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Capitulo Del Trabajo de La Constitucion Nacional de Panama

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Gisell Forth

Capítulo 7 de la CN. Régimen Ecológico.

Artículo 118. Es deber fundamental del Estado garantizar que la población viva
en un ambiente sano y libre de contaminación, en donde el aire, el agua y los
alimentos satisfagan los requerimientos del desarrollo adecuado de la vida
humana.

Artículo 119. El Estado y todos los habitantes del territorio nacional tienen el
deber de propiciar un desarrollo social y económico que prevenga la
contaminación del ambiente, mantenga el equilibrio ecológico y evite la
destrucción de los ecosistemas.

Artículo 120. El Estado reglamentará, fiscalizará y aplicará oportunamente las


medidas necesarias para garantizar que la utilización y el aprovechamiento de la
fauna terrestre, fluvial y marina, así como de los bosques, tierras y aguas, se
lleven a cabo racionalmente, de manera que se evite su depredación y se
asegure su preservación, renovación y permanencia.

Artículo 121. La Ley reglamentará el aprovechamiento de los recursos naturales


no renovables, a fin de evitar que del mismo se deriven perjuicios sociales,
económicos y ambientales.

Básicamente este capítulo nos habla sobre el derecho que tenemos a un


ambiente sano y en como el legislador lo desarrolló para que tengamos un
desarrollo sustentable que este en consonancia con el medio ambiente. El
estado debería garantizarnos este derecho a vivir en un ambiente libre de
contaminación donde se nos garantice un aire puro, agua potable y alimentos
que satisfagan nuestras necesidades y nos garanticen una buena calidad de
vida. Sin embargo, las condiciones de vida en Panamá (y en toda Latinoamérica),
son lejanas a las condiciones dignas medioambientales reconocidas legalmente
por el Estado. A través de proyectos de generación de energía, de extracción
minera, comerciales de infraestructura y habitacionales, hoy en día, las tierras
están siendo explotadas en forma intensiva hasta agotarlas y obligando al
campesino a emigrar hacia zonas urbanizadas en busca de empleo a falta de
campo para trabajar, produciendo sobrepoblación en la capital lo que no ayuda
para nada al medio ambiente. Entonces a mi parecer es necesario que el Estado
sea más riguroso en cuanto a la aplicación de la normativa ambiental, pero esto
va en contra de los intereses de los grandes empresarios ya que según ellos
frena la inversión en sectores claves para la economía. Sin embargo, todo
proyecto comercial de desarrollo, con impacto ambiental en áreas definidas, que
se lleve a cabo en Panamá, se justifica por su porvenir económicamente exitoso
y se le vende al pueblo como la más rápida promesa económica de empleo. Esto,
lejos de ser mal visto, se vende muy bien ante los ojos de la mayoría de los
panameños. Ahora veamos un poco de nuestra legislación en materia ambiental.

A partir del año 1983 en que se incorpora en la Constitución el régimen ecológico,


el Estado panameño ha creado importantes leyes y tomado relevantes acciones
en materia de ecología y ambiente pudiendo citarse entre las leyes, la Ley
Forestal, la Ley de Incentivos a la Reforestación, la Ley de Vida Silvestre, la Ley
de Educación Ambiental, el Decreto Ley que desarrolla la Ley Forestal, la Ley 41
General de Ambiente, la Ley 44 que establece el Régimen Administrativo
Especial para el manejo, protección y conservación de las cuencas hidrográficas.
Los principios fundamentales establecidos por la Constitución Panameña en
materia ambiental son los siguientes: Los recursos naturales, incluyendo las
aguas lacustres y fluviales, las playas y riveras de las mismas y de los ríos
navegables, los puertos y esteros son propiedad del Estado. Las concesiones
para explotación de los recursos por parte del Estado, incluyendo suelo,
subsuelo, bosques y utilización de agua, deben inspirarse en el bienestar social
y el interés público. Garantizar que la población viva en un ambiente sano y libre
de contaminación en donde el aire, el agua y los alimentos satisfagan los
requerimientos del desarrollo adecuado de la vida humana es responsabilidad
del Estado. Para ello, el Estado “reglamentará, fiscalizará y aplicará
oportunamente las medidas necesarias para garantizar que la utilización y el
aprovechamiento de la fauna terrestre, fluvial y marina, así como de los bosques,
tierras y aguas, se lleven a cabo racionalmente, de manera que se evite su
depredación y se asegure su preservación, renovación y permanencia”. Así, para
evitar prejuicios sociales, económicos y ambientales por la explotación de los
recursos naturales no renovables, la ley debe reglamentar su aprovechamiento.
La Constitución Política de Panamá también establece normas que reconocen la
especial vulnerabilidad de ciertos grupos de la sociedad, requiriendo mayor
atención y acciones especiales por parte de las entidades estatales. Así, en lo
que a las comunidades indígenas se refiere, señala que las políticas estatales
deben respetar las identidades étnicas de dichas comunidades.

