0% encontró este documento útil (0 votos)
46 vistas10 páginas

El Ensayo El Más Humano de Los Géneros

Este documento analiza el ensayo como género literario. Señala que Miguel de Montaigne es considerado el creador del ensayo y que en sus Ensayos estableció características fundamentales del género como la subjetividad y la duda metódica. También explica cómo el ensayo se ha mantenido vigente a través de la originalidad de cada nuevo ensayista.
Derechos de autor
© © All Rights Reserved
Nos tomamos en serio los derechos de los contenidos. Si sospechas que se trata de tu contenido, reclámalo aquí.
Formatos disponibles
Descarga como DOCX, PDF, TXT o lee en línea desde Scribd
0% encontró este documento útil (0 votos)
46 vistas10 páginas

El Ensayo El Más Humano de Los Géneros

Este documento analiza el ensayo como género literario. Señala que Miguel de Montaigne es considerado el creador del ensayo y que en sus Ensayos estableció características fundamentales del género como la subjetividad y la duda metódica. También explica cómo el ensayo se ha mantenido vigente a través de la originalidad de cada nuevo ensayista.
Derechos de autor
© © All Rights Reserved
Nos tomamos en serio los derechos de los contenidos. Si sospechas que se trata de tu contenido, reclámalo aquí.
Formatos disponibles
Descarga como DOCX, PDF, TXT o lee en línea desde Scribd
Está en la página 1/ 10

EL ENSAYO EL MÁS HUMANO DE LOS GÉNEROS anteponer la religión, el poder político o la ciencia a los

JAIME ALBERTO VÉLEZ (IN MEMORIAN) simples hechos. Ahora se trata de mirar con los propios
ojos la realidad circundante. Lo novedoso en Montaigne
Se suele afirmar que existen casi tantas definiciones de —como suele decirse en una terminología moderna—
ensayo como ensayistas, y que el único acuerdo reside en su punto de vista.
verdadero, en relación con el tema, consiste en considerar
a Miguel de Montaigne como su creador. Esto no quiere decir, sin embargo, que el ensayo
represente un género autista. Todo lo contrario. Desde su
Sin embargo, al leer los Ensayos con detenimiento se nacimiento se caracterizó por reconocer el papel
podrá encontrar que su autor no sólo se limita a bautizar determinante de la cultura y de la información. Uno de los
un nuevo género. En otras palabras: el nombre de aspectos más notorios y característicos de los Essais radica
Montaigne sigue ligado al ensayo, no como un simple en las citas frecuentes: 1.264 tomadas de autores clásicos
referente histórico, sino también como aquel que confirió latinos, y 800 de otras fuentes. El ensayo, en
a esta forma de escritura ciertas características que consecuencia, nace como un intento abierto y liberal de
todavía hoy, cuatrocientos años después, continúan de plantear las propias opiniones, lejos de la pretensión de
algún modo vigentes. Si en Montaigne pervive un escritor verdad irrefutable que tanta rigidez confería a la filosofía y
“de todas las épocas’ —como suele afirmarse—, esto no a la religión de la época. Por esta razón, Montaigne se
se debe propiamente a sus opiniones (muchas de las satisface con dejar sentada su posición una más entre
cuales nadie se atrevería hoy a tomar en serio), sino a la todas las opiniones posibles.
manera como se relaciona con un lector intemporal. Lo
perdurable no reside, pues, tanto en lo que dice, como en Si los Essais han perdurado sin pretender alcances
el punto de vista y en el tono que asume para decirlo. Y en filosóficos como los de Platón en los Diálogos, y lejos
esto radica, justamente, una de las claves del gran ensayo también de constituirse en ciencia como la de Plinio el
de todas las épocas. Viejo en su Historia natural, ello se debe a un ingrediente
distinto: su autor habla al ser humano corriente con una
La propuesta de Montaigne, desde luego, logró su voz más cercana a la conversación que a la lección o al
cometido porque su obra alcanzó una gran aceptación sermón.
entre el público de la posteridad y porque, además, la
denominación de este género caló en otros autores. Los Esta voz, por supuesto, cuenta con algunos antecedentes,
Ensayos de Francis Bacon, los Ensayos de Ralph W. entre los cuales conviene mencionar: Las noches áticas de
Emerson, los de Charles Lamb, los Ensayos de poesía Aulo Odio, las Epístolas de Plinio, Los tratados morales de
dramática de John Dryden o los Ensayos sobre lógica Séneca, las Disputatione de Cicerón, los Soliloquios de
experimental de John Dewey, por ejemplo, manifestaron Marco Aurelio, los Diálogos de Platón y los Caracteres de
por medio del título una deuda con Montaigne, y sirvieron Teofrasto. Considerando sus antecedentes, el ensayo
para entronizar y avalar un género que, en sus aspectos debe entenderse como una forma de expresión a la que
esenciales, había salido perfectamente definido de la se llega, dentro del proceso natural de la cultura, por
pluma de su creador. El intento del escritor español necesidades intrínsecas, no de un modo artificial o
Eugenio D’Ors por darle al essai francés la denominación aleatorio. El individuo Montaigne en otros términos, da
más castiza de glosa fracaso rotundamente porque el nombre y contribuye a fijar las características de un
ensayo no puede considerarse como una simple género que se produce por efecto de la evolución en la
paráfrasis y porque la palabra elegida por Montaigne la expresión de las ideas. Esto explica que se hable del
superaba en connotaciones, como lo prueba su vigencia ensayo como de un producto representativo del
en varios idiomas. Conviene en este punto preguntar Renacimiento y, aparte se dio, como el medio más
entonces: ¿qué particulariza a Montaigne y en qué adecuado para debatir los asuntos específicos de la
consiste su legado? modernidad.

