0% encontró este documento útil (0 votos)
585 vistas43 páginas

Introducción Al Derecho Internacional de Protección de Los Derechos Humanos

En caso de conflicto bélico internacional o nacional, el DIH establece normas obligatorias para todos los Estados, que no pueden ser ignoradas. Este cuerpo normativo regula cómo deben llevarse a cabo las hostilidades y protege a la población civil, buscando minimizar los efectos devastadores del conflicto.

Cargado por

Lara Joussaud
Derechos de autor
© © All Rights Reserved
Nos tomamos en serio los derechos de los contenidos. Si sospechas que se trata de tu contenido, reclámalo aquí.
Formatos disponibles
Descarga como DOCX, PDF, TXT o lee en línea desde Scribd
0% encontró este documento útil (0 votos)
585 vistas43 páginas

Introducción Al Derecho Internacional de Protección de Los Derechos Humanos

En caso de conflicto bélico internacional o nacional, el DIH establece normas obligatorias para todos los Estados, que no pueden ser ignoradas. Este cuerpo normativo regula cómo deben llevarse a cabo las hostilidades y protege a la población civil, buscando minimizar los efectos devastadores del conflicto.

Cargado por

Lara Joussaud
Derechos de autor
© © All Rights Reserved
Nos tomamos en serio los derechos de los contenidos. Si sospechas que se trata de tu contenido, reclámalo aquí.
Formatos disponibles
Descarga como DOCX, PDF, TXT o lee en línea desde Scribd
Está en la página 1/ 43

Introducción al Derecho Internacional de protección de

los Derechos Humanos


BANFI, Analía y MICHELINI, Felipe
Panorama del Derecho Internacional de protección de los Derechos
Humanos
1. El Derecho Internacional de Protección de los Derechos Humanos como
rama del Derecho
a. Relación con otras disciplinas jurídicas
i. Derecho Internacional Humanitario
En caso de conflicto bélico internacional o nacional, el Derecho Internacional
Humanitario (DIH) establece normas obligatorias para todos los Estados, que
no pueden ser ignoradas. Este cuerpo normativo regula cómo deben llevarse a
cabo las hostilidades y protege a la población civil, buscando minimizar los
efectos devastadores del conflicto.
El DIH no aborda la legitimidad del uso de la fuerza, sino que se centra en las
responsabilidades durante el conflicto. Su desarrollo comenzó con la
costumbre y se formalizó en los Convenios de Ginebra, que buscan tratar de
manera similar a los heridos, tanto enemigos como propios.
Aunque el DIH y el Derecho Internacional de Protección de los Derechos
Humanos persiguen proteger la dignidad humana, operan en contextos
distintos: el primero en tiempos de guerra y el segundo en tiempos de paz. Los
Convenios de Ginebra de 1949 y la Declaración Universal de 1948 muestran
esta separación, aunque el artículo 3 común de los Convenios regula los
conflictos no internacionales. El DIH ha evolucionado con el tiempo, y la
jurisprudencia, como la sentencia del caso Nicaragua vs. Estados Unidos, ha
contribuido a establecer principios fundamentales del derecho humanitario
como parte del derecho internacional.
ii. Derecho Penal Internacional
La relación entre el Derecho Penal y la protección internacional de los derechos
humanos es compleja. El Derecho Penal puede servir para proteger los
derechos humanos al sancionar violaciones, pero también puede ser una
fuente de violaciones. Mientras que el Derecho Penal actúa a posteriori, el
Derecho Internacional de Protección de los Derechos Humanos trabaja a priori,
estableciendo garantías y mecanismos de protección.
La idea de que la persecución penal de individuos puede mejorar la protección
de los derechos humanos ha llevado al desarrollo de la justicia penal
internacional. Los delitos transnacionales como la trata de personas y el tráfico
de estupefacientes han aumentado la preocupación global. Los códigos
penales nacionales también han incorporado normas sobre la
extraterritorialidad de ciertos delitos, especialmente cuando afectan a sus
ciudadanos o intereses vitales.
Casos notables como Filartiga vs. Peña-Irala y la detención de Augusto
Pinochet han consolidado la jurisdicción universal para crímenes graves. Este
concepto se formalizó con la creación de la Corte Penal Internacional
mediante el Estatuto de Roma en 1998, que entró en vigor en 2002. La Corte
se encarga de juzgar los crímenes más graves, como genocidio y crímenes de
lesa humanidad, cuando los Estados no pueden o no quieren hacerlo. En
Uruguay, el Código Penal y la Constitución Nacional reconocen la
extraterritorialidad y la competencia en materia de derechos internacionales,
facilitando la persecución de crímenes graves.
iii. Derecho Constitucional
Las diferencias entre el Derecho Internacional de Protección de los Derechos
Humanos y el Derecho Constitucional son significativas. El Derecho
Constitucional es territorial y específico de cada nación, mientras que el
Derecho Internacional de Derechos Humanos es universal. Aunque ambos
protegen a la persona y se han influido mutuamente, las garantías
constitucionales pueden ser modificadas o suspendidas por el poder estatal,
mientras que el Derecho Internacional de Derechos Humanos se aplica
universalmente y es de naturaleza erga omnes.
La interpretación constitucional sigue la lógica de la norma superior
establecida por la Constitución, que puede ser modificada según lo que
disponga la propia Constitución. Por el contrario, el Derecho Internacional de
Derechos Humanos tiene un carácter universal que no depende del ámbito
nacional.
