Cuentos con engaños
SECUENCIA DE PRÁCTICAS DEL LENGUAJE 4to A
DOCENTE: PEREZ DA SILVA, MARIA LUZ.
PERIODO: MAYO
GRADO: 4to A
CONTINUAMOS CON LOS CUENTOS CON ENGAÑOS:
EL TRAJE NUEVO DEL EMPERADOR
Hans Christian Andersen
LECTURA A TRAVÉS DEL DOCENTE E INTERCAMBIO ENTRE LECTORES
Hace muchos años vivía un Emperador tan aficionado a los trajes nuevos que gastaba todo su
dinero en vestir con la máxima elegancia. No se interesaba por sus soldados, ni le atraía el
teatro, ni le gustaba pasear en coche por el bosque, a menos que fuera para lucir sus atuendos
nuevos. Tenía un traje distinto para cada hora del día, y de la misma manera que se dice que un
rey se encuentra en el Consejo, de él se decía siempre: — El Emperador está en el ropero.
La gran ciudad en que vivía era visitada a diario por numerosos forasteros.
Un día, se presentaron dos pícaros que se hacían pasar por tejedores. Decían a todos que eran
capaces de tejer las telas más espléndidas que pudiera imaginarse. No solo los colores y
dibujos eran de una insólita belleza, sino que las prendas con ellas confeccionadas poseían la
milagrosa virtud de convertirse en invisibles para todos aquellos que no fuesen merecedores
de su cargo o que fueran irremediablemente tontos.
La noticia no tardó en llegar a la corte. El Emperador pensó: “¡Deben ser trajes magníficos! Si
los llevase, podría averiguar qué funcionarios del reino son indignos del cargo que
desempeñan. Podría distinguir a los listos de los tontos. Sí, debo encargar inmediatamente que
me hagan un traje”.
Y entregó mucho dinero a los estafadores para que comenzaran su trabajo.
Los pícaros instalaron entonces dos telares y simularon que trabajaban en ellos aunque
estaban totalmente vacíos. Con toda urgencia, exigieron las sedas más finas y el hilo de
oro de la mejor calidad. Guardaron en sus alforjas todo esto y trabajaron en los telares
vacíos hasta muy entrada la noche.
“Me gustaría saber lo que han avanzado con la tela”, pensaba el Emperador, pero se
encontraba un poco confuso en su interior al pensar que el que fuese tonto o indigno de su
cargo no podría ver lo que estaban tejiendo. No es que tuviera dudas sobre sí mismo; pero, por
si acaso, prefería enviar primero a otro, para ver cómo andaban las cosas.
Todos los habitantes de la ciudad estaban informados de la particular virtud de aquella tela, y
todos estaban deseosos de ver lo tonto o inútil que era su vecino.
“Enviaré a mi viejo ministro a que visite a los tejedores” -pensó el Emperador-. Es un hombre
honrado y el más indicado para ver si el trabajo progresa, pues tiene buen juicio, y no hay
quien desempeñe el cargo como él”.
El viejo y digno ministro se presentó, pues, en la sala ocupada por los dos pícaros, que seguían
trabajando en los telares vacíos.
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Cuentos con engaños
“¡Dios me guarde! -pensó, abriendo unos ojos como platos-. ¡No veo nada!”. Pero tuvo buen
cuidado en no decirlo.
Los dos estafadores le pidieron que se acercase y le preguntaron si no encontraba preciosos el
color y el dibujo. Al decirlo, señalaban el telar vacío, y el pobre ministro seguía con los ojos
desencajados, pero sin ver nada, puesto que nada había.
“¡Dios mío! -pensó-. ¿Seré tonto acaso? ¿Es posible que sea inútil para el cargo? No debo decir
a nadie que no he visto la tela”.
— ¿Qué? ¿No decís nada del tejido? -preguntó uno de los pillos.
— ¡Oh, precioso, maravilloso! -respondió el viejo ministro mirando a través de los lentes-. ¡Qué
dibujos y qué colores! Desde luego, diré al Emperador que me ha gustado
extraordinariamente.
— Cuánto nos complace -dijeron los tejedores, dándole los nombres de los colores y
describiéndole el raro dibujo.
El viejo ministro tuvo buen cuidado de quedarse las explicaciones en la memoria para poder
repetirlas al Emperador; y así lo hizo.
