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La Asistencia Hospitalaria en Álava Durante La Edad Moderna: Resumen

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ESTUDIOS ALAVESES

La asistencia hospitalaria en Álava


durante la Edad Moderna

Manuel Ferreiro Ardións y Juan Lezaun


Valdubieco

RESUMEN Nuestro objeto es conocer la red hospitalaria alavesa en la Edad Moderna. Para
LABURPENA ello nos basamos fundamentalmente en las contestaciones de la Provincia a una
ABSTRACT Real Provisión de 1739, que permiten un acercamiento a su funcionamiento, fines,
destinatarios, servicios y trabajadores. Los hospitales constituyeron una red de so-
lidaridad que limitaba el desamparo de sus vecinos sin apoyo familiar, facilitaba
medios de subsistencia a menesterosos, evitaba el asentamiento de vagabundos y
ofrecía seguridad a peregrinos y transeúntes haciendo transitables los caminos. En
1739, este sistema estaba ya en crisis.
Aro Modernoko arabar ospitaleen sarea ezagutzea da gure helburua. Horretarako,
Probintziak 1739ko Errege Agindu bati emandako erantzunetan oinarritu gara batik
bat, eta horri esker sare horren funtzionamendura, helburuetara, zerbitzuetara eta
langileengana hurbiltzeko aukera izan dugu. Ospitaleek elkartasun-sarea osatu
zuten, familiarik gabeko herritarren babesgabezia arintzen zuena, behartsuei
bizirauteko modua eskaintzen ziena, eskaleak kalean ezartzea galarazten zuena eta
erromesei eta pasadizoko jendeari segurtasuna eskaintzen ziena, bideetan harat-
honat zebiltzanen mesedetan. 1739rako sistema hori krisian zegoen.
Our object is to get to know the Álava hospital network in the Modern Age. For this
we base ourselves fundamentally in the responses of the Province to a Royal Provi-
sion of 1739, which allows an approach to its functioning, aims, target group, servi-
ces and workers. Hospitals made up a network of solidarity that limited the helpless-
ness of its inhabitants without family support, made available means of subsistence
to the needy, avoided the settling of vagabonds and offered security to pilgrims and
travellers making the roads passable. In 1739 this system was already in crisis.

PALABRAS CLAVE Hospital, hospitalero, enfermo, peregrino, Álava, Edad Moderna


GAKO-HITZAK Ospitalea, ostatu-emailea, gaixoa, erromesa, Araba, Aro Modernoa.
KEY WORDS Hospital, hospitals, ill, pilgrim, Álava, Modern Age.

Fecha de recepción/Harrera data:13/11/2014


Fecha de aceptación/Onartze data: 19/05/2015 219

Sancho el Sabio, 38, 2015, 219-242


SANCHO EL SABIO

“Doy el nombre de hospitales a aquellas instituciones donde los en- 1. INTRODUCCIÓN


fermos son mantenidos y curados, donde se sustenta un cierto número
de necesitados; donde se educan los niños y las niñas, donde se crían
los hijos de nadie, donde se encierran los locos y donde los ciegos pasan
la vida”1. Esta definición que Luis Vives dio de los hospitales en 1525
sirve también para los hospitales alaveses, a escala de los recursos de
sus pueblos y aldeas. Su intencionalidad final será la misma, si bien en
su origen la mayoría tuvieron una orientación que no está en la descrip-
ción de Vives y es esencial en Álava, su vinculación con el peregrinaje.
Estos hospitales se convirtieron en la principal respuesta asistencial a
las personas en situación de fragilidad social, pues su existencia y larga
pervivencia no puede desligarse de la inveterada cuestión de la pobreza
y su amparo religioso. A este respecto, Vives fue también el primero en
plantear la conveniencia de separar al enfermo del pobre. En España,
este planteamiento de desacralización de la pobreza (llevada a cabo ya
por Carlos I en 1540 y por Felipe II en 1565) se vería ralentizada en
el XVII por una coyuntura económica deprimida, en el contexto de la
contrarreforma, que estimularía a nuevas fundaciones hospitalarias con
idénticos fines a los medievales2, hasta el punto de leerse en las Cons-
tituciones Sinodales de Calahorra de 1698 que “son comunes en todos
los lugares, por pequeños, y pobres que sean”3.
La cuestión de la pobreza volverá a retomarse en el corpus ideológico
de la Ilustración y el Despotismo Ilustrado, que será quien culmine, al
menos nominalmente, la separación entre el enfermo y el pobre, asig-
nando el hospital para el primero y el hospicio para el segundo. Así,
Valentín de Foronda exhortaba en 1789 a su príncipe imaginario a que
cubriera su principado de “Hospitales en que hallen alivio en sus en-
fermedades los infelices, y Casas de misericordia, en que encuentren
un recurso todos los que no puedan mantenerse por sus achaques, por
vejez, ó por falta de ocupaciones”4.

1 Juan Luis VIVES: Del socorro de los pobres (De subventione pauperum). 1525, ver-
sión de Lorenzo RIBER, Marsiega editorial, Madrid, 1985, libro segundo, capítulo II.
2 José GARCIA ORO, María José PORTELA SILVA: “Felipe II y el problema hospita-
lario: reforma y patronato”, Cuadernos de Historia Moderna, nº 25, 2000, págs. 87-124.
3 Pedro de LEPE: Constituciones Synodales antiguas, y modernas del Obispado de Ca-
lahorra y La Calzada (1698), Antonio González de Reyes (Imp.), Madrid, 1700, Constitu-
ción V, página 523.
4 Valentín de FORONDA: Cartas sobre los asuntos mas exquisitos de la economía-política, y
sobre las Leyes criminales, Manuel González (Imp.), Madrid, 1794, tomo segundo, capítulo V. No
obstante, para las fechas en que Foronda escribe estas palabras muchos de los hospitales alaveses ya
220 habían desaparecido o amenazaban una ruina que no sobrevivirá a las guerras del cambio de siglo.

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2. JUSTIFICACIÓN, Cuando la pobreza representa una amenaza real para la inmensa ma-
OBJETIVOS Y yoría de la población, como llegó a suceder en los momentos más ca-
METODOLOGÍA lamitosos de la Edad Moderna, conocer los sistemas de control de la
misma se hace requisito obligado en cualquier intento de análisis de
la realidad social de las localidades alavesas. Al respecto, partimos de
la hipótesis de que las estructuras hospitalarias formaron parte de un
complejo entramado de respuesta social a la pobreza, logrando, duran-
te siglos, contenerla y canalizarla. Desde esta convicción, entendemos
justificado plantear un estudio que tiene como principales objetivos el
descubrir la infraestructura hospitalaria en los pueblos alaveses a lo lar-
go de la Edad Moderna, conocer qué actividades realizaba, quién las
ejercía y quién era el objeto de las mismas.
Hasta ahora, autores como José Iturrate, Gerardo López de Guereñu
o Marcelo Núñez de Cepeda habían realizado ya importantes aportacio-
nes al conocimiento de este tema5. No obstante, el hallazgo en el Archi-
vo Histórico Nacional de la inédita contestación de las Hermandades
alavesas a la Real Provisión de Felipe V de 1739 para conocer el estado
de los centros benéficos en España, nos permite ofrecer una visión más
completa de la actividad hospitalaria en el conjunto de la provincia,
basada en información inédita.
Esta fuente es útil tanto para el momento de su redacción como para
tiempos más pretéritos, pues las contestaciones ofrecen a menudo tam-
bién información sobre el origen de los centros, las mandas testamenta-
rias fundacionales o las rentas iniciales. La imagen que se extrae de este
documento del siglo XVIII es por tanto extensible en algunos puntos a
los siglos XVI y XVII. Todo ello nos permite, junto a los trabajos de
nuestros predecesores, esbozar una amplia perspectiva de la asistencia
hospitalaria en Álava en el periodo que media entre el asistencialismo
caritativo medieval y la Beneficencia Pública del siglo XIX.
De hecho, aunque se incide en el estado actual, no va a ser infrecuen-
te encontrarnos en las respuestas de las Hermandades con alusiones a
hospitales del pasado –cuando ya no existen– o a la evolución de los
que todavía subsisten y, especialmente, a las circunstancias de su fun-
dación. De esta manera, a través del documento podemos acercarnos a
varios aspectos del mundo sociosanitario de Álava previos al año 1739

