Tema 1
LA PRIMERA GUERRA MUNDIAL
Ángel Herrerín López
1. El detonante
El 28 de unio de 1914, un oven nacionalista serbio de 19 años, Gavrilo
Princi, vinculado a la organización clandestina “Mano Negra” asesinaba
en Saraevo al heredero del trono austro-húngaro archiduque Francisco Fer-
nando y a su esosa, la duquesa Sofía Chotek. El 23 de ulio, es decir, casi un
mes desués del atentado, Austria-Hungría daba un ultimátum de 48 horas a
Serbia ara que reconociera su articiación en el asesinato, ermitiese que
su olicía investigase en territorio serbio y rohibiera la existencia de orga-
nizaciones nacionalistas como la resonsable del asesinato. Cinco días más
tarde Austria-Hungría declaraba la guerra a Serbia ante la negativa de ésta a
acetar tan humillantes condiciones. El 30 de ulio, Rusia, en aoyo a Serbia,
movilizó sus troas, acción que imlicaba la declaración de guerra a Austria-
Hungría. Al día siguiente, Alemania, que tenía rmado un acto con Austria-
Hungría, exigió a Rusia la detención de sus eércitos, ero la negativa del Zar,
Nicolás , suuso la movilización del eército alemán y, en consecuencia, la
declaración de guerra entre Alemania y Rusia. Francia, que tenía un acuerdo
con Rusia, movilizó sus troas. El 3 de agosto Alemania declaró la guerra
a Francia, y su eército comenzó a invadir Bélgica. Gran Bretaña, aliada de
Rusia y Francia, se veía además comrometida or un acuerdo con Bélgica
como defensora de su libertad rmado en 1839, así que Gran Bretaña declaró
la guerra a Alemania. En los días siguientes, Austria-Hungría declaraba la
guerra a Rusia, Francia y Gran Bretaña.
Aunque el atentado del heredero al trono de Austria-Hungría ha sido con-
siderado como el detonante que rovocó la Primera Guerra Mundial, y los
acontecimientos roducidos en cascada señalados más arriba ueden ser con-
siderados como las causas róximas del conicto, es necesario analizar una
serie de causas rofundas que se encuentran en el origen de la que ha sido
denominada como la “Gran Guerra”.
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2. Causas profundas y antecedentes diplomáticos
La guerra fue el resultado nal de varias causas: el enfrentamiento erma-
nente entre los imerios, el sistema de alianzas entre otencias y el avisero
nacionalista en que se habían convertido los Balcanes, que rovocó, como
hemos visto, una reacción en cadena de movilizaciones de troas y declara-
ciones de guerra.
Euroa, a nales del siglo y rinciios del , concentraba el mayor
oder económico y militar del laneta. La revolución industrial, iniciada en
Inglaterra, se había extendido or el continente, mientras que la economía
funcionaba conectada en todo el mundo. El fuerte desarrollo económico y
cientíco de la éoca estaban íntimamente ligados con el desarrollo del ime-
rialismo. Los aíses industrializados necesitaban la imortación de materias
rimas y la exortación de sus artículos ara mantener su crecimiento econó-
mico, ero también la colocación de los excedentes de caital ara obtener
mayores benecios. En el contexto internacional, Gran Bretaña era el imerio
más oderoso con una suerioridad militar indiscutible en el mar. Aunque
Alemania, con un fuerte crecimiento económico, reclamaba una osición
destacada en el exansionismo colonial. La necesidad de cada otencia de
hacerse con nuevos mercados, controlar una serie de territorios que le ermi-
tiera mantener su desarrollo económico y onerlos a salvo de osibles inter-
venciones de otros aíses rovocó el incremento de la industria de guerra y
dio lugar a un fuerte militarismo en los aíses imerialistas. De hecho, en el
cambio de siglo se rodueron varios enfrentamientos en los que el roblema
colonial se encontraba entre las causas rinciales: la guerra de los Boers, en
Sudáfrica –entre los colonos neerlandeses y el Imerio Británico–, en la que
el litigio era las minas de oro y diamantes; y la guerra de los boxers en China,
levantamiento con un fuerte cariz antioccidental –anticolonial– motivado or
las inusticias que sufría la oblación.
Por otro lado, dos nuevas naciones irrumían con fuerza en el colonia-
lismo internacional: EE.UU. y Jaón. Estados Unidos venció a Esaña en una
guerra desigual en 1898, arrebatándole las colonias de Cuba, Puerto Rico,
Filiinas y la isla de Guam; or su arte, Jaón derrotó a Rusia en 1905, en el
rimer gran enfrentamiento entre grandes otencias desde 1870. La victoria
aonesa, al tiemo que suuso una sorresa ara el mundo occidental, sig-
nicó el comienzo de la exansión del aís nión or el continente asiático,
que tuvo una de sus rimeras manifestaciones en la ocuación de Corea en
1910. Para Rusia, la derrota suuso el inicio de imortantes revueltas que
rearaban la revolución de 1917. En este contexto, Alemania inició, en 1898,
la construcción de una escuadra que le ermitiera cometir con la inglesa, cir-
cunstancia que uso en alerta al resto de aíses y generó toda clase de recelos
y rivalidades con Gran Bretaña.
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Este imerialismo, con su consiguiente carrera armamentística y la des-
conanza que generaba, facultó la organización de alianzas con el obetivo de
dar cierta estabilidad al sistema ante la inexistencia de organismos internacio-
nales que mantuviera el equilibrio existente. El fuerte desarrollo económico
alemán y su consiguiente exansión en África llenaron de reticencias no sólo
a los ingleses, sino también a los franceses, que no olvidaban la érdida de
Alsacia y Lorena anexionadas or Alemania en la guerra de 1871. En conse-
cuencia, el canciller alemán, Otto Von Bismarck, antes de su retiro en 1890,
quiso asegurar la unidad y roseridad alemana –ara lo que era necesaria
la az en el continente– mediante la constitución de una alianza militar con
Austria-Hungría, a la que se sumó Italia en 1882. Esta Trile Alianza acordó
que si uno de los aíses rmantes entraba en guerra con otras otencias, los
otros le aoyarían en el conicto. Bismarck alcanzó otro acuerdo con Rusia,
enemiga de Austria-Hungría en los Balcanes, ara asegurar aún más esta az
tan necesaria a sus intereses. Sin embargo, tras el retiro del gran estadista, los
alemanes abandonaron este último acto, circunstancia que fue arovechada
or Francia ara llegar a una alianza con la Rusia zarista en 1894.
A rinciios de siglo, en leno desarrollo económico y militar alemán,
ingleses y franceses abandonaban sus contenciosos coloniales y, ante el
emue germano, rmaban una “entente cordiale” que, aunque no aseguraba
su imlicación en caso de conicto bélico, estrechaba sus relaciones. Además
Francia facilitó la aroximación entre Gran Bretaña y Rusia, que en 1907 r-
maban en San Petersburgo una “entente” que limitaba sus esferas de inuen-
cia en Persia y Afganistán. Así que el doble acuerdo franco-ruso y anglo-ruso
facultó la actuación conunta de los tres aíses en lo que se denominó la Trile
Entente. A diferencia de la Trile Alianza, los aíses de la Entente no adqui-
rieron ningún comromiso en caso de conicto bélico. Por su arte, Italia se
fue aleando del acuerdo rmado con Alemania y Austria-Hungría, y acer-
cándose a Francia e Inglaterra, con el obetivo de salvaguardar sus intereses
en el Mediterráneo. Por tanto, al inicio de la segunda decena del siglo , el
sistema de alianzas dividía a Euroa en dos bandos: or un lado, Alemania y
Austria-Hungría; y, or otro, la Entente entre Gran Bretaña, Francia y Rusia.
Esta situación suonía que cualquier incidente, indeendiente de su
magnitud, fuera tomado como una rueba de fuerza or los dos gruos y,
en consecuencia, suscetible de convertirse en un enfrentamiento armado de
grandes roorciones. La situación fue esecialmente eligrosa en el dominio
de Marruecos, con una olítica alemana agresiva que intentaba debilitar el
entendimiento entre Francia y Gran Bretaña mediante el ataque a los intereses
coloniales franceses; ero también en los Balcanes, donde los nacionalismos
imerantes incitaban al enfrentamiento entre Rusia y Austria-Hungría.
