Los Rothschild Giorgio Mori
Los Hombres de la Historia 1 Preparado por Patricio Barros
Los Rothschild Giorgio Mori
Reseña
En una época en la que parecen afirmarse cada vez más
vigorosamente, por un lado la despersonalización del capital, la
división de las propiedades de las grandes sociedades anónimas, el
poder de los managers en desmedro del poder de los que detentan
los títulos judiciales de propiedad, por el otro lado la intervención
estatal en el campo económico, los lineamientos esenciales de lo que
podría definirse como “neo-capitalismo” son justamente los
Rothschild, es decir los miembros de una de las familias que por
más de un siglo han representado la esencia misma de la riqueza y
del poderío financiero, de la gran banca, los que advierten con su
presencia material en los núcleos más importantes de la vida
económica internacional contra las generalizaciones apresuradas,
los que invitan a reflexionar más cauta y objetivamente acerca del
significado de supuestas transformaciones radicales o
“revoluciones” en el interior del capitalismo contemporáneo que, sin
embargo, no es el capitalismo de la empresa atomizada y de la libre
concurrencia en el que operaron los primeros Rothschild. De todos
modos, ellos han encontrado el contacto directo con el poder político
justamente gracias a las transformaciones más notables que el
capitalismo ha sufrido en las áreas avanzadas.
Es un hecho que cierto tipo de dirección estatal, por la fuerza
misma de las cosas, se afirma desde hace una treintena de años en
nuestras sociedades industriales. Las relaciones entre dirigentes
políticos y administrativos y dirigentes de grandes empresas se
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tornan cada vez más estrechas Las fronteras entre funciones
públicas y funciones privadas parecen ser cada vez más
permeables. Las carreras resultan cada vez más abiertas a felices y
recíprocas reconversiones. Aunque hoy el poderío económico y
político de la familia parece haber disminuido - relativamente se
entiende - de todos modos se asiste a una nueva oleada de su
popularidad y también a la confirmación de la ubicación de los
Rothschild en las esferas donde se asumen decisiones de gran peso
para el presente y el futuro de toda la humanidad.
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Cronología
1567 Isaac Elchanan distingue su casa de Frankfurt
con el roten schild (escudo rojo), y se lo conoce
desde entonces como Isaac zum Rotenschild,
primer antepasado de los Rothschild.
1743 El 23 de febrero nace en Frankfurt del Meno, Meyer
Amschel Rothschild. Anticuario y cambista, es el
fundador de la fortuna de la familia. Convertido en
consejero en asuntos financieros de Guillermo IX,
landgrave [conde] de Hesse y dueño de una enorme
fortuna mobiliaria, se dedica a vastas operaciones
de crédito y asume importantes tareas de carácter
cambiado y financiero.
1769 Meyer Amschel es “agente” de la corte del
príncipe de Hesse-Kassel, Guillermo.
1770 Meyer Amschel se casa con Gutele Schnapper.
1773 Nace el primer hijo de Meyer Amschel y de
Gutele,
Amschel
Meyer. 1774 Nace
Solomon.
1777 Nace Nathan.
1778 Nace Kalmann.
1792 Nace Jacob, luego llamado James.
1798 Nathan, luego de trasladarse a Manchester
primero y después a Londres, se naturaliza súbdito
inglés, crea una gruesa fortuna comercial y a pesar
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del bloqueo continental declarado por Napoleón a
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Inglaterra, en -dará productos manufacturados
ingleses a Frankfurt, perfeccionando una
rediticia actividad bancaria.
1800 Meyer Amschel es nombrado “agente” de la
corte imperial de Francisco II.
1803 Meyer Amschel es “agente superior” de
Hesse- Kassel.
1806 Los franceses entran en Kassel y ponen en fuga al
landgrave Guillermo IX, protector de Meyer
Amschel Rothschild.
1809 Los Rothschild logran poner a salvo en Inglaterra el
patrimonio del landgrave exiliado de Hesse-Kassel,
cerca de 600.000 libras esterlinas, depositándolas
a su propio nombre en bancos ingleses.
1810 Meyer Amschel constituye con sus hijos una
sociedad comercial con 800.000 florines de
capital depositado.
1811 James, trasladado a París, en colaboración con el
hermano Nathan hace llegar ingentes sumas
inglesas al general Wellington, empeñado contra
las tropas napoleónicas en España. Los Rothschild
se convierten en los financiadores de los estados
aliados contra Napoleón.
1812 18 de setiembre. Muere Meyer Amschel Rothschild
a los 69 años.
1813 16-19 de octubre. Batalla de las naciones en Leipzig;
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retirada de Napoleón de los territorios del este
del Rin.
1815 18 de julio. Victoria inglesa en Waterloo; la rápida
adquisición de la noticia permite a Nathan jugar con
la baja de los valores en Londres, y adquiere una
nueva fortuna. 20 de noviembre. Tratado de paz.
Los Rothschild se hallan entre los mediadores del
empréstito francés para el pago de las
indemnizaciones de guerra.
1818 Nathan concluye el primer empréstito bancario de
los Rothschild a un estado, Prusia. Se funda la
filial vienesa de la Casa.
1819 Nathan concluye dos empréstitos al gobierno
inglés. 1821 Con las tropas austríacas llega a Nápoles
Kalmann
Rothschild, quien confiere un empréstito al
soberano Borbón y funda una nueva sede bancaria.
1822 Nathan Rothschild realiza un empréstito al zar de
Rusia de 6.500.000 libras esterlinas. A
continuación tendrá relaciones financieras con
Brasil y los Estados Unidos.
1825 La sede Rothschild de París envía a Londres
400.000 libras esterlinas de oro, salvando tal vez de
la crisis a la Banca de Inglaterra.
1830 Estalla en Francia la revolución de julio, que
reporta a los Rothschild graves pér-didas en el
sector bancario.
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1831 Fin de la revolución de julio. El salón de James
Rothschild, ahora administrador de los bienes de
Luis Felipe, reúne a intelectuales y artistas de
toda Europa.
1832 El papa Gregorio XVI, después que el Estado
pontificio contrajera un empréstito de 3 millones
de piastras con los Rothschild, recibe a Kalmann y
le confiere el Gran Cordón y la Cruz de San Jorge.
1836 28 de julio. Muere Nathan Rothschild.
26 de agosto. Entra en funcionamiento la línea
París-St. Germain, el primer ferrocarril
financiado por un Rothschild.
1846 Junio. Se inaugura la línea París-Lille-Dunkerque,
la mayor empresa ferroviaria con participación
Rothschild.
1848 10 de diciembre. Depuesto el rey de los franceses,
Luis Felipe, los franceses eligen como presidente
de la República a Luis Napoleón, apoyado por
James Rothschild. Los Rothschild comienzan una
cauta política de inversiones en empresas
industriales y sobre todo ferroviarias, y bajo el
Segundo Imperio registran un notable
reflorecimiento.
1849 James Rothschild financia el primero de tres
empréstitos al gobierno piamontés, auspiciado por
el ministro de Finanzas Constantino Nigra. Gutele,
madre de los cinco hermanos Rothschild, muere a
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los 94 años en el ghetto de Frankfurt, del que
nunca se había movido.
1850 Los Rothschild pierden la licitación para la
financiación de un gran empréstito al
gobierno francés.
1852 Tanto en el reino de Cerdeña como en Francia, los
gobiernos ponen freno a las extraordinarias
ganancias de los bancos Rothschild, desviando
los empréstitos y bajando las tasas de descuento.
En Francia se funda, con el auspicio de los
Péreire, la Société Générale de Crédit Mobilier.
1852 21 de noviembre. Luis Napoleón es emperador de
los franceses.
1855 Mueren en breve lapso entre sí Kalmann, Solomon
y Amschel Meyer Rothschild.
Los Rothschild de Viena adquieren el
ferrocarril lombardo-véneto y la línea Viena-
Trieste.
1867 Los Péreire, renunciantes al consejo de
administración del Crédit Mobilier, salen derrotados
en la gran lucha entre bancos tradicionales
(Rothschild) e institutos de crédito fundados con el
ahorro público.
1868 15 de noviembre. Muere James Rothschild,
último de los cinco hijos de Meyer Amschel.
1874 El balance de la Banca Rothschild registra la cifra de
900 billones de francos.
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1875 Los Rothschild participan en la financiación del
canal de Suez.
1901 Clausura de la casa matriz de Frankfurt del Meno.
1931 Clausura de la filial de Viena. Quedan activas las
filiales de París y de Londres, pero los Rothschild
sólo son accionistas.
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La casa de los Rothschild en el ghetto de Frankfurt.
§. Los Rothschild entre nosotros
Luego de la prolongada clausura a continuación del segundo
conflicto mundial, el bullion market, el mercado de oro de Londres,
fue reabierto con el consenso del Fondo Monetario Internacional a
partir de 1954. El fixing, el precio que diariamente se establece para
el precioso metal sobre cuya función en las transacciones
internacionales tan ardiente e incierta es actualmente la polémica,
es determinado nuevamente desde entonces por cinco
imperturbables señores mediante curiosos movimientos de
minúsculas banderas inglesas que cada uno de ellos maneja.
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Como en el período anterior a la guerra, la curiosa y monótona
ceremonia cuyos orígenes y desarrollo se ignoran tiene lugar en una
sala del segundo piso de un gran palacio de Londres. El palacio es
la sede de la N. M. Rothschild and Sons y uno de aquellos cinco
señores es justamente un funcionario de la N. M. Rothschild, desde
tiempo inmemorial agente de la Banca de Inglaterra para el oro
sudafricano.
La ciudad de Frankfurt en el siglo XIX. Frankfurt, Museo histórico
de la ciudad.
Cuando el entonces jefe del Estado francés decidió dar una solución
realista a la cuestión argelina, hizo recaer su elección relativa al
hombre a quien confiarle los negociados con el F.L.N. en Georges
Pompidou. Los motivos que inspiraron tal elección ciertamente
habrán sido más de uno, pero es sumamente probable que entre los
mismos tuviera gran peso el perfecto conocimiento que el futuro
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presidente del Consejo de ministros1 podía ostentar, como se
escribiera entonces, de los “aspectos técnicos, económicos y
financieros del problema petrolífero del Sahara” y de las favorables
potencialidades que el mismo parecía mostrar.
Pompidou había podido alcanzar ese perfecto conocimiento
justamente como normal resultado de su actividad profesional, que
era la de director general de la Rothschild Frères de París. En julio
de 1967, apenas un mes después de la terminación de la guerra de
Israel contra Egipto, un flash de una confiable agencia de prensa, la
“Associated Press”, informaba que:
“...los israelíes dicen hallarse en condiciones de descargar (en
Eilath) un petrolero de 60.000 toneladas en menos de 18 horas,
y de bombear el producto bruto a través del existente oleoducto
para Haifa dentro de las 24 horas...
Si luego el volumen del tráfico alcanza las proporciones soñadas por
los israelíes, será necesario agrandarlo. El gobierno, en este sentido,
está examinando la posibilidad de construir un oleoducto de 35
pulsadas, de un costo aproximado de 70 millones de dólares
(alrededor de 245.000.000 ce pesos argentinos actuales). El
oleoducto desembocaría en Haifa...” Si se tiene presente que con el
bloqueo del canal de Suez la vía Eilath-Haifa es la única alternativa
posible con respecto al periplo del continente africano por parte de
los petroleros para el transporte del precioso líquido a Europa, la
1 E igualmente futuro Presidente de la República francesa
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conclusión de la noticia de la agencia adquiere un relieve aún más
destacado:
“...En ambientes informados —así dice la misma— se dice que
las tratativas para la instalación del oleoducto se hallan en
buen punto. El magnate francés Edmund de Rothschild, que
encabeza la sociedad propietaria del actual oleoducto de 16
pulgadas y que, según se dice, se habría mostrado interesado
en el nuevo, se halla en estos días en Israel...”
En una época en la que parecen afirmarse cada vez más
vigorosamente, y aún más vigorosamente son publicitados, por un
lado, la despersonalización del capital, la división de las propiedades
de las grandes sociedades anónimas, el poder de los managers en
desmedro del poder de los que detentan los títulos judiciales de
propiedad, y por el otro lado, la intervención estatal en el campo
económico.
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Goethe. Grabado de Lips.
los lineamientos esenciales de lo que podría definirse como “neo-
capitalismo”, son justamente los Rothschild, es decir, los miembros
de una de las familias que por más de un siglo han representado la
esencia misma de la riqueza y del poderío financiero, de la gran
banca, los que advierten con su presencia material en los núcleos
más importantes de la vida económica internacional contra las
generalizaciones apresuradas, los que invitan a reflexionar más
cauta y objetivamente acerca del significado de supuestas
transformaciones radicales o “revoluciones” en el interior del
capitalismo contemporáneo, que sin embargo no es —en la
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actualidad, sobre ello se supone que no deben existir equívocos— el
capitalismo de la empresa atomizada y de la libre competencia en el
que operaron los primeros Rothschild. De todos modos, se ha
podido leer recientemente que ellos “han reencontrado el contacto
directo con el poder político” justamente gracias a las
transformaciones más notables que el capitalismo ha sufrido en las
áreas avanzadas.
La Judengasse de Frankfurt en la época de los Rothschild.
“Es un hecho —así se ha argumentado— que cierto tipo de dirección
estatal, por la fuerza misma de las cosas, se viene afirmando desde
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hace una treintena de años en nuestras sociedades industriales.
Las relaciones entre dirigentes políticos y administrativos y
dirigentes de grandes empresas se toman cada vez más estrechas.
Guillermo IX landgrave de Hesse-Kassel. Viena, Biblioteca Nacional.
Las fronteras entre funciones públicas y funciones privadas parecen
ser cada vez más permeables. Las carreras resultan cada vez más
abiertas a felices y recíprocas reconversiones.” ¿Pero es
verdaderamente seguro que se trata de un contacto “reencontrado”?
¿O estamos en cambio frente, y más simplemente, a la mayor
atención que prestan la prensa, los estudiosos, una parte de la
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opinión pública, a las vicisitudes de una dinastía de banqueros
privados cuya sorprendente riqueza y cuyo origen judío habían
desencadenado y mantenido en vida, hasta hace unas pocas
décadas, una apasionada —y veces vulgar pero de todos modos
perdurable— grafomanía a la cual no se habían sustraído ni
siquiera algunos de los mayores representantes de la literatura
europea del siglo XIX? Stendhal, por dar un nombre, ¿no los había
tomado como modelo para su Leuwen?
Y con los novelistas, serios y autorizados estudiosos de problemas
económicos y financieros, historiadores, escritores costumbristas,
publicistas, cronistas mundanos, innobles planfetistas antisemitas
también, ¿no habían prestado su colaboración para mantener
despierta la atención del público sobre los Rothschild? Y no es que
éstos hicieran algo en particular para solicitarlo. Más bien lo
contrario. Al punto que al lado de los tres sustantivos que están
escritos bajo su escudo nobiliario concordia, integritas, industria, se
siente la tentación de sugerirles el agregado de un cuarto, prudentia.
De lo cual han hecho el gasto, también en estos años, los estudiosos
franceses y anglosajones que dirigieron su atención de especialistas
en historia económica a la familia y a sus asuntos. Y si a uno de
ellos se le abrió el archivo parisiense, el otro, el londinense, tal vez
más delicado y rico, le fue inexorablemente vedado.
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Gutele Schnapper, mujer de Meyer Amschel Rothschild.
Aunque el poderío económico y político de ellos hubiera disminuido
—relativamente, se entiende— “ellos se habían confundido con los
competidores de antes, convertidos en sus iguales”, ha observado
un sagaz biógrafo de la familia; o bien, que el público hubiera
mostrado menor atención, de todos modos existe el hecho de que se
asiste a una nueva oleada de popularidad y —si los episodios a los
que se ha hecho referencia tienen sentido— también a la
confirmación de la ubicación de la familia en las esferas donde se
asumen decisiones de gran peso para el presente y el futuro de toda
la humanidad. Signo de aumentada sensibilidad el primer hecho,
signo igualmente indudable de una característica innata del
capitalismo el segundo, que muchas plumas se afanan por describir
siempre como nuevo. En el sentido de que la presencia de
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gigantescos intereses financieros como los representados por los
Rothschild, y naturalmente no sólo por ellos, en posiciones de tal
relieve trae a la memoria una penetrante como voluntariamente
olvidada observación de Marx en El Capital:
“... El proceso de producción aparece sólo como un término
medio inevitable, como un mal necesario para hacer dinero. Pero
todas las naciones de producción capitalista se ven atacadas
periódicamente por un vértigo durante el cual desean hacer
dinero sin la mediación del proceso de producción...”
Una observación que un economista como Giulio Pietranera
recientemente comentaba y desarrollaba así:
“...Un vértigo que atacaba periódicamente a las naciones
capitalistas en la época de Marx, pero que se ha convertido para
nosotros, en pavoroso aumento, en vértigo permanente del
imperialismo, no más capitalismo progresivo sino involutivo, que
trata de reducir el 'mal necesario de la producción mediante el
desarrollo del capital monopolista y financiero...”
§. Meyer Amschel, el iniciador de la estirpe, “judío de corte”
Pero es tiempo de ver dónde nace, cómo se forma, en qué época y, si
es posible, en qué medida, la riqueza de la familia Rothschild, y
cuáles fueron los sucesos y las capacidades individuales y de grupo
que hicieron posible el caso casi único de la supervivencia por
alrededor de 200 años de una dinastía de banqueros que, a través
de las transformaciones profundas de la economía y de la sociedad
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del continente europeo, logró mantener intacta su propia leyenda y
el mito de la propia fuerza (si es cierto que hasta el lenguaje popular
ha adoptado modismos tales como “rico como un Rothschild”, que
es una expresión que se utilizó por mucho tiempo); pero también y
por sobre todo, un poder que, como se ha visto, sobrepasa también
ahora y desde hace bastante tiempo, el campo limitado por las
actividades bancarias o económicas para alcanzar, algunas veces en
la forma más elegante, los celosos terrenos de la gran política
internacional.
Árbol genealógico de los Rothschild.
¿Dónde podemos encontrar otra gran firma privada que haya dado
en poco más de una década, en la segunda postguerra, dos
presidentes del consejo de un gran país como Francia?
El apellido Rothschild no se halla por cierto entre los más antiguos.
Si recorremos hacia atrás el tiempo histórico, no es seguro que el
mismo existiera en la primera parte del siglo XVI. Fue en efecto
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Isaac Elchanan, hijo de Isaac, quien, alrededor de 1567, adquirió
una casa en la parte menos miserable del ghetto de Frankfurt del
Meno y que, al no haberse generalizado aún la costumbre de los
números, la distinguió con un escudo rojo (roten schild, en lengua
alemana) y fue desde entonces conocido como Isaac zum
Rotenschild. Más de un siglo después un descendiente suyo de
nombre Naftali Hirz se mudó a otra vivienda también del ghetto de
Frankfurt, distinguida con una cacerola.
Una página del catálogo de las monedas de Meyer
Amschel, Frankfurt, Biblioteca Federal.
Los Hombres de la Historia 22 Preparado por Patricio Barros
Los Rothschild Giorgio Mori
Del hijo, Kalmann, muerto en 1707, se sabe también cuál era la
actividad a la que se dedicaba: comerciaba telas de seda y de lana.
Moisés Kalmann, hijo de Kalmann, que parece ser que ejercía con
toda modestia el arte bancario, tuvo el 23 de febrero de 1774 al
tercero de sus cinco hijos.
Una orden de pago de Meyer Amschel. Frankfurt, Biblioteca Federal.
