La Asistencia Hospitalaria en Álava Durante La Edad Moderna: Resumen
La Asistencia Hospitalaria en Álava Durante La Edad Moderna: Resumen
RESUMEN Nuestro objeto es conocer la red hospitalaria alavesa en la Edad Moderna. Para
LABURPENA ello nos basamos fundamentalmente en las contestaciones de la Provincia a una
ABSTRACT Real Provisión de 1739, que permiten un acercamiento a su funcionamiento, fines,
destinatarios, servicios y trabajadores. Los hospitales constituyeron una red de so-
lidaridad que limitaba el desamparo de sus vecinos sin apoyo familiar, facilitaba
medios de subsistencia a menesterosos, evitaba el asentamiento de vagabundos y
ofrecía seguridad a peregrinos y transeúntes haciendo transitables los caminos. En
1739, este sistema estaba ya en crisis.
Aro Modernoko arabar ospitaleen sarea ezagutzea da gure helburua. Horretarako,
Probintziak 1739ko Errege Agindu bati emandako erantzunetan oinarritu gara batik
bat, eta horri esker sare horren funtzionamendura, helburuetara, zerbitzuetara eta
langileengana hurbiltzeko aukera izan dugu. Ospitaleek elkartasun-sarea osatu
zuten, familiarik gabeko herritarren babesgabezia arintzen zuena, behartsuei
bizirauteko modua eskaintzen ziena, eskaleak kalean ezartzea galarazten zuena eta
erromesei eta pasadizoko jendeari segurtasuna eskaintzen ziena, bideetan harat-
honat zebiltzanen mesedetan. 1739rako sistema hori krisian zegoen.
Our object is to get to know the Álava hospital network in the Modern Age. For this
we base ourselves fundamentally in the responses of the Province to a Royal Provi-
sion of 1739, which allows an approach to its functioning, aims, target group, servi-
ces and workers. Hospitals made up a network of solidarity that limited the helpless-
ness of its inhabitants without family support, made available means of subsistence
to the needy, avoided the settling of vagabonds and offered security to pilgrims and
travellers making the roads passable. In 1739 this system was already in crisis.
1 Juan Luis VIVES: Del socorro de los pobres (De subventione pauperum). 1525, ver-
sión de Lorenzo RIBER, Marsiega editorial, Madrid, 1985, libro segundo, capítulo II.
2 José GARCIA ORO, María José PORTELA SILVA: “Felipe II y el problema hospita-
lario: reforma y patronato”, Cuadernos de Historia Moderna, nº 25, 2000, págs. 87-124.
3 Pedro de LEPE: Constituciones Synodales antiguas, y modernas del Obispado de Ca-
lahorra y La Calzada (1698), Antonio González de Reyes (Imp.), Madrid, 1700, Constitu-
ción V, página 523.
4 Valentín de FORONDA: Cartas sobre los asuntos mas exquisitos de la economía-política, y
sobre las Leyes criminales, Manuel González (Imp.), Madrid, 1794, tomo segundo, capítulo V. No
obstante, para las fechas en que Foronda escribe estas palabras muchos de los hospitales alaveses ya
220 habían desaparecido o amenazaban una ruina que no sobrevivirá a las guerras del cambio de siglo.
2. JUSTIFICACIÓN, Cuando la pobreza representa una amenaza real para la inmensa ma-
OBJETIVOS Y yoría de la población, como llegó a suceder en los momentos más ca-
METODOLOGÍA lamitosos de la Edad Moderna, conocer los sistemas de control de la
misma se hace requisito obligado en cualquier intento de análisis de
la realidad social de las localidades alavesas. Al respecto, partimos de
la hipótesis de que las estructuras hospitalarias formaron parte de un
complejo entramado de respuesta social a la pobreza, logrando, duran-
te siglos, contenerla y canalizarla. Desde esta convicción, entendemos
justificado plantear un estudio que tiene como principales objetivos el
descubrir la infraestructura hospitalaria en los pueblos alaveses a lo lar-
go de la Edad Moderna, conocer qué actividades realizaba, quién las
ejercía y quién era el objeto de las mismas.