Los estafadores volvieron a pedir más dinero, más seda y más oro, ya que lo necesitaban para
seguir tejiendo. Lo almacenaron todo en sus alforjas, pues ni una hebra se empleó en el telar, y
ellos continuaron, como antes, trabajando en el telar vacío.
Poco después el Emperador envió a otro funcionario de confianza a inspeccionar el estado del
tejido. Al segundo le ocurrió lo que al primero; miró y remiró pero, como en la tela no había
nada, nada pudo ver.
— Precioso tejido, ¿verdad? -preguntaron los dos tramposos, señalando y explicando el
precioso dibujo que no existía.
“Yo no soy tonto -pensó el funcionario-, luego, ¿será mi alto cargo el que no me merezco? ¡Qué
cosa más extraña! No diré a nada a nadie. Es preciso que nadie se dé cuenta”.
Así es que elogió la tela que no veía, y les expresó su
satisfacción por aquellos hermosos colores y aquel precioso
dibujo.
Al día siguiente, se presentó ante el Emperador y le informó:
— ¡El tejido es digno de admiración!
Todos en la ciudad hablaban de la espléndida tela como si la hubiesen visto. El Emperador,
entonces, también quiso verla antes de que la sacasen del telar.
Seguido de una multitud de personajes distinguidos, entre los cuales figuraban los dos viejos y
buenos funcionarios que habían ido antes, se encaminó a la sala donde se encontraban los
pícaros, los cuales continuaban tejiendo afanosamente, aunque sin hebra de hilo.
— ¿Verdad que es admirable? -preguntaron los dos honrados funcionarios-. Fíjese Vuestra
Majestad en estos colores y estos dibujos -y señalaban el telar vacío, creyendo que los
demás veían perfectamente la tela.
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Cuentos con engaños
“¿Qué es esto? -pensó el Emperador-. ¡Yo no veo nada! ¡Esto es terrible! ¿Seré tonto? ¿O es
que no merezco ser emperador? ¡Resultaría espantoso que fuese así!”.
— ¡Oh, es bellísima! -dijo en voz alta-. Tiene mi real aprobación -y con un gesto de agrado
miraba el telar vacío, sin decir ni una palabra de que no veía nada.
Todo el séquito miraba y remiraba, pero ninguno veía absolutamente nada. Sin embargo,
exclamaban, como el Emperador.
— ¡Es preciosa, elegantísima, estupenda! -corría de boca en boca y todos estaban
entusiasmados con ella.
El Emperador concedió a cada uno de los dos bribones una Cruz de Caballero para que las
llevaran en el ojal, y los nombró Caballeros Tejedores.
Durante toda la noche que precedió al día de la fiesta, los dos embaucadores estuvieron
levantados, con más de dieciséis lámparas encendidas. La gente pudo ver que trabajaban
activamente en la confección del nuevo traje del Emperador.
Simularon quitar la tela del telar, cortaron el aire con grandes tijeras y cosieron con agujas sin
hebra de hilo; hasta que al fin, gritaron:
— ¡Mirad, el traje está listo!
A la mañana siguiente, llegó el Emperador en compañía de sus caballeros más distinguidos, y
los dos truhanes, levantando los brazos como si sostuviesen algo, dijeron: — ¡Estos son los
pantalones! ¡La casaca! ¡El manto!
Y así fueron nombrando todas las piezas del traje.
— Las prendas son ligeras como si fuesen una tela de araña -elogiaron los bribones-. Se diría
que no lleva nada en el cuerpo, pero esto es precisamente lo bueno de la tela.
— ¡En efecto! -asintieron todos los cortesanos, sin ver nada, porque nada había.
— ¿Quiere dignarse Vuestra Majestad a quitarse el traje que lleva -preguntaron los bandidos-
para que podamos probarle los nuevos vestidos ante el gran espejo?
El Emperador se despojó de todas sus prendas , y los pícaros simularon entregarle las diversas
piezas del vestido nuevo, que pretendían haber terminado poco antes. Luego hicieron como si
atasen algo a la cintura del Emperador: era la cola y el Monarca se movía y contorneaba ante el
espejo.
— ¡Dios, y qué bien le sienta, le va estupendamente!
-exclamaron todos-. ¡Qué dibujos! ¡Qué colores!
¡Es un traje precioso!
— El palio para el desfile os espera ya en la calle, Majestad -anunció el maestro de ceremonias.