Se le puso el nombre de Meyer Amschel. Y fue justamente él, Meyer
Amschel Rothschild, el efectivo iniciador de la estirpe, el real y
diligente fundador de una dinastía que, con el comercio del dinero
primero y con las más diversas y audaces operaciones financieras
después, le hará alcanzar al apellido una fama difícilmente
comparable. Confiado en la primera infancia a un rabino que residía
en un burgo, en las vecindades de Nüremberg, Meyer Amschel se
tornó aún adolescente (tenía doce años) el jefe de la familia a causa
de la muerte del padre.
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F. Buderus von Carlshausen. Hanau, Galería de los retratos.
En aquellos años Frankfurt gozaba del privilegio de ser ciudad
imperial, es decir, dependiente en forma directa del emperador, y
era una de las ciudades económicamente más importantes de
Alemania.
Productos manufacturados ingleses quemados en Frankfurt, en 1810,
por orden de los franceses. Frankfurt, Museo histórico de la ciudad.
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Sus ferias de primavera eran, desde hacía tiempo, famosas e
importantes tanto por las mercaderías que se negociaban como por
el volumen del giro de los negocios: la posición geográfica, su
cercanía con la gran vía fluvial del Rin, habían contribuido a hacer
de Frankfurt la puerta del comercio entre el territorio germano y los
países que se hallan al oeste.
Ya desde fines del siglo XV la ciudad había albergado a una nutrida
comunidad israelita que las sucesivas persecuciones habían
disminuido en buena medida hasta que, en la segunda década del
siglo XVII, había sido expulsada a continuación de una violenta
insurrección en el curso de la cual se asistió a la masacre de
muchos judíos y al saqueo de sus casas y sus negocios.
La Bolsa de Frankfurt en el siglo XIX.
No había pasado mucho tiempo cuando fueron readmitidos en
Frankfurt, si bien contra el pago de una indemnización por la
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protección personal de cada uno, y entonces fueron llamados
“judíos privilegiados” (schutzjuden) aquellos que habían podido
afrontar el gasto.
Amschel Meyer Rothschild. Pintura de W. Hobbay. Frankfurt, Museo
histórico de la ciudad.
Por otra parte, también los schutzjuden habían sido sometidos a
numerosas y pesadas limitaciones, no excepcionales en aquellos
tiempos: obligados a circular por la ciudad con la cruz amarilla bien
visible sobre las ropas, no podían salir del ghetto más que a la luz
del sol y en los días festivos, se les prohibía entrar en la
administración pública y desarrollar actividades artesanales,
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agrícolas y, para ciertos productos (armas, frutas, etc.) tampoco
comerciales y, menos aún, podían ser o convertirse en propietarios
de tierras y de inmuebles en general (ni siquiera del espacio sobre el
que estaban edificadas sus casas).
También les estaba prohibida la venta de sus mercaderías fuera del
ghetto. Además, la presencia de ellos en la ciudad había sido
limitada a 500 familias, mientras que los matrimonios permitidos
cada año podían llegar al número de doce a menos que, en el
intervalo, una familia hubiera llegado a la extinción. Goethe, que
nacería cinco años después que Meyer Amschel, también en
Frankfurt, nos ha dejado en Aus Meinen Leben Dichtung und
Wahrheit (De mi vida. Poesía y verdad) una descripción del ghetto de
Frankfurt y de la vida que se desarrollaba en la segunda mitad del
siglo XVIII, tan desconcertante como realista, llena de ancestrales
convicciones sobre la maldad judaica y de vividas y siniestras
impresiones de ambiente, más tarde corregidas y atenuadas.
En la humilde vivienda, en el interior del ghetto, que era luego un
único y angosto reducto cerrado entre los bastiones de la ciudad
pero separado del resto de la misma por muros altos y macizos y
por pesadísimas puertas, el joven Meyer Amschel había debido
recoger y administrar la herencia no magra pero tampoco muy
abundante que dejara el padre, gobernar de hecho a la familia,
compuesta sólo por los hermanos dado que la madre había muerto
casi en la misma época que el marido. Parece ser (la historia de los
Rothschild, y no sólo la de los más lejanos, mantiene siempre una
pizca de incertidumbre y de oscuridad) que él prefirió no quedarse
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en la casa de la cacerola, y trasladarse en cambio a Hannover para
trabajar en las dependencias de una casa bancaria local muy
importante, la de los Oppenheimer. Fue ahí, esto al menos parece
seguro, que entró en confianza con el general Otto Augustus von
Estorff, apasionado coleccionista de monedas antiguas. Así, a la
práctica que estaba adquiriendo rápidamente de los negocios de
cambio entonces tan importantes en una zona como Alemania,
fragmentada en numerosos pequeños Estados, él estaba en
condiciones de agregar un profundo conocimiento de los secretos de
la numismática. Será ésta, inopinadamente, la vía que lo conducirá
muy rápidamente a acumular una respetable fortuna. Y también
aquí es necesario agregar, a pesar de las abundantes certidumbres
de algunos historiadores de la familia, por otra parte muy
reputados: así parece.
En efecto, se atribuye a aquel general von Estorff la función de deus
ex machina de la entera aventura rothschildiana. El mismo,
justamente en los años en los que Meyer Amschel volvía a Frankfurt
al considerar que había concluido positivamente un período de
práctica y de preparación junto a los banqueros de Hannover,
habría pasado al servicio del joven príncipe Guillermo, nieto de
Jorge II rey de Inglaterra, primo de Jorge III, nieto del rey de
Dinamarca y primo del de Suecia pero, por sobre todo, hijo, y por lo
tanto heredero, del landgrave de Hesse-Kassel, Federico II.
Guillermo, que residía en Hanau, no lejos de Frankfurt, habría sido
inclinado a la colección de monedas justamente por Estorff, quien
luego le habría indicado al joven amigo de la ciudad del Meno como
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el hombre más apto para procurarle piezas de notable interés y
valor para sus colecciones. Fue así como entre los dos, el pequeño
comerciante de la casa con la cacerola y el brillante y disipado
personaje (hay quienes le atribuyen un número increíble de
amantes y un número igualmente increíble de hijos; se han escrito
32, ¡y también 74!) se fueron estrechando regulares a la vez que
recíprocamente convenientes relaciones de negocios. Sobres las
cuales, en realidad, no estamos demasiado enterados. Sólo se sabe
—y en esto la certeza es indiscutible— que en 1765 las relaciones
eran muy estrechas e intensas. De todos modos, en 1769 Meyer
Amschel obtenía de Guillermo el nombramiento, muy ambicionado y
disputado no sólo por la importancia y la dignidad que los títulos y
los cargos asumían en aquel tiempo sino también por las
posibilidades que el mismo podía ofrecer, de “Agente de la corte del
príncipe de Hesse- Kassel” (Hoffaktor). Al año siguiente se casaba
con Gutele, hija de otro comerciante judío del ghetto de Frankfurt,
Wolf Solomon Schnapper. Del matrimonio nacerán luego diez hijos,
cinco mujeres y cinco varones. Estos últimos, de los que
hablaremos largamente —y de los que más extensamente aún habló
la entera Europa en la primera mitad del 1800— fueron: Amschel
Meyer (1773), Solomon (1774), Nathan (1777), Kalmann (1788) y
Jacob, luego llamado James (1792). Para Amschel Meyer, a los
veinticinco años, el nombramiento de hoffaktor signaría, en efecto,
el salto decisivo en su vida. Aquella figura, de hecho
institucionalizada en el curso de la Guerra de los treinta años
(1618-1648), pero que desde hacía varios siglos se hallaba presente
Los Hombres de la Historia 29 Preparado por Patricio Barros
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junto a numerosos soberanos de diversa importancia, había
prestado señalados servicios a reyes, príncipes y nobles, en
particular en las numerosas cortes de Alemania: muchos
correligionarios de Meyer Amschel conocidos como “judíos de corte”
(hofjuden) se habían enriquecido de esta manera. La relación de los
mismos con el soberano o el noble con el que estaban ligados tenía
carácter fiduciario, - y sus tareas e incumbencias eran sumamente
amplias e indefinibles —desde la provisión y el empleo del dinero a
la provisión de mercaderías particularmente apreciadas, de armas y
de municiones, pero también de productos de uso más corriente. Un
comerciante judío que hubiera alcanzado una posición tal podía
aspirar, si se comportaba con inteligencia y sagacidad, no sólo al
seguro enriquecimiento sino también —y se conocen diversos
ejemplos— a gozar de alguna influencia política y, más en general,
de una ubicación social bien distinta y mucho más grata de la del
resto de la masa de los judíos. Puede ser casual, pero justamente de
las familias de los hofjuden surgieron algunas de las mayores
personalidades del arte y de la cultura alemana del siglo XIX: poetas
como Heine y Borne, este último originario como Meyer Amschel del
ghetto de Frankfurt, músicos como Meyerbeer y Mendelssohn,
científicos como Herzt. El iniciador de la dinastía Rothschild no fue
seguramente todo esto desde el comienzo. Y es probable también
que, en suma, el resultado más importante y rediticio de los
primeros años de actividad como hofjude haya estado representado
por la fuerte amistad, trabada entonces y jamás descuidada, con
Frederich Buderus von Carlshausen, un cortesano a medias
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intendente y a medias consejero del joven Guillermo, quien, no debe
olvidarse, era solamente heredero del condado de Hesse-Kassel.
Amschel Meyer en una caricatura de la época. Frankfurt, Biblioteca
Federal.
Mientras tanto, en los largos años entre 1770 y 1790, y ello está
comprobado inexpugnablemente por los catálogos que enviaba a
sus clientes y que fueron rastreados en buen número, él no sólo
continuaba comerciando monedas raras, sino que realizaba una
actividad comercial mucho más remunerativa e intensa con el tipo
de clientes, príncipes, nobles, ricos hombres de negocios a los que
se había acercado con sus tareas numismáticas, ofreciéndoles
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muebles antiguos y apreciados, telas de lujo, joyas, piezas raras de
orfebrería y de platería.
La actividad tradicional en el ghetto había quedado ya para siempre
en manos de los hermanos. Se trataba ciertamente de un trabajo
seguro a la vez que lucrativo, pero no resulta difícil entender que
con el mismo, Meyer Amschel sólo habría podido alcanzar, a lo
sumo, un estado de tranquila comodidad. No más. Para quien
aspira a más, y no hay duda de que Meyer Amschel era ambicioso,
la corte de Hesse, y la amistad con su heredero, podía ser un óptimo
trampolín. Ya durante el landgraviato de Guillermo VIII, abuelo del
joven cliente de Meyer Amschel, en efecto, la familia reinante de
Hesse-Kassel había comenzado a practicar un comercio, desde
hacía tiempo desarrollado por numerosos príncipes alemanes, de
tipo particularísimo. Algunas naciones, pero especialmente
Inglaterra, estaban habituadas a contratar soldados extranjeros
mercenarios para realizar operaciones militares en los lugares más
diversos. A partir de 1775, cuando justamente Inglaterra se halló en
la necesidad de enviar importantes refuerzos a las colonias
norteamericanas, fue Hesse-Kassel la que representó una de las
principales zonas de provisión de los desventurados cuyo destino
era el de servir como carne de cañón para los designios imperiales
de la emergente burguesía comercial inglesa y de sus monarcas. El
precio pactado para estas transacciones de tipo especial era pagado
en Londres, y los landgraves de Hesse destinaban una parte de lo
obtenido para la adquisición de títulos de empréstitos públicos
ingleses, para lo cual se valían de los servicios de algunos
Los Hombres de la Historia 32 Preparado por Patricio Barros
Los Rothschild Giorgio Mori
banqueros de Ámsterdam como los Van der Notten y los Van
Ghesel, que poseían una agencia propia en la capital inglesa.
Napoleón.
En cuanto al resto, recibían letras en libras esterlinas a cargo del
Banco de Inglaterra o del Tesoro británico. Una vez en posesión de
esta letra, muy comerciable y solicitada, los soberanos de Hesse-
Kassel la cedían para su descuento a algunos banqueros de
Frankfurt, donde la misma era adquirida luego por comerciantes del
lugar o de ciudades vecinas para utilizarla en forma diversa: por
ejemplo, para saldar sus cuentas con los abastecedores ingleses de
diversos productos que desde Inglaterra, y especialmente desde
Londres, eran importados en Alemania, coloniales en general pero
también trabajo acabado de la industria textil ya a la búsqueda de
nuevos mercados fuera de la isla. Los landgraves de Hesse se
Los Hombres de la Historia 33 Preparado por Patricio Barros
Los Rothschild Giorgio Mori
encontraban así entre las manos con ingentes sumas de dinero que
muy a menudo era nuevamente utilizado, en condiciones
ventajosísimas, en operaciones de empréstito a otros soberanos
alemanes. Como se puede comprender fácilmente, el espacio y las
posibilidades de provecho para un banquero eran más que notables.
Entre los que ejercían tal profesión en Frankfurt se notaban
especialmente los David, los Gontard, los Bethmann, los Rüppel;
ellos eran los que se quedaban con la parte del león. Meyer Amschel
Rothschild, al menos en los años que precedieron al ciclón
treintenal que trastornará a Europa entre la toma de la Bastilla y la
derrota de Napoleón en Waterloo, participó en las ganancias que se
derivaban de este comercio bastante singular sólo en parte muy
modesta; parece ser que él recibió para su descuento una sola letra
de 800 libras esterlinas. Más importante fue, en cambio, su
participación en las operaciones financieras que concluían aquel
complejo movimiento de dinero. Se sabe que en 1786 y 1787 él
negoció por cuenta de sus soberanos la concesión de dos
empréstitos: el primevo al príncipe de Salm por un importe de
300.000 florines al 4 %, el segundo a los príncipes Thurn-und
Taxis, adjudicatarios de la red de comunicaciones postales de
Alemania, un contacto que como se verá luego no ocurrió sin
consecuencias, por 150.000 florines al 3.75 %. Un hecho nada
descuidable debe ser puesto en evidencia: en 1785, en la vigilia del
comienzo de Meyer Amschel como negociador de empréstitos, por el
momento por cuenta de terceros, había muerto Federico II de Hesse-
Kassel, y Guillermo se había convertido en landgrave; la amistad
cultivada
Los Hombres de la Historia 34 Preparado por Patricio Barros
Los Rothschild Giorgio Mori
por más de veinte años comenzaba a dar sus gratos frutos. Por ello
no asombra que mientras en 1690 la familia Rothschild había
pagado impuestos sobre un patrimonio de 6.000 florines, en 1796
pagara ya por la categoría de 15.000 florines, es decir, la máxima
categoría del ghetto. No era muchísimo, pero ya era algo. En tanto,
en 1785, Meyer Amschel se había trasladado a una vivienda más
grande que llevaba como señal de reconocimiento un escudo verde.
Algunas piedras del colosal edificio Rothschild ya habían sido
sólidamente colocadas.
§. Aumentan los capitales y los cargos
Uno de los escritores más acreditados entre aquellos que han
dirigido su atención a la historia de la familia, Egon Corti, ha
afirmado:
“...la sucesiva gran fortuna de la casa Rothschild halla sus
raíces reales en las ganancias realizadas durante las guerras
desatadas entre el 1700 y el 1800...”
La Revolución francesa no sólo había trastornado en forma
duradera el ordenamiento político y social del ex reino de los
Borbones, también había encendido una llama destinada a arder
igualmente en forma prolongada en el corazón del viejo continente.
Cuando la misma pareció apagarse en alguna medida luego del
Congreso de Viena, la familia representaba ya la más grande
potencia financiera privada que existiera en Europa y también en el
mundo entero: hombres políticos, instituciones consolidadas y casi
Los Hombres de la Historia 35 Preparado por Patricio Barros
Los Rothschild Giorgio Mori
legendarias, monarcas de todo rango dependían de los labios de sus
miembros en la espera de un sí o de un no que podía cambiar
radicalmente el futuro de los mismos. Se ha contado que la anciana
Gutele, que sobreviviera largamente a su marido —ella murió en
1849, a los 94 años, y nunca había querido abandonar la vieja casa
del escudo verde— le respondió a una madre que había manifestado
su inquietud ante el rumor de una guerra inminente que le
arrebataría al hijo:
“No tema, no habrá guerra. Mis hijos no darán el dinero para
hacerla.”
En más de una ocasión, lo que es probablemente el hallazgo de
algún oscuro hagiógrafo y que en la mejor de las hipótesis fue una
simple salida de consuelo o una inocente a la vez que orgullosa
pedantería, como se ha dicho, en más de una ocasión no pareció tan
infundada o carente de sentido real. Como narraremos dentro de
poco. Pero continuemos recordando a Meyer Amschel y a sus hijos,
que ya estaban volviéndose adolescentes, considerando un tanto los
elementos que hicieron marco a la personalísima representación de
los mismos. El primer conflicto entre la Francia revolucionaria y las
potencias europeas estalló, como es sabido, en 1792 con la
declaración de guerra por parte de la República al emperador de
Austria. Si se hace abstracción de una momentánea ocupación
francesa en 1793, Hesse-Kassel no tuvo oportunidad de advertir en
modo directo el fulgor y el peso de las armas francesas hasta 1806
cuando, después de Austerlitz y de Jena, el ejército napoleónico
Los Hombres de la Historia 36 Preparado por Patricio Barros
Los Rothschild Giorgio Mori
entró en Kassel obligando a la fuga al landgrave Guillermo IX, el
protector de Meyer Amschel, quien debiera dejar en el lugar una
parte no pequeña de sus propias riquezas para refugiarse en
Dinamarca primero, luego en Carlsbad y finalmente en Praga.
Lectura de las gacetas frente al Royal Exchange de Londres. Londres,
British Museum.
Hasta ese momento los Rothschild —de ahora en adelante
convendrá utilizar el plural porque al padre se habían unido los
hijos- no habían acumulado sumas de dinero de monto apabullante.
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Los Rothschild Giorgio Mori
Un pagaré de la Société Genérale de Crédit Mobilier.
La fortuna de ellos, de todos modos, debió aumentar en medida
considerable con la creciente parte-cuota de letras inglesas
obtenidas para su descuento por intermedio de la interesada
amistad de Buderus (quien en 1809 será admitido formalmente en
sociedad con la familia), letras que el landgrave seguía recibiendo de
Londres y que correspondían al enrolamiento de sus súbditos bajo
bandera inglesa, y con el comercio de productos coloniales y del
algodón proveniente de Inglaterra, y cuyo precio era pagado con
aquellas letras que por lo tanto, daban doble beneficio; además
proseguía los antiguos negocios, pero sobre todo realizando un
número nada exiguo de empréstitos por cuenta del soberano de
Hesse-Kassel al empobrecido reino de Dinamarca así como a
Baviera y a Hesse- Darmstadt. No sorprende entonces que hacia
fines del siglo XVIII la riqueza de la familia ya estuviera evaluada en
alrededor del millón de florines.
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Los Rothschild Giorgio Mori
Nathan Rothschild (Radio Times H. P. L.J.)