Hasta ahora, autores como José Iturrate, Gerardo López de Guereñu
o Marcelo Núñez de Cepeda habían realizado ya importantes aportacio-
nes al conocimiento de este tema5. No obstante, el hallazgo en el Archi-
vo Histórico Nacional de la inédita contestación de las Hermandades
alavesas a la Real Provisión de Felipe V de 1739 para conocer el estado
de los centros benéficos en España, nos permite ofrecer una visión más
completa de la actividad hospitalaria en el conjunto de la provincia,
basada en información inédita.
Esta fuente es útil tanto para el momento de su redacción como para
tiempos más pretéritos, pues las contestaciones ofrecen a menudo tam-
bién información sobre el origen de los centros, las mandas testamenta-
rias fundacionales o las rentas iniciales. La imagen que se extrae de este
documento del siglo XVIII es por tanto extensible en algunos puntos a
los siglos XVI y XVII. Todo ello nos permite, junto a los trabajos de
nuestros predecesores, esbozar una amplia perspectiva de la asistencia
hospitalaria en Álava en el periodo que media entre el asistencialismo
caritativo medieval y la Beneficencia Pública del siglo XIX.
De hecho, aunque se incide en el estado actual, no va a ser infrecuen-
te encontrarnos en las respuestas de las Hermandades con alusiones a
hospitales del pasado –cuando ya no existen– o a la evolución de los
que todavía subsisten y, especialmente, a las circunstancias de su fun-
dación. De esta manera, a través del documento podemos acercarnos a
varios aspectos del mundo sociosanitario de Álava previos al año 1739
6 Las copias microfilmadas que se adquirieron han sido donadas al Archivo del Territorio
Histórico de Álava.
7 Es significativo que el volumen segundo (12.629-16) se inicie con la información de
Laguardia, Oyón y Cripán aludiendo a que vuelven a enviar las contestaciones ya que se
habían perdido las originales.
8 Quizá porque en las mismas no existía ningún centro hospitalario. De hecho, en 17 de
las ausentes no conocemos la existencia de hospitales en ningún momento anterior, pero sí
en las 9 restantes. En cualquier caso, varias páginas en ambos tomos se encuentran ilegibles,
222 pudiendo citarse en alguna de ellas a Hermandades que consideramos como ausentes.
9 Aunque no se tiene constancia clara, el exhaustivo recorrido que este visitador hace por
los pueblos alaveses nos hace suponer que lo hiciera acatando una de las varias Provisiones
Reales de Felipe II en el siglo XVI, previo a la reducción y concentración hospitalaria, o
por las disposiciones emanadas del Concilio de Trento para evitar el fraude en los centros
benéficos.
10 Puede verse un cuadro descriptivo de esta evolución de los hospitales alaveses en el
anexo al final del estudio.
11 Las cifras están calculadas tomando la referencia del espacio geográfico de Álava en el
siglo XVIII, excluyendo el Condado de Treviño (Burgos), la Hermandad de Orozco (pasa a
Vizcaya en 1558) y las incorporaciones pasajeras del siglo XV. Se incluyen sólo los hospita-
les conocidos documentalmente. En el caso de Vitoria se contabilizan, además de los dos de
patronato particular –San Pedro y San José–, los de Santiago (Nuestra Señora del Cabello),
La Magdalena (San Lázaro) y Santa María, de patronato municipal, como tres, aunque se
concentren en 1590 en el de Santiago, pues en la práctica sólo se unifican las rentas y no la
actividad (el de Santa María por ejemplo volverá a la actividad asilar).
12 Así por ejemplo en el hospital de Villarreal se cita al de Luco (los traslados siempre se
hacían de un hospital a otro): “Yten 8 reales por la conducción de 4 pobres enfermos desde
la Villa hasta el lugar de Luco…” (año 1748) José ITURRATE SÁENZ DE LA FUENTE:
“El antiguo hospital de Legutiano-Villarreal de Álava”, Ohitura, nº 4, 1986, pág. 32.
