Trabajo economía
Conformado por: Sebastián Cuervo y Guillermo Cifuentes
Políticas económicas Fiscales
Para realizar un análisis de la política fiscal en el Gobierno de Duque, debe tenerse en
cuenta que en el mes de octubre 2018, a tan solo dos meses de la posesión presidencial, el
Congreso aprobó la Ley 1940, por la cual se decreta el presupuesto de rentas y recursos de
capital y la ley de apropiaciones para la vigencia fiscal del año 2019 en una suma de $ 244,9
billones y se apropia para atender los gastos de funcionamiento, inversión y servicio de la
deuda pública en una suma de $258,9 billones, lo cual conllevó un desequilibrio
presupuestal de $14 billones, (un desbalance de 1.4% del PIB). Sin duda alguna, la anterior
situación demarcó el camino de la política fiscal del gobierno Duque, toda vez que se vio
abocado, en primer lugar, a presentar ante el Congreso el proyecto de una ley de
financiamiento, cuya finalidad central fue el recaudo de los recursos necesarios, esto es los
14 billones de pesos, para sufragar el déficit presupuestal para la vigencia 2019, proyecto
que se materializó en la Ley 1943 de 2018 así como a la búsqueda de la flexibilización
temporal de la regla fiscal, dadas las presiones sobre el gasto fiscal, en tanto que, entre el
proyecto de ley de financiamiento, que buscaba recaudar los 14 billones y las proyecciones
de recaudo que el mismo gobierno elaboró, de conformidad con las disposiciones
aprobadas en la Ley 1943, se mantiene un déficit en cerca de 7 billones de pesos.
Por tanto, a siete meses de gobierno Duque, se puede afirmar que la política fiscal se refleja
en los instrumentos normativos: Ley de Presupuesto –Ley 1940 de 2018-; Ley de
Financiamiento –Ley 1943 de 2018-; flexibilización de la regla fiscal, y el proyecto de ley del
Plan Nacional de Desarrollo: PND 2019-2022, el cual es un instrumento legal de todo
gobierno, en el que se fijan los objetivos, estrategias, programas, inversiones y metas de las
políticas públicas para el cuatrienio, denominado “Pacto por Colombia, pacto por la
equidad”.
Duquismo, modelo de Desarrollo
y política fiscal 2019 – 2022
El artículo 339 de la Constitución Política de Colombia decreta que “Habrá un Plan Nacional
de Desarrollo (PND) conformado por una parte general y un plan de inversiones de las
entidades públicas del orden nacional. En la parte general se señalarán los propósitos y
objetivos nacionales de largo plazo, las metas y prioridades de la acción estatal a mediano
plazo y las estrategias y orientaciones generales de política económica, social y ambiental
que serán adoptadas por el gobierno. El plan de inversiones públicas contendrá los
presupuestos plurianuales de los principales programas y proyectos de inversión pública
nacional y la especificación de los recursos financieros requeridos para su ejecución”.
El PND no es equivalente al Presupuesto General de la Nación (PGN). Están relacionados,
pero son diferentes: el PND hace referencia al “Plan de inversiones” durante el período de
gobierno presidencial y el PGN es el instrumento financiero anual del Estado que equilibra el
total de ingresos públicos, según fuentes, y el total de gasto público, según funciones del
Estado y beneficiarios.
El PGN 2019 aprobado por el Congreso tuvo un valor inicial de $258,9 billones. Con la “ley
de financiamiento” (primera reforma tributaria de Duque) que entró en vigor a partir del
primero de enero de 2019, el PGN se incrementó en $7.8 billones, para un total de $266,7
billones, equivalente al 26,1% del Producto Interno Bruto (PIB) de 2019. La estructura
porcentual del PGN 2019 es: 61% para funcionamiento del estado, 20% para el pago de
deuda pública y el 19 restante para inversión.
