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Secuencia, San Martín y Las Mujeres Del Ejército de Los Andes 2 °

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Secuencia didáctica, San Martín y las mujeres del ejército de los Andes :

➢ La docente comenzará la clase introducción a los alumno/as sobre la vida del


General San Martín,para esto leerá una breve biografía del prócer.

¿Quién es el Padre de la Patria?

Hoy voy a contarles la historia de un hombre llamado José que nació en Yapeyú, un pueblito de
Corrientes, Argentina. Creció junto a su mamá, su papá y cuatro hermanos.
Cuando cumplió 6 años viajó a España con su familia; allí estudió francés, violín, historia, geografía,
esgrima y equitación. A los 11 años comenzó su carrera militar como cadete en el Regimiento
de Murcia donde aprendió a utilizar armas de fuego y practicó técnicas de combate.
A los 13 años participó de la primera campaña militar en África y a los 15 años lo nombraron teniente, por
su valentía y heroísmo.
Continuó luchando y ayudando a defender varios países hasta que lo nombraron Capitán; pero cierto día
decidió dejar su carrera en España y regresar a su país de origen, Argentina.
Al llegar a Buenos Aires, conoció a varias familias influyentes y adineradas que lo apoyaron al momento
de formar su propio ejército: el Regimiento de Granaderos a caballo.
Una de esas familias era la de Remedios de Escalada, una mujer de 14 años que participaba de los
encuentros políticos de su padre con los soldados. José se enamoró de ella y, al poco tiempo,
se casaron.
Remedios fue la fundadora de la Liga Patriótica de Mujeres, que, junto a las esposas de los soldados,
colaboraban con el Ejército de los Andes donando joyas para garantizar el equipamiento de las
tropas (tiendas, armas, vestimentas). También fueron ellas las creadoras de la Bandera que
usarían en combate.
San Martin debía cumplir con sus obligaciones militares, así que se encargó de enseñar todo lo que
había aprendido a sus Granaderos y se marcharon a San Lorenzo. Lucharon en varias batallas
y ganaron.
José se fue a vivir a Mendoza junto con su esposa Remedios, y allí nació su hija Merceditas.
Para poder conservar la victoria en Argentina, San Martín creía importante ayudar a los países limítrofes:
reunió hombres de diferentes provincias y formó un ejército capaz de cruzar las altas montañas
de los Andes.
Montados en mulas, atravesaron lluvias y nevadas. Debido a la falta de agua y alimentos, el viaje fue muy
dificultoso.
San Martín se encontraba enfermo, pero aún así, al llegar a Chile lograron vencer a los realistas en la
Batalla de Chacabuco.
Con algunas batallas perdidas, el ejército se fue rearmando hasta llegar a Maipú y ganar, finalmente, la
libertad chilena.
Junto a sus granaderos, San Martín viajó en barco hacia Perú consiguiendo su independencia.
De regreso a Mendoza, se entera de la muerte de su esposa Remedios y decide viajar a Francia junto a
su hija Merceditas.
Falleció el 17 de agosto de 1850, acompañado de su hija y nietas.

ACTIVIDAD:

PUESTA EN COMÚN LUEGO DE LA LECTURA DEL TEXTO:

En el cuaderno

Título: San Martin

Respondemos:

1-¿Dónde nació?
2-¿ Qué países libero?

Una vez finalizada las respuestas, los alumnos procederán a pegar una imagen de San
Martín.

La docente leerá sobre las protagonistas de una gran parte y fundamental de la historia en
el ejército de los andes. Los alumnos observarán imágenes y escucharán relatos de textos
informativos por parte del docente, llevando a la reflexión, la escucha activa, intercambios
orales y el conocimiento de estos actos históricos que marcaron nuestra identidad sin la
participación crucial de estas heroínas nada hubiese sido igual.

Recursos: textos informativos, imágenes.


Las mujeres en el ejército de los Andes

Martina Chapanay, la mensajera de los Andes

Ilustración: Camila Torre Notari


A quienes viven en la zona de Cuyo el nombre Martina Chapanay les puede resultar
muy conocido: forma parte del folclore local. El relato de su vida y aventuras pasó
de boca en boca, de generación en generación, hasta llegar a hoy, y venció la niebla
que suele envolver a las mujeres y disidencias de la historia argentina.