Además, fue justamente en esta época que el paciente trabajo de
Meyer y la febril actividad de los hijos lograron tejer la trama de una
red bien diseñada, establecer una serie de vínculos concretos,
individualizar los centros y las fuerzas que luego de no mucho
tiempo determinarían su sorprendente suceso en términos de
enriquecimiento. En enero de 1800, por ejemplo, el anciano
banquero de Frankfurt fue nombrado por el emperador Francisco II
“agente” de la corte imperial por la mediación prestada a fin de
hacer llegar a buen éxito la concesión de un préstamo por parte de
las inagotables cajas de Guillermo IX a las deterioradas finanzas
austríacas, duramente puestas a prueba por los compromisos para
el mantenimiento de la segunda coalición anti-francesa, y en señal
Los Hombres de la Historia 39 Preparado por Patricio Barros
Los Rothschild Giorgio Mori
de reconocimiento por los servicios prestados a la casa Thurn-und
Taxis, cuyo jefe, “Gran Maestro del Correo del Sacro Imperio
Romano Germánico”, era un personaje sumamente necesario al
emperador por las informaciones que, en una forma u otra, podían
obtenerse de las misivas que transportaba en régimen de
monopolio. El nuevo título adquirido por Meyer Amschel no era
solamente honorario. Aparte de la exención que le garantizaba de
ciertas tasas y prestaciones requeridas a los súbditos judíos, el
mismo pondría a él y sus hijos en condición de circular libremente
en una Alemania política y económicamente fragmentada y además
con la inminente amenaza de guerra a sus puertas. Los Rothschild
no tardaron demasiado en demostrar que todo ello podía traducirse
en moneda sonante.
También en 1803, a pesar de las quejas y las desconfianzas de
Guillermo IX, fruto de las presiones de los colegas de profesión,
Meyer Amschel era nombrado “agente superior” de la corte de
Hesse-Kassel: tres años más tarde los Rothschild habían
conquistado ya, de hecho, la casi totalidad de las letras inglesas, del
landgrave. De nada servirán las recurrentes protestas de Rüppel y
compañeros: el fiel e interesado Buderus se encargará de aventar
todas las maquinaciones.
En tanto, ya en 1798 habían comenzado los movimientos de
acercamiento de la más joven generación de Rothschild a los centros
decisivos de la economía mundial del tiempo. De común acuerdo
con el resto de la familia, el tercero de los hijos de Meyer Amschel,
Nathan, entonces, de veintiún años, había partido con un capital de
Los Hombres de la Historia 40 Preparado por Patricio Barros
Los Rothschild Giorgio Mori
200.000 florines (cerca de 20.000 libras esterlinas) con destino a
Manchester.
Goya, El duque de Wellington, Londres, National Portrait Gallery.
La elección de la sede ciertamente no había ocurrido al azar. Allí él
estaba en condiciones de adquirir los tejidos producidos en la zona
y de hacerlos llegar a la casa matriz a precios mucho más bajos que
cuando los mismos debían adquirirse a comerciantes ingleses.
Seis años más tarde un nuevo salto: el objetivo de Nathan era aún
más ambicioso, Londres. Algún tiempo después él les contaba a los
comensales de su fastuoso banquete que había logrado triplicar su
Los Hombres de la Historia 41 Preparado por Patricio Barros
Los Rothschild Giorgio Mori
capital inicial. En 1806 se había casado con Hannah, hija de uno de
los más adinerados comerciantes judíos de la capital inglesa, los
Cohen. Pero su presencia en Londres también tenía otros objetivos:
operando en estrecho entendimiento con el padre y los hermanos,
pero sobre todo con Buderus, muy pronto había logrado poner
manos en rediticios asuntos locales del landgrave Guillermo IX: las
libras inglesas y las sumas a cobrar por las inversiones en títulos
públicos sobre la plaza de Londres de este último, pasaron bien
pronto de las manos débiles y confiables de los Van der Notten a las
suyas.
En tanto, en aquellos años también habían comenzado a moverse
los otros jóvenes Rothschild. Aprovechando proficuamente el título
paterno de “agente” de la corte imperial, se desplazaban a lo ancho y
a lo largo de Alemania para ubicar las mercaderías que habían sido
enviadas por el hermano desde Londres, para negociar siembre
nuevos empréstitos por cuenta de Guillermo IX a príncipes y
principitos que en tiempos tan procelosos se hallaban
constantemente faltos de fondos, para transportar misivas y
documentos comprometedores, títulos y sumas de dinero. Hacían
su aparición justamente en estos años las “carrozas especiales” de
los Rothschild, dotadas de doble fondo, que constituirían más tarde
una de las pilastras de su imbatible sistema de comunicación de
noticias que se ha elevado a los honores de la leyenda. La cercanía y
la observación del trabajo de los Thurn-und Taxis se habían
revelado muy útiles.
Los Hombres de la Historia 42 Preparado por Patricio Barros
Los Rothschild Giorgio Mori
El bloqueo continental proclamado justamente en 1806 por
Napoleón en la certeza de lograr el estrangulamiento económico del
mortal enemigo inglés, la ocupación de Kassel y de Hesse por parte
de los franceses ocurrida en el mismo año, la invasión de la
península ibérica consentida al emperador de los franceses por el-
tratado de Fontainebleau (octubre de 1807) para golpear a Portugal,
dominado por la potencia económica inglesa, serán los sucesos que
en el giro de poquísimos años, seis o siete al máximo, moverán a los
cinco hermanos de Frankfurt y por poquísimo tiempo también al
padre, hacia el proscenio de la historia siguiente. Y no solamente de
la económica. El fluir de los sucesos pareció favorecerlos, casi
arrastrarlos en una corriente indetenible. Pero si es indiscutible que
los seis supieron no sólo sacar provecho, sin ningún escrúpulo y
con rara pericia, como ningún otro, igualmente indiscutible es que
también estuvieron en condiciones de comprender cuál era el
espacio a cubrir, y cuáles las decisiones a tomar, en oleajes casi
irrepetibles como los de los años que abrieron el siglo XIX. Pero
veamos más detenidamente cómo ello fue posible.
§. Los verdaderos vencedores de Waterloo
Con un decreto promulgado en Berlín el 27 de noviembre de 1806,
Napoleón había prohibido el ingreso en el continente de todas las
mercaderías de fabricación inglesa y aquellas provenientes de
Inglaterra. Los precios del algodón, de las materias colorantes, del
azúcar de caña, del tabaco, de las colonias en general tuvieron un
alza repentino en toda Europa. Disponer de tales productos habría
Los Hombres de la Historia 43 Preparado por Patricio Barros
Los Rothschild Giorgio Mori
significado la matemática certeza de ganancias inmediatas y
altísimas.
Los Rothschild, que si bien dedicaban ya la mayor parte de su
tiempo a empresas de carácter financiero, no habían abandonado
del todo las rediticias actividades comerciales, no dejaron escapar
una ocasión tal. Nathan, desde Londres, se encargaba de recoger y
de enviar las mercaderías raras en el continente: les correspondía a
los hermanos residentes en Alemania encargarse de las operaciones
de desembarque, de distribución y venta. El trabajo no era de los
más simples: todos los mayores puertos del Norte estaban sujetos a
un rigidísimo control y las costas, en la medida de lo posible,
vigiladas. Sin embargo, muchos, y entre ellos los Rothschild
lograban a menudo realizar sus operaciones de una manera u otra:
en la mayor parte de los casos se trataba de eludir la vigilancia, pero
una vez cerrada esta vía, siempre existía la posibilidad de corromper
al guardián. Por su parte, el viejo Meyer Amschel no se quedaba
inactivo.
En efecto, él se había propuesto reconquistar los favores —y lo hizo
con argumentos mucho más sólidos que las propias capacidades
dialécticas, que tal vez también fueran notables— de Karl Theodor
Dalberg, el arzobispo de Maguncia, nombrado en 1806 por Napoleón
Príncipe primado de la recién creada Confederación del Rin (que
comprendía un buen número de grandes y pequeños estados de
Alemania sud occidental), que tenía su sede en Frankfurt.
Amenazas, investigaciones, arrestos, pagos forzosos, sirvieron de
poco. Las autoridades francesas terminaban siempre, o por lo
Los Hombres de la Historia 44 Preparado por Patricio Barros
Los Rothschild Giorgio Mori
menos hasta la gran investigación de Frankfurt en 1810 que
convenció a muchos a cesar o a reducir netamente el contrabando,
por hallarse con un puñado de moscas entre las manos,
especialmente cuando buscaban las pruebas —o las mercaderías—
del tráfico ilegal de los Rothschild. Ellos, con Dalberg, amigo y
protector, poco tenían que temer; y sola debe considerarse como
una especie de pequeño reconocimiento ulterior de sus “bondades”
el empréstito de 8.000 florines al 5 %, una tasa bastante baja, que
ellos le acordaron en la vigilia de su partida para París por el
nacimiento del Rey de Roma en marzo de 1811.
Pero también en este caso no sin una contrapartida solo
aparentemente modesta: un pasaporte para Francia para el más
joven de los hijos de Meyer Amschel, James. No se dispone, por
ahora, de alguna prueba aceptable de que la partida hacia Francia
de James haya sido convenida con Nathan, el hermano que operaba
en Londres. Sin embargo, lo que no deja de sorprender aún al
observador desatento de estos movimientos es que al momento en el
cual el joven banquero de Frankfurt ponía sus pies en Francia,
donde permanecería prácticamente hasta el fin de sus días, lo
seguía a poco la emisión de los famosos decretos del Trianón (5 de
junio de 1810) con los cuales se permitía el ingreso en el país de
metales preciosos a cambio de productos franceses, si bien a través
de un sistema de licencias que permitía un atento control de las
transacciones. Los intercambios de ese tipo entre Francia e
Inglaterra se habían concentrado en el puerto de Gravelines.
Los Hombres de la Historia 45 Preparado por Patricio Barros
Los Rothschild Giorgio Mori
Y fue justamente en esta localidad donde, a comienzos de 1811,
hizo su aparición, desconocido por todos, pero sólo por poco tiempo,
James Rothschild quien, según una carta del ministro francés del
Tesoro Mallien a Napoleón, escrita el 26 de marzo de 1811, se
ocupaba
“...en forma principal de hacer llegar guineas [moneda de oro de
21 chelines], de la costa inglesa a Dunkerque... en un solo mes
él hizo pasar cerca de 100.000 (2.400.000 francos). Se halla en
relación con algunas grandes casas bancarias parisinas como
Mallet, Charles Davillier y Hottinger que le dan a cambio letras
sobre Londres”
El significado real de tales operaciones resulta ahora del todo claro.
No obstante la prohibición de la exportación de oro de Inglaterra, a
partir de las últimas semanas de 1808 (y luego en forma creciente si
es verdad que las reservas del Banco de Inglaterra habían pasado de
6 millones de libras esterlinas en agosto de aquel año a 3.600.000
de libras esterlinas en el mismo mes del año siguiente, continuando
luego su disminución hasta llegar a un mínimo de 2 millones en
febrero de 1815) una cantidad bastante notable del precioso metal
se evadía de la isla.
Nathan Rothschild era uno de los interesados en tales operaciones,
si bien debe considerarse que se hallaba en numerosa compañía.
Como resulta de la misiva de Mallien el oro era cedido por James,
quien lo recibía por varios medios en Gravelines como en
Dunkerque, a algunos banqueros parisinos a cambio de letras sobre
Los Hombres de la Historia 46 Preparado por Patricio Barros
Los Rothschild Giorgio Mori
Londres, que él enviaba luego a Nathan, negociadas a cambio
sumamente bajo, 17 francos por libra esterlina, cuando hasta hacía
poco la paridad entre las dos monedas era de 25 como regla.
El hecho es que numerosos capitalistas franceses y de todo el
continente deseaban recuperar las sumas ya invertidas en
Inglaterra y preferían perder la diferencia del cambio antes que
arriesgar el capital completo. Napoleón y sus consejeros habrán
pensado contribuir así a desangrar a Inglaterra, disminuyendo sus
reservas de oro; lo cierto es que los Rothschild, una a cada lado de
la Mancha, no disminuían su patrimonio.
Mucho más consistentes, y algún historiador ha hablado
directamente como de la fase decisiva para el enriquecimiento de la
familia, fueron las ganancias realizadas como consecuencia última
de la fuga de Guillermo IX de Hesse-Kassel, donde por el contrario
habían permanecido tanto los Rothschild como Buderus, amigo de
ellos pero también confidente del landgrave. Una parte de cuyas
riquezas (títulos, joyas, piedras preciosas, dinero) había caído en
manos del comandante francés Lagrange, quien si embargo había
considerado oportuno, contra la retribución de un millón de
francos, restituir todo a Buderus antes que entregarlo a las cajas
napoleónicas. Se ha afirmado que fue con las disponibilidades que
podían obtenerse con un patrimonio de tal naturaleza que Meyer
Amschel habría logrado constituir la fortuna propia y la de sus
hijos. Sin embargo, las cosas no fueron así. O no fueron solamente
así. El viejo Rothschild tuvo de hecho en consignación sólo una
parte modesta de títulos y de piedras preciosas. Pero sus miras iban
Los Hombres de la Historia 47 Preparado por Patricio Barros
Los Rothschild Giorgio Mori
más allá y concernían al grueso del patrimonio del landgrave que,
en total de 21 millones de táleros (alrededor de 30 millones de
florines), estaba comprometido en más del 80 % en empréstitos
concedidos a varias cortes alemanas y, en parte más modesta, a
Inglaterra. Napoleón había declarado propietario de aquella colosal
suma de dinero al Ministerio de Finanzas de Francia, el cual, como
escribiera el ya recordado Corti,
“se comunicó con todos los príncipes y los potentados que
debían dinero; recurrió a todos los expedientes, desde las
amenazas a las ofertas de condiciones más fáciles de pago, en
la tentativa por hacer fluir el dinero a las cajas... pero todas
estas fatigas fueron vanas”.
Y fueron vanas justamente porque los jóvenes Rothschild, pero en
especial Kalmann y Solomon, con sus carrozas veloces, con un
sistema de comunicaciones ya organizado, con la red de
conocimientos que ya poseían, procedían a recaudar lo que se debía
a Guillermo IX, quien una vez más había sido convencido por
Buderus en el sentido de que se confiara a los Rothschild. Sin
embargo, resultaba difícil establecer el destino de tanto dinero. No
sólo porque ponerlo en circulación por Europa era sumamente
riesgoso en más de un sentido, sino también porque conservarlo en
la corte en exilio, en Praga, podía serlo aún más en caso de nuevas
victorias napoleónicas. Lentamente se presentó la buena idea: partió
de Nathan, pero a los oídos del desconfiado landgrave llegó en la voz
del menos sospechable Buderus. La única solución posible para
Los Hombres de la Historia 48 Preparado por Patricio Barros
Los Rothschild Giorgio Mori
evitar todo riesgo era la de evacuar el dinero del continente, y los
Rothschild estaban allí para ello. Entre 1809 y 1810 estuvieron en
condiciones de hacer llegar a Inglaterra, donde Nathan las esperaba
con brazos abiertos, 600 mil libras esterlinas (alrededor de 15
millones de francos franceses de entonces, una suma que muy bien
podía igualarse al balance de un estado) para invertir en títulos
públicos ingleses. Recién en 1811 el landgrave pudo tomar posesión
de los certificados que atestiguaban la adquisición de 189.500 de
esterlinas de aquellos títulos, y había sido necesaria una violenta
escena del landgrave ante Buderus y uno de los jóvenes Rothschild.
En cuanto al resto, debió esperar hasta 1813. ¿Qué había ocurrido
en Londres? Aquí Nathan había procedido a depositar, no a nombre
del landgrave sino al suyo propio, toda la suma. Resulta difícil saber
cuánto logró hacerla rendir antes de devolver los recibos de la
adquisición de los títulos. Lo cierto es que en 1811 él estuvo en
condiciones de adquirir de la Compañía de las Indias lingotes de oro
por alrededor de 800.000 libras esterlinas. Una suma fabulosa para
un particular y también para un Estado en aquella época, si es
exacto que la misma equivalía a alrededor del 30 % de las reservas
de oro de la banca de Inglaterra. No eran ciertamente dineros del
landgrave los que Nathan utilizó para la operación, dado que al fin
se los restituyó todos, pero que en buena parte fueran el fruto de los
negocios realizados con aquel dinero parece difícil dudarlo. Sin
embargo, el negocio con la Compañía de las Indias no había
concluido aún. Nathan conocía bien la modestia de las
disponibilidades metálicas del gobierno inglés y de la necesidad en
Los Hombres de la Historia 49 Preparado por Patricio Barros
Los Rothschild Giorgio Mori
la que el mismo se encontraba de hacer llegar en un modo u otro —
por ejemplo, era más riesgoso de lo que se puede comentar intentar
el envío por mar, aún sin tener en cuenta los altos costos de los
seguros que se debían pagar— fuertes sumas de dinero al duque de
Wellington, dedicado a combatir al mortal enemigo francés en la
península ibérica.
Fue esta situación la que abrió a los Rothschild el tercer camino
hacia la riqueza. El hombre de Londres revendió pronto el precioso
metal al gobierno inglés, naturalmente con ganancia, y asumió
luego la misión, mediante sus disponibilidades, de hacer llegar a
manos de Wellington los valores necesarios para la continuación de
la guerra. El plan puesto en obra fue muy simple. Al menos en
teoría. Se trataba, en la práctica, de continuar la expedición de
guineas hacia Francia para hacerlas llegar a París, donde las recibía
James. Éste las ofrecía a los habituales banqueros locales, sólo que,
para la ocasión, las letras obtenidas a cambio no eran sobre
Londres sino sobre una plaza española.
Nada nos es dado conocer acerca de las ganancias que con esta
compleja y arriesgada operación entraron en las cajas de Nathan y
de la mishpahá (vocablo iddish que significa familia. Según el
Rothschild londinense —así se cuenta que él le respondió a un hijito
que le preguntaba cuántas naciones había— ésta era una de las dos
únicas naciones existentes en el mundo: la segunda eran “las
otras”). Meyer Amschel, que ya casi no se movía de Frankfurt,
apenas logró ver los primeros grandes éxitos de la mishpahá; en
efecto, murió en su ciudad natal el 18 de setiembre de 1812. Dos
Los Hombres de la Historia 50 Preparado por Patricio Barros
Los Rothschild Giorgio Mori
años antes había constituido una sociedad comercial propiamente
dicha con los hijos, una sociedad cuyas reglas serán luego aplicadas
inflexiblemente por decenios.
El capital reconocido era de 800.00 florines (que seguramente no
correspondía al entero patrimonio Rothschild: no debe olvidarse que
el suceso se había dado a conocimiento público mediante una carta
circular). El mismo estaba dividido en 50 partes, 24 de las cuales
pertenecían al padre, 12 a Amschel Meyer y a Solomon, y una a
Kalmann y a James. Nathan, súbdito “enemigo”, ni siquiera era
recordado, pero es posible que la mitad de la cuota paterna fuera de
su pertenencia. En otoño de 1813, inmediatamente después de la
batalla de las Naciones (Leipzig, 16-19 de octubre) y de la retirada
de Napoleón al oeste del Rin, Guillermo IX había podido regresar a
Kassel, y tomar posesión también de los certificados de los títulos
ingleses hechos comprar años antes por Nathan. De todos modos,
se había convertido en un personaje secundario en el vertiginoso
giro de los negocios organizados por los cinco hermanos: las
actividades, las relaciones y las ambiciones de éstos sobrepasan en
buena medida los angostos límites de Hesse.
Un alto funcionario de las finanzas inglesas, Herries, dejó escrito en
sus memorias que entre 1811 y 1816 más de la mitad de las sumas
giradas de Inglaterra a Europa, con exclusión de Austria, para
financiar las gastos de la guerra primero y los de la ocupación
después —y se trató en conjunto de más de 80 millones de libras
esterlinas— pasó por las manos de los Rothschild.
Los Hombres de la Historia 51 Preparado por Patricio Barros
Los Rothschild Giorgio Mori
De los Rothschild de Londres, precisan los testigos y los
historiadores, pero el plural es necesario para la ocasión dada la
naturaleza de las relaciones societarias entre los componentes de la
familia.
