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Lacan 1966 Intervencion Sobre La Transferencia

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INTERVF.NCI6 N SOBRE LA 11tA.NSfERENCIA.

205
INTERVENCIÓN SOBRE LA TRANSFERENCIA'
dando a entender con ello que conserva una dimensión irreduc-
tible a toda psicología considerada como uua objeti vación de
ciertas propiedad'es del individuo,
En un psicoanálisis, en efecto, el sujeto, hablando con propie-
dad, se constitu ye por un discurso donde la mera presencia del
Aquí esta.mos lodav/a en lo de amaestrar las orejas para el lér
psicoanalista aporta, antes de toda intervención, la dimensión
mino su jeto. El que nos da ocasión para ello permanece rá anó.
4

del diálogo.
nimo) lo cua.l nos ahorra tener que remitir a todos los pasajes Por mucha irresponsabilidad, incluso por mu cha in coherencia
en que los distingu,imos más adelante. que las convenciones de la regla vengan a dar al prinópio de
La pregu.nta por paTte de Freud en el caso de Dora) si se la este discurso, es claro que esto no son sino artificios de hidráulico
quisiera considerar corno cen'ada aqUt, seria el beneficio neto (ver observación de Dora, p, 15)' con el fin de asegurar el paso
de nuestro esfuerzo por abrir de nuevo el estudio de la trans- de ciertos diques, y que su curso debe proseguirse según las leyes
ferencia al sa lir del informe presentado bajo este título por Da. de una gravitación que le es propia y que se !lama la verdad,
niel Lagache, donde la idea nueva era dar cu enta de ella por e l Es éste en efecto el nombre de ese movimiento ideal que el dis-
efecto Zeiga rnilc'.! Era una idea bien a propósito para gustar curso introdu ce en la realidad. En una palabra, el psicoanálisis
en un tiempo en r¡1le el psicoanálisis parecía escaso de coartadas. es una experiencia dialéctica, y esta noción debe prevalecer cua n-
Ha bicndose permitido el colega no nombrado replúar al autor do se planrea la cuestión de la naturaleza de la transferencia,
del informe que también la transferencia podría ser invocada Prosiguiendo mi asun to, en este sentido no tendré Otro desig'-
en ese efeclo, creímos encon trar en ello ocasión favorable para nio que el de mostrar por un ejemplo a qué clase de proposicio-
hablar de psicoanálisis, nes se podría llegar, Pero m'e permitiré primero algunas obser-
Hemos tenido que recortar algo, puesto que también nos vaciones que me parecen urgentes para la dirección presente -de
adelantábamos aqui mucho sobre lo que hemos en nU'estros esfuerzos de e laboración teórica, yen la medida en que
cuanto a la transferencia} enunciar desde entonces ( J966) , interesan las responsabilidades que nos confiere el mamen to de
la historia que vivimos, no menos que la tradición cuya custodia
nos está confiada,
Nuestro colega n, , " por su observación de que el efecto Zeigar- Que encarar con nosotros el psicoanálisis como dialéctica
nik parecería depender de Ja transferencia más de lo que la debe pres'entarse como una orientación propia de nuestra re-
determina, ha introdu cido ]0 que podríamos llamar los hechos flexi ón, ¿no podemos ver en ello algün desconocimieuto de un
de resistencia en la experiencia psicotécnica, Su alcance con siste dato inmediato, incluso del hecho de sentido común de que en
en poner en valor la primacía de la relación d e suj eto a sujeto él no se hace uso sino de palabras -y reconocer, eu la atención
e n todas las reacciones del individuo en cuanto que son huma_ privilegiada concedida a la función de los rasgos mudos del com-
nas, y la dominancia de esta relación en toda puesta a prueba portamiento en la maniobra psicol ógica, una preferencia del
de las disposiciones individuales, ya se trate de una prueba de- análisis por un punto de vista en que el sujeto no es ya sino
finida por las condiciones de una tarea o de una situación, objeto? Si ha y en efecto desconocimiento, debemos interrogarlo
Por lo que hace a la experiencia psicoanaJítica debe compren- según los mé todos que emplearíamos en todo caso semejante.
derse que se desa rrolla 'entera en eSa relación de sujeto a sujeto, Es sabido que yo me inclino a pensar que en el momento en
qu'e la psicología, y con ella todas las ciencias del hombre, han
1 Pronuncjada en el congl'CSo JJamac!o de psicoana listas de lengua ro-
mance, de 195 1. sufrido, aunque sea contra su voluntad o induso sin saberlo, un
En resumen, se traca del efecto psicológico que produce por llOa C:\rea profundo reajuste de sus puntos de vista por las nociones naci-
incondu.\>a cua ndo deja una Ces (alt en suspenso: de la nccesid<.ld por ejcm,
plo geueralmemc sentida de dar a una frase musical su acorde reso lutivo, 3 Presses Univel'Siuil'cs de Frauce, p, 8 (véase nola 4, p, 2(6) [Diblioteca
r-fueva, Madrid, 1968, 11, p, 605; Amorraren, vu, p, 16].
(204)