13 Hay datos sobre hospitales en los monasterios de Barria y Estíbaliz, así como en el
Santuario de Nuestra Señora de Angosto. Se relacionarían además con estos centros de culto
y peregrinación los hospitales de villas como Villarreal (Santuario de Urkiola), Arceniega
(Nuetra Señora de La Encina, donde hay referencias a un hospicio), Llodio (Santa María del
Yermo), o Bernedo (Nuestra Señora de Ocón).
14 Al igual que en las Provisiones de Felipe II (y en las peticiones de los procuradores de
las ciudades a Cortes), en 1739 Felipe V da a entender un panorama hospitalario ruinoso:
“…se hallaba con noticias, que de los Hospitales, que estaban fundados en estos nuestros
Reynos, assi para la curacion de Enfermos pobres, como para el acogimiento de hospedage 223
de Peregrinos, se hallaban muchos de ellos casi abandonados, sus fabricas ruìnosas, sus ren-
tas, ò perdidas, ò mal administradas, vsurpadas, y sin disposicion alguna, para que sirviessen
à los fines piadosos de su ereccion…”. (AHN sig. 16.629.15/16).
15 La cifra hace referencia a los datos de la Provisión Real aunque puede variar algo según
matizaciones. Por ejemplo el de Guevara lo están reconstruyendo y aún no funciona ese año,
en Contrasta se expresa que no existe y sin embargo Iturrate documenta dos hospitales que
perduran hasta el siglo XIX; el de Apellániz, que aparece funcionando en 1739, se vende en
1752; el de Corres ha desaparecido diez años antes, en 1728, y no lo menciona el informe de
la Hermandad, etc.
16 Algunos hospitales ceden la casa y sus heredades gratuitamente al hospitalero a cambio
de que mantenga el edificio, además de ejercer la propia labor hospitalera.
17 Real Provisión de 1739 (RP 1739), hospital de Bergüenda.
224 18 RP 1739, hospital de Manurga.
3.2. Hospitaleros
En 1739 existen con seguridad hospitaleros, a cargo de estos hospita-
les, en 31 de los 36 que funcionan, no aludiéndose a ninguna figura en
3 centros y en los otros dos expresándose que no lo hay.19 La denomi-
nación de hospitalero es invariable en todos ellos excepto en el caso de
Vitoria que lo utiliza junto a otras denominaciones20. También es norma
la utilización de expresiones circunstanciales como la de “inquilino”
para referirse a un hospitalero arrendado21.
19 En Arbulo nadie quiere ser hospitalero y se turnan los vecinos cada vez que hay un tran-
seúnte al que acoger. En Ilárduya “nenguno a querido vivir en el con el gravamen preciso de
ospedar a pobres” (RP 1739).
20 En el hospital de Santa María, ejercieron bajo el nombre de Síndico o Alcalde, en el
de San Lázaro o Casa de la Magdalena, denominándose Síndico al marido y Cofradesa o
Mayordoma a su esposa, y en el hospital Santiago bajo el nombre de Síndicos u Hospitale-
ros. Tras la concentración de rentas de los tres, en 1590, la denominación de hospitalero se
generaliza. Cfr. Manuel FERREIRO, Juan LEZAUN: Historia de la Enfermería en Álava,
Colegio de Enfermería de Álava, Vitoria, 2008.
21 “Lo primero 15 reales que tiene satisfechos el mayordomo a Santos Burundano, inqui-
lino del santo Hospital de la Misericordia, por el avio de 5 pobres enfermos a los lugares
confinantes de la villa de Ochandiano, lugar de Luco y lugar de Ullibarri, y sus desayunos”
(hospital de Villarreal, año 1763). 225
sas: una huerta, una era, leña, etc. No parece que existan contratos
escritos que regulen esta relación, si bien encontramos al menos
una carta fundacional que trata de preservar posibles usurpaciones:
“sin que las dichas ospitaleras puedan adquerir ni adquieran […] la
propiedad de las dichas heredades y vivienda ezzepto el dicho huso
frutto”.24 La no existencia de contrato no nos permite saber si tenían
una duración determinada, aunque da la impresión que una vez que
accedían al cargo lo ejercían hasta su incapacidad o muerte.
