LA CONSAGRACIÓN CRISTIANA
Romanos 12:1-2
Por Juan Ramón Chávez
Introducción
En el A.T había una práctica llamada nazareato. Era una forma de dedicarse a Dios
de forma especial en la que se debían abstenerse todo lo relacionado con el alcohol.
Además, no debían cortase el pelo y no debían tocar lo inmundo (Números 6:4-21).
Esta práctica podía ser temporal o permanente. Samuel, Sansón y Juan el Bautista
fueron personas que estuvieron bajo esa práctica. Pero la diferencia entre ellos es que
Dios quiso que Sansón (Jueces 13:5) y Juan el bautista (Lucas 1:14-15) fueran
nazareos desde antes de nacer. Y en el caso de Samuel no fue Dios quien decidió,
sino su madre Ana (1 Samuel 1:11). Aunque esta práctica ha terminado, lo que no ha
terminado es la dedicación que Dios desea. Pero ahora, Dios ya no es el que decide
por usted ni tampoco sus padres. Ahora es usted el que debe decidir dedicarse a Dios.
Ahora es usted el que debe decidir consagrarse a Dios. De allí que se espera que todo
cristiano este consagrado. Por eso me ha parecido bien hablar sobre la consagración
cristiana.
I). EL SIGNIFICADO DE LA CONSAGRACIÓN.
Para entender más plenamente el significado de la consagración es necesario ir al
A.T. Donde se consagraban cosas como personas. Por ejemplo el tabernáculo era
consagrado (Éxodo 29.43–44). Los utensilios eran consagrados. (Éxodo 40.9). Las
ofrendas eran consagradas (Éxodo. 29.27). El altar era consagrado. (Éxodo 29.36–
37, 44; 30.29; 40.10–11). La fuente de bronce era consagrada (Éxodo 30.28–29;
40.11). Además de esto, algunas personas también eran consagradas. Por ejemplo
Aarón y sus hijos debían ser consagrados, ordenados como sacerdotes y vestirse con
trajes consagrados (Éxodo. 28.3, 41; 29.1, 44; 30.30; 40.13).
¿Pero, que es la consagración? Levítico 27:14 nos dice: “Cuando alguno dedicare su
casa consagrándola a Jehová, la valorará el sacerdote…” Así que, según este texto,
la consagración es la dedicación. Y Pablo habla de esto cuando escribe: “Así que,
hermanos, os ruego por las misericordias de Dios, que presentéis vuestros cuerpos
en sacrificio vivo…” (12:1).
A. La consagración es una dedicación completa.
Pablo Habla de “presentéis vuestros cuerpos en sacrificio”. La palabra
“presentar” aquí es “un término técnico para la ofrenda de un sacrificio” (Com. al texto
griego del N.T. A.T Robertson-Romanos). Pablo quiere que presentemos nuestros cuerpos totalmente
como una ofrenda de sacrificio parecido al A.T. Presentar voluntariamente el
“cuerpo” a Dios, incluía obviamente presentar el alma y el espíritu. Es decir, la
persona completa. Pablo dice que nuestro ser se compone de “espíritu, alma y
cuerpo” (1 Tesalonicenses 5:23). Es probable que el tipo de sacrificio que Pablo
tenía en mente aquí sea el holocausto. Que significa, “quemado todo”. La ofrenda
del animalito se consumía completamente en el fuego.
Pero aquí Dios no nos está pidiendo poner nuestros cuerpos en un altar para ser
matado literalmente, sino que nos convirtamos en ofrendas entregadas
completamente a él. Que consagremos nuestras mentes, bocas, ojos, oídos,
manos, pies, en fin todo nuestro ser a su servicio. Incluye consagrar nuestro
tiempo, nuestro hogar, nuestros dones, nuestros recursos a su servicio. Porque no
podemos consagrar una parte de nuestra vida al Señor y la otra al mundo. La
consagración a Dios debe ser total y completa.
B. La consagración es una dedicación viva. “en sacrificio vivo”.
Es vivo porque el cristiano se ofrece en vida y es vivo porque anda en novedad de
vida. Antes estábamos muertos en nuestros delitos y pecados, pero Dios nos dio
vida juntamente con Cristo (Efesios 2:1,5). Ahora esa nueva vida debemos
ofrecérsela a Dios. Porque Dios no acepta obras muertas (Hebreos 6:1), y
“porque Dios no es Dios de muertos, sino de vivos” (Lucas 20:38). Por eso Dios
quiere que nos ofrezcamos de manera viva. Que se vea que verdaderamente
estamos vivos en nuestra vida cristiana.
