre las relaciones sociales de intercambio de signos, de esta forma según

Baudrillard ¨el objeto y signo acaban obteniendo todo el poder, acaban absorbiendo toda la fuerza

de lo social¨ (Baudrillard, 2009, p. 31).

De este modo, el semiocapitalismo, oculta la coerción bajo el manto de una aparente libertad:

de libre expresión de las voluntades, de caída de tabúes y de libertad sexual. Con esta explicación

lo que se busca aquí es esclarecer la “sexualización automática de los objetos de primera

necesidad” (Baudrillard, 2009, p. 175): independientemente del artículo, todo lo que rodea al

sujeto, adquiere un tenor sexual. Lo que ocurre por consiguiente es una sobrevalorización de la

sexualidad. (Baudrillard, 2009, p178)

16
Paradójicamente, esta exacerbación en la erotización de los objetos, en lugar de expresar la

libertad sexual alcanzada por el derrocamiento de tabúes y represiones, denotaría los problemas

sexuales de la época, es decir, las dificultades en la sublimación; dice el autor que a esta altura

tendría que haberse calmado la “sed de los herederos del puritanismo”, pero no ha ocurrido el

equilibrio esperado (Baudrillard, 2009, p 177). Esta sexualidad no tiene el ánimo de celebración

de la libertad, sino que refleja la decadencia de la sociedad.

Esto daría la pauta de cómo se ha cancelado la frustración anímica, es decir la represión como

herramienta de la cultura, afectando por consiguiente también a la sublimación. Cabe preguntarse

si la liberación de la sexualidad, en el auge del capitalismo luego de la caída de las instituciones

modernas, ha conducido al hombre a un estado de cultura más dichoso, en contraste con el

hombre neurótico a quien las frustraciones sexuales se le hacían intolerables (Freud, 1930, p.

105). Se retoma aquí el cuestionamiento planteado al comienzo del trabajo respecto a si a menor

coerción (puntualmente la represión) corresponde un estado de mayor felicidad para el hombre.

Contrariamente a esto, lo que plantea Bauman es que la ausencia de estas instituciones, de las

lealtades tradicionales y las obligaciones, han dejado a la sociedad “desnuda, desprotegida,

desarmada y expuesta” (2002 p. 9). Entonces, esta nueva “libertad” no es vivenciada de forma

satisfactoria: ¨La liberación ¿Es una bendición o una maldición? ¿Una maldición disfrazada de

bendición? ¿O una bendición temida como maldición?¨ (Bauman, 2002, p. 23).

La descomposición de una clase o de una sociedad siempre termina con la dispersión

individual de sus miembros y (entre otras cosas) con un verdadero contagio de la

17
sexualidad como móvil individual y como ambiente social: tal como fue el fin del Antiguo

Régimen (Baudrillard, 2009, p. 177).

2.4 Individualismo

El individualismo en la sociedad actual, es también una herramienta del nuevo poder. La nueva
“técnica de poder” consiste en mantener la desintegración de los individuos, el ¨descompromiso¨
para ¨desmantelar¨ cualquier amenaza hacia su dominio. (Bauman, 2002, pp. 19-20)

¨… la vulnerabilidad, la transitoriedad y la precariedad de los vínculos y redes


humanos permiten que esos poderes puedan actuar¨ (Bauman, 2002, pp.20)

Ante la crisis de las instituciones normativas, la sociedad se encuentra vacía de certezas, y por

ende desarmada ante el angustioso peligro de la indecisión y la incertidumbre, la duda y el miedo

(Lipovetzky, 2006, p.29) Se verá cómo esto repercute negativamente en el sentimiento de

colectividad y en el vínculo con el otro, ya que el sujeto hallará la provisoria tranquilidad en la

“utopía de la felicidad privada” (Carpintero 2012, parr. 39) no solo alimentada por el mercado

(felicidad en función de lo que se tiene), sino también por la fragmentación de los lazos sociales

mediante la “tranquilidad” que ofrecen las pautas de comportamiento rutinario. Es decir, que el

sujeto se valdrá esencialmente de la rutina como herramienta ante el desvalimiento de la

¨anomia¨: de la regularidad y de los patrones de conducta, aprenderá a cómo comportarse y

responder a las infinitas exigencias que implican poder ¨tener¨ una identidad. Así éste se

construye meticulosamente en términos de “tarea”, como “algo dado” (Bauman, 2002, p.37) Es