Además, las constituciones abordan principalmente la organización del Estado
y la ciudadanía, excluyendo a quienes no son parte de ella. Los estudios de
derecho comparado son útiles para entender conceptos de derechos humanos
que son abiertos a interpretación, como la moral o el orden público. En
Uruguay, el artículo 72 de la Constitución, incorporado en 1918 y modificado
en 1934, ha sido clave para integrar los contenidos del Derecho Internacional
de Derechos Humanos al derecho uruguayo, estableciendo que los derechos y
garantías constitucionales no excluyen otros inherentes a la personalidad
humana o derivados de la forma republicana de gobierno.
b. Evolución del Derecho Internacional de Protección de los
Derechos Humanos
La evolución del Derecho Internacional de Protección de los Derechos
Humanos está influenciada por la globalización. La aceleración en
comunicaciones, finanzas y transporte ha hecho al mundo más interconectado,
con conciencia de que los eventos en un rincón del planeta afectan a otros.
Fenómenos como el cambio climático y las crisis financieras requieren una
respuesta común de los Estados.
La globalización también ha intensificado la conciencia de proximidad entre
pueblos y ha llevado al desarrollo de sistemas normativos globales que
buscan regular diversas actividades, incluyendo la protección internacional de
los derechos humanos. En el contexto de transiciones políticas y conflictos, ha
surgido la justicia transicional para enfrentar el pasado de violaciones a los
derechos humanos y buscar justicia, memoria y reconciliación. Además, se ha
incrementado la protección de colectivos vulnerables como niños, mujeres,
afrodescendientes, indígenas y personas con discapacidad.
El Derecho Internacional ha evolucionado para reconocer a actores no
estatales y al derecho de los pueblos a la autodeterminación. La proliferación
de organizaciones intergubernamentales y no gubernamentales refleja el
creciente papel de la sociedad civil en la protección de los derechos humanos.
Las organizaciones no gubernamentales, como Human Rights Watch y Amnistía
Internacional, han sido fundamentales en la promoción y desarrollo de
derechos humanos. En Uruguay, la consolidación de organizaciones de
derechos humanos ha sido crucial durante y después de la dictadura.
Finalmente, la responsabilidad de los individuos en el Derecho Internacional
se ha afirmado a través de instrumentos como el Estatuto de la Corte Penal
Internacional, que tipifica crímenes graves y destaca la capacidad jurídica de
las personas para exigir protección y cumplir con obligaciones internacionales.
La Declaración Universal de Derechos Humanos y el Estatuto de la Corte
Penal Internacional subrayan que los individuos tienen derechos y deberes
en la comunidad internacional.
2. Concepto de Derechos Humanos
a. Consideraciones generales
El primer paso para comprender los derechos humanos es establecer el plano
conceptual y definir a cuál de ellos se refiere el interlocutor. Esta clarificación
inicial es crucial para avanzar en su estudio y evitar equívocos conceptuales.
Los derechos humanos abordan temas sensibles como la pena de muerte, la
discriminación, la interrupción del embarazo, la eutanasia, la protección del
medio ambiente, las desapariciones forzadas y la tortura, que provocan
reacciones en las convicciones de quienes los estudian.
Es importante reconocer que los derechos humanos se pueden analizar desde
diversas perspectivas, como los valores, la ética, la política, las ciencias
sociales y la sensibilidad emocional. La obra de Pablo Picasso, “Guernica”,
ilustra cómo el arte puede reflejar las profundas preocupaciones sobre los
derechos humanos.
El concepto jurídico de los derechos humanos se define a través de normas y
mecanismos específicos que regulan su aplicación. Este enfoque jurídico limita
el campo de estudio, facilitando la comprensión de los deberes y obligaciones
establecidos por el derecho. Sin embargo, es necesario recordar que el derecho
está influenciado por valores, realidad y sensibilidad.
El análisis jurídico debe identificar normas, obligaciones, procedimientos y
mecanismos para asegurar que la teoría coincida con la realidad. Aunque el
estudio de los derechos humanos puede ser complejo, es esencial para la
defensa y promoción de estos derechos. La evolución histórica de los
derechos humanos ha sido moldeada por el sufrimiento de víctimas de
intolerancia y fundamentalismo, y la tecnología ha amplificado la difusión de
estos abusos.
El estudio y difusión de los derechos humanos no solo honran a las víctimas,
sino que también subrayan la necesidad de defender la dignidad humana en
todo el mundo. La disciplina que aborda estos temas debe comprometerse
activamente con la defensa de la dignidad humana.
b. Terminología y concepto
El derecho como sistema jurídico es intrínseco a la dimensión cultural del ser
humano en sociedad. Las normas jurídicas se expresan a través del lenguaje,
reflejando mandatos y articulaciones que hacen del sistema un conjunto
coherente.
El derecho presupone que los seres humanos tienen conciencia y voluntad, y,
por lo tanto, pueden elegir aceptar o transgredir las normas. Esta capacidad de
elección distingue el comportamiento humano del animal, que no muestra
evidencia de conciencia y voluntad.
La expresión “derechos humanos” se refiere a derechos inherentes al ser
humano, mientras que "derechos de los animales" alude al objeto de la norma.
Las normas jurídicas son producto de la sociedad en un momento histórico y
territorio específicos, más allá del debate sobre si los derechos se descubren o
se construyen.
El jurista Paul Sieghart señala que el poder se mantiene mediante el apoyo
activo de otros actores y la aceptación pasiva de la mayoría. El concepto de
justicia varía entre sociedades y épocas, lo que lleva a un dilema entre ius
naturalismo y positivismo jurídico.