Las bases del PND del presidente Iván Duque (2018 – 2022), “Pacto por Colombia, pacto por
la equidad”, describe el conjunto de lineamientos y programas de la política pública durante
su gobierno. Este se enmarca en la ecuación: “legalidad más emprendimiento igual a
equidad”. Su fundamentación se inspira en las ideologías populistas de derecha; en general,
carece de sustentación teórica, consistencia lógica y evidencia histórica. Los 12
componentes y los 38 lineamientos que estructuran al mismo describen una lista general de
los buenos deseos de su gobierno, pero no presentan articulación, coordinación y
correspondencia con los obstáculos, identificados en las bases del PND, que limitan el
desarrollo del país o los factores que aceleran el cambio social (diagrama 1).
La contradicción es explicita al comparar el discurso populista de derecha del PND frente al
monto, estructura y asignación real del PGN 2019 (diagrama 2). Este último expresa la
inflexibilidad inercial de la hacienda pública colombiana (determinada por los poderes
fácticos que definen quiénes pagan y quiénes se benefician de la carga tributaria) y su
carácter corporativista, asistencial y clientelar. Las finanzas públicas son, por antonomasia,
un problema de economía política. Éstas crean lazos económicos y políticos entre el Estado,
las fuentes de los ingresos y los grupos privados que se apropian del gasto público. El
presupuesto materializa la política pública. Las acciones gubernamentales, como lo afirmó el
premio Nobel de economía 1986 James McGill Buchanan, persiguen el autointerés de
políticos y cabilderos, en vez del bienestar público.
Los poderes de facto, la oligarquía (empresarial, financiera y terrateniente), fuerzas armadas
y de policía, tecnocracia y clase política, iglesias cristianas y evangélicas, todos mantienen
intactos sus privilegios coloniales. Ellos gozan de fueros especiales que se traducen, entre
otros, en exenciones tributarias y apropiación generosa del gasto público.
En Colombia, durante la década de 1970, el total de recaudo tributario del Gobierno
nacional era de alrededor del 9% del PIB. El control directo de éste para el año 2019 escala a
26,1%. De acuerdo con la Ley de Wagner, el desarrollo económico de un país impulsa
presiones crecientes por parte de la sociedad a favor de un aumento del gasto público, por
dos tipos de razones: i) una sociedad más desarrollada es también más compleja con un
mayor número de conflictos entre sus miembros, lo que exige una mayor intervención del
Estado en su solución; ii) por la caracterización de los bienes y servicios públicos como
bienes superiores y elásticos (su consumo o cantidad demandada se incrementa cuando
aumenta el ingreso real de la sociedad), es decir la elasticidad-renta del gasto público es
mayor que la unidad.
Estamos ante una realidad que sorprende: en contra del poder realmente existente entre
nosotros, las tres últimas generaciones de colombianos dieron vida a la profunda y rápida
modernización de la economía, la sociedad y las mentalidades, pese a lo cual el Estado no se
transformó ni correspondió a estos cambios.
El desproporcionado crecimiento de este Estado no generó sinergia con la producción
económica o la elevación de la productividad y la eficiencia, o con los resultados en
términos de florecimiento humano y progreso social. La causa de esta situación es simple,
por el lado de los ingresos, la política fiscal mantiene la tradición de sobreexplotar a la clase
trabajadora, mediante la regresiva estrategia de imponer crecientes y abusivos tributos a los
ingresos laborales, gastos (IVA a la canasta de consumo familiar) y pequeña propiedad
(negocios caseros, vivienda o vehículos), y de obstaculizar el crecimiento, progreso e
innovación de la pequeña y mediana empresa con impuestos y parafiscales que alcanzan
hasta el 70 por ciento de sus utilidades (sin restar las deducciones y subsidios al capital o la
evasión y la elusión, práctica común de algunos empresarios)1.
