Psicologia de Las Emociones y Actitudes (Autoguardado)
Psicologia de Las Emociones y Actitudes (Autoguardado)
Contenido
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Introducció n.
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PSICOLOGÍA de las emociones y actutides
Tensión nerviosa
Có mo responde el cuerpo ante la tensió n nerviosa tensió n y emociones
La depresió n
La depresió n afecta tu organismo
Diagnó stico elemental
Causas má s frecuentes de la depresió n
Psicoprofilaxis de la autoafirmació n
Algunos momentos críticos
¿Qué empeora la depresió n?
¿Una pastilla para tus problemas?
Qué hacer: decá logo antidepresivo
Cambia tu estilo de vida
Conclusiones
ANEXO. BREVE COMPENDIO SOBRE ACTITUDES
Glosario de términos
Bibliografía
A Bapu Gandhi
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PSICOLOGÍA de las emociones y actutides
Los buenos libros se presentan solos, por lo que esta obra no requeriría presentació n;
sin embargo, despué s de leerla, es difícil substraerse al placer de referirse a ella.
El tema de las emociones, actitudes y el lenguaje no verbal es de gran actualidad, y
Cé sar Á lava lo analiza en forma minuciosa y original; lo presenta con un estilo ameno, á gil
que el lector percibirá desde el comienzo de la obra, como lo afirma Ramó n Leó n,
intelectual peruano.
Hace mucho tiempo, los cavernícolas, que desconocían el lenguaje escrito u oral, se
comunicaban mediante sonidos guturales u onomatopé yicos y, bá sicamente, por medio de
mímica. Los gestos o ademanes (actitudes) má s expresivos eran los que tenían una carga
considerable de emoció n. Este lenguaje no verbal -gené tico o culturalprevalece hasta
nuestros días, en todas las civilizaciones o culturas (con algunas diferencias, por
supuesto), y es entendido en el mundo entero.
Existe una larga tradició n de investigaciones sobre el tema que muestran có mo una
compleja comunicació n inconsciente que utiliza el lenguaje del cuerpo es bá sica para el
funcionamiento armó nico de la interacció n social (la simpatía y el afecto se expresan por
lo general de este modo).
Hay culturas (como la inglesa) que pregonan que es preferible controlar los
sentimientos, a expresarlos; que es mejor reprimir el entusiasmo, las lá grimas o la ira. ¿Es
correcta esta aseveració n? ¿Qué pasa con los sentimientos que no se expresan? Muchas
personas sostienen que no desaparecen sino que siguen existiendo bajo la superficie, a
"flor de piel", o se almacenan en el subconsciente para luego brotar inesperadamente,
alterando las pautas reactivas e incluso la conducta exterior.
¿La ira que no se expresa puede volverse en contra de nosotros? ¿Los temores que
callamos pueden volvemos tímidos? Tambié n solemos preguntamos: ¿Es posible tener
una apariencia desafiable, pero interiormente sentir miedo y ansiedad? ¿Las agresiones
y las decepciones por las que nunca hemos llorado nos vuelven desconfiados?
Las respuestas a las preguntas anteriores, y a muchas otras, las encontraremos en este
libro que abarca los aspectos má s interesantes de la comunicació n no verbal.
Al ser uno de los pocos libros latinoamericanos que abordan el tema, se convierte en
una obra de gran utilidad para quienes se interesen en conocer con mayor profundidad
las emociones, gestos y actitudes.
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PSICOLOGÍA de las emociones y actutides
Introducción
Los individuos nerviosos, aprietan muchas veces los dientes,
los maxilares, y sus manos se contraen. Las personas inquietas
fruncen la frente en señal de atención.
BENSABAT, SOLY
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PSICOLOGÍA de las emociones y actutides
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PSICOLOGÍA de las emociones y actutides
I
Empecemos admitiendo que la fisiología cumple una funció n concreta de efecto-causa o
reacció n de manera mecá nica; y que el poder conductor de las fibras nerviosas crece con
la frecuencia de su excitació n, ante el estímulo e intensidad correspondientes.
La especie humana nos da ejemplos aná logos en la herencia de ciertas costumbres o de
determinados gestos inusitados.
Segú n la observació n de Gratiolet", el hombre, al rechazar ené rgicamente una
proposició n, cerrará casi siempre los ojos y volverá la cabeza. Si, por el contrario, accede a
lo que se le pide, inclinará afirmativamente la cabeza abriendo mucho los ojos. En este
ú ltimo caso, obra cual si viera claramente la cosa misma y, en el primero, como si no la
viese o no la quisiera ver.
Cuando se mueven bruscamente las miradas hacia un objeto, o se pasean en derredor,
se elevan siempre las cejas de modo que se puedan abrir pronto y lo má s posible los ojos.
En la mayoría de los casos precedentes, podemos comprender Có mo los movimientos
asociados han sido adquiridos por la costumbre, pero en algunos individuos, ciertos gestos
extrañ os y movimientos se han mostrado unidos a determinados estados de espíritu o de
animosidad por causas completamente no explicables, y que pudieran ser hereditarias ...
Cuando los niños aprenden a escribir, suelen sacar la lengua y menearla de un modo
visible, siguiendo los movimientos de sus dedos. Esto guarda total relación con el
homúnculo de Penfield: el hombre es ante todo lengua, labios y dedos (como queriendo
indicar un elevado grado de sensitividad en éstos o clara correspondencia de coordinació n
viso motriz, atenció n o intelectividad).
Muchas de estas acciones reflejas son expresivas, y algunas llegan a confundirse con los
actos o gestos producidos por la costumbre y pueden apenas ser distinguidas. La tos y el
estornudo son ejemplos familiares de acciones reflejas. En los niñ os, el primer acto
respiratorio suele ser un estornudo, no obstante exigir los movimientos coordinados de
muchos mú sculos. La respiració n es, en parte, voluntaria, pero es sobre todo refleja, y sin la
intervenció n de la voluntad se cumple del modo má s natural y regular.
Es fá cil ver la diferencia que existe entre los movimientos reflejos y los movimientos
voluntarios. Los niñ os, por ejemplo, son incapaces -segú n E. Horlandde ejecutar ciertos actos
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PSICOLOGÍA de las emociones y actutides
má s o menos aná logos al estornudo y la tos. No pueden sonarse la nariz (es decir, de oprimirse
la nariz y de soplar violentamente a través del orificio disminuido) y desembarazar su
garganta de la saliva. Es menester enseñ arles a cumplir estos actos, que les será n, cuando sean
mayores, casi tan fá ciles como acciones reflejas. Sin embargo, el estornudo y la tos tal vez no
dependen nada de la voluntad, mientras que los actos de rascarse la garganta y de limpiarnos
la nariz son enteramente voluntarios.
Cuando tenemos conciencia de la presencia de una partícula irritable en nuestras fosas
nasales o en nuestras vías respiratorias (conciencia que nos es transmitida por la excitació n de
las mismas células nerviosas sensitivas), por medio del estornudo y de la tos podemos
expulsar voluntariamente ese cuerpo extrañ o empujando aire con fuerza a través de esos
conductos. Pero la acció n de nuestra voluntad no tiene tanta energía, rapidez y precisió n
cuando interviene la acció n refleja.
La violencia de un estremecimiento parece depender en parte de la vivacidad de la
imaginación, y en parte del estado habitual momentá neo del sistema nervioso.
El estremecimiento causado por un ruido sú bito, cuando el estímulo es transmitido por los
nervios auditivos, va acompañ ado siempre en el adulto del guiñ o de los pá rpados.
Cuando un hombre se estremece, los movimientos de su corazó n elevan violentamente su
pecho (y se abren las fosas nasales), en lo cual se puede decir tenemos el ejemplo de un ó rgano
que nunca se ha encontrado bajo la influencia de la voluntad y que toma parte en los
movimientos reflejos generales de la economía (o del menor esfuerzo, para evitar consumir
energía propia; ergonomía).
Los gestos opuestos de afirmació n y negació n (empleados lentamente en el aprendizaje de
los sordomudos), como el de agachar la cabeza y el de moverla lateralmente, fueron tal vez
naturales en su origen. Del mismo modo, la agitació n de la mano, de derecha a izquierda,
movimiento del que se valían algunos salvajes para decir no, fue quizá s producto de la
imitació n del movimiento de la cabeza.
En la especie humana, el mejor ejemplo que podemos citar de gestos directamente opuestos
a otros movimientos y que se producen naturalmente en un estado de espíritu contrario, es el
encogimiento de hombros. Expresa la impotencia o negativa; significa que una cosa no
puede hacerse o es imposible evitarlo (resignació n). Este gesto es a veces empleado
premeditada y voluntariamente, pero es muy improbable que haya sido creado sú bitamente, y
fijado en seguida por la costumbre, porque no só lo se encoge de hombros el niñ o bajo la
influencia de los estados de espíritu mencionados (negativa, sorpresa o indiferencia), sino que
el movimiento de que se trata va acompañ ado de diversos movimientos accesorios de los que
ni un hombre por cada mil tiene conciencia, a menos de haberse ocupado especialmente del
asunto.
Si un hombre o un niñ o encolerizado grita a otra persona ¡vá yase... vete... sal de aquí...!,
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PSICOLOGÍA de las emociones y actutides
generalmente extiende el brazo como para rechazarle, aun cuando su adversario esté lejos
de él y aun cuando sea completamente inútil confirmar la palabra con el gesto.
Por el contrario, cuando deseamos vivamente que una persona se aproxime a nosotros,
hacemos el gesto de atraerla a nuestro lado (indicamos con la mano hacia adentro, nos
apuntamos).
Con seguridad que, si de alguna utilidad le son al hombre o a cualquier otro animal, los
gritos inarticulado s (o lenguaje incomprensible), pueden también emplearse
voluntariamente; con lo cual la costumbre (há bito) de emplearlos se fortifica. Pero, sean
o no ú tiles como medio de comunicación -razonando por analogía o inferencia-,
bastaría la tendencia a cumplir movimientos opuestos bajo la influencia de sensaciones o
emociones inversas (e inclusive por efecto de la presió n ecoló gica o del medio
sociocultural) para hacerlos hereditarios después de un largo uso (como
genéticamente ha habido un aprendizaje por influencia de su há bitat); muchos
movimientos expresivos debido al principio de la antítesis (reacció n al frío-calor, gusto-
disgusto, etc.) son hereditarios.
Ciertos actos o gestos que reconocemos como expresivos de tales o cuales estados del
espíritu resultan directamente de la constitució n misma del sistema nervioso, y han sido,
desde el origen, independientes de la voluntad y en gran parte también independientes
de la costumbre.
Cuando el sensorio es fuertemente excitado, la fuerza nerviosa engendrada en exceso
se transmite en direcciones que dependen de las conexiones de las células nerviosas; y si
se trata del sistema muscular, de la naturaleza de los movimientos que son habituales. En
otros casos, la influencia de la fuerza nerviosa parece, por el contrario, interrumpirse.
Es indudable que el organismo no ejecuta ningú n movimiento que no sea determinado
por la constitució n del sistema nervioso. Mas no se trata aquí de los gestos ni de los actos
cumplidos bajo el imperio de la voluntad o de la costumbre, ni de los que derivan del
principio de la antítesis. El asunto que abordamos está lleno de obscuridad.
Por otra parte, nunca resultó inú til al hombre formarse una justa idea de su ignorancia.
El caso má s terminante que cabe citar de esta influencia del sistema nervioso -caso por
otra parte raro y anormal la decoloració n de los cabellos que se ha visto suceder a un
terror o a un dolor excesivo.
Un ejemplo típico es el relativo a un hombre que siendo conducido al suplicio, en la
India, el cambio operó con tal rapidez, que la mirada podía seguir sus progresos
(involutivos). Otro buen ejemplo es el temblor muscular (ante el temor, miedo o pá nico a
veces), que es comú n a la mayoría de los hombres. Este temblor no tiene ninguna
utilidad, hasta es perjudicial en ocasiones. Con seguridad no se produjo en su origen
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PSICOLOGÍA de las emociones y actutides
transfiguració n la de la madre. Será una madre con aire amenazador, ojos brillantes,
rostro coloreado, con los senos levantados, las ventanas de la nariz dilatadas, el
corazón palpitante. Son manifestaciones, no del amor maternal, sino de la có lera, que ha
sido en efecto la verdadera causa que las ha provocado.
El amor recíproco de ambos sexos no se asemeja en nada al amor maternal. Cuando
dos amantes está n en presencia uno de otro, su corazó n late, la respiració n se acelera, el
rostro enrojece (al menos el de uno de ellos). Es que este amor no es inexpresivo, como
el de la madre por su hijo.
Un hombre puede tener el alma devorada por la sospecha, el rencor, la envidia o los
celos sin que estos sentimientos provoquen por sí mismos algú n acto, sin que se revelen
por algú n signo exterior, aun cuando su duració n sea generalmente má s o menos
prolongada. Todo lo que puede decirse es que é ste no parece, con seguridad, ni alegre,
ni de humor agradable. Si se ve que tales sentimientos estallan en excesos exteriores es
que el furor los ha reemplazado, traducié ndose desde este instante por sus modos de
expresió n ordinarios.
Con frecuencia se han dividido las emociones en dos categorías: las que excitan y las
que deprimen.
Cuando todas las funciones del cuerpo y del espíritu -movimiento voluntario e
involuntario, percepció n, sensació n, pensamiento, etc.-, se cumplen con má s energía y
rapidez que en estado normal, puede decirse que el hombre está excitado. En caso
contrario puede decirse que está deprimido. Entre las emociones excitantes, la có lera y
la alegría figuran en primera línea. Provocan, naturalmente -la primera sobre todo-,
ené rgicos movimientos que obran sobre el corazó n, y por su mediació n, sobre el
cerebro.
Una prueba de la naturaleza excitante de la có lera es que en ocasiones se ve que un
hombre rendido de fatiga, se irrita por ofensas imaginarias, con el fin inconsciente de
reanimar sus fuerzas.
Muchos otros estados del espíritu que parecen excitantes, se tornan en breve
deprimentes en el má s alto grado. Mírese a una madre que acaba de perder sú bitamente
a su hijo. Ciertamente cabe considerarla como presa de cierta excitació n. Se le
contempla loca de dolor. Corre al azar y siempre adelante, se arranca los cabellos,
desgarra sus ropas, se tuerce las manos. Este ú ltimo gesto deriva tal vez del principio
de la antítesis, descubriendo un sentimiento íntimo de debilidad y de la inanidad de
todo esfuerzo. Respecto a los otros gestos desordenados, pueden explicarse en
parte por el alivio que procura la acción muscular, y en parte por la influencia de
la excesiva fuerza nerviosa y sin direcció n que emana del sensorio sobreexcitado.
Agreguemos que uno de los primeros pensamientos que comú nmente se presentan en
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PSICOLOGÍA de las emociones y actutides
nuestro espíritu, frente a la imprevista pérdida de un ser querido, es: era posible hacer
algo má s para salvarle.
Bajo el imperio de tales pensamientos, fuertemente grabados en el espíritu, debe
producirse, en virtud del principio de la asociació n principal, una tendencia muy
marcada a una acció n ené rgica de cualquier naturaleza.
Pero en cuanto en el alma desolada se deja ver la convicció n íntima de que no había
ningú n recurso, este dolor frené tico cede el lugar a la desesperació n o a una sombría
tristeza. Entonces, el infortunado se sienta, inmó vil, o con un ligero balanceo. La
circulación sanguínea se hace más lenta, la respiración es casi insensible, y el
pecho exhala hondos suspiros. Este nuevo estado obra sobre el cerebro. Pronto llega
la postració n, los mú sculos se cansan, los pá rpados se entorpecen. La asociació n habitual
no provoca ya ningú n acto. Entonces es cuando los amigos intervienen, excitá ndolo a
cumplir cualquier acto voluntario en lugar de absorberse en un dolor mudo e inmó vil.
Este ejercicio estimula el corazó n, que obra sobre el cerebro y ayuda al alma a soportar
el triste peso que se le ha impuesto.
Un vivo sufrimiento trae muy pronto una depresió n o una postració n extrema. Al
principio obra como un estimulante e incita a la acció n. Produce rá pidamente una
postració n completa que se tomaría por una consecuencia de esfuerzos prolongados
hechos con objeto de escapar del peligro y que en efecto pueden obedecer a esta causa,
aunque esos esfuerzos no hayan sido ejecutados por vía de asociació n. Un espanto
extremo obra con frecuencia primeramente como un poderoso estimulante.
Todos sabemos primeramente que el hombre o el animal impulsado a la
desesperació n por el terror adquiere una fuerza prodigiosa y se hace peligroso en el má s
alto grado.
En la determinació n de un gran nú mero de expresiones, es menester atribuir una
elevada influencia al principio de una acció n directa del sensorio sobre la economía,
acció n debida ú nicamente a la constitució n del sistema nervioso, y desde el principio
independiente de la voluntad. El temblor de los mú sculos, la transpiració n de la piel, las
modificaciones de las secreciones del canal alimenticio y de las glá ndulas, se manifiestan
bajo la influencia de las diversas sensaciones o emociones.
Todo acto que ha sido frecuentemente de una utilidad directa o indirecta en ciertos
estados del espíritu, para procurarse ciertas sensaciones, satisfacer ciertos deseos, etc.,
se cumple, aun en circunstancias aná logas, por efecto de la sola costumbre, incluso
cuando se ha tornado inú til. Encontramos combinaciones de este gé nero, al menos en
parte, en los gestos frenéticos que inspira el furor, en las contorsiones que provoca
el sufrimiento extremo, y tal vez tambié n en la sobreactividad del corazó n y de los
ó rganos respiratorios. Cuando estas emociones o sensaciones, u otras varias, se
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PSICOLOGÍA de las emociones y actutides
producen aun en un grado muy dé bil, existe todavía una tendencia a actos semejantes,
debido a la fuerza de la costumbre largo tiempo asociada, y aquellos actos menos
sometidos a la intervención de la voluntad son, en general, los que por más tiempo
persisten.
II
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PSICOLOGÍA de las emociones y actutides
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PSICOLOGÍA de las emociones y actutides
otra parte, para dar una apariencia má s imponente y má s terrible en presencia de terceros o
rivales, por lo general acompañ ada de diversos movimientos voluntarios encaminados al
mismo fin, y con la emisió n de sonidos onomatopéyicos cuasisalvajes. (Todo el mundo ha visto
erizarse el pelo en el perro, en el cuello y el lomo; y en el gato el cuerpo entero y
principalmente en la cola. En este ú ltimo, só lo el espanto parece dar lugar al fenó meno).
El mecanismo de este fenó meno ha sido revelado por un interesante descubrimiento de
Kalliker: el de los pequeñ os arrectores pili mú sculos lisos, involuntarios, que se adaptan a los
folículos de los pelos. Por la contracció n de estos mú sculos, los pelos pue den enderezarse
instantá neamente, al mismo tiempo que son atraídos un poco fuera de sus folículos, para
bajarse inmediatamente después. En ciertos casos se ve unirse a su acció n la de las fibras
estriadas y voluntarias del panículo carnoso subyacente. En el hombre se erizan los pelos de la
cabeza.
La contracció n de los arrectores pili no se produce ú nicamente bajo la influencia de las
emociones, sino también por efecto del enfriamiento. Comprobamos el mismo fenó meno de
cutis anserino («carne de gallina»), que se produce en nosotros durante el temblor precursor
de un acceso de fiebre (escalofrío). De los hechos que preceden resulta evidente que la
erecció n de los apéndices cutá neos es un acto reflejo independiente de la voluntad cuando se
produce bajo la influencia de la có lera o del espanto; se considera no como una facultad
adquirida con un fin ú til, sino como un fenó meno accesorio resultante, por lo menos en gran
parte, de la acció n directa del sensorio impresionado.
Sin embargo, es notable ver la facilidad con la que se manifiesta en ocasiones por efecto de
la má s ligera excitació n.
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PSICOLOGÍA de las emociones y actutides
Usted como ser humano que es, puede comunicarse conmigo de muchas maneras. Yo puedo
leer lo que usted escribe, escuchar las palabras que pronuncia, oír su risa y su llanto, mirar la
expresió n de su rostro, observar las acciones que realiza, oler el perfume que lleva, y sentir su
abrazo. En lenguaje vulgar, podemos referimos a estas interacciones diciendo que
«establecemos o mantenemos contacto»; sin embargo, só lo la ú ltima -sentir su
abrazoinvolucra un contacto corporal, ya que las demá s se realizan a distancia. Es como si
aceptá ramos automá ticamente que el contacto corporal es la forma má s fundamental de
comunicació n.
La explicació n es bastante sencilla. En la primera infancia, antes de que supiéramos hablar o
escribir, el contacto corporal fue un tema dominante.
Ahora, es importante recalcar que en el momento de nacer, el niñ o aparece flá cida, como de
goma blanda y mojada; pero casi inmediatamente bloquea y absorbe su primer aliento.
Después de unos cinco o seis segundos, empieza a llorar. Mueve la cabeza, los brazos y las
piernas con creciente intensidad, y, durante media hora, sigue protestando, con irregulares
sacudidas de los miembros, jadeos, muecas y gritos, hasta que queda generalmente en un
profundo y largo sueñ o. Pero cuando el niñ o despierta es cuando el abrazo uterino tendría que
ser reemplazado por el abrazo maternal, de modo que la superficie del cuerpo del niñ o
establezca con el de la madre el mayor contacto posible, sin dificultar su respiració n; dando así
cumplimiento a la acció n primero amor luego libertad, algo fundamental en el hombre.
Pero en la actualidad, só lo subsisten algunos restos de los ancestrales hábitos prensiles
(cogimiento reflejo o voluntario con las extremidades superiores) del recién nacido,
rudimentarias huellas de su remoto pasado en el curso de la evolució n, pero que de nada le
sirven en la actualidad. Duran poco má s de dos meses a partir de su nacimiento y reciben el
nombre de reflejo de asimiento y reflejo de Moro.
El reflejo de asimiento se produce muy pronto; el feto de seis meses lo experimenta ya de
un modo muy intenso. Después del nacimiento, un estímulo en la palma de la mano hace que
ésta se cierre con tal fuerza que permite al adulto levantar el cuerpo del niñ o con todo su peso,
acció n que dura poco y que no puede prolongarse por mucho rato.
