Peter Kreeft
I LO QUE LOS
CATÓLICOS CREEN
(TEOLOGÍA)
Knights of Columbus, Catholic Information Service
Peter Kreeft LO QUE LOS CATÓLICOS CREEN
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Peter Kreeft LO QUE LOS CATÓLICOS CREEN
INTRODUCCIÓN A LITURGIA CATÓLICA
¿Qué cree un católico?
¿Cómo rinde culto un católico?
¿Cómo vive un católico?
Basado en el Catecismo de la Iglesia Católica
Por Peter Kreeft
Editor General
Padre Gabriel B. O’Donnell, O.P.
Nihil obstat: (provisto para el texto en inglés) Reverend Alfred McBride,
O.Praem.
Imprimatur: (provisto para el texto en inglés) Bernard Cardinal Law
19 de diciembre de 2000
El Nihil Obstat y el Imprimatur son declaraciones oficiales de que un libro o
cuadernillo está libre de error doctrinal o moral. Estas autorizaciones no
implican de forma alguna que quienes han otorgado el Nihil Obstat y el
Imprimatur estén de acuerdo con el contenido, las opiniones o las
declaraciones expresadas.
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Peter Kreeft LO QUE LOS CATÓLICOS CREEN
Derechos de Autor © 2001 del Consejo Supremo de los Caballeros de Colón
Todos los derechos reservados.
Las citas del Catecismo de la Iglesia Católica están tomadas de la traducción al
español del Catecismo de la Iglesia Católica, Segunda Edición: Modificaciones
basadas en la Editio Typica, Derechos de Autor © 1997, United States Catholic
Conference, Inc.-Librería Editrice Vaticana.
Las citas de las Escrituras contenidas aquí están adaptadas en la versión en
inglés del Revised Standard Version of the Bible, copyright © 1946, 1952, 1971,
y de New Revised Standard Version of the Bible, copyright © 1989, por la
División de Educación Cristiana del Concilio Nacional de las Iglesias de Cristo
en los Estados Unidos de América, y se utilizan con autorización. Todos los
derechos reservados.
Para la versión en español, se usan con autorización los textos de l a Biblia de
Jerusalén, Nueva edición revisada y aumentada © 1998 Equipo de traductores
de la edición española de la Biblia de Jerusalén, Desclée De Brouwer, S.A.,
Bilbao, España.
Los pasajes en inglés del Código de Ley Canónica, edición Latina/Inglés, se usan
con autorización, derechos de autor © 1983 Canon Law Society of America,
Washington, D.C.
Las citas de documentos oficiales de la Iglesia, en la versión en inglés, de
Neuner, Josef, SJ, y Dupuis, Jacques, SJ, eds., The Christian Faith: Doctrinal
Documents of the Catholic Church, 5ta ed. (New York: Alba House, 1992). Usado
con autorización.
Citas en inglés del Concilio Vaticano II: The Conciliar and Post Conciliar
Documents, New Revised Edition editada por Austin Flannery, OP, derechos de
autor © 1992, Costello Publishing Company, Inc., Northport, NY, se usan con
autorización de la editorial, todos los derechos reservados.
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Peter Kreeft LO QUE LOS CATÓLICOS CREEN
“La Fe es un regalo de Dios que nos permite conocerlo y
amarlo. La Fe es una forma de conocimiento, lo mismo que la
razón. Pero no es posible vivir en la fe a menos que lo
hagamos en forma activa. Por la ayuda del Espíritu Santo
somos capaces de tomar una decisión para responder a la
divina Revelación y seguirla viviendo nuestra respuesta”.
Catecismo Católico de los Estados Unidos para los Adultos,
38.
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Peter Kreeft LO QUE LOS CATÓLICOS CREEN
UNAPALABRASOBRE ÉSTA SERIE
Este tomo es el primero de una serie de tres que ofrece una
expresión familiar de elementos principales del Catecismo
de la Iglesia Católica.
El Papa Juan Pablo II, bajo cuya autoridad se publicó el
Catecismo en 1992, instó a que se prepararan versiones de
esta naturaleza para que cada pueblo y cada cultura puedan
apropiarse de su contenido como si fuera suyo.
Los diversos capítulos no sustituyen el Catecismo, pero se
ofrecen sólo para hacer más accesible su contenido. La serie
es a veces poética, familiar, festiva e imaginativa; en todo
momento busca ser fiel a la fe. A continuación los títulos de
nuestra serie.
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Peter Kreeft LO QUE LOS CATÓLICOS CREEN
Plan de la obra
Tomo I: Lo que los católicos creen (Teología)
Capítulo 1: Fe
Capítulo 2: Dios
Capítulo 3: Creación
Capítulo 4: La persona humana
Capítulo 5: Jesucristo
Capítulo 6: El Espíritu Santo
Capítulo7: La Santa Iglesia Católica
Capítulo 8: El perdón de los pecados
Capítulo 9: La resurrección del cuerpo
Capítulo 10: La vida eterna
Tomo II: Cómo rezan los católicos (Culto)
Capítulo1: Introducción a la liturgia católica
Capítulo 2: Introducción a los sacramentos
Capítulo 3: Bautismo y confirmación
Capítulo 4: La Eucaristía
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Peter Kreeft LO QUE LOS CATÓLICOS CREEN
Capítulo 5: Penitencia
Capítulo 6: Matrimonio
Capítulo 7: Orden y Unción de los enfermos Capítulo8:
Oración
Capítulo9: El Padre Nuestro
Capítulo10: María
Tomo III: Cómo viven los católicos (Moralidad)
Capítulo 1: La esencia de la moralidad católica
Capítulo 2: La naturaleza humana como base de la
moralidad
Capítulo3: Algunos principios fundamentales de moralidad
católica
Capítulo 4: Virtudes y vicios
Capítulo 5: Los Tres Primeros Mandamientos: Deberes
hacia Dios
Capítulo 6: El Cuarto Mandamiento: Moralidad familiar y
social
Capítulo 7: El Quinto Mandamiento: Temas morales sobre
la vida y la muerte
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Peter Kreeft LO QUE LOS CATÓLICOS CREEN
Capítulo 8: El Sexto y Noveno Mandamientos: Moralidad
sexual
Capítulo 9: El Séptimo y Décimo Mandamientos: Moralidad
económica y política
Capítulo10: El Octavo Mandamiento: La verdad
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Peter Kreeft LO QUE LOS CATÓLICOS CREEN
CAPÍTULO 1
FE
1. Por qué necesitamos la fe
Necesitamos la fe porque nuestro mundo está lleno de
muerte.
Y nosotros también lo estamos. Cada uno de nosotros
morirá.
Así también cada nación. Muchos individuos y naciones
también matarán. Nuestro mundo siempre ha sido un
mundo en guerra consigo mismo, porque ha estado en
guerra con Dios. “No estamos en paz con otros porque no
estamos en paz con nosotros mismos. Y no estamos en paz
con nosotros mismos porque no estamos en paz con Dios”
(Thomas Merton).
La naturaleza humana no cambia. Hoy vivimos en lo que el
Vicario de Cristo ha llamado “la cultura de la muerte”, una
cultura que mata niños antes de nacer y mata la niñez tras
nacer, mata la inocencia y la fidelidad y familias. ¿Cuál es la
respuesta a esta cultura de muerte?
Fe. La fe católica es la respuesta.
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Peter Kreeft LO QUE LOS CATÓLICOS CREEN
La fe en el Dios que no nos ha dejado a oscuras, sino que se
ha revelado como nuestro creador; quien, debido a su
amor, nos diseñó para una vida de amor, en este mundo y el
próximo.
Fe en el Evangelio, la Buena Nueva del hombre que dijo que
era Dios venido del cielo para morir en la cruz para
salvarnos del pecado y para resucitar de la tumba para
salvarnos de la muerte.
Fe en la Iglesia que nos dejó como su cuerpo visible en la
tierra facultado por su Espíritu, autorizado para enseñar en
su nombre, con su autoridad: para invitarnos a creer la
verdad de su Evangelio, para vivir de su amor, y para
celebrar los sacramentos de su presencia.
Esta Iglesia es nuestra luz segura y cierta en este mundo
bello pero roto.
La fe es la respuesta al temor. Bien profundo todos tenemos
miedo: del sufrimiento, o de morir, o del juicio de Dios, o de
lo desconocido, o de la debilidad, o de que nuestras vidas
discurran fuera de nuestro control, o de no ser
comprendidos y amados.
Pecamos porque tememos. Intimidamos porque somos
cobardes.
La fe desplaza temor, así como la luz desplaza la oscuridad.
Dios ha brillado su luz en nuestro mundo, y es más fuerte
que la oscuridad (Juan 1,5).
Esa luz es Jesucristo.
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Peter Kreeft LO QUE LOS CATÓLICOS CREEN
2. El papel de la fe en la religión
Una de las explicaciones que se dan a la palabra “religión”
es que proviene de religare en latín y significa “relación” –
relación con Dios.
Todas las religiones tienen tres aspectos: credo, culto y
código; palabras, rendir culto y obras; teología, liturgia y
moralidad.
Así este curso de religión católica tiene tres partes: 1) lo
que los católicos creen, 2) cómo oran los católicos, y 3)
cómo viven los católicos.
Estas también son las tres inquietudes del Catecismo de la
Iglesia Católica. (El Catecismo divide en dos la segunda
inquietud: culto público y oración privada; por eso tiene
cuatro partes).
Toda la religión proviene de la fe. La moralidad es vivir la
fe.
La liturgia es la celebración de la fe. La oración es lo que la
fe realiza.
La fe católica está resumida en los doce artículos del Credo
de los Apóstoles.
La liturgia católica está resumida en la Misa y los siete
sacramentos.
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Peter Kreeft LO QUE LOS CATÓLICOS CREEN
La nación católica está resumida en las siete peticiones del
Padrenuestro.
La moralidad católica está resumida en los Diez
Mandamientos.
El Credo de los Apóstoles es la enseñanza de Cristo y sus
apóstoles. Especifica lo que creemos cuando creemos las
enseñanzas de Cristo.
Los Diez Mandamientos especifican la forma de obedecer
los dos grandes mandamientos de Cristo: amar a Dios y al
prójimo.
La Misa hace a Cristo verdaderamente presente y los
sacramentos son sus acciones.
El Padrenuestro es la respuesta de Cristo al pedido de sus
discípulos: “Enséñanos a orar”.
Así, toda la fe católica está resumida en Cristo.
3. El acto de fe y el objetivo de la fe
¿Qué queremos decir por “fe”?
Tenemos que distinguir el acto humano de la fe del objeto
divino de la fe, nuestra fe de La Fe, el acto de creer debido a
la verdad que se cree.
El acto de fe es nuestro. Nosotros escogemos creer o no
creer.
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Peter Kreeft LO QUE LOS CATÓLICOS CREEN
¿Creer qué? Lo que Dios ha revelado, la revelación divina.
Ese es el objeto de la fe.
El acto de fe es relativo a su objeto. Nosotros no
“simplemente creemos”, creemos en Dios: y nosotros
simplemente no creemos en cualquier dios, creemos en el
verdadero Dios, el Padre de Jesucristo, como se nos ha
revelado a través de la Iglesia, sus credos, y su Biblia.
El Catecismo describe el acto de fe de esta forma: “La fe es
un acto personal: la respuesta libre del hombre a la
iniciativa de Dios que se revela” (C 166). La fe es una
respuesta a datos, a la que se ha dado ( datos significa “cosas
dadas”) a nosotros por Dios – o sea, una respuesta a la
revelación divina. La fe no es un sentimiento que
elaboramos dentro de nosotros mismos. La fe tiene datos
así como los tiene la ciencia. Pero los datos de la fe no son la
clase de cosa que el método científico puede describir, o
probar, o entender. Dios no cabe en un tubo de ensayo. No
es visible al ojo, sólo a la mente (cuando así es prudente) y
al corazón (cuando es puro).
4. Fe y credos
La Iglesia siempre ha resumido el objeto de fe (lo que ella
cree) en sus credos, especialmente el primero y mas básico,
el Credo de los Apóstoles, que recitamos al comienzo de
cada rosario; y el Credo de Nicea, que recitamos en cada
misa dominical.
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Peter Kreeft LO QUE LOS CATÓLICOS CREEN
Se les llama “credos” porque comienzan con “creo”, que en
latín es “credo”.
El objeto último de la fe no son los credos, sino Dios. Los
credos definen lo que creemos sobre Dios. (No definen a
Dios mismo. No se puede definir a Dios. Sólo las cosas
finitas se pueden definir). El Catecismo dice: “No creemos
en las fórmulas sino en las realidades que éstas expresan…”
(C 170). Santo Tomás de Aquino dice: “El acto (de fe) del
creyente no se detiene en el enunciado, sino en la realidad
(enunciado)”.45 Los credos son como mapas precisos de
carreteras; son necesarios, pero no son suficientes. El mirar
un mapa de carreteras no es sustituto de hacer el viaje.
Por eso, “La fe es ante todo una adhesión personal del
hombre a Dios (C 150). Pero, “es al mismo tiempo e
inseparablemente el asentimiento libre a toda la verdad que
Dios ha revelado” (C 150).
Creemos todas las verdades que Dios nos ha revelado (que
se resumen en los credos) porque creemos en Dios, “quien
no puede engañar ni ser engañado”.
5. “El depósito de la fe” y la “Tradición”
Lo que la Iglesia enseña, y resume en sus credos, no fue
inventado por la Iglesia. Jesucristo, Dios en la carne, se la
entregó a ella. Es por eso que se llama “Sagrada Tradición”
– “sagrada” porque proviene de Dios, no del hombre, y
“tradición” porque le fue transmitida (la palabra “tradición”
significa “transmitida” en latín).
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Peter Kreeft LO QUE LOS CATÓLICOS CREEN
“‘El depósito sagrado’48 de la fe ( depositum fidei),
contenido en la Sagrada Tradición y en la Sagrada Escritura,
fue confiado por los apóstoles al conjunto de la Iglesia” (C
84).
La Iglesia nos da su Tradición como una madre le da a su
hijo la ropa usada por otros hermanos y hermanas
mayores.
Pero contrario a cualquier ropa mundana, esta ropa es
indestructible porque no está confeccionada con lana o
algodón sino con la Verdad. Fue inventada por Dios, no por
el hombre. Esta “Tradición” (con “T” mayúscula) tiene que
diferenciarse de todas las otras tradiciones humanas (con
“t” minúscula).
La Iglesia siempre ha sido, es, y siempre tiene que ser fiel a
su depósito de fe. Son sus datos; ella no es su autora ni
editora sino solo su cartero. Es la correspondencia de Dios.
Es sagrada. No tiene la autoridad de cambiarla o de
eliminarle alguna parte, no importa cuán impopular se
convierta para una sociedad humana particular o para un
individuo. Por eso no se pueden aprobar tales cosas como
la fornicación, el divorcio, la anticoncepción o la sodomía,
aun en la actualidad.
Esto no significa que la fe no puede cambiar. Cambia
constantemente – pero al crecer desde adentro, como una
planta viva, no por medio de la alteración o la construcción
desde afuera, como una máquina o fábrica – o una
ideología, filosofía o sistema político hecho por el hombre.
La Iglesia puede explorar más aún y explicar e interpretar
su depósito de fe original, extrayendo más y más de su
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Peter Kreeft LO QUE LOS CATÓLICOS CREEN
propio significado interno y aplicándole a los tiempos
cambiantes – y en ese sentido ella lo “cambia” al
expandirlo; pero no lo puede cambiar reduciéndolo. No lo
puede conformar a las demandas del mundo secular. Ella
obedece a una autoridad más alta.
6. Fe y progreso
La fe católica progresa constantemente, de la forma como
se explicó arriba (creciendo como una planta). No necesita
que la empujen para activarla, como si fuera un auto cuyo
motor no prende. El tratar de hacer la fe más “progresiva”
es asumir que es un artefacto hecho por el hombre más que
un organismo plantado por Dios. Siempre que la Iglesia
rechaza una herejía, rechaza algún crecimiento externo de
este organismo, como un parásito o una lapa.
Cuando define sus dogmas (artículos de fe), ella
simplemente está madurando su fruto.
Este “desarrollo de doctrina” (el término que usa el
cardenal John Henry Newman) es tanto “conservador”
como “progresivo” a la misma vez y por la misma razón
(ver Mateo 13,52). Puesto que sus datos, la revelación
divina, están tanto terminados (por eso los conserva) y
continúan en curso (por eso los ayuda a que progresen).
El desarrollo de la doctrina está finalizado porque el
Depósito de Fe fue dado en su totalidad por Cristo hace
2000 años. Ella tiene todos sus datos. Nunca tendrá nuevos
datos, porque “Cristo … es la Palabra única, perfecta e
insuperable del Padre. En Él lo dice todo, no habrá otra
palabra más que ésta”. “‘… Porque lo que hablaba antes en
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Peter Kreeft LO QUE LOS CATÓLICOS CREEN
partes a los Profetas ya lo ha hablado todo en Él … su
hijo’33” (C 65).
El desarrollo de la doctrina continúa en curso porque los
datos están vivos, y da frutos nuevos – no nuevos en tipo,
como si los manzanos dieran peras, sino nuevos en tamaño
y belleza, manzanas más grandes y mejores. “Sin embargo,
aunque la Revelación esté acabada, no está completamente
explicitada; corresponderá a la fe cristiana comprender
gradualmente todo su contenido en el transcurso de los
siglos” (C 66). Por ejemplo, la doctrina de la Iglesia sobre
las naturalezas divina y humana de Cristo, sobre la
Trinidad, sobre el canon de Escritura (la lista de libros en la
Biblia), sobre los siete sacramentos, sobre la naturaleza de
la Iglesia, sobre la autoridad del Papa, sobre María, y sobre
la ética social todos se han desarrollado de esta forma.
7. Fe y Escritura
La Iglesia Católica, “a la cual está confiada la transmisión y
la interpretación de la Revelación, ‘no saca exclusivamente
de la Escritura la certeza de todo lo revelado. Y así se han
de recibir y respetar con el mismo espíritu de devoción’47”
(C 82). Es decir, las Escrituras y la Tradición tienen que ser
aceptadas y honradas.
La mayoría de los protestantes rechaza todas las doctrinas
católicas que no pueden encontrar explícitamente en las
Escrituras – por ejemplo la Asunción de María al cielo –
porque creen sola scriptura: que las Escrituras únicamente
son la autoridad infalible.
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Peter Kreeft LO QUE LOS CATÓLICOS CREEN
Esta es la razón fundamental de las diferencias entre la
teología protestante y la católica.
Hay por lo menos seis razones para rechazar la idea de sola
scriptura:
1) Ningún cristiano jamás lo enseñó durante los primeros
16 siglos cristianos, hasta Lutero.
2) La primera generación de cristianos ni siquiera tuvo el
Nuevo Testamento.
3) Sin una única Iglesia Católica (“católico” significa
“universal”) para interpretar las Escrituras con autoridad,
el protestantismo se ha dividido en más de 28,000 “iglesias”
o denominaciones diferentes.
4) Si las Escrituras son infalibles, como los protestantes
tradicionales creen, entonces la Iglesia tiene que ser
infalible también, puesto que una causa falible no puede
producir un efecto infalible, y la Iglesia produjo la Biblia.
La Iglesia (los primeros obispos, los Apóstoles) escribió el
Nuevo Testamento, y la Iglesia (los obispos posteriores)
definieron su canon.
5) Las Escrituras mismas llaman la Iglesia “columna y
fundamento de la verdad” (1 Timoteo 3,15).
6) Y las Escrituras mismas nunca enseñan sola scriptura.
Por eso, sola scriptura es auto-contradictoria.
Y aun la Iglesia es la sierva de las Escrituras, así como un
maestro es fiel a su libro de texto. Su Libro se torna vivo
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Peter Kreeft LO QUE LOS CATÓLICOS CREEN
cuando el Espíritu Santo enseña a través de ella, así como
una espada se torna viva en las manos de un gran
espadachín (ver Hebreos 4,12).
Algunos de los principios más importantes para interpretar
las Escrituras son:
1) Todas las Escrituras son un cuadro escrito de Cristo. “La
Palabra de Dios” en palabras (Escrituras) trata sobre “La
Palabra de Dios” en la carne (Cristo).
2) Por consiguiente, el Viejo Testamento debe ser
interpretado en torno al Nuevo (y viceversa), puesto que
Cristo “no vino a abolir, sino a dar cumplimiento a la Ley y
los Profetas” (Mateo 5,17).
3) Los santos son los mejores intérpretes de las Escrituras,
puesto que sus corazones están más cerca del corazón de
Dios, el autor primario de las Escrituras. Cristo dijo: “Si
alguno quiere cumplir su voluntad, verá si mi doctrina es de
Dios o hablo yo por mi cuenta” (Juan 7,17).
4) Los Evangelios son el corazón de todas las Escrituras.
Los santos no encontraron mejor material para meditación
que éstos (C 125-27).
5) Interprete cada pasaje en su contenido – tanto el
contexto inmediato del pasaje y el contexto en general de
toda la Biblia en su unidad, todas las partes coherentes
juntas.
6) Las Escrituras deberían interpretarse desde dentro de la
tradición viviente de la Iglesia. Esto no es estrecho ni
limitante, sino expansivo y profundo. Es también razonable;
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Peter Kreeft LO QUE LOS CATÓLICOS CREEN
porque supongamos que un autor vivo hubiera escrito un
libro hace muchos años y hubiera estado enseñando ese
libro cada día: ¿quién podría interpretar ese libro mejor
que ella?
8. Fe y la autoridad de la Iglesia
“El Magisterio de la Iglesia ejerce plenamente la autoridad
que tiene de Cristo cuando define dogmas …” (C 88). (Nota
que la Iglesia define dogmas, no las inventa).
Estos “dogmas”, o doctrinas fundamentales, se llaman
también
“misterios” de la fe. “Hay misterios naturales (por ejemplo,
el tiempo, la vida, el amor), como hay misterios
sobrenaturales (por ejemplo, la Trinidad, la Encarnación, la
Transubstanciación). Los misterios naturales son como el
sol, que nos permiten ver durante el día, mientras que los
misterios sobrenaturales de la fe son como las estrellas, que
nos permiten ver de noche… Aunque no vemos tan bien de
noche, sin embargo podemos ver mucho más lejos – en las
mismas profundidades del espacio exterior” (Scott Hahn,
Catholic for a Reason) [Católico por una razón].
Se les llama “misterios” porque no los habriamos
descubierto por nuestro propio razonamiento (ni tampoco
los podemos comprender en su totalidad), pero Dios nos lo
reveló de acuerdo con la “necesidad de saber”, puesto que
conciernen nuestro destino final, nuestra salvación eterna,
y el camino para alcanzarla.
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Peter Kreeft LO QUE LOS CATÓLICOS CREEN
Porque es tan necesario de que los conozcamos, Dios no
nos dejó sólo maestros falibles e inciertos. Las Sagradas
Escrituras, la Sagrada Tradición y el Magisterium vivo de la
Iglesia cuando define dogma, son todos infalibles
(preservados de error), indudable (puesto que Dios no
puede engañar ni ser engañado), y autorizado (obligatorio a
la conciencia).
La Iglesia es nuestra “Madre y Maestra” ( Mater et
Magistra). “La salvación viene sólo de Dios [nuestro Padre
celestial]; pero como recibimos la vida de la fe a través de la
Iglesia, ésta es nuestra madre… Porque es nuestra madre,
es también la educadora de nuestra fe…” (C 169). “Como
una madre que enseña a sus hijos a hablar … la Iglesia,
nuestra Madre, nos enseña el lenguaje de la fe …” (C 171).
Ahora cambiamos del objeto de la fe (“La fe”) al acto de fe.
9. Fe y libertad
“‘El acto de fe es voluntario por su propia naturaleza’30” (C
160). La fe no puede forzarse más de lo que se puede forzar
el amor.
Por consiguiente, el intento de amenazar o forzar a alguien
a creer no sólo es moralmente erróneo sino también
psicológicamente disparatado. Porque lo que se puede
forzar es temor, no fe. La Iglesia condena la coerción en la
religión: “‘En materia religiosa, ni se obligue a nadie a
actuar contra su conciencia, ni se le impida que actúe
conforme a ella, pública o privadamente…’31” (C 2106).
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Peter Kreeft LO QUE LOS CATÓLICOS CREEN
“Cristo invitó a la fe y a la conversión, El no forzó jamás a
nadie” (C 160). “Dio testimonio de la verdad, pero no quiso
imponerla por la fuerza…’32” (C 160).
El creer lo que Dios ha revelado es someter nuestra mente a
la mente de Dios. Esta sumisión no es contraria a la libertad
humana o la dignidad humana. “Ya en las relaciones
humanas no es contrario a nuestra propia dignidad creer lo
que otras personas nos dicen sobre ellas mismas y sobre
sus intenciones, y prestar confianza a sus promesas (como,
por ejemplo, cuando un hombre y una mujer se casan)…” (C
154).
La fe es nuestro Sí a la propuesta de Dios de matrimonio
espiritual. Este Sí es doblemente libre; proviene de nuestra
libre selección y nos conduce a nuestra verdadera libertad,
puesto que el Dios cuya propuesta aceptamos es Verdad
(“Yo soy el camino, la Verdad y la Vida” (Juan 14,6), y “la
verdad os hará libres” (Juan 8,32)).
Sólo si creemos veremos “el esplendor de la verdad” (
Veritatis Splendor). Puesto que cuando uno se casa con
alguien es que conoce a él o ella plenamente, y sólo cuando
aceptamos la propuesta de Dios de matrimonio espiritual,
por la fe, conoceremos personalmente la verdad final, que
es una Persona.
Pero esta Persona es un caballero. No nos forzará, sino que
nos deja libre para seleccionar, Sí o No para él o en contra
de él, y para ser don de vida eterna con él.
10. Fe y sentimiento
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Peter Kreeft LO QUE LOS CATÓLICOS CREEN
La fe no es algún estado de sentimiento en el cual nosotros
mismos nos involucramos. Es mucho más sencillo que eso.
Es simplemente creer en Dios y por consiguiente creer todo
lo que ha revelado – no importa cómo nos sintamos. “Dios
lo dijo, por lo tanto, cree y todo está resuelto”.
Los sentimientos están influenciados por las cosas
externas, como las modas y novedades, el viento y el
tiempo, la dieta y la digestión. Pero cuando Dios nos da el
don de la fe, lo da desde adentro, desde dentro de nuestra
propia libre voluntad.
El diablo puede influenciar nuestros sentimientos, pero no
tiene control sobre nuestra fe.
No somos responsables de nuestros sentimientos (no
libres), pero sí somos responsables de nuestra fe (libre).
Sin embargo, aunque la fe no es un sentimiento, con
frecuencia produce sentimientos: de esperanza, paz,
gratitud y confianza, por ejemplo. Y la fe también puede
recibir ayuda de los sentimientos: por ejemplo, cuando nos
sentimos confiados o agradecemos a alguien, Dios u
hombre, es mucho más fácil para nosotros creerle que
cuando nos sentimos desconfiados o desagradecidos.
Pero aun cuando no nos sintamos confiados o tranquilos,
todavía podemos creer. La fe no depende de sentimientos.
Depende de hechos: hechos revelados divinamente.
Hay una parábola china sobre fe y sentimiento. Hecho, Fe y
Sentimientos son tres hombres que caminan a lo largo del
tope de una pared. Mientras la Fe mantienes sus ojos en el
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Peter Kreeft LO QUE LOS CATÓLICOS CREEN
Hecho, que va delante de él, los tres continúan caminando.
Pero cuando Fe quita los ojos de Hecho, y se voltea para ver
cómo le va a Sentimiento, tanto Fe como Sentimiento se
caen de la pared. (Pero Hecho nunca se cae).
La fe incluye creencia, pero es más que creencia. He aquí
algunas de las diferencias:
La creencia es un acto de la mente; la fe es también un acto
de la voluntad.
La fe es un acto por el cual una persona le dice a otra:
“Escojo confiar en ti y creerte”.
El objeto de la creencia es una idea; el objeto de la fe es una
persona.
La creencia sola no es algo por lo que uno muere. Pero la fe
sí lo es. La fe es también algo por lo cual vivir cada
momento.
La creencia sola no es suficiente para salvarnos del pecado
y llevarnos al cielo. “¿Tú crees que hay un solo Dios? Haces
bien.
También los demonios creen y tiemblan” (Santiago 2,19).
Pero la fe sí nos salva. Hemos “recibido de la fe [nuestra]
justificación”
(Romanos 5,1), si es una fe que está viva y así produce
buenas obras (cf. Santiago 2,17).
Los no católicos quienes, sin culpa alguna de parte de ellos,
no creen que la fe católica es verdadera aun se pueden
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Peter Kreeft LO QUE LOS CATÓLICOS CREEN
salvar, por la fe en sus corazones que los lleva a amar y
buscar a Dios. Porque Cristo prometió que “pedid y se os
dará” (Mateo 7,7). Así que aunque la creencia sin fe no
puede salvar a nadie, la fe sin la creencia correcta sí puede.
11. Fe como un don de Dios
La fe católica nos llega de Dios a través de la Iglesia, nuestra
madre y maestra (C 169). La fe, resumida en los credos de
la Iglesia, nos llega no de la Iglesia sino de Dios a través de
la Iglesia – así como nuestra vida corporal viene de Dios a
través de nuestras madres.
El acto humano de la fe también nos llega de Dios, a través
del Espíritu Santo, que le da inspiración. Es un don de Dios.
O sea, la fe nos llega desde afuera, mientras que el acto de la
fe nos llega desde adentro, pero ambos son dones de Dios.
Dios ofrece a cada uno el don de la fe, en ambos sentidos.
Todos tienen la libre voluntad de aceptarlo o de rechazarlo,
al punto de que lo saben. Nadie puede verdaderamente
decir: “Quiero creer, pero Dios sencillamente no me ha
dado todavía el don de la fe, por lo que es su falta, no la mía,
el que yo sea un incrédulo”.
Quizás tal persona no comprende lo que la fe es, y piensa de
ello como alguna experiencia mística irresistible, o alguna
luz repentina , innegable de certidumbre. Por el contrario,
es como si uno prometiera lealtad a un rey, o a un amigo, o
a un cónyuge: es una elección.
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Peter Kreeft LO QUE LOS CATÓLICOS CREEN
12. El efecto de la fe
¿Qué hace la fe? ¿Cuál es su poder, su resultado, su efecto?
El resultado de la relación sexual es (con frecuencia) una
vida física nueva en el cuerpo de la mujer. El resultado de la
fe es (siempre) una nueva vida espiritual en el alma del
creyente: la vida de Dios mismo. Por esto es que Cristo vino
a la tierra: “para que tengan vida [zoe, vida sobrenatural] y
la tengan en abundancia”
(Juan 10,10). “A todos los que la recibieron les dio poder de
hacerse hijos de Dios, a los que creen en su nombre” (Juan
1,12). Se usan muchas expresiones diferentes para este
resultado de fe: “salvación”, “vida eterna”, “vida
sobrenatural”, “regeneración”, “gracia santificante”,
justificación”, “santificación”, o “ser nacido de nuevo”.
El principio se repite con frecuencia en el Nuevo
Testamento de que si creemos nos salvaremos; si no, no
(por ejemplo, Juan 3,36).
La fe es necesaria para la salvación – no porque Dios
arbitrariamente lo decretó sino por lo que es la fe y lo que
es la salvación. Si dejamos que Dios habite en nuestras
almas (eso es lo que la fe es), entonces tendremos a Dios en
nuestras almas (eso es lo que la salvación es); si no se lo
permitimos, no lo tendremos (porque Dios respeta nuestro
libre albedrío). La fe es más como abrir un grifo que el
aprobar una prueba. Si uno no abre el grifo de la fe, uno no
recibirá el agua de salvación.
27
Peter Kreeft LO QUE LOS CATÓLICOS CREEN
Después de la muerte, quienes tienen la vida de Dios en sus
almas vivirán en el cielo en unión con él por siempre, y
quienes deliberadamente se han negado estarán
desprovistos de su vida por siempre. Esta es la esencia del
infierno: estar sin Dios, la fuente de todo bien y de toda
alegría. Las imágenes bíblicas de fuego y tortura
probablemente no se deben tomar literalmente, pero
ciertamente son para tomarse en serio. Porque ¿qué podría
ser más serio que la pérdida de Dios para siempre?
Por eso, no hay nada que haga una mayor diferencia que la
fe.
13. Fe y amor
Esta nueva vida de Dios en nuestras almas es como una
planta.
Tiene tres partes. La fe es su raíz, su comienzo. La
esperanza es su tallo, que crece hacia arriba hacia el cielo.
El amor es su fruto, o su flor, la parte mejor y más bella.
“Ahora subsisten la fe, la esperanza y la caridad, estas tres.
Pero la mayor de todas ellas es la caridad” (1 Corintios
13,13).
La fe es invisible. Sólo Dios la puede ver. Las obras de amor
hacen visible nuestra fe a otros, como los frutos de una
planta muestran qué clase de planta es. “Por sus frutos los
reconoceréis”
(Mateo 7,20).
“La fe, si no tiene obras, está realmente muerta” (Santiago
2,17). Si tenemos la fe viva, amaremos, y si amamos a Dios,
28
Peter Kreeft LO QUE LOS CATÓLICOS CREEN
le obedeceremos. “Si me amáis, guardaréis mis
mandamientos” (Juan 14,15). El efecto natural de la fe es la
obediencia. “Por la fe, Abraham obedeció” (Hebreos 11,8).
“Abraham es el modelo que nos propone la Sagrada
Escritura. La Virgen María es la realización más perfecta de
la misma” (C 144) – porque ella dio el sí a Dios con todo su
ser (Lucas 1,38).
Las buenas obras – las obras de amor – son un requisito
para la salvación tanto como es la fe, así como las rosas son
un requisito para un ramo de rosas. La fe sola no es la
salvación, así como las raíces solas no son una planta.
14. Fe y obras
La mayoría de los protestantes, siguiendo los escritos
luteranos, creen que la fe sola es suficiente para la
salvación. La Iglesia Católica, siguiendo el Nuevo
Testamento (Mateo 25; Santiago 2), enseña que las buenas
obras también se requieren. Este fue el asunto individual
más importante de la Reforma Protestante, una división
trágica en la historia de la Iglesia.
Pero tanto protestantes como católicos están comenzando a
ver que sus dos posiciones aparentemente contradictorias
podrían estar diciendo esencialmente lo mismo con
palabras diferentes, palabras que parecían contradictorias
pero que quizás no lo eran. Volviendo a los datos comunes –
Las Escrituras – revelan que las dos palabras claves, “fe” y
“salvación” se usan en dos sentidos: a veces de formas más
estrecha y a veces más amplia.
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Peter Kreeft LO QUE LOS CATÓLICOS CREEN
1) En su carta a los Romanos y en su carta a los Gálatas, por
ejemplo, San Pablo usa “fe” con sentido amplio, para
significar aceptación de Dios y su ofrecimiento de salvación
en Cristo. Esta es la libre selección de la voluntad que nos
salva. Pero en 1 Corintios 13, Pablo usa “fe” en un sentido
más estrecho al distinguir la fe de la esperanza y el amor, y
dice que el amor es más grande. Y Santiago usa fe en un
sentido más estrecho cuando dice que la fe sola no nos
salva.
Es decir, solo la creencia intelectual no nos salva.
2) Las Escrituras también usan “salvación” en dos sentidos,
amplio y estrecho. La “salvación” en el sentido amplio
incluye la “santificación”, el ser hecho santo; y éste es un
proceso que requiere no solo fe sino también buenas obras.
La “salvación” en el sentido más estrecho significa
simplemente ser aceptado por Dios, o “justificado”,
perdonado del pecado, el estar en un “estado de gracia”. Los
católicos están de acuerdo con los protestantes de que en
este sentido más estrecho de “salvación” podemos ser
salvados por la fe sola – o sea, por la “fe” en el sentido
amplio, fe que es una selección de la voluntad, no sólo una
creencia del intelecto. La fe es lo que permite la vida de
Dios en nuestra alma. El ladrón en la cruz (Lucas 23,33-43)
no tenía tiempo para las buenas obras, pero su fe lo salvó.
Para resumir, entonces:
1) no estamos ni justificados (perdonados) ni santificados
(hechos santos) solo por la fe intelectual (creencia); 2)
30
Peter Kreeft LO QUE LOS CATÓLICOS CREEN
estamos justificados por la fe de la voluntad, o por la fe del
corazón, solo;
3) pero esta fe necesariamente producirá buenas obras; y
4) no somos santificados solo por la fe en ninguno de esos
sentidos, sino solo por la fe además de las buenas obras.
Una analogía: una mujer queda embarazada por su fe en un
hombre, al permitir quedar embarazada. Ella no queda
embarazada meramente por creencias intelectuales
correctas sobre él. Esta fe, o confianza, es suficiente para
comenzar su embarazo, pero ella tiene que seleccionar
realizar las obras que la nutren y completan (por ejemplo
comiendo las comidas correctas).
La doctrina protestante de “justificación por la fe sola”
contradice las Escrituras. San Pablo nunca dice que estamos
justificados sólo por la fe, y Santiago explícitamente dice
que no estamos justificados solo por la fe (Santiago 2,24).
Pero los protestantes nos pueden recordar de una verdad
infinitamente importante que con frecuencia olvidamos:
que no nos salvamos solo por las buenas obras; que no
podemos comprar nuestro pasaje al cielo con “suficientes”
buenas obras; que ninguno de nosotros puede merecer el
cielo; y por consiguiente si uno fuera a morir esta noche y
reunirse con Dios, y Dios te preguntara por qué te debería
dejar entrar al cielo, si tú fueras un cristiano tu respuesta
no debería comenzar con la palabra “yo” sino con la palabra
“Cristo”.
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Peter Kreeft LO QUE LOS CATÓLICOS CREEN
15. Fe y razón
La fe nunca puede contradecir la razón, cuando la razón se
usa apropiadamente, aunque la fe va más allá de la razón.
Como una revelación de Dios, la fe católica nos dice muchas
cosas que la razón humana nunca podría haber descubierto
por sí misma. Pero la fe y la razón son ambas caminos hacia
la verdad, y la verdad nunca contradice la verdad.
Hay un solo Dios que es la fuente de toda verdad, no
importa si esa verdad se conoce por medio de la fe o la
razón; y Dios nunca se contradice. Dios es como un maestro
que escribió dos libros y los usa para enseñar: la razón
natural y la revelación sobrenatural. No hay
contradicciones entre los dos libros puesto que ambos
provienen del mismo autor.
De esto se deriva que cada argumento en contra de la
verdadera fe, cada objeción a la fe, conlleva algún error al
usar la razón.
Malinterpreta el significado de algunos términos, o asume
alguna premisa falsa, o comete algún error al razonar, algún
error lógico.
La fe no está en desacuerdo con la ciencia (C 159). Hay
miles de verdades que componen la fe católica, y miles de
millones de verdades que las ciencias han descubierto; y sin
embargo no hay ninguna contradicción real siquiera entre
dos de ellas.
Cuando parece que hubiera tal contradicción – por ejemplo,
entre la creación y la evolución – siempre resulta que no
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Peter Kreeft LO QUE LOS CATÓLICOS CREEN
hay una verdadera contradicción después de todo. Una o
ambas han sido mal interpretadas. Por ejemplo, la doctrina
de la creación no indica explícitamente cómo o cuándo Dios
hizo el cuerpo del hombre “con polvo del suelo” (Génesis
2,7): y la Teoría de la Evolución (que es una teoría, ¡no un
dogma!) no expresa cómo se hicieron las almas, sólo los
cuerpos (¡las almas no dejan fósiles!) Ni tampoco la
Evolución expresa de dónde provino la primera materia
que comenzó a evolucionar.
No sólo la fe no contradice la razón, sino que la razón
conduce a la fe, descubre claves para la fe, buenas razones
para la fe. Estas incluyen:
1) el poder de los Evangelios, y de la figura de Cristo que se
encuentra ahí, para mover las almas de los lectores; 2) los
milagros de Cristo, que continúan hoy en diversos lugares a
través del mundo;
3) profecías cumplidas (Cristo en los Evangelios cumplió
cientos de diferentes profecías específicas del Antiguo
Testamento respecto al Mesías);
4) la historia de la Iglesia:
a) su fidelidad a su doctrina, nunca abandonando ni
contradiciendo cualquier punto de ella, a pesar de las
numerosas presiones para hacerlo tanto desde adentro
como desde afuera, y a pesar de la debilidad intelectual y
moral de sus maestros humanos; b) el haber sobrevivido
durante 2000 años, a pesar de las persecuciones de afuera y
los pecados y las tonterías de adentro; c) su crecimiento, su
vivacidad, su eterna juventud, su producción de nuevos
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Peter Kreeft LO QUE LOS CATÓLICOS CREEN
santos para cada época; y d) la gracia y alegría de sus
santos. Si la fe católica no es una verdad sobrenatural,
¿cómo pudo haber producido tanta bondad sobrenatural?
¿Pueden la verdad y la bondad contradecirse mutuamente?
¿Cómo podrían los dos ideales más perfectos y absolutos de
la humanidad llevar a direcciones opuestas? ¿Podría estar
el corazón humano tan mal diseñado?
16. La fe como cosa cierta y a la vez un misterio La fe no es
simplemente brillante y radiante, como el sol del mediodía.
Ni tampoco es simplemente oscura, como un hueco
subterráneo. Es como un cielo lleno de estrellas en una
noche clara, o como un rayo de luz brillante rodeado de
oscuridad. La fe es cierta, pero también es misteriosa.
La fe católica es cierta. “Más cierta que todo conocimiento
humano, porque se funda en la Palabra misma de Dios, que
no puede mentir” (C 157). El objetivo (de por sí) cierto de la
revelación de Dios no depende de la certitud subjetiva (en
nuestras mentes) de nuestros sentimientos o razones. El
objeto de la fe no es nada que tengamos en nosotros
mismos; es Dios. Nuestra fe no se encuentra en nuestra fe,
sino en nuestro Creador. Estamos ciertos no de nuestras
mentes, sino de la mente de Dios.
La fe es también misteriosa, por esa mismísima razón:
porque su objeto es Dios. Dios es infinito, y nuestra
comprensión es finita.
Como dijo San Agustín, sería más fácil echar todo el océano
en un dedal que poner todo Dios en nuestra mente.
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Peter Kreeft LO QUE LOS CATÓLICOS CREEN
Pero la fe naturalmente busca comprensión. (“La fe
buscando comprensión” fue la definición de sabiduría
cristiana para los filósofos medievales). Si amamos y
confiamos en una persona – hombre o Dios – queremos
conocerlo mejor. Una fe sin curiosidad es como una semilla
que no crece. La indiferencia está más alejada de la fe que la
duda o la rebelión.
La fe es como una luz brillante (certeza) rodeada de
oscuridad (misterio), una luz que continúa creciendo e
iluminando nuevas áreas de la oscuridad.
17. Fe y belleza
A través de la historia, la fe católica ha producido grandes
obras de belleza, tan naturalmente como el sol produce
reflejos en el agua: en la música, poesía, pintura, escultura,
baile, obras escénicas, novelas, y arquitectura. Por ejemplo,
esas catedrales góticas medievales que parecen piedra
convertida en ángeles listos a despegar de la tierra hacia el
cielo – fueron construidas por la fe: fe en la Presencia Real
de Cristo en la Eucaristía. Fueron construidas para albergar
la celebración de la Eucaristía, para glorificar la presencia
de Cristo allá.
La fe católica naturalmente produce belleza porque el Dios
que es a la vez el objeto de esta fe y su autor es la fuente
final e inventor de toda belleza, tanto en la naturaleza como
en la mente del artista humano.
La belleza mayor que produce la fe es la santidad. Lo más
bello que jamás veremos en esta vida es el carácter y la vida
de un santo, puesto que nada más próximo se asemeja a
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Peter Kreeft LO QUE LOS CATÓLICOS CREEN
Dios. La vista más bella que jamás apareció en esta tierra
fue Jesucristo, belleza divina en la carne humana, “lleno de
gracia y de verdad” (Juan 1,14) – como la “gracia” de un
gran bailarín o un jugador de fútbol. ¡Sus “movidas” fueron
perfectas! Los Evangelios son los más bellos de todas las
obras de arte puesto que son portarretratos en palabras del
hombre de la Palabra de Dios, el Dios-hombre, el Autor que
se convirtió en personaje de su propia historia.
Aun así el divino Inventor de toda la belleza del mundo,
cuando se convirtió en hombre, “no tenía apariencia ni
presencia, y no tenía aspecto que pudiésemos estimar”
(Isaías 53,2). Un hombre torturado y muriéndose en la cruz
no parece bello. Sin embargo, esto es lo más bello que jamás
sucedió: Dios muriendo por nosotros, por nuestros pecados
como una manifestación de su amor incomprensible,
infinito. La cruz es supremamente bella puesto que fue la
labor suprema de amor, y el amor es belleza suprema.
18. Fe y tribulaciones
Dios prueba nuestra fe al permitirnos sufrir. Él no nos hace
sufrir, pero lo permite. No nos protege milagrosamente del
sufrimiento aunque pudiera. Hace esto para que
aprendamos a confiar más en él; lo hace para que
maduremos y fortalezcamos nuestras almas y así para
aumentar nuestra felicidad final.
Dios también pone a prueba nuestra fe permaneciendo
invisible, para que así tengamos que creerle en vez de verle.
El se podría manifestar a sí mismo en constantes
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Peter Kreeft LO QUE LOS CATÓLICOS CREEN
despliegues milagrosos, pero no lo hace por consideración
a nosotros. Porque mas “dichosos los que no han visto y han
creído” (Juan 20,29).
El pone a prueba nuestra fe para fortalecerla, de la misma
forma en que un jardinero poda una planta, o un herrero
forja hierro en el fuego, o una atleta entrena sus músculos
con el ejercicio.
Es por esto que se retira un poco y deja que se le olvide, o
ignore, o hasta que se le rechace. Si no pudiéramos
rechazarlo, nuestra fe no podría ser una libre selección. Es
“el Padrino” quien te hace “una oferta que no puedas
rechazar”, no Dios el Padre.
No necesitamos tener fe en la luna: la podemos ver. No
necesitamos tener fe en una ecuación: la podemos probar.
Pero tenemos que tener fe en la bondad de nuestros
amigos, nuestros padres, nuestro cónyuge. Dios es más
como un amigo, un padre, o un esposo, que como la luna o
una ecuación.
19. “Perdiendo tu fe”
Nadie “pierde” su fe, como se pierde un reloj. La fe nunca se
pierde en contra de nuestra voluntad, como tampoco se
selecciona en contra de nuestra voluntad. Nosotros
escogemos creer y escogemos no creer.
Algunas de las causas principales por la que escogemos no
creer son (ver C 29):
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Peter Kreeft LO QUE LOS CATÓLICOS CREEN
1) la rebelión contra el mal en el mundo, y contra el Dios
que no actúa con la prontitud que nos gustaría para
derrotar el mal;
2) la ignorancia o el mal entendido respecto a la fe; 3) la
indiferencia o pereza;
4) los afanes del mundo, “no teniendo tiempo para la
religión”
(o sea, no sacando tiempo para Dios); 5) los afanes de las
riquezas y las cosas que se pueden comprar con dinero,
“sirviendo a la criatura en vez del Creador” (Romanos
1,25);
6) el escándalo del mal ejemplo de los creyentes; 7) las
corrientes de pensamientos hostiles a la religión en una
sociedad secular;
8) el negarse a arrepentirse y desistir de algún pecado que
a uno le gusta;
9) miedo a lo desconocido, miedo a soltar algo y a darle a
Dios un “cheque en blanco”, miedo a confiar en él; 10)
miedo de sufrir rechazo o represalias de la familia, amigos o
de las autoridades seculares;
11) orgullo, la exigencia de “jugar a ser Dios”, de estar en
control, de salirnos con la nuestra; y
12) la dificultad de confiar en Dios como Padre si hemos
experimentado familias rotas y padres humanos ausentes o
carentes de amor.
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Peter Kreeft LO QUE LOS CATÓLICOS CREEN
Pero se puede responder a cada una de estas “razones”.
20. Las respuestas de la fe
1) La respuesta de una palabra de la fe al problema del mal
es: Espera. Dios conquistará todo mal, a su debido tiempo,
al final de cuentas. Pero tenemos que pasar por el medio de
la historia para llegar al final.
2) Un curso o un cuadernillo como éste, o el Catecismo, o un
sacerdote sabio o bueno, por lo general pueden aclarar los
malos entendidos.
3) Si conociéramos a Dios como sus amigos más cercanos,
los santos, lo conocen, nunca estaríamos aburridos o
indiferentes a él. Si nos aburre la teología católica, la
moralidad o la liturgia, se debe a que no nos damos cuenta
que son la verdad respecto a este Dios, la buena voluntad de
este Dios, y la celebración de la presencia de este Dios.
4) Si es tonto negarse a entregar diez dólares para ganar un
millón, es aún más tonto negarse a dedicar un poco de
tiempo para ganar la eternidad.
5) Todo lo que buscamos, deseamos, amamos y disfrutamos
en las cosas de este mundo, las cosas que esperamos el
dinero puede comprar – el placer, la belleza, la libertad, el
poder, la paz , la emoción, la felicidad – se ha de encontrar
en Dios multiplicado a la infinidad. Como dice San Agustín,
“Busca lo que busques, pero no se encuentra donde lo
buscas”.
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Peter Kreeft LO QUE LOS CATÓLICOS CREEN
6) ¿Nos negamos a amar porque hay algunas personas
malas que aman? ¿nos negamos a casarnos porque hay
algunos malos esposos y malas esposas?
7) Si uno tuviera que elegir entre los dos, ¿cuál es mejor –
ser aceptado por Dios para siempre y ser rechazado por
algunos hombre por un poco tiempo, o ser aceptado por
algunos hombre por un poco de tiempo pero rechazado por
Dios para siempre?
8) Todos somos pecadores, adictos al pecado. A todos se
nos hace difícil desistir de los pecados a los que uno está
apegado, aun luego de que creemos (aunque es mucho más
fácil y placentero entonces). Pero la pregunta no es si
podemos, sino si queremos, si estamos dispuestos a que Dios
obre en nosotros. Nosotros no podemos, pero él puede, y lo
hará, si lo dejamos. Y todos los que lo han hecho dicen lo
mismo: que es una liberación gozosa, como estar libre del
hábito de las drogas.
9) El nacer, el enamorarse, el casarse, o el viajar a un nuevo
lugar son experiencias de lo desconocido. Todas las alegrías
más grandes de la vida provienen de liberarnos de algo.