Carlos Santiago Nino describe el iusnaturalismo como la idea de principios
morales universales válidos, mientras que el positivismo jurídico se enfoca en
la coercibilidad de las leyes y no distingue entre leyes buenas y malas. Nils
Helander y Luigi Ferrajoli discuten sobre la existencia previa de los derechos
humanos como derechos morales antes de ser reconocidos jurídicamente.
Los derechos humanos son universales, irrenunciables e inalienables, y se
oponen a categorías éticas o morales. La Conferencia Mundial de Viena de
1993 afirmó que los Estados deben promover y proteger todos los derechos
humanos y libertades fundamentales, independientemente de sus sistemas
políticos, económicos y culturales.
i. Titularidad activa
La norma de derecho implica un sujeto beneficiario o titular activo de derechos
y un sujeto obligado o pasivo. En principio, el ser humano es el titular activo de
los derechos humanos, ejerciéndolos y pudiendo reclamar su ejercicio, por lo
que debe ser considerado sujeto de derecho.
El Derecho Internacional de Protección de los Derechos Humanos parte de que
todas las personas deben ser reconocidas como sujetos de derechos.
Históricamente, el concepto de persona ha excluido a algunos, como los
esclavos, pero actualmente se reconoce a todos los seres humanos como
personas jurídicas.
Desde una perspectiva psicológica, Philippe Jeammet destaca que la violencia
se siente cuando una persona es tratada como objeto en lugar de sujeto. En el
ámbito jurídico, el momento preciso de cuándo se es persona no está definido
claramente más allá del nacimiento. Las definiciones legales varían, como lo
muestra el Pacto de San José y la Convención sobre los Derechos del Niño, que
no resuelven completamente este dilema.
La titularidad de derechos también se complica en cuestiones como el derecho
a la autodeterminación de los pueblos, que se menciona en la Carta de las
Naciones Unidas y en los Pactos Internacionales de Derechos Humanos.
Además, la criminalización del genocidio y el enfoque en colectivos específicos
como mujeres, personas con discapacidades, y niños destacan la protección de
grupos vulnerables.
ii. Titularidad pasiva
Observadas las complejidades de determinar quién es el beneficiario o titular
activo de los derechos humanos, también se enfrenta la cuestión de la
titularidad pasiva. Esta identifica a los sujetos obligados a cumplir con los
derechos de los titulares. En primer término, los Estados actúan como la
comunidad internacional. La Carta de las Naciones Unidas establece que los
Estados deben promover y realizar cooperación internacional basada en los
derechos humanos. El artículo 1.3 menciona el desarrollo y estímulo del
respeto a los derechos humanos.
El Estado, como entidad jurídica, tiene la obligación de cumplir tanto con el
Derecho Internacional Público como con el Derecho Internacional de Protección
de los Derechos Humanos. Debe garantizar el respeto de estos derechos y
actuar contra violaciones, ya sea por otros particulares o por omisión.
El proceso de consolidación de la protección jurídica de los derechos humanos
ha sido gradual. La Corte Interamericana de Derechos Humanos, en el caso
Velásquez Rodríguez vs. Honduras, estableció que el Estado tiene el deber de
garantizar el ejercicio de los derechos humanos y de prevenir, investigar y
sancionar violaciones. La doctrina ha discutido si solo los Estados o también
otras entidades tienen responsabilidades. La Declaración Universal de
Derechos Humanos y la Convención Internacional sobre el Apartheid han
establecido responsabilidades tanto para los Estados como para individuos y
organizaciones.
La Conferencia Mundial de Derechos Humanos en Viena y el Estatuto de
Roma de la Corte Penal Internacional refuerzan la idea de que tanto los
Estados como los individuos y organizaciones tienen obligaciones directas en la
protección de los derechos humanos. El Estado debe actuar para prevenir
violaciones y sancionar a los responsables, mientras que las personas y
organizaciones deben respetar los derechos humanos y pueden ser
responsables si violan estos derechos.
En conclusión, la responsabilidad por violaciones de derechos humanos no
puede ser eludida por el hecho de que existan otras entidades involucradas.
Los Estados deben cumplir con sus obligaciones y garantizar la protección
efectiva de los derechos humanos.
iii. El artículo primero común de los Estados
El intervalo entre la aprobación de la Carta de Naciones Unidas y la
Declaración Universal, y la discusión de los Pactos introdujo aspectos
controversiales. Estos textos fundamentales en la promoción y protección de
los derechos humanos se discutieron durante la Guerra Fría y la
descolonización. Esto explica la inclusión del artículo primero común a ambos
pactos, que ha sido criticado por introducir disonancias en su contenido y
dificultar la definición precisa de los derechos humanos.
Algunos argumentan que estos artículos reflejan razones políticas y relaciones
internacionales de la época. Otros sostienen que retomaron aspectos de la
Carta de Naciones Unidas, que menciona a los “pueblos de las Naciones
Unidas” y promueve la libre determinación de los pueblos.
En la Declaración Universal, las referencias al concepto de “pueblo” son
vagas y no se le otorga un estatus como sujeto de derecho. Asimismo, la
Convención para la Prevención y la Sanción del Delito de Genocidio define el
genocidio como un crimen internacional dirigido contra grupos nacionales,
raciales o religiosos, sin incluir al “pueblo” como sujeto de derecho.
c. Definiciones
Más allá de antecedentes históricos como el constitucionalismo británico, la
teoría del derecho natural de John Locke, la Ilustración, y eventos como la
Declaración de Derechos de los Estados Unidos y la Declaración de los
Derechos del Hombre y del Ciudadano de 1789, la versión contemporánea de
los derechos humanos es distinta y específica. Louis Henkin argumentaba que
la idea moderna de los derechos humanos no es un calco del derecho natural
ni de teorías políticas específicas, sino que se basa en la idea de que el
individuo tiene derecho a la autonomía y la satisfacción de sus necesidades
básicas, y que estos derechos deben ser exigibles, no meras aspiraciones.