. -
J:'>T I: R\o E.N C IÓN !;OLlRE LA TRANSFE RENC I A
207
206 I NTEKV ENCt ÓN SOl)RI', LA Tk,\NH;.Rf.r>.:C I A

das de l parece p rpducirse ent re psicoanalistas Es n otable que nadie ha.!:ota ahora haya subrayado que el caso
\111 movi miento inverso que yo exp resaría 'en los !iiguien tes
de Dora es expuesto por Fre ud bajo la forma de un a '!'erie de
tér minos, in versiolle'!' dia lécticas, No se trata de un a rtificio de orde ntt.
Si F rc LHI lomó la re'!'ponsabíl idad - contra Hesíodo para qt.1ten mie n to para lln ma le rial acerca del cual F reud form ul a aquí de
bl'!' enfermedades enviadEls por Zeus ava nzan h acia los hombres manera que su aparición queda abandonada al capr i.
en de mostrarn os qu'e hay enfermedades que hablan cho del pacie nte, Se trala de una esca nsión de las estructuras 'e n
y de entender la verdad de lo que di cell , parece que que se tr.; ,nsmula para e l suje to la verdad, y que no l OGH'I sola-
verd ad, a Jnedida que s'e nos presenta más su me nte a su compre nsión de las cosas, sino a mi sma
re lación con un momento de la histori a y con un n crisis de las en cuan la suj eto del que los "obj etos" son func ión. E"i dec.ir
inslilUciones, inspira un temor creciente n los praClica ntes que que el con cepto de la ex posición idé nt ico a l progre!'o del
perpe Lúan 5U tecni ca, sujeto, o sea a la rea lidad de la curació n,
Los vemos pues, bajo toda clase de formas que va n desde e l Ahora bien , es la p rimera vez qu e Freud da 'el con ce pto del
pie ti smo h asta los idea les de In efi ciencia más vul gar, p:lsando obstáculo contra el que h a venido a estrellarse el aná lisis bajo
por la gn ma de propedéuticas naturalistas, refug'iarse bajo el el término de tran.rfercncia, Esto por sí solo da cuand o
: l la de un que, cos ificando al ser humano, lIeg-<l r ía su va lor de vuella a las fuentes al exa men que emprende mos de
a de'!'agui !mdos a l lado d'e los cuales los de l cientifici smo fh ico las relaciones d ialécticas que constitu ye ron el moment o del fra ·
no sino b;lgatelas. caso, Por do nde vamos a inten tar defini r en términos de' pura
Pues de hido precisa mente al poder de los resortes manifesta. dia.!¿clica /.0 transferencia de la qU'e se dice que es nega liva en
dos por el n o sercl nada menos que un nuevo tipo de el '!' ujeto, así como la ope ració n del q ue la interpre ta ,
-enajenación del hombre e l que pasará a la rea lidad, tanto por Tendre mos q ue pasa r sin emba rgo por todas las fases que
e l esfuerzo de una creencia colectiva COIllO por la acció n de se- lleva ron a ese momen to, C01110 tamb ién perfilarlo sobre las an ti·
lección de té{'n icas que te nd ría n todo e l alca nce formativo pro. cipaciones pr oblemá ti cas que, en los datos del Gl'!'O, nos indi can
pio de los rilaS: en !:I lIlna un homo jJsychologicl/,f cuy o peligro ' dónd e hubie ra podido 'e ncon nar su resolución lograda , En coll-
denuncio, tramos así:
Planreo a propósito de él la cuestión de saber si nos dejaremos Un jJrimer desa.rrullo, ejempl ar por cuanto somos
fasci nar por su fabr icación o si, volviendo a pen::.ar la obra de de go lpe al p lano d e la afirmac ión de la ve rdad. En electo, de,·
Fre ud, n o podremos volver;} encon trar el sentido aUlént ico de pués de una primera puesta a prueba de Fre ud : ¿irá a mostrarse