10) Jesús nos prometió: “y todo aquel que haya dejado,
casas, hermanos, hermanas, padre, madre, hijos o hacienda
por mi nombre, recibirá el ciento por uno y heredará vida
eterna” (Mateo 19,29).
11) El orgullo fue el primer pecado. El pecado de Satanás,
quien resintió ser el Número Dos, después de Dios. No
obedecía la voluntad de Dios, sino la suya. (“Mejor reinar en
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Peter Kreeft LO QUE LOS CATÓLICOS CREEN
el infierno que servir en el cielo” – Milton). Esta es también
una filosofía de vida egoísta, de niño malcriado:
“Quiero lo que quiero cuando lo quiero”. Dos modelos más
bien necios por los cuales guiarnos para vivir, ¿no les
parece?
12) Sabes, de la amarga experiencia pasada, que donde no
hay fe ni confianza no puede haber alegría. Conoces el
pasado: pero no conoces el futuro. No sabes si tu confianza
te volverá a desilusionar de nuevo, por Dios, como lo hizo el
hombre. Pero sabes que tu única esperanza, tu única
esperanza de alegría, en la tierra y en el cielo para siempre,
es confiar y amar. Si los hombres traicionaron tu confianza
esa es una razón adicional para confiar en Dios. No es
razonable rechazar el único bote salvavidas que te pueda
salvar cuando todos los otros botes se han hundido.
21. Fe y Cristo
La fe católica tiene una respuesta, a fin de cuentas, para
todos los doce problemas, de hecho, una respuesta para
todos los problemas: Jesucristo, la única respuesta que Dios
proveyó. “Mi Dios proveerá a todas vuestras necesidades
con magnificencia, conforme a su riqueza, en Cristo Jesús”
(Epístola a los Filipenses 4,19).
Cada hogar católico y cada creyente católico debería tener
un crucifijo. Porque ahí se encuentra la respuesta a toda
duda, tentación y tribulaciones. (En la realidad que refleja,
no sólo en la imagen de ello). Por ejemplo, el problema de
sufrimiento e injusticia. La respuesta de Dios no es una
explicación, sino una obra: él no da vueltas en el aire como
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Peter Kreeft LO QUE LOS CATÓLICOS CREEN
un pájaro sino que bajó y lo compartió como un hombre,
como una víctima. En vez de decirnos por qué no llorar, él
lloró con nosotros (Juan 11,35). Cristo es las lágrimas de
Dios. Y
Cristo es el conquistador de lágrimas, y de la muerte.
Esa es nuestra fe. Esa es “la esperanza segura y cierta de la
Resurrección”.
____________________
Notas del Catecismo en el orden en que aparecen en Citas usadas
en esta sección:
8Sínodo de los Obispos 1985, Relación final II, B, a,4.
45SANTO TOMÁS DE AQUINO, Summa theologiae, II, II, 1.2, ad 2.
48Cf 1 Tm 6, 20; 2 Tm 1, 12-14.
33San Juan de la Cruz, Subida del Monte Carmelo, 2, 22, 3-5: Biblioteca
Mística Carmelitana, v. 11 (Burgos 1929), p. 184
47DV7.
30DH 10; cf. CDC, 748 § 2.
31Concilio Vaticano II, Dignitatis humanae, 2.
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Peter Kreeft LO QUE LOS CATÓLICOS CREEN
CAPÍTULO 2
DIOS
1. La prioridad de la creencia en Dios
“‘Creo en Dios’: Esta primera afirmación de la profesión de
fe es también la más fundamental. Todo el Símbolo [El
Credo] habla de Dios, y si habla también del hombre y del
mundo, lo hace por relación a Dios. Todos los artículos del
Credo dependen del primero, así como los mandamientos
son explicaciones del primero [“No tendrás otros dioses
sino a mí”]. Los demás artículos nos hacen conocer mejor a
Dios tal como se reveló progresivamente a los hombres” (C
199).
Las Escrituras también comienzan aquí: “En el principio
creó Dios” (Génesis 1,1) – puesto que toda realidad
comienza aquí; y la fe católica, y sus Escrituras (sus datos),
y sus credos (sus resúmenes) todos siguen la realidad, y
nos enseñan a vivir en la realidad. Esa es la esencia de la
cordura: vivir en la realidad. Es también la base de la
santidad, que es el fin último de la fe.
El primer requisito, y el más básico, para vivir en la realidad
es creer en Dios. La fe en Dios viene primero, puesto que
Dios viene primero.
2. ¿Cómo puede el hombre conocer a Dios?
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Peter Kreeft LO QUE LOS CATÓLICOS CREEN
Podemos conocer a Dios de dos formas: por la razón y por
la fe; por medio de nuestras propias mentes humanas y de
la revelación divina sobrenatural de Dios; pensando y
hablando acerca de Dios y escuchando a Dios hablándonos.
3. La necesidad de la Revelación divina La razón humana es
radicalmente insuficiente cuando se trata de conocer a
Dios. Puesto que 1) somos finitos, pero Dios es infinito.
Estamos más cerca de los perros que de Dios. Un perro nos
puede conocer más adecuadamente de lo que nosotros
podemos conocer a Dios. 2) Somos falibles. Cometemos
errores – con frecuencia muy serios. Sólo Dios y su
Revelación son infalibles. 3) Somos egoístas, propensos a
pecar, y adictos a dioses falsos. Los adictos no piensan con
claridad.
Pero el conocimiento de Dios es el conocimiento más
importante de todos, puesto que Dios es nuestro fin último,
nuestro destino, nuestra felicidad. Necesitamos conocer
nuestro verdadero fin, y el verdadero camino hacia ese fin.
El vivir sin conocer a Dios es como conducir un auto sin ver
la carretera. Por lo tanto, desesperadamente necesitamos
un mejor conocimiento de Dios que nuestra razón sola
puede proveer.
4. El conocimiento de Dios a través de la razón humana Aun
sin la Revelación divina sobrenatural, no obstante, todos los
hombres por naturaleza conocen algo sobre Dios. Las
mismas Escrituras así lo expresan: “Su poder eterno y
divinidad se dejan ver a la inteligencia a través de sus
obras” (Romanos 1, 20).
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Peter Kreeft LO QUE LOS CATÓLICOS CREEN
I) Conocemos a Dios instintivamente. Los niños y las gentes
“primitivas” nunca comienzan como ateos. Aun ateos como
Freud admiten que la religión es un instinto universal,
innato (aunque creen que es una ilusión innata).
II) También conocemos a Dios a través del razonamiento,
cuando comenzamos a pensar lógicamente sobre los datos
que experimentamos. Experimentamos tanto datos
externos, sobre el universo, como datos internos, sobre
nosotros mismos. Ambos conducen a Dios.
a) Datos sobre el universo:
1) Vemos orden en la naturaleza. Nunca podríamos diseñar
una máquina tan perfecta como el universo.
Su diseñador debe de ser una inteligencia muy grande.
2) Su hacedor también tiene que ser un poder muy grande.
Puesto que cuando preguntamos por qué existe el universo
como un todo, vemos que ninguna parte de él puede
constituir el todo. ¿Cuál es su causa? La misma existencia
del universo señala hacia un Creador, un dador de
existencia.
3) Todo en el universo cambia, se mueve. Todo movimiento
requiere un promotor, y al final de cuentas un “Primer
Motor”, un comienzo. Sino hay un Primero, no hay un
segundo, ni tercero, ni ningún otro.
4) El tiempo es finito. El tiempo tuvo un comienzo: lo que la
física moderna llama la “gran explosión” (“Big Bang”),
cuando toda la materia de repente vino a existir. Puesto que
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Peter Kreeft LO QUE LOS CATÓLICOS CREEN
nada sucede sin una causa adecuada, la “gran explosión”
requiere un “gran explotador”.
b) Datos sobre nosotros:
5) Nuestras mentes pueden conocer verdades que no
cambian como 2+2=4 y “la injusticia es malvada”, y nadie
puede ser y no ser a la misma vez”. ¿Dónde vemos estas
verdades que no cambian? Todo en nuestro mundo es
cambiante. Nuestras mismas mentes son inconstantes. La
verdad inmutable es como un visitante de otro mundo, otra
mente: una Mente eterna.
6) Nuestra conciencia experimenta una obligación moral
absoluta para hacer el bien, no el mal. Ni siquiera los
escépticos y relativistas morales piensan que es
moralmente bueno desobedecer la conciencia propia
deliberadamente. Pero una obligación moral absoluta
puede provenir sólo de una autoridad moral absoluta, no de
una autoridad humana falible. La conciencia aparece como
el profeta interior de Dios.
7) La experiencia de la belleza con frecuencia conduce
hacia Dios, de forma más directa e intuitiva que un proceso
de argumento. “Existe la música de Mozart, por lo tanto,
tiene que existir Dios” – esto uno “simplemente lo ve” o no
lo ve.
8) Nuestro deseo de regocijo, de un regocijo que nunca
podemos encontrar en este mundo, ni siquiera de otras
personas, señala hacia otro mundo (el cielo) y hacia otra
Persona (Dios); puesto que cada deseo natural, innato y
universal, corresponde a una realidad que puede
46
Peter Kreeft LO QUE LOS CATÓLICOS CREEN
satisfacerlo. La realidad del hambre muestra la realidad de
los alimentos; lo mismo es cierto del hambre de Dios y del
cielo.
9) Si Dios no existe, la vida no tiene un significado final. Si al
final de cuentas provenimos de la nada y finalmente
morimos a nada, somos nada al final de cuentas. Si somos
hechos a imagen de Dios, somos los hijos del Rey. Pero solo
somos monos listos si somos hechos solo a imagen de King
Kong.
10) Si solo somos fango accidentalmente evolucionado,
¿cómo habremos podido inventar la idea de Dios?
Compare esta idea – un Ser infinitamente perfecto, bueno,
sabio, poderoso, santo, cariñoso, justo y eterno – con todas
las otras ideas que se han inventado, y esto inclina la
balanza infinitamente.
Ningún efecto puede ser más grande que su causa; nuestras
mentes no pueden haber creado a Dios que la mera
posibilidad pudo haber creado nuestras mentes.
11) Finalmente, la “Apuesta de Pascal” muestra que la fe en
Dios es la mejor apuesta de la vida, y que el ateísmo es la
más estúpida de la vida. Puesto que nuestra única
oportunidad de ganar la felicidad eterna es creer, y la única
posibilidad de perderla es no creer.
5. El conocimiento de Dios a través de la Revelación divina
Dios ha revelado mucho más de sí mismo que el
razonamiento humano jamás pudiera descubrir,
especialmente su amor y su plan para la salvación de la
47
Peter Kreeft LO QUE LOS CATÓLICOS CREEN
humanidad. Esta Revelación históricamente tuvo lugar en
tres pasos “trinitarios”:
Primero, a Israel, su “pueblo escogido”:
a) al establecer su alianza con ellos (una “alianza” es una
relación entre dos partes a la que se llega libremente y
compromete a ambas partes. El matrimonio es la alianza
humana más íntima, y una imagen “horizontal” de la alianza
“vertical” de salvación de Dios con nosotros); b) dándoles
su ley con la cual vivir, como parte de la alianza; c)
dándoles su promesa de un Salvador; d) enviándoles
profetas, sus “portavoces”; e) haciendo milagros (“señales y
maravillas”) para ellos; f) inspirando Escrituras infalibles;
g) y revelándoles la razón de su Revelación: “Dios solo
tenía una razón para revelársele y escogerlo entre todos los
pueblos como pueblo suyo: su amor gratuito” (C 218).18
Segundo, a través de la Encarnación. Como las Escrituras
son “la Palabra (Revelación) de Dios” en un libro, Cristo es
“la Palabra de Dios” en la carne. Él es la revelación completa
y perfecta de Dios (ver Colosenses 1, 15-20). “Cristo, el Hijo
de Dios hecho hombre, es la Palabra única, perfecta e
insuperable del Padre. En Él lo dice todo, no habrá otra
palabra más que ésta” (C 65).
Tercero, cuando Cristo ascendió a los cielos, dejó su
Espíritu Santo y su Cuerpo, la Iglesia, para que continuara
su labor. La Iglesia es el Cuerpo Místico o invisible de Cristo
y el Espíritu Santo es su alma (C 813). Es por eso que dijo:
“Cuanto hicisteis a uno de estos hermanos míos más
pequeños, a mí me lo hicisteis” (Mateo 25,40), y por qué le
48
Peter Kreeft LO QUE LOS CATÓLICOS CREEN
dijo a San Pablo, cuando Pablo antes de su conversión
perseguía a los cristianos: “¿Por qué me persigues?”
(Hechos 9,4). La Iglesia es “la extensión de la Encarnación”;
es por eso que le dijo a los apóstoles: “Quien a vosotros os
escucha, a mí me escucha” (Lucas 10,16).
Dios le dio a su Iglesia la autoridad e infalibilidad que es
apropiada para ser el propio instrumento de Dios;
cualquier cosa menos que esto no hubiera sido digno del
honor de Dios e inadecuado para las necesidades del
hombre caído. La Iglesia (o sea, los apóstoles) escribieron el
Nuevo Testamento; ningún efecto puede ser más grande
que su causa; por consiguiente, la autoridad del Nuevo
Testamento descansa sobre la autoridad de la Iglesia.
6. ¿Cuán adecuadamente podemos conocer a Dios?
“Esto solo es el verdadero conocimiento de Dios: saber que
Dios está más allá de ser conocido (Santo Tomás de
Aquino).
Lo que se pueda conocer de Dios, aun por parte del teólogo
más grande o el místico más grande, es infinitamente
menos de lo que Dios es.
Dios es “trascendente”; es decir, que Dios siempre es más –
más que jamás podamos conocer o pensar o imaginar. Dios
trasciende todo en nuestros pensamientos como el
trasciende todo en nuestro mundo. El no es un concepto o
sentimiento dentro de nosotros, no más que él es alguna
piedra o estrella fuera de nosotros.
49
Peter Kreeft LO QUE LOS CATÓLICOS CREEN
El amor lo comprende mejor que el conocimiento; puesto
que el amor se ajusta a su objeto, mientras que el
conocimiento tiene que ajustar su objeto a sí mismo, a las
limitaciones del conocedor. Un niño puede comprender
sólo una pequeña porción de un padre, pero puede amar la
totalidad. El amor puede ser más fidedigno a la realidad
objetiva de lo que puede ser el conocimiento, en este
sentido: podemos conocer a otros sólo como nosotros los
podemos comprender, pero los podemos amar como ellos
mismos son.
El pensamiento no puede comprender a Dios, pero el amor
sí puede percibir a Dios. Nuestras mentes no lo pueden
rodear y definirlo, pero nuestras voluntades pueden
acercarse a él y tocarlo.
Aun entre nosotros mismos, nunca podemos
comprendernos cabalmente uno al otro, pero podemos
amar cabalmente uno al otro.
La meta final de la teología es conocer a Dios de esta forma,
con el corazón y la voluntad, no solo con la mente:
“conocerlo” como una persona amada, no sólo como un
concepto conocido. Si conocemos a Dios así, nos
arrodillaremos y lo adoraremos. Nuestros ojos más
profundos están en nuestras rodillas.
7. La naturaleza de Dios
Dios es infinito; por consiguiente no puede ser definido.
Pero esto no quiere decir que no tiene naturaleza. Él no es
un “lo que sea”, un “todo en general y nada en particular”. Él
tiene un carácter. Él es una cosa y no otra: virtuoso no
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Peter Kreeft LO QUE LOS CATÓLICOS CREEN
malvado o indiferente; sabio, no imprudente;
misericordioso, no cruel. Pero cada uno de sus atributos es
infinito (ilimitado): él es infinitamente virtuoso,
infinitamente sabio, infinitamente misericordioso, etc. Él es
infinito, más no indefinido. Él es infinitamente él mismo.
Y nosotros podemos llegar a conocer este carácter: a) mejor
a través de la fe que a través de la razón; mejor confiando
en su propia revelación de sí mismo que confiando en
nuestra propia inteligencia;
b) mejor aun a través de la oración, a través de un contacto
personal y real con él, tanto privado como público, tanto
espontáneo como litúrgico;
c) y de la mejor forma, amándolo, realizando su voluntad y
obedeciendo sus mandamientos, especialmente amando
uno al otro; “si alguno dice: ‘Yo Amo a Dios’, y odia a su
hermano, es un mentiroso; pues quien no ama a su
hermano, a quien ve, no puede amar a Dios a quien no ve”
(1 Juan 4,20).
Podemos conocer algo de la naturaleza, o carácter, de Dios,
a través de nosotros mismos, a través de nuestros deseos
más profundos. Dios es nuestro gozo final. Dios es el que
cuya presencia nos dará éxtasis infinito e inimaginable sin
aburrimiento para siempre. ¿Qué tiene que ser Dios para
ser esto? Un mar de belleza infinita, una luz de
comprensión infinita, un corazón de amor infinito. Y más,
siempre más, infinitamente más, “lo que ni el ojo vio, ni el
oído oyó, ni al corazón del hombre llegó” (1 Corintios 2,9).
8. Los atributos de Dios
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Peter Kreeft LO QUE LOS CATÓLICOS CREEN
1) Dios es uno (ver Deuteronomio 6,4). Esto significa a) que
Dios es singular, que hay un solo Dios; y b) que Dios es
sencillo, no compuesto de partes. Él es tres Personas, no
tres partes. Su Trinidad no disminuye su unidad. La unidad
de la Trinidad que libremente se deseó a través del amor
mutuo de las tres Personas divinas es más de una unidad,
no menos, que la mera unidad aritmética de cualquiera una
de las Personas.
2) Dios es el bien. Esto significa a) que él es perfecto, que él
es “lo que sea mejor ser que no ser” (San Anselmo).
También significa b) que es virtuoso: justo, santo, correcto,
moral. La ley moral que nos dio refleja su propia
naturaleza; “Santificaos y sed santos, pues yo soy santo”
(Levítico 11,44). Es por esto que los principios esenciales
de moralidad para la humanidad son absolutos e
incambiables: puesto que “van hasta arriba” hasta la
naturaleza de Dios, y hemos sido hechos a la imagen de este
Dios (Génesis 1,22).
3) Dios es tanto justo como misericordioso. Para nosotros
por lo general es uno u otro, pero para Dios es ambos. Es
por eso que el Padre envió a su hijo a morir en nuestro
lugar para salvarnos del castigo justo por nuestros pecados:
porque Dios tiene que ser tanto justo como misericordioso.
En la cruz, Cristo recibió la justicia y nosotros la
misericordia.
4) “Dios es amor” (1 Juan 4,8). El amor (la caridad) es el
significado más elevado de “bondad” para cualquier
persona. El amor abnegado es lo que Dios es esencialmente;
por lo tanto, el amor abnegado es lo que motiva todo lo que
Dios hace: su creación, su redención y su cuidado
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Peter Kreeft LO QUE LOS CATÓLICOS CREEN
providencial sobre nuestras vidas, incluyendo el
permitirnos sufrir el mal (el dolor) para lo que es al final
nuestro propio bienestar más grande, y aun permitirnos
cometer el mal (el pecado), por respeto a nuestro libre
albedrío. Ni el mal que sufrimos ni el mal que hacemos
refuta la bondad y el amor de Dios.
5) Dios es omnisciente: todo lo conoce y es todo sabiduría.
Cuenta cada cabello (Mateo 10,30).
6) Dios es omnipotente (todopoderoso). El quien creó todo
de la nada puede hacer cualquier cosa. “Para Dios todo es
posible” (Mateo 19,26).
Si tomamos en consideración todos estos atributos en
conjunto – todo amor, todo conocedor y todopoderoso –
vemos que es necesariamente cierto que, según expresa la
Versión King James de la Biblia, “en todas las cosas
interviene Dios para bien de los que le aman” (Romanos
8,28). Puesto que no hay límite a su amor y buena voluntad
para nosotros, o de su poder para poner en orden cada
detalle de nuestras vidas – en efecto, cada átomo en el
universo – como medio hacia ese fin.
9. La trascendencia e inmanencia de Dios
Dios es trascendente. Él no forma parte de nuestro
universo, como los dioses paganos, que supuestamente
vivían en el cielo o en la tierra. Tampoco forma parte de
nuestras personalidades, como el dios moderno de los
humanistas, que es sólo todo el bien en un hombre, o todos
los ideales propuestos por el espíritu humano. Dios es
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Peter Kreeft LO QUE LOS CATÓLICOS CREEN
siempre más – más que toda su creación y más que todo lo
que las mentes creadas pueden concebir.
“Trascendente” significa “más”, no significa “ausente”. Dios
es inmanente (presente) así como trascendente; de hecho
es omnipresente. “‘Dios es cima de lo más alto que hay en mí
y está en lo más hondo de mi intimidad’131” (C 300).
Cuando nos creó, entonces no se alejó de nosotros como un
padre que abandona a su hijo; ése es el Dios del “siglo de las
luces”, el siglo dieciocho, no del Dios de la Biblia.
Por consiguiente, un ejercicio fundamental en la santidad y
la cordura (o sea, viviendo en la realidad) es lo que el
Hermano Lorenzo llamó “la práctica de la presencia de
Dios”. Porque Dios está presente siempre, aquí y ahora.
10. El nombre de Dios
“Dios tiene un nombre: No es una fuerza anónima” (C 203).
El hombre le ha dado numerosos nombres a Dios, pero en
una ocasión Dios le dijo al hombre su propio nombre
verdadero. Más allá de todos los nombres ideados por el
hombre se encuentra el nombre revelado divinamente que
se lo dio a Moisés, y a través de Moisés a Israel, y a través
de Israel al mundo. Ese nombre es “YO SOY” (YAHWEH en
hebreo) – un nombre tan sagrado que ningún judío lo
pronunciará. Puesto que “Yo” es el nombre absolutamente
singular, propio solo del que habla. Jesús fue atacado y
eventualmente ejecutado por pronunciarlo (Juan 8,58), por
alegar que llevaba ese nombre; o sea, por afirmar ser Dios.
El nombre significa:
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Peter Kreeft LO QUE LOS CATÓLICOS CREEN
1) La realidad de Dios: “YO SOY”.
2) La unidad de Dios: “Yo” es el nombre de solo uno.
3) La singularidad de Dios: Dios no es solo un ser entre
otros, sino el Ser Absoluto. El no es un ser, un ser finito; es
infinito, un Ser sin límites.
4) La persona de Dios: “Yo” significa conciencia de si mismo
que solo una persona puede tener. Esto es lo que
esencialmente distingue al hombre, a quien Dios hizo a su
imagen, de los animales.
5) La eternidad de Dios: él está presente (“SOY”), no pasado
ni futuro. El ser de Dios no es, como el nuestro, limitado por
el tiempo. Nada de él está muerto, como el pasado, o no
nacido, como el futuro. Él no es “lo que en una ocasión fue
pero ya no lo es”, ni tampoco es “lo que será pero aún no lo
es”. Está presente en todas las épocas; todas las épocas
están presentes en él.
6) El misterio de Dios: él no nos dice quién es él, sino que
simplemente dice “YO SOY QUIEN SOY”. El verbo hebreo
también se puede traducir “SERÉ LO QUE SERÉ”.
El Dios de la Biblia siempre sorprende al hombre, en vez de
ajustarse a nuestras pequeñas expectativas. Como la Biblia,
la Iglesia no nos coloca a Dios en una caja, ni siquiera en
una caja de palabras ni en una fórmula. Ella sabe que él no
se está quieto mientras lo fotografiamos. Al igual que la
Biblia, la Iglesia nos dice 1) lo que Dios no es, al rechazar
herejías e ídolos, y 2) a lo que Dios se asemeja, al usar
parábolas y analogías.
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Peter Kreeft LO QUE LOS CATÓLICOS CREEN
(En efecto, aun estas parábolas y analogías no nos dicen
que Dios es como las cosas que comprendemos, sino que
esas cosas son en algo parecidas a Dios. Dios es como nada:
“¿con quién me puedes comparar?” Pero todo es como Dios
de alguna forma, puesto que él hizo cada cosa).
Cuando la iglesia habla de Dios, ella no pretende saber o
decir lo que Dios es, definir su naturaleza. En vez de
definirlo, ella lo presenta, o más bien nos presenta a él como
él se presenta él mismo sobre todo en Cristo. Puesto que “el
que me ha visto a mí, ha visto al Padre” (Juan 14,9).
11. Dios como Padre
De todos los nombres para Dios que son expresiones
humanas, el primario es “Padre”. Jesús siempre usó este
nombre, ¡y nosotros no podemos mejorar su teología! El
reclamar que hemos corregido a Cristo, por ejemplo, por un
término más de moda inclusive de todo género y menos
“patriarcal” que “Padre”, es reclamar mucho más que
cualquier profeta o santo reclamó en alguna ocasión. Como
lo expresó C.S. Lewis, “los cristianos creen que Dios mismo
nos ha enseñado cómo referirnos a él”.
“Al designar a Dios con el nombre de ‘Padre’, el lenguaje de
la fe indica principalmente dos aspectos: que Dios es origen
primero de todo y autoridad trascendente [puesto que
‘autoridad’ significa ‘derechos de autor’] y que es al mismo
tiempo bondad y solicitud amorosa para todos sus hijos.
Esta ternura paternal de Dios puede ser expresada también
mediante la imagen de la maternidad40 que indica más
expresivamente la inmanencia de Dios, la intimidad entre
Dios y su criatura. El lenguaje de la fe se sirve así de la
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Peter Kreeft LO QUE LOS CATÓLICOS CREEN
experiencia humana de los padres que son en cierta manera
los primeros representantes de Dios para el hombre. Pero
esta experiencia dice también que los padres humanos son
falibles y que pueden desfigurar la imagen de la paternidad
y de la maternidad.
Conviene recordar, entonces, que Dios trasciende la
distinción humana de los sexos. No es hombre ni mujer, es
Dios” (C 239).
El nombre “Dios” se puede usar ya sea para el Padre, la
primera Persona, o para el ser divino, o sustancia, que se
expresa cabalmente en todas las tres Personas de la
Trinidad. Así Jesús es tanto “el Hijo de Dios” y “Dios”. El se
refirió a su Padre como “Dios” y aceptó que Tomás le
rindiera culto a él como “Señor mío y Dios mío” (Juan
20,28-29).
12. La razón de la doctrina de la Trinidad La doctrina de la
Trinidad es la doctrina primaria del cristianismo en cuanto
a que revela la verdad final, la naturaleza de la realidad
final, la naturaleza de Dios. (No define a Dios, pero
verdaderamente revela a Dios). Otros misterios de nuestra
fe nos dicen lo que Dios ha realizado a su tiempo (la
Creación, la Encarnación, la Resurrección), pero la Trinidad
nos dice lo que Dios es en la eternidad.
¿Por qué los cristianos creen en la doctrina de la Trinidad,
de que Dios es tres Personas en vez de una sola? La
doctrina suena extraña, hasta chocante, aun luego de que se
explica que no significa tres Dioses, ni tres partes de Dios.
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Peter Kreeft LO QUE LOS CATÓLICOS CREEN
No nos debería causar asombro de que el verdadero Dios
nos sorprende. Incluso la realidad creada impacta nuestras
expectativas – por ejemplo, la Teoría de la Relatividad de
Einstein. En efecto, la razón de la doctrina de la Trinidad es
similar a la razón de la Teoría de la Relatividad de Einstein,
o cualquier otra buena teoría científica: ella sola explica
todos los datos. La ciencia de la teología surge de una forma
similar a cualquier otra ciencia: de datos y de la necesidad
de comprender esos datos. La Iglesia gradualmente definió
la doctrina de la Trinidad en sus primeros seis Concilios
ecuménicos para explicar los datos de sus Escrituras. La
teología tiene datos diferentes a las otras ciencias, pero
opera de acuerdo al mismo principio: los datos controlan la
teoría, no viceversa.
Los datos de la teología cristiana son antes que nada el
mismo Cristo. Por un lado, él llamó a Dios su Padre, le rezó
a él, lo amó, enseñó sus enseñanzas y obedeció su voluntad.
Por otro lado, afirmó ser uno con, e igual que, el Padre. Y
también prometió enviar el Espíritu. Los datos de las
Escrituras de los cuales la iglesia deriva la doctrina de la
Trinidad son esencialmente:
1) que únicamente hay un solo Dios (Deuteronomio 6,4); 2)
que el Padre es Dios (Juan 5,18);
3) que el Hijo es Dios (Juan 8,58); y
4) que el Espíritu Santo es Dios (Mateo 28,19).
Los datos son históricos: la revelación progresiva de Dios
sobre sí mismo, primero como el Creador trascendente
“fuera” de nosotros; luego como el Salvador encarnado
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Peter Kreeft LO QUE LOS CATÓLICOS CREEN
“junto” a nosotros; entonces como el Espíritu que habita
“dentro” de nosotros. La razón de esta progresión, primero
Padre (Antiguo Testamento), luego Hijo (Evangelios), y
entonces Espíritu (Hechos de los Apóstoles y la Iglesia) se
encuentra en el mismo ser de Dios, quien es amor (1 Juan
4,18) y en el propósito y motivo de la autorrevelación de
Dios al hombre, que es amor. Puesto que el objetivo del
amor es siempre una intimidad más estrecha, unión más
profunda con el ser querido; por eso, las etapas de la
autorrevelación de Dios son etapas de intimidad creciente
con el hombre (desde “afuera” a “al lado” a
“adentro”).
Como explica el Catecismo, “el ser mismo de Dios es Amor.
Al enviar en la plenitud de los tiempos a su Hijo único y al
Espíritu de Amor, Dios revela su secreto más íntimo;25 El
mismo es una eterna comunicación de amor: Padre, Hijo y
Espíritu Santo, y nos ha destinado a participar en El” (C
221).
13. Trinidad y amor
La razón por la que Dios es una trinidad se debe a que Dios
es amor. El amor requiere un par, de hecho, un trío: el que
ama, a quien se ama, y el acto, o relación, de amor entre
ellos. Dios es Trinidad porque Dios es amor en sí mismo en
su cabalidad.
La doctrina de la Trinidad compone la diferencia más
concreta y práctica a nuestras vidas que se pueda imaginar.
Puesto que Dios es una Trinidad, Dios es amor. Porque Dios
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Peter Kreeft LO QUE LOS CATÓLICOS CREEN
es amor, el amor es el valor supremo. Porque el amor es el
valor supremo, es el significado de nuestras vidas, puesto
que somos creados a imagen de Dios. El hecho que Dios es
una Trinidad es la razón por la que nada nos alegra como el
amor: puesto que eso está grabado en nuestro designio.
Estamos alegres sólo cuando dejamos de tratar de ser lo
que no fuimos diseñados a ser. Los gatos no son felices
viviendo como perros, y los santos no son felices viviendo
como pecadores.
La doctrina de la Trinidad también nos deja conocer la
naturaleza del amor. El amor es altruista, no egoísta. Dios
es otro amor puesto que tiene calidad de ser otro dentro de
sí mismo; es más que una Persona.
El Papa Juan Pablo II dice: “Dios en su más profundo
misterio no es un recluso sino una familia, puesto que tiene
dentro de si la paternidad, hijos y la esencia de la familia,
que es amor”. La doctrina de la Trinidad significa que la
familia no es un simple hecho humano sociológico o
biológico, sino “que asciende hasta llegar” a la naturaleza de
Dios.
La división convencional entre el énfasis “liberal” respecto
al amor y el énfasis “conservador” respecto al dogma se
desintegra completamente en la Trinidad. Puesto que aquí
es el dogma final (la Trinidad) que es la base real del amor
como valor último. Uno casi podría decir que Dios mismo es
a la vez un “conservador acérrimo” (la Trinidad es su
naturaleza incambiable) y un “liberal empedernido” (la
Crucifixión reveló el secreto más profundo de su corazón).
14. La Trinidad y la razón humana
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Peter Kreeft LO QUE LOS CATÓLICOS CREEN
La doctrina de la Trinidad sobrepasa la razón humana, pero
no contradice la razón humana.
La razón humana nunca pudo haber descubierto esta
verdad por sí misma, sin la Revelación divina. Y la razón
humana nunca la puede comprender completamente. Y la
razón humana no puede probarla.
Pero la razón tampoco puede refutarla. En cuanto a lógica
se refiere, no se contradice a si misma. Dice que Dios es uno
en naturaleza y Tres en personas, pero no dice que Dios es
a la vez una persona y tres personas, o una naturaleza y
tres naturalezas. Eso seria una contradicción de si misma
sin sentido.
“Las personas divinas no se reparten la única divinidad
[como los trillizos comparten la humanidad entre ellos],
sino que cada una de ellas es enteramente Dios… ‘Cada una
de las tres personas es esta realidad, es decir, la substancia,
la esencia o la naturaleza divina’63” (C 253).
“La Iglesia confiesa… ‘uno es Dios y Padre de quien
proceden todas las cosas, un solo el Señor Jesucristo por el
cual son todas las cosas, y uno el Espíritu Santo en quien
son todas las cosas’77” (C 258).
15. Las alternativas a Dios
Dios es la realidad final. ¿Cuáles son los errores
fundamentales respecto a la realidad final? ¿Cuáles son las
alternativas al verdadero Dios?
(Quienes creen estos errores, por supuesto, bien podrían
ser personas buenas y sinceras. Pero ese hecho no puede
61
Peter Kreeft LO QUE LOS CATÓLICOS CREEN
convertir un error en verdad, como tampoco las faltas de
quienes creen que algo es cierto pueden convertir esa
verdad en una falsedad).
Primero, uno podría ser agnóstico y alegar conocer nada o
no creer nada sobre Dios (“agnosticismo” proviene de a y
gnosis, que significa
“ningún conocimiento” en griego).
El problema esencial con ser un agnóstico es la muerte. El
cristianismo es la propuesta de matrimonio de Dios al alma;
los ateos responden “No”, los cristianos responden “Sí”, y
los agnósticos responden “No sé”. Pero a la hora de la
muerte, el “No sé” se convierte en “No”.
Segundo, uno podría ser un ateo y creer en ningún Dios
(theos significa “Dios” en griego).
Menos de uno por ciento de todos los hombres que jamás
hayan vivido han sido ateos. Para ser ateo, uno tiene que
ser elitista y creer que no hay nada sino una fantasía y una
ilusión en el centro de las vidas de noventa y nueve por
ciento de todos los hombres y mujeres en la historia. (Dicho
sea de paso, ha habido extremadamente muy pocas mujeres
que fueron ateas hasta muy recientemente).
Tercero, uno podría ser politeísta y creer en muchos dioses,
como la mayoría de los paganos antiguos ( poli significa
“muchos” en griego). Muy poca gente en la actualidad es
politeísta.
62
Peter Kreeft LO QUE LOS CATÓLICOS CREEN
Cuarto, uno podría ser panteísta ( pan significa “todos” en
griego) y creer que Dios es todo y cada cosa es Dios, o una
parte de Dios, o un aspecto de Dios.
Panteísmo es el error opuesto al ateísmo. Mientras que el
ateísmo niega cualquier Dios separado de universo, el
panteísmo niega cualquier universo separado del Dios. El
ateísmo niega el Creador y el panteísmo niega la Creación.
La mayoría de las formas de hinduismo y de religiones de
“Nueva Era” son panteístas.
Quinto, uno podría ser deísta. Deísmo es otro error que es
lo opuesto del panteísmo. Deísmo niega la inmanencia
(presencia) de Dios, mientras que el panteísmo niega la
trascendencia de Dios. El deísmo surgió en el siglo
dieciocho como un intento de mantener un Dios para crear
el universo, pero para negarle cualquier papel activo en él,
especialmente los milagros, que los deístas erróneamente
pensaron que eran refutados por la ciencia moderna.
Sexto, uno podría ser teísta. Judíos, cristianos y
musulmanes son teístas. Los teístas creen en un Dios que es
tanto inmanente (omnipresente) y trascendente, el Creador
del universo y del hombre.
Los judíos y musulmanes (y unitarios) son teístas unitarios:
creen que este Dios único es solo una Persona.
Los cristianos son teístas trinitarios: creen que este Dios
único es “‘Tres Personas, pero una Esencia, una Substancia
o Naturaleza absolutamente simple [una]’6” (C 202).
63
Peter Kreeft LO QUE LOS CATÓLICOS CREEN
Las dos doctrinas más características del cristianismo, las
dos cosas que todos los cristianos ortodoxos creen y nadie
más, son la Trinidad y la Encarnación. La Encarnación
significa que una de las tres personas divinas – el Hijo – se
hizo hombre, mientras sigue siendo Dios; que Jesús es tanto
humano como divino. Así la Encarnación y la Trinidad
encajan una en la otra.
Los judíos, cristianos y musulmanes creen en el mismo
Dios.
Dios tiene los mismos atributos de acuerdo a las tres
religiones, porque los cristianos y musulmanes conocieron
a este Dios a través de la misma fuente: su revelación a los
judíos, comenzando con Abraham. Las tres religiones
teístas están de acuerdo con 1) la unicidad de Dios, y
respecto a 2) la naturaleza de Dios, pero están en
desacuerdo con 3) las Personas en Dios, puesto que están
en desacuerdo acerca de Cristo. Los judíos y musulmanes
no creen en la Trinidad puesto que no creen en la
Encarnación; los cristianos creen en la Trinidad puesto que
creen en la Encarnación.
____________________
Notas del Catecismo en el orden en que aparecen en Citas usadas
en esta sección:
18 Cf. Dt 4,37; 7,8; 10,15.
131 San Agustín, Confesiones 3,6,11.
40 Cf. Is 66,13; PS 131,2.
25 Cf. 1 Cor 2,7-16; Ef 3, 9-12.
63 Concilio de Letrán IV, año 1215, DS, 804.
77 Concilio de Constantinopla II DS, 421.
6 Concilio de Letrán IV, DS 800.
64
Peter Kreeft LO QUE LOS CATÓLICOS CREEN
CAPÍTULO 3
CREACIÓN
1. Lo Característico de la doctrina de la creación Es un hecho
sencillo y sorprendente que ninguna mente humana en la
tierra jamás concibió la idea de que el universo entero,
visible e invisible, fuera creado de la nada, no sólo hecho o
formado de algo, por un Dios único, todopoderoso, excepto
los judíos y quienes luego conocieron esta idea de los
judíos, en particular cristianos y luego musulmanes.
La idea judía del universo como algo creado fue tan
singular en la historia como la idea judía de Dios el Creador
– la idea de un Dios único, todo perfecto, todopoderoso,
todo sabio, todo justo y todo misericordioso. La
singularidad de ambas ideas se puede explicar con el
mismo hecho: ambas provinieron de la revelación de Dios,
no de la imaginación del hombre (ver IS 60, 1-3).
La verdad sobre nuestro origen final – la doctrina de la
Creación – tuvo la misma fuente sobrenatural como la
doctrina igualmente singular y sorprendente respecto a
nuestro destino final – estar espiritualmente casado con el
Dios único y perfecto.
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Peter Kreeft LO QUE LOS CATÓLICOS CREEN
Eso también es algo “que ni el ojo vio, ni el oído oyó, ni al
corazón del hombre llegó, lo que Dios preparó para los que
le aman” (1 Cor 2,9).
Las diferentes culturas humanas imaginaron diferentes
destinos finales: Nirvana, los Terrenos de la Feliz Caza, los
Campos Eliseos, el Regreso al Paraíso – pero todos ellos
palidecen en comparación con la verdad divina revelada
respecto a nuestro destino. De igual forma, las diferentes
culturas también inventaron numerosos supuestos mitos
de la creación, pero ninguno fue tan lejos como un Creador
de la misma existencia del universo sacado de la nada.
2. El significado de la doctrina de la creación.
El lenguaje hebreo tenía una palabra singular para este
concepto singular, que no se encuentra en ninguna otra
cultura antigua. “El verbo ‘crear’ – en hebreo ‘bara’ – tiene
siempre por sujeto a Dios” (C 290). El hombre no puede
literalmente crear. El hombre puede ser “creativo” al dar
nueva forma a la materia, pero sólo Dios crea la materia
misma. El hombre puede hacer algo nuevo de algo viejo,
pero sólo Dios puede hacer algo de la nada.
Puesto que la brecha entre algo nuevo y algo viejo es sólo
finita, y el poder finito del hombre con frecuencia puede
cerrar esa brecha; pero la brecha entre nada y algo es
infinita, y sólo el poder infinito de Dios puede cerrar esa
brecha.
El crear una cosa es darle existencia. Hacer una cosa
significa dar nueva forma a la materia, a algo que ya existe.
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Peter Kreeft LO QUE LOS CATÓLICOS CREEN
Lo que es creado no es sólo cambiado, sino hecho para
existir en primer lugar.
Lo más cercano que el hombre llega a crear es
“procreando”.
La procreación es cooperar con el acto de creación más
importante de Dios, que no es la creación de galaxias sin
sentido, que están destinadas a morir en sólo varios
trillones de años, sino la creación de seres humanos, con
almas inmortales, destinadas a existir eternamente. Cuando
Dios crea una nueva alma humana, de la nada, lo hace sólo
cuando un hombre y una mujer hacen el cuerpo de un
nuevo niño de su materia que existía previamente y de su
forma genética por medio de la relación sexual. Por eso es
que el sexo es sagrado.
Exploraremos ahora algunas de las consecuencias de la
doctrina de la creación; o sea, ¿qué diferencia hace esta
idea de la creación –a nuestra idea de Dios, del universo y
de nosotros mismos y nuestras ideas? Prácticamente
ninguna otra idea en la historia humana jamás ha hecho
mayor diferencia.
3. Las consecuencias de la doctrina de la creación para la
naturaleza de Dios
El Dios que crea es un Dios radicalmente diferente a
cualquier otro. Ninguna idea pagana o gentil sobre Dios ni
siquiera se aproxima.
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Peter Kreeft LO QUE LOS CATÓLICOS CREEN
1) En primer lugar, tiene que tener poder infinito para
llevar las cosas a una distancia infinita, desde la nada hasta
ser.
2) Por otro lado, el Creador y Diseñador de todo este
universo tiene que ser infinitamente sabio, puesto que
cualquier diseñador tiene que saber todo lo que diseña.
3) Además tiene que ser infinitamente amoroso,
infinitamente generoso, puesto que la creación es el don de
la misma existencia y ninguno de nosotros jamás podría
merecer cualquier don antes de que existiéramos –
incluyendo el don de la existencia.
4) Finalmente, también tiene que ser un gran artista, con un
gran sentido de belleza, para haber inventado, todo por sí
mismo, las estrellas, el mar, la nieve. “Los poemas los hacen
tontos como yo, pero sólo Dios puede hacer un árbol”.
Dios es el Creador, por consiguiente, Dios tiene que ser
infinito en poder, sabiduría, amor y belleza.
¿Qué diferencia hace el conocer esta verdad respecto a Dios
en cuanto a nuestras vidas diarias en este mundo? La
diferencia es total. Es que todo el poder, sabiduría, bondad
y belleza que en cualquier momento vemos o deseamos o
admiramos o amamos tiene que provenir de este Dios
único, puesto que no tiene rival.
Debido al hecho de la creación, debido a que Dios es la
fuente del mismo ser de cada cosa buena, él no es sólo un
bien entre otros, y nosotros somos tontos si tratamos de
encontrar cualquier bien fuera de él. Así, el primer
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Peter Kreeft LO QUE LOS CATÓLICOS CREEN
mandamiento y el más importante es adorarlo sólo a él y
amar todo lo que amamos por él; puesto que proviene de él.
Toda bondad es bondad de Dios. Sólo la maldad no es suya.
4. Las consecuencias de la doctrina de creación para la
naturaleza del universo
Si Dios creó el universo, entonces el universo es realmente
real, verdadero, bueno, bello y único.
1) Es real, no sólo una apariencia, o un sueño, como se
enseña en muchas filosofías hindú, budista y Nueva Era.
2) Es verdadero – ordenado e inteligible – puesto que no
provino de pura casualidad sino de sabiduría divina. Por
consiguiente, la doctrina de la creación es la base más
fuerte para la ciencia natural.
3) Es bueno, y valioso, y para ser apreciado y cuidado,
puesto que “vio Dios todo cuanto había hecho, y todo estaba
muy bien” (Gn 1,31). Cuando las Escrituras hablan en tono
despectivo del “mundo”, la palabra usada no es gaia,
“la tierra”, el mundo de la naturaleza que está lleno de
gloria de Dios, sino aion, “esta era”, la historia del mundo
hecha por el hombre, que está llena de disparates, pecado y
pesar.
4) Es bello. “La belleza de la creación refleja la infinita
belleza del Creador. Debe inspirar el respeto y la sumisión
de la inteligencia del hombre y de su voluntad” (C 341). La
doctrina de la creación explica por qué consideramos que la
naturaleza es tan bella y satisfaciente, por qué nos hace
actuar como lo hacemos y nos hace felices.
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Peter Kreeft LO QUE LOS CATÓLICOS CREEN
5) Es única. “Existe una solidaridad entre todas las criaturas
por el hecho de que todas tienen el mismo Creador, y que
todas están ordenadas a su gloria” (C 344). Ésta es la base
final de la comunidad: el hecho de que todas las cosas
tienen el mismo origen (el acto de creación por parte de
Dios) y el mismo fin (la gloria de Dios). Es un solo universo
puesto que tiene un solo Creador.
5. Las consecuencias de la doctrina de la creación para la
vida humana 1) Puesto que el acto de Dios de crear el
universo le dio a todo realidad, orden, bondad, belleza y
solidaridad, y puesto que formamos parte del universo (de
hecho, la parte más elevada, más reciente, más compleja y
más inteligente, de acuerdo tanto con las Escrituras como
con la Teoría de la Evolución), estas cinco características
nos aplican también a nosotros, a nosotros en especial.
2) La doctrina de la creación altera no solo nuestro origen
sino también nuestro destino (ver C 282). La Iglesia nos
dice que somos hijos de Dios, creados a su imagen y
destinados a compartir su gloria celestial. El mundo secular
moderno nos dice que somos polvo accidentalmente
evolucionado – “polvo en el viento” – destinados sólo para
el polvo de la muerte.
3) Si Dios es nuestro Creador, no tenemos derechos en
contra de Dios, como lo tenemos unos contra otros. ¿Cómo
podría un personaje de una novela tener derechos en
contra de su autor? Puesto que somos creados de la nada,
no tenemos nada que podamos llamar nuestro contra Dios.
Ninguna pequeña esquina de nuestras vidas, ningún
momento de nuestro tiempo o cantidad de dinero, ni
70
Peter Kreeft LO QUE LOS CATÓLICOS CREEN
siquiera nuestros pensamientos, se pueden reservar ni
agarrar justamente.
4) Por el contrario, todo bien proviene de nuestro Creador
único, todo es un don de amor, libre, que proviene de él
(Santiago 1,17). Y por lo tanto todo ha de ofrecérsele libre y
amorosamente. Puesto que toda cosa buena proviene de él,
toda buena obra puede ser para él. Santa Teresita de
Lisieux dijo que podemos glorificar a Dios al recoger un
alfiler en su nombre.
5) Puesto que el Creador tiene que ser infinitamente
poderoso, sabio y bueno, podemos tener plena confianza en
él. El Dios que puede “hacer” todo el universo, el Dios que
puede hacer Todas las Cosas, puede hacer cualquier cosa, y
le podemos confiar a él todo. Por eso es perfectamente
razonable creer que “en todas las cosas interviene Dios
para bien de los que le aman” (Rom 8,28). Al Creador y
Señor del universo y de toda persona en él no le falta ni el
amor para querer nuestro bien, ni la sabiduría para
conocerlo, ni el poder de hacerlo realidad.
Por eso es razonable y justo que “Jesús pide un abandono
filial en la providencia del Padre celestial que cuida de las
más pequeñas necesidades de sus hijos” (C 305).
6) Puesto que la misma existencia de las cosas es don de
Dios, obra de Dios, y puesto que la existencia no está
“fuera” de cualquier cosa que existe, sino “dentro” de ella,
por lo tanto Dios está presente en cada cosa que existe, en
todo lo que tocamos. “Pero porque es el Creador soberano y
libre, causa primera de todo lo que existe, está presente en
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Peter Kreeft LO QUE LOS CATÓLICOS CREEN
lo más íntimo de sus criaturas: ‘En él vivimos, nos movemos
y existimos’131” (C 300). Él es tanto “trascendente” como
“inmanente”.
6. Cristo en la creación
Las Escrituras dicen respecto a Jesucristo que “todo fue
creado por él y para él” (Col 1,16-17).
Todas las cosas fueron hechas a través de él, puesto que él
es “Palabra de Dios” (Jn 1,1), y cuando Dios creó el
universo, según Génesis, lo hizo a través de su Palabra
creadora. Él simplemente habló (“¡Hágase la luz!”) y así se
hizo (“Y hubo luz”). Esta Palabra es el Cristo preencarnado,
el Cristo eterno: “En el principio existía la Palabra y la
Palabra estaba junto a Dios y la Palabra era Dios …
Todo se hizo por ella y sin ella no se hizo nada [de cuanto
existe]” (Jn 1, 1,3).
Todas las cosas fueron hechas para él también, puesto que
él es el fin y el propósito por el cual el Padre creó el
universo:
– “‘El mundo ha sido creado para la gloria de Dios’112”
(C293);
– Y Cristo es la gloria de Dios, así como un hijo perfecto es la
gloria de su padre, y como la luz del sol es la gloria del sol.
Cristo es la Luz de Dios.
– Así, el mundo fue hecho para Cristo. Cristo es la razón de
la creación.
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Peter Kreeft LO QUE LOS CATÓLICOS CREEN
7. El motivo de Dios para la creación
Dios no tenía necesidad de crear. Él no se sentía sólo, ni
aburrido, ni incompleto. No tiene imperfecciones. “Dios ha
creado todas las cosas, ... ‘no para aumentar su gloria
[porque eso es imposible], sino para manifestarla y
comunicarla’113” (C 293).
¿Por qué lo hizo? El motivo de este compartir de su gloria
es un amor puro desinteresado. “Dios no tiene otra razón
para crear que su amor y su bondad” (C 293).
Este amor es natural para Dios. Es su naturaleza, su
carácter, su esencia. Es la naturaleza de la bondad el ser
abnegado, o “difusivo de por sí” (como lo expresa Santo
Tomás de Aquino).
Esto significa desear el bien del otro, o caridad. Dios no
ganó nada al crearnos, pero nosotros lo ganamos todo,
antes que nada nuestra existencia misma. Dios nos creó por
la misma razón que padres buenos y generosos tienen
numerosos hijos: para compartir su amor.
Pero aunque era natural para Dios el crear, no era
necesario. El universo “no es producto de una necesidad
cualquiera, de un destino ciego o del azar … Procede de la
voluntad libre de Dios” (C 295). Nada sino Dios tiene que
ser; sólo Dios es necesario. Cada criatura es contingente,
que quizás pudo no haber sido.
