ROITTER Arte Transformador
ROITTER Arte Transformador
Este artículo presenta algunas reflexiones que surgen de la revisión bibliográfica y del
estudio de algunas experiencias sobre el arte como plataforma de trabajo con jóvenes en
contextos sociales complejos. Asimismo, procura discutir sobre cierto “sentido común”
socialmente construido acerca del rol de este tipo de iniciativas así como sobre lo que la
investigación académica y no académica puede aportar a estas prácticas. Las ideas que
aquí proponemos no constituyen ni una sistematización de las experiencias de la Red
Latinoamericana Arte para la Transformación Social (RLATS) ni tampoco una referencia
estricta a ellas, sino más bien una apertura a preguntas y dilemas propios de las
organizaciones que procuran unir el acceso a diversas formas de expresión artística con la
incidencia en el espacio público.
1
Mario M. Roitter es Investigador Titular del Centro de Estudios de Estado y Sociedad (CEDES)
www.cedes.org
1
experiencias relevantes en múltiples áreas y dimensiones. Por otra parte, el arte
transformador tiene una particular potencialidad para generar espacios de participación a
favor del debate democrático y por la construcción de la identidad cultural de diversos
grupos, poblaciones y países, constituyendo un modo alternativo de influencia en el
espacio público. Vale decir, estas organizaciones sostienen una lógica que procura unir el
acceso a prácticas cualificadas en diversos lenguajes artísticos con la lucha por causas
públicas. Así lo expresan los miembros de esta Red, cuando destacan que sus miembros
combinan la creación estética y la política en un mismo movimiento; un gesto irreverente
que busca la equidad, la belleza y la democracia, con niños, jóvenes y adultos, en la
montaña, en el campo y en las ciudades 2 .
Vemos entonces que tanto en la dimensión expresiva -qué tipo de experiencia propone-
como en la de su producción y disfrute, lo artístico implica una vinculación con la
política.
2
Ver: http://www.artetransformador.net/esp/inicio_esp.html
2
respecto, los miembros de la Red comparten enfoques de trabajo encaminados a
enfrentar la exclusión social y la discriminación por género, raza o condición socio-
económica 3 .
Pero la lucha contra ciertos prejuicios tendría además que impregnar nuestras prácticas
cotidianas, evitando caer en las simplificaciones como las que, por ejemplo, suelen
proponer los medios de comunicación y otros actores sociales cuando “muestran” las
virtudes de estos u otros proyectos sociales. Frecuentemente, en la ponderación de las
iniciativas basadas en, o que incorporan a, diversas prácticas artísticas, suele ponerse el
acento en su utilidad como estrategia de “rescate y prevención” o como “mecanismo
productor de autoestima”. El discurso de la “salvación a través del arte”, especialmente
para la población pobre, los “carentes”, y dentro de ella a las y los jóvenes, “los
riesgosos”, debería ser analizado con especial atención por todos los que, desde diferentes
perspectivas, formamos parte de este tipo de iniciativas sociales y sus redes; ya que, de
lo contrario, se corre el riesgo de mistificar su potencial y reducir su contenido a meros
instrumentos, en vez de resaltar como su principal atributo el de orientarse por la lógica
del acceso y disfrute de experiencias artísticas enriquecedoras, inspiradas en la efectiva
vigencia y ampliación de los derechos de ciudadanía (Kantor, 2008; Dias Fernández, et
Al., 2006)
3
“mensajes” orientadores sobre diferentes temáticas: las adicciones, el sexo seguro, la
maternidad precoz, la importancia de la educación, etc. La emergencia de esta nueva
forma de “razón instrumental” tiende a limitar los efectos que se espera de estos
programas, tanto porque desvirtúa la propia esencia de las prácticas artísticas, al
considerarlas como un simple medio para un “fin superior”, como porque se pierde buena
parte del efecto pretendidamente “edificante” que se busca. Así presentados, estos
mensajes suelen no diferir de otros similares que se dirigen a los y las jóvenes a través de
diversos medios y en otros espacios. Su encuadre dentro de actividades artísticas no
permite suponer que vayan a tener una especial efectividad, salvo que sean encarados de
manera creativa y a partir del propio interés e iniciativa de los y las jóvenes.