C. La consagración es una dedicación santa.
A los judíos se les había prohibido que ofrecieran en sacrificio un animal que
fuera cojo o ciego, o que tuviera alguna deformidad (Levítico 1:3, 10; 3:1; 22:20;
Deuteronomio 15:21; 17:1; Malaquías 1:8). Tenían que presentarse sin mancha
antes de poder servirle. De la misma manera el cristiano debe ofrecer una vida de
santidad a Dios. Es decir, una vida separada o libre de todo lo que es pecaminoso.
Debe estar dedicado al uso especial de Dios. La santidad de Dios exige un
servicio santo.
Solo esta clase de consagración puede agradar a Dios. Por eso Pablo dice
“sacrificio vivo, santo, agradable a Dios”. El objetivo de toda vida cristiana debe
ser agradar a Dios (2 Corintios 5:9). Y la manera que se agrada a Dios es
haciendo lo que Dios dice. Hacer esto es ofrecer un “culto racional”. Es decir, un
servicio razonable, e inteligente. Porque esta es la clase de consagración que Dios
quiere.
II). EL MOTIVO DE LA CONSAGRACIÓN.
A. Porque somos hermanos.
Pablo está haciendo aquí un llamado a todos los cristianos de Roma como de todo
el mundo hasta nuestra fecha y los que vendrán después. Pues dice: “Así que,
hermanos…”. A un inconverso no se le puede pedir que se consagre a Dios,
porque ni siquiera ha empezado en ser un cristiano. Al contrario, la consagración
o dedicación es algo que se espera de alguien que es cristiano.
Este llamado sigue vigente hasta el día de hoy, porque la iglesia está pasando por
tiempos difíciles. Porque en muchos lugares, muchos cristianos quieren vivir
vidas cristianas light. Es decir, ligeras. Quieren muchas bendición, mucho éxito y
poco compromiso, poca entrega. No quieren nada que requiera esfuerzo o
sacrificio. No oran, no leen la Biblia y cuando asisten a la iglesia no se
comprometen con nada. Pero para tener vidas cristianas exitosas y agradar a Dios
es necesaria la consagración, la entrega total a Dios. Cristo deseando que el
cristiano viva una vida de compromiso y consagración para su propio beneficio,
dijo: “Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz
cada día, y sígame” (Lucas 9:23). Así que, la consagración es algo de todos los
días.
B. Porque es un ruego. “Así que, hermanos, os ruego”.
Pablo tenía toda la autoridad para ordenarnos como apóstol de Cristo, como le
dijo a Filemón: “aunque tengo mucha libertad en Cristo para mandarte lo que
conviene, 9 más bien te ruego por amor…” (Filemón 8,9). Este ruego es un
aliento hacer algo, en este caso, dedicarnos por completo a Dios. “Dios es tan
maravilloso que no obliga a nadie. Respeta nuestra libertad, pero al mismo
tiempo, nos aconseja lo mejor” (El Gr. del N.T. Tomo VI Romanos. Enrique Martorell). El hecho que Pablo
ruegue, nos dice que nosotros tenemos la elección de consagrarnos a Dios.
Así que, su consagración no depende de los sermones del predicador, no depende
de lo bonitos que se escuchen los cantos, no depende de la cantidad de miembros
de su congregación, ni si quiera depende de Dios. Es una decisión completamente
suya. Pablo quiere que sepamos que cuando Cristo murió, “por todos murió, para
que los que viven, ya no vivan para sí, sino para aquel que murió y resucitó por
ellos” (2 Corintios 5:15). Así que, Cristo no murió para que cada quien viviera
como quisiera, sino que vivieran en devoción a él. Pero la decisión es suya.
C. Porque Dios se lo merece.
Pablo dijo: “Así que, hermanos, os ruego por las misericordias de Dios…” Pablo
no quiere que nuestra consagración sea motivada por el temor ni por la obligación
de cumplir un mandato, sino por las “misericordias” que Dios nos ha mostrado.
