Camino de Santiago
Camino de Santiago
Santiago el Mayor fue uno de los principales apóstoles de Jesucristo y el primero de ellos en morir
martirizado.
La tradición cristiana indica que su cadáver fue trasladado a Hispania y depositado en una tumba situada
en Gallaecia.
Esta fue descubierta sobre el año 820 entre los restos de un asentamiento romano abandonado y sobre
ella se construyó un templo que fue ampliado en los siglos siguientes hasta convertirse en la actual
catedral.
El culto al apóstol se extendió pronto entre los cristianos peninsulares y fue proclamado por Alfonso II
como patrón del reino de Asturias, consideración que mantuvo en las entidades políticas que le
sucedieron.
Igualmente, surgió la costumbre entre sus ejércitos de invocar su nombre antes de entrar en batalla
La jacobea fue la última en aparecer dentro de las tres grandes peregrinaciones cristianas
Un número creciente de personas la realizó durante la Edad Media por motivos de fe, al considerar que los
restos del apóstol tenían una capacidad de intercesión ante Dios.
Su popularidad se extendió entre los reinos europeos occidentales y gozó del apoyo tanto de las
autoridades eclesiásticas y civiles como de personas particulares, quienes se implicaron en la creación de
una infraestructura que ofreciese a los peregrinos alojamiento y asistencia.
Las autoridades, además, dictaron normas jurídicas para protegerlos mientras hacían su viaje.
En esta segunda década del SXXI, la peregrinación jacobea atrae a hombres y mujeres por igual.
Los extranjeros superan ligeramente a los nacionales y la mayoría emprende el viaje dentro de España,
siendo un porcentaje pequeño aquellos que comienzan su camino más allá de los Pirineos.
La motivación para el mayor número de ellos sigue siendo de tipo espiritual, aunque es importante la cifra
de los que la realizan por motivos lúdico-deportivos.
Dentro del cristianismo, es aceptada por parte de la teología protestante que la había rechazado desde el
SXVI y la amplia extensión de rutas jacobeas a lo largo de Europa ha hecho aparecer un nuevo tipo de
peregrinación consistente en recorrer unos días el camino sin el objetivo final de llegar a Compostela (algo
al alcance de pocos en áreas muy lejanas).
La primera ruta que siguieron los peregrinos fue la que partía de Oviedo, la capital de Asturias y que, a
través de la montaña, llegaba a Lugo y continuaba hasta el Locus Sancti Iacobi.
Con la expansión de los reinos cristianos hacia el sur, quedó bajo su control la antigua ruta romana que
unía Burdeos con Astorga a través de Pamplona, Burgos y León.
Esta fue la base sobre la que se desarrolló el trazado clásico del Camino de Santiago tras realizarse algunos
cambios en su recorrido, principalmente para hacerlo pasar por zonas más pobladas.
Sobre esta ruta principal desembocaban otras que partían de diversas regiones dentro de la península y
que, conforme avanzaba la Reconquista, fueron las que usaron los habitantes de los nuevos territorios bajo
dominio cristiano.
En la vecina Francia, por su parte, se desarrollaron cuatro itinerarios para llegar al Camino de Santiago.
Estos partían de la capital París, de la desembocadura del Ródano, así como de las localidades de Vézelay y
Le Puy, respectivamente.
Las dos primeras serían las más utilizadas por quienes iniciaban su viaje más allá del reino francés durante
su tránsito por el mismo.
En estos países alejados, los peregrinos tomaban las principales vías comerciales que conducían a Francia
porque tenían la mejor infraestructura.
Con la crisis de la peregrinación jacobea en los S XIX y XX se fue olvidando el uso de las antiguas rutas como
vías para llegar a Santiago.
Buena parte de ellas quedaron asfaltadas para su utilización por los vehículos, si bien algunos tramos
conservaron su estado original al crearse otros alternativos más ventajosos.
En la segunda mitad del S XX se comenzó a estudiar cuál había sido el itinerario original del camino y se
determinaron las poblaciones por las que pasaba, de tal manera que —en 1965— se pudo editar una guía
para hacer el viaje en coche desde los Pirineos hasta Compostela.
Ya en los años 1980 se procuró adecuarlo para poder ser recorrido a pie y para ello se buscaron senderos
que evitasen el peligroso uso de la carretera, labor esta realizada por voluntarios desinteresados entre los
que destacó el párroco Elías Valiña.
Igualmente, se habilitó una infraestructura de albergues para proporcionar alojamiento a los peregrinos
durante el viaje.
El éxito experimentado desde los años 1990 ha llevado, también, a que se recuperen un gran número de
rutas históricas por asociaciones de voluntarios, tanto en España como en los demás países europeos. De
esta manera, para finales de la década de 2010 una extensa red de 286 caminos se encuentran catalogados
y recorren un total de 80 000 km en 28 países.
El Camino de Santiago y la peregrinación jacobea que se realiza por él han sido, desde su surgimiento en la
Edad Media, un notable lugar de encuentro e intercambio cultural entre la población de Europa.
Se estima asimismo que han ayudado a generar lo que se podría denominar «conciencia común europea».
Estos aspectos inmateriales, junto al conjunto de construcciones históricas relacionadas con él —iglesias,
albergues, monasterios, puentes, etc.— que se ha conseguido conservar, han hecho que reciba
importantes reconocimientos internacionales desde su recuperación en los años 1980.
1 SANTIAGO EL MAYOR
Su historia de acuerdo a las Sagradas Escrituras
Santiago «el Mayor» es denominado así para distinguirlo de otro apóstol con el mismo nombre y al que se
le da el apodo de «el Menor».
Nació dentro de una familia relativamente acomodada radicada en Betsaida o Cafarnaún y que poseía una
pequeña empresa dedicada a la pesca en el mar de Galilea.
Su padre se llamaba Zebedeo y su madre Salomé, quien posteriormente fue seguidora de Jesús.
Algunas interpretaciones de los textos cristianos consideran, también, que ella era hermana de María,
aunque esto resulta dudoso.
Santiago fue presentado a Jesucristo por su hermano poco después de su proclamación por Juan el
Bautista como el «Hijo de Dios».
Se encuentra entre las cuatro primeras personas que llamó al apostolado cuando posteriormente, a la
orilla del citado mar, pidió a las dos parejas de hermanos —Santiago y Juan, así como Pedro y Andrés—
que dejasen de pescar peces y se convirtiesen en «pescadores de hombres».
Como apóstol figuró —junto a Juan y Pedro— entre los tres más cercanos a Jesús, los cuales fueron
testigos de varios de sus milagros y le acompañaron durante sus oraciones en los olivos de Getsemaní la
víspera de su muerte.
Su martirio fue profetizado por Jesús cuando dijo que él y su hermano compartirían sus sufrimientos.
A diferencia de Pedro y Juan, el libro de los Hechos da poca información acerca de Santiago.
Solo le cita expresamente cuando relata su martirio en Jerusalén durante el gobierno de Herodes Agripa I
—entre los años 41 y 43—, lo que lo convirtió en el primer apóstol en morir.
Por este motivo, hay una falta de información sobre lo que hizo durante los cerca de diez años entre la
dispersión de los apóstoles para predicar —en el año 33— y su muerte, vacío que es llenado recurriendo a
tradiciones cristianas y leyendas.
Su veracidad ha sido rechazada y defendida por diversos autores a lo largo de los años. Básicamente, su
admisión o no giró inicialmente en torno al denominado «problema del silencio» que, a su vez, generó la
cuestión de la «teoría alternativa».
Con todo, esta polémica no parece afectar a la acogida popular de la tradición hispana.
La devoción a Santiago parece mantenerse y desde la rehabilitación del camino francés en la década de
1980, las peregrinaciones a su tumba no han dejado de aumentar.
De hecho, en 1982, su tumba fue visitada por primera vez en la historia por un papa.
Los defensores, en este sentido, admiten lo poderoso del argumento y que es evidente la falta de citas en
un buen número de autores.35 Aunque alegan que durante las persecuciones se perdió una buena parte
de los escritos cristianos y, además, no comparten que la falta de citas sea absoluta, afirmando que sí
existen menciones.41 Estas —inicialmente siglos i a v— indicarían la presencia de uno de los apóstoles en
la península.nota 6 Posteriormente —a partir del siglo vi— otras obras mencionarían expresamente a
Santiago el Mayor como el que estuvo en Hispania.nota 7
El silencio sobre la presencia de Santiago el Mayor en Hispania que se desprende de las fuentes aducidas
por los detractores, también parece extenderse al resto del ámbito conocido de la época y no parecen
existir escritos o tradiciones convincentes que indiquen la presencia de Santiago el Mayor en otros lugares
antes de su muerte en Jerusalén. Esto es utilizado a su favor por los defensores que argumentan la falta de
una «teoría alternativa» a la presencia del apóstol en la península.46
LA TUMBA APOSTÓLICA
2.1 ASENTAMIENTO DONDE SE CONSTRUYÓ
La tumba que, según la tradición jacobea, alberga los restos de Santiago el Mayor se construyó dentro del
área funeraria de un asentamiento romano.47 La moderna investigación identifica a este enclave con la
mansio de Assegonia citada en varias obras geográficas redactadas en tiempos romanos: Itinerario de
Antonino, Anónimo de Rávena e Itinerario de barro.48 Este lugar fue creado ex novo en el siglo i junto a un
cruce de caminos donde se unían calzadas que conectaban Bracara Augusta (Braga) con Lucus Augusti
(Lugo) y el puerto de Flavium Brigantium (La Coruña).49 Permaneció habitado hasta el siglo v en que fue
abandonado tras un periodo de decadencia económica y en un contexto de desestructuración social de la
región.50 Su parte funeraria siguió usándose hasta el siglo viii, probablemente, por los habitantes de algún
núcleo cercano. Dentro de ella se situaba la tumba donde se consideró que estaban los restos del apóstol
Santiago el Mayor y que, según las crónicas de su descubrimiento, mostraba una tipología que la
diferenciaba del resto.