8. Creación y evolución
La doctrina de la creación y la teoría de la evolución
biológica no se contradicen necesariamente.
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Peter Kreeft LO QUE LOS CATÓLICOS CREEN
No sabemos cómo Dios ordenó el mundo que creó para que
llegara a la perfección. Él pudo haber usado la evolución de
las especies por medio de la “selección natural”
(“supervivencia del más apto”) para producir al cuerpo
humano. Las Escrituras dicen que lo “formó al hombre con
polvo del suelo” (Gn 2,7).
Sin embargo, Dios “insufló” al hombre “el aliento de vida”
(el alma) (Gn 2,7). Las almas no pueden evolucionar de la
materia, sino que tienen que ser creadas directamente por
Dios.
En la medida en que la evolución explica cuerpos, no
contradice la doctrina de la creación. En la medida en que
afirma poder explicar las almas, si lo hace. Puesto que es
poco científico e ilógico el tratar de explicar almas
incorpóreas por medio de biología material. Las almas no
dejan fósiles.
En la medida en que la evolución explica los procesos
naturales, no contradice la doctrina de la creación. En
cuanto a que niega el designio divino sobrenatural, sí lo
hace. Pero entonces la evolución va más allá de su ámbito
científico y se convierte en una teología en vez de una
ciencia natural.
No puede haber una verdadera contradicción, nunca, entre
la ciencia verdadera y la religión verdadera, puesto que la
verdad nunca puede contradecir la verdad. El mismo Dios
escribió ambos libros, la naturaleza y las Escrituras.
9. La jerarquía natural
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Peter Kreeft LO QUE LOS CATÓLICOS CREEN
Dios creo el universo como una jerarquía; algunas cosas
son “más elevadas”, más valiosas y más importantes que
otras. Cada ser humano podría tener igual valor a la vista de
Dios, puesto que todos son hechos a su imagen; pero los
animales irracionales no son iguales a los seres humanos.
No tienen almas racionales, libre voluntad, o el
conocimiento de Dios. Si los animales fueran iguales a los
humanos, el comer carne sería canibalismo.
La democracia y la igualdad son buenas ideas en la política,
pero la naturaleza no es una democracia. Dios es su
monarca absoluto, los ángeles sus ministros, los hombres
sus hijos, los animales sus mascotas, las plantas sus
decoraciones, los minerales sus materiales de construcción
y el tiempo su terreno. Todos son buenos, todos son
valiosos, y a todos se les ama, pero no de forma igual. Eso
sería caos, no cosmos.
“La jerarquía de las criaturas está expresada por el orden
de los ‘seis días’ [de la creación], que va de lo menos
perfecto a lo más perfecto” (C 342). La teoría de la
evolución está de acuerdo con esto. Como los días de la
creación, la evolución también procede de acuerdo con un
patrón progresivo y jerárquico.
10. Providencia
Dios creo el universo lleno de tiempo. Todo en él cambia. No
se completó todo a la vez, como Dios, sino que crece hacia
su propia perfección.
La divina providencia es el plan de Dios a través del cual
guía su creación hacia su perfección, hacia su fin (ver C
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Peter Kreeft LO QUE LOS CATÓLICOS CREEN
302). El universo es una historia, Dios es su Autor, y la
providencia es su trama. El hombre es su protagonista, o
personaje principal. (Si hay criaturas con almas racionales
en otros planetas, también son protagonistas en la historia
de Dios. Puesto que Dios es el Dios de todo el universo, no
sólo de un pequeño planeta).
11. Las primeras causas (sobrenaturales) y las segundas
causas (naturales)
Cuando agradecemos a Dios los dones de la naturaleza –
por ejemplo, cuando damos gracias en las comidas y le
agradecemos por los alimentos – reconocemos que las
cosas de la naturaleza tienen dos causas: el Creador y otras
criaturas; la causa final y la causa inmediata; primera y
segunda causa; causa sobrenatural y causa natural. Este
hecho teológico tiene dos consecuencias prácticas
importantes:
1) El origen de todo bien se localiza en Dios, a fin de
cuentas. Tenemos que darle todo nuestro agradecimiento y
toda la gloria. “Así vemos al Espíritu Santo, autor principal
de la Sagrada Escritura, atribuir con frecuencia a Dios
acciones sin mencionar causas segundas [ver Jn 1,4, por
ejemplo]. Esto no es ‘una manera de hablar’ primitiva, sino
un modo profundo de recordar la primacía de Dios y su
señorío absoluto sobre la historia y el mundo133 y de
educar así para la confianza en El” (C 304).
Nuestras vidas se pueden transformar a través de esta
verdad sencilla: podemos y debemos ver a Dios en todo y
amar a Dios en cada cosa. Las criaturas son como caminos
en los que Dios viene a nosotros y nosotros vamos a Dios.
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Peter Kreeft LO QUE LOS CATÓLICOS CREEN
Podemos convertirnos en santos en medio de la vida más
activa en el mundo si vivimos en esta luz y “practicamos la
presencia de Dios”.
2) Pero “esta verdad, lejos de disminuir la dignidad de la
criatura, la realza” (C 308). Puesto que a Dios le gusta usar
medios naturales para realizar su labor, para exaltar y
glorificar sus criaturas, especialmente el hombre.
Esto es cierto de las cosas sobrenaturales como la oración y
de las cosas naturales como los alimentos. “Dios instituyó la
oración a fin de dar a sus criaturas la dignidad de ser
causas” (Pascal).
“Dios concede a los hombres incluso poder participar
libremente en su providencia [así, la libre voluntad humana
y la divina providencia no son contradictorias sino partes
complementarias del mismo plan divino] confiándoles la
responsabilidad … Los hombres, cooperadores a menudo
inconscientes de la voluntad divina, pueden entrar
libremente en el plan divino no sólo por sus acciones y sus
oraciones, sino también por sus sufrimientos137” (C 307).
“Dios es el Señor soberano de su designio. Pero para su
realización se sirve también del concurso de sus criaturas.
Esto no es un signo de debilidad, sino de grandeza y bondad
de Dios Todopoderoso…” (C 306). Un gran rey exalta a sus
subordinados; un rey débil y egoísta no lo hace.
Los católicos afirman la soberanía absoluta de Dios con
tanta fuerza como los calvinistas y musulmanes, pero
también dan énfasis a segundas causas: por ejemplo, la
Iglesia visible, los sacramentos físicos, los santos y María.
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Peter Kreeft LO QUE LOS CATÓLICOS CREEN
Los no católicos con frecuencia sienten preocupación de
que el amor y el respeto que le damos a estas cosas quiten
mérito a la gloria de Dios. Pero el espíritu del catolicismo
rechaza cualquier rivalidad entre la naturaleza y la gracia.
“La gracia perfecciona la naturaleza” y la naturaleza señala
hacia la gracia. Por ejemplo, María siempre nos señala hacia
su divino Hijo, no hacia ella misma. Dios exalta a sus santos
y sus santos exaltan a Dios.
Esta exaltación abnegada de la otra persona comienza en la
misma Trinidad, en la que el Padre ama y glorifica al Hijo y
el Hijo ama y glorifica al Padre, y el Espíritu que
eternamente procede de ellos es ese mismo amor.
12. El lugar del hombre en la creación
Dios creó “el cielo y la tierra” (Gn 1,1), o sea, “‘todo lo
visible y lo invisible’” (Credo de Nicena; C 325). El hombre
vive en ambas dimensiones. Vive en el mundo visible de la
materia a través de su cuerpo, y vive en el mundo invisible
del espíritu a través de su alma. Las obras del alma son
invisibles e inmateriales: los pensamientos, sentimientos,
deseos y elecciones no tienen tamaño, peso, forma ni color.
“Dios ‘al comienzo del tiempo, creó a la vez
(simultáneamente) de la nada una y otra criatura, la
espiritual y la corporal, es decir, la angélica y la mundana;
luego, la criatura humana, que participa de las dos
realidades, pues está compuesta de espíritu y de
cuerpo’158 (C 327). El hombre es el menor de los espíritus
y el mayor de los animales. Es el centro y el puente del
universo creado. Es el sacerdote de la creación, porque
cuando ofrece a Dios su propio ser ofrece toda la creación,
78
Peter Kreeft LO QUE LOS CATÓLICOS CREEN
puesto que en sí mismo él es todo lo que la creación es:
espíritu (mente y voluntad), que él comparte con los
ángeles; sensaciones y sentimientos, que comparte con los
animales; la vida orgánica que comparte con las plantas; y
materia física que comparte con los químicos. El hombre es
un “microcosmos”, un pequeño cosmos.
13. Los ángeles
Los ángeles no son míticos sino reales. No son un agregado
opcional a la fe católica; su existencia es un dogma de la fe
católica (Concilio Laterano IV en el siglo trece). Las
Escrituras reportan la aparición de miles de ángeles. La
vida de Cristo en especial está rodeada de sus obras (ver C
333).
“Ángel” significa “mensajero”.
“San Agustín dice respecto a ellos: … ‘El nombre de ángel
indica su oficio, no su naturaleza. Si preguntas por su
naturaleza, te diré que es un espíritu’ …”159 (C 329).
Los ángeles son espíritus que rinden culto y sirven a Dios a
través de su servicio a los hombres. (¡Y nosotros también!)
Dan servicio a los hombres anunciando mensajes de Dios
(sus mensajes más importantes fueron hechos en el
nacimiento de Cristo) y cuidándonos y guiándonos.
Cada ser humano tiene un ángel guardián asignado a él
desde el nacimiento hasta la muerte. El mismo Cristo nos lo
aseguró (ver Mt 18,10 y Lc 16,22).
“Cristo es el centro del mundo de los ángeles. Los ángeles le
pertenecen” (C 331). Cuando regrese al final del mundo
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Peter Kreeft LO QUE LOS CATÓLICOS CREEN
vendrá “acompañado de todos sus ángeles” (Mt
24,31;25,31) 14. Los demonios
Los ángeles tienen intelecto y libre albedrío como el
hombre.
Algunos ángeles decidieron a su comienzo, rebelarse en
contra de la voluntad de Dios, y se convirtieron en
demonios, o espíritus malvados.
Así como los espíritus buenos nos ayudan, los espíritus
malvados buscan causarnos daño tentándonos a pecar.
Cualquier cristiano bautizado y creyente tiene el poder de
resistir la tentación, no importa si proviene “del mundo, la
carne o el diablo” – es decir, 1) del mundo exterior de la
sociedad humana caída, 2) del mundo interno de nuestros
instintos degradados, egoístas, del cuerpo o alma, o 3) del
trabajo sobrenatural de los espíritus malvados.
Ningún fiel cristiano puede ser poseído por el demonio en
contra de su voluntad, aunque muchos serán severamente
oprimidos y todos serán tentados. La Iglesia, como Cristo,
tiene el poder de liberar a quienes están “poseídos” por
medio del exorcismo de los espíritus malvados. Cristo
prometió este don a su Iglesia (Mc 16,17). En la mayoría de
las épocas y lugares, la posesión por el demonio y el
exorcismo son raros. Pero son reales.
Si el diablo no es real, la Biblia miente (por ejemplo 1P 5,8),
y Cristo era un tonto, puesto que ciertamente creyó en los
demonios y en Satanás (“el diablo”) (por ejemplo, ver Lc
10,18).
80
Peter Kreeft LO QUE LOS CATÓLICOS CREEN
15. El misterio del mal
“Si no hay Dios, ¿por qué existe el bien? Si hay un Dios, ¿por
qué existe el mal?” Así es como San Agustín expuso el
famoso “problema del mal” (o más bien, el misterio del
mal). Si el Creador Todopoderoso es todo bien (1 Jn 1,5),
¿por qué hay mal en su creación? La doctrina de la creación
por un Dios totalmente bueno naturalmente hace surgir el
problema del mal.
Para otras religiones y filosofías, que no tienen una doctrina
de creación, el mal es un escándalo menor. Puesto que si
Dios no creó la materia, se puede culpar a la materia por el
mal …. O si Dios es un poquito malo, o débil o tonto, se
puede atribuir el mal a Dios. Pero el Dios de la revelación
judío-cristiana es infinitamente bueno, y sabio y poderoso;
y este Dios totalmente bueno declaró bueno todo lo que
creó (Gn 1,31); así que, ¿de dónde provino el mal? La
interrogante surge naturalmente de la historia de la
Creación en Génesis 1 y 2, y así recibe una respuesta en la
historia de la Caída en Génesis 3.
El mal no es una cosa, un ser, una entidad. Si lo fuera,
tendría que ser el Creador o una criatura creada por él.
Pero el mal no es tampoco sólo una ilusión. Si lo fuera,
¡sería malo para nosotros temer a una mera ilusión! El mal
es un defecto moral real y trágico, así como la ceguera es un
defecto físico real y trágico. Es real, como la ceguera, pero
no es una cosa creada por Dios, como el ojo.
La pregunta sobre el mal es en realidad dos interrogantes
distintas, puesto que el mal significa dos cosas distintas:
mal moral y mal físico, pecado y sufrimiento, el mal que
81
Peter Kreeft LO QUE LOS CATÓLICOS CREEN
hacemos y el mal que nos hacen. “… el mal moral… [es]
incomparablemente más grave que el mal físico…” (C 311)
puesto que causa daño a nuestras almas eternas y a otras
personas, mientras que el mal físico, aunque malo, causa
daño sólo a nuestros cuerpos temporales y a nosotros
mismos.
Afortunadamente, la respuesta a la pregunta más
importante (el mal moral) es más clara que la respuesta a la
pregunta menos importante (mal físico). La respuesta es
que el mal moral no proviene de Dios ni del mundo
material que él creó, sino de nuestras propias selecciones.
Para encontrar el origen del mal, no hay que mirar al cielo
ni a la tierra, sino mirar a un espejo. El hombre introdujo el
mal en el mundo al desobedecer la buena voluntad y la ley
de Dios.
Aun aquí, sin embargo, nuestra religión es profundamente
positiva. El hombre no es malo por su naturaleza, que Dios
creó, sino por su propia libre selección. La naturaleza
humana es la mejor de todas las creaciones de Dios, puesto
que está hecha a su imagen. El valor de un solo ser humano
es mayor que el de todas las galaxias. Ese valor se puede
medir por el precio que Dios estimó valía la pena pagar
para redimirlo: la vida de su propio hijo infinitamente
amado.
Tanto la causa del mal (el mal uso de parte del hombre de
su libre albedrío) y la cura del mal (la muerte de Cristo en
la Cruz) son misterios profundos, no problemas simples. No
son totalmente transparentes a la razón humana “… No se
puede dar una respuesta simple. El conjunto de la fe
cristiana constituye la respuesta… No hay un rasgo del
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Peter Kreeft LO QUE LOS CATÓLICOS CREEN
mensaje cristiano que no sea en parte una respuesta a la
cuestión del mal” (C 309), así como no hay un solo aspecto
de un hospital que no es parte de su respuesta al problema
de la enfermedad y el dolor.
Por eso, sobre la cuestión del mal moral podríamos decir
que 1) su origen es la libre voluntad del hombre, y 2) su
propósito es a) el bien de preservar nuestra libre voluntad
y b) el bien de la redención de Cristo derivada de ahí. Esas
son las dos razones por las que Dios lo permite. Pero no lo
causa. “Dios no es de ninguna manera, ni directa ni
indirectamente, la causa del mal moral.144 Sin embargo, lo
permite, [a] respetando la libertad de su criatura, y, [b]
misteriosamente, sabe sacar de él el bien” (C 311), como
hizo el “Viernes Santo”, cuando “del mayor mal moral que
ha sido cometido jamás [el asesinato de Dios]…Dios… sacó
el mayor de los bienes… nuestra Redención” (C 312).
La respuesta de Dios al mal no es un pensamiento sino una
obra, no una explicación sino una verdadera cura – a través
de los medios más asombrosos e impredecibles: su propia
muerte en la cruz. No podemos comprender plenamente la
solución de Dios al mal, pero la podemos contemplar cada
vez que miramos un crucifijo.
Entre la cruz y la resurrección, entre el Viernes Santo y el
Domingo de Pascua, la situación era muy incierta para los
discípulos de Jesús. En un sentido ahí es donde nos
encontramos ahora – el Sábado Santo – puesto que nuestra
resurrección está aún en el futuro, y sólo la fe, no la vista,
nos llevará a ella. El plan no ha concluido. Hasta que lo esté,
Dios lucha con nosotros en el tiempo y en la historia en
contra del mal, a través de su encarnación en Cristo y en el
83
Peter Kreeft LO QUE LOS CATÓLICOS CREEN
Cuerpo de Cristo la Iglesia, que es la extensión de la
encarnación.
Esa es la solución de Dios al mal moral. ¿Pero qué en cuanto
al mal físico? Eso es diferente al mal moral y necesita una
solución diferente. Aun así el mal físico está estrechamente
relacionado con el mal moral puesto que nuestros cuerpos
están tan estrechamente relacionados con nuestras almas.
Así las Escrituras trazan el sufrimiento y la muerte a fin de
cuentas al pecado. Nuestros propios pecados individuales
(“pecados actuales”) ahora causan la mayoría de los
sufrimientos del mundo; y el “pecado original” de la
humanidad (el estado de alienación de Dios que causó en la
naturaleza humana debido a la Caída) causa que el
sufrimiento y la muerte sean nuestro destino en la vida.
El mal es lo opuesto al bien, y Dios es la fuente de todo tipo
de bien, espiritual y físico; así, todo mal, espiritual y físico,
constituye algún tipo de separación de Dios. El mal asume
la forma de pecado en el alma, y sufrimiento y muerte en el
cuerpo.
El pecado venial es para el alma lo que la enfermedad y el
sufrimiento son para el cuerpo; el pecado mortal es para el
alma lo que la muerte es para el cuerpo.
Sólo tenemos conocimiento parcial de cómo es que esta
estrecha relación cuerpo-alma “funciona”, y exactamente
qué sucedió en el evento histórico poéticamente narrado en
Génesis 3 que llamamos la Caída. Dios nos ha comunicado
más sobre el aspecto práctico, qué hacer respecto al mal,
que respecto a la teoría, cómo explicarla. En el centro de
esa respuesta práctica se encuentran las dos virtudes de
84
Peter Kreeft LO QUE LOS CATÓLICOS CREEN
fortaleza y caridad. Hemos de sobrellevar nuestros
sufrimientos con fortaleza activa, y trabajar para aliviar el
sufrimiento de otros con una caridad activa, especialmente
para el débil, el pobre y el moribundo. Podemos hacer
mucho más en cuanto a “solucionar” el problema del mal a
través de nuestras acciones que a través de nuestros
pensamientos.
El dolor y el pecado son pruebas de fe. Los santos nos
demuestran cómo pasar esta prueba. “Santa Catalina de
Siena dice a ‘los que se escandalizan y se rebelan por lo que
les sucede’: ‘Todo procede del amor, todo está ordenado a
la salvación del hombre, Dios no hace nada que no sea con
este fin’148” (C 313). Si el mal te deprime, lee Romanos
8,15-39, recordando que éste no es algún sentimiento
subjetivo de un hombre falible sino la verdad objetiva del
Dios infalible.
____________________
Notas del Catecismo en el orden en que aparecen en Citas usadas
en esta sección:
131 SAN AUGUSTIN, Confessions, 3, 6, 11.
112 Concilio Vaticano I: DS 3025.
113 SAN BUENAVENTURA, In libros Sent. 2, 2,2,1.
133 Cf Is 10,5-15; 45,5-7, Dt 32,39; Si 11,14.
137 Cf Col 1,24.
158 Concilio de Létran IV: DS 800; cf. DS 3002 y Pablo VI, CPG § 8.
159 San Agustín, En. In Ps. 103, 1,15.
144 Cf SAN AGUSTÍN, De libero arbitrio 1,1: PL 32,1221-1223; SANTO
TOMÁS DE
AQUINO, STh I-II,79,1.
181 Santa Catalina de Siena, Dialoghi, ch. 4, 138.
85
Peter Kreeft LO QUE LOS CATÓLICOS CREEN
CAPÍTULO 4
LA PERSONA HUMANA
Nota: “Hombre” no significa “varón” ni “varón más que
mujer”. A pesar de este hecho, la mayoría de los editores en
la actualidad censuran estrictamente el uso tradicional
inclusivo de “hombre” o “él” – un uso que se encuentra en
todas las traducciones al castellano de la Biblia, en todos los
documentos de la Iglesia y en todos los grandes libros
seculares en la historia de la civilización occidental.
Esta censura por lo general se insiste por respeto a los
fuertes sentimientos de feministas influyentes, y quizás por
culpa y en reparación por las numerosas injusticias reales
que en el pasado los hombres les han hecho a las mujeres.
En este capítulo se mantiene el lenguaje tradicional, no por
ningún deseo de excluir a las mujeres o de negar la igualdad
total entre hombres y mujeres (una realidad que se afirma
en la Biblia), sino debido a la convicción de que injusticias
pasadas contra las mujeres no se reparan con injusticias
contra el idioma.
En el idioma castellano, la palabra “hombre” realiza una
función doble; significa dos cosas. Puesto que el castellano
tiene una sola palabra (“hombre”) mientras que muchos
otros idiomas tienen dos. En latín, por ejemplo, homo
significa “ser humano” y vir significa “ser humano varón”.
En griego, anthropos y aner conllevan la misma distinción.
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Peter Kreeft LO QUE LOS CATÓLICOS CREEN
Cuando los escritores decían: “Dios y el hombre” no querían
decir “Dios y varones”.
Entonces, ¿por qué no decir “Dios y la humanidad”? Porque
“Dios y el hombre” no solo suena mejor que “Dios y la
humanidad”, sino que tiene un significado diferente.
“Hombre” es un término concreto, como “Dios; pero
“humanidad” es un término abstracto, como “divinidad”.
1. La dignidad del hombre en la actualidad
Ningún siglo en la historia habló más sobre la dignidad del
hombre que el siglo veinte. Sin embargo, ningún siglo en la
historia amenazó la dignidad del hombre más, tanto en
teoría como en la práctica.
Amenazados en teoría porque los tres pensadores que
mayor influencia tuvieron en el siglo veinte – Darwin, Marx
y Freud – redujeron al hombre a algo sin alma: o un mono
listo que accidentalmente evolucionó, o una pieza en la
maquinaria económica del Estado, o un maniaco sexual
reprimido.
Amenazado en la práctica debido a la invención más
dramática del siglo veinte, el genocidio: el asesinato
deliberado de más de 100 millones de personas inocentes,
más de la población entera del mundo durante la mayor
parte de la historia del hombre. Y no sólo por parte de
Hitler, Stalin, y Mao. En América la “libre”, más de millón y
medio de seres humanos al año continúan siendo
masacrados en el vientre.
87
Peter Kreeft LO QUE LOS CATÓLICOS CREEN
La causa de esta carnicería humana debería ser obvia para
cualquier cristiano judío o musulmán. Una vez que “Dios
está muerto” para cualquier sociedad o ideología, así
también está su imagen del hombre. “La Abolición del
Hombre” (el título del libro profético de C.S. Lewis)
proviene de la abolición de Dios.
Puesto que Dios es la fuente de toda vida, y cuando
cualquier cultura dice NO a Dios, dice No a la vida y se
convierte en lo que el Papa Juan Pablo II se ha atrevido a
llamar una “cultura de muerte”.
La defensa del hombre es así atada con la defensa de Dios.
Son inseparables. “Si alguno dice: ‘Yo Amo a Dios’, y odia a
su hermano, es un mentiroso” (1 Jn 4,20).
2. La base para la dignidad del hombre
De igual forma, si alguien dice: “Amo al hombre”, pero odia
a Dios, es un mentiroso. Puesto que un gran edificio no se
sostendrá sin una base sólida. Cada persona en nuestra
cultura afirma “la dignidad del hombre”, pero ¿cuál es su
base? ¿Qué evita su colapso?
La respuesta católica es clara: “De todas las criaturas
visibles sólo el hombre es ‘capaz de conocer y amar a su
Creador,’202…[S]ólo él está llamado a participar, por el
conocimiento y el amor, en la vida de Dios. Para este fin ha
sido creado y ésta es la razón fundamental de su dignidad”
(C 356). Esta es una de las oraciones más cruciales y
retadoras en el Catecismo para nuestros tiempos.
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Peter Kreeft LO QUE LOS CATÓLICOS CREEN
La dignidad del hombre descansa sobre su destino. Él no es
sólo del polvo y para el polvo, sino de Dios y para Dios.
Incluso la teoría de la evolución está de acuerdo con el
relato de Génesis de ver al hombre como la culminación del
proceso natural. Nosotros naturalmente nos preguntamos
cuál es el punto y el fin de todo el universo; la respuesta no
es sólo sus gases y sus galaxias, sino el hombre que hace esa
pregunta. Las galaxias son sólo el escenario, el ambiente
para la obra; nosotros somos los actores.
El universo es una gran catedral. Las estrellas y los mares
son cuadros sagrados de Dios en las paredes para alzar la
mente del hombre para que rinda culto y adore a su
Creador. Sin Dios la catedral pierde su significado, su
dignidad y su destino. Así también sucede con el hombre, el
que rinde culto.
El hombre tiene valor y dignidad porque es una cosa
sagrada, como la Eucaristía. En el hombre también, Cristo
está verdaderamente escondido.
3. Cristo como el significado del hombre
“‘Realmente, el misterio del hombre sólo se esclarece en el
misterio del Verbo encarnado’207” (C 359). El hombre ve
su propio significado y destino con mucha más claridad en
Cristo que en cualquiera de sus propias ideas o sueños,
filosofías o psicologías, ideales éticos o sociales. Cristo es la
respuesta a la pregunta más importante y retadora que
podamos hacer: ¿Qué se supone que yo sea? ¿Cuál es el
significado de mi vida? A esta pregunta tenemos no sólo
una respuesta abstracta, una teoría, sino una respuesta
89
Peter Kreeft LO QUE LOS CATÓLICOS CREEN
concreta, un hecho, Jesucristo el hombre. Él es los datos
para que el hombre se conozca a él mismo.
Para entender estos datos concretos, consultemos nuestros
datos escritos, la Biblia (tanto Cristo como las Escrituras se
llaman “la Palabra de Dios”).
Los cristianos leen el Antiguo Testamento a la luz del
Nuevo, así como un agricultor interpreta una semilla a la
luz de sus frutos.
Por eso debemos esperar encontrar a Cristo también en el
centro del Antiguo Testamento. Y lo encontramos,
comenzando con la creación por Dios del universo y del
hombre.
Génesis 1 dice que Dios creó el universo a través de su
Palabra, pero no dice cuál es la Palabra de Dios. El Nuevo
Testamente sí lo dice. Jesucristo es la Palabra de Dios (Jn 1,
1-14).
Génesis 1, 26-27 dice que Dios hizo al hombre “a imagen de
Dios”, pero no dice cuál es la imagen de Dios. El Nuevo
Testamento sí lo dice. Jesucristo es la imagen de Dios (Rom
8,29; Cor 15,49).
La dignidad del hombre está basada en el hecho de que es
creado para ser como Cristo.
En este mundo de Caída, eso significa la Cruz de Cristo:
amor abnegado que culminó en la muerte. Y en el próximo
mundo significa la gloria total del cuerpo resucitado de
Cristo.
90
Peter Kreeft LO QUE LOS CATÓLICOS CREEN
4. Cristo como la base de la solidaridad humana El hombre
encuentra su significado en Cristo no sólo como un ejemplo
o ideal para imitar, sino como la “Cabeza” de un “Cuerpo”
que es orgánicamente uno, y uno con su Cabeza, así como lo
que se encuentra entre tus hombros es orgánicamente uno
con el cuerpo que dirige. Somos los “miembros” de Cristo
(1Cor 12,14-27; Rom 12,4-5) – “miembros” no como
accionistas de una corporación, sino como las extremidades
de un cuerpo.
La solidaridad humana, como la dignidad humana, es otra
idea que el hombre moderno con razón elogia, pero por lo
general sin conocer su verdadera base. ¿ Por qué somos
uno? ¿Son todos los hombres uno meramente debido a
nuestro origen material en Adán (o en los monos)? ¿O es
más bien debido a nuestro fin, nuestro destino en Cristo? La
pregunta no es simplemente teórica. Nuestra cultura ahora
cuestiona seriamente por qué debemos respetar toda vida
humana, incluyendo al no nacido, al que tiene impedimento
severo, al que tiene retardo, al desquiciado, al enfermo, al
moribundo, incluso al malvado y al criminal. Y nuestra
cultura no sabe la respuesta. ¿ Por qué debemos tratar a
esta gente que nos causan inconvenientes y son
“rechazadas” como a nuestros hermanos? La Iglesia
proclama a gritos la dulce respuesta: porque son nuestros
hermanos, “en Cristo”.
En la Encarnación, Cristo asumió nuestra naturaleza
humana – toda la humanidad, no sólo un cuerpo judío,
masculino, blanco.
Cristo se hizo hombre, no sólo un hombre. Por
consiguiente, todos los hombres llevan la imagen del Hijo,
91
Peter Kreeft LO QUE LOS CATÓLICOS CREEN
así como la del Padre. Los no cristianos no pueden deshacer
la imagen de Cristo en ellos negándolo como tampoco los
ateos no pueden deshacer la imagen del Padre en ellos
negándola.
“La hermandad del hombre” se basa en la “Paternidad de
Dios” encarnada en el Cuerpo de Cristo. ¿Por qué somos
uno? La Iglesia no sólo dice la respuesta: “el Cuerpo de
Cristo”. Ella es la respuesta.
5. El cuerpo humano
El hombre fue creado “a imagen de Dios” (Gn 1, 26-27).
¿Que es “a imagen de Dios?” No es sólo el alma. Aunque la
naturaleza de Dios es espíritu, no cuerpo (Jn 4,24), sin
embargo, “el cuerpo del hombre participa de la dignidad de
la ‘imagen de Dios’… [E]s toda la persona humana la que
está destinada a ser, en el Cuerpo de Cristo, el Templo del
Espíritu216” (C 364). Es por eso que nuestros cuerpos son
sagrados, “templos del Espíritu Santo” (1 Cor 3,16-17;
6,19).
“‘Por consiguiente, no es lícito al hombre despreciar la vida
corporal, sino que, por el contrario, tiene que considerar su
cuerpo bueno y digno de honra, ya que ha sido creado por
Dios y ha de resucitar en el último día’217” (C 364).
No somos ni animales ni ángeles. Nuestros cuerpos no son
ni la totalidad de nuestra naturaleza, como sucede con los
animales, ni fuera de nuestra naturaleza, como sucede con
los ángeles. No son externos a nosotros, ni disfraces para
que los espíritus se escondan, como las máscaras del Día de
las Brujas (Halloween), ni instrumentos para que las
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Peter Kreeft LO QUE LOS CATÓLICOS CREEN
mentes los manipulen, como las computadoras. Nosotros
somos esencialmente cuerpo así como espíritu.
¿Por qué Dios nos diseñó así?
Dios nos diseñó para ser los sacerdotes de toda la creación.
“Dios creó todo para el hombre,205 pero el hombre fue
creado para servir y amar a Dios y para ofrecerle toda la
creación” (C 358).
¿Cómo entonces cumplimos nuestro destino como los
sacerdotes de toda la creación?
Cuando nos ofrecemos a Dios, ofrecemos todo el universo
en nuestro cuerpo, puesto que nuestro cuerpo es un
“microcosmos”, un pequeño cosmos, el universo en
miniatura. Estamos hechos de material de las estrellas y
material de mineral, y vida de plantas y sensaciones de
animales, así como con mente y voluntad y corazón.
“‘Por su misma condición corporal, reúne en sí los
elementos del mundo material, de tal modo que, por medio
de él, éstos alcanzan su cima y elevan la voz para la libre
alabanza del Creador…’217” (C
364). En nosotros, los ríos baten palmas, a una los montes
gritan de gozo (Sal 98,8).
Así, la naturaleza se humaniza en nosotros. Y nosotros nos
divinizamos en Cristo. Somos el puente entre la materia y el
espíritu, y Cristo es el puente entre el hombre y Dios. Como
dicen las Escrituras, “todo es vuestro; y vosotros de Cristo y
Cristo, de Dios” (1Cor 3,22-23).
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Peter Kreeft LO QUE LOS CATÓLICOS CREEN
6. La unidad del alma y el cuerpo
El hombre no es meramente un cuerpo (eso es
materialismo). Ni tampoco es meramente un alma (eso es
espiritualismo). Tampoco es dos seres, como un fantasma
en una máquina (eso es dualismo). Él es un ser en dos
dimensiones, corporal y espiritual. “La unidad del alma y
del cuerpo es tan profunda que se debe considerar al alma
como la ‘forma’ del cuerpo [‘forma’ aquí no significa ‘forma
externa’ sino ‘significado intrínsico’]:218 es decir, gracias al
alma espiritual, la materia que integra el cuerpo es un
cuerpo humano y viviente; en el hombre, el espíritu y la
materia no son dos naturalezas unidas, sino que su unión
constituye una única naturaleza” (C 365).
El alma humana no está aprisionada en el cuerpo, como
enseñó Platón, sino expresada en él, así como el significado
de una obra escénica se expresa en sus palabras. Y al
cuerpo no lo esclaviza el alma sino que lo completa, como
una bella pieza de mármol se completa y se lleva a la
perfección en una gran obra de escultura.
7. El alma humana
El alma humana no es un espíritu puro, como un ángel. Es la
“forma” del cuerpo; su tarea es informar al cuerpo. El
cuerpo no es una casa y el alma no es un fantasma. ¡No
somos ‘encantados’! El alma no es algo extraño, oculto, o
extraterrestre. Justamente lo opuesto. Es quiénes somos; es
nuestra personalidad. Dios nos lo dio en la concepción (ese
momento mágico que fue también el comienzo de nuestro
94
Peter Kreeft LO QUE LOS CATÓLICOS CREEN
cuerpo), y nosotros le damos forma a través de todas las
selecciones de la vida.
Las enseñanzas más importantes de la Iglesia respecto al
alma son “[1] que cada alma espiritual es directamente
creada por Dios219 – no es ‘producida’ por los padres – [2]
y que es inmortal:220 no perece cuando se separa del
cuerpo en la muerte, y [3] se unirá de nuevo al cuerpo en la
resurrección final” (C 366).
En cada uno de estos tres puntos hay buena razón para
nuestra fe:
1) El alma tiene que ser creada antes que evolucionada,
puesto que la materia no puede hacer espíritu, al igual que
el espacio no puede hacer el tiempo ni el color puede hacer
sonido. Son dos dimensiones diferentes. “No se puede sacar
sangre de una piedra”, como tampoco se puede obtener
autoconciencia y libre voluntad de los átomos y moléculas.
2) El alma tiene que ser inmortal puesto que no está
compuesta de átomos dispersos en el espacio ni tienen la
capacidad de ser cortados en partes. No está compuesto,
por lo que no se puede descomponer.
3) El alma tiene que reunirse con un nuevo cuerpo puesto
que Dios hizo al hombre como una unidad alma-cuerpo, y
Dios no comete errores. Por consiguiente, la resurrección
del cuerpo se necesita para completar y perfeccionar
nuestra naturaleza humana en el cielo. (Entre la muerte y la
resurrección, estamos incompletos). No nos convertimos en
ángeles como tampoco nos convertimos en hormigas.
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Peter Kreeft LO QUE LOS CATÓLICOS CREEN
8. La sexualidad humana*
Dios “inventó” el sexo. Es por eso que no es “malo” ni
“sucio”.
Ni tampoco es meramente neutral, para usarse según nos
plazca. Es bueno, y sagrado.
Ningún aspecto de la enseñanza de la Iglesia es más
malinterpretado y más rechazado hoy que sus principios
que no cambian ni se pueden cambiar respecto a la
moralidad sexual.
Puesto que éstos no pueden comprenderse excepto en el
contexto de su visión del hombre.
El hombre no ha evolucionado por accidente o pura
casualidad.
La existencia del hombre se debe al amor infinito de Dios.
El hombre es querido por Dios, deliberadamente diseñado
como masculino y femenino. Esa es la primera razón por la
que el sexo es sagrado.
La segunda razón es que Dios ha diseñado, y querido no
sólo su existencia, sino también su propósito. Es sagrado no
sólo debido a su origen sino también debido a su fin. Ese
propósito es de ser el medio de pro-crear las cosas más
grandes en el universo: personas nuevas, con almas
inmortales. “Al transmitir a sus descendientes la vida
humana, el hombre y la mujer, como esposos y padres,
cooperan de una manera única en la obra del Creador230”
(C 372).
96
Peter Kreeft LO QUE LOS CATÓLICOS CREEN
________________________
*(Una palabra respecto a las palabras. A través de los siglos
de uso en castellano, “sexo“
significaba no meramente algo que hacemos (copulación)
sino algo que somos (masculino y femenino). Y “género“
significaba algo gramático, no biológico: las palabras
género (nombres masculino y femenino). Hoy, “género“
significa lo que “sexo“ antes significaba, y “sexo“ significa
sencillamente copulación, o hasta cualquier estímulo
erótico (“teniendo sexo“). En otras palabras, hemos sacado
la palabra “sexo“ de nuestro ser personal y la hemos
reducido a nuestro hacer biológico, y hemos sacado la
palabra “género“ de la gramática y la hemos exaltado para
referirse al ser humano).
La relación sexual es como la Consagración en la Misa. Es
una obra humana que Dios utiliza como medio material
para realizar la obra más divina que se realiza en la tierra.
En la Misa, el hombre ofrece pan y vino, la obra de la
naturaleza y de las manos humanas, para que Dios los
transforme en el cuerpo y la sangre de Cristo. En el sexo, el
hombre ofrece su obra – la procreación de un nuevo cuerpo
– para que Dios realice su trabajo: la creación de una nueva
alma. Dios concede a los sacerdotes la increíble dignidad de
ser sus instrumentos para obrar uno de sus dos grandes
dones. Dios concede a los esposos la increíble dignidad de
ser sus instrumentos para obrar el otro.
Algo que es tan bueno “ontológicamente”, es decir, en su
ser, esencia o naturaleza, tiene que ser respetado y usado
como es debido.
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Peter Kreeft LO QUE LOS CATÓLICOS CREEN
El mal uso de algo que es ontológicamente bueno es
moralmente malo. Mientras mejor y más importante sea
ontológicamente, cuanto más seriamente perjudicial es su
abuso moral. Tenemos reglas para el uso cuidadoso de
obras de arte valiosas, no para los sujetapapeles.
Los principios de la moralidad sexual esencialmente no
cambian, puesto que el significado de sexo esencialmente
no cambia. Provienen de la misma naturaleza humana que
Dios diseñó, no de costumbres cambiantes de la sociedad
que el hombre diseña.
La ley de Dios es muy clara: ningún sexo adulterado, o sea,
sexo fuera del matrimonio. Así como la Santa Misa es el
lugar para la Transubstanciación, el santo matrimonio es el
lugar para el sexo.
9. Complementariedad de los hombres y las mujeres La visión
bíblica y católica de la sexualidad rechaza tanto el
chauvinismo, que considera un sexo (cualquiera de los dos)
como superior, y unisexualismo, que considera los dos
sexos como diferentes sólo por convención social, no por
naturaleza. Dios inventó el sexo y Dios creó a los hombres y
a las mujeres diferentes en naturaleza pero con igual valor.
El chauvinismo y unisexismo comparten la común
suposición falsa de que todas las diferencias tienen que ser
diferencias en valor.
Dios diseñó masculino y femenino para complementarse,
completarse y perfeccionarse uno al otro, amarse uno al
otro y encontrar gozo uno en el otro, tanto biológica como
espiritualmente. “El hombre y la mujer están hechos ‘el uno
para el otro’: no que Dios los haya hecho ‘a medias’ e
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Peter Kreeft LO QUE LOS CATÓLICOS CREEN
‘incompletos’; [pero que] los ha creado para una comunión
de personas, en la que cada uno puede ser ‘ayuda’ para el
otro porque son a la vez iguales en cuanto personas… y
complementarios en cuanto masculino y femenino” (C 372).
La comunidad primera y fundamental fue un hombre y una
mujer, Adán y Eva. El primer cimiento de toda comunidad
humana, no importa cuán extendida, aun mundialmente, es
la familia. Y la familia, no importa cuán extendida, tiene su
base en este primer cimiento: un hombre y una mujer
convirtiéndose en “una carne” (Mt 19,3-6).
10. El hombre y la naturaleza
Por un lado, el hombre es parte de la naturaleza. Es la
culminación de la creación, pero el es una criatura, no el
Creador.
Tampoco es un ángel confrontando la naturaleza desde el
exterior. La naturaleza no es su máquina sino su “jardín”,
para ser amado, respetado y cuidado (Gn 2,15).
Por el otro lado, el hombre es superior a la naturaleza por
su razón y libre voluntad; y Dios le confió el “dominio”
(autoridad o gobierno) de la naturaleza (Gn 1,28-29). El
hombre es el artista. La naturaleza es su material y su
estudio. Un artista “domina” su material conociéndolo,
amándolo y respetándolo.
Para dominar su material, un artista primero tiene que
dominarse a sí mismo: “El ‘dominio’ del mundo que Dios
había concedido al hombre desde el comienzo, se realizaba
ante todo dentro del hombre mismo como dominio de sí. El
99
Peter Kreeft LO QUE LOS CATÓLICOS CREEN
hombre estaba… libre de la triple concupiscencia237
[deseo desordenado], que lo somete [como un adicto] a los
placeres de los sentidos [lujuria], a la apetencia de los
bienes terrenos [avaricia] y a la afirmación de sí [orgullo]
contra los imperativos de la razón” (C 377).
El autodominio llega a través de las tres virtudes de
pobreza, castidad y obediencia. (Estas tres la toman
formalmente como votos de toda la vida los hombres y
mujeres católicos que pertenecen a institutos y sociedades
de vida consagrada). Son las tres armas que contradicen los
tres vicios principales de avaricia, lujuria y orgullo, que
vienen de las tres fuentes de tentación, “el mundo, la carne
y el diablo”. El orgullo competitivo fue la invención del
diablo, quien nos enseñó a querer ser “como dioses” (Gn
3,5).
11. La Caída del hombre
¿Cómo sucumbió el hombre a la tentación? ¿Fue la “Caída”
un suceso histórico?
“El relato de la Caída (Gn 3) utiliza un lenguaje hecho de
imágenes, pero afirma un acontecimiento primordial, un
hecho que tuvo lugar al comienzo de la historia del hombre
249” (C 390). La Iglesia no requiere que interpretemos las
historias de la creación y la caída en Génesis literalmente,
pero insiste que deben ser interpretadas históricamente,
como algo que verdaderamente sucedió.
Puesto que si la creación no fue un suceso histórico real (no
importa cuán simbólicamente se relata ese suceso en
100
Peter Kreeft LO QUE LOS CATÓLICOS CREEN
Génesis), sino un mero “mito” en el sentido popular, como
Santa Claus, entonces ¿cómo llegó aquí el universo?
Y si la Caída no fue un suceso histórico real (también
narrada en lenguaje simbólico), sino sólo un “mito”,
entonces ¿cómo llegó aquí el pecado? El pecado es un hecho
histórico, tan real como el universo. Su causa también tiene
que ser un hecho histórico.
12. El origen del mal
Sólo hay dos alternativas a la Caída, dos otras respuestas
posibles a la interrogante del origen del pecado. Si el mal no
es culpa nuestra, tiene que ser culpa de algo más grande
que nosotros o de algo menos que nosotros: Dios o la
naturaleza. Si una estatua tiene defectos, tenemos que
culpar a su escultor o su material – a menos que la estatua
hubiera tenido libre voluntad y alterara el diseño del
escultor.
Dios es todo bondad, por lo que no puede ser el origen del
mal.
Y él es todopoderoso y creó el universo de la nada, por lo
que la materia no es el origen del mal; esta sujeta a su
voluntad, y es buena.
El único culpable que queda es el que vemos en el espejo.
Al confrontar el misterio del mal, tenemos que ser por lo
menos lo suficiente sinceros para comenzar a admitir la
realidad de nuestros datos: el mal humano, perversidad
moral, pecado. “El pecado está presente en la historia del
hombre: sería vano intentar ignorarlo o dar a esta oscura
101
Peter Kreeft LO QUE LOS CATÓLICOS CREEN
realidad otros nombres” (C 386). G.K. Chesterton dijo que
el pecado era el único dogma cristiano que se puede probar
simplemente leyendo el periódico.
La única explicación adecuada de mal “horizontal”, el mal
que nos hacemos unos a otros (como cuando Caín mató a
Abel), es la historia anterior del mal “vertical”: la caída, el
hombre declarando independencia de Dios, la fuente de
todo bien. “Para intentar comprender lo que es el pecado,
es preciso en primer lugar reconocer el vínculo profundo del
hombre con Dios, porque fuera de esta relación, el mal del
pecado no es desenmascarado en su verdadera identidad…”
(C 386).
13. La necesidad de la revelación divina para comprender al
hombre Es por esto que las explicaciones seculares del mal
no son suficientes. “Sin el conocimiento que ésta [la
revelación] nos da de Dios no se puede reconocer
claramente el pecado, y se siente la tentación de explicarlo
únicamente como un defecto de crecimiento, como una
debilidad psicológica, un error, la consecuencia necesaria
de una estructura social inadecuada…” (C 387). Sin la
revelación de Dios, sin el conocimiento de que la naturaleza
humana en su estado actual ha caído de su verdadera
norma, y por consiguiente no “normal” sino “anormal”,
todos los juicios del hombre están al revés. Entonces
consideramos el pecado como “normal” y “humano”, y
consideramos la santidad como “anormal” y
“sobrehumana”, algo así como los borrachos podrían
considerar a los que están sobrios como anormales. Ese es
precisamente el error fundamental sobre el hombre que
nuestra sociedad secular asume. “Ignorar que el hombre
posee una naturaleza herida, inclinada al mal, da lugar a
102
Peter Kreeft LO QUE LOS CATÓLICOS CREEN
graves errores en el dominio de la educación, de la política,
de la acción social, 284 y de las costumbres” (C 407).
El hombre es como un perro enjaulado en una estación del
tren que se ha comido su etiqueta de identidad, por lo que
no conoce su verdadero nombre ni el nombre de su amo.
No sabe de dónde ha venido o a dónde se supone que vaya.
La revelación divina nos devuelve nuestra etiqueta de
identidad. Es información crucial. Nuestro amo es nuestro
Creador, nuestro nombre es “querido hijo de Dios”, y
nuestro destino es el cielo.
Es crucial que mantengamos esta etiqueta de identidad, que
la apreciemos, la leamos y la recordemos y que vivamos de
acuerdo a ella.
14. El pecado
La Caída fue una caída al pecado. ¿Qué es pecado?
“…El pecado…es, por así decirlo, ‘el reverso’ de la Buena
Nueva de que Jesús es el Salvador…” (C 389). La Buena
Nueva presupone las Malas Nuevas, al igual que la
prognosis de una cura presupone el diagnóstico de la
enfermedad.
La idea del pecado es muy impopular en el mundo moderno
occidental. Pero es una parte esencial del Evangelio
cristiano, y “la Iglesia, que tiene el sentido de Cristo,248
sabe bien que no se puede lesionar la revelación del
pecado… sin atentar contra el Misterio de Cristo” (C 389).
¿Pues, de qué nos salva Cristo el Salvador? “le pondrás por
103
Peter Kreeft LO QUE LOS CATÓLICOS CREEN
nombre Jesús [que significa ‘Salvador’, o ‘Dios salva’]
porque él salvará a su pueblo de sus pecados” (Mt 1,21).
El pecado no significa que somos totalmente malos, o
peores que el bien (¿cómo se podría medir eso?) o que
nuestro propio ser es malo, o que ya no somos
infinitamente valiosos e infinitamente amados por Dios.
Significa que estamos seriamente heridos, una obra
maestra mutilada. Mientras más valiosa sea la obra de arte,
más terrible es su mutilación.
15. Las consecuencias de la Caída
“La Escritura [Génesis 3] muestra las consecuencias
dramáticas de esta primera desobediencia. Adán y Eva… [1]
tienen miedo del Dios263 de quien han concebido una falsa
imagen, la de un Dios celoso de sus prerrogativas264” (C
399). [2] “El dominio de las facultades espirituales del alma
sobre el cuerpo se quiebra;265 [3] la unión entre el hombre
y la mujer es sometida a tensiones;266 sus relaciones
estarán marcadas por el deseo y el dominio.267 [4] La
armonía con la creación se rompe; la creación visible se
hace para el hombre extraño y hostil.268… [5] Por fin, la
consecuencia explícitamente anunciada para el caso de
desobediencia269 se realizará… La muerte hace su entrada
en la historia de la humanidad 271” (C 400).
Una vez que la armonía entre nuestra alma y Dios se rompe,
todas las armonías que dependen de ésa también se
rompen: la armonía con la naturaleza (las espinas y los
cardos, el sudor de la frente y el dolor al dar a luz), la
armonía entre el cuerpo y el alma (la enfermedad y la
104
Peter Kreeft LO QUE LOS CATÓLICOS CREEN
muerte), la armonía entre hombre y mujer (Adán culpa a
Eva), y la armonía entres hermanos (Caín mata a Abel).
16. Las tres etapas de la historia: malas noticias y buenas
noticias La historia humana, como todas las historias que
contamos, tiene tres etapas. Una situación siempre tiene
que establecerse, entonces de alguna forma se tiene que
trastornar, luego de alguna forma volverse a montar, ya sea
con éxito o sin éxito. La historia de la Biblia sigue estas tres
etapas: creación, caída y redención.
Primero, el buen Dios crea un mundo bueno y al hombre;
luego el hombre desfigura la creación de Dios y a sí mismo;
entonces Dios laboriosamente lo vuelve a poner en orden.
Las tres etapas son el Paraíso (el Edén), el Paraíso Perdido
(la caída), y el Paraíso Recobrado (la Redención).
(El rosario también ve a través de estas tres etapas:
primero cinco misterios gozosos, luego cinco misterios
dolorosos, entonces cinco misterios gloriosos. “Uno para
pesar, dos para alegrarse”).
Ya en Génesis 3 vemos el comienzo de la tercera etapa, la
redención, cuando Dios promete la victoria eventual de
Cristo sobre todo mal. Génesis 3,15 es la primera profecía
del Evangelio, el protoevangelium.
17. ¿Por qué permitió Dios el pecado?
“Pero ¿por qué Dios no impidió que el primer hombre
pecara?
San León Magno responde: ‘La gracia inefable de Cristo nos
ha dado bienes mejores que los que nos quitó la envidia del
105
Peter Kreeft LO QUE LOS CATÓLICOS CREEN
demonio294’. Y Santo Tomás de Aquino: ‘Nada se opone a
que la naturaleza humana haya sido destinada a un fin más
alto después del pecado. Dios, en efecto, permite que los
males se hagan para sacar de ellos un mayor bien. De ahí las
palabras de San Pablo: “Donde abundó el pecado,
sobreabundó la gracia” (Rm 5, 20). Y el canto del Exultet:
“¡Oh feliz culpa que mereció tal y tan grande
Redentor!”’295” (C 412).