5 José ITURRATE SÁENZ DE LA FUENTE: “El antiguo hospital de la villa de Arce-


niega”, Scriptorium Victoriense, nº 31, 1984. “El antiguo hospital de Legutiano-Villarreal
de Álava”, Ohitura, nº 4, 1986. “Antiguos hospitales en la Diócesis de Vitoria”, Memoria
Ecclesiae, X, 1997. “Markina de Zuia. Sus gentes e instituciones”, Ohitura, nº 8, 2001; Ge-
rardo LÓPEZ DE GUEREÑU: “Antiguos hospitales alaveses”, Ohitura, nº 4, 1986. “Ape-
llániz. Pasado y presente de un pueblo alavés”, Ohitura, nº 0, 1981;
Marcelo NÚÑEZ DE CEPEDA: Hospitales Vitorianos. El Santuario de la Santísima Virgen
de Estíbaliz, imprenta del monasterio de El Escorial, 1931. 221

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SANCHO EL SABIO

y completar las informaciones de otras fuentes, como son el número de


centros hospitalarios, dónde se localizan, cómo se mantienen, quiénes
los atienden y administran, a quiénes asisten y cómo, o qué tipo de cui-
dados se aplican en los mismos.

Las contestaciones de las Hermandades de la provincia de Álava a la 3. RESULTADOS


requisitoria de Felipe V se hallan recogidas en 2 tomos en el Archivo
Histórico Nacional bajo las signaturas 12.629-15 y 12.629-16.6 Se ha-
llan incompletas, ya que únicamente aparecen recogidas las referentes
a 27 de las 53 Hermandades alavesas, desconociéndose si las ausencias
se deben a que se ha perdido parte de la documentación,7 o a que algu-
nas Hermandades no contestaron a la Real Provisión8.
Una de las principales virtudes de esta fuente es la sistematización,
aproximada por lo menos, que se aprecia en las respuestas de las dife-
rentes Hermandades, derivada de la concreción de las preguntas que se
expresan en la Real Provisión:
…para que en el termino preciso de dos meses, informasseis cada vno
respectivamente de los Hospitales, que con qualquiera fin, ò destino hu-
viesse en las Ciudades, ò Villas de vuestra Jurisdiccion, y Partido: de
la fabrica, ò casa material, su estado actual, y menage, ò muebles para
su servicio: los Enfermos, ò Personas, que en cada vno actualmente se
assistian, y sus sirvientes, sus rentas, y su estado: en que forma se ad-
ministraban, con expression de los que fuessen de Patronato, y à quien
pertenecia, y de los que se hallaban maltratadas sus fabricas, ò ruìnosas,
y sin el menage preciso, que seria necessario para su reparo, y surtimien-
to, según su capacidad, y calidad de la poblacion donde estuviesse…

3.1. Hospitales alaveses


Como ya hemos adelantado, el estudio de los hospitales en Álava
en un sentido numérico, nominal y topográfico tiene ya algunos ante-
cedentes bibliográficos de interés que, en general, toman como docu-

6 Las copias microfilmadas que se adquirieron han sido donadas al Archivo del Territorio
Histórico de Álava.
7 Es significativo que el volumen segundo (12.629-16) se inicie con la información de
Laguardia, Oyón y Cripán aludiendo a que vuelven a enviar las contestaciones ya que se
habían perdido las originales.
8 Quizá porque en las mismas no existía ningún centro hospitalario. De hecho, en 17 de
las ausentes no conocemos la existencia de hospitales en ningún momento anterior, pero sí
en las 9 restantes. En cualquier caso, varias páginas en ambos tomos se encuentran ilegibles,
222 pudiendo citarse en alguna de ellas a Hermandades que consideramos como ausentes.

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mento base la visita pastoral de la diócesis de Calahorra del Licenciado


Martín Gil en 15569. Completadas ahora con las aportaciones de la Pro-
visión Real de Felipe V, es posible ver la evolución numérica de estos
hospitales entre el siglo XVI y el XVIII10.
A partir de estos datos documentales y bibliográficos, se conoce la
existencia en Álava, desde la alta Edad Media y hasta la Provisión de
1739, de 76 hospitales11, aunque se presume que debieron existir mu-
chos más, ya que en la documentación se cita a menudo traslados de en-
fermos a pueblos en los que no se ha documentado todavía la presencia
de estos centros12.
Una buena parte de ellos se encontraban sobre la antigua ruta jacobea
y existían ya en la Edad Media (Figura 1); otros se relacionan con mo-
nasterios y santuarios13 y, finalmente, con la ruta hacia los puertos de
Bilbao y Castro de la lana castellana y el vino de La Rioja.
Estos hospitales probablemente estuvieron presentes en todas las
Hermandades alavesas, aunque sólo tenemos noticias de su existencia
en 35 de las 53 Hermandades de la Provincia, y de la mayoría de ellos
apenas por breves alusiones en documentos municipales o parroquiales.
Para 1739 han desaparecido ya la mitad de estos hospitales14, documen-

9 Aunque no se tiene constancia clara, el exhaustivo recorrido que este visitador hace por
los pueblos alaveses nos hace suponer que lo hiciera acatando una de las varias Provisiones
Reales de Felipe II en el siglo XVI, previo a la reducción y concentración hospitalaria, o
por las disposiciones emanadas del Concilio de Trento para evitar el fraude en los centros
benéficos.
10 Puede verse un cuadro descriptivo de esta evolución de los hospitales alaveses en el
anexo al final del estudio.
11 Las cifras están calculadas tomando la referencia del espacio geográfico de Álava en el
siglo XVIII, excluyendo el Condado de Treviño (Burgos), la Hermandad de Orozco (pasa a
Vizcaya en 1558) y las incorporaciones pasajeras del siglo XV. Se incluyen sólo los hospita-
les conocidos documentalmente. En el caso de Vitoria se contabilizan, además de los dos de
patronato particular –San Pedro y San José–, los de Santiago (Nuestra Señora del Cabello),
La Magdalena (San Lázaro) y Santa María, de patronato municipal, como tres, aunque se
concentren en 1590 en el de Santiago, pues en la práctica sólo se unifican las rentas y no la
actividad (el de Santa María por ejemplo volverá a la actividad asilar).
12 Así por ejemplo en el hospital de Villarreal se cita al de Luco (los traslados siempre se
hacían de un hospital a otro): “Yten 8 reales por la conducción de 4 pobres enfermos desde
la Villa hasta el lugar de Luco…” (año 1748) José ITURRATE SÁENZ DE LA FUENTE:
“El antiguo hospital de Legutiano-Villarreal de Álava”, Ohitura, nº 4, 1986, pág. 32.
13 Hay datos sobre hospitales en los monasterios de Barria y Estíbaliz, así como en el
Santuario de Nuestra Señora de Angosto. Se relacionarían además con estos centros de culto
y peregrinación los hospitales de villas como Villarreal (Santuario de Urkiola), Arceniega
(Nuetra Señora de La Encina, donde hay referencias a un hospicio), Llodio (Santa María del
Yermo), o Bernedo (Nuestra Señora de Ocón).
14 Al igual que en las Provisiones de Felipe II (y en las peticiones de los procuradores de
las ciudades a Cortes), en 1739 Felipe V da a entender un panorama hospitalario ruinoso:
“…se hallaba con noticias, que de los Hospitales, que estaban fundados en estos nuestros
Reynos, assi para la curacion de Enfermos pobres, como para el acogimiento de hospedage 223

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SANCHO EL SABIO

tándose en la Provisión Real de Felipe V 43 centros en 27 Herman-


dades, un 56,57 % de los hospitales conocidos. De ellos, solamente
funcionan 3615 (Figura 2), de los cuales 22 mantienen rentas que les
permiten subsistir con autonomía, sustentándose el resto mediante el
patronato municipal, las limosnas o a través de la Hospitalera16.
La valoración de la suficiencia de las rentas declaradas no es factible,
ya que los datos de los redactores son en general muy imprecisos:
…su rentta anual no eszede de tres mill y doscientos reales que se distri-
buien y gastan en reparos de la dicha cassa y manutención de la ropa de
lino y lana de dichas tres camas [según] las quentas que a costumbra dar
dicho capellan mayor de quatro en quatro años…17.