No se poseen datos absolutos sobre la riqueza de los Rothschild,
pero se sabe por ejemplo que en marzo de 1815 el capital de la
sociedad entre los cinco hermanos era de 3.332.000 de francos, y
que en 1818 el mismo había alcanzado ya la suma astronómica de
42.528.000, un importe muy cercano al de las reservas de oro del
Banco de Inglaterra y similar a las dos terceras partes del capital del
Banco de Francia.
Un salto apabullante, pero más que creíble, dado que entre abril y
diciembre de 1815 las ganancias de la sede de París sola, que por
otra parte no era autónoma aún, alcanzaban a 1.150.000 francos.
Una contribución importante a aquel salto lo constituyó ciertamente
el modo en que Nathan explotó la noticia de la victoria de Wellington
en Waterloo (pero parece ser que también Leipzig y la revolución de
julio dieron frutos análogos).
Biógrafos y escritores más interesados en construir o en consolidar
una leyenda que en establecer la veracidad de los hechos narrados,
se han abandonado a los más audaces vuelos de la fantasía. Así,
hubo quien afirmó que Nathan conoció el resultado de la gran
batalla por un mensaje que le llegara mediante palomas
mensajeras, y quien ha dado por indiscutible la presencia de
Nathan en el campo del encuentro y su viaje posterior de regreso a
Londres por un mar tempestuoso. Los sucesos ocurrieron, al menos
Los Hombres de la Historia 52 Preparado por Patricio Barros
Los Rothschild Giorgio Mori
así se afirma, en modo menos complicado y, en conjunto, más de
acuerdo a lo que se sabe de la organización para la obtención y la
trasmisión de noticias que los Rothschild habían comenzado desde
hacía tiempo y que luego perfeccionarían. El 18 de junio de 1915 —
la batalla había concluido la noche anterior— un agente de los
Rothschild, cierto Rothworth (un apellido extraño, que puede haber
hecho sospechar a algunos que bajo el mismo se ocultara Nathan),
se embarcó en Ostende con destino a Folkestone, llevando consigo
un ejemplar de una gaceta holandesa que anunciaba la derrota de
Napoleón. En el puerto inglés, al que él llegara en la mañana del 20,
lo esperaba Nathan quien, con el periódico en el bolsillo volvió a
Londres inmediatamente y, luego de informar al gobierno,
solicitando obviamente la mayor reserva acerca de la noticia, se
dirigió a la Bolsa. Allí, aparentando amargura y preocupación,
comenzó a vender y a hacer vender a sus hombres más conocidos
cantidades enormes de títulos de estado ingleses. El público y los
agentes de cambio no tuvieron dudas. Se sabía muy bien que
Rothschild estaba en condiciones de tener más noticias y más
rápidamente que ninguno, y por su comportamiento se concluyó
que el encuentro entre las tropas aliadas y las francesas, iniciado en
las cercanías de Bruselas, había concluido con resultados infaustos
para el ejército aliado contra Napoleón. Y todos comenzaron a
vender, a vender todo lo que podían, a precios cada vez más bajos
pero, se opinaba, siempre más altos de los que se podrían obtener
luego del anuncio oficial de la derrota. Nathan, mediante testaferros
desconocidos como tales, adquirió cuanto le fue posible. Cuando se
Los Hombres de la Historia 53 Preparado por Patricio Barros
Los Rothschild Giorgio Mori
supo cómo habían sido las cosas realmente, él se halló de golpe más
rico en algunos centenares de miles de esterlinas, y muchos,
muchísimos, bastante más pobres que antes o directamente
arruinados. En efecto, los títulos vendidos hacía poco subían
vertiginosamente a las cotizaciones precedentes y más alto aún. Y si
bien es exagerado afirmar que Nathan fue el verdadero vencedor de
Waterloo, de todos modos es indiscutible que se halló entre los
vencedores y que fue, con toda probabilidad, el que obtuvo los
mayores beneficios con respecto a cualquier otra persona privada.
§. Un Rothschild en cada capital
Parecía casi lógico, fatal se podría decir, que los banqueros que
habían dado una contribución poderosa a la victoria de las
potencias europeas sobre Francia debieran también ser los
banqueros, personajes indispensables tanto después como durante
el curso de un conflicto de tan larga duración, de los vencedores y
de su contrastante asociación, la Santa Alianza. En cambio, una vez
pasada la tormenta, al menos en el continente, ya no fue posible
mantener las posiciones conquistadas, las relaciones establecidas
anteriormente sobre bases aparentemente sólidas. En el fondo, los
Rothschild eran los hijos de un oscuro comerciante de la
Judengasse de una ciudad alemana, es decir, eran judíos que se
habían enriquecido, sí, pero que no podían dejar de ser tales. Y en el
mundo de la Santa Alianza, y en especial en el corazón de lengua
alemana, antes, en aquel momento y después, los judíos nunca
tuvieron vida fácil ni tranquila. Pero, como veremos, los Rothschild
Los Hombres de la Historia 54 Preparado por Patricio Barros
Los Rothschild Giorgio Mori
eran los Rothschild. Hacia 1817 ellos podrán agregar a su apellido
un ennoblecedor von y sólo cinco años más tarde serán nombrados
barones del Imperio.
También sus correligionarios obtendrán beneficios nada
despreciables, pero el arduamente trabajado y largamente suspirado
blasón se tornó útil para darle a los negocios de la Casa
dimensiones tales que ni siquiera el más optimista de los cinco
habría podido hipotetizar un par de lustros antes. En realidad, la
posición de ellos no era de las más cómodas. Tres de ellos operaban
en el área dominada por las monarquías absolutas, expresiones del
antiguo mundo aristocrático-terrateniente que parecía haber
desarrollado nueva savia y vigor con la victoria sobre Napoleón.
Uno, Nathan, tenía el centro de sus intereses, y la residencia, en la
dinámica Inglaterra del triunfo del maquinismo y de la revolución
industrial. El último, James, en París, se hallaba como se ha escrito
en el país-bisagra entre estos dos grandes bloques que la lucha
anti-francesa había unido momentáneamente. Y en cualquier caso
la diversa ubicación de los mismos se sintió en el tratado y en la
definición de negocios de notable relevancia.
La cercanía, la familiaridad y a veces la comunión de intereses con
gobiernos y soberanos que generalmente hacían más fáciles y
rediticios aquellos negocios, presentaban justamente en algunas
ocasiones también la parte negativa que no podía permanecer sin
consecuencias, aunque en realidad debe decirse que fueron las
agradables las que prevalecieron. Así, en los años siguientes a la
Restauración, las mayores fuentes de ganancias para los Rothschild
Los Hombres de la Historia 55 Preparado por Patricio Barros
Los Rothschild Giorgio Mori
se derivaron de la asunción y colocación de empréstitos públicos
que la mayor parte de los Estados debieron contraer para reordenar
las finanzas descompaginadas por la larga guerra, por los golpes de
Bolsa técnicamente similares a aquel que siguiera a Waterloo si bien
de dimensiones más reducidas, por el comercio de metales preciosos
y de divisas, por las intervenciones especulativas de todo tipo.
Al menos hasta la mitad de la década de 1830, y por mucho tiempo
después, de ninguna manera es posible ver a los Rothschild como
auténticos y convencidos sostenedores del esfuerzo industrializador
que, nacido en Inglaterra, se extendía manifiestamente en el
continente. Decir Rothschild en aquella época significaba banqueros
de los Estados, clientes de toda confianza, rediticios.
Ciertamente, a quien recuerde por un momento las fascinantes
páginas de Marx sobre la función de la deuda pública como
instrumento de exaltación y de consolidación del capitalismo en
desarrollo, las dos líneas podrían no parecerle contradictorias. Y en
sus resultados finales las mismas no lo fueron.
Pero es indudable que entre la dura, casi feroz determinación de la
burguesía industrial, el febril y a veces utópico arrojo de los adeptos
de Saint-Simon por una parte y el circunspecto enfoque de los
Rothschild, por la otra, puede y debe captarse alguna diferencia, por
lo menos de colocación, de tiempos y de convicciones. Sin embargo,
si se deja de lado el caso inglés, los años inmediatamente siguientes
al retorno al trono de las monarquías implicadas en la borrasca
napoleónica parecieron no prometer nada de positivo para los
Los Hombres de la Historia 56 Preparado por Patricio Barros
Los Rothschild Giorgio Mori
emprendedores hermanos justamente en el sector de las finanzas
públicas.
El primer gran negocio de la Restauración fue la colección de fondos
que les eran necesarios a Francia para el pago de las
indemnizaciones de guerra a los vencedores, cerca de 700 millones
de francos en base al tratado del 20 de noviembre de 1815.
Nathan, desde Londres, había tratado de allanarle el camino al
hermano de París anticipando por intermedio de Herries, 200.000
libras esterlinas (cerca de francos 5.000.000) a Luis XVIII, quien
deseaba volver a la capital con gran pompa. Pero la dirección de la
operación y del reparto de las cuotas a los banqueros individuales
del sindicato que la sostenía fueron confiados a otros, y
precisamente a los Baring de Londres y a los Hope de Ámsterdam;
en los cuatro años necesarios para realizar la empresa, James logró
obtener por la colocación solo algún millón de 5 % de renta.
Pero las exigencias de los Estados, también de Francia, parecían no
tener fin, y también en el continente los Rothschild, poniendo en el
juego todos sus recursos y posibilidades, lograron hallar la llave
justa para abrir nuevamente la puerta dorada de las finanzas
públicas.
Una vez más es probable que haya resultado decisivo el peso de
Nathan quien, además de asumir el compromiso de dos empréstitos
al Tesoro inglés de 19 y de 5 millones de libras esterlinas en 1819 y
en 1820 respectivamente, urgía continuamente y no sin éxito para
que el gobierno inglés interviniera ante el de Francia en apoyo del
Los Hombres de la Historia 57 Preparado por Patricio Barros
Los Rothschild Giorgio Mori
hermano. En efecto, el embajador francés en Londres, Osmond,
escribía al primer ministro Richelieu en la primavera de 1818:
“...Lord Castlereagh me ha pedido que os escribiera en favor de
este banquero que, según me ha dicho, siempre se ha mostrado
dispuesto a conceder, para la buena causa, el socorro de su
crédito”.
Por otra parte, había sido el mismo Nathan quien había concluido el
primer empréstito Rothschild a un Estado, Prusia, si bien luego de
borrascosas pero breves tratativas, en 1818. Ya el anciano Meyer
Amschel había realizado un negocio similar con Dinamarca en
1810. Pero el monto del negocio, 400.000 táleros (cerca de 70.000
libras esterlinas) en este caso, contra 5 millones de libras esterlinas
en el caso prusiano, autoriza a ver al último de los empréstitos en
los términos antes mencionados.
El empréstito fue garantizado con los bienes del soberano y fue
emitido al 5 % y a 72,75 respecto al nominal, y se reveló como un
óptimo negocio, si es cierto que llegó a menudo a cotizaciones muy
cercanas a la par, pero sin embargo se lo debe recordar
especialmente porque, a diferencia de lo que se acostumbraba hacer
hasta entonces en cuanto al pago de los intereses, que tenía lugar
en épocas no siempre prefijadas, en cursos inciertos ya que estaban
sometidos a las fluctuaciones de los cambios y, como regla, en las
capitales de los Estados beneficiarios, Nathan tuvo la idea, simple
pero nueva, de exigir el pago siempre y en todos los casos en
Londres, a un curso fijo y correspondiente al valor de la libra
Los Hombres de la Historia 58 Preparado por Patricio Barros
Los Rothschild Giorgio Mori
esterlina. Con este hallazgo técnico que daba mayor seguridad al
ahorrista, mientras consolidaba también la supremacía
rothschildiana en el mercado financiero más importante del mundo,
Londres, parece ser que los Rothschild lograron ubicar en 1830
empréstitos por algo así como 120 millones de libras esterlinas en
Londres y 50 millones en París.
En tanto, también los otros hermanos, repuestos de la amarga
sorpresa que les causara el escaso reconocimiento manifestado por
los soberanos restaurados, se daban a la tarea.
James, en la capital francesa, debía haber acertado algún buen tiro
—pero también puede ser que haya deseado mostrar todo su
poderío— si, en el curso de 1818 había cambiado dos veces su sede,
estableciéndose finalmente, hacia fines de año en el gran palacio de
rué d’Artois (ahora rué Laffitte) en el que había vivido Fouché; se lo
había comprado a éste, junto con la gran finca de Ferriéres.
Solomon y Kalmana, este último desde hacía poco casado con
Adelaide Hertz, se encontraban en aquellos días en Aquisgrán donde
se hallaba reunido un congreso de las potencias vencedoras de
Francia para discutir acerca del nuevo ordenamiento a darse a la
liquidación de las indemnizaciones y para definir los términos de la
amplitud y de la duración de la ocupación del territorio francés por
parte de sus ejércitos. En la ciudad alemana, con los diplomáticos
de todas las potencias mayores, también habían afluido los
exponentes más conspicuos y representativos del mundo bancario
europeo.
Los Hombres de la Historia 59 Preparado por Patricio Barros
Los Rothschild Giorgio Mori
Los resultados conseguidos por los dos hermanos no fueron, por el
momento, de dimensión excepcional. Empeñados en sostener los
intereses de las numerosas pequeña cortes alemanas, a las que
hacían empréstitos habitualmente desde la sede de Frankfurt,
encabezada por Amschel Meyer, ellos quedaron en buena medida
fuera de las conversaciones acerca de los grandes temas en
discusión, y en las cuales las cuestiones políticas y dinásticas,
diplomáticas y financieras eran difícilmente delimitables.
Las divertidas crónicas contemporáneas acerca de la poca suerte
que tuvieron en los contactos con el refinado milieu del congreso,
acerca del embarazo que demostraron al acercarse a este o a aquel
gran personaje, tienen ahora un significado aún menor que otras,
posteriores, según las cuales las cosas fueron muy diferentes; las
mismas atribuyen a los dos hermanos, conjuntamente con James,
la paternidad de sorprendentes y difícilmente comprobables
operaciones de baja sobre la renta en la bolsa de París, que habrían
provocado un más benigno trato de los destacados y orgullosos
políticos de Aquisgrán.
Resulta, en cambio incontrovertible, que fue justamente en esta
ocasión, por embarazados o tímidos que se hubieran mostrado, que
los dos lograron un éxito no digamos típico de los Rothschild sino de
la costumbre que existía entonces en las relaciones entre banqueros
y hombres de estado.
Los Hombres de la Historia 60 Preparado por Patricio Barros
Los Rothschild Giorgio Mori
Sir William Hallan, Batalla de Waterloo, Londres, Wellington Museum.
Los Hombres de la Historia 61 Preparado por Patricio Barros
Los Rothschild Giorgio Mori
Ellos lograron, para decirlo que toda claridad, comprarse la
simpatía y el apoyo de Friedrich Gentz, secretario de Metternich,
que era un hombre literalmente hambriento de dinero por el muy
dispendioso tren de vida que le imponía la convivencia con una
célebre compañera, la bailarina Fanny Essler: quien lea ahora la
nota biográfica “Rothschild” en la edición de 1826 de la Allgemeine
Deutsche Realenzylopädie für die gebildeten Stande publicada por
Brockaus comprenderá más fácilmente el por qué de tanta simpatía
para con los protagonistas de la nota cuando sepa que el autor, que
no había firmado el texto, fue justamente Friedrich Gentz, quien
parece ser que también en esa ocasión fue cálidamente
recompensado por los interesados.
Más aún: parece ser que tampoco Metternich fue del todo insensible
a los argumentos fascinantes de los emprendedores hermanos; es
cierto que en 1822 ellos le prestarán 900.000 florines, reembolsados
a su vencimiento, en 1827.
La vía para las finanzas austríacas estaba abierta, y no fue por azar
que desde 1821, año en que Kalmann fue a establecerse a Nápoles,
Viena tuviera una sede autónoma de la Casa, con Solomón a la
cabeza (a París la autonomía se le había otorgado en 1818). Y tal vez
tampoco fue por azar que al año siguiente les llegara el ambicionado
nombramiento que los elevaba a barones.
Poco después también de Viena comenzaron a llegar noticias cada
vez más gratas a la mishpahá; primero fue un préstamo, luego una
compleja operación especulativa en base a una vieja deuda
austríaca para con Inglaterra, que conseguida por los buenos oficios
Los Hombres de la Historia 62 Preparado por Patricio Barros
Los Rothschild Giorgio Mori
de Nathan ante Wellington, determinó un alza de la renta austríaca
de la que Solomon había procedido a adquirir grandes cantidades
antes de que circulara la noticia. Luego también préstamos, en
consorcio o solos, y en los casos como estos últimos en condiciones
particularmente favorables, pero rediticios también y sobre todo por
la experimentación y los concretos frutos de las modalidades de
lanzamiento y de colocación. Que eran las del denominado
empréstito-lotería, que proveía la amortización de cierto número de
acciones cada, año con un premio a las que eran extraídas.
Un sagaz fraccionamiento en la oferta permitía a Solomon lucrar
una parte de los premios para los títulos extraídos que quedaban en
su poder e imprimir un movimiento hacia el alza en los cursos, lo
que consentía vender los restantes a precios mayores. Se dice que
Rothschild confesó más tarde a algunos amigos haber ganado más
de 6 millones de florines con solo dos préstamos, uno de 20 y uno
de 35 millones.
En tanto, debía resignarse a vivir en una habitación de hotel, en el
“Romischer Kaiser”, dado que también la ley austríaca prohibía a
los judíos, y por el momento, también a un Rothschild, ser
propietarios de inmuebles.
Así, también Solomon había alcanzado una posición eminente en
otra de las grandes capitales de la Europa de la restauración.
James seguirá a él y a Nathan sólo poco tiempo después, en 1824,
cuando se casará con Betty, hija del hermano de Viena, su prestigio
y su poderío en el mundo financiero y político parisino serán ya
Los Hombres de la Historia 63 Preparado por Patricio Barros
Los Rothschild Giorgio Mori
comparables a los de los miembros de la familia establecidos en
Londres y en la capital del imperio austríaco.
Ya hacia fines de 1818 había sido llamado a integrar el muy
restringido grupo de firmas bancarias parisinas que había asumido
el prestigioso compromiso de salvar a los agentes de cambio de la
amenaza aparentemente inevitable de la continua rebaja de los
cursos de los títulos que, como hemos mencionado, algunos
biógrafos de los Rothschild atribuyen a sus masivas ventas
decididas para “castigar” a los grandes financistas internacionales
que los mantenían fuera de los rediticios negocios que se trataban
en torno a Aquisgrán en aquella época.
Sin embargo, también en 1821 James había debido sufrir una cruel
derrota en ocasión de una subasta para la asignación de
12.500.000 de renta, que fue ganada por el grupo Delessert,
Hottinguer, Baguenault, no obstante la ayuda de Nathan, venido a
París personalmente para asistirlo en una ocasión tan importante.
Dos años más tarde, James lograba devolver el golpe: vinculado con
doble propósito al nuevo primer ministro ultra Villéle, que odiaba a
los banqueros liberales y protestantes, logró hacerse adjudicar con
un procedimiento, que de público solo tuvo la forma exterior, un
empréstito de 23 millones de francos.
Pero ya en 1821 había asumido, con una masiva comisión, la carga
de la emisión de 120 millones de francos en bonos del tesoro.