18
el desempeño de esa ¨tarea¨, ese rol, lo que le brinda un sentimiento de pertenencia, de ilusoria

seguridad en cuanto a su civilización. De forma que la identidad social pasa a ser un concepto

individual y ya no colectivo (Bauman, 2002, p.37). Bauman (2002) diferencia la identidad

¨ciudadana¨, colectiva propia de la sociedad sólida, de la identidad ¨individual¨ propia de la

modernidad líquida. Con este cambio conceptual ocurre la degradación de la ciudadanía, dando

lugar al individualismo. Lo que significaría que la preocupación del sujeto dejaría de ser el

bienestar colectivo, ¨la sociedad buena¨, ¨la sociedad justa¨, para pasar a preocuparse más bien

por su propio bienestar, convirtiéndose en un sujeto escéptico y desconfiado de la ¨causa común¨.

En suma, la identidad social se fragmenta, resultando de ésta, sujetos frágiles, temerosos,

recelosos, pasivos e indiferentes a la realidad (Bauman, 2002, pp. 41- 43)

La individualización de la esfera social cuestiona qué ha ocurrido con aquel pacto con el

prójimo como “colaborador” del que hablaba Freud (1930 p. 108) ¿podría pensarse que el sujeto

ya no necesita tanto del otro? ¿la hostilidad ha sido suplantada por la indiferencia hacia este?

¨Para Pichon Riviere el vínculo es, por definición, cambiante a través de la historia. Hay historia

porque cambian los vínculos¨ (Pichon Riviere citado en Carrillo, 2015, p.6) ¿Cuál y cómo es el

vínculo entre los sujetos hoy?

CAPITULO 3: El lugar del otro

3.1 La desaparición del otro

19
Se verá que el otro ha ido atenuándose de la escena a distintos niveles. Jacques-Alain Miller y

Eric Laurent (citados en Assef, 2016, parr.4) por su parte refieren a la actualidad como: “La

época del Otro que no existe”, articulando la idea de que la desaparición del Otro consiste en que,

¨lo que no está definido en este nuevo orden, es quién es el conductor, dónde está el garante, cuál

es el referente¨ (Assef, 2016, parr 36). Aquel referente que Freud (1930) describía como: ¨el

sistema de doctrinas y promesas que por un lado le esclarece con envidiable exhaustividad los

enigmas de este mundo, y por otro le asegura que una cuidadosa Providencia vela por su vida

(1930, p.74). Respecto a esta figura ¨del padre¨, Miller (citado en Assef, 2016, parr. 45) plantea

que, al ser delimitada, siendo “al menos uno… sostenía una estructura del todo, que representaba

justamente una barrera, un límite, que establecía una prohibición posibilitadora de la

organización del deseo y de cierta estabilidad; actualmente, dice Miller, la estructura del todo

cedió ante el no-todo...¨ (citado en Assef, 2016, parr 45). Esto significa que la cultura ha

desamparado al sujeto, no le ha brindado figuras, que le sirvan de referentes en su capacidad de

simbolización. Por el contrario, el sujeto se encuentra de pie sobre un “magma de

significaciones” que no ha podido elaborar debido al vértigo de sensaciones y estímulos al que

está sometido constantemente (Franco, 2010, p. 9).

Para Baudrillard (1997) la desaparición del otro, ocurre en tanto a la absoluta disponibilidad

del mismo a pesar de las distancias. Con las tecnologías que trascienden a las mismas se borran

las diferenciaciones, ante su constante presencia se convierte en “inmediatamente presentes” y

“virtualmente ya no existen” (Baudrillard, 1997, párr. 49).

