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1971-04-27. Sent. #28. Canal Once de Televisión Compañía Anónima. CSJ-SCCMT.

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Sala de Casación Civil, Mercantil y del Trabajo

Ponencia del Vicepresidente de la Sala, doctor Carlos Trejo Padilla

Vistos. En la incidencia sobre calificación de créditos, suscitada en el procedimiento de quiebra seguido


a CANAL ONCE DE TELEVISIÓN COMPAÑÍA ANÓNIMA, con motivo de las objeciones formuladas
entre otras contra el crédito de la General Electric Company, por el Sindicato Profesional de Trabajadores de
Radio, Teatro, Cine, Televisión y Afines del Distrito Federal y Estado Miranda en nombre de los trabajadores
que prestaron servicio a la sociedad fallida, la Corte Superior Segunda en lo Civil y Mercantil de la
Circunscripción Judicial del Distrito Federal y Estado Miranda, dictó sentencia el 4 de junio de 1.970 –
confirmatoria de la de Primera Instancias– por la cual declaró sin lugar las aludidas objeciones.

Contra la expresada sentencia de la alzada, la parte objetante del crédito anunció recurso de casación
que, luego de oído en acatamiento del respectivo recurso de hecho fue oportunamente formalizado e
impugnado.

Hecha relación de las actas procesales pertinentes y cumplidas las demás formalidades legales, pasa en
consecuencia esta Corte a dictar su fallo.

RECURSO DE FORMA

–I–

Se denuncia, en primer término, la infracción del artículo 162 del Código de Procedimiento Civil, por no
haber resuelto la recurrida una de las impugnaciones hechas al crédito de la contraparte.

“A juicio de la abogada formalizante, la denuncia procede por cuanto (la recurrida) no decidió
nada acerca del punto planteado tanto en el escrito de impugnación de los privilegios, como en
los informes presentados contra la reserva de dominio alegado por la General Electric
Company de E.U. de que se ‘…estaba aplicando al comprador la carga adicional del privilegio
de reserva de dominio que concede la Ley especial venezolana’ y en cambio, la obligación
principal, había decidido la recurrida, se regía por la Ley del lugar en donde fue celebrado el
contrato (E.U.) y ‘podría así (la General Electric Company de E.U.) desconocer la Ley
venezolana en lo que no la favoreciera’ por lo que se ‘rompería el equilibrio entre las partes
contratantes’. Además aunque se aceptara la teoría sobre el predominio de la voluntad de las
partes contratantes para determinar la Ley que debe regir las obligaciones derivadas del
contrato, hay que señalar que en este caso, las partes convinieron expresamente en que la
obligación principal del contrato se regirá por las leyes del Estado de New York, E.U. y en
cambio la garantía sería regida por las leyes venezolanas. Esta división entre la obligación
principal y su garantía es ilegal, ya que es un principio de derecho que lo accesorio debe
seguir la misma suerte que lo principal, y nunca una garantía puede ser más gravosa que la
obligación principal”.
La Sala, para resolver observa:

Los jueces de la recurrida no incurrieron en verdad en la emisión de pronunciamiento que la


formalización les imputa con respecto a la primera impugnación formulada contra el crédito mencionado en la
denuncia.

En efecto:

En el Capítulo I de su fallo los jueces reproducen la primera objeción que la parte ahora recurrente
formuló contra el expresado crédito, y, al respecto expresan:

“a) Alega, en primer término, la objetante del privilegio del crédito hecho valer en el
procedimiento de quiebra de C.A. Canal Once de Televisión, por General Electric Company
Ige Export Division, que dado el carácter territorial de la Ley de Ventas con Reserva de
Dominio, sólo es aplicable a los domiciliados en Venezuela, y la General Electric Company
en ningún momento ha estado domiciliada en territorio venezolano, por cuya razón, la
aplicación de esa Ley resulta violatoria del principio de territorialidad y soberanía del país, y
rompe el equilibrio entre las partes contratantes, por cuanto, en virtud de las leyes, y de los
tratados internacionales, el comprador soportaría la carga adicional representada por el
privilegio de la reserva de dominio, y el vendedor no estaría sujeto a esta Ley territorial,
pudiendo desconocería en lo que no le resulte favorable, en virtud del artículo 240 del Código
Internacional de Derecho Privado (Código Bustamante), que establece: ‘La forma de los
contratos y actos mercantiles se sujeta a la ley territorial’, y el contrato de venta que se invoca
fue celebrado en Nueva York, Estados Unidos de Norte América”.

Seguidamente los sentenciadores analizan el contrato de venta con reserva de dominio celebrado por
General Electric Company y Canal Once de Televisión, y encuentra que, según lo convenido en la cláusula
primera, las partes resolvieron subordinarlo, a las leyes del Estado de Nueva York, Estados Unidos de América,
salvo en lo referente a la garantía de reserva de dominio a favor de la vendedora, que fue sometida a la Ley
venezolana.