Para empezar, Montaigne denominé ensayo” -es decir, Ahora bien, aunque Montaigne conocía a fondo la
intento o tentativa- a esta inesperada forma de escribir filosofía, nunca intentó practicarla al modo de Platón,
porque constituía una de las muchas maneras posibles de Séneca o Marco Aurelio. Lejos de sus alcances
retratarse. La aseveración ‘yo mismo soy el tema de mi doctrinarios, él sólo veía en ella una ocasión para dudar,
libro” representa el mejor indicio para inferir una de las actitud escéptica que confiere a sus escritos una gracia y
principales características de este género naciente. un interés tan amplios. De haber cultivado
Montaigne inaugura, por tanto, un modo personal de ver sistemáticamente una corriente filosófica,
el mundo. Ya no se trata, como ocurría hasta entonces, de indudablemente Montaigne no habría llegado a ser el
creador del ensayo. Desde sus mismos orígenes, este aseverar que conserva el sello de un solo autor. En
género se ha mostrado rebelde ante cualquier posibilidad realidad, más acertado seria afirmar que el ensayo asume
doctrinaria, parcializada o exhaustiva. El farnoso “Que las peculiaridades de aquel que lo practica. De modo que
saisjeT’ —base de su actitud filosófica— lo emparenta de el mejor homenaje que rinden a Montaigne los grandes
modo más directo con Cicerón que con Platón. Ocurre que ensayistas de todas las épocas es diferenciarse de él. Un
Cicerón, lejos de considerarse un filósofo, decía de sí gran ensayista, en otros términos, imita a Montaigne en la
mismo: “Magnas sum opinato?”. Y de Montaigne, en medida en que alcance a ser original, individualista y
realidad, se podrá decir que era tanto más opinador que lúcido como él. Y no se trata sólo de una paradoja. La
el mismo Cicerón. vigencia y vitalidad del ensayo en la cultura occidental,
especialmente en los dos últimos siglos, se deben a que
Si bien Montaigne se mostraba interesado en la ciencia y este género se renueva con el aporte de cada gran
en la interpretación del comportamiento humano, su ensayista. De ahí que para definir el ensayo se presenten
búsqueda se dirigía más a lo excepcional y a lo único que a las mismas dificultades que para fijarle límites a la
la norma general. Su método —y no sólo el suyo desde originalidad. Se puede concluir, en consecuencia, que
entonces— residía en el asombro y la curiosidad, no en la desvirtúan la naturaleza del ensayo aquellos escritos,
verificación positivista. Lo que de verdad ensayó fue el rígidos y severos, producto de una fórmula de análisis o de
anteponer su individualidad a la filosofía, a la ciencia una teoría previa. El ensayo, cualquiera que sea la materia
natural y a la historia. Si de este experimento resultara de que se ocupe, sobrevive mientras no pierda el
posible extraer alguna definición, ésta señalaría que el carácter libre, imaginativo y personal. Imposible
ensayo consiste en una visión personal obtenida tanto a considerar como ensayos literarios —en el mismo
partir de diversas opiniones consultadas como de una apartado donde aparecen Robert Louis Stevenson, Oscar
observación directa de los hechos. De ahí que la gama de Wilde, Charles Baudelaire o Wystan Hugh Auden— esas
temas de los Ensayos se muestre tan amplia y variada. formas morbosas del tedio que son ciertos análisis
Algunos de ellos, a modo de ejemplo, son: la tristeza, la literarios actuales, caracterizados por la utilización de un
ociosidad, el canibalismo, las costumbres antiguas, el método obtuso y estricto, además de un irrisorio e inútil
miedo, la pureza de la imaginación, la embriaguez, la lenguaje cifrado.
vanidad de las palabras, la inconstancia de nuestras Cuando se habla de continuadores del ensayo se hace
acciones... Conviene aclarar, sin embargo, que el autor no referencia, por supuesto, a aquellos que han mantenido
pretendía corregir errores, ni imponer una nueva visión vivo el espíritu que guió a Montaigne, Así, por ejemplo,
del mundo, ni mostrarse mejor que otros. Su propósito, más que la pasión filosófica, a Francis Bacon lo caracteriza
en apariencia modesto, se cumplía al dejar constancia de su independencia de criterio frente al saber y a las
lo que pensaba y sentía. Si el resultado después de tantos opiniones de su tiempo. Probablemente más sensato y
años aun subsiste, ello se debe, entre otras razones, a una mesurado que Montaigne, Bacon continúa la misma línea
obra escrita con gracia y lucidez. Estas dos características, del estilo propio y de la indagación personal,
practicadas en los Ensayos con tanto virtuosismo, han enriqueciendo el ensayo con una mayor concentración y
pasado, junto con la visión personal del mundo, a servir de objetividad. Con Jonathan Swift, por su parte, el género
identificación del género. adquiere una ironia feroz y despiadada, de la que carecía
el sereno y saludable espíritu de Montaigne. Con Swift, el
Más que una fórmula precisa y definitiva, o una estructura humor toca un limite difícilmente superable. Sugerir —tal
exacta, del ensayo se mantienen vivas a través de todas como lo hace en Una modesta ptoposkíón— que a los
las épocas ciertas virtudes que, en buena medida, se hijos pequeños de los pobres de Irlanda los engorden para
originan en los intereses y capacidades particulares del servir como alimento de los ricos de su país representa la
escritor. Esta afirmación no sólo es válida en el caso de conclusión forzosa de un razonamiento llevado hasta sus
Montaigne, o de los continuadores clásicos del género, últimas consecuencias. Porque, pese a la apariencia, lo
sino también respecto de grandes ensayistas de este siglo absurdo en Swift consiste en un ejercicio estricto de la
como Roland Barthes, Karl Popper, Umberto Eco, Konrad razón lógica, que suele olvidar o ignorar, de modo
Lorenz, Czeslaw Milosz, Isaiah Berlin, Elias Canetti, Jorge deliberado, las consecuencias. Tal vez al mismo
Luis Borges y Octavio Paz, por ejemplo. Algo, no obstante, Montaigne no le habría disgustado ese exceso al que llega
impide repetir la estructura de un buen ensayo. Algo, Swift. También él, en varios de sus Ensayos, había
además, impide precisar lo cautivante de un gran extremado los hallazgos de la razón. Una lectura atenta de
ensayista. su obra muestra que sus juicios no constituyen un modelo
de sensatez, y a veces corno en el caso de la bebida, por
Ahora bien, de un género que nació profundamente ejemplo— él asume una posición inesperada o contraria a
individual, podría resultar ilógico e inconsecuente la opinión general.
humanidad. Palabras tan llenas de verdad, ‘vasculares y
La radicalización de algunos aspectos del ensayo, vivientes” (la expresión pertenece a Emerson), debían de