Por lo general, su nombre está acompañado de numerosos epítetos, propios de la


literatura oral, que dejan entrever su personalidad y sus actos y permiten recordarla
con facilidad: la Montonera (también, la Montonera del Zonda, la Montonera
Gaucha), la Hija del Viento Zonda, la Quijote-Hembra, la Bandolera Indómita, la
Vengadora Cuyana (también, la Vengadora del Chacho), la Venerada, la Mestiza
Rebelde, entre otros.

Origen huarpe
La tradición afirma que era mestiza, hija de un cacique huarpe de apellido Chapanay
(del huarpe, chapac-nay, 'zona pantanosa') y de una mujer blanca cautiva. Nació
alrededor del 1800 en la zona de las lagunas de Guanacache (secas en la
actualidad), ubicada en las provincias de San Juan, San Luis y Mendoza. Existe un
registro de la capilla Nuestra Señora de la Merced de la provincia de San Juan que
se cree que es de ella. Allí se consignó el bautismo de una tal Martha Chapanay el
día 15 de marzo de 1799, hija legítima de Ambrocio Chapanay y Mercedes
González; el registro no incluye datos del día de nacimiento (Argentina bautismos,
1645-1930).

Rebelde y libre
Por haberse convertido en leyenda, los detalles de la vida de Martina difieren según
la versión, pero todas coinciden en que era una mujer valiente y aguerrida que
rechazó los roles y estereotipos de género que la sociedad de la época le imponía:
las tareas domésticas y de cuidado. Muy por el contrario, ella adoptó características
que se consideraban «masculinas», como la destreza en el uso de armas blancas y
boleadoras, la habilidad para cabalgar y montar en pelo y el vestirse de gaucho con
chiripá, poncho y botas de potro. Además, fumaba tabaco y bebía.

Felipe Pigna (2012), en su libro Mujeres tenían que ser, lo resume de esta manera:
«Se llevó muy bien desde temprano con los caballos y los caminos más difíciles, y
aprendió a jugar con el lazo y el cuchillo como las otras niñas lo hacían con las
muñecas».

Martina era una niña cuando falleció su madre y, por decisión de su padre, quedó al
cuidado de una mujer llamada Clara. Pero, al tiempo, Martina escapó de ella y
comenzó una larga vida marginal. Se enamoró de un bandolero, Cruz Cuero, y se
convirtió en bandolera, en bandida rural como él, pero distribuía lo que robaba con
su banda entre las personas más pobres. Integró las montoneras de Facundo
Quiroga y, luego, las del Chacho Peñaloza, cuya muerte vengó.

Martina habitaba los límites, las fronteras. No era totalmente huarpe, ni totalmente
blanca. Era mujer, pero se vestía «como un hombre». Era bandolera, pero a lo
Robin Hood.

«Martina fue un personaje singular pero también fue un arquetipo de la travesía:


como gaucho fue un rebelde propio de la época, como indio era característico que
viva al borde de la civilización: es marginada y marginal a la vez». (Casas, p. 49).

Así, la figura de Martina, tan rebelde y de armas tomar, se contrapone en el


imaginario popular a la de las chinas ―dulces, mansas y serviciales― y a la de las
mujeres cautivas, usualmente representadas en el arte pictórico como mujeres
blancas, pasivas, lánguidas, desnudas y vulnerables. Mientras las cautivas eran
llevadas a la fuerza a caballo por hombres indígenas (la «barbarie») y las chinas les
cebaban mate a sus gauchos, la propia Martina era una mujer que cabalgaba libre,
poncho al viento.

Te puede interesar: Ángel Della Valle: la vuelta del malón

Chasqui de San Martín


Cuando Martina se enteró de que San Martín se preparaba para cruzar los Andes,
se presentó para ofrecer sus servicios como chasqui. Los chasquis eran
mensajeros, personas que tenían como oficio llevar mensajes, montadas o a pie
(Academia Argentina de Letras, 2019). Martina era la persona ideal para la tarea:
era valiente, buena baqueana y una jineta extraordinaria. «Conocía como nadie el
terreno y fue un eficaz chasqui entre las columnas del Ejército Libertador. De
aquella epopeya le quedó una chaqueta que lució orgullosa durante años» (Pigna,
2018).