Después de estos planteamientos los jueces analizan la validez de dicha estipulación a la luz de nuestros
preceptos de Derecho Internacional, para llegar a la conclusión de “que Venezuela en materia de ventas
mercantiles admite (artículo 116 del Código de Comercio) el principio de derecho internacional privado de la
autonomía de la voluntad, o sea, de la facultad de las partes contratantes para determinar la Ley aplicable a sus
convenciones, la que constituye, por lo demás, solución aceptada por los Estados que integran la comunidad
jurídica internacional…”.

Fundada en estos razonamientos, la Corte de Instancia declaró improcedente la objeción hecha “al
privilegio del crédito por saldo de precio de los equipos vendidos a la sociedad fallida, consistente en la reserva
de dominio sobre éstos…por cuanto esa garantía fue expresamente sometida por las partes a las Leyes de
Venezuela”.

Hubo, por lo consiguiente, decisión, expresa, positiva, y precisa sobre la alegación pretendidamente
dejada de resolver, sin que en un recurso de forma como el presente sea dado revisar la legalidad del
pronunciamiento mismo, ya que esa cuestión sería materia de un recurso de fondo.

Por lo tanto, se declara improcedente la denuncia analizada.

– II –
Se denuncia, de nuevo, la infracción del artículo 162 del Código de Procedimiento Civil, porque, en
sentir de la abogada formalizante, la recurrida “no decidió sobre el punto planteado… en el escrito de
impugnación contra el privilegio aducido por la General Electric Company de E.U., acerca de que no se
cumplieron con los requisitos señalados en el aparte b) del artículo 5° de la Ley de Ventas con Reserva de
Dominio “…y será extendido (el contrato) cuando menos en dos ejemplares…”, requisito esencial y de
obligatorio cumplimiento para el que pretenda aplicar la Ley especial señalada, ya que el encabezamiento de ese
artículo dice: “Los contratos de venta con reserva de dominio, solo tendrán efectos respecto a terceros, cuando
se cumplan los requisitos siguientes…”.

La Sala observa:

En el escrito contentivo de las objeciones formuladas por la parte ahora recurrente contra el crédito de la
General Electric Company, no aparece ninguna que se hubiera fundamentado concreta y específicamente en el
alegato de que el contrato originario del crédito no se hubiera otorgado por lo menos en dos ejemplares.

Encuentra esta Sala que lo realmente alegado por la parte objetante del crédito como segunda y tercera
defensas, fue que el contrato de venta con reserva de dominio no constaba en documento auténtico, o
legalmente reconocido, o de fecha cierta, como lo exige la Ley venezolana, y, por lo tanto, no era oponible a
terceros, al tenor de lo previsto en el aparte b) del artículo 5° de la Ley sobre Ventas con Reservas de Dominio y
que, por otra parte, las formalidades previstas por la Ley venezolana debían cumplirse en el mismo momento o
fecha de la celebración del contrato, o al menos antes de la entrega de los equipos a loa compradora, ante
funcionarios venezolanos, y que por cuanto dicho contrato había sido presentado ante el Consulado Venezolano
en Nueva York el 15 de febrero de 1.968, la reserva de dominio carecía de valor, a tenor del artículo 945 del
Código de Procedimiento Civil, habida cuenta de la época de cesación de pagos.

Para desarrollar dichas defensas, parte objetante del crédito da por establecidas, gratia argüendi, varias
premisas, entre ellas la de que cada parte hubiera tenido un ejemplar del contrato, pero esta Sala considera que
esa mención incidental, hecha solamente para fundamentar el alegato relativo al no otorgamiento oportuno del
acto ante funcionario público venezolano, no constituye una defensa separada y específica que los
sentenciadores debían resolver en forma particularizada.

Por lo tanto, se desecha la denuncia examinada.

– III –

Afirma la abogada formalizante que la recurrida incurrió en la infracción señalada en el ordinal 2° del
artículo 421 del Código de Procedimiento Civil, porque debió haber decretado la reposición de la causa para
que fuera corregida la falta de procedimiento en que a su vez incurrió el Juez de Primera Instancia al no fijar, no
obstante haberse reservado hacerlo por auto separado, la época en que comenzó la cesación de pagos.

Considera la formalizante que el Juez de la causa ha debido hacer esa fijación dentro del término
previsto en el artículo 20 del Código de Procedimiento Civil, so pena de incurrir en absolución de instancia al
tenor del artículo 162 ejusdem, y en lo mismo incurrió la sentencia recurrida cuando estableció que a tenor de lo
dispuesto en el artículo 936 del Código de Comercio, a falta de fijación especial, se entenderá que la cesación
de pagos principió en la misma fecha de la declaración de quiebra, porque en el caso concreto la cesación de
pagos había comenzado muchos meses antes de la sentencia declaratoria de la quiebra.

