Tema 1 - Constitución Española 1978
Tema 1 - Constitución Española 1978
VALORES SUPERIORES Y
PRINCIPIOS INSPIRADORES. DERECHOS Y LIBERTADES. GARANTIAS Y CASOS DE
SUSPENSIÓN.
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Auxiliares Junta Andalucía. Área Jut. Adva General
1. INTRODUCCIÓN.
La Constitución está situada jerárquicamente en el vértice del conjunto de normas, escritas y no escritas,
que integran el ordenamiento jurídico. Antes de entrar en el estudio de las características de nuestro Texto
Constitucional, conviene hacer una breve referencia histórica al proceso de elaboración de la Constitución
de 1978.
La llamada transición política comienza tras el fin del régimen autoritario personalizado en el general
Franco, cuya muerte tiene lugar el 20 de noviembre de 1975. A la muerte de Franco se proclamó Rey de
España a D. Juan Carlos de Borbón y después de un complejo y difícil proceso, el Gobierno de clon Adolfo
Suárez, que había sido nombrado Presidente del Gobierno en julio de 1976 por el Rey, consiguió que las
Cortes -todavía franquistas- aprobaran la Ley 1/1977, de 4 de enero, para la Reforma Política.
La Ley para la Reforma Política abría el camino formal a la convocatoria de las primeras elecciones
democráticas, las cuales tuvieron lugar el 15 de junio de 1977, y a ellas concurrieron numerosos partidos,
siendo la Unión de Centro Democrático (UCD) la opción más votada.
Una vez constituidas las nuevas Cámaras, una de las primeras decisiones del Congreso fue la creación
de la Comisión de Asuntos Constitucionales y Libertades Públicas, integrada por 36 Diputados cíe los distintos
grupos parlamentarios, la cual designó una Ponencia constitucional que fue la que redactó el Anteproyecto
de la Constitución. Dicha Ponencia quedó compuesta por siete miembros: tres de UCD (Miguel Herrero y
Rodríguez de Miñón, José Pedro Pérez Llorca y Gabriel Cisneros Laborda uno del PSOE (Gregorio Peces-
Barba), uno de AP (Manuel Fraga Iribarne), uno del PCE (Jordi Solé Tura) y uno de la Minoría vasco-catalana
(Miguel Roca Junyent).
Tras la tramitación parlamentaria, el texto definitivo fue sometido a la aprobación global, simultánea y
separada del Congreso y del Sellado el 31 de octubre de 1978. No obstante, la Constitución habría de superar
otro importante trámite exigido por la Ley de Reforma Política: el refrendo popular. Así, el Texto Constitucional
fue sometido a referéndum el 6 de diciembre del mismo año, obteniendo casi el 88 por 100 de los votos
emitidos. Finalmente, la Constitución fue sancionada por el Rey en sesión conjunta del Congreso y del Senado
el 27 de diciembre de 1978 y su texto se publicó en el BOE del 29 de diciembre, entrando en vigor el mismo
día de su publicación.
c) Sanción regia el 27 de diciembre de 1978. Sancionar una norma significa dar fuerza de ley a una
disposición, por lo que la fecha en que el Monarca ejerce esta competencia, es la fecha en que
la norma adquiere carácter de ley. El artículo 91 de la Constitución dispone que: «El Rey
sancionará en el plazo de 15 días las leyes aprobadas por las Cortes Generales (...)».
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d) Publicación y entrada en vigor el día 29 de diciembre de 1978. La disposición final del Texto
Constitucional señala a este respecto que la Constitución entrará en vigor el día de su publicación
en el BOE.
La Constitución de 1978 es la séptima en toda la historia constitucional española (la octava si se cuenta el
Estatuto Real de 1834).
Está compuesta por 169 artículos, 4 disposiciones adicionales, 9 transitorias, 1 derogatoria y 1 final.
1.2.1. Características.
La Constitución Española de 1978 se caracteriza por:
• Es una constitución integradora y consensuada.
• Es una constitución escrita que presenta la forma de ley codificada y cerrada frente al sistema en que
se basaban las derogadas Leyes Fundamentales. Constituye un corpus unitario, diferenciado y
exclusivo.
• Es una constitución extensa. Estamos en presencia del texto constitucional más largo de nuestra
historia después de la Constitución de 1812.
• Es una constitución rígida que requiere procedimientos particulares preestablecidos que tienen a
garantizar el régimen político diseñado. En nuestra constitución aparece recogido en el Título X, en
los arts. 167 y 168 CE.
La reforma del artículo 13.2 (reforma de 27 de agosto de 1992) con la intención de adaptar el texto a las
previsiones del Tratado de Maastricht.
La modificación tuvo la finalidad de que todo ciudadano de la Unión que resida en un Estado miembro
del que no sea nacional tenga derecho a ser elector y elegible en las elecciones municipales del Estado
miembro en que resida, y ello en las mismas condiciones que los nacionales de dicho Estado, siendo
extensible esta posibilidad a otros Estados ajenos a la Unión Europea, siempre respecto de lo que disponga
una ley o tratado y de acuerdo con el principio de reciprocidad. En este sentido, dice textualmente el artículo
13.2: «Solamente los españoles serán titulares de los derechos reconocidos en el artículo 23, salvo lo que,
atendiendo a criterios de reciprocidad, pueda establecerse por tratado o ley para el derecho de sufragio
activo y pasivo en las elecciones municipales».
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o El texto fue aprobado el 2 de septiembre de 2011 por el Pleno del Congreso y el 7 de septiembre
de 2011 por el Pleno del Senado, alcanzándose las mayorías prescritas en cl artículo 167.1 de la
Constitución.
• Es una constitución derivada que se inspira tanto en las constituciones históricas de España,
especialmente en la de 1931, como en el constitucionalismo comparado: la Ley fundamental de Bonn
de 1949 (la fórmula del modelo de Estado del art. 1.1 CE, la redacción del art. 9.1 CE, el voto de
censura constructivo, etc.); La Constitución italiana de 1947 (el CGPJ, la redacción del art. 9.2, el
modelo territorial regional,...), la Francesa de 1958 y, en menor medida, la griega de 1975 y la
portuguesa de 1976.
• Es una constitución completa: Regula con precisión los principios constitucionales, la forma de
Estado, la organización y funcionamiento de los órganos constitucionales y los derechos, libertades
y deberes básicos de los ciudadanos.