La tumba se encontraba rodeada por el resto de la necrópolis, así como por las ruinas del asentamiento
romano.56 Bajo la dirección de Teodomiro se inició la adecuación del terreno y la construcción —en algún
momento entre los años 820 y 830— de la primera iglesia impulsada por el rey.57 Se trataba de un
pequeño templo de una sola nave con planta cuadrangular.58 Estaba construido de tal manera que
albergaba la tumba apostólica, la cual quedó situada en su cabecera.57 Contaba con un pequeño atrio en
su entrada 56, donde un dintel esculpido destacaba sobre el resto de la construcción de factura bastante
sencilla.57 Muy posiblemente, junto a ella se hallaba un pequeño baptisterio.58
La importancia que adquirió el lugar con la creciente llegada de peregrinos hizo que, a lo largo de ese siglo
ix, la pequeña iglesia recibiese el reconocimiento de catedral y se comenzase a trasladar, de manera
paulatina, la sede episcopal de Iria al nuevo asentamiento.
Tenía planta basílical y constaba de tres naves en cuya cabecera se situaba un ábside con forma
cuadrangular que albergaba la tumba del apóstol.61 El desnivel del terreno obligó al uso de escalinatas
tanto para los accesos al templo como al presbiterio, a la vez que se le dio al suelo una suave inclinación.62
Estaba construido recurriendo a piedra de la zona, menos en las esquinas y los vanos, en los que se usó
sillería de granito.59 El tejado, a dos aguas, se disponía sobre una estructura de madera.61 Se utilizaron
columnas y piedras ornamentales recuperadas por el rey en sus razzias por el territorio de al-Ándalus.62
Las columnas eran de mármol y realizadas en Coria durante el siglo iv.60 También se mantuvo el uso del
dintel esculpido de la anterior iglesia.62 Este aprovechamiento de materiales recuperados parece que
tenía el fin simbólico de recuperar el pasado y enraizar la monarquía asturiana con el reino visigodo
anterior a la conquista musulmana.63 Aspecto reforzado por el estilo arcaizante del edificio que resultaba
diferente del que mostraba habitualmente la arquitectura religiosa asturiana.63
La iglesia se convirtió en la mayor del reino en ese momento.58 Junto al resto de edificios construidos
formaron un asentamiento que se rodeó por una muralla defensiva de 1,80 m de grosor, torres con una
planta de 6,20 por 4,90 m y foso de una anchura de 8 m y profundidad de 3 m.64 Fue quemada durante el
saqueo al que Almanzor —ayudado por varios nobles cristianos— sometió a la ciudad en 997 y en el que
solo se respetó el edículo apostólico.65 El caudillo musulmán hizo que las campanas de la basílica y las
puertas de la ciudad fuesen llevadas a hombros por prisioneros cristianos hasta Córdoba, donde se
colocaron en su mezquita.66 Pedro de Mezonzo, a la sazón obispo de Iria, había hecho evacuar la
población antes del ataque y llevar las reliquias del apóstol a un lugar seguro.66 Poco tiempo después, hizo
reconstruir el templo con ayuda del rey Bermudo II de León,66 pudiendo este volver a usarse en el año
1003
2.5 CATEDRAL
Menos de dos siglos después de la construcción de la iglesia de Alfonso III —en el año 1075—68 se
iniciaron las obras para su sustitución por una mucho más amplia durante el reinado de Alfonso VI, poco
después de que el monarca recibiese —tras la muerte de su hermano— los reinos de León, Galicia y
Castilla. El rey colaboró donando parte del botín que se había obtenido en su reciente ataque a la Taifa de
Granada.68
La primera fase se realizó durante el obispado de Diego Peláez y duró trece años hasta 1088, en que el
obispo fue destituido.68 Se hizo bajo la dirección de los maestros Bernardo el Viejo y Roberto, de probable
origen francés.69 En ella se estableció el diseño de la catedral que sería seguido, a grandes rasgos, hasta su
finalización siglo y medio después.67 Se proyectó con forma de cruz latina y un tamaño casi ocho veces
mayor que la basílica.70 En el plano constructivo se realizaron las tres capillas centrales de la girola con sus
muros intermedios.68
Las obras estuvieron paradas durante seis años hasta que, en 1095, el definitivo traslado de la sede obispal
de Iria a Compostela proporcionó la ocasión para continuarlas, esta vez por impulso de Diego Gelmírez,
administrador de la diócesis y posteriormente su obispo.71 Se iniciaron bajo la dirección del maestro
Esteban de probable origen navarro-aragonés y quien las dirigió durante seis años hasta 1101 en que las
abandonó para trabajar en la catedral de Pamplona.72 En este periodo se acabaron las fachadas de la
girola con sus capillas y se comenzaron las fachadas del transepto.73 Ya sin él y durante la década hasta
1111 se completaron estas con sus dos entradas: en el lado norte, la porta Francigena (antecesora de la
actual puerta de la Azabachería), donde acababa el Camino francés, y en el lado sur, la puerta de
Platerías.74 Igualmente se levantaron las dos altas torres que flanquearían la entrada principal.75 En 1112
se derribó la antigua iglesia de Alfonso III que, ya entonces, había quedado situada en el crucero de la
nueva catedral,76 y prosiguieron las obras hasta 1124, en que quedó concluida la mayor parte de la nave
principal y la entrada antecesora del pórtico de la gloria.77
Durante esta fase —en 1105— se consagró la nueva estructura de la tumba apostólica.78 Esta había
permanecido inalterada desde su descubrimiento, y la reforma consistió en eliminar la mitad superior y
sellar la inferior de tal manera que ya no fue posible el acceso a ella.51 Sobre el nuevo suelo obtenido tras
colmatar esta parte, se levantó el altar mayor.51
La última fase se inició en 1168 por impulso de Fernando II y bajo la dirección del maestro Mateo.79 En ella
se acabó de completar la parte de la nave junto a la entrada principal.79 Su pórtico —la portada de la
transfiguración— se sustituyó por uno nuevo y más ricamente elaborado: el pórtico de la gloria.79
Finalmente, en 1211, la catedral quedó consagrada durante el reinado de Alfonso IX.79
Han experimentado una serie de vicisitudes desde su descubrimiento en la década de 820. Así, al poco, el
rey Alfonso II envió el hueso frontal al rey de los francos, el cual fue donado posteriormente por Carlos el
Calvo al monasterio de Saint Vaast en Arrás.81 En 899, con motivo de la consagración del templo
construido por Alfonso III se depositaron los restos de Santiago y sus dos discípulos en cajas de cedro que
se sellaron e introdujeron en sepulcros revestidos con láminas de oro y cerrados con losas de mármol.82
En el 997 el obispo Pedro de Mezonzo los llevó fuera de la población —probablemente al monasterio de
Sobrado o al de Curtis— para protegerlas del ataque de Almanzor.83 En 1056 el obispo Cresconio entregó
parte de un hueso del brazo a Roberto, un monje de la abadía de Santiago de la ciudad de Lieja quién había
llegado en peregrinación a Compostela.84 El algún momento anterior a los inicios del siglo xii, el sepulcro
se depositó «en un arca marmórea bajo el altar mayor» de tal manera que los peregrinos ya no pudieron
acceder a él.85 Fue abierto sobre el 1138 para extraer un hueso del cráneo —en concreto un trozo de la
apófisis mastoides— que el obispo Gelmírez regaló a Atón —obispo de Pistoya.86
En 1528 se trasladaron a un nuevo apartado denominado Tesoro o Sagrario —actualmente la Sacristía—
que fue acondicionado expresamente para alojarlas.87 En 1542 se volvieron a reubicar, esta vez, a una
estancia denominada Transtesoro que actualmente es la capilla de san Felipe.88 Durante el mandato del
arzobispo Sanclemente (1587-1602) y a causa de las incursiones de Francis Drake en las costas españolas,
se decidió ocultar los restos del apóstol y sus dos discípulos.89 Estos quedaron escondidos durante
décadas y se olvidó su ubicación de tal manera que, ya en 1659, se decía que:53
…lo que entonces fue evidencia, agora es solamente afección o fe mas que humana...