Creemos no obstante que existen y persisten saludables tensiones y dilemas, entre los
cuales destacamos los siguientes: ¿Cómo impactar en causas sociales sin perder calidad
en la producción y sin dejar de ponderar dentro la actividad diaria los aspectos lúdicos y
creativos? ¿Cómo recrear un lenguaje que se diferencie de las representaciones sociales
propias del “clima de época”? ¿Cómo desarticular los prejuicios que ubican a los pobres,
y particularmente a las y los jóvenes en situación de pobreza, en la condición de seres
cuyo principal problemas son la baja autoestima y su particular proclividad a estar en
riesgo?
Las prácticas y los resultados del arte transformador no pueden ser estudiados sólo desde
una perspectiva o “disciplina” del conocimiento pero tampoco puede ser abordados sin
recurrir a la complementariedad entre la academia y los actores sociales que los lideran y
los que participan de sus experiencias.
Uno de los rasgos propios de este campo del conocimiento es que propone un "objeto" de
investigación que requiere un carácter fuertemente multi-disciplinario y también
transdisciplinario. A su análisis concurren investigadores que provienen de la filosofía, la
sociología, la economía, las ciencias políticas, la antropología, así como también por las
disciplinas ligadas a la administración y gestión de las organizaciones. Pero además
cuenta con los aportes por fuera del mundo académico y sus disciplinas. En este sentido,
la temática que nos preocupa comparte con otras ligadas al mundo de las organizaciones
de la sociedad civil, la convergencia de y convivencia entre disciplinas muy diversas y de
actores no académicos.
4
sociales se construyen en estos espacios? Son algunas preguntas que requieren de un
enfoque de carácter abierto y heterodoxo, para lo cual podrían converger distintas
miradas y sensibilidades. Pero además, estas temáticas requieren de la articulación entre
el mundo académico y extraacadémico tanto para su mejor comprensión como para
mostrar que la generación de conocimiento no es patrimonio exclusivo del primero de
estos mundos.
Se tiende a dar por sentado que el saber se construye y sobre todo se constituye como tal
dentro de los ámbitos académicos. El saber es un producto del hacer de “los que saben”,
es decir de aquellos que se dedican a la investigación. Consecuentemente, su generación,
circulación y distribución, se legitima si y sólo si es producida por investigadores que
realizan su trabajo dentro de las fronteras de la academia. Sabemos sin embargo que esto
representa sólo una parte de las “prácticas intelectuales” 4 que se desarrollan en la
sociedad, ya que existen otros ámbitos de producción de conocimiento, como es el caso
de intelectuales que participan en las actividades de organizaciones no gubernamentales y
en los movimientos sociales, así como en otros espacios: el Sector Público, centros de
estudios, fundaciones, sindicatos, etc. En tales contextos, es lógico que de las
reflexiones, de las discusiones, de los resultados de jornadas y otras actividades que
hacen a su día a día, emerjan conceptualizaciones, análisis e interpretaciones sobre el
quehacer y sobre la realidad de la que forman parte que claramente son prácticas
intelectuales aunque no sean siempre significadas como tales (Mato, 2002).
Son los intelectuales, es decir los académicos, los que dedican a pensar y a escribir, a
veces, sobre lo que piensan, quienes generan el “verdadero” conocimiento. En contraste,
los actores que se desenvuelven dentro de organizaciones sociales acreditan sólo un saber
práctico o “no sistematizado”, dando lugar así a una particular división del trabajo, no ya
entre trabajo intelectual y trabajo manual, sino entre dos tipos de trabajo intelectual: uno
4
Adoptamos esta denominación, “prácticas intelectuales”, para referirnos al conjunto de la producción de
conocimientos existente sobre en un determinado tema. En sentido adherimos a la caracterización que hace
Daniel Mato para poner en un plano de diálogo a toda la producción intelectual, escrita o no, académica o
no académica. Estas “practicas intelectuales” no sólo abarcan lo que los intelectuales hacen en términos de
investigación y ensayística sino que incorpora aquellas que tienen lugar en el ámbito docente (no siempre
asociadas a la investigación), o bien en la creación codificada en diversas “artes” y/o en las llamadas
“industrias culturales”, así como en algunas de las que se desarrollan en el marco de organizaciones y
movimientos sociales y en agencias gubernamentales y organizaciones no gubernamentales. Diferentes
tipos de prácticas intelectuales responden a intereses particulares y condiciones contextuales especificas
[…éstas] transgreden las fronteras de la academia y/o de la escritura, y toman lugar “fuera” de esas
fronteras o bien lo hacen “dentro y fuera” Mato (2002: 25).