• Es una auténtica norma jurídica. Pero no cualquier norma jurídica, sino la “ley de leyes”, “la ley
fundamental del Estado”, como reconoció el Tribunal Constitucional en su sentencia de 31 de marzo
de 1981 que se trata de “una norma cualitativamente distinta de las demás, por cuanto incorpora el
sistema de valores esenciales que ha de constituir el orden de convivencia política y de informar todo
el ordenamiento jurídico. La Constitución es así la norma fundamental y fundamentadora de todo el
ordenamiento jurídico”.
• Es una Constitución monárquica. El artículo 1.° 3 de la Constitución declara que «la forma política del
Estado español es la monarquía parlamentaria»; siendo la primera vez que tal concepto se recoge en
un texto constitucional, aunque su empleo ya resultaba habitual en la doctrina, como fórmula que
expresa los diversos elementos que, culminando una larga evolución histórica, configuran hoy a las
monarquías parlamentarias. Estos elementos se recogen en la Constitución Española, especialmente
en su Título II y ofrecen como elemento común:
El Rey ya no conserva ningún poder de decisión, ya que el centro de la dirección estatal ha pasado a
manos del Parlamento y, a través de este, al Gobierno.
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El Rey es el Jefe de Estado.
La persona del Rey es inviolable y no está sujeta a responsabilidad, ya que de los actos del Rey serán
responsables las personas que los refrenden.
El Título I es el más extenso de los que componen la Constitución y no hace una mera declaración de
derechos, sino que además trata de asegurar su ejercicio y respeto a través de un complejo sistema
de garantías en el que convergen la jurisdicción ordinaria, el Tribunal Constitucional y el Defensor del
Pueblo.
a) Al reconocer una serie de derechos y libertades públicas (Capítulo II del Título I).
b) Al proclamar que la soberanía nacional reside en el pueblo español, del que emanan todos los poderes del
Estado (art. 1.° 2).
c) Al establecer una división de poderes entre el Legislativo (Título III), el Ejecutivo (Título IV) y el Judicial
(Título VI)
1.2.2. Estructura.
Una parte dogmática, en la que se contienen los grandes principios, las grandes definiciones que han de
inspirar el desarrollo de la sociedad y del Estado, y en la que, asimismo, se reconoce un conjunto de
derechos fundamentales de la persona y se garantiza su ejercicio.
Una parte orgánica, en la que se establece la división de los poderes del Estado, su organización
territorial y la distribución de competencias a entidades territoriales de distinto tipo.
La Constitución Española de 1978 posee una parte dogmática, en la que podemos incluir el Título
Preliminar, donde se contienen las grandes definiciones sobre la esencia del Estado, los principios
fundamentales de su organización y los valores superiores reconocidos por el Estado, y el Título I, en el que
se reconocen los derechos fundamentales de los españoles, se garantiza su cumplimiento y ejercicio y se
definen los principios que inspirarán la política económica y social del Gobierno.
Posee una extensa parte orgánica, en la que se organiza la división de los poderes del Estado. Un Poder
Legislativo asentado en las Cortes Generales, un Poder Ejecutivo encomendado al Gobierno y un Poder
Judicial, independiente, desempeñado por una organización jerárquicamente organizada. Por encima de
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ellos, como poder moderador y arbitral, símbolo de la unidad y permanencia del Estado, la Corona, garante
del cumplimiento estricto de la Constitución; se traza la organización territorial del Estado, en base al
reconocimiento de las regiones históricas de España, a las que se transfiere un amplio catálogo de
competencias. También se establece un procedimiento especial para la reforma constitucional y se
encomienda a un Tribunal Constitucional una función de control sobre toda la actividad del Estado, para que
no se produzca nunca vulneración de los preceptos constitucionales o incumplimiento de ellos. Para
finalizar, se regula la organización económica del Estado, evitando los desequilibrios interregionales y
suavizando lo más posible las diferencias de la renta personal.
Los artículos se distribuyen en un Título Preliminar y 10 Títulos más por razón de la materia o
temas que se tratan.
Por otro lado, si dentro de un Título existen varios sistemas o aspectos distintos de una misma
materia, se distribuyen en Capítulos. Solo un Capítulo está a su vez dividido internamente. Se trata del
Capítulo II del Título I que se subdivide en Secciones; en la primera Sección se refiere a los «Derechos
y libertades públicas» y en la segunda a los «Derechos y deberes de los ciudadanos».
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Por último, del resto de las partes de la Constitución, destacaremos:
• La disposición derogatoria hace lo propio con las Leyes Fundamentales y el régimen territorial
anterior.
• La disposición final previene la vigencia inmediata y ordena su publicación en las demás lenguas de
España. Cuando se aprobó la Constitución no estaban determinadas jurídicamente las «demás
lenguas de España» y, por lo tanto, la publicación las concretó de una manera fáctica: Castellano,
Balear, catalán, gallego, Valenciano y euskera. Con posterioridad a la aprobación de la Constitución,
los Estatutos de Autonomía de diferentes Comunidades Autónomas han ido recogiendo las distintas
lenguas que conviven en el territorio español.
Al hablar del contenido de nuestro Texto, debemos partir de la distinción entre valores y principios, si bien,
es muy difícil dar un criterio unívoco, ya que se han mantenido, doctrinalmente, posturas muy contrapuestas.
De forma genérica podemos afirmar que los principios constitucionales constituyen la base sobre la que
se asienta toda la organización política, territorial y organizativa de un Estado, mientras que los valores
superiores pueden considerarse como elementos de interpretación, valores primordiales y básicos de toda la
vida colectiva que ninguna norma podrá desconocer.
En el llamado Título Preliminar (arts. 1.° a 9.°), se recogen los principios fundamentales de nuestro régimen
político, que después serán desarrollados en el resto del articulado. Antes de entrar a analizar estos principios
constitucionales pueden destacarse las siguientes cuestiones relativas al mencionado Título Preliminar:
• El artículo 1.° de la Norma Suprema consagra que nuestro Estado se configura como un Estado social
y democrático de Derecho, cuya forma política es la monarquía parlamentaria. Asimismo declara que
la soberanía nacional reside en el pueblo español, del que emanan los poderes del Estado.
• La organización territorial regulada en el Título VIII, tiene su fundamento esencial en el artículo 2.° de
la propia Norma, que dispone expresamente que «la Constitución se fundamenta en la indisoluble
unidad de la nación española, patria común e indivisible de todos los españoles, y reconoce y garantiza
el derecho a la autonomía de las nacionalidades y regiones que la integran y la solidaridad entre todas
ellas».