Fray Jospeh de Bugarín (1659).53
Dentro de un movimiento intelectual dirigido a mejorar el conocimiento histórico de los hechos relatados
en las escrituras y de su tradición, se tomó la decisión de buscar los restos que quedasen de la tumba
original así como los huesos del apóstol.53 Las investigaciones las realizaron López Ferreiro y Labín Cabello
quienes, tras varios intentos fracasados, en enero de 1879 levantaron el pavimento del Transsagrario
situado en el ábside y descubrieron un nicho que albergaba restos humanos.90 Estos fueron examinados
por una comisión formada por tres catedráticos de química, medicina y cirugía respectivamente quienes
determinaron tres aspectos: a) que pertenecían a tres individuos, dos de ellos fallecidos al final del
segundo tercio de sus vidas y el tercero en el último tercio de la suya; b) los restos tenían una antigüedad
compatible con un esqueleto celta cuyo estudio habían tomado como referencia; y c) que, por esta
antigüedad, no resultaba temeraria su identificación con los del apóstol y sus dos discípulos.91
Tras el descubrimiento, se llevó a cabo un proceso canónico que duró hasta 1884 cuando León XIII
proclamó en su Bula Deus Omnipotentis que los restos encontrados correspondían a Santiago el Mayor y
sus discípulos Atanasio y Teodoro.92 La determinación de cual de los tres eran los del apóstol se obtuvo
por la indicada reliquia existente en Pistoya que, tras un estudio, se comprobó que faltaba en los restos de
uno de los individuos identificados
La peregrinación a la tumba de Santiago el Mayor tiene su fundamento en el concepto teológico del culto a
los santos, cuyas primeras manifestaciones se han visto en la conmemoración que los primitivos cristianos
hacían en recuerdo de sus mártires junto a la tumba el aniversario de su muerte.96 Estos actos se
realizaban de manera discreta hasta la legalización del cristianismo en el siglo iv, tras lo que empezaron a
levantarse templos sobre las tumbas de los más queridos, adonde acudían fieles de áreas geográficas cada
vez más alejadas para participar en las conmemoraciones del aniversario de la muerte del mártir.97
Además, comenzaron a atribuir a las reliquias de los mártires una capacidad de intercesión ante Dios y les
rogaban por su salud, fertilidad, etc.12
La jacobea fue la última de las tres grandes peregrinaciones en aparecer.98 Para cuando surgió, las otras
dos que se dirigían a Roma y Jerusalén tenían ya siglos de tradición.98 Se estima que presentaba unas
características que la hacían más atractiva que la que se realizaba a la ciudad de san Pedro.99 Se adaptaba
mejor que la grandiosa Roma a la religiosidad medieval que buscaba austeridad y pobreza.99 Su realización
significaba «penitencia y ascesis, rigor y voluntad de superación».99 Geográficamente, también tenía el
atractivo de viajar a un lugar considerado entonces como «el fin del mundo».99 Finalmente, en el ámbito
político, recibió un mayor apoyo por las autoridades medievales europeas, ya que la humilde Compostela
no levantaba recelos como lo hacía la sede papal.
Con la consolidación de la peregrinación a Compostela se fue desarrollando asimismo un ritual más o
menos estandarizado de la misma. El peregrino acudía a una ceremonia religiosa, donde se confesaba y
comulgaba.100 Recibía entonces el bordón y la escarcela que eran bendecidos a la vez que se rogaba por
un buen viaje de ida y un retorno sano y salvo.100 Como en su viaje tendría que pasar por territorios
sometidos a diferentes señoríos, procuraba obtener alguna carta de recomendación para recibir
salvoconductos y exenciones de peajes.101 En cuanto podía, se unía a otros peregrinos para viajar en
grupo y así afrontar mejor los peligros del viaje, además de ser normal que coordinase su partida con otros
de la misma localidad o comarca.101
Para realizar su viaje, los peregrinos contaban con una red de establecimientos que les proporcionaba
alojamiento. Sus orígenes se han visto en la doctrina de la hospitalidad dentro del cristianismo.102 Esta se
manifestaba de tres maneras: ofrecida por particulares en sus casas (de manera caritativa o retribuida);
por monasterios y por los hospitales promovidos por laicos o eclesiásticos.103 Hasta mediados del siglo xi
fue la monástica la que los peregrinos podían encontrar de manera predominante.104 Ya avanzada esta
centuria, fueron los hospitales fundados por laicos y eclesiásticos los que asumieron el alojamiento y
atención de los peregrinos.104 Estos fueron unos lugares donde, además, se producía un notable
intercambio cultural y de información entre personas procedentes de diferentes lugares de Europa.105 Los
eclesiásticos se preocuparon de que en sus ámbitos territoriales se fundasen y funcionasen este tipo de
instituciones.106 Los reyes castellanos igualmente los impulsaron, destacando el gran hospital del Rey en
Burgos creado a instancias de Alfonso VIII.107 Las órdenes militares, por su parte, también colaboraron en
este sentido y destacó la Orden del Hospital, que mantenía varios de ellos en Castilla, Aragón y Navarra.
Una vez que habían llegado a la catedral de Santiago —cuyas puertas permanecían abiertas día y noche—,
se solían agrupar por países de origen y pasaban en ella, despiertos, toda la noche con una vela
encendida.109 A la mañana siguiente se les llamaba —en el idioma de cada grupo— para que depositasen
sus ofrendas en arcas destinadas a ello.110 Posteriormente, confesaban y comulgaban en la capilla del rey
de Francia, tras lo que obtenían —a partir de inicios del siglo xiv— un certificado de haber cumplido su
peregrinación.111 Finalmente se dirigían al altar mayor, donde había una imagen del apóstol, y efectuaban
un ritual como ponerse en la cabeza la corona que portaba la misma o darle un abrazo.112
Tras regresar a su localidad de origen, algunos peregrinos se unían en cofradía junto a otros que habían
realizado el mismo viaje.113 En 1120 ya se tiene constancia de la existencia de alguna de ellas que
funcionaban como asociaciones de apoyo mutuo y a los posibles peregrinos que quisieran emprender el
viaje contando, a veces, con hospitales donde albergaban y ayudaban a los que pasaban por su
localidad.114 Su formación se dio mayoritariamente en Francia, Países Bajos, Alemania e Inglaterra
En 895, se menciona a los peregrinos en una donación del rey.119 Salvo este dato, no hay otras
informaciones sobre su afluencia durante el primer siglo debido a que hacer estos viajes era una
costumbre lo suficientemente arraigada como para no merecer la atención de los cronistas.120 Solo
cuando la persona tenía cierta relevancia social podía quedar alguna reseña sobre su viaje y, por lo general,
estas eran indirectas.120 Ya en el siglo x comenzó el interés por visitar la tumba en los territorios allende
los Pirineos y en la primera década, desde la población de Tours, se dirigieron cartas al rey Alfonso III
preguntando por la tumba apostólica.121 Posteriormente, se van teniendo los primeros testimonios
escritos de peregrinos procedentes de fuera de la península ibérica: uno de los primeros documentados
fue un clérigo impedido procedente del Imperio Romano Germánico, quien visitó la tumba del apóstol en
930;122 en 950 fue Gotescalco, obispo francés de Le Puy quien realizó la peregrinación; en 959 lo hizo el
abad de Santa Cecilia de Montserrat; en 961 el conde de Gotha y una de las personalidades eclesiásticas
más importantes de Francia: el arzobispo de Reims.123
El proceso de reconquista conoció un importante impulso durante este periodo. Los reyes asturianos y
leoneses —quienes en sus donaciones al apóstol pedían por su ayuda frente al enemigo—119 consiguieron
ampliar los territorios cristianos hasta controlar toda la meseta norte mientras que los navarros
consolidaban su dominio sobre el alto Ebro. Esta evolución se truncó en la época de Almanzor, quien
recuperó parte del terreno perdido y sometió el resto a continuas aceifas. El caudillo musulmán arrasó
finalmente Compostela en el 997, aunque no logró que cesaran las peregrinaciones.124 Falleció cinco años
más tarde —en 1002— y el califato se sumergió en 1009 en una larga guerra civil que acabó
desintegrándolo en los reinos de Taifas.