5
Cabe acotar que esta casuística si bien puede resultar útil en tanto permite producir conocimiento con base
empírica, por otra parte restringe enormemente el propio desarrollo de la investigación ya que, tal como lo
destaca González Bombal (2001) [...] si nos quedamos sólo en eso no podremos entrar en diálogo con los
grandes temas de las disciplinas clásicas ni participar en los debates más acuciantes de nuestra época.
5
canónicamente consagrado y el otro deslegitimado, propio de los practitioners y/o de los
profesionales dedicados al arte transformador.
En consecuencia, uno de los principales aportes que podemos realizar desde la academia,
es el de contribuir a la articulación entre la producción académica y la no académica. De
esta forma, es posible potenciar los resultados a la vez que se desafía y se discute el
“sentido común” sobre las fuentes de generación de conocimiento.
6
Entre estas excepciones cabe citar el trabajo de Oalechea, C. y Engeli, G. (2007) Arte y Transformación
Social. Saberes y Prácticas de Crear Vale la Pena. Ed. de Crear Vale la Pena, Buenos Aires. Se trata de un
libro destinado a constituirse en una “memoria” sobre la experiencia de Crear Vale la Pena, no casualmente
subtitulado: saberes y prácticas.
6
La colaboración para generar conocimiento y la articulación entre diversos actores
sociales tiene algunos desafíos relevantes, entre ellos destacamos los siguientes: ¿Qué
tipo de espacios e instancias deberían generarse para facilitar la articulación entre los
ámbitos académicos y no académicos del arte transformador? ¿Cómo articular la
casuística con hipótesis de más amplio alcance teórico que ubiquen al arte transformador
como una de las respuestas a la complejidad social contemporánea? ¿Como presentar y
difundir los resultados de este trabajo multidisciplinario y articulado para que la
legitimación académica no atente contra su aprehensión más allá de los usos y límites de
la propia academia?
Con respecto al primer punto, es decir sobre los debates en torno al arte transformador y
la generación de indicadores, es importante dejar sentado que no existe consenso entre
diversos autores que han abordado cuestiones referidas al impacto del arte en aspectos
tales como: la exclusión social de determinados grupos, la pobreza, la rehabilitación de
personas con discapacidades, la deserción escolar, la empleabilidad, etc. Estas
divergencias no sólo abarcan a las premisas desde las cuales se abordan estos fenómenos
sociales, respondiendo a diversas perspectivas ideológicas y marcos de interpretación,
sino que, además, y apelando a su intangibilidad, desafían la propia factibilidad de contar
con indicadores objetivos del impacto del arte en procesos sociales.
Esta agenda de investigación tendría entre sus objetivos el de encontrar la forma de rendir
cuenta de los impactos del arte transformador a través de indicadores cuantitativos,
7
cuando sea factible, y cualitativos 7 . Dada la complejidad que implica producir estos
indicadores podrían plantearse estos distinguiendo los aspectos que se detallan en la
siguiente tabla. En ella puede observarse que los indicadores se dividen en dos
dimensiones y a su vez éstas en varias categorías. Se trata de un esquema simple que
deberá ser enriquecido y ampliado conforme avancen las investigaciones.
1. Niveles:
1.1. Individual
1.2. Organizacional
1.3. Grupos específicos
1.4. Comunidad
2. Efectos:
7
Ver:
Kagan S. / Kirshberg, V. (2008) Sustainability as a New Frontier for the arts and Cultures. VAS- Verlag für
Akademishe Schrifen, Leuphana Universitat, Frankfurt.
Matarasso, F. (1997). Use or Ornament?: The social impact of participation in the arts. Comedia, England.
8
cada organización de la Red. Es decir, estamos proponiendo avanzar en paralelo con un
“estado del arte”, sobre la producción y de las discusiones académicas y no académicas, y
con un programa de investigación participativa que involucre a ambas partes y permita
producir nuevas evidencias e innovaciones.