En Marruecos hubo dos crisis; en la rimera el kaiser Guillermo de
Alemania ronunció un discurso en Tánger, dentro de una visita al sultanato
alauíta en 1905, en la que defendió la indeendencia de Marruecos frente a los
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intereses coloniales de Francia y Esaña, y reclamó la libertad de comercio
en la zona. A requerimientos de Alemania, se convocó una conferencia inter-
nacional en Algeciras, en enero 1906, donde los alemanes intentaron frenar
la exansión francesa en la zona. Sin embargo, el Acta de Algeciras, rmada
en el mes de abril, acetaba la división del territorio marroquí entre Francia
y Esaña, con el benelácito del resto de otencias euroeas. Alemania, que
sólo contó con el aoyo de Austria-Hungría, veía sus intereses doblegados,
con la única satisfacción de contar con una olítica de “uertas abiertas” en
territorio marroquí. La actuación alemana había conseguido lo contrario de
lo que retendía: que Gran Bretaña estrechara sus lazos con Francia, cuyos
intereses defendió en todo momento durante la conferencia.
En 1911, la entrada de la cañonera alemana Panther en Agadir or el
incumlimiento de los acuerdos de Algeciras –en concreto argüían la ocu-
ación de las ciudades imeriales de Fez y Meknés or los franceses–, ro-
vocó otra situación extremadamente eligrosa. La crisis se sueró con el reco-
nocimiento or arte de Alemania de los derechos coloniales de Francia en
Marruecos, a cambio de concesiones territoriales en el Congo francés. Los
recelos ante el exansionismo alemán crecían en Francia y Gran Bretaña, lo
que facilitaba el estrechamiento de relaciones entre ambos aíses.
En los Balcanes, el nacionalismo serbio salía en defensa de los eslavos que
vivían dentro de los imerios austro-hungaro y otomano. Por su arte, Rusia,
que había visto cortada su exansión en Oriente or la humillante derrota ante
Jaón en 1905, había vuelto su mirada hacia Euroa, en concreto a los Bal-
canes, donde, además de tener sus roios intereses, aoyaba a Serbia, motor
nacionalista de los eslavos del sur, lo que amenazaba la integridad del Imerio
Austro-Húngaro. En 1908, Austria-Hungría se anexionaba Bosnia-Herzego-
vina, con lo que desbarataba las retensiones serbias. Rusia, tremendamente
debilitada or su derrota en Oriente y los conictos internos, no udo aoyar
en esta circunstancia a Serbia, or lo que ambos aíses tuvieron que acetar
la fuerza de los hechos.
En 1912, las reivindicaciones de Grecia, Serbia y Bulgaria sobre Macedo-
nia enfrentaron a estos aíses con Turquía, que en esos momentos se encon-
traba en guerra con Italia or Tríoli y las islas del Dodecaneso. Turquía fue
vencida fácilmente, ero surgieron diferencias entre los vencedores a la hora
del rearto. Así que en 1913, exlotó la segunda guerra de los Balcanes. Gre-
cia y Serbia declaraban la guerra a Bulgaria, que retendía agrandar la zona
obtenida en Macedonia. Rumanía y Turquía vieron la oortunidad de recue-
rar osiciones y se unieron a la guerra contra Bulgaria. El Tratado de Bucarest
de 1913 certicaba la derrota de Bulgaria; y la consiguiente ocuación or
arte de Rumanía de antiguos territorios en litigio, mientras que Grecia y Ser-
bia se reartían Macedonia. De todas formas, Serbia, a esar de las ventaas
territoriales obtenidas, veía frustrados sus intentos de obtener una salida al
mar, ues si bien había ocuado Albania durante el conicto, en la az tuvo
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que acetar la constitución en este aís de un reino indeendiente, condición
imuesta or las otencias y que reforzaba la osición austro-hungara. Des-
ués de esta segunda guerra, nadie estaba verdaderamente satisfecho de su
resultado: Austria-Hungría, orque veía el engrandecimiento de Serbia; ésta
orque no había conseguido lo que se roonía; y Rusia orque, nuevamente,
su aoyo al exansionismo serbio se había visto mancillado or la victoria
dilomática austro-húngara. En n, el equilibrio entre Rusia y Austria-Hun-
gría se romía con la fuerte conictividad en la zona de los Balcanes, conse-
cuencia del nacionalismo imerante.
Los Balcanes se convirtieron en el olvorín de Euroa en un momento
en el que otros asuntos de mayor calado, como hemos visto, estaban latentes.
El asesinato del heredero del trono de Austria-Hungría, el archiduque Fran-
cisco Fernando en Saraevo, en unio de 1914, fue la chisa que conduo al
continente euroeo a un conicto bélico que, con el aso del tiemo, llegó a
tener una dimensión mundial.
3. La oposición a la guerra
La reacción en cascada de las otencias ante la declaración de guerra de
Austria-Hungría a Serbia no se uede entender como un deseo irrefrenable de
las otencias a enfrentarse en un conicto armado. De hecho, en los rimeros
momentos hubo intentos dilomáticos que retendieron desactivar la tensión.
Alemania intentó frenar a Austria-Hungría, al tiemo que Francia hacía lo
roio con Rusia, mientras que Gran Bretaña romovía la realización de una
conferencia internacional ara buscar una salida al conicto. Pero las osicio-
nes intransigentes de Austria-Hungría y Rusia arrastraron al resto de oten-
cias a una guerra que desde hacía tiemo era motivo de discusión en cada
uno de los aíses. Se uede decir que aunque la inmensa mayoría de la gente
quería la az, desde hacía años se veía la guerra como un hecho irremediable.
La oosición más imortante a la guerra rovino desde las las socialistas.
Los artidos socialistas se habían integrado aulatinamente en la estructura de
los aíses nacionales, or lo que, llegado el conicto, sus militantes tuvieron
que enfrentarse a la difícil tesitura de decidir entre las bases ideológicas y la
llamada de la nación. No faltaron las advertencias en contra de la guerra rea-
lizadas or líderes socialistas euroeos en sus diferentes aíses. Advertencias
que recogió la ii Internacional en el congreso celebrado en Stuttgart, en 1907,
donde señalaba su oosición a cualquier conicto armado. Entre los líderes
socialistas más activos en contra de la guerra cabe destacar al francés Jean
Jaurès, osición que le costó la vida a manos de un nacionalista francés en
París en ulio de 1914. De todas formas, a esar de la oosición de los socialis-
tas, los obreros franceses no odían abstraerse de su nacionalismo, y no olvida-
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ban la afrenta de Alsacia y Lorena en oder
de Alemania. Circunstancias que no fueron
aenas al artido socialista francés según
avanzaban los acontecimientos; de hecho
sus dirigentes Guesde y Vaillant, en un
rinciio contrarios a la guerra, formaron
arte del gobierno de unidad francés ara
afrontar el conicto en agosto de 1914.
En Alemania, el enfrentamiento entre
los miembros del Partido Socialista Ale-
mán (SPD) fue en aumento según evolu-
cionaban los acontecimientos y el desa-
rrollo económico y la exansión colonial
de su aís se hacían atentes. Así, en los
años revios al conicto, sólo una minoría,
entre los que se encontraban Karl Liebk-
necht y Rosa Luxemburgo, se ousieron
taantemente a la guerra, mientras que sus
comañeros de artido y la masa obrera, en
general, eran roclives al orgullo nacional
que invadía la sociedad alemana. El SPD se
ouso en diferentes congresos de la Inter-
nacional Socialista a convocar la huelga
general en su aís si se declaraba la guerra.
El líder socialista francés Jean Jaurès Con el inicio de la contienda los sindicatos
alemanes hicieron fe exlícita de su deber
nacional y los socialistas alemanes mostraron su aoyó al gobierno.
En Inglaterra, los laboristas roclamaron su oosición a la guerra y vota-
ron en contra de los resuuestos destinados al conicto en el Parlamento.
Sin embargo, la mayoría de los obreros británicos hicieron recticar a sus líde-
res y aoyaron el inicio de la contienda. Los laboristas entraron en el gobierno
a nales de 1916. En denitiva, los sentimientos nacionalistas en toda Euroa
se imusieron a los lanteamientos socialistas, y, llegado el momento, los tra-
baadores de todo el mundo ocuaron su uesto en la trinchera del atriotismo
y abandonaron la de la unidad de clase.