En otros casos se explayan en la enumeración de fincas y heredades,


censos, arbitrios y privilegios, extraídos de la carta fundacional, que no
permiten una actualización del valor, y si se expresa ese valor no es sino
un mero redondeo:
Las Renttas que estta tiene y administra solo son de las sus heredades
nominadas en dicha clausula [de la carta fundacional y citadas con an-
terioridad] que ella misma por si las labra y desfruta [la hospitalera] y
segun ynforme que se a precedido arrendandolas darian en los presentes
tiempos poco mas de una fanega de ttrigo…18.

Por lo tanto, y salvando el caso del Hospital de Santiago y asilo de


Santa María en Vitoria, que contaban con rentas y recursos no com-
parables con los del resto de la provincia, se ha procedido a valorar el
alcance de las rentas de un modo indirecto, basándonos en el tipo de
contratación de los hospitaleros.
Uno de los sistemas para hacerse con un hospitalero era arrendar el
hospital y sus heredades (labrantío, monte, huerta, leña, etc.). Así, cuan-
to más importante fuera la producción previsible de estos bienes, más

de Peregrinos, se hallaban muchos de ellos casi abandonados, sus fabricas ruìnosas, sus ren-
tas, ò perdidas, ò mal administradas, vsurpadas, y sin disposicion alguna, para que sirviessen
à los fines piadosos de su ereccion…”. (AHN sig. 16.629.15/16).
15 La cifra hace referencia a los datos de la Provisión Real aunque puede variar algo según
matizaciones. Por ejemplo el de Guevara lo están reconstruyendo y aún no funciona ese año,
en Contrasta se expresa que no existe y sin embargo Iturrate documenta dos hospitales que
perduran hasta el siglo XIX; el de Apellániz, que aparece funcionando en 1739, se vende en
1752; el de Corres ha desaparecido diez años antes, en 1728, y no lo menciona el informe de
la Hermandad, etc.
16 Algunos hospitales ceden la casa y sus heredades gratuitamente al hospitalero a cambio
de que mantenga el edificio, además de ejercer la propia labor hospitalera.
17 Real Provisión de 1739 (RP 1739), hospital de Bergüenda.
224 18 RP 1739, hospital de Manurga.

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atractivo sería y más candidatos habría a pagar una renta establecida a


cambio de residir en el hospital, beneficiarse del usufructo de sus bienes
raíces y atenderlo de acuerdo a sus fines testamentales o sinodales. De
esta manera, encontramos 10 casos entre los 36 hospitales activos en
1739, a los que habría que sumar otros dos casos en que los hospitaleros
están asalariados: en total, de los 22 hospitales que declaran tener algún
tipo de renta, sólo 12 serían los que podríamos señalar como verdade-
ramente autosuficientes, en función de estos arrendados y asalariados.
Las rentas de los otros 10 hospitales que declaran tenerlas quedarían
reducidas a alguna huerta, era, derechos de leña, etc., que no serían
suficientemente atractivos para mantener a ningún hospitalero a renta,
por lo que en la mayor parte de estos casos nos encontramos con que se
cede gratuitamente la casa hospital a un vecino pobre, mayoritariamen-
te una mujer, para que subsista en ella con esos pocos recursos a cambio
de mantener el edificio y la finalidad del mismo.
En el análisis topográfico puede verse cómo la mayor parte de los
hospitales que llegan al siglo XVIII se encuentran próximos a los Cami-
nos Reales y principales: a Bilbao, a Guipúzcoa y Francia, a Pamplona,
a Estella, a Logroño, a Burgos o a Valmaseda en la antigua ruta hacia
Castro y Santander (Figura 3).

3.2. Hospitaleros
En 1739 existen con seguridad hospitaleros, a cargo de estos hospita-
les, en 31 de los 36 que funcionan, no aludiéndose a ninguna figura en
3 centros y en los otros dos expresándose que no lo hay.19 La denomi-
nación de hospitalero es invariable en todos ellos excepto en el caso de
Vitoria que lo utiliza junto a otras denominaciones20. También es norma
la utilización de expresiones circunstanciales como la de “inquilino”
para referirse a un hospitalero arrendado21.

19 En Arbulo nadie quiere ser hospitalero y se turnan los vecinos cada vez que hay un tran-
seúnte al que acoger. En Ilárduya “nenguno a querido vivir en el con el gravamen preciso de
ospedar a pobres” (RP 1739).
20 En el hospital de Santa María, ejercieron bajo el nombre de Síndico o Alcalde, en el
de San Lázaro o Casa de la Magdalena, denominándose Síndico al marido y Cofradesa o
Mayordoma a su esposa, y en el hospital Santiago bajo el nombre de Síndicos u Hospitale-
ros. Tras la concentración de rentas de los tres, en 1590, la denominación de hospitalero se
generaliza. Cfr. Manuel FERREIRO, Juan LEZAUN: Historia de la Enfermería en Álava,
Colegio de Enfermería de Álava, Vitoria, 2008.
21 “Lo primero 15 reales que tiene satisfechos el mayordomo a Santos Burundano, inqui-
lino del santo Hospital de la Misericordia, por el avio de 5 pobres enfermos a los lugares
confinantes de la villa de Ochandiano, lugar de Luco y lugar de Ullibarri, y sus desayunos”
(hospital de Villarreal, año 1763). 225

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SANCHO EL SABIO

En ese momento se documentan 10 hospitales a cargo de una hospita-


lera, otros 10 con un hospitalero y 8 que son asistidos por un matrimo-
nio (Figura 4). Sólo en 3 casos no se especifica, aludiendo a la “persona
que vive en dicha casa hospital”. Es una imagen puntual y en modo
alguno quiere decirse que en determinado hospital siempre se contrata
a un hombre, mujer o matrimonio. Así, en el hospital de Villarreal se
cita a un hombre como hospitalero en 1739, pero en 1791 hay un matri-
monio, lo que se explica aquí por ser éste uno de los hospitales que se
arriendan por un tiempo determinado, antes de volver a ofertarse. En el
caso de Apellániz, en 1739 leemos que “en ella havita un vezino pobre”,
mientras que en 1600 “pedieron quenta de los bienes y rropas del dho
hospital a Catalina de Ballejo, hospitalera, muger de Mario Lopez”22.
De los 31 hospitaleros que se citan, en 23 casos encontramos varias
formas de contratación o de acceso al puesto, que hemos concretado en
tres categorías: arrendados, beneficiados y asalariados (Figura 5), no
quedando clara la relación existente en los 8 restantes.
• Arrendados: en 10 casos parece extraerse la conclusión de que
sus administradores arriendan el hospital en remate público por una
renta anual al mejor postor. A cambio, el inquilino se beneficiaría
del usufructo de sus bienes y asumiría la obligación de atender a los
asistidos. Este modo de hacerse con los servicios de un hospitalero
suele coincidir con los hospitales de más renta y con la presencia de
matrimonios como inquilinos, aunque no siempre. El arrendamien-
to se hace bajo contrato por tiempo determinado; por ejemplo en
el caso de Villarreal, López de Guereñu documenta un contrato en
1746 por 6 años renovables de mutuo acuerdo, señalando además
que en otro contrato de 1727 la renta sería de 121 reales, aunque
doce años después, en nuestro documento de la Real Provisión de
1739, la renta será de 75. Apreciable diferencia que no ha de enten-
derse necesariamente como una disminución del potencial produc-
tivo de las rentas del hospital, sino que puede deberse a la propia
dinámica de las subastas o a la escasez de aspirantes.
• Beneficiados: en 11 casos parece que se cede la casa hospital gra-
tuitamente para que viva una persona como hospitalera a cambio
de asistir en él y mantenerlo: “…teniendo dicho Concejo y vecinos
en el referido ospital puesto un hospitalero que viba en el sin pagar
renta solo porque recoja y cuide de los pobres que ban a el…”.23 En
esta situación coincide que no suelen existir rentas o son muy esca-

22 Gerardo LÓPEZ DE GUEREÑU: “Apellániz. Pasado y presente de un pueblo alavés”,


Ohitura, nº 0, 1981, pág. 223.
226 23 RP 1739, hospital de Heredia.

