Derecho de Familia (A Marzo de 2022)
Derecho de Familia (A Marzo de 2022)
DERECHO DE FAMILIA
I. INTRODUCCIÓN.
A. GENERALIDADES.
1. CONCEPTO DE FAMILIA.
Hasta hace no mucho tiempo, ante la falta de una definición legal, era usual que la
familia se definiese como “un conjunto de personas entre las que median relaciones de
matrimonio o parentesco a las que la ley atribuye algún efecto jurídico”. Bajo este
entendido, las relaciones de pareja, por muy estables que fuesen, no eran reconocidas como
constitutivas de familia.
Si bien ya en 1992 la Comisión Nacional de Familia1 había sustentado una noción
amplia de familia2, con la dictación de la ley N° 20.830, de 21 de abril de 2015, que crea el
Acuerdo de Unión Civil, se hizo necesario replantear la definición doctrinaria. A partir de
entonces, y en atención al nuevo estado civil creado por la normativa (estado de
conviviente civil), la familia podía ser entendida como el “conjunto de personas entre las
que median relaciones de matrimonio, convivencia civil o parentesco a las que la ley
atribuye algún efecto jurídico”.
Actualmente, con la dictación de la ley N° 21.150, de 16 de abril de 2019, que
modifica la ley N° 20.530 y crea el Ministerio de desarrollo social y familia 3, parece
perfilarse incluso con más fuerza una noción amplia de familia. Por mor de la modificación
realizada a la ley N° 20.530 por el numeral 3 del artículo 1 de la ley N° 21.150, el artículo 2
de la ley N° 20.530 dispone: “Artículo 2°. Para los efectos de esta ley se entenderá por: 1)
Familia: núcleo fundamental de la sociedad, compuesto por personas unidas por vínculos
afectivos, de parentesco o de pareja, en que existen relaciones de apoyo mutuo, que
generalmente comparten un mismo hogar y tienen lazos de protección, cuidado y sustento
entre ellos (…)”. Con todo, la expresión “para los efectos de esta ley” podría poner en duda
la vocación general de la definición.
2. FALTA DE UNA DEFINICIÓN LEGAL EN EL CC.
Sin perjuicio del tenor actual del numeral primero del artículo 2 de la ley N° 20.530,
no existe en el CC una definición de familia. El artículo 815 inciso 3° del CC, para efectos
de determinar el alcance de los derechos de uso y habitación, se refiere a la familia,
indicando quiénes son sus integrantes.
1
Comisión creada durante el gobierno de Aylwin, mediante decreto supremo N° 162 de 1992, como un
organismo asesor del Presidente de la República, para la formulación de iniciativas legales sobre la familia,
sobre la base de diagnósticos preparados multidisciplinariamente.
2
Grupo social unido entre sí por vínculos de consanguinidad, filiación (biológica o adoptiva) y de alianza,
incluyendo las uniones de hecho cuando son estables”.
3
En rigor, y sin perjuicio de las nuevas atribuciones reconocidas por el legislador, la ley modifica el nombre
del Ministerio de desarrollo social (ministerio ya existente previamente), disponiendo que ahora se llama
“Ministerio de desarrollo social y familia”.
3
Artículo 815: "El uso y la habitación se limitan a las necesidades personales del usuario o
habitador.
En las necesidades personales del usuario o habitador se comprenden las de su familia.
La familia comprende al cónyuge y los hijos; tanto los que existen al momento de la
constitución, como los que sobrevienen después, y esto aun cuando el usuario o el
habitador no esté casado, ni haya reconocido hijo alguno a la fecha de la constitución.
Comprende asimismo el número de sirvientes necesarios para la familia.
Comprende, además, las personas que a la misma fecha vivían con el habitador o usuario y
a costa de estos; y a las personas a quienes estos deben alimentos".
3. CONCEPTO CONSTITUCIONAL DE FAMILIA.
La Constitución tampoco define qué es la familia, sin perjuicio de que en el artículo
1 inciso 2°, en una declaración fundamental en lo que respecta al orden político y social,
señale: “La familia es el núcleo fundamental de la sociedad”.
Enseguida, en el inciso 3° del mismo precepto, la Constitución declara reconocer y
amparar a los grupos intermedios a través de los cuales se organiza y estructura la sociedad,
otorgándoles la adecuada autonomía para cumplir sus propios fines específicos. Al
respecto, la doctrina está conteste en que el grupo intermedio más importante, que se
encuentra en la base misma del orden social, es la familia.
El inciso final, a su vez, establece que es deber del Estado proteger a la familia y
propender a su establecimiento.
Se discute arduamente en doctrina cuál es la forma de familia reconocida y
protegida por la Constitución; si acaso únicamente aquella que se funda en el matrimonio, o
también otras formas de familia no matrimoniales. De ahí que se puedan distinguir dos
concepciones acerca de la familia reconocida y protegida por la Constitución; una amplia y
otra restringida.
3.1. Concepción amplia (Esta concepción comprende tanto a la familia matrimonial
como a la no matrimonial. Han contribuido a esta postura los profesores Figueroa,
Verdugo, Peña, Cornejo, entre otros).
Esta concepción parte de la base de que la Constitución no distingue, por lo que se
debe precisar el concepto de familia sobre la base de la regulación que de ella existe en la
ley.
En esta línea, si bien nuestro CC recogió originalmente un modelo único de familia,
basado en el matrimonio entre un hombre y una mujer y en la autoridad del marido tanto
respecto a la mujer como respecto de los hijos, poco a poco nuestra legislación se ha
apartado de ese modelo reconociendo nuevas realidades. Más allá de la definición de
familia que actualmente contempla la ley N° 20.530, es necesario destacar la ley N° 19.585,
de 26 de octubre de 1998, que modificó sustantivamente nuestro CC y otras leyes en
4
Así las cosas, aunque el encabezado del artículo 2 de la ley N° 20.530 parezca
acotar el ámbito de aplicación de la definición de familia contemplada en dicho cuerpo
legal, lo cierto es que esta definición no es sino fruto de la concepción que el legislador
tiene acerca de las relaciones que actualmente constituyen familia.
En síntesis, son argumentos para entender que la Constitución protege tanto a la
familia matrimonial como no matrimonial:
a) El artículo 1 inciso segundo de la Constitución no distingue, debiéndose entonces
precisar el concepto de familia a la luz de la regulación que exista en el ordenamiento
jurídico.
b) El artículo 33 del CC consagra la igualdad entre los hijos, lo que implica proteger
a realidades asociativas (familias) matrimoniales y no matrimoniales.
c) El artículo 1 de la NLMC señala que la familia es el núcleo fundamental de la
sociedad y el matrimonio la base principal de la familia, dando a entender que existen otras
bases.
d) Varios tratados internacionales vigentes en Chile también consagran la igualdad
entre los hijos. Es el caso del Pacto de San José de Costa Rica y de la Convención
Internacional sobre Derechos del Niño.
e) El artículo 5 de la ley N° 20.066, al definir qué se entiende por acto de violencia
intrafamiliar, incluye explícitamente al conviviente.
f) El artículo 108 del Código Procesal Penal considera al conviviente civil y al
conviviente como víctimas cuando el ofendido directo ha resultado muerto o no puede
ejercer por sí mismo sus derechos.
g) El artículo 14 de la ley N° 19.253 exige como requisito de validez para ciertos
actos la autorización del cónyuge, o, en caso de no existir matrimonio civil, la autorización
de la mujer con la cual el titular de la propiedad ha constituido familia.
h) La ley N° 20.680 derogó el artículo 228 del CC, el cual se encontraba inspirado
en un ideal de familia basado esencialmente en el matrimonio.
i) La ley N° 20.830, que crea el acuerdo de unión civil, brindó reconocimiento y
protección a realidades asociativas distintas a la fundada en el matrimonio.
j) El artículo 2 N° 1 de la ley N° 20.530 contempla expresamente una definición de
familia, reconociendo que la base de esta es el vínculo afectivo, ya sea de parentesco o de
pareja.
3.2. Concepción restringida (Corral, Rosende, Soto Kloss y otros).
Esta concepción no niega que existan realidades asociativas distintas a la fundada en
el matrimonio, las cuales incluso son reconocidas y protegidas por parte del legislador. No
7
obstante, quienes adhieren a esta concepción entienden que la familia protegida por la
Constitución es únicamente aquella fundada en el matrimonio.
Es en esa línea que el profesor Corral declara “si el concepto constitucional de
familia debe tener un contenido determinado, este no puede ser otro –a falta de declaración
expresa en el texto o en las actas- que la familia fundada en el matrimonio. Otras formas de
convivencia podrán ser más o menos admisibles jurídicamente, pero lo que la Constitución
declara como núcleo fundamental de la sociedad, es la familia edificada sobre la base de la
unión personal de los cónyuges”4.
Los argumentos de Corral son los siguientes:
a) La Constitución se limitó a reconocer el modelo paradigmático, tradicional y clásico de
familia, que no es otro que el de la familia legítima o tradicional.
b) La convicción de que lo anterior se trataba de una realidad obvia y que se daba por
supuesta, explica el silencio del constituyente que consideró, por tanto, innecesaria su
explicitación.
c) Los textos internacionales no hablan de la familia como una realidad abierta y
descriptiva. Más bien coinciden con el texto constitucional en que la familia es una
institución fundamental y fundada en la misma naturaleza humana e íntimamente
relacionada con el derecho a contraer matrimonio.
d) Es absurdo pensar que el Estado no solo deba proteger, sino además propender al
fortalecimiento de las uniones de hecho.
Soto Kloss, en su artículo “La Familia en la Constitución Política”, concluye que, de
los antecedentes de la Constitución, y, en particular, del hecho de que toda la estructura
institucional se inspira y descansa en la concepción humanista y cristiana del hombre y de
la familia como núcleo fundamental de la sociedad, aquella familia que está protegida por
la Constitución no puede ser sino la fundada en el matrimonio.
En el mismo sentido, la profesora Ángela Vivanco arguye que la familia debe ser
entendida a la luz del pensamiento doctrinario que inspira al inciso 1° del artículo 1°, a
saber, la doctrina cristiana. En efecto, de acuerdo con las Actas de la Comisión
Constituyente, “la estructura constitucional descansará en la concepción humanista y
cristiana del hombre y de la sociedad, que es la que responde al íntimo sentir de nuestro
pueblo…”. De ahí se sigue que “La noción de familia es considerada por el Constituyente –
como se ha dicho- según la tradición cristiano occidental, basada en el matrimonio y, por
tanto, compuesta por los cónyuges y los hijos. Para la Constitución no constituyen familia,
sin perjuicio de la adecuada protección civil, las uniones extramatrimoniales” 5.
4
Corral Talciani, Hernán, Familia y Derecho, en Colección Jurídica, Santiago, Universidad de los Andes,
1994, p. 30.
5
Vivanco Martínez, Ángela, Curso de Derecho Constitucional. Aspectos dogmáticos de la Carta
Fundamental de 1980. Tomo II, Santiago de Chile, Ediciones Universidad Católica de Chile, 2006, pp. 47 y
48.
8
6.1. Principio que lo rige: En materia patrimonial, uno de los principios más relevantes es
el de autonomía de la voluntad, el que rige sin mayores contrapesos. En cambio, en lo que
respecta al derecho de familia, se ha dicho usualmente que, al ser este un derecho de orden
público (aunque sea derecho privado y haya nacido de la voluntad de los individuos), la
autonomía de la voluntad se encuentra fuertemente restringida. De ahí que varios de los
derechos reconocidos a los miembros de la familia sean irrenunciables y que las normas
suelan ser imperativas. Con todo, como se verá oportunamente, ello no es algo absoluto. De
hecho, desde hace varios años, el legislador ha aumentado el ámbito de aplicación de la
autonomía de la voluntad en el derecho de familia.
6.2. Naturaleza jurídica de sus normas: En materia patrimonial, las normas suelen ser
supletivas de la voluntad de las partes. Esto se fundamenta en la igualdad formal que existe
entre las partes, la cual permite suponer que los actos jurídicos bilaterales serán justos, pues
reflejarán un equilibrio en la consideración de los intereses de ambas partes. En materia de
familia, en cambio, las normas suelen ser imperativas, generando relaciones de reciprocidad
(por ejemplo, entre los cónyuges o convivientes civiles) o de dependencia y subordinación
(por ejemplo, entre los padres y los hijos menores de edad).
6.3. Modalidades: En materia patrimonial, la regla general es que se permita a las partes
incluir modalidades (condición, plazo, modo, etc.) en el contenido de los actos jurídicos. En
materia de familia, la regla general es la inversa: los actos jurídicos de familia son puros y
simples (imperativamente), sin que se acepten modalidades.
6.4. Comerciabilidad de los derechos: Los derechos patrimoniales, por regla general,
forman parte del comercio jurídico. Los derechos de familia, en cambio, suelen ser
indisponibles para las partes, encontrándose normalmente fuera del comercio jurídico (los
derechos de familia suelen ser inalienables, intransmisibles, irrenunciables e
imprescriptibles).
6.5. Posibilidad de resciliar: En materia patrimonial, la resciliación es plenamente
procedente (artículos 1545 y 1567 inciso 1° del CC). En materia de familia, los actos
jurídicos suelen ser irrevocables e indisolubles (el reconocimiento es irrevocable, el
matrimonio es indisoluble).
6.6. Forma de perfeccionamiento de los actos jurídicos: En materia patrimonial, los
actos jurídicos por regla general son consensuales (artículo 1437 primera parte del CC;
basta el “concurso real de voluntades” para que nazca una obligación). En materia de
familia, los actos jurídicos suelen ser solemnes (v.gr, 102, 1716, 1723 y 225 del CC)
6.7. Forma de operar la nulidad: En ambos ámbitos, la nulidad opera con efecto
retroactivo. No obstante, la nulidad del matrimonio no opera con efecto retroactivo si se
cumplen los requisitos del matrimonio putativo (en dicho caso, si bien se declara
judicialmente la nulidad, se protege a aquel cónyuge que, fundado en la apariencia de
validez, ha celebrado el matrimonio de buena fe y con justa causa de error; respecto a él, y
mientras no haya cesado la buena fe, se entiende que el matrimonio produjo efectos como si
hubiese sido válido).
10
7
Hernández Paulsen es de esta opinión, arguyendo que la especificidad del derecho de familia en materia de
sanciones a la infracción de deberes conyugales se manifiesta en “una serie de consecuencias específicas”,
como son la separación judicial y el divorcio causal, sin que se haya establecido expresamente la posibilidad
de una acción indemnizatoria. Que la afirmación precedente se corrobora especialmente, “primero, con la
inexistencia de una regla general que obligue a indemnizar en materia de familia, pese que para otras
determinadas situaciones el legislador estableció expresamente la regla contraria, como por ejemplo cuando
se produce infracción a ciertas reglas en materia de sociedad conyugal (arts. 1748,1768 y 1771 Cc.) o del
régimen de participación en los gananciales (art. 1792-18 Cc.); segundo, con el hecho de que el legislador
reconoció explícita y detalladamente determinados efectos patrimoniales solo frente a la infracción de ciertos
deberes conyugales, como sucede con el derecho de alimentos que es la contracara del deber de socorro, o con
la violencia intrafamiliar que es la contracara del deber de respeto y protección; tercero, con que el legislador
estableciera efectos que solo reaccionan frente a una violación grave de los deberes y obligaciones que
impone el matrimonio en la medida que torne intolerable la vida en común (artículos 26 y 54 de la Ley de
Matrimonio Civil), o frente a una transgresión grave y reiterada de los deberes de convivencia, socorro y
fidelidad propias del matrimonio, lo que demuestra que solo las infracciones de cierta envergadura son
trascendentes para el derecho, y limitado a los efectos por él previstos; y con el artículo 132 inciso 1º del Cc.
Que, en el caso del adulterio, solo “da origen a las sanciones que la ley prevé”, y entre las cuales no se
encuentra en ninguna parte la de indemnizar los perjuicios”.
8
Con base en este último argumento, se ha considerado ilícito el pacto por el cual se estipula una cláusula
penal para el caso en que se incumpla el deber de fidelidad que existe entre los cónyuges. Si bien dicho pacto
se fundamentaría en la relación de los artículos 131 y 1535 del CC, sería contraria al artículo 132, en cuanto
este no contempla como sanción la indemnización de perjuicios. Tal estipulación, según esta doctrina, sería
contraria al orden público y por tanto adolecería tanto de objeto ilícito como de causa ilícita.
9
Deberes matrimoniales y deberes conyugales son expresiones sinónimas.
10
Conviene tener presente que para ciertos autores (Baraona, Peñailillo, Carvajal, Lecaros, Campos, entre
otros) debe distinguirse entre el cumplimiento por equivalencia (aestimatio rei) y la indemnización de
perjuicios (id quod interest).
12
11
Para entender que los deberes conyugales son jurídicos se señalan los siguientes argumentos: a) están
reconocidos positivamente (arts. 131, 133, 134, 135 CC); b) son reconocidos y consagrados por el legislador
para cumplir los fines propios del matrimonio (art. 102 CC); c) su incumplimiento acarrea consecuencias
jurídicas (art. 26 y 54 ley N° 19.947); d) atendido su carácter de orden público, en tanto resguardan intereses
que la sociedad estima fundamentales, son indisponibles e inmodificables por las partes.
12
Vargas Aravena, David, Del resarcimiento en Chile de los daños causados en el matrimonio, Revista Ius et
Praxis, Año 21, Nº 1, 2015, p. 92.
13
Ídem.
14
No obstante lo expuesto, si bien en el caso de obligaciones de hacer intuito personae el cumplimiento en
naturaleza dependerá siempre de la rectitud y responsabilidad moral del deudor, igualmente el acreedor, si
cuenta con un título ejecutivo, podrá solicitar que se decreten apremios, pues así lo permite el artículo 1553
N°1 del CC. Con todo, si bien dichos apremios tienen por finalidad última obtener el cumplimiento forzado,
obran como una coacción indirecta, pues, en rigor, su sola materialización no implica el cumplimiento.
(Téngase como ejemplo la obligación de hacer un retrato)
13
obligación de segundo grado que nace como consecuencia del incumplimiento de una
obligación previa, a saber, la obligación de primer grado). Con todo, el autor hace la
prevención en cuanto a que para que surja responsabilidad ante el incumplimiento de un
deber conyugal, dicho incumplimiento debe ser reiterado o de especial intensidad o
gravedad, y atribuible a dolo o culpa grave, pues si se requiriese cualquier tipo de
incumplimiento o simplemente culpa se podría perturbar la estabilidad y la paz del
matrimonio y la vida en común que este implica (habría proliferación de demandas). El
estatuto aplicable, en opinión de este autor, sería el contractual, pero no porque el
matrimonio sea un contrato para el CC, sino porque este es el estatuto aplicable para el caso
en que existan obligaciones o deberes preexistentes (artículos 131, 133 y 134 del CC). Con
todo, la mayoría del sector de la doctrina que admite la indemnización por infracción a
deberes conyugales, disiente en este punto con Vargas, y señala que el estatuto aplicable es
el extracontractual, pues el contractual es especial y se aplica para obligaciones
contractuales y, a lo sumo, para obligaciones cuasicontractuales15.
Por lo demás, Vargas y la doctrina afín a este arguyen que no hay ninguna razón de
peso para entender que la indemnización procede únicamente en la medida que el hecho
generador de daño no constituya una mera infracción de deberes conyugales, sino que
delitos o faltas penales, atentados contra derechos fundamentales de la víctima o exista una
vulneración al principio general de no dañar a otro. No hay ninguna regla expresa que
establezca la irresponsabilidad ante el incumplimiento de deberes conyugales, debiendo
interpretarse los artículos 131, 133 y 134 del CC a la luz del principio de no dañar a otro,
pues este último principio es de orden público.
Respecto a la supuesta especificidad del derecho de familia, Vargas entiende que, si
bien es cierto que aquel tiene principios propios, igualmente es una rama de derecho
privado, integrándose a su regulación las instituciones de derecho civil patrimonial en
cuanto sean pertinentes. Por lo demás, según se verá más adelante, la evolución que ha
experimentado el derecho de familia ha reconfigurado sus principios informadores,
integrando, en una medida cada vez mayor, diversas categorías ya presentes en el derecho
civil. Por ende, ya se trate de derecho civil o derecho de familia, el concepto de orden
público es el mismo, esto es, el conjunto de bases o principios jurídicos que tienden a
resguardar primordialmente los intereses generales de una sociedad determinada en un
momento histórico de su existencia. Sin duda, el principio alterum non laedere (no dañar a
otro) y el principio de reparación integral son principios de orden público, sin que exista
justificación alguna para que los miembros de la familia no queden indemnes si otro
miembro les genera daño por una conducta culpable. En síntesis, un vínculo de familia no
habilita para dañar impunemente.
Por otra parte, en atención a que la familia hoy en día está siendo entendida como
un espacio de afectividad y solidaridad, tendiente a la realización material y espiritual de
15
La mayoría entiende que el estatuto aplicable es el extracontractual, justamente en atención a que el
matrimonio no tiene realmente naturaleza contractual y que el estatuto extracontractual es el de aplicación
general. Así opinan Barcia Lehmann y Rivera Restrepo.
14
cada de sus miembros, ya no cabe hablar de un “interés o fin superior de la familia”, como
si esta fuese un ente abstracto que somete a sus miembros a sus propias finalidades 16. La
familia está protegida constitucionalmente justamente para que sus miembros tengan un
espacio que les permita desarrollarse como individuos17.
Por ello, en línea con lo que piensa Carmen Domínguez, Vargas concluye “en este
sentido, si bien la Constitución chilena señala que “la familia es el núcleo fundamental de la
sociedad”(art. 1º inc. 2º), no se debe olvidar que la misma Carta Fundamental consagra que
“las personas nacen libres e iguales en dignidad y derechos” (art. 1º inc. 1º), dignidad y
derechos que las personas no renuncian por el hecho de pertenecer a una familia, o por el
matrimonio, y entre cuyos derechos se asegura a todas las personas su “derecho a la vida y
a la integridad física y psíquica” (art. 19 Nº 1º inc. 1º), como de su “honra” (art. 19 Nº 4º),
integridad y honra que obliga a reparar los daños que se causen a estas ya sea dentro de la
familia o fuera de ella, ya que “el Estado está al servicio de la persona humana… para lo
cual debe contribuir a crear las condiciones sociales que permitan a todos y cada uno de los
integrantes de la comunidad nacional su mayor realización espiritual y material posible, con
pleno respeto a los derechos y garantías” que la Constitución establece (art. 1º inc. 4º)” 18.
Piensan de manera similar a Vargas, Corral Talciani, Domínguez Hidalgo, Vidal
Olivares, Barrientos Grandón, Rodríguez Pinto y otros. El mismo Somarriva Undurraga ya
había vislumbrado el derecho a reclamar indemnización frente al incumplimiento del deber
de fidelidad. Con todo, no todos estos autores están de acuerdo respecto al estatuto de
responsabilidad aplicable.
Otro sector de la doctrina –que encuentra apoyo en los sectores más liberales-, a la
cual adhiere Severín Fuster y Mauricio Tapia, pone énfasis en el peligro que importa la
visión sustentada por Vargas y compañía, en atención a que difumina demasiado los límites
entre derecho y moral. La lectura de Vargas, según esta doctrina, es ideologizante y le
otorga al juez la facultad de juzgar comportamientos que pertenecen por completo a la
esfera privada o íntima de una persona, privándola de una esfera de libertad que el derecho
no debería coartar. El juez calificaría la corrección moral de estos comportamientos,
generándose, en la práctica, una incitación a la comunidad a cumplir determinados
imperativos morales bajo amenaza de una indemnización de perjuicios. Ello sería contrario
a los principios de intervención mínima del Estado y de protección a la familia y el
matrimonio. En atención a estas razones, la eventual responsabilidad que tenga una persona
en relación a los daños causados a su cónyuge o hijos, no puede fundarse en la infracción a
deberes especiales de familia –que no dan lugar a la indemnización-, sino en la infracción a
deberes generales o especiales de cuidado, aplicando las reglas generales de la
16
En una primera etapa, en Estados Unidos se rechazaron demandas de indemnización de perjuicios por
infracción a deberes de familia justamente en base al argumento de que la familia constituye una unidad
superior, distinta a los miembros que la componen, y a la cual estos se someten. Incurrir en condenas
indemnizatorias sería contrario a la estabilidad y los intereses de la familia. Se hablaba de una suerte de
“inmunidad” o “privilegio” familiar. Hoy en día, obviamente, esa mirada no sigue vigente en dicho país.
17
Vargas Aravena, David, Ob. Cit. pp. 78 y 79
18
Ibíd. p. 79.
15
responsabilidad civil. Esta tesis, como se advierte, es análoga -o al menos bastante afín- a la
de Hernández Paulsen.
Barcia Lehmann y Rivera Restrepo adoptan una posición ecléctica, concluyendo
que existe responsabilidad por infracción de deberes de familia, pero esta es excepcional.
Con todo, su planteamiento se acerca bastante a lo sustentado por Hernández Paulsen, en
orden a que habría responsabilidad si la infracción al deber de familia o matrimonial
constituye a la vez un delito o cuasidelito penal o un ilícito civil agravado (en que existe
dolo o culpa grave), particularmente en la medida que se violenten derechos fundamentales.
Además, aclaran que la justificación de la responsabilidad en dichos casos no radica en la
infracción a un deber de familia, sino en la infracción a otros principios del derecho19.
Las tesis de Vargas y de Barcia Lehmann y Rivera Restrepo, si bien presentan
diferencias importantes en cuanto a su alcance, coinciden en cuanto a exigir un alto grado
de imputabilidad (dolo o culpa grave) y un daño particularmente intenso o significativo.
Estas estrictas exigencias se justifican justamente en el entendido que la ilicitud generadora
de responsabilidad no está dada por la sola infracción al deber de familia o matrimonio,
sino por la gravedad o reiteración de dicha infracción20. Esta forma de entender el
fenómeno intenta una conciliación con el reconocimiento de una esfera de libertad y
dignidad que trasciende a la regulación del derecho.
La discusión continúa vigente y es particularmente ardua respecto al
incumplimiento del deber de fidelidad matrimonial (artículo 131 del CC). En general, la
doctrina más liberal sostiene la irresarcibilidad. La jurisprudencia más reciente, siguiendo
de cerca la tesis de Severín Fuster, ha admitido la reparación en la medida que pueda
fundarse en la infracción a un deber general o especial de cuidado.
7.2. Disciplina de condiciones personales o estados que son inherentes a la persona y se
imponen como derechos absolutos, respecto de todos.
Es en razón de esta característica que, en materia de derechos de familia, los efectos
de la cosa juzgada son más amplios que tratándose de derechos patrimoniales. En esa línea,
por ejemplo, el artículo 315 del CC establece cosa juzgada “absoluta” (y no relativa, como
usualmente ocurre conforme al principio general del artículo 3) o efectos universales al
fallo que declara verdadera o falsa la paternidad o maternidad del hijo.
De estos estados pueden surgir relaciones patrimoniales, pero son inseparables de
ellos.
7.3. Claro predominio del interés social sobre el individual.
19
Barcia Lehmann, Rodrigo, y Rivera Restrepo, José M. ¿En qué casos el incumplimiento de deberes del
matrimonio genera responsabilidad civil?, Ius et Praxis, 21(2), Santiago, 2015. Pp. 19-60.
https://dx.doi.org/10.4067/S0718-00122015000200002
20
Aquí existe una diferencia importante en relación con la forma en que se ha entendido la ilicitud en materia
extracontractual, pues, siguiendo a Barros, en dicha materia la ilicitud se confunde con la culpa, la que, a su
vez, tiene lugar ante la mera infracción a un deber de cuidado. En materia de responsabilidad por infracciones
a deberes de familia, se requeriría además la gravedad o reiteración para calificar la infracción como ilícita.
16
21
Arancibia Obrador, María José, y Cornejo Aguilera, Pablo, El Derecho de familia en Chile: Evolución y
nuevos desafíos., Revista Ius et Praxis número 20(1), 2015, pp. 279 y 280. https://dx.doi.org/10.4067/S0718-
00122014000100011
18
en lo que respecta no ya a las personas, sino a los bienes, el marido detenta la patria
potestad exclusiva (sobre los bienes del hijo no emancipado), en tanto se estima que es el
único apto para la administración de bienes.
Con la ley de matrimonio civil de 188422, se seculariza el matrimonio. Si bien esto
implica una profunda transformación de orden eminentemente político (sobre todo, porque
luego de esta ley solamente serán protegidos los matrimonios celebrados ante el oficial de
registro civil, situación que se mantuvo hasta 2004, año en que la ley N° 19.947 autorizó el
matrimonio religioso), el contenido de la institución es el mismo: se mantiene la
indisolubilidad y los deberes que genera el matrimonio, además de las potestades
concentradas en el marido.
Ya en el siglo XX se observan otras reformas sustantivas en materia de familia. Una
de estas tiene lugar mediante la dictación de ley N° 5.521 de 19 de diciembre de 1934, la
que tuvo por finalidad mejorar la situación de la mujer casada. Las modificaciones
planteadas por dicha ley fueron las siguientes:
a) se reconoce a la mujer derecho a ejercer patria potestad de manera subsidiaria.
b) se le confiere plena capacidad jurídica en aquellos casos en que se encuentre “divorciada
perpetuamente” (lo que hoy equivale a la separación judicial) o separada totalmente de
bienes.
c) reconocimiento de patrimonio reservado (en aquella época la mujer se incorporó al
mercado laboral). Con todo, se requería autorización del marido.
d) se permitió pactar el régimen de separación total de bienes en las capitulaciones
matrimoniales.
Poco a poco a la mujer casada se le fue reconociendo mayor autonomía en lo que
respecta al régimen de bienes; la ley N° 7.612, de 21 de octubre de 1943, permitiría pactar
la separación total de bienes durante el matrimonio (no solo mediante capitulaciones
matrimoniales); la ley N° 10.271, de 2 de abril de 1952, simplificaría el régimen al permitir
que la separación de bienes fuese pactada al momento de contraer matrimonio ante el
oficial de registro civil mediante una declaración conjunta de los esposos; finalmente, la ley
N° 19.335, de 23 de septiembre de 1994, incorpora un nuevo régimen de bienes alternativo,
el de participación en los gananciales (régimen que, en la práctica, no ha constituido
realmente una alternativa para quienes celebran matrimonio).
La ley N° 10.271 también tuvo importancia en materia de filiación, pues mejoró la
posición del hijo nacido fuera del matrimonio que hubiese sido reconocido (hijo natural),
reconociéndole más derechos.
Sin embargo, una ley que merece particular atención en la evolución del derecho de
familia es la ley N° 18.802, de 9 de junio de 1989, pues “iguala” a los cónyuges casados en
22
En la misma época, también se crea ley de registro civil, privando a los párrocos de elaborar y mantener los
registros de nacimiento, matrimonio y defunciones.
19
25
Ibíd. pp. 286 y 287.
26
Arancibia Obrador, María José, y Cornejo Aguilera, Pablo, Ob. Cit. p. 287.
21
27
Ibíd. p. 297.
28
Al respecto conviene tener presente que la evolución en cuanto a la titularidad del cuidado personal no ha
sido lineal. En efecto, con base en el texto originario del Código, en situaciones de crisis familiar, por regla
general correspondía que el hijo legítimo permaneciera junto a su padre, a menos que fuere menor de 5 años,
en cuyo caso estaría bajo el cuidado de la madre. Esta regla sería objeto de sucesivas modificaciones: la
primera, en 1935, mediante la Ley Nº 5.680, aumentó la edad a 10; materia que sería nuevamente reformada
por la Ley Nº 10.271, hasta alcanzar los 14 años. Luego, la Ley Nº 18.802, de 1989, terminaría por establecer
la regla inversa, disponiendo que, en caso de que los padres vivan separados, el cuidado de los hijos menores
corresponderá a la madre. Más recientemente, tras la entrada en vigor de la ley N° 20.680, la regla supletoria
está en el artículo 225 inciso 3° del CC, la cual dispone que el cuidado personal corresponde al padre o a la
madre con que vivan los hijos.
23
29
Lepin Molina, Cristián, Los Nuevos Principios Del Derecho De Familia, Revista chilena de derecho
privado, número 23, 2014, p. 17 https://dx.doi.org/10.4067/S0718-80722014000200001
30
Ibíd. p. 18.
24
compensación por el menoscabo que le genere la disolución del vínculo matrimonial o del
acuerdo de unión civil. De esta manera, se protege a aquel cónyuge o conviviente civil que
ha velado primordialmente por la protección de la familia aun en desmedro de la
realización de sus propios fines personales o profesionales.
9.2. Principio de protección al matrimonio.
El reconocimiento fundamental de la preponderancia del matrimonio está dado por
el artículo 1 inciso 1° de la NLMC, en tanto establece que el matrimonio es la base
principal de la familia. En ese contexto, el artículo 2 de la NLMC consagra el derecho a
contraer matrimonio como un derecho esencial inherente a la persona humana.
La NLMC protege al matrimonio, consagrando, por una parte, una serie de
exigencias orientadas a obtener un consentimiento matrimonial serio e informado, y, por la
otra, una serie de herramientas que procuran mantener o recomponer el vínculo
matrimonial.
En palabras de Lepin, “en primer lugar, aumenta la edad para contraer matrimonio,
de doce años las mujeres y catorce los hombres, a dieciséis años para ambos, considerando
un mayor grado de madurez psicológica y no solo la madurez sexual, en cuanto les habilita
para procrear (art. 5 N° 2 de la NLMC). Por otra parte, se establece el deber del oficial del
Registro Civil de proporcionar información sobre los derechos y deberes de carácter
personal entre los cónyuges y sobre los regímenes patrimoniales (art. 10, inciso 1° de la
NLMC). Por último, se incorporan los denominados “cursos de preparación del
matrimonio” que tienen por objetivo promover la libertad y seriedad del consentimiento
matrimonial, particularmente con los derechos y deberes que genera el vínculo (arts. 10 y
11 de la NLMC).
En segundo lugar, privilegia la preservación del vínculo matrimonial como se
desprende de lo dispuesto en el art. 3° de la NLMC” 31.
En efecto, el inciso 2° del artículo 3 de la NLMC establece que el juez procurará
preservar y recomponer la vida en común en la unión matrimonial válidamente contraída,
cuando esta se vea amenazada, dificultada o quebrantada.
Por otra parte, en lo que respecta a la protección patrimonial de los cónyuges, debe
tenerse presente que el denominado “estatuto protector del matrimonio” se encuentra
disperso en nuestro ordenamiento jurídico. En principio, son manifestaciones de este
estatuto protector, el derecho de alimentos (artículos 321 y siguientes CC), el régimen de
sociedad conyugal (artículos 1715 y siguientes del CC), el régimen de participación en los
gananciales (artículos 1792-1 y siguientes CC) y los bienes familiares (artículos 141 y
siguientes CC). Esta protección se ve complementada por la protección al cónyuge
sobreviviente que se brinda en materia sucesoria, toda vez que, en la sucesión testada, se le
reconoce como legitimario y beneficiario de cuarta de mejoras, mientras que en la sucesión
abintestato concurre en el primer orden de sucesión (artículo 988 del CC) y fija el segundo
31
Ibíd. p. 21.
25
orden (artículo 989 del CC). Además, en la etapa de partición de la comunidad hereditaria,
se establece un derecho de adjudicación preferente a favor del cónyuge sobreviviente, en el
sentido de que tiene derecho a que su cuota se entere con preferencia mediante la
adjudicación a favor suyo de la propiedad inmueble en que resida y que sea o haya sido la
vivienda principal de la familia, así como los bienes muebles que la guarnecen. Además, si
el valor de dichos bienes excede la cuota hereditaria, el cónyuge sobreviviente puede
solicitar que se constituya en su favor derechos de habitación y de uso, de carácter gratuito
y vitalicio (artículo 1337 N° 10 del CC).
Ha de considerarse además que, tal como indica Lepin, estos derechos “son
indisponibles para los cónyuges durante el matrimonio, por tanto se encuentran excluidos
de la autonomía de la voluntad. Si se quiere, conforman el orden público familiar”32.
9.3. Principio de igualdad.
Este principio también tiene consagración constitucional, toda vez que es el
mismísimo artículo 1 inciso 1° el que establece que “las personas nacen libres e iguales en
dignidad y derechos”.
No es casual que esta sea la primera declaración de la carta fundamental, pudiendo
incluso sostenerse que dicho reconocimiento es la norma más básica y fundamental que
existe en nuestro ordenamiento jurídico.
El artículo 19 N° 2 por su parte establece que La Constitución asegura a todas las
personas: N° 2 La igualdad ante la ley.
La misma norma señala que ni la ley ni autoridad alguna podrán establecer
diferencias arbitrarias. No está demás señalar que la discriminación contenida en el artículo
1749 inciso 1° del CC y diseminada en toda la regulación de la sociedad conyugal es
arbitraria –y vergonzosa-.33
Respecto a la efectividad de este principio, conviene tener presente que “en Derecho
de Familia este principio general de la legislación se mantuvo distante, dado que el modelo
de familia patriarcal estructurado por Andrés Bello fue establecido sobre la base de la
potestad del marido/padre sobre la persona y bienes de su mujer e hijos. Lo que se mantuvo
vigente hasta solo hace unos años, en que se empiezan a incorporar criterios de igualdad en
las relaciones familiares. Primero a través de la ley N° 19.335, de 23 de septiembre de
1994, que modificó los efectos personales del matrimonio a fin de establecer en forma
32
Ibíd. p. 24.
33
Es necesario tener presente el acuerdo de solución pacífica alcanzado entre Sonia Arce Esparza y el Estado
de Chile, el 18 de octubre de 2005, caso N° 12.433, que dispone en la cláusula primera: “Primero: Garantías
de no repetición: a. Derogación de las normas que establecen la discriminación de las mujeres en el régimen
de sociedad conyugal. Para poner término a la discriminación legal implícita en el actual régimen de sociedad
conyugal en Chile, y que ha motivado el inicio de este caso, el Estado de Chile se compromete a dotar –en
forma inmediata– de la urgencia que se estime adecuada a la tramitación legislativa del proyecto de ley que
modifica el Código Civil y leyes complementarias en materia de sociedad conyugal o comunidad de
gananciales –en los términos de redacción en los que se encuentra–, otorgando a la mujer y al marido iguales
derechos y obligaciones (Boletín, Nº 1707-18)”.
26
igualitaria las obligaciones y derechos de carácter personal entre los cónyuges, y luego la
entrada en vigencia de la ley N° 19.585, que modificó el Código Civil y otros cuerpos
legales en materia de filiación, de 26 de octubre de 1998, consagrando la plena igualdad de
los hijos. Recientemente, por la ley N° 20.680, de 21 de junio de 2013, que deja en
situación de plena igualdad a los padres respecto al cuidado personal de sus hijos” 34.
Una mención destacada merece la ley N° 21.400, de 10 de diciembre de 2021, que
modifica diversos cuerpos legales para regular, en igualdad de condiciones, el matrimonio
entre personas del mismo sexo.
El principio de igualdad tiene una cuádruple dimensión en el derecho de familia: a)
Igualdad de acceso al matrimonio y al acuerdo de unión civil; b) Igualdad entre los
cónyuges y entre los convivientes civiles; b) Igualdad de los cónyuges o de los convivientes
civiles respecto a los hijos; y c) Igualdad entre los hijos.
a) Igualdad de acceso al matrimonio y al acuerdo de unión civil
Con la entrada en vigor de la ley N° 21.40035, el matrimonio pasó de ser un contrato
solemne celebrado entre un hombre y una mujer a un contrato solemne celebrado entre dos
personas, con prescindencia de su sexo, su identidad de género o su orientación sexual. De
esta manera, luego de una larga evolución, el legislador permite un acceso igualitario a la
institución que, según el artículo 1 inciso 1° de la NLMC, es la base principal de la familia.
A su turno, a la luz del artículo 1 de la ley N° 20.830, el acuerdo de unión civil es un
contrato celebrado entre dos personas que comparten un hogar, sean de igual o distinto
sexo. En consecuencia, el legislador también asegura un acceso igualitario a otra de las
instituciones que sirve como base de la familia.
b) Igualdad entre los cónyuges y entre los convivientes civiles.
La igualdad entre los cónyuges y entre los convivientes civiles se refiere tanto a los
efectos personales que derivan del matrimonio (artículos 131, 133, 134 y 136 CC) o del
acuerdo de unión civil (artículo 14 de la ley N° 20.830) como a los efectos patrimoniales
(régimen económico, alimentos y compensación económica). En lo que respecta a los
efectos patrimoniales, la igualdad entre los cónyuges y entre los convivientes civiles, sean
de igual o distinto sexo, identidad de género u orientación sexual, debiera plasmarse en
regímenes económicos que respeten la dignidad de los cónyuges. Ello no ocurre así con el
régimen legal supletorio del matrimonio, a saber, la sociedad conyugal, el que, además de
estar vedado a cónyuges del mismo sexo36, establece discriminaciones arbitrarias en
perjuicio de la mujer.
34
Ibíd. p. 26.
35
La entrada en vigor se produjo el 10 de marzo de 2022.
36
El actual inciso 2° del artículo 135 del CC, bajo el texto dado por la ley N° 21.400, establece que la
sociedad conyugal “no será aplicable a los matrimonios celebrados entre personas del mismo sexo, las que,
por el hecho del matrimonio, se entenderán separadas totalmente de bienes, sin perjuicio de la facultad de
optar por el régimen de participación en los gananciales en las capitulaciones matrimoniales, o de sustituirlo
por éste durante la vigencia del matrimonio, en conformidad a lo dispuesto en el artículo 1723”.
27
Con ocasión de la tramitación de la ley N° 21.400, el legislador nacional, en aras de facilitar la aprobación del
matrimonio igualitario, prefirió no incorporar modificaciones al régimen de sociedad conyugal, máxime
considerando que existe un proyecto de ley que pretende modificar tal régimen. En esa senda, el artículo
primero transitorio de la ley N° 21.400 dispone expresamente que “(l)a sociedad conyugal, así como las
disposiciones que la regulan y las que hacen referencia a ella, serán aplicables a los matrimonios celebrados
entre personas del mismo sexo una vez que entren en vigencia las normas que adecúen el régimen, para
hacerlo congruente con las disposiciones reguladas en esta ley. Sin perjuicio de lo anterior, los matrimonios
entre personas del mismo sexo podrán celebrar los pactos a que se refiere el Párrafo 1° del Título XXII del
Libro IV del Código Civil, con las restricciones y limitaciones dispuestas en la presente ley”.
37
Los hijos naturales solo tenían derechos a alimentos necesarios (aquellos que solo habilitan para subsistir).
28
38
Un ejemplo de esto puede encontrarse en la nueva regulación del cuidado personal y la relación directa y
regular implementada por la ley N° 20.680, particularmente en los artículos 225-2 y 229 del CC. Ambas
normas se han planteado por finalidad tutelar el interés superior del menor de desarrollar una relación sana y
afectiva con ambos padres, que redunde en mayor beneficio para el desarrollo de su personalidad.
39
Ibíd. p. 37
30
40
Cillero Bruñol, Miguel, El interés superior del niño en el marco de la Convención Internacional sobre los
Derechos del Niño, Revista Justicia y Derechos del Niño (UNICEF), N° 9. Santiago, 2007, p. 141.
41
Ibíd. pp. 41 y 42.
31
42
Ruptura matrimonial y terminación del matrimonio no son conceptos sinónimos. La ruptura atiende a una
cuestión de hecho (sin que implique disolución del vínculo), mientras que la terminación a una cuestión de
derecho (implicando disolución del vínculo).
43
Ibíd. p. 43.
44
Orrego Acuña, Juan Andrés, Visión crítica de la sociedad conyugal y algunos fundamentos del principio de
protección al cónyuge más débil, en Estudios de Derecho Civil III, Jornadas Nacionales de Derecho Civil,
Valparaíso, 2007, Alejandro Guzmán Brito (editor científico), Santiago de Chile, LegalPublishing, 2008, pp.
85 a 98.
32
extensión de la autonomía de la voluntad, afirmándose que ese principio básico del Derecho
privado recibiría plena e ilimitada vigencia en el ámbito patrimonial, no así en materia de
familia donde solo existiría la libertad para celebrar o no un acto pero una vez ejercida la
opción en orden a ejecutarlo los particulares se encontrarían obligados a someterse al
estatuto legalmente impuesto, inderogable para ellas. En el presente, no obstante, habida
cuenta de las reformas referidas, lo cierto es que ese tipo de afirmación merece ser
reformulada o, por lo menos, matizada… La autonomía de la voluntad como ejercicio de la
libertad individual ha alcanzado en este ámbito una extensión antes impensable. Como se
suele afirmar el Derecho de Familia tiende paulatinamente a contractualizarse en un
fenómeno exactamente inverso al que se produce en el Derecho de los contratos que tiende
progresivamente a reconocer más límites a la libertad contractual”45.
9.6. Intervención mínima del estado.
Como complemento del principio de autonomía de la voluntad, la doctrina reconoce
al principio de intervención mínima del Estado, que exige que el juez intervenga
únicamente en la medida que el conflicto familiar no pueda ser solucionado por los propios
miembros de la familia, o existan razones de orden público para entender que el conflicto
no puede ser entregado a la autonomía privada. En otras palabras, el principio de
intervención mínima del Estado es aquel que provee a los propios miembros de la familia la
facultad de poner fin a sus conflictos mediante acuerdos alcanzados voluntariamente, y
mientras no concurran razones graves que tornen necesaria la intervención del juez.
Por ende, el Estado intervendrá (mediante el juez) solamente cuando:
a) los miembros de la familia no hayan podido alcanzar un acuerdo, tratándose de
conflictos que puedan ser solucionados adecuadamente mediante el ejercicio de la
autonomía privada;
b) se deba proteger a los más débiles, como en supuestos de violencia intrafamiliar o
vulneración de los derechos de los niños, en los que la intervención del juez es necesaria,
eliminándose o limitándose sustantivamente el ámbito de aplicación de la autonomía
privada.
Este principio se justifica en el entendido que son los propios miembros de la
familia los que conocen realmente los alcances de sus conflictos, así como también cuáles
pueden ser las soluciones más adecuadas a fin de mantener la armonía familiar.
La mayoría de las manifestaciones de este principio se encuentran en la ley N°
19.968, de 30 de agosto de 2004, ley que crea los tribunales de familia. En general, dicha
ley prescribe al juez la búsqueda de soluciones cooperativas entre las partes del conflicto,
así como también el establecimiento de materias en que el juez necesariamente ha de
intervenir teniendo facultades amplias (13, 14, 21, 61 N°4 y N°5, 103, 106, 57 inciso 2°, 68
a 80 bis, 81 a 101, 22, 71 y 92).
45
Domínguez Hidalgo, Carmen, Los principios que informan el derecho de familia chileno: su formulación
clásica y su revisión moderna, Revista Chilena de Derecho (volumen XXII, Nº 2), 2005, p. 212.
34
46
Lepin Molina, Cristián, Ob. Cit. pp. 48 y 49.
47
Ibíd. p. 49.
35
B. DEFINICIÓN Y CARACTERÍSTICAS.
Conforme con el artículo 1 de la ley N° 20.830, “el acuerdo de unión civil es un
contrato celebrado entre dos personas que comparten un hogar, con el propósito de regular
los efectos jurídicos derivados de su vida afectiva en común, de carácter estable y
permanente. Los contrayentes se denominarán convivientes civiles y serán considerados
parientes para los efectos previstos en el artículo 42 del Código Civil”.
Como aclara el inciso 2° del referido artículo 1, el acuerdo de unión civil confiere el
estado civil de conviviente civil. El término del acuerdo restituye a los contrayentes el
estado civil que tenían antes de celebrar el contrato, salvo en la situación prevista en la letra
c) del artículo 26, esto es, el caso en que el acuerdo termina por el matrimonio de los
convivientes civiles.
Siguiendo a Lepin, son características del acuerdo50:
a) Es un contrato solemne, consistiendo la solemnidad en su celebración ante un
oficial del Registro Civil. Pese al tenor del artículo 1, podría plantearse la misma discusión
que existe respecto a la naturaleza del matrimonio, es decir, si acaso realmente es un
contrato o más bien un acto del Estado. Lepin estima que se trata de un "acto jurídico de
48
Así, actualmente coexisten tres estatutos que disciplinan la vida en pareja: el matrimonio, el acuerdo de
unión civil y el concubinato. Los dos primeros encuentran una regulación legal, mientras que el tercero ha
encontrado algunas respuestas jurisprudenciales de la mano de la sociedad de hecho y el cuasicontrato de
comunidad. Lepin Molina, Cristián, Derecho Familiar Chileno, Santiago de Chile, Thomson Reuters, 2017,
pp. 316-319; Barcia Lehmann, Rodrigo, Estructura del Derecho de Familia y de la Infancia, Santiago de
Chile, Thomson Reuters, 2020, p. 662.
49
Lepin Molina, Cristián, Derecho Familiar Chileno, Santiago de Chile, Thomson Reuters, 2017, p. 316;
Barcia Lehmann, Rodrigo, Estructura del Derecho de Familia y de la Infancia, Santiago de Chile, Thomson
Reuters, 2020, p. 665.
50
Lepin Molina, Cristián, Derecho Familiar Chileno, Santiago de Chile, Thomson Reuters, 2017, pp. 321 y
322
37
Derecho Familiar, del que derivan una serie de deberes y derechos principalmente de
carácter patrimonial y, por regla general, indisponible para las partes". En contra, Barcia,
siguiendo una tesis funcionalista, es de la opinión de que el acuerdo se mira como un
contrato en cuanto a su constitución -lo que permite analizar sus requisitos- y una
institución una vez ya constituido51.
b) Es necesario que exista singularidad (exclusividad), es decir, que solo dos
personas, sean de distinto o del mismo sexo, concurran a su celebración.
c) Es puro y simple (ex artículo 3). No obstante, el contrato puede ser celebrado
personalmente por los contrayentes o representados por mandatario especialmente
facultado para ello. El mandato debe otorgarse por escritura pública, con la indicación de
los nombres y apellidos, nacionalidad, profesión u oficio y domicilio de los contrayentes y
del mandatario (ex artículo 5 inciso 3º). En suma, se trata de un mandato determinado,
especial y solemne. Si se desea facultar al mandatario para convenir comunidad de bienes,
debe expresarse dicha facultad en el mandato (ex artículo 5 inciso final).
d) No se puede prometer su celebración.
e) Genera el estado civil de "conviviente civil".
f) Su finalidad es regular los efectos jurídicos de la vida afectiva en común.
B. CELEBRACIÓN.
Conforme con el artículo 5 inciso 1° y el artículo 6 de la ley N° 20.830, la
celebración debe tener lugar ante cualquier oficial del Registro Civil e Identificación, quien
levantará acta de todo lo obrado, la que será firmada por él y por los contrayentes. No se
necesitan testigos para la celebración del acuerdo de unión civil.
De acuerdo con el reglamento, las diligencias previas a la celebración son: a)
solicitar hora ante cualquier oficial del Registro Civil (artículo 4 del reglamento); y, b)
acreditar el cumplimiento de los requisitos de los artículos 124 a 127 CC para las personas
que tienen hijos bajo patria potestad o guarda (artículos 5 y 8 del reglamento).
Conforme con el artículo 5 inciso 1° de la ley, la ceremonia se puede efectuar en la
oficina del Registro Civil o en un lugar que señalen los contrayentes, siempre que se
encuentre ubicado dentro del territorio jurisdiccional del respectivo oficial del Registro
Civil.
De acuerdo con el artículo 5 inciso 2°, en el acto de celebración ante el oficial civil,
los contrayentes deben declarar, bajo juramento o promesa, que no se encuentran ligados
por vínculo matrimonial no disuelto o que no tienen un acuerdo de unión civil vigente. La
declaración se puede realizar por escrito, oralmente o por lenguaje de señas.
