Hobsbawm, E. La Era Del Imperio 1875-1914. Cap. 6
Hobsbawm, E. La Era Del Imperio 1875-1914. Cap. 6
f LAERA
DEL IMPERIO,
1875-1914
CRÍTICA
GRUPO EDITORIAL PLANETA
BUENOS AIRES
LAS NACIONES Y EL NACIONALISMO 153.
el imperio de.Jos Habsburgo y entre los judíos de la diáspora. El nacionali~~:,'.ji:~·; sudski .tenía razón. El estado no sólo creaba la nación, sirio que necesitaba
mo era considerado aquí como un fenómeno inherente no a un fragmento)··:"···· .)crear la nación. Los gobiernos llegaban ahora directamente a cada ciudadano
concreto del mapa en el que se asentaba un núcleo determinado de poblaciótí:l de sus territorios en la vida cotidiana, a tr,avés de agentes modestos pero
sino a los miembros de aquellos colectivos de hombres Y mujeres que S'~~·" ~·"" omoipresentes1 desde los carter.os y policías hasta los maestros y, en muchos
consideraban como pertenecientes a una nacionalidad, con independencia deh:;.¿;) países, .los em~leados del ferrocarril., Podían exigi_r, el comprom!so personal
lugar donde vivían. En su calidad de tales, gozarían de «autonomía culturat))';';···<:.': activo de los ciudadanos varones, mas tarde tamb1en de las mujeres, con el
Los defensores de las teorías geográfica y humana de «la naci_ón» se enzar~.(·.: estado: de hecho, su «patriotiSmo». En ese período cada vez más democráti-
zaron en agrias disputas, sobre todo en el ·seno del movimiento socialiSt3:.C co, Ja autoridad no podía confiar ya en que los distintos órdenes sociales se
internacional y, también, en el caso de los judíos, entre sionistas y bundistas~:,·· sometieran espontáneamente a sus superiores en la escala social en la forma
Ninguna de las dos teorías era totalmente satisfactoria, si bien la humana era;_ tradicional, ni tampoco en la religión tradicional como garantía eficaz de obe-
más inofensiva. Desde luego, esa teoría no llevó a sus defensores a crear pfi:,i: diencia social, y necesitaba unir a los súbditos del estado contra la subver-
mero un territorio para luego obligar a sus habitantes a adoptar la fonna n'a""; sión y la disidencia. «La nación» era la nueva religión cívica de los estados.
cional adecuada; es decir, como afirmaba Pilsudski, líder de la nueva Polo:~· Constituía un nexo que unía a todos los ciudadanos con el estado, una forma
nia independiente después de 1918: «Es el estado el que hace la nación y no de conseguir que el estado-nación llegara directamente a cada ciudadano, y era
la nación al estado». 6 al mismo tiempo un contrapeso frente a todos aquellos que apelaban a otras
Desde el punto de vista sociológico, tenía razón, sin duda. No es que lealtades por encima de la lealtad del estado: a la religión, a la nacionalidad
hombres y mujeres -con la excepción de algunos pueblos nómadas o de la 0 a un elemento étnico no identificado con el estado, tal vez sobre todo a la
diáspora- no estuvielan profundamente enraizados en un lugar al que lla~: clase. En los estados constitucionales, cuanto más intensa fue la participación
ruaban «patria», sobre todo teniendo en cuenta que durante la mayor parte de de las masas en la política a través de las elecciones, más posibilidades exis-
la historia la gran mayoría de la población pertenecía al sector con raíces más tían de que esas voces fueran escuchadas.