su inicia tiva v el medio de mantener su valor sa ludable. lan hipócr ita como el personaje pa te rn o?, Dora se ade ntra en
Quiero aquí. si es qu'C h ay necesidad de e llo, que su requisitoria, abriendo un expedi ente de recuerd os cuyo ri gor
estas preguntas no va n dir igidas para nada a un trabajo como contrasta COll la imprecisión bíográfica propia de la neuros is,
el de nuestro amigo Lagache: prudencia en el método, escrú pu- La se ilora K " , y su padre son amantes desde hace la ntos y tan -
lo en el proceso, abertura en las conclusiones, todo aquí nos da tos a ños y lo disimulan bajo ficciones a veces ridícu la s, Pero 'el
ejemplo de la distancia ma ntenida entre nuestra praxis y la psi- colmo es que de este modo ell a queda entrega da sin defensa a
cología , Fu ndaré mi demostrac ión eu el caso de Dora, por re pre- los galanteos del seiior K ", ante los cuales su padre hace la
.!:oentar en la experiencia todavía nueva de la transferencia el vis la gorda, convi rtié ndola así en objeto de un od ioso ca m·
primero en que Freud reconoce q ue el an{disisoJ liene en ella b alach e.
su parte. Freud es de masiado avez<tdo en la constancia de la mentira
social para haberse dejado en gañ nr, incluso de lab ios, de un
' Pa ra que se pueda controlar el ca nl Cler tex lual de nnestl'o comentario hombre que en su op inión le debe una confia nza tota l. No le
Temilimos en nueS lro texto, para cada evoca ción tic la reseña de Frcud, (J
la lraducció n publi cada por Denoe!, y a la rcedició n aparecida ell
Un ivers ita il'cs de Frailee, en 1954. a pi e de p:'l gina, [Añ:uJimos noso tros, a hli otcca Nueva , Mac.Jrid , 1967 ·68 , y la argentina de Amorronu ,
pie de pág iua , la referencia a la ed ición espailob. de Obnrs completas, n i. 1978 ·82.]
208
INTERVENCIÓ N SOBRE LA TRANFEkENCIA INTERVENCJóN SOBRE LA TRANSFERENCIA 209
ha sido pues d.ifícil apartar del espíritu de su paciente toda esta base los celos súbitamente manifestados por Dora ante la
imputación de complace nci<l para con esa m"entira. Pero a l fin a l relación amorosa de su padre? Éstos, por presentarse bajo una
de ese desarrollo se encuentra colocado frente a la pregunta, [arma tan preponderante) requ ieren una explicación que rebasa
por lo de más de un tipo clásico en los comienzos del tratamien- sus motivos (p. 50).' Aquí re sit úa:
to: "Esos hechos están ahl, proceden de la realidad y no de mí. La segu.nda in versión dialéctica} que Freud opera con la ob-
¿Qu é quiere usted cambiar en ellos?" A lo cual Freud respon- servación de que no es aq uí el objeto pretendido de los celos el
de por: que da su verdadero motivo, sino que enmascara un interés ha.
Una j>rirnera inversión dialéctica que no tiene nada q ue en- cia la persona del sujeto-rival, interés cuya n a tu raleza mu cho
vidiar al an álisis hegeliano de la reivindicación del "al ma bella", menos asimilable al discurso común no puede expresarse en él
l. q ue se rebela Con tra el mundo en n ombre de la ley de l cora_ !:lino baj o esa forma invertida. De donde surge:
zó n: "mira, le dice, cuál es tu propia p.rte en e l desorden del Un tercer desarrollo de la verdad: La a tracciÓn fascinada de
que te quejas" (p. 32),' Y a parece entonces: Dora hacia la se í'iora K. '. ("su cuerpo blanquísimo"), las con-