5.2 CONSOLIDACIÓN COMO PEREGRINACIÓN MAYOR (SIGLOS XI Y XII)
La Europa occidental conoció un contexto expansivo durante el siglo xi: crecimiento demográfico; mejora
climática con ligero aumento de las temperaturas; incremento de la producción agraria, así como del
comercio y de la masa monetaria.125 En el ámbito político se consiguió extender la denominada Paz de
Dios que posibilitó un ambiente más pacífico,126 mientras que, en el religioso, se comenzó a dejar atrás los
años oscuros del papado a la vez que surgió un movimiento reformador que buscaba purificar el espíritu
cristiano y que impulsaron religiosos de los monasterios de Cluny (Borgoña) y Gorze (Lorena).127 Ya dentro
de la península ibérica, el hundimiento del Califato tras la muerte de Almanzor coincidió con una mejora
sustancial de la economía y el poder de los reinos cristianos.128
Dentro de este contexto favorable, la peregrinación a Compostela conoció un notable impulso que la
convirtió en una de las tres grandes peregrinaciones cristianas.129 La devoción a Santiago se extendió con
fuerza por el continente y llevó a que personas de Francia, Flandes, el Imperio Germánico, Italia o
Inglaterra emprendiesen el viaje a su tumba.130 Como consecuencia de este fenómeno, la iglesia
compostelana adquirió una riqueza y poder que se vieron con recelo desde Roma, que, a pesar de
otorgarle el carácter de metropolitana, no admitió su supremacía en la Península, manteniéndosela a la
toledana.131
Las autoridades colaboraron con este fenómeno popular y establecieron normas para proteger a los
peregrinos.132 En 1113 Gelmírez prohibió prenderlos y en 1114 el concilio de León les dio libertad para
circular por el reino.132 Como el dinero que portaban para sufragar su viaje los hacía objetivo de nobles y
salteadores,133 el concilio de Letrán estableció a nivel europeo, en 1123, la excomunión para quien les
robase, 132 y en 1170 se creó la orden de Santiago destinada originalmente a proteger a los peregrinos,
aunque posteriormente se implicaría, más bien, en la conquista y repoblación de nuevos territorios
En cuanto a la infraestructura, reyes, eclesiásticos y nobles se implicaron también durante este siglo xi para
fundar hospitales a lo largo de la ruta a la vez que mejoraron calzadas, construyeron puentes y procuraron
poblar las poblaciones por donde pasaba.134 Ya en las décadas finales, fueron Alfonso VI en Castilla, León
y Galicia a la vez que Sancho Ramírez en Pamplona y Aragón, los que desarrollaron una decidida labor por
mejorar el tránsito de los peregrinos.135 Alfonso suprimió portazgos, creó hospitales en Monte Cebrero y
Burgos, protegió la labor de Domingo de la Calzada, incorporó el monasterio de Nájera a la orden de Cluny
e instaló a gentes de Francia en varias poblaciones del camino.136 Sancho, por su parte, suprimió
asimismo portazgos, sustituyó el rito mozárabe por el romano, atrajo a eclesiásticos franceses, apoyó los
albergues de Jaca y Pamplona y creó la población de Estella.137 De esta manera, para el cambio de siglo,
una completa infraestructura de acogida había quedado ya extendida a lo largo de todo el itinerario que
venía de los Pirineos.138 Uno de los hospitales —el de Santa Cristina en Somport— será considerado a
mediados del siglo siguiente como uno de los tres más importantes de la cristiandad, siendo los otros dos
el de Mont Joux, usado por los que peregrinaban a Roma, y el de Jerusalén para los que lo hacían a Tierra
Santa.139
Fue en este periodo —sobre 1140—140 cuando se redactó la primera guía escrita que ha llegado a
nosotros, el Liber Peregrinationis como parte de la obra Liber Sancti Iacobi,141 que pudo influir en el
desarrollo del Camino y su conocimiento por toda la Cristiandad occidental.142 En él se describían las rutas
francesas para alcanzar el paso en los Pirineos y el posterior itinerario hasta Compostela.
El uso de la concha de vieira como icono de los peregrinos —cuyo testimonio más antiguo se encuentra en
Santa Marta de Tera sobre el año 1125— estaba en esta época ampliamente extendido y se utilizaba para
diferentes tipos de peregrinaciones.122 Así, el conde Luis IV de Turingia ordenó ponerla en la tapa de su
sarcófago para indicar que había peregrinado a Jerusalén.122 También en esta época se inició la
costumbre de crear cofradías de peregrinos entre aquellos de una ciudad que habían estado en
Compostela.113 En 1315 se fundó una en París y posteriormente en otras ciudades francesas,
neerlandesas, alemanas e inglesas.152 Este fenómeno, sin embargo, no se dio entre los reinos
hispanos.153
Por otra parte, a finales del siglo xiv se escribió la primera guía para peregrinos que, tras el Liber Sancti
Iacobi, ha llegado hasta nosotros: El denominado «itinerario inglés en verso».
5.4 SIGLO XV
Durante el siglo xv se mantuvo la popularidad de la peregrinación a Compostela, si bien comenzaron a
aparecer nuevas tipologías de peregrinos que se alejaban de lo que se veía en los siglos anteriores
Por un lado, se extendió entre los nobles europeos la moda de emprender lo que se ha denominado como
«peregrinaciones caballerescas». En ellas se viajaba acompañado de un séquito y los objetivos del viaje
eran, más bien, conocer territorios extranjeros y exhibir su valor participando en los torneos que
encontraban en su camino.155 Se pone como ejemplo de este tipo de peregrino a Jean de Werchin —
senescal del condado de Henao y que se considera actualmente como un modelo de Don Quijote— quien
en 1402 anunció públicamente que aceptaría el desafío que cualquier caballero le hiciese durante su ruta a
Compostela.156 Por otro, aparecieron las «peregrinaciones delegadas», que eran realizadas por personas
en nombre y representación de otras, como el caso de unos peregrinos enviados por la ciudad de Perpiñán
en 1482.157 Adicionalmente, se incrementó notablemente el número de personas que hacían una
«peregrinación forzada», la cual era impuesta por tribunales como una pena civil.158 Esta fue aplicada
inicialmente en los Países Bajos y su uso se extendió a los ámbitos francés y alemán.159
En 1434 se celebró el primer Año Santo Jacobeo del que ha quedado constancia documental.160 Este
acontecimiento supuso un atractivo adicional, y los años de jubileo vieron aumentar notablemente el
número de peregrinos.161 Los reyes castellanos iniciaron la costumbre de visitar Compostela en estos años
de perdonança, además de establecer protecciones adicionales para los peregrinos.162 Se mantuvo el
patronazgo del apóstol en la lucha de los reinos cristianos contra los musulmanes, y en varias ocasiones,
los reyes castellanos le hicieron ofrendas como agradecimiento tras conseguir importantes victorias.160
Finalmente, de este siglo han llegado a nosotros un buen número de relatos de viajeros que dejaron por
escrito las rutas que siguieron y sus vivencias: el señor de Caumont (1417), William Wey (1456), el barón
de Rosmithal (1466), el polaco Nicolás de Poplau (1484), el médico alemán Jerónimo Münzer (1494),
Herman Küning von Vach (1495), Arnold von Harff (1497)
Se habla de «decadencia cualitativa» del Camino para indicar que las personas que realizaban la
peregrinatio religiosa prácticamente desaparecieron, siendo sustituidas por unas tipologías de peregrinos
—aquellos que la hacían por condena de un tribunal o por cuenta de otra persona que les pagaba— que
habían ido apareciendo durante las décadas anteriores y que se expandieron de manera notable en este
periodo.14 Adicionalmente, la infraestructura de hospitalidad extendida a lo largo de las rutas principales
atrajo a quienes meramente buscaban aprovecharse de ella.14 Todo esto hizo que las rutas que conducían
a Compostela se comenzasen a llenar de delincuentes, maleantes, mendigos sin recursos y vagabundos.14
Igualmente, supuso un aumento de la inseguridad con el surgimiento de bandas de asaltantes en algunos
puntos y el aumento de la criminalidad entre los propios peregrinos.14
Durante las décadas de 1520 y 1530, en muchos municipios comenzaron a aparecer ordenanzas en las que
se prohibía el alojamiento de los «mendigos de Santiago».14 En las Cortes que se celebraron en Valladolid
(1523), Toledo (1525), Madrid (1528) y otras, se legisló para que los peregrinos no saliesen del itinerario
habitual. En 1569 se les prohibió que permaneciesen más de tres días en Compostela.164 Felipe II
estableció en 1590 que quienes quisiesen emprender una peregrinación, debían obtener licencia de la
autoridad donde viviesen y en la que constasen todos sus datos, el día de la expedición y el camino
previsto que pretendiesen recorrer.165
En el hospital de Roncesvalles quedó reflejado que, a principios del siglo xvii, una gran parte de los
peregrinos que atravesaban los Pirineos eran:
…vagamundos, olgazanes, valdios, inutiles, enemigos de trabajos y del todo viciosos, que ni son para Dios
ni para el mundo. Por la mayor parte son castigados y desterrados de sus propias tierras, los quales para
encubrir sus malas vidas hechanse a cuestas media sotanilla y una esclabina, un zurrón a un lado, calabaza
al otro, bordón en la mano y una socia con titulo fingido de casados y discurren por toda España, donde
hallan la gente mas charitativa y por otras partes de la christiandad, sin jamás acabar sus peregrinaciones,
ni bolver a sus tierras o por haver sido açotados o desterrados dellas o por ser conocidos por gente vahune
(…) Con estas gentes la santa peregrinación antigua en estos tiempos esta deslustrada, convertidos los
buenos propósitos en malos, la devoción en risa, y las virtudes haviendo succedido estas gentallas y
chusmas viciosas y vahunas, valdías y heréticas, a aquellos santos peregrinos antiguos. Los caminos
romeages y los santos hospitales y píos lugares que havían en ellos, para acoger y regalar a los buenos,
sirven agora, como dize el Evangelio, de cuebas de ladrones.