Si bien la RLATS cuenta con un calificado plantel de personas, debe resaltarse que la
complejidad del tema y la integralidad de las propuestas que el arte transformador
propone, reconoce entre otras cosas la necesidad y la importancia de la ampliar, mejorar y
potenciar la formación de quienes se desenvuelven en las organizaciones miembro de la
Red. Como es sabido, los procesos de capacitación constituyen por lo general, un aspecto
central del trabajo que realizan los proyectos sociales y comunitarios. Sin embrago,
frecuentemente enfrentan dificultades o limitaciones para poder contar con el número de
personas formadas que dispongan de encuadres de trabajo sólidos y de posibilidades
reales para diseñar e implementar propuestas calificadas.
Pensamos entonces en la utilidad que podría tener el trabajo conjunto de los académicos y
no académicos en la producción de materiales y la propuesta de dinámicas de apoyo que
amplíen sus conocimientos y puedan encuadrarlos en perspectivas más amplias,
facilitando que otras ideas y otras prácticas sean posibles, que nuevas experiencias y
contenidos se tornen accesibles al conjunto de la población a través de las acciones
artísticas y de desarrollo local.
Para finalizar con este punto cabe señalar un desafío que requiere de nuestra atención:
¿Cómo articular un proceso de colaboración que no suponga reproducir la tradicional
división del trabajo entre diversas prácticas intelectuales?
Las denominadas ciencias naturales (física, biología), basan sus enunciados en evidencia
objetiva que permite formular “leyes” que regularían los fenómenos o procesos de la
naturaleza en un sentido amplio. Las humanidades 8 no han logrado producir un tipo de
conocimiento que pueda condensarse en enunciados de este tipo y por lo tanto las
diversas disciplinas que las conforman no han logrado el status científico de que gozan
las ciencias naturales o la matemática. Se tiene por dado que las leyes de las ciencias
8
Ex profeso decimos humanidades en vez de ciencias sociales para referimos a los otros campos del
conocimiento, con la finalidad de evitar denegar el carácter social de las ciencias exactas. Es decir son tan
sociales como las humanidades.
9
naturales son una verdad, sin embargo, tal como lo demuestra la historia de las ciencias y
salvo lo que sucede en el campo de las matemáticas, toda verdad científica es un error
con suspensión de pena (Castoriadis, 2008: 66).
En cambio en las artes no hay una verdad que tenga “fecha de vencimiento”, las artes no
se relacionan con lo “objetivo” en los términos en que lo hacen otras disciplinas respecto
del conocimiento humano. El arte no explica el arte revela. Pero lo que nos preocupa aquí
no son las artes en general sino su impacto en causas públicas y, de una manera más
abstracta, en la transformación social. ¿Pueden los académicos decir algo sobre esta
evidencia esquiva y aportar métodos de investigación para intentar atraparla?
Seguramente los miembros de la Red pueden aportar mucho si se trata de comprender
cuáles resultados pueden ser traducidos o “significados” como cambios a nivel
individual, grupal, organizacional y comunitario.
Siguiendo a White & Rentschler (2005:2) 9 es posible señalar que los principales debates
hoy existentes en el mundo académico giran alrededor de tres cuestiones. La primera se
direcciona hacia la necesidad de contar con definiciones consistentes e interpretaciones
claras sobre los términos “arte”, “impacto social” y “transformación social”. La segunda
es sobre la metodología. La tercera, acerca de la necesidad de focalizar en el valor
intrínseco del arte y no tanto en su carácter instrumental en relación con su impacto
social. Las referidas autoras consideran que dado el carácter emergente de este campo de
investigación no debería sorprender que la mayor parte de los trabajos estén focalizados
en la clarificación de las definiciones y la discusión metodológica 10 .
Las posibles respuestas a estas preguntas exceden los alcances de este artículo y más bien
pueden ser pensados como orientadoras para proponer una agenda de investigaciones.
9
Ver: White, T. R. & Rentschler, R. (2005): Toward a New Understanding of the Social Impact of the Arts
http://neumann.hec.ca/aimac2005/PDF_Text/WhiteTR_RentschlerR.pdf
10
Según estas autoras la mayor parte de la literatura conceptual cita la definición operativa de Charles Landry propuesta
en 1993 (Landry, C., F. Bianchini, M. Maguire, and K. Warpole. 1993. The Social Impact of the Arts A Discussion
Document. Stroud, Comedia, England), allí se sostiene que el impacto social del arte puede percibirse como aquellos
efectos que van más allá de las obras artísticas o de las puestas en escena en sí mismas y que generan alguna influencia
continua y directa en la vida de la personas.