Héctor Faúndez Ledesma definía los derechos humanos como prerrogativas
jurídicas que el individuo puede exigir al Estado para preservar su dignidad y
asegurar que se satisfagan sus necesidades básicas. Los derechos humanos
son, por tanto, derechos exigibles con mecanismos de protección a disposición
de los individuos en caso de violaciones.
La obligación estatal se desdobla en respeto y garantía de los derechos
humanos. En caso de incumplimiento, el Estado debe proporcionar
mecanismos administrativos o judiciales para la protección de los derechos. Si
los mecanismos internos fallan, se recurre a mecanismos internacionales de
protección.
El Derecho Internacional de Protección de los Derechos Humanos establece
normas que los Estados deben observar. El incumplimiento puede llevar a
sanciones por parte de la comunidad internacional. Los Estados deben adaptar
su derecho interno para cumplir con estas obligaciones, aunque el derecho
interno no puede usarse como excusa para incumplir compromisos
internacionales.
El concepto de deberes en los derechos humanos está presente en
documentos como la Declaración Universal, que impone deberes hacia la
comunidad. La Declaración Americana y la Convención Americana
también establecen correlaciones entre derechos y deberes, garantizando que
los derechos no sean suprimidos bajo ninguna circunstancia.
Aunque el incumplimiento de deberes no justifica la privación de derechos, y
los derechos humanos deben ser protegidos incluso en el caso de personas
acusadas de crímenes, algunos sectores sociales a veces sugieren que ciertos
individuos no merecen derechos humanos. Sin embargo, desde una
perspectiva jurídica, todos los derechos deben ser respetados para preservar la
dignidad humana integralmente.
d. Clasificaciones
Por razones académicas, docentes o políticas, la necesidad de clasificar los
derechos humanos ha sido constante. Existen numerosas clasificaciones y se
ha enfatizado la interdependencia de estos derechos. Es fundamental recordar
que todos los derechos humanos son interdependientes y no hay un bloque de
derechos más importante que otro.
En la Conferencia de Viena se estableció que “todos los derechos humanos son
universales, indivisibles e interdependientes”. Esta visión se ratifica en la
Resolución de la Asamblea General de las Naciones Unidas que creó el Consejo
de Derechos Humanos.
Una categorización común divide los derechos en civiles y políticos, y
económicos, sociales y culturales. A veces es difícil distinguir entre estas
categorías, como en el caso de los derechos relacionados con el matrimonio y
la familia. Sin embargo, la clasificación exacta es menos relevante que la
interdependencia de todos los derechos.
El Protocolo de San Salvador y la Convención Americana de Derechos
Humanos destacan la relación estrecha entre derechos económicos, sociales y
culturales, y los derechos civiles y políticos. Se argumenta que los derechos
civiles y políticos requieren una obligación pasiva del Estado, mientras que los
derechos económicos, sociales y culturales requieren acciones más activas.
Algunos autores han clasificado los derechos en generaciones: la primera
generación incluye los derechos civiles y políticos, la segunda los derechos
económicos, sociales y culturales, y la tercera los derechos colectivos. Esta
clasificación ha sido cuestionada, especialmente en cuanto a la justiciabilidad
de estos derechos.
El debate ideológico ha influido en la percepción de la importancia de los
derechos según su categoría. La distinción entre derechos fundamentales e
inferiores a menudo lleva a debates sobre cuál debería prevalecer en caso de
conflicto, pero es más razonable aceptar la interdependencia e integralidad del
sistema de derechos humanos.
3. La perspectiva jurídica de la protección internacional de los derechos
humanos
a. Estado y soberanía
El Estado es una forma de organización social de los seres humanos, resultado
de un desarrollo histórico específico. No siempre ha existido en todas las
etapas históricas. De acuerdo con Serbin, el concepto de Estado tal como lo
conocemos surge con la Paz de Westfalia en 1648. El Estado se estructura en
torno a un conjunto de normas coercitivas (el derecho), una organización de
personas, y recursos materiales. A través de estos elementos, ejerce el poder
soberano sobre la población en un territorio determinado, detentando el
monopolio de la fuerza y financiándose a través de tributos impuestos
coercitivamente.
Este poder soberano, conocido como soberanía estatal, permite al Estado
actuar de manera autónoma dentro de su territorio, sin injerencias externas,
consolidándose como un actor independiente en las relaciones internacionales.
La historia muestra que la consolidación del Estado moderno tiene sus raíces
en la etapa feudal, donde se identificaba con la figura de reyes o señores
feudales con legitimidad divina. Con el tiempo, el Estado se ha complejizado,
adaptándose a los procesos económicos y sociales del siglo XXI.
El Estado moderno se organiza en tres poderes: Legislativo, Judicial y Ejecutivo,
cada uno con funciones específicas. El carácter democrático de estas
instituciones es producto de un desarrollo histórico, donde la legitimación
mediante el voto universal ha sido objeto de tensiones sociales y políticas.
