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La Kabbalah Sobre El Aná Bejóaj

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La Kabbalah sobre el Aná Bejóaj

Centro de Kabbalah

La oración del Aná Bejóaj, creada por Rav Najunyá ben HaKaná entre el
primer y segundo siglo, es considerada como una de las oraciones más
poderosas para conectarnos con el poder de la Creación.

Los kabbalistas explican que cada vez que recitamos el Aná Bejóaj
regresamos al tiempo de la Creación, y cada vez que meditamos en una
secuencia específica regresamos a la energía original incorrupta que
construyó al mundo. Al realizar la meditación del Aná Bejóaj,
enriquecemos nuestra vida con Luz espiritual y energía cósmica puras.

La oración se recita en hebreo, de derecha a izquierda, como está a


continuación:

"La oración del Aná Bejóaj es considerada como una de las oraciones
más poderosas para conectarnos con el poder de la Creación."

El Aná Bejóaj está oculto en las primeras 42 letras del Libro de Génesis,
comienza con la palabra bereshit y termina con vavohú. El llamado
Nombre de Dios de 42 letras, la fuente de eficacia de esta oración se
nos indica a través de su ubicación en la Biblia: en el comienzo, en la
mismísima historia de la Creación.

El Aná Bejóaj está compuesto por siete líneas que están relacionadas
con los siete días de la Creación, las Siete Sefirot y, por supuesto, los
siete días de la semana. Cada línea tiene dos secuencias de tres letras,
seis letras en total por línea. A excepción de la segunda línea, la cual
dice Kra Satán: “arranca a Satán”, ninguna de las secuencias tiene
palabras en sí. Según el Zóhar, las letras hebreas representan un código
fuente de toda la realidad física. El Aná Bejóaj, o Nombre de Dios de 42
letras, es considerado como el código que fue usado para crear el
proceso a través del cual ocurre la Creación.

Tal y como Rav Berg explica:

“El Aná Bejóaj contiene 42 palabras que se corresponden directamente


con las 42 letras hebreas del proceso de Creación. El Aná Bejóaj está
dividido en siete líneas que pueden ser vistas como secuencias de ADN,
ya que representan los orígenes de siete tipos diferentes de energía,
cada una proviene de una de las Siete Sefirot del Árbol de la Vida, desde
Jésed hasta Maljut”.

El Zóhar lo revela de este modo:

“En el principio Elohim creó el Cielo y la Tierra” (Bereshit 1:1) y “Y la


Tierra estaba sin forma y vacía (heb. bohu)…” (Bereshit 1:2) hasta la
Bet de Bohu. Porque estas 42 letras son el secreto del Nombre de Mem-
Bet (42). En este ciclo de las letras, éste es el secreto de “Y la Tierra
estaba sin forma y vacía” a causa de las letras Kuf-Resh-Ayin Sin-Tet-
Nun, significando: por medio de la fuerza de los Juicios severos que
contiene. Allí se vuelve: “… y había oscuridad sobre la faz del abismo…”
(ibid. 2). La Guímel produjo a la Resh y la Dálet-Kuf y éstas se volvieron
las combinaciones Guímel=Resh Dálet=Kuf, hasta aquí, después de que
allí emergieron las cuatro combinaciones de Álef=Tav Bet=Shin
Guímel=Resh Dálet=Kuf, las letras rodaron y se golpearon una a la otra
para ser establecidas en el Tabernáculo. La razón es que la permutación
de la cifra Atbash contiene once combinaciones: Álef=Tav; Bet=Shin;
Guímel=Resh; Dálet=Kuf; Hei=Tsadi; Vav=Pe; Zayin=Ayin; Jet=Sámej;
Tet=Nun; Yud=Mem y Caf=Lámed– que están divididas en tres
Columnas: Derecha, Izquierda y Central. Las primeras cuatro, Álef=Tav
Bet=Shin Guímel=Resh y Dálet=Kuf son la Columna Derecha. Por lo
tanto, son consideradas como estableciendo el Tabernáculo.