Añade la formalizante que la referida omisión del Tribunal a quo, no subsanada por la recurrida, es una
grave falta de procedimiento, ya que el mismo Tribunal no hizo la fijación de la cesación de pagos y ella no
puede suplirse aplicando el citado artículo 936, omisión que menoscabó el derecho de defensa de la parte
objetante del crédito.
Concluye la formalizante afirmando que por cuanto esa grave falta no fue subsanada por la recurrida, a
pesar de ser de orden público, es por lo que solicita de esta Corte que reponga el procedimiento al estado de que
dicha falta sea subsanada.

La Sala observa:

Cuando el Juez de la alzada no repone el proceso al estado de que sea dictada nueva sentencia por el
Tribunal de la instancia inferior, por hallarse la emitida por éste inficionada por un vicio de forma, la infracción
en que, tal hipótesis, podría incurrir el Tribunal Superior, no sería evidentemente la de absolución de la
instancia, sino, en todo caso, en la de los pertinentes textos legales que regulan la procedencia de la nulidad y
reposición de los actos procesales.

La absolución de instancia en un vicio diferente que se caracteriza por el hecho de que el Juez,
contrariando su deber fundamental de “decir el derecho” se abstiene de absolver o condenar, y deja así indecisa
la suerte de la litis en espera de nuevos elementos probatorios.

En el caso concreto, los sentenciadores de la alzada no incurrieron en ese vicio, puesto que dictaron
decisión definitiva sobre la incidencia de calificación de créditos que a su conocimiento le fue sometida por
efecto del recurso de apelación, y declararon, con respecto al punto concreto referente a la época de cesación de
pagos, que debía entenderse que ésta comenzó en la misma fecha de la declaración de quiebra, en vista de que
no había sido fijada por el Juez de la causa.

Por otra parte, como esta Sala no es un Tribunal de instancia, no le corresponde decretar la reposición
del proceso al estado de subsanar la pretendida falta de fijación de la época de cesación de pagos. La reposición,
de ser procedente, no podría ser ordenada sino por el Tribunal de Reenvío y por efecto de la declaratoria con
lugar, que hiciera esta Sala, de denuncias de infracción de los pertinentes textos legales que establecen los casos
en que procede la reposición, ninguno de los cuales ha sido denunciado en la formalización.

Por lo tanto, se declara improcedente la denuncia de infracción del artículo 162 del Código de
Procedimiento Civil.

RECURSO POR INFRACCIÓN DE LEY

– IV –

Se denuncia la infracción del artículo 116 del Código de Comercio, el cual establece: “Todos los actos
concernientes a la ejecución de los contratos mercantiles celebrados en país extranjero y cumplideros en
Venezuela, serán regidos por la Ley Venezolana, a menos que las partes hubieran acordado otra cosa”.

Alega la parte formalizante que la recurrida decidió que la voluntad de las partes determinaba la
aplicación de la Ley del Estado de Nueva York, E.U. a la obligación principal del contrato celebrado por la
General Electric Company de E.U. con la fallida, y la aplicación de la Ley venezolana para parte del mismo
contrato, en lo que se refería a la garantía.

La formalizante considera ilegal la división de un contrato entre la obligación principal y su accesorio,


en cuanto al ordenamiento legal que los debe regir, porque con ello se viola un principio general de derecho, y
lo correcto es que el contrato señalado debe estar regido en su totalidad (si se está de acuerdo con el criterio de
que la voluntad determina el régimen legal aplicable) por la Ley del Estado de Nueva York, E.U.

De lo expuesto, deduce la formalizante que la recurrida infringió el artículo 116 del Código de
Comercio, y afirma luego que es principio general de derecho, aplicado en nuestra legislación, el de que lo
accesorio sigue la misma suerte que lo principal.
La Sala observa:

El punto relativo a cuál o cuáles ordenamientos jurídicos debían regir los efectos del contrato de compra-
venta con reserva de dominio, cumplidero en Venezuela, y celebrado en la ciudad de Nueva York, Estados
Unidos de América, por la sociedad fallida y la General Electric Company, fue resuelto por los jueces de la
recurrida en el sentido de que nuestro sistema jurídico admite, en materia de contratación mercantil e
internacional, el principio de derecho internacional privado de la autonomía de la voluntad, conforme al cual las
partes contratantes gozan de la facultad de determinar la Ley aplicable a sus convenciones, principio que, por lo
demás, al decir de los mismos juzgadores, es solución aceptada por los Estados que integran la comunidad
jurídica internacional.

Dicen textualmente los sentenciadores:

“Consta de autos, original debidamente traducido al idioma castellano, el contrato de compra-


venta con reserva de dominio, celebrado en la ciudad de Nueva York, Estados Unidos de
Norte América, el 25 de agosto de 1.965, entre la General Electric Company Ige Export
Division, compañía anónima legalmente constituida y existente de acuerdo con las Leyes del
Estado de Nueva York, Condado y Estado del mismo nombre del citado país, y Canal Once de
Televisión, C.A., compañía anónima constituida con arreglo a las Leyes de la República de
Venezuela”.