• El Título Preliminar regula también las cuestiones relativas a la bandera, la capitalidad y la lengua, de
modo que:
✓ El castellano es la lengua española oficial del Estado. Todos los españoles tienen el deber de
conocerla y el derecho a usarla.
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✓ La bandera de España está formada por tres franjas horizontales, roja, amarilla y roja, siendo la
amarilla de doble anchura que cada una de las rojas. En las Comunidades Autónomas, los
Estatutos pueden reconocer banderas y enseñas propias, que se utilizarán junto a la bandera de
España en sus edificios públicos y en sus actos oficiales.
Partiendo de estos y otros preceptos del Título Preliminar podemos destacar los tres principios
fundamentales que informan la base misma del ordenamiento constitucional español son:
2. La monarquía parlamentaria.
3. El Estado autonómico.
1. El Estado social y democrático de Derecho, que propugna como valores superiores de su ordenamiento
jurídico la libertad, la justicia, la igualdad y el pluralismo político (art. I.° 1):
Otros principios relacionados con el Estado de Derecho son los que recoge el artículo 9.° 3 de la
Constitución Española: jerarquía normativa; seguridad jurídica: publicidad de las normas; irretroactividad de
las disposiciones sancionadoras no favorables o restrictivas de derechos y responsabilidad e interdicción de
la arbitrariedad de los poderes públicos.
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2. La monarquía parlamentaria.
Según el artículo 1.° 3 de nuestra Constitución «la forma política del Estado español es la monarquía
parlamentaria».
Para poder comprender esta expresión de «monarquía parlamentaria» es necesario analizar brevemente la
evolución de la monarquía desde el surgimiento del Estado moderno:
a) Monarquía absoluta. Supone que el rey realiza todas las funciones políticas principales del
Estado y todas las demás instituciones del Estado se encuentran en una situación de
dependencia y jerarquía frente a él. El soberano se identifica con el Estado.
b) Monarquía limitada. Tiene sus orígenes en el modelo británico. Supone que el monarca se va
desprendiendo de una serie de poderes y atribuciones que van asumiendo otros órganos. Sin
embargo, continúa conservando todos aquellos poderes que no han sido atribuidos
expresamente a otros órganos, lo cual implica que el monarca, si bien se ha limitado en el
ejercicio de su poder, sigue conservando una situación de preeminencia en la formación de la
voluntad estatal. Históricamente esta forma de monarquía es la de nuestro siglo XIX.
En realidad lo que se regula con la denominación de monarquía es la forma de gobierno del Estado, que
escoge la existencia de una Jefatura del Estado hereditaria, encarnada por el Rey, en lugar de una de carácter
electivo (como ocurre en la República). En todo caso, el monarca está sometido a la Constitución (es una
monarquía constitucional), de tal forma que carece de poderes o prerrogativas especiales, y solo ejerce
aquellas funciones que le señalan la Constitución Española y las leyes.
Además, el término «parlamentaria» especifica claramente cuál es nuestro sistema de gobierno, o lo que es
lo mismo, cuál es la fórmula de relación que existe entre los diversos órganos del Estado. El sistema
parlamentario parte de la colaboración entre el Poder Legislativo y el Ejecutivo, y en el establecimiento de
elementos compensadores que equilibren los mecanismos de presión entre uno y otro poder; así, mientras el
Gobierno responde de su gestión política ante el Parlamento (que puede cesarle mediante la aprobación de
una moción de censura), el Parlamento puede ser disuelto por el Presidente del Gobierno antes del término
de la legislatura.
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3. El Estado autonómico.
Una de las mayores innovaciones de la Constitución de 1978 es su Título VIII, donde se regula un
modelo de organización territorial que sin llegar al grado de descentralización federal contrasta
claramente con el Estado centralizado del régimen anterior.
Este modelo de organización territorial se basa en tres principios que se están enunciando en el
artículo 2. ° de nuestra Constitución al establecer: «La Constitución se fundamenta en la indisoluble
unidad de la nación española, patria común e indivisible de todos los españoles, y reconoce y garantiza
el derecho a la autonomía de las nacionalidades y regiones que la integran y la solidaridad entre todas
ellas».
Por tanto, vamos a analizar muy brevemente el contenido de estos tres principios:
A. Principio de unidad.
Se trata de un principio al que nuestros constituyentes quisieron concederle un carácter de
preferencia sobre los otros dos, ya que es el único principio que sirve de «fundamento» a la Constitución
mientras que los restantes son «reconocidos y garantizados» por esta, pero no tienen la consideración
de fundamento de nuestro Texto Constitucional. Así lo ha afirmado el Tribunal Constitucional en una
Sentencia de 16 de julio de 1981: «El derecho a la autonomía de las nacionalidades y regiones que
lleva como corolario la solidaridad entre todas ellas se da sobre la base de la unidad española».
a) Proclamación de la soberanía nacional como atributo del pueblo español y no de cada uno de
los territorios (art. 1.° 2). En este sentido el Tribunal Constitucional ha afirmado que «autonomía
no es soberanía».
b) Unidad del ordenamiento jurídico, en cuanto que la Constitución es la Norma Suprema que
obliga por igual a todas las organizaciones del Estado.
c) Unidad en el campo económico, de forma que «la existencia de un único orden económico
nacional es un presupuesto para que el reparto de competencias no produzca efectos
disfuncionales» (STC de 28 de enero de 1982).
B. Principio de autonomía.
Nuestra Constitución no contiene una noción clara de autonomía. Prescindiendo de su análisis,
que es objeto de estudio en otro tema del programa, podemos señalar cinco caracteres, siguiendo a
Entrena Cuesta:
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C. Principio de solidaridad.
La Constitución Española, en su Título Preliminar (art. 2.°), reconoce ya la solidaridad territorial, al indicar
que la propia Norma Suprema se fundamenta en la indisoluble unidad de la Nación española, patria común e
indivisible de todos los españoles, reconociendo y garantizando el derecho a la autonomía de las
nacionalidades y regiones que la integran y la solidaridad entre todas ellas.
Ya en el Título VIII relativo a la organización territorial, se vuelve a mencionar expresamente este principio,
y en concreto, el artículo 138 dispone que: «El Estado garantiza la realización efectiva del principio de
solidaridad consagrado en el artículo 2.° de la Constitución, velando por el establecimiento de un equilibrio
económico, adecuado y justo entre las diversas partes del territorio español, y atendiendo en particular a las
circunstancias del hecho insular».