Un segund.o desarrollo de la verdad: a saber que no es s610 fidencias que recibe h as ta un punto que quedará sin sondear
por e l silencio, sino gracias a la compli cidad de Dora misma, sobre e l estado de sus relaciones con su marido, el hecho patente
más aún : bajo su protección vigila nte, como pudo d urar la fi c- de sus intercambios de buenos procedimientos como mutuas em-
ción que permitió prolongarse a la relación de los dos a mantes. bajadoras de sus deseos respectivos ante el padre de Dora.
Aquí no sólo se ve la participación de D ora en la Corte q ue Freud percibió la pregunta a la que llevaba es te nuevo de·
le hace el seüor K . .., sino que sus relacio nes con los otros p ar- sarrollo.
ticipa ntes en la cuadrill a reciben una nueva luz por incluirse Si ésta es pues la mujer cuya desposesión experimenta usted
en un a sutil circulación de rega los preciosos, resca te de la caren- tan amargamente, no le tiene rencor por la redoblada
cia d"f prestaciones sexu ales, la cu al, partiendo de su padre h a- tra ición de que sea de ella de quien partieron esas imputacio.
cia la señora K..., retorna a la paciente por las disp onibilid a- nes de in triga y de perversidad que todos comparten ahora para
des que libera en el señor K..., SÜl perj uicio de las munificen _ acusarla a usted de embuste? ¿Cu ál es el moti vo de esa lealtad
cias que le viene n directamente de la fuente primera, bajo la que la lleva a guardarle el secreto último de sus relaciones? (a
forma de los dones paralelos en que el burgués encuentra clási- sa ber la iniciación sexual, rastre able ya en las acusaciones mis-
ca mente la especie de ptenda más apropiada para unir a la repa- mas de la señora K . ..). Con este secreto seremos llevados en
ración de bida a ]a mujer 1egítima el cuidado del patrimoni o erecto:
(observe mos que la presencia del personaje de la esposa se re- A la t.ercera inversión d,:alécti ca} la que nos daría el valor real
duce aquí a este enganchamiento lateral a la cadena de los del objeto que es la señora K . . , para Dora. Es decir no un indi-
intercambios) . viduo, sino un misteri o, el misterio de su propia femi neidad,
Al mismo tiempo, la relaciÓn edípica se revela cons ti tuida en queremos decir de su femineidad corporal, ta l como a parece sin
Dora por una identificación al padre, que ha favorecido la im- velos en el segundo d e los dos sueños cuyo estudio form a la se-
potencia sexual de éste, ex perimentada ade más por Dora C0 ll10 gunda parte de la exposición del caso Dora, sueños a los cuales
idéntica a la prevalencia de su posición de fortuna: esto traicio- rogamos remitirse para ver hasta qué punto su interpretación
nado por l a alusión inconsciente que le permite la semán tica se simplifi ca con nuestro comen tario.
de la palabra fo rtuna en alemá n: Verm6gen. Esta identificación Ya a nuestro alcan ce nos aparece el moj ón alrededor del cual
se transparenta en efec to en tod os Jos síntomas de conversiÓn debe girar nuestro carro para invertir una última vez su carrera.
presentados por Dora, y su descubrimiento in icia el levanta_ Es aquella image n, la más lejana que alca nza Dora de su pri-
miento de muchos de éstos. mera infancia (e n un a observación de Freud, incluso como és ta
La pregunta se con vierte pues en ésta: ¿qué significa n sobre interrumpida, ¿n o le han caído siemp re entre las manos todas

