Leído Lirio Rojo - Jojo M Rivera
Leído Lirio Rojo - Jojo M Rivera
JOJO M. RIVERA
Ilustración de portada: Nejron
Diseño de portada: Jojo M . Rivera
M aquetación: Jojo M . Rivera
Dedicatoria
Agradecimientos
Sinopsis
Prólogo
Capítulo 01
Capítulo 02
Capítulo 03
Capítulo 04
Capítulo 05
Capítulo 06
Capítulo 07
Capítulo 08
Capítulo 09
Capítulo 10
Capítulo 11
Capítulo 12
Capítulo 13
Capítulo 14
Capítulo 15
Capítulo 16
Capítulo 17
Capítulo 18
Capítulo 19
Capítulo 20
Capítulo 21
Capítulo 23
Capítulo 22
Capítulo 23
Capitulo 24
Capítulo 25
Capítulo 26
Capítulo 27
Epílogo
Dedicatoria
No hubiera llegado tan lejos de no ser por ustedes, mis lectoras y no tengo palabras suficientes para agradecer su paciencia y apoyo en el trascurrir de esta novela,
llevó más tiempo del esperado su finalización pero el resultado final fue mejor de lo que esperaba.
Quiero agradecer a una persona en especial, M ay Lorentz, gracias nena por tenerme paciencia y motivarme a ser mejor cada día.
Y por último, pero no menos importante: a mi hermano Juan Pablo quien me animó cuando la historia se estancó y ha seguido de cerca mis avances.
Sinopsis
La vida tranquila de Hana M iller se ve cruelmente destruida cuando descubre la verdad de su origen y ahora debe huir hacia la lejana y fría Rusia para salvar, no solo su
vida, sino también evitar el inicio de una guerra.
El vampiro M arkov Jakov es letal e implacable, todo un guerrero dispuesto a luchar por el bien de su especie pero cuando una humana llega para recordarle una promesa
hecha tiempo atrás, todo se sale de control.
Decisiones deben ser tomadas, sacrificios deben ser hechos. En una guerra donde los sentimientos no tienen lugar, ellos lucharán por la eternidad de un amor apasionado.
Prólogo
Rusia
Febrero 1917
—Han entrado al castillo alteza— exclamó el guerrero agitado manchado de sangre entrando a la sala del trono. —Deben salir de aquí rápido, mi señor.
—No, lucharemos hasta el final— contestó a su leal súbdito con firmeza mientras se ajustaba el cincho que sostenía su espada. —Busca a mi esposa e hijo y sácalos
rápido.
—Sí señor.
El soberano vio marchar a su fiel guerrero, sabía que tenían poco tiempo, la revolución rusa[1] había explotado finalmente junto con el régimen zarista y no es que le
preocupara los asuntos humanos pero esta vez su especie corría peligro y prueba de ello eran los rebeldes que aprovechando el revuelo en el mundo humano atacaban a
los nobles de las especies con el fin de tomar el poder. O eso creían ellos, ya que él no saldría huyendo, él lucharía hasta su último aliento.
Con decisión desenvainó su espada dispuesto a luchar para defender a los suyos. Tan ensimismado estaba en sus pensamientos que se sobresaltó cuando de repente
se abrió la puerta dejando ver a su amada esposa, Zenechka, luciendo tan hermosa como siempre. Sonrió orgulloso mientras se dirigía hacia él con paso firme viendo la
determinación en su mirada.
—Ni lo pienses.
—¿Dónde está M arkov?— preguntó el soberano aceptando el hecho que su mujer no se iría de su lado pero preocupado al no notar a su hijo con su esposa.
—Creí que estaría contigo aquí— respondió la hermosa mujer y frunció el ceño.
—Debe estar afuera luchando— terminó por deducir al conocer el carácter de su primogénito.
El sonido de gruñidos los alertó y dirigieron su vista hacia la puerta principal donde minutos antes había entrado la soberana y en ese preciso momento uno de sus
caballeros entro por una de las puertas laterales luciendo una túnica larga negra y con la determinación ardiendo en sus ojos. Era su compañero en batalla, el brujo Sergéi
Vinográdov, quien con paso firme se situó frente a ellos dándoles la espalda pero sin mediar ninguna palabra dispuesto a defender a sus amigos que habían decidido
quedarse y luchar.
Los gruñidos y sonidos de una batalla se hicieron más fuertes mientras pasaban los segundos y dentro de la sala se sentía la tensión y la adrenalina empezar a fluir
entre las tres personas que se encontraban en ella.
—M i rey— habló el brujo en voz alta sin voltear hacia atrás para hablar. —M e gustaría pedir un favor.
—¿Qué podemos hacer por ti Sergéi? — El rey con su mano libre tomó la mano de su amada esposa y entrelazo sus dedos, mirando la ancha y tensa espalda de su
amigo.
—La tendrás— contestó esta vez la mujer apretando ligeramente la mano de su esposo.
—Así es, mis amigos— suspiró el brujo con pena al recordar a su hija recién nacida. —Con esta revolución de los humanos y los de nuestras especies temo que mi
familia ahora pueda salir afectada, al ser mi esposa una humana y quedar embarazada de mi hija no sabemos con seguridad si ha heredado alguna de mis habilidades o es
completamente humana.
—Comprendo, tendrás la protección de los nuestros, no lo dudes— aseguró el soberano colocando su mano libre en el hombro de su amigo y notando como relajó sus
hombros de alivio; al mismo tiempo que su esposa hacia lo mismo colocando su mano en el otro hombro de su amigo.
Fue en ese momento, tras esa promesa que la puerta se abrió estrepitosamente dejando entrar a los rebeldes creando un circulo a su alrededor con la intención de
matar a las únicas tres personas que se encontraban en la sala.
Capítulo 01
Inglaterra
S eptiembre 2015
Hana
El sonido de la alarma me saca de mi placentero sueño y sin abrir los ojos estiro la mano para apagarla. El silencio es tan reconfortante que deseo quedarme en cama
pero sé que debo levantarme y prepararme para ir a trabajar. Cuento hasta cinco, me incorporo de las sabanas y sonrió al recordar que hoy era mi cumpleaños.
Trabajaba en una constructora como arquitecta diseñando y supervisando obras, me había graduado a los veinte dos y vivía junto a mi abuela paterna en una hermosa
casa. Nunca conocí a mis padres más que por fotografías, ambos habían fallecido cuando era un bebé, según mi abuela en un asalto. Habían ocasiones en las que la
melancolía me ganaba y miraba sus fotografías preguntándome como habría sido vivir junto a ellos, no tenía muchas fotografías solo unas cuantas que atesoraba como el
mayor de mis tesoros. Aún así estaba agradecida por tener a mi lado a mi abuela que lo era todo para mí, era la única familia que me quedaba; sin padres, ni hermanos, u
otro familiar solo la tenía a ella.
Luego de una ducha rápida y previendo el clima fría de la época opte por un vestido azul marino que me llegaba un poco más arriba de la rodilla con detalles en
blanco, medias, botines y un abrigo azul a juego. M e maquillé y peiné mi cabello con esmero dejándolo suelto. Sonreí luego de varios minutos ante el resultado; me
encantaba estar arreglada siempre y dedicaba el tiempo suficiente para ello.
Bajé a la cocina y me encontré a la abuela con una taza de café en una mano leyendo el periódico.
—Buenos días Babu[3]— saludé con cariño depositando un beso en su frente cuando pase a su lado para servirme una taza de café.
—Buenos días cariño, ¿Dormiste bien?
—Si Babu. Hoy llegaré tarde, así que no me esperes despierta— comenté mientras me sentaba con mi tasa a su lado.
—Ten cuidado— murmuró en respuesta sin despegar la vista de las noticias.
—Claro, me tengo que ir ya hoy tengo que ir a supervisar una construcción— apuré mi café al ver la hora en el reloj de la cocina.
—Por cierto, feliz cumpleaños Hana— se levantó de su asiento dejando el periódico a un lado para abrazarme y darme un beso en la mejilla.
—¡Te quiero abuela!
Salí apresurada hacia el frió característico de Inglaterra y vi a mi atractivo amigo esperándome pacientemente en la calle con un abrigo café, pantalón de vestir del
mismo tono y camisa negra. Sonreí al verlo tan elegante y distraído en sus pensamientos que no notaba a todas las mujeres que al pasar se quedaban observándolo y las
comprendía, con ese porte tan masculino, sus ojos verdes y barba hacia a cualquiera suspirar.
—Ya era hora, me estoy congelando aquí Hana— Se quejó al notar mi presencia.
—Es tu culpa, ya te he dicho que puedes esperarme en la cocina junto a mi abuela— repliqué sonriendo y comenzado los dos a caminar hacia nuestro trabajo.
—¿Y que tu abuela me viole? No gracias, las quiero pero no quiero perder mi inocencia— Fingió horror al decirlo y me reí al recordar esa ocasión en la que mi abuela
aun en sus ochenta años se lanzó hacia Henry manoseándolo mientras él me esperaba en la cocina. M i abuela era graciosa y no pretendía más que molestar a Henry pero
obviamente mi amigo había decidido a raíz de ello no volver a entrar en la casa cuando mi abuela estuviera en ella.
—Tú no tienes inocencia Henry— reí molestándolo.
—Claro que sí, pero no le digas a nadie que aun sigo siendo virgen a mis treinta y nueve años.
M e reí aún más fuerte provocando que varias personas se giraran para vernos.
—¡Eres una escandalosa!— Reprochó con falso enfado mientras me abrazaba y yo le daba un ligero golpe en la espalda.
—Feliz cumpleaños Hana— susurró en mi oído y besó mi mejilla con cariño antes de soltarme y retomando nuestra caminata que consistió en burlas sobre la edad.
•
El día paso muy rápido entre felicitaciones, abrazos y regalos tanto por parte de mis compañeros de trabajo como algunos clientes con los cuales me llegaba muy
bien. M e sentía feliz a mis veinticinco años rodeada de tanto cariño.
—¿A dónde quieres ir a cenar?— preguntó Henry acercándose a mi escritorio. Eran las cinco de la tarde y pronto saldríamos de nuestro horario laboral.
—Ya sabes a donde quiero ir.
—Ni hablar, juro que temo entrar a ese restaurante y encontrarme con ese loco.
—Es mi cumpleaños, debes complacerme en todo— Lo mire inocentemente y con una sonrisa para convencerlo.
—De acuerdo, de acuerdo— Se rindió con un suspiro. —Tú ganas, no puedo resistir esa mirada.
—Por eso te quiero— M e levanté de mi asiento para darle un beso tronado en la mejilla ganándome una sonrisa de su parte mientras negaba con la cabeza.
•
El lugar donde deseaba ir era el Restaurante de Gordon Ramsey[4] era una fan del gran chef y nunca me perdía ninguno de sus programas, así que ese seria nuestro
destino con Henry y nuestros compañeros de trabajo.
Finalmente dio la hora de salida y junto a tres más de nuestros compañeros tomamos un taxi para ir al restaurante, era un lugar precioso, exclusivo y muy elegante
con pocas mesas, manteles azules al piso, columnas blancas, paredes en color crema, sillones en tonos lilas y azules, centros de mesa con flores a juego con las sillas,
excelente iluminación y buena música. Al llegar un matrier nos ubicó en una mesa amplia; la atención que nos brindaron fue excepcional, recomendándonos los platillos
especiales que degustamos con placer. Era un maravilloso día y no podía ser más feliz que pasarlo con amigos entre bromas y charlas de trabajo. Nos retiramos con
Henry cerca de la media noche compartiendo un taxi para llegar a casa.
—¿Estás borracha Hana? — preguntó sentado a mi lado en el taxi.
—Un poco— contesté riendo mientras recostaba mi cabeza en su hombro.
—M e prometes que si te sientes mal o extraña ¿me llamaras?
—Lo único que puede pasarme es que pase toda la noche abrazada al baño y mañana amanezca con un terrible dolor de cabeza— murmuré como respuesta sintiendo
mis parpados pesados.
—No me refiero a eso.
—No sé a qué te refieres— contesté sin prestarle demasiado atención a lo que decía. Yo solo quería echarme a dormir.
—Solo llámame si algo sucede— ordenó suavemente besando mi cabeza.
—Eres un buen amigo, no sé qué haría sin ti— balbuceé y me acomodé mejor en su hombro cerrando los ojos.
—Tomate un Advil para el dolor antes de ir a dormir— Se despidió mi amigo en la acera frente a mi casa mientras me ayudaba a salir de taxi.
—Claro que si papá— bromeé y me encogí en mi abrigo por el frío.
—Date prisa y entra— negó con una sonrisa viéndome caminar hacia mi casa.
M e despedí con la mano viéndolo entrar nuevamente al taxi y con una última sonrisa de despedida el taxi arrancó alejándose en la oscuridad. Busque en mi bolso las
llaves pero me detuve un momento cuando me di cuenta que todo estaba en completo silencio e inexplicablemente una sensación desagradable me hizo girar el rostro a
ambos lados en busca de algo o alguien pero nada, todo estaba tranquilo en la calle.
M e regañe por ser tan miedosa así que entré a mi casa decidida pero me encontré con la casa a oscuras y en silencio absoluto. Se me erizo la piel y mi corazón
comenzó a latir rápidamente ya que aún cuando llegaba tarde a casa mi abuela acostumbraba a dejar alguna luz encendida.
Tal vez se le olvidó. Pensé con optimismo pero a pesar de ello y por precaución camine por la casa sin hacer ruido revisando cada habitación desde la sala hasta la
lavandería.
Convencida que mi inesperado miedo era tonto me dirigí hacia la escaleras dispuesta a dormir un par de horas. Pero conforme subía me daba cuenta que en esa parte
de la casa había demasiado frío que hasta logre ver un poco de vaho salir por mi boca. Reprimí la necesidad de llamar a mi abuela mordiéndome la lengua. Al llegar al final
de las escaleras estuve a punto de resbalarme al pisar algo con mis botas pero al estar agarrada del barandal pude sostenerme. Sabía que había pisado algo pero en la
oscuridad era imposible ver que había sido. Guiándome con la pared a mi lado me dirigí hacia la habitación de mi abuela que era la que estaba más cerca.
Abrí despacio con temor y agradecí el hecho que todas las puertas de la casa estaban bien aceitadas para evitar ruidos molestos al abrirlas así que fue sencillo entrar y
encender la luz sin importarme si mi abuela estaba dormida y podría despertarla pero mi miedo era mayor por lo que preferí una regañina a sentirme así de asustada.
No sabía porque estaba siendo tan paranoica ese día o tan miedosa pero supongo que un sexto sentido o que se yo me impulsaba a ser cautelosa.
La habitación estaba en perfecto orden. La cama tendida, la televisión apagada y la puerta del baño abierta.
—¿Abuela?— susurré con voz temblorosa.
Caminé un par de pasos hacia el baño para asegurarme que no estuviera ahí pero apenas llegue a la puerta cuando una mano enguantada me tapó la boca callando el
grito que solté por el miedo que alguien me sorprendiera de esa manera. M e revolví del agarre de la persona que me sostenía, sintiendo las lágrimas resbalando por mi
rostro.
¿Qué estaba pasando? ¿Dónde estaba mi abuela? ¿Eran ladrones?
—Hana— Susurró la voz de un hombre contra mi oído y detuve mis desesperados intentos por soltarme. M e temí lo peor.
Me iban a matar.
—¿Vy doch' Sergeya?[5]— preguntó contra mi oído y me desconcerté un segundo al reconocer el idioma, mas por el acento que por otra cosa. Era ruso. Yo no
hablaba ruso, a pesar que mi abuela había insistido en ello, nunca puse demasiado interés apenas dominaba algunas palabras y entre ellas el nombre de mi padre, por lo
que deduje que preguntaban algo sobre mi padre Sergei. Por miedo asentí con la cabeza.
—¿Qué estás haciendo?— Se escucho la voz de otro hombre en algún otro lugar de la habitación y pensé con horror de cuantos más ladrones estarían en la casa. ¿Qué
habían hecho con mi abuela? Era la pregunta que más rondaba por mi cabeza. Estaba asustada y no paraba de llorar ahogando mis sollozos contra la mano del hombre
que aún me tenía sujeta.
Este último al escuchar la pregunta del otro ladrón se giró sin soltarme y pude observar al otro hombre de pie a unos metros de nosotros. Era alto, corpulento vestido
de negro y con una cicatriz en su rostro. Pero lo que más me asusto fue su sonrisa, era maliciosa.
—Suelta a la chica, ¿No ves que está asustada?— Su pregunta fue hecha con burla.
El hombre obedeció y me soltó sin cuidado. M iré a los dos hombres en la habitación dándome cuenta que ambos eran parecidos y más aún los dos tenían una mirada
de desprecio.
—¿Qué hicieron con mi abuela?— pregunté al hombre frente a mí.
—La vieja bruja está pasando a mejor vida, nos dio pelea— contestó el hombre de cicatriz con una sonrisa.
—¡M aldito! ¿Cómo pudiste? ¡Era mi abuela!— grite entre lágrimas sin poder controlar mis sollozos.
—¡Cállate!— gruñó el hombre y me tomó del cuello levantándome del suelo asfixiándome.
Pataleé desesperada en un intento de soltarme pero notaba como la falta de aire comenzaba a afectarme. Sentí un agudo dolor en mi cuello y en un nuevo arranque de
desesperación pude levantar mi pie lo suficiente para patear en su entrepierna. M e soltó aullando de dolor y antes que el otro hombre lograra atraparme salí corriendo
en busca de mi abuela. No iba a salir de ahí sin ella.
—¡No dejes que se escape!— gritó el hombre al otro. No había otras habitaciones en el segundo nivel más que el cuarto de mi abuela, el mío y un baño. M e dirigí
hacia el mío como la opción más lógica. Cerré a mi espalda con llave justo cuando el hombre se estrelló contra ella con la intención de derribarla, intentando ganar un
poco de tiempo empuje una mesa contra la puerta.
M e di la vuelta buscando a mi abuela y vi un bulto a un lado de la cama. M e lancé hacia ella, la tomé entre mis brazos descubriendo con horror que su rostro estaba
manchado de sangre.
—Babu ¿M e escuchas?— la sacudí ligeramente pero no respondió. M e aferré a su cuerpo llorando sintiendo el fin, esos hombres iban a derribar la puerta y matarme.
Escuche como la puerta crujía ante los impacto del hombre del otro lado y agradecía que la casa aún tuviera las puertas gruesas y macizas de madera que me daban un
poco de tiempo.
—Hana— escuché la voz ronca y temblorosa de mi abuela. —Tienes que salir de aquí rápido o ellos te mataran— susurró abriendo ligeramente sus ojos para verme.
—No te dejare aquí— lloré apretando sus hombros.
—Tienes que hacerlo, ya no hay tiempo— susurró levanto su mano delgada y delicada hacia mi mejilla. —Confía en tus habilidades y no tengas miedo.
Parpadeé confusa sin entender lo que decía sin dejar de observar su rostro envejecido y pálido. El sonido de la madera astillándose me hizo dar un pequeño salto en
mi lugar.
—¡Hana!— escuché el grito de Henry en la casa y mi corazón se me detuvo por un segundo. No, no podía ser cierto. ¿Qué estaba haciendo mi amigo ahí? ¡Lo iban a
matar!
Los golpes en la puerta se detuvieron y me quedé mirando la puerta esperando que irrumpieran en la habitación. Agudicé mi oído con la intención de escuchar algo
más y saber que estaba pasando cuando de repente se escucharon golpes y quejidos.
—¡Es un guardián!— gritó uno de los dos hombres de afuera.
¿Guardián?
No tuve tiempo de pensar más en ello porque la madera de la puerta cedió y fue empujada junto con la mesa que había colocado en el afán de ganar más tiempo. El
hombre de la cicatriz entró furioso en ella. Ahogue un grito cuando mire su rostro. Estaba deformado en un aspecto casi animal con colmillos que sobresalían de su boca,
ojos amarillos y orejas puntiagudas. Este se sacudió un par de veces y ante mis ojos se transformo en un enorme lobo negro con grandes garras y afilados colmillos.
Gruñó una vez en mi dirección dando un paso a su vez.
Saltó en mi dirección con los dientes y garras extendidos hacia mí, grité y levante mis manos como acto reflejo para evitar un daño mayor pero el dolor que sentí en mi
mano izquierda fue todavía más insoportable que me obligó a dirigir mi vista hacia abajo para ver que lo provocaba pero no espere encontrarme con lo que vi..
De la palma de mi mano aparecieron zarcillos de espinas que se extendieron lo hasta alcanzar al lobo antes de siquiera haber llegado hasta mi. Observe con morbo y
horror como las espinas que salían de mi mano izquierda se enredaban en el cuerpo del animal lanzándolo contra la pared. El animal se siguió retorciendo intentando
librarse de ellas pero entre más se movía más se apretaban a su peludo cuerpo. Unos segundos después el lobo dejó de moverse y los zarcillos de espinas
desaparecieron sin dejar rastro.
M ire hacia mi mano parpadeando sin poder creer lo que había visto apenas unos segundos atrás. Pero la palma de mi mano no tenía ninguna herida o muestra que de
ahí habían salido espinas.
—Hana— La voz de Henry me hizo levantar la vista hacia donde él se encontraba. Estaba en la puerta con la respiración agitada y mirándome con asombro. Nos
quedamos en silencio un par de segundos sin saber que decir. Él fue el primero en reaccionar al mirar hacia mi regazo donde se encontraba mi abuela, que por un par de
minutos había olvidado que se encontraba ahí.
M iré hacia ella un poco asustada sin saber si estaría sorprendida y horrorizada como yo. No lo estaba, para mi mayor consternación me observaba con una sonrisa en
sus labios pálidos.
—Henry, ya no tengo tiempo— estiró una de sus manos hacia él y mi amigo entró con paso firme y se arrodillo a su lado tomándola de la mano. —Hazte cargo,
asegúrate que llegue a salvo— murmura con afecto.
—Hana, perdóname por no haberte dicho nada, pero era por tu propia seguridad.
—Babu, te llevaremos al hospital y vas a estar bien— intenté no entrar en pánico e ignorar el hecho que había visto a un hombre transformarse en lobo y que de mi
mano habían salido espinas. —Henry llama a la policía— indiqué a mi amigo sin dejar de mirar hacia mi abuela.
—Hana, escúchame— susurró mi abuela mirándome con pena. —Debes ir con los Jakov ellos te protegerán, confía en mí. M oya devushka[6], te quiero— susurró lo
último en apenas un hilo de voz antes de cerrar sus ojos al tiempo que una fuerte luz comenzó a brillar por todo su cuerpo.
—M ozhet vasha dusha otdokhnut' so zvezdami[7]— murmuró Henry a mi lado. Inclinó su cabeza hacia el cuerpo de mi abuela en mis brazos antes que este
empezara a desvanecerse en pequeño fragmentos dorados y brillantes que flotaron en el aire antes de finalmente su cuerpo desapareció entre mis brazos.
M iré mis brazos vacios donde había estado mi abuela sin dar crédito a lo que sucedía. Debía estar dormida porque esto no podía estar pasando. Lagrimas calientes se
deslizaron por mis mejillas cuando sentí los brazos de mi mejor amigo a mi alrededor.
—Debemos irnos Hana— murmuró Henry en mi oído. M e aferré a su abrigo sin querer separarme de él y negando con la cabeza. Pero este me obligó a ponerme de
pie. Aturdida y con miedo me dejé guiar fuera de la habitación. M is ojos se vieron atraídos por un bulto en el pasillo, cuando pasamos cerca de él me di cuenta que era
un hombre, el mismo me había sujetado en un inicio. Se encontraba inmóvil con sangre a su alrededor y con quemaduras en su ropa. El olor de carne quemada y sangre
hizo que me tambaleara sintiendo las ganas de vomitar, mi vista se nubló y las piernas de temblaron, supe que me iba a caer. Solo escuche la voz de mi amigo
maldiciendo antes de que la oscuridad me llevara a la inconsciencia.
M e desperté sobresaltada por un movimiento brusco, un poco confundida por lo que veía tuve que restregar mis ojos con la mano para estar segura de donde me
encontraba. ¿Estaba…estaba en un avión? Y por lo que miraba era uno privado. M iré a mí alrededor en busca de mi amigo pero no estaba a la vista. M ire hacia abajo y
noté que aún llevaba el cinturón de seguridad, lo desabroche inmediatamente para averiguar qué estaba pasando. Pero antes de ponerme de pie apareció una azafata muy
guapa que sonreía en mi dirección.
—Buenos noches señorita M iller, soy Jenn su sobrecargo en este vuelo y estaremos aterrizando en M oscú en dos horas y treinta minutos, aproximadamente— Dijo
con una sonrisa amable.
—¡M oscú!— exclamé asustada hacia la sobrecargo— ¿Cuánto tiempo llevo aquí?
—Tres horas señorita M iller— contestó en tono amable. — ¿Desea que le traiga algo de beber?— ofreció sin borrar su sonrisa.
—Algo de alcohol estaría bien— murmuré resignada mirando hacia afuera por la ventanilla. Comprendiendo que Henry no estaba en el vuelo o hubiera estado ahí a mi
lado. El avión era pequeño por lo que no había muchos lugares donde esconderse.
—Enseguida señorita— se despidió la chica antes de ir por mi orden.
Mataría a Henry en cuanto lo viera.
A los pocos minutos la chica me entrego un pequeño vaso que inmediatamente incliné hacia mi boca y sentí el amargo sabor del whisky bajar por mi garganta.
— ¿Cómo llegue hasta aquí?— pregunté a Jenn que me entregaba una manta para el frío.
—El señor Wright personalmente la trajo hasta aquí y nos pidió que le entregáramos esto— indicó sacando de su bolsillo un sobre blanco y me lo entregó sonriente
para luego retirarse hacia la parte de atrás.
Sin esperar más tiempo abrí el sobre extendiendo la hoja viendo la inconfundible letra de Henry.
Hana:
Espero no me estés odiando en este momento, hay muchas cosas sucediendo a nuestro alrededor que no tuve tiempo de decírtelas, la prioridad ahora es ponerte a
salvo. Sé que tienes muchas preguntas pero solo te pido que confíes en tu abuela y en mí. Ahora mismo te diriges hacia Rusia en un vuelo privado. Busca a la familia
Jakov, ellos te protegerán y brindaran las respuestas que necesitas.
Releí un par de veces las pocas líneas que mi amigo me había escrito sin poder comprender que estaba sucediendo. Observé también que abajo había adjuntado el
nombre de un hombre junto a la dirección de un hotel, donde suponía debía dirigirme.
¿Qué iba a hacer ahora?
Tras tres largas horas de vuelo finalmente el avión aterrizo en el aeropuerto de Rusia. Con la ayuda de la chica me indicó donde podía tomar un taxi y me entregó un
bolso que reconocí como mío donde se encontraban mis documentos y dinero en efectivo.
Tuve que agradecer a Henry por pensar en ello, ya que si no estaba segura de lo que hubiera hecho en un lugar sin documentos ni dinero. Sin otra opción más que ir al
hotel por respuestas tome un taxi y tras indicarle al conductor la dirección me recosté en el asiento viendo las calles y carros circular. Era de noche y a pesar de la hora
aún había personas en la calle.
El trayecto fue corto y me quedé sorprendida cuando el taxi se detuvo frente a un hotel precioso. El Lotte M oscow era un hotel cinco estrellas sin duda alguna y
luego de pagar al taxista, bajé del auto un poco intimidada por la elegancia de todo el lugar, me sentía fuera de lugar viendo mi ropa arrugada en comparación de las
personas tan bien vestidas que habían por ahí. M e dirigí hacia la recepción en busca de ayuda, fui recibida por una chica muy guapa pero que al verme puso mala cara,
aún así me arme de paciencia.
—Buenas noches, busco al señor M arkov Jakov— le digo a la chica luego de observar el nombre escrito en la carta que mi amigo me dejó.
—¿Tiene cita con él?—pregunta con altanería.
—No, pero…
—Si no tiene cita no la puede atender— me interrumpe sin darme tiempo a terminar lo que decía. M e pongo roja de la indignación por su falta de respeto.
—Señorita, acabo volar más de cinco horas desde Londres para reunirme con el señor Jakov, así que será mejor que le notifique que estoy aquí— siseó furiosa a la
chica que me mira con sorpresa por mi arrebato. Apoyo mis manos sobre el frió mármol del mesa para intentar no lanzarme contra la chica pero siento un calor en la
palma de mi mano izquierda que me indica que si no me controlo pronto le mostraré a la chica mis nuevas y extrañas habilidades que acababa de descubrir.
—¿Chto zdes' proiskhodit?[8]
Pregunta un hombre a mi espalda en ruso y observé no sin cierta satisfacción como la guapa chica palidece al ver sobre mi hombro a la persona quien habló. Una
sensación de anticipación se adueña de mí sin saber por qué. Lentamente me giré para ver al dueño de esa voz y me encontré con un hombre muy atractivo y también
muy molesto. No sé qué decir, por una parte porque no se qué diablos ha dicho y segundo por el hecho que mis ojos no dejan de admirar a tan atractivo espécimen. Con
su cabello peinado hacia atrás, las duras facciones de su rostro y ese hermoso color verde en sus ojos lo vuelven irresistible, sin mencionar el costoso traje que lleva a la
medida que se adhiere a cada musculo de su cuerpo. No es corpulento, más bien atlético. Hay algo peligroso al verlo ahí de pie como un aura de poder.
Escuché a la recepcionista hablar en ruso, suponiendo que debía de estar explicando al exquisito y atractivo hombre la razón por la que me encontraba ahí. De mala
gana arranque mi vista de él para observar con sorpresa a una chica delgada muy guapa y de cabello castaño de pie junto a él quien me miró con curiosidad.
¿Será la novia? ¿Esposa?
—¿Cuál es su nombre?— La pregunta hecha por el hombre atractivo me trae de vuelta a la realidad y asustada lo miro al darme cuenta que me observaba con
intensidad a través de sus ojos verdes y me doy cuenta que la pregunta fue hecha en un perfecto inglés para que pudiera entender.
—Ha…Hana M iller— contesté nerviosa.
—Sígame por aquí…Hana— duda un momento al decir mi nombre pero me contengo de decir algo sarcástico.
Sin más opción que seguir a la pareja camino detrás de ellos hasta que llegamos a un pasillo con varias puertas, suponía debía ser las oficinas administrativas. Antes
de entrar a una de ellas el hombre le indica algo a la chica en ruso, esta se queda afuera mientras un poco desconcertada entro a la habitación que como suponía es una
oficina y muy amplia. No tengo tiempo de mirar más porque el hombre cierra con un portazo sobresaltándome y girándome para verlo.
Doy un paso hacia atrás cuando veo su rostro transformado por la furia. ¿Qué está pasando aquí? ¿M e va a matar? En un parpadeo esta frente a mí y lo miró con
sorpresa porque no lo había visto moverse.
—¿Quién te ha mandado?— sisea en mi rostro y al mirar a sus ojos me doy cuenta que no son verdes, son dos pozos negros que me miran sin piedad. No respondo
por el miedo que siento ante ese hombre.
— ¡Responde maldita sea! — grita y siento como mis ojos se llenan de lagrimas que intento no derramar.
—M i abuela, mi abuela me ha mandado aquí— susurré con la voz ronca y con miedo.
— ¿Cómo se llama tu abuela?— pregunta entre dientes.
—Katrina Vinográdov— contesté en un susurro sintiendo la primera lagrima deslizarse por mi rostro. M iré como su rostro pasa de la furia a la sorpresa por mi
respuesta y dice algo en ruso pasándole las manos por su cabello.
Antes de siquiera darme cuenta el hombre coloca una mano en mi nuca. No tengo tiempo de reaccionar cuando mi vista se vuelve borrosa y escuché un grito femenino
llamando al hombre por su nombre.
—¡M arkov!
Capítulo 02
Markov
—Vamos hermano, es importante que asistas, las dos veces anteriores he tenido que ir sola y ya sabes lo desagradable que puede ser Casandra a veces— escuché la
voz quejumbrosa de mi hermana, Valya, quien se aferra a mi brazo mientras salíamos del hotel.
—Está bien, está bien iré en la próxima reunión— accedí a la petición de mi hermana con una sonrisa.
Pasamos por el vestíbulo donde algunos huéspedes todavía rondaban por ahí, a unos cuantos metros cerca de la salida sentí la mano de mi hermana apretar mi brazo,
al tiempo que un desagradable olor a hombre lobo llegó a mi nariz y comprendí el miedo de mi hermana. M i instinto protector provoco que mis colmillos se extendieran
y tuve que apretar la mandíbula para calmarme y evitar exponernos. M e detuve junto a ella y escaneé con la vista el lugar en busca de la fuente del olor dispuesto a sacar
al animal de mi hotel.
Un poco confundido localice de donde provenía el olor pero me sorprendí al hallarlo en una mujer que estaba en la mesa de recepción con el cuerpo tenso. Volví a
buscar con la mirada al posible compañero de la mujer pero no halle nada.
No quise arriesgarme y decidí investigar el porqué una mujer estaba en mi hotel oliendo a hombre lobo. No me gustaba tenerlos alrededor más por el hecho que mi
pequeña hermana había tenido un altercado con uno de ellos que por otra cosa, y siendo un hermano muy protector y cariñoso con ella accedía con mucha facilidad a sus
caprichos con tal de hacerla feliz. No me podían acusar de ser un mal hermano, adoraba a mi hermana.
Pero ahora que sostenía el cuerpo inconsciente de la humana o eso creía aunque no estaba seguro de ello; dudaba si había tomado la decisión correcta. Luego que la
chica se desplomara en mis brazos la había sacado del hotel con discreción con Valya pisándome los talones muy enfadada por haber reaccionado de aquel modo con la
chica. ¿Qué debía hacer? La estaba protegiendo de un posible lobo.
Haber escuchado el nombre de esa mujer me descolocó por completo. Nunca había esperado encontrarme con la hija de Sergei, la chica que mi familia juro proteger. Y
aunque mis emociones eran diversas tenía claro que no podía faltar a mi palabra. Hana M iller estaba bajo la protección de los Jakov.
Ahora que podía ignorar el olor a lobo con mayor facilidad me permitía concentrarme en el leve zumbido de poder que habitaba dentro de la chica, era evidente que era
una bruja, al igual que su padre. Aunque dudaba que la chica lo supiera en realidad y estaba seguro que el motivo de su llegada no presagiaba nada bueno, algo malo tenía
que haber ocurrido para que ella tuviera que viajar hasta aquí sin su abuela o guardián.
Baje mi vista hacia la mujer que descansaba en mis brazos, a pesar de mi enfado algo todavía más incomprensible me impedía soltarla.
—¿Qué harás con ella?— cuestionó a pesar de mi orden. Cerré los ojos exasperado habían veces como aquella en que me daban ganar de mandar lejos a mi hermana.
Ella era la única que desafiaba cualquier orden mía.
—La llevaré al Consejo y que ellos decidan— respondí imaginando la sorpresa de los demás cuando se enteraran de quien era ella.
—Es cierto, pronto descubriremos que la trajo hasta aquí— respondí extendiendo una mano hacia el rostro de la chica y retirando su cabello.
—Tiene unas marcas en el cuello— indicó mi hermana y arranque la vista de la mujer en mis brazos para observar a Valya.
— ¿Qué?— pregunté confundido y rápidamente con una de mis manos desabroche los primeros botones de su abrigo dejando expuesto la piel delicada de su cuello y
a pesar del olor de lobo es imposible pasar desapercibido el exquisito olor natural que posee. Gruño sintiendo mis colmillos extenderse no solo por su aroma que me
excita sino también por las marcas rojas en su cuello. Siento la ira ascender por mi cuerpo por el daño que le pudieran haber ocasionado. No estoy feliz con la situación
pero no tolera ningún tipo de violencia contra la mujer y puedo deducir con claridad que un hombre lobo fue quien la atacó, la pregunta es ¿Por qué lo hizo?
A pesar que poseo un excelente autocontrol no deseo ponerlo a prueba cuando evidentemente la sangre y el olor de esa mujer me tientan por lo que decido mejor
volver a abrochar su abrigo con cuidado.
—Por supuesto.
Nos quedamos en silencio el resto del camino. Los dos perdidos en nuestros pensamientos. Volví a mirar hacia el rostro de la chica, deleitándome con su belleza
singular. No era una belleza pero había algo en su rostro que me hacía mirarla, tal vez era su cabello sedoso, o la delicadeza de sus rasgos o posiblemente sus labios.
Recordaba el color verde brillante de sus ojos y el hermoso color dorado cerca de sus pupilas que le conferían un aspecto misterioso a su mirada.
Negué con la cabeza, consiente del giro de mis pensamientos. No debía estar pensando en el color de sus ojos o como seria el sabor de sus labios. Estaba seguro que la
llegada de Hana solo traería problemas.
Hana
El murmullo de voces atravesó mi inconsciencia. Lentamente abrí los ojos dándome cuenta al instante que estaba en brazos de alguien, subí mi vista y me encontré
con el mismo hombre que antes me había gritado. M e removí incomoda para hacerle notar que ya estaba despierta.
—Ya era hora que despertaras— murmuró bajando la vista hacia mí. Se detuvo y con cuidado me bajo de sus brazos.
—Vamos por aquí— ordenó ignorando mi agradecimiento y me di cuenta que seguía caminando sin esperarme un segundo.
—¿Hana?— preguntó alguien a mi espalda, volteé el rostro y vi a la misma chica rubia. Tenía en su rostro la curiosidad pintada en ella mientras se acercaba a mí.
—Soy Valya Jakov— se presentó con una sonrisa amable y miró hacia donde estaba el otro hombre que nos esperaba con gesto huraño a la distancia. —Disculpa el
comportamiento de mi hermano esta algo alterado.
—Estamos en el Kremlin— respondió con sencillez la chica y la mire sin poder creerle. ¿Qué estábamos haciendo ahí?
—Es imposible— murmuré entre asombrada y incrédula. M iré con mayor detenimiento el lugar y me quedé sin palabras viendo cada detalle. Los techos abovedados
con elaborados diseños, columnas talladas con detalles en dorados, las arañas de cristal que lanzaban destellos a lo largo del amplio pasillo y que reflejaban los azulejos
brillantes y contrastaban con las paredes blancas y cortinas de un precioso color celeste como el cielo.
—Hermoso, ¿Verdad?— M ás que preguntar fue una confirmación ante lo que veía.
—Sera mejor que avancemos, luego podría mostrarte los alrededores— ofreció con otra sonrisa ahora más amplia y pude relajarme un poco ante la situación tan irreal
en la que estaba. Y pensar que hacia unas horas había estado satisfecha de mi vida tan tranquila y mundana. M e entristecí recordando a mi abuela.
Intentando apartar la tristeza e incertidumbre de mi futuro próximo, camine junto a la mujer llamada Valya. Viendo la espalda ancha del hombre frente a mí y
recordando lo que me dijo la chica supe que había encontrado a las personas que mi abuela y amigo querían que buscara y solo esperaba que ellos me brindaran la
información que ahora necesitaba.
Los tres llegamos a un par de puertas blancas que inmediatamente fueron abiertas y entramos a una sala espaciosa donde el único mobilario consistía en una
plataforma blanca donde se hallaban cuatro sillas doradas y tres de ellas estaban ocupadas por tres personas. Un hombre y dos mujeres con rostros serios mirándonos
desde sus tronos.
Di un vistazo rápido a mi alrededor dándome cuenta que habían lo que parecían guardias en las distintas puertas. M iré de nuevo hacia el frente observando a las tres
personas que me miraban con curiosidad. Una mujer de piel pálida y cabello negro se puso de pie cuando estuvimos a unos pasos de las tres personas y admire su
belleza de cerca.
—Bienvenida Hana— saludó con una sonrisa acercandose a mí. La miré sorprendida al saber mi nombre y no contesté mientras ella seguia hablando. —Nunca creí
que llegaría el día en que pudiera verte — murmuró conteniendo la emoción en su voz.
¿Qué demonios?
—Lo siento ¿La conozco?— pregunté sintiéndome incomoda al notar su familiaridad al hablarme.
Esta gente está loca o debo ser muy tonta para seguir aquí.
—Eras una bebe cuando todo ocurrió, es tan emocionante verte en esta época.
— ¿No lo sabes?— preguntó abriendo los ojos y mirando sobre mis hombros.
—Ella no sabe nada Casandra. Su abuela Katrina la ha mandado con nosotros— contestó una voz profunda en mi espalda que me provocó un escalofrió.
— ¿Dónde está tu abuela Hana?— se dirigió de nuevo hacia mí con gesto impaciente.
—Yo…— vacilé sin saber que decirle o como decírselo. M i abuela me había mandado con estar personas confiando en que me protegerían y ayudaran a entender lo
que estaba sucediendo. Tomé una respiración profunda para calmarme y evitar ponerme a llorar.
—Ella solo…desapareció en mis brazos— contesté, insegura que me fueran a creer mi historia fantástica.
M e sorprendí un poco por la maldición en ruso, eran una de las pocas palabras que había aprendido mientras mi abuela intentaba enseñarme y su recuerdo fue un
cruel recordatorio de que mi vida ya no era la misma.
— ¿Qué está pasando?— pregunté con voz temblorosa mirando a cada una de las personas que se encontraban en la sala y me miraban con pena.
—Cuéntame Hana, ¿Qué ha sucedido esta noche?— De algún modo la voz de la elegante mujer me hizo sentir adormecida y extraña al mismo tiempo pero aún así
comencé a relatar todo lo que había acontecido desde que había despertado.
Escuche varios jadeos mientras relataba lo sucedido con esos hombres en mi casa y comencé a sentir una inquietud extraña, cuando finalice mi relato todos me
miraban con los ojos abiertos pero nadie dijo nada. M e removí incomoda ante su escrutinio y detalle a todos ellos. El hombre era corpulento, alto con tez morena y
rasgos duros con un corte en su ceja, había algo casi animal y peligroso en él que me dio miedo. Al lado suyo estaba una mujer asiática pálida con cara de muñeca y de
cabello negro era de la mitad de la estatura del hombre a su lado. Y la otra mujer, que en un principio me saludó era alta y de piel bronceada con intensos ojos azules.
—Hana— llamó nuevamente la mujer de ojos azules. —Estoy segura que tienes muchas preguntas pero responderé la más importante.
Se detuvo un momento escogiendo las palabras adecuadas y la miré con atención y expectación.
—Tú no eres humana, no completamente, eres descendiente de una rama de brujos muy poderosos.
—Hay mucho de este mundo que desconoces, desde muchos siglos los vampiros, brujos, hadas y hombres lobos han coexistido entre los humanos.
—M uy buena broma ¿Pueden ahora decirme que está pasando?— La pena y tristeza fue sustituida por ira al escuchar sus palabras.
—Puede ser difícil aceptarlo, haz vivido como humana toda tu vida pero será mejor que aceptes los hechos que te han traído hasta aquí— Esta vez fue la mujer
asiática quien hablo por primera vez.
—Yo… solo— no supe como continuar. M e negaba a creer lo que decían pero ¿Qué otra razón lógica podía encontrar? Las pruebas estaban ahí. —No lo entiendo
¿Cómo he pasado toda mi vida sin saberlo?— murmuré resignada a aceptar que esto de verdad estaba sucediendo.
—Tu abuela así lo decidió— contestó con simpleza la mujer de ojos azules.
—¿Qué fue lo que paso con mi abuela?— pregunté decidida a encontrar una respuesta.
—Cada especie está conectada con el universo; los lobos y hadas están vinculados con la luna y en el caso de los brujos y vampiros están conectados con las
estrellas. Cuando morimos nuestra alma se desvanece y pasa a formar parte del universo al que estamos conectados; tu abuela era una bruja que al morir su alma pasó a
formar parte de las estrellas.
—No, no lo somos, vivimos muchísimo más tiempo y somos más difícil de matar.
—Tu abuela Katrina tenía muchísimos años más de los que aparentaba, Katrina fue en su tiempo una de las mejores brujas pero al morir su compañero su salud se
vio deteriorada.
—Casandra— El tono de advertencia me sobresaltó y miré hacia el hombre al que mi abuela me mandó a buscar que ahora reconocía como M arkov Jakov.
— ¿Y este es el momento?— replicó mordaz. Observe el intercambio verbal notando la tensión entre los dos pero finalmente la mujer suspiró derrotada.
—Sera mejor descanses Hana has venido de muy lejos, ¿no es así?
—Sí, pero…
—Te llevaré a mi casa ahí estarás cómoda y platicaremos cuando hayas descansado.
—No estás capacitado para lidiar con ella Jakov, no seas insensato.
M iré con temor esperando la reacción de los dos y M arkov gruñó en su dirección mostrando unos afilados colmillos sobresalir de sus labios cuando la mujer di un
paso en mi dirección. Y antes de poder darme tiempo de reaccionar estaba nuevamente en los brazos del vampiro, grité por el movimiento brusco y me aferré a su cuello
para mantener el equilibrio.
—Ella se queda conmigo Casandra, no te atrevas a contradecirme— murmuró entre dientes y se giró conmigo en brazos saliendo de la sala.
Estaba asustada, por un momento había creído que se iban a lanzar en una pelea, todos en esa sala emanaban un aura de poder que hacía a cualquiera retroceder. Y yo
iba a en brazos de alguien que tenía colmillos. ¿Era un vampiro? ¿Lobo?
Temblé y dirigí mi mirada hacia su rostro temiendo encontrarme con esos dientes afilados.
—No debes temer de mí, no te haré daño— habló calmándome segura que había percibido mi miedo. Al menos ya no estaban esos colmillos.
—Vampiro.
Lo miré fascinada, ya había empezado aceptar lentamente que los seres de leyenda existían y que de algún modo estaba conectada a ellos. Estando tan cerca de él
pude admirar con mayor detenimiento cada rasgo de su rostro, su piel era pálida, con cejas tupidas y unos impresionantes ojos verdes, nariz ancha y labios delgados, sin
mencionar la media barba en su rostro.
Era muy atractivo y me preguntaba cuantos años tendría ya que parecía muy joven aunque estaba segura que debía tener más años de los que aparentaba.
—¿Estas nerviosa?
Se rió pero obedientemente me bajo de sus brazos y me alejé de él ruborizada dándole la espalda e ignorando su presencia admire todo a mi alrededor.
—No estoy segura de querer ir— murmuré recordando a mi amigo Henry. Necesitaba hablar con él.
—No te lo estoy preguntando— sentí el contacto con sus dedos en mi cuello antes de desvanecerme en la inconsciencia.
—No puedes hacer que caiga inconsciente cada vez que quieras M arkov.
M e desperté ante el sonido de esa voz furiosa. Era una mujer era evidente y reconocí de inmediato su procedencia. Era Valya, la hermana del vampiro.
M e mantuve quieta, escuchando atenta la conversación de los dos hermanos, dándome cuenta que me encontraba en una cómoda cama.
—Lo haces sonar como algo terrible— acusó la chica y noté el reproche en su tono de voz.
—Yo no pedí esto Valya, pero no voy a faltar a mi palabra— Su tono de voz me provocó miedo, era inflexible y duro. Algo en sus palabras me daba curiosidad.
Escuché movimiento en la habitación y una puerta cerrándose para luego quedar todo en silencio. Dudé un segundo en abrir los ojos sin saber si había alguien más ahí.
M aldije en mi mente por haberme delatado y sin más remedio abrí mis ojos y me incorporé en la cama donde me hallaba; encontrándome con la chica de pie a un lado
de mí. Sonreí en su dirección.
—¿Dónde estamos?— pregunté fijándome en la elegante y hermosa decoración de la habitación donde estábamos.
—En Vladimir, nuestro hogar.
—Parece un hotel— murmuré viendo la alfombra afelpada, las mesas de madera bellamente labradas al igual que los doseles de la cama. Todo era lujoso.
—¿Qué?
—Nuestra familia es dueña de varias cadenas de hoteles y M arkov es quien las administra; este lugar muchos años atrás fue uno de ellos pero mi hermano decidió
conservarla y convertirla en nuestro hogar.
—¿Vives en un hotel?
Ella se acercó y se sentó a mi lado y con tomó una de mis manos entre las suyas.
—Lo sé, esto debe parecer abrumador pero puedes contar conmigo.
Dudé un momento antes de preguntar realmente lo que quería pero no estaba segura de cómo hacer la pregunta correcta.
—La mujer de antes mencionó algo respecto a que desciendo de…— me callé insegura de querer decir la palabra.
—Brujos, si— completó por mí la chica y apretó mi mano para darme ánimos.
—Son humanos.
—Eso quiere decir que yo soy…— deduje pero me callé sin saber cómo completar la oración.
—Tú eres mitad bruja y mitad humana; una hibrida, la única desde hace siglos— habló la chica por mí, sacándome de mi ignorancia.
Era increíble creer que yo era una bruja y sonreí un poco emocionada pero lentamente fui cambiando el gesto por un ceño fruncido. ¿Era la única?
—¿A qué te refieres con que soy la única?— pregunté mirándola a los ojos.
—Dime— insistí.
—La unión entre especies y humanos es poco frecuente, casi me atrevo a decir que casi nunca se da.
—¿Entonces como…?
—Eso te hace especial, no ha habido nacimientos entre dos especies diferentes en siglos.
No sabía cómo tomar esa nueva información y decidí mejor dejar el resto para después, porque si de algo estaba segura es que el hecho que me encontrará en un país
distinto y lejos de casa era por una razón, había mucho más que el hecho que fuera distinta.
—¿Protegida?
—Tus padres antes de morir acudieron a nuestra familia para solicitar tu protección y mis padres juraron cuidarte, al morir nuestros padres esa promesa pasó a mi
hermano y a mí.
—¿Y porque harían algo como eso?
—Por muchas razones pero la principal y más importante es que nuestros padres eran muy buenos amigos y un Jakov jamás falta a su palabra dada.
Capítulo 03
Hana
El frío me hace temblar y miro a mi alrededor. Estoy en un bosque sola y en medio de la noche.
—Hana— La voz de alguien de llama entre los árboles y guiada por un impulso la sigo abriéndome paso entre la espesura del bosque.
Camine entre raíces y tierra húmeda y mientras más me adentraba menos podía ver. M iré hacia atrás y no había más que oscuridad pero curiosamente no tenía miedo.
Escuché lo que pareció ser una rama quebrándose y me detuve esperando ver a alguien aparecer.
—¿Quién está ahí?— pregunté entrecerrando los ojos viendo hacia el frente. Vi un ligero movimiento y un destello azul.
—Doch'[11]— murmuró en ruso extendiendo una mano en mi dirección. Alcé mi mano para tomarla pero fui arrancada de mi sueño.
Hice una mueca al escuchar la voz alegre de Valya y rodé en la cama tapándome con la sabana para seguir durmiendo.
Se sentó a un lado de la cama y solté un gemido de frustración. Era evidente que no iba a poder volver a dormirme.
—Buenos días Valya— saludé con una sonrisa al ver su rostro preocupado, me senté mirando el lujo de la habitación.
— ¿Qué hora es?— pregunté viendo nuevamente hacia a la ventana y viendo a través de las cortinas. El cielo estaba teñido en colores anaranjados y rojos.
—¿Tanto he dormido?— pregunté asombrada y me puse en pie abriendo las cortinas para iluminar la estancia.
—Estabas muy cansada— respondió con simpleza encogiéndose de hombros. —Te traje un poco de ropa y cosas que puedas necesitar— señalo una bolsa que se
hallaba en una silla.
—Gracias— contesté de corazón, acercándome a la bolsa para ver su contenido. Lo que necesitaba era un baño y ropa limpia para sentirme nuevamente humana.
Su comentario me dejo inmóvil mientras seguía viendo las hermosas prendas de ropa. Pensar en ese hombre preocupándose para que me sintiera cómoda me abrumo.
—¿Hana?— la voz preocupada de Valya a mi espalda me trajo de nuevo de mis pensamientos. —¿Estás bien?
—Sí— contesté dándome la vuelta regalándole una sonrisa. Tomé lo que necesitaba de la bolsa y con su indicación entre al enorme y confortable baño.
Pensé con humor acido que no estaba tan mal ser una bruja si iba a poder acceder a tantos lujos. En tiempo record me bañé y vestí sintiendo mi estomago exigiendo
comida.
—Sí, tengo mucha hambre, así que la primera parada será la cocina.
Se rió ante el gruñido de mi estomago confirmando mis palabras.
—Vamos, no te trajimos aquí para dejarte morir de hambre— bromeó y tomando del brazo caminamos hacia la cocina.
—Esto es enorme— murmuré luego de tomar un sorbo de gaseosa dejándola sobre la mesa de la cocina.
—Lo es, era muy divertido cuando era más pequeña y jugaba con M arkov.
En todo el recorrido desde la habitación hasta la cocina no paré de hacer preguntar sobre el lugar. Era un castillo que databa de más de doscientos años, el sueño de
todo arquitecto.
A pesar de que era un castillo muy antiguo, eso no le restaba menos elegancia era evidente que lo habían acondicionado con todas las ventajas y maravillas de la era
moderna pero conservando la esencia del lugar. Estaba ansiosa por recorrer toda la propiedad y de ser posible plasmarla en lienzo con carboncillo. Si, estaba emocionada
a pesar de todo lo que sucedía a mí alrededor.
Al finalizar de comer, Valya decidió comenzar un pequeño recorrido en los alrededores del castillo. Salimos siendo recibidas por un viento frío, me arrebujé con el
suéter de lana y juntas comenzamos a caminar.
El castillo estaba aislado y rodeado por un espeso bosque en una pequeña colina por lo que el viento ahí era más frío pero que le daba más privacidad, según Valya.
Todo su exterior era tallado en roca solida, con arcos, torres y detalles clásicos del estilo gótico. ¿Pero lo mejor? Eran los extensos jardines.
—M i madre adoraba estos jardines, cuando falleció mi hermano decidió conservarlos en su honor.
No comenté nada el respecto. Debía admitir que era un detalle muy bonito de parte del vampiro hacia su madre.
—¿Tú también eres un vampiro?— pregunté de repente consiente que había pasado por alto ese detalle. M iré a Valya esperando ansiosa una respuesta.
—¿Cuántos años tienes?—pregunté curiosa. Ella bien podría pasar por una chica de veinte tantos con ese aspecto tan juvenil.
—Sabes que eso no se pregunta a una chica Hana— bromeó jocosa con una sonrisa y reí.
—Cierto, pero no aplica en tu caso cuando eres un vampiro que seguro ha vivido por muchos años— respondí.
—He vivido mucho y eso es lo único que diré— agregó lo ultimo al ver que iba a insistir.
—De acuerdo, no insistiré pero ten por seguro que voy a averiguarlo— amenace en broma.
No podía evitar sentirme relajada a su alrededor, Valya poseía buen humor y le encantaba hablar, además, algo en ella me hacía sentirme en confianza, tal vez fuera su
aire inocente. Estaba segura que su madre debió ser una belleza, la vampira poseía cabello castaño, piel pálida y enormes ojos verdes, era delgada y de baja estatura, si
no me equivocaba al decir que parecía muñeca.
—Este lugar debe albergar tanta historia— comenté viendo desde lejos el castillo.
—Sí, aquí hay muchos recuerdos hermosos así como también algunos más desagradables.
—Posiblemente la mayoría de los más terribles están relacionados con mi hermano— murmuró para sí misma.
Ella me miró un momento desconcertada por mi petición y el rubor subió a mi rostro, pero aún así mantuve mi mirada en la suya.
—Debes haber notado que mi hermano es muy autoritario— comenzó a relatar y no espero respuesta de mi parte para seguir hablando. —Tiene su porque, M arkov
es miembro de la realeza vampírica, un príncipe para ser más precisa y es por ello que es él quien lidera a toda la especie vampírica en Europa.
M e quedé en silenció sin saber porque me decía todo eso aunque de igual modo era impresionante. No solo era un vampiro, era un príncipe líder de toda una especie.
—Siendo así tiene muchas responsabilidades, entre ellas el cumplimiento de las normas que nos rigen, la lealtad es un aspecto muy importante y hay cero tolerancia
para los traidores, él ha tenido que ejecutar a muchos vampiros en el frente del castillo.
Abrí los ojos no solo asombrada si no que también algo horrorizada ante tal imagen. M iré hacia el suelo esperando encontrar sangre. No había por supuesto.
Sentí la cálida mano de la chica en mi hombro y miré hacia ella. Solo encontré una sonrisa en sus labios.
—Él puede ser dominante y desconfiado pero es un buen hombre. Él me ha protegido y amado con su vida, sé que mi hermano es grosero muchas veces pero te pido
que le tengas paciencia.
—Ten paciencia con él, pero no dejes que te haga sentir mal puede ser muy intenso muchas veces.
Asentí como respuesta recordando esa intensidad. Si, era un hombre muy dominante y no era para menos, siendo el líder de toda una especie. Le daría una
oportunidad y me armaría de mucha paciencia.
—Cuéntame sobre su mundo— Pedí en un intento de cambiar de tema. No había mucho más que decir sobre su hermano.
—Es mi historia favorita— Dijo alegre dando un pequeño salto mostrando su emoción y entrelazando nuestros brazos caminamos juntas adentrándonos más en el
jardín.
—Desde el inicio de la humanidad han habitado diferentes criaturas caminando en esta tierra, nadie sabe su origen pero han existido, en un inicio los humanos en su
ignorancia veneraron a estas criaturas que eran diferentes a ellos que los defendían de los depredadores que rondaban en aquel entonces, coexistieron en armonía por
varias décadas pero la sed de poder hicieron que estas criaturas se volvieran contra los humanos intentando dominarlos causando de este modo varias guerras por ser la
especie dominante; pero ellos eran mucho más fuertes que los humanos y prevalecieron por siglos y conforme la humanidad evolucionaba encontraron métodos para
defenderse de estas criaturas y de este modo lograron sacarlos de su poderío.
»Estas criaturas entendieron que su anonimato era fundamental para existir y en silencio su existencia se convirtió en un fantasma como leyendas que corrían a través
del mundo. Algunos humanos aseguraban haber sido atacados por estas criaturas y empezaron a darles nombres en cada cultura era uno diferente: demonios, ángeles,
dioses, chupasangres, brujas, hijos de la luna y duendes. Hoy en día se conocen como: Vampiros, Brujas, Hombres Lobo y Hadas. Cada uno con habilidades únicas.
»Algunas de estas criaturas intentaron rebelarse contra la humanidad pero muchos de ellos se dieron la tarea de defender a los que una vez los habían aceptado, esto
creó una separación entre las criaturas y emergieron así los lideres o la realeza de cada especie dispuestos a defender a la humanidad pasando la responsabilidad a sus
descendientes que siguieron con la tarea encomendada.
»Por siglos se ha vivido en guerra contra los desertores o como los denominamos en la actualidad “rebeldes”; hasta que un líder brujo rompió su juramento y se reveló
en contra del sistema, la humanidad y las especie en mil novecientos diecisiete que coincidió con la Revolución Rusa donde asesino a todos los lideres en aquel entonces
aprovechando el revuelo en el mundo humano, lideró un ejército de rebeldes de todas las especies donde se perdieron incontables pérdidas de ambos bandos pero las
más dolorosas fueron la perdida de los dirigentes de estas mismas.
La voz de Valya era armoniosa, perfecta para narrar una historia. En ningún momento interrumpí su relato mientras ella nos guiaba a una glorieta donde nos sentamos
mientras ella seguía contando un resumen de la historia de su mundo.
—Sí, somos unos cuantos miles, pero en cada continente existe un consejo dedicado a preservar nuestro anonimato y velar por los intereses de todos.
La chica me miró con los ojos abiertos antes de empezar a reírse. No entendí que era lo graciosa ante mi pregunta.
—Es solo que recordé las cosas ridículas que dicen por ahí de nosotros y no pude evitar reír por la ingenuidad de los humanos.
—Nosotros somos más parecidos a ustedes de lo que creen— contesto la vampiresa al notar mi molestia.
—No, en eso te equivocas— explicó con seriedad. —Vivimos más tiempo y somos muy longevos, y a menos que nos maten, vivimos sin ningún problema.
—Creo que a cualquiera que le claven una estaca en el pecho morirá instantáneamente.
—Las hadas se encargan de la naturaleza, son muy pacificas; los lobos son luchadores muy fuertes y los vampiros de igual manera pero muy rápidos, de hecho,
pueden desplazarse varios kilómetros en un minuto.
—Son posiblemente una especie única, ya que pueden realizar magia elemental.
—Impresionante— murmuré realmente asombrada y miré hacia mis manos recordando los extraños zarcillos.
—¿Bruja de tierra?
—Sí, tienes la habilidad de controlar el elemento de tierra. Requiere entrenamiento para poder dominarlo.
—Tómalo con calma, habrá tiempo para poder acostumbrarte a la idea— M e alentó Valya con cariño.
—No sé qué haré ahora, no tengo trabajo, ni casa, ni a nadie más y no puedo estar aquí para siempre.
Suspiré y cerré los ojos para evitar echarme a llorar de la desesperación de un futuro incierto.
—Eso es cierto— confirmó una voz masculina e inmediatamente abrí los ojos. Era él.
Vi al vampiro acercarse y adentrarse en la glorieta donde nos hallábamos. M e sentí inquita al notar su mirada fija en mí. Había algo oscuro en él que me provocaba
escalofríos. Tal vez era su innegable atractivo masculino o esa aura de poder que ahora sabía provenía de su rango de realeza.
Trague saliva antes de esbozar una sonrisa tímida en su dirección. Él frunció el ceño.
Cuando estuvo cerca se inclino en dirección de su hermana depositando un beso en la frente de Valya. M e sorprendió su gesto, no era algo que esperaba ver de alguien
como él pero era evidente que en primer lugar no le importaba quien lo viera y segundo lugar era el claro amor fraternal que le profesaba a su hermana.
—Hola Hana— saludó cuando se incorporó mirándome directamente a los ojos. —¿Ha sido agradable tu estancia aquí?
—M e alegro— murmuró como respuesta pero su rostro serio me decía completamente lo contrario, alegre no era precisamente como se sentía.
—Valya, ¿Podrías dejarme un momento a solas con Hana?— preguntó cortésmente a su hermana.
—Nos vemos después— se despidió de ambos antes de salir caminando con paso alegre.
Los dos nos quedamos en un silencio incomodo y yo me entretuve mirando a todos lados menos hacia el vampiro que seguía de pie frente a mí.
—Este era uno de los lugares favoritos de mi madre— comentó rompiendo el tenso silencio y dirigí mi vista hacia él quien miraba hacia una enredadera que estaba
cubierta de flores rojas.
—Valya me comentó que conservas estos jardines por tu madre— me atreví a comentar esperando iniciar una conversación. Pero él solo apretó su mandíbula.
—Nuestros padres fueron muy buenos amigos— comentó con seriedad. —Y fue tu padre quien acudió a nosotros para solicitar nuestra protección, mis padres
prometieron cuidarte, lamentablemente fallecieron antes de poder cumplir su promesa; ahora esa responsabilidad es de Valya y mía.
—Entiendo— Fue lo único que podía decir aunque no sabía a qué punto deseaba llegar aún así seguí prestando atención porque sabía que iba a decir algo que no me
iba a gustar.
—No, no creo que lo entiendas— espetó esta vez con enfado. Y lo supe, a él no le gustaba esa responsabilidad, de hecho podía afirmar que era yo quien no le
gustaba.
—Tienes razón— admití. —No entiendo nada de este mundo pero si me explicaras podría entenderlo— Dije cuando llegue a su lado.
—Puedo manejarlo— contesté con firmeza devolviéndole la mirada decida. Él sonrió y por un segundo estuve a punto de perder la compostura al ver esa sonrisa.
—Tienes carácter— comentó, se detuvo un momento recorriendo con su mirada mi rostro, como buscando algo. —Igual que tu padre.
Un golpe hubiera sido menos doloroso que la referencia al hombre que no había podido conocer.
—Eres exasperante— murmuré sin verlo antes de salir con rapidez de la glorieta. No quería ponerme a llorar por algo que hacía mucho tiempo había asumido y era el
no haber conocido a mis padres. Pero saber que ese hombre había tenido el honor de conocerlos me hacía sentir como una niña anhelando el abrazo de un padre o el beso
cariñoso de una madre.
Una mano en mi brazo me detuvo. No me sorprendí mucho sabía que era él.
—Hey, tranquila— murmuró con voz calmada y aprecié sus palabras en silencio. Era peor cuando alguien intentaba consolarme con palabras de compasión, en
cambio él solo intentaba calmarme.
Sentí frío viento remover mi cabello y pude sentir en mi rostro el aire cargando con el aroma de la tierra y la grama verde. De cierto modo era reconfortante y cerré los
ojos sintiendo la calidez de la mano del vampiro junto al frío en mi rostro.
—¿Sabes que significa tu nombre?— murmuró en mi oído pegando su pecho a mi espalda provocándome un escalofrío. Temblé sintiendo su mano deslizarse a mi
cintura.
—Tu nombre en japonés significada: flor— murmuró en voz baja y sentí temblar mis rodillas. Su voz era grave y el ligero acento me provocaba que mi piel se erizara.
—¿Cómo sabes…eso?— pregunté, obligando a mi cuerpo a separarse del suyo. Di un paso al frente para romper el contacto y voltear a mirarlo.
M e miró con intensidad y lo vi apretar la mandíbula. Algo me decía que no iba a decirme nada.
—Aprendí japonés— respondió con simpleza, restándole importancia a ese hecho.
—¿Acabas de preguntarme si me hace daño el ajo?— preguntó y pude notar en su voz que estaba perplejo.
Esperaba algún comentario sarcástico pero no esperaba que se riera y menos con tanta soltura.
—¿Qué es tan gracioso— refunfuñé cruzándome de brazos sin apartar la vista de él.
—Los humanos a través de los siglos han inventado tantas cosas sobre nosotros que me parece gracioso que creas que un simple ajo puede hacernos daño.
—¿Entonces?
—M ás que hacernos daño es molesto, es un olor muy fuerte, así como el jengibre y otras especias pero completamente alejado de la realidad que el ajo puede evitar
que los vampiros no los ataquen.
—Supongo que los crucifijos también es un mito inventado, ¿no?
Con un movimiento de su mano me indicó que siguiéramos caminando y llegando a mi lado reiniciamos la caminata.
—Es correcto, se tiene la creencia que los vampiros son demonios sin alma y descendientes de Lucifer, los humanos en la Santa Inquisición[12] difundieron y usaron
ese hecho para darnos caza.
—Es cuestión de cada individuo, en lo personal no creo ni dejo de creer. Hay una razón por la que nosotros existimos y si nuestra existencia es un misterio me gusta
creer que hay más de lo que nosotros vemos. De hecho, muchos vampiros han recurrido a la iglesia en busca de consuelo a su larga existencia y otros para casarse.
—Interesante.
—¿Otra pregunta?
—En eso no están tan equivocados, el sol no nos mata pero si merma nuestras fuerzas hasta el punto de dejarnos inconscientes por horas.
Encontraba fascinante todo lo relacionado con los vampiros y aún tenía más preguntas, una en especial pero no quería saberlo aún. Demasiada información por un
día.
Su comentario me hizo detenerme por completo. Lo miré con la sorpresa en mi rostro. Debía estar bromeando.
—No entiendo.
—Ahora ya no eres una humana, eres también una bruja y debes aprender a defenderte ante cualquier situación.
—Los hombres que te atacaron en Inglaterra fueron siguiendo las órdenes de alguien más, ahora que estas aquí volverán a intentarlo.
—Tienes mi palabra que te protegeré con mi vida pero yo no puedo estar todo el tiempo pendiente de ti y tú no puedes estar aquí escondida.
—Yo no sé pelear, de hecho no me gusta, soy una persona pacifica— admití con una mueca.
—Lo sé, pero entrenaras un tiempo conmigo y te ayudaré a sacar ese lado… salvaje— sonrió al decir la última palabra y pude percibir la doble intención en ella.
M e sonrojé imaginando como se vería M arkov en ropa de entrenamiento. Tal vez no fuera tan malo después de todo. Sonreí.
M aldije mientras me levantaba del suelo y le lanzaba una mirada llena de rencor en su dirección. Maldito vampiro.
—Ni porque me mires de ese modo, vas a librarte— comentó con burla cruzándose de brazos sobre su amplio y fuerte pecho.
A pesar de mi molestia no podía negar que vestido con ropa deportiva quitaba el aliento. La playera blanca que llevaba puesta marcaba cada musculo en su brazo y
dejaban a la vista su formado pecho... El vampiro se mantenía un muy buena forma, sin un gramo de grasa de más; no era fornido pero si atlético.
No era para menos que estuviera molesta, a pesar que me estaba deleitando con su cuerpo, no podía olvidar como fue tan desconsiderado de levantarme a las cinco de
la madrugada para que lo siguiera hasta el salón de armas, como él lo llamaba y encima me pusiera a correr por casi una hora. El salón estaba equipado para realizar
ejercicios con numerosas maquinas y colchonetas, dispensadores de agua, toallas y duchas.
—Ya no más—dije en un susurro. Dejándome caer nuevamente al suelo luego de hacer mi vigésima despechada. Estaba exhausta ni en toda mi vida me había
ejercitado tanto.
M e levantó sosteniéndome por los brazos y me aferré a sus hombros cuando me alzo en el aire.
Pataleé en un intento de soltarme pero era inútil y las lágrimas se acumularon en mis ojos.
—No te atrevas a llorar— M e soltó sin ningún cuidado, trastabillándome hacia atrás. M asajeé el área del brazo donde me había sostenido.
Antes de poder reclamarle algo, M arkov se movió rápidamente en mi dirección empujándome contra la pared que provocó que soltara un quejido por el dolor que me
provocó, una de sus manos se cerraron en mis muñecas alzándola sobre mi cabeza y de repente sus labios estaban en los míos besándome con ferocidad. Fue algo tan
inesperado que apenas tuve tiempo de reaccionar ante su ataque apasionado pero no tarde mucho tiempo antes que cerrará los ojos y correspondiera a su beso y todo
pensamiento racional desapareciera de mi mente.
Atrapó con sus dientes mi labio inferior y sentí una punzada de dolor antes que probara el metálico sabor de sangre, mi sangre. Abrí los ojos asustada al ser
consciente que no estaba con un hombre cualquiera sino que con un vampiro. Intenté quitármelo de encima pero entre más me removía inquieta más él me apretaba
contra la pared. Soltó un gruñido antes de abrir los ojos completamente dilatados, despegando su rostro unos centímetros y mirarme con intensidad; el verde de sus ojos
había desaparecido consumido por el iris negro. Su expresión era salvaje.
—M arko…
No tengo ni tiempo de terminar la frase cuando con una mano sostiene mi mentón y bajo su cabeza directamente a mi cuello.
El dolor que siento al sentir sus colmillos hundirse en mi garganta es terrible y suelto un grito. Esta vez muevo las piernas y el cuerpo en un intento de detenerlo pero
lo único que consigo es que su cuerpo se presione más con el mío.
—Detente— susurré sintiendo nuevas lagrimas formarse en mis ojos y pienso que moriré desangrada en sus brazos.
—¡No!— grité cuando ya no soportaba más y un nuevo dolor quema en mi mano izquierda antes de que pueda ver los zarcillos salir de mi palma y empujar al
vampiro, esta vez con efectividad liberándome de sus colmillos. M e deslizo contra la pared con mi otra mano sosteniendo la herida de mi cuello sin bajar la izquierda
que mantiene extendido los zarcillos a modo de protección.
M i visión es borrosa mientras lo observo agazapado en posición de ataque a unos metros de mí con la barbilla manchada de sangre.
Capítulo 04
Markov
Rojo
El dulce sabor de la sangre que aún persistía en mi boca. Había hecho un esfuerzo por no sucumbir a la tentación que Hana representaba pero su olor era algo tan
embriagador y con el calor de su cuerpo hacia que esa fragancia se acentuara más y me hiciera perder el control.
Escuche abrirse la puerta a mi espalda pero no quité la vista de Hana quien se encontraba inconsciente en el suelo. Estaba conteniéndome para no volver a lanzarme
contra ella.
—¡M arkov!— Fue la voz de Valya sorprendida y horrorizada ante el cuadro que se presentaba ante ella.
Gruñí cuando sentí su mano en mi hombro. Estaba tenso y a un par de segundo de atacar a alguien pero estaba recurriendo a todo mi autocontrol para no lastimar a mi
hermana.
—Respira profundo— me ordenó con suavidad y cerré los ojos cuando sentí el aroma de sangre inundar el lugar pero no por nada había vivido por siglos sin
conseguir algún control sobre mis instintos animales.
Escuché nuevamente la puerta abrirse con fuerza y una nueva voz masculina gritar.
Nadie podía levantarle la voz a mi hermana y mucho menos ordenarle algo, ella era una Jakov y era evidente que ese sujeto no lo tenía claro y yo con gusto se lo iba a
recordar. M e levanté de mi lugar con calma pero sintiendo una furia ciega en mi interior. Vi al hombre alto de más de treinta y cinco años, un brujo por lo que pude
percibir y uno de fuego al ver su mano brillar con una llamarada roja en clara invitación de lucha.
—Suficiente Príncipe Jakov— Se alzó una nueva voz entrando en la sala y muy a mi pesar me detuve. Reconocía esa voz.
Desvié mi vista del primer hombre para observar el recién llegado. Vi la decepción y la ira en sus ojos azules. Llegó hasta mí y sin dudar un momento me golpeó en la
mejilla con el dorso de la mano.
—Tío— Era la voz de mi hermana quien llamaba al hombre frente a mí para detenerlo pero tuve que admitir que mi tío tenía razón. Había actuado fuera de carácter
más aún siendo yo alguien de mi posición. M iré hacia atrás sobre mi hombro para ver a Hana ser atendida por el brujo.
No comprendía cómo había podido perder el control pero desde que había llegado esa humana todo se había vuelto un caos en mi interior.
—Si señor— contesté sintiéndome furioso conmigo por haber atacado a la mujer que se suponía debía proteger.
M e refugié en mi estudio atendiendo otros asuntos de mis negocios esperando a que mi tío Andrei apareciera. Haber estado un par de horas solo me había dado
tiempo para calmarme y estar de nuevo en control de mis emociones. No podía dejar que esa mujer llegara a sacarme de balance, iba a cumplir mi promesa de mantenerla
a salvo mientras el misterio de su ataque se resolvía y luego de eso la dejaría marchar de nuevo a su país. No iba a pasar las siguientes décadas de niñera de una mujer
por muy deseable que me resultara.