profundas de toda la humanidad, aquellos que vivían de la agricultura. Pefo: Además, incluso los estados no constitucionales comenzaron a compren-
ese «territorio patrio» en nada se parecía al territorio de la nación moderna: der la fuerza política que residía en la posibilidad de apelar a sus súbditos so-
La «patria» era el centro de una comunidad «real» de seres humanos con fe-;'·'·' bre la base de la nacionalidad (una especie de llamamiento democrático sin
laciones sociales reales entre sí, no la comunidad imaginaria que crea un cier<- los peligros de la democracia), así como sob_re la base de su obligación de
to tipo de vínculo entre miembros de una población de decenas -en la-ác..,_<. : · obedecer a las autoridades sancionadas por Dios. En la década de 1880 el zar
tualidad incluso de centenares- de millones. El mismo vocabulario de 7:· de Rusia, enfrentado con las agitaciones revolucionarias, comenzó a aplicar la
muestra este hecho. En español, el término patria no fue sinónimo de Espa-· política que le había sido sugerida en vano a su abuelo en el decenio de 1830,
ña hasta finales del siglo XIX. En el siglo XVIII sólo significaba el lugar o al~:"- - de basar- su gobierno no sólo en los principios de la autocracia y la ortodo-
dea donde nacía una persona. 7 Paese en italiano («país») y pueblo en espa..; xia, sino también en la nacionalidad: es decir, en apelar a los rusos en tanto
ñol significan tanto aldea como el tenitorio nacional de sus habitantes.*' El que rusos. 8 Desde luego, en cierto sentido, prácticamente todos los monarcas
nacionalismo y el estado aplicaron lós conceptos asociados de familia, veci- . del siglo XIX se vieron obligados a utilizar un disfraz nacional, pues casi nin-
no y suelo patrio a unos territorios y poblaciones de un tamaño y escala.ta:::..": guno de ellos era nativo del país que gobernaba. Los príncipes y princesas,
les que convirtieron a esos conceptos en simples metáforas. alemanes en su mayoría, que se convirtieron en monarcas o en monarcas
Pero naturalmente, con el declive de las comunidades reales a las que·és~· consortes de Inglaterra, Grecia, Rumanía, Rusia, Bulgaria o cualquier otro
taba acostumbrada la gente -aldea y familia, parroquia y barrio, gremiá~ país, pagaron tributo al priricipio de nacionalidad convirtiéndose en británi-
confraternidad y muchas otras-, declive que se produjo porque ya no abar- cos (como la reina Victoria) o griegos (como Otto de Baviera) o aprendien-
caban, como en otro tiempo, la mayor parte de los acontecimientos de la vida do otra lengua que hablaban con acento extranjero, y ello aunque tenían mu-
y de la gente, sus miembros sintieron la necesidad de algo que ocupara su lu-· cho más en común con los otros miembros del sindicato internacional de
gar. La comunidad imaginaria de «la nación» podía llenar ese vac~u. ., príncipes -o más bien diríamos familia, ya que todos ellos estaban empa-
Se vio vinculada, inevitablemnte, a ese fenómeno característico del si- rentados- que con sus propios súbditos.
glo XIX que es el «estado-nación». En efecto, en el terreno de la política, Pil~ Lo que hacía que el nacionalismo de estado fuera aún más fundamental
era que la economía de una era tecnológica y la naturaleza de su administra-
ción pública y privada exigía una educación elemental de masas, o cuando
* La fuerza del serial alemán de televisión Heinw.t reside precisamente en que une la ex.~_·
periencia de los personajes de la «pequeña patria» -la montaña Hunsrück- con su experien~ menos que estuvieran alfabetizadas. El siglo XIX fue el período en que se
cia de la «gran patria», Alemania. eclipsó la comunicación oral cuando se amplió la distancia existente entre la
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autoridad y los súbditos y cuando la emigración masiva separó incluso a. las dos filos. Si es verdad que movilizaba a una parte de la p~blación, alienaba
madres y a los hijos, a los novios y a las novias a varios días de viaje de dis- -...a otra, a aquellos que no pertenecían, o no querían pertenecer, a la nación
tancia. Desde el punto de vista del estado, la escuela presentaba otra ventaJa. identificada con el estado. En re.Sumen, contribuyó a definir las nacionalida-
fundamental: podía enseñar a los Iliños a ser buenos súbditos Y ciudadanos. des ~xcluidas de la nacionalidad oficial separando a aquellas comunidades
Hasta el triunfo de la televisión, ningún medio de propaganda podía campa~ que, por la razón que fuera, oponían resistencia a la lengua y la ideología
rarse en eficacia con las aulas. oficiales.
Podemos afirmar, pues, que desde el punto de vista de la.educación, el
período 1870-1914 fue por encima de todo la era de la escuela primaria en
la mayor parte de los países europeos. El número de maest:os se incr~mentó II
notablemente incluso en aquellos países que ya estaban bien escolanzados.
Se triplicó en Suecia y aumentó casi otro tanto en Noru,ega. Al mismo tie¡ft:.. Pero ¿pür qué se resistían algunos, cuando muchos otros no lo hacían?
po, otros países relativamente atrasados avanzaron. El nu1n~ro de ~umnos de Después de todo, los campesinos -y todavía más sus hijos- podían obte-
escuelas primarias se duplicó en los Países Bajos; en el_ R~ino Un1do_(que no· ner importantes ventajas si se convertían en 'franceses, y lo mismo se puede
tenía sistema educativo público antes de 1870) se tnphcó Y en Finlandiá decir de todos ~quellos que adquirían una lengua importante de cultura y
aumentó en trece veces. Incluso en los Balcanes, con un alto índice de anal- progreso profesional además de su propio dialecto o su lengua vernácula.