— ¡Sí, estoy preparado! -dijo el Emperador-. ¿Verdad que me sienta bien? -y de nuevo se miró al
espejo, haciendo como si estuviera contemplando sus vestidos.
Los chambelanes encargados de llevar la cola bajaron las manos al suelo para levantarla, y
siguieron con las manos en alto como si estuvieran sosteniendo algo en el aire; por nada del
mundo hubieran confesado que no veían nada.
Y de ese modo marchó el Emperador bajo el espléndido palio, mientras que todas las gentes,
en la calle y en las ventanas, decían:
— ¡Qué precioso es el nuevo traje del Emperador! ¡Qué magnífica cola!
¡Qué bien le sienta!
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Nadie permitía que los demás se dieran cuenta de que no veían nada, porque eso hubiera
significado que eran indignos de su cargo o que eran tontos de remate. Ningún traje del
Emperador había tenido tanto éxito como aquél.
— ¡Pero si no lleva nada! -exclamó de pronto un niño.
— ¡Dios mío, escuchad la voz de la inocencia! -dijo su padre.
Y todo el mundo empezo a cuchichear sobre lo que acababa de decir el pequeño.
— ¡Pero si no lleva nada puesto! ¡Es un niño el que dice que no lleva nada puesto!
— ¡No lleva traje! -gritó, al fin, todo el pueblo.
Aquello inquietó al Emperador, porque pensaba que el pueblo tenía razón; pero se dijo: “Hay
que seguir en la procesión hasta el final”.
Y se irguió aún con mayor arrogancia que antes; y los chambelanes continuaron
portando la inexistente cola.
Después de la lectura: Preguntas de reflexión:
LECTURA DE LAS CHICAS Y LOS CHICOS POR SÍ MISMO.
• El protagonista de este relato es un emperador bastante particular. Volvé a leer el
inicio de la historia para descubrir cómo era este emperador.
Hace muchos años vivía un Emperador
tan aficionado a los trajes nuevos que
gastaba todo su dinero en vestir con la
máxima elegancia. No se interesaba por
sus soldados, ni le atraía el teatro, ni le
gustaba pasear en coche por el bosque, a
menos que fuera para lucir sus atuendos
nuevos. Tenía un traje distinto para cada
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hora del día, y de la misma manera que se dice que un rey se encuentra en el
Consejo, de él se decía siempre:
— El Emperador está en el ropero.
Ø Señalá en esta parte del cuento qué expresiones permitieron que te dieras
cuenta de cómo era este emperador.
• El que narra la historia nos advierte rápidamente que las cosas no son como
parecen. Releé esta parte del cuento.
Un día, se presentaron dos pícaros que se hacían pasar por tejedores. Decían a todos que
eran capaces de tejer las telas más espléndidas que pudiera imaginarse. No solo los colores
y dibujos eran de una insólita belleza, sino que las prendas con ellas confeccionadas poseían
la milagrosa virtud de convertirse en invisibles para todos aquellos que no fuesen
merecedores de su cargo o que fueran irremediablemente tontos.
La noticia no tardó en llegar a la corte.
Ø Fijate que, por ejemplo, llama “pícaros” a los recién llegados.
• ¿Qué otras pistas dan el narrador en esta parte del cuento para hacernos saber
que los pícaros están tramando un engaño? Anótalas.
¿Qué lograron obtener los pícaros gracias a sus engaños? Buscá en el cuento y
anotá lo que consiguieron.
• Cuando leemos el cuento, nos llama la atención que el Emperador no vaya
personalmente a ver cómo progresa la confección del tejido. En cambio, envía a su
viejo ministro a visitar a los tejedores.
• ¿Qué pensaba el Emperador de su ministro?
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• ¿Para qué lo envía?
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• En este cuento, los tejedores no son los únicos que mienten. Hay otros personajes
que piensan una cosa pero, sin embargo, dicen otra. ¿Te diste cuenta?
Ø Por ejemplo, cuando es llevado ante los bribones, el Emperador piensa:
“¿Qué es esto? -pensó el Emperador-. ¡Yo no veo nada! ¡Esto es terrible! ¿Seré tonto?
¿O es que no merezco ser emperador? ¡Resultaría espantoso que fuese así!”.
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Cuentos con engaños
Ø Pero, sin embargo, dice:
— ¡Oh, es bellísima! -dijo en voz alta-. Tiene mi real aprobación -y con un gesto de agrado
miraba el telar vacío, sin decir ni una palabra de que no veía nada.