Zóhar, Trumá 618

Los kabbalistas explican que el Aná Bejóaj fue dado a la humanidad para
ayudarnos a ser cocreadores de la realidad. Cada vez que meditamos
usando la secuencia de 42 letras, tenemos el potencial para elevar
nuestra conciencia, sacarla de esta realidad actual y reiniciar la
Creación. Rav Najunyá agregó palabras a la secuencia de 42 letras,
compuso una oración, que en realidad es un acrónimo, para que
podamos recordar estas letras y usarlas como una oración.

Al usar la oración del Aná Bejóaj con nuestra conciencia concentrada,


podemos regresar a la fuente de la existencia y luego restablecer o
reiniciar nuestra realidad.
Según la Kabbalah, para entender cómo y por qué esto funciona hace
falta una breve explicación sobre qué es la Creación y el propósito de la
vida.

Si bien este es un tema elevado, más amplio de lo que un simple


artículo pueda abordar, hoy en día es posible hacerlo comprensible y
hasta sencillo gracias a los esfuerzos del Kabbalista Rav Berg, quien
pasó toda su vida traduciendo y desarrollando enseñanzas que volvieron
clara esta sabiduría hasta para los principiantes.

La Kabbalah nos enseña sobre la estructura del universo y cómo


funciona para que podamos entender mejor nuestro papel en su
operación y nuestro propósito en la vida.

A partir del diagrama del Árbol de la Vida podemos ver que hay diez
esferas: nueve por encima y una en el punto más bajo. La última esfera
es nuestro universo, conocido como el mundo de Maljut, una dimensión
que no tiene Luz propia. También es conocida como la Realidad del
Árbol del Conocimiento del Bien y el Mal.

Por encima de Maljut, más allá de las nueve esferas, está la infinita
Fuerza de Luz del Creador, una fuerza de bondad y amor inimaginable e
incomprensible para la mente finita. Las nueve esferas superiores son
emanaciones que están llenas de la Luz del Creador: los niveles más
altos de energía pura. Esto también es conocido como la Realidad del
Árbol de la Vida.

Al descender de la energía a la materia, de lo superior hacia lo inferior,


cada nivel se vuelve más denso hasta que llegamos al plano de la
fisicalidad, o el mundo de la materia. Un nivel por encima de Maljut está
Yesod, el embudo que reúne la Luz de las esferas superiores de energía
pura y la libera en Maljut. Yesod es como una pajilla. La conciencia de la
humanidad provoca una succión que atrae toda la Luz de las
dimensiones superiores a través de Yesod hacia Maljut. Atraemos toda
esa Luz a través de la estructura espiritual hacia la dimensión física con
nuestro deseo. Al atraer lo que deseamos, si nuestro deseo es claro y
está en sintonía con la Luz, atraemos Luz y nos volvemos la causa de la
iluminación de este mundo.

En palabras de Rav Berg:

“Recuerda, en el principio, nuestras almas conflictuadas rechazaron la


Luz del Creador alegando que no podíamos aceptar lo que no nos
habíamos ganado, que crearíamos pan de vergüenza con su prisión de
fisicalidad que oculta la realidad. El Creador entonces cumplió nuestros
deseos y restringió la Luz espiritual. La Luz espiritual ahora viene en
paquetes de energía física, nos da una oportunidad para liberarla.
Hacemos esto a través de la restricción. Luego, en un maravilloso acto
de cocreación, nos ganamos el derecho, como cocreadores, no solo de
recibir todo lo que el Creador desea darnos, sino de crearnos de nuevo”.

Gran parte de la sabiduría de la Kabbalah se relaciona con la manera en


la que atraemos esa Luz de las esferas superiores en nuestro mundo
usando un sinfín de herramientas (algunas físicas, otras metafísicas)
que pueden ser usadas de manera independiente o conjunta: las letras
hebreas forman secuencias distintas; ventanas de tiempo; instrumentos
como el Shofar, la menorá y mucho más. La Kabbalah es, en muchos
sentidos, la ciencia de la espiritualidad. Aunque el espíritu sea ambiguo,
abstracto y evasivo, la Kabbalah es meticulosa y precisa. Es una
tecnología minuciosa y exacta, casi matemática, en su descripción de los
medios para lograr una conexión entre lo que es completamente físico y
la energía.