fabetismo, el número de niños de las escuelas elementales se cuadruplicó, En 1910, el 70 por 100 de los inmigrantes alemanes en Estados Unidos, que
mientras que el de maestros se triplicaba. Pero un sistema educativo nacio- desde 1900 llegaron allí con un promedio de 41 dólares en el bolsillo,9 eran
nal, es decir, organiz6do y supervisado por el estado, exigía una leng9a ya ciudadanos norteamericanos que hablaban inglés, aunque desde Juego no
nacional de instrucción. Así, la educación se unió a los tribunales de justicia tenían intención alguna de dejar de hablar el alemán y de sentirse alemanes. 10
y a la burocracia (véase La era del capit~l, ca~ítulo 5) como fuerza que hizO- (En realidad, muy pocos estados intentaron realmente interrumpir la vida pri-
de la lengua el requisito principal de nac1onal1dad. vada de las lenguas y culturas minoritarias, siempre que éstas no desafiaran
Así pues, los estados crearon, con celo y rapidez extraor~inarios, ~n~cio~--: _ la supremacía pública del estado-nación oficial.) Muchas veces, se daba el
nes», es decir, patriotismo nacional y, al menos, para determinados objetivos, cas~ de que la lengua no oficial.º?, podía competir eficazmente con la lengua
ciudadanos homogeneizados desde el púnto de vista lingüístico y adminis:.._- oficial, excepto en temas de rehg1on, poesía y sentimiento comunitario o fa-
trativo. La República francesa convirtió a los campesinos en franceses.- Er: miliar. Por muy extraño ciue nos pueda resultar en la actualidad, había apa-
reino de Italia, siguiendo el lema de D' Azeglio (véase La era del capital, ca- sionados nacionalistas galeses que aceptaban que su lengua celta ocupara un
pítulo 5, 11) desplegó todos sus esfuerzos, que se sald~r_on c?~ éxito rel~tivo, papel sec~ndario en la centuria del progreso y algunos que incluso aceptaban
para «hacer italianos» a través de la escu~la y el serv1ci.o ~rulttar, de_spu~s d~ la eutanasia natural de su lengua.* Eran muchos los que decidían emigrar no
«haber hecho Italia». En los Estados Unidos, el conocimiento del ingles se de_ un ~erritorio a º!ro, sino de una a otra clase, trayecto que podía implicar
convirtió en requisito para obtener la ciudadanía norteamericana y, desd~:':·· muy bren un cambio de nación o, como mínimo, un cambio de lengua. La
finales del decenio de 1880, se comenzó a introducir un auténtico culto en la Eur~pa central se llenó de nacionalistas alemanes con nombres eslavos y de
nueva religión cívica -la única permitida en una Constitución agnóstica:..'.:~2~- magiares cuyos nombres eran traducción literal del alemán o adaptaciones
en forma de un ritual diario de homenaje a la bandera en todas las escuelas de nombres eslovacos. La nación estadounidense y la lengua inglesa no
norteamericanas. Por su parte, el estado húngaro intentó por todos los medioS fueron las únicas que, en la era del liberalismo y la movilidad hicieron una
convertir en magiares a sus habitantes multinacionales y el estado ~s.o tratQ~--.-· invitación más o menos pública de adhesión. Eran muchos 1ds que se sen-
de conseguir la rusificación de sus nacionalidades menores, es decir, 1nt~n_t6, tí~n felices de aceptar es~s invitaciones, tanto más cuanto que no se les exi-
otorgar al ruso el monopolio de la ed~cación. Allí do~de ~1- factor multtn~~ - g1~ q~: rechazaran .su ongen. Durante la mayor parte del siglo x1x; la «asi~
cional estaba suficientemente reconocido como para permitir que la educ_a· mrlac1on» no fue n.1 mucho menos un término negativo, era lo que muchos
ción elemental, e incluso secundaria, se realizara en otra lengua vernácul:a esperaban conseguir, sobre todo aquellos que aspiraban a integrarse en las
(como en el imperio de los Habsburgo), la len~ua estatal go~aba_de una ve~:; clases medias.
taja decisiva en los niveles más elevados del sistema. De ah1 la importancia, .una .razón inequívoca que indujo a determinados miembros de algunas
para aquellas nacionalidades que no estaban encarnadas ~n un estado, de--_I~-.: nac1onahdades a negarse a «asimilarse» era que no se les permitía convertir-
lucha por conseguir su propia universidad, como en Bohemia, Gales o Fland~_;_._:
En cuanto al nacionalismo de estado, real o (como en el caso de los mo_~-.'. * De hecho, el término lo utilizó un testigo galés ame el comité parlamentario de J847
narcas) inventado por cuestión de conveniencia, era un arma estratégica·d~-: sobre la educación en Gales.