4. El desarrollo de la contienda
Cinco otencias distribuidas en dos bandos comenzaron el conicto: or
un lado, las otencias centrales, Alemania y Austria-Hungría; or el otro, los
aliados con Francia, Gran Bretaña y Rusia. En los meses y años siguientes se
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fueron incororando aíses que dieron a la guerra un carácter mundial. En el
mismo mes de agosto de 1914, Jaón entraba en el bando de los aliados; mien-
tras que Turquía hacía lo roio en el de los aíses centrales en octubre del
mismo año; al igual que Bulgaria, en setiembre del año siguiente. En mayo
de 1915, Italia ingresaba en el bando aliado, mientras que en marzo y agosto
de 1916 lo hacían Portugal y Rumanía, resectivamente. La decisiva entrada
en el conicto de EE.UU. tuvo lugar en abril de 1917, y dos meses desués
Grecia comletaba la nómina de aíses adheridos a los aliados. El resto de los
aíses euroeos mantuvieron la neutralidad. Esaña fue uno de ellos, aunque
la sociedad esañola mostró sus referencias. En general, las fuerzas conser-
vadoras se osicionaron a favor de las otencias centrales, mientras que los
rogresistas aoyaron a los aliados. Los socialistas se situaron, en un rinci-
io, en contra de la guerra, aunque durante el desarrollo de la contienda se
inclinaron, mayoritariamente, al lado de Francia e Inglaterra como defensores
de la democracia, ero también orque veían en su victoria la lucha or la
libertad de los ueblos orimidos y orque en su seno llevaban, según defen-
dían, el germen de la revolución.
La osición de Alemania entre dos aíses enemigos, Francia y Rusia, la
hacía artir con cierto grado de inferioridad al tener dos frentes abiertos a
ambos extremos de sus fronteras. El Estado Mayor alemán ya había reexio-
nado sobre esta circunstancia en fecha tan temrana como 1892. El Plan
Schlieffen, que tomaba el nombre del efe del alto mando militar alemán en
aquel momento, reveía un ataque ráido contra Francia a través de Bélgica
y Luxemburgo que hiciera caitular al aís galo en oco tiemo ara, de este
modo, atender en exclusiva el frente ruso. Alemania uso en marcha el Plan
Schlieffen en agosto de 1914. La enetración de las troas alemanas en Fran-
cia or Bélgica y Luxemburgo fue muy ráida, y en ocos días llegaban al río
Marne, róximo a París. Este avance tan fulminante hizo ensar al resonsa-
ble militar alemán, general Moltke, que había conseguido una ventaa deni-
tiva en el frente occidental y, en consecuencia, decidió trasladar efectivos al
frente oriental, donde los rusos avanzaban. Sin embargo, el general francés
Joffre, con el aoyo de fuerzas inglesas, contraatacó y logró estabilizar el
frente. La victoria franco-inglesa en la batalla del Marne, entre el 5 y el 12 de
setiembre, signicó la retirada de los alemanes hasta el río Aisne, en Lorena.
Los dos eércitos se dirigieron en una marcha aresurada hacia el mar, con
la idea de ocuar los rinciales uertos de la costa. Esta circunstancia ro-
vocó la construcción de una larga línea de trincheras que iba desde el Mar del
Norte a Suiza, donde quedaron araetados e inmovilizados los dos eércitos
durante casi cuatro años.
En el frente oriental, los rusos lograron enetrar en Prusia, ero la lle-
gada de efectivos alemanes desde occidente facultó las victorias alemanas
en las batallas de Tannenberg, en agosto, y de los Lagos Masurianos, al mes
siguiente, con lo que Prusia quedó liberada. El eército ruso logró avanzar
más al sur, en Galitzia, ero un contraataque osterior de las fuerzas centra-
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les estabilizó el frente. Por su arte, los serbios lograron detener la invasión
austro-húngara. Es decir, que el frente oriental también quedó estabilizado.
La guerra de movimientos había dado aso a una guerra de osiciones, donde
las trincheras se convirtieron, con el aso del tiemo, en la imagen de la Gran
Guerra ara las generaciones venideras.
En agosto, Jaón había entrado en guerra contra Alemania, con el n de
aoderarse de sus zonas de inuencia en China y sus colonias en el Pacíco
–las islas Marshall y las Carolinas–, ero también ara extender su dominio
en el Leano Oriente. En enero de 1915, convertía a Manchuría y China del
norte en su rotectorado. Pocos meses antes, en octubre de 1914, barcos tur-
cos bombardeaban uertos rusos en el Mar Negro. Los aliados declaraban
la guerra a Turquía que, de esta forma, equilibraba la balanza al unirse a las
otencias centrales y creaba una reocuación añadida a Inglaterra or su
roximidad a los dominios ingleses de Egito y la India. Así que en 1915 la
guerra ya se había mundializado.
La batalla en el mar, que sería determinante ara la entrada de EE.UU. en
la contienda, había rovocado las rimeras escaramuzas entre unidades de las
dos armadas más oderosas, la inglesa y la alemana. Gran Bretaña atrullaba
las costas alemanas con el obetivo de evitar la entrada de cualquier tio de
mercancías. Esta situación rovocó las rimeras queas de aíses neutrales,
entre ellos EE.UU., que defendían el derecho de libre comercio en los mares
de roductos que no tuviesen una utilidad militar.
Los eércitos aliados atacaron en las zonas de Chamagne y Artois, ero
no obtuvieron resultados areciables. Aunque sí cosecharon un imortante
éxito dilomático al sumar a Italia a su bando, revia romesa de imortantes
concesiones territoriales una vez acabada la guerra, según un acuerdo secreto
rmado en Londres. La entrada de Italia en la contienda era imortante ues
abría un nuevo frente al sur de Austria-Hungría. Las otencias centrales com-
ensaron el desequilibrio con la inclusión de Bulgaria, a quien se rometió,
igualmente, benecios territoriales.
Alemanes y austro-húngaros decidieron atacar la arte más débil del bando
aliado: Rusia. Allí concentraron, desde la rimavera de 1915, su esfuerzo
bélico, y fueron ocuando lugares como Galitzia, Polonia y Lituania, llegando
hasta las uertas de Ucrania. Además de las érdidas territoriales, el eército
ruso había sufrido la baa de cerca de 2 millones de hombres, entre muertos,
heridos y risioneros, al tiemo que emezaban a escasear el armamento y
los víveres. Los aliados, con la idea de conectar con los rusos y aliviar su
situación, lanzaron una fuerte ofensiva en Turquía, que tuvo su unto más
imortante en la enínsula de Gallíoli, en abril de 1915. Allí desembarca-
ron cerca de 450.000 hombres, en su mayoría de nacionalidad australiana
y neozelandesa. El resultado de la oeración fue un auténtico fracaso ues,
además de no conseguir el obetivo, 150.000 hombres murieron o resultaron
heridos tras más de ocho meses de infructuosa batalla. A nales de 1915, los
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eércitos centrales ocuaban Serbia, Montenegro y Albania, mientras que Bul-
garia entraba en Macedonia.
Por su arte, los submarinos alemanes, en resuesta a la actuación de la
armada inglesa, comenzaron el bloqueo de las islas británicas en febrero de
1915. En mayo, el barco de asaeros Lusitania, que hacía el recorrido entre
N. York y Liverool, fue hundido con el resultado de cerca de 1.200 asaeros
muertos, de los cuales más de un centenar eran de nacionalidad estadouni-
dense. El residente norteamericano, Woodrow Wilson, advirtió a los alema-
nes de que cualquier otro acto de esta naturaleza sería considerado or su aís
como “deliberadamente inamistoso”. Los alemanes recticaron y durante dos
años utilizaron sus submarinos de forma más restringida.
A esar de los grandes avances de las otencias centrales en el frente
oriental, ambos bandos sabían que la batalla denitiva se iba a roducir en la
zona occidental. Los alemanes atacaron, en febrero de 1916, Verdún, fortaleza
que fue conada al general Petain, quien acuñó el famoso “no asaran” –lema
utilizado durante la guerra civil esañola en el Madrid reublicano ante el
ataque de las fuerzas rebeldes dirigidas or Franco–. Los bombardeos de la
artillería y los ataques de la infantería alemana fueron constantes durante los
seis meses que duró el asedio. La resistencia de Verdún se convirtió en un
emblema del nacionalismo francés, y desemeñó un imortante ael si-
cológico entre los combatientes galos. De todas formas, las érdidas fueron
excecionales ara ambos bandos, ues sufrieron cerca de medio millón de
baas cada uno. Los aliados diseñaron un fuerte ataque en el río Somme, con
el obetivo de aliviar el cerco sobre Verdún, aunque los lanes tuvieron que
ser alazados. Cuando comenzó la batalla del Somme, en el mes de ulio, los
bombardeos de la artillería aliada se combinaron con la utilización de carros
de combate ingleses y oleadas de soldados de infantería. En los cuatro meses
que duró la batalla, los eércitos aliados sólo lograron avanzar unos ocos kiló-
metros, aunque las baas fueron también excecionales: cerca de 500.000 sol-
dados alemanes y unos 600.000 entre franceses e ingleses. El frente occidental
continuaba estancado. Sin embargo, las troas rusas iniciaron, en unio de
1916, un fuerte ataque en el frente oriental, que obligó a los alemanes a retirar
troas de Verdún, lo que suuso el rinciio del n del cerco sobre la ciudad
francesa. A esar del ráido avance de los rusos, que lograron hacer más de
400.000 risioneros alemanes, un duro contraataque les hizo relegarse y er-
der cerca de un millón de combatientes.
