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Dulce Venganza Cap 23 Al 25 - 240505 - 203458

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CAPÍTULO 23

No me iré sin conocer a tu prometida. ♥︎

El baile entre Rosalie y Ricardo se desenvolvía en un ambiente cargado de


electricidad, donde la conexión entre ellos se intensificaba con cada compás de
la música. A pesar de los miedos que parecían acechar a Rosalie, la atracción
entre ambos era innegable.

-Eres muy hermosa Rosalie, susurró Ricardo, deslizando suavemente su mano


por la espalda de ella mientras continuaban moviéndose al ritmo de la música.

-Creo que soy una mujer normal- respondió ella tratando de que en su voz no se
notará el nerviosismo que Ricardo le hacía sentir.

La música envolvía sus movimientos y la presión del mundo exterior parecía


disiparse por un momento.

En un rincón del salón, Susan observaba con fascinación la escena. Aunque


preocupada por las posibles consecuencias del juego que su amiga había
empezado junto a Ricardo Mondragón, no podía evitar sentir alegría al ver a su
amiga disfrutar de ese momento mágico.

Mientras tanto, en el otro extremo del salón, Vladimir observaba la escena con
envidia y furia. La rivalidad entre primos alcanzaba un nuevo nivel, ya que
Vladimir no podía dejar de pensar en caminar hacia donde se encontraba Rosalie
y su primo bailando y arrancarla de sus brazos.

-Por favor Vladimir, podrías dejar de verte tan miserable- se acercó Catalina a él
con dos copas en sus manos.

-Será mejor que no te metas conmigo. No está noche Catalina- le respondió


Vladimir tomando una de las dos que ella sostenía en su mano.

-¿Crees que soy idiota o que algunos de los presentes lo son?- le pregunto ella –
se nota a millas lo celoso que te encuentras viendo como baila tu primo y
Rosalie.

Vladimir quien ya se encontraba alejándose de ella se volvió sobre sus pasos.

-Por supuesto que lo estoy, ¿Cómo no estarlo? Hace 5 años tomé la peor decisión
de toda mi vida, quedarme contigo.
Catalina no pudo evitar que su mano se alzará para abofetear a Vladimir. Sin
embargo, él detuvo su mano en el aire sujetándosela por un momento antes de
alejarse de ella.

La burbuja de Rosalie y Ricardo se reventó justo en el momento que la música


llegó a su fin haciendo que la intensa conexión compartida entre ambos se
rompiera.

-Creo que la música se ha acabado -mencionó Rosalie apenas en un susurro


evitando la mirada de Ricardo.

-Sí, la melodía llegó a su fin, respondió Ricardo, su tono reflejando una mezcla de
decepción y deseo.

Ambos se separaron lentamente, sintiendo la distancia física pero incapaces de


ignorar la conexión emocional que habían experimentado. Mientras se
enfrentaban al nuevo escenario, Rosalie se percató de la mirada observadora de
Rose, su madrastra.

-Será mejor que regresemos con los demás invitados antes de que la música
vuelva a empezar -sugirió Rosalie, tratando de mantener la distancia ganada
entre ellos dos.

En otro rincón del salón, Catalina y Vladimir continuaban discutiendo.

-¿Es eso lo que piensas de nuestra relación? ¿Qué fue la peor decisión de tu vida?
-cuestionó Catalina, sus ojos chispeando de indignación.

-Ya no hay relación entre nosotros Catalina. Solo una farsa que hemos sostenido
por demasiado tiempo – declaró Vladimir, decidido a poner fin a las mentiras.

De vuelta a un lado del salón, Rosalie y Ricardo se encontraron con Susan, quien
no podía ocultar su expresión de emoción.

-Jamás creí que todo mundo fuera a estar tan pendiente de ustedes- murmuró
Susan.

-Esto apenas será el principio respondió la madre de Ricardo, posando su mirada


en Rosalie.

Rosalie asintió en señal de respeto hacia la madre de Ricardo.

-Madre, pensé que ya te habías retirado.


-¿Cómo podría hacerlo? Crees que me iría a casa sin que me presentes la mujer
que elegiste por esposa? La expresión de la señora Mondragón estaba fija en la
pareja sobre todo en Rosalie.

