0% encontró este documento útil (0 votos)
6 vistas31 páginas

UNSC y Casos Recientes Del Uso de La Fuerza

Este documento presenta una revisión del papel del Consejo de Seguridad de la ONU en situaciones que han requerido su intervención por usos mayores de la fuerza armada desde 1990, cuestionando la legalidad de su proceder en los casos de Irak, Kosovo y Afganistán y resaltando la necesidad de retornar a los conductos multilaterales.

Cargado por

julio.fajardo
Derechos de autor
© © All Rights Reserved
Nos tomamos en serio los derechos de los contenidos. Si sospechas que se trata de tu contenido, reclámalo aquí.
Formatos disponibles
Descarga como PDF, TXT o lee en línea desde Scribd
0% encontró este documento útil (0 votos)
6 vistas31 páginas

UNSC y Casos Recientes Del Uso de La Fuerza

Este documento presenta una revisión del papel del Consejo de Seguridad de la ONU en situaciones que han requerido su intervención por usos mayores de la fuerza armada desde 1990, cuestionando la legalidad de su proceder en los casos de Irak, Kosovo y Afganistán y resaltando la necesidad de retornar a los conductos multilaterales.

Cargado por

julio.fajardo
Derechos de autor
© © All Rights Reserved
Nos tomamos en serio los derechos de los contenidos. Si sospechas que se trata de tu contenido, reclámalo aquí.
Formatos disponibles
Descarga como PDF, TXT o lee en línea desde Scribd
Está en la página 1/ 31

EL CONSEJO DE SEGURIDAD DE NACIONES

UNIDAS Y LOS CASOS RECIENTES DE


USOS MAYORES DE LA FUERZA ARMADA:
LA DESNATURALIZACIÓN DEL SISTEMA
INTERNACIONAL DE SEGURIDAD COLECTIVA*
THE U.N. SECURITY COUNCIL AND RECENT CASES OF MAJOR
USE OE ARMED EORCE: THE DENATURALISATION OE THE
INTERNATIONAL SYSTEM OF COLLECTIVE SECURITY

John Rodriguez González"


Recibido: 19/07/07 Aprobado evaluador interno: 26/09/07 Aprobado evaluador externo: 24/09/07

Resumen

En este documento se presenta una revisión del papel desempeñado por el Consejo de Segu-
ridad (CS) de la ONU en aquellas situaciones que a nivel internacional han requerido su
intervención en lo que puede denominarse como "usos mayores de la fuerza armada", desde
1990. Tras una breve reseña de los hechos relevantes, el artículo cuestiona la legalidad del
proceder del CS frente a las perturbaciones de la paz y la seguridad internacionales, como
resultado de las situaciones de Irak, Kosovo y Afganistán; para ello se pone de relieve el
daño que en estos casos las acciones unilaterales de países y organizaciones han infligido al
derecho internacional y la aplicación de la Carta de las Naciones Unidas. En consecuencia,
el trabajo concluye resaltando la necesidad de retornar a los conductos multilaterales para
afrontar las amenazas contemporáneas a la paz y seguridad internacionales.

Artículo de reflexión; cuestiona la legalidad del proceder delConsejodeSeguridaddela Organización


de Naciones Unidas en los casos de Irak, Kosovo y Afganistán.
Economista de la Universidad Nacional de Colombia. Ingeniero industrial de la Universidad
Distrital Francisco José de Caldas. Magister en ciencias económicas de la Universidad Nacional
de Colombia. M.Sc. en estrategia industrial y política comercial de la Universidad de Manchester
(Inglaterra). Actualmente es estudiante del Programa de Doctorado en Derecho Internacional y
Relaciones Internacionales en el Instituto Universitario de Investigación Ortega y Gasset, Universidad
Complutense de Madrid. En 2003 le fueron concedidas dos distinciones internacionales: la British
Chevening Scholarship (Beca Simón Bolivar) del gobierno británico, y \a Joint Japan/World Bank Graduate
Scholarship del Banco Mundial, con las cuales adelantó estudios de M.Sc. en Estrategia Industrial y
Política Comercial en la Universidad de Manchester Correo electrónico : [email protected]

Pap. Polit. Bogotá (Colombia), Vol. 12, No. 2, 481-510, julio-diciembre 2007
482 PAPEL POLÍTICO

Palabras clave autores: Consejo de Seguridad, Naciones Unidas, Carta de las Naciones
Unidas, derecho internacional. Guerra del Golfo.

Palabras clave descriptores: Naciones Unidas, Consejo de Seguridad, derecho interna-


cional. Guerra del Golfo pérsico, 1991, organismos internacionales.

Abstract

This document presents a review of the role played by the Security Council (S.C.) of the
United Nations before those situations in which at an international level its involvement
have been required, in what can be called "major cases of the use of armed force" from 1990.
After a brief review of the relevant facts, the Article questions the legality of the of the (S.C.)
statements after the disturbances to the international peace and security entailed by the
situations of Iraq, Kosovo and Afghanistan, stressing the damage done to international law
and the application of the United Nations Charter; this being a result of unilateral actions
taken by countries or Organisations. Consequently, the essay ends highlighting the need
to go back to the multilateral mechanisms to face contemporary threats to international
peace and security.

Key words authors: Security Council, United Nations, United Nations Charter, Inter-
national Law, Gulf War.

Key words plus: United Nations, Security Council, International Law, Persian Gulf War,
1991, International agencies.

Introducción
Un objetivo primordial de la promulgación de la Carta de Naciones Uni-
das (CNU) fue impedir el uso de la fuerza armada en las relaciones entre
sus países signatarios. Por consiguiente, el diseño del sistema de seguridad
colectivo de dicha organización constituye un extenso sistema de guardia del
orden publico, a escala internacional. A pesar de las debilidades implícitas en
el proceso de toma de decisiones multilateral, la asunción subyacente es que
la ONU tiene el monopolio del uso de la fuerza, y una responsabilidad pri-
maria para ejecutar acciones frente a quebrantamientos de la paz, amenazas
a la misma o actos de agresión.

En sus primeras décadas de vida, la operatividad de este sistema se vio


seriamente comprometida por el desarrollo de la Guerra Fría. Así, pese a la
considerable cantidad de perturbaciones a que estuvieron sometidas la paz
y la seguridad internacionales, al iniciarse la década de 1990, el Consejo de

Pap. Polit. Bogotá (Colombia). Vol. 12. No. 2. 481-510. julio-diciembre 2007
/ . RODRÍGUEZ 483

Seguridad (CS) de la ONU sólo había autorizado el uso de la fuerza con oca-
sión de la guerra de Coread

En la agonía de la Guerra Fría, cuarenta y un años fueron necesarios para


que esta autorización tuviera lugar otra vez, a propósito de la invasión de
Irak a Kuwait (o / Guerra del Golfo). A partir de entonces, un número de si-
tuaciones de particular gravedad han sido analizadas por el CS en virtud de
las capacidades que le atribuye el capítulo VII de la CNU, y a la vez objeto
de inusitados pronunciamientos y disposiciones, para los cuales cabe la de-
nominación de usos mayores de fuerza^.

En este documento se presenta una revisión del papel desempeñado por


el CS en aquellas situaciones que a nivel internacional han implicado usos
mayores de la fuerza armada, desde 1990. Junto a la exposición de los hechos,
el trabajo apunta a obtener una valoración de las actuaciones tanto de la ONU
como aquellas de carácter unilateral (emprendidas por países u organizaciones,
al margen de la ONU), a la luz del derecho internacional vigente.

El trabajo se divide en seis secciones, la primera de las cuales es esta intro-


ducción. Dada la importancia del principio de prohibición del uso de la fuerza
que subyace tanto en la CNU como en el mandato del CS, en la segunda sección
se hace una revisión del espíritu de la CNU en relación con la intervención
armada en el ámbito internacional. A partir de entonces, las secciones 3,4 y
5 se ocupan de los casos de Irak, Kosovo y Afganistán, respectivamente. La
sección 6 presenta las conclusiones. Los elementos allí consignados sustentan
la idea de que a partir de la pasada década, el sistema de seguridad colectiva
de la ONU ha entrado en una fase en la que los pronunciamientos del CS
se han caracterizado, sistemáticamente, por la renuncia a una participación
activa y una cesión del liderazgo que de éste cabría esperar de acuerdo con el

1 Entonces fue posible conseguir un pronunciamiento del CS en el cual se autorizaba el uso de la


fuerza dada la ausencia de la Unión Soviética, que para ese entonces actuaba en actitud de boicot
ante la ONU.
2 Es claro entonces que, teniendo como precedente úrüco al caso coreano, se trata de un involucramiento
distinto de la ONU al tradicionalmente ejecutado mediante las operaciones de mantenimiento de la
paz (OMP). Pese a que en múltiples ocasiones las OMP también han sido amparadas por el capitulo
Vil de la CNU, el uso de la fuerza en su desarrollo ha estado generalmente limitado. Cardona (2002,
p. 767) pone de relieve la diferencia de la naturaleza de las OMR no previstas en la CNU, en relación
con las acciones coercitivas del capitulo VII: "La caracterización de estas operaciones fue realizada por
el Secretario General Dag Hammarskjöld quien, para resaltar de un modo gráfico su diferencia de los
sistemas previstos explícitamente en la Carta, señaló que las OMP se fundamentan en el "Capítulo
VI y medio" de la Carta, situándolas entre los métodos tradicionales de arreglo de controversias
(Capítulo VI) y las medidas coercitivas (Capítulo VII)".

Pap. Polit. Bogotá (Colombia), Vol. 12, No. 2, 481-510, julio-diciembre 2007
PAPEL POLÍTICO

mandato que para él establece la CNU ante perturbaciones a la paz y seguri-


dad internacionales. Esta marginación del CS ha hecho que en consecuencia
los medios empleados para la resolución de estos conflictos y la forma en
que han sido conducidas estas intervenciones, hagan cada vez más difícil
encontrar una identidad entre las pretensiones de la CNU y las características
y resultados de estas acciones.

1. El espíritu de la Carta de las Naciones Unidas frente a


la intervención armada
La Carta de las Naciones Unidas (CNU) fue preparada por los represen-
tantes de 50 países, reunidos en San Francisco del 25 de abril al 26 de junio de
1945. El horror y la destrucción de la reciente II Guerra Mundial determinaron
que sus autores, según dice en su preámbulo, se guiaran en su redacción
por el convencimiento y la firme resolución de "preservar a las generaciones
venideras del flagelo de la guerra".

De acuerdo con lo anterior, la Carta prohibe de manera expresa el uso de la


ñierza cuando en su artículo 2.4 establece que "los miembros de la Organiza-
ción, en sus relaciones internacionales, se abstendrán de recurrir a la amenaza
o al uso de la fuerza contra la integridad territorial o la independencia política
de cualquier Estado, o cualquier oti-a forma incompatible con los propósitos de
las Naciones Unidas".