M e recosté en la silla y miré frente a mí los números estados financieros y reportes que estaba analizando de los distintos hoteles que poseía, era un negocio que me
dejaba una excelente rentabilidad anual y me permitía contratar a humanos como mis representantes evitando involucrarme demasiado y delatando así que a pesar de los
años no envejecía, aunque de vez en cuando debía ir a algún hotel y encargarme de algunos problemas, como hacía un par de noche que encontré a Hana en el vestíbulo
de mi hotel ocasionando que desde entonces me sintiera fuera de control.
La puerta del estudio se abrió y mi tío Andrei apareció por ella. Notaba su gesto cansado y algo me decía que tenía que ver con Hana.
— ¿Cómo esta?— pregunté poniéndome de pie y sin saludarlo. Él solo me dio una mirada molesta y se dirigió a servirse un vaso con whisky. Tomó todo el
contenido del vaso primero y luego me miró con cansancio.
—Grave, su cuerpo rechaza la sangre que le hemos dado, supongo que es debido a que su sangre es diferente.
—Querrás decir porque es un fenómeno de la naturaleza que no debió nacer— Las palabras salían de mi boca sin control llenas de furia.
No quería sentir nada por ella, su llegada no hacía más que complicar mi vida tranquila y controlada.
—No te permito que hables así de ella, tus padres estarían decepcionados de tus palabras.
—No te reconozco M arkov, se supone que debías protegerla ¿Es esto una venganza?
—No— respondí determinante.
—Entonces, cuida tus palabras en un futuro porque la próxima no me detendré para recordarte tu lugar en esta casa— amenazo.
—Ni yo recordarte el tuyo— espeté con furia. Él podía ser el hermano de mi padre pero era yo el que estaba al mando.
Debía salir de ahí e ir a ver a Hana asegurándome que estuviera bien. En algo tenía razón mi tío: era mi responsabilidad protegerla y no iba a fallar a mis padres porque
yo no tuviera control.
—Yo no te permito que me cuestiones, recuerda tu lugar… tío— agregué remarcando la última palabra y salí de ahí.
Guiando con el aroma de Hana y la fragancia de su sangre en el aire me encaminé hacia el área privada del castillo reservada únicamente a la familia que es donde
convenientemente mi hermana había decidido instalarla la primera noche.
Al llegar al pasillo pude observar a mi hermana y al brujo de fuego hablando en susurros. Fue Valya quien notó mi presencia y sobresaltada se giró en mi dirección
acercándose a mí.
—Cuida tus palabras encendedor— me burlé haciendo referencia a su magia elemental de fuego.
Lo vi ponerse rojo de rabia y sonreí en su dirección soltando a mi hermana para dirigirme a la puerta donde se hallaba Hana.
Entré a la habitación apartando de mi camino al brujo quien me miraba con odio pero no dijo nada más y supuse que mi hermana le había informado de quien era.
En el dormitorio flotaba el aroma de la sangre así como un tenue olor floral que sabía era el olor natural de Hana. Estaba recostaba con la cama luciendo pálida e
indefensa.
Suspiré al ver las bolsas de sangre en la mesita de noche y las herramientas para hacer una transfusión intravenosa. Aún con su aspecto débil y su desmejorado color
era imposible ocultar su belleza particular. Tenía delicados rasgos, sus labios bien delineados siendo el inferior más voluptuoso que el superior, pequeña nariz así como
espesas pestañas que enmarcaban sus ojos verdes. Era de constitución delgada pero con curvas por lo que podía apreciar a simple vista.
M e forcé a concentrarme en lo que debía hacer y presté atención a los latidos de su corazón, era un ritmo muy lento y su respiración era un poco dificultosa. M e
senté a un lado de la cama, cerca de ella y tomé con cuidado una de sus manos. Estaba fría y la llevé a mis labios para besarla.
Tomando una decisión me incliné sobre su cuerpo y sin soltar su mano alcé la otra llevando mi muñeca a mi boca, extendí mis colmillos y mordí atravesando la piel,
inmediatamente sentí la sangre y retirando mi boca vi como la herida se cerraba con rapidez y con la misma mano la tome del rostro, ayudado con mis dedos abrí
ligeramente sus labios y a continuación la besé e inclinando su cabeza deslice mi sangre en su boca.
Era un ritual de unión de almas lo que estaba haciendo, era consciente que ahora una parte de nuestras almas estaban unidas. Se requería de tres intercambios de sangre
de ambas partes para estar atados completamente. Ese ritual era exclusivo de los vampiros, compartir sangre era algo muy íntimo y exclusivo, nuestra sangre tenía
propiedades curativas y sabía que con ello podía salvar a Hana e incrementar sus glóbulos rojos.
Cuando sentí el calor en mi pecho supe que estaba hecho y me retiré de sus labios observando el color en sus mejillas nuevamente. Acaricie su piel disfrutando de su
suavidad.
Debía admitir que era una sensación agradable la unión de almas, nunca lo había hecho antes y ciertamente que fuera ella de cierto modo me parecía adecuado aunque
no estaba segura de cómo iba a tomar Hana ese hecho, apenas estaba conociendo nuestro mundo pero no había vuelta atrás. Luego tendría tiempo de explicarle lo que
significaba la unión de almas y esperaba que ella sintiera lo mismo que yo al respecto.
Hana
—¿Esta despierta?— escuché el murmullo de una voz conocida y fruncí el ceño al recordar el agudo dolor en mi cuello pero que ahora ya no sentía.
Alcé mi mano para tocar la herida y abrí los ojos cuando escuché la voz de Valya.
M iré hacia ella quien estaba sentada a mi lado en la cama. Escuché un carraspeo y dirigí mi vista hacia donde había provenido el sonido topándome con la visión de mi
mejor amigo, Henry de pie al final de la cama.
—Henry…— murmuré para confirmar que en realidad estuviera ahí. El me sonrió con ese gesto tan propio de él.
M e incorporé en la cama al mismo tiempo que él se acercaba por el otro lado de la cama para llegar hasta mí y me lancé a sus brazos buscando su consuelo y cercanía.
Deje salir un par de lagrimas, había estado sola esos días esperando ansiosa su llegada. Confiaba en él sin importar nada, era mi amigo, mi hermano y era el único que
me quedaba luego de la muerte de mi abuela. Estar en un país desconocido y soportar al cambiante M arkov tenían mis nervios y fortaleza destrozada.
—Los dejare solos— escuche la voz de Valya cuando se levanto de la cama y se fue de la habitación cerrando la puerta con cuidado. Ninguno respondió, nos
quedamos aferrados en los brazos del otro.
Luego de un tiempo de separé de Henry para poder verlo, lo había extrañado mucho, de su sonrisa y buen humor.
—¿Por qué nunca me lo dijiste?— Fue lo primero que salió de mis labios. M e acomodé en la cama sentándome y recostándome contra la cabecera, seguida de Henry
quien paso uno de sus brazos por mis hombros atrayéndome a su lado.
—No podía, era por tu seguridad y no estábamos seguros si realmente hubieras heredado alguna habilidad de tu padre.
Comprendí ese hecho ya que toda mi existencia hasta ahora había vivido sin ningún percance ajena a mi ascendencia mágica. Tal vez si esos hombres nunca hubieran
llegado todavía viviría como un humano más.
—M i abuela…— sentí un nudo en la garganta al recordarla. El recuerdo de su muerte estaba aún muy fresco en mi corazón.
—Tu abuela está en un mejor lugar y sabes que ella te amaba con su vida.
—Soy un brujo elemental de fuego y fui enviado para tu protección cuando alcanzaste tu mayoría de edad y he estado a tu lado desde entonces.
—¿Fingiste todo este tiempo?— pregunté dolida por la implicación que yo era únicamente un trabajo para él.
—No Hana— me tranquilizo tomando una de mis manos entre las suyas. —Tal vez al principio cuando nos conocimos en la universidad, era un poco difícil
acercarme a ti siendo yo uno de tus profesores y la falta de confianza pero nunca he fingido ni te he mentido sobre mi cariño.
—¿Si yo nunca hubiera mostrado magia, tú…?— No pude terminar siquiera mi pregunta por el miedo ante su respuesta.
—M e hubiera quedado a tu lado, eres mi familia Hana y te quiero— afirmó y vi la sinceridad en su mirada.
—No vuelvas a ocultarme nada— pedí mirándolo a los ojos pero él desvió su mirada de la mía y supe que había algo más. —¿Qué más me estas ocultado?— me
separé de él para enfrentarlo.
—Odio todo esto pero di mi palabra de no hablar sobre ello— imploró con arrepentimiento y únicamente cedí al ver que realmente no podía decírmelo. Confiaba en
Henry y esperaría a que todo el misterio se rebelara.
Cuando la almohada cayó a su regazo, miro primero a mi cara con la incredulidad pintada en su atractivo rostro y luego a sus piernas donde descansaba la almohada
con la que lo había golpeado. La tomo en sus manos y me miro con una sonrisa traviesa.
—Acabas de golpear el rostro de tu guardián, eres una desvergonzada malcriada— Antes de darme tiempo a reaccionar lanzó la almohada en mi rostro pero sin
soltarla. M e moví rápido por la cama y alcancé otra almohada y como dos chiquillos comenzamos a pegarnos en medios de risas e insultos.
No importaba que él fuera mucho más grande que yo, él se comportaba como un adolescente sin remedio. Bromeando, jugando y divirtiéndose conmigo.
Luego de una intensa lucha de almohadas ambos nos rendimos en un empate y volvimos a recostarnos en la cama mientras él me contaba con muchos detalles el
nuevo mundo al que pertenecía.
A veces pensaba que estaba en un sueño y que todo era demasiado irreal para ser verdad, pero escuchaba atenta a Henry y recordaba que era una bruja elemental de
tierra, como mi padre.
—Las hadas son pacíficas, médiums y controlan la armonía en la naturaleza y están conectadas a la luna— comentó mi amigo jugando con los dedos de mi mano.
—¿Y los hombre lobo?
—Son luchadores por excelencia, tienden a ser muy territoriales y protectores, son excelentes rastreadores debido a su súper desarrollado olfato.
—No, ellos se transforman cada vez que desean, tal vez ese mito es por el hecho que en luna llena son más fuertes y grandes por la energía que la luna les brinda en
esas fechas.
—Son también luchadores pero mucho más veloces y algunos de ellos con el tiempo desarrollan alguna habilidad adicional como controlar objetos con la mente,
hipnotizar, manipular las emociones, hay varias cosas que pueden hacer.
—Veo que has estado informándote pero tienes razón, ellos están conectados con las estrellas, de hecho se dice que cada estrella nueva es una nueva alma que muere.
—¿Y es así?
—Lo dudo mucho, pero algo debe tener de cierto. Ya sabes que cada mito tiene algo de verdad en ella.
—Somos lo mejor de las especies— admitió con una sonrisa orgullo y imité sonriendo de igual modo. —Somos piezas fundamentales en las batallas con nuestra
magia elemental.
—Creo que sabes que tu familia por línea paterna eran brujos.
—Sí, algo así escuché— admití. —¿Todos pueden crear zarcillos como yo?
—No lo sé, puede ser debido a tu particular condición de hibrida y creó que es por eso que fueron por ti esos hombres.
—No lo sé, estuve todo este tiempo dejando las cosas en orden allá, nuestro trabajo, la casa y…— se calló y vi la duda en su rostro, no estaba seguro de seguir
hablando.
— ¿Y? ¿Qué más Henry?— presioné sentándome en la cama y necesitando saber a que me enfrentaba.
—Un par de hombres llegaron a tu casa al día siguiente por la noche— respondió imitando mi movimiento y sentándose a mi lado.
—M e encargue de ellos y luego partí tan rápido como pude hacia acá.
—¿Por qué no podemos irnos? Nos cuidaremos, no tenemos por qué estar aquí.
—No podemos hacer eso, a pesar que nos libramos de esos rebeldes en Londres no eran ni por asomo peligrosos, afuera hay vampiros, brujos, hadas y hombres
lobos muchísimo más fuertes y hábiles que nos matarían en la primera oportunidad, aquí tienes un ejército de vampiros y brujos resguardándote.
—Será por un tiempo Hana— Se puso de pie y llegando hasta mi puso sus manos sobre mis hombros. —Ten paciencia.
Apreté los labios ante de decir algo más, me estaba comportando como una caprichosa y lo sabía pero aún así quería apartarme de todo lo que relacionado con el
vampiro aunque el pensamiento de ello me causará tristeza.
Un par de toques en la puerta me salvó de mis pensamientos y sin pedir ninguna autorización un hombre entró en la habitación caminando en nuestra dirección y
saludando a Henry con un movimiento de cabeza antes de dirigirse a mí.
—Hola Hana, soy Andrei Jakov— se presentó con una ligera sonrisa.
—Es un gusto señor Jakov— reconocí de inmediato el apellido y por el ligero parecido pudo saber que era familiar del vampiro.
—M e siento muy bien— comenté sin agregar nada más. El hombre acepto mi respuesta asintiendo en silencio.
—Lamento el inconveniente que tuvo que pasar debido al comportamiento de mi sobrino.
Al escuchar esa pregunta volteé con rapidez a verlo. ¿Castigarlo? ¿De qué estaba hablando?
—Sí, es correcto; nuestras leyes no permiten que uno de nosotros tome sangre de otra especie sin su previa autorización.
—Y por eso será castigado…—murmuré al comprender su falta. Él me había atacado y bebido mi sangre en contra de mi voluntad.
—No, no quiero que sea castigado— dije con determinación al vampiro frente a mí que me miraba con seriedad.
—Pero Hana…— intentó convencerme Henry pero no escuché lo que quería decirme y miré nuevamente al tío de M arkov.
El vampiro me miró como si lo que dije hubiera sido algo descabellado pero no iba a cambiar de opinión y para reforzar mi postura cruce mis brazos sobre mi pecho y
lo miré con el ceño fruncido. Lo vi apretar los labios conteniéndose pero aceptó mi petición con un asentimiento de cabeza.
—Iré a informar al respecto al príncipe Jakov sobre su decisión— comentó poniéndose de pie.
—Por curiosidad, ¿Cuál iba a ser su castigo si hubiera accedido?— pregunté al hombre cuando se encontraba en la puerta dispuesto a salir.
Él se quedó en silencio dándome la espalda y por un segundo creí que no me iba a contestar.
Cierto, no fue una experiencia agradable el que me hubiera forzado pero no creía que fuera necesario llegar a la violencia para castigarlo aún si se lo mereciera.
—No debiste haber hecho eso Hana— comentó Henry a mi lado pero lo que más me sorprendió no fueron sus palabras si no el tono en las que las dijo. Asustado.
—¿Por qué? ¡No me gusta la violencia!— exclamé molesta mirándolo con reprimenda.
—A él no le va a gustar tu decisión.
Luego de esa breve conversación, ambos decidimos no comentar nada más al respecto y nos quedamos el resto de la tarde en la habitación. Henry bajó únicamente a
las cocinas para cocinar algo y llevarlo después a la habitación donde cominos con tranquilidad y conversamos de otras cosas relacionadas con ese nuevo mundo hasta
que anocheció y Henry se disculpo diciendo que debía irse debido a que debía reportarse con la bruja Casandra.
M e parecía extraño pero no comenté nada al respecto, total que sabía yo de sus protocolos o lo que fuera que hicieran.
Ojeando la habitación encontré un cuaderno en blanco en la mesita de noche que supuse podría ser útil para tomar notas o usarse como diario, rebusqué un poco más
y encontré un lápiz al fondo del cajón. Con nada mejor que hacer me senté en uno de los sofás; disfrutando del silencio alcé el lápiz y comencé a dibujar.
Llevaba cerca de media hora realizando diversos bocetos y tan concentrada estaba que cuando la puerta se abrió con fuerza la mano me tembló logrando que rayara mi
dibujo. Enfadada levanté la vista para reclamarle a la persona que había entrado de ese modo pero mis palabras murieron al ver a la persona que me miraba con furia en
sus intensos ojos verdes.
—¡M arkov!
—¿Qué?
—Una disculpa, una maldita disculpa, tu humana tonta avergüenzas mi orgullo con tu compasión.
Comprendí a que se refería, el vampiro estaba ofendido porque había decidido no usar mi derecho de exigir un castigo. Este hombre debía vivir en la edad media o algo
para reclamarme por algo así.
—No seas malagradecido, yo no estoy acostumbrada a sus leyes y aunque lo estuviera no aprobaría algo tan cruel como azotar a una persona como castigo.
Gruñó, me gruñó mirándome con enfado y los brazos cruzados en su amplio pecho.
Había algo en él que me hacía rebelarme y contestarle. Posiblemente era su tono de voz y la forma en que me miraba que me impulsaban a sacar mi temperamento.
Dejé de un lado mi dibujo y me puse de pie para no estar en una posición inferior sentada. Ninguno dijo nada, solo nos quedamos en silencio retándonos con la
mirada.
En un parpadeó lo tuve frente a mí, a pocos centímetros de mi rostro. Su movimiento rápido me sorprendió y asustó por lo que retrocedí un paso.
—¿Cómo…?
De repente sentí sus labios sobre los míos; uno de sus brazos serpenteaba en mi cintura y me apretaba contra su cuerpo mientras su mano libre me tomaba por la
nuca. Y así de rápido como me besó, de igual manera se retiró cuando me di cuenta estaba al otro lado de la habitación.
Lo miré confundida y en secreto anhelando que me volviera a besar. Podía ver que estaba tenso pero no comprendía a este hombre. En un momento estaba furioso y
al siguiente me besaba. Nunca sabía que esperar de él.
—No me mires así— gruñó frustrado y paso la lengua por sus labios y vi el destello de sus largos colmillos.
Jadeé por sus palabras y el rubor cubrió mis mejillas. Lo podía sentir, mi cara estaba ardiendo y debía parecer un tomate maduro. Quise contestar algo mordaz.
—Hana M iller.
Saludó alguien y asustada me giré para ver quien había entrado en la habitación para toparme con un hombre alto muy atractivo recostado en el marco de la puerta.
Hana
No podía estar más sorprendida, halagada y avergonzada de las palabras de ese hombre y también temiendo que él hubiera escuchado mi conversación con el vampiro.
Lo miré con la esquina de mi ojo y pude ver en su rostro que se estaba conteniendo para no golpear al recién llegado. Gruñó hacia el hombre en la puerta antes de
desplazarse con rapidez frente a él y por segundo temí que iba a ser testigo de una pelea.
—Tu pedazo de idiota— siseó entre dientes M arkov frente al rostro del otro hombre pero este en vez de asustarse o dar un paso atrás, no se dejó intimidar y fue tan
valiente de sonreír sin descaró antes de guiñar un ojo en mi dirección.
Los dos salieron de la habitación dejándome nuevamente sola y más confundida que antes. ¡Dios! Estos hombres eran demasiado intensos que me iban a matar de la
impresión.
Markov
—¿Cuándo regresaste?— pregunté dándole una palmada fuerte en la espalda de Theroux, quien oportunamente había interrumpido mi momento con Hana, estaba
molesto pero estaba seguro que volvería a hablar con ella.
Theroux, era un brujo de fuego y mi amigo por siglos. Y me alegraba de verlo de nuevo aunque me parecía extraño que no me contara que iba a llegar de visita.
Ambos caminamos en silencio por los pasillos del castillo hasta llegar a mi estudio. Eran pocas las veces que podía ver a mi amigo debido a los trabajos de ambos,
teníamos responsabilidades distintas y sin contar el hecho que el brujo residía en los Estados Unidos, por lo que su visita debía ser un asunto serio.
—¿Qué te trae por aquí?— pregunté sentándome sobre un sofá y sacar de mi chaqueta una cajetilla de cigarros y encender uno.
—Casandra me ordenó regresar— contestó deambulando por el estudio ojeando los libros en la librera.
—¿Cuándo te ordeno regresar?— fruncí el ceño ante su respuesta. —Y aun mas importante ¿Desde cuándo obedeces sus ordenes?
—¿Te estás ofreciendo?— pregunté de repente sintiendo una oleada de furia al imaginar a Theroux cerca de Hana.
—¿Por qué no? Soy un brujo que estuvo bajo las órdenes de su padre y sin contar el hecho que también domino el elemento tierra.
Su respuesta era lógica, Theroux era un brujo excepcional y muy poderoso. Él era el único del que se tenía conocimiento podía manejar dos magias elementales: fuego
y tierra; y estaba seguro que podía enseñar a Hana en su elemento tierra pero conocía a mi amigo demasiado bien y sabía que no dudaría en seducirla.
—Aún así ella está bajo mi cuidado y seré yo quien decida qué es lo mejor para ella.
—¿Eres su padre?— preguntó mordaz y noté que finalmente se había molestado por mi decisión de mantenerlo al margen.
—No, pero te conozco lo suficiente para saber que no dudaras en ponerle tus manos encima.
—No vengas a cuestionar mi autoridad ni mis decisiones— contesté con voz firme.
Lo vi apretar los labios para contener su respuesta, era mezquino que usara mi posición de jefe para callarlo pero no podía permitir que siguiera cuestionando lo que
decía.
—¿Qué hay con el hecho que sea la hija de Sergei?— preguntó al poco tiempo con seriedad.
—¿Qué hay con eso?— pregunté en respuesta. Sabía a donde quería llegar pero no estaba preparado para responder. M is emociones y lo que creí antes se estaba
desmoronando.
—Sabes a que me refiero, siempre dejaste claro tu opinión sobre ella. ¿Has cambiado de parecer?
¿Había cambiando de opinión? No lo sabía, desde que ella fue puesta bajo la protección de mi familia había pasado casi un siglo, noventa y ocho años para ser exactos
y por muchas décadas odie a esa niña, a quien no conocía por haberme, no solo impuesto una responsabilidad grande si no que también por ser la responsable de la
muerte de mi madre. Pero, ¿La seguía odiando? Nunca creí que llegaría el día en que ella tuviera que verme en la situación de cumplir con la promesa hecha por mis
padres que al morir pasó a ser mía de proteger con mi vida a la hija de Sergei pero alguien había intentado matarla y estaba seguro que no tardaría mucho tiempo en que
esas personas descubrieran que estaba aquí. Y aún así, cuando la conocí algo en ella me atrajo.
—M e vinculé con ella— declaré para dejarle claro mi posición y también para disfrutar de la expresión de su rostro.
—De ti, jamás— contesté con una sonrisa y lo vi salir de la habitación con una sonrisa y negando con la cabeza.
En algo tenía razón el brujo y es que debía poner en orden mi mierda. La chica me gustaba, me excitaba y también me enfurecía más aún por haberse negado a exigir un
castigo, hería mi orgullo el que ella creyera que no podía soportarlo pero de cierto modo admiraba su diplomacia y su temple al mantenerse firme en su decisión, aun si
no me gustara; pero debía reconocer también que mi deseo por ella era mayor que el afán de hacerle daño o de seguir odiándola, me había unido a ella, claro, yo contribuí
al hecho de poner en riesgo su salud pero ahora tenía una ventaja sobre ella, un beneficio que Hana aún desconocía pero que aprovecharía.
Un par de golpes en la puerta lograron que me diera cuenta que estaba dejando de lado mis otras responsabilidades.
—Adelante— autoricé la entrada de la persona del otro lado. No era otro más que mi tío Andrei.
—¿Puedes explicarme cómo fue que Casandra ordenó el regreso de Theroux?— Fue lo primero que pregunté cuando él se sentó frente a mí en mi sofá.
—No debiste hacerlo Andrei— murmuré entre dientes, molesto que actuara sin mi autorización.
—Creo que era lo mejor debido a la situación.
—El hecho que te hubieras vinculado con ella— declaró y oculté muy bien mi sorpresa porque él lo hubiera notado.
—Eres el príncipe y nuestro líder si enlazas tu alma por completo con la de ella corres el riesgo de morir si la llegan a herir y teniendo en cuenta que hay alguien que
la quiere matar es lo más probable que suceda.
—No si lo evito— comenté con simpleza, tratando de restarle importancia aún cuando sabía que lo que decía no estaba lejos de la realidad.
—Es preferible que el brujo Theroux se haga cargo de su seguridad y también de entrenarla en su magia elemental— ignoró mis palabras y habló sobre lo que había
decidido sin mi autorización.
—No.
—Considéralo sobrino, tienes responsabilidades más importantes que no puedes ignorar por dedicar tu tiempo a cuidarla— se puso de pie caminando en mi
dirección y quedando de pie frente a mi escritorio.
—Es mi decisión.
Demonios, sabía que tenía razón. Habían muchas cosas que ocupaban mi tiempo, mis hoteles, los asuntos del consejo, los vampiros a mi cargo y un sin fin de cosas
más.
Andrei satisfecho sonrió para luego tomar asiento al otro lado de la mesa.
—Bien, ahora lo importante hemos recibido un informe que han desaparecido más de diez humanos en San Petersburgo.
—Informarme sobre ello— solicité con seriedad asumiendo mi papel como príncipe y miembro del consejo.
Hana
Seguía pensando en la escena tan extraña entre M arkov y el otro hombre. Tomé nuevamente el lápiz y cuaderno y volví a enfrascarme en el dibujo que estaba
realizando, era un boceto, para mi pesar, del vampiro.
Fue el sonido de mi estomago que me recordó que ya había anochecido y debía comer algo. Un poco desilusionada que mi amigo me hubiera dejado sola dejé a un lado
el cuaderno y me dispuse a salir de la habitación.
Cuando abrí la puerta me tope con el hombre de antes con la mano alzada listo para llamar a la puerta.
Yo me quedé viendo su mano un poco desconcertada por esa confianza al hablarme y tratarme.
—Oh, yo iba precisamente hacia allá— Sin saber porque sentí mis mejillas arder y desvié la vista de él.
—M uy bien, al parecer M arkov olvida muchas veces sus modales.
—No, está bien— me apresuré a decir— A mí se me pasó el tiempo y ahorita me di cuenta, él debe tener cosas importantes que hacer.
M e hizo un gesto con la mano para que camináramos y aprovechando ese momento cerré la puerta a mi espalda con rapidez y así evitar responderle. Este hombre era
muy directo y me ponía incomoda.
—Lo siento si te incomodo— Se disculpó adivinando mi malestar y volteé el rostro para verlo.
—Soy brujo de fuego y tierra— explicó y me quedé observándolo confundida ¿Eso tenía que decir algo? Al menos que fuera el hecho que domináramos el elemento
tierra.
—Y estuve bajo las ordenes de tu padre Sergei— continuó al notar mi silencio y eso si pudo explicar un poco su familiaridad en su trato. —Era más que mi mentor
era un buen amigo y lamenté mucho su fallecimiento; así que verte es para mí algo emocionante, eres la única descendiente viva y por lo que he escuchado eres igual de
excepcional que tu padre.
—Sí, digo no— Hizo una mueca graciosa y no pude evitar reír al notar su nerviosismo. —No me malinterpretes, es solo que lo que puedes hacer con tu magia
elemental es impresionante y sé que si te aplicas puedes llegar a ser una bruja poderosa.
—Entiendo y agradezco que me lo digas a decir verdad aún no sé mucho de la magia y todo eso y agradecería mucho tu ayuda.
—Cuenta conmigo— sonrió encantado y no pude evitar suspirar en mi interior al verlo. Era atractivo, mucho y por su efervescente personalidad podía asegurar que
era todo un Casanova y con su estatura, su cuerpo atlético y su ropa a la moda era el sueño de cualquier mujer, el tipo chico del que las mamás advierten a sus hijas de
no involucrarse.
—Gracias— agradecí cuando finalmente entramos al amplio comedor donde dos pares de ojos nos miraron al entrar.
Valya y M arkov se encontraban ahí, esperando pacientemente a que les sirvieran la cena.
—¡M iren lo que he encontrado perdido por ahí!— exclamó con alegría, colocando un brazo sobre mis hombros.
M e encogí cuando miré a M arkov; tenía una expresión indescifrable en su rostro y no sabía si estaba enojado o le era indiferente el hecho que estuviera con el brujo.
—Hana, te estábamos esperando— saludó la vampira señalando la silla a la par suya para que me fuera a sentar a su lado.
—Se me fue el tiempo— dije como respuesta caminando hacia ella y apartándome del brujo.
Lo miré con el ceño fruncido pero no caí en su provocación, lo ignoré. La cena pasó con un poco de incomodidad ante el silencio del vampiro mientras que con Valya
y Theroux conversábamos de mi vida en Inglaterra.
—Supongo, pero he escuchado que las temperaturas aquí llegan a bajar mucho.
—Debemos aprovechar el clima entonces para que pueda practicar contigo— comentó el brujo.
—¿De qué estás hablando Theroux?— Fue la voz de M arkov quien cuestiono al brujo, participando por primera vez en toda la cena. Los tres lo miramos un poco
desconcertados por su pregunta.
—Ninguno Valya— respondió molesto poniéndose de pie y dejando su servilleta en la mesa. —Pasen buena noche— se despidió y salió del comedor en silencio.
—Eso fue muy interesante— comentó observando al vampiro marcharse. —¿Quieren café?— preguntó con una sonrisa dirigiéndose a la vampira y a mí.
Capítulo 06
Valya
Observé como Theroux ordenaba a la bruja corregir su postura para realizar la primera parte del entrenamiento. Eran las ocho de la mañana y el aire estaba ligeramente
más frío lo que me indicaba el fin del otoño para dar paso al invierno en pocas semanas.
Sonreí cuando vi a Hana frunciendo el ceño en concentración para relajar su postura. El entrenamiento que estaba utilizando Theroux era con el que se iniciaba cuando
el brujo alcanza la edad de quince años por ser esa una edad muy difícil de controlar la magia que poseían los brujos y debido a que Hana era primera vez que lo
intentaba era un buen lugar para partir. No era algo del otro mundo, de hecho eran movimientos básicos del Thai Chi que le ayudarían a sentir la energía a su alrededor y
encontrar su balance interno, además era un ejercicio que le permitía ganar flexibilidad y equilibrio.
Haciendo uso de mi particular habilidad vampírica de poder leer emociones me concentre en Hana y una sonrisa se formo en mis labios al sentir sus emociones.
Estaba nerviosa y ansiosa por la cercanía del brujo. No la podía culpar, Theroux era muy atractivo.
—¿Cuánto tiempo llevan ahí?— preguntó una voz masculina a mi lado que reconocí de inmediato.
—Hola Henry— saludé con una sonrisa intentando no mostrar mi nerviosismo. —Llevan cerca de treinta minutos sin ningún resultado— contesté su pregunta
regresando la vista hacia la pareja en el jardín.
—Dudo que Hana se pueda relajar con un hombre medio desnudo frente a ella— comentó con humor y lo miré con curiosidad.
—Es cierto— reí por su comentario y miré hacia Theroux quien se encontraba nuevamente corrigiendo la postura de Hana.
—¿Y a ti también te pone nerviosa ver un torso desnudo?— preguntó en un tono de burla.
—No, he pasado mi vida viendo entrenar a vampiros sin camisa junto a mi hermano.— No exageraba cuando lo decía, al inicio era interesante y hasta vergonzoso
pero conforme los años pasaban el asunto perdió interés.
—Puedes intentarlo, quien sabe a lo mejor lo logres— contesté coqueta guiñándole el ojo y ganando una risa de su parte.
—Lo tendré en mente entonces vampira— murmuró en voz baja provocándome un cosquilleo muy placentero.
Observé de reojo al brujo a mi lado y tuve que admitir que era muy atractivo, su cabello despeinado, sus ojos verdes y su altura era seguro que tendría éxito entre las
mujeres de los alrededores. Fruncí el ceño al imaginármelo con otra mujer; era una punzada de molestia en mi pecho que intenté ignorar ya que apenas conocía al brujo
para sentirme tan posesiva respecto a él.
—Deberíamos dejarlos a solas— susurró Henry cerca de mi oído logrando que me sobresaltara. ¿En qué momento se había inclinado que ni siquiera lo había notado?
Lo miré y este únicamente sonrió moviendo su cabeza graciosamente para indicarme que lo siguiera. M iré una vez más hacia la pareja que entrenaba y me mordí el labio
indecisa sin saber qué hacer.
—Ella estará bien— insistió el brujo en voz baja adivinando mi duda. M e convencí, nadie le podía pasar si me alejaba un par de minutos con Henry.
Como dos chiquillos, caminamos rápidos alejándonos del lugar y cuando estuvimos lo suficientemente lejos ambos nos mirábamos en silencio por un segundo y nos
comenzamos a reír sin dejar de caminar.
Llegamos hasta la entrada principal del castillo, cuando escuché la voz de mi tío Andrei a unos metros de donde nos hallábamos con el brujo. Ambos nos habíamos
detenido en silencio al darnos cuenta de lo que hablaban.
—Han sido más de veinte desapariciones en diferentes lugares, todos jóvenes—informo mi tío.
—Debe haber un patrón, ¿Qué hay en común con las personas desaparecidas? Averígualo antes que las cifras aumenten y se comience a especular— ordenó M arkov.
Escuché y sentí las pisadas mas cercas e intenté salir de ahí con Henry pero fui detenida cuando alguien me reconoció.
—Valya— saludó mi tío Andrei notando mi presencia, seguido de mi hermano, quien al verme frunció el ceño mirando sobre mi hombro, al hombre que se había
quedado detrás de mí.
—¿Qué haces tan temprano levantada?— preguntó como un padre a su hija. E imité su gesto frunciendo el ceño en su dirección.
—Observaba el entrenamiento de Hana— contesté molesta por su tono al exigirme respuestas pero sabía que si no respondía iba a ser peor, él podía llegar a ser muy
irritante si no obtenía lo que quería.
— ¿Esta con Theroux?— preguntó apretando la mandíbula y una oleada de ira se arremolinó a su alrededor.
—Sí, está enseñándole Thai Chi— contestó Henry, hablando por primera vez y de inmediato sentí la tensión entre los dos.
—Ese bastardo— murmuró M arkov frunciendo más el ceño. Dio un paso al lado con la intención de salir al jardín pero la voz de Andrei lo detuvo.
Vi como mi hermano apretó la mandíbula conteniendo su ira, pero él sabía que Hana estaba en buenas manos por lo que cedió por el momento, porque estaba muy
segura que en cuanto tuviera tiempo iría a verla. Se giró para observar a mi tío y con un gesto de su cabeza continuaron su camino hacia otro lado del castillo. Pero no
sin antes despedirse de mí con un beso en la frente.
Hana
M e gustaba más el entrenamiento con Theroux que al que había sido sometida por M arkov y es que no tenía más que relajarme, controlar mi respiración y mover mi
cuerpo en diversas posturas, claro no era sencillo lograr la postura correcta, pero pasados varios minutos y varias correcciones, podía dominar las secuencias sintiendo
la tranquilidad en mi interior.
—Postura de cierre— escuché la orden del brujo. —Inhala e imagina que estás llevando tu energía hacia arriba, a medida que subes tus manos del centro de tu cuerpo
hacia el pecho— Seguí las instrucciones de Theroux sin abrir mis ojos realizando varias repeticiones hasta que me sentí en paz como nunca lo había hecho en los días
anteriores y abrí los ojos lentamente topándome con un par de ojos castaños que me miraban con expectación.
—M uy bien.
—Es bueno saberlo, el objetivo es que aprendas a tener control sobre tu cuerpo y ser consciente de tu energía.
—No todos, algunos optan por otras disciplinas pero esta es la más efectiva. Y a pesar que los principios del Thai Chi son para la meditación en realidad es un arte
marcial para autodefensa.
—Debes estar bromeado— comenté sin poder creer que movimientos tan lentos y suaves pudieran servir para defensa.
—Ya verás como todos estos movimientos te darán una ventaja en una lucha cuerpo a cuerpo. Tendrás más flexibilidad, rapidez y un control de tu cuerpo que no
muchos pueden lograr.
—Es bueno saberlo— sonreí en agradecimiento al brujo por la paciencia que tenia para instruirme.
—Vamos a comer algo, tanto ejercicio me ha despertado el hambre— bromeó acariciando su plano abdomen. No pude hacer otra cosa que reírme porque él no había
hecho otra cosa que presumir su cuerpo y dar órdenes.
Eran las cinco de la tarde y no había hecho más que deambular sola por todo el castillo. El brujo Theroux había desaparecido luego que un hombre llegara a informarle
que el príncipe Jakov requería su presencia mientras los dos desayunábamos. No había visto a Valya o Henry por ningún sitio y me sentía abandonada y hasta
traicionada por mi mejor amigo al dejarme sola. No estaba de ánimos de agarrar el cuaderno de la vez pasada y ponerme a dibujar, miraba a varias personas del servicio
moviéndose de un lado a otro en el castillo, no sabía decir si eran humano, vampiros u otra especie.
Caminé por los pasillos viendo cada cuadro y obra de arte que contenía el castillo, estaba segura que muchas de las cosas que ahí se encontraban debían estar en un
museo para su exhibición debido a su antigüedad e historia. Doblé por uno de los pasillos y de repente me di cuenta que estaba perdida y lo peor sola. M e estremecí al
percatarme del pesado silencio en ese lugar del castillo, no era una sensación agradable y tuve miedo. Retrocedí lentamente mirando a todos lados sintiendo que de
repente alguien me saltaría de la nada para atacarme.
—¿Hana?— solté un grito del susto girándome rápidamente para ver a Theroux mirándome con una sonrisa.—¿Pasa algo?— preguntó dando un paso hacia mí pero se
detuvo y volvió a retroceder.
—No, pasa nada— me apresuré a contestar.
—¡Oh!
—Claro, gracias.
—Si— sonreí y agradecí su gesto aunque estaba un poco decepcionada que Valya, Henry o M arkov no estuvieran presentes.
Un par de toques en la puerta quitaron mi atención del par de vestidos que se hallaban en la cama. Caminé para abrir la puerta y vi a Valya con una sonrisa en su
rostro.
—Claro, pasa— haciéndome a un lado dejé que la vampira entrará mientras caminaba de regreso hacia la cama.
—Sí. Iré a cenar con Theroux— contesté sin mirarla —¿A qué hora regresaste?— pregunté con disimulo.
—Hoy— No quería decir nada más al respecto aún seguía dolida que me hubieran dejado sola todo el día.
—¿A dónde irán?— preguntó con interés tomando un vestido negro de la cama.
—No lo sé.
—Bueno, no hagamos esperar a Theroux— contestó pero noté en su voz que no le agradaba la idea que saliera con el brujo.
Bajé al vestíbulo en un vestido rosa fuerte a la altura de la rodilla y que me encantaba; era suelto y con un precioso detalle en dorado en los hombros, un par de
zapatos negros en punta y una pequeño bolso de mano. A pesar que noté que la vampira no estaba precisamente alegre de mi salida con el brujo me ayudó a arreglar mi
cabello y desearme una excelente cena.
Cuando llegué al final de las grada observé a Theroux esperándome y vestido con jeans negros y saco, algo muy acorde a su personalidad ya que no podía
imaginármelo en un elegante traje sastre.
—¿Nos vamos?
—Sí, vamos.
Markov
Había tenido que salir hacia San Petersburgo luego que mi tío Andrei me informará de la situación con los humanos desaparecidos, era algo que a todos nos
preocupaba y que debíamos resolver de inmediato antes que todo se volviera peor. Había aprovechado el asunto de las desapariciones para mandar a Theroux a uno de
los pueblos donde había ocurrido un caso para investigar y así evitar que estuviera con Hana. Era una jugada sucia pero no me gustaba que él estuviera con ella, lo
conocía lo suficiente para saber que iba a intentar algo.
El viaje de San Petersburgo hacia Vladimir era de dos horas en vehículo, una hora si corría a velocidad vampírica, pero debido a que no podía arriesgarme a que algún
humano me viera por accidente debía hacerlo en auto. M e sentía inquieto, de alguna manera tenía el presentimiento que no iba a ser una buena noche y lo peor es que
sentía que era algo relacionado con Hana, tal vez se debía al vínculo que compartía con ella y del cual aún no le había dicho, la noche anterior no había comentar nada
frente a mi hermana o el brujo y esperaba poder hablar hoy con ella al respecto antes que alguien más se lo digiera. Era importante que le hiciera ver la importancia ahora
que se mantuviera a salvo.
El vinculo de almas no era algo que debía tomar a la ligera, era algo muy delicado y que solo se realizaba cuando una pareja se unía para pasar la eternidad juntos, para
ello se necesitaban tres intercambios de sangre entre ambas partes para estar unida a la otra persona, yo únicamente había realizado un intercambio de sangre con Hana
pero no por ello restaba valor, gracias a ese vinculo pude estabilizar su fuerza vital atándola a la mía y sanando sus heridas. Si algo le llegaba a ocurrir físicamente o
emocionalmente yo lo iba a sentir, no me iba a matar pero me iba a trasmitir su dolor o sus emociones, no era una sensación agradable por lo que sabía ya que nunca me
había unido a alguien. Sin mencionar que si se llegaba a realizar los tres intercambios de sangre para finalizar el ritual, si alguna de las dos partes fallecía la otra
inmediatamente la seguiría. Ninguna de las dos partes podía sobrevivir sin la otra.
Pensando en ello me sorprendía que me hubiera vinculado con Hana. Cierto, me atraía, su olor, su sangre y eso no hacía más que mi cuerpo la deseara con intensidad.
M ás allá de eso sentía un arranque posesivo con todo lo referente a ella y del cual no quería pensar más a fondo. Ella era mía, ya fuera por la promesa de mis padres o
por mi reciente vinculo. Hana era mía.
—¿Dónde está Hana?— pregunté furioso entrando a la sala donde se hallaba mi hermana junto al otro brujo, Henry.
M e puse muy furioso cuando al llegar a Vladimir y buscar a Hana no la había hallado por ningún lado, hasta que uno del personal de servicio me informó que había
salido con Theroux. Iba a golpear a mi amigo por haberse atrevido a salir con ella. M irando a mi hermana y al otro brujo sentía el impulso de gritarles por haber
permitido que ella saliera y de paso golpear al otro hombre por acercarse a Valya.
—M arkov, creí que vendrías más tarde— comentó mi hermana poniéndose de pie del sofá donde se hallaba para acercarse a mí.
Solté un gruñido. Era un vampiro muy controlado y ajeno a dejarme dominar por mis emociones pero desde que Hana había llegado estaba fuera de control, algo que
no me gustaba pero que no podía dominar.
Salí de ahí sin despedirme y dirigiéndome hacía la salida. Iba a ser más sencillo rastrear su olor y llegaría más rápido. Esa era una de las ventajas de vivir lejos la
ciudad, era más sencillo desplazarse sin ser vistos por algún humano, utilizando los extensos bosques y prados de las montañas.
Olfateé el aire en busca de un rastro de olor y cuando llegue a la reja de entrada pude percibir el aroma de Hana, era muy tenue pero lo único que necesitaba para
seguir el rastro. Comencé a correr dándome cuenta que el rastro me guiaba a un pueblo pequeño llamado Súzdal, era el único pueblo cercano en esa dirección. Corrí más
deprisa.
No tarde mucho en llegar al pueblo, en menos de treinta minutos estaba caminando con prisa olfateando en busca del olor de Hana. Lo ubique en un restaurante
discreto. Ingresé sin prestar atención al anfitrión en la entrada. M ientras recorría el lugar pude sentir la presencia de Hana en el lugar, lo confirme cuando hasta a mi
llegó su risa.
Avance entre las mesas a un lugar apartado del restaurante donde los encontré muy cerca para mi gusto y sucedió lo que esperaba evitar. Theroux había inclinado su
cuerpo sobre la mesa dispuesto para besarla. En un par de pasos estuve frente a la mesa y con un movimiento empuje el cuerpo del brujo hacia atrás. Hana gritó del
susto y me miró con los ojos abiertos.
—Te advertí que no la tocaras— siseé conteniéndome de no golpearlo. Todas las personas en el restaurante nos miraban en silencio atentas a la escena que estábamos
dando.
—Tenemos un maldito vínculo— murmuré como respuesta en voz baja para que solo él me escuchara.
—No, no iré a ningún lugar contigo— contestó soltando su mano de la mía mirando sobre mi hombre a Theroux.
Apreté las manos en puño y dando un paso en dirección a Hana en un movimiento la coloque sobre mi hombro para sacarla del lugar. Y una mierda que iba a permitir
que ella regresara con él.
Hana gritó indignada mientras la sacaba sobre mi hombro con todos los comensales mirándonos asombrados. Era seguro que su velada iba a ser entretenida mientras
creaban teorías sobre lo que acababa de pasar.
A pesar de las miradas curiosas en la calle nadie dijo nada mientras se apartaban de mi camino sin importar los gritos de Hana avance con ella hacia el bosque para
regresar por la misma ruta.
Apreté las piernas desnudas de Hana en mis manos cuando senti las suyas golpeando inútilmente mi espalda. Estaba furioso con ambos, más con mi amigo por
haberse atrevido acercarse a Hana. Ella era jodidamente mía y era tiempo que se lo demostrara. E iba a disfrutar cada segundo mientras lo hacía.
Capítulo 07
Markov
Sentí el cuerpo de Hana temblar sobre mi hombro. Ella hacía tiempo se había cansado de gritar y patalear. Por consideración no había utilizado mi velocidad para
llegar hacía Vladimir. Iba a paso rápido evitando tronco caídos y ramas bajas.
—¿Tienes frío?—pregunté acariciando sus piernas. Sentí su piel erizarse ante mi contacto.
—Vete a la mierda— murmuró indignada, revolviéndose para quitar mis manos de sus piernas. Sonreí.
Lo escuché antes de notarlo con mi vista; el sonido del roce de una rama pero antes de poder colocar a Hana segura un cuerpo embistió con fuerza a mi costado,
logrando que soltara a Hana al suelo quien ante el impacto solamente dejó escapar una exclamación de dolor. Estaba seguro que ella no se había dado cuenta de lo que
sucedía. Inmediatamente me coloque frente a ella para protegerla.
Y finalmente lo vi entre las sombras. El cuerpo de un hombre lobo que me miraba fijamente con los ojos brillantes. Olfateé y a mi nariz llego el olor de azufre y supe
que había algo raro en ese lobo, lo comprobé cuando finalmente dio un paso hacia el frente dejándose ver. Era más robusto y con el hocico deformado debido a los
grandes colmillos que sobresalían.
—¿Pero qué…?— escuché detrás de mí a Hana jadear de horror cuando se percato de la situación y poniéndose de pie rápidamente.
—M arkov— La angustia en su voz me hizo girar el rostro hacia atrás y vi como entre los arboles aparecían dos hombres lobos mas con las mismas características que
el primero.
—Quédate cerca— ordené con voz dura y sentí la mano de Hana aferrarse a mi camisa asustada.
Los tres lobos se lanzaron al mismo tiempo hacia nosotros. Pelear no era opción mientras Hana estuviera en medio, por lo que debía asegurarme primero que ella
estuviera a salvo. Tomé a Hana entre mis brazos y salté sobre los lobos a un par de metros lejos de los lobos.
—Quédate aquí— le ordeno dejándola en el suelo antes de correr en dirección a los lobos. Uno de ellos saltó con el hocico abierto listo para morderme, levanté la
pierna pateándolo con fuerza. Los dos otros lobos aprovecharon que estaba distraído para correr en dirección de Hana. Giré y corrí tras ellos para alcanzarlos. Extendí
mis garras y con un salto me atravesé en su camino colocándome en frente de ellos dándole la espalda a Hana, ellos se detuvieron clavando sus patas en la tierra y
gruñendo.
No esperé más tiempo y me moví en su dirección utilizando mi velocidad como ventaja y hundí mis afiladas garras en la nuca de cada lobo, atravesando el grueso
pelaje, la piel hasta la garganta. Fue una muerte rápida, ambos cayeron muertos al suelo y retire mi mano. Aún quedaba uno.
Escuché el grito de Hana detrás de mí. Giré rápidamente observando al otro lobo que la tenia acorralada contra un árbol. Ella me miró con miedo y gruñí antes de
lanzarme sobre el lobo por la espalda atrapándolo entre mis brazos. Este se revolvió furioso y con esfuerzo se libró antes que apretara lo suficiente para quebrar sus
huesos. Sin cejar en su empeño en alcanzar a Hana volvió a lanzarse en su dirección dando un salto; ella en un intento de protegerse de la mordida extendió sus manos al
frente y de su mano izquierda aparecieron sus zarcillos de espinas que envolvieron el cuerpo del lobo quien aulló de dolor. M e acerque con rapidez hacia el lobo y me
agache a su lado y con mis garras atravesé su pecho, justo en medio del corazón.
El lobo dejo de moverse e inmediatamente un olor desagradable parecido al azufre emano de su cuerpo. Con mis manos manchadas en sangre me levanté del suelo para
observar a Hana, quien miraba con los ojos abiertos en dirección al lobo muerto.
—Todo está bien Hana— intenté calmarla al sentir sus emociones. Estaba asustada y con culpa por haber lastimado a alguien. Aún si fuera un lobo que intentaba
matarla.
—Yo…— tartamudeó y apartando su mirada, miró sobre mi hombro. Fue solo cuestión de segundos que vi el cambio en su rostro. Abrió los ojos y la boca al mismo
tiempo pero antes de que ella pudiera decir o hacer algo sentí afilados dientes en mi hombro al tiempo que un cuerpo grande y pesado caí sobre mi espalda, tirándome al
suelo.
¡Mierda! ¿Cómo no había podido percatarme de la presencia del otro lobo?
Gruñí y gire mi cuerpo lo suficiente para desprenderme del agarre del lobo, pero no para quitármelo de encima. Sin mencionar que estaba empezando a sentirme débil
por alguna razón que no comprendía. El peso de repente desapareció, intenté levantarme pero el hombro donde me había mordido el lobo me quemaba como el infierno
y me di cuenta que no se estaba curando la herida ni cicatrizando.
Escuche movimiento y el quejido de Hana. Levanté la cabeza y miré que el lobo se había lanzado a Hana tumbándola en el suelo mientras él se mantenía en cuatro
patas sobre ella. Intenté moverme pero mi cuerpo se sentía pesado.
Una llamarada de fuego apareció entre los arboles impactando al lobo por la espalda, un par de raíces emergieron del suelo quitando el animal del cuerpo de Hana. No
necesite ver hacia atrás para ver de quien se trataba.
—Ve con Hana— le ordené al ver que ella seguía en el suelo. Con mucho esfuerzo logré ponerme de pie cuando el brujo la revisaba.
—Debemos irnos de aquí, pueden aparecer más— comenté acercándome al lado de Hana.
—Sí.
—Vamos entonces— comentó inclinando su cuerpo hacia ella y tomando en brazos. Gruñí sin poder evitarlo al verla en brazos de otro hombre aún si este ultimo
fuera mi amigo.
—¿Por qué no está cicatrizando la herida?— ignoró mi gruñido y señaló con un movimiento de cabeza mi hombro.
—No lo sé—conteste con los dientes apretados, más por la visión de mi amigo cargando a Hana que por el dolor.
—¿Puedes caminar?—preguntó acercándose a mi lado. —Deje el auto a un par de kilómetros de aquí— miró hacia ambos lados en el bosque y supe que estaba
observando si había alguien más cerca para atacarnos.
—Vamos— contesté en respuesta a su pregunta y usando mi sentido de orientación comencé a caminar hacia donde estaba la carretera, donde era probable que el
brujo hubiera dejado su auto.
—¿Cómo nos encontraste?— pregunté al poco tiempo de que comenzáramos a caminar. El brujo usaba su magia elemental para apartar raíces y troncos caídos del
camino para facilitar más nuestro camino. Lo miré nuevamente y pude percatarme por el tenue brillo anaranjado en sus manos que estaba utilizando su magia de fuego
para brindarle calor a Hana y evitando que su cuerpo se enfriara.
—Luego que me dejaras limpiando tu desastre, salí y pude oler algo desagradable cerca además de percibir un tenue rastro de magia así supe que estaba pasando de
inmediato.
—Estuve leyendo los informes de las desapariciones, en el lugar que fui hoy a investigar halle el mismo rastro de magia que se mencionaba en el informe y que percibí
fuera del restaurante.
M e quedé en silencio procesando esa información y me di cuenta que yo en ningún momento había percibido ningún rastro de magia o olfateado la presencia de los
lobos.
—Sí, eso es lo extraño siempre desaparecen en alguna playa o alguna planta química por lo que es difícil seguir rastreando.
—Que considerado— murmuré molesto por saber que mi tío había saltado el orden de jerarquía para informar primero al brujo.
Salimos del bosque llegando hacia la carretera. El auto estaba mal estacionado y con la puerta del conductor abierta. Reí con amargura al ver que auto había escogido el
brujo, el Aston M artin Vanquish, obviamente buscaba impresionar a Hana con su auto lujoso.
—Sostén a tu dulce Hana— se burló cuando se percató que el auto era solo de dos asientos. Apreté los dientes evitando responderle y la tome en mis brazos para
luego entrar en el asiento del pasajero.
Y a pesar del dolor que sentía era agradable sentir su peso sobre el mío y su calidez. La abracé contra mi cuerpo.
—Un par de mordidas te ponen de mal humor ¿eh?— dijo con un buen humor haciendo referencia a la mordida que me había dado el lobo.
No contesté a su bromo y luego de eso nos mantuvimos en silencio, hasta que al poco rato hizo una llamada sin disminuir la velocidad.
—Habla Theroux, necesito que te dirijas a casa del príncipe Jakov en quince minutos.
—Conozco a alguien que puede atender tus heridas— contestó sin quitar su vista del frente.
No comenté nada al respecto pero agradecía que hubiera llamado a alguien ya que me encontraba realmente mal. Estaba perdiendo mucha sangre.
Pasaron varios minutos antes que finalmente pudiera ver el castillo, con un movimiento de mano le indique que fuera a la parte trasera. No deseaba que nadie más se
enterara de lo sucedido por el momento. Cuando estacionó cerca de la puerta de servicio pude ver en la oscuridad a un hombre de pie escondido entre las sombras.
Bajamos los dos, Theroux dirigiéndose hacia el hombre y yo sosteniendo a Hana a pesar del dolor que sentía en el hombro.
—El príncipe Jakov ha sido herido— informó Theroux seriamente al hombre. M e acerque hacia ellos y pude sentir la magia proveniente del sujeto que se mantenía en
silencio y sin mencionar que era un vampiro.
Caminamos en silencio y con rapidez por el área de servicio hasta el ala privada del castillo donde se hallaba la habitación de Hana.
El hombre se acercó con rapidez a mi lado para atenderme pero negué con la cabeza y señale a Hana para que la revisara primero. El sujeto dudo por un segundo pero
acató mi orden silenciosa y se acercó a Hana por el otro lado de la cama.
El hombre frunció el ceño y alzo sus manos a la altura del pecho de Hana pero sin llegar a tocarla. Sus manos desprendieron una luz verde. No me sorprendí mucho,
había sentido una magia proveniente del vampiro, era habitual que entre algunas especies alguien desarrollará alguna habilidad especial, entre ellas estaba la capacidad de
poder sanar heridas. Ese tipo de magia era poco habitual, solamente conocía a otro vampiro con esa habilidad especial, por lo que ver a alguien más con ella me
sorprendía muchísimo más por el hecho que no había sido notificado sobre ello.
—¿Qué sucede?— pregunté al ver que el vampiro movía sus manos aún desprendiendo esa luz verde hacia sus brazos.
—Es correcto y debe ser mantenido en absoluta discreción— comenté con voz autoritaria.
—Como deseé príncipe— aceptó inclinando su cabeza adelante en una pequeña reverencia.
—Ella estará bien, estaba fatigada por haber usado su magia elemental— comentó y rodeando la cama se acercó a mi lado para atender mi herida.
—¿M e permite señor?— preguntó señalando mi hombro herido. Asentí con la cabeza.
Se acercó y colocó su mano sobre mi hombro pero sin llegar a hacer contacto y nuevamente sus manos se iluminaron en verde. Sentí de inmediato el alivio. Pasaron
unos segundos antes que retirara la mano.
—Listo.
—Sí, que me expliques ¿Cómo es posible que no fuera notificado de tus habilidades?
—M i familia creyó que era mejor no notificarlo debido a que mis habilidades podrían ser utilizadas para otros fines.
—Sabes que es ley que todos los vampiros en el continente y que posean alguna habilidad adicional se reporten directamente conmigo.
—Pido disculpas señor, fue por mi propia seguridad que he decidido mantener esa información en secreto.
—¿Cuál es tu nombre?
—Alik, mi señor.
—Estoy agradecido por tu ayuda, puedes retirarte— indiqué señalando la puerta. Este inclino su cabeza y salió de la habitación.
Comprendía su decisión y aunque no me gustara la respetaba. Su habilidad era única y era mejor mantenerla oculta. Aunque mandaría a alguien a verificar al vampiro.
—Puedes retirarte también Theroux— hablé sin mirar en su dirección y me senté nuevamente en la cama junto a Hana.
—Ha sido una noche muy interesante— comentó el brujo y lo observé ponerse de pie de la silla donde se quedó en todo ese tiempo.
M iré a Hana detenidamente y a pesar que su vestido estaba sucio de tierra, para mí seguía estando preciosa. Recorrí con mi mirada su cuerpo y me detuve en cuello,
sentí mis colmillos dolor por la necesidad de probar nuevamente su sangre.
—¿M arkov?— escuché su dulce voz llamando en un ronco susurro y alcé la vista a su rostro. Estaba despierta mirándome con los ojos entrecerrados.
—¿Cómo te sientes?— me obligué a preguntar resistiendo el impulso de tomar en brazos y hundir mis dientes en ella. Necesitaba reponer la sangre que había perdido.
—No debiste salir con Theroux— dije a cambio recordando mi enojo anterior.
—Eres mía— gruñí y rodé sobre ella colocándome sobre su cuerpo a horcajadas sosteniendo sus manos sobre su cabeza con una de mis manos.
—¡Suéltame!— exclamó removiéndose bajo mi cuerpo. Sentir su cuerpo rozarse contra el mío solo provocó que me excitara como el infierno. ¡Como la deseaba!
Incliné mi cuerpo hacia adelante rozando mis labios con los suyos. Y en una caricia hice un camino con mis labios sobre su mandíbula siguiendo hacia abajo hasta su
cuello y aspiré su fragancia.
M e separé y con un movimiento rápido cambie la posición de nuestros cuerpos dejando su pecho contra cama y la parte inferior sobre mis piernas.
—¿Qué…?— preguntó Hana desconcertada por el movimiento brusco pero inmediatamente se calló cuando sintió mi mano acariciando sus nalgas, ella intentó
incorporarse pero lo evite poniendo una mano sobre su espalda. Noté su incomodidad cuando se revolvió en mi regazo pero no me detuve en ningún momento.
Con mi mano en su culo arrastré hacia arriba su vestido dejando expuesto unas bragas pequeñas de color rosa.
—¿M arkov?— preguntó Hana con la voz ahogada por la ansiedad y excitación.
—Tranquila Hana— murmuré sin apartar la vista de sus piernas. Lentamente bajé mis dedos hacia su sexo, acariciándolo sobre sus bragas.
Ella gimió completamente entregada al sentir mis caricias, aparté a un lado el pequeño trozo de tela que ocultaba su vagina. La sentí húmeda y caliente. Busqué con
mis dedos su clítoris y hice movimientos circulares, estimulándolo.
Ella soltó un gemido y sus manos aferraron la sabana con fuerza. El olor de su excitación llegó hasta a mí y en respuesta mi pene se hinchó en mi pantalón
dolorosamente.
Retiré mis dedos y ella protestó en consecuencia. Giré su cuerpo dejándola sobre su espalda y conmigo sobre ella. La besé con fuerza y me acomodaba entre sus
piernas, con una rodilla la hice separar sus muslos y la dejé sentir mi erección contra su vientre. Hana abrió la boca en un gemido, aproveché ese momento para
introducir mi lengua en su dulce boca.
Estaba desesperado por follarla y ella también corresponderme con pasión cada beso y cada caricia que le daba. M e separé de su cuerpo lo suficiente para bajar sus
bragas hasta sacarlas por completo mientras Hana con manos temblorosas desabrochaba mi pantalón para bajarlo junto con mi ropa interior lo suficiente para liberar mi
miembro. No esperé más y abriendo más sus piernas guié con una mano mi pene enterrándome por completo en su caliente funda.
Ambos gemimos por el delicioso placer y sosteniéndome con mis brazos a cada lado de su cabeza la embestí duro tomando sus labios entre los míos y Hana enterró
sus uñas en mi espalda sobre mi camisa.
En un momento ella echó su cabeza hacia atrás y se sostuvo contra la cabecera mientras nos movíamos más rápido, solté un gemido al sentir los músculos internos de
su vagina apretarse entorno a mi miembro. Ambos estábamos cerca del orgasmo y viéndola tan entregada; su rostro sonrojado, sus labios abiertos, los ojos abiertos y
con la cabeza hacia atrás dejando expuesto su garganta sentí mis colmillos descender. Coloque una de mis manos en su cuello y me acerqué a garganta.
—M arkov— gritó en medio de su orgasmo apretándome deliciosamente y seguí embistiendo rápidamente para prologar su placer. En un par de embestidas más
exploté dentro de ella al mismo tiempo que hundía mis dientes en su cuello saboreando su sangre.
Ambos caímos sobre la cama satisfechos. Retiré con cuidado mis colmillos y lamí su herida para curarla. Salí de su interior y rodé fuera de ella colocándome a su lado.
Había sido el mejor sexo que hubiera tenido en mi existencia. Intenso, apasionado y completamente delirante. La miré y sonreí al verla intentando recuperar el aliento,
su ropa estaba arrugada. Había sido tanta nuestra desesperación que no nos habíamos quitado la ropa.
No podía negar que estuviera arrepentido, todo lo contrario estaba satisfecho y orgulloso de haberla dejado en ese estado. Sin mencionar el olor de mí esencia que
ahora poseía Hana.
La había reclamado y aroma mi aroma estaba en ella para indicarle a cualquiera que Hana era mía.
Capítulo 08
Hana
El movimiento a mi lado me despertó de mi sueño. Parpadeé un par de veces al notar la oscuridad y me sonrojé al recordar lo que había pasado con el vampiro un par
de horas atrás, noté de inmediato que estaba desnuda bajo las sabanas cuando sentí su pecho contra mi espalda. Después de ese increíble sexo había quedado rendida y
apenas si recordaba en qué momento me había quedado dormida y mucho menos cuando me había quitado la ropa. Dejó caer su brazo en mi cadera y con su mano tiró
de mi cuerpo hacia atrás dejándome sentir su miembro erecto en mi espalda baja.
— ¿Te desperté?— murmuró M arkov en mi oído. Besó la parte trasera de mi oreja y solté un gemido como única respuesta.
El siguió en su tarea y besó un camino desde mi oreja hacia mi cuello. La mano en mi cadera se movió a mi vientre descendiendo hasta mi sexo acariciándolo. Hundió
su cabeza en mi cuello y dejó un beso húmedo.
—M e encanta como hueles una mezcla de flores, sudor y sexo—murmuró contra mi piel en voz baja. Llevé mi brazo hacia atrás y enredé mis dedos entre su cabello.
Con un movimiento rápido nos giró y quedé sobre él con mis piernas a cada lado de su cadera, instintivamente puse mis manos en su amplio pecho en busca de
equilibrio.
Sentí mis mejillas arder al estar tan expuesta y segura que él podía verme en la oscuridad. Lo sentí moverse debajo de mí y de repente la habitación se iluminó lo
suficiente, él había encendido la lámpara en la mesa de noche. Sentí la cara caliente, baje la mirada hacia él, se encontraba sonriendo con satisfacción y sus manos ásperas
se aferraron a mis caderas.
Lo miré embelesada en mi ventajosa posición. Con mis manos acaricie su pecho descendiendo lentamente por su abdomen marcado, él a cambio subió sus manos por
mi cadera, pasando por mi cintura y siguiendo hacia arriba por mi costado hasta detenerse a la altura de mis senos, que tomó entre sus manos apretándolos, con sus
dedos tomo mis pezones acariciándolos hasta estos se pusieron duros. Se sentó en la cama conmigo aún sobre él y besó mi clavícula y descendió entre mis pechos.
Jadeé cuando bajó la cabeza hasta tomar entre sus labios uno de mis pezones, enredé mis manos en su cabello e me mecí de adelante hacia atrás mi cadera frotando
nuestros sexos. Una de sus manos bajó a mis nalgas y me presionó contra él en busca de más contacto sin soltar mi endurecido pezón comenzó a mover sus caderas
hacia arriba y su pene acarició entre mis pliegues sin llegar a penetrarme.
Con una mano sobre su pecho me sostuve mientras me inclinaba hacia adelante y con la otra baje entre nuestros cuerpos para tomar su miembro erecto y guiarlo
dentro de mí. El me tomó fuerte de mis caderas y presionó hacia abajo adentrándose en mi sexo.
No necesitamos más palabras, ambos estábamos en sincronía moviéndonos en un ritmo constante. M e sostuve colocando mis manos en sus piernas inclinando
ligeramente hacia atrás mi cuerpo logrando que su glande tocara un punto especial que me provocaba más placer. No duré mucho ya que pronto empecé a sentir como
poco a poco se construía mi orgasmo, en respuesta M arkov con sus dedos acarició mi clítoris y embistió con más fuerza levantando su cadera.
Comencé a soltar gemidos sin control sin importarme si alguien más nos escuchaba y exploté en un intenso y largo orgasmo gritando el nombre de M arkov mientras él
seguía moviéndose debajo de mí hasta que lo sentí correrse con un gruñido al par de segundos.
Sonreí ante ese hecho dejándome caer sobre el pecho de M arkov intentando recobrar el aliento y fue ahí cuando me percaté de algo. Algo que me inquieto. El latido
acelerado del corazón en su pecho. M e incorporé y rodé sobre la cama a su lado mirándolo con una mezcla de curiosidad y miedo. Él se dio cuenta de mi acción y me
miró con el ceño fruncido.
—¿Por qué tu corazón late, no se supone que los vampiros son muertos vivientes?— pregunté tomando la sabana para cubrirme, algo tonto daba la situación en la
que nos encontrábamos.
M arkov se quedó observándome un par de segundos con seriedad y por la mueca en su boca pude deducir que se estaba conteniendo de gritarme.
—¿En serio acabas de preguntar eso?— preguntó finalmente, optando un gesto duro en sus facciones.
No sabía decir si estaba realmente enojado por mi pregunta o solo estaba bromeando, viendo su rostro no podía decir que fuera lo último.
El suspiró y tendió sus brazos en mi dirección para pegarme a su pecho, acomodando mi cabeza sobre su corazón.
—Es otro mito humano— confirmó y la tensión en mis hombros se relajó ante su respuesta. Hubiera sido muy mortificante y repulsivo si hubiera dicho lo contrario.
—¿Cómo?— pregunté alzando mi vista hacia arriba y colocando mis manos sobre su pecho.
—Yo nací de la unión de dos vampiros por lo que tengo funciones humanas, aunque mi corazón late un poco más rápido que el de los humanos.
—Ellos son creados por otro vampiro pero primero deben ser drenados hasta casi morir, creo que de ahí viene ese mito que los vampiros son muertos vivientes; lo
que nos diferencia entre los procreados es que su latido es más lento.
—No somos muy distintos de los humanos en realidad, aunque nosotros tenemos muchas más ventajas.
Sonreí disfrutando de su compañía. Aunque estaba un poco avergonzada de lo que habíamos hecho no era como si fuera inocente o virgen, había tenido un par de
novios en la universidad, pero ninguno tan bueno como lo era M arkov.
—Los suficientes.
—Pareces de treinta y cinco— comenté alejándome un poco de él para poder verlo con detenimiento. Él solo se rió.
—¿De verdad quieres saberlo?— preguntó a cambio alzando una ceja con una sonrisa.
—Sí— afirmé. —Yo tengo veinticinco, los acabo de cumplir hace un par de días.
—Una pequeña mujer— comentó con una sonrisa alzando una mano acariciando mi mejilla.
—Cambiando de tema ¿Qué fue lo que pasó ayer?— pregunté y me estremecí al recordar a los lobos.
—Dejaré para después tu comportamiento en el restaurante— imité su acción sentándome a su lado. —M e refiero a lo que nos atacó.
Pude notar la tensión en sus hombros, era obvio que no deseaba hablar el tema conmigo.
—Pusiste tu vida en riesgo innecesariamente ayer— espetó dándose la vuelta muy molesto y sin importarle su desnudez.
—Tengo siglos de entrenamiento a pesar que estaba herido podía manejarlo, debiste correr en cuanto se te presento la oportunidad.
—Deberías estar agradecido— contesté molesta por su tono condescendiente y me puso de pie sin soltar la sabana.
¿Cómo las cosas se habían vuelto de este modo?
—Theroux....
Solté un gritó cuando de repente caí sobre la cama con M arkov sobre mí con el rostro completamente furioso.
—No lo menciones a ese idiota, eres mía —gruñó mirándome y pude notar el cambio de color en iris, era completamente negro. M is ojos se llenaron de lágrimas ante
su acción.
De un salto salió de la cama, me quedé inmóvil viéndolo vestirse con prisa y sin una mirada o palabra salió de habitación con un fuerte portazo y el silencio fue
interrumpido por mi llanto que había retenido. M e levanté dirigiéndome al baño sintiéndome terriblemente mal.
Markov
Iba rumbo a San Petersburgo luego de haber dejado Vladimir. Necesitaba distanciarme de Hana y las emociones que generaba en mí. Haber pasado la noche con ella
fue algo que no podía definir con palabras, había sido la mejor noche de mi existencia, la forma en que se entregó tan apasionada, su aroma, sus gemidos y el sabor de su
sangre.
Solo recordarlo lograba que me excitara de nuevo y deseara más de ella. Estaba fuera de control a su alrededor, el haberla escuchado decir el nombre de mi amigo me
ponía furioso, no deseaba que ningún hombre se acercara a ella y eso de cierta manera me asustaba, no era precisamente la forma en que debían ser las cosas.
Pero ahora no podía preocuparme por ello, hablaría con ella en cuanto regresará, además aun debía explicarle sobre nuestro vínculo. Era indispensable que viajará
hacia San Petersburgo, mi tío se había comunicado conmigo en la madrugada para informarme que había hallado posiblemente a los diez humanos desaparecidos en una
casa, de acuerdo a lo que me había dicho el rastro de magia era fuerte, por lo que esperaban mi llegada para entrar en la vivienda.
Antes de partir había requerido un pequeño grupo de vampiros de mi confianza para acompañarme. En cuanto había entrado al auto los cuatro vampiros que me
acompañaban me había mirado con la sorpresa pintada en su rostro. Sabía a qué se debía su reacción, era el olor de Hana, y es que cuando un vampiro u otra especie
deseaban tomar una pareja como suya la marcaba con su olor a través del sexo para evitar que otros se acercaran. Por lo que, ahora ambos llevamos la fragancia del otro
en nuestra piel.
Llegamos cerca de las ocho de la mañana a la ciudad y nos dirigimos hacia la casa donde nos esperaban, era un día nublado pero aún así podía sentir el sol detrás de las
nubles lo que nos provocaba cierto cansancio pero ya estábamos más que acostumbrados a ello y no nos íbamos a ir de ahí hasta confirmar que era ahí donde retenían a
los humanos y liberarlos.
—Príncipe Jakov—saludo mi tío en cuanto descendí de la camioneta donde viajábamos junto con los otros cuatro vampiros. Al acercarme a él noté el ligero cambio en
su expresión y supe que había sentido mi aroma particular pero al igual que los demás no comentó nada al respecto.
—¿Cuál es la situación?— exigí evaluando las casas humanas alrededor y concentré mis sentidos escuchando los movimientos de la casa frente a nosotros. Había
actividad dentro de ella lo que indicaba que sabían de nuestra presencia y que debíamos actuar rápido antes que escaparan de algún modo.
—Por la vigilancia que se instaló desde anoche sabemos que hay tres hombres lobos y cinco vampiros custodiando el lugar.
M iré con atención al grupo de vampiros y brujos con el que contábamos para realizar esta tarea. Los brujos eran parte esencial de nuestro mundo debido a su magia
por lo que siempre estaban involucrados en todas nuestras misiones, fuera de reconocimiento, lucha, protección o infiltración.
—Necesito a un grupo en la parte posterior de la casa, dos afuera custodiando el frente y el resto entrará conmigo— ordené concentrado en la tarea de rescate que
haríamos.
—Uno— respondí viendo al vampiro, este asintió en respuesta aceptando la tarea de dejar un rebelde vivo para interrogarlo.
—Una observación— dije en voz alta antes de que ellos se dispersaran. —No jueguen con ellos, mátenlos en la primera oportunidad que tengan es posible que estos
rebeldes sean distintos a los que normalmente enfrentamos, eviten que los toquen.
—Ya sabes que hacer, evita que se acerquen curiosos. Tardaremos menos de cinco minutos entrar y salir.
Encabezando al grupo que me seguía abrí la puerta con una patada tumbándola al piso por la fuerza. El olor a azufre y sangre golpeo mi nariz con fuerza. Los rebeldes
lobo podían ser mas fuertes pero sin un líder que guiara una manada eran muy descoordinados en sus ataques.
Un lobo se abalanzó contra mí al atravesar el vestíbulo, caminando con paso seguro alce mi mano con mis garras extendidas y con un movimiento atravesé su pecho
arrancando su corazón, lanzando el cuerpo a un lado justo a tiempo para arremeter contra un vampiro que se había movido con rapidez con la intención de morderme,
con un movimiento fluido debido a siglos de lucha lo tumbé al suelo desprendiendo su cabeza. Notaba la lucha a mi alrededor, los vampiros y brujos que habían ingreso
conmigo eran hábiles y no pude estar más satisfecho por ello.
Salté hacia adelante cuando un movimiento en la gradas me alertó de otro vampiro que se abalanzó en mi dirección pero fue interceptado en al aire por uno de mis
vampiros, ambos cayeron al suelo, viendo que fácilmente reducía al rebelde seguí mi camino rápidamente por el lugar siguiendo el olor de los humanos que estaban en las
habitaciones de arriba.
Al llegar al final de la escalera un lobo de pelaje cobrizo que agazapado custodiaba el pasillo me gruñó. Era más grande y más rápido mientras corría en mi dirección y
me moví esquivando su ataque dando un salto hacia adelante, giré a tiempo cuando volvió a correr en mi dirección, gruñí y doble mis rodillas y recibí el impacto que me
hizo retroceder ligeramente y apreté mis brazos en su cuello apreté con fuerza hasta escuché el desagradable sonido de sus huesos quebrándose y deje caer el cuerpo
ahora inmóvil en el suelo.