Entretanto, la guerra en el mar continuaba sin grandes batallas navales
hasta el enfrentamiento en Jutlandia. La lucha entre las escuadras de Alema-
nia y Gran Bretaña tuvo lugar enfrente de las costas de Dinamarca el 31 de
mayo y el 1 de unio de 1916. La mayor batalla naval de la Primera Guerra
Mundial no tuvo un vencedor claro, con lo que el oderío inglés en el mar
continuaba en ie y, lo que era eor ara Alemania, con el bloqueo que tanto
daño estaba haciendo a su economía.
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Pero la guerra también se decidía en las maniobras dilomáticas que
ambos bandos usieron en marcha desde rácticamente el inicio de la con-
tienda. Aliados y aíses centrales no erdían la ocasión de dirigirse a los
gruos descontentos que se encontraban en los territorios controlados or el
bando enemigo. Los aliados ofrecían la indeendencia a las minorías nacio-
nalistas que oblaban los territorios del imerio austro-húngaro. Los ingleses
rovocaron, con el famoso coronel T.E. Lawrence –“Lawrence de Arabia”–,
una insurrección de las tribus árabes contra el imerio otomano; lo que no
les imidió rometer, en la nota de Balfour de 1917, la constitución de una
nación udía en Palestina. Por su arte, Alemania rometía una Polonia inde-
endiente, incitaba el nacionalismo ucraniano y romovía la insurrección en
Egito o aoyaba a los irlandeses contra Inglaterra y a los argelinos contra
Francia. Hasta buscaba aoyos más allá del Atlántico, en las mismas uertas
de EE.UU. El secretario de Estado alemán ara Asuntos Extraneros, Arthur
Zimmermann, envió un telegrama, en enero de 1917, a la legación alemana
en Ciudad de México en el que se informaba al residente del aís azteca que
si EE.UU. entraba en guerra con Alemania, ésta aoyaría a su aís ara que
recuerara las érdidas territoriales del conicto que en 1848 había mante-
nido con su vecino del norte. El telegrama, que fue enviado también al emba-
ador alemán en Washington, fue intercetado y ublicado or los eriódicos
estadounidenses, causando una fuerte reocuación en la oinión ública nor-
teamericana. A esar de todo, el ueblo estadounidense, según interretaban
sus dirigentes, no quería entrar en guerra. Así lo entendió Wilson cuando en su
reelección, en noviembre de 1916, rometió mantener a EE.UU. al margen de
la contienda. De hecho, el residente norteamericano rotagonizó dos inten-
tos de az en el cambio de año, una solución al conicto en la que todos los
imlicados udieran salvar su honor, “una az sin victoria”. Pero tanto aliados
como otencias centrales quisieron imoner unas condiciones tan sumamente
duras al contrario que imidieron cualquier tio de acuerdo.
A estas alturas del conicto lo cierto era que los largos años de gue-
rra hacían mella tanto en los rinciales dirigentes como en la oblación.
El emerador Carlos i de Austria, durante 1917, realizó varios contactos con
Francia ara lograr una az or searado ara el Imerio. Las conversaciones
se realizaron a través del Príncie Sixto Borbón de Parma, cuñado del eme-
rador austriaco, y entre las cláusulas del armisticio guraban la devolución de
Alsacia y Lorena a Francia y la indeendencia de Bélgica. El rimer ministro
francés, Georges Clemenceau, hizo úblicas las negociaciones ante las decla-
raciones del ministro de exteriores austriaco, Ottokar von Czernin, en las que
aseguraba que era Francia la que había solicitado el inicio de las conversa-
ciones. Estas revelaciones colocaron al emerador Carlos en una situación
muy delicada ante su aliado, el kaiser Guillermo ii, a quien tuvo que hacer
declaración ública de lealtad.
En Alemania también surgían cada vez más voces que abogaban or el
n de la guerra. Hasta organizaciones que, en un rinciio, habían defen-
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dido or amlia mayoría el inicio de la contienda, ahora se enfrentaban
en signicativas disensiones. Así dirigentes del Partido Socialista Alemán
exigían la vuelta al obetivo revolucionario y la oosición a la guerra, lo que
rovocó, en abril de 1917, su escisión. El nuevo Partido Social Democrático
Indeendiente (USPD), cuyo rimer residente fue Hugo Haase, contó con
la adhesión de los “esartaquistas” –que tomaban el nombre de Esartaco,
el esclavo que se levantó contra el Imerio Romano–, Karl Liebknecht y
Rosa Luxemburgo. Entre las retensiones del nuevo artido guraba el n
de la contienda sin ningún tio de benecios territoriales ara Alemania.
La guerra fue recibida con entusiasmo nacionalista
Al mismo tiemo, en diversas ciudades germanas se realizaron huelgas
ara rotestar or la escasez de alimentos. Manifestaciones que tuvieron
un reunte durante 1918 en las rinciales ciudades de Alemania y Austria-
Hungría, donde las exigencias de az se mezclaban con llamamientos a la
revolución y, en el caso del imerio austro-húngaro, con reivindicaciones
nacionalistas. Hay que tener en cuenta los acontecimientos que estaban
sucediendo en Rusia, donde la revolución rotagonizada or los bolche-
viques cambió ya no sólo la evolución de la guerra, sino el mundo en las
décadas siguientes.
TEMA 1. LA PRIMERA GUERRA MUNDIAL 31
5. La revolución Rusa
5.1. El n del imperio zarista
A nales del siglo , Rusia era un aís atrasado en relación con el resto
de Euroa. Su sistema olítico seguía siendo el absolutismo, mientras que
sus estructuras sociales y económicas se encontraban anquilosadas or la
rémora del asado. Rusia era redominantemente agrícola. Los camesinos
reresentaban el 80% de la oblación, ero la tierra estaba en manos de una
nobleza que mantuvo al camesinado en un régimen de servidumbre hasta
que, en 1861, el zar Aleandro la abolió. Junto a su liberación, los camesi-
nos recibieron una arte de la tierra que habían trabaado durante largos años,
or la que tuvieron que agar imortantes cargas a los señores. Esta situa-
ción no signicó un cambio imortante en las vidas de los camesinos, que
siguieron dominadas or la escasez y la miseria, or lo que muchos de ellos
emrendieron el camino hacia las ciudades donde se estaba desarrollando
una industria inciiente.
En las dos últimas décadas del siglo , Rusia se fue industrializando con
la ayuda de una fuerte resencia de caital extranero. La industrialización
imlicó transformaciones económicas y sociales similares a las acontecidas
en otros lugares de Euroa, así la oblación asalariada fue en aumento y los
obreros rusos tuvieron que soortar las mismas largas ornadas de trabao o
el cobro de salarios mínimos. Sin embargo, hubo una cuestión que dirió del
resto del continente: la imortante concentración de trabaadores que se dio en
las fábricas rusas. Casi la mitad de los obreros trabaaban en emresas de más
de 500 oerarios, ambiente que favoreció la ráida conciencia de clase de este
nuevo roletariado. Otra circunstancia, que la diferenciaba en esos momentos
de Euroa, era la falta de derechos sindicales y de huelga, or lo que cualquier
rotesta, y la consiguiente reresión, imlicaba graves enfrentamientos con
emresarios y oderes úblicos.
El zar Nicolás , que accedió al trono en 1894, dirigía el aís de forma
absolutista, aoyado en un gran eército y en la iglesia ortodoxa. El zar estaba
en contra de cualquier cambio que imlicara una merma de sus oderes, or
lo que no acetaba ningún tio de control ni de reresentación olítica. En los
años de cambio de siglo, aarecieron gruos oositores al zarismo desde dife-
rentes estamentos de la sociedad. La rimera oosición vino del medio rural,
donde los anarquistas romovían el cambio en la estructura de la roiedad
agraria y la transformación de la sociedad, aoyándose, en más de una oca-
sión, en acciones violentas. En 1901, se fundó el artido Social Revoluciona-
rio, que defendía rincialmente los intereses de los camesinos, a quienes
señalaba como suetos de la futura revolución.