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ESTUDIOS ALAVESES

sas: una huerta, una era, leña, etc. No parece que existan contratos
escritos que regulen esta relación, si bien encontramos al menos
una carta fundacional que trata de preservar posibles usurpaciones:
“sin que las dichas ospitaleras puedan adquerir ni adquieran […] la
propiedad de las dichas heredades y vivienda ezzepto el dicho huso
frutto”.24 La no existencia de contrato no nos permite saber si tenían
una duración determinada, aunque da la impresión que una vez que
accedían al cargo lo ejercían hasta su incapacidad o muerte.
• Asalariados: finalmente, sólo en 2 casos se expresa claramente que
son asalariados del Ayuntamiento25. El primero el de Santiago en
Vitoria, el único centro de la provincia que podríamos considerar
como un hospital en el sentido curativo, y que dejamos fuera del
estudio ya que, por sus peculiares características, podríamos consi-
derarlo un dato extremo de la muestra. De mayor interés es el caso
del lugar de Ullibarri Gamboa –pequeño núcleo de población rural
en el camino de Vitoria a Guipúzcoa y a Francia– que menciona un
salario para quien asista el hospital (en ese momento, una mujer, al
parecer sola). Ese salario venía impuesto por el fundador en 1608:
“A qual dicho fundador ttambien dejo cinco camas vestidas […]
quattro para pobres y la quintta para la Hospitalera o sirvienta, a la
qual le consigno diez y seis Reales de Vellon”26.
En todos los casos, la permanencia del hospitalero estaba supedi-
tada al cumplimiento de los fines caritativos del hospital, ya que a
su falta era de aplicación el régimen sancionador dispuesto en las
Constituciones Sinodales de Calahorra de 1698, en las que, ade-
más, parece indicar el estado de asalariado como el régimen por
defecto:
Todo lo qual mandamos se cumpla, y guarde, so pena, que los hospi-
taleros sean privados, y echados de los dichos hospitales, y pierdan el
salario del tiempo, que huvieren servido27.

Situación que ocasionalmente se daba, como la recogida por José Itu-


rrate en Arceniega en 1794:

24 Carta fundacional del hospital de Manurga en 1639 copiada en la contestación a la RP 1739.


25 En realidad debería ser en al menos 3 casos, ya que tenemos la seguridad de que en el
asilo u hospicio de Santa María, en Vitoria, sus hospitaleros estaban asalariados; sin embar-
go, no aparece así citado en la RP 1739.
26 Real Provisión de 1639, Hermandad de Ubarrundia, lugar de Ullibarri-Gamboa. El sa-
lario en 1739 es de doce Ducados de Vellón anuales. Otro dato de interés es que su fundador
impone a los vecinos la obligación de tener habitable el mismo a cambio de la ejecución de
una obra pía “para aiuda de tomar esttado las Huerfanas Hijas nativas de dicho lugar y alivio
de estudiantes”.
27 Constituciones Sinodales de Calahorra de 1698, página 520. 227

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SANCHO EL SABIO

[La Junta de Caridad] habiéndose congregado en la sacristía de la igle-


sia matriz, acordaron […] dar poder a Don Tomás [Tomás Antonio de
Murga, cura beneficiado más antiguo] para que tome cuentas al vecino
de la casa del Hospital, mal administrada por el vecino que la habita28.

En el caso de la cesión gratuita del usufructo del hospital al hospitale-


ro, la mayor parte son mujeres (5 casos), siendo 3 los casos de los hom-
bres y otros 3 desconocidos, aludiéndose a un “vecino pobre” (Figura
6). Cabe interpretar este hecho dentro del contexto de solidaridad veci-
nal de apoyo mutuo al desamparado, por el que se cedería el hospital a
algún vecino necesitado para que pudiera subsistir, a cambio de ejercer
como hospitalero en el mismo.
Además de los hospitaleros, no suele faltar en estos hospitales la cita
a la figura del administrador, encargado de llevar la contabilidad y de
presentar cuentas al patrono (habitualmente el Concejo). En algunos
casos, esta figura queda diluida en la mención al Ayuntamiento o al
Concejo como administradores, pero lo más común es encontrarnos una
persona concreta para que ejerza esta función, habitualmente por un
año: “…y se administra por un mayordomo que anualmente se nom-
bra en dicha Villa…”29. En varios hospitales está a cargo del cura o
de alguna autoridad religiosa, bien por mandato fundacional, bien por
nombramiento por parte del Concejo, apareciendo algún caso en que es
el hospitalero quien hace también de administrador.30
Además de la contabilidad, en algunos pueblos se encargan del trasla-
do de enfermos: “…y al Mayordomo secular que anualmente se nombra
un real por conducirlo en su caballería al Hospital mas próximo de la
ruta que dirixe”31. Por el contrario, en otros pueblos se encargan de esta
función los hospitaleros: “…al inquilino del Hospital […] que los con-
dujo a los tránsitos de Ochandiano y luco”32.

28 José ITURRATE SÁENZ DE LA FUENTE: “El antiguo hospital de la villa de Arcenie-


ga”, Scriptorium Victoriense, nº 31, 1984, pág. 211.
29 RP 1739, Hermandad de Estavillo y Armiñón, Estavillo. Alusiones parecidas en varios
hospitales más.
30 Es atípico, ya que para prevenir fraudes los patronos preferían administrar sus rentas
bien por sí mismos o a través de terceros; pero por ejemplo, en Manurga la hospitalera admi-
nistra las rentas y también en el hospital de Santiago de Vitoria encontramos puntualmente
ese caso en 1647: cuando muere el hospitalero y su hermano, que era el administrador,
continúa la viuda haciendo al mismo tiempo de hospitalera y administradora.
31 RP 1739, Hermandad de La Ribera, Rivabellosa.
228 32 Hospital de Villarreal, año 1758.

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ESTUDIOS ALAVESES

3.3. Acogidos
Aunque en varios hospitales se mantiene el apelativo fundacional de
servir para el acogimiento de peregrinos, en 1739 los hospitales alave-
ses esencialmente dan asistencia a transeúntes pobres o mendicantes,
tanto sanos como enfermos.
Si bien en dos casos excluyen expresamente el acogimiento de enfer-
mos33, la mayoría (22 hospitales) hacen mención al acogimiento de los
enfermos de manera expresa, aunque los trasladan a otros hospitales en
cuanto pueden hacerlo, haciendo noche o no en el centro. Del resto, que
no mencionan con claridad a los enfermos, hay que suponer que con
mucha probabilidad los acogían.
Al menos seis de ellos incluyen de manera expresa a los enfermos
pobres o impedidos de sus respectivas villas, aunque en tres casos más
tenemos la seguridad de que también lo hacían. No parece que la ex-
presión tenga un sentido excluyente y probablemente fuera más en la
línea del hospital de Salvatierra de “prefiriendo los pobres naturales de
esta dicha villa”34.
En la Real Provisión no se aprecia la asistencia a los pobres locales
con el detalle que nos muestra Iturrate en sus monografías sobre Ar-
ceniega y Villarreal, pero probablemente muchos de estos hospitales
compartían esta forma de actuar. Así, podemos ver cómo la actividad
del hospital con sus paisanos iba más allá de la faceta asilar, siendo
común utilizar las rentas del hospital como tesorería de una asistencia
caritativa pública, para repartir limosnas a pobres, vestir a huérfanos o
ayudar a quien ha sufrido un revés:
Yten 120 reales que costaron los vestidos hechos a costa de los bienes del
Hospital a Toribio y Alexandro de Arraiz, naturales de esta villa, pobres
huérfanos de padre y madre y de tierna edad, por estar desnudos.
Yten 63 reales y medio que durante el año de su mayordomía se han dado
de limosna a diferentes pobres vecinos y naturales de esta villa…
Yten 5 reales pagados a don Santos de Landaburu por incendio que se le
quemó una casa en el lugar de Urrunaga…35.