“De conformidad con la Cláusula Primera de ese contrato de venta a crédito, fue voluntad
expresa de las partes subordinarlo a las Leyes del Estado de Nueva York, Estados Unidos de
América, salvo en lo referente a la garantía que la compradora constituyó en favor de la
vendedora, que fue la reserva de dominio, pues ella y de acuerdo con dicha Cláusula Primera,
quedó sometida para su validez a la Ley venezolana, en razón de que los equipos adquiridos
según ese contrato debían ser trasladados e instalados en Venezuela, como en efecto así
ocurrió. Quedó así, pues dicho contrato, por voluntad de las partes, vinculado a dos
ordenamientos jurídicos coexistentes y vigentes en la República de Venezuela y en el Estado
de Nuevo York, Estados Unidos de Norte América”.

“Ahora bien, dispone el artículo 8° del Código de Procedimiento Civil, que en la aplicación de
la Ley se tomará en cuenta en primer término ‘los tratados públicos de Venezuela con la
Nación respectiva, en cuanto al punto en cuestión’, pero como Venezuela no tiene celebrado
con Estados Unidos de Norte América ningún convenio internacional para regular los
problemas de Derecho Internacional privado que puedan surgir con motivo de los contratos de
compra-venta; y tampoco es aplicable las normas del Código de Bustamante, por no ser Los
Estados Unidos de Norte América parte de dicha convención de La Habana, donde fue
suscrito en 1.928, es preciso resolver la cuestión dentro de las directrices de la propia
legislación venezolana que remite en el artículo 8° del Código de Procedimiento Civil a lo que
sobre la materia disponen las Leyes de la República”.

“Ahora bien, nuestro sistema de Derecho Internacional Privado no consagra normas


específicas aplicables a los contratos de compra-venta concertados o sometidos a varios
ordenamientos jurídicos vigentes y simultáneos, entonces a tenor del referido precepto 8° del
Código de Procedimiento Civil, es necesario tener presente ‘las que se desprenda de la mente
de la legislación patria’”.

“Esta búsqueda sobre el derecho aplicable nos conduce a una norma de Derecho Internacional
Privado en el sistema venezolano, que es el artículo 116 del Código de Comercio, el cual
establece: ‘Todos los actos concernientes a la ejecución de los contratos mercantiles
celebrados en país extranjero y cumplideros en Venezuela, serán regidos por la Ley
Venezolana, a menos que las partes hubieran acordado otra cosa’, según la cual en los
contratos mercantiles impera la autonomía de la voluntad de los contratantes para someterlos
en forma expresa o implícita a los ordenamientos jurídicos que escojan y que impondrán
también sus normas de carácter prohibitivo o imperativo”.

“Esta tesis es la que prevalece en forma pacífica en el campo doctrinario, como se evidencia
de las numerosas citas que ilustran al fallo apelado, que la Corte reproduce y hace suyas, y las
cuales evidencian que la única discrepancia entre ellas se plantea en cuanto a los límites de la
autonomía de la voluntad de los contratantes, pues mientras algunos autores se pronuncian por
una libertad ilimitada de escogencia, otros afirman que ella puede recaer únicamente sobre los
ordenamientos jurídicos particularmente vinculados con el contrato; y también en cuanto a
cuál sería el régimen aplicable en el caso de que las partes no hubieran determinado la Ley
competente para regir el contrato”.

“En el caso de autos no se da la última hipótesis porque en el contrato celebrado entre las
partes claramente se expresa la voluntad de aquéllas de someterlo al ordenamiento jurídico del
Estado de Nueva York, en su generalidad y al de Venezuela, por lo que respecta a la garantía
de reserva de dominio”.

“Cabe señalar que el principio de autonomía de la voluntad para determinar la Ley competente
en la materia específica de venta internacional de bienes muebles, como lo señala la sentencia
apelada, fue expresamente reconocido en el artículo 8° de la Ley Uniforme sobre Venta
Internacional de Bienes Muebles, aprobada por la Conferencia de La Haya de 1.964, y que la
Resolución adoptada en Río de Janeiro por el Comité Jurídico Interamericano el 22 de
septiembre de 1.967, suscrita por el Representante de Venezuela, estableció que esa Ley
Uniforme ‘constituye un documento que satisface las necesidades de los países americanos en
la materia’ y ‘sus soluciones se ajustan a los principios que informan importantes tratados
americanos, tales como el Código de Bustamante y los Tratados de Montevideo”.

“La recurrida concluye sosteniendo ‘que Venezuela en materia de ventas mercantiles admite
(artículo 116 del Código de Comercio) el principio de Derecho Internacional Privado de la
autonomía de la voluntad, o sea, de la facultad de las partes contratantes para determinar la
Ley aplicable a sus convenciones, la que constituye, por lo demás, solución aceptada por los
Estados que integran la comunidad jurídica internacional”.