' P.U.F ., p. 24; B.N .. n, p. 620; A., VII, p. 46. fo P . U . F., p. 39; n .N. , ti, p. 625; A .• \'11, pp. 49s.

_I . .
L-........
210 I NTERVENCi ÓN SOBRE LA TR.r\ NFERf.N CIA I NTIc:RVENC LÓN SO BRE l.A TRAN SFERENCIA
211

las claves?) : es Dora, prouablemente todavía i nfans) chupándo. sino más bien qU'e esa al ucinación correspondí a al estadio cre-
se el pulgar izquie rdo, al tiempo que con la mano derecha tir o- puscular del retorno a l yo). Y todas sus relaciones con los d os
oea la oreja d'e su hermano, un ai10 y medio mayor que ella hombres manifiestan esa agresividad en la que ve mos la dimen-
(p. 47' Y p. 20 8) . sió n propia de la enajenación n:ucisista.
Pa rece que tuviésemos aquí la ma tri z imaginaria en la que Sigue pues siendo ci'erto, como piensa Freud, que el retorn o
han venido a vaciarse todas las situacio nes que Dora ha desa. a la reivindicación pasional para con el padre representa un a
rrollado en su vida; ve rd adera ilustraciÓn de la teo rí a, todav ía regresió n en comparación con las relaciones esbozadas con el
por nacer 'en Freud, de los a utoma tismos de repetición. Pode- K...
mos tomar con ella la medida de 10 que significan ahora para Pero es·e homenaje del que Freud entrevé el poder saludable
ella la mujer y e I ho mbre. para Dora no podría ser recibido por ella como manifestación
La mujer es el obje to imposible de desprender de un primi. del deseo sino a cond ición de que se aceptase a sí mism a como
tivo deseo oral y en el que sin embargo es prec iso que aprenda objeto del deseo, es decir despu és que hubiese ago tado el sentido
a reconocer su propia natura leza genital. (Se asombra uno aquí de lo qu'e busca en la señora K . ..
de que Freud no vea que la de terminación de la afonía durante Igual que para tod a muje r y por ra zo nes que est(Í n en el fun-
las ausencias del señor K., (p. 36H) expresa el violento llamado damento mismo de los interca mbios socia les más 'elementales
de la pulsí6n eróti ca oral en el encuentro a solas con la señora (aqu ellos mismos qu e Dora form ula en las quejas de su rebel-
K . . ., si n que haya neces id ad de in voca r la percepción de la d1<'1 ) , el problema de su condición es en el fondo aceptarse como
lellatio sufrida por e l padre (p. 44'°) , cuando cada quien sabe objeto del d eseo del hombre, y es éste pa ra Dora el mi sterio que
que el cunnilinguus es el arti[icio m ás comúnmente adop tado motiva su idolatría hacia la señora K..., así como en su larga
por los "seliores con fortun a" a quien es empieza n a a ba ndo- meditación a nte la Madona y su al adorador tejano, 1,1
narles sus fuerzas.) Para tener acceso a este reconocimiento de em p uja h ac ia la solución que el cristianismo h a dado a este
su fe mineidad, le se ría necesa rio realizar esa as un ción de su pro- callej ón sin sa lida subjetivo, haciend o de la mujer objeto de un
pio cuerpo, a fa lta de la cua l permanece a bie rta a la fragmenta. deS'eo divino o un objeto trasce ndente del deseo, lo que viene
ción funci onal (para referirnos al aporte te6rico del estadio d el a se r lo mismo.
espejo), q,u e constituye los síntomas de conversión. Si Freud en un a tercera inversión dialéctica hubiese pues
Pero para realizar la cond ición d'e es te acceso, no h a contado orientado a Dora h ac ia el reconocimie nto de lo que era para
sino con el único expedi ente que , según nos muestra la imago ella la señora K... , obreniendo la co nfesi6n de los últimos se·
or iginal, le ofrece un a apertura hacia el objeto. a sa ber el com- cre tas de su rela ción con ella, ¿q ué prestigio no habría ganado
pañero masculino al cual la dif'eren cia de edades le permite él mismo (no hacemos sino locar aquí la cueslión del sen tid o
identificarse en esa enajenación primordial en la que el sujeto de la transferencia posiliva) abriendo as í el camino al reconocí·
I