Los gruñidos y sonidos de lucha fueron cesando en la planta de abajo y observe las puertas de las habitaciones prestando atención a los sonidos dentro, escuché
varios latidos humanos detrás de algunas puertas.
—Príncipe— llamó un vampiro cuando subió y se reunió a mi lado junto a otros tres vampiros más.
—Libera a los humanos de esa puerta— señalé antes de dirigirme a la siguiente donde escuchaba el latir de un corazón humano.
Abrí la puerta pero nunca espere que un cuerpo delgado se abalanzara contra mí con un grito de guerra tumbándome en el suelo y el dolor en mi hombro me hizo
soltar un gruñido cuando sentí que algo se enterraba en mi piel. Giré rápidamente dejando el cuerpo delgado debajo del mío y retuve unas manos que intentaron golpear
mi rostro.
La humana debajo de mi empezó a retorcerse para liberarse pero me senté a horcajadas sobre ella evitando que me pateara.
La mujer tenía varios mechones de cabello castaño sobre su rostro y resopló. Hice una rápida inspección del cuerpo y admití que era un cuerpo femenino bien
proporcionado y con curvas en los lugares adecuados que se pegaban al vestido que llevaba que, definitivamente había visto tiempos mejores, estaba sucio y desgarrado
en algunos lugares, tenía golpes en sus brazos y parte de sus piernas. Con una mano retuve sus muñecas y con la otra la ayude a retirar su cabello enredado y sucio de
su rostro.
—¿Keira?—pregunté reconociendo el rostro de la mujer debajo de mí y aflojé el agarré sobre sus muñecas.
—¡Tu!— exclamó cuando también me reconoció y soltando una de sus manos golpeo directamente en mi mandíbula con fuerza.
Capítulo 09
Markov
Nueva York, cinco años atrás
—¿Esta muy aburrida la conferencia?— pregunté en un susurro a la chica que intentaba inútilmente disimular sus bostezos tras la mano. Dio un salto en su silla y
sonreí por su reacción. Giró su cabeza rápidamente y unos hermosos ojos castaños con espesas pestañas me miraron mientras el rubor empezaba a colorear su rostro
adornado por pecas.
—Yo también me duermo con esta charla, vamos— dije con una sonrisa y sin esperar algún tipo de respuesta de su parte tomé su pequeña mano y guiándola fuera de
la sala de conferencias.
—Lo siento, soy…— carraspeé y tendiéndole la mano me presenté utilizando el nombre de mi padre. —Aleksei Jakov.
—M e tomaste por sorpresa— contesté son simpleza encogiéndome de hombros. —¿M e dirás tu nombre?
—¿M e acabas de sacar de una conferencia, me mientes al decirme tu nombre y pretendes que te dé el mío?
—Técnicamente, te acabo de salvar de hacer el ridículo durmiéndote en una conferencia y lo de mi nombre ya te lo explique. ¿Terminaste de preguntar o vamos a
pasar un rato agradable conociéndonos?
La miré con atención viendo cada emoción que cruzaba su rostro, duda, vergüenza y emoción. No me arrepentía de haberla sacado de ese modo tan brusco, no era
alguien que dudaba de hacer algo y ella había llamado mi atención cuando la había visto paseando por el hotel; había tenido que viajar a Estados Unidos para resolver un
problema en ese hotel y aunque al inicio no me había agradado la idea ahora podía ver el beneficio de ello. Iba a disfrutar de la compañía de la hermosa humana mientras
durara mi estancia en ese país.
—Estoy bien— contesté con los dientes apretados sosteniendo a Keira quien se había desmayado después de golpearme.
—¿Solo cinco?
—Lleven a los cinco humanos con mi tío y a esta humana a Vladimir— ordené tendiéndole el cuerpo de Keira.
Observé indiferente como arrastraban al vampiro rebelde hacia el sótano de la casa, estaba inconsciente pero no era por mucho tiempo. M e quite la chaqueta
lentamente dejándola sobre una mesa desvencijada, lentamente arremangue los puños de mi camisa sin despegar la vista del traidor sentado mientras lo sostenían en la
silla. Le di un ligero movimiento a uno de los vampiros que estaba detrás del vampiro, esté saco una estaca de madera y de un golpe la clavó en el hombro del vampiro
despertándolo con un grito, luchó para levantarse pero fue estacado en el otro hombro por otro vampiro. El olor a sangre lleno la estancia y los gruñidos del grupo de
vampiros que me acompañaban se hicieron presentes.
—¡M alditos bastardos!— gritó furioso mirando a los vampiros que lo retenían hasta que su mirada cayó en mí. Y toda su ira se desvaneció sustituida por miedo.
—Esa no es manera de saludar a tus hermanos— comenté con voz calmada acercándome a él con lentitud. En un arranque de valentía me desafió con la mirada.
—Estúpidos, van a morir, él es más poderoso que antes— escupió con rabia.
—¿Detener a quien?— pregunté sacando la estaca de uno de sus hombros con fuerza salpicando sangre en mis brazos y la sostuve en mi mano. Tuve que reconocer el
esfuerzo que hizo para no gritar o delatar el dolor en su rostro.
—Lo sabrá a su debido tiempo— sonrió mostrando sus colmillos. Con un gesto de la cabeza los vampiros reaccionaron y rápidamente tumbaron al vampiro en el
suelo, extendieron sus extremidades. Agachándome a su lado y deliberadamente con lentitud clavé la estaca en su estomago, sonriendo cuando se rindió al dolor y
comenzó a gritar. El vampiro se retorcía gritando, intentando liberarse pero era inútil. Ladeé la cabeza observándolo y extendí mi mano sin apartar la vista y sentí el frio
acero de una navaja en mi mano. No dude y hundí hasta la empuñadura en el centro de su pecho.
—De ti depende como quieres morir, puedo extender tu agonía por horas o todo puede terminar para ti en un segundo.
—¡Vete a la mierda príncipe!— gritó escupiendo sangre de la boca. Honestamente esperaba esa respuesta y sonreí por ello. Los cuatro vampiros que lo sostenía en
sus extremidades me miraron con expectación, nuevamente hice un movimiento con la cabeza que supieron interpretar. M iré desapasionado como quebraban cada hueso
del vampiro mientras este gritaba en agonía.
M e agaché nuevamente al lado del rebelde y retiré sin ningún cuidado la navaja en su pecho. Esto iba a ser desagradable y muy doloroso.
—¡Kondrati!— gritó con voz ronca el vampiro desmembrado del suelo luego de una larga tortura. M e detuve en mi tarea de cortar con la navaja lo que quedaba del
cuerpo del rebelde y lo miré al rostro pero no sentí pena o compasión por él. La traición se pagaba con la muerte y este vampiro había cometido doble traición al atacar
a humanos indefensos.
—¡M átame!— suplicó en un susurró. M iré hacia abajo viendo el desastre de sangre hice una mueca de asco.
Concediéndole la muerte al vampiro rebelde atravesé con mi mano su pecho hasta el corazón.
Poniéndome de pie miré mi ropa manchada, dirigiendo una mirada hacia los otros vampiros que habían presenciado todo les indiqué que se hicieran cargo de limpiar y
arreglar todo.
Salí de la casa, dándome cuenta que habían pasado horas desde que habíamos llegado. Afuera se encontraba un chofer esperando por mí, me moví con rapidez hacia el
auto para evitar miradas horrorizadas de algún ojo humano indiscreto.
—A Vladimir— ordené al chofer quien no se sorprendió al ver mi estado. M e recosté cerrando mis ojos y sentí el movimiento del auto poniéndose en marcha.
Estaba agotado físicamente pero también mentalmente. El poco control que ahora tenía sobre mis emociones me preocupaba, hacía mucho tiempo había dejado de ser
tan violento, ahora era más controlado pero desde que había llegado Hana todo se estaba saliendo de control y me hacía sentir vulnerable. Necesitaba volver a centrarme
y recuperar el control.
El brusco movimiento me despertó y parpadeé un par de veces para darme cuenta que finalmente estábamos entrando en Vladimir y que dentro de pocos minutos
estaríamos en el castillo. M e sorprendí por el hecho que me hubiera dormido sin haberme dado cuenta pero lo peor era el hecho que aún seguía sintiendo esa ira violenta
que sentí cuando torturaba al rebelde.
Esperaba no toparme con nadie en mi camino; necesitaba ducharme, cambiarme y ver a Keira. Ella tenía muchas explicaciones que dar. La imagen de Hana con los ojos
llorosos vino a mi mente y la aparté con fastidio, aún no podía enfrentarla si lo hacía estaba seguro que haría una estupidez.
Al llegar bajé con rapidez y agradecí que nadie apareciera en mi camino mientras me dirigía a mi habitación. Era lo mejor, no podía empezar a dar explicaciones a nadie
sin gritarle o golpearlo.
Varios minutos después y un poco más calmado salí con una mudada de ropa nueva y me dirigí al estudio donde esperaba encontrarme con mi tío para pedir un
informe de los humanos rescatados, mas tarde hablaría con Keira. Entré al estudio y me sorprendió no encontrarme con mi tío Andrei si no a una humana con el ceño
fruncido.
—¿Qué mierda haces aquí? Deberías estar descansado— espeté molesto. No quería lidiar con ella en este momento.
—Bueno, un idiota me trajo aquí por orden tuya…Markov— hizo énfasis al llamarme por mi nombre y recordé que cuando la había conocido que le había mentido
sobre mi identidad.
La observé detenidamente, era evidente el cambio en su imagen. Se había cambiado y bañado. Ahora su cabello castaño rojizo caía sobre sus hombros, su rostro
ovalado tenía algunos cortes y sus ojos brillaban de furia. Sin poder evitarlo recorrí con la mirada su cuerpo; sus generosos pechos subían y bajan por su respiración
agitada y que se tensaban con la tela de su blusa, la pequeña cintura, las manos en su cadera en gesto defensivo y sus esbeltas piernas envueltas en un pantalón ajustado
negro. Subí mi vista lentamente admirando su belleza.
—Con honores— sonreí. M e acerqué hacia ella y acaricie su mejilla donde había un par de cortes.
—Sí y lo siento. Era por tu seguridad— respondí sin dejar de verla y a pesar de saber que estaba enojada conmigo su presencia me tranquilizaba un poco. Nunca
había imaginado que la volvería ver después de cinco años, mucho menos en ese lugar y agradecía haber estado ahí para rescatarla.
—Y mira como terminaron las cosas— murmuró dándose la vuelta pero antes que se alejara de mi la detuve tomándola por la cintura y pegándola a mi cuerpo.
—Lo siento Keira— murmuré y hundí mi cabeza en el hueco de su cuello acariciando con mi nariz su delicada piel, aspirando su aroma. Desde la primera vez que la
había visto en esa conferencia en Nueva York me había atraído, su dulce olor, su sonrisa, el color profundo de ojos y la forma en que intentaba no quedarse dormida.
Pero cuando la conocí, cuando le hablé me fascino su personalidad alegre y decidida. Su manera de pensar era refrescante. Era inteligente y hermosa.
—Así que… ¿Eres un vampiro?— preguntó separándose un poco de mí para verme pero sin apartarse.
—Si— murmuré inclinando mi cabeza hacia su rostro. Estaba distraído observado su rostro.
—Uhm— contesté y sin poder evitarlo bese su pequeña nariz sintiendo nuevamente esa atracción por ella como hacía cinco años.
—Te odio por mentirme…— susurró en voz baja sintiendo ella también esa conexión que tuvimos desde el inicio.
No la deje terminar lo que quería decir; deseaba desesperadamente besarla de nuevo. Pegué mis labios a los suyos disfrutando su calor, su sabor con mi lengua ella
gimió en respuesta y aproveché ese momento para adentrarme en el interior de su boca.
El sonido de la puerta al abrirse me hizo separarme de Keira y levanté la vista para encontrarme con la mirada de mi hermana Valya en el marco de la puerta. M e miró
con sorpresa por un par de segundo y su rostro se contrajo de ira al mirar a la humana en mis brazos.
— ¡Eres un hijo de puta M arkov!— siseó Valya y fulminó con la vista a Keira que se había volteado para ver quien había entrado.
—No es momento Valya— gruñí y apreté la mandíbula notando como el cuerpo de Keira se tensaba.
— ¿Cuándo será? ¿Cuándo termines de follarte a esta zorra?
—Cuida tus palabras— sentí de nuevo esa la ira anterior y solté a Keira colocándome frente a ella para enfrentar a mi hermana.
— ¿O que harás?— M e desafió levantando la barbilla. —M e avergüenzo que seas mi hermano, nuestros padres estarían decepcionados de ti.
— ¡Tú no eres mi hermana!— respondí con un grito y en el instante que las palabras abandonaron mis labios me arrepentí al notar como Valya dio un paso atrás
como si la hubiera golpeado. Sus ojos se llenaron de lágrimas y di un paso en su dirección para reparar el daño.
—Tiene razón, perdone mi atrevimiento Príncipe Jakov— Se dio la vuelta pero pude ver como una lagrima descendía por su rostro antes que ella saliera del estudio.
Capítulo 10
Hana
Luego de esa desastrosa escena con M arkov decidí que lo mejor era olvidarlo y no seguir llorando, las lágrimas no ayudaban nada más que para sentirme peor. Éramos
dos adultos que habían tenido sexo, nada del otro mundo, pero estaba decidida a: primero, decirle que era un completo idiota y segundo dejarle claro que no quería nada
más de él. La indignación y el enojo que sentía eran mucho mejor que la autocompasión y las lagrimas.
Con la mente decidida y con la barbilla en alto salí de la habitación para buscar un buen desayuno, pero cuando llegue a las gradas y comencé a descender me di
cuenta, no sin cierto horror, que habían más personas rondado por ahí y me pregunté si es que había algún tipo de reunión o algo así y si todos ellos eran vampiros o de
alguna otra especie.
Los murmullos y miradas algunas curiosas y otras furiosas me seguían mientras me dirigía hacia la cocina. Intenté no prestar atención pero me estaban empezando a
poner nerviosa y desee echarme a correr.
Cuando cruce la sala y eché un vistazo al interior pude ver a Valya charlando con un grupo de mujeres. Sintiendo mi mirada ella miró en mi dirección vi como en
cuestión de segundos su sonrisa se convirtió en una mirada de horror, apenas si parpadeé cuando la tuve frente a mi tomando del brazo arrastrándome hacia afuera del
castillo.
—¿Valya? ¿Qué…?
—No hables Hana— ordenó con voz tensa sin soltarme y caminando con paso rápido. Hasta que se detuvo de repente y choque contra su espalda. Ella se giró para
enfrentarme y di un paso hacia atrás.
—¿No me dijo que?— cuestioné molesta por no saber de que estaba hablando la vampira.
—No te entiendo— Estaba confundida ¿Olía al vampiro? Pero si me había bañado. Olfateé mi ropa, tal vez olía mal.
—¡Esto es tan incomodo! —se quejó. —Te acostaste con mi hermano— murmuró incomoda. El color subió a mi rostro.
— ¿Cómo…?
—M ierda— maldijo y la miré sorprendida. Ella aún no me miraba, era claro que esto era tan incómodo y vergonzoso como para mí.
—Cuando ustedes…ya sabes— habló y me miró un momento antes de comenzar a caminar frente a mí. —El olor de la otra persona queda impregnado en su piel y
bueno tú…hueles a M arkov.
—Yo no huelo nada— dije volviendo a oler mi ropa. Aceptando el hecho que ella sabía que su hermano y yo nos habíamos acostado.
—Es porque no tienes el olfato tan desarrollado como nosotros pero ten por seguro que cuando regrese voy a golpearlo.
—Es para indicar que ya tienes pareja y una forma efectiva de ahuyentar a cualquier otro macho interesado— habló una voz masculina que reconocí de inmediato.
Giré rápidamente para ver a Henry con el ceño fruncido.
—¿Como fuiste tan estúpida Hana?— exclamó mi mejor amigo acercándose a mí.
—¡Basta Henry!— espetó Valya e inmediatamente mi amigo se calmó y se mostro avergonzado.
—Lo siento Hana, es solo que…— se detuvo mirándome con frustración. —¿Tenía que ser con él?
—No cuestiones mis decisiones Henry— murmuré entre dientes. No sabía si ofenderme por su comentario o sentirme halagada por su preocupación, aunque fuera
innecesaria y con mucho tiempo de retraso. Era evidente que no se acordaba que me había dejado sola todo el día de ayer.
Había perdido hasta el apetito por completo luego de eso. M e sentía presionada por todos lados y sin saber cómo acoplarme a este nuevo mundo, me sentía
frustrada. No sabía nada sobre mi magia, ni lo que se suponía que haría ahora, alguien había intentado matarme, no una, sino dos veces, mi mejor amigo me dejaba de
lado y no quería ni pensar en M arkov y creía que los hombres eran complicados, el vampiro se llevaba el premio al hombre más exasperante y grosero.
Bufé molesta, murmurando maldiciones por lo bajo. M iré a lo lejos una pequeña fuente y me dirigí hacia allá, parecía un buen lugar para relajarme. Sentándome en la
orilla de la fuente metí mi mano en el agua disfrutando su temperatura y el sonido del agua cayendo.
No supe cuanto tiempo estuve ahí mirando las ondas que creaba el agua pero me sentí tranquila estando ahí en soledad sin pensar en nada.
—¿Cómo te sientes?— preguntó con suavidad sentándose a mi lado e imitando mi acción jugueteó con el agua concentrando su atención en sus movimientos.
—M uy bien— contesté volviendo a mover mi mano dentro del agua. —Tu… ¿Cómo estás?
—Un poco cansado pero he tenido días peores— respondió sin dejar de mover su mano.
Los dos nos quedamos en silencio escuchando caer el agua y la certeza que él podía sentir mi aroma particular me hizo sentir incomoda.
—No tienes porque estar avergonzada— dijo, sus palabras me hicieron levantar la vista hacia su rostro con sorpresa. Él también me miró y sonrió con cariño. Su
sinceridad y compresión me hicieron sentir mejor y sonreí como respuesta. No criticó o comentó nada sobre el hecho que me hubiera acostado con el vampiro.
Agradecía enormemente tener a alguien que no me presionara, a pesar de su personalidad tan confianzuda y despreocupada al inicio y su intento de seducirme podía ver
que era mucho más de lo que se veía a simple vista.
—¿Qué sucedió ayer?— preguntó cambiando de tema y sacó la mano del agua. Supe que se refería al ataque en el bosque.
—No estoy muy segura— respondí recordando el ataque— Caminábamos por el bosque y al poco tiempo algo nos tiró al suelo.
—Creo que no— contesté insegura y miré sus ojos abrirse en asombro.
—Alguien cree que fue estúpido— murmuré enfurruñada recordando el enojo del vampiro.
—Fue brillante, pero no se lo tengas en cuenta, le gusta mantener el control en todo pero…—se detuvo y girando su cuerpo en mi dirección, estiró sus brazos y tomó
del agua mis manos para sostenerlas entre las suyas. —Tiene razón, y si no controlas tus zarcillos pueden ser peligrosos y pueden causar más mal que bien.
—Lo sé y lo hiciste muy bien pero hasta que no controles tus zarcillos debes tener mucho cuidado, lo que me recuerda— se detuvo un momento sonriéndome. —
Debemos entrenar, pero primero debemos comer algo— terminó de decir obligándome a ponerme de pie.
Valya
Vi la espalda tensa de Hana alejándose de nosotros y me arrepentí de haber hablado y reaccionado de ese modo pero decir que estaba sorprendida era poco, mi
hermano era muy cuidadoso con ese tema, nunca marcaba a ninguna mujer. Giré a ver al brujo al lado mío.
—¿Qué?—pregunto con inocencia.
—Ella está intentando acoplarse a este mundo, se mas considerado, eres su amigo.
—De acuerdo— cedió levantando las manos. —M e sobrepasé hablaré con ella mas tarde.
—¿Si te beso, dejaras de estar molesta conmigo?— preguntó con una sonrisa dando un paso en mi dirección.
—Serás arrogante— murmuré, recordando el día que habíamos pasado juntos después que nos escapáramos por la mañana.
Dando un par de paso más estuvo frente a mí, invadiendo mi espacio personal.
—Un beso, ¿sí?— suplicó haciendo un puchero y mis labios temblaron tratando de ocultar mi sonrisa.
—No quiero, si mi hermano te viera estoy seguro que te mataría por haber tocado a su hermanita— me burlé.
—Yo no lo veo por aquí— miró hacia ambos lados para hacer énfasis a sus palabras y acerco su rostro hacia el mío. Subí una de mis manos hacia su rostro y me
acerque lo suficiente a él con la intención de besarlo pero le di una palmada en su rostro suficientemente fuerte y me solté de su agarre viendo su rostro sorprendido.
—Vas a tener que jugar mejor brujo— me aparté rápidamente y comencé a caminar hacia el castillo disfrutando de haberlo sorprendido.
—Hablé con la bruja Casandra hace un par de días y me comento algo sobre algunas desapariciones— hablo con seriedad.
—Es cierto, hay desapariciones de humanos y al parecer han encontrado a algunos hoy temprano, mi hermano va hacia allá— expliqué ingresando al comedor y
tomando asiento en una de las sillas.
—Ya se está gestando— murmuré en voz baja recordando la tragedia de hace casi un siglo.
—Esta vez estamos mejor preparados— animó el brujo dándose cuenta de mi cambio de humor.
Pasé el resto del día con Henry a mi lado, en ningún momento vimos de nuevo a Hana y aunque me estaba un poco preocupada, el brujo me convenció que ella estaba
bien y que era mejor dejarla sola por el momento. Con un poco de renuencia el inicio disfrute la llegada de los vampiros a Vladimir, era emocionante tener a rostros
conocidos y nuevos que pasaban las fiestas de fin de año en el castillo. M uchos de los vampiros que habían llegado junto a sus familias eran parte del grupo de soldados
que M arkov tenía bajo sus órdenes, eran se podría decir, compañeros de guerra que habían luchado en numerosas guerras y batallas a lo largo de varios siglos.
Al final de la tarde, nos reunimos con Hana y Theroux en la terraza española ubicada cerca del estudio de hermano; estábamos disfrutando pero tenía un
presentimiento que me mantenía inquieta, como si algo realmente muy malo fuera a suceder.
No fue mucho tiempo después que en la entrada se armo un alboroto y los cuatro salimos a ver qué sucedía y vimos a una mujer de tal vez treinta años discutiendo
con alguien del personal de servicio.
Era humana lo podía decir con total seguridad no había ninguna energía mágica proviniendo de ella. Y un pensamiento desagradable cruzo por mi mente. ¿Sería alguna
amante de mi hermano? Inmediatamente miré en dirección hacia Hana. Sentía sus emociones desbordándose. Curiosidad, preocupación e inseguridad.
—No sé— contesté y miré de reojo hacia Theroux y noté en su postura la molestia. Él estaba pensando lo mismo que yo sobre la mujer misteriosa.
Decidí no saltar a conclusiones apresuradas y esperar a que mi hermano explicara la presencia de la humana.
—¿Alguien tiene hambre?— preguntó Theroux con entusiasmo rompiendo la tensión del momento y caminando nuevamente hacia la terraza.
—Pidan algo de comer, ahora vuelvo— dije poniéndome de pie al ver a mi hermano dirigirse al estudio.
Caminé detrás de él y pude percibir las emociones oscuras que lo acompañaban, dude si era un buen momento para hablar con él pero aún así lo seguí a pesar que
sentía que no debía hacerlo.
M e acerque en silencio quedándome contra la pared al lado de la puerta escuchando la conversación. No era algo de lo que me sentía particularmente orgullosa, andar
espiando a mi hermano pero no podía quedarme con la curiosidad de saber quién era esa humana. Prestando atención supe que no había llevado una amante al castillo
pero que conocía a la mujer hacia años.
De repente, no hubo más conversación pero si murmullos y sonidos que me dieron una idea de lo que sucedía. La indignación e ira me controlaron y aunque no debía
hacerlo abrí la puerta de golpe. Y la escena frente a mi confirmo lo que suponía.
Lo insulté sin medir mis palabras al igual que a esa humana. ¿Cómo se atrevía? Había reclamado a Hana primero y ahora andaba metiendo a otra mujer en el castillo.
No lo iba permitir.
Contuve el aliento ante sus palabras. Él jamás me había dicho algo así y me dolió que lo digiera por primera vez por defender a esa humana. Sentí las lagrimas arder en
mis ojos.
—Valya…no, yo…— intentó disculparse pero no quería escucharlo y levante una mano para evitar que hablara o se me acercara.
—Tiene razón, perdone mi atrevimiento Príncipe Jakov— comenté levantando la barbilla y salí de ahí a tiempo para evitar que él me viera llorar.
Era doloroso que precisamente él me recordara que no era su hermana, no de sangre al menos. Fue la madre de M arkov quien me había hallado hacia siglos en un
abandonado sótano de rebeldes, usaban mi habilidad para poder detectar mentiras, era útil pero no indispensable aún así me retenían hasta que Zenechka apareció y me
llevó junto a ella a Vladimir donde conocí a su esposo Aleksei y a su hijo M arkov.
Fueron los Jakov quienes me aceptaron y me hicieron parte de su familia y nunca ninguno me trato de forma distinta, jamás hicieron distinción por el hecho que era
adoptada y luego de la muerte de mis padres adoptivos lo único que me quedaba era M arkov, mi única familia. Ni un solo día desde que nos habíamos conocido me dejó
de demostrar su amor o de cuidarme con ferocidad. Pero al parecer ya no era así.
—¡Princesa Valya!—gritó alguien sacándome de mis depresivos pensamientos. No me di cuenta siquiera que había estado caminando sin rumbo fijo por el castillo.
M iré al vampiro secando mis lágrimas todavía demasiado distraída para darme cuenta realmente de lo que sucedía. Corrió en mi dirección mirando hacia atrás con
expresión asustada y fue cuando caí en cuenta del sonido en el fondo.
Era un lobo.
Markov
—¿Hermana celosa?— preguntó Keira a mi espalda y me giré para contestarle cuando de repente sonó por todo el castillo la alarma.
Alejé ese pensamiento para después, lo principal era poner a salvo a Valya, si eran lobos debía ponerla a salvo primero a ella. Conocía su miedo hacia los lobos.
Corrí hacia la entrada esperando encontrar a algún vampiro y ordenarle que buscara a mi hermana y la pusiera a salvo.
Hallé a uno de mis soldados corriendo en dirección a la pelea que se desarrollaba en el frente.
—¡Borya!— grité llamando al vampiro. Este se detuvo ante mi orden y me miró con determinación.
—¡Busca a mi hermana y asegúrate que este a salvo!— ordené y esté asiento antes de girarse y volver a correr dentro del castillo.
Un vidrio estalló cerca de mí y un lobo entró por ella aterrizando en sus cuatro patas, girando en mi dirección gruñó mostrando sus dientes.
—No tengo tiempo para esto— murmuré extendiendo mis garras listo para atacarlo cuando una bola de fuego paso a mi lado directo hacia el lobo.
Giré hacia atrás encontrándome con el brujo Henry que caminaba con el ceño fruncido.
Sin perder más tiempo corrí hacia el exterior para luchar contra los rebeldes. Era un caos total, varios vampiros luchaban contra más de una docena de lobos y a pesar
que estaban evitando que avanzaran podía ver la dificultar que les presentaba.
M irando con rapidez a mí alrededor pude ver a Hana junto a Theroux luchando contra varios lobos. Estaban espalda contra espalda mientras ella mantenía una mano
extendida junto a sus zarcillos, el otro creaba bolas de fuego con una mano y con la otra levantaba la tierra creando muros.
—¡Suficiente!
El grito provino a lo lejos entre los árboles. De inmediato los lobos se detuvieron y retrocedieron pero sin abandonar su postura de defensa.
Un hombre emergió entre un grupo de arboles a lo lejos cerca del muralla que rodeaba y protegía el castillo. Escuché varios jadeos a mí alrededor cuando estuvo a la
vista de todos.
Mierda.
—Hola…hijo— sonrió hacia él y el hombre camino con pasos lentos pero firmes en mi dirección siendo custodiado por varios lobos a su alrededor. Varios vampiros
se movieron de sus posiciones reuniéndose a mi lado.
Así que de verdad era él quien estaba detrás de las desapariciones. Al parecer el vampiro rebelde no había mentido.
—He venido por lo que me pertenece— dijo con una sonrisa y desvió su mirada buscando a alguien.
Hana
M iré con temor hacia el hombre que me había llamado. ¿Cómo me conocía? ¿Había estado esperando por mí? M iré hacia el brujo que se había colocado a mi lado, que
miraba al hombre en estado de shock.
El hombre tendió su mano hacia mí como invitación pero di un paso hacia atrás como respuesta. Noté como endureció su gesto con fastidio y miró hacia su hijo.
—Hijo, tráeme a Hana— ordenó con amabilidad hacia Theroux pero en su voz se percibía la amenaza en cada palabra.
M iré primero al brujo a mi lado completamente sorprendido y de nuevo hacia el otro hombre. M e estremecí al verlo, estaba vestido completamente de negro, su piel
pálida contrastaba con su cabello oscuro que caí sobre sus ojos. Su boca torcida y su postura era relajada pero había algo oscuro, misterioso y peligroso en él.
Escuché un gruñido a mi espalda y supe de inmediato que era M arkov. M iré de reojo nuevamente a Theroux. Finalmente había reaccionado y cuadró su postura
dando un paso adelante como desafío.
—Siempre tan desobediente— murmuró el hombre frente a nosotros con fastidio. M e observó con una sonrisa y ante de siquiera haber parpadeado desapareció
apareciendo en una milésima de segundo frente a mí. Theroux no pudo ni reaccionar cuando fue lanzado a un lado con fuerza, intenté correr pero con la misma velocidad
de antes el hombre me tomó en sus brazos enroscando un brazo en mi cintura y la otra en mi cuello para retenerme con mi espalda pegada a su pecho mirando hacia los
demás vampiros que rodeaban a M arkov.
—Suéltala— siseó M arkov dando un paso hacia adelante con la ira quemando en sus ojos.
—Yo no haría eso príncipe— dijo el hombre y con un giro de su muñeca una niebla negra apareció a nuestro lado. Cuando se disipó la nube negra los vampiros
gruñeron al ver a Valya inconsciente sostenida por un hombre que mantenía una daga sobre su corazón.
—Esto se va a poner interesante Hana— Sentí el aliento cálido del hombre en mi oído y apreté los ojos cuando un escalofrió recorrió mi espalda al escuchar la voz
susurrante del hombre.
—Tic, tac príncipe el tiempo es oro— se burlo apretando su brazo en mi cuello. Intenté soltarme al ver el rostro de M arkov, estaba enfurecido pero también podía
ver el miedo en sus ojos, no miraba hacia Valya o a mi tenía su vista clavada en el hombre.
Escuché los jadeos a mí alrededor por sus palabras y la risa ronca en mi oído y sentí un nudo en mi estomago ante el miedo de saber a qué se referían y del porque se
refería a mí como la persona que había matado a su madre.
— ¡Oh! ¿No se lo has dicho?— preguntó con satisfacción y a pesar que no podía ver su rostro sabía que estaba sonriendo al ver como M arkov apretaba la mandíbula
M iré desesperada al vampiro en busca de alguna respuesta o de alguna reacción de su parte pero él se mantenía con los ojos clavados en el hombre que aún me
sostenía con fuerza a pesar de mis movimientos bruscos para liberarme.
El hombre movió ligeramente hacia abajo sobre mi pecho y jadeé de terror ante su contacto descarado podía sentir mis ojos arder por la humillación a la que estaba
siendo sometida con ese malnacido tocándome y a pesar que quería gritar tenia la garganta cerrada y ninguna palabra salió de mi boca.
—¡Haz hecho un vinculo con ella!— gritó y se rió con fuerza alejando su mano sobre mi pecho. Sus palabras lograron detener toda acción de mi parte.
—Hana, inocente Hana— murmuró pegando sus labios en mi oído pero esta vez ignoré el estremecimiento que me provocó su contacto y mantuve mi mirada en el
vampiro mientras el otro seguía hablando. —M arkov ha estado ocultando la verdad sobre tu nacimiento, tú no eres de esta época, tú naciste en el año de mil novecientos
diecisiete y fuiste mandada al futuro junto a tu abuela por el consejo de aquel entonces para alejarte de mí.
Se detuvo un momento y con su mano sostuvo mi mentón. Sabía que lo que iba a decir era mucho pero que el hecho que yo naciera casi un siglo atrás.
—¿Sabes quién pagó el precio por mandarte a esta época? ¿Sabes porque estas con la familia Jakov?— preguntó y sin esperar respuesta de mi parte siguió hablando.
—La madre de M arkov fue la que sacrificó su vida por ti y ahora él está obligado a protegerte.
Con cada palabra que decía mis lágrimas corrían por mis mejillas sin que pudiera detenerlas. Ahora podía comprender al vampiro, su comportamiento tan cambiante
conmigo, Valya me había advertido que su hermano estaba resentido conmigo pero nunca supe la razón tras esas palabras y en este momento hubiera preferido nunca
saberla.
Markov
No quería mirar a Hana tras las palabras de Kondrati pero podía sentir a través el vínculo la tristeza y culpa que ella sentía. Peor aún no quería ver en dirección a
Valya, sentía como si estuvieran clavando algo afilado en mi pecho, retorciéndolo con la idea de perder a mi hermana. En cambio mantenía mi mirada fija en el brujo
trasmitiéndole la ira que sentía y que crecía a cada segundo.
—Una cosa interesante son los vínculos— comentó el brujo con una sonrisa. —¿Sabes lo que se siente cuando se rompen los vínculos príncipe?— preguntó
mirándome por un segundo antes mirar hacia abajo, al cuerpo de Hana. Seguí su mirada cuando movió su mano nuevamente sobre el pecho de Hana, donde estaba su
corazón y me tensé ante la idea que el volviera a tocarla. Pero esta vez su mano se torno de color negro, subió su mirada hacia la mía con una sonrisa en el siguiente
segundo atravesó el pecho de Hana.
Podía escuchar los gritos a mí alrededor pero apenas si era consciente de ello, el dolor que sentía en mi pecho era lo único que sentía. No sabía en qué momento había
cerrado los ojos y caído de rodillas pero sentí la mano de alguien en mis hombros tratando de contenerme.
Abrí los ojos y con una mano sobre mi propio pecho miré hacia arriba. Hana estaba retorciéndose, llorando y gritando mientras Kondrati mantenía una mano
atravesando su pecho y reía divertido por el dolor que le provocaba.
Ignorando la ayuda de la persona me puse de pie con dificultad con mi mano sobre mi pecho.
Kondrati sonrió al ver mi reacción y sacando su mano del pecho de Hana provocando que se desmayara, ondeo hacia el lobo que mantenía a Valya y ante su señal
hundió la estaca en el corazón de mi hermana.
M e lancé junto al resto de vampiros al ataque pero antes de siquiera haber llegado hasta ellos habían desaparecido en una niebla negra dejando únicamente el cuerpo
de mi hermana en el suelo.
—¡No!— grité cuando alcancé llegar hasta Valya y la sostuve entre mis brazos. Una luz empezó a brillar en su pecho signo que su alma se estaba muriendo.
Retiré con cuidado el cabello sobre si rostro pero me quede quieto cuando los rasgos del rostro comenzaron a cambiar junto al tono de cabello.
Sostuve el cuerpo de la mujer entre mis brazos y lentamente se desvaneció hasta quedar un espacio vació donde antes había estado.
¿Qué clase de magia era esta? ¿Era una ilusión? Apreté los labios conteniendo un gruñido y me puse de pie.
—Organicen un grupo de búsqueda y encuentren a mi hermana— ordené en voz alta consiente del grupo de vampiros que me rodeaban, pero estos se quedaron ahí
sin moverse.
—¡Ahora!— ordené alzando la voz mirándolos, estos rápidamente corrieron para acatar mi orden.
M iré en el destrozado jardín hasta que localice a Theroux y caminé hasta él. Sabía que ver nuevamente a su padre fue un completo shock, tantos años sin saber si
estaba vivo o muerto luego de su intento de rebelión un siglo atrás para descubrir que era él quien estaba detrás de las desapariciones y los ataques rebeldes nuevamente
y que estaba incitado a la guerra pero con la diferencia que ahora tenía a Hana.
Hana.
Recordarla me provocó un dolor intenso y tuve que cerrar los ojos por un segundo para poder concentrarme, no me explicaba cómo o porque pero sabía con
seguridad que de alguna manera Kondrati había roto mi vinculo de Hana.
¿Qué clase de magia poseía Kondrati?
—Busquemos a Valya— ordené con los dientes apretados caminando hacia el castillo. Debía primero encontrar a mi hermana, sabía que debía estar en algún lugar de
la propiedad.
—¡M arkov!— escuché el grito proveniente de mi tío Andrei, mirando en su dirección vi que sostenía a Valya entre sus brazos.
Corrí en su dirección y antes de que mi tío pudiera decir algo tomé a mi hermana entre mis brazos apretando contra mi cuerpo y agradeciendo por tenerla conmigo.
M iré hacia su rostro para asegurarme que era ella verdaderamente y no otra alucinación cuando sus ojos se abrieron con lentitud.
Estaba confundida al verme sosteniéndola entre mis brazos pero inmediatamente su rostro se llenó de alivio.
—¿Qué paso?—pregunte mirando a mi tío Andrei. Puse de pie a Valya con cuidado y la sostuve con un brazo sobre sus hombros acercándola a mi lado.
—La señorita Valya estaba en la sala de entrenamiento junto al brujo Henry— informó con eficiencia. —Estaba herido por lo que le ordené que se retirara para curar
sus heridas.
—¿Esta grave?— preguntó Theroux que se hallaba a mi lado y que en todo momento había permanecido en silencio.
—Nada grave, se repondrá muy pronto— respondió mirando a Theroux y volvió a centrar su atención en mí.
—Nos reunimos en quince minutos en mi estudio, prepara un equipo de búsqueda—indiqué a mi tío. Este dio un asentimiento de cabeza y se retiró sin hacer
preguntas.
Caminé al interior del castillo sin soltar a Valya y conduciéndola hacia su propia habitación, ella estaba aún aturdida por lo que acababa de suceder por lo que un poco
de descanso lograría despejarla y tranquilizarla.
Quince minutos más tarde ingrese a mi estudio, donde me esperaba mi tío Andrei junto a Theroux y Keira. Fruncí el ceño al encontrarla junto al brujo, había olvidado
que ella se encontraba ahí cuando todo ocurrió.
Decidiendo que no podía perder más el tiempo y confiando en ella no pedí que se retirara.
—¿Cómo es posible que entrar en el castillo?—pregunté mirando hacia mi tío y sentándome detrás de mi escritorio.
—Alguien tuvo que haberlos ayudado desde adentro— contestó mi tío con seriedad.
—Podemos investigar como lograron entrar pero lo importante ahora es ir tras Hana— sugirió Theroux.
—Vamos entonces— dije poniéndome de pie y miré hacia mi tío— Andrei necesito que investigues como ese desgraciado logró entrar.
—Sí, señor— accedió y con una inclinación de cabeza se retiró del estudio.
M iré hacia Keira quien se había mantenido en silencio observándonos desde un sofá.
—Keira, lamentó las circunstancias en que nos volvemos a encontrar pero debo dejarte sola, cuando regresé podremos hablar.
—Sí, está bien— concedió de buena gana y se retiró del estudio dejándome solo con Theroux.
—Lo haremos— concedí sintiendo nuevamente el lacerante dolor en mi pecho por la pérdida de Hana.
Capítulo 12
Markov
Dos largos días sin resultado alguno, cuarenta y ocho horas de búsqueda intensa pero no había rastro alguno de Hana o Kondrati. Y lo peor era tener que soportar el
dolor ante cada segundo que pasaba sin saber nada de ella y aunque intenté mantener para mí el hecho que el brujo había roto mi vínculo con Hana fue imposible que mi
tío Andrei no se diera cuenta. Aún resonaban en mi mente sus palabras recriminatorias y reproches por mi decisión de haberme vinculado con ella. No era como si no lo
estuviera sintiendo en carne propia el dolor y anhelo por Hana, pero aún así, a pesar de todo y de lo que había dicho Kondrati respecto a mi madre y la supuesta
implicación de Hana en ellos, no me arrepentía de haberlo hecho, de vinculado con ella.
Lo que no podía controlar era el pésimo humor en el que me hallaba todo el tiempo y me importaba poco que los demás pagaran por ello, eso los iba a motivar a no
cesar en su búsqueda. Frotando mis mejillas suspiré con cansancio al entrar a mi habitación. M iré hacia abajo a mi camisa arrugada e hice una mueca de disgusto.
Necesitaba un baño con urgencia. Con un grupo de búsqueda recorrimos los alrededores, pueblo tras pueblo sin ningún rastro. Ni aroma, huella o algo. Era como si se
los hubiera tragado la tierra. Y aunque deseaba seguir buscándola las horas pasaban sin resultado y había cosas que debía seguir atendiendo sin mencionar que si las
cosas seguían así era probable que debiéramos recurrir al consejo por apoyo.
Caminé hasta la habitación de baño quitándome la ropa en el proceso y dejándola tirada en el suelo. La puerta a mi espalda se abrió con un fuerte golpe contra la
pared y sin darme vuelta supe de quien se trataba. Suspire y miré a Keira furiosa entrar a grandes zancadas caminando hacia mí pero rápidamente se detuvo al notar mi
estado de semi-desnudez. Sonreí cuando vi su rostro teñirse de rojo por la vergüenza.
—¿Has venido a compartir la ducha conmigo?— pregunté con burla y mirando con detenimiento su ropa para dormir.
Aprovechando su aturdimiento me acerqué a ella colocando mis manos en su cintura y tomando el dobladillo de su camiseta la subí con la intención de quitársela.
—¿Vienes a tomar una ducha conmigo, no? ¿Por eso has venido tan apresuradamente azotando la puerta?
—¿Qué?— preguntó mirándome con los ojos abiertos, recobrándose de la sorpresa me empujo con fuerza.
—¿No? Bueno has sido tú la que ha irrumpido en mi habitación a tempranas horas ¿Qué ibas a hacer si estaba dormido?— pregunté cruzándome de brazos viendo
como su mirada seguía el movimiento y continúe sin esperar su respuesta. —¿Saltar sobre mí en la cama? Recuerdo que te encantaba jugar cuando estábamos juntos.
—Realmente eres un idiota. Con nombre falso, vampiro, príncipe o no eres idiota.
—No soy yo el que ha entrado en la habitación de alguien— señalé dándole la espalda dirigiéndome al baño.
—No me ignores mientras te hablo. He estado aquí por dos días esperando…
—Ahora no Keira— detuve sus palabras interrumpiéndola y perdiendo el buen humor. —Te sugiero que te retires antes que realmente me conozcas y de verdad lo
lamentes. Hablaré contigo más tarde.
Señalé la puerta detrás de ella para que se retirara, ella, notando que no estaba bromeando se retiró molesta. Tenía mis límites y a pesar de la estima que tenía hacia
Keira no estaba de humor para escuchar sus quejas. Solo único que quería era encontrar a Hana y matar así a Kondrati para terminar esta absurda batalla. Y es que esta
vez era peor, el brujo había perfeccionado su magia en todos esos años y era más peligroso que la vez anterior, tuvo años consumiéndose con la venganza, planificando,
esperando el momento adecuado para atacar; ahora estaba determinado a ganar y derrocar el sistema que mantenía a todas las especies en el anonimato a salvo y me
temía que posiblemente esta vez había una buena posibilidad que lo lograra si un indicio era la magia que ahora poseía capaz de crear ilusiones, desaparecer sin dejar
rastro y romper algo tan sagrado como un vinculo de almas.
Salí de la habitación determinado a atender mis otras obligaciones y delegando la búsqueda de Hana a alguien más. Era temprano por la mañana pero los vampiros que
había partido conmigo al inicio en la búsqueda ya estaban listos para salir de nuevo y continuar rastreando.
Todos me esperaban reunidos en el estudio junto a Theroux, quien utilizaba un proyector para extender un mapa de los alrededores en una pantalla al fondo de la
habitación.
—Iremos hacia el norte a cien kilómetros de aquí— indicó señalando el área que iban a cubrir. —Es posible que debamos expandir el rango de búsqueda y buscar
lugares donde hemos hallado a otros rebeldes.
Caminé hacia una mesa redonda apartada sin participar en las indicaciones del brujo y tomando una botella en específico dejé caer el líquido carmesí en una copa.
Tomé con lentitud el contenido disfrutando el sabor y el olor de la sangre mezclada con vino.
Los vampiros necesitábamos sangre para subsistir, al inicio de nuestras vidas mientras crecíamos era indispensable y una necesidad para calmar nuestra sed, pero que
al pasar de los siglos podíamos llegar a manejar. Los vampiros siempre íbamos a necesitar la sangre, era parte de nuestra naturaleza. Yo había llegado a controlarla por lo
que de vez en cuando recurría a ella y había hallado el gusto por la mezcla entre el vino y la sangre por lo que mantenía una reserva exclusiva para mi consumo.
Volví a servir más en mi copa y me giré para ver al resto de vampiros, quienes miraban con cierto desagrado mi copa, ellos no comprendían ni apreciaban mi gusto
por mi mezcla, ellos preferían el sabor sin adulterar.
—No te molestes en poner excusas, es obvio que no tienes la más mínima intención de encontrarla— gruñó Theroux.
—Dos días y ya te diste por vencido, claro, como tienes a esa humana aquí poco te importa lo que pueda pasarle a Hana.
Apreté las manos en puño por su insolencia pero no respondí ante su provocación ni aclaré nada sobre Keira, si él quería creer eso, era su problema.
Era irritante ver la extrema preocupación de Theroux hacia ella, claro que me importaba y deseaba encontrarla pero tenía otras responsabilidades. Eso significada ser
líder, ser príncipe hacer concesiones y sacrificios, pero era algo que Theroux jamás iba a comprender.
—Soy tu amigo pero también recuerda que también soy tu príncipe por lo que no empujes tu suerte.
Lo vi apretar las manos en puño pero supo que no debía decir nada más por lo que se limito a asentir con la cabeza.
—Regresaremos en la madrugada— fue su respuesta entre dientes antes de salir del estudio y tuve que admirar sus agallas para no dirigirse de forma apropiada hacia
mí.
Suspire y giré hacia la ventana a mi espalda con mi copa en mano y bebí en pequeños sorbos y me permití un momento de calma disfrutando de la vista del jardín. No
llevaba ni cinco minutos cuando la puerta fue abierta sin haber solicitado primero ingresar. Terminé mi bebida de un trago pero no me giré para ver quien había entrado.
—¿No le enseñaron a un príncipe a saludar correctamente sin darle la espalda a las personas?— preguntó con sarcasmo.
—¿No les enseñan a los humanos a tocar la puerta antes de entrar?—respondí en el mismo tono.
—M e mentiste sobre tu nombre y quien eras— me acuso exasperada pero decidida a obtener las respuestas que necesitaba.
M e di la vuelta para verla y a pesar que tanto su rostro como su postura denotaba lo furiosa que estaba no pude más que admirar su belleza y la forma en que sus
mejillas se sonrojaban por el enfado.
—No seas arrogante— intentó sonar ofendida pero solo logro que su voz sonara entrecortada.
—Recuerdo perfectamente los gritos que dabas mientras te corrías y no recuerdo que te quejaras mientras te follaba en la cama, el baño, la mesa, las gradas de
emergencia, ascensor, el carro o en la bodega de vinos que visitamos en Long Island.
—¡Entendí el punto, no sigas!— exclamó roja como la grana dándome la espalda. Intenté lo mejor que pude evitar reír y le di su espacio para que recobrara la
compostura, la vi tomar un par de respiraciones profundas y se giro para enfrentarme de nuevo. Notaba sus mejillas aun teñidas de rubor pero no hice mas referencias
sobre nuestros encuentros sexuales en Nueva York.
—Tal vez, pero era lo mínimo que merecía— dio un suspiro y caminó hacia el sofá dejándose caer con pesar. La seguí y me senté a su lado en silencio.
—Fue horrible…estar en ese lugar— murmuró en voz baja y comprendí a que se refería. Su cuerpo comenzó a sacudirse y finalmente comenzó a sollozar. M e giré y
la tomé en mis brazos dejando que sacara todo su miedo y dolor.
En mi empeño por encontrar a Hana había olvidado a Keira y en que circunstancia la había encontrado. Sabía que ella era una mujer fuerte, con carácter y orgullosa
pero era tan frágil como cualquier otra persona que pasara por un secuestro tan traumático con seres que ella no conocía más que en leyendas.
La imagen de Hana en brazos de Kondrati vino a mi mente y recordé que ella también estaba con alguien mucho peor y el dolor que sentí fue más agudo e
insoportable. Abracé mas fuerte a Keira que no paraba de llorar. Aún tenía que preguntarle lo que sabía y el cómo había llegado a ser secuestrada por un grupo de
rebeldes, pero aun no.
Valya
—Debes estar bromeando— dije mirando al brujo en el marco de mi puerta vestida aún con mi ropa de dormir.
No podía creer lo que acaba de decirme el brujo sobre mi hermano y no era para menos que Theroux estuviera furioso. M arkov ya no iba a buscar a Hana
personalmente si no que iba a dejar que un grupo se dedicara a esa tarea. Y esa era la razón por la que el brujo había ido muy molesto a despertarme para pedirme me
ayuda.
—M arkov aún no ha notificado al consejo, podemos ir con ellos y solicitar su ayuda, con algunos lobos podríamos rastréalos— sugirió el brujo.
—Sí, podríamos hacerlo— concordé y a pesar que no me gustaban los lobos reconocía que podían ser de utilidad con su habilidad para rastrear.
—Bien, te espero en veinte minutos en la entrada— se despidió y se fue con paso apresurado por el pasillo.
Cuando llegué a la entrada encontré a Theroux dando órdenes al grupo de vampiros que estaban a cargo de la búsqueda. M e acerqué al grupo y esperé a que el brujo
diera las últimas indicaciones.
—¿Pensaban irse sin mi?— preguntó una voz masculina a mi lado y me giré rápidamente para toparme con un par de ojos verdes.
Estaba agradecida con verlo y después que me hubiera salvado de los lobos en el ataque mi afecto por él había aumentado.
—Claro que vendría no dejaría que Valya fuera contigo sola— bromeó apretándome más a su cuerpo.
Markov
—¿Recuerdas la vez que fuimos de compras en la 5ta avenida?—pregunté suavemente acariciando el cabello de Keira en mi regazo. Luego que finalmente se calmara
comenzamos a recordar el tiempo que estuvimos juntos el Nueva York.
—Sí, no podría olvidarlo me llevaste a ver Wicked en Brodaway— rió con la mirada perdida recordando esa noche.
—Lo sé mujer orgullosa e independiente, pero quería complacerte regalándotelo además— añadí bajando la voz. —Recuerdo lo bien que la pasamos esa noche.
Vi como su rostro se coloreó de rojo como el vestido que le había obsequiado y solté una carcajada. No podía creer que se ruborizara cada vez que hacía referencia a
esa semana que pasamos juntos en Nueva York. Keira se levanto de mi regazo visiblemente ofendida.
—Vamos, fue increíble el sexo y todo eso, no teníamos ninguna relación pero esperaba como mínimo una nota de despedida— se giró a verme y note la furia en sus
ojos. —¿Sabes lo humillante que fue buscarte en el hotel, preguntar por ti Aleksei? M e preocupé mucho y no podía hacer nada.
—Ya te he explicado mis motivos y te he pedido disculpas mas no puedo hacer para reparar tu orgullo herido— me levanté del sofá caminando hacia la ventana
detrás de mi escritorio.
La escuché ponerse de pie y caminar hacia donde me encontraba con paso fuerte.
M e moví rápidamente de mi posición en la ventana y me paré detrás de ella y antes que pudiera reaccionar la arrinconé contra una pared mientras ella soltaba un grito
por la impresión.
—Has olvidado que no soy un hombre cualquiera— murmuré en su oído pegando mi cuerpo al de ella impidiendo que se moviera. Noté como se removía para
intentar separarse de mí pero con una de mis manos tomé las suyas colocándolas sobre su cabeza y con la otra aparté el cabello en su cuello, exponiéndolo ante mí su
piel blanca y suave.
El olor y el calor de su piel delicada me tentaron como el canto de una sirena y sentí como mis colmillos descendían listos para hundirse en su garganta. Podía sentir la
sed quemar mi garganta a pesar que había tomado un par de vasos de sangre. Acerqué mi boca y lamí la curva de su cuello con delicadeza. Escuchaba el latido de su
corazón acelerado, su respiración agitada y aunque mis colmillos dolieran por hundirse en su piel algo estaba mal en lo que hacía, no era el sabor, ni el olor y tampoco la
mujer que deseaba probar.
Hana.
Ella aun seguía desaparecida y aunque mi mente me decía que no debía preocuparme más, había algo que me lo impedía y el dolor que sentía cada vez que la recordaba
me lo confirmaba. M olesto y frustrado me aparté de Keira un par de pasos pero sin alejarme de ella.
¿Por qué no podía sacármela de la cabeza? ¿Por qué tenía que recordarla? M aldita sea ella. M ás frustrado miré a Keira que se había girado a verme con los ojos
asustados.
—M aldita sea— siseé y volví a acortar la distancia entre los dos, tomándola entre mis brazos uní mis labios con los suyos. Sentí sus golpes en mi pecho y sus
movimientos para librarse de mí pero no me detuve seguí besándola duro y forcé su boca a abrirse bajo mis labios enredando mi lengua con la suya hasta que finalmente
cedió y me devolvió el beso con el mismo fervor. Pero no era suficiente…necesitaba borrar el recuerdo de Hana. Desesperado empujé su cuerpo contra la pared y bajé
mis manos a sus caderas y nuevamente los recuerdos me asaltaron cuando estuve en una posición similar con Hana la primera vez que la bese, la primera vez que probé
su sangre.
M e aparté de Keira y la miré, estaba con los labios hinchados, los ojos brillantes y la respiración agitada y me odie por ello.
—Lo siento…no puedo.
Valya
M iré hacia los dos hombres que iban al frente del auto. Dirigí mi atención a Theroux quien iba manejando uno de sus tantos autos que poseía.
—Pues que se enfade, debió acudir al consejo desde un inicio, pero por esa mujer…— Detuve mis palabras. No quería comportarme como una hermana celosa pero
esa mujer no me gustaba.
—¿A quién llamas fierecilla? ¿Eh?— repliqué cruzándome de brazos como una niña caprichosa. —M ira que accidentalmente mis uñas pueden desgarrar los sillones
de cuero de tu auto.
—Eres cruel Valya Jakov— dijo dándome una mirada en el retrovisor. —M e gusta— agregó dándome un giñó antes de regresar su atención al frente.
No pude evitar sonrojarme ante su halago. El resto del camino lo recorrimos en silencio, todos perdidos en sus pensamientos.
Llegamos al Kremlin un par de horas después cuando la actividad dentro era alta por todos los turistas que visitaban el lugar. Y los tres juntos caminamos
dirigiéndonos hacia donde se hallaba el consejo. De repente me sentí nerviosa e insegura de lo que haríamos. Una cosa era hablar con Casandra solicitando apoyo, otra
muy diferente era actuar a espaldas de mi hermano quien era el líder de los vampiros y hacerlo quedar mal frente a todo el consejo por su demora en solicitar ayuda.
—Ya no estoy muy segura de esto— confesé con pesar mirando a los dos hombres frente a mí.
—Estamos en esto juntos, todos queremos encontrar a Hana— se acercó Henry y me tomó de la mano.
—Por supuesto que está bien— aseguró Theroux. —Además, Casandra ya nos está esperando—agregó.
—Vamos— tiró suavemente mi mano Henry con una sonrisa. Suspiré y me dejé guiar.
Cuando llegamos a la sala efectivamente Casandra nos estaba esperando sentada en un cómodo sofá luciendo tan elegante como siempre.
—¡Valya, Theroux, Henry!— Nos saludó con una sonrisa y poniéndose de pie esperando a que llegáramos hasta ella.
—Tomen asiento por favor, los estaba esperando— nos indicó señalando los sofás desocupados a su lado. —Henry querido ¿Cómo has estado?— saludó al brujo
que no había soltado su mano de la mía.
—¿Qué los ha traído hasta acá? ¿El príncipe Jakov viene con ustedes?
—No, mi hermano no nos acompaña— contesté mirando a la bruja. —Hemos venido a solicitar su ayuda en algo muy delicado.
—Ha desaparecido Hana M iller hace un par de días— comencé a explicar eligiendo con cuidado mis palabras.
—Bueno si, ella…— comenté nerviosa apartando la vista de la mirada sospechosa de la bruja.
—Hace un par de días, el brujo Kondrati ataco Vladimir y secuestro a Hana— respondió Theroux por mí.
—¿Eso es cierto señorita Jakov?— preguntó la bruja haciendo distinción de mi rango utilizando mi apellido.
—No, hemos venido a solicitar el apoyo del consejo para que nos apoyen a encontrar a Hana— contestó esta vez Henry a mi lado.
—¿Qué ha hecho el príncipe Jakov?— preguntó a cambio.
—La ha intentando rastrear estos últimos dos días pero mañana el ha decidido dejar a cargo a un grupo para que se hago cargo— respondió Theroux con seriedad
dirigiéndose a la bruja.
—Y, ¿Por qué el consejo habría de realizar algo?— preguntó con indiferencia.
—Yo no he dicho eso, pero ¿Porque deberíamos hacerlo?, el príncipe Jakov ya ha asignado a un grupo de búsqueda, estoy segura que pronto la encontraran.
—Creo, mi señora que no es momento para mostrarse indiferente— contestó Theroux con la voz tensa. —Sé lo que significa perder a Hana en este momento para
usted, sin mencionar el hecho que le he dado información sobre quien esta tras los diversos ataques rebeldes.
Vi como la bruja se tensaba ante las palabras de Theroux, había dado en el punto, a pesar que Casandra se mostrara indiferente no podía negar el interés que siempre
tuvo sobre Hana.
—Una vez sea encontrada no volverá con la familia Jakov, se quedará aquí con los suyos como en un principio debió ser— determinó con seriedad.
Markov
La iba a matar.
¿Cómo era posible que mi hermana, que siempre había sido tan tranquila, obediente y mi niña consentida me desafiara recurriendo al consejo a mis espaldas? Era
consciente que se había encariñado con Hana y quería encontrarla pero ir contra mí. Estaba furioso y en cuanto la viera la iba a encerrar un par de siglos. Apreté con
fuerza el volante en mis manos y hundí el pie el acelerador a fondo. Parecía que no había suficiente velocidad para llegar más rápido. En estos momentos era cuando mas
detestaba vivir tan lejos del Kremlin.
—¿Acaso intentas matarme de un paro cardiaco?— preguntó Keira con la voz tensa.
No había querido dejarla atrás en Vladimir por lo que le pedí, no, ordené que subiera al coche conmigo para ir tras mi hermana. No contesté su pregunta pero disminuí
ligeramente la velocidad.
Había sido uno de los vampiros que no se había unido al grupo de búsqueda debido a una lesión que tenía del enfrentamiento a los lobos y de la cual no se había
recuperado, que me informó sobre los planes de Valya y los otros dos brujos. De inmediato partí hacia la ciudad para alcanzarlos.
—¿Por qué esa chica es tan importante?— preguntó con curiosidad llenando el silencio que manteníamos.
—Es la hija de un brujo que estuvo al servicio de mi padre y a la que jure proteger.
—Sí y no.
—No entiendo.
—Ella es distinta de nosotros debido a que es una hibrida, mitad humana y mitad bruja.
—Sí, pero no es frecuente es casi raro los casos que se dan, nosotros —los vampiros— somos muy reservados y preferimos el anonimato; es más frecuente que un
lobo tomé a un compañero humano y la convierta.
—Claro que no— me reí por su preocupación—, Se necesita más que un mordisco para convertir a un humano en vampiro. No es tan sencillo como lo hacen ver en
las películas.
Nos quedamos en silencio nuevamente. Y a mi mente vino el recuerdo de las dos veces que había mordido a Hana y probado su sangre. Y me pregunté si era posible
que ella se convirtiera en vampiro debido a su condición de humana aunque rápidamente deseche tal pensamiento, nuestras especies fueran brujos, vampiros, hadas o
lobos no podíamos cambiar a otra distinta y siendo ella mitad bruja y su lado más dominante no era posible que ella cambiara aún si lo intentaba y para ello debíamos
compartir tres veces sangre lo que también daría como resultado la unión completa de nuestras almas.
No debía pensar más en ello. Tenía que concentrarme en llegar al Kremlin y encontrar a mi adorada hermana que estaba junto a ese par de brujos haciéndole compañía
y en especial, a Theroux quien volvía a mostrar ese interés desmedido por Hana.
Capítulo 14
Markov
—¿Dónde está mi hermana?— pregunté molesto entrando a la sala del consejo y encontrándome con Casandra sentada cómodamente. Ella sabía que no tardaría en
venir.
—No me gustan estar repitiéndome, responde la maldita pregunta— mascullé entre dientes por su actitud.
—Y a mí no me gustan los idiotas prepotentes— replicó señalándome un sofá en una invitación para que me sentara—, Así que controla tu lengua o tendremos serios
problemas.
Quise replicar pero me obligué a calmarme, no por su amenaza, si no porque fácilmente podía perder el control y la que terminaría lamentándolo sería ella.
—Eres muy impulsivo M arkov, no sé cómo has vivido por tantos años.
—¿Por qué no nos comunicaste lo que estaba pasando?—preguntó borrando su sonrisa y adoptando su postura de mando.
—Organizaremos equipos de búsqueda con los lobos, ellos podrán rastrearla con mayor facilidad.
—¿Y qué ganaras tu con todo esto?— pregunté conociendo que tras su ayuda solicitaría algo a cambio.
—La seguridad de la chica— contestó cruzando las manos en su regazo y desviando la mirada.
—No te creo.
—Te recuerdo que ella es una bruja y por ende debe estar con los suyos— respondió con enfado en su voz.
—No voy a permitir que ella se quede contigo— siseé de mal humor incorporándome del sofá.
—No seas insensato príncipe, aquí estará mejor protegida— contestó ignorando mi enfado.
—Estoy vinculado con ella— contesté para evitar que ella siguiera insistiendo, omitiendo el detalle que Kondrati había roto nuestro vinculo, era una verdad a medias,
pero si con ello podía conservar a Hana a mi lado no me importaba ocultar ciertos detalles.
—No creo que deba aclararte como me vincule con ella—respondí con burla. Tampoco le diría en qué condiciones fue que me había vinculado con ella.
—¡No tenías derecho de hacer algo así!— exclamó furiosa poniéndose de pie con las manos en la cadera.
—No hay ninguna ley que lo prohíba, además, es algo entre ella y yo.
—¿Y cómo es posible que estando vinculado con ella no hayas podido encontrarla?— preguntó estrechando sus ojos en sospecha.
—Tampoco he podido percibir su aroma o de lo contrario ya la habría encontrado— respondí. En cierto modo era cierto pero tampoco aclaraba el porqué si estaba
vinculado con ella como decía no podía percibir su presencia.
—Theroux mencionó que era Kondrati que estaba detrás de todo esto— comentó y pude entender su pregunta no formulada, quería confirmar que era realmente él.
—Es cierto, ha sido una sorpresa descubrir que sigue vivo después de su intento fallido años atrás.
—Theroux lo debe estar pasando mal, para él debe ser difícil volver a lidiar con su padre— comentó Casandra con pesar.
No dije nada al respecto a pesar que sentía pena por él, estaba molesto por su interés tan obvio en Hana y sobre todo haber actuado a mis espaldas.
Valya
—¿Estás seguro que podemos estar aquí?— pregunté en un susurro a Henry quien estaba delante de mí.
—No, pero no perdemos nada por intentarlo— contestó tomándome de la mano y guiándome por los pasillos del Kremlin.
Las hadas eran conocidas por muchas de sus habilidades, entre ellas crear las gemas para los brujos, pero solo algunas tenían la habilidad de ver el futuro, así como
manipular el tiempo algo que estaba completamente prohibido. Por lo que Henry creía que debíamos aprovechar para visitar al hada Bingbig para que pudiera decirnos
algo sobre el paradero de Hana.
Llegando al final del pasillo y en un área restringida no me sorprendió encontrar a dos hombres lobo custodiando la entrada pero aún así sentí cierto temor al verlos y
me detuve a un par de metros.
—¿Valya?— preguntó Henry cuando apreté su mano con fuerza. —¿Estás bien?
—Yo…— miré de nuevo a los dos hombres lobo que nos miraban con interés y regrese mí vista hacia el brujo.
—Está bien, no dejare que nada te pase— aseguró con una sonrisa y los ojos brillando de determinación. M e relajé y sonreí a cambio.
Retómanos el camino y cuando pasamos junto a los dos lobos Henry me acercó a su cuerpo. Los dos guardias no dijeron nada y nos permitieron entrar. Al atravesar
la puerta entramos a un espacio completamente diferente al resto del palacio. Se notaba la influencia asiática del hada en el lugar, era elegante y con espacios abiertos con
detalles verdes como flores frescas, macetas y diversas plantas rodeando todo.
Antes de poder seguir admirando todo una chica de estatura bajo y muy mona de aproximadamente quince años apareció ofreciéndonos una sonrisa amable.
—El hada Binbing los está esperando— hablo y con un gesto de su mano nos indicó el camino que debíamos seguir.
No estaba tan sorprendida por ello, Bingbing era un hada capaz de vislumbrar el futuro y suponía que había visto cuando veníamos en su busca.
La pequeña chica nos guió en silencio hasta una enorme sala con balcón abierto con vista hacia un jardín privado.
—Pueden esperar aquí, el hada Bingbig vendrá en un momento— nos indicó señalando los sofás y salió por el jardín dejándonos solos con Henry.
Nos sentamos en silencio apreciando la vista del jardín lleno de flores, enredaderas y arboles. Todo vibraba lleno de vida. Pasaron pocos minutos antes que finalmente
escuchamos a alguien entrando en la sala. Giramos la vista los dos al mismo tiempo observando ingresar al hada vestida de blanco con un hermoso vestido hasta los
tobillos.
—El gusto es mío— saludo con cortesía llegando hasta nuestro lago y sentándose con elegancia.
—Gracias por recibirnos— dije con una sonrisa cuando Henry se sentó nuevamente a mi lado.
—Se ha que han venido— dijo el hada sin perder el tiempo, mirándome. —Pero no puedo ayudarlos.
—La chica esta oculta en las sombras y no puedo ver nada más allá— se disculpó.
Vi al hada dudar por un segundo si compartir lo que sabía con nosotros estuve aliviada cuando habló aunque no fueron precisamente lo que esperaba.
—Sí, la guerra es inminente y no veo un bando ganador. La muerte es lo único que puedo vislumbrar y la chica es la clave para evitarla.
—¿Cambio de qué?— pregunté exasperada por las respuestas vagas que nos daba.
Abrí la boca para seguir preguntando pero el sonido de pasos corriendo detuvo mis palabras. El hada pequeña que nos recibió entró apresuradamente en la estancia
dirigiéndose directamente al hada vestida de blanco frente a nosotros.
—Bingbing, en el salón del consejo…— habló atropelladamente deteniéndose cuando el hada levanto una mano para callarla.
—Respira, no queremos que te desmayes— pidió con suavidad mirando con paciencia a la chica.
—Lo siento— se disculpó avergonzada—. Hay una pelea en el salón del consejo— miró en nuestra dirección nerviosa.
Markov
Estrellé mi puño en el rostro de mi amigo logrando que trastabillara hacia atrás, cuando intentó golpearme con una bola de fuego; sentí el olor de sangre llenando la
habitación y gruñí volviendo a lanzarme contra él.
Estaba furioso y lo único en lo que pensaba era en atravesar su pecho y arrancar su corazón con mi mano. La pelea se había originado mientras aun conversaba con
Casandra. Cuando entró en el salón con paso resuelto y mirada furiosa.
—¿No deberías estar con tu mujercita, la humana?— preguntó con sorna caminando donde nos hallábamos con Casandra.
—No se lo has dicho ¿eh?— se burlo Theroux. No entendía su actitud y me estaba empezando a cansar.
—¿Cuál es tu maldito problema?— pregunté entre dientes ignorando la presencia de la bruja entre nosotros.
—Tú eres mi maldito problema— siseó furioso dirigiéndome una mirada hostil.
—¿Y se puede saber que he hecho para que olvides con quien estas tratando?
—Apenas si la conoces y estas encima de ella todo el tiempo. Jamás has demostrado real interés en una mujer y desde que la viste te comportas como un imbécil así
que, de nuevo ¿Cuál es tu maldito problema, Theroux?
—¡Ella me recuerda a mí!— gritó enfurecido con la respiración agitada fulminándome con la mirada.
—Eso es retorcido en muchas manera— dije con calma viendo como mi amigo empezaba a perder el control.
—¿De qué humana está hablando Markov?— preguntó Casandra tratando de seguir la conversación.
—Una mujer que llevo a Vladimir y que lo espera tras la puerta— respondió Theroux con malicia hacia la bruja.
Todo había pasado demasiado rápido después de eso. Theroux se había lanzado contra mí golpeándome en el abdomen. Apenas si registe el dolor y comenzamos a
luchar entre golpes, patadas. No tenía idea que había pasado con Casandra o si había llamado a los guardias.
Luchamos cuerpo a cuerpo al inicio pero vi el momento en que el brujo empezando a exasperarse utilizó su magia elemental y ataque del mismo modo utilizando mis
garras y velocidad vampírica.
Corté la piel de su brazo mientras lo lanzaba al otro extremo de la habitación donde se estrelló contra una columna que se agrietó por el impacto. M e quedé de pie con
la respiración agitada esperando el siguiente movimiento del brujo, lo observe mientras se levantaba del suelo pero adoptando una posición de ataque con las manos en
el piso.
El movimiento en pies me advirtió lo que estaba sucediendo y salté hacia atrás a tiempo para ver como el piso se hundía con rapidez; varios metros de tierra se
desplomaron creando una fosa en el lugar. Levanté la vista para ver al brujo pero ya no estaba donde anteriormente se encontraba. M iré a mi alrededor alerta y fue la
ligera brisa que me llego desde atrás que me advirtió de su presencia y gire rápidamente para estrellar mi puño en su rostro, quebrando su nariz y logrando que
trastabillara hacia atrás por el impacto; aspiré el olor a sangre que emanaba y me lancé contra el tumbándolo en el suelo; cerniéndome sobre el sentí mis colmillos
descender y mis pupilas dilatarse colocando una mano sobre su pecho hundí mis garras en su carne.
—¡M arkov!— escuché el grito de alguien. Levanté la vista y noté a mi hermana con el rostro pálido, los ojos abiertos y una mano cubriendo su boca; a su lado estaba
el brujo Henry sosteniéndola por los hombros no sé si para evitar que se desmayara o corriera hacia mí.
Parpadeé varias veces, recobrando el sentido y fue cuando empecé a ser consciente de mi entorno, en la sala habían varios lobos y brujos, no sabía si habían estado
todo ese tiempo ahí o llegaron después. Vi al hada Bingbing junto al lobo M omoa y a la par de este estaba Keira y Casandra, la primera con el horror en su expresión y
la otra con la desaprobación mezclada con la preocupación en su rostro.
El dolor estalló en mi pecho haciéndome mirar hacia abajo, donde aún estaba Theroux, quien sostenía en la mano una raíz gruesa, ancha de algún árbol que había
extraído de la fosa y que había endurecido lo suficiente con magia para atravesarme limpiamente el pecho. El líquido carmesí empezó a caer en el pecho de mi amigo y
resbaló por su brazo extendido.
El frío que sentía me hacía temblar. Intenté mover mis brazos para levantarme o abrir mis ojos pero estaban pesados los temblores siguieron sacudiéndome y gruñí
desesperado por librarme de la inmovilidad que me impedía controlar mi cuerpo. El suelo era duro y podía oler la humedad que me rodeaba, el viento azotó mi cuerpo
arremolinándose a mí alrededor y una fría lluvia empezó a caer sobre mí, sentí la temperatura descender de repente y aunque sabía que no podía morir no era agradable
congelarse hasta tal punto.
¿Estaba soñando?
De repente todo ceso, el viento, la lluvia, el suelo dejo de ser duro y poco a poco una agradable sensación de calidez se filtró en mi cuerpo calmando los temblores que
me sacudían, la luz tras mis parpados se hizo brillante y el olor de rosas llegó a mi nariz, tomé un largo respiro llenándome del agradable olor y finalmente pude abrir los
ojos. El brillante sol me hizo entrecerrar lo ojos y consciente de mi propio cuerpo me incorpore lentamente.
Tarde un segundo en reparar lo que veía. Rosas. Un jardín lleno de rosas rojas, miré hacia abajo, sintiendo la grama en la palma de mi mano. Fruncí el ceño.
M e levanté con cuidado y el viento soplo suavemente elevando el olor de las rosas caminé sin saber donde estaba pero sintiéndome en calma pero entre más caminaba
los rosales empezaban a ser menos hasta que me adentre a una espeso bosque que apenas permitía que entrara la luz del sol.
Pero sabía que debía seguir caminando, tenía el presentimiento que iba a hallar algo importante. El silencio era total solamente roto por mis pisadas al caminar, poco a
poco los arboles fueron disminuyendo y pude ver una estructura de piedra a lo lejos rodeada de ramas y sentada en una banca estaba Hana con un vestido negro que
dejaba sus hombros y parte de su espalda desnuda. M e detuve un segundo en cuanto la vi, sin poder creer que ella estuviera ahí, esto debía ser un sueño. Aún así corrí
hasta ella con el miedo que pudiera desaparecer.
—Hana— llamé cuando entre en el gazebo[13] pero ella no reaccionó ni dio muestras que me había escuchado, mantenía su rostro hacia abajo con una parte de su
cabello cubriendo su rostro. Con lentitud levantó la vista hacia mí y un escalofrió me recorrió la espalda ante su mirada vacía y el apagado color verde de sus ojos lucia.
M e miró pero sin demostrar sorpresa o reconocimiento de su parte.
—Hana— volví a intentar e inclinándome sobre ella tome su rostro con mis manos.