51
Barcia Lehmann, Rodrigo, Estructura del Derecho de Familia y de la Infancia, Santiago de Chile,
Thomson Reuters, 2020, p. 680.
38
C. REQUISITOS.
Pese a que la ley no distingue entre requisitos de existencia y validez, la doctrina,
como es usual en nuestra tradición, se ha empecinado en formular igualmente la distinción,
de modo de aclarar cuál es la sanción de ineficacia que se configura para aquellas hipótesis
que, dando cuenta de un problema estructural, no están expresamente contempladas como
causal de nulidad. Así, según Lepin, serían requisitos de existencia: a) la presencia del
oficial de registro civil; y b) el consentimiento de los contrayentes52. Por su parte, en
opinión de Barcia, serían requisitos de existencia: a) la presencia del oficial del registro
civil; b) el consentimiento de los contrayentes; c) la singularidad de los contrayentes (no
sirve para formalizar la poligamia); d) la existencia de una relación de pareja; y e) la
convivencia de los contrayentes53. El referido autor aúna los últimos tres requisitos bajo la
exigencia de que el acuerdo se celebre “entre dos personas que desean formar una familia,
unidas por afecto de pareja”.
En cuanto a los requisitos de validez, que son los únicos que realmente regula la ley,
estos pueden reducirse a dos: a) que el consentimiento esté exento de vicios; y b) que los
contrayentes sean capaces (ausencia de impedimentos dirimentes)54.
No existe claridad en torno a si el levantamiento de acta y la inscripción en el
registro especial pertinente son también formalidades requeridas para la validez del
acuerdo. La ley no contempla la omisión de una u otra como causal de nulidad del acuerdo.
Al respecto, partiendo de la base de que el acuerdo produce efectos entre las partes desde su
celebración, se ha señalado que el levantamiento de acta y la correspondiente inscripción
registral no son propiamente formalidades de validez, sino deberes propios del oficial de
registro civil. La inscripción, por lo demás, tiene por función servir como medio de prueba
para acreditar la existencia del acuerdo ante terceros55.
52
Lepin Molina, Cristián, Derecho Familiar Chileno, Santiago de Chile, Thomson Reuters, 2017, p. 324.
53
Barcia Lehmann, Rodrigo, Estructura del Derecho de Familia y de la Infancia, Santiago de Chile,
Thomson Reuters, 2020, pp. 666-668.
54
Lepin Molina, Cristián, Derecho Familiar Chileno, Santiago de Chile, Thomson Reuters, 2017, pp. 324-
328.
55
Barcia Lehmann, Rodrigo, Estructura del Derecho de Familia y de la Infancia, Santiago de Chile,
Thomson Reuters, 2020, pp. 671-673.
39
56
Quintana Villar, María Soledad, "El acuerdo de unión civil. Su regulación. Semejanzas y diferencias con el
matrimonio en el ordenamiento jurídico chileno", Revista de Derecho, Universidad Católica de Valparaíso,
vol. 44, 2015, p. 127.
57
González Castillo, Joel, Acuerdo de unión civil, Santiago de Chile, Thomson Reuters, 2017, pp. 14-18.
40
58
Barcia Lehmann, Rodrigo, Estructura del Derecho de Familia y de la Infancia, Santiago de Chile,
Thomson Reuters, 2020, p. 670, Lepin Molina, Cristián, Derecho Familiar Chileno, Santiago de Chile,
Thomson Reuters, 2017, pp. 333 y 334.
59
Con todo, según Cornejo, la omisión de la inscripción simplemente impediría que se haga valer el acuerdo
en juicio (ex artículo 4, Nº 3, Ley 4.808). Cornejo Aguilera, Pablo, "Acuerdo de unión civil y Derecho
internacional privado", en Hernández, Gabriel, y Tapia, Mauricio (coord.), Estudios sobre la nueva ley de
acuerdo de unión civil, Santiago, Chile, LegalPublishing, 2016, p. 98
41
de este inventario (artículo 124 del CC). La sanción por la falta de inventario solemne es
que perderá el derecho de suceder, como legitimario o como heredero abintestato, al hijo o
pupilo cuyos bienes administra (artículo 127 del CC).
Antes de que entrara en vigor la ley N° 21.264, de 11 de septiembre de 2020, el
artículo 11 de la ley N° 20.830 contemplaba una prohibición para la mujer que, habiéndose
desligado de un acuerdo de unión civil con un varón, estuviese embarazada, quien no podía
contraer matrimonio ni celebrar un nuevo acuerdo con un varón distinto antes del parto o,
no habiendo señales de preñez, antes de cumplirse los doscientos setenta días subsiguientes
a la expiración del acuerdo. En todo caso, se podían rebajar todos los días que hubiesen
precedido a la expiración del acuerdo, en los cuales hubiese sido absolutamente imposible
el acceso del conviviente varón a la mujer.
Como se aprecia, se trataba de un impedimento idéntico al otrora regulado en los
artículos 128 y 129 del CC (también derogado por la ley N° 21.264). No obstante, en
opinión de Lepin, la ley N° 20.830 no regulaba este impedimento como un impedimento
impediente, sino como un impedimento dirimente, cuya infracción daba lugar a la nulidad
del matrimonio. Lo estimaba así en razón de los términos imperativos del derogado artículo
11 y de la ausencia de una sanción específica para el caso de contravención (ausencia que
hacía inútil la disposición si esta hubiese contemplado un impedimento impediente) 60.
El fundamento del derogado impedimento era evitar la confusión de paternidades.
No obstante, el derogado impedimento entrababa el derecho de la mujer cuyo vínculo
anterior de acuerdo unión civil se hubiese disuelto a celebrar matrimonio o un nuevo
acuerdo de unión civil, sin imponer las mismas trabas al varón que hubiese sido su ex
conviviente civil. El impedimento, en consecuencia, implicaba una discriminación
arbitraria en perjuicio de la mujer. A mayor abundamiento, atendido el desarrollo científico
y tecnológico, el impedimento ya no encontraba ninguna justificación, ya que actualmente
existen pruebas periciales de carácter biológico (como la prueba de ADN) que permiten
determinar la paternidad con un alto grado de certeza. Una vez que entró en vigor la ley N°
21.264, el impedimento en comento dejó de existir.
E. EFECTOS
De conformidad con el artículo 2 de la ley N° 20.830, "el acuerdo generará para
los convivientes civiles los derechos y obligaciones que establece la presente ley".
Sin perjuicio de que el acuerdo genera un estado civil (ex artículo 1 inciso 2°) y que
este estado sirve de base para la configuración de un parentesco por afinidad entre cada
contrayente y los consanguíneos de su conviviente civil (ex artículo 4), la ley se ocupa de
regular los efectos en los artículos 14 y siguientes, los cuales, en su mayoría, dicen relación
con aspectos patrimoniales.
La regulación contemplada en la ley N° 20.830 incurre en varias remisiones. Así, en
el artículo 15, se remite a las normas de los bienes familiares establecidas para el
60
Lepin Molina, Cristián, Derecho Familiar Chileno, Santiago de Chile, Thomson Reuters, 2017, p. 327.
42
matrimonio (artículos 141 a 149 del CC); en el artículo 16 se remite a los derechos del
cónyuge en la sucesión por causa de muerte; y en el artículo 23, a las inhabilidades,
incompatibilidades y prohibiciones que las leyes y reglamentos establecen a los cónyuges y
que se hacen extensivas, de pleno derecho, a los convivientes civiles. A mayor
abundamiento, el artículo 24 dispone que "las leyes y reglamentos que hacen alusión a los
convivientes, sea con esta expresión u otras que puedan entenderse referidas a ellos, serán
igualmente aplicables a los convivientes civiles".
Así las cosas, los efectos del acuerdo no solo han de rastrearse en la ley N° 20.830,
sino en diversas normas relativas al matrimonio e incluso a la mera convivencia.
En este orden, con fines meramente esquemáticos, se expondrán los efectos del
acuerdo de unión civil de manera análoga a como suelen estudiarse los efectos del
matrimonio, esto es, distinguiendo los siguientes extremos: a) derechos y deberes
personales entre los convivientes civiles; b) régimen de bienes; y c) derechos sucesorios.
Cabe destacar que, a diferencia de la calidad de casado, la de conviviente civil no confiere
derecho a pedir alimentos. Asimismo, conviene tener presente que, cualquiera sea el
régimen de bienes existente entre los convivientes civiles, la ley reconoce la posibilidad de
afectar bienes como familiares (ex artículos 15 inciso final de la ley N° 20.830 y 141 a 149
del CC).
a) Derechos y deberes personales entre los convivientes civiles.
El artículo 14 de la ley N° 20.830 establece dos deberes personales para los
convivientes civiles: el deber de ayuda mutua y el deber de solventar los gastos generados
por la vida en común en conformidad a sus facultades económicas y al régimen patrimonial
que exista entre ellos.
De esta manera, el acuerdo de unión civiles no genera los demás deberes personales
que genera el matrimonio, como son los deberes de fidelidad, protección recíproca y de
convivencia61. Tampoco existe un auténtico reconocimiento del deber de socorro, toda vez
que, más allá del deber de solventar los gastos generados por la vida en común, no se
establece un deber general de proveer a las necesidades de la familia, tampoco un deber de
proveer a las expensas de la litis, ni menos una obligación de alimentos 62.
61
Hernández Paulsen, Gabriel, "Valoración, aspectos destacados y crítica de la ley que crea el acuerdo de
unión civil", en Gabriel Hernández y Mauricio Tapia (Coordinadores), Estudios sobre la nueva ley de
acuerdo de unión civil, Santiago de Chile, Editorial Thomson Reuters 2016, p. 4. Criticando la falta de
reconocimiento de los deberes de fidelidad y de convivencia, bajo la premisa de que el acuerdo de unión civil
presupone una vida de convivencia y afectividad, véase Barcia Lehmann, Rodrigo, Estructura del Derecho de
Familia y de la Infancia, Santiago de Chile, Thomson Reuters, 2020, pp. 670 y 671.
62
Domínguez Hidalgo, Carmen, "El acuerdo de unión civil: desafíos para su interpretación", Cristián Lepin y
Maricruz Gómez de la Torre (Coordinadores), Estudios de Derecho Familiar I. Actas Primeras Jornadas
Nacionales, Facultad de Derecho Universidad de Chile, Santiago de Chile, Editorial Thomson Reuters, 2016,
p. 257, Barcia Lehmann, Rodrigo, Estructura del Derecho de Familia y de la Infancia, Santiago de Chile,
Thomson Reuters, 2020, p. 683.
43
63
En un sentido afín, Barcia Lehmann, Rodrigo, Estructura del Derecho de Familia y de la Infancia, Santiago
de Chile, Thomson Reuters, 2020, p. 685.
64
Domínguez Hidalgo, Carmen, "El acuerdo de unión civil: Desafíos para su interpretación", Lepin, Cristián,
y Gómez de la Torre, Maricruz (coordinadores), Estudios de Derecho Familiar I, Santiago de Chile, Thomson
Reuters, 2016, pp. 263 y 264.
65
Rodríguez, Sara, "El acuerdo de unión civil en Chile. Aciertos y desaciertos", Revista Ius et Praxis, año 24,
Nº 2, 2018, p. 157; Gómez de la Torre Vargas, Maricruz, "La presunción de paternidad en la ley de acuerdo
de unión civil", Hernández, Gabriel y Tapia, Mauricio (coordinadores), Estudios sobre la nueva ley de
acuerdo de unión civil, Santiago de Chile, Editorial Thomson Reuters, 2016, p. 111; Lepin
Molina, Cristián, Derecho familiar chileno, Santiago de Chile, Thomson Reuters, 2017, p. 337, y Rodríguez
Pinto, Sara, "El acuerdo de unión civil en Chile. Aciertos y desaciertos", Revista Ius et Praxis, año 24, Nº 2,
2018, p. 335.
44
66
González Castillo, Joel, Acuerdo de unión civil, Santiago de Chile, Thomson Reuters, 2017, pp. 68 y
69; Lepin Molina, Cristián, Derecho familiar chileno, Santiago de Chile, Thomson Reuters, 2017, p. 337,
y Rodríguez Pinto, Sara, "El acuerdo de unión civil en Chile. Aciertos y desaciertos", Revista Ius et Praxis,
año 24, Nº 2, 2018, pp. 161 a 164
67
Barcia Lehmann, Rodrigo, Estructura del Derecho de Familia y de la Infancia, Santiago de Chile,
Thomson Reuters, 2020, pp. 685, 688 y 689.
68
Tapia Rodríguez, Mauricio, "Acuerdo de unión civil: Una revisión de su justificación, origen y contenido",
Hernández, Gabriel y Tapia, Mauricio (coordinadores), Estudios sobre la nueva ley de acuerdo de unión civil,
Santiago de Chile, Editorial Thomson Reuters, 2016, p. 39.
45
cada uno de los convivientes civiles. En la escritura pública de separación total de bienes,
los convivientes civiles podrán liquidar la comunidad, celebrar otros pactos lícitos o ambas
cosas, pero todo ello no producirá efecto alguno entre las partes ni respecto de terceros,
sino desde la referida subinscripción.
vi. Una vez disuelto el régimen, y de conformidad con el artículo 22 inciso 2° de la
ley, la liquidación de los bienes comunes podrá efectuarse de común acuerdo por los
convivientes civiles o sus herederos. También podrán las partes o sus herederos, de común
acuerdo, someter la liquidación al conocimiento de un juez partidor, otorgándole incluso el
carácter de árbitro arbitrador.
c) Derechos sucesorios.
Conforme con el artículo 16 de la ley N° 20.830, cada conviviente civil será
heredero intestado y legitimario del otro y concurrirá en su sucesión de la misma forma y
gozará de los mismos derechos que corresponden al cónyuge sobreviviente. El conviviente
civil podrá también ser asignatario de la cuarta de mejoras.
El artículo 18 establece que “los derechos sucesorios y la condición de legitimario
que esta ley otorga al conviviente civil sobreviviente solo tendrán lugar si el acuerdo de
unión civil celebrado con el difunto no ha expirado a la fecha de la delación de la
herencia”. Aunque la disposición no es tan clara como podría desearse -pues la muerte es
justamente una causal de terminación del acuerdo-, es evidente que su sentido es aclarar
que los derechos sucesorios están supeditados a que el acuerdo se haya mantenido vigente
hasta la muerte del conviviente difunto69.
Así las cosas, la ley N° 20.830 equipara los derechos sucesorios de los convivientes
civiles a los de los cónyuges.
De acuerdo con el artículo 17 de la ley, el conviviente civil sobreviviente podrá ser
desheredado por cualquiera de las tres primeras causas de desheredamiento indicadas en el
artículo 1208 del CC. De esta manera, el conviviente civil puede ser desheredado por
alguna de las siguientes causales: a) injuria grave contra el testador en su persona, honor o
bienes, o de cualquiera de sus ascendientes o descendientes; b) no haber socorrido al
conviviente civil en el estado de demencia o destitución, pudiendo; y c) por haberse valido
de fuerza o dolo para impedirle testar.
En la misma línea, según el artículo 19 de la ley, el conviviente civil sobreviviente
tendrá también el derecho de adjudicación preferente que la regla 10ª del artículo 1337 del
CC otorga al cónyuge sobreviviente. Tendrá, asimismo, en iguales condiciones que las
prescritas en la referida regla, los derechos de habitación y de uso, que la misma concede al
cónyuge sobreviviente para el caso en que el valor total del inmueble en que resida y que
sea o haya sido la vivienda principal de la familia, así como del mobiliario que lo guarnece,
excedan su cuota hereditaria.
69
Lepin Molina, Cristián, Derecho familiar chileno, Santiago de Chile, Thomson Reuters, 2017, p. 339.
46
F. TERMINACIÓN
Conforme con el artículo 26 de la ley N° 20.830, “el acuerdo de unión civil
terminará:
a) Por muerte natural de uno de los convivientes civiles.
b) Por muerte presunta de uno de los convivientes civiles, de conformidad a lo
dispuesto en el artículo 43 de la ley N° 19.947, sobre matrimonio civil. Terminará también
70
Domínguez Hidalgo, Carmen, "El acuerdo de unión civil: desafíos para su interpretación", Cristián Lepin y
Maricruz Gómez de la Torre (Coordinadores), Estudios de Derecho Familiar I. Actas Primeras Jornadas
Nacionales, Facultad de Derecho Universidad de Chile, Santiago de Chile, Editorial Thomson Reuters, 2016,
p. 263.
71
Corral Talciani, Hernán. "Responsabilidad civil por daños causados por un tercero a uno de los integrantes
de una unión civil", Lepin, Cristián y Gómez de la Torre, Maricruz (Coordinadores), Estudios de Derecho
Familiar I. Actas Primeras Jornadas Nacionales, Facultad de Derecho Universidad de Chile, Santiago de
Chile, Editorial Thomson Reuters, 2016, p. 257; Barcia Lehmann, Rodrigo, Estructura del Derecho de
Familia y de la Infancia, Santiago de Chile, Thomson Reuters, 2020, pp. 705 y 706.
72
Barcia Lehmann, Rodrigo, Estructura del Derecho de Familia y de la Infancia, Santiago de Chile,
Thomson Reuters, 2020, pp. 708-710.
47
por la comprobación judicial de la muerte de uno de los convivientes civiles efectuada por
el juez del último domicilio que el difunto haya tenido en Chile, en los términos prescritos
en los artículos 95 y 96 del Código Civil.
c) Por el matrimonio de los convivientes civiles entre sí.
d) Por mutuo acuerdo de los convivientes civiles, que deberá constar por escritura
pública o acta otorgada ante oficial del Registro Civil.
e) Por voluntad unilateral de uno de los convivientes civiles, que deberá constar
por escritura pública o acta otorgada ante oficial del Registro Civil (…).
f) Por declaración judicial de nulidad del acuerdo (…)”
Es importante tener presente que, sin perjuicio del derecho a compensación
económica que asiste al conviviente civil más débil, el término del acuerdo de unión civil
pondrá fin a todas las obligaciones y derechos cuya titularidad y ejercicio deriven de la
vigencia del contrato (ex artículo 28 de la ley N° 20.830).
Asimismo, cabe precisar que el término del acuerdo de unión civil por mutuo
acuerdo o por declaración unilateral de voluntad producirá efectos desde que la respectiva
escritura pública o el acta otorgada ante el oficial del Registro Civil, según corresponda, se
anote al margen de la inscripción del acuerdo de unión civil en el registro especial de
acuerdos de unión civil.
Caso de terminación por declaración unilateral de voluntad
En caso de que el acuerdo termine por voluntad unilateral de uno de los
convivientes civiles (artículo 26 letra e) de la ley), esta deberá constar por escritura pública
o acta otorgada ante oficial del Registro Civil.
Sin perjuicio de que el término del acuerdo de unión civil producirá efectos desde
que la respectiva escritura pública o el acta otorgada ante el oficial del Registro Civil se
anote al margen de la inscripción del acuerdo de unión civil en el registro especial de
acuerdos de unión civil, el artículo 26 letra e) de la ley dispone que, sea que se otorgue
escritura pública, sea que se otorgue acta, se debe notificar al otro conviviente civil,
mediante gestión voluntaria ante el tribunal con competencia en materias de familia. Para
estos efectos, el conviviente civil solicitante podrá comparecer personalmente.
La notificación debe practicarse por medio de receptor judicial, dentro de los veinte
días hábiles siguientes a la subinscripción de la referida escritura o acta, al margen de la
inscripción del acuerdo de unión civil, efectuada en el registro especial de acuerdos de
unión civil.
La falta de notificación no afectará el término del acuerdo de unión civil, pero hará
responsable al contratante negligente de los perjuicios que la ignorancia de dicho término
pueda ocasionar al otro contratante. Quedará relevado de esta obligación si el miembro de
la pareja a quien debe notificarse se encuentra desaparecido, o se ignora su paradero o ha
48
dejado de estar en comunicación con los suyos. En todo caso, no podrá alegarse ignorancia
transcurridos tres meses de efectuada la subinscripción.
Caso de terminación por declaración judicial de nulidad.
Si el acuerdo termina por declaración judicial de nulidad del acuerdo, la sentencia
ejecutoriada en que se declare la nulidad deberá subinscribirse al margen de la inscripción
del acuerdo de unión civil y no será oponible a terceros sino desde que esta subinscripción
se verifique. En otras palabras, la sentencia genera efectos, entre los convivientes civiles,
desde que se encuentre firme y ejecutoriada y, respecto de terceros, desde la
subinscripción73.
Conviene tener presente que la nulidad se configura respecto de aquellos acuerdos
que no reúnan los requisitos establecidos en los artículos 7 (mayoría de edad y libre
administración de bienes), 8 (consentimiento exento de vicios) y 9 (ausencia de
impedimento de parentesco y de impedimentos de vínculo matrimonial no disuelto o
acuerdo de unión civil vigente).
La acción de nulidad corresponderá a cualquiera de los presuntos convivientes
civiles y solo podrá ejercitarse mientras ambos vivan, salvo en las excepciones señaladas a
continuación:
Cuando el acuerdo haya sido celebrado por una persona menor de dieciocho años, la
acción de nulidad solo podrá ser intentada por ella o por sus ascendientes. En este caso, la
acción de nulidad prescribirá al expirar el término de un año desde que el menor hubiese
alcanzado la mayoría de edad.
En caso de fuerza o de error, la acción solo podrá ser intentada por el afectado,
dentro del plazo de un año contado desde que cese la fuerza o desde la celebración del
acuerdo, en caso de error.
La muerte de uno de los convivientes civiles extingue la acción de nulidad, salvo
cuando el acuerdo de unión civil haya sido celebrado en artículo de muerte, o que la causal
que funde la acción sea la existencia de un vínculo matrimonial no disuelto o de otro
acuerdo de unión civil vigente, casos en que la acción podrá ser intentada por los herederos
del difunto dentro del plazo de un año contado desde el fallecimiento.
La acción de nulidad fundada en la existencia de un vínculo matrimonial no disuelto
o de otro acuerdo de unión civil vigente corresponderá, también, al cónyuge o al
conviviente civil anterior o a sus herederos.
Produciéndose la muerte de uno de los convivientes civiles después de notificada la
demanda de nulidad, podrá el tribunal seguir conociendo de la acción y dictar sentencia
73
Lepin Molina, Cristián, Derecho familiar chileno, Santiago de Chile, Thomson Reuters, 2017, p. 328.
49
definitiva sobre el fondo del asunto. Según Lepin, se trataría de una mera facultad del juez,
pues la disposición utiliza el término “podrá”74.
Cabe señalar que el tribunal competente para conocer de la acción de nulidad es el
juez de familia del domicilio del demandado (artículo 22 de la ley N° 20.830) y el
procedimiento aplicable es el ordinario de los Tribunales de Familia (artículos 55 y
siguientes de la ley N° 19.968).
G. COMPENSACIÓN ECONÓMICA
Conforme con el artículo 27 de la ley N° 20.830, si, como consecuencia de haberse
dedicado al cuidado de los hijos o a las labores propias del hogar común, uno de los
convivientes civiles no pudo desarrollar una actividad remunerada o lucrativa durante la
vigencia del acuerdo de unión civil, o lo hizo en menor medida de lo que podía y quería,
tendrá derecho a que, cuando se produzca el término del acuerdo por las causales de mutuo
acuerdo, declaración unilateral de voluntad y declaración judicial de nulidad, se le
compense el menoscabo económico sufrido por esta causa. Esta compensación se regulará
y determinará en la forma prevista en los artículos 62 a 66 de la NLMC.
Si el acuerdo terminara por sentencia judicial de nulidad, se debe atender lo
dispuesto en el artículo 64 incisos 2° y 3° de la NLMC, de modo que la compensación, de
ser solicitada por la actora, debe ser planteada en la demanda o en escrito complementario
de la demanda, y, de ser solicitada por la demandada, debe ser planteada en demanda
reconvencional. En caso de no haber sido solicitada la compensación económica en algunas
de estas oportunidades, el juez informará a los convivientes la existencia de este derecho
durante la audiencia preparatoria, abriéndose la discusión en torno a si puede también
plantearse en esta oportunidad procesal.
La ley no establece un plazo de caducidad o prescripción para exigir la
compensación en caso de que el acuerdo termine por mutuo acuerdo. Al respecto, si la
compensación no es regulada en el propio acuerdo que pone fin al acuerdo de unión civil75,
las opciones interpretativas son entender que puede exigirse dentro del plazo de tres o cinco
años que rige para las acciones ejecutivas y ordinarias76 o hacer una aplicación extensiva
del plazo de seis meses que se contempla para el caso en que el acuerdo de unión civil
termine por declaración unilateral de voluntad (ex artículo 27 inciso 3° de la ley N°
20.830)77.
Si el acuerdo terminare por declaración unilateral de voluntad, la notificación de la
terminación unilateral deberá contener mención de la existencia del derecho a
74
Lepin Molina, Cristián, Derecho familiar chileno, Santiago de Chile, Thomson Reuters, 2017, p. 329.
75
Si el acuerdo de unión civil termina por mutuo acuerdo y este regula la compensación, es necesario que
exista aprobación judicial (ex artículos 27 ley 20.830 y 63 NLMC). Barcia Lehmann, Rodrigo, Estructura del
Derecho de Familia y de la Infancia, Santiago de Chile, Thomson Reuters, 2020, p. 701.
76
En este sentido, González, Joel, Acuerdo de unión civil, Santiago de Chile, Thomson Reuters, 2017, pp. 103
y 104.
77
Barcia Lehmann, Rodrigo, Estructura del Derecho de Familia y de la Infancia, Santiago de Chile,
Thomson Reuters, 2020, p. 702.
50
78
Lepin Molina, Cristián, Derecho familiar chileno, Santiago de Chile, Thomson Reuters, 2017, pp. 469 y
470.
79
Domínguez Hidalgo, Carmen, "El acuerdo de unión civil: Desafíos para su interpretación", Lepin, Cristián,
y Gómez de la Torre, Maricruz (coordinadores), Estudios de Derecho Familiar I, Santiago de Chile, Thomson
Reuters, 2016, p. 262.
80
En sentido similar, Barcia Lehmann, Rodrigo, Estructura del Derecho de Familia y de la Infancia, Santiago
de Chile, Thomson Reuters, 2020, p. 699.
51
No obstante, conforme con el inciso 2° del mismo artículo 22, la liquidación de los
bienes comunes podrá efectuarse de común acuerdo por los convivientes civiles o sus
herederos. También podrán las partes o sus herederos, de común acuerdo, someter la
liquidación al conocimiento de un juez partidor, otorgándole incluso el carácter de árbitro
arbitrador.
52
Más allá de las multas que eventualmente se estipularen, el artículo 100 del CC
permite exigir la restitución de las cosas donadas y entregadas bajo la condición de que se
celebrara el matrimonio. En realidad, este efecto se produce con absoluta independencia de
si existe o no un contrato de esponsales; basta con que exista una donación y entrega bajo
condición de un matrimonio que, en definitiva, no se celebra.
Finalmente, el artículo 101 del CC señala que la prueba del “contrato de esponsales”
puede admitirse como circunstancia agravante del delito de seducción. En realidad, el delito
de seducción no se encuentra actualmente tipificado en el Código Penal; no obstante, acaso
por analogía, se ha estimado que la prueba de un contrato de esponsales puede contribuir a
dar por acreditada una hipótesis de estupro.
54
IV. EL MATRIMONIO.
A. DEFINICIÓN, ELEMENTOS Y REQUISITOS.
1. DEFINICIÓN.
Antes de que entrara en vigor la ley N° 21.400, de 10 de diciembre de 2021, que
modifica diversos cuerpos legales para regular, en igualdad de condiciones, el matrimonio
entre personas del mismo sexo, el artículo 102 del CC señalaba lo siguiente: “El
matrimonio es un contrato solemne por el cual un hombre y una mujer se unen actual e
indisolublemente, y por toda la vida, con el fin de vivir juntos, de procrear, y de auxiliarse
mutuamente”.
Actualmente, con la modificación realizada por la referida ley, el artículo 102 del
CC dispone que “El matrimonio es un contrato solemne por el cual dos personas se unen
actual e indisolublemente, y por toda la vida, con el fin de vivir juntos, de procrear, y de
auxiliarse mutuamente”. De esta manera, el legislador permite un acceso igualitario al
matrimonio, prescindiendo de cuál sea el sexo, la identidad de género y la orientación
sexual de los cónyuges.
Es importante tener presente que, según el nuevo inciso final del artículo 31 del CC
(incorporado al CC por la ley N° 21.400), “(l)as leyes u otras disposiciones que hagan
referencia a las expresiones marido y mujer, marido o mujer, se entenderán aplicables a
todos los cónyuges, sin distinción de sexo, orientación sexual o identidad de género".
2. ELEMENTOS DEL MATRIMONIO SEGÚN LA DEFINICIÓN LEGAL.
2.1. El matrimonio es un contrato.
Según el artículo 102 del CC, el matrimonio es un contrato. No obstante, en doctrina
existen al menos tres tesis que intentan explicar la naturaleza jurídica del matrimonio.
a) El matrimonio es un contrato: Es un contrato, pues, para su nacimiento, la ley exige un
acuerdo de voluntades. Esta tesis remonta sus raíces en los canonistas, quienes sostenían
que el vínculo matrimonial deriva del acuerdo de voluntades de los esposos. Es la tesis que
predominaba al momento de la codificación chilena. Aún prevalece en Italia y Francia. Se
reconoce, en todo caso, que se trata de un contrato sui generis, con características que lo
distinguen de los contratos patrimoniales.
Se critica esta tesis aduciendo que los cónyuges no pueden regular el contenido del
matrimonio de modo contrario o diverso al establecido en la ley. En realidad, el rol de la
autonomía de la voluntad se agota en el consentimiento necesario para la celebración, sin
que esa sola circunstancia sea suficiente para justificar la existencia de un contrato.
Además, los contratos son actos jurídicos bilaterales cuyo objeto es la creación de
obligaciones; el matrimonio, desde un punto de vista técnico, únicamente crea deberes
personales que, aun cuando tengan cierta juridicidad, no confieren derechos correlativos
para exigir el cumplimiento ni en naturaleza ni en equivalencia (no se produce el efecto de
55
toda obligación civil contemplado en el artículo 2465 del CC). En otras palabras, el
matrimonio no genera auténticas obligaciones civiles. A mayor abundamiento, la
obligación de dar alimentos –mientras subsista el vínculo matrimonial- y la de pagar una
compensación económica -en caso de que se decrete, por sentencia firme, el divorcio o la
nulidad-, si bien presuponen la celebración de un matrimonio, no tienen realmente por
fuente un contrato, sino la disposición de la ley (artículo 321 N°1 del CC y 61 y siguientes
de la NLMC), siendo necesario que se cumplan diversos requisitos para su configuración.
Finalmente, una característica típica de los contratos es que pueden ser dejados sin efecto
por resciliación; en cambio, en el caso del matrimonio, y pese a que la NLMC haya
reconocido el divorcio por cese de la convivencia, no basta con el mero consentimiento
para poner fin al vínculo conyugal.
b) El matrimonio es un acto del Estado: Si bien el consentimiento de los contrayentes es un
presupuesto, es el oficial de Registro Civil quien, mediante un acto administrativo, une a las
partes en matrimonio. De esta manera, la función del oficial del Registro Civil no es la de
un mero ministro de fe.
c) El matrimonio es una institución: Esta tesis se fundó originariamente en la
indisolubilidad del matrimonio. Según esta opinión, el acuerdo de voluntades no es más que
el presupuesto que da origen al matrimonio. La idea directriz está en la unión actual,
indisoluble y por toda la vida, con el fin de vivir juntos, de procrear y auxiliarse
mutuamente. El estatuto que regula la comunidad de vida formada por el matrimonio está
regulado íntegramente en la ley.
Quienes siguen esta tesis señalan que en el matrimonio concurren todos los
elementos de una institución: núcleo humano básico (los cónyuges) que pasa a tener un
valor por sí mismo; organización dentro del orden jurídico; idea directriz de bien común
(vivir juntos, procrear y auxiliarse mutuamente); vocación de permanencia, en cuanto dura
lo que viven los cónyuges y sus efectos perduran en la descendencia. El acto fundacional se
expresa en la voluntad de los contrayentes de recibirse el uno al otro como cónyuges.
Ramos Pazos estima que el matrimonio es un acto de Estado, aclarando, no
obstante, que tal naturaleza no contradice la idea del matrimonio como institución.
2.2. Es un contrato solemne.
Así está expresado en el mismo artículo 102 del CC. Las formalidades básicas
consisten en la presencia del oficial de Registro Civil y de dos testigos hábiles.
2.3. El contrato se celebra entre dos personas.
Según se expusiera, antes de que entrara en vigor la ley N° 21.400, el artículo 102
del CC exigía la diversidad de sexo entre los cónyuges. A su turno, el artículo 80 de la
NLMC señalaba que el matrimonio celebrado en el extranjero produciría en Chile los
mismos efectos que si se hubiese celebrado en territorio chileno, siempre que se tratase de
la unión entre un hombre y una mujer. Esta regulación era complementada por el artículo
12 inciso final de la ley N° 20.830, en cuanto establecía que los matrimonios celebrados en
56
el extranjero por personas del mismo sexo serían reconocidos en Chile como acuerdos de
unión civil en la medida que cumpliesen con las reglas establecidas en esta ley, y sus
efectos serían los mismos del referido acuerdo. Además, para que tales matrimonios
produjeran efectos en Chile como acuerdos de unión civil se requería la inscripción en el
Registro Especial de Acuerdos de Unión Civil establecido en el artículo 6 de la misma ley.
Actualmente, gracias a la entrada en vigor de la ley N° 21.400, el matrimonio puede
ser celebrado con total prescindencia del sexo, de la identidad de género y de la orientación
sexual de los contrayentes (de hecho, esta ley, entre varias otras reformas, modifica el tenor
de los artículos 102 del CC y 80 inciso 1° de la NLMC y elimina el inciso final del artículo
12 de la ley N° 20.830). Así, según se ha dicho, se asegura un acceso igualitario a la
institución que, según el propio ordenamiento jurídico, es la base principal de la familia.
En síntesis, bajo el tenor actual del artículo 102 del CC, ya no es de la esencia del
matrimonio la diferencia de sexo. En consecuencia, la ley admite el matrimonio
homosexual.
Ahora bien, la especificación de que el matrimonio se celebra entre “dos personas”
excluye la poligamia. En este sentido, el matrimonio sigue siendo una institución pensada
para una pareja.
2.4. La unión es actual e indisoluble y por toda la vida.
La palabra “actual” descarta las modalidades suspensivas. En cuanto a las
expresiones “indisolublemente” y “por toda la vida”, parte de la doctrina sostiene su
derogación tácita a consecuencia de la entrada en vigor de los artículos 53 y siguientes de la
NLMC, que regulan el divorcio como causal de terminación del matrimonio. Con todo, en
la historia legislativa de la NLMC consta que, habiéndose discutido expresamente la
posibilidad de modificar el artículo 102 del CC, predominó la opinión de mantener su tenor
bajo el entendido que el matrimonio se celebra con la intención de que dure toda la vida.
En otra opinión, Barrientos Grandón señala que, una vez entrada en vigor la NLMC,
conviene distinguir entre indisolubilidad extrínseca e indisolubilidad intrínseca; la primera
ya no existe, pues, cumpliéndose ciertos requisitos, el juez puede poner fin al matrimonio;
la segunda, en cambio, subsiste, pues los cónyuges no pueden poner fin al matrimonio por
su mero consentimiento.
2.5. Con el fin de vivir juntos, de procrear y auxiliarse mutuamente.
A partir del tenor de la norma, pareciera que las finalidades expresadas son
copulativas y esenciales en la comunidad de vida que implica el matrimonio. No obstante,
en cuanto a la finalidad procrear (natural o asistidamente), se ha sugerido por la doctrina
más liberal que esta es solo eventual, pues perfectamente las personas unidas por un
vínculo matrimonial podrían decidir no tener hijos; tal decisión se sustentaría en una esfera
concreta de la libertad personal de los cónyuges, a saber, la libertad sexual y reproductiva,
sin que existan razones de peso para predicar que ello implique la desnaturalización de la
vida conyugal. Por lo demás, el reconocimiento del matrimonio en artículo de muerte, esto
57
81
El matrimonio que pueda reputarse putativo produce efectos respecto del cónyuge que lo ha celebrado de
buena fe y con justo causa de error desde el momento de su celebración hasta el momento en que cesa la
buena fe (artículo 51 NLMC)
58
Como aparece de la lectura del artículo 8 de la NLMC, pueden distinguirse dos tipos
de error.
a) Error en la identidad de la persona del otro contrayente.
Que el error en la identidad de la persona del otro contrayente vicie el
consentimiento matrimonial se justifica en que matrimonio es un contrato intuito personae.
En la práctica, la configuración de un error de este tipo solo podría suceder en el
matrimonio celebrado mediante mandatario, mas no existe jurisprudencia al respecto.
b) Error acerca de alguna de sus cualidades personales que, atendida la naturaleza o los
fines del matrimonio, ha de ser estimada como determinante para otorgar el consentimiento.
En opinión de Corral Talciani, la impotencia coeundi constituiría un error de este
tipo, pues, en su concepto, el deber de cohabitación es de la naturaleza del matrimonio en
tanto tiende a la obtención del fin de procrear82.
Figueroa y Barrientos señalan que también son errores de esta naturaleza los
referidos a la orientación sexual, la identidad de género o la religión del otro contrayente.
Con todo, desde que entrara en vigor la ley N° 21.400, el matrimonio puede celebrarse con
prescindencia del sexo, la orientación sexual y la identidad de género de los contrayentes.
Por ende, quien alegue una falsa representación respecto de la orientación sexual o de la
identidad de género del otro contrayente, tendrá que probar que la consideración de una
supuesta orientación sexual o identidad de género ha sido determinante para la celebración
del matrimonio. En lo que atañe al error relativo a la religión del otro contrayente, es
evidente que, en una sociedad libre y pluralista como la nuestra, quien alegue el error debe
probar que la consideración de una supuesta religión ha sido determinante para la
celebración del matrimonio.
82
En otra obra, Corral postula que si uno de los contrayentes sufriese de impotencia perpetua e incurable (esto
es, impotencia coeundi o imposibilidad absoluta para consumar el “acto conyugal”; en otras palabras,
imposibilidad biológica absoluta e incurable para tener relaciones sexuales), el matrimonio podría reputarse
derechamente inexistente, pues, atendido el tenor del artículo 102 del CC, una de las finalidades esenciales del
matrimonio es procrear y, sin poder consumarse la cópula sexual, es lógico que no se podría cumplir esta
finalidad. Para Corral, en consecuencia, la aptitud para la cópula sexual, tras la dictación de la NLMC, ha
pasado a ser un requisito de existencia.
En palabras de Corral Talciani, “El art. 102 del Código Civil sigue manteniendo que uno de los fines
esenciales de la unión matrimonial es la de procrear. Al respecto la Ley Nº 19.947 suprimió como requisito de
validez del matrimonio la capacidad para realizar el acto conyugal, que, de acuerdo con la doctrina
dominante, estaba contenido en el art. 4 Nº 3 de la antigua Ley de Matrimonio Civil. Este precepto declaraba
nulo el matrimonio contraído por quien padecía una impotencia perpetua e incurable.
No obstante, de la mantención de la finalidad procreativa en la definición del art.102 del CC puede deducirse
que la imposibilidad absoluta de consumar el matrimonio mediante la cópula sexual puede conducir a afirmar,
si ya no la nulidad del matrimonio, la inexistencia del mismo. La capacidad de consumar el matrimonio se
traslada, entonces, de requisito de validez del mismo a requisito de existencia” (Corral Talciani, Hernán,
Sentido y Alcance de la definición de Matrimonio del artículo 102 del Código Civil, después de la
introducción del Divorcio Vincular por la ley 19.947, de 2004, Revista chilena de derecho, Santiago, v. 36, n.
1, p. 71, abr. 2009).
60
83
Barrientos Grandón, Javier y Novales Alquézar, Aranzazú, Nuevo Derecho Matrimonial Chileno,
Lexisnexis, Santiago, 2004, p. 174. En el mismo sentido, De Verda y Beamonte, José Ramón, El error en el
matrimonio, Publicaciones del real colegio de España, Zaragoza, 1997.
61
Al igual como ocurre con base en las normas del CC, la capacidad matrimonial es la
regla general, siendo la incapacidad la excepción. En consecuencia, la ley no declara
quiénes son capaces, sino quiénes no podrán contraer matrimonio. Con esto, quien reclama
la incapacidad deberá probarla.
Tal como señala Ramos Pazos, “en lo concerniente al matrimonio, las incapacidades
se llaman impedimentos (…)” Los impedimentos pueden ser de dos clases:
a) Dirimentes: que son los que obstan a la celebración del matrimonio, de tal suerte que, si
no se respetan, la sanción es la nulidad del vínculo matrimonial;
b) Impedientes: que el CC llama prohibiciones, cuya inobservancia no produce nulidad,
sino otro tipo de sanciones
3.2.2.1. Impedimentos dirimentes.
Son aquellos que obstan a la celebración del matrimonio. Su omisión acarrea la
nulidad del matrimonio.
Pueden ser absolutos o relativos.
3.2.2.1.1. Impedimentos dirimentes absolutos.
Los impedimentos dirimentes absolutos son aquellos que obstan a la celebración del
matrimonio con cualquier persona.
El artículo 5 de la NLMC señala que:
“Artículo 5º.- No podrán contraer matrimonio:
1º Los que se hallaren ligados por vínculo matrimonial no disuelto;
2° Los que se hallaren ligados por un acuerdo de unión civil vigente, a menos que el
matrimonio lo celebre con su conviviente civil;
3º Los menores de dieciséis años;
4º Los que se hallaren privados del uso de razón; y los que, por un trastorno o anomalía
psíquica, fehacientemente diagnosticada, sean incapaces de modo absoluto para formar la
comunidad de vida que implica el matrimonio;
5º Los que carecieren de suficiente juicio o discernimiento para comprender y
comprometerse con los derechos y deberes esenciales del matrimonio, y
6º Los que no pudieren expresar claramente su voluntad por cualquier medio, ya sea en
forma oral, escrita o por medio de lenguaje de señas.”
En conformidad al artículo 44 letra a) de la NLMC, todos estos impedimentos
permiten solicitar la declaración de la nulidad matrimonial.
En el caso de los que se hallaren ligados por un vínculo matrimonial no disuelto,
además de dar lugar a la nulidad matrimonial, si alguien con vínculo matrimonial no
62
por lo que la regulación del impedimento en las leyes especiales referidas era del todo
necesaria.
En cuanto a las personas que hayan sido adoptadas bajo las reglas de la ley N°
19.620, estas tienen la calidad de hijos y, por ende, a su respecto rige el artículo 6 inciso 1°
de la NLMC (se miran como descendientes en la línea recta del o los adoptantes). A mayor
abundamiento, conviene tener presente que, si bien la adopción extingue los vínculos del
adoptado con su familia de origen para todos los efectos civiles, subsiste respecto a ellos el
impedimento de parentesco para contraer matrimonio. En este sentido, el impedimento de
parentesco se configurará tanto entre el adoptado y el adoptante como entre el adoptado y
sus anteriores ascendientes y hermanos.
3.2.2.2. Impedimentos impedientes o prohibiciones.
Su infracción no produce nulidad, sino otras sanciones.
Antes de que entrara en vigor la ley N° 21.264, de 11 de septiembre de 2020, los
impedimentos impedientes eran cuatro: a) la necesidad del asenso o licencia de ciertas
personas para contraer matrimonio; b) el impedimento de guardas; c) el impedimento de
segundas nupcias; y d) el impedimento especial para la viuda o mujer cuyo matrimonio se
haya disuelto o declarado nulo. La ley N° 21.264 eliminó este último impedimento,
incorporando, de paso, un nuevo inciso al artículo 184 del CC84.
El impedimento especial para la viuda o mujer cuyo matrimonio se hubiese disuelto
o declarado nulo estaba contemplado en el derogado artículo 128 del CC, que establecía:
"cuando un matrimonio haya sido disuelto o declarado nulo, la mujer que está embarazada
no podrá pasar a otras nupcias antes del parto, o (no habiendo señales de preñez) antes de
cumplirse los doscientos setenta días subsiguientes a la disolución o declaración de
nulidad
Pero se podrán rebajar de este plazo todos los días que hayan precedido inmediatamente a
dicha disolución o declaración, y en los cuales haya sido absolutamente imposible el
acceso del marido a la mujer".
Complementando lo anterior, el también derogado artículo 129 del CC establecía:
"El oficial del Registro Civil correspondiente no permitirá el matrimonio de la mujer sin
que por parte de esta se justifique no estar comprendida en el impedimento del artículo
precedente"
El fundamento del impedimento era evitar la confusión de paternidades. A la luz del
también derogado artículo 130 inciso 2° del CC, la sanción a la omisión del impedimento
84
El actual inciso 4° del artículo 184 del CC señala que “(s)i la mujer contrae sucesivamente dos matrimonios
y da a luz un niño después de celebrado el segundo, se presumirá hijo del actual marido, cualquiera que sea el
plazo que haya transcurrido desde la disolución del primer matrimonio, sin perjuicio del derecho del actual
marido para desconocer esta paternidad si se dan los supuestos previstos en el inciso segundo. Desconocida
así la paternidad, se presumirá padre al marido del antecedente matrimonio, siempre que el niño haya nacido
dentro de los trescientos días siguientes a su disolución”.
64
consistía en la responsabilidad solidaria de la mujer y su nuevo marido por los daños que la
incertidumbre de la paternidad causara a terceros.
Según se aprecia, el derogado impedimento, si bien no aparejaba la nulidad en caso
de inobservancia, igualmente entrababa el derecho de la mujer cuyo vínculo matrimonial se
hubiese disuelto a celebrar un nuevo matrimonio, sin imponer las mismas trabas a su ex
marido. El impedimento, en consecuencia, implicaba una discriminación arbitraria en
perjuicio de la mujer.
A mayor abundamiento, atendido el desarrollo científico y tecnológico, el
impedimento ya no encontraba ninguna justificación, ya que actualmente existen pruebas
periciales de carácter biológico (como la prueba de ADN) que permiten determinar la
paternidad con un alto grado de certeza.
a) Consentimiento de ciertas personas para contraer matrimonio.
En conformidad al artículo 107 del CC, los menores de 18 años están obligados a
obtener el consentimiento de ciertas personas para poder casarse.
Por su parte, el artículo 105 CC establece que “no podrá procederse a la
celebración del matrimonio sin el asenso o licencia de la persona o personas cuyo
consentimiento sea necesario según las reglas que van a expresarse, o sin que conste que
el respectivo contrayente no ha menester para casarse el consentimiento de otra persona, o
que ha obtenido el de la justicia en subsidio".
Complementando esta regulación, el artículo 9 de la NLMC prescribe que al
momento de la manifestación deberán indicarse los nombres y apellidos “de las personas
cuyo consentimiento fuere necesario”.
Personas que deben prestar el consentimiento.
Para saber qué persona debe prestar el consentimiento, debe distinguirse entre hijos
con filiación determinada e hijos de filiación indeterminada.
Respecto de los primeros, la autorización para contraer matrimonio deben darla:
a) Sus progenitores y si faltare uno de ellos, el otro;
b) A falta de ambos progenitores, el ascendiente o ascendientes del grado más
próximo, y si se produjere igualdad de votos preferirá el favorable al matrimonio (artículo
107 del CC).
Se entiende faltar el padre o madre u otro ascendiente, no solo por haber fallecido,
sino por estar demente; o por hallarse ausente del territorio de la República y no esperarse
su pronto regreso; o por ignorarse el lugar de su residencia. También se entenderá faltar el
padre o madre cuando la paternidad o maternidad haya sido determinada judicialmente
contra su oposición (artículo 109 del CC). Finalmente, de acuerdo con el artículo 110 del
CC, también se entiende que falta el padre o la madre que estén privados de la patria
65
potestad por sentencia judicial o que, por su mala conducta, se hallen inhabilitados para
intervenir en la educación de sus hijos.
c) A falta de progenitores o ascendientes, la autorización la debe otorgar el curador
general (artículo 111 del CC); y
d) A falta de curador general, el consentimiento debe darlo el oficial del Registro Civil
que deba intervenir en la celebración (artículo 111 inciso 2° del CC).
Tratándose de hijos que no tienen filiación determinada respecto de ninguno de sus
progenitores, el consentimiento para el matrimonio lo dará su curador general si lo tuviere
o, en caso contrario, el oficial del Registro Civil llamado a intervenir en su celebración
(artículo 111 inciso final del CC).
Tratándose de personas adoptadas, la necesidad de asenso solamente podría
plantearse respecto a personas adoptadas bajo las reglas de la ley N° 19.620 (que entró en
vigor en octubre de 1999). Así las cosas, y en atención a que el adoptado bajo las reglas
contempladas en la ley N° 19.620 tiene la calidad de hijo, rigen las reglas generales recién
estudiadas para los hijos de filiación determinada.
Por su parte, en cuanto a quienes obtuvieron la calidad de adoptado bajo los
estatutos de la adopción pacto (ley N° 7.613) y adopción simple (ley N° 18.703), el asenso
o licencia debía solicitarse en primer lugar al adoptante, y solo en caso de que este faltase,
se aplicaban las reglas generales distinguiendo si la filiación era determinada o no
determinada (recordar que estos tipos de adopción no conferían al adoptado la calidad de
hijo). Finalmente, en cuanto a quienes obtuvieron la adopción plena bajo las reglas
pertinentes de la ley N° 18.703 (esta ley regulaba dos tipos de adopción, la simple y la
plena), alcanzaban la calidad de hijo del adoptante y, por tanto, el asenso o licencia se regía
por las reglas generales para hijos de filiación determinada.
Momento y forma de otorgar el consentimiento.
Se puede prestar por escrito o en forma oral. Así se desprende del artículo 12 de la
NLMC: “se acompañará a la manifestación una constancia fehaciente del consentimiento
para el matrimonio, dado por quien corresponda, si fuere necesario según la ley y no se
prestare oralmente ante el oficial del Registro Civil”.
El consentimiento debe ser especial y determinado, es decir, se debe indicar la
persona con quien el menor va a contraer matrimonio. No basta una autorización general.
Disenso
Si el consentimiento lo deben prestar los progenitores o los ascendientes, estas
personas no necesitan justificar su disenso. En estos casos, simplemente no podrá
procederse al matrimonio del menor. Así lo consigna el artículo 112 inciso 1° del CC: "Si
la persona que debe prestar este consentimiento lo negare, aunque sea sin expresar causa
alguna, no podrá procederse al matrimonio de los menores de dieciocho años".
66
Acto en que los futuros contrayentes dan a conocer al oficial del Registro Civil su
intención de contraer matrimonio ante él. Puede ser por escrito, oralmente o por lenguaje de
señas. Puede hacerse ante cualquier oficial.
2. Información sobre finalidades del matrimonio (artículo 10 de la NLMC)
El oficial debe proporcionarles información suficiente acerca de las finalidades del
matrimonio, de los derechos y deberes recíprocos que produce y de los distintos regímenes
patrimoniales. También debe prevenirlos respecto de la necesidad de que el consentimiento
sea libre y espontáneo, y comunicarles la existencia de cursos de preparación.
3. Cursos de preparación (artículo 11 de la NLMC)
Persiguen promover la libertad y seriedad del consentimiento matrimonial, y tienen
por objeto especialmente que los contrayentes conozcan los derechos y deberes que impone
el vínculo. Los contrayentes pueden eximirse de ellos de común acuerdo, si declaran que
conocen suficientemente esos derechos y deberes.
4. Información de testigos (artículo 14 de la NLMC).
Comprobación, mediante dos testigos, del hecho que los futuros contrayentes no
tienen impedimentos ni prohibiciones para contraer matrimonio.