Aunque el Estado asume funciones primarias de seguridad, justicia, defensa y
relaciones exteriores, su rol se ha expandido a otras áreas como la economía,
el trabajo, la salud, y la previsión social, configurando lo que se conoce como el
Estado de Bienestar Social.
b. El control del poder
La construcción y consolidación del poder estatal, legitimado por tradiciones
culturales, religiosas y políticas, incluyendo la elección popular de autoridades,
ha enfrentado resistencia desde sus inicios. El constitucionalismo surge como
un proceso para limitar este poder, estableciendo que el Estado debe seguir
ciertas normas y procedimientos, consolidando la idea del Estado de derecho.
A lo largo de la historia, diversos hitos como la Carta Magna de 1215, la
Revolución Francesa de 1789 y la Constitución de México de 1917, han
contribuido a la evolución del constitucionalismo. Estos procesos, junto con la
expansión de los derechos humanos, han establecido límites al poder del
Estado, reconociendo un conjunto normativo que protege a las personas por el
simple hecho de serlo. Este desarrollo jurídico culmina en la aceptación de
que el trato que un Estado da a las personas bajo su jurisdicción es una
preocupación legítima de la comunidad internacional, estableciendo un cambio
cualitativo en las relaciones internacionales y en la protección de los derechos
humanos.
c. Antecedentes históricos inmediatos
Las naciones triunfantes de la Segunda Guerra Mundial, Estados Unidos, la
Unión Soviética y el Reino Unido, buscaron establecer un nuevo esquema de
relaciones internacionales para garantizar la paz y seguridad. Este esfuerzo se
basó en la evaluación negativa de los acuerdos previos y las lecciones
traumáticas de las guerras mundiales.
El genocidio nazi, conocido como el Holocausto, y otros crímenes de guerra
tuvieron un impacto profundo en las élites de estas naciones, resaltando la
necesidad de límites al poder estatal y el respeto por la vida humana. El
genocidio armenio en 1915 es otro antecedente directo de estas atrocidades, y
ambos ejemplos subrayan la importancia de la memoria y la justicia para
prevenir la repetición de tales horrores.
La Segunda Guerra Mundial culminó con la utilización de armamento de
destrucción masiva, como las bombas atómicas en Hiroshima y Nagasaki,
marcando un punto de inflexión en la historia. Esto dio lugar a una nueva era
de temor y esperanza, con la expectativa de un mundo en paz y respetuoso de
la dignidad humana.
d. Un nuevo orden internacional: el surgimiento de las Naciones
Unidas y el Derecho Internacional de Protección de los Derechos
Humanos
Después de la Segunda Guerra Mundial, con la derrota de los Estados del Eje,
se consolidó un sistema de organizaciones intergubernamentales, siendo la
más destacada la Organización de las Naciones Unidas (ONU), creada en 1945.
La ONU, junto con otras organizaciones como la UNESCO, UNICEF y la OMS,
desempeñan un papel crucial en la complejidad de las relaciones
internacionales.
La Carta de la ONU establece que la paz y la seguridad internacionales son
fundamentales, y que la promoción de los derechos humanos es una obligación
de todos los Estados y organizaciones intergubernamentales. En este contexto,
se crearon organizaciones regionales como la Organización de Estados
Americanos (OEA) y la Unión Europea.
Paralelamente, la sociedad civil internacional ha multiplicado sus esfuerzos
para promover la paz y los derechos humanos, dando lugar a numerosas
organizaciones como Amnistía Internacional y la Comisión Internacional de
Juristas. La instalación de los Tribunales Militares de Núremberg y Tokio, que
juzgaron a los responsables de crímenes de guerra, consolidó la idea de que
los derechos humanos son fundamentales para la paz y la seguridad
internacionales. Esto llevó a la adopción de la Convención para la Prevención y
Sanción del Delito de Genocidio y la Declaración Universal de Derechos
Humanos en 1948.
La Segunda Guerra Mundial marcó un cambio en la percepción de la soberanía
estatal, imponiendo límites al poder del Estado en relación con los derechos
humanos. Las normas internacionales ahora reconocen que el trato que un
Estado dispensa a las personas bajo su jurisdicción es una preocupación
legítima de la comunidad internacional. Esto ha erosionado el concepto de
soberanía estatal ilimitada, ya que los derechos humanos son ahora un
componente esencial del Derecho Internacional.
e. La evolución y afirmación del Derecho Internacional de Protección
de los Derechos Humanos
Teniendo presente los antecedentes históricos de las Naciones Unidas, se
puede afirmar que esto generó normas jurídicas obligatorias en “derechos
humanos” para todos los Estados, formando el Derecho Internacional de
Protección de los Derechos Humanos. En principio, los derechos humanos
deben ser satisfechos dentro del marco interno de cada Estado mediante sus
normas constitucionales y legales, las cuales deben hacer operativos los
deberes de garantizar y promover los derechos humanos. El principal
responsable de cumplir estos derechos es el Estado, que tiene la obligación de
cumplir con estos deberes fundamentales.
Aunque existen normas jurídicas obligatorias, la realidad muestra que la plena
vigencia de los derechos humanos no se constata en ningún Estado, ni siquiera
en aquellos considerados virtuosos en su cumplimiento. En situaciones de
violencia, crisis económicas o revueltas políticas, así como en Estados con
relativa estabilidad, se observa un déficit en el cumplimiento de las
obligaciones de derechos humanos.
Este fenómeno refleja una tensión entre el deber ser establecido por la norma
y la realidad, lo que no niega la existencia del orden jurídico. La existencia de
violaciones de derechos humanos no anula la norma, sino que destaca la
necesidad de su aplicación.