Tipos de falsos peregrinos que pasaban por Roncesvalles hacia 1600, según el subprior Huarte (1550-
1620).166
La reforma religiosa en Europa durante el siglo xvi supuso otro factor adicional.14 No solo debido a que la
teología de las nuevas iglesias reformadas rechazaba el culto a los santos y la consiguiente peregrinación,
sino porque los territorios protestantes también prohibieron la entrada a los peregrinos.14
Finalmente, otro elemento que causó la reducción del número de personas que emprendían el camino
desde más allá de la península ibérica fueron las guerras en las que se vio involucrada Francia durante el
siglo xvi y la primera mitad del xvii. Inicialmente guerras contra los Habsburgo que afectaron a Borgoña y
territorios pirenaicos y después la guerra de religión entre hugonotes y católicos, durante la cual el sur del
país estaba en manos de los protestantes.167 A esto se añadió la guerra de los Ochenta Años en los Países
Bajos.168 Consecuencia también de los conflictos bélicos —en este caso entre Inglaterra y España— fue el
ataque que realizó Francis Drake a Compostela en 1579, durante el cual, el obispo escondió las reliquias del
apóstol detrás del altar mayor, donde permanecieron hasta su recuperación en 1879.160
En el aspecto de libros sobre el Camino, en el siglo xvi se publicaron las guías francesas Le Chemin de Paris
a Compostelle et combien il y a de Lieues de Ville en Ville y la Nouvelle Gvide des Chémins.169
Algunos relatos sobre el viaje redactados en esta época fueron el del clérigo boloñés Domenico Laffi
Viaggio in Ponente a S. Giacomo di Galitia e Finisterre per Francia e Spagna (Bolonia, 1673)171 o el de
Cosme de Médicis, quien llegó en 1669.173 También quedó la crónica de un falso peregrino: el sastre
francés Guillermo Manier, quien emprendió el viaje en 1726 para huir de unas deudas que había contraído
En lo material, la inseguridad dentro de Francia y las guerras de Coalición en Europa que siguieron a la
revolución, hicieron muy difícil el tránsito por los caminos.172 Dentro de los territorios ocupados por
Francia, se procedió a la disolución de monasterios y la transformación de albergues y hospitales, con lo
que se perdió la infraestructura de apoyo y alojamiento que habían ayudado a los peregrinos durante los
siglos anteriores.172 En España, José Bonaparte eliminó el impuesto destinado al Voto de Santiago y
redujo a una tercera parte el número de monasterios.175 Posteriormente —en 1820— se dispuso por ley
la supresión de un buen número de hospitales e instituciones parecidas de las que, como ejemplo, solo en
Burgos desaparecieron veintisiete
Para el periodo entre 1825 y 1905 (80 años) se tiene registro de la llegada a Compostela de 10 685
peregrinos (una media de 130 al año).172 Su procedencia era mayoritariamente peninsular y de fuera
llegaron un número reducido, entre los que cabe señalar 199 italianos y 73 alemanes.172 La tipología
mayoritaria la presentaban labradores o jornaleros, solteros, con pocos recursos y baja alfabetización que
contaban con una edad entre los 40 y 60 años.172 Un factor positivo que permitió mantener las
peregrinaciones lo marcó el redescubrimiento —en 1879— de los restos del apóstol que habían
permanecido escondidos desde el ataque por Francis Drake en 1589.172
Durante este periodo se realizaron, también, otras acciones que incidían en el estudio histórico y en los
aspectos culturales de la peregrinación a Santiago. Entre 1948 y 1949 los historiadores Vázquez de Parga,
Lacarra y Uría Ríu publicaron su extensa obra Las peregrinaciones a Santiago de Compostela que
proporcionó la base para una multitud de investigaciones y trabajos posteriores.185 En 1956 apareció la
revista Compostelanum y se creó un Centro de Estudios Jacobeos.185 En varias ciudades europeas se
efectuaron exposiciones y congresos que mostraban su historia y legado cultural: Madrid (1950, 1954,
1963); Santiago de Compostela (1950, 1961, 1965, 1993, 1999); París (1965); Perugia (1982); Pistoia (1984);
Aquisgrán (1987); Bamberg (1987) y sobre todo, Gante (1985) que atrajo a más de 100 000 visitantes y de
cuyo catálogo se vendieron 10 000 ejemplares
En 1985, se consiguió que la ciudad de Santiago de Compostela quedase incluida en la lista de ciudades
Patrimonio de la Humanidad, lo que provocó que se preparase la solicitud para que el Camino recibiese el
mismo reconocimiento.186 En ello se implicaron varios ministerios, en especial, el de Obras Públicas que
encargó a Jean Pasini un estudio sobre el trazado histórico del camino.186 Dos años más tarde, en 1987, el
Consejo de Europa lo calificó como el primer Itinerario Cultural Europeo.176 En 1991, Manuel Fraga
impulsó una decidida promoción y adecuación del camino con vistas al siguiente año jubilar de 1993, año
en el que, finalmente, se obtuvo el buscado reconocimiento como Patrimonio de la Humanidad
Ya en 2008, se consideraba que la peregrinación jacobea se había convertido en la más importante del
mundo cristiano.189nota 8 El gran número de personas que la realizan, ha llevado a estudiar sus motivos.
Según lo que ellos mismos declararon en la Oficina del Peregrino durante 2018, para el 43 % son índole
religiosa; para el 48 % tienen un trasfondo religioso/cultural y para el 9 % restante, meramente cultural.16
Desde un enfoque más profundo se ve a la peregrinación como una experiencia espiritual, donde la
persona vuelve a su dimensión más sencilla como parte del medio natural y deja a un lado el ambiente de
tecnología que le rodea en su vida cotidiana.190 Su ejercicio se ve como «una escuela excepcional de
humanidad», donde la marcha sacrificada permite conocer la fuerza y flaqueza tanto del cuerpo como de
la voluntad, mientras que el tiempo se ralentiza con el lento ritmo del andar, permitiendo así una
meditación en profundidad.
Para las personas cristianas, la culminación llega cuando acceden al templo donde se veneran los restos de
un apóstol y en el que, con la sencillez adquirida durante las jornadas de peregrinación, rezan por todo lo
que les importa en la vida.192 Dentro de un ambiente ecuménico entre las iglesias cristianas, la
peregrinación religiosa ha trascendido la teología católica, y el interés por realizarla se ha extendido en las
áreas con iglesias reformadas, donde había desaparecido desde el siglo xvi. Se considera que las críticas de
Lutero sobre los abusos de las peregrinaciones no las invalidan en sí mismas193 y se pone el énfasis en que
estas suponen un viaje al interior de cada persona, dejando a un lado las cosas materiales de este mundo;
una experiencia que proporciona tiempo de reflexión, simplicidad y paz interior.194 Relacionado con este
aspecto de la peregrinación ha aparecido un nuevo tipo que no tiene como objetivo final llegar a
Compostela o cualquier otro destino, sino meramente vivir la experiencia espiritual de caminar varios días
por alguna de las rutas existentes.18 Se da principalmente en regiones muy alejadas —donde para llegar a
Santiago habría que emplear varios meses—, y en aquellas que son de teología protestante ha aparecido la
figura del «pastor de peregrinos» que informa, organiza y acompaña a los fieles.18
Las personas no creyentes, por su parte, se sienten asimismo atraídas por la experiencia espiritual que
supone «hacer el Camino», y no pocos reconocen en él una capacidad de «poner en comunicación con una
realidad trascendente aunque para ellos no tenga rostro o nombre».192
Aparte de los anteriores aspectos espirituales, la peregrinación jacobea es objeto igualmente de un uso
turístico y deportivo. Ya en 2005, se señalaba que un buen número de peregrinos no parecían seguir
motivos religiosos o espirituales, sino más bien lúdico-deportivos, y su comportamiento durante la ruta no
era muy acorde con el espíritu de peregrinaje.195 Se empezó a concebir el Camino de Santiago como
producto turístico buscando su promoción y comercialización como tal. Surgió el vocablo «turigrino», y
entre los hospitaleros se extendió la máxima de que «el peregrino agradece y el turista exige».196 Por
parte de las Administraciones, sin embargo, se ha visto este enfoque como una vía para mejorar la
economía y dinamizar áreas de poca población, lo que les ha llevado a invertir recursos en su adecuación y
promoción.