• Asalariados: finalmente, sólo en 2 casos se expresa claramente que
son asalariados del Ayuntamiento25. El primero el de Santiago en
Vitoria, el único centro de la provincia que podríamos considerar
como un hospital en el sentido curativo, y que dejamos fuera del
estudio ya que, por sus peculiares características, podríamos consi-
derarlo un dato extremo de la muestra. De mayor interés es el caso
del lugar de Ullibarri Gamboa –pequeño núcleo de población rural
en el camino de Vitoria a Guipúzcoa y a Francia– que menciona un
salario para quien asista el hospital (en ese momento, una mujer, al
parecer sola). Ese salario venía impuesto por el fundador en 1608:
“A qual dicho fundador ttambien dejo cinco camas vestidas […]
quattro para pobres y la quintta para la Hospitalera o sirvienta, a la
qual le consigno diez y seis Reales de Vellon”26.
En todos los casos, la permanencia del hospitalero estaba supedi-
tada al cumplimiento de los fines caritativos del hospital, ya que a
su falta era de aplicación el régimen sancionador dispuesto en las
Constituciones Sinodales de Calahorra de 1698, en las que, ade-
más, parece indicar el estado de asalariado como el régimen por
defecto:
Todo lo qual mandamos se cumpla, y guarde, so pena, que los hospi-
taleros sean privados, y echados de los dichos hospitales, y pierdan el
salario del tiempo, que huvieren servido27.
3.3. Acogidos
Aunque en varios hospitales se mantiene el apelativo fundacional de
servir para el acogimiento de peregrinos, en 1739 los hospitales alave-
ses esencialmente dan asistencia a transeúntes pobres o mendicantes,
tanto sanos como enfermos.
Si bien en dos casos excluyen expresamente el acogimiento de enfer-
mos33, la mayoría (22 hospitales) hacen mención al acogimiento de los
enfermos de manera expresa, aunque los trasladan a otros hospitales en
cuanto pueden hacerlo, haciendo noche o no en el centro. Del resto, que
no mencionan con claridad a los enfermos, hay que suponer que con
mucha probabilidad los acogían.
Al menos seis de ellos incluyen de manera expresa a los enfermos
pobres o impedidos de sus respectivas villas, aunque en tres casos más
tenemos la seguridad de que también lo hacían. No parece que la ex-
presión tenga un sentido excluyente y probablemente fuera más en la
línea del hospital de Salvatierra de “prefiriendo los pobres naturales de
esta dicha villa”34.
En la Real Provisión no se aprecia la asistencia a los pobres locales
con el detalle que nos muestra Iturrate en sus monografías sobre Ar-
ceniega y Villarreal, pero probablemente muchos de estos hospitales
compartían esta forma de actuar. Así, podemos ver cómo la actividad
del hospital con sus paisanos iba más allá de la faceta asilar, siendo
común utilizar las rentas del hospital como tesorería de una asistencia
caritativa pública, para repartir limosnas a pobres, vestir a huérfanos o
ayudar a quien ha sufrido un revés:
Yten 120 reales que costaron los vestidos hechos a costa de los bienes del
Hospital a Toribio y Alexandro de Arraiz, naturales de esta villa, pobres
huérfanos de padre y madre y de tierna edad, por estar desnudos.
Yten 63 reales y medio que durante el año de su mayordomía se han dado
de limosna a diferentes pobres vecinos y naturales de esta villa…
Yten 5 reales pagados a don Santos de Landaburu por incendio que se le
quemó una casa en el lugar de Urrunaga…35.