A más de veinte años de este análisis y a más de sesenta de la creación de la
ONU, el razonamiento sigue vigente. Aún se observa la negación de las normas
de protección de la dignidad humana, especialmente cuando se trata de los
propios Estados en los que se vive y se ejercen poderes de gobierno.
f. Las Fuentes del Derecho Internacional de Protección de los
Derechos Humanos
Las relaciones entre los Estados se rigen por normas jurídicas, que se
constituyen como obligatorias a través de fuentes de derecho. Estas normas se
distinguen de otras, como las morales o culturales, por su carácter jurídico.
En los derechos internos, la Constitución indica cuáles fuentes son obligatorias.
En el Derecho Internacional de Protección de los Derechos Humanos, las
fuentes no difieren de las reconocidas por el Derecho Internacional Público:
convenciones internacionales, costumbre internacional, principios generales
del derecho, jurisprudencia y doctrina.
El derecho internacional se basa en el consentimiento de los Estados, y su
aplicación coercitiva depende de la voluntad de estos o de sanciones
individuales o colectivas. Aunque no hay un organismo supranacional con
monopolio de la fuerza, el derecho no puede ser ignorado impunemente.
Además de las fuentes tradicionales, existen actividades con impacto
normativo, como declaraciones y pronunciamientos de Estados y organismos
internacionales, que, aunque no son normas jurídicas, influyen en la
interpretación y aplicación de las normas de protección. Estos se conocen
como instrumentos internacionales de protección de los derechos humanos,
que complementan los mecanismos para hacer efectivos estos derechos.
Este conjunto de instrumentos forma un sistema dinámico para la
interpretación y aplicación del derecho internacional de protección de derechos
humanos. Por ejemplo, no se puede comprender plenamente el derecho de la
protección infantil solo con la Convención sobre los Derechos del Niño, sino que
también se deben considerar otros instrumentos como la Declaración de
Beijing y las Reglas de Riad. En derecho interno sucede algo similar; un experto
en derecho no debería ignorar resoluciones o jurisprudencia, aunque en teoría
solo apliquen a casos concretos.
i. La costumbre internacional
La costumbre como fuente de derecho consiste en la generación de normas a
través de la reiteración de una práctica (consuetudo) y la convicción de que es
jurídicamente obligatoria (opinio juris). Está reflejada en las acciones de los
Estados que reconocen tanto la existencia de un hecho material como su
obligatoriedad.
Nikken argumenta que, aunque todos los Estados puedan violar derechos
humanos, el hecho inveterado es la respuesta de la comunidad internacional
ante tales violaciones. La opinio juris reside en la convicción de que se está
violando una norma obligatoria.
La costumbre es fundamental en el derecho internacional, ya que obliga a
todos los Estados, incluso a los de reciente formación. Sin embargo, se
considera rústica en comparación con un derecho internacional moderno y
especializado.
Además, la costumbre requiere evidencia de su existencia, y las declaraciones
de organismos multilaterales pueden ser vistas como promoción de futuras
obligaciones más que reglas de derecho actuales. Dentro de la costumbre, las
normas de ius cogens tienen un carácter imperativo y no pueden ser
modificadas por acuerdos entre partes. Estas incluyen la prohibición del uso de
la fuerza, el genocidio, la no discriminación racial, los crímenes contra la
humanidad, y la prohibición del tráfico de esclavos y la piratería.
El Tratado de Viena sobre el Derecho de los Tratados define las normas de ius
cogens como normas de orden público. López Goldaracena señala que estas
normas tienen una jerarquía superior a los acuerdos bilaterales, colocándolas
en el vértice del orden jurídico internacional.
La comunidad internacional ha avanzado hacia un derecho convencional,
codificando tratados aceptados por los Estados, lo que ha clarificado y
ordenado los derechos. Sin embargo, persisten desafíos sobre cómo tratar a los
Estados que no han firmado tratados fundamentales.
ii. Los tratados
Los tratados, pactos o convenciones son acuerdos entre Estados que
establecen obligaciones mutuas. Son escritos, lo que les da claridad, y desde
1945 han proliferado, incluyendo uno que codifica el derecho de los tratados.
A diferencia de otros tratados, los de derechos humanos benefician a terceros,
es decir, a todos los individuos bajo la jurisdicción de los Estados. El
incumplimiento de un Estado en un tratado de derechos humanos no justifica
que otros lo hagan, ya que los beneficiarios son los individuos, no los Estados.
iii. La jurisprudencia internacional
La jurisprudencia internacional se refiere a las sentencias emitidas por órganos
imparciales en disputas internacionales, que establecen principios de
interpretación a través de precedentes. Aunque la Corte Internacional de
Justicia es considerada la sede judicial del mundo, no se diferencia mucho de
otros mecanismos como el arbitraje, ya que ningún Estado puede ser llevado
ante un tribunal sin su consentimiento.
En el ámbito de derechos humanos, la jurisprudencia ha asumido un papel
importante, enfocándose en casos que tratan la protección de víctimas ante el
incumplimiento estatal de sus obligaciones. Las sentencias y opiniones
consultivas en este ámbito son fundamentales para interpretar y aplicar el
derecho internacional.
iv. La doctrina internacional
La doctrina internacional refleja el desarrollo del pensamiento jurídico en la
interpretación y aplicación del derecho. Existen fuentes de menor importancia
formal como declaraciones, recomendaciones, resoluciones, reglamentos,
comentarios generales e informes.
 Declaraciones: expresiones solemnes de voluntad de los Estados,
realizadas en conferencias o por organismos intergubernamentales.
 Reglamentos: protocolizan la acción de organismos internacionales,
importantes para procedimientos y peticiones.
 Comentarios generales: interpretaciones de textos normativos por
organismos técnicos.