32 HISTORIA CONTEMPORÁNEA (1914-1989)
Por su arte, los obreros de las ciudades tuvieron en el artido Social
Demócrata, constituido en 1898, su rincial baluarte. Los socialdemócratas
ensaban, de acuerdo con las ideas de Marx, que el roletariado urbano era la
auténtica clase revolucionaria, aquella que estaba llamada a dirigir la sociedad
que nacería tras el n del caitalismo. En 1903, el artido Social Demócrata
quedó dividido en dos fracciones, la bolchevique (mayoría) y la menchevique
(minoría); aquella revolucionaria, ésta más moderada. Entre los bolcheviques
se encontraba Vladimir Ilich Ulianov, más conocido or Lenin, que se con-
virtió en el rincial dirigente de esta fracción. Lenin defendía la actuación
de una minoría muy concienciada que dirigiera el artido en su cúside de
forma autoritaria, mientras que los mencheviques aostaban or un artido
más amlio y menos centralizado. Los bolcheviques querían llevar a cabo una
revolución socialista e imlantar la dictadura del roletariado, mientras que
los mencheviques estaban disuestos a colaborar con liberales y demócratas
ara realizar los cambios necesarios en la sociedad.
Tanto el artido Social Revolucionario como el Social Demócrata actua-
ban en la clandestinidad, y sus militantes solían ser óvenes intelectuales que
ertenecían a las clases alta y media. Si en Euroa, la legalización de los
artidos socialistas había facilitado su integración en el sistema democrático,
en Rusia, su clandestinidad ayudó al triunfo de las osiciones más extremis-
tas, defensoras de la vía revolucionaria. Por último, dentro de la oosición al
régimen zarista, se constituyó, en 1905, el artido Constitucional Demócrata
(KD) –los “cadetes”–, artido liberal que estaba formado or la burguesía
de la ciudad unto con los terratenientes, y cuyo obetivo fundamental era la
constitución de un arlamento elegido or sufragio.
5.2. La revolución de 1905
Las causas fundamentales que rovocaron la revolución de 1905 hay que
buscarlas, or un lado, en la difusión de las ideas socialistas y liberales a
través de la roaganda realizada or los artidos olíticos que exigían una
sociedad más usta y democrática; or otro, estaban las rotestas de camesi-
nos y obreros que reclamaban meoras en su calidad de vida. Por último, las
derrotas sufridas or el eército ruso en su guerra colonialista contra Jaón, en
1905, actuaron como desencadenante de la situación.
Los obreros rusos recoilaron una serie de eticiones que retendían hacer
llegar al Zar en ersona. En un domingo de enero de 1905, una manifestación
de 200.000 ciudadanos se dirigió hacia el Palacio de Invierno en San Peters-
burgo, residencia ocial de los zares. Los trabaadores solicitaban la ornada
de 8 horas, el incremento del salario, la sustitución de funcionarios corru-
tos y la formación de una asamblea constituyente elegida democráticamente.
TEMA 1. LA PRIMERA GUERRA MUNDIAL 33
El eército ruso que custodiaba el alacio disaró contra la multitud causando
la muerte a unas trescientas ersonas e hiriendo a más de mil. Esta ornada se
conoce como el “domingo sangriento”, y fue el inicio de una serie de huelgas
y levantamientos revolucionarios que comenzaron en San Petersburgo y se
extendieron or todo el aís.
El artido Social Demócrata, en estos momentos con mayoría menche-
vique, organizó soviets (conseos) de trabaadores en las rinciales ciuda-
des y romovió una huelga general que se extendió or el aís. Por su arte,
los dirigentes del artido Social Revolucionario caitaneaban la ocuación
de tierras que llevaron a cabo los camesinos. A su vez, los “cadetes” ao-
yaban el movimiento con la eseranza de lograr sus asiraciones liberales.
Ante la grave situación creada, el zar rometió la concesión de libertades,
la romulgación de una constitución y la creación de una duma (asamblea)
con oderes legislativos. Estas romesas eran sucientes ara los demócra-
tas liberales ero no ara los socialistas. Sin embargo, la vuelta del eército
de Extremo Oriente osibilitó la reresión de los insurrectos y el n de la
revolución.
Nicolás no cumlió sus romesas. El zar, aunque convocó la Duma entre
1906 y 1916, no ermitió ningún tio de control olítico sobre su actuación,
ni la articiación real del ueblo, ni mucho menos la instauración de un
régimen verdaderamente democrático. Entre 1906 y 1911, su rimer minis-
tro, Pedro Stolyin, realizó una serie de cambios encaminados a meorar la
situación del camesinado, que incluía la osibilidad de abandonar la comuna
donde trabaaban o reformas en la roiedad agraria. Sin embargo, las medidas
alicadas fueron insucientes, or lo que los camesinos siguieron viviendo
en la miseria y reclamando tierra ara trabaar.
5.3. La revolución de febrero de 1917
La entrada de Rusia en la Primera Guerra Mundial no contó con el aoyo
decidido de la inmensa mayoría de la oblación, or lo que las derrotas en el
camo de batalla, las érdidas territoriales, la muerte de al menos dos millo-
nes de soldados rusos, acomañadas de una grave crisis económica, la escasez
de alimentos y la acción decidida de los revolucionarios rusos rovocaron la
revolución de 1917.
La revolución rusa tuvo dos fases bien diferenciadas, la rimera se inició
en febrero de 1917 –marzo según el calendario gregoriano occidental–, y la
segunda en octubre del mismo año –noviembre ara occidente–. La revolu-
ción de febrero fue una revolución democrática, similar a otras que habían
acontecido en Euroa en el siglo anterior, ero derivó, or el imulso decidido
de los dirigentes bolcheviques, hacia la instauración de un régimen comunista.
34 HISTORIA CONTEMPORÁNEA (1914-1989)
El origen hay que buscarlo en la oosición de la oblación a la articiación
de Rusia en la guerra mundial. Al descontento generalizado or la evolución
de la contienda, se unió una imortante crisis económica que rovocó el desa-
bastecimiento en las ciudades y, en consecuencia, la escasez de alimentos y el
hambre. La oblación se movilizó rovocando motines y huelgas en la caital
San Petersburgo, nombre de raíz germana que recibió el de Petrogrado con el
inicio de la guerra mundial.
En la caital se organizó un soviet de Diutados de los Obreros y Solda-
dos, a lo que el zar reaccionó disolviendo la Duma. Sin embargo, ésta eligió
un comité de arlamentarios que, desde estos momentos, comartió el oder
en la ciudad con el soviet de obreros de Petrogrado. El comité de la Duma
constituyó un gobierno rovisional que tuvo como residente al ríncie
Lvov. Dentro del gobierno estaba el reresentante del artido Social Revolu-
cionario, Aleandro Kerensky. El Zar intentó reconducir la situación y hacerse
con el control el oder, ero los soldados de Petrogrado se habían sumado a
la revolución, or lo que Nicolas , sin la ayuda del eército, tuvo que abdicar
el 17 de marzo de 1917.
El gobierno rovisional ublicó un rograma que mostraba su carácter
moderado, democrático y constitucionalista, que recogía, entre otras cues-
tiones, la libertad de reunión y oinión, el derecho de huelga, la abolición de
rivilegios o la convocatoria de una asamblea constituyente elegida mediante
sufragio universal masculino. Frente al oder del gobierno rovisional se
alzaba el oder del soviet de obreros que, formado or social revoluciona-
rios, mencheviques y bolcheviques, defendía ideas socialistas. Este doble
oder del gobierno y los soviets se mantuvo hasta el triunfo de la revolución
bolchevique.
5.4. La revolución de octubre
La decisión del gobierno de no oner n a la resencia rusa en la gue-
rra mundial fue un hecho decisivo en el devenir de los acontecimientos.
El gobierno entendió que la retirada de la contienda odía imlicar una dura
reacción de las otencias aliadas y la érdida denitiva de vastos territorios,
or lo que intentó convencer a obreros y soldados ara continuar en la guerra
como defensa del nuevo régimen democrático. Sin embargo, los soviets de
Petrogrado y Moscú entendían como rioritario la salida inmediata de Rusia de
la contienda, or lo que reaccionaron convocando manifestaciones y huelgas
contra la decisión del gobierno. La llegada de Lenin a Rusia en abril de 1917,
rocedente de Suiza donde había asado los años de la guerra, dio un nuevo
imulso a la revolución. Lenin defendió, en sus famosas “tesis de abril”, el
n inmediato de la articiación rusa en la guerra, la no cooeración con el
TEMA 1. LA PRIMERA GUERRA MUNDIAL 35
gobierno rovisional –al que tachó de burgués–, exigió que el oder asara a
los soviets y se osicionó en contra de las democracias arlamentarias.