paradójicamente, más que incidir en contra del género, le conmover no sólo a los románticos, sino también a la
aportó una gran vitalidad. Una vez descubiertas sus misma Ilustración, Voltaire expresó: “El estilo de
posibilidades filosóficas científicas, literarias o Montaigne no es puro, ni correcto, ni preciso, ni noble. Es
simplemente humorísticas, el ensayo se convirtió en el enérgico y familiar, y sabe expresar ingenuamente
medio de expresión mas empleado para la difusión y el grandes cosas; esta ingenuidad es la que place en él’. Visto
debate de las ideas. A finales del siglo XVIII, con dificultad desde esta época, sin embargo, en Voltaire subyace algo
se encontraría un tema, una nación, un estilo o una semejante, pese a su carácter cáustico. A Voltaire puede
escuela literaria que no se relacionaran con el ensayo. Su considerársele como un Montaigne parcializado, vuelto
flexibilidad lo convirtió en el vehículo más apropiado, no apasionadamente hacia una causa política. Su Diccionario
sólo para la simple exposición de ideas, sino también para filosófico cumple una función semejante a la de los
la revisión del pensamiento establecido. Ensayos en su carácter universal y variado aparte del
intento de socavar un régimen estricto de ideas y
La aceptación que recibió por parte del Romanticismo convenciones. Voltaire también opone la opinión sensata
tiene que ver probablemente con la vindicación de la y estudiada a la simple creencia- Y esto, en parte, lleva a
subjetividad y del individuo llevada a cabo por Montaigne Fernando Savater a afirmar que a Voltaire se debe la
pero además con la gran libertad que los románticos invención del intelectual en la cultura occidental. El
encontraron en este género abierto. El siglo XVIII, por tal intelectual —o Voltaire— es un escritor que opina sobre
razón, redescubrió y reinterpreté a Montaigne. Su estilo diversos temas, sólo que opinadores habían sido, primero,
descomplicado se consideró como una oposición a los como ya se dijo, Montaigne y Cicerón.
valores establecidos, de suerte que se hizo corriente
asociar su nombre con las ideas progresistas y de cambio, La ingenuidad de Montaigne (al igual que la de Voltaire) se
Ciertos intelectuales llegaron a considerar que una mezcla trasluce también en su pretensión enciclopédica.
de duda y experimentación, es decir, de Montaigne y Montaigne —ilustre antecedente del siglo XIII— abordó
Bacon, había preparado la Revolución Francesa. Para temas exclusivos de la religión y de la teología, de la
algunos espíritus románticos, la libertad intelectual de política y de la historia, de la psicología y de la
Montaigne encarnaba un modelo de comportamiento, antropología, de la filosofía y del humanismo. ¿Pero no
una aspiración de vida, una norma de conducta. A constituyen éstos, precisamente, los temas del
Montaigne se le consideró como un espíritu liberador de Diccionario filosófico? ¿Y no es, acaso, el ensayo el medio
potencias secretas del alma, y al ensayo como el medio de expresión elegido por Voltaire?
perfecto para este propósito. Esa mezcla de arte y ciencia,
propia del ensayo, se presentó desde entonces como el Así que Voltaire confirma y prolonga en el tiempo el
procedimiento más conveniente para satisfacer las género creado por Montaigne. Pero, además de inventar
aspiraciones y búsquedas del intelectual y del artista. la figura del intelectual Voltaire le asigna el ensayo como
Buena parte de los diarios personales, las autobiografías y su medio dé expresión. Desde Rousseau, Diderot,
las cartas, en otras palabras todos aquellos sondeos D’Alcrnbe t, y el mismo Voltaire, el ensayo se asociá con
románticos en el alma individual, mostraron alguna deuda todas las disciplinas del saber, en especial como
con el autor de los Ensayos. La razón reside en que, herramienta insustituible del trabajo intelectual. Por esta
escritor más franco y más honrado entre todos los razón, un gran número de formalizaciones del ensayo
escritores. Algunas mentes lógicas —Pascal, por ejemplo tiende a considerarlo como un producto representativo de
— han intentado reprocharle su falta de método, pero su la ilustración francesa y como un género que nace con las
estilo natural y directo, además de su permanente buen preocupaciones propias del humanismo del siglo XVIII. A
humor, le ha merecido aliados en todas las épocas. pesar de ello, la huella de Montaigne sigue vigente y
Una buena muestra de su talante puede apreciarse en actuante. La lectura, por ejemplo, de las Ensoñaciones de
aquella conocida frase en que expresa que poseía todos un paseanhc solitario, ¿e 1 can Jacques Rousseau, revela
los vicios y que, si alguna virtud se descubría en él, con no sólo el mismo espíritu del ensayo de Montaigne, sino
seguridad se le había introducido furtivamente. En un método similar de abordar las preocupaciones propias
opinión suya no existía un solo hombre que no hubiera del pensador. Aquello que Rousseau había planteado en
merecido la horca unas cinco o seis veces. Afirmaciones un tratado sistemático el Emilio, no podría haberlo escrito
como las anteriores muestran que su punto de vista no en el lenguaje de las Ensoñaciones; pero éstas, por su
coincidía con el del pensador prudente o con el del parte, constituyen el modo más eficaz de transmitir
creyente lleno de virtudes, sino con el del hombre atisbos, intuiciones, emociones y sentimientos que no
corriente, aquel que se expresa desde el grado cero de la podrían someterse a una verificación empírica, tal como lo
exige el tratado. el dintel de la puerta: Capricho. El ensayo, en
consecuencia, nació escéptico, y este origen le imprimió
Este espíritu libre y personal caracteriza el gran ensayo un carácter indeleble que conservará a lo largo de su
inglés desde sus inicios: Drvden, Johnson, Coleridge, Lamh evolución.
y De Quincey, por ejemplo, así lo demuestran. Pero, en su
desarrollo, este género cultivó y llevó hasta su más alto De igual manera, el interés que suscitan los grandes
grado una virtud que terminó por hacerse consubstancial ensayistas ingleses reside en la actitud ante el lector,
con la naturaleza misma del ensayo: su carácter estético. caracterizada por un respeto comedido que busca más la
Una verdad sabida, en la literatura inglesa, es que el gran complicidad que el pasmo o el hartazgo. El gran ensayista
ensayista debe ser, al mismo tiempo, un gran escritor. sabe agradar sin fáciles concesiones ni halagos, a
Ensayista no es únicamente el que necesita expresarse. diferencia del pedante, excluyente por naturaleza, o del
Una extensa tradición de magistrales escritores como populista, que suele aliarse con la pereza y con la