33 Se trata de los hospitales del Valle de Ayala y del de Sarría. En el primero la alusión
no está del todo clara: “pobres como no esten enfermos”, pero sí en el segundo “una casa
que sirbe para el hospedaje y recogimiento de pobres transittantes y no para enfermos”. En
cualquier caso una excepción dentro de la norma habitual de estos centros.
34 Lo que parecería una excepción al ser el único pueblo que lo expresa; sin embargo, los
estudios de Iturrate sobre los hospitales de Villarreal y Arceniega nos muestra numerosas
citas que podría interpretarse en la misma dirección que la señalada por Salvatierra.
35 José ITURRATE: “El antiguo hospital de Legutiano…”, pág. 34. 229

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SANCHO EL SABIO

En consecuencia, en un contexto histórico donde la frontera entre la


subsistencia y la pobreza es enormemente frágil y cualquier contratiem-
po puede dejar sumida a una familia en el pauperismo, es entendible la
casi veneración de una población hacia su pequeño hospital, cuando es
consciente que su existencia puede ser vital en el mantenimiento de esa
frontera. De otra forma, no podría entenderse por ejemplo el ímpetu
reconstructor de Arceniega, una vez que su hospital quedó derruido tras
el embate de la primera guerra carlista.

3.4. Cuidados
A excepción del hospital Santiago de Vitoria, en el que la oferta de
cuidados por parte de los hospitaleros tendía a cierta profesionalización
para mediados del siglo XVIII (a partir del año 1741 los hospitaleros
contratados serán también sangradores o cirujanos menores), en el resto
de hospitales los cuidados ofertados son los que suelen denominarse
“paradomésticos”; es decir, aquellos cuidados que una persona obten-
dría de su entorno familiar, de contar con él, para cubrir sus necesida-
des. En definitiva, el hospital y los hospitaleros suplirían al hogar y
al apoyo familiar necesario a quienes no contaban con ellos, de modo
transitorio, como peregrinos o viajeros, o permanente, como ancianos
o viudas dependientes.
Ofrecían sustentos básicos, como el descanso, el calor o el alimento, y
otros más avanzados como el suministro de medicamentos o el traslado
a otros centros y lugares, sin olvidar necesidades superiores, como las
espirituales y el buen morir. Como ya hemos hecho con anterioridad, la
excepción del hospital de Santiago obliga a dejar al margen este centro
y su peculiar idiosincrasia36 para no desvirtuar el análisis del resto.
Estos hospitaleros carecían de una formación específica para su la-
bor, ya que su carácter paradoméstico llevaba implícito que cualquiera
podría desempeñar esa labor, tanto hombres como mujeres, aunque no
debía ser tan sencillo o atractivo cuando por ejemplo leemos en el de
Ilarduya que “aunque se le agrego a dicho ospital dos heredades para
alivio del que en el viviese ninguno a querido vivir en el con el grava-
men preciso de hospedar a pobres”37.

36 Puede verse una monografía sobre el mismo en Manuel FERREIRO, Juan LEZAUN,
Ángela PRADELL: La enfermería y el Hospital Santiago en la Vitoria del siglo XIX, Cole-
gio Oficial de Enfermería de Álava, Vitoria, 2006.
37 RP 1739, Hermandad de Asparrena, lugar de Ilarduya. En cualquier caso, hay dos
elementos que separan a los hospitaleros de los cuidados “paradomésticos”, la continuidad
en el tiempo de su acción y la contraprestación económica -en especie o en metálico- que lo
230 convierte en un oficio.

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Entre los cuidados que advertimos en las manifestaciones que reali-


zan los distintos pueblos podemos citar los siguientes:
• Descanso: es el cuidado por antonomasia de estos centros, ínti-
mamente ligados en su origen al peregrinaje. Se da cama por una
noche al transeúnte, como mandaban las constituciones sinodales,
“salvo si el tiempo fuere tan recio, que no pueda caminar” o en
caso de enfermedad, en cuya situación podían pernoctar hasta su
restablecimiento, fallecimiento o traslado, que era lo más habitual:
aia de rrecivir y dar quenta y rrecado a todos los pobres que vinieren a
dormir a dicho ospital, solamente por una noche, ha no venir enfermos,
de manera que no tengan fuerzas ni alivio, de poder ir a otra parte, pues
en tal casso previene, se les de cama y lumbre hasta tanto que mueran
o sanen38.
…con dos camas de ropa para el ospedage de [los pobres] que estan en
dos alcobitas ordinarias contiguas […] se allan echas y dispuestas con
ropa limpia y decentte…39.

• Ingesta e hidratación: dar de comer al hambriento y de beber al


sediento, axiomas cristianos que son la base del movimiento hospi-
talario. En algunos hospitales se les preparaba la comida; en otros
se da a entender que se les facilita los alimentos para que los prepa-
ren los propios acogidos.
an de dar a los pobres alguna berdura conforme al tiempo para que pue-
dan hacer olla con berduras y coman una escudilla de caldo calientte que
desean segun yo esperimenttado40.
Yten […] dos reales del alimento de un enfermo que se tuvo en dho Hos-
pital dos dias hasta haberse aliviado de su enfermedad”, “…y lo restante
en alimento de pan y carne a los mismos, por hallarsen imposibilitados
en dho hospital41.

• Termorregulación: varios hospitales señalan expresamente que


participan de la suerte de la leña como un vecino más; otros tienen
como rentas propias el uso de hayedos y robledales42. Junto al des-
canso, es la atención que más se cita en la Provisión Real.

38 RP 1739. Arvigano, copia de Carta fundacional.


39 RP 1739, Ozaeta.
40 RP 1739, Echávarri, copia de Carta fundacional.
41 José ITURRATE: “El antiguo hospital de Legutiano…”, pág. 34.
42 En Marieta todavía se conserva el topónimo ospitalbaso. 231

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SANCHO EL SABIO

que a los pobres que acudieren a dicho hospital no les faltase leña para
enjugarsen quando bengan mojados y se puedan calentar43.
…y para que assi les hagan lumbre obligo e ypotteco […] las ramas
de ttreinta y zinco robles que ttengo […] y no se cuertten por pie y las
ramas estten permanenttes para estte efectto44.
• Higiene: dentro de los cánones del momento no es una higiene per-
sonal, sino del medio: lencería colada, suelos barridos, escudillas
lavadas…
…ai en él una muger de mas de zincuenta años que cuida de la limpieza
de casa y de la ropa…45.
…se ttiene sattisfazion del cuidado de dicha hospittalera y sus hijos en
el buen tratamiento y hospedaje […y…] limpieza como ttodo lo dicho
es muy publico y nottorio46.
• Espirituales: Varios hospitales hacen referencia al carácter piado-
so de los hospitaleros. Las constituciones sinodales, por su parte,
ordenan que se rece y se diga la Doctrina Cristiana:
Item, que en los dichos Hospitales aya vn Oratorio con su Cruz, è Imáge-
nes, y Agua Bendita; y el que tuviere cargo de dicho Hospital, haga que
los pobres rezen en èl, y reciban Agua Bendita antes que se acuesten, y
en levantandose47.
Que habiendo alguno o algunos [pobres] hagan que todas las noches re-
cen el Rosario a María Santísima, por ser muy de su soberano agrado48.
No obstante, fuera de estas recomendaciones sinodales y de sus
visitadores, José Iturrate recoge en Arceniega un documento más
concreto:
Yten pagué por las estampas de María Santísima del Rosario y la de San
José 16 reales, y las coloqué a los lados del santo Cristo, con el objeto
de que la hospitalera rece el rosario delante de dichas estampas, y enco-
miende a Dios, en compañía de los pobres del pueblo…49.
• Terminalidad y postmortem: acompañamiento en la muerte,
amortajamiento y entierro eran también tareas que competían al
hospitalero, aunque al parecer era una acción extra entre sus com-
petencias, ya que solían cobrar por ello. No viene recogido en los

43 RP 1739, Manurga, copia de carta fundacional.


44 RP 1739, Echávarri, copia de carta fundacional.
45 RP 1739, Estavillo.
46 RP 1739, Salinas de Añana.
47 Constituciones Sinodales de Calahorra de 1698.
48 Hospital de Villarreal, nota del visitador en 1764.
232 49 José ITURRATE: “El antiguo hospital de la villa de Arceniega”, pág. 221.