—¿Qué es oscuro?— pregunté intentando no sacudirla de sus hombros para que reaccionara.
—¿Te ha hecho algo? ¿Dónde estás Hana?— presioné y la vi hacer una mueca de dolor. Bajé la vista hacia su regazo y vi como de sus manos aparecían sus zarcillos
y comenzaban a enroscarse en su brazos y cubriendo su cuerpo con lentitud.
—No lo sé— respondió en voz baja y cerró los ojos con el rostro contraído por el dolor y desesperado intenté quitar los zarcillos de su cuerpo pero lo único que
conseguía era cortarme las manos con las espinas y que estas la cubrieran más rápido hasta que estuvo envuelta en espinas y dejaron de moverse. Lentamente fueron
marchitándose volviéndose café hasta que se volvieron polvo y con un soplo de aire se esparcieron dejaron el espacio vacío donde antes ella había estado sentada.
Markov
Camine entre los jardines de Vladimir sorprendido de no encontrar guardias, ni a nadie en los altos muros custodiando la entrada. Era un día nublado por lo que pude
disfrutar del día y la quietud del lugar.
M e detuve consiente que algo no se sentía bien y una sensación de dejavú asaltó mis sentido. Fruncí el ceño.
¿Seguía soñando?
A lo lejos escuche el murmullo de una voz que me resultaba familiar por lo que decidí encontrar de donde provenía. Caminé siguiendo el sendero del jardín, el
murmullo se hacía más alto y apresuré el paso. Rodeando un par de arboles pude ver a la dueña de esa voz.
Sentada en un banco estaba mi madre Zenechka, tan hermosa como la recordaba. Su belleza era abrumadora, sus ojos verdes como una gema preciosa, el largo cabello
castaño enmarcando su delicado rostro, era como la visión den un ángel y viéndola a lo lejos podía comprender por qué mi padre la adoraba con locura; pero era más que
eso, ella era una mujer decida, una guerrera con corazón de oro, justa, leal, cariñosa, era una reina.
Sentí la emoción al recordarla, nunca podría olvidarla y evitar añorarla. Ella había dado su vida para que Hana pudiera vivir, no habría esperado menos de ella pero aún
así no podía evitar sentirme furioso de su decisión, era mi madre y la adoraba.
Prestando atención y dejando de lado mis pensamientos la observé y descubrí conmocionado lo que había pasado por alto. M i madre sostenía entre sus brazos con
delicadeza un pequeño bulto rosa murmurando palabras dulces.
M iré hacia ambos lados esperando que algo apareciera para romper con el sueño o era un recuerdo. Pero antes que pudiera abrir la boca para hablar fue ella quien
levantando la vista miró entre los árboles que yo aún me encontraba de pie.
—M arkov, hijo ¿Cuándo regresaste?— preguntó con una sonrisa radiante. Abrí la boca nuevamente para responder pero no fue mi voz la que respondió.
—¿Es que acaso nunca puedo sorprenderte madre?— Fue la voz de un hombre a mi espalda la que respondió y apareció a un lado mío...era un hombre que reconocí.
Una versión de mi mismo más joven.
—Una madre siempre sabe cuándo su hijo está cerca mi cielo— Fue su respuesta hacia mi yo más joven quien se acercó a ella inclinándose dándole un beso en la
frente.
—Por nada soy el mejor guerrero si no puedo siquiera sorprender a mi propia madre— se quejó con una sonrisa mi otro yo. Sentándose a su lado dirigió una mirada
hacia el bebe que sostenía entre sus brazos.
—¿Acaso me perdí algo importante en este tiempo? ¿Ahora tengo otra hermanita?— M e escuché preguntar con buen humor acercando mi mano a la pequeña bebe y
con cuidado acariciando su rostro.
—Como si tu padre lo hubiera dejar pasar sin anunciarlo— Fue la respuesta de mi madre a mi otro yo más joven.
Atraído por la escena y la curiosidad de ver a la bebé me acerque sabiendo que ellos no me podían ver. Colocándome al lado de mi madre miré hacia abajo a la pequeña
bebe que dormía tranquila.
Escuché la risa de ellos por el comentario de mi madre acerca de mi padre y no pude evitar también sonreír con el conocimiento que eso bien podría haber sucedido si
su amada esposa hubiera tenido otra hija.
—Su padre los adora, M arkov— comentó mi madre y aparté la vista de la bebe para observarla.
—Y él te adora con su vida— respondió mí otra versión. —¿Pero aun no me has contestado? ¿Si no es mi nueva hermanita, quien es ella?
—¿Alguien sabe de ella? Si los rebeldes se enteran de su existencia…— dijo el vampiro y supe lo que estaba pensando.
—No, Rachel estuvo aquí todo el embarazo bajo nuestro intenso cuidado y nadie tiene idea de quién es hija esta bebé. Solo tu padre y ahora tu lo saben. La próxima
semana iremos al Kremlin a presentarla ante el consejo.
¡Esto no es posible! ¿Yo había conocido a Hana cuando era una recién nacida? ¿Por qué no podía recordar esto?
M iré casi con fascinación como mi versión joven tomaba a la bebe de los brazos de mi madre acomodándola en los míos.
—Hola pequeña flor— saludó el vampiro y para mi deleite la pequeña Hana abrió sus ojos. Esos que yo conocía tan bien. Del color verde más brillante que había
visto.
—¿Pequeña flor?— preguntó mi madre y con mi vista clavada en la bebe al igual que mi otra versión supe que ella estaba sonriendo.
—Hana, su nombre en japonés significa flor— aclaró el vampiro sin quitar su vista de la bebe que sostenía.
—Creo que alguien se enamoró a primera vista— comentó mi madre con alegría. Alcé mi vista hacia mi madre sorprendido por esa declaración miré hacia mi versión
joven quien mostraba la misma consternación por esas palabras. Lo vi sonreír y abrir la boca para hablar pero lo que fuera a decir quedó ahogado por el intenso grito que
salió de mi boca.
El intenso dolor en mi pecho me hizo consiente que estaba despierto y lo que había vivido era únicamente un sueño. Apreté los labios en un intento de no
ridiculizarme a mí mismo con mis gritos.
—No se mueva príncipe Jakov— ordenó una voz femenina en medio de mi dolor y aunque no me gustaba recibir imposiciones tuve que obedecer para evitar hacerme
más daño.
—Es una fortuna que no sea humano porque con la velocidad con la que su corazón está palpitando probablemente ya hubiera tenido un paro cardíaco— identifiqué
la voz femenina de inmediato al notar la risa en su tono.
—M aldita hada ¿Qué mierda fue eso?— pregunté con la voz ronca, abrí los ojos buscándola, no tarde mucho en localizarla Bingbig estaba sentada en una cómoda silla
mirándome con diversión.
—No te esfuerces en agradecerme—replicó con sarcasmo cuando le dirigí una mirada de molestia.
—No te estoy agradeciendo ¿Qué hiciste?— murmuré y con cuidado me incorporé de la cama y mirando hacia abajo noté la venda en mi pecho.
—Ayudarte— respondió.
—¿Qué paso?— pregunté interesado en saber que había sucedido luego del enfrentamiento con Theroux.
—Perdiste la conciencia.
—Voy a matar a Theroux— murmuré con amargura en voz baja apretando las manos. —¿Cuántas horas han pasado desde que perdí la conciencia?
Ese bastardo.
—¿Qué es lo que sabes?— La cuestioné conociendo su tendencia a ocultar información para evitar, según ella, “influenciar las decisiones”
—No estoy segura— contestó con cautela. —La chica está en peligro y para cuando la encontremos puede ser muy tarde.
—Solamente sé que está en peligro— afirmó de nuevo. Pero la conocía muy bien y sabia que algo no me estaba diciendo.
—Joder — me quejé recostando mi espalda contra el cabecero de la cama. —¿Tenía que estacarme en el pecho?— pregunté molesto.
El cuerpo robusto del hombre lobo M omoa entró sin solicitar antes permiso y con una enorme sonrisa en su rostro moreno.
—Es una vergüenza que cayeras en la trampa M arkov— se burló caminando hasta colocarse dentro del hada.
—¿Quieres pelea lobo? Porque lo conseguirás— respondí mostrándole los colmillos en desafío.
—Nah, me divierte más ver como dos niños intentan arrancarse la piel— se burló haciendo referencia a la pelea con el brujo.
—Sera mejor que me vaya antes que se pongan pesados— dijo el hada poniéndose de pie y dándole una sonrisa al lobo detrás de ella quien a pesar de ser más grande
que ella y más robusto alzo una de sus manos y con mucho cuidado tomo su rostro y agachándose lo suficiente beso su mejilla con cariño.
—Váyanse a hacer arrumacos a otro lado— protesté con la intención de molestar al hombre lobo.
—¿Celoso colmilludo?
—Los veo luego caballeros, compórtense— dijo el hada como despedida con una sonrisa.
—¿Qué noticias tienes?— pregunté cuando finalmente estuvimos solos y el hombre tomo asiento en el sofá individual que el hada había ocupado antes.
—Ninguna, es como si se la hubiera tragado la tierra. No hay rastro, hemos hecho algunas preguntas pero nadie sabe nada.
—No lo creo, sé que está aquí. Ese desgraciado no debe estar lejos pero ha podido ocultarse muy bien.
—Si—respondió lentamente y nos quedamos en silencio por un momento hasta que el volvió a hablar.
—Sí.
—¿Y cómo es posible que no la hayas podido encontrar?— cuestionó mas por curiosidad que sospecha.
—No lo sé, es igual con su aroma, cuando desapareció no había rastro en el aire y es lo que más me sorprende ella tenía mi marca— contesté de mal humor y vi como
el lobo alzo su ceja por la información que revele pero fue lo suficiente inteligente y discreto para no revelar sus pensamiento al hecho que me hubiera acostado con la
semi-bruja.
Nos quedamos en silencio ambos perdidos en nuestros pensamientos, pero había algo que deseaba preguntarle, siendo nuestra naturaleza posesiva muy parecida tuve
la confianza de hablar.
M omoa me miró entendiendo a lo que me refería. Sabía que él, tiempo atrás había renegado aceptar a su compañera al inicio.
—¿Valió la pena?
—Cada maldito segundo ha valido la pena— respondió con una sonrisa satisfecha. —La encontraremos colmilludo— prometió con la determinación en su voz
poniéndose de pie y dejándome solo en la habitación con mis pensamientos.
Dos días más pasaron antes que finalmente el dolor en mi pecho desapareciera y pudiera unirme en la búsqueda en la que todos estaban participando por las noches.
No había visto a Theroux en ningún momento ni tampoco a mi hermana y al otro brujo pero sabía por los informes que pedía que los brujos hacían búsquedas por la
mañana junto a mi hermana, cosa que no me agradaba pero no podía borrar el rostro horrorizado de Valya de mi mente cuando me vio fuera de control y por otro lado el
sueño tan perturbador donde estuve con Hana en ese bosque junto al recuerdo perdido de mi madre y la bebe ¿Sería realmente un recuerdo? ¿O era alguna manipulación
del hada? No estaba seguro de realmente querer saber que significaba todo ello pero tampoco podía quitármelo de la cabeza; era un recordatorio constante que me hacía
sentirme culpable y no entendía el porqué.
Lo único que podía salvar de toda la situación era la presencia de Keira que me acompañaba en algunas mañanas cuando tenía tiempo libre, ella no había mencionado
el incidente de la lucha con el brujo y lo agradecía no estaba de humor para responder preguntas al respecto. Tampoco estaba seguro de que hacer con ella, era la única
persona que me hacía olvidar la realidad en la que me encontraba. Conversábamos, bromeábamos y era como si los cinco años que nos habíamos separado nunca
hubieran existido, pero nunca volví a besarla o tocarla de otra manera como en esa ocasión en la biblioteca de Vladimir donde estuve a punto de morderla.
Había algo más que no dejaba de rondarme en la mente ¿Cómo fue que llego hasta acá? ¿Cómo termino secuestrada por los rebeldes? Y lo más importante ¿Qué era lo
que ella sabía sobre lo que estaban haciendo? Sabía que estaba haciendo mal al no preguntarle y exigir explicaciones pero no quería que mi humor empeorara con sus
respuestas ni tampoco tener que presidir de su compañía.
Y fue después de quince días desde la desaparición de Hana que tuvimos noticias de su posible paradero aun cuando no fueron noticias agradables.
—¿Estás seguro de lo que estás diciendo?— pregunté furioso al vampiro que estaba frente al consejo dando el informe que tanto habíamos esperado.
—No señor, la seguimos pero era muy rápida y logró escabullirse entre las calles.
—Bien, ya tenemos la primera pista de nuestra desaparecida— dijo el lobo y con la mano le pidió salir de la sala al vampiro al que estaba a punto de lanzarme.
—¡M aldita sea! Estábamos cerca de encontrarla ¿Cómo pudieron perderla?— exclamé y poniéndome de pie furioso empecé a caminar de un lado a otro.
—Lo importante es que finalmente la encontramos— fue la voz de Casandra que me hizo detenerme y me giré a verla con el ceño fruncido.
—No creas que dejare que te quedes con ella una vez la encontremos, ella es mía.
—¡Suficiente!— fue Bingbing que interrumpió la respuesta de Casandra quien solo se me quedo viendo con una expresión feroz y sonreí para exasperarla más.
—¡Dios mío! Ustedes dos, compórtense. Parecen niños peleando por un juguete y estamos hablando de una persona, que no se les olvide; lo primero es encontrar a
Hana— Nos reprendió el hada poniéndose de pie mientras hablaba y colocando las manos en su cadera para parecer más amenazante. Solamente logró que la sala se
quedara en silencio con todos observándola.
—¡Bien!— Dijo Casandra y se cruzo de brazos en su asiento lo que provocó que todos nos pusiéramos a reír. Aún a pesar de nuestras diferencias teníamos una
amistad un tanto extraña entre nosotros, pero éramos los líderes que estaban a cargo de nuestras especies y estábamos unidos en las buenas y las malas tal como habían
hecho nuestros padres en su momento.
—¡A tu izquierda M arkov!— Fue el grito de advertencia de Theroux que estaba a unos metros mío luchando con un hombre lobo.
Finalmente habíamos logrado capturar a un rebelde que nos indicó el lugar donde se mantenía el brujo Kondrati junto a una chica. Reunimos un grupo de brujos,
vampiros y hombres lobos esa misma noche que ahora se encargaban de rastrear el área. Era un pequeño pueblo a cinco horas de la capital rodeado de montañas donde
fácilmente podían haberse ocultado todo este tiempo, la pelea se originó en una cabaña que estaba alejada de la villa del pueblo y donde fuimos emboscados. Era
evidente que nos estaban esperando y eso nos daba la seguridad que estaríamos cerca de encontrar a Hana.
Giré a mi izquierda para detener a tiempo a un vampiro que se abalanzaba con las garras extendidas, me moví rápidamente para esquivarlo y colocándome detrás del
vampiro rebelde arranque la cabeza en un solo movimiento dejando caer la cabeza a un lado.
Fue el viento que sopló en mi dirección que pude percibir el olor de flores en el aire y dirigí mi atención hacia donde provenía el olor y me lancé a correr con el
presentimiento que era ella.
—¡M arkov!— gritó M omoa a mi espalda pero no me detuve y con mayor determinación que antes mate a los rebeldes que se ponían en mi camino. M e adentré en el
bosque esquivando ramas, troncos caídos y raíces sin dejar de seguir el rastro de olor que era el único que se percibía en el aire.
Y a pesar de la oscuridad que rodeaba el bosque podía ver con claridad y la sensación de dejavú me golpeó fuerte mientras más avanzaba y dejaba de escuchar los
signos de pelea atrás. Ahora podía estar seguro hacia donde me dirigía y me reprendí al no prestar más atención al sueño donde me encontré con Hana y a lo lejos pude
divisar una estructura de piedras donde estaba seguro la encontraría. El pecho me dolió al recodar que habíamos perdido nuestro vínculo y que estaba muy cerca de
recuperarlo.
Pero lo que encontré me hizo detenerme de golpe a varios metros estaba la misma estructura de piedra y en el gazebo estaba la figura masculina de Kondrati vestido
elegantemente de negro sentado en el mismo lugar donde había visto a Hana en el sueño; pero lo peor fue encontrarla ella en esta ocasión de pie con el mismo vestido
negro que dejaba al descubierto sus brazos, hombros y espalda a solo unos pasos del brujo. El cabello estaba suelto y como en el sueño le cubría el rostro que mantenía
hacia abajo por lo que no podía saber si había algo en su expresión que me dijera si se encontraba bien. Era como si hubieran estado esperando nuestra llegada.
—¡Príncipe Jakov! Creíamos que no vendría—saludó Kondrati con alegría mientras se levantaba de la banca.
—¡Suéltala!— gruñí sin despegar mi vista de Hana que seguía de pie en silencio.
—Claro, no esperaba más— contestó con fingida amabilidad, se acercó a Hana que al notar su presencia cerca levantó el rostro y lo que vi me dejó sin respiración.
Su mirada era vacía sin mostrar ninguna expresión en su rostro. El brujo colocó una mano a un lado de su cuello e inclinando su rostro hacia ella depósito un beso en
sus labios que me hizo gruñir y dar un paso adelante para separarlos.
—¡Fue divertido Hana! Es todo tuyo cariño— Se separó de ella y clavé mi vista en el brujo que con una sonrisa desapareció en una niebla negra dejándonos solos en
medio del bosque.
—Hana, ¿Estás bien?— pregunté luego de un tenso silencio y al no notar alguna reacción de su parte.
Ella giró su cuerpo en mi dirección con lentitud pero cuando la brisa sopló removiendo su cabello dejó al descubierto una marca negra en su cuello. Con sus ojos
verdes apagados me atravesó con la mirada. No me reconocía, de eso podía estar seguro.
—¿Qué mierda te hizo ese bastardo?— gruñí acercándome en grandes zancada hacia ella ignorando mi sentido de precaución.
Antes de poder siquiera acercarme lo suficiente, fui empujado hacia atrás sin saber exactamente qué fue lo que me golpeó. M e intenté incorporar del suelo para
defenderme del ataque pero varias raíces de arboles se enredaron en mi extremidades con fuerza clavándome en el suelo. Y escuché la risa femenina a unos pasos de mi,
levante la cabeza para ver a Hana con una sonrisa mirándome.
—El no me hizo nada más que enseñarme a defenderme de tipos como tú— Su voz era suave y tranquila pero notaba el borde afilado de rencor en ella.
No había peleado por siglos para ser atrapado por una malditas raíces, ignoré la oleada de satisfacción por el hecho que fuera Hana, quien había de algún modo
aprendido a manejar su magia elemental tierra en apenas unos días cuando antes no sabía hacerlo sin ponerse a temblar.
Había algo oscuro en esa Hana que me enfrentaba que me gustaba aunque no era el momento para admitirlo, ella estaba bajo algún tipo de trance en el Kondrati la
había puesto.
—Los tipos como yo tenemos más experiencia en esto más que tú, aún cuando hayas aprendido a luchar en unos días— contesté desde el suelo y ejerciendo fuerza
logré romper las ataduras que me mantenían al suelo, me incorporé con rapidez. Noté el asombro en su rostro seguido de la furia.
M e moví rápidamente para poder colocarme detrás de ella y apresarla, pero fue igual de rápida que yo al reaccionar y moverse con la misma rapidez para voltearse y
darme un puñetazo en el rostro. Nunca en mi vida había golpeado a una mujer y nunca una me había golpeado como ella, algo que me hizo dar un par de pasos atrás por
el golpe y la impresión. Volví a intentar agarrarla pero la supuesta pelea se convirtió en una especie de danza donde ella intentaba golpearme y yo únicamente esquivaba
los golpes.
Cansado de toda esa ridícula pelea giré mi pierna para hacer un barrido bajo pero reaccionó nuevamente con rapidez arqueando su cuerpo y saltando a tiempo hacia
atrás en un movimiento fluido que me sorprendió. De verdad, me estaba dando un reto al tratar reducirla; cuando estuvo de pie y en equilibrio me dio una sonrisa
arrogante que le devolví con gusto.
Volvió a arrojarse hacia adelante y con una sonrisa la esquivé nuevamente. Noté que empezaba a exasperarse y finalmente hizo uso de sus zarcillos que se extendieron
en su mano izquierda adivinando su movimiento me moví dejándome atrapar, las espinas se clavaron en mis brazos y evité una mueca por el dolor que provocaron.
Tomé con las manos los largos zarcillos que se mantenían extendidos entre nosotros y jalé con fuerza para atraer su cuerpo contra el mío y que apresé con las dos
brazos, sin importarme si la lastimaría o no.
—¡Suéltame!— gruñó removiéndose de mi agarre pero ya furioso empujé su cuerpo con fuerza hacia un árbol que estaba cerca logrando que su cabeza rebotara contra
el tronco.
Pude escuchar el sonido de alguien acercándose rápidamente por lo que decidí terminar esto de una vez, la miré detenidamente con nuestros rostros cerca y viendo su
mirada vacía.
—¿Qué mierda te hizo Hana?— pregunté furioso zarandeándola y fue en ese momento que algo cambió en su mirada, fue como si ella finalmente reaccionara.
Parpadeó un par de veces antes de enfocar su mirada en mí y verme confundida primero y al par de segundos furiosa.
—¿De qué estás hablando?— pregunté confundido por ese arranque de furia y aflojé mi agarre sobre ella lo suficiente, que no me di cuenta que los zarcillos habían
desaparecido de mis brazos.
—¡M átame! Eso es lo que quieres, ¿no es así? Vamos, hazlo. M i vida por la de tu madre— habló entre dientes y tomando una de mis manos la colocó en su cuello
desafiándome.
M e quedé aturdido ante sus palabras. Así que ahora lo sabía. Bajé mí vista de su rostro hacia mi mano en su cuello y apreté ligeramente al ver de cerca la marca negra.
Apreté su cuerpo contra el árbol con el mío, sosteniéndola entre mis brazos me incliné hacia su cuello con la intención de borrar esa marca maldita.
Hana grito cuando hundí mis colmillos en su piel y de nuevo el dulce sabor de su sangre estalló dentro de mi boca. Apreté más su cuerpo y bebí de ella sediento.
—¡Detente!— gritó Hana asustada e intentó empujarme pero sus esfuerzos eran inútiles. Aún seguía sediento de su sangre pero debía hacer algo antes por lo que
separándome un poco de ella llevé mi muñeca a mis labios y con la vista clavada en ella que se hallaba con los ojos cerrados y la cabeza inclinada hacia atrás, mordí,
hundiendo mis colmillos degustando mi propio sabor. Con mi cuerpo aún presionado contra ella aproveche el momento y su posición para bajar mi rostro hacia el suyo
y besar sus labios. Ella abrió sus ojos sorprendida entreabriendo su boca lo suficiente para permitirme deslizar mi lengua dentro y hacerla probar mi sangre.
Forcejeó para evitar el contacto pero resistí sus movimientos y no le quedó otra que tragar el líquido carmesí en su boca. M e separé de ella observando como un hilo
rojo se deslizo por la comisura de sus labios hacia su barbilla. Hana me miró con los ojos abiertos y sonreí satisfecho cuando miré nuevamente hacia su cuello y la marca
negra había desaparecido.
Estaba nuevamente vinculado con ella y me aseguraría que esta vez nada ni nadie me separara de ella.
Capítulo 16
Hana
—¿Por qué hiciste eso?— grité enfurecida sintiendo el sabor metálico en mi lengua. Golpeé su pecho con los puños cerrados descargando todo lo que sentía:
confusión, miedo, ira, tristeza.
—¡Basta!— gruñó el vampiro tomándome de las muñecas para impedir mis golpes.
—¡Aquí!— gritó el vampiro mirando sobre su hombro y aproveché su descuido para empujarlo, no quería estar cerca de él.
—¡M ierda!— maldijo por la sorpresa de mi golpe y me miró con una mezcla de enojo y asombro. Yo también estaba asombrada por la fuerza que ahora poseía.
—¿La encontraste?— reconocí la voz de inmediato al mismo tiempo que M arkov se giraba dejándome ver al hombre de cabello rebelde y ojos castaños que me miraba
fijamente.
—¡Theroux!— grité emocionada casi al borde las lagrimas y corrí hacia él o al menos lo intenté porque sin haber dado apenas unos pasos fui retenida desde atrás por
un par de brazos fuertes y sentí el contacto cálido de un par de dedos en mi nuca y todo se disolvió a mi alrededor.
—¡Deben salir de aquí han tomado el castillo! ¡No podre contenerlos por mucho tiempo!— gritó un hombre alto vestido de negro, sus ojos azules brillaban con
furia mientras con una mano sostenía la afilada espada cercenando a todo aquel que se les acercara y con la otra hacía gala de sus poderes manipulando los
elementos de la tierra a su alrededor.
—¡No me iré sin ti Sergei!— gritó el rey vampiro jadeando por el esfuerzo que hacia al quitarse de encima a dos hombres lobos, levantando la vista observo a su
mejor amigo y protector cortar con un movimiento la cabeza de los lobos. Sin detenerse se puso frente al hombre en el suelo y alzando sus manos con un par de
movimientos la tierra tembló bajo sus pies y un muro de roca y tierra se irguió frente a ellos separándolos de los rebeldes que con fuertes golpes la intentaban
derrumbar.
El brujo se dio la vuelta mirando a sus dos más queridos amigos, los soberanos vampiros que habían estado apoyándolo a él y su esposa frente al consejo y
brindándole un lugar seguro para que su mujer diera a luz a su hija. Era su deber protegerlos; tiempo atrás fue honrado con el grado de protector de la familia Jakov
pero más allá del honor y el deber sabía que era lo que tenía que hacer, les debía su vida. Era evidente que había una revolución en el mundo humano y que lo que más
temían había sucedido los rebeldes habían alzado las armas contra aquellos que según creían los privaba de su libertad y su derecho a gobernar sobre aquellos que
temían y se creían superiores: los humanos; y a los que la realeza protegía con ahincó.
Miró con pesar a sus amigos y lo que más le dolía era no poder ver una vez más a su amada esposa y su preciosa hija recién nacida. Pero tenía que darles una
oportunidad para salir de ahí, el haría lo que fuera por aquellos que mas amaba, el daría su vida por su familia.
—Deben salir de aquí, yo los detendré todo el tiempo que pueda— Su voz era firme, autoritaria sin lugar a discusión. Vio que Zenechka abría la boca para replicar
pero hablo antes que dijera algo.
—Juraron proteger a mi familia, cumplan con su palabra y saquen a mi esposa e hija de aquí.
—Pero…— La voz de la vampira delataba su dolor. Se sentía dividida, tenía a su amigo de toda la vida exigiéndoles cumplir su juramento pero no quería dejarlo a
su suerte con los rebeldes del otro lado del muro. Ella no era conocida por ser una cobarde y estaba dispuesta a caer en batalla junto a los suyos.
—Ve lubov moya[14]— Fue la voz del vampiro que la hizo apartar la vista de su amigo para dirigirla a su esposo que la miraba con una mezcla de amor, pena y
orgullo. La vampira sintió un nudo en la garganta por las lágrimas. Las personas en esa habitación sabían que era una despedida.
—Asegúrate que la pequeña Hana este a salvo, haz lo que debas hacer— Y acercándose a la hermosa mujer, con cuidado y ternura coloco su mano libre en su nuca
besando su frente con amor.
La vampira se trago sus lágrimas y levantando el rostro a su amado le sonrió con burla aligerando la situación.
—No me atrevería— dijo el hombre levantando las manos con una sonrisa cariñosa viendo a su mujer con los ojos llorosos pero demostrando esa valentía y coraje
que el tanto amaba en ella. Esa era su reina, su esposa, su mejor amiga, su cómplice, su amante y la madre de sus hijos.
—Cuídate y recuerda que a donde vayas yo te seguiré— murmuró en voz baja recordándole la promesa que hicieron al unirse para la eternidad. Besó sus labios
con suavidad y viendo a sus brillantes ojos verdes donde tantas veces se había perdido y que reflejaban su profundo amor hacia ella, con pesar se separó de ella
sabiendo que pasara lo que pasara la seguiría hasta el fin del mundo.
Su amada esposa le dio una brillante sonrisa mientras una lágrima traicionera recorría su hermoso rostro y daba un par de pasos hacia atrás. Y dirigiendo la vista
hacia el hombre que estaba en silencio detrás el vampiro le sonrió y antes de salir grito.
—¡Patéenles el culo o cuando los vea lo hare yo!— Y con esas palabras, una última mirada hacia su amigo y su amado salió corriendo en busca de la mujer
humana y la hija a quien juro proteger con su vida.
—Bueno mi amigo, no se tu, pero yo no deseo que mi mujer nos pateé el culo así que vamos a demostrarles a esos rebeldes la salida.
—Me parece un buen plan mi amigo— sonrió el brujo hacia el vampiro a su lado.
Desperté con una sensación de ahogo en el pecho y jadeé con fuerza. M e senté y coloqué una mano sobre mi corazón que latía con ímpetu en mi pecho en medio de
la oscuridad.
—¡M ierda!— grité y giré mi cabeza hacia donde había provenido la voz.
Una luz tenue fue encendida a un costado mío que iluminó la habitación antes oscura. Tuve que parpadear un par de veces para que mis ojos se acostumbraran a la
iluminación.
—¡M arkov!— exclamé al verlo de pie cerca de la cama donde me hallaba sentada. M iré a mi alrededor notando que estaba en una habitación muy opulenta.
—En el Kremlim.
—¿Qué…?— pregunté pero me detuve cuando el recuerdo de que él nuevamente me había mordido en contra de mi voluntad. Una vez había sido suficiente, sentí
como mi piel se calentaba por la ira que empezaba a sentir.
Se movió con rapidez tumbándome en la cama y subiéndose a horcajadas sobre mí. Luché contra él en un intento de apararlo de mi pero él era más fuerte y me retuvo
con eficacia sosteniendo mis manos sobre mi cabeza con sus manos.
—Quieta— murmuró con voz suave y como una autónoma obedecí dejando de luchar contra él.
—¿Qué es lo que recuerdas?— preguntó con la misma voz calmada sin apartar su mirada de la mía.
—Yo…— susurré tratando de hacer memoria. —No lo sé— dije finalmente mirándolo asustada.
—¿No lo sabes o no quieres decirlo?— cuestionó pero noté el borde afilado en su voz.
—¡Contesta la maldita pregunta!— exclamó y apretó su agarre en mis muñecas e hice una mueca de dolor.
—Ya te lo dije, no lo sé— contesté entre dientes dirigiéndole una mirada de odio.
Abrí la boca para poder respirar tomando grandes bocanadas de aire. Escuchaba el ritmo de mi corazón en mis oídos tronando como un tambor mientras intentaba
quitar al vampiro encima de mí. Sentía mi piel hormiguear y los bordes de mi visión se oscurecieron y la ira se construyó en mi pecho buscando liberarse de algún modo.
El estruendo de vidrio rompiendo fue ensordecedor e hice una mueca cuando el aire frío de la noche se coló en la habitación pero el peso del cuerpo encima de mi
desapareció. Desorientada rodé en la cama hacia el piso, caí golpeándome la mandíbula y probé el metálico sabor de la sangre en mi boca. Veía la habitación girar a mí
alrededor y escuchaba los sonidos amortiguados, como si estuviera bajo el agua.
Un par de manos se posaron en mis hombros pero fueron retiradas de inmediato y levanté la vista borrosa para ver a Henry luchando con un par de enredaderas que
en un movimiento de su mano estallaron en llamas convirtiéndose en ceniza. Podía ver a mi amigo mover la boca intentando decir algo pero no escuchaba más que mi
propia respiración forzada y el latir de mi corazón.
—...Hana, soy Henry, tu amigo. Calmante, nadie te hará daño— Escuché sus palabras viéndolo levantar las manos frente a él.
—Sí, Hana— Se acercó lentamente como si temiera que lo atacara y fue cuando me di cuenta que estaba agazapada en posición defensiva a un lado de la cama.
Parpadeé un par de veces confundida mientras mi visión se aclaraba y los sonidos llegaron a mis oídos.
La habitación estaba destrozada, los ventanas quebradas donde varias ramas habían entrado en la habitación y en el marco de la puerta habían varias hombres armados
mirándome listos para atacar.
—No la toques— Fue el gruñido de M arkov que me hizo desviar la vista hacia mi mejor amigo que se había acercado para tocarme y ante la voz del vampiro se
detuvo, miré hacia M arkov que en un par de zancadas estuvo a mi lado y tomándome en brazos me sentó en la cama llena de hojas y ramas que se empezaron a
desintegrar así como el resto de las enredaderas que cruzaban la habitación.
—¡Ahora!— ordenó el vampiro en tono amenazante y fruncí el ceño hacia él, desvié la mirada para ver a mi amigo con la mandíbula apretada, me dio una mirada de
disculpa y salió de la habitación junto al resto de hombres armados.
—¿Qué te pasa a ti?— espeté furiosa quitando sus manos de mis hombros, degustando aun el sabor metálico en mi boca.
—Lo que acabas de hacer, ¿Puedes recordar como lo hiciste?—preguntó volviendo a dirigir sus ojos hacia mí.
—¡Vamos!— M e ordenó tomándome de la mano me puso de pie y me arrastro fuera de la habitación apenas dándome tiempo para colocarme un par de zapatos.
Silencio.
M e detuve en medio del pasillo y me solté de su agarre cuando reconocí el largo pasillo. Había estado ahí la primera vez que estuve en ese lugar, la sala del consejo.
—No hasta que me digas que está sucediendo— clavé los pies en el piso tirando de mi mano para liberarla de su agarre.
—¡No!— Dije con vehemencia y para hacer énfasis liberé mi mano de la suya apartándome de él.
Jadeé ante la amenaza en su voz y volví a sentir mi piel hormiguear mientras lo miraba con los ojos abiertos.
Preguntó alguien detrás de mí y me giré para ver a una mujer que recordaba en mi primera visita, era la mujer asiática.
—¿Hana?— Se acercó con una sonrisa ignorando el gruñido del vampiro. —Creo que no me recuerdas soy el hada Bingbing.
—No seas aguafiestas M arkov, quita esa cara de amargado— Y entrelazando mi brazo con el suyo me guío dentro de la sala dejando atrás a un malhumorado
vampiro.
Forcé una sonrisa recordando que tenia dientes muy afilados y que si dolían. No entendía que estaba sucediendo, primero despertaba, el vampiro me cuestionaba, lo
sucedido en la habitación y ahora esto.
M iré al frente y reconocí a las otras dos personas. Habían estado la primera vez también que estuve ahí.
—M uy bien gente, será mejor que quiten esas caras amargados o van a asustar a Hana— pidió el hada a mi lado. Se detuvo cuando estuvimos cerca de las sillas y me
soltó para dirigirse a su lugar.
—Bienvenida de regreso Hana— saludó la bruja con una inclinación de su cabeza en mi dirección pero sin sonreír ni mostrar simpatía.
—Hana, ¿sabes la razón por la que estás aquí?— cuestionó la bruja con seriedad.
—No estoy segura— M iré hacia los lados esperando ver al vampiro a mi lado.
—Nos gustaría que nos contaras que fue lo que sucedió todo este tiempo que estuviste con Kondrati— escuché la voz del vampiro en el frente y lo hallé sentado al
lado de la bruja.
—No, lo último que recuerdo es estar en luchando en Vladimir cuando apareció el brujo.
—Interesante— meditó la bruja. —¿Y puedes decirnos como estas vinculada con el príncipe Jakov?
¿Vinculada?
La palabra de algún modo me era familiar aunque no podía decir que significaba. ¿Vinculada con el príncipe Jakov? M iré a la bruja sin saber cómo responder a su
pregunta.
—Eso no es algo que sea tenga que ver contigo Casandra— replicó el vampiro salvándome de decir algo.
Y aunque no sabía de qué estaban hablando, algo dentro de mí me decía que no debía comentar nada.
Observé al hada incrédula, era imposible que tuviera conocimiento de ello si acaba de suceder hacia poco. M iré hacia el vampiro en busca de ayuda y él solo me hizo
un gesto con la mano para animarme a hablar.
—M e enoje y reaccioné— respondí mordiéndome el labio nerviosa y mirando al vampiro quien curiosamente se había levantado de su asiento quedándose de pie.
—Si— respondí lanzándole una mirada a M arkov. Hubo un intercambio de miradas entre Casandra y el hombre moreno. Antes de poder reaccionar la bruja hizo un
movimiento de cabeza y de la nada un hombre se colocó a mi lado tumbándome al suelo y golpeándome la cabeza en el proceso.
Apenas si podía orientarme por el golpe cuando fui nuevamente levantada del suelo y colocada detrás de una ancha espalda. M arkov.
—No la toques— gruñó el vampiro al hombre que sostenía por el cuello con una mano, para luego lanzarlo hacia el otro lado de la habitación.
—Fue un error venir aquí— gruñó el vampiro a las tres personas frente a nosotros.
—Calmémonos, todos— pidió el hada mirando a cada persona en la sala poniéndose de pie. —No vamos a juzgar ni condenar a nadie aquí— dijo mirando hacia
M arkov quien seguía manteniéndome detrás de él.
—Vamos a hablar con calma, ¿sí?— continuó el hada. —Lo primero que sabemos es que Hana no tiene ningún recuerdo sobre el tiempo que estuvo secuestrada, ¿Es
así Hana?— preguntó esta vez mirando hacia mí.
—Posiblemente sea mi culpa— contestó el vampiro y lo miré asombrada de su admisión. —La provoqué para que me digiera lo que sabía de Kondrati.
—Creía que estaba mintiendo y que acorralarla era lo mejor— admitió sin demostrar arrepentimiento en su voz.
—¿Qué es?— preguntó esta vez la bruja que había permanecido en silencio.
—Cuando me atacó— se detuvo y giró su cabeza para verme. —Apareció una marca en su cuello.
—¿M arca? ¿Qué clase de marca?— preguntó el hombre moreno curioso.
—¿Sello de qué?— pregunté cuando nadie dijo nada luego de esas palabras.
—¿Y cómo fue que rompiste el sello?— preguntó la bruja al vampiro. Todos ignorando mi pregunta.
—¡Alto!— pedí en voz alta exasperada que me ignoraran. —,Todos paren por un segundo de hablar— dije dando un paso al frente y colocarme a un lado entre ellos,
viendo al vampiro y las otras tres personas en las sillas.
—¿Alguien puede explicar de que están hablando; vínculos, marcas, sellos y maldiciones?— pregunté mirándolos con el ceño fruncido.
—Un momento, ¿no sabes que estás vinculada con M arkov?— cuestionó el hada incrédula.
—Empezando por ahí, sé que es algo importante pero no se qué significa— dije complacida de que finalmente alguien me tomara en cuenta.
M iré al vampiro que estaba apretando los labios en una mueca obstinada. Aún sí no respondió.
—Estar vinculada con una persona— explicó el hada con un suspiro dirigiéndose a mí. —Significa que tu alma esta unida con la otra persona.
—¿Qué?— pregunté y rápidamente giré mi rostro hacia el vampiro. —¿Estoy unida a él?
—La primera vez fue para salvarte la vida —explicó y supe que se refería a la vez que casi me mata desangrada. —Pero Kondrati fue capaz de romper ese vínculo
antes de llevarte con él.
—Así que fue eso— hablé en voz alta, mas para mí misma, recordando el intenso dolor que había sentido cuando había atravesado mi pecho. Sentí una lejana
sensación de pérdida que no podía explicar.
—Sí y esta noche cuando te hallamos estabas bajo el influjo del brujo por lo que volví a vincularme contigo para romper ese control.
—¿Tan rápido quieres deshacerte de mí?— cuestionó el vampiro con sarcasmo. —Pero no, no se puede romper nuestro vinculo— agregó al final respondiendo mi
pregunta.
—Intercambios de sangre, se necesitan tres para que quedemos completamente unidos, cuando eso sucede se le llama unión de almas debido a que están entrelazadas
en una sola y cuando uno de los dos fallece la otra persona lo sigue inmediatamente.
—Necesito sentarme por un momento— murmuré aturdida por esa información, ni siquiera podía estar enfada con el vampiro, aunque debería pero él me había
salvado las dos veces que me había dado su sangre y tomado la mía a cambio, aún si una de esas veces él fue el causante que por poco falleciera.
El vampiro me tomo por un codo con suavidad y me guió hacia la silla donde él había estado sentado antes. Era obvio que me había escuchado mi comentario anterior.
—Creo que esta en shock— comentó con gracia el hombre moreno a mi lado.
—Calla M omoa, la pobre chica esta blanca como papel— reprendió la suave voz que identifique como la del hada.
—Estoy bien— dije viendo a los cuatro personas que estaban a mi alrededor. —Nunca dejo de enterarme algo nuevo que me sorprende de nuevo.
Suspiré derrotada.
—¿Qué es?— pregunté. Era mejor que supiera todo de una vez.
—Fuiste marcada con un sello maldito, el sello del lirio— Fue esta la bruja que explicó.
—¿Y que es ese sello?— cuestioné observando como el hada y el hombre moreno se sentaban en sus sillas mientras la bruja y el vampiro se mantenían de pie frente a
mí.
—El sello maldito es colocado con magia prohibida con el fin de aumentar la magia de su portador.
—Hay mucho más que solo magia elemental— explicó la bruja con gesto sombrío. —La magia prohibida esta combinada con una más a la que conocemos como
alquimia, que permite controlar los cuatro elementos—tierra, fuego, aire y agua— y crear un quinto elemento que los contiene y para ello se utiliza el sello del lirio, esta
magia corrompe debido a su infinito alcance.
—No es permitido y no se puede, por eso cada brujo nace con una magia única, acceder a más magia puede destruir no solo el cuerpo del portador si no también la
mente y su magia de nacimiento, el poder seduce y también corrompe los más puros ideales.
—Para aumentar tu magia, aunque con que propósito no lo sabemos, ya que te liberó de “buen modo”— dijo el vampiro que había estado callado escuchando la
explicación de la bruja.
Fruncí el ceño.
—No sería raro, todos estos años oculto, ha tenido tiempo para lograrlo— contestó M arkov entre dientes.
—M arkov ha roto el control que Kondrati tenía sobre ti— explicó el hada.
—¿A menos qué?— presione por una respuesta mirando con esperanza al hombre corpulento.
Sentí las lagrimas quemar en mis ojos y parpadeé cuando la visión se tornó borrosa.
—No lo sabemos pero vamos a llegar al fondo de lo que Kondrati está tramando— prometió el hada estirando su mano para sostener la mía en signo de apoyo.
Capítulo 17
Hana
—Cassie, ¿Cómo puedes decir algo así? No somos bárbaros para retenerla— La voz horrorizada del hada detuvo cualquier replica que la bruja hubiera dicho.
—Si la entrenamos adecuadamente, podemos brindarle las armas para que ella se defienda— explicó cada vez con mayor resolución.
—No es una mala idea, de todos modos ese era el plan original; enseñarle a utilizar su magia— dijo el vampiro mirando al otro hombre evaluando sus palabras.
—Sí ella aprende y domina la mente sobre su cuerpo, creo que podemos evitar que lo sea que Kondrati hubiera hecho con ella tenga consecuencias— señaló M omoa.
—Veo que te estoy confundiendo— rió M omoa y verlo reír tan alegre a ese hombre tan intimidante me hizo sentir mejor.
—Creo que sabes que los vampiros, hombres lobo y brujos somos de cierto modo guerreros y nos entrenamos para combatir— empezó a hablar el hombre con una
sonrisa.
—Aun cuando la fuerza física es una clara ventaja en pelea hay algo que hace la diferencia en una batalla y es la resistencia de la mente; si tienes total control de tu
mente eres capaz de realizar cosas que no creías posibles. Por ejemplo: en una batalla un soldado que está gravemente herido y se deja vencer por la adversidad
encontrara su muerte, contrario de alguien que tiene control de su mente, evalúa y encuentra una solución, pero más allá de eso, es capaz de controlar su cuerpo y
sobrepasar sus límites.
»Y los brujos, por sus habilidades disciplinan su mente hasta ponerla al límite, los brujos requieren una cantidad de concentración en pelea, por eso ellos son nuestras
mejores armas de defensas, más que la fuerza bruta de un hombre lobo o la velocidad de un vampiro.
»Y como Bingbing explicó el sello maldito del lirio aumenta la magia de su portador y la forma en que lo hace es canalizando toda la energía a tu alrededor en tu
cuerpo, y sin el entrenamiento adecuado toda esa energía sin controlar es inestable y puede causar más daño que bien.
—Entiendo— dije lentamente analizando cada palabra pero aún tenía una duda. —¿Por qué es llamado sello maldito?
—Porque todos los que en el pasado la portaron murieron trágicamente— respondió el vampiro.
—Será mejor que vayas a descansar Hana, mañana seguiremos con esto— M e despidió la bruja antes de girarse y salir con paso elegante de la sala.
—Ignórala, se pone de mal humor cuando las cosas no salen como quieren— comentó M omoa regalándome una sonrisa.
—Ve Hana, estoy segura que quieres saludar a tus amigos, han estado muy preocupados por ti— apoyó el hada haciendo un gesto hacia la puerta por donde había
salido la bruja.
La mención de mis amigos me hizo recordar el rostro de Henry y tuve la urgente necesidad de verlo.
—¿Dónde…?
—Están en la biblioteca, ve— contestó guiñándome un ojo. M e puse de pie rápidamente y esquivando a M arkov salí apresurada. Y mientras corría por el largo
pasillo me reprendí al no preguntar dónde estaba la biblioteca. Pasé a varios hombres custodiando los pasillos y me detuve a preguntar donde se hallaba la biblioteca y
amablemente me indicaron el camino a seguir.
M ientras doblaba en un pasillo de manera apresurada apenas pude esquivar a la persona que en ese momento caminaba frente a mí. Choqué contra su hombro y perdí
ligeramente el equilibrio, giré mi vista hacia la persona a la que estuve a punto de tirar y vi a una mujer alta y muy guapa mirarme sorprendida.
—Lo siento— dije apresuradamente y emprendí nuevamente mi carrera. Pero mientras me alejaba el rostro de la mujer regreso a mi memoria debido a que me
resultaba de familiar. Aparte ese pensamiento para despues, tenía la necesidad de ver a Henry con mis propios ojos y asegurarme que estaba bien.
Antes de llegar a la puerta, esta fue abierta de par en par y vi un par de ojos verdes, un cabello ondulado y el rostro de mi mejor amigo Henry con una enorme sonrisa.
—¡Henry!— grité al tiempo que me lanzaba hacia él y este me atrapaba en sus fuertes abrazos estrechándome contra su cuerpo.
—¡Oh Hana, lo siento tanto! ¡Estaba tan preocupado por ti! ¿Estás bien? ¿Qué paso con Jakov? ¿Te dejaron ir?
—La estas asfixiando tonto, suéltala— Escuché la voz alegre de Valya y mirando sobre el hombro de Henry y pude verla con lágrimas en sus preciosos ojos. M e
solté del abrazo de mi amigo y camine hacia ella y las dos nos abrazamos con fuerza.
—Valya, estoy tan feliz de verte— murmuré con voz ahogada por el cálido recibimiento que estaba recibiendo.
Giré el rostro hacia el sonido de esa voz y me topé con un par de ojos castaños. Theroux me miraba con una sonrisa ladeada desde el otro extremo de la habitación,
repoyado sobre una estantería de libros. Un escalofrió me recorrió al verlo. El brujo notó mi reacción y su sonrisa se borró.
—Valya, Henry ¿podrían salir unos minutos? Necesito hablar con Hana un par de cosas— Habló hacia ellos pero sin despegar su mirada de mí. Noté el movimiento
en la habitación mientras ellos salían y el sonido de la puerta cerrándose. Tenía un nudo en la garganta y un profundo miedo se instaló en mi cuerpo impidiéndome. Nos
mantuvimos en silencio por un largo rato hasta que el dio un suspiro y empezó a caminar hacia mí. El corazón me latía salvaje en mi pecho, que por un momento creí
que moriría de un paro cardiaco.
—¿Tienes miedo Hana?— preguntó el brujo acercándose a mí, había algo en su movimiento que me hizo sentir más asustada de lo que ya estaba.
—¿Te recuerdo a él, no es así? Al maldito de mi padre, a esa bestia sin alma ni corazón— noté la furia, el resentimiento en su voz pero también dolor, un dolor tan
profundo que me hizo tragar el nudo en mi garganta y reaccionar.
—Tu-u…tu no e-eres el— susurré con voz temblorosa sintiendo las lágrimas descendiendo por mis mejillas. Temblando me acerque a él acortando la distancia entre
los dos y llorando lo abracé por la cintura. Respondiendo a mi gesto, envolvió sus brazos a mí alrededor dejándome llorar contra su pecho sin decir ninguna palabra.
—¿Ya estas más calmada?— murmuró sobre mi pelo en voz baja y sin poder confiar en mi voz, asentí con la cabeza.
—Ya hablaremos sobre ello— dijo separándose de mí y tomando mi mentón para alzar mi rostro hacia él. —Por ahora quiero que vayas a descansar— Notando mi
replica me calló colando un dedo sobre mis labios. —Lo sé, lo sé no debería ordenarte algo así pero es de madrugada y debes estar cansada.
—Y si quieres puedo ayudarte a quitarte la ropa y arroparte en la cama— ofreció con una sonrisa picara provocando la primera risa de la noche.
—¿Estas tentando tu suerte? ¿No has escuchado que soy un peligro y que puedo matarte mientras duermes con mis súper nuevos asesinos poderes?— repliqué.
—Vas a aprender a dominarlo Hana, te lo prometo— M e aseguro el brujo con expresión seria y por un momento una pregunta me asalto
¿Acaso el…?
—M añana— prometió y me guió hacia una nueva habitación, luego de haber destrozada una. Se despidió de mí en la puerta y cansada me dejé caer sobre la cama sin
molestarme en desvestirme.
Mi respiración era dificultosa mientras seguía corriendo esquivando ramas y troncos caídos. «Tengo que salir de aquí» No tenía suficiente energía para seguir
luchando y tenía la mente embotada como para concentrarme y canalizar la energía a mi alrededor. No lo sabía a ciencia cierta pero que sentía que estaba cerca. Salte
un árbol caído y perdí el equilibrio cayendo sobre la tierra húmeda. Jadeando por aire intente levantarme pero mis brazos ya no me respondían, sentí las lagrimas
rodando por mis mejillas; eran lagrimas de frustración, impotencia y rabia.
—Te encontré, dulce Hana. Tú me perteneces— escuché a mi espalda una voz grave falsamente amable que disfrazaba la ira que realmente sentía y contuve el
aliento. «Me había encontrado»
M e desperté agitada intentando librarme de la sensación de pánico que sentía. Intenté recordar el sueño pero conforme los segundos pasaban cada vez se iban siendo
más borrosos y confusos hasta que apenas pude recordar un bosque, la voz de alguien diciendo mi nombre y la sensación de pánico que aun sentía. Con piernas
temblorosas me levanté dirigiéndome hacia la ventana viendo un cielo nublado pero con el sol brillando entre sus nubes; sintiendo el corazón acelerado y un nudo en la
garganta. Intente calmarme tomando respiraciones profundas hasta que finalmente lo logre.
¿Qué eran esos sueños? O ¿Eran recuerdos? O peor aun ¿Una premonición?
—Basta Hana— me reprendí en voz baja, agitando la cabeza de lado a lado para desechar esas últimas interrogantes. Eran sueños, solo eso, me repetí hasta casi
creerlo.
M iré hacia abajo, a mi ropa arrugada con la que dormí la noche pasada e hice una mueca, necesitaba urgente una ducha y ropa limpia.
Fue en ese momento que escuche un ligero toque en la puerta y seguido esta se abrió dejando ver la castaña de Valya muy sonriente y guapa. Sonreí como respuesta.
—Eh Hana ¿no has destrozado esta habitación?— preguntó en broma mirando a todos lados mientras daba un par de pasos dentro de la misma.
—Bueno, no está tu hermano para hacerme enfadar así que supongo que esta habitación puede respirar tranquila de mis zarcillos— repliqué con humor.
—Sí, mi hermano provoca esas reacciones en la gente, a mí a veces me dan ganas de lanzarle algo a la cabeza— sonrió con inocencia y no pude evitar reír ante su
broma.
—¿Y qué haces tan temprano levantada?— pregunté mientras la seguía fuera de la habitación.
—¡Oh! Vaya, con este clima apenas puedo saber qué hora es. Lo siento.
—No te preocupes hemos pasado un par de veces con Henry para ver como estabas pero te dejamos descansar, has tenido unos días muy agitados— replicó la chica
a mi lado caminando por los pasillos.
—Gracias Valya, por cierto, ¿Es mucha molestia si puedes conseguirme una ducha y ropa limpia?
—¿A dónde crees que vamos? No me malinterpretes estas adorable con tu cabello revuelto y sin maquillaje pero esa ropa es de verdad una pena. Así que me tome la
molestia de tener algo para ti aquí para cuando regresaras.
—¿Amiga? ¿De qué hablas?— pregunté mientras entrabamos a una de las habitaciones, que por su decoración femenina supe que era de ella y me detuve para
enfrentarla.
—Eso, mi estúpido hermano “rescató”— dijo alzando sus manos y haciendo comillas en el aire para recalcar sus palabras. —A una mujer en una operación y que
después de todo es una amiga de hace años que conoció en Nueva York y que resulta es una periodista famosa inglesa.
—No, por supuesto que no, pero no me gusta esa mujer, no puedo definir sus emociones pero hay algo en ella que me inquieta, no sé, tal vez este exagerando y es
solo que tengo complejo de hermana pero no me gusta.
—Deberías hablarlo con él— sugerí amablemente desechando la punzada de celos que me invadió.
—¿Estas bromeado? Lo he intentado y la última vez que lo hice Henry tuvo que intervenir porque le lancé una licorera en la cabeza y si no fuera por él, le hubiera
lanzado la lámpara que tenia a la mano.
M e quedé con los ojos abierto de la impresión. ¿Ella en serio le lanzo una botella a su hermano? Hice nota mental de no hacer enfadarla o probablemente terminaría
con un golpe en la cabeza.
—Un momento, ¿Has dicho periodista famosa inglesa?— pregunté al recordar la conversación.
—Sí, se llama Keira, aunque no recuerdo su apellido era algo con Wi o Vil—
—¡Keira Wilson!— exclamé al reconocer el nombre y la imagen de la mujer con la que tropecé la noche anterior vino a mi mente ¡era ella! Por eso su rostro me
resultaba familiar.
—No precisamente— murmuré en voz baja pero el oído sensible de la vampiresa si me escuchó.
—Explica eso.
—Keira es una periodista famosa por sus controversiales reportajes con los que ha ganado dos premios M aría M oors Cabot[15]
—¡M ierda!— maldijo la chica y sonreí por su lenguaje. —Y el idiota de mi hermano anda paseando de aquí para allá del brazo como guía turístico.
—Bueno, no debemos juzgar sin antes conocerla. Dudo que tu hermano tenga falta de criterio.
—No seas ingenua y condescendiente Hana no te considero una persona tonta y por otro lado ¿Es que acaso no te dan ganas de arrastrar a esa perioducha por
muchos premios de no sé que haya ganado? ¡Tú te acostaste con mi hermano!
Su última frase la dijo gritando por lo que estaba segura que todos en el lugar la habían escuchado. Sentí la cara arder mas por el recuerdo que asaltó mi mente que por
la vergüenza. Y es que recordar sus labios, su cuerpo, sus manos, la forma tan apasionada con la que tomo: salvaje, sensual, posesivo y el placentero dolor de sus
colmillos en mi cuello.
—¡Agh! ¡Hana! No quiero tus emociones en mí, no si son dirigidas a mi hermano— exclamó la vampira arrugando la nariz y saliendo hacia la terraza. M e reí sin
poder evitarlo. Ahora sabía una forma de contener la lengua de la chica eficazmente.
—Es tu castigo por andar gritando a todo el que quiera escuchar sobre mi vida sexual con tu hermano— repliqué en voz alta para que me escuchara desde donde
estaba. Y con una sonrisa fui hacia el baño.
Bien, no me gustaba la mujer. Lo admitía, ahora viéndola con la luz del día podía ver su belleza, era curvilínea en todos los lugares correctos, alta, con su cabello
cayendo a los lados de su rostro como seda y su risa era melodiosa.
—No debemos juzgar antes de conocerla, ¿no, Hana?— murmuró Valya a mi lado con burla en su voz.
Después de una refrescante ducha, Valya me había dado una mudada de ropa limpia muy chic y acompañándome en una tardía comida mientras me ponía al tanto de
todo lo que había pasado desde que fui retenida por Kondrati. Habíamos decidido dar un paseo por el jardín hasta que vimos a M arkov junto a la periodista Keira
tomados de la mano mientras reían despreocupadamente.
Sentí el tirón de energía a mi alrededor empezar a acumularse, era como sentir una sensación de hormigueo en todo el cuerpo. Las manos me temblaban y las apreté en
puños.
Sentí un suave tacto en mi brazo y baje la vista para ver la mano de Valya. Alcé mi vista y la vi negando con la cabeza. Respire profundo para calmarme y la
sensación de hormigueo desapareció.
—Está bien Hana, no tienes que darme explicaciones— declaró seria antes de girar su cabeza y dirigirse a su hermano.
—M arkov ¡Hana ya esta despierta!— gritó innecesariamente hacia la feliz pareja que giraron sus cabezas para vernos.
—Valya ¿Qué crees que estás haciendo?— siseé entre dientes tomándola del brazo para empujarla hacia la enorme residencia privada del Kremlim.
Ella se limitó a tomar mi mano con fuerza y técnicamente arrastrándome me llevo hacia donde estaban M arkov y Keira que aun seguían tomados de la mano.
Creí morir de la mortificación al entender lo que pretendía la vampiresa y me mordí la lengua para no responderle como se merecía por ese arranque infantil y más que
todo por no hacer una embarazosa escena frente a las dos personas que teníamos enfrente.
—M arkov, que mal anfitrión eres, dejando sola a Hana cuando más te necesita ahora que te has unido a ella— Le reprendió con falso cariño Valya y noté como se
tensaba por su comentario mordaz.
—Sabía que mi querida hermanita estaría ahí para ella, o ¿Es que me necesitabas Hana?— replicó M arkov imitando el falso tono cariñoso de Valya dirigiéndose a mí.
—Hola, veo que no nos han presentado— habló por primera vez la chica al lado de M arkov, extendiendo su mano hacia mí. —Soy Keira Williams— Se presentó con
una sonrisa y no pude evitar devolvérsela contemplando su belleza. ¡Era guapísima!
—M ucho gusto, Hana M iller— saludé extendiendo mi mano para corresponder su gesto pero cuando nos dimos la mano sentí una descarga eléctrica y rápidamente
retiré la mano al igual que ella.
—¡Eres británica! M i familia es de Gravesend, aunque ahora resido en la capital por mi trabajo— exclamó alegremente, pasando por alto la reacción que ambas
tuvimos al tomarnos la mano.
—Oh Keira no lo sabía, me serias de mucha ayuda— dijo Valya interrumpiendo la conversación y me giré a verla lanzándole una mirada de advertencia pero ella
simplemente me ignoró, cogió a Keira del brazo y se la llevo casi sin darle tiempo a despedirse.
—Es un gusto conocerte Hana. ¡Nos vemos después M arkov!— Se despidió Keira sobre su hombro mientras le seguía el paso a Valya que no dejaba de hablar sobre
unos libros de historia.
M arkov y yo nos quedamos sorprendidos viendo a las dos mujeres como entraban a la residencia. Negué con la cabeza, aun no sabía si agradecerle a la vampira o
regañarla por forzar la situación.
—No confió en ella— solté sin pensar al recordar a la periodista y su labor de investigadora para el The Times y me arrepentí de mis palabras. No quería que
M arkov notará que me había afectado verla con ella tan alegre, algo que no había sido conmigo antes.
—Es una buena amiga mía y tuve la fortuna de encontrarla en una casa donde tenían retenidos a humanos con los que experimentaban.
—Eso es horrible, me pregunto cómo llego hasta aquí— murmuré imaginándome la clase de experimentos que hacían ahí. M e estremecí.
—Eso es lo de menos, lo importante es que logré rescatarla antes que fuera demasiado tarde— respondió mi comentario.
—Aun así, no deberías pasar tanto tiempo con ella— continúe ahora irritada al ver que no comprendía mi punto.
—¿Celosa?— preguntó acercándose a mí con una sonrisa que hizo que mi corazón se acelerara pero mantuve mi expresión irritada hacia el sin dejarle ver lo mucho
que me afectaba su cercanía.
¿Acaso era yo la idiota? Debía ser el vínculo entre nosotros. Sí, eso debía ser.
—No seas arrogante, por supuesto que no— contesté esquivando su cuerpo y siguiendo caminando por la vereda del extenso jardín.
Escuche su risa detrás de mí y seguí caminando enfurruñada hasta que su mano me tomo del brazo y me detuvo, me giró hacia el pegándome a su fuerte cuerpo. —¿Es
que acaso quieres un poco de mi atención?—murmuró acercando su rostro al mío y contuve el aliento sintiendo al mismo tiempo mis mejillas sonrojarse y el corazón
saltar en mi pecho. ¿Por qué tenía que ser tan guapo? Y sus ojos, casi me derretí entre sus brazos; sus ojos que en ese momento brillaban divertidos, pero había algo mas
en el fondo ahí, si, deseo.
—¿Es que a ti no te importa que esa mujer sea periodista? Ella puede decirles al mundo sobre su existencia— repliqué irritada conmigo misma por mi reacción. Y al
ver como su expresión juguetona desaparecía de su rostro y sus ojos se volvían oscuros quise retirar mis palabras pero no podía ignorar la mala sensación que me daba
esa mujer aun si con eso ofendía a su “amiguita”.
—No vuelvas a decir algo así de ella, no la conoces— replicó de mal humor soltándome de forma brusca. Y con eso se rompió la tregua entre los dos. ¿Tan importante
es esa mujer para él? No puede evitar el pensamiento ácido en mi mente junto con una oleada de celos y desilusión.
—¿Y tú sí? ¿Acaso no has dicho que la encontraste en una de esas casas donde experimentaban con humanos? ¿Te has detenido a pensar que hacia ella ahí?— lancé
las preguntas hacia el sin compasión y me giré sin esperar una respuesta con la cabeza en alto seguí caminando hacia la residencia, no iba a permitir que su amistad o lo
que fuera con esa mujer me afectara. Tenía problemas más serios que resolver.
Sí, claro como lanzarle un par de zarcillos a esa perioducha estirada. Sonreí con ese pensamiento.
Capítulo 18
Hana
Entré al edificio, sin molestarme en borrar la sonrisa burlona habitante que en mis oscuros pensamientos tenía hacia esa periodista, el lugar donde ahora nos
encontrábamos, era el Palacio del Senado ubicado a trescientos metros en la parte noreste del Gran Palacio del Kremlin, el Palacio contaba con una planta triangular, que
aprovechaba al máximo el poco espacio disponible. En esa planta se hallaban tres edificios comunicados entre sí y separados por tres patios. La fachada del edificio era
un estilo sobrio neoclásico, con escasos signos ornamentales, como el resto de Kremlin era impresionante que armonizaba con el resto de edificios adyacentes. Era un
área restringida a humanos y sólo nuestra especie tenía acceso a ella, lo cual era bueno, ya que podíamos caminar libremente, sin escondernos. Era un espacio cerrado,
cosa que era un gran alivio teniendo en cuenta que ver caminando en los jardines internos a grandes hombres lobos, ver hadas por los árboles haciendo lo que sea que
hicieran, o peor aún, ver a vampiros con sus largos colmillos platicando unos con otros con una copa de líquido rojo…Perturbador, apenas podía acostumbrarme, no
podía imaginarme la reacción de los humanos que estaban ajenos a lo que sucedía si se vieran en este entorno. Aún dudaba sobre cómo pasaban desapercibidos la
existencia de todos nosotros, estábamos bajo sus propias narices y sí, me incluía en el término, ya no era una humana normal, era diferente.
—Gato Cheshire— M is pensamientos se vieron interrumpidos ante esa voz, dirigí mi atención de donde parecía provenir y me topé con los ojos brillantes,
divertidos de Theroux que se encontraba en lo alto de las escaleras. Le sonrío más ampliamente y puedo ver su alivio en su rostro cuando ve que mis temores de la
noche pasada han quedado en el olvido.
—¡Baja de ahí! — Le invito. En un parpadeo desaparece de mi vista y me quedo sorprendida por un segundo ¿Qué demonios?
—¡Buu!— Una voz detrás de mí me hace saltar asustada, girándome para encontrar a Theroux con una sonrisa.
—¿Qué…?— Se me corta la respiración y coloco una mano en mi pecho para calmar mi corazón. ¿Cómo hizo eso?
—¿Qué fue eso?— M i voz sale como un chillido y hago una mueca.
Eso fue más que rápido, solamente desapareció y apareció de la nada. ¿Cómo lo hizo? Abrí la boca para preguntar pero sobre el hombro de Theroux observo la figura
de M arkov caminando hacia la residencia.
—Vamos, luego me explicas— Le digo al brujo frente a mi tomándolo del brazo y jalándolo para que camine por el pasillo. Demasiado tarde.
—Theroux— escucho al vampiro saludar. Y ambos nos detenemos para verlo. Esta ahí de pie a unos metros nuestro, tan guapo y dominante. Con la diferencia que
está frunciendo el ceño al notar mi mano sobre el brazo de Theroux, me mira y enarca una ceja.
—Jakov— devuelve el brujo como saludo y esta vez es él quien me toma del brazo y me insta a seguirlo.
Nos deja ir sin decir nada más pero puedo sentir la tensión en la mano de Theroux que me guía. Eso fue extraño, pero decido no comentar nada al respecto.
—A dar un paseo, quiero mostrarte un lugar— respondió luego de un par de segundos, pensando su respuesta.
—Algo así.
Decidí mejor no preguntar nada más. Caminamos cerca de quince minutos en completo silencio mientras volvíamos a salir al jardín por otra puerta y a lo lejos pude
observar lo que en fotografías y libros he admirado y una de las razones que me empujo a estudiar Arquitectura. La arquitectura del Kremlim me dejaba sin aliento y
como amante del diseño quería echarme a correr para observar todo y empaparme de su historia.
Por lo que sabía del lugar y sus alrededores supe hacia donde nos dirigíamos, frente a nosotros estaba La Torre Trinidad y atravesando la gran estructura estaban los
jardines que tanto encantaban a los turistas.
Los jardines de Alejandro, según su historia relata que después de las guerras napoleónicas, el Zar Alejandro I ordenó su reconstrucción al arquitecto Osip Bové
después de los daños sufridos en la guerra. ¿El resultado? Uno de los jardines más visitados de M oscú, donde se encontraba un homenaje a todos los hombres caídos en
la Segunda Guerra M undial, la Tumba del Soldado Desconocido. Recordé la línea que inmortalizaba dicho homenaje: “Tu nombre es desconocido, tu hazaña es
inmortal”. Nunca fueron escritas palabras más verdaderas que esas.
Algo en esas palabras me erizaba la piel de un modo que no entendía. Era una sensación que me aterraba. Las aparté de mi mente para concentrarme en lo que veía y
que solo en libros había visto antes.
Colores estallaron frente a mis ojos: rojo, blanco, amarillo, rosado, naranja, verde, coloreando todo a su alrededor. Árboles y césped bien cuidados bordeando los
edificios por aquí y por allá. Y solo podía pensar en lo monstruosamente difícil que era mantener todo ese lugar tan bien cuidado y el personal que se necesitaba para
hacerlo funcionar día tras día.
Y ellos sin saber que se relacionaban con brujos, vampiros, hadas y hombres lobos todos los malditos días.
¡Impresionante!
—Hana— M e giré para ver a Theroux con una mueca de burla en su rostro y supe que había estado llamándome antes y yo estaba lo suficiente distraída en mis
pensamientos y admirando todo a mi alrededor para prestarle atención.
—Está bien, he estado tanto tiempo aquí que olvido apreciar… —se detuvo para extender sus brazos a su costado, haciendo énfasis— …todo esto.
—Es impresionante, ¿no? Yo sólo en fotografías de internet y libros había escuchado de ellos y estar aquí es…— M e detuve un momento sin poder terminar la frase,
sintiendo un nudo en la garganta cuando recuerdos invadieron mi mente.
—Sí, mi amor. Tu padre lo fue, tu madre era una belleza inglesa que se enamoró de Rusia como lo hizo con tu papá.
—¿Me llevarás algún día? He leído que los inviernos ahí son muy fríos.
—Claro que si, moya devushka[16], un día viajaremos y te mostraré todos los rincones de Rusia. Visitaremos los palacios de los zares, los castillos, museos y
pasearemos por el Kremlin y sus jardines.
El inesperado recuerdo vino a mi mente y la promesa que un día mi abuela me había hecho cuando era una niña. Y ahí estaba, en el Kremlim, visitando los jardines
más hermosos que había podido imaginar y mi abuela, no estaba ahí para mostrármelo. Ella había sido una amiga, confidente, cómplice, madre, padre y abuela.
Criándome sola sin ayuda, sin su compañero a su lado para soportar la carga. Había viajado conmigo a un futuro que no conocía, dejando atrás a su esposo, hijo y
familia.
Cerré los ojos con fuerza por el dolor que me provocaba su recuerdo sintiendo las lágrimas intentando escapar.
La extrañaba…demasiado.
—¿Hana? ¿Estás bien?— Era la voz preocupada del brujo. Colocó una mano sobre mi hombro y abrí los ojos, para verlo frente a mí con su rostro nervioso, parpadeé
para borrar mis lágrimas.
—M i abuela— hablé con la voz llorosa—. Prometimos que vendríamos un día a conocer estos jardines— le dije sonriendo, apartando la vista y mirando más allá a
todos los turistas en el lugar.
Ella ya no estaba aquí, no tuve la oportunidad de conocer a mis padres, no tenía más familia en el mundo y aunque todo parecía ser lo más gris de este mundo, no me
iba a permitir revolcarme en mi autocompasión. Estaba viva y debía ser fuerte como mi abuela, como mis padres y seguir adelante.
Di una profunda respiración calmándome y me dispuse a disfrutar la hermosa vida que se me había concedido aun cuando esta no fuera la más normal.
—¡Vamos! ¡M uéstrame todo!— pedí sonriendo. Él se quedó un par de segundos observándome esperando que me derrumbara o entrara a llorar amargamente pero
cuando se dio cuenta que no iba a hacerlo se relajó y asintió en mi dirección.
Y fue así, el jardín era espectacular. Caminamos admirando todo a nuestro alrededor con Theroux como guía contándome sobre la historia del lugar, no podía más que
sonreír como niña sintiendo la alegría burbujear dentro de mí. Caminamos entre rosas y arboles rodeándonos en silencio viendo a los turistas caminar y tomar fotos. Era
un espectáculo ver una variedad de naranja, ocre, rojo, café rodeándonos. A pesar de que había sol se podía sentir el frio de otoño en el aire preparándose para dejar
paso al crudo invierno en los próximos meses.
M e senté en una de las bancas que contaba el jardín, estaba más apartada de las demás, Theroux se sentó en silencio también, y era un silencio cómodo.
—Viva, es extraño considerando la situación por la que acabo de pasar— contesté con sinceridad y continué—: Es como si acabara de despertar de un largo sueño,
puedo sentir todo a mí alrededor.
—Nada— susurré como respuesta y apreté mis manos ante la impotencia de ello. No podía recordar nada de las últimas dos semanas y estaba a un empujón de
volverme loca e histérica.
—Inténtalo.
—Lo he intentado hoy en la mañana, no consigo más que pequeños destellos de una habitación, árboles y un enorme dolor de cabeza— respondí molesta y nos
volvimos a quedar en silencio.
—Éramos una familia feliz, mi madre, mi padre y yo; aún recuerdo cuando me enseñó a hacer florecer una flor marchita cuando tenía seis años— hablo Theroux con
nostalgia. —M e encantaba hacer magia, todos los días le llevaba a mi madre un botón de una rosa y lo hacía florecer frente a sus ojos, la casa estaba inundada de rosas de
todos colores, ella nunca se quejó.
M e quedé en silencio, con el corazón latiéndome rápido en el pecho. ¡Oh, Dios! Él estaba hablando de su padre, de Kondrati. Y por la forma en que su tono cambio
me di cuenta que la peor parte vendría y no estaba segura de querer escuchar, aun así me quede en silencio escuchando cada palabra que salía de su boca.
—La vida era buena pero mi padre no se conformó, él cambió; dejo de ser el padre amoroso, el esposo atento y empezó a exigirme más, a discutir con mi madre
porque ella creía que era aún muy joven para hacer magia más avanzada. Él decía que debía dejar de jugar y empezar a hacer magia de verdad, lo intentaba, amaba a mi
padre y quería que estuviera orgulloso de mí y que dejara de discutir con mi madre. Lo intentaba duro día tras día, estudiaba, entrenaba; era el más avanzado entre mis
compañeros y cuando lograba dominar alguna nueva técnica que él me enseñaba esperaba su aceptación, jamás llego, me exigía más y seguí haciéndolo hasta que cumplí
diez años. Desde ahí fue el descenso hacia el infierno.
—¿Qué pasó?—susurré después de varios minutos en silencio. Ansiosa de conocer el resto de su historia.
—Incorporó la lucha en los entrenamientos y él disfrutaba demasiado. Él era oscuro, sádico, calculador, nada quedaba del hombre que me enseñó a hacer florecer rosas
y vivía para adorar a mi madre. No pude defenderme ni a mí ni a ella.
—Ese hombre es peligroso Hana, por décadas estuvo fuera del mapa, nadie sabía de él. Y yo quise creer que finalmente su oscuridad lo había consumido hasta
matarlo. No es algo que las personas comentan, saben quién soy, de quien soy hijo, pero no saben el precio que pagué por serlo.
Algo en la forma en la que dijo lo último, me provocó miedo pero no quise preguntarle, no quería saber, al menos por ahora. M e mantuve en silencio viendo hacia el
frente.
—Siento mucho que tuvieras que pasar algo así. El hecho de que no recuerdes nada estoy seguro que es porque él así lo quiere, no quiero angustiarte con esto pero
debes aprender a defenderte, a luchar y controlar tu poder. Lo que él te hizo es imperdonable, la marca del lirio se utilizó hace muchos siglos atrás para esclavizar y su
uso fue declarado prohibido, quien lo usaba era juzgado por traición y ejecutado.