85
El actual inciso 2° del artículo 135 del CC, bajo el texto dado por la ley N° 21.400, establece que la
sociedad conyugal “no será aplicable a los matrimonios celebrados entre personas del mismo sexo, las que,
por el hecho del matrimonio, se entenderán separadas totalmente de bienes, sin perjuicio de la facultad de
optar por el régimen de participación en los gananciales en las capitulaciones matrimoniales, o de sustituirlo
por éste durante la vigencia del matrimonio, en conformidad a lo dispuesto en el artículo 1723”.
72
“Artículo 32.- La separación judicial produce sus efectos desde la fecha en que
queda ejecutoriada la sentencia que la decreta.
Sin perjuicio de ello, la sentencia ejecutoriada en que se declare la separación
judicial deberá subinscribirse al margen de la respectiva inscripción matrimonial.
Efectuada la subinscripción, la sentencia será oponible a terceros y los cónyuges
adquirirán la calidad de separados, que no los habilita para volver a contraer
matrimonio”.
Más allá de lo señalado en el referido artículo 32, los efectos de la separación son
los siguientes:
1. Se adquiere el estado civil de separado judicialmente. Se discute si el estado de separado
judicialmente es o no un estado civil. Las tesis son las siguientes:
a) Es un estado civil toda vez que, conforme a lo establecido en el artículo 38 de la NLMC,
la reanudación de la vida en común restituye a los cónyuges el estado civil de casados.
b) Ramos Pazos no está de acuerdo, sosteniendo que los cónyuges separados mantienen su
condición de casados. Entre las causales de terminación del matrimonio que indica el
artículo 42 de la NLMC no se contempla la sentencia firme que declara la separación
judicial. Cabe señalar que su posición se explica en oposición a considerarlos solteros.
2. Subsisten los derechos y deberes entre cónyuges, salvo los incompatibles con la vida
separada, que se suspenden (fidelidad y cohabitación) (artículo 33 de la NLMC).
3. Se disuelve la sociedad conyugal o el régimen de participación en los gananciales
(artículo 34 de la NLMC). El régimen matrimonial pasa a ser el de separación total de
bienes (artículo 173 del CC).
4. No se altera el derecho a sucederse por causa de muerte, salvo que se hubiere dado lugar
a la separación por culpa de un cónyuge (artículo 35 de la NLMC).
5. El cónyuge que dio lugar a la separación pierde el beneficio de competencia a que podría
tener derecho (artículo 1626 N° 2 del CC).
6. En lo que atañe a los alimentos, el cónyuge que dio causa a la separación por su culpa
solo tiene derecho para que el otro le provea de lo necesario para su modesta sustentación
(artículo 175 del CC). Pero en este caso el juez reglará la contribución teniendo en especial
consideración la conducta que haya observado el alimentario antes, durante y después del
juicio.
7. Ambos cónyuges deben proveer a las necesidades de la familia común en proporción a
sus facultades (artículos 178 y 160 del CC).
8. Tratándose de cónyuges de distinto sexo, el hijo concebido durante la separación no goza
de la presunción del artículo 184 del CC de tener por padre al marido (artículo 37 de la
NLMC), pero puede ser inscrito como hijo de los cónyuges, de común acuerdo.
78
9. Autoriza para revocar las donaciones hechas al cónyuge que dio causa a la separación
(artículo 1790 del CC).
10. Los cónyuges pueden celebrar contratos de compraventa entre sí (artículo 1796 del
CC).
11. Tratándose de cónyuges de distinto sexo que hayan estado sometidos al régimen de
sociedad conyugal, no se suspende la prescripción a favor de la mujer separada
judicialmente de su marido (artículo 2509 del CC).
12. No puede concederse la adopción a los cónyuges respecto de los cuales se haya
declarado la separación, mientras esta subsista 86.
1.2.5. Reconciliación o reanudación de la vida en común.
Puede producirse en dos momentos:
1. Mientras se tramita el juicio de separación (artículo 38 de la NLMC): basta dejar
constancia en el expediente, con lo que se pone fin al procedimiento.
2. Cuando ya hay sentencia (artículo 39 de la NLMC): es necesaria una nueva sentencia
que, a petición de ambos cónyuges, revoque la anterior. Además, la sentencia debe
inscribirse al margen de la inscripción matrimonial para que sea oponible a terceros.
No obstante, si la separación judicial hubiese sido decretada por haber cesado la
convivencia, para que la reanudación de la vida en común produzca efectos y sea oponible
a terceros bastará que ambos cónyuges dejen constancia de ella en acta extendida ante el
oficial del Registro Civil, subinscrita al margen de la inscripción matrimonial.
Cabe señalar que, conforme con el artículo 40 de la NLMC, “(l)a reanudación de la vida en
común, luego de la separación judicial, no revive la sociedad conyugal ni la participación
en los gananciales, pero los cónyuges podrán pactar este último régimen en conformidad
con el artículo 1723 del Código Civil”.
Finalmente, ha de tenerse presente que, de acuerdo con el artículo 41 de la NLMC, “(l)a
reanudación de la vida en común no impide que los cónyuges puedan volver a solicitar la
separación, si esta se funda en hechos posteriores a la reconciliación de los cónyuges”.
1.2.6. Situación de las personas divorciadas temporal o perpetuamente.
Las personas que con anterioridad a la entrada en vigor de la NLMC se hayan
divorciado, temporal o perpetuamente, por sentencia ejecutoriada, tendrán el estado civil de
separados, y se regirán por lo dispuesto en ella para los separados judicialmente respecto
del ejercicio de derechos y demás efectos anexos que tengan lugar después de su entrada en
vigor (artículo 6 transitorio de la NLMC).
86
En todo caso, conviene tener presente que, si los cónyuges hubieren iniciado la tramitación de una
adopción, podrán solicitar que esta se conceda aun después de declarada su separación judicial o el
divorcio, si conviene al interés superior del adoptado (artículo 22 inciso final de la ley N° 19.620).
79
este sea un matrimonio declarado nulo por sentencia firme, si cumple ciertos requisitos, se
le reconoce eficacia en el período que media entre la celebración y el cese de la buena fe.
4. No rige el nemo auditur propriam turpitudinem allegans, esto es, aquella regla en virtud
de la cual no puede pedir la nulidad aquella persona que celebró un acto o contrato
conociendo o debiendo conocer el vicio que lo invalidaba (artículo 1683 del CC). Sin
embargo, algunas sentencias han rechazado acciones de nulidad matrimonial con base en la
máxima de que nadie puede aprovecharse de su propio dolo.
5. Por regla general, la acción de nulidad es imprescriptible (con todo, la regla es más bien
nominal, pues son variadas las excepciones)
6. Por regla general, debe alegarse en vida de los cónyuges.
2.1.3.2. Régimen supletorio de nulidad.
Se discute en doctrina si a la nulidad matrimonial se le aplican supletoriamente las
normas contempladas en el título XX del libro IV del CC, esto es, las normas relativas a la
nulidad y la rescisión. Entre quienes estiman que así sucede, se discute si las reglas
aplicables supletoriamente son las de la nulidad absoluta o las de la nulidad relativa. El
interés de la discusión reside sobre todo en determinar si un matrimonio que adolece de un
vicio de nulidad puede o no ser saneado por confirmación.
Claro Solar y Corral son de la opinión de que las reglas que se aplican
supletoriamente a la nulidad matrimonial son las propias de la nulidad relativa, pues esta es,
conforme al artículo 1682 inciso final del CC, la sanción general. En este orden de ideas, el
matrimonio que adolece de un vicio de nulidad podría sanearse por confirmación.
Ahora bien, en tanto la confirmación expresa exige que se observen las mismas
formalidades del acto o contrato que adolece del vicio de nulidad (artículo 1694 del CC),
Figueroa concluye que técnicamente no podría haber confirmación de un matrimonio
anulable, sino que un nuevo matrimonio.
Barrientos y la mayoría de la doctrina, por su parte, estiman que la nulidad
matrimonial no es susceptible de ser clasificada en absoluta y relativa. Apoyan su opinión
en la jurisprudencia de la Corte Suprema, que estima que la distinción entre nulidad
absoluta y relativa es propia de los actos y contratos de contenido patrimonial: “Que,
además, los jueces del mérito han cometido una falsa aplicación de la ley al decidir la litis
con normas del Código Civil, que son propias del ámbito patrimonial, las que han sido
usadas de un modo improcedente en el derecho de familia (…) como ocurre en la especie
con la nulidad del matrimonio, que se rige por preceptos propios, de orden público (…) es
evidente que las normas de la Ley de Matrimonio Civil, en cuanto regulan la nulidad y
establecen los titulares de la acción, son privativas y contrarias a las del Código Civil las
que, por consiguiente, no resultan procedentes en estas materias, precisamente por
mandado de ese precepto legal”.
2.1.3.3. Causales de nulidad.
82
2. La acción de nulidad fundada en alguno de los vicios del artículo 8 de la NLMC (vicios
del consentimiento) corresponde exclusivamente al cónyuge que ha sufrido el error o la
fuerza (artículo 46 letra b) de la NLMC);
3. En los casos de matrimonio en artículo de muerte, la acción corresponde también a los
demás herederos del cónyuge difunto (artículo 46 letra c) de la NLMC);
4. Cuando la causal invocada es la existencia de un vínculo matrimonial no disuelto,
corresponde también la acción de nulidad al cónyuge anterior o a sus herederos (artículo 46
letra d) de la NLMC).
5. La declaración de nulidad fundada en alguna de las causales contempladas en los
artículos 6 y 7 de la NLMC –vínculo de parentesco y matrimonio de una persona con el
formalizado o condenado como autor, cómplice o encubridor del homicidio de su cónyuge–
puede ser solicitada, además, por cualquier persona, en el interés de la moral o de la ley. La
naturaleza del vicio explica que se otorgue en este caso acción popular para demandar la
nulidad (artículo 46 letra e) de la NLMC).
2.1.3.6. Imprescriptibilidad de la acción de nulidad.
El artículo 48 de la NLMC establece que la acción de nulidad de matrimonio no
prescribe por el lapso del tiempo. No obstante, la misma disposición contempla varias
excepciones:
1. La acción fundada en la minoría de edad de uno de los contrayentes prescribe en el plazo
de un año, contado desde la fecha en que el cónyuge inhábil para contraer matrimonio
hubiere adquirido la mayoría de edad (artículo 48 letra a) de la NLMC);
2. Cuando la causal fuere vicio del consentimiento, la acción prescribe en tres años
contados desde que hubiere desaparecido el hecho que origina el vicio de error o la fuerza
(artículo 48 letra b) de la NLMC);
3. En el caso del matrimonio en artículo de muerte, la acción prescribe en un año contado
desde la fecha del fallecimiento del cónyuge enfermo (artículo 48 letra c) de la NLMC);
4. Si la causal invocada es vínculo matrimonial no disuelto, la acción prescribe en un año
contado desde el fallecimiento de uno de los cónyuges (artículo 48 letra d) de la NLMC); y
5. Si la causal de nulidad es la falta de testigos hábiles, la acción prescribe en un año
contado desde la celebración del matrimonio (art. 48 letra e) de la NLMC).
2.1.3.7. La acción de nulidad solo puede intentarse en vida de los cónyuges.
En conformidad al artículo 47 de la NLMC, “la acción de nulidad del matrimonio
solo podrá intentarse mientras vivan ambos cónyuges, salvo los casos mencionados en las
letras c) y d) del artículo precedente”. Las letras c) y d) del sindicado artículo 46 se refieren
al matrimonio en artículo de muerte o a aquel celebrado por una persona con vínculo
matrimonial no disuelto.
84
Se presume que los cónyuges han contraído matrimonio de buena fe y con justa
causa de error.
2.1.3.10.1. Efectos del matrimonio putativo.
Produce los mismos efectos civiles que el válido, respecto del cónyuge que, de
buena fe y con justa causa de error, lo contrajo. Hay que distinguir:
1. Efectos en relación con los hijos.
El hijo concebido durante el matrimonio putativo de los padres conserva la filiación
matrimonial. Los efectos son permanentes, aunque desaparezca la putatividad.
Con todo, este ya no es propiamente un efecto del matrimonio putativo, pues ni
siquiera es necesario que el matrimonio declarado nulo sea putativo para que la filiación
matrimonial se mantenga (artículo 51 inciso 4° de la NLMC)
2. Efectos en relación con los cónyuges.
Son los mismos que el válido mientras se mantenga la buena fe a lo menos en uno
de los cónyuges.
La buena fe cesa: a) respecto del cónyuge que demanda la nulidad, por el solo hecho
de presentar la demanda; b) respecto del otro cónyuge, con la contestación de la demanda.
Con todo, puede rendirse prueba tendiente a demostrar que la buena fe se perdió
antes.
En cuanto al régimen de bienes, si solo uno de los cónyuges contrajo matrimonio de
buena fe, este puede optar entre:
a) Reclamar la disolución y liquidación del régimen de bienes (sociedad conyugal o
participación en los gananciales) que hubiere tenido hasta ese momento,
b) o someterse a las reglas de la comunidad.
Finalmente, cabe agregar que el cónyuge de buena fe puede conservar las
donaciones que por causa del matrimonio le hizo o prometió hacer el otro.
2.1.4. El divorcio.
2.1.4.1. Regulación y concepto.
El divorcio se encuentra regulado en los artículos 53 a 60 de la NLMC.
El divorcio puede ser concebido como una causal de terminación del vínculo
matrimonial, que opera previa declaración judicial, ya sea por falta imputable a uno de los
cónyuges, ya sea por cese de la convivencia. La falta imputable al otro debe constituir una
violación grave de los deberes y obligaciones que impone el matrimonio a los cónyuges, o
de los deberes y obligaciones para con los hijos, que torne intolerable la vida en común. Por
87
su parte, el cese de convivencia no debe ser inferior a uno o tres años, según el divorcio sea
solicitado de forma conjunta por los cónyuges o por uno solo de ellos.
En general, se pueden distinguir 2 tipos de divorcio, a saber: a) el divorcio por falta
imputable al otro cónyuge (denominado usualmente divorcio-sanción) y; b) el divorcio por
cese de la convivencia (denominado usualmente divorcio-remedio). A su vez, este último se
subclasifica en: a) divorcio por cese de la convivencia solicitado de forma conjunta
(vulgarmente llamado divorcio de común acuerdo) y; b) divorcio por cese de la convivencia
solicitado de forma unilateral (vulgarmente llamado divorcio unilateral). Esta última
subclasificación es importante, pues los requisitos de uno y otro son diversos.
2.1.4.2. Causales de divorcio.
2.1.4.2.1. Divorcio por falta imputable al otro cónyuge (también llamado
divorcio-sanción o divorcio por culpa).
El artículo 54 de la NLMC, en su inciso 1°, contempla como causal de divorcio la
misma causal genérica que el artículo 26 de la misma ley contempla para la separación
judicial, esto es, falta imputable al otro cónyuge, siempre que constituya una violación
grave de los deberes y obligaciones que les impone el matrimonio (a los cónyuges), o de
los deberes y obligaciones para con los hijos, que torne intolerable la vida en común. En
ambos casos, el divorcio o la separación judicial se imponen como una sanción para el
cónyuge culpable de una conducta que lesiona gravemente la comunidad de vida que
implica matrimonio.
No obstante, el inciso 2° del artículo 54 se distancia del artículo 26 en tanto
contempla un catálogo no taxativo de supuestos que se subsumen en la causal genérica. A
estos supuestos de hecho, que no son sino concreciones de la causal genérica, se les suele
mirar como “causales específicas” del divorcio-sanción.
En general, la causal genérica se estructura con base en dos elementos:
1. Elemento objetivo: falta imputable al otro que implique una violación de los deberes y
obligaciones del matrimonio.
2. Elemento subjetivo: dicha violación debe tornar intolerable la vida en común.
Si se solicita el divorcio con base en la causal genérica, sin que se cumpla alguna de
las “causales específicas”, el juez debería ponderar que concurran ambos elementos.
En caso de que el divorcio se solicite con base en alguna de las “causales
específicas”, no será necesario que el juez razone acerca de la concurrencia de los
elementos objetivo y subjetivo, pues tales causales específicas concretan la causal genérica.
En otras palabras, se presume la concurrencia de los elementos objetivo y subjetivo cuando
se incurra en algún “causal específica”.
Dice el artículo 54 de la NLMC:
88
“Artículo 54.- El divorcio podrá ser demandado por uno de los cónyuges, por falta
imputable al otro, siempre que constituya una violación grave de los deberes y
obligaciones que les impone el matrimonio, o de los deberes y obligaciones para con los
hijos, que torne intolerable la vida en común.
Se incurre en dicha causal, entre otros casos, cuando ocurre cualquiera de los
siguientes hechos:
1° Atentado contra la vida o malos tratamientos graves contra la integridad física o
psíquica del cónyuge o de alguno de los hijos;
2° Trasgresión grave y reiterada de los deberes de convivencia, socorro y fidelidad
propios del matrimonio. El abandono continuo o reiterado del hogar común es una forma
de trasgresión grave de los deberes del matrimonio;
3° Condena ejecutoriada por la comisión de alguno de los crímenes o simples
delitos contra el orden de las familias y contra la moralidad pública, o contra las personas,
previstos en el Libro II, Títulos VII y VIII, del Código Penal, que involucre una grave
ruptura de la armonía conyugal;
4° Suprimido;
5° Alcoholismo o drogadicción que constituya un impedimento grave para la
convivencia armoniosa entre los cónyuges o entre estos y los hijos, y
6° Tentativa para prostituir al otro cónyuge o a los hijos”.
Antes de que entrara en vigor la ley N° 21.367, de 16 de agosto de 2021, el numeral
4° del artículo 54 de la NLMC contemplaba como causal específica de divorcio la conducta
homosexual de alguno de los cónyuges. Como es obvio, la sola consideración de tal causal
implicaba una discriminación arbitraria, pues el comportamiento de uno de los cónyuges
motivado por su orientación sexual no debiese ser concebido como una falta imputable y
mucho menos tratado como un comportamiento análogo a las graves conductas referidas en
los demás numerales del artículo 54.
Es importante tener presente que el divorcio-sanción no presupone un plazo de cese
de la convivencia (de hecho, ni siquiera presupone que efectivamente haya cesado la
convivencia).
2.1.4.2.2. Divorcio por cese de la convivencia (divorcio remedio).
Conforme se expusiera, el divorcio por cese de la convivencia se subclasifica en: a)
divorcio por cese de la convivencia solicitado de forma conjunta (vulgarmente llamado
divorcio de común acuerdo) y; b) divorcio por cese de la convivencia solicitado de forma
unilateral (vulgarmente llamado divorcio unilateral).
Se habla de divorcio-remedio porque el divorcio viene a remediar la crisis derivada
de la ruptura matrimonial.
89
87
Así se ha entendido, por ejemplo, en sentencia de reemplazo de 30 de enero de 2014, Corte Suprema, rol N°
6053-2013, en sentencia de 18 de enero de 2010, Corte de Apelaciones de Santiago, rol N° 2339-2009 y en
sentencia de 31 de enero de 2014, Corte de Apelaciones de Concepción, rol N° 334-2013
90
En otras palabras, con base en la prueba rendida en un procedimiento previo, debe haberse
comprobado que concurren los requisitos que configuran tal obligación: título legal, estado
de necesidad del alimentario y facultades económicas suficientes del alimentante. Con todo,
también constará la obligación alimenticia en el caso en que los alimentos hayan sido
regulados en una transacción judicialmente aprobada (artículo 2451 del CC).
Así las cosas, siguiendo la opinión dominante, los requisitos para que sea acogida la
excepción son: a) Solicitud de parte; b) Que la obligación esté reconocida por sentencia
judicial o transacción judicialmente aprobada; c) Que exista un incumplimiento reiterado
durante el cese de la convivencia de la obligación alimenticia, respecto del cónyuge o de los
hijos comunes, y d) Que este incumplimiento sea injustificado. Respecto al tercer requisito,
se ha estimado que el incumplimiento puede tener lugar ya sea respecto al cónyuge o
respecto a los hijos, sin que sea necesario que exista respecto a ambos conjuntamente.
Se discute cuáles son las oportunidades procesales para oponer la excepción. La
jurisprudencia mayoritaria estima que únicamente se puede oponer en la contestación de la
demanda. Minoritariamente, a la luz del principio de protección al cónyuge más débil, del
interés superior de los hijos y de la protección de la familia, se ha sostenido que también se
podría oponer en la audiencia preparatoria.
Forma de acreditar la fecha del cese de la convivencia.
En principio, tratándose de matrimonios celebrados con posterioridad a la entrada
en vigor de la NLMC, y ya sea que se solicite el divorcio de forma conjunta o de manera
unilateral, el cese de la convivencia solo puede probarse:
a) Por alguno de los instrumentos del artículo 22 de la NLMC
- escritura pública o acta protocolizada ante notario,
- acta ante oficial del Registro Civil,
- transacción aprobada judicialmente).
b) Por la notificación de la demanda que se refiera a cualquiera de las materias
señaladas en el artículo 23 de la NLMC (artículo 25 inciso 1° de la NLMC).
c) Cuando uno de los cónyuges haya expresado su voluntad de poner fin a la
convivencia a través de los instrumentos señalados en las letras a) y b) del artículo 22 de la
NLMC y se haya notificado al otro cónyuge (artículo 25 inciso 2° de la NLMC).
d) Cuando uno de los cónyuges ha dejado constancia de su intención de poner fin a
la convivencia ante el juzgado correspondiente y ello sea notificado al otro cónyuge
(artículo 25 inciso 2° de la NLMC).
91
88
Se debe tener presente que, en conformidad a lo establecido en el artículo 1º transitorio, regla tercera,
número siete, de la NLMC, la prueba confesional no será suficiente para acreditar la fecha de cese de la
convivencia entre los cónyuges.
89
Algunos ejemplos de esta línea jurisprudencial son: Sentencia de 9 de septiembre de 2008, dictada por la
Corte de Apelaciones de Valdivia en causa Rol N°789-2008; Sentencia de 11 de octubre de 2016, dictada por
la Corte de Apelaciones de San Miguel en causa Rol N° 624-2014; Sentencia de 7 de abril de 2017, dictada
por la Corte de Apelaciones de Santiago en causa Rol N° 493-2017: Sentencia de 22 de enero de 2018,
dictada por la Corte de Apelaciones de Santiago en causa Rol N° 3.101-2017.; Sentencia de 28 de enero de
2014, dictada por la Corte Suprema en causa rol N° 5.468-2013. En la misma línea se enmarca la sentencia de
26 de marzo de 2013, dictada por el Tribunal Constitucional en causa Rol 2207-2012.
90
Aunque se pueda compartir el afán de acoger una acción de divorcio en aquellos casos en que
efectivamente, en los hechos, ha existido un cese de la convivencia superior a 1 o 3 años, señalar que el
artículo 2° transitorio no implica que exista una limitación probatoria para los matrimonios celebrados con
posterioridad a la entrada en vigor de la NLMC ciertamente no constituye un argumento muy fuerte ni
correcto desde el punto de vista del razonamiento jurídico.
El artículo 2° transitorio es del siguiente tenor: “Artículo 2º.- Los matrimonios celebrados con anterioridad a
la entrada en vigencia de esta ley se regirán por ella en lo relativo a la separación judicial, la nulidad y el
divorcio.
Sin perjuicio de lo anterior, las formalidades y requisitos externos del matrimonio y las causales de
nulidad que su omisión originan, se regirán por la ley vigente al tiempo de contraerlo; pero los cónyuges no
podrán hacer valer la causal de nulidad por incompetencia del oficial del Registro Civil, prevista en el
artículo 31 de la Ley de Matrimonio Civil del 10 de enero de 1884.
Además, no regirán las limitaciones señaladas en los artículos 22 y 25 de la Ley de Matrimonio Civil para
comprobar la fecha de cese de la convivencia entre los cónyuges; sin embargo, el juez podrá estimar que no
se ha acreditado si los medios de prueba aportados al proceso no le permiten formarse plena convicción
sobre ese hecho.
De conformidad al inciso primero, habiéndose previamente cumplido el procedimiento sobre ejecución de
las resoluciones pronunciadas por tribunales extranjeros, regulados por los artículos 242 y siguientes del
Código de Procedimiento Civil, las sentencias relativas a divorcios pronunciados por tribunales extranjeros
92
tendrán fuerza en Chile, sin perjuicio de haber sido dictadas con anterioridad a la fecha de entrada en
vigencia de esta ley.”
En vez de desconocer el sentido más probable de la norma, hay quien estima que la limitación probatoria allí
contenida, en tanto se aplica únicamente a los matrimonios celebrados con posterioridad a la entrada en vigor
de la ley, entraña una discriminación arbitraria. Existiría una discriminación arbitraria, pues la NLMC, en
atención a la fecha de celebración, establece exigencias probatorias diversas para personas que se encuentran
en una misma situación, a saber, unidas por un vínculo matrimonial. Cierto es que el legislador se preocupó
de que aquellas personas ya separadas a la fecha de entrada en vigor de la NLMC no viesen mermada la
posibilidad de solicitar inmediatamente el divorcio; no obstante, esa sola circunstancia no justifica el
establecimiento de exigencias probatorias diversas para los matrimonios celebrados con posterioridad.
Después de todo, la situación en la que se encuentran unos y otros es la misma: un fracaso en el proyecto de
comunidad de vida que implica el matrimonio. Este es el razonamiento que puede verse contenido en un
requerimiento de inaplicabilidad por inconstitucionalidad formulado al Tribunal Constitucional, en cuanto la
requirente, la Jueza Titular del Primer Juzgado de Familia de Santiago, señora Francisca Rosselot Mora,
expuso que la relación de los artículos 22 y 25 con el artículo 2 transitorio inciso 3°, todos de la NLMC,
importa una discriminación arbitraria, vulnerándose en consecuencia el principio de igualdad, consagrado
tanto en el artículo 1 como en el artículo 19 N° 2 de la Carta Fundamental. En la misma línea, en opinión de
la jueza, la limitación probatoria entraña una discriminación arbitraria en la forma en que la ley protege el
ejercicio de los derechos, vulnerándose de esta manera el imperativo de igual protección contenido en el
artículo 19 N° 3 de la Constitución. Por lo demás, también en opinión de la jueza, la regulación contenida en
esta materia en la NLMC estaría vulnerando el artículo 19 N° 26 de la Constitución, pues estaría afectando la
esencia de los derechos antes referidos, a saber, igualdad ante la ley e igual protección de la ley en el ejercicio
de los derechos.
93
Civil, contenida en el artículo primero de la ley N° 19.947, y del Párrafo 4° del Título III
de la ley N° 19.968.
El juez se pronunciará en la sentencia definitiva con el solo mérito de la
solicitud, procediendo en el mismo acto a declarar la terminación del matrimonio en virtud
de la causal del numeral 5° del artículo 42 de la Ley de Matrimonio Civil, y regulará sus
efectos. Asimismo, resolverá cualquier otra materia que se hubiere ventilado en el
procedimiento.
En virtud de la causal de término del matrimonio establecida en el numeral 5°
del artículo 42 de la referida Ley de Matrimonio Civil, los comparecientes se entenderán
para todos los efectos legales como divorciados.
Los efectos personales y patrimoniales derivados de la terminación del
matrimonio regulados en la sentencia definitiva podrán ser impugnados de acuerdo con el
régimen de recursos aplicable a los asuntos contenciosos en materias de familia”.
Cabe enfatizar que el plazo de seis meses a que alude el inciso 1° del transcrito
artículo 19 se cuenta desde la notificación o información señalada en el artículo 18 de la
misma ley. De acuerdo con este último precepto, “(e)l tribunal que acoja la solicitud de
rectificación de una persona con vínculo matrimonial vigente, ordenará que la resolución
judicial que acoge la solicitud sea notificada a su cónyuge. Asimismo, cuando se acoja una
solicitud administrativa de rectificación de una persona con vínculo matrimonial vigente,
el Servicio de Registro Civil e Identificación informará de la rectificación a su cónyuge”.
3. REGLAS COMUNES A CIERTOS CASOS DE SEPARACION, NULIDAD Y
DIVORCIO.
3.1. COMPENSACIÓN ECONÓMICA.
3.1.1. Concepto.
A la luz de lo establecido en el artículo 61 de la NLMC, se puede señalar que la
compensación económica es el derecho que asiste a uno de los cónyuges, cuando por
haberse dedicado al cuidado de los hijos o a las labores propias del hogar común, no pudo
durante el matrimonio desarrollar una actividad remunerada o lucrativa, o lo hizo en menor
medida de lo que podía y quería, para que se le compense el menoscabo económico que,
producido el divorcio o la nulidad, sufrirá por esta causa.
Siguiendo a Orrego, “dos son, por ende, las causas que justifican establecer esta
compensación económica:
a) haberse dedicado uno de los cónyuges al cuidado de los hijos;
b) haberse dedicado uno de los cónyuges a las labores propias del hogar común”91.
91
Orrego Acuña, La familia y el Matrimonio, p. 111. Apunte disponible en
http://www.juanandresorrego.cl/apuntes/derecho-de-familia/
96
b) que el cónyuge dedicado a las labores descritas, si bien desarrolló una actividad
remunerada o lucrativa durante el matrimonio, lo hizo en menor medida de lo que podía y
quería. Gravitará ciertamente en no haber podido desarrollar la actividad, el grado de
instrucción o educación formal del cónyuge más débil.
De ahí que algunos autores, entre ellos Lepin, entiendan que la compensación tiene
por objeto indemnizar el costo de oportunidad laboral, el cual, si bien tiene por causa un
hecho acontecido durante la vigencia del matrimonio, se revela o hace patente con ocasión
del divorcio o la nulidad, y proyecta sus efectos negativos hacia el futuro.
3.1.2. Ámbito de aplicación.
La compensación económica puede ser solicitada tanto con ocasión del juicio de
nulidad de matrimonio como con ocasión del juicio de divorcio. Asimismo, a la luz del
artículo 19 de la ley N° 21.120, también puede solicitarse con ocasión del procedimiento
judicial iniciado por el cónyuge de la persona que ha obtenido la rectificación de su sexo
registral por razón de identidad de género.
Fuera del matrimonio, también puede pedirse compensación económica con ocasión
de la terminación del acuerdo de unión civil por ciertas causales 92.
Según explica la doctrina, la compensación no tiene lugar en la separación de hecho
ni en la judicial en atención a que en estos casos el matrimonio no termina jurídicamente y,
en razón de ello, subsiste el deber recíproco de socorro entre los cónyuges. La obligación
92
Ley N° 20.830. Artículo 27.- Si como consecuencia de haberse dedicado al cuidado de los hijos o a las
labores propias del hogar común, uno de los convivientes civiles no pudo desarrollar una actividad
remunerada o lucrativa durante la vigencia del acuerdo de unión civil, o lo hizo en menor medida de lo que
podía y quería, tendrá derecho a que, cuando se produzca el término del acuerdo por las causales señaladas en
las letras d), e) y f) del artículo precedente, se le compense el menoscabo económico sufrido por esta causa.
Esta compensación se regulará y determinará en la forma prevista en los artículos 62 a 66 de la ley N°
19.947.
Con todo, si el acuerdo terminare por aplicación de lo previsto en la letra e) del artículo 26 de esta ley, la
notificación de la terminación unilateral deberá contener mención de la existencia de este derecho, así como la
constancia de la fecha en la que fue subinscrita la terminación. En este caso, la compensación económica
podrá demandarse ante el tribunal de familia competente, dentro del plazo de seis meses, contado desde la
fecha de subinscripción de la terminación del acuerdo de unión civil en el registro a que hace referencia el
artículo 6°.
97
alimenticia, en consecuencia, sería suficiente para que aquel cónyuge que, a consecuencia
de la ruptura93, ha visto mermadas sus expectativas económicas de cara al futuro, tenga lo
necesario para subsistir adecuadamente y pueda rehacer su vida.
Con todo, tal como explica Juan Andrés Orrego, “la circunstancia de no ser
procedente la compensación económica tratándose de la separación judicial, ha sido
criticada. Barrientos y Novales hacen presente que supuesta la naturaleza esencialmente
resarcitoria del desequilibrio económico y no alimenticia o asistencial de la compensación
económica, no parece coherente haber negado su procedencia en casos de separación
judicial (recordando estos autores, de paso, que en el derecho español la compensación
también opera en caso de separación judicial, según se desprende del tenor del citado
artículo 97 del Código Civil español). Más aún, visualizan estos autores las siguientes
consecuencias de no haber establecido la compensación en sede de separación judicial:
a) Incentiva el divorcio (pues al no obtenerla con la sola separación judicial, se optaría
por el divorcio por razones meramente económicas);
b) Contraría el propósito de reglar la separación judicial como alternativa al divorcio (por
la misma razón expuesta en el acápite anterior);
c) Eventual establecimiento de una discriminación arbitraria (pues un cónyuge separado
puede hallarse exactamente en la misma situación que uno anulado o divorciado en
relación con el menoscabo económico experimentado por haberse dedicado al cuidado de
los hijos o a las labores del hogar común)”94.
3.1.3. Rubros a los que hay que atender para la determinación del
menoscabo económico y la cuantía de la compensación.
El artículo 62 inciso 1° de la NLMC señala que “para determinar la existencia del
menoscabo económico y la cuantía de la compensación, se considerará, especialmente, la
duración del matrimonio y de la vida en común de los cónyuges; la situación patrimonial
de ambos; la buena o mala fe; la edad y el estado de salud del cónyuge beneficiario; su
situación en materia de beneficios previsionales y de salud; su cualificación profesional y
posibilidades de acceso al mercado laboral, y la colaboración que hubiere prestado a las
actividades lucrativas del otro cónyuge”.
De ahí que, para determinar tanto la existencia del menoscabo como la cuantía de la
compensación, se consideran especialmente los siguientes factores:
a) Duración del matrimonio y de la vida en común.
Con todo, como bien indica María Soledad Quintana, “el término especialmente
utilizado por el legislador, nos indica que esta es una enumeración a vía ejemplar, por ende,
el juez puede y debe considerar otras circunstancias, si ellas fuesen relevantes” 95.
95
Quintana Villar, María Soledad, Derecho de Familia, Ediciones Universitarias de Valparaíso, Valparaíso,
Pontificia Universidad Católica de Valparaíso, 2013, p. 120.
99
norma, en conjunto con el artículo 3 inciso 1° de la misma NLMC, se ha entendido por otro
sector de la doctrina que se puede demandar la compensación también durante la audiencia
preparatoria. Por lo demás, el deber de informar del juez carecería de sentido si se estima ya
precluida la facultad para solicitar la compensación.
En caso de que el cónyuge deudor no tenga bienes suficientes para que el juez pueda
establecer alguna de las modalidades de pago anteriores, el juez puede dividir el pago en las
cuotas que sean necesarias, tomando en consideración la capacidad económica del cónyuge
deudor y expresando el valor de cada cuota en alguna unidad reajustable (artículo 66 inciso
1° de la NLMC).
3.1.6. Particularidades en caso del divorcio-sanción.
María Soledad Quintana también agrega, para el caso de nulidad, la hipótesis del
cónyuge que celebró el matrimonio a sabiendas del vicio que lo invalidaba, señalando que
en dicha hipótesis se puede denegar o rebajar la compensación en atención a la mala fe del
cónyuge96.
Se debe tener presente en todo caso que, en atención al tenor del artículo 62 de la
NLMC, la facultad que se confiere al juez es discrecional. No existe una orden imperativa
de denegar o rebajar la compensación en caso de divorcio por culpa; es el juez quien deberá
ponderar las distintas circunstancias y determinar si procede o no (y en qué medida) el pago
de la compensación.
Una doctrina minoritaria plantea que el juez debe adoptar una de las dos fórmulas
que señala la ley: denegar la compensación o rebajarla prudencialmente. Su facultad es
justamente esa: elegir entre la denegación y la rebaja. No podría entonces mantenerla en su
integridad.
3.1.7. Particularidades de la compensación que se fija en cuotas.
Estas se asimilan a los alimentos para efectos de su cumplimiento (a menos que se
dé suficiente garantía de su efectivo y oportuno pago). El cónyuge deudor puede ser
apremiado con multas, se puede decretar orden de arraigo, etc. (artículo 66 inciso 2° de la
NLMC).
Sin embargo, tanto la doctrina como la jurisprudencia han ido entendiendo que no
procede la orden de arresto, toda vez que la prisión por deudas se encuentra prohibida en el
Pacto de San José de Costa Rica, Tratado internacional suscrito y ratificado por Chile. Si
bien la excepción que hace el Pacto de San José de Costa Rica es justamente respecto a la
obligación alimenticia (cuyo incumplimiento sí podría derivar en un apremio privativo de
libertad), la compensación económica se mira como alimentos para los solos efectos del
cumplimiento de las cuotas, pero no tiene realmente naturaleza alimenticia. De ahí que las
96
Ibíd. p. 108.
101
Las positivas son aquellas que le atribuyen una naturaleza jurídica determinada:
a) alimentos.
b) indemnización.
Los autores que defienden esta tesis se basan, sobre todo, en los artículos 60, 62, 66
inciso 1°, 66 inciso 2° y 3 de la NLMC.
a) El artículo 60 de la NLMC señala que “el divorcio pone fin a las obligaciones y
derechos de carácter patrimonial cuya titularidad y ejercicio se funda en la existencia del
matrimonio, como los derechos sucesorios recíprocos y el derecho de alimentos, sin
perjuicio de lo dispuesto en el Párrafo 1 del Capítulo siguiente”. La frase “sin perjuicio” es
clave para entender el carácter alimenticio de la compensación económica, pues se trata de
una obligación cuya ejecución mira al futuro. En este sentido, si bien la nulidad o el
divorcio producen la terminación del matrimonio, extinguiéndose los efectos personales
entre los cónyuges (deber de convivencia, fidelidad, etc.) y la generalidad de los derechos
patrimoniales, se mantienen ciertos efectos particulares, pues el derecho no permite que uno
de los contrayentes quede en una situación de indefensión tras la terminación. Con todo,
siguiendo razones similares, hay quienes entienden que, si bien la obligación de alimentos
se extingue, no pudiendo en consecuencia tener la compensación un carácter alimenticio,
igualmente tiene esta un carácter asistencial, pues se funda en razones de solidaridad
postconyugal.
b) El artículo 62 de la NLMC hace alusión a la situación patrimonial de ambos
cónyuges, así como también a la edad y estado de salud del cónyuge beneficiario. Ello se
relaciona con dos requisitos del derecho de alimentos, a saber, las facultades del
alimentante y el estado de necesidad del alimentario.
c) El artículo 66 inciso 1° de la NLMC establece que, en caso de que se divida el
monto de la compensación en cuantas cuotas fuere necesario, el juez tomará en
consideración la capacidad económica del cónyuge deudor, lo que evidentemente dice
relación con uno de los requisitos de la obligación alimenticia, esto es, las facultades
económicas del alimentante.
d) El artículo 66 inciso 2° de la NLMC establece que la cuota respectiva se
considerará alimentos para efectos de su cumplimiento, lo que refuerza el carácter
alimenticio de la compensación.
e) El artículo 3 inciso 1° de la NLMC consagra el principio de protección al
cónyuge más débil, principio que explica el carácter alimenticio (o al menos asistencial) de
la compensación.
Como indica Guerrero Becar, “una mirada integral la entregan los artículos 3 y 60
de la LMC, cumpliendo la institución de la compensación económica una función
asistencial, cuyo origen, fundamento y límite está en una vinculación económica
“asistencial” que permita iniciar una vida futura separada al cónyuge más débil, por
mandato del artículo 3° y permitido por el artículo 60 que dispone que el divorcio pone fin
103
97
Guerrero Becar, “Menoscabo y compensación económica. Justificación de una visión asistencial”, en
Revista Derecho, Volumen XXI, Nº 2, Universidad de Valdivia, diciembre 2008, p. 107
104
como alimentos, y siempre y cuando no se hayan ofrecido otras garantías para su efectivo y
oportuno pago.
e) La compensación económica se fija por una vez y por siempre, no siendo posible
su revisión por ninguna causa. Ni siquiera una excepcional precariedad en la situación
patrimonial del cónyuge deudor, sobrevenida con posterioridad a la fijación de la
compensación, puede justificar la revisión de esta. Tampoco una mejora en el estándar de
vida del cónyuge beneficiario altera el quantum de la compensación fijada. La razón,
parece ser, que el monto fijado compensa un perjuicio pasado, no siendo relevante la
situación patrimonial futura de los cónyuges.
f) La obligación de pagar la compensación es transmisible, configurándose como
una deuda hereditaria común y corriente. Los alimentos, en cambio, constituyen una baja
general de la herencia distinta a las deudas hereditarias (artículo 959 del CC), discutiéndose
en doctrina si son o no transmisibles.
98
Atendida la dificultad de probar el lucro cesante, esta tesis torna ilusorio el derecho a la compensación
económica.
105
99
Domínguez Águila, La compensación económica en la nueva legislación de matrimonio civil, en
Actualidad Jurídica, año VII, Nº 15, Universidad del Desarrollo, 2007, p. 89.
100
Lepin Molina, Cristián, Naturaleza jurídica de la compensación económica en la nueva Ley de
Matrimonio Civil chilena, en Compensación económica. Doctrinas esenciales, director Cristián Lepin Molina,
coordinadora Karen Muñoz Villagra, legal publishing, Thomson Reuters, p. 508.
101
Con todo, una doctrina minoritaria entiende que el menoscabo que se compensa tiene justamente una
naturaleza extrapatrimonial, pues se refiere, en opinión de esta doctrina, a una merma en la calidad o
condiciones de vida.
106
102
Ambos enfoques son muy similares. La diferencia radica en que quienes proponen una naturaleza
asistencial-no alimenticia argumentan que el divorcio pone fin a la obligación alimenticia, fundándose la
compensación no ya en el deber de socorro (el cual se extingue), sino en consideraciones de solidaridad post-
conyugal.
103
Tapia Rodríguez, La compensación económica en la Ley de Divorcio, en La Semana Jurídica, Nº 271,
Santiago, 2006, p. 4.
108
Quienes defienden esta tesis señalan que la compensación tiene una naturaleza
propia, presentando cercanía o similitud con otras instituciones de derecho civil, pero sin
llegar a identificarse con ellas.
c) Obligación legal.
2. Si ello no es factible, acordar las medidas relativas a: a) los alimentos de los cónyuges e
hijos; b) su cuidado personal; c) la relación directa y regular que mantendrá con ellos el
padre o la madre que no los tenga a su cuidado; d) y el ejercicio de la patria potestad
(artículo 67 de la NLMC).
Como es obvio, la audiencia de conciliación especial no puede derivar en un
acuerdo en torno al divorcio mismo. Para que el divorcio sea decretado, el juez siempre
deberá constatar, con base en la prueba rendida, el cumplimiento de los requisitos que
correspondan. No se trata de una materia que quede entregada a la autonomía privada.
106
Téngase presente lo ya expuesto a propósito de la discusión sobre la resarcibilidad o irresarcibilidad de los
daños ocasionados por incumplimiento de deberes conyugales.
110
podría entender que no, pues el artículo 54 inciso 2° N°2 se refiere específicamente al
incumplimiento del deber de socorro. No obstante, habrá que atender al caso concreto.
1.3.3 Deber de ayuda mutua.
Consiste en los cuidados personales y constantes que los cónyuges se deben
recíprocamente. Se relaciona con el fin “auxiliarse mutuamente”, contenido en el artículo
102 del CC; empero, a diferencia del deber de socorro, no se refiere a auxilios económicos
sino personales.
Tratándose de cónyuges de distinto sexo, de existir sociedad conyugal, el
incumplimiento del deber de ayuda mutua por parte del marido, si se estima culpable,
autoriza a la mujer para pedir la separación judicial de bienes (artículo 155 inciso 2° del
CC). Si el incumplimiento es grave, podría dar lugar al divorcio o la separación judicial por
falta imputable (artículos 54 inciso 1° y 26 inciso 1° de la NLMC).
1.3.4. Deber de respeto recíproco.
Está consagrado en la parte final del artículo 131 del CC y consiste en el deber de
no transgredir la dignidad del otro cónyuge. Este deber fue implementado por la ley N°
18.802.
El incumplimiento grave de este deber, si torna intolerable la vida en común,
constituye causal para demandar la separación judicial (artículo 26 inciso 1° de la NLMC).
Tratándose de cónyuges de distinto sexo, de existir sociedad conyugal, ante el
incumplimiento culpable del deber de respeto por parte del marido, la mujer puede pedir la
separación de bienes (artículo 155 inciso 2° del CC).
Asimismo, el incumplimiento de este deber eventualmente puede configurar la
causal específica de divorcio-sanción contenida en el artículo 54 inciso 2° N°1 de la
NLMC.
Además, debe tenerse presente lo dispuesto en el artículo 5 de la ley N° 20.066, ley
de violencia intrafamiliar.
1.3.5. Deber de protección recíproca.
El deber de protección recíproca parece estar referido a la protección que cada
cónyuge le debe al otro frente a eventuales agresiones de terceros. Cabe resaltar que
después de la reforma introducida al artículo 131 por la Ley N° 18.802, este es un deber
recíproco entre los cónyuges (antiguamente recaía solo sobre el marido).
Tratándose de cónyuges de distinto sexo sometidos al régimen de sociedad
conyugal, el incumplimiento de este deber por parte del marido, si se estima culpable,
autoriza a la mujer para pedir la separación judicial de bienes (artículo 155 inciso 2° CC).
Si el incumplimiento es grave, podría dar lugar al divorcio o la separación judicial por falta
imputable (artículos 54 inciso 1° y 26 inciso 1° de la NLMC).
1.3.6. Derecho y deber de vivir en el hogar común.
114
107
La prestación que es objeto de una obligación debe tener un contenido pecuniario, a fin de que pueda
ejecutarse compulsivamente, ya sea en naturaleza o por equivalencia. Un deber conyugal, en cambio, si bien
es jurídico, tiene un objeto de contenido extrapatrimonial, imposible de avaluar en dinero.
108
Art. 7. Cuando exista una situación de riesgo inminente para una o más personas de sufrir un maltrato
constitutivo de violencia intrafamiliar, aun cuando este no se haya llevado a cabo, el tribunal, con el solo
mérito de la denuncia, deberá adoptar las medidas de protección o cautelares que correspondan.
115
Bajo este régimen, todos los bienes que los cónyuges aportan al matrimonio y los
que adquieren durante él constituyen una masa común que pertenece a ambos, y que se
divide una vez disuelta la comunidad.
Tratándose de sistemas jurídicos en que no se admite el matrimonio homosexual,
suele decirse que en el régimen de comunidad toca al marido la administración de los
bienes comunes. La mujer, por su parte, o es incapaz o, siendo capaz, no puede intervenir
en la administración sino excepcionalmente. No obstante, a tal entendimiento subyace una
discriminación arbitraria. En realidad, perfectamente pueden concebirse regímenes de
comunidad en que, a falta de acuerdo, la administración corresponda a ambos cónyuges.
Sin ir más lejos, aun cuando el régimen de sociedad conyugal regulado en nuestro CC no
constituya propiamente un régimen de comunidad –por las razones que se expondrán más
adelante-, resulta ilustrativo tener presente que el proyecto de ley que modifica la sociedad
conyugal establece que, a falta de acuerdo, la administración toca a ambos cónyuges 109.
Como sea, en el régimen de comunidad pueden distinguirse las siguientes variantes:
a) Comunidad universal: todos los bienes, sin distinción alguna, forman el fondo
común.
b) Comunidad restringida: presupone que, junto a la formación de una comunidad,
ambos cónyuges sigan administrando sus patrimonios personales. Bajo esta variante, solo
algunos bienes pasan a ser comunes. Existen dos modalidades de comunidad restringida:
i. Comunidad restringida de bienes muebles y ganancias: La comunidad de muebles
y ganancias está compuesta por todos los bienes muebles de los cónyuges aportados al
matrimonio y los muebles o inmuebles adquiridos durante la vigencia de él a título oneroso.
También forman parte de esta comunidad todas las utilidades y frutos producidos durante el
matrimonio, tanto por los bienes sociales cuanto por los bienes propios. Los inmuebles
aportados o adquiridos durante el matrimonio a título gratuito tienen el carácter de propios
y quedan excluidos de la comunidad.
ii. Comunidad restringida de ganancias únicamente: La comunidad de ganancias
está compuesta por los bienes raíces y muebles adquiridos durante el matrimonio a título
oneroso, los frutos de estos bienes y los que produzcan los bienes propios de los cónyuges.
También forman parte de esta comunidad las utilidades producidas por el trabajo de cada
cónyuge. Los bienes raíces y muebles que los cónyuges tengan al momento de casarse o los
que adquieran a título gratuito durante el matrimonio, forman el haber propio de cada
cónyuge.
Suele estimarse que el régimen de sociedad conyugal regulado en el CC es un
régimen de “comunidad diferida”, pues esta nace solo cuando aquella es disuelta. De ahí
que, durante la vigencia de la sociedad conyugal, no exista propiamente una comunidad.
109
Boletines N°s 7.567-07, 5.970-18 y 7.727-18, refundidos, actualmente en el Senado en segundo trámite
constitucional.
117
dominio y administración se llaman parafernales. Durante largo tiempo, este régimen fue el
común en Roma, aunque allí la dote se recibía en propiedad, por lo que el marido nada
debía restituir. Posteriormente existió en Francia y Alemania.
Conforme a este régimen hay dos clases de bienes: a) los dotales, que la mujer
aporta al matrimonio; b) y los parafernales, que la mujer conserva en su poder y administra.
2.2.5. Régimen de participación en los gananciales.
Este régimen permite que, durante su vigencia, cada cónyuge administre su propio
patrimonio con entera libertad; mas, a su extinción, el cónyuge que ha adquirido bienes de
mayor valor debe compartir sus ganancias con el que ha obtenido menos. Existen dos
modalidades:
a) Comunidad diferida: terminado el régimen se produce ipso iure una comunidad
compuesta por todos los bienes adquiridos a título oneroso por los cónyuges. Tal
comunidad se divide por partes iguales.
b) Variante crediticia. Terminado el régimen, se reconoce un crédito al cónyuge que
ha obtenido menos para exigir al otro la mitad del exceso.
La ley N° 19.335 incorporó a nuestro CC la participación en los gananciales como
régimen matrimonial alternativo. La variante adoptada por esta ley es la crediticia, decisión
que ha generado discusión en la doctrina110.
2.2 REGÍMENES MATRIMONIALES EN EL DERECHO CHILENO.
Son tres los regímenes matrimoniales que regula nuestro CC: a) la sociedad
conyugal; b) la separación de bienes; y c) la participación en los gananciales.
A la luz de los artículos 135 inciso 2° y 1715 inciso 3°, ambos del CC, el régimen
de sociedad conyugal está vedado para matrimonios celebrados entre personas del mismo
sexo. En buena medida, la razón que justifica tal decisión legislativa es que el régimen de
sociedad conyugal, al menos en su configuración actual, está concebido únicamente para
110
Juan Andrés Orrego resume la discusión en los siguientes términos: “César Parada ha señalado que ella –la
variante crediticia- adolece de tres defectos: “a) Se aparta de nuestras tradiciones jurídicas, ya que para
mantenerlas tal como hoy se concibe, al disolverse la sociedad conyugal, era preferible establecer un
régimen de comunidad y no de compensación y de crédito de gananciales (...); b) Que (...) al momento de
terminar el régimen, los cónyuges o sus herederos no tendrán ningún derecho real sobre los bienes objeto de
la ganancia, sino que solo tendrán un derecho personal o de crédito, que, a nuestro juicio, es notoriamente
más débil que tener un derecho real; y c) Además el régimen de comunidad final parece más acorde con lo
que es el matrimonio, que constituye una comunidad espiritual y solo por consecuencia, una comunidad
patrimonial...” Otros autores disienten de las conclusiones de Parada. Así, Carlos Peña afirma que “desde el
punto de vista del derecho común y constitucional, tanto los derechos reales como los personales están
igualmente garantidos”. No cree tampoco Peña que exista una tradición de comunidad fuertemente arraigada,
como afirma Parada. Ramos Pazos, igual que Peña y en contra de Parada, se pronuncia también por la
variante crediticia, señalando al efecto que “si los cónyuges adoptaron el régimen de participación en los
gananciales y no el de sociedad conyugal, es porque desean que los bienes que cada uno adquiera sean de su
dominio exclusivo y ello en forma definitiva, idea que se desvirtúa en la alternativa de la comunidad
diferida”.