33 Se trata de los hospitales del Valle de Ayala y del de Sarría. En el primero la alusión
no está del todo clara: “pobres como no esten enfermos”, pero sí en el segundo “una casa
que sirbe para el hospedaje y recogimiento de pobres transittantes y no para enfermos”. En
cualquier caso una excepción dentro de la norma habitual de estos centros.
34 Lo que parecería una excepción al ser el único pueblo que lo expresa; sin embargo, los
estudios de Iturrate sobre los hospitales de Villarreal y Arceniega nos muestra numerosas
citas que podría interpretarse en la misma dirección que la señalada por Salvatierra.
35 José ITURRATE: “El antiguo hospital de Legutiano…”, pág. 34. 229
3.4. Cuidados
A excepción del hospital Santiago de Vitoria, en el que la oferta de
cuidados por parte de los hospitaleros tendía a cierta profesionalización
para mediados del siglo XVIII (a partir del año 1741 los hospitaleros
contratados serán también sangradores o cirujanos menores), en el resto
de hospitales los cuidados ofertados son los que suelen denominarse
“paradomésticos”; es decir, aquellos cuidados que una persona obten-
dría de su entorno familiar, de contar con él, para cubrir sus necesida-
des. En definitiva, el hospital y los hospitaleros suplirían al hogar y
al apoyo familiar necesario a quienes no contaban con ellos, de modo
transitorio, como peregrinos o viajeros, o permanente, como ancianos
o viudas dependientes.
Ofrecían sustentos básicos, como el descanso, el calor o el alimento, y
otros más avanzados como el suministro de medicamentos o el traslado
a otros centros y lugares, sin olvidar necesidades superiores, como las
espirituales y el buen morir. Como ya hemos hecho con anterioridad, la
excepción del hospital de Santiago obliga a dejar al margen este centro
y su peculiar idiosincrasia36 para no desvirtuar el análisis del resto.
Estos hospitaleros carecían de una formación específica para su la-
bor, ya que su carácter paradoméstico llevaba implícito que cualquiera
podría desempeñar esa labor, tanto hombres como mujeres, aunque no
debía ser tan sencillo o atractivo cuando por ejemplo leemos en el de
Ilarduya que “aunque se le agrego a dicho ospital dos heredades para
alivio del que en el viviese ninguno a querido vivir en el con el grava-
men preciso de hospedar a pobres”37.
36 Puede verse una monografía sobre el mismo en Manuel FERREIRO, Juan LEZAUN,
Ángela PRADELL: La enfermería y el Hospital Santiago en la Vitoria del siglo XIX, Cole-
gio Oficial de Enfermería de Álava, Vitoria, 2006.
37 RP 1739, Hermandad de Asparrena, lugar de Ilarduya. En cualquier caso, hay dos
elementos que separan a los hospitaleros de los cuidados “paradomésticos”, la continuidad
en el tiempo de su acción y la contraprestación económica -en especie o en metálico- que lo
230 convierte en un oficio.
que a los pobres que acudieren a dicho hospital no les faltase leña para
enjugarsen quando bengan mojados y se puedan calentar43.
…y para que assi les hagan lumbre obligo e ypotteco […] las ramas
de ttreinta y zinco robles que ttengo […] y no se cuertten por pie y las
ramas estten permanenttes para estte efectto44.
• Higiene: dentro de los cánones del momento no es una higiene per-
sonal, sino del medio: lencería colada, suelos barridos, escudillas
lavadas…
…ai en él una muger de mas de zincuenta años que cuida de la limpieza
de casa y de la ropa…45.
…se ttiene sattisfazion del cuidado de dicha hospittalera y sus hijos en
el buen tratamiento y hospedaje […y…] limpieza como ttodo lo dicho
es muy publico y nottorio46.
• Espirituales: Varios hospitales hacen referencia al carácter piado-
so de los hospitaleros. Las constituciones sinodales, por su parte,
ordenan que se rece y se diga la Doctrina Cristiana:
Item, que en los dichos Hospitales aya vn Oratorio con su Cruz, è Imáge-
nes, y Agua Bendita; y el que tuviere cargo de dicho Hospital, haga que
los pobres rezen en èl, y reciban Agua Bendita antes que se acuesten, y
en levantandose47.