La música podría haberse detenido, pero la danza de sus destinos apenas


comenzaba, por la mirada de la Señora Mondragón estaba claro que no estaba
del todo contenta con que ella fuera la esposa de su hijo.

-Rosalie, te presento a mi madre Svetlana Mondragón.

-Un placer señora Mondragón.

-Si mi hijo cree que esto será suficiente para que yo esté satisfecha se ha
equivocado. Así que la espero mañana para almorzar señorita Walker – después
de decir eso la madre de Ricardo se dirigió a Mario.

-He llamado a Nikita, él se encargará de llevarme. Así que te pido que cuides a mi
impulsivo hijo.

-Lo haré señora Mondragón – le respondió Mario a Svetlana.

-Mario por favor cuida de mi prometida y de su amiga- le pidió Ricardo a su amigo,


ofreciéndole el brazo a su madre y así caminar con ella hasta donde se
encontraría Nikita esperando.

-Madre, espero que no seas muy dura con mi prometida. El error de que no la
conozcas es mío.

-Vaya, es la primera vez que veo a mi hijo preocupado por alguien.

-Madre…

-Ricardo, no temas solo quiero conocer a la chica. Mira ha llegado Nikita- con
esas palabras le dejaba claro a su hijo que sin importar lo que él opinara ella iba
hablar con la joven.

-Señor, señora- se presentó Nikita, el jefe de seguridad de su madre.

-Nikita te confío a mi madre.

Svetlana Mondragón se despidió de su hijo con un beso en la mejilla subiendo a


su auto.

Ricardo regresó a dónde se encontraba Rosalie, su amiga Susan y Mario.


-¿Y Rosalie?- le pregunto a Susan y a Mario al encontrarlos hablando de forma
animada.

-Fue a contestar una llamada, que recibió – le respondió Susan.

Sin embargo, Ricardo ya se había alejado, algo le decía que debía encontrar a
Rosalie.

Rosalie se dirigió al jardín a contestar la llamada que había recibido. La persona


que le llamaba no era otra más que Roberto Sosa la persona a cargo de cuidar sus
dos preciadas joyas.

-Roberto, ¿ocurre algo?- le pregunto preocupada Rosalie contestando su


llamada.

-No, no ocurre nada es solo que hay dos personitas que no quieren irse a dormir
hasta escuchar tu voz.

Fue escuchar eso y la expresión de Rosalie cambiar por completo, podía


percibirse en su mirada una mezcla de alegría y melancolía.

-Pásamelos, ya es muy tarde para que ellos se encuentren despiertos.

CAPÍTULO 24

La fiesta ha acabado. ♥︎

Ricardo caminó hacia el exterior en busca de Rosalie; sin embargo, no era el


único que sabía que ella había salido al jardín, también Vladimir, al igual que su
primo, salió en su búsqueda.

Mientras tanto, Rosalie se encontraba sonriendo y despidiéndose de sus dos


tesoros.

-Bien, ahora que ya me escucharon, es momento de hacer lo que el tío Roberto


les pide y no darle más lata.

-Está bien, eso haremos, pero solo si nos prometes venir pronto.

El corazón de Rosalie se encogió al escuchar la petición de sus angelitos, sobre


todo porque era la primera vez que ella se alejaba de ellos por tanto tiempo. Le
había partido el corazón dejarlos, pero no podía exponerlos.
-Iré este fin de mes por una semana- les respondió antes de colgar.

Ella no podía seguir hablando con ellos; hacerlo haría que tuviera deseos de dejar
todo y correr hacia ellos.

Rosalie soltó un suspiro antes de volver sus pasos hacia la mansión y regresar a
la fiesta. Sin embargo, solo pudo dar un par de pasos antes de ser detenida por
Vladimir.

-Hasta que por fin estás a solas; creí que no iba a poder hablar contigo a solas
hoy.

Rosalie no le respondió; todo lo contrario, trato de alejarse de su camino, pero


Vladimir no le iba a permitir alejarse, no hasta obtener lo que deseaba, y lo que
deseaba era a ella.

-Vladimir, será mejor que me dejes pasar; yo no deseo hablar contigo.

La negativa de Rosalie hizo enfurecer a Vladimir, sobre todo al ver en su mirada


reflejado el desprecio que ella sentía por él.