119
111
Boletines N°s 7.567-07, 5.970-18 y 7.727-18, refundidos, actualmente en el Senado en segundo trámite
constitucional.
120
conyugal o régimen de participación en los gananciales. (artículo 135 inciso 3° del CC)112.
De pactarse la sociedad conyugal, esta nacería con posterioridad al matrimonio.
En cuanto a la duración, esta está determinada por la ley: comienza con el
matrimonio y concluye solo por alguna de las causales establecidas en el artículo 1764 del
CC. Los cónyuges no pueden acelerar o retardar su disolución, salvo si celebran el pacto
regulado en el artículo 1723 del CC, mediante el cual pueden sustituir el régimen por uno
de los dos alternativos.
2.2.1.2. Naturaleza jurídica.
Existen las siguientes tesis:
a) Es una sociedad. Esta tesis se sustenta en el tenor del artículo 135 del CC. Con
todo, existen diversas características que apartan ostensiblemente a la sociedad conyugal
del contrato de sociedad. Entre ellas, cabe destacar:
i. En la sociedad conyugal debe existir diferencia de sexo, limitación que no rige
para la celebración del contrato de sociedad.
ii. En la sociedad conyugal los cónyuges no contraen la obligación de hacer aportes,
obligación que es de la esencia del contrato de sociedad.
iii. En la sociedad conyugal la administración ordinaria corresponde
indefectiblemente al marido. En el contrato de sociedad, a falta de estipulación, la
administración corresponderá a todos los socios con iguales facultades.
iv. En la sociedad conyugal, las utilidades se reparten por mitades113. En el contrato
de sociedad, a falta de estipulación, los beneficios se reparten a prorrata de los aportes de
los socios.
v. Antes de que entre en vigor la sociedad conyugal, mediante una capitulación
matrimonial, la mujer puede renunciar a los gananciales. En el contrato de sociedad, es de
la esencia la participación de los socios en los beneficios que se obtengan.
vi. La sociedad conyugal, a diferencia de un contrato de sociedad, no se puede
pactar por un plazo determinado.
b) Es una comunidad. Esta tesis se sustenta en que los artículos 1725 y siguientes
del CC regulan los haberes y pasivos de la sociedad conyugal. Esta regulación daría cuenta
112
“Los que se hayan casado en país extranjero se mirarán en Chile como separados de bienes, a menos que
inscriban su matrimonio en el Registro de la Primera Sección de la Comuna de Santiago, y pacten en ese
acto sociedad conyugal o régimen de participación en los gananciales, dejándose constancia de ello en dicha
inscripción. Tratándose de matrimonios entre personas del mismo sexo casadas en país extranjero, sólo
podrán pactar el régimen de participación en los gananciales”.
113
Con todo, debe tenerse presente que, en conformidad al artículo 1719 inciso 1° del CC, la mujer puede
renunciar a los gananciales con anterioridad a la celebración del matrimonio o después de la disolución de la
sociedad conyugal.
121
114
Artículo 1752. La mujer por sí sola no tiene derecho alguno sobre los bienes sociales durante la sociedad,
salvo en los casos del artículo 145.
122
115
La expresión “devengar”, según el diccionario de la RAE, significa “adquirir derecho a alguna
percepción o retribución por razón de trabajo, servicio u otro título”
125
ha sido devengado con anterioridad al matrimonio, entonces la suma de dinero o los bienes
muebles apreciables en dinero en que consistan, una vez pagados, ingresarán al haber
relativo (artículo 1725 numerales 3 y 4).
Se plantea la cuestión de qué ocurre con las remuneraciones provenientes de
trabajos que los cónyuges han comenzado a ejecutar siendo solteros pero que terminan
estando casados. Por ejemplo, el abogado cuyos honorarios se van devengando conforme al
avance del juicio. La doctrina soluciona este tema atendiendo a la divisibilidad o no del
trabajo: si el trabajo no es divisible, el salario o emolumento se devengará una vez
finalizado aquel y entrará a la sociedad conyugal si al tiempo de la finalización estaba esta
vigente; en cambio, si el trabajo es divisible, corresponde a la sociedad conyugal la parte
del honorario devengada durante su vigencia.
En suma, la remuneración o la parte de ella que sea devengada durante la vigencia
del matrimonio, necesariamente ingresará al haber absoluto. La única excepción a esta regla
es la remuneración que percibe la mujer en el ejercicio de una actividad separada de su
marido: tal remuneración, en conformidad al artículo 150, ingresa al patrimonio reservado
de la mujer, de manera que esos recursos serán administrados por la mujer. Sin embargo, lo
anterior no implica que tales remuneraciones no tengan el carácter de sociales, pues su
destino definitivo a la disolución de la sociedad será la de ingresar a la masa de gananciales
(salvo que la mujer renuncie a ellos).
Un problema particular se presenta a propósito de las donaciones reguladas en el
artículo 1433, a saber, las donaciones remuneratorias116. El artículo 1738 resuelve esta
cuestión distinguiendo los siguientes casos:
i. Donación inmueble:
a. Si corresponde a servicios que dan acción y han sido prestados durante la
vigencia de la sociedad conyugal: ingresa al haber absoluto.
b. Si corresponde a servicios que no dan acción, hayan sido prestados antes o
durante la vigencia de la sociedad conyugal: ingresa al haber propio.
c. Si corresponde a servicios que dan acción, pero han sido prestados antes de la
sociedad: ingresa al haber propio.
ii. Donación mueble:
a. Si corresponde a servicios que dan acción y han sido prestados durante la
vigencia de la sociedad conyugal: ingresa al haber absoluto.
b. Si corresponde a servicios que no dan acción, hayan sido prestados antes o
durante la vigencia de la sociedad conyugal: ingresa al haber relativo.
116
Artículo 1433. Se entenderán por donaciones remuneratorias las que expresamente se hicieren en
remuneración de servicios específicos, siempre que estos sean de los suelen pagarse.
Si no constare por escritura privada o pública, según los casos, que la donación ha sido remuneratoria, o si
en la escritura no se especificaren los servicios, la donación se entenderá gratuita.
126
c. Si corresponde a servicios que dan acción, pero han sido prestados antes de la
sociedad: ingresa al haber relativo.
b) Todos los frutos, réditos, pensiones, intereses y lucros de cualquier naturaleza, que
provengan, sea de los bienes sociales, sea de los bienes propios de cada uno de los
cónyuges, y que se devenguen durante el matrimonio (artículo 1725 n° 2 CC).
El fundamento de esta partida reside en que los frutos, réditos, pensiones, intereses
y lucros de cualquiera naturaleza debiesen estar destinados a satisfacer las necesidades de la
familia. Por otra parte, si la sociedad es obligada a pagar las cargas y reparaciones
fructuarias de los bienes propios y sociales, es razonable que los frutos ingresen a la
sociedad.
En cuanto al modo en virtud del cual la sociedad conyugal adquiere los frutos, se
debe distinguir: a) Si el fruto es producido por un bien social, habrá propiamente accesión
(artículo 643); b) si, en cambio, el fruto es producido por un bien propio, el modo de
adquirir es la ley (el mismo artículo 1725 N° 2).
Tratándose específicamente de los frutos producidos por un bien propio de la mujer,
se produce una situación cuanto menos curiosa: por una parte, el artículo 1725 N° 2 da a
entender que dichos frutos debiesen corresponder a la sociedad conyugal; por la otra, el
artículo 810 establece que el marido tiene derecho legal de goce sobre los bienes propios de
la mujer, lo que daría a entender que los frutos corresponden al marido. La aparente
contradicción se resuelve teniendo a la vista que, según el artículo 1749, al marido toca la
administración ordinaria de los bienes sociales y los frutos que producen los bienes propios
de la mujer son bienes sociales, lo que explica que sea el marido quien en definitiva
determine cómo se goza de estos.
Cabe precisar, además, que el derecho legal de goce que contempla el artículo 810
no es propiamente un usufructo, pues si el bien de la mujer fuese enajenado cesaría el
derecho el marido117. En cuanto a la inembargabilidad de este derecho (artículo 2466 inciso
final), debe aclararse que aquello que es propiamente inembargable es el derecho en sí
mismo, sin que ello obste a que los terceros puedan embargar los frutos (que han ingresado
al haber absoluto), con la limitación de que no pueden privar al marido de lo que necesite
para atender las cargas de familia.
117
Sin ánimo de taxatividad, pueden agregarse otras diferencias entre el derecho legal de goce y el usufructo:
1º El derecho legal de goce del marido es un derecho personalísimo. Por ende, no es transmisible y el marido
carece de la facultad de transferirlo. El usufructo, en cambio, si bien tampoco es transmisible, sí puede
transferirse a cualquier título, salvo prohibición del constituyente (artículo 793).
2º El marido no está obligado a rendir fianza o caución de conservación o restitución. El usufructuario, en
cambio, debe rendir fianza o caución, salvo que el constituyente o propietario lo exonere de tal obligación
(art. 775).
3º El marido no está obligado a confeccionar inventario solemne. El usufructuario, en cambio, debe
confeccionar inventario solemne, salvo que el constituyente o propietario lo exonere de tal obligación (art.
775).
127
Más allá del punto anterior, otra cuestión que resulta conflictiva es qué ocurre con
las utilidades pecuniarias que provienen de la explotación de un derecho de propiedad
intelectual118 o industrial119. Al respecto, Alessandri estima que las utilidades pecuniarias
obtenidas durante la vigencia de la sociedad conyugal ingresan al haber absoluto, aunque el
respectivo derecho haya nacido o se haya adquirido antes de la sociedad. Se trataría,
justamente, de frutos. Respecto a los derechos de propiedad intelectual o industrial en sí
mismos, se debe distinguir: si tales derechos han sido adquiridos derivativamente y a título
oneroso durante la vigencia de la sociedad conyugal, entonces ingresan al haber absoluto en
función de lo establecido en el artículo 1725 N° 5; si, en cambio, han nacido
originariamente en el patrimonio de uno de los cónyuges, existe discusión: Ruiz-Esquide,
centrándose concretamente en los derechos de propiedad intelectual, estima que estos, en
conformidad al artículo 580 del CC, deben reputarse muebles, debiendo ingresar en tal
carácter al haber relativo de la sociedad conyugal (artículo 1725 N° 4)120; Zuloaga, en
cambio, estima que los derechos de propiedad intelectual, en tanto constituyen un reflejo de
la personalidad de los creadores de las obras, forman parte del haber propio, abonando a su
postura que el artículo 584, en su inciso segundo, establece que la especie de propiedad
sobre las producciones del ingenio y del talento se debe regir por las leyes especiales, y
estas atribuyen los derechos de propiedad intelectual a quienes hayan creado las obras121.
c) Todos los bienes muebles e inmuebles que cualquiera de los cónyuges adquiera durante
el matrimonio a título oneroso (artículo 1725 N° 5).
No importa si se adquiere a nombre del marido o de la mujer; el bien de que se trate
ingresará al haber absoluto con tal que se cumplan dos requisitos: a) que la casa o título de
adquisición se haya configurado durante la vigencia de la sociedad conyugal; y b) que la
causa o título de adquisición sea oneroso. Si el bien ha sido adquirido durante la vigencia
de la sociedad conyugal, pero el título o causa de adquisición es anterior, el bien no
ingresará al haber absoluto ni aun cuando la adquisición sea a título oneroso. El artículo
1736 contiene casos que dan cuenta de esto.
En esta partida se entienden comprendidos también los dineros obtenidos en juegos
siempre que haya existido el pago de un precio o tarifa (como ocurre con un juego de
lotería).
Existen, sin embargo, ciertos bienes que, aun cuando sean adquiridos a título
oneroso durante la vigencia de la sociedad conyugal y el título o causa de adquisición no
sea anterior a ella, no entran al haber absoluto. Tales son:
118
Entre estos, cabe destacar el derecho de autor y los derechos conexos.
119
Entre estos, cabe destacar la patente de invención, el modelo de utilidad, los diseños y dibujos industriales
y las marcas.
120
Esta tesis es cuanto menos discutible si se considera, como hace el profesor Urquieta Salazar, que la
creación intelectual sobre la que recae un derecho de propiedad intelectual, más allá del soporte material en
que conste, no es realmente una cosa corporal. Se trataría, en su concepto, de una cosa inmaterial, categoría
que nuestro CC no ha reconocido claramente.
121
Así ocurre, por ejemplo, con el artículo 7 de la ley 17.336.
128
forman parte de su haber –salvo los casos referidos en los artículos 166 y 167-; tal
administración, por aplicación del artículo 1749, corresponde al marido. Hay allí una
vergonzosa discriminación arbitraria en nuestra legislación122. En este sentido, si bien la ley
18.802, de 1989, reconoció plena capacidad jurídica a la mujer casada en sociedad
conyugal –que hasta ese entonces era considerada incapaz relativa-, el artículo 1749, al
excluir a la mujer de la administración de bienes sociales y de sus propios bienes, la trata
como incapaz.
El haber propio de cada cónyuge está compuesto por los siguientes bienes:
a) Bienes inmuebles que un cónyuge tiene al momento del matrimonio.
Si bien la ley no lo dice expresamente, así se colige, a contrario sensu, del artículo
1725 N°3 y N°4. Con tal que el bien inmueble haya sido adquirido con anterioridad a la
celebración del matrimonio, es indiferente la naturaleza que tenga el título de adquisición
(si es gratuito u oneroso). En caso de que el bien inmueble haya sido adquirido
conjuntamente por los cónyuges antes de la celebración del matrimonio, habrá copropiedad,
manteniéndose las respectivas cuotas en el haber propio de cada cónyuge.
Por aplicación del artículo 1736, si se adquiere un bien inmueble durante la
sociedad conyugal, aunque sea a título oneroso, no pertenece a ella cuando la causa o título
de adquisición le ha precedido. En consecuencia, no pertenecen a la sociedad:
i. Los bienes raíces que uno de los cónyuges poseía a título de señor antes de ella, aunque la
prescripción o transacción con que las haya hecho verdaderamente suyas se complete o
verifique en ella (artículo 1736 N° 1 CC). Cabe tener presente que Peñailillo y buena parte
de la doctrina autorizada, en base a la norma que comentamos y otras consideraciones,
estiman que la prescripción adquisitiva se retrotrae a la fecha en que se comenzó a poseer;
por su parte, la transacción, en tanto no implique la obligación de transferir el dominio de
una cosa no disputada, es un título declarativo de un derecho preexistente.
ii. Los bienes raíces que los cónyuges poseían antes de ella por un título vicioso, pero cuyo
vicio se ha purgado durante ella por la ratificación o por otro medio legal (artículo 1736 N°
2 CC). Este numeral hace alusión al caso en que uno de los cónyuges, antes de la
celebración del matrimonio, ha adquirido un bien raíz en base a un título que adolece de un
vicio de nulidad; en tal caso, si durante la sociedad conyugal se sanea el vicio, sea por
confirmación o por extinguirse la acción de nulidad por prescripción (que es el otro medio
legal de sanear el vicio), este saneamiento opera retroactivamente a la fecha en que se había
122
Reiteramos que es necesario tener presente el acuerdo de solución pacífica alcanzado entre Sonia Arce
Esparza y el Estado de Chile, el 18 de octubre de 2005, caso N° 12.433, que dispone en la cláusula primera:
“Primero: Garantías de no repetición: a. Derogación de las normas que establecen la discriminación de las
mujeres en el régimen de sociedad conyugal. Para poner término a la discriminación legal implícita en el
actual régimen de sociedad conyugal en Chile, y que ha motivado el inicio de este caso, el Estado de Chile se
compromete a dotar –en forma inmediata– de la urgencia que se estime adecuada a la tramitación legislativa
del proyecto de ley que modifica el Código Civil y leyes complementarias en materia de sociedad conyugal o
comunidad de gananciales –en los términos de redacción en los que se encuentra–, otorgando a la mujer y al
marido iguales derechos y obligaciones (Boletín, Nº 1707-18)”.
131
adquirido la posesión del bien raíz por el cónyuge, por lo que resulta lógico que, una vez
adquirido el dominio por prescripción, ingrese al haber propio y no al de la sociedad.
iii. Los bienes inmuebles que vuelven a uno de los cónyuges por nulidad o resolución de un
contrato, o por haberse revocado una donación (artículo 1736 N° 3 CC).
iv. Los bienes inmuebles litigiosos y de que durante la sociedad ha adquirido uno de los
cónyuges la posesión pacífica (artículo 1736 N° 4 CC).
v. El derecho de usufructo sobre un bien raíz que se consolida con la propiedad que
pertenece al mismo cónyuge (artículo 1736 N° 5 CC). Esto es sin perjuicio de que los frutos
de tal bien pertenezcan al haber absoluto de la sociedad conyugal en virtud del artículo
1725 Nº 2.
vi. Lo que se paga (inmueble) a cualquiera de los cónyuges por capitales de créditos
constituidos antes del matrimonio. Lo mismo se aplica a los intereses devengados por uno
de los cónyuges antes del matrimonio y pagados después (artículo 1736 N° 6 CC). Este
numeral se aplica cuando se paga el crédito con un inmueble, esto es, mediante una dación
en pago; en efecto, por aplicación del inciso final del artículo 1736, si se paga con un bien
mueble, el mueble adquirido ingresa al haber relativo. En el caso de los intereses
devengados antes del matrimonio y pagados durante él, también el pago debe realizarse con
un bien raíz; de lo contrario, el bien mueble o dinero ingresa al haber relativo.
vii. Los bienes que un cónyuge adquiera durante la sociedad en virtud de un acto o contrato
cuya celebración se haya prometido con anterioridad a ella, siempre que la promesa conste
en un instrumento público o en instrumento privado cuya fecha sea oponible a terceros de
acuerdo con el artículo 1703 del CC. En otras palabras, debe tratarse de una promesa
oponible a terceros, ya sea por aplicación del artículo 1703 del CC o del artículo 419 del
Código Orgánico de Tribunales.
Conviene concluir la enumeración del artículo 1736 teniendo presente que no es
taxativa. Además, de acuerdo al penúltimo inciso de la disposición, si el bien raíz se
adquiere con bienes de la sociedad y del cónyuge, este deberá la respectiva recompensa.
b) Inmueble adquirido a título gratuito por uno de los cónyuges durante la vigencia de la
sociedad conyugal (artículos 1726 y 1732 CC).
Las adquisiciones a título gratuito hechas por ambos cónyuges simultáneamente no
aumentan el haber social, sino el de cada cónyuge.
c) Bienes muebles que los cónyuges excluyen de la sociedad en las capitulaciones
matrimoniales (artículo 1725 N° 4 inciso 2º CC).
Por regla general, los muebles que los cónyuges poseían antes del matrimonio
ingresan al haber relativo de la sociedad conyugal. No obstante, el inciso segundo del N° 4
del artículo 1725 permite excluir determinados bienes de la sociedad.
132
123
Como enseña Juan Andrés Orrego, “en la sociedad conyugal, el Código Civil solo reglamentó la
subrogación de inmueble a inmueble o de inmueble a valores, y nada dijo respecto a subrogar muebles por
otros muebles (artículo 1733). Arturo Alessandri Rodríguez, dado el silencio del legislador, niega tal
posibilidad, mientras que Pablo Rodríguez Grez la admite, atendido lo dispuesto en el art. 1727 N° 2 del
Código Civil, que reza: “No obstante lo dispuesto en el art. 1725 no entrarán a componer el haber social:
(...) 2º Las cosas compradas con valores propios de uno de los cónyuges, destinados a ello en las
133
capitulaciones matrimoniales o en una donación por causa de matrimonio”. Como el precepto no distingue
entre muebles e inmuebles, sino que alude a “Las cosas”, Rodríguez Grez concluye que se refiere la ley tanto
a muebles como inmuebles.”
134
124
Si la posibilidad de subrogar contemplada en el artículo 1733 es realmente excepcional, podría
cuestionarse el hecho de que la jurisprudencia interprete extensivamente la regla.
135
cónyuge por el precio de la finca enajenada o por los valores invertidos y conservando este
el derecho a llevar a efecto la subrogación, comprando otra finca".
De esta manera, cabe distinguir las siguientes hipótesis:
a. Si el saldo a favor o en contra de la sociedad excede a la mitad del precio
de la finca que se recibe, no hay subrogación, por lo que la finca ingresará al haber
absoluto de la sociedad. En este caso, la sociedad queda obligada a pagar una
recompensa por el precio de la finca enajenada o por los valores invertidos y,
además, el cónyuge conserva el derecho a realizar la subrogación comprando otra
finca.
b. Si el saldo no excede de la mitad precio, existe subrogación, por lo que la
finca adquirida ingresará al haber propio del respectivo cónyuge. Con respecto al
saldo habrá que distinguir: i. si el bien que se adquiere es de menor valor que el
inmueble o valores que se enajenan, el cónyuge subrogante adquiere una
recompensa contra la sociedad por la diferencia (pues queda un saldo de dinero por
la venta o permuta del bien propio; saldo que ingresa al haber relativo de la
sociedad) ii. si el bien que se adquiere es de mayor valor que el inmueble o valores
que se enajenan, el cónyuge subrogante deberá pagar a la sociedad la
correspondiente recompensa (pues se entiende que este mayor valor se paga con
valores sociales).
2.2.1.6. Presunciones que ayudan a determinar cuáles bienes son sociales
y cuáles son propios de cada cónyuge.
a) Presunción del artículo 1739 inciso primero CC.
El artículo 1739 establece que toda cantidad de dinero y de cosas fungibles, todas
las especies, créditos, derechos y acciones que existieren en poder de cualquiera de los
cónyuges durante la sociedad o al tiempo de su disolución, se presumirán pertenecer a ella,
a menos que aparezca o se pruebe lo contrario.
Esta presunción es de gran utilidad por cuanto: i. protege a los acreedores sociales,
liberándolos de tener que probar que los bienes que se encuentran en poder de los cónyuges
son bienes sociales, y no bienes propios y; ii. simplifica la liquidación de la sociedad
conyugal.
Según indica el artículo 1739, esta presunción es simplemente legal, por lo que tanto
los cónyuges como terceros pueden probar que un determinado bien es propio, para lo cual
pueden emplear cualquier medio de prueba. Sin embargo, la ley no admite como medio
probatorio la confesión de los cónyuges, para evitar que los cónyuges burlen a sus
acreedores y legitimarios por la vía de declarar que los bienes pertenecen a uno u otro
esposo, y no a la sociedad conyugal. Al efecto el inciso segundo del artículo 1739 dispone:
“Ni la declaración de uno de los cónyuges que afirme ser suya o debérsele una cosa, ni la
confesión del otro, ni ambas juntas, se estimarán suficiente prueba, aunque se hagan bajo
juramento.”
136
Sin embargo, el inciso tercero de la norma en estudio dispone que “La confesión, no
obstante, se mirará como una donación revocable, que, confirmada por la muerte del
donante, se ejecutará en su parte de gananciales o en sus bienes propios, en lo que hubiere
lugar.”
b) Presunción legal a favor de terceros respecto de los bienes muebles125.
Con el ánimo de proteger a los acreedores sociales, el inciso cuarto del artículo 1739
ha señalado que “Tratándose de bienes muebles, los terceros que contraten a título oneroso
con cualquiera de los cónyuges quedarán a cubierto de toda reclamación que estos
pudieren intentar fundada en que el bien es social o del otro cónyuge, siempre que el
cónyuge contratante haya hecho al tercero de buena fe la entrega o la tradición del bien
respectivo.”
Para que se aplique esta presunción es entonces necesario que: i. el contrato se
refiera a bienes muebles; ii. que sea a título oneroso y; iii. que el tercero haya recibido el
bien de buena fe. Al efecto, el inciso quinto del artículo1739 dispone que “No se presumirá
la buena fe del tercero cuando el bien objeto del contrato figure inscrito a nombre del otro
cónyuge en un registro abierto al público, como en el caso de automóviles, acciones de
sociedades anónimas, naves, aeronaves, etc.”
c) Presunción legal respecto a bienes adquiridos a título oneroso después de la disolución
de la sociedad conyugal y antes de su liquidación.126
El inciso final del artículo 1739 dispone que “Se presume que todo bien adquirido a
título oneroso por cualquiera de los cónyuges después de disuelta la sociedad conyugal y
antes de su liquidación, se ha adquirido con bienes sociales. El cónyuge deberá por
consiguiente, recompensa a la sociedad, a menos que pruebe haberlo adquirido con bienes
propios o provenientes de su sola actividad personal.”
* Hay quienes estiman que, más allá de las tres presunciones recién analizadas, existiría una
cuarta en el artículo 1737. Esta norma se refiere a aquellos bienes que han debido ser
adquiridos por uno de los cónyuges durante la vigencia de la sociedad conyugal y que de
hecho no se han adquirido sino después de su disolución, ya sea por no haberse tenido
noticias de ellos o por haberse embarazado injustamente su adquisición o goce. En realidad,
la norma no contempla realmente una presunción de dominio, sino que una ficción; con tal
que la adquisición haya sido injustamente embarazada por el respectivo cónyuge o este,
negligentemente, no haya tenido noticia de los bienes, la adquisición se entiende producida,
necesariamente y por el solo ministerio de la ley, durante la vigencia de la sociedad
conyugal. Ahora bien, tal ficción no implica que el bien mismo ingrese al haber absoluto de
125
Este caso es presentado por algunos como uno de presunción de dominio en favor de la sociedad conyugal.
En realidad, si se cumplen los requisitos pertinentes, el bien se reputa propio del cónyuge para ojos del tercero
con quien aquel ha contratado.
126
Este caso es presentado por algunos como uno de presunción de dominio en favor de la sociedad conyugal.
En realidad, lo que se presume es que el bien ha sido adquirido con bienes sociales, sin que ello implique que
aquel pase a ser social (de hecho, el pago de la recompensa se justifica justamente en que el bien ingresa al
haber propio del cónyuge respectivo).
137
Lo forman aquellas deudas que la sociedad conyugal debe pagar sin derecho a
recompensa. La deuda es social tanto desde el punto de vista de la obligación a la deuda
como de la contribución a la deuda.
Está constituido por:
a) Pensiones e intereses que corran, sea contra la sociedad, sea contra cualquiera de los
cónyuges y que se devenguen durante la sociedad (artículo 1740 n° 1 CC).
Esta partida es una contrapartida de que los frutos de los bienes sociales y
personales de cada cónyuge se incorporen al haber absoluto. Los intereses a que hace
alusión la norma pueden ser civiles o naturales, y pueden provenir de cualquier deuda, sea
que se contraiga por cualquiera de los cónyuges antes o durante la sociedad, importando
únicamente que sean devengados durante esta.
b) Deudas y obligaciones contraídas durante el matrimonio por el marido, o la mujer con
autorización del marido, o de la justicia en subsidio, y que no fueren personales de aquel o
de esta (artículo 1740 N° 2 CC).
Se pueden distinguir varias hipótesis comprendidas en esta partida:
i. Deudas contraídas por el marido. Lo normal es que durante la vigencia de la sociedad
conyugal las deudas sean contraídas por el marido, pues es a este a quien a la ley confiere la
administración ordinaria.
ii. Deudas contraídas por la mujer con autorización del marido. Esta hipótesis, si bien está
expresadamente contemplada en el numeral que estamos comentando, solo tenía sentido
antes de la entrada en vigencia de la ley 18.802, pues el antiguo artículo 146 establecía que
"la mujer que procede con autorización del marido, obliga al marido en sus bienes de la
misma manera que si el acto fuera del marido…". Después de la entrada en vigencia de la
precitada ley, la hipótesis referida en el numeral pierde sentido, salvo que se estime que la
mujer obra como mandataria del marido.
iii. Deudas contraídas por la mujer con autorización judicial. Esta hipótesis debe
relacionarse con el artículo 138, que autoriza a la mujer para actuar respecto de los bienes
del marido, sociales y de los suyos que administre el marido, con autorización del juez,
cuando al marido le afecta un impedimento que no sea de larga o indefinida duración. En
este caso, la mujer obliga al marido respecto de sus bienes y de los sociales como si el acto
fuera del marido, y se obliga ella en sus bienes propios hasta concurrencia del beneficio que
le reporte el acto.
iv. Deudas contraídas por la mujer con mandato general o especial del marido. Esta
hipótesis está referida en el artículo 1751. La deuda es, respecto de terceros, deuda del
marido y por consiguiente, de la sociedad; la norma es concordante con el artículo 1448,
que señala: "lo que una persona ejecuta a nombre de otra, estando facultada por ella o por
la ley para representarla, produce respecto del representado iguales efectos que si hubiere
contratado él mismo". Por el contrario, si la mujer contrata a nombre propio, se aplica el
139
inciso segundo del artículo 1751 -que se remite al artículo 2152-, y, en consecuencia, en
atención al artículo 137 inciso primero, la deuda solo puede en el patrimonio reservado de
la mujer o en los bienes que administre de acuerdo al artículo 166 ó 167.
v. Deudas contraídas conjunta, solidaria o subsidiariamente por el marido y la mujer: deben
cobrarse a la sociedad conyugal, salvo en cuanto se pruebe que el contrato cedió en utilidad
personal de la mujer (artículo 1751 inciso final del CC).
vi. Deudas provenientes de compras al fiado, que haga la mujer, de bienes muebles
destinados al consumo ordinario de la familia (artículo 137 inciso segundo del CC). Deben
concurrir las tres circunstancias señaladas en la norma. De lo contrario, actuando la mujer a
su propio nombre, debe aplicarse el artículo 137 inciso primero.
c) Deudas generadas por contratos accesorios (artículo 1740 N° 2 inciso segundo del CC).
Pueden distinguirse las siguientes hipótesis:
i. Si el marido garantiza con prenda, hipoteca o fianza una obligación de la sociedad
conyugal, la sociedad es obligada al pago de la deuda.
ii. Si el marido garantiza con prenda, hipoteca o fianza una obligación ajena, requiere de
autorización de la mujer. Si no la obtiene, obliga sus bienes propios; si la obtiene, la deuda
es de la sociedad conyugal, sin derecho a recompensa.
iii. Si el marido garantiza con prenda, hipoteca o fianza una obligación personal de uno de
los cónyuges, la sociedad está obligada al pago, con derecho a recompensa (pasivo
relativo).
d) Cargas y reparaciones usufructuarias de los bienes sociales o de cada cónyuge (artículo
1740 N° 4 del CC)
En lo que respecta a las cargas y reparaciones usufructuarias de bienes propios de
cada cónyuge, su atribución al pasivo absoluto de la sociedad conyugal constituye la
contracara de lo establecido en el artículo 1725 Nº 2, que atribuye al haber absoluto los
frutos civiles y naturales que provienen de tales bienes.
Dado que la ley no señala qué entiende por cargas y reparaciones usufructuarias
para estos efectos, se debe acudir a las reglas pertinentes del usufructo. A este efecto, el
artículo 795 señala que "corresponden al usufructuario todas las expensas ordinarias de
conservación y cultivo"; por su parte, el artículo 796, en su inciso primero, agrega que
"serán de cargo del usufructuario las pensiones, cánones y en general las cargas
periódicas con que de antemano haya sido gravada la cosa fructuaria y que durante el
usufructo se devenguen...."; luego, el inciso segundo agrega que "corresponde asimismo al
usufructuario el pago de los impuestos periódicos fiscales y municipales, que la graven
durante el usufructo, en cualquier tiempo que se haya establecido". Estas reparaciones
usufructuarias se contraponen a las obras o reparaciones mayores, que, según el artículo
798, son las que ocurren por una vez o a intervalos largos de tiempo, y que conciernen a la
conservación y permanente utilidad de la cosa fructuaria; estas obras o reparaciones
140
mayores, según el artículo 797, son de cargo del propietario. En otras palabras, si un bien
forma parte del haber propio de un cónyuge, las cargas y reparaciones usufructuarias
deberán ser pagadas y soportadas por la sociedad conyugal, pues se trata de una partida
propia del pasivo absoluto; las obras o reparaciones mayores, en cambio, si bien también
deberán ser pagadas por la sociedad conyugal (por aplicación del artículo 1746), darán a
esta un derecho de recompensa contra el cónyuge propietario, tratándose entonces de una
partida propia del pasivo relativo127.
127
Boetsch da el siguiente ejemplo: “El pago de contribuciones de bienes raíces, es una carga usufructuaria.
Por ello, la sociedad conyugal está obligada a su pago, sea que correspondan al bien propio de un cónyuge,
sea que el bien sea social, sin derecho a recompensa. Si se trata de cambiar el techo de la casa, es una
reparación mayor y por ello, si el bien es social, lo hace la sociedad conyugal sin cargo de recompensa
(pasivo absoluto), pero si el bien es propio del cónyuge, lo debe hacer la sociedad conyugal, con derecho a
recompensa (pasivo relativo, art. 1746).”
141
cónyuge debe pagar a los hijos de un matrimonio anterior, o a sus padres o a un hijo tenido
fuera del matrimonio son de cargo de la sociedad conyugal, sin derecho a recompensa,
salvo que sean excesivos. En este último caso, si los paga la sociedad conyugal, será con
derecho a recompensa por el exceso.
f) Pago que, en conformidad a las capitulaciones matrimoniales, debe hacerse a la mujer
para que pueda disponer a su arbitrio (artículo 1740 inciso final).
Son de cargo de la sociedad conyugal, a menos de haberse convenido en las mismas
capitulaciones que serían de cargo del marido.
2.2.1.7.1 Pasivo aparente o relativo.
El pasivo aparente está formado por aquellas deudas que la sociedad conyugal debe
pagar, pero no soportar, adquiriendo una recompensa en contra del cónyuge deudor.
En consecuencia, la deuda es social desde el punto de vista de la obligación a la
deuda, pero personal del cónyuge desde el punto de vista de la contribución a la deuda.
Este pasivo está integrado por las deudas personales de los cónyuges (artículo 1740
N° 3 CC). Entre otras, son partidas del pasivo aparente:
a) Deudas anteriores al matrimonio.
b) Deudas contraídas durante el matrimonio que ceden en beneficio exclusivo de uno de los
cónyuges.
c) Deudas provenientes de multas o reparaciones pecuniarias a que fuere condenado uno de
los cónyuges por un delito o cuasidelito.
d) Deudas hereditarias o testamentarias provenientes de una herencia adquirida por uno de
los cónyuges.
e) Toda erogación gratuita y cuantiosa a favor de un tercero que no sea descendiente común
(artículo 1747 en relación al artículo 1742)
f) Las expensas hechas en los bienes propios de los cónyuges cuando ellas hayan
aumentado el valor de los bienes y este aumento subsista a la fecha de la disolución de la
sociedad (artículo 1746). El cónyuge respectivo deberá como recompensa el aumento del
valor que la cosa haya experimentado como consecuencia de las expensas; no obstante, si el
aumento es superior al monto de las expensas, solo se debe el importe de estas.
g) La diferencia de valor entre el precio de venta de un bien propio del cónyuge y el mayor
precio del bien adquirido en el caso de la subrogación.
2.2.1.8. Recompensas.
2.2.1.8.1. Concepto.
Las recompensas son los créditos en dinero que el marido, la mujer y la sociedad
pueden reclamarse recíprocamente al momento de liquidar la sociedad conyugal. Somarriva
142
vii. Precios, saldos, costas y expensas que se hicieron en la adquisición o cobro de los
bienes o créditos del cónyuge (artículo 1745 CC).
b) Recompensas debidas por la sociedad conyugal a los cónyuges.
En general, son dos las razones que justifican la existencia de una recompensa en
favor de alguno de los cónyuges: i. Cuando tal cónyuge paga con recursos propios
obligaciones de la sociedad conyugal; y ii. Cuando la sociedad se enriquece a expensas del
patrimonio de un cónyuge. La ley señala especialmente los siguientes casos:
i. Recompensa por las especies muebles o dineros que el cónyuge aportó o adquirió a título
gratuito (artículo 1725 N° 3 y 4 CC).
ii. Recompensa por el precio recibido por parte de la sociedad conyugal al vender un bien
propio del marido o de la mujer, salvo los casos excepcionales contemplados en el artículo
1741 CC.
iii. Recompensa en caso de que, con ocasión de una subrogación, el bien adquirido sea de
menor valor (artículo 1733 CC).
iv. Recompensa por las expensas ordinarias y extraordinarias de educación de un
descendiente común o las necesarias para establecerle o casarle cuando se hayan sacado de
los bienes propios de un cónyuge, sin que aparezca de un modo auténtico el ánimo de este
de soportarlas (artículo 1744 CC).
c) Recompensas debidas por los cónyuges entre sí.
Estas recompensas se generarán cuando un cónyuge se haya beneficiado
indebidamente a costa del otro, o cuando con dolo o culpa se han causado perjuicios. Se
pueden mencionar como ejemplos:
i. Cuando con bienes de un cónyuge se paga una deuda personal del otro;
ii. Cuando con bienes propios del cónyuge, se hicieren reparaciones o mejoras en un bien
del otro;
iii. Cuando un cónyuge, con dolo o culpa grave, causare daños a los bienes del otro, por
ejemplo, lo incendiare (art. 1771).
2.2.1.8.4. Prueba.
Por aplicación del artículo 1698, aquel que alega una recompensa debe probar los
hechos en que se funda. Para estos efectos, el cónyuge puede servirse de todos los medios
de prueba, salvo la confesión, que se mirará, no obstante, como una donación revocable
(artículo 1739 CC).
2.2.1.8.5. Forma en que se pagan las recompensas (cómo se pagan).
En conformidad al artículo 1734, todas las recompensas se pagarán en dinero, de
manera que la suma pagada tenga, en lo posible, el mismo valor adquisitivo que la suma
144
invertida al originarse la recompensa. Con todo, nada obsta a que pueda aceptarse otra
forma de pago. En caso de que no exista acuerdo acerca de la suma debida a título de
recompensa, esta es determinada por el juez partidor (arbitro arbitrador) en base a la
equidad natural.
Las recompensas, una vez disuelta la sociedad conyugal, pueden renunciarse.
Existen quienes opinan que la renuncia también se puede hacer en las capitulaciones
matrimoniales. Mas, existe relativo consenso en cuanto a que no se admite la renuncia
estando vigente la sociedad conyugal, pues ello implicaría una mutación del régimen.
Finalmente, conviene precisar que la renuncia a los gananciales por parte de la
mujer no afecta sus derechos y obligaciones en materia de recompensas.
2.2.1.9. Administración ordinaria de la sociedad conyugal.
La administración ordinaria es encomendada al marido como jefe de la sociedad
conyugal (artículos 1749 y 1752). Ya hemos referido en varias ocasiones que el Estado de
Chile se encuentra comprometido internacionalmente, en virtud de un Acuerdo de Solución
Amistosa (caso 12433. Sonia Arce Esparza con Chile), a revisar su normativa interna y
adecuarla a lo preceptuado por los tratados internacionales de derechos humanos. La
atribución al marido de la administración ordinaria -que implica la administración de los
bienes sociales, de sus propios bienes y de los bienes propios de la mujer-, unida al
tratamiento de jefe de la sociedad conyugal, constituyen una discriminación basada en el
sexo y, por tanto, arbitraria; existe, por ende, una vulneración de los artículos 1 inciso
primero, 5 inciso segundo y 19 N° 2 de la CPR. Se infringe particularmente la prohibición
al legislador y a la autoridad de establecer diferencias arbitrarias. Así lo ha entendido
Schmidt, Ramos Pazos y la generalidad de la doctrina, sobre todo en lo que respecta a la
administración de los bienes propios de la mujer y el tenor del artículo 1754 inciso final,
que impide a la mujer enajenar, gravar, arrendar o ceder la tenencia de los bienes de su
propiedad que administre el marido, salvo en los casos de los artículos 138 y 138 bis. Una
opinión contraria, y ciertamente minoritaria, es defendida por Rodríguez Grez, quien estima
que las limitaciones relativas a la administración de los bienes propios de la mujer, si bien
tienen carácter legal, han sido voluntariamente aceptadas por la mujer al momento de
contraer el matrimonio y optar por el régimen de sociedad conyugal, por lo que no son
inconstitucionales, al encontrar su fuente en una convención.
La administración le corresponde al marido por el solo hecho del matrimonio, de
pleno derecho, pero siempre que sea mayor de edad, ya que de ser menor necesita de un
curador que administre extraordinariamente (artículo 148).
La regla general es que la administración ordinaria dure hasta la disolución de la
sociedad conyugal; excepcionalmente, si el marido incurre en un impedimento de larga o
indefinida duración, en prolongada ausencia, o en desaparecimiento, se da paso a la
administración extraordinaria. En caso de que el marido sea sometido a un procedimiento
concursal de liquidación, la administración pasará al liquidador.
145
La administración ordinaria comprende (i) los bienes sociales, (ii) los propios del
marido y (iii) los propios de la mujer. No obstante, en cada caso las facultades son
diferentes.
La mayor parte de la doctrina sostiene que el marido no debe rendir cuenta de su
administración una vez disuelta la sociedad conyugal, ya que la ley no le impone
expresamente esta obligación; al contrario, la ley dispone que el marido administra los
bienes sociales como si fuese dueño. A idéntica conclusión ha arribado la jurisprudencia.
Sin embargo, el punto es cuanto menos discutible si se considera que es un principio
general del derecho que cada vez que se administran bienes ajenos o que se posean en
condominio se debe rendir cuenta. Además, el marido es responsable de los daños y
perjuicios causados a la mujer y a la sociedad por dolo o culpa grave; para estos efectos,
predicar la existencia de un deber de rendir cuenta al momento de la disolución de la
sociedad conyugal sirve como incentivo al marido para realizar una administración
diligente.
Las normas sobre duración y titularidad de la administración son de orden público y
no pueden modificarse por los cónyuges en las capitulaciones matrimoniales.
Cabe indicar que la ley N° 18.802, al modificar el artículo 145 (actual artículo 138),
permite que excepcional y transitoriamente la mujer tenga a su cargo la administración
ordinaria, cuando se cumplan los siguientes requisitos:
i. Que afecte al marido un impedimento;
ii. Que el impedimento del marido no fuere de larga e indefinida duración;
iii. Que de la demora en contratar se siga perjuicio a la sociedad conyugal;
iv. Que el juez autorice a la mujer, con conocimiento de causa; y
v. Que se trate de celebrar por la mujer determinados actos o contratos, comprendidos en la
autorización judicial.
2.2.1.9.1. Administración ordinaria de los bienes sociales.
El principio general –discriminatorio y vergonzoso, por cierto- es que el marido es
el jefe de la sociedad conyugal, y en tal carácter administra esos bienes (artículo 1749 CC).
Como vimos en la introducción de estos apuntes, el articulado originario del CC
atribuía al marido poderes prácticamente absolutos para la administración de los bienes
sociales. Paulatinamente, de la mano de la evolución social y con el fin de proteger los
intereses de la mujer, se fueron introduciendo diversas limitaciones. En este sentido, si bien
la mujer por sí sola no tendrá derecho alguno sobre los bienes sociales mientras la sociedad
esté vigente, el marido necesitará su autorización para la realización de ciertos actos de
particular importancia, y sin esta autorización el acto será nulo o inoponible según el caso.
Más allá de las limitaciones legales, reguladas en el título XXII del libro IV –que
veremos prontamente-, también es posible que se estipulen limitaciones en las
146
capitulaciones matrimoniales. Con todo, en este último caso, las limitaciones no pueden
desnaturalizar la administración ordinaria del marido, pues si así fuese así, serían contrarias
a la ley (artículo 1717)
2.2.1.9.1.1. Limitaciones impuestas en el Título XXII del libro IV.
El marido necesita la autorización de la mujer para realizar los siguientes actos:
a) Enajenación voluntaria de bienes raíces sociales (artículo 1749 inciso tercero CC).
La limitación se refiere exclusivamente a la enajenación voluntaria, no a la forzada.
Asimismo, solo se refiere a los bienes raíces, y sociales. Puede ser una cosa corporal o
incorporal. Aunque la norma no sea lo suficientemente clara, se entiende que la
autorización debe darse para la celebración del título traslaticio que antecede a la tradición.
La jurisprudencia también ha exigido la autorización para resciliar la compraventa
de un bien raíz.
b) Gravamen voluntario de bienes raíces sociales (artículo 1749 inciso tercero CC).
c) Promesa de enajenación o gravamen de un bien raíz social (artículo 1749 inciso tercero
CC).
d) Enajenación o gravamen voluntario o promesa de enajenación o gravamen sobre
derechos hereditarios de la mujer (artículo 1749 inciso tercero CC).
A primera vista, podría parecer extraño que el CC trate a los derechos hereditarios
de la mujer como bienes sociales. Sin embargo, se ha dicho que el legislador, que introdujo
este caso mediante la ley 18.802, lo incluyó en este artículo bajo el entendido que el
derecho real de herencia, al no poder calificarse como mueble o inmueble, debe regirse por
las normas de los muebles, que constituyen el estatuto jurídico general de los bienes. Y
siendo un derecho mueble adquirido a título gratuito durante la vigencia de la sociedad
conyugal, ingresaría al haber aparente o relativo de la misma y no al haber propio del
heredero.
e) Disposición gratuita, por acto entre vivos, de bienes sociales (artículo 1749 inciso cuarto
CC).
El marido no puede hacer donaciones de bienes sociales sin autorización de la
mujer, salvo que fueren de poca monta (artículo 1735 CC).
Nótese que la necesidad de autorización, si bien parece tener un alcance general,
relativa tanto a bienes muebles como inmuebles, hay que entenderla referida
exclusivamente a los bienes muebles, puesto que tratándose de inmuebles, la situación está
comprendida en el inciso tercero.
f) Arrendamiento o cesión de tenencia de bienes raíces sociales por más de 5 años si se trata
de predios urbanos, o más de 8 años si se trata de predios rústicos (artículo 1749 inciso
cuarto CC).
147
La limitación rige para el arrendamiento o para cualquier otro contrato que implique
ceder la tenencia de esos bienes, por ejemplo, el contrato de comodato sobre un inmueble
social.
Deben computarse las prórrogas para el cálculo de los 5 u 8 años.
La sanción a la falta de la autorización de la mujer, no es la nulidad del contrato de
arriendo sino la inoponibilidad por el exceso de plazo a la mujer (art. 1757, inciso primero).
g) Constitución de avales u obligaciones accesorias para garantizar obligaciones de terceros
(artículo 1749 incisos quinto y sexto CC).
Esta limitación plantea el problema de si el marido puede o no libremente celebrar
un acto o contrato que genere, por el solo ministerio de la ley, una responsabilidad solidaria
o subsidiaria, como ocurre con la sociedad colectiva mercantil o ciertos endosos de
documentos. Al efecto, ciertos autores, como Ramos, estiman que el marido es libre de
poder celebrar tales actos, puesto que en tales casos no obra directamente la voluntad del
marido (que es lo regulado por la limitación), sino que es la ley la que establece la
responsabilidad solidaria. Sin embargo, se puede indicar que igualmente es el marido quien
voluntariamente se somete a una regulación legal que impone la solidaridad, y que por ende
requiere la autorización de la mujer.
2.2.1.9.1.2. Características de la autorización expresa de la mujer.
En conformidad al artículo 1749 inciso séptimo del CC, la autorización tiene las
siguientes características:
a) Específica: la que se da para celebrar un acto jurídico determinado en condiciones
también determinadas.
b) Solemne: otorgada por escrito o por escritura pública si el acto exige esta solemnidad.
c) Puede darse personalmente o por mandatario, que debe ser especial y solemne, en los
términos recién señalados.
d) Puede ser suplida por la justicia (artículo 1749 inc. final CC). Esto ocurre en dos casos:
i. Negativa de la mujer sin justo motivo.
ii. Impedimento de la mujer, si de la demora se siguiere perjuicio.
e) Debe ser previa: anterior al acto o simultánea con su celebración.
2.2.1.9.1.3. Posibilidad de autorización tácita.
El artículo 1749, en la primera parte del inciso séptimo, señala que “la autorización
de la mujer deberá ser específica y otorgada por escrito, o por escritura pública si el acto
exigiere esta solemnidad, o interviniendo expresa y directamente de cualquier modo en el
mismo”. En consecuencia, la mujer otorga su autorización tácita cuando interviene expresa
y directamente de cualquier modo en el acto, ya sea como parte o de otra manera (por
148
ejemplo, como testigo). Si el acto consta por escrito, la mujer debe comparecer y suscribir
el instrumento.
2.2.1.9.1.4. Sanción por falta de autorización.
La regla general es la nulidad relativa. Así lo establece el artículo 1757. Sin
embargo, existen dos excepciones:
i. En el caso del arrendamiento, la sanción es la inoponibilidad más allá de los plazos
señalados.
ii. En el caso de las cauciones, la sanción es que el marido solo obliga sus bienes propios.
En otras palabras, la caución será inoponible a la sociedad conyugal.
circunstancia de que el bien no haya salido de las manos de aquel que lo adquirió
directamente del marido. Una sentencia de la Corte Suprema de fecha 1 de septiembre de
2009, dictada en los autos Rol N° 1.719-2009, acoge tanto la acción de nulidad relativa
cuanto la acción reivindicatoria, deducidas por la mujer”
Hay quienes entienden que, mientras la sociedad conyugal esté vigente, la mujer ni
siquiera podría ejercer la acción rescisoria, pues esta debe ejercerse necesariamente de
forma conjunta a la acción reivindicatoria (para efectos de recuperar el bien), y la mujer no
tiene derecho alguno sobre los bienes sociales. En esta línea encontramos a Rodríguez
Grez, para quien la posibilidad de ejercer la acción rescisoria por parte de la mujer depende
de que esta obtenga previamente la separación judicial de bienes o de que, por alguna otra
razón, se disuelva la sociedad conyugal. No obstante, la mayoría de la doctrina critica este
planteamiento, pues, si una acción rescisoria es acogida, son las prestaciones mutuas las
que restituyen a las partes al estado anterior, sin que sea necesario haber ejercido una
acción reivindicatoria. La Corte Suprema ha estimado que sí es posible ejercer la acción
rescisoria por parte de la mujer.
2.2.1.9.1.6. Situación de la mujer que celebra un contrato de sociedad.
Respecto a este punto deben distinguirse dos escenarios:
a) La mujer ha celebrado un contrato de sociedad antes de la entrada en vigencia de la
sociedad conyugal.
Los derechos de la mujer en la sociedad se reputan muebles, por lo que ingresan al
haber relativo y los administra el marido (artículo 1749 inciso segundo). Esta circunstancia
puede no caer bien a los socios –que han celebrado el contrato de sociedad con la mujer, no
con el marido-128
Con todo, si la mujer es la administradora de la sociedad, ella continúa
administrando aun cuando se case en sociedad conyugal. Ramos Pazos estima que ello es
absolutamente lógico, pues en este caso a la administración de la sociedad se aplican las
reglas del mandato y el mandato no se extingue por el hecho del matrimonio, en virtud de la
derogación que la Ley 18.802 hizo del Nº 8 del artículo 2163. La administración de la
sociedad no es un derecho que le corresponda a la mujer como socia, pues podría tenerlo
sin ser socia (artículo 385 del Código de Comercio).
b) La mujer celebra un contrato de sociedad estando ya casada.
En este caso se deben distinguir las siguientes hipótesis:
i. Celebra el contrato de sociedad dentro de su patrimonio reservado, caso en que se rige
por el artículo 150 del CC.
128
Una forma –ciertamente insuficiente- de hacer frente a esta situación es que al momento de la celebración
del contrato de sociedad se estipule que la sociedad terminará si la mujer se casa en sociedad conyugal.