—Iremos paso a paso, te ayudaré a entender lo que te sucede, a entrenar tu cuerpo, enseñarle a moverse rápido, a atacar y defenderse en una pelea cuerpo a cuerpo,
pero sobre todo, te enseñaré a controlar tu energía y todo ese poder que ahora fluye en ti.
—¿M e ayudarás?— pregunté volteándome finalmente para verlo. ¿Él iba a entrenarme?
—Sí— respondió cuando notó mi mirada en él. Su rostro estaba serio pero en sus ojos ardía la determinación y la convicción en sus palabras.
—Será duro, te exigiré, pondré a prueba tus límites, tanto los de tu cuerpo como de tu mente; habrá lágrimas, sangre y sudor, y es probable que me odies después de
ello. Pero Hana, te aseguro que cuando seas una sola en cuerpo y mente, y comprendas lo que ello significa, porque va a suceder— aseguró con una sonrisa—; nada ni
nadie podrá detenerte y estaré ahí al final del camino para verte alcanzar y superar tus límites.
Sentí un nudo en mi garganta, viendo su determinación, su fe, la confianza en sus palabras. Eran las palabras más dulces y rudas que había escuchado en los últimos
meses y estaba agradecida de tener a alguien como él a mi lado. No lo iba a defraudar, mi vida en Inglaterra era un lejano recuerdo ahora, esta era mi vida ahora y entre
más rápido me hiciera la idea, más fácil seria.
Abuela, mamá, papá…gracias por darme el hermoso regalo de vivir dando su vida para conseguirlo, no los defraudaré tampoco. Este es mi regalo para ustedes.
—Aquí tampoco menciona nada sobre ello — me quejé después de ojear el libro, lo cerré con brusquedad y lo dejé caer en el enorme escritorio donde Theroux se
encontraba sentado. No despegó su vista del libro que tenía frente a él.
—Estoy cansada.
Habíamos estado buscando información sobre la marca del lirio en los libros de la biblioteca por horas y mis ojos no sólo me ardían, sino que también, un dolor de
cabeza se estaba construyendo lentamente.
Iba a volver a quejarme pero la imagen de Keira pasó por mi mente. Claro ¿Por qué no lo pensé antes?
—La periodista, la chica que M arkov trajo aquí. Ella podría ser de ayuda, sabe dónde buscar para conseguir la información.
—¿Estás segura?
—No, pero es más fácil que leer todos estos libros sin saber dónde buscar.
—Es un riesgo, hay una razón por la que no nos involucramos con los humanos, no a ese nivel de confianza para revelarles nuestra existencia. Puede ser amiga de
Jakov pero eso no significa que no vaya a hacer un reportaje sobre nosotros, es una maldita periodista. Los humanos son muy volubles muñeca; un día son nuestros
más feroces defensores pero no dudarían en apuñalarnos por la espalda y traicionarnos si les conviene.
—Sí, tienes razón. Yo tampoco me fío de ella, es famosa precisamente por sus reportajes controversiales y ha ganado un par de premios por ello.
—No se diga más muñeca y sigue con el siguiente libro —me ordenó mientras continuaba leyendo el libro frente a él.
Iba a protestar nuevamente pero fui interrumpida por el sonido de la puerta abriéndose.
—¿Dónde te has metido tú?— le reprendí con una sonrisa dirigiendo mis pasos hacia él.
—Dime, ¿Dónde te has metido bribón?— cuando estuve cerca de él, empecé a pincharlo con mi dedo índice en su estómago. Detestaba que le hiciera eso.
—Estate quieta— Intentó atrapar mis manos pero sabía cómo evadir sus intentos y seguí pinchándolo en los brazos, el cuello o donde se descuidara riéndome de
buena gana. Desde que había llegado a ese lugar no tenía muchas oportunidades de poder bromear y reírme.
—No es eso, ven aquí. Creo que encontré algo— me dice e inmediatamente corro a su lado.
—¿Qué están buscando, por cierto?— pregunta Henry curioso sentándose en la silla frente al escritorio donde está Theroux. M e coloco a su lado inclinando mi
cuerpo.
—Sobre la marca del lirio— respondo sin apartar la vista de lo que me muestra Theroux con el dedo.
—Pensé que tu abuela te había enseñado— responde Theroux girando su rostro para verme sorprendido.
—Lo intentó pero honestamente nunca creí que viajaría hasta aquí y menos bajo estas circunstancias, puedo sostener una conversación decente para preguntar dónde
está el baño o el hospital más cercano pero de ahí a leerlo hay una gran diferencia.
—¿Qué? Al menos no me preocuparé de no encontrar jamás un baño. Además, pensé que ya lo sabían, hemos estado hablando en inglés todo este tiempo.
—Eso fue porque pensamos que te sentirías más cómoda usando tu idioma natal.
—¿Tú hablas ruso?— le pregunto a Henry sorprendida. ¿Soy la única aquí que no habla ruso? Eso es vergonzoso, teniendo en cuenta que mi familia paterna es rusa.
—Da, ya govoryupo-russki.
—No es algo que uno presume: Hana, sabes, ayer logré cerrar un contrato para construir un edificio, ah y por cierto, hablo ruso.
—Lo siento— le sonrío mostrando los dientes, se me queda observando por un segundo y una sonrisa aparece en labios y niega con la cabeza.
El sello de la flor de lis es inestable para el portador, las pruebas demuestran que el uso constante del mismo genera una descomposición en la sangre y órganos. Se
regenera pero el proceso es más lento y provoca muerte prematura del portador. Se pretende incorporar el uso de un sello de alquimia para compensar el daño
generado al cuerpo.
—No sería tan raro— me responde Henry con una mueca y me giro para escucharlo—; la fecha coincide en la época que ingresó al monasterio de Verjoturye y de
acuerdo a la historia fue él quien mejoró la vida del hijo de la zarina de hemofilia pero nunca se explica cómo lo hizo.
—De acuerdo, soy la única aquí con ascendencia rusa que no conoce nada de su país— levanto mis manos al aire derrotada.
Ambos se ríen y por mucho que quiera evitarlo no puedo evitar unirme a su risa.
Capítulo 19
Hana
—¡De nuevo Hana!— Fue la orden de Theroux. Llevaba toda la mañana escuchando esa frase y estaba empezando a cansarme. Aun cuando había estado emocionada
con la idea de volver a entrenar con el brujo ahora mismo lo estaba odiando como él predijo que lo iba a hacer.
—Esto es imposible— me quejé. Después de haber estado buscando en la biblioteca por horas la noche anterior información sobre la marca del lirio, poco hayamos
sobre ella. Así que Theroux había decidido iniciar con algo de magia básica y según sus palabras “Hasta un niño podía hacerlo”
Pero era imposible para mí, la primera lección consistía en hacer florecer una rosa. Simple, ¿no? Sí, claro.
—No lo estás intentando Hana— me reprendió el brujo quien estaba frente a mí con los brazos cruzados. Entendía que estaba desesperado, ya teníamos cerca de una
hora y media en uno de los jardines internos del Palacio del Senado intentando que mi pobre rosa contenida en una maceta sobre una mesa frente a mi abriera sus
pétalos.
Yo estaba desesperada, no lo comprendía, había hecho el mismo truco con mis zarcillos y lo había hecho sin ningún esfuerzo. Y ahora no podía hacerlo con una rosa.
—¿Que estoy haciendo mal?— pregunté desesperada al brujo, quien me observó por un momento para luego suspirar y descruzar sus brazos.
—No sé en qué debo concentrarme, además, tu estando ahí de pie viéndome fijamente, me pones nerviosa— repliqué nerviosa.
—Confía en mí.
Lo miré por un segundo y me resigne a obedecer su orden, si eso me iba a ayudar, lo haría.
—Escucha mi voz.
—¿M e vas a hipnotizar?— pregunté con humor abriendo un ojo para verlo.
—Aguafiestas— murmuré.
Escuché su risa y mis labios se estiraron en una sonrisa. Y me concentré en escuchar su voz.
—Piensa en algo agradable— ordenó después de varios minutos de estar respirando profundamente.
Pensé en mi abuela y todos los momentos compartimos juntas: navidad, actos escolares, cumpleaños, fiestas, todas las risas, sus regaños y una sonrisa se dibujó en
mis labios.
Sentí las manos del Theroux en mis brazos, extendió mis manos hacia el frente y las dejé en esa posición. El ruido a mi alrededor fue un murmullo a lo lejos y me
concentré en sentir la energía a mi alrededor.
Lo sentí en mi piel, hormigueaba provocándome escalofríos, pero era una sensación agradable. Pude sentir como la energía se canalizaba en mis manos y fluía hacia la
rosa frente a mí y poco a poco esa energía fue desapareciendo dejándome con sensación de bienestar y paz.
—Abre los ojos Hana— murmuró Theroux suavemente y lentamente abrí los ojos, bajé mi vista y pude ver no una rosa, si no tres rosas rojas preciosas con sus
pétalos majestuosamente abiertos frente a mí que desprendía una agradable aroma.
—¡Wow!— Fue lo único que atine a decir ante lo que había logrado. No sólo había hecho florecer una rosa, había logrado crear dos más de la nada.
—Eso es impresionante Hana— levanté la vista de mis rosas hacia el brujo que estaba frente a mi claramente impresionado y orgulloso.
—¡Gracias!— exclamé feliz con una sonrisa dibujada en mis labios. —Hagámoslo de nuevo— Emocionada me giré para ir en la búsqueda de otra rosa pero antes de
poder dar dos pasos un mareo me hizo trastabillar hacia atrás tirando al suelo la mesa junto con la rosa. Intenté sujetarme pero fue inútil, escuché el estruendo que
ocasionó la mesa pero apenas podía mantenerme de pie y caí de rodillas; apenas logré poner mis manos para evitar el golpe. Jadeaba sintiendo como algo caliente se
escurría por mi nariz.
—¡M ierda!— exclamó Theroux y rápidamente estuvo junto a mí, me tomó en sus brazos incorporándome y echando mi cabeza hacia atrás para detener el flujo de
sangre.
—Ya pasará muñeca, cierra los ojos— me consoló el brujo frotando su mano en mi espalda para tranquilizarme.
—¡Fuera de aquí!— ordenó el brujo en voz alta y asustada abrí los ojos para ver a quien se estaba dirigiendo Theroux y me topé con la mirada de varios vampiros
junto a M arkov quien miraba al brujo con el ceño fruncido muy molesto.
—¿Qué está pasando aquí?— preguntó el vampiro avanzando hacia donde nos encontrábamos con paso decidido. Vi al grupo de vampiros que se quedaron atrás
moviéndose inquietos viendo a su líder.
—¡Fuera!— Fue la simple orden de M arkov quien se giró para ver a sus vampiros. Sumisos obedecieron dándome una última mirada antes de desaparecer.
El vampiro se acerco donde me encontraba, inclinándose hacia adelante me arrancó de los brazos de Theroux y me aferré a los brazos de M arkov para sostenerme por
el movimiento tan rudo.
Sorprendida no pude emitir palabra alguna cuando M arkov limpio la sangre en mi rostro con un pañuelo que sacó de su chaqueta. Escuché la maldición del brujo a mi
espalda pero no pude apartar mí del vampiro frente a mí que con el ceño fruncido limpiaba el líquido carmesí.
Estando tan cerca de él pude sentir su perfume, una fragancia muy fresca pero masculina; detallé su rostro con lentitud iniciando con su cabello recortado peinado
hacia atrás, sus cejas pobladas, las líneas en su frente por el ceño fruncido que mantenía en ese momento, el increíble color de sus ojos que eran verdes con un halo de
color dorado en el centro, su nariz era ancha y recta que le daba un aspecto muy varonil junto a la barba en sus pómulos y mentón; y cuando mis ojos cayeron en sus
labios tuve que contener un suspiro soñador. Eran delgados, normales, pero su labio inferior era más grueso que el superior y sabía que detrás se hallaban un par de
colmillos afilados.
Cuando detuvo el movimiento de su mano en mi rostro alcé rápidamente la vista de su boca a sus ojos y noté la diversión en ellos. M e sonrojé consciente que se había
percatado de mi embobamiento hacia su atractivo rostro.
M e aparté de él e intente poner distancia entre nosotros pero me lo impidió colocando una mano en mi cintura y giró mi cuerpo de tal manera que quedará enfrentado
al brujo que en todo ese tiempo se había quedado en silencio, vi la molestia en su rostro y volvía a insistir pero M arkov me apretó más hacia su cuerpo y me di por
vencida soltando un suspiro.
Giré mi rostro para ver a M arkov, este tenía su ceño fruncido hacia Theroux.
—¿Que ha pasado?— preguntó M arkov observando fijamente al brujo, nerviosa miré hacia Theroux pero este no se inmutó por el tono del vampiro.
—¿Como que nada?— murmuró entre dientes molesto y su mano apretó mi cintura.
—Sí, bueno— Hablé intentando calmar los ánimos y M arkov giró su rostro para verme y tartamudee— Uhm... estábamos usando magia y tuve un mareo.
—Ya veo— Fue lo único que dijo después de un par de segundo en silencio y volvió su atención al brujo.
—Hablaremos luego Theroux— Se despidió M arkov y sin soltarme me guió dentro del palacio.
—Espera ¿Que estás haciendo M arkov?— le increpé intentando soltarme de su mano de acero. Pero solo me ignoró conduciéndonos dentro del palacio hasta llegar a
la biblioteca donde la noche anterior estuve con los dos brujos.
M e soltó cuando entramos a la biblioteca y estuve a punto de reclamarle pero mis palabras murieron en mis labios cuando M arkov se giró y tomó mi barbilla con
cuidado con su mano y clavó sus ojos en los míos. Algo había cambiado en él, podía notarlo. Se quedó por un segundo observándome tratando de encontrar algo pero
notaba la tensión en sus hombros.
—¿Estás bien?— preguntó suavemente sin dejar de mirarme y me perdí en sus ojos brillantes y la preocupación que podía ver en ellos.
—Sí— respondí en un susurro sintiendo como sus dedos acariciaban mi mentón. Quise cerrar mis ojos y suspirar encantada pero me contuve.
—Ven— Dejó de acariciarme y tomando mí mano guiándome a uno de los sofás en la biblioteca.
M e quedé en silencio observando cómo se movía por la habitación. Sus movimientos eran fluidos, masculinos e hipnotizantes. Su cuerpo era delgado pero atlético.
M ire sus manos que en ese momento se entretenían con un par tasas de lo que suponía era café. En silencio lo observe hasta que finalmente se sentó a mi lado en el sofá
de dos plazas tendiéndome una de las tasas calientes.
—Gracias— murmuré agradecida y la sostuve con ambas manos. Y hasta ese momento no me había percatado del frío que sentía y con gusto lleve el café a mis labios.
Nos mantuvimos en silencio degustando el delicioso café y me pude relajar por primera vez en su presencia.
—¿Como lo has estado manejando?— Rompió el silencio después de varios minutos y me acomodé en el sofá para poder verlo.
Pero M arkov seguía viendo hacia el frente y me detuve un momento para considerar su pregunta.
—Bien, aunque siento que todo está sucediendo tan rápido que a veces quiero gritar— M e sorprendí de mis propias palabras y porque sentía la confianza para
decírselas a él.
M arkov volteo su cuerpo para verme mientras hablaba, prestando total atención a lo que decía.
—Comprendo, debe ser duro despertar un día y que todo lo que creíste no sea verdad.
Lo mire sorprendida por la facilidad en la que podía interpretar mis sentimientos. Y él se rió al ver mi expresión.
—Puedo sentir lo que sientes— respondió a mi pregunta silenciosa y abrí los ojos aun mas sorprendida.
—¿Cómo?
—Estamos vinculados— Fue su respuesta y me dejo mas confundida que antes. Y volvió a reír.
—No te sorprendas, eso es una de las ventajas de estar vinculado con alguien.
—¿Como puede ser eso una ventaja? No quiero que andes por ahí conociendo mis pensamientos.
—Eso es porque yo controlo mis emociones, no puedo dejarme dominar por ellas.
—Te escuche, tengo buen oído, sabes— respondió con humor y no pude evitar sonreír.
Lentamente mi sonrisa se fue borrando de mis labios, había tantas cosas que quería preguntarle. Pero había una que quemaba en la punta de mi lengua. Verlo así tan
relajado, bromista y accesible me encantaba. Era la primera vez que no estábamos riñendo, insultándonos o gritando.
—¿Porque te vinculaste conmigo?— pregunté desviando la mirada, incómoda de saber su respuesta a la pregunta que tanto me había rondando desde un inicio.
No pensé que me pudiera sentir tan aliviada por conocer al fin la respuesta y tan decepcionada por ello. Esperaba ser algo más que una simple obligación.
—No es algo que puedas cambiar, mis padres— Se detuvo un momento y, ahí estaba finalmente, su dolor, lo sentí como un ramalazo frío. M arkov sufría al recordar a
sus padres. Volví mi vista hacia él sintiendo el impulso de borrar ese dolor.
M iraba hacia el frente y aunque su rostro no mostrara ningún signo del cambio en su estado de ánimo, lo podía sentir. Estiré mi mano y la coloque suavemente en su
brazo. Él volvió su vista hacia mí.
Intenté decir algo, lo que fuera para borrar su dolor... una disculpa. Pero me detuvo.
—No lo digas— su voz era suave mientras me miraba y colocó una mano sobre la mía.
Sentí la calidez en mi pecho por sus palabras, pero aun así no podía dejar de sentir que lo hacía por obligación. Deseaba, quería, que lo hiciera porque deseara.
—No lo entiendes Hana — Tomando la tasa que tenía en la mano y la suya la dejó sobre la mesita frente a nosotros y antes de poder decir algo tiró de mi cuerpo y
me abrazo contra su pecho. —Yo elegí unirme a ti.
—Si tú mueres, yo te seguiré; así que déjame cuidarte— murmuró sin soltarme.
Sentí el alivio y la alegría por sus palabras. No pude más que esconder mi rostro contra su fuerte pecho y sonreír.
Capítulo 20
Markov
—Nunca te habías reído así conmigo— advertí el arrepentimiento en su voz y deje de reír. En eso tenía razón, desde que nos conocíamos habíamos tenido muchas
diferencias, pero eso debía cambiar. El ambiente en la habitación se volvió tenso.
Intenté contener la sonrisa mientras lo miraba, él, notando mi risa me dedico una sonrisa ladeada negando con la cabeza.
Cuando quería M arkov podía ser encantador. Nos mirábamos sonriendo pero su sonrisa se borró al par de segundos.
—¿Ahora qué?— le pregunté con pesar. ¿Acaso el hombre no podía estar de buen humor nunca?
—No vas a entrenar sin mi supervisión— Su voz era dura llena de decisión.
—Creo que acabo de escuchar mal, porque tú no puedes decirme que hacer y que no.
—No me hagas esa cara Hana, hablo en serio. Te acabo de pedir que me dejaras cuidarte.
Su respuesta desinfló mi enojo por completo, no era justo con una par de palabras logrará hacerme sentir culpable.
—Lo haré si es necesario— Se puso de pie colándose frente a mí con los brazos cruzados, demostrando su decisión de imponer su voluntad.
—¡Eres imposible M arkov!— me puse de pie enfrentándolo y por la posición en que estábamos nuestros cuerpos se rozaban creando tensión en el ambiente.
Solté el comentario sin pensarlo y cuando me di cuenta de cómo había sonado ya era demasiado tarde, nos quedamos en silencio observándonos. El con una sonrisa en
sus labios, muy arrogante y yo sonrojada queriendo morirme en ese momento.
—Oh Hana, solo tienes que pedirlo y puedo demostrarte las maravillas que puedo hacer con mi boca— sonrió y dando un paso hacia adelante, nuestros cuerpo
quedaron completamente pegados.
—No, no eso no es lo que quise decir— balbuceé nerviosa dando un paso atrás topando mis rodillas con el sillón detrás mía. Caí sin poder evitarlo con el frente a mí,
mirándome intensamente.
¿Como habíamos llegado a esto? Tragué saliva nerviosa al ver esa sonrisa deliciosa totalmente sensual que prometía mucho.
M arkov inclinó su cuerpo hacia el mío, colocando sus brazos en el respaldo del sillón en el que me encontraba sentada, quedando encerrada en sus brazos. Su rostro
estaba a escasos centímetros del mío y me obligué a mirarlo. Por un angustioso momento nos quedamos así, mirándonos fijamente. Tenía el fuerte impulso de gritar para
liberar esa desesperación de hacer algo, era como un nudo en mi estomago; podía sentir esa tensión entre nosotros, había más que lo que estábamos intentando
aparentar; no habíamos tenido un buen comienzo pero si algo tenía claro era que ambos estamos atraídos por el otro como un imán y que de algún modo los dos
luchábamos para resistirnos, pero era casi imposible: terminábamos discutiendo, peleando y en el mejor de los casos los dos en una cama. Recordando, no podía ahora
creer que me hubiera acostado con ese magnífico y arrogante vampiro, ni en mis más locos sueños. Yo tenía claro que no quería seguir peleando contra él, era algo
agotador y necesitaba un respiro de tantos problemas.
¿Pero M arkov?, no estaba segura, en un momento era encantador y en el siguiente minuto podía ser un completo idiota. Pero ahí estaba luchando contra “ese algo”
que nos empujaba hacia el otro. Lo podía ver en sus ojos, no necesitaba intentar leer sus emociones, ahí estaban frente a mí. Abrí la boca para tomar un respiro y fue
cuando noté el cambio sutil en sus pupilas que se oscurecieron. Su rostro se inclinó más cerca, mi respiración fue temblorosa esperando ansiosa su siguiente
movimiento. Se iba a rendir finalmente. No estaba segura de si esto era lo correcto pero maldita sea que iba a averiguarlo, estábamos juntos en esto.
—¿Que nos está pasando?— murmuró desviando su vista hacia mis labios y los humedecí sintiéndolos de pronto secos.
Y cuando creí que finalmente iba a dar el paso final, la maldita puerta fue abierta. Rompiendo por completo nuestro momento. Quise gritarle a quien había entrado de
ese modo. M arkov gruñó bajo y se separó finalmente para enfrentar a la persona que había entrado.
M e levanté de mi lugar para poner distancia con M arkov y enfrentar al brujo. Noté en su rostro que no estaba nada feliz.
—Claro— murmuré como respuesta e intenté pasar a M arkov pero este me retuvo con su mano en mi brazo.
—Eso no es necesario Jakov— Determinó el brujo frunciendo el ceño y dando un paso hacia adelante.
Eran dos hombres imponentes acostumbrados a salirse con la suya y estaban soltando testosterona en la habitación. M e sentía como una pelota de ping-pong entre
esos dos hombres. De un lado a otro, no quería causar problemas entre ellos por algo tan mundano como decidir si M arkov iba o no estar en mis entrenamientos.
—Sí, lo es y no está en discusión— Fue la orden del vampiro a mi lado, quien para confirmar sus palabras me soltó del brazo por un segundo para dejar caer el suyo
en mis hombros y presionarme contra su cuerpo. Alcé la vista para verlo pero este solo me ignoró.
—En el salón de armas a las nueve— Ordenó M arkov al brujo, mirándolo fijamente.
—Nos vemos más tarde Hana— Se giró para verme el vampiro, sorprendiéndome cuando me dio un beso duro, no tuve tiempo ni de reaccionar cuando me di cuenta
que me había soltado y se dirigía con paso firme hacia la puerta sin voltear a verme una sola vez.
—Fuiiii— silbó Theroux al ver marchar a M arkov y se giró a verme con una ceja levantada a modo de interrogación.
Incrédula toque mis labios con mis dedos sintiendo aun el calor de su boca.
—Vamos a seguir practicando— Fue su respuesta mientras caminábamos y nos adentrábamos en el palacio.
—Pero… M arkov— No completé mi frase al darme cuenta de que pensaba hacerle caso a M arkov.
—Y tú crees que hago lo que él dice— Fue la respuesta del brujo que con una sonrisa cómplice me tomo del brazo para guiarme por el lugar.
—Exacto, lo que sucedió es entendible ya que es primera vez que te concentras en hacer magia, las otras veces fue puro instinto y si mi teoría no está incorrecta, creo
que tu habilidad de crear zarcillos es algo que no logras a través de magia, al menos no la usual.
—Tal vez estés en lo correcto, es como sentir calor o algo en mi mano, no sé es difícil de responder si me preguntas.
—No me extraña, eres digna hija de Sergei— En su voz notaba la satisfacción al mencionar el nombre de mi padre.
—¿Lo conocías?— Emocionada por conocer al hombre que me dio la vida, no pude evitar preguntar.
—Háblame de él— Le pedí. Enganché mi brazo con el de él para seguir platicando mientras seguimos caminando.
—Era un hombre increíble, admirado por muchos y temido por otros. Noble y justo que le fue concedido el honor de ser el guardián de Aleksei, el padre de M arkov.
Verlos luchar juntos era— se detuvo pensando en las mejores palabras para describirlo—; Era algo letal— completó finalmente. —Eran como la mitad de un todo, su
fuerza, su coordinación era invencible, además, de que todos sabían que eran buenos amigos desde jóvenes, crecieron juntos en muchas misiones contra los rebeldes, que
en siglos pasados eran más osados y brutales que ahora, y cuando tu padre conoció a tu madre y decidieron casarse, fueron los padres de M arkov quienes los apoyaron
y defendieron ante las acusaciones de ese entonces del consejo que estaban en contra de esa unión.
—¿Ellos no querían a mi madre?— pregunté sorprendida, esa parte de la historia no la sabía. M i abuela nunca me hablo más que maravillas de ellos, ocultando el
hecho que mi padre era brujo y todo lo relacionado a ello.
—No confiaban en los humanos, en aquel entonces el país vivía en tensión por la revolución rusa, los crímenes abundaban, muertes y secuestros era lo que todos los
días se escuchan en las noticias y aunque puedas creer que no nos afectaban los asuntos humanos, lo cierto fue que si, los rebeldes aprovecharon la ola de violencia para
arremeter con fuerza matando y cazando, no solo a los humanos por diversión, sino que también para desestabilizar nuestro modo de vida anónimo, querían derrocar a
nuestros dirigentes que se encargaban de mantener nuestra existencia en las sombras.
Nos detuvimos frente a una ventana que daba hacia uno de los jardines internos, donde pude observar a un grupo de niñas, quienes evidentemente eran hadas,
colgando de un árbol riendo despreocupadamente.
—Sí, fue un golpe duro para todos, nunca se había visto una matanza como la de aquella noche, apenas sobrevivimos— En su tono de voz podía escuchar la tristeza
y la pena por el recuerdo, dirigí mi vista hacia él y solo pude encontrar el dolor por esa noche.
— Y fue por eso que se estableció un nuevo sistema— Continuó, retomando papel de narrador y guía jalándome para seguir caminando por el pasillo. —Creando y
uniendo los consejos en cada continente. M arkov, Bing Bing, M omoa y Casandra son la máxima autoridad aquí en Europa. Nadie está sobre la ley; hay otros consejos
en África, Asia, América, Antártida y Oceanía.
—Ellos se dedican a coordinar, delegar, mantener en orden a todos los de su especie y hacer cumplir la ley a quien la rompa y sobre todo a proteger a los humanos de
los rebeldes que intentan volver a crear caos como hace un siglo atrás.
—¿Por eso hay tantos consejos ahora?— pregunté imaginando a un grupo de personas temibles.
—Sí, es difícil saber cuándo habrá otra revolución como aquella, ahora es más sencillo con la tecnología, por ejemplo para mantener el orden en cada país se envían un
cónsules para delegar responsabilidades, yo por ejemplo soy el cónsul de Estados Unidos.
—Encargarme de que todo esté en orden, algunas veces hacer patrullajes, escuchar quejas e informar al consejo de América sobre lo que sucede para que tomen las
medidas más adecuadas. Aunque ahora que estoy aquí, el brujo del consejo de América tomó el mando en el tiempo que esté fuera, lo importante es mantener el orden,
te sorprendería ver las quejas que escucho a diario, sin mencionar las amenazas.
—No es tan diferente a como vivimos políticamente los humanos— mencioné al darme cuenta de las semejanzas.
—Sí, la única diferencia es que nosotros lo hacemos sin tantas personas involucradas y hacemos cumplir la ley.
—¿Y qué es lo que no se debe hacer?— pregunté curiosa imaginando una cantidad enorme de reglas.
—Todo se reduce a no dañar humanos, ni utilizarlos, pero lo más importante es jamás darles a conocer nuestra existencia, quien lo haga paga con la pena máxima que
es la muerte.
—¿Qué? ¿No es eso muy drástico?— pregunté horrorizada por esa barbaridad.
—No, hemos vivido por siglos debido a que nos hemos mantenido en las sombras. Los humanos no están preparados para conocer de nuestra existencia.
—Pero va a llegar el día— señalé con reproche. No podían mantenerse siempre ocultos y matar a todo aquel que infrinja esa regla, aunque podía comprender su
importancia, no aceptaba el hecho que mataban sin dudar a quien la rompía, era inhumano.
—Estamos preparados para ello o al menos me gusta pensar que ahora sabemos qué hacer. M arkov desde que tomó el mando junto a M omoa se han encargado de
entrenar a todos con más ahínco e incluir nuevas técnicas de combate, además que es indispensable que los consejos se mantengan en contacto, si llega a suceder lo peor,
el consejo más cercano toma el lugar para mantener el orden, en nuestro caso es el consejo de Asia, usualmente son los hijos quienes toman el mando, siempre debe
haber uno de cada especie que los represente.
—No, ninguno tiene hijos aún. Pero no es algo que deba preocuparnos, además— se interrumpió cambiando de tema— Ahora unificamos nuestras fuerzas, somos
más eficientes; por ejemplo Jakov utiliza mucho las katas eso le ha dado rapidez y concentración y es por eso que es uno de los mejores en lucha.
—Sí, yo también tuve esa expresión cuando lo escuché por primera vez. Las katas es una secuencia de movimientos de artes marciales. Deberías verlo para poder
entenderlo, de hecho, ahora que lo pienso creo que te serviría mas su entrenamiento para concentración que el que yo tenía previsto.
—Recuerdo que antes de que Kondrati me llevará estabas enseñándome— evité mencionar su relación familiar con el brujo.
—Cierto, pero esas eran para nivel principiante, ahora no creo que funcionen; necesitas otro tipo de entrenamiento más especializado. Y las técnicas que Jakov
maneja son muy avanzadas y requieren no solo de resistencia física sino destreza mental y a decir verdad, el tiene más experiencia en ello que yo.
—Claro que si, te prometí que lo haría, creo que entre los dos podemos conseguir llevarte a un buen nivel de lucha.
—No estoy tan segura, ya viste lo que pasó hoy y apenas hemos comenzado— me quejé mortificada. A ese paso pasarían años antes que logrará dominar algo de mi
magia.
—No te agobies, ha sido el primer intento— Rió de buen humor, cuando salimos a otro jardín.
—¡Ustedes!— escuché una irreconocible voz femenina a nuestra espalda. Ambos nos giramos para ver a Valya caminar con paso rápido con una sonrisa hacia
nosotros y detrás de ella Henry caminaba meneando la cabeza en gesto de negación pero sin poder ocultar su sonrisa al ver a la vampira.
—¡No, no, no!— le reprendió la chica con el ceño fruncido— Theroux, tu siempre pensando en eso igual que mi hermano. No sean insensible Hana acaba de regresar
y ya la quieren andar atormentando con sus cosas— la vampira me tomó del brazo para jalarme a su lado y apartarme del brujo.
—Pero…
—No me importa, luego lo harás pero ahora quiero que vayamos a despejarnos de tantas cosas malas.
—¿Y tú cómo lo sabes?— pregunté con malicia a mi amigo viendo como un ligero rubor cubría sus mejillas.
—Bruja— murmuró al pasar a mi lado para saludar a Theroux, sin responder a mi provocación. Lo que me hizo reír mientras él me clavaba una mirada de advertencia.
—¿Crees que van a iniciar una guerra?— preguntó Valya a Theroux mientras bebía de su copa de vino.
Habíamos salido a comer a un restaurante localizado a cinco kilómetros del Kremlin, llamado White Rabbit. Según Valya uno de los mejores restaurantes por los
alrededores del que no podía dejar pasar la oportunidad para visitar. No lo dudaba, era un restaurante construido de forma abovedada con cristales en los paneles que
permitían una vista de la ciudad desde la azotea del edificio donde estaba ubicado. La decoración elegante con sillones tapizados, velas y flores frescas en cada mesa y
vajilla reluciente. Sin mencionar la exquisita atención con la que nos servían, no podía negar la afirmación de la vampira al decir que era uno de los mejores restaurantes
en los que había estado, aunque seguía prefiriendo la cocina de mi chef favorito: Gordon Ramsey.
Con el sol de la tarde entrando por los paneles le daba un aspecto muy cálido, sumado a la decoración lo convertían en un lugar muy vintage y relajado ideal para
pasar una tarde con amigos.
—Ya han empezado, las desapariciones de humanos, los rumores que corren y la aparición de Kondrati lo confirman, recuerda que hace poco M arkov sacó a un
grupo de humanos de una casa donde aparentemente experimentaban con ellos— respondió el brujo mirando hacia afuera.
—Es cierto, ahí encontró a la periodista. Por cierto, ¿Alguien sabe que hacia exactamente ahí?— fue esta vez Henry quien habló, sentado a la par de Valya.
—No, él no ha querido mencionar nada al respecto— murmuró la hermana del susodicho molesta. Podía adivinar su mal humor al no saber de qué iba su hermano y la
chica. De hecho, a mi también me molestaba, un poco, pero no iba a mencionar nada al respecto. No sabía qué tipo de relación tenia con el vampiro y después de esa
demostración en la biblioteca no estaba más cerca de saberlo.
—En Las Vegas, han aparecido las últimas semanas, antes que viajara hasta acá, cuerpos de humanos con marcas de quemaduras y mordeduras— mencionó Theroux
con gesto sombrío, olvidando el tema de la periodista.
—Hemos considerado que no solo está pasando algo aquí, si no que en todo el mundo. Hay reportes en África y Asia. De hecho, dentro de unas semanas se reunirán
en consejo aquí para tomar medidas y para celebrar el Leonidas.
—Es cierto, algo así escuchar a mi hermano mencionar— respondió Valya levantando una mano para indicarle al mesero que llevara otra botella de vino.
—¿Qué son las Leónidas?— pregunté mientras seguía picando la bandeja de panes con mantequilla y queso que nos habían servido.
—Es una lluvia de meteoros que ocurre a mediados de noviembre— respondió Henry tomando de la canasta un pan untado de mantequilla.
—¿Y eso es motivo de celebración?— pregunté con cuidado. No sabía si me pregunta iba a ofender a alguien, no tenía idea de las costumbres que tenían, como por
ejemplo hacer una fiesta por un meteorito.
—M ás que el evento astronómico en sí, es un homenaje para la vida y muerte de nuestras especies— Fue esta vez el brujo sentado a la par mía quien respondió y me
giré para prestar atención a lo que decía.
—Puede ser para ti extraño que hagamos una fiesta por ello, pero es la manera de recordar nuestra mortalidad, además, muchos de nosotros hemos perdido a seres
queridos en el paso de los siglos y como mencionaba, celebramos la vida y muerte. Vida, por aquellos que permanecemos aún aquí y la muerte de nuestras almas que al
morir forman parte del universo a través de energía que se transforma en estrellas. Es muy poético de hecho, un poco fantasioso si no estás acostumbrado, pero
funciona para nosotros— terminó por explicar el brujo a mi lado.
—De acuerdo, espero llegar a entenderlo y acostumbrarme, sigo siendo nueva en todo esto.
—No dudo que lo harás— respondió con cariño colocando una mano sobre la mía que descansaba en la mesa, dándole un ligero apretón sin apartar la vista de la mía.
—¿Alguien quiere ordenar ya? M uero de hambre— se quejó la vampira, logrando que apartará la mirada de Theroux.
—Claro— respondí con demasiada alegría soltando mi mano de la del brujo y tomando la copa de vino frente a mí. Alzando mi vista pude ver el gesto serio de Henry.
—Uno, dos, tres, cuatro, cinco, seis, siete, ocho— repetí en mi mente, mientras realizaba las katas que M arkov me había enseñado. Podía ver su funcionalidad
después de pasar quince minutos repitiendo los mismos movimientos una y otra vez, era como entrar en un estado de relajación con la mente concentrada en ejecutar
cada movimiento, en controlar la respiración. Y mientras seguía contando, escuche a M arkov y Theroux hablar.
Entre más me concentraba, más rápidos eran mis movimientos y pude sentir la energía fluir pero ahora de manera más controlada, sentía esa sensación de dejavú,
como si ya hubiera realizado estos movimientos antes.
—Extiende más los brazos Hana y mantén tu postura erguida— Era la voz de un hombre que me indicaba qué hacer a mi espalda y obedecí sus indicaciones.
—Eso es, lo estás haciendo muy bien Hana— Su voz evidenciaba lo complacido que estaba y sonreí.
M e detuve bruscamente por el recuerdo y pestañeé un par de veces para enfocar nuevamente la vista.
—¿Hana?— Escuché a mi espalda a M arkov, pero no pude girarme a verlo por la conmoción de lo que acababa de recordar.
—He recordado— murmuré sin aliento. Coloque ambas manos en mis rodillas, forzando a mi mente a ir más allá de lo que acaba de ver, pero como siempre me tope
con un muro que me impedía el acceso a esa parte de mi memoria.
—He recordado algo— M e erguí de mi postura para ver a M arkov frente a mí con gesto preocupado.
—Estos movimientos, los había hecho antes, él me los enseñó— le comenté al vampiro frente a mí.
—¿Estás segura?— Colocó sus manos en mis hombros, dándome un ligero apretón para indicarme que siguiera hablando.
—Sí, recuerdo que me dijo que abriera más los brazos y mantuviera mi postura— Estaba complacida de finalmente haber recordado algo por muy pequeño que fuera,
eso significaba que si me esforzaba podía descubrir más cosas.
—¿Por qué le estaba enseñando katas?— cuestionó el brujo llegando a nuestro lado.
—Él sabía que la iban a ayudar a desarrollar y controlar su poder— Le comentó al brujo que estaba a la par suya sin despegar su vista de la mía—, él día que te
encontramos mostraste habilidades de pelea muy avanzada.
—¿En serio?— pregunté asombrada de esa nueva información y lamentaba no poder recordarlo.
—Sí, debiste haberte visto— Sus ojos reflejaban el orgullo y también algo más...deseo y lo pude sentir a través de sus emociones. Algo caliente, pesado que me hizo
ruborizarme. ¿Le excitaba verme pelear? Él notando mi respuesta sonrió complacido.
—Acabas de recordar algo— Fue la voz de Theroux quien sin imaginar lo que pasaba entre el vampiro y yo, siguió hablando. —Eso significa que lo que te hizo se
puede revertir— sintiendo mi incomodidad el vampiro me soltó no sin antes dirigirme una mirada que prometía muchas cosas.
Cuando estuve libre, me aparte a un lado dándoles la espalda a los dos hombres. ¡Dios! ¿Cómo podía M arkov con una sola mirada hacerme olvidar dónde estamos?
—Si Kondrati empleo este método fue por algo —Escuche a M arkov comentar — Deberíamos seguir intentando con las katas.
—Tiene razón— M e voltee a ver a los dos hombres. Ya más calmada y tomando parte de lo que se hablaba.
—Hana, no creo que sea una buena idea— expuso el brujo.
—Pero...
—Yo quiero hacerlo— M i voz sonó firme y decidida, sin espacio para duda o réplica por parte de ninguno.
—De acuerdo, de acuerdo— el brujo levantó las manos al aire con signo de derrota.
—Gracias por preocuparte, pero estaré bien, además, ¿Que podría pasarme?— pregunté lo ultimo con sarcasmo.
Llevamos cinco días de entrenamiento sin parar. Comprobamos que las katas eran la mejor forma para canalizar mi energía, las dominaba como si hubiera pasado años
aprendiéndolas que hasta el vampiro estaba admirado de ello, yo estaba más que asombrada y feliz. Después de dos días, M arkov se había arriesgado más y empezamos
a luchar. El creía que yo lo sabía hacer, que Kondrati me lo había enseñado en el tiempo que yo estuve con él y que aunque mi mente no lo recordara mi cuerpo si lo
hacía.
No estaba equivocado. Era algo instintivo. La ley del más fuerte, por naturaleza me revelaba ante la idea de dejar que me hicieran daño y demostrar mi fuerza. Y
aunque los últimos tres días habían sido duros, el vampiro no se había detenido, de hecho, varios del palacio se enteraron y nuestras prácticas privadas se volvieron en
algo que todos querían ver. Era la bruja que en cuestión de días había dominado las katas y a quien, el brujo Theroux le estaba instruyendo, aún cuando me costaba
dominar mi elemento tierra, aun tenía mis zarcillos.
Así que, era el quinto día desde que habíamos iniciado y varios vampiros, brujos y hombres lobos estaba ahí viendo nuestra pelea o bueno, mejor dicho presenciado
mi derrota y es que no peleaba contra un principiante, si no contra Theroux, el único que podía controlar dos elementos, una leyenda entre los suyos.
—No puedo más— murmuré en voz baja, sintiendo mis piernas temblar.
La energía vibro a mí alrededor y levanté las manos instintivamente para prepararme para el siguiente ataque del brujo. Creé un muro de rocas como defensa pero
sentí una ráfaga caliente azotando a mi alrededor y me di cuenta que estaba vez el brujo había más lejos y había utilizado su elemento fuego para atacarme.
¿Qué estaba haciendo? ¿Pretendía matarme? Caí de rodillas sosteniendo mis brazos levantados, concentrándome en mantener el muro de rocas a mí alrededor. Escuche
a lo lejos los gritos de exclamación pero no presté atención a lo que decían. M e empezaba a sofocar por el calor que hacía y la vista se me volvió borrosa mientras veía
como las rocas se agrietaban por el calor.
Pensé con desesperación, concentrándome a mí alrededor. Cerré los ojos con fuerza sintiendo las lágrimas quemar en mis ojos. Quería gritar que parara pero tenía un
nudo en la garganta que me lo impidió.
Tu puedes Hana, todo a tu alrededor es una arma que puedes usar. Tierra, agua, aire, fuego; no hay límite para lo que puedes lograr. Búscalo, siéntelo y ordénale
que te obedezca.
Markov
—M arkov, haz algo. La va a matar— escuché la desesperación de mi hermana y los murmullos a mi alrededor. Pero me mantuve firme con la mano alzada en un puño
indicando que nadie interviniera.
Aunque no mostrará ninguna emoción, por dentro rogaba que Hana reaccionara. M iraba a Theroux, quien me devolvía la mirada suplicante, podía ver su indecisión al
continuar lo que le había ordenado. En los últimos días Hana había mostrado un alto grado de poder, dominaba las katas casi a la perfección lo que le permitían acceder a
su elemento tierra aunque no podía dominarlo por completo; no estaba seguro si era debido a la marca del lirio o algo más que Kondrati le hubiera enseñado, pero estaba
dispuesto a averiguarlo.
M iraba impasible como el muro de rocas que Hana había creado se agrietaba, ella temblaba encorvada sobre sus rodillas con los brazos extendidos hacia el frente.
—¡Basta! ¡Para M arkov!— sollozó Valya a mi lado. Dio un paso hacia el frente pero fue retenida por Henry quien estaba a su lado.
Los brazos de Hana temblaban incontrolablemente y sabía que no duraría más. M e moví hacia el al frente, listo para intervenir antes que fuera demasiado tarde, pero
sucedió lo inevitable. Hana bajo los brazos, dejándolos caer en el suelo junto a las rocas que la protegían. Y varias cosas sucedieron en ese preciso instante.
El grito de angustia Valya resonó en la habitación, junto a la exclamación de todos los presentes. El rostro de horror de Theroux al ver que Hana había bajado los
brazos junto a su protección. Pero lo que me impidió moverme fue el movimiento rápido de las manos de Hana en el suelo y como el fuego a su alrededor se disolvía en
un vapor blanco, apagándolo sin llegar a tocarla. El aire en la habitación se volvió húmedo y todos se quedaron en silencio viendo a Hana caer en el suelo inconsciente.
Capítulo 21
Markov
—¡M arkov!— escuché la voz de mi hermana detrás de mí, pero no me giré para responder. Necesitaba poner en un lugar seguro a Hana, quien yacía en mis brazos
inconsciente.
Esta vez sí me detuve para enfrentarlo. En su rostro pude leer la preocupación y también algo más: ira. No estaba dispuesto a soltar a Hana, ni por el brujo, quien se
suponía era su amigo y guardián. Esperé en mi lugar hasta que llegó hasta donde me encontraba.
—Yo debería llevarla, soy su guardián— Fue lo primero que dijo viéndome con el ceño fruncido y con la desconfianza pintada en su rostro.
—Hace mucho tiempo dejaste de serlo— Negué con autoridad—, Ya cumpliste con tu parte de traerla hasta mi cuando su abuela falleció, pero de ahora en adelante
ella es mi responsabilidad.
—Es mi amiga desde hace mucho tiempo y su abuela me pidió que la cuidara— intentó justificarse, pero ni con ello iba a convencerme que dejará a Hana a su cuidado.
—Puede ser, pero desde que llegaste aquí no has hecho otra cosa que rondar a mi hermana— Escupí con los dientes apretados por tener que decirlo.
—¿Qué? Eso no es…— No supo qué responder y no pudo evitar que su rostro se coloreara de carmesí por mi comentario. ¿Acaso creía que no me había dado
cuenta? Era mi hermana, maldita sea. ¡Claro que me había dado cuenta!
—No quiero discutir sobre ello en este momento, debo llevar a Hana a un lugar seguro— Respondí exasperado.
Observé sobre el hombro del brujo y como imaginé ahí estaba cerca mi hermana, quien se apresuraba hacia nosotros, seguido de Theroux.
—Theroux, regresa al salón de armas y ordena a todos que se queden donde están. Nadie debe salir de aquí hasta que yo regrese y hable con ellos— Le ordené ni bien
estuvo lo suficientemente cerca para escucharme.
—Pero... — se detuvo mirándome sorprendido, dudando un momento y observó a Hana en mis brazos.
—¿Como siempre no?— respondió con sarcasmo, apretando las manos en puño y mirando de reojo a Hana.
—¿Estas cuestionando mis órdenes?— Cuestioné desafiándolo a que respondiera. Aunque fuera mi amigo desde hace décadas, no podía tolerar la falta de respeto, yo
era el Príncipe Jakov y como tal me debía si no era lealtad, sí obediencia.
—No me atrevería— Se detuvo un momento masticando las siguientes palabras. —Príncipe Jakov.
Lo observé hacer una ligera reverencia para fastidiarme y se dio la vuelta antes de que pudiera responderle algo. ¡M ierda! Últimamente todo se había vuelta un revés.
—No debiste hablarle así M arkov, es tu amigo— Habló finalmente Valya, cuando nos quedamos solos y comenzamos a caminar con Hana aún en mis brazos.
—Él no debería hablarme así Valya, no te confundas, es mi amigo pero no tolero las faltas de respeto.
—Ni de ti mocosa— la regañé. Pero ambos sabíamos que eso no era cierto. M i hermana era la única que me hablaba como quería, aun si me molestaba a veces, pero
ella sabia jamás usaría mi posición de realeza en contra de ella. Valya era mi consentida.
Nos mantuvimos en silencio como acuerdo mutuo mientras caminábamos en el palacio, ella podía percibir mi preocupación sobre toda la situación y no era para
menos. Nos estábamos enfrentando a algo que nunca antes habíamos visto antes y la clave estaba en los recuerdos perdidos de Hana.
—¿Qué pasó en esa sala?— Preguntó en voz baja Valya, cuando estuvo seguro que no había nadie alrededor.
—Creo que tengo una idea de lo que sucedió, pero las explicaciones tendrán que esperar hasta que la bella durmiente despierte.
—Debiste intervenir antes que sucediera esto— M e reprendió mientras abría la puerta de una de las habitaciones.
—Estaba seguro que ella lo lograría, aunque me sorprendió la forma en reaccionó— respondí avanzando por la habitación hasta dejar a Hana sobre la cama.
—Vamos afuera, dejémosla descansar— Le indiqué a mi hermana y caminé hacia la puerta tomando del brazo a mi hermana para salir y dejar descansar a Hana.
Pronto iba a despertar pero antes necesitaba asegurarme que mi orden hubiera sido obedecida.
Hana
Escuchaba gritos pero no podía, ni tenía la fuerza para prestarles atención. M e quejé por el dolor que sentía en todo el cuerpo, era como si un camión hubiera pasado
encima de mí, o bueno, así debía sentirse porque hasta me dolían las uñas.
Quise ignorar las voces que podía escuchar a lo lejos y sumirme en un sueño profundo pero era imposible.
La conversación siguió y aunque deseaba volver a dormirme, era evidente que no iba a poder hacerlo mientras siguieran gritando fuera de la habitación así que, con
mucho esfuerzo me puse de pie y camine hacia la puerta, pero antes de siquiera haber recorrido la mitad la misma fue abierta de golpe y el espacio fue llenado por la
figura alta de M arkov, quien me miraba con el ceño fruncido.
—¿Qué haces levantada? Deberías estar descansado— M e regañó y sin preguntarme me tomó en sus brazos antes que pudiera seguir caminando y me dejó sobre la
cama nuevamente.
—Es casi imposible cuando varios locos se ponen a gritar frente a mi puerta— respondí con sarcasmo cerrando los ojos al sentir la suavidad del colchón.
—Vaya forma de agradecer nuestra preocupación— Escuché a Theroux sonar ofendido por mi comentario y abrí los ojos ligeramente para poder observarlo, pero no
respondí ante su comentario. Estaba en el marco de la puerta junto a Valya.
—No me contradigas— Le contestó M arkov sin apartar la vista de mi. Algo intimidada aparté la mirada desviándola hacia un lado.
Escuché un resoplido de indignación femenino seguido de la puerta cerrándose con suavidad. Nos quedamos en silencio. Yo recostada y él sentado al lado mío
observando todos mis movimientos. Procurando no estar en desventaja me apoyé contra la cabecera acomodando las almohadas en mi espalda para mayor comodidad.
Un eterno sacrificio considerando que me dolía todo el cuerpo.
—¿M ejor?— preguntó el vampiro cuando terminé de acomodarme y asentí con la cabeza para confirmar sin atreverme a mirarlo al rostro. Sabía que empezaría a
cuestionar lo sucedido, pero no estaba muy segura de que había pasado en la sala de armas.
—Antes que empieces, no sé qué pasó con exactitud— Comencé a hablar nerviosa para iniciar la conversación.
—¿Cómo es eso?
—No lo sé, estaba todo ese calor y lo único en lo que pensé fue en que necesitaba agua.
—¿Agua?
—Sí, es solo que...— M e detuve insegura mirando hacia mis manos en mi regazo; sin saber si debería confiar en decirle que escuche la voz de un hombre en mi cabeza.
Podría creer que estaba loca.
—Puedes confiar en mi Hana, necesito saberlo para poder cuidarte— Sentí su cálida mano en mi mejilla y con suavidad levantó mi rostro para poder enfrentarme con
su mirada comprensiva.
—No estoy segura, pero creo haber escuchado la voz de un hombre en mi cabeza, diciéndome que todo a mi alrededor era un arma, después, yo solo pensé en dónde
podía encontrar agua y de la nada supe donde encontrarlo— M e detuve para tomar una respiración viendo a M arkov muy atento a lo que decía sin quitar su mano de mi
rostro.
—El aire— respondí finalmente y viendo la confusión en su rostro, me lancé a explicar lo más humanamente posible— El aire está compuesto por nitrógeno en su
mayoría, si se cambia su composición, puedes volverlo nitrógeno líquido, así que...— me quedé en silencio al ver la sorpresa en su rostro, dejó caer su mano de mi rostro
hacia mi hombro derecho y quedarse en silencio observarme como un bicho raro.
—¿Dije algo malo? Di algo por favor, me estas poniendo nerviosa— pude escuchar mi voz ansiosa, estaba empezando a entrar en pánico y peor aún, pude sentir el
frío miedo que sus emociones me transmitía. Temblé de frío.
—Lo siento— reaccionó finalmente y bajo su mano hacia mi brazo, acariciándome con movimientos lentos de arriba hacia abajo, era como si pudiera sentir mi
malestar y el frío que me provocaron sus emociones.
—M e has dejado sorprendido con lo que me acabas de decir.
—¿Eso es malo?
—M anipulaste tres elementos casi sin ningún esfuerzo y estoy seguro que si te concentras podría controlar los cuatro elementos.
—No, yo no…— perdí la fuerza en mi voz y no pude siquiera negar lo evidente en la situación.
—Hana, tu elemento es tierra, ¿cierto?— preguntó esperando que le confirmara y asentí como respuesta sin poder articular palabra por el shock de lo que me había
dicho.
—Las rocas, es del elemento tierra— explicó con una ligera sonrisa en su rostro—. Y me acabas de decir que cambiaste la composición del aire y lo convertiste en
agua. ¿No lo ves?— Su sonrisa lo decía todo. Si bien estaba sorprendido, al parecer mi extraña demostración de magia de escasos minutos era suficiente para hacerlo
sonreír de esa forma, como si hubiera descubierto un tesoro perdido.
—Sí, nadie ha logrado lo que acabas de hacer, el único que ha podido controlar otro elemento a parte del suyo es…
—Theroux— completé su oración asombrada mirándolo con los ojos abiertos. Ahora podía comprender su reacción, aunque no entendía porque había percibido
miedo de su parte hace unos minutos atrás.
—¿Estás seguro que no ha habido nadie más? No puede ser posible que yo, una novata en esto pueda hacerlo.
—No, en todos mis siglos. Nunca he escuchado o visto algo parecido, aunque...— Se detuvo un momento para pensar— Hay alguien que tal vez pueda saberlo.
—¿Quien?
—Ya veo— respondí algo decepcionada al saber que estaba en otro continente, que aunque cerca de Rusia, no era un viaje corto.
—Él vendrá dentro de un par de semanas para el Leónidas, podríamos hablar con él.
—Un momento, si puedo controlar tantos elementos significa que estoy haciendo magia prohibida— razoné recordando la explicación que antes me habían dado al
respecto.
—Podría ser, la alquimia es algo que comprendemos por el alcance que tiene y aunque fuiste marcada no sabemos qué tipo de magia utilizó Kondrati contigo—
explicó el vampiro.
—¿Qué haremos mientras tanto?— pregunté al tiempo que colocaba mi mano en su rodilla que estaba junto a mi cadera.
Se quedó en silencio dirigiendo su mirada hacia mi mano y al notarlo, creyendo que le incomodaba, la retiré.
—¿Estás cansada?— preguntó recorriendo con su mirada mi cuerpo y pude notar el cambio en su voz y su actitud.
—Puedo ayudarte con ello— murmuró alzando su mano para colocarla detrás de mi cuello y acariciando lentamente con sus dedos mi piel desnuda.
—No creo que sea necesario— susurré sin dejar de mirarlo. Sintiendo el calor de su cuerpo, inhalando su embriagante perfume. Sentía mi piel hormiguear de
anticipación por su toque. A pesar que había dicho que me dolía el cuerpo en ese momento no podía siquiera sentir el dolor o pensar en detenerlo.
—Sí, es muy necesario— su voz era baja, ronca y con lentitud fue acortando la distancia entre nuestros cuerpos.
M oví mis manos para detener su avance y las coloque en su pecho pero el efecto fue el contrario. Palpar sus duros pectorales, el fuerte latir de su corazón, me hizo
querer acercarlo más a mí. Sentí su cálido aliento contra mi mejilla y cerré los ojos al sentir sus labios en mi pómulo. Apreté su camisa con mis manos y jadeé al sentir su
lengua en el lóbulo de mi oreja provocando escalofríos en mi cuerpo antes de mordisquearlo lentamente. Este hombre me iba a matar si seguía así.
—No sabes cómo me pone verte luchar— susurró contra mi oído con voz ronca, excitada, y me derretí con sus palabras.
No supe en qué momento nos habíamos movido pero de repente me encontré de nuevo sobre mi espalda y con M arkov a horcajadas sobre mí besando mi cuello en
dirección ascendente. Abrí mis ojos de nuevo para ver su rostro a solo unos centímetros del mío, ambos estábamos con la respiración acelerada; aun no había retirado
mis manos de su pecho por lo que podía sentir su corazón acelerado en las palmas de mis manos. Nos quedamos ahí suspendidos por varios segundos sin decir nada,
solo observándonos. Sus ojos brillaban llenos de deseo y algo más que no quise ponerle nombre, pero ambos sabíamos en ese preciso momento mientras nos
mirábamos, que las cosas entre nosotros estaban cambiando; no sabía en qué dirección y me asustaba un poco al igual que él pero no quería detenerme, no podíamos
detenernos. Podría ser el inicio de algo desgarradoramente doloroso o algo maravilloso.
—Bésame M arkov— susurré colocando una mano en su mejilla acariciando su pómulo cubierto con barba y viéndolo a los ojos para que pudiera ver mi
determinación de seguir adelante.
Creí por un segundo que no me besaría pero fue solo eso, un segundo de vacilación antes de descender y sentir sus labios sobre los míos.
¡Al fin!
Con mi mano en su mejilla y la otra en su pecho disfrutaba de sus labios en un beso lento, sensual mientras él se sostenía con sus manos a cada lado de mi cabeza. Era
un millón de veces mejor que todos los anteriores, sus labios se movían degustando, probando los míos. Delineó con su lengua el contorno de mis labios y no pude
evitar suspirar de placer, momento que él aprovechó para introducir su lengua dentro de mi boca; consiguiendo que me excitara y sintiera la humedad entre mis piernas.
Enredé mis dedos en su cuello para acercarlo más a mí y dejó caer su cuerpo sobre el mío, bajó sus manos hasta mi cadera y con lentitud acarició mi cintura y no pude
estar más complacida, o eso creía porque nuevamente fuimos interrumpidos por el odioso toque de la puerta.
—¿Qué?— gruñó M arkov en voz alta separándose de mis labios pero sin mover su cuerpo que seguía pegando al mío con sus manos en mi cadera; en la posición tan
intima en la que nos encontrábamos podía sentir su miembro duro clavarse contra mi vientre. Nuestra respiración era agitada y podía sentir el rápido subir y bajar de mi
pecho rozando el suyo.
—Señor, lo están esperando en el salón de armas— Escuchamos la voz del hombre amortiguada por la puerta.
Pero no se movió y dejó caer su cabeza en el hueco de mi hombro, nos quedamos así por un par de segundos, yo con mis manos en su cabello y el sosteniéndome por
mis caderas. En silencio se incorporó quedando a un lado de la cama mientras ajustaba su ropa y pasaba una mano por su cabello. No me miró en todo ese tiempo, me
sentí de repente tonta y avergonzada.
—Descansa— murmuró como despedida antes de salir de la habitación sin verme ninguna sola vez.
M e dejé caer agotada en la cama, tratando de no ponerle demasiada importancia a su pobre despedida. M e quedé dormida de inmediato, sintiendo todo el cansancio
acumulado de los últimos días pasarme factura.
—Son cuatro sellos Hana, juntos pueden crear vida, pero nunca olvides uno de sus principios fundamentales de la alquimia: para obtener algo, es necesario
sacrificar algo de un valor equivalente; la flor del lirio solo te ayuda a canalizar y potencializar su energía; no lo olvides, o el costo que debes pagar será muy alto.
Ahora inténtalo con los tres elementos.
—Si es peligroso, ¿entonces por qué debo hacer esto?— pregunté con desconfianza bajando mis manos lentamente.
—No te preocupes por eso. Dentro de poco regresas con los tuyos— respondió desviando la mirada hacia el espeso bosque que nos rodeaba en medio de la nada.
M e quedé un par de segundos con los ojos cerrados y sin moverme de la cama evocando con fuerza lo que acaba de recordar a través de sueños. M e aferré a esas
palabras, las palabras que Kondrati en mi sueño decía con mucha seriedad y aunque no comprendía muy bien a qué se refería, sabía que era importante.
—Cuatro sellos, son cuatro sellos— murmuré en voz baja para no olvidarlo. Abrí los ojos, sintiéndome completamente descansada. La habitación aún estaba a
oscuras pero podía ver a través de la ventana el cielo empezando a tornarse de un azul más claro.
Con ese recuerdo muy presente, me levanté dispuesta a iniciar el día. Algo extraño debido a la hora pero simplemente ya no podía estar en la cama, tenía tanta energía
que bien podría correr una maratón, más extraño aún, debido a mi extremo cansancio de la noche anterior acumulado de los últimos días.
Luego de una revitalizante ducha salí con paso resuelto y me dirigí hacia la cocina para prepararme un delicioso desayuno. La boca se me hacia agua de imaginar una
tostadas con mermelada y mantequilla. Aún podía ver a algunos vampiros deambular por los pasillos. ¿Es que acaso no dormían?
Entré a la cocina sin prestar atención a mí alrededor, pensando nuevamente sobre el extraño recuerdo que había tenido por la madrugada.
M e sobresalte al escuchar la voz inconfundible de M arkov. Dirigí mi vista hacia donde provenía la voz, estaba sentado en una pequeña mesa redonda sosteniendo un
café y leyendo el periódico.
M e sonrojé al verlo, no solo por la sorpresa de verlo ahí sino que también por el modo en que me miraba: preocupado. Al ver que no respondía, frunció el ceño y dejó
la tasa sobre la mesa.
—No podía dormir más— me obligué a contestar acercándome hacia él y tomando lugar frente a él en una de las sillas disponibles.
—¿No estás cansada?— cuestionó levantándose de su silla para servirme una taza de café, que acepte gustosamente cuando me la ofreció volviendo a sentarme frente
a mí.
—No, me encuentro con mucha energía— respondí antes de beber un sorbo de café. El sabor amargo me hizo suspirar de placer. Ahora solo faltaban mis tostadas con
mermelada para ser completamente feliz.
Nos quedamos en silencio por un momento ambos absortos en nuestros pensamientos. Estuve tentada a contarle sobre lo que acababa de descubrir a través de mi
sueño pero no estaba segura de compartirlo aún con él, quería investigar algo por mi cuenta antes contárselo. Tenía miedo sobre lo que estaba pasando últimamente,
¿Qué era lo que Kondrati me había hecho? Tenía una teoría acerca de ello pero no me atrevía a decirla en voz alta, era como si al decírsela a alguien, esta podría hacerse
realidad y aun estaba el asunto de los cuatro sellos que mencionaba el brujo en mis sueños.
—Solo me preguntaba si entrenaremos hoy de nuevo— mentí descaradamente pero sin poder verlo a los ojos, así que me concentre en la taza de café caliente que
sostenía en mis manos.
—No, hoy no entrenaremos. Creo que debemos esperar hasta mañana para iniciar de nuevo, quiero que estés completamente recuperada.
—Entiendo— M e puse de pie; moviéndome hacia las alacenas en busca de pan de rodaja y mermelada para preparar las tostadas.
Ambos nos quedamos sin decir algo más y la calma de la mañana era únicamente roto por el sonido que hacía al preparar mi desayuno. Podía sentir su mirada clavada
en mí pero no despegue la vista de lo que hacía.
—No, gracias— Fue lo único que respondió y me dispuse a llevar mi desayuno a la mesa.
—No realmente.
—No es necesario— murmuré tomando la taza de café desviando la mirada. ¿Qué me pasaba? Parecía una chiquilla de colegio.
—No, para nada— respondí apresuradamente, demasiado a decir verdad y me sonrojé cuando pude ver su sonrisa ensancharse.
—Come Hana— Fue lo último que dijo antes de volver a tomar su periódico y abrirlo.
Comí en silencio, espiándolo de vez en cuando muy concentrado en leer las noticias del día. Al terminar mi desayuno, que por cierto no pude disfrutar con
tranquilidad por su presencia. M e levanté para dejar los platos sucios; a punto estuve de tirar la taza cuando sentí los brazos fuertes a cada lado de mi cuerpo. Ni
siquiera lo había oído levantarse o acercarse. M i corazón se disparó en mi pecho del susto.
—No estés tan tensa a mí alrededor Hana, no muerdo— murmuró pegado a mi oído y deslizando sus manos por mi cadera con deliberada lentitud recorriendo con sus
fuertes manos mi cintura siguiendo el camino hacia arriba hasta mis hombros que se encontraban rígidos; mi cuerpo estaba caliente donde sus manos acariciaban. Éramos
solamente él y yo en ese momento, debía relajarme y no estar tan nerviosa a su alrededor. Cerré los ojos por el placer al notar sus manos masajeando el nudo de tensión
en mis hombros. M e relajé lo suficiente para apoyar mi cuerpo contra el suyo. Estaba casi segura que su nueva forma de tratarme era la que me ponía nerviosa, no sabía
nunca que esperar de él, antes podía comprenderlo pero ¿ahora? M e ponía ansiosa, él era intenso y me costaba seguirle el ritmo.
—Eres bueno con las manos— respondí en voz baja ladeando mi cuello hacia un lado.
—Y con otras partes de mi cuerpo también, ya sabes solo tienes que pedirlo— besó delicadamente la piel expuesta de mi cuello que le ofrecía.
M e reí porque tenía razón, aunque no iba inflarle más el ego. Le di un codazo para apartarlo de mí y girarme hacia él.
—Vamos, tenemos cosas que hacer— me aparté de él y lo tomé de la mano para guiarlo hacia afuera.
—Qué mandona eres y eso que acabo de regalarte un masaje— me riñó pero no protestó mientras salíamos de la mansión hacia la fría mañana que me recordaba tanto
a mi amado hogar, Inglaterra.
M e detuve, borrando mi sonrisa al ver a la mujer periodista afuera, como esperando a alguien.
—M e alegro que ya estés aquí Keira— saludó M arkov a Keira, soltando mi mano para saludar a la periodista que estaba frente a un auto guardando una maleta.
—¡Oh! Hola M arkov— saludo con una sonrisa al verlo y me saludo de igual formal al notar mi presencia— Hola Hana, que gusto verte de nuevo.
—Hola Keira— respondí a su saludo algo confundida. ¿Qué estaba haciendo la mujer ahí? ¿Íbamos a salir los tres juntos?
—Keira, regresará a su país y la acompañaremos hasta el aeropuerto— explicó el vampiro al notar mi confusión. E indecisa me acerque hacia donde ellos se
encontraban.
—Pero solo por un tiempo, no creas que podrás librarte de mí— le contestó en broma y me guiñó un ojo con gesto de complicidad.
—Si no te conociera mejor diría que estas desesperado por librarte de mí— bromeó la chica.
Los observé en silencio dándome cuenta, con una sensación de pesar, de lo bien que se llevaban los dos. M e sentí incómoda al mirarlos. ¿Porque me había pedido que
lo acompañara? Era evidente que yo no pintaba nada ahí.
—No te quedes ahí parada Hana ¡Vamos!— M e instó la periodista que se encontraba dentro del automóvil. M e había quedado abstraída en mis pensamientos que no
me había dado cuenta que ya se habían montado al vehículo.
Sacudí mi cabeza y forcé una sonrisa en mi rostro para después entrar en el lado del pasajero junto a M arkov.
—¿Estás bien?— M urmuró en voz baja el vampiro colando una mano sobre mi rodilla, sorprendida por la pregunta giré mi rostro para verlo.
—Sí, estoy bien— respondí viendo la preocupación en sus ojos verdes y sonreí para confirmar mis palabras.
—¿Qué tanto murmuran? ¡Vamos, o perderé el avión!— exclamó Keira asomando su cuerpo en medio de los asientos.
—Estoy tentado a dejarte tirada en el camino— respondió M arkov, al tiempo que encendía el automóvil y nos poníamos en marcha.
No pude evitar soltar una carcajada al ver el rostro crispado de M arkov por la respuesta de su amiga. Esta mujer no le temía a nada y solo por eso me agrado, un
poco.
—Por cierto Hana, ¿De qué trabajabas en Inglaterra?— preguntó la periodista ignorando por completo a M arkov mientras salíamos del Kremlim.
—Soy arquitecta y trabajaba en una compañía dedicada a diseñar y construir con materiales ecológicos, con el fin de contribuir al medio ambiente— respondí con
orgullo al recordar el trabajo que realizábamos.
—¡Wow! Que impresionante que existan empresas que se preocupen por el medio ambiente.
—Sí, posiblemente no cambiemos el mundo pero aportamos nuestro granito de arena, además que a todos nuestros clientes los incentivamos a participar en
proyectos de este tipo y hacerles ver el daño que hacemos al medio ambiente, así que esperamos dar nosotros el ejemplo y que otras compañías se nos sumen, hemos
tenido éxito este año. Nos ha ido muy bien — Era evidente que me deleitaba hablar sobre ello y mi sonrisa lo confirmaba mientras respondía a la periodista con el
cuerpo levemente girado hacia atrás para mantener una conversación educada y poder observarla al rostro.
Perdí mi sonrisa de inmediato y el silencio que se hizo después de esa pregunta hizo que los tres pasajeros del auto nos pusiéramos incómodos. Keira,
comprendiendo de inmediato su rostro reflejo la pena y vergüenza. Sonreí levemente.
—M urieron cuando yo era muy pequeña — No di mayor información, no creía necesario contarle toda la historia sobre mis padres y la forma en que habían fallecido.
—Siento mucho tu perdida— Fue su respetuosa respuesta y agradecí que no preguntara más sobre el asunto.
—¿Supongo que tomarás un descanso en cuanto llegues a Inglaterra, no?— M arkov decidió relajar el ambiente preguntando despreocupadamente sin quitar la vista
del frente y colocando una mano sobre mi rodilla en señal de apoyo.
—¡Oh no! M i jefe me ha solicitado de inmediato. Cuando hablamos por teléfono hace un par de semanas y le solté esa mentira por mi desaparición me exigió que
regresara de inmediato para cubrir un par de reportajes. Pero ya sabes cómo soy, no me gusta que me presionen pero ya dejé pasar mucho tiempo.
—Debe ser increíble viajar y conocer a muchas personas— comenté uniéndome a la conversación.
—Sí, lo es. Aunque a veces me he tenido que enfrentar a varios problemas por hacer mis reportajes. Por ejemplo, llevo un par de meses trabajando en el último y no
ha sido fácil; pero me encanta lo que hago y siempre lo hago con la intención de mostrarle al mundo la verdad aunque algunas veces haya sido motivo para generar
controversia y rechazo.
Sus palabras lejos de tranquilizarme me provocaron incomodidad y recelo. Ella podía ser muy agradable pero tenía esa sensación que algo ocultaba. Tal vez estaba
paranoica. O celosa. Aparte ese pensamiento de mi mente y me dedique a conversar el resto del camino hacia aeropuerto sobre los lugares que la periodista había
visitado en sus viajes.
Cuando finalmente llegamos a nuestro destino, miraba a Keira con asombro. Era una mujer culta y muy inteligente con una percepción de la vida muy amplia. Ella se
había labrado una carrera con fuerza de voluntad y por lo poco que sabía de ella me quedaba claro que era una buena mujer a pesar de mis dudas hacia su persona, sabía
que ella no se rendía hasta conseguir lo que quería y tal vez eso era lo que ahora más me preocupaba.
—Ha sido muy agradable conversar contigo Hana— se despidió con afecto la periodista y sonreí sinceramente por sus palabras.
—Igualmente, ha sido muy enriquecedor conocer todos los lugares que has visitado.
—Un placer— sonrió mostrando una hilera de dientes blancos. ¡Qué guapa era la condenada! Y con ese rostro de muñeca de porcelana.
M arkov quien extrañamente se había quedado en silencio todo el tiempo hizo acto de presencia cargando una pequeña maleta que puso a los pies de su amiga.
—Cuídate y no andes por ahí mostrando los dientes— correspondió su despedida para luego separarse de él con una sonrisa burlona.
No comprendí las palabras de la periodista y giré para ver a M arkov quien le sonrisa con sorna dejando ver un par de colmillos.
Asustada miré hacia todos lados esperando que alguien notara el par de afilados colmillos que el vampiro exhibía sin reparo.
—¡M arkov— siseé entre dientes acercándome a él para que cerrara la boca antes que alguien lo viera.
—Tranquila Hana, toda esta gente está concentrado en sus asuntos—El vampiro estiró su brazo para acercarme a su lado tomándome de la mano.
Keira, observó curiosa nuestras manos unidas y sonrió aunque pude notar cierta tristeza en su mirada, no estuve segura, porque rápidamente cambio su expresión a
una más alegre.
—¡Cuídense ustedes dos! ¡Los veré en un par de semanas!— se despidió con alegría para alejarse arrastrando su pequeña maleta al área de embarque.
La observamos partir, viendo como la amiga del vampiro se perdía entre las personas que circulaban por el lugar.
—Al fin te tengo toda para mí, ahora vamos a divertirnos— murmuró M arkov cerca de mi oído, provocándome un escalofrío. Y sin dejarme tiempo para responder y
con mi mano en la suya me guió fuera del aeropuerto.
Capítulo 23
Hana
—¿Dónde estamos?— pregunté mientras bajaba del auto completamente absorta y maravillada por lo que veía.
Un extenso campo se extendía ante nosotros dejando a la vista una imponente estructura de torres y torretas e iglesias bellamente conservadas rodeadas de frondosos
árboles.
M e quedé maravillada observando la iglesia con forma piramidal, era una joya arquitectónica. El firmamento, aunque un poco nublado prometía un cielo despejado a
media mañana.
—Ven, te mostraré el lugar— El vampiro me tomó de la mano para guiarme. No me quejé, era reconfortante sentir su cálida mano en la mía.
Pasamos toda la mañana en el museo de madera, admirando cada rincón del monumento excepcional de arquitectura que en su tiempo fue construida con fines
defensivos contra algún asedio. M arkov con mucha paciencia me contó la historia del lugar y como fueron apareciendo poco a poco cada edificación.
Al medio día, detuvimos nuestra pequeña expedición para comer algo. Afortunadamente no tuvimos que salir del lugar ya que contaba con un pequeña cafetería.
Decidimos ordenar algo para llevar y poder seguir disfrutando de la belleza del lugar.
Caminamos por uno de los diversos caminos adoquinados que rodeaban el complejo y lo seguí en silencio a una pequeña colina. Al llegar a la pequeña cima me
maraville de la hermosa vista.