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informes a la Real Provisión, pero en los estudios de José Iturrate


sobre los hospitales de Arceniega y Villarreal aparecen con fre-
cuencia en los cobros de los hospitaleros:
Yten […] 64 rls por el gasto de dos pobres forasteros que murieron en
referido hospital. Yten por las mortajas y ceras 28 reales50.
Yten 14 reales pagados a Eulalia de Zurbano, hospitalera, por lo que su-
plio en la enfermedad de Sebastian de Zuleibar, vecino de Ochandiano,
quien murio en dho Hospital, y en cuidar a otro enfermo frances51.
• Traslado: en caso de enfermedad de un transeúnte, en cuanto se
podía era trasladado al siguiente pueblo para acercarle a su destino,
o bien conducido a un hospital con más recursos para su curación:
Se le admite en data 30 reales por la condusion de quinse pobres enfer-
mos con caballería desde dicho Hospital hasta el lugar de Luco y lugar
de Ochandiano, yncluso los alimentos que se les prestó52.
…se dava en cada un año una fanega de trigo a la ospitalera por el
travaxo ocupación y asistencia que tenia con dichos pobres […] y al
Maiordomo […] un real por conducirlo en su caballeria al Hospital mas
proximo de la ruta que dirixe53.
Yten […] 4 [reales] a un pasajero pobre enfermo de Mañaria que traian
de Burgos y le condujeron desde el lugar de Urrunaga a esta villa54.
• Limosna, seguridad: Los transeúntes seguían su camino con una
ración para la jornada que les permitiera llegar al siguiente hospi-
tal; y a los lugareños que no podían ser acogidos en el centro se les
facilitaban recursos para la subsistencia:
…ymbertia en dar a cada uno de los que benian impedidos un Quarton
de pan, un par de guebos y medio quartillo de vino…55.
Yten 36 reales dados de limosna […] a cinco enfermos pobres y vecinos
de esta villa”, “Yten 16 reales dados […] a Juan de Zaldivar, pobre en-
fermo; 8 a Antonia Ortiz de Zárate, tambien pobre enferma…56.
• Avanzados e instrumentales: En la mayor parte de los casos, los
contratos del municipio con médicos, cirujanos o barberos incluían
la asistencia gratuita al hospital, por lo que no es fácil encontrar
menciones a los mismos en la documentación referida a los hospi-

50 Ibidem.
51 José ITURRATE: “El antiguo hospital de Legutiano…”
52 Ibidem.
53 RP 1739, Rivabellosa.
54 José ITURRATE: “El antiguo hospital de Legutiano...”, Pág. 53.
55 RP 1739, Rivabellosa.
56 José ITURRATE: “El antiguo hospital de Legutiano…”, pág. 54. 233

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SANCHO EL SABIO

tales, ya que básicamente consta de apuntes económicos y los gas-


tos correspondientes a aquellos profesionales quedaban englobados
en su salario. Indirectamente podemos ver su acción a través del
gasto de farmacia:
…sus reditos [se] convierten y consumen en reparos de dicha casa hos-
pital comprar algunas vasijas y muy poca ropa y pagar al voticario el
corto salario que tiene asignado57.
Al cirujano y boticario, por la asistencia y botica necesaria para los en-
fermos de Hospital […] pagué a este boticario para una medicina de
Manuel de Barcena, con la que aseguró el Físico que sanaría este enfer-
mo y pobre…58.

• Administrativos: Aunque el requisito de anotar las entradas y sali-


das, así como los fallecimientos, estaba indicada para los hospitales
de curación –lo que en Álava se reducía básicamente al hospital
Santiago Apóstol de Vitoria–59, sin embargo aparecen anotaciones
en muchos libros de fábrica de estos centros rurales como asiento
contable, que hace las veces de registro no sistematizado.

Los trabajos de Iturrate, López de Guereñu y Núñez de Cepeda, que 4. DISCUSIÓN


han precedido nuestras pesquisas sobre la hospitalidad alavesa, poseen
la limitación de un marcado carácter descriptivo y cierto conformismo,
o convencimiento, de que la existencia y larga pervivencia de estos cen-
tros se sustenta suficientemente en la Caridad Cristiana. De ahí también
que entiendan su desaparición como una consecuencia impuesta exter-
namente por las guerras y las desamortizaciones liberales del XIX.
A partir de nuestros resultados trataremos, por contra, de abrir esa
mirada hacia contextos más mundanos y acontecimientos menos ex-
traordinarios.
En primer lugar, la distribución espacial en 1739 ha superado su vin-
culación con la ruta jacobea, pero sigue existiendo una evidente corres-
pondencia con los caminos principales, sugerente de simbiosis.
Un camino transitado aporta pobres al hospital, que de esta manera
puede cumplir su obligación asistencial que, en origen, buscaba la ex-

57 RP 1739, Labastida.
58 José ITURRATE: “El antiguo hospital de la villa de Arceniega”, pág. 221.
59 Constituciones Sinodales de Calahorra de 1698: “Ordenamos, y mandamos, S.S.A. que
en cada Hospital, donde ay copia de enfermos, y curacion, aya vn libro, para assentar en èl
los que se vienen à curar: y el assiento sea en toda forma, y con claridad; poniendo en èl el
nombre, Patria, y estado de los enfermos: y si falleciere en el Hospital, se ponga tambien la
234 nota de muriò con su dia, y año…”.

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ESTUDIOS ALAVESES

piación del fundador mediante la caridad hospitalaria. Pero también la


presencia de hospitales jalonando escalas del camino ejercería un poder
de motivación en los viajeros para adentrarse por aquellas pésimas ru-
tas. Así, mesones y hospederías para quienes tuvieran oficio o recursos
y hospitales para quienes carecieran de ellos, colaboraban en el mante-
nimiento y seguridad de los caminos.
A tenor de las cifras, esta imagen sería más propia del XVI y XVII,
pues 12 centros con rentas suficientes en 1739 –de 43 documentados en
ese momento–, y amenazando el resto con ruina o claramente en ella,
evidencian una situación de crisis muy anterior a los conflictos de fin de
siglo y las primeras desamortizaciones60.
Parejo a la seguridad corre el control social, en este caso de la pobreza
y la vagancia. En España, los intentos de desvestir a la pobreza del halo
sagrado con el que había sido investida por la mentalidad medieval,
se vieron frenados por la Contrarreforma que, sin embargo, inició una
cruzada contra los llamados “falsos pobres”, a los que se considera y
equipara con maleantes y delincuentes. Las propias constituciones sino-
dales de 1698 lo advierten y regulan:
…que ninguna persona sea en ellos acogida, sino es yendo de camino,
y por vna noche sola, salvo en caso de enfermedad, ò necesidad notoria,
[…] Y para evitar grandisimos fraudes, que ay en esto, es necessario tener
cuìdado con vnos hombres vagantes, los cuales passan la mayor parte del
año en vn territorio, mudando lugar, y Hospital cada quinze, ò veinte dias,
dando turno à todos, en esta forma, con titulo de pobres, ò peregrinos;
los quales suelen hazer cosas muy perniciosas. Por tanto: Ordenamos, que
siendo conocido anden en este giro, no sean admitidos en el Hospital: por-
que este solo camino ay para que salga este genero de gente de la Provin-
cia, dexando la tierra libre61.