18. ¿Es el hombre bueno o malo?
Es ambas cosas.
Dos extremos son perennemente posibles y populares: el
pesimismo, que deniega la bondad del hombre, y el
optimismo, que deniega el mal. La Iglesia rechaza ambos
errores.
Así, rechazó el pelagianismo, la herejía del siglo quinto que
enseñó que el hombre es tan bueno que se puede salvar a sí
mismo sin la gracia de Dios. Pelagio menospreció el pecado
original (ver tomo I, capítulo 8, párrafos 5-6) y “así reducía
la influencia de la falta de Adán a la de un mal ejemplo” (C
406). Pero la Iglesia también rechazó la enseñanza de los
luteranos y calvinistas en el siglo dieciséis de que el hombre
es tan malo (“depravación total”) que no puede escoger
libremente cooperar con la gracia de Dios.
____________________
Notas del Catecismo en el orden en que aparecen en Citas
usadas en esta sección:
202 GS 12 § 3.
207 GS 22 §1.
106
Peter Kreeft LO QUE LOS CATÓLICOS CREEN
216 Cf. 1Cor 6,19-20; 15,44-45
217 GS 14 § 1.
205 Cf. GS 12 § 1,24 § 3,39 § 1.
217 GS 14 § 1.
218 Cf. Concilio de Vienne, año 1312: DS 902.
219 Cf. Pío XII, enc. Humani generis, año 1950: DS, 3896; Paulo
VI, Credo del Pueblo de Dios, 8.
220 Cf. Concilio de Letrán V, año 1513: DS, 1440.
230 Cf. GS 50 § 1.
237 Cf. 1Jn 2,16.
249 Cf. GS 13 § 1.
284 Cf. Juan Pablo II, CA 25.
248 CF 1Cor 2, 16.
263 Cf. Gen 3, 9-10.
264 Cf. Gen 3, 5.
265 Cf. Gen 3, 7.
266 Cf. Gen 3,11-13.
267 Cf. Gen 3,16.
268 Cf. Gen 3,17,19.
269 Cf. Gen 2,17.
271 Cf. Rom 5,12.
294 San León Magno, Sermones 73, 4: PL 54, 396.
295 Santo Tomás de Aquino, STh III, 1,3, ad 3.
107
Peter Kreeft LO QUE LOS CATÓLICOS CREEN
CAPÍTULO 5
JESUCRISTO
“Creo en un solo Dios, Padre Todopoderoso, Creador del
cielo y de la tierra, y en Jesucristo, su Único Hijo, Nuestro
Señor, que fue concebido por obra y gracia del Espíritu
Santo; nació de Santa María Virgen, padeció bajo el poder
de Poncio Pilato, fue crucificado, muerto y sepultado,
descendió a los infiernos, al tercer día resucito de entre los
muertos; subió a los cielos, esá sentado a la diestra de Dios
Padre Todopoderoso; desde allí ha de venir a juzgar a los
vivos y a los muertos.”
1. La centralidad de Cristo
En el Credo de los Apóstoles, el 63 por ciento de las
palabras (54 de 86 en la versión en inglés) se refieren a
Cristo. Entonces, ¿por qué sólo diez por ciento de esta serie
sobre el Credo (un cuadernillo de diez) trata sobre él? No
porque Cristo sea sólo el diez por ciento del cristianismo. Él
lo es 100 por ciento. Cristo es la esencia del cristianismo.
Dice Pascal: “No sólo conocemos a Dios a través de
Jesucristo, sino que sólo nos conocemos nosotros mismos a
través de Jesucristo; sólo conocemos la vida y la muerte a
través de Jesucristo. Aparte de Jesucristo no podemos
conocer el significado de nuestra vida o de nuestra muerte,
de Dios o de nosotros mismos” ( Pensees 417).
108
Peter Kreeft LO QUE LOS CATÓLICOS CREEN
Entonces, ¿por qué se cubre el “Evangelio” o la “buena
nueva” sobre Jesucristo en solo un cuadernillo? Porque
tenemos cuatro suplementos perfectos para ello: los cuatro
Evangelios en el Nuevo Testamento.
¿Quieres ser un cristiano? Entonces, lee los Evangelios
porque allí encuentras a Cristo.
¿Quieres ser santo? Entonces lee los Evangelios, porque
fueron el alimento espiritual principal de todos los santos.
Ninguna palabra humana que jamás se haya escrito ha
llegado cerca de igualar su poder para cambiar vidas.
2. La doctrina característica del cristianismo
¿Qué distingue el cristianismo de todas las otras religiones?
La respuesta es sencilla: Cristo mismo. Todos los cristianos
creen que Jesucristo es Dios encarnado. Dios en carne
humana. Si no creyeran eso, no serían cristianos. Ningún no
cristiano cree eso. Si lo creyeran, serían cristianos. “La fe en
la verdadera encarnación del Hijo de Dios es el signo
distintivo de la fe cristiana” (C 463).
3. El mensaje y la persona
Todos los otros grandes maestros religiosos se
subordinaron ellos mismos a su propio mensaje. Señalaron
fuera de sí mismos hacia sus enseñanzas. Por ejemplo, Buda
dijo: “No miren hacia mí, miren hacia mi dharma (doctrina,
enseñanza)”. Pero Cristo dijo:
“Venid a mí (Mateo 11,28). Buda dijo: “Sean lámparas de
ustedes mismos”. Pero Cristo dijo: “Soy luz del mundo”
109
Peter Kreeft LO QUE LOS CATÓLICOS CREEN
(Juan 9,5). Moisés y Mahoma alegaron sólo ser profetas de
Dios; Jesús proclamo ser Dios (Juan 8,58).
Cualquier otra religión podría sobrevivir la pérdida de su
fundador. Si se hubiera probado que Mahoma o Buda o
Abraham o Confucio eran figuras míticas y no históricas, las
religiones que surgieron de ellos aún hubieran podido
sobrevivir. Pero el cristianismo nunca podría sobrevivir sin
Cristo. Puesto que otros fundadores religiosos sólo
alegaron que enseñaban la verdad; Cristo afirmo ser la
Verdad (Juan 14,6).
4. La esencia de la catequesis
“La transmisión de la fe cristiana es ante todo el anuncio de
Jesucristo para conducir a la fe en El. Desde el principio, los
primeros discípulos ardieron en deseos de anunciar a
Cristo: ‘No podemos nosotros dejar de hablar de lo que
hemos visto y oído’”
(Hechos de los Apóstoles 4, 20) (C 425). “‘En el centro de la
catequesis [instrucción sobre el cristianismo] encontramos
esencialmente una Persona…’4” (C 426). “‘En la catequesis
lo que se enseña es a Cristo... y todo lo demás en referencia
a El’6” (C 427).
5. La calificación esencial para todos los maestros cristianos
No se puede enseñar lo que no se sabe. No se puede dar lo
que no se tiene. El requisito primario para cualquier
maestro cristiano, predicador, evangelista o catequista no
es sólo conocer sobre Cristo, sino conocer a Cristo. “El que
está llamado a ‘enseñar a Cristo’ debe por tanto, ante todo,
110
Peter Kreeft LO QUE LOS CATÓLICOS CREEN
buscar esta ‘ganancia sublime que es el conocimiento de
Cristo’” (Epístola a los Filipenses 3, 8-11) (C 428).
6. Cristo la sorpresa suprema
A través de la narración bíblica, Dios actúa, interviene en
las vidas humanas, toma la iniciativa y se revela él mismo.
Es una historia no de que “el hombre busca a Dios”, sino de
que Dios busca al hombre . C.S. Lewis señaló: “Hablar de
que el hombre busca a Dios es como si habláramos de que
el ratón busca al gato”. Y los actos de Dios siempre nos
causan sorpresa. Ellos van “más allá de toda expectativa” (C
422). Dios es el gran iconoclasta; la Encarnación deja en
ruinas todas las ideas anteriores del Mesías. La Encarnación
fue el más sorprendente de todos los actos de Dios, el más
sorprendente, impredecible, inimaginable que jamás
sucedió.
El Dios inmortal, que no tiene principio ni fin, se hizo
hombre mortal, con un principio (¡tuvo una madre!) y un
fin (¡murió!) El Autor de toda la historia intervino y formó
parte del drama que él creó y se convirtió en uno de sus
propios personajes, sin cesar de ser el Autor. El Creador se
convirtió en criatura. “Aquél que el mundo no pudo
contener fue contenido en el vientre de una madre” (San
Agustín). Ningún hombre jamás soñó que esto pudiera
suceder (ver Isaías 48,6-8).
Si verdaderamente sucedió, es el hecho más grande que
jamás se registró en el universo. Si verdaderamente no
hubiera ocurrido, entonces es la fantasía más grande que
jamás entró al universo del pensamiento humano. ¿Por qué
111
Peter Kreeft LO QUE LOS CATÓLICOS CREEN
los cristianos creen que se trata de un hecho y no de una
fantasía o un mito?
El mundo fue convencido y se convirtió a través de la
Encarnación. No por argumentos en favor de ella, sino por
ella – o más bien, por él, por la Persona concreta, Jesucristo.
Aun luego de su ascensión, el mundo continuó
conociéndolo en los Evangelios, y en sus santos, y
simplemente no pudo evitar llegar a amarlo. El Evangelio es
una historia de amor – la historia del amor de Dios por el
hombre. Y la historia de la conversión del mundo es
también una historia de amor – la historia del amor del
hombre hacia este Dios.
No fueron convertidos por lo razonable de la historia. La
historia no es “razonable”. Es una historia del amor
inmensurable, apasionado, que llevó al Creador eterno;
infinitamente perfecto y a quien no le faltaba nada, a
convertirse en hombre mortal y sufrir tortura, muerte y el
Infierno (“Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has
abandonado?”) para salvarnos de nuestros pecados a
nosotros los rebeldes. Nuestro pecado fue irracional, y su
redención no fue “racional”. Pecamos por ninguna otra
razón que la falta de amor, y él nos redimió por ninguna
otra razón sino por exceso de amor.
Nuestro pecado fue subracional, su salvación fue
superracional.
El corazón es lo que nos hace aceptar el Evangelio, no sólo
la cabeza. La cabeza comprende lo que el corazón tiene que
desear y creer. Tolkien dice respecto a los Evangelios: “No
112
Peter Kreeft LO QUE LOS CATÓLICOS CREEN
hay ningún otro cuento que los hombres [buenos] quisieran
creer que es verdadero”.
La única defensa defendible de los incredulos en contra del
Evangelio es que es “demasiado bueno para ser verdad”.
Sólo el corazón duro o desesperado puede mirar ese rostro
en la cruz, saber de quién se trata, que está haciendo,
cuánto amor lo indujo a hacerlo y de quién eran los pecados
que lo hicieron necesario, sin desvanecerse.
7. El significado de la Encarnación
Pero ¿qué significa esta cosa tan sorprendente – la
“Encarnación”?
Significa que la Segunda Persona de la Trinidad eterna, a la
que se le llama Logos o “Palabra” de Dios (Juan 1,1-3), se
hizo
“carne” (Juan 1,14), es decir, añadió nuestra naturaleza
humana (cuerpo y alma) a su naturaleza divina hace unos
2000 años y fue llamado “Jesús”. Esa es la Encarnación vista
“desde arriba hacia abajo”, por decirlo así. Visto desde
“abajo hacia arriba”, significa que este hombre Jesús es,
según las palabras del Credo de Nicea que se reza en las
Misas dominicales, “Hijo único de Dios, nacido del Padre
antes de todos los siglos, Dios de Dios, luz de luz, Dios
verdadero de Dios verdadero, engendrado, no creado, de la
misma naturaleza del Padre, por quien todo fue hecho”.
8. Las dos naturalezas de Cristo
113
Peter Kreeft LO QUE LOS CATÓLICOS CREEN
El Credo confiesa que Cristo es a la vez el “hijo único” del
Padre y “nacido de Santa María Virgen”. Esta misma
persona tiene dos naturalezas: es totalmente divino y
totalmente humano a la vez.
Esto es un misterio y una paradoja, pero no una
contradicción lógica, no es imposible. No es una persona y
dos personas, ni una naturaleza y dos naturalezas, sino una
persona con dos naturalezas.
La misma naturaleza humana contiene una paradoja similar
aunque no idéntica. Cada uno de nosotros, aunque es sólo
una persona, es a la vez visible e invisible, tangible e
intangible, material a la vez que espiritual.
“El acontecimiento único y totalmente singular de la
Encarnación del Hijo de Dios no significa que Jesucristo sea
en parte Dios y en parte hombre, ni que es el resultado de
una mezcla confusa entre lo divino y lo humano. El se hizo
verdaderamente hombre sin dejar de ser verdaderamente
Dios” (C 464). El no es mitad humano y mitad divino, como
un centauro es mitad humano y mitad caballo, o como el Sr.
Spock en “Star Trek” es mitad humano y mitad Vulcano. La
iglesia rechazó todas las herejías que negaban su
humanidad plena (como el antiguo agnosticismo o las
visiones modernas (Nueva Era) y todas las herejías que
negaban su divinidad plena (como el antiguo arrianismo o
el modernismo contemporáneo).
9. Dios como uno en naturaleza y Tres en Personas Dios es
uno: “Escucha, Israel: Yahvé es nuestro Dios, es el único
Yahvé. Y [por consiguiente] amarás a Yahvé tu Dios con
todo tu corazón, con toda tu alma y con todas tus fuerzas”
114
Peter Kreeft LO QUE LOS CATÓLICOS CREEN
(Deuteronomio 6,4-5). Nosotros hemos de dar todo nuestro
ser a él y a ningún otro dios precisamente porque él lo es
todo, no hay ningún otro Dios.
Las doctrinas de la Encarnación y de la Trinidad no
comprometen de ninguna forma la unicidad de Dios. El
cristianismo es tan monoteístico como lo son el judaísmo o
el islam.
Hay un solo Dios.
Pero este Dios único es tres Personas: Padre, Hijo y Espíritu
Santo.
A los tres se les llama Dios en las Escrituras. Las Escrituras
son nuestros datos para la doctrina de la Trinidad.
10. Cristo tanto como Dios y el Hijo de Dios Cristo afirmo ser
Dios (“Yo soy” – Juan 8,58), y aceptó el culto que le rindiera
Santo Tomás como “¡Señor mío y Dios mío!” (Juan 20,28).
Pero él también proclamo ser el Hijo de Dios, a quien llamó
su “Padre”. Recibió su enseñanza de su Padre: “Mi doctrina
no es mía, sino del que me ha enviado” (Juan 7,16). Le oró a
su Padre, obedeció a su Padre, y subordinó su voluntad a la
de su Padre: “He bajado del cielo, no para hacer mi
voluntad, sino la voluntad del que me ha enviado” (Juan
6,38).
¿Cómo puede ser tanto Dios como Hijo de Dios?
Porque la palabra “Dios” se usa de dos formas en las
Escrituras: 1) “Dios” significa el ser divino único, que existe
igual y totalmente en cada Persona divina, 2) “Dios”
115
Peter Kreeft LO QUE LOS CATÓLICOS CREEN
también significa el nombre personal del Padre, diferente a
Cristo, que es el Hijo de Dios el Padre.
11. El significado de los nombres “Jesús” y “Cristo”
“Jesús” (“Yeshua” o “Joshua”) significa “Salvador” o “Dios
salva”. Este nombre le fue dado al mandato del ángel de
Dios: “Y le pondrás por nombre Jesús, porque él salvará a su
pueblo de sus pecados” (Mateo 1,21).
“Cristo” (Christos en griego), o “Mesías” (Ha-mashia en
hebreo) significa “el ungido”, es decir, “el prometido”, el que
Dios prometió a través de los profetas de su pueblo
escogido.
El Mesías prometido tendría tres oficios o funciones:
profeta, sacerdote y rey (ver Isaías 11,2; 61,1; Zacarías
4,14; 6,13; Lucas 4,16-21).
Pero ¿qué clase de reino estableció Jesús para cumplir las
profecías y demostrar que él era el Mesías? Los profetas
habían prometido que el Mesías salvaría el pueblo de Dios
de sus enemigos.
Muchos de los judíos del tiempo de Jesús rechazaron a
Jesús como el Mesías puesto que esperaban un rey del
mundo que los salvaría de sus amos del mundo, los
romanos, sin darse cuenta de que sus peores enemigos, de
quienes los vino a salvar, eran sus propios pecados, y sin
darse cuenta de que su reino no era un reino político, sino
un reino “no de este mundo” (Juan 18,36).
Sus milagros no debían entenderse como herramientas de
una salvación de este mundo, sino signos de una salvación
116
Peter Kreeft LO QUE LOS CATÓLICOS CREEN
de otro mundo. “Al liberar a algunos hombres de los males
terrenos del hambre,281 de la injusticia,282 de la
enfermedad y de la muerte,283 Jesús realizó unos signos
mesiánicos; no obstante, no vino para abolir todos los
males aquí abajo,284 sino a liberar a los hombres de la
esclavitud más grave, la del pecado…285” (C 549). (La
distinción más aguda entre el catolicismo tradicional,
ortodoxo y el catolicismo modernista, “liberal” y
revisionista probablemente se encuentra aquí). Las
promesas mesiánicas de los profetas fueron
deliberadamente ambiguas, para probar a la gente: aquellos
cuyos corazones estaban forjados en la rectitud y salvación
del pecado lo reconocieron y aceptaron como su Salvador;
aquellos cuyos corazones adoraban otros dioses no lo
aceptaron. Eso mismo es cierto hoy.
12. El significado del nombre “Hijo de Dios”
El Antiguo Testamento a veces usa el término “hijos de
Dios” libremente, para incluir ángeles y hombres virtuosos.
Pero Jesús se llamó a sí mismo “Hijo unigénito [de Dios]”
(Juan 3,16). El Credo de Nicea dice que es “engendrado”
[eternamente], no hecho [creado]”.
Un hijo tiene la misma naturaleza de su padre. Así como el
hijo de un hombre es un hombre, y el hijo de un mono es un
mono, y el hijo de un marciano sería un marciano, de igual
forma el Hijo de Dios es Dios.
Él es tanto “Hijo de Dios” (por eso divino) como “Hijo del
Hombre” (por eso humano), puesto que tiene un Padre en
la eternidad y una madre humana en el tiempo. El
Nacimiento Virgen muestra su divinidad y su humanidad,
117
Peter Kreeft LO QUE LOS CATÓLICOS CREEN
“concebida por el Espíritu Santo” y “nacido de la Virgen
María”, “‘consubstancial con su Madre en nuestra
humanidad, pero propiamente Hijo de Dios en sus dos
naturalezas’160” (C 503).
13. El significado del nombre “Señor”
“Cristo Jesús es Señor” (Filipenses 2,11) es probablemente
el credo cristiano más antiguo y más corto. El nombre
“Señor” se le da cientos de veces en el Nuevo Testamento.
Claramente es un título divino. “En la traducción griega de
los libros del Antiguo Testamento, el nombre inefable con el
cual Dios se reveló a Moisés57, YHWH [“YO SOY”], es
traducido por “Kyrios” [“Señor”]… El Nuevo Testamento
utiliza en este sentido fuerte el título “Señor” para el Padre,
pero lo emplea también, y aquí está la novedad, para Jesús
reconociéndolo como Dios58” (C 446).
“A lo largo de toda su vida pública sus actos de dominio
sobre la naturaleza, sobre las enfermedades, sobre los
demonios, sobre la muerte y el pecado” (C 447) – cinco
signos de su divinidad.
14. Un solo Señor
Una consecuencia del señorío de Cristo es la liberación de la
idolatría de rendir culto a un señor terrenal. “Desde el
comienzo de la historia cristiana, la afirmación del señorío
de Jesús sobre el mundo y sobre la historia66 significa
también reconocer que el hombre no debe someter su
libertad personal, de modo absoluto, a ningún poder
terrenal sino sólo a Dios Padre y al Señor Jesucristo: César
no es el Señor’67” (C 450). Hay una ley mas elevada que la
118
Peter Kreeft LO QUE LOS CATÓLICOS CREEN
ley humana y un Señor de mayor categoría que los señores
humanos.
Hay un solo Señor absoluto: Cristo, no César, ni la
“sociedad”, ni la “opinión pública”, ni el “espíritu de los
tiempos”, ni todas las autoridades terrenales. Si todos los
poderes del mundo contradicen la Iglesia de Cristo – tal
como sucedía hace veinte siglos y sucede cada vez más en la
actualidad – tenemos que decir, con San Pablo:
“Dios tiene que ser veraz y todo hombre mentiroso”
(Romanos 3,4).
La vida está llena de opciones entre señores. No estaremos
contentos, y Cristo no descansará, hasta que él sea el señor
de todo: nuestro tiempo, nuestro dinero, nuestros cuerpos,
nuestras almas, nuestras vidas, nuestras muertes.
15. Razones para tener fe en la divinidad de Cristo Los títulos
“Señor” (Dios) y “Salvador” (del pecado) se unen en la
aserción de Cristo de perdonar los pecados – todos los
pecados, cualquier pecado, no sólo pecados contra él como
ser humano. Las autoridades religiosas judías, al escuchar
que lo hacía, preguntaron:
“¿Quién puede perdonar pecados, sino Dios sólo?” (Marcos
2,7).
Todo pecado atenta contra Dios; es por eso que sólo Dios
puede perdonar todos los pecados.
Si Cristo no es Dios, entonces es un impostor blasfemo.
Puesto que aseguro ser Dios. Dijo cosas tales como “Yo y El
Padre somos uno” (Juan 10,30) y “En verdad, en verdad os
119
Peter Kreeft LO QUE LOS CATÓLICOS CREEN
digo: antes de que Abraham existiera, Yo Soy” (Juan 8,58).
Esta afirmación forzó al hombre a rendirle culto como Dios
(si creían que hablaba la verdad) o a crucificarlo como el
peor blasfemo en la historia (si creían que no decía la
verdad). Por eso, los primeros apologistas cristianos,
(defensores de la fe) argumentaban que Cristo tenía que ser
“o Dios o un hombre malo”. Lo que casi todos los no
cristianos creían que era – sólo un muy buen hombre – es lo
único que no tenía posibilidad de ser. Puesto que un mero
hombre que dice que es Dios no es un hombre bueno; es un
mentiroso o un lunático. Y si los récords del Evangelio
hacen imposible llamar a este hombre un mentiroso o un
lunático, un malvado blasfemo o un ego maniaco loco,
entonces el es Señor. No solo la fe sino también la lógica nos
hace arrodillar.
16. Por qué Dios se hizo hombre
Hay por lo menos cuatro razones.
a) “El Verbo se encarnó para salvarnos [del pecado y sus
consecuencias, la separación eterna de Dios]
reconciliándonos con Dios: ‘Dios nos amó y nos envió a su
Hijo como propiciación [expiación, quitar] por nuestros
pecados’…70” (1 Juan 4,10, 14; C 457). Es como si el
gobernador voluntariamente se convirtiera en prisionero y
fuera a la silla eléctrica en lugar de un asesino condenado,
para que el asesino quedara libre. Él vino
fundamentalmente para morir, para dar su vida por la
nuestra.
b) “El Verbo se encarnó para que nosotros conociésemos así
el amor de Dios” (C 458). Una vez que uno haya escuchado
120
Peter Kreeft LO QUE LOS CATÓLICOS CREEN
esta palabra – la palabra de amor divino – en la cosa más
sobrenatural que jamás haya sucedido, la Encarnación, uno
puede entonces escuchar esta misma palabra en las cosas
más naturales también, en el susurro de cada brisa y el
discurrir de cada arroyo. Cada rayo de luz se convierte en
un rayo de luz del Hijo; cada criatura se convierte en una
pequeña carta de amor cuando uno reconoce la gran carta
de amor del Creador que es Cristo. Ahora sabemos por qué
desencadenó la Gran Explosión hace miles de millones de
años: por la misma razón que murió en la Cruz hace 2000
años: para que lo conociéramos a él y su amor por nosotros.
c) “El Verbo se encarnó para ser nuestro modelo de
santidad” (C 459) – para mostrarnos, no sólo para decirnos
(como había hecho en la Ley), cuál es el diseño y propósito
de nuestra vida, qué clase de persona nos hizo ser. Nos vino
a mostrar nuestra propia identidad final; a revelar el
hombre al hombre así como a revelar a Dios al hombre.
d) Lo más increíble de todo, “El Verbo se encarnó para
hacernos ‘partícipes de la naturaleza divina’ (2 Epístolas de
Pedro l, 4... ‘[el Hijo de Dios] se hizo hombre… para que el
hombre… se convirtiera en hijo de Dios’76. (‘El Hijo
Unigénito de Dios, queriendo hacernos partícipes de su
divinidad, asumió nuestra naturaleza, para que, habiéndose
hecho hombre, hiciera dioses a los hombres’”)78 (C 460). Él
transforma nuestro bios (vida natural) en zoe (vida
sobrenatural).
“[Somos] hermanos [del Dios-hombre, de Dios] no por
naturaleza, sino por el don de la gracia, porque esta
filiación adoptiva [adoptándonos como sus hermanos]
121
Peter Kreeft LO QUE LOS CATÓLICOS CREEN
confiere una participación real en la vida del Hijo único” (C
654).
Por naturaleza somos creados a imagen de Dios, o
semejanza, así como una estatua se esculpe a la imagen del
escultor, pero no tenemos la vida de Dios más que una
estatua tiene la vida de su escultor. Lo que Cristo llamó
“nacer de nuevo” (Juan 3,3) es como si una estatua
adquiriera vida, para compartir no sólo la imagen y
semejanza de su escultor, sino su vida misma – como
Pinocho, transformado de un muñeco de madera en un niño
real, milagrosamente compartiendo la vida de un niño:
pensando, seleccionando, hablando, jugando. En los
términos de San Pablo, nuestro destino no será meramente
“carne” (naturaleza humana) sino “espíritu”, que vive de la
vida del Espíritu Santo. De acuerdo con la fórmula de San
Agustín, el Espíritu Santo se convierte en la vida de nuestra
alma, así como el alma es la vida de nuestro cuerpo.
17. Cuando Dios se hizo hombre: “la plenitud del tiempo”
“La venida del Hijo de Dios a la tierra es un acontecimiento
tan inmenso que Dios quiso prepararlo durante siglos. [1]
Ritos y sacrificios, figuras y símbolos de la ‘Primera Alianza’
(Hebreos 9,15), todo lo hace converger hacia Cristo
[Colosenses 1, 15-20]; [2] anuncia esta venida por boca de
los profetas que se suceden en Israel.
[3] Además, despierta en el corazón de los paganos una
espera, aún confusa, de esta venida” (C 522) a través de sus
filósofos y poetas y hacedores de mitos (ver Hechos 17,16-
28). [4] Él también providencialmente prepara al mundo
para la difusión del Evangelio al unificarlo como nunca
122
Peter Kreeft LO QUE LOS CATÓLICOS CREEN
antes o desde entonces bajo una única ley romana, lenguaje,
comunicaciones, transportación y paz: la pax Romana fue la
preparación providencial de Dios para la pax Christi.
18. La universalidad de Cristo y la salvación de los no
cristianos Jesucristo es el eterno Hijo de Dios que se hizo
hombre y murió por la salvación de toda la humanidad.
Sólo en Jesucristo están la humanidad y la divinidad unidas
en una persona. Ningún otro mediador tiene la posibilidad
de hacer lo que Jesús hace por nuestra salvación, puesto
que sólo hay un Dios. Cuando uno comprende que la
salvación es finalmente compartir en la vida de Dios, se
hace claro que no hay otra forma posible de alcanzar la
salvación excepto a través de Jesucristo, quien une la
humanidad y la divinidad y permite a los humanos
participar de la comunión de la Trinidad, Padre, Hijo y
Espíritu Santo. Una salvación que no fue mediada por
Jesucristo tendría que involucrar a otro Dios – lo que es
absurdo.
Puesto que los partidarios de otras religiones no reconocen
que la salvación viene a través de Cristo, y a veces ni
siquiera aceptan nada como lo que los Cristianos entienden
de la salvación, esto no necesariamente significa que no
pueden recibir la salvación que se ofrece a través de Cristo.
Las Escrituras enseñan que Dios “quiere que todos los
hombres se salven” (l Timoteo 2,4). La salvación de Cristo
tiene la intención de alcanzar a todos. “La Iglesia, siguiendo
a los apóstoles,425 enseña que Cristo ha muerto por todos
los hombres sin excepción: ‘no hay, ni hubo ni habrá
hombre alguno por quien no haya padecido Cristo’426” (C
605).
123
Peter Kreeft LO QUE LOS CATÓLICOS CREEN
Mientras que el bautismo es la forma establecida por Cristo
para quienes desean ser incorporados en el Cuerpo de
Cristo y recibir la salvación a través de él, la Iglesia siempre
ha reconocido que los catecúmenos que mueren antes de
ser bautizados reciben la gracia del bautismo a través de su
deseo de serlo. Este bautismo de deseo puede ser aplicado
más ampliamente a personas que sin falta de ellos no se
bautizan antes de morir, si habrían deseado el bautismo si
hubiesen sabido de él. “Todo hombre que, ignorando el
Evangelio de Cristo y su Iglesia, busca la verdad y hace la
voluntad de Dios según él la conoce, puede ser salvado” (C
1260).
Toda salvación proviene a través de Jesucristo, pero por
formas misteriosas desconocidas por nosotros Dios puede
conceder la salvación a quienes no reconocen
explícitamente a Cristo y quienes no tienen relación
exterior aparente con la Iglesia y los sacramentos
establecidos por él. “Dios ha vinculado la salvación al
sacramento del Bautismo, pero su intervención salvífica no
queda reducida a los sacramentos” (C 1257).
Aunque es posible que la gente se salve sin tener fe
explícita en Cristo y el bautismo sacramental con agua, la
Iglesia tiene la obligación de proclamar el Evangelio a todas
las naciones, tanto porque es sencillamente la verdad como
también porque Dios le ha ordenado hacerlo.
19. Cristo y los judíos
En Jesucristo, todas las promesas que Dios le dio al pueblo
de Israel se cumplen. Él es el Mesías que presagiaron los
profetas, el que iba a establecer el Reino de Dios. Jesús no
124
Peter Kreeft LO QUE LOS CATÓLICOS CREEN
fue aceptado por la mayoría de sus compatriotas judíos y
enfrentó fuerte oposición de muchos de los líderes judíos,
oposición que finalmente condujo a su crucifixión por parte
de los romanos. El pueblo judío, sin embargo, no es
responsable colectivamente de la muerte de Jesús. “‘…Lo
que se perpetró en su pasión no puede ser imputado
indistintamente a todos los judíos que vivían entonces ni a
los judíos de hoy… No se ha de señalar a los judíos como
reprobados por Dios y malditos como si tal cosa se
dedujera de la Sagrada Escritura’402” (C 597). Todos los
pecadores son responsables de los sufrimientos de Cristo.
En el Concilio Vaticano II, la Iglesia afirmó que “deplora los
odios, persecuciones y manifestaciones de antisemitismo
de cualquier tipo o de cualquier procedencia contra los
judíos” ( Nostra Aetate, n. 4).
20. La muerte de Cristo y descenso al Infierno Cristo
verdaderamente murió y verdaderamente resucitó. No fue
un simple espectáculo. Si verdaderamente no hubiera
muerto, no hubiera verdaderamente resucitado de entre los
muertos. Y si verdaderamente no hubiera muerto,
verdaderamente no hubiera pagado por nuestros pecados.
El Credo de los Apóstoles dice que “descendió a los
infiernos”.
Este (“infierno”) significa Hades (griego) o Sheol (hebreo):
el ámbito de los físicamente muertos, la tumba. No significa
Gehenna, el ámbito de los espiritualmente muertos, los
condenados eternamente. “Jesús conoció la muerte como
todos los hombres y se reunió con ellos en la morada de los
muertos. Pero ha descendido como Salvador proclamando
125
Peter Kreeft LO QUE LOS CATÓLICOS CREEN
la buena nueva a los espíritus que estaban allí
detenidos489” (C 632).
21. La resurrección de Cristo
“El misterio de la resurrección de Cristo es un
acontecimiento real que tuvo manifestaciones
históricamente comprobadas” (C 639). “La fe de la primera
comunidad de creyentes se funda en el testimonio de
hombres concretos… son ante todo Pedro y los Doce, pero
no solamente ellos: Pablo habla claramente de más de
quinientas personas a las que se apareció Jesús…515” (C
642).
Esto es evidencia concreta, no un mito abstracto (ver 2
Epístolas de Pedro 1,16). La resurrección no provino de la
fe de los apóstoles; su fe provino de la resurrección. No fue
alguna experiencia mística interior. Puesto que “Los
evangelios, lejos de mostrarnos una comunidad arrobada
por una exaltación mística, nos presentan a los discípulos
abatidos517 y asustados518” (C 643). “Tan imposible les
parece la cosa que, incluso puestos ante la realidad de Jesús
resucitado, los discípulos dudan todavía520” (C 644).
Si Cristo verdaderamente no resucitó, entonces quienes
dicen que sí lo hizo – sus apóstoles y los otros 500 testigos
– no dijeron la verdad. Ellos o sabían que su historia no era
cierta o que sí lo era. Si lo sabían, eran mentirosos
deliberados, engañadores; si no, fueron engañados. Pero los
mentirosos no sufren y mueren por una mentira como ellos
lo hicieron; nada prueba la sinceridad como el martirio.
126
Peter Kreeft LO QUE LOS CATÓLICOS CREEN
Y si ellos fueron engañados en vez de ser engañadores,
estaban alucinando, o “proyectando” su fe subjetiva en la
realidad objetiva.
Pero ellos tocaron al Cristo resucitado (Juan 20,24, 29).El
comió alimentos (Lucas 24,36-43). Tuvo conversaciones
largas con muchos hombres al mismo tiempo (Lucas 24,13-
35). Fue visto por todos los presentes, no solo por algunos
(Marcos 16,14; Lucas 24,36, 50).
Ninguna alucinación en la historia nunca se comportó así.
Y ninguna alucinación nunca tuvo tal poder de transformar
vidas, y de dar amor, alegría, paz, esperanza y significado a
millones de hombres durante miles de años. Por
consideración a esta “alucinación” los santos gozosamente
sufrieron torturas, persecuciones, crucifixiones y martirios.
Esta “alucinación” cambió corazones débiles y cobardes y
los convirtió en sólidos y valerosos, y aglutinó el Imperio
Romano, terco y cruel, en una religión de amor abnegado.
“Por sus frutos los conoceréis” – ¿cómo puede provenir
fruta verdadera de un tal árbol falso? Pascal hace la
pregunta sencilla: “Si Cristo no resucitó y no estuvo
presente, ¿quién hizo que los apóstoles actuaran como lo
hicieron?”
Si la resurrección no sucedió en realidad, entonces un
milagro aun más increíble sucedió, como argumenta Santo
Tomas de Aquino: “En esta fe hay verdades que se predican
que sobrepasan todo intelecto humano; los placeres de la
carne se refrenan; se enseña que las cosas mundanas
deberían ser rechazadas. Ahora el que las mentes de los
hombres mortales consientan estas cosas es el milagro más
127
Peter Kreeft LO QUE LOS CATÓLICOS CREEN
grande… Porque verdaderamente sería aún más
maravilloso que todos los milagros si el mundo hubiera
sido dirigido por hombres sencillos y humildes a creer esas
verdades elevadas, para lograr tales acciones difíciles, y a
tener tales esperanzas altas” por una alucinación o una
mentira.
22. La importancia de la resurrección
¿Qué diferencia hace la resurrección? He aquí dos
respuestas diferentes.
Respuesta # 1: “Si los huesos de Jesús muerto fuesen
descubiertos en alguna tumba palestina mañana, todos los
elementos esenciales del cristianismo permanecerían
inalterados”.
Así escribió Rudolf Bultmann, fundador de la
“desmitificación” modernista, hace un siglo.
Respuesta # 2: “Y si no resucitó Cristo, [1] (vana) es nuestra
predicación, [2] (vana) también vuestra fe. [3] … hemos
atestiguado contra Dios… [4]Y si Cristo no resucitó, … estáis
todavía en vuestros pecados. [5] Por tanto, también los que
durmieron
[murieron] en Cristo perecieron. [6] Si solamente para esta
vida tenemos puesta nuestra esperanza en Cristo, ¡somos
los hombres más dignos de compasión!” (1 Colosenses
15,14-19). ¡Seis consecuencias más bien importantes! Así
escribió San Pablo, quien estaba muchísimo más cerca de
Cristo en cuanto a tiempo, espacio y espíritu de lo que
Bultmann estaba.
128
Peter Kreeft LO QUE LOS CATÓLICOS CREEN
Nada prueba más concreta y decisivamente la divinidad de
Cristo que su resurrección. Nadie sino Dios puede
conquistar la muerte.
Y nadie sino Aquel que puede conquistar la muerte puede
conquistar el pecado. No podemos ser salvados por un
Salvador muerto. La diferencia que hace la resurrección es
nada menos que esto: nuestra esperanza de salvación.
Aun más, la importancia personal y práctica de la
resurrección no es sólo un suceso pasado sino presente:
“Cristo ha resucitado”. La tumba de todo otro hombre que
vivió dice: fulano de tal está aquí.
Pero en la tumba de Cristo sus discípulos escucharon estas
palabras de ángel: “No está aquí” (Lucas 24,5).
Entonces ¿dónde está? ¡Él está aquí! No está ausente, sino
presente: “Y he aquí que yo estoy con vosotros todos los
días hasta el fin del mundo” (Mateo 28,20). Él no está en el
pasado muerto, sino en el presente vivo, tan presente en
realidad como nosotros lo estamos. La pregunta del ángel
continuamente nos recuerda: “¿Por qué buscáis entre los
muertos al que está vivo?” (Lucas 24,5).
23. El significado de la Resurrección para nuestro futuro La
Resurrección de Cristo no fue sólo una resucitación, como
la de Lázaro. Puesto que Cristo resucitó con una nueva clase
de cuerpo, que “no está situado en el espacio ni en el
tiempo, pero puede hacerse presente a su voluntad donde
quiere y cuando quiere”527 (C 645). Y este cuerpo
resucitado ya no puede morir.
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Peter Kreeft LO QUE LOS CATÓLICOS CREEN
Esta es la clase de cuerpo que nos promete. Esa es una
consecuencia muy práctica de la Resurrección (ver 1
Corintios 15).
Así como la muerte de Cristo conquistó el pecado para
nosotros, su Resurrección conquistó la muerte para
nosotros. Tendremos cuerpos inmortales como el suyo.
24. La Ascensión
La Ascensión de Cristo no fue la revocación de la
Encarnación.
La Encarnación no fue simplemente una visita temporal.
Fue más bien como una expedición de caza, en la que él
capturó un trofeo y lo llevó a casa (Efesios 4,8). El trofeo fue
la humanidad.
Y Cristo llevó consigo al cielo la humanidad en la Ascensión
no sólo en el sentido de que 1) su muerte y Resurrección
nos permitieron entrar al cielo, y él ascendió para preparar
un lugar para que nosotros viviéramos con él para siempre
(Juan 14,1-3), sino también en el sentido de que 2) la
humanidad fue unida con divinidad en la Persona de Cristo
para siempre. No sólo fuimos cambiados nosotros para
siempre, ¡él también lo fue! “Se realiza por el poder del
Padre que ‘ha resucitado’ (cf Hechos de los Apóstoles 2, 24)
a Cristo, su Hijo, y de este modo ha introducido de manera
perfecta su humanidad – con su cuerpo – en la Trinidad” (C
648).
La Ascensión llevó su cuerpo humano y alma al cielo a Dios
para siempre. La Segunda Persona de la Trinidad, el mismo
130
Peter Kreeft LO QUE LOS CATÓLICOS CREEN
Dios, es por siempre humano así como divino, ¡y corporal
así como espiritual! La incorporación de la humanidad en la
divinidad se completó en la Ascensión.
25. La segunda venida
“Y de nuevo vendrá con gloria para juzgar a vivos y
muertos”, dice el Credo.
Él prometió que vendrá de nuevo (Lucas 21,27-28), y él
cumple sus promesas.
Una de las razones por la que los primeros cristianos vivían
con tan gran esperanza y expectación fue debido a su fe en
esta promesa.
Donde nosotros sólo vemos oscuridad cuando observamos
el futuro, ellos veían la luz; donde nosotros vemos nubes de
neblina, ellos veían una gloria dorada.
El número de años entre su primera y segunda venida no es
relevante; la calidad de este tiempo es lo que importa.
Vivimos ahora en ‘la última hora’ (1 Juan 2,18). La época
final del mundo está con nosotros ahora, no importa si dura
diez años o diez millones. El suceso más importante en la
historia ya sucedió, la Encarnación, la Primera Venida, el
suceso que separa todo tiempo en dos, en A.C.
(“Antes de Cristo”) y A.D. (Anno Domini, “en el año del
Señor”).
Sólo otro Gran Suceso ocurrirá: su Segunda Venida. No
habrá más Señores, ni más revelaciones, ni más biblias, ni
iglesias, ni más salvadores hasta el final de los tiempos.
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Peter Kreeft LO QUE LOS CATÓLICOS CREEN
Las Escrituras prometen que esta época final no será de
puro progreso y buena voluntad y bondad, sino también
grandes males y “tribulaciones” (Juan 16,3), guerra
espiritual entre el Espíritu de Cristo y el espíritu del
Anticristo (2 Tesalonicenses 2,3-12; 1 Juan 2,18). Todos los
cristianos viven ahora en dos mundos, dos reinos: el mundo
y la Iglesia, la carne y el espíritu, “el hombre viejo” y “el
hombre nuevo” (Romanos 6,6; Efesios 4,22; Epístola a los
Colosenses 3,9), lo que San Agustín llamó “la Ciudad del
Mundo” y “la Ciudad de Dios”.
26. Cristo el conquistador del mundo
Cristo prometió, “En el mundo tendréis tribulación. Pero
¡ánimo! yo he vencido al mundo” (Juan 16,33).
Sólo tres hombres en la historia han hecho bien esa
aserción: Buda, Alejandro Magno y Cristo. Buda venció el
mundo al “despertarse” de él como si fuera un sueño, una
ilusión. (¡No es una ilusión; es una creación de Dios!)
Alejandro Magno venció el mundo con las armas, y luego
lloró porque creía que “no había más mundos por
conquistar”. (¡Se olvidó del mundo de su propia alma! Así
como Buda ignoró el mundo exterior, Alejandro ignoró el
mundo interior).
Cristo venció el mundo no derramando su sangre por él
mismo, como Alejandro, sino derramándola por el mundo.
La cruz es la espada de Dios, sostenida por el mango por la
mano del cielo y hundida en la tierra, no para sacar sangre,
sino para darla.
____________________
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Peter Kreeft LO QUE LOS CATÓLICOS CREEN
Notas del Catecismo en el orden en que aparecen en Citas usadas
en esta sección:
4 JUAN PABLO II, exh. ap. Catechesi tracdendae, 5.
6 CT6.
281 Cf. Jn 6,5-15.
282 Cf. Lc 19, 8.
283 Cf. Mt 11, 5.
284 Cf .Lc 12,13-14; Jn 18,36.
285 Cf. Jn 8,34-36.
160 Concilio de Frizul, año 796: DS, 619.
57 Cf. Ex 3,14.
58 Cf. 1 Co 2,8.
66 Cf. Ap 11, 15
67 Cf. Mc 12,17; Hch 5,29.
70 1Jn 4,10; 4,14; 3,5.
78 2P l,4.
76 San Atanasio, De inc., 54,3: PG 25, 192B.
78 Santo Tomás de Aquino, Opusc. 57, 1-4.
425 Cf 2 Co 5, 15; 1 Jn 2, 2.
426 Concilio de Quiercy, año 853: DS, 624.
402 Concilio Vaticano II, Nostra aetate, 4.
489 Cf. 1P 3,18-19.
515 Cf. 1Co 15,4-8.
517 “La cara sombría:” Lc 24,17.
518 Cf. Jn 20,19.
520 Cf. Lc 24, 38.
527 Cf. Mt 28, 9.16-17; Lc 24, 15.36; Jn 20, 14:19.26; 21, 4.
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Peter Kreeft LO QUE LOS CATÓLICOS CREEN
CAPÍTULO 6
EL ESPÍRITU SANTO
Introducción
Este capítulo, sobre el Espíritu Santo, está en dos partes:
primero los datos, luego la teología que explica esos datos.
La teología cristiana, como la ciencia, está basada en datos:
sus principios no están en abstracciones en las nubes, sino
explicaciones reveladas de forma divina y de experiencias
humanas, tanto experiencias pasadas en la historia
(especialmente tal como registran las Escrituras) y la
experiencia actual de nuestras vidas. Esto es cierto en
cuanto al Espíritu Santo y la doctrina de la Trinidad, así
como es cierto de Cristo y la doctrina de la Encarnación.
Por consiguiente, comenzamos con datos de la experiencia:
¿Qué diferencia hizo el Espíritu Santo en las vidas de los
discípulos de Jesús y en la vida de la Iglesia en el Nuevo
Testamento? ¿Qué diferencia hace en nuestras vidas en la
actualidad?
1. El Espíritu Santo: la “Persona que falta”
Hechos 19 relata una historia que se podría repetir hoy en
la mayoría de las parroquias. Pablo el Apóstol “atravesó las
regiones altas y llegó a Éfeso, donde encontró algunos
discípulos [cristianos]; les preguntó: ‘¿Recibisteis el
Espíritu Santo cuando abrazasteis la fe?’” (Hechos 19,1-2).
No lo habían recibido.
134
Peter Kreeft LO QUE LOS CATÓLICOS CREEN
¿Cómo sabía eso Pablo? ¿Por qué hizo esa pregunta? ¿Qué
sintió que faltaba en Éfeso? ¿Podría hacer hoy esa misma
pregunta si viniera a una de nuestras parroquias? ¿Acaso
los encontró sinceros pero dudosos, buenos pero aburridos,
amables pero sin carácter?
Ciertamente uno no podía usar esas palabras para describir
la Iglesia de los mártires, que cambió el mundo. Lea Hechos
y compare la Iglesia de ese entonces con la mayoría de la
Iglesia en América hoy. ¿Qué hace la diferencia? El Espíritu
Santo.
2. La diferencia que hace el Espíritu Santo solucionando
nuestra “escasez de poder”
San Pablo tiene que haber notado una escasez de poder
espiritual. Los efesios conocieron a Cristo pero no
conocieron su poder espiritual en sus vidas. Era como si
tuvieran mapas para subir la montaña de Dios y el vehículo
para viajar por ese camino, pero no la gasolina que
necesitan. Tenían el ideal pero no así el poder para vivirlo.
(¿Suena familiar? )
Luego de su resurrección y justo antes de su ascensión,
Cristo les dijo a sus discípulos que no se fueran a predicar
su evangelio sino a esperar en Jerusalén al Espíritu Santo,
puesto que sólo entonces ellos tendrían la fuerza para
realizar este trabajo que cambiaría el mundo (ver Hechos
1,4-5,8). Ellos no podían realizar obras divinas sólo con el
poder humano. (Ni tampoco nosotros).
El Reino de Dios no se podía construir con las herramientas
de los hombres. La Iglesia (visible e invisible) es el Reino de
Dios, y Dios le dio las tres herramientas de poder que
135
Peter Kreeft LO QUE LOS CATÓLICOS CREEN
resumimos en las tres partes de esta serie: teología, liturgia
y moralidad; credo, culto y código; palabras, rendición de
culto y obras; dogmas, oraciones y leyes; y él suple el
Espíritu Santo como la energía para las tres herramientas
de poder. Las tres están compuestas de palabras, y se
necesita el Espíritu Santo para que les dé poder.
“Que no está en la palabrería el Reino de Dios, sino en el
poder”
(1 Cor 4,20), el poder de transformar palabras en obras,
ideales en realidades, lo abstracto en lo concreto, “estilos de
vida” en vidas, buena gente en gente nueva (ver 2 Cor 5,17).
Porque el Espíritu no es una cosa vaga y etérea y abstracta,
como “el espíritu de los tiempos” o “el espíritu de la
democracia” o “el espíritu escolar”. Él es una Persona. ¡Él es
Dios Todopoderoso!
3. La diferencia esencial que hace el Espíritu: compartiendo
la vida misma de Dios
Las iglesias orientales usan la palabra griega theosis
(“divinización”) para el trabajo esencial del Espíritu en
nosotros:“para que … os hicierais partícipes de la
naturaleza divina” (2 Pe 1,4). Él nos capacita para
compartir en la vida misma de Dios mismo – no sólo los
ideales o principios de esa vida, no sólo el“estilo de vida” de
Dios, sino la misma vida de Dios, algo tan real como la
sangre (aunque no hecho de moléculas, sino hecha del
amor). Esta transformación, de mera vida humana a
participación en la vida divina, es una gran transformación
como las que suceden en los cuentos de hadas de una rana
a un príncipe, o de una marioneta de madera a un niño.
136
Peter Kreeft LO QUE LOS CATÓLICOS CREEN
Este estado de nuestro espíritu, en el que compartimos la
misma vida de Dios, se le conoce por diversos nombres:
“gracia santificante” o “el estado de gracia” en la teología
católica, “deificación” en la teología oriental, “salvación” en
el protestantismo evangélico, y numerosos otros nombres
en las Escrituras, tales como “vida eterna” ( zoe, vida
sobrenatural), “nacido de nuevo” como hijo de Dios, ser
adoptado en la familiade Dios, o entrando en el Reino de
Dios. Éste es el trabajo del Espíritu Santo.
4. La diferencia que hace el Espíritu: intimidad La palabra
para “espíritu” tanto en hebreo como en griego también
significa “aliento”. El Espíritu es el “aliento” de Dios.
¿Qué significa esta palabra?
Cuando respiramos, el aire en efecto entra en nuestros
pulmones y se convierte en nosotros mismos. Cuando viene
el Espíritu, entra en nosotros y se convierte en nosotros
mismos.
Por esta razón, él no es visible como un objeto externo.
También él es invisible porque es espíritu, no materia, por
supuesto. Él está adentro; es difícil de hacerlo un objeto
como si estuviera afuera. Él es demasiado íntimo,
demasiado cerca para ver. Cuando él está dentro de
nosotros, nuestra alma respira a Dios tal como nuestros
pulmones respiran aire: es así de íntimo.
