UNCIÓN DE MULTIPLICACIÓN MOVIÉNDOSE EN LA VIDA COTIDIANA
Hemos estado tomando pasos para familiarizarnos con la unción de la
“multiplicación”. Una dimensión de Dios no muy conocida a su pueblo, pero
una faceta de Dios que quiere compartir con nosotros. También es una
manera en la que él puede expresarse.
Dios está revelándose a nosotros para estos tiempos, como el Dios de
multiplicación, de aumento y de expansión”. Yo creo que debemos aferrar
este tiempo de multiplicación por fe.
Es importante que entendamos que, en nuestra iglesia, Dios nos ha hablado
diciendo que compartirá esta dimensión de multiplicación con nosotros y que
manifestará esta faceta de su carácter. Algo que vemos reflejado en el
crecimiento numérico de nuestra iglesia y en su vida personal.
La semana pasada, proclamamos proféticamente que, como un resultado de
esa dimensión de multiplicación, usted va a:
hacer cosas para la gloria de Dios que Uds. no podían hacer antes.
experimentar nuevos lugares en Dios incluso en lo social, económico,
educativo, etc…
aferrar nuevas dimensiones de la vida.
ir más allá de sus limitaciones cotidianas.
Algunos aspectos de Dios ya conocidos
La iglesia está muy familiarizada con términos como:
Título Referencia Bíblica
“El Dios del cielo” Génesis 24:7
“El Dios de los espíritus de toda carne” Números 27:16
“El Dios de dioses” Deuteronomio 10:17
“El Dios de verdad” Isaías 65:16
“El Dios de todo saber” 1 Samuel 2:3
“El Dios de los ejercitos” 2 Samuel 5:10
Título Referencia Bíblica
“El Dios de mi salvación” Salmos 25:5
“El Dios de paz y amor” 2 Corintios 13:11
“El Dios de esperanza” Romanos 15:13
Títulos de Dios comúnmente conocidos
Pero casi nadie reconoce a Dios como “el Dios de multiplicación”, aunque a
través de la Biblia se le puede ver moviéndose en tal dimensión, una y otra
vez.
Vamos a identificar este aspecto de Dios
Ya hemos usado el ejemplo de Mateo 14:15-22, cuando Jesús multiplicó los
cinco panes y los dos peces y con estos, alimentó a cinco mil hombres, sin
contar mujeres y niños. Vemos a Jesús moviéndose en la unción de
multiplicación. Observe que la habilidad de multiplicar los cinco panes y los
dos peces procedió de la naturaleza de Dios mismo.
Vamos a tomar un vistazo a Lucas 5:4-7.
“Cuando terminó de hablar, dijo a Simón: Boga mar adentro, y echad
vuestras redes para pescar. Respondiendo Simón, le dijo: Maestro, toda la
noche hemos estado trabajando, y nada hemos pescado; más en tu palabra
echaré la red.
Y habiéndolo hecho, encerraron gran cantidad de peces, y su red se rompía.
Entonces hicieron señas a los compañeros que estaban en la otra barca, para
que viniesen a ayudarles; y vinieron, y llenaron ambas barcas, de tal manera
que se hundían.”
Este testimonio explota una manifestación de multiplicación de parte de
Jesús para sus discípulos.
En este relato, los discípulos pescaron toda la noche sin resultado, pero
cuando Jesús soltó la unción de multiplicación a través de sus palabras [en el
versículo 4], ellos encerraron gran cantidad de peces hasta el punto que su
red se rompía, y sus barcos se hundían.
Esta es una manifestación de multiplicación. Vemos a Jesús moviéndose en
la unción de multiplicación.
La experiencia de los discípulos que empezaron cuando no pescaron nada y
terminaron con una gran multitud de peces. La dimensión de multiplicación
se acercó a ellos.
En la iglesia primitiva
En Hechos 2:41 la iglesia primitiva experimentó una temporada de
multiplicación. Léalo.
“Así, pues, los que recibieron su mensaje fueron bautizados, y aquel día se
unieron a la iglesia unas tres mil personas.”
Hechos 4:1-4
“Mientras Pedro y Juan le hablaban a la gente, se les presentaron los
sacerdotes, el capitán de la guardia del templo y los saduceos. Estaban muy
disgustados porque los apóstoles enseñaban a la gente y proclamaban la
resurrección, que se había hecho evidente en el caso de Jesús. Prendieron a
Pedro y a Juan y, como ya anochecía, los metieron en la cárcel hasta el día
siguiente. Pero muchos de los que oyeron el mensaje creyeron, y el número
de estos, contando solo a los hombres, llegaba a unos cinco mil.”
En el caso de la iglesia primitiva, la multiplicación sucedió en un lapso de un
par de semanas y, aparece en este caso, como un mover soberano de Dios.
Sin embargo, la multiplicación que sucedió en este relato procedió de la
naturaleza de Dios mismo.
Vamos a ver algunos ejemplos del antiguo testamento.