Por el lado de los egresos, la característica general son los gastos improductivos: corrupción
(de acuerdo con estudios de la Procuraduría, ésta alcanza una suma igual a 32 billones de
pesos al año, cerca del 4% del PIB), nóminas burocráticas sobrevaloradas (los salarios de los
1,3 millones de funcionarios públicos son, en promedio, cinco veces más altos que lo
percibido por los trabajadores comunes; además, los congresista y altos mandos del Estado
devengan ingresos equivalentes a 50 salarios mínimos legales al mes), captura de rentas
públicas por parte de partidos políticos y los socios de sus negocios, sostenimiento de un
sobredimensionado aparato militar, policivo y de justicia al servicio del Gobierno y el capital
y no de la ciudadanía común, y abigarrados programas de asistencialismo populista social
con fines electorales, donde los políticos pueden sacar ventajas a sus intereses personales y
de grupos, los cuales, a la vez, promueven y reproducen la dependencia social, la
mentalidad mendicante y el sometimiento político, en lugar de la autonomía y el trabajo
productivo y digno (así, por ejemplo, el programa de transferencias monetarias
condicionadas “familias en acción” cubre a 2,5 millones de hogares con hijos menores de 18
años de edad).
La cultura corporativista dominante hace ver a los colombianos que el éxito no deriva del
trabajo o del emprendimiento, sino del clientelismo y los contactos personales: del “saber
quién” en lugar del “saber cómo”. En resumen, a la política y la economía las han marcado
durante mucho tiempo las prácticas poco democráticas como el “patrimonialismo”, el
“corporativismo” y el “clientelismo”
Políticas Monetarias
Difusión de la inflación en Colombia
La inflación es un fenómeno que consiste en un aumento generalizado en el nivel de precios
de los bienes y servicios de una economía. Acorde con lo anterior, en este recuadro se
presentan algunos indicadores que buscan establecer qué tan diseminados y pronunciados
han sido los aumentos en los precios al consumidor registrados en Colombia en los últimos
trimestres, los cuales han llevado a un incremento notable de la variación anual del índice
de precios al consumidor (IPC). En la década pasada, después de un período de relativa
estabilidad de precios, entre 2010 y 2014, años donde la inflación anual se mantuvo en un
rango entre el 2% y el 4%, un conjunto de choques, entre los cuales se destacan la caída del
precio del petróleo a finales de 2014 (que generó una fuerte depreciación del peso), las
reformas en materia tributaria de 2016 (aumentó el IVA del 16% al 19%), un extenso paro
camionero a mediados de 2016 y un episodio de El Niño muy intenso entre 2015 y 2016,
generaron una base amplia de crecimientos de precios al consumidor que hicieron
desbordar la inflación hasta casi el 9,0% en julio de 2016. A continuación, se analizan varios
indicadores de difusión de la inflación, con el fin de monitorear la dinámica de la
generalización y de la amplitud de los cambios en los precios al consumidor. Como se
muestra en el Gráfico R3.1, a partir de 2011 y hasta mediados de 2014 entre un 30,0% y un
55,0% de las subclases de la canasta al consumidor registraron crecimientos de precios
superiores a la meta de inflación. Posteriormente, desde la segunda mitad de 2014 y hasta
mediados de 2016 se registró un aumento significativo en la proporción de rubros de la
canasta, con crecimientos anuales mayores al 3,0%, alcanzando en junio de 2016 un máximo
histórico. En adelante y hasta el inicio de la pandemia (febrero de 2020), la generalización
de los aumentos de precios por encima de la meta disminuyó hasta acercarse a niveles
observados antes del fenómeno de El Niño de 2016. Como se explicó en el capítulo 3 de este
Informe, eventos externos recientes, junto con algunos idiosincrásicos, impulsaron la
inflación anual al consumidor desde su mínimo histórico del 1,61% en diciembre de 2020
hasta el 8,53% en marzo de 2022. Diversos indicadores muestran que este aumento se ha
dado debido a ajustes crecientes en un número amplio de los bienes y servicios que
componen la canasta del consumidor1 . Una vez superado lo peor de la pandemia, el