se reconoce como yo (je]. mi ento del obj'eto viril? Ésta no es mi opini ón, si no la de Freucl
Así pues Dora se ha identifi cado al sella r K .. . como 'está iden- (p. 107)."
Pe ro el hecho de que su fa ll a (uese (alal para e l [ratamie nlo,
tificándose a Freud mismo (el hedlO de que fuese al d espertar
]0 a tribuye a la acción de la tr ansferen cia (pp. 103-107) ,13 al error
del sueño "de transfere nci a" cuando percibió el ol or de humo
qu e le hi zo posponer interpretación (p. 106) , 14 siendo ;lsí
q ue pertenece a los dos hombres no indica, como dijo Freud,
que, como pudo comprobarlo pos ter iormente, s610 tenia dos
p. 67 ,11 que se tralase de a lguna identi(icació n más reprimida,
horas por delante para evi[ar sus efectos (p. 106) .Hi
' P . U.F., p. 37: B.N ., 11 , p. 624; A., VII , p. 16.
Pero cada ve z que vuelve a invoca r esa 'explicación , que to-
·P . U . F . , p. 12; B .N ., ti , p . 613: A., VII , p. 18 (prime ra mención d el her·
ma no, pero sin alusión a la escena. AS]. . . p . 90: n .N., JI , pp. 656-7n: A.. \' 11 , p. 104 , n . 7.
ep . U . F " p. 27: D .N ., 11, p. 617; A., VII, pp. 35·6. ,., P.U .F. , pp. n .N .. 11 , pp. 6!H ·7; A. .... .. , pp. l(}J.!).
11 r .U .F. , p. 89 ; n .N . 11 , p. 6:;6: A.. ' ! I, pp. 103 ·4.
lO P . U.F " p . 33; B. N . 11, p. 626; A., VII, p. 46.
n P .U. F., p. 54 ; B. N., 11, pp. 633 ·4; A., " 11, pp. 64 -5.
,., p , U .F . , p. 89; n . N .. n, p. fj!)6 ; A. , V!I , p. 104.