El gran número de peregrinos que llegan a Compostela ha hecho, también, que se levanten voces
alertando de la masificación que comienza a presentar el Camino y la posibilidad de que este «muera de
éxito».197 Se ha producido una división de opiniones entre las asociaciones de peregrinos y las
autoridades civiles. Las primeras critican que se busque meramente aumentar el número de turistas y que
la Iglesia conceda la compostela simplemente tras recorrer los últimos cien km, causando una masificación
extrema en este tramo, donde los elementos de espiritualidad, soledad y encuentro consigo mismo
quedan desvirtuados.197 Esta preocupación les llevó a que, en 2014, acordasen solicitar a la UNESCO la
inclusión del Camino dentro de la lista de Patrimonio de la Humanidad en peligro.198 Iniciativa que no fue
compartida por las autoridades civiles y que actualmente —agosto de 2020— no ha sido atendida.199 Para
estas autoridades, la masificación no es evidente y la manera de evitar que aparezca consiste en la
promoción de rutas alternativas al Camino Francés para llegar a Compostela
Sobre los peregrinos que llegan a Compostela, se realizan estadísticas, siendo la más importante la que
publica, mensual y anualmente la «Oficina de acogida del peregrino». De sus datos se desprenden varias
características de la peregrinación actual.16
Debido a que es una actividad realizada al aire libre, la llegada de peregrinos se concentra en los meses con
mejor clima. Así, en 2018, entre mayo y octubre lo hicieron el 86 % de ellos. La mayor afluencia se alcanzó
en agosto cuando llegaron 60 415 personas a Compostela, una media de casi 2000 al día.
En 2017, se realizó mayoritariamente a pie (93 %) e indistintamente por hombres (51 %) y mujeres (49 %).
Los extranjeros (56 %) superaron ligeramente a los españoles (44 %), siendo su nacionalidad, entre ellos,
principalmente italiana (16 %), alemana (14 %) y estadounidense (10 %).
En 2017, el grupo mayoritario lo representaban aquellos que comenzaron su camino a unos 120 km de
Compostela (un 41 %) y su lugar de inicio favorito fue Sarria, desde donde salieron el 58 % de ellos.
Los peregrinos que empiezan su viaje más allá de los Pirineos, son muy minoritarios. En 2017, solo lo
hicieron 6900 personas (el 2,3 %). Principalmente partieron de algún lugar en Francia (5490), destacando
en este sentido la localidad de Le Puy-en-Velay (3134).
En época romana discurrían junto a Assegonia dos calzadas: la XX per loca maritima en dirección sur–norte,
y la XIX Bracara Asturicam que —por el este— llegaba desde Lugo. Esta última ciudad estaba, a su vez,
conectada con Lugo de Llanera mediante la vía Lucus Asturum a Lucus Augusti que contaba con ramales
secundarios para el acceso a ella desde diferentes partes de las montañas
Cuando Alfonso II estableció la capital en Oviedo, su comarca se convirtió en el área central del reino. Sus
habitantes utilizaron, entonces, la antigua vía Lucus Asturum a Lucus Augusti para dirigirse a Lugo y desde
ahí, a la tumba apostólica.19 El camino partía de Oviedo por San Lázaro de Paniceres y cruzaba el río Nora
por puente Gallegos para continuar por El Escamplero, franquear el río Nalón y llegar a Grado.202
Proseguía por Villapañada, el cauce del arroyo Ferreira y Cabruñana hasta Doriga —donde en época
romana existió una mansio— y después de cruzar el río Narcea, llegaba a Cornellana.203 Tras esta
localidad, se adentraba por el valle del río Nonaya hasta Salas —un importante lugar de cruce de rutas
regionales— y siguiendo el cauce, pasaba por Bodenaya y La Espina para llegar a Tineo.204 Continuaba por
Borres y La Lavadoria tras lo que cruzaba el río Nisón y ascendía al puerto del Palo para proseguir por
Montefurado, Lago, Berducedo, Grandas de Salime, Castro y Peñafuente hasta llegar al puerto del
Acebo.205 Ya en territorio gallego, la ruta seguía por Fonsagrada, Padrón, Villardongo, Pedrafitela y
Montouto.206 Continuaba por Paradabella, Degolada, Lastra, Fontaneira, Trabeiro, Cádavo, Pradeda, Alto
de la Baqueriza, Vilalle y Castroverde.207Pasada esta localidad, avanzaba por Trashorras, San Miguel de
Recesende, Souto, San Payo, Paderne, Romeán, Bascuas, Carballido, Jazay, Castelo y El Rato, tras lo que
finalizaba en Lugo.207 Desde esta ciudad fortificada proseguía por la ruta heredera del tramo de la XIX
Bracara Asturicam que pasaba por el naciente Locus Sancti Iacobi.
Los habitantes del área situada en el norte, junto al mar Cantábrico, podían seguir un itinerario ya
existente en época romana el cual comunicaba el río Deva con el Eo y desde allí, con Lugo.208 Los de las
zonas costeras occidentales, por su parte, tenían a su disposición la antigua vía XX per loca maritima con la
que podían acceder a la tumba del apóstol desde los territorios en torno a Pontevedra —al sur— o desde
el área de La Coruña —al norte—.
El camino que seguían los primeros peregrinos transpirenaicos era la citada vía romana Ab Asturica
Burdigalam que comunicaba Burdeos con Astorga y que entraba en la península por el puerto de
Roncesvalles, tras lo que llegaba a Pamplona.21 Desde esta ciudad continuaba hacia el oeste por los valles
de los ríos Araquil y Zadorra, después llegaba a la actual Miranda para franquear el río Ebro y proseguía
hasta el importante cruce de Briviesca, donde se unía a la calzada que venía desde Zaragoza discurriendo al
sur del Ebro.21 El trayecto entre Pamplona y Miranda le permitía salvar, por el norte, el obstáculo natural
que suponían las sierras de Andía y Urbasa.
Sancho el Mayor desvió el camino durante el primer tercio del siglo xi e hizo que su trazado pasara más al
sur por un terreno despejado, donde previamente —por necesidades militares— había desarrollado un
itinerario protegido con fortalezas que discurría por La Rioja.209 El nuevo atravesaba los valles del Arga, río
Salado y Ega para llegar, inicialmente, hasta algún punto cerca de Logroño, donde cruzaba el Ebro y, a
partir de 1095, por la propia ciudad tras repoblarse y repararse su puente.210 Desde ahí se dirigía a Nájera,
continuaba hasta Burgos y, poco antes de llegar, se unía de nuevo con la antigua calzada romana, aunque
al salir de la ciudad volvía a abandonarla para proseguir por un camino alternativo hasta Carrión.211 Este
nuevo itinerario, a pesar de la peor calidad del firme, tuvo la ventaja de pasar por más núcleos habitados
que la antigua vía romana que discurría al norte.211
Avanzando hacia el oeste, una vez pasado Sahagún, la calzada llegaba cerca del río Porma y tras cruzarlo,
desde el trazado principal partía un ramal que se dirigía a León.212 Desde esta ciudad, salía hacia el norte
un camino que, cruzando las montañas, la conectaba con Oviedo.213 Para retomar la calzada, la ruta
seguía una vía romana secundaria que pasaba por el actual Valverde y se volvía a unir a la principal cuando
franqueaba el río Órbigo.214 Poco después de este punto llegaba al importante cruce de Astorga, donde
finalizaba.
Desde Astorga partía hacia el oeste la antigua vía XIX Bracara Asturicam. Para salvar el obstáculo natural
que suponían los montes de León y llegar a Ponferrada, la calzada original pasaba por el puerto del
Manzanal.215 A pesar de que algunos peregrinos usaban este antiguo trazado, se desarrolló un recorrido
alternativo, al sur del anterior, que pasaba por el puerto de Foncebadón y que fue mucho más utilizado
Tras Ponferrada, la calzada cruzaba los ríos Cua y Burbia por Cacabelos y Villafranca, respectivamente, se
internaba por el valle del río Valcarce y pasaba la montaña por Ambasmestas. Aunque poco después de
este punto, el camino seguía hasta Lugo, se desarrolló otro itinerario más directo que, dirigiéndose por El
Cebrero y Barbadelo, cruzaba el Miño en Puertomarin y volvía a unirse a la antigua ruta romana a la altura
de Palas de Rey.216217 Esta proseguía hacia el suroeste hasta llegar al Locus Sancti Iacobi, donde se unía
también con la antigua XX per loca maritima que venía desde el área de La Coruña.
La mención más antigua que se conserva del uso como ruta para llegar a Compostela aparece en la Crónica
Silense redactada ca. en 1110 y en un pasaje que relataba hechos de Sancho el Mayor ocurridos durante la
década de 1030:218
ab ipsis namque Pirineis iugis adusque castrum Nazara quidquid terre infra continetur a potestate
paganorum eripiens, iter Sancti Iacobi quod barbárico timore per devia Alave peregrini declinabant absque
retractionis obstáculo currere fecit.nota 9 218
Alcanzados los años centrales de ese siglo xi, fue ya de uso común el referirse al itinerario como «Camino
de Santiago» o «camino de los francos».219 Se erigieron en él un buen número de hospitales a lo largo de
su trayecto, incluyendo los puertos de montaña que presentaban especial dificultad.220 Para el cruce de
los ríos se acondicionaron puentes o se levantaron donde no existían.220 De esta manera, para finales de
la centuria ya había quedado bien establecida la ruta que, con variaciones menores, fue la que usaron los
peregrinos durante los siglos siguientes.
El itinerario quedó unido a la antigua ruta desde Oviedo debido a la popularización del culto al Arca Santa
durante el siglo xii y que convirtió a este destino en la segunda peregrinación en importancia dentro de la
península ibérica.221 Esto hizo que un buen número de peregrinos se desviase desde León y optasen por
seguir a Santiago a través de la antigua capital asturiana, a pesar de tener que utilizar un camino que se
consideraba «mal poblado y estéril y mucho mas montuoso que el otro».nota 10222
Para llegar a Oviedo se dirigían por La Robla, Puente de Alba, La Pola de Gordón, Buiza, Villasimpliz,
Villamanín, el puerto de Pajares, Puente de los Fierros, Campomanes, Mamorana, Pola de Lena, Ujo,
Mieres del Camino, El Padrún, Olloniego y Manjoya.223 Después, continuaban hacia Lugo utilizando el
antiguo camino por Grado, Salas, Tineo y Castroverde. Tras la ciudad amurallada, proseguían por San Juan
del Alto, El Burgo, El Hospital, Retorta y Ferreira de Negral hasta llegar a Libureiro, donde volvían a unirse
al camino principal
Dentro de la península ibérica se utilizaron varias rutas. Por la cornisa cantábrica se formó una por la unión
de pequeños caminos comarcales y que conectaba la desembocadura del río Bidasoa con el área cercana a
Oviedo.226 Ya en el sur, la zona cristiana peninsular se fue ampliando conforme los reinos cristianos
avanzaban en el proceso de Reconquista. Los habitantes de los nuevos territorios utilizaron, entonces, los
antiguos caminos que atravesaban la meseta central o seguían el curso del río Ebro y que les permitían
conectar con el Camino de Santiago. Junto a la costa atlántica se tomaba la antigua calzada que partía
desde Lisboa y que, a través de Coímbra, Oporto y Braga, entraba en Galicia para llegar directamente a
Compostela. Por la mitad occidental se usaron varios que partían de Sevilla, cruzaban la vertiente
occidental del Sistema Central, se unían en Salamanca y conectaban con el camino principal en León,
Astorga o Molinaseca. Desde el sur y sureste peninsular, por su parte, partían rutas que se unían en Toledo
para cruzar el Tajo y continuaban por la Meseta Central a través de Tordesillas —donde atravesaban el
Duero— y llegaban a Astorga. La conexión desde el este peninsular se articuló, a su vez, por el valle del
Ebro, donde confluían caminos procedentes de la costa valenciana y catalana.
Para llegar al inicio del Camino de Santiago en los Pirineos, se formaron en Francia cuatro itinerarios
principales que unían una serie de santuarios destacados y que comenzaban en París, Vézelay, Le Puy-en-
Velay y Saint-Guilles, respectivamente.22 Los tres primeros cruzaban la montaña por Roncesvalles,
mientras que el último lo hacía por Somport.22 Sobresalieron entre ellos el que comenzaba en París y el
que lo hacía en la desembocadura del río Ródano puesto que fueron utilizados también por los peregrinos
que habían iniciado su viaje más allá del reino francés: en Flandes, el Sacro Imperio Romano Germánico e
Italia.23
En estas áreas geográficas tan alejadas se usaron las vías comerciales importantes que las atravesaban en
dirección a Francia. Se pueden distinguir tres grupos: las del norte que cruzaban el Rin por Colonia o en su
desembocadura para seguir, después, hacia París; las centrales, que se dirigían hacia los Alpes y los
bordeaban por el norte para continuar por el valle del Ródano hacia Montpellier, así como los que
transitaban al sur de la cordillera procedentes del área austrohúgara o de la península itálica y que
también se dirigían hacia Montpellier.
Un tipo de recorrido diferente lo representaron los viajes marítimos utilizados por los habitantes de las
islas británicas y la costa norte europea donde se extendía la Liga Hanseática. Buena parte de ellos eran
viajes colectivos y organizados con destino a los puertos de Burdeos y La Coruña.
8 LOS CAMINOS DE SANTIAGO EN LA ACTUALIDAD
8.1 RECUPERACIÓN DE LOS TRAZADOS
La crisis de la peregrinación jacobea durante el siglo xix y primeras décadas del XX causó que casi se
olvidase el uso de las antiguas rutas como vías para llegar a Compostela.25 El camino original consiguió
pervivir y mayoritariamente evolucionó de dos maneras: en las áreas llanas fue asfaltado y convertido en
carretera, mientras que en las zonas de relieve quebrado se mantuvo inalterado por la dificultad que su
perfil presentaba para el tráfico rodado.26 Con todo, algunos tramos desaparecieron a causa de
concentraciones parcelarias, pantanos, líneas de ferrocarril o fueron ocupados directamente por
construcciones.26
Un hito decisivo en su recuperación lo marcó la citada obra de Vázquez de Parga, Lacarra y Uría, publicada
en 1949 y donde estos historiadores estudiaron con detalle el trazado que seguían los caminos desde
Roncesvalles y Somport; el que discurría por la costa cantábrica, el que unía Oviedo con Santiago, así como
los principales caminos en Francia. Este trabajo y los publicados por Kingsley Porter y Goddard King fueron
decisivos para que desde la Real Academia de la Historia se pidiese al gobierno en 1962 que:227
...por los Ministerios de Educación Nacional, Obras Públicas e información y Turismo se elabore un plan
conjunto, que incluyese: el cuidado y reparación de los edificios (iglesias y antiguos hospitales) del Camino,
aun aquellos hasta ahora no protegidos por el Patrimonio Artístico; la mejora y reparación urgente de las
carreteras en la zona o faja por donde discurría el Camino y su señalización conveniente, según en algunas
provincias se ha iniciado; y por fin, la habilitación de hospedajes en construcciones viejas o de nueva
planta: y, al propio tiempo, la edición y divulgación de libros y folletos para el conocimiento de cuanto
supuso en la historia de la cultura y del arte de Europa el Camino de Santiago y los restos que de él
permanecen.227
La petición fue rápidamente atendida ese mismo año y en una doble vertiente. Por un lado, el Ministerio
de Obras Públicas comenzó a reparar y acondicionar las carreteras afectadas para conseguir un itinerario
que enlazase las poblaciones del Camino.228 A su entrada se instaló un cartel informando de esta
particularidad, además de los monumentos existentes en ellas y la distancia que las separaba de
Compostela.229 Por otro, se aprobó el decreto 2224/1962 que declaraba «Conjunto Histórico-Artístico el
llamado Camino de Santiago, comprendiendo en esta declaración los lugares, edificios y parajes conocidos
y determinados actualmente y todos aquellos otros que en lo sucesivo se fijen y delimiten».230 El mismo
decreto creó un patronato que, después de un estudio, catalogó las poblaciones por las que pasaba el
Camino. Tras estas actuaciones y con motivo del Año Santo de 1965, se editó la primera guía moderna del
Camino de Santiago que incluía un plano esquemático desplegable y que se reeditó el siguiente Año Santo
de 1971.27
Es de señalar que tanto las actuaciones realizadas como la guía editada por la Administración estaban
pensadas para un desplazamiento mediante automóvil o autobús y que los escasos peregrinos que
viajaban andando tenían que buscar su propia manera de llegar de una población a otra.25 Un primer
intento de establecer un itinerario que pudiese ser recorrido de esta manera se realizó ese Año Jacobeo de
1965, cuando 166 jóvenes de la O.J.E. hicieron una peregrinación a pie recorriendo los más de 800 km
desde Somport y Roncesvalles hasta Compostela.231 Para diseñar el recorrido utilizaron la relación de
poblaciones que reseñaba el Codex Calixtinus y prepararon una marcha dividida en 39 etapas.231 Durante
ella fueron recopilando datos sobre distancias parciales, cruces, alturas, etc. con los que se pudo elaborar
una cartografía muy detallada y práctica que describía el camino para ser recorrido a pie punto por
punto.231 Con los datos recabados se editó una guía que tuvo una escasa difusión, y no fue hasta
principios de los años 1980 cuando un grupo de personas, lideradas por el párroco Elías Valiña, recopiló la
información necesaria para crear una nueva que, publicada en 1982, fue la que se utilizó hasta 1992,
cuando aparecieron otras más.25 Este mismo religioso comenzó, también en 1984, a señalizar la ruta con
unas características flechas amarillas realizadas con pintura que se empleaba para marcar obras en la
carretera
Pronto fue evidente el peligro que suponía para los peregrinos el caminar por las carreteras en los tramos
en los que estas coincidían con el camino histórico.233 Esto hizo que se buscasen o acondicionasen
senderos para evitar este tránsito.233 Otro elemento que hubo que mejorar fue la señalización dentro de
las ciudades, ya que era difícil encontrar la ruta correcta para atravesarlas. Igualmente se trabajó en la
reparación de puentes en mal estado, limpieza de tramos intransitables por la maleza y en la colocación de
monolitos indicadores con el símbolo de la concha peregrina.233
Para hacer viable el tránsito por los caminos recuperados, fue también necesario establecer una
infraestructura de refugios y albergues. Mientras los primeros consistían en sencillos sitios cubiertos, con
fuente de agua, donde parar y descansar, los segundos eran lugares donde asearse y pernoctar.28 Para los
albergues se buscó que no estuviesen separados por más de 20−25 km y que contasen, al menos, con
camas, sillas, mesas, servicios, duchas y lavaderos; se estableció la figura del hospitalero para su limpieza,
conservación, dar atención al peregrino y velar por el cumplimiento de las normas.28 Finalmente, su
financiación debía ser cubierta por las aportaciones voluntarias de los peregrinos que los usasen.28 Aparte
de estas instalaciones, se solicitó asimismo la colaboración de los establecimientos de hostelería existentes
para que ofreciesen precios más económicos, principalmente con la comida, surgiendo el denominado
«menú del peregrino».28
En España, la labor de las Asociaciones de Amigos de Santiago y de las Administraciones ha sido ingente
desde la década de 1990, y en 2018 se cuenta con una extensa red de caminos que, partiendo de
numerosas zonas del país, permiten acceder al clásico Camino de Santiago.6 Además de estos, existen los
que llegan directamente a Compostela sin conectar con el anterior. La Federación Española de
Asociaciones de Amigos del Camino de Santiago los tiene numerados y los que son diferentes al Camino
Francés los agrupa por áreas geográficas.6 En su página web ofrece una detallada información de cada
uno, con su historia, cartografía general y detallada, la división en etapas —incluyendo las posibles
variantes—, así como una relación de las poblaciones por donde pasan indicando los km restantes a
Santiago y los servicios que se pueden encontrar, especialmente los alojamientos.6
Cada uno de los caminos es cuidado por las Asociaciones de Amigos existentes en las áreas geográficas por
donde discurren.6 Sus integrantes se encargan, de manera desinteresada y altruista, de establecer su
trazado, marcarlo y señalizarlo, así como procurar que exista una mínima infraestructura de alojamiento
que cubra todo el recorrido.6 Cuentan con una cartografía realizada por el I.G.N. que, desde 1965, ha ido
editando mapas con esta temática.234 El último de ellos apareció en 2014 y mostraba los caminos en
España a escala 1:1250 000 y numerados del 1 al 34 si bien, para 2018, la numeración ha sido ampliada —
desde el 1 hasta el 46— y en algunos casos, cambiada.