bloqueo de vías de mayo y junio de 2021, la contracción de la oferta agropecuaria y la
disrupción en las cadenas de suministros globales, junto con una recuperación del consumo
y la disolución de algunos alivios de precios otorgados por el Gobierno, desencadenaron
incrementos de precios generalizados y de magnitud significativa, con lo cual para diciembre
de 2021 cerca del 68,0% de los rubros de la canasta familiar superaban ya la meta de
inflación del 3,0%. Con información a marzo de 2022, y ya operando el efecto alcista sobre
los precios al consumidor
derivados de la invasión de Rusia a Ucrania, la proporción de rubros que se situaba por
encima del objetivo inflacionario alcanzaba el 80,0%, un nivel no registrado desde el
episodio de alta inflación de 2015-2016 (Gráfico R3.1). En el Gráfico R3.2 se ilustra la forma
como se ha distribuido el crecimiento de los precios en la canasta de consumo antes de la
pandemia, así como para 2021 y lo corrido de 2022. Antes del inicio de la emergencia
sanitaria, en diciembre de 2019 el 34,6% de las subclases del IPC experimentaron
incrementos anuales de precios por encima del rango entre el 2,0% y 4,0%. Sin embargo, al
cierre de 2021 este porcentaje ascendía al 57,7%. Con registros de precios a marzo de 2022,
ya cerca del 77,0% de ítems superaron este rango, destacándose que cerca de un 20,0% de
los rubros registraron variaciones anuales superiores al 14,0%. Además, con corte a marzo
de 2022, de un total de 188 rubros que conforman el IPC, 176 (un 94,0%) experimentaron
variaciones anuales positivas. Dentro de los rubros con mayores crecimientos de precios
(que superan el 14,0%) se encuentran los alimentos, las comidas fuera del hogar, la
electricidad, seguros para vehículos, neumáticos y piezas para bicicletas y productos de
limpieza y mantenimiento. En contraste, solo pocos ítems presentaron cambios anuales de
precios negativos, entre los que se destacan las prendas de vestir para mujer y hombre,
servicios de información y comunicación, equipos de telefonía móvil y aparatos de
procesamiento de información. Con el Gráfico R3.3 se puede identificar la distribución de la
inflación mensual de la canasta del consumidor ajustada por efecto estacional y calendario
(daec). Con estos resultados se concluye que al comienzo de 2021 cerca de una cuarta parte
de la canasta del consumidor presentaba ajustes mensuales superiores al 0,5%, y desde
entonces se observa una marcada generalización de incrementos de precios con una alta
intensidad de ajustes, al punto de que a marzo de 2022 alrededor de un 46,0% de las
subclases del IPC exhibían crecimientos mensuales superiores al 0,5%. El Gráfico R3.4 es una
representación visual (mapa de calor) de la magnitud del fenómeno inflacionario, según las
categorías de las principales agregaciones del IPC analizadas regularmente por el Emisor
(alimentos, regulados, bienes y servicios) para cada mes desde el período 2014-mar.2022 Se
evidencia el aumento de la variación anual de los precios para la mayor parte de categorías.
Sin embargo, se destacan principalmente los servicios públicos y combustibles (dentro de
los regulados), de alimentos perecederos y procesados, y de las comidas fuera del hogar (en
servicios), los cuales experimentaron ajustes anuales superiores al 10% en los últimos
meses. Tanto una alta dispersión de los ajustes de precios en la canasta al consumidor,
como su importante magnitud, han acompañado el incremento reciente de la inflación, al
punto de acercarla a niveles similares a los techos alcanzados a mediados de 2016. Las
distintas mediciones de la distribución e intensidad de los ajustes en el IPC analizadas en
este recuadro muestran que el aumento de precios en la economía colombiana, y
especialmente en la canasta del consumidor, no se ha concentrado en pocos rubros, sino
que estaría siendo generalizado, y ha venido acompañado de ajustes mensuales y anuales
de magnitudes históricamente altas.
Dinámica reciente del precio de la carne de res en Colombia
a/ Cada precio corresponde al precio del principal exportador de cada producto. Fuente:
Fondo Monetario Internacional; cálculos propios.