Carlyle, Walter Pater, Thomas Huxley, Leslie Stephcn, ignorancia. Si se habla con tanta insistencia en la literatura
Ruskin, Stevenson, Chesterton y Orwell consolidaron el inglesa del arte del ensayo”, ello se debe ante todo al
ensayo como una actividad relacionada con la inteligencia equilibrio y a la armonía inherentes a la escritura de un
y con el saber, pero también, y de manera especial, con el género que debe su existencia a la sabia dosificación de
arte de escribir. En este caso se evidencia más aún la sus ingredientes. Esta forma de practicar el ensayo sigue
doble condición del ensayista, es decir, la de hombre culto conservando de Montaigne su oposición al lenguaje de
pero también inspirado. Un poeta, si se mira bien, no jerga, a la normatividad, a la grandilocuencia, a toda
tiene por qué hacer gala de inteligencia o de ilustración. afectación y falsa genialidad. El rechazo que Montaigne
Grandes poetas hablan (o fingen hablar) como sino efectuó del estilo de Cicerón, tan admirado en su época,
existieran los libros. De igual modo podría decirse, para contenía una formulación literaria, La frase de Cicerón
ilustrar el ejemplo contrario, que reconocidos sabios y pesaba demasiado sintácticamente, a diferencia de la de
eruditos pueden carecer —y, de hecho, han carecido— del Séneca, que simulaba un cierto desaliño a preposiciones
don de la palabra. Todo gran ensayista, sin embargo, que facilitaban la labor del lector, aun a riesgo de parecer
procura sondear las opiniones y juicios existentes, él popular. Exagerando un poco, sin duda, Montaigne definió
mismo posee algunos insuperables y sabe, además, su propio estilo como “cómico y doméstico’. Estos
expresarlos en un lenguaje agradable y original. atributos, postulados de un modo más preciso. se
convierten en el ensayo inglés en gracia y familiaridad,
Conviene agregar, no obstante, que el uso (le la
información en el gran ensayista llega a convertirse en una Un análisis detallado del estilo de Montaigne mostraría
virtud tan trabajada como el manejo) mismo del lenguaje. que su auténtica búsqueda consistía en hallar un tono
Ya Montaigne había expresado la necesidad imperiosa de adecuado (“decorum’), es decir, una voz susurrante, en
alejarse de la pedantería propia de dómines, frailes y vez de la altisonante propia de la declamación. Un ensayo
abogados. Nosotros —escribe en uno de los Ensayos— pretende constituirse en una conversación con el lector,
“sabemos aseverar: Cicerón dijo. Platón tenía por mientras otros géneros parecen escritos con el propósito
costumbre, Aristóteles afirmaba a la letra. Pero ¿ qué tácito de dirigirse a una academia, a un comité de
decimos nosotros? ¿Qué juzgarnos? ¿Qué hacemos? Lo expertos o a un juez inapelable. El ensayo, sencillamente,
otro podría exponerlo un loro”, Y mas adelante, al se dirige al lector común. Por esta razón, ni la extensión,
referirse a los intelectuales de su época, los maestros, los ni las citas, ni el lenguaje, ni los procedimientos formales,
compara con los antiguos sofistas. Recordando a Platón, pueden erigirse en un obstáculo para su lectura. A
dice de ellos que, entre todos los hombres, expresan más diferencia de otras formas de comunicación del saber, el
que nadie la promesa de ser útiles a los demás, pero son ensayo recurre a la cortesía y al respeto por su
en realidad los cínicos que “no sólo no componen lo que destinatario, En la historia de este género resulta
se les encarga, como hace un albañil o un carpintero, sino corriente que la voz que habla no se muestre demasiado
que lo empeoran y se hacen pagar por haberlo segura o enfática, en contraste con la severa y grave voz
empeorado”. doctoral del experto o del especialista. En Montaigne, a
modo de ejemplo, se puede encontrar una cita con un
Esta posición radical ante la vanidad intelectual, típica de significado distinto —a veces opuesto— del que posee
eruditos y especialistas, había llevado a Montaigne a originalmente. Este sentido del humor, contrario al rigor
utilizar como divisa “ Que sais-je?’ y a fijar, según sus implacable del sabelotodo, lo lleva a considerar sus
biógrafos, esta inscripción en su gabinete de trabajo: “Lo Ensayos alguna vez como simples estofados, en otras
único cierto es que nada es cierto’, Para reforzar esta idea, ocasiones como fardos, e inclusive como verdaderos
a mediados del XIX Emerson declara’:” Yo escribiría sobre garabatos. Tal actitud (sobra decirlo) debe resultar
intolerable para un escritor presumido o demasiado modesta proposición jamás podría tomarse en serio,
convencido de sí mismo, Thomas de Quincev no espera que la sociedad termine
por reivindicar la estética del asesinato. Ellos no han
El gran ensayista, pues, requiere también un escrito para convencer, y sin embargo la cultura no
temperamento especial. De ahí que ese no tomarse muy permanece igual después de estos ensayos. Como escribe
en serlo, en el caso de escritores corno Stevenson, Wilde o Emerson con tanta lucidez para referirse a quienes no
Chestcrton, convierte el ensayo sobre todo en una poseen el temperamento peculiar del ensayista: “Son los
afirmación vital. Despojado de falsedades y vanas hombres de Cambridge los que se corrigen cuando
apariencias, el gran ensayista habla al ser humano hablan”.
concreto y universal, Aunque un tema pueda parecer
irrelevante o anodino, el buen ensayista posee el don de Ocurre que Montaigne ni siquiera tomó en serio su propio
volverlo interesante y de iluminar desde un ángulo inédito escepticismo. De haberlo hecho, habría renunciado como
la condición humana. Esto explica que, por encima de escritor a una de sus armas más agudas: la ironía.
teorías y concepciones filosóficas antagónicas y Ensayistas posteriores como Voltaire, Chesterton o Wilde
contradictorias, esta forma de escritura se haya erigido, a además de Swift y De Quincey, claro está la practicaron
lo largo de la historia, en un bastión del humanismo, esto con distinta intención y distinto énfasis, pero consolidaron
es, en el más humano y natural de los géneros. así el ensayo como un género alejado de la solemne
Parodiando la conocida frase del conde de Buffon, se seriedad de quien se cree depositario de la verdad o
podría afirmar que el ensayo es el hombre mismo. poseído por una misión superior. El uso de un tono y de
una intención permite que a filósofos y científicos como
Entendido sólo como una de las formas humanas de Bacon, Russell y Heisenberg se les considere ensayistas en
comunicación, conviene destacar que todo lo repelente o el mismo sentido de Montaigne. El ensayo confiere a las
aburrido en un interlocutor, todo aquello que obstruya o simples opiniones el rigor de la ciencia, y a la ciencia la