Al respecto, si bien no hemos accedido a la obra de Landry, no deja de llamar la atención el carácter general de la
definición propuesta. No casualmente White y Rentschler destacan la necesidad de contar con datos sólidos, evidencias
serias y un enfoque holístico para avanzar en el conocimiento sobre el impacto social de las artes..
10
Seguramente podremos encontrar algunas maneras de contestarlas, pero como toda
respuesta a cuestiones sociales ninguna será definitiva ni totalmente abarcadora. Por el
momento, nos inclinamos a destacar que las artes en sus diversos lenguajes permiten
apartarse de las reglas que rigen la mayor parte de las acciones humanas relacionadas con
el saber y hacer. En efecto, el arte nos ubica en un registro que no responde a un “en sí”
sobre lo que está bien, o lo que es bello, o lo que es coherente. Esta ruptura simbólica de
las reglas es de fundamental importancia si se trata de encontrar caminos innovativos
para la transformación social.
La sola idea de imaginarse una red convocada bajo las categorías de Arte y
transformación social habla de desmesura. Y la desmesura es una actitud imprescindible
tanto en los procesos de naturaleza artística como en los de transformación social.
Ambos convocan a la creación humana, esencialmente relacional y colectiva, y se
reconocen en esa tensión eterna entre la indisciplina de las visiones que contienen la
potencia de los cambios, y el tránsito necesario por los instrumentos, circuitos y
comportamientos que la realidad impone (Balan, RLATS, 2003) 11 .
Las reglas de las artes no son externas, cada artista puede establecer sus propios
mecanismos identitarios de expresión, cada colectivo artístico puede organizarse en
función de sus propias normas y formatos. Estos atributos de la formas de hacer y ser en
las artes son particularmente potentes para aquellas personas que por diversas causas
tienen restringida su autonomía y sus capacidades de expresión, pero también para la
construcción de autonomía en jóvenes que viven en contextos complejos.
Para los académicos, las artes y, en este caso el arte transformador, constituyen no sólo
un campo de conocimiento sino además otra forma de acercarnos a la realidad a través no
sólo a partir de, o para la generación de, marcos teóricos, sino también recurriendo a
herramientas propias de las artes como metáforas, imágenes, poesías, etc., reconociendo
así la existencia de un saber encriptado en otros lenguajes, que no está escrito o que si lo
está no tiene la forma de un ensayo ni de un paper. Cabe en este sentido traer a colación
una frase de Laddaga (2006:33)12 : Tal vez ningún presupuesto sea tan central a la cultura
moderna de las artes como la creencia en una importancia propia de la práctica
artística. Y esta importancia está vinculada con la creencia que allí tiene lugar la
exposición de cierta verdad.
También deberíamos aprender a valorar un saber que se transmite a través de los relatos
orales, de los gestos, de las formas y de la observación de los espacios que crean estas
11
Citado por Oalechea, C. y Engeli, G. Op.cit. p. 161.
12
Laddaga, Reinaldo (2006): Estética de la emergencia. Adriana Hidalgo editora, Buenos Aires.
11
formas. Apreciar que este saber está en los actores sociales que llevan adelante ciertas
prácticas dentro de una trama de relaciones sociales y que son estas prácticas y estas
relaciones las que deberían ser nuestro “sujeto” de observación. Pero además, deberíamos
incorporar en nuestras aproximaciones la certeza acerca de que una parte de estas
evidencias no están en ninguna parte en especial porque los sujetos que atraviesan una
experiencia significativa para sus vidas no siempre son concientes de qué y cómo se
produjo ese cambio. En tal sentido Bacqués (2007:136-137) destaca el carácter
constructivo de la experiencia en tanto relato o articulación de sentido que queda por
fuera de los límites del lenguaje, de lo representable desde el habla pero no desde otros
códigos. Esta autora cita a Martin Jay, quien afirma: Podríamos decir entonces que la
“experiencia” es el punto nodal en la intersección del lenguaje público y la subjetividad
privada, entre la dimensión compartida que se expresa a través de la cultura y lo
inefable de la interioridad individual 13 .