En este recuadro se presenta un análisis descriptivo del precio de la carne de res en
Colombia. Primero, se muestra su evolución reciente, así como la de los precios de sus
principales sustitutos. Después, se discuten posibles hipótesis para explicar su
comportamiento. Por último, se exponen algunas ideas sobre las perspectivas de mediano
plazo. El Gráfico R3.1 muestra los índices de precios (IPC) al consumidor en Colombia de las
diferentes proteínas animales. Entre julio de 2017 y julio de 2019, los precios del pollo,
cerdo y res presentaron variaciones anuales inferiores al 1%. En 2021 se observan
incrementos sustanciales en todas las categorías. El mayor incremento entre enero y
noviembre de 2021 se produjo en el precio de la carne de res (29,5%), seguido por la carne
de pollo (24,9%) y la carne de cerdo (21,5%). El aumento reciente en los precios de las
carnes en el país coincide con incrementos en los precios internacionales de estos productos
(Gráfico R3.2). Esto puede estar asociado con los altos precios de materias primas como el
maíz y la soya, importantes para la producción de proteínas animales, y con presiones de
demanda en la medida en que las economías se recuperan de la crisis generada por la
pandemia del Covid-19. Estas condiciones externas pudieron repercutir en los precios de la
carne de res en Colombia de manera directa, a través de una mayor demanda externa y
unos mayores costos de producción, y de manera indirecta, mediante unos mayores precios
de las proteínas sustitutas como el pollo y el cerdo. A continuación, discutimos estos
posibles mecanismos.
1. Choques a la producción de bienes sustitutos
Entre 2017 y 2020 la producción de carne de cerdo y pollo creció un 129,0% y 52,7%,
respectivamente, mientras que la producción de res disminuyó un 12,3% (Gráfico R3.3). Esta
expansión en la oferta de cerdo y pollo, asociada, en parte, con mejoras en las tecnologías
de producción, puede haber generado presiones a la baja en los precios de estos productos
y de sus sustitutos, como la carne de res. En 2021 este efecto posiblemente se reversó,
debido a los incrementos en los costos de insumos importados y los bloqueos viales, todo lo
cual afectó particularmente la producción de pollo y cerdo. Según información de la
Federación Nacional de Cultivadores de Cereales, Leguminosas y Soya (Fenalce), los precios
que pagan los productores nacionales por cereales, leguminosas y soya, importantes para la
alimentación de cerdos y pollos, registraron una variación del 56% entre enero de 2020 y
noviembre de 2021. Además de costos altos, los bloqueos viales del segundo trimestre de
2021 afectaron la entrada de alimentos a algunas granjas avícolas y porcícolas del
suroccidente del país, lo que generó afectaciones de los ciclos de crecimiento y
reproducción de los animales, con efectos persistentes sobre la oferta en el mediano plazo.
El choque a la producción de pollo y cerdo, causado por los bloqueos viales y el aumento en
el precio internacional de los insumos, pudo haber desencadenado un choque de demanda
en el mercado de proteínas sustitutas, como la carne de res. Debido al rezago entre la
reproducción de las novillas y el sacrificio del ganado, y a los ciclos de retención y
liquidación ganadera, la oferta de carne de res es relativamente inelástica en el corto plazo.
En ese contexto, este choque de demanda debió generar presiones al alza en los precios de
la carne de res. El Gráfico R3.4 muestra la evolución del margen entre los precios al
consumidor y los precios al productor de carne de res. Esta medida, que representa un
proxy del margen de comercialización de la carne de res, se incrementó un 5% entre enero y
noviembre de 2021, tras cuatro años de relativa estabilidad. Este incremento en los
márgenes de comercialización, tras un choque de demanda como el que pudo haber
generado el aumento en los precios del pollo y el cerdo, es consistente con condiciones de
competencia imperfecta en el mercado de la carne de res.