LAS NACIONES Y EL NACIÜNAUSMO 163
LA ERA DEL IMPERIO. 1875-19!4
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sistematizad_o contra «los ~slavos, mediterráneos y semitaS» en los Estados
se en miembros de pleno derecho de la nación oficial. El caso extremo es el :
.)Unidos se dio entre los,.nattvos bla?cos, en especial entre las clases media y
de \as elites nativas en las colonias europeas, educadas en la lengua y la cuí~
alta pr?tes.tant~s Y an~l~fonas, que inventarop incluso en este_período su pro-
tura de los países colonialistas para que pudieran administrar las coloniaS·é.fi{;.
pio ,mito heroico natlv1sta del cowboy anglosajón (y afortunadamente no
beneficio de los europeos, pero que desde luego no eran tratadas como igua><
agremüido) de los grandes espacios abiertos, tan diferentes de los peligrosos
les. Antes o después tenía que estallar un conflicto en esos lugares, sobre to~cj>,'.>:
hormigueros de_las grandes ciudades cada vez más pobladas.*
si tenemos en cuenta que la educación occidental les proveía de una lengUi,·:>-)
D~ hech.o, para esta burguesía el aflujo de extranjeros pobres dramatiza-
específica para articular sus reivindicaciones. ¿Por qué tendrían que celebrat\'.:.:'.
ba y .s,imbohzaba los prob~emas planteados por el proletariado urbano en ex-
los indonesios el centenario de la liberación de los Países Bajos de las rnano·S - '
pans1on, Y en ellos se conjugaban las características de los «bárbaros» inter-
de Napoleón?, escribía un intelectual indonesio en 1913 (en holandés). Si éf
nos y ,.exte~os, que amenazaban con acabar con la civilización tal como la
hubiera sido neerlandés, «no realizarla una· celebración de independencia-el)'._ ..._.,
.cono.c1a~ la~ ~entes respetables (véase supra, p. 43). También dramatizaban,
un país en el que se ha arrebatado a su pueblo la intlependencia». • • • , -..-'/~_::_:·;-:
11
trabajadores ateos. Como casi todos los movim~entos de esas c~racterístic. bJemente o, corito en el País Vasco, en que el uso de la lengua vasca estaba
era una institución fundamentalmente urbana e integrada por miembros d~ ;; '.desapareciendo prácticamente en las ciudades de más rápido crecimiento. 18
clase media y media baja. 11 • , • ·
Sólo Ja presión política podía conseguir para esas lenguas «no competitivas»
De hecho, el progreso del nacionahsmo en el penodo que an~hzamos :fu.#~, [~0~:·: un ·lugar comb medio de educación o de comunicación pública no escrita.
en gran medida un fenómeno protag~ni~ado por esas capa~ n:ed1as de la so~ii: :!f'' sólo eso y nada más que eso convirtió a Bélgica en un país oficialmente bi-
ciedad. Así pues, está perfect~mente JUSt1fi.cado. que los soc1al:stas con~emp~;;;, ift lingüe ( i 870) y_ al flamenco i:;:n una asignatura abligatoria en las escuelas se-
ráneos adjudicaran a ese fenomeno el calificativo de «pequenoburgues»;- ~i, :ét cundarias de Flandes (sólo en 1883). Pero una vez que la lengua no oficial
relación con esas capas sociales contribuye a explicar las tres característic#''.~:r:':'.'-"-~:-.' había alcanzacl.o esa posíción ·oficial, automáticamente consiguió una im-
nuevas que ya hemos señalado: la militancia lingüística, l~ exi~encia .de _esta;~i¡~~:":¡ ·portante circunscripció~ política formada por personas cultas de lengua ·ver-
dos independientes en lugar de otras fonnas· de auto~~m1a mas restnng1da;:·~'Si~~:.; nácula. En~re los 4,8 millones de alumnos de las escuelas primaria y secun-
su identificación con la derecha y la ultraderecha poht1cas. .· <'.<-'~'-.~-- daria de Austria en 1912 existían muchos más nacionalistas potenciales y
Para las clases medias bajas que trataban de elevarse desde un entorn:Q.C:::;~('' reales que entre los 2,2 millones de 1874, sin mencionar los aproximada-
popular, la carrera y la lengua vernácula estaban inseparable~ent~.. unidru-6{·;-;;;···· mente 100.000 nuevos profesores dedicados ahora a instruirles en las dife-
Desde el momento en que la sociedad descansaba en la alfabet1.zac1on masi_:"<<·!>:> rentes lenguas enfrentadas.