El reflejo de Moro puede observarse si subimos y bajamos rápida y bruscamente al
niño unos centímetros (como si lo dejá semos caer) sosteniéndole por la espalda. (Los gestos
y actitudes en esta etapa suelen ser naturales, no así en los adultos, que se observan só lo ante
algú n evento exabrupto o de sorpresa, a veces de susto; «manchari», en el argot popular de la
selva). El pequeñ o extiende inmediatamente los brazos y abre las manos y los dedos. Después
cierra los brazos de nuevo, como para agarrarse de algo.
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PSICOLOGÍA de las emociones y actutides
El llanto es, a veces, mal interpretado. Como el niñ o llora cuando tiene hambre, se
siente incó modo o le duele algo, se presume que é stos son los ú nicos mensajes que
transmite. De ahí que cuando el niñ o llora, la madre saca la conclusió n de que se ha
planteado alguno de estos tres problemas; pero esto no es necesariamente cierto. El
mensaje dice solamente: «ven», no dice por qué; esto puede interpretarse que desea
iniciar un contacto, o tiene necesidad de algo.
Otra señ al importante es la sonrisa, la cual es una facultad ú nica en el niñ o humano y
la utiliza para atraer a la madre.
Tanto el llanto como la sonrisa está n respaldados por señales secundarias.
Durante las primeras semanas despué s del nacimiento, el niñ o llora sin lá grimas (llanto
seco o quejidos); pero pasado este período inicial, las lá grimas se suman a la señ al vocal.
Má s tarde, en la vida adulta, las lá grimas pueden fluir aisladamente, por sí solas, como
una señ al muda; pero en el niñ o, el llanto es por esencia un acto combinado. Por alguna
razó n, la singularidad del hombre, como primate que vierte lá grimas, ha sido raras veces
comentada; pero salta a la vista que esto debe tener alguna significació n concreta para
nuestra especie (ya que el hombre es el ú nico animal que ríe y llora). En primer lugar, es,
desde luego, una señ al visual, acrecentada por las mejillas lampiñ as, donde las lá grimas
pueden brillar y rodar ostensiblemente.
Es importante recalcar, que a diferencia de la orina, las lá grimas no sirven para
eliminar impurezas del cuerpo. Cuando la secreció n es escasa, limpia y protege los ojos;
pero cuando es abundante, su ú nica funció n parece ser la de transmitir señ ales sociales o
catarsis como descarga de emociones fuertes reprimidas, lo cual justifica una
interpretació n a base ú nicamente del comportamiento. En el caso de la sonrisa, la
invitació n a la intimidad parece ser su principal objetivo.
Y pasando a otro período, la comunicación táctil debe ceder paso a una
comunicació n visual cada vez má s sensible. El niñ o debe reemplazar el restringido y
engorroso refugio del abrazo y de los mimos por el menos restrictivo artificio del
intercambio de expresiones faciales. El abrazo recíproco cede terreno a la sonrisa y a
las risas compartidas, y a las demás actitudes faciales de que es capaz el ser
humano. La cara sonriente, que antes invitaba al abrazo, ahora lo sustituye; la
sonrisa se convierte en un abrazo simbólico, que opera a distancia.
El abrazo es propio del niñ o «pequeñ o». La creciente necesidad de exploració n, de
independencia y de identidad individual y separada, amortigua el deseo de ser sostenido
y abrazado; pero esta acció n no tiene que ser exagerada, pues el niñ o no sentirá que es
protegido, sino magullado (generando a posteriori una conducta de aversió n o rechazo
frente a lo que se parezca a ello).
Este contacto corporal no desaparecerá por completo. En momentos de dolor, de
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PSICOLOGÍA de las emociones y actutides
Estas son algunas de las etapas típicas en el proceso de formació n de la pareja; y en las
cuales los gestos y ademanes tienen mucha implicancia.
Estudiar la intimidad social humana es, en contraste, observar las restricciones de un
contacto cauteloso e inhibido, mientras las opuestas exigencias de apego y de reserva, de
dependencia y de independencia, luchan en el interior de nuestro cerebro.
La necesidad de intimidad es fundamental, ya que origina comprensió n, y la mayoría de
nosotros, a diferencia del ermitañ o, queremos ser comprendidos al menos por unas pocas
personas. Esta comprensió n es de tipo emocional, y a este respecto, un solo contacto
íntimo corporal será má s beneficioso que todas las bellas palabras del diccionario. La
posibilidad que tienen las sensaciones físicas de transmitir sentimientos emocionales es
realmente asombrosa. Es importante recalcar que en el presente siglo, los adultos de
ambos sexos y con ambos sexos, han encontrado cada vez má s difícil realizar contactos
corporales sin dar la' impresió n de que su acto lleva inherente un elemento sexual. Esta
situació n se ha acentuado en los ú ltimos añ os, ya no gozamos de libertad para abrazarnos
cuando nos invade la alegría, o para llorar en los brazos de otro cuando estamos afligidos.
Tambié n es importante señ alar el abundante empleo del aplauso como medio de
recompensar una actuació n. El violento choque de una mano con otra parece una acció n
casi agresiva, lo mismo que el fuerte ruido que produce. Sin embargo, el aplauso significa
todo lo contrario de agresividad pues, llena de satisfacció n al aplaudido.
Las palmadas se emplean tambié n para llamar a un sirviente; pero en este caso no son
la típica acció n repetida y rá pida propia del aplauso, sino solamente una o dos secas
palmadas. En este aspecto, se parecen mucho má s a la acció n del bebé que saluda a su
madre. «Acé rcate má s» se convierte en igual petició n del adulto al servidor.
Esta señ al de agitar la mano es algo corriente, pero a la vez tiene elementos
inesperados que vale la pena señ alar.
Parece evidente que agitamos la mano para saludar o para despedimos, porque, dada la
instancia, nos hacemos má s visibles. Tambié n lo hacemos cuando tratamos de parar un
taxi o autobú s, o cuando intentamos realizar un contacto visual en medio de una
muchedumbre, con otra persona que aú n no ha logrado vernos; pero aquí no se agita la
mano en la forma acostumbrada, sino se levanta rígidamente un brazo y se empieza a
moverlo de un lado a otro, con un movimiento que parte del hombro, y si la tensió n es
mayor, se levantan los dos brazos. En cambio, si nos despedimos de alguien, o si recibimos
a alguien que ya nos ha visto pero está aú n fuera de nuestro alcance, no solemos agitar los
brazos. Levantamos el brazo pero agitamos la mano. Otra segunda forma del acto de
agitar la mano revela una modificació n tendente a la visibilidad: en vez de mover la mano
arriba y abajo, se agita de un lado a otro, con la palma vuelta hacia afuera. La rapidez es
aproximadamente la misma, pero la acció n se aparta un poco má s del primitivo
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PSICOLOGÍA de las emociones y actutides
movimiento de dar palmadas. Esta manera de agitar la mano es má s propia de los adultos
que de los niñ os, que parecen preferir la primera forma.
El tercer modo parecerá extrañ o, pero es comú n en Italia, aunque, segú n se dice
tambié n, se produce en otros países como China, India, Paquistá n, etc. Parece una acció n
de llamada, pero no lo es, ya que suele emplearse como señ al de despedida. La primera
forma es un movimiento de arriba abajo; pero esta vez el movimiento empieza desde
abajo, con la palma hacia arriba (como pidiendo limosna), y la mano se eleva
repetidamente en direcció n al cuerpo del que la agita. Una vez má s, vemos que es
movimiento de palmea, pues en la verdadera acció n de dar palmadas en la espalda, la
mano adopta muchas veces esta posició n, con los dedos apuntando hacia arriba, cuando el
codo está en posició n baja y angulada. DoS movimientos especiales de la mano guardan
relació n con este ú ltimo: los saludos del Papa y el saludo real inglé s. En ambos casos y por
alguna razó n, el movimiento no parte del hombro, como en el saludo con el brazo, ni de la
muñ eca, como en el palmeo corriente. En general, el Papa emplea los dos brazos al mismo
tiempo y levanta despacio los antebrazos y las manos, rítmica y repetidamente, con las
palmas hacia arriba, en una serie de movimientos de abrazo intencional. Pero esto no es
tan sencillo, porque los brazos no se doblan directamente sobre su pecho. No estrecha
sobre é ste a la multitud. El arco que describen sus brazos va en parte hacia dentro y en
parte hacia arriba, como en una acció n compleja, abrazando a la muchedumbre en parte
sobre su cuerpo y en parte hacia los cielos, donde todos esperan ser recibidos algú n día
(metá fora).
En cambio, el saludo inglé s parte tambié n del codo, pero suele realizarse con una sola
mano y con los dedos apuntando hacia arriba. La palma está vuelta hacia dentro,
señ alando el cuerpo real y recalcando el cará cter de abrazo de la acció n, y el antebrazo
gira lenta y rítmicamente, acentuando la rotació n en su fase interna. De esta manera, de
un modo sumamente estilizado, la reina abraza a sus sú bditos y los tranquiliza con una
formal palmada en la espalda.
El contacto humano a travé s de sus diversas variantes, vistas anteriormente, trata de
demostrar que las viejas y tan conocidas pueden verse bajo una nueva luz. La necesidad
que tenemos los adultos de establecer contactos recíprocos es fundamental y poderosa,
pero, raras veces se expresa plenamente. En vez de esto, se manifiesta en formas
fragmentadas, modificadas o disfrazadas, en muchos de los gestos, ademanes y señ ales
que nos hacemos los unos a los otros en nuestra vida diaria.
Otro tipo de contacto es el abrazo del hombre. Aquí una persona pasa el brazo sobre la
espalda de otra, de modo que la mano se apoya en el hombro má s distante. Este acto es
predominantemente masculino. La razó n es sencilla: los hombres son má s altos ~ue las
mujeres, y la mujer tiene que mirar al hombre desde abaJO, sean cuales fuesen sus
actitudes en otros aspectos. Así tambié n, se puede emplear entre varones, en situaciones
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PSICOLOGÍA de las emociones y actutides
casuales y amistosas, sin que el contacto tenga el menor matiz sexual. Pero este eará cter
«seguramente masculino» no puede atribuirse a otros tipos de abrazo parcial, como pasar
el brazo alrededor de la cintura del compañ ero. Dado que es fá cil de realizar por ambos
sexos y que se supone un mayor acercamiento a la regió n genital, siendo raro que se
produzca entre varones.
El brazo en el brazo se convierte en un simple entrelazamiento, aquí se experimenta un
cambio curioso; en vez de aumentar, la proporció n del contacto entre varones disminuye;
y ¿por qué , siendo una forma menos íntima de contacto corporal, los hombres se sienten
menos inclinados a realizado entre ellos que con las mujeres? La respuesta es que esta
acció n es bá sicamente femenina, ya que es la mujer quien enlaza su brazo con el del
hombre.
La mano en la mano es un acto mutuo, si se toma de la mano a alguien, é ste tambié n agarra
la mano de la otra persona. Como esto ocurre frecuentemente entre un varó n y una mujer,
y como ambos realizan la acció n, el acto adquiere un cará cter que no es masculino ni
femenino, sino má s bien heterosexual: acció n que se realiza como signo de amistad,
afinidad o simpatía, o de brindar seguridad a alguien.
El beso es derivado importante del abrazo primario. Se cree que es un acto sencillo. Se
besa a la amante en la boca, a una vieja amistad del sexo contrario en la mejilla, a un niñ o
en la cabeza o en el rostro; si un hijo se corta el dedo, se le besa «para que se cure»; si es
un jugador besa el dado antes de arrojado; si es padrino de una boda besa a la novia, etc.
Como se puede observar, el beso no es materia sencilla.
La funció n de los labios se inicia con el acto de succionar el pecho de la madre, que
proporciona, además de alimento, una satisfacción táctil (de contacto o calor
humano).
El beso directo de boca a boca siguió un curso diferente. En diversas é pocas y lugares
fue empleado, hasta cierto punto, como saludo no sexual entre amigos íntimos; pero esta
unió n de dos orificios del cuerpo pareció , en general, un acto demasiado íntimo, incluso
entre buenos amigos, y, hablando en té rminos generales, su uso fue cada vez má s exclusivo
de los novios, có nyuges, amantes o similares. Obviamente que el beso y su acció n
interpretativa está n relacionados con los diferentes medios socioculturales que hay en el
mundo.
Pero lo que má s universalmente puede considerarse es que el beso es una invitació n a
la intimidad, aunque no necesariamente sexual.
Por otra parte, otra de las observaciones actitudinales o gestuales es el cuerpo en sí
mismo, por ejemplo, la reverencia (o cortesía) no es má s que un movimiento intencional
de genuflexió n. Se echaba ligeramente una pierna atrá s, como si la rodilla fuese a bajar y
tocar el suelo, y, despué s ambas rodillas empezaban a doblarse, pero sin llegar nunca al
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PSICOLOGÍA de las emociones y actutides
nivel del suelo. Entonces, se inclinaba el cuerpo hacia adelante. Con la llegada de la
reverencia, se redujo aú n má s la actitud del servilismo, y la genuflexió n sencilla empezó a
desaparecer, reservá ndose exclusivamente para la realeza.
En el siglo XVII, los sexos se dividieron: los hombres doblaron el cuerpo por la cintura,
mientras que las mujeres siguieron haciendo reverencias. Ambas acciones rebajaban el
cuerpo frente al individuo dominante, pero lo hacían de un modo completamente distinto,
reducié ndose la amplitud de los movimientos.
El apretón de manos se generalizó hace ciento cincuenta añ os; pero esta acció n ya era
conocida desde mucho tiempo atrá s. En la antigua Roma se empleaba como un
compromiso de honor, y siguió su funció n primaria durante casi dos mil añ os.
En la primera mitad del siglo XIX cambió la situació n. Aunque el apretó n de manos
seguía empleá ndose despué s de hacer una promesa de cerrar un contrato, como para
refrendado, se empleó por primera vez en las salutaciones corrientes, invadiendo así la
esfera social. Gradualmente, sustituyó a las otras formas de saludo, y en la actualidad es
un acto que se realiza en todo el mundo, no só lo en los encuentros entre iguales, sino
tambié n entre subordinados y superiores.
Como se puede ver, la comunicació n gestual, los ademanes y ciertos contactos físicos
son significativos en el ser humano, invitan a compartir afectividad recíproca e íntima. .
El mundo humano adulto está lleno de tensiones y de desconocidos; por lo mismo
buscamos alivio en nuestros seres queridos. Si, debido a su indiferencia o a sus
preocupaciones por las Complejidades de la vida moderna, no responden a nuestra
llamada, corremos el peligro de vemos privados del sedante primordial del contacto
corporal.
Si no encontramos amor dentro de la familia, no tardamos en buscarlo fuera de ella.
La mujer desdeñ ada busca un amante; el marido una «querida»; floreciendo de nuevo las
intimidades corporales. Desgraciadamente, estos sustitutos no siempre se suman a lo
que queda de intimidad en la vida familiar, sino que compiten con ella y quizá s la
sustituyen del todo, creando así diversos grados de desastre social. Se puede encontrar
una alternativa menos perjudicial, recurrir a contactos con especialistas
autorizados para tocar nuestro cuerpo, con la ventaja de que éstos no compiten
con las relaciones internas de la unidad familiar. Las grandes intimidades del
masajista, con tal que se apliquen con sentido estricto y profesional, no pueden alegarse
como causa de divorcio. Incluso el profesional, por muy válida que sea su excusa
oficial para tocarnos, es un ser adulto fisiológicamente capaz y, como tal, es
inevitablemente considerado como una amenaza sexual en potencia, pero esto
rara vez es admitido (siempre y cuando la calidad profesional competente y la otra
parte así lo requieren por ser necesario en el proceso terapé utico). Por ejemplo, si uno
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PSICOLOGÍA de las emociones y actutides
Las diferencias de la expresió n facial son quizá la respuesta declarada má s obvia que se
hace al medio ambiente (cará cter o particular manera de reaccionar frente a las
estimulaciones externas.) Las respuestas mostradas en estas dos fotografías reflejan
claramente diferentes estados emocionales.
LA EXPERIENCIA EMOCIONAL
Existen por lo menos tres dimensiones de la experiencia emocional consciente, que son
ú tiles para comprender la naturaleza de la emoció n. É stas son: tensió n-relajació n, agrado-
desagrado y atenció n-rechazo (Schlosberg, 1954).
Las emociones varían de intensidad desde los estados moderados, tales como variaciones
ligeras del cará cter hasta las pasiones intensas que desintegran y desorganizan la conducta.
Podemos estar brevemente coléricos o contrariados, o llegar a estar tan intensamente
coléricos que perdemos el control de nuestra conducta. Por tanto, podemos decir que las
emociones varían mucho segú n el grado de tensió n o permeabilidad que interviene. Cuando
las emociones varían en la dimensió n de agrado-desagrado, se le conoce Como «tono
hedó nico», que es simplemente el tono del sentimiento asociado con la emoció n.
Generalmente experimentamos emociones tales como la alegría, el orgullo, el contento y el
amor, que son agradables: mientras que el dolor, la vergü enza y el miedo, el remordimiento y
la culpabilidad son relativamente desagradables.
Finalmente, las emociones abarcan desde aquellas que provocan volver la cabeza o
volverse de espaldas (por disgusto, temor o desprecio) hasta aquellas que comprenden que
la atenció n de la persona sea llamada sobre algo (ya sea por sorpresa o curiosidad, incluso el
temor puede ser variable de aná lisis sobre la atenció n). Esta dimensión se refleja en las
expresiones faciales.
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PSICOLOGÍA de las emociones y actutides
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PSICOLOGÍA de las emociones y actutides
MOTIVACIÓN EMOCIONAL
El hecho de que las emociones puedan ser de cará cter motivador es bien conocido.
Muchos filó sofos han sostenido durante mucho tiempo que buscar el placer y evitar el
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PSICOLOGÍA de las emociones y actutides
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PSICOLOGÍA de las emociones y actutides
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PSICOLOGÍA de las emociones y actutides
uno femenino, y un paisaje; se observaron las pupilas de las personas cuando veían cada
uno de estos cuadros. Los resultados fueron:
Las pupilas de la mujer aumentan má s que la del hombre, cuando ve a una madre con
su bebé o só lo un bebé.
Las pupilas de la mujer aumentan má s que las del hombre, ante el desnudo masculino.
Las pupilas del hombre muestran mayor diá metro cuando ven un desnudo femenino.
El paisaje mostrado resultó ser de menor interés -pupila poco o nada dilatada- para la
mujer que para el hombre.
Lo anterior nos lleva a colegir que el valor del interés se refleja en el tamaño de la
pupila, o a la inversa (el tamañ o de la pupila refleja el valor e interés que tenemos en
determinado asunto).
Experimentos má s recientes han llegado incluso a demostrar que es posible descubrir
la homosexualidad en los seres humanos empleando esta técnica.
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PSICOLOGÍA de las emociones y actutides
importante saber qué clase de paciente tiene la enfermedad, que conocer qué clase
de enfermedad tiene el paciente» (Dunbar, 1943). Es decir que los trastornos mentales
y/o emocionales (predisponibilidad) en cierto modo han contribuido a la enfermedad del
paciente.
El Sistema Nervioso Autónomo (SNA) actúa para aumentar a frecuencia del
latido cardiaco, la presión arterial y la respiración. En una persona bien
ajustada, los estados emocionales fuertes pasan rápidamente, y el cuerpo
gradualmente vuelve a lo normal; sin embargo, en algunas personas, esta
norma autónoma de descarga queda constantemente alta, y las
concomitantes fisiológicas de la emoción no ceden. Es casi como si la
persona estuviera continuamente colérica, asustada o ansiosa.
El hombre no só lo reacciona a los objetos y a los sucesos inmediatamente
presentes, sino también a los símbolos de estos sucesos u objetos que lleva en su
mente. Por tanto, no necesita encontrarse presente un estímulo de miedo o de
có lera para crear emociones intensas en el hombre; una idea o un recuerdo
pueden ser tan eficaces como algún estímulo visible o concreto, para
producir la emoció n. Una persona que se pone colérica o miedosa en la oficina
puede continuar estando colérica o llena de miedo cuando está en su hogar.
Puede continuar reaccionando como si los estímulos productores de có lera o de
miedo se encontraran todavía presentes y esta reacció n puede persistir durante
días o meses. Por tanto, es propio de la capacidad del hombre simbolizar objetos
(abstracció n, conceptualizació n) y sucesos de la naturaleza, lo que constituye la
base de las enfermedades psicosomá ticas: y es esta capacidad la que aumenta o
disminuye el potencial para estas enfermedades en el hombre. Y como ya
referimos, la actividad autó noma queda constantemente elevada en los
individuos propensos a presentar tales enfermedades.
Las personas incapaces de reaccionar agresivamente (explosionar), entonces,
cuando se ven frustrados, presentan un alto nivel de tensió n interna.
Después de un período suficientemente largo, el resultado puede ser una
enfermedad psicosomá tica, como una ú lcera gá strica o duodenal, por ejemplo.
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PSICOLOGÍA de las emociones y actutides
Por ú ltimo, cabe remarcar que todos estos trastornos físicos no Son
necesariamente resultado de perturbaciones emocionales, en cuyo caso
estaríamos hablando de psicologismo; es decir, el hecho que ciertos trastornos
sean psicosomá ticos no implica de ninguna manera que sean meras creaciones de
la imaginació n de la persona o que existan só lo en su «mente». En el caso de la
presió n arterial elevada o hipertensió n, por ejemplo, algunos trastornos
orgá nicos
La expresió n de las emociones pueden ser exclusivamente la causa. Una infecció n renal
provoca con frecuencia elevació n de la presió n arterial, y muchos otros trastornos
orgá nicos pueden producir presió n elevada de la sangre. Las ú lceras pueden ser
psicosomá ticas, pero también ser resultado de alguna insuficiencia orgá nica. El asma
también suele ser causada por una alergia bien definida (se sabe incluso, que existe un
á caro microscó pico -su excretació n- que provoca esta reacció n asmatiforme).
La etiología de una reacció n psicosomá tica, funcional o biomédica, dependerá de un
acucioso examen clínico integral.
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El estímulo empleado, incidencia de rasgo de luz sobre el rostro del sujeto, con el
fin de incomodado (no se le permitía volver la cabeza ni cubrirse los ojos),
añ adiéndose a su vez frases o cuestionamientos verbales con cierto grado de
hostilidad. Obsérvese el rostro rígido o circunspecto que denota nerviosismo y/o
preocupació n.
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4 5 6
TENSIÓN NERVIOSA
Sientes que tu corazó n late má s fuerte y tu estó mago se revuelve. Tu rostro está
rojo y sudas. Te irritas con facilidad. Tu cuerpo está tenso.