—¿Qué río es aquel?— señalé hacia al frente a la extensión de agua que se asomaba entre los árboles.
—Es el río M oskva— contestó mientras tomábamos asiento en una banca frente a dicho río.
Como había imaginado a media mañana el cielo se despejó completamente dejando ver un cielo azul brillante aunque aún así se podía sentir el aire frío indicando que
muy pronto el invierno haría su aparición.
—Es un lugar muy hermoso— comenté con deleite mientras mordía mi sándwich de jamón y observaba los reflejos del río M oskva entre la espesa vegetación.
—Lo es, recuerdo pasar una temporada aquí cuando era joven.
—¿Qué?— M e detuve con el sándwich a un par de centímetros de mi boca abierta. Y me giré para verlo.
La cerré de inmediato algo avergonzada pero su admisión me había impresionado. Este hombre había vivido y visto tanto.
—Eres como un fósil, ¿si te toco no te vas a hacer polvo?— bromeé pinchándolo con el dedo en el brazo. Su musculoso brazo. No, definitivamente no tenía nada de
prehistórico todo lo contrario.
—Ya te voy a mostrar lo que hace un fósil como yo— apresó mi mano para detener mi molesto dedo.
—¡Uy!— fingí horror intentando retirar mi mano de la suya, hasta que finalmente me soltó.
Con una sonrisa retome mi almuerzo disfrutando de la vista y la silenciosa compañía del vampiro quien comía con igual deleite que yo.
Cuando ambos terminamos de comer no pasó mucho tiempo antes que finalmente el vampiro comenzará a hablar.
—Ayer ordené a todos los que estaban en la sala de armas que no comentaran sobre lo que sucedió.
—¿Por qué?— me limité a preguntar viendo la brisa mover la copa de los árboles frente a nosotros.
—Prometí protegerte.
—Eres una pieza clave en todo esto y aún no sabemos qué es lo que pretende Kondrati con exactitud, podemos deducir que quiere iniciar una guerra, eso es lo que
siempre han buscado y que este detrás de ti después de tanto tiempo nos mantiene a todos en espera.
—¿Por qué no lo buscan y detienen esto antes que inicie?— pregunté despegando mi vista del frente para poder obsérvalo a él quien sintiendo mi mirada también giró
el rostro para responderme.
—Lo hemos hecho, pero no hay rastro de él por ningún lado, está oculto.
—¿Que necesitan de mi?— pregunté de repente al darme cuenta que había algo más que no me estaba diciendo y lo confirmé al notar como sus labios se apretaban en
una línea tensa.
—¿Es por eso que estamos aquí, no? Necesitabas decírmelo, sin nadie alrededor— continúe con amargura.
—Entenderé si no quieres involucrarte, pero aunque no quieras aceptarlo eres parte de este conflicto, ha sido así desde un inicio y no puedes solo darle la espalda a
los que sin duda darían su vida por ti si se los pidieras. El sacrificio de nuestros padres no puede ser olvidado.
—¡Ya entendí!— exclamé molesta volviendo la vista al frente viendo los destellos del río que ahora no me parecían tan maravillosos. El tema de nuestros padres era
fibra sensible y el vampiro no se cortaba en recordármelo.
M arkov tenía razón, yo estaba más que involucrada, estaba embarrada de ello. Claro, ni por un segundo había pensado darle la espalda, me molestaba el hecho que él
así lo creyera y que debía utilizar el chantaje emocional para hacerme sentir una mierda.
—No voy a huir M arkov— Expresé con voz firme volviendo mi atención al vampiro a mi lado que no había dejado de observarme. —Estoy con ustedes, pero no me
creas tan débil y tonta para intentar chantajearme; no soy uno de tus soldados. Si voy a estar en esto será en igualdad de posiciones, así que no vuelvas a hacer algo
como esto.
Terminé mi discurso sin haber temblado ni una sola vez y me di cuenta, algo tarde, que ya no sentía ese nerviosismo a su lado como en la mañana. Él se quedó
observándome todo el tiempo con el rostro serio, creí por un segundo que iba a reclamarme o peor aún a enojarse, por lo que me sorprendió ver como una sonrisa se
formaba en sus delgados labios.
—¿Ahora por qué sonríes de ese modo?— pregunté algo molesta creyendo que se estaba burlando de mí.
—No sabía que tenías ese temperamento y curiosamente— se detuvo un momento para acercarse y dejar sus labios pegados a mi oído. —M e gusta mucho— susurró
arrastrando las palabras con sensualidad— M e pone caliente verte sacar las uñas— murmuró bajando el rostro al espacio de mi cuello y mordisquear mi piel
provocándome un escalofrío.
—¿Tienes frío?— Sus manos cálidas tomaron mi cintura. Sin darme cuenta M arkov se había deslizado por la banca hacia mi lado hasta atraparme contra el respaldo
de esta. No pude contestar y volví a temblar.
—¿Qué es lo que sientes por mi M arkov?— pregunte sin pensarlo y giré mi rostro para verlo. Noté la sorpresa en su rostro al escuchar mi pregunta y se separó de
mí para verme con seriedad.
—No sé lo que siento por ti, pero tengo esta necesidad abrumadora de tenerte a mi lado.
—Yo no he dicho eso, me gustas y hemos compartido muchas cosas en este tiempo malas y buenas, además está la conexión entre ambos.
Escuche atenta sus palabras, de pronto me sentía abrumada y con miedo. Tenía razón en lo que decía, ambos nos atraíamos, si bien al inicio no pudimos manejarlo,
ahora era diferente y la noche anterior era yo la que deseaba esto por eso no entendía porque me empezaba a sentir insegura. M e puse de pie y comencé a caminar con
pasos rápidos para poner distancia y poner en orden mis emociones.
Antes de siquiera haber dado diez pasos fui detenida por M arkov quien me tomó del brazo para girarme entre sus brazos. Sin decir algo su boca se estrelló contra la
mía en un beso hambriento, húmedo, posesivo que me dejó muy claro su intención. Su lengua peleó contra la mía buscando mi aceptación y me rendí. M e apretó contra
su cuerpo envolviéndome en su calor y su fragancia masculina. Respondí abrazándolo por la cintura.
—¿Sientes eso?— se separó de mis labios y murmuró contra mis labios sin soltarme tomando una de mis manos para colocarla sobre su pecho a la altura donde se
encontraba su corazón que latía rápidamente contra la palma de mi mano.
—M i corazón late al mismo ritmo que el tuyo, estamos juntos en esto Hana.
No pude contestar, simplemente apreté mi mano que aún sostenía con la suya y deje caer mi cabeza contra su pecho. Nos quedamos así por varios minutos sin decir
nada, no era necesario.
Un viento helado me hizo apretarme más hacia el vampiro en busca de calor. Él al notar mi temblor inmediatamente me acarició la espalda en movimientos suaves con
el fin de darme calor pero noté sus manos deslizarse más abajo y tomar mi trasero en sus palmas.
—Deja esas manos quietas vampiro— le aparte de un empujón viendo su sonrisa en su rostro.
—Tienes buen culo y se estaba enfriando— declaró con inocencia sin borrar su sonrisa descarada mientras intentaba volver a abrazarme.
M e reí dándole un manotazo apartando sus manos y alejándome por el camino. Escuché su risa detrás de mí y al par de segundos sentí el azote en mi trasero, le di un
codazo en su estómago, que por supuesto ni le dolió.
—Aprovechado— le reproche con una sonrisa y negando con la cabeza al mismo tiempo.
Pasamos el resto de la tarde tomando fotografías a las iglesias y los bellos paisajes que ofrecía aquel lugar y antes de regresar a la residencia decidimos pasar a tomar
un café en un lugar que él conocía y que según las palabras del vampiro “Era el mejor café que iba a probar en mi vida”
—Espero que no me estés llevando a un Starbucks o algo así— me burle mirándolo manejar con una sola mano y la otra en la palanca de cambios.
—Que poca fe tienes en mi mujer, pero te informo que vamos a un café llamado Double B, es un pequeño local ideal para pasar un momento tranquilo.
Pude darme cuenta por el tono de su voz que le gustaba mucho el lugar y me alegré que compartiera conmigo algo tan personal.
—No tanto como me gustaría, pero hay ocasiones en las que deseo desconectarme de todo y tomar un café tranquilamente sin pensar en nada más.
No hice ningún comentario y me acomode en mi asiento disfrutando de su compañía. Pasamos el resto del camino en silencio hasta parar en un modesto local, me
sorprendí un poco ya que esperaba algo más ostentoso pero el lugar era simple con fachada de piedra y dos sencillos ventanales que dejaban apreciar dentro de la
cafetería. M arkov se bajó del auto y rodeándolo abrió mi puerta tendiéndome la mano para poder bajar.
—¿Cómo encontraste este lugar?— pregunté caminando a su lado sin soltar nuestras manos.
—Pasaba por el lugar— contestó con simpleza y apenas habíamos dado un par de pasos cuando el exquisito aroma a café recién molido llegó hasta mí. Sonreí con
entusiasmo.
Los dos con un café caliente en mano conversamos de cualquier tema, de mi tiempo en la universidad, los lugares en Inglaterra que habíamos visitado en su momento,
anécdotas de su vida pasada. Y si, definitivamente el café del lugar era uno de los mejores que había probado. El local era pequeño con mesas redondas de madera con
sillas blancas distribuidas por el lugar, la decoración era mínima con música suave sonando por los altavoces, mientras que el pequeño desván, por llamarlo de algún
modo del segundo nivel contenía algunos sofás muy vintage de dos plazas muy cómodos e iluminado por pequeño focos de baja intensidad que le daba un aire de
intimidad, que es donde nos encontrábamos conversando.
—Te lo juro— reí sin poder ocultar mi diversión al mirar al vampiro— M i abuela acosaba a Henry en cada ocasión que tenía así que él prefirió muchas veces
quedarse afuera de la casa.
Ambos nos reímos, yo al recordar esos momentos y M arkov imaginándolo; cuando de repente las luces se apagaron dejando el lugar en total oscuridad y algunas
personas soltaron un pequeño grito por la sorpresa, seguido de risas y murmullos. Viendo hacia afuera me pude dar cuenta que el apagón había sido en la manzana
donde nos encontrábamos ya que no entraba ninguna luz por las ventanas, los murmullos se hicieron más fuertes en el piso de abajo y algunas personas guiadas con su
teléfono celular como linterna salieron del local. Yo me quedé en mi lugar esperando pacientemente en medio de toda esa oscuridad. Escuché atenta como el vampiro se
movía de su lugar.
—¿A dónde vas? ¿Puedes ver en la oscuridad?— pregunté desconcertada entrecerrando los ojos para ver algún movimiento en la oscuridad pero me quede callada al
notar el calor de su cuerpo cerca del mío.
M arkov no contestó y se sentó al lado mío, volteé el rostro intentando verlo y me sorprendió cuando sentí su mano rozando mi mejilla.
—Aquí estoy— murmuró acariciando mi rostro y levanté mi mano intentando alcanzarlo dejándola primero en su pecho y lentamente subiendo por su cuello hasta
llegar a su mejilla cubierta de barba. Sentí su cálido aliento cerca y cerré los ojos al sentir sus labios tocar suavemente los míos en un beso lento y sensual logrando
olvidarme de todo. Apenas pude disfrutar del momento cuando un grito desgarrador rompió con el momento. El cuerpo de M arkov se tensó y se apartó cuando se
escucharon más gritos provenientes de afuera.
—¿Qué está pasando?— pregunté levantándome de mi lugar al mismo tiempo que el vampiro.
—Quédate aquí— me ordenó pero antes de que se alejara pude tomar su brazo reteniéndolo.
—Con mayor razón— repliqué y deslice mi mano hasta llegar a la suya y apretarla fuertemente. No me iba a quedar ahí esperando.
Escuché su gruñido pero no contradijo y entrelazando su mano con la mía me guió con cuidado por el local pasando por las personas que aún quedan en el lugar
asustadas de los gritos que se podía aún escuchar en la calle.
Al salir finalmente el frío y la oscuridad nos recibieron pero gracias a que mis ojos ya se habían acostumbrado a la oscuridad pude ver un poco a mí alrededor. El
apagón al parecer había sido en varias manzanas debido a la oscuridad que se cernía en el lugar pero fruncí al ceño, algo no estaba bien era como si algo bloqueara toda
luz ya que no había luces a lo lejos ni de autos.
M arkov se detuvo de repente y empujo mi cuerpo detrás del suyo al tiempo que soltaba un gruñido que me asusto.
—Rebeldes— siseó.
Se alejó de mí rápidamente sin darme tiempo a poder replicar nada o mencionarle lo que había percibido dejándome en la oscuridad.
—Estúpido vampiro— murmuré enfadada y aunque estaba un poco asustada no solo por la oscuridad si no porque no sabía a qué atenerme. Y no es que fuera
cobarde pero estar en esa oscuridad y apenas distinguir algunas siluetas era como estar en una escena sacada de una película de terror. Y más aún al no ver a ningún
humano en la calle, solo esperaba que fueran lo suficientemente inteligentes para quedarse adentro.
M e pegué a la pared y con una mano me fui guiando, avanzando por la calle a oscuras y teniendo cuidado de no tropezar. M i ritmo cardíaco aumento al escuchar a lo
lejos algunos gritos y gruñidos. Llegué hasta la esquina de la calle y dude en seguir o regresar por el camino.
Un gruñido muy cerca de donde me encontraba me puso los pelos de punta. Retrocedí asustada lentamente e intenté no hacer ruido para no alertar mi localización a lo
que estuviera ahí. Con mi oído agudizado escuché la respiración de un animal, así que estuve segura que era un hombre lobo transformado por el ruido de las pezuñas al
caminar en el asfalto. Contuve el aliento al darme cuenta que los pasos se acercaban hacia donde yo estaba, segura que había captado mi olor. Retrocedí para ocultarme
hasta que di un mal paso y tropecé con un adoquín mal colocado. Caí de culo y me quejé por el dolor inconscientemente, me di cuenta al instante de mi error al ya no
escuchar ni la respiración ni el sonido de sus pisadas. M iré hacia el frente aterrada hacia donde suponía estaba el lobo y en medio de la penumbra pude ver el brillo de un
par de ojos observándome.
Solté un grito cuando escuché el gruñido del animal y las rápidas pisadas dirigirse hacia donde me encontraba sin dudarlo alcé mis brazos para protegerme del ataque y
el calor en ambas manos me indico que mis zarcillos habían actuado en mi defensa. El chillido de dolor del animal fue el indicador que mi ataque había acertado en su
objetivo. M e puse rápidamente de pie aprovechando ese par de segundo que había conseguido y me eché a correr por donde había venido sin importarme por donde iba.
Escuché las pisadas del lobo quien me seguía y confiando en mi instinto me detuve para enfrentarlo y sin pensarlo mucho cree una bola de fuego en mi mano que
iluminó a mi alrededor que me permitió ver a la bestia enorme que se dirigía hacia mí mostrando los colmillos dispuestos a desgarrarme.
Con mi otra mano libre desprendí un enorme pedazo de concreto a mis pies y lo lance directo al lobo cuando saltó en mi dirección, golpeándolo y dejándolo
inconsciente a mis pies. Podía sentir como la energía empezaba a acumularse en mi cuerpo. M arkov tenía razón, poseía la capacidad de manipular los cuatro elementos
sin ningún esfuerzo, apenas si había pensando en el fuego cuando la bola brillante y caliente que aún sostenía con mi mano había aparecido.
Escuché un grito detrás de mí y gire para ver de dónde provenía. Era una humana que retrocedía sosteniendo su teléfono a modo de linterna hacia un hombre que
avanzaba hacia ella con gesto amenazante al otro lado de la calle. La chica no había notado siquiera mi presencia a pesar de la bola de fuego que sostenía en mi mano, sin
pensarlo la lance contra esa cosa que amenazaba a la chica. La bola de fuego impacto al rebelde y la mujer aprovechó para correr al ver que la atención del hombre se
desviaba hacia mí. Creé otra bola de fuego en mi mano y miré al rebelde: rostro ensangrentado, los ojos completamente negros y una extraña marca en la frente.
No era vampiro o de lo contrario podría vislumbrar los colmillos, tampoco hombre lobo o estaría transformado o sería más corpulento, podría ser brujo o hada. El
hombre se me quedó observando un momento con esos ojos negros que me provocan escalofríos y avanzó con rapidez hacia mí. No pensé más en lo que era esa cosa,
luego tendría tiempo para contarle a M arkov lo que había visto.
M e preparé para luchar y defenderme. Sosteniendo aún la bola de fuego en la palma de mi mano y con la otra extendiendo mis zarcillos para usarlo como un látigo. A
solo unos cuantos pasos de mí el rebelde fue empujado por el costado por otro cuerpo. En una serie de movimientos entre los cuerpos y gruñidos pude ver a M arkov
matar al rebelde con un movimiento de mano que mostraba sus afiladas garras.
M e quedé sorprendida al verlo moverse con tanta rapidez de forma precisa y fluida. Podía ver en sus movimientos el resultado de dominar las katas y estilos de lucha
distintos. Era todo un guerrero sin miedo a mancharse de sangre.
Antes de darme cuenta el vampiro estaba frente a mí observándome con intensidad que con la luz que emitía el fuego aún en mi mano le confería a su rostro iluminado
un toque misterioso pero conteniendo un gran peligro. Sus ojos se dirigieron a mi mano extendida a un lado y sonrió con satisfacción al ver el fuego en mi mano.
—Será mejor que no me provoques vampiro— respondí con sorna acompañado de una sonrisa.
—No estoy muy seguro, he podido seguir a un par de rebeldes que circulaban en la manzana pero de la nada desaparecieron sin dejar rastro.
—Esto no es algún ataque al azar— comenté mirando a ambos lados y frunciendo el ceño.
—Que hay alguien dentro del Kremlim que nos mantiene vigilados— apretó los labios en una línea fina conteniendo su ira.
—Debemos intentar salir de aquí— cambié de tema para concentrarnos en lo que realmente importaba, más tarde estaba segura que él descargaría su furia por la
traición.
—Estamos aislados. Date cuenta, no hay luz ni tampoco más gritos o humanos corriendo por ahí.
Él abrió los ojos sorprendido mirando hacia arriba y luego a ambos lados percatándose de la oscuridad antinatural que nos rodeaba.
—Eso les tomó mucho tiempo— escuchamos la voz burlona de un hombre en medio de la oscuridad y ambos nos colocamos hombro con hombro dispuestos a
pelear.
Vi con desconcierto una luz blanca que apareció a varios metros de nosotros flotando en el aire que se fue intensificando dejando ver al brujo con una sonrisa burlona
sosteniéndola con la palma de su mano.
—M e alegro que nos volvamos a ver Hana— saludó clavando su mirada en mí que me provocó un escalofrío e hizo que el fuego en mi mano titilara.
M arkov se puso tenso a mi lado y por la esquina de mi ojo vi como sus garras se extendieron al máximo, al tiempo que su piel se volvía de una tonalidad más pálida.
Asustada lo miré viendo cómo sus pupilas se dilataban y dejaba mostrar sus colmillos, era la imagen de un animal a punto de atacar.
Escuché la risa del brujo y antes de detener al vampiro este se había lanzado dispuesto a luchar. El brujo lanzó la brillante luz contra el vampiro, este la esquivó y
golpeó al brujo en la mandíbula mandándolo al suelo.
Fue cuando me di cuenta que la oscuridad empezó a disiparse dejándome ver con claridad a mi alrededor. M e percaté que estábamos a pocos metros de la cafetería y
también a varios humanos salir corriendo ante lo que estaba sucediendo pero no solo eso sino que también me permitió ver a varios lobos salir de las calles gruñendo
amenazadoramente en mi dirección.
—Demonios— murmuré dándome cuenta que el vampiro no estaba cerca y tampoco el brujo. Estaba un poco intimidada con la idea de matar a alguien, o un animal;
pero debía ser realista si no me defendía estos lobos me destrozarían o a alguno de los humanos que se alejaban de la escena.
M e concentré en la energía en mi interior y con el fuego aún en mi mano lo lance hacia los lobos que en ese momento se dispusieron a correr en mi dirección. Alcé mi
mano para controlar el fuego y crear un muro que los mantuviera alejados pero algunos de ellos fueron más rápidos y saltaron esquivándola. Uno de los lobos se
adelantó al resto y saltó con el hocico abierto mostrando sus colmillos dispuesto a llevarse el primer mordisco.
Con mi mano extendida empuje con la fuerza del aire para alejarlo y este salió disparado hacia atrás chocando con otro lobo que venía en mi dirección. Otros tres se
acercaron corriendo y alcé mis zarcillos en su dirección, enredándose con sus espinas.
¡Pelea Hana! escuché una voz en mi cabeza que me distrajo el tiempo suficiente para que un cuerpo peludo me derrumbara al suelo, grité por el dolor agudo en mi
espalda y vi al lobo sobre mi cuerpo, por instinto empuje para quitármelo de encima y ayudándome con el elemento aire volví a empujar para alzarlo y estrellar su
cuerpo contra un auto que se encontraba estacionado.
Aún con el dolor en mi cuerpo me levanté con prontitud. Sentía una ardiente ira al ver a uno de los lobos atacando a un humano que intentaba defenderse. Corrí en su
dirección y lancé una bola de fuego pero fue demasiado tarde la bestia había mordido al humano directo en la garganta desgarrando la piel dejando un charco de sangre a
su alrededor.
Ya fuera de mi control comencé a lanzar fuego contra los lobos hasta verlos arder en llamas escuchando sus chillidos. Un cuerpo me empujo por detrás sin darme
tiempo a poner mis manos para detener la caída, me impacté contra el duro asfalto probando el amargo y metálico sabor de la sangre en mi boca y el dolor en mi pecho
por el golpe. Sintiendo el pesado cuerpo sobre mi espalda gruñí removiéndome para quitármelo de encima pero el peso fue de pronto alejado de mí y gire mi rostro para
ver a M arkov sosteniendo a un vampiro por su cuello con una mano al tiempo que alzaba la otra y con sus garras decapitarlo. Volví a soltar un grito ahogado ante la
escena tan violenta y viendo cómo el cuerpo se desvanecía en cenizas.
Este solo me miró con esos ojos negros que poco a poco van contrayéndose dejándome ver el verde en sus ojos y con un movimiento brusco me ayudó a levantarme
del suelo soltando mi brazo alzó su mano a mi labios, limpiando la sangre en la comisura de mi boca.
—¿Estás bien?
—Sí— respondí sin apartar la mirada de la suya y de pronto recuerdo que me dejó sola no una, sino dos veces. —No vuelvas a dejarme sola de ese modo— le
reprochó.
—¿Ya terminaron?— escuchamos a Kondrati y ambos inmediatamente nos giramos hacia él.
Sintiendo aún esa ira en mi interior lo enfrenté sin importarme nada, cansada de toda esa situación.
—¿Cuál es tu maldito problema?—grité hacia él que me miró en primera instancia sorprendido por mi arrebato para luego sonreír como si hubiera dicho algo gracioso.
Lancé una bola de fuego en su dirección para borrar su estúpida sonrisa pero fácilmente la apago antes de llegar hasta él. Gruñí por la desesperación y estuve a punto
de lanzarme contra él pero M arkov me retuvo por la cintura.
—Quiero libertad— contesto con voz grave y en su rostro pude ver la determinación en sus palabras.
—Siempre hemos estado en guerra Jakov, la única diferencia es que en esta ocasión la vamos a ganar.
—Vidas inocentes se pierden en la búsqueda de la libertad— desestimó el comentario del vampiro con un gesto de la mano.
—Estás loco— murmuré sin poder creer lo que salía de la boca de ese hombre.
—No Hana, sé muy bien lo que estoy diciendo, es solo que tengo diferente forma de ver las cosas y tu deberías comprenderlo.
—Están advertidos únanse o asuman las consecuencias de su decisión de proteger a los humanos. Esto es solo una prueba de lo que puede suceder.
Con esas palabras finales desapareció esfumándose en el aire, levantando por completo ese velo de oscuridad pero dejando detrás a un grupo de hombres lobos y
vampiros que se lanzaron dentro de los locales donde los humanos habían permanecido escondidos. Escuchamos los primero gritos y con una sola mirada entre ambos
nos pusimos en acción. M ientras él atravesaba la calle por donde habían entrado un par de hombros lobo a un local yo me dirigí hacia el grupo de vampiros. Estos se
lanzaron contra mí pero esta vez no lo dude y con movimientos rápidos me defendí contra ellos, sentía mi cuerpo moviéndose con soltura esquivando las garras de los
vampiros, saltando para evitar el ataque de alguno, alzando la pierna para patear a alguno, cerrando la mano en un puño para golpear y usando los zarcillos para
atravesar los cuerpos; era como si siempre hubiera luchado ya que se sentía tan natural para mí.
Por la esquina del ojo vi a alguien desapareciendo por una esquina y atravesando con rapidez al vampiro rebelde con mis zarcillos que tenía enfrente lo deje
retorciéndose del dolor y sin perder tiempo corrí hacia donde había visto al rebelde por última vez.
—¡No Hana, vuelve aquí!— gritó M arkov pero no me detuve y seguí corriendo hacia la persona que había visto.
Estaba ofuscada con la única idea de eliminar a cualquier rebelde que no me importó enfrentarme sola consciente que podría ser una trampa.
Una fuerza me impactó en el pecho de la nada tirándome al suelo. Intenté poner de pie pero fue imposible era como si algo me mantuviera anclada al piso abrí la boca
para poder gritar pero ningún sonido salió de mis labios. El sonido de unas pisadas acercándose hacia donde me encontraba me hizo luchar contra aquella fuerza invisible
que me retenía pero sin conseguir ningún resultado.
Vi aparecer primero un par de zapatos negros seguidos por unas largas piernas enfundadas en un pantalón negro, siguiendo con la mirada hacia arriba me tope con el
rostro ladeado de Kondrati que me miraba con seriedad.
Se acuclilló a mi lado y rozó delicadamente mi rostro. Grité por dentro al no poder moverme al sentir el contacto de su mano.
—Cálmate, no te haré daño solo te inmovilice para poder hablar contigo— murmuró sin despegar sus ojos de mí o dejar de recorrer con su dedo mi rostro.
—Aún es pronto para que recuerdes Hana, pero espero tomes la sabia decisión de estar a mi lado cuando el momento llegue. Estoy muy cerca de conseguir lo que
deseo, solo un poco más.
Hice un sonido angustioso con la garganta al escuchar sus palabras. ¿Estar a su lado? ¡Ni loca! Y, ¿Qué demonios era lo que estaba planeado?
—Shh...— M e calmó acariciando mi cabello. —Debes advertirles que desistan de enfrentarse a mí, esto es más grande para lo que ellos están preparados.
Inclinó su cuerpo hacia adelante y depositó con suavidad un beso en frente para después ponerse de pie y desvanecerse como niebla frente a mis ojos. Fue en ese
momento que pude liberarme de mi estado y grité con fuerza.
—¡Hana!— escuché el grito de M arkov, y en un segundo estuvo junto a mí tomándome en sus brazos totalmente aturdida por las palabras del brujo.
—¿Estás bien?— preguntó palpando con sus manos mi cuerpo por heridas.
—Si— M i cuerpo comenzó a temblar e inexplicablemente un par de lágrimas calientes rodaron por mis mejillas.
—No…sé por...que es…estoy llorando— me disculpe intentando limpiar el torrente de lágrimas para que M arkov me viera en tan lamentable estado. M i cuerpo
temblaba sin control al ritmo de mis sollozos.
—Es la adrenalina— respondió con calma ayudando a sentarme en la acera de la calle quedando frente a mí con las piernas flexionadas. —Respira profundo— M e
indicó y siguiendo sus indicaciones me calme poco a poco hasta que el llanto y los temblores cesaron luego de un par de minutos.
—Bien, vamos— M e ofreció su mano que rápidamente tomé para ayudarme a ponerme de pie.
—¿A dónde?— pregunté con curiosidad mientras él nos guiaba por la calle.
—¿Vamos a ir caminando? ¡Vamos por el auto!— exclamé horrorizada imaginando la larga distancia que debíamos cubrir.
—Sí, no está muy lejos y el auto quedó destrozado luego que lanzaras a un rebelde contra él.
—No te preocupes por eso— Con su mano libre buscó en el bolsillo de su pantalón sacando el celular y llevárselo a la oreja luego de marcar un número.
—Valya, necesito que reúnas a los del consejo de inmediato la biblioteca privada y prepares a un grupo brujos de contención.
—...
—No, informaré en cuanto llegue. Voy con Hana hacia allá... Gracias.
Colgó guardando nuevamente su teléfono y caminamos en silencio y sin detenernos ni una sola vez. Luego de aproximadamente quince minutos pude vislumbrar los
muros del Kremlin cerca y exhalé un suspiro de alivio.
Entramos por una entrada lateral y no por la principal que nos llevó directamente hacia el Palacio del Senado, donde Valya y Henry nos esperaban. Cuando nos
vieron fue la hermana del vampiro quien salió corriendo en nuestra dirección para encontrarnos.
—¿Reuniste a los del consejo?— M arkov ignoró la pregunta de su hermana y seguimos caminando adentrándonos a la residencia.
—Vamos, les informaré allá— Fue la respuesta del vampiro que siguió caminando sin soltar mi mano.
Entramos a una pequeña biblioteca donde el resto del consejo se encontraba. Al vernos entrar se pusieron de pie.
—¿Qué está pasando Jakov? ¿Porque nos mandaste a llamar con urgencia?— preguntó la bruja Casandra.
M arkov indicó con un gesto para que tomaran asiento, estos obedecieron y el vampiro me acompañó a un sofá de dos plazas quedándose él de pie frente al grupo.
—¿Como ha sido eso posible? No se nos ha dado informe de ello— cuestionó el lobo M omoa con el ceño fruncido.
—¿Como ha sucedido?— Fue esta vez el turno del hada quien preguntó.
—Eso es lo curioso, ha habido un apagón donde nos encontrábamos con Hana pero cuando decidimos salir a la calle a investigar una extraña oscuridad nos envolvió.
—Exacto, me atrevo a asegurar que hay alguien dentro que ha dado nuestra ubicación— respondió M arkov mirando al consejo.
—Debemos tomar medidas, si hay alguien que ha estado pasando información a Kondrati, no podemos arriesgarnos a un ataque sorpresa— Hablo Casandra con furia
por la traición de uno de los nuestros.
—Creo que debemos manejar esto con discreción, tomar medidas drásticas pondrá al traidor sobre aviso y puede escapar antes de poder atraparlo.
—Ordené a Valya un equipo brujos de contención para que manejen los daños colaterales y borré la memoria de los humanos afectados.
—Sí, debemos actuar rápido ahora que el rastro de magia está fresco— concordó Casandra poniéndose de pie y saliendo de la biblioteca e supe que sería ella la
encargada de realizar la tarea.
—¿Algo más?— cuestionó la hada mirando directamente hacia mí. M e removí incómoda en mi asiento.
—Si, Kondrati nos ha declarado abiertamente la guerra, pretende atacar a los humanos y con eso dar a conocer nuestra existencia sin importar el costo de hacerlo—
Fue el vampiro quien respondió por mí.
—Eso es algo que ya suponíamos aunque ahora lo confirmamos— murmuró el lobo con gesto pensativo. —Organizaré un grupo de búsqueda para seguir a Kondrati
— se levantó de inmediato dándome un ligero asentimiento a modo de despedida.
M e quedé ahí sin saber qué decir o cómo reaccionar. Todo había sido muy rápido. No hable para nada y estaba segura que debía decirle a M arkov lo que Kondrati me
había dicho.
—Ahora no Hana— me cortó dándome la espalda. Ofendida por su trato me puse de pie.
—Hermano...—escuché la voz de Valya y me di cuenta que se encontraba a un lado de la habitación acompañada de Henry y Theroux. Tan pendiente estaba de la
conversación de los miembros del consejo que no me percaté de su presencia.
—Fuera, todos— ordenó el vampiro con voz calmada que contradecía su rígida postura.
—M arkov—intentó decir Valya pero fue interrumpida por el grito del vampiro.
—¡Afuera he dicho!
Obedientemente pero enfada Valya se retiró al igual que Henry, el último en salir fue Theroux quien me lanzó una mirada que no supe interpretar. Estaba furiosa por
el modo en la que me estaba tratando, como una niña mandando a callarme y sacando a todos afuera para darme un sermón, aunque estuviera molesto no era razón para
gritarle a su hermana de ese modo. Opté por tranquilizarme e intentar hablar como dos adultos.
—No digas nada Hana— murmuró con voz tensa sin aún voltear a verme.
—No me mandes a callar— espeté perdiendo la poca calma que había logrado.
Apenas lo vi moverse y de pronto estaba contra la pared con su cuerpo presionando el mío y una de sus manos sosteniendo mi barbilla mientras la otra me sostenía
por la cintura.
—¿Que…?
Ni me dio tiempo a asimilar toda la situación cuando de pronto tenía su boca sobre la mía, su lengua húmeda castigando cada rincón de mi boca y apretando su agarre
en mi cuerpo con fuerza que estaba segura que me iba a dejar marcas, cerré los ojos por el placer y gemí en su boca por el asalto apasionado.
—No vuelvas a hacer algo así— susurró con voz ronca apoyando su frente con la mía y deslizando la mano en mi mentón por mi rostro hasta apoyarlo detrás de mi
nuca enredando sus dedos en mí cabello.
—No vuelvas a ir por Kondrati de ese modo, es peligroso y pudo haberte matado— escondió su cabeza en el espacio de mi cabeza y mi cuello, apretando sus manos
en mi cuerpo. M e quejé un poco por el dolor.
Fue cuando caí en cuenta de mi actuar tan temerario. Tenía razón, pude haber muerto pero sabía muy dentro de mí, como una corazonada que Kondrati no me haría
daño en ese momento, algo en las palabras que me había dicho me tenía asustada. Prefería hablarlo con M arkov en cuanto se calmará.
—¿Entendiste?— murmuró tirando ligeramente mi cabello sin hacerme daño para llamar mi atención mientras él besaba mi cuello expuesto.
La mano que aún me sostenía por la cadera la deslizó lentamente por mi muslo para alzarlo y engancharlo a su cintura, empujando su pelvis dejándome sentir su
erección contra mi vientre y recordé sus palabras diciéndome que le excitaba verme luchar. Vaya, con razón estaba tan animado. Di un pequeño salto y enrolle mi otra
pierna a su cintura, inmediatamente sus manos me sostuvieron y de esa forma caminó conmigo por la biblioteca atrapando nuevamente mis labios de forma
desenfrenada.
M e recostó contra una superficie plana y sin perder tiempo comenzó a desabotonar mi blusa provocando un escalofrío en mi piel.
—¿Tienes frío?— murmuró contra mi piel pasando su lengua por mi abdomen y subiendo lentamente hasta mis senos. Bajó una copa del sostén dejando expuesto mi
pezón que se erizó ante el aire frío.
—Precioso— murmuró antes de meterlo dentro de su boca y chuparlo con fuerza provocando que arqueara mi cuerpo echando hacia atrás la cabeza con los ojos
cerrados presa de la excitación que sus labios y lengua me proporcionaban. Enredé mis dedos entre su fino cabello cuando sentí como sus dientes mordían el pico duro
mientras su otra mano bajaba la otra parte de mi sostén y apresaban mi desatendido pezón entre sus dedos.
—M e encanta tu sabor— murmuró con voz ronca por el deseo al soltar mi pezón endurecido por sus caricias antes de pasar al otro y brindarle el mismo tratamiento.
Extendí más mis piernas para que dejara caer el peso de su cuerpo sobre el mío sintiendo su pene duro presionar contra mi muslo. Bajé mis manos hacia su espalda,
metiéndolas entre el cuello de su camisa para sentir su calidez. Necesitaba sentir el calor de su cuerpo contra mi piel. Entendiendo mis movimientos se incorporó lo
suficiente para quitar su camisa con prisa y ayudarme a quitarme la blusa desabrochando mi sujetador para quedar desnuda de la cintura para arriba.
Volvió a dejar caer su cuerpo sobre el mío, y gemí con fuerza al sentir como mi piel ardía por su contacto y tomando mi boca e introduciendo su lengua. Con una
mano en mi cuello y la otra deslizándose hasta el botón de mis jeans que hábilmente desabotonó introduciendo su mano entre mis bragas hasta llegar a mi entrepierna;
deslizó uno de sus dedos rodeando mi clítoris pero sin tocarlo y alcé mi cadera para obligarlo a tocarme donde más deseaba.
—¿Desesperada?— rió sobre mis labios, abrí los ojos para verlo y darle una palmada en la espalda.
Él arqueó una ceja divertido y bajó su cabeza dándome besos por mi cuerpo hasta llegar al borde mi pantalón, con ambas manos en mi cadera deslizó sin dudar mis
jeans junto con mis bragas hasta los tobillos y quitando mis zapatos para finalmente dejarme totalmente desnuda ante sus ojos. Se colocó de rodillas y con sus manos
recorrió mis piernas abriéndolas para él, me incorporé sosteniéndome con mis codos para observar su rostro lleno de lujuria. M ordí mis labios para contener un grito
cuando comenzó a dejar besos húmedos en mis tobillos subiendo por la parte interna de mis muslos; mordía y chupaba con dedicación provocando que me humedeciera
desesperada para que llegara donde mi cuerpo más lo necesitaba. M e recosté rendida a sus caricias abriendo más mis piernas y colocando mis pies sobre sus hombros.
Cuando finalmente estuvo frente a mi sexo húmedo y palpitante con sus dedos me acarició introduciendo un dedo lentamente en mí y soltó su aliento sobre él logrando
que me retorciera posando nuevamente mis manos en su cabeza instándole con silenciosa súplica que me besara ahí. Entendiendo mi gesto hundió su boca en mis
pliegues. Besando, lamiendo y chupando con desenfreno acariciando con su dedo mi perla endurecida.
—M arkov ¡Sí! ¡M ás, más!— grité arqueando mi cuerpo sintiendo cerca mi orgasmo con cada caricia de su boca.
Exploté viendo y sintiendo fuegos artificiales recorrer todo mi cuerpo por el intenso orgasmo. M e dejé caer completamente satisfecha con mi cuerpo relajado y la
respiración agitada. Sentí el cuerpo de M arkov moverse y abrí los ojos viéndolo con los ojos brillantes y lamiendo sus labios. Sonreí hacia él. Alcé mis manos para
atraerlo hacia mí entrelazando mis brazos por su cuello y buscando su boca, él con gusto se dejó hacer mientras nos besábamos, primero con suavidad y luego con
pasión; bajé mis manos por su firme abdomen hasta sus pantalones para desabrocharlos; soltó mi boca para lamer mi cuello bajando por mi clavícula y llegar a mis
senos. M e ayudó con la tarea bajando su ropa y dejando libre su miembro erecto; lo tomé con mi mano acariciándolo de arriba hacia abajo, frotando su glande
humedecido. M e tomó de las caderas para acomodarme mejor y pase mis piernas por su cintura sintiendo su pene frotarse entre mis pliegues hasta que lo hundió
lentamente en mi húmedo y sensible sexo. Ambos gemimos por el contacto y comenzamos a movernos en sincronía, pasó sus manos en mis nalgas para acercarme y
tenerme completamente unida a él. Volvimos a besarnos con ardor, aumentando la velocidad de sus embestidas que yo respondía alzando mis caderas en su encuentro.
Apenas podía respirar o pensar de las sensaciones que embargan mi cuerpo. Se sentía tan bien estar así con él que logró que olvidara el terrible momento que habíamos
pasado hacía poco.
Nuestros cuerpos sudaban resbalando por la fricción de estos. Arañé su espalda y este gruñó rompiendo el beso hundiéndose con fuerza en mi interior provocando
gimiera en voz alta. Comencé a sentir nuevamente las contracciones en mi cálido interior que anunciaban mi próximo orgasmo. M arkov enloqueció arremetiendo con
golpes cortos y duros. Observé con ojos entrecerrados como extendía sus colmillos, la imagen de su rostro sudoroso completamente descompuesto por el placer, su
cabello revuelto y sus ojos cerrados era algo que jamás olvidaría nunca. En ese momento sintiendo mi mirada abrió sus ojos verdes y se clavaron en los míos llenos de
deseo, pasión y bajó su vista hacia mi cuello; entendí sí intención y expuse mi garganta hacia él.
—Hazlo— gemí, ansiosa de sentir de nuevo esa sensación de dolor y placer al tener sus colmillos en clavados en mí.
No lo pensó dos veces y bajó su cabeza hacia mi cuello y mordió mi piel en el preciso momento en que ambos alcanzamos el clímax. Grité su nombre en pleno
orgasmo. Era un mar de emociones y sensaciones las que me invadieron en ese momento sintiendo como chupaba con deleite mi sangre, notando como su miembro
derramaba su esencia dentro de mí.
Luego de varios segundos de esa explosión tan intensa se dejó caer sobre mi cuerpo retirando sus colmillos con delicadeza de mi cuello. Lo abracé fuertemente contra
mí, con mi respiración agitada y el corazón desbocado latiendo contra su pecho. M arkov se movió separándose un poco de mi cuerpo, siendo consciente de cómo su
miembro se deslizaba fuera de mí y sosteniéndose con sus manos para observarme con intensidad.
—Ty prekrasna[18]— susurró con voz ronca con ese acento tan sexy que tenía y levantando su mano para acunar mi rostro. Escucharlo hablar en ruso me excitaba.
Sabía poco de ruso pero esas palabras si las conocía. Algo en mi pecho se calentó al oírlo decir que era preciosa viéndome de ese modo, tan.... lleno de cariño.
Si, esto seguía así corría el riesgo de enamorarme perdidamente de él. Y eso me aterraba al mismo tiempo que me emocionaba.
Capítulo 23
Hana
La magia en un brujo puede ser controlada desde temprana edad sin la intervención de una gema preciosa, que dependiendo de la naturaleza del poder del brujo
pueden ser: diamante, esmeralda, zafiro o rubí; esto debido a la baja concentración de magia en el niño, esta medida es necesaria hasta que alcanza los trece años,
donde el niño es lo suficientemente grande para sentir y percibir la energía de su elemento alrededor y manipular su elemento. Existen registros de niños que pueden
llegar hasta los dieciséis años sin presentar mejoría en sus habilidades.
En el siglo XV se vio un incremento de esta deficiencia en los niños brujo sin ninguna razón aparente por lo que se recurrió a la utilización de otros métodos para
mejorar dichas deficiencias. Uno de los métodos más frecuentes y de resultados rápidos fue recurrir a la alquimia pero tiempo después fue prohibido su uso debido a
los efectos negativos…
Interrumpí mi lectura al notar una presencia cerca, levanté la vista a tiempo para ver a M arkov entrar en la biblioteca con ese andar tan elegante y seductor. Suspiré
por dentro al verlo tan atractivo y vestido de modo tan informal con jeans y zapatos negros, cazadora verde y una bufanda gris.
En un parpadeo estaba sentado junto a mí en el sofá de dos plazas donde me había acomodado. Dejé el libro sobre la mesa que tenía cerca.
Ni se molestó en contestar solamente tomó mi rostro en sus manos y me beso con ardor, delineando mis labios con su lengua, sorprendida pero feliz eché mis brazos
sobre sus hombros acercándolo más a mí.
—Hola— murmuró sobre mis labios. Apenas tenía aire para contestar así que solo me reí entre dientes recostando mi cabeza a un lado de su cuello embriagándome
con su exquisito aroma.
Nos quedamos ahí por varios minutos sosteniéndonos en los brazos del otro, disfrutando del momento de tranquilidad antes de sumergirnos nuevamente en
conversaciones de guerra, intrigas y muerte.
Con un suspiro me separé de él dejando caer mis brazos en mí regazo. Consiente que teníamos temas de los cuales hablar me obligue a iniciar la conversación.
—No mucho— se detuvo con fastidio. —A decir verdad, encontramos a un par de brujos armando alboroto pero no pudimos sacarles nada importante.
Lo vi ponerse de pie completamente frustrado, habían pasado cuatro noches desde el último ataque y desde entonces él junto a M omoa y Theroux habían partido
para rastrearlo pero era evidente que no había ningún rastro. Yo por mi parte me quedaba junto a Valya y Henry entrenando mi magia pero de forma moderada.
—¿Y tú, has hallado algo?— Su pregunta me sacó de mis pensamientos y lo observe con cuidado antes de responder.
—No mucho— murmuré desviando la vista hacia el libro que había estado leyendo.
Aún no le había contado sobre lo que Kondrati me había dicho esa noche pero no podía seguir guardando esa información.
—La noche en que fuimos atacados Kondrati me dijo algo antes que desapareciera— le informé y mientras hablaba podía ver la tensión en el rostro de M arkov, quien
solo me miraba sin expresión alguna.
—Dijo que no debíamos enfrentarlo que esto era más grande de lo que creíamos.
Se quedó en silencio observando con atención cada uno de mis gestos logrando así que me pusiera más nerviosa.
—¿Por qué hasta ahora decides darme esta información?— Su voz estaba teñida de reproche y enfado.
—Intenté decírtelo esa noche— respondí cruzándome de brazos ofendida por el tono de su voz.
—Lo hubiera intentando de no tener tu lengua hasta mi esófago— murmuré en voz baja, olvidándome por completo los sentidos muy desarrollados del vampiro,
quien al escuchar mi comentario se echó a reír logrando así romper la tensión de hace un momento.
Sentí la sangre subir a mi rostro y desvié la vista recordando claramente esa noche tan intensa en la mesa de la biblioteca, la misma biblioteca donde nos hallábamos
precisamente. El vampiro notando mi mirada giró la vista hacia la mesa.
—Buenos recuerdos— murmuró con una sonrisa. Dirigiéndose en mi dirección se dejó caer en el sofá con cansancio.
—¿Qué más te dijo?— preguntó al mismo tiempo que se recostaba en el sofá dejando su cabeza en mi regazo.
M e quedé sorprendida por su acción al inicio pero me relajé y apoye una de mis manos sobre su pecho y la otra entre su cabello. Viendo como cerró sus ojos acaricie
su cabello hacia atrás, admirando cada rasgo de su rostro. Sonreí con cariño apreciando su confianza ante su gesto. Él era un vampiro, de trescientos noventa y seis años
y príncipe de su especie pero ahí estaba, expuesto y vulnerable sobre mi regazo. Y si, finalmente había averiguado su edad preguntándole a su hermana debido a que él
se negaba a decírmelo.
—Kondrati me dijo que aún no era tiempo que recordara pero que estaba cerca de conseguir lo que tanto deseaba— respondí su pregunta sin comentarlo el resto.
—¿Y qué crees que está buscando?— cogió mi mano sobre su pecho con la suya.
—Si nos declaró abiertamente la guerra, quiere decir que debe contar con un ejército para ello.
—Eso es un hecho.
—La noche en que fuimos atacados, había algo extraño en esos rebeldes. No sé, creo que Kondrati ha estado experimentando con ellos.
—No, lo que debes es entrenar y quedarte segura aquí— respondió con vehemencia volviendo a sentarse en el sofá y mirándome con enfado.
—Sabes perfectamente que no lo necesito, puedo pasar años aprendiendo y nunca voy a estar lista.
—Él me puso este sello por una razón y pienso utilizar la magia que poseo para ayudar— retruqué decida, y agregué. —No me voy a quedar aquí— me crucé de
brazos mirándolo con seriedad.
—No lo veas de ese modo, quiero ayudar, esta también es mi guerra— M e acerqué a él eliminando la distancia en nuestros cuerpos en el sofá y deslicé mis brazos por
su cintura para abrazarlo.
—Iras conmigo siempre y obedecerás mis órdenes— pidió tomando mi barbilla para que pudiera verlo. —¿He hablado claro?— preguntó.
—Sí— contesté y evité agregar “señor” al final por lo que apreté los labios para contenerme.
—Tú, listilla— dijo antes de lanzarse contra mí empujándome en el sofá. Solté un grito por la sorpresa y me reí sin dejar de abrazarlo mientras él hundía su rostro en
mi cuello.
—M e gusta como hueles— murmuró contra mi piel antes de alzar su cabeza para mirarme.
—Quiero que duermas conmigo, estos días no hemos tenido tiempo de estar juntos y deseo tenerte cerca.
—Ven— dijo levantándose sobre mi cuerpo y tirando de mi mano para ponerme de pie y caminar conmigo.
Lo seguí en silencio por los pasillos sintiéndome ansiosa y feliz. Era cierto que en los últimos días él había estado ocupado y casi no lo veía más que un par de
minutos por la noche cuando se disponía a salir en busca de Kondrati y rebeldes. Todos estábamos nerviosos, inseguros de cuando estallaría un enfrentamiento.
Kondrati permanecía oculto manteniéndonos alertas a todos. Notaba el incremento de personas en el palacio en un ir y venir, eso indicaba que estaban armándose para
la inevitable pelea.
—Deje de pensar tanto Hana— me reprendió M arkov deteniéndose en la puerta de una habitación.
—Tranquila, solo quiero dormir contigo— murmuró antes de abrir la puerta de su habitación.
Con el corazón acelerado y las palmas sudorosas ingresé detrás de él cerrando la puerta. Él me soltó la mano y camino hasta una puerta donde ingresó pero se detuvo
un segundo para mirarme.
—Puedes buscar una camisa por esa puerta— señaló hacia la otra puerta al lado donde él se hallaba. Con eso dicho entró y cerró la puerta.
Solté el aire que no sabía que estaba reteniendo y dejando a un lado mí nerviosismo me dirigí hacia la puerta que él me había señalado. Era un walk-in closet amplio
con estanterías en madera. Abrí la boca de la impresión, todo estaba pulcramente doblado en su lugar. Camisas de vestir colgaban de su gancho, sacos en sus estuches,
zapatos apilados en orden en una estantería a su medida, era el más grande e impresionante closet de hombre que había visto.
Curioseando me adentre en la estancia, abriendo gabinetes hallando relojes, corbatas, mancuernillas, bóxers, bufandas y otros accesorios.
—Tienes mucha ropa aquí— comenté mirando su amplio closet y evitando quedarme viendo como boba su pecho desnudo, estaba vistiendo únicamente un pantalón
negro
—M antengo un poco de ropa aquí para las veces que estoy de visita en la capital— dijo encogiéndose de hombros.
—Vamos— me indicó la mano y con rapidez tomé una playera de uno de los gabinetes y salí con ella.
—Aquí puedes cambiarte— me empujo dentro del baño cerrando la puerta detrás de mí. M ordí mi labio nerviosa.
M iré hacia mis manos y la playera negra que sostenía apretada contra mi pecho. Suspiré y me reprendí mentalmente.
—No seas cobarde Hana— murmuré en voz baja. —Solo vamos a dormir.
M e desvestí rápidamente poniéndome la playera del vampiro que me quedaba enorme hasta los muslos y tomando el cuello lo llevé hacia mi nariz sintiendo la
fragancia masculina y suspiré de placer.
Salí del cuarto de baño notando que M arkov había dejado únicamente la luz de lámpara de noche como iluminación, lo miré recostado contra la cabecera esperándome
en la enorme cama con sabanas grises enrolladas hasta la cadera. Con el corazón retumbándome contra mis costillas me dirigí hacia él metiéndome en la cama al lado de él
e imitando su posición.
—¿Estas nerviosa Hana?— preguntó en un susurró acercándose a mi pegando su pecho contra mi brazo.
—Yo…no…si—murmuré bajando la vista hacia las sábanas que aferraba contra mi pecho.
Con sus manos retiró lentamente las sabanas de mis manos dejándolas caer en mi regazo y con lentitud presiono la yema de su dedo debajo de mi barbilla para alzarla
hacia él.
—Soy solo yo— murmuró y acortando la distancia entre nuestros rostros besó mis labios antes de envolverme entre sus fuertes brazos.
M is manos fueron a su pecho desnudo y apoyé mi mejilla sobre su corazón cerrando los ojos y concentrándome en el sonido constante, lentamente me fui relajando
lo suficiente.
—Vamos, quiero sostenerte contra mí esta noche— solicitó y ambos nos deslizamos entre las sabanas e inmediatamente me tomo entre sus brazos. Fruncí el ceño.
—Encontramos a un grupo de humanos mutilados en unas bodegas, hay signos de tortura y rastros de magia en ellos— respondió con voz tensa.
—¡Oh Dios!— ahogué un sollozo enterrando mi cabeza en su pecho. Ahora podía comprender su estado de ánimo tan sombrío. No podía siquiera imaginar la escena,
el horror y el sufrimiento de los pequeños niños.
—Eran niños inocentes Hana y ese maldito bastardo…— murmuró con la ira filtrándose. —Lo quiero muerto, voy a arrancar su pútrido corazón con mi mano y
escupir sobre cadáver frío— sentí los músculos de su espalda tensarse y me aferré a él en un intento de transmitirle mi apoyo y funcionó porque se relajo y hundió su
cabeza en mi cuello.
—Lo vamos a detener M arkov— murmuré abrazándolo por sus hombros.
—Lo sé, pero no me voy a esconder, ya te dije que esta es también mi guerra.
—No quiero que nada te pasé— respondió volviendo a hundir su rostro en mi cuello.
—Nada me pasará— dije como respuesta pero ni yo estaba segura que eso fuera cierto, aún así no me iba a esconder por el miedo, aunque tenía la impresión que
aunque me ocultara Kondrati vendría por mí.
—M arkov— lo llamé tirando de su cabello y él echó su cabeza hacia atrás y se acomodó para verme.
—¿Qué sucede?
—Hay algo que ha estado rondando mi mente últimamente, con toda investigación que he hecho sobre magia, alquimia y todo eso.
—¿Qué es?
—Es sobre Theroux y su magia— dije y pude notar como su mandíbula se tensó.
—Sobre su magia, de acuerdo con Casandra no es permitido o posible hacer más magia que el brujo es capaz, entonces ¿Cómo él puede controlar dos elementos?
Él se quedó mirándome por un largo rato poniéndome nerviosa hasta que se dejó caer de espaldas sobre la cama y me llevó junto con él.
—Él no habla mucho sobre ello pero siendo el hijo de quien es, no es extraño que Kondrati haya experimentado con él primero cuando era un niño.
—Sí, el posee un tatuaje en su pecho que más por vanidad oculta la cicatriz del sello, el mismo quemó la marca creyendo que así se libraría de ella.
—Pero no funcionó— deduje cerrando los ojos al imaginar a un adolescente quemando su propia piel para borrar el sello maldito.
—No, no lo hizo pero aprendió a adaptarse y decidió usar esa habilidad en su beneficio.
—Porque conoce el límite de su magia y ha pasado siglos entrenando para dominar el elemento— respondió M arkov con risa al notar mi enfado.
—Él dijo que mi padre fue su mentor— recordé las palabras del brujo.
—Es cierto, tu padre siendo un brujo de tierra y uno excepcional ayudo a Theroux a dominar el elemento.
—M e hubiera gustado conocerlo— murmuré con pesar abrazando la cintura del vampiro.
Nos quedamos en silencio luego de eso. Temí que hubiera dicho algo que le molestara. El tema de nuestros padres era como siempre algo espinoso, doloroso y
delicado entre nosotros.
—Estoy seguro que él estaría muy orgulloso de ti y la mujer en la que te has convertido— comentó apretando la mano sobre mi hombro.
Cerré los ojos con fuerza para evitar ponerme a llorar. Sus palabras significaban mucho para mí, era el primer paso para dejar atrás el doloroso pasado. Giré mi rostro
y deposite un beso el dorso de su mano como silenciosa aceptación.
—Duerme Hana— murmuró abrazándome y con una sonrisa me dejé arrullar por el calor de M arkov.
Capitulo 24
Hana
Sonreí.
M e giré para poder ver al vampiro dormido tranquilamente a mi lado. La arruga entre sus cejas estaba relajada y su boca ligeramente abierta. Estaba tan tranquilo de
ese modo, sin todo ese peso en sus hombros. Y aunque no lo había visto los últimos días no por eso no dejaba de preocuparme. Parte del día la dedicaba a los diversos
hoteles que poseía, por la noche atendía los asuntos del consejo para posteriormente salir junto a un grupo a seguir buscando rebeldes y rastreando a Kondrati.
—Deja de mirarme— murmuró una voz ronca sacándome de mi intensa contemplación. M e sonroje al ser atrapada nuevamente por el vampiro.
—Yo no necesito dormir mucho, un par de horas es suficiente— contestó acariciando mi brazo provocándome un temblor.
—¿M e estás diciendo que pasaste la madrugada despierto?— pregunté a cambio ignorando sus dedos subiendo y bajando por mi brazo.
—M e gustaría quedarme y retozar contigo en la cama pero tengo cosas que hacer mujer— dijo con una sonrisa dándome una nalgada antes de levantarse dejándome
deleitarme con la parte inferior de su cuerpo desnudo.
—No me mires así— dijo con la voz ronca mirándome con intensidad.
Recordé una conversación similar con él hacía tiempo y sonreí con malicia.
—Como si quisieras que te follara— murmuró con los ojos brillantes y subiéndose de nuevo a la cama se cernió sobre mí tomando mis labios en un beso apasionado
que respondí con gusto gimiendo en su boca y enredando mis brazos en su cuello.
—Te espero a las once en la entrada— murmuró contra mis labios y tomando mis brazos los desenredó de su nuca y se levantó de la cama.
M e quedé confusa, con la respiración agitada viéndolo desaparecer por el cuarto de baño y sin comprender sus palabras, hasta pasados un par de segundos.
—¡M e va a llevar con él!— exclamé feliz porque el cumpliera su palabra y me llevará con él y el grupo de búsqueda.
Solo escuché su risa ronca a través de la puerta del baño pero no me importó en esa ocasión y con una sonrisa enorme me arropé entre las sabanas para volver a
dormir.
Sentí la cama hundirse y entreabrí los ojos para ver a M arkov completamente vestido con un traje gris oscuro sentado a mi lado. M e había vuelto a dormir sin darme
cuenta.
—Vuelve a dormir Hana— murmuró inclinándose hacia mí y depositando un beso en mi mejilla. Cerré los ojos nuevamente demasiado cansada para replicar.
—Ponte ropa cómoda— escuché que dijo y volví a entreabrir los ojos para verlo.
—Uhm— Fue lo único que salió de mis labios como respuesta y sentí su mano acariciar mi cabello una vez antes de levantarse de la cama y retirarse en silencio.
—¿Estas lista?— preguntó el vampiro inspeccionando mi atuendo que consistía en jeans negros, una playera blanca, chaqueta negra y unos botines al tobillo.
—Si— respondí sin prestar atención realmente, estaba maravillándome de verlo con jeans y una chaqueta de cuero negra. Era la ropa más informar que le había visto
y lo hacía parecer más peligroso y atractivo.
—¡Hana!— escuché que me llamaban y miré hacia atrás encontrándome con Theroux con el ceño fruncido.
—Hola— saludé al brujo e inmediatamente sentí el brazo de M arkov en mi cintura apretándome a su lado.
—Jakov, no creo que sea una buena idea— Se dirigió al vampiro a mi lado.
—No exactamente.
—¿Entonces?
Tenía que hablar con el brujo en algún momento, era cierto que ahora no se acercaba a mí pero había creído que era debido a que estaba concentrado en sus deberes
como brujo y la búsqueda de Kondrati.
—Vamos— me urgió el vampiro sin soltarme, guiándome hacia su auto y abriéndome la puerta.
—Nos dividiremos en dos grupos— contesto encendiendo el auto. —El primero estará a cargo de patrullar los alrededores de la ciudad y el segundo grupo retomará la
búsqueda fuera de la capital.
—¿Nosotros en que grupo estaremos?— pregunté dándome cuenta que estamos saliendo por la parte posterior del Kremlin y supuse que era el modo en que se
movían. Aún seguía preguntándome como era que se les permitiera hacerlo sin levantar sospechas de sus actividades a los guardias humanos que rondaban ahí. Tal vez
les pagaban una buena sumada de dinero, no me extrañaría.
—Todo estará bien— comentó poniendo una mano sobre mi rodilla y dejándola ahí el resto del camino.
El viaje no duró mucho tiempo cerca de diez minutos a lo sumo. Él se estacionó fuera de un elegante local.
—¿Qué es esto?— pregunté tomando la mano que M arkov me tendía y me ayudaba a bajar.
—¿Y qué hacemos aquí?— pregunté con el ceño fruncido viendo la opulencia del lugar y los lujosos carros aparcados en la entrada. Estaba casi segura que uno de
esos carros era un Ferrari.
—No creo que me dejen entrar— comenté mirando a las mujeres altas en la entrada vestidas a la moda con su cabello y maquillaje impecables.
De haber sido otra ocasión pude detenerme a admirar el increíble diseño de las columnas o la hermosa araña del techo adornada de cientos de diamantes pero estaba
aterrada de entrar ahí y maldije al vampiro por no haberme informado el lugar a donde iríamos en primer lugar para poder haberme arreglado como la ocasión lo
ameritaba.
—Spokoynoy nochi, mister Jakov[20]— saludó un hombre en frac que estaba en la entrada.
El vampiro solo inclinó la cabeza como saludo al pasar al hombre que sostenía la puerta abierta para que dejarnos pasar. Las mujeres que se encontraban ahí me
miraron con el ceño fruncido al verme entrar de la mano de M arkov.
—¡Oh!— Fue mi respuesta. Abrí los ojos asombrada al ver el interior del lugar con la gente absorbida por el buen ambiente del lugar.
La escalera amplia que desciende hacia el área de un restaurante donde todos conversar y beben, las molduras en el techo, todo en color dorado, crema y caoba. Al
final de la habitación había una chimenea junto a una barra de bar y al lado contrario pegada a la pared mesas y sofás para dos personas. Descendimos por las escaleras,
yo admirando cada detalle: las mesas, los floreros, las lámparas colgantes redonda con cristales.
—Esto es hermoso— suspiré cuando llegamos al final de la escalera y viendo desfilar a un hombre muy atractivo que me guiñó un ojos al pasar a mi lado.
—¡Hey!— me llamó la atención y giré mi vista al frente viendo el ceño fruncido de él mirando la espalda de hombre que había pasado a nuestro lado.
Él tiró de mi mano empujándome hacia su cuerpo, con su otra mano tomo mi mandíbula acercando su rostro al mío.
—Tú eres mía— gruñó antes de besarme apretando mi cuerpo al suyo para demostrarme su punto. Podría haberme reído de su demostración de celos pero lo único
que hice fue responder su beso sin importarme estar en medio de una sala llena de personas que nos veían.
Cuando me soltó estaba aturdida por ese asalto de pasión posesiva y pude ver su sonrisa satisfecha en sus labios.
—Arrogante— murmuré negando con la cabeza pero con una ligera sonrisa.
—¡Bien! No me gusta que otros anden rondando a mi mujer— dijo volviendo a fruncir el ceño.
—No, soy posesivo y cuido lo que es mío— contestó apretando sus manos en mi cadera.
—M ejor vamos a encontrar la información que necesitamos— me reí dejando pasar sus palabras, era halagador que se sintiera tan territorial conmigo y mientras no
hiciera alguna estupidez como empezar a mandarme y prohibirme hacer cosas podía vivir con su arranques posesivos, al final había disfrutado del beso.
Con paso seguro el vampiro se abrió paso por el lugar hasta llegar a un estudio donde se hallaba una mujer guapísima sentada sosteniendo una copa en su mano.
—Príncipe Jakov— saludó la mujer en tono seductor poniéndose de pie exhibiendo su elegante vestido corte de sirena en color negro.
—M i dama— correspondió M arkov el saludo soltándome y acercándose a ella tomando su mano y besarla con galantería.
¿Qué demonios?
—M e alegro que nos acompañé esta noche— dijo la mujer posando sus largas uñas en su pecho.
—M e temo mi dama que no será en esta ocasión— dijo el vampiro sin soltar su otra mano.
—Es una pena, hoy hemos preparado un show increíble— dijo la mujer de manos largas con un mohín.
—No tengo la menor duda— contesto M arkov y sosteniendo su mano la guió nuevamente a su sofá.
—Entonces, ¿A qué debo su visita príncipe?— pregunto la mujer cruzando las piernas y exponiendo su piel ante la vista del vampiro.
Hasta ahí llegó mi paciencia. Carraspeé para hacerme notar ante las otras dos personas.
Los dos giraron para verme y tuve que luchar con un sonrojo.
—¿Quién es tu nuevo juguete?— preguntó la mujer curiosa y pude jurar por un maldito segundo que de verdad su pregunta no era mal intencionada pero pude ver el
brillo en sus ojos maquillados.
¿Juguete?
—Soy Hana M iller— contesté mirando fijamente a la mujer. —Hija de Sergéi Vinográdov— agregué al final.
Lo último había algo innecesario, tuve que reconocer para mí misma, pero sabía que el nombre de mi padre significada mucho y no pude equivocarme cuando vi como
la “manos largas” abrió los ojos sorprendida y miró hacia el vampiro en busca de una confirmación, este asintió como respuesta.
—Lo siento señorita M iller, por favor tome asiento— ofreció amablemente la mujer señalando el sofá, obviamente impresionada por mi ascendencia mágica.
M e senté a un lado del vampiro y le lancé una mirada de advertencia pero esté solo sonrió.
¡Idiota vampiro!
—¿Rebeldes?
—No podría asegurarlo— contesto la mujer frunciendo el ceño mirando más allá como si estuviera escuchando algo. —No han molestado a nadie y se han mantenido
bebiendo en el área de bar.
—Gracias, mi dama— dijo M arkov poniéndose de pie. —Su ayuda ha sido suficiente.
—Es un placer ayudarlo príncipe Jakov— contesto la mujer sentada y tendiéndole la mano.
Ese fue mi salida. M e puse de pie e incliné mi cabeza hacia ella como despedida.
—Señorita M iller, espero verla aquí más adelante— dijo la mujer antes que me diera la vuelta.
—Ehm, si claro— murmuré como respuesta y me apresuré a salir de ahí siguiendo al vampiro.
—¿Qué demonios fue eso de ahí?— pregunté llegando al lado del vampiro.
—Vamos, te explicó afuera— contestó y me tomó nuevamente de la mano arrastrándome por el lugar hasta la salida.
Cuando llegamos nuevamente a la calle y caminamos lejos de ahí me solté finalmente de su mano.
—¿M e puedes explicar que todo eso de ahí adentro?— cuestioné al vampiro quien se giró para verme.
Quise negarlo pero el sonrojo que sentí en mis mejillas me delató, lo que provocó la risa del vampiro.
—Era necesario hacer todo ese teatro— comentó acercándose a mí y poniendo sus manos en mis hombros pero sin borrar su sonrisa. —Es nuestra mejor informante,
ella ve y escucha muchas cosas dentro del club.
—Lo sé— dijo con simpatía. —Pero fue divertido viéndote tan celosa, creí que por un segundo que la ibas a atacar.
Vi que abrió la boca para decir algo pero la cerró y su cuerpo se tensó; no pude reaccionar cuando me empujó detrás de su espalda.
No estábamos muy lejos del club por lo que habían unas cuantas personas rondado cerca. Si lo que M arkov decía era cierto, era imperativo que nos alejarnos si
queríamos evitar una tragedia.
M e aferré a su chaqueta e intenté mirar sobre su hombro pero no pude ver algo fuera de lo normal, claro yo no tenía la vista, ni el olfato tan desarrollado como él.
—Cuando te diga corre calle arriba y no te detengas yo iré detrás de ti— murmuró con voz tensa y mi corazón saltó ante la idea de correr sin saber por dónde
atacarían los rebeldes.
—M uy bien— murmuré como respuesta y me forcé a soltar su chaqueta para prepararme a correr.
—¡Ahora!— exclamó y no lo pensé dos veces corrí calle arriba sin mirar atrás pero pude escuchar claramente un gruñido animal detrás de mí, me impulsé con más
fuerza segura que M arkov se haría cargo.
—¡Dobla a la derecha!— escuché el grito del vampiro a mi espalda e hice lo que pedía y resbalándome con mis botas giré sin detenerme de correr. Al otro lado de la
calle pude ver un pequeño parque rodeado de arboles en medio de un par de edificios y comprendí la intención del vampiro. Crucé la calle e ingresé al parque, me
permití mirar hacia atrás por un segundo viendo a luchando con un par de hombre que corrían a su lado.
M i pequeño momento de distracción me hizo toparme con el bordillo de una jardinera e inevitablemente caí de boca. Rodé sobre mi misma y vi como un rebelde
aprovechaba mi caída para lanzarse contra mí. Alcé mi mano izquierda y envié una ráfaga de viento para lanzarlo hacia atrás y con la derecha extendí mis zarcillos como
un látigo.
M e puse de pie enfrentando al rebelde que se había recuperado de mi ataque de aire. Restrellé mis zarcillos de espinas contra el piso a modo de advertencia y con mi
mano derecha creé una bola caliente de fuego.
El rebelde gruñó mostrando unos colmillos y sus manos se transformaron en unas espantosas e intimidantes garras.
¿Pero qué es esa cosa? Pensé con repulsión.
Como un borrón el cuerpo del rebelde fue empujado contra un árbol y miré a M arkov atravesar el pecho de esa cosa dejándolo caer a la grama.
Con la misma velocidad el vampiro se colocó a mi lado y gruñó a la oscuridad. Fue cuando me di cuenta que entre las sombras empezaron a aparecer mas de esas
cosas rodeándonos.
—No te alejes de mi— ordena M arkov entre dientes mirando a cada rebelde que nos rodeaba.
No tuvo tiempo de replicar porque de inmediato y en sincronía los rebeldes se abalanzaron todos al mismo tiempo.
Lancé la bola de fuego en mi mano contra uno mientras mis zarcillos se enrollaban en uno y lo lanzaban lejos. Giré mi cuerpo en sincronía con el vampiro y alcé una
muralla de rocas para repeler un ataque mientras M arkov luchaba y golpeaba a uno y a otro pero se movían con demasiada rapidez.
No supe cuanto tiempo estuvimos ahí de pie espalda contra espalda yo repeliendo ataques y M arkov atravesándolos en el pecho cuando se presentaba la
oportunidad. Hasta que el sonido cesó finalmente, los gruñidos pararon y ya no tuve más ataques que resistir, ni el vampiro, más rebeldes que matar. Solo escuchaba mi
respiración pesada en medio de la quietud de la noche y el sonido de mi corazón tronar en mi oído.
Sentí mis rodillas temblar y mirando de un lado al otro esperando que alguien estuviera todavía ahí listo para atacarnos.
—Lo hiciste bien Hana, ya estamos a salvo— escuché la voz del vampiro en mi oído al tiempo que sus brazos me sostenían por la cintura desde atrás evitando que
cayera al suelo.
—Sí, tranquila. Lo hiciste muy bien— murmuró y yo me dejé caer contra su pecho cerrando los ojos por el cansancio.
—No sabía que usar tanta magia podía ser tan agotador— comenté abriendo los ojos y dándome la vuelta para ver al vampiro.
—No estás acostumbrada— respondió apartando de mi rostro mi cabello colocándolo detrás de mi oreja. —Debemos movernos de aquí— murmura él.
—¿Cómo nos encontraron tan rápido?— pregunté separándome y dando un paso a un lado de él mirando los cuerpos en el suelo.
—Dos opciones: hay algún traidor entre mis filas o nos tienen vigilados— gruñó molesto.
Sin esperar más respuesta de mi parte me arrastró fuera del parque, caminando con prisa de regreso por donde habíamos venido al inicio.
Al llegar al auto nos subimos con rapidez alejándonos del lugar y fue cuando M arkov sacó el teléfono de su chaqueta e informó a Theroux de lo sucedido informando
que íbamos de regreso al Kremlin.
—¿Crees que nos tengan vigilados desde afuera?— pregunté ante el tenso silencio que manteníamos en el auto.
—¿Cómo lo sabes?
—Las otras veces no nos habían atacado en un grupo grande, es evidente que sabían que ibas a estar fuera, por lo que la fuga de información es de uno de los nuestros.
M e quedé en silencio mordiéndome el labio al recodar la historia que Valya me había contado de M arkov al impartir justicia a los traidores. ¿Iba a hacer lo mismo con
el o los traidores.
—¿Cómo vas a descubrir al traidor?— me atrevía a preguntar al divisar las altas murallas del Kremlin.
Pero él no contesto y solamente sonrió, pero no era una sonrisa amable era un gesto cruel.
—M arkov…—intenté retomar la conversación pero el auto se detuvo de repente y el rápidamente se bajo, dejándome sola.
Lo imité y con prisa me baje del auto viendo su espalda tensa dirigirse a la entrada del Palacio del Senado.
—¡M arkov, espera!— exclamé tras de él. Se detuvo y se giró para verme.
—Hazlo— ordenó antes de darse la vuelta y marcharse por el pasillo dejándome con la palabra en la boca.
Bufé molesta y me di la vuelta indignada. Si él quería estar solo pues era su maldito problema y yo estando preocupada por él.
—Estúpido vampiro— murmuré caminando de regreso a mi habitación mirando de mal modo a todos aquellos que se cruzaran por mi camino.
Cerré la puerta con fuerza para desahogarme y me dejé caer sobre un sofá y crucé los brazos de mal humor. Pero no duré mucho en esa posición, al final suspiré y
deje caer mis brazos en mi regazo. Todavía estaba preocupada y sabía no iba a poder dormirme fácilmente. Así que me quité la ropa poniéndome un cómodo pijama y
busqué mi cuaderno de dibujo.
M e acomodé en el sofá y con una hoja en blanco de mi cuaderno comencé a contornear la silueta de una persona y el sonido del lápiz al deslizarse en la hoja logro
calmarme y despejar mi mente.
Estuve un largo rato ahí concentrada en los detalles del retrato que me sorprendió el sonido de la puerta al abrirse. Levanté la vista y vi a M arkov mirarme con
sorpresa.
—No tenia sueño ¿Qué hora es?— contesté estirándome en el sofá y sintiendo la tensión en mi espalda por la postura.
—Oh vaya, se me fue el tiempo— dije y cerré mi cuaderno para que no viera lo que me había mantenido despierta.
—Dibujando, me ayuda a desestresarme— contesté mientras él se sentaba a mi lado en el sofá. —¿Cómo te fue? ¿Encontraron al traidor?— pregunté cambiando de
tema.
—¿Estás bien?— cuestioné ante el silencio del vampiro, quien se mantenía con la vista fija en la pared del frente.
Volteó su rostro para verme pero no pude deducir ante su expresión como se sentía o lo que pensaba.