1-
_
212 INTERVENCIÓN SOBRE LA TMNFERENCI A

mará el desarrollo que todos saben en la doctrina, una nota a


INTERVENCIÓN SOBRE LA TRA NsFERENCIA 215
pie de página viene a añadir un recurso a su insuficiente apre- nuestra literatura, al tono de una Princesa de eleves presa de
ciación del nexo homosex ual que unía a Dora cQ n la señora K. _. una mordaza infernal.
¿Qué significa esto sino que la segunda razón no se le aparece Es pDr haberse puesto un pDCD excesivamenre en el lugar del
como la primera de derecho sino en 1923, mientras que la pri- señor K... por ID que Freud esta vez nO' logró conmover al
mera en orden dio sus frutos en su pensamiento a partir de Aqueronte.
1905, fecha de publicación del caso Dora? Freud en razón de su contratransferencia vuelve demasiado
En cuanto a nosotros, ¿qué partido tomar? Creerle ciertamen_ constantemente sobre el amor que el s'eñDr K... inspiraría a
te por las dos razones y tratar de captar lo que pueda deducirs'e Dora, y es singu lar ver cómO' interpreta siempre en el sen tidO'
de su síntesis. de la cDnfesión las respu'estas sin embargo muy vari adas que le
Se encuentra entonces esto. Freud confiesa que durante mu- opone Dora. La sesión en que cree haberla reducidO' a "no con-
cho tiempo no pudo 'encontrarse con esa tendencia homosexual tradecirlo ya" (p. 93)" y al final de la cual cree poder expre-
(que sin nos dice ser' tan constante en los histéricos sarle su satisfacción, Dora la concluye en un tonO' bien diferente.
que no se podría en ellos exagerar su papel subjetivo) sin caer "No veo que haya salido a luz nada de particular", dice, y es al
en un desaliento (p. 107, n.)" que le hacía incapaz de actuar principio de la próxima cuando se despedirá de él.
sobre este punto de manera satisfactDria. ¿Qué sucedió pues en la escena de la declaración al borde
Esto prDviene, diremos nosDtros, de un prejuicio, aq uel mismo del lago, que fue la catástrofe por donde Dora entró en la en-
que falsea en su comienzo la concepción dd complejo de Edipo fermedad, arrastr andO' a todO' el mundO' a reconocerla como
haciéndDle considerar como natural y nO' CDmo normativa la ferma -lo cua l respDnde irónicamente a su rechazo de prDseguir
prevalencia del personaje paternO': es el mi smO' que se expresa su función de sostén para su CDmún dDlencia (no todos los "be-
simplemente en el cDnocido estribillo: "Como el hilO' es para la neficiDs" de la neurDsis SDn para el exc1usivD provecho de) neu-
aguja, la muchacha es para el muchacho." rótico) ?
Freud tiene hacia el señor K... una simpat{a que vie ne de Basta como en toda interpretación válida CDn atenerse al textO'
lejos, puesto que fue él quien le trajo al padre de Dora (p. 18) ,17 para comprenderlo_ El señor K... sólo tuvo tiempo de colocar
Y qU'e se expresa en numerosas apreciaciones (p. 27 n.) .18 Des- algunas palabras, es cierto que fuerDn decisivas: "Mi mujer no
pués del fracaso del tratamiento, se empeña en seguir soñando es nada para mí." Y ya su hazaña recibía su recompensa: una
con una "victoria del amor" (p. 99).'9 soberbia bofetada, la misma cUyO' contragolpe experimentará DD-
En 10 que se refjere a DDra, su participación personal en el ra mucho después del tratamientO' en una neuralgia transitoria,
interés que loe inspira es confesada en muchos lugares de la Db- vi'Cne a indicar al torpe: "Si ella no es nada para usted, ¿qué es
servaci6n. A decir verdad, le hace vibrar CDn un estremecimien_ pues usted para mí?"
tO' que, rebasando las digresiDnes teóricas, alza este texto, 'entre y desde ese momentO' ¿qué sería para ella ese fantDche que
las mDnografías psicDpatológicas que cDnstituyen un género de acaba sin embargo de romper el hechizo en que vive ella desde
hace afios?
'·P.U .F., p. 90; B . N ., JI, pp . 656-'1 nota; A., Vil, p. 104, n. 7. La fantas ía la tente de embarazO' que seguirá a esta escena no
'7P.U.F., p . JO; B.N., JI , p . 607; A., "U, p. 19. es una objeción para nuestra inrerpretación: es notorio que se
18 P.U .F., p. 18; B.N., 11, p. 612, n . 2; A., VII, p . 2:1 , n. 19 .
produce en las histéricas justamente en función de su identifí-
10 P . U . F ., p. 82: n. N . , 11, pp. 651-2 [cila inhaIl able ni en el tex to origi-
nal alemán ni en la traducciÓn espailola. Frend , a lo más que llega es a
cae ión viriL
cribir: "Tampoco sé si el se ñor K. habría logr.t.do más de haber descubierto PDr la misma trampa, en la que se hunde en un deslizamiento
que aquella bofetada en modo alguno signiCicaba un 'no' definitivo... Si más insidioso, va a desaparecer Freud. DDra se aleja con la
no hllbiese hecho C3S0 de ese primer 'no' y hubiese proseguido Sil cortejo risa de la Gioconda e incluso cuando reaparezca Freud no tendrá
con pasión convincente. el resulrado podría haber sido fácilmen te otro: que
la inelinación de la muchacha se abriese paso por encima de todos los cs- la ingenuidad de creer en una intención de regreso.
collos interiores." A., VII, p. 96. AS]'
21P.U.F., p. 77; D. N., TI) p. 649; A., vu) pp. 91-2.
214 I NTERVENCiÓ N SOBRE LA TRANrf.RENCIA I NTERVEN CIÓ N SOBRE I.A TRAN SFERENCIA 215

