UNA BUENA LECCIÓN
NARRADOR : Era un niñ o muy descuidado, que dejaba sus libros por
el suelo, sus zapatos de lodo sobre la mesa, metía los
dedos sucios en la mermelada, derramaba témpera en
su uniforme; en fin, era el colmo de la dejadez.
Un día el Á ngel del aseo bajo para visitar a ese niñ o.
ANGEL : ¡Qué falta de aseo! Ahora tendrá s que ir al patio y
quedarte allí hasta que lo haya puesto todo en orden, y
mientras tanto puedes jugar con tu hermano.
NIÑ O : Pero… ¡No tengo hermano!
ANGEL : Si tienes, quizá s no lo conozcas, pero él te conoce a ti
muy bien. Anda y espéralo allá afuera, que dentro de
poco se te aparecerá .
NARRADOR : El niñ o se fue y no tardeo en aparecer por allí un
zorro sacudiendo la cola.
NIÑ O : Espera,….¿Eres tú mi hermano?
ZORRO : ¿Yo tu hermano? ¡Por fortuna no lo soy ni lo seré!
¿Quieres compararte conmigo? Mi pelo está siempre
limpio, liso, mi cueva se conserva en el mejor orden y
mis cachorritos son bien educados ¡Esto es un insulto.
NARRADOR : Después de un momento vino saltando un pajarito
muy bonito.
NIÑ O : ¡Buenos días!....¿Tú eres mi hermano?
PAJARITO : ¡Pero que criatura tan atrevida! Tú no puedes
encontrar un ser viviente má s pulcro en sus há bitos
que yo. Mira mi cuerpo: ni una pluma fuera de su lugar,
mis huevos son conocidos en todas partes por su
limpieza y color. ¡Tú mi hermano? ¡No señ or!
NIÑ O : ¿Eres mi hermano?
GATO : Mirá ndote al espejo tendrá s la respuesta. Yo me lave
bien hoy pero tu facha dice que hace tiempo no ves
agua limpia, y en mi familia no se encuentran
desaseados como tú .
NIÑ O : ¿A qué hora vendrá mi hermano? Ya me estoy
cansando
NARRADOR : Después de algú n tiempo, vio pasar gruñ endo un
chanchito. El cerdo al ver al niñ o se detuvo , pero este
no quiso entrar en conversació n con el puerco.
CERDO : ¡Buenos días hermano!
NIÑ O : ¡Queeeeé?...Yo no soy tu hermanos.
CERDO : Quieres negar el parentesco, no puedes negar que
llevas el sello de la familia.
Ven conmigo vamos a revolcarnos en el chiquero.
NIÑ O : No, yo no voy…. A mí no me gusta el lodo.
CERDO : ¡Cuéntale esa historia a las gallinas!...mira tus manos,
tus zapatos, tu uniforme. Ven conmigo que si sobra
algo de comida será para ti.
NARRADOR : Con esto el niñ o se puso a llorar y apareciendo el
Á ngel le dijo…..
ANGEL : Entonces…. ¿Te vas con el hermano puerco, o decides
cambiar y ser má s aseado y ordenado.
NIÑ O : Si, si…prometo que desde ahora me aseare todos los
días, cuidaré de no ensuciar mi ropa y seré muy
ordenado con mis cosas.
NARRADOR : Bien amiguitos, he ahí un ejemplo de que quien no
tiene aseo no puede ser bien visto, y como
consecuencia es que los pueden comparar con ciertos
animalitos.
El aseo del cuerpo es muy necesario para la salud, así
como tener la conciencia limpia se necesita para la
salud del alma y es la manera de agradar a Dios.