• ESRITURA A TRAVÉS DEL DOCENTE:
• Volvemos a leer el cuento y anotamos, en cada caso, lo que piensan y lo que dicen
los distintos personajes.
Ø El Emperador
Dice
Piensa
— ¡Oh, es bellísima! -dijo en voz alta-. Tiene
mi real aprobación -y con un gesto de
agrado miraba el telar vacío, sin decir ni
una palabra de que no veía nada.
Ø El viejo ministro
Dice
Piensa
“¡Dios me guarde! -pensó, abriendo unos
ojos como platos-. ¡No veo nada!”
“¡Dios mío! -pensó-. ¿Seré tonto acaso? ¿Es
posible que sea inútil para el cargo? No debo
decir a nadie que no he visto la tela”.
Ø El funcionario
Piensa Dice
— ¡El tejido es digno de admiración!
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Cuentos con engaños
• ¿Por qué mienten?
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• ¿Qué tiene en común lo que piensan los tres personajes?
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• Hacé una lista con todas las expresiones que se usan en el cuento para decir cómo
eran las telas. Por ejemplo:
espléndida
ligeras como si fuesen una tela de araña
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• ¿Qué hacen los tejedores para que todo el mundo se convenza de que están
tejiendo las maravillosas telas? Buscá en el cuento y anotá lo que encontraste.
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• ¿En qué momento se enteran todos de que habían sido engañados? ¿Cómo se
enteran?
• ¿Por qué te parece que es un niño el que señala que el Emperador pasea
desnudo?
• El emperador se dio cuenta de que estaba desnudo, sin embargo, decidió seguir la
procesión hasta el final. ¿Qué opinás de la decisión del Emperador?
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¬ En la escuela, podés comentar con tus compañeras y compañeros qué opina cada
uno de ustedes acerca de las actitudes de los personajes de este cuento.
Para escribir a partir de esta historia
ESCRITURA DE LAS CHICAS Y LOS CHICOS POR SÍ MISMOS
¿Qué hubiera pasado si…?
En este cuento varios personajes son enviados para ver el avance del trabajo de los
tejedores. Ninguno ve la tela pero todos piensan que es su propia incapacidad la que
les impide verla. Y, por lo tanto, mienten frente al Emperador.
• Te proponemos que escribas un nuevo episodio de la historia con la aparición de otro
personaje.
“Esta vez enviaré a la Emperatriz para que visite a los tejedores -pensó el Emperador-. Ella es
una mujer muy inteligente y tiene muy buen gusto para elegir sus vestidos.”
Algunas ayudas antes de empezar
• Al escribir este nuevo episodio, tené en cuenta:
¬ La emperatriz tiene que continuar con el engaño -como hacen los otros
personajes- para que no se modifique el final del cuento.
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Cuentos con engaños
¬ ¿Cuáles serían las razones que tiene la Emperatriz para no decir la verdad?
Pensá y anotá algunas posibilidades:
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¬ Tratá de diferenciar entre lo que dice y lo que piensa la Emperatriz.
Podés mirar en tus notas de la página 8 para ver cómo lo hicieron los otros
personajes.
¬ Los tejedores “presentan” la tela a la emperatriz y ella también la elogia.
Podés usar la lista que hiciste en la actividad de la página 9 para decir cómo
era la tela.
¬ Tenés que contar qué le dice la Emperatriz al Emperador cuando regresa de
visitar a los tejedores.
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• Podés empezar así:
“Esta vez enviaré a la Emperatriz para que visite a los
tejedores -pensó el Emperador-. Ella es una mujer muy
inteligente y tiene muy buen gusto para elegir sus
vestidos.”
Al día siguiente, se presentó la Emperatriz ante los
tejedores …
• Cuando termines tu episodio, no te olvides de releerlo con cuidado para ver qué le
podés mejorar. También se lo podés leer a alguien en tu casa y pedirle que te haga
sugerencias.
Algunas pistas para revisar lo que escribiste
• Te proponemos revisar nuevamente tu texto para seguir mejorándolo.
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Cuentos con engaños
¬ Releé lo que escribiste para ver si te falta contar algo. Podés agregar o cambiar lo
que te parezca.