20
Imaginarlos es imposible, además de inútil, como ocurre con el espacio si puede

franquearse instantáneamente. Imaginar las tierras australes y cuanto nos separa de ellas,

resulta inútil desde que un avión nos traslada allí en veinte horas. Imaginar a los demás y

todo cuanto nos acerca a ellos es inútil desde que la “comunicación” nos los vuelve

inmediatamente presentes. (Baudrillard, 1997, párr. 49)

Frente a la caída del Otro hay un refuerzo de lo especular, del narcisismo, “si el Otro no

existe, existe el doble”, y proliferan las elecciones narcisistas, las personalidades narcisistas, o las

patologías narcisistas.¨ (Assef, 2016, parr. 9). Es decir, esta ausencia del otro se traduce en la

predominancia de individuos preocupados obsesivamente por sí mismos, quienes ante el miedo y

el desamparo viven atormentados de angustia. Tanto su entorno social como su cuerpo le resultan

amenazantes (Lipovetzky, 2006, p 68). Sumidos en la paradoja “hipermoderna”, se consideran a

sí mismos como ¨maduros, responsables, organizado, eficaces y adaptables, adultos , abiertos,

críticos y escépticos; mientras que a su vez son ¨desestructurados¨, inestables, influenciables,

frívolos y superficiales. (Lipovetzky, 2006, pp. 28-29).

Ahora bien, podría preguntarse ante semejante panorama individualista y frívolo que relega al

otro a un segundo plano: cómo tienen cabida los vínculos humanos que aún perduran. Pues bien,

Lipovetzky (2003) comenta cómo la vida grupal que desarrolla el sujeto actual, consiste en un

narcisismo colectivo, así como se mencionaba, la elección de objeto narcisista; mediante la cual

busca encontrarse y acercarse con sus iguales, que comparten las “mismas preocupaciones

21
inmediatas y circunscritas”, encontrando en este espacio la “solución” a los problemas íntimos,

“lo vivido”, mediante “el discurso en primera persona” (Lipovetzky, 2003, p. 14)

Por otra parte, el otro es virtualizado cada vez más, es limitado a ¨imagen y palabras, signos y

colores y un par de ideas¨ (Carrillo, 2015, p. 5). De modo que la vivencia del vínculo social es

superficial sin llegar al conocimiento a fondo de ¨la otredad humana¨, ¨como señala Bauman, este

tipo de amistades conlleva a una fuerte tendencia al aislamiento social real, es decir, aquel que

implica un contacto físico¨ (Carrillo, 2015, pag 5).

El entorno virtual, exento de contacto corporal, es un campo fértil de vínculos con base en

fantasías inconscientes. No hay voz, no hay censura, no hay soledad. Hay libertad de ser quien se

quiere ser, y el otro está siempre presente, mientras que ¨el objeto de la comunicación es un

extraño por lo que las personas se están enamorando de las fantasías, de sus propias imágenes

proyectadas¨ (Carrillo, 2015, pg 4). El ser humano genera otro imaginario en la máquina. Ésta es

¨productora instantánea¨ del otro: brinda la ilusión del objeto siempre presente que ¨permite

prescindir del otro real¨. (Rojas 2013, parr. 2)

3.2 El “desvalimiento”

22
Sería interesante cuestionar acerca de si la virtualidad, la máquina, la tecnología como

médium pueden ocupar el lugar del otro en esta subjetividad actual, en cuanto a esto aporta

Araceli Tixodó (s/f):

¨Pueden decirme que el Otro nunca tuvo carne y es cierto. Pero antes había interlocutores

que se prestaban a la suposición de un deseo y ahora no: no se reconoce un deseo donde

manda una cifra… Traducir todo en cifra, creer que la cifra no precisa interpretación, es

dejar solos a los sujetos con su goce al colapsar el acceso a lo real… solos con su

sufrimiento, su angustia y desespero¨ (Teixodó, s/f, p.4).

Hay algo que escapa a la máquina, que es la inteligencia, la sensibilidad humana, que se

manifiesta en la mera presencia del otro, que da soporte al deseo, contiene, acompaña. Y si bien

una tecnología pareciera poder cubrir estas necesidades, siempre evidencia la naturaleza

irremplazable del otro. (Teixodó, s/f, pp 4). Por otra parte, además al existir la máquina como

intermediario, los sujetos hablan en términos de conexiones, ¨conectarse, desconectarse¨, ¨estar

conectado con...¨, lo que ofrece la libertad de desentenderse del compromiso y la reversibilidad

del mismo, diferenciándose del compromiso mutuo que implican las relaciones de pareja, vínculo

y amistades (Bauman, citado en Carrillo, 2015, p. 6).