pueden resultar de una conjunción de múltiples factores. Por un lado, los bloqueos viales
durante el segundo trimestre. Por otro, una fase de retención en el ciclo ganadero, asociada
con expectativas de precios altos en el mediano plazo. Por último, un incremento en las
exportaciones y con esto una reasignación de ganado para el consumo interno hacia los
mercados internacionales. El Gráfico R3.6 muestra la evolución del flujo de cabezas de
ganado que salen mensualmente del inventario nacional. La línea azul muestra el número
total para el consumo interno y exportación (en canal y en pie). La línea amarilla muestra el
sacrificio para el consumo nacional. La brecha entre la línea azul y la amarilla representa las
exportaciones totales. Entre junio y octubre de 2021 el número de cabezas exportadas
creció un 90%, mientras que el número de cabezas para el consumo nacional se mantuvo
relativamente estable. En 2020 y 2021 se exportó entre el 10% y el 20%, respectivamente,
de las cabezas de ganado que salieron del inventario mensual. Dentro de estas, las
exportaciones de ganado en pie representaron cerca del 50%. El dato más reciente, a
noviembre de 2021, muestra una leve caída en las exportaciones y un aumento en el
sacrificio para el consumo interno.
2. Exportaciones
El crecimiento en el precio de la carne podría también estar impulsado por una disminución
en la oferta de carne de res para el consumo nacional debido a un aumento en las
exportaciones2 . El Gráfico R3.5 muestra que, en efecto, el volumen de la carne en canal
para consumo interno presentó en 2021 niveles históricamente bajos. Estos bajos niveles.
Al analizar los valores totales de las exportaciones, se observa un incremento del 22% entre
2020 y 2021 (a octubre), al pasar de USD267.177 a USD327.500. Sin embargo, estos valores
siguen siendo inferiores a los datos registrados en 2008 y 2009, cuando estuvieron entre
USD600.000 y USD700.000, y en 2013 cuando registraron alrededor de USD500.000 (Gráfico
R3.7).
Pese a los fuertes incrementos en las exportaciones de ganado vacuno, existen razones para
pensar que estos no explican la totalidad del aumento en los precios internos de la carne. En
primer lugar, el flujo de cabezas para el consumo interno es cerca de cuatro veces superior
al flujo de cabezas para la exportación. Por otro lado, como se muestra en el Gráfico R3.7,
en períodos anteriores se han observado niveles de exportación superiores, sin que esto
haya generado reducciones sustanciales en la oferta y en los precios. No obstante, los
aumentos en las exportaciones en un contexto de precios internacionales altos, como el
actual, sí puede haber generado presiones al alza en los precios y haber contribuido, en
alguna medida, al crecimiento en los precios que se observó durante 2021.
3. Efecto directo de choques internos y externos
El Gráfico R3.6 muestra una caída en el sacrificio de ganado en mayo de 2021 durante el
paro nacional. Dificultades para transportar el ganado y la carne pueden explicar esta caída.
Sin embargo, esto debió resolverse una vez se levantaron los bloqueos y es poco probable
que haya tenido efectos persistentes sobre la oferta de novillos. Por otro lado, el ganado de
ceba en Colombia se alimenta principalmente de pastos, por lo que no se espera que los
altos precios de los insumos para concentrados generen incrementos importantes en los
costos de producción. Si bien algunos suplementos nutricionales y medicamentos para el
ganado han presentado incrementos en los precios, su participación sobre los costos totales
es relativamente baja.
4. Perspectivas a mediano plazo
De acuerdo con información de Fedegán, el número de cabezas en el inventario aumentó un
30,6% entre 2016 y 2021 y el porcentaje de hembras sacrificadas disminuyó 2,63 puntos
porcentuales en el mismo período. Por consiguiente, no se aprecian presiones en el hato a
futuro. Asimismo, si bien el precio de los novillos flacos presenta incrementos cercanos al
30% entre enero y mayo de 2021, estos incrementos se moderaron a partir del segundo
semestre de 2021 (Gráfico R3.8), lo cual podría dar indicios de una posible desaceleración
en el crecimiento del precio final de la carne de res en el mediano plazo. Por último, existe
alta incertidumbre sobre la dinámica de las exportaciones en el mediano plazo, pues
dependerá de las posibilidades para mantener el estatus libre de aftosa en el país y de la
evolución de la demanda mundial, en particular, la demanda por carne con sellos de calidad
y ambientales recién otorgados a la ganadería vacuna colombiana. En conclusión, detrás de
la dinámica alcista en los precios de la carne de res que se observó durante 2021 confluyen
múltiples factores de oferta y demanda. Por una parte, la recuperación de la demanda
internacional, y con ella un aumento en las exportaciones de ganado en pie y de carne en
canal. Por la otra, el incremento en los costos de producción de las proteínas sustitutas, lo
que pudo haber generado presiones al alza sobre los precios de la carne de res. En cuanto a
las perspectivas de este mercado, no parece haber presiones en el inventario ganadero que
vayan a afectar la oferta en el mediano plazo. Así, la evolución de los precios internos de la
carne de res estará condicionada, en gran medida, por lo que suceda con el desempeño de
las exportaciones, y por la evolución de los precios internacionales de insumos como el maíz
y la soya, importantes para la producción de proteínas sustitutas como el cerdo y el pollo.