¬ Seguramente te habrás dado cuenta de que el narrador de la historia "avisa"
cuando hablan los personajes y para eso usa palabras como:
dijo, respondió, preguntó, informó, murmuró, gritó,…
Ø Revisá en tu texto si te sirven algunas de estas palabras para no repetir
siempre "dijo". Podés tachar “dijo” y poner arriba otra opción. Si no tenés
espacio podés hacer una flecha y escribir al costado. Te damos un ejemplo
para que veas cómo podés hacerlo.
“Esta vez enviaré a la Emperatriz para que visite a los tejedores -pensó
el Emperador-. Ella es una mujer muy inteligente y tiene muy buen gusto
para elegir sus vestidos.” Al día siguiente, se presentó ante los tejedores
bribones
la Emperatriz…
¬ Para que podamos leer sin confundirnos, es necesario diferenciar cuándo hablan
los personajes y cuándo habla quien relata la historia. Para marcar esa diferencia,
se usan las rayas de diálogo ( ).
Ø Releé tu escrito y fijate si las pusiste. Si no las usaste, agregalas.
Palabras para nombrar
Los sustantivos son palabras que nombran objetos, ej: (piedra), lugares (selva,
misionera), personas escritor (CHARLES PERRAULT), animales (pingüino), emociones
(alegría) y valores (bondad, justicia).
Los sustantivos comunes nombran objetos, sentimientos, animales, personas y
lugares en general, sin identificar ninguno en especial (abuelo, gato, ciudad), en cambio,
los sustantivos propios nombran a alguna persona, animal o lugar en particular
(Teresa, Chicho, Quequén).
Actividad: Subrayá los sustantivos en este párrafo.
Hace muchos años vivía un Emperador tan aficionado a los trajes nuevos que gastaba
todo su dinero en vestir con la máxima elegancia. No se interesaba por sus soldados, ni
le atraía el teatro, ni le gustaba pasear en coche por el bosque, a menos que fuera para
lucir sus atuendos nuevos. Tenía un traje distinto para cada hora del día, y de la misma
manera que se dice que un rey se encuentra en el Consejo, de él se decía siempre: —
El Emperador está en el ropero.
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Sustantivos individuales y colectivos
Los sustantivos individuales nombran, en singular, un solo elemento (ave, álamo). En
cambio, los sustantivos colectivos son aquellos que, aunque estén en singular,
nombran un conjunto de elementos de la misma especie manada de lobos, de pavos,
jauría de perros, arboleda sitio poblado de árboles).
Actividad: tarea para casa.: completa las oraciones con los sustantivos colectivos o
individuales que correspondan.
Un………………………………..es un conjunto de abejas.
Un rebaño es un conjunto de…………………………………….
Una jauría es un conjunto de……………………………………..
Una …………………………….es un conjunto de músicos.
Sustantivos concretos y abstractos
Los sustantivos concretos nombran objetos, seres o lugares (como lapicera, pingüino
o bosque). En cambio, los sustantivos abstractos se refieren a sentimientos, estados
o valores que no tienen existencia propia, sino que necesitan un elemento concreto para
ser percibido. Poe ejemplo: no podemos ver la velocidad, pero sí conocemos un
pingüino que nada velozmente. Tampoco percibimos con los sentidos la curiosidad, pero
la observamos en la conducta de una persona.
Actividad:
En el siguiente párrafo, aparecen algunos sustantivos en negrita. En tu carpeta,
clasifícalos en concretos y abstractos.
Un día, se presentaron dos pícaros que se hacían pasar por tejedores. Decían a todos
que eran capaces de tejer las telas más magnificas que pudiera imaginarse. No solo
los colores y dibujos eran de una insólita belleza, sino que las prendas con ellas
confeccionadas poseían la milagrosa virtud de convertirse en invisibles para todos
aquellos que no fuesen merecedores de su cargo o que fueran irremediablemente
tontos.
El género y el número de los sustantivos
Los sustantivos cambian su forma para indicar género y número. El género de un
sustantivo indica si es masculino (gato) o femenino (gata).
El número de un sustantivo indica singular cuando menciona un solo elemento
(pingüino, pichón) y plural cuando menciona más de uno (pingüinos, pichones).
Actividad:
Traje tejedor
Tela femenino viejo
Emperador masculino memoria
Seda tramposo
Noche fiesta
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Cuentos con engaños
Escriban el plural de los siguientes sustantivos, marquen la terminación con color.
Traje ………………………………… Tramposo……………………..
tela………………………..
Tejedor…………………………. Caballo………………………..
lámpara………………….
Tijera……………………………… dibujo………………………….
Color……………………….
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