El gobierno rovisional rometía reformas ero éstas no llegaban.
Las revueltas se sucedían y se creaban soviets en toda Rusia, al tiemo que las
derrotas continuaban en el frente. Con el emeoramiento de la situación, el
gobierno rovisional de Lvov tuvo que dimitir, y Aleandro Kerensky ocuó
el uesto de rimer ministro. En ulio, los bolcheviques rotagonizaron un
levantamiento armado que fracasó, algunos de sus dirigentes fueron detenidos
mientras que otros, como Lenin, lograron huir.
Al mes siguiente, un antiguo general zarista, Lavr Kornilov, intentó dar
un gole de estado dirigiendo sus fuerzas contra Petrogrado. Sin embargo,
Kornilov fue derrotado or los soldados y revolucionarios resentes en la ciu-
dad, con una actuación destacada de los bolcheviques. Este intento de gole
suuso el descrédito de Kerensky, mientras que signicó el reconocimiento
oular de los bolcheviques que, desde este momento, incrementaron su re-
sencia en los soviets de todo el aís. Lenin lanzó su consigna: ¡Todo el oder
a los soviets!, al tiemo que suo interretar la realidad de la situación y los
deseos del ueblo ruso en un rograma de cuatro untos: az inmediata con
las otencias centrales, rearto de tierras entre los camesinos, control obrero
de las fábricas y entrega del oder a los soviets. La inuencia de los bolchevi-
ques iba en ascenso, así el soviet de Petrogrado, que desde el rinciio estuvo
en manos de social-revolucionarios y mencheviques, asó, desde setiembre,
a estar dominado or los bolcheviques, que colocaron como residente a León
Davidovich Trotski.
El 10 de octubre, Lenin imonía sus tesis revolucionarias en el Comité
Central del artido bolchevique, que decidía llevar a cabo la insurrección ara
alcanzar el oder. Se aba la fecha del 25 de octubre –7 de noviembre en
Occidente–, día en el que se celebraba en Petrogrado el Congreso de Soviets
de toda Rusia. En los días 24 y 25, la Guardia Roa dirigida or Trotski, unto
con los marinos de la base de Kronstadt y gruos de soldados y obreros sim-
atizantes de los bolcheviques ocuaron los lugares claves de la ciudad, como
la ocina de teléfonos, las estaciones de ferrocarril o las instalaciones eléctri-
cas. Por último, la sede del gobierno, el Palacio de Invierno, fue ocuada el
día 25, mientras que Kerensky huía con destino a EE.UU.
El Congreso de los Soviets nombró un nuevo gobierno, bao el nombre de
Conseo de Comisarios del Pueblo. Lenin fue el residente, mientras que los
restantes ministerios estuvieron ocuados, entre otros, or Trotsky, en Asun-
tos Exteriores; Stalin, en Nacionalidades; Lunacharsky, en Cultura; Antonov
Ovseenko, como ministro de Guerra o Rykov, en Interior. Lenin resentó dos
rimeras medidas: las negociaciones ara la consecución de una az usta sin
anexiones ni indemnizaciones y la conscación de la roiedad de la tierra sin
comensaciones ara su distribución entre los camesinos.
36 HISTORIA CONTEMPORÁNEA (1914-1989)
Tras el triunfo de la revolución, el gobierno celebró las elecciones ara la
Asamblea Constituyente el 12 de noviembre de 1917. Los bolcheviques obtu-
vieron el 25% de los votos, mientras que los social-revolucionarios consiguie-
ron el 60%. La Asamblea se constituyó en enero de 1918, e inmediatamente
Lenin la disolvió. El líder bolchevique no había llevado a cabo la revolución
ara establecer un régimen democrático, sino ara instaurar la dictadura del
roletariado. Desde este momento, fueron rohibidos los artidos liberales y
constitucionalistas, que asaron a formar arte de las las de la contrarrevo-
lución, mientras que los mencheviques y social-revolucionarios mantuvieron
la legalidad durante algunos meses. En marzo de 1918, el artido bolchevique
asó a denominarse Partido Comunista.
Uno de los graves roblemas al que tuvo que enfrentarse el nuevo régimen
fue la negociación de az con las otencias centrales. Tras difíciles conversa-
ciones, los dirigentes rusos rmaron el tratado de Brest Litovsk con Alemania,
en marzo de 1918, or el que Rusia erdía Polonia, Finlandia, Letonia, Esto-
nia, Lituania, Georgia y Ucrania. Pero, además de las grandes mermas territo-
riales, los roblemas derivados de la articiación rusa en la guerra vinieron
de sus antiguos aliados, que se unieron a las fuerzas contrarrevolucionarias
ara acabar con el oder bolchevique.
Rusia se vio envuelta en una guerra civil con articiación de las otencias
extraneras. Los bolcheviques estaban solos frente a los liberales, demócra-
tas, burgueses y camesinos roietarios, a los que se fueron uniendo, según
la reresión se extendía, los social-revolucionarios y mencheviques; or otra
arte, se enfrentaron a las otencias occidentales, que ayudaron al conglome-
rado contrarrevolucionario con la eseranza de conseguir la vuelta de Rusia a
la guerra mundial. Las fuerzas internacionales estuvieron formadas or ao-
neses, que veían la osibilidad de amliar su imerio a costa del ruso, esta-
dounidenses, franceses e ingleses.
6. La victoria de los aliados
La revolución en Rusia rovocó una difícil situación ara las otencias
aliadas que, sin embargo, se vio comensada con la entrada de los EE.UU.
en guerra. Aunque, como hemos visto, tanto el residente Wilson como la
oblación eran artidarios de mantener la neutralidad, el cambio de táctica
de Alemania en la guerra submarina facilitó la beligerancia norteamericana.
En efecto, el bloqueo inglés hacía cada vez más daño a Alemania, or lo que el
Alto Estado Alemán entendió que la única forma de sacudirse este roblema y
conseguir la victoria nal era llevar la lucha submarina hasta sus últimas con-
secuencias. Así que Alemania reanudó, en febrero de 1917, el bloqueo naval a
las Islas Británicas, con la advertencia al resto de aíses que hundiría cualquier
TEMA 1. LA PRIMERA GUERRA MUNDIAL 37
barco que se dirigiese a los uertos británicos, indeendiente de la mercancía
que transortara. Los alemanes ensaban que, con esta táctica, odían acabar
con Gran Bretaña en seis meses, tiemo que consideraban insuciente ara que
EE.UU., en el caso de que les declarara la guerra, udiera transortar sus troas
a Euroa. Cuando el residente norteamericano conoció la decisión alemana
romió las relaciones dilomáticas. Al mismo tiemo, la oinión ública ame-
ricana conoció los términos del telegrama Zimmermann, lo que uso en alerta
a muchos estadounidenses sobre la más que robable imlicación de su aís en
el conicto. El hundimiento de varios barcos con bandera estadounidense or
submarinos alemanes suuso el n de las reticencias. Estados Unidos declaraba
la guerra a Alemania el 6 de abril de 1917. Aunque, en un rinciio, la guerra
submarina consiguió el obetivo revisto: el hundimiento de un buen número
de barcos y la reducción de reservas de alimentos en las Islas Británicas, las
medidas uestas en marcha or los aliados, como cargas de rofundidad, minas
y, rincialmente, la organización de deslazamientos en convoy –en el que
iban barcos mercantes y de guerra–, disminuyeron su efectividad.
A la esera de la llegada de las troas norteamericanas a Euroa, el frente
occidental, durante 1917, continuó estancado. Lo que no imidió desgastadoras
batallas, como las de Passchendaele, en el verano de 1917, donde los ingleses
erdieron cerca de 400.000 hombres, o la batalla de Caoretto, en octubre del
mismo año, donde los italianos sufrieron una dura derrota con medio millón de
baas, entre muertos y risioneros. Sin embargo, donde los aliados rogresaron
fue en Oriente Medio. Allí, los ingleses entraron en Bagdad, en marzo, y su
ocial “Lawrence de Arabia”, al frente de tribus árabes, tomó Aqaba, en ulio,
mientras que troas inglesas ocuaban Jerusalén en diciembre.