El hecho que mencione “misericordias” en plural da a entender las múltiples
manifestaciones de la misericordia a favor nuestro. Y esto es de esperarse porque
Dios es el “Padre de misericordias” (2 Corintios 1:3). Dios ha demostrado su
misericordia al dar a su Hijo, al elegirnos, al llamarnos, al salvarnos, al
adoptarnos, al hacernos parte de la iglesia, al permitirnos disfrutar de sus
bendiciones, etc. Sin embargo, Pablo no dice que nos consagremos a Dios para
recibir sus misericordias, sino porque ya las hemos recibido. Quiere que nos
consagremos por agradecimiento por esas misericordias.
Muchos ponen diferentes excusas por su falta de dedicación a Dios, por ejemplo:
No tienen tiempo. Entre los niños, el trabajo, la casa y el conyugue no hay tiempo.
Pero la Biblia dice que “Todo tiene su tiempo, y todo lo que se quiere debajo del
cielo tiene su hora” (Eclesiastés 3:1). Otros ponen de excusa el mal
comportamiento de otros. “Y eso que tienen más tiempo que yo”. Pero si las
misericordias pasadas, presentes que Dios nos ha mostrado, no nos mueven a
dedicarnos a Dios, nada más lo hará.
III). LA EVIDENCIA DE LA CONSAGRACIÓN.
A. Evidencia en el aspecto negativo: “No os conforméis a este siglo”. (Romanos
12:2).
Es decir, “no os adaptéis a este mundo” (Biblia de las Américas), “No se amolden al mundo
actual” (Nueva Versión Internacional), “no vivan ya como vive todo el mundo” (Biblia Traducción en
Lenguaje Actual). El mundo sin Dios tiene un molde, una forma de ser, y no debemos
permitir que nos presionen los que están a nuestro alrededor ni nosotros debemos
querer entrar a ese molde. Hay cristianos que actúan como camaleones, así como
los camaleones toman el color del ambiente en donde están, así también hay
cristianos que se comportan de acuerdo a las personas con quienes están. Por eso
Pablo dice que las malas compañías corrompen las buenas costumbres (1
Corintios 15:33).
Hay un dicho que dice: “A donde fueres, haz lo que vieres”. Sin embargo, Pablo
no está de acuerdo con ese dicho. Al contrario está diciendo, que la evidencia de
que nos hemos consagrado a Dios, es dejar de hacer lo que el mundo hace que es
pecaminoso. No hay que adoptar las maneras del mundo, ni sus gustos, ni su
modo de pensar u obrar.
Mucho del pueblo de Israel en el A.T quisieron copiar las formas y prácticas de
las naciones que les rodeaban y terminaron por arruinar al pueblo. Nosotros
debemos ser sensibles y aprender de los errores que otros han cometido para no
repetirnos.
B. Evidencia en el aspecto positivo. “sino transformaos” (Romanos 12:2).
Si hay consagración, hay transformación. No se puede de otra manera. La palabra
de la cual se traduce “transformaos”, deriva el término “metamorfosis” que
quiere decir, “un cambio de forma”. Pablo está diciendo que nuestra vida debe
sufrir una transformación de pensamientos y conducta, un cambio que refleje la
imagen de Cristo (2 Corintios 3:18) y querer transformarnos a la imagen del
mundo.
Si queremos lograr algo, tenemos que sacrificar algo. Debemos estar dispuestos a
sacrificar las cosas que nos impiden un desarrollo espiritual. Lo mismo sucede en
la vida, si queremos conseguir una carrera, debemos sacrificar tiempo y esfuerzo;
si queremos tener un cuerpo sano, debemos sacrificar algunos alimentos y hacer
ejercicio; y si queremos ser mejores cristianos debemos estar dispuestos a
sacrificar algunas cosas que nos impiden alcanzar esa meta. Por eso no debemos
adoptar la manera de ser del mundo.