150
ii. Si no tiene patrimonio reservado, no va a poder cumplir con su obligación de hacer los
aportes (porque no tiene bienes bajo su administración), salvo que el marido consienta. Si
no acepta, los demás pueden pedir la disolución de la sociedad.
iii. Si tiene algunos de los patrimonios especiales de los artículos 166 o 167 del CC, puede
celebrar el contrato obligando esos bienes.
2.2.1.9.1.7. Situaciones excepcionales en que la mujer participa en la
administración de los bienes sociales.
Pueden distinguirse las siguientes situaciones:
a) Las compras que la mujer haga al fiado de objetos muebles naturalmente destinados al
consumo ordinario de la familia, obligan los bienes sociales (artículo 137 inciso segundo)
Por esta vía la mujer está interviniendo en la administración de los bienes sociales, y
los está comprometiendo;
b) Caso de impedimento del marido, que no sea de larga o indefinida duración (porque si
fuere de larga o indefinida duración entran a jugar las reglas de la administración
extraordinaria) y de la demora se siguiere perjuicio (artículo 138 inciso segundo).
La mujer puede actuar respecto de los bienes de la sociedad conyugal con
autorización judicial que deberá darse con conocimiento de causa.
c) Caso de la mujer que actúa con mandato general o especial del marido (artículo 1751).
La mujer mandataria puede hacerlo en representación del marido o a nombre propio.
Si lo hace en representación del marido, está obligando únicamente los bienes sociales y del
marido (lo que no hace más que confirmar la regla del artículo 1448). Solo obligará sus
propios bienes si se probare que el acto cedió en su utilidad personal (artículo 1751 inciso
primero).
Si la mujer mandataria contrata a su propio nombre regirá lo dispuesto en el artículo
2151. Así lo establece el artículo 1751 inciso segundo. Ello significa que solo obliga sus
bienes propios.
d) Caso en que la mujer, obrando conjuntamente con el marido, se constituye en fiadora o
codeudora solidaria, obligando los bienes sociales (artículo 1751 inciso final).
e) La mujer puede disponer de los bienes sociales por causa de muerte. Si en la liquidación
de la sociedad conyugal la especie legada se adjudica a los herederos del testador, el
asignatario podrá reclamar en especie; si se adjudica al otro cónyuge, solo podrá reclamar
su valor.
f) Según Ramos Pazos, con la modificación que la ley 18.802 introdujo al artículo 1739,
habría otra posibilidad de que la mujer intervenga en la administración de los bienes
sociales. La ley 18.802 reemplazó el artículo 1739. Dice el inciso cuarto: "Tratándose de
bienes muebles, los terceros que contraten a título oneroso con cualquiera de los cónyuges
151
quedarán a cubierto de toda reclamación que estos -los cónyuges- pudieran intentar
fundada en que el bien es social o del otro cónyuge, siempre que el cónyuge contratante
haya hecho al tercero de buena fe la entrega o tradición del bien respectivo".
Con todo, para que opere esta situación es necesario tener presente la limitación
contemplada en el inciso quinto: “No se presumirá la buena fe del tercero cuando el bien
objeto del contrato figure inscrito a nombre del otro cónyuge en un registro abierto al
público, como en el caso de automóviles, acciones de sociedades anónimas, naves,
aeronaves, etc”
2.2.1.9.1.8. Sanción para el caso en que la mujer enajene bienes sociales
sin que esté autorizada para ello.
La ley no señala expresamente qué ocurre cuando, detentando el marido la
administración ordinaria, la mujer enajena bienes sociales fuera de los casos señalados en el
apartado anterior. Un caso paradigmático de esta situación podría darse si, durante la
vigencia de la sociedad conyugal, un inmueble se inscribe en el Registro de Propiedad del
Conservador de Bienes Raíces a nombre de la mujer (porque, por ejemplo, la mujer lo
compró para sí, sin señalar que actuaba dentro de su patrimonio reservado; o el marido lo
compró “para su mujer”129); aun cuando el inmueble se inscriba a nombre de la mujer, si ha
sido adquirido durante la vigencia de la sociedad conyugal a título oneroso, jurídicamente
ingresa al haber absoluto de la sociedad conyugal (artículo 1725 N°5); luego, si la mujer lo
enajena sin actuar como mandataria del marido ni tampoco en los casos del artículo 138,
está enajenando un bien social.
En el último tiempo la jurisprudencia ha estimado la sanción aplicable es la nulidad
relativa, dando una interpretación extensiva al artículo 1757.
No obstante, en base a los artículos 1750 y 1752, el marido, respecto de terceros, se
mira como dueño de los bienes sociales y la mujer no tiene ningún derecho sobre estos
mientras esté vigente la sociedad conyugal. De esta manera, si la mujer enajena un bien
social sin estar autorizada para ello está enajenando una cosa ajena, enajenación que sería
válida en nuestro sistema. La sanción, en consecuencia, debiese ser la inoponibilidad. Así
lo entienden Ramos Pazos y Corral Talciani.
2.2.1.9.1.9. Prerrogativas que corresponden a la mujer.
Con el fin de poner contrapesos a las amplias facultades que tiene el marido en la
administración de los bienes sociales, la ley ha otorgado a la mujer las siguientes
facultades:
a) En caso de actos de mala administración o de administración fraudulenta, la mujer puede
solicitar la separación judicial de bienes.
129
Acá se está haciendo alusión a la típica fórmula de comprar para otro. Usualmente, en la práctica, en los
contratos de compraventa escriturados se señala que el comprador compra y adquiere para sí; mas, en
algunas ocasiones se señala también que el comprador compra y adquiera para otro. En estos casos existe
una auténtica estipulación en favor de otro.
152
así se lograría la mantención del aprovechamiento de los frutos. En otras palabras, la mujer
pierde la administración de sus bienes propios porque el marido adquiere un derecho legal
de goce respecto de todos esos bienes.
Boetsch señala como ejemplo el caso en que una mujer es dueña de un
departamento; si tal departamento se diese en arrendamiento, las rentas ingresarían al haber
absoluto de la sociedad conyugal, por lo que a la sociedad no le es indiferente que ese bien
pueda ser enajenado o arrendado en condiciones poco convenientes para el interés social.
2.2.1.9.2.2. Facultades del marido en la administración de los bienes
propios de la mujer.
Las facultades del marido son más limitadas que aquellas que tiene en la
administración de los bienes sociales. Con todo, la mayoría de la doctrina estima que, aun
cuando esta administración esté limitada, el marido no se encuentra en la misma situación
que otro administrador de bienes ajenos. Tal opinión se sustenta en que el marido responde
únicamente por culpa grave o dolo (ex artículo 1771) y no está expresamente obligado a
rendir cuenta. No obstante, estas premisas son cuanto menos discutibles si se considera que
no existe una norma que expresamente limite la responsabilidad del marido por una mala
administración a dolo o culpa grave ni tampoco una regla que lo libere del deber de rendir
cuenta, que no sería sino la regla general cuando se administran bienes ajenos.
2.2.1.9.2.3. Limitaciones impuestas al marido en la administración de los
bienes propios de la mujer.
El marido requiere autorización de la mujer para realizar ciertos actos de particular
importancia. Conviene precisar que el marido no comparece en representación legal de la
mujer, porque ella es capaz, sino como administrador de la sociedad conyugal.
Los casos para los cuales se requiere autorización son los siguientes:
a) Aceptación y repudiación de una herencia o legado deferido a la mujer (artículo 1225
inciso cuarto CC).
En este caso, ante la falta de autorización, la sanción es la nulidad relativa (1757).
b) Aceptación o repudiación de una donación hecha a la mujer (artículo 1411 inciso tercero
CC).
En este caso, ante la falta de autorización, la sanción es la nulidad relativa (1757).
c) Nombramiento de partidor en bienes en que tiene interés la mujer.
El inciso primero del artículo 1326 establece la necesidad de aprobación judicial
para el nombramiento de partidor en caso de que alguno de los coasignatarios no tenga la
libre disposición de sus bienes; luego, el inciso segundo aclara que “Se exceptúa de esta
154
disposición la mujer casada cuyos bienes administra el marido; bastará en tal caso el
consentimiento de la mujer, o el de la justicia en subsidio.”
Para Ramos Pazos, la mujer, en tanto tiene capacidad de ejercicio, puede por sí sola
consentir el nombramiento de partidor. Con todo, el artículo 138 bis inciso final da a
entender que ello no sería así en caso de que la partición se refiera a una comunidad
hereditaria. Corral Talciani, incluso, interpreta extensivamente esta última norma,
postulando que debe aplicarse cualquiera sea la partición en que tenga interés la mujer.
Ahora bien, cuando es el marido, en calidad de administrador de los bienes de la
mujer, quien solicita el nombramiento de partidor, requiere contar con el consentimiento de
la mujer o de la justicia en subsidio. En caso de que tenga lugar el nombramiento sin contar
con el consentimiento de la mujer o de la justicia en subsidio, tal nombramiento adolece de
nulidad relativa (artículo 1682 inciso final).
d) Provocación de la partición de bienes en que tiene interés la mujer.
Para provocar la partición, el marido requiere el consentimiento de la mujer, si es
mayor de edad y no está imposibilitada, o de la justicia en subsidio (artículo 1322 inciso
segundo CC). La sanción, en caso de omisión, es la nulidad relativa (1682 inciso final).
Según Ramos Pazos, la mujer también puede provocar por sí sola la partición de los
bienes en que tenga interés. Con todo, como vimos previamente, el inciso final del artículo
138 bis pone en entredicho esta conclusión.
e) Enajenación de bienes muebles que el marido esté o pueda estar obligado a restituir en
especie.
El marido requiere el consentimiento de la mujer, o de la justicia en subsidio si esta
está imposibilitada (artículo 1755 CC). En consecuencia, si la mujer rehúsa la celebración
del acto, derechamente no podrá celebrarse, sin que sea pertinente distinguir si el motivo de
la negativa es justo o no.
La sanción, por aplicación del artículo 1757, es la nulidad relativa.
f) Arrendamiento o cesión de tenencia de bienes raíces de la mujer, por más de 5 u 8 años,
según se trate de predios urbanos y rústicos.
El marido requiere autorización de la mujer, o de la justicia en subsidio si esta está
impedida, imposibilitada o ha negado la autorización sin justo motivo (artículo 1756 inciso
segundo CC). Como se aprecia, acaso en razón del derecho legal de goce que se reconoce al
marido sobre los bienes de la mujer y el ingreso de los frutos civiles al haber absoluto, esta
no puede rehusar la celebración del acto sino por un justo motivo.
La sanción, por aplicación del artículo 1757, es la inoponibilidad.
g) Enajenación o gravamen de bienes raíces propios de la mujer (artículo 1754 inciso
primero CC).
155
hubiere sido nombrada curadora del marido, o curadora de sus bienes, tendrá por el
mismo hecho la administración de la sociedad conyugal.” El inciso segundo agrega que
“Si por incapacidad o excusa de la mujer se encargaren estas curadurías a otra persona,
dirigirá el curador la administración de la sociedad conyugal.”
En suma, lo que caracteriza a la administración extraordinaria es que es ejercida por
un curador del marido o de sus bienes. La regla general, como veremos más adelante, es
que la curadora sea la mujer.
2.2.1.10.1. Causales que dan lugar a la administración extraordinaria.
i. Por ser el marido menor de 18 años.
ii. Por estar declarado en interdicción.
iii. Por encontrarse ausente, en los términos del artículo 473.
Rodríguez Grez, estima que también tiene lugar la administración extraordinaria
cuando el marido tiene la calidad de deudor sometido a un procedimiento concursal de
liquidación, pues en tal caso el liquidador pasa a administrar la sociedad conyugal.
2.2.1.10.2. Titularidad de la administración extraordinaria.
a) Mujer como titular de la administración extraordinaria.
La administración extraordinaria corresponde por regla general a la mujer por haber sido
nombrada como curadora del marido. Ello ocurrirá en los siguientes casos:
i. Demente (artículos 462 Nº 1, 463 y 1758)
ii. Sordomudo que no se puede dar a entender claramente (artículo 470 en relación con
artículos 462 Nº 1, 463 y 1758);
iii. Menor de edad, desde que ninguna norma incapacita a la mujer para ser curadora de su
marido en este caso; y
iv. Ausente (artículo 475, en relación con artículos 83, 462 Nº 1, 463 y 1758).
b) Tercero como titular de la administración extraordinaria.
La administración extraordinaria va a corresponder a un tercero, cuando sea designado
curador del marido, lo que puede ocurrir en alguno de los siguientes supuestos:
i. En el caso de incapacidad o excusa de la mujer para servir ella el cargo de curadora de su
marido (artículo 1758 inciso segundo);
ii. Cuando el marido está declarado en interdicción por disipación, pues ningún cónyuge
puede ser curador del otro declarado disipador (artículo 450).
2.2.1.10.3. Derecho de la mujer que no quisiere asumir la administración
extraordinaria.
158
Corral y buena parte de la doctrina estiman que, una vez sustituido el régimen económico
que ha regido el matrimonio (sociedad conyugal, si nada se ha dicho al momento de la
celebración; separación de bienes o participación en los gananciales, si se ha existido
alguna capitulación matrimonial que así lo haya dispuesto), no podrá sustituirse
nuevamente el régimen, pues el mismo artículo 1723 señala que, una vez celebrado el pacto
“no podrá dejarse sin efecto por el mutuo consentimiento de los cónyuges”. En este
sentido, a modo de ejemplo, si, a consecuencia del pacto regulado en el artículo 1723, se
sustituye la sociedad conyugal por la separación total de bienes, no podrían los cónyuges
posteriormente celebrar un nuevo pacto para sustituir la separación total de bienes por el
régimen de participación en los gananciales. Corral abona a su postura lo señalado en el
artículo 1716 inciso final, que establece la inmutabilidad de las capitulaciones
matrimoniales; tal inmutabilidad es analógicamente predicable respecto al pacto del artículo
1723.
Ramos Pazos y Rodríguez Grez, en cambio, estiman que, antes de la entrada en vigencia de
la ley 19.335 (que introdujo el régimen de participación en los gananciales), la fórmula
utilizada por el artículo 1723, esto es, que el pacto “no podrá dejarse sin efecto por el
mutuo consentimiento de los cónyuges”, tenía completo sentido, pues efectivamente si los
cónyuges sustituían el régimen de sociedad conyugal por el de separación total de bienes,
luego les estaba totalmente vedado retornar a la sociedad conyugal. Con la entrada en
vigencia de la ley 19.335 el panorama cambió totalmente, pues se abrió la posibilidad de
que aquellos cónyuges que hubiesen sustituido la sociedad conyugal por separación total de
bienes antes de la entrada en vigencia de la ley, pudiesen, una vez ya vigente la ley,
sustituir la separación total de bienes por el régimen de participación en los gananciales.
d) No es susceptible de condición, plazo ni modo alguno.
En la misma escritura del pacto puede liquidarse la sociedad conyugal y acordar otros
actos. Con todo, se debe tener presente que se están celebrando actos distintos, pues si bien
la subinscripción es solemnidad del pacto, no lo es de la liquidación.
2.2.1.11.3. Efectos de la disolución.
a) Se genera una comunidad entre los cónyuges o, en su caso, entre el cónyuge
sobreviviente y los herederos del fallecido.
Es una comunidad a título universal.
i. El activo está formado por los bienes que eran sociales, incluidos los bienes reservados y
los frutos de los que administraba la mujer. Respecto a los bienes reservados, nos referimos
únicamente a los que componen el patrimonio de que trata el 150, pues los bienes de
administración separada a que se refieren los artículos 166 y 167 son bienes propios de la
mujer. En cuanto a los frutos de los bienes administrados por la mujer, aquí sí se consideran
los referidos por los artículos 166 y 167 (además de los del 150), pues así lo establece
expresamente el artículo 166 número 3 (regla que resulta aplicable a los bienes a que se
refiere el artículo 167).
162
ii. El pasivo lo conforman las deudas sociales, incluidas las contraídas por la mujer en su
patrimonio reservado.
Con todo, si la mujer renuncia a los gananciales, el activo y pasivo de su patrimonio
reservado no ingresan a la comunidad.
b) La comunidad es administrada por todos los comuneros.
El marido ya no sigue administrando los bienes sociales; si los grava o enajena, tales actos
son inoponibles a la mujer.
curadores, vale decir a los artículos 382 y siguientes. Dice el artículo 382: "El inventario
hará relación de todos los bienes raíces y muebles de la persona cuya hacienda se
inventaría, particularizándolos uno a uno, o señalando colectivamente los que consisten en
número, peso o medida, con expresión de la cantidad y calidad; sin perjuicio de hacer las
explicaciones necesarias para poner a cubierto la responsabilidad del guardador". El
artículo 384 agrega que "Debe comprender el inventario aún las cosas que no fueren
propias de la persona cuya hacienda se inventaría, si se encontraren entre las que lo son; y
la responsabilidad del tutor o curador se extenderá a las unas como a las otras". El hecho
de señalar bienes en el inventario no constituye prueba de su dominio. Así lo consigna el
artículo 385. Finalmente, si con posterioridad a la confección del inventario aparecieren
nuevos bienes, se debe hacer un nuevo inventario (artículo 383).
e) Clases de inventario.
El inventario puede ser de dos clases: simple o privado y solemne. El inventario
solemne es aquel que se efectúa por funcionario competente, previa resolución judicial, con
las solemnidades previstas en la ley. Así lo establece el artículo 858 del Código de
Procedimiento Civil. El inventario que no reúna estos requisitos será simple o privado.
f) Obligación de hacer inventario solemne.
Deberá practicarse inventario solemne cuando entre los participes de gananciales
hubiere menores, dementes u otras personas inhábiles para la administración de sus bienes.
Así lo establece el artículo 1766 inciso segundo. En los demás casos bastará el inventario
privado a menos que alguno de los interesados pida inventario solemne (artículo 1765 en
relación con el artículo 1284).
g) Sanción cuando debiendo hacerse inventario solemne, solo se hace privado.
La sanción consiste en que la persona responsable de esta omisión debe responder
de los perjuicios que de ella deriven, debiendo procederse, en el menor tiempo, a
regularizar esta situación. Así está establecido en el artículo 1766. Son responsables de esta
omisión, todos los partícipes de los gananciales, salvo naturalmente los propios incapaces,
que son los únicos que pueden reclamar. Y responden solidariamente de los perjuicios.
Es importante destacar que la omisión del inventario solemne no invalida la
liquidación de la sociedad conyugal. Así ha sido fallado reiteradamente.
h) Conveniencia de practicar inventario solemne.
Si bien solo cuando hay incapaces debe realizarse inventario solemne, en los demás
casos no da lo mismo realizar uno u otro puesto que el inciso primero del artículo 1766
señala que "El inventario y tasación, que se hubieren hecho sin solemnidad judicial, no
tendrá valor en juicio, sino contra el cónyuge, los herederos o los acreedores que lo
165
130
Ramos Pazos dice que existe jurisprudencia que ha desechado tercerías de dominio interpuestas por la
mujer, cuando dichas tercerías se han fundado en adjudicaciones hechas en una liquidación practicada sin
inventario solemne.
166
1751). El artículo 1778, en su primera parte, así lo establece: "El marido es responsable del
total de las deudas de la sociedad...". Esta situación no cambia por la disolución de la
sociedad, de tal suerte que el tercero acreedor puede dirigirse por el total de la deuda sobre
todo el patrimonio del marido.
La situación de la mujer es diferente. Ella está obligada frente a terceros
exclusivamente hasta lo que recibió a título de gananciales. El artículo 1777 inciso primero
dice que "La mujer no es responsable de las deudas de la sociedad, sino hasta
concurrencia de su mitad de gananciales". De manera que demandada la mujer por una
deuda social, puede oponer al acreedor el beneficio de emolumento y defenderse alegando
que ella no responde de la deuda sino hasta el monto de lo que recibió a título de
gananciales.
b) Contribución a las deudas.
El problema de la contribución a la deuda consiste en determinar en qué medida va
a soportar cada cónyuge una deuda social. La respuesta la da el artículo 1778: "El marido
es responsable del total de las deudas de la sociedad; salvo su acción contra la mujer para
el reintegro de la mitad de estas deudas, según el artículo precedente". De manera que
ambos cónyuges soportan el pago de la deuda por mitades. Y la regla es justa, puesto que si
el activo se divide por mitad (artículo 1774), lo equitativo es que en la misma forma se
divida el pasivo (artículo 1778).
Sin embargo, hay tres excepciones importantes, en que los cónyuges no contribuyen
al pago de una deuda en partes iguales:
i. Beneficio de emolumento.
ii. Cuando los cónyuges han convenido un reparto diferente.
iii. Cuando se trata de una deuda personal de un cónyuge.
i. Primera Excepción: Beneficio de emolumento
i.i Concepto.
Alessandri define el beneficio de emolumento como "la facultad que tiene la mujer
o sus herederos para limitar su obligación y su contribución a las deudas de la sociedad
hasta concurrencia de su mitad de gananciales, es decir del provecho o emolumento que
obtuvieron en ella". Está contemplado en el artículo 1777.
Para que la mujer pueda hacer uso de este beneficio solo deberá probar el exceso
que se le cobra, en la forma dispuesta en el inciso segundo del artículo 1777, esto es "sea
por el inventario y tasación, sea por otros documentos auténticos". La prueba solo puede
consistir en instrumentos públicos -ese es el significado de documentos auténticos según el
1699- de manera que no es admisible ni la prueba de testigos ni instrumentos privados,
salvo el inventario privado pero solo respecto del acreedor que lo aprobó y firmó (artículo
1766).
169
La razón que ha tenido la ley para limitar la responsabilidad de la mujer, está en que
no ha sido ella quien ha administrado la sociedad conyugal, sino su marido. Es una
protección que se le otorga para defenderla de la mala administración del marido.
El beneficio de emolumento no produce una separación de patrimonios. Por ello, los
acreedores pueden hacer efectivo su crédito en todos los bienes de la mujer, no solo en los
que haya recibido a título de gananciales.
Cabe agregar que el marido cuenta con el denominado pequeño beneficio de
emolumento, esto es, el que tiene el marido por las deudas que contrajo la mujer actuando
bajo su patrimonio reservado.
i.ii. A quien puede oponerse el beneficio de emolumento.
La mujer lo puede oponer a un acreedor de la sociedad (jamás a un acreedor
personal suyo), cuando se la demanda por una deuda social; y también lo puede oponer a su
marido. Respecto de este último por vía de acción o como excepción. Lo primero ocurrirá
cuando ella haya pagado una deuda social de monto superior a su mitad de gananciales,
para que el marido le reembolse el exceso. Opondrá el beneficio por vía de excepción,
cuando el marido haya pagado una deuda social y demande a la mujer para que le restituya
su mitad (artículo 1778); la mujer le dirá que nada debe restituir o que solo debe reembolsar
una parte porque lo que se le cobra excede a lo que percibió a título de gananciales.
En ciertos casos excepcionales no se podrá invocar el beneficio:
-Tratándose de deudas personales de la mujer: pueden ser perseguidas directamente
contra ella y sobre todos sus bienes, sin que pueda excepcionarse.
-Obligaciones indivisibles: ellas se cumplen íntegramente o no se cumplen, por lo
tanto, si el acreedor demanda a la mujer puede hacerlo por el total de la obligación.
-Obligaciones prendarias e hipotecarias: Se hacen efectivas en contra del cónyuge
adjudicatario de la especie empeñada o hipotecada, de quien quiera sea la obligación que
cauciona.
Si la mujer es demandada debe cumplir con el total del bien, pero si la obligación
fuera social puede pedir reintegro por la mitad que le toca pagar al marido.
Y si fuera obligación personal del marido, lo puede demandar por el total.
-Cuando se ha pactado una forma de dividir las deudas diferente. Podría haberse
hecho cargo la mujer del total de una deuda, caso en el cual no pude después invocar el
beneficio.
i.iii. Irrenunciabilidad del beneficio de emolumento.
La mujer no puede renunciar en las capitulaciones matrimoniales a este beneficio
(artículo 1717) pues como dice Alessandri ello importaría “facultar al marido para obligar
170
los bienes propios de la mujer por las obligaciones de la sociedad”. Sin embargo, nada le
impide renunciarlo una vez disuelta la sociedad conyugal.
ii. Segunda Excepción: Los cónyuges pueden acordar una división de las deudas en una
proporción diferente.
Los cónyuges pueden convenir que una deuda social la soporte uno de ellos en su
integridad o en una proporción diferente al cincuenta por ciento. Ello es perfectamente
posible, y lo aceptan los artículos 1340 y 1359 para los herederos, normas que se aplican al
caso de la liquidación de la sociedad conyugal de acuerdo al artículo 1776. Este acuerdo de
los cónyuges no obliga a los acreedores según los mismos artículos citados.
iii. Tercera Excepción: Pago de una deuda personal.
Cuando la sociedad paga una deuda personal de uno de los cónyuges, tiene un
derecho de recompensa en contra de ese cónyuge, para que de esa forma, soporte en
definitiva el pago total (artículo 1740 Nº 3).
También cabe referirse al pago por uno de los cónyuges de una deuda garantizada
con una caución real constituida sobre un bien adjudicado. Esta situación está tratada en el
artículo 1779: "Aquel de los cónyuges que, por el efecto de una hipoteca o prenda
constituida sobre una especie que le ha cabido en la división de la masa social, paga una
deuda de la sociedad, tendrá acción contra el otro cónyuge para el reintegro de la mitad
de lo que pagare; y pagando una deuda del otro cónyuge, tendrá acción contra él para el
reintegro de todo lo que pagare".
La explicación es simple: la prenda e hipoteca son indivisibles. De consiguiente, el
acreedor va a demandar por el total, en contra del cónyuge a quien se le ha adjudicado la
cosa hipotecada o empeñada (artículos 1526 Nº 1, 2405, 2408). Tendrá entonces que pagar
el total de la deuda, sin perjuicio de que podrá dirigirse en contra del otro cónyuge, para
que le reintegre la mitad que este tenía que soportar de la deuda.
2.2.1.13. Renuncia a los gananciales.
a) Aspectos generales.
El artículo 1719, en su inciso primero, establece que "La mujer, no obstante la
sociedad conyugal, podrá renunciar su derecho a los gananciales que resulten de la
administración del marido, con tal que haga este renuncia antes del matrimonio o después
de la disolución de la sociedad". Y el artículo 1781 agrega que "Disuelta la sociedad, la
mujer mayor o sus herederos mayores tendrán la facultad de renunciar los gananciales a
que tuvieren derecho...".
Esta renuncia es un beneficio que la ley da a la mujer (o a sus herederos) que
consiste en que verificada esta renuncia, la mujer no responde de las deudas sociales, que
solo podrán ser exigidas y en su integridad al marido, sin derecho de reintegro. Constituye
un importante medio de protección que la ley otorga a la mujer para defenderla de la mala
administración del marido.
171
b) Oportunidades.
La mujer puede renunciar los gananciales en dos momentos:
i. En las capitulaciones matrimoniales celebradas antes del matrimonio (artículos 1719,
1721).
Esta renuncia puede constituir uno de los objetos de las capitulaciones
matrimoniales celebradas antes del matrimonio. Puede hacerla la esposa menor de edad,
pero en ese caso requiere de autorización judicial (artículo 1721 inc. 1º).
ii. Con posterioridad a la disolución de la sociedad conyugal (artículo 1781).
El artículo 1781 señala que "disuelta la sociedad, la mujer o sus herederos mayores
tendrán la facultad de renunciar los gananciales a que tuvieren derecho". Y agrega "No se
permite esta renuncia a la mujer menor, ni a sus herederos menores, sino con aprobación
judicial”. Como se ve hay perfecta concordancia entre la norma del artículo 1721 con la
recién transcrita, pues en ambos casos se permite a las menores de edad renunciar, pero
sujeta a la autorización o aprobación judicial.
La renuncia, en este caso, puede hacerse en cualquier momento, desde que se
disuelve la sociedad conyugal y mientras no ingrese ningún bien social al patrimonio de la
mujer. Así lo dice el artículo 1782 inciso primero. Ello se explica porque el hecho de recibir
bienes a título de gananciales importa la aceptación de los gananciales. Por ello, porque ya
se aceptaron, no se pueden renunciar.
Cuando la sociedad conyugal se disuelve por haber operado el pacto de separación
de bienes establecido en el artículo 1723, puede hacerse la renuncia en la misma escritura
pública en que los cónyuges se separan de bienes.
c) Características de la renuncia de gananciales.
La renuncia a las gananciales presenta las siguientes características:
i. Como toda renuncia, es un acto jurídico unilateral que solo requiere de la voluntad de la
mujer o de sus herederos;
ii. La renuncia que se hace después de disuelta la sociedad conyugal es consensual, pues la
ley no lo ha sometido a ninguna formalidad especial. La que se hace antes del matrimonio
en las capitulaciones matrimoniales es un acto solemne que requiere de escritura pública
(artículo 1716);
iii. Es un acto puro y simple. Ello se deprende aplicando por analogía el artículo 1227
relativo a la repudiación de las asignaciones testamentarias.
iv. Es un acto irrevocable.
Sin perjuicio de que no pueda revocarse, eventualmente podrá rescindirse, esto es,
declararse la nulidad relativa. Los casos en que así ocurrirá son:
172
iv.i. Si la mujer o sus herederos prueban que fueron inducidos a renunciar por
engaño. Es un caso de nulidad relativa por existir dolo;
iv.ii. Si la mujer o sus herederos prueban que renunciaron por un justificable error
acerca del verdadero estado de los negocios sociales. Es un caso de nulidad relativa por
error;
iv.iii. Si la mujer o sus herederos renunciaron violentados por la fuerza. Este caso no
está especialmente contemplado, pero resulta de aplicar las reglas generales, contenidas en
los artículos 1456 y 1457;
En los dos primeros casos la acción de nulidad prescribe en cuatro años contados
desde la disolución de la sociedad (artículo 1782 inciso final).Cuando la causal de nulidad
es la fuerza, se aplican las reglas generales y, por tanto, la acción prescribe en el plazo de 4
años contados desde que la fuerza cesa.
d) Forma de renunciar los gananciales.
La ley no ha dado ninguna norma especial sobre la forma como deben renunciarse
los gananciales. La mayoría de la doctrina entiende que la voluntad de la mujer se puede
manifestar, como ocurre en la generalidad de los actos jurídicos, en forma expresa o en
forma tácita. Será tácita cuando pueda desprenderse inequívocamente de hechos realizados
por la mujer.
Rodríguez Grez, en cambio, dice que “la renuncia debe ser expresa, puesto que ella
nunca se presume. Tratándose de un acto abdicativo, es necesario que concurra la
voluntad del renunciante, la cual en caso de discusión, deberá acreditarse conforme las
reglas generales del derecho”.
e) Efectos de la renuncia de los gananciales.
Cuando se renuncia a los gananciales antes del matrimonio, de todas formas va a
haber sociedad conyugal (artículo 1719) y de todas maneras, los frutos de los bienes
propios de la mujer, ingresarán a la sociedad conyugal, para soportar las cargas de familia
(artículo 1753). En lo demás, los efectos serán los normales de toda renuncia de gananciales
y van a operar a la disolución de la sociedad.
Los efectos normales de la renuncia -hecha antes del matrimonio o después de su
disolución- son los siguientes:
i. Los derechos de la sociedad y del marido se confunden aun respecto de los cónyuges
(artículo 1783). De aquí derivan las siguientes consecuencias:
i.i. A la disolución todos los bienes pertenecen al marido, no hay comunidad que
liquidar;
i.ii. La mujer no tiene derecho alguno en el haber social; y
i.iii. La mujer no responde de parte alguna de las deudas sociales;
173
ii. Los bienes del patrimonio reservado de la mujer le pertenecen a ella exclusivamente, no
ingresan a los gananciales (artículo 150 inciso séptimo). La misma suerte corren los frutos
de los bienes que administra separadamente la mujer de acuerdo a los artículos 166 y 167; y
iii. La mujer conserva sus derechos y obligaciones a las recompensas e indemnizaciones
(artículo 1784).
2.2.1.14. Aceptación de los gananciales.
El Código no ha dado normas sobre la forma en que deben aceptarse los
gananciales. Por ello debe concluirse que la aceptación puede hacerla la mujer en forma
expresa o en forma tácita. Será expresa cuando la hace en términos explícitos; será tácita,
cuando de hechos suyos pueda desprenderse inequívocamente su voluntad de aceptar los
gananciales. Ramos cree que debe aplicarse por analogía lo dispuesto para la aceptación de
las herencias por el artículo 1241 del Código Civil.
Pablo Rodríguez señala que la aceptación será tácita por ejemplo si la mujer solicita la
liquidación de la comunidad.
2.2.1.15. El derecho de los herederos a renunciar los gananciales es divisible.
Así fluye del artículo 1785: "Si solo una parte de los herederos de la mujer
renuncia, las porciones de los que renuncian acrecen a la porción del marido.”
2.2.1.16. El patrimonio reservado de la mujer casada en sociedad conyugal.
2.2.1.16.1. Concepto.
El patrimonio reservado de la mujer casada es el conjunto de bienes que la mujer
adquiere con su trabajo separado del marido, los que adquiere con ellos y los frutos de unos
y otros, y el conjunto de deudas que contraiga en el marco de ese trabajo separado.
El patrimonio reservado se rige por el artículo 150 CC.
“Artículo 150. La mujer casada de cualquiera edad podrá dedicarse libremente al
ejercicio de un empleo, oficio, profesión o industria.
La mujer casada, que desempeñe algún empleo o que ejerza una profesión, oficio o
industria, separados de los de su marido, se considerará separada de bienes respecto del
ejercicio de ese empleo, oficio, profesión o industria y de lo que en ellos obtenga, no
obstante cualquiera estipulación en contrario; pero si fuere menor de dieciocho años,
necesitará autorización judicial, con conocimiento de causa, para gravar y enajenar los
bienes raíces.
Incumbe a la mujer acreditar, tanto respecto del marido como de terceros, el origen
y dominio de los bienes adquiridos en conformidad a este artículo. Para este efecto podrá
servirse de todos los medios de prueba establecidos por la ley.
Los terceros que contraten con la mujer quedarán a cubierto de toda reclamación
que pudieren interponer ella o el marido, sus herederos o cesionarios, fundada en la
174
circunstancia de haber obrado la mujer fuera de los términos del presente artículo,
siempre que, no tratándose de bienes comprendidos en los artículos 1754 y 1755, se haya
acreditado por la mujer, mediante instrumentos públicos o privados, a los que se hará
referencia en el instrumento que se otorgue al efecto, que ejerce o ha ejercido un empleo,
oficio, profesión o industria separados de los de su marido.
Los actos o contratos celebrados por la mujer en esta administración separada,
obligarán los bienes comprendidos en ella y los que administre con arreglo a las
disposiciones de los artículos 166 y 167, y no obligarán los del marido sino con arreglo al
artículo 161.
Los acreedores del marido no tendrán acción sobre los bienes que la mujer administre en
virtud de este artículo, a menos que probaren que el contrato celebrado por él cedió en
utilidad de la mujer o de la familia común.
Disuelta la sociedad conyugal, los bienes a que este artículo se refiere entrarán en la
partición de los gananciales; a menos que la mujer o sus herederos renunciaren a estos
últimos, en cuyo caso el marido no responderá por las obligaciones contraídas por la
mujer en su administración separada.
Si la mujer o sus herederos aceptaren los gananciales, el marido responderá a esas
obligaciones hasta concurrencia del valor de la mitad de esos bienes que existan al
disolverse la sociedad. Mas, para gozar de este beneficio, deberá probar el exceso de la
contribución que se le exige con arreglo al artículo 1777.”
2.2.1.16.2. Características.
a) Forma un patrimonio especial con activo y pasivo propios.
b) Constituye un régimen especial de administración de un conjunto de bienes sociales. El
hecho de que los administre la mujer no les quita el carácter de sociales.
c) Constituye una protección que la ley otorga a la mujer que trabaja. Es privativo de la
mujer.
d) Opera de pleno derecho.
e) Es una institución de orden público; la mujer no puede renunciar a tener un patrimonio
reservado en las capitulaciones matrimoniales (artículo 1717 CC).
2.2.1.16.3. Requisitos.
a) Trabajo de la mujer.
La única fuente de los bienes reservados es el trabajo de la mujer. Los bienes que la
mujer adquiera por otro medio, herencia por ejemplo, no ingresa a este patrimonio,
quedando sometidos al derecho común.
b) Trabajo remunerado.
175
Este requisito deriva de que el artículo 150 inciso segundo señala que la mujer se
considerará separada de bienes respecto del ejercicio de un empleo, oficio, profesión o
industria "y de lo que en ellos obtenga".
c) Trabajo desarrollado durante la vigencia de la sociedad conyugal.
- Si la mujer trabajaba antes, los bienes que haya adquirido antes de la entrada en vigencia
de la sociedad conyugal no formarán parte del patrimonio reservado. Los bienes que
adquiera después, una vez entrada en vigencia la sociedad conyugal, ingresarán al
patrimonio reservado.
- Para determinar si un bien es reservado hay que estarse al momento en que se prestó el
servicio. De esta manera, si, por ejemplo, la mujer estando soltera realizó un trabajo, y tal
trabajo fue retribuido cuando ya estaba casada, esa retribución no ingresa a los bienes
reservados. Por el contrario, si estando casada realizó un trabajo que le es pagado cuando la
sociedad ya está disuelta, el pago forma parte del patrimonio reservado.
- Si la mujer se retira o jubila, el patrimonio no desaparece. Esto deriva del inciso cuarto del
artículo 150, parte final, que habla de "que ejerce o ha ejercido un empleo, oficio, profesión
o industria separados de los de su marido".
d) Trabajo separado de su marido.
Como señala Alessandri, por trabajo separado “debe entenderse no solamente aquel que se
desempeña por la mujer en una repartición, industria o negocio diverso, sino, también, el
que esta sirva en el mismo negocio, industria o repartición en que trabaje el marido,
siempre que, en este último caso, no haya entre ambos una relación directa, personal y
privada de colaboración y ayuda solamente, sino una efectiva o independiente contratación
de servicios con un determinado empleador o patrón, ya sea este el propio marido o un
extraño".
Es importante hacer presente, por muy obvio que parezca, que el marido no puede oponerse
a que la mujer trabaje. El derecho de la mujer a ejercer una actividad separada del marido
es un derecho absoluto.
2.2.1.16.4. Activo.
a) Bienes provenientes del trabajo de la mujer: todas las remuneraciones obtenidas por la
mujer en su trabajo.
b) Bienes que adquiere con el trabajo: estos bienes forman parte del patrimonio reservado
aun en las escrituras de compra que sirvan de título para su adquisición no se haga
referencia al trabajo separado de la mujer. La referencia, en realidad, tiene fines
probatorios, mas no constituye un requisito para que los bienes formen parte del patrimonio
reservado.
c) Frutos del producto del trabajo o de los bienes adquiridos con ese producto.
2.2.1.16.5. Pasivo.
176
Con la ley Nº 19.935, del año 1994, se ha generado la posibilidad de que algunos
bienes del patrimonio reservado de la mujer, sean declarados "bienes familiares", caso en
que ya no podrá la mujer enajenarlos ni gravarlos voluntariamente, ni prometerlos gravar o
enajenar, sin la autorización de su marido o de la justicia en subsidio (artículo 141, 142 y
144 del Código Civil).
2.2.1.16.8. Administración de los bienes reservados hecha por el marido.
La mujer puede conferir mandato a su marido para que administre (artículo 162
CC).
En caso de incapacidad de la mujer por demencia o sordomudez, el marido puede
ser designado su curador y en ese carácter administra el patrimonio reservado.
Si la mujer es menor de edad, lo administra ella.
Si está interdicta por disipación, el marido no puede ser su curador.
2.2.1.16.9. Prueba del patrimonio reservado.
En tanto el patrimonio reservado constituye una institución excepcional, quien
alegue la existencia de ese patrimonio y que se actuó dentro de él o que un determinado
bien es reservado deberá probarlo.
La prueba puede referirse a dos aspectos: (i) Existencia del patrimonio reservado y
que se actuó dentro de ese patrimonio; (ii) Que un bien determinado es parte de ese
patrimonio.
a) Prueba de la existencia del patrimonio reservado y de que se actuó dentro del mismo.
Esta prueba corresponde a quien alega estas circunstancias.
Puede interesar esta prueba tanto a la mujer, como al marido, como a los terceros
que contrataron con ella. A la mujer, porque si demanda, por ejemplo, el cumplimiento de
un contrato celebrado dentro de tal administración, tendrá que probarlo pues, en caso
contrario, sería el marido como administrador de la sociedad conyugal, quien debería
accionar; al marido, si un tercero lo demanda por una obligación contraída por la mujer,
para excepcionarse alegando que tal deuda la contrajo la mujer dentro de su patrimonio
reservado por lo que no se pueden dirigir en su contra; y, finalmente, los terceros que
contrataron con la mujer tienen un interés evidente en poder probar que la mujer actuó
dentro del patrimonio reservado cuando pretendan hacer efectivos sus créditos en bienes de
ese patrimonio.
• Presunción de derecho del inciso 4º del art. 150.
La ley considera vital facilitar la prueba a los terceros pues, en caso contrario, ellos
no contratarían con la mujer o exigirían la comparecencia del marido, con lo que se
desnaturalizaría la institución. Con esta finalidad estableció en su favor una presunción de
derecho, en el inciso cuarto: "Los terceros que contrataren con la mujer quedarán a
178
cubierto de toda reclamación que pudieren interponer ella o el marido, sus herederos o
cesionarios, fundada en la circunstancia de haber obrado la mujer fuera de los términos
del presente artículo, siempre que, no tratándose de bienes comprendidos en los artículos
1754 y 1755, se haya acreditado por la mujer, mediante instrumentos públicos o privados,
a los que se hará referencia en el instrumento que se otorgue al efecto, que ejerce o ha
ejercido un empleo, oficio, profesión o industria separados de los de su marido".
Esta presunción presenta las siguientes características:
i. Se trata de una presunción de derecho. Así lo prueba la frase contenida en la
primera parte del inciso 4º "quedarán a cubierto de toda reclamación". De consiguiente,
cumpliéndose los requisitos establecidos en el inciso cuarto, la ley no admite que se pueda
probar de ninguna forma que la mujer no ejercía ni había ejercido antes del contrato, un
empleo, oficio, profesión o industria separado de su marido;
ii. Es una presunción establecida en favor de los terceros. Así lo dice el inciso
cuarto: "Los terceros que contrataren con la mujer quedarán a cubierto de toda
reclamación...". La mujer no se favorece con la presunción por lo que si a ella interesa la
prueba, tendrá que rendirla, recurriendo a todos los medios de prueba legales, incluso la
prueba de testigos por cuanto se trata de probar hechos. Podrá probar su patrimonio
reservado con el pago de una patente profesional, comercial o industrial, con un decreto de
nombramiento, etc.;
iii. La presunción está destinada únicamente a probar la existencia del patrimonio
reservado y que la mujer actuó dentro de tal patrimonio. Por ello, si la mujer alega la
nulidad del contrato por haber existido, por ejemplo, dolo, fuerza o cualquier otro vicio del
consentimiento, no opera tal presunción. Tampoco sirve la presunción para probar que un
determinado bien es reservado.
* Requisitos para que opere la presunción.
i. Que el acto o contrato no se refiera a los bienes propios de la mujer. Ese es el
alcance de la referencia a los artículos 1754 y 1755;
ii. Que la mujer acredite mediante instrumentos públicos o privados, que ejerce o ha
ejercido un empleo, oficio, profesión o industria separados de su marido. Pueden tratarse de
instrumentos públicos o privados. Lo único que interesa es que prueben por sí solos el
trabajo separado de la mujer. Por ejemplo, una patente profesional, industrial o comercial;
un contrato de trabajo, un decreto de nombramiento, etc.
Algunos exigen que sea más de un instrumento, por cuanto la norma habla en plural
de "instrumentos públicos o privados". No obstante, la mayoría de la doctrina señala que
basta con un solo instrumento. Por lo demás, hay un antecedente de historia fidedigna que
demuestra que un solo instrumento basta; se trata del propio Mensaje con que el Ejecutivo
envió la ley al Parlamento, que al respecto dice lo siguiente: "La exigencia del proyecto no
puede parecer muy rigurosa, porque siempre la mujer que ejerza un empleo, oficio,
profesión o industria, podrá procurarse un instrumento que acredite su ejercicio. Si es
179
ha motivado el inicio de este caso, el Estado de Chile se compromete a dotar –en forma
inmediata– de la urgencia que se estime adecuada a la tramitación legislativa del proyecto
de ley que modifica el Código Civil y leyes complementarias en materia de sociedad
conyugal o comunidad de gananciales –en los términos de redacción en los que se
encuentra–, otorgando a la mujer y al marido iguales derechos y obligaciones (Boletín, Nº
1707-18)”.
El Estado de Chile, en consecuencia, se encuentra comprometido
internacionalmente para reformar el régimen de sociedad conyugal.
Han sido varios los proyectos de ley para reformar el régimen de sociedad conyugal.
Hoy en día cabe tener en cuenta que los boletines números 7.567-07, 5.970-18 y 7.727-18
han sido refundidos en un solo proyecto, el cual se encuentra en el Senado en segundo
trámite constitucional. No obstante, lamentablemente, el texto del proyecto refundido
todavía no ha sido armonizado con la reciente entrada en vigor del matrimonio igualitario
(merced a la ley N° 21.400), por lo que es probable que no sea aprobado en los términos en
que está actualmente formulado.
b) Principios.
El proyecto de ley se basa fundamentalmente en tres principios:
i. Igualdad ante la ley de marido y mujer;
ii. Plena capacidad de ambos cónyuges –marido y mujer son plenamente capaces-; y
iii. Protección económica del cónyuge que se ha dedicado al cuidado de los hijos o
del hogar o que ha trabajado en menor medida de lo que hubiese querido o podido por estas
causas.
c) Objetivos principales.
i. Reconocer la plena capacidad de la mujer de desempeñar funciones y adecuar
nuestra legislación a la igualdad de derechos reconocida en nuestra Constitución.
Para estos efectos, se faculta a la mujer casada bajo sociedad conyugal para
administrar la sociedad conyugal y sus bienes propios.
- En cuanto a la administración de la sociedad conyugal: se elimina la concepción
del marido como el jefe de la sociedad conyugal y esta podrá ser administrada por marido o
mujer, a elección de ellos. A falta de acuerdo, la administración será ejercida
conjuntamente entre ambos.
- En cuanto a los bienes propios de cada cónyuge: cada uno de los cónyuges
administrará sus bienes propios, eliminándose la administración que hoy tiene el marido de
los de la mujer.
ii. Mantener a la sociedad conyugal como régimen legal matrimonial supletorio.
182
iv) No integran el patrimonio originario (1) los frutos de los bienes originarios, (2) las
minas denunciadas por uno de los cónyuges (3) ni las donaciones remuneratorias por
servicios que dan acción (artículo 1792-9 del CC).
v) Las adquisiciones hechas en común por ambos cónyuges, a título oneroso, generan una
comunidad entre ellos. Si es a título gratuito, los derechos se agregan a los respectivos
patrimonios originarios en la proporción que establezca el título respectivo (artículo 1792-
10 del CC).
Para efectos de poder aplicar estas reglas y así determinar efectivamente el
patrimonio originario, el artículo 1792-11 del CC establece el deber de los cónyuges o
esposos, al momento de pactar el régimen, de realizar inventario simple de los bienes que
componen el patrimonio originario. A falta de inventario, el patrimonio originario puede
probarse por otros instrumentos, tales como registros, facturas o títulos de crédito. Con
todo, serán admitidos otros medios de prueba si se demuestra que, atendidas las
circunstancias, el esposo o cónyuge no estuvo en situación de procurarse un instrumento.
Finalmente, es importante tener presente lo establecido en el artículo 1792-13 del
CC, que regula la forma en que se ha de realizar la valoración del activo originario y los
sujetos llamados a efectuarla. Respecto a la forma, la valoración del activo se hará según el
estado de los bienes que lo componen al momento de entrar en vigencia el régimen,
debiendo posteriormente, a la fecha de terminación del régimen, actualizarse
prudencialmente el valor. En cuanto a los sujetos que realizan la valoración y la
actualización, estas pueden ser realizadas por los cónyuges o por un tercero designado por
ellos, o, en subsidio, por el juez.
b) Patrimonio final:
El patrimonio final es el patrimonio existente al término del régimen (artículo 1792-
6 inciso 2° del CC).
Para su determinación se han de considerar las siguientes reglas:
i) Se deduce del valor total de los bienes que el cónyuge sea dueño al término del régimen,
el valor total de las obligaciones que tenga en esa misma fecha (artículo 1792-14 del CC).
ii) Se agregan imaginariamente los montos de las disminuciones del activo que sean
consecuencia de los siguientes actos ejecutados, durante la vigencia del régimen, sin
autorización del otro cónyuge (artículo 1792-15 del CC): (1) Donaciones irrevocables que
no corresponden al cumplimiento proporcionado de deberes morales o usos sociales; (2)
Cualquier especie de actos fraudulentos o de dilapidación en perjuicio del otro cónyuge; (3)
Pago de precios de rentas vitalicias u otros gastos que persigan asegurar una renta futura al
cónyuge que ha incurrido en ellos.
Para efectos de poder aplicar estas reglas y así determinar efectivamente el
patrimonio final, el artículo 1792-16 del CC establece que “dentro de los tres meses
siguientes al término del régimen de participación en los gananciales, cada cónyuge estará
186
un monto inferior a los del otro cónyuge, con el objeto de que este último le pague, en
dinero efectivo, a título de participación, la mitad del exceso.
b) Características.
Entre las características del crédito cabe señalar que:
i. Se origina al término del régimen (artículo 1792-20 CC). Su determinación resulta una
vez que se liquidan los gananciales, lo que se debe demandar en juicio sumario.
ii. Durante la vigencia del régimen, es eventual. Por ello es incomerciable e irrenunciable
(artículo 1792-20 inc. 2º CC).
iii. Es puro y simple (artículo 1792-21 CC). En otras palabras, determinado el crédito, el
cónyuge beneficiado puede pedir el pago de inmediato. No obstante, la ley contempla una
excepción: si ello causa grave perjuicio al cónyuge deudor o a los hijos comunes, el juez
puede conceder plazo de hasta 1 año para el pago.
iv. Se paga en dinero, pero nada obsta a que los cónyuges convengan daciones en pago
(artículo 1792-22 del CC).
v. Goza de preferencia de cuarta clase (artículo 2481 N° 3 del CC).
vi. No constituye renta.
c) Prescripción.
Conforme al artículo 1792-26 del CC, el plazo de prescripción de la acción para
pedir la liquidación del crédito es de 5 años contados desde la extinción del régimen y se
suspende a favor de los herederos menores de edad. No obstante, no existe una regla
especial que señale un plazo para exigir el pago del mismo, debiendo aplicarse en
consecuencia las reglas generales, según las cuales el plazo será de 5 años.
d) Bienes sobre los cuales se puede hacer efectivo el crédito.
En conformidad al artículo 1792-24 del CC, el cónyuge acreedor debe perseguir el
pago primero en el dinero del deudor; si es insuficiente, en los muebles, y, en subsidio, en
los inmuebles.
e) Falta o insuficiencia de los bienes del cónyuge deudor.
En conformidad al artículo 1792-24 del CC, en caso de falta o insuficiencia de los
bienes del cónyuge deudor, el acreedor puede perseguir su crédito en los bienes donados
entre vivos sin su consentimiento (acción de inoficiosa donación) o enajenados en fraude de
sus derechos (acción pauliana). En caso de que persiga los bienes donados entre vivos,
deberá proceder contra los donatarios en orden inverso al de las fechas de las donaciones,
esto es, principiando por las más recientes. Esta acción (la de inoficiosa donación)
prescribirá en cuatro años contados desde la fecha del acto (de la donación).
f) Preferencia de los créditos de terceros.