Como fundamento de este principio constitucional, debe citarse además la existencia de un Fondo de
Compensación Interterritorial, al que se refiere el artículo 158.2, al expresar que con el fin de corregir
desequilibrios económicos interterritoriales y hacer efectivo el principio de solidaridad, se constituirá un Fondo
de Compensación con destino a gastos de inversión, cuyos recursos serán distribuidos por las Cortes
Generales entre las Comunidades Autónomas y provincias, en su caso.
Se ha dicho que los preceptos del Título Preliminar son esenciales, hasta el punto de estar protegidos, para
su reforma, por el procedimiento especialmente agravado de reforma constitucional; el motivo es que, como
muy bien han señalado varios autores, la modificación de estos preceptos afecta al sistema político mismo,
con lo que, un simple cambio de alguno de estos artículos podría generar el nacimiento de una Constitución
muy distinta, incluso opuesta por completo a la anterior, con un régimen basado en un Estado política y
jurídicamente diferente.
En cualquier caso, tanto el Título Preliminar como el Título I son a todos los efectos verdaderas normas
jurídicas de obligado cumplimiento para los ciudadanos y los poderes públicos. No ocurre lo mismo con el
Preámbulo inicial que abre la Constitución Española de 1978, considerado como una simple declaración de
principios democráticos, sin otro valor que el puramente interpretativo.
Una vez expuestos los principios constitucionales que sirven de base a la organización de nuestro Estado,
debemos exponer cuáles son los valores superiores que lo informan, y para ello, es necesario acudir de
nuevo al artículo 1.01 CE, que propugna como valores superiores de nuestro ordenamiento jurídico:
✓ Libertad.
✓ Igualdad.
✓ Justicia.
✓ Pluralismo político.
En una primera aproximación al concepto de «valores superiores», podemos llegar a afirmar que son los
objetivos máximos o los ideales que ese tipo de Estado propugna para que puedan ser realizados por el
ordenamiento jurídico. Analizando brevemente cada uno de estos valores podemos señalar lo siguiente:
• La libertad supone una capacidad de elección del sujeto que le permite escoger o preferir, y que se
traduce en su proyección social en su derecho a participar en las decisiones colectivas. El artículo 9.°
2 contiene un mandato para el legislador, en virtud del cual los poderes públicos deben promover las
condiciones para que la libertad y la igualdad del individuo y de los grupos en que se integra sean reales
y efectivas.
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• La justicia se materializa en un poder público independiente e imparcial, sometido al imperio de la Ley.
Este valor superior, de conformidad con el artículo 117, emana del pueblo y se administra en nombre
del Rey por Jueces y Magistrados.
a) Artículo 14, que recoge lo que la doctrina denomina igualdad formal, al disponer que «los
españoles son iguales ante la Ley, sin que pueda prevalecer discriminación alguna por razón de
nacimiento, raza, sexo, religión, opinión o cualquier otra condición o circunstancia personal o
social».
b) Artículo 9.° 2 ya mencionado, que regula la llamada igualdad material, referida a obligación de los
poderes públicos de materializar este valor y remover los obstáculos que impidan o dificulten su
plenitud.
Artículo 6.°: «Los partidos políticos expresan el pluralismo político, concurren a la formación y
manifestación de la voluntad popular y son instrumento fundamental para la participación política.
Su creación y el ejercicio de su actividad son libres dentro del respeto a la Constitución y a la Ley.
Su estructura interna y funcionamiento deberán ser democráticos».
En relación directa con este precepto, se regula en el artículo 23 el derecho de los ciudadanos a participar
en los asuntos públicos directamente, o por medio de representantes libremente elegidos en elecciones
periódicas por sufragio universal.
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3. DERECHOS Y DEBERES FUNDAMENTALES. GARANTIAS Y CASOS DE SUSPENSIÓN.
La regulación de un catálogo general de derechos y deberes de los ciudadanos es uno de los elementos
que configuran, en esencia, la existencia de un régimen constitucional. En efecto, el reconocimiento de la
libertad del individuo, como núcleo de todos esos derechos fundamentales, es el soporte de un Estado que
se precie de ser políticamente democrático.
Así, el artículo 1.° de la Constitución Española proclama como valores superiores del ordenamiento jurídico
español la justicia, la igualdad, el pluralismo político y la libertad. Esa libertad se entiende en el sentido más
amplio de la palabra y se considera como algo inherente al ser humano. Ahora bien, se va desglosando en
una serie de manifestaciones concretas incluidas y tuteladas todas ellas en el Texto Constitucional. Se verán
más adelante.
Sin libertad y sin libre ejercicio de los derechos individuales y sociales, no puede haber verdadera
democracia, y es este el motivo principal que ha llevado a la Constitución Española de 1978 a ocuparse
prioritariamente de establecer, no sólo un listado de derechos, libertades y deberes ciudadanos, sino, lo que
es más importante, un sistema de garantías jurídicas que aseguren y protejan el ejercicio efectivo de tales
derechos fundamentales. Ciertamente, sin la regulación de estas garantías no existiría un orden social justo,
por la imposibilidad de ejercer esos derechos con total libertad y autonomía.
El Título I de la Constitución Española, bajo la rúbrica «De los derechos y deberes fundamentales», se inicia
con un artículo en solitario, el artículo 10, que contiene una interesante declaración sobre el valor de la libertad
individual y de los derechos fundamentales que le son propios (considerados el fundamento del orden político
y de la paz social), así como un criterio interpretativo para comprender el sentido y alcance de los derechos
que desarrolla nuestra Constitución; veámoslo:
Artículo 10.1: «La dignidad de la persona, los derechos inviolables que le son inherentes, el libre desarrollo
de la personalidad, el respeto a la ley y a los derechos de los demás son fundamento del orden político y de
la paz social».
Artículo 10.2: «Las normas relativas a los derechos fundamentales y a las libertades que la Constitución
Española reconoce se interpretarán de conformidad con la Declaración Universal de Derechos Humanos y
los tratados y acuerdos internacionales sobre las mismas materias ratificados por España», y continúa
después a lo largo de cinco Capítulos diferentes, regulando los principios relativos a los derechos y deberes
de los ciudadanos.
El criterio para agrupar los derechos y libertades en la Constitución Española de 1978 ha sido el subsistema
de garantías contenido en el artículo 53, el cual descansa en la importancia que el constituyente ha dado a
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cada uno de los derechos y en las posibilidades de prestaciones estatales a la sociedad. Siguiendo este
criterio, podemos distinguir tres niveles de protección, máximo, medio y mínimo, que se detallan a
continuación y cuya regulación se centra en los Capítulos II y III del Título I, que se completan con las garantías
de los derechos enumerados, previstas en el Capítulo IV del mismo Título.