-Me importa muy poco si deseas o no hablar conmigo. Siempre debiste ser mía,
no de Ricardo – dijo Vladímir, tomándola de la muñeca e impidiendo que ella
siguiera alejándose.

-No soy de nadie, mucho menos tuya- respondió Rosalie con voz fuerte y
decidida, tratando de zafarse del agarre de Vladimir.

-Lo eras. Tú eras mía o pudiste serlo, respondió él, apretando más su agarre en la
muñeca de ella y acortando la distancia entre ellos, abrazándola.

El aliento alcohólico de Vladimir llegó de inmediato a Rosalie al chocar contra su


cuerpo, llevándola a intentar alejarse de él, pero se lo impidió.

-Vladimir, déjame ir. Estás borracho, además soy la prometida de tu primo.

-No, no te dejaré ir hasta que me digas que eso es mentira, que tú no tienes
ningún tipo de relación con Ricardo.

-¿Acaso no lo escuchaste?

La voz de Ricardo resonó cerca de ellos, fuerte y clara como el primer rayo que
surca el cielo anunciando el inicio de una tormenta.

Vladimir dejó de luchar contra Rosalie, pero aún así no permitió que ella se
alejara.
-Ella es mía, siempre ha sido mía –anunció Vladimir, tratando de besar a Rosalie
frente a Ricardo.

Momentos después de decir esas palabras, Vladimir se encontraba en el suelo a


causa del fuerte puñetazo que le dio Ricardo, apartándolo de Rosalie, quien
ahora estaba en sus brazos.

-Ella no es tuya, mucho menos mía –le dijo Ricardo a su primo, abrazando a
Rosalie, a quien en ese momento observaba a los ojos.

Rosalie aún afectada por la tensión del momento, se aferró al abrazo de Ricardo,
encontrando en sus ojos la seguridad que necesitaba. Vladimir en el suelo,
miraba con furia mientras intentaba recobrar compostura.

-Vladimir, esto se ha ido demasiado lejos. Debes entender que Rosalie es mi


prometida y no dejaré que nadie le haga daño- advirtió Ricardo,

Manteniendo a Rosalie resguardada a su lado.

Vladimir se levantó con rabia, pero antes de que pudiera articular palabra, el tío
Yuri se acercó, observando la escena con seriedad.

-¿Qué está pasando aquí? – preguntó Yuri el padre de Vladimir al salir a buscar a
su hijo, notando la tensión en el ambiente.

-Vladimir intentó forzar a Rosalie. Algo que no puedo permitirle – declaró Ricardo
con firmeza.

Yuri Smirnof frunció el ceño y dirigió una mirada de reproche a Vladimir.

-Esto es inaceptable. Debes aprender a respetar las decisiones de los demás,


Vladimir- se obligó a decirle a su hijo, Yuri Smirnof.

Rosalie, aún temblando, agradeció internamente el apoyo de Ricardo y la


intervención del padre de Vladimir. Mientras tanto, la fiesta continuaba ajena a la
tormenta que se desataba entre los tres.

-Rosalie, ¿estás bien? -preguntó Ricardo con preocupación, notando la tensión


en sus hombros.

Ella asintió, sintiendo gratitud por tener a alguien que la protegiera.

-Sí, por favor, entremos – le pidió ella a Ricardo, tratando de mostrar que ya se
encontraba calmada.
-No, creo que es momento de irnos. Le diré a Mario que nos alcance con la
señorita Susan en la puerta principal.

-Está bien. Sí, creo que es lo mejor, ambos se alejaron, dejando a padre e hijo en
el jardín.

Mario se disculpó con Susan, con quien había entablado una buena conversación
al recibir el mensaje de Ricardo, alejándose un momento.

La joven era toda una revelación para él, ya que en todo ese tiempo que se quedó
con ella, no dejó de maravillarse por la cantidad de temas que ella podía tocar.
No hubo un tema que él sacara en el que Susan no opinara y expresara de manera
acertada su pensar.

Después de leer el mensaje y contestar la llamada de Ricardo, Mario regresó con


Susan.

-La velada ha legado a su fin. Ricardo y la señorita Walker nos esperan en la


puerta principal, donde se encuentran despidiéndose del anfitrión.

-Está bien – le respondió Susan, quien de inmediato comprendió que algo había
pasado.