En tanto, siempre al unísono con Villéle, estaba preparando una
operación que, una vez llegada a buen término, habría permitido
ganancias de la importancia de aquellas de las riesgosas iniciativas
Los Hombres de la Historia 64 Preparado por Patricio Barros
Los Rothschild Giorgio Mori
del período bélico: la conversión de toda la deuda pública francesa,
es decir, la unificación de los préstamos en curso de amortización
con relativa disminución de la tasa de interés.
La idea, que en términos variables pero bastante similares reflejaba
una tendencia generalizada en los Estados europeos, que se
proponían así aligerar el gravoso cúmulo anual de intereses pasivos,
amargo fruto de las repetidas a la vez que pesadas emisiones
necesarias para el reordenamiento de las finanzas luego del fin de
las guerras, parecía que no debía contrariar siquiera las exigencias
de los nuevos grupos industriales, quienes, mientras la inversión en
títulos públicos rindiera el 5 o más por ciento, difícilmente habrían
podido reclamar la atención de los ahorristas sobre sus propios
proyectos.
Por otra parte, al menos en Francia, la misma no debía parecerle
mal ni siquiera a la aristocracia, a la que se le había prometido,
también en relación con el buen resultado de la conversión, el
famoso “billón de los emigrados”, es decir, una especie de parcial
indemnización por las expropiaciones sufridas en el período
revolucionario.
La operación, en su conjunto, tuvo lugar en el curso de la discusión
parlamentaria de 1825.
Sin embargo, al año siguiente la misma fue realizada para un tercio
de la masa de los títulos y a tasas variables.
Además el solo hecho de haberla concebido da la pauta de cuál era
ya el horizonte sobre el que también James se movía, ayudado si se
Los Hombres de la Historia 65 Preparado por Patricio Barros
Los Rothschild Giorgio Mori
desea, pero también ello es significativo, por los vínculos no
solamente morales que le unían a Villéle.
También Kalmann se había hecho una posición, como se
acostumbra a decir.
En el verano de 1820 habían estallado en el reino de las dos Sicilias
movimientos carbonarios que habían impuesto al Borbón la
promulgación de la Constitución.
La revolución napolitana podía determinar consecuencias bastante
graves, en el resto de la península para la estabilidad del orden
organizado por el Congreso de Viena que había garantizado de
hecho el sustancial predominio austríaco.
Metternich se proponía intervenir militarmente, pero el sutil juego
diplomático entre las grandes potencias no permitió tomar
inmediatamente una solución de ese tipo.
Fueron necesarios algunos meses y dos congresos, el primero en
Troppau y el segundo en Laybach y a este último también fue
enviado el rey de Nápoles, Fernando I, para que Austria lograra
tener vía libre.
Una vez tomada la decisión, de todos modos, los sucesos se
precipitaron y el 23 de marzo de 1821 el ejército austríaco, guiado
por el general Frimont, entraba en Nápoles.
Con él, procedente directamente de Laybach y luego de una breve
detención en Florencia para una primera conferencia con el príncipe
Ruffo, presidente del consejo de ministros del soberano Borbón,
llegaba Kalmann a la ciudad —había sido el mismo Metternich
quien había solicitado el viaje, de un Rothschild a Nápoles—.
Los Hombres de la Historia 66 Preparado por Patricio Barros
Los Rothschild Giorgio Mori
Apenas llegado, se le informó que ya se le habían hecho al gobierno
restaurado diversas ofertas por parte de banqueros, franceses como
los Laffitte, romanos como los Torlonia, napolitanos, para los
empréstitos que serían indispensables para el mantenimiento de las
tropas de ocupación y para subvencionar las condiciones poco
florecientes de las cajas estatales.
Kalmann, que se sentía fuerte por el apoyo de Austria y el poderío
económico de su familia y por lo tanto podría haberse extralimitado
en sus ganancias, no deseó llegar a tanto.
Tuvo naturalmente el primer empréstito de 16 millones de ducados
(más de 60 millones de francos franceses) pero cedió una parte para
su colocación a algunas casas bancarias locales y francesas.
Las condiciones de emisión fueron muy onerosas: 60 ducados por
cada 100 de valor nominal menos el 3 % del importe por gastos de
comisión, transporte del dinero y riesgo.
Luego, decidida la institución de una sede napolitana para los
negocios Rothschild, Kalmann comenzó a trabajar solo. En una
primer momento únicamente con la corte de Nápoles.
No mucho más tarde vinieron los negocios con el Estado pontificio.
También en la península itálica, entonces, se hallaba presente una
ramificación estable de la mishpahá.
Sin embargo, los cinco infatigables hijos de Meyer Amschel no se
contentaban con su ya vasto campo de acción. Inglaterra, Francia,
Austria, Prusia, Dinamarca, Estados menores de Alemania, Estados
italianos, eran ya terreno sólido bajo el peso cada vez mayor del oro
de los Rothschild.
Los Hombres de la Historia 67 Preparado por Patricio Barros
Los Rothschild Giorgio Mori
Pero en el curso de los años de la década de 1820 los hallamos en
acción también en España, un país en el cual no sólo hallaron
varias dificultades para conducir a buen término sus negocios, sino
también donde terminó por manifestarse el primer disentimiento
afectivo entre la sucursal inglesa y las otras, la vienesa en particular
que, fuertemente vinculada a Metternich difícilmente podía aceptar,
y tampoco comprender, el deseo de Nathan de ayudar
financieramente a los enemigos del absolutismo en la península
ibérica.
Luego, en 1822, el hermano inglés logró batir a la fortísima
competencia y asegurarse un empréstito de 6.500.000 libras
esterlinas para la corte zarista de Rusia que emitirá a 77 sobre 100
de valor nominal.
Dos años más tarde el mismo Nathan concedió un crédito a Brasil y,
algunos años después, también realizó contactos con el mercado
financiero de los Estados Unidos.
Por su parte, Amschel Meyer, el único de los hermanos que había
permanecido en Frankfurt, la sede de la casa matriz donde todos los
años se reunían para disponer los balances, según los documentos
del archivo en su momento estudiados por Berghöffer y ahora
destruidos, colocó entre 1817 y 1830 alrededor de 44 empréstitos
en la “zona” que de hecho le parecía reservada, Alemania. El
importe total de tales operaciones alcanzó los 30 millones de florines
(cerca de 75 millones de francos).
El poderío económico de los Rothschild era, en la vigilia de 1830, de
dimensiones y de altura casi mundial.
Los Hombres de la Historia 68 Preparado por Patricio Barros
Los Rothschild Giorgio Mori
¿No fue solamente por un providencial envío de 400.000 libras
esterlinas en oro de la sede Rothschild de París a la de Londres que,
en ocasión de la gran crisis financiera de 1825, el Banco de
Inglaterra —y el Banco de Inglaterra era el ombligo del mundo
económico de la época— “no debió suspender sus pagos”? Las
palabras sobre comillas fueron pronunciadas por un personaje que
hablaba con fundamento: Wellington.
A un nivel similar se acercaba también su poder de influir en las
decisiones de los gobiernos y de las clases políticas.
Acumulada una fortuna de dimensiones sin precedentes —el
balance de la sociedad cerrado en Frankfurt en 1825 indicaba en
102.050.000 de francos el monto del capital que apenas siete años
antes ascendía a alrededor de 42 millones—, (pero la cifra real era
tal vez más notable) en el curso de los turbulentos años de la guerra
y de la postguerra, ellos, los Rothschild, se habían convertido ahora
en los más ardientes sostenedores de la paz.
De una paz de tipo particular, es obvio; de una paz que significara el
status quo y la perduración por tiempo indeterminado del equilibrio
mantenido por y bajo el control de la Santa Alianza en el continente
y por Inglaterra en el gran comercio internacional.
Siempre prontos a seguir, y he aquí uno de los motivos del éxito de
ellos y de la larga duración del mismo, el criterio que según las
palabras de su cortés biógrafo, Gentz, era el de “avanzar con los
tiempos y no tratar de detener el movimiento de los mismos”.
En sus relaciones con la clase política y en la búsqueda de
amistades y de apoyo, con todos los medios, de los personajes más
Los Hombres de la Historia 69 Preparado por Patricio Barros
Los Rothschild Giorgio Mori
influyentes, dos eran por lo tanto los motivos inspiradores:
conseguir y mantener amplios márgenes de seguridad para los
negocios que contraían; impedir en la medida de lo posible
imprevistas y catastróficas transformaciones que, al no ser
previsibles, podían dañarlos. Ellos, en suma, no adquirían al azar ni
al azar ofrecían sus servicios.
Ya se ha observado cuánta influencia había ejercido sobre sus
fortunas el afirmarse de personajes como Buderus o Gentz.
Sin embargo, también es cierto que la obra de persuasión que
realizaban no se detenía en las segundas filas.
En este sentido, la amistad de un Metternich, fruto de una
operación no tan venal como la realizada con Gentz, es
naturalmente la más representativa.
Pero un hombre del peso de John C. Herries lo fue menos sólo en el
nombre: se puede presumir por más de un indicio que él no era
insensible a la única música que le agradaba a Nathan, la de las
monedas de oro que una vez él hizo tintinear como única respuesta
a un músico que le preguntaba cuál era su género musical
preferido.
Tampoco Villéle, primer ministro de la Francia de la Restauración,
debe haber sido hombre de intereses muy diferentes.
Y no puede definirse como fábula la condición que Kalmann
propuso al Borbón de Nápoles a su regreso de Laybach, en el
sentido de asumir al conde Luis Médicis como ministro si deseaba
realmente que él, un Rothschild, le prestara el dinero necesario para
Los Hombres de la Historia 70 Preparado por Patricio Barros
Los Rothschild Giorgio Mori
el mantenimiento de las tropas austríacas y para la restauración de
las finanzas estatales.
En el curso de la tercera década del siglo James se había convertido
en administrador de los bienes de Luis Felipe de Orleáns; un cargo
que él no abandonó ciertamente cuando su cliente se convirtió en
rey de Francia.
Más tarde, en el inquieto bienio 1839-40, cuando Bélgica había
adelantado explícitas reivindicaciones territoriales por Limburgo y
Luxemburgo y amenazaba con recurrir a las armas —aquella
Bélgica que se puede decir que los Rothschild habían bautizado
como Estado independiente apenas siete años antes,
proporcionándole en los primeros meses el dinero necesario para
organizar sus propias finanzas— ¿no escribió Solomon desde Viena
al propio representante de Bruselas que era inútil que los
gobernantes de aquel país le solicitaran dinero si antes no
abandonaban todo reclamo por los antes mencionados territorios?
“Nuestra buena voluntad —así sonaba la poco diplomática
prosa de Solomon Rothschild— no sabría llegar al punto de
proporcionar el dinero que permitiera el estallido de una guerra
y que destruyera el crédito que nosotros protegemos con todas
nuestras fuerzas.
Esto es lo que podré manifestar a aquellos señores [el gobierno
belga], con toda franqueza, libremente y con fuerza.”
§. Los-Rothschild en la revolución industrial
Los Hombres de la Historia 71 Preparado por Patricio Barros
Los Rothschild Giorgio Mori
La revolución de 1830 en Francia y las subversiones que agitaron a
Europa en aquel año y en el siguiente, no influyeron demasiado en
la potencia financiera y política de los Rothschild.
Solomon Rothschild. Viena, Biblioteca Nacional.
En el caso de Francia, además, el nuevo rey, Luis Felipe, estaba en
óptima relación de negocios con ellos, y el primer ministro era en
suma un colega, tratándose de aquel Laffitte que, asumido el poder,
pronunció aquella frase: “Desde hoy reinan los banqueros” que,
retomada por Marx en el ensayo sobre Las luchas de clase en
Francia desde 1848 a 1850, ha gozado de perenne celebridad.
Aún mejor debieron andar las cosas con el sucesor de Laffitte,
Perier, cuyo nombre se dice que fue indicado a Luis Felipe
justamente por James Rothschild.
Los Hombres de la Historia 72 Preparado por Patricio Barros
Los Rothschild Giorgio Mori
Lo que no debía estar muy alejado de la verdad si es cierto, y ello
fue escrito con todas las letras, que él logró hacerle modificar el
texto de una nota diplomática enviada a Austria en ocasión de su
intervención en el Estado pontificio en un momento en el cual aun
un adverbio o un adjetivo no suficientemente meditado podía
comportar graves riesgos de guerra.
Kalmann Rothschild (Radio Times H. P. L.).
Fuera de Francia, hasta el trono pontificio había sido intimado por
los Rothschild, a través de la circunspecta mediación de Metternich,
en el sentido de no desatender el compromiso asumido con la firma
Los Hombres de la Historia 73 Preparado por Patricio Barros
Los Rothschild Giorgio Mori
del contrato por un empréstito de 3 millones de piastras (francos
16.200.000) en condiciones particularmente pesadas: “Nosotros —
escribía James— debemos contar con que la Santa Sede tenga
exacta conciencia de las cláusulas contractuales y de la medida
considerable en que su crédito dependen de la ejecución y
puntualidad de las mismas.
James Rothschild (Radio Times H. P. L.)
No habría más crédito posible para ella ni se debería esperar ayuda
del exterior si se descuidara aún en grado mínimo la observancia de
Los Hombres de la Historia 74 Preparado por Patricio Barros
Los Rothschild Giorgio Mori
estas obligaciones o si se verificara el mínimo retardo en el
cumplimiento de las mismas”.
A poco más de un mes de la fecha de esta carta, el 10 de enero de
1832, por toda respuesta a james y al rumor elevado por la
cristiandad por la relación de negocios establecida con un judío,
Gregorio XVI recibía en audiencia a Kalmann Rothschild, que se
había encargado de la operación, le confería el gran Cordón y la
Cruz de la Orden de San Jorge y se dejaba besar la mano y el pie.
El blasón de barón concedido a los Rothschild en 1822 (Paul Popper).
Los Hombres de la Historia 75 Preparado por Patricio Barros
Los Rothschild Giorgio Mori
Así, mientras en el terreno de los negocios de empréstitos públicos,
continuos y en condiciones muy favorables, comercio de metales
preciosos, arbitrajes, especulaciones con cambios, transacciones
comerciales de gran importancia habían llegado los Rothschild a
una posición de control y de primacía, también su capacidad de
influir en las decisiones de los hombres políticos había crecido
proporcionalmente.
F. von Gentz. Viena, Biblioteca Nacional.
Heinrich Heine llegado a París, luego de la derrota de la revolución
del 1º de mayo de 1831, con Ludwig Borne y que se había convertido
Los Hombres de la Historia 76 Preparado por Patricio Barros
Los Rothschild Giorgio Mori
en asiduo concurrente a la casa de James, donde hallaba a menudo
a Joaquían Rossini y a Jacobo Meyerbeer, parece ser que dijo una
vez —y no es seguro que ello ocurriera en ocasión del cobro de una
de aquellas subvenciones que James de tanto en tanto le pasaba y
que no coincidían casi nunca con los imprevistos cambios de humor
del poeta con respecto a Rothschild— que este último le parecía
“uno de los mayores revolucionarios del mundo, venido a destruir la
hegemonía terrateniente elevando a la cumbre el sistema de los
títulos de estado”.
Y por otra parte, para subrayar la convicción bastante difusa de la
omnipotencia de los banqueros en aquel período, ¿no se pueden leer
en el Don Juan de Byron versos como los siguientes?
Who hold the balance of the world? Who reign
O’er congress, whether royalist or liberal? Who rouse the
shirtless patriots of Spain? (That make old Europe’s journals
’Squeak and gibber all)
Who keep the World, both old and neo, in pain
Or pleasure? Who make politics run glibber all?
The shade of Buonaparte’s noble daring? Jew Rothschild, and
his fellow-Christian, Baring (canto XII).2
2¿Quién sostiene hoy el peso del mundo? ¿Quién manda
en los congresos realistas o liberales?
¿Quién levanta en España a los pa riotas descamisados,
de quienes tanto charlan los periódicos de la vieja
Europa?
¿Quién sostiene al antiguo y al viejo mundo en pena
o en gloria? ¿Quién unta de aceite los resortes de la política?
¿Quién desafía a la noble sombra de Bonaparte?
El judío Rothschild y su camarada cristiano
Baring. (Trad. de F. Villalva, ed. por El Ateneo,
Los Hombres de la Historia 77 Preparado por Patricio Barros
Los Rothschild Giorgio Mori
1951.)
Los Hombres de la Historia 78 Preparado por Patricio Barros
Los Rothschild Giorgio Mori
El reino de los hombres de banca parecía realmente asumir las
connotaciones del milenio.
Todos los recursos monetarios negociables, formados en el área
europea o en otros lados pero que allí se concentraban, aparecían
movilizados en la gigantesca zarabanda de las numerosas y todas
proficuas operaciones imaginadas por ellos.
Pero nuevas realidades, largamente maduradas en lo profundo,
surgían visiblemente para indicar amplias, inesperadas,
contrastadas modificaciones en un cuadro tal.
El príncipe de Metternich. Viena, Biblioteca Nacional.
Los Hombres de la Historia 79 Preparado por Patricio Barros
Los Rothschild Giorgio Mori
El punto de partida de las mismas había sido Inglaterra, pero
también en el continente aparecían de alguna' manera en modo
claramente distinguible.
Eran efectivamente los años en torno a 1830 aquellos en que las
fábricas concentradas y las máquinas que en número creciente se
habían estado instalando, habían llevado en Inglaterra, y estaban
llevando también en Europa, al escenario a un novísimo tipo de
burgués, el industrial.
La revolución de julio de 1830 en París
A continuación del cual, por el momento sólo advertible en raras
ocasiones, aumentaba en forma creciente el ejército proletario.
Los Hombres de la Historia 80 Preparado por Patricio Barros
Los Rothschild Giorgio Mori
En el continente más que en Inglaterra las nuevas iniciativas que
presentaban señales muy prometedoras estaban obviamente
necesitadas de capitales monetarios que no podían provenir, al
menos en la medida necesaria para afrontar las continuas
sugerencias de la ciencia y de la técnica, del poderoso canal que
tantos notables sucesos había consentido, en la isla británica, la
autofinanciación.
Hubo entonces en Europa quien habló de “magia del crédito” y
nunca tal expresión se mostró tan apropiada, si bien no de
inmediato.
Sin embargo, tanto de un lado como del otro de la Mancha, más de
una tentativa se realizó para utilizar aquella “magia” en favor del
crecimiento industrial. Con poco éxito, justamente, pero era bien
claro lo que las mismas podían significar.
Una posible distracción de fondos de la tradicional colocación en
títulos públicos, el lento agregarse de una clase industrial con
intereses y necesidades en el plano económico como en el de la
dirección política, bien diversos y en buena medida contrastantes
con los de los hombres de la gran banca y por lo mismo también
con los de los Rothschild.
Además, lo que a muchos contemporáneos debió parecerles un
inocuo juguete para adultos o, en más de un caso, el anuncio de
próximas, inevitables desventuras, la locomotora a vapor sobre vías
de hierro se estaba revelando como una potencial, inquietante
devoradora de capitales.
Los Hombres de la Historia 81 Preparado por Patricio Barros
Los Rothschild Giorgio Mori
El tradicional campo de acción de los Rothschild parecía así, si no
restringirse, encontrarse obligado a compartir con los recién
llegados, la industria, el ferrocarril, los favores de aquellos que
detentaban riquezas invertibles.
Y basta observar por un momento las tasas de emisión de los
empréstitos públicos ya en el curso de los años de la década de
1830 para comprender que, en general, los viejos títulos de estado
eran menos apreciados que muy pocos años antes.
El proceso no fue, naturalmente, ni lineal ni rapidísimo, pero la
tendencia, para quien tuviera visión, era del todo clara.