Esto nos lleva a un tercer campo de aprendizaje que es el de manejarnos con lo intangible
y con la incertidumbre. Al respecto, Olaechea y Engeli (2007:78) señalan que el Norte de
la transformación social es un desafío que vuelve imposible anticipar un resultado, más
bien destacan la incertidumbre sobre el punto de llegada, lo cual los lleva preguntarse si
es posible contar con parámetros para la evaluación de estas iniciativas a la luz del
objetivo de la transformación social.
Por su parte las organizaciones del arte transformador pueden encontrar en la academia
nuevas formas de ir más allá del registro de las experiencias y procesos, significándolos,
es decir dándoles sentidos no explorados, y reverenciándolos a nuevos o más amplios
marcos de interpretación.
Creemos que los aprendizajes mutuos podrían potenciarse a través del desarrollo de un
nuevo lenguaje que nos permita dar cuenta de los impactos del arte transformador sobre
bases diferentes a las que nos ofrece la evidencia científica. De la discusión, el
intercambio, la comprensión y el disenso podemos generar otra manera de ver y nombrar
efectos, resultados e impactos. En definitiva proponemos avanzar en formas de
conocimiento que se desplieguen sobre bases cónsonas con los lenguajes propios de las
artes, reflexionando sobre nuestras prácticas intelectuales como profesionales y
académicos vinculados a las artes y apelando a metáforas como guías para pensar sobre
los impactos del arte transformador 14 .
13
Baqués, Lorena (2007) Experiencia, lenguaje y comunicación en Thomas Bernhard. Prometeo, Buenos
Aires.
14
Al respecto Valeria Gianella enfatiza la necesidad de “destronar” la racionalidad y el tipo de
conocimiento asociado al universo técnico-científico y propone una ampliación radical de las formas de
racionalidad positivista. Esta nueva racionalidad no niega la potencialidad utilidad del conocimiento
científico tradicional en ciertos campos pero pone en duda su pertinencia para lidiar con los fenómenos
sociales complejos que caracterizan al mundo de hoy. Otras razones y saberes son necesarios para
“aprender a aprender”, asunto que es un desafío fundamental para la educación formal y no formal y que
reclama la apelación a metodologías no convencionales. Al respecto, las artes son un poderoso instrumento
ya que permiten la inclusión de sujetos normalmente excluidos por los códigos lógico –verbales
predominantes. Ver: Gianella, Valeria (2007) O Nexo Pesquisa - Ação: Qual conhecimento para que
políticas? En Luís Carrizo (editor): Gestión local del desarrollo y lucha contra la pobreza. Aportes para el
fortalecimiento de la investigación y las políticas de América Latina. CLAEH, Montevideo.
12
Las propuestas esbozadas plantean algunos desafíos: ¿Seremos capaces de concebir un
nuevo lenguaje para discutir sobre impactos? ¿Cómo congeniar la singularidad de las
prácticas artísticas en el marco del arte transformador con la búsqueda de regularidades
susceptibles de constituirse en evidencia e indicadores sobre sus resultados? ¿Como
generar indicadores para procesos caracterizados por fuertes “intangibilidades”? ¿Cómo
compatibilizar la necesidad de contar con evidencias sobre los resultados del arte
transformador si los indicadores deberían aplicarse a procesos que generan cambios en el
largo plazo?
13
Bibliografía:
Dias Fernández, Ângela Maria et Al. (2006): Cidadania, trabalho e criação: exercitando
um olhar sobre projetos sociais.
http://www.uff.br/ichf/publicacoes/revista-psi-
artigos/v18.2_cap%2010_Cidadania,%20trabalho%20e%20criacao.pdf
Gianella, Valeria (2007) O Nexo Pesquisa - Ação: Qual conhecimento para que
políticas? En Luís Carrizo (editor): Gestión local del desarrollo y lucha contra la pobreza.
Aportes para el fortalecimiento de la investigación y las políticas de América Latina.
Centro Latinoamericano de Economía Humana (CLAEH), Montevideo.
Kagan Sacha / Kirshberg, Volker (Eds). (2008) Sustainability as a New Frontier for the
arts and Cultures. VAS- Verlag für Akademishe Schrifen, Leuphana Universitat,
Frankfurt
Kantor, Débora (2008): Variaciones para educar adolescentes y jóvenes. Ed. Del Estante,
Buenos Aires.
Matarasso, François (1997). Use or ornament?: The social impact of participation in the
arts. Stroud, England: Comedia.
14