dificulte el trato y el entendimiento entre dos seres, eso espontaneidad y la gracia de las simples opiniones.
su labor. El buen ensayo, dicho en otros términos, posee
las mismas virtudes y magias que vuelven placentero el Una revisión de los grandes ensayistas de todos los
arte de la conversación. tiempos revelaría que, desde su mismo origen, el ensayo
ha mantenido constante su carácter de búsqueda, más
Buena parte del llamado humanismo de Montaigne se que de exposición doctrinaria. El gran ensayo de todas las
afincaba en el rechazo de cierto espíritu dogmático épocas ha poseído la virtud de mostrar al hombre en un
presente en Tomás de Aquino, Duns Scoto y Guillermo d doble aspecto: en primer lugar, como es obvio, desde los
Occam, y en la adopción de un pensamiento menos distintos saberes a los cuales hace referencia este género
arrogante. La separación que efectuó entre la fe y la de escritura; pero, sobre todo, desde el más natural de los
razón, por otra parte, determinó su búsqueda de medios de expresión, capaz como ningún otro de apresar
sensatez, de sentido común, Si prefería a Sexto Empírico y la respiración, el pulso del pensador y las vicisitudes de su
no a Aristóteles, a Sócrates y no a Platón, a Séneca y no a manera de pensar. Visto así, el ensayo se constituye, al
Cicerón, ello se debía a que intentaba anteponer el mismo tiempo, en revelación de un saber, pero también
hombre a las ideas, convencido, además, de que la en comunicación del proceso de conocimiento que le es
naturaleza humana aparece más llena de dudas y de propio. Lo que muestra la lectura de Montaigne —en
sombras que de certezas deslumbrantes. Este humanismo realidad, de todos los Montaigne que han existido y que
escéptico, más que un sistema filosófico que pretendiera sin duda existirán— es una opinión informada y digna de
oponer a otros, derivaba en una forma de vida, en una tenerse en cuenta y, aparte de ello, un ser humano que
manera natural de ser; en suma, en una actitud vital, habla con libertad y se retrata en sus propias palabras. Si
algo no ha arruinado el paso del tiempo y el devenir de las
Aunque Montaigne reconocía y aceptaba la cultura de la ideologías es aquello que Montaigne, de un modo en
que hacia parte, no pretendía citar autores en calidad de apariencia incidental, definió como perdurable en sus
autoridades sino como simples testimonios humanos. Las Ensayos: “Algunos rasgos de mi condición y humor’. El
citas, antes que resolver un asunto o zanjar una discusión, ensayo es, pues, el escritor. Pero “cómo podemos separa
buscaban ilustrar un punto de vista o alentar el desarrollo —preguntaría William Butler Yeats— “al danzante de la
de una divagación. Ni la obsesión de la verdad ni la manía danzas”?.
de las conclusiones forman parte del ensayo. No existe
nada práctico o útil que permita preferir un ensayo a otro. Montaigne nombró de manera insólita sus escritos con la
El gran ensayista procede de otro modo: Stevenson sabe palabra Ensayos. De haber procedido de un modo
perdida su defensa del ocio, Swift es consciente de que su convencional, los habría llamado Discursos, denominación
que de acuerdo con la terminología usual de la época
habría definido acertadamente el propósito de su obra. Visto desde la imagen del río, el carácter libre del ensayo
Discursos eran, por ejemplo, las Misceldneas publicadas se constituye en un elemento que lo define, en contraste
por el poeta italiano Angelo Poiiziano a finales del siglo xv; con otros géneros acosados por propósitos más rígidos y
o los libros de historia de Roma, de Livio; o también los encauzamientos mas severos. Es claro, asimismo, que el
Discursos políticos y militares, de François de la Noue, gran ensayista llega a imponerse sobre el método y el
publicados en 1587. Antes de Montaigne habían utilizado rigor formal cuando es capaz de ejercer su inteligencia sin
el nombre discursos Isócrates, Lisias y Cicerón. Tan usual pausas ni concesiones. Para utilizar un símil propio de la
resultaba esta denominación que en la primera edición etimología del discurso, se podría afirmar que, en
italiana los Essais de Montaigne se tradujeron ausencia del agua, resulta ocioso hablar del discurrir, del
precisamente con el nombre de Discursos morales, caudal o de la corriente; cuando se presenta agua en
políticos y militares. abundancia, en cambio, ésta encuentra el cauce para
llegar a su destino. El gran ensayo ha conservado siempre
Mucho tiempo después de Montaigne, el término discurso la capacidad de imponerse por el empuje caudaloso de las
continuó casi con la misma vigencia y eso explica que lo ideas, además de la adecuación y naturalidad del método
hayan empleado Descartes para nombrar su Discurso del al que recurre.
método, Rousseau en Discursos sobre el origen de la
desigualdad, Bossuet en Discursos sobre la historia El discurso como se conocía en la época de Montaigne,
universal, el conde de Buffon en Discurso sobre el estilo o, por otra parte, no representaba más que una variante de
en fin, D’Alemhert en Discurso preliminar. De modo que el la antigua diatriba griega. Este género menor consistía en
ensayo constituye, en esencia, un discurso, y de no haber una reflexión directa, vivaz y divertida sobre algún tema
utilizado Montaigne la denominación que empleó, moral. En su acepción original, la diatriba significaba
probablemente se habría seguido llamando así hasta la “pasatiempo, entretenimiento, conversación filosófica”.
época actual. Practicada por filósofos cínicos y estoicos, adquirió a
menudo un tono insultante, decididamente parcializado,
Discurso, como se sabe, proviene del latín discurrere, que que le dio el sentido que hoy muestra el término. El
significa, ante todo, “correr acá y allá’. Esta forma de ensayo de Montaigne heredó de la antigua diatriba la
escritura nombraba aquello que se escribía calamo apariencia agradable, el estilo punzante y vivaz, aparte de
currente, es decir, al correr de la pluma. De acuerdo con la utilización reiterada de citas, apotegmas, anécdotas,
su etimología, el discurso implicaba tanto improvisación apóstrofes y antítesis, tomados de diversas fuentes. Pese
como inspiración, a diferencia de otros escritos que no a la decadencia irremediable de esta forma de expresión,
corrían con soltura sino más bien sujetos a un plan previo. Montaigne seguía considerando como modelo de estilo a
Otro significado que posee la palabra discurso, esto es, algunas de ellas, en especial las Moralia de Plutarco y las
“curso de las aguas”, también podría utilizarse para Silva de Pc-dro Mexia.
caracterizare ensayo. Según esta acepción, las ideas de un