Los vínculos narcisistas hacen que el otro no sea contemplado o que la reciprocidad sea

dudosa, aun cuando el lazo es evidente; la actividad expresiva, comunicativa, en sí misma, se

23
convierte en una actividad superficial y narcisista. Al ocurrir la ¨gratuidad de expresión¨ en la

diversidad de medios y su veloz emisión, se expresa mucho y se dice poco (Lipovetzky, 2003, p.

14) ¨. El sujeto obtiene el placer de expresarse, indiferente de la naturaleza del mensaje. La

comunicación pierde objetivo y público, ¨el emisor es el principal receptor…el derecho y el

placer narcisista a expresarse para nada, para sí mismo...¨ (Lipovetzky, 2003, p. 13)

¿Cómo lidia entonces el sujeto con esta ausencia del otro? ¿Ha sido un atenuante a aquel

malestar que le generaba? ¿Ha encontrado un modo de vida en el que la convivir con el otro es

innecesario gracias al avance de la tecnología? ¿Genera dicha o bienestar este modo de vida?

Los otros cumplen diversas funciones: balance narcisista, vitalidad, sentimiento de seguridad

y protección. Completan funciones, compensan déficits, neutralizan angustias (real, neurótica,

ante la pérdida de amor del superyó). Son sostén de la autoestima o integridad yoica.

(Hornstein, s.f, p.5)

Hornstein (s.f) plantea al narcisismo dentro de las ¨patologías del desvalimiento¨,

desvalimiento del otro, de los recursos intrapsíquicos que fortalecen al yo, y brindan autonomía

respecto a los objetos externos y respecto a las otras instancias psíquicas. En el ¨desvalimiento¨ el

yo se vuelve ¨pobre y vacío¨ (Hornstein, s.f, pag 3). El sujeto vivencia fuertemente el desamparo

y la indefensión. Sufre de angustia aunque distinta a la de las neurosis clásicas, es angustia por

24
déficit en el yo, no por conflicto (Hornstein, s.f, p 1). Por lo que ya desde esta perspectiva se

descarta la posibilidad de la ausencia de malestar ante la desaparición del otro.

A pesar de la desdicha que esta situación significa para los sujetos, este fenómeno de

“narcisización” no deja de ser funcional a la época. Lipovetzky lo calificará como una

¨hipertrofia del ego¨ (2003, p. 13). Es decir, el sujeto sobreadaptado al entorno por medio de una

retirada de la carga de sensibilidad de la esfera pública y depositada en el ámbito privado, en una

batalla por su supervivencia en un entorno tan hostil y demandante. (Lipovetzky, 2003, p. 13).

Los actuales valores que promueve el mercado tecnológico digital concuerdan con el modo de ser

del inconsciente, “su rechazo de todo límite, su omnipotencia, la velocidad del desplazamiento, el

rechazo de la castración y de la mortalidad” (Franco, 2011, p.9).

El exceso de realidad produce monstruos que refieren a una subjetividad construida en la

ruptura del lazo social. Es aquí donde el sujeto en la vivencia del desamparo queda

encerrado en sí mismo ya que no puede encontrar un procesamiento simbólico

acumulando mercancías. Mucho menos tomando al otro como mercancía (Carpintero,

2012, parr. 40)

No es menor el hecho de que a esta ausencia del otro confluya la exacerbación de la

información. Si el Otro es elemento que aporta a la simbolización, ¿qué podemos esperar ante un

panorama social en el que el individuo se encuentra recibiendo infinitos y simultáneos montos de

25
información, en su soledad, y disponiendo del mínimo tiempo para su elaboración psíquica? Con

esto y siendo el narcisismo el ¨tipo libidinal¨ (Freud, 1931, p. 220) de la actualidad, ¿cuáles serían

las formaciones sintomáticas características de la época correlativamente a lo que fue la histeria

en la modernidad?

CAPITULO 4: Pérdida del Yo

4.1 “Presencia-pantalla”

Los individuos se relacionan cada vez menos con sus iguales, mientras que acceden cada vez

más a la manipulación y recepción de bienes y mensajes (Baudrillard, 2009, p. 3). El sujeto vive

por un lado en una cotidianeidad encerrada como refugio o como “retiro” en su individualismo.