188
Si los cónyuges son del mismo sexo, el régimen legal supletorio es el de separación
total de bienes, de modo que, si no optan por el régimen de participación en los gananciales
mediante una capitulación matrimonial, se entenderán separados totalmente de bienes
(artículo 135 inciso 2° del CC). Por cierto, una vez celebrado el matrimonio, los cónyuges
pueden sustituir el régimen de separación total de bienes por el de participación en los
gananciales mediante el pacto a que se refiere el artículo 1723 del CC (artículo 135 inciso
2° del CC).
b) Sentencia de separación judicial
Es un caso de separación legal porque, aun cuando exista una sentencia judicial, los
cónyuges han litigado sobre otra materia (la ruptura de la convivencia matrimonial).
Además, en tanto el vínculo matrimonial subsiste, debe existir un régimen matrimonial, que
no puede ser otro –en tanto ya no existe una comunidad de vida- que el de separación de
bienes (artículo 173 CC).
En este caso, aunque la ley no lo diga, se aplican los artículos 161, 162 y 163 CC.
En consecuencia, si antes existió sociedad conyugal, los acreedores de la mujer solo pueden
dirigirse sobre sus bienes. El marido solo responderá cuando: (1) Se obligue como
codeudor conjunto, solidario o subsidiario de la mujer; (2) Las obligaciones de la mujer
cedan en su beneficio o de la familia común. Por su parte, los acreedores del marido solo
pueden dirigirse sobre los bienes de este, con las mismas excepciones recién referidas.
Si uno de los cónyuges confiere poder al otro para que administre parte de sus
bienes, el cónyuge apoderado es obligado como simple mandatario.
Debe darse a los cónyuges un curador para la administración de sus bienes en todos
los casos en que siendo solteros necesitarían de un curador. No obstante, por tratarse de
separación total, no pueden ser curadores el uno del otro.
La separación legal de bienes es irrevocable, y no puede quedar sin efecto por
acuerdo de los cónyuges ni por resolución judicial (artículo 165 inciso 1° del CC).
c) Personas casadas en el extranjero.
Se miran como separadas de bienes, a menos que inscriban su matrimonio en el
Registro de la Primera Sección de la Comuna de Santiago, y pacten sociedad conyugal o
régimen de participación en los gananciales al momento de la inscripción (artículo 135
inciso 3° del CC). Tratándose de matrimonios entre personas del mismo sexo casadas en
país extranjero, solo podrán pactar el régimen de participación en los gananciales (parte
final del inciso 3° del artículo 135 del CC).
Por cierto, el nuevo régimen elegido solo operará hacia el futuro.
En el caso de cónyuges de distinto sexo, se configura el único caso en que la
sociedad conyugal puede comenzar con posterioridad al matrimonio. Tal caso es también
excepcional en cuanto se trata de una sociedad conyugal convenida.
192
iii. Los actos que la mujer celebre solo dan acción sobre los bienes que componen
este patrimonio, sin que tenga responsabilidad el marido, a menos que: (1) se haya obligado
conjunta, solidaria o subsidiariamente con la mujer; (2) se haya beneficiado la familia
común.
iv. Los acreedores del marido no pueden dirigirse en contra de estos bienes, a menos
que prueben que el contrato cedió en utilidad de la mujer o de la familia.
v. Estos bienes responden en caso de que la mujer realice un acto respecto de un
bien propio, autorizada por la justicia.
vi. Si la mujer confiere al marido la administración de una parte de estos bienes,
responde como simple mandatario.
vii. Si la mujer es incapaz, se le da un curador para que administre.
viii. Los frutos producidos por estos bienes y todo lo que con ellos adquiera
pertenece a la mujer, pero disuelta la sociedad conyugal, ingresan a los gananciales, a
menos que la mujer renuncie a los gananciales. Ello es así pues a los frutos y adquisiciones
se les aplican las reglas del artículo 150.
2.2.3.2.2. Separación de bienes judicial.
a) Características.
La separación de bienes judicial tiene las siguientes características.
i. En caso de sociedad conyugal, solo puede demandarla la mujer. Por el contrario,
puede ser planteada por cualquiera de los cónyuges en caso de que el régimen económico
entre ellos sea la participación en los gananciales (artículo 158 del CC);
ii. La facultad de pedirla es irrenunciable e imprescriptible (artículo 153 CC).
iii. Solo opera por las causales taxativamente señaladas en la ley.
iv. Es siempre total.
v. Es irrevocable (artículo 165 CC).
b) Capacidad.
Si la mujer es menor de edad, requiere la autorización de un curador especial para
solicitar la separación de bienes judicial (artículo 154 CC).
c) Causales.
i. Interdicción o larga ausencia del marido, si la mujer no quiere tomar sobre sí la
administración extraordinaria de la sociedad conyugal ni someterse a un curador (artículo
1762 CC).
ii. Cónyuge condenado a pagar una pensión de alimentos al otro cónyuge o a los
hijos comunes, que ha sido apremiado dos veces (artículo 19 de la ley 14.908). Como
194
señala Juan Andrés Orrego, “conforme al artículo 19 de la Ley número 14.908, en caso de
haberse decretado en contra del alimentante, por dos veces, alguno de los apremios
señalados en el artículo 14 del mismo cuerpo legal, podrá solicitarse la separación de
bienes de los cónyuges. Procederá “a petición del titular de la acción respectiva.” Por
ende, si se trata del régimen de sociedad conyugal, solo podrá demandar la separación de
bienes la mujer (considerando lo dispuesto en los artículos 152 y siguientes del Código
Civil); si en cambio se trata del régimen de participación en los gananciales, cualquiera de
los cónyuges tendrá legitimación activa. No es necesario que los apremios hayan sido
consecutivos”. Según Corral Talciani, este es el único caso en que, habiendo participación
en los gananciales y siendo la mujer la condenada y apremiada al menos dos veces, el
marido está habilitado para solicitar la separación de bienes judicial. Atendido el tenor
amplio del artículo 158 y la posibilidad de que al menos las causales contempladas en el
artículo 155 inciso segundo (incumplimiento culpable de deberes conyugales y
configuración de una causal de separación judicial según los términos de la NLMC) se
configure tanto por el actuar del marido como el de la mujer, la tesis de Corral Talciani es
cuanto menos discutible.
iii. Insolvencia del marido (artículo 155 inciso primero CC).
iv. Administración fraudulenta del marido (artículo 155 inciso primero CC).
v. Mal estado de los negocios del marido, producto de especulaciones aventuradas o
de una administración errónea o descuidada (artículo 155 inciso cuarto CC). También se
puede pedir si existe riesgo inminente de mal estado de los negocios (artículo 155 inc. final
CC). En cualquiera de los dos casos, el marido puede oponerse a la separación prestando
garantías que aseguren suficientemente los intereses de la mujer.
vi. Incumplimiento culpable del marido de los deberes que le imponen los artículos
131 y 134 del CC (artículo 155 inciso segundo del CC): fidelidad, socorro, ayuda mutua,
protección y respeto recíprocos, y proveer a las necesidades de la familia común.
vii. Marido que incurre en alguna causal de separación judicial (artículo 155 inciso
2° CC).
viii. Ausencia injustificada del marido por más de un año (artículo 155 inciso 3° del
CC).
ix. Separación de hecho por un año o más (artículo 155 inciso 3° del CC), sin
importar los motivos o quién tiene la responsabilidad en la separación.
d) Medidas precautorias en favor de la mujer.
Demandada la separación de bienes, el juez puede, mientras dure el juicio y a
petición de la mujer, tomar las providencias que estime conducentes a la seguridad de sus
intereses (artículo 156 CC).
e) Efectos.
195
V. BIENES FAMILIARES.
1. Concepto y regulación.
La doctrina ha definido a los bienes familiares indicando que “son ciertas cosas
inmuebles o muebles que cumplen una función familiar directa al permitir favorecer la
convivencia de la familia, y a los que por ello la ley somete a un estatuto normativo
especial, con prescindencia del régimen económico elegido por los cónyuges o convivientes
civiles”.
La institución de los bienes familiares fue incorporada por la ley Nº 19.335,
mediante una modificación al CC, en cuya virtud se agregó un párrafo, que pasó a ser el
párrafo 2º, al Título VI del Libro I del Código Civil, compuesto por 9 artículos, 141 al 149
inclusive.
Si bien el estatuto de los bienes familiares fue originalmente pensado para familias
fundadas en un matrimonio, actualmente, en virtud de lo dispuesto en el inciso final del
artículo 15 de la ley N° 20.830, resulta también aplicable a las familias fundadas en un
acuerdo de unión civil.
2. Fundamento de la institución.
El fundamento de los bienes familiar consiste en el aseguramiento a la familia de un
hogar físico estable donde sus integrantes puedan desarrollar la vida con normalidad, aun
después de disuelto el matrimonio o el acuerdo de unión civil
La declaración de bien familiar presupone la existencia del matrimonio o de acuerdo
de unión civil. En consecuencia, disuelto el matrimonio o el acuerdo de unión civil, no se
puede pedir que se declare un bien como familiar. No obstante, si durante la vigencia del
matrimonio o acuerdo de unión civil, se ha declarado un bien como familiar, el hecho de
que el matrimonio o acuerdo de unión civil se disuelva no produce la desafectación de
pleno derecho (ex artículo 145 inciso final del CC).
3. Ámbito de aplicación.
Los bienes familiares tienen cabida cualquiera sea el régimen económico existente
entre los cónyuges o convivientes civiles (artículos 141 inciso 1° del CC y 15 inciso final
de la ley N° 20.830). Las normas que componen el estatuto de los bienes familiares son de
orden público, por lo que no pueden ser modificadas o excluidas por voluntad de los
cónyuges o convivientes civiles (artículo 149 del CC).
4. Bienes que pueden ser declarados familiares.
a) Inmueble de propiedad de uno o de ambos cónyuges o convivientes civiles, que
sirva de residencia principal a la familia (artículo 141 del CC).
b) Muebles que guarnecen el hogar (artículo 141 del CC). La doctrina precisa que la
determinación de estos muebles debe hacerse con base en el inciso 2° del artículo 574 del
197
CC, que señala: “(e)n los muebles de una casa no se comprenderá el dinero, los
documentos y papeles, las colecciones científicas o artísticas, los libros o sus estantes, las
medallas, las armas, los instrumentos de artes y oficios, las joyas, la ropa de vestir y de
cama, los carruajes o caballerías o sus arreos, los granos, caldos, mercancías, ni en
general otras cosas que las que forman el ajuar de una casa.”
Estos bienes muebles pueden ser declarados familiares siempre que sean de
propiedad de uno o ambos cónyuges o convivientes civiles, aunque la familia tenga su
hogar en un inmueble arrendado.
c) Derechos o acciones que los cónyuges o convivientes civiles tengan en
sociedades propietarias del inmueble que sirva de residencia principal de la familia (artículo
146 del CC).
5. Forma de constituir un bien como familiar.
a) Inmueble de propiedad de uno de los cónyuges o convivientes civiles.
La declaración la hace el juez de familia, con conocimiento de causa, a petición de
cualquiera de los cónyuges o convivientes civiles y con citación del otro (artículo 141
inciso 2° del CC).
Desde un punto de vista procesal, realizada la solicitud, el juez cita a audiencia
preparatoria. Luego, si no se dedujese oposición por parte del cónyuge o conviviente civil
propietario, el juez resolverá en la misma audiencia. En caso contrario, o si el juez
considerase que faltan antecedentes para resolver, citará a la audiencia de juicio.
Se ha discutido si para el juez es facultativo o no declarar el bien como familiar
cuando no existe oposición. Una parte de la doctrina estima que es imperativo con tal que el
bien sirva como residencia principal de la familia. La otra estima que el juez debe adquirir
la convicción de que la declaración es indispensable para la seguridad y protección de la
familia.
La acción la tiene exclusivamente el cónyuge o conviviente civil no propietario; los
hijos no tienen legitimación activa.
En conformidad al artículo 141 inciso 3° del CC, la sola presentación de la demanda
transforma provisoriamente en familiar el bien. En su primera resolución, el juez debe
disponer que ello se anote al margen de la inscripción respectiva, para que afecte a terceros.
b) Muebles que guarnecen el hogar.
La ley no prevé el caso de que la declaración recaiga solo sobre estos muebles. Se
concluye que debe hacerse igual que en el caso anterior, pero, atendida la naturaleza de
estos bienes, no procede inscripción alguna.
c) Acciones y derechos del cónyuge en la sociedad propietaria del inmueble.
198
131
El problema de la segunda postura es que propone una aplicación extensiva del artículo 1792-4 del CC.
200
patrimoniales de los cónyuges o convivientes civiles (artículo 147 inciso 1° del CC). El
tribunal podrá, en estos casos, fijar otras obligaciones o modalidades si así pareciere
equitativo (artículo 147 inciso 2° del CC).
La declaración judicial que constituye derechos de usufructo, uso o habitación sobre
los bienes familiares, servirá como título para todos los efectos legales (artículo 147 inciso
3° del CC).
La constitución de los mencionados derechos sobre bienes familiares no perjudicará
a los acreedores que el cónyuge o conviviente civil propietario tenía a la fecha de su
constitución, ni aprovechará a los acreedores que el cónyuge o conviviente civil no
propietario tuviere en cualquier momento (artículo 147 inciso 4° del CC).
Que la constitución de estos derechos no aproveche a los acreedores del cónyuge o
conviviente civil en cuyo favor se constituyen los mencionados derechos implica que tales
derechos son inembargables y que los acreedores no pueden subrogarse en su ejercicio.
Los gravámenes que los derechos de usufructo, uso o habitación implican para el
cónyuge o conviviente civil propietario no son propiamente una obligación alimenticia,
pero tienen una naturaleza alimenticia, porque el juez debe considerar las fuerzas
patrimoniales al determinarlo, y los acreedores del cónyuge o conviviente civil beneficiado
no los pueden embargar.
8. Problemas dogmáticos relativos a los bienes familiares.
Algunos autores estiman que el estatuto de los bienes familiares es inconstitucional,
pues, al limitarse la facultad de disposición, se vulnera el artículo 19 Nº 24 de la CPR. No
obstante, se ha replicado en el sentido que no se está frente a una privación de dominio,
sino que a una limitación que proviene de su función social, cosa que permite expresamente
el mismo artículo 19 N° 24 de la CPR. Por lo demás, existen limitaciones de la misma
naturaleza a propósito de la administración de la sociedad conyugal.
Por otra parte, se ha indicado que existiría una lesión al derecho de prenda general
de los terceros. Sin embargo, la declaración de bien familiar no afecta a los acreedores
anteriores a la afectación. Respecto a los acreedores posteriores, si el bien familiar es
inmueble, su calidad constará en el Conservador de Bienes Raíces
Finalmente, si existe sociedad conyugal (lo que solo podría darse entre cónyuges de
distinto sexo), surge el problema del concurso de normas de cogestión (administración y
necesidad de autorizaciones para celebrar ciertos actos o contratos). Corral Talciani estima
que, por aplicación del principio de especialidad, deben primar las normas de la sociedad
conyugal. La doctrina mayoritaria estima, en cambio, que deben primar las normas de los
bienes familiares, pues constituyen una regulación básica y general que se superpone a los
demás regímenes, cumpliendo una función propia y específica. Se trata de un estatuto
primario de protección a la familia. Por lo demás, el artículo 141 del CC indica que pueden
afectarse bienes cualquiera sea el régimen matrimonial.
201
VI. FILIACIÓN.
I. INTRODUCCIÓN.
1. CONCEPTO.
Somarriva define filiación como la relación de descendencia entre dos personas, una de la
cuales es padre o madre de la otra.
Lo usual es que la filiación se fundamente en el vínculo de sangre existente entre el padre y
el hijo, proveniente de las relaciones sexuales de los padres. No obstante, hoy en día ya no
puede estimarse que la filiación se asienta necesariamente en el vínculo biológico, pues la
ley reconoce tanto la adopción (regulada en la ley N° 19.620) como la filiación determinada
mediante técnicas de reproducción humana asistida (artículo 182 del CC), en las cuales se
pueden utilizar gametos de terceros. Ni siquiera el reconocimiento voluntario ha de
sustentarse necesariamente en un vínculo biológico (artículos 187 y 188 del CC).
En el caso de la adopción filiativa132, el vínculo de filiación se fundamenta en la relación de
afectividad y solidaridad existente entre adoptante y adoptado, mientras que en la filiación
determinada mediante técnicas de reproducción humana asistida en que se han utilizado
gametos de terceros, el vínculo de filiación se fundamenta en la voluntad de procrear de las
personas que se han sometido a dichas técnicas, voluntad que se alza como la causa
eficiente de la procreación y nacimiento del hijo.
En consecuencia, la filiación es una relación fundamentalmente jurídica, sin que sea
determinante ni necesaria la existencia de vínculo sanguíneo entre padre e hijo o madre e
hijo. El derecho reconoce esta relación con base en antecedentes que superan la mera
relación biológica (artículos 182 y 200 del CC, 1 inciso 2° y 37 de la ley N° 19.620).
Actualmente, con la entrada en vigor de la ley N° 21.400, que modifica diversos cupos
legales para regular, en igualdad de condiciones, el matrimonio entre personas del mismo
sexo, queda claro que la filiación, más que un vínculo biológico, es un vínculo jurídico.
Así, por lo demás, fluye del actual artículo 34 del CC, que dispone:
“Artículo 34. Los padres y las madres de una persona son sus progenitores, respecto de los
cuales se ha determinado una relación de filiación. Se entenderán como tales a su madre
y/o padre, sus dos madres, o sus dos padres.
132
Cabe recordar que, más allá de la adopción filiativa, existen otros tipos de adopción que no confieren la
calidad de hijo. El artículo 45 inciso 2° de la ley N° 19.620 establece que quienes tengan la calidad de
adoptante y adoptado conforme a la ley N° 7.613 (“adopción-contrato”) o a las reglas de adopción simple
contempladas en la ley N° 18.703 continuarán sujetos a los efectos de la adopción previstos en tales leyes,
inclusive en materia sucesoria. La “adopción-contrato”, regulada en la ley N° 7.613, y la “adopción simple”,
regulada en la ley N° 18.703 (que también contemplaba a otro tipo de adopción, derogada por la ley N°
19.620: la “adopción plena”, que sí otorgaba al adoptado la calidad de hijo), no otorgan la calidad de hijo.
Con todo, el inciso 3° de la misma disposición permite a esos adoptantes y adoptados celebrar un pacto de
conversión, a fin de que tales adopciones se rijan por el estatuto contemplado en la ley N° 19.620.
203
Las leyes u otras disposiciones que hagan referencia a las expresiones padre y madre, o
bien, padre o madre, u otras semejantes, se entenderán aplicables a todos los progenitores,
sin distinción de sexo, identidad de género u orientación sexual, salvo que por el contexto o
por disposición expresa se deba entender lo contrario”.
Según se aprecia, el legislador actual, con el fin de utilizar un lenguaje neutro en lo que
atañe al género, introduce el concepto de progenitor. Sin duda, tal concepto no equivale al
de “padre o madre biológico”, sino que alude a aquella persona que, en conformidad a
alguna de las formas contempladas en el ordenamiento jurídico, se reputa jurídicamente
padre o madre de otra.
Así las cosas, con miras a evitar equívocos, conviene distinguir entre el progenitor legal o
simplemente progenitor (que es aquel a que se refiere el artículo 34 del CC) y progenitor
biológico (que es aquel que ha aportado gametos para la concepción de una persona). Este
último no necesariamente alcanzará la calidad jurídica de padre o madre del nacido. Por
regla general, cuando la ley habla de progenitor, se está refiriendo al progenitor legal.
En suma, tal como tempranamente sostuviera Gómez de la Torre, la filiación es una
relación jurídica que existe entre dos personas, una de las cuales se ha designado
jurídicamente como padre o madre de la otra.
2. BREVE RELACIÓN HISTÓRICA DE LA FILIACIÓN.
Como indica Gómez de la Torre, a lo largo de la historia la determinación de la filiación ha
estado influida directamente por los conocimientos proporcionados por la biología 133. De
esta manera, en la época de los cazadores-recolectores, cuando se desconocía el rol del
hombre en la reproducción, la filiación se determinaba únicamente respecto a la madre. 134
Una vez que se conoce el rol del hombre en la reproducción (en el neolítico), se sientan las
bases del sistema de filiación. La filiación se fundamenta, sobre todo, en el vínculo
sanguíneo entre padres e hijos. La causa eficiente de la reproducción es la relación sexual.
Así se entendió, sin mayores contrapesos, durante buena parte de la historia humana, lo que
se reflejó incluso, en una época mucho más avanzada, en la regulación que de la filiación
hace nuestro CC. De ahí que, hace no muchos años, Roseel haya señalado que “el
fundamento de toda filiación es el vínculo de sangre existente entre el padre y el hijo,
proveniente de las relaciones sexuales, lícitas o no, de los padres”135136.
Ahora bien, atendidas las dificultades para determinar la paternidad y lo deshonroso que
podía resultar la indagación de la misma respecto a ciertas personas, los distintos sistemas
133
Gómez de la Torre Vargas, Maricruz, El sistema filiativo chileno, Editorial Jurídica de Chile, Santiago,
2007, p. 13.
134
A este tipo de sociedades prehistóricas, en que se desconocía el rol del hombre en la reproducción, se les
denomina sociedades matrilineales.
135
Rossel Savedra, Enrique, Manual de Derecho de Familia, Editorial Jurídica de Chile, Santiago, 1965, p.
314.
136
Téngase presente que la “licitud” o “ilicitud” de la que habla el autor estaba dada, atendido el marco
jurídico y ético de la época, por si la relación sexual tenía lugar entre dos personas unidas por matrimonio o
no.
204
reconocidos por uno o ambos padres137; tienen el derecho de pedir alimentos, pueden
concurrir en la sucesión intestada a falta de hijos legítimos, y además pueden ser
legitimados. Los simplemente ilegítimos y los de dañado ayuntamiento solamente pueden
pedir alimentos a su padre, previéndose como único medio de prueba la confesión de
paternidad de este último (esta prueba de paternidad solamente tenía valor para efectos de
reconocer el derecho de alimentos)138139. Además, los hijos de dañado ayuntamiento no
pueden ser reconocidos voluntariamente por el padre o madre.140
Una de las primeras reformas al sistema de filiación establecido por el CC tuvo lugar
mediante la ley N° 5.750, de 1935, que eliminó la categoría de hijos de dañado
ayuntamiento. Asimismo, se permitió a los hijos simplemente ilegítimos fundamentar su
petición de alimentos en otras pruebas –documentos y otros antecedentes generalmente
escritos- distintas a la confesión de padre (pruebas que, de todas formas, no determinaban la
filiación, sino únicamente el derecho a pedir alimentos)141.
137
El reconocimiento podía hacerse por instrumento público o testamento, y además debía ser notificado al
hijo y aceptado por este.
138
Como explica el profesor Juan Andrés Orrego, “según los antiguos artículos 282 y 283 del Código Civil, el
hijo ilegítimo tenía derecho a que el supuesto padre fuere citado ante el juez, para que declarase bajo
juramento si creía serlo. Si no comparecía, pudiendo, y hubiere sido citado por una segunda vez con el mismo
fin, y no comparecía, se tenía por reconocida la paternidad, para el solo efecto de obtener alimentos del
progenitor. ante el tenor de estas normas, se preguntaba Manuel Somarriva Undurraga si estos derechos
significaban una verdadera investigación de la paternidad, para concluir en términos negativos. No había tal
investigación, decía, toda vez que ante la negativa del padre de reconocer al hijo, este no tenía ningún derecho
tendiente a acreditar la paternidad, a pesar de que tuviere pruebas abrumadoras para ello. En definitiva,
señalaba Somarriva, la situación del hijo natural y la del hijo ilegítimo eran casi idénticas. Ambas calidades se
obtenían únicamente por el reconocimiento del padre, por un acto voluntario, y la única diferencia estribaba
en que la manifestación de voluntad del padre respecto al hijo natural debía ser espontánea; en cambio,
tratándose de un hijo ilegitimo, la declaración de voluntad podía ser provocada por la petición del hijo para
que el padre compareciera ante el juez con el fin de declarar si lo reconocía como hijo: Somarriva Undurraga,
Manuel, ob. cit., pp. 160 y 161.” Orrego Acuña, Juan Andrés, De la filiación y de la relación jurídica entre
padres e hijos, Apuntes no editados, Nota al pie N° 12, p. 11. Véase en
http://www.juanandresorrego.cl/apuntes/derecho-de-familia
139
Cabe tener presente que el artículo 288 del CC originario establecía que el hijo ilegítimo tendría derecho a
que su madre le asistiera con los alimentos necesarios si no pudiere obtenerlos del padre, y además,
literalmente, que ”no podrá intentarse esta acción contra ninguna mujer casada”. Esta norma se explica por la
mentalidad patriarcal existente a la época de dictación del CC.
140
Artículo 270 del CC originario (hoy en día derogado): “Los hijos nacidos fuera del matrimonio, no siendo
de dañado ayuntamiento, podrán ser reconocidos por sus padres o por uno de ellos, y tendrán la calidad legal
de hijos naturales, respecto del padre o madre que los haya reconocido”
141
La ley N° 5.750 introdujo al CC el artículo 280 (hoy en día ya derogado), el cual prescribía lo siguiente:
“Artículo 280. El hijo ilegítimo que no haya sido reconocido como natural podrá pedir alimentos del padre o
madre, o de ambos, según el caso:
1.o Si el padre o madre lo hubiere reconocido en instrumento auténtico como hijo simplemente ilegítimo o
con el solo objeto de darle alimentos, o si reconocido como hijo natural, ese reconocimiento no tuviere efecto
en ese sentido;
2.o Si en la inscripción del nacimiento del hijo se hubiere dejado testimonio del nombre del padre o madre
a petición de ellos o de mandatario constituído para este objeto por escritura pública. En este caso el oficial
del Registro Civil, deberá certificar la identidad del padre o madre, o de la persona designada para hacer la
declaración;
206
Otra reforma importante está dada por la ley N° 10.271, de 1952. Esta ley permitió obtener
la calidad de hijo natural a través de un reconocimiento forzado en juicio de la paternidad o
la maternidad (antes la calidad de hijo natural se obtenía solamente por reconocimiento
voluntario)142143. Respecto al reconocimiento voluntario, se eliminó la necesidad de
notificación y aceptación para que el reconocimiento tuviese efectos. En lo sustantivo, los
hijos naturales pasan a ser herederos abintestato, legitimarios y asignatarios de cuarta de
mejores. Con todo, solamente pueden recibir la mitad de lo que corresponde a un hijo
legítimo y, en conjunto (todos los hijos naturales), no pueden sobrepasar jamás una cuarta
parte de la herencia ni una cuarta parte de la mitad legitimaria (si la sucesión fuese
testamentaria). Por otra parte, los hijos naturales tienen derecho a alimentos congruos.
Desde la perspectiva de los padres, estos pasan a tener los deberes de cuidado personal,
educación y financiamiento de crianza y educación. También tienen los padres el derecho a
corregir a sus hijos naturales. No tienen, no obstante, la patria potestad, debiéndose
nombrar un curador al hijo natural.
Los hijos simplemente ilegítimos solamente tienen derecho a alimentos necesarios 144.
También son importantes las leyes N° 18.702 (contribuye a una cuasi-equiparación de
derechos del marido y la mujer respecto a los efectos personales del matrimonio, así como
en materia de patria potestad y autoridad parental), N° 17.999 145 y N° 19.089 (estas últimas
dos perfeccionan y amplían el sistema de reconocimiento voluntario expreso).
3.o Si de documentos o de cualquier principio de prueba por escrito, emanados fehacientemente del
supuesto padre, resultare una confesión inequívoca de paternidad, o se probare la maternidad de la supuesta
madre con testimonios fidedignos que establezcan el hecho del parto y la identidad del hijo;
4.o Si el presunto padre o madre hubiere proveído o contribuído al mantenimiento y educación del hijo, en
calidad de tal, y de ello existiere un principio de prueba por escrito;
5.o Si el supuesto padre, citado a la presencia judicial, confesare bajo juramento que cree ser el padre, o si
citado por dos veces, expresándose en la citación el objeto no compareciere sin causa justificada;
6.o Si el período de la concepción del hijo correspondiera a la fecha de la violación, estupro o rapto de la
madre; en este último caso, bastará que hubiere sido posible la concepción mientras estuvo la robada en poder
del raptor.
El hecho de seducir a una menor, haciéndola dejar la casa de la persona a cuyo cuidado esté, es rapto,
aunque no se emplee la fuerza.
142
Con todo, no podía ejercerse la acción contra el hombre o la mujer que estuviesen casados, salvo que
hubiese divorcio perpetuo (lo que hoy equivale a separación judicial).
143
Además, esta ley permitió que se estableciera judicialmente la filiación mediante la acreditación de la
posesión notoria de la calidad de hijo, la que, a diferencia de lo que exige el actual artículo 200 del CC,
requería 10 años de duración.
144
Los hijos simplemente ilegítimos que obtuviesen una sentencia favorable en juicio de alimentos,
alcanzaban una especie de “filiación de segundo grado” o “cuasi-filiación”, que les permitía únicamente ser
destinatarios de alimentos necesarios. La diferenciación entre hijos naturales e hijos simplemente ilegítimos
se fundamentaba en que estos últimos generalmente pertenecían a entornos socioeconómicos muy desvalidos,
en que el derecho sucesorio prácticamente no se aplicaba, siendo el derecho de alimentos el único que revestía
real interés. Por ello los requisitos para obtener alimentos necesarios por parte de estos hijos eran mucho
menos exigentes que los requisitos para establecer forzadamente la paternidad o la maternidad de un hijo
natural.
145
Esta ley estableció que las declaraciones que en cualquier época se efectuaren con el objeto de reconocer a
un hijo natural y que constaren en un acta extendida ante cualquier Oficial del Registro Civil, tendrían mérito
de escritura pública, para los efectos previstos en el hasta entonces vigente artículo 271 del Código Civil.
207
Téngase presente que el Código Civil originario requería como formalidad del reconocimiento escritura
pública y testamento.
208
de antecedentes que le permitan presumir que ha sido adoptado, puede solicitar al Servicio
de Registro Civil e Identificación que le informe si su filiación tiene ese origen (artículo 27
inciso 3° ley N° 19.620), facilitándose la investigación del origen biológico, pero sin que
ello importe dejar sin efecto la filiación adoptiva. Así también debiese ocurrir, según parte
de la doctrina nacional, tratándose del hijo concebido por técnicas de reproducción humana
asistida en que se han utilizado gametos de terceros donantes. Este último tema será
expuesto más adelante.
El derecho a conocer los propios orígenes (derecho a la identidad) se conceptualiza como
un derecho de la personalidad, puesto que dignifica a la persona y contribuye a lograr el
libre desarrollo de su individualidad, tanto desde una perspectiva material (la determinación
de la filiación genera efectos patrimoniales que pueden favorecer al hijo, como el derecho
de alimentos) como moral (suele ser tranquilizador para una persona poder investigar y
determinar quiénes son sus progenitores, o al menos conocer su origen biológico).
Se debe tener presente que el derecho a la identidad no se agota en el conocimiento del
origen biológico, sino que también abarca aspectos tales como el derecho a obtener una
nacionalidad y un nombre. Así lo entiende la doctrina y así fluye también de la lectura del
artículo 7.1 de la Convención de Derechos del Niño: “El niño será inscrito inmediatamente
después de su nacimiento y tendrá derecho desde que nace a un nombre, a adquirir una
nacionalidad y, en la medida de lo posible, a conocer a sus padres y a ser cuidado por
ellos”.
4.2. Trato igualitario a todos los hijos: todos los hijos tienen los mismos derechos, con lo
que se cumple el mandato de los artículos 1 inciso 1°, 5 inciso 2° (son muchos los tratados
internacionales que establecen la igualdad) y 19 N°2 de la CPR. Actualmente, esta igualdad
se consagra expresamente en el artículo 33 del CC. Recuérdese que la ley N° 19.585
eliminó las discriminaciones arbitrarias existentes entre hijos legítimos, naturales e
ilegítimos en materia sucesoria, así como también eliminó la distinción entre alimentos
congruos y necesarios.
4.3. Prioridad del interés del hijo (protección del interés superior del hijo):
La ley N° 19.585 incorporó el principio de protección al interés superior del hijo en
diversas disposiciones del CC, entre ellas, los artículos 222 inciso 2° y 242 inciso 2°. La ley
N° 20.680 alteró el orden de los incisos del artículo 222 del CC, dejando en el inciso 1° la
consagración del principio.
La prioridad o protección al interés del hijo es una manifestación concreta del principio de
protección al interés del niño (el que puede o no tener determinada su filiación).
En cuanto a su origen, este último principio puede colegirse de distintos tratados
internacionales de derechos humanos ratificados por Chile (artículos 25 N° 2 Declaración
Universal de Derechos Humanos; 24 N°1 del Pacto Internacional de Derechos Civiles y
Políticos; 10.3 del Pacto Internacional de derechos económicos, sociales y culturales; y 19
del Pacto de San José de Costa Rica).
209
Con todo, es en la Convención sobre los Derechos de los Niños donde se reconoce de
manera explícita. En particular, el artículo 3 de dicha Convención establece que:
“1. En todas las medidas concernientes a los niños que tomen las instituciones públicas o
privadas de bienestar social, los tribunales, las autoridades administrativas o los órganos
legislativos, una consideración primordial a que se atenderá será el interés superior del
niño.
2. Los Estados Partes se comprometen a asegurar al niño la protección y el cuidado que
sean necesarios para su bienestar, teniendo en cuenta los derechos y deberes de sus
padres, tutores u otras personas responsables de él ante la ley y, con ese fin, tomarán todas
las medidas legislativas y administrativas adecuadas.
3. Los Estados Partes se asegurarán de que las instituciones, servicios y establecimientos
encargados del cuidado o la protección de los niños cumplan las normas establecidas por
las autoridades competentes, especialmente en materia de seguridad, sanidad, número y
competencia de su personal, así como en relación con la existencia de una supervisión
adecuada”
En nuestro CC, como ya se expusiera, el principio en cuestión se encuentra consagrado en
el artículo 222, el cual señala, en su inciso 1°, que “la preocupación fundamental de los
padres es el interés superior de los hijos, para lo cual procurarán su mayor realización
espiritual y material posible, y lo guiarán en el ejercicio de los derechos esenciales que
emanan de la naturaleza humana de modo conforme a la evolución de sus facultades”.
Esta es la primera norma del título IX del libro I del CC, llamado “De los derechos y
obligaciones entre los padres y los hijos”, lo que realza la importancia del principio en lo
que respecta a la integración e interpretación de las normas allí contenidas (antes de la ley
N° 20.680 dicho principio estaba contenido en el inciso 2° del mencionado artículo 222).
A su vez, en una norma de enorme trascendencia a fin de alcanzar una tutela judicial
efectiva de los derechos de los niños, el artículo 16 inciso 2° de la ley N° 19.968 establece
que:
“el interés superior del niño, niña o adolescente, es el principio rector que el juez de
familia debe tener siempre como consideración principal en la resolución del asunto
sometido a su conocimiento”.
También está consagrado legalmente este principio en el artículo 1 de la ley N° 19.620, que
dicta Normas sobre Adopción de Menores, y en el artículo 3 inciso 1° de la NLMC.
El fundamento de este principio radica en la falta de madurez física y mental de los niños,
circunstancia que los coloca en una situación especial de vulnerabilidad. Por ello, atendido
el imperativo de que todo niño alcance una preparación plena y adecuada para una vida
independiente, que le permita desarrollar libre y cumplidamente su personalidad, el derecho
debe tutelar su interés y adoptar las medidas pertinentes a tal fin.
210
En ese contexto, si bien tanto la doctrina como la jurisprudencia han entendido que el
interés superior del niño constituye un principio sustantivo de contenido indeterminado,
con contornos poco precisos, existe consenso en cuanto a que dicho principio se relaciona
íntimamente con el aseguramiento de la efectividad de los derechos del menor, atendido
que este por sus condiciones de madurez no puede actuar por sí mismo. Dicho
aseguramiento se logra mediante la adopción de medidas determinadas que apunten,
fundamentalmente, a tutelar y proteger el interés del menor, dotándolo de la mayor suma de
ventajas posibles, a fin de permitir el libre desarrollo de su personalidad (un ejemplo de
esto, puede encontrarse en la nueva regulación del cuidado personal y la relación directa y
regular implementada por la ley N° 20.680, particularmente en los artículos 225-2 y 229 del
CC. Ambas normas se han planteado por finalidad tutelar el interés superior del menor de
desarrollar una relación sana y afectiva con ambos padres, que redunde en mayor beneficio
para el desarrollo de su personalidad).
Respecto a la noción de “interés”, tal como explica Cristián Lepin citando a Encarna Roca,
se puede plantear la siguiente reflexión: “¿cuál es el origen de estos derechos (de los
niños)? Alston y Parker centran el debate en torno a dos grandes grupos de autores:
aquellos que opinan que la base de cualquier regulación fundada en derechos es la voluntad
y aquellos que ponen el acento en el interés. La primera de estas teorías no es útil, según
estos autores, para legitimar a unas personas que por su edad y condiciones de madurez, no
pueden formular una voluntad ‘plausible’. En cambio, la teoría del interés permitiría
protegerlos a través de la utilización de la teoría de la titularidad de estos mismos
derechos”146.
En cuanto a las funciones que el principio en cuestión cumple, Miguel Cillero estima que
cumple una triple función, arguyendo que, por una parte, “es una garantía, ya que toda
decisión que concierna al niño, debe considerar primordialmente sus derechos; es de una
gran amplitud ya que no solo obliga al legislador sino también a todas las autoridades e
instituciones públicas y privadas y a los padres; también es una norma de interpretación y/o
de resolución de conflictos jurídicos; finalmente es una orientación o directriz política para
la formulación de políticas públicas para la infancia, permitiendo orientar las actuaciones
públicas hacia el desarrollo armónico de los derechos de todas las personas, niños y adultos,
contribuyendo, sin dudas, al perfeccionamiento de la vida democrática”147.
Cristián Lepin, siguiendo a Gómez de la Torre, señala que el principio del interés superior
del niño se concreta en los siguientes aspectos (no hay ánimo de taxatividad):
“– Permitirle la indagación de su filiación (mediante las acciones de filiación), cuando esta
no esté determinada, pues se vincula a su derecho a la identidad personal, uno de cuyos
atributos esenciales es tener un nombre y conocer a sus padres.
146
Lepin Molina, Cristián, Los Nuevos Principios Del Derecho De Familia, Revista chilena de derecho
privado, número 23, 2014, p. 37
147
Cillero Bruñol, Miguel, El interés superior del niño en el marco de la Convención Internacional sobre los
Derechos del Niño, Revista Justicia y Derechos del Niño (UNICEF), N° 9. Santiago, 2007, p. 141.
211
– Garantizarle los derechos que surgen de su calidad de persona humana, los que deben ser
respetados en el ejercicio de la autoridad de los padres.
– Permitirle manifestar su opinión y tomarla en cuenta de acuerdo con su edad y grado de
madurez, en todas las instancias judiciales o extrajudiciales en que tenga interés el niño.
– Permitirle permanecer con el padre que mejor asegure su bienestar físico y espiritual y, al
mismo tiempo, facilitar su vinculación con el otro padre, en caso de separación, nulidad o
divorcio de los padres.
– Velar porque se proteja su interés, para lo cual debe ser escuchado y tomado en cuenta de
acuerdo con su edad y grado de madurez, en caso de separación, nulidad o divorcio, tanto
en los acuerdos regulatorios como en la mediación, en la que los cónyuges decidan sobre el
cuidado personal, régimen comunicacional, alimentos y patria potestad de los hijos”.
Buena parte de la doctrina, siguiendo a Cillero Bruñol, entienden al interés superior del
niño como un principio jurídico garantista, en el sentido de que asegura la efectividad de
los derechos subjetivos. De esta forma, el principio pierde vaguedad, conteniendo
directamente al catálogo de derechos contemplados en la Convención de Derechos del
Niño, y, por tanto, obligando tanto al poder público como a los entes privados a respetarlos.
4.4. María Soledad Quintana Villar también agrega como principio el derecho del menor a
ser oído148. Este principio está consagrado en el artículo 12 de la Convención sobre los
Derechos del Niño: “Los Estados Partes garantizarán al niño que esté en condiciones de
formarse un juicio propio el derecho de expresar su opinión libremente en todos los
asuntos que afectan al niño, teniendo debidamente en cuenta las opiniones del niño, en
función de la edad y madurez del niño”.
Nuestro CC contempla este principio en el artículo 242 inciso 2°, el cual dispone que “en
todo caso, para adoptar sus resoluciones el juez atenderá, como consideración primordial,
el interés superior del hijo, y tendrá debidamente en cuenta sus opiniones, en función de su
edad y madurez”.
Asimismo, el CC también recoge el principio en comento en los artículos 225-2 letra f) y
229 inciso 3° (ambos incorporados por la ley N° 20.680) y en el artículo 227 inciso 1°
(reformado por la N° ley 19.968).
4.5. Actualmente, con la entrada en vigor de la ley N° 20.680, se puede considerar también
como principio que informa al estatuto de la filiación el principio de corresponsabilidad, en
virtud del cual ambos padres o madres, vivan juntos o separados, participarán en forma
activa, equitativa y permanente en la crianza y educación de sus hijos (artículo 224 inciso
1° CC). Con todo, parte de la doctrina entiende que este principio es una derivación del
interés superior del niño. Sobre esta materia se volverá más adelante.
1. CLASES DE FILIACIÓN.
En atención a la fuente de la filiación, Maricruz Gómez de la Torre estima que existen tres
clases:
1.1. Filiación biológica o por naturaleza;
1.2. Filiación por aplicación de técnicas de reproducción humana asistida;
1.3. Filiación adoptiva.
A su vez, filiación por naturaleza puede estar determinada o no determinada. La
determinación de la filiación se define como la afirmación jurídica de una relación de
paternidad o maternidad. La filiación determinada conforme a la ley confiere, por una parte,
el estado civil de hijo (artículo 33 del CC) y, por la otra, el estado civil de padre o madre.
2. FILIACIÓN BIOLÓGICA O POR NATURALEZA (Artículo 179 inciso 1° del CC).
2.1. FILIACIÓN DETERMINADA: es aquella que tiene reconocimiento jurídico, sea
respecto de ambos progenitores, sea respecto de uno de ellos. La filiación puede entonces
estar determinada respecto de uno de sus progenitores o de ambos (artículo 37 del CC).
La filiación por naturaleza determinada puede ser matrimonial o no matrimonial.
2.2. FILIACIÓN NO DETERMINADA: es aquella que, a pesar de existir en la realidad, no
ha sido reconocida por el derecho.
Se dice que los hijos de filiación no determinada están en una peor posición que los
antiguos hijos ilegítimos, pues a estos últimos se les concedía el derecho de alimentos
necesarios una vez que el padre o madre confesaba expresa o tácitamente la relación de
paternidad o maternidad ilegítimas149. Los hijos de filiación no determinada, en cambio, no
tienen derecho alguno.
Con todo, Paulina Veloso entiende que no existe discriminación, toda vez que la ley otorga
los medios para ejercer las acciones respectivas y de esa manera determinar la filiación 150.
3. FILIACIÓN ADOPTIVA (artículo 179 inciso 2° del CC).
La adopción filiativa se encuentra regulada en la ley N° 19.620. Esta filiación es constituida
por sentencia judicial y confiere al adoptado la calidad de hijo, extinguiendo los vínculos de
filiación de origen, tal como indica el artículo 37 de dicho cuerpo legal.
Antes de la entrada en vigor de esta ley, convivían los estatutos contemplados por las leyes
N° 7.613 y N° 18.703. La primera contemplaba la adopción conocida como “adopción-
pacto” o “adopción-contrato”, que se fundamentaba en un acuerdo de voluntades entre
149
Si, habiéndose citado por segunda vez al padre o madre, este o esta no comparecía, sin causa justificada, se
tenía por establecida la filiación ilegítima, la que solamente habilitaba para regular los alimentos necesarios.
150
Veloso Valenzuela, Paulina, Los Principios recogidos en el nuevo Estatuto Filiativo, en el nuevo estatuto
filiativo y las modificaciones al derecho sucesorio a la luz de las normas y principios de la ley 19585,
publicado por sernam y fundación facultad de derecho de la universidad de chile, 1999, p. 39
213
acreditado en juicio. La excepción está dada por la preferencia que el juez debe conferirle a
la prueba de la posesión notoria de la calidad de hijo, aun en desmedro de las pruebas
biológicas, en caso de que exista discordancia entre unas y otras (artículos 200 y 201 del
CC).
En lo sucesivo se tratarán particularmente la determinación de la maternidad, la
determinación de la paternidad, la determinación de la filiación matrimonial y la
determinación de la filiación no matrimonial.
Conviene tener presente que, tal como reconoce el actual artículo 34 del CC, hoy es
perfectamente posible que los progenitores sean dos madres o dos padres. Por tal razón,
debe considerarse que las formas de determinación de la maternidad que se verán a
continuación podrían servir para determinar la filiación de una persona respecto de sus dos
madres (supóngase, por ejemplo, el caso en que la maternidad de una de las madres se
determina por el parto y la de la otra por reconocimiento). En similar sentido, las formas de
determinación de la paternidad podrían servir para determinar la filiación de una persona
respecto de sus dos padres. Con todo, la presunción de paternidad del artículo 184 del CC,
que es una forma de determinación legal de la paternidad, solo resultará aplicable en caso
de que exista o haya existido matrimonio o acuerdo de unión civil entre personas de distinto
sexo. Por ende, si un hijo tiene dos padres, las paternidades del uno y del otro tendrán que
determinarse por reconocimiento voluntario, por sentencia judicial firme recaída en juicio
de filiación o, con alguna duda, por el hecho de haberse sometido ambos a la técnica de
reproducción humana asistida que permitió la concepción del hijo.
3. DETERMINACIÓN DE LA MATERNIDAD.
De acuerdo con el artículo 183 del CC, hay 3 formas de determinar la maternidad:
3.1 Por el parto (artículo 183 del CC).
Cuando conste el hecho del parto y la identidad del hijo y de la mujer que lo ha dado a luz
en las partidas del registro civil (artículo 183 del CC), esto es, que efectivamente esta es la
mujer que ha parido y que efectivamente ese es el hijo que ha dado a luz. Para que esto
conste en las partidas se debe llevar el certificado de la matrona o médico que asistió al
parto, o bien la declaración de dos testigos conocidos en caso de que no exista tal
certificado.
Esta forma de determinación de la maternidad opera por el solo ministerio de la ley y no
requiere del consentimiento de la mujer; no tiene que haber una especie de reconocimiento.
Así fluye de la lectura del artículo 31 Nº 4 de la Ley de Registro Civil, en adelante LRC 151.
La ley está privilegiando el derecho a la identidad y el interés superior del menor frente a,
por ejemplo, la honra de la mujer.
3.2. Por el reconocimiento de la madre (artículos 187 y 188 del CC).
3.3. Por sentencia judicial firme recaída en un juicio de filiación.
151
Téngase a la vista también lo dispuesto en los artículos 28, 29 y 30 de la misma Ley de Registro Civil
215
Con todo, desde que entrara en vigor la ley N° 21.264, el inciso 4° del artículo 184 del CC
dispone que, si la mujer contrae sucesivamente dos matrimonios y da a luz un niño después
de celebrado el segundo, se presumirá hijo del actual marido, cualquiera que sea el plazo
que haya transcurrido desde la disolución del primer matrimonio, sin perjuicio del derecho
del actual marido para desconocer esta paternidad si se dan los supuestos previstos en el
inciso 2° del mismo artículo 184. Desconocida así la paternidad, se presumirá padre al
marido del antecedente matrimonio, siempre que el niño haya nacido dentro de los
trescientos días siguientes a su disolución.
Lo dispuesto en el inciso 4° del artículo 184 del CC también se aplicará tratándose de
acuerdos de unión civil sucesivos, de matrimonio seguido de acuerdo de unión civil y de
acuerdo de unión civil seguido de matrimonio (artículo 21 parte final de la ley N° 20.830).
Cabe añadir que, para el caso de la nulidad del matrimonio, debe tenerse presente lo
establecido en el artículo 51 inciso final de la NLMC.
Extensión de la presunción de paternidad.
El inciso 3° del artículo 184 del CC establece que la presunción de paternidad también
operará respecto de hijos nacidos después de los trescientos días siguientes a la separación
judicial de los cónyuges, por el hecho de consignarse como padre el nombre del marido, a
petición de ambos cónyuges, en la inscripción de nacimiento del hijo. En este caso se
subentiende que los padres se han reconciliado.
Acción de desconocimiento de paternidad.
Conforme al artículo 184 inciso 2° del CC, el marido o conviviente civil de sexo masculino
podrá desconocer judicialmente la paternidad, en caso de que la criatura haya nacido dentro
de los primeros ciento ochenta días subsiguientes al matrimonio o acuerdo de unión civil y
siempre que no haya conocido el estado de preñez de la mujer al tiempo de casarse o
celebrar el acuerdo. Las particularidades y requisitos de esta acción serán expuestos más
adelante.
4.2. Por el reconocimiento del padre (artículos 187 y 188 del CC).
4.3. Por sentencia judicial firme recaída en un juicio de filiación.
Estas dos últimas formas no requieren la existencia de un matrimonio o acuerdo de unión
civil. Las reglas específicas se verán más adelante.
5. DETERMINACIÓN DE LA FILIACIÓN MATRIMONIAL.
La filiación matrimonial presupone que la filiación se determine respecto de ambos
cónyuges. Se produce en los siguientes casos (artículos 180 y 185 del CC):
a) Cuando al tiempo de la concepción o del nacimiento del hijo exista matrimonio entre los
progenitores (artículos 180 inciso 1° y 185 inciso 1° del CC).
217
b) Cuando con posterioridad al nacimiento del hijo, los progenitores contraen matrimonio
entre sí, siempre que la filiación haya estado previamente determinada por los medios que
el CC establece respecto de quienes contraen matrimonio (artículos 180 inciso 2° y 185
inciso 2° del CC).
c) Cuando ambos progenitores, o aquel respecto del cual la filiación no estaba previamente
determinada, han reconocido al hijo en el acto del matrimonio o durante su vigencia
(artículo 180 inciso 2° y 185 inciso 2° del CC).
d) Cuando una sentencia judicial firme dictada en juicio de filiación así lo establezca, en el
caso de que los padres contraigan matrimonio, pero no reconozcan al hijo (artículo 185
inciso 3° del CC).
La doctrina clasifica la filiación matrimonial en filiación matrimonial de origen (concebido
o nacido dentro del matrimonio) y filiación matrimonial adquirida (todos los demás casos).
La filiación matrimonial puede probarse por:
a) Inscripción de nacimiento del hijo en el Registro Civil152 y la prueba del matrimonio de
los padres (artículo 305 del CC).
b) Sentencia firme en juicio de filiación que determina filiación matrimonial.
6. DETERMINACIÓN DE LA FILIACIÓN NO MATRIMONIAL.
Según el artículo 186 del CC, la filiación no matrimonial queda determinada legalmente por
el reconocimiento de uno de los progenitores, o de ambos, o por sentencia firme en juicio
de filiación. Con todo, no debe olvidarse que la maternidad se determina legalmente por el
hecho del parto (artículo 183 del CC).
Por ende, la filiación no matrimonial se determina:
a) Reconocimiento voluntario del padre, de la madre, o de ambos (la declaración puede ser
separada o conjunta).
b) Reconocimiento forzado mediante sentencia judicial recaída en un juicio de filiación.
c) Solamente respecto a la madre, la filiación podría determinarse también por el hecho del
parto.