va, era indispensable que una lengua hab~ada lleg~ra a .ser oficial -u~ m~:;~~·~:~ Con todo, en las sociédades multilingües, aquellos que eran educados en
dio para la burocracia y la enseñanza- s1 ~e q~,ena evttar que esa ~oc~eda4:¡~:;:;:; la lengua vernácula y que podían utilizar esa educación para realizar un pro-
se hundiera en el subrµundo de una comun1cac1on puramente oral d1gn1fica~:,.:::.; greso profesional se sentían, sin embargo, inferiores y desheredados. En efec-
da ocasionalmente coh el estatus de una exposición en un museo de folcl~i><: to, si en la práctica se encontraban en una posición ventajosa para competir
re. La educación de masas, es decir, primaria, era el eje fundamental, P.u.es_.--;,: por los puestos de trabajo de menos importancia, porque tenían muchas más
sólo era posible realizarla en una lengua que pudiera ente~der el. grueso de.1~;:;:~~. probabilidades de ser bilingües que Jos snobs de la lengua de elite, podían
población.* La educación en una lengua totalmente extranJe~a, viva o rnuemtf.;· considerarse, no sin razón, en desventaja a la hora de optar a los puestos más
sólo es posible para una minoría select~ y muchas v~~es ex1gua.q~e pose~:·~~:~:..;:, importantes. Esto explica la presión para extender la enseñanza vernácula de
tiempo, el dinero y el esfuerzo necesanos ~ara adqu1nr un dom1n1? sufic1en::::::::_. la educación primaria a la secundaria y, finalmente, a la cima del sistema
te de esa lengua. Una vez más, la burocracia era un elemento crucial, porqu~.:-.... educativo, la universidad vernácula. Tanto en Gales como en Flandes la de-
decidía el estatus oficial de una lengua, y porque e~ la mayo.r parte de_:los::'·:·'·'.- manda de una universida4 vernácula fue exclusivamente política (y muy
países ofrecía el mayor número de puestos de t~abaJO que ex1g1an un nivel_ intensa) por esa razón. De hecho, en Gales la universidad nacional creada
cultural. De aquí las innumerables luchas mezquinas q~~ perturbaban lapo_': en 1893, fue durante un tiempo la primera y única institución nacion~l de un
lítica del imperio de los Habsburgo desde 1890 en relac1on con la le?gua. q~~-~:::~ pueblo cuyo pequeño país no tenía existencia administrativa o de otro tipo
se debía utilizar para los rótulos de las calles en las zonas ~e nac1onahdad separada de Inglaterra. Aquellos cuya primera lengua era una lengua ver-
m~xta y sobre cuestiones tales como la nacionalidad de los Jefes de correo~_~::-:· nácula no oficial habían de verse apartados, casi con toda seguridad, de las
o los jefes de estaciones. , . ___ . ; parcelas más elevadas de la cultura y de los asuntos privados y públicos, a no
Pero sólo el poder político podía transtormar el estatus de las lenguas':"'-- ser en tanto que hablantes- de la lengua oficial y superior en que tales asun-
º dialectos menores (que, como todo el mundo sabe, s?n lenguas .que n,9, tos eran conducidos. En resumen, el mismo hecho de que nuevos sectores de
poseen un ejército ni una fuerza de policía). E~to explica las pr:s1ones :~ las clases medias bajas e incluso de la clase media hubieran sido educados
contrapresiones en \a elaboración de los complejos censos del ~enodo (por en esloveno o en flamenco hacía destacar el hecho de que los puestos más
!
ejemplo, los de Bélgica y Austria en 91 O), d~, los que depend1a el estatu_~ elevados quedaban en manos de los que hablaban todavía francés o alemán
político de una u otra lengua. Esto exphca tamb1en, al menos en parte, la.mo:_; aunque no se preocuparan de aprender la lengua secundaria. -'
vilización política de los nacionalistas a causa de 1~ I_en~~a en el. r_nomento en Se hacía necesaria una mayor presión política para superar esa dificultad.
que, corno en Bélgica, el número de flamencos b1hngues erecto muy nOtft:,.;--. De ?echo, lo·que se necesitaba era poder político. Para expresarlo con toda
clandad, había ~u~ obligar a la gente a utilizar la lengua vernácula para to-
* La prohibíción de utilizar el galés o alguna_ lengu_a o dialecto local en I_a clas~; que dejó·.:; _ ; das aquellas actividades en las que normalmente habrían preferido utilizar
huellas tan traumáticas en los recuerdos de los erudito:-. e intelectuales !?cales, se deb10 _noª.°-~ª- otr_a len.?ua. Hungría insistía en el uso del magiar en la escuela, aunque cual-
especie de pretensión totalitaria del estado-nación dominante, sino casi con toda segundad a!~ qu1~r ~ungaro educado, entonces como ahora, sabía perfectamente que el co-
convicción sincera de que sólo era posible una educación adec,uada ~n la_le~gua del esta~o. Y:~e.