Pero que a su vez es una cotidianeidad abierta en cuanto a la recepción exacerbada de

información acerca de ese exterior, así como plantea Baudrillard (2009, p. 16) el individuo está

ávido de información,

Su quietud tiene necesidad, como ya vimos, del vértigo de la realidad y de la historia.

Además, para exaltarse, su sosiego necesita la perpetua violencia consumida. Ésta es su

propia obscenidad, golosa de acontecimientos y de violencia, siempre que éstos le sean

servidos a temperatura ambiente.” (Baudrillard, 2009, p. 16)

26
Para Baudrillard (1989), la consecuencia más temible respecto a esto es que a través de la

¨presencia- pantalla¨, el mundo externo quede obsoleto, siendo sustituida ¨toda presencia real,

toda presencia, toda palabra, todo contacto¨ por la digitalización, perdiéndose la necesidad de

abandonar la pantalla, ¨Nicho carcelario con sus paredes-video (1989, parr. 33-34).

4.2 Caída de las fronteras

Hoy el medio más seguro para neutralizar a alguien no es el de saberlo todo sobre él, sino

el de darle los medios para saber todo sobre todo. Ya no lo neutralizaremos con la

represión y el control, sino con la información y la comunicación, porque lo

encadenaremos a la única necesidad de la pantalla. Lo paralizaremos de forma mucho más

segura con el exceso de información sobre todo (y sobre sí mismo) que privándolo de

información... (Baudrillard, 1989,Parr 35)

La emisión y el consumo exacerbado de la información lleva a la denominada “hipertrofia de

la comunicación” (Vásquez, 2007, párr. 5) fenómeno descrito por Baudrillard (1997), que

consiste en lo que denomina como “pornografía de la información” (Baudrillard, 1997, párr.19):

el éxtasis de la trasmisión ilimitada, vertiginosa y exuberante, circulando en la infinidad de

circuitos y redes que encuentran su terminal en la privacidad del sujeto. Como resultado de esto,

el ámbito privado deja de diferenciarse del ámbito público: “ni lo público es espectáculo ni lo

privado es ya un secreto” (Baudrillard, 1997, párr. 17).

27
De igual forma se han ido borrando también las fronteras entro lo real y lo ficcional, se

observa una tendencia a buscar realidades que parezcan ficciones, transformar las vidas privadas

en ¨realidades ficcionalizadas con recursos mediáticos¨ (Sibila, 2008, p. 223). Entre las que por

ejemplo se destaca ¨la vida real del autor-artista… ese yo que habla, que se narra y se muestra por

todas partes¨ (Sibila, 2008, pg 225). Sibila (2008) articula cómo se ha exacerbado el consumo de

lo “real”, lo cual pierde su delineamiento al confundirse con la realidad misma, la cual ya no es

útil como contrastante. Realidad y ficción se permean perdiendo delimitaciones. Se consume

ficción en la realidad y realidad en la ficción (Sibila, 2008, pp. 230 – 231). ¨Ir y venir, salir y

entrar del mundo de la ficción, ¿qué supone para la psiquis? ¿quién regresa? ¿Un personaje que

atraviesa una cuarta pared y habita el mundo real? ¿O un sujeto construido en multiplicidad?¨

(¨Las tecnologías…” 2003, p. 4)

4.3 “Estadio video”

Es una época en la que se desvanecen los límites entre los cuerpos y los espacios: lo físico y lo

virtual, el cuerpo digital y el cuerpo orgánico, la privacidad que se permea con la intimidad, la

ficción y la realidad, el hombre y la máquina, el yo y el otro. Esto se traduciría en un sujeto sin

fronteras, y sin distancias que lo alejen de los límites del otro, la separación ya no existe.

Pretendiendo abordar acerca de las patologías de la época como se había planteado

anteriormente, se puede preguntar ¿cómo afecta todo esto a la noción del yo en el sujeto?