Partiendo de este contexto, planteamos la hipótesis de considerar la


estructura hospitalaria como una estrategia más en el control social de
esta masa desarraigada. Basada en el movimiento continuo, los hospi-
tales acogerían a los vagamundos facilitándoles descanso y alimento,
pero sólo por una noche –salvo inclemencia meteorológica o enferme-
dad–, obligándoles a continuar su camino o siendo trasladados hasta el
siguiente hospital. De esta manera, el pobre, mantenido, no delinquiría

60 Tomando el ejemplo de Apellániz: “las dhas casas que al presente están en la dha villa
con su parte de hera y uerta y mas una sabana y quatro varas de sayal para los pobres” que
deja el fundador en 1565 se convierte en la Real Provisión de 1739 en “una casa pequeña
bieja [que] no tiene dicho ospital renta ni vienes muebles ni raizes nigunos”, anticipo de
su venta en 1752 (Gerardo LÓPEZ DE GUEREÑU: “Apellániz. Pasado y presente de un
pueblo alavés”, Ohitura, nº 0, 1981, pág. 223).
61 Constituciones Sinodales de Calahorra de 1698, Constitución V (Libro tercero, título
XIV “De la acogida, y permanencia de viandantes en las casas de Hospitalidad”). 235

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SANCHO EL SABIO

y, sólo pudiendo pernoctar, no se asentaría en el lugar. La pobreza –al


menos la foránea y desarraigada– se convertiría en pasajera dócil.
Cuestión diferente eran los pobres locales y los desvalidos. Al margen
de los enfermos, cuya preferencia frente a los forasteros no queda del
todo dilucidada en la documentación, lo cierto es que el hospital era
en 1739 una pieza clave en el desamparo familiar de sus convecinos:
ofrece en algunos casos el puesto de hospitalera a quien siendo válido
carecía de recursos, da directamente asilo al impedido o al enfermo sin
apoyo familiar, reparte limosnas de sus rentas…
Parece que el hospital forma parte de las estructuras de solidaridad
vecinal, como lo eran las vecindades o las arcas de misericordia, den-
tro de un contexto de autoprotección y socorro mutuo en ausencia de
cualquier protección social. No obstante, llama la atención la cuestión
de la titularidad: todos los hospitales habían sido en origen fundaciones
particulares y, desde esa perspectiva, las actividades de protección ha-
cia su comunidad provendrían de una caridad individual; sin embargo,
en 1739 se ha desdibujado completamente la titularidad, figurando en
muchos casos como patronos los Ayuntamientos y como administra-
dores los párrocos. Eso no convierte la titularidad en pública, pero la
discrecionalidad de la ayuda sí parte de las mismas estructuras que con-
formarán las Juntas municipales de Beneficencia que promoverá la Ley
General de Beneficencia de 182262. Elementos que nos llevan a pensar
que, ya en esas fechas, hay un cambio en la mentalidad, un primer paso
de la “limosna” particular al “derecho” colectivo que se anticipa a la
legislación de la Beneficencia Pública del Trienio Liberal y su prece-
dente, la Constitución de 1812.
Volviendo a la discrepancia sobre la acogida de enfermos, ha de ma-
tizarse que la Real Provisión no pide de manera expresa más que el nú-
mero de acogidos, y no su naturaleza o los cuidados ofrecidos. Supone-
mos que ello podría derivarse de que tales elementos ya vienen expresa-
dos en las Constituciones Sinodales, por las que se rigen estos centros,
dándose por supuesto una atención similar en todos los hospitales. De
forma que, al no solicitarse esta información, hubo pueblos que inclu-
yeron menciones a determinados aspectos de los asistidos y otros que
primaron cuestiones diferentes. En cualquier caso, si nos ceñimos tanto
a las características de los acogidos como a los cuidados prestados, que
hemos generalizado, los hospitales alaveses siguen escrupulosamente
las recomendaciones de las Sinodales de Calahorra de 1698.
Finalmente, no podemos pasar por alto la cuestión de género en rela-

62 “[Art. 1º] habrá una Junta municipal de Beneficencia en cada pueblo, [Art. 3º] En los
[…] de menos vecindario, se compondrá […] de siete individuos, á saber: del alcalde cons-
titucional, que será presidente nato, de un regidor del Ayuntamiento, del cura párroco más
antiguo…”. Ley de Beneficencia de 1822 (Decreto de Cortes de 21/12/1821), TITULO I. De
236 las juntas de beneficencia.

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ción a los hospitaleros, pues si bien los casos expresos de matrimonio y


de hospitalera no ofrecen duda, sí la hay respecto a los hospitaleros, ya
que tradicionalmente se ha utilizado el nombre del varón por el del ma-
trimonio. Por lo tanto, es posible que alguno de los 10 casos de varones
hospitaleros pueda ocultar, en realidad, un matrimonio63.

5. CONCLUSIONES La base documental principal de nuestro trabajo –las respuestas que


dieron las Hermandades alavesas a la Real Provisión de Felipe V de
1739 para conocer el estado de los centros benéficos en España–, a pe-
sar de estar incompleta, constituye un conjunto documental con cierta
sistematización, que ofrece una visión de gran parte de la geografía
alavesa, tanto urbana como rural, reflejando una situación de crisis y
deterioro en la red hospitalaria de la provincia. Las guerras de la Con-
vención, Independencia y Carlista, así como las desamortizaciones, no
serían pues las causas reales de su desaparición, aunque probablemente
sí la causa más inmediata y definitiva.
La afirmación de las Constituciones Sinodales de Calahorra de 1698
de que los hospitales “son comunes en todos los lugares, por pequeños,
y pobres que sean” parece en Álava un anacronismo, alusivo a los 76
centros que llegamos a documentar en sólo 35 de las 53 Hermandades
de la Provincia, pero no es ya esa la situación en 1739, tan cercana a las
propias Sinodales.
La relación de estos centros con las rutas de peregrinaje religioso –
motivo recurrente en las cartas fundacionales– había sido superada ya
en 1739, extendiéndose hacia otros caminos de tránsito y comercio im-
portantes, concluyéndose la existencia de una simbiosis entre hospitales
y caminos principales.
Esta característica, junto a la cita en las Constituciones Sinodales
como usuarios expresos de estos centros a viandantes, a los que impone
restricciones temporales a su acogida (“por una noche sola…”), nos
lleva a plantear la hipótesis de que los centros hospitalarios proporcio-
naban seguridad a cualquier transeúnte pobre en sus desplazamientos y
cumplían una función de contención de desarraigados, que pululaban
de pueblo en pueblo, acogiéndolos en estos centros sin necesidad de
delinquir, pero sin posibilidad de asentarse en los mismos.
No obstante esta vertiente de control social, en los hospitales estudia-
dos recogemos tres funciones básicas:

63 Cfr. Manuel FERREIRO ARDIÓNS, Juan LEZAUN VALDUBIECO: “Estudio demo-


gráfico de los hospitaleros y barberos en el hospital Santiago de Vitoria, 1500-1820” en Ac-
tas del IV Congreso Internacional y IX Nacional de Historia de la Enfermería, Las Palmas,
2007. 237