No tardaron en reunirse ambos con Rosalie y Ricardo en la puerta, despidiéndose


también de Reinaldo Hannover.

-Ha sido un placer tenerlos en la fiesta. Espero Señorita Walker, que en las
próximas fiestas logre hacer que su prometido la acompañe. Jamás vi la pista de
baile tan animada como esta noche con ustedes dos bailando.

-Trataré de hacerlo, pero no prometo nada – respondió ella, llevando su mano al


pecho de Ricardo, quien no dudó en abrazarla, posando su mirada en ella.

-Si ella me lo pide, puede que ocurra un milagro – fue la respuesta de Ricardo
antes de despedirse y dirigirse con Rosalie, Mario y Susan a sus autos para irse.

-No pensarás que dejaré que ambas se vayan solas – le dijo Ricardo a Rosalie,
deteniéndola.

-Pero nuestra limusina ya ha venido.

-No importa eso, Mario se encargará.


-Así es señorita Walker, yo me encargaré – le respondió Mario, abriendo una de
las puertas traseras de la limusina de ellos y permitiendo que Rosalie y Ricardo
entraran.

Rosalie iba a decir algo; sin embargo, Mario se adelantó a su queja.

-Señorita Susan, espero que no le moleste acompañarme en el asiento de


copiloto.

Susan volvió su mirada a Rosalie, sonriendo y asintiendo a lo dicho por Mario,


quien le abrió la puerta. Rosalie no tuvo más opción que subirse junto con
Ricardo a la limusina. Mientras Mario caminaba hacia el chófer de la limusina de
ellas y lo despedía, dándole una buena compensación por el término del servicio
de esa noche.

-Bien, ¿a dónde nos dirigimos? – le preguntó Mario a Ricardo una vez estuvo de
regreso con ellos, ocupando su lugar en el asiento del chófer en la limusina.

-Iremos a mi casa; ahí pasarán la Señorita Rosalie y Señorita Susan la noche.

Rosalie se puso alerta al escuchar lo dicho por él.

-Creo que no es necesario.

-Lo es. Esta noche no creo conveniente que te encuentres en un lugar donde
Vladimir pueda ir a buscarte.

-¿Ocurrió algo con él? -preguntó Susan al escuchar lo dicho por Ricardo.

-Solo fue un pequeño incidente que tuve con él en el jardín.

Por la expresión en el rostro de Ricardo, Mario supo que se encontraba en serios


problemas por no haber cuidado de Rosalie, pero no dijo nada.

-No creo que haya sido insignificante Rosalie- dijo Susan.

-No, no lo fue. Si no hubiera llegado, él hubiera abusado de Rosalie en el jardín.

-¿Es eso cierto? preguntó más alarmada Susan.

Rosalie no tuvo más remedio que aceptar que lo dicho por Ricardo era cierto.

-Sí, se encontraba algo pasado de copas, pero no creo que se atreva a hacer algo
más esta noche.

-Con los Smirnof, jamás se sabe. Ellos son gente sin escrúpulos, así que no me
pidas que no me preocupe.
-En eso tiene razón, Ricardo -dijo Mario, quien fue secundado de inmediato por
Susan.

Rosalie no tuvo más remedio que aceptar lo dicho por Ricardo, quien en ese
momento no podía estar más feliz de haber logrado una pequeña victoria sobre
su futura esposa.

CAPÍTULO 25

Su primera noche juntos. ♥︎

Rosalie y Susan fueron conducidas escaleras arriba hacia las habitaciones por
una de las doncellas a cargo de la limpieza en la mansión de Ricardo.

-Esta es su habitación, señorita – le indicó a Susan, abriendo una de las


habitaciones de invitados que se encontraba en el ala sur de la mansión.

Rosalie se sorprendió al escuchar a la doncella decirle eso a Susan, no obstante,


no tuvo tiempo de preguntar sobre su habitación.

-La habitación de usted y del Señor Mondragón se encuentra en el ala norte,


sígame – dijo la joven, caminando nuevamente.

-Pero…

Susan sonrió ante el sonrojo y predicamento de su amiga.

-Ni se te ocurra ponerme a mí como excusa. Anda, ve con ella – le apuró Susan,
tomando a su amiga por los hombros y empujándola hacia adelante.