A menudo la tensió n nerviosa, crea conflictos sociolaborales y/o familiares o
relaciones conflictuales interpersonales o de pareja. Veamos por ejemplo la
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El rostro del sujeto se ve ahora algo apacible, como si se hubiera dado cuenta de
que se excedió ; los brazos distendidos hacia abajo perpendicularmente, las manos
sin oprimir y la postura menos rígida que la secuencia anterior.
Sin embargo, ella revela una fisonomía cuasi consternada (como si estuviese
dolida u ofendida y quisiera llorar), con una mirada hacia el infinito parece buscar
un punto de apoyo; sus brazos aú n continú an cruzados (como en la primera y
segunda escenas), señ al de que todavía las cosas no está n claras, no hay
penetració n a su interior, la armadura o la guardia se mantienen.
Ambos se encuentran de espalda, paso previo a la reconciliació n del «me culpa»
o a la disolució n.
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mú sculos prepará ndolos para la acció n física. La sangre se prepara para coagular
en caso de alguna herida. La piel comienza a sudar para refrescamos, etc.
(Todos estos cambios son controlados por una sustancia química, por una
hormona, que se libera desde alguna parte del cerebro). El cuerpo ya está listo
para saltar fuera de la acostumbrada trayectoria o rutina, o para comenzar a
reponerse si somos derribados por un golpe.
Hay muchas ocasiones de nuestra vida diaria, durante las cuales nos vemos
amenazados o excitados por algo de lo cual no podemos alejamos y contra lo cual
no podemos luchar. Cuando un congestionamiento de tránsito nos atrapa
camino al trabajo, nos enfadamos con nuestro có nyuge, nos preocupa llegar
tarde a algú n lugar, y/o al trabajar todo el día con alguna má quina muy ruidosa,
surge en nuestro cuerpo la reacció n de alarma una y otra vez. Es imposible
recurrir a alguna medida física ú nicamente para libramos de la tensió n. Está en
nuestro propio cuerpo y sus defensas se vuelven en contra de él mismo. Si las
exigencias son demasiadas, el cuerpo puede sufrir dañ o: ataques cardiacos, angina
de pecho, hipertensió n arterial, ú lceras pépticas, cefaleas, asma, depresió n e
insomnio y accidentes.
Cuando nos sentimos ansiosos o aterrados, podemos sentir ná useas o sufrir
diarrea. Si estamos irritados o frustrados, podemos terminar con dolor de cabeza,
indigestió n, estreñ imiento o con los mú sculos tensos y .adoloridos. Estos
malestares son muy comunes y todos los padecemos alguna vez.
¿Có mo puede la tensió n provocar una enfermedad psicosomá tica?
Las ú lceras pépticas (la enfermedad universal del Tercer Milenio), por ejemplo,
pueden ser resultado de una sobreproducció n de á cido por parte del estó mago, en
un momento de ansiedad o de preocupació n fija.
La depresió n puede ocurrir cuando las exigencias impuestas a una persona son
continuas: ciertos individuos siempre se encuentran bajo tensió n, y aparentemente
nunca tienen un momento de respiro, se van acabando poco a poco, hasta que no
soportan má s, renuncian (abatidos) a seguir adelante y entonces surge la
depresió n (los sujetos maniacodepresivos, suelen comportarse similarmente, só lo
que éstos se manifiestan en períodos cíclicamente regulares).
La tensió n también hace que seamos: competitivos (nunca te permites la
oportunidad de descansar); relajados o displicentes (para tu vida las exigencias
son demasiado grandes, te resulta má s fá cil o có modo abandonarte -evasió n- o no
sabes cuá l es la mejor manera de enfrentar tus problemas); o independientemente
de que la tensió n sea mucha o poca, tienes la capacidad resolutiva y/o asertiva de
seguir tu propio ritmo de vida.
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PSICOLOGÍA de las emociones y actutides
TENSIÓN Y EMOCIONES
Las emociones intensas pueden ser má s tolerables si nos consolamos comiendo,
bebiendo, fumando o con calmantes. Pueden funcionar como medidas a corto
plazo, pero se pueden convertir en há bitos que finalmente dañ ará n tu salud, y a la
larga no te ayudará n a enfrentar te a tus problemas.
Si no sabemos qué sentimos (sentimientos de ambivalencia, indecisiones e
inseguridad) y tratamos de vencer los problemas con pastillas, tabaco o alcohol,
no deberá sorprendemos el hecho de que en alguna ocasió n nos tornemos ansiosos
o deprimidos, o maniaco-depresivos. Aunque no existe una línea divisoria entre la
salud y la enfermedad mentales, la ansiedad y/o depresió n son características
psicoló gicas marcadamente notorias, que suelen apartarse del promedio adecuado
del comportamiento humano, y deben ser atendidas.
LA DEPRESIÓN
Por lo regular, só lo nos deprimimos a ratos; nuestro á nimo se serena o nos
sucede algo agradable, que nos hace sentir mejor. La depresió n desorganiza
nuestra vida y nos causa problemas cuando dura mucho tiempo o empeora.
Por desgracia, es muy frecuente que la ayuda que busquemos asuma la forma de
píldoras antidepresivas. En ocasiones, las pastillas en cuestió n son muy
importantes en el control de la depresió n. Sin embargo, aunque las necesitemos, no
debemos sentarnos tranquilamente a esperar que surtan efecto.
Debemos pensar qué forma de vida puede estar causando nuestros problemas, y
có mo podemos ayudamos a nosotros mismos a levantar nuestro á nimo y evitar la
depresió n, en el futuro. Sin embargo, la depresió n puede manifestarse de muchas
maneras distintas, como las oscilaciones del á nimo, o diversos signos físicos. El
individuo está carilargo, los hombros se doblan y las actitudes suelen mostrar
desgano.
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PSICOLOGÍA de las emociones y actutides
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PSICOLOGÍA de las emociones y actutides
los signos será n otros, y se podrá n efectuar otro tipo de pruebas, las cuales
permitirá n el diagnó stico de alguna enfermedad real por parte del médico. No
obstante, si tienes varios a la vez (con o sin cambios en tu estado de á nimo),
probablemente se deban a la depresió n.
¿Puedes recordar haber tenido un estado anímico semejante a los mencionados?
Probablemente dirá s que «sí», pues todo el mundo tiene sus ratos de depresió n. Sin
embargo, es posible que jamá s te hayas percatado de que la depresió n se
manifiesta en la forma de enfermedades físicas. Si tienes varios síntomas a la vez
(con o sin cambios en tu estado de á nimo), probablemente se deben a la depresió n.
DIAGNÓSTICO ELEMENTAL
1. Te sientes desdichado en cualquiera de las formas ya enumeradas en la
columna «Te sientes».
2. Tienes por lo menos cinco de estos problemas:
- Mal apetito y pérdida de peso.
- Dificultad para dormir (insomnio o demasiado sueñ o durante la mayor
parte del día).
- Pérdida de energía.
- Agitació n (sobresalto).
- Poca capacidad para pensar o concentrarte o preocupació n constante...
- Pérdida de tu interé s usual en el trabajo, pasatiempos o sexo.
- Sentimientos de autorreproche o culpabilidad.
- Pensar continuamente en el suicidio.
3. Te has sentido así durante un mes, y no presentas ninguna enfermedad física
grave.
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PSICOLOGÍA de las emociones y actutides
PSICOPROFILAXIS DE LA AUTOAFIRMACIÓN
1. Mírate en el espejo. Si te puedes «identificar» en esta primera etapa, posees la
capacidad de acabar con tu depresió n constante. ¿Cuá l es la expresió n de tu
rostro? ¿Cuá l es la postura de tu cuerpo?
2. Ahora endereza los hombros y levanta la cabeza. Cierra los ojos y piensa qué
sientes.
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PSICOLOGÍA de las emociones y actutides
3. Emplea cualquier frase de ira que te venga a la mente. Si te sirve para reconocer
la ira, repítela varias veces en voz cada vez má s alta.
Si este ejercicio te es ú til, deberá s tener una idea má s clara para saber si detrá s
de tu depresió n ocultas tu ira, y cuá les son las causas de esta ú ltima.
Un momento crítico en la vida. Hay ciertos momentos durante los cuales se
produce algú n cambio importante en nuestra forma de vivir. El cambio puede ser
favorable, pero, independientemente de lo emocionante y divertida que resulte
esa nueva vida, aú n tenemos que sobreponernos a la «pé rdida» de nuestro viejo
estilo. Muchos experimentamos la depresió n en tales momentos.
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PSICOLOGÍA de las emociones y actutides
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PSICOLOGÍA de las emociones y actutides
Algunas
organizaciones
altruistas ofrecen
Te sientes desesperado y
un amigo con quien
necesitas decirselo a alguien
hablar ademá s de
que ayudan a
conocer a otros.
Comunicate con
ellos.
Consejero
¿Crees que tu depresió n se matrimonial. Puedes El psicólogo clínico
relaciona con problemas en consultar a cualquier te puede ayudar a
tus relaciones (no es necesario estar aprender nuevas
interpersonales casado) él sabe si es formas de conducta.
convenientte enviarte
con algun especialista.
Acaso:
¿Desconoces la forma de
comunicarte con alguien Tu médico puede
que te ayude? ayudarte o enviarte
¿Te preocupa alguna con quien pueda
posible enfermedad física? hacerlo
¿Te sientes tan deprimido
que tal vez necesitas algú n
medicamente o ayua El psicólogo clínico
especializadapara resolver
El psiquiatra puede te puede ayudar a
problemas má s complejos?
hacer que recibas en aprender nuevas
el caso necesario, el formas de conducta.
tratamiento
adecuado en un
hospital. Puede
Acaso: ayudarte o enviarte
¿Tienes problemas con alguien que te
econó micos con la renta de ayuda a solucionar
tu casa? La trabajadora los problemas que te
¿Tienes dificultad con el social conoce la
cuidado de tu casa? perturban.
ayuda que necesitas
¿Deseas cambiar de
para solucionar tus
trabajo o quieres aprender
algo nuevo? problemas sociales y
¿Quieres saber de algú n ambientales.
grupo social o de alguna
organizació n de
voluntarios?
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PSICOLOGÍA de las emociones y actutides
1. Manos entrelazadas en forma horizontal. Modo formal de saludar como inicio y/o
despedida de coloquio; una de ellas oprime con el pulgar e inclinació n absorbente o
posesiva. Usado con frecuencia en relaciones interpersonales de poco acercamiento
e intimidad.
2. Mano e índice visible. Cuando se señ ala algo o a alguien; señ alizació n explícita (a
veces inquisitorial e incriminadora...); si el índice oprime la mano emotivamente con
fuerza, está expresando peyoratividad o agresividad potencial, cuasi anticipo de un
acto violento. Permite percatamos del advenimiento de un acto o hecho, norma o
regla; que indica el camino. Preludio poco coloquial. Pedir la palabra; estar presente.
3. Manos con las palmas agitándose entre ellas. Para llamar la atenció n de alguien
por el ruido que causa chocar ambas (una de las funciones exclusivas de las manos
para expresar un llamado de atenció n, de un servicio, etc.; el chasquido de los dedos
para suplir esto, es a veces tomado de manera peyorativa). También suele usarse
para felicitar reconociendo la labor u obra excelsa de alguien: aplaudir.
Gesto considerado ganancioso si só lo se friccionan sutil y suavemente ambas palmas,
só lo que esta actitud tiene las manos má s recogidas interiormente.
4. Las palmas hacia arriba. Señ al de ser transparente en lo que estamos diciendo
(como queriendo expresar: «es todo lo que tengo», «no tengo má s...», «yo no fui»,
«no te estoy mintiendo», etc.). Gesto de alabanza o de plegaria, o de entregarse
enteramente; a veces considerado como acto de agradecer o solicitar, pedir algo o
mendigar, só lo que esta actitud es expresada casi siempre con una de las manos.
5. Mano recogida interiormente con el pulgar levantado. Significa haber
conseguido o logrado algo, victoria, muy bien, O.K., todo conforme, aceptació n,
asertividad, etc.
6. Manos entrelazadas en V u oblicuas. Usado generalmente cuando se saluda
fraternalmente, o de mayor acercamiento entre las personas (al encontrarse o al
despedirse). Expresa un grado emocional má s íntimo.
7. Mano tomando el mentón o cubriendo parte del labio superior. Actitud reflexiva
o señ al de preocupació n e intriga; perplejidad o duda. Por supuesto, este gesto
tendría este significado si, y só lo si, hay una concordante correspondencia con
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PSICOLOGÍA de las emociones y actutides
1 Saludando 5 Aceptando
3 Aplaudiendo 7 Dudando
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PSICOLOGÍA de las emociones y actutides
Conclusiones
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PSICOLOGÍA de las emociones y actutides
21. La cara adopta por sí misma la actitud típica de nuestro humor a largo plazo. Entre
lo dicho se resalta por ejemplo cuando una persona se encuentra emocionada o
deslumbrada por el sexo contrario, suele expresado apretando ligeramente los
labios o abultá ndolos como si fuera a dar un beso. (En el argot popular se usan
expresiones como las de «piquito», «trompita», besito, etc.).
22. Las siguientes son algunas de las etapas típicas en el proceso de formació n de
la pareja, en las cuales los gestos y ademanes tienen mucha implicancia:
- Mirada a los ojos. Mientras miramos a otro, éste nos mira a su vez.
Cuando nuestra mirada se cruza con la de otra persona, tendemos a mirar
inmediatamente a otra parte rompiendo el contacto visual; pero cuando
nuestra mirada se cruza con la de otra persona conocida, se dan
señales mutuas de saludo, una sonrisa súbita, una elevación de las
cejas, movimiento de brazos, etc.
- El brazo en la cintura. Se produce cuando el brazo se desliza alrededor de
la cintura. Es algo que el varó n no haría con otros hombres, por mucha que
fuese su amistad; por consiguiente, es como una declaració n directa de
intimidad 'amorosa.
- La mano en el cuerpo. La mano empieza a explorar el cuerpo de la pareja,
dá ndole palmadas, apretá ndolo o acariciá ndolo. El avance consiste en la
manipulació n por el hombre en los senos de la mujer. Estos actos producen
una mayor excitació n fisioló gica, motivo por el cual muchas jó venes exigen
su interrupció n.
23. Parece evidente que agitamos la mano para saludar o para despedimos,
porque, dada la distancia, nos hacemos má s visibles. También lo hacemos
cuando tratamos de parar un taxi o un autobú s, o cuando intentamos realizar
un contacto visual en medio de una muchedumbre, con otra persona que aú n
no ha logrado vemos; pero aquí no se agita la mano en la forma
acostumbrada, sino se levanta rígidamente un brazo y se mueve de un lado a
otro, con un movimiento que parte del hombro y si la tensió n es mayor se
levantan los dos brazos. En cambio si nos despedimos de alguien, o si vemos
a una persona que ya nos ha visto pero está aú n fuera de nuestro alcance, no
solemos agitar los brazos. Levantamos el brazo pero agitamos la mano.
24. Agitar la mano es observado en otros países de manera distinta, como por
ejemplo Italia, China, India, Pakistá n, etc., donde la acció n de llamado no lo es,
ya que suele emplearse como una señ al de despedida. La primera forma es un
movimiento de arriba abajo; pero esta vez el movimiento empieza desde
abajo, con la palma hacia arriba (como pidiendo limosna), y la mano se eleva
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PSICOLOGÍA de las emociones y actutides
Anexo.
Breve compendio
sobre actitudes
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PSICOLOGÍA de las emociones y actutides
Áreas interdisciplinarias
La subá rea interdisciplinaria má s antigua de la sociología es la psicología social,
considerada una disciplina independiente que atraía a estudiosos tanto de la
sociología como de la psicología. Mientras que los soció logos estudian
principalmente normas, roles, instituciones sociales y estructuras de grupo, los
psicó logos sociales se concentran en su impacto sobre la personalidad del
individuo. Los psicólogos sociales formados en la sociología han estudiado las
interacciones en pequeños grupos informales, la distribución de creencias y
actitudes en la población, y la formación del carácter y de las aspiraciones
bajo la influencia de la familia, el colegio, las amistades y demás
instituciones de socialización. Las ideas psicoanalíticas derivadas del trabajo de
Sigmund Freud y de otros psicoanalistas posteriores, han influido también en el
á rea de la psicología social.
La sociología histó rica comparada, determinada por las ideas de Marx y Weber,
había causado gran interés. Muchos historiadores se han guiado por conceptos
procedentes de la sociología, mientras que algunos soció logos han realizado
estudios de historia comparada a gran escala. Las barreras, antes claras entre
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PSICOLOGÍA de las emociones y actutides
historia y sociología, hoy han desaparecido, sobre todo en á reas como la historia
social, el cambio demográ fico, el desarrollo econó mico y político, la sociología de
las revoluciones y los movimientos de protesta.
La psicología social estudia có mo el entorno social influye, directa o
indirectamente, en el comportamiento de los individuos. Los psicó logos sociales se
interesan por el pensamiento, emociones, deseos y juicios de los individuos, así
como por su comportamiento externo. Los fenó menos psíquicos internos pueden
deducirse a partir de ciertas peculiaridades del comportamiento externo. La
investigació n ha demostrado que el individuo es influido por los estímulos sociales
tanto si está o no en presencia de otros y que, en la prá ctica, todo lo que un
individuo experimenta está condicionado en mayor o menor grado por sus
contactos sociales previos o actuales.
La psicología social surgió de las primeras indagaciones intelectuales hechas por
el hombre en sus relaciones con la sociedad. La mayor parte de los problemas que
Ocupan a la actual psicología social fueron ya reconocidos como problemas por los
filó sofos sociales mucho antes de que las cuestiones psicoló gicas formaran parte
del campo de la ciencia. Las premisas formuladas por Aristó teles, el italiano
Nicolá s Maquiavelo, el inglés Thomas Hobbes y
Anexo. Breve compendio sobre actitudes otros pensadores políticos, a lo largo de la
historia siguen hoy vigentes, aunque esté n enunciadas de muy diversas formas.
La historia reciente de esta disciplina comienza en 1908 con la publicació n de dos
libros que llevaban en su título el término 'psicología social' y que examinaban el
impacto de las variables sociales en el desarrollo y el comportamiento de los
individuos. El primero estaba escrito por el psicó logo inglés William McDougall, y
el segundo por el soció logo estadounidense Edward Alsworth Ross. McDougall
esbozaba una teoría controvertida sobre los instintos humanos, concebidos como
amplias tendencias finalistas emergentes del proceso evolutivo. Por su parte, Ross
se ocupaba de la transmisió n del comportamiento social de persona a persona,
similar al contagio emocional que sucede en las masas, o a la sucesió n de modas y
caprichos sociales.
Otro libro de psicología social, publicado en 1924 por el psicó logo estadounidense
Floyd H. Allport, que tuvo una importancia decisiva en el desarrollo de la
psicología social como especialidad de la psicología general, extendía los
principios del aprendizaje asociativo a un amplio espectro de comportamientos
sociales. Se evitaban tambié n las referencias a las misteriosas fuerzas sociales
propuestas por Ross y a las elaboradas disposiciones instintivas empleadas por
McDougall y sus seguidores para explicar el comportamiento social. En el resto de
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PSICOLOGÍA de las emociones y actutides
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PSICOLOGÍA de las emociones y actutides
difieren, sin embargo, en que el soció logo estudia los grupos sociales y las
instituciones, el antropó logo las culturas humanas, y el psicó logo social centra su
atenció n en có mo los grupos sociales, las instituciones y la cultura afectan al
comportamiento del individuo. Las principales á reas de investigació n en
psicología social son las siguientes:
Socialización específico-
Los psicó logos sociales que estudian el fenó meno de la socializació n -proceso de
adaptarse o formarse para un medio social específico-está n interesados en có mo
los individuos aprenden las reglas que regulan su comportamiento para con los
demá s en la sociedad, los grupos de los que son miembros y los individuos con los
que entran en contacto. Las cuestiones sobre có mo los niñ os aprenden el lenguaje,
los roles sexuales y los principios éticos y, en general, el comportamiento adaptado,
han sido objeto de intensas investigaciones. También se han estudiado
ampliamente los métodos por los cuales los adultos aprenden a adaptar sus pautas
de comportamiento cuando se enfrentan a situaciones u organizaciones nuevas.
Cambio de actitudes
Las actitudes suelen considerarse como predisposiciones aprendidas que ejercen
una influencia y que consisten en la respuesta hacia determinados objetos,
personas o grupos. Las actitudes son normalmente consideradas como productos
de la socializació n y, por tanto, como algo modificable. Debido a que el
comportamiento de una persona hacia los demá s se corresponde a menudo con
sus actitudes hacia ellos, la investigació n sobre có mo se forman las actitudes,
có mo se organizan en la mente y có mo se modifican ha sido considerada de gran
importancia tanto teó rica como prá ctica.
El descubrimiento de que las actitudes siguen a los comportamientos, y viceversa,
emerge de la suposició n, ampliamente demostrada, de que los individuos desean
preservar la consistencia ló gica en sus puntos de vista sobre ellos mismos y sobre
su entorno. Algunas teorías sobre la consistencia cognitiva han llegado a ser
importantes en el pensamiento psicosociológico, al subrayar la idea de que
los individuos prefieren pensar que sus acciones son coherentes con sus
creencias, y que si perciben inconsistencia entre ambas (disonancia
cognitiva) tratan de reducida (lógicamente, cambiando las creencias antes
que las acciones).
A travé s de la investigació n empírica, los psicó logos sociales intentan comprender
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PSICOLOGÍA de las emociones y actutides
las condiciones bajo las que las personas descubren la disonancia y en las que
intentará n reducida mediante el cambio de actitudes bá sicas. Los estudios que
apoyan la teoría de la disonancia predicen que las actitudes de un individuo hacia
un grupo social pueden modificarse si se induce a aquél a modificar su conducta
hacia el grupo; el cambio de actitudes representa los esfuerzos que el individuo
hace para que sus ideas sobre ese grupo coincidan con el modo en que se ha
comportado con sus miembros.
Personalidad y sociedad
Ciertos psicó logos sociales está n especialmente preocupados por el desarrollo y
las consecuencias de las diferencias individuales estables. Las diferencias en el
grado de motivació n hacia el logro, por ejemplo, han resultado mensurables y
tienen una importancia decisiva para saber có mo se comporta una persona en
diferentes situaciones sociales. Los tipos de actitudes hacia la autoridad, así como
la noció n de personalidad autoritaria, está n relacionadas con las actitudes hacia
las minorías é tnicas o hacia ciertos aspectos del comportamiento social. El
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PSICOLOGÍA de las emociones y actutides
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PSICOLOGÍA de las emociones y actutides
RELACIONES FAMILIARES
Las actitudes, valores y conducta de los padres influyen sin duda en el desarrollo
de los hijos, al igual que las características específicas de éstos influyen en el
comportamiento y actitud de los padres.