que la persona que fuera monol_ingüe inev~tablemente se vena en mfenondad de cond1c1ones noc1m1ento de al menos una de las lenguas utilizadas internacionalmente era
como ciudadano en sus perspecttvas profes10nales. fundamental para ocupar cualquier puesto, excepto los más bajos, en la SC'-
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ciedad húngara. La imposición, o la presión del gobierno, equivalente a .una Para el líder socialista alemán Bebel, el antisemitismo 'era «el socialismo
imposición, fue el procedimiento para convertir al magiar en una lengua lite- -,) de Jos idiotas». Pero lo que sorprende en el desarrollo -del antisemitismo po-
raria que pudiera ser utilizada para todos los aspectos necesarios de una So- lítico a finales de la centuria no es tanto la e~uación <<judío= capitalista», que
ciedad 1noderna en su propio territorio, aunque nadie pudiera entender una no era inverosímil en extensas ,zonas de la Europa centroorieÓtal, sino su aso-
palabra de ella fuera de ese tenitorio. El poder político por sí sólo --en· úlfr.. ciación con el nacionalismo de derechas. Esto era consecuencia no sólo de
mo extremo el poder del estado- podía ser suficiente para alcanzar ese.re- Ja aparición de_ movimientos socialistas que combatían sistemáticarñente la
sultado. Los nacionalistas, en especial aquellos cuyas perspectivas de vida-y xenofobia latente o abierta dé sus seguidores, de forma que en esos sectores
de carrera estaban vinculadas a su lengua, no iban a plantear si existían otras el rechazo de los extranjeros y de los judíos tendía a ser mucho más vergon-
formas para conseguir que las lenguas se desarrollaran y florecieran. zoso qu~ en el ~asado. Esto significó una clara orientación de la ideología
En este contexto, el nacionalismo lingüístico tenía una tendencia intrín:,. nacionahst~ hacia la d_erecha en los estados más importantes, especialmente
seca a la secesión. Y, a la inversa, la reivindicación de un territorio estatal in- en el decenio de 1890, cuando vemos, por ejemplo, cómo las antiguas orga-
dependiente parecía cada vez más inseparable de la lengua; vemos, así, que nizaciones de: masa del nacionalismo alemán, las Turner (asociaciones gim-
en el decenio de 1890 la defensa oficial del gaélico penetra en el nacionalfs- násticas), derivaron del liberalismo heredado de la revolución de 1848 hacia
mo irlandés, aunque -o tal vez por ello- la mayor parte de los irlandeses. una postura agresiva, militarista y antisemítica. Fue a raíz de que los estan-
se sentían plenamente satisfechos hablando sólo inglés. Por su parte, el sio- dartes del patriotismo pasaran a ser propiedad de la derecha política cuando
nismo inventó el hebreo como lengua cotidiana, porque ninguna otra lengua la izquierda encontró problemas para adaptarlos, incluso allí donde el patrio-
de los judíos ies comprometía en la construcción de un estado territorial. Hay tismo estaba tan firmemente identificado con la revolución y la causa del
cabida para una serie" de reflexiones interesantes sobre el diferente destino ; pueblo como en el caso de la bandera tricolor francesa. Agitar el nombre y
que conocieron los esfuerzos políticos de ingeniería lingüística, pues alguno.s la bandera nacionales les parecía un riesgo de contaminación de la ultrade-
de ellos se saldarían con el fracaso (como la reconversión de los irlande- recha. Tendría que llegar la era hitleriana para que la izquierda francesa re-
ses al gaélico) o con un fracaso a medias (como la construcción de un norue~. cuperara por completo el patriotismo jacobino.
go más noruego: nynorsk), mientras que otros intentos acabarían triunfando.. El patriotismo se decantó hacia la derecha política, no sólo porque su
Sin embargo, hasta 1914 por lo general faltó el necesario poder del estado. anterior sostén ideológico, el liberalismo burgués, se batía en retirada, sino
En 1916 no eran más de 16.000 los hablantes habituales del hebreo. también. porq~e la situació~ inte_macional que aparentemente había permitido
Pero el nacionalismo estaba unido de otra forma a las capas medias de la que el hberahsmo y el nacionalismo fueran compatibles ya no era Ja misma.
