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La Observacion

Este documento describe la observación como una técnica de evaluación importante en educación infantil y primaria. Explica que la observación implica la percepción, interpretación y registro sistemático de la conducta. También discute la importancia de planificar la observación, definir objetivos claros, y triangular los datos de múltiples observadores.

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La Observacion

Este documento describe la observación como una técnica de evaluación importante en educación infantil y primaria. Explica que la observación implica la percepción, interpretación y registro sistemático de la conducta. También discute la importancia de planificar la observación, definir objetivos claros, y triangular los datos de múltiples observadores.

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La observación

La observación.

Técnica más idónea a utilizar tanto en la Etapa de Educación Infantil como en


la Primaria, por lo que merece una mención especial. De ella hemos de
valernos como docentes para comprobar los avances de nuestros alumnos,
cómo se enfrentan a las tareas, etc. Partiendo de un contexto sensato de la
evaluación donde, más allá de conocer los resultados de un aprendizaje, nos
centremos en conocer la forma en que los alumnos aprenden.

El uso de la observación es imprescindible en la práctica diaria en la escuela


al tratarse de un proceso de percepción, interpretación y registro sistemático
de la conducta que implica una toma de decisiones continuada, útil en todas
las situaciones en que interaccionen alumnos, profesores o ambos entre sí
(Anguera, 1991).

La observación consiste en el examen atento que un sujeto realiza sobre otro


u otros sujetos o sobre determinados objetos y hechos para llegar al
conocimiento profundo de los mismos, mediante la obtención de una serie de
datos, generalmente inalcanzables por otros medios. La observación es un
proceso cuya función primera e inmediata es recoger información sobre el
objeto que se toma en consideración. Esta recogida implica una actividad de
codificación: la información bruta seleccionada se traduce mediante un
código para ser transmitida a alguien (uno mismo u otros) (Postic y De Ketele
1992, 17).
La observación es la mayor fuente de datos que posee la persona, por lo que
es utilizada tanto en los procesos de evaluación que en esta obra tratamos
como en cualquier estudio o investigación, así como en todas las situaciones
de la vida. Ofrece información permanente a la persona acerca de lo que
ocurre en su entorno.

Es cierto que la técnica de observación ha sido utilizada durante mucho


tiempo por los profesores en las aulas, pero no de forma organizada ni
sistemática. ¿No observan los profesores a sus alumnos? ¿No consiguen datos
mediante esta técnica? Por supuesto que sí. Pero son pocas las ocasiones en
que el profesorado se atreve a utilizar los datos observados para sustentar su
juicio evaluador acerca del desempeño o actuación del alumno. ¿Por qué
ocurre esto? Porque la evaluación no se planifica, no se realiza con el
suficiente rigor o sistematicidad para poder apoyar un juicio de valor con base
en los datos reunidos.

Por su parte, Casanova (1999, 134) señala un conjunto de características


acerca de la observación que habitualmente se realiza en el aula:
• Irregularmente: unas veces sí y otras no.

• Sin objetivos delimitados de antemano: se observa lo que más llama la


atención. Por ello, se observan diferentes aspectos en distintos alumnos.
Algún alumno puede permanecer sin que nadie haya observado nada sobre
él.

• Sin registros escritos de lo observado: los posibles datos recogidos quedan


librados a la mejor o peor memoria del observador (profesor) y a su
interpretación personal.

• De modo individual: por lo que se corre el riesgo de que la información


obtenida esté sesgada por la subjetividad del observador. La autora antes
citada advierte que los datos así obtenidos no pueden ni deben emplearse
para evaluar al alumnado porque se corre el riesgo de que conduzcan a una
evaluación distorsionada.

De los errores y sesgos antes mencionados, se desprende que para que los
datos recolectados mediante la observación posean la fiabilidad y validez
necesarias, ésta deberá contener una serie de características, tales como:

• Planificación
• Definición clara.
• Precisa de objetivos
• Sistematización
• Delimitación de los datos que se recogerán
• Registro de datos en los instrumentos o soportes convenientes
• Triangulación de las observaciones realizadas
Planeación de la observación.

Todo proceso de observación demanda que, antes de empezar a observar, se


haga una planeación adecuada que:

a) delimite claramente el tipo de datos que se desea obtener.

b) defina los objetivos que es posible cubrir.

c) precise el modo de sistematizar los datos, para garantizar su rigor.

d) prevea la elaboración o selección de los instrumentos adecuados para


recoger los datos previstos. Triangulación de los datos.