Es necesario además considerar que algunas otras operaciones
financieras típicas de la fase precedente al primer éxito del esfuerzo
industrializador, como especulaciones sobre los cambios,
oportunidades de obtener provecho del conocimiento anticipado de
noticias importantes, dificultades para el transporte de la moneda,
también estaban perdiendo buena parte de su relieve luego de los
nuevos descubrimientos y sus relativas aplicaciones (ferrocarril,
nave a vapor, telégrafo, aumento notable de la circulación de papel
moneda y de los títulos de crédito). No solo ello. Las mismas
características de los riesgos de la inversión se modificaban
profundamente.
Modestos los relativos a los títulos de estado, tanto por las férreas
garantías que los cubrían como por la relativa brevedad de las
operaciones de reembolso con respecto a los tiempos de la erogación
material de las sumas; mucho más difícilmente evaluables, menos
seguros y en cierto sentido aún misteriosos, los que se derivaban de
Los Hombres de la Historia 82 Preparado por Patricio Barros
Los Rothschild Giorgio Mori
empréstitos a ciudadanos privados que, individualmente o en grupo,
se daban a la aventura industrial para la cual, sin considerar otras
condiciones, la amplitud del período de exposición del capital era
mucho mayor, y mucho más inseguros los resultados.
Era en realidad un mundo de implicaciones totalmente distintas de
las de la época inmediatamente anterior el que se estaba
delineando.
Izquierda: Heinrich Heine. Derecha: Villéle, primer ministro francés en
la Restauración.
A los banqueros de antiguo régimen les era necesario mostrar dotes
bastante relevantes de frialdad y de inteligencia para entender las
novedades y evitar verse trastornados por las mismas o, lo que
podía ser lo mismo, para no hallarse marginados.
Los Rothschild, reducidos justamente en aquella época a cuatro —
Nathan había muerto en Frankfurt a donde se había trasladado
Los Hombres de la Historia 83 Preparado por Patricio Barros
Los Rothschild Giorgio Mori
para las bodas de su hijo mayor Lionel con Charlotte, hija de su
hermano Kalmann, el 28 de julio de 1838— se mostraron en tal
sentido ejemplares hasta el límite de lo posible, una vez más.
Hasta 1830 no se habían ocupado jamás de ningún negocio de
financiación industrial de cierta importancia.
Desde entonces en adelante la posición de los mismos se fue
modificando.
Primero insensiblemente y, alguno lo ha escrito, con desconfianza y
con mal disimulada preocupación. Podemos agregar que también
con cautela. Pero se fue modificando. Ciertamente, no por ello
fueron descuidadas las operaciones favoritas en títulos de estado.
Las biografías más atentas de los Rothschild aparecen, también
para estos años, colmadas de iniciativas. Pero las mismas no
gozaban de exclusividad. Los ferrocarriles comenzaban a interesar a
los hermanos.
No a Nathan, que, aún viviendo en la patria de las primeras
ferrovías y de las locas olas especulativas, nunca deseará ocuparse
de las mismas, al menos en primera persona y en Inglaterra.
Tampoco Kalmann, que continuaba en Nápoles con su trabajo de
siempre, o Amschel, siempre concentrado en la dirección de la casa
matriz y en contacto con los arruinados príncipes alemanes.
Serán en cambio James y Solomon los que sufrirán la fascinación
de la locomotora.
Y, para el parisino, pero es seguro que lo mismo vale también para
el hermano vienés, hay que agregar que él aún antes de la
fascinación por la locomotora debe haber quedado impresionado (no
Los Hombres de la Historia 84 Preparado por Patricio Barros
Los Rothschild Giorgio Mori
tanto por el idealismo, demasiado exaltado y original para resultarle
aceptable, como por las perspectivas de espléndidas ganancias que
él, muy concretamente, pudo vislumbrar) por la predicación de los
adeptos de Saint-Simon, que habían estado elaborando una especie
de vigorosa profecía de un nuevo mundo, el mundo del desarrollo
industrial, un mundo fundado, utilicemos las palabras de Jean
Bouvier,
“en el ferrocarril, en la banca y en el predominio de los
industriales', es decir, de todos los agentes activos de la
producción de las riquezas”.
Y ya en el curso de la década de 1820 él había arriesgado algún
prudentísimo y moderado sondeo en tal dirección al entrar en
primera persona en iniciativas industriales no precisamente
importantes y en algunas tentativas, en el momento abortadas, de
dar vida a institutos bancarios para la financiación de actividades
de ese tipo.
Los Hombres de la Historia 85 Preparado por Patricio Barros
Los Rothschild Giorgio Mori
Emile Péreire
Luego en 1835, el conocimiento más directo de un joven que
conseguirá que se hable de él largamente, Emile Péreire, lo indujo a
definir positivamente el proyecto de un ferrocarril París-Saint
Germain, 15 kilómetros de recorrido, en el que parece ser que
Péreire pensaba desde hacía tiempo.
Obtenida rápidamente la concesión y comenzados los trabajos, el
ferrocarril podía comenzar a funcionar el 26 de agosto de 1838.
En la sociedad, que se había constituido con un capital de 5
millones de francos, James participaba con 2450 acciones por un
valor de 1.175.000 francos y Péreire con 600 acciones por valor de
300.000 francos.
En tanto Solomon, que había hallado su inspirador y su consejero
técnico en Francisco Saverio Riepl, un ingeniero austríaco que había
vivido largos años en Inglaterra, al vencer una competencia
bastante
Los Hombres de la Historia 86 Preparado por Patricio Barros
Los Rothschild Giorgio Mori
intensa había podido adjudicarse, en nombre de una sociedad
fundada al efecto, la concesión del ferrocarril de Viena a Bochnia.
Caricatura de Luis Felipe, de Daumier. París, B. N. Estampes.
De las 1.200 acciones de 1.000 florines cada una emitidas para la
financiación del proyecto, que en la práctica terminó por resultar
más costoso, el Rothschild vienés invirtió alrededor de 8.000
florines.
El suceso financiero y propagandístico fue de todos modos enorme,
si es cierto que en el giro de pocas semanas le llegaron pedidos por
alrededor de 27.000 acciones; menos fácil resultó la construcción
del ferrocarril, que en tanto había sido denominado' “Ferrocarril del
Norte Emperador Fernando”.
En 1834 el parlamento belga había aprobado una ley que establecía
el principio de la construcción de una ordenada red ferroviaria por
Los Hombres de la Historia 87 Preparado por Patricio Barros
Los Rothschild Giorgio Mori
parte del Estado y, para delinear el orden de la misma, el año
siguiente fue enviado a Bruselas George Stephenson.
La mayor parte de los capitales requeridos para tal empresa fueron
empréstitos de los Rothschild londinenses.
El hijo de Nathan, y tal vez él mismo en los últimos meses de su
vida, frente a una realidad que ya era innegable, se había decidido a
salir, tal vez por primera vez, de su cotidiana, segurísima y rediticia
práctica de empréstitos públicos, de los informes y de las
especulaciones de bolsa.
De todos modos debe observarse que no se trató de una
intervención directa sino de una mera operación de financiación
sobre cuyas garantías no podían existir dudas. En el fondo, la
posición de la familia fue sustancialmente unívoca.
Ya lo hemos dicho anteriormente. Experimentar cautamente la
novedad sin dejarse absorber, postergar decisiones demasiado
importantes: los londinenses que prestaban pero no participaban
nunca en primera persona en sociedades ferroviarias, Solomon que
se enroscaba en su “Nordbahn”, James que entraba como
protagonista en un negocio ferroviario pero que dejaba pasar otros,
seguían todos esta actitud.
Por otra parte, desde 1835 en adelante, el sistema económico
europeo se veía turbado por crisis internas y repercusiones de una
situación internacional en equilibrio, y arriesgar demasiado no debe
haber parecido, también en general, el mejor partido a personajes
ya expertos y de gran trayectoria como los Rothschild.
Los Hombres de la Historia 88 Preparado por Patricio Barros
Los Rothschild Giorgio Mori
La aprobación de una ley ferroviaria por parte del parlamento
francés en junio de 1842, ley que preveía un sistema estelar de
ferrovías centrado en París y que en el plano económico endosaba a
la finanza pública, estatal y comunal, los gastos de la expropiación
de los terrenos y la preparación de los mismos, dejando a las
empresas contratistas solamente el gravamen de la colocación de la
línea y de la adquisición del material rodante, ley favorable a los
potenciales empresarios, lograba, sin embargo, quebrar sólo en
parte la cautela del Rothschild parisino.
En el pulular de los proyectos y las iniciativas, y estos fueron
tiempos en los que la chispeante inteligencia del saintsimoniano
Enfantin proponía a una tras otra, James no pareció perder nunca
el control de la situación.
Hacía tiempo que seguía con creciente interés la propuesta ya
avanzada años antes de un ferrocarril hacia el norte y hacia la
frontera con Bélgica.
Y fue sobre la misma que trabajó con atención y con éxito. Sin
embargo, no descuidó intervenciones en todas las direcciones,
resignándose inclusive a sufrir algunos desastres, como por ejemplo
en el caso de la frustrada concesión a compañías formadas bajo su
iniciativa de la línea París-Nantes-Bordeaux para Tours: todo ello
sin dejarse ofuscar por los gruesos golpes bolsistas que,
especialmente en Inglaterra, eran propiciados por la ingenuidad del
público y por el ^copioso afluir de capitales en busca de ganancias
en las empresas más diversas y, en más de un caso, también
aventuradas.
Los Hombres de la Historia 89 Preparado por Patricio Barros
Los Rothschild Giorgio Mori
Y sin descuidar, al menos en el breve período, la máxima prudencia
también en cuanto a lo que concernía a eventuales propuestas de
intervención fuera de los límites nacionales.
Como lo demostraron por un lado las inconcluyentes y siempre
débiles tratativas conducidas con la Société Genérale de Bruselas
para un compromiso común en Bélgica y, por el otro lado, la seca
réplica a un banquero florentino, Emanuel Fenzi, quien le había
solicitado interesarse en la financiación de la ferrovía Leopolda, la
línea Florencia-Livorno.
El retorno a la buena época luego de la crisis de 1839-40, el
consolidarse de la inversión ferroviaria y su evidente utilidad,
conspiraron en conjunto para hacer más incisivo y convencido el
compromiso de los Rothschild en el nuevo sector.
Los Hombres de la Historia 90 Preparado por Patricio Barros
Los Rothschild Giorgio Mori
La sombra de un gran hombre: Nathan Rothschild en la Bolsa
de Londres Litografía, 1836. Leipzig, Colecc. Kippenberg.
Y fue Amschel Meyer, que parece ser que en Frankfurt estaba
entonces asumiendo la función de banquero de los banqueros que
financiaban el primer lanzamiento industrializador de Renania
(“diversos habitantes de Colonia hablaban en aquella época del
periódico espectáculo de la moneda Rothschild transportada desde
los docks del Rin a través de las vías de la ciudad hasta los
depósitos de las casas bancarias locales”, así comentó un reciente
estudioso de las relaciones entre desarrollo industrial e
instituciones financieras en aquella zona); fue Amschel Meyer, se
decía, quien al escribir en marzo de 1844 a James, luego de
repetidas invitaciones a la reflexión y a la prudencia, afirmaba
claramente que
“...si echo una ojeada sobre la situación general hallo que la
misma nunca fue más favorable para que nos decidamos a
afrontar una gran iniciativa industrial [se refería en general a
las ferrovías].
La paz se ha establecido, existe abundancia de capitales por
doquier y, además, la reducción de la deuda de diversos
grandes estados nos ayuda, orientando al dinero en otras
direcciones.
En cuanto a la posición de nuestras firmas reunidas, la misma
nunca fue tan libre y suelta y ningún gran empréstito se
vislumbra en el horizonte.”
Los Hombres de la Historia 91 Preparado por Patricio Barros
Los Rothschild Giorgio Mori
El cuadro era exacto y, en la reafirmada propensión de la familia
por los “grandes empréstitos”, la carta asume casi el carácter de
preludio a la conclusión por parte de James del negocio de la línea
Norte a la que ya nos refiriéramos. De esta línea se hablaba desde
hacía tiempo. Un panfletista contemporáneo había llegado a
definirla como “la más rediticia del globo”.
Y ya en el verano de 1840 el Estado se había empeñado en la
construcción en economía de dos tramos: de Lille a la frontera belga
y de Valenciennes a la misma frontera.
En el verano de 1842, luego de la promulgación de la ley general,
también había sido aprobada la línea París-Lille-Valenciennes y, en
1844, el parlamento había pronunciado su opinión favorable
también para la línea Lille-Calais-Dunkerque.
En tanto, en setiembre de 1842 había aparecido una ordenanza que
especificaba positivamente que, al menos en forma provisional, la
gestión de aquellas líneas debía quedar en manos públicas, así
como había sido pública la financiación.
Alguien ha sugerido, probablemente no sin fundamento, que a este
grupo de importantes decisiones de las cámaras no haya sido ajeno
el cálculo sutil, y la acción pertinente, de James Rothschild, que
desde hacía tiempo pensaba en la línea Norte como en un negocio
conveniente.
El hecho es que en setiembre de 1845 justamente el parlamento, si
bien luego de una gran batalla interna y una clamorosa repercusión
en la prensa, votaba la adjudicación de la línea París-Lille-frontera
Los Hombres de la Historia 92 Preparado por Patricio Barros
Los Rothschild Giorgio Mori
belga con desviación a Dunkerque, 457 kilómetros de ferrovía ya
construida o en vía de construcción, a la Compagnie du chemin de
fer du Nord, una sociedad que se había constituido como resultante
última de una serie de encuentros entre diversos grupos bancarios
con un capital de 200 millones de francos, más de 50 de los cuales
estaban en manos de James.
El remanente había sido subdividido entre banqueros de
nacionalidades diversas, entre ellos Laffitte, Blount, Rosamel, Pépin-
Le Halleui, Decaen, el duque de Galliera.
La concesión había sido obtenida por 41 años; en junio de 1846 la
línea entraba en funcionamiento.
Era uno de los más grandes negocios de Rothschild que se ponía en
movimiento, un negocio que, con intereses y objetivos variados, ha
quedado en pie casi hasta nuestros días.
En la vigilia de 1848, en suma, la presencia de la sede parisiense en
las empresas ferroviarias metropolitanas resultaba bastante
importante. No diremos excepcional.
Totalmente ajena a las iniciativas que concernían al centro de
Francia, que se concentraban en Orléans, en las otras la misma
estaba empeñada de la forma siguiente:
Los Hombres de la Historia 93 Preparado por Patricio Barros
Los Rothschild Giorgio Mori
Una posición no diferente de la asumida en cuento a los
ferrocarriles distinguió la acción de los Rothschild en cuanto a la
creación de nuevas industrias o, para decir mejor, en la
participación de los mismos dirigida al proceso de industrialización;
tal vez, a lo sumo, se podría hablar de una prudencia más
acentuada. En términos relativos, el compromiso de los mismos fue
muy modesto y siempre largamente meditado.
Y si bien, como en ocasión de las intervenciones en el nuevo campo
de los ferrocarriles, ellos se valieron una vez más de expertos y
ardientes propulsores del desarrollo industrial, las decisiones
últimas frente a todo tipo de proyecto siempre estuvieron
sólidamente en sus manos.
Así se comportó Solomon cuando en 1835 vio la oportunidad de
tomar en arriendo las acerías y los hornos de Witkowitz en sociedad
Los Hombres de la Historia 94 Preparado por Patricio Barros
Los Rothschild Giorgio Mori
con un grupo de banqueros vieneses y, ocho años más tarde, de
proceder a la adquisición de los mismos.
Quien solicitara, tal vez quien le propusiera la operación fue sin
duda aquel ingeniero Riepl, quien lo había aconsejado en ocasión de
la construcción del “Nordbahn” y que anteriormente había dirigido
los trabajos de modernización de las plantas de Witkowitz,
edificando los primeros altos hornos a coque y la primera acería a
pudelar del imperio austríaco.
Pero resulta claro que el Rothschild vienés se convenció
definitivamente de la conveniencia del negocio justamente en
coincidencia con la previsible asunción del ferrocarril: es suficiente
confrontar las fechas para darse cuenta.
En tanto, en igual manera se estaba moviendo James en París.
Éste, luego de algunos muy cautos ensayos aún antes del
ascenso al trono de Luis Felipe de Orléans, entró con una gruesa
participación en la sociedad de las minas de la Grand-Combre en
1836.
A muchos la iniciativa les pareció sorprendente entonces. En
realidad, el gesto de James se debía considerar como el fruto de un
cálculo en el que entraban también las posibilidades de valerse de
los productos de las minas para realizar una tentativa de
integración con algunas iniciativas ferroviarias que en aquella época
se perfilaban y en las que Rothschild pensaba seriamente en
particular.
Ciertamente también contaron los solicitudes de Paulin Talabot,
constructor de ferrocarriles en Europa e industrialista
desenfrenado; como diez años más tarde, en ocasión de un nuevo
Los Hombres de la Historia 95 Preparado por Patricio Barros
Los Rothschild Giorgio Mori
episodio que se desarrolló con aspectos similares al del Norte,
tuvieron peso las solicitudes y los intereses de Fernando Meuss, el
dinámico dirigente de la Société Genérale de Bruselas.
Pero tanto en un caso como en otro, James no concedió ni un
mínimo a los entusiasmos y a la temeridad de sus sagaces
consejeros.
También en 1846, cuando en el giro de pocas semanas concluía la
adquisición del paquete de la mayoría de tres importantes minas de
carbón en Bélgica, las de Agrappe, de Griseuil y de Escouffiaux,
dando luego vida a la Société des charbonnages belges con un
capital de 15 millones de francos y entraba luego en posesión de la
mayoría del capital de un gran establecimiento siderúrgico, el de
Sclessin, también en Bélgica, su propósito era en el sentido de la
dimensión de las intervenciones y de sus límites bien definidos, que
estaba ya persiguiendo.
Los ferrocarriles de la Nord tenían necesidad de carbón, de rieles, de
un taller mecánico: con las minas y con Sclessin todo ello se hacía
posible.
Nadie estuvo en condiciones de hacerlo avanzar más, no obstante
que la fiebre de la especulación con los títulos industriales y las
nuevas iniciativas hubieran conquistado a todos.
No estaba en la gran tendencia de la historia el Rothschild
parisiense, pero pocos meses después otra tendencia para él
interesante, la coyuntural pareció darle razón,' cuando una crisis de
dimensiones tremendas amenazó con destruir como un castillo de
Los Hombres de la Historia 96 Preparado por Patricio Barros
Los Rothschild Giorgio Mori
papel el incontrolado activismo intervencionista de instituciones
públicas y privadas.
Los que acabamos de detallar no son evidentemente todos los
negocios industriales de la familia, y ni siquiera todos los
financieros o los sostenidos en el continente —en Inglaterra tanto
Nathan como su hijo Lionel se mantenían alejados—, son los más
importantes. De ninguna manera. Por otra parte, el nexo carbón-
hierro-ferrocarril era tan visible, la conveniencia de adecuarse al
mismo tan segura que los Rothschild, como otros grupos diversos,
financieros e industriales, no podían dejar de intentar obtener
provecho.
A pesar de todo, como ha escrito el más reciente y ordenado biógrafo
de Meyer Amschel y de sus descendientes,
“...James [y la afirmación vale también para sus hermanos] no
podía inmovilizar sus capitales en los negocios industriales.