Rosalie suspiró hondamente, maldiciendo internamente a Susan, caminando


tras la joven doncella. AI llegar al ala norte, la doncella abrió la puerta de una
elegante habitación, dejando a Rosalie en un estado de asombro ante la
magnificencia de lugar.

-Esta es su habitación, señorita Walker. Si necesita algo, no dude en llamar – dijo


la doncella con cortesía antes de retirarse.

Rosalie entró y se encontró con una habitación decorada con buen gusto, con
vista al jardín trasero de la mansión. Sin embargo, no era la magnífica vista del
jardín lo que la dejó sin palabras, la imagen de Ricardo en medio de la habitación
bañado con la luz de luna de esa noche colándose por la ventana.
-¿Te gusta lo que estás observando?

Si tan solo Ricardo permaneciera en silencio, ella hubiera disfrutado más de


contemplarlo, pero él había tenido que hablar, haciéndole ver lo tonta que
debería de verse observándolo.

-No seas tan engreído, Señor Mondragón – le respondió ella, desviando su mirada
-. Pero no podía esperar menos de usted; no solo me arrastró a su casa, también
me ha traído a su recámara.

Ricardo esperaba incomodarla, pero no solo la había incomodado, también la


había enfadado.

-Eres mi prometida desde hace cinco años; sería raro que durmieras en otra
habitación. ¿No lo crees?

Tener la razón no hizo que Rosalie dejara de verlo con enojo; todo lo contrario, los
almendrados ojos de ella parecieron brillar mucho más. Su prometida no era de
las mujeres a las que les gustaba equivocarse.

-Aunque sea raro, yo no pienso dormir en la misma cama que tú; nuestro contrato
no estipulaba ningún tipo de intimidad.

Ricardo no pudo evitar sonreír ante las palabras de su amada prometida.

-¿Pero qué podemos hacer? Solo hay una cama.

Ricardo se volvió hacia ella, mostrando su torso desnudo mientras caminaba


hacia donde se encontraba, llevándola a taparse el rostro con las manos.

“Rosalie, contrólate, solo es un hombre con el torso desnudo, no es nada del otro
mundo”, se dijo a sí misma.

Ricardo seguía avanzando hacia ella, lo que hizo que ella caminara hacia atrás,
tratando de alejarse.

Él, más que enojado por la reacción de ella, parecía divertido porque era la
primera vez que una mujer parecía querer huir de él en lugar de intentar
seducirlo.

-¿Qué crees que estás haciendo? ¿A dónde crees que vas? Le preguntó Rosalie al
verlo seguir avanzando hacia ella, encontrándose literalmente sin salida al tener
su espalda contra la puerta y ver que él no se detenía.
-Solo quiero llegar hasta el interruptor de la luz – le respondió Ricardo, a unos
escasos centímetros del rostro de Rosalie, quien de inmediato colocó la pequeña
bolsa que llevaba en sus manos frente a su rostro.

Esto llevó a Ricardo a alejarse de ella, haciendo que la habitación se iluminara.

-No debes temer, no haré nada que no desees, y créeme, lo desearás.

Las palabras de Ricardo hicieron que el cuerpo de Rosalie volviera a


estremecerse, pero no de miedo a lo que pudiera ocurrir, sino de anticipación
contenida.

-Lo que deseo es golpearte por tu osadía – le respondió ella.

-Oh, lo que me espera – dijo Ricardo riendo, apartándose de la puerta y dando


espacio a Rosalie para que saliera de la habitación.

Ella salió con una expresión entre divertida e irritada encontrándose con una de
las doncellas que había subido a preguntar a qué hora deberían de servir el
desayuno del día siguiente.

-Señorita Walker ¿Ocurre algo?- le preguntó la doncella a Rosalie.

-No, no ocurre nada, solo iba a ver si mi amiga no se le ofrece nada, respondió
ella a la joven, maldiciendo su mala suerte, sobre todo al escuchar la puerta de la
habitación abrirse tras ella.

Quién abría la puerta no era otro más que Ricardo, quien se acercó a Rosalie con
una sonrisa pícara.

-Señor- se disculpó la joven doncella inclinándose hacia él, algo sonrojada. Eso
hizo que Rosalie se molestará más al ver qué Ricardo había salido tras ella con el
torso desnudo.