Artículo 14: «Los españoles son iguales ante la Ley, sin que pueda prevalecer discriminación alguna por
razón de nacimiento, raza, sexo, religión, opinión o cualquier otra condición o circunstancia personal o social».
El artículo 14 dispone de un mecanismo de garantía que, si bien no alcanza el nivel máximo de protección
de los derechos regulados en la Sección 1." del Capítulo II del Título I, le otorga un esta-tus especial dentro
del entramado de derechos constitucionales. La igualdad que regula este precepto cuenta con el siguiente
elenco de garantías:
• Su reforma está afectada por el procedimiento ordinario del artículo 167 de la Constitución Española.
Cabe recurso de inconstitucionalidad frente a las leyes que lo lesionen. Los artículos siguientes se
desarrollan en dos Secciones distintas:
• Sección 1.a. Artículos 15 a 29: se regulan los «Derechos fundamentales y libertades públicas». Aquí
se relacionan los que están considerados derechos naturales, intrínsecos a la dignidad de la persona
(derecho a la vida, a la integridad física y moral, a la libertad de expresión, etc.), junto a otros,
igualmente importantes y propios de un régimen constitucional (los derechos políticos por excelencia,
tales como el de sufragio, el de reunión, de asociación, etc.) y finalmente, algunos derechos de
contenido socioeconómico implantados por la llegada del moderno Estado social (huelga,
sindicación, etc.). Todo este catálogo, que estudiaremos más adelante, goza de una protección
cualificada en la Constitución Española -más intensa que la que se otorga al resto de los derechos-,
y de ahí que el legislador haya estructurado este Capítulo en dos Secciones (para remarcar esa
diferencia de protección).
• Sección 2.a. Artículos 30 a 38: se reconocen otros «Derechos y deberes de los ciudadanos»; entre
ellos destacan derechos relacionados con la empresa o la economía de mercado (el derecho y deber
de trabajar, el derecho a la negociación colectiva, el derecho de fundación, el derecho a la propiedad
privada con las limitaciones debidas a su función social, etc.) y deberes tan representativos como el
de defender a España (servicio militar) o el de pagar impuestos (de acuerdo con la capacidad
económica de cada uno, etc.). En cualquier caso, estos son derechos y deberes menos esenciales y
su garantía estará menos acentuada que los de la Sección 1.a.
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a) Sección I (arts. 15 a 29):
• Artículo 15. Derecho a la vida y a la integridad física y moral.
Se prohíben las torturas y los tratos inhumanos o degradantes. Queda abolida la pena de muerte,
salvo lo que dispongan las leyes penales militares para tiempos de guerra.
Con respecto a este último inciso conviene recordar que la Ley Orgánica 11/1995, de 27 de
noviembre, abolió la pena de muerte en tiempo de guerra.
• Artículo 17. Este precepto se subdivide en cuatro apartados que debemos tener en cuenta a los
efectos del artículo 55 de la Constitución, es decir, a los efectos de su suspensión. Veamos los cuatro
apartados:
1. Toda persona tiene derecho a la libertad y a la seguridad. Nadie puede ser privado de su
libertad sino con arreglo a ley (este apartado podrá ser objeto de suspensión en los supuestos
de declaración de los estados de excepción y sitio).
2. La detención preventiva ❑o podrá durar más del tiempo estrictamente necesario para la
realización de las averiguaciones tendentes al esclarecimiento de los hechos, y, en todo caso,
en el plazo máximo de 72 horas, el detenido deberá ser puesto en libertad o a disposición de
la autoridad judicial (este apartado podrá ser objeto de suspensión en los supuestos de
declaración de los estados de excepción y sitio y para personas determinadas en relación
con las investigaciones correspondientes a la actuación de bandas armadas o elementos
terroristas).
3. Toda persona detenida debe ser informada, de inmediato y de modo que le sea comprensible,
de las razones de su detención y de sus derechos, no se le puede obligar a declarar y deberá
garantizársele la asistencia de un abogado cn las diligencias policiales y judiciales (este
apartado únicamente podrá suspenderse en el supuesto de declaración del estado de sitio).
NOTA: No debe confundirse la llamada detención preventiva (como privación temporal de libertad
destinada a averiguar los hechos que puedan fundamentar una acusación posterior, y cuya duración
máxima es de 72 horas), con la denominada prisión provisional, o prisión preventiva, que es acordada
por el Juez sólo cuando, tras existir una acusación formal sobre una persona, relativa a la comisión de
un delito, el Juez considera que existen razones que aconsejan el que el presunto culpable -aún no
condenado- ingrese en prisión, con carácter preventivo, con o sin fianza, hasta que se celebre el juicio
definitivo (entre estos motivos pueden barajarse la alarma social que suponga ese presunto delito, los
antecedentes del reo, su peligrosidad, etc.). El tiempo que pase en esta situación se le descontará del
que después le corresponda cumplir cuando se dicte la sentencia definitiva y ésta sea firme (irrecurrible).
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• Artículo 18. Este precepto también se subdivide en cuatro apartados, veámoslos:
1. Se garantiza el derecho al honor, a la intimidad personal y familiar y a la propia imagen. Ha sido
objeto de desarrollo en la Ley Orgánica 1/1982, de 5 de mayo, de Protección del Derecho al Honor,
a la Intimidad Personal y Familiar y a la Propia Imagen.
2. El domicilio es inviolable. Ninguna entrada o registro podrá hacerse en él sin consentimiento del
titular o resolución judicial, salvo en caso de flagrante delito (este apartado podrá ser objeto de
suspensión en los supuestos de declaración de los estados de excepción y sitio y para personas
determinadas en relación con las investigaciones correspondientes a la actuación de bandas
armadas o elementos terroristas).