Ahora bien, juzga esta Sala que los anteriores razonamientos de la recurrida son correctos, porque, en
ausencia de tratados internacionales y de disposición expresa de la Ley nacional que hubiera regulado la
materia, como ocurre en el presente caso, debe acudirse al tenor de lo previsto en el artículo 8° del Código de
Procedimiento Civil, a lo que se desprende de la mente de la legislación patria.

Y como lo que desprende de la mente de la legislación patria en materia de contratación mercantil


internacional, es que la voluntad de las partes contratantes es bastante para determinar la legislación aplicable,
según la orientación acogida en el artículo 116 del Código de Comercio para la ejecución de contratos
celebrados en el extranjero y cumplideros en Venezuela, forzoso es concluir que la doctrina de la recurrida está
ajustada a derecho.

Por otra parte, en la doctrina de Derecho Internacional Privado ha surgido divergencia con respecto a la
posibilidad de que las partes escojan un ordenamiento jurídico desvinculado de la relación contractual; pero en
modo alguno, la doctrina considera ilícito que las partes, en ejercicio de su libre voluntad, subordinen las
obligaciones principales de un contrato a determinada legislación, y, a otra, la obligación referente a la garantía.
Tampoco en el texto del artículo 116 del Código de Comercio existe disposición alguna que considere
ilegal la expresada división, y si bien es principio de derecho que lo accesorio sigue la suerte de lo principal, la
vigencia de tal principio no puede prevalecer sobre la voluntad autónoma de las partes que expresamente han
convenido en lo contrario manteniéndose dentro de los límites impuestos por el orden público y las buenas
costumbres.

Por todo lo expuesto, se declara improcedente la denuncia examinada.

–V–

Se denuncia la infracción por la recurrida del artículo 240 del Código de Bustamante.

Expone la formalizante que dicha infracción se consumó cuando la recurrida declaró que debía aplicarse
el artículo 116 del Código de Comercio, en cuanto a que en el contrato celebrado por la General Electric
Company y con la fallida, privaba lo convenido por las partes en relación con el ordenamiento jurídico que
debía regir, porque, en el supuesto negado de que fuera válida la división entre la obligación principal y la
garantía, de todas maneras la Ley aplicable a todo contrato debía ser la del Condado de Nueva York, ya que el
artículo 240 del Código de Bustamante es una Ley especial referente a la manera de resolver los problemas de
Derecho Internacional y debe ser aplicado aunque Estados Unidos no haya firmado dicho Código, pues para
Venezuela sí es norma vigente. También se argumenta que como el citado artículo 240 sujeta la forma de los
contratos y actos mercantiles a la Ley territorial, el contrato celebrado por la fallida con la General Electric
Company lo fue en la ciudad de Nueva York, y esa es la Ley que debe regirlo.

La Sala observa:

El artículo 240 del Código de Derecho Internacional Privado (Código de Bustamante), establece:

“La forma de los contratos y actos mercantiles se sujeta a la Ley territorial”.

Salta a la vista que este texto de Derecho Internacional dispone que la forma de los contratos y actos
mercantiles está regida por la ley territorial. O sea, que esta norma ha acogido el principio locus regit actum,
conforme al cual las formalidades y solemnidades del acto jurídico se sujetan a la Ley del lugar donde se
celebra.

Ahora bien, el dispositivo de que la Ley local rige la forma de los contratos y actos mercantiles, no pudo
ser infringido por los sentenciadores cuando establecieron que las partes contratantes, en ejercicio de la
autonomía de la voluntad, podían determinar el sistema jurídico aplicable a sus convenciones, porque con tal
declaratoria los juzgadores no se estaban refiriendo obviamente a la forma del contrato sino a su validez
intrínseca o sustancial que es algo completamente distinto.

Por lo demás, los sentenciadores de la alzada hacen en su fallo declaratoria expresa de que, por haber
sido celebrado el contrato en cuestión en la ciudad de Nueva York, “las formalidades para darle autenticidad
son las que prescriben las leyes del Estado de Nueva York, por aplicación de la regla del artículo 11 de nuestro
Código Civil”. Ello revela que la recurrido, en todo caso, no desconoció lo que establece para la forma de los
contratos y actos mercantiles.

Por lo expuesto, se declara improcedente la denuncia examinada.

– VI –
Se denuncia la infracción por la recurrida del aparte b), del artículo 5° de la Ley de Ventas en Reserva de
Dominio.