152
En la inscripción deberán constar los nombres de los progenitores. En caso de que la filiación se haya
determinado por reconocimiento, téngase presente lo establecido en el artículo 187 inciso final del CC, y en
los artículos 8 inciso 1° y 31 de la Ley sobre Registro Civil (ley N° 4.808).
218
153
Conviene tener presente que, aunque pueda discutirse, la jurisprudencia predominante ha entendido que la
posesión notoria la puede alegar solamente el demandado -como excepción oponible a la acción de
impugnación deducida en su contra-, debiendo el juez preferir la posesión notoria acreditada por el
demandado en desmedro del vínculo biológico que acredite el demandante (artículo 201 inciso 1° del CC),
salvo que existan graves razones que demuestran la inconveniencia de ello (artículo 201 inciso 2° del CC).
219
154
En contra, véase Rodríguez, María Sara, Filiación no biológica de progenitores de igual o distinto sexo:
reproducción asistida al límite, disponible en https://www.elmercurio.com/Legal/Noticias/Analisis-
Juridico/2022/01/07/reproduccion-asistida-al-limite.aspx
155
Quintana Villar, María Soledad, ob. cit. p. 262.
220
b) En acta extendida en cualquier tiempo, ante cualquier oficial del Registro Civil.
c) En escritura pública.
d) En un acto testamentario.
Si se trata de un acto entre vivos puede hacerse por mandatarios (artículo 190 del CC). En
tal caso, el mandato debe ser solemne (escritura pública) y especial.
No es posible reconocer mediante mandatario si el reconocimiento tiene lugar en acto
testamentario, pues la facultad de testar es indelegable (artículo 1004 del CC).
3.1.2 Provocado.
Antes de la entrada en vigor de la ley N° 20.030, de 2005, el CC regulaba en el artículo 188
incisos 2°, 3° y 4° la figura conocida como reconocimiento provocado. En términos
simplificados, la ley permitía citar a la presencia judicial al presunto padre o madre, a fin de
que declarase, bajo juramento, la efectividad de ser o no padre (o madre) de aquel que lo
había citado. Si el presunto padre o madre, afirmaba serlo, entonces se configuraba el
reconocimiento, debiéndose remitir acta de la audiencia al Registro Civil a fin de proceder
a la subinscripción de la misma en la inscripción de nacimiento. Se trataba de una gestión
judicial no contenciosa.
En la práctica esta institución se presentó inocua, pues en caso de que el presunto padre o
madre fuese citado por segunda vez y, sin causa justificada, no compareciese, no se tenía
por reconocido al hijo. Asimismo, bastaba con que compareciese y negase ser padre para
que terminase la gestión, sin que se tuviese por reconocida la paternidad o maternidad. Por
esta razón, en el año 2005 se dictó la ley N° 20.030, que derogó los incisos 2º, 3º y 4º del
art 188 del CC, derogando la institución del reconocimiento provocado.
Además, la ley N° 20.030 incorporó al CC el artículo 199 bis inciso 2°, que estableció el
reconocimiento provocado voluntario (también conocido como reconocimiento a instancias
del juez).
En efecto, el artículo 199 bis inciso 2° del CC contempla el caso en que, en el marco de un
juicio de filiación, el presunto padre o madre reconoce al hijo en la audiencia de
preparación, debiendo reducirse dicho reconocimiento a acta que se subinscribirá al margen
de la inscripción de nacimiento del hijo o hija, para lo cual el tribunal remitirá al Registro
Civil copia auténtica.
Es provocado porque lo ha sido a instancia de la interposición de una acción de
reclamación de la filiación. Es voluntario porque en la audiencia de preparación, el padre o
madre reconoce que efectivamente quien lo está demandando es su hijo.
3.2. TÁCITO O PRESUNTO (artículo 188 inciso 1° del CC).
Hecho de consignarse el nombre de alguno de los progenitores, a petición de cualquiera de
ellos, al momento de practicarse la inscripción de nacimiento.
221
Debe tratarse de una manifestación de voluntad de quien reconoce, pues se trata de un acto
personalísimo. En consecuencia, no es posible que se consigne el nombre de uno a petición
del otro.
Aunque la ley no lo dice, este tipo de reconocimiento también se puede hacer por
mandatarios. El mandato pertinente es solemne y especial.
V. REPUDIACIÓN.
1. JUSTIFICACIÓN.
En tanto el reconocimiento voluntario es un acto jurídico no recepticio, que genera
importantes consecuencias jurídicas entre quien afirma ser padre o madre y el hijo, la ley
permite a este último repudiar el reconocimiento.
2. CONCEPTO.
Siguiendo a Maricruz Gómez de la Torre, la repudiación es un acto jurídico unilateral por el
cual el hijo reconocido voluntariamente rechaza el reconocimiento de su padre o de su
madre o de ambos dentro del plazo establecido en la ley156.
3. ÁMBITO DE APLICACIÓN DE LA REPUDIACIÓN.
Si bien el artículo 191 del CC no distingue, la repudiación es procedente únicamente
respecto al reconocimiento expreso espontáneo o al reconocimiento tácito. En
consecuencia, no procede la repudiación respecto al reconocimiento provocado voluntario
(artículo 199 bis del CC) ni al reconocimiento forzado. La razón de ello es que nadie puede
ir en contra de sus propios actos (venire contra factum proprium non valet)157.
4. VERDAD BIOLÓGICA Y REPUDIACIÓN.
Para poder repudiar el reconocimiento no se requiere probar la verdad biológica. En otras
palabras, el hijo no tiene que probar que aquel que lo reconoció no es biológicamente su
padre o madre. En consecuencia, puede repudiar el reconocimiento de quien efectivamente
es su padre o madre biológico. La ley se aleja en esta materia de la búsqueda de la verdad
biológica.
La razón que justifica la repudiación es que el supuesto padre o madre pudo haber incurrido
en el reconocimiento motivado únicamente por ventajas personales, pecuniarias y de otra
índole, sin considerar realmente el interés del reconocido. Si a ello se suma que el
reconocimiento voluntario es un acto jurídico no recepticio, en que no interviene la
voluntad del reconocido, es justo que se contemple un mecanismo para que el reconocido
156
Gómez de la Torre Vargas, Maricruz, ob. cit. p. 70.
157
En los casos de reconocimiento provocado voluntario y de reconocimiento forzado, es el propio hijo
(generalmente mediante su representante legal) quien ha ejercido la acción de reclamación de filiación
respecto al supuesto padre o madre. Por ende, si ha tenido lugar cualquiera de estas formas de
reconocimiento, no puede el hijo luego pretender dejarlo sin efecto por su sola declaración de voluntad.
222
pueda dejarlo sin efecto. Por otra parte, la ley deja a salvo las acciones de reclamación de
filiación, por lo que quien afirma ser padre o madre igualmente podrá accionar.
5. PERSONAS QUE PUEDEN REPUDIAR.
Esta materia se encuentra regulada en los artículos 191 y 193 del CC.
Siguiendo a Abeliuk, la repudiación es un acto jurídico personalísimo. Quien puede
repudiar es únicamente el hijo.
Precisiones.
5.1. Hijo mayor al momento del reconocimiento: solo él puede repudiar. Plazo: 1 año desde
que supo del reconocimiento.
5.2. Hijo menor: solo él puede repudiar. Plazo: 1 año desde que, llegado a la mayoría de
edad, supo del reconocimiento.
5.3. Hijo mayor interdicto por demencia o sordomudez: curador, previa autorización
judicial.
5.4. Hijo interdicto por disipación: personalmente. El plazo dependerá de si es mayor o
menor de edad.
5.5. Hijo muerto o que falleció antes de llegar a la mayoría de edad: sus herederos. Plazo: 1
año contado desde el reconocimiento o desde la muerte, respectivamente.
5.6. Hijo mayor que fallece antes de expirar el término para repudiar: sus herederos, por el
tiempo que falte para completar el plazo.
6. CARACTERÍSTICAS DE LA REPUDIACIÓN.
a) Unilateral.
b) Solemne: escritura pública. Para que sea oponible a terceros, debe subinscribirse al
margen de la inscripción de nacimiento (artículo 191 inciso 4º del CC). La subinscripción
se exige como una formalidad por vía de publicidad.
c) Irrevocable (artículo 191 inciso final del CC).
7. LÍMITES AL REPUDIO.
El hijo no puede repudiar si, alcanzada su mayoría de edad, aceptó expresa o tácitamente el
reconocimiento (artículo 192 del CC). La razón es que nadie puede ir en contra de sus
propios actos (venire contra factum proprium non valet).
7.1. Aceptación expresa: se toma el título de hijo en instrumento público o privado, o en
acto de tramitación judicial.
7.2. Aceptación tácita: realización de un acto que supone necesariamente la calidad de hijo.
8. REPUDIACIÓN REALIZADA MEDIANTE MANDATARIO.
223
158
Quintana Villar, María Soledad, Ob. cit. p. 265.
224
159
Gómez de la Torre Vargas, Maricruz, El sistema filiativo chileno, Editorial Jurídica de Chile, Santiago,
2007, p. 109
225
Conviene tener presente que, ante los avances tecnológicos, son muchas las variantes que
cada técnica puede adoptar. Con todo, y con fines puramente pedagógicos, a continuación,
se describirán las principales técnicas (señalando además las siglas con que usualmente se
las denomina).
a) Inseminación Artificial (IA): Esta técnica consiste en el depósito artificial, esto es, por
una vía distinta a la cópula sexual, de semen en el útero de la mujer o persona gestante que
se somete a la técnica. El objetivo es facilitar la fecundación del óvulo, pues el recorrido de
los espermatozoides se torna más corto y menos riesgoso. El semen utilizado puede ser el
de alguna de las personas que se sometan a la técnica, es decir, de una de las dos personas
que tendrá la calidad de progenitor conforme lo establecido en el artículo 182 inciso 1° del
CC, o de un tercero donante.
Pese a que la utilización de gametos ajenos está permitida, se requiere siempre que sean dos
personas las que consientan en la aplicación de la IA. Así fluye de la lectura del inciso 1°
del artículo 182 CC. Por tal razón, no es procedente que una mujer o persona con
posibilidad de gestar se someta en solitario a la IA.
b) Fecundación in Vitro (FIV): Esta es una técnica que consiste esencialmente en la
fecundación de un óvulo por un espermatozoide en un ambiente externo al organismo de la
mujer o persona gestante. El embrión resultante es cultivado también fuera del organismo
de la mujer o persona gestante, usualmente por tres días. Luego se produce la transferencia
del embrión o los embriones (TE) al organismo de la mujer o persona gestante. Cabe
señalar que, a fin de aumentar la probabilidad de éxito, muchas veces se fecundan varios
óvulos, de manera que pueda procederse a la congelación de los embriones no transferidos
y así se pueda repetir el procedimiento en caso de que fracase160.
Los gametos utilizados en la FIV pueden provenir de las personas que se someten a esta
técnica, de una de ellas y de un tercero o tercera donante, o derechamente de dos terceros
donantes. En el caso de parejas lesbianas, puede ocurrir que una de las mujeres aporte el
óvulo, un tercero donante aporte semen, y la otra mujer sea quien geste a la criatura.
c) Inyección intracitoplasmática de espermatozoide (ICSI): esta es en realidad una
modalidad de la fecundación in vitro, que consiste en la inseminación de un óvulo mediante
la microinyección de un espermatozoide en su interior. La ventaja de esta modalidad es que
solo se precisa un espermatozoide por óvulo, mientras que sin ICSI son necesarios entre
50.000 y 100.000.
d) Transferencia intratubaria o intrafalopiana de gametos (GIFT): Esta es una técnica en
que se deposita, en o a través de la trompa, una mezcla de ovocitos y espermatozoides, con
la finalidad de que la fecundación se produzca dentro del cuerpo de una mujer o persona
gestante, y no in vitro (idealmente, la fecundación ocurre en la trompa, a fin de que luego el
embrión viaje naturalmente al útero). Generalmente esta técnica es utilizada por parejas
160
Conviene tener presente que, para quienes continúan entendiendo que la vida comienza al momento de la
concepción, el congelamiento y descongelamiento de embriones constituye una práctica de dudosa
constitucionalidad (art. 19 N° 1 inciso 2° CPR).
226
que, teniendo dificultades para procrear y cumpliendo con las condiciones médicas
necesarias161, desean que la fecundación se produzca de la manera más natural posible. Por
ello, lo usual es que las personas que se someten a ella sean los mismos que aportan los
gametos. La técnica está prácticamente en desuso, atendida su baja tasa de éxito en
comparación con la ICSI.
e) Gestación subrogada: esta técnica, también conocida como maternidad subrogada o
“gestación en vientre de alquiler”, es una técnica de reproducción asistida en la que una
mujer o persona con aptitud para gestar acepta gestar y dar a luz al hijo de otras dos
personas. Lo usual es que el material genético sea aportado por la pareja que quiere
procrear, o por terceros donantes, sin que exista ningún vínculo de esa naturaleza entre la
persona gestante y el niño que da a luz. En consecuencia, la gestación subrogada suele estar
precedida de una fecundación in vitro, transfiriéndose al organismo de la persona gestante
uno o más de los embriones que se han concebido artificialmente. La modalidad de la
fecundación perfectamente podría ser una inyección intracitoplasmática, a fin de aumentar
la probabilidad de éxito de la técnica.
Si bien en derecho comparado hay países que aceptan y otros que rechazan esta técnica, en
Chile, antes de que entrara en vigor la ley N° 21.400, cierta doctrina (Gómez de la Torre,
Rodríguez, Corral, Turner, Molina, Momberg, etc.) la consideraba contraria al orden
público y las buenas costumbres, pues facilita el nacimiento de niños cuya paternidad y
maternidad podrían estar demasiado disociadas del origen biológico (sobre todo si es que
las personas que arrendaron un vientre ajeno no han aportado siquiera sus propios
gametos), colocando al niño en una situación demasiado vulnerable en torno a su origen e
identidad162. Además, si bien la crítica es predicable respecto a todas las TRA, es en la
maternidad subrogada donde se cosifica al concebido en una medida que esta doctrina
considera inadmisible163. Por otro lado, cierta doctrina también critica la cosificación de la
propia mujer que facilita su vientre164.
En suma, antes de que entrara en vigor la ley N° 21.400, cierta doctrina nacional estimaba
que el contrato en que una mujer, a cualquiera título, se compromete a facilitar su vientre
161
Son muy pocas las personas que tienen las aptitudes necesarias para someterse a estas técnicas.
162
Este argumento no es muy convincente, sobre todo si se tiene a la vista que en la fecundación in vitro
también se pueden utilizar gametos ajenos. Por lo demás, el artículo 182 inciso 2° presupone el
reconocimiento de la posibilidad de utilizar gametos ajenos, por lo que se podría plantear consistentemente
que nuestro legislador no reprocha particularmente esta supuesta falta de identidad del niño. El derecho a la
identidad se asegura registrando los nombres de los donantes de gametos y permitiéndole al concebido por
TRA conocer sus respectivas identidades, sin que ello importa alteración de la filiación.
163
Con todo, se esté de acuerdo o no con la doctrina que rechaza la maternidad subrogada, lo cierto es que la
pareja de distinto sexo unida en matrimonio que desea tener un hijo podría alcanzar exactamente el mismo
resultado recurriendo a la adopción. Como señala Gómez de la Torre, “si la mujer casada no puede llevar a
cabo un embarazo y, junto a su marido, contratan a una mujer para que sea inseminada con el semen de este y
lleve a cabo la gestación, será madre de la criatura la mujer contratada, de acuerdo al artículo 183 del Código
Civil, y padre el marido de la primera mujer. Esta última tendrá una situación preferente para adoptar a esta
criatura, por ser hijo de su marido, siempre que la madre biológica acepte entregar al hijo en adopción
(artículo 11, inciso 2°, de la Ley N° 19.620)”. Gómez de la Torre Vargas, Maricruz, ob. cit. p. 128.
164
Véase, por ejemplo, https://www.elmercurio.com/Legal/Noticias/Analisis-
Juridico/2022/01/07/reproduccion-asistida-al-limite.aspx
227
165
Ídem.
166
Ídem.
167
Ídem.
168
Si bien el caso más citado es el del hombre que muere antes de la aplicación de la técnica, también es
concebible el caso en que la mujer que arrienda un vientre ajeno para ser madre, ya habiéndosele extraído los
gametos que aportará, fallece con anterioridad a la transferencia del embrión al vientre de la persona gestante.
En este caso, si se tratase de una mujer sola la que se ha sometido a esta TRA, todo pareciese indicar que no
cabría determinar su filiación post mortem respecto al niño. El principio del interés superior del menor así lo
exigiría, toda vez que, si se determinada la filiación post mortem, el niño se encontraría en una situación de
extrema vulnerabilidad respecto a su cuidado y asistencia. En tal caso, si la mujer que ha arrendado su vientre
ha dado a luz, debiese determinarse la filiación entre ella y el menor por el solo hecho del parto. Ello sin
perjuicio de su posterior facultad de entregar al menor en adopción, en caso de que no se encuentre capacitada
o en condición de hacerse responsable del menor, y exprese esa voluntad ante el juez de familia (arts. 8 y 9
ley N° 19.620).
228
“Artículo 22. Siempre que concurran los demás requisitos legales, podrá otorgarse la
adopción al viudo o viuda, si en vida de ambos cónyuges se hubiere iniciado la tramitación
correspondiente o, no habiéndose iniciado esta, el cónyuge difunto hubiere manifestado su
voluntad de adoptar conjuntamente con el sobreviviente. En estos casos, la adopción se
entenderá efectuada por ambos cónyuges, desde la oportunidad a que se refiere el inciso
segundo del artículo 37.”
3. SOBRE EL DERECHO A PROCREAR.
Parte de la doctrina comparada estima que el derecho a procrear es un derecho humano
básico, que fluye de la interpretación armónica de diversas disposiciones de tratados
internacionales que versan sobre derechos esenciales que emanan de la naturaleza humana.
Como explican Turner, Molina y Momberg, “este derecho emanaría principalmente del
derecho a la vida, a la libertad personal y sexual, a la integridad física, a la intimidad o
privacidad (que garantiza el interés de cada ser humano a tomar ciertas decisiones
esenciales para él mismo) y a fundar una familia. Según esta concepción el derecho a la
vida incluiría el derecho a dar vida” 169. Esta posición encontraría sustento en el derecho a
contraer matrimonio y a fundar una familia, reconocido en los artículos 16 N° 1 de la
Declaración Universal de Derechos Humanos, 23 párrafo 2° del Pacto Internacional de
Derechos Civiles y Políticas y 17 párrafo 2° de la Convención Americana de Derechos
Humanos o Pacto de San José de Costa Rica170.
Con todo, los autores antes mencionados entienden que no se trata de un derecho absoluto,
pues, en su opinión, el ámbito de aplicación natural de este derecho es en el matrimonio,
sobre todo si se tiene en consideración que la procreación es uno de los fines del mismo.
Empero, no es pacífico en doctrina que exista un verdadero derecho a procrear. Por una
parte, los artículos antes referidos simplemente se refieren al derecho a fundar una familia,
lo que no necesariamente implica un reconocimiento de un derecho a procrear, como
prerrogativa connatural al ser humano. La procreación sería más bien una finalidad propia –
y eventual- del matrimonio. Por otra parte, la suprimida Comisión Europea de Derechos del
Hombre, consultada por la existencia de este derecho, estimó que el derecho a la vida debe
ser interpretado en un sentido pasivo, esto es, como una protección contra cualquier
atentado a la vida humana y no como un derecho activo a crear vida.
Gómez de la Torre entiende que no existe propiamente un derecho a procrear. Lo que sí
existe “es un derecho al libre ejercicio de la sexualidad y en este ejercicio cabe o no la
posibilidad de procrear. El derecho al libre ejercicio de la sexualidad se encuentra
comprendido dentro del derecho que tiene toda persona al libre desarrollo de su
169
Turner Saelzer, Susan, Molina Pezoa, Marcia y Momberg Uribe, Rodrigo, Técnicas de Reproducción
Asistida: Una perspectiva desde los intereses del hijo. Rev. derecho (Valdivia), dic. 2000, vol.11, p.22.
170
Ídem.
229
personalidad, que a su vez deriva del derecho fundamental a la vida privada, que se
encuentra amparado por nuestra Constitución en el artículo 19 N°4”171.
La postura que se adopte respecto a este punto es fundamental, pues de ello depende la
admisión irrestricta de todo tipo de TRA o la posibilidad de excluir ciertos tipos por
estimarse inconstitucionales o contrarios al orden público y las buenas costumbres.
4. ÁMBITO DE APLICACIÓN DE ARTÍCULO 182 DEL CC.
Según el nuevo tenor que le fuera dado por la ley N° 21.400, el artículo 182 del CC
establece:
“La filiación del hijo que nazca por la aplicación de técnicas de reproducción humana
asistida, quedará determinada respecto de las dos personas que se hayan sometido a ellas.
No podrá impugnarse la filiación determinada de acuerdo a la regla precedente, ni
reclamarse una distinta.”
Antes de que entrara en vigor la ley N° 21.400, el inciso 1° del artículo 182 del CC
establecía: “(e)l padre y la madre del hijo concebido mediante la aplicación de técnicas de
reproducción humana asistida son el hombre y la mujer que se sometieron a ellas”. En
vista de que la norma utilizaba la expresión “y”, la doctrina entendía que las TRA solo
podían ser utilizadas por parejas heterosexuales, fuesen o no matrimoniales. En
consecuencia, la doctrina nacional rechazaba la aplicabilidad de las TRA respecto a
mujeres solas (solteras, viudas, divorciadas, separadas judicialmente) o a parejas de
hombres gays o mujeres lesbianas. Así lo entendían Gómez de la Torre, Corral Talciani,
Quintana Villar.
Bajo el tenor actual del artículo 182 del CC, es claro que las dos personas que se someten a
la técnica pueden ser una mujer y un hombre, dos mujeres o dos hombres. No obstante, al
igual que antes, siempre deben ser dos las personas que se sometan a una técnica de
reproducción humana asistida. En este sentido, no resulta procedente en nuestro sistema
que una persona, con el fin de procrear, se someta en solitario a una técnica de
reproducción humana asistida.
Por otra parte, en tanto el inciso 1° permite que dos hombres o dos mujeres se sometan a la
técnica y el inciso 2° establece que no puede impugnarse la filiación determinada por TRA
ni reclamarse una distinta, es claro que pueden utilizarse gametos aportados por terceros
donantes. Por lo demás, así quedó manifestado en la historia de la ley N° 19.585. Como
indica Quintana Villar, “de acuerdo con la historia de la norma, ella fue el resultado del
interés de los legisladores de precaver posibles acciones de impugnación y de reclamación
de estado civil que podrían perturbar gravemente a la pareja en conjunto o a un miembro de
ella y, en ambos casos, al hijo”172.
171
Gómez de la Torre Vargas, Maricruz, ob. cit. pp. 112 y 113.
172
Quintana Villar, María Soledad, Derecho de Familia, Ediciones Universitarias de Valparaíso, Valparaíso,
Pontificia Universidad Católica de Valparaíso, 2013, p. 266.
230
La autora agrega “se impide, de esta forma, que, si hubo aportante de gametos extraño,
intente accionar, impugnando la filiación del hijo y reclamando él, el vínculo parental.
Asimismo, se evita que aquel miembro de la pareja que no aportó sus gametos, pero sí se
sometió a la técnica, desconozca su paternidad o maternidad”.173
A la luz de la historia de la ley N° 19.585, y teniendo a la vista las prácticas médicas que
existen en Chile, buena parte de la doctrina nacional, antes de que entrara en vigor la ley N°
21.400, había entendido que el reconocimiento del artículo 182 a las TRA se acota
solamente a las siguientes técnicas: IA, FIV, ICSI y GIFT. 174 Con todo, la circunstancia de
que el tenor actual del artículo 182 inciso 1° del CC (dado justamente por la ley N° 21.400)
permita que dos hombres logren procrear mediante la utilización de una técnica de
reproducción asistida sugiere que, pese a los problemas prácticos que puedan suscitarse,
también es admisible la maternidad subrogada175.
5. SOBRE LA FORMA DE LA DETERMINACIÓN DE LA FILIACIÓN DEL HIJO
CONCEBIDO MEDIANTE TÉCNICAS DE REPRODUCCIÓN HUMANA
ASISTIDA.
Antes de que entrara en vigor la ley N° 21.400, se discutía en doctrina cuál es la forma en
que se determina la filiación cuando el hijo ha sido concebido mediante TRA.
Por una parte, había quienes entendían que el elemento determinante estaba dado por el
consentimiento del hombre y la mujer que se hubiesen sometido a estas técnicas. Así, se
sostenía, fluía de la lectura conjunta de los antiguos incisos 1° y 2° del artículo 182 del CC.
El consentimiento del hombre y de la mujer era el que permitía y servía de causa eficiente a
la procreación, pues sin él no podía aplicarse la TRA y, por tanto, no se producía la
fecundación. Por lo demás, dicho consentimiento constituía una suerte de “reconocimiento
adelantado de paternidad y maternidad”.
Por otra parte, cierta doctrina sostenía que las TRA solamente contribuían o facilitaban la
concepción, quedando la determinación de la filiación sujeta a las reglas generales, pues la
ley no regulaba específicamente esta materia. De esta manera, la maternidad se podía
determinar por el hecho del parto, por reconocimiento o por sentencia judicial, en tanto que
la paternidad se podía determinar por aplicación de la presunción del artículo 184 (en caso
de que existiese matrimonio), por reconocimiento o por sentencia judicial. Así opinaba
Corral Talciani y la mayoría de la doctrina. Con todo, el mismo autor reconocía que en el
caso de que en la respectiva TRA se hubiesen utilizado gametos ajenos, el punto se tornaba
un tanto más problemático. En dicho caso, frente a un eventual litigio, el juez debía atender
al sometimiento del hombre y la mujer a una TRA, conforme lo señalado por el artículo
173
Ibíd. p. 266.
174
Gómez de la Torre Vargas, Maricruz, ob. cit. p. 114; Corral Talciani, Hernán, Reproducción Humana
Asistida y Filiacion. Un analisis del nuevo artículo 182 del Código Civil, disponible en
https://corraltalciani.files.wordpress.com/2010/04/art-182cc.pdf, pp. 3 y 4.
175
Rodríguez, María Sara, Filiación no biológica de progenitores de igual o distinto sexo: reproducción
asistida al límite, disponible en https://www.elmercurio.com/Legal/Noticias/Analisis-
Juridico/2022/01/07/reproduccion-asistida-al-limite.aspx
231
176
Ídem.
232
177
Ibíd. pp. 9 y 10.
233
178
Con todo, la ley española permite en ciertos casos excepcionales conocer la identidad del donante.
179
Gómez de la Torre Vargas, Maricruz, ob. cit. p. 126.
180
Turner Saelzer, Susan, Molina Pezoa, Marcia y Momberg Uribe, Rodrigo, Técnicas de Reproducción
Asistida: Una perspectiva desde los intereses del hijo. Rev. derecho (Valdivia), dic. 2000, vol.11, p.19.
234
a) El artículo 182 del CC, que tiene por progenitores legales del hijo concebido mediante la
aplicación de técnicas de reproducción humana asistida a las dos personas que se
sometieron a ella; y
b) El artículo 201 del CC, que hace prevalecer la posesión notoria del estado civil de hijo,
debidamente acreditada, por sobre las pruebas periciales de carácter biológico, en caso de
contradicción entre una y otras181.
Más allá de estas excepciones, el artículo 195 del CC está en armonía con el artículo 7 de la
Convención de Derechos del Niño.
Es importante tener en cuenta el artículo 197 inciso 2° del CC, norma que pretende limitar
el ejercicio de acciones de filiación infundadas o temerarias. La norma señala que “(l)a
persona que ejerza una acción de filiación de mala fe o con el propósito de lesionar la
honra de la persona demandada es obligada a indemnizar los perjuicios que cause al
afectado”.
3.2. Carácter secreto de los juicios de filiación. A fin de asegurar los derechos a la
privacidad y a la intimidad de los intervinientes (artículo 19 N° 4 de la CPR), el artículo
197 del CC dispone que el proceso tendrá carácter secreto hasta que se dicte sentencia de
término, y solo tendrán acceso a él las partes y sus apoderados judiciales 182.
3.3. Las acciones de filiación son declarativas de derechos, no constitutivas. Esto se
corresponde con lo establecido en el artículo 181 inciso 1° del CC.
3.4. Las acciones de filiación, por regla general, solo las puede ejercitar el propio interesado
(hijo, padre o madre) y son, en consecuencia, intransmisibles. A propósito de las acciones
de reclamación, las excepciones están dadas por los casos contemplados en los incisos 1° y
2° del artículo 207 del CC. Respecto a las acciones de impugnación, las excepciones están
contempladas en los artículos 213 inciso 1°, 216 incisos 3°, 4° y 5°, y 218, todos del CC.
3.5. Medidas protectoras para el hijo durante el juicio. En particular, el artículo 209 del CC
establece que, reclamada judicialmente la filiación, el juez podrá decretar alimentos
provisionales en los términos del artículo 327 del mismo cuerpo legal (se requiere
fundamento plausible).
3.6. Amplia admisibilidad probatoria, otorgándose especial importancia a las pruebas
periciales de carácter biológico. Esta amplitud y libertad probatoria está establecida en el
181
Sobre este particular, Raúl Alvarez ha criticado la solución legal, planteando que la regla debió ser la
inversa, esto es, privilegiar la prueba pericial biológica, puesto que todo el sistema nuevo de filiación se
establece persiguiendo la verdad del nexo biológico de la procreación. Con todo, su postura no es compartida
prácticamente por nadie en doctrina, toda vez que el artículo 201 del CC se inspira y tiende a la protección del
interés superior del niño.
182
Téngase presente que en un juicio de filiación existen derechos fundamentales que colisionan; por un lado,
el derecho fundamental del supuesto padre o madre, a la privacidad y la intimidad; y, por el otro, el derecho a
la identidad del menor. En la correspondiente ponderación prevalece el derecho a la identidad del hijo, pues
su interés superior merece una especial protección, y no existe una forma menos gravosa para indagar la
paternidad y la maternidad que el ejercicio de una acción de filiación.
236
artículo 198 del CC, disponiéndose, con todo, ciertas limitaciones en el inciso 2° de dicho
precepto. La regulación de las pruebas periciales de carácter biológico está contenida en el
artículo 199 del CC. La facultad del juez de decretar de oficio la rendición de ciertos
medios de prueba, contemplada en los artículos 198 y 199 bis del CC, constituye una
importante excepción al principio dispositivo. Esta excepción es congruente con el espíritu
de la ley N° 19.585, que tiende a la búsqueda de la verdad biológica sobre la verdad
formal183.
Profundización aspectos probatorios:
a) El artículo 198 del CC, en su inciso 1°, hace alusión a “toda clase de pruebas”. Se ha
discutido si esta expresión se refiere a los medios de prueba contemplados en los artículos
1698 inciso 2° del CC y 341 del Código de Procedimiento Civil o si contempla también a
otros medios no expresamente regulados. Tanto la doctrina como la jurisprudencia se
inclinan por la segunda opción.
b) El artículo 198 del CC, en su inciso 2°, contempla limitaciones a la prueba testimonial
(la sola prueba testimonial es insuficiente para establecer la filiación) y a la de presunciones
judiciales (para que produzcan plena prueba deben cumplirse los requisitos establecidos en
el artículo 1712 del CC)184. Ahora bien, la prueba testimonial es insuficiente para establecer
la filiación, pero sí podrá ser suficiente, por ejemplo, para probar el concubinato de la
madre con el supuesto padre durante la época en que ha podido producirse legalmente la
concepción (artículo 210 del CC). Ese concubinato, a su vez, puede servir de base para una
presunción judicial de paternidad (con todo, esta presunción, a fin de producir plena prueba,
ha de ser grave, precisa y concordante con otras presunciones).
c) Las pruebas periciales de carácter biológico más conocidas son el análisis de grupos
sanguíneos, la prueba antropofórmica y la prueba de ADN. La de ADN es la que detenta
mayor certeza para probar la paternidad o maternidad, teniendo un grado de precisión que
va desde 98,36% al 99,99%185.
El artículo 199 del CC (norma fundamental en la práctica, junto al artículo 199 bis) regula
en particular a este medio de prueba:
“Las pruebas periciales de carácter biológico se practicarán por el Servicio Médico Legal
o por laboratorios idóneos para ello, designados por el juez. Las partes siempre, y por una
sola vez, tendrán derecho a solicitar un nuevo informe pericial biológico.
183
Se ha intentado que se declare la inaplicabilidad por inconstitucionalidad de los artículos 198 y 199,
particularmente en lo que respecta a la prueba pericial de carácter biológico, en tanto supuestamente vulneran
el derecho a la integridad física y el derecho a la privacidad del supuesto padre o madre. Con todo, realizada
la ponderación, se ha entendido unánimemente que el derecho a la identidad debe prevalecer, por lo que los
artículos en cuestión se ajustan completamente a la carta fundamental.
184
Las presunciones judiciales, en estricto rigor, no constituyen medios de prueba, sino mecanismos de los
que se puede hacer valer el juez para tener por acreditado un hecho. Esta materia se revisará oportunamente
en derecho procesal.
185
Gómez de la Torre Vargas, Maricruz, ob. cit., p. 81.
237
El juez podrá dar a estas pruebas periciales, por sí solas, valor suficiente para establecer
la paternidad o la maternidad, o para excluirla.
En todo caso, el juez recabará por la vía más expedita posible, antes de dictar
sentencia, los resultados de las pericias practicadas que no hubieren sido informados al
tribunal.
La negativa injustificada de una de las partes a practicarse el examen hará presumir
legalmente la paternidad o la maternidad, o la ausencia de ella, según corresponda.
Se entenderá que hay negativa injustificada si, citada la parte dos veces, no concurre a
la realización del examen. Para este efecto, las citaciones deberán efectuarse bajo
apercibimiento de aplicarse la presunción señalada en el inciso anterior”.
Se debe tener particularmente presente que el juez podrá dar a esta prueba pericial, el valor
de plena prueba, sea para establecer la paternidad o maternidad, sea para excluirla. En todo
caso, la ley no dice que la prueba pericial “tendrá” el valor de plena prueba, sino que el juez
“podrá” darle ese valor (artículo 199 inciso 2° del CC).
Establece también el CC, en el artículo 199 bis inciso 1°, en qué casos el juez debe ordenar,
de inmediato, que se practique la prueba pericial biológica:
i) si la persona demandada, no comparece a la audiencia preparatoria, a que se refieren los
artículos 59 a 61 de la ley N° 19.968;
ii) si la persona demandada compareciere a la expresada audiencia, y negare su paternidad
o maternidad; y
iii) si la persona demandada compareciere a la expresada audiencia, y manifestare dudas
acerca de su paternidad o maternidad.
En cuanto a la notificación de la resolución que ordena practicar la prueba pericial
biológica, dispone la ley que ella:
i) se notificará personalmente; o
ii) por cualquier medio que garantice la debida información del demandado (artículo 199
bis inciso 1° del CC).
d) Si, cumpliéndose los requisitos establecidos en el artículo 200 inciso 1° del CC, se
acredita la posesión notoria de la calidad de hijo, esta posesión preferirá a las pruebas
periciales de carácter biológico, si hubiese contradicción entre la posesión notoria y dichas
pruebas (artículo 201 inciso 1° del CC. El inciso segundo contempla una excepción: “Sin
embargo, si hubiese graves razones que demuestren la inconveniencia para el hijo de
aplicar la regla anterior, prevalecerán las pruebas de carácter biológico”).
La posesión notoria consiste en que uno o ambos progenitores hayan tratado al individuo
como hijo, proveyendo a su educación y establecimiento de un modo competente, y
presentándolo en ese carácter a sus deudos y amigos; y que estos y el vecindario de su
238
domicilio, en general, le hayan reputado y reconocido como tal (artículo 200 inciso 2° del
CC).
Para acreditar la filiación mediante la posesión notoria, se requiere cumplir con los
siguientes requisitos copulativos:
i) Que la posesión notoria haya durado a lo menos 5 años continuos; y
ii) Que se pruebe por un conjunto de testimonios y antecedentes o circunstancias fidedignos
que la establezcan de un modo irrefragable.
Se debe tener presente que la prueba testimonial por sí sola es insuficiente para establecer
la filiación. La conjunción “y” que emplea el artículo 200 del CC implica que se requieren
tanto testimonios como otros antecedentes o circunstancias fidedignos.
e) Si solo se encuentra determinada la maternidad, el concubinato de la madre con el
supuesto padre a la época en que pudo producirse legalmente la concepción puede servir de
base para una presunción judicial de paternidad (artículo 210 inciso 1° del CC). No
obstante, el inciso 2° señala que “(s)i el supuesto padre probare que la madre cohabitó con
otro durante el período legal de la concepción, esta sola circunstancia no bastará para
desechar la demanda, pero no podrá dictarse sentencia en el juicio sin emplazamiento de
aquel”. Se discute en doctrina cuál es el sentido de emplazar a este tercero. La generalidad
entiende que no podría establecerse la filiación respecto de él, pues, para que sea
emplazado, se requiere haber probado por el supuesto padre la cohabitación de la madre
con ese tercero, lo que supone que el procedimiento ya se encuentre bastante avanzado y en
consecuencia se mermen las posibilidades de defensa de dicho tercero. Si se estableciera la
filiación respecto al tercero se vulneraría su derecho a un debido proceso (artículo 19 N° 3
inciso 5° de la CPR). Así lo entienden Ramos Pazos y Gómez de la Torre186.
Además de los principios antes contemplados, pueden agregarse también como
características importantes de las acciones de filiación:
a) Las acciones de filiación son conocidas por juzgados de familia. Como indica Juan
Andrés Orrego, “Serán jueces competentes para conocer de estas acciones, los Juzgados de
Familia. Al efecto, dispone el artículo 8° de la Ley sobre Juzgados de Familia que los
citados juzgados conocerán y resolverán, entre otras materias, las acciones de filiación y
todas aquellas que digan relación con la constitución o modificación del estado civil de las
personas (número 9 del mencionado artículo). En cuanto al juez de familia que en particular
debe conocer del asunto, dispone el inciso final del artículo 147 del Código Orgánico de
Tribunales que será juez competente para conocer de las acciones de reclamación de
filiación el del domicilio del demandado o del demandante, a elección de este último” 187.
b) La sentencia que dé lugar a la acción de desconocimiento, de reclamación o de
impugnación deberá subinscribirse al margen de la inscripción de nacimiento del hijo, y no
186
Ibíd. p. 87.
187
Orrego Acuña, Juan Andrés, ob. cit., p. 13.
239
perjudicará los derechos de terceros de buena fe que hayan sido adquiridos con anterioridad
a la subinscripción (artículo 221 del CC). Orrego ofrece como ejemplo el siguiente caso: “si
a la muerte del padre había dos hijos conocidos, y estos vendieron un inmueble hereditario,
y con posterioridad, se establece la filiación de un tercer hijo del causante, este último hijo
carece de acción en contra de los terceros adquirentes de buena fe. Con todo, si a la sazón
su derecho real de herencia no estuviere prescrito, podrá accionar en contra de sus dos
hermanos, para que le enteren lo que corresponda al demandante, a prorrata de sus derechos
en la sucesión del causante”188.
4. ENUNCIACIÓN DE LAS ACCIONES DE FILIACIÓN.
Como ya se señaló, existen tres clases de acciones de filiación: las acciones de reclamación;
las acciones de impugnación; y la acción de nulidad de reconocimiento. A estas tres
acciones se puede agregar la acción de desconocimiento de paternidad. Esta última no se
encuentra regulada en el título de las acciones de filiación (título VIII, libro I, CC), sino en
el artículo 184 inciso 2° del CC. Además, el objeto de la acción no es ni que se reconozca
ni que se deje sin efecto el vínculo filial entre padre e hijo, sino que se impida la
determinación legal de la paternidad por aplicación de la presunción pater is est. No
obstante, el mismo artículo 184 inciso 2° del CC establece que la acción se ejercerá en el
plazo y forma que se expresa en los artículos 212 y siguientes, los que sí se encuentran
regulados en el título VIII.
A continuación, se revisará cada una de estas acciones.
188
Ibíd. p. 14.
240
189
Al respecto, Gómez de la Torre, ob. cit., pp. 91 y 92.
190
Corte Suprema, 21 de septiembre de 2006, Rol N° 3.249-05.
191
Tribunal Constitucional, sentencia de 4 de septiembre de 2011, Rol N° 2.035-11.
192
El juicio ordinario de familia está regulado en la ley N° 19.968. No debe confundirse con el juicio
ordinario de mayor cuantía, regulado en el libro II del CPC.
242
193
El abandono comprende tanto el hecho de no haber proporcionado el respectivo padre o madre alimentos a
la criatura, como el habérselos proporcionado por un tiempo, cesando en el cumplimiento de ese deber básico,
mientras el niño era aún infante.
243
alguna (Gandulfo cita la conclusión contraria que plantea Hernán Corral, para quien la
no contestación de la demanda constituye una defensa procesal negativa, y por ende, priva
a los padres de sus derechos); 3° Que el padre o madre o ambos contesten la demanda,
pero en forma no asertiva, es decir, con dudas de la paternidad o maternidad. Dicha
posición, señala Gandulfo, no es título suficiente para sancionar al demandado; y 4° Que
el padre o madre o ambos sostengan una pretensión contraria. En este último caso, sin
embargo, es necesario que el tribunal enjuicie si la oposición es o no razonable, de
acuerdo a la situación fáctica ventilada en el proceso. Por lo demás, no se puede olvidar
que dentro de los derechos constitucionales, está la libertad o inviolabilidad de la defensa
procesal. Concluye Gandulfo afirmando que para operar la sanción, el demandado debe
sostener: 1° Una pretensión directamente contraria a la del actor; y 2° Debe carecer de
razonabilidad o justificación, que la haga expresión de la falta de lealtad y de la intención
de evadir la paternidad o maternidad”194.
6. ALIMENTOS PROVISIONALES.
Conforme al artículo 209 del CC, el juez puede decretar alimentos provisionales, reclamada
la filiación, en los términos del artículo 327 del CC, es decir, con base en petición fundada
y con cargo a restituirlos si la sentencia es absolutoria.
7. LA SENTENCIA QUE ACOGE LA ACCIÓN DE RECLAMACIÓN ES
DECLARATIVA.
Es lógico que así sea, pues la sentencia se limita a declarar una relación jurídica
preexistente, ya sea que esta se funde en un vínculo biológico, afectivo o en el
sometimiento voluntario a una TRA. Por lo demás, el carácter declarativo de la
determinación de la filiación, cualquiera sea la forma en que se determine, fluye del artículo
181 inciso 1° del CC.
8. COSA JUZGADA NO SE EXTIENDE A VERDADERO PADRE O MADRE DEL
QUE PASA POR HIJO DE OTROS, NI A VERDADERO HIJO DE PADRE O
MADRE QUE LE DESCONOCE.
Si bien la sentencia firme que declara la filiación produce efectos absolutos en lo que
respecta a las consecuencias que derivan de la paternidad y/o maternidad así determinada
(artículo 315 del CC), ello no obsta a que quien se presente como verdadero padre o madre
del que pasa por hijo, o como verdadero hijo del padre o madre que le desconoce, pueda
ejercer la respectiva acción de reclamación. Esto es otra manifestación más de la búsqueda
de la verdad biológica.
En efecto, el artículo 320 del CC establece que ni prescripción ni fallo alguno, entre
cualesquiera otras personas que se haya pronunciado, podrá oponerse a quien se presente
como verdadero padre o madre del que pasa por hijo de otros, o como verdadero hijo del
padre o madre que le desconoce.
194
Orrego Acuña, Juan Andrés, ob. cit., pp. 18 y 19.
244
Por aplicación del artículo 76 del CC, el hijo que nace dentro de los primeros 180 días del
matrimonio se presume concebido antes de él. Si el marido no tuvo conocimiento del
embarazo al tiempo de contraer matrimonio, puede desconocer judicialmente la paternidad
(artículo 184 inciso 2° CC). Esto es propiamente una acción de desconocimiento, pero se
rige por los plazos y formas de las acciones de impugnación. Las particularidades de esta
acción serán analizadas más adelante.
3.2. HIJO CONCEBIDO DURANTE EL MATRIMONIO:
Personas que pueden impugnar la paternidad:
a) Marido (artículo 212 del CC).
Cabe distinguir si los cónyuges se encontraban o no separados de hecho a la época del
parto:
i. Si no se encontraban separados, lo que constituirá la regla general, el marido puede
impugnar la paternidad dentro de los 180 días siguientes al día en que tuvo conocimiento
del parto.
ii. Si el marido prueba que a la época del parto estaban separados de hecho, podrá ejercer la
acción dentro del plazo de un año contado desde que tuvo conocimiento del parto.
La ley establece presunciones simplemente legales sobre la fecha en que el marido supo del
parto:
i. Si reside en el lugar de nacimiento del hijo: se presume que lo supo inmediatamente, a
menos que la mujer haya ocultado el parto.
ii. Si al tiempo del nacimiento estaba ausente: se presume que lo supo inmediatamente
después de su vuelta a la residencia de la mujer, salvo que haya ocultación.
b) Herederos del marido o cualquier persona a la que la pretendida paternidad le produce
perjuicio (artículo 213 del CC).
Mientras el marido vive, solo él puede impugnar la paternidad. Empero, si fallece antes de
tomar conocimiento del parto o mientras está corriendo el plazo para impugnar, la acción
pasa a los herederos y a las personas a las cuales la pretendida paternidad irrogue perjuicio
actual, por la totalidad o el resto del plazo, según el caso.
Con todo, estas personas carecerán del derecho a impugnar la paternidad, si el padre
hubiere reconocido al hijo como suyo en su testamento o en otro instrumento público.
c) El hijo (artículo 214 del CC).
Si impugna el representante legal, el plazo es de un año desde el nacimiento; si impugna el
hijo, el plazo de un año se cuenta desde que adquiere plena capacidad.
Conviene tener presente, que respecto de todas las hipótesis antes especificadas (artículos
212, 213 y 214 CC), dispone la ley que deberá citarse a la madre, quien, no obstante, no
246
195
El interés de la madre radicará en que no se le imponga a su hijo una falsa filiación que a su vez pueda
afectar la titularidad del cuidado personal y otros derechos-deberes respecto a su hijo.
196
Orrego Acuña, Juan Andrés, ob. cit. pp. 27 y 28.
247
197
Quintana Villar, María Soledad, ob. cit. 278.
248
5.5. Toda otra persona a quien la maternidad aparente perjudique actualmente en sus
derechos sobre la sucesión de los supuestos padre o madre, siempre que no exista posesión
notoria.
El plazo es de un año desde el fallecimiento del padre o de la madre (artículo 218 del CC).
Será necesario, por ende, que haya fallecido el supuesto padre o madre y que el tercero
posea derechos en la sucesión de aquel.
Conviene tener presente que la ley dispone que a ninguno de los que hayan tenido parte en
el fraude de falso parto o de suplantación del hijo, aprovechará en manera alguna el
descubrimiento del fraude, ni aún para ejercer sobre el hijo los derechos de patria potestad,
o para exigirle alimentos, o para suceder en sus bienes por causa de muerte (artículo 219
inciso 1° del CC).
La sentencia que sancione el fraude o la suplantación deberá declarar expresamente esta
privación de derechos y se subinscribirá al margen de la inscripción de nacimiento del hijo
(artículo 219 inciso 2° del CC).
6. JUICIOS DE IMPUGNACIÓN.
Se tramitan ante los tribunales de familia. El juicio pertinente tiene las siguientes
características:
a) Es un juicio ordinario de familia.
b) El proceso es secreto hasta que se dicte sentencia de término (artículo 197 inciso 1º del
CC).
7. SITUACIÓN ESPECIAL DEL HIJO CONCEBIDO MEDIANTE TÉCNICAS DE
REPRODUCCIÓN ASISTIDA.
Según fuera expuesto, no cabe la impugnación de la filiación determinada mediante
técnicas de reproducción humana asistida, ni la reclamación de una filiación diferente.
8. SUBINSCRIPCIÓN DE LA SENTENCIA QUE ACOGE ACCIONES DE
RECLAMACIÓN O DE IMPUGNACIÓN.
El artículo 221 del CC establece que “(l)a sentencia que dé lugar a la acción de
reclamación o de impugnación deberá subinscribirse al margen de la inscripción de
nacimiento del hijo, y no perjudicará los derechos de terceros de buena fe que hayan sido
adquiridos con anterioridad a la subinscripción”.
198
Quintana Villar, María Soledad, ob. cit., p. 282.
199
Se discute en doctrina si los herederos, en este caso, deben actuar de consuno o si, por el contrario, pueden
deducir la acción separadamente. Por una parte, en tanto los herederos colectivamente considerados
representan a la persona difunta, se ha entendido que la acción debe ser ejercida de consuno. Por la otra, a la
luz del artículo 315 del CC, se ha estimado que cada heredero podría por sí solo ejercer la acción, afectando la
sentencia obtenida, no obstante, a todos los herederos, Con todo, la cuestión tiene una relevancia práctica
limitada, pues los herederos están legitimados para ejercer la acción de impugnación de paternidad
250
el mismo artículo 1684 del CC (“todos aquellos en cuyo beneficio la han establecido las
leyes o sus herederos o cesionarios”), entienden que la acción corresponde al padre o madre
que ha reconocido y a todo aquel que sea titular de la acción de impugnación de dicho
reconocimiento200. Tratándose de los herederos del supuesto padre o madre, estos solo
podrían gozar del residuo del plazo que hubiere quedado al momento de morir el que había
reconocido. La legitimación pasiva recae solo en el supuesto hijo, o de ser este incapaz, su
representante legal.
2.5. Es una acción que, de ser acogida, produce efectos absolutos y no relativos. En efecto,
tal como dispone el artículo 315 del CC, “(e)l fallo judicial pronunciado en conformidad
con lo dispuesto en el Título VIII que declara verdadera o falsa la paternidad o maternidad
del hijo, no solo vale respecto de las personas que han intervenido en el juicio, sino
respecto de todos, relativamente a los efectos que dicha paternidad o maternidad
acarrea”. De esta manera, como indica Orrego Acuña, “si quien acciona fue la persona
que había reconocido a su supuesto hijo y dicha acción fuere en definitiva acogida, podría
ocurrir que la sentencia afecte no solo al que hasta ese momento pasaba por hijo, sino que
también a otras personas, como por ejemplo sus descendientes (y que tenían por ende la
calidad de nietos de quien había reconocido)”201.
determinada por reconocimiento (artículo 216 inciso final del CC) y la acción de impugnación de la
maternidad (artículo 218 del CC).
200
Corral Talciani, Hernán, Determinación de la filiación y acciones de estado en la reforma de la ley N°
19.585, en Revista de Derecho, UCV, XX, pp. 95-96
201
Orrego Acuña, Juan Andrés, ob. cit., p. 17.
202
Quintana Villar, María Soledad, ob. cit., p. 281.
251
2.1. Nacimiento del hijo antes de los 180 días siguientes de celebrado el matrimonio o
acuerdo de unión civil.
2.2. Desconocimiento del marido o conviviente civil de sexo masculino del estado de
embarazo de la mujer, al tiempo de casarse o celebrar el acuerdo de unión civil.
2.3. Que no haya reconocido al hijo después de nacer por hechos positivos y públicos. Así
lo establece el propio artículo 184 inciso 2° del CC. Por lo demás, si se permitiera ejercer la
acción aun en este caso, se estaría permitiendo ir en contra de un acto propio.
Conviene tener presente que recae sobre el hijo la carga de la prueba del conocimiento del
marido o conviviente civil de sexo masculino del estado de embarazo de la mujer al tiempo
del matrimonio o de la celebración del acuerdo de unión civil.
El artículo 184 inciso 2° se remite a los artículos 212 y siguientes del CC en lo que respecta
al plazo y la forma de ejercer la acción. En consecuencia, son aplicables las reglas de
procedimiento de la acción de impugnación.