Según los kabbalistas, la Biblia no es un documento que describe la


historia, creación y leyes del judaísmo, el cristianismo y el islam. Los
kabbalistas explican que la Biblia es un plano que delinea la estructura y
la codificación que necesitamos saber para hacer el trabajo de ser la
razón o la causa de la revelación de la Luz.

Suena bastante simple, reconfigurar mis deseos con respecto a todas las
cosas que me tientan y concentrarme en desear Luz, ¿no? La
advertencia de la simplicidad de esta fórmula es que al estar en este
mundo físico podemos terminar siendo consumidos por él. La atracción
de todas las distracciones es tan fuerte, la carencia que podemos vivir
es tan grande, que podríamos olvidar cómo se siente ser satisfechos por
la Luz. La fuerza gravitatoria es tan intensa que perdemos noción de
toda la Luz que podemos traer a nosotros y a este mundo. El Creador
nos otorga poderosas herramientas, como el Aná Bejóaj, que nos dan
alas para salir del plano de lo mundano. El Zóhar dice: “Cada Sefirá, es
decir, CADA UNO de estos siete nombres POSEE seis alas”, para poder
recalibrar y recordar nuestro propósito.

A través del Aná Bejóaj nos elevamos y podemos ver desde otro punto
de vista. Nos elevamos y reconectamos con la Realidad del Árbol de la
Vida temporalmente, de ese modo renovamos y reiniciamos con el fin de
poder regresar a nuestro mundo y nuestro trabajo con ideas claras
sobre nuestro propósito.
Del mismo modo que en la letra de la popular canción From a distance,
el Aná Bejóaj nos permite planear desde la distancia y ver el mundo
cómo realmente es: “Desde lejos pareces mi amigo, a pesar de que
estamos en guerra. Desde la distancia no puedo comprender para qué
es toda esta lucha. Desde la distancia, hay armonía, y se hace eco a
través de la tierra. Es la voz de la esperanza, es la voz de la paz, es la
voz de todos los hombres. Desde la distancia somos instrumentos
marchando en una banda común. Tocando canciones de esperanza,
tocando canciones de paz. Son las canciones de todos los hombres. Dios
nos está mirando desde la distancia”.

En el nivel de las emanaciones de Dios no existe el tiempo, el espacio ni


el movimiento. Es el nivel de la semilla. Es nuestro propio estado más
puro. Es el momento previo a los efectos de nuestras acciones. Son los
siete días de la Creación, cada día está construido con una conciencia
perfecta. De hecho, Rav Berg enseña que cada secuencia de tres letras
del Aná Bejóaj comienza con una letra que funciona como la semilla de
lo que manifestará toda la palabra, al igual que una semilla de manzana
contiene la raíz, el tronco y las ramas del árbol que crecerá. Cada línea,
o secuencia, contiene seis palabras con seis letras iniciales. Seis por
siete es igual a 42, lo cual se corresponde directamente con las 42 letras
iniciales de la oración y de la porción de Génesis. Rav Berg dice que
estas letras iniciales son tan importantes que cuando se dice el Aná
Bejóaj uno debe visualizar conscientemente la primera letra de cada
palabra pronunciada, ya que es la semilla de todo.

Vemos otra vez el número 42 en la Biblia en la porción bíblica de Maséi.


Allí hay largas descripciones del viaje de los israelitas después de dejar
Egipto, nos cuentan la historia de las 42 estaciones que hicieron en el
desierto.

" La Kabbalah es, en muchos sentidos, la ciencia de la espiritualidad.."

En palabras de Rav Berg:

“Recuerda, en el principio, nuestras almas conflictuadas rechazaron la


Luz del Creador alegando que no podíamos aceptar lo que no nos
habíamos ganado, que crearíamos pan de vergüenza con su prisión de
fisicalidad que oculta la realidad. El Creador entonces cumplió nuestros
deseos y restringió la Luz espiritual. La Luz espiritual ahora viene en
paquetes de energía física, nos da una oportunidad para liberarla.
Hacemos esto a través de la restricción. Luego, en un maravilloso acto
de cocreación, nos ganamos el derecho, como cocreadores, no solo de
recibir todo lo que el Creador desea darnos, sino de crearnos de nuevo”.
Gran parte de la sabiduría de la Kabbalah se relaciona con la manera en
la que atraemos esa Luz de las esferas superiores en nuestro mundo
usando un sinfín de herramientas (algunas físicas, otras metafísicas)
que pueden ser usadas de manera independiente o conjunta: las letras
hebreas forman secuencias distintas; ventanas de tiempo; instrumentos
como el Shofar, la menorá y mucho más. La Kabbalah es, en muchos
sentidos, la ciencia de la espiritualidad. Aunque el espíritu sea ambiguo,
abstracto y evasivo, la Kabbalah es meticulosa y precisa. Es una
tecnología minuciosa y exacta, casi matemática, en su descripción de los
medios para lograr una conexión entre lo que es completamente físico y
la energía.

Según los kabbalistas, la Biblia no es un documento que describe la


historia, creación y leyes del judaísmo, el cristianismo y el islam. Los
kabbalistas explican que la Biblia es un plano que delinea la estructura y
la codificación que necesitamos saber para hacer el trabajo de ser la
razón o la causa de la revelación de la Luz.

Suena bastante simple, reconfigurar mis deseos con respecto a todas las
cosas que me tientan y concentrarme en desear Luz, ¿no? La
advertencia de la simplicidad de esta fórmula es que al estar en este
mundo físico podemos terminar siendo consumidos por él. La atracción
de todas las distracciones es tan fuerte, la carencia que podemos vivir
es tan grande, que podríamos olvidar cómo se siente ser satisfechos por
la Luz. La fuerza gravitatoria es tan intensa que perdemos noción de
toda la Luz que podemos traer a nosotros y a este mundo. El Creador
nos otorga poderosas herramientas, como el Aná Bejóaj, que nos dan
alas para salir del plano de lo mundano. El Zóhar dice: “Cada Sefirá, es
decir, CADA UNO de estos siete nombres POSEE seis alas”, para poder
recalibrar y recordar nuestro propósito.

A través del Aná Bejóaj nos elevamos y podemos ver desde otro punto
de vista. Nos elevamos y reconectamos con la Realidad del Árbol de la
Vida temporalmente, de ese modo renovamos y reiniciamos con el fin de
poder regresar a nuestro mundo y nuestro trabajo con ideas claras
sobre nuestro propósito.

"Cuando se dice el Aná Bejóaj uno debe visualizar conscientemente la


primera letra de cada palabra pronunciada, ya que es la semilla de
todo.."

Del mismo modo que en la letra de la popular canción From a distance,


el Aná Bejóaj nos permite planear desde la distancia y ver el mundo
cómo realmente es: “Desde lejos pareces mi amigo, a pesar de que
estamos en guerra. Desde la distancia no puedo comprender para qué
es toda esta lucha. Desde la distancia, hay armonía, y se hace eco a
través de la tierra. Es la voz de la esperanza, es la voz de la paz, es la
voz de todos los hombres. Desde la distancia somos instrumentos
marchando en una banda común. Tocando canciones de esperanza,
tocando canciones de paz. Son las canciones de todos los hombres. Dios
nos está mirando desde la distancia”.

En el nivel de las emanaciones de Dios no existe el tiempo, el espacio ni


el movimiento. Es el nivel de la semilla. Es nuestro propio estado más
puro. Es el momento previo a los efectos de nuestras acciones. Son los
siete días de la Creación, cada día está construido con una conciencia
perfecta. De hecho, Rav Berg enseña que cada secuencia de tres letras
del Aná Bejóaj comienza con una letra que funciona como la semilla de
lo que manifestará toda la palabra, al igual que una semilla de manzana
contiene la raíz, el tronco y las ramas del árbol que crecerá. Cada línea,
o secuencia, contiene seis palabras con seis letras iniciales. Seis por
siete es igual a 42, lo cual se corresponde directamente con las 42 letras
iniciales de la oración y de la porción de Génesis. Rav Berg dice que
estas letras iniciales son tan importantes que cuando se dice el Aná
Bejóaj uno debe visualizar conscientemente la primera letra de cada
palabra pronunciada, ya que es la semilla de todo.