-¿Has venido a algo?- le preguntó Ricardo a la doncella

-Si, disculpe que interrumpa a esta hora pero la cocinera me ha mandado a


preguntar a qué hora se servirá el desayuno de mañana.

-¿Rosalie a qué hora sería conveniente que se sirviera el desayuno mañana?.

Rosalie tenía ganas de decir que en ese preciso momento de ser posible ya que
deseaba irse.

Sin embargo respondió algo más – a las 9 está bien – respondió ella.
La doncella alzó una última vez su mirada hacia donde se encontraba Ricardo no
obstante se encontró con la figura de Rosalie en frente de ella cubriendo de
alguna manera él torso desnudo de Ricardo con su cuerpo.

Con sus acciones a Ricardo le quedaba claro algo, no le era indiferente a Rosalie
llevándolo a añadir tras encontrarse de nuevo a solas.

-¿Y bien señorita Walker, está lista para enfrentar una noche en la misma cama
que este engreído prometido suyo?

-Solo si prometes comportarte – respondió ella, devolviéndole la mirada


desafiante.

-Te prometo que me comportaré…

Hasta cierto punto. – Ricardo le guiñó un ojo y ambos entraron de nuevo a la


habitación.

Rosalie camino hasta la cama.

-Espero que no sea costumbre salir a hablar con las doncellas semidesnudo- dijo
Rosalie entre dientes.

-¿Por qué lo dices? ¿Acaso te han dado celos?

-¿Celos? ¿Por qué tendría celos?- le respondió Rosalie sus preguntas con otras
preguntas

-No lo sé, pareces celosa-respondió Ricardo.

-¿Yo, celosa? Por supuesto que no.

Ricardo solo río, caminando hasta su clóset y vestidor el cual abrió metiéndose
en él.

Minutos después salía nuevamente con el torso desnudo, pero con los
pantalones de su pijama y un par de camisas suyas para Rosalie.

Ella se encontraba todavía tratando de hacer una barrera con los cojines y
almohadas que había en la habitación.

-Señorita yo no siento celos, no pensara dormir vestida ¿O si?

-No pienso dormir desnuda tampoco, protestó ella volteando a verlo justo en el
momento que él colocaba sobre su cabeza una de sus camisas.

-Puedes dormir con ella o desnuda. Tú decides.


Rosalie tomó la camisa que él le había dado y caminó hasta el vestidor de
Ricardo, a cambiarse y así no arruinar su vestido.

Rosalie estaba tardando más de lo que Ricardo hubiera esperado para


cambiarse, esperó un par de minutos más antes de levantarse de lado de la cama
y caminar hasta el vestidor.

-¿Te encuentras bien?

Por supuesto que se encontraba bien, simplemente no podía quitarse ella sola el
vestido al prensarse la cremallera de este con el forro del mismo.

-¡Si, si me encuentro bien, ni siquiera se te ocurra entrar!- le gritó ella al ver la


manija del vestidor moverse y entre abrirse la puerta.

Ricardo pudo ver la silueta de Rosalie a través de los espejos, se encontraba con
el cabello suelto y revuelto, tratando de bajar la cremallera del vestido.

-¿Estás segura que no deseas mi ayuda?- le volvió a preguntar Ricardo.

Ella no le respondió solo bufo, cambiando de posición dándole la espalda,


dejando al descubierto sus hombros justo en el mismo que logró destrabar la
cremallera del vestido, Ricardo se quedó viendo aún más atento a la figura de
Rosalie y de no ser por el celular de ella que en ese momento empezó a timbrar él
hubiera podido ver el lunar en forma de mariposa en su hombro izquierdo.

No obstante el sonido del móvil, hizo regresar a Ricardo a sus cabales,


alejándose del vestidor y regresando a su cama.

Un par de minutos después de eso Rosalie salió con la camisa de Ricardo como
única prenda. Él fingió no prestarle atención; sin embargo, en ese momento se
encontraba preguntándose cómo diablos esa mujer lograba hacer que él volviera
a sentirse y comportarse como un maldito adolescente sin control.

Ambos permanecieron en silencio; no obstante, estaba claro que ninguno de los


dos podría dormir al menos no tan rápido como deseaban a pesar de encontrarse
ambos cansados.

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