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Hora Santa - Confiado en Tu Palabra Hecharé Las Redes

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V.

- Adoración Eucarística
Confiado en tu palabra, echaré las redes
I.- EXPOSICIÓN DEL SANTÍSIMO

II.- MEDITACIÓN DE LA PALABRA DE DIOS: Lc 5, 1-11

1.-De entre las dos barcas, eligió la de Pedro


Siempre quedará en el corazón de Dios, la respuesta a un pequeño detalle de este pasaje… por qué,
de las dos barcas presentes, eligió la de Pedro… ¿acaso era mejor que la otra? ¿estaba mejor
capacitada para lo que ahí iba a realizar? Seguramente que no. Entramos ya desde aquí, al misterio
del amor y de la elección divina, que, sin sopesar los méritos, nos elige, sólo porque Él lo quiso…

2.- No fui hecho para esto…


Las barcas no están hechas para servir de púlpitos o ambones para predicar. Su misión es cruzar las
aguas, soportar los embates de las olas, sostener la vela que direcciona el rumbo. Pero Jesús ha querido
utilizarla para una misión que parece “contra natura”: ha querido utilizarla para predicar desde ahí la
Palabra de Dios al pueblo. Pedro se sorprende, le mira asombrado… ¿No pudo encontrar un lugar
mejor? ¿Por qué ha elegido precisamente este lugar tan deshabilitado, para predicar el mensaje más
importante de todos? ¿Por qué me eligió – se preguntaría también la barca misma – si la función que
ahora realizo, no fue hecha para mí?

3.- Duc in Altum


Jesús sabía que la actividad pesquera de esa jornada estaba ya concluida. Y así, sin más, con una
autoridad que dejó desconcertados a todos, (como si Jesús mismo fuera el dueño de la barca), pide a
Simón remar mar adentro para volver a echar las redes… Invita de nuevo a ir mar adentro, a donde
no hay seguridades, ni caminos y precisamente a la hora más inoportuna para pescar. Es una invitación
que suena a locura, y que reclama ya desde ahora, una total confianza en Él.

4.- Las resistencias


Un total desconocido intenta enseñarle y mandarle a Pedro, el experto pescador. Cansado, fatigado
de una noche de trabajo que se tornó estéril, no quiere repetir su derrota. Pedro es sincero, y le hace
saber a Jesús de sus fracasos y de las resistencias que tiene para responder a su invitación.

5.- Confiado en tu palabra, echaré las redes


Pedro, venciendo sus resistencias, da un paso. No lo hace basado ni en la pericia de su oficio, ni en
las circunstancias que se le presentan para pescar. Confiando totalmente en Jesús, y sólo porque Él lo
dice, y sólo porque Él es el que invita, aferrándose a su Palabra, echará las redes… Pedro ha decidido
temerariamente, entregarle el timón de su barca a Jesús. La decisión que ha tomado, aún sin saberlo,
será la más arriesgada de su vida. Sólo un ancla sostendrá por siempre la insensatez de este momento
que se vuelve eternidad: “Señor Jesús, confiado en ti, confiado en tu Palabra…”

6.- La barca y las redes casi vencidas


De repente, el milagro. La multitud de peces que han sido tomados por las redes, salpican a todos. La
barca de madera cruje, se tambalea, comienza peligrosamente a ladearse y llenarse agua. Los hilos de
las redes rechinan, sus fibras son tensadas hasta límites que jamás pensaron soportar… ¿Qué es esto?
– se pregunta Pedro – ¿Qué tiene la Palabra de este hombre que hace fructificar de la nada, mi pequeña
voluntad de responderle? ¿Podré soportar la multitud de sus dones, aguantaré las exigencias de
haberle confiado el timón de mi barca y ahora de mi vida?
7.- Una llamada urgente a la fraternidad
Llamar a los compañeros para que ayuden, no es una opción, es una urgencia. Vivir acompañados,
compartir la carga de las redes, llegar juntos sanos y salvos a la orilla, no es algo que se pueda pasar
por alto, es una decisión de vida o muerte. Llamarlos, hacerles señas, compartir juntos lo que nos
pesa, sorprendernos juntos de lo que el Señor ha hecho en nuestras vidas, será de ahora en adelante
una opción fundamental. “…Pedro, levanta los ojos, ve más allá de ti mismo, y mira que hay
compañeros y amigos esperando en la orilla, llámalos y surquen junto a mí, por este mar”.

8.- Soy un pecador


Pedro, ante el signo luminoso de los peces, toma conciencia de estar frente a la presencia de Dios. Y
con todos los que experimentan esta presencia, ante esta luz, reconoce su indignidad, debilidad y
pecado… Aún más, la manifestación de Dios a sus elegidos, siempre lleva consigo una misión, por
eso, en defensa propia, le pide “apártate de mí”… no me llames, no te fijes en mí, no me pidas nada…
no estoy capacitado, conoces mi vida y sabes lo que soy, tú sabes que soy un pecador…

9.-No tengas miedo


Pocas palabras como éstas, se repiten tanto en la Sagrada Escritura, cuando alguien que es llamado,
experimenta su incompetencia frente a la elección divina. Y es que el Señor pide que no mirándose a
sí mismos, sino mirándole a Él, puedan dar sus elegidos una respuesta confiada… Él es, el que
llama… no tengas miedo… confía… desde hoy serás pescador de hombres.

10.- “Lo siguieron…”: la aventura de estos pescadores, apenas comienza


“Dejándolo todo…”, han sido abandonadas las barcas, la multitud de peces, las redes, la familia, la
seguridad de una vida ya hecha. Pero seguir a Jesús no sólo implicará dejar lo que externamente se
tiene, con el paso de los días y los años Pedro habrá de aprender a dejar también sus criterios, sus
opciones, sus maneras de creer, de sentir y de pensar para conformarlos lo más posible con el corazón
de su Maestro.
En esto consistirá el gran reto: en seguirlo. Seguirlo siempre, en el Tabor y hasta la cruz. Seguirlo,
incluso después de haberlo negado y traicionado. Seguirlo, aun cuando el destino sea incierto y, en
nuestras vidas, no haya senderos seguros ni finales programados… “En este mar en el que me pides
aprender a ser pescador, Tú eres mi única certeza; que comience esta aventura interminable
escuchando de nuevo, tu invitación primera: ‘¡Vamos mar adentro y hecha tus redes!’…”

III.- ACTO DE ENTREGA Y ABANDONO

IV.- BENDICIÓN CON EL SANTÍSIMO

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