La circunstancia del «flagrante delito», entre otras, fue desarrollada en el artículo 21.2
de la Ley Orgánica 1/1992, de 21 de febrero, sobre Protección de la Seguridad Ciudadana
(también conocida como Ley Corcuera), que trató (en vano) de establecer una
delimitación del concepto de «flagrancia», en una definición que no fue aceptada por el
Tribunal Constitucional. En efecto, en su Sentencia de 18 de noviembre de 1993 el
Tribunal Constitucional declaró que la flagrancia debe interpretarse exclusivamente como
percepción evidente o evidencia sobre la perpetración del delito (que exige la urgente
intervención policial), y no como establecía la Ley Corcuera, como aquel «conocimiento
fundado por parte de las Fuerzas de Seguridad... que les lleve a la constancia de que se
está cometiendo o se ha cometido el delito...», porque de hecho tales expresiones son
ambiguas y sobrepasan el núcleo esencial de lo debe entenderse por flagrancia a la luz
de la Constitución Española. Así pues, el Tribunal Constitucional consideró
inconstitucional el citado precepto.
4. La ley limitará el uso de la informática para garantizar el honor y la intimidad personal y familiar de
los ciudadanos y el pleno ejercicio de sus derechos.
• Artículo 19. Libertad de elección de residencia y libertad para circular por el territorio nacional.
Asimismo, el artículo reconoce el derecho de los españoles a entrar y salir libremente de España en
los términos que la ley establezca. Este derecho no podrá ser limitado por motivos políticos o
ideológicos (este artículo podrá ser objeto de suspensión en los supuestos de declaración de los
estados de excepción y sitio).
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d) Derecho a comunicar o recibir libremente información veraz por cualquier medio de difusión. La ley
regulará el derecho a la cláusula de conciencia y al secreto profesional, en el ejercicio de estas
libertades (este apartado podrá ser objeto de suspensión en los supuestos de declaración de los
estados de excepción y sitio).
4. Estas libertades tienen su límite en el respeto a los derechos reconocidos en este Título, en
los preceptos de las leyes que los desarrollen y, especialmente, en el derecho al honor, a la
intimidad, a la propia imagen y a la protección de la juventud y de la infancia.
• Artículo 21. Consta de dos apartados, ambos podrán suspenderse en los supuestos de declaración de
los estados de excepción y sitio.
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como el referéndum, el derecho de petición regulado en el artículo 29, la iniciativa legislativa popular
o la propia elección de representantes.
2. Asimismo, tienen derecho a acceder en condiciones de igualdad a las funciones y cargos públicos,
con los requisitos que señalen las leyes.
2. Asimismo, todos tienen derecho al Juez ordinario predeterminado por la ley, a la defensa y a la
asistencia de letrado, a ser informados de la acusación contra ellos, a un proceso público sin
dilaciones indebidas y con todas las garantías a utilizar los medios de prueba pertinentes para su
defensa, a no declarar contra sí mismos, a no confesarse culpables y a la presunción de inocencia.
• Artículo 26. Se prohíben los Tribunales de Honor en la Administración civil y en las organizaciones
profesionales.
Esto es una consecuencia del principio de unidad jurisdiccional. Los Tribunales de Honor
constituían un mecanismo sancionatorio excepcional en el seno de la función pública y de los
colegios profesionales. Suponían la posibilidad de sancionar conductas deshonrosas que a veces
se relacionaban con la vida privada del afectado, siendo la única sanción posible como alternativa
a la exoneración, la separación del servicio o expulsión del colegiado. La decisión correspondía
a un órgano colegiado, denominado Tribunal de Honor, integrado por compañeros de cuerpo del
afectado.
• Artículo 27.
3. Los poderes públicos garantizan el derecho que asiste a los padres para que sus hijos reciban la
formación religiosa y moral que esté de acuerdo con sus propias convicciones.
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5. Los poderes públicos garantizan el derecho de todos a la educación, mediante una programación
general de la enseñanza, con participación efectiva de todos los sectores afectados y creación de
centros docentes.
6. Se reconoce la libertad de creación de centros docentes, dentro del respeto a los principios
constitucionales.
7. Los profesores, padres y en su caso, los alumnos, intervendrán en el control y gestión de todos los
centros sostenidos por la Administración con fondos públicos, en los términos que la ley establezca.
9. Los poderes públicos ayudarán a los centros docentes que reúnan los requisitos que la ley
establezca.
1. Todos tienen derecho a sindicarse libremente (nadie puede ser obligado a afiliarse a un sindicato).
La ley podrá limitar o exceptuar el ejercicio de este derecho a las Fuerzas Armadas y regulará las
peculiaridades de su ejercicio para los funcionarios públicos. La libertad sindical comprende el
derecho a fundar sindicatos y a afiliarse al de su elección, así como el derecho de los sindicatos a
formar confederaciones y a fundar organizaciones sindicales internacionales o afiliarse a las
mismas. Nadie podrá ser obligado a afiliarse a un sindicato. Ley Orgánica 11/1985, de 2 de agosto,
de Libertad Sindical.
2. Se reconoce el derecho a la huelga de los trabajadores para la defensa de sus intereses. La ley que
regule este derecho establecerá las garantías precisas para asegurar el mantenimiento de los
servicios esenciales de la comunidad (este apartado, regulador del derecho de huelga, podrá ser
objeto de suspensión en los supuestos de declaración de los estados de excepción y sitio). Real
Decreto-Ley 17/1977, de 4 de marzo, sobre Relaciones de Trabajo.
Todos los ciudadanos pueden presentar peticiones individuales o colectivas, siempre por escrito, en la
forma y con los efectos que determine la ley.
Los miembros de las Fuerzas o Institutos Armados podrán ejercer este derecho sólo individualmente y
con arreglo a lo dispuesto en su legislación específica.
La Ley Orgánica 4/2001, de 12 de noviembre, reguladora del Derecho de Petición concreta que este
derecho podrá ejercerse ante cualquier institución pública, Administración o autoridad, así como ante los
órganos de dirección y administración de los organismos y entidades vinculados o dependientes de las
Administraciones Públicas, respecto de las materias de su competencia, cualquiera que sea el ámbito
territorial o funcional de ésta, si bien no son objeto de este derecho aquellas solicitudes, quejas o
sugerencias para cuya satisfacción el ordenamiento jurídico establezca un procedimiento específico
distinto al regulado en la Ley Orgánica 4/2001. Las peticiones pueden incorporar una sugerencia, una
iniciativa, una información, expresar quejas o súplicas. Su objeto, por tanto, se caracteriza por su amplitud
y está referido a cualquier asunto de interés general, colectivo o particular. Ahora bien, su carácter
supletorio respecto a los procedimientos formales específicos de carácter parlamentario, judicial o
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administrativo obliga a delimitar su ámbito a lo estrictamente discrecional o graciable, a todo aquello que
no deba ser objeto de un procedimiento especialmente regulado.