buen ensayo deberían fluir con la misma apariencia de Señalar las afinidades del ensayo con respecto a otras
libertad del agua que corre y con la misma transparencia y formas clásicas de expresión permite sin duda esclarecer
limpieza de un arroyo del campo. El ensayo, como mejor sus características y límites. Este es el caso, por
discurso, difícilmente encontraría una imagen más ejemplo, de la relación que guarda con el soliloquio y la
acertada de su naturaleza que ésta del manantial. carta abierta. El modelo de soliloquio es, desde luego, el
practicado por el emperador Marco Aurelio. Aunque uno
Conviene recordar que el discurso entendido como “pieza de los objetivos de su obra parece ser el de pasar revista a
oratoria generalmente de carácter político” presenta un los temas estoicos, en especial a aquellos planteados por
significado más bien reciente, que ganó terreno con la Epicteto, los Soliloquios subyacen en el origen del ensayo
consolidación paulatina del término ensayo. De todos por el examen desprevenido de la interioridad y la
modos, sin embargo, ensayo y discurso continúan como reducción de lo humano a aspectos como el
afluentes que corren, desde su origen, en la misma comportamiento. El soliloquio de Marco Aurelio —al igual
dirección, Una mirada somera sobre los Ensayos deja ver que el ensayo de Montaigne— no se refiere a la esencia
que Montaigne discurre a su amaño sobre los más intemporal del hombre, sino a las formas concretas de
diversos temas: religión, política, etnografía, pedagogía e aparición en cada individuo. Es, por tanto, común a ambos
historia, por ejemplo. Y dentro del mismo ensayo —o géneros el constituirse en ejercicio formal de reflexión,
discurso— no se mueve guiado por un propósito definido como lo intentó también, en cierto modo, la carta abierta.
y único, ni tampoco por la urgencia o el compromiso de
llegar a una conclusión, Las cartas a Lucilio, Lucio Anneo Séneca, debieron de
haber representado para para Montaigne un modelo, medios.
según lo prueban algunos de sus ensayos, en los cuales
resulta inocultable la inspiración de aquella filosofía. Del ensayo conviene recalcar que no constituye un
Además ensayos como “Acerca de la semejanza de los género menor del cual se pueda echar mano ante la
niños con sus padres’, dirigido a Madame de Duras, y imposibilidad de plantear los asuntos de otro modo. La
“Acerca de la educacion de los niños’, dirigido a Diane de ciencia y la filosofía, pues, jamás se han visto en la
Foix, revelan que el ensayo, en el fondo, supone la obligación de alterar los límites y la profundidad de sus
existencia de un destinatario. El ensayo moderno, en temas para acceder a un género que, por el contrario, en
cierto sentido, se puede ver como una carta de la cual se sus más reconocidos representantes se adecua
ha suprimido este nombre personal, aunque el tono y el perfectamente a sus propósitos. El ensayo periodístico en
trato continúen vigentes. sus diversas formas (articulo de opinión, comentario,
editorial) ha contribuido desde la época de Richard Steele
A pesar, pues, de las transformaciones que ha sufrido el y Joseph Adisson (en sus periódicos the Tatler y The
ensayo a lo largo de su evolución, sigue conservando el Spectator), a conferirle al ensayo virtudes nada
carácter de aquello dicho en confianza, lejos de la despreciables, pero también, desde luego, ha hecho
severidad de las declaraciones públicas. Uno de los posible la trivialización de temas y procedimientos
defectos que se le ha reprochado precisamente a formales. Basta una mirada rápida a periódicos y revistas
Montaigne consiste en su excesiva informalidad; pero, de actualidad para advertir el ahuso de procedimientos
paradójicamente, también esta característica se ha ensayísticos en la presentación de temas que buscan
mencionado como virtud de los grandes ensayistas. A lo como finalidad satisfacer la curiosidad del más amplio
largo de la historia, el gran ensayista se ha distinguido por número de lectores.
propiciar una cercanía natural con el lector, de suerte que,
mediante el artificio retórico de la confesión personal, Que grandes ensayistas se hayan valido - y se valgan aun
llega a producir un efecto que no obtendría si se — del periódico ha originado la idea equivocada de que
respaldara en formas repudiables de la autoridad cualquier ensayo posee sus mismas virtudes. Sin embargo,
intelectual como la información exhaustiva y la erudición, buena parte de estos mal llamados ensayos fluctúan en
Grandes científicos y filósofos que recurren al ensayo lo realidad entre el informe de divulgación y el tratado. A
hacen sin prescindir de la seriedad y trascendencia de sus diferencia del ensayo, un informe se caracteriza por a
ideas, pero crean en el escrito un espacio sin exposición objetiva de un tema, prescindiendo por
mediatizaciones artificiales que puedan desalentar al lego completo de la visión personal, que constituye un
en la materia. El buen ensayo posee esa consideración por elemento esencial del ensayo. Además del aspecto
el lector que suele faltarles a ciertas formulaciones objetivo y de la eliminación del aporte personal, un
científicas y pseudocientíficas, escritas en un lenguaje tratado persigue como objetivo central agotar un tema o,
especializado que parece perseguir como uno de sus por lo menos, mostrar sobre él una imagen lo más
objetivos el de levantar una frontera contra los no completa posible. Un ensayo, en cambio, busca presentar
iniciados. La petulancia, la ostentación, y en general todas otra visión. Aunque el Tratado de la pintura, de Leonardo
las formas conocidas de exhibicionismo intelectual, son da Vinci, o los Tratados sobre los principios del
impropias del ensayo. El gran ensayista, en consecuencia, conocimiento humano, de George Berkeley, se incluyan
posee en alto grado las virtudes que suelen acompañar al con frecuencia en la lista de grandes ensayos, es preciso
interlocutor amistoso, señalar que sus pretensiones en relación con el tema y el
punto de vista adoptado, además de su extensión, hacen
De modo que el buen ensayo sabe contenerse hasta en su aparecer más diferencias que cercanas con respecto al
apariencia formal. Un buen ensayo alcanza, por lo general, ensayo. En otras palabras: mientras en el ensayo se
la extensión de una carta o la duración de una presenta una preeminencia y determinación del punto de
conversación agradable, justo antes de que caiga en lo vista personal sobre el tema, en el tratado ocurre todo lo
tedioso. Para emplear un concepto que Edgar Alian Poe contrario, Podría concluirse, por tanto, que mientras