Es como el viento. En efecto, ésa es la imagen que Cristo usó
en Juan 3. Él se convierte en la vida misma de nuestras
almas. En la fórmula de San Agustín, el Espíritu es para
nuestras almas lo que nuestras almas son a nuestros
137
Peter Kreeft LO QUE LOS CATÓLICOS CREEN
cuerpos.
5. La diferencia que hace el Espíritu: el asombro del mundo
¿Cómo llamó el mundo a los primeros cristianos? Hechos
17,6 nos dice: “esos que han revolucionado el mundo”.
¿Estamos haciendo eso en la actualidad? ¿Por qué no? ¿Por
qué el mundo no lo necesita tanto en la actualidad? ¿O por
qué hemos olvidado cómo hacerlo?
La palabra usada para denotar la reacción del mundo a los
cristianos fue la misma palabra usada para denotar la
reacción del mundo a Cristo: thaumadzein (asombrado,
atónito, maravillado).
Todos, amigos y enemigos, se maravillaban con Cristo. Los
amigos pasaron de estar maravillados a rendirle culto, y los
enemigos de estar maravillados a crucificarlo; pero ambos
comenzaron en estar maravillados. El mundo quedó
alertado y comenzó a notar a los cristianos al igual que lo
habían hecho con Cristo, y el mundo quedó polarizado por
los cristianos así como había quedado por Cristo (Mt 10,34-
39).
Porque aunque su cuerpo visible ya no estaba presente, su
Espíritu sí lo estaba, como la vida de su “Cuerpo místico
[invisible]”, la Iglesia.
6. La diferencia que hace el Espíritu: un tipo de amor
radicalmente nuevo Lo que el mundo notó sobre todo fue un
nuevo tipo de amor.
El Nuevo Testamento lo llama ágape. Es casi una palabra
nueva.
138
Peter Kreeft LO QUE LOS CATÓLICOS CREEN
Antes del Nuevo Testamento los griegos muy pocas veces
usaban la palabra ágape, porque entonces sólo significaba
“alguna especie de amor”, no una especie específica. Ahora
obtuvo un significado nuevo, específico: el amor que Cristo
demostró y vivió, a la Cruz – y que derramó al mundo a
través de su Espíritu.
Este era el tipo de amor que con frecuencia condujo al
martirio. Los cristianos fueron a su muerte con himnos en
sus labios, perdonando a sus asesinos, tal como Cristo había
hecho (Lc 23,34). Cuando el mundo vio a estos cristianos,
dijeron: “¡Vean cómo se aman unos a otros!” Cristo había
prometido exactamente eso: “En esto conocerán todos que
sois discípulos míos: si os tenéis amor los unos a los otros”
(Jn 13,35). Note que esto presume que el amor cristiano no
es el mismo que cualquier otro tipo de amor, sino tan
distinto que todo el mundo podrá ver la diferencia. Era
radical. Era sobrenatural. Era un milagro – el milagro que
convirtió el mundo.
La imagen que las Escrituras usan para este amor que “viró
el mundo al revés” es fuego. Los primeros cristianos
estaban llenos de fuego con el amor: el fuego que Jesús dijo
que él había venido a la tierra a encender: “He venido a
arrojar un fuego sobre la tierra; y ¡cuánto desearía que ya
hubiera prendido!” (Lc 12,49).
7. La fuente de ágape
¿Qué enciende este fuego? El Espíritu Santo. Los cuatro
Evangelios distinguen a Jesús de Juan el Bautista, el último
profeta de la Antigua Alianza, con esto: Juan dijo: “Yo os
bautizo con agua; pero está apunto de llegar el que es más
fuerte que yo, a quien ni siquiera soy digno de desatarle la
139
Peter Kreeft LO QUE LOS CATÓLICOS CREEN
correa de sus sandalias. Él os bautizará en Espíritu Santo y
en fuego” (Lc 3,16).
Todos quieren “amor verdadero”. “Amor verdadero” es
ágape, el amor sincero, siendo desinteresado hacia el otro
por el bien del otro. Todos responden a este amor, todos
admiran el amor verdadero, todos anhelan profundamente
una relación de amor mutuo. Todos saben que el amor es el
significado de vida, el valor más grande de la vida, el
summum bonum, o el bien mayor.
Pero no todos saben cómo conseguirlo, dónde ir para
conseguirlo. ¿De dónde proviene este amor? (¿Podría haber
una pregunta más práctica que ésa?)
La respuesta es el Espíritu Santo. “El amor de Dios ha sido
derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo que
nos ha sido dado” (Rom 5,5). El amor es el primer fruto del
Espíritu (Gal 5,22). Para obtener el fruto, se necesita la
planta.
Porque el Espíritu es el amor mismo de Dios, el amor que
circula eternamente, como electricidad divina, entre el
Padre y el Hijo. “Dios es amor” (1Jn 4,8). Dios está hecho de
amor, tal como el sol está hecho de luz. Así como el hijo es
la Palabra del Padre, o la verdad ( Logos), el Espíritu es el
amor de ellos. El Hijo es la luz de Dios y el Espíritu es el
fuego de Dios. Éste es el fuego que Cristo vino a la tierra a
encender entre nosotros aun ahora como
“las ‘arras’ o las ‘primicias’ de nuestra herencia:97 la Vida
misma de la Santísima Trinidad ...”98 (C 735).
8. La diferencia que hace el Espíritu: sabiduría Otra
140
Peter Kreeft LO QUE LOS CATÓLICOS CREEN
diferencia que hace el Espíritu, tanto para la Iglesia en sus
comienzos como en la actualidad, es la sabiduría, o la
comprensión. Emite luz, así como fuego.
Es por esto que los santos comprenden las Escrituras con
tanta más profundidad que los teólogos. Es por esto que
santos de mente sencilla como Madre Teresa parecen tan
listos, y eruditos sofisticados tan tontos, en lo que respecta
a comprender la mente de Dios. Porque la mente de Dios se
puede comprender sólo a través del corazón de Dios. La
verdad de Dios se comprende a través del amor de Dios. (El
Hijo de Dios, la “Palabra de Dios”, se comprende a través del
Espíritu de Dios, quien es el amor de Dios).
Así, Jesús dice que la forma de comprender su doctrina es
hacer (amar) la voluntad de su Padre (Jn 7, 17). Aquí el
corazón dirige la cabeza.
La clase de sabiduría que el Espíritu otorga es la clase que
Cristo tenía (¡porque es su Espíritu!): “Y quedaban [la
gente] asombrados de su doctrina, porque les enseñaba
como quien tiene autoridad, y no como los escribas” (Mc
1,22). (“Autoridad”, dicho sea de paso, no significa poder,
sino derecho).
9. El Espíritu y las Escrituras
Cuando un cristiano lleno del Espíritu lee la Palabra de Dios
– la Palabra que este mismo Espíritu inspiró – el libro
parece “tomar vida” e “iluminarse” desde dentro de sí
mismo. Esto se debe a que su Autor primario está
verdaderamente presente en el lector, vivo, interpretando
sus propias palabras.
141
Peter Kreeft LO QUE LOS CATÓLICOS CREEN
Los escritores humanos de la Biblia, después de todo,
fueron sólo los autores secundarios, los instrumentos. Es
por eso que la Biblia tiene una unidad tan magnífica,
aunque fue escrita por numerosos autores diferentes, con
diferentes personalidades, asuntos controvertibles,
problemas, suposiciones, limitaciones, tiempos, lugares, y
situaciones.
La Biblia es “la espada del Espíritu” (Ef 6,17), y la diferencia
que hace el Espíritu respecto a comprender la Biblia es la
diferencia entre una espada en un exhibidor de museo y
una espada en las manos de un gran espadachín, cuando se
torna viva y corta hasta el corazón. “Pues, viva es la Palabra
de Dios y eficaz, y más cortante que espada alguna de dos
filos. Penetra hasta la división entre el alma y el espíritu,
articulaciones y médulas; y discierne sentimientos y
pensamientos del corazón” (Heb 4,12).
Cuando Cristo se les apareció a sus discípulos luego de su
resurrección camino a Emaús, les explicó el Antiguo
Testamento de la Biblia, y luego ellos dijeron: “¿No estaba
ardiendo nuestro corazón dentro de nosotros cuando nos
hablaba en el camino y nos explicaba las Escrituras?” (Lc
24,32). Ese fuego era el Espíritu, y esa luz del corazón
todavía arde, puesto que su Espíritu aún le enseña a los
santos. Lea a San Agustín o a San Bernardo de Clairvaux, o a
Santa Catalina de Siena, o a San Juan de la Cruz (o un
resumen claro y fiel sobre ellos como The Fire Within < El
Fuego de dentro> por Padre Thomas Dubay) y vea si la
Biblia de repente no se ilumina y se enciende con su
enseñanza. ¿De dónde obtuvieron esta sabiduría? Del
mismo lugar del cual lo obtuvieron los santos: del Espíritu.
10. Cómo “obtener” el Espíritu Santo
142
Peter Kreeft LO QUE LOS CATÓLICOS CREEN
¿Quiere usted esta sabiduría? ¿Quiere la sabiduría de los
santos? ¿Quiere ser un santo? La fuente es el Espíritu.
¿Quiere el amor que hizo que el mundo se volteara al revés?
La fuente es el Espíritu. Pero ¿cómo obtiene uno el Espíritu?
Nosotros no lo podemos “conseguir”; sólo podemos dejar
que él nos “consiga”. Él es Dios. Sólo Dios lo puede dar.
Cristo lo da. Él proviene del Padre a través del Hijo.
¿A quién le da Dios el Espíritu? ¿Y qué tenemos que hacer
para recibirlo?
La respuesta de la Biblia es escandalosamente sencilla – tan
sencilla que la encontramos difícil.
“Yo os digo: ‘Pedid y se os dará; buscad y hallaréis; llamad y
se os abrirá. Porque todo el que pide, recibe; el que busca,
halla; y al que llama, le abrirán. ¿Qué padre hay entre
vosotros que, si su hijo le pide un pez, en lugar de un pez le
da una culebra; o, si pide un huevo, le da un escorpión? Si
pues, vosotros, aun siendo malos, sabéis dar cosas buenas a
vuestros hijos, ¡cuánto más el Padre del cielo dará el
Espíritu Santo a los que se lo pidan!” (Lc 11,9-13).
El Espíritu es libre de costo. Es un don de Dios. No hay nada
que podamos hacer para “obtenerlo”, simplemente tenemos
que pedirlo, en la fe, como un niño que confía en el amor de
su padre. Lo mismo es cierto de los dones del Espíritu, tal
como la sabiduría: los obtenemos simplemente pidiéndolos
y creyendo:
“Si alguno de vosotros carece de sabiduría, que la pida a
Dios, que da a todos generosamente y sin echarlo en cara, y
se la dará. Pero que la pida con fe” (Sant 1, 5-6).
143
Peter Kreeft LO QUE LOS CATÓLICOS CREEN
Pero tengan cuidado cuando pidan, porque Dios les tomará
la palabra de ustedes. La labor del Espíritu es santificar,
hacer santos, ¡y los santos no están seguros! Son como
Aquel que les hizo. Dios no es seguro. El rabino Abraham
Heschel dice: “Dios no es buena gente. Dios no es un tío.
Dios es un terremoto”.
11. El Espíritu y los santos
Los santos son indomables. Los santos arriesgan todo por
Dios. Los santos aman mucho: sienten amor por Dios (y por
consiguiente por los hijos de Dios), están encendidos con el
fuego de Dios. Ese fuego es el Espíritu Santo.
El significado de la vida es ser santo. “Al final, sólo hay una
tragedia: no haber sido un santo” (Leon Bloy). Si no somos
santos cuando morimos, Dios no descansará hasta que
nosotros lo hagamos; es por eso que la mayoría de nosotros
probablemente necesitará el Purgatorio antes del Cielo.
Todos los ciudadanos del Cielo son santos.
La santidad es la culminación del trabajo de Dios en
nosotros, la finalidad de nuestras vidas. Y este fin – la
santificación, el hacer santos – es de forma especial la labor
del Espíritu Santo.
El Padre hizo posible esta finalidad al crearnos, y el Hijo lo
hizo posible al redimirnos, y ahora el Espíritu hace realidad
lo que las otras dos Personas hicieron posible.
12. El Espíritu y la intimidad con Dios
La esencia de la santidad es la intimidad con Dios,
“conociendo” a Dios. Esto es también la esencia de la vida
144
Peter Kreeft LO QUE LOS CATÓLICOS CREEN
eterna (Jn 17,3), lo que estaremos haciendo en el cielo por
siempre.
¿Pero cómo? Podemos saber algunas cosas respecto a Dios
a través de nuestra propia razón humana, pero no podemos
conocer a Dios personal e íntimamente sin el Espíritu
Santo. (Muchos idiomas, contrario al inglés, tienen dos
palabras diferentes para conocer los hechos y conocer a
personas: por ejemplo savoir y connaitre en francés, wissen
y kinnen en alemán).
La intimidad es el objetivo final del amor. Lo que el amor
busca es siempre unión con el objeto o la persona amada,
ya sea un helado, los deportes, la música, la amistad, el
romance, el matrimonio, o Dios. Y la intimidad con nosotros
es el objetivo definitivo del amor de Dios a través de la
historia y a través de nuestras vidas.
El Espíritu nos da esta intimidad. El Espíritu nos mueve a
llamar a Dios nuestro “Padre”. “Habéis recibido un espíritu
de hijos adoptivos que nos hace exclamar ¡Abbá, ‘Padre! El
Espíritu mismo se une a nuestro espíritu para dar
testimonio de que somos hijos de Dios” (Rom 8, 15-16).
Abba es la palabra íntima aramea para “Padre”. Nuestro
equivalente sería “papito”. Jesús llamó a Dios Abbá (Mc 14,
36), y así nosotros también lo podemos hacer.
¡Podemos tener algo de la misma intimidad con Dios Padre
como la tuvo Dios Hijo! ¿Cómo? A través de Dios el Espíritu
Santo.
Y Dios quiere que todos sus hijos tengan esta intimidad a
través de este Espíritu. Esto no es un extra opcional para
los supersantos; esto es parte del conjunto básico de ser un
145
Peter Kreeft LO QUE LOS CATÓLICOS CREEN
cristiano:
“El que no tiene el Espíritu de Cristo, no le pertenece” (Rom
8,9).
Y Dios quiere más para nosotros que simplemente tener el
Espíritu; quiere que experimentemos la plenitud del
Espíritu, la “emisión” del Espíritu, el “bautismo” en el
Espíritu. (La palabra griega “bautismo” significa inmersión”,
como un barco hundido en el mar).
13. El Espíritu y la oración
Debido a esta intimidad con Dios, la oración (hablando con
Dios) se torna tan natural como el respirar. El Espíritu nos
mueve a hablar con el Creador infinitamente perfecto como
si estuviéramos hablando con nuestro propio amigo más
cercano.
Queremos orar, porque queremos estar en presencia de
Aquel a quien amamos. El amor reemplaza el temor o el
deber como el motivo para la oración (y también para la
obediencia). Por supuesto, todavía tendremos problemas y
tentaciones y distracciones, pero serán los problemas de la
vida, no de la muerte. Serán dolores de crecimiento.
Esto es cierto de la oración pública, litúrgica, tal como es
cierto de la oración privada, personal. Como las Escrituras,
la liturgia también se enciende, se aviva y se convierte en
llama cuando el mismo espíritu que enseñó a la Iglesia a
componerla nos enseña a ponerla en práctica.
14. La labor del Espíritu en relación al Padre y al Hijo Ahora
tornamos de la experiencia a la teología, de los datos a la
146
Peter Kreeft LO QUE LOS CATÓLICOS CREEN
explicación – primero que nada en el tiempo, en la “historia
de la salvación” y luego en la eternidad, en la naturaleza de
Dios.
Hemos visto el “Cristocentrismo” en cada parte de nuestra
fe hasta ahora, y lo continuaremos viendo. Pero esto de
ninguna forma disminuye la centralidad del Padre y del
Espíritu. No hay rivalidad en la Trinidad, no “esto o lo otro”,
sólo “ambos e y”, como en un buen matrimonio. Puesto que
Cristo no tiene enseñanza, o voluntad, o gloria de por sí,
sino que refiere todo al Padre (Jn 6,57; 7,16; 8,50). Y de la
única forma como podemos conocer a Cristo es a través del
Espíritu (1 Cor 12,3). Los tres tienen que estar presentes o
ninguno lo está. Los tres tienen que estar activos, o ninguno
lo está.
Este altruismo, u orientación hacia el otro, es cierto tanto
“de arriba hacia abajo” como “de abajo hacia arriba”, por así
decirlo: tanto para Dios que se revela él mismo a nosotros
como para nosotros conocer a Dios.
Primero, “de arriba hacia abajo”. Cristo no enseñó por
autoridad propia sino por la del Padre (Jn 5,30-32: 6,38;
7,16).
Y el Espíritu no enseña por su propia autoridad sino por la
de Cristo (Jn 16,13-14). El Espíritu no se glorifica a sí
mismo, glorifica al Hijo. El hijo no se glorifica a sí mismo,
sino que glorifica al Padre, y el Espíritu lo glorifica a Él. El
Padre no se glorifica a sí mismo, el Hijo lo glorifica.
Segundo, “de abajo hacia arriba”, el Catecismo nos dice que
“‘sin el Espíritu no es posible ver [conocer] al Hijo de Dios,
147
Peter Kreeft LO QUE LOS CATÓLICOS CREEN
y, sin el Hijo, nadie puede acercarse al Padre...’” (C 683). Las
Escrituras también nos dicen esto: “Nadie puede decir:
‘Jesús es Señor’, sino movido por el Espíritu Santo” (1 Cor
12, 3), y “A Dios nadie le ha visto jamás: el Hijo Unigénito,
que está en el seno del Padre, él lo ha contado” (Jn 1,18).
Por esto tenemos que olvidarnos de nosotros mismos y
amar a otros, si es que hemos de ser felices: porque somos
hechos a imagen del Dios cuya vida completa es amor
desinteresado. El amor “va hasta la cima”.
15. Por qué el Espíritu Santo fue revelado por último
“El Espíritu Santo con su gracia es el ‘primero’ que nos
despierta en la fe ... No obstante, es el ‘último’ en la
revelación de las personas de la Santísima Trinidad. San
Gregorio Nacianceno ... explica esta progresión por medio
de la pedagogía de la‘condescendencia’ divina:
‘El Antiguo Testamento proclamaba muy claramente al
Padre, y más oscuramente al Hijo. El Nuevo Testamento
revela al Hijo y hace entrever la divinidad del Espíritu.
Ahora el Espíritu tiene derecho de ciudadanía entre
nosotros y nos da una visión más clara de sí mismo. En
efecto, no era prudente, cuando todavía no se confesaba la
divinidad del Padre, proclamar abiertamente la del Hijo y,
cuando la divinidad de Hijo no era aún admitida, añadir el
Espíritu Santo ...’3” [C684].
16. Por qué es mejor para nosotros tener al Espíritu Santo
que a Cristo visiblemente presente
Cristo dijo esto: le dijo a sus apóstoles antes de su
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Peter Kreeft LO QUE LOS CATÓLICOS CREEN
ascensión:
“Os conviene que yo me vaya; porque si no me voy, no
vendrá a vosotros el Paráclito [el Espíritu Santo]; pero si
me voy, os lo enviaré” (Jn 16,7).
Si Jesucristo se apareciera visiblemente en persona en
cualquier lugar de la tierra, probablemente vendrían mil
millones de personas.
Sin embargo, tenemos algo mejor que eso, de acuerdo con
la propia enseñanza de Cristo. Tenemos el Espíritu Santo.
Pero ¿por qué es esto mejor?
Porque la presencia del Espíritu para nosotros puede ser
aun más íntima que la de Cristo. O más bien, Cristo mismo
puede estar presente más íntimamente a través de su
Espíritu de lo que él estuvo corporalmente con sus
apóstoles. Ellos lo conocieron mejor – con mayor intimidad
y precisión – luego de que los dejó y les envió su Espíritu.
Esto está claro comparando a los apóstoles, especialmente
a Pedro, en los Evangelios y en los Hechos.
Lo mismo es cierto para nosotros. El Cristo visible está
separado de nosotros por 2,000 años en cuanto a tiempo y
4,000 millas de espacio. No somos judíos del primer siglo;
nosotros no lo vimos. El Padre está aun más separado: es
infinitamente trascendente, y “habita en luz inaccesible”.
Pero el Espíritu hace que Cristo sea conocido a los ojos de
nuestro espíritu, así como Cristo hizo que el Padre fuese
conocido a nuestros ojos corporales. El Padre es Dios fuera
de nosotros, el Hijo es Dios al lado nuestro, el Espíritu es
Dios dentro de nosotros, Dios inquietándonos, Dios
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Peter Kreeft LO QUE LOS CATÓLICOS CREEN
“poseyéndonos”. Es intimidad máxima. Es por eso que es
“mejor”.
17. El Espíritu Santo como la culminación del amor de Dios y
su plan para nosotros.
Esta “morada del Espíritu Santo” es la culminación del plan
que Dios tenía para nosotros antes de la fundación del
mundo.
“Dios es amor”, por consiguiente, todo lo que hace proviene
de amor, de su esencia.
Lo que Dios busca sobre todo es intimidad.
Por consiguiente, Dios busca intimidad con nosotros.
Él se revela en tres etapas de intimidad.
1) A través de la historia del Antiguo Testamento, el Padre
entra en la vida diaria de su pueblo escogido. Hace ruido,
como un buen padre a sus hijos. Él no se retrae sino que
sale de sí mismo para nosotros. (Porque el amor es “ek-
static”, “al lado suyo”, fuera de sí mismo).
2) En los Evangelios, el Hijo se hace aún más íntimo; baja
del cielo a la tierra y se convierte en uno de nosotros – en
efecto, el más bajo. Esto es como si un padre se convirtiera
en un niño para ser más íntimo con sus hijos.
3) Sin embargo, aun eso no es suficiente. Él tiene que entrar
“dentro de nuestra piel”. Luego de Pentecostés, el Espíritu
habita dentro de nosotros. Éste es el objetivo final del
amor: entrar en el corazón del amado.
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Peter Kreeft LO QUE LOS CATÓLICOS CREEN
Ésa es la razón final por la que Dios creó el universo, la
razón de cada detalle de su providencia (ver Rom 8:28), la
razón de la Encarnación y la razón de la Iglesia. ¡Para eso es
que sirven! El universo y la Iglesia son designados
divinamente como máquinas de hacer santos. Son
dormitorios de esposos.
18. Cómo las tres personas de la Trinidad cooperan para
llevarnos a la perfección
Las tres Personas actúan juntas en las tres etapas de
nuestro destino.
Primero, el Padre nos crea – no solo, sino por medio de su
Palabra (el Hijo) (Gen 1,3) y su Espíritu (Gen 1,2).
Luego, el Hijo nos redime – no sólo, sino obedeciendo la
voluntad de su Padre hasta la muerte, y al ser bautizado con
el Espíritu (Jn 1,33).
Finalmente, el Espíritu Santo nos santifica – no solo, sino
mostrándonos a Cristo (Jn 16, 14-15) y por medio de Cristo
el Padre.
La labor de la creación es especialmente “apropiada” para
el Padre, redención para el Hijo, y santificación para el
Espíritu. Pero cada Persona de la Trinidad trabaja con las
otras: El Padre nos creó para el Hijo y para la redención.
Colosenses 1,16 dice que “todo fue creado por él [el Padre]
y para él [el Hijo]”.
El Hijo nos redimió para la labor del Espíritu de
santificarnos.
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Peter Kreeft LO QUE LOS CATÓLICOS CREEN
La justificación (redención) fue para la santificación. Fue
llamado Jesús (“Salvador”) no solo porque nos salvaría del
castigo debido a nuestros pecados, sino “porque él salvará
a su pueblo de sus pecados” (Mt 1,21).
Y el Espíritu nos santifica a fin de llevarnos de vuelta al
Padre, a fin de que Dios pueda ser todo en todo, Alpha y
Omega.
19. El Espíritu Santo en la historia
“Cuando el Padre envía su Verbo, envía también su Aliento
[Espíritu]: misión conjunta en la que el Hijo y el Espíritu
Santo son distintos pero inseparables. Sin ninguna duda,
Cristo es quien se manifiesta, Imagen visible de Dios
invisible [Col 1,15], pero es el Espíritu Santo quien lo
revela” (C689).
“El Espíritu Santo coopera con el Padre y el Hijo desde el
comienzo ... Sólo en los ‘últimos tiempos’, inaugurados con
la Encarnación redentora del Hijo, es cuando el Espíritu se
revela y se nos da, y se le reconoce y acoge como Persona.
Entonces, este Designio Divino, que se consuma en Cristo,
‘primogénito’ y Cabeza de la nueva creación, se realiza en la
humanidad por el Espíritu que nos es dado: la Iglesia, la
comunión de los santos, el perdón de los pecados, la
resurrección de la carne, la vida eterna¨ (C686). Estos
últimos cinco artículos del Credo son también labor del
Espíritu.
Todo el resto del Credo pertenece al Espíritu Santo. El
Credo es totalmente trino. No es trino y algo más. La
Trinidad no tiene posdatas.
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Peter Kreeft LO QUE LOS CATÓLICOS CREEN
20.¿Por qué es el Espíritu Santo tan difícil de conocer?
El Catecismo explica por qué.
‘Nadie conoce lo íntimo de Dios sino el Espíritu de Dios’ (1
Co 2,11). Pues bien, su Espíritu que lo revela nos hace
conocer a Cristo, su Verbo, su Palabra viva, pero no se
revela a sí mismo. El que ‘habló por los profetas’ nos hace
oír la Palabra del Padre. Pero a él no le oímos. No le
conocemos sino en la obra mediante la cual nos revela al
Verbo ... El Espíritu ... ‘no habla de sí mismo’4. Un
ocultamiento tan discreto, propiamente divino ...” (C687) es
sorprendente. ¡ Dios es modesto! ¡ Dios es humilde! ¿Cómo
nos atrevemos a ser orgullosos?
Humildad, subordinación, sumisión, obediencia a la
autoridad – esto no es nada popular en nuestro mundo
secular, pero es la vida misma de la Trinidad, la naturaleza
de Dios mismo. “Va hasta la cima”. No es meramente una
virtud humana, ciertamente no es una superstición pasada
de moda; es la naturaleza de la realidad final.
Ningún hombre fue jamás más obediente que Jesucristo,
Dios encarnado. Puesto que no era degradante para Dios el
Hijo obedecer a Dios el Padre (¡ambos son iguales!), no es
degradante para los humanos iguales obedecer el uno al
otro: para los hijos obedecer a sus padres, las esposas a los
esposos, o los ciudadanos a sus gobernantes, como las
Escrituras claramente ordenan (Ver Ef 5,21; 6,9; Col 3,18;
4,1, y las palabras radicales de Jesús en Mt 20,20-28).
La obediencia significa algo totalmente diferente en la vida
cristiana de lo que significa en el mundo. No significa
inferioridad de forma alguna. Cristo fue obediente con el
153
Peter Kreeft LO QUE LOS CATÓLICOS CREEN
Padre, pero era igual al Padre en todas las cosas. El Espíritu
es igualmente divino, y sin embargo, es modesto. Por
consiguiente, el mandato de las Escrituras de que algunos
de nosotros obedezcamos a otros “en Cristo” de ninguna
forma significa inferioridad como sucede en el mundo.
21. Símbolos del Espíritu Santo: agua, fuego, paloma No
podemos hablar del Dios invisible directamente, sino sólo
por medio de símbolos visibles. Tres de los símbolos más
prominentes del Espíritu Santo en las Escrituras son agua,
fuego y la paloma.
“El agua. El simbolismo del agua es significativo de la
acción del Espíritu Santo en el Bautismo ... [D]el mismo
modo que la gestación de nuestro primer nacimiento se
hace en el agua, así el agua bautismal significa realmente
que nuestro nacimiento a la vida divina se nos da en el
Espíritu Santo” (C694).
El agua es el elemento más importante en la naturaleza: Es
necesario para toda la vida, fue la segunda cosa que Dios
creó, luego de la luz. Es el elemento que nosotros
naturalmente queremos más.
Nuestro lugar favorito para ir de vacaciones es el mar.
Tenemos un amor misterioso hacia el agua que fluye. Y
algunos de los grandes santos, como Santa Teresa de Ávila,
dicen que les ha enseñado más que los libros.
Jesús habló del Espíritu como “agua viva” (que fluye): “Jesús
puesto, gritó: ‘Si alguno tiene sed, que venga a mí, y beberá
el que cree en mí, como dice la Escritura: De su seno
correrán ríos de agua viva. Esto lo decía refiriéndose al
Espíritu que iban a recibir los que creyeran en él” (Jn 7,37-
154
Peter Kreeft LO QUE LOS CATÓLICOS CREEN
39).
Fuego. Dios se reveló a Moisés en un arbusto que ardía. La
Escritura lo describe como “fuego devorador” (Heb 12,29).
Las experiencias místicas de él como las de Pascal, con
frecuencia adquieren esa forma ardiente.
“El fuego simboliza la energía transformadora de los actos
del Espíritu Santo. El profeta Elías que ‘surgió como el
fuego y cuya palabra abrasaba como antorcha’ (Si 48, 1),
con su oración, atrajo el fuego del cielo sobre el sacrificio
del monte Carmelo28, figura del fuego del Espíritu Santo
que transforma lo que toca ... En forma de lenguas ‘como de
fuego’ se posó el Espíritu Santo sobre los discípulos la
mañana de Pentecostés... ” (Hechos 2, 3-4; C696).
La paloma simboliza paz, uno de los frutos más preciados
del Espíritu (Gal 5,22). “Cuando Cristo sale del agua de su
bautismo, el Espíritu Santo, en forma de paloma, baja y se
posa sobre él44” (C701). El Espíritu Santo es tanto fuego
como paz; tanto fuego como agua; paradójicamente
símbolos opuestos de la naturaleza tienen que ser usados
para expresar adecuadamente a Aquél que trasciende
cualquier cosa en la naturaleza.
22. El Espíritu y las Escrituras
El Credo de Nicea confiesa que el Espíritu Santo “habló por
los profetas”. “Por ‘profetas’, la fe de la Iglesia entiende aquí
a todos los que fueron inspirados por el Espíritu Santo en el
vivo anuncio y en la redacción de los Libros Santos, tanto
del Antiguo como del Nuevo Testamento”47 (C702).
Por un lado, esta inspiración no fue necesariamente audible
155
Peter Kreeft LO QUE LOS CATÓLICOS CREEN
o incluso verbal (palabra por palabra), pero por otro lado,
fue más que “inspiración” en el sentido ordinario de la
palabra, más que una ayuda o inclinación vaga. Por un lado,
el espíritu no redujo sus instrumentos humanos a ser
marionetas sino que habló a través de las diferentes
personalidades, trasfondos y estilos de sus autores
humanos; puesto que “la gracia no destruye la naturaleza
sino que la perfecciona”. Pero por otro lado, aseguró que los
escritos de ellos (las Escrituras) tendrían infalibilidad y
autoridad divina, a fin de que podamos estar seguros de su
verdad; puesto que “Dios no puede engañar ni ser
engañado.” Una humanidad pecadora y falible necesitaba
nada menos que eso; y un Dios sabio y misericordioso
proveyó nada menos que eso.
23. El Espíritu y la ley
“La Ley que fue dada [por Dios] como un ‘pedagogo’ [tutor]
para conducir al pueblo hacia Cristo (Ga 3, 24). Pero su
impotencia para salvar al hombre ... y el conocimiento
creciente que ella da del pecado,59 suscitan el deseo del
Espíritu Santo” (C708). Puesto que sin el Espíritu dentro de
nosotros, no podemos obedecer la ley de Dios. Así, San
Agustín ora: “Da lo que ordenas [por ejemplo da el poder,
mediante el Espíritu, de obedecer tu mandamiento], y luego
ordena lo que sea tu voluntad”.
San Agustín también dice: “Ama a Dios y luego haz tu
voluntad”, puesto que como Cristo dice: “Si me amáis,
guardaréis mis mandamientos” (Jn 14,15). Es el Espíritu
quien nos da ese don más grande, el don de amar a Dios.
24. El Espíritu Santo y María
156
Peter Kreeft LO QUE LOS CATÓLICOS CREEN
Sólo un mero ser humano en la historia estaba tan “llena de
gracia” y del Espíritu Santo en este mundo que ella no tuvo
pecado, y perfectamente obedeció el “primer y más grande
mandamiento”, de amar a Dios con todo su corazón y alma
y mente y fortaleza.
María es la obra maestra del Espíritu, “el alarde solitario de
nuestra naturaleza corrompida”.
“El Espíritu Santo preparó a María con su gracia. Convenía
que fuese ‘llena de gracia’ la madre de Aquel en quien
‘reside toda la Plenitud de la Divinidad corporalmente’ (Col
2,9). Ella fue concebida sin pecado, por pura gracia, como la
más humilde de todas las criaturas, la más capaz de acoger
el don inefable del Omnipotente” (C722).
25. El Espíritu y la Iglesia
El Espíritu Santo es para la Iglesia lo que el alma es para el
cuerpo. Él es el alma de la Iglesia, la vida de la Iglesia. La
Iglesia es el Cuerpo de Cristo y el templo del Espíritu Santo.
Nuestros cuerpos también son “templos del Espíritu Santo”
(1 Cor 6,19) – porque somos células en el Cuerpo de Cristo.
El Espíritu Santo guió infaliblemente los primeros concilios
ecuménicos de la Iglesia para formular la doctrina de la
Trinidad – incluyendo la doctrina del Espíritu Santo. ¿Por
qué creen los católicos en el Espíritu Santo? Por la
autoridad de la Santa Iglesia Católica, que lo enseña. Y ¿por
qué los católicos creen que esta Iglesia tiene autoridad
infalible? Porque el Espíritu Santo, y no ningún espíritu
humano, es su alma.
“La misión de la Iglesia no se añade a la de Cristo y del
157
Peter Kreeft LO QUE LOS CATÓLICOS CREEN
Espíritu Santo, sino que es su sacramento” (C738).
26. El Espíritu y la moralidad
El Espíritu Santo es también el poder de nuestra vida moral,
“… vida nueva, en Cristo según el Espíritu” (C740). El
Espíritu nos da tanto los “frutos del Espíritu” (que se
desarrollaban durante mucho tiempo) y los “dones del
Espíritu” (dados con mayor velocidad).
27. El Espíritu y los Sacramentos
Y “por medio de los sacramentos de la Iglesia, Cristo
comunica su Espíritu, Santo y Santificador, a los miembros
de su Cuerpo” (C739).
28. El Espíritu y la oración
El Espíritu también nos enseña – tanto a través de la Iglesia
a la que él le infunde alma, e individualmente – a orar y
rendir culto.
“El Espíritu ... es el maestro de la oración” (C741).
____________________
Notas del Catecismo en el orden en que aparecen en Citas usadas
en esta sección:
1 SAN IRENEO DE LYÓN, Demonstratio apostolica, 7.
97 Cf Rm 8.23; 2 Co 1, 21.
98 Cf 1 Jn 4, 11-12.
3 San Gregorio Nacianceno, Orationes theol., 5, 26; PG 36, 161c.
4 Cf. Jn 16, 13.
28 Cf. 1R 18, 38-39.
44 Cf. Mt 3, 16 par.
47 Cf. Lc 24, 44.
158
Peter Kreeft LO QUE LOS CATÓLICOS CREEN
CAPÍTULO 7
LA SANTA
IGLESIA CATÓLICA
1. La Iglesia es totalmente Cristocéntrica
“El artículo de la fe [en el Credo] sobre la Iglesia depende
enteramente de los artículos que se refieren a Cristo Jesús.
La Iglesia no tiene otra luz que la de Cristo; ella es, según
una imagen predilecta de los Padres de la Iglesia,
comparable a la luna cuya luz es reflejo del sol” (C 748). La
verdadera eclesiología es totalmente Cristocéntrica.
2. La Iglesia fue fundada por Cristo
La razón fundamental para ser católico es el hecho histórico
de que la Iglesia Católica fue fundada por Cristo, que fue
una “invención” de Dios, no del hombre – a menos que
Cristo, su fundador, no sea Dios – en cuyo caso no sólo el
catolicismo sino el mismo cristianismo es falso. El ser
cristiano es creer que “Jesucristo es el Señor”. El
reconocerlo como el Señor es obedecer su voluntad. Y él
quiso que la Iglesia Católica (“universal”) fuera para todos
sus discípulos, para todos los cristianos. Somos católicos
porque somos cristianos.
Muchos protestantes se convierten en católicos por esta
razón: leen los escritos de los “Padres de la Iglesia” (los
primerísimos escritores cristianos) y descubren que Cristo
no estableció una Iglesia protestante que luego se convirtió
159
Peter Kreeft LO QUE LOS CATÓLICOS CREEN
en católica, sino la Iglesia Católica, partes de las cuales
posteriormente se separaron y se hicieron protestantes
(“en protesta”).
3. ¿Por qué estableció Cristo la Iglesia?
Suponga que no lo hubiera hecho. Suponga que lo hubiera
dejado que dependiera de nosotros. Suponga que la Iglesia
fuera invención nuestra, no suya, que fuera sólo humana,
no divina. Suponga que nosotros tuviéramos que
determinar la doctrina correcta de la Trinidad, y las dos
naturalezas de Cristo, y los sacramentos, y María, y los
asuntos morales controvertibles como la anticoncepción y
la homosexualidad y la eutanasia. ¿Quién, entonces jamás
pudiera saber con certeza el pensamiento y la voluntad de
Dios? ¿Cómo pudiera haber entonces una sola Iglesia?
Habría 20,000 iglesias diferentes, cada una enseñando su
propia opinión.
Pero, por el contrario, tenemos una sola Iglesia, con
autoridad divina. Así como el Padre le dio autoridad a
Cristo (Jn 5, 22; Mt 28, 18-20). Cristo la pasó a sus apóstoles
(Lc 10, 16), y ellos la pasaron a los sucesores que ellos
nombraron como obispos. Luego de 2,000 años de
“sucesión apostólica” ininterrumpida, nosotros los católicos
tenemos el privilegio inmenso de conocer el pensamiento y
la voluntad de Dios a través de la autoridad didáctica
(“Magisterio”) de la Iglesia visiblemente encarnada en los
obispos. (Una expresión de la primera época era: “Donde
está el obispo, ahí está la Iglesia”).
160
Peter Kreeft LO QUE LOS CATÓLICOS CREEN
4. La autoridad de la Iglesia La Iglesia no es una democracia.
Es el Cuerpo de Cristo quien “les enseñaba como quien
tiene autoridad, y no como sus escribas” (Mt 7,29).
“Autoridad” no significa “poder” sino “derecho” – “derechos
de autor”. La Iglesia tiene autoridad sólo debido a que está
bajo autoridad, la autoridad de su Autor y Señor.
“Nadie se puede dar a sí mismo el mandato ni la misión de
anunciar el Evangelio. El enviado del Señor habla y obra no
con autoridad propia, sino en virtud de la autoridad de
Cristo” (C 875).
La autoridad de la Iglesia, entonces, no es arrogante sino
humilde, tanto a) en su origen, ya que fue recibida de
Cristo, bajo Cristo; como b) en su finalidad, que es servir así
como Cristo sirvió (ver Jn 16) – si fuera necesario, hasta el
punto del martirio.
Las palabras de Madre Teresa que mas se mencionan
describen estos dos puntos, la fuente de la autoridad de la
Iglesia y su misión esencial, que es también la de cada
cristiano: “Dios no me puso en la Tierra para ser exitoso,
me puso aquí para ser fiel”.
5. “Tradición”
La palabra “tradición” proviene de la palabra en latín
tradere, que significa dar, entregar o pasar. Cuando la
Iglesia utiliza el término “Tradición”, lo utiliza refiriéndose
especialmente a la enseñanza de los apóstoles como una
profundización de la fe; la comunión entre los miembros de
la Iglesia que se deriva de unión en la fe y se expresa en el
161
Peter Kreeft LO QUE LOS CATÓLICOS CREEN
cuidado de los miembros más pobres y sosteniendo todos
los bienes en común; compartiendo en la Eucaristía; y en
las diversas formas en que la Iglesia oró, en especial bajo la
presidencia de los apóstoles, y se resalta de forma más
notable en la Eucaristía (ver Hechos 2,42). Estos son los
elementos que la Iglesia “pasa” de una generación a otra.
6. La autoridad de la Iglesia, base de nuestro conocimiento de
la Trinidad
La autoridad de la Iglesia fue necesaria para que nosotros
conociéramos la verdad de la Trinidad. Esta doctrina
cristiana, que es lo que más resalta entre todas, la que
revela la naturaleza del mismo Dios, la naturaleza de la
realidad final, fue revelada por Dios claramente sólo a la
Iglesia. No fue revelada a su pueblo escogido, los judíos. No
se define con claridad en el Nuevo Testamento. Dios esperó
para revelársela a la Iglesia.
Las Escrituras contienen los datos de la doctrina de la
Trinidad; pero eso no es suficiente, porque todo hereje a
través de la historia también ha recurrido a las Escrituras.
Como cuestión de hecho histórico, ha probado ser
imposible para la humanidad conocer la naturaleza del Dios
verdadero sin la Iglesia verdadera. Los dogmas de la
Trinidad y de la Encarnación (y las dos naturalezas de
Cristo) fueron de hecho derivados de la fe de la Iglesia
Católica.
7. La autoridad de la Iglesia, la base de nuestro conocimiento
de Cristo
162
Peter Kreeft LO QUE LOS CATÓLICOS CREEN
Ningún cristiano jamás ha conocido sobre Cristo excepto a
través de algún ministerio de la Iglesia. Esta no es una
opinión polémica sino un simple hecho histórico.
Conocemos a Cristo sólo debido a que la Iglesia nos ha dado
testimonio sobre él: pasándonos a través de los siglos el
Evangelio (“la Buena Nueva”) de los eventos históricos de la
vida, muerte y resurrección de Cristo de los que los
apóstoles fueron testigos; enseñando la doctrina verdadera
sobre él; viviendo su vida sobrenatural, su amor, y su
Espíritu; y celebrando los sagrados ritos, haciéndolo
presente verdaderamente en los sacramentos. Cristo vivió
en la tierra hace dos mil años; ¿Quién nos lo trae a través de
los tiempos?
¿Quién nos hace contemporáneos con Cristo? La Iglesia.
8. La autoridad de la Iglesia, la base de la autoridad bíblica
San Agustín escribió: “No creería en la autoridad de las
Escrituras excepto debido a la autoridad de la Iglesia
Católica”.
Es irrazonable creer, como lo hacen muchos protestantes,
que la Biblia es infalible, pero no la Iglesia.
Puesto que:
1) ¿Por qué Dios nos dejaría un libro infalible en las manos
de maestros e intérpretes falibles? Eso destrozaría todo el
propósito de un libro infalible: darnos certeza sobre las
cosas que Dios sabía que necesitábamos conocer.
163
Peter Kreeft LO QUE LOS CATÓLICOS CREEN
2) Es una cuestión de hecho histórico que la Iglesia (los
apóstoles) escribieron el Nuevo Testamento. Pero una
causa falible no puede producir un efecto infalible.
3) Es también un hecho histórico que la Iglesia “canonizó”
la Biblia (definió qué libros pertenecían a ella). Si la Iglesia
es falible, ¿cómo podemos estar seguros de que este libro
infalible lo es?
4) La Biblia misma llama la Iglesia, no la Biblia, “columna y
fundamento de la verdad” (1 Tm 3,15).
5) La Biblia nunca enseña el principio protestante de sola
scriptura (creencia en solo la Biblia). Por eso, sola scriptura
se contradice a sí misma.
9. El Papa
Una Iglesia visible necesita una cabeza visible. Cristo
nombró a Pedro como cabeza de los apóstoles. Los
sucesores de Pedro, los papas, son las cabezas de los
sucesores de los apóstoles, los obispos.
“‘La única Iglesia de Cristo [es la que]..., Nuestro Salvador,
después de su resurrección, la entregó a Pedro para que la
pastoreara … Esta Iglesia … subsiste en [“subsistit in” ] la
Iglesia católica, gobernada por el sucesor de Pedro y por los
obispos en comunión con él’249” (C 816).
“El Papa, obispo de Roma y sucesor de san Pedro, [en una
cadena ininterrumpida de continuidad histórica] ‘es el
principio y fundamento perpetuo y visible de unidad, tanto
de los obispos como de la muchedumbre de los fieles 380’.
‘El Pontífice Romano, en efecto, tiene en la Iglesia, en virtud
164
Peter Kreeft LO QUE LOS CATÓLICOS CREEN
de su función de Vicario [sirviente representativo] de Cristo
y Pastor de toda la Iglesia, la potestad plena, suprema y
universal…381” (C 882, citando al Vaticano II). “El Colegio
o cuerpo episcopal no tiene ninguna autoridad si no se le
considera junto con el Romano Pontífice, sucesor de Pedro,
como Cabeza del mismo…382” (C 883).
10. Infalibilidad
El Concilio Vaticano I definió lo que los católicos siempre
han creído: que el Papa cuando habla con autoridad en
virtud de su cargo, como los Concilios Ecuménicos (de todo
el mundo) que hablan en unión con él, es infalible
(preservado por Dios de error) cuando define doctrina o
moral para toda la Iglesia. No es infalible cuando habla en
calidad personal, sino sólo cuando habla con autoridad por
virtud de su cargo.
Dios no nos dejó con interrogantes y a la deriva en la
oscuridad respecto a las verdades más importantes que
teníamos que conocer a fin de cumplir nuestra tarea más
importante en la vida, la unión con él. Ningún amante
humano permitiría eso, si lo pudiera evitar. Lo mismo
sucedió con Dios. La infalibilidad papal, como todo otro
dogma católico, se comprende de forma apropiada sólo
debido a la primacía del amor.
La infalibilidad es el don de amor de Dios en respuesta a
nuestra necesidad de perseverar en la unidad de amor y
verdad – que es lo que Dios quiere sobre cualquier otra
cosa puesto que eso es lo que él es: amor (1 Jn 4, 18) y
verdad (Jn 6, 14). Sin la infalibilidad, las incertidumbres y
165
Peter Kreeft LO QUE LOS CATÓLICOS CREEN
los cismas son inevitables entre nosotros humanos caídos y
tontos para quien Cristo diseñó su Iglesia.
El don de infalibilidad surge del carácter de Dios. Él es tan
generoso que no retiene nada de lo que necesitamos. ¡No es
un Dios tacaño! La creación del mundo, la Encarnación y
muerte de Cristo, el don del Espíritu Santo, la Eucaristía, y
el cielo son seis ejemplos espectaculares de la generosidad
impredecible y sorprendente de Dios. El don de la
infalibilidad a la Iglesia está conforme con este mismo
patrón o modelo.
11. Cuándo es infalible la Iglesia
1) “‘El Romano Pontífice, Cabeza del Colegio episcopal, goza
de esta infalibilidad en virtud de su ministerio cuando,
como Pastor y Maestro supremo de todos los fieles…
proclama por un acto definitivo la doctrina en cuestiones de
fe y moral...’397” (C 891).
2) “‘La infalibilidad prometida a la Iglesia reside también en
el Cuerpo episcopal cuando ejerce el magisterio supremo
[autoridad para enseñar] con el sucesor de Pedro’, sobre
todo en un Concilio Ecuménico”397 (C 891).
3) Incluso doctrinas que no se designan explícitamente
como infalibles pueden ser obligatorias respecto a la
creencia católica puesto que “[l]a asistencia divina es
también concedida a los sucesores de los apóstoles, cuando
enseñan en comunión con el sucesor de Pedro… aunque, sin
llegar a una definición infalible y sin pronunciarse de una
‘manera definitiva’, proponen, en el ejercicio del magisterio
ordinario, una enseñanza… de fe y de costumbres. A esta
166
Peter Kreeft LO QUE LOS CATÓLICOS CREEN
enseñanza ordinaria, los fieles deben ‘adherirse... con
espíritu de obediencia religiosa’401 …” (C 892). Los padres
sabios y buenos no catalogan explícitamente todo lo que les
dicen a sus hijos como “infalible”, y sin embargo, los hijos
sabios y buenos tienen confianza en ellos. De igual forma,
debemos confiar en la “Santa Madre Iglesia”, la Iglesia de
los apóstoles, santos y mártires, la Iglesia con una memoria
de dos mil años, mucho más de lo que confiamos en
nuestras propias opiniones.
4) La señal que la Iglesia le inserta a una enseñanza
infalible es Cristocéntrica: “Cuando la Iglesia propone por
medio de su Magisterio supremo que algo se debe aceptar
‘como revelado por Dios para ser creído’398” y como
enseñanza de Cristo, ‘hay que aceptar sus definiciones con
la obediencia de la fe’399” (C 891).
12. Por qué la Iglesia es infalible
La Iglesia es infalible porque ella es fiel. Nuestra fe en la
Iglesia está fundamentada en la fidelidad de la Iglesia hacia
Cristo. La infalibilidad es Cristocéntrica.
La Iglesia no tiene autoridad sobre el Depósito de Fe debido
a que ella no es su autor. Su autor es Cristo. Ella lo puede
interpretar, y sacar a relucir sus significados más
profundos, pero nunca lo corrige. Le puede agregar, pero
nunca sustraerle; y cuando le agrega, le agrega desde
adentro, de forma orgánica, así como un árbol agrega
frutos, no mecánicamente, como una brigada de
construcción agrega otro piso a una casa.
167
Peter Kreeft LO QUE LOS CATÓLICOS CREEN
Porque no alega tener la autoridad que otras iglesias alegan
tener para cambiar “el Depósito de Fe” confiado a ella por
Cristo, ella no puede permitir tales cosas como el divorcio, o
las sacerdotisas, o la sodomía ( u odiar a los sodomitas), no
importa cuán de moda se puedan convertir estas cosas en la
sociedad. Su Señor no es “la sociedad”, ni el mundo, sino
Cristo.
13. La Iglesia necesaria para la salvación Puesto que no
tenemos salvación sin Cristo, y no conocemos a Cristo sin la
iglesia, se deduce que no hay salvación sin la Iglesia.
Esta fórmula tradicional de los Padres de la Iglesia, “fuera
de la Iglesia no hay salvación” (C 846), no significa que los
protestantes u otros no se salvan, porque esta fórmula no
es una respuesta a la curiosidad de la mente respecto a las
poblaciones del cielo y del infierno, sino una respuesta a las
preguntas del corazón que buscan sinceramente: “¿Dónde
está la salvación? ¿Dónde está el camino? ¿Qué ha hecho
Dios para mostrarme cómo salvarme?” De igual forma, las
palabras de Cristo a sus discípulos respecto a que “muchos”
eligen el camino “ancho” a la destrucción y sólo “pocos”
encuentran el camino “estrecho” a la vida (Mt 7,14) no son
las palabras de un estadístico dirigidas a un encuestador
del censo, sino las palabras de un Padre Celestial amoroso a
sus amados hijos advirtiéndoles del peligro. Para el Buen
Pastor solo una de cien ovejas es demasiado para perder y
99 demasiado pocas para salvar (Mt 18,12).