Todos estos derechos integran el nivel máximo de protección en la clasificación que nuestra Ley
Fundamental realiza de los derechos y deberes fundamentales. Se trata de los derechos reconocidos en
la Sección 1.", del Capítulo II, del Título I y su protección se caracteriza porque:
• Su reforma está afectada por el procedimiento agravado del artículo 168 de la Constitución
Española.
2. La ley fijará las obligaciones militares de los españoles y regulará, con las debidas garantías, la
objeción de conciencia, así como las demás causas de exención del servicio militar obligatorio,
pudiendo imponer, en su caso, una prestación social sustitutoria. Este apartado regula la objeción de
conciencia. Este derecho queda protegido por el recurso de amparo como garantía añadida, que lo
dota de una especial protección dentro de los derechos de esta Sección 2.".
4. Mediante ley podrán regularse los deberes de los ciudadanos en los casos de grave riesgo, catástrofe
o calamidad pública.
Hay que tener en cuenta la Ley 15/2005, de 8 de julio, por la que se modifica el Código Civil y la Ley de
Enjuiciamiento Civil, en materia de separación y divorcio.
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• Artículo 33. Derecho de propiedad y herencia.
Se reconoce el derecho a la propiedad privada y a la herencia. Nadie podrá ser privado de sus bienes
y derechos sino por causa justificada de utilidad pública o interés social, mediante la correspondiente
indemnización y de conformidad con las leyes (es la institución de la expropiación regulada por Ley de 16 de
diciembre de 1954).
El Texto Refundido de la Ley del nuevo Estatuto de los Trabajadores se ha aprobado por Real Decreto
Legislativo de 24 de marzo de 1995.
• Artículo 36. La ley regulará las peculiaridades propias del régimen jurídico de los colegios profesionales y
el ejercicio de las profesiones tituladas. La estructura interna y el funcionamiento de los colegios deberán
ser democráticos.
• Artículo 37.
1. La ley garantizará el derecho a la negociación colectiva laboral entre los representantes de los
trabajadores y empresarios, así como la fu erza vinculante de los convenios.
Estos derechos comprenden el denominado nivel medio de protección. Se trata de los derechos
comprendidos en la Sección 2." del Capítulo II del Título I y se caracteriza porque:
• Su reforma está afectada por el procedimiento simple del artículo 167 de la Constitución Española.
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Es importante tener en cuenta lo ya mencionado respecto del derecho a la objeción de conciencia que
regula el artículo 30.2, ya que el mismo, además de las garantías que protegen los derechos de la Sección
2.", podrá ser objeto de recurso de amparo ante el Tribunal Constitucional.
Por último, en relación con los «principios rectores de la política social y económica», el Tribunal
Constitucional ha señalado que estos principios rectores no son normas sin contenido, sino auténticas
previsiones que obligan al legislador, que no puede tener una actitud abstencionista.
• Conservación y promoción del enriquecimiento del patrimonio histórico, cultural y artístico (art. 46).
Estos preceptos integran el nivel mínimo de protección, y decimos que se trata de una protección mínima
porque:
• Sólo pueden invocarse ante los Tribunales de acuerdo con las leyes que los desarrollen.
• Su reforma está afectada por el procedimiento simple del artículo 167 de la Constitución Española.
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4. SU GARANTÍA Y SUSPENSIÓN.
4.1. GARANTÍAS.
Las garantías de los derechos fundamentales las podemos clasificar de la siguiente forma:
A. Garantías normativas.
B. Garantías jurisdiccionales.
C. Garantías institucionales.
A. Garantías Normativas.
Las normas relativas al desarrollo de los derechos fundamentales y las libertades públicas han de ser
necesariamente leyes orgánicas (art. 81 de la Constitución Española). La reserva de Ley Orgánica se refiere
exclusivamente a los derechos contenidos en la Sección 1." del Capítulo II del Título I.
La reforma de la Sección 1." del Capítulo II del Título I se realizará por el procedimiento previsto en el
artículo 168 de la Constitución Española (el más rígido de los dos previstos en la Constitución).
El artículo 53.1 de la Constitución Española establece el principio de reserva de ley para todo el
Capítulo II del Título I, al decir que, sólo por ley que, en todo caso, deberá respetar su contenido esencial,
podrá regularse el ejercicio de tales derechos y libertades.
• Que conforme al artículo 86.1 de la Constitución Española, los derechos, deberes y libertades de
los ciudadanos regulados en el Título I quedan vedados a la regulación mediante real decreto-ley.
• El artículo 82.1 de la Constitución Española prohíbe el desarrollo mediante real decreto legislativo
de la Sección 1." del Capítulo 11 del Título I.
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B. Garantías jurisdiccionales.
Estas garantías son verdaderos «derechos» que podemos estructurar de la siguiente forma:
a) Derecho a la tutela judicial efectiva (art. 24 de la Constitución Española). Este derecho comprende
a su vez los siguientes derechos:
b) Presunción de inocencia.
c) Procedimiento judicial especial (art. 53.2). Se trata de un procedimiento especial, preferente y sumario
que recoge el artículo 53.2 de la Constitución. La disposición transitoria segunda de la Ley Orgánica del
Tribunal Constitucional dispone que en tanto no sean desarrolladas las previsiones del artículo 53.2 de
la Constitución Española se entenderá que la vía judicial previa a la interposición del recurso de amparo
será la contencioso-administrativa ordinaria, o bien la configurada en la Ley 62/1978, de 26 de diciembre,
de Protección Jurisdiccional de los Derechos Fundamentales.
No obstante, esta última Ley ha sido derogada en sus artículos 6.° a 10 relativos al orden
jurisdiccional contencioso-administrativo por la Ley 29/1998, de 13 de julio, de la Jurisdicción
Contencioso-Administrativa, cuyos artículos 114 a 122 regulan el procedimiento especial para la
protección de los derechos fundamentales de la persona. Dicho procedimiento se caracteriza por:
• Formulada la demanda se dará traslado al Ministerio Fiscal, al Abogado del Estado y a quienes
se hubieran personado para que cn el plazo de 8 días formulen alegaciones.
• La Sala decidirá sobre el recibimiento a prueba, la cual no podrá ser superior a 20 días para su
proposición y práctica.
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• La sentencia sólo será apelable en un solo efecto (devolutivo y no suspensivo) ante el Tribunal
Supremo.
d) El proceso de habeas corpus para producir la inmediata puesta a disposición judicial de toda persona
detenida ilegalmente. El artículo 17.4 de la Constitución Española establece que una ley regulará un
procedimiento de habeas corpus y esto es lo que hace la Ley Orgánica 6/1984, de 24 de mayo. Se trata de
un mecanismo jurídico para la garantía de la libertad personal, evitando que lleguen a consumarse
detenciones ilegales.