 Recomendaciones: expresiones de voluntad vinculadas a casos
particulares de organismos de supervisión.
 Informes: trabajo de expertos en interpretación de asuntos específicos.
Estos instrumentos ayudan a la formación de normas, pruebas de costumbre,
fundamentos de sentencias, y contribuyen a la redacción de nuevos tratados.
Pueden clasificarse en generales o específicos, universales o regionales,
vinculantes o declarativos, y autónomos o accesorios.
4. Las obligaciones internacionales de los Estados en materia de Derechos
Humanos
a. Las obligaciones de los Estados
Las obligaciones internacionales de los Estados en derechos humanos se
resumen en el deber de respetarlos, garantizarlos y promoverlos. Algunos
autores también añaden el deber de cooperar con la comunidad internacional.
i. La obligación de respetar
La obligación de respetar es una obligación negativa que implica que el Estado
debe abstenerse de intervenir en el ámbito privado del individuo. Este deber se
asocia generalmente con los derechos civiles y políticos, que a menudo
requieren acciones positivas, como garantizar un juicio justo. El deber de
respetar está establecido en varios documentos internacionales, como el
artículo 2.1 del Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos y el artículo
primero del Pacto de San José de Costa Rica.
ii. La obligación de garantizar
La obligación de garantizar los derechos humanos implica que el Estado debe
tomar acciones positivas, como aprobar legislación, para asegurar su pleno
respeto. Esto se diferencia de la obligación de respetar, que es una obligación
negativa de no intervenir. Garantizar incluye no solo evitar la violación de
derechos, sino también proveer los recursos necesarios para su ejercicio pleno,
como se establece en la Declaración Universal de Derechos Humanos, el
Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos, y el Pacto de San José de
Costa Rica. La jurisprudencia, como la sentencia de la Corte Interamericana en
el caso Velásquez Rodríguez, subraya la necesidad de que el Estado organice
sus estructuras para asegurar los derechos humanos.
iii. La obligación de promover
Los Estados tienen la obligación de promover los derechos humanos mediante
acciones para asegurar su pleno reconocimiento. Esto incluye difundir y alentar
el conocimiento y ejercicio de los derechos, y diseñar instituciones que los
apoyen. Esta obligación se basa en el artículo 56 de la Carta de las Naciones
Unidas y en la Declaración Universal de Derechos Humanos. También está
consagrada en los Pactos Internacionales de Derechos Civiles y Políticos
y Derechos Económicos, Sociales y Culturales.
En resumen, las obligaciones de respetar, garantizar y promover los derechos
humanos se reflejan en la Declaración Universal, la Carta de las Naciones
Unidas y los Pactos Internacionales. Estas obligaciones, fundamentales para
las políticas públicas en derechos humanos, implican que los Estados deben
actuar proactivamente para cumplir con los derechos establecidos.
b. Los instrumentos básicos
Las obligaciones de los Estados en derechos humanos se fundamentan en un
trípode normativo básico: la Carta de las Naciones Unidas, la Declaración
Universal y los dos Pactos Internacionales. Inicialmente, estos documentos
no se consideraron vinculantes, y su carácter obligatorio fue cuestionado
debido a la naturaleza declarativa de la Declaración Universal y la lenta
adhesión a los Pactos.
Con el tiempo, la Declaración Universal se ha consolidado como una norma
obligatoria y ha sido clave en la promoción de los derechos humanos. Los
Pactos Internacionales, aprobados en 1966 y en vigor desde 1976,
especifican mandatos jurídicos y mecanismos de protección y supervisión. La
resolución de la Asamblea General de la ONU reafirma estos principios y la
importancia de estos instrumentos en la protección de los derechos humanos.
c. Otros instrumentos internacionales
La Declaración Universal, junto con la Carta de las Naciones Unidas y los dos
Pactos Internacionales, no reemplaza los mecanismos regionales de
protección de derechos humanos. En América, destacan la Declaración
Americana de Derechos y Deberes del Hombre y la Convención
Americana de Derechos Humanos. En Europa, el Convenio Europeo para la
Protección de los Derechos Humanos y sus modificaciones han sido
fundamentales, mientras que, en África, la Carta Africana de Derechos
Humanos y la Corte Africana de Derechos Humanos juegan un papel clave.
Desde la década de 1980, la globalización ha llevado a la creación de nuevos
tratados para proteger a sectores vulnerables, como la Convención
Internacional sobre los Derechos del Niño, que tiene una alta tasa de
ratificaciones. Otros tratados recientes, como el de los Derechos de las
Personas con Discapacidad, también han ganado aceptación.
Ian Brownlie clasifica los tratados sobre derechos humanos en cuatro
categorías: universales, regionales, específicos y para personas en condiciones
de vulnerabilidad. Al analizar situaciones específicas, es crucial revisar todos
los instrumentos internacionales relevantes.
d. Haz obligacional
Respetar, garantizar y promover los derechos humanos son las principales
obligaciones de los Estados. Pueden cumplirlas a través de su derecho interno
e instituciones propias, con un amplio margen de discrecionalidad. Sin
embargo, deben respetar los principios de igualdad y no discriminación, que
son fundamentales y están interrelacionados. La violación de uno implica la
vulneración del otro. Estos principios son cruciales para limitar el poder estatal
y evaluar si se están respetando los derechos humanos.
i. Principio de igualdad
El concepto de igualdad está reflejado en la Declaración Universal de
Derechos Humanos y en otros instrumentos internacionales como el Pacto
Internacional de Derechos Civiles y Políticos, el Pacto Internacional de
Derechos Económicos, Sociales y Culturales, la Declaración Americana de
Derechos y Deberes del Hombre, y la Convención Americana de
Derechos Humanos. La jurisprudencia, tanto de la Corte Internacional de
Justicia como de tribunales nacionales, ha sido crucial para afirmar las
interpretaciones fundamentales de la igualdad. La Corte Internacional de
Justicia ha abordado el principio de no discriminación racial, considerándolo
parte del derecho internacional imperativo.