Numerosas investigaciones han llegado a la conclusió n de que el
comportamiento y actitudes de los padres hacia los hijos es muy variada, y
abarca desde la educació n má s estricta hasta la extrema permisividad, de la
calidez a la hostilidad, o de la implicancia ansiosa a la má s serena
despreocupació n. Estas variaciones en las actitudes originan muy distintos
tipos de relaciones familiares.
La hostilidad paterna o la total permisividad, por ejemplo, suelen relacionarse con
niñ os muy agresivos y rebeldes, mientras que una actitud cá lida y restrictiva por
parte de los padres suele motivar en los hijos un comportamiento educado y
obediente. Los sistemas de castigo también influyen en el comportamiento. Por
ejemplo, los padres que abusan del castigo físico tienden a generar hijos que se
exceden en el uso de la agresió n física, ya que precisamente uno de los modos má s
frecuentes de adquisició n de pautas de comportamiento es por imitació n de las
pautas paternas (aprendizaje modelado).
ACTITUDES E INTERJECCIÓN
Sirve para expresar sentimientos, actitudes y sensaciones del hablante y como
llamada de atención al oyente. Expresa estados sú bitos de á nimo, alegría, dolor,
pena, sorpresa..., pero sólo tiene su significado en relación con el contexto, ya que,
aislada, una interjección no comunica más que la actitud del hablante y puede ser
aplicable a mú ltiples situaciones. La entonació n es la que marca los diferentes valores
significados de las interjecciones.
La interjecció n y las oraciones exclamativas, tanto en su significado como en la
entonació n, está n a veces muy pró ximos; en ejemplos como ¡Vá lgame la Virgen!, es una
oració n exclamativa, si se toma como una petició n a la Virgen en una plegaria; pero si el
hablante expresa esta frase sin la intenció n de implorar el auxilio mariano, sino como
só lo una exclamació n de asombro, se convierte en una interjecció n. Lo mismo sucede
con algunos insultos o expresiones soeces.
¡Hombre!, indica objeció n o asentimiento: ¡Hombre, lo dice así! ¿Te gusta? ¡Hombre! Los
nombres religiosos: Jesús, Dios mío, Virgen Santísima, indican asombro, extrañ eza, temor:
¡Jesú s, Jesú s! Qué accidente. ¡Virgen Santísima! ¿Qué ha ocurrido?
El adjetivo bueno se usa como fó rmula de relleno: ¡Bueno, lo hice! Bravo expresa á nimo,
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PSICOLOGÍA de las emociones y actutides
aplauso: ¡Bravo, bravo!, gritó el pú blico. Claro expresa asombro con un matiz
afirmativo: ¿Eso es así? ¡Claro... !
Las formas verbales del imperativo pierden su valor significativo al adoptar un matiz
apelativo o encarecedor: ¡Anda, qué listo! ¡Vaya, qué suerte! ¡Venga, apá rtate!
También pueden usarse varios adverbios como interjecciones: ¡Aquí! ¡Arriba! ¡Pronto!
¡Bien!
El sintagma nominal mi madre se puede aplicar en cualquier sentido: ¡Mi madre, qué
susto!
Atendiendo a su significado y funció n comunicativa, se ha clasificado la interjecció n en:
a) Onomatopéyica: expresa adaptaciones fonéticas de ruidos y acciones, que realizan una
funció n lingü ística. El hablante puede crearlas, aunque siempre tiene que adaptarse
a las reglas de la combinació n fonética de la lengua, llegando algunas a ser usadas
con tanta frecuencia que se convierten en sustantivos: El tictac del reloj. El
guauguau. y ¡catamplum!, se cayó . Chac... chac, el tren se alejaba. Tras... tras,
escondido estoy. ¡Paf!, maté al mosquito. El grifo goteaba y sonaba pías... pías... pías.
¡Zas!, ¡zas!, toma, te lo ganaste. Rin... rin, riiiin sonaba insistente el teléfono.
b) Apelativa: sirve para llamar la atenció n o imponer algú n comportamiento al oyente,
también se pueden incluir las fó rmulas de saludo: ¡Hola! ¡Chao! ¡Abur! ¡Eh! ¡Ey! ¡Ea...
ea! ¡Hala! ¡Chitó n! ¡Chisti! ¡Eh, tú !, ¿qué haces? ¡Hala, halal, ¡qué escá ndalo! ¡Chist!,
habla bajo, ¡chitó n! Só lo hablo yo. ¡Ey, Carmen! Espérame. ¡Ea, ea! Juana se enfada.
c) Sintomática o anímica: expresan el estado de á nimo del hablante. Su sentido concreto
depende del significado del contexto y de la situació n, son las má s abundantes: ¡Ah!,
pueden expresar comprensió n y se utilizan en respuestas o también señ alan algo
que uno percibe o se le ocurre de repente: Iré luego a tu casa. ¡Ah! Bien; ¡Ah! Se me
olvidaba, te han llamado por teléfono: ¡Ah!, ¡no! No puedo hacerla.
¡Ay!, indica dolor, sobresalto, protesta lamento: ¡Ay! ¡Qué dolor! ¡Ay, qué gran sorpresa!:
¡Ay, qué pesada eres! ¡Ay, de mí!
Bah manifiesta lo contrario a lo expresado anteriormente, desdén, rechazo,
incredulidad: Yo lo diré. ¡Bah!, no puedes: ¿Odio?, ¡bah!
Cá, quiá señ alan negació n o incredibilidad ante lo expresado previamente: ¿Está s triste?,
¡cá ! ¿Está s triste? ¡Quiá ! Caramba, caray marcan la sorpresa o enfado y sustituyen a
expresiones malsonantes: ¡Caramba, qué golpe! ¡Caray, es terrible!
Ea denota la conformidad con lo dicho:' ¡Ea! Ya está .
Guay es una interjecció n anticuada que se conserva en algunos países de América, para
significar una sorpresa irrisoria: ¡Guay lo que dices! Hoy, entre los jó venes, se usa para
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PSICOLOGÍA de las emociones y actutides
Formación de opinión
Los agentes que forman la opinió n pú blica son las circunstancias relativamente
permanentes y las influencias transitorias. Entre las primeras se encuentran las ideas
que caracterizan a una cultura en un determinado lugar y momento concreto. En
Occidente, por ejemplo, la cultura de finales del siglo XX orientada a la juventud
influye en las actitudes hacia el envejecimiento y hacia las personas mayores.
Otras circunstancias permanentes son el origen étnico, la religió n, la localizació n
geográ fica, la posició n econó mica y el nivel de educació n, y todas ellas pueden influir
en la opinió n que una persona o un grupo de personas se forme sobre ciertos temas.
Algunos factores transitorios también afectan a la opinió n pú blica. Entre ellos se
encuentran el impacto de los sucesos actuales, las opiniones de personas influyentes o
con autoridad, el efecto de los medios de comunicació n y las campañ as de los
profesionales de las relaciones pú blicas.
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PSICOLOGÍA de las emociones y actutides
Historia
La medida sistemática de la actitud pública es un proceso que surgió en la década
de 1930. A pesar de que con anterioridad ya se habían realizado algunos sondeos de
opinió n, por lo general no eran ni sistemá ticos ni científicos, ya que manejaban
muestras no representativas o utilizaban métodos que discriminaban a sectores de la
població n.
Los muestreos de opinió n pú blica mejoraron cuando las organizaciones empresariales
y educativas comenzaron a desarrollar métodos que permitían la selecció n
relativamente imparcial de participantes y la recogida sistemá tica de datos entre un
amplio y variado sector del pú blico. Segú n el está ndar actual, estos sondeos resultaban
primitivos, pero sus resultados eran en cierta manera ú tiles. Entre los pioneros en este
sector se encuentra el analista estadounidense George Horace Gallup, inventor del
sondeo que lleva su nombre.
A partir de 1948 las técnicas de opinió n pú blica mejoraron de forma considerable.
Actualmente los objetivos son hacer una selecció n equilibrada de los participantes,
mejorar la calidad de los cuestionarios y formar entrevistadores capaces Y fiables.
Áreas de aplicación
Los sondeos de opinió n son aceptados como una herramienta ú til por empresas,
organizaciones políticas, medios de comunicació n y gobiernos, así corno por los
investigadores científicos. Cientos de agencias de sondeos de opinió n pú blica operan
en todo el mundo y los resultados de las má s conocidas: Gallup Poll, Mari Poll, aparecen
publicados de forma regular en los principales medios de comunicació n.
En el á mbito empresarial, los sondeos se utilizan para comprobar las preferencias del
consumidor y para descubrir cuá l es el atractivo de un determinado producto. Los
resultados de las encuestas comerciales ayudan a planificar las estrategias de
mercadotecnia y publicidad, y a modificar los productos para incrementar las ventas.
En política, los sondeos se utilizan para obtener informació n sobre la opinió n de
los votantes acerca de temas de actualidad, para promocionar candidatos y
planificar campañ as. Hoy las empresas de sondeos también predicen con cierto
éxito los resultados de las elecciones. El sondeo a los electores en el momento de la
votació n permite a menudo predecir el ganador, incluso antes del cierre de las
mesas electorales.
Perió dicos, revistas, radio y televisió n son clientes importantes de las agencias de
sondeos, especialmente en lo relativo a la informació n política para predecir el
resultado de elecciones o medir la popularidad de gobernantes y candidatos. Existe
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PSICOLOGÍA de las emociones y actutides
una creciente demanda de informació n sobre la actitud del pú blico hacia diferentes
cuestiones sociales, econó micas e internacionales.
Los gobiernos utilizan los sondeos para conocer la opinió n pú blica sobre
cuestiones de interés. Ademá s, las empresas gubernamentales emplean estas
técnicas para determinar los índices de desempleo y de criminalidad y otros
indicadores sociales y econó micos.
También son ú tiles en la investigació n científica, especialmente en las ciencias
sociales, donde aportan datos de interés para estudiar la delincuencia, la
socializació n, las actitudes políticas y el comportamiento econó mico.
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PSICOLOGÍA de las emociones y actutides
Estas instituciones estudian con especial cuidado las clá usulas de convenios de
garantía. Asimismo, se han promulgado nuevas leyes para ampliar las
responsabilidades del productor.
La preocupació n por el medio ambiente también afecta al diseñ o del producto y a
las técnicas de mercadeo, sobre todo porque el gasto adicional para modificar las
cualidades y características del artículo eleva los costos. El profesional de la
mercadotecnia debe tener en cuenta todos estos factores a la hora de diseñ ar sus
estrategias de mercadeo.
Incluso las reacciones de la empresa ante cambios políticos y sociales resultan
importantes. Las grandes corporaciones ya no pueden argumentar que sus
decisiones internas son asuntos privados. La opinió n pú blica contraria a las
actuaciones de algunas empresas ha logrado disminuir las ventas de éstas; de igual
forma, la opinión pública favorable a determinadas actitudes ha
incrementado las ventas de las empresas que han emprendido campañas de
mejora de su imagen pública.
Prejuicio. Juicio u opinió n preconcebida y arbitraria que tiene por objeto a una
persona o a un grupo y puede ser de naturaleza favorable o adversa. Actualmente
este término indica, en la mayor parte de los casos, una actitud desfavorable u
hostil hacia personas que pertenecen a un grupo social o étnico diferente. La
característica diferenciadora de un prejuicio es que se basa en estereotipos
relativos al grupo contra el que va dirigido En la historia abundan los ejemplos de
prejuicios. En la mayoría de los casos este tipo de actitud mantenida por un grupo
étnico dominante contra una minoría o grupo marginal de la misma sociedad da
lugar a diferentes formas de discriminació n. El tipo má s sofisticado de
discriminació n es la segregació n (aislamiento de diferentes grupos étnicos
apoyados por la ley o la costumbre, o por ambos a la vez). Entre los ejemplos de
segregació n formal se encuentra el confinamiento de judíos en guetos en la Europa
medieval y la legislació n de estricta separació n de razas mantenida por la política
de apartheid recientemente abolida en Á frica del Sur. Pero el término de segregació n
también puede aplicarse a la prohibició n informal a miembros de una minoría de
acceder a clubes sociales, a ciertos tipos de trabajo o a oportunidades de educació n.
La integración puede llevar a la rá pida desaparició n de los prejuicios segú n la
teoría de que el contacto prolongado entre las personas destruye los estereotipos.
Existen pruebas de que la mezcla entre miembros de diferentes grupos sociales o
étnicos puede reducir los prejuicios, pero en algunos casos este progreso queda
limitado al á mbito en el que tiene lugar el contacto. Por esta razó n, en la prá ctica,
los prejuicios de una sociedad resultan extremadamente difíciles de erradicar, aun
cuando la legislació n apoye la integració n de sus diferentes grupos.
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PSICOLOGÍA de las emociones y actutides
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PSICOLOGÍA de las emociones y actutides
ARGOT
Palabras y frases de cará cter expresivo que emplean en la conversació n personas
de igual rango o condició n, cuyo origen má s frecuente suele ser la asociació n con
otras palabras o la yuxtaposició n de imá genes; generalmente tienen una vida má s
corta que las expresiones habituales del coloquio. Es frecuente contraponer el
argot a la jerga (vocabulario que emplea un determinado grupo o toda una
profesió n) y al lenguaje de la delincuencia o germanía, es decir, el caló de Mé xico, la
replana de Perú o el lunfardo de Argentina. Como los límites que las separan son a
menudo confusos y los estudios lingü ístico s no han abordado la delimitació n de
estos conceptos, hay quien emplea indistintamente los términos argot y jerga.
El argot suele ser el fruto de la actividad de un subgrupo social y cultural que está
socialmente integrado, 10 que 10 distingue de la germanía. Grupos profesionales,
como policías, profesionales de la medicina o de la informá tica, el deporte o el
periodismo son candidatos a crear tanto un argot como una jerga; sin embargo,
aparece un argot con má s frecuencia entre minorías sociales diferenciadas como
los soldados, los jó venes, los drogodependientes, los gitanos, los integrantes de
cualquier sociedad secreta o secta, e incluso entre los miembros de una confesió n
religiosa (por ejemplo, los cató licos crean el término cardenal para nombrar las
manchas moradas de la piel, por ser del mismo color que las ropas que lleva ese
alto cargo eclesiá stico). Las actitudes y el sistema de valores del grupo creador
de un argot se ven reflejados perfectamente en sus expresiones, por lo que
supone un elemento aglutinador y a la vez sirve para identificar quiénes son
y cómo piensan las personas que dieron lugar a tales expresiones. Antes de
que una frase o una expresió n sea considerada argot, es preciso que la adopten
todos los integrantes del grupo o, al menos, sus miembros con mayor influencia.
En esto tienen el mismo comportamiento la jerga y el argot. Si el grupo en cuestió n
está en contacto con la cultura socialmente aceptada, sus creaciones, aunque
reconocidas como argot, se incorporan al lenguaje diario e incluso pueden llegar a
ser admitidas en el lenguaje normativo. Por ejemplo, 'chaval' (como sinó nimo de
chico), 'canguelo' (miedo), 'camelo' (mentira, exageració n), y 'cañ í (gitano) son
gitanismos, pero hoy son frecuentes en el españ ol peninsular e incluso han
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PSICOLOGÍA de las emociones y actutides
propio sexo (considerado -en principio- un rival). Estos planteamientos, que hacían
hincapié en la base bioló gica del comportamiento humano particularmente el sexo y la
agresividad-, fueron muy controvertidos.
En estos añ os, desarrolló también la teoría de la transferencia, proceso por el que las
actitudes emocionales, establecidas originalmente hacia las figuras de los padres
durante la infancia, son transferidas en la vida adulta a otros personajes
(maestros, autoridades, jefes, el propio psicoanalista, etc.). El final de este periodo
viene marcado por la aparició n de su obra má s importante, La interpretación de los sueños
(1900 primera edició n, que posteriormente el mismo Freud ampliaría). En ella analiza
(ademá s de algunos sueñ os de sus pacientes, amigos, hijos, e incluso de personajes
famosos) muchos de sus propios sueñ os, registrados durante tres añ os de auto aná lisis
iniciado en 1897. Este trabajo expone todos los conceptos fundamentales en que se
asientan la teoría y la técnica psicoanalítica.
En 1902 Freud fue nombrado profesor titular de la Universidad de Viena. Este honor
no era, sin embargo, debido al reconocimiento de sus aportaciones, sino como
resultado de los esfuerzos de un paciente con influencias. El mundo médico todavía
contemplaba su trabajo con hostilidad, y sus siguientes escritos, Psicopatología de la
vida cotidiana (1904) Y Tres ensayos para una teoría sexual (1905), no hicieron má s que
aumentar este antagonismo. Como consecuencia, Freud continuó trabajando
virtualmente solo, en lo que él mismo denominó «una espléndida soledad».
Sin embargo, hacia 1906, Freud contaba ya con un reducido nú mero de alumnos y
seguidores destacando los psiquiatras austriacos William Stekel y Alfred Adler, el
psicó logo austriaco Qtto Rank, el psiquiatra estadounidense Abraham Brill, y los
psiquiatras suizos Eugen Bleuler y Carl Jung, ademá s del hú ngaro Sá ndar Ferenczi,
que se unió al grupo en 1908.
Mecanismos de defensa, procedimientos que el yo pone en marcha para evitar la
realizació n de impulsos internos o protegerse de estímulos externos que siente
como amenaza. El psicoaná lisis, y en general las escuelas diná micas de psicología,
entienden la estructura psíquica como un sistema de fuerzas, equilibradas, en
parte, por los mecanismos de defensa.
La instancia yoica (del yo) necesita realizar un trabajo permanente para mantener
el control sobre el conjunto del aparato psíquico y su capacidad de acció n. Con ese
fin, las defensas actú an sobre los impulsos instintivos de naturaleza inconsciente
procedentes del ello, modificá ndolos, así como sobre los afectos displicentes
resultantes del contacto con el mundo exterior.
Las defensas se suelen dividir en: exitosas, que consiguen el cese del impulso o afecto
que se rechaza; e ineficaces, que obligan a una repetició n o perpetuació n del proceso.
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PSICOLOGÍA de las emociones y actutides
En realidad, la línea de demarcació n entre unas y otras es muy sutil. Mientras que
en las primeras el impulso inconsciente es modificado por la acció n del yo, en las
segundas dicho impulso irrumpe bajo la forma deformada contra la voluntad del
yo, por el cual no es reconocido. Las defensas patógenas constituyen la base de las
neurosis. Sin embargo, conviene precisar que entre los mecanismos de defensa
propios de un yo sano y los síntomas reactivos del neuró tico no existe una
separació n tajante.
Las defensas exitosas reciben el nombre genérico de sublimaciones. Abarcan
diversas fó rmulas en las que, bajo la influencia yoica, el fin o el objeto del impulso
se modifica sin producir por ello un bloqueo de la descarga impulsiva. En la
sublimació n el impulso originario desaparece porque pierde su energía en
beneficio de la carga o catexis de su sustituto.
Por el contrario, en las defensas denominadas pató genas, la libido del impulso
originario só lo puede ser mantenida a raya mediante una carga opuesta o
contracatexis. En consecuencia, los instintos rechazados no se transforman en algo
diferente, sino que su descarga es bloqueada, con lo que se mantienen en el
inconsciente inalterados y desconectados del resto de la personalidad.
Entre tales mecanismos de defensa cabe incluir la negació n, la proyecció n, la
introyecció n, la represió n, la formació n reactiva, la anulació n, el aislamiento y la
regresió n.
La negació n designa la tendencia a desconocer las realidades displicente s en
virtud de la vigencia del principio del placer. Dicha tendencia encuentra como
adversarios naturales las funciones normales de la percepció n y la memoria. Un
ejemplo comú n son las afirmaciones tajantes del neuró tico previniendo de
antemano sobre 10 que 'no' significa determinado síntoma.
La proyecció n constituye un derivado de la primera negació n infantil, la que
consiste en 'escupir' -poniendo distancia entre la fuente de displacer y el yo-o En la
proyecció n, el impulso censurable, en lugar de ser percibido en el propio yo, es
atribuido a otra persona. También las amenazas que se perciben en el interior se
transforman imaginariamente en peligros de naturaleza externa. De manera
inversa, la introyecció n consiste en la incorporació n de algo exterior como si
perteneciera al yo.
Para la teoría freudiana, la represió n constituye el mecanismo clave de la
estructura psíquica. Designa el olvido o la supresió n de las representaciones
ideacionales de impulsos internos o hechos externos asociados de modo simbó lico
a exigencias instintivas censurables. Cabe destacar que, debido a los mecanismos
asociativos inconscientes, el objeto de la censura represiva lo constituyen no só lo
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PSICOLOGÍA de las emociones y actutides
ADLER
Otro discípulo de Freud que creó escuela fue el psicó logo austriaco Alfred Adler, quien
también trató de minimizar la importancia de las pulsiones sexuales en el
comportamiento humano. Para él eran la pequeñ ez y la indefensió n de los niñ os recién
nacidos lo que producía en ellos sentimientos de inferioridad, a los que se trataría
de responder con una actitud de superioridad que se convertiría en un elemento
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PSICOLOGÍA de las emociones y actutides
CARL ROGERS
La má s clá sica de las terapias humanistas es la psicoterapia centrada en el paciente. El
psicó logo estadounidense Carl Rogers sostenía que los individuos, así como todos los
seres vivos, está n dirigidos por una tendencia innata a sobrevivir y reafirmarse que les
lleva al crecimiento personal, a la madurez y al enriquecimiento vital. Cada persona,
creía Rogers, tiene una capacidad para el autoconocimiento y el cambio constructivo
que la acció n del terapeuta, que reunirá una serie de cualidades personales esenciales,
debe ayudar a descubrir.
Rogers daba así más importancia a las actitudes del terapeuta que a su capacidad
o a su preparación técnica. Utilizaba el término' cliente' en vez de paciente para
subrayar que su método de tratamiento no era manipulador ni médico, sino que se
basaba en una comprensió n adecuada y sensible de sus experiencias y necesidades. La
segunda cualidad importante del psicoterapeuta es la aceptació n incondicional
positiva, sin juzgar lo que el paciente dice o relata. La autenticidad o ausencia de
simulació n era la tercera cualidad que él consideraba esencial.