El Kaiser, Guillermo ii, entre los generales Hinderburg y Ludendorff
38 HISTORIA CONTEMPORÁNEA (1914-1989)
En Alemania, las disensiones entre los dirigentes olíticos y los man-
dos militares emezaban a ser evidentes. Mientras que el gobierno ale-
mán deseaba abrir negociaciones con las otencias aliadas ara intentar un
acuerdo de az, la cúula militar, con los generales Ludendorff y Hindenburg
a la cabeza, rechazaban cualquier tio de acto. Los resonsables milita-
res diseñaron un ataque masivo en el frente occidental, en marzo de 1918,
con más de tres millones de soldados, que uede ser considerada la última
gran ofensiva alemana. El avance fue esectacular en los rimeros meses.
Las troas llegaron a cruzar el río Marne y se situaron cerca de París, que
corría serio eligro. Pero el eército francés dirigido or el general Foch, que
había asumido la dirección de todas las fuerzas aliadas incluidas las troas
norteamericanas, detuvo el avance y contraatacó, haciendo retroceder a los
alemanes hasta el río Aísne. Esta segunda batalla del Marne fue determinante
ara el n de la guerra. El eército alemán había realizado su último esfuerzo
y estaba rácticamente agotado. Los aliados mantuvieron la iniciativa; los
americanos, en setiembre, atacaron en la zona de la Argonne, en las Arde-
nas, mientras que los ingleses hacían lo roio en Flandes. Los generales
alemanes reconocieron ante el kaiser su imosibilidad de ganar la guerra, y
aconsearon la formación de un gobierno, lo más lural osible, ara enfren-
tarse a las negociaciones de az.
Mientras, los aíses que habían luchado al lado de las otencias centrales
fueron cerrando su articiación en la guerra. Bulgaria rmó el armisticio en
Salónica el 30 de setiembre. En Oriente Medio, los acontecimientos se suce-
dían vertiginosamente. Los ingleses, en colaboración con los árabes, tomaban
Amán, el 25 de setiembre, y Damasco, a rinciios de octubre. Al mismo
tiemo, los franceses entraban en Beirut. El 14 de octubre, Turquía edía el
alto el fuego y, el 30 de octubre, rmaba el armisticio en la isla de Maudros,
en el Egeo.
Por su arte, Austria-Hungría iba a rotagonizar su última batalla en el
frente sur. Los italianos lanzaron una fuerte ofensiva a nales de octubre, cru-
zaron el río Piave y se dirigieron hacia Trento. El eército trasalino consiguió
la decisiva batalla de Vittorio Veneto, con más de 400.000 risioneros. Esta
derrota suuso el n del Imerio Austro-Húngaro, ero también el unto nal
ara Alemania. El kaiser había nombrado el gobierno solicitado or los mili-
tares, y las negociaciones de az comenzaron mientras continuaba la guerra.
Las conversaciones se dilataban en el tiemo y no se llegaba a ningún acuerdo,
además el General Ludendorff llevaba a cabo una olítica de destrucción en
los territorios que abandonaba y de resistencia a ultranza, cuestiones que ro-
vocaron la desconanza de los aliados. El gobierno alemán cesó a Luden-
dorff y uso en su uesto al general Groener. La caída de Austria-Hungría
fue determinante ara que los acontecimientos se reciitaran. La orden dada
a los marineros alemanes ara librar su última batalla naval contra los ingle-
ses, a nales de octubre, rovocó el amotinamiento de las troas en el uerto
de Kiel. A la rebelión de los marinos le sucedió la de los soldados del eér-
TEMA 1. LA PRIMERA GUERRA MUNDIAL 39
cito de tierra y las sublevaciones de trabaadores en las rinciales ciudades
alemanas. Las movilizaciones se extendían, y el 9 de noviembre el efe del
gobierno nombrado or el kaiser ara las negociaciones de az, el ríncie
Max Von Baden, cedía el oder al líder del Partido Socialista Alemán, Frie-
drich Ebert, al que se consideraba como la única ersona caaz de eercer un
control efectivo sobre el aís. El mismo día, con el n de evitar los disturbios
y la actuación de una minoría revolucionaria, el kaiser Guillermo fue obli-
gado a abdicar. La comisión encargada de negociar con los aliados el n de la
guerra, dirigida or el católico Matthias Erzberger, rmó el armisticio el 11 de
noviembre de 1918. La Primera Guerra Mundial había terminado.
7. Características de la Gran Guerra
La Primera Guerra Mundial tuvo unas características eseciales. Era la
rimera vez que un conicto bélico adquiría el carácter de mundial, ues
habían articiado aíses de todos los continentes y se había desarrollado en
buena arte del mundo. También fue una guerra total orque no afectó sólo
a los soldados que fueron a luchar al frente, sino que el conicto reercutió
en la oblación civil que se mantuvo en retaguardia. Todos los recursos se
emlearon en la guerra y la industria se reconvirtió con el obetivo de roducir
materiales ara el frente. Cada Estado intervino en todos los resortes de su
economía, se asó de un liberalismo económico al control exhaustivo en el
comercio, la roducción, la distribución de los roductos, la moneda…
Durante la contienda aarecieron nuevas formas de guerra y nuevas armas.
Con el estancamiento de los frentes, la guerra de trincheras fue la caracterís-
tica común. Los ataques en estas zonas mantenían un esquema básico: un
fuerte ataque de artillería durante días, seguido de grandes oleadas de solda-
dos de infantería. Las trincheras reresentan la imagen de esta guerra. Luga-
res insalubres con largas alambradas de esino, donde las condiciones eran
inhumanas y se extendían las enfermedades; y entre trincheras, de uno y otro
bando, una tierra de nadie donde se acumulaban los cadáveres.
En cuanto al armamento, la gran revolución fueron las ametralladoras,
que se utilizaron de forma rominente en la guerra de trincheras ya que su
caacidad de tiro destruía la formación de los atacantes. La artillería logró un
gran desarrollo, su recisión y calibre aumentaron con el aso del conicto.
El cañón más esectacular fue el Gran Berta, construido or Alemania, con
un calibre de 420 m/m. Aarecieron los carros de combate o tanques, utili-
zados, en rimer lugar, or los ingleses. Los tanques tuvieron un gran desa-
rrollo durante la contienda, aunque no alcanzaron el rendimiento de guerras
osteriores. Se emlearon, rincialmente, como aoyo a la infantería o ara
la destrucción de trincheras. Los roductos químicos, que estaban rohibidos
40 HISTORIA CONTEMPORÁNEA (1914-1989)
or la Conferencia de la Haya de ulio de 1899, hicieron su acto de resencia.
El más oular fue el gas mostaza que roducía amollas en la iel y en las
membranas mucosas; otros eran más letales como el fosgeno, gas asxiante.
En contra de ellos se inventaron las máscaras, que redueron su efectividad.
En el mar, la mayor innovación fue la utilización del submarino or arte
de Alemania. En contra de ellos se emlearon las cargas de rofundidad, las
minas y los convoyes que, como se ha visto, fueron de una gran utilidad.
En el aire hay que señalar los famosos zeelines, que fueron utilizados ara
el bombardeo de ciudades, ero con escasa reercusión. Los aviones de caza
aarecieron en 1915, aunque su momento estelar vino más adelante. El ale-
mán Von Richthofen –el “Barón Roo”– fue el aviador más conocido de la
guerra, rototio de caballerosidad de la éoca y héroe nacional. Aarecieron
las fotografías aéreas, los lanzabombas y la inclusión de la ametralladora en
los aviones, ero también la artillería antiaérea. En cuanto a los transortes los
más utilizados fueron el ferrocarril y el automóvil, mientras que en comunica-
ción fueron esenciales la radio, el teléfono y el telégrafo.
En un breve balance de érdidas humanas, hay que señalar que la guerra
costó 10 millones de muertos, mientras que los heridos se cifran en aroxi-
madamente el doble. Cada una de las rinciales otencias sufrió una érdida
de entre uno y dos millones de soldados. Por su arte, EE.UU. tuvo más de
100.000 muertos, y es que el eército norteamericano sólo combatió los últi-
mos meses de la guerra, aunque su intervención fue decisiva ara la victoria
nal de los aliados.
TEMA 1. LA PRIMERA GUERRA MUNDIAL 41
Resumen
Causas y oposición a la guerra
El detonante de la Primera Guerra Mundial fue el asesinato del heredero
del trono austro-húngaro, archiduque Francisco Fernando, ero las causas
rofundas que originaron la gran contienda hay que buscarlas en el enfrenta-
miento entre imerios y el avisero nacionalista en los Balcanes.