En ese mom'e nto ella ha logrado que todos reconozcan la Así la transferencia no remi te a ninguna propiedad misterio·
dad de la cual sin embargo ella sabe que no es, por muy verídica sa de la afect ivjdad. e incluso cuand o se delata bajo un aspec to
que sea, la verdad última, y habrá conseguido prec ipitar por el de emoción, éste no toma su sentido sino e n funció n del mo·
puro maná de su presencia a l desdi chado s'eñor K... bajo las mento dialéctico en que s'e produce.
ruedas d e un coche. La sedación de sus síntomas, o btenida en Pero este momento es poco significativo puesto que traduce
la segund a fase de su cu ración . se ha mantenido sin embargo. comú nme n te un error de l ana lista, aunqu e sólo fuese el c:e que·
Así la detenci ón dd proceso dialéc tico arroja como saldo un rer demasiado el bien del paciente. cuyo peligro ha denun ciado
apare nte re troceso, pero las posiciones reasumidas no puede n muchas veces F re ud mi smo.
ser sostenidas sino por una afirmativa del yo, que puede ser Así la neutralidad a nalítica toma su sentido auténtico de la
considerada como un progr"eso. posición del puro di a léctico que, sabie ndo qu e todo lo q ue es
¿Qué es fin almente esa tra nsferencia de ]a qu e Freud dice rea l es racion al (e sabe que todo lo qu'e existe,
en a lgún sitio que su trabajo se p rosigue invisible detrás del y hasta el mal contra el qu e lu cha, es y seguirá siendo siempre
progreso d'el tratamiento y cuyos efectos por lo demás "escapan equivalente 'en el nivel de su particularidad, y que no hay pro.
a la demostración" (p. 67)? 2l ¿No puede aq uí considerársela greso para el suj eto si no es por la integraci6n a que llega de
cOlOo una entidad totalmente relativa a la contratra nsCe rencia su posición en lo uni versal: técn icamen te por la proyección d e
definida como la suma de los prejuicios, de las pasio nes, de las su pasado e n un di sc urso en d·evenir.
perp lejidades. incIuso de la ins ufi ciente inf.ormación de l ana- El caso de Dora parece privilegiado pa ra nuestra dem ostra·
lista en tal momento del proceso d ia léct ico? ¿No nos di ce Freucl ción en que, tratándose de un a histérica, ]a pantalla del yo es en
mismo (p. 105) 22 qu e Dora hubiera podido transfe rir sobre él ella basta.nte transparente para qU'e en ninguna parte, como
a l personaje pate rno si él hub iese sido Jo bastan te tonto como dijo F reud, sea más bajo el umbral entre el inconsciente y el
para creer "en la versión de las cosas que le presentaba el padre? conscien te, o mejor di cho entre el disc urso analitico y la palabra
Dicho de otra m anera) la transferencia no es n ada teal en el dd sín toma.
sujeto. sino la aparición. en un momento de estancam iento de la Creemos sin embargo que ]a transferencia tiene siempre el
dia léctica analí tica, de los modos permanenres según los cuales mismo se ntido de indicar los momentos de errancia y también
constitu ye sus objetos. de orientación del ana li sta, -el mismo valo r para vo lvernos a
¿Qu é es entonces inter pretar la transferencia? No otra cosa llamar al orden de nuestra papel: un no ac tu ar positivo con
que llen ar con un engaño el vacío de ese pu nto mu'erto. Pero vistas a la ortodramatilación de la subjetividad del paciente.
es te eng'año es útil, pues aunque fal az, vuelve a lan zar el proceso.
La negaci6n con que Dora habría acogido la observación por
parte de Freud de qu e ell a le imputaba las mismas intenciones
que había manifestado e l seí'íor K .. ., no hubiese cambiado nad:l.
al alca nce de sus La oposici ón misma que h ab ría e nge n-
drado habría orientado probablemen te a Dora, a p esa r de Fre ud,
en la dirección favorab le: ]a que la hab ría condu cido al objeto
de su interés real.
y el hecho d'e haberse puesto en juego en person a como sus-
ti tuto del seño r K ... habría preservado a Freud de insistir de·
masiado so bre e l valor de las proposiciones de matrimonio de
aq uél.

:n p U . F ., p. 54-; n .N.,
11 , p. 634-: A. , .... 11 , pp_ 65 Y 10 1·2.
np U. F .. p. 88: n.N . , 11, pp. 6%-6; A., VII, p. 103.

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