Vemos otra vez el número 42 en la Biblia en la porción bíblica de Maséi. Allí hay largas
descripciones del viaje de los israelitas después de dejar Egipto, nos cuentan la historia de
las 42 estaciones que hicieron en el desierto.

Rav Berg lo explica de este modo:

“¿Por qué la Biblia usaría 132 versículos para decirnos por cuales partes
del desierto viajaron los israelitas? ¿Qué se supone que debemos
entender al leer sobre los 42 campamentos? Esta lectura nos enseña
sobre el código del Aná Bejóaj, el Nombre de Dios de 42 letras…

La Biblia nos quiere enseñar un concepto revelado en el Zóhar y que la


ciencia reconoce; el proceso cuántico, cuando ayer, hoy y mañana son
uno. Todos entienden esto de forma innata: si pudieras ver el mañana,
el caos no dominaría tu vida. La cuántica dice que todo es uno. El Aná
Bejóaj nos eleva por encima de toda la realidad física en donde el
tiempo, el espacio y el movimiento no existen”.

El Kabbalista Rav Yitsjak Luria explica que esas 42 estaciones descritas


en la porción de Maséi son, de hecho, los 42 procesos por los que pasa
un alma en su viaje por este mundo. Cada estación es una etapa en
nuestra evolución espiritual. Él lo describe no solo como un plano para el
proceso de creación, sino más bien como el plano del proceso del alma.
El Arí explica que cada vez que meditamos y comprometemos por
completo nuestra conciencia en la oración del Aná Bejóaj, llevamos a
nuestra alma a través de su proceso de 42 etapas, lo cual nos acerca a
nuestra propia corrección. De ese modo nos ayuda a pasar del Mundo de
Asiyá, el Mundo de la Acción, al Mundo de Yetsirá, el Mundo de la
Formación.

"Con el Aná Bejóaj podemos regresar en el tiempo hasta antes de la Creación."

Aunque en nuestro cuerpo físico sea muy difícil mantener este nivel de
ascensión, al usar el Aná Bejóaj tenemos la posibilidad de que cada vez
que lo experimentemos con mayor conciencia mantengamos más de su
elevación, por lo tanto, regresaríamos a este mundo con una conciencia
más expandida y exaltada que puede experimentar tanto nuestro cuerpo
en este mundo físico como estar conectada con la Luz de las
dimensiones superiores. El Aná Bejóaj nos permite vivir en este mundo
sin ser consumidos por él. Al igual que la zarza ardiente que vio Moshé,
el fuego encendió la zarza, pero no la consumió.

Para concluir, Rav Berg recapitula:

“Algunas personas no se toman el Aná Bejóaj tan seriamente como


deberían, eso no significa que no lo usen, solo que no lo usan a su
máximo potencial. Es una interfaz entre la Fuerza de Luz de Dios y lo
que Él creó, es decir, todo este universo.

A través de dicha tecnología comunicamos dos mundos.

Los siete versículos del Aná Bejóaj son el método a través del cual Dios
creó cada aspecto de este universo, y lo que nos gustaría obtener es la
reconexión con ese Universo Perfecto. En la porción de Maséi está la
parte final del Libro de Bemidbar, la cual contiene cada forma concebible
de caos que la humanidad pueda padecer. Dios ideó un sistema en el
que podemos regresar al pasado, antes del pecado de Adán, antes de la
corrupción del mundo, antes de las típicas trampas que nos ponen a
prueba en este mundo físico.

El único mundo que fue afectado por el hecho de que Adán y Eva
comieran del Árbol del Conocimiento es la realidad física. La Biblia
apareció para darnos un sistema físico, las letras del alfabeto hebreo,
que son un canal que podemos usar para conectarnos con el mundo
incorpóreo.
Con el Aná Bejóaj podemos regresar en el tiempo hasta antes de la
Creación, antes de que el mundo fuese contaminado por la negatividad
y, al hacerlo, somos nuestro propio creador, somos parte de Dios. Si
Dios puede crear y nosotros somos parte de Dios, entonces podemos
crear y controlar nuestra vida”.

Fuente de información: The Kabbalah Centre

https://www.kabbalah.com/es/articles/kabbalah-on-ana-bekoach/

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