predicaba del cuento, un buen ensayo también debe mayor voluntad de verdad existe en el escritor, más se
leerse de una sola sentada. Pero estas características, distancia del ensayo y más se acerca al tratado. No sería
como es previsible, pueden bordear con frecuencia el lógico ni conforme con el sentido común que, por
peligro del facilismo y de la vulgarización. No obstante su ejemplo, Berkeley desatendiera en el tratado ya citado el
familiaridad con el lector, el verdadero ensayo no tema del conocimiento humano para referirse a otro
condesciende con la ignorancia ni con el mal gusto, asunto gnoseológico, metafísico o simplemente práctico.
tentaciones hoy más frecuentes en razón de la creciente
divulgación científica e ideológica realizada por distintos En el tratado, la exigencia interna del tema determina sus
propios límites y alcances; en el ensayo, las limitaciones al ‘ensayo literario”, no sólo se dejaría por fuera de su
formales provienen de la concentración e intensidad del denominación a una cantidad significativa de ensayos
estilo. De modo que mientras la monografía, la tesis y el provenientes de disciplinas no literarias, sino que tal
tratado pueden plantear morosamente los datos las limitación lo ahogaría en un recodo bastante estrecho del
pruebas de un problema, o pueden recurrir para ello a un saber. Conviene recordar en este punto una verdad
lenguaje laxo, en el ensayo no resulta posible. El efecto elemental: desde sus inicios, desde Montaigne, el ensayo
producido por los grandes ensayos se debe al interés se caracterizó por decir algo, en otras palabras, por tener
permanente que suscitan en el lector mediante la un tema. Es cierto que entendido como forma literaria ha
dosificación exacta de los elementos. El gran ensayista no tenido sus cultores, pero no es menos cierto también que
convence por acumulación de datos o por abrumadora pronto se debilita y desfallece víctima de intereses
insistencia, sino, más bien, por un matiz conceptual puramente retoricistas. La novedad y variedad de temas,
expresado con gracia y sutileza en el momento oportuno. en cambio, le confieren una vigencia y una novedad
Concentración e intensidad no implican, sin embargo, que permanentes, pues si se mira bien no existe ninguna
el ensayo deba renunciar a la digresión y a la anotación disciplina conocida ni ninguna realidad humana a las que
marginal. Por el contrario, allí radica en algunos casos su no se haya acercado. La caudalosa aceptación del ensayo
razón de ser. En el ensayo ‘Acerca de algunos versos de se debe, quizá, a su doble condición: cuando no convence
Virgilio’, Montaigne habla en realidad de las diversas por el tema, seduce por su forma. No resulta exagerado
actitudes ante el sexo, y en el ensayo ‘Acerca de la cojera” afirmar, entonces, que un gran ensayista puede leerse al
aborda el tema de la brujería. Si procediera en rigor, como margen de sus ideas. El ejemplo típico en este sentido lo
un tratadista, debería al menos modificar los títulos de los constituye el ensayo Del asesinato considerado como una
ensayos y ajustarlos al tema desarrollado. Pero tal cosa de las bellas artes, de Thomas de Quincey, obra de la cual
está lejos de ocurrir porque el ensayo posee también su se podría aseverar que se sostiene casi por completo en su
componente de improvisación, de creatividad y de ironía y no en virtud del alcance de sus juicios. Esta
libertad. De ahí que del ensayo se haya aseverado con afirmación, claro está, no puede predicarse de modo
insistencia que goza de los mismos atributos que suelen indiscriminado, pues en otros casos el ensayo descansa
predicarse de la obra literaria. Esta afirmación no sólo es casi de manera exclusiva en el peso de las ideas. El
válida respecto del nivel de inspiración, originalidad y verdadero asunto, sin embargo, se plantea así: ¿existe
creatividad que contiene, sino también, y de un modo algo que permita que el escrito de Thomas de Quincey sea
muy especial, del manejo cuidadoso y vivaz del lenguaje. considerado un ensayo en el mismo sentido en que lo es,
por ejemplo, una obra carente de mordacidad como la
Es fama que los grandes ensayistas se han caracterizado Anatomía de la melancolía de Robert Burton? ¿Qué tienen
por practicar el ensayo como un asunto de la inteligencia en común ensayos tan distintos? ¿Puede hablarse de una
y, además, como un arte de la expresión. Pero que los esencia del ensayo?.
grandes literatos de todas las épocas hayan mantenido
vigente esta virtud resulta natural; lo de veras significativo La denominación francesa essais (utilizada por primera vez
es que también hayan guardado ociosamente esta por Montaigne), la italiana saggio, la portuguesa cnsaio, la
tradición los grandes pensadores y los científicos. Ensayos inglesa essay, la alemana Essay, además de la española
como La gran renovación de las ciencias de Francis Bacon; ensayo, provienen todas del vocablo latino exagium, que
Utopía, de Thomas Moro; El espíritu de las leyes, de significa ‘pesar algo en la balanza”. La utilización que
Montesquieu, o el Ensayo sobre el principio de la hacen algunos idiomas de una raíz y de una palabra hacen
población Robert Malthus (sólo por citar algunos ejemplos expresar el significado de ensayar (to try out, en inglés, y
clásicos) a lo largo del tiempo- pese a la pérdida de interés versuchtn, en alemán) demuestra que tomaron el nombre
de gran parte de sus ideas— debido al estilo vigoroso y del ensayo sólo para referirse a la creación de Montaigne.
pulcro en que fueron escritos. Por esta razón el ensayo ha Esta significativa coincidencia etimológica permite
sido considerado con frecuencia como obra de arte y, concluir, además, que algunos casos distintos en
además, ha sido incluido en algunas historias de la ideología, como los de Thomas de Quincey y Robert
literatura como un género independiente al lado de la Burton, o alejados en el tiempo y en la cultura, como
poesía lírica y de la novela. Sin embargo, ya que al tantos otros, se ligan entre si por el significado de
considerar el ensayo sólo como obra artística se le resta cxagiun.
importancia a otro componente tan decisivo como el
conceptual, una definición más completa podría señalar El propósito de cualquier ensayista de cualquier época,
que el ensayo es el arte de las ideas. pues, consiste en someter a verificación contable y real
unas ideas que de otra manera tendrían un peso
Si se redujera la noción de este género de modo exclusivo inapreciable en si mismas. Ensayista es aquel que sopesa.
“Pesar y examinar”, diría Bacon. En virtud del ensayo la cual dedica uno de sus más memorables ensayos, lo que