Sin embargo, a pesar de que si existen normas en materia ambiental aun así no
se garantiza la vida en un ambiente sano.

Hablemos de la explotación minera que hace más de 2 décadas se viene dando


en Panamá ya que por nuestra posición y extensión de tierras representa un
yacimiento para la economía mundial y que actualmente con los nuevos métodos
de explotación tecnológica que inicia desde radiografías satelitales para registrar
zonas ricas en metales e inventariar distintas mineras que requieren de mega
equipos que en su diaria ejecución destruyen sin importar hasta las áreas
adyacentes de vegetación y poblados. Y estas operaciones llegan hasta un
régimen laboral de inseguridad que los mismos trabajadores se exponen ante el
peligro del contagio de los químicos utilizados, como lo ha sido el cianuro por la
naturaleza de explotación que es a cielo abierto.

También tenemos la explotación hídrica que es una de las actividades de gran


impulso y de mayor concesión en Panamá con las hidroeléctricas a través de
embalses y represas por la hidrografía que se compone Panamá, que cumplen
las exigencias de cauce y ubicación para las infraestructuras que interconectan
con centrales eléctricas como es el Sistema de Interconexión Eléctrica de los
países de América Central (SIEPAC) que es uno de los ejes del Plan Puebla
Panamá (PPP) que no constituye ningún remedio para las comunidades en
resistencia y para la economía nacional. Aun cuando en Panamá no existe una
crisis energética y por el incremento del alza del combustible fósil que antepone
dichas regulaciones.

Es necesario implicar la economía panameña en el marco del desarrollo


sostenible, a fin de asegurar un crecimiento permanente, económica y
ecológicamente apto para nuestra sociedad. La protección de un ambiente sano
puede reposar sobre valores, tanto conservacionistas como progresistas,
partiendo del pensamiento de que este movimiento es portador de las dos
tendencias. Entonces, es necesario establecer nuevos arreglos sociales que
sirvan de base para comprender la visión y compromiso entre los ecologistas y
la élite económica.

Los actores de presión económica están involucrados cada vez más activamente
en las políticas de impacto ambiental y de desarrollo sostenible para un ambiente
sano. Esto, además, compromete a científicos investigadores en ecología a
buscar estrategias para introducir sus capacidades de reflexión al servicio de un
enfoque sobre las finalidades de los procesos administrativos.

Es necesario reconocer los balances y las asimetrías de poder entre los actores
precisos de la gestión ambiental del país, a fin de evitar una visión armoniosa y
ficticia del funcionamiento de las organizaciones de nuestra sociedad.

No hay que olvidar que, en toda política de desarrollo sostenible con manejo
socioeconómico y ambiental, para el desarrollo de áreas definidas, la sociedad
civil tiene derecho a ser tomada en cuenta para tomar una decisión final. Esta es
una situación en la que nuestros citadinos, campesinos e indígenas pierden
oportunidades como actores relevantes y se crea una debilidad en el pueblo que
puede generar grandes amenazas.

Finalmente, si la gestión del derecho a un medioambiente sano es, en principio,


un deber entre los grupos de presión económica, después de las
administraciones públicas y las instituciones internacionales, así como de la
sociedad civil, entonces, el derecho a un ambiente sano viene a ser un deber de
todos.

Con todo lo plasmado anteriormente sobre lo que es un medio ambiente sano y


como llegar a obtenerlo podemos decir que el Estado también juega un papel
importante en velar por el cumplimiento del mandato constitucional de este
capítulo. Esto solo se dará cuando el Estado cumpla con su función de ente
fiscalizador de las normas ambientales, haciéndolas cumplir ya que este por
medio del Ministerio de Ambiente está facultado para imponer sanciones al
momento que las normas no se cumplan a cabalidad, y esto va desde sanciones
verbales hasta multas, según sea el caso de la infracción cometida por ejemplo:
multas, son las penas pecuniarias que se imponen por faltas administrativas o
de policía por un incumplimiento de alguna norma, pues se debe pagar con
dinero el daño ecológico causado o también se puede dar el decomiso de
instrumentos o herramientas, utilizadas para realización de actos que atenten o
dañen el ambiente natural. A esto se le llama Derecho Ambiental.

 Artículo de Javier Hurtado Yow, Biólogo y educador ambiental, Diario


Panamá América 23/1/16
 http://www.mdgfund.org/sites/default/files/ENV_GUIA_Panama_Legislaci
on%20ambiental.pdf
 https://www.ecoportal.net/temas-
especiales/politica/analisis_sobre_la_situacion_ecoambiental_en_panam
a

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