población, lo que impulsó a ambos hacia la derecha política. La xenofobia se Hasta la década de 1870 -tal vez incluso hasta el Congreso de Berlín de
daba fácilmente entre los comerciantes, los artesanos independientes y algu- 1878- podía afirmarse que la victoria de un estado-nación no significaba
nos campesinos amenazados por el progreso de la economía industrial, sobre necesariamente la derrota de otro. De hecho, el mapa de Europa se había trans-
todo, una vez más, durante los dificiles años de la depresión. El extranjero formado mediante la creación de dos grandes estados-nación (Alemania e Ita-
simbolizaba la perturbación de los viejos hábitos y el sistema capitalista·que ~ia) y .la formación de. otros. más reducidos en los Balcanes, sin que se produ-
los perturbaba. Así, el virulento antisemitismo político que hemos visto que se jera ninguna guerra ni se dislocase el sistema internacional de estados. Hasta
difundió por el mundo occidental a partir de 1880 poco tenía que ver--con< la gran depresión, el librecambio, que tal vez beneficiaba al Reino Unido más
el número real de judíos contra quienes iba dirigido: era tan eficaz en Fran- que a otros países, interesaba a todos. Pero Ja situación varió a partir de 1870,
cia, donde había 60.000 judíos en una población de 40 millones, como en Ycuando el estallido de un conflicto global comenzó a ser considerado de
Alemania, donde su número ascendía a medio millón en una población de nuevo co1no una posibilidad real, aunque no inevitable, comenzó a ganar
65 millones, o en Viena, donde constituían el 15 por 100 de la población to~ terreno el nacionalismo que veía a las otras naciones como una amenaza.
tal. (No era un factor político en Budapest, donde formaban la cuarta part~: ~se nacionali~~o eng~ndró .los movimientos de la derecha política qúe
de la población.) Ese antisemitismo iba dirigido hacia los banqueros, empre.- surgieron. d~ la cns1~ del hberahsmo y, al mismo tiempo, fue reforzado por
sarios y otros a quienes se identificaba con la destrucción que el capitalismo esos mov1m1entos. Ciertamente, aquellos hombres que fueron los primeros en
causaba en los «hombres pequeños». La caricatura típica del capitalista,d~~ autotitularse «nacionalistas» se vieron muchas veces impulsados a la acción
rante la belle époque no era únicamente la de un hombre gordo con sombre_:.. por la experiencia de la derrota de sus estados en la guerra. Tal es el_caso de
ro de copa y fumando un puro, sino que además tenía una nariz judía, por'" Maurice Barres (1862-1923) y Paul DerouJede (1846-1914) tras la victoria
que los sectores económicos en los que destacaban los judíos competían con alemana sobre Francia en 1870-1871, y de Enrico Corradini (1865-1931) tras
los pequeños tenderos y porque otorgaban o negaban créditos a los granjeros la d~rr~ta de Italia, aún más estrepitosa, a manos de Etiopía en 1896. Y los
y a los pequeños artesanos. movimientos que fundaron, que hicieron que el término nacionalismo se in-
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Pero para la mayor parte de la gente, el nacionalismo por sí solo no baS- mezcl~ de ultranacionalismo antisemítico y de vaga demagogia social popu-
taba. Paradójicamente, esto se aprecia con toda claridad en los movimientos J lista en la Alemania posterior a la primera guerra mundial: Adolf Hitler.
de nacionalidades que no habían alcanzado todavía la autodeterminación. En De toqas fonnas, el nacionalismo se hizo popular fundamentalmente cuan-
el período que estudiamos, los movimientos nacionales que consiguieron un do se ingirió como un cóctel. .Su atractivo 'no consistía en Su propio sabor,
auténtico apoyo de masas -y, desde luego, no todos los movimientos que lo sin~ en su combinación con otro u otros ingredientes; que, se esperaba, cal-
buscaron lo consiguieron- fueron prácticamente siempre los que conjuga- maría la sed material y espiritual de sus consumidores. Pero este nacionalis-
ron la apelación a la nacionalidad y la lengua con algún otro interés podero- mo, a pesar de-ser bastante auténtico, no era tan militante ni tan sólido, y
so o fuerza movilizadora, antigua o moderna. Una de esas fuerzas moviliza- ciertamente no era tan reaccionario, como la derecha patriotera hubiera que-
doras era la religión. Sin la Iglesia católica, los movimientos flamenco y vas- rido que fuera.·
co habrían carecido de significación política, y nadie pone en duda que el ca- El imperio de los Habsburgo, que a no tardar se desintegraría como con-
tolicismo dio consistencia e implantación entre las masas al nacionalismo de secuencia de las difereTites presiones nacionales, ilustra, paradójicamente, las
irlandeses y polacos, gobernados por unas autoridades cuya confesión reli- limitaciones del nacionalismo. En efecto, aunque en los primeros años del