La oosición más imortante al uso de la fuerza corresondió a los ar-
tidos socialistas. Así lo señalaron en el Congreso de la II Internacional cele-
brado en Stuttgart, en 1907. Pero, llegado el momento, los trabaadores de
todo el mundo ocuaron su uesto en la trinchera del atriotismo y abandona-
ron la de la unidad de clase.
El desarrollo de la contienda
Al rinciio de la guerra, cinco otencias se distribuyeron en dos bandos: or
un lado, las otencias centrales, Alemania y Austria-Hungría; or otro lado, los
aliados, Francia, Gran Bretaña y Rusia. En los meses siguientes diversos aíses
se fueron añadiendo a uno y otro bando: Turquía y Bulgaria lo hicieron a las
otencias centrales; Jaón, Italia, Portugal y Rumanía al bando aliado, al igual
que Estados Unidos, que lo haría en abril de 1917. Esaña se mantuvo neutral.
Alemania uso en marcha el Plan Schlieffen, que retendía una victoria
ráida contra Francia ara oder atender el frente ruso. Sin embargo, los fran-
ceses resistieron y lograron estabilizar el frente occidental. Por su arte, la
contienda en Rusia también quedó aralizada. Así que la guerra de movimien-
tos dio lugar a una guerra de osiciones, donde las trincheras se convirtieron
en el símbolo de la Gran Guerra ara las generaciones venideras.
Una guerra mundial
La entrada de Jaón en la contienda contra Alemania, con la retensión de
aoderarse de sus zonas de inuencia en China y osesiones en el Pacíco,
imlicó la mundialización del conicto.
La batalla en el mar sería determinante ara la entrada de EE.UU. en la con-
tienda. Los submarinos alemanes bloquearon cualquier intento de suministro
42 HISTORIA CONTEMPORÁNEA (1914-1989)
a las islas británicas. Su acción rovocó el hundimiento de un buen número de
barcos y la muerte de asaeros, entre ellos estadounidenses, lo que signicó,
rimero, la advertencia, y, osteriormente, la entrada de EE.UU. en la contienda.
La revolución rusa
Otro acontecimiento de gran magnitud fue determinante no sólo en la evo-
lución de la Primera Guerra Mundial sino en las décadas siguientes: la revo-
lución rusa. En febrero de 1917, la Rusia zarista vivió una revolución demo-
crática, similar a lo acontecido en otros aíses de Euroa. Pero en octubre los
bolcheviques lograron hacerse con el oder e instaurar un régimen comunista.
Mediante el Tratado de Brest Litovsk, con Alemania, usieron n a su arti-
ciación en la guerra. Sin Rusia, ero con EE.UU. en el bando aliado, cuya
articiación fue determinante, la guerra enló hacia su nal.
Características de la Gran Guerra
La Primera Guerra Mundial tuvo unas características eseciales: el con-
icto bélico tuvo, or rimera vez, una dimensión mundial; fue una guerra
total, orque afectó no sólo a los militares en los frentes, sino también a los
civiles de la retaguardia; los aíses sueditaron todos sus recursos a la con-
tienda; los Estados controlaron su economía, deando a un lado el librecam-
bismo; aarecieron nuevas armas y vehículos como los tanques; mientras que
en el mar la gran innovación fue la utilización del submarino; y, sobre todo,
ninguna guerra había llegado a alcanzar los 10 millones de muertos como
sucedió con la Primera Guerra Mundial.
Cronología
1914: Asesinato del archiduque Francisco Fernando, heredero de Austria-
Hungría (VI). Declaraciones de guerra en cascada entre las oten-
cias (VII-VIII). Alemania one en marcha del Plan Schlieffen (VIII).
Jaón entra en la guerra unto a los aliados (VIII). Victoria franco-
inglesa en la batalla del Marne. Estabilización del frente (IX).
1915: Jaón one bao su rotectorado a Manchuria y China del Norte (I).
Alemania comienza el bloqueo de las islas británicas (II). Batalla en la
TEMA 1. LA PRIMERA GUERRA MUNDIAL 43
Península de Gallioli, con más de 450.000 baas (IV). Hundimiento
del Lusitania, con cerca de 1.200 asaeros (V).
1916: Batalla de Verdún, con medio millón de baas or bando (II). Batalla
naval de Jutlandia, entre Alemania y Gran Bretaña (V-VI). Batalla del
Somme, con más de un millón de baas entre ambos bandos (VII).
1917: Telegrama de Zimmermann (I). Revolución democrática en la Rusia
zarista (II). Reanudación del bloqueo naval de Alemania a las islas
británicas (II). Entrada de EE.UU. en la guerra (IV). Revolución Bol-
chevique en Rusia (X).
1918: Tratado de az de Brest Litovsk entre Rusia y Alemania (III). Segunda
Batalla del Marne, con derrota alemana (III). Avance de los aliados en
Oriente Medio (X-XI). Armisticio y n de la Primera Guerra Mundial
(XI).
Bibliografía
Las obras clásicas sobre relaciones y oderes internacionales de P. R-
(Historia de las relaciones internacionales, tomo , vol. , Madrid, Agui-
lar, 1964 -osteriores ediciones en Ed. Akal), Ch. Z (Historia de las
relaciones internacionales, vol. , Madrid, Alianza, 1997), P. K (Auge
y caída de las grandes potencias, Madrid, Globus, 1994) y P. G y R.
F (Turbulente Europe et nouveau mondes, 1914-1941, Paris, Masson,
1988) continúan siendo referencia general de estudio. El roio R
escribió hace tiemo una obra todavía insustituible: La crisis europea y la
i Guerra Mundial (1904-1918), Madrid, Akal, 1990, y sustanció ara los estu-
diantes en ocas áginas, originalmente editadas or la Presses Universitai-
res de France, sus rofundos conocimientos en La Primera Guerra Mundial,
Madrid, Oikos-Tau, 1983. Con una ersectiva lural (cómo se vivió, cómo
se hizo, cómo reercutió en las olíticas y en las sociedades la contienda)
debe recordarse la obra, ya veterana y en su día innovadora, de M. F,
La Gran Guerra (1914-1918), Madrid, Alianza, 1984. La diversidad enri-
quecedora de enfoques osibles resultan atentes en muchas obras, entre las
que aquí seleccionamos: D. S, Armaments and the Coming of War.
Europe 1904-1914, Oxford. Clarendon Press, 1996 (documentado estudio de
las tensiones conducentes a la guerra en clave de olítica militar continental);
H.H. H, The Firts World War. Germany and Austria-Hungary, 1914-18,
London, Arnold, 1997 (análisis desde los Imerios Centrales, en los que veri-
ca las dicultades de recursos e inecacia estratégica); J.H. M, Jr.,
La Gran Guerra, Edhasa, 2008 (que ofrece una ersectiva social y extraeu-
roea de la contienda, relacionada con su estire imerialista).
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Lecturas
R, Erich Maria. Sin novedad en el frente (1929) (El relato de la
vida cotidiana de un soldado durante la guerra. Es un alegato antibelicista)
[Barcelona, Edhasa, 2009].
C , Gabriel. El miedo (1930) (Una cruda narración de la vida coti-
diana de un oven soldado durante la guerra y una crítica a los ideales de
la guerra y a la idea de atria. Es en arte autobiográca). [Barcelona, El
Acantilado, 2009].
R, John. Diez días que estremecieron al mundo (1919) (Crónica diaria y
minuciosa de los hechos de la revolución de Octubre, contada de rimera
mano or un testigo de la éoca) [Madrid, Akal, 2004].
P, Boris. Doctor Zhivago (1957) (Novela ambientada en el eríodo
de la revolución rusa y en la guerra civil osterior. Interesante ara estu-
diar cómo afectó la revolución al estilo de vida de las clases más acomo-
dadas de la sociedad rusa) [Barcelona, Anagrama, 2005].
Ejercicios de autoevaluación
1. ¿Qué causas económicas, sociales y olíticas rovocaron la Primera Gue-
rra Mundial?
2. ¿Qué diferencias hubo en la actuación de los artidos socialistas euroeos
ante la inminencia de la guerra?
3. ¿Qué imortancia tuvo la batalla en el mar ara el resultado nal de la
contienda?
4. ¿Qué decisiones toma Lenin que imulsaron el triunfo de la revolución
bochevique?
5. ¿Qué circunstancias llevaron a EE.UU. de la neutralidad a la beligerancia?
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