Toda verdadera transformación sucede en el interior. Pablo lo dijo: “…el interior
no obstante se renueva de día y en día” (2 Corintios 4:16). Y aquí no es la
excepción. Para que el hombre se transforme en otra persona debe renovar su
mente. “No os conforméis a este siglo, sino transformaos por medio de la
renovación de vuestro entendimiento” (12:2). Implicaría para el cristiano volver
al compromiso original cuando creímos. Salomón dijo: “Porque cuál es su
pensamiento en su corazón, tal es el” (Prov.23:7) En otras palabras el proverbio
está diciendo es que el hombre llega a transformarse en aquello que piensa. Que
nuestra mente determina la dirección de nuestra vida. Primero son pensamientos,
luego actitudes, (disposición) luego acciones y luego resultados.
El ataque más poderoso del diablo contra el cristiano es dirigido a la mente.
Porque sabe que si puede controlar la mente lo puede controlar todo. Por tal
motivo Pablo exhorta a que renovemos nuestra mente. Puede ser con el estudio, la
oración, la práctica. Y esto no es otra cosa que consagración.
IV). EL PROPÓSITO DE LA CONSAGRACIÓN.
El propósito de consagrarnos dejando las formas de este mundo y renovándonos es:
“para que comprobéis cuál sea la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta”
(12:2). La palabra “comprobéis” significa, “verifiquéis” (Biblia de las Américas), distinguir”
(Nueva Biblia Española), “probéis” (N.T Pablo Besson), la voluntad de Dios. Los cristianos que no se han
consagrado a Dios, no han comprobado los beneficios de la voluntad de Dios.
A. Comprobar lo bueno de la voluntad de Dios.
La consagración le dará al cristiano el discernimiento necesario para comprobar lo
bueno de la voluntad de Dios. Porque un cristiano no consagrado es más fácil que
caiga en los engaños de satanás. Por ejemplo: “que a lo malo dicen bueno, y a lo
bueno malo; que hacen de la luz tinieblas, y de las tinieblas luz; que ponen lo
amargo por dulce, y lo dulce por amargo!” (Isaías 5:20). De allí que sea
necesaria la consagración para distinguir el verdadero bien de la voluntad de Dios,
del bien aparente del mundo. La voluntad de Dios es buena, porque viene de Dios
que es bueno (Salmos 25:8). Porque es buena en cada situación en la que nos
encontremos (2 Timoteo 3:16). Y porque demanda solo cosas buenas de nosotros
(Gálatas 6:9-10).
B. Comprobar lo agradable de la voluntad de Dios.
El hermano que no está consagrado a Dios, la voluntad de Dios la considera
demasiado exigente y fastidiosa. Sin embargo, el cristiano consagrado la
considera agradable. Es decir, placentera, encantadora, que caen bien. No gravosa
(1 Juan 5:3). Es agradable porque trae satisfacción a nuestra vida. Es como
cuando comes algo que te gusta y dices, “hay que rico esta esto”. Así es la
voluntad de Dios para un cristiano consagrado. Por eso, la lee, la estudia y la
comparte.
C. Comprobar lo perfecta de la voluntad de Dios.
Para un cristiano que no está consagrado tiene dudas de la palabra de Dios. Por
ejemplo, puede pensar que, quizás no es la palabra de Dios, que quizás no está
completa. Etc. Pero el cristiano consagrado sabe que no le falta nada, porque es
perfecta. Que no puede haber nada mejor porque es perfecta. Y que refleja la
misma perfección de Dios. Y que además puede ayudarle a perfeccionarse (1
Timoteo 6:16-17). La voluntad de Dios nos ayudara a encontrar siempre una
salida a cualquier circunstancia. Porque como es perfecta realizará su propósito
hasta el final. Pero no podremos comprobar la voluntad de Dios, sino nos
consagramos.
CONCLUSIÓN
Hemos hablado del significado, del motivo, de la evidencia y del propósito de
nuestra consagración cristiana. ¿Qué clase de cristiano es usted, de los que están
comprometidos y dedicados a Dios o de los que, entre menos comprometido
mejor? Nunca seremos los cristianos que debemos ser, si no nos consagramos a
Dios. Lo primero que usted tiene que hacer para consagrarse a Dios, es aceptar
que lo que Dios dice, se lo está diciendo a usted personalmente. En otras palabras
usted tiene que tomar en serio el menaje como para usted y no aventárselo a su
vecino. Lo más difícil ya lo hizo, hacerse cristiano. Ahora usted tiene que seguir
avanzando en su entrega a Dios. Así que, le invitamos a que lo haga.
Juan Ramón Chávez Torres
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