—Eres tan hermosa— murmuró levantando su mano para llevarla a mi mejilla. —Tan fuerte y mortal.
Tragué saliva ante su comentario. No era eso lo que esperaba escuchar y me había tomado por sorpresa.
—¿Qué pasó con el traidor?— cuestioné en un susurro mirando a sus ojos en un intento de descubrir que era lo que sentía.
—Recibió su castigo— contestó. —Pero no quiero hablar de eso ahora— agregó acercándose a mí.
M e removí en mi asiento comprendiendo lo que decía, el había sido el encargado de impartir tal castigo y recordé que la traición se pagaba con la muerte.
Podía sentir cierta desesperación en sus movimientos y la forma en que me tomó en sus brazos apretándome contra él mientras jugábamos con nuestras bocas.
Pasé mis brazos por sus hombros aferrándome a su espalda y él dejó caer su cabeza en mi cuello.
—Vamos a dormir— murmuró contra mi garganta y se apartó poniéndose de pie frente a mí y tendiéndome una mano.
Acepté su ayuda y ambos nos metimos en la cama cuando él dejó su ropa en una silla. No sabía que estaba pensando M arkov pero en ese momento me pareció
demasiado distante, aún así me limite a ofrecerle mi compañía silenciosa, no por nada había llegado a buscarme, solo esperaba que él decidiera contarme lo que lo tenía en
ese estado de ánimo tan sombrío.
M e desperté la mañana siguiente con M arkov aún pegado a mi espalda y me estiré contra él.
M arkov gruñó y apretó su pelvis hacia adelante dejándome sentir su erección contra mis nalgas. Lentamente, desenrolló su brazo de mi cintura y acarició mis
piernas, mi cintura, introduciendo su mano grande en mi camiseta subiendo hasta tomar en su palma mi pecho desnudo.
M e removí contra él suspirando de placer cuando tomo entre sus dedos mi pezón apretándolo provocando mi gemido. Apartando mí cabello beso mi nuca y subió
hasta llegar a mi oreja. Volvió a recorrer su mano por mi torso, abdomen y no dudo en deslizar su mano entre mi pijama y ropa interior hasta llegar a donde más lo
necesitaba. Acarició con movimientos circulares mi clítoris y su boca volvió a mi nuca dejando besos húmedos en mi piel.
Gemí abandonada al placer que me brindaba y cuando su otra mano se unió y bajó mis pantalones cortos lo ayudé sin oponer resistencia pateando hacia afuera mi
ropa. Sentí dos de sus dedos deslizarse dentro de mí y arqueé contra él, llevé mi mano hacia atrás en busca de su pene y lo hallé duro y caliente; en algún momento había
deslizado su propia ropa interior fuera, lo masturbe por un par de minutos hasta que el sacó los dedos de mi interior y presionó desde atrás su miembro entre los labios
de mi humedecido sexo y empujando en una fuerte embestida que me arrancó un grito. El volvió a acariciar mi sensible botón con su dedo pulgar mientras su otra mano
volvía a mis pechos.
Podía escuchar sus gruñidos en mi oído y su aliento caliento contra mi nuca mientras el aceleraba el ritmo de sus embestidas. Sentía mi cuerpo arder y aferré las
sabanas hundiendo mi rostro en la almohada pero él, con su mano y tomándome por mi cabello me echó mi cabeza hacia atrás.
—Quiero escucharte gemir— murmuró con voz ronca para luego chupar la piel sensible detrás de mi oreja.
—No aguanto más— jadeé sintiendo mi orgasmo y M arkov arremetió con más fuerza frotando mi clítoris hasta que me vengo en un intenso clímax y él me sigue a
los pocos segundos.
M i cuerpo temblaba contra el suyo y nos quedamos así un momento mientas poco a poco se desvanecían las sensaciones. Hasta que M arkov se retiro deslizándose
fuera de mi interior.
M e di la vuelta para poder verlo y sonreí al mirarlo todo despeinado, sudoroso y desnudo.
—Buenos días— saludé colocando mis manos bajo mi cabeza como apoyo.
—M uy buenos días— contesto con una sonrisa perezosa deslizando su mano por mi brazo y terminó por quitar mi camiseta quedando completamente desnuda
ante él y con una sonrisa pasé una pierna por encima de su muslo y me estiré para alcanzar sus labios. El me cogió por mi cabello y me arrastró más cerca para darme un
beso profundo.
Un poco más tarde, M arkov me esperaba sentado ojeando mi cuaderno de dibujo y viéndolo con el cabello húmedo y su traje negro suponía que había ido a su
habitación para bañarse y cambiarse de ropa mientras yo me bañaba.
—Bonito dibujo— comentó y volteé a ver para ver a cual se refería y enrojecí.
Era el dibujo que había estado haciendo la noche anterior y que él me mostraba con una sonrisa arrogante.
M e acerqué, avergonzada por que hubiera descubierto el dibujo de él mismo y le quité mi cuaderno mientras se reía de mi reacción.
—Es halagador— dijo tomándome de la cintura y sentándome en su regazo con una sonrisa.
—Está intentando mezclar las especies experimentando con ellas, por lo que sabemos quiere crear un ejército de rebeldes más fuertes y letales.
—Esta mezclando las especies, cruzando vampiros con brujos, lobos con vampiros y en sucesiva.
Jadeé con horror recordando el aspecto extraño de los rebeldes de la noche anterior.
—No precisamente, los rebeldes que anoche nos atacaron eran más rápidos pero no tan fuertes, los pudimos reducir entre los dos por lo que no descartamos la idea
que él va a seguir intentando hasta conseguirlo.
“Aún es pronto para que recuerdes Hana, pero espero tomes la sabia decisión de estar a mi lado cuando el momento llegue. Estoy muy cerca de conseguir lo que
deseo, solo un poco más.”
Las palabras de Kondrati que me había dicho en esa ocasión cobraron sentido de repente.
—Él me lo dijo esa noche— murmuré con consternación mirándolo a los ojos.
—La noche que estábamos en el café el mencionó que estaba muy cerca de conseguir lo que deseaba y que estaba muy cerca de conseguirlo.
—No hallé sentido a sus palabras al inicio— dije y la inquietud me embargo. —¿Qué vamos a hacer?— pregunté con aprensión.
M arkov se rió.
—Ahora, calma guerrera— dijo tomándome de la cintura y sentándome a su lado en el sofá. —La próxima semana es la fiesta de Leónidas y deseo que me
acompañes.
—M e encantaría— respondí.
—M uy bien, nos vemos más tarde— dijo poniéndose de pie y caminando hacia la puerta.
—¿Importa?— preguntó cuando abrió la puerta mirándome sobre su hombro con una sonrisa.
Negué con la cabeza con una sonrisa tomando de nuevo el cuaderno de dibujo y mirando el retrato del vampiro.
Suspiré dejando a un lado el cuaderno y me puse de pie para ir por algo de comer, la actividad física de esa mañana me había dejado famélica. Abrí la puerta sin
prestar atención a la figura que se hallaba en el pasillo por lo que me sorprendí al escuchar mi nombre.
—Hola Hana— saludó un hombre pillándome distraída y lo miré con los ojos abiertos.
—Theroux— saludé sorprendida por la presencia del brujo. ¿Cuánto tiempo había estado ahí? M iré rápidamente hacia el otro lado del pasillo esperando ver al
vampiro.
—M arkov ya se fue— adivinó. —Vamos a comer algo, quiero hablar contigo— comentó despegándose de la pared y caminando hasta mi lado.
—Hace tiempo que no te veo— comenté ante el silencio del brujo que caminaba a mi lado.
—¿Por qué? ¿Hice algo para ofenderte?— pregunté dirigiendo rápidamente mi vista hacia él.
Él dirigió su vista hacia mi mano en su brazo y lo solté creyendo que lo había molestado mi contacto físico.
—¿M arkov? ¿Acaso él te dijo algo? Porque si es así…— dije de repente molesta.
—Entonces, dilo directamente— exigí frustrada de las vueltas que le estaba dando el brujo.
—Yo no tengo ninguna relación con él— retruqué sintiendo el calor subir a mis mejillas.
—Eres tan inocente— dijo riendo nuevamente y tomando del brazo para caminar conmigo.
—Eres exasperante.
Unos minutos después nos hallábamos en la cocina con una taza de café cada uno y en mi caso untando varias rebanadas de pan tostado con mermelada y
mantequilla.
—Entonces— dije dándole una mordida a mi tostada y degustando la mermelada de frambuesas, —¿Vas a explicarme sobre porque debido a M arkov te alejaste?
—¿En serio no lo sabes?— preguntó para luego dar un largo sorbo de su café.
—Eso no es…— balbuceé avergonzada pero el brujo me miró levantando una ceja y no dije nada más.
—Tal vez un poco— murmuré bajando la vista a la taza de café frente a mí.
Alcé la vista hacia él y nos quedamos viendo en silencio y luego de un momento ambos nos estallamos en risa.
—M e alegro haberlo hecho y no me malinterpretes Hana pero aunque eres una mujer muy guapa no tengo un interés más allá de la amistad.
—Bueno, tal vez al inicio lo admito— dijo con una sonrisa que lentamente borró después.
—¿En qué sentido?— pregunté aunque pude deducir hacia donde iba.
—El sello maldito— respondió mirando hacia mi cuello y luego señalando sobre su pecho.
Lo miré nerviosa conociendo los detalles que M arkov me había dicho, aún así preferí hacerme la desentendida y fingir que no sabía nada.
—Tenía uno, lo quemé cuando tenía trece años— respondió desviando la vista.
—Lo siento mucho— dije en un susurro al imaginarme el dolor físico y emocional que debió significar.
—Fue hace mucho tiempo. —contestó encogiéndose de hombros—Además, tu padre me ayudó a adaptarme.
—M e alegro que él estuviera ahí para ti— dije sinceramente y con una sonrisa.
—¿Qué sucede Valya?— pregunté al notar su extraño comportamiento. Ella casi corrió a mi lado y me tomo de la mano.
—M i hermano me acaba de decir que van a ir juntos a la fiesta del Leónidas la próxima semana y me pidió que te ayudará con lo que necesitaras: el vestido, zapatos,
maquillaje— dijo la vampira excitada como una niña— ¡Oh Hana! Estoy tan emocionada, casi nunca tengo con quien ir de compras, ¡Tenemos mucho que hacer y tan
poco tiempo!
Valya hablaba tan rápido que apenas si podía seguirle el ritmo a sus palabras y tuve que reír porque no me dejaba decir nada y cuando me di cuenta estaba siendo
arrastrada por ella fuera de la cocina sin siquiera haber terminado mi desayuno o despedirme de Theroux quien se quedó igual de pasmado que yo.
Pero tuve que admitir que la emoción de la vampira me enternecía y alegraba. A pesar de los tiempos oscuros e inciertos en los que vivíamos tener a una amiga con
quien poder compartir esos momentos como escoger un vestido o el maquillaje, —aunque fueran frívolos, dada la situación— me llenaba el corazón de gozo.
Capítulo 25
Hana
El tiempo había pasado con suma rapidez, los días se instalaron en una rutina contante, por la mañana entrenaba con Henry y a veces con Theroux, por la tarde la
pasaba con Valya entre confidencia mientras nos divertíamos escogiendo vestidos, maquillaje y zapatos para la fiesta y por la noche y luego de cena, salíamos con
M arkov y Theroux junto a un grupo de vampiros y brujos a “patrullar” las calles y evitar que los rebeldes siguieran causando problemas, a veces teníamos suerte y
hallábamos a algún grupo, otra vez no tanta y terminábamos volviendo en la madrugada con M arkov a nuestro lugar de hospedaje asignada que era el Palacio del Senado,
ubicada a trescientos metros del Gran Palacio del Kremlin. Desde la vez que M arkov había ido a buscarme en la madrugada luego de haber hallado al traidor, pasábamos
la noche juntos, ya fuera en su habitación o la mía; pero lo que más me encantaba de pasar la noche junto al vampiro era poder dormir en sus brazos y despertar a la
mañana siguiente envuelta en su calor. Era feliz en mi pequeña burbuja. Y en esa rutina tan apacible el día de la fiesta había llegado. En toda la mañana el Palacio del
Senado había sido víctima de un intenso movimiento para preparar los salones para la fiesta y la llegada de los invitados que se quedarían de visita un par de días.
Estaba muy nerviosa, había podido a algunas personas llegar en el trascurso de los días anteriores y de acuerdo a Valya muchos de ellos eran miembros del consejo en
los distintos continentes e imaginar que yo iba a ir junto al príncipe Jakov me provocaba nudos en el estomago. Tanto porque eran personas importantes para sus
especies y no quería hacer el ridículo, así como también por el hecho que estuvieran al tanto de quién era yo, una hibrida marcada con el sello maldito.
Tomé el vestido que descansaba sobre la cama y con los brazos extendidos lo puse frente a mí para verlo. Era de color rojo intenso, strapless con un corsé con escote
en corazón bajo, ceñido en la cintura con un discreto fruncido para realzar mi cintura y que caía suelto desde mis caderas hasta el suelo. Con la ayuda de Valya habíamos
elegido el vestido en una tienda local días atrás y hecho una cita en la estética para el maquillaje y peinado. En mi caso había optado por algo discreto, sin recargar
demasiado mi rostro y amarrando mi cabello para dejar a la vista mis hombros y cuello.
Con una sonrisa deslicé el vestido por mi cuerpo sintiendo el suave material contra mi piel; agregue un par de accesorios en dorado para terminar mi atuendo y estaba
lista. El resultado final era increíble y esperaba que el vampiro opinara lo mismo.
Estaba justa de tiempo y debía unirme a la fiesta junto a M arkov. Respiré un par de veces para calmarme y revisando una última vez que todo estuviera en su lugar,
salí de la habitación hacia el pasillo siguiendo el sonido lejano de la música.
Caminé sintiendo le anticipación y la emoción en mi pecho. Llegué a la barandilla del rellano del segundo piso y miré hacia abajo a las personas que iban llegando en
sus vestidos elegantes. Divisé la ancha espalda de M arkov en el vestíbulo saludando impasible a los invitados. Sonreí nerviosa y me despegue de la barandilla para
descender por las gradas.
Fue como si él notara mi presencia porque de inmediato dirigió su atención a las gradas encontrando mi mirada con la de él y estuve por un segundo a punto de rodar
por las gradas el verlo vestido con un esmoquin negro y corbatín. ¡Estaba guapísimo!
A pesar de la impresión al verlo tuve suficiente aplomo para no caerme por las escaleras y descender con elegancia hasta él, quien me esperaba con una ligera sonrisa
y los ojos hambrientos mirándome de arriba hacia abajo.
—Simplemente…perfecta— Fue lo que dijo con voz profunda cuando me ofreció su brazo para que lo tomara.
—Estas muy atractivo— comenté en un susurró atravesando las anchas puertas hacia el salón tomada de su brazo dejándome envolver por la música y el ambiente
festivo.
Al ingresar nos detuvimos un segundo mientras todas las miradas de los presentes dirigieron su atención hacia nosotros.
—Tranquila— murmuró en mi oído tendiéndome una copa de champagne de un camarero que pasaba con una bandeja ofreciendo bebidas a los invitados. Lo observe
curiosa tomar una copa con un líquido rojo y deleitarse al probarlo.
Algunas personas se acercaron a saludarlo y él solícito los atendió presentándome ante ellos siempre con una mano en mi espalda baja como apoyo.
M ientras M arkov conversaba con algunas personas me permití relajarme tomando pequeño sorbos de la bebida burbujeante y miré alrededor de la sala observando a
lo lejos a Valya con un precioso vestido blanco de manga larga y escote en la espalda junto a Henry, quien vestía un elegante esmoquin negro.
M aravillada vague mi vista por todo el salón que se había predispuesto para la ocasión. Los tonos dorados, rojo y blanco predominaban en el lugar y los enormes
candelabros que colgaban con cientos de focos que se reflejaban ante el brillo de los elaborados y altos techos abovedados con estilo barroco, las flores estratégicamente
ubicadas en algunas mesas pegadas a la pared y bello color dorado en los pisos. Todo era hermoso y elegante que pude sentir la emoción en mi piel.
Tan feliz y extasiada estaba que tuve que mirar dos veces cuando vi a una guapa mujer entrar en el salón.
Keira Williams, vestida con un elegante y bellísimo vestido negro ajustado a sus voluptuosas curvas y con una abertura al costado que dejaba a la vista su esbelta
pierna en cada paso que daba. Parecía una estrella de cine con su cabello rizado y los labios rojos.
M iré rápidamente hacia M arkov para ver si había notado la presencia de la periodista pero este mantenía una charla en ruso con otros dos hombres, pero aún así
seguía manteniendo una mano en mi espalda haciendo lentas caricias de arriba hacia abajo por mi columna.
¿Qué estaba haciendo allí? ¿Markov la había invitado?
Busqué con la vista a la periodista y noté su soltura al caminar entre los invitados que envidié la seguridad y confianza que trasmitía.
—¿Hana?— me giré sobresaltada hacia la voz, creyéndome atrapada en mi escrutinio hacia la periodista.
Inmediatamente el brujo con una sonrisa me tomo del otro brazo entrelazándolo con el suyo y apartándonos del vampiro.
—Estas muy…sexy— dijo Theroux fijando su vista descaradamente en mi escote quitándome de la mano la copa vacía y tendiéndome una nueva con champagne.
—Gracias, pero mi rostro esta aquí arriba— dije intentando sonar molesta.
Él levantó su vista hacia mí y me regaló una sonrisa coqueta que me hizo sonreír.
—¿Eso es vino tinto?— pregunté señalando al camarero que pasaba a nuestro lado.
—No, eso no es vino tinto— respondió y lo miré un segundo ante el énfasis que hizo en la última palabra.
—Hay muchos vampiros en esta fiesta— agregó ante mi desconcierto y comprendí de inmediato.
—¡Debes estar bromeando!— exclamé mirando nuevamente a las personas que sostenían su copa con ese liquido carmesí. M e estremecí.
—No bromeo– rió. —Aquí hay mucha piel a la vista que no queremos que algún invitado se equivoque y termine dándole un mordisquito a alguien.
—No temas, no hay un solo vampiro o macho en esta sala que se atreverá a tocarte o mirarte con ganas de clavarte el diente.
—Eres la pareja del príncipe Jakov, guerrero y líder de los vampiros en toda Europa y nadie es tan idiota para siquiera atreverse a respirar en tu dirección.
—Oh— murmuré sintiendo mi cara arder de la vergüenza. No es que olvidara que él era alguien importante, es solo que yo solía verlo sin todas esas distinciones, para
mí era solo M arkov, el hombre con el que mantenía algún tipo de relación. Ninguno de los dos había algún tipo de distinción en nuestra relación pero era evidente para
todos que estábamos juntos o eso creía yo.
Y fue cuando caí en su atuendo, había estado prestando atención a otras cosas que no había caído en cuenta de que llevaba puesto un traje de tres piezas en color
negro, camisa gris y corbatín.
—Yo te halago diciéndote que estas muy sexy y tú solo te fijas en mi cabello.
M e reí ante su falso reproche. Era inevitable no divertirse junto a Theroux y olvidar el mal ánimo.
—Ven— me tomo de la mano cuando una suave melodía de violín comenzó a sonar en el salón y varias parejas se abrieron paso hacia el centro de la habitación para
bailar.
—Espera Theroux— intenté detenerlo pero él me ignoró y me arrastró hacia la pista no sin antes dejar nuestras copas con un camarero.
—Yo te guiaré— respondió deteniéndose y tomando mi mano derecha dejándola sobre su hombro para luego posar su mano en la mitad de mi espalda y alzando mí
otra mano con la suya.
El brujo dio un par de pasos hacia adelante haciéndome retroceder para luego dar dos pasos atrás en un cadencioso movimiento al ritmo del repitiendo el paso hasta
que finalmente hallé el ritmo.
En cada paso y giró Theroux me guiaba con maestría denotando su habilidad que las personas se acercaron para vernos bailar. Y fue en uno de esos giros que vi que
no éramos los únicos que estaban llamando la atención al bailar.
En un extremo de la sala se hallaba otra pareja bailaba con soltura y riendo mientras lo hacían y una sensación amarga se instaló en la boca de mi estomago.
M arkov y Keira.
Perdí el paso por observar a la pareja bailando y tropecé con Theroux quien me sostuvo con sus brazos.
—Hey— M e llamó la atención el brujo y lo miré avergonzada. —Disfruta el baile, lo demás, no importa— dijo con una sonrisa amable.
Volví a tomar mi posición tratando de ignorar a la otra pareja que danzaba y retomé el baile con el brujo forzando una sonrisa.
Al finalizar los aplausos no se hicieron esperar y algunos invitados se acercaron a felicitarnos por nuestro baile. Busqué con la vista a la otra pareja y los hallé riendo
y aceptando las felicitaciones de igual modo. Sentí el tirón en mi mano y giré mi atención hacia el brujo quien negaba suavemente con la cabeza.
—Vamos por una bebida—M e indicó y sin soltarme de la mano me sacó de la pista de baile.
—Ya los habías visto antes— afirmé en cuanto me tendió una copa.
Dude un segundo.
—No realmente— dije al fin llevando la copa a mis labios dejando que el frío de la bebida me calmara.
Él brujo me miro un par de segundos sin saber que decir al respecto, finalmente se rindió y se encogió de hombros.
—Sí, tienes razón— murmuré como respuesta. No tenía sentido que me preocupara por esta noche.
Volví a reír y pude ver a Valya y Henry a unos cuantos pasos. Soltándome de la mano del brujo a mi lado caminé con paso apresurado hasta que abracé la ancha
espalda de mi amigo desde atrás.
—¡Hana!— exclamó feliz girándose para verme y Valya lo imitó y me sonrió con cariño.
El rió ante mi reacción, conocía a Henry y su afán de molestarme cuando tenía oportunidad.
—Gracias— dije con una sonrisa melancólica recordando tiempos más tranquilos y llenos de risa.
—Pero que animo que se cargan— se quejó Theroux a un lado de nosotros. —Esto es una fiesta, anímense— dijo sacudiendo el hombro de Henry.
—Gracias, tu también— replicó. —¿Dónde dejaste a mi hermano?— preguntó oteando alrededor para poder verlo.
—Se ha quedado atendiendo a algunas personas— respondí sin dar más detalles, conociendo el rechazo que sentía la vampira hacia la periodista no deseaba arruinar la
fiesta.
—Ten— dijo Theroux pasándome un pequeño bocado de pan cuadrado que había agarrado de un mesero que pasaba con una charola.
—Oh bien— murmuré encogiéndome de hombros dándole una mordida a la empanadilla. El acido de la crema junto a la panceta y cebolla se deshizo en mi boca como
mantequilla y abrí los ojos sorprendida y deleitada por el increíble sabor.
—Esto esta delicioso— dije luego de terminar de otro mordisco el trozo que faltaba.
—Lo sé— respondió Theroux llevándose otra empanadilla a la boca y devorarla en un solo bocado.
Una sonrisa se dibujo en mis labios mirando hacia las tres personas que a mi lado. Nunca hubiera imagino que mi vida iba a cambiar mucho en tan poco tiempo.
Sentí una mano cálida en mi espalda que de inmediato reconocí y giré mi rostro para encontrarme con la mirada de M arkov.
—Sí, lo estoy— contesté con una sonrisa y mirando sobre su hombro vi a Keira observándonos con gesto serio que rápidamente cambio al encontrarse con mi
mirada.
El resto saludó de igual modo a la periodista aunque pude notar la molestia de Valya por su presencia aunque supo disimularlo. Theroux con su extrovertida
personalidad se hizo cargo de llevar toda la conversación incluyendo a Keira en sus bromas y relajando el ambiente.
En todo momento M arkov mantuvo una mano en mi espalda regalándome ocasionalmente una suave caricia que me provocaba un delicioso estremecimiento de
placer.
—¿M e permites este baile?— preguntó M arkov interrumpiendo la conversación que manteníamos.
Lo miré un par de segundos confundida y al bajar la vista fue cuando me di cuenta de su mano extendida en mi dirección y reaccioné de prisa colocando mi mano
sobre la suya.
Él sonrió y algo avergonzada lo seguí entre los invitados hasta hallar un lugar en la pista de baile prestando atención a la música sin saber en qué momento un grupo
en vivo había sustituido a la orquesta que había estado tocando desde el inicio de la velada.
Coloqué mis manos sobre sus hombros mientras él me sostenía por la cintura con delicadeza y manteniendo una distancia entre ambos. El suave saxofón acompañó
nuestros movimientos mientras el cantante entonaba la letra de la canción que de inmediato reconocí.
Él me acercó a su cuerpo deslizando sus manos en un abrazo y cerré los ojos recostando mi mejilla contra su pecho disfrutando de la sensación. Pero lo que me hizo
sonreír como tonta fue escuchar su voz en un susurro ronca contra mi oído entonando las últimas líneas de la canción.
Él me separó de su pecho para poder verme y alzo la mano que me sostenía en la cintura para tocar mi nariz con un toque haciendo que me riera mientras cantaba las
líneas de la canción.
Las últimas notas fueron lentamente desapareciendo y todos en la pista comenzaron a aplaudir por la esplendida interpretación del artista. Ambos nos miramos
sonriendo sin importarnos el resto de las personas. Éramos solamente él y yo en ese mágico momento.
—¡M arkov!— exclamó alguien con demasiada alegría a la espalda del vampiro rompiendo el encanto de nuestro baile.
El vampiro se giró cuando nuestro momento mágico se rompió. Un hombre alto, delgado, con barba y vestido con un traje de tres piezas se abrió paso entre el mar de
gente en la pista de baile hasta llegar hacia donde nos hallábamos.
—¡Viejo amigo!— saludó el recién llegado con una sonrisa enorme y abrazo al vampiro con un par de palmadas en la espalda.
—¿Quién es tu hermosa cita de esta noche?— preguntó el hombre alto mirando en mi dirección.
—El gusto es todo mío, pequeña flor— contestó tomando mi mano con amabilidad pero me estremecí al ver su mirada oscura y calculadora.
Él me miró fijamente en silencio y evite balancearme por su escrutinio. ¿Por qué M arkov no decía nada?
—Sí, lo soy.
—Eres adorable— rió con gracia. —M e recuerdas a tu madre— comentó con alegría.
—La estas asustando— dijo entre dientes el vampiro y posando su mano en mi espalda caminó conmigo a un lado saliendo de la pista de baile.
—No es cierto, es solo que estoy feliz de ver a la hija de Sergei— se quejó detrás de nosotros el amigo del vampiro.
—¿Dónde dejaste a Katherine?— preguntó M arkov a Takeshi cuando nos detuvimos cerca de un par de puertas francesas que daban a una terraza.
M iré a la mujer recién llegada, era de estatura media, delgada pero con curvas y de facciones delicadas vistiendo un hermoso vestido estilo griego en color gris de
chifón que se movía como agua a cada paso que daba.
—Tu marido esta acosando a mi mujer— dijo M arkov a la recién llegada con cierto tono de malicia.
M iré sorprendida al vampiro. Nunca lo había visto con ese comportamiento y bromista con alguien más.
—¿Qué?— preguntó Takeshi colocándose al lado de pequeña mujer y enrollando el brazo en su cintura.
—Lo siento, estos dos juntos suelen ser bastante…desagradables— se disculpó la mujer dirigiéndome una sonrisa ante la protesta de los dos. —Soy Katherine, la
esposa de este idiota— señaló con su dedo índice a su lado para señalar a su esposo.
M e reí ante el descaro de la mujer y su esposo con una sonrisa besó su mejilla con cariño.
—He visto que has incrementado la seguridad esta noche— comentó Takeshi cambiando de tema abruptamente así como su expresión, borrando su sonrisa por un
gesto serio en su rostro que lo hacía parecer más amenazante.
—No hemos podido hallar el lugar donde se oculta, no hay ningún rastro y lo peor es que han seguido sucediendo ataques.
—Debemos considerar una estrategia diferente, por lo que sé, han ocurrido ataques similares en otros países— dijo el amigo de M arkov.
—Es correcto— confirmó M arkov.
—Es imperativo que el consejo de Europa tomé medidas más drásticas, estamos llamando mucho la atención hacia nosotros— exigió con fiereza.
—Por favor caballeros, no es momento de discutir estos temas en una fiesta— intervino Katherine con una sonrisa forzada.
—Iré por algo de beber, continúen— murmuré con rapidez y antes que alguno pudiera decir algo más salí de ahí con paso apresurado.
Entré nuevamente hacia el salón, todos reían, platicaban o bailaban. La fiesta estaba en pleno apogeo pero yo no deseaba mezclarme con todas esas personas, por lo
que me escabullí hasta llegar a una puerta que daba hacia otras estancias privadas del palacio.
Deambulé sin rumbo fijo pensando en las palabras de Takeshi y M arkov sobre un posible ataque y miré hacia los guardias apostados en las ventanas vigilando y me
calmé ante cualquier imprevisto.
Un movimiento al final del pasillo llamo mi atención y dirigí mi atención para ver como desaparecía tras una esquina un vestido negro que lucía familiar. M e apresuré
y caminé siguiendo la silueta evitando hacer ruido con los tacones para alertar mi presencia.
Con precaución me asomé en la esquina del corredor y vi a Keira anotando algo en una pequeña libreta para luego sacar su teléfono y sacar varias fotografías del lugar
así como algunos guardias que estaban apostados en las ventanas.
¡Pero qué…!
—¿Qué demonios crees que estás haciendo?— exclamé furiosa caminando hacia la periodista y arrancándole el teléfono de las manos.
Ella se sobresaltó ante mi grito y se quedó por un segundo asustada por mi arranque de furia, pero rápidamente recobró su postura y con gesto altivo elevó la barbilla.
—¿Y tú serás quien decida eso?— pregunté entre dientes. —No tienes ni idea de lo que puede ocasionar un reportaje como este.
Estaba a punto de lanzarle un puñetazo en su bonito rostro y despelucarla por su descaro y lo mejor era que no sentiría ningún remordimiento por hacerlo.
—Esta tan llena de ti que no puedes ver más allá de tu fina nariz— contesté muy molesta, —Lo único que lograras será una guerra, una que nosotros estamos
evitando a toda costa. ¿Pero que sabes tú de eso? Lo único que te importa es llevarte el reconocimiento y el premio por ello.
—¿Tu que sabes?— retrucó frunciendo el ceño. —Hace un par de semanas atrás no eras más que una humana y ahora vienes a darme discursos de moral.
—Cierto, hace un par de semanas atrás yo no era más que una humana que vivía sin ningún sobresalto, ¿Pero sabes el precio que tuve que pagar por ello?— cuestioné
y sin esperar su respuesta seguí hablando más molesta a cada segundo que pasaba.
»Perdí a toda mi familia en una guerra cuando alguien de los nuestros intentó exponernos como lo pretendes hacer. ¿Qué sabes tú de los sacrificios que hicimos un
siglo atrás cuando se detuvo una guerra? Y crees que por ser periodista eres mejor que todos nosotros, interpretando el papel de juez y verdugo. Nosotros salimos todas
la noches a proteger sus vidas mortales de los ataques rebeldes para que llegue el día en que podamos salir sin miedo a ser juzgados o asesinados; pero será cuando sea el
momento indicado y no cuando tu lo decidas.
Terminé mi discurso exaltada. Estaba lívida, tan furiosa que sentía la magia arremolinarse a mi alrededor lista para soltarla contra esa mujer. De manera brusca le
devolví el teléfono.
—Haz lo que creas correcto— espeté dándome la vuelta antes de que perdiera el control y realmente la golpeara.
Probablemente no debía haberle devuelto el teléfono pero estaba segura que las fotos que había tomado esa noche no eran las únicas y además, ella ya debía tener el
reportaje escrito.
¡Maldita periodista!
¡Estúpido Markov!
Estaba más furiosa ante la ciega confianza que había tenido el vampiro en ella. Pero él no tenía la culpa, bueno, no toda al menos, pero, ¿Como había sido tan
descuidado en ese asunto respecto a Keira? Recordaba habérselo dicho en una ocasión pero él hizo de oídos sordos, claro era su amiga y si alguien hubiera dicho algo en
contra de Henry los hubiera mandado por un tubo por lo que entendía su renuencia a ver otra realidad con respecto a ella.
Caminé sosteniendo mi vestido con una mano para no tropezarme y recorrí los pasillos en busca de una salida. Necesitaba tomar un poco de aire para calmarme, no
podía regresar en ese estado a la fiesta y que el vampiro me encontrara en ese estado de ánimo, temía que no iba a poder controlarme y soltarle todo.
Ahora la pregunta sería: ¿Le debía decir lo que había descubierto de Keira? Peor aún, ¿M e creería?
Encontré un par de puertas francesas abiertas hacia el jardín y rápidamente me escabullí por ahí. M e estremecí por el frío clima de la noche pero cerré los ojos por un
momento para aspirar el aroma de hierba mojada.
Abrí los ojos de nuevo y decidí caminar un rato antes de regresar a la fiesta. Tuve cuidado por donde pisaba evitando que el tacón se hundiera en la grama pero
cuando la cuarta vez que mis zapatos se hundieron resoplé de mal humor y procedí a quitarme los zapatos. M iré hacia los lados buscando un lugar donde sentarme y
divise una banca a un par pasos más adelante por lo que sosteniendo mi vestido con mi mano caminé hacía allá.
M e quedé en la banca con mis zapatos a un lado y jugueteando con los dedos de mis pies en la húmeda grama y viendo hacia el cielo despejado. Era una bonita noche,
sin luna ideal para poder observar la lluvia de meteoritos que se tenía previsto entre las once u doce de la noche. Un ruido a mí espalda me puso alerta y giré la cabeza
viendo entre los árboles en busca del origen pero no hallé más que oscuridad. M e relajé cuando escuché el ulular de un búho y solté al aliento que estaba conteniendo.
No me sorprendí tanto y solo suspiré mirándolo caminar con pasos apresurados hacia mí y con el ceño fruncido. Pero aún así no respondí a su pregunta. Al menos
no de inmediato.
—¿Por qué no me comentaste que vendría Keira?— pregunté sin pensarlo mucho.
—¿Es por eso que estas aquí escondiéndote?— cuestionó con una sonrisa.
—No creí que fuera importante compartir esa información contigo— contestó borrando su sonrisa.
—Tu confianza en mí es halagadora M arkov— dije con sarcasmo poniéndome de pie sosteniendo mis zapatos en la mano.
—¿Estás haciendo una escena porque estas celosa?— preguntó con burla y una sonrisa de suficiencia.
—No M arkov, no estoy celosa— dije con seriedad y él alzó sus cejas sorprendido por mi tono de voz. —Acabo de encontrarme a tu amiga Keira tomando fotos y en
cuanto la enfrenté admitió que estaba haciendo un reportaje de nuestras especies.
—¿No me crees, verdad?— cuestioné ante su silencio prologando. —¡Ve y pregúntale tu mismo!— exclamé molesta por la actitud del vampiro. —Yo me largo de
aquí— dije furiosa pasando a un lado del vampiro.
No di más que un par de pasos cuando el suelo tembló bajo mis pies y tropecé cayendo al suelo. Inmediatamente sentí la presencia del vampiro a mi espalda
cubriéndome.
—¿Qué está pasando?— pregunté asustada poniéndome de pie en cuanto el suelo dejo de temblar olvidando por completo mi enfado.
—No lo sé— respondió el vampiro mirando hacia todos lados. —Vamos— M e instó a caminar pero fuimos nuevamente empujados cuando una bomba a nuestras
espaldas explotó y la onda expansiva nos alcanzó lanzándonos al frente.
El suelo volvió a temblar pero esta vez con más intensidad y el suelo se abrió con un horrible sonido. Grité y me puse de pie con rapidez para evitar caer en la zanja
que se abría paso a mi lado mientras una neblina se desplazaba por el jardín impidiendo la vista más allá de un metro de distancia.
—¡Hana!— Escuché el grito de M arkov llamándome pero no pude discernir de donde provenía.
—¡Aquí!— grité pero no obtuve ninguna respuesta mientras la neblina era más espesa.
Todo se quedó en silencio a mí alrededor, ni un solo ruido y por un angustiante momento entré en pánico ante la situación y el desconocimiento de donde se hallaba
M arkov. No debía estar muy lejos. Respiré un par de veces para calmarme y ponerme en acción. Al final lo que tanto había procurado evitar M arkov había sucedido y
ambos nos hallábamos lejos del palacio.
Alzando la mano frente a mí creé una bola de fuego que flotaba sobre mi mano sin quemarme para iluminar el camino.
El único sonido que rompía ese inquietante silencio era mi respiración junto al arrastrar de mi vestido. Escuché movimiento alrededor sin saber de dónde provenía
debido a la espesa niebla y contra mi voluntad apague el fuego en mi mano, algo me decía que era mejor no alertar mi posición a quien fuera que estuviera ahí.
Con cautela y forzando mi vista miré a todos lados esperando un ataque sorpresa por lo que caminé con cuidado evitando hacer ruido que pudiera alertar a alguien mi
posición.
Los piedras se clavaban sin piedad en mis pies desnudos y tuve que hacer un enorme esfuerzo para no quejarme ante el dolor, no era algo que pudiera solucionar con
los dos temblores anteriores había perdido en algún lugar mis zapatos y dada la situación no creía que fuera fácil luchar en un par de tacones.
M i pie derecho se hundió en una zanja lastimándome el tobillo y tropecé cayendo hacia adelante raspándome las rodillas y manos al sostenerme.
—M ierda— murmuré entre dientes ante el ardor de mis heridas. M e senté en suelo masajeando mi pie lastimado.
M e quede inmóvil sin respirar esperando un nuevo sonido. Estaba en una clara posición de desventaja por lo que me preparé para atacar.
A riesgo de que me atacaran cerré los ojos concentrando mis sentidos en lo que me rodeaba. Lo pude sentir antes de escucharlo o verlo. Un lobo a mi espalda a corta
distancia acechándome y esperando el momento para atacar.
Concentrándome invoque mi magia y sentí la energía cosquillear en la palma de mi mano. Respiré profundamente y sin dudar giré mi cuerpo y lancé una bola de fuego
donde se hallaba el lobo. Rodé en el suelo agazapándome y extendí mis zarcillos en mi mano izquierda, esperando el siguiente ataque.
No espere mucho tiempo, una figura emergió entre la niebla. Era el lobo ahora furioso que arremetía contra mí; me levanté impulsándome con mis pies y corrí en su
dirección, salté sobre el lobo pasándolo hasta que aterrice sobre mis pies de espaldas al lobo.
Escuché el cuerpo pesado del lobo arrastrarse y posteriormente caer al suelo sin vida. Retiré mis zarcillos que había cercenado la cabeza del animal en el momento
que había saltado sobre él y me puse de pie.
Fruncí el ceño ante la espesa niebla que seguía ondeando como una presencia maligna en el jardín destrozado. Había algo toxico y casi asfixiante en ella que les
permitía a los rebeldes entrar sin ser detectados.
—M aldición— murmuré dándome cuenta que era la misma niebla que Kondrati había usado semanas atrás cuando nos atacó en la cafetería donde nos hallábamos con
M arkov.
Escuché algunos gritos en la lejanía y me pregunté qué tan lejos estaba del castillo aunque recordaba no haberme alejado mucho de la fiesta pero con la niebla y las
explosiones era imposible saber donde me hallaba.
Guiada por mis sentidos y un fuerte estremecimiento de anticipación camine descalza por el destrozado jardín sin toparme con ningún rebelde hasta que poco a poco
la niebla fue disipándose dejándome ver el camino. M e hallé en los jardines exteriores y me detuve de repente con la sensación que alguien me estaba observando.
Cerré los ojos un segundo y me moví rápidamente a un lado cuando una bola de luz blanca pasó a mi lado. Giré con rapidez creando una bola de fuego y lanzándola
entre las copas de los arboles.
—¡Kondrati!— grité cuando un cuerpo descendió de la copa de un árbol cayendo con elegancia en el suelo.
Furiosa alcé mi mano y empujé al brujo con una ráfaga de viento pero él hábilmente saltó el aire esquivándola mientras se reía. Lo siguiente que sentí fue un golpe en
mi pecho que me envió hacia atrás. Caí con un golpe sordo y el dolor estallo en mi espalda, pero ignorando el dolor me levanté con rapidez esquivando otro ataque del
brujo al mismo tiempo que creaba un círculo de fuego alrededor de Kondrati para detenerlo pero con un movimiento de su mano desapareció las llamas y caminó en mi
dirección con pasos lentos.
Sentía la adrenalina circulando en mi sangre y sin dudar corrí hacia el brujo para atacarlo. Extendí mis zarcillos que lancé contra el brujo envolviendo su cuerpo y
clavando las espinas pero nuevamente él hizo desaparecer mis zarcillos con rapidez.
La risa en su rostro había desaparecido siendo sustituida por una expresión feroz. Estando a pocos metros de él pude sentir el poder de su magia ondulando a su
alrededor. Tuve que esforzarme para no ponerme a temblar al notar su mirada furiosa.
M e miró con seriedad levantando su mano y me preparé para su siguiente ataque pero no esperé que de su mano empezaran a salir chispas y rayos azules y que de
repente dirigiera toda esa energía hacia mí. Sin tiempo a reaccionar grite de dolor cuando sentí la descarga de electricidad y caí al suelo de rodillas jadeando. Kondrati rió
y se desplazó en un parpadeo frente a mí, cogiéndome del cabello me arrastró sin compasión en dirección contraria del palacio. Volví a gritar intentando quitar sus
manos de mí pero era inútil, el era más fuerte que yo. Podía sentir como mis ojos picaban con lágrimas no derramadas y mi espalda y piernas sufrían raspones y cortes.
Clave mis uñas en su muñeca con el intento que me soltara pero solo sentía algo caliente resbalar entre mis dedos.
Desesperada extendí mis zarcillos enredándolos en su brazo pero nuevamente desapareció mis espinas sin ningún esfuerzo por lo que creé una llamarada en la palma
de mi mano y esta vez sí surgió efecto y el inmediatamente me soltó aullando de dolor mientras caía de espaldas en la grama.
Intenté levantarme del suelo pero el brujo reaccionó rápido y me pateó en el abdomen sacándome el aire. M iré por la esquina de mi ojo su pie dirigirse ahora hacia mi
rostro pero ágilmente alcé la mano y empujé al brujo con magia lanzándolo hacia la copa de los arboles.
M e levanté con una mano en mi abdomen y tosiendo tratando de recuperar el aliento. M iré una intensa llama roja dirigirse hacia mí y reaccionando levanté una barrera
de agua frente a mí que extinguió de inmediato el fuego.
Podía percibir el cosquilleo de magia en todo mi cuerpo expandirse, lista para usarla y me sentí poderosa al ver la cara de asombro de Kondrati.
—No, esto va a ser más entretenido si luchamos en condiciones similares— dijo caminando hacia mí.
M e puse rígida y lista para atacar. El brujo sonrió una vez antes de moverse con rapidez e intentar golpearme con su puño en el rostro pero alcé mi antebrazo y
bloqueé el ataque al mismo tiempo que dirigía mi mano en puño a su rostro.
Encajé el golpe en su mandíbula y tuve que reprimir un grito por el dolor púnzate que atravesó mi mano pero miré satisfecha como Kondrati retrocedía por el
impacto. Aprovechando el par de segundos elevé mi pierna escuchando el desgarró en mi vestido sin importarme menos y pateé en el abdomen del brujo pero el
rápidamente tomo mi tobillo y aunque intenté soltarme el me sujeto con más fuerza.
Salí disparada por el aire cuando el brujo me lanzó sin contemplación contra un árbol. Caí en el suelo golpeándome la cabeza al caer y con el dolor en mi espalda pude
sentí como algo caliente se deslizaba en mi mejilla.
A pesar que intenté levantarme no pude debido al dolor que sentía y caí boca abajo nuevamente al suelo. Escuché los pasos de Kondrati acercándose y me obligué a
levantarme y quedé de pie apoyándome contra el árbol detrás de mí.
—Veamos que puedes hacer con esto— dijo al tiempo que hacia un movimiento de mano y detrás de él aparecieron tres rebeldes. El brujo dio un paso hacia atrás y
desapareciendo en un remolino de niebla dejándome con frente a tres hombres altos y corpulentos.
Hombres lobo. Supuse de inmediato al ver su complexión pero algo en su aspecto llamo mi atención de inmediato y era el símbolo negro que brillaba sobre su frente.
No sabía si iba a poder enfrentar a los rebeldes siendo yo tan poco experimentada y lastimada como estaba era evidente que ellos tenían ventaja sobre mí pero no me
iba a rendir sin luchar.
Sin esperar más lancé una llamarada de fuego a uno de ellos mientras empujaba al otro con magia. Pero no pude esquivar al tercero por lo que este se lanzó contra mí
apenas contuve su ataque utilizando mis zarcillos y salí corriendo en la primera oportunidad. Debía ganar distancia y una buena posición para atacar. Podía escuchar las
fuertes pisadas de los lobos detrás de mí y pude sentir un fuerte destello de magia. Sorprendida y asustada me lancé hacia un lado esquivando eficazmente un enorme
trozo de roca dirigido hacia mí. M iré hacia los tres hombres lobo y con los ojos abiertos sin poder creer lo que veía. Los hombres lobos haciendo magia elemental.
M e puse de pie y lancé bolas de fuego una tras otra hacia los lobos y abrí el suelo creando montículos de tierra para frenar su avance. Cuando eso no fue suficiente
creé una enredadera de espinas y viendo que la neblina había desaparecido corrí de regreso al escuchar los sonidos de batalla más cercanos.
M iré hacia todos lados viendo como vampiros, lobos y brujos luchaban contra los rebeldes. Hechizos volaban de una dirección a otra y me quedé paralizada viendo la
imagen ante mí.
Volví a correr adentrándome en la lucha lanzando ataques de fuego, utilizando el aire para repelar ataques y el elemento tierra para crear zanjas y hundiendo a los
rebeldes para facilitar el ataque de los lobos que saltaban desgarrando cuellos y atajando cabezas.
A lo lejos pude ver a Henry luchando contra un grupo de vampiros y esquivando a algunos rebeldes me abrí paso para ir a auxiliarlo. Pero lo impensable sucedió. Vi
el momento exacto cuando un vampiro lo atacó por la espalda utilizando las garras para atravesar con su mano el abdomen de mi amigo.
Grité de rabia y dolor al ver a mi amigo caer como un peso muerto en el suelo, lágrimas calientes se deslizaron por mi rostro y miré con odio hacia el rebelde que había
matado a Henry y me sonrió con burla a lo lejos.
Con mi vestido roto y los pies descalzos corrí hacia el vampiro, levanté mi mano frente a mí y del suelo salieron como medusas raíces de arboles y anclaron al rebelde
al suelo el forcejeó en un inútil intento, cuando estuve a un metro de distancia con mi otra mano liberé mis zarcillos que se enredaron directamente en el cuello del
vampiro. Por el rabillo de mi ojo miré a tres lobos corriendo en mi dirección pero con un movimiento de mi cabeza impulse una ráfaga de viento fuerte para lanzarlos
hacia atrás y antes de que aterrizaran al suelo los prendí en llamas, todo en cuestión de segundo antes de haber dejado de correr y detenerme frente al rebelde. Cuando
me detuve frente al vampiro sonreí con malicia y con mis zarcillos enredados en su cuerpo lo cercené en medio de gritos del rebelde.
Sentí una onda de magia acercándose a mí, soltando el cuerpo del rebelde me giré a tiempo para ver una llamarada viniendo en mi dirección que apagué con un giro de
muñeca convirtiendo el aire en agua.
Frente a mí se hallaba un rebelde brujo con los rasgos de su cara deformada en lobo. M iré nuevamente la marca negra en su frente. Viendo a mi alrededor me di cuenta
que estaba siendo rodeada por brujos rebeldes con la misma apariencia que el primero.
M e preparé para atacar y me concentré en sentir la magia ondular a mí alrededor, cada elemento a mi disposición: agua, fuego, aire y tierra. M is labios se curvaron en
una sonrisa cuando todos atacaron al mismo tiempo. El tiempo se ralentizó y me vi a mi misma moverme con fluidez esquivando ataques, alzando la mano para
combatir contra ellos usando sus mismos elementos. Una tras otro, no me detuve ni un segundo. Salté, me agaché, golpeé cuerpos sólidos, no era inmune a los golpes
pero los sentí como una molestia lejana y uno a uno fueron cayendo a mí alrededor como una macabra composición de cuerpos en un círculo manchando mi piel y ropa
con más rojo.
Hasta que no hubo más a quien más atacar ni de quien defenderme. Jadeaba por el esfuerzo y aún ofuscada miré en busca de más rebeldes pero mi mirada se topo con
el cuerpo inmóvil de Henry tendido en el suelo.
M iré el movimiento apresurado de alguien acercándosele y reaccioné lanzando mis zarcillos hacia la persona que se inclinaba hacia el cuerpo de mi amigo.
—¡No lo toques!— grité enfurecida aproximándome en grandes zancadas y la persona giró su rostro asustado.
Apenas pude reaccionar a tiempo y desviar mis zarcillos antes de golpear a Valya que había ido en auxilio de Henry.
Ella soltó un grito asustado y un zarcillo paso por su rostro muy cerca provocándole una herida en su mejilla que rápidamente sano.
—Valya— dije con voz ronca cuando poco a poco empezaba a recuperar el control sobre mí misma y desvanecí los zarcillos que se habían clavado en el suelo. Había
estado a punto de atacar a la vampira en mi estado de ira. M iré una segunda silueta que reconocí de inmediato.
M arkov.
—¿Qué diablos te pasa Hana?— gritó el vampiro cuando se arrodillo junto a su hermana revisando que no estuviera herida y mirándome con odio.
Caí al suelo de rodillas con una mano en mi pecho ante el agudo dolor que sentí.
—Estoy bien M arkov— escuché decir a la vampira a su hermano. —¡Hana!— grito Valya al verme en el suelo.
—Ve con ella hermano, yo me haré cargo de Henry— escuché que rogó la vampira.
Y a pesar del alivio que sentí al saber que mi amigo estaba bien no podía olvidar que había perdido el control sobre mi magia al creerlo muerto y que había estado a
punto de matar a Valya. Sentí a alguien tomarme en sus brazos y cerré los ojos cuando el dolor se propago por todo mi cuerpo.
—Por-por-favor— murmuré sacudiéndome con violencia sintiendo el dolor en todo mi cuerpo como una llamarada, como si me estuvieran oprimiendo. M iraba la
borrosa figura de M arkov sostenerme a través de mis lagrimas.
Cerré los ojos y tosí sintiendo algo caliente y amargo en mi boca. Sangre. Tosí más y sentí mi cuerpo ser inclinado a un costado para evitar que me ahogara en mi
propia sangre.
Grité llevándome las manos al cuello y arañé la porción de piel que ardía intentando parar el intenso dolor que sentía provocado por esa marca maldita.
Markov
La sostenía lo mejor que podía, ella no paraba de retorcerse debido al dolor, todo su cuerpo se sacudía con temblores, tosiendo, llorando.
—¡Takeshi!— grité desesperado cuando empezó a sangrar por su boca, nariz y ojos.
La incliné a un lado evitando que se ahogara pero empezó a gritar desesperada lastimándose a sí misma en un intento de quitar el sello maldito que brillaba en la piel
de su cuello.
Quise ponerme de pie con ella en brazos pero el agudo grito que profirió cuando la moví me impidió intentarlo.
Vi como mi amigo se acercaba hasta mi lado y poniéndose de rodillas a mi lado no perdió tiempo y sus manos irradiaron una luz verde que aplicó sobre su cuerpo
concentrándolo sobre su pecho pero sin tocarla, logrando calmar el temblor del cuerpo de Hana.
Takeshi tenía la habilidad como vampiro de utilizar magia curativa. Eran de los pocos de los que se tenía conocimiento que poseían la extraña habilidad.
—Debemos llevarla adentro— indicó aplicando mas magia completamente concentrado en lo que hacía.
La alcé en mis brazos y caminé con paso apresurado dentro del Palacio esquivando invitados y heridos. Todo era un total caos y a pesar de las medidas de seguridad
que habíamos dispuesto todo había sido en vano, Kondrati había sido capaz de burlar con éxito nuestra seguridad. Apenas habíamos tenido tiempo de reaccionar cuando
se produjo el ataque.
Avancé rápidamente con Takeshi corriendo detrás de mí, entramos a una habitación colocando a Hana sobre la cama. M e aparté para dejar al vampiro hacer su
trabajo.
Luego de un segundo el cuerpo de Hana volvió a sacudirse con violencia tosiendo sangre. M e acerque por el otro lado de la cama y la sostuve por los hombros para
controlar sus movimientos.
—Esto no está funcionando M arkov— dijo mi amigo con el ceño fruncido aplicando magia sobre su pecho con más intensidad.
—Sus órganos internos están colapsando con rapidez— explicó levantando el rostro hacia mí. —La magia del sello maldito la está consumiendo— indicó señalando a
la marca brillante en su cuello.
—Lo siento amigo, pero lo único que la mantiene viva es el débil vínculo que tienes con ella, es tu fuerza vital la que impide que muera pero ni eso podrá ayudarla—
expresó volviendo a aplicar su magia sobre ella hasta que dejo de sacudirse.
—La puedo estabilizar por un momento pero no puedo hacer nada más. —Siguió hablando Takeshi—, sus órganos seguirán colapsando y lo único que estoy
haciendo es prologar su sufrimiento— dijo dejando de aplicar su magia curativa y mirándome con seriedad.
M iré a mi amigo comprendiendo la verdad en su mirada; si él no podía hacer nada con su magia tan avanzada dudaba que alguien más pudiera hacer algo por ella. El
conocía mucho más sobre el sello maldito y ambos habíamos visto la demostración de magia que había realizado en el jardín con el sello maldito del lirio.
Cuando el vampiro salió, tomé el lugar que él había estado ocupando un segundo atrás. Viéndola de ese modo podría parecer que estaba dormida pero su rostro estaba
pálido, manchado y su ropa destrozada y salpicada de sangre.
Aunque había sido impresionante ver como reducía con facilidad a los rebeldes, ella conocía las limitaciones de esa magia. Sentí la desesperación e impotencia al ver su
sufrimiento y recordé la primera vez que ella sufría de igual modo, la vez cuando la ataque y bebí de su sangre sin consideración.
—Vas a estar bien Hana— murmuré apartando el cabello de su rostro tomando una decisión.
Incliné mi rostro hacia su cuello y respiré el dulce aroma que ella tenía y que me encantaba extendí mis colmillos y mordí atravesando su delicada piel sintiendo su
dulce sangre en mi boca, deguste su esencia lo suficiente y me retiré lo suficiente para llevar mi propia muñeca a mis labios y morder provocando una herida que
comenzó a sangrar y bebí mi propia sangre para luego posar mis labios en los suyos fríos e insté a su boca a abrirse dejando que el liquido carmesí entrara en su boca.
—Vamos Hana— murmuré sobre sus labios. No iba a dejar que ella muriera si podía evitarlo.
Y sentí la magia del vinculo nuevamente pero ahora más fuerte entre nuestras almas. Cerré los ojos aliviado cuando su respiración fue más profunda y su cuerpo
recuperaba su calor.
M e separé de ella y miré su rostro viendo que sus facciones se relajaban lentamente. Aún cuando estaba aliviado una losa pesada se instaló en mi pecho al recordar el
momento en que Hana casi mataba por error a mi hermana Valya. No sabía cómo manejar el cumulo de emociones que me embriagaban y que ella provocaba en mí,
siempre había estado en control e impasible ante cualquier cosa pero de un tiempo para acá todo se había salido de control y no podía dejar de culparla a ella por ello.
La puerta se abrió nuevamente a mi espalda y supe sin necesidad de ver de quien se trataba.
—M arkov— llamó Takeshi acercándose a mi lado de la cama y pude escuchar como contenía el aliento cuando estuvo cerca.
—¿Pero qué…? ¿M arkov, que has hecho?— preguntó mi amigo y noté en su voz el asombro y reproche.
—Salvarle la vida— contesté con simpleza pero sin darle lugar a replica.
—Pero, el vinculo…
Takeshi me miró un momento y luego suspiró negando con la cabeza pero aceptando mi decisión.
—Chikara ga hitsuyōdearu baai, rojikku o jokyo shimasu[22]— murmuró en japonés palmeando mi hombro antes de retirarse de la habitación en silencio.
—Donde la fuerza se impone, la lógica se retira— susurré traduciendo sus palabras viendo de nuevo a Hana descansar sintiendo en mí pecho el palpitar de su
corazón.
Capítulo 26
Hana
Escuchaba murmullos a mí alrededor pero no lograba entender lo que decían. Intenté moverme pero el cuerpo me dolía demasiado y solté un gemido de dolor. Las
voces se callaron de inmediato.
Entreabrí los ojos pero solo pude ver una silueta borrosa y volví a cerrar los ojos.
—Tranquila, no te esfuerces.
Volví a intentarlo y nuevamente abrí los ojos acostumbrándome a la tenue luz en la habitación hasta que mi visión se aclaró lo suficiente para ver al amigo de M arkov,
Takeshi, sentado al lado mío en la cama.
—¿Henry? ¿Está…?— pregunté con dolor temiéndome lo peor, recordando su cuerpo inmóvil en la batalla.
Cerré los ojos aliviada y no pude contener las lágrimas que se deslizaron por mi rostro.
—Shh…todo está bien— me consoló Takeshi. —Bebé esto— M e indicó ofreciéndome un vaso de agua.
M e incorporé de la cama despacio borrando mis lágrimas con la palma de mis manos y agradecida tome el vaso y bebí el contenido.
—¿Cómo te sientes?— preguntó luego de colocar el vaso en la mesa de noche y regresando su atención hacia mí, mirándome con curiosidad.
Su pregunta tan directa me hizo reaccionar y levanté mi vista hacia él asustada y asombrada al mismo tiempo.
—Lo supe en cuanto te vi. Soy un vampiro muy antiguo y he aprendido un par de trucos muy útiles, no he vivido tantos siglos por nada, pero además de eso tu
demostración en el jardín lo confirmó.
—He visto ese sello maldito muchas veces y con resultados muy mortales, y te aseguro que nunca he visto tanta magia a ese nivel, es la primera vez que conozco a
alguien que pueda dominarlo y sobrevivido a ello.
No supe que contestar ante sus palabras. Pero el no espero ninguna respuesta de mi parte y continuó.
—Es impresionante y extremadamente peligroso lo que tienes ahí— comentó señalando con su mano mi cuello.
—No estoy muy segura— contesté con pesar dejando caer mi mano sobre mi regazo.
—Sabes, todos nosotros poseemos un alma mágica— comentó apoyándose en la silla en la que estaba sentado.
—Sí, los vampiros, brujos, hadas y hombre lobo poseemos un alma que nos hace distintos de los humanos. Los vampiros con su destreza, los hombres lobo en su
capacidad de transformarse en un animal, las hadas con su capacidad de ver y hasta mandar al futuro a alguien, o los brujos y su capacidad de manipular los elementos.
Hay magia dentro de nosotros.
»Los brujos, llamémoslos normales como Casandra o tu amigo Henry poseen una magia especial que se crea desde el momento de su concepción, nacen con la
capacidad de manipular un elemento: agua, tierra, fuego o aire y pasan sus años desarrollando esa magia hasta dominarla.
»Tú, eres distinta ya que fuiste concebida por un brujo y una humana, y por ello no posees una sola alma, posees la mitad de las dos. Tienes la mitad del alma mágica
de tu padre y el alma mortal de tu madre.
—A diferencia de los brujos normales que poseen un alma mágica completa, tú tienes sola la mitad, por lo que el sello del lirio de cierto modo completa la otra mitad
que te falta, es por ello que el sello funciona tan bien en ti, eres como un recipiente.
—Eres un contenedor de magia Hana, el sello maldito te permite tomar esa magia y usarla.
—Sí, eso es lo que está haciendo contigo, en un brujo común le permite tener más poder sobre su elemento mágico, a ti, en cambio te permite controlar los cuatro
elementos.
¡Oh!
—¿Porque Kondrati me daría un arma de doble filo? Él debe ser consciente que puedo usar esta magia contra él.
—Es una pregunta muy interesante— comento pensativo. —Él debe tener un plan para usar esa magia.
—Pero la tienes— respondió con simpatía— Y es decisión tuya el uso que le des.
—Eres la clave de esta guerra Hana y Kondrati no dudará en usarte para asegurar el triunfo.
Lo miré con tristeza aguantando las ganas de ponerme a llorar. Él dándose cuenta se levantó de la silla y se sentó a mi lado tomando mi mano entre las suyas.
—Está bien sentir miedo Hana porque eso te dará el valor necesario para luchar.
—¿Este sello maldito terminará por matarme eventualmente, verdad?— pregunté en un susurró sintiendo las lagrimas quemar en mis ojos.
—No podemos ponernos a pensar en ese tipo de cosas o terminaran rompiéndonos— dijo con seriedad tomando mi mano con la suya. —Todos moriremos algún día,
pero lo que verdad importa es lo que hayamos hecho para que la vida que se nos concedió haya valido la pena.
Tenía razón, podía morir mañana o dentro de cincuenta años nadie tenía asegurado su tiempo en esta tierra.
—¿Por qué Theroux puede usar dos elementos mágicos?— pregunté de repente recordando las palabras del brujo.
—La magia que utilizó Kondrati en aquel entonces era distinta a la que posee ahora, ten en cuenta que tuve décadas para perfeccionarla.
—¿No hay algún modo de quitármela como hizo Theroux?— pregunté haciendo referencia al sello maldito del lirio.
—No la hay, tu sello maldito aparece únicamente cuando haces uso de él y desaparece hasta que la magia se drena, pero el problema de ello es que cada vez que lo
utilizas tu cuerpo colapsa dejándote muy débil, ya lo sabes, además debido a la posición en que fue hecho sobre la carótida es posible que cualquier intento de
removerlo solo lograra matarte.
—Es igual de peligroso no solo para ti, si no para los demás, tu magia se descontrola cuando lo utilizas.
M e quede callada sintiéndome derrotada. Hiciera lo que hiciera iba a terminar muriendo bajo el sello maldito del lirio.
—Hay esperanza para aquellos que creen y se arriesgan, yo creo en que harás lo correcto a su debido momento Hana.
Levanté la cabeza ante sus palabras y lo miré por un segundo sin saber que decir.
—He visto mucho y estudiando aún más— respondió con una sonrisa. —Ahora debes descansar aún estas muy débil.
—¿Qué pasara ahora?— pregunté recostándome de nuevo en la cama sintiendo el cansancio adueñarse de mi cuerpo.
—Es hora de tomar decisiones— lo escuché decir antes de quedarme nuevamente dormida recordando en mi inconsciencia que me había parecido escuchar la voz de
M arkov minutos atrás discutiendo con Takeshi. Tal vez lo había imaginado.
M e desperté sin la sensación de cansancio y mucho más lúcida que la última vez. M e incorporé de la cama viendo la tenue luz en la habitación y con lentitud me
levanté tambaleándome un poco, arrastrando los pies me dirigí hacia el baño para tomar una ducha.
Suspire al ver la bañera por lo que opte mejor un baño en la tina para relajar mis músculos tensos. M e pregunté mientras me quitaba la poca ropa que traía puesta
cuanto tiempo había pasado dormida y quien había cambiado mi vestido roto y sucio por una camisola de seda.
Cuando la tina estuvo lista me sumergí en el agua caliente y cerré los ojos al sentir como mis músculos se relajaban. Recordé la conversación con Takeshi nuevamente
y sentí aprensión por sus palabras.
Sentada dentro de la tina humeante abrace mis rodillas contra mi pecho sintiendo el fuerte latir de mi corazón y fue entonces cuando supe cómo había nuevamente
sobrevivido al sello maldito del lirio.
M arkov.
M e regañé a mi misma por no haberlo notado antes, ahora era más fuerte el vínculo entre los dos. Nuevamente el vampiro había realizado un intercambio de sangre
para unir nuestras almas y salvarme de la muerte.
Salí presurosa del agua caliente con la apremiante sensación de ver a M arkov. Podía sentir su presencia como un segundo latido dentro de mi pecho así como también
el lejano sentimiento de dolor que él sentía.
Apenas me arregle lo suficiente antes de salir corriendo con la angustia quemando en mi pecho. Necesitaba verlo y consolar su sufrimiento. Con la respiración
acelerada patiné por uno de los pasillos y pude reconocer su espalda caminando sin reconocer mi presencia, aunque estaba segura que él sabía que estaba ahí.
Él se detuvo pero no se giró para verme y corrí en su dirección con la intención de abrazarlo pero antes de siquiera haber llegado él con su rapidez me empujó contra
la pared sosteniéndome por mi cuello y mirándome con fiereza.
El gruñó y pude ver como sus colmillos descendían en un gesto para intimidarme.
—Por favor M arkov— supliqué sintiendo las lagrimas deslizarse por mi rostro y sintiendo el dolor en mi garganta ante la fuerza de su mano que me sostenía contra la
pared.
—M e salvaste la vida, me conoces— murmuré con la voz ahogada sintiendo cada emoción del vampiro. Había dolor, ira y temor; pero de igual manera le trasmití mi
propio sufrimiento y consuelo.
Él gruñó mirándome con ferocidad, lastimándome mientras me seguía sosteniendo y por un segundo creí que su dolor iba a sobrepasarle, pero de un segundo a otro
me suelta dejándome respirar y me abraza contra él con fuerza escondiendo su cabeza dentro de mi cuello.
—Lo siento tanto— murmuré aferrándome contra sus hombros dándole mi consuelo y tomando el suyo. —Te quiero— susurré contra su oído, necesitando decirle lo
que él significaba para mí y que nunca haría algo intencionalmente para dañarlo.
Nuestro vínculo ahora era más fuerte por lo que podíamos sentir nuestras emociones del otro como propias y él me apretó más a su cuerpo luego de haber escuchado
mi confesión.
—Debo ir a una reunión con el consejo— dijo con voz ronca separándose de mi luego de un momento.
M e sentí triste al no haber obtenido ningún tipo de respuesta de su parte ante mis declaración pero de cierto modo me lo esperaba. Con todos los sucesos recientes
los dos estábamos demasiado tensos y preocupados para pensar en algo más que no fuera en Kondrati y la forma de detenerlo.
—Sí, cuando todo esto termine— afirmó soltándome y dando un paso hacia atrás sin dejar de mirarme. Parecía que deseaba decir algo pero lo pensó mejor y dándome
una última mirada se giró para retirarse por el pasillo.
Lo observé marcharse sintiendo de repente que estábamos dejando pasar la oportunidad y que un muro invisible se alzaba entre los dos. Una sensación de
desasosiego y pesar cayó sobre mí.
Abatida y triste caminé por donde había venido sin saber ahora que hacer. M e sentía más sola que nunca al recordar las palabras que Takeshi me había dicho.
Vagué por el lugar sin prestar mayor atención a lo que me rodeaba. M is pasos me guiaron hacia un jardín interno y divisé una silueta que reconocí.
—Hola Hana— saludó con una sonrisa triste volviendo su vista al frente.
Caminé hasta colocarme a un lado de él en silencio mirando hacia el jardín destrozado por la batalla.
—¿Qué?— pregunté asombrada girando mi atención hacia él con los ojos abiertos.
—Cuando todo se calmó él cuestionó a Keira y ella admitió haber creado un reportaje, él no dudo en amenazarla si publicaba lo que había escrito y la mandó de
regreso en el primer vuelo.
M e quedé impresionada ante la noticia y también por el hecho que M arkov hubiera enfrentado a la periodista por lo que le había comentado el día de la fiesta.
—Dos días— contestó volteando su mirada hacia mí—, perdimos a muchos y la mayoría se ha marchado para no ser parte de esto— se detuvo un momento
mirándome con tristeza—, casi te perdemos a ti.
Aparte la vista y miré nuevamente hacia los arboles que se mecían por la suave brisa de la noche.
—Vi a Henry caer— murmuré—, Y sentía tanta ira y dolor que tomé toda esa magia sin dudarlo, sin importarme mi propia seguridad.
—Hana no fue…
—El poder corrompe— interrumpí a Theroux sabiendo lo que iba a decir—, eso fue lo que dijo Casandra pero también el dolor y la pérdida pueden convertirse en un
arma de doble filo, pueden inspirar el más triste sentimiento de agonía o el más ardiente deseo de venganza.
Volteé a ver al brujo notando su sorpresa ante mis palabras y proseguí viéndolo a los ojos con seriedad.
—Yo elijo vivir esta guerra sin temor a morir por mis seres amados— dije con convicción y fiereza.
Theroux me miró con los ojos abiertos por un segundo ante mi tono de voz pero rápidamente su expresión se fue relajando y me regalo una sonrisa llena de cariño.
—Has cambiado tanto— murmuró alzando su mano para colocar mi cabello detrás de mi oreja—, hemos llegado al final del camino y no puedo estar más que
orgulloso por haber sido testigo de ello.
—Eres un gran amigo Theroux— dije colocándome mi mano sobre la suya que descansaba en mi mejilla—, No hubiera llegado tan lejos sin ustedes.
—¿Dónde está Takeshi?— pregunté cambiado de tema abruptamente sin querer decir nada por el comentario del brujo.
Theroux dejó caer su mano de mi mejilla con derrota y suspiró consciente de mi decisión de luchar hasta las últimas consecuencias.
—Regresó a Japón, hubo un ataque también allá y regresó para hacerse cargo.
—Oh— susurré sin saber que más decir ante esas noticias.
—Él se hizo más fuerte, no pudimos hacerle frente ni con nuestros mejores guerreros.
—Tus recuerdos, sea lo que Kondrati hubiera sellado en ellos está la respuesta a lo que pasó hace dos noches.
—¿Qué? ¿Cómo? ¿Por qué no me lo dijiste antes?— pregunté molesta al brujo mirando con el ceño fruncido. Todo este tiempo perdido y ahora me lo decía.
—No importa— respondí con rapidez—, si puedo ayudar con esto lo haré.
—Completamente.
—Gracias— dije y dándome vuelta volví a correr en busca de la hada sin escuchar el llamado del brujo a mi espalda.
Tuve que preguntar a un par de guardias para que me indicaran el camino y finalmente llegué a un ala privada del palacio con la respiración entrecortada con la
emoción quemando en mi interior con la certeza que podía ayudar a detener esta guerra cuanto antes.
Entré apresurada por las puertas dobles y me detuve abruptamente al encontrar al hada sentada cómodamente en un sillón.
—Te estaba esperando Hana— dijo como saludo con una sonrisa tranquila.
—Puedo ver algunos eventos del futuro pero no está en mí intervenir— dijo acercándose a mí—, tenías que venir por tus propios medios hasta mí.
—Sí, además es algo peligroso de hacer. La magia que esta sellando tus recuerdos puede dañar tu mente.
—¿Y si nunca hubiera venido?— pregunté curiosa con más calma, ignorando su advertencia.
M e detuve un momento a pensar antes de contestar. Esta podía ser la única oportunidad que tenía de conocer los planes de Kondrati, de ayudar, evitar más muertes
y poder proteger a mis amigos.
—He vivido toda mi vida ajena de lo sucedía, de la verdad de mi origen y pude haber seguido igual sin conocer este mundo, pero eso sería no valorar el sacrificio de
mis padres, mi abuela, los padres de M arkov y de tantas personas para que yo tuviera una oportunidad de vivir— dije con tristeza.
»Pero el destino siguió su curso y de la noche a la mañana me vi sacada de mi vida pacífica y forzada a entrar a este mundo y ser parte de él— me detuve un momento
suspirando temblorosamente—, mi papel en esta batalla aún no sé definir cuál es con exactitud, el porqué Kondrati me ha dado este sello maldito, pero estoy decidida a
no quedarme atrás y enfrentarme con valentía y morir de ser necesario; este es mi mundo, mi legado y pienso vivir sin arrepentirme de nada. Esta es mi decisión— dije
con firmeza.
El hada se quedó en silencio un momento mirándome directamente a los ojos, evaluándome y a pesar que sentía mi corazón latir con fuerza no aparte mi vista de la
suya.
—Puedo forzar a tus recuerdos ocultos mostrarse ante ti si eso es lo que deseas. ¿Eso es lo que quieres a pesar del riesgo?— dijo Bingbing luego del tenso silencio.
—M uy bien, recuéstate en el sofá— señaló el sofá donde ella había estado antes sentada.
—Hazlo Hana, debes estar relajada o la magia que está bloqueando tus recuerdos se alzará y no me permitirá liberarlos— explicó con seriedad.
—De acuerdo— accedí y caminando con lentitud me senté en el sofá para luego recostarme me recosté el sofá.
Obedecí y sentí las manos del hada sobre mi cabeza. Su magia empezó a hacer efecto y pronto sentí una languidez en todo mi cuerpo pero no luché contra la
sensación y me dejé caer en un sueño.
—¿Dónde estamos?—pregunté en un susurró confundida alzando la vista para ver la hermosa fachada en blanco y celeste con enormes ventanales y las molduras
en oro.
—Esto es el Gran Palacio Catherine— contestó abriendo los brazos a los lados para dar énfasis a su respuesta.
Tomando del brazo me guió hacia la entrada pasando por los guardias apostados en la entrada quien solo le dieron una inclinación de cabeza. Quise luchar pero
me sentía demasiado desolada y confundida para protestar y me dejé guiar por el brujo dentro del palacio pero el vacio que sentía en mi pecho y la sensación de
soledad me impidió seguir adelante y me apoyé en una pared conteniendo el llanto.
—No puedo seguir— dije poniendo mi mano sobre mi pecho por el intenso dolor.
—Me duele— dije cerrando los ojos—, ¿Dónde está Markov?— pregunté llorando desconsoladamente.
—Tranquila, acabo de romper tu vínculo con Markov, es normal que te sientas así.
—No te preocupes, haré que ese dolor desaparezca– dijo poniendo una mano a un lado de mi cuello.
Lo miré con lágrimas borrando mi visión como sus brazos se llenaban de extrañas marcas negras y de repente un intenso calor se acumulo en donde él tenía su
mano y grité intentando quitármelo de encima pero cualquier esfuerzo fue inútil, hasta que el dolor, el vació dentro de mí se detuvo dejándome entumecida.
—Ha comenzado el inicio del fin, ahora tienes el sello maldito del lirio— murmuró inclinándose y dándome un beso en los labios que no correspondí.