El deber de respeto y obediencia que tienen los hijos respecto a los padres es correlativo a
la facultad que tienen estos de corregir a aquellos (artículo 234 del CC).
Situación extrema: Artículo 234 inciso 3° del CC: “Cuando sea necesario para el bienestar
del hijo, los padres podrán solicitar al tribunal que determine sobre la vida futura de aquel
por el tiempo que estime más conveniente, el cual no podrá exceder del plazo que le falte
para cumplir dieciocho años de edad.” Esta situación podrá ocurrir cuando los padres se
vean sobrepasados por el menor; en otras palabras, ocurrirá cuando este infrinja gravemente
los deberes de respeto y obediencia.
3. DEBER DE CUIDADO Y SOCORRO.
Artículo 223. Aunque la emancipación confiera al hijo el derecho de obrar
independientemente, queda siempre obligado a cuidar de los padres en su ancianidad, en
el estado de demencia, y en todas las circunstancias de la vida en que necesitaren sus
auxilios.
Tienen derecho al mismo socorro todos los demás ascendientes, en caso de inexistencia
o de insuficiencia de los inmediatos descendientes.
Si bien el deber de cuidado y socorro forma parte de la autoridad parental, igualmente tiene
alcances patrimoniales. En efecto, este deber se extiende tanto a las atenciones y cuidados
personales como al socorro patrimonial. Por lo demás, en lo que respecta a su dimensión
patrimonial, este deber es concordante con lo establecido en el artículo 321 N° 3 del CC:
“Se deben alimentos: (…) 3. A los ascendientes.”
El incumplimiento de este deber origina diversas sanciones:
a) Indignidad para suceder (artículo 968 N°3 del CC)
b) Posibilidad de desheredamiento (artículo 1208 N° 2 del CC)
c) Cese de obligación de alimentos (artículo 324 del CC).
El inciso 2° del artículo 223 del CC establece el deber de cuidado y socorro respecto a los
demás ascendientes en caso de que no cuenten con descendientes de grado más próximo o
sea insuficiente el cuidado y socorro que estos les procuren.
Surge la duda de qué ocurre cuando la paternidad o la maternidad han sido determinadas
por sentencia judicial contra la oposición del padre o madre; ¿tienen los hijos el deber de
cuidado y socorro respecto a sus abuelos? El CC no señala nada y establece dos reglas con
sentido aparentemente diverso:
Artículo 1182 inciso 2° del CC: “No serán legitimarios los ascendientes del causante si la
paternidad o la maternidad que constituye o de la que deriva su parentesco, ha sido
determinada judicialmente contra la oposición del respectivo padre o madre, salvo el caso
del inciso final del artículo 203. Tampoco lo será el cónyuge que por culpa suya haya dado
ocasión a la separación judicial.”
254
Artículo 994 inciso 2° del CC: “Tampoco sucederán abintestato los progenitores del
causante si la paternidad o maternidad ha sido determinada judicialmente contra su
oposición, salvo que mediare el restablecimiento a que se refiere el artículo 203”.
Privación del derecho de cuidado y socorro
Los padres están privados de la prerrogativa de ser cuidados y socorridos por sus hijos en
los siguientes casos:
a) Cuando la paternidad o la maternidad hayan sido determinadas judicialmente contra
la oposición del respectivo padre o madre (artículo 203 del CC)
b) Cuando exista abandono del menor (artículo 238 del CC)
c) Cuando por sentencia judicial se haya declarado la inhabilidad moral del padre o
madre y se haya ordenado, por este motivo, la separación de este o esta respecto al
menor (artículo 239 del CC). La privación se mantiene mientras la resolución no sea
revocada.
d) Cuando el padre o madre haya cometido injuria atroz respecto al hijo (artículo 324
del CC).
e) Cuando el hijo haya sido víctima de un delito sexual cometido por el respectivo
padre o madre, existiendo sentencia condenatoria en contra de este o esta (artículo
370 bis del Código Penal).
4. DERECHO-DEBER DE CRIANZA.
La crianza de los hijos es la acción de promover y brindar soporte a la actividad física, la
actividad emocional, el desarrollo social y el desarrollo intelectual de un niño o niña desde
su infancia hasta su edad adulta.
A la luz del principio de corresponsabilidad, la crianza de los hijos debe realizarse en
conjunto por los padres, participando ambos en forma activa, equitativa y permanente en
dicho cometido (artículos 224, 225 inciso 2° y 229 inciso 4° del CC). Esta participación se
materializa en los regímenes de cuidado personal y relación directa y regular.
Existe relativo consenso en la doctrina en cuanto a que el principio de corresponsabilidad,
si bien tiene su consagración principal y más clara a propósito del cuidado personal
(artículos 224 y 225 inciso 2° del CC), informa también la regulación de la relación directa
y regular (artículo 229 inciso 4° del CC)
Justificación de la corresponsabilidad parental.
a) Desde un punto de vista sociológico, la corresponsabilidad se justifica en que
progresivamente el hombre y la mujer están compartiendo ámbitos que otrora
estaban diferenciados y reservados para uno u otro (“hombre-proveedor, mujer-
dueña de casa”). Además, desde que entrara en vigor la ley N° 21.400, un menor
255
puede tener dos padres o dos madres, sin que exista una distribución de roles
preestablecida.
b) Desde un punto de visto psicológico, es falso que los niños requieran solamente de
un progenitor que satisfaga sus necesidades biológicas y psicológicas. Los estudios
más contemporáneos demuestran que, tratándose de hijos de padres separados,
aquellos que mantuvieron un contacto periódico y estable con ambos padres
presentan un mayor y mejor desarrollo que los que mantuvieron un contacto directo,
continuo y exclusivo con uno.
c) Desde un punto de vista jurídico, cabe tener en cuenta lo establecido en el artículo
18.1 de la Convención de los Derechos del Niño y en los artículos 5 y 16 de la
Convención para la Eliminación de Todas las formas de Discriminación Contra la
Mujer. Además, algunos autores entienden que este principio emana directamente
del interés superior del niño.
Eventual conflicto de intereses: Igualdad entre los padres versus interés superior del niño.
Fenómeno de los “niños mochila”203. Barcia sostiene que igualdad entre los padres debe
supeditarse y ser funcional a interés superior (prevalece este último en la ponderación).
5. CUIDADO PERSONAL.
Antes de la entrada en vigor de la ley N° 20.680, el CC contemplaba, entre otras, las
siguientes normas:
“Artículo 224. Toca de consuno a los padres, o al padre o madre sobreviviente, el cuidado
personal de sus hijos.
El cuidado personal del hijo no concebido ni nacido durante el matrimonio, reconocido
por uno de los padres, corresponde al padre o madre que lo haya reconocido. Si no ha sido
reconocido por ninguno de sus padres, la persona que tendrá su cuidado será determinada
por el juez”.
“Artículo 225. Si los padres viven separados, a la madre toca el cuidado personal de los
hijos.
No obstante, mediante escritura pública, o acta extendida ante cualquiera oficial del
Registro Civil, subinscrita al margen de la inscripción de nacimiento del hijo dentro de los
treinta días siguientes a su otorgamiento, ambos padres, actuando de común acuerdo,
podrán determinar que el cuidado personal de uno o más hijos corresponda al padre. Este
acuerdo podrá revocarse, cumplimiento las mismas solemnidades.
En todo caso, cuando el interés del hijo lo haga indispensable, sea por maltrato, descuido
u otra causa calificada, el juez podrá entregar su cuidado personal al otro de los padres.
203
Niños cuyos padres tienen sus respectivos domicilios a una gran distancia, y que, en razón de un régimen
de cuidado personal compartido o de una relación directa y regular amplia con el padre o madre que no
detenta el cuidado personal, no generan arraigo en ninguno de esos domicilios.
256
Pero no podrá confiar el cuidado personal al padre o madre que no hubiese contribuido a
la mantención del hijo mientras estuvo bajo el cuidado del otro padre, pudiendo hacerlo.
Mientras una subinscripción relativa al cuidado personal no sea cancelada por otra
posterior, todo nuevo acuerdo o resolución será inoponible.”
Regulación actual.
Desde que entrara en vigor la ley N° 20.680, la regulación es la siguiente:
“Artículo 224. Toca de consuno a los padres, o al padre o madre sobreviviente, el cuidado
personal de sus hijos. Este se basará en el principio de corresponsabilidad, en virtud del
cual ambos padres, vivan juntos o separados, participarán en forma activa, equitativa y
permanente en la crianza y educación de sus hijos.
El cuidado personal del hijo no concebido ni nacido durante el matrimonio, reconocido
por uno de los padres, corresponde al padre o madre que lo haya reconocido. Si no ha sido
reconocido por ninguno de sus padres, la persona que tendrá su cuidado será determinada
por el juez”.
“Artículo 225. Si los padres viven separados podrán determinar de común acuerdo que el
cuidado personal de los hijos corresponda al padre, a la madre o a ambos en forma
compartida. El acuerdo se otorgará por escritura pública o acta extendida ante cualquier
oficial del Registro Civil y deberá ser subinscrito al margen de la inscripción de
nacimiento del hijo dentro de los treinta días subsiguientes a su otorgamiento. Este
acuerdo establecerá la frecuencia y libertad con que el padre o madre que no tiene el
cuidado personal mantendrá una relación directa y regular con los hijos y podrá revocarse
o modificarse cumpliendo las mismas solemnidades.
El cuidado personal compartido es un régimen de vida que procura estimular la
corresponsabilidad de ambos padres que viven separados, en la crianza y educación de los
hijos comunes, mediante un sistema de residencia que asegure su adecuada estabilidad y
continuidad.
A falta del acuerdo del inciso primero, los hijos continuarán bajo el cuidado personal
del padre o madre con quien estén conviviendo.
En cualesquiera de los casos establecidos en este artículo, cuando las circunstancias lo
requieran y el interés superior del hijo lo haga conveniente, el juez podrá atribuir el
cuidado personal del hijo al otro de los padres, o radicarlo en uno solo de ellos, si por
acuerdo existiere alguna forma de ejercicio compartido. Lo anterior debe entenderse sin
perjuicio de lo dispuesto en el artículo 226.
En ningún caso el juez podrá fundar exclusivamente su decisión en la capacidad
económica de los padres.
Siempre que el juez atribuya el cuidado personal del hijo a uno de los padres, deberá
establecer, de oficio o a petición de parte, en la misma resolución, la frecuencia y libertad
257
con que el otro padre o madre que no tiene el cuidado personal mantendrá una relación
directa y regular con los hijos, considerando su interés superior, siempre que se cumplan
los criterios dispuestos en el artículo 229.
Mientras una nueva subinscripción relativa al cuidado personal no sea cancelada por
otra posterior, todo nuevo acuerdo o resolución será inoponible a terceros”.
“Artículo 225-2. En el establecimiento del régimen y ejercicio del cuidado personal, se
considerarán y ponderarán conjuntamente los siguientes criterios y circunstancias:
a) La vinculación afectiva entre el hijo y sus progenitores, y demás personas de su
entorno familiar.
b) La aptitud de los progenitores para garantizar el bienestar del hijo y la posibilidad
de procurarle un entorno adecuado, según su edad.
c) La contribución a la mantención del hijo mientras estuvo bajo el cuidado personal
del otro padre, pudiendo hacerlo.
d) La actitud de cada uno de los progenitores para cooperar con el otro, a fin de
asegurar la máxima estabilidad al hijo y garantizar la relación directa y regular, para lo
cual considerará especialmente lo dispuesto en el inciso quinto del artículo 229.
e) La dedicación efectiva que cada uno de los progenitores procuraba al hijo antes de
la separación y, especialmente, la que pueda seguir desarrollando de acuerdo con sus
posibilidades.
f) La opinión expresada por el hijo.
g) El resultado de los informes periciales que se haya ordenado practicar.
h) Los acuerdos de los progenitores antes y durante el respectivo juicio.
i) El domicilio de los progenitores.
j) Cualquier otro antecedente que sea relevante atendido el interés superior del hijo.
En ningún caso el establecimiento del régimen del cuidado personal podrá fundarse en
razón de la raza o etnia, la nacionalidad, la orientación sexual, la identidad o expresión de
género, la apariencia personal o cualquier otra categoría que resulte discriminatoria”
(este último inciso fue incorporado por la ley N° 21.400).
“Artículo 226. Podrá el juez, en el caso de inhabilidad física o moral de ambos padres,
confiar el cuidado personal de los hijos a otra persona o personas competentes, velando
primordialmente por el interés superior del niño conforme a los criterios establecidos en el
artículo 225-2.
En la elección de estas personas se preferirá a los consanguíneos más próximos y, en
especial, a los ascendientes, al cónyuge o al conviviente civil del padre o madre, según
corresponda”.
258
“Artículo 227. En las materias a que se refieren los artículos precedentes, el juez oirá a los
hijos y a los parientes.
Las resoluciones que se dicten, una vez ejecutoriadas, se subinscribirán en la forma y
plazo que establece el artículo 225.
El juez podrá apremiar en la forma establecida en el artículo 543 del Código de
Procedimiento Civil, a quien fuere condenado por resolución judicial que cause ejecutoria,
a hacer entrega del hijo y no lo hiciere o se negare a hacerlo en el plazo que se hubiere
determinado para estos efectos. En igual apremio incurrirá el que retuviere especies del
hijo y se negare a hacer entrega de ellas a requerimiento del juez”.
Artículo 543 inciso 1º del Código de Procedimiento Civil: “Cuando se pida apremio contra
el deudor, podrá el tribunal imponerle arresto hasta por quince días o multa proporcional,
y repetir estas medidas para obtener el cumplimiento de la obligación”.
6. RELACIÓN DIRECTA Y REGULAR.
Tras la reforma de la ley N° 20.680, la relación directa y regular se encuentra definida en el
artículo 229 inciso 2° del CC: “Se entiende por relación directa y regular aquella que
propende a que el vínculo familiar entre el padre o madre que no ejerce el cuidado
personal y su hijo se mantenga a través de un contacto periódico y estable.”
Obviamente, para que exista relación directa y regular se requiere que los padres vivan
separados y que no hayan pactado un régimen de cuidado personal compartido.
Tal como indica el inciso 1° del artículo 229 del CC, la relación directa y regular entre el
padre o madre que no ejerce el cuidado y su hijo es un derecho-deber de aquel o aquella. Es
un derecho en tanto el respectivo padre o madre tiene la prerrogativa de intervenir y
participar en la crianza y educación del hijo; así lo exige la igualdad de los padres ante la
ley. Es un deber en tanto intervenir y participar en la crianza y educación de los hijos no
solo es una prerrogativa, sino también responsabilidad de los padres (artículo 224 inciso 1°
del CC); así lo exige el interés superior del hijo.
Desde la perspectiva del hijo, el derecho a mantener una relación directa y regular con sus
padres está consagrado en el artículo 9.3 de la Convención de los Derechos del Niño: “Los
Estados Partes respetarán el derecho del niño que esté separado de uno o de ambos padres
a mantener relaciones personales y contacto directo con ambos padres de modo regular,
salvo si ello es contrario al interés superior del niño”.
Regulación de la relación directa y regular.
En caso de que en virtud de un acuerdo se atribuya el cuidado personal a uno solo de los
padres, tal acuerdo deberá regular la libertad y frecuencia con la que el otro padre ejercerá
la relación directa y regular con su hijo. En caso de que no exista acuerdo, y sea el juez
quien conceda el cuidado personal a uno de los padres, también deberá regular la libertad y
frecuencia con la que el otro padre ejercerá la relación directa y regular con su hijo.
259
Artículo 225 inciso 1° del CC: “Si los padres viven separados podrán determinar de
común acuerdo que el cuidado personal de los hijos corresponda al padre, a la madre o a
ambos en forma compartida. El acuerdo se otorgará por escritura pública o acta extendida
ante cualquier oficial del Registro Civil y deberá ser subinscrito al margen de la
inscripción de nacimiento del hijo dentro de los treinta días subsiguientes a su
otorgamiento. Este acuerdo establecerá la frecuencia y libertad con que el padre o madre
que no tiene el cuidado personal mantendrá una relación directa y regular con los hijos y
podrá revocarse o modificarse cumpliendo las mismas solemnidades”.
Artículo 225 inciso 6° del CC: “Siempre que el juez atribuya el cuidado personal del hijo a
uno de los padres, deberá establecer, de oficio o a petición de parte, en la misma
resolución, la frecuencia y libertad con que el otro padre o madre que no tiene el cuidado
personal mantendrá una relación directa y regular con los hijos, considerando su interés
superior, siempre que se cumplan los criterios dispuestos en el artículo 229”.
Criterios a considerar en la regulación.
En la regulación de la libertad y frecuencia con que se ejercerá la relación directa y regular,
ya sea que se realice por las partes o por el juez, se debe tener en consideración,
copulativamente, al menos los tres primeros criterios contemplados en el artículo 229
inciso 3° del CC:
“Para la determinación de este régimen, los padres, o el juez en su caso, fomentarán una
relación sana y cercana entre el padre o madre que no ejerce el cuidado personal y su hijo,
velando por el interés superior de este último, su derecho a ser oído y la evolución de sus
facultades, y considerando especialmente:
a) La edad del hijo.
b) La vinculación afectiva entre el hijo y su padre o madre, según corresponda, y la
relación con sus parientes cercanos.
c) El régimen de cuidado personal del hijo que se haya acordado o determinado.
d) Cualquier otro elemento de relevancia en consideración al interés superior del hijo.”
Obstrucción del ejercicio del derecho de mantener una relación directa y regular.
El inciso 5° del artículo 225 del CC regula esta materia, disponiendo que “(e)l padre o
madre que ejerza el cuidado personal del hijo no obstaculizará el régimen de relación
directa y regular que se establezca a favor del otro padre, conforme a lo preceptuado en
este artículo”.
Si bien esta norma, incorporada al CC por la ley N° 20.680, constituye un avance en la
materia, salta a la vista que no se contempla una sanción para el padre o la madre que
obstaculiza el ejercicio de la relación directa y regular.
No obstante, el artículo 48 inciso 3° de la ley N° 16.618 señala que “si por causa imputable
a quien tenga el cuidado personal del menor, se frustra, retarda o entorpece de cualquier
260
Más allá de lo ya expuesto, el artículo 49 bis de la ley N° 16.618 contempla una sanción
adicional para el caso en que, por negativa injustificada del padre o madre respecto del cual
se haya regulado la relación directa y regular, no se haya autorizado a un menor a salir del
país y el juez haya tenido que intervenir y otorgar dicha autorización. Señala el sindicado
precepto que “(e)n la sentencia el juez podrá decretar que la autorización a que se refiere
el inciso sexto del artículo anterior habilita al padre o madre que la haya requerido y que
tenga al menor a su cuidado para salir del país con él en distintas ocasiones dentro de los
dos años siguientes, siempre que se acredite que el otro progenitor, injustificadamente, ha
dejado de cumplir el deber, regulado judicial o convencionalmente, de mantener una
relación directa y regular con su hijo. El plazo de permanencia del menor de edad en el
extranjero no podrá ser superior a quince días en cada ocasión".
Derecho a mantener una relación directa y regular con los abuelos.
La ley N° 20.680 incorporó al CC el artículo 229-2, el cual dispone que: “El hijo tiene
derecho a mantener una relación directa y regular con sus abuelos. A falta de acuerdo, el
juez fijará la modalidad de esta relación atendido el interés del hijo, en conformidad a los
criterios del artículo 229”.
A la luz del tenor de la norma, se discute si los abuelos tendrían legitimación activa para
solicitar al juez que regule la libertad y frecuencia con que ejercerán la relación directa y
regular con su nieto. Con todo, con base en una interpretación finalista, la historia de la ley
y el interés superior del niño, la doctrina ha entendido que efectivamente los abuelos tienen
legitimación activa.
Por otro lado, Orrego sostiene que la mantención de una relación directa y regular no solo
es deseable respecto a los abuelos, sino también respecto a los bisabuelos y demás
ascendientes si es que los hay.
Restricción, suspensión y privación de la relación directa y regular.
El inciso final del artículo 229 del CC establece que “(s)e suspenderá o restringirá el
ejercicio de este derecho cuando manifiestamente perjudique el bienestar del hijo, lo que
declarará el tribunal fundadamente”.
Por otro lado, en los casos contemplados en los artículos 203, 238 y 239 del CC, el padre o
madre respectivo estará privado del derecho a mantener una relación directa y regular con
su hijo.
Respecto al caso contemplado en el artículo 203 del CC, Orrego, de la mano de alguna
jurisprudencia, estima que en tanto la relación directa y regular es un derecho-deber,
igualmente podría pedirse al juez, por parte del menor o su representante legal, que se
regule la libertad y frecuencia con que se ejercerá, pues ello podría ir en favor del interés
superior del menor.
En el Código Penal también se contempla un caso en que el padre o madre respectivo se ve
privado de los derechos que la ley le confiere respecto a la persona y bienes del hijo. El
262
artículo 370 bis del Código Penal dispone que “(e)l que fuere condenado por alguno de los
delitos a que se refieren los dos párrafos anteriores (delitos sexuales) cometido en la
persona de un menor del que sea pariente, quedará privado de la patria potestad si la
tuviere o inhabilitado para obtenerla si no la tuviere y, además, de todos los derechos que
por el ministerio de la ley se le confirieren respecto de la persona y bienes del ofendido, de
sus ascendientes y descendientes. El juez así lo declarará en la sentencia, decretará la
emancipación del menor si correspondiere, y ordenará dejar constancia de ello mediante
subinscripción practicada al margen de la inscripción de nacimiento del menor. Además, si
el condenado es una de las personas llamadas por ley a dar su autorización para que la
víctima salga del país, se prescindirá en lo sucesivo de aquella”.
7. FACULTAD DE CORREGIR A LOS HIJOS.
El antiguo artículo 233, originario del CC, decía que “El padre tendrá la facultad de
corregir y castigar moderadamente a sus hijos, y cuando esto no alcanzare, podrá
imponerles la pena de detención hasta por un mes en un establecimiento correccional.
Bastará al efecto la demanda del padre, y el juez en virtud de ella expedirá la orden de
arresto. Pero si el hijo hubiere cumplido dieciséis años, no ordenará el juez el arresto, sino
después de calificar los motivos, y podrá extenderlo hasta por seis meses a lo más. El
padre podrá a su arbitrio hacer cesar el arresto.
Obviamente, la norma fue modificada en múltiples ocasiones y hoy en día ya no mantiene
su vigor. El actual artículo 234 del CC establece que:
“Artículo 234. Los padres tendrán la facultad de corregir a los hijos, cuidando que ello no
menoscabe su salud ni su desarrollo personal. Esta facultad excluye toda forma de
maltrato físico y sicológico y deberá, en todo caso, ejercerse en conformidad a la ley y a
la Convención sobre los Derechos del Niño.
Si se produjese tal menoscabo o se temiese fundadamente que ocurra, el juez, a petición
de cualquiera persona o de oficio, podrá decretar una o más de las medidas cautelares
especiales del artículo 71 de la ley N° 19.968, con sujeción al procedimiento previsto en el
Párrafo primero del Título IV de la misma ley, sin perjuicio de las sanciones que
correspondiere aplicar por la infracción.
Cuando sea necesario para el bienestar del hijo, los padres podrán solicitar al tribunal
que determine sobre la vida futura de aquel por el tiempo que estime más conveniente, el
cual no podrá exceder del plazo que le falte para cumplir dieciocho años de edad.
Las resoluciones del juez no podrán ser modificadas por la sola voluntad de los
padres”.
También se debe tener presente lo dispuesto por los artículos 5 y 7 de la ley N° 20.066,
sobre violencia intrafamiliar.
“Artículo 5. Violencia intrafamiliar. Será constitutivo de violencia intrafamiliar todo
maltrato que afecte la vida o la integridad física o psíquica de quien tenga o haya tenido la
263
calidad de cónyuge del ofensor o una relación de convivencia con él; o sea pariente por
consanguinidad o por afinidad en toda la línea recta o en la colateral hasta el tercer grado
inclusive, del ofensor o de su cónyuge o de su actual conviviente.
También habrá violencia intrafamiliar cuando la conducta referida en el inciso
precedente ocurra entre los padres de un hijo común, o recaiga sobre persona menor de
edad, adulto mayor o discapacitada que se encuentre bajo el cuidado o dependencia de
cualquiera de los integrantes del grupo familiar”.
“Artículo 7. Situación de riesgo. Cuando exista una situación de riesgo inminente para una
o más personas de sufrir un maltrato constitutivo de violencia intrafamiliar, aun cuando
este no se haya llevado a cabo, el tribunal, con el solo mérito de la denuncia, deberá
adoptar las medidas de protección o cautelares que correspondan”.
Finalmente, se debe tener presente el artículo 235 del CC:
“Artículo 235. Las disposiciones contenidas en el artículo precedente se extienden, en
ausencia, inhabilidad o muerte de ambos padres, a cualquiera otra persona a quien
corresponda el cuidado personal del hijo”.
8. DERECHO-DEBER DE EDUCACIÓN.
De conformidad al artículo 236 del CC, los padres tendrán el derecho y el deber de educar a
sus hijos, orientándolos hacia su pleno desarrollo en las distintas etapas de su vida.
Tal derecho cesará respecto de los hijos cuyo cuidado haya sido confiado a otra persona, la
cual ejercerá con anuencia del tutor o curador, si ella misma no lo fuere (artículo 237 del
CC).
Cabe consignar que el antiguo artículo 235 del CC establecía que los padres tenían el
derecho a “dirigir” la educación del hijo, mientras que el actual artículo 236 del mismo
cuerpo legal pone el énfasis en la función de “orientar”.
Las normas del CC no hacen sino explicitar, respecto de los padres, el mandato contenido
en la Constitución Política de la República, en virtud del cual es un deber de los padres
educar a sus hijos. En efecto, dispone el artículo 19 N° 10 de la CPR que “(l)a Constitución
asegura a todas las personas: (…) El derecho a la educación. La educación tiene por objeto
el pleno desarrollo de la persona en las distintas etapas de su vida. Los padres tienen el
derecho preferente y el deber de educar a sus hijos. Corresponderá al Estado otorgar
especial protección al ejercicio de este derecho. El Estado promoverá la educación
parvularia. La educación básica y la educación media son obligatorias, debiendo el Estado
financiar un sistema gratuito con tal objeto, destinado a asegurar el acceso a ellas de toda
la población. En el caso de la educación media este sistema, en conformidad a la ley, se
extenderá hasta cumplir los 21 años de edad. Corresponderá al Estado, asimismo,
fomentar el desarrollo de la educación en todos sus niveles”.
Los artículos 28 y 29 de la Convención de derechos del niño también se refieren al derecho
a la educación.
264
Que el Título IX del Libro I del CC comience (artículo 222) y termine (artículo 242)
refiriéndose al interés superior del hijo da cuenta de la importancia de este principio en la
regulación legal.
Sin embargo, por acuerdo de los padres o resolución judicial fundada en el interés del
hijo, podrá atribuirse al otro padre la patria potestad. Se aplicará al acuerdo o a la
resolución judicial las normas sobre subinscripción previstas en el artículo precedente”.
Con la entrada en vigor de la ley N° 20.680, el actual texto del artículo 244 del CC quedó
plasmado de la siguiente manera:
“Artículo 244. La patria potestad será ejercida por el padre o la madre o ambos
conjuntamente, según convengan en acuerdo suscrito por escritura pública o acta
extendida ante cualquier oficial del Registro Civil, que se subinscribirá al margen de la
inscripción de nacimiento del hijo dentro de los treinta días siguientes a su otorgamiento.
A falta de acuerdo, toca al padre y a la madre en conjunto el ejercicio de la patria
potestad.
Con todo, los padres podrán actuar indistintamente en los actos de mera conservación.
Respecto del resto de los actos, se requerirá actuación conjunta. En caso de desacuerdo de
los padres, o cuando uno de ellos esté ausente o impedido o se negare injustificadamente,
se requerirá autorización judicial.
En todo caso, cuando el interés del hijo lo haga indispensable, a petición de uno de los
padres, el juez podrá confiar el ejercicio de la patria potestad al padre o madre que
carecía de él, o radicarlo en uno solo de los padres, si la ejercieren conjuntamente.
Ejecutoriada la resolución, se subinscribirá dentro del mismo plazo señalado en el inciso
primero.
En defecto del padre o madre que tuviere la patria potestad, los derechos y deberes
corresponderán al otro de los padres”.
Cabe tener presente que, tal como explica Orrego, se entiende por actos de mera
conservación aquellos destinados a evitar la pérdida, menoscabo o disminución del valor de
los bienes del menor. Los actos conservativos pueden ser materiales o jurídicos. Es un
acto conservativo material, por ejemplo, ejecutar mejoras necesarias en una vivienda; es un
acto conservativo jurídico, por ejemplo, interponer una querella posesoria.
El actual artículo 244 del CC es análogo al artículo 224 del mismo cuerpo legal, con la
diferencia de que, con base en este último, en caso de que los padres vivan juntos, les toca
necesariamente de consuno el cuidado personal de la crianza y educación de los hijos. Así
lo exige el principio de corresponsabilidad. La autonomía de la voluntad tiene aplicación,
en esa materia, solamente cuando los padres vivan separados.
“Artículo 245. Si los padres viven separados, la patria potestad será ejercida por aquel
que tenga a su cargo el cuidado personal del hijo, o por ambos, de conformidad al artículo
225.
Sin embargo, por acuerdo de los padres o resolución judicial fundada en el interés del
hijo, podrá atribuirse la patria potestad al otro padre o radicarla en uno de ellos si la
ejercieren conjuntamente. Además, basándose en igual interés, los padres podrán ejercerla
267
4. Si quien goza del derecho legal de goce es una madre casada en régimen de
sociedad conyugal, se considerará separada de bienes respecto de su ejercicio y de
lo que en él obtenga, rigiéndose por el artículo 150 del CC (artículo 252 inciso 3º
del CC).
5. Si la patria potestad la ejercen conjuntamente ambos padres, el derecho legal de
goce se distribuye en la forma que ellos tengan acordada. A falta de acuerdo, por
partes iguales (artículo 252 inciso 4º del CC).
Bienes excluidos del derecho legal de goce.
1. Bienes que integran el peculio profesional o industrial del hijo.
Este peculio está formado por el producto del trabajo del menor (aunque se ejerza en
colaboración o dependencia del titular de la patria potestad), los bienes adquiridos con el
producto de dicho trabajo, y los frutos de unos y otros. Respecto de estos bienes, el hijo se
mira como mayor de edad para el goce y la administración (artículo 251 del CC).
El artículo 439 del CC concede al hijo sometido a curaduría, que tuviese un peculio
profesional, las mismas facultades de que goza el sujeto a patria potestad.
2. Bienes adquiridos por el hijo a título de donación, herencia o legado, cuando el donante
o testador:
a) Ha estipulado que no tenga el goce quien ejerza la patria potestad,
b) Ha impuesto la condición de obtener la emancipación, o
c) Ha dispuesto expresamente que tenga el goce el hijo.
3. Herencias o legados que han pasado al hijo por incapacidad, indignidad o
desheredamiento del padre o madre que tiene la patria potestad. Respecto de ellos, tiene el
goce el hijo o el otro padre.
Tratándose de los bienes contemplados en los números 2 y 3, que conforman el
denominado “peculio adventicio extraordinario”, el derecho legal de goce pasa al otro
padre.
Si ambos están impedidos, la propiedad plena pertenece al hijo y se le debe dar un curador
para la administración (artículo 253 inciso 2º del CC).
5. ADMINISTRACIÓN DE LOS BIENES DEL HIJO.
1. Bienes que forman el peculio profesional o industrial: los administra el hijo, con las
limitaciones del artículo 254 del CC: no se podrán enajenar ni gravar en caso alguno los
bienes raíces del hijo, aun pertenecientes a su peculio profesional o industrial, ni sus
derechos hereditarios, sin autorización del juez con conocimiento de causa.
2. Respecto de los otros bienes: la regla es que los administre quien tenga el derecho
legal de goce (artículo 253 inciso 1º del CC). Si el padre o la madre que tiene la patria
269
potestad no puede ejercer sobre uno o más bienes del hijo el derecho legal de goce, este
pasará al otro; y si ambos estuviesen impedidos, la propiedad plena pertenecerá al hijo y se
le dará un curador para la administración.
Limitaciones a la administración del padre y/o madre
1. Para enajenar o gravar bienes raíces del hijo, aun pertenecientes a su peculio profesional
o industrial, o derechos hereditarios, se requiere autorización judicial con conocimiento de
causa (artículo 254 del CC). Sanción por la omisión: nulidad relativa.
2. No puede donar parte alguna de los bienes del hijo, ni darlos en arriendo por largo
tiempo, ni aceptar o repudiar una herencia deferida al hijo, sino en la forma y con las
limitaciones impuestas a los tutores y curadores:
Donaciones (artículo 402 del CC): el padre no puede donar bienes raíces ni aun con
autorización judicial (sanción: nulidad absoluta), pero sí bienes muebles, que el juez
autorizará solo cuando exista causa grave (sanción: nulidad relativa).
Arrendamientos de bienes inmuebles (artículo 407 del CC): no puede arrendarlos por más
de 5 años si son urbanos, ni por más de 8 si son rústicos, ni por más tiempo que el que falte
para que el menor cumpla 18 años. Sanción: inoponibilidad por el exceso.
Aceptación de una herencia (artículo 397 del CC): debe aceptar con beneficio de inventario.
Sanción: el menor no será obligado por las deudas de la sucesión sino hasta concurrencia de
lo que exista en la herencia al momento de la demanda o de aquello que se pruebe que ha
empleado en su beneficio.
Repudiación de una herencia (artículo 397 del CC): se requiere autorización judicial con
conocimiento de causa. Sanción: nulidad relativa.
3. Para provocar la partición de las herencias o bienes raíces en que tenga interés el menor,
requiere de autorización judicial (artículo 1322 del CC). La designación de partidor
requiere aprobación judicial (artículo 1326 del CC). Sanción en ambos casos: nulidad
relativa de la partición.
Responsabilidad del padre y/o la madre que detenta la patria potestad.
Artículo 256 del CC. El padre o madre es responsable, en la administración de los bienes
del hijo, hasta de la culpa leve.
La responsabilidad para con el hijo se extiende a la propiedad y a los frutos, en aquellos
bienes del hijo en que tiene la administración, pero no el goce, y se limita a la propiedad
cuando ejerce ambas facultades sobre los bienes.
Privilegio en favor del hijo.
El hijo tiene un crédito privilegiado de cuarta clase por los bienes de su propiedad que sean
administrados por el padre o madre, sobre los bienes de estos (artículo 2481 N° 4 del CC).
Extinción de la administración del padre o la madre.
270
Cuando cesa la causa que motivó la suspensión, el juez puede decretar que el padre o la
madre recupere la patria potestad, en atención al interés del hijo (artículo 268 inciso 2º del
CC).
Las resoluciones de suspensión y recuperación de la patria potestad deben subinscribirse al
margen de la inscripción de nacimiento (requisito de oponibilidad, ex artículo 268 inciso
final del CC).
8. EMANCIPACIÓN.
La emancipación se define como el hecho que pone fin a la patria potestad del padre, de la
madre o de ambos, según sea el caso (artículo 269 del CC).
Las normas sobre emancipación son de orden público. Por ello, las causales de
emancipación son taxativas.
La emancipación puede ser legal o judicial. Con la entrada en vigor de la ley N° 19.585 se
derogó la emancipación voluntaria.
Emancipación legal.
Se produce por el solo ministerio de la ley, en los siguientes casos (artículo 270 del CC):
1. Muerte del padre o madre, salvo que corresponda ejercerla al otro.
2. Decreto que da la posesión provisoria o definitiva de los bienes del padre o madre
desaparecidos, salvo que corresponda ejercerla al otro.
3. Matrimonio del hijo.
4. Mayoría de edad del hijo.
Emancipación judicial.
Se produce por sentencia judicial en los siguientes casos (artículo 271 del CC):
1. Padre o madre que maltrata habitualmente al hijo, salvo que corresponda ejercerla al
otro.
2. Abandono del hijo, salvo que corresponda ejercerla al otro.
3. Padre o madre condenados por delito que merezca pena aflictiva, por sentencia judicial
ejecutoriada, aunque recaiga indulto, salvo que el juez estime que no hay riesgo para el
interés del hijo, o corresponda ejercerla al otro.
4. Inhabilidad física o moral del padre o madre, salvo que corresponda ejercerla al otro.
La sentencia que declara la emancipación judicial debe subinscribirse al margen de la
inscripción de nacimiento del hijo (requisito de oponibilidad).
Efectos de la emancipación.
273
La emancipación no transforma al menor en capaz, salvo que la causal sea haber llegado a
la mayoría de edad. El hijo menor que se emancipa queda sujeto a guarda (artículo 273 del
CC).
Irrevocabilidad de la emancipación
Toda emancipación es irrevocable, salvo en el caso de muerte presunta o de inhabilidad
moral del padre o madre, las que pueden ser dejadas sin efecto probando fehacientemente la
existencia o el cese de la inhabilidad del padre o madre. En estos casos, la revocación debe
cumplir ciertos requisitos (artículo 272 del CC):
i) Debe ser ordenada por sentencia judicial.
ii) Solo cabe cuando la emancipación se ha producido por las causales de los artículos
270 N° 2 y 271 N° 4 del CC.
iii) El tribunal solo puede decretarla cuando conviene a los intereses del hijo.
iv) La resolución judicial produce efectos desde que se subinscribe al margen de la
inscripción de nacimiento.
v) Procede por una sola vez.
ii. Los alimentos que se deben a aquel que ha incurrido en injuria atroz, siempre que su
conducta fuese atenuada por circunstancias graves en la conducta del alimentante
(artículo 324 del CC)
4. REQUISITOS.
1. Estado de necesidad en el alimentario.
Así fluye del artículo 330 del CC, el cual señala: “Los alimentos no se deben sino en la
parte en que los medios de subsistencia del alimentario no le alcancen para subsistir de un
modo correspondiente a su posición social”.
2. Que el alimentante tenga los medios necesarios para otorgarlos:
Así fluye del artículo 329 del CC, el cual dispone: “En la tasación de los alimentos se
deberán tomar siempre en consideración las facultades del deudor y sus circunstancias
domésticas”.
Por excepción, se presume que el alimentante tiene los medios para dar alimentos cuando
los demanda un menor a su padre o madre. Al respecto, el artículo 3 inciso 5° de la ley N°
14.908 dispone que “(p)ara los efectos de decretar los alimentos cuando un menor los
solicite de su padre o madre, se presumirá que el alimentante tiene los medios para
otorgarlos”.
3. Fuente legal.
Tiene que existir una norma legal que obligue a pagar alimentos. La principal es el artículo
321 del CC. Sin embargo, según se expondrá más adelante, existen otras fuentes.
5. A QUIÉNES SE DEBE ALIMENTOS.
La norma fundamental es el artículo 321 del CC.
“Artículo 321. Se deben alimentos:
1º. Al cónyuge;
2º. A los descendientes;
3º. A los ascendientes;
4º. A los hermanos, y
5º. Al que hizo una donación cuantiosa, si no hubiere sido rescindida o revocada.
La acción del donante se dirigirá contra el donatario.
No se deben alimentos a las personas aquí designadas, en los casos en que una ley
expresa se los niegue”.
276
Debe tenerse presente que los alimentos constituyen una materia de mediación previa
obligatoria conforme al artículo 106 de la ley N° 19.968.
11. TRANSACCIÓN EN MATERIA DE ALIMENTOS FUTUROS.
Esta materia está regulada por el artículo 2451 del CC, el cual dispone: “La transacción
sobre alimentos futuros de las personas a quienes se deban por ley, no valdrá sin
aprobación judicial; ni podrá el juez aprobarla, si en ella se contraviene a lo dispuesto en
los artículos 334 y 335”.
Sanción: la transacción adolece de nulidad absoluta.
12. MODIFICACIÓN DE LAS PENSIONES DE ALIMENTOS.
La sentencia firme que fija una pensión de alimentos es inamovible mientras se mantengan
las circunstancias que la hicieron procedente. Pero si estas circunstancias varían, las
sentencias, pese a estar firmes, son modificables (artículo 332 inciso 1º del CC). Por ello se
dice que las sentencias en materia de alimentos no producen cosa juzgada sustancial. Con
todo, ello es un error, pues existe cosa juzgada sustancial provisional.
13. FORMAS DE OBTENER EL CUMPLIMIENTO DE UNA RESOLUCIÓN QUE
ORDENÓ EL PAGO DE ALIMENTOS.
a) Se puede demandar ejecutivamente al alimentante.
b) Notificando a la persona natural o jurídica que deba pagar al alimentante un sueldo
o prestación en dinero, a fin de que retenga y entregue la suma o cuotas periódicas
directamente al alimentario, o a su representante legal o persona a cuyo cuidado esté. Se
recurre a esta forma cuando el alimentante es empleado.
c) Si el alimentante (cónyuge, padres o hijos) no cumple, el juez debe apremiarlo con
arrestos y multas. Pero el juez puede suspender el arresto si el alimentante justifica que
carece de los medios necesarios para el pago. El mismo apremio se puede aplicar al
alimentante que renuncia sin causa justificada a su trabajo, para burlar la obligación de
prestar alimentos.
14. GARANTÍAS Y MEDIDAS DE SEGURIDAD PARA PROTEGER LAS
PENSIONES ALIMENTICIAS.
Además de la retención por parte del empleador, se pueden identificar las siguientes
garantías y/o medidas de seguridad:
1. Artículo 18 de la ley N° 14.908:
Artículo 18. Serán solidariamente responsables del pago de la obligación alimenticia los
que, sin derecho para ello, dificultaren o imposibilitaren el fiel y oportuno cumplimiento de
dicha obligación.
El tercero que colabore con el ocultamiento del paradero del demandado para efectos de
impedir su notificación o el cumplimiento de alguna de las medidas de apremio
280
establecidas en la presente ley, será sancionado con la pena de reclusión nocturna, entre
las veintidós horas de cada día hasta las seis horas del día siguiente, hasta por quince
días.
2. El juez puede exigir al deudor que garantice el cumplimiento con una hipoteca o prenda
sobre sus bienes, o con otra forma de caución (artículo 10 de la ley N° 14.908).
3. Cualquiera de los cónyuges puede pedir la separación de bienes si el otro, obligado al
pago de pensiones alimenticias en su favor o en el de sus hijos comunes, hubiere sido
apremiado por dos veces.
4. En los juicios de alimentos menores, los tribunales suelen conceder el arraigo del
alimentante mientras no se cumpla la obligación alimenticia declarada judicialmente
(artículo 14 inciso 6° de la ley N° 14.908).
15. FORMA DE FIJACIÓN, CUANTÍA, REAJUSTABILIDAD Y FECHA DESDE
LA CUAL SE DEBEN LOS ALIMENTOS.
El juez determina la forma y cuantía de los alimentos (artículo 333 del CC).
1. Forma:
Lo normal es que fije una suma de dinero, pero también puede fijar un derecho de
usufructo, uso o habitación sobre bienes del alimentante, quien no podrá enajenarlos sin
autorización del juez. Si se trata de un bien raíz, debe inscribirse tanto el gravamen como la
prohibición en el respectivo CBR.
2. Cuantía:
La fija el tribunal teniendo en cuenta los medios de que dispone el alimentante y las
necesidades del alimentario (artículo 331 del CC). Limitación importante: no puede exceder
del 50% de las rentas del alimentante (artículo 7 inciso 1° de la ley N° 14.908).
A su vez, conforme al artículo 3 de la ley N° 14.908, para los efectos de decretar los
alimentos cuando un menor los solicitare de su padre o madre, se presumirá que el
alimentante tiene los medios para otorgarlos. En virtud de esta presunción, el monto
mínimo de la pensión alimenticia que se decrete a favor de un menor alimentario no podrá
ser inferior al cuarenta por ciento del ingreso mínimo remuneracional que corresponda
según la edad del alimentante. Tratándose de dos o más menores, dicho monto no podrá ser
inferior al 30% por cada uno de ellos. Todo lo anterior es sin perjuicio de lo dispuesto en el
inciso 1° del artículo 7° de la misma ley N° 14.908.
Con todo, como la misma norma señala, se trata de una presunción, pudiendo acreditarse
que el alimentante no tiene facultades o que sus facultades no le permiten otorgar una
pensión de un 40% o de un 30% de un ingreso mínimo remuneracional.
3. Reajustabilidad:
281
2º. El que cometió atentado grave contra la vida, el honor o los bienes de la persona de
cuya sucesión se trata, o de su cónyuge, o de cualquiera de sus ascendientes o
descendientes, con tal que dicho atentado se pruebe por sentencia ejecutoriada;
3º. El consanguíneo dentro del sexto grado inclusive, que en el estado de demencia o
destitución de la persona de cuya sucesión se trata, no la socorrió pudiendo;
4º. El que por fuerza o dolo obtuvo alguna disposición testamentaria del difunto, o le
impidió testar;
5º. El que dolosamente ha detenido u ocultado un testamento del difunto, presumiéndose
dolo por el mero hecho de la detención u ocultación”.
Cabe tener presente que, de conformidad al artículo 973 del CC, la indignidad puede ser
perdonada por el afectado por la injuria.
18. LOS PADRES QUE ABANDONARON AL HIJO EN SU INFANCIA CARECEN
DEL DERECHO DE ALIMENTOS.
Artículo 324 inciso final del CC: “Quedarán privados del derecho a pedir alimentos al hijo
el padre o la madre que le haya abandonado en su infancia, cuando la filiación haya
debido ser establecida por medio de sentencia judicial contra su oposición”.
Se deben cumplir ambas circunstancias para que los padres estén privados del derecho de
alimentos, es decir:
a) Se debe haber establecido su paternidad y/o maternidad por sentencia judicial contra
su oposición.
b) El padre o madre debe haber abandonado al menor en su infancia.
Más allá del tenor de los artículos 203, 238 y 239 del CC, el artículo 324 del mismo cuerpo
legal se alza como una norma especial, debiendo aplicarse preferentemente. Así lo entiende
Quintana Villar.
4. CLASES DE CURADURÍAS.
a) Curaduría general:
Es aquella que se extiende tanto a la persona como a los bienes del pupilo (artículo 340 del
CC).
Están sometidos a curaduría general (artículo 342 del CC):
1) Los menores adultos.
2) Los pródigos interdictos.
3) Los dementes interdictos.
4) Los sordos o sordomudos que no pueden darse a entender claramente.
b) Curaduría de bienes:
Es aquella que se da a los bienes de ciertas personas, pero que no alcanza a su persona.
Artículo 343 del CC. “Se llaman curadores de bienes los que se dan a los bienes del
ausente, a la herencia yacente, y a los derechos eventuales del que está por nacer”.
c) Curadurías adjuntas:
Artículo 344 del CC. “Se llaman curadores adjuntos los que se dan en ciertos casos a las
personas que están bajo potestad de padre o madre, o bajo tutela o curaduría general,
para que ejerzan una administración separada”.
Principales casos de curadurías adjuntas:
1) Si el padre o madre que tiene la patria potestad no la puede ejercer sobre uno o más
bienes del hijo, se le da un curador para la administración de esos bienes (artículo 253 del
CC).
2) Cuando por sentencia judicial, que se debe subinscribir al margen de la inscripción de
nacimiento, se ha quitado al padre o madre, o a ambos, la administración de los bienes del
hijo por haberse hecho culpable de dolo, o de grave negligencia habitual (artículo 257 del
CC).
3) En el caso de la persona sometida a tutela o curaduría general, cuando a petición del
tutor o curados se nombra otro curador, de acuerdo con el artículo 351 del CC.
4) En el caso en que se haga al pupilo una donación, herencia o legado, a condición de que
administre estos bienes la persona que el donante o testador designe, y se acepta la
donación, herencia o legado (artículo 352 del CC).
5) Cuando se suspenda la patria potestad respecto del padre o madre (artículo 348 del CC).
d) Curadurías especiales:
285
Artículo 345 del CC. “Curador especial es el que se nombra para un negocio particular.”
Ej. Curador ad litem.
5. CLASIFICACIÓN DE LAS TUTELAS Y CURATELAS ATENDIENDO A SU
ORIGEN.
Artículo 353 inciso 1° del CC: “Las tutelas o curadurías pueden ser testamentarias,
legítimas o dativas”.
5.1. Testamentaria:
Artículo 353 inciso 2° del CC. “Son testamentarias las que se constituyen por acto
testamentario”.
1) Personas que pueden designar curador:
i. El adoptante, con preferencia a los padres: esto solo tiene aplicación respecto de
las personas que tenían calidad de adoptante antes de que entrara en vigor la ley N° 19.620
(conforme con esta última ley, adoptante y adoptado son padre e hijo).
ii. El padre o madre pueden nombrar por testamento:
a. Tutor tanto a los hijos nacidos como a los que se encuentran en el vientre
materno, si nacen vivos (artículo 354 del CC).
b. Curador a los menores adultos y a los adultos de cualquiera edad que se hallen en
estado de demencia o son sordos o sordomudos que no entienden ni se dan a entender
claramente (artículo 355 del CC).
c. Curador para la defensa de los derechos eventuales del hijo que está por nacer
(artículo 356 del CC).
2) Características de la guarda testamentaria:
i. Puede ser tutela o curaduría, y en este último caso, puede ser general, de bienes o
adjunta.
ii. Puede ser pura y simple o sujeta a condición suspensiva o resolutoria, o a plazo
suspensivo o extintivo (artículo 365 del CC).
iii. Puede designarse uno o varios guardadores que ejerzan simultáneamente la
guarda o que la dividan entre sí (artículo 361 del CC).
iv. Pueden nombrarse varios tutores o curadores que se sustituyan o sucedan uno a
otro (artículo 364 del CC).
b) Legítima:
Artículo 353 inciso 3° del CC: “Legítimas, las que se confieren por la ley a los parientes o
cónyuge del pupilo”.
286
Tiene lugar solo cuando falta o expira la testamentaria (artículo 366 del CC).
1) Personas llamadas a la guarda legítima (artículo 367 del CC):
i. El padre.
ii. La madre.
iii. Los demás ascendientes de uno u otro sexo.
iv. Los hermanos de uno y otro sexo del pupilo y los hermanos de uno y otro sexo
de los ascendientes del pupilo.
2) Características de las guardas legítimas:
i. Puede ser tutela o curaduría general.
ii. No puede estar sometida a plazo o condición; siempre es pura y simple.
c) Dativa:
Artículo 353 inciso 4º del CC: “Dativas, las que confiere el magistrado”.
Tiene lugar a falta de otra tutela o curaduría (artículo 370 del CC).
1) Casos en que falta otra tutela o curaduría:
i. Cuando se trata de personas que no pueden ser sometidas a guarda legítima.
ii. Cuando se retarda por cualquier causa el discernimiento de una tutela o curaduría
(artículo 371 del CC).
iii. Cuando sobreviene un embarazo que por algún tiempo impida al tutor o curador
seguir ejerciéndola.
iv. Cuando se trate de un curador especial (son siempre dativos).
En los casos ii) y iii), se designa un curador interino (artículo 371 del CC).
2) Características de la guarda dativa:
i. El tribunal, para hacer la designación, debe oír a los parientes del pupilo y puede
nombrar en caso necesario dos o más, y dividir entre ellos las funciones. Si hay curador
adjunto, el juez lo debe preferir para la guarda dativa (artículo 372 del CC).
ii. El curador dativo puede ser general, adjunto o especial, y puede, además, ser
definitivo o interino.
iii. El menor adulto puede proponer al tribunal la persona que debe desempeñar este
cargo.
6. DILIGENCIAS Y FORMALIDADES QUE DEBEN PRECEDER AL EJERCICIO
DE LA TUTELA O CURADURÍA.
287
a) Discernimiento.
b) Caución.
c) Inventario solemne de los bienes del pupilo sometidos a su administración.