Rogers describió el proceso del tratamiento como la reciprocidad entre las
actitudes del cliente y del terapeuta. Precisamente porque el terapeuta escucha
incondicionalmente, el cliente aprende a escuchar incluso sus pensamientos má s
temidos, hasta alcanzar un estado de auto aceptació n donde son posibles el cambio y el
crecimiento.
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PSICOLOGÍA de las emociones y actutides
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PSICOLOGÍA de las emociones y actutides
operaciones ló gicas.
Cuatro filó sofos de finales del siglo XIX Y principios del XX han sido las influencias
bá sicas en la estética de nuestros días. En Francia, Henri Bergson definió la ciencia
como el uso de la inteligencia para crear un sistema de símbolos que describa la
realidad aunque en el mundo real la falsifique. El arte, sin embargo, se basa en
intuiciones, lo que es una aprehensió n directa de la realidad no interferida por el
pensamiento. Así, el arte se abre camino mediante los símbolos y creencias
convencionales acerca de la gente, la vida y la sociedad y enfrenta al individuo con
la realidad misma.
En Italia, el filó sofo e historiador Bendetto Croce también exaltó la intuició n, pues
consideraba que era la conciencia inmediata de un objeto que de algú n modo
representa la forma de ese objeto, es decir, la aprehensió n de cosas en lugar de lo
que uno refleje de ellas. Las obras de arte son la expresió n material de tales
intuiciones; belleza y fealdad, no obstante, no son rasgos de las obras de arte sino
cualidades del espíritu expresadas por vía intuitiva en esa misma obra de arte.
El filó sofo y poeta estadounidense de origen españ ol Jorge Ruiz de Santayana
razonó que cuando uno obtiene placer en una cosa, éste puede considerarse como
una cualidad de la cosa en sí misma, má s que como una respuesta subjetiva de ella.
No se puede caracterizar algú n acto humano como bueno por sí mismo, ni
denominarlo bueno tan só lo porque se apruebe socialmente, ni puede decirse que
algú n objeto es bello, porque su color o su forma lleven a llamarlo bello.
John Dewey, el pedagogo y filó sofo estadounidense, consideraba la experiencia
humana como inconexa, fragmentaria, llena de principios sin conclusiones, o como
experiencias manipuladas con claridad como medios destinados a cumplir .fines
concretos. Aquellas experiencias excepcionales, que fluyen desde sus orígenes
hasta su consumació n, son estéticas. La experiencia estética es placer por su propio
interés, es completa e independiente Y es final, no se limita a ser instrumental o a
cumplir un propó sito concreto.
Marxismo y psicoanálisis
Los dos poderosos movimientos, el marxismo en los campo de la economía y la política y el de
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PSICOLOGÍA de las emociones y actutides
las doctrinas freudianas en psicología, habían rechazado el principio del arte por el arte y
reiterado la dimensió n prá ctica del arte. El marxismo trataba el arte como una expresió n de las
relaciones econó micas subyacentes en la sociedad, y aseveraba que el arte es importante só lo
cuando es «progresista», es decir, cuando defiende los valores de la sociedad en la cual se crea.
Por su parte, Sigmund Freud creía en el valor del arte para usado de forma terapéutica: por
este medio, tanto el artista Como el pú blico pueden revelar conflictos profundos y descargar
tensiones. Fantasías y ensueñ os, al intervenir en el arte, son transformados de este modo
desde un escape psicoló gico hasta plantear diversas formas de concebir la vida. En la pintura y
la poesía surrealista, el subconsciente se utiliza como una fuente creativa. La técnica de ficció n
de la corriente de conciencia, sobre todo en los textos del escritor irlandés James Joyce, se
derivaba no só lo de la obra de Freud sino también de Los principios de la psico-logía (1890) del
filó sofo y psicó logo estadounidense William James y de las novelas de Edouard Dujardin,
donde nació el monó logo interior.
Existencialismo
El filó sofo y escritor francés Iean Paul Sartre abogaba por una modalidad de existencialismo
en el que el arte fuera una expresió n de la libertad del individuo para elegir, y de este modo
demostrar la responsabilidad individual de su elecció n. La desesperació n, reflejada en el arte,
no es un fin sino un principio porque erradica las culpas y excusas por las que la gente comú n
sufre, y abre el camino para la libertad auténtica.
El expresionismo
Aunque el término expresionismo no se aplicó a la pintura hasta 1911, sus características se
encuentran en el arte de casi todos los países y períodos. Parte del arte chino y japonés resalta
las cualidades esenciales del sujeto por encima de su apariencia física. Los artistas de la
Europa medieval exageraban sus figuras en las catedrales romá nicas y gó ticas para intensificar
la expresividad espiritual. La intensidad expresiva creada mediante la distorsió n aparece
también en el siglo XVI en las obras de los artistas manieristas, como el pintor españ ol El Greca
y el alemá n Matthias Grü newald. Sin embargo, los auténticos precursores del expresionismo
vanguardista aparecieron a finales del siglo XIX y comienzos del XX, en especial el pintor
holandés Vincent van Gogh, el francés Paul Gauguin y el noruego Edvard Munch, que utilizaron
colores violentos y exageraron las líneas para conseguir una expresió n má s intensa.
El grupo expresionista má s importante del siglo XX apareció en Alemania de la mano de los
pintores Ernst Ludwig Kirchner, Erich Heckel y Karl Schmidt-Rottluff, quienes en 1905
fundaron un grupo en Dresde denominado Die Brücke (El puente). A ellos se unieron en 1906
Emil Nolde y Max Pechstein, y en 1910 Otto Mü ller. En 1912 expusieron sus cuadros junto a un
grupo de Munich denominado Der Blaue Reiter (El jinete azul), integrado por los pintores
alemanes Franz Marc, August Macke y Heinrich Campendonk, el suizo Paul Klee y el ruso
Wassily Kandinsky. Esta primera fase del expresionismo alemán estuvo marcada por la
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PSICOLOGÍA de las emociones y actutides
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PSICOLOGÍA de las emociones y actutides
Controversias académicas
Las controversias académicas del siglo XX han girado sobre el sentido del arte. El crítico y
semá ntico britá nico I. A. Richards afirmaba que el arte es un lenguaje. Sostenía que existen
dos clases de lenguaje: el simbólico, que transmite ideas e información, y el emotivo, que
expresa, evoca y estimula sentimientos y actitudes. Consideraba el arte como un
lenguaje emotivo que da orden y coherencia a la experiencia y actitudes, sin contener
significados simbólicos.
La obra de Richards fue también importante por usar técnicas psicoló gicas en el estudio de
reacciones estéticas. En Crítica práctica (1929) describía experimentos que revelan que
también la gente muy culta está condicionada por su educació n, por las opiniones de los demá s
y por otros elementos sociales y circunstanciales en sus respuestas estéticas. Otros escritores
han hablado de los efectos condicionantes de la tradición, la moda y otras presiones
sociales, notando, por ejemplo, que a principios del siglo XVIII las obras de William
Shakespeare se consideraban como bárbaras, y el arte gótico, como vulgar.
El interés creciente en la estética se revela por la aparició n de varias publicaciones, como
Journal of Aesthetics and Art Crititicism, fundada en Estados Unidos en 1941. Revue
d'Esthétique, creada en Francia en 1948, y a la British Journal of Aesthetics, fundada en 1960.
Eurípides en el tiempo
A diferencia de Esquilo y Só focles, Eurípides representaba los nuevos movimientos morales,
sociales y políticos surgidos en Atenas hacia finales del siglo V a.e. Fue éste un período
enormemente fructífero en el plano intelectual durante el cual el conocimiento era
considerado como el mayor de los logros terrenales. Anaxá goras acababa de demostrar que el
aire era un elemento y que el Sol no era una divinidad, sino pura materia. Se establecían
nuevas verdades en todos los campos del saber y Eurípides, sumamente receptivo a todas
ellas, introdujo una nueva conciencia en la tragedia. Se interesó ante todo por el pensamiento y
las experiencias del ser humano ordinario, má s que por las figuras legendarias del pasado
heroico.
Si bien bebió en las fuentes de la mitología antigua, Eurípides trataba a sus personajes de un
modo realista: ya no eran símbolos idealizados y ajenos a la vida normal, sino que se
comportaban como sus contemporá neos atenienses.
Eurípides compartió el escepticismo intelectual de su época y arremetió en sus obras contra
los dogmas morales y religiosos del pasado, que aú n gozaban de cierto crédito entre el pueblo
llano. Su actitud y su estado de ánimo se movían entre ambos extremos, a veces incluso
dentro de una misma obra. Era capaz de demostrar la corrupción y la debilidad
humanas con amargura y hondo realismo, y al mismo tiempo de reflejar en sus obras un
profundo respeto por el heroísmo humano, la dignidad y la pasión. Eurípides asignó un
lugar destacado en su obra a los personajes femeninos y el protagonista de sus dramas era con
frecuencia una heroína del crimen o la virtud.
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PSICOLOGÍA de las emociones y actutides
SOCIOLOGÍA Y A. COMTE
Augusto Comte (1798-1857), filó sofo positivista francés y uno de los pioneros de la sociología.
Nació en Montpellier el19 de enero de 1798. Desde muy temprana edad rechazó el catolicismo
tradicional y también las doctrinas moná rquicas. Logró ingresar en la Escuela Politécnica de
París desde 1814 hasta 1816, pero fue expulsado por haber participado en una revuelta
estudiantil. Durante algunos añ os fue secretario particular del teó rico socialista CIaude Henri
de Rouvroy, conde de Saint-Simon, cuya influencia quedaría reflejada en algunas de sus obras.
Los ú ltimos añ os del pensador francés quedaron marcados por la alienació n mental, las crisis
de locura en las que se sumía durante prolongados intervalos de tiempo. Murió en París el 5 de
septiembre de 1857.
Para dar una respuesta a la revolució n científica, política e industrial de su tiempo, Comte
ofrecía una reorganizació n intelectual, moral y política del orden social. Adoptar una actitud
científica era la clave, así lo pensaba, de cualquier reconstrucció n.
Afirmaba que del estudio empírico del proceso histó rico, en especial de la progresió n de
diversas ciencias interrelacionadas, se desprendía una ley que denominó de los tres estadios y
que rige el desarrollo de la humanidad. Analizó estos estadios en su voluminosa obra Course of
Positive Philosophy (1830-1842) Curso de filosofía positiva, 1853). Dada la naturaleza de la
mente humana, decía, cada una de las ciencias o ramas del saber debe pasar por «tres estadios
teoréticos diferentes: el teoló gico o estadio ficticio: el metafísico o estadio abstracto; y por
ú ltimo, el científico o positivo». En el estadio teoló gico los acontecimientos se explican de un
modo muy elemental apelando a la voluntad de los dioses o de un dios. En el estado metafísico
los fenó menos se explican invocando categorías filosó ficas abstractas. El ú ltimo estadio de esta
evolució n, el científico o positivo, se empeñ a en explicar todos los hechos mediante la
aclaració n material de las causas. Toda la atenció n debe centrarse en averiguar có mo se
producen los fenó menos con la intenció n de llegar a generalizaciones sujetas a su vez a
verificaciones observacionales y comprobables. La obra de Comte es considerada como la
expresión clásica de la actitud positivista, es decir, la actitud de quien afirma que tan
sólo las ciencias empíricas constituyen la adecuada fuente de conocimiento.
Cada uno de estos estadios, afirmaba Comte, tiene su correlato en determinadas actitudes
políticas. El estadio teoló gico tiene su reflejo en esas nociones que hablan del Derecho divino
de los reyes. El estadio metafísico incluye algunos conceptos tales como el contrato social, la
igualdad de las personas o la soberanía popular. El estadio positivo se caracteriza por el
aná lisis científico o «socioló gico» (término acuñ ado por Comte) de la organizació n política.
Bastante crítico con los procedimientos democrá ticos, Comte anhelaba una sociedad estable
gobernada por una minoría de doctos que empleara métodos de la ciencia para resolver los
problemas humanos y para imponer las nuevas condiciones sociales.
Aunque rechazaba la creencia en un ser trascendente, reconocía Comte el valor de la religió n,
pues contribuía a la estabilidad social. En su obra Sistema de Política Positiva (1851-1854;
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PSICOLOGÍA de las emociones y actutides
1875-1877), propone una religió n de la humanidad que estimulara una benéfica conducta
social. La mayor relevancia de Comte, sin embargo, se deriva de su influencia en el desarrollo
del positivismo.
Generación (sociología), intervalo de tiempo entre el nacimiento de los padres y el
nacimiento de sus hijos, que suele establecerse en 30 añ os. Todos los hijos de una pareja de
padres son considerados como miembros de una misma generació n, aunque a veces pueden
tener una diferencia de edad de bastantes añ os.
En antropología, el término generació n se refiere a un grado en la línea de ascendencia de un
determinado antepasado. Cuando se dispone de registros, los antropó logos pueden
determinar la descendencia de varias ramas de un grupo étnico a lo largo de muchas
generaciones.
En sociología, los miembros de una sociedad nacidos en una misma época son considerados
como de una misma generació n. Por esta razó n los soció logos intentan explicar los patrones de
conducta de una determinada generació n estudiando las costumbres y acontecimientos de esa
época. A menudo se encuentran grandes diferencias entre generaciones. Durante la guerra de
Vietnam (1959-1975), mientras que los jó venes adultos de Estados Unidos y de otros países
tenían una fuerte tendencia pacifista, la generació n anterior compuesta por muchos ex
combatientes de la
Segunda Guerra Mundial, era mucho má s conservadora con respecto a la guerra, al menos
durante los primeros añ os. Estas diferencias en actitud y creencias causan a menudo
incomprensiones y dificultades entre generaciones. Las desemejanzas entre ellas en
cuanto a valores morales, modas, conductas y estilos de vida conforman el denominado salto
generacional.
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PSICOLOGÍA de las emociones y actutides
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PSICOLOGÍA de las emociones y actutides
En el primitivo Israel, el Día de Yahvé se concebía como algo venidero, en el que se establecía
una batalla que decidiría el destino de la gente. A pesar de que ésta lo esperaba como un día de
victoria, profetas como Amos, aseas, Isaías, Miqueas, Sofonías y Jeremías temieron que pudiera
traer la completa o casi completa destrucció n, asociá ndolo a la creciente amenaza militar de
Asiria. Para Jeremías, el pronó stico del juicio era el criterio de la verdadera profecía. Má s
tarde, en los libros que contenían sus declaraciones se intercalaron profecías de prosperidad,
que constituían signos significativos de esperanzas escatoló gicas. El libro de Daniel expresaba
la esperanza de que el reino del mundo sería dado a los santos del Má s Alto, el pueblo judío.
Después de la destrucció n de la bestia representada por los reinos helénicos del Pró ximo
Oriente, se promete que un representante del cielo, acaso el arcá ngel Miguel, descenderá de las
nubes y recibirá el imperio del mundo. No aparece ningú n Mesías en esta profecía. La primera
aparició n clara de este libertador se encuentra en la Canció n de Salomó n.
Después de la conquista de Palestina por el general romano Pompeyo el Grande en el 63 a.C.,
los judíos anhelaron un descendiente de la línea de David, rey de Israel y Judea, que rompería
el yugo romano, establecería el imperio de los judíos y gobernaría con un rey justo sobre las
naciones sometidas. Este deseo llevó finalmente a la rebelió n que se produjo en los añ os 66-70
d.C., y que supuso la destrucció n de Jerusalén. Cuando Cristo proclamó la llegada del reino del
cielo, resultó natural, por lo tanto, que a pesar de su negació n, algunos consideraran que
reclamaba ser rey de los judíos, sus discípulos. Es poco probable que el juicio final y la llegada
de la muerte fueran concebidos como potestades o atributos del Mesías por un adepto de la fe
judía.
En la doctrina cristiana, la escatología engloba la segunda venida de Cristo o parusía, la
resurrecció n de la muerte, el juicio final, la inmortalidad del alma, la idea del cielo y del
infierno, y la culminació n del reino de Dios. En la Iglesia cató lica apostó lica romana, la
escatología comprende, ademá s, la visió n beatífica, el purgatorio y el limbo de los justos.
Aunque los grandes credos de la cristiandad afirman la fe en un regreso del Hijo de Dios para
juzgar a los vivos y a los muertos, y en una resurrecció n de lo justo y de lo injusto, el
cristianismo ha mostrado a lo largo de los siglos grandes variaciones en su interpretació n de la
escatología. La creencia conservadora ha insistido en resaltar el destino de una persona
después de la muerte y el modo en que la creencia en una vida futura afecta a la actitud ante la
vida terrenal. Algunas sectas han vaticinado el fin del milenio, el inminente fin del mundo.
El islam adoptó del judaísmo y del cristianismo la doctrina de un juicio venidero, la
resurrecció n de la muerte, y los castigos y premios eternos. Má s tarde, el conocimiento del
pensamiento persa enriqueció mucho la escatología islá mica. De especial importancia era la
creencia en la reencarnació n de algú n gran profeta del pasado, una y otra vez el mundo
islá mico se ha visto agitado por la esperanza de la llegada del Mahdí, el Mesías musulmá n, que
revelara la verdad y llevara a los fieles a mejores condiciones sociales en la vida terrenal. En
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PSICOLOGÍA de las emociones y actutides
Actitudes actuales
El pensamiento cristiano liberal ha resaltado la relació n entre el alma y el reino de Dios,
considerando má s a menudo que se manifiesta de forma terrenal en cada individuo (puesto en
evidencia por lo que se creía que era el constante progreso de la humanidad) má s que en un
acontecimiento apocalíptico del final de los tiempos. El pensamiento teoló gico del siglo XX ha
tendido a rechazar lo que muchos eruditos han creído que era una identificació n de la
escatología cristiana con los valores de la civilizació n occidental. En la segunda mitad del siglo
XX la escatología ha sido comparada por algunos teó logos con la esperanza cristiana, al incluir
no só lo interpretaciones sobre el fin del mundo, sino también la esperanza en sí misma y su
influencia revolucionaria sobre la vida en el universo. El representante má s importante de esta
versió n de la escatología es el teó logo alemá n Jü rgen Moltmann.
En el judaísmo moderno, el regreso de Israel a su tierra, la llegada del Mesías, la resurrecció n
de los muertos y la recompensa o castigo eternos son todavía esperados por los ortodoxos,
pero los má s liberales basan la misió n de Israel en la regeneració n de la especie humana y en
la esperanza en una vida inmortal independiente de la resurrecció n del cuerpo.
El regreso a Jerusalén
En 539 a.C., el fundador del imperio persa, Ciro II el Grande, conquistó Babilonia. Al añ o
siguiente, publicó un edicto en el que otorgaba la libertad a los judíos. Aproximadamente
42000 miembros de la comunidad babiló nica prepararon su regreso a Palestina, llevá ndose
todos sus bienes, ademá s de las donaciones de los que se quedaron en Babilonia y, tal como
dice la tradició n con regalos del propio emperador. Liderados por un príncipe de la casa de
David llamado Zorobabel, la expedició n se dirigió a Jerusalén. El país aú n estaba desolado
debido a los estragos causados por las guerras caldeas y los inmigrantes se sintieron
desfallecer ante la enorme empresa que tenían ante sus ojos. La actitud de apatía de los
recién llegados fue superada gracias a la labor de dos líderes religiosos, los profetas
Ageo y Zacarías quienes sostenían que la máxima realización del hombre está en la
recompensa de una vida espiritual, tal y como había predicho Ezequiel antes que ellos. Los
judíos se concentraron en la reconstrucció n del Templo, hecho que consumaron en el añ o 516
a.C. Para la tradició n judía, el añ o en que finalizó la construcció n de este segundo Templo se
considera como la fecha del verdadero fin del exilio babiló nico, cuya duració n fue de setenta
añ os (586-516 a.C).
El Sumo Sacerdote fue elegido gobernante de la provincia de Judá o Judea, que desde entonces
se transformó en una teocracia. Las labores de reconstrucció n fueron realizá ndose con
lentitud, y aproximadamente en el 445 a.C., Nehemías (protegido del rey Artajerjes I de Persia,
quien reinó entre 465 y 425 a.C.) recibió la autorizació n expresa para reconstruir la ciudad.
Bajo su direcció n Jerusalén volvió a ser una gran ciudad. Durante este período, la comunidad
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PSICOLOGÍA de las emociones y actutides
babiló nica, habiendo oído noticias referentes a la falta de disciplina religiosa, decidió enviar a
Esdras, un famoso maestro y escriba para que introdujera las reformas religiosas necesarias. A
mediados del siglo IV Judea se había convertido en un país organizado segú n unas estrictas
doctrinas religiosas, y dominado por una clase sacerdotal muy fuerte. La Torá (o 'Ley' es decir,
el Pentateuco) rigió la vida cotidiana de los judíos; durante este tiempo los escribas y los
maestros de la Ley dieron su forma definitiva a las Sagradas Escrituras. Judea fue prosperando
cada día má s, de modo tal que, gracias a su capacidad para adaptarse a unas circunstancias
adversas, los judíos en un lapso de 150 añ os, se transformaron de una entidad política, en un
pueblo casi ú nicamente motivado por la religió n.
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PSICOLOGÍA de las emociones y actutides
DEPORTACIONES ANTISEMITAS
Las deportaciones que se llevaron a cabo en toda la Europa ocupada por los alemanes
generaron multitud de conflictos políticos y administrativos. Dentro de la propia Alemania se
produjo un fuerte debate sobre el destino de los mischlinge, a los que finalmente se respetó . Se
emprendieron negociaciones diplomá ticas para efectuar deportaciones en algunos de los
países aliados con Alemania, como los estados satélite de Eslovaquia y Croacia. El gobierno
francés de Vichy, que ya había puesto en vigor algunas leyes antisemitas, comenzó a
encarcelar a los judíos incluso antes de que los alemanes lo solicitaran. El gobierno
fascista italiano se negó a cooperar con los nazis hasta que Italia fue ocupada por
fuerzas alemanas en septiembre de 1943; la misma actitud adoptó el gobierno húngaro,
por lo que los alemanes invadieron el país en marzo de 1944. Rumania, pese a haber sido
responsable de varias ejecuciones en masa de judíos en los territorios ocupados de la URSS,
también se negó a entregar su població n judía a Alemania. En la Dinamarca ocupada,
numerosos daneses colaboraron para salvar de una muerte segura a los judíos que se
encontraban en el país y les enviaron a Suecia, que era un estado neutral, en miles de
pequeñ as embarcaciones.