Que habiendo alguno o algunos [pobres] hagan que todas las noches re-
cen el Rosario a María Santísima, por ser muy de su soberano agrado48.
No obstante, fuera de estas recomendaciones sinodales y de sus
visitadores, José Iturrate recoge en Arceniega un documento más
concreto:
Yten pagué por las estampas de María Santísima del Rosario y la de San
José 16 reales, y las coloqué a los lados del santo Cristo, con el objeto
de que la hospitalera rece el rosario delante de dichas estampas, y enco-
miende a Dios, en compañía de los pobres del pueblo…49.
• Terminalidad y postmortem: acompañamiento en la muerte,
amortajamiento y entierro eran también tareas que competían al
hospitalero, aunque al parecer era una acción extra entre sus com-
petencias, ya que solían cobrar por ello. No viene recogido en los
50 Ibidem.
51 José ITURRATE: “El antiguo hospital de Legutiano…”
52 Ibidem.
53 RP 1739, Rivabellosa.
54 José ITURRATE: “El antiguo hospital de Legutiano...”, Pág. 53.
55 RP 1739, Rivabellosa.
56 José ITURRATE: “El antiguo hospital de Legutiano…”, pág. 54. 233
57 RP 1739, Labastida.
58 José ITURRATE: “El antiguo hospital de la villa de Arceniega”, pág. 221.
59 Constituciones Sinodales de Calahorra de 1698: “Ordenamos, y mandamos, S.S.A. que
en cada Hospital, donde ay copia de enfermos, y curacion, aya vn libro, para assentar en èl
los que se vienen à curar: y el assiento sea en toda forma, y con claridad; poniendo en èl el
nombre, Patria, y estado de los enfermos: y si falleciere en el Hospital, se ponga tambien la
234 nota de muriò con su dia, y año…”.
60 Tomando el ejemplo de Apellániz: “las dhas casas que al presente están en la dha villa
con su parte de hera y uerta y mas una sabana y quatro varas de sayal para los pobres” que
deja el fundador en 1565 se convierte en la Real Provisión de 1739 en “una casa pequeña
bieja [que] no tiene dicho ospital renta ni vienes muebles ni raizes nigunos”, anticipo de
su venta en 1752 (Gerardo LÓPEZ DE GUEREÑU: “Apellániz. Pasado y presente de un
pueblo alavés”, Ohitura, nº 0, 1981, pág. 223).
61 Constituciones Sinodales de Calahorra de 1698, Constitución V (Libro tercero, título
XIV “De la acogida, y permanencia de viandantes en las casas de Hospitalidad”). 235
62 “[Art. 1º] habrá una Junta municipal de Beneficencia en cada pueblo, [Art. 3º] En los
[…] de menos vecindario, se compondrá […] de siete individuos, á saber: del alcalde cons-
titucional, que será presidente nato, de un regidor del Ayuntamiento, del cura párroco más
antiguo…”. Ley de Beneficencia de 1822 (Decreto de Cortes de 21/12/1821), TITULO I. De
236 las juntas de beneficencia.
ANEXO
Cuadro descriptivo de los hospitales alaveses documentados.
HOSPITAL REAL PROVISIÓN de 1739
HERMANDAD documentado Hospitalero/a Usuarios Rentas Estado
1. Valderejo
No
2. Valdegovía Monasterio Angosto. No hay. Trasladan. consta. No consta.
Joseph de Urbina, Pobres, peregrinos,
3. Berguenda y Fontecha Berguenda. SI. Funciona.
mujer e hijos. enfermos.
Acogen los vecinos.
4. Bellojín Trasladan.
Maria de Torres viuda Enfermos, pobres
5. Salinas de Añana Salinas de Añana. SI Funciona.
con hijos. viandantes.