Abraham se movía en una obvia unción de multiplicación
Vamos a leer Gen 17:1-7
“Cuando Abram tenía noventa y nueve años, el Señor se le apareció y le dijo:
—Yo soy el Dios Todopoderoso. Vive en mi presencia y sé intachable. Así
confirmaré mi pacto contigo, y multiplicaré tu descendencia en gran manera.
Al oír que Dios le hablaba, Abram cayó rostro en tierra, y Dios continuó:
—Este es el pacto que establezco contigo: Tú serás el padre de una multitud
de naciones. Ya no te llamarás Abram, sino que de ahora en adelante tu
nombre será Abraham, porque te he confirmado como padre de una
multitud de naciones. Te haré tan fecundo que de ti saldrán reyes y naciones.
Estableceré mi pacto contigo y con tu descendencia, como pacto perpetuo,
por todas las generaciones. Yo seré tu Dios, y el Dios de tus descendientes.”
Isaac se movía en la unción de multiplicación
Gen 26:12-14
“Y sembró Isaac en aquella tierra, y cosechó aquel año ciento por uno; y le
bendijo Jehová. El varón se enriqueció, y fue prosperado, y se engrandeció
hasta hacerse muy poderoso. Y tuvo hato de ovejas, y hato de vacas, y
mucha labranza; y los filisteos le tuvieron envidia.”
También vemos la unción de multiplicación en la vida del profeta Elías.
1 Reyes 17: 8-16
Entonces la palabra del Señor vino a él con este mensaje: «Ve ahora a
Sarepta de Sidón, y permanece allí. A una viuda de ese lugar le he ordenado
darte de comer». Así que Elías se fue a Sarepta. Al llegar a la puerta de la
ciudad, encontró a una viuda que recogía leña. La llamó y le dijo:
—Por favor, tráeme una vasija con un poco de agua para beber.
Mientras ella iba por el agua, él volvió a llamarla y le pidió:
—Tráeme también, por favor, un pedazo de pan.
—Tan cierto como que vive el Señor tu Dios —respondió ella—, no me queda
ni un pedazo de pan; solo tengo un puñado de harina en la tinaja y un poco
de aceite en el jarro. Precisamente estaba recogiendo unos leños para
llevármelos a casa y hacer una comida para mi hijo y para mí. ¡Será nuestra
última comida antes de morirnos de hambre!
—No temas —le dijo Elías—. Vuelve a casa y haz lo que pensabas hacer. Pero
antes prepárame un panecillo con lo que tienes, y tráemelo; luego haz algo
para ti y para tu hijo. Porque así dice el Señor, Dios de Israel: “No se agotará
la harina de la tinaja ni se acabará el aceite del jarro, hasta el día en que el
Señor haga llover sobre la tierra”.
Ella fue e hizo lo que le había dicho Elías, de modo que cada día hubo comida
para ella y su hijo, como también para Elías. Y tal como la palabra del Señor
lo había anunciado por medio de Elías, no se agotó la harina de la tinaja ni se
acabó el aceite del jarro.
Encontramos la soltura de esa unción de multiplicación a través de las
órdenes “hazme a mí primero y después harás para ti y para tu hijo”. Vemos
a Elías y a la viuda moviéndose en la unción de multiplicación. La
multiplicación de un poco de aceite y un puñado de harina en este relato
procedió de la naturaleza de Dios mismo.
Como último ejemplo, vemos la unción de multiplicación en la vida del
profeta Eliseo.
La viuda de un miembro de la comunidad de los profetas le suplicó a Eliseo:
—Mi esposo, su servidor, ha muerto, y usted sabe que él era fiel al Señor.
Ahora resulta que el hombre con quien estamos endeudados ha venido para
llevarse a mis dos hijos como esclavos.
—¿Y qué puedo hacer por ti? —le preguntó Eliseo—. Dime, ¿Qué tienes en
casa
—Su servidora no tiene nada en casa —le respondió—, excepto un poco de
aceite.
Eliseo le ordenó:
—Sal y pide a tus vecinos que te presten sus vasijas; consigue todas las que
puedas. Luego entra en la casa con tus hijos y cierra la puerta. Echa aceite en
todas las vasijas y, a medida que las llenes, ponlas aparte.
En seguida la mujer dejó a Eliseo y se fue. Luego se encerró con sus hijos y
empezó a llenar las vasijas que ellos le pasaban. Cuando ya todas estuvieron
llenas, ella le pidió a uno de sus hijos que le pasara otra más, y él respondió:
«Ya no hay». En ese momento se acabó el aceite.
La mujer fue y se lo contó al hombre de Dios, quien le mandó: «Ahora ve a
vender el aceite, y paga tus deudas. Con el dinero que te sobre, podrán vivir
tú y tus hijos».
2 Reyes 4:1-7
¿Cuál es el punto? Una vez más, vemos la unción de multiplicación
manifestándose en el caso de la viuda.
Dios multiplicó el aceite a tal cantidad, para que la viuda lo vendiera y
cancelara su deuda con el acreedor.
En conclusión:
¿Ven Uds. que “la unción de multiplicación” puede ser soltada sobre
cualquier situación? ¿Van a empezar a aferrar esa dimensión de Dios para su
vida personal y iglesia?