giosa era distinta. De hecho, durante este período el nacionalismo de los fe- decenio de 1900 la mayor parte de la población era perfectamente consciente
nianos irlandeses que originalmente era un movimiento secular y anticlerical de pertenecer a una nacionalidad concreta, eran pocos los que comprendían
dirigido a los irlandeses sin atender a su condición religiosa, llegó a ser una que eso era incompatible .con el apoyo a la monarquía de los Habsburgo. Ni
fuerza política importante precisamente cuando permitió que el nacionalismo siquiera tras el estallido de la guerra pasó a ser la independencia nacional un
irlandés se identificara con el irlandés católico. tema de primera importancia, y una hostilidad abierta frente al estado sólo se
Como ya hemos sugerido -y esto es aún más sorprendente-, hubo par- apreciaba en cuatro de las naciones de los Habsburgo, tres de las cuales po-
tidos cuyo objetivo original y fundamental era la liberación internacional so- dían identificarse con estados nacionales situados más allá de sus fronteras
cial y clasista, que se convirtió también en vehículo de la liberación nacio- (italianos, serbios, rumanos y checos). La mayor parte de las nacionalidades
nal. El restablecimiento de la independencia de Polonia se consiguió no bajo no mostraban deseos visibles de salir de lo que los fanáticos de las clases
el liderazgo de ninguno de los numerosos partidos cuyo único objetivo era la medias y medias bajas llamaban «la presión de los pueblos». Y cuando, en
independencia, sino bajo la dirección del Partido Socialista Polaco de la Se~ el curso de la guerra, se intensificaron realmente el descontento y los sen-
gunda Internacional. El mismo modelo aparece en el nacionalismo armenio timientos revolucionarios, se manifestaron fundamentalmente no en movi-
y, sin duda, también en el nacionalismo tenitorial judío. No hay que atribuir mientos de independencia nacional, sino de revolución social. 2º
la aparición de Israel a Herzl ni a Weizmann, sino al sionismo obrero de ins- En cuanto a los beligerantes occidentales, en el curso de la guerra el sen-
piración rusa. Si algunos de esos partidos fueron justamente criticados en el timiento antibelicista y el descontento social se impusieron cada vez más so-
seno del socialismo internacional por situar el nacionalismo muy por delante bre el patriotismo de los ejércitos, aunque sin llegar a destruirlo. El extraor-
de la liberación social, no puede decirse lo mismo de otros partidos socialis- dinario impacto internacional de las revoluciones rusas de 1917 sólo puede
tas, o incluso marxistas, que para su sorpresa se vieron representando a na:-. comprenderse si tenemos en cuenta que quienes en 1914 habían ido a la
ciones concretas: el Partido Socialista ·Finlandés, los mencheviques en Geor- guerra de buen grado, incluso con entusiasmo, lo habían hecho llevados de
gia, el Bund judío en amplias· zonas del este de Europa y, de hecho, inclu.sQ.,,. la idea de patriotismo que no podía quedar limitado a consignas nacionalis-
los bolcheviques en Letonia, que eran declaradamente anti11acionalistas. A la tas, pues incluía una idea de lo que les era debido a los ciudadanos. Esos
inversa, también los movimientos nacionalistas comprendieron que era nece~ ejércitos no habían ido a la guerra llevados del gusto de la lucha, de la vio-
sario, si no elaborar un programa social específico, cuando menos interesar- lencia y del heroísmo, ni para llevar adelante el egoísmo nacional y el ex-
se por las cuestiones económicas y sociales. No ha de sorprender que fuera pansionismo del nacionalismo de la derecha. Y menos aún puede afirmarse
en la industrializada Bohemia, desgarrada entre checos y alemanes, atraídos. que les impulsara la hostilidad hacia el liberalismo y la democracia.
amb~s por los movimientos obreros,* donde surgieron movimientos que se Bien al contrario. La propaganda interna de todos los beligerantes pone
autodenominaban «socialistas nacionales». Los socialistas nacionales checos de relieve, en 1914, que el punto en el que había que hacer hincapié no era
llegaron a ser el partido más representativo de la Checoslovaquia indep_en-:- la gloria y la conquista, sino el de que «nosotros» éramos las víctimas de una
diente y de sus filas procedió su último presidente (BeneS). Los nacionalso~ agresión o de una política de agresión, y que «ellos» representaban una ame-
cialistas alemanes inspiraron a un joven austríaco que adoptó su nombre Y su naza mortal para los valores de la libertad y la civilización que «nosotros»
encarnábamos. Más aún, era imposible movilizar a los hombres y mujeres
* Los socialdemócratas obtuvieron el 38 por 100 de los votos checos en la primera eieC- para la guerra a menos que sintieran que .la guerra era algo más que un sim-
ción democrática (1907) y se convirtieron en el partido mayoritario. ple combate armado; que en cierto sentido el mundo sería mejor porque
174 LA ERA DEL IMPERIO. 1875-1914