De hecho, la Iglesia explícitamente enseña que muchos de
los que se autodenominan no católicos se salvan. El Concilio
Vaticano II dijo que “no podrían salvarse los que, sabiendo
que Dios fundó, por medio de Jesucristo, la Iglesia católica
168
Peter Kreeft LO QUE LOS CATÓLICOS CREEN
como necesaria para la salvación, sin embargo, no hubiesen
querido entrar o perseverar en ella317” (C 846), sino
también que “[l]os que sin culpa suya no conocen el
Evangelio de Cristo y su Iglesia, pero buscan a Dios con
sincero corazón e intentan en su vida, con la ayuda de la
gracia, hacer la voluntad de Dios, conocida a través de lo
que les dice su conciencia, pueden conseguir la salvación
eterna318” (C 847) – no debido a que la conciencia sea una
sustituto adecuado para la Iglesia, sino porque la conciencia
es también un contacto con Dios.
14. Por qué la Iglesia envía misioneros si los no católicos se
pueden salvar
No sabemos exactamente cómo Dios salva a los no católicos
ni cuántos se salvan; pero sí sabemos quién los ha salvado:
Aquél quien dijo: “Nadie va al Padre sino por mí” (Jn 14,6).
Por consiguiente, la Iglesia tiene “‘la necesidad y, al mismo
tiempo, el derecho sagrado de evangelizar’320” (C 848) –
no debido a consecuencias sino a mandamientos: no porque
ella conozca cuántos se perderían si no escuchan el
Evangelio, sino porque Cristo le ha ordenado que lo
predique (Mt 28,19).
Los fundamentalistas envían misioneros porque alegan que
saben que todos están condenados, excepto quienes
conscientemente conocen y aceptan a Cristo. Los
modernistas envían misioneros, si es que lo hacen, sólo
para hacer buenas obras humanas. También alegan saber
cuántos condenados hay: ninguno. Los católicos no hacen
ninguna de las dos alegaciones. Sólo predican la verdad.
169
Peter Kreeft LO QUE LOS CATÓLICOS CREEN
“Dios quiere la salvación de todos por el conocimiento de la
verdad. La salvación se encuentra en la verdad. Los que
obedecen a la moción del Espíritu de verdad están ya en el
camino de la salvación; pero la Iglesia, a quien esta verdad
ha sido confiada, debe ir al encuentro de los que la buscan
para ofrecérsela” (C 851).
Se necesitan dos cosas, no una sóla: buscar la verdad y
encontrarla. Cada individuo tiene que suplir lo primero por
sí mismo, pero se necesita la Iglesia para que supla lo
segundo, puesto que se necesita la Revelación divina para
que conozcamos el plan de salvación de Dios.
15. La Iglesia y María
La Iglesia es como María en cuanto a señalar a Cristo más
allá que ella. Sus últimas palabras que citan las Escrituras
son: “Haced lo que él os diga” (Jn 2,5).
La Iglesia es también como María en cuanto a ser un vientre
en el que crece el cuerpo de Cristo. La “Madre Iglesia”
produce a Cristo maduro tal como hizo María, recibiéndolo
originalmente como una semilla. Ella produce palabras
(credos), habiendo recibido primero la Palabra por su fe, su
fiat (Si), al igual que María (Lc 1,38).
Y la Iglesia es santa de la misma forma como María es santa:
recibiendo a Cristo, el Amor divino encarnado. “En la Iglesia
esta comunión de los hombres con Dios por ‘la caridad que
no pasará jamás’ (1 Co 13, 8) es la finalidad que ordena
todo lo que en ella es…176 ‘Su [la de la Iglesia] estructura
está totalmente ordenada a la santidad de los miembros de
Cristo…’177 María nos precede a todos en la santidad que
170
Peter Kreeft LO QUE LOS CATÓLICOS CREEN
es el Misterio de la Iglesia… Por eso ‘la dimensión mariana
de la Iglesia precede a su dimensión petrina [autoridad]
178” (C 773).
16. La Iglesia y el Espíritu Santo
“El artículo [del Credo] sobre la Iglesia depende
enteramente también del que le precede, sobre el Espíritu
Santo… La Iglesia, según la expresión de los Padres, es el
lugar ‘donde florece el Espíritu’105” (C 749). Es chimenea
para el fuego del espíritu.
El Espíritu Santo es el espíritu de la Iglesia. “‘Lo que nuestro
espíritu, es decir, nuestra alma, es para nuestros miembros,
eso mismo es el Espíritu Santo para los miembros de Cristo,
para el Cuerpo de Cristo que es la Iglesia’224” (C 797).
Aunque el Espíritu no se limita al Magisterio de la Iglesia, el
Espíritu nunca trabaja contrario a la Iglesia.
Quienes alegan tener la inspiración del Espíritu cuando
denuncian las enseñanzas oficiales de la Iglesia que no les
gustan – por ejemplo, quienes en el nombre de lo que
llaman “espíritu del Vaticano II” rechazan las mismas
enseñanzas del Concilio Vaticano II – están juzgando y
“corrigiendo” las enseñanzas de la Iglesia por sus propios
deseos y opiniones en vez de dejar que sus deseos y
opiniones sean instruidos y corregidos por la Iglesia.
Reproches contra las enseñanzas de la Iglesia no es la labor
del Espíritu Santo. Eso es una labor de un espíritu impío.
17. ¿Por qué ser católico?
171
Peter Kreeft LO QUE LOS CATÓLICOS CREEN
Si usted quiere inventar su propia religión, no sea católico.
Si usted quiere enseñarle a la Iglesia en vez de dejar que la
Iglesia le enseñe a usted, hay numerosas otras iglesias para
usted; entre ellas están iglesias que dan la bienvenida a
teologías sin milagros, moralidades sin absolutos, y
liturgias sin adoración. Por favor, no sea un católico a
menos que usted crea la afirmación de la Iglesia de que en
estas áreas la Iglesia habla en nombre de Jesucristo.
No existe tal cosa como un “católico de cafetería”. Los
católicos no se pueden poner a escoger de entre las
doctrinas y leyes de la Iglesia; más bien hay que recibirlas
con gratitud de Dios. En asuntos de fe y moral, recordemos
que todos “comemos toda la comida que mamá pone en el
plato”.
Un “católico de cafetería” o un medio católico o un católico
de 95 por ciento es una contradicción de términos.
Si la Iglesia Católica no tiene la autorización y la
infalibilidad divina, que alega tener, entonces ella no está
medio correcta ni 95 por ciento correcta, sino que sería la
más arrogante y blasfema de todas las iglesias, un profeta
falso que alega “así dice el Señor” por meras opiniones
humanas. Tiene que ser una u otra, así como Cristo mismo:
si Cristo no es Dios, como dice serlo, entonces no está el 95
por ciento correcto, o medio correcto, o sólo uno de muchos
profetas o maestros humanos buenos, sino el profeta falso,
más arrogante y blasfemo que jamás vivió. Así como un
mero hombre que alega ser Dios no es un hombre bastante
bueno, sino que es un hombre muy malo, una iglesia
meramente humana que alega autoridad e infalibilidad
172
Peter Kreeft LO QUE LOS CATÓLICOS CREEN
divina no es una iglesia bastante buena sino una iglesia
muy mala.
La única razón sincera para ser cristiano es que uno cree en
la aserción de Cristo de que es Dios encarnado. La única
razón sincera para ser católico es que uno cree en la
alegación de la Iglesia de que ella es el cuerpo divinamente
autorizado de este Cristo.
18. ¿Qué es la Iglesia?
La Iglesia no es algo que el hombre hace despues de
salvarse, sino algo que Dios hace para salvar al hombre. No
salvamos primero como individuos, y luego formamos una
Iglesia; nos salvamos abordando la única Arca de salvación.
(El Arca de Noé era una imagen favorita de la Iglesia para
los Padres).
“La palabra ‘Iglesia’ [‘ekklèsia’, del griego ‘ ek-kalein’ –
‘llamar fuera’] significa [a] ‘convocación’” o asamblea (C
751) que es b) ser llamada fuera del mundo para ser
“santa” (puesta aparte), c) por el mismo Cristo d) para ser
el propio Cuerpo de Cristo en la tierra, “la extensión de la
encarnación.”
La Iglesia fue fundada por Cristo, la Iglesia es el Cuerpo de
Cristo, y el propósito de la Iglesia es convertirnos en
pequeños Cristos, para difundir la vida de Cristo. Cristo es
la clave total del origen, naturaleza y finalidad de la Iglesia
– y de la nuestra.
19. ¿Es la Iglesia visible o invisible?
173
Peter Kreeft LO QUE LOS CATÓLICOS CREEN
La Iglesia es mucho más de lo que podemos ver. La Iglesia
es el Cuerpo místico [invisible] de Cristo.
Pero es también “el Pueblo [visible] de Dios”.
Así como un hombre es tanto invisible (alma) como visible
(cuerpo), así es Cristo, y así es su Iglesia. “La Iglesia es a la
vez [una] ‘sociedad dotada de órganos jerárquicos y el
Cuerpo Místico de Cristo; el grupo visible y la comunidad
espiritual; la Iglesia de la tierra y la Iglesia llena de bienes
del cielo’171” (C 771).
Dos errores comunes opuestos son 1) reducir la Iglesia a lo
que es visible en la historia humana, y 2) reducir la Iglesia a
una comunidad invisible de almas.
20. La Iglesia como la razón última de la creación
“‘El mundo fue creado en orden a la Iglesia’, decían los
cristianos de los primeros tiempos133. Dios creó el mundo
en orden a la comunión [nuestra] en su vida divina,
‘comunión’ que se realiza mediante… la Iglesia… ‘Así como
la voluntad de Dios es un acto y se llama mundo, así su
intención es la salvación de los hombres y se llama
Iglesia’135” (C 760).
La Iglesia es la razón de la creación, la razón de la gran
explosión (“big bang”). El universo es una máquina de
hacer la Iglesia y la Iglesia es una máquina de hacer santos.
21. La Iglesia como el “matrimonio espiritual”
La consumación de toda la historia humana, de acuerdo con
las Escrituras (Ap 21), es un matrimonio entre Cristo y la
174
Peter Kreeft LO QUE LOS CATÓLICOS CREEN
Iglesia, su esposa. San Pablo ve un esposo y esposa
convirtiéndose en una carne como símbolo de Cristo y la
Iglesia convirtiéndose en un Cuerpo: “Los dos se harán una
carne. Gran misterio es éste, lo digo respecto a Cristo y la
Iglesia” (Ef 5,31-32). Para lo que la Iglesia en última
instancia es, para lo que todas las biblias y credos y
sacerdotes y sacramentos y música y recaudación de
fondos y servicio social y mandamientos y edificios son – el
propósito final de todo lo que la Iglesia es y hace, hasta el
último barrido de la escoba de un conserje, es una relación
de amor: la relación de amor, la vida de amor, entre Cristo y
su esposa (¡nosotros!). La Iglesia Católica es la Iglesia del
Amor.
Este paralelo entre la Iglesia y un matrimonio demuestra
por qué puede haber una sola verdadera Iglesia: Porque
Cristo no es polígamo. El paralelo también demuestra por
qué esta Iglesia no es meramente invisible, como tampoco
lo es la Novia, ni tampoco lo es el Novio (Cristo)!
22. La Iglesia como el Cristo total
“Cristo y la Iglesia son, por tanto, el ‘ Cristo total’” (C
795), como la cabeza y el cuerpo son una persona. Cristo no
es la “cabeza” de la Iglesia de la forma en que Henry Ford
era la “cabeza” de la compañía Ford Motor, sino de la forma
en que esa cosa redonda y peluda entre sus hombros es la
cabeza de su cuerpo. Él es la cabeza de un cuerpo ( corpus),
no de un cadáver; algo que vive, no algo que está muerto;
un cuerpo orgánico real, no una ficción legal.
175
Peter Kreeft LO QUE LOS CATÓLICOS CREEN
San Agustín escribe: “Felicitémonos y demos gracias por lo
que hemos llegado a ser, no solamente cristianos sino el
propio Cristo. ¿Comprendéis, hermanos, la gracia que Dios
nos ha hecho al darnos a Cristo como Cabeza? Admiraos y
regocijaos, hemos sido hechos Cristo. En efecto, ya que Él es
la Cabeza y nosotros somos los miembros, el hombre todo
entero es El y nosotros... ¿Qué quiere decir la Cabeza y los
miembros? Cristo y la Iglesia’214” (C 795).
Santo Tomás de Aquino escribe: “‘La Cabeza y los
miembros, [forman] como si fueran una sola persona
mística’216” (C 795). Es por eso que Cristo dice: “Cuanto
hicisteis a uno de estos hermanos míos más pequeños, a mí
me lo hicisteis” (Mt 25, 40) – porque “yo soy la vid;
vosotros los sarmientos” (Jn 15,5) de un organismo, con
una vida, una sangre. Esta vid tiene sus raíces en el Cielo y
su follaje en la tierra. La Iglesia es un árbol invertido.
“Una palabra de santa Juana de Arco a sus jueces resume la
fe de los santos doctores y expresa el buen sentido del
creyente: ‘De Jesucristo y de la Iglesia, me parece que es
todo uno y que no es necesario hacer una dificultad de
ello’217” (C 795).
23. La Iglesia y la Eucaristía La Iglesia es “el Pueblo de
Dios… alimentados con el Cuerpo de Cristo, se convierten
ellos mismos en Cuerpo de Cristo” (C 777). “El Cuerpo de
Cristo” significa tanto la Iglesia como la Eucaristía. La
Iglesia “hace” la Eucaristía y la Eucaristía hace la Iglesia. La
Iglesia es donde “comemos” a Cristo y Cristo nos “come”,
nos asimila a su vida. La Eucaristía no es sólo una de las
numerosas cosas que hace la Iglesia sino la cosa que ella es
en esencia: el Cuerpo de Cristo.
176
Peter Kreeft LO QUE LOS CATÓLICOS CREEN
24. ¿Cómo ingresa uno a la Iglesia?
“Se llega a ser miembro de este cuerpo no por el nacimiento
físico, sino por el ‘nacimiento de arriba’, ‘del agua y del
Espíritu [Jn 3,3-5], es decir, por la fe en Cristo y el
Bautismo” (C 782). Puesto que la Iglesia es tanto invisible
como visible, uno ingresa a ella tanto a través de un acto
invisible, interno, de fe sincera como a través del rito
visible, público, del Bautismo.
25. Los tres oficios en la Iglesia
En el antiguo Israel Dios estableció profetas, sacerdotes y
reyes.
Cristo llena en sí mismo esas tres “descripciones del
trabajo”: el profeta perfecto (él mismo es la Palabra de
Dios), el sacerdote perfecto (ofreciendo el sacrificio
perfecto en la Cruz), y “Cristo el Rey” de todo el universo.
Cristo entonces estableció esos tres oficios en su Iglesia:
(profético) enseñanza, (sacerdote) sacramento, y (real)
autoridad apostólica. Estos oficios son tanto especiales
como generales: en cierto sentido cada cristiano es un
profeta, un sacerdote, y un rey, puesto que “[t]odo el Pueblo
de Dios participa de estas tres funciones de Cristo…” (C
783).
26. El significado del reino de Cristo – y el de la Iglesia Cristo
el rey gobernó a través del servicio (Jn 12,32). Por lo tanto,
su Iglesia también gobierna a través del servicio, tal como
lo hace cada cristiano. “Para el cristiano, ‘servir es
reinar’196, particularmente ‘en los pobres y en los que
177
Peter Kreeft LO QUE LOS CATÓLICOS CREEN
sufren’ donde descubre ‘la imagen de su Fundador pobre y
sufriente’197” (C 786).
La mayoría del Pueblo Escogido de Dios, los judíos, no
reconoció ni aceptó a Cristo como el Mesías prometido
cuando vino porque malinterpretó esta función regia.
Los profetas habían prometido que el Mesías iba a liberar al
pueblo de Dios de sus “enemigos”. Dios probaba así los
corazones de su pueblo a través de la misma ambigüedad
de estas profecías; puesto que aquellos cuyos corazones
estaban afincados en el éxito mundano interpretaron que
esos enemigos eran los romanos, y no reconocieron a Cristo
como el Mesías porque él era apolítico; pero aquellos cuyos
corazones estaban fijados en Dios y en la santidad sabían
que sus enemigos eran verdaderamente sus propios
pecados, y reconocieron a Cristo como su Salvador. Todos
los que le buscaron (por ejemplo, buscaban lo que él era:
santidad, no poder) lo encontraron, tal como él había
prometido (Mt 7,7-8).
27. Los “cuatro atributos de la Iglesia”
El Credo de Nicea menciona cuatro “atributos de la Iglesia”:
“Creo en la Iglesia, que es una, santa, católica y apostólica”.
Si alguien duda cuál de las 20,000 iglesias diferentes que
aseguran ser la verdadera iglesia de Cristo es en realidad la
que Cristo estableció, esto es lo que hay que hacer para
reconocerla. Sólo una iglesia tiene todo los cuatro atributos:
la Iglesia Católica.
Esto se encuentra tanto a través de la fe como de la razón.
“Sólo la fe puede reconocer que la Iglesia posee estas
178
Peter Kreeft LO QUE LOS CATÓLICOS CREEN
propiedades por su origen divino [contrario a un origen
meramente humano]. Pero sus manifestaciones históricas
son signos que hablan también con claridad a la razón
humana” (C 812).
28. El primer atributo de la Iglesia: unicidad
¿Cómo es la Iglesia una?
1) Esencialmente, la Iglesia es una porque Cristo su cabeza
es uno. Una cabeza con muchos cuerpos es una
monstruosidad, al igual que un cuerpo con numerosas
cabezas. Puesto que la Iglesia es una unidad orgánica
(aunque espiritual en vez de biológica), no simplemente
una unidad legal. Un director general ejecutivo puede
dirigir muchas compañías, pero la cabeza suya no puede
tener dos cuerpos.
2) Las Escrituras nos dicen que la Iglesia es una porque
tiene “un solo Señor, una sola fe, un solo bautismo” (Ef 4, 5).
Puesto que es Cristo su Señor quien la hace una, la Iglesia
insiste en la fe recta – ortodoxia del credo – para que
sepamos quién es Cristo. La “fe única” identifica al “Señor
único”. Así también el “único bautismo”, que da inicio a la
vida divina de ese Señor en el alma del bautizado. Los
credos definen, y los sacramentos comunican, este “único
Señor”.
3) La Iglesia es también una en caridad. El mandamiento
esencial de su Señor es la caridad (Jn 15,9-12), puesto que
Dios es caridad (cf. 1 Jn 4,16).
179
Peter Kreeft LO QUE LOS CATÓLICOS CREEN
Por consiguiente, “la mayor de todas ellas es la caridad” (cf.
1 Cor 13,13).
4) “Pero la unidad de la Iglesia… está asegurada por
vínculos visibles de comunión:
[a] la profesión de una misma fe recibida de los apóstoles;
[b] la celebración común del culto divino, sobre todo de los
sacramentos;
[c] la sucesión apostólica por el sacramento del
orden…”248 (C 815) Es un hecho histórico que “‘los
apóstoles se preocuparon de instituir... sucesores’354” (C
860).
29. Unidad y diversidad en la Iglesia
“Desde el principio, esta Iglesia una se presenta, no
obstante, con una gran diversidad… ‘[D]entro de la
comunión eclesial, existen legítimamente las Iglesias
particulares con sus propias tradiciones’247” (C 814).
Un cuerpo es tanto uno como muchos. “Pues del mismo
modo que el cuerpo es uno, aunque tiene muchos
miembros [órganos, extremidades…], y todos los miembros
del cuerpo, no obstante su pluralidad, no forman más que
un solo cuerpo, así también Cristo” (1 Cor 12,12).
Monedas de un centavo en una pila no son profundamente
uno (no dependen una del otro) ni tampoco profundamente
diferentes (son idénticos y reemplazables).
180
Peter Kreeft LO QUE LOS CATÓLICOS CREEN
Los órganos en un cuerpo son tanto profundamente uno
(puesto que dependen uno del otro para la vida y trabajan
juntos por la salud del cuerpo) y profundamente diferentes
(por ejemplo el pulmón y el riñón).
30. Solidaridad
La unidad en un cuerpo es tan grande que “si sufre un
miembro, todos los demás sufren con él. Si un miembro es
honrado, todos los demás toman parte de su gozo” (1 Cor
12, 26) – por ejemplo, en una familia o en una nación. Los
asesinatos de los presidentes de Estados Unidos, Abraham
Lincoln, y John F. Kennedy, afectaron a toda América, y por
consiguiente a todos los estadounidenses.
Hay una palabra rusa para esta clase de unidad: sobornost
(generalmente traducida como “universalidad” o
catolicidad). Una palabra polaca similar es solidarinosc:
solidaridad. Es la base en la realidad objetiva para la vida
de caridad. La caridad es realista. Es así como los cuerpos
se mantienen vivos.
Todas las oraciones ayudan a todos los miembros del
Cuerpo de Cristo, no sólo por los que conscientemente se
reza. Cada buena obra hace más fuerte a todo el Cuerpo. Y
cada acto malvado lo hace más débil. Todos los pecados
causan daño a todos los miembros del Cuerpo, no sólo a los
que están visible e inmediatamente prohibidos. No hay
pecados privados, ni crímenes sin víctimas. Cada falta de
caridad para cualquiera perjudica a todos.
31. Ecumenismo y “otras iglesias”
181
Peter Kreeft LO QUE LOS CATÓLICOS CREEN
Aunque hay Iglesias particulares y varios ritos dentro de la
única Iglesia, no hay “otras iglesias”; hay sino una única
Iglesia. Cristo solo tiene un Cuerpo, una Esposa. Él no es un
bígamo.
Sin embargo, su único Cuerpo está desgarrado y herido.
Aunque su unidad esencial es indestructible, sus signos
visibles de unidad no lo son. Ya en los tiempos del Nuevo
Testamento había divisiones: cismas, herejías y apostasías.
El apóstol Pablo consideró esto no meramente
desafortunado sino intolerable. Nadie puede leer 1
Corintios 1-3 y dudar lo que Pablo diría sobre nuestras
divisiones actuales peores y mas amplias.
Estas heridas tienen que sanarse. El trabajar y orar por la
reunificación religiosa no es una opción sino un requisito
(así dijo el Papa Juan Pablo II en su encíclica “Ut Unum Sint”,
sobre el empeño ecuménico).
Podemos encontrar el camino correcto, de regreso a la
unidad, solo si retrocedemos en nuestra ruta hasta donde
comenzó el camino equivocado, el camino a la división. Las
divisiones comenzaron con el pecado. No somos uno con
los otros porque no somos uno con Dios. “Tales rupturas
que lesionan la unidad del Cuerpo de Cristo… no se
producen sin el pecado de los hombres” “a veces, no sin
culpa de los hombres de ambas partes”251 (C 817). Por
consiguiente nuestras divisiones serán deshechas sólo si
conquistamos el pecado. Y sólo Cristo puede conquistar el
pecado. La reunión se producirá sólo cuando todos los
cristianos pongan la voluntad de Cristo sobre las suyas.
Sólo cuando todos los instrumentistas siguen la batuta del
182
Peter Kreeft LO QUE LOS CATÓLICOS CREEN
director, la orquesta puede tocar en armonía. La clave del
ecumenismo es la misma que la clave de todas las ideas
católicas: el señorío de Cristo.
32. Cómo trabajar por la reunificación
“El deseo de volver a encontrar la unidad de todos los
cristianos es un don de Cristo y un llamamiento del Espíritu
Santo”260 (C 820). “Para responder adecuadamente a este
llamamiento se exige:
[1] “una renovación permanente de la Iglesia en una
fidelidad mayor a su vocación…” [note la paradoja aquí: la
renovación proviene de la fidelidad, o sea, fidelidad a los
votos de matrimonio, antiguos y originales, entre Cristo y la
Iglesia. Todo progreso ecuménico hasta ahora se ha logrado
a través del regreso a las fuentes comunes, tal como solicitó
el Vaticano II: los Padres de la Iglesia, la Biblia, y finalmente
Cristo mismo];
[2] “la conversión del corazón para ‘llevar una vida más
pura, según el Evangelio’262, porque la infidelidad de los
miembros al don de Cristo es la causa de las divisiones” [si
la causa de la división fue el pecado, la santidad será lo que
la sane];
[3] “la oración en común… ‘deben considerarse como el
alma de todo el movimiento ecuménico, y pueden llamarse
con razón ecumenismo espiritual’” [cuando católicos y
protestantes pongan sus rodillas juntas en oración común,
Dios pondrá sus cabezas juntas para comprender verdades
comunes];
183
Peter Kreeft LO QUE LOS CATÓLICOS CREEN
[4] “el fraterno conocimiento recíproco”264 [puesto que
muchas divisiones surgieron y se mantienen debido a la
ignorancia y malos entendidos mutuos];
[5] “la formación ecuménica de los fieles y especialmente
de los sacerdotes”265;
[6] “el diálogo entre los teólogos y… entre los cristianos de
diferentes Iglesias…”266;
[7] “la colaboración entre cristianos en los diferentes
campos de servicio a los hombres”267 [Protestantes y
católicos que comparten una celda en una cárcel por tratar
de salvar vidas protestando contra el aborto, o quienes
dirigen refugios para personas sin hogar en centros de
ciudades o programas de rehabilitación por drogas, con
frecuencia han encontrado que su ortopráctica común
(acción correcta) ha abierto sus ojos a una ortodoxia
(creencia correcta) común. El corazón y las manos a veces
dirigen y educan la cabeza] (C 821).
[8] “Pero hay que ser ‘conocedor de que este santo
propósito de reconciliar a todos los cristianos en la unidad
de la única Iglesia de Jesucristo excede las fuerzas y la
capacidad humana’”269 (C 822). Nosotros no podemos
salvar la Iglesia de las divisiones que nuestros pecados han
causado más de lo que podemos salvarnos nosotros
mismos. Sólo Cristo nos puede salvar del pecado y sólo
Cristo puede salvar su Iglesia de las divisiones.
33. ¿Debe culparse a los protestantes por las divisiones de la
iglesia?
184
Peter Kreeft LO QUE LOS CATÓLICOS CREEN
Sí y también a los católicos.
“‘Los que nacen hoy en las comunidades surgidas de tales
rupturas ‘y son instruidos en la fe de Cristo, no pueden ser
acusados del pecado de la separación y la Iglesia católica los
abraza con respeto y amor fraternos... justificados por la fe
en el bautismo, se han incorporado a Cristo’254” (C 818).
Son nuestros “hermanos separados”.
“El Espíritu de Cristo se sirve de estas Iglesias y
comunidades eclesiales como medios de salvación cuya
fuerza viene de la plenitud de gracia y de verdad que Cristo
ha confiado a la Iglesia católica” (C 819). Las ramas
protestantes que se rompieron del árbol católico todavía
pueden contener suficiente savia que da vida (la verdad y la
gracia de Dios) de las raíces (Cristo) a través del tronco (la
Iglesia Católica) para ser los medios de salvación para sus
miembros. La Iglesia de Cristo subsiste en la Iglesia Católica
Romana.
34. El Segundo atributo de la Iglesia: la santidad La Iglesia es
“santa” de una forma en que sus miembros no lo son. Su
doctrina, sus principios morales y sacramentos son puros
porque provienen de Cristo. Pero sus miembros humanos,
clero como también laicos, están lejos de ser puros en su
comprensión de esas doctrinas, en cuanto a vivir de
acuerdo con esos principios, y en su participación en esos
sacramentos. Porque Cristo estableció su Iglesia no como
un museo para santos sino como un hospital para
pecadores.
185
Peter Kreeft LO QUE LOS CATÓLICOS CREEN
“No he venido a llamar a justos, sino a pecadores” (Mc
2,17).
La Cabeza perfecta de la Iglesia (Cristo) es perfectamente
santa. “‘[L]a Iglesia, abrazando en su seno a los pecadores, es
a la vez santa y siempre necesitada de purificación y busca
sin cesar la conversión [arrepentimiento] y la
renovación’280. Todos los miembros de la Iglesia, incluso
sus ministros, deben reconocerse pecadores281” (C 827).
“‘La Iglesia es, pues, santa aunque abarque en su seno
pecadores; porque ella no goza de otra vida que de la vida
de la gracia; sus miembros, ciertamente, si se alimentan de
esta vida se santifican; si se apartan de ella, contraen
pecados… ’283” (C 827).
35. Santos
En el sentido más importante – el sentido usado en el
Nuevo Testamento – todos los miembros del Cuerpo de
Cristo son “santos”: es decir, son “santos” (no perfectos sino
“puestos aparte”, sacados del “mundo” (no de la tierra) y la
“carne” (no el cuerpo), así hechos para compartir en la
misma vida de Cristo, y constantemente siendo
“santificados”, o hechos más santos a través de la “gracia
santificante”.
¿Quiénes son los santos? Todos los fieles – por ejemplo,
todos los que tienen fe en Cristo y permanecen fieles a él.
En un sentido más específico, “Al canonizar [poniendo en
una lista] a ciertos fieles, es decir, al proclamar
solemnemente que esos fieles han practicado heroicamente
186
Peter Kreeft LO QUE LOS CATÓLICOS CREEN
las virtudes…” (C 828), la Iglesia hace resaltar la vida de
unos cuantos hombres y mujeres como ideales para el resto
de nosotros – no meramente como héroes para que los
reverenciemos sino como modelos para nuestras vidas.
La Iglesia también canoniza santos para asegurarnos
públicamente que intercederán por nosotros desde el cielo,
y para exhortarnos a rezarles a ellos.
36. La necesidad de la sociedad por los santos La sociedad
necesita santos. Una sociedad se unifica sólo compartiendo
un objetivo común, un valor común, un amor común; y esto
se hace concreto con sus héroes y en historias compartidas
sobre ellos. Sin verdaderos héroes no existe una verdadera
sociedad. Y los santos son los héroes más verdaderos.
La Iglesia de los primeros tiempos se ganó el mundo
principalmente a través de sus santos. Ella lo puede
recuperar de nuevo sólo de la misma forma. Esto significa
que tú y yo tenemos que hacerlo, tenemos que convertirnos
en santos – no sólo por nuestro propio bien sino también
por el bien de nuestra sociedad, o sea, de todos a quienes
amamos.
37. Rezando a los santos
Los protestantes por lo general critican la práctica católica
de rezar a los santos porque piensan que es idolatría
rezarle a alguien que no sea Dios.
Los católicos no rinden culto a los santos; rendimos culto
solo a Dios. La Iglesia distingue latría (adoración, que se le
debe sólo a Dios) hiperdulía (el respeto humano más
187
Peter Kreeft LO QUE LOS CATÓLICOS CREEN
grande, que se le debe a María como la única santa sin
pecado), y dulía (gran respeto humano, que se le debe a
todos los santos).
Sin embargo, los católicos “rezan” a los santos así como le
“rezan” a amigos santos en la tierra: es decir, le piden a
estos amigos que le recen a Dios a nombre de ellos. No es
más idolatría pedirle a otro ser humano que rece por uno
luego de morir, que pedirle que rece por uno cuando aún
está vivo.
El asunto que divide a los protestantes de los católicos aquí
no es la idolatría sino la “comunión de los santos”, la
interacción entre la Iglesia en la tierra y la Iglesia en el
cielo.
38. La comunión de los santos
La visión católica difiere de la protestante no en cuanto a si
existe una verdadera comunión de santos en la tierra, que
rezan unos por otros, sino sobre si esta comunión se
extiende al cielo.
La Iglesia Católica existe en tres lugares: “la Iglesia
militante” en la tierra, “la Iglesia sufriente” en el purgatorio,
y “la Iglesia triunfante” en el cielo.
Nosotros en la tierra y los que están en el cielo podemos
rezar por las almas del purgatorio para que se acelere su
purificación en preparación para el cielo. Esto es bíblico:
“Mas si consideraba que una magnífica recompensa está
reservada a los que se duermen piadosamente , era un
pensamiento santo y piadoso. Por eso mandó hacer este
188
Peter Kreeft LO QUE LOS CATÓLICOS CREEN
sacrificio expiatorio a favor de los muertos, para que
quedaran liberados del pecado.” (2 M 12,45-46). Y los que
están en el purgatorio y en el cielo pueden rezar por
nosotros, y les podemos pedir que así lo hagan. La muerte
misma no puede romper la unidad de la Iglesia. La
comunión de los santos es mucho más poderosa de lo que
imaginamos. Nuestras oraciones a Dios por las almas del
purgatorio les ayudan mucho más de lo que sabemos. Y los
santos en el cielo y también los que están en el purgatorio
nos ayudan con sus oraciones mucho más de lo que
sabemos. Santo Domingo dijo, cuando se estaba muriendo:
“‘No lloréis, os seré más útil después de mi muerte y os
ayudaré más eficazmente que durante mi vida’” (C 956).
Santa Teresa de Lisieux escribió:
“‘Pasaré mi cielo haciendo el bien sóbre la tierra’491”.
39. El tercer atributo de la Iglesia: “católica”
“Católica” significa “universal”, uno en muchos, como el
mismo “universo”. La Iglesia es una Iglesia, aunque dispersa
por muchos lugares en la tierra y dispersa por la tierra, el
purgatorio y el cielo.
Así como la Iglesia es una porque Cristo su Cabeza es uno,
así la Iglesia es universal porque Cristo es universal. “Es
católica [la Iglesia] porque Cristo está presente en ella. ‘Allí
donde está Cristo Jesús, está la Iglesia Católica’ 288” (C 830,
citando a San Ignacio de Antioquia, el discípulo de San Juan
Evangelista).
“Es católica [la Iglesia] porque ha sido enviada por Cristo en
misión a la totalidad del género humano” 292 (C 831).
189
Peter Kreeft LO QUE LOS CATÓLICOS CREEN
Donde está Cristo, ahí está la Iglesia Católica, su Cuerpo;
por consiguiente en cuanto a que Cristo está presente en
iglesias ortodoxas, anglicanas, evangélicas, reformadas,
pentecostales, etc., ellas son partes de la Iglesia Católica,
parcialmente “católica”, porque comparten las Escrituras
de la Iglesia, el bautismo de la Iglesia, y sobre todo el Señor
de la Iglesia.
40. ¿Quién pertenece a la Iglesia Católica?
La Iglesia responde a esta pregunta por grados.
Primero, los católicos romanos bautizados, creyentes y
prácticos “‘[e]stán plenamente incorporados a la sociedad
que es la Iglesia…303” (C 837).
Sin embargo, “[n]o se salva, en cambio, el que no
permanece en el amor, aunque esté incorporado a la Iglesia,
porque está en el seno de la Iglesia con el ‘cuerpo’, pero no
con el ‘corazón’303” (C 837).
Segundo, “‘los que creen en Cristo y han recibido
ritualmente el bautismo están en una cierta comunión,
aunque no perfecta, con la Iglesia católica’305. Con las
Iglesias ortodoxas, esta comunión es tan profunda ‘que le
falta muy poco para que alcance la plenitud que haría
posible una celebración común de la Eucaristía del
Señor’306” (C 838). La única diferencia significativa está
relacionada con la jurisdicción papal.
Tercero, las iglesias protestantes, “los hermanos
separados”, forman parte del Cuerpo Místico de Cristo si
son cristianos, aunque estén separados de su Cuerpo visible
190
Peter Kreeft LO QUE LOS CATÓLICOS CREEN
en la tierra en diversos grados. “‘La Iglesia se siente unida
por muchas razones con todos los que se honran con el
nombre de cristiano a causa del bautismo, aunque no
profesan la fe [Católica] en su integridad o no conserven la
unidad de la comunión bajo el sucesor de Pedro’304” (C
838).
Cuarto, “‘Los que todavía no han recibido [no creen en] el
Evangelio también están ordenados al Pueblo de Dios [la
Iglesia] de diversas maneras’307” – sobre todo, los judíos,
“‘a quien Dios ha hablado primero’309. A diferencia de
otras religiones no cristianas la fe judía ya es una respuesta
a la revelación de Dios en la Antigua Alianza” (C 839). El
judaísmo bíblico se revela de forma divina, y es la
fundación del cristianismo; los judíos son nuestros “padres
en la fe”, puesto que nos enseñaron quién es el verdadero
Dios. Pero el judaísmo está incompleto sin su
coronamiento, Cristo. Los judíos que aceptan a Cristo como
el Mesías y se convierten en cristianos en la actualidad por
lo general se ven a sí mismos como judíos completados, de
la misma forma en que se veían los primeros conversos
cristianos.
Quinto, “‘[e]l designio de salvación comprende también a
los que reconocen al Creador. Entre ellos están, ante todo,
los musulmanes, que profesan tener la fe de Abraham y
adoran con nosotros al Dios único y misericordioso que
juzgará a los hombres al fin del mundo’310” (C 841). Los
cristianos, judíos y musulmanes rinden culto al mismo Dios.
Sexto, “[e]l vínculo de la Iglesia con las religiones no
cristianas [especialmente el hinduismo y budismo] es [a] en
primer lugar el del origen y el del fin comunes del género
191
Peter Kreeft LO QUE LOS CATÓLICOS CREEN
humano [en Dios como el alfa y el omega]” (C 842). [b] “La
Iglesia [Católica] reconoce en las otras religiones la
búsqueda, ‘todavía en sombras y bajo imágenes’, del Dios
desconocido pero próximo…” [esto es cierto aun del
politeísmo pagano; ver Hechos 17,22-23]. [c] “Así, la Iglesia
aprecia todo lo bueno y verdadero, que puede encontrarse
en las diversas religiones, ‘como una preparación al
Evangelio…’312” (C 843) – profetas fuera de Israel, por así
decirlo, aunque no infalibles.
Pero aunque puede haber verdad y bondad profundas en
otras religiones, son incompletas porque no tienen la
plenitud de Cristo. La afirmación de superioridad de la
Iglesia no es para ella misma, sino para su Señor. Y por
consiguiente ella tiene “‘la necesidad y, al mismo tiempo, el
derecho sagrado de evangelizar’320” (C 848) tal como
Cristo le ordenó.
41. El cuarto atributo de la Iglesia: “apostólica”
La Iglesia es apostólica 1) debido a su misión, su
“apostolado” de evangelizar [predicar el Evangelio] y 2)
porque ella está “edificada sobre el cimiento de los
apóstoles”
(Ef 2,20), que ordenaron a sus sucesores (obispos) tal como
Cristo los ordenó a ellos. “‘[P]or institución divina los
obispos han sucedido a los apóstoles como pastores de la
Iglesia. El que los escucha, escucha a Cristo; el que, en
cambio, los desprecia, desprecia a Cristo…’”356 (C 862).
No sólo los obispos, los sucesores de los apóstoles, sino
192
Peter Kreeft LO QUE LOS CATÓLICOS CREEN
“toda la Iglesia es apostólica… todos los miembros de la
Iglesia, aunque de diferentes maneras, tienen parte en este
envío” (C 863).
____________________
Notas del Catecismo en el orden en que aparecen en Citas usadas
en esta sección:
249 Concilio Vaticano II LG 8.
380 Ibíd., 23.
381 Ibíd., 22; cf. Id., Christus Dominus 2,9.
382 LG 22; cf. CDC, can. 336.
397 Concilio Vaticano II LG 25; cf. Concilio Vaticano I: DS 3074.
401 Cf. Concilio Vaticano II LG 25.
398 Concilio Vaticano II, Dei Verbum, 10.
399 Concilio Vaticano II, Lumen gentium, 25.
317 Concilio Vaticano II, LG 14.
318 Ibíd., 16; cf CONGREGACIÓN PARA LA DOCTRINA DE LA FE, Carta
al arzobispo de Boston, del 8 de agosto de 1949, DS, 3866-3872
320 Concilio Vaticano II, Ad gentes, 7.
176 Cf. Concilio Vaticano II LG 48.
177 Juan Pablo II, MD 27.
178 Ibíd.
105 San Hipólito de Roma, Trad. Ap. 35.
224 San Agustín, Sermones 267, 4: PL 38, 1231D.
171 Concilio Vaticano II, LG 8.
133 HERMAS, Visiones pastoris, 2, 4, 1; cf ARÍSTIDES, Apologia, 16, 6;
SAN
JUSTINO, Apologiae, 2, 7.
135 Clemente de Alej., Paed. 1, 6.
214 San Agustín, In Jo. ev 21, 8.
216 Santo Tomás de Aquino, STh III, 48, 2adl.
217 SANTA JUANA DE ARCO, en Actas del proceso
196 Concilio Vaticano II, Lumen gentium, 36.
197 LG 8.
248 Cf Concilio Vaticano II, Unitatis redintegratio, 2; ID., Lumen
gentium, 14; CDC, 205
354 Concilio Vaticano II, Lumen gentium, 20.
247 LG 13.
193
Peter Kreeft LO QUE LOS CATÓLICOS CREEN
251 Unitatis redintegratio, 3.
260 Cf. ibíd., 1.
262 Ibíd., 7.
264 Cf. ibíd., 9.
265 Cf. ibíd., 10.
266 Cf. ibíd., 4.9, 11.
267 Cf. ibíd., 12.
269 Ibíd., 24.
254 UR 3.
280 Concilio Vaticano II, Lumen gentium, 8; cf ID UR, 3:6
281 Cf. 1 Jn 1,8-10.
283 Pablo VI, CPG § 19.
491 SANTA TERESA DEL NIÑO JESÚS, Novissima verba.
288 San Ignacio de Antioquia, Ad Smyrn. 8, 2.
292 Cf. Mt 28, 19.
303 LG 14.
303 Ibíd.
305 UR 3.
306 Pablo VI, Discurso, 14 de diciembre de 1975; cf. UR 13-18.
304 LG 15.
307 Concilio Vaticano II, LG 16.
309 Misal Romano, Liturgia del Viernes Santo 13: oración universal VI.
310 LG 16; cf. ID NA 3.
312 LG 16; cf. ID NA 2; EN 53.
320 Concilio Vaticano II, Ad gentes, 7.
356 Concilio Vaticano II, Lumen gentium, 20.
194
Peter Kreeft LO QUE LOS CATÓLICOS CREEN
CAPÍTULO 8
EL PERDÓN DE LOS PECADOS
1. La importancia del perdón
Es absurdo temer o resentir la autoridad de la Iglesia,
puesto que esa autoridad es la base sobre la cual ella
perdona nuestros pecados.
Cuando se le preguntó que por qué se hizo católico, G.K.
Chesterton, el gran escritor inglés, respondió: “Para que me
perdonaran mis pecados”.
Jesús vino a la Tierra con ese propósito. “Dará a luz un hijo
y le pondrás por nombre Jesús [“Salvador”], porque Él
salvará a su pueblo de sus pecados.” (Mt 1,21). Y la Iglesia,
puesto que es su Cuerpo, continúa su trabajo. Por
consiguiente, el propósito de la Iglesia en la Tierra es
extender a través del tiempo y el espacio este reino del
perdón.
No sólo el perdón, sino el perdón de Cristo. El perdón, al
igual que la misma Iglesia, es totalmente Cristocéntrico.
“Cristo, después de su Resurrección, envió a sus apóstoles a
predicar ‘en su nombre la conversión para perdón de los
pecados a todas las naciones’ (Lc 24, 47). Este ‘ministerio
de la reconciliación’ (2 Co 5, 18), no lo cumplieron los
apóstoles y sus sucesores anunciando solamente a los
195
Peter Kreeft LO QUE LOS CATÓLICOS CREEN
hombres el perdón de Dios merecido para nosotros por
Cristo y llamándoles a la conversión y a la fe, sino
comunicándoles también la remisión de los pecados por el
Bautismo y reconciliándolos con Dios y con la Iglesia
gracias al poder de la llaves recibido de Cristo” (C 981).
¿Cuán importante es el perdón? ¡Eternamente importante!
“‘Si en la Iglesia no hubiera remisión de los pecados, no
habría ninguna esperanza, ninguna expectativa de una vida
eterna y de una liberación eterna. Demos gracias a Dios que
ha dado a la Iglesia semejante don’528” (C 983).
2. La necesidad del perdón: la realidad del pecado
¿Por qué necesitamos el perdón? Porque somos pecadores.
El pecado es el problema mayor de la vida, puesto que el
pecado es la separación de la solución mayor de la vida,
Dios, la fuente de toda bondad y vida y gozo.
El pecado es real. Así también lo es la justicia. El pecado
merece castigo. El temor a la justicia divina es sensato
puesto que esa justicia es verdadera. Si no lo fuera, cada
libro de la Biblia estaría mintiendo.
La labor de Cristo y su Iglesia es “el perdón de los pecados”.
No las imperfecciones ni los errores, ni la inmadurez, sino
los pecados. El daño cerebral es una imperfección, 2+2=5 es
un error, y el amor de adolescencia es una inmadurez; pero
los actos de avaricia y lujuria y orgullo son pecados.
Pero el sentido del pecado, la convicción del pecado, está
cada vez más ausente de las mentes modernas. Esto es un
196
Peter Kreeft LO QUE LOS CATÓLICOS CREEN
desarrollo radicalmente nuevo en la historia de la
civilización occidental. Los paganos antiguos tomaron el
pecado como un hecho y negaron la salvación; los paganos
modernos toman la salvación como un hecho y niegan el
pecado. Los profetas más populares de nuestra sociedad,
los psicólogos “pop”, ven el pecado como una superstición,
el sentido de culpa como una enfermedad mental, y “el
temor del Señor” – que la Biblia llama “el comienzo de la
sabiduría” – como inmadurez emocional.
¿Por qué es el “comienzo de la sabiduría” (Prov 9,10)?
Porque la sabiduría del amor del Evangelio presupone la
sabiduría del temor religioso; la “buena nueva” del perdón
de los pecados presupone las “malas nuevas” de los
pecados a ser perdonados.
En efecto, Cristo dijo que Él no vino para quienes no creen
que son pecadores: “No necesitan médicos los que están
fuertes, sino los que están mal... Porque no he venido a
llamar a justos sino a pecadores” (Mt 9,12-13). Si no hay
confesión de los pecados, no hay perdón ni salvación.
“Si decimos: ‘No tenemos pecado’, nos engañamos y la
verdad no está en nosotros” (1 Jn 1,8). Esto es lo que la
Biblia asume constantemente. Si se niega la suposición
entonces todo lo demás en la Biblia pierde su sentido. Los
profetas se convierten en exageraciones extrañas, y la
Encarnación y Crucifixión de Cristo se convierten en
reacciones exageradas innecesarias.
3. Siete formas de negar la realidad del pecado El mismo
concepto del pecado presupone siete otras ideas que se
derivan de la revelación de Dios a Abraham y las tres
197
Peter Kreeft LO QUE LOS CATÓLICOS CREEN
religiones (judaísmo, cristianismo e islamismo) que surgen
de eso; siete ideas que las religiones y filosofías alternativas
niegan.
1) El ateísmo (“ningún Dios”) niega que haya un Dios contra
quien pecar.
2) El politeísmo (“muchos dioses”) niega que haya un solo
Dios, que es todo bien y que merece ser obedecido.
3) El panteísmo (“todo es Dios”) niega que Dios tiene una
voluntad que distingue entre el bien y el mal.
4) El deísmo (un Dios, pero un Dios ausente) niega que Dios
ha intervenido en la historia para dar a conocer su voluntad
al establecer una alianza y dar mandamientos.
5) El escepticismo niega que podemos conocer la ley de
Dios, la voluntad de Dios, o el carácter de Dios.
6) El determinismo niega que tenemos una libre voluntad y
que por eso somos personalmente responsables de
nuestras decisiones entre el bien y el mal.
7) Y el optimismo ingenuo niega que el mal existe en la
humanidad.
4. El significado del pecado
“Pecado” significa más que sólo comportamiento malo o
malos hábitos. Significa un No a Dios, a su voluntad, su ley y
su amor. Significa romper la relación de amor-alianza con
Dios. Es como una infidelidad marital (una analogía que los
profetas usan con frecuencia). Concierne una relación, no
sólo un individuo aislado; y una relación personal, no sólo
198
Peter Kreeft LO QUE LOS CATÓLICOS CREEN
una relación con un principio abstracto; y una relación con
Dios, no sólo con el hombre.
El perdón es el comienzo de la restauración de la relación.
Es una reconciliación.
Pero la “buena nueva” del perdón presupone la “mala
nueva” del pecado, como una cura presupone una
enfermedad. El cristianismo no parece “buena nueva” en lo
absoluto para los que se creen muy justos y buenos, no más
que una operación de trasplante de corazón libre de costo
parece buena nueva al paciente que no sabe que se está
muriendo.
5. Dos clases de pecado: pecado original y pecado actual
“Pecado actual” es algo que hacemos; “pecado original” es
algo que tenemos, como una enfermedad. La analogía no es
demasiado insultante; no es lo suficientemente insultante;
el pecado es mucho peor que cualquier enfermedad física.
“Pecado actual” significa pecados, actos particulares,
decisiones de obedecer nuestra propia voluntad cuando
está en conflicto con la voluntad de Dios tal como se revela
en su ley, la ley moral que está escrita tanto en los Diez
Mandamientos como en nuestros propios corazones y
conciencias.
“Pecado original” se refiere no meramente al primer
pecado actual cometido por Adán y Eva (esa es una
confusión popular), sino también a nuestro estado o
condición de estar privados de vida sobrenatural; al estado
de separación de Dios con el cual nacemos, la naturaleza
humana caída que heredamos del primer pecado actual de
199
Peter Kreeft LO QUE LOS CATÓLICOS CREEN
nuestros primeros padres – muy parecido al estado de
divorcio que resulta de la decisión de divorciarse, o al
estado de muerte que resulta de un acto de matanza, o el
estado de drogadicción que resulta de la decisión de tomar
la primera droga.
La analogía a las drogas también suena insultante, pero eso
tampoco es lo suficientemente insultante. Puesto que el
pecado es peor que las drogas. Las drogas sólo pueden
arruinar nuestra vida, el pecado puede arruinar nuestra
eternidad.
6. El significado de Pecado Original
Pecado Original se podría llamar “egoísmo original”.
Nuestros instintos son egoístas. Nacemos con el principio
de egoísmo en nosotros por naturaleza. Esto se puede
observar hasta en los infantes. Por supuesto, nosotros no
los culpamos personalmente por ser egoístas, pero como
San Agustín argumentó: “Mientras vamos creciendo
arrancamos esas maneras y las descartamos – lo que quiere
decir que las consideramos malas – puesto que ningún
hombre ocupado en remover el mal eliminaría,
conscientemente, lo que es bueno”.