incalculada y a veces etérea realidad del pensamiento se guiaba su labor era el interés de avanzar mediante el
somete a una labor de ponderación (de pondus. peso), sondeo de opiniones existentes, de Roma y de Grecia en
que confluye, ante todo, en una revaluación o en un especial. Y es este aspecto, además, el que permite
nuevo descubrimiento. Hablando con rigor, no resulta deslindar el ensayo de otros géneros literarios. Mientras
posible afirmar la existencia de un verdadero ensayo sin un poeta o un novelista escriben como si nadie más lo
que se dé al mismo tiempo una revaloración de las ideas hubiera hecho en la historia de la humanidad, el ensayista,
existentes. El verdadero ensayo no se constituye jamás por el contrario, escribe impulsado por el conocimiento de
en el medio para la transmisión de lo que ya se sabe. El ideas y opiniones sobre el tema. De modo que el ensayo
ensayo comporta siempre novedad y lo propio de su labor representa un diálogo abierto con toda la cultura,
reside en la búsqueda, la pesquisa y la indagación que por manifestado en una doble condición: cultivo del estilo y
fuerza, suponen un hallazgo, esto es, un peso hasta ese dominio de las ideas. En un breve ensayo de su obra Uno
instante desconocido. y el universo, Ernesto Sábato ilumina con claridad este
aspecto al señalar la necesidad de citar a otros autores
Pero la ponderación del ensayista no se refiere tanto al para no incurrir en esa pedantería al revés, propia de los
equilibrio o a la posición juiciosa, como al compromiso, sabio, quienes se caracterizan por citarse a sí mismos y
ese si radical, con el peso de las ideas. El ensayista no es el despreciar las opiniones de los demás. Sábato propone, a
fiel de la balanza, sino la carga en el plato. Si el propósito cambio de ello, ‘una dosis amistosa de citas” con el fin de
del ensayista residiera en el justo medio, el ensayo podría no incurrir tampoco en la vanidad de quienes parecen
asimilarse a una mera demostración. El sopesar, en tener sólo el interés de aparecer como eruditos. Distante
cambio, implica la confrontación, el contrapeso, la de ambas formas de el engreimiento, el ensayista posee
verificación realizada a partir de distintas opciones y una condición peculiar como lector. Su objeto de lectura
posibilidades. Puesto que ensayar supone movimiento, el lo constituye el caudal de la cultura existente, pero
verdadero ensayo no representa un término absoluto. también, y de manera fundamental, la realidad que lo
Supone riesgo y aventura. Una expresión como “ensayo circunda.
doctrinario” carecería por completo de sentido. Nada más
significativo, en consecuencia, que Montaigne haya El ensayo de Montaigne comenzó como una lectura de la
elegido la palabra “ensayo” para denominar sus realidad, continuó así con los grandes ensayistas clásicos,
indagaciones libres y universales. Como resulta y esta misma característica persiste hasta la época actual.
significativo, de igual manera, que el primer intelectual de Una colección de ensayos como Mitologías de Roland
la cultura occidental, Voltaire, hubiera encontrado en este Barthes, por ésta razón, se sitúa en la mejor tradición, del
género el vehículo más idóneo para debatir con absoluta ensayo por el modo de apropiarse de los datos de la
libertad las ideas. Géneros cercanos, como el tratado o la realidad para proponer nuevas interpretaciones. algunas
tesis doctoral, poseen, en cambio, un compromiso de ellas inesperadas. Esta lectura personal de la realidad
inapelable con una verdad que pretenden, a toda costa, llega a ser tan determinante —y no sólo en el caso de
demostrar. Así que nada más contrario a la naturaleza del Barthes— que allí residen precisamente la peculiaridad y
ensayo que los manifiestos, las declaraciones de la novedad del ensayista, además de la vigencia del
principios, los textos doctrinarios, los análisis basados en ensayo como medio de expresión y como método de
un método, las normas, las encíclicas, los catecismos y los análisis de la realidad. Conviene aclarar, sin embargo, que
reglamentos. Ensayo significa, por esencia, un intento - la apariencia agradable y leve que puedan asumir algunos
uno más entre varios posibles- de aproximarse al objeto ensayos funciona en realidad corno señuelo para concitar
de conocimiento. la atención sobre otras materias menos evidentes, aunque
esenciales, Un buen ensayo, sea cual fuere su forma, es
Un gran ensayista convence en la mayoría de los casos por agudo y penetrante, ya que su condición de sondeo lo
virtudes inapreciables que tienen que ver más con el estilo acerca mas a una exploración vertical que horizontal,
o con el tono que con la ortodoxia del raciocinio. Esto tal característica ésta propia de escritos expositivos corno el
vez llevó a Ortega y Gasset a afirmar que ‘el ensayo es la tratado. Esto explica que el ensayo desarrolle la capacidad
ciencia menos la prueba explícita”. El carácter de tanteo de arriesgar visones y conceptos no demostrados, que la
que posee lo convierte en el medio más apropiado para la naturaleza del método científico no toleraría . Sin duda,
labor intelectual, debido a su distancia con respecto al por ejemplo, Jornthan Swift en su modesta proposición va
afán de verdad y a la manía de las conclusiones radicales, más allá de Robert MaItIus en su Ensayo sobre el
Al denominar ensayos a sus discursos, Montaigne propuso principiopio de población. Y no resulta improbable, para
un nodo de sopesar sus propias ideas con confrontándolas decirlo de otro modo, que los verdaderos alcances
con las ajenas. Pero, menos que la erudición, contra la científicos de Malthus hayan sido comprendidos a raíz de
la aterradora ironía de Swift.

Como una balanza, entonces, se mueve el ensayo entre el


peso de las ideas propias y las ajenas, entre la ciencia y la
simple opinión, entre el rigor lógico y la literatura, en re la
belleza y la verdad, con un movimiento continuo que
mantiene a este

género más cerca del experimento y de la te tentativa


provisional que de la verificación exacta. Algunas mentes,
desde luego, quisieran unos limites más definidos y unos
marcos mas estrechos, pero esta imposibilidad lo que de
veras demuestra es que el ensayo también exige, aparte
de todo, un modo de ser abierto, una franqueza de
carácter que desborda toda normatividad teórica, Por esta
razón a tales mentes tal vez les baste con recordar que al
escribir sus ensayos, Montaigne, a fin de cuentas, no se
propuso “fin alguno”.

Bibliografía

Jaime Alberto Vélez. Profesor de la Universidad de


Antioquia en el área de Ciencias del lenguaje. Tomado
de la revista el malpensante. Lecturas paradójicas:
enero – febrero de 1998. No. 8

También podría gustarte