Sancho el Sabio, 38, 2015, 219-242


SANCHO EL SABIO

– Hospitalidad, orientada a la acogida de peregrinos como manda


testamentaria fundacional casi general, extendida a viandantes sin
recursos.
– Asistencial, orientada a ofrecer cuidados a personas enfermas, aun-
que hay centros que expresamente las rechazan y otros que antepo-
nen los enfermos de la propia localidad a los transeúntes.
– Asilar, orientada en exclusiva a los lugareños sin recursos ni apoyo
familiar en situación de fragilidad social: ancianos, viudas, huér-
fanos, impedidos, dementes… Se les asistía con limosnas deriva-
das de las rentas del hospital, acogiéndolos en el propio centro o
facilitándoles trabajo en el mismo (hospitaleros) como medio de
subsistencia.
Las actividades de asistencia a los desamparados locales, en cuanto
que buena parte de los centros tienen en 1739 un patronato de insti-
tuciones públicas, nos sugiere la existencia de una transición entre el
asistencialismo particular de herencia medieval y la beneficencia pú-
blica liberal.
La mayor parte de los hospitales que funcionan en 1739 cuentan con
alguna persona a su cargo (un matrimonio hospitalero o un hospitale-
ro/a), que accede al mismo a través de tres modalidades: el asalariado,
que era contratado a cambio de un salario estipulado; el arrendado, que
obtenía el puesto tras pagar una suma en subasta pública; y el beneficia-
do, al que se cedía el hospital para su sustento por carecer de recursos.
Aunque entre las actividades que realizaba el hospitalero se conserva
la idea tradicional de suplir la atención familiar de la que carecen los
acogidos (actividad paradoméstica), en algún centro como el de San-
tiago en Vitoria poseían ya un alto grado de profesionalización para
esas fechas. De entre las actividades que identificamos en los hospitales
alaveses, destacan cuidados de necesidades básicas, como las del des-
canso, ingesta e hidratación, termorregulación o higiene; y otros más
avanzados de seguridad, espirituales, curas y traslados, así como asis-
tencia al moribundo y labores administrativas.
Globalmente, consideramos que, en el entorno temporal que hemos
analizado, hospitales y hospitaleros formaban, dentro de la villa en la
que se asentaban, parte de la red de solidaridad vecinal y apoyo mutuo
tradicional, que limitaba el desamparo del pobre o del anciano sin apo-
yo familiar. Jugaron además un papel de control social y de la delin-
cuencia, al evitar el asentamiento de vagabundos en las villas y facilitar
medios de subsistencia a los menesterosos locales. En última instancia,
ofrecieron islas de seguridad a peregrinos y transeúntes pobres, hacien-
do transitables los caminos.
238

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ESTUDIOS ALAVESES

ANEXO
Cuadro descriptivo de los hospitales alaveses documentados.
HOSPITAL REAL PROVISIÓN de 1739
HERMANDAD documentado Hospitalero/a Usuarios Rentas Estado
1. Valderejo
No
2. Valdegovía Monasterio Angosto. No hay. Trasladan. consta. No consta.
Joseph de Urbina, Pobres, peregrinos,
3. Berguenda y Fontecha Berguenda. SI. Funciona.
mujer e hijos. enfermos.
Acogen los vecinos.
4. Bellojín Trasladan.
Maria de Torres viuda Enfermos, pobres
5. Salinas de Añana Salinas de Añana. SI Funciona.
con hijos. viandantes.
6. Lacozmonte Trasladan.
7. Cuartango Acogen los vecinos.
8. Urcabustaiz Abecia. Pobres peregrinos. SI. Ruina.
9. Arrastaria
Oquendo. Pobres. SI. Funciona.
Domingo de Lezama
SI. Funciona, a
Amurrio. y Maria de Landaluze Enfermos, pobres. reparar.
10. Ayala su muger.
No enfermos.
beatto o Beattos NO,
Ayala – Respaldiza. Pobres que
(¿arrendados?). limosna. Funciona.
transitan.
Barambio.
Curas y beneficiados, Pobres pasajeros.
11. Arceniega Arceniega. SI. Funciona.
Cabildo
12. Llodio Llodio.
El que habita el No enfermos.
Sarría. Pobres transitantes. Pocas. Funciona.
hospital.
13. Zuya Domaiquia.
Vitoriano.
Tomas Saenz de Pobres verdaderos y Desapare- Ruina.
Echavarri. Buruaga. no vagantes. cidas.
14. Cigoitia
Ana Lopez de Lettona Pobres mendicantes, NO. Funciona.
Manurga. sanos o enfermos
15. Los Huetos
16. Mártioda
17. Badayoz Foronda.
18. Mendoza Acogen los vecinos.
Trespuentes.
19. Iruña
Víllodas.
20. Ariñez
21. Morillas Acogen los vecinos.
Está arrendado pero Acogen los
Caicedo de Yuso. Si. Desuso.
no como hospitalero. vecinos.
Isabel Martinez, Pobres que
Arvigano. viuda, y su hijo Juan transitan, sanos o SI. Funciona.
de Pinedo. enfermos.
22. La Ribera Pobres
mendicantes.
RIvavellosa. Hospitalera. SI. Funciona.
Trasladan a los
enfermos.
Santiago Ladrón de Pobres, sanos o
Nanclares de la Oca. SI. Funciona.
Guevara. enfermos.
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SANCHO EL SABIO

23. Tuyo
Transitantes y
24. Estavillo y Armiñón Estavillo. Hospitalera. pobres enfermos SI. Funciona.
de la villa.
Pobres que
Un vecino con su transitan.
Berantevilla. SI. Funciona.
25. Berantevilla familia. Trasladan a
enfermos.
Zambrana.
26. Portilla
27. Salinillas Buradón Salinillas Buradón.
Pobres que
Labastida. Un pobre hospitalero. transitan, y SI. Funciona.
vecinos, enfermos.
28. Tierras del Conde Lagran
Peñacerrada
Pipaón
Pobres pasajeros
sanos o enfermos,
Lanziego Mayordomo. pobres de SI. Funciona.
solemnidad locales
enfermos.
Enfermos pobres
Laguardia. Hospitalera. de la villa y Si. Funciona.
29. Laguardia transitantes.
Pobres transitantes. Funciona,
Oyón. Asiste una mujer. Trasladan NO. a reparar.
enfermos.
Pobres que
Cripán. Mayordomo. transitan, sanos o SI. Funciona.
enfermos.
Elvillar.
30. Labraza Labraza
Pobres que
Hospitalero con transitan,
31. Bernedo Bernedo SI. Funciona.
mujer y 3 hijos. Trasladan
¿enfermos?
32. Marquínez
Persona que vive en Pobres. Trasladan NO.
Santa Cruz. dicha casa hospital. a enfermos. Limosna. Funciona.
33. Campezo Acogen los
Orbiso. NO. NO. Ruina.
vecinos.
San Roman Campezo.
San Vicente Arana.
34. Arana Ullibarri Arana.
Contrasta.
Peregrinos,
Hospitalero y su NO. Funciona.
Maestu. transeún-tes, sanos Limosna.
familia. y enfermos.
35. Arraya-Laminoria Peregrinos,
Apellaniz. Vecino pobre. transeún-tes, sanos NO. Funciona.
y enfermos.
Corres.
36. Oquina
Ylarduia. NO. Pobres transeúntes. Desapare- Ruina.
37. Asparrena cidas.
Zalduendo.
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ESTUDIOS ALAVESES

San Román S.Millán.


Luzuriaga. Peregrinos.
38. San Millán
Narvaja.
Galarreta. Pobres transitantes. SI. Funciona.
Persona devota a la Pobres, impedidos
Salvatierra. que se da habitación. y enfermo, 1º de SI. Funciona.
39. Salvatierra la villa
Salvatierra (Lazareto)
Magdalena Lopez
Ozaeta. de Gordoa, para que Pobres transeúntes. NO. Funciona.
viva sin pagar renta.
Feliz Lopez de
40. Barrundia Heredia. Arrieta para que viva Pobres transeúntes. NO. Funciona.
sin pagar renta.
Audicana.
Larrea.
Lo están
Guevara. SI
41. Guevara reparando
Elguea.
María Martinez para
Alegría. que viva sin pagar Pobres transeúntes. NO. Funciona.
renta.
42. Iruraiz
Nadie quiere en Pobres transeúntes,
Arbulo. 1739. Se turnan los sanos y enfermos. SI. Funciona.
vecinos.
43. Hijona
44. Andollu
45. Larrinzar
María González de
Marieta. Lopidana para que Pobres. SI. Funciona.
46. Gamboa viva sin pagar renta.
Acogen los
Mendijur. NO. Poca. Cerrado.
vecinos.
Hospitalera
47. Ubarrundia Ullibarrigamboa Pobres viandantes NO Funciona.
asalariada
Pobres transitantes.
¿Pedro de?
48. Villarreal Villarreal de Álava. Trasladan a SI. Funciona.
(Arrendado). enfermos.
Andrés Ybabe Peregrinos y
49. Aramayona Ibarra. NO. Funciona.
Arraga. pobres.
Acogen los
50. Arrazua Arroyabe. vecinos.
Argandoña.
Betoño.
Santiago. SI. SI. Funciona.
51. Vitoria Santa María. SI. SI. Funciona.
Magdalena.
San Pedro.
San José.
52. San Juan de Mendiola
53. Lacha y Barría Barría.

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SANCHO EL SABIO

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