La resolución de la Asamblea General de las Naciones Unidas que crea el
Consejo de Derechos Humanos enfatiza la responsabilidad de los Estados de
respetar los derechos humanos sin distinción. La igualdad debe ser formal y
sustantiva, implicando un trato igual ante la ley y permitiendo diferenciaciones
razonables. Según autores como Carlos Villán Durán y Jorge Orrico, la igualdad
se refiere a ser juzgado por las mismas leyes y recibir igual protección. John
Rawls y otros destacan que la igualdad también se relaciona con el acceso a la
justicia y la necesidad de tratar casos semejantes de manera justa. El
concepto de igualdad ha evolucionado para abarcar tratamientos
diferenciados en situaciones desiguales, con el objetivo de promover la
equidad y proteger a los sectores vulnerables, especialmente en áreas como
educación y empleo.
ii. Principio de no discriminación
El derecho a no ser discriminado está consagrado en varios instrumentos
internacionales debido a su importancia para la seguridad y la paz
internacionales. La Carta de las Naciones Unidas, en su artículo 55(c),
establece que la Organización promoverá el respeto universal sin distinción por
motivos de raza, sexo, idioma o religión. La Declaración Universal de
Derechos Humanos refuerza esto en sus artículos 2 y 7. El Pacto Internacional
de Derechos Civiles y Políticos lo reafirma en los artículos 2, 14 y 26, y el Pacto
Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales en el artículo 2(2)
y 3.
La Convención para la Eliminación de Todas las Formas de Discriminación
Racial y la Convención sobre la Eliminación de Todas las Formas de
Discriminación Contra la Mujer tienen el objetivo específico de combatir la
discriminación en ámbitos concretos. El Comité para la Eliminación de la
Discriminación Racial sostiene que la no discriminación, junto con la igualdad
ante la ley y la igual protección de la ley, es un principio básico de los derechos
humanos.
El principio de no discriminación es fundamental para asegurar la paz y la
seguridad internacionales. Este principio sostiene que nadie debe ser tratado
de manera diferente por características no definitorias de su humanidad, como
el sexo, la religión o el color de piel. Aunque el principio de no discriminación
se enfrenta a complejidades, como lo señala Roberto Saba, que destaca que
“trato igual” no siempre garantiza “trato no discriminatorio”. Marcela
Rodríguez también señala que la igualdad en los instrumentos internacionales
necesita ser cuestionada desde perspectivas filosóficas más amplias para
asegurar una verdadera igualdad de autonomía y respeto.
e. Otros límites a la actuación de los Estados
El cumplimiento de las obligaciones de los Estados de respetar, garantizar y
promover los derechos humanos debe alinearse con los principios de no
discriminación e igualdad. Sin embargo, hay casos donde se imponen
restricciones más severas a los Estados para cumplir con el Derecho
Internacional de Protección de los Derechos Humanos.
Por ejemplo, el Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos prohíbe
condenar por actos que no eran delictivos en el momento en que se
cometieron, y tampoco permite imponer penas más graves que las aplicables
en ese momento. Esto establece un principio de irretroactividad que impide
aplicar sanciones más severas de forma indirecta.
El principio de nulidad del crimen sine lege no es absoluto, ya que se permite
cierta flexibilidad en los principios generales del derecho. La jurisprudencia del
Sistema Interamericano de Protección confirma esta interpretación.
f. Límites y limitaciones de los Derechos Humanos
Los derechos de las personas no son ilimitados y están sujetos a ciertas
restricciones. Estos límites buscan proteger los derechos de los demás, la
moral, el orden público y el bienestar general. Aunque la Declaración
Universal de Derechos Humanos menciona estas limitaciones, el Pacto
Internacional de Derechos Civiles y Políticos ofrece un enfoque más detallado.
El artículo 4 del Pacto permite a los Estados suspender temporalmente algunas
obligaciones en situaciones excepcionales, siempre que estas medidas no sean
incompatibles con el derecho internacional y no discriminen. Los Estados
deben informar a los demás países sobre cualquier suspensión y sus razones.
En América, la Convención Americana sobre Derechos Humanos también
permite a los Estados suspender obligaciones en situaciones específicas,
siempre que no afecten derechos fundamentales y que se informe a la
Organización de Estados Americanos. La Corte Interamericana ha ampliado
estas garantías para incluir recursos como el habeas corpus y el amparo.
Además, existen limitaciones específicas en derechos como la libertad de
circulación y expresión, que pueden ser restringidos por razones de seguridad
nacional, orden público o salud, aunque estos conceptos pueden ser
jurídicamente amplios e indefinidos.
g. Los límites a los límites
La Declaración Universal de Derechos Humanos y los Pactos
Internacionales de Derechos Civiles y Políticos, y de Económicos,
Sociales y Culturales, fueron redactados con cuidado tras una extensa
negociación. Estos documentos introdujeron un enfoque novedoso en el
Derecho Internacional Público al imponer obligaciones a los Estados que limitan
el principio de soberanía estatal.
Se incluyeron cláusulas que establecen límites a los derechos, buscando un
equilibrio para evitar que estos sean vacíos. Las convenciones no deben usarse