El pecado original es una idea muy impopular en el mundo
moderno. Pero es parte esencial del evangelio cristiano, y
“la Iglesia, que tiene el sentido de Cristo,248 sabe bien que
no se puede lesionar la revelación del pecado original sin
atentar contra el Misterio de Cristo” (C 389). Porque el
pecado es precisamente de lo que este “Salvador” nos libra.
El Pecado Original no significa que estamos “totalmente
200
Peter Kreeft LO QUE LOS CATÓLICOS CREEN
depravados” (término que uso el protestante Juan Calvino),
o totalmente mal, o más mal que bien (¿cómo se podría
medir eso?), ni que nuestro propio ser es malo, ni que ya no
somos infinitamente valiosos e infinitamente amados por
Dios. Significa que estamos mortalmente heridos, una obra
de arte mutilada.
Mientras más grande sea la obra de arte, más terrible es su
mutilación.
El pecado original es un concepto difícil para nosotros
porque no podemos apreciar la gran diferencia entre
nuestro estado actual y el primer estado de inocencia sin
mancha, la cual nunca hemos experimentado. Nuestros
instintos toman espontáneamente nuestro presente estado
de egoísmo como la norma, antes bien que la anormalidad.
Pero nuestra fe y nuestra razón nos dicen que el buen Dios
no nos puede haber creado egoístas por naturaleza; que
ahora todos somos “anormales”.
El pecado original, el estado innato de toda la humanidad,
explica por qué todos nosotros cometemos pecados
actuales. Si todos nosotros hubiésemos nacido libres de
pecado e inocentes como Adán, seguramente algunos de
nosotros hubiésemos escogido permanecer así. Sin
embargo, nadie lo hace. (Y mientras mejores y más santos
somos, más rápida y claramente lo admitimos.) ¿Por qué?
Porque no nacemos inocentes del Pecado Original, sólo
inocentes de los pecados actuales. Y el Pecado Original nos
lleva a cometer pecados actuales. Nuestro ser condiciona
nuestras acciones. Pecamos porque somos pecadores, al
igual que cantamos porque somos cantantes. Nuestra
naturaleza condiciona nuestros actos, al igual que la
201
Peter Kreeft LO QUE LOS CATÓLICOS CREEN
química cerebral y dependencia química de un alcohólico
condiciona su acto de beber.
Esto no significa que no seamos responsables de los
pecados actuales, porque la selección de la voluntad
también está envuelta en la acción – a veces mucho, a veces
poco. No estamos determinados, pero estamos
condicionados – llevados, halados, influenciados – por
nuestra naturaleza pecaminosa e instintos.
Pero también tenemos la libertad de escoger u obedecer
nuestros instintos o resistirlos. Nosotros podemos y con
frecuencia escogemos contrario a nuestros instintos – por
ejemplo, cuando ayunamos o hacemos sacrificios.
Cómo el Pecado Original se transmite de nuestros primeros
padres a todos sus descendientes es un misterio sobre el
que tenemos conocimiento imperfecto. Lo mismo es cierto
sobre el misterio de nuestro propio ser, la unión de cuerpo
y alma. La transmisión es por herencia, no sólo ambiental –
una especie de herencia espiritual. Nuestro egoísmo
proviene de nuestra naturaleza, no sólo de la sociedad, o
por imitación.
El origen del pecado puede ser misterioso, pero su
existencia, su realidad y presencia ahora, en nuestra
experiencia individual y social, es muy clara. El dogma está
confirmado por los datos. “‘Lo que la revelación divina nos
enseña coincide con la misma experiencia. Pues el hombre,
al examinar su corazón, se descubre también inclinado al
mal e inmerso en muchos males que no pueden proceder de
su Creador, que es bueno...’275” (C 401), o del enteramente
buen mundo que Él creó; de modo que debe proceder de su
propia “caída” libre.
202
Peter Kreeft LO QUE LOS CATÓLICOS CREEN
7. El trasfondo histórico del concepto cristiano del pecado
Toda la humanidad tiene un instinto religioso, una
tendencia a dar culto a algo. También tenemos un instinto
moral, una tendencia a juzgar entre el bien y el mal. Sólo un
pueblo en la historia unió estos dos instintos
definitivamente: los judíos (y cristianos y musulmanes,
quienes aprendieron de ellos). Porque el Dios que ellos
adoraban, el Dios que se reveló a sí mismo a ellos, contrario
a todos los otros dioses, era enteramente bueno y su
voluntad fue el origen de la ley moral. El objeto de culto y el
ideal moral eran lo mismo para los judíos, contrario a los
demás pueblos antiguos. Esta no era su obra, sino la de
Dios. Ellos conocían al Dios verdadero porque Dios quiso
revelarse a ellos, los escogió a ellos para ser su profeta
colectivo para el mundo.
Los judíos conocieron dos relaciones con este Dios que
ningún otro pueblo antiguo tenía con sus dioses, dos
posibilidades de intimidad personal desconocidas para los
paganos: “fe” y “pecado.” “Fe” para ellos significaba más que
“creencia”; significaba confianza personal y fidelidad, como
en el matrimonio. (En efecto, la “alianza matrimonial” es el
paralelo humano más cercano a esta relación de “alianza”
con Dios).
“Pecado” significaba el rompimiento de esta relación
íntima: infidelidad espiritual o divorcio. Como ningún
pagano conoció una intimidad tan maravillosa con Dios,
tampoco ningún pagano conoció tan terrible alejamiento de
Dios. La altura de la montaña mide la profundidad del valle;
mientras mayor el tesoro, mayor la tragedia cuando se
pierde.
Los cristianos heredaron estas dos categorías, “fe” y
203
Peter Kreeft LO QUE LOS CATÓLICOS CREEN
“pecado,” como las dos opciones fundamentales de relación
con Dios. En estos términos San Pablo pudo escribir: “Pues
todo lo que no procede de la fe, es pecado” (Rom 14,23).
Los cristianos conocieron una intimidad aun mayor con
Dios por medio de la Encarnación, y un mayor horror del
pecado por medio de la Crucifixión. Cuando uno ve el
asesinato de Dios ningún otro mal se le asemeja.
El pecado es tan real y tan terrible que el precio que Dios
tuvo que pagar por su perdón fue la preciosísima sangre de
su propio Hijo, y ese terrible grito desde la Cruz desde las
profundidades del infierno: “¡Dios mío, Dios mío! ¿por qué
me has abandonado?” (Mt 27,46).
Nunca se pagó mayor precio por nada que lo que Dios pagó
por nuestro perdón. Por lo tanto, nada en el mundo es más
valioso que el perdón.
8. ¿Por qué no pudo Dios sólo perdonar nuestros pecados sin
la muerte de Cristo?
Porque eso hubiese significado pasarlo por alto. Y Dios es
Verdad.
Suponga que usted ha hecho algo real y terrible a un buen
amigo. Usted reconoce el daño que ha hecho, y el sentido de
culpa que usted tiene le persigue con su verdad. Ahora
suponga que, cuando suplica ser perdonado, su víctima
dice: “Olvídelo. No hay nada que perdonar”. Eso no le libera
a usted. Hay que encarar y tratar con la verdad. “Olvídelo”
no es lo mismo que “lo perdono”.
El pecado es una realidad tanto como la muerte o la
enfermedad o el divorcio son realidades. Esto debe ser
204
Peter Kreeft LO QUE LOS CATÓLICOS CREEN
tratado por una realidad, no sólo con la guiñada del ojo.
Existe una deuda verdadera y se tiene que pagar
verdaderamente.
Y eso debe costar algo. Si le perdono a usted su deuda de
$1,000, eso me cuesta $1,000 y deberé pagar $1,000 de mi
propio bolsillo a mis acreedores. Si yo asumo la deuda de
otro, tengo que pagarla yo.
Y la deuda humana que Dios asumió fue la muerte.
“Sin derramamiento de sangre no hay remisión” (Heb 9,22).
Dios enseñó a su pueblo escogido por casi dos mil años
desplegando ante sus ojos cada día en el Templo la matanza
ritual de animales, especialmente el cordero inmolado. Este
era el acto central de la liturgia que ellos efectuaban.
Porque el pecado implica el derramamiento de sangre, o
por lo menos el daño de algún modo a la vida humana. Nada
menor que sangre de vida humana puede redimir
(recuperar) la sangre de vida humana.
De modo que Dios, por María, tomó nuestra sangre, tomó la
naturaleza humana y sangre humana, para poder dar su
vida como el precio de nuestro perdón.
9. Sólo Cristo puede perdonar pecados
No puede haber perdón sin Cristo. Los fariseos reconocían
esta pretensión de perdonar pecados como una pretensión
de divinidad y objetaban: “¿Quién puede perdonar pecados
sino sólo Dios?” (Mc 2,7).
Ningún pecador, quien necesitaba ser redimido, podía
205
Peter Kreeft LO QUE LOS CATÓLICOS CREEN
pagar el precio por la redención de la humanidad. Pero la
naturaleza divina de Dios, perfecta e inmortal, no podía
morir o sufrir. Por eso Dios asumió la naturaleza humana
para efectuar el perdón de los pecados. El perdón es la
razón para la Crucifixión; y la Crucifixión es la razón para la
Encarnación.
10. El poder de la Iglesia para perdonar los pecados Sólo
Dios puede perdonar pecados. Pero Dios se hizo hombre en
Cristo, y Cristo le dio a la Iglesia el poder de transmitir el
perdón de Cristo. Ella perdona en nombre de Jesucristo, no
en el suyo propio. Ella tiene la autoridad para perdonar
pecados porque Cristo se la dio a ella: “Como el Padre me
envió, también yo os envío... A quienes perdonéis los
pecados, les quedan perdonados; a quienes se los retengáis,
les quedan retenidos” (Jn 20,21-23).
“‘Al recibir el santo Bautismo que nos purifica, es tan pleno
y tan completo el perdón que recibimos, que no nos queda
absolutamente nada por borrar, sea de la falta original, sea
de las faltas cometidas por nuestra propia voluntad... Sin
embargo, la gracia del Bautismo no libra a la persona de
todas las debilidades de la naturaleza. Al contrario, todavía
nosotros tenemos que combatir los movimientos de la
concupiscencia [deseos pecaminosos, deseo de pecar] que
no cesan de llevarnos al mal’519” (C 978).
Y cuando pecamos, “Por medio del sacramento de la
Penitencia, el bautizado puede reconciliarse con Dios y con
la Iglesia” (C 980). El sacramento de la Penitencia perdona
todos los pecados actuales si son confesados y hay sincero
arrepentimiento.
Este sacramento nos libera, perdona y nos da paz. El
206
Peter Kreeft LO QUE LOS CATÓLICOS CREEN
demonio odia y le teme al confesionario más que a ningún
otro lugar en la tierra fuera de la misma Eucaristía.
San Juan Crisóstomo escribió: “Los sacerdotes han recibido
un poder que Dios no ha dado ni a los ángeles ni a los
arcángeles...’527”(C 983). Este es el poder de perdonar
pecados.
11. ¿Existe un “pecado imperdonable”?
No hay pecado tan grande que no pueda ser perdonado por
Dios y su Iglesia, si el arrepentimiento es sincero. “No hay
ninguna falta por grave que sea que la Iglesia no pueda
perdonar”
(C 982). Sólo la falta de arrepentimiento, sólo el negarse a
creer en y aceptar el regalo del perdón de Dios, es
imperdonable. Dios nunca niega su perdón, pero nosotros a
veces nosotros nos quedamos sin arrepentirnos.
¿Cómo podría algún pecado finito agotar la misericordia
infinita de Dios? ¿Cómo podría ser el mal más fuerte que el
bien?
Ningún pecado es demasiado grande para evitar que el
perdón de Dios nos libre de él, pero ningún pecado es
demasiado pequeño para condenarnos si nos negamos a
arrepentirnos de él.
12. Nada peor que el pecado
No hay nada mejor que Dios. Y el pecado nos separa de
Dios. Por lo tanto, no hay nada peor que el pecado.
Nada, sino el pecado, puede separarnos de Dios, en el
207
Peter Kreeft LO QUE LOS CATÓLICOS CREEN
tiempo o en la eternidad. Porque el pecado es la desviación
de la voluntad de Dios, y la voluntad de Dios no es otra que
nuestra propia felicidad. En efecto, la voluntad de Dios es
que compartamos su propia vida divina en felicidad
inimaginable.
Una vez uno se da cuenta de cuán grande es el amor de Dios
y cuán grande es la felicidad que Él quiere para nosotros, no
hay nada – dolor, fracaso ni horror – que pueda ser peor
que la única y singular cosa que pueda separarnos de ese
fin: pecar sin arrepentirnos.
13. La realidad del infierno
Es difícil para las mentes modernas creer que la alternativa
para el perdón es el infierno; que morir en pecado sin
arrepentimiento y sin perdón es merecer la separación
eterna de Dios.
Pero tenemos libre albedrío, por lo tanto podemos escoger
morir en ese estado. Y como no hay reencarnación, no hay
una segunda oportunidad (“el destino de los hombres es
que mueran una sola vez, y luego ser juzgados” – Heb 9,27),
resulta que la eterna separación de Dios – el infierno – es
realmente posible.
Si el infierno no es real, Jesús es un tonto o un mentiroso.
Nadie habló más, o con más seriedad sobre el infierno que
el dulce y gentil Jesús.
¿Por qué Él hizo eso? Por la misma razón que padres
amorosos hablan a sus hijos con más seriedad que nadie
sobre no cruzar una calle muy transitada o jugar con
208
Peter Kreeft LO QUE LOS CATÓLICOS CREEN
fósforos.
La imágenes populares del infierno – azufre, trinchantes y
torturas – y hasta la metáfora bíblica del fuego no deben ser
tomados literalmente (eso es parte de lo que se quiere decir
al llamarlos “imágenes”), pero hay que tomarlo con
seriedad. La realidad del infierno – separación eterna de
Dios – es mucho más terrible, no menos, que las imágenes.
Dios no impone el cielo a los que lo rechazan. Si lo hiciera,
no sería cielo para ellos de ningún modo, como tampoco un
cantante de ópera sería celestial para una audiencia cautiva
que preferiría estar en un concierto de rock – o viceversa.
El infierno es real porque el libre albedrío es real. Nadie
quiere que el infierno sea real, y todos quieren que el libre
albedrío sea real, pero uno implica al otro: si somos libres,
somos libres para rechazar el cielo.
Por lo tanto, el perdón de los pecados es infinito y
eternamente importante. “Salvación” significa salvación del
pecado y su consecuencia eterna, el infierno. Si el pecado y
el infierno fueran mitos, ¿de qué nos estaría salvando la
salvación de Cristo? ¿Cómo podría Jesús ser Jesús
(“Salvador”)?
14. ¿Nos salva Cristo del pecado o del castigo?
El Salvador nos salva de dos cosas: del castigo del pecado y
del pecado en sí.
El castigo del pecado es la muerte. “El salario del pecado es
la muerte” (Rom 6,23).
Hay dos clases de muerte: temporal y eterna, muerte del
209
Peter Kreeft LO QUE LOS CATÓLICOS CREEN
cuerpo y muerte del alma. Cristo nos advierte: “Y no temáis
a los que matan el cuerpo, pero no pueden matar el alma;
temed más bien a Aquel que puede llevar a la perdición
alma y cuerpo en la guejena” (Mt 10,28).
La muerte (de cuerpo y alma) es el castigo inevitable por el
pecado tanto como un dolor de estómago es el castigo
inevitable para un niño que se come 20 galletas, o como la
ignorancia es el castigo inevitable por no estudiar. No es un
castigo opcional externo añadido por decisión de Dios,
como una nalgada al infante o la calificación de cero para el
estudiante.
Pero Cristo no sólo nos salva del castigo del pecado. Él fue
llamado “Salvador” porque “Él salvará a su pueblo de sus
pecados” (Mt 1,21). Él no es meramente una póliza de
seguros del fuego eterno. Seremos perfectamente
santificados como perfectamente justificados. Él no sólo
perdona nuestros pecados sino que también destruye
nuestros pecados. Él no descansa hasta que nos haya hecho
perfectamente santos, en esta vida o en el purgatorio (“sed
perfectos como es perfecto nuestro Padre celestial” – Mt
5,48).
15. ¿Es el perdón un cambio legal o un cambio real?
Cuando Dios nos perdona, eso cambia no sólo nuestra
relación legal con Dios, sino que nos cambia a nosotros
también.
Lutero enseñaba que el resultado del arrepentimiento y la
fe era simplemente liberarnos de la pena y el castigo de la
ley de Dios, o justificación legal, no santificación real. Él dijo
que Dios nos veía como si fuéramos virtuosos porque
210
Peter Kreeft LO QUE LOS CATÓLICOS CREEN
Cristo pagó nuestra deuda.
Pero ésta es una imagen de Dios muy inadecuada. ¡Dios no
es un abogado! En serio, Dios no puede engañarse a sí
mismo; lo que Él ve es verdadero. Somos hechos
verdaderamente virtuosos; somos santificados y
justificados por la gracia de Dios. El Bautismo realmente
quita el Pecado Original y nos da la vida sobrenatural.
Por lo tanto, la santificación, hacernos santos haciendo
buenas obras, es una parte necesaria del perdón de los
pecados y la salvación. Somos perdonados para que
perdonemos a otros; se nos ha dado el amor de Dios para
que lo pasemos hacia adelante. Somos justificados
(perdonados) por la gracia pura, la merezcamos o no; pero
somos justificados (perdonados) para las buenas obras.
San Pablo enseña ambos puntos a la vez cuando escribe:
“Pues habéis sido salvados por la gracia mediante la fe; y
esto no viene de nosotros, sino que es un don de Dios;
tampoco viene de las obras, para que nadie se gloríe. En
efecto, hechura suya somos: creados en Cristo Jesús, en
orden a las buenas obras que de antemano dispuso Dios
que practicáramos” (Ef 2,8-10).
16. Teologías católicas contra protestantes respecto a
perdón, fe y obras Protestantes y católicos concuerdan en
que la justificación nos llega como un don de Dios, un don
que aceptamos por la fe.
Nadie puede “comprar” su camino al cielo con “suficientes”
buenas obras. “Pues habéis sido salvados por la gracia
mediante la fe; y esto no viene de vosotros, sino que es un
don de Dios” (Ef 2,8). El camino al cielo ha sido comprado
para nosotros por la Sangre de Cristo. La fe es la aceptación
211
Peter Kreeft LO QUE LOS CATÓLICOS CREEN
de ese don.
Más aun, católicos y protestantes concuerdan en que, como
receptores de este don gratuito, no tenemos que
vanagloriarnos ante Dios. Por amor, Dios tuvo la iniciativa
de salvarnos; nosotros no retornamos primero a Dios por
nuestra cuenta. “En esto consiste el amor: no en que
nosotros hayamos amado a Dios, sino en que Él nos amó y
nos envió a su Hijo, como victima de expiación por nuestros
pecados” (1 Jn 4,10; cf. Rom 5,6-10).
Hay desacuerdo, sin embargo, en cuanto a cómo la gracia
divina alcanza nuestra justificación. Lutero y muchos
protestantes después de él, sostenían que por la obra de
Cristo, el pecador que acepta el Evangelio por fe es
justificado al ser declarado no culpable ante Dios. En su
parecer, el creyente no contribuye en nada a su
justificación. Por la misericordia de Dios, el creyente es
declarado justo por Dios, aunque él o ella siga siendo un
pecador.
Para Lutero, el creyente cristiano sigue siendo
“simultáneamente una persona justificada y un pecador”.
Esta posición enfatiza la dependencia del pecador de la
misericordia de Dios porque los pecadores se presentan
frente a Dios sin méritos propios por los cuales pudiesen
buscar recompensa de Dios.
De acuerdo con la enseñanza católica, sin embargo, el
creyente es declarado justo por Dios porque él o ella se
convierte en justo por una transformación interior por obra
de la gracia de Dios. La santificación es un elemento
intrínseco de justificación.
212
Peter Kreeft LO QUE LOS CATÓLICOS CREEN
“‘La justificación entraña, por tanto, el perdón de los
pecados, la santificación y la renovación del hombre
interior44’” (C 1989). No sólo son nuestros pecados
perdonados, sino también, por obra del Espíritu Santo
somos hechos miembros del Cuerpo de Cristo y se nos
concede participación en la vida de Dios, la comunión del
Padre, Hijo y Espíritu Santo.
Debido a esta transformación interior, la persona humana
puede hacer más que recibir pasivamente la gracia de Dios
y, en efecto, se le permite cooperar con ella por un acto de
libre albedrío. Como contraste, muchos protestantes
argumentan que el libre albedrío se perdió por el pecado.
Esto refleja la preocupación de los protestantes de sostener
la idea de que no podemos hacer nada para salvarnos y que
sólo Dios nos salva. La enseñanza católica concuerda en que
nosotros no nos salvamos a nosotros mismos, pero
mantiene que nuestro libre albedrío permanece activo en la
justificación. Primero que nada, la Iglesia enseña que el
pecado le hace daño a la naturaleza humana (y por lo tanto
al libre albedrío), pero no la destruye completamente.
Segundo, la Iglesia sostiene que la gracia no echa a un lado
la naturaleza, más bien la perfecciona, y que la gracia de
Dios obrando en nuestros corazones no echa a un lado
nuestro libre albedrío. Como el libre albedrío permanece, la
justificación incluye necesariamente nuestra cooperación
por libre elección con la gracia de Dios.
Cooperar con la gracia de Dios, a su vez, significa hacer
buenas obras. Para los católicos, la justificación no sólo
requiere aceptar el Evangelio de Jesucristo por fe, sino
también viviendo de acuerdo con sus enseñanzas. Como
nos dice Santiago: “Así también la fe, si no tiene obras, está
213
Peter Kreeft LO QUE LOS CATÓLICOS CREEN
realmente muerta” (St 2,17).
Por lo tanto, los católicos incluyen las buenas obras junto
con la fe como una parte esencial de la justificación.
Puesto que nuestras buenas obras son actos de libre
albedrío, aunque siempre en cooperación con la gracia, los
católicos dicen de ellas que tienen mérito ante la presencia
de Dios. Muchos protestantes rechazan cualquier mención
de mérito que sugiriese que los pecadores humanos pueden
hacer lo correcto por sí mismos, aparte de Dios, y de ese
modo reclamar una recompensa de Dios. La enseñanza
católica, sin embargo, señala cuidadosamente que el don
inicial de gracia divina que llena nuestros corazones con
amor de Dios, de ninguna manera es merecido. Este es un
don de Dios para los que de otra forma estuvieran
separados de Él por el pecado.
Una vez que Dios ha dado el primer paso, sin embargo, y
nos ha tocado con la gracia divina, nosotros somos capaces
de cooperar con Él de tal forma que nuestras acciones son
verdaderamente nuestras, aunque para hacerlas estamos
sostenidos por la gracia de Dios. Nuestras buenas obras son
nuestras, como los méritos que le pertenecen, pero son
siempre dones de Dios, ya que sólo podemos hacerlas por
su gracia. “Los méritos de nuestras buenas obras son dones
de la bondad divina63” (C2009).
A través de los siglos, una parte significativa de la disputa
entre católicos y protestantes ha sido causada por
diferentes formas de hablar sobre los mismos temas. El
diálogo ecuménico entre católicos y protestantes ha
demostrado que con frecuencia se está de acuerdo en
muchos más puntos importantes que lo que anteriormente
214
Peter Kreeft LO QUE LOS CATÓLICOS CREEN
se reconocía. En 1999, la Iglesia Católica y la Federación
Mundial Luterana firmaron una Declaración Conjunta sobre
la Doctrina de la Justificación, que establecía que “entre
luteranos y católicos existe un consenso de verdades
básicas sobre la doctrina de la justificación” (n.40).
17. El perdón debe pasarse a otros
Cristo hace que el ser nosotros perdonados por Él, dependa
de que nosotros perdonemos a otros: “Que si vosotros
perdonáis a los hombres sus ofensas, os perdonará también
a vosotros vuestro Padre Celestial; pero si no perdonáis a
los hombres, tampoco vuestro Padre perdonará vuestras
ofensas” (Mt 6,14-15).
Él hasta nos ordena, en el “Padrenuestro,” rezar por nuestra
propia condena si no perdonamos: “Perdona nuestras
ofensas como también nosotros perdonamos a los que nos
ofenden”.
Nuestra negativa a perdonar – a hacer esta primera obra de
caridad – sencillamente nos mandara al infierno si no nos
arrepentimos. ¡El Jesús gentil lo dice! ¿Por qué es esto? No
es que Dios se niegue a darnos el perdón hasta que
perdonemos, sino que no podemos recibir el perdón de Dios
si no tenemos corazones contritos. Si nuestro corazón está
cerrado como un puño firme, para perdonar a los demás,
también estará cerrado para recibirlo de Dios.
La diferencia entre el corazón que perdona y el que no
perdona es como la diferencia entre el Mar de Galilea y el
Mar Muerto. La misma agua, el agua del Río Jordán, fluye
hacia los dos cuerpos de agua. Pero el Mar Muerto actúa de
acuerdo con su nombre – nada puede vivir allí – porque no
215
Peter Kreeft LO QUE LOS CATÓLICOS CREEN
distribuye el agua viva que recibe. No tiene
desembocadura. Pero el Mar de Galilea está tan vivo que
todavía se pesca allí como se hacía en los tiempos de Jesús.
Puesto que el agua que recibe también la distribuye. El
perdón es así.
Dios nos perdonó una deuda mucho mayor que la que nos
debemos unos a otros. Le debemos a Dios más de lo que
cualquiera nos debe. No sólo le debemos nuestra propia
existencia, ya que nos creó, y el amor total de nuestro
corazón, ya que Él es completamente bueno, pero también
nuestra salvación, nuestra esperanza del cielo, la cual Él
ganó para nosotros en la Cruz, a un costo que ningún
mortal puede comprender.
18. ¿Quiénes son perdonados? ¿Cuántos?
No lo sabemos.
Cuando los discípulos de Jesús le preguntaron: “Señor, ¿son
pocos los que se salvan? Él les dijo: Luchad por entrar por
la puerta estrecha, porque, os digo, muchos pretenderán
entrar y no podrán” (Lc 13,23-24). Él no nos dio
estadísticas sobre los otros, sólo instrucciones para
nosotros mismos.
Cualquiera que sea el número, los perdonados y salvados
son siempre demasiado “pocos” para el amor divino. Para el
Buen Pastor, 99 de 100 ovejas salvadas eran demasiado
“pocas,” y Él pasó todo el día buscando la que estaba
perdida (Lc 15). Dios nos reveló su carácter infinitamente
misericordioso, lo cual necesitamos saber, pero no las
estadísticas de población comparativas del cielo y el
infierno, lo cual no necesitamos saber.
216
Peter Kreeft LO QUE LOS CATÓLICOS CREEN
Todos sabemos que “Porque todo el que pide, recibe; el que
busca halla; y al que llama se le abrirá” (Mt 7,8). Claramente
Cristo está hablando aquí de perdón y salvación, no de
bienes mundanos. No todo el que busca riqueza o salud o
fama la encuentra, pero todos los que buscan a Dios con un
corazón sincero y honesto lo encuentran en esta vida o en
la próxima.
Desconocemos qué proporción de la humanidad
verdaderamente busca a Dios en las profundidades de sus
corazones, porque no conocemos los corazones de los
hombres; pero sí sabemos qué proporción de los que
buscan a Dios lo encuentran a Él y su perdón (¡100 por
ciento!) porque conocemos el corazón de Dios (Ef 3,14-19).
19. ¿Cómo se perdonan nuestros pecados?
Objetivamente, por la muerte de Jesucristo. Eso pagó el
precio del pecado.
Subjetivamente, por nuestro arrepentimiento y fe. Eso se
aplica al pago de Jesucristo.
Esto se aplica a nosotros públicamente como individuos en
el Bautismo que perdona el Pecado Original, y en el
Sacramento de la Penitencia que nos perdona todos los
pecados actuales que son confesados con arrepentimiento.
El arrepentimiento sincero es una condición para recibir el
perdón. No podemos ser perdonados mientras planeamos
pecar de nuevo. Pero nuestro arrepentimiento no trae el
perdón. Todos los sacramentos, incluyendo el de
Penitencia, trabajan ex opere operato, eso es, objetivamente,
del poder y presencia de Cristo en ellos no sólo del poder
217
Peter Kreeft LO QUE LOS CATÓLICOS CREEN
de las disposiciones subjetivas rectas de nuestras almas.
Nosotros somos como grifos; necesitamos voltear la manija,
abrir nuestras voluntades, para abrir el grifo del perdón;
pero el agua viva del perdón y salvación no proviene de
nosotros mismos sino de los mismos sacramentos, por el
poder de Cristo en ellos.
Dios le ha dado este poder increíble a su Iglesia: “A quienes
perdonéis los pecados, les quedan perdonados; a quienes se
los retengáis, les quedan retenidos” (Jn 20,23). “Lo que ates
en la Tierra quedará atado en los cielos, y lo que desates en
la Tierra quedará desatado en los cielos” (Mt 16,19).
20. ¿Cómo trabaja el perdón de Dios?
Los teólogos tienen explicaciones diferentes. La Iglesia no
afirma dogmáticamente ninguna de ellas excluyendo a las
otras.
Como la electricidad o gravedad, no necesitamos saber
cómo funciona, sólo necesitamos saber que funciona.
Algunas explicaciones o analogías humanas, que proveen
las Escrituras son:
• la legal: Cristo satisfizo las demandas de la ley;
• la económica: Cristo pagó el precio;
• la militar: Cristo venció al Demonio;
• la matemática: Cristo restauró la hoja de balance;
• la emancipación: Cristo nos liberó de la esclavitud a la que
nos habíamos sometido nosotros mismos;
218
Peter Kreeft LO QUE LOS CATÓLICOS CREEN
• la lavandería: Cristo nos lavó con su Sangre;
• el chivo expiatorio: Cristo nos sustituyó; y
• el escudo: Cristo soportó la ira justa de Dios y nos
protegió de ella.
Si alguna de estas analogías nos es útil, estamos invitados a
usarla en nuestro pensamiento; si no, no. Lo que sabemos
no es la tecnología espiritual, por así decirlo – la teoría de
cómo trabaja.
Lo que sabemos es mucho más práctico: lo que hizo Dios y
lo que nosotros debemos hacer (párrafos 21 y 22
siguientes).
21. ¿Qué hizo Dios para perdonar nuestros pecados?
Él murió.
La muerte de Cristo tuvo el efecto de conseguir el perdón
de nuestros pecados. Esos son los datos que conocemos por
revelación divina. Cómo funcionó es explicación teológica.
Lo que Dios hizo fue hacerse hombre y sufrir el infierno que
nosotros merecíamos (“Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has
abandonado?”), en nuestro lugar, por nosotros. Dios nos
libró del garfio al ponerse Él en el garfio, en la Cruz. El
precio de nuestra alma fue su cuerpo.
22. ¿Qué debemos hacer para recibir el perdón de los
pecados?
A esto Dios nos ha dado contestaciones claras, porque esta
es una pregunta práctica, algo que debemos saber.
219
Peter Kreeft LO QUE LOS CATÓLICOS CREEN
1) Subjetivamente, psicológicamente, en las profundidades
del corazón del individuo, incluyendo el inconsciente, no
está totalmente claro. No podemos juzgar con certeza si
cualquier individuo ha cumplido en su corazón subjetivo
los requisitos que están objetivamente presentados
claramente, como un mapa.
2) Pero el mapa está claro. A la pregunta más práctica del
mundo: “¿Qué debo hacer para salvarme?” hay una
respuesta clara: arrepiéntete, cree y practica la caridad.
a) Debemos arrepentirnos del pecado, rechazar el pecado,
convertirnos, transformarnos, mirar a Dios, buscar a Dios,
decir (de corazón) “Hágase Tú voluntad, no la mía”.
b) Debemos creer en Cristo, aceptar el perdón de Dios y la
salvación como un don gratuito.
Esta fe tiene un componente intelectual, porque debemos
saber en cuál Cristo creemos. Los Credos definen quién es
este Cristo que nos salva. Sin embargo, la mera creencia
intelectual no es suficiente para salvarnos. Porque “también
los demonios lo creen – y tiemblan” (St 2,19).
La fe salvífica tiene también un componente personal:
debemos abrir verdaderamente nuestras almas a Cristo,
escogerlo, entregarnos a Él, aceptarlo con un acto de la
voluntad, “sólo di que sí”. Esto es tan simple que es difícil
definirlo. Es lo que María hizo cuando Dios pidió permiso
para entrar en su vientre; ella dijo: “Hágase en mí según tu
palabra.” Y cuando hacemos esto, realmente lo recibimos,
recibimos su vida sobrenatural en nuestras almas. “Creer”
da como resultado “recibir” (Jn 1,12).
220
Peter Kreeft LO QUE LOS CATÓLICOS CREEN
¿Cuándo recibimos a Cristo? En el Bautismo. La fe incluye el
Bautismo. No están separados. “Los que os habéis
bautizados en Cristo os habéis revestido de Cristo” (Gal
3,27). El Bautismo es más que un símbolo o ceremonia.
“...ahora el Bautismo que os salva” (1P 3,21). “El Bautismo
es el primero y principal sacramento del perdón de los
pecados porque nos une a Cristo muerto por nuestros
pecados...” (C 977).
c) Tenemos que vivir entonces esta nueva vida de caridad
que hemos recibido en el Bautismo. “Fe sin obras está
muerta”. “Si no perdonas a tu hermano, tampoco tu Padre
celestial te perdonará”.
Estos tres requisitos para la salvación corresponden a las
tres “virtudes teologales”, fe, esperanza y caridad (1 Co
13,13). El arrepentimiento significa esperanza en el perdón
de Dios, buscando el perdón de Dios. Bautismo significa fe
en Cristo, aceptando el perdón de Dios. Caridad significa
amor de Cristo y los miembros de su cuerpo, amor por los
perdonados.
23. ¿Por qué perdonar?
Nosotros debemos perdonar a los demás porque Dios nos
perdonó a nosotros.
Nosotros tenemos que perdonar a los demás porque, si no
lo hacemos, Dios no nos perdonará a nosotros.
Nosotros podemos perdonar porque conocemos a Cristo –
no sólo como una figura de la historia, sino como un
residente actual y permanente presente en nuestras almas.
Podemos perdonar porque tenemos su Espíritu y su vida
221
Peter Kreeft LO QUE LOS CATÓLICOS CREEN
divina (vida sobrenatural, gracia santificante) en nuestras
almas, el cual es la vida de ágape, caridad, amor
desinteresado. Nosotros tenemos el poder.
24. El poder del perdón para salvar al mundo Funcionó una
vez. Puede funcionar de nuevo. Lo que hizo Cristo, su Iglesia
lo puede y debe hacer, institucional y personalmente,
sacramental e individualmente. Siempre lo ha hecho
sacramentalmente; el Bautismo y la Penitencia siempre han
estado disponibles. Si su gente lo hace con más
determinación, como los santos – si nos volvemos santos –
podemos ganar el mundo de nuevo.
Es costoso el perdonar. Cuando renunciamos a la justicia y
perdonamos, significa sacrificar algo. Pero eso nunca nos
costará una fracción de lo que le costó a Cristo.
El Cristiano hace más que trabajar por la “paz y justicia,”
tan necesarios como lo son ambos, en corazones tanto
como en la sociedad. El Cristiano lucha por la paz por medio
del perdón.
El Papa Juan Pablo II nos ha dado un ejemplo de perdón: al
perdonar al hombre que trató de asesinarlo, y pidiendo
perdón a todos aquellos que han sufrido daños por
miembros de la Iglesia en el pasado cuando los católicos
dejaron de vivir de acuerdo con los principios Católicos:
por ejemplo, herejes, protestantes, judíos, mujeres, Galileo.
El perdón es una vía de dos sentidos; debemos pedir
perdón y perdonar.
Si seguimos la guía Cristológica del Papa, podemos ganar el
mundo de nuevo para Cristo. Si no, no. No hay otro camino.
222
Peter Kreeft LO QUE LOS CATÓLICOS CREEN
Es el camino de Dios.
____________________
Notas del Catecismo en el orden en que aparecen en Citas usadas
en esta sección:
528 San Agustín, Sermones, 213,8: PL 38,1064
248 Cf. 1 Co 2,16
275 GS 13 § 1.
519 Catecismo Romano I, 11,3.
527 San Juan Crisóstomo, De sac. 3,5: PG 48,643A.
44 Concilio de Trento: DS, 1528.
63 Cf. ibíd., 1548.
223
Peter Kreeft LO QUE LOS CATÓLICOS CREEN
CAPÍTULO 9
LA RESURRECCIÓN
DEL CUERPO
1. La importancia de la muerte
Nada nos recalca tanto la importancia y valor de la vida
humana que la muerte. Casi nunca apreciamos la vida hasta
que nos damos cuenta de lo frágil que es, cuando la muerte
nos separa de los amigos y familiares.
“...Este aspecto de la muerte da urgencia a nuestras vidas: el
recuerdo de nuestra mortalidad sirve también para
hacernos pensar que no contamos más que con un tiempo
limitado para llevar a término nuestra vida” (C 1007). El
salmista reza: “¡Enséñanos a contar nuestros días, para que
entre la sensatez en nuestra cabeza!”
(Sal 90,12). Si usted supiera que sólo le queda un año de
vida – o sólo un día – ¿no viviría de diferente manera?
Entonces, ¿por qué no vivir de esa manera ahora? ¡Vive
como si éste fuera tu último día –porque podría serlo, y con
certeza un día lo será!
Samuel Johnson dijo: “No conozco ningún otro pensamiento
que clarifique más maravillosamente la mente del hombre
que el pensar que él será ahorcado (ejecutado) a la mañana
siguiente”.
Cuando pensamos en nuestra (¡inevitable!) muerte, las
224
Peter Kreeft LO QUE LOS CATÓLICOS CREEN
cosas triviales ya no parecen importantes y las cosas
verdaderamente importantes ya no nos parecen triviales.
La muerte clarifica nuestra perspectiva, agudiza nuestra
visión y lleva toda nuestra vida a un punto como la única
cima de una montaña de muchos lados. La muerte nos
enseña toda la verdad de las palabras de Jesús: “Marta,
Marta, te preocupas y te agitas por muchas cosas; y hay
necesidad de pocas, o mejor, de una sola” (Lc 10,41).
Esa “sola cosa” es Dios, y – para nosotros – nuestra relación
con Dios. Sólo Dios es eterno, y sólo nuestra relación con
Dios es eterna.
Sólo Dios es necesario en su propio ser, y sólo nuestra
relación con Dios es absolutamente necesaria para nuestro
ser. De todo lo demás es cierto decir: “Esto también pasará.”
Sólo Dios permanece.
2. ¿Qué sabe la Iglesia sobre la muerte?
Yo, el autor desconocido de este cuadernillo, estoy
escribiendo más como discípulo de Jesús y de su Iglesia,
que en mi propio nombre. Yo no conozco ningún dato
específico sobre usted, el individuo que lee estas palabras
en este momento. Yo no conozco su vida actual, si es usted
creyente o no creyente, santo o pecador, viejo o joven. Yo
no conozco su pasado, si su vida ha estado llena de penas o
llena de alegrías. Yo no conozco su futuro, cómo será el
resto de su vida en este mundo, o si usted pasará la
eternidad en el cielo o en el infierno. Yo sólo sé con certeza
un hecho concreto sobre usted: usted morirá.
La Iglesia también sabe eso sobre usted; pero la Iglesia
también sabe el significado de muerte. La Iglesia se acerca a
225
Peter Kreeft LO QUE LOS CATÓLICOS CREEN
usted como un reportero de un periódico con un
sorprendente informe de Buena Nueva sobre la muerte y
vida después de la muerte del Hombre que alegaba ser Dios
y lo probó resucitando de entre los muertos. El escéptico
pregunta: “De todos modos, ¿qué sabe usted de la vida
después de la muerte?” “¿Ha estado allí alguna vez?” Y la
respuesta católica es: “No, pero conozco a Alguien que ha
estado allí y yo creo en Él”. Nosotros los católicos lo
conocemos a Él – eso es lo que sabemos esencialmente y la
razón esencial para ser católico – y por lo tanto, conocemos
el significado de la muerte, por su testimonio, sus
apóstoles y sucesores, la Iglesia.
3. ¿Por qué morimos?
La primera parte de la sabiduría de la Iglesia sobre la
muerte concierne su origen. ¿Por qué morimos? ¿Cómo
entró la muerte al mundo?
Estas son las “malas nuevas” del pasado, que viene antes
del Evangelio, que es la “buena nueva” sobre el futuro,
sobre nuestra conquista de la muerte por medio de
Jesucristo.
La buena nueva es que Cristo es el Salvador tanto del
pecado como de la muerte, el Salvador de ambos, alma y
cuerpo. Pero, así como la “buena nueva” de salvación del
pecado presupone la “mala nueva” del pecado, también la
“buena nueva” de salvación de la muerte presupone la
“mala nueva” de la muerte.
¿Por qué morimos? La Iglesia nos da tres razones. La
primera es natural, la segunda no natural y la tercera
sobrenatural.
226
Peter Kreeft LO QUE LOS CATÓLICOS CREEN
1) “En un sentido, la muerte corporal es natural...” (C 1006),
porque tenemos cuerpos animales. No somos ángeles o
espíritus puros. Somos “animales racionales”.
2) “[P]ero por la fe sabemos que [la muerte] realmente es
‘salario del pecado’ (Rm 6, 23)553” (C 1006), y por lo tanto,
no natural. “Porque Dios no hizo la muerte ni se alegra con
la destrucción de los vivientes” (Sb 1,13). Dios
originalmente hizo al hombre libre de la muerte, pero
cuando probó al hombre y el hombre falló la prueba, el
hombre cayó en la muerte (Gn 3, 3,19). La causa de la
muerte es el pecado (Rm 6,23).
Esto no es tan increíble como parece ser para tanta gente
hoy.
Está confirmado por la razón, por mitos antiguos y por la
psicología moderna. Por la razón, porque el pecado es
separación de Dios y Dios es la fuente de toda vida. Por los
mitos antiguos, porque ellos enseñan el mismo punto: que
el hombre una vez fue inocente e inmortal pero cayó de
este paraíso. Por la psicología moderna porque la “unidad
psicosomática” significa que cuerpo y alma no son dos seres
independientes sino dos dimensiones interdependientes
de un ser: usted o yo. Por lo tanto, la muerte espiritual en el
alma (es decir, el pecado) está conectada naturalmente con
la muerte física en el cuerpo.
3) Finalmente, la muerte es ahora un evento sobrenatural,
un camino al cielo. Porque Cristo le ha dado a la muerte
este nuevo significado. “Y para los que mueren en la gracia
de Cristo, es una participación en la muerte del Señor para
poder participar también en su Resurrección.554” (C
227
Peter Kreeft LO QUE LOS CATÓLICOS CREEN
1006).
Usando el viejo himno coral, “Abre nuestros ojos,” un
cristiano podría cantar: “Habéis hecho la muerte gloriosa y
triunfante, pues por sus portales entramos a la presencia
del Dios vivo”.
4. ¿Es la muerte buena o mala?
Ambas. Así como Dios convirtió el peor mal espiritual – el
pecado del hombre asesinando a Dios – en lo mejor que nos
haya sucedido a nosotros en este mundo, el suceso que
salvó al hombre del pecado, para que nosotros celebremos
este suceso como “Viernes Santo,” así Dios convirtió el peor
mal físico – la pérdida de todos los bienes físicos en la
muerte – en lo mejor que nos sucede en esta vida: la puerta
a la vida eterna, por la resurrección corporal de Cristo, que
es también nuestra, si estamos incorporados a ese cuerpo
por la fe y el bautismo.
La muerte es, por lo tanto, muy mala y muy buena (si
estamos en Cristo). Es muy mala porque lo que se pierde es
muy precioso: la vida, el cuerpo, el mundo entero para el
individuo que muere.
Cristo lloró en la tumba de su amigo Lázaro, y también
debíamos llorar nosotros si amamos la vida como Él la amó.
Pero la muerte también es muy buena si morimos en Cristo,
porque lo que se gana es infinitamente más de lo que se
pierde. “Pues para mí la vida es Cristo, y el morir, una
ganancia”, dijo San Pablo (Flp 1 ,21). Porque si vivimos en
Cristo, la muerte sólo significa más de Cristo, y más vida.
Este cuerpo muere, como una preciada pequeña semilla,
pero surge un imponente cuerpo como una grandiosa y
228
Peter Kreeft LO QUE LOS CATÓLICOS CREEN
gloriosa planta (vea Jn 12,24 y 1 Co 15,35-53).
5. ¿Cómo transforma Cristo la muerte?
“La muerte fue transformada por Cristo... La obediencia de
Jesús transformó la maldición de la muerte en
bendición561” (C 1009).
La muerte también es “Cristocéntrica”. El significado más
profundo de la muerte es revelado sólo en la muerte y
resurrección de Cristo. Como dice Pascal: “Aparte de
Jesucristo no podemos saber el significado de nuestra vida
o de nuestra muerte, de Dios o de nosotros mismos” – las
cuatro preguntas más importantes que podemos hacer” (
Pensees 417).
“Jesús vincula la fe en la resurrección a la fe en su propia
persona: ‘Yo soy la resurrección y la vida’” (Jn 11,25; C
994). Él no sólo es el que da la Resurrección, Él es la
Resurrección. Nuestra resurrección no sólo es causada por
Él, sino que se encuentra en Él.
Resucitamos porque estamos incorporados al Cuerpo de
Cristo.
“La resurrección de los muertos fue revelada
progresivamente por Dios a su Pueblo” (C 992). El Antiguo
Testamento está lleno de esperanza de que Dios hará
alguna grandiosa obra misteriosa de resurrección después
de la muerte; pero sólo los últimos profetas lo anuncian.
Dios adiestró a su pueblo escogido a amarlo primero por Él
mismo (“Yo soy Yahvé, vuestro Dios... sed santos, pues Yo
soy santo” – Lv 11,44), no sólo por sus dones. Sólo después
de que esa lección fue aprendida Él reveló su gran regalo de
229
Peter Kreeft LO QUE LOS CATÓLICOS CREEN
la Resurrección.
Esto es ahora mucho más que una “esperanza” en el sentido
débil y mundano de un deseo. Es parte de nuestra
“esperanza,” en el sentido fuerte bíblico de una garantía de
Dios, quien siempre cumple sus promesas. El servicio
funerario de la Iglesia lo llama “la esperanza segura y cierta
de la Resurrección”. Porque la promesa de Dios es que “del
mismo modo que Cristo ha resucitado verdaderamente de
entre los muertos, y que vive para siempre, igualmente los
justos después de su muerte vivirán para siempre con
Cristo resucitado...530” (C 989).
6. La actitud cristiana hacia la muerte
Puesto que la muerte es natural, no natural y sobrenatural
(ver párrafo 3), debemos tener tres actitudes
correspondientes hacia ella.
Puesto que es natural, nosotros sinceramente la
confrontamos y aceptamos como un hecho de nuestro ser,
en vez de huir de ella con interminables desvíos de nuestra
atención, o viviendo en negación, pretendiendo que no está
ahí.
Como también no es natural, el castigo inescapable por el
pecado, la odiamos y luchamos contra ella como nuestro
enemigo, “el último enemigo” (1 Co 15,26).
Finalmente, como también es sobrenatural, transformada
por la Resurrección de Cristo, le damos la bienvenida.
Porque si estamos en Cristo, la muerte nos viene como el
carruaje de oro de Dios enviado a buscar su novia
Cenicienta en las cenizas de este mundo moribundo para
230
Peter Kreeft LO QUE LOS CATÓLICOS CREEN
llevarla a su castillo de oro para vivir con Él en éxtasis
eterno.
El elemento que satura estas tres actitudes es estar
preparado.
“La Iglesia nos anima a prepararnos para la hora de nuestra
muerte (‘De la muerte repentina e imprevista, líbranos
Señor’...), a pedir a la Madre de Dios que interceda por
nosotros ‘en la hora de nuestra muerte’ (Avemaría), y a
confiarnos a San José, patrono de la buena muerte” (C
1014).
“Habrías de ordenarte en toda cosa como si luego hubieses
de morir. Si tuvieses buena conciencia no temerías mucho
la muerte.
Mejor sería huir de los pecados que de la muerte. Si hoy no
estás aparejado, ¿cómo lo estarás mañana?570 (C 1014).
7. ¿Qué sucede al morir?
Nosotros tememos naturalmente a la muerte porque le
tememos a lo desconocido, y la muerte nos parece como lo
gran desconocido, una inmensa oscuridad. La Iglesia nos da
una luz de Cristo en esta oscuridad, para que podamos
rezar verdaderamente con David en el Salmo 23: “Aunque
fuese por valle tenebroso, ningún mal temería, pues tú
vienes conmigo”.
Lo que sucede al morir no es extinción. Las almas no
pueden ser destruidas como los cuerpos.
Lo que sucede al morir no es reencarnación en otro cuerpo
231
Peter Kreeft LO QUE LOS CATÓLICOS CREEN
mundano y otra vida mundana. “El destino de los hombres
es que mueran una sola vez, y luego ser juzgados” (Hb
9,27).
Lo que sucede al morir no es un cambio a ángel. Dios creó a
los ángeles, hombres y animales para ser diferentes, no
para ser confundidos. Los ángeles no tienen cuerpos
mortales, los animales no tienen espíritu inmortal; el
hombre tiene ambos.
Lo que sucede al morir no es un cambio a fantasma, una
copia pálida de lo que éramos en vida. Dios tiene algo más
sustancial, no menos, preparado para nosotros. (Dicho sea
de paso, aunque la Iglesia niega la reencarnación, no niega
la existencia de fantasmas).
Lo que sucede al morir es el “Juicio Particular”. Dios
infaliblemente sabe y juzga a cada alma como 1) capaz de
entrar inmediatamente al cielo, o 2) con necesidad de ser
purificado primero en el Purgatorio, y luego capaz de
entrar en el cielo, o 3) fijado para siempre (puesto que
nuestra vida ha terminado) en el pecado sin
arrepentimiento y con capacidad solo para el infierno.
Luego, en el “Juicio General” al final de los tiempos, existe la
“Resurrección General” del cuerpo, que compartirá el
destino eterno del alma.
La respuesta a ¨¿Qué sucede al morir“ depende de tres
cosas.
1) Depende de nosotros: de nuestra libre selección de Dios
o en contra de él, y de nuestro grado de santidad. Hay dos
232
Peter Kreeft LO QUE LOS CATÓLICOS CREEN
caminos: a la vida y a la muerte (Sal 1; Sap 3,1-8), y Dios
nos dio la dignidad increíble y alarmante de decidir nuestro
propio destino eterno.