Él sabía bien que las crisis los golpeaban particularmente y que
entonces los mismos se convertían en pesadas cargas para
aquellos que los tenían entre las manos.”
En último análisis, él aún y siempre
“había seguido siendo un hombre de banca y de comercio. Se lo
observa perpetuamente inquieto en los compromisos de tal tipo,
hesitante acerca de las decisiones a tomar, preocupado por el
futuro de las empresas...”
Los Hombres de la Historia 97 Preparado por Patricio Barros
Los Rothschild Giorgio Mori
Más cómodo, y con toda probabilidad, también más satisfecho en
términos de remuneraciones debía hallarse Nathan quien, como se
ha dicho, si bien se había mantenido a distancia de las industrias y
de sus problemas, no había desdeñado por cierto de ocuparse de
operaciones que, si bien estrechamente ligadas al proceso de
industrialización que se desarrollaba, no implicaban todas las
pasadas consecuencias del riesgo de inmovilizaciones prolongadas y
de reembolso nunca seguro, de la tarea de dirección, del resultado
de la producción, de la inquietud de las masas operarías, etcétera.
Nathan, y a su muerte, su hijo Lionel, se habían dedicado,
alcanzando pronto una posición de primerísimo plano, a la
adquisición y a la venta de materias primas de calidad cuya
demanda era entonces persistente, creciente y controlable sin
requerir una fatigosa atención de tipo empresarial.
Tomemos el caso del cobre. La mayor parte de este metal que se
empleaba en occidente provenía de las minas rusas de los Demidoff.
Los Rothschild, y en particular Nathan, se convirtieron muy pronto
en los distribuidores exclusivos en toda Europa de los magnates de
los Urales.
El mercado de Londres, la aguja de la brújula de los precios
mundiales, estaba de hecho en manos de ellos; y cuando hacia
1848 comenzó a llegar a Europa cobre sudamericano, el mismo
también terminó por pasar a través de ellos antes de llegar al
consumidor.
Aún más que con el cobre, los Rothschild gozaban de una condición
privilegiada en cuanto al mercurio.
Los Hombres de la Historia 98 Preparado por Patricio Barros
Los Rothschild Giorgio Mori
En Europa había solamente dos productores de este valiosísimo y
solicitado metal: España, con sus minas de Almadén, y Austria con
las de Idria. Unas como otras eran de propiedad pública.
Ya de a poco, en 1830 James había acaparado el conveniente
encargo de vender fuertes partidas de mercurio español. Luego, en
1835, el gobierno había dado en subasta la producción total de
Almadén, es decir, la exclusividad en las ventas.
La casa Rothschild se la adjudicó sin dificultades y hasta 1848
estuvo en condiciones de conservar el más estricto monopolio del
mercurio en el mercado mundial, que una vez más significaba
Londres.
Ya antes de 1830 Solomon había logrado realizar una operación
análoga con el producto de Idria.
Desde 1835 en adelante, aquel que quisiera adquirir mercurio sólo
podía dirigirse-a una dirección: la de los Rothschild.
§. Encuentro con una gran potencia financiera: los Péreire
En tanto no había disminuido la actividad de prestamistas de
dinero a entes públicos y de colocadores de títulos de estado.
Antes bien, se habían agregado a los Estados y a las monarquías
también las administraciones locales empeñadas en vastos
programas de obras públicas.
La última gran operación de la casa de París en la vigilia de la gran
época del 48 había sido la asunción de 250 millones de renta al 3 %
en condiciones sumamente favorables vistos los nuevos tiempos,
Los Hombres de la Historia 99 Preparado por Patricio Barros
Los Rothschild Giorgio Mori
francos 75,25 por cada 100, con la autorización a ofrecerla al
público a 77.
Cuando estallaron los movimientos de febrero, James había
realizado sólo por un valor de 88 millones mientras el curso caía
rápidamente hasta tocar la cuota 33: arriesgaba perder una gran
porción de su propia fortuna, admitiendo que las profundas
transformaciones políticas no lo privaran también del remanente.
El año 1848 pareció en efecto, por algunas semanas, poner en
discusión todo; por lo menos en el continente.
Masas insurrectas, intelectuales que hablaban de socialismo,
naciones que aspiraban a la unidad y a la independencia, obreros
en armas, barricadas: la situación, observada desde el punto de
vista de un banquero, parecía comprometida al máximo.
Los Rothschild no podían dejar de estar convencidos. James, puesta
a salvo su mujer en Londres, también pensó en emigrar; Solomon se
vio obligado a huir clandestinamente de Viena; Amschel Meyer se
halló en graves dificultades en Frankfurt; Kalmann tuvo la clara
sensación de que aún en el Reino de las Dos Sicilias las cosas
podían empeorar.
El hermano parisiense fue el que reaccionó con mayor frialdad y
astucia posibles. En la primavera, en efecto, él repetía un juego ya
experimentado en 1830: donaba 50.000 francos al gobierno para los
heridos de los movimientos del sangriento febrero parisiense.
Un gesto tan grosero que inspiró algunas semanas más tarde en un
periódico de la capital algunas acres ironías:
Los Hombres de la Historia 100 Preparado por Patricio Barros
Los Rothschild Giorgio Mori
“...Sois admirable, señor —escribía el Tocsin des Travailleurs en
agosto—.
A pesar de su mayoría legal, Luis Felipe se derrumba, Guizot
desaparece, el reino constitucional y la elocuencia parlamentaria
son obligados a ceder paso pero vos, vos no os movéis...Habríais
podido huir pero en cambio habéis permanecido, suponiendo
que vuestra fuerza es independiente de las viejas dinastías e
importante para las jóvenes repúblicas.
Vos sois más que un hombre de
estado. Sois el símbolo del crédito...”
Palabras sacrosantas, cuyo valor va más allá de la crónica de un
día. Sin embargo no se trataba de palabras proféticas. Al contrario,
más bien.
Aun cuando en el momento en que eran escritas, el sentido de lo
que había ocurrido y lo que estaba ocurriendo todavía ya no podía
escapárseles a los hermanos.
Pocos meses después, en efecto, mientras también en Inglaterra el
movimiento cartista se dirigía hacia un melancólico ocaso, el rey
Bomba volvía seguro a Nápoles a caballo, la insurrección vienesa
había sido aplastada en la sangre y la corte habría vuelto a la
capital; en Francia, los Talleres Nacionales imposible sueño
socialista de un momento habían sido cerrados y Cavaignac,
reprimida la insurrección obrera, había asumido poderes
dictatoriales.
Los Hombres de la Historia 101 Preparado por Patricio Barros
Los Rothschild Giorgio Mori
Parecía que a pesar de algún perturbador rumor residual, la época
volvía a ser propicia para los banqueros, para los procuradores de
empréstitos, para los Rothschild.
Nuevas, jugosas operaciones financieras estaban en vista, nuevas y
apreciables concesiones ferroviarias debían ser asignadas, y con
provechosas contribuciones públicas; una nueva e imponente
tendencia de gastos estatales para trabajos públicos se hizo
necesaria a fin de aplacar de algún modo a las masas populares
duramente puestas a prueba en un bienio de lucha política y de
movimientos de agitación; en suma, para darles la segunda de las
tres famosas efes, la harina (fariña). La horca (forca) ya la habían
tenido en Viena, en París y en otros lados. Luego de poco tiempo
también llegarían las fiestas.
Hacia el fin de año, el 10 de diciembre de 1848, para ser exactos, se
tuvo lo que no pudo dejar de parecerles a los Rothschild, y a James
en especial, como un ulterior, inesperado signo de que los tiempos
mejores no sólo se preparaban sino que ya habían llegado luego de
las perturbaciones del ánimo de los últimos meses.
Aquel día, en efecto, cinco millones y medio de electores franceses
sobre siete habían dado su voto para la presidencia de la república
a Luis Napoleón, sobrino nieto del grande.
Que así fuera, es decir, que lames se sintiera satisfecho y confiado,
se lo puede entender mejor leyendo una misiva dirigida a Metternich
y fechada el 27 de diciembre de 1849, escrita por un informante
parisiense al ya ex presidente de los ministros del Imperio
austríaco.
Los Hombres de la Historia 102 Preparado por Patricio Barros
Los Rothschild Giorgio Mori
“...La verdad —así dice— es que el célebre financista ha
prestado dinero a M. Luis Bonaparte el año pasado en el
momento de las elecciones presidenciales.”
Pero la realidad se comenzó a revelar, y a poco, mucho más dura y
complicada de cuanto James pudo razonablemente prever.
No es que los Rothschild no continuaran haciendo buenos y en más
de un caso pingües negocios.
Por otra parte, la riqueza de ellos era por entonces tal que no podía
ser una excepción, también considerando la experiencia y la
sagacidad demostradas, a la regla según la cual el dinero va al
dinero.
Y esto era cierto tanto en París como en Nápoles y en Frankfurt
como en Viena, y con mayor razón en Londres.
En cambio fueron algunos circuitos, que desde hacía tiempo
funcionaban y muy bien, los que se revelaron como inutilizables
después del 48.
Con evidentes repercusiones si no sobre el giro de los negocios,
sobre la potencia de la casa en sentido lato. Puesto de lado en
Viena, Metternich había terminado por el momento en Inglaterra; la
isla también había ofrecido asilo a Luis Felipe, otro gran personaje
del circuito ya y para siempre fuera de uso.
Las relaciones de tipo confidencial y de negocios con el personal
político en la cima parecían así canceladas, a excepción, tal vez, de
Inglaterra.
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Los Rothschild Giorgio Mori
Reanudarlas no podía dejar de ser para los Rothschild, banqueros
de los Estados por definición, el objetivo más urgente y claro. El
dinero prestado por James a Luis Bonaparte asumía por lo tanto un
carácter emblemático.
La empresa se reveló, en conjunto, de las menos felices; en Viena,
donde el nuevo emperador Francisco José se mostró más reservado
que su antecesor, mientras el primer ministro Schwarzenberg y el
ministro de las finanzas Baungartner no correspondían a las
esperanzas de Rothschild.
Y en París, donde la desilusión fue aún mayor. Poco después de su
triunfo Luis Bonaparte llamaba para dirigir las finanzas del país a
un personaje cuya elección constituía un doble golpe para James.
Primero, porque se trataba de un banquero, segundo porque era
Aquiles Fould, personaje con el cual no se hallaba en buenas
relaciones y que además lanzaba en los negocios a un hermano,
Benoit, que operaba con la Banca Fould, Oppenheim y C.; los
peligros que se perfilaban eran del todo claros.
Casi como para anunciar la no muy lejana concreción de los
mismos, el año siguiente sucedía un hecho que no se verificaba
desde hacía mucho tiempo.
El gobierno había ofrecido en venta más de un millón y medio de
renta al 5 % y cerca de medio millón al 3 % . Bien, los Rothschild
habían sido derrotados.
Mientras, los Rothschild habían procedido a reconquistar muchas
posiciones en toda Europa: en Nápoles, donde Kalmann asumía los
empréstitos indispensables para el enésimo saneamiento financiero;
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en Alemania, donde Amschel Meyer había tomado parte en la
colocación de un grueso empréstito prusiano y había reasumido
contactos con algunos Estados menores; en Londres, naturalmente,
donde Lionel, desarrollando las ya iniciadas relaciones con Brasil,
estaba negociando un empréstito de 1 millón de esterlinas con aquel
país; en Viena, donde el jefe de la casa local Rothschild, Anselm,
hijo de Solomon —este último había preferido, siguiendo el ejemplo
de Metternich, trasladar su hogar a otra parte—, estaba empeñado
no sin éxito en una tentativa por restablecer los vínculos rotos en el
48; en Roma, donde los Rothschild habían llegado a adjudicarse los
gastos por el reintegro de Pío IX desde Gaeta, y habían logrado
obtener la emisión de un empréstito a pesar de que debieron
abandonar, frente a la resistencia pontificia, algunos reclamos por el
mejoramiento de la condición de sus correligionarios en la capital
del catolicismo; en Bruselas y, en fin, en una plaza entonces muy
nueva pero que se convertiría, por buen número de años, en uno de
los ejes de los negocios de James Rothschild, Turín.
En la capital del Reino de Cerdeña el gobierno estaba a la búsqueda
de dinero para afrontar las pesadas reclamaciones austríacas de
una indemnización de guerra Juego de la conclusión de la
desafortunada campaña de 1848-49.
Tan pesadas se hacían aquellas reclamaciones como igualmente
difíciles eran las condiciones del tesoro piamontés: Nigra, ministro
de Finanzas, no podía elegir otro camino que el del empréstito.
Rothschild estaba a disposición y el 4 de octubre de 1849 la
operación, la primera de una serie más bien larga entre las dos
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partes contrayentes, se concluía; se emitían alrededor de 2.300.000
liras de renta a un precio variable, por grados, entre las 80 y las 87
liras por ciento.
Pocos meses después se presentaba el momento para la segunda
operación: la renta emitida subió en la ocasión a 4 millones, cerca
de una tercera parte de los cuales fue asumida directamente por
James. Luego, en octubre, se hizo la tercera, por 6 millones.
Sólo con las dos primeras James Rothschild pudo ganar más de 3
millones de francos.
El ascenso al poder de Cavour signó el paro de los negocios
Rothschild en el norte de la península.
En junio de 1851, en efecto, frente a nuevas, impelentes
necesidades de dinero fresco, el conde deseó aprovechar la ocasión
para liberar al país del sofocante plazo de los Rothschild y trató con
buenos resultados de concluir el empréstito, de alrededor de 75
millones de liras, con una banca londinense, la Hambro.
Pero tal vez más que en una ruptura definitiva, Cavour pensaba,
como pronto se verá, en una especie de acción demostrativa para
acentuar la independencia del Piamonte en cuanto a James,...
“convertido desde hace algún tiempo en figura funesta para
nuestro país”
como escribía en aquellos días. Ya se ha dicho que la derrota en el
empréstito de diciembre de 1850 puede considerarse ahora como
una especie de preanuncio de ulteriores complicaciones en cuanto
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al mantenimiento del predominio rothschildiano sobre las finanzas
francesas en particular y sobre las del entero continente en general.
En los primeros meses de 1852 ocurrió otra: el nuevo ministro de
finanzas, Bineau, decidió con un decreto del 14 de marzo la
conversión de la deuda pública con la reducción de la tasa de
interés del 5 al 4½ % en alternativa al reembolso a la par (en
aquellos días el curso estaba firmemente por encima); sobre 187
millones de renta casi 175 participaron en la operación.
James podía pensar, habiéndose encargado de la ejecución de un
monto no desdeñable, que ello significaba lo contrario y, al mismo
tiempo, su reingreso en el giro normal, normal para él, luego de
algún incidente sin importancia.
Pero la conversión era sólo un paso adelante en un recorrido que se
reveló efectivamente mucho más largo y accidentado.
Poco antes, en efecto, el Banco de Francia había reducido la tasa
oficial de descuento del 4 al 3 %, y pronto el tesoro había seguido el
ejemplo para sus bonos.
La inversión en títulos de estado se tornaba así menos interesante
por un lado, mientras que las otras decisiones convergían para
dirigir los ahorros hacia nuevos tipos de inversión, el industrial en
particular, o, de todos modos, para hacer asumir a las mismas
operaciones de emisiones de empréstitos públicos caracteres muy
diversos y por cierto nada agradables a la gran banca.
En tanto, ya desde hacía algunos meses, se manifestaba cada vez
más explícitamente en los ambientes diplomáticos el deseo del
presidente de “reorganizar el sistema económico francés”.
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Los Rothschild Giorgio Mori
El año 1852 mostró que las intenciones iban mucho más allá de las
medidas antes indicadas.
Hacia fines de año, en efecto, cobró vida la que, para decirlo como el
historiador norteamericano Rondo E.
Cameron, representó “...la innovación estratégica luego de una larga
serie de tentativas y de experimentos para dar solución al problema
de la provisión de capitales y de crédito a favor de la intensificación
del proceso de industrialización”.
Se trataba de la actuación práctica de una idea ciertamente no
nueva, la de recoger y orientar el ahorro de los ciudadanos, modesto
individualmente, pero gigantesco en su conjunto, en tal sentido.
En el momento la misma se presentaba aún más cargada de
peligros para el predominio de los banqueros al estilo de los
Rothschild, que trabajaban casi exclusivamente con el propio
patrimonio y con los depósitos de un número restringido y
seleccionado de clientes; gozaba notoriamente del más completo
apoyo del Estado tanto por la finalidad de desarrollo recién
mencionada y que no podía dejar de parecerle alarmante a James,
como también, tal como lo afirmara Persigny, principal colaborador
del presidente, para destruir “...el monopolio ejercido sobre la Bolsa
de París por una Casa bancaria, preponderante, sólida, honesta”, la
Rothschild.
La forma concreta que asumió aquella idea fue la constitución del
instituto que en las intenciones de los promotores debía
denominarse “Banca de trabajos públicos”, y que se llamó en
cambio Société générale de Crédit mobilier y que fue luego
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comúnmente conocida por la última parte de su denominación
oficial, el Crédit mobilier.
Los más ardientes sostenedores, y los protagonistas de la operación,
fueron dos hermanos de lejana ascendencia portuguesa que,
llegados de Bordeaux cerca de veinte años antes, habían estado
empleados hasta entonces, y activamente, en las empresas
ferroviarias de James Rothschild, Isaac y Émile Péreire.
Ellos pertenecían a aquel nutrido grupo de adeptos de Saint-Simon
que se estaba mostrando tan activo en el estímulo ideal, político y
material en favor de los ferrocarriles, de los canales, de la industria.
De un progreso material, en suma, entendido como instrumento de
liberación humana a conseguirse con la participación organizada y
solidaria de los “laboriosos” (industriales, financieros, científicos,
obreros asumidos en tal ambigua unidad definitoria) y con la
movilización de los capitales depositados mediante un sistema
bancario centralizado, bien organizado y en condiciones de recoger
el ahorro dondequiera que se formase como fundamento primero, en
una especie de utopía tecnocrático-crediticia que no dejó de dar, de
todos modos, más de un resultado, pero que segara, entonces y más
tarde, tantas víctimas intelectuales, aparte de satisfacer demasiadas
y mal disimuladas ilusiones.
Los dos hermanos adherían a tales ideas con todo su ardor, pero se
cuenta que Émile comentó un proyecto perfecto y particularmente
grandioso de un compañero de fe, Chevalier, afirmando que “no es
suficiente delinear gigantescos programas en el papel y que él
deseaba transcribir sus propias intenciones sobre la tierra”.
Los Hombres de la Historia 109 Preparado por Patricio Barros
Los Rothschild Giorgio Mori
La creación del Crédit mobilier era sin más entendida por él y por su
hermano Isaac en esta comprensible perspectiva.
El 18 de noviembre de 1852, tres días antes de que el plebiscito
ratificara el ascenso de Napoleón III a la pompa del imperio, el
nuevo banco se convertía en realidad.
El capital inicial, suscripto por acciones, había sido fijado en 60
millones de francos.
Entre los suscriptores faltaba James Rothschild que, si bien
invitado por Péreire a asumir una participación, no sólo había
declinado la oferta sino que también había extendido y enviado a
Luis Napoleón una larga y circunstanciada memoria para ponerlo
en guardia en cuanto a aprobar la locura que sus colaboradores
estaban perpetrando, si no deseaba “condenar a las fortunas
públicas a un futuro lleno de borrascas y de calamidades”.