28
Respecto a la formación del yo, Lacan (2009) desarrolló la teoría del estadio del espejo:

identificación, mediante la cual el sujeto en su prematura infancia asume la gestalt de su ser,

mediante el reflejo propio y el del otro, refractados en el espejo. De esta identificación el niño

logra la ¨permanencia mental del yo [je]¨ (Lacan, 2009, parr. 6-9) La mirada, la distancia, la

gestalt, el júbilo con el que el niño la asumía, eran elementos perdurables en el psiquismo

humano. A partir de la intervención tan contundente de estos elementos en un estadio tan

definitorio, queda una huella indeleble en el sujeto, (Julien, 1993, p. 38) de ahí en más. Una

huella que se presenta cada vez que se despiertan las reminiscencias de este estadio, en el

sentimiento de fascinación ante las imágenes, por la grandiosidad de las formas y figuras que el

sujeto reconoce como semejantes. A esto, Baudrillard (1989) agrega que ante la ausencia de

distancia entre el observador y el fenómeno de la ¨pantalla-espejo¨ (por la predominancia de las

pantallas), ocurre ¨el estadio video¨, la ¨mirada táctil¨ y el ¨sujeto inserto en sí mismo¨.

Refiere a la ¨mirada táctil-exploratoria¨, no en el sentido orgánico del tacto, sino por la

metáfora de un ojo que recorre el objeto como una mano, en la contigüidad epidérmica entre el

explorador y la imagen, sin separación entre uno y otro (Baudrillard, 1989, párr. 17). Mediante la

contemplación de sí mismo en la pantalla lo que el observador hace es contemplar su propia

actividad cerebral traducida en la máquina, la que se vuelve terminal nerviosa de los impulsos del

cerebro del sujeto. De este modo, dice el autor, el sujeto esta ¨inserto en sí mismo¨, ¨Todo lo que

nos fascina, es el espectáculo del cerebro y de su funcionamiento. Quisiéramos que nos fuese

permitido contemplar el proceder de nuestros pensamientos¨ (Baudrillard, 1989, parr. 12).Este

sería¨el estadio video¨ como fenómeno actual (Baudrillard, 1989, parr. 14), en el cual ¨las

29
máquinas digitales no alienan… devoran, forman con nosotros un circuito integrado¨

(Baudrillard, citado en “Las tecnologías…” 2013, p. 5).

Vidas virtuales, pantallas, espejos que construyen el narcisismo y hacen diferencia en la

conformación del yo. En la relación privilegiada con la imagen, ese yo puede tornarse

ficcional, de escasas relaciones y por lo tanto de precaria identidad…El yo podría quedar

en parte absorbido por ese mundo de imágenes en el cual busca e intenta reconocerse. Se

plantea así la posibilidad del trastorno de identidad ligado a dicho yo ficcional, como

vicisitud psicopatológica factible. Pero desde otra mirada, podemos visualizar una

subjetividad compleja, diversificada, multifacética, consistente quizá, en su

inconsistencia, con la sociedad que habitamos. (¨Las tecnologías…”, 2003, p. 4).

CAPÍTULO 5: Las patologías vigentes

5.1. El extremo opuesto a la neurosis

Las ausentes fronteras entre el ámbito privado y el público, entre la ficción y la realidad, entre

el sujeto y el objeto implican la desaparición de la “dramaturgia del sujeto” (Baudrillard, 1997,

párr. 3), no hay espacio de espectáculo o escenificación; todo se vuelve inmediato, transparente y

visible. Ya no queda suficiente lugar para el “universo proyectivo, imaginario y simbólico”

(Baudrillard, 1997, párr. 3). En estas circunstancias la pantalla y la red reemplazan al objeto, que

deja de ser espejo del sujeto.

30
Lo que aquí se proyectaba mentalmente, lo que se vivía en el hábitat terrestre como

metáfora ahora es proyectado sin la menor metáfora. (Baudrillard, 1997, párr. 11)

A lo que se quiere llegar con la explicación de estos fenómenos comunicacionales es que ante

la ausencia de la metáfora, queda un universo estructurado como grandes pantallas de conexión

efímera. Y personas sujetas a la “proximidad absoluta e instantaneidad total de las cosas” cuya

“sobreexposición y transparencia” se asemeja a la esquizofrenia (Baudrillard, 1997, párr. 30).

Si la histeria era la patología de una puesta en escena exacerbada del sujeto, de una

conversación teatral y operativa del cuerpo, y si la paranoia era la patología de la

organización y estructuración de un mundo rígido y celoso a partir de la promiscuidad

inmanente y la conexión perpetua nos hallamos en una nueva forma de esquizofrenia… El

esquizofrénico está abierto a todo pese a sí mismo y vive en la mayor confusión.

(Baudrillard, 1997, párr. 30).