2) Pero no depende totalmente de nosotros; porque
depende de la justicia y la vida eterna, que nosotros no
podemos cambiar. Aun Dios no puede cambiar esto, porque
es su propia naturaleza. La verdad es eterna e inevitable.
Nos podemos esconder de ella solo temporalmente, y aun
así sólo podemos esconder a Dios de nuestra vista, no
nosotros de él – como un bebé jugando a “te veo, no te veo”.
3) También depende de la gracia y de la misericordia de
Dios.
Nadie puede comprar el cielo, ni forzar la mano de Dios.
Todos los que se salvan, se salvan por la libre decisión de
Dios de ser misericordioso. Somos salvados por la
misericordia, no por la justicia. Los ciudadanos del infierno
dependen de la justicia, y la reciben. Los ciudadanos del
cielo se cobijan con la Misericordia.
8. El significado de la resurrección
Podemos descubrir el hecho de que nuestras almas son
inmortales por el uso apropiado de nuestra razón natural,
puesto que las almas son inmortales debido a su propia
naturaleza: no son materiales ni biológicas. Pero sólo la
revelación divina nos puede informar sobre la resurrección
del cuerpo, puesto que se necesita un acto sobrenatural de
Dios para resucitar cuerpos.
“El término ‘carne’ designa al hombre en su condición de
233
Peter Kreeft LO QUE LOS CATÓLICOS CREEN
debilidad y de mortalidad.532 La ‘resurrección de la carne’
significa que, después de la muerte, no habrá solamente
vida del alma inmortal, sino que también nuestros ‘cuerpos
mortales’ (Rm 8,11) volverán a tener vida” (C 990).
¿Qué significa esto? “¿Qué es resucitar? En la muerte,
separación del alma y del cuerpo, el cuerpo del hombre cae
en la corrupción, mientras que su alma va al encuentro con
Dios [en el “Juicio Particular”], en espera de reunirse con su
cuerpo glorificado [en el “Juicio Final”]. Dios en su
omnipotencia dará definitivamente a nuestros cuerpos la
vida incorruptible uniéndolos a nuestras almas, por la
virtud de la Resurrección de Jesús” (C 997).
Nuestra resurrección depende de Cristo; somos resucitados
sólo en él. Su Cuerpo resucita, y nosotros somos colocados
en su Cuerpo. Esto se hace por la fe y el bautismo. Puesto
que la Iglesia es su Cuerpo, y el “arca de salvación”.
9. La resurrección es más que inmortalidad El significado de
la resurrección de Cristo no fue meramente que era prueba
visible de vida después de la muerte. La inmortalidad del
alma siempre fue cierta y la razón humana siempre la podía
conocer. Pero la resurrección de Cristo trajo una nueva
realidad al universo: un nuevo tipo de cuerpo, un cuerpo
humano que era tan inmortal como el alma.
La inmortalidad del alma no es una idea que es singular al
cristianismo. Muchas religiones la enseñan. Pero la
resurrección del cuerpo, anticipada por los profetas judíos,
se hizo realidad sólo en Cristo.
La resurrección con Cristo es una esperanza muchísimo
mayor que la mera inmortalidad. La inmortalidad no es
234
Peter Kreeft LO QUE LOS CATÓLICOS CREEN
siquiera necesariamente una buena cosa. Si la ciencia
descubriera alguna vez cómo hacer inmortales nuestros
cuerpos actuales, por medio de la ingeniería genética, esto
no nos daría el cielo en la tierra, sino el infierno en la tierra.
Seríamos como huevos que nunca se incubaron.
Sabemos cómo es ese olor.
Un suicida no quiere inmortalidad. Quiere morir, pero no lo
puede hacer. Quiere matar su alma, pero no lo puede hacer.
Está eternamente frustrado. La inmortalidad puede ser el
infierno. (“Puede ser” – no todos los suicidas van
necesariamente al infierno, puesto que muchos tienen
motivos mixtos, mente y corazones confundidos, y no
tienen el pleno conocimiento ni el pleno consentimiento
necesarios para un pecado mortal. Los que son
parcialmente sanos son solamente parcialmente
responsables de sus pecados).
10. ¿Es irracional la resurrección?
Los cristianos en Corinto, a quienes San Pablo escribió dos
epístolas en el Nuevo Testamento, aparentemente
pensaban que la resurrección de Cristo (y la suya propia)
no podía ser literalmente real, no una resurrección del
cuerpo, sino (como actualmente enseñan muchos teólogos
modernistas) una “resurrección de fe” – algo que estaba en
los corazones y vidas de los discípulos más que una
resurrección real del cuerpo de Cristo; una “resurrección de
fe de Pascua” ¡sin una verdadera pascua! Los corintios
pensaban que la idea de una resurrección literal era cruda,
ingenua e irracional.
Para la respuesta de San Pablo, lea el primer capítulo de su
235
Peter Kreeft LO QUE LOS CATÓLICOS CREEN
primera Carta a los Corintios, especialmente los versículos
12-19.
“Desde el principio, la fe cristiana en la resurrección ha
encontrado incomprensiones y oposiciones543... Se acepta
muy comúnmente que, después de la muerte, la vida de la
persona humana continúa de una forma espiritual. Pero
¿cómo creer que este cuerpo tan manifiestamente mortal
pueda resucitar a la vida eterna?” (C 996).
La respuesta es: Porque “para Dios todo es posible” (Mt
19,26). El Dios que creó todo el universo de la nada sin
duda puede hacer el milagro menor de hacer un cuerpo
inmortal de uno mortal.
Más bien, la pregunta debería ser: Cómo no lo podríamos
creer, puesto que Cristo, junto a sus apóstoles, y los
sucesores de ellos en la gran cadena de testigos de la
Resurrección que es la Iglesia, es quien lo dice. La
Resurrección no es una idea filosófica aceptada y basada en
la autoridad muy falible de la razón humana; es una
realidad aceptada y basada en la autoridad infalible de la
revelación divina.
11. ¿Quién resucitará?
“¿ Quién resucitará? Todos los hombres que han muerto:
‘los que hayan hecho el bien resucitarán para la vida, y los
que hayan hecho el mal, para la condenación’” (Jn 5,29)545
(C 998).
12. ¿Cuándo resucitarán?
“‘[E]n el último día’, (Jn 6, 39-40, 44, 54; 11,24) ‘al fin del
236
Peter Kreeft LO QUE LOS CATÓLICOS CREEN
mundo.’549 ... ‘El Señor mismo, a la orden dada por la voz
de un arcángel y por la trompeta de Dios, bajará del cielo y
los que murieron en Cristo resucitarán en primer lugar’ (1
Tes 4,16)” (C 1001).
13. ¿Cómo resucitarán?
“Cristo resucitó con su propio cuerpo ... pero Él no volvió a
una vida terrenal. Del mismo modo en Él ‘todos resucitarán
con su propio cuerpo, que tienen ahora,546’ pero este
cuerpo será ‘transfigurado en cuerpo de gloria’...547” (C
999).
No sabemos cómo Dios hará esto – si usará la materia de
nuestros cuerpos viejos, muertos, o si hará materia nueva,
un nuevo tipo de materia para nuestros nuevos cuerpos.
Pero sabemos que “seremos semejantes a él” (1 Jn 3,2).
“Este ‘cómo’ sobrepasa nuestra imaginación y nuestro
entendimiento” (C 1000). No debería, sin embargo,
sobrepasar nuestro entendimiento de que las obras de Dios
deberían sobrepasar nuestra comprensión. Admiración y
asombro ( thaumadzein) es la forma típica de su presencia
a través de la narrativa de las Escrituras.
14. ¿Qué sabemos de nuestros cuerpos resucitados?
La única información real de lo que sabemos sobre nuestra
futura resurrección proviene de los relatos del Evangelio
respecto al cuerpo resucitado de Cristo. Se reconocía como
Cristo; tenía continuidad con su cuerpo anterior; era él y no
otro. Y, sin embargo, era diferente – tan diferente que al
principio sus propios discípulos no lo reconocían – y luego
sí ( Lc 24,13-32; Jn 20,11-16; 21,1-13).
237
Peter Kreeft LO QUE LOS CATÓLICOS CREEN
Podía atravesar paredes (Jn 20,19) y ascender al cielo
(Hechos 1, 9-11). Sin embargo, era un cuerpo, no un
fantasma; podía comer y ser tocado ( Lc 24,36-43; Jn 20,
19-29; Mt 28,9).
15.¿Por qué resucitaremos?
Porque Dios nos ama, y ama la vida. Aquel que nos ha
ordenado, a través de su profeta Moisés, a “escoger la vida”
(Dt 30,19) practica lo que predica. El quien es vida misma,
vida eterna, escogió crear numerosas formas de vida
temporal, culminando en el hombre; y cuando el hombre
escogió la muerte Dios escogió restaurar el hombre a la
vida plena, cuerpo y alma. “Pues el salario del pecado es la
muerte; pero el don de Dios, la vida eterna en Cristo Jesús
Señor nuestro” (Rm 6,23).
16. La importancia del cuerpo en el cristianismo.
La resurrección de Cristo otorga nueva dignidad a nuestros
cuerpos al revelarnos un destino eterno nuevo, inesperado
y glorioso para ellos. Dice C.S. Lewis; “Estos cuerpos
pequeños y perecederos que tenemos ahora nos fueron
dados de la misma forma en que se regala un caballito a un
estudiante. Tenemos que aprender a entrenarlos: no que
algún día quizás no tengamos necesidad de los caballos,
sino para que algún día podamos montarlos sin silla, con
confianza y regocijo, esas grandes montas, esos caballos
con alas, brillantes e impresionantes que a lo mejor ahora
nos esperan con impaciencia, escarbando la tierra con sus
patas y resoplando en los establos del Rey” ( Miracles).
“Esperando este día, el cuerpo y el alma del creyente,
participan ya de la dignidad de ser ‘en Cristo’” (C 1004).
238
Peter Kreeft LO QUE LOS CATÓLICOS CREEN
En la mayoría de las religiones (por ejemplo, el hinduismo),
sólo el espíritu es inmortal. En algunas (p. ej., el
gnosticismo), sólo el espíritu es bueno. En algunas (p. ej. el
budismo), sólo el espíritu es real. Pero para los cristianos, el
cuerpo es real, bueno e inmortal.
Ninguna religión exalta la materia y el cuerpo como lo hace
el cristianismo.
1) Dios lo creó y lo declaró “bueno” (Gn 1).
2) Dios unió el cuerpo del hombre con su alma inmortal
para hacer una sustancia, un ser.
3) Y por consiguiente hizo el cuerpo inmortal como el alma,
por medio de la resurrección.
4) Él usa la materia para hacer nuevas almas eternas, en
una relación sexual.
5) Él se encarnó en materia y con un cuerpo humano.
6) Y se quedó con su cuerpo humano para siempre. Desde
que Cristo llevó su naturaleza humana, cuerpo y alma, al
cielo en la Ascensión, Dios tiene un cuerpo para siempre.
Cristo no se “desencarnó” cuando ascendió”.
7) Ahora Él usa la materia para salvar almas en el Bautismo
y la Eucaristía.
“‘La carne es soporte de la salvación’572. Creemos en Dios
que es el creador de la carne; creemos en el Verbo hecho
carne para rescatar la carne; creemos en la resurrección de
la carne, perfección de la creación y de la redención de la
carne” (C 1015).
239
Peter Kreeft LO QUE LOS CATÓLICOS CREEN
Casi todas las otras religiones son religiones sólo de
espíritu.
Identifican la bondad, sólo con las buenas intenciones y la
buena voluntad. Pero el cristianismo no separa el espíritu
como sagrado de la materia como profana; la materia
también es sagrada. Dios no restringe la religión a la
espiritualidad o interioridad solamente.
Creó cuerpos al igual que espíritus; ordenó y prohibió
ciertas acciones externas así como ciertas intenciones
internas; y nos redimió del pecado y de la muerte al asumir
un cuerpo humano, derramando su sangre y resucitando en
cuerpo de la muerte.
Otras religiones buscan “espiritualidad”. Pero el
cristianismo busca santidad. El ser un espíritu no significa
necesariamente ser bueno; el ser más malvado que existe, el
Demonio, es un espíritu puro, un ángel caído . No se puede
culpar el pecado respecto a la materia o el cuerpo, que Dios
hizo y volverá a hacer, sino en nuestra propia mala
voluntad y en nuestras malas decisiones. Nuestros pecados
serán destruidos eternamente, pero nuestros cuerpos no.
Las consecuencias morales prácticas de esta doctrina de la
resurrección como destino del cuerpo son radicales,
especialmente para la cultura contemporánea. “[En esta]
dignidad de ser ‘en Cristo’ donde se basa la exigencia del
respeto hacia el propio cuerpo, y también hacia el ajeno...”
(C 1004). “¿No sabéis que nuestros cuerpos son miembros
de Cristo?... ¿No sabéis que vuestros cuerpos son miembros
de Cristo? … ¿O no sabéis que vuestro cuerpo es templo del
Espíritu Santo, que está en vosotros y habéis recibido de
Dios, y que no os pertenecéis? ¡Habéis sido bien
240
Peter Kreeft LO QUE LOS CATÓLICOS CREEN
comprados! Glorificad, por tanto, a Dios en vuestro cuerpo”
(1 Co 6,15, 19-20).
El origen del hedonismo y el materialismo moderno
(especialmente la “revolución sexual”) no es el
descubrimiento del bien o la grandeza del cuerpo, sino la
negación de ello, por la separación gnóstica del cuerpo del
espíritu, por el confinamiento de la religión y la moralidad a
la intención subjetiva (la idea errónea de que si es
motivado por amor, está bien hacer lo que nos plazca con el
cuerpo). El “materialismo” del hombre del mundo
verdaderamente surge de la negación de la santidad de la
materia y del cuerpo, que luego es usado como una mera
herramienta, una forma de llegar a la finalidad del placer y
la excitación. Su fin es subjetivamente los buenos
sentimientos en el alma, no el bien objetivo del cuerpo.
____________________
Notas del Catecismo en el orden en que aparecen en Citas usadas
en esta sección:
553 Cf. Gn 2,17.
554 Cf. Rm 6,3-9; Flp 3,10-11.
561 Cf. Rm 5,19-21.
530 Cf. Jn 6,39-40.
570 Imitación de Cristo, 1,23,1.
532 Cf. Gn 6,3; Sal 56,5; Is 40,6.
543 Cf. Hch 17,32; 1 Co 15,12-13.
545 Cf. Dn 12,2.
549 LG 48.
546 Concilio de Letrán IV; DS, 801.
547 Cf. Flp 3,21.
241
Peter Kreeft LO QUE LOS CATÓLICOS CREEN
CAPÍTULO 10
LA VIDA ETERNA
1. Nuestro destino es “vida eterna”
La historia de la vida de cualquier individuo o comunidad
toma su significado, punto y propósito de su fin. Por eso,
para saber en qué clase de historia estamos, cuál es el
“significado de la vida”, debemos conocer nuestro fin.
La Iglesia nos dice cuál es nuestro fin. Está unido a nuestro
origen. En las palabras del antiguo Catecismo de Baltimore,
“Dios me hizo para conocerlo, amarlo y servirle en este
mundo y para ser feliz con Él para siempre en el cielo”.
2. La razón confirma la fe en la vida después de la muerte La
vida después de la muerte no puede ser probada
científicamente, porque no puede ser observada
públicamente. Pero, aparte de la fe religiosa, la mente
humana puede encontrar buenas razones para creer en ella,
usando la regla básica del razonamiento científico: aceptar
una teoría porque solamente ella da razón adecuada de los
datos. Los datos aquí incluyen por lo menos tres piezas de
evidencia para la inmortalidad.
Existe, antes que nada, nuestra búsqueda universal de “algo
más” que lo que este mundo jamás nos pudiera dar. Una
verdadera
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Peter Kreeft LO QUE LOS CATÓLICOS CREEN
“vida eterna” es lo único que tiene sentido para el profundo
deseo innato que tiene la humanidad por la “vida eterna,”
un deseo que está presente en casi todos los tiempos,
lugares y culturas. “Nos has hecho para ti, oh Señor, y [por
eso] nuestros corazones no descansan hasta que descansen
en ti,” dice San Agustín al principio de sus Confesiones.
Todos los deseos naturales e innatos del corazón humano,
todos los deseos que se encuentran en todos los tiempos y
lugares porque provienen de adentro más que de afuera,
corresponden a realidades que pueden satisfacer estos
deseos: alimentos, bebida, sexo, sueño, amistad,
conocimiento, salud, libertad, belleza. Lo mismo debe
suceder con el deseo de vida eterna.
Una segunda razón para creer en la vida eterna son los
datos que se perciben por el amor. Los ojos del amor
perciben a las personas como intrínsecamente valiosas,
indispensables, irreemplazables. Si la muerte lo termina
todo, si la vida trata a estas personas indispensables como
si fueran cosas dispensables y desechables, “entonces la
vida es un tremendo horror. Nadie puede vivir de cara a la
muerte sabiendo que todo es un vacío absoluto”.
Esto lo dice hasta el agnóstico Ingmar Bergman en “El
Séptimo Sello”.
Una tercera buena razón para creer en la vida eterna es el
hecho de que tenemos almas espirituales racionales
capaces de saber verdades eternas (2 + 2 es eternamente
4), y de conocer el valor eterno del amor. Esto como
mínimo sugiere fuertemente que tenemos un parentesco
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Peter Kreeft LO QUE LOS CATÓLICOS CREEN
con la eternidad, que somos más que meras criaturas
transitorias.
Nuestro destino depende de nuestra naturaleza y de
nuestro origen. Si nuestro origen es mera materia sin alma
o propósito, y si nuestra naturaleza es, por lo tanto, sólo
organismos materiales, átomos y moléculas, entonces
nuestro destino únicamente puede ser material: volver al
polvo de donde vinimos. Porque todo lo hecho de piezas
materiales se puede desmoronar y morir. Pero si también
somos personas, individuos, almas, sujetos, yo, entonces
eso es inmortal, porque eso no está compuesto de partes
como los átomos.
¡No puedes tener medio yo! El cáncer o las balas no pueden
matar las almas.
3. Conocimiento instintivo de la humanidad de las
“Cuatro últimas cosas”
¿Qué nos enseña la Iglesia de la vida después de la muerte?
Su enseñanza se resume en las “Cuatro últimas cosas”:
muerte, juicio, cielo e infierno.
Pero hasta la humanidad fuera de la Iglesia conoce
instintivamente algo sobre estas cuatro cosas.
Lo único seguro en la vida es la muerte. Todo el mundo lo
sabe aunque no todos saben lo que viene después.
Casi todas las religiones, culturas e individuos de la historia
han creído en alguna forma de vida después de la muerte.
Puesto que el sentido innato de justicia del hombre le dice
que debe haber un juicio final, que en el análisis final nadie
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Peter Kreeft LO QUE LOS CATÓLICOS CREEN
puede burlar la ley moral y salirse con la suya, o sufrir
injusticias inmerecidas durante la vida y no ser
recompensado justamente. Y como esta justicia final no
parece ocurrir en esta vida, tiene que existir “el resto de la
historia”. Esta convicción instintiva de que debe haber una
justicia superior más que humana es casi universal. Por lo
tanto, la segunda de las Cuatro últimas cosas, el juicio,
también es ampliamente conocida. Como dicen las
Escrituras: “el que se acerca a Dios ha de creer que existe y
que recompensa a los que le buscan” (Hb 11, 6).
Y la mayoría de los hombres “se acercan a Dios,” la mayoría
de los hombres profesa una religión, la mayoría de los
hombres cree que Dios justamente “recompensa a los que
le buscan”.
La mayoría de los hombres también sabe que la justicia
distingue entre el bien y el mal, y que por lo tanto, después
de la muerte tiene que haber diferentes destinos para
nosotros, recompensa por el bien y castigo por el mal. Por
lo tanto, usualmente la humanidad también cree en alguna
forma de cielo e infierno.
4. El juicio como encuentro con Cristo
Lo que la Iglesia añade a esta sabiduría humana universal –
lo que el hombre no podría descubrir sin revelación divina
– se centra en Cristo. La Iglesia da un enfoque radicalmente
más definido al sentido instintivo e impreciso de justicia del
hombre hablándonos de Dios, y luego nos da un enfoque
aun más definido a nuestro conocimiento de Dios al
enseñarnos a Cristo.
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Peter Kreeft LO QUE LOS CATÓLICOS CREEN
Esto aplica también al Juicio final. Se trata ahora de un
encuentro con Cristo. Porque:
a) “En el atardecer de nuestra vida seremos juzgados por
nuestro amor” (San Juan de la Cruz).
b) Y nuestro amor es una respuesta al amor de Dios que se
nos dio a nosotros en Cristo (1 Jn 4, 16).
c) Por lo tanto, la norma en el Juicio final es Cristo. Como la
vida, el juicio es Cristocéntrico. “Frente a Cristo, que es la
Verdad, será puesta al desnudo definitivamente la verdad
de la relación de cada hombre con Dios607” (C 1039).
“La muerte pone fin a la vida del hombre como tiempo
abierto a la aceptación o rechazo de la gracia divina
manifestada en Cristo.577
El Nuevo Testamento habla del juicio principalmente en la
perspectiva del encuentro final con Cristo...” (C 1021).
5. Las opciones finales
En este juicio, “[c]ada hombre, después de morir, recibe en
su alma inmortal su retribución eterna en un juicio
particular que refiere su vida a Cristo, bien a través de una
purificación 582 [purgatorio], bien para entrar
inmediatamente en la bienaventuranza del cielo,583 bien
para condenarse inmediatamente para siempre
[infierno]584” (C 1022).
Sólo hay dos destinos eternos: el cielo o el infierno, unión o
desunión con Dios, la única fuente fundamental de toda
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Peter Kreeft LO QUE LOS CATÓLICOS CREEN
bondad y felicidad. Cada uno de nosotros estará con Dios o
sin Él para siempre.
No habrá reencarnación, ninguna “segunda oportunidad”
después de que termine nuestra vida.
No habrá destrucción, no habrá fin para la existencia del
alma.
No habrá cambio de especie, de ser humano a ángel, o a
ninguna otra cosa.
El “Juicio particular” ocurre inmediatamente después de la
muerte de cada individuo. El “Juicio general ocurrirá al final
del tiempo y de la historia.
Así, el guión de los eventos finales es: primero, muerte;
luego, inmediatamente, el Juicio particular; tercero, o el
infierno, o el purgatorio como preparación para el cielo; o
el cielo inmediatamente; cuarto, al final del tiempo, el Juicio
general; y finalmente “los cielos nuevos y la tierra nueva”
para los que se salven.
6. Los “cielos nuevos y la tierra nueva”
Dios creó la tierra, por amor la hizo que existiera y vio que
estaba bien (Gn 1). Nos hizo su custodio y fallamos. Pero, a
pesar de nuestro pecado, Dios restaurará la tierra al final.
“Y el mismo universo será renovado... ‘en la gloria del
cielo... cuando llegue el tiempo... con la humanidad, también
el universo entero, que está íntimamente unido al hombre y
que alcanza su meta a través del hombre, quede
perfectamente renovado en Cristo’610” (C 1042). “La
Sagrada Escritura llama ‘cielos nuevos y tierra nueva’ a esta
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Peter Kreeft LO QUE LOS CATÓLICOS CREEN
renovación misteriosa que transformará la humanidad y el
mundo611” (2 P 3, 13; C 1043).
No sabemos el momento o la forma de esta transformación
(C 1048). Pero sí sabemos cuáles son sus consecuencias.
Las consecuencias de la esperanza del alumbramiento de
una mujer embarazada son un mayor cuidado y amor por
su cuerpo.
Similarmente, las consecuencias de nuestra esperanza de
“cielos nuevos y tierra nueva” son más amor, cuidado y
aprecio y uso adecuado de esta tierra. Este universo es
como una mujer embarazada; ella es más preciada, no
menos, porque otro nacerá de ella. “[L]a espera de una
tierra nueva no debe debilitar sino más bien avivar la
preocupación de cultivar esta tierra, donde crece aquel
cuerpo de la nueva familia humana... Por ello, aunque hay
que distinguir cuidadosamente el progreso terreno del
crecimiento del Reino de Cristo, sin embargo, el primero...
interesa mucho al Reino de Dios’618” (C 1049). Porque
“‘todos estos frutos buenos de nuestra naturaleza y de
nuestra diligencia, tras haberlos propagados por la tierra...
los encontramos después de nuevo, limpios de toda
mancha, iluminados y transfigurados...’619” (C 1050).
Esta visión nos libera al instante de dos errores opuestos:
1) el menosprecio de este mundo que tienta al “espiritista”
y 2) la adoración de este mundo que tienta al “secular”. El
Evangelio cristiano no puede ser identificado con y
reducido a alguna “transformación de conciencia” interna y
espiritual (exageraciones espiritistas del gnosticismo,
budismo, Movimiento Nueva Era) o a algún programa social
externo y secular de esta paz y justicia mundana
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Peter Kreeft LO QUE LOS CATÓLICOS CREEN
(modernismo, marxismo, “el evangelio social”). No se
centra en nuestras almas ni en nuestro mundo, sino en
Dios, quien creó tanto nuestras almas como nuestro mundo,
y quien recrea nuestras almas y nuestro mundo en Cristo.
7. La realidad del infierno
Sobre la doctrina del infierno, C.S. Lewis dice: “Si estuviera
en mis manos, no hay doctrina que con más gusto yo
removería del cristianismo que ésta. Pero tiene el apoyo
total de la Escritura, y especialmente de las mismas
palabras de Nuestro Señor; siempre ha sido mantenida por
el cristianismo; y tiene el apoyo de la razón. Si se juega un
juego, hay la posibilidad de perderlo. Si la felicidad de una
criatura consiste en una entrega total, nadie puede hacer
esa entrega sino él mismo (aunque muchos puedan
ayudarlo a hacerla), y él se puede negar” ( El problema del
dolor).
Si el infierno no es real, entonces Jesucristo es un tonto o un
mentiroso. Porque Él nos lo advirtió repetidamente y con
mucha seriedad acerca del infierno. Si el infierno no fuera
real, la Iglesia y la Biblia también mienten porque ellas
también nos informan sobre lo mismo.
Pero estas tres autoridades son también nuestra única base
sólida para creer en el cielo y en el amor de Dios y el
perdón. Este perdón es algo que la razón humana por sí
sola no puede conocer, ya que éste depende de la libre
voluntad de Dios, y el saber esto depende de que Él nos
revele esta asombrosa sorpresa. (“Fe” significa responder a
esta revelación y aceptar este regalo.) De modo que nuestra
base para creer en la realidad del infierno es exactamente
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Peter Kreeft LO QUE LOS CATÓLICOS CREEN
la misma autoridad de nuestra base para creer en la
realidad del cielo: Cristo, su Iglesia y sus Escrituras.
8. La causa del infierno: el libre albedrío humano El infierno
es una posibilidad real porque nuestra voluntad es libre. Si
nos fijamos en las implicaciones de la doctrina del libre
albedrío, encontraremos en ella la doctrina del infierno
como una “parte necesaria del paquete”.
Nuestra salvación consiste esencialmente en unión con
Dios, matrimonio espiritual con Dios, una relación de amor
con Dios. Y el amor en su esencia es libre, una libre
selección de la voluntad.
Dios ha hecho su parte libremente al traernos a la
existencia por amor, creándonos, y luego redimiéndonos
del pecado a un costo infinito para Él, en la cruz. Pero si
nosotros no hacemos nuestra parte libremente, no
podemos alcanzar este fin de una unión de amor con Dios.
Dios no nos obligará a amar; si la libertad es forzada ya no
es libertad; y si es voluntaria, ya no es forzada.
“Salvo que elijamos libremente amarle no podemos estar
unidos con Dios. Pero no podemos amar a Dios si pecamos
gravemente [mortalmente: de manera seria, con pleno
conocimiento y consentimiento de la voluntad] contra Él,
contra nuestro prójimo o contra nosotros mismos: ‘Quien
no ama permanece en la muerte ...’(1 Jn 3, 15)” (C 1033).
“Morir en pecado mortal sin estar arrepentido ni acoger el
amor misericordioso de Dios significa permanecer
separados de Él para siempre por nuestra propia y libre
elección. Este estado de autoexclusión definitiva de la
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Peter Kreeft LO QUE LOS CATÓLICOS CREEN
comunión con Dios y con los bienaventurados es lo que se
designa con la palabra ‘infierno’” (C 1033).
“Dios no predestina a nadie a ir al infierno ...605” (C 1037)
La causa del infierno no es Dios sino el hombre.
9. No hay “segunda oportunidad” después de la muerte Dios
perdona todo pecado – con sólo arrepentirnos mientras
aún hay tiempo (durante la vida).
Dios ya nos ha perdonado. Pero el perdón es un don – un
regalo de amor – y un regalo tiene que ser recibido
libremente así como tiene que ser dado libremente. Si no lo
recibimos libremente mientras aún hay tiempo, nunca lo
tendremos, no somos perdonados; tenemos justicia en vez
de misericordia. “Pues el salario [justo] del pecado es la
muerte; pero el don de Dios, la vida eterna en Cristo Jesús
Señor nuestro” (Rom 6, 23).
No hay “segunda oportunidad” luego de la muerte puesto
que ya no hay más tiempo. Nuestro período de vida llega a
su fin. El tiempo de arrepentimiento y salvación es ahora:
“¡Mirad!, ahora [es] el tiempo favorable; mirad ahora [es] el
día de salvación” (2 Cor 6, 2). Después de la muerte, nuestra
alma ya no se encuentra en este cuerpo material ni en este
universo material, que es el lugar donde reside el tiempo.
La muerte es un “punto de no regreso”, final, definitivo. “De
mismo el destino de los hombres es que mueran una sola
vez, y luego ser juzgados” (Heb 9, 27).
10. ¿Cómo es verdaderamente el infierno?
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Peter Kreeft LO QUE LOS CATÓLICOS CREEN
Era típico de los escritores medievales usar metáforas
gráficas para el infierno, mostrándolo, por ejemplo, como
una prisión rodeada por paredes de mil millas de espesor
contra la cual un alfiler puede hacerle un rasguño cada
siglo. Los condenados tienen menos esperanza de
eventualmente escapar que tendrían los prisioneros de
escapar de un lugar así.
El punto de tales imágenes no es literal, pero es
infinitamente serio. Cristo usó imaginería igualmente seria.
Por ejemplo, “Si tu mano te es ocasión de pecado, córtatela.
Más vale que entres manco en la Vida que, con las dos
manos, ir a la gehenna, al fuego que no se apaga” (Mc 9, 44).
La Iglesia no nos pide que tomemos literalmente la
metáfora popular para el infierno: demonios con cuernos,
rabos y trinchantes puntiagudos, una cámara de torturas y
fuego físico. Sin embargo, sí nos pide que tomemos en serio
la imaginería que proviene de Cristo.
Las imágenes pueden ser ciertas aun cuando no sean
literales. Y las imágenes de Cristo tienen que ser ciertas
puesto que nos llegan de la misma Verdad.
La imagen de mayor prominencia es el fuego. El fuego es un
agente de destrucción. “Jesús habla con frecuencia de la
‘gehenna’ y del ‘fuego que nunca se apaga601’ reservado a
los que, hasta el fin de su vida rehúsan creer y convertirse,
y donde se puede perder a la vez el alma y el cuerpo602” (C
1034). Gehenna era un valle ( Ge Hinom) fuera de la ciudad
santa de Jerusalén. Cuando los judíos entraron por primera
vez a la Tierra Prometida bajo el liderazgo de Josué
alrededor de 15 siglos antes de Cristo, encontraron tribus
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Peter Kreeft LO QUE LOS CATÓLICOS CREEN
cananeas paganas que vivían allí usando este valle como el
lugar donde sacrificaban a sus propios hijos a sus malvados
dioses-demonios quemándolos vivos. Los judíos
reconocieron esto como algo tan sobrenaturalmente
diabólico que se negaron a vivir en este lugar maldito y lo
usaron sólo para quemar basura día y noche con un fuego
perpetuo.
El fuego es una imagen natural del infierno, puesto que el
fuego destruye. Cristo nos dice: “No temáis a los que matan
el cuerpo, pero no pueden matar el alma; temed más bien al
que puede llevar a la perdición alma y cuerpo en la
gehenna” (Mt 10, 28). El fuego del infierno podría no ser un
fuego físico externo, pero ciertamente es el fuego espiritual,
fuego autodestructor del orgullo, egoísmo, soberbia o
rebelión: es el estado autodestructor de alguien encerrado
en sí mismo, destruyéndose al negarse a entregarse en la fe,
o la esperanza, o el amor. Cualquier alma que no muera a su
propia voluntad, y desee la voluntad de Dios, no puede vivir
con Dios en el cielo. Puesto que el morir a la voluntad
propia y vivir en un amor desprendido es la esencia misma
de la propia vida de Dios, y la esencia del cielo. La
identificación de la salvación eterna con el amor generoso
no es una “opción” sólo para “gente religiosa”; es necesaria
para cada persona, puesto que depende no de la elección
inconstante del hombre, sino de la naturaleza inmutable de
Dios.
Puesto que el amor generoso es la naturaleza esencial de la
vida del Creador y Diseñador de todas las almas humanas,
es la única fuente de vida para tal alma en tiempo o en la
eternidad. Es para lo que estamos diseñados. La alternativa
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Peter Kreeft LO QUE LOS CATÓLICOS CREEN
no es otra forma de vida, sino la muerte. En el tiempo, este
es el estado de pecado mortal; en la eternidad es el infierno.
Cualquier otra cosa que haya en el infierno, “la pena
principal del infierno consiste en la separación eterna de
Dios en quien únicamente puede tener el hombre la vida y
la felicidad para los que ha sido creado y a las que aspira”
(C 1035). “Toda tu vida un éxtasis inalcanzable ha rondado
justo más allá de lo que pueda abarcar tu conocimiento. El
día llegará cuando despertarás para encontrar, más allá de
toda esperanza, que lo has alcanzado, o de otro modo, que
estaba a tu alcance y lo has perdido para siempre” (C.S.
Lewis).
Existen muchos términos diferentes para el estado esencial
del alma que se dirige al cielo: estado de gracia, “nacer de
nuevo” del Espíritu, penitencia (arrepentimiento), fe,
esperanza y amor ( ágape), deseando la voluntad de Dios,
morir a sí mismo, humildad y sumisión ( islam). También
existen muchos términos diferentes para el estado esencial
del alma opuesto que la dirige al infierno: estado de pecado
mortal, “la carne,” impenitencia, incredulidad,
desesperación, desamor, egoísmo, orgullo, soberbia. La
forma más simple de decirlo es ésta: “Sólo habrá dos clases
de personas al final: aquellos que le dicen a Dios: ‘hágase Tú
voluntad’ y aquellos a quienes Dios les dice al final: ‘hágase
tu voluntad’” (C.S. Lewis, El gran divorcio). Todo el que llega
al infierno puede cantar: “Lo hice a mi manera.”
11. Purgatorio
El purgatorio existe porque Dios es tanto justo como
misericordioso.
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Peter Kreeft LO QUE LOS CATÓLICOS CREEN
El purgatorio es como “fuego de fundidor” (Mal 3, 2). Refina
y purifica a aquellos que al momento de la muerte no son lo
suficientemente buenos para un cielo inmediato o
suficientemente malos para el infierno. “Los que mueren en
la gracia y en la amistad de Dios, pero imperfectamente
purificados, aunque están seguros de su eterna salvación,
sufren después de su muerte una purificación, a fin de
obtener la santidad necesaria para entrar en la alegría del
cielo” (C 1030). “La Iglesia llama Purgatorio a esta
purificación final de los elegidos que es completamente
distinta del castigo de los condenados” (C 1031).
Santa Catalina de Génova dice que aunque el purgatorio es
incomparablemente doloroso porque vemos todo el horror
de nuestros pecados, sin embargo es incomparablemente
gozoso porque Dios está allí con nosotros y estamos
aprendiendo a someternos a su verdad, a su luz. También
es gozoso porque todos los que están en el purgatorio ya
han pasado el juicio particular y están seguros de su
eventual entrada al cielo.
La existencia del purgatorio surge lógicamente de dos
hechos: nuestra imperfección en la Tierra y nuestra
perfección en el cielo.
a) En el momento de la muerte, la mayoría de nosotros no
estamos completamente “santificados” (purificados, hechos
santos) aunque estamos “justificados” o salvados al haber
sido bautizados en el Cuerpo de Cristo y por lo tanto
habiendo recibido en nuestras almas la vida sobrenatural
de Dios, habiéndolo aceptado a Él por fe y no habiéndolo
rechazado con un pecado mortal sin arrepentimiento.
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Peter Kreeft LO QUE LOS CATÓLICOS CREEN
b) Pero en el cielo, estaremos perfectamente santificados
sin residuos de malos hábitos o imperfecciones.
c) Por lo tanto, para la mayoría de nosotros tiene que haber
un cambio adicional, alguna purificación, entre la muerte y
el cielo. Esto es el purgatorio.
El purgatorio es como el portal del cielo, o la incubadora del
cielo, o la lavandería del cielo. A diferencia del cielo y el
infierno, el purgatorio es temporal. El purgatorio quita el
castigo temporal que aún debemos por nuestros pecados
después del bautismo. La fe y el arrepentimiento ya nos han
salvado del castigo eterno debido a nuestros pecados, es
decir el infierno. Existen sólo dos destinos eternos, no tres:
cielo o infierno, estar en la presencia de Dios o sin Él.
El objetivo del purgatorio no es el pasado, y no es un
castigo externo meramente legal por pecados pasados,
como si nuestra relación con Dios aún estuviese bajo la Ley
Antigua. Su objetivo más bien es el futuro, y es
“rehabilitación” interna, es adiestramiento para el cielo.
Porque nuestra relación con Dios ha sido cambiada
radicalmente por Cristo; fuimos “adoptados” como sus hijos
y nuestra relación ahora es fundamentalmente filial y
familiar, no legal. El purgatorio es la disciplina paternal
amorosa de Dios. (ver Hb 12, 5-14).
12. ¿Está el purgatorio en las Escrituras?
Los protestantes argumentan contra el purgatorio al
basarse en sus principios de sola scriptura (sólo la
Escritura) – que por cierto es un principio que no aparece
en las Escrituras. Pero: 1) La realidad del purgatorio se
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Peter Kreeft LO QUE LOS CATÓLICOS CREEN
encuentra en las Escrituras, aunque no la palabra
“purgatorio” – al igual que la Trinidad. Por ejemplo, las
Escrituras hablan de un fuego espiritual purificador (1 Cor
3, 15; 1 P 1, 7).
2) Los dos principios mencionados anteriormente (en el
párrafo 10) se encuentran en las Escrituras: que en la
muerte muchos de nosotros aún somos imperfectos (1 Jn 1,
8) y que en el cielo todos seremos perfectos (Mt 5, 48, Ap
21, 27). Colóquense juntos estos dos principios y
necesariamente surge el purgatorio.
3) La Escrituras también nos enseñan a rezar por los
muertos “para que quedaran liberados del pecado” (2 Mc
12, 46) – lo cual es imposible para aquellos en el infierno y
ya consumado para aquellos en el cielo.
4) Las Escrituras también distinguen entre pecados que no
pueden ser perdonados sean antes o después de la muerte,
de pecados que pueden ser perdonados después de la
muerte (Mt 12, 31).
5) Finalmente, la Iglesia, a la que la Escritura llama
“columna y fundamento de la verdad” (1 Tm 3, 15), siempre
ha enseñado y ha definido solemne y oficialmente el
purgatorio como un dogma divinamente revelado (en los
Concilios de Florencia en el siglo XV y Trento en el siglo
XVI).
13. ¿Qué es el cielo?
1) La esencia del cielo es la verdad o luz de la presencia de
Dios. Así la describe Cristo. “Esta es la vida eterna: que te
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Peter Kreeft LO QUE LOS CATÓLICOS CREEN
conozcan a Ti, el único Dios verdadero” (Jn 17, 3). La Iglesia
llama a esto “Visión Beatífica”: “‘[v]en la divina esencia con
una visión intuitiva y cara a cara ...’587” (C 1023).
2) El cielo es nuestro hogar, nuestro destino, nuestra
realización, nuestra consumación. Cualquier otra cosa que
sea, cualquier otra cosa que se sienta, se sentirá como estar
en casa porque éste es el lugar para el que fuimos creados,
para el que fuimos hechos.
3) El cielo es felicidad. “El cielo es el fin último y la
realización de las aspiraciones más profundas del hombre,
el estado supremo y definitivo de dicha” (C 1024).
4) El cielo es el éxtasis (palabra que significa “salir de uno
mismo”) del amor de entrega olvidándose de sí (ágape) – el
amor de Dios y de todas las otras criaturas bienaventuradas
de Dios. Esto es lo que es Dios – “Dios es ágape” (1 Jn 4, 8)
– y ésta es la razón por la que Dios es felicidad eterna. Sólo
el amor puede darnos felicidad completa, porque estamos
hechos a imagen de Dios, a imagen del Amor. Amor (ágape)
en la Tierra es nuestro mejor aperitivo para el cielo; es lo
único que podemos hacer para siempre sin aburrirnos.
5) San Pablo describe la vida del cielo en una palabra: “Para
mí la vida es Cristo y (por lo tanto) la muerte una ganancia”
(Flp 1, 21). “Vivir en el cielo es ‘estar con Cristo’588” (C
1025).
6) Estar en el cielo también es ser tú mismo. Todos los
hombres nacen con una crisis de identidad que dura toda la
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Peter Kreeft LO QUE LOS CATÓLICOS CREEN
vida y en el cielo ellos “encuentran allí su verdadera
identidad, su propio nombre589” (C 1025). Dios prometió
que “al vencedor le daré ... una piedrecita blanca, y grabado
en la piedrecita, un nombre nuevo que nadie conoce, sino el
que lo recibe” (Ap 2, 17). “¿Qué pudiera ser más propio de
un hombre que este nombre nuevo que aún en la eternidad
permanece en secreto entre Dios y él? ¿Y qué significado le
daremos a este secreto? Seguramente, que cada uno de los
redimidos sabrá para siempre y alabará algún aspecto de la
belleza Divina mejor de lo que pudiera cualquier otra
criatura. ¿Para qué otra cosa fueron creadas las personas
individuales?” (C.S. Lewis).
7) Pero quizás la mejor definición del cielo es que es
indefinible. “Este misterio de comunión bienaventurada
con Dios y con todos los que están en Cristo sobrepasa toda
comprensión y toda representación. La Escritura nos habla
de ella en imágenes: vida, luz, paz, banquete de bodas, vino
del Reino, casa del Padre, Jerusalén celeste, paraíso: [pero]
‘lo que ni el ojo vio, ni el oído oyó, ni al corazón del hombre
llegó, lo que Dios preparó para los que le aman’” (1 Cor 2, 9;
C 1027).
14. El precio del cielo
Cristo habla del cielo como “la perla de gran valor” (Mt 13,
46) y como la única cosa de la que hay “necesidad” (Lc 10,
42) que hace la vida infinitamente simple a la larga. Porque
existe sólo un bien infinito: Dios y nuestra unión con Dios en
el cielo. La “Versión King James” de la Biblia nos presenta la
pregunta: “¿de qué le sirve al hombre ganar el mundo
entero si arruina su vida?”(Mc 8, 36).
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Peter Kreeft LO QUE LOS CATÓLICOS CREEN
¿Quién pronunció alguna vez palabras más prácticas que
ésas?
Dios consideró cada alma humana tan infinitamente
preciosa que el precio que Él pagó por su salvación fue
mucho más que toda la creación, fue la vida del Creador, en
la cruz.
La creación entera sería un precio demasiado bajo para
nosotros pagar por el cielo. “Si el reino de la naturaleza
fuese mío / Ese sería un regalo muy pequeño. / El amor tan
asombroso, tan divino /
Reclama mi alma, mi vida, mi todo” (Isaac Watts). Todo lo
que Dios quiere de nosotros es nuestro todo: nuestro
corazón, nuestro amor libre. Eso es algo que Él no puede
darse a sí mismo.
T.S. Eliot habla del cristianismo como “una condición de
sencillez completa / Costando no menos que / Todo”.
15. El camino al cielo
El camino al cielo es “camino hacia abajo” de Dios, no un
“camino hacia arriba” del hombre. Es gracia divina.
Es por eso que hay un camino, no muchos. Si el llegar al
cielo fuera cosa de caminos hechos por el hombre montaña
arriba, entonces todas las carreteras – todas las religiones
del mundo – serían básicamente iguales. Pero el camino es
el de “una vía” hecha por Dios, no las muchas vías que el
hombre hizo. Ningún hombre, ni siquiera un hombre que
haya encontrado el camino hacia Dios, puede ser igual al
Dios que encontró su camino hacia el hombre. Ni el místico,
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Peter Kreeft LO QUE LOS CATÓLICOS CREEN
santo o profeta más importante del mundo puede fundar
una religión igual a la fundada por el mismo Dios
encarnado. No hay religión comparable al Cristianismo
porque ningún hombre es comparable al Dios hecho
hombre.
Otras religiones enseñan que el camino al cielo (o felicidad
final y realización) es algún camino humano: por ejemplo,
practicando yoga, o experimentando una transformación de
conocimiento en ilustración u obedeciendo bien la ley, o
siendo lo suficientemente sincero y bondadoso. Pero la
respuesta al cristianismo es una Persona: Aquel que dijo:
“Yo SOY el Camino, la Verdad y la Vida. Nadie va al Padre
sino por mí” (Jn 14, 6). Cristo no meramente nos enseña el
camino al cielo; Él es el camino al cielo.
Y el único camino. Él mismo dice que: la idea no fue
inventada por ningún hombre ni por la Iglesia. La Iglesia
debe ser fiel a las palabras de su Maestro y no cambiarlas a
algo más “políticamente correcto.”
Los hombres han construido muchas carreteras subiendo la
montaña religiosa, buscando a Dios, y hay mucha verdad,
bondad y belleza, que se pueden encontrar en estas
carreteras. Pero Dios hizo una carretera hacia abajo – Dios
se vino a ser la carretera hacia abajo
– Aquel que “bajó del cielo” (Jn 3, 13) buscando al hombre.
Si este hombre no es el que alega ser – Dios encarnado y el
único camino al cielo – entonces Él es el mentiroso más
arrogante o lunático del mundo. Y si Él es el que clama ser,
entonces “no hay bajo el cielo otro nombre dado a los
hombres por el que nosotros debamos salvarnos” (Hch 4,
261
Peter Kreeft LO QUE LOS CATÓLICOS CREEN
12). Todos los que se salvan, sean cristianos, judíos,
musulmanes, budistas, paganos o ateos son, en efecto,
salvados por Cristo, no importa cuán imperfectamente
puedan conocerlo a Él.
Los católicos lo pueden conocer con mayor detalle y
profundidad que los demás, por las enseñanzas de la Iglesia
que Él fundó para enseñar en su nombre y con su
autoridad. Por lo tanto, los católicos tienen una
responsabilidad mayor de practicar la verdad que ellos
conocen plenamente y compartirla con el mundo en
palabra y obra. En las palabras de San Francisco de Asís,
nuestra tarea es: “Predica el Evangelio. Si fuera necesario,
usa palabras”.
____________________
Notas del Catecismo en el orden en que aparecen en Citas usadas
en esta sección:
607 Cf. Jn 12, 49.
577 Cf. 2 Tm 1, 9-10.
582 Cf. Concilio de Lyón II: DS, 857: 858; Concilio de Florencia II: ibíd.,
1304-1306; Concilio de Trento ibíd., 1820.
583 Cf. Benedicto XII, Benedictus Deus: DS 1000-1001; Juan XXII, Bula
Ne super his: DS 990.
584 Cf. Benedicto XII, Benedictus Deus: DS 1002.
610 LG 48.
611 Cf. Ap 21, 1.
618 GS 39 § 2.
619 Ibíd., 39, 3; cf Id., Lumen gentium, 2.
605 Cf. Concilio de Orange II: DS 397; Concilio de Trento: ibíd., 1567.
601 Cf Mt 5, 22.29, 13, 42.50; Mc 9, 43-48.
602 Cf. Mt 10-28.
587 Benedicto XII, Benedictus Deus: DS 1000; cf. LG 49.
588 Cf. Jn 14.3; Flp 1, 23; 1Ts 4, 17.
589 Cf. Ap 2, 17.
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Acerca del Servicio de Información Católica Los Caballeros de
Colón, desde su fundación, han participado en la evangelización.
En 1948, los Caballeros iniciaron el Servicio de Información
Católica (SIC) para ofrecer publicaciones católicas a bajo costo al
público en general, lo mismo que a las parroquias, escuelas, casas
de retiro, instalaciones militares, dependencias penales,
legislaturas, a la comunidad médica, o a personas particulares
que las soliciten. Por más de 60 años, el SIC ha impreso y
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263
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Verdadera información católica y no simples opiniones.
Cómo Viven los Católicos
En relación con la nuevas generaciones, los fieles laicos deben
ofrecer una preciosa contribución, más necesaria que nunca, a
una sistemática labor de catequesis. Los Padres sinodales han
acogido con gratitud el tra-bajo de los catequistas, reconociendo
que éstos “tienen una tarea de gran peso en la animación de las
comunidades eclesiales”. Los padres cristianos son, desde luego,
los primeros e insustituibles catequistas de sus hijos... pero,
todos debemos estar conscientes del “derecho” que todo
bautizado tiene de ser instruido, educado, acompañado en la fe y
en la vida cristiana.
Papa Juan Pablo II, Christifideles Laici, 34
Exhortación Apostólica sobre la Vocación y Misión de los Laicos
en la Iglesia y en el Mundo.
Acerca de los Caballeros de Colón
Los Caballeros de Colón, una sociedad de beneficios fraternales
fundada en 1882 en New Haven, Connecticut por el Venerable
Siervo de Dios el Padre Michel J. McGivney, es la organización
más grande de laicos católicos, con más de 1.8 millones de
miembros en América, Europa y Asia. Los Caballeros ayudan a su
comunidad y a las demás comunidades, y cada año contribuyen
264
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con millones de horas de servicio voluntario a causas caritativas.
Los Caballeros fueron los primeros en brindar apoyo financiero a
las familias de los policías y del personal del departamento de
bomberos que fallecieron en los ataques terroristas del 11 de
septiembre de 2001 y trabajan muy de cerca con los obispos
católicos para proteger la vida humana inocente y el matrimonio
tradicional.
Para buscar más acerca de los Caballeros de Colón visita el sitio
www.kofc.org.
Si tiene preguntas especificas o desea obtener un conocimiento
más amplio y profundo de la fe católica, el SIC le puede ayudar.
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