Según su opinión, la aparición del Crédit mobilier habría significado
“...un poder financiero exorbitante fatalmente llevado a excitar
al máximo la especulación y el espíritu de iniciativa, a substituir
el dinero por una cantidad siempre creciente de papel moneda,
al dominio exclusivo del comercio y de la
industria con el aniquilamiento de todas las
energías individuales y de toda competencia para
sustituirlas con una dirección única,
irresponsable, sin control financiero del Estado y sin la
posibilidad para este último de neutralizarla.”
En efecto, algunas observaciones técnicas de James parecen aún
ahora indiscutibles en particular lo que respecta a la posibilidad de
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una libertad demasiado amplia de maniobra para la emisión de
obligaciones con vencimientos diferenciados.
Pero su carta era también y antes que nada, la reacción más
espontánea e inmediata de quien se sentía gravemente golpeado por
lo que estaba ocurriendo.
Desde entonces su guerra personal, que fue luego una guerra
conducida en nombre y en el interés de la gran banca tradicional y
que no careció de todos modos de episodios no siempre inspirados
en su regular conducta, no se dio tregua.
Acerca de este encuentro de orientaciones y de intereses se han
derramado, como se suele decir, ríos de tinta.
Por lo tanto vale la pena precisar, al mismo tiempo pero también
más allá de sus numerosísimas manifestaciones que interesaron
por alrededor de quince años a toda Europa, los contornos efectivos
y el sentido más exacto de este asunto.
Algunos han querido ver en él un encuentro de generaciones, otros
el fruto de la incontrolada reacción de un benefactor, James, al
sentirse traicionado por los beneficiados, los Péreire. Cualquier
indicio documental o cualquier referencia cronística podrían
conformar tanto a una opinión como a la otra.
Pero la naturaleza verdadera del conflicto fue mucho más compleja
y menos superficial de lo que se pensaba entonces o de lo que
parece hoy frente a una simple evocación de los hechos.
Se ha tenido ocasión, numerosas veces y aun poniendo en justa
evidencia su capacidad de adaptación, de acentuar la cautela de
Los Hombres de la Historia 111 Preparado por Patricio Barros
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James frente a las intervenciones a medio y a largo plazo en el
campo industrial.
En nuestra opinión, el sentido último de su furibunda reacción ante
el nacimiento del Mobilier debe buscarse justamente aquí y en la
correlacionada, sustancial incomprensión de las nuevas
modalidades que el crédito debía forzosamente seguir para afrontar
las exigencias derivadas del ya iniciado, e indetenible, proceso en
aquella dirección.
Ha escrito un historiador de los grandes negocios del siglo XIX,
Capefigue, que
“...el sistema del capital accionario quitaba necesariamente a la
Casa Rothschild su dominio absoluto sobre los empréstitos y los
negocios...la misma habría sido luego nada más que un banco
rico y poderoso”.
Así el motivo psicológico individual se unía, y a nosotros ello nos
parece fuera de toda discusión, la sensación muy neta de que el
nuevo instituto, y los otros que fatalmente lo habrían seguido,
representaban el comienzo del fin de un mundo que James y su
familia habían dominado con su riqueza personal, su potencia y su
influencia -política.
Ciertamente, James no dejará nunca de batirse. Todo lo contrario.
Pero en tanto él, en algún modo, estaba por quedarse solo.
En 1855 morían casi contemporáneamente Kalmann, Solomon y
Amschel Meyer, sustituidos, pero no era, ciertamente, lo mismo
Los Hombres de la Historia 112 Preparado por Patricio Barros
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para el viejo banquero parisiense, por los hijos de los dos primeros,
Adolf, Anselm y Karl-Meyer.
Por otra parte, la confianza que él podía tener en Napoleón III, si no
debilitada, estaba fuertemente sacudida justamente por el asunto
del Mobilier.
En realidad, el próximo emperador sabía bien que la gran banca y
los Rothschild en particular habían sido y eran orleanistas, y él
deseaba tanto un imperio propio como una banca propia. Los
Péreire le daban la banca.
Y era una banca que podía decirse doblemente suya porque al
menos en las intenciones, la misma también deseaba fundarse en
un “plebiscito”, el del ahorrista, a diferencia de la tradicional
constituida por organismos de propiedad personal y por lo tanto
consonante no con la forma moderna de dictadura que él
experimentaba, sino con una monarquía censataria como la de los
Orléans o de los Borbones.
Ciertamente, las intenciones de los Péreire eran ambiciosas más allá
de lo que se puede decir y no se detenían en los límites de Francia.
Ha escrito Jean Bouvier que
“el tablero al que miraban era Europa y, en modo especial, los
países del centro, del sud y del éste aún no entrados en la etapa
del desarrollo industrial. Crédit mobilier debían fundarse en
cada uno de ellos y en conexión con el parisiense. Así se llegaría
a la reglamentación de las inversiones en escala continental, se
organizaría una circulación de títulos industriales y públicos a
través de las fronteras, y se bajaría la tasa de interés, mientras
Los Hombres de la Historia 113 Preparado por Patricio Barros
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las obligaciones de los diversos Crédit mobilier podrían a su vez
tornarse intercambiables: una moneda especial, un medio
universal de pago podía surgir así.”
Existía una dosis abundante y visible de utopía en la
fantasmagórica visión de los dos, pero también había mucha
anticipación y, al mismo tiempo, gran sentido de la realidad.
Ellos conocían muy bien Francia, y la tradicional frugalidad y
capacidad de ahorro que distinguía a sus ciudadanos y burgueses.
¿No ocurriría, poco tiempo después, para confirmar las convicciones
de ellos, que frente a un empréstito público, como ya con frecuencia
se hacía en Francia, por pública suscripción, es decir, sin la
programática participación de banqueros, los pedidos alcanzarían a
2 billones y 175 millones de francos (de los cuales casi 780 millones
pertenecían a la campaña) cuando la suma pedida había sido de
500 millones?
La confianza de ellos tenía, entonces, sólidas raíces. Del mismo
modo la iniciativa por ellos tomada. La gran banca, y James
Rothschild en particular, permanecieron por algún tiempo a la
expectativa, no buscaron ciertamente el encuentro y no recurrieron
inmediatamente a particulares contramedidas que no fueran la de
la intensificación, y las circunstancias eran entonces casi siempre
propicias, de la actividad, apuntando hacia países nuevos donde
aún no se podía pensar que el ejercicio preferido por ellos, el de la
asunción y la colocación de empréstitos públicos, pudiera ocurrir,
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así como con frecuencia se estaba haciendo en Francia, sin la
presencia personal y determinante de ellos.
Luego, ante algunas gruesas inversiones de los Péreire,
especialmente en el campo ferroviario, el conflicto se inflamó hasta
tocar los sectores más diversos y un espacio territorial amplísimo.
La conclusión se tuvo en 1857 con las renuncias de los Péreire de la
dirección del Crédit mobilier.
Pero en los trece años que van de 1854 a aquella fecha toda Europa,
desde Portugal a Rusia, fue testigo de durísimos encuentros entre la
vieja banca y los Péreire, los más tenaces y desprejuiciados
defensores de la “democratización del crédito” y de su empeño a los
fines de un desarrollo industrial del cual, de todos modos, se habían
debilitado los primitivos entusiasmos y los profundos significados
libertadores y humanizantes que Saint-Simon y sus adeptos
pensaban que el mismo contenía.
En 1854 los Péreire eran ya una gran potencia financiera. Utilizando
el capital social —la emisión de obligaciones requerida por ellos
hasta diez veces el valor de aquel capital estaba todavía en
discusión- así como algunas alianzas anti-Rothschild que les habían
procurado los depósitos de numerosas compañías ferroviarias, ellos
controlaban los ferrocarriles meridionales, comprendida la línea
más importante, la de Bordeaux a Séte que controlaba el acceso a
España, las del Este para las cuales se había formado una sociedad
mediante la fusión de la París-Estrasburgo con la París-Mulhouse y
la Estrasburgo-Basilea, las del Oeste, es decir, la París-Saint
Germain, la París-Rouen, la Rouen-Le Havre y la París-Caen-
Los Hombres de la Historia 115 Preparado por Patricio Barros
Los Rothschild Giorgio Mori
Cherbourg, y algunas menores, especialmente en el noreste de
Francia.
Los Rothschild, que a su vez se habían asociado con otros
poderosos banqueros como los Bartholony, ejercían su influencia
sobre las líneas Nord, sobre la París- Orléans con extensión hacia
Bordeaux, Nantes y Limoges, sobre la Lyon-Mediterráneo y sobre la
Lyon-Ginebra.
La suerte de los 915 kilómetros del ferrocarril del Gran Central
habrían decidido acerca del predominio de un grupo o del otro sobre
los ferrocarriles franceses.
Los Péreire estuvieron en condiciones de penetrar en la compañía,
formada por un financista francés, el duque de Momy, medio
hermano del Emperador: el peligro para los Rothschild se hacía
gravísimo. Tanto más cuanto que los enemigos, en tanto,
preparaban otros golpes en otras partes.
En Austria, por ejemplo, en aquella Austria que hasta entonces
había sido una reserva de caza para los Rothschild.
Entre el fin de 1854 y los comienzos de 1855 los Péreire habían
logrado adquirir la red ferroviaria estatal, que con centro en Viena
llegaba hasta Praga y Budapest.
Luego habían presentado una solicitud formal para constituir
también allí una banca de crédito mobiliario. La réplica de los
Rothschild había sido inmediata: bloqueada la maniobra de los
Péreire, el nuevo, desencantado dirigente de la Casa local había
logrado la autorización para instituir un banco análogo lanzando en
la competencia un capital más que doble del de los dos hermanos.
Los Hombres de la Historia 116 Preparado por Patricio Barros
Los Rothschild Giorgio Mori
Era una blasfemia propiamente dicha para un Rothschild.
Lo diría James en una carta al embajador ruso Orlov, de noviembre
de 1856:
“... ¿Por qué motivos hemos entrado en tales iniciativas? — él se
preguntaba en forma retórica—. Es sabido que nosotros estamos
vivamente en contra de esos... y sin embargo estamos muy
profundamente empeñados en los asuntos financieros de
Europa entera como para permanecer ajenos a combinaciones
que tocan el crédito público y privado.
Y como no hemos podido impedir que surgieran aquellos bancos,
hemos decidido intervenir nosotros mismos, ya sea para
modificar ciertos criterios peligrosos como para moderar y
atenuar los efectos de los mismos.”
Claro. Una vez más la lucha frontal contra la novedad, pero atenta
consideración de las posibilidades que la misma ofrecía. En tanto en
Viena, a la primera medida para detener a los Péreire seguían otras:
la adquisición de los ferrocarriles lombardo-vénetos y luego la gran
línea ferroviaria de Viena a Trieste. Y después de Austria, Rusia.
Aquí, en un primer momento, una vez más vencieron los Péreire,
logrando adjudicarse y construir una gran compañía para las
ferrovías del imperio.
Y luego también España, donde los Péreire, infatigables y
activísimos, valientes hasta la temeridad y ocupados ya en una
carrera sin pausas, habían fundado hacia fines de 1855 con un hijo
de Isaac, Eugenio, un “Crédito Mobiliario Español” con un capital de
Los Hombres de la Historia 117 Preparado por Patricio Barros
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228 millones de reales (cerca de 60 millones de francos) que se
habían empleado inmediatamente en la contratación de empréstitos
públicos para el Estado, en la fundación de empresas mineras y
metalúrgicas y de compañías de seguro y, como de costumbre, en
las construcciones ferroviarias, obteniendo la concesión de las
líneas del Norte desde Madrid a Irún vía Valladolid y Burgos
primero, y luego la de Córdova a Sevilla.
Menos brillantemente se concluyeron las iniciativas de los dos
hermanos en Suiza, en Alemania y en Piamonte.
En este último Estado, los Rothschild, a pesar de las maniobras de
Cavour, llegaron a colocar numerosos si bien no siempre rediticios
empréstitos, y a entrar, aunque no siempre en primera persona, en
numerosísimos negocios ferroviarios, a presidir en la constitución
de aquella Cassa del Commercio e delle Industrie que, con el
Kreditanstalt de Viena representó la única excepción a la firme
hostilidad de los Rothschild contra la banca mobiliaria.
Escribió en sus propias memorias un mediador de bolsa, Feydeau
— y el libro apareció en 1873— que
“el barón Rothschild hacía negocios con su propio dinero,
mientras que los hermanos Péreire debían trabajar con dinero
del público... y por ello eran esclavos del público, a diferencia
del banquero que es siempre patrón del propio y de las propias
decisiones...”
Como afirmara luego también el director de aquel que se convertiría
en un instituto crediticio de tipo nuevo, el Crédit Lyonnais:
Los Hombres de la Historia 118 Preparado por Patricio Barros
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“la gran banca está compuesta por capitalistas que pueden
fácilmente, si no lo desean, demorar o suspender la gestión de
los negocios. Nosotros, por el contrario, tenemos necesidad de
actividad, de desarrollo...”
Y tiene razón un historiador de nuestros días al comentar el drama
en el cual, de entonces a poco después, se precipitarían los dos
hermanos de Bordeaux, al sostener que “ellos no sólo fueron
impulsados por su temperamento, por la situación económica o por
las elecciones políticas favorables al nuevo régimen”.
La banca de ellos se veía obligada a hacer negocios. Era necesario
que la misma distribuyera dividendos a sus propios accionarios
para mantener la confianza y poder continuar obteniendo en
consignación los ahorros del público.
Fue así que entre 1860 y 1864 los Péreire se cavaron la fosa con sus
propias manos: ya empeñados en importantes especulaciones
inmobiliarias en París, se lanzaron a una nueva empresa del género
con una creación que les pertenecía, la Société Inmobiliére,
adquiriendo vastas extensiones de terreno en Marsella y, al mismo
tiempo, concibieron la idea de una nueva línea de Marsella a Séte
para contrastar el pasaje por el sud de Talabot, y por lo tanto a
Rothschild.
En 1863 es este último negocio el que fracasa. Tres años más tarde
la crisis económica y la consiguiente grave rebaja de los cursos
también puso en gravísimas dificultades a la Société Inmobiliére: los
Péreire intentaron salvar la sociedad, y a sí mismos, doblando el
Los Hombres de la Historia 119 Preparado por Patricio Barros
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capital del Crédit mobilier muy pronto el remedio pareció peor que el
mal.
A partir de abril de 1867 los títulos del Crédit mobilier descendieron
bajo la par y, en otoño de aquel año los Péreire debieron firmar las
renuncias al consejo de administración de la banca que habían
creado.
Louis Girard ha escrito lapidariamente:
“Una certeza se impone: los dirigentes del gran mundo
financiero se han desembarazado de los Péreire.”
¿Qué otro comentario era posible si es cierto que frente al pedido de
ellos de un préstamo de 75 millones de francos garantizado por el
patrimonio de la Inmobiliére, el Banco de Francia les respondió
primero un seco no y luego, ante presiones de arriba, un sí cuya
única condición era que antes de realizar la operación tanto uno
como otro, Emile e Isaac, firmaran las renuncias? ¿Por quiénes
estaba dirigido el Banco de Francia si no por aquellos exponentes de
la gran banca —comprendido Arhrnse, hijo de James Rothschild—,
a quienes los dos habían osado desafiar en nombre de la historia?
La derrota de ellos, sin embargo, sólo fue temporaria. James
Rothschild podía considerarse satisfecho. Había hecho a tiempo,
antes de morir, para asistir a un enésimo, gran triunfo de la
mishpahá.
Cuya riqueza justamente en aquellos años llegaba a cimas
increíbles.
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Los Rothschild Giorgio Mori
Según los recientes estudios de Bertrand Gille, el balance de 1863
presentaba un capital de más de 550 millones de francos franceses
y el balance de 1874, el primero existente entre los papeles del
archivo de la familia, hacía ascender aquella cifra a cerca de
900.000.000. Poco menos que las entradas ordinarias del reino de
Italia en aquellos años. Se podía decir, entonces: ¡rico como un
Rothschild!
La muerte de James, que ocurriera el 15 de noviembre de 1868,
signaba la desaparición del último gran banquero privado.
Una época entera de la historia financiera desaparecía con él. La
idea de los Péreire, desde entonces en adelante se tornará cada vez
más robusta, será retomada y perfeccionada en Alemania, en Italia,
en la misma Francia.
Y ni siquiera los miembros de la gran familia de Frankfurt, los
orgullosos y brillantes aristócratas de la tercera y de las sucesivas
generaciones Rothschild, podrán ignorarla o combatirla.
Más allá de la historia individual, los impulsos de fondo no pueden
antes o después dejar de afirmarse, aún cuando es la acción
humana la que los torna concretos y activos y regula la modalidad y
la consistencia de los mismos.
Será también por la fuerza de tal impulso que más tarde, en
nuestros días, los descendientes del joven judío de Frankfurt que un
día se encaminó de Hannover a su casa luego de aprender el oficio
podrán emerger a la cresta de la onda, tornarse sujetos de la
curiosidad de publicistas y de escritores, ofrecer todavía material a
la pluma de panfletistas —quien no recuerda Les Juifs de un
Los Hombres de la Historia 121 Preparado por Patricio Barros
Los Rothschild Giorgio Mori
panfletista príncipe de estos años, Peyrefitte—, penetrar
nuevamente en los salones y en los secretos reductos de la gran
política nacional y mundial.
Los Hombres de la Historia 122 Preparado por Patricio Barros
Los Rothschild Giorgio Mori
Bibliografía
Las biografías de los Rothschild son abundantes, si bien no
numerosísimas y, naturalmente, de valor desigual.
Entre las menos recientes conviene señalar, también porque fueron
elaboradas sobre los archivos, de Frankfurt, ahora desaparecidos la
primera, y los de Londres, que según parece no consultables, la
segunda.
Christian Wilhelm Berghoeffer, Meyer Amschel Rothschild, des
Gründer des Rothschildschen Barikhauses, Frankfurt, 1922, y Jules
Ayer, A Century of Finance. 1800-1904. The London House of
Rothschild, Londres, 1905.
Recientemente apareció la que debe ser indicada como la más
inteligente y la más penetrante. Se trata de la obra de Jean Bouvier,
Les Rothschild, París, 1960. El trabajo biográfico importante y
documentado, ciertamente no definitivo, como él mismo ha tenido la
modestia de escribir, es aquel aún en curso de B. Gille, Histoire de
la Maison Rothschild, del que ya aparecieron dos volúmenes
publicados por Droz, Ginebra, y que llevan la narración hasta
alrededor de 1870, y que llegará hasta la vigilia de la primera guerra
mundial con otros dos.
En lengua italiana, el mejor libro disponible es el de Egon Corti, I
Rothschild, reimpreso recientemente por Dall’Oglio. Para el encuadre
general del período en términos de historia económica y financiera,
las indicaciones, como bien se entiende, podrían ser numerosas:
nos limitamos a señalar dos trabajos, uno en lengua inglesa, el otro
Los Hombres de la Historia 123 Preparado por Patricio Barros
Los Rothschild Giorgio Mori
en francés, sumamente completos y exactos: Rondo E. Cameron,
France and the economic Development of Europe, 1800-1914,
Princeton, N.
Y., 1961, y Maurice Lévy-Leboyer, Les banques européennes et
l’industrialisation intemational dans la premiere moitié du XlXe siécle,
París, 1964.
Para una consulta de* tipo general, que abarque los Rothschild, sus
amigos y también sus adversarios, se puede indicar la Historia
general de las civilizaciones, edición española, ed.
Destino, Barcelona, 1958: el tomo referido al siglo XVIII redactado
por R. Mousnier y E. Labrousse, y el del siglo XIX por R. Schnerb.
Los Hombres de la Historia 124 Preparado por Patricio Barros