Sin control de mis actos ni con el poder de oponerme me dejé guiar en silencio por el brujo dentro del palacio hasta que salimos nuevamente a otros jardines que
conectaban hacia un bosque donde él caminó sin detenerse ni decir nada. Apenas podía notar mi entorno hasta que llegamos a un palacete.
—Este será nuestro lugar mientras estés conmigo— dijo Kondrati y se giró para verme—, vas a aprender conmigo Hana pero tendrás que desarrollar tu magia por
tu cuenta cuando llegue el momento.
—Porque quiero libertad y tú me ayudaras a conseguirla— contestó con decisión y a pesar de que estuviera bajo el control del brujo pude sentir un escalofrío de
temor recorrer mi espalda.
Los recuerdos avanzaron con rapidez en mi mente mostrando diversos momento mientras Kondrati me entrenaba a usar mi zarcillos, los movimientos de Katas, así
como lucha cuerpo a cuerpo. Día tras día pasaba mi tiempo con el brujo sin ver a nadie más.
—Ven, quiero mostrarte algo— dijo el brujo tomándome de la mano y guiándome hacia el palacio grande.
Lo seguí nuevamente en silencio sin prestar atención a nada más. Nos condujo dentro pasando pasillos hasta llegar a una parte del palacio abandonada.
—Falta poco para que regreses junto a tus amigos, ellos han estado buscándote por lo que sé— dijo soltándome de la mano y empujando una puerta escondida
detrás de un estante.
—Ven— me tendió la mano y volví a tomarla sin dudar mientras él con su mano libre creaba una luz blanca que guiaba el camino.
—Esto— dijo iluminando con mayor intensidad el pasillo mostrando el largo pasillo—, es el ejercito que he creado para enfrentar al consejo y ganar esta guerra.
Vi con asombro a las personas dentro de las celdas gimiendo y luchando contra las cadenas que los apresaban.
—Esos son…— susurré con temor dando un paso atrás ante la imagen ante mí.
—Sí, es una nueva especie que he creado— contestó orgulloso girando su cuerpo para verme—, híbridos; vampiros con la fuerza de un hombre lobo, brujos
capaces de moverse a la velocidad de un vampiro o la fuerza de un lobo, he cruzado las especies de diversas formas.
Miré nuevamente dentro de una de las celdas para ver a un vampiro con los colmillos afilados pero con sus rasgos deformados y una marca brillante negra en su
frente.
—¿Qué es esa marca negra?— pregunté sin poder apartar la vista del vampiro hibrido.
—Es la forma que los até a mi voluntad y magia— respondió acercándose a la celda—, pero no es permanente— dijo regresando su atención a mí.
—Tu papel en esta guerra es importante Hana y con tu ayuda podré crear a nuevas especies jamás vistas antes.
—El sello maldito del lirio me ayudará pero para ello debo enseñarte antes como hacerlo— contestó apartándose del vampiro que gruñía feroz dentro de la
mazmorra y acercándose a mí.
—Vamos, ha llegado el momento de enseñarte lo último de tu entrenamiento antes de devolverte con tus amigos— dijo volviendo a guiar por la estrecha escalera. Di
un vistazo nuevamente hacia atrás viendo el interminable pasillo lleno de celdas llenas de rebeldes listos para la guerra.
—Son cuatro sellos, cada uno correspondiente a cada elemento: agua, fuego, aire y tierra— explicó Kondrati una vez que estuvimos de regreso en el bosque cerca
del palacete donde habíamos pasado las últimas semanas.
—La unión de los sellos abre una puerta para aquel que dominé los cuatro elementos, tú tienes la capacidad de hacerlo.
—Es una puerta que está más allá de este plano terrenal.
—¿Entonces?
—Está en el plano espiritual y solamente un brujo que domine la magia como una sola puede acceder a esa puerta que en la alquimia recibe el nombre de: La Puerta
de la Verdad, que es donde se halla el conocimiento infinito del universo.
—Ya veo— respondí sin saber cómo iba a acceder a esa puerta.
Nuevamente mis recuerdos avanzaron mostrándome a Kondrati enseñándome los sellos y su advertencia de usar esa magia. Además pude ver como el brujo
manipulaba mis sueños con magia para llegar hasta Markov a través de ellos y posteriormente obligándome a luchar con rebeldes para probar mí avance.
—Es hora de despedirnos Hana, ha llegado el momento que deba dejarte ir— dijo el brujo con tristeza acariciando mi rostro con el dorso de su mano.
Lo miré sin responder sintiendo el frio en mi piel expuesta por el vestido que me había obligado a usar. Nos hallábamos en un bosque a varias horas del Kremlin
donde esperábamos que Markov apareciera. Había sido estrategia suya dejar una pista a través del un rebelde la ubicación donde nos encontrábamos a la espera.
—Desearía que las cosas fueran distintas— murmuró Kondrati besando mis labios por un par de segundos para luego separarse y tocar mi frente con su dedo
índice. —Sellaré tus recuerdos hasta que llegue el momento— dijo y sentí su magia en mi mente ocultando mis recuerdos.
Abrí los ojos de golpe y me senté en el sofá sintiendo el corazón agitado volteando a ver al hada al lado mío.
—¡Ve!— dijo con el terror en sus bellos ojos y salté del sofá y salí corriendo en busca del consejo. Esta vez no me detuve a preguntar, conocía el camino por donde
M arkov se había retirado. M e resbalé un par de veces al cruzar en los pasillos pero seguí corriendo desesperada por decirle lo que había descubierto con los recuerdos
restaurados.
—Yo sé donde están ocultos— dije en voz alta entrando a la sala del consejo con la respiración agitada por la carrera e ignorado las miradas de reproche que me
lanzaban y los guardias que habían intento impedir mi entrada.
—Hana, esta es una reunión privada— me regañó la bruja pero no le presté atención y miré hacia el vampiro.
—Se donde esta Kondrati y su ejército reunido— dije con voz jadeante por la carrera que había hecho desde que había podido liberar mis recuerdos.
—Sí, señora. El hada Bingbing me ha ayudado a ver los recuerdos que Kondrati había querido mantener ocultos.
—Si eso es cierto, esta es nuestra oportunidad de atacarlos— dijo el lobo animado.
—Puede ser, pero el Palacio está a la vista y una batalla ahí podría en riesgo todo— razonó la bruja.
—Pero podemos llevarlos hasta los jardines del Palacio, esa área esta bordeada de arboles y aislada— dijo M arkov. —Podemos atraer el tigre a la montaña.[23]—
agregó con gesto pensativo.
—¿Y cómo conseguiremos llevar a Kondrati hacia campo abierto?— preguntó la bruja.
—Atacándolo por todos los frentes— contesto el vampiro con una sonrisa maliciosa.
—¿Va a funcionar?
—¿Cuándo atacaremos?— preguntó la bruja con fiereza y pude ver en ella por primera vez el poder y decisión de un líder y guerrero.
—M añana por la madrugada, cuando no haya humanos cerca— contestó esta vez M omoa.
—Hay que informar a nuestros guerreros— comentó la bruja—, son cerca de ocho horas de camino hacia allá desde acá.
Yo me quedé en silencio viéndolos organizarse y planear un ataque. Hasta parecía que se había olvidado que yo me hallaba ahí. M e sentía abrumada, todo este tiempo
hablando de guerra y el posible enfrentamiento con Kondrati y ahora era un hecho, en unas pocas horas se iba a librar la tan esperada batalla.
—Yo puedo atraer a Kondrati— Las palabras salieron de mi boca antes de darme cuenta y tres pares de ojos clavaron su atención en mí.
M e removí inquieta ante la mirada sorprendida y atenta del consejo pero supe que sin importar cuantos guerreros llevaran al día de siguiente no había oportunidad de
ganar contra el ejército que él había creado.
—¿De qué estás hablando? ¿Qué más sabes?— cuestionó M omoa con sospecha.
—Yo…— dudé un segundo—, sé que Kondrati ha creado un ejército usando su magia y que si lo matamos a él primero su ejército caerá, él ató su magia a su
regimiento, además, él espera que yo esté presente en la batalla y puedo luchar contra él.
—A pesar de tu buena disposición Hana, hay guerreros más fuertes y hábiles que se pueden enfrentar a él— dijo Casandra con condescendencia.
—Hemos visto de lo que su magia es capaz de hacer— dije alzando la voz para hacerme escuchar. —Yo tengo el sello maldito y tengo la magia para luchar contra él.
Podía sentir mi corazón martillando contra mi pecho por lo que estaba diciendo pero había visto mis recuerdos y el tipo de ejercito que Kondrati había creado y supe
que era lo que tenía que hacer.
—¿Y cómo piensas que puedes usar esa magia contra él?
—Él se va a confiar en que no podré hacerle frente pero he entrenado y luchado estas últimas semanas para estar lista.
—No estoy convencida, hay brujos que han entrenado por décadas y que están mejor capacitados— insistió Casandra.
—Y podía pasar décadas entrenando y jamás voy a estar lista— repliqué molesta a la bruja. —Este es el momento de actuar y haré lo necesario para detener a
Kondrati mañana— sentencié mirando a cada miembro del consejo trasmitiéndoles mi decisión.
—Que así sea entonces— dijo M omoa con seriedad. —M añana lucharas junto a nosotros y te enfrentarás a Kondrati.
—M omoa— dijo M arkov con tensión poniéndose de pie en su lugar y mirando al lobo con fiereza.
—Ella ha decidido Jakov y creo en lo que dice— contestó el lobo mirando al vampiro impasible ignorando su advertencia.
—¡No!— exclamó el vampiro—, esto es una guerra Hana y no vas a poder contra él— dijo mirándome con el ceño fruncido.
—He visto sus recuerdos, lo que él ha creado es algo que no hemos visto antes, es un ejército con un poder inimaginable pero también hay una oportunidad de que
podamos vencerlo, Kondrati espera que Hana esté en la batalla y ella es la única que puede enfrentarlo.
M iré al hada sorprendida por su palabras pero más aún porque ella al ver mis recuerdos había comprendido al igual que yo mi verdadero papel dentro de esta guerra
que estaba a punto de estallar y que había decidido callar lo que sabía a mi favor.
—Está decidido— dijo M omoa sin dar lugar a replica—, preparen a nuestros guerreros— ordena el lobo y un guardia que estaba apostada en la entrada asiente y se
retira a cumplir sus órdenes.
M e quedo en silencio sin saber qué hacer. Los escucho discutir distintas estrategias de guerra mencionando las mejores maneras de ataque. Es fascinante y aterrador
ver el rostro de cada miembro del consejo y comprendo el porqué cada una de ellos son los lideres de sus especies. Veo al luchador en M omoa, al estratega en M arkov,
la astucia en Casandra y la sabiduría en el hada.
M e retiré silenciosamente de la sala aliviada de haber proporcionado la información necesaria pero sintiendo que mi presencia no es más necesaria. Ellos, obviamente
estaban más concentrados en sus estrategias ahora que tenían la ubicación exacta.
M e quedé deambulando cerca de la sala donde el consejo estaba reunido esperando por M arkov, pero las horas pasaban sin ningún signo que fueran a salir pronto.
Triste me di por vencida y me retiré hacia mi habitación de regreso sin querer ver o hablar con nadie más y a pesar que intenté dormir de nuevo me fue imposible hacerlo
y el amanecer me sorprendió con los ojos abiertos sentada frente a la ventana y sin ningún signo que M arkov hubiera intentado buscarme para hablar.
M e vestí con rapidez y salí de la habitación en busca del vampiro. Pero al pasar por una de las ventanas puede observar el movimiento de guerreros en el patio siendo
dispuestos por M arkov y M omoa. M e dirigí directamente hacia allá y al salir al patio pude ver a varios hombres y mujeres recibiendo órdenes del lobo. Pasé entre ellos
hasta el frente directamente hacia el vampiro.
—Saldremos al caer el ocaso— dijo M arkov a los guerreros más cercanos—, estén preparados.
M e detuve a verlo un momento y su rostro tenía algo que no había visto antes: peligro. Vestido completamente de negro y el cabello peinado hacia atrás remarcaba
más sus rasgos y el ceño fruncido con el que hablaba. Supe que había notado mi presencia cuando su cuerpo se tensó pero no me dirigió la mirada y esperé
pacientemente a que terminará de dar órdenes.
—Rompan filas— ordenó y finalmente dirigió su vista hacia mí. Caminó con paso decidido sin borrar su ceño fruncido, me tomó del brazo y me arrastró de regreso al
palacio sin mediar palabra.
—M arkov— dije al notar que no se detenía y seguía caminando arrastrándome del brazo con él— Para, por favor— supliqué y se detuvo de golpe.
Se giró con rapidez y tomándome desprevenida me acorralo contra la pared besándome con fuerza. No dudé en devolverle el beso y enredé mis dedos en su cabello,
aferrándome a él. M e separé de él al notar la falta de aire y me sostuvo en sus brazos apoyando su frente en la mía. Nos quedamos así un largo rato sin decir nada.
Tomó mi rostro con sus manos obligándome a verlo.
—¿Qué?— murmuré sin entender lo que había dicho pero sintiendo el sentimiento con las que pronunciaba esas palabras en ruso.
—Viste de negro y con ropa abrigada, partiremos al anochecer— dijo ignorando mi pregunta y me soltó lentamente sin dejar de verme.
—Debo hacer varias cosas antes así que te sugiero que vayas a ver a Henry y Valya y pases el día con ellos antes de partir.
Su comentario me hizo recordar a mis amigos de los cuales no había visto desde que había despertado haciéndome sentir culpable.
—Te veo después— dije mirándolo una última vez antes de darme vuelta y caminar en busca de mis amigos.
Al estar frente a la puerta donde había averiguado que estaba Henry y tuve que respirar profundamente antes de tocar la puerta con los nudillos.
Al entrar la escena ante mis ojos me conmovió profundamente. Valya sentada a un lado de la cama tomando la mano de Henry, quien se hallaba recostado contra la
cabecera de la cama, ambos con una sonrisa en sus labios.
—Hola Valya— saludé avergonzada— Lamento lo que sucedió hace un par de noches…yo…—me disculpe mirándola con pena.
—Fue solo un pequeño rasguño— contestó en broma pero inmediatamente su rostro se volvió serio.
—Tú en cambio fuiste muy imprudente— me regañó mirándome con el ceño fruncido.
—Dejen de pelear— dijo Valya acercándose a la cama y sentándose al otro lado de cama entrelazando su mano con mi amigo.
—¡El comenzó!
—¡Ella comenzó!
Dijimos los dos al mismo tiempo mirando a Valya y los tres nos echamos a reír.
—M e alegro que te estés recuperando en buena compañía— comenté dejándome de reír mirando a la pareja.
Ambos se miraron con cariño y al verlos sentí cierta envidia por la forma en que ambos parecían compenetrados el uno con el otro. Tuve que aclararme la garganta
para llamar la atención de ambos.
—Entonces, ¿es cierto que descubrieron donde esta Kondrati escondido?— preguntó Henry cambiando de tema completamente.
M e reí entre dientes al ver la cara molesta de mi amigo y preferí no mencionar que iba a participar en la batalla.
El tiempo pasó demasiado rápido junto a ellos y cuando me di cuenta que ya iba a ser hora que me retirara para cambiarme de ropa y partir.
M i mejor amigo y Valya se callaron de golpe y me miraron con confusión por mi interrupción.
—Hana— dijo mi amigo con advertencia al notar que estaba ocultando algo.
—Tengo que hacerlo— dije levantando la vista para ver a los ojos a mi amigo.
—No es cierto, no tienes que hacerlo Hana— dijo con angustia y tomando mi mano.
—No— dijo intentando levantarse de la cama pero la herida en su abdomen lo hizo recostarse nuevamente en la cabecera.
—No lo hagas Henry— dije dando un paso atrás al notar su gesto de dolor por su acción anterior.
—No lo hagas mas difícil Henry— escuché que dijo Valya con seriedad a mi amigo.
La miré sorprendida por su apoyo y la forma en que mantenía una mano sobre su hombro para impedir que se levantara.
—Es hora de irnos Hana— fue lo primero que dijo con seriedad sin dirigirle atención hacia las otras dos personas en la habitación.
El estomago me dio un vuelco ante sus palabras y rápidamente regresé la vista hacia la pareja.
—Los dejamos solos— susurró la chica poniéndose de pie caminando hacia su hermano.
—No vayas Hana, le prometí a tu abuela que cuidaría de ti— susurró en cuanto estuvimos solos.
—Ya lo has hecho— contesté acercándome a la cama y tomando su mano con cariño—, ya cumpliste con tu parte al traerme hasta aquí con los Jakov, pero hace
mucho que ambos seguimos nuestro propio camino.
Pude notar las lágrimas en sus ojos y tuve que parpadear un par de veces para evitar derramar alguna mía.
—Gracias Henry— dije con voz ronca abrazándolo con fuerza sintiendo sus brazos rodearme y apretarme contra su cuerpo.
—Yo también te quiero hermano— dije separándome de él y sonriéndole. —Te veo después— agregué caminando hacia la puerta.
—Es una promesa— contestó con una sonrisa mientras una lagrima resbalaba por su mejilla.
—Ten cuidado Hana— se despidió Valya abrazándome con fuerza en la entrada del palacio donde estábamos reunidos luego que me hubiera cambiado de ropa.
—Lo tendré— contesté con una sonrisa apartándome de ella dejando que se despidiera de su hermano.
M e alejé dándoles su espacio y pude ver el cariño con el que hablaban. Vi como M arkov se inclina y besaba su frente con ternura y tuve que darme la vuelta para no
ponerme a llorar.
Observé el atardecer cayendo majestuosamente pintando el cielo en colores naranjas y rojos y sentí la presencia del vampiro a mi lado.
Markov
Llegamos cerca de media noche al lugar y aprovechando la oscuridad nos movimos en silencio tomando posición. M ire hacia M omoa quien lideraba a sus lobos al
norte del palacio frente a la entrada, ellos serian los encargados de dar el primer ataque y empujar a los rebeldes hacia los jardines internos donde el resto los íbamos a
esperar. Al pasar cerca del lobo le di un asentimiento de cabeza y guié a mi grupo de vampiros por el lado oeste del Palacio.
M is guerreros entrenados para moverse con rapidez y en silencio tomaron posición uno junto a otro creando una barrera que impediría que los rebeldes escaparan por
ahí mientras el grupo de brujos tomaba posición por el lado este y sur del palacio; cubriendo con ello todos los frentes. La estrategia era empujarlos y acorralarlos en
medio del campo de batalla, dando la oportunidad a Hana de luchar con Kondrati mientras nosotros luchábamos con su ejército confiando en que si él no estaba para
liderarlos teníamos una oportunidad estratégica.
Busqué a través del vínculo a Hana quien viajaba junto al grupo de brujos y la encontré al sur, cerca inicio del bosque. M e dirigí hacia allá para estar más cerca de ella
al momento de la batalla.
La vi tras la línea de brujos junto a Theroux, quien se había ofrecido a acompañarla alegando también que el poseía dos magias elementales para luchar y poseer la
experiencia para defenderla. En ese momento, al verla ahí de pie tan bella y valiente pero tan mortal, supe que no podría soportar verla en medio de la batalla
enfrentándose a Kondrati.
No me importaba ir en contra del plan original, hallaría el modo de derrotar a Kondrati sin usar a Hana de señuelo.
Hana
—¡Hana!— escuché la voz inconfundible del vampiro a mi espalda y me giré para verlo caminar con pasos largos y firmes en mi dirección.
—No te quiero cerca de la línea de batalla— espetó molesto cuando estuvo frente a mí.
—M arkov— dije calmándome y colocando mi mano sobre su brazo. —Está también es mi batalla y tal vez sea la única oportunidad que tengamos de derrotar a
Kondrati.
—Esto— señalé a un lado de mi cuello, haciendo referencia al sello maldito. —Lo tengo por una razón y voy a usarlo en contra de Kondrati.
—Tengo que hacer esto— dije al verlo intentar replicar. —Por mí, por nuestros padres, por todos nosotros.
Observé su gesto obstinado, la forma en que apretó la mandíbula pero aceptando mi decisión con derrota. Él sabía la importancia de mi papel aunque realmente no
estuviera de acuerdo o comprendiera la magnitud de todo. Había elegido callar sobre lo que sabía pero notaba en la mirada de M arkov que intuía que algo estaba
ocultando pero, al igual que yo decidió no preguntar nada. En un movimiento rápido me arrastro hacia sus brazos sosteniéndome contra su cuerpo con fuerza, cerré los
ojos abrazándolo y sintiendo el calor de su cuerpo y la sensación de seguridad que me proporcionaba.
Y así de rápido se separó de mí tomando mi rostro con sus manos y apoyando su frente con la mía.
—A donde sea que vayas, yo te seguiré— murmuró mirándome a los ojos con intensidad.
Sentía la garganta apretada por el llanto por lo que solamente pude asentir ante sus palabras. Di un paso hacia atrás alejándome de él y sin apartar la vista el uno del
otro.
—Te veré después— dije con la voz ronca y forzando una sonrisa.
—Regresa a mí a salvo— ordenó con decisión y no pude más que sonreír al reconocer ese lado posesivo e intenso que lo caracterizaba.
Sin borrar mi sonrisa negué con la cabeza al separarme de él. Sentí la mano de Theroux tomar la mía desde atrás y dándole una última mirada a mi vampiro me di la
vuelta adentrándome en el bosque. El grupo de brujos con precisión militar se colocaron en línea cerrando el paso tras nosotros.
Corrimos con Theroux alejándonos donde en unos minutos se libraría la batalla. Aunque hubiera aparentado valentía frente a M arkov estaba aterrada de lo que iba a
suceder, teníamos un solo chance de ganar. Pero tenía la certeza que Kondrati no me haría daño no hasta que consiguiera de mi lo que necesitaba.
—M arkov no te pregunto nada, pero ¿Qué más estas escondiendo?— cuestionó Theroux deteniéndome del brazo cuando hubimos recorrido un trecho del bosque y
me giré para verlo.
—El quiere usar la alquimia para lograr un ejército como nadie ha visto antes.
—¿No ya lo consiguió?
—No, el ejército de esta noche no es nada comparado con lo que pretender lograr.
—Usándome como conducto, él sabía que en algún momento iba a recuperar mis recuerdos y decirles la ubicación donde se ocultaba y fue por eso que selló mis
memorias para que no lo supiera antes de tiempo— expliqué y fue cuando me di cuenta que Takeshi sabía más de esto y había decidido callar y empujarme a tomar esta
decisión.
—Soy como un contenedor vacio de magia Theroux, por eso él me eligió, porque al tener una parte de mi no mágica al ser humana me da espacio para poder ampliar
mis poderes, eso es lo que hace el sello maldito, me permite acceder a toda esa magia.
—Pero…
—Hay algo en la alquimia que es llamada “La puerta de la verdad”— lo interrumpí siguiendo con mi explicación—, Y literalmente es una puerta que al abrirla te da
todo el conocimiento de magia y brinda la capacidad de trasmutar cualquier cosa.
—Imagínate—expliqué—, A un brujo con su magia completamente desarrollada usando los cuatro elementos, con la velocidad y mente ágil de un vampiro combinada
con la fuerza y poder de sanación de un hombre lobo.
—Sí, su ejército de esta noche son los primeros experimentos, él quiere crear una nueva raza y para ello necesita que yo abra literalmente esa puerta.
—¿Entonces?
—¿Cómo?
—Él me enseñó cómo hacerlo, son cuatro sellos que debo realizar.
—¿Por qué no lo ha hecho él mismo?— cuestionó pero rápidamente halló la respuesta. —Él no puede hacerlo, ¿verdad?
—No, su magia aunque es distinta y muy poderosa no puede controlar los cuatro elementos y abrir esa puerta de alquimia.
—Todo este tiempo— murmuró con dolor. —Cuando era un niño, desde ese entonces era un sádico en busca de poder; él mató a mi madre para lograr sus objetivos.
—Él rompió su vínculo con mi madre cuando tenía trece años, fue por eso que quemé la marca en mi pecho, él le dijo una mañana que iba a probar una nueva magia
con ella y que era para que protegerla. Ella gritó y le suplicó que se detuviera, que le estaba doliendo, a los pocos segundos su cuerpo se desvaneció. La mató pero él
quedó de pie mirando impasible como su esposa y su compañera eterna suplicaba por su vida.
—No entiendes— dije exasperada—, ellos no tendrá ninguna oportunidad contra él.
—Nosotros tampoco.
—Te equivocas, somos los únicos que pueden acercarse a él y luchar al mismo nivel de magia, además él no me matará sin que antes abra esa puerta.
—Theroux, somos los únicos con el sello maldito, Kondrati cometió el error de darnos este sello y usaremos la magia que nos dio contra él.
—Él se atrevió a matar a nuestros padres— dije con fiereza. —No importa que, esta noche todo termina para él.
El asintió con la mirada decidida y retómanos nuevamente el camino con la resolución quemando en nuestro interior a la espera de tener nuestra oportunidad que nos
iban a brindar el resto. Vi el bosque con detenimiento y guiada por una corazonada seguí caminando adentrándome más entre los árboles.
—¿Hana?— preguntó el brujo—, Espera no debemos alejarnos tanto, tenemos que esperar a que Kondrati salga.— dijo alcanzándome e intentando detenerme.
—Reconozco esta camino Theroux, estuve aquí antes— dije ignorándolo con el corazón martillándome fuerte en el pecho.
Algo no iba bien.
A pesar que nos habíamos alejado demasiado ambos nos detuvimos en seco cuando escuchamos a lo lejos gruñidos y gritos. La batalla ya había iniciado. Nos miramos
con Theroux con los ojos abiertos y sin decir palabra nos echamos a correr al mismo tiempo.
—¡Él nos está esperando!— grité al brujo sin dejar de correr convencida de mis palabras. El brujo no iba a participar en la batalla, iba a estar esperando mi llegada
confiado en que yo ya había recuperado mis recuerdos y por eso había atacado dos noches atrás para forzarme, para probarme y empujarme a recordar mis recuerdos y
era irónico que había sido Theroux, su propio hijo quien había sido quien me había dicho como hacerlo.
Al salir entre los arboles hallamos un palacete igual de bello e imponente que en mis recuerdos y ahí en medio de toda esa magnificencia estaba de pie Kondrati.
Esperándonos.
—Has venido Hana— saludó con una sonrisa torcida cuando nos detuvimos de golpe al verlo. —Y veo que tras compañía— sonrió mirando hacia Theroux.
—¡Esto se termina esta noche Kondrati!— sentencié en voz alta y con la respiración agitada por la carrera.
El sonrió con compasión y me enfurecí aún más pero tuve la suficiente calma para no responder ante su provocación.
—El querido consejo y el ejército que han traído esta noche no podrá contra mi propio ejército y lo sabes ¿verdad? Has recuperado tus recuerdos, ¿no es así?
—Lo único que sé es que no va a poder obtener lo que esperas de mí. No vas a acceder a esa magia Kondrati.
Él me miró un segundo con los ojos abiertos y luego soltó una carcajada siniestra que me erizo la piel.
—¿M agia prohibida?— se burló. —¿Es eso lo que te han dicho?— preguntó riéndose. —Esa bruja Casandra no es más que una cobarde, todos los brujos lo han sido.
Yo he traspasado ese límite y perfeccionado la magia a un grado que ningún de ellos lo comprende.
—La alquimia es magia pura, es la habilidad de poder tomar toda esa magia fluyendo a tu alrededor y manipularla a tu antojo— explicó caminando hacia nosotros con
pasos lentos.
—No lo veo de ese modo, yo he unido lo mejor de las especies y creado algo mejor.
—Lo harás, ya sé que decidas unirte a mi o para matarme, ni tu magia podrá contra mí, tendrás que acceder a ese poder y detenerme.
Fue Theroux quien lanzó el primer ataque contra Kondrati. De su mano emergió una llamarada de fuego que lanzó contra el otro brujo.
Ni siquiera se sorprendió ante el ataque sorpresivo simplemente alzo su mano y apagó el fuego.
—Vas a tener que hacer algo mejor que eso para detenerme— dijo Kondrati perdiendo la sonrisa y mirándolo con furia.
Nos mirábamos por un segundo con Theroux que bastó para ponernos de acuerdo. Él se echó a correr en dirección a su padre mientras yo corrí en diagonal. Giré mi
cuerpo a tiempo cuando Henry lo golpeaba y yo lancé una bola de fuego en dirección de Kondrati.
Ambos salimos volando por el aire sin previo aviso sin que ninguno de los dos lograra su cometido. Esta vez fui rápida y antes de caer giré mi cuerpo hacia el árbol
con el que iba a impactar y cuando estuve lo suficientemente cerca me empuje con mis pies en el tronco y ayudándome con el elemento aire lo usé como impulso para
lanzarme en el aire y caer un par de metros adelante. Lo que no preví fue la enorme bola de energía que se dirigió hacia mí de frente lo que apenas me dio tiempo de crear
una barrera de roca como escudo mientras aterrizaba en el suelo de pie.
La barrera funcionó parcialmente porque a los pocos segundos se desintegró ante mis ojos. Preocupada busqué a Theroux con la mirada pero él estaba de pie sin
ningún rasguño mirando con odio a su padre a unos metros frente a él.
—Veo que han mandado a sus peones a luchar por ellos— dijo con burla mirando a uno y a otro.
—¡Tienes razón!— grité con una sonrisa. —¡Ahora Theroux!— exclamé y los dos lanzamos una bola enorme de fuego en su dirección que lo sorprendió
impactándolo en el pecho envolviéndolo en llamas.
M i sonrisa se borró al ver al brujo elevarse en el aire apagando el fuego que lo envolvía. Sin pensarlo mucho corrí en su dirección y creé escaleras de piedra para
alcanzarlo y mientras lo hacía con una mano reuní los minerales de la tierra creando una espada de metal, salté grada tras grada decidida y empuñe el arma calentándola
con fuego. En el último escalón salté en al aire viendo el rostro boquiabierto del brujo y atravesé su hombro con mi improvisada arma.
El brujo grito por el dolor y ambos descendimos en picada. Escuché la exclamación de terror de Theroux y cerré los ojos ante la eminente caída dolorosa pero el
impacto no llegó como esperaba algo había amortiguado mi caída. Abrí los ojos sorprendida viendo un follaje de ramas a mí alrededor. Busqué con la mirada y vi a
Theroux sostenerme con su magia mientras me bajaba al suelo con cuidado.
Nos quedamos de pie junto al otro y vimos con sorpresa a Kondrati de pie a unos metros de nosotros sosteniéndose el hombro con dolor.
—Es mi turno— dijo el brujo y en un parpadeo estuvo frente a nosotros golpeo a Theroux en el rostro derribándolo en un segundo. Ahogué un grito de sorpresa y
sentí el punzante dolor en mi abdomen que me hizo doblarme en dos pero inmediatamente sentí el dolor en mi rostro, seguido de algo caliente deslizándose por mi nariz
por el golpe que me había dado con su rodilla.
Gruñí del dolor y caí arrodillaba sosteniéndome el abdomen preparándome para el siguiente golpe pero pude ver a Theroux moverse frente a mí empujando al otro
brujo. Con dificultad me puse de pie y vi a los dos brujos luchando cuerpo a cuerpo y me uní a la lucha.
Junto a Theroux luchamos haciendo retroceder al brujo ataque tras ataque. Pero entre los arboles aparecieron dos hombres lobos con una marca negra brillando en su
frente que se lanzaron contra mí.
Di una pirueta en al aire hacia atrás esquivando a uno y enfrentando al segundo lancé mis zarcillos contra él. Un cuerpo pesado cayó sobre mi espalda haciendo caer
hacia adelante golpeándome la mandíbula y probando el amargo sabor de la sangre en mi boca. Aullé de dolor al sentir las afiladas garras del animal clavarse en mi
hombro y en un intento desesperado por quitármelo de encima lancé mis zarcillos con mi otra mano quitándomelo de encima.
M e volví a poner de pie con dificultad tambaleándome y sintiendo la magia fluyendo a mí alrededor empuje a los dos lobos a un par de metros lejos y con la
respiración jadeante los miré con atención.
Tome un respiro y con mi mano derecha creé nuevamente una espada de metal más larga y afilada que la anterior. Los rebeldes al notar mi movimiento gruñeron y
comenzaron a trotar al mismo tiempo para luego acelerar y correr. M e quedé en mi lugar preparándome para atacar cuando estuvieron a un par de metros di un salto
sobre los dos lobos y con un movimiento fluido cercené las cabezas de los animales. Caí con una rodilla en el suelo empuñando mi espada ensangrentada.
Levanté la vista y vi a los dos brujos enzarzados en una lucha feroz. Se movían esquivando ataques. Vi a Theroux jadeando por el esfuerzo perdiendo ventaja y al ver
el ataque del otro brujo me concentré y sintiendo la magia de agua a mí alrededor forme una esfera grande conteniendo el líquido alrededor de Kondrati. Con mis manos
mantuve la forma viendo a través de ella al brujo intentando librarse.
—¡Hana!— escuché el llamado de Theroux acercándose a mi lado pero no volteé a verlo concentrada en mantener la esfera liquida.
—No podre contenerlo mucho tiempo— dije entre dientes al ver como el agua se teñía de negro.
La esfera se rompió dejando en libertad a Kondrati salpicando agua por todos lados. Vimos al brujo toser mirándonos con furia.
—¡Podemos seguir toda la noche!— gritó el brujo con voz jadeante.— Al final venceré.
—¡Prefiero luchar y morir antes que vivir temiendo el día que los humanos a los que protegen se rebelen contra nosotros!— respondió con furia hacia su hijo.
—¡Abre esa maldita puerta Hana!— gritó dirigiendo su oscura mirada hacia mí.
—Te obligaré a abrir esa puerta— amenazó y moviendo sus manos hizo un gesto y detrás de él se materializaron rebeldes con la misma marca negra brillando en su
frente.
—Está bien Hana, concéntrate— dijo sin dirigirme una mirada y regresé mi atención al frente.
Pude ver al otro brujo tambalearse hacia atrás mientras sus híbridos tomaban lugar.
—Lo he notado— dijo con voz seria—, no te entretengas mucho y hazlo rápido; esta puede ser nuestra oportunidad ¿Entendido?
—¡Ahora!— gritó el brujo a mi lado partiendo la tierra en dos donde los rebeldes cayeron y aproveché ese momento para hacer crecer gigantes espinas. Escuché los
gemidos de dolor y la tierra se cerró sepultándolos. Ambos corrimos dirigiéndonos a los lobos que habían aparecido de la nada y juntos los enfrentamos. Por encima de
mi cabeza pasó una bola de fuego y miré asombrada al lobo que me enfrentaba.
—¡No te distraigas Hana!— gritó Theroux a un lado mío y reaccionando vi al lobo abrir su boca escupiendo fuego. Salté a un lado esquivándolo y escuché la risa
siniestra de Kondrati. Lo busqué con la mirada y lo vi de pie completamente repuesto de los ataques anteriores. Con un giro de su muñeca hizo desaparecer a los dos
lobos rebeldes y moviéndose con rapidez golpeo a su hijo en el rostro y me tomó a mi del cuello elevándome del piso usando su magia para restringir mis movimientos.
—No van a poder detenerme y tus queridos amigos van a caer— susurró acercando su rostro al mío.
Fuimos empujados por el cuerpo de Theroux que había embestido a su padre y caí al suelo jadeando por la falta de aire y recuperando el movimiento.
Con el brujo a mi lado alzamos un muro de roca ante el ataque eléctrico de Kondrati. Ambos estábamos cansados y tosí escupiendo sangre cayendo de rodillas al
suelo.
—¿Estás bien?— preguntó Theroux sin dejar de sostener el muro con su magia que reforcé creando una enredadera con mis zarcillos para ganar más tiempo.
—Sí, estoy bien— contesté jadeando—, no podemos seguir así— agregué sosteniendo mi hombro herido que no paraba de sangrar.
El muro se derrumbo y Kondrati se movió golpeando a su hijo en el abdomen. Con esfuerzo volví a crear una espada en mi mano y poniéndome de pie enfrente al
brujo pero me tambaleé y volví a toser.
Dirigí mí vista hacia Theroux quien estaba jadeando por el esfuerzo al luchar contra su padre a un par de metros de mí. En él había encontrado un amigo sincero,
ofreciéndome su amistad sin condiciones, sacándome una sonrisa, dándome su hombro para llorar y dispuesto a morir a mi lado si era necesario. Comprendí el sacrificio
que había hecho mis padres y los de M arkov ese día nefasto que cambio nuestra vida para siempre, ellos sabían que posiblemente este día llegaría y por ello me había
dado la oportunidad de vivir, de soñar, de crecer y de amar antes de lo que estaba a punto de hacer.
—Theroux— Lo llamé y esté se giró a verme antes de erigir un muro de fuego a lo largo para retener de los ataques que su padre lanzaba sin piedad.
—¡Se lo que debo hacer!— grité mirándolo a los ojos—, necesito una oportunidad.
—¡Cuenta con ello!— afirmó al tiempo que la columna de fuego se evaporara y otro ataque eléctrico nos impacto a los dos. M ordí mi lengua para evitar gritar por el
intenso dolor que me recorría el cuerpo y me levanté con dificultad.
Dirigí mi vista hacia Kondrati y lo que debía hacer. Ahora entendía muchas cosas. Sabía que era un riesgo, el mismo me lo había dicho pero era la única manera de
detenerlo. Nuestra magia no era suficiente. Podía escuchar a lo lejos los sonidos de lucha. Ahí estaban todos ellos: M arkov, Casandra y M omoa junto a todos los
soldados más experimentados y mortíferos luchando contra el ejército que el brujo había creado.
Atajé con un manotazo otro ataque. Y me concentré en sentir toda esa energía correr libremente por mi cuerpo e ignorando el dolor que sentía, estaba en completo
control de todo ese poder. Atenta a los movimientos de Theroux, quien lanzaba ataque tras ataque a Kondrati, fue cuando lanzó una enorme bola de fuego al pecho de
su padre que lo mandó al suelo. Pero sin que ninguno de los dos previera el siguiente movimiento del brujo vi con horror como el pecho de Theroux era atravesado con
una luz incandescente. El tiempo se detuvo en ese preciso segundo mientras el brujo me miraba con los ojos abiertos. Lo observé desplomarse en el suelo de rodillas
regalándome una sonrisa torcida y estirando su mano hacia mí.
M e moví en su dirección como en cámara lenta sin poder llegar lo suficientemente rápido hacia él mientras su cuerpo comenzaba a brillar. Resbalé alcanzando su
mano pero solamente atravesé el aire y el cuerpo de Theroux desapareció sin dejar rastro y con sus últimas resonando en el aire.
M e quedé con la mano extendida mirando el espacio donde antes había estado el brujo sin poder creer que Theroux acababa de morir frente a mis ojos. Un destello en
el suelo llamó mi atención y me agaché para recoger una cadena con un dije rojo al final de esta. Tuve que controlar el sollozo en mi garganta y giré mi cuerpo viendo a
Kondrati en el suelo intentando levantarse.
Alcé mis manos al frente viendo al monstruo frente a mí. Deseando matarlo lentamente en venganza por la vida de Theroux. El brujo me había dado la oportunidad
que necesitaba y yo iba a honrar su vida cumpliendo mi destino, aquel que un siglo atrás había recaído en mi al nacer. Todos habían dado su vida para que yo llegara a
este momento: mis padres, los de M arkov, mi abuela, Theroux y todos los vampiros, lobos y brujos que estaban luchando para detener a Kondrati.
Con un movimiento de manos tracé con fuego a mis pies los sellos de la magia elemental: agua, tierra, aire, fuego; cada círculo en orden, encerrados en uno más grande
que completaba el círculo de alquimia.
Ahora era fácil controlar mi magia sin perder el control, sentía la energía fluir en mi cuerpo, reuniéndose a mi alrededor lista para que la tomara. Los zarcillos salieron
de mis manos hacia el cuerpo jadeante del brujo, envolviéndolo con sus espinas, con un giro de mis muñecas las espinas se incrustaron en la piel del brujo haciéndolo
sangrar. Elevé mis manos para alzar al brujo en el aire, este gritó por el dolor y me miró a través de las rendijas de sus oscuros ojos con odio. Luchando para librarse,
podía ver su esfuerzo por reunir su magia pero mis zarcillos estaban drenado su sangre con rapidez.
—Esto es inútil Hana, sabes que de un modo u otro estos zarcillos no me detendrán— espetó furioso.
—No sólo de los zarcillos deberías preocuparte— señalé con mi cabeza hacia abajo con una sonrisa temblorosa empezando a ver borroso sintiendo la pérdida de
sangre. No me quedaba mucho tiempo.
Y fue cuando cada sello del círculo empezó a brillar a mis pies. Él vio el resplandor a mis pies y su cara roja por la furia se transformó en un gesto horrorizado.
—¡No!— se revolvió entre las espinas con menos fuerza por la sangre que era extraída de su cuerpo.
Cerré los ojos y dejé toda esa magia fluir dentro de mí, acumulándose en mi interior. Era como un recipiente siendo llenado de cada onza de magia elemental, sentía el
frio del aire en mi piel, lo áspero de la tierra en mi boca, lo húmedo del agua a mis pies y el calor del fuego quemándome por dentro y a pesar del dolor intenso que sentía
me concentré en esa magia dejándola cubrirme. Pude saber el momento exacto en que mis zarcillos se desprendieron de mis manos sintiendo que me desgarraba por
dentro, cada poro de mi piel dolía hasta lo indecible, sentía la falta de aire y apreté los ojos cuando toda esa magia dentro de mí se desbordó. Abrí los ojos con dificultad
y lo único que pude ver fue una brillante luz a mí alrededor envolviéndome, miré hacia abajo y pude ver mis brazos extendidos siendo grabado con tatuajes negros en mi
piel. Abrí la boca para gritar pero ningún sonido salió de ella. Eran similares a los sellos de alquimia pero había algo diferente en ellos y mientras ascendía y cubrían mi
cuerpo cerré de nuevo los ojos ante el dolor y el molesto sonido de un siseo a mí alrededor.
M e sentía débil y mareada intentando entender lo que decía ese molesto murmullo en mi oído y concentrándome un poco más me di cuenta que eran voces. Hasta que
las palabras cobraron sentido y el dolor cesó por completo.
Toda causa tiene su efecto; todo efecto tiene su causa; todo sucede de acuerdo con la Ley; nada escapa de ella.
Solamente un brujo que domine la magia elemental como un todo podrá abrir la puerta y obtener el conocimiento verdadero.
Abrí los ojos de golpe cuando lo comprendí y ante mí se hallaba una enorme puerta de color blanco con los mismos símbolos tatuados en mi piel decorando la puerta,
todo era brillante y cálido a mí alrededor y supe que significaba, lo que tantos brujos habían intentado, lo que Kondrati tanto anhelaba; el conocimiento del universo
estaba frente a mí, era la puerta de la verdad abierta de par en par. Había traspasado la barrera terrenal hacia la espiritual. ¡Lo había conseguido!
Contuve el aliento y por un momento todo pareció detenerse a mí alrededor mientras miraba dentro de esa puerta. Cerré nuevamente los ojos y respiré con calma. Al
traspasar el plano espiritual y abrir esa puerta de la verdad como se le conocía, no solo obtenía el conocimiento que había en ella, sino que también adquiría la magia y en
ella hallé la respuesta para detener a Kondrati. No bastaba con matarlo, había que destruir todo rastro de él. Había que arrancar de raíz todo ese mal y ahora tenía el
conocimiento y la magia necesaria para lograrlo.
Estaba tranquila ante la tarea que debía realizar, consciente de sus consecuencias. Respiré hondo antes de regresar de ese plano espiritual en el que me hallaba hacia la
realidad. Sentí como mi entorno cambiaba y abrí los ojos de golpe cuando supe que había regresado y el dolor nuevamente explotó dentro de mí y caí de rodillas en un
grito silencioso, era como fuego quemando cada célula, cada hueso, cada órgano en mi interior. Jadeé cuando sentí de nuevo el frío aire del bosque en mi piel. M iré mis
brazos aún extendidos hacia al frente pero ahora aquellos zarcillos envolvían el cuerpo de Kondrati cambiando y tomando una nueva forma, transformándose en algo
nuevo.
Trasmutando[25] la vida del brujo en algo puro, utilizando su alma para crear, crear algo más hermoso. Vida. Sonreí ante lo que mis ojos veían. Un árbol que cambiaba
y crecía a cada segundo emitiendo destellos como estrellas.
Sí, ahora entendía lo que mis zarcillos estaban destinados a hacer. M i propia existencia había sido creada para este momento y no pude más que sentirme aliviada y
feliz porque había cumplido con mi misión.
"Toda causa tiene su efecto; todo efecto tiene su causa; todo sucede de acuerdo con la Ley; nada escapa de ella.”
M e dejé caer cansada en el suelo, con el fuego quemando en mi interior y rodé sobre mi espalda respirando con dificultad ante la opresión en mi pecho y la sensación
de ahogo que empezaba a experimentar. Sintiendo como lentamente toda esa magia se desvanecía dejando una sensación de hormigueo en mi piel.
Kondrati había intentado acceder a toda esa magia creyendo que podía jugar a su antojo con algo tan poderoso, pero no era posible, era torcer el flujo de vida. Probé el
amargo sabor de la sangre en mi boca y tosí un par de veces y sentí el líquido caliente deslizarse por mis oídos y mi nariz. No iba a luchar contra ello, ya era demasiado
tarde para mí. Había usado el sello maldito al límite y forzado mi cuerpo humano más allá de lo permitido.
M uchas personas aseguraban que cuando habían estado en el limbo entre la muerte y la vida habían visto todos sus años de existencia pasar frente a sus ojos en solo
segundos, otros aseguraban que habían visto una luz brillante del otro lado de un largo túnel. Yo, no vi nada de eso, lo que vi era algo más significativo, más real. Fue un
hermoso manto de estrellas brillando sobre mí, arrullándome mientras los latidos de mi corazón disminuían y mi respiración era más profunda. Era como quedarse
dormida solo que con el conocimiento que esta vez ya no iba a despertar para ver otro día.
El rostro de mi amado vampiro fue lo último que retuve en mi memoria antes de finalmente cerrar mis ojos y exhalar mi último aliento de vida.
Markov
El ataque había iniciado sorprendiéndonos a todos cuando del castillo emergieron un incontable numero de rebeldes corriendo en nuestra dirección pude ver a lobos,
vampiros, hadas, brujos y hasta humanos con sus rasgos deformados y con una brillante marca brillando en su frente.
Reaccionamos de inmediato y se volvió un caos en cuestión de minutos. Era como estar en una de las tantas batallas que había librado en el pasado. Solo se escuchan
gritos, gemidos, golpes entre un mar de personas donde el mínimo descuido podía costar la vida. Atajaba rebeldes sin parar moviéndome con fluidez sin recibir ningún
rasguño, siglos de práctica me convertían en un experto guerrero.
—¡Cuidado Jakov!— escuché el grito de Casandra a mi espalda y me giré viendo a un enorme lobo rebelde saltando en mi dirección.
En un borrón vi moverse a la bruja interceptando al lobo desde atrás y cayendo en el suelo ambos se removieron en el suelo y con horror contemple como el lobo
rebelde mataba a la bruja mordiendo su cuello y desgarrándolo con sus afilados dientes. El cuerpo de la bruja se desvaneció en pequeños destellos.
Hice una mueca de dolor ante la pérdida de mi amiga y miré con furia al rebelde. Guardando mi espada en la funda de mi cintura mí dirigí hacia él y ambos nos
enfrentamos cuerpo a cuerpo. Logró rasguñar mi brazo y rostro y aprovechando su descuido lo sostuve agarrando su ancho cuello con mis brazos y haciendo presión
grité de rabia retorciéndolo, matando al animal y soltando su pesado cuerpo en el suelo.
M e enfrenté a un grupo de lobos enfurecidos y con gruñidos abrieron su hocico lanzando llamaradas de fuego que me obligaron a saltar retrocediendo.
—M ierda— susurré impresionado y echando una mirada a mí alrededor pude hallar a mis guerreros caer ante el impresionante despliegue de poder de los rebeldes.
Sentí la presencia de M omoa a mi lado y haciendo uso de nuestras fuerza y velocidad enfrentamos a grupo. M ientras yo me movía golpeándolos y clavando mi espada
el lobo se encargaba de matarlos haciendo uso de su fuerza destrozando los cuerpo de los rebeldes.
De repente el intenso dolor en mi pecho me hizo doblar en dos y sin poder guardar el equilibrio caí de rodillas soltando mi espada.
—¡Jakov!— escuché el grito de M omoa a mi espalda pero no podía levantar siquiera para defenderme del ataque del lobo que corría en mi dirección.
Una llamarada anaranjada pasó a mi lado golpeando al lobo, no podía importarme menos con el dolor quemando en mi pecho.
¡Hana!
—¿Estás bien Jakov?— preguntó el lobo llegando a mi lado para cubrir mi posición junto a un brujo guerrero de la fallecida Casandra.
—Hana— dije con un jadeo. —Debo ir con ella— Aferrando mi espada en el suelo la clave en la tierra y usándola como apoyo me puse de pie con dificultad haciendo
una mueca.
—¿Qué? ¡No, Jakov! ¡Debes quedarte aquí!— gritó M omoa lanzando lejos a un par de vampiros que se había acercado demasiado junto a los lobos a los que nos
enfrentábamos. Era evidente que nosotros éramos sus objetivos principales.
—Debo ir— dije con resolución y miré hacia el profundo bosque donde Hana y Theroux había desaparecido al inicio de la batalla.
Un rebelde vampiro corrió hacia mi dirección pero alzando mi espada y corriendo hacia su encuentro esquivé sus garras y salté sobre su cabeza no sin antes ondular
mi arma para degollarlo. Aterricé en cuclillas y miré al frente, hacia dos lobos rebeldes que me gruñían. Eran repulsivos. Kondrati había creado un ejército numeroso en
poco tiempo dotándolos con magia para hacerlos más fuertes.
—M alditos rebeldes— murmuré antes de lanzarme contra ellos con rapidez pero sin preverlo los rebeldes se retorcieron de dolor y segundos después se
desplomaron en el suelo desapareciendo en un brillante destello.
M e detuve sin saber que sucedía y giré mi atención hacia atrás viendo lo mismo con el resto de rebeldes desapareciendo en un destello brillante. Una sonrisa orgullosa
asomo en mis labios y supe que Hana y Theroux había conseguido derrotar a Kondrati, quien había atado su magia con su ejército; él había caído y también sus rebeldes.
¡Lo habían conseguido! Escuché los gritos de victoria detrás de mí pero el dolor en mi interior quemado a cada segundo me impidió unirme al festejo y borrar mi sonrisa.
Con el camino libre corrí entre los arboles sintiendo una opresión en mi pecho con el presentimiento de que algo malo estaba sucediendo. Pude divisar la estructura
blanca más cerca y salí de la línea de arboles pero no pude divisar a Hana, Theroux o Kondrati por ningún lado. M e concentré para poder sentir la presencia de Hana y
pude hallarla más lejos de ahí detrás de otro conjunto de arboles, seguí corriendo hacia allá con la desesperación a cada paso que daba al notar que de repente ya no
podía sentir la presencia de la bruja.
Sentí un rastro de magia mas fuerte mientras me acercaba hasta que salí nuevamente entre los arboles hallando un área circular de grama y la vi, tendida en el suelo a
un par de metros de un brillante árbol que crecía a cada segundo.
—¡Hana!— me apresuré hacia ella y caí de rodillas a su lado tomándola entre mis brazos.
Estaba fría, con los ojos cerrados y con sangre en la comisura de sus labios, debajo de su nariz y brotando de sus oídos hacia su cabello.
Retiré el cabello pegado en su cuello y miré la marca maldita del lirio manchada de rojo. Sangre. El color negro del sello había desaparecido pero había quemado esa
área dejándola en carne viva tiñéndola de un color carmesí. Un lirio rojo.
—¿Qué has hecho Hana?— pregunté con angustia al ver su rostro mallugado y manchado de sangre. Estábamos vinculados, si la había salvado una vez lo podía hacer
de nuevo.
Incliné mi cabeza hacia su cuello expuesto y hundí mis colmillos probando su sangre, rápidamente me retiré y mordí mi muñeca para hacer brotar sangre dentro de mi
boca, sin perder tiempo besé sus labios abriéndolos y compartiendo mi sangre con ella.
Debía funcionar, era el tercer intercambio de sangre así que ahora estábamos completamente enlazados. M e retiré de su boca esperando escuchar su corazón latir pero
los segundos pasaban sin ningún cambio.
—Vamos Hana— susurré apoyando mi frente en la suya. —No puedes irte aún, tengo algo muy importante que decirte.
M e separé nuevamente y palpé su cuerpo notando mis manos húmedas al tocar su hombro. Sangre. Algo brillante destelló en el suelo a un lado de su mano. Con
manos temblorosas lo agarré reconociéndolo de inmediato, era la cadena que Theroux llevaba colgada en el cuello siempre.
—Hana…— volví a llamarla presionando mi mano sobre su corazón una, dos, tres veces tratando de volverlo a hacer latir.
Una brillante luz emergió de su pecho signo que su alma había muerto y se estaba preparando para partir y unirse a las estrellas.
—No, Hana— susurré con dolor aferrando su cuerpo frío. La luz se hizo más intensa y pequeñas particular brillantes flotaron fuera de su pecho por varios segundos
frente a mí.
M iré los brillantes destellos de su alma danzando ante mis ojos. Despidiéndose.
—Te quiero— murmuré con la voz ahogada y con las lágrimas borrando mi visión; finalmente los radiantes destellos se elevaron al cielo desapareciendo a los pocos
segundos.
Hundí mi rostro en su cuello sin soltar el cuerpo de Hana y lágrimas silenciosas se deslizaron por mi rostro. La había perdido.
—M arkov…— escuché la voz de alguien a mi espalda pero no me giré para ver de quien se trataba, amigo o enemigo no importaba ya, podía atravesarme con una
estaca que no lucharía.
—Hermano— reconocí la voz de M omoa y con mucho esfuerzo levanté mi rostro para verlo y sentí una oleada de ira en mi pecho.
—¿Dónde está Kondrati?— pregunté entre dientes mirando a los alrededores buscando el cuerpo del brujo pero me detuve en el enorme árbol que irradiaba una
intensa onda de magia.
—¡No puede ser!— jadeé comprendiendo de inmediato y miré hacia M omoa que también miraba con la boca abierta al macizo árbol.
—Ese es Kondrati— susurró el hombre lobo mirándome con los ojos abiertos y luego hacia mis brazos.
—La perdí M omoa— dije en voz baja mirando hacia el cuerpo inmóvil de Hana en mis brazos. —Ella se ha ido y yo no puedo seguirla.
Epílogo
Markov
El calor del sol calentaba mi rostro, acompañando la suave brisa que onduló a mí alrededor llevando el olor suave de las flores. Alcé la vista hacia el frondoso árbol
frente a mí, contemplando su belleza en los vividos colores del otoño que anunciaban el inicio del invierno. Cincuenta años habían pasado desde esa noche y aún podía
sentir el agudo dolor en mi pecho.
Desvié la vista hacia un lado y miré el mármol blanco de dos metros de alto que había mandado a hacer con todos los nombres de las personas que habían fallecido en
la lucha contra Kondrati para evitar una guerra. M is ojos buscaron un par de nombres que encabezaban la lista. Los dos, uno al lado del otro, grabados en color dorado
sobre la fría piedra.
Levanté mi mano y acaricié lentamente y con reverencia los dos nombres. Dos personas a las que había perdido, dos personas que habían dado su vida para detener
una guerra. Cerré los ojos cuando los dolorosos recuerdos se amontonaron uno tras otro.
—¿Markov?— Escuché la voz susurrante de mi hermana entrando al estudio apenas iluminado, pero no me di la vuelta, mantuve mi vista fija hacia fuera, hacia las
estrellas que titilaban en la distancia.
—Debes salir hermano, llevas dos días aquí encerrado— murmuró acercándose a mi lado y colocando una mano sobre mí brazo.
—¿Crees que haya sufrido?— pregunté a cambio sintiendo el vacío quemar en mi interior al recordar a Hana en la fiesta del Leónidas sangrando y retorciéndose
por el dolor. No pude evitar recordar su aspecto hacía dos noches, fría con hilos de sangre húmedos en su rostro.
—No lo creo— contestó mi hermana entendiendo a quien me refería, se detuvo un momento antes de seguir— Ellos se fueron en paz— murmuró con la voz ronca.
—No sé cómo seguir— confesé por primera vez luego de un tenso silencio. Sintiendo las lágrimas acumularse en mis ojos. No quería llorar pero era inevitable
hablar de ella y no hacerlo.
Tan doloroso. No sabía cómo continuar viviendo sin Hana ni Theroux. El dolor quemaba por dentro haciéndose más insoportable a cada segundo que pasaba. Por
momentos me sentía traicionado y furioso por lo estúpidos que habían sido, había veces que hasta prefería que no se hubieran sacrificado, aunque eso significara que
estallara la guerra, no me importaba con tal de tenerla de regreso; la perdida de mi amigo me dolía pero ambos éramos guerreros y sabíamos que era algo que
eventualmente podía suceder, ¿Pero haberla perdido a ella?, era algo que no tenia punto de comparación. Tenía tanta ira, tanto dolor por dentro que me estaba
consumiendo, ella se había ido sin yo tuviera la oportunidad de decirle lo que sentía por ella, había sido tan estúpido cuando ella se había confesado una noche antes
de la batalla y yo había elegido ignorarla y callar.
—No sé cómo decirte como seguir adelante sin ella, pero si puedo permanecer a tu lado sosteniéndote— dijo Valya deslizando su mano hasta la mía y sosteniéndola.
—Ellos hicieron un sacrificio por nosotros y nunca nadie lo va olvidar— dijo mi hermana con la emoción filtrándose en su voz. —Y por ello nos dedicaremos para
que su muerte no sea en vano— se detuvo un segundo inhalando con fuerza. —Así, cuando llegue tu momento de partir de esta vida puedas mirarla a los ojos y decirle
que nunca la olvidaste y que su sacrificio fue honrado.
Un par de lágrimas calientes se deslizaron por mi rostro ante sus palabras. El dolor siempre me acompañaría y tal vez no sabía cómo seguir viviendo sin Hana
pero si podía vivir para honrar su vida y la de Theroux, al menos hasta que todo estuviera hecho, hasta que me asegurara que los humanos y el resto de especies
podía convivir en paz y que no habría más ataques rebeldes, hasta ese momento podría partir y reunirme con Hana en la eternidad.
Aunque se había evitado una guerra aún había grupos rebeldes dispersos dispuestos a buscar su liberación y continuar donde Kondrati lo había dejado, era un
arduo y largo camino que tenía por delante pero era un propósito por el que podía seguir adelante. Un precio justo por no haber podido protegerla.
—¿Puedes hacer eso Markov?— preguntó Valya con la voz rota por la lagrimas apretando su mano con fuerza en la mía.
—Puedo hacer eso— afirmé girando mi cuerpo para abrazarla y dejar que me sostuviera en medio de mi dolor.
Un par de brazos delgados se deslizaron desde atrás, arrancándome de mis recuerdos, hasta dejarlas sobre mi pecho en un abrazo.
—¿Qué te tiene tan contemplativo?— murmuró contra mi espalda una dulce voz femenina.
Con los ojos cerrados sonreí con infinito amor escuchando el lento palpitar del corazón de la preciosa mujer a mi espalda.
Mi amada esposa.
Giré entre sus brazos para poder verla y como cada vez que sucedía cuando la veía, suspire al contemplar su belleza y el amor que en sus ojos verdes podía
vislumbrar.
—Hana— murmuré con una sonrisa inclinándome para besar su frente y envolverla entre mis brazos.
Nunca dejaría de estar agradecido cada segundo, cada minuto y cada día por la bendición de poder tenerla a mi lado. Nunca olvidaba ese día, porque fue el momento en
que comencé a vivir por primera vez.
Había sido my duro dejar el cuerpo de Hana en manos del hada Bingbing para que a través de su magia pudiera permitirle que su cuerpo se desvaneciera como su
alma y así asegurar que marchara hacia las estrellas y tuviera el sepelio de nuestra especie. Fue la siguiente noche, luego de haber hablado con mi hermana y decidir
seguir viviendo en memoria a Hana que llegó un hada para solicitar mí presencia ante Bingbig en el Kremlin. Estuve tentado a mandarla por donde vino ya que me
disponía a salir para cazar a los rebeldes que se había fugado luego de la muerte de Kondrati pero comprendía que no hubiera mandado por mí de no ser importante,
con la muerte de la bruja Casandra, el consejo estaba desestabilizado mientras se asignaba a un nuevo brujo para tomar su lugar. Así que acudí al llamado del hada
con molestia.
—Príncipe Jakov— saludó el hada en cuanto entré en su jardín privado atravesando su estudio y me detuve cerca del banco donde se hallaba sentada.
—¿Crees en el destino príncipe?— preguntó a cambio sin demostrar su ofensa por mi dureza ante mi pregunta anterior.
—¿Me has mandado a llamar para preguntarme esa estupidez?— cuestioné apretando las manos en puño.
—Te he mandado a llamar porque creo que debes ver a…alguien— dijo acercándose a mí y mirándome con una ligera sonrisa.
—Espera aquí, príncipe— pidió amablemente y salió dejándome solo en medio del jardín.
—¿Pero qué mierda?— murmuré molesto. No estaba para soportar los juegos del hada.
Escuché la puerta del estudio abrirse y cerrarse con suavidad y esperé a la persona que el hada quería que conociera. Escuché las suaves pisadas junto al lento
ritmo del corazón característico de los vampiros convertidos y fruncí el ceño.
Miré impaciente hacia la puerta que comunicaba al estudio y el jardín y resoplé cuando escuché que el vampiro del otro lado se detenía inseguro a un par de pasos
de la puerta.
—No te haré daño vampiro— dije elevando la voz, animándolo a salir al jardín y terminar esa absurda reunión que el hada había concretado.
La brisa soplo con suavidad y el delicado olor a flores flotó en el aire logrando que mi corazón se apretara de dolor por el recuerdo de ese misma fragancia en
alguien más.
Lo escuché moverse y como en un sueño observé en cámara lenta como aparecía el vampiro; mirándolo desde sus pies y subiendo lentamente. Pero estaba
equivocado no era “él” era “ella”. Era una humana convertida en vampiro.
Sus pequeños pies en un par de zapatos bajos, sus piernas desnudas hasta sus rodillas donde terminaba el dobladillo de su vestido blanco, subí con lentitud
admirando las pronunciadas caderas, la fina cintura.
Para ese momento mi corazón palpitaba con fuerza en mi pecho y mis manos temblaban por la emoción que empezaba a dominarme, pero aún así continúe con mi
minucioso escrutinio hacia la vampira.
Pasando por sus tonificados pero delgados brazos y sus pechos redondos tras la fina tela blanca que los cubría. Casi temía seguir avanzando incapaz de mirar el
rostro de la mujer frente a mí.
¡No, no podía ser cierto!
Cerré los ojos por el dolor. No, esa no era “ella” no podía ser verdad. Abrí mis ojos de nuevo para verla y convencerme que todo era producto de mi imaginación.
Alcé la vista hacia su rostro.
—No…—murmuré dando un paso hacia atrás viendo el rostro de la mujer que había perdido.
Ella dio un paso hacia mí acercándose pero volví a dar otro paso atrás. Observé como su expresión se entristecía al notar mi acción.
—Soy yo, Hana— caminó en mi dirección acortando la distancia entre ambos, quedando a solo un par pasos pero lo suficientemente cerca para que pudiera sentir
su calor y su fragancia.
—No, ella está muerta— contradije en un susurro. —Ella murió en mis brazos— retruqué con voz ronca sintiendo mi corazón apretarse de agonía.
Cerré nuevamente los ojos y dejé de respirar esperando su contacto. Esa mujer no era mi Hana, era solo producto de mi mente y corazón destrozado que me hacía
imaginarla.
—Mírame— pidió en un susurro y sin poder evitarlo obedecí viendo ese par de ojos verdes que tanto había añorado. Cuando nuestras miradas se conectaron ella
finalmente posó con delicadeza la palma de su mano en mi mejilla y limpió con la yema de su dedo la lágrima rebelde que había escapado de mis ojos.
Alcé mis manos, incapaz de permanecer más tiempo sin sentir su piel y tomé entre mis manos su rostro.
—¿Cómo es posible?— pregunté con la voz rota sin dejar de verla ni acariciar su rostro.
—Aún no era tiempo de partir— Fue su respuesta y sonrió dejando a la vista un par de afilados colmillos entre sus labios.
—Recordaba el día en que volví a vivir— contesté a la pregunta hecha con anterioridad de Hana y la apreté más contra mi cuerpo.
Ella se quejó en broma y puso una mano sobre mi pecho para separase y poder verme.
—Te encanta que te “aplaste”— dije en broma utilizando la misma palabra que ella había empleado.
—¿Te asuste verdad?— preguntó con una sonrisa triste retomando la conversación anterior.
—Un poco, si— admití y llevé una mano a su rostro para acariciarlo.
—Yo también estaba asustada— confesó inclinando su rostro en mi palma sin dejar de mirarme y trasmitiéndome sus emociones a través de nuestro vinculo por lo
que me incliné para depositar un suave beso en sus labios.
Ninguno de los dos estaba seguro de cómo había sido posible que ella hubiera regresado como un vampiro convertido pero ella tenía la teoría que fue debido a
nuestros previos intercambios de sangre lo que le permitió regresar de entre los muertos. Con el conocimiento que: para que un humano se convirtiera en vampiro se
debía realizar tres intercambios de sangre y con dos intercambios entre nosotros previos, el tercero, cuando había intentado salvarla esa noche fue lo que finalmente la
terminó por convertirla en vampiro, mientras su alma mágica moría, su alma humana era convertida. Podía tener cierta lógica su teoría debido a que no era posible
convertir un brujo en vampiro, por lo que su lado mágico debía morir primero, sin contar el hecho que el humano en cuestión a convertirse debía ser drenado hasta casi
morir y como Hana había utilizado el sello maldito hasta el límite lo que provocó una hemorragia masiva en sus órganos interno. Así que las condiciones eran las
adecuadas para que ella “renaciera” aunque lo hubiera tomado cerca de tres días hacer el cambio por completo.
Aún manteníamos ciertas interrogantes sobre el porqué no había podía sentir su presencia después que yo la hubiera convertido y con nuestro vinculo completado y
que, no fue hasta que nos tocamos que ambos sentimos la unión de nuestras almas o cómo era posible que Hana no recordara nada sobre esa noche ni cómo fue que
transformó al brujo en un árbol, la desaparición de sus zarcillos, o como había roto el sello del lirio por completo dejando nada más que un tenue cicatriz en su cuello.
Tal vez nunca lo averiguaríamos, todo eso se había ido junto con su alma mágica de bruja. Honestamente, no pensaba mucho en ello y solo me quedaba agradecer por
tenerla entre mis brazos, y no dar nada por hecho. La vida podía ser corta por lo que me dedicaba a hacer feliz a Hana y disfrutar cada día como si fuera el último.
—Te amo, ¿lo sabes?— susurré viendo a sus ojos verdes. No había un solo día en que se lo digiera o se lo demostrara.
—Lo sé— contestó con una preciosa sonrisa alzándose de puntillas para besar mi barbilla.
—¡M amá! ¡Papá!— escuché el grito infantil a mi espalda y sonreí sintiendo la calidez en mi pecho.
Giré con mi esposa en brazos dejando una mano sobre su cintura para ver a nuestra hija de trece años correr hacia nosotros con una brillante sonrisa. Viendo la
emoción traviesa brillando en sus ojos verdes supe lo que haría a continuación por lo que solté a Hana a tiempo para recibir a mi niña en brazos y sostenerla con mi
brazo derecho mientras ella enrollaba sus delgados brazos alrededor de mi cuello y sus piernas en mi cintura mientras se inclinaba hacia su madre besando su mejilla con
amor.
Reí por su gracia, no podía evitarlo, era mi princesa y la luz de mis ojos. Nunca había soñado con ser padre, ni tampoco lo habíamos esperado con Hana después de
casados; a pesar que ambos éramos vampiros y estábamos unidos dimos por sentado que luego de estar más de tres décadas juntos y sin ningún resultado era un sueño
que no íbamos a poder cumplir. Hasta que un día Hana me dio la hermosa noticia que estaba embarazada, ambos estábamos superados por la felicidad que nos
embargaba. Pero cuando tuve a mi hija en brazos por primera vez, ese pequeño ángel de ojos verdes me tuvo envuelto alrededor de su dedo meñique. Adoraba a mis dos
mujeres, me encantaba ver la sonrisa en el rostro de mi pequeña hija. Y mi Hana, mi esposa, mi amante, mi compañera eterna, no podía concebir un día sin ella.
Las cosas en esos cincuenta años no habían sido fáciles, habíamos perdido mucho y ganado poco esa noche. La diversas batallas con los rebeldes que siguieron
después, la especulación en el mundo de los humanos por las desapariciones que seguían sucediendo, los ataques en el resto de continentes, el ataque en Rusia fue solo
el inicio pero ninguno se dio por vencido, todos seguimos luchando para mantenernos en el anonimato. Como bien había dicho Theroux en una ocasión, los humanos no
estaban preparados para conocer nuestra existencia en ese entonces, pero un día lo harían y debíamos estar listos cuando ese momento llegara.
Y hoy era ese día, era el día perfecto para recordar lo cerca que estuvimos de perderlo todo.
Fue gracias a una vieja amiga la que creó el puente que hoy íbamos a cruzar, aunque ahora nos quedara un largo camino por recorrer y más difícil que el anterior, no
íbamos a rendirnos. Y el primer paso era la integración de un consejo de humanos, por el momento, previamente seleccionados en nuestras filas. Ellos serían los
primeros en conocer nuestra existencia, sería ese grupo de humanos quienes se encargarían de abrirnos paso en la sociedad y de pasar todo su conocimiento adquirido a
nuevas generaciones; el cambio no se produciría en un par de años, ni siquiera décadas, todos estábamos consciente de ello y de la mortalidad de los mismos humanos,
pero confiábamos, no, teníamos la certeza que aunque nos llevará tiempo lo conseguiríamos. La unión de todas las especies en una sola. Era un largo camino por
recorrer pero con Hana y mi hermosa hija a mi lado no habría nada que me detuviera para conseguirlo con tal de asegurarles un futuro mejor.
—¿Dónde está tu tía Valya, mi amor?— preguntó Hana a mi lado con una sonrisa pasando su brazo por mi cintura y otro acariciando el cabello de nuestra hija con el
otro. Inmediatamente envolví mi brazo su cintura acercándola a mí con una sonrisa.
—Se quedó platicando con la otra tía— respondió mi niña removiéndose inquieta signo que deseaba que la bajara. Conociendo su hiperactividad la dejé en el suelo
viendo como se acercaba para acariciar la piedra blanca detrás de nosotros con respeto. Ella conocía el porqué el nombre de su madre estaba ahí. Era algo más que un
gesto simbólico, porque esa noche los dos brujos Hana M iller junto a Theroux habían sacrificado sus vidas en aras para preservar la paz; para que Hana volviera a
renacer como una “no viviente”[26] y luego convertirse en Hana Jakov al aceptar ser mi esposa tiempo después.
Escuchamos el murmullo de voces acercándose y los tres giramos hacia el sonido. Sentí la pequeña mano de mi niña buscar la mía y la sostuve con cariño sin soltar a
mi esposa. M iramos al grupo caminar con alegría hacia nosotros; era mi hermana Valya acompañada de su esposo Henry junto al consejo y cuatro humanos más y entre
ellos la mujer que había hecho todo posible.
Keira Williams.
La misma mujer que una vez intentó en el pasado exponer al mundo nuestra existencia, ahora era nuestra mayor defensora, amiga más querida y auto-nombrada tía
por mi preciosa hija. A sus ochenta y pico de años seguía siendo una mujer con iniciativa y mucho temple que había estado caminando a nuestro lado para que un día,
los humanos estuvieran listos para conocernos y aceptarnos.
Pero el primer paso ya se había dado ciento cuarenta y ocho años atrás, en mil novecientos diecisiete; cuando una noche, el consejo de aquel entonces dio su vida para
proteger a una bebé inocente mitad humana y mitad bruja mandándola al futuro con la esperanza de detener una guerra y asegurar un futuro mejor para todos.
Hana, mí amada esposa, y compañera eterna. Una promesa había unido nuestros destinos, pero fue nuestro amor el que venció a la muerte uniéndonos en la
eternidad. Y cuando nuestro tiempo en esta tierra llegara a su fin, no había duda que a donde sea que ella fuera, yo la seguiría, como un día le prometí que lo haría.
FIN.
[1] Derrocamiento del régimen zarista y a la instauración preparada de otro, leninista, entre febrero y octubre de 1917.
[2] Esposo mío, en ruso.
[3] Abreviación de abuela en ruso.
[4] Restaurante famoso ingles del reconocido chef Gordon Ramsey.
[5]¿ Eres la hija de Sergei?, en ruso.
[6] M i niña, en ruso.
[7] Que tu alma descanse junto a las estrellas,en ruso.
[8] ¿Qué está pasando aquí?, En ruso.
[9] M ierda, en ruso.
[10] Ubicada entre los siglos XV y XVIII.
[11] Hija, en ruso
[12] Hace referencia a varias instituciones dedicadas a la supresión de la herejía mayoritariamente en el seno de la Iglesia católica.
[13] Es un pabellón de planta simétrica, generalmente hexagonal o circular. Se encuentran aislados, techados, y abiertos por todos los lados; proporcionan sombra,
un abrigo y un lugar de descanso.
[14] M i amor en ruso.
[15] Es el más antiguo reconocimiento internacional en el campo del periodismo. Los premios son administrados por la Escuela de Periodismo de la Universidad de
Columbia.
[16] M i niña en ruso.
[17] Abuela en ruso.
[18] Eres preciosa, en ruso.
[19] Es un club exclusivo que cuenta con un área de restaurante en la planta alta y una discoteca con shows en vivo en la planta baja.
[20] Buenas noches, señor Jakov en ruso.
[21]Canción traducida: The way you look tonight de Frank Sinatra
[26] Hace referencia a la trasformación de humano a vampira de Hana que es conocida como un “no viviente” entre los vampiros al ser convertida y no una nacida
de vampiros.