Es fundamental el contraste de la información recogida, triangulando la misma


con otros observadores que participan en el proceso. El contraste contribuye
a reducir la influencia que en las observaciones pueda ejercer la subjetividad
del profesor u otro observador externo. Hay que vigilar que no se produzcan
sesgos en la interpretación durante el proceso de observación, para lo cual se
recomienda realizar observaciones colegiadas y puestas en común, incluso
con la participación de la persona observada.

Conseguir observaciones objetivas es una tarea compleja en la que


intervienen diversas limitantes, entre las que se encuentran: los valores
individuales y los aceptados socialmente; el grado de conocimientos en
determinados campos; las formas de actuación aceptadas en general,
etcétera. Por eso resulta imprescindible el contraste de los datos recogidos
mediante esta técnica (Casanova 1999). Por otro lado, se aconseja hacer las
anotaciones escritas de lo observado de forma inmediata, en el momento más
cercano posible a la producción del hecho, pues la mente, también selecciona,
recuerda e interpreta de acuerdo con su estructura, sus esquemas y sus
posibilidades, que son evidentemente diferentes de unas a otras. Los factores
emocionales y motivacionales, por su parte, interfieren de forma significativa
en el recuerdo y la interpretación de la información.

TIPOS DE OBSERVACIÓN.

La observación participante. En este tipo de observación, el observador está


integrado, en mayor o menor medida, en el grupo al que debe observar. En
los trabajos de campo, los antropólogos han llegado a integrarse de tal forma
que ni siquiera los componentes del grupo sabían que estaban siendo
observados. En la observación del alumnado esta situación no es posible ni
aconsejable. La posición del profesor puede considerarse dentro de esta
categoría, porque forma parte del proceso educativo que está teniendo lugar.

Es parte interesada y por ello parte del grupo. Sin embargo, en este caso, es
posible desdoblar el papel del profesor, teniendo en cuenta que será
observador externo o no participante de la actuación del alumnado, y
participante en el sentido estricto del proceso de enseñanza y aprendizaje que
tiene lugar en el aula.

La observación no participante. En esta modalidad de observación el


observador es absolutamente externo al grupo, permanece al margen de las
actuaciones del mismo y de las relaciones que se establecen entre sus
miembros. En ningún caso y bajo ninguna circunstancia se integra al grupo
que observa. Se trata de un observador externo al grupo-clase, sin
implicaciones ni responsabilidades en su modo de funcionar, y sin tareas
concretas que desarrollar durante el tiempo que observa (situación que debe
afrontar el profesor), por consiguiente, se espera que capte un mayor número
de facetas en su observación y la interpretación que ofrezca será, sin duda,
desde una posición distinta y complementaria a la de los protagonistas de la
acción.
Es importante señalar que ambos tipos de observación pueden resultar útiles,
en función de los objetivos que se persigan y de la evaluación a realizar. En
cualquier caso, como ya se ha mencionado, el contraste de los datos es
importante. La observación directa, como la conversación, es una actividad
que el profesor o profesora utiliza cada día, en cada clase, de modo
espontáneo e intuitivo. Lo que importa en la observación utilizada con fines
evaluativos es delimitar y dejar establecidos: sus campos, qué merece la pena
ser observado, qué importancia se concede a los datos observados y qué
papel pueden desempeñar aquí los sujetos observados.

Otro punto importante a tener en cuenta es que tanto el sujeto que ejerce el
papel de observador como el sujeto observado conozcan desde el inicio las
reglas del juego, mejor si éstas son fruto de la negociación y del mutuo
acuerdo consensuado. Los participantes deben saber a qué atenerse,
reconocer en su justa medida el valor de lo observado, en el marco que
establece el contexto en el cual lo observado adquiere una significación
determinada. La observación tiene un sentido de evaluación informal. De
hecho, es habitual que el profesorado haga apreciaciones y valoraciones
constantemente, sobre la base de hechos o de intuiciones, de juicios y también
de presuposiciones y prejuicios.

Este tipo de evaluación se puede documentar empleando diarios, anotaciones,


así como otros registros documentados sobre los que se pueda ofrecer
información oportuna y conveniente para quien aprende. Serán un referente
para reducir la subjetividad y asegurar que los prejuicios sean constreñidos
mediante la reflexión, el contraste y el diálogo. Triangular recursos de
evaluación y, sobre todo, contar con los sujetos a los que está referida, serán
un garante del actuar correcto y justo en estos casos.

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