Martina en la literatura y la música


Sobre ella tratan varios textos literarios, como la novela La Chapanay, de Pedro
Echagüe (1884), La Martina Chapanay. Poema histórico, del maestro normal Julio
Fernández Peláez (1934) y, más recientemente, la novela Martina, montonera del
Zonda, de Mabel Pagano (2009).

Por el lado de la música, podemos mencionar cuatro canciones que tratan sobre
Martina. Una de ellas es «Bandidos rurales», de León Gieco, donde se la nombra
entre otros bandidos de la Argentina. Otra canción sobre ella integra el álbum San
Martín Vuelve de Mariano Saravia, Gustavo Maturano y Juan Martín Medina y se
titula «Martina Chapanay».

Hay una cueca «guanacacheña» de Los Trovadores de Cuyo que se titula «La
Martina Chapanay» y cuya letra la recuerda así:

Fue Martina Chapanay


la nobleza del lugar.
Cuyanita buena
de cara morena
valiente y serena
no te han de olvidar.

Más recientemente, se lanzó «Martina Chapanay, libre y valiente», interpretada por


Mambo y Kei Faur, de Mendoza. Este tema comienza contando la historia de
Martina y la trae al presente, con ritmo de rap, para hablar del empoderamiento de
las mujeres en la actualidad, un material muy interesante para trabajar con
estudiantes de Nivel Secundario.

Devoción popular: hacia la eternidad


Se dice que sus restos descansan en el cementerio de la localidad de Mogna, en el
nordeste de la provincia de San Juan, en una tumba de laja blanca sin ninguna
inscripción, pero que no tiene nada de anónima. La gente del lugar la visita para las
fechas patrias y le deja ofrendas. Esa es la tumba de Martina Chapanay, símbolo de
defensa de las personas más pobres y de las causas justas. Ya forma parte de la
devoción popular.

En su homenaje, se estableció en Mendoza el 22 de febrero el Día de la Mujer


Cuyana, que se celebró por primera vez en 2022.

Te puede interesar:

Cortometraje de Martina Chapanay realizado por estudiantes de Educación


Secundaria de la Escuela N.° 16 Xumucpe (San Luis).

«Martina Chapanay la mensajera del Ejército de los Andes», episodio de Las


incansables. En esta serie, la youtuber Danila Saiegh narra de forma informal (en
bata), con términos actuales y algunos toques de humor, las vidas de mujeres que
lucharon contra los prejuicios y mandatos de su época.
Pascuala Meneses, la granadera

Ilustración: Camila Torre Notari


Era 1816. San Martín estaba en el campamento de El Plumerillo terminando los
preparativos para cruzar la cordillera en el verano del año siguiente. En ese
momento, Pascuala Meneses, una joven chilena o mendocina (según la versión) se
enteró de la gran empresa que se estaba gestando y tomó una decisión: alistarse en
el Ejército de los Andes. A diferencia de las damas de alta alcurnia, ella era una
humilde campesina, que no tenía dinero ni armas ni joyas que aportar a la causa. Lo
que sí tenía era valor y su propia vida, y estaba dispuesta a ofrendarlos por la
libertad.

Por órdenes de José de San Martín, las mujeres no podían integrar las filas del
ejército, pero eso no detendría a Pascuala. Decidida como estaba, se vistió de varón
y cambió su nombre al alistarse como voluntaria. Así, pasó a ser «Pascual
Meneses».

Le entregaron el uniforme de granadero, seguramente uno de los tantos que


cosieron las «Peladas de la Corrupción» o «Peladas Corruptas». Con esos nombres
se llamó a un colectivo de costureras compuesto de mujeres indias, chinas y negras
que vivían reclusas en conventos. Ellas cosieron todas las frazadas y los uniformes
que llevaron los soldados.

Ya vestida de granadera, Pascuala se unió a la columna del general Juan Gregorio


Las Heras, la segunda en importancia después de la del propio Libertador. En la
columna había unos quinientos hombres. El 18 de enero de 1817 partieron de El
Plumerillo y marcharon casi ciento treinta kilómetros con dirección al norte. El
objetivo era cruzar la cordillera por el paso de Uspallata, a 3400 metros sobre el
nivel del mar.
Te puede interesar: San Martín: el cruce de los datos

En el camino, las sospechas y los cuchicheos crecieron. ¿Pascual Meneses era, en


verdad, una mujer? Que sí, que no... Finalmente, unos días después, cerca de
Uspallata, descubrieron su identidad. Pascuala tuvo que devolver el uniforme y
regresar a Mendoza. Cuenta Lily Sosa de Newton (1986) en su Diccionario
biográfico de mujeres argentinas: «[...] Las Heras ordenó su regreso a Mendoza. No
se conocen más pormenores sobre la vida de esta muchacha que quiso ser soldado
del ejército de San Martín».