El proceso de habeas coipos que contempla la Ley Orgánica 6/1984 se caracteriza por:
1.° La agilidad para la cual se establece un procedimiento judicial sumario que ha de terminar en 24 horas.
2.° La sencillez, ya que carece de formalismos permitiendo la comparecencia verbal y sin que sea
preceptiva la intervención de abogado y procurador.
3.° La generalidad ya que, de un lado, ningún particular ni agente de la autoridad (ni siquiera la militar)
puede sustraerse al control judicial de legalidad de la detención, y de otro, la legitimación de una
pluralidad de personas para instar el procedimiento.
4.° Y, por último, su universalidad puesto que el procedimiento de habeas corpus alcanza tanto a los
supuestos de detención ilegal como, incluso, a las detenciones que siendo originariamente legales se
mantengan o prolonguen ilegalmente.
e) El recurso de amparo constitucional. Este recurso tiene por objeto proteger a todos los ciudadanos
frente a las violaciones de derechos y libertades a que se refiere el artículo 53.2 de la Constitución Española
(es decir, los derechos comprendidos en el art. 14, en la Sección I, del Capítulo II del Título I y en el art. 30.2)
originados por disposiciones, actos jurídicos o simple vía de hecho de los poderes públicos del Estado, las
Comunidades Autónomas y demás entes públicos de carácter territorial, corporativo o institucional, así como
de sus funcionarios o agentes.
La competencia para conocer del recurso de amparo corresponde, según el artículo 161.1 de la
Constitución Española, al Tribunal Constitucional, en concreto a las Salas, que podrán diferir su conocimiento
a las Secciones. Su regulación se encuentra en el Título I11 de la Ley Orgánica 2/1979, de 3 de octubre, del
Tribunal Constitucional.
Las violaciones de los derechos fundamentales por normas jurídicas implican la declaración de
inconstitucionalidad de las mismas a través de la interposición del recurso de inconstitucionalidad cuyo
conocimiento se atribuye al Pleno del Tribunal Constitucional, salvo los de mera aplicación de doctrina, cuyo
conocimiento podrá atribuirse a las Salas del propio Tribunal.
C. Garantías institucionales.
Debemos centrarnos en dos figuras previstas constitucionalmente: el Defensor del Pueblo y el Ministerio
Fiscal.
• Defensor del Pueblo. La Constitución Española establece la figura del Defensor del Pueblo en el
artículo 54, elevándolo de esta forma a la categoría de órgano constitucional. Dice el precepto citado que una
ley orgánica regulará la institución del Defensor del Pueblo, como Alto Comisionado de las Cortes Generales,
designado por éstas para la defensa de los derechos comprendidos en este Título, a cuyo efecto podrá
supervisar la actividad de la Administración, dando cuenta a las Cortes Generales. Su legislación de
desarrollo está constituida por la Ley Orgánica de 6 de abril de 1981, complementada por el Reglamento de
Organización y Funcionamiento del Defensor del Pueblo de 6 de abril de 1983.
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En la materia que nos ocupa dos son sus competencias específicas:
• Ministerio Fiscal. Tiene intervención en los procedimientos para la protección jurisdiccional de los
derechos fundamentales y las libertades públicas.
Tiene legitimación para interponer el recurso de amparo ante el Tribunal Constitucional [art. 162.1 b)].
Por su parte, el artículo 47.2 de la Ley Orgánica del Tribunal Constitucional prevé su intervención en todos
los procesos de amparo, en defensa de la legalidad y de los derechos del ciudadano y del interés público
tutelado por la ley.
La Ley 1/2000, de 7 de enero, de Enjuiciamiento Civil prevé la intervención del Ministerio Fiscal en
aquellos juicios que pretendan la tutela judicial civil de algunos derechos fundamentales y lo considera en
todo caso como parte en el procedimiento.
Parece plenamente justificada la intervención del Fiscal en estos procesos, sobre la base de lo dispuesto
en el artículo 124 de la Constitución Española, que le atribuye la misión de promover la acción de la justicia
en defensa de la legalidad, de los derechos de los ciudadanos y del interés público tutela-do por la ley, de
oficio o a petición de los interesados.
2.2. SUSPENSIÓN.
• Suspensión general: llamada así porque su adopción afectará al conjunto de los ciudadanos (es el caso
de los supuestos de declaración de un estado de excepción o sitio del art. 116 de la Constitución Española).
A lo largo de la exposición de los derechos del Título I que se ha efectuado a lo largo del tema hemos
ido concretando qué apartados y preceptos pueden ser suspendidos, por lo que resumiendo lo ya indicado,
podemos señalar lo siguiente:
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A) Suspensión general de derechos.
• Derecho a la libertad y seguridad (excepto el apartado 3 del art. 17 referido a los derechos del detenido,
que no podrá suspenderse durante la vigencia del estado de excepción, pero sí durante la vigencia del
estado de sitio).
• Derecho a la libre elección de residencia, a la libre circulación por el territorio nacional y al libre tránsito de
un país a otro.
• Derecho a expresar y difundir libremente los pensamientos, ideas u opiniones mediante la palabra, el
escrito o cualquier otro medio de reproducción.
• Derecho a comunicar o recibir libremente información veraz por cualquier medio de difusión.
• Derecho a que las publicaciones, grabaciones y otros medios de información sólo puedan secuestrarse en
virtud de resolución judicial.
• Derecho a la huelga.
En este caso, el artículo 55.2 admite la posibilidad de que sólo ciertos ciudadanos sufran los efectos de
una suspensión en algunos de sus derechos constitucionales. Se trata de las personas afectadas por la
investigación de delitos de terrorismo y participación en banda armada.
Pueden sufrir la suspensión de los siguientes derechos: detención preventiva hasta 72 horas (art. 17.2),
inviolabilidad del domicilio (art. 18.2), secreto de las comunicaciones (art. 18.3).
Una ley orgánica podrá determinar la forma y los casos en los que, de forma individual y con la necesaria
intervención judicial y el adecuado control parlamentario, puedan suspenderse los mencionados derechos.
La utilización injustificada o abusiva de las facultades reconocidas en dicha ley orgánica producirá
responsabilidad penal, como violación de los derechos y libertades reconocidos por las leyes.
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