Los alemanes se apropiaban de todas las posesiones de los deportados siempre que les era
posible. En Alemania se confiscaron las cuentas bancarias y propiedades de los judíos, y el
mobiliario de los pisos de familias judías de la Francia ocupada, Bélgica y Países Bajos se envió
a Alemania para ser distribuido entre las personas cuyas casas habían sido bombardeadas.
El transporte de víctimas a los campos de la muerte solía hacerse por ferrocarril, y la policía
tenía que abonar al sistema ferroviario alemá n el precio de un billete de ida de tercera clase
por cada deportado. Cuando se había cargado a mil personas en un tren, se aplicaba una tarifa
de grupo por la cual só lo era preciso pagar la mitad del importe. Los trenes, formados por
vagones de mercancías, se desplazaban lentamente siguiendo horarios especiales. Los
enfermos y los ancianos solían fallecer durante el trayecto.
LA GRAN DEPRESIÓN
El período de desempleo masivo má s generalizado, depresivo y serio de los tiempos modernos
fue la Gran Depresió n que siguió al crack de Wall Street en 1929. Esta depresió n produjo
catorce millones de desempleados en Estados Unidos, seis en Alemania y tres en Gran Bretañ a.
En Australia la crisis fue especialmente dura, con má s de 35% de la fuerza laboral
desempleada a principios de la década de 1930 y muchas de estas personas siguieron sin
trabajo hasta la Segunda Guerra Mundial. Las distorsiones sociales, la migració n generalizada
en busca de empleo y el extremismo político se hicieron habituales y la muerte por
enfermedades relacionadas con la malnutrició n aumentó considerablemente en todo el mundo
industrializado.
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PSICOLOGÍA de las emociones y actutides
POSICIONES EN EL MUNDO
Si se observa la realidad econó mica de los países menos desarrollados, se constata una amplia
variedad de situaciones. En el lado má s positivo se sitú an los países del sudeste asiá tico,
algunos países exportadores de petró leo de Oriente Pró ximo y unos cuantos países
latinoamericanos. En el lado opuesto se sitú an los grandes países de Asia meridional -
Bangladesh, Pakistá n y, en menor medida, la India- y la mayor parte del Á frica subsahariana.
¿A qué se deben estas diferencias? Desde luego, no a su situació n geográ fica: Corea del Sur,
uno de los países má s pró speros en la actualidad, era considerado un caso perdido en el añ o
1950. Argentina, en la década de 1930, tenía un nivel de vida y una estructura econó mica muy
parecidos al de Australia, y sin embargo, Australia es hoy un país má s pró spero que Argentina.
Mientras Australia era miembro de la Commonwealth, Argentina, basá ndose en principios de
soberanía econó mica, cultural y política, tuvo una posició n de resistencia frente a Estados
Unidos y su papel en la regió n. Muchos países africanos han experimentado retrocesos en sus
niveles de desarrollo durante las décadas de 1980 y 1990, Y en este momento está n peor
situados de lo que lo estuvieron en el pasado. El crecimiento de la població n de estos países, a
diferencia del resto del mundo, sigue siendo muy diná mico. Ninguna de las grandes teorías del
desarrollo puede explicar esta amplia variedad de situaciones, aunque todas ellas aportan
valiosas sugerencias.
El éxito de las economías del sudeste asiá tico ha influido mucho en las teorías del desarrollo
desde la década de 1970. Estos países no compartían el pesimismo del Tercer Mundo sobre la
exportació n. A pesar de las protecciones arancelarias de los países industrializados, lograron
ganar cuotas de mercado de bienes industriales, se especializaron en productos y mercados de
alta tecnología y lograron con ello un rá pido crecimiento econó mico, primero para los' cuatro
dragones' -Hong Kong. Corea, Singapur y Taiwá n- y luego para otros países de la zona como
Indonesia, Malaysia y Tailandia.
Era evidente que la dependencia no había impedido su desarrollo. De todos modos este
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PSICOLOGÍA de las emociones y actutides
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PSICOLOGÍA de las emociones y actutides
estadounidenses empezaron a exigir el pago de los préstamos que habían concedido a otros
países, al igual que a personas individuales que no podían devolverlos. Al mismo tiempo, la
gente que tenía depositado el dinero en los bancos, perdió la confianza y empezó a retirado. Al
no tener dinero para devolver los depó sitos, muchos bancos comenzaron a quebrar. La escasez
de fondos implicaba que había menos dinero para invertir en las industrias y para comprar
productos agrícolas e industriales. En 1932 la mayor parte de los bancos de Estados Unidos
había tenido que cerrar.
La crisis provocó grandes tasas de desempleo y desocupació n: catorce millones de personas en
Estados Unidos, seis en Alemania y tres en el Reino Unido. En Australia, la tasa de desempleo
era incluso mayor que en Estados Unidos y el Reino Unido juntos. Se estima que la quinta parte
de la població n britá nica vivía por debajo del umbral de pobreza a mediados de la década de
los 30.
La elecció n para presidente de Franklin D. Roosevelt y el establecimiento del New Deal en
1932 permitió recuperar la confianza en Estados Unidos y marcó el principio del fin de la
Depresió n. Sin embargo, en Alemania, la desaparició n de la financiació n exterior, a principios
de la década de 1930, y el consiguiente aumento de las dificultades econó micas, dieron lugar a
la aparició n del nazismo y la llegada al poder de Adolf Hitler. En otros países, aparecieron
grupos políticos de tendencia fascista o totalitaria que acabaron por triunfar amparados
relativamente en la estela de la Gran Depresió n.
En muchos países la Gran Depresión provocó un cambio en las actitudes políticas y en la
actuació n de los gobiernos a favor de medidas promotoras del estado del bienestar. Pero la
Gran Depresió n también creó las condiciones para que estallara la Segunda Guerra Mundial.
Después de 1930, Heidegger volvió, en trabajos como Introducció n a la Metafísica (1953), a
la particular interpretació n de las concepciones occidentales del ser. Sentía que, en contraste
con la reverente concepció n del ser dominante en la Grecia clá sica, la sociedad tecnológica
moderna ha favorecido una actitud elemental y manipuladora que ha privado de
sentido al ser y a la vida humana, un estado que llamaba nihilismo. La humanidad ha
olvidado su verdadera vocació n, que es recuperar la má s profunda comprensió n de la
existencia lograda por los primeros griegos y perdida por filó sofos posteriores.
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PSICOLOGÍA de las emociones y actutides
el Klan cumplió sus objetivos, y ademá s de los negros, persiguió a cató licos, extranjeros,
liberales, sindicalistas y huelguistas, por considerarlos elementos subversivos para los valores
estadounidenses, manteniendo la simbología, actividades y actitudes coactivas del grupo
fundador.
Las revelaciones en la prensa de los crímenes y coacciones cometidas por el Klan condujeron a
una investigació n por parte del Congreso en 1921. Desde ese añ o, el Klan experimentó un
rá pido incremento de sus integrantes y su influencia política abarcó todo el país, alcanzando la
cifra de 3 millones de miembros en 1924.
A mediados de la década de 1920, los conflictos internos y la inmoralidad y violencia del Klan
perjudicaron seriamente su reputació n, con lo que aumentó la oposició n política de sus
actividades. Hacia 1929, y tras ser conminado por el Tribunal Supremo a respetar la
legislació n relativa a la prohibició n de asociaciones secretas, la organizació n quedó reducida a
unos cuantos miles de miembros. Durante la depresión económica de la década de 1930,
el Klan actuó principalmente contra los sindicalistas de los estados del Sur. También
amenazaba con castigar a los negros que ejercieran su derecho al voto. En 1940 el Klan
colaboró con la Liga Estadounidense (organizació n financiada por el gobierno de la Alemania
nazi).
Con la entrada de Estados Unidos en la Segunda Guerra Mundial, redujo sus actividades. En
1944 se disolvió formalmente cuando no pudo pagar los impuestos que debía al gobierno
federal. El resurgimiento de sus actividades después de la guerra despertó un sentimiento
pú blico masivo de rechazo, y el Klan se escindió en numerosos grupú sculos.
A partir de 1980 se ha prestado una gran atenció n a la educació n especial en los países
desarrollados. En esta década se operó un cambio radical en las actitudes profesionales y
pú blicas hacia las necesidades especiales que marcó el comienzo de un gran movimiento hacia
la integració n de las personas con necesidades educativas especiales dentro de las escuelas
ordinarias. Los padres se han ido involucrando activamente en la evaluació n y en la revisió n
de las necesidades educativas de sus hijos y cada vez muestran con má s interés su preferencia
(limitada a ciertas condiciones) a que sus hijos se eduquen en escuelas ordinarias. La
ampliació n de servicios sociales y de salud ha contribuido a valorar mejor las necesidades
educativas especiales que permitan identificar los puntos fuertes y los débiles de cada alumno
con el fin de asegurarle la educació n má s apropiada dentro de un amplio abanico de
necesidades educativas especiales. En la prá ctica, las buenas intenciones no siempre culminan
en logros satisfactorios. En cualquier caso, hay que constatar que este proceso de cambio en la
mayor parte de los países de Europa y del mundo en general ha contribuido a que las familias
afectadas y las escuelas demanden a los poderes pú blicos leyes y métodos de aprendizaje que
garanticen el derecho a una mayor integració n en las escuelas y centros de formació n de las
personas con necesidades especiales.
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PSICOLOGÍA de las emociones y actutides
DESARROLLO DE LA FENOMENOLOGÍA
Husserl se refutó a sí mismo en su obra Investigaciones ló gicas (1900-1901), considerada
como una vigorosa polémica en contra del psicologismo en la ló gica y una reorientació n
radical del pensamiento puro. Un filosofar radical que nos permite el acceso a la conciencia
trascendental y a la subjetividad pura. «La conciencia de ser conciencia en algo».
Para Husserl, la labor del filósofo es la superación de las actitudes naturalista y
psicología mediante la contemplación de las esencias de las cosas, que podían ser
identificadas de acuerdo con las leyes sistemá ticas que rigen la variació n de los objetos en la
imaginació n. Admitió que la conciencia está permanentemente dirigida hacia las realidades
concretas y llamó intencionalidad a este tipo de atenció n. La conciencia, ademá s, posee
estructuras ideales invariables, que llamó significados, que determinan hacia qué objeto se
dirige la mente en cada momento dado.
La tarea del fenomenó logo, escribió , es «el examen sistemá tico de los tipos y de las formas de
experiencia intencional y la reducció n de las estructuras a las intenciones elementales, 10 que
debe enseñ amos la naturaleza de lo psíquico y hacemos comprender el ser de nuestra alma».
Durante sus añ os de estancia en la Universidad de Catinga (1901-1916), Husserl atrajo hacia
sus teorías a muchos estudiantes que fundaron la escuela fenomenoló gica y escribió su obra
má s influyente: Ideas: una introducción a la fenomenología pura (1913), en la que introdujo en
el lenguaje filosó fico el concepto de reducció n fenomenoló gica o epogé, abstenerse de tener en
cuenta cualquier afirmació n del sentido comú n o de la ciencia; de tal modo que el yo, en su
sentido cognitivo, se convierte en observador desinteresado de sí mismo, lo que le permite
reconstruir tanto la propia conciencia como el mundo externo que aparece en ella como
fenó meno. «Una descripció n de las estructuras de la conciencia trascendental, fundada en la
intuició n de la esencia de esas estructuras».
Su método concede absoluta primacía a la conciencia, a partir de la que se construye tanto el
mundo objetivo como la intersubjetividad, basada en la experiencia de los otros.
«La fenomenología es un idealismo que no consiste má s que en la auto explicitació n de mi ego
como sujeto de todo posible conocimiento, llevada a cabo de modo consecuente en la forma de
una ciencia egoló gica sistemá tica y esto con respecto al sentido de todo lo que es, que debe
poder tener justamente un sentido para mí, el ego».
Aportó asimismo aná lisis detallados de las estructuras mentales implicadas en la percepció n
de objetos particulares; describiendo de modo muy minucioso, por ejemplo, la forma en la que
captaba un manzano en su jardín. Así, aunque la fenomenología no asume la existencia de
nada, no es sin embargo una disciplina descriptiva; de acuerdo con Husserl, la fenomenología
se dedica, no a inventar teorías, sino a describir las «cosas en sí mismas».
[116]
PSICOLOGÍA de las emociones y actutides
EL HUMANISMO
En filosofía, es la actitud que hace hincapié en la dignidad y el valor de la persona. Uno
de sus principios básicos es que las personas son seres racionales que poseen en sí
mismas capacidad para hallar la verdad y practicar el bien. El término humanismo se usa
con gran frecuencia para describir el movimiento literario y cultural que se extendió por
Europa durante los siglos XIV Y XV. Este renacimiento de los estudios griegos y romanos
subraya el valor que tiene lo clá sico por sí mismo, má s que por su importancia en el marco del
cristianismo.
El movimiento humanista comenzó en Italia, donde los escritores de finales de la edad media
Dante, Ciovanni Boccaccio y Francesco de Petrarca contribuyeron en gran medida al
descubrimiento y a la conservació n de las obras clá sicas. Los ideales humanistas fueron
expresados con fuerza por otro estudioso italiano, Giovanni Pico della Mirandola, en su
Oración, obra que trata sobre la dignidad del ser humano. El movimiento avanzó aú n má s por
la influencia de los estudiosos bizantino a llegados a Roma después de la caída de
Constantinopla a manos de los turcos en 1453, y por la creació n de la Academia plató nica en
Florencia. La Academia, cuyo principal pensador fue Marsilio Ficino, fue fundada por el
hombre de Estado y mecenas florentino Cosme 1 de Medici. Deseaba revivir el platonismo y
tuvo gran influencia en la literatura, la pintura y la arquitectura de la época.
La recopilació n y traducció n de manuscritos clá sicos se generalizó , de modo muy significativo
entre el alto clero y la nobleza. La invenció n de la imprenta de tipos mó viles, a mediados del
siglo XV, otorgó un nuevo impulso al humanismo mediante la difusió n de ediciones de los
clá sicos. Aunque en Italia el humanismo se desarrolló sobre todo en campos como la literatura
y el arte en
Europa central, donde fue introducido por los estudiosos alemanes Johannes Reuchlin y Philip
Melanchthon, el movimiento penetró en á mbitos como la teología y la educació n, con lo que se
convirtió en una de las principales causas subyacentes de la Reforma.
Uno de los estudiosos má s importantes en la introducció n del humanismo en Francia fue
Erasmo de Rotterdam, que también desempeñ ó un papel principal en su difusió n por
Inglaterra. Allí, el humanismo fue divulgado en la universidad de Oxford por 10E estudiosos
William Grocyn y Thomas Linacre, y en la Universidad de Cambridge por Erasmo y san Juan
Fisher. Desde las universidades se extendió por toda la sociedad inglesa y allanó el camino
para la edad de oro de la literatura y la cultura que llegaría con el período isabelino.
EL SEXISMO
Prejuicio basado en el sexo, es decir, conjunto de actitudes y comportamientos que niegan los
derechos a la libertad y a la igualdad de las personas de un determinado sexo.
En la mayor parte de los casos el sexismo se aplica al comportamiento de los hombres hacia
las mujeres. Los que rechazan el sexismo afirman (tal y como se observa en el mundo
[117]
PSICOLOGÍA de las emociones y actutides
moderno) que una persona puede triunfar desde el punto de vista político, profesional, laboral
o doméstico independientemente del género y del sexo, y pretenden hacer neutros muchos
roles sociales que en el pasado han sido relacionados con un determinado género.
El sexismo es un conjunto de ideas, símbolos y há bitos arraigados en el intercambio social.
Dado que las mujeres son a la vez iguales y diferentes de los hombres, la dificultad reside en
afirmar qué es lo que constituye esa diferencia y esa similitud. Probablemente habrá que
comenzar por aceptar la diferencia entre sexo, que es bioló gica y relativamente fija, y género,
que es social y relativamente variable.
Hoy día vivimos una etapa de experimentació n de la asimilació n y diferenciació n entre ambos
conceptos. Los cambios en el modo de vida tienden a asimilar a la mujer con el papel que antes
era propio del hombre en el á mbito de su trabajo, política y aficiones. La maternidad es cada
vez menos frecuente y se limita a una etapa má s corta y tardía de la vida de la mujer. Al mismo
tiempo, en cierto modo, la forma de vida del hombre se está desplazando hacia
actividades hasta ahora propias de la mujer (cuidado de los niñ os, tareas domésticas,
horario de trabajo má s corto y jubilació n má s temprana). Pero, en conjunto, es evidente que
la mujer ha cambiado más que el hombre, por lo que muchas han tenido que
compaginar el trabajo doméstico tradicional con el trabajo fuera de casa.
Se critica que se ha dado má s atenció n a las palabras que a los aspectos má s tangibles de la
vida cotidiana en este amplio cambio social. Por ejemplo, en inglés cada vez es má s frecuente
utilizar Ms en vez de Miss ('señ orita') o Mrs ('señ ora'). Aunque aparentemente trivial, este
cambio muestra el desacuerdo de muchas mujeres con un uso del lenguaje que indica que para
la sociedad la mujer casada es propiedad de su esposo. El aumento de las parejas y el
debilitamiento del nú cleo familiar tradicional (con el hombre como cabeza de familia) indican
un cambio má s profundo que abarca el modo de vida y al conjunto de la sociedad.
Rara vez se cuestiona que ambos sexos sean igualmente competentes para el desempeñ o de
una profesió n como la de profesor, abogado o funcionario de Estado; sin embargo, sí es má s
problemá tico el caso de una obrera manual o un enfermero. El sexismo se esconde, de forma
directa o indirecta, detrás de la desigualdad en las expectativas o condiciones de
salario. Son numerosos los casos que nos revelan nuestra ignorancia sobre hasta qué punto
está arraigado el sexismo y cuá nto se debe a la informació n socioló gica objetiva. La
distribució n laboral en la mayor parte de los países, la composició n por sexos de los
Parlamentos y organismos electivos, la expansió n de la cualificació n educacional y el mayor
salario medio de los hombres en relació n con el de las mujeres, son testigos de una historia de
patriarcado, que es la historia particular del sexismo en la especie humana. La parcialidad en
la interpretació n de las capacidades del hombre y de la mujer puede ser algo inconsciente; se
le puede llamar sexismo institucional y es paralelo al racismo institucional. Las costumbres y
la tradició n pueden distorsionar la apreciació n objetiva de estas capacidades. Por otra parte,
cualesquiera que sean los modelos heredados, es igualmente importante estar atento a otros
factores que contribuyen a una ausencia de mujeres en cargos superiores como consecuencia,
por ejemplo, del permiso que muchas mujeres se toman para cuidar a sus hijos recién nacidos
[118]
PSICOLOGÍA de las emociones y actutides
HOMOSEXUALIDAD
Preferencia y atracció n sexual por personas del mismo sexo, en contraposició n a
heterosexualidad (preferencia por el sexo opuesto) y bisexualidad (atracció n por ambos
sexos). Las homosexuales femeninas reciben el apelativo de lesbianas (del nombre de la isla
griega Lesbos, hogar de la poetisa Safo que vivió en el siglo VII a.C.); a los homosexuales
masculinos se les llama 'gays', y a menudo a cualquiera de los dos se les denomina 'gay'. La
actitud hacia la homosexualidad ha variado a lo largo de las diferentes épocas y entre los
diversos grupos y subgrupos culturales, oscilando entre la aceptació n (en la Grecia antigua), la
tolerancia (en el imperio romano) y la condena absoluta (en muchas sociedades occidentales).
Actitud Actual
En algunas sociedades como la de Aranda en Australia central, la homosexualidad está
prá cticamente generalizada. Algunas naciones como, por ejemplo, Gran Bretañ a y Alemania
han legalizado las relaciones homosexuales entre adultos. Sin embargo, en muchos países el
hecho de ser homosexual o de practicar la homosexualidad puede provocar la pérdida del
trabajo, la discriminació n en la concesió n de la vivienda, el rechazo social e incluso la cá rcel.
Durante los ú ltimos añ os, los grupos a favor de los derechos de los gays han trabajado para
conseguir una mayor aceptació n de la homosexualidad por parte de la opinió n pú blica y en la
legislació n. El nivel de aceptació n alcanzado en la década de 1970 disminuyó durante la
década siguiente debido a la reacció n pú blica negativa respecto a la propagació n del síndrome
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PSICOLOGÍA de las emociones y actutides
Actitud profesional
Gran parte de la incomprensió n y de los juicios existentes contra la homosexualidad proceden
de su clasificació n como enfermedad en el siglo XIX. El neuropsicó logo alemá n Richard von
Krafft-Ebing la consideró una «degeneració n neuropá tica hereditaria» que supuestamente se
agravaba por una masturbació n excesiva. El psiquiatra austriaco Sigmund Freud postuló la
existencia de una predisposició n constitutiva, aunque también destacó el efecto determinante
de experiencias durante la infancia (como, por ejemplo, la falta de un progenitor del mismo
sexo con el cual poder identificarse) y la frecuencia de experiencias homosexuales masculinas
durante la adolescencia.
Un estudio clá sico llevado a cabo en 1957 en la Universidad de California, en Los Á ngeles
(Estados Unidos), rebatía la hipó tesis de la enfermedad. Pruebas psicoló gicas realizadas a
homosexuales y a heterosexuales mostraron que entre ellos no había aspectos patoló gicos
diferenciadores. Aunque existen algunas evidencias (en estudios entre gemelos y mellizos)
que sugieren que los genes pueden ser un factor en la orientació n sexual, otras teorías afirman
que es má s probable que los factores determinantes sean las experiencias durante la infancia.
FORSTER E INGLATERRA
Forster, Edward Morgan (1879-1970), novelista y ensayista inglés cuyas novelas, escritas en
un estilo caracterizado por su concisió n y fluidez, exploran las actitudes que crean barreras
entre las personas.