Dice la formalizante que aún si se aceptara que el contrato celebrado por la General Electric Company
con la fallida se rija por la Ley venezolana en cuanto a la garantía de reserva de dominio, como lo resolvió la
recurrida, ésta infringió la disposición legal denunciada, por cuanto dicho contrato no cumplió con las
formalidades establecidos en ese artículo:

“Los contratos de venta con reserva de dominio sólo tendrán efecto respecto a terceros,
cuando se cumplan los requisitos siguientes: ….. b) El documento respectivo deberá ser
autenticado, legalmente reconocido o simplemente de fecha cierta, será extendido por lo
menos en dos ejemplares, uno para el vendedor y otro para el comprador. A los efectos de
darle fecha cierta al respectivo documento, cualquiera de las partes podrá presentar para su
archivo en un Juzgado o Notaría del domicilio del vendedor un ejemplar de aquél, firmado por
los otorgantes”.

Alega la recurrente que el referido contrato de venta con reserva de dominio no se expendió en dos
ejemplares, y tampoco ese contrato fue autenticado, reconocido o de fecha cierta, como lo ordena la Ley
especial, porque de la legalización hecha de las firmas de los funcionarios norteamericanos que suscriben dicho
contrato ante el Cónsul Venezolano, no puede sacarse como conclusión el cumplimiento de las formalidades
exigidas por la Ley especial, ya que esta Ley es de aplicación estrictamente territorial y las referidas
formalidades han debido cumplirse ante las autoridades venezolanas oportunamente para evitar el fraude a
terceras personas que, en el caso de la quiebra, es contemplado por el artículo 945 del Código de Comercio.

Agrega la formalizante que el expresado contrato no ha sido presentado para su archivo ante ninguna
autoridad, y que si se acepta el criterio de la recurrida basado en el artículo 11 del Código de Procedimiento
Civil, en concordancia con los artículos 1.357, 1.366 y 1.369 del Código Civil, nos encontramos un documento
al que solo se le ha dado fecha cierta y de todos modos no se han cumplido los requisitos de la Ley de Ventas
con Reserva de Dominio en cuanto a esa fecha cierta: “A los efectos de darle fecha cierta al respectivo
documento, cualquiera de las partes podrá presentar para su archivo en un Juzgado o Notaría del domicilio del
vendedor un ejemplar de aquél, firmado por los otorgantes”, ya que la mención “certificado archivado en el
Condado de Nueva York” de la nota que el funcionario norteamericano puso al contrato, se refiere a la
matrícula que le fue conferida para ejercer como Notario.

Añade la formalizante que si se acepta que las partes se subordinen y convengan en la aplicación de la
Ley especial de un país voluntariamente y en forma expresa, como en el presente caso lo decide la recurrida, se
obligan igualmente a cumplir los requisitos y formalidades especiales que dicha Ley señale.

La Sala observa:

En cuanto se refiere a la primera parte de la denuncia, donde se alega que el indicado contrato de
compra-venta con reserva de dominio no fue extendido en dos ejemplares, cabe advertir que esta defensa de
hecho no fue aducida oportunamente por la parte impugnante del crédito cuando debió hacerlo, como se dejó
sentado en el Capítulo II de este fallo, razón por la cual la recurrida no contiene pronunciamiento alguno a este
respecto, ni tampoco le corresponde a esta Corte dictarlo, ya que las cuestiones de hecho deben venir
establecidas por la instancia, a fin de que la Casación ejerza su función censora en cuanto a la incorrecta
aplicación del derecho a su falta de aplicación.

Por ello, esta Corte ha reiterado en numerosos fallos que es inadmisible plantear ante ella una pretendida
infracción alegando por primera vez una defensa de hecho que no se hizo valer oportunamente por ante los
jueces de mérito.
No fue infringido, en consecuencia, el texto legal denunciado, por el primer motivo alegado en la
formalización,

En cuanto al otro fundamento de la denuncia, o sea, que el cuestionado contrato de venta con reserva de
dominio no fue autenticado, ni reconocido o de fecha cierta, como lo exige el aparte b), del artículo 5° de la Ley
de Ventas con Reserva de Dominio, para que pueda producir efectos contra terceros, debe declararse que dicho
fundamento debe ser desechado por improcedente.

En efecto, los jueces de la recurrida, ejerciendo en este caso la facultad que la Ley les acuerda para
establecery apreciar los hechos, examinaron las formalidades cumplidas en la celebración del expresado
contrato, realizadas en el Estado de Nueva York, Estados Unidos de América, y llegaron a la conclusión de que:

“ese documento tiene el carácter de instrumento reconocido conforme a lo dispuesto en el


artículo 1.366 del Código Civil, y tiene fecha cierta desde el 25 de agosto de 1.965; y por estar
debidamente legalizado, como ordena el artículo 1.923 del Código Civil, en concordancia con
el artículo 402 del Código de Bustamante, surte plenos efectos probatorios en Venezuela y así
se declara”.