Pascuala participó del inicio del Cruce de los Andes, aunque sus intenciones fueron
frustradas solo por ser mujer. A pesar de todo, el tiempo se ocuparía de darle un
justo reconocimiento.

La figurita de Pascuala
Pascuala Meneses es una de las mujeres retratadas en el álbum Libertarias.
Mujeres que dejan huella, de Mariana Baizán, editado en 2017 por Las Juanas
Editoras y Chirimbote. Se la puede ver en la figurita 44 como una joven de largo
pelo negro con frustración en el rostro. Está sentada a la orilla de un río con los pies
metidos en el agua. A un lado, hay unas botas.

En el álbum cada figurita representa a una mujer que dejó huella en la historia
argentina y latinoamericana luchando por la independencia. El álbum invita a llenar
los vacíos de la historia oficial, de la historia parcial que se cuenta en los manuales
escolares. Al ir pegando figurita por figurita, quienes leemos somos parte de la
recuperación del rol histórico de estas mujeres, una suerte de acto simbólico de
reparación.

Pascuala en los medios audiovisuales


En 2021, la Municipalidad de Las Heras (Mendoza) la homenajeó en un relato
audiovisual con motivo de la efeméride del 25 de Mayo. Con dirección de Hugo
Moreno, el corto fue filmado en el campo histórico El Plumerillo. En él se muestra
primero a una Pascuala Meneses niña en tiempos de la Revolución de Mayo y,
luego, a una Pascuala joven y decidida —interpretada por la actriz mendocina María
Vilchez— que se viste con el uniforme de granadero y que, con el morrión bajo el
brazo, dice de frente, mirando a cámara:

«Soy Pascuala Meneses, granadero del Ejército de los Andes y mi sueño de patria
es más grande que mis temores».

También recuerda la figura de Pascuala Meneses la obra teatral El pueblo que hizo
patria, que se lleva adelante en el predio del campo histórico El Plumerillo. La obra
fue declarada de interés municipal el 2 de julio de 2022.

A quienes prefieren el formato audio les puede interesar el pódcast Escena


revelada, del Complejo Cultural Guido Miranda del Instituto de Cultura del Chaco
(ICCH), que reúne «relatos breves que visibilizan el ser y el hacer de mujeres
emblemáticas en nuestro devenir social, político y cultural». El episodio Pascuala
Meneses «La Granadera» está dedicado por completo a ella. En él escuchamos a
Pascuala —interpretada por la actriz Sol Souilhé—, que cuenta su historia y dice,
con orgullo y vigor:

«Pascuala Meneses. Condición: voluntaria. Dispongo de mí misma y lo ofrezco a mi


patria».

Josefa Tenorio, la abanderada del Ejército de los


Andes
Ilustración: Camila Torre Notari
Toda biografía comienza con un nombre al que le siguen la fecha de nacimiento y
de muerte (de corresponder) y, luego, viene el relato de sus actos, un resumen de
su vida. Así son las bíos de los grandes próceres de la independencia americana.
Sin embargo, aunque Josefa Tenorio ocupa un lugar importante, en su biografía no
figuran ni fecha de nacimiento ni de muerte: se desconocen. Solo tenemos su
nombre y los datos que aparecen en un documento que ya tiene unos doscientos
años, sellado entre 1822 y 1823 y firmado por San Martín, entre otros. La historia de
ese documento comienza con una carta que Josefa Tenorio le dirigió al Libertador
para presentar un reclamo.

La promesa de San Martín


Josefa Tenorio era una mujer afrodescendiente. Antes de la gesta del Ejército de los
Andes, vivía en situación de esclavitud al servicio de una señora llamada Gregoria
Aguilar (Balmaceda, 2017). Como tantas otras personas africanas y
afrodescendientes, era víctima de la trata esclavista vigente durante la Colonia.