Nació en Londres el primero de enero de 1879 y estudió en el King's College de la Universidad
de Cambridge, donde le eligieron para formar parte de un grupo de debate -Los apó stoles-, en
el que conoció a miembros del que sería el Grupo de Bloomsbury. Después de vivir cierto
tiempo en Italia, volvió a Inglaterra para dedicarse por entero a escribir. Su primera novela,
Donde los ángeles no se aventuran (1905), que se publicó cuando tenía 26 añ os, pone de
manifiesto un estilo sorprendentemente maduro. Después publicó El viaje más largo (1907) y
Una habitación con vistas (1908). La construcció n de estas tres novelas supuso una reacció n
contra la larga y tediosa forma de argumentar de las novelas victorianas. En parte
autobiográ ficas, también expresan un tema recurrente en los ensayos de Forster: la necesidad
de combatir el materialismo de la clase media a través de una mayor atenció n por las cosas de
la mente y la imaginació n. Este tema lo aborda má s directamente en su obra maestra, La
mansión (1910), y en la última novela que escribió, El paso a la India (1924) que analiza
el conflicto entre las culturas desde la relación personal ambigua entre un viajero inglés
y una mujer india en tiempos del gobierno británico, y pone de manifiesto su aversión
por el imperialismo.
[120]
PSICOLOGÍA de las emociones y actutides
Publicó dos libros de relatos de vida, El autobús celestial (1914) y El momento eterno (1924).
La novela Maurice (1971, escrita entre 1913 y 1914) Y La vida futura (1924, libro de cuentos
escritos a lo largo de su vida) tratan ambos de la homo-sexualidad, y no se publicaron hasta
después de su muerte.
Forster expresó sus pensamientos y opiniones en los libros de ensayos Abinger Harvest (1936)
y Dos vítores por la democracia (1951), así como en sus libros de viajes La colina de Devi
(1953), un relato de su estancia en la India en el que se basó para El paso a la India, y
Alejandría, historia y guía (1922 revisada en 1961), este ú ltimo basado en las funciones civiles
que desempeñ ó mientras vivía en aquella ciudad durante la Primera Guerra Mundial (1914-
1918). Forster también dirigió durante algú n tiempo, después de la Primera Guerra Mundial,
el Daily Herald, un perió dico del partido laborista, y escribió el libreto para la ó pera Billy Bud
(1951) del compositor inglés Benjamín Britten, así como un importante libro de crítica
literaria, Aspectos de la novela, basado en las clases que dio en la Universidad de Cambridge en
1927. Fue miembro activo del PEN y en 1928 luchó contra la prohibició n de El pozo de la
soledad, de Radclyffe Hall; má s adelante, en 1960, se pronunció en defensa de El amante de
lady Chatterley, de D. H. Lawrence.
Miembro honorario del King' s College de la Universidad de Cambridge, residió allí desde 1946
hasta su muerte en Coventry, Inglaterra, el 7 de julio de 1970. Su reputació n como crítico sigue
vigente, y el interés por sus novelas se ha visto incrementado a raíz de su reciente adaptació n
al cine.
VICTORIA PÍRRICA
Pirro (c. 318-272 a.C.), rey de Epiro (307-302 a.C.; 297-272 a.C.).
Accedió al trono siendo menor de edad, en el 307 a.C., aunque má s tarde lo perdió y le fue
restituido en el 297 a.C. Aumentó sus territorios, añ adiendo las zonas occidentales de los
reinos vecinos de Macedonia y Tesalia. También ayudó a derrocar al rey de Macedonia
Demetrio I Poliorcetes. Sin embargo, Pirro fue expulsado de sus nuevos territorios,
aproximadamente en el 286 a.C., por su antiguo aliado Lisímaco, rey de Tracia, quien se·
convirtió en rey de toda Macedonia.
En el 281 a.C., el pueblo de Tarentum (la actual Tarento), una colonia griega en el sur de Italia,
en aquel momento en guerra con los romanos, solicitó ayuda a Pirro. A principios del 280 a.C.
desembarcó en Tarentum al frente de 25000 hombres y 20 elefantes, y ese mismo añ o derrotó
a los romanos en Heraclea, en la provincia romana de Lucania. En el 279 a.C. de nuevo derrotó
a los romanos en la batalla de Ausculum, en la provincia romana de Apulia. Sin embargo,
ambas víctimas supusieron graves pérdidas en su ejército, de aquí la expresión
«victoria pírrica».
Pirro se dirigió a Sicilia para ayudar a los griegos sicilianos en su lucha contra los cartagineses,
pero despertó la mala voluntad de los griegos con su actitud despótica. Regresó a Italia en
el 276 a.C. y al añ o siguiente fue derrotado por el có nsul romano Manió Curio Dentato en la
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PSICOLOGÍA de las emociones y actutides
batalla de Benevento, por lo que hubo de volver a Epiro con só lo una tercera parte de su
ejército. En el 273 a.C., sin embargo, tras atacar y derrotar a Antígono I Gonatas, tomó posesió n
de una gran zona de Macedonia. En menos de un añ o, Pirro libró una guerra con Esparta en la
que fracasó . Posteriormente huyó a Argos, donde fue asesinado.
PIRRONISMO
Pirrón (c. 360-c. 272 a.C.), filó sofo clá sico griego, introdujo el escepticismo puro dentro de
la filosofía griega y creó la escuela conocida como pirronismo y por ello se le considera el
fundador del escepticismo filosófico. Nació en Elide y estudió con el filó sofo griego
Anaxarco, un discípulo de Demó crito. Pirró n acompañ ó a Alejandro III el Magno en su
expedició n al Este, y supo de las enseñ anzas de los magos persas y de los brahamanes hindú es.
Pirrón pasó gran parte de su larga existencia retirado del mundo. No dejó escritas sus
doctrinas que son conocidas sobre todo a través de las palabras de su seguidor Timó n el
Siló grafo, filó sofo y escritor de sá tiras. Pirrón pensaba que la naturaleza real de las cosas
no puede ser en verdad comprendida, y por ello es imposible alcanzar el conocimiento
objetivo. Mantenía que la actitud correcta para el filósofo es la imperturbabilidad y la
suspensión total del juicio, y que en esta actitud se asienta la libertad de la pasión, la
calma de la mente y la tranquilidad del alma, que constituyen las cualidades humanas
más altas y meritorias.
EL SABIANISMO
Mandeos (del arameo manda, conocimiento), secta gnó stica fundada en Irak, en un á rea al sur
de Bagdad y cercana a Irá n. La secta cuenta con unos 6000 seguidores. El nombre mande o, en
arameo significa gnó stico. Los mandeos también reciben el nombre de sabianos (bautistas).
En un principio se pensó que esta secta había surgido en algú n lugar de Mesopotamia o de
Persia, antes del siglo IV d.C. Hoy en día se cree, má s bien, que llegó allí desde la regió n de Siria
y Palestina, donde probablemente se originó durante el siglo I o II d.C. o incluso durante el
período precristiano. Tanto en los ritos como en los textos mandeos se pueden ver reflejadas
influencias persas, judías y cristianas.
Las principales enseñ anzas de los mandeos derivan de la antigua doctrina esotérica del
gnosticismo. Los mandeos creen que el alma humana, cautiva del cuerpo y del universo
material, se puede salvar só lo a través del conocimiento revelado, de una vida éticamente
estricta, y de la observancia de ciertos ritos. También creen en la mediació n de un redentor
que vivió en la tierra, donde triunfó sobre los demonios, quienes lo dominaban y trataban de
mantener el alma cautiva. Por eso, só lo él puede ayudar en el ascenso del alma a través de los
mundos y esferas celestes, hasta que al final logre reunirse con el Dios supremo. En un
principio, la idea de los mande os de aguardar la venida de un redentor, debió estar inspirada
en la imagen cristiana de Jesucristo, y lo mismo que en otras sectas gnó sticas, debió comenzar
como una rama herética del cristianismo. Sin embargo, desde el período bizantino, los
[122]
PSICOLOGÍA de las emociones y actutides
LA VIDA DE MANI
Mani nació en el seno de una aristocrá tica familia persa del sur de Babilonia (actual Irak). Su
padre, un hombre muy piadoso, lo educó en una austera secta bautista, posiblemente la
de los mandeos. A la edad de 12 y luego a los 24 añ os, Mani creyó haber tenido apariciones,
en las que un á ngel lo nombraba el profeta de una nueva y ú ltima revelació n. En su primer
viaje misionero, Mani llegó a la India, donde recibió la influencia del budismo. Bajo la
protecció n del nuevo emperador persa Shapur I (quien reinó entre 241 y 272). Mani predicó
en todo el imperio, e incluso envió misioneros al imperio romano. La rápida propagación del
maníqueísmo provocó una actitud hostil por parte de los líderes del zoroastrismo
ortodoxo. Cuando Bahram I sucedió en el trono al emperador anterior (entre 274 y 277), lo
convencieron de que arrestara a Maní, culpá ndolo de herejía. Al poco tiempo Mani murió , no
se sabe si en prisió n o ejecutado.
EL ANTIRRACISMO
A principios del siglo XX tuvo lugar una toma de conciencia internacional del fenó meno del
racismo. Los procesos de Nurernberg a los criminales de guerra nazis crearon una situació n
psicoló gica y política decisiva en la voluntad de las naciones para erradicar el racismo. Sin
embargo, en la sociedad actual aú n perduran numerosas formas de racismo, a pesar de las
exhortaciones de los organismos internacionales y especialmente de los acuerdos alcanzados
respecto a los derechos de las minorías y de las personas. El apartheid en Á frica del Sur ha
ignorado estos acuerdos sistemá ticamente hasta 1990. La masacre de la minoría tutsi en
Ruanda en 1993 y la 'limpieza étnica' emprendida por los serbios en la antigua Yugoslavia a
partir de 1991, son claras violaciones de los acuerdos internacionales.
Aunque el racismo no se haya erradicado, la ideología en la que se basa ha sido sometida a una
crítica radical en la segunda mitad del siglo XX. La ciencia ha rechazado el concepto de raza
poniendo en evidencia su cará cter subjetivo, basado en prejuicios. Antropó logos, bió logos,
genetistas y soció logos han demostrado que la noció n de raza carecía de sentido en la medida
en que el género humano es uno e indivisible.
Organizaciones antirracistas nacionales e internacionales luchan contra cualquier forma de
discriminació n. Las actitudes racistas que combaten numerosas organizaciones tienen en
buena medida razones psicológicas. Se fundan en reacciones de miedo ante la diversidad y
[123]
PSICOLOGÍA de las emociones y actutides
EL EXISTENCIALISMO
Jean-Paul Sartre (1905-1980), filó sofo, dramaturgo, novelista y periodista político francés, es
uno de los principales representantes del existencialismo.
Sartre nació en París el 21 de junio de 1905; estudió en la Escuela Normal Superior de esa
ciudad, en la Universidad de Friburgo (Suiza) y en el Instituto Francés de Berlín (Alemania).
Enseñ ó filosofía en varios liceos desde 1929 hasta el comienzo de la Segunda Guerra Mundial,
momento en que se incorporó al Ejército. Desde 1940 hasta 1941 fue prisionero de los
alemanes; después de su puesta en libertad, dio clases en Neuilly (Francia) y má s tarde en
París, y participó en la Resistencia francesa. Las autoridades alemanas, desconocedoras de sus
actividades secretas, permitieron la representació n de su obra de teatro antiautoritaria Las
moscas (1943) y la publicació n de su trabajo filosófico más célebre El ser y la nada (1943).
Sartre dejó la enseñ anza en 1945 y fundó , con Simone de Beauvoir entre otros, la revista
política y literaria Les temps modernes, de la que fue editor jefe. Se le consideró un socialista
independiente activo después de 1947; crítico tanto de la Unió n de Repú blicas Socialistas
Soviéticas (URSS) como de Estados Unidos en los añ os de la guerra fría. En la mayoría de sus
escritos de la década de 1950 están presentes cuestiones políticas, incluidas sus
denuncias sobre la actitud represora y violenta del ejército francés en Argelia. Rechazó
el Premio Nobel de Literatura que se le concedió en 1964, y explicó que si lo aceptaba
comprometería su integridad como escritor.
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PSICOLOGÍA de las emociones y actutides
Las obras filosó ficas de Sartre conjugan la fenomenología del filó sofo alemá n Edmund Husserl,
la metafísica de los filó sofos alemanes Georg Wilhelm Friedrich Hegel y Martin Heidegger, y la
teoría social de Karl Marx en una visió n ú nica llamada existencialismo. Este enfoque, que
relaciona la teoría filosófica con la vida, la literatura, la psicología y la acción política
suscitó un amplio interés popular que hizo del existencialismo un movimiento mundial.
ANTIDOGMATISMO
Michel Eyquem de Montaigne (1533-1592), escritor francés que introdujo por primera vez el
ensayo como forma literaria. Sus Ensayos, que abarcan un amplio abanico de temas, se
caracterizan por un estilo discursivo, un tono coloquial y el uso de numerosas citas de autores
clá sicos.
Montaigne nació el 28 de febrero de 1533, en el Chá teau de Montaigne (cerca de Libourne). Su
familia gozaba de una buena posició n y Montaigne estudió en Cuyenne. Posteriormente cursó
estudios de leyes probablemente en Toulouse. Su primera empresa literaria fue una
traducció n, publicada en 1569, de la Theologia Naturalis, obra del-teó logo españ ol Raimundo
de Sabunde.
En 1571 Montaigne heredó las propiedades de la familia, entre las que figuraba el Chá teau de
Montaigne. Allí pasó el resto de su vida, entregado a las actividades propias de un hacendado,
estudiando a sus autores clá sicos favoritos y escribiendo los Ensayos, que constituyen su gran
colecció n. Los dos primeros tomos de esta obra vieron la luz en 1580. Posteriormente
Montaigne viajó a Alemania, Italia y Suiza. A su regreso fue alcalde de Burdeos (1581- 1585).
Escribió un tercer tomo de ensayos que se incluyó en la quinta edició n de Ensayos en 1588.
Los ú ltimos añ os de su vida los pasó recluido en su propiedad, con la excepció n de algú n viaje
ocasional a París y Rú an. La ú nica obra que escribió ademá s de sus Ensayos es un relato de sus
viajes publicado en 1774.
Como pensador, Montaigne destaca por su análisis de las instituciones, opiniones Y
costumbres, así como por su oposición a cualquier forma de dogmatismo carente de una
base racional. Montaigne observaba la vida con escepticismo filosó fico Y puso de relieve las
contradicciones e incoherencias inherentes a la naturaleza y la conducta humanas. Sin
embargo, su moral tendía básicamente hacia el epicureísmo, revelando las actitudes
propias de un humanista que rechazaba la esclavitud de las pasiones y los deseos. El
má s extenso de sus ensayos, "Apología de Raimundo de Sabunde", es un estudio de la
capacidad racional y las aspiraciones religiosas del ser humano.
En algunos momentos su visió n del mundo es conservadora.
En literatura y filosofía admiraba a los autores de la antigü edad, Y en materia política defendía
la monarquía como la forma de gobierno má s adecuada para garantizar la paz y el orden. En lo
que respecta a la educació n, Montaigne se interesó por la formació n del aristó crata Y sostuvo
la necesidad de enseñ ar a los alumnos el arte de vivir. Este arte se adquiere a través de la
capacidad de observació n y conversació n mediante los viajes. La lectura debería servir para
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PSICOLOGÍA de las emociones y actutides
LA COSA EN SÍ
Arthur Schopenhauer (1788-1860), filó sofo alemá n conocido por su filosofía del pesimismo.
Nació en Danzig (ahora gdansk, Polonia) el 22 de febrero de 1788; estudió en las
universidades de Cotinga, Berlín y Jena. Se instaló en Frankfurt del Main, donde llevó una vida
solitaria y se volcó en el estudio de las filosofías budista e hinduista y en el misticismo.
También estuvo influido por las ideas del teó logo dominico, místico y filó sofo ecléctico alemá n
Meister Eckhart, del teó sofo y místico alemá n Jakob Boehme, y de los eruditos del
renacimiento y de la Ilustració n. En su obra principal, El mundo como voluntad y
representación (1819), proponía los elementos éticos y metafísicos dominantes de su filosofía
atea y pesimista. Schopenhauer, en desacuerdo con la escuela del idealismo, se opuso con
dureza a las ideas del filó sofo alemá n Georg Wilhelm Friedrich Hegel, que creía en la
naturaleza espiritual de toda realidad. En su lugar, Schopenhauer aceptaba, con algunas
reservas, la teoría del filó sofo alemá n Immanuel Kant, de que los fenó menos existen só lo en la
medida en que la mente los percibe como representaciones. Sin embargo, no estaba de
acuerdo con éste en que la «cosa-en-sí» (Ding an sich), o realidad ú ltima, exista má s allá de la
experiencia. La identificació n por su parte con la voluntad experimentada. No obstante, la
voluntad no está limitada a una acció n voluntaria previsible; sino que toda la actividad
experimentada por la personalidad es voluntad, incluidas las funciones fisioló gicas
inconscientes. Esta voluntad es la naturaleza innata que cada ser experimenta y adopta en el
tiempo y el espacio como apariencia del cuerpo, que es así su representació n. Partiendo del
principio de que la voluntad es la naturaleza innata de su propio cuerpo como una apariencia
en el tiempo y en el espacio. Schopenhauer llegó a la conclusió n de que la realidad innata de
todas las apariencias materiales es la voluntad, y que la realidad ú ltima es una voluntad
universal. Para Schopenhauer la tragedia de la vida surge de la naturaleza de la voluntad, que
incita al individuo sin cesar hacia la consecució n de metas sucesivas, ninguna de las cuales
puede proporcionar satisfacció n permanente a la actividad infinita de la fuerza de la vida, o
voluntad. Así, la voluntad lleva a la persona al dolor, a la muerte y pone remedio al
sufrimiento; conduce a un ciclo sin fin de nacimiento, muerte y renacimiento, y la actividad
de la voluntad sólo puede ser llevada a un fin a través de una actitud de renuncia, en la
que la razón gobierne la voluntad hasta el punto que cese de esforzarse.
Schopenhauer tuvo esta concepció n del origen de la vida en la voluntad gracias a un
planteamiento que partía de la concepció n de la naturaleza de la conciencia como impulsora.
Mostró una fuerte influencia budista en su metafísica y un logrado sincretismo de ideas
budistas y cristianas en sus reflexiones éticas. Desde el punto de vista epidemioló gico, las
ideas de Shopenhauer pertenecen a la escuela de la fenomenología.
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PSICOLOGÍA de las emociones y actutides
PICASSO
Durante la Primera Guerra Mundial, Picasso viajó a Roma para realizar los decorados de los
ballets rusos de Sergei Diá guilev. Conoció allí a la bailarina OIga Koklova, con la que se casó
poco después. Dentro de un estilo realista, figurativo, en torno a 1917 Picasso la retrató en
varias ocasiones, al igual que a su ú nico hijo legítimo, Pablo (por ejemplo en Pablo vestido de
Arlequín, 1924, Museo Picasso, París), ya sus numerosos amigos. A comienzos de la década de
1920 pintó una serie de cuadros con figuras robustas, pesadas, escultó ricas, dentro del que se
ha denominado estilo ingresco, como por ejemplo Tres mujeres en una fuente (1921, Museo de
Arte Moderno) Y obras inspiradas en la mitología como Las flautas de pan (1923, Museo
Picasso. París). Al mismo tiempo creó también extrañ os cuadros de bañ istas inflados e
informes, con cabezas muy pequeñ as y grandes cuerpos, así como retratos de mujeres en
actitudes violentas, convulsas, indicando a menudo con ellas sus propias tensiones
vitales. Aunque siempre declaró que no era surrealista, en muchos de sus cuadros se pueden
apreciar cualidades y características propias de este movimiento artístico, como en Mujer
durmiendo en un sillón (1927, Colecció n Privada, Bruselas) Y Bañista sentada (1930, Museo de
Arte Moderno).
PESIMISMO
Charles Marie Leconte de Lísle (1818-1894), poeta francés nacido en la isla de la Reunió n,
en el océano Índico, aunque se educó en Rennes (Francia). En 1846 se trasladó a París, donde
se dedicó a escribir y trabajó como ayudante de bibliotecario en el Museo de Luxemburgo.
Leconte de LisIe se convirtió en uno de los principales poetas parnasianos, conocidos por su
férrea disciplina poética. Su obra se caracteriza por su corrección estilística, de corte
clásico, su frialdad y una actitud pesimista Y desdeñosa hacia la vida. Cabe destacar los
volú menes Poemas antiguos (1852), Poemas y versos (1854), Poemas bárbaros (1862) y
últimos poemas (1899); y la tragedia en verso, basada en una antigua tragedia griega, Las
erinias (1872). Su visió n parnasiana del arte por el arte perdió peso con la llegada de Charles
Baudelaire y los simbolistas. En 1886 fue elegido miembro de la Académie Française.
MISILES DE CUBA
Importante confrontació n de la guerra fría entre Estados Unidos y la Unió n de Repú blicas
Socialistas Soviéticas (URSS) por las instalaciones de misiles proporcionadas por los soviéticos
a Cuba. En mayo de 1960, el primer ministro soviético Níkita S. Kruschef prometió que la
Unió n Soviética defendería el recién creado gobierno revolucionario de Fidel Castro y en
seguida inició proyectos para suministrar a Cuba misiles balísticos de medio e intermedio
alcance, los cuales situaban al este de Estados Unidos dentro del alcance de un ataque cubano
de misiles. Kruschef creyó que este país no adoptaría ninguna acció n. Hacia el verano de 1962,
Estados Unidos supo que la Unió n Soviética había comenzado los envíos de misiles; aviones
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PSICOLOGÍA de las emociones y actutides
espía que sobrevolaron Cuba habían fotografiado los trabajos de construcció n dirigidos por los
soviéticos hacia el 29 de agosto y el primer misil balístico fue descubierto el 14 de octubre.
Después de una semana de consultas secretas con sus asesores, durante las que se barajaron
las opciones de invasió n, ataques aéreos, bloqueo y diplomacia, el 22 de octubre el presidente
estadounidense John Fitzgerald Kennedy anunció su intenció n de realizar el bloqueo naval de
Cuba para evitar la llegada de má s misiles. Kennedy requirió que la Unió n Soviética
desmantelara y se llevara las armas, declarando que las fuerzas navales estadounidenses
interceptarían e inspeccionarían los barcos con rumbo a Cuba para determinar si llevaban
misiles. Estados Unidos fue apoyado por otros miembros de la Organizació n de Estados
Americanos.
Las naves soviéticas con rumbo hacia Cuba regresaron para evitar la zona controlada,
mientras que el diá logo entre Kruschef y Kennedy se abrió a través de canales diplomá ticos.