6. Lacozmonte Trasladan.
7. Cuartango Acogen los vecinos.
8. Urcabustaiz Abecia. Pobres peregrinos. SI. Ruina.
9. Arrastaria
Oquendo. Pobres. SI. Funciona.
Domingo de Lezama
SI. Funciona, a
Amurrio. y Maria de Landaluze Enfermos, pobres. reparar.
10. Ayala su muger.
No enfermos.
beatto o Beattos NO,
Ayala – Respaldiza. Pobres que
(¿arrendados?). limosna. Funciona.
transitan.
Barambio.
Curas y beneficiados, Pobres pasajeros.
11. Arceniega Arceniega. SI. Funciona.
Cabildo
12. Llodio Llodio.
El que habita el No enfermos.
Sarría. Pobres transitantes. Pocas. Funciona.
hospital.
13. Zuya Domaiquia.
Vitoriano.
Tomas Saenz de Pobres verdaderos y Desapare- Ruina.
Echavarri. Buruaga. no vagantes. cidas.
14. Cigoitia
Ana Lopez de Lettona Pobres mendicantes, NO. Funciona.
Manurga. sanos o enfermos
15. Los Huetos
16. Mártioda
17. Badayoz Foronda.
18. Mendoza Acogen los vecinos.
Trespuentes.
19. Iruña
Víllodas.
20. Ariñez
21. Morillas Acogen los vecinos.
Está arrendado pero Acogen los
Caicedo de Yuso. Si. Desuso.
no como hospitalero. vecinos.
Isabel Martinez, Pobres que
Arvigano. viuda, y su hijo Juan transitan, sanos o SI. Funciona.
de Pinedo. enfermos.
22. La Ribera Pobres
mendicantes.
RIvavellosa. Hospitalera. SI. Funciona.
Trasladan a los
enfermos.
Santiago Ladrón de Pobres, sanos o
Nanclares de la Oca. SI. Funciona.
Guevara. enfermos.
239
23. Tuyo
Transitantes y
24. Estavillo y Armiñón Estavillo. Hospitalera. pobres enfermos SI. Funciona.
de la villa.
Pobres que
Un vecino con su transitan.
Berantevilla. SI. Funciona.
25. Berantevilla familia. Trasladan a
enfermos.
Zambrana.
26. Portilla
27. Salinillas Buradón Salinillas Buradón.
Pobres que
Labastida. Un pobre hospitalero. transitan, y SI. Funciona.
vecinos, enfermos.
28. Tierras del Conde Lagran
Peñacerrada
Pipaón
Pobres pasajeros
sanos o enfermos,
Lanziego Mayordomo. pobres de SI. Funciona.
solemnidad locales
enfermos.
Enfermos pobres
Laguardia. Hospitalera. de la villa y Si. Funciona.
29. Laguardia transitantes.
Pobres transitantes. Funciona,
Oyón. Asiste una mujer. Trasladan NO. a reparar.
enfermos.
Pobres que
Cripán. Mayordomo. transitan, sanos o SI. Funciona.
enfermos.
Elvillar.
30. Labraza Labraza
Pobres que
Hospitalero con transitan,
31. Bernedo Bernedo SI. Funciona.
mujer y 3 hijos. Trasladan
¿enfermos?
32. Marquínez
Persona que vive en Pobres. Trasladan NO.
Santa Cruz. dicha casa hospital. a enfermos. Limosna. Funciona.
33. Campezo Acogen los
Orbiso. NO. NO. Ruina.
vecinos.
San Roman Campezo.
San Vicente Arana.
34. Arana Ullibarri Arana.
Contrasta.
Peregrinos,
Hospitalero y su NO. Funciona.
Maestu. transeún-tes, sanos Limosna.
familia. y enfermos.
35. Arraya-Laminoria Peregrinos,
Apellaniz. Vecino pobre. transeún-tes, sanos NO. Funciona.
y enfermos.
Corres.
36. Oquina
Ylarduia. NO. Pobres transeúntes. Desapare- Ruina.
37. Asparrena cidas.
Zalduendo.
240
241
242