Te puede interesar: María Remedios del Valle

Cuando el cruce se empezó a organizar, San Martín hizo una promesa que llamó la
atención de Josefa: los esclavos que participaran del cruce y las batallas por la
independencia ganarían su emancipación al regresar. A cambio de su entrega y
sacrificio al servicio de la independencia de América, obtendrían esa doble libertad:
como pueblo y como personas. La promesa estaba dirigida solamente a hombres
esclavizados ya que en el Ejército de los Andes no se admitían mujeres, pero Josefa
quiso participar igual.

Y lo hizo. Se vistió de hombre y se presentó como voluntaria ante el Ejército de los


Andes. El general Las Heras (el mismo que, una vez descubierta la identidad de
Pascuala Meneses, la hizo regresar a Mendoza) no solo la aceptó en las filas, sino
que, además, le confió una bandera para que lleve y defienda. Por este hecho, se la
conoce como «la abanderada del Ejército de los Andes».

Luego, «fue agregada al cuerpo del teniente general Toribio Dávalos. Cruzó los
Andes sin excusarse en ningún momento por su condición de mujer. Integró
patrullas, realizó rondas y batalló a la par de sus camaradas» (Balmaceda, 2017).
Cruzó los Andes. Participó del sitio del Callao. Entre 1820 y 1821, intervino en varias
contiendas.

Video realizado por docentes y estudiantes de Primer Ciclo de Nivel Primario de la


Escuela N.°1-642 «El Remanso», Carrizal de Arriba, Luján de Cuyo (provincia de
Mendoza).
A su regreso, con la palabra libertad resonando más que nunca en su ser, Josefa le
mandó una carta a San Martín. En ella relató todos sus actos y, finalmente, reclamó
la libertad prometida (Pruzzo, s. n. t.):

Habiendo corrido el rumor de que el enemigo intentaba volver para esclavizar otra
vez a la patria, me vestí de hombre y corrí presurosa al cuartel a recibir órdenes y
tomar un fusil. El general Las Heras me confió una bandera para que la lleve y
defienda con honor. Agregada al cuerpo del Comandante general don Toribio
Dávalos, sufrí todo el rigor de la campaña. Mi sexo no ha sido impedimento para ser
útil a la patria, y si en un varón es toda recomendación de valor, en una mujer es
extraordinario tenerlo. Suplico a V.E. que examine lo que presento y juro. Y se sirva
declarar mi libertad que es lo único que apetezco.

Josefa Tenorio, esclava de doña Gregoria Aguilar

San Martín, fiel a su promesa, contestó de forma favorable: «Téngase presente a la


suplicante en el primer sorteo que se haga por la libertad de los esclavos».

Josefa en la música
Una canción de Aníbal Cuadros recuerda la historia de Josefa. Titulada «Josefa
Tenorio» y con ritmo de candombe, forma parte del álbum Volverme raíz.

Ahí va Josefa Tenorio


con banderas desplegadas
dispuesta para alcanzar
la independencia anhelada.
Convicciones ancestrales
la empujan a la batalla
y en su pecho está latiendo
la libertad de su raza.

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Josefa tenorio. Mujeres de la Revolución, brevísimo video del canal de la docente


Jorgelina Araya.

Josefa Tenorio: Verdadero o falso, un test interactivo dirigido a estudiantes que


pone a prueba cuánto saben sobre la vida de Josefa.
Ilustración: Camila Torre Notari

Referencias bibliográficas
Academia Argentina de Letras. (2019). Diccionario de la lengua de la Argentina.
Colihue.
Argentina bautismos, 1645-1930 [base de datos]. Martha Chagaray, 1799.
FamilySearch.
Balmaceda, D. (2017, 14 de noviembre). Una patriota en el cruce de los Andes. La
Nación.
Casas, J. (2009). Mogna, larga distancia: el pueblo de la travesía.
Pigna, F. (2012). Mujeres tenían que ser. Historia de nuestras desobedientes,
incorrectas, rebeldes y luchadoras. Desde los orígenes hasta 1930. Planeta. Página
243.
Pigna, F. (2018). Mujeres insolentes de la historia 2. Emecé.
Pruzzo, L. (s. n. t.). Día Internacional de la Mujer. Instituto Nacional Sanmartiniano.
Sosa de Newton, L. (1986). Diccionario biográfico de mujeres argentinas. Editorial
Plus Ultra.

Ficha
Publicado: 10 de agosto de 2022

Última modificación: 17 de agosto de 2022

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