Tras varios días de negociació n, durante los cuales muchos temieron la posibilidad de una
guerra nuclear, Iruschov acordó , el 28 de octubre, desmantelar el emplazamiento de los
misiles y llevar las armas de nuevo a la Unió n Soviética, ofreciendo a Estados Unidos realizar la
inspecció n del emplazamiento como garantía para que no invadiera Cuba. Kennedy
proporcionó las garantías, levantó el bloqueo y también prometió en secreto retirar los misiles
estadounidenses recientemente situados en el territorio de su socio en la Organizació n del
Tratado del Atlá ntico Norte (OTAN), Turquía. Cuba se negó a permitir la prometida inspecció n,
pero el reconocimiento aéreo estadounidense reveló que las bases se estaban desmontando; la
actitud de rechazo de Castro por la retirada soviética fue infructuosa. La aparente
capitulació n de la Unió n Soviética en la suspensió n del proyecto fue fundamental para la
destitució n de Kruschef en 1964.
GLASNOST
En ruso 'apertura' o 'transparencia'. Política llevada a cabo junto a la perestroika por Mijail
Gorbachov, dirigente de la Unió n de Repú blicas Socialistas Soviéticas (URSS) desde 1895 hasta
1991. Mientras que la perestroika se ocupaba de la reestructuració n econó mica de la Unió n
Soviética, la glasnost pretendía atenuar las políticas restrictivas que impedían la libertad de
expresió n y la libre circulació n de las ideas. Permitió el debate pú blico sobre cuestiones
políticas, alentando por tanto las críticas a la política y a la sociedad soviética. Los medios de
comunicació n obtuvieron mayor libertad para expresar opiniones que antes hubiesen sido
condenadas. Permitió conocer tanto los errores del gobierno soviético, como el accidente
nuclear de 1986 en Chernobil.
Gorbachov también autorizó la liberació n de cierto nú mero de prisioneros políticos y la
emigració n de algunos refuseniks (disidentes). El objetivo de la glasnot era crear un debate
interno entre los ciudadanos soviéticos y alentar una actitud positiva y el entusiasmo
por las reformas en la unión Soviética. Sin embargo, la política se mantuvo por su propia
inercia al empezar la gente a hablar con má s confianza cuando los problemas de la sociedad
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PSICOLOGÍA de las emociones y actutides
LA PRIMERA INTERNACIONAL
En 1864 representantes de los obreros fabriles ingleses y franceses fundaron, en Londres, la
Asociació n Internacional de Trabajadores, que aspiraba a acabar con el sistema capitalista.
Karl Marx, que vivía en Londres por esos añ os, fue elegido miembro del Consejo General
provisional de la Internacional y se convirtió en la figura predominante en el seno de la
Internacional, redactó sus estatutos y un discurso inaugural muy cuidadoso concebido para
salvaguardar la unidad de los objetivos.
Sin embargo, desde el principio, los anarquistas de Pierre Joseph Proudhon y Mijail Bakunin se
opusieron al modelo de Marx de un Estado centralizado dominado por los trabajadores.
Bakunin precipitó una crisis en la organizació n al denunciar la actitud despó tica de Marx y
hacer un llamamiento para crear una Internacional «antiautoritaria». En el Congreso de la
Haya de 1872, Marx salió victorioso y Bakunin fue expulsado de la internacional. Tras la
ruptura entre marxistas y anarquistas, sin embargo, se tomó la decisió n de trasladar el
Consejo General a Estados Unidos, donde tuvo una existencia gris hasta que fue formalmente
disuelto en 1876. A pesar de que la Primera Internacional provocó inquietud en los círculos
políticos de la derecha europea, nunca contó con má s de 25000 miembros.
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PSICOLOGÍA de las emociones y actutides
militar con Nicolá s 1 de Rusia, y los ejércitos austriacos y rusos sometieron a los hú ngaros, que
se rindieron en agosto de 1849. El 6 de octubre de 1849 (todavía considerado hoy un día de
luto nacional), Batthyá ny y otros 13 dirigentes revolucionarios fueron ejecutados. Esta y otras
severas represalias inauguraron un período de dominio austriaco centralizado que se extendió
má s de una década. Después de la derrota austriaca en 1859 durante el proceso de unificació n
italiana, el régimen imperial sufrió una sucesió n de derrotas diplomá ticas y militares.
Francisco José I se vio obligado, en consecuencia, a adoptar una actitud conciliadora
hacia sus súbditos húngaros. El nacionalismo magiar, há bilmente conducido por Ferenc
Deá k, resurgió gradualmente como una fuerza importante en Hungría. En 1865, el gobierno
imperial sancionó el proyecto de una nueva Constitució n para la nació n hú ngara. Antes de que
este documento fuera completado, Prusia derrotó a Austria en la guerra austroprusiana, un
desastre que fortaleció ampliamente la posició n de los hú ngaros. Por las provisiones del
Compromiso (Ausgleich), que se adoptó en marzo de 1867, Austria y Hungría se convirtieron
en una monarquía dual, bajo un solo soberano que sería emperador de Austria y rey de
Hungría. La Constitució n otorgó a Hungría plena soberanía en la direcció n de los asuntos
internos y paridad con Austria en la direcció n de la defensa nacional, asuntos exteriores y otra
serie de asuntos. El 8 de junio de 1867, el emperador Francisco José fue coronado rey de
Hungría. La monarquía dual imperio Austro-Hú ngaro tuvo vigencia hasta su derrota en la
Primera Guerra Mundial.
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PSICOLOGÍA de las emociones y actutides
NACIONALISMO
Los inicios del nacionalismo moderno se remontan hasta la desintegració n al final de la edad
media, del orden social feudal y de la unidad cultural (en especial la religiosa) de varios
estados europeos. La vida cultural estaba basada en la herencia común de ideas y
actitudes transmitidas a través del latín, el idioma de las clases con formación. Todos los
europeos occidentales profesaban entonces la misma religió n: el catolicismo. El derrumbe del
sistema social y econó mico dominante, el feudalismo, vino acompañ ado del desarrollo de
comunidades má s grandes, interrelaciones sociales má s amplias y dinastías que favorecieron
los valores nacionales para conseguir apoyos a su dominació n. El sentimiento nacional se vio
reforzado en algunos países durante la Reforma, cuando la adopció n del catolicismo o del
protestantismo como religió n nacional actuó como fuerza de cohesió n colectiva adicional.
CHOVINISMO
Nacionalismo excesivo y enaltecimiento de la convicció n propia o de un grupo que suelen ir
acompañ ados de una actitud beligerante y agresiva. El término procede del nombre de un
soldado francés, Nicolá s Chauvin que continuamente ensalzaba los logros de Napoleó n, incluso
después de su derrota en Waterloo en 1815. La admiració n de Chauvin por su ídolo le
convirtió en el blanco de las burlas. El chovinismo, considerado por lo general un fenó meno, ha
sido asociado con frecuencia al imperialismo y al militarismo exacerbado.
SADISMO
Nombre que se le da a la asociació n de placer sexual con el dolor físico o moral infligido a
otros. Habitualmente se da junto al masoquismo, en el que el placer sexual proviene,
paradó jicamente, del dolor. La combinación de ambas actitudes se denomina
sadomasoquismo. El sadismo puede llegar a implicar conductas humillantes, de extrema
crueldad. Una de las causas probables de esta actitud es quizá la escasa autoestima que
presenta el sá dico desde su infancia, por lo que intenta mostrar su superioridad a través de la
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PSICOLOGÍA de las emociones y actutides
agresió n al pró jimo. El término sadismo, derivado del nombre del marqués de Sade, hace
referencia en un sentido genérico a aquel que se deleita en la crueldad, aunque no sea de
cará cter sexual.
SEXUALISMO
Virginia Eshelman Johnson (1925- ), psicó loga estadounidense, responsable junto a William
H. Masters de los famosos estudios estadísticos sobre actitudes sexuales, conocidos como
'Informe de Masters y J ohnson', y que también serían pioneros en la terapia sexual.
Nacida en Springfield, Missouri, y formada en la Universidad de Washington, concretamente
en la Escuela de Medicina de Sto Louis, contribuyó a diseñ ar instrumentos que permitieran
registrar las respuestas fisioló gicas durante la actividad sexual, como el polígrafo. Publicó
Respuesta sexual humana (1966), Incompatibilidad sexual humana (1970) y Homosexualidad en
perspectiva (1979), obras que intentaron modificar las ideas populares sobre la sexualidad a
partir de datos experimentales, todos ellos escritos junto a Masters, con el que se casó en
1971.
Masters y Johnson concluyeron que, precisamente porque el sexo suele ser una actividad en
pareja, era necesario tratar a la pareja y no al individuo aislado, perspectiva desde la que
desarrollaron técnicas terapéuticas de comunicació n sexual que permitieran a las parejas
resolver sus problemas sexuales. Coincidiendo con la invenció n de los sistemas de
contracepció n efectivos, sus obras fueron muy populares a principios de la década de 1970,
dando base científica a la noció n del sexo como placer para ambos miembros de la pareja, y
facilitando la construcció n de clínicas especializadas por todo el país para tratar los problemas
sexuales, que pronto se extenderían a las naciones má s avanzadas.
REHABILITACIÓN
Cualquier ejercicio o instrucció n de mejora programada dirigido a personas con una
discapacidad física, mental o social. Este término también se aplica a la ayuda econó mica
destinada a refugiados O a víctimas de catá strofes naturales, y a veces a programas de
rehabilitació n urbana. Rehabilitació n suele ser sinó nimo también de terapia, como la que es
patrocinada por programas oficiales o pú blicos. En todos los casos el objetivo de la
rehabilitació n es enseñ ar o restituir a una persona determinadas habilidades o actitudes
positivas para permitirle una integració n má s amplia y enriquecedora en la sociedad.
En política, el término ha sido utilizado para indicar el desagravio (en muchos casos a título
pó stumo) por parte de regímenes comunistas, a víctimas de las purgas estalinistas en Europa
oriental y en Rusia; también es un término utilizado en la Repú blica Popular China.
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PSICOLOGÍA de las emociones y actutides
ILUSIÓN
Percepció n sensorial anó mala de un estímulo real. Puede ser patoló gica o fisioló gica. La ilusió n
patoló gica puede tener diversas causas. La má s frecuente es una irritabilidad anormal de los
centros sensoriales de la corteza del cerebro por intoxicació n por fá rmacos o drogas, por
supresió n de fá rmaco s o drogas o por falta de sueñ o. Las ilusiones patológicas también se
llaman ilusiones activas, y suelen estar basadas en hábitos, actitudes, sugestiones y
motivaciones inconscientes. En las ilusiones activas, un fenó meno externo es deformado en
la mente enferma, por ejemplo exagerá ndolo, como cuando un golpe en la puerta es
interpretado como un trueno.
Las ilusiones fisioló gicas son alteraciones de la percepció n provocadas por peculiaridades
estructurales o funcionales del propio sistema de la percepció n. Estas ilusiones, también
llamadas ilusiones pasivas, son normales y necesarias, no patoló gicas. Las ilusiones fisioló gicas
má s importantes son las tá ctiles y las ó pticas. Las ilusiones pasivas ó pticas son muy estudiadas
por psicó logos y fisió logos, siendo la má s conocida. la aparente convergencia de las líneas
paralelas y la persistencia en la visió n de la ú ltima imagen; en esta ú ltima se basa el cine. Para
comprobar las ilusiones en la percepció n visual se ha diseñ ado un gran nú mero de figuras
geométricas simples llamadas ilusiones ó pticas geométricas.
DESARROLLO EMOCIONAL
El vínculo consiste en una unió n psicoló gica entre el niñ o y la persona que lo cuida, por lo
general su madre. El llanto y la risa ponen en contacto a los niñ os con quienes los cuidan. Este
vínculo proporciona una base emocional segura, a partir de la cual se desarrollan las
relaciones maduras. Las investigaciones demuestran que un vínculo inadecuado impide el
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PSICOLOGÍA de las emociones y actutides
EL FUNCIONALISMO
Es la escuela psicoló gica que subraya el estudio de la mente como una parte funcional,
esencialmente ú til, del organismo humano. La actitud funcionalista fue consecuencia ló gica de
la propagació n del darwinismo y su doctrina de la «supervivencia de los má s aptos». El
funcionalismo psicoló gico insistía en la importancia de técnicas como las pruebas de
inteligencia, y las experiencias controladas para medir la capacidad de los animales para
aprender y resolver problemas. Este tipo de investigació n representaba una clara ruptura con
los métodos introspectivos utilizados por los primeros psicó logos del siglo XIX. Entre los
representantes má s destacados de esta corriente se cuentan los filó sofos William James y John
Dewey, los primeros que enseñ aron formalmente la doctrina funcionalista. Desde 1890 hasta
1910, el funcionalismo fue el movimiento má s importante en la psicología académica
anglosajona y, en muchos sentidos, el precursor del conductismo. El funcionalismo no ha
continuado como una doctrina psicoló gica independiente: sus puntos de vista han sido
incorporados a la corriente general del pensamiento psicoló gico contemporá neo, sobre todo a
la psicología aplicada, y en concreto a la medida de la inteligencia y las aptitudes bá sicas.
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PSICOLOGÍA de las emociones y actutides
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PSICOLOGÍA de las emociones y actutides
INDULGENCIA
En la prá ctica cató lica, remisió n total o parcial ante Dios de un castigo temporal por pecados
que han sido perdonados. Se concede por la autoridad eclesiá stica Y se considera una forma
especial de intersecció n que se realiza por el conjunto de la Iglesia, a través de su liturgia y
oraciones, para la reconciliació n de uno de sus miembros, vivo o muerto.
En la Iglesia cristiana primitiva el sacerdote o el obispo local imponía severas penitencias a
todos los que hubieran sido culpables de graves pecados. Se creía que los pecados debían ser,
en parte al menos, expiados en este mundo por quien lo hubiera cometido en lugar de hacerla
en el otro. Las obras de expiació n consistían en ayunos, peregrinajes, flagelaciones y otros
castigos de mayor o menor severidad, impuestos durante un período específico. Las
autoridades eclesiá sticas las sustituyeron de forma paulatina por obras menores de devoció n
(oració n o limosna), acompañ adas de indulgencias equivalentes a los períodos propios de
penas má s severas.
Hasta el siglo XII la reflexió n teoló gica no se ocupó de las indulgencias. Al principio hubo cierta
oposició n a su prá ctica, pero a finales del siglo XII la actitud de los teó logos se fue haciendo
má s favorable. Al mismo tiempo, la concesió n de indulgencias se fue convirtiendo en una
prerrogativa del Papa.
En la edad media la concesió n de indulgencias estuvo rodeada de abusos. Su venta, con lo que
parecían ser beneficios espirituales inmediatos, provocó la ruptura de Martín Lutero con la
Iglesia cató lica oficial, lo que le llevó , junto con otros dirigentes de la Reforma protestante, al
abandono má s completo de esa prá ctica.
La Iglesia cató lica romana todavía concede indulgencias, aunque esta prá ctica se ha
simplificado desde 1967. En ese añ o se introdujeron reformas limitando las ocasiones para
obtener indulgencias y reduciendo los plazos equivalentes de tiempo.
LA TUMBA DE JULIO 11
Con anterioridad a la bó veda de la Sixtina, en 1505, Miguel Á ngel había recibido el encargo del
Papa Julio II de realizar su tumba, planeada desde un primer momento como la má s magnífica
y grandiosa de toda la cristiandad.
Pensada para ser emplazada en la nueva Basílica de San Pedro, entonces en construcció n,
Miguel Á ngel inició con gran entusiasmo este nuevo desafío que incluía la talla de má s de 40
figuras, pasando varios meses en las canteras de Carrara para obtener el má rmol necesario. La
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PSICOLOGÍA de las emociones y actutides
escasez de dinero, sin embargo, llevó al Papa a ordenar a Miguel Á ngel que abandonara el
proyecto en favor de la decoració n del techo de la Sixtina. Cuando, añ os después, retornó el
trabajo de la tumba, la rediseñ ó a una escala mucho menor. No obstante, Miguel Á ngel pudo
terminar algunas de sus mejores esculturas con destino a la tumba de Julio II, entre las que
destaca el Moisés (c. 1515), figura central de la nueva tumba, hoy conservado en la Iglesia de
San Pablo in Vinculis, Roma. El musculoso patriarca aparece sentado en actitud vigilante
dentro de un nicho de escasa profundidad, sosteniendo las Tablas de la Ley y con su
larga barba entrelazada en sus poderosas manos. Parece una figura distante, en
comunicació n directa con Dios, y con una mirada que resume a la perfecció n la terribilidad
miguelangelesca. Otras dos magníficas estatuas destinadas a esta tumba, el Esclavo moribundo
y el Esclavo rebelde (c. 1510-1513, Louvre, París) demuestran claramente los modos
miguelangelescos de abordar la escultura. Concibió las figuras como seres atrapados en el
bloque marmó reo, que al ser tallados van liberando sus formas. Aquí, como en muchas otras
esculturas suyas, deja las formas inacabadas (nonfinito), algunas veces por considerar que esa
era la forma deseada y otras por haber abandonado el proyecto durante su realizació n.
EL PAPADO
Durante los ú ltimos 100 añ os, el papado ha crecido en prestigio e importancia, incluso fuera de
los círculos cató licos. Empezando con la Encíclica Rerum Novarum (1891) escrita por el Papa
Leó n XIII (1878-1903), ha tomado una serie de actitudes de amplia visión y largo alcance,
relativas a las implicaciones morales sobre cuestiones sociales y económicas. El papado
se opuso abiertamente al marxismo, pero después de la Segunda Guerra Mundial intentó
establecer acuerdos con los regímenes comunistas en la Europa del Este. Tuvo mucho éxito en
Polonia y en la antigua Yugoslavia, donde la Iglesia operó con alguna libertad, incluso antes de
la caída de los regímenes comunistas.
La atractiva personalidad del Papa Juan XXIII (1958-1963) ganó para el papado un inmenso
respeto mundial. El Concilio Vaticano II (1962-1965) convocado por el Papa Juan enfatizó las
funciones del episcopado en el gobierno de la Iglesia, sin negar los decretos del Concilio
Vaticano 11, y al mismo tiempo adoptó una actitud má s conciliadora hacia las iglesias
protestantes y ortodoxas. El concilio también tendió a favorecer un estilo de gobierno por
parte de la Iglesia má s participativo y menos autoritario. En parte como respuesta a tales
iniciativas, las iglesias protestantes y ortodoxas empezaron a reconsiderar el papel del papado
en la Iglesia y a mostrar má s simpatía hacia esta institució n que ha aguantado tantos embates.
El Papa Juan Pablo 11 (elegido en 1978), el primer papa no italiano en má s de 400 añ os, ha
dado gran importancia a la naturaleza mundial de la Iglesia viajando con frecuencia y
visitando todos los continentes, excepto la Antá rtida.
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PSICOLOGÍA de las emociones y actutides
Glosario de Términos
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PSICOLOGÍA de las emociones y actutides
16. Hipoxia. Falta de oxigenació n en el SNC, producido por agentes externos o medios
químicos y/o a veces provocado por una hiperventilació n.
17. Inanidad. Futilidad, vacuidad. Estado de agotamiento causado principalmente por una
prolongada privació n de alimentos.
18. Iteracción. Acció n de iterar. Repetir.
19. Kinestesia. Movimiento. Los componentes del conjunto sensorial propioceptivo que
informan sobre las actividades musculares.
20. Magullar. Causar a un cuerpo orgá nico contusió n, pero no herida, comprimiéndolo o
golpeá ndolo violentamente.
21. Manía. Síndrome caracterizado por sobreexcitació n general y permanente de las
facultades intelectuales y morales.
22. Maniaco. Se dice de un enfermo atacado por manía.
23. Metamorfosis. Transformació n de una cosa en otra.
24. Miccionar. Orinar.
25. Mohínes. Muecas o gestos.
26. Morro. Saliente que forman los labios abultados o gruesos.
27. Oclusión. Fonema que tras ser detenido en su marcha hacia el exterior sale
violentamente, produciéndose una breve explosió n. Obstruir un conducto o cavidad del
cuerpo organizado (obliteració n).
28. Onomatopeya. Imitació n del sonido de una cosa en el vocablo que se forma para
significarla.
29. Opúsculo. Obra científica o literaria de poca extensió n.
30. Paroxismo. Cuando los síntomas morbosos alcanzan intensidad má xima. A veces, aunque
es incorrecto, se emplea este término para indicar accesos sú bitos o violentos de ira o de
otras emociones.
31. Propioceptivo. Interoceptor. Terminació n nerviosa sensitiva (receptor sensitivo) que
recoge las excitaciones que provienen del interior del cuerpo.
32. Prosaico. Vulgar, anodino, falto de elevació n e interés.
33. Purpurino. Sustancia colorante roja del grupo del antraceno, extraída de la raíz de la
rubia. Polvo de bronce o de metal blanco, que se aplica a las pinturas para dorarlas o
platearlas.
34. Psicastenia. Indecisió n del espíritu, tendencia a la duda, a las aprensiones instintivas e
irracionales, que termina en la locura de la duda, en las diversas fobias, impulsiones o
abulia. Débil.
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PSICOLOGÍA de las emociones y actutides
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PSICOLOGÍA de las emociones y actutides
Bibliografía
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2. Basadre, Jorge: Historia de la República del Perú 1822-1933. Lima, Ed. Universitaria. Z"
Edició n. Tomo V, 1983.
4. Darwin, Carlos R.: La expresión de las emociones. Buenos Aires, Ed. Soco Edic. Mundiales
(S.E.M.), 1967.
5. Forster, Michael/Creese, M.: The Cood Health Cuide. Londres, Ed. Hada, Harper & Row
Latino American, octubre 1981.
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PSICOLOGÍA de las emociones y actutides
A BAPU GANDHI
«De repente todo es como antes,
como el tiempo sin principio ni fin:
como la noche que precede al día
o a la inversa, no hay diferencia.
Todas las cosas son y parecen ser,
nunca habrá una definición exacta.
No importa de dónde vienes o dónde
hayas estado, porque vamos con
destino a ninguna parte:
Ya que todo espacio ganado o
camino recorrido siempre será corto,
insuficiente o inútil.
Todo lo que cuenta es perennizar
palabras e ideas u obras para generaciones
venideras. Que tu generación te recuerde,
ya que somos sólo eso: RECUERDOS.
Pero sobre todo: ¡SIENDO TÚ MISMO!
Sin copia ni calco de nada ni nadie.
Así no habrá tiempo que te gane ni
espacio que te sobre.
La paradoja de todo es la AMNESIA.
De repente un chispazo de luz o fuego
como la sublime palabra de aliento,
en la obscura ignorancia que nos hallamos y,
de vuelta a la esencia de las cosas:
¡LA VIDA MISMA!»
S.v.O.
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