Correlativamente al fenómeno psicológico que implicó la neurosis histérica relacionada a la

represión de la sexualidad; el narcisismo de la época actual remitiría entonces a afecciones tales

como depresiones, esquizofrenia y cuadros border (Hornstein, 2006, p. 5). Estas estructuras no

neuróticas, fronterizas y psicosomáticas, experimentan característicamente la fusión que borra la

distinción sujeto-objeto y los límites del Yo. Son atribuidas a una desorganización del aparato

psíquico debido a alteraciones de los procesos de simbolización y por la incapacidad de construir


31
al objeto en su ausencia. Lo cual conduce ¨no a una psicosis manifiesta ni a una depresión..., sino

a una parálisis del pensamiento, con sentimientos de vacío o agujeros en la actividad mental¨.

(Maladesky, 2002, pp. 8- 9)

En contraste con la cultura analizada por Freud (1930) pareciera que el vacío de la época,

contemporánea contrasta con la crispación neurótica de la anterior; ¨la angustia difusa¨, la

¨depresión vacía¨. Contrastan las antiguas (aunque aún presentes) problemáticas centradas en la

angustia de castración, con las referidas a ¨angustias de separación, intrusión, fragmentación¨.

(Hornstein, 2006, p. 1) Un extremo y el otro.

Primero es el exceso lo que se considera perjudicial. Después su ausencia. Y aún más que

el exceso. Podemos ilustrarlo con el Edipo (Sobreinvestido produce la neurosis.

Subinvestido, la psicosis). Finalmente se matizan estas dos posiciones antitéticas,

definiendo sus relaciones y las condiciones que las determinan. Tal la situación actual del

narcisismo. (Hornstein, 2006, p.5)

Esta aflicción se podría evaluar desde una perspectiva poética así como lo hace Milan

Kundera (2007) en su novela, al analizar las dificultades del dualismo levedad-peso:

¿Pero es de verdad terrible el peso y maravillosa la levedad? La carga más pesada nos

destroza, somos derribados por ella, nos aplasta contra la tierra. Pero en la poesía amatoria
32
de todas las épocas la mujer desea cargar con el peso del cuerpo del hombre. La carga más

pesada es por lo tanto, a la vez, la imagen de la más intensa plenitud de la vida. Cuanto

más pesada sea la carga, más a ras de tierra estará nuestra vida, más real y verdadera será.

Por el contrario, la ausencia absoluta de carga hace que el hombre se vuelva más ligero

que el aire, vuele hacia lo alto, se distancie de la tierra, de su ser terreno, que sea real sólo

a medias y sus movimientos sean tan libres como insignificantes. Entonces, ¿qué hemos

de elegir? ¿El peso o la levedad? Este fue el interrogante que se planteó Parménides en el

siglo sexto antes de Cristo (…) ¿Qué es lo positivo, el peso o la levedad? Parménides

respondió: la levedad es positiva, el peso es negativo. ¿Tenía razón o no? Es una

incógnita. Sólo una cosa es segura: la contradicción entre peso y levedad es la más

misteriosa y equívoca de todas las contradicciones. (Kundera, 2002, pp.1-2)

No es despreciable el aporte de la riqueza poética de estas categorías, ya que refleja las

connotaciones subjetivas de las mismas, y se puede entonces apreciar cómo se vivencian ambas

de manera paradójica. Ya no sería posible atribuir a una naturaleza la virtud y a la otra el

sufrimiento, se aprecia ahora cómo el padecimiento se halla en la contradicción, en la paradoja.

El interrogante que encuentra cabida aquí ya no es si está el hombre actual en el extremo opuesto

del hombre de la época freudiana; sino que habría que cuestionar si es posible la felicidad total o

el completo bienestar del mismo.

5.2 La clínica del narcisismo

33
De esta forma desde el psicoanálisis se debería incluir y articular ambos extemos, la clínica

de las neurosis de transferencia y la clínica ¨de la labilidad de las fronteras¨ (Hornstein, 2006,

p.4). Hornstein (2006) recomienda ¨la aceptación de estos estados regresivos con una actitud no

intrusiva, supliendo verbalmente carencias fundamentales a pesar del riesgo de inducción de

dependencia y los cuestionamientos respecto del maternaje frecuentemente señalados¨ (2006 p.