“Y por cuanto conforme a la letra b) del artículo 5° de la Ley de Ventas con Reserva de
Dominio, la reserva puede comprobarse mediante documento legalmente reconocido, y el
instrumento presentado por la General Electric Company Ige Division Export tiene ese
carácter, forzoso es concluir que el privilegio alegado por dicha firma sobre los equipos
vendidos por ella a C.A. Canal Once Television, en proceso de quiebra, está legalmente
constituido y es válido en Venezuela, lo que hace improcedente la objeción fundada en que el
instrumento no llena los requisitos establecidos por la Ley venezolana para su validez”.

De manera que si, como lo establecieron soberanamente los sentenciadores, el contrato de venta con
reserva de dominio está contenido en instrumento privado reconocido, es evidente que los jueces no incurrieron
en error cuando lo declararon apto para comprobar la reserva de dominio en él contenida, dado que este tipo de
garantía puede ser constituida, entre otros medios, por documento legalmente reconocido como lo permite el
citado aparte b) del artículo 5° de la Ley de Ventas con Reserva de Dominio.

Tampoco fue infringido, en consecuencia, este texto legal, por el segundo fundamento esgrimido en la
denuncia.

Todo lo cual hace que ésta deba ser declarada improcedente.

– VII –

Con fundamento en el ordinal 3° del artículo 435 del Código de Procedimiento Civil, la formalizante
denuncia la infracción del artículo 1.366 del Código Civil, alegando además haber incurrido los sentenciadores
en el falso supuesto de haber atribuido a un instrumento menciones que no contiene, y en el de dar por
demostrado un hecho con pruebas que no aparecen en autos.

Dice textualmente la formalizante:

“La sentencia recurrida incurrió en la infracción contemplada en el artículo 435, ordinal 3°,
del Código de Procedimiento Civil o sea falso supuesto al decidir que el contrato celebrado
entre la General Electric Company de E.U. y la fallida: ‘… en consecuencia, este documento
(se refiere al contrato señalado) … tiene fecha cierta desde el 25 de agosto de 1.965...’ y este
supuesto de la sentencia recurrida que he citado es falso ya que no se cumplieron ni siquiera
los requisitos del artículo 1.369 del Código Civil como pretende alegarlo la sentencia
recurrida y menos todavía con las formalidades establecidas en la Ley de Ventas con Reserva
de Dominio: ‘presentar para su archivo en un Juzgado o Notaría del domicilio del vendedor,
un ejemplar de aquél (el contrato)…’. Por cuanto es una Ley especial con formalidades
específicamente señaladas para que un contrato con reserva de dominio tenga validez respecto
a terceros, es por lo que no se puede aplicar el principio general alegado en la sentencia
recurrida del artículo 11 del Código Civil. La sentencia recurrida al decir que ese contrato
tiene fecha cierta, le está atribuyendo a un instrumento la existencia de menciones que no
contiene y dando por demostrado un hecho con pruebas que no aparecen en autos”,

La Sala observa:

Los jueces de la recurrida establecieron efectivamente que el referido contrato de compra-venta con
reserva de dominio tenía fecha cierta desde el 25 de agosto de 1.965, día en que sus otorgantes –según la
apreciación de la recurrida– lo suscribieron y juraron ante un Notario del Estado de Nueva York, Estados
Unidos de América, quien tenía facultades para “tomar prueba, reconocimiento o juramento”.

Ahora bien, considera esta Sala que la apreciación sobre la fecha cierta del instrumento que los jueces
formularon en este caso después de analizar las formalidades del acto y la autoridad del funcionario que lo
presenció, no caracteriza el fallo supuesto de atribuir menciones inexistentes a un documento, porque se trata en
realidad no de un hecho que los sentenciadores hubieran establecido atribuyendo al documento menciones no
contenidas en él, sino de una conclusión jurídica sobre la naturaleza del instrumento, a que llegaron mediante la
aplicación del derecho a los hechos por ellos comprobados.

Tampoco existe el falso supuesto de haber dado por demostrado un hecho con pruebas que no constan en
los autos, porque, además de tratarse de una conclusión jurídica, la apreciación sobre la fecha cierta se
fundamentó en todo caso en el examen que los jueces hicieron del respectivo instrumento, cuya existencia en
los autos la parte recurrente en ningún momento ha cuestionado.

Por otra parte, la pretendida infracción del artículo 1.369 del Código Civil, referente a los modos como
adquieren fecha cierta los documentos privados, aparece esencialmente vinculada por la formalizante con
determinadas formalidades que, según ella, exige la Ley de Ventas con Reserva de Dominio para que la reserva
tenga efecto contra terceros (presentación para su Archivo en un Jurado o Notaría de un ejemplar del contrato a
fin de que tenga fecha cierta); pero es el caso que la formalizante no ha indicado cuál es el artículo de la
mencionada Ley especial cuyo incumplimiento condujo a su vez a la infracción del artículo 1.369 del Código
Civil.

Dicha denuncia carece, por lo tanto, de la debida fundamentación, puesto que no aparece ajustada a los
requerimientos del artículo 429 del Código de Procedimiento Civil.

