LA FAMILIA DE CARLOS IV Goya
Este cuadro es una de las obras más conocidas de Goya, no sólo por su valor artístico, sino
también porque constituye un testimonio histórico importante. Fue pintado en 1800 y se
conserva en el Museo del Prado de Madrid.
Análisis iconográfico
El retrato es una representación de toda la familia real. Goya lo realiza de una forma peculiar y
diferente, con ese sello inconfundible que define su estilo personal.
A la izquierda sitúa al infante Carlos María Isidro y, junto a él, avanzando en primer plano, al
príncipe Fernando (futuro Fernando VII). Completan el grupo la hermana del rey y, a su lado,
una muchacha sin rostro, con la que Goya alude a la futura mujer de Fernando VII, que aún no
se conocía. El grupo central lo conforman el rey Carlos IV y la reina María Luisa de Parma,
junto a sus hijos pequeños. El tercer grupo, situado a la derecha y en un plano algo más
secundario, está formado por otros miembros de la familia real.
A todos estos personajes reales se suma el propio Goya, que aparece autorretratado en un
segundo plano y en penumbra, delante de un gran lienzo, en clara alusión a lo que hizo
Velázquez en Las meninas, cuadro con el que existen otros paralelismos.
Pero lo más relevante del cuadro es la mordaz interpretación que Goya hace de la familia
real. En este sentido hay que destacar en primer lugar la postura de la reina, que se representa
con un gesto altivo y situada en el centro del cuadro, en una posición de preeminencia que
deja clara su autoridad y su influencia. El rey, por el contrario, aparece con una mirada perdida
y apática, reflejando cuál era su actitud política. Por otra parte, el príncipe Fernando, desde un
lateral del cuadro, avanza hacia el espectador, gesto que parece apuntar hacia su futuro
protagonismo en el devenir de la monarquía (como ya habéis estudiado en Historia).
Por todo ello se pude afirmar que Goya no solo está haciendo un análisis psicológico de los
retratados, sino que está dando también, de una forma sutil, su visión personal de la situación
que vivía la monarquía.
Análisis formal
Si nos fijamos en su composición, no es un cuadro complejo, pues se organiza en función de la
importancia que se pretende dar a cada uno de los personajes.
La luz la utiliza de una forma magistral. Irrumpe desde la izquierda, incidiendo sobre los
personajes y dando una enorme luminosidad a la gran variedad de colores, entre los que
destacan dorados y blancos, perfectamente equilibrados con tonalidades azulosas y rojizas.
La pincelada se aplica con enorme libertad (sin estar condicionada por el dibujo) en amplias
manchas de color, lo que contribuye a la fuerza expresiva del retrato.
Conclusión
En esta obra Goya está abriendo las puertas a la pintura contemporánea. Su técnica, su
expresividad, su sentido crítico, nos habla de una nueva forma de entender la pintura. Aunque
este sentido innovador no acabará en este cuadro, sino que la obra de Goya continuará
evolucionando en las décadas siguientes, hacia otras formas de expresión, si cabe, más
revolucionarias.