8). Se verá entonces la dificultad en la simbolización como obstáculo en el paciente, que deberá

recibir ayuda del analista como facilitador de la elaboración y estructuración, el analista no solo

intentará develar un ¨sentido oculto¨, sino que debe construir un sentido que nunca se constituyó

antes de la experiencia analítica. (Maladesky, 2002, pp. 9 - 10)

CAPITULO 6: Conclusiones

Hebert Marcuse (1968) expresaba su optimismo acerca del futuro del hombre. Planteaba, ante

la esperanza de la evolución de las sociedades industriales, que la humanidad asistiría a una

nueva ¨civilización madura guiada por una nueva racionalidad¨ (pg 186), que organizaría de

manera diferente la relación entre los instintos y la razón. Anunciaba el fin de la civilización que

tomaba a Prometeo como héroe arquetípico de su cultura, aquel que promovía el progreso al

precio del dolor perpetuo, la fatiga y esfuerzo incesante; para dar comienzo a la civilización de

Orfeo y Narciso, quienes ¨defienden¨ la imagen del gozo y realización, (¨no ordenan sino que

cantan¨, ¨traen la paz y el fin de la conquista¨) (Marcuse, 1968, p. 155). Narciso era para el autor

un ideal de paz, belleza y placer ante un orden sin connotaciones represivas (Marcuse, 1968,

p.157); significaba el ¨germen¨ de un principio de realidad diferente que transformaría al mundo

(Marcuse, 1968, p. 161).


34
En el presente se podría comprobar, que efectivamente, ha ocurrido este cambio transformador

en los arquetipos de héroes que ¨simbolizan la actitud y los actos que determinan el destino de la

humanidad¨ (Marcuse, 1968, p. 154). La civilización actual se aloja en la imagen de Narciso, y

éste ha servido, así como el autor planteaba, como precursor de una nueva forma de relacionarse

con la realidad. Como se ha descrito en este trabajo nuevas subjetividades han aflorado,

generando profundas modificaciones en las construcciones psíquicas. Se acude a una época que

rompe con el principio de realidad en la que el sujeto encuentra un terreno propicio para

consumar sus fantasías inconscientes: borra los límites del cuerpo humano, trasciende las barreras

de la ¨realidad”, elimina las distancias con el otro al punto en que este desaparece, así como

también ocurre con las distinciones entre ámbito público y el privado, la ficción y la realidad.

Por consiguiente se pierden el yo y el objeto, ya no hay espacio de proyección, ya no hay

metáfora. No hay límites ni fronteras, hay sujetos abiertos en los que fluye incesantemente la

información y los estímulos. Es la libertad del principio de placer que no se debe confundir con la

libertad de elección, o libertad de voluntad; eso se ha puesto en cuestión en tanto que aún existen

fuerzas que coercionan desde lo imperceptible. Es por ende libertad como ausencia de fronteras,

del delineamiento del otro y del yo, es una libertad que deja al sujeto en desvalimiento. Por lo que

no es asumida con goce, plenitud y ¨orden¨ como especulaba Marcuse. Es una libertad confusa,

angustiante ante el desamparo. No hay muros que repriman pero tampoco que protejan. Hay un

constante fluir sin capacidad de retención y asimilación.

35
La necesidad humana vigente, se podría considerar, que no es tanto respecto a protección

frente a las fuerzas (¨externas¨) de la naturaleza, sino protección frente a las fuerzas (¨internas¨)

del psiquismo que sobrepasan a un yo debilitado y fragmentado. No sería tan importante la

hostilidad que le genera la presencia del otro, sino el desvalimiento que implica su ausencia. Así

como ya no es el conflicto que emerge de la represión sino la confusión que genera el déficit en la

simbolización. Junto con las neurosis, predominan los cuadros depresivos, border y la

esquizofrenia.

Queda abierto a discusión si un término medio entre estos dos escenarios, el freudiano y el

actual, entre una represión severa y una liberación absoluta, sería a lo mejor que puede aspirar la

humanidad, encontrando lo más cercano a la dicha en el equilibrio de estos ideales, el del placer

irrestricto y el sacrificio extremo; o si queda aún mucho más por verse, en el futuro de la

evolución de la cultura humana, en sus infinitas configuraciones subjetivas.

36
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