En todo caso, si lo que la formalizante ha deseado plantear es que el contrato contentivo de la reserva de
dominio no tiene fecha cierta por no haber sido consignado un ejemplar del mismo para el Archivo del Juzgado
o Notaría ante quien se produzca, como lo prevé el aparte b) del artículo 5° de la Ley especial mencionada, cabe
observar que ese no es el único modo de hacer producir efectos contra terceros, pues el mismo texto legal le da
igual validez cuando el contrato consta de documento auténtico o legalmente reconocido. Y en el presente caso,
los sentenciadores consideraron, ejerciendo su soberanía para apreciar las pruebas, que se trataba de un
documento reconocido ante un Notario.

Por todo lo expuesto, se declara improcedente esta denuncia.

– VIII –
Sostiene la formalizante que la recurrida incurrió en la infracción prevista en el ordinal 2° del artículo
435 del Código de Procedimiento Civil y violó el aparte b), del artículo 5° de la Ley de Ventas con Reserva de
Dominio, cuando le atribuyó al ya mencionado contrato de venta con reserva de dominio el carácter de
documento reconocido.

Considera la recurrente que esa apreciación de los sentenciadores, fundada en el examen que hicieron de
la nota estampada al pie de dicho contrato por el Notario norteamericano, es errónea porque en la referida nota
no hay mención alguna de la existencia de los dos ejemplares exigidos por el arparte b), artículo 5° de la Ley de
Ventas con Reserva de Dominio, la cual debió ser cumplida a la letra si se acepta que es la que rige el contrato
señalado en cuanto a la garantía, y no se puede pretender que para las formalidades que se debieron cumplir sea
válida la aplicación de normas de carácter general contempladas por nuestra Ley, ya que si las partes convienen
en la aplicación de la Ley especial de un país, se obligan igualmente a cumplir con sus requisitos y formalidades
especiales.

Concluye la formalizante sosteniendo que la recurrida le dio a una prueba que no reunía los requisitos
exigidos por la Ley, los efectos que ésta le atribuye como si estuviera debidamente hecha.

La Sala observa:

El fundamento de la presenta denuncia descansa en la alegación de que la recurrida apreció como


documento reconocido el que contiene el expresado contrato de venta con reserva de dominio, a pesar de que en
la nota estampada a su pie por el Notario norteamericano ante quien se otorgó, “no existe mención alguna de la
existencia de los dos ejemplares exigidos por la Ley de Ventas con Reserva de Dominio, en el aparte b) del
artículo 5°, circunstancia por la cual el mencionado documento no reunía los requisitos exigidos por la Ley y no
podía atribuírsele por ende los efectos probatorios que la Ley prevé para el caso de que hubiera sido
regularmente otorgado.

Ahora bien, el aparte b) del artículo 5° de la Ley de Ventas con Reserva de Dominio dispone que los
contratos de venta con reserva de dominio sólo tendrán efectos respecto a terceros cuando, entre otros
requisitos, cumplan con el de haber sido extendido en dos ejemplares el documento respectivo: uno para el
vendedor y otro para el comprador.

Pero cabe advertir que el citado texto legal no exige que el funcionario que de fe del acto, deba dejar
constancia o mención expresa en el propio documento de la circunstancia de que el contrato hubiera sido
extendido en dos ejemplares. Las formalidades son de derecho estricto, por lo que no cabe exigir sino las
expresa y limitativamente previstas en la Ley. El requisito exigido es que el contrato haya sido extendido en dos
ejemplares, y fue cumplido en el presente caso, ya que en el contrato aparece la mención de que fue hecho en
tres ejemplares, lo cual ha podido constatar esta Sala dada la índole de la denuncia.

Pudo, en consecuencia, la recurrida darle efectos legales contra terceros al contrato en cuestión, sin que
con ello incurriera en la infracción alegada.

Por lo tanto, se declara improcedente esta denuncia.

DECISIÓN

Por las razones expuestas, esta Corte Suprema, en Sala de Casación Civil, Mercantil y del Trabajo,
administrando justicia en nombre de la República y por autoridad de la Ley, declara sin lugar el presente
recurso. Se exime de las costas a la parte recurrente porque, dada la complejidad de la materia, tuvo motivos
racionales para intentar el recurso.

Publíquese y regístrese. Bájese el expediente.


Dada, firmada y sellada en el Salón de Audiencias de la Sala de Casación Civil, Mercantil y del Trabajo
de la Corte Suprema de Justicia, en Caracas, a los veintisiete días del mes de abril de mil novecientos setenta y
uno. Años: 162° de la Independencia y 113° de la Federación.

El Presidente de la Sala
Carlos Acedo Toro.
El Vicepresidente y Ponente,
Carlos Trejo Padilla.
Los Magistrados,
J.R. Duque Sánchez.
Ignacio Luis Arcaya.
R. Rodríguez Méndez.
El Secretario,
C. Alcalá Erminy.

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