Índice Big Mac
El índice Big Mac es elaborado por la revista The Economist, también conocido como índice
paridad del poder adquisitivo Big Mac, y tiene como referencia el precio de esta famosa
hamburguesa en cada país para conocer si su divisa está o no sobrevalorada en relación a
otro país con el que quiero comparar.
Basándose en la teoría del poder adquisitivo, el Índice Big Mac, utiliza el precio de un Big
Mac, que es un producto uniforme en todo el mundo. De lo contrario no sería un indicador
fiable. El Big Mac index es una medida uniforme ya que las hamburguesas se fabrican
exactamente igual en todos los países y establecimientos con una estructura física y de
personal trabajando bastante homogénea.
Al comparar el precio de un Big Mac en la moneda local, si el precio del Big Mac convertido
a dólares es menor que el precio del Big Mac en Estados Unidos, nuestra moneda está
infravalorada con respecto al dólar (abajo puedes ver un ejemplo).
Al margen de otros indicadores que reflejan con mayor precisión la paridad del poder
adquisitivo, puede ser adecuado como una medida para comprobar si una divisa está o no
sobrevalorada, olvidándose de factores a corto plazo que puedan afectar el
comportamiento de las divisas (como por ejemplo unas elecciones o un atentado).
Suponemos que el mercado es eficiente, y la relación entre las divisas debe ser similar a la
relación entre los precios de los bienes de ese país. En el ejemplo de la hamburguesa, esta
teoría se puede aplicar y considerar que el mercado es eficiente, porque si no se podría
arbitrar y comprar hamburguesas en un país y venderlas en otro obteniendo un margen sin
riesgo.
Ejemplo del índice Big Mac
Si tomamos como referencia el índice Big Mac del 2016, en el que el coste del Big Mac en
Estados Unidos es de 4,93 dólares y en la eurozona su coste es de 3,72 euros. Convirtiendo
el Big Mac en euros a dólares al tipo de cambio oficial del momento (1 euro = 1,075 dólares)
resulta que un Big Mac en Europa vale 4 dólares. Es decir, el Big Mac es más barato en
Europa.
Como el precio en dólares del Big Mac en Europa es menor que el precio del Big Mac en
Estados Unidos decimos que el euro está infravalorado con respecto al dólar (o el dólar
sobrevalorado con respecto al euro). Es decir, la moneda europea debería apreciarse un
18,9% ( o el dólar depreciarse un 23,3%) para ajustarse al tipo de cambio real, medido por el
poder adquisitivo de un Big Mac. O lo que es lo mismo, el tipo de cambio debería ser 1 euro
= 1,2325 dólares (que es igual a 1 dólar = 0,8113 euros). Si en la conversión de la moneda
local a dólares su precio está por debajo de este nivel, entonces la moneda está subvaluada.
Como indica el resultado, a enero de 2016 sólo Suiza, Suecia y Noruega tienen un Big Mac
«más caro» que en Estados Unidos. La mayoría de las monedas están infravaloradas frente
al dólar y el Big Mac resulta «más barato» (en dólares de EEUU) en el resto de los países de
la lista.