Galicia (ca. 160 km). Dentro de esta región transita, primero, por la comarca de Ancares, en donde pasa
por El Cebrero y Fonfría. La siguiente comarca por donde discurre es la de Sarria, notable porque su
principal población sirve como punto de partida para un gran número de peregrinos al restar poco más de
100 km para llegar a Compostela. En este último tramo, el camino se dirige a Puertomarín para atravesar el
Miño, tras lo que, por Palas de Rey, llega a Mellid. Continúa por Arzúa y Pedrouzo, bordea por el norte el
aeropuerto, pasa por Lavacolla y entra en Santiago de Compostela por el este.238
Es, con diferencia, la ruta jacobea más transitada que existe y en 2017 fue utilizada por unos 180 000
peregrinos, el 60 % de los que llegaron a Compostela.16 Estos comenzaron su recorrido en diversos
puntos, principalmente en Sarria —a 114 km de su final—, donde lo hicieron el 44 % de ellos.16 Otros
lugares habituales fueron San Juan Pie de Puerto/Roncesvalles (22 %); León (6 %); El Cebrero (6 %) y
Ponferrada (4 %).16 El inicio en Somport parece no atraer a muchos peregrinos, y en él comenzaron su
viaje solo 396 personas.16
A lo largo de su recorrido, recibe un buen número de rutas jacobeas que desembocan en diferentes puntos
de su trazado:
El «Camino de Montserrat» en Santa Cilia de Jaca —dentro del tramo aragonés— a 787 km de Compostela.
El «Camino de Baztán» en Pamplona, a 696 km de Compostela.
El «Camino del Ebro» en Logroño, a 602 km de Compostela.
El «Camino Vasco del Interior» —una versión de la Vía de Bayona— en Santo Domingo de la Calzada, a 552
km de Compostela.
La «Vía de Bayona» en Burgos, a 481 km de Compostela.
El «Camino de la Lana», igualmente en Burgos.
El «Camino del Valle del Mena», también en Burgos.
La «Calzada de los Blendios» en Carrión de los Condes, a 397 km de Compostela.
El «Camino de Madrid» en Sahagún, a 358 km de Compostela.
La «Ruta Vadiniense» en Mansilla de las Mulas, a 322 km de Compostela.
La «Vía de la Plata» en Astorga, a 256 km de Compostela.
El «Camino Olvidado» en Villafranca del Bierzo, a 181 km de Compostela.
El «Camino del Norte», en Arzúa, a 38 km de Compostela.
Catedral de Oviedo. Desde León parte el «Camino de El Salvador» que permite su visita y continuar a
Compostela por el Camino Primitivo.
Por otro lado, parten de él dos caminos:
En León (a 304 km) comienza el «Camino del Salvador» que se dirige a Oviedo y permite visitar el Arca
Santa situada en su catedral.
En Ponferrada (a 204 km) se inicia el «Camino de invierno» que conecta con el «Camino Sanabrés» en Lalín
para llegar a Compostela.
Además, comparte sus últimos 50 km con el «Camino Primitivo» que llega desde Oviedo.
Cuenta con una infraestructura acorde al elevado tránsito que soporta. Entre San Juan Pie de Puerto y
Santiago (sin incluir los de esta ciudad) existían —en 2018— un total 455 albergues que ofrecían cerca de
17 400 plazas.239240 La separación entre los puntos con albergues es reducida —una media de 5 km—,
siendo la mayor distancia existente los 17 km que se dan entre Carrión y Calzadilla.239 Destacan por el
número de plazas las poblaciones de Sarria (705), Puertomarín (584), León (578), Palas de Rey (569) y
Arzúa (564).239
8.3 Otros Caminos de Santiago
Desde que se recuperó el Camino de Santiago en los años 1980, las asociaciones de voluntarios han
continuado su trabajo para hacer lo mismo con un buen número de rutas dentro de la península que
permiten acceder al camino principal, además de alguna que llega directamente a Compostela.241 Esto ha
permitido que actualmente —2019— existan cerca de 50 caminos históricos recuperados y señalizados
que recorren más de 5000 km dentro de España.241 El mismo proceso se ha seguido en casi todos los
países europeos, de tal manera que la cifra se eleva a cerca de 280 caminos con un recorrido de unos 80
000 km.29 Destacan en este sentido Francia (45 caminos con 17 700 km), Alemania (47 caminos con 11 000
km) e Italia (30 caminos con 11 000 km).29 Es de señalar la circunstancia que, dentro de algunos países
europeos, son utilizados también para peregrinar a otros destinos, como por ejemplo en Dinamarca, donde
el Hærvejen, en dirección norte, es parte de los «caminos de San Olaf» que conducen a Trondheim,
mientras que, hacia el sur, se dirige a Compostela.
En España, la Federación los divide en siete grupos: «Caminos de Galicia», «del norte», «andaluces», «del
centro», «del este», «catalanes» y «del sureste», además de una pequeña ruta dentro de Canarias.
También se pueden separar en dos categorías: aquellos que finalizan directamente en Santiago de
Compostela y los que desembocan en otros caminos y continúan por ellos hasta llegar a la ciudad gallega.
Estos últimos permiten realizar la peregrinación partiendo desde casi todas las áreas geográficas del país.
9 Reconocimientos
En 1987, el Consejo de Europa lo designó como Itinerario Cultural Europeo y destacó que:
Durante siglos, los peregrinos pudieron descubrir nuevas tradiciones, nuevas lenguas y nuevos estilos de
vida, y regresaban a su país con una rica identidad cultural, fenómeno poco habitual en una época en que
los viajes de larga distancia exponían al viajero a grandes peligros. Así pues, las rutas del Camino de
Santiago son un símbolo, al reflejar casi mil años de historia europea y servir de modelo de cooperación
cultural para toda Europa.2
En 1993, 1998, y 2015, la Unesco ha concedido el título de Patrimonio de la Humanidad, respectivamente,
al Camino Francés, los Caminos de Santiago en Francia así como a varios caminos de Santiago en el norte
de España. De ellos señaló que:
El Camino de Santiago ha sido un lugar de encuentro para los peregrinos jacobeos desde que surgió hace
unos once siglos. Ha facilitado un diálogo cultural constante entre los peregrinos y las comunidades por las
que transitaban. También fue un importante eje comercial y una vía para la difusión del conocimiento,
apoyando el desarrollo económico y social a lo largo de sus itinerarios. Incluye un magnífico conjunto de
construcciones históricas creadas para satisfacer las necesidades de los peregrinos como iglesias,
hospitales, albergues, monasterios, puentes y otras estructuras, muchas de las cuales dan testimonio de lo
artístico y arquitectónico. Paisajes naturales excepcionales, así como un rico patrimonio cultural inmaterial,
también sobreviven hasta nuestros días.3
En 2004, la Fundación Príncipe de Asturias le concedió su premio Príncipe de Asturias de la Concordia
resaltando que:
el significado del ser humano en sociedad, las ideas de libertad y de justicia (...), un espacio de tolerancia,
del conocimiento y de la solidaridad, un espacio de diálogo y reunión.5