Con esta disposición, quedó codificada la que vendría a convertirse en


una norma imperativa de derecho internacional, de aplicación general. Así, a
la luz de la CNU, la prohibición del uso de la fuerza admite únicamente dos
excepciones: i) el uso de la fijerza en caso de legítima defensa (art. 51, CNU),
y ii) las acciones ejercidas por el CS para mantener o restablecer la paz y la
seguridad internacionales (art. 42, CNU)l

Al conferir la legítima defensa el derecho a recurrir al uso de la ñierza, era claro


entonces que aquella debía ser ejerdda como respuesta a una agresión, cuya defi-
nición sería provista años después. En efecto, como resultado de una larguísima
y compHcada negociación, la Resolución 3314 (XXIX), aprobada por la Asamblea
General de la ONU el 14 de diciembre de 1974, incluyó en anexo una definición

A estas se añadía la acción contra los denominados Estados enemigos, para evitar el reinicio de
hostilidades tras lafinalizaciónde la II Guerra Mundial (art. 107, CNU).

Pap. Polil. Bogóla (Colombia). Vol. 12. No. 2. 481-510. Julio-diciembre 2007
/ . RODRÍGUEZ 485

de la agresión que recomendó al CS como orientación para determinar, de con-


formidad con la Carta, la calificación de hechos, en cuanto fuese necesario*.

Queda claro entonces que la legítima defensa, individual o colectiva, prevista


en la citada disposición, es apenas una posible excepción a la norma general
de la prohibición del uso de la fuerza en las relaciones internacionales. Se trata
igualmente de una facultad que lleva consigo limitaciones de consideración.
Conforme a la CNU, el ejercicio de este derecho viene referido exclusivamente
frente a un ataque armado y, por ello, no cabe su invocación por el simple
temor a ser objeto de una agresión o ataque armado inminente.

En suma, las atribuciones y marco de acción del sistema internacional de


seguridad colectivo, conferidos al CS, son de un profundo espíritu multilateral
y anti-belicista. La observancia de estos dos principios, que a su vez definen
la naturaleza del sistema, ha de constituir un fundamento esencial para la ac-
ción de la comunidad internacional ante amenazas y quebrantamientos efectivos
de la paz y seguridad internacionales. De no ser así, se estaría ante el riesgo,
bien de despojar al sisterria de su legitimidad o bien de no hacer del uso de la
fuerza un último recurso, una vez agotadas otras vías disponibles. Con ello se
modificarían la características propias del sistema, pudiéndose llegar incluso
a desvirtuar su cualidades, es decir, dar como resultado su desnaturalización.

Con base en el marco de referencia establecido en esta sección, en las siguientes


páginas se presenta un análisis del contexto y legalidad de las acciones armadas
internacionales emprendidas en los casos de Irak, Kosovo y Afganistán y el papel
del CS en cada una de ellas. La valoración que se presenta para cada una de
eUas busca establecer hasta qué punto en estas ocasiones i) se han observado
los fundamentos del derecho internacional contemporáneo vigente; y, ii) (muy
relacionado con lo anterior) han sido observados los principios inherentes a la
naturaleza de la misión del CS, de acuerdo con la CNU.

Según esta definición, el primer uso de la fuerza armada en contravención de la Carta constituye
"prueba, prima facie, de un acto de agresión" (artículo 2). Se caracterizan como tales (artículo 3),
independientemente de que haya o no declaración de guerra y siempre que revistan la suficiente
gravedad: "a) la invasión o el ataque por las fuerzas armadas de un Estado del territorio de otro
Estado, o toda ocupación militar, aun temporal, que resulte de dicha invasión o ataque (...); b) el
bombardeo, por las fuerzas armadas de un Estado, del territorio de otro Estado, o el empleo de de
cualesquiera armas por un Estado contra el territorio de otro Estado; c) el bloqueo de los puertos
o de las costas de un Estado por las fuerzas armadas de otro Estado; d) el ataque por las fuerzas
armadas de un Estado contra las fuerzas armadas terrestres, navales o aéreas de otro Estado, o contra
su nota mercante o aérea...". La definición considera asimismo como acto de agresión (artículo 3, f)
la acción de un Estado que permite que su territorio, puesto a disposición de otro, sea utilizado por
éste para perpetrar un acto de agresión contra un tercero (Remiro, 2003).

Pap. Polit. Bogóla (Colombia), Vol. 12, No. 2, 481-510, julio-diciembre 2007
486 PAPEL POLÍTICO

2. Irak

2.1 La I Guerra del Golfo

De la Resolución 660 a la 678

El 2 de agosto de 1990 se produjo la invasión iraquí a Kuwait. Este hecho,


constitutivo de un quebrantamiento de la paz y la seguridad internacionales,
fue ampliamente condenado por el CS, a través de la Resolución 660 y subsi-
guientes^. Allí, el CS inter alia, hacía un llamado a Irak para que procediera a un
retiro inmediato e incondicional de Kuwait. De ahí que además de su hecho
ilícito primario, Irak incurrió en la responsabilidad internacional adicional,
emanada del artículo 25 de la CNU, según el cual las naciones signatarias se
comprometen a "aceptar y cumplir las decisiones del CS".

La Resolución 678 (29 de noviembre de 1990) es el instrumento diplomático


con el cual se agota la exploración de la resolución del conflicto por esta vía.
El texto de esta resolución reza en su segundo párrafo, que el CS:

Autoriza a los Estados Miembros que cooperan con el Gobierno de Kuwait para
que, a menos que Irak cumpla plenamente para el 15 de enero de 1991 o antes las
resoluciones que anteceden, como se indica en el párrafo 1 de la presente resolución,
utilicen todos los medios necesarios para hacer valer y llevar a la práctica la resolución
660 (1990) y todas las resoluciones pertinentes que la siguieron y para restablecer la
paz y la seguridad internacionales en la región.

De la interpretación de este párrafo se desprende que la autorización de


"todos los medios necesarios" incluye el uso de la fuerza, de ser este necesario.
Por tanto, autoriza implícitamente el recurso a la guerra para dar término a
la ocupación iraquí de Kuwait.

5 En particular mediante las siguientes doce resoluciones: Res. 660 (agosto 2 de 1990), condena de la
invasión; Res. 661 (agosto 9 de 1990), imposición de embargo comercial; Res. 662 (agosto de 1990),
nulidad de la anexión; Res. 664 (agosto 18 de 1990), protección de personal extranjero e inmunidad
diplomática; Res. 665 (agosto 25 de 1990), aplicación de medidas de embargo comercial; Res. 666
(septiembre 14 de 1990), provisión bumanitaria de alimentos; Res. 667 (septiembre 16 de 1990),
condena a la agresión de predios y personal diplomáticos; Res. 669 (septiembre 24 de 1990), examen
de los problemas económicos surgidos de las sanciones; Res. 670 (septiembre 25 de 1990), embargo
aéreo; Res. 674 (octubre 29 de 1990), obligaciones iraquíes hacia ciudadanos extranjeros y misiones
diplomáticas; Res. 677 (noviembre 28 de 1990), condena a la alteración de la composición demográfica
de Kuwait y su registro; Res. 678 (noviembre 29 de 1990), autorización a los miembros de recurrir a
todos los medios necesarios para bacer cumplir la Res. 660 y subsiguientes.

Pap. Polit. Bogotá (Colombia). Vol. 12. No. 2. 481-SlO.Julio-diciembre 2007


/ . RODRÍGUEZ 487

En la promulgación de la Resolución 678 por parte del CS, y en las cir-


cunstancias que la rodearon, es posible distinguir importantes elementos
que sin llegar a cuestionar su legalidad, sí ponen en entredicho su legitimidad.
Específicamente, en el proceso conjunto de decisión que marcó la autoriza-
ción del CS para ir a la guerra, puede disfinguirse lo que algunos autores
como Weston (1991) califican como injustificado afán de confrontación. En este
sentido, dado el espíritu de rechazo a la guerra que se halla presente a lo
largo de la CNU, alrededor de la Resolución 678 concurren ciertas cuestio-
nes problemáticas sobre el grado en el que la ONU fiie fiel a la carta que fue
originalmente diseñada.

En este sentido es posible adudr el hecho de que la misma resolución no tuvo


en cuenta consideraciones mínimas que han de requerirse cuando la vida humana
y otros valores de la vida en comunidad se encuentran enjuego de forma crítica, tal
como lo estaban en el Golfo Pérsico. Así, según lo señala el mismo autor (Weston,
1991), a la falta de legitimidad de la Resolución 678 contribuyen cuatro elementos
interconectados, como son: i) la indeterminación del origen de la autoridad legal
de la resolución; ü) la poderosa diplomada de presión que marcó su adopción^;
iü) su carácter enteramente irrestricto; y, iv) la precipitada renuncia del CS al
recurso a sanciones no-violentas, como alternativa posible.

Sobre este modo de actuar llama la atención Gufiérrez E. (2003, pp. 72-73):

Ante el deseo de ganar el apoyo para la resolución, en cuyo borrador participó como actor fundamental,
Estados Unidos desplegó una ofensiva diplomática delaquesepuedendestacarlos siguientes hechos
(Bennis, 2003; Weston, 1991):
- Para asegurarse los votos de las delegaciones de América Latina y África (Colombia, Costa de Marfil,
Etiopía y Zaire), Estados Unidos recurrió al condicionamiento de la asistencia financiera tras la cual
estaban estos países.
- Para ganar el apoyo soviético, Estados Unidos estuvo de acuerdo en mantener a Lituania, Estonia
y Letonia al margen de la Conferencia de París de 1990. Adicionalmente, se comprometió a persuadir
a Kuwait y Arabia Saudita para que proveyeran a Moscú (tal como a la postre harían) las divisas que
esta necesitaba para solventar pagos atrasados a acreedores comerciales.
- Para asegurar la abstención de China, en lugar de que este país ejerciera su derecho de veto, Estados
Unidos recurrió a: i) consentir el levantamiento de las sanciones comerciales en vigor luego de los
acontecimientos de la plaza de Tiananmen; ii) apoyar el desembolso de un préstamo de US $ 114,3
millones a China por parte del Banco Mundial; y üi) conceder una visita ampliamente buscada del
ministro de Exteriores chino a Washington, junto a la retoma del intercambio diplomático normal
entre los dos países.
- A su vez, al embajador de Yemen, tras votar negativamente, se le indicó que ese sería "el voto
negativo más caro que nunca hubiese pagado". No en balde Yemen perdió todo el presupuesto de
ayuda exterior por parte de Estados Unidos.

Pap. PoUt. Bogotá (Colombia), Vol. 12. No. 2, 481-510, julio-diciembre 2007
488 PAPEL POLÍTICO

La resolución 678 (1990) abrió una práctica que el Capítulo VII de la Carta no
había previsto: Este contemplaba, si, la posibilidad de un uso institucional de la fuerza
armada contra un Estado que hubiera roto o amenazado gravemente la paz y seguridad
internacionales, a cargo de Fuerzas de Naciones Unidas, puestas a disposición del
Consejo por los Estados miembros y dirigidas por un Comité de Estado Mayor que
la Carta había establecido. Pero las normas que el Capítulo VII disponía afinde crear
la infraestructura necesaria nunca se cumplieron.

No cabe entonces una comparación de la actuación del CS ante a los su-


cesos de 1990, frente al proceder relacionado con la Guerra de Corea, único
precedente de esa naturaleza disponible para el CS en ese entonces. En el
caso coreano, el CS recomendó a los Estados miembros hacer disponibles
sus "fuerzas militares y otra ayuda" a un comando unificado bajo el mando
de Estados Unidos. En contraste, en el caso de la Resolución 678 se rechazó
la propuesta soviética de activar el Comité de Estado Mayor provisto por los
artículos 45-47 de la Carta para unificar la dirección estratégica de las acciones
policivas del CS. Así, en el caso de Corea, el CS sf mostró signos de pretender
estructurar un comando único bajo la bandera de Naciones Unidas, en un
momento en que la ONU tenía apenas cinco años de creada.

Valoración

Con su proceder en la primera Guerra del Golfo, el sistema de seguridad


colectiva de la ONU se tornó operativo, pero de una manera desnaturalizada.
Esto como consecuencia del inicio de una nueva práctica que no responde a
la idea original del sistema ideado en la CNU. Así, según lo señalan autores
como Acosta (2004, p. 15), con la situación iraquí de 1991, el CS "perdió la
oportunidad histórica de hacer realidad el sistema de seguridad colectiva ins-
fituido en el Capítulo VII de la Carta, y, de esta manera, las Naciones Unidas
no actuaron en el confiicto del Golfo Pérsico como una verdadera instancia de
autoridad internacional". Como consecuencia de lo anterior, la respuesta en
esta ocasión no tuvo en cuenta las cualidades propias del sistema de seguridad
colectiva. En particular, la indeseablemente alta influencia ejercida por uno de
los miembros del CS dio muestras inequívocas de una instrumentalización del
CSfi-entea los intereses particulares de una (super) potencia.

2.2. La II Guerra del Golfo

Las resoluciones 687 y 1441

Después de la I Guerra del Golfo, y a efectos de cese oficial del fuego, el


3 de abril de 1991 es promulgada por el CS la Resolución 687. Allí, tras dejar
constancia del restablecimiento de la soberanía, independencia e integridad
política de Kuwait, se establecen importantes sanciones y se imponen a Irak,

Pap. Polil. Bogóla (Colombia). Vol. 12. No. 2. 481-510. julio-diciembre 2007
/ . RODRÍGUEZ 489

inter allia, una serie de obligaciones de desarme bajo supervisión internacional.


De igual forma, la resolución establece que, en el momento en el que Irak no-
tifique al Secretario General y al CS de la ONU su aceptación de las exigencias
contenidas en la misma Resolución 687, se establecerá un alto al fuego formal
entre Irak y Kuwait y los demás Estados que ayudaron al emirato.

Siguen a esta resolución otros pronunciamientos del CS, hasta llegar a la


Resolución 1441 del 8 de noviembre de 2002. En esta última, el CS decide que
Irak "ha incurrido y sigue incurriendo en violación grave de sus obligaciones
con arreglo a las resoluciones adoptadas en la materia"; no obstante, concede
a Irak "una última oportunidad de cumplir con sus obligaciones". Decide
también reunirse inmediatamente después de la presentación de los informes
de los inspectores para incluir a continuación la disposición decimotercera:
"[el C.S.] Recuerda, en este contexto, que ha advertido reiteradamente a Irak
que, de seguir infringiendo sus obligaciones, se expondrá a graves consecuen-
cias" (cursivas añadidas).

Pese a la severidad de términos, el contenido de la Resolución 1441 no


permite atribuir a esta efecto alguno sobre el cese al fuego que establece la
Resolución 687. Tal como lo señalan varios autores, incluido Remiro (2003,
p. 6), ni el sentido ordinario de los términos ufilizados, ni la interpretación
lógica y sistemática bonafidedel texto, ni su objeto y fin en el contexto de lo
dispuesto por la CNU, avalan que la Resolución 1441 implicase un levanta-
miento de la suspensión de la autorización del recurso a la fuerza armada
dispuesta por el Consejo en la Resolución 687.

Con todo, el 20 de marzo de 2003, una fuerza multinacional liderada por


Estados Unidos y el Reino Unido, inició la invasión y ocupación de Irak, la
cual permanece al día de hoy. Según el presidente de Estados Unidos, George
Bush, la invasión estaba orientada a "despojar a Irak de armas de destrucción
masiva,finalizarel apoyo de Saddam Hussein al terrorismo y liberar al pueblo
iraquí". El supuesto argumento legal que fundamentaba la invasión era que
tal como lo sostenía Estados Unidos, Irak continuaba violando lo dispuesto
en la Resolución 1441 en relación con armas de destrucción de masiva''.

Tal como lo plantea Krebsbach (2003, pp.18), a pesar de lo afirmado por el presidente Bush en su
momento, hay una amplia evidencia de que en la invasión a Irak, la guerra no fue el último recurso.
En primer lugar, el régimen de inspección de armas de UNMOVIC (Comisión de las Naciones Unidas
de Vigilancia, Verificación e Inspección) y la IAEA (Agenda Internacional para la Energía Atómica),
bajo la dirección de Hans Blix y Mohammed El Baradei, estaba resolviendo si efectivamente había
alguna base para la acusación capital en contra de Irak: que ese país poseía armas de destrucción
masiva y que tenía en curso programas de armas ilícitas. Al respecto valga decir que el programa
de inspección de armas de la ONU era un proceso marcadamente intrusivo, que sistemáticamente
estaba demostrando lo que luego se tornaría un hecho cierto: que Irak había destruido todas sus armas

Pap. Polit. Bogotá (Colombia), Vol. 12, No. 2, 481-510, julio-diciembre 2007
490 PAPEL POLÍTICO

De acuerdo con lo anterior, y respecto de la Resolución 1441, vale la pena


apuntar algunos elementos que han sido puestos de relieve en la amplia
literatura sobre el tema:

i) La misma Resolución 1441 señala el proceso a seguirse. De acuerdo con este,


cualquier violación iraquí habría de reportarse al CS para que éste examinara
la situación. De ahí que, únicamente el CS podía en ese entonces decidir
qué hacer después®.

ii) La Resolución 1441 no autoriza "el uso de todos los medios necesarios",
que es el único lenguaje reconocido por el CS para el uso de la fuerza (ver
Resolución 678). De hecho, Estados Unidos y Reino Unido intentaron
introducir esta frase en la resolución, pero otros miembros del CS la
rechazaron. El lenguaje alterno "serias consecuencias", no es, y no intentaba
ser un sinónimo. En este contexto, de haber existido cualquier autorización
del CS para el uso de la fuerza, no sería ambigua.

üi) Luego de que la Resolución 1441 fuera adoptada, los miembros del CS
(incluidos Estados Unidos y el Reino Unido) afirmaron que esta no proveía
automaticidad en cuanto al uso de la fuerza. Fue sobre este asunto que
el CS deliberó arduamente, durante semanas. Por tanto, es simplemente
fraudulento reivindicar que la resolución incorporaba tal automaticidad.

ív) Únicamente el CS puede autorizar el uso de la fuerza, bajo el artículo 42


de la CNU. El Consejo no puede ceder tal decisión a Estados miembros
individuales.

v) Una autorización del uso de la fuerza siempre especifica el objetivo


perseguido con tal intervención. Las resoluciones de la ONU no dan
poder a las naciones para usar la fuerza por las razones que estas puedan
querer. Incluso, de haber habido una autorización del uso de la fuerza para
entrar a Irak, detectar y destruir las alegadas armas de destrucción masiva.

de destrucción masiva. En lugar de esperar al programa de inspección y permitir que se revelara el


verdadero estado de Irak en cuanto a posesión de armas, Bush optó por lanzar perentoriamente la
invasión.
8 En este sentido, la guerra se desencadenó sin que el régimen de inspección reforzado que la Resolución
1441 estableció llegara alfinalde sus trabajos. Y siendo esto así, no sería de aplicación del párrafo 13
de la Resolución, en el que el Consejo recuerda a Irak que "se expondrá a graves consecuencias" si
los informes íkl Presidente de la Comisión de inspección o del Director de la AlEA determinan que prosigue
sus incumplimientos.

Pap. Polit. Bogotá (Colombia), Vol. 12, No. 2, 481-510, julio-diciembre 2007
/ . RODRÍGUEZ 491

esto no autorizaría un propósito totalmente diferente de esta invasión: la


remoción del gobierno en el poder.

Es así como ante la imposibilidad de incorporar la autorización para el uso


de la fuerza en esta o una nueva resolución, Estados Unidos recurrió a la falaz
teoría de las "resoluciones encadenadas", a la luz de la cual se reivindicaba la
supuesta vigencia de la autorización contenida en la Resolución 678 (Sáenz de
Santamaría, 2003a, p. 210). Frente a esto es necesario decir que legalmente no
existen argumentos para hacer una guerra con base en una vieja Resolución
del CS, que además de estar limitada a un propósito particular, tal como se vio,
la vigencia de sus disposiciones quedó formalmente terminada por la subse-
cuente Resolución 687. De ahí que la Resolución 678 no podía ser extendida
años después, por dos miembros del CS, en contra del rechazo colectivo de
este organismo, y en función de Un objetivo totalmente diferente y que viola
lo dispuesto por la CNU.

De acuerdo con lo anterior, pocas dudas caben sobre la ilegalidad del recurso
al uso de la fuerza en contra de Irak. Se trata de una intervención por fuera
de las excepciones al uso de la fuerza (legítima defensa y acciones de CS).
De igual forma, era también claro que antes y después de la guerra no había
siquiera un fundamento razonable para invocar la dudosa fórmula "ilegal,
pero legítimo", que como se verá, se adujo en el caso de Kosovo para tratar
la excepcional circunstancia de emergencia humanitaria'.

La Resolución 1483

En los dos meses siguientes a la invasión, el CS no se pronuncia frente a la


nueva situación, salvo a través de las resoluciones 1472^° y 1476, que instan al

9 De acuerdo con Murphy (2004), respecto de la intervención armada en Irak, dado que estos tipos
de acciones no están provistos en el lenguaje de la CNU, su "legitimidad" tiende a ser una función
de tres factores: (1) el grado en el cual la acción podría 'anclarse' a alguna interpretación posible de
la CNU; (2) el grado de consenso entre los miembros del CS (o posiblemente, la Asamblea General)
en cuanto a que la acción era permisible; y (3) el grado en que la acción evita su intrusión en
la independencia política y soberanía territorial de un miembro de la ONU. En donde estos
factores se dan en un alto grado, la acción atrae un alto grado de legitimidad; en donde uno o
más factores son mínimos, la acdón es vista como menos legítima. De acuerdo con estos criterios,
la invasión a trak tenía poco que ver con la legitimidad.
10 Valga rescatar aquí la valoración de la Resolución 1472 (2003) en palabras de la profesora A. S. de
Santamaría:
[La Resolución 172] entonces adoptada por unanimidad es una muestra de lo que seguramente
en este caso era un inevitable pragmatismo, pues asume con naturalidad la aplicación de
los Convenios de Ginebra sobre derecho internacional humanitario, utiliza en consecuencia
el concepto de 'potencia ocupante' e incluso inserta la cláusula de estilo por la que en el

Pap. Polil. Bogotá (Colombia). Vol. 12, No. 2, 4SI-510, Juiio-diciembre 2007
492 PAPEL POLÍTICO

cumplimiento del derecho internacional humarütario e incluyen ciertas provi-


siones orientadas a atender necesidades apremiantes de la población iraquí. Esta
situación viene a cambiar con la Resolución 1483 del 22 de mayo de 2003.

Esta resolución, pese a que no valida la ocupación iraquí del 20 de marzo,


trae consigo la implicación de la ONU en el conflicto, sin una condena de
la ilegal invasión". De hecho, autores como Remiro (2003, p. 23) hablan de
cohonestación de la ocupación, en cuanto a que la Resolución 1483:

... asume las pretensiones de los ocupantes al levantar las sanciones, entregarles
el petróleo y los recursos que genera y permitirles ejercer el papel protagónico en la
reorganización política e institucional de Irak. Asimismo, acepta para las Naciones
Unidas las tareas, sustancialmente humanitarias, que convenía a la Administración
Bush multilateralizar.

Al pasar por alto la agresión y su devastador impacto sobre la población


iraquí, la Resolución 1483 únicamente "concede a los Estados Unidos y Gran
Bretaña lo que les negó antes de la guerra" (Gutiérrez E., 2003, p. 81). En efecto,
la resolución es una intervención a posteriori en la que se asumen decisiones
tomadas como consecuencia de actos ilegales, y se rehusa a incluir cualquier
caliñcación o valoración de la guerra. A la vez: i) reconoce la autoridad de
Estados Unidos y Gran Bretaña como potencias ocupantes; ii) da lineamien-
tos para la conformación de una administración provisional iraquí; y, iii) se
insta al Secretario General a trabajar colegiadamente con la autoridad en la
transición hacia un nuevo régimen.

Las condiciones de esta resolución hacen que la naciente implicación de


la ONU en la guerra sea cuestionable a la luz del derecho internacional. En
este sentido apunta Gutiérrez E. (2003, pp. 82-85) que al actuar de ese modo,
el C.S. "ha conseguido que la Organización de Naciones Unidas quede 'con-

preámbulo se reafirma 'el compromiso de todos los Estados Miembros con la soberanía y la
integridad territorial del Irak', lo que en las circunstancias del caso no deja de ser grotesco
(Andrés Sáenz de Santa María, P 2003b).
11 La imposibilidad de validar la ocupación puede entenderse a través de las razones que encuentra
Pastor R. (2005, p. 473):
- i) porque, desde el punto de vista jurídico, no es subsanable un comportamiento contrario a una
regla de ius cogens. En este sentido, valga decir que nadie discute que la norma prohibitiva de la
guerra tenga ese carácter.
- ii) porque los términos de la Resolución 1483 no mencionan a las operaciones militares; en realidad,
las dan por acaecidas y solo tratan de aliviar sus consecuencias.

- iii) porque nada en las explicaciones de voto sugiere la idea de validación o subsanación alguna.

Pap. Polit, Bogotá (Colombia), Vol, ¡2, No. 2, 481-510, Julio-diciembre 2007
/ . RODRÍGUEZ 493

taminada' por el hecho ilícito de algunos de sus Estados miembros". Con esta
resolución, la ONU dejó ver entonces que su acción se limitaba a ser un simple
complemento de la acción de Estados Unidos, el Reino Unido y sus aliados,
sin siquiera tratar de establecer un límite a la capacidad de la actuación de
estos países sobre el territorio ocupado, aceptando de hecho una situación
de dependencia en relación con la coalición.

La Resolución 1511

Luego de la Resolución 1483, el CS adoptó otras dos resoluciones sobre el


asunto^^, antes de formular la Resolución 151L A continuación se revisan los
elementos más relevantes de esta última.

En su preámbulo, el CS hace una condena inequívoca de los atentados te-


rroristas con bombas y los asesinatos políticos acaecidos en Irak entre agosto
y mediados de octubre de 2003. Ello sin considerar los acontecimientos que
involucran a las otras partes, como la resistencia y las mismas fuerzas de
ocupación. Así, tal como lo apunta Remiro (2003, p. 27), la Resolución:

... guarda, un silencio sepulcral sobre las actividades de la resistencia armada


contra las fuerzas de ocupación (a menos que implícitamente las identifique como
terroristas) y sobre las denuncias formuladas sobre la comisión por dichas fuerzas
de crímenes de guerra y violación de las Convenciones de Ginebra en relación con
los prisioneros y la población civü.

Desde la adopción de la CNU, en situaciones relacionadas con guerras


civiles" (en donde se pone en entredicho la legitimidad gubernamental) el
gobierno que representa al Estado ante la ONU ha sido considerado como
poseedor de suficiente legitimidad externa para invitar legalmente la interven-
ción militar extranjera". Con esto en mente, la Resolución 1511 es instrumental
respecto del reconocimiento internacional de la autoridad tras la invasión;

12 Res. 1490 (julio 3 de 2003), misión de observación de las Naciones Unidas para Irak y Kuwait y Res.
1500 (14 de agosto de 2003), misión de asistencia de Naciones Unidas para Irak.
13 Valga decir que paralelamente con la resistencia que enfrentaron las fuerzas ocupantes en Irak, a
partir de agosto de 2003 empezaron a desarrollarse ataques sobre objetivos no-militares y civiles
por parte de grupos al margen de la ley. Desde entonces, la magnitud de estos hechos creció con
celeridad, y de hecho la fuerza de esta insurgencia ha llevado a identificar características de una
guerra civil en Irak tras la ocupación.
14 Esta construcción puede inferirse del pronunciamiento de la Corte Internacional de Justicia en el caso
Actividades militares y paramilitares en Nicaragua, en donde la Corte distinguió entre las intervenciones
permisibles yaquellasquenoloeran,asolicituddel gobierno reconocido por la ONU, y la impermisible
intervención a solicitud de fuerzas opositoras en una situación de conflicto por el control del país.

Pap. Polil. Bogotá (Colombia). Vol. ¡2. No. 2. 481-510. julio-diciembre 2007
494 PAPEL POLÍTICO

esto en cuanto determina que el Consejo de Gobierno de Irak "está investido


de la soberanía del Estado de Irak durante el periodo de transición hasta que
se establezca un gobierno representativo, internacionalmente reconocido, y
asuma las funciones de Ja Autoridad". LJama la atención que junto a esto
no se encuentra ningún plazo para Ja devolución de esa soberanía a un go-
bierno iraquí. La resolución únicamente JJama a que eJ Consejo de Gobierno
iraquí designado por Estados Unidos anuncie en un pJazo su caJendario para
presentar un borrador de Constitución y para celebrar elecciones. No otorga
ningún papeJ central o significativo a Ja ONU, a pesar de sus simbóJicas re-
ferencias al Secretario General.

AI iguaJ que la Resolución 1483, la 1511 no Jiace referencia aJguna a la iJegaJi-


dad de las condiciones que dieron pie a la crítica situación enfrentada. A la vez
autoriza "una fuerza multinacional bajo mando unificado" e insta a los Estados
miembros a que Je presten asistencia "incluso fuerzas militares". De acuerdo
con esto, y taJ como lo argumenta Guüérrez E. (2003, p. 85), esta decisión
de convertir la ocupación militar del país por los vencedores de una guerra
ilegal, en la operación de una fuerza multinacional es llegar muy lejos "sin
la compañía de una severa condena deJ factor desencadenante".

Dado lo dispuesto en este acto del CS, Estado Unidos utilizó esta resolución
para reivindicar que Ja guerra y la ocupación han sido sancionadas por la ONU.
En este sentido, tras Ja promuJgación de la Resolución 1511, la percepción de
que la ONU estaba de acuerdo con la ocupación hecha por Estados Unidos,
debilitó ostensiblemente la posición de la organización en el conflicto. De ahí
que esta situación aumentó la hostilidad contra la ONU en Irak y en otros
Jugares, haciendo dificil, una vez visto que la ocupación ha sido un fracaso,
que Ja ONU pudiera trabajar en el país ocupado. De igual forma, tal como
lo señala Bennis (2003, p. 2), esta Resolución del CS ha sido una "bofetada"
para eJ secretario general Kofi Annan quien había mostrado una mayor de-
terminación de encarar el papel de Estados Unidos tras el horrible atentado
contra las oficinas de la ONU en Bagdad (agosto 19 de 2003).

De ahí que no falten autores como Williams (2003), Jos cuaJes argumentan
que Estados Unidos quería la Resolución 1511 como un medio para cuatro
fines específicos: 1) sonsacar de los gobiernos más reacios, dinero para equipar
la tropa; 2) conseguir más dinero para Ja reconstrucción de Irak; 3) persuadir
al secretario general de la ONU de enviar personal civil a Irak; y iv) quizás
en mayor medida, y reforzado por los tres anteriores: a persuadir al grueso
de Jos iraquíes de que no están sometidos a una ocupación.

Pap. Polit. Bogotá (Colombia). Vol. 12. No. 2. 481-510. julio-diciembre 2007
/ . RODRÍGUEZ 495

Valoración

De acuerdo con lo hasta aquí dicho en relación con la intervención en Irak


de 2003, se puede concluir que las decisiones 1483 y 1511 son contrarias a la
CNU y el derecho internacional. Se concurre aquí entonces al lugar al que
llevan las evaluaciones de autores como Remiro (2003, p. 31), quién se refie-
re a estas actuaciones del CS como "irritantemente antijurídicas" en cuanto
tienen como objeto paliar la situación emanada de actos ilegales que no son
siquiera objeto de condena. En la práctica, el pronunciamiento del CS frente a
la invasión acoge la voluntad de los países que actuaron unilateralmente en
su intento de dejar por sentado que sus actuaciones pasadas, como hechos
consumados no pueden ser objeto de otra cosa sino de apoyo, pese a su cues-
tionable legalidad.

3. Kosovo
Antecedentes

Pese a la antigüedad de los orígenes del conñicto en Kosovo, el inicio de la


última década del siglo pasado marcó el agravamiento que condujo a que la
lucha armada allí desencadenada adquiriera dimensiones internacionales. En
1990, y como reacción al ascenso nacionalista en varias repúblicas yugoslavas,
Belgrado abolió el estatus de autonomía de Kosovo, disolvió el parlamento y
el gobierno albanés, e inició un proceso de represión en dicha región. En 1991
los insurgentes proclamaron unilateralmente la República de Kosovo, y en
1996, a partir de diversos grupos armados, comenzó operaciones militares el
Ejército de Liberación de Kosovo (ELK)^^ el cual desarrolló una amplia campaña
terrorista contra las fuerzas policiales serbias y también contra civiles. Todo
esto no hizo más que exacerbar la cólera de los serbios, y su severa reacción
desencadenó una escalada de violencia de grandes proporciones.

En mayo de 1998, época en la que el ELK controlaba el 40 por ciento del


territorio kosovar, el presidente de la República Federativa de Yugoslavia
(RFY), S. Milosevic, lanzó una importante operación militar. Para agosto, el
ejército federal había restablecido el control en Kosovo, y el ELK se había
retirado. Entonces, el gobierno yugoslavo tomó medidas contra los civiles

15 El ELK, apoyado por la vecina Albania, fue financiado y equipado desde el exterior con alrededor
de 30.000 fusiles automáticos, antitanques y otro armamento, y además gozaba de la protección de
la comunidad de origen albanés (Lycouredsos, 1999).

Pap. Polit. Bogotá (Colombia). Vol. 12. No. 2. 481-510. julio-diciembre 2007
496 PAPEL POLÍTICO

albaneses que previamente habían protegido al ELK, con el fin de erradicar


apoyos para esa organización terrorista. Como resultado de esta ofensiva
murieron unas 1.500 personas y tuvo lugar el desplazamiento forzoso de
refugiados más grande visto en Europa desde la segunda guerra mundial
(400.000 personas) [Fisas, 2007].

La Resolución 1160

Con miras a apaciguar la tensión, a partir de 1997, la Organización para la


Seguridad y la Cooperación en Europa (OSCE), por conducto de su Grupo
de Contacto^^ tomó la iniciativa de convencer a las autoridades yugoslavas de
conceder a Kosovo una autonomía sustancial. Ante el fracaso de las nego-
ciaciones, el 31 de marzo de 1997, con arreglo al capítulo VII de la CNU, fue
promulgada la Resolución 1160, cuyo contenido se resume en que en ella,
el CS decidió: i) imponer un embargo de armas total a la RFY; ii) condenar
tanto "el uso de una fuerza excesiva" por la policía serbia contra "civiles y
manifestantes pacíficos" como "todos los actos de terrorismo del ELK y todo
el apoyo externo a estas actividades "incluidas la financiación, la provisión de
armas y el adiestramiento"; üi) avalar el papel y las declaraciones de principios
del Grupo de Contacto (de 9 y 25 de marzo), para facilitar el diálogo entre las
autoridades serbias y los representantes de la comunidad albanesa de Kosovo
y solucionar las graves cuestiones políticas y de derechos humanos ; ív) pedir
la apertura del terrítorío a la misión de verificación de la OSCE, al ACNUR
y a las organizaciones humanitarias; y, v) reclamar posteriores informes del
Secretario General de la ONU, de la misma OSCE, del Grupo de Contacto y
de la UE, recalcando que sí no se progresaba hacía la solución pacífica de la
situación en Kosovo consideraría la adopción de medidas adicionales. Final-
mente, cabe señalar que pese a mencionar el deseo de preservar la integridad
territorial de la RFY, se hace un llamado a considerar una mayor autonomía
y autogobierno para Kosovo, algo que se torna recurrente en las resoluciones
sucesivas sobre la materia.

La Resolución 1199

El 23 de septiembre de 1998, ante el agravamiento de la situación, el CS


adoptó la Resolución 1199. Tras calificar la situación expresamente como una
amenaza para la paz y la seguridad de la región, en ejercicio de los poderes
del capítulo VII de la CNU, esta resolución: í) exige tanto a la RFY como a

16 Conformado por los ministros de Relaciones Exteriores de Alemania, Estados Unidos, La Federación
Rusa, Francia, Italia y el Reino Unido.

Pap. Polit. Bogotá (Cotombia). Vol. ¡2. No. 2. 481-510. julio-diciembre 2007
/ . RODRÍGUEZ 497

los líderes albano-kosovares el cese de la violencia y el inicio de un proceso


político a través de un "diálogo significativo, sin condiciones previas"; ii)
hace más apremiantes y precisas las exigencias planteadas en la anterior
resolución (1160), incorporando las propuestas del Grupo de Contacto del
12 de junio, reflejadas luego en los compromisos asumidos por el presidente
de la RFY, con el de la Federación de Rusia, en la declaración conjunta del
día 16 del mismo mes; iii) pide la colaboración de los Estados miembros para
que favorezcan el cumplimiento de esta resolución e incluye algunas dispo-
siciones relacionadas con asistencia humanitaria y el castigo de crímenes de
guerra; ív) afirma que de no cumplirse lo dispuesto en esta y la Resolución
1160, se examinará "la posibilidad de adoptar medidas nuevas y adicionales
para mantener o restablecer la paz y la estabilidad en la región".

La resistencia de Yugoslavia a aplicar las disposiciones de las resoluciones


1160 y 1199, junto a la incapacidad del CS para tomar medidas coercitivas
(debido a la oposición de Rusia y China), condujeron a la OTAN a lanzar, el
13 de octubre de 1998, un ultimátum a la RFY para que cediera a las exigen-
cias del CS.

De ahí que bajo la ilegal amenaza de bombardeos por la OTAN, el enviado


de Estados Unidos, R. Holbrooke, persuadió el 16 de octubre de 1998 a Milosevic
a que cumpUese dos acuerdos. El primero de ellos suponía el establecimiento
en Kosovo de una misión civil de la OSCE, para verificar el cumplimiento ser-
bio de las resoluciones de la ONU arriba citadas. El segundo esfipulaba que,
como complemento de la misión de la OSCE, la OTAN podría establecer una
vigilancia aérea sobre Kosovo (Lycouredsos, 1999).

La Resolución 1203

A partir de los acuerdos previos, por medio de la Resolución 1203 (oc-


tubre 24 de 1998), el CS: i) reafirmaba que el deterioro de la situación en
Kosovo representaba "una amenaza constante para la paz y seguridad en
la región"; ii) aprobaba y demandaba que se pusieran en marcha las misio-
nes de verificación acordadas previamente; iii) reiteraba la necesidad de
dar cumplimiento a las medidas propuestas en las resoluciones previas.
Consecuentemente, la OSCE puso en marcha la Misión de Verificación de
Kosovo, el 25 de octubre de 1998.

Posteriormente, tras numerosas gestiones diplomáticas, en febrero de 1999


se firmaron los llamados "Acuerdos de Rambouillet", o Acuerdo Interino para
la Paz y el Autogobierno en Kosovo. Allí se preveía una amplia autonomía para
Kosovo dentro del marco del Estado serbio y por un periodo de tres años, sin

Pap. Polil. Bogotá (Colombia), Vol. 12, No. 2, 481-510, julio-diciembre 2007
498 PAPEL POLÍTICO

especificar qué pasaría después de transcurrido ese periodo de transición. El


Grupo de Contacto proponía que la autonomía fuese vigilada y asegurada
en exclusiva por una fuerza militar 'de paz' que la OTAN establecería en
Kosovo. Nuevamente el texto se presentó al gobierno de la RFY como un
ultimátum que debería ser aceptado por Milosevic si no quería enfrentarse a
los bombardeos de la OTAN. Frente a esto, Milosevic aceptó, salvo pequeñas
enmiendas, la autonomía propuesta para Kosovo, pero rehusó permitir que
la vigilancia del acuerdo corriera a cargo de tropas de la OTAN (en lugar de
la ONU) instaladas en Kosovo, por considerar esto una intolerable violación
de la soberanía de la RFY.

El fracaso de las negociaciones y la reanudación de la campaña militar


en Kosovo por parte de las fuerzas serbias hicieron que finalmente, el 24 de
marzo de 1999, la OTAN recurriera a la fuerza contra Yugoslavia, sin haber
obtenido previamente la autorización del CS. Esto último, en cuanto Estados
Unidos y sus aliados no quisieron exponerse a las consecuencias de plantear
un proyecto de resolución que autorizara la campaña militar de la OTAN,
ante el inminente veto de Rusia y China.

Ante esto, el Secretario General de la ONU, Kofi Annan, lejos de condenar la


acción de la OTAN, la legifima. Para ello, su argumentación se basaba en el hecho
de que, cuando la paz está fuertemente amenazada y un drama humanitario
está a punto de suceder, la comunidad internacional fiene derecho a recurrir a
la fuerza si el Consejo de Seguridad está incapacitado para hacerlo^^

La Resolución 1244

La Resolución 1244, aprobada tras el cese de operaciones militares de la OTAN


(junio 10 de 1999) es consecuente con el referido pensamiento del Secretario
General de la ONU. De ahí que en este pronunciamiento el CS se abstenga de
condenar la intervención de la Alianza Atlánfica; así, esta resolución:

i) Conüene una condena a todo acto de violencia de las partes locales,


pero sin hacer ni una mención tenue de los ataques de la OTAN.
Expresa una determinación de resolver la crisis humanitaria,
pero no ninguno de los conflictos subyacentes; tampoco hace
mención de la guerra civil que había tenido lugar en Kosovo
entre febrero de 1998 y marzo 24 de 1999.

17 Ver al respecto K. A. Annan (1999) y el discurso pronunciado el 30 de abril de 1999 en la Universidad


de Michigan (Citado por Momtaz, 2000).

Pap. PoUl. Bogotá (Colombia). Vol. 12, No. 2, 481-510, julio-diciembre 2007
/ . RODRÍGUEZ 499

ii) Anexa la Declaración de los presidentes y ministros de Relaciones


Exferiores del Grupo de los Ocho, emanada de su reunión del
6 de mayo de 1999 en Petersberg, con lo que aprueba los objetivos
de guerra de la OTAN.
iii) Reafirma la soberanía e integridad ferritorial de la RFY pero
no presenta procedimientos y modalidades en cuanto a como
operarán las presencias civiles y militares endosadas para respetar
esa soberanía e integridad.
iv) Simulfáneamente decide que la presencia civil tiene la tarea de
"Promover el establecimienfo, hasta que se llegue a una solución
definitiva, de una autonomía y un autogobierno sustanciales en
Kosovo, teniendo plenamente en cuenta el Anexo 2 y los llamados
Acuerdos de Rambouillet".
v) Establece la necesidad de "facilitar un proceso políüco encaminado
a determinar el estatuto futuro de Kosovo, teniendo en cuenta
los Acuerdos de Rambouillet" (párrafo 11).

Sobresalen en esta resolución dos elementos. Además de la "legitimización"


de los ataques aéreos ilegales, la fórmula expresada en el párrafo 11 constituye
un elemento jusüficatorio de un proceso hacia el establecimiento de un Ko-
sovo independiente. En este orden de ideas, es dificil visualizar que la OTAN
deje la provincia simplemente devolviendo Kosovo a Belgrado, dados estos
precedentes y la casi ilimitada desconfianza entre serbios y albano-kosovares
después de todo lo sucedido.

Valoración

De acuerdo con lo visto hasta aquí sobre la intervención militar en Kosovo,


pueden extraerse ciertas conclusiones. En primer lugar, para supuestamente poner
fin a una crisis humarüfaria local, inferna, y para preservar la paz y seguridad
internacionales, la OTAN actuó en contra de los principios fundamentales de de-
recho internacional, basados tanto en la no-intervención y el respeto a la soberanía
como en la prohibición del uso de la fuerza o de amenazas unilaterales. Se trató
igualmente de un excesivo y desproporcionado uso de la fuerza contra Yugosla-
via, con la intención de destruir tanto las muy ir\feriores fuerzas militares serbias
como la infraestructura civil. En cuanto a las justificaciones dadas a los ataques,
la CNU no autoriza una "intervención humanitaria" en los asuntos internos de
un Estado. Por tanto, y pese a la desafortunada legitimación por parte del CS
y del Secretario General de la ONU, la intervención armada de la OTAN en los
Balcanes careció de fundamento jurídico de conformidad con la CNU.

Pap. Polít. Bogotá (Colombia). Vol. 12. No. 2. 481-510. julio-diciembre 2007
500 PAPEL POLÍTICO

4. Afganistán
El 11 de septiembre de 2001 tuvieron lugar una serie de atentados suicidas
que supusieron el ataque terrorista de mayor importancia de la historia en contra
de los Estados Unidos. Los atentados fueron perpetrados con cuatro aviones
de pasajeros, secuestrados por terroristas suicidas y lanzados después contra
edificios representativos del poderío econónüco y militar estadounidense.

La Resolución 1368

Un día después, a instancias de Estados Unidos, cuando aún se desconocía


la identidad de los responsables de los ataques, el CS aprobó la Resolución
1368. Allí, este organismo: i) reconoce el derecho inmanente de legítima de-
fensa individual o colectiva, de conformidad con la CNU; ü) califica a esos
actos como una amenaza a la paz y seguridad internacionales; iii) exhorta a
la comunidad internacional a colaborar con urgencia para someter a la acción
de la justicia a los autores, patrocinadores y organizadores de los atentados,
subrayando el que tales copartícipes, como también sus cómplices, tendrán
que rendir cuentas por sus actos; iv) hace un llamado a la comunidad in-
ternacional para prevenir y reprimir los actos de terrorismo, a la vez que
consigna su disposición a tomar aquellas medidas necesarias para responder
a los ataques del día anterior y a la vez combatir en todas sus formas tales
actos de terrorismo.

La Resolución 1373

A partir de las premisas dispuestas en la Resolución 1368,16 días después,


el CS adopta la Resolución 1373. En este nuevo pronunciamiento: i) reafirma
que los atentados del día 11, al igual que todo acto de terrorísmo internacio-
nal, consfituyen una amenaza para la paz y la seguridad internacionales; ii)
reitera expresamente el derecho inmanente de legifima defensa individual
o colecfiva reconocida en la CNU, así como la necesidad de luchar con todos
los medios contra la amenaza a la paz y la seguridad internacionales que
representa todo acto de terrorismo internacional; iii) citando la Resolución
2625 de la Asamblea General (1970)^« y la Resolución 1189 (1998)^', subraya
el deber de los Estados de abstenerse de organizar, insfigar y apoyar actos

18 Resolución 2625 (XXV), de 24 de octubre de 1970, de la Asamblea General de las Naciones Unidas.
Declaración sobre los principios de Derecho Internacional referentes a las relaciones de amistad y
a la cooperación entre los Estados de conformidad con la Carta de las Naciones Unidas.
19 Promulgada el 13 de agosto, en la cual se condenan atentados terroristas en Kenia y Tanzania y se
insta a la comunidad internacional a cooperar para combatir este tipo de delitos.

Pap. Polil. Bogotá (Colombia), Vol. 12, No. 2, 481-510, julio-diciembre 2007
/ . RODRÍGUEZ 501

terroristas perpetrados en otro Estado o de permitir actividades organizadas


en su territorio encaminadas a la comisión de dichos actos; iv) a partir de lo
anterior, e invocando el capítulo VII de la CNU, pide a los Estados la adopción
de una larga y detallada lista de medidas orientadas a combatir el terrorismo^;
y, v) declara que los actos, métodos y prácticas terroristas son contrarios a los
propósitos y principios de la ONU y que financiar intencionalmente actos de
terrorismo, planificarlos e incitar a su comisión también es contrario a dichos
propósitos y principios. En definitiva, con esta resolución se inicia la cruzada
internacional contra el terrorismo. Se trata, entonces de una resolución susceptible
de ser catalogada como histórica, en cuanto marca en el plano internacional
un antes y un después en la lucha contra este flagelo.

La lectura de las disposiciones de las dos resoluciones del CS que siguen


a los atentados del 11 de noviembre permiten ver en ellas dos elementos de
particular interés. En primer lugar, de una forma no del todo clara, el CS parece
entender los atentados como una agresión. De ser así, en cuanto se menciona
la legítima defensa en ambas resoluciones, se estaría ante el inicio de la equi-
paración entre los actos terroristas y el ataque armado de un Estado. En este
sentido, algunos iusinternacionalistas han sostenido que dichas resoluciones
conllevan una ampliación del concepto de legítima defensa cuando esta se
utilice frente a atentados de grandes dimensiones, tales como los acontecidos
el 11 de septiembre de 2001 en Estados Unidos, o el 11 de marzo de 2004 en
Madrid (Acosta, 2006, p. 42).

En segundo lugar, tras lo dispuesto en esta resolución ha llegado a consi-


derarse que el CS ha asumido competencias que no le corresponden, ya que
adopta la figura de "CS legislador", supuestamente justificado en este caso
por la imperiosa necesidad de luchar contra el terrorismo. En este sentido,
afirma Eymar (2002, p. 7): "Con su Resolución, el Consejo de Seguridad se
está transformando en un legislador universal que justifica la utilización de
medidas no solamente contra los actos terroristas del 11 de septiembre, sino

20 Entre las que se encuentran: i) bloquear el flujo de recursos de financiación al terrorisn:io; ii)
abstenerse de apoyar acfiva o pasivamente el terrorismo; iii) adoptar medidas para su prevención
y denegar el refugio a personas relacionadas con la comisión de este tipo de actos; iv) impedir el uso
de sus territorios como base para terroristas; v) asegurar el enjuiciamiento del terrorismo y delitos
relacionados; vi) proporcionar asistencia recíproca para la investigación judicial; vii) impedir la
circulación de terroristas y redoblar esfuerzos para evitar la circulación de documentos de identidad
fraudulentos. De igual forma, la Resolución 1373 exhorta a los Estados a realizar acciones encaminadas
a: i) intensificar el intercambio de información relevante para el combate al terrorismo; ii) adherir a
convenios y protocolos relacionados con el terrorismo, iii) aplicar plenamente los mismos y fomentar
la cooperación en el marco de estos; y, iii) adoptar precauciones para impedir que los terroristas
accedan al estatuto de refugiados.

Pap. Polil. Bogotá (Colombia). Vol. 12. No. 2. 481-510. julio-diciembre 2007
502 PAPEL POLÍTICO

contra todo acto futuro de terrorismo internacional sin mayores concreciones


circunstanciales de tiempo, modo y lugar".

La Resolución 1373 debe entenderse entonces, como una respuesta, en el


contexto de conmoción internacional provocada por los atentados, al deseo
de Estados Unidos de ejercer acciones coercitivas. En este sentido, desde un
primer momento, dicho país encuadró su posible reacción bajo el epígrafe
de la legítima defensa, algo que ante la abrumadora gravedad de la tragedia, e
incluso su simbolismo, pocos querían (o se atreverían) poner en duda.

En este contexto, el gobierno de Estados Unidos, apoyado por los países


de la OTAN, asumió el liderazgo de una "guerra internacional contra el
terrorismo". Como parte de ella, Washington procedió al envío de fuerzas
militares a Asia Central, y a preparar acciones bélicas en contra de al-Qaeda.
Estaba igualmente claro que este despliegue podía extenderse contra el pro-
pio gobierno de Afganistán, en caso de que el régimen taliban no bríndara
su colaboración en la lucha antiterrorista (Iglesias, 2002, p. 2].

Por parte de la OTAN, por primera vez en su historia se activó el artículo


5 de su tratado constitutivo, según el cual un ataque contra un Estado inte-
grante de la Alianza es considerado como un ataque contra los demás Estados
miembros, los cuales quedan por tanto obligados a prestar asistencia al aliado
atacado^\ Se configuró así el unilteralismo consentido de los Estados Unidos, en
cuanto el CS, el Consejo Atlánfico y la Unión Europea, otorgaron la "bendi-
ción jurídica" a la posible respuesta de Estados Unidos, antes de que esta se
produjera, fundamentándola en el derecho de legítima defensa.

Con todo, en cuanto la redacción de la CNU prevé que los Estados son los
únicos sujetos capaces de agresión a otro Estado, Estados Unidos precisaba la
vinculación de la acción terrorista a un Estado. En esta vía ya había avanzado
la Resolución 1373 al citar la Resolución 2625 de la Asamblea Ceneral (1970)^2. En
este orden de ideas, al consentir el entrenamiento de terroristas en su territorio.

21 La misma conclusión se desprende de la posición adoptada por la Unión Europea que, a través del
documento aprobado por el Consejo Europeo extraordinario del 21 de septiembre de 2001, consideró
como legítima una respuesta americana a los atentados, sobre la base de la Resolución 1368 del
Consejo de Seguridad,
22 En el desarrollo de uno de estos principios, allí se afirmaba: "Todo Estadotieneel deber de abstenerse
de organizar, instigar, ayudar o participar en actos de guerra civil o en actos de terrorismo en otro
Estado o de consentir actividades organizadas dentro de su territorio encaminadas a la comisión de
dichos actos, cuando los actos a los que se hace referencia en el presente párrafo impliquen recurrir
a la amenaza o al uso de la fuerza" (ONU, 1970, p, 3),

Pap. Polit. Bogóla (Colombia). Vol. 12. No. 2. 481-510. julio-diciembre 2007
/ . RODRÍGUEZ 503

Afganistán, o el régimen taübán que lo representaba en ese momento, estaba


violando ese principio y se convertía en cierta forma en un agresor indirecto de
Estados Unidos. De ahí que la acción armada estadounidense podía ampararse
en el derecho a la legítima defensa individual, la cual había sido igualmente
reafirmada en las resoluciones 1368 y 1373 (Eymar, 2002, p. 7).

Frente a lo anterior es necesario decir que la actitud del régimen talibán


respecto de Osama Bin Laden o Al Qaeda, si bien es tan condenable como
contraria al derecho internacional, no es suficiente para fundamentar y sos-
tener la existencia de una agresión indirecta.

De hecho, los terroristas del 11 de sepüembre no actuaron bajo la dirección


del Estado afgano (régimen talibán), ni los atentados revelaron una sustancial
participación de dicho Estado en algo más allá que la posible mera asistencia
logística. En este sentido, la Corte Internacional de Justicia se pronunció en
el caso Actividades militares y paramilitares en Nicaragua, en donde dejó claro
que pese al apoyo prestado por Estados Unidos a los contras nicaragüenses,
las acciones de estos últimos no le eran atribuibles^^.

Por tanto, la asistencia y apoyo prestado por un Estado a bandas armadas


o grupos irregulares en la forma de suministro de armas o de "santuario"
en su territorio, no pueden equipararse a un ataque armado. Frente a esto,
para establecer responsabilidad afgana en este caso, sería necesario probar
que este país tenía el control efectivo de la operación terrorista, algo que hasta
el momento no se ha dado. Por ello, tal como lo señala Acosta (2006, p.4O),
la actuación del gobierno talibán de Afganistán no puede ser calificada de
participación sustancial en los actos perpetrados el 11 de septienibre por la
organización al-Qaeda.

A pesar de lo anterior, el 7 de octubre, tras fracasar un nuevo llamamiento


del presidente Bush a los talibanes para que entregaran a Osama bin Laden,
Estados Unidos lanzó la operación Libertad Duradera. Para Estados Unidos, en
esta campaña militar (la cual contó con la ayuda del Reino Unido y el apoyo
de los dirigentes europeos), Afganistán, Al Qaeda y el régimen talibán consti-
tuían un mismo objetivo estratégico, como una respuesta de legítima defensa
a los ataques del 11 de septiembre.

23 "116. La Corte no considera que la asistencia dada por los Estados Unidos a los contras conduce a
la conclusión de que estas fuerzas están sujetas a los Estados Unidos a tal grado que los actos que
éstas hayan cometido sean imputables a aquél estado. [La corte entonces] adopta la visión de que
los contras siguen siendo responsables de sus actos, y que los Estados Unidos no son responsables
por las acciones de los contras" (ICJ, 1986, p. 52).

Pap. Poiil. Bogotá (Colombia), Vol. 12, No. 2, 481-510, juUo-diciembre 2007
504 PAPEL POLÍTICO

Desde el inicio de esta intervención unilateral, la ONU se abstuvo de


desempeñar uri papel decisivo en la gestión de la crisis. De hecho, el CS se
automarginó en el ejercicio institucional del uso de la fuerza armada, y por
tanto estas acciones no se llevaron a cabo en el marco institucional (artículo
42 de la CNU), sino por vía de una supuesta legítima defensa. Nuevamente
la ONU omitió sus funciones en relación con el mantenimiento de la paz y
seguridad internacionales.

Antes bien, posteriormente el CS apuntó a la legalización de la acción uni-


lateral estadounidense en sus dos siguientes resoluciones relacionadas con
Afganistán. El 14 de noviembre de 2001, mediante la Resolución 1378, reafirma
las resoluciones 1368 y 1373, a la vez que apoya "los esfuerzos internacionales
encaminados a erradicar el terrorismo, de manera acorde con la CNU". Más
aún, con la Resolución 1386 del 20 de diciembre del 2001, acoge complacido
"la evolución de los hechos en Afganistán", luego con esto el CS reconoce el
ejercicio de la legítima defensa desarrollada por Estados Unidos, a través de
la operación Libertad duradera^.

Pese a la actitud del CS y los argumentos esgrimidos por Estados Unidos,


la legítima defensa invocada por este país no se ajusta, en este caso, a las
acciones englobadas en este concepto a la luz del derecho internacional vi-
gente. Valga aquí recordar que el ejercicio de la legítima defensa dentro del
sistema de seguridad colectiva de la ONU debe ejercerse teniendo en cuenta
que: i) la agresión (ataque armado) esté en curso; y, ii) ha de atajarse cuando
las instituciones comunes toman las medidas pertinentes (subsidiariedad),
es decir: "hasta tanto que el CS haya tomado las medidas necesarias para
mantener la paz y la seguridad internacionales"^ (art. 51, CNU). En cuanto
no es claro el cumplimiento del primer criterio en los actos terroristas, afir-
ma Remiro (2002, pp. 117-118) que "reaccionar frente a ellos utilizando la
fuerza en el país que los alberga, sin autorización del CS puede ser un acto
de represalia, no de legítima defensa". Pero, tal como lo señala el mismo
autor, las represalias armadas son también incompatibles con las obligaciones
de los miembros de la ONU.

24 Asimismo, el secretario general, Kofi Annan, declaró el 8 de octubre que el CS "reafirmó el derecho
inherente a la legítima defensa individual o colectiva de acuerdo con la CNU. Siguiendo este contexto
los Estados afectados han dispuesto sus acciones militares actuales en Afganistán" (Citado por Acosta,
2006, p. 47).
25 Otros aspectos que no están contemplados en la CNU y que sin embargo pertenecen al derecho
consuetudinario, son la necesidad y la proporcionalidad. Respecto de la primera, no deben existir, por
tanto, otros medios que el uso de la fuerza para repeler la agresión. En cuanto a la proporcionalidad,
esta significa la adecuación entre los medios empleados y la finalidad de la defensa del Estado.

Pap. PoUt. Bogotá (Cotombia), Vol. 12, No. 2, 481-510, julio-diciembre 2007
/ . RODRÍGUEZ 505

Valoración

Al no ajustarse a los postulados clásicos de la legítima defensa, los Es-


tados Unidos han encuadrado sus acciones en Afganistán por medio de la
reivindicación de la existencia de la figura de la legítima defensa preventiva
(anticipatory self defense). A la luz de este "nuevo concepto"^ es posible a un
Estado ejercer represalias, o al menos justificarlas como acciones preventivas.
El problema de esta figura es que va en contra del carácter restrictivo del uso
de la fuerza en las relaciones internacionales, impuesto por la CNU. De abrirse
paso la legifima defensa prevenfiva, con ella se dejaría casi que al arbitrio de
cada Estado la apreciación de las amenazas contra las cuales estaría legitimado
para ejercer su fuerza.

Por esta peligrosa vía se estaría abriendo la puerta a la legitimación de la


agresión, algo abiertamente contrario al espíritu anfi-belicista de la CNU. Es
por eso que tal como lo señala Eymar (2002, p. 5), buena parte de la doctrina, así
como la postura oficial de muchos Estados, ha sido la de declarar que no se puede
invocar la legifimidad de una defensa prevenfiva, ni basándose en la CNU, ni
acudiendo a un presunto derecho consuetudinario anterior a la misma.

Si bien es cierto que fi-ente a los acontecimientos del 11 de sepfiembre,


Estados Unidos tenía legifimidad para tomar medidas, esta intervención de-
bería haberse realizado en el marco de la ONU, y no por medio de la insólita
figura de la legifima defensa prevenfiva. No deja de ser lamentable, entonces,
que tras las resoluciones 1368 y 1373, Estados Unidos decidiera apartarse de la
ONU y menospreciar los principios e instrumentos de la CNU. En aras de
sus intereses de poder prefijió el unílateralismo sobre las vías multilaterales
disponibles. Con ello, la autoridad y credibilidad de la ONU en su función
primordial de mantenimiento de la paz y seguridad internacionales ha que-
dado nuevamente en entredicho.

5. Conclusiones y reflexiones finales


La promulgación de la CNU representó una revolución en su tiempo al
incorporar el compromiso de los Estados miembros a renunciar, en sus rela-

26 Dentro de los precedentes de la legítima defensa preventiva está la acdón de Israel contra la central
nuclear de Osirak en Irak, en junio de 1981. Para algunos analistas estadounidense simpatizantes de
la estrategia seguida por su país, pese a ser contrario al derecho internacional, la acdón israelí reviste
un carácter paradigmático de "robusto unilateralismo" plenamente justificado y digno de imitar.

Pap. Polil. Bogotá (Colombia), Vol. 12, No. 2, 481-510, julio-diciembre 2007
506 PAPEL POLÍTICO

ciones, al uso de la fuerza (artículo 2.4). Establece igualmente la vigencia del


derecho inmanente de legítima defensa frente a un ataque armado (artículo
51), y atribuye al CS el monopolio de la fuerza institucional para actuar frente
a amenazas y quebrantamientos de la paz y actos de agresión (artículo 24 y
capítulo VII).

Si bien la Resolución 678 no fue la primera ocasión en que el CS autorizó el


uso de la fuerza para el cumplimiento de sus disposiciones, sí constituye un
importante precedente por el significado que subyace en este proceder. Con
esta actuación, el CS dio a los miembros de la ONU una carta blanca frente a
Irak, en cuanto no estipuló nada sobre los términos o medios a utilizar para
la intervención que lideraría Estados Unidos. Así, este último país consiguió el
medio con el que la ONU desistió del recurso exclusivo a las sanciones econó-
micas, desdeñando otras opciones no-violentas que pudieran contribuir a su
efecfivídad. Si bien legal, fue una Ucencia perversa, si se considera que la ONU
fue establecida pre-eminentemente, como se proclama en el preámbulo de su
Carta para "preservar a las generaciones venideras del ñagelo de la guerra".

En la segunda Guerra del Golfo, la alianza de países liderada por Estados


Unidos alegaba que su actuación se basaba en la necesidad de hacer cum-
plir lo dispuesto en la Resolución 1441, a la vez que se hacía mención del
sofisma de las "resoluciones encadenadas", según el cual la Resolución 678
estaría aún vigente más de una década después de su expedición y pese
a la Resolución 687. Frente a esto, es inadmisible atribuir a la Resolución
1441 una autorización del uso de la fuerza. Esta úlfima advierte sobre "se-
rias consecuencias" de una reücencia iraquí a su desarme, una formulación
que se queda corta en cuanto no admite a los Estados miembros de la ONU
el uso de "todos los medios necesarios", tradicional eufemismo del CS para
permitir la fuerza armada. Más aún, si la Resolución 1441 hubiese revivido
la autorización para el uso de la ñierza de la Resolución 678, este mandato
no comprendía el derecho de implantar un nuevo régimen en Irak.

La invasión, además de la destrucción, el caos y el elevado número de


víctimas que ha ocasionado, ha venido acompañada de un daño significativo
a la CNU y el derecho internacional, por la criticable respuesta del CS de
la ONU. Con su actuación, este renuncia a la posición central que la confiere la
CNU en el sistema internacional de seguridad colectiva. Además, luego de
la reficencia a pronunciarse sobre una violación tan fiagrante de la legalidad
internacional, el CS termina involucrando a la ONU, de una forma en la
que prevalece el interés de acoger con benevolencia las acciones unilaterales
de Estados Unidos y la coalición.

Pap. Polil. Bogóla (Colombia), yol. 12. No. 2. 481-510. Julio-diciembre 2007
/ . RODRÍGUEZ 507

De igual manera, la intervención de la OTAN en Kosovo carece de funda-


mento jurídico de acuerdo con la CNU. Los amenazantes ultimátum de dicha
alianza y los ataques aéreos llevados a cabo por Estados miembros de la OTAN
están en contradicción con los compromisos adquiridos por estos al adherir a
la CNU. Se trata de una mal llamada "intervención por razones humanitarias".
De acuerdo con esta teoría, y la misma legitimación de la intervención que
hace Kofi Annan, una norma de derecho internacional podría suprimirse ante
la imperiosa necesidad de brindar socorro a civiles en peligro.

Para el derecho internacional, no deja de ser preocupante este supuesto


reconocimiento del derecho al uso unilateral de la fuerza armada para poner
término a una catástrofe humanitaria. Con él no se haría otra cosa que crear un
simple " derecho de injerencia humanitaria" en favor de países u organizaciones
regionales, que quedarían libres de recurrir a la fuerza de manera selectiva.

En lugar de lo anterior valdría la pena plantear la necesidad de un com-


promiso de los Estados al interior del CS frente a catástrofes y desgracias
humanitarias de proporción considerable. En este sentido, tal como lo plantea
Momtaz (2000), a falta de poder imponer a los Estados una verdadera "obli-
gación de injerencia humanitaria", sería prudente alentar a los miembros
permanentes del CS a que se comprometieran unilateralmente a no recurrir
al veto cada vez que dicho organismo deba tratar el tema de una catástrofe
humanitaria. Tal solución tendría la ventaja no solamente de eliminar cual-
quier obstáculo a las tomas de decisión del CS, sino que, además, crearía un
verdadera "obligación de intervención" a cargo de los Estados miembros de
la ONU, con el aval del CS.

Por su parte, la respuesta a los atentados terroristas del 11 de septiembre de


2001 marcó un punto de inflexión en la lucha internacional contra el terrorismo,
a la vez que trajo consigo un amplio debate sobre la legítima defensa. Pese a
que el CS de hecho no autorizó el uso de la fuerza, el ambiguo reconocimiento
del derecho inmanente de legítima defensa individual o colectiva sería, a la
postre, piedra angular de la intervención unilateral estadounidense ante el
propio marginamiento de la situación por el que opta la ONU.

Sin contar con la debida autorización, la respuesta estadounidense se ca-


racteriza por desnaturalizar el verdadero senfido de la legífima defensa. Esto en
cuanto en el desarrollo de la operación Libertad Duradera, no concurrieron las
condiciones inherentes a este derecho. No existió un ataque armado previo,
al igual que tampoco cabe sostener la existencia de una agresión indirecta por
parte de Afganistán, ni tampoco la intervención estadounidense se llevó a

Pap. Polit. Bogotá (Colombia). Vol. 12. No. 2. 481-510. julio-diciembre 2007
508 PAPEL POLÍTICO

término de conformidad con los requisitos propios del ejercicio del derecho de
legífima defensa clásica. Antes bien, con las represalias adoptadas en contra
de Afganistán y la reivindicación de la "legíüma defensa prevenfiva" como
sustento, nuevamente el derecho internacional fue pasado por alto, esta vez
arguyendo la "imperiosa necesidad de combatir el terrorismo".

Con todo, el terrorismo internacional, que el 11 de septiembre de 2001


golpeó de una forma tan estremecedora a Estados Unidos, no constituye una
amenaza solamente para este país. Así ha quedado de manifiesto en varias
ocasiones, incluidos los atentados sufridos por España (Madrid) en 2004 y
el Reino Unido (Londres) en 2005. De ahí que en lugar de plantearse en el
ámbito de una legítima defensa individual, la lucha contra el terrorismo deba
enmarcase dentro de una defensa colectiva, en la que se otorgue preeminencia
a las soluciones multilaterales, de acuerdo con la CNU.

Referencias bibliográficas
ACOSTA ESTÉVEZ, J.B. (2004). El capítulo VII de la Carta de las Naciones Unidas y el
Ejercicio del uso de la fuerza armada contra Irak: ¿La ONU como instancia legiti-
madora del uso de la fuerza? Anuario Mexicano de Derecho Internacional, 4,11-65.
ACOSTA ESTÉVEZ, J. B. (2006). La operación libertad duradera y la legítima defensa a
la luz de los atentados del 11 de septiembre de 2001. Anuario Mexicano de Derecho
Internacional. 6,13-61.

ANDRÉS SÁENZ DE SANTAMARÍA, R (2003a). El Consejo de Seguridad en la guerra contra


Irak: ¿ONG privilegiada, convalidador complaciente u órgano primordial? REDI,
55, 205-222.
ANDRÉS SÁENZ DE SANTA MARÍA, R (2003b, mayo). El Consejo de Seguridad en la encru-
cijada. Le Monde Diplomatique (Edición Española) NI- 91.
BENNIS, Ph. (2003). La Resolución 1511: Una victoria pírrica para la Administración
Bush (Trad. L. Olivan). Institute for Policy Studies, octubre 16.
BALLESTEROS MARTÍN, M. Á. (2006). El papel de las fuerzas armadas en la lucha contra
el terrorismo internacional (ARI). ARI, (91), 1-8.
CARDONA, J. (2002). Las operaciones de mantenimiento de la paz de las Naciones Uni-
das: ¿hacia una revisión de sus principios fundamentales? Cursos Euromediterráneos
Bancaja de Derecho Internacional, 6, 759-891.

EYMAR, C. (2002). Estados Unidos y la cuestión de la legítima defensa preventiva.


Grupo de Estudios Estatégicos. Análisis, (25), Recuperado el 9 de marzo de 2007
de http://www.gees.org/pdi/296/

Pap. Polil. Bogotá (Colombia). Vol. 12. No. 2. 481-51 O.Julio-diciembre 2007
/ . RODRÍGUEZ 509

FERNÁNDEZ DE CASADEVANTE ROMANÍ, C. (2003). Derecho internacional público. Madrid:


Dykinson, 2003.

FISAS, V. (2007). Anuario de procesos de paz. Escola de Cultura de Pau. Icaria editorial.

GUTIÉRREZ ESPADA, C.(2003). La "contaminación" de Naciones Unidas o las Resoluciones


1483 y 1511 (2003) del Consejo de Seguridad. Anuario de Derecho Internacional, 19,
71-88.

GUTIÉRREZ ESPADA, C . (2005). Sobre las normas imperativas del derecho internacional,
en Pacis Artes. Obra Homenaje al Profesor Julio D. González Campos (pp. 273-290). Tomo
I: Derecho internacional público y derecho comunitario y de la Unión Europea.
Madrid: Universidad Autónoma de Madrid - Eurolex Editorial.

INTERNATIONAL COURT OF JUSTICE - ICJ. (1986). Case Concerning Military and Paramilitary
Activities in and Against Nicaragua Nicaragua v. United States of America. Judgement.
International Court of Justice. June, General List, 70.

IGLESIAS VELASCO, A. J. (2002. La respuesta internacional ante los ataques terroristas


contra Estados Unidos. Revista Electrónica de Estudios Internacionales, (4). Recuperado
el 20 de enero de. http://www.asil.org/insights/insighl35.htm

KREBSBACH, T. (2003). The Strong Case for Impeachment (Unpublished Working Pa-
per).

LE MON, Ch. J. (2004). Legality of a Request by the Interim Iraqi Government for the
Continued Presence of United States Military Forces. Consultado el 6 de febrero
de 2007 de:: http://www.asu.org/insights/insighl35.htm

LYCOUREDSOS, A. (1999). Querella presentada ante el instructor del Tribunal Penal


Internacional (TPI) para la Antigua Yugoslavia (mimeo).

MOMTAZ, D . (2000). La "intervención humanitaria de la OTAN" en Kosovo y la pro-


hibición de recurrir a la fuerza. Revista Internacional de la Cruz Roja, (837), 89-102.

MuRPHY, S. (2004). Assessing the Legality of Invading Iraq. The Georgetown Law Journal,
92, (2), 173-257.

(1999). Read UN Resolution 1244 and Watch NATO in Kosovo. Transnacional


OBERG, J.
Foundation for Peace and Future Research (mimeo).

OGANIZACIÓN DE LAS NACIONES UNIDAS - ONU (1970). Resolución 2625 (XXV) de 24 de


octubre de 1970.

PASTOR RIDRUEJO, J.A. (2005). ¿Un nuevo gendarme de la paz y seguridad internac-
ionales? A propósito de la Guerra de Irak de la Primavera de 2003. En Pacis Artes.
Obra Homenaje al Profesor Julio D. González Campos (pp. 463-478). Tomo I: Derecho
internacional público y derecho comunitario y de La Unión Europea. Madrid:
Universidad Autónoma de Madrid - Eurolex Editorial.

Pap. Polil. Bogotá (Colombia), Vot. 12. No. 2, 481-510, julio-diciembre 2007
510 PAPEL POLÍTICO

REMIRO BROTÓNS, A. (2002). Estados Unidos no se pregunta en qué se equivoca. Política


Exterior, 16, (85), 111-124.
REMIRO BROTÓNS, A. (2003). Guerras del nuevo orden : Irak, la agresión de los democráticos
señores. Cursos de derecho internacional y relaciones internacionales de Vitoria Gasteiz
(pp. 17-53). Bilbao: Servicio Editorial de la Universidad del País Vasco.
WESTON BURNS, H . (1991)."Security Council Resolution 678 and Persian Gulf Deci-
sion Making: Precarious Legitimacy. American journal of International Law, 85, (3),
516-535.
WILLIAMS, I. (2003).
UN Resolution 1511 and the Iraqi Occupation. Silver City, NM &
Washington, D.C: foreign Policy in Focus, October 6. Recuperado el 23 de noviembre
de 2006 de: http://www.fpif.org/commentary/2003/0310resl511.html

Pap. Polit. Bogotá (Colombia), Voi. 12, No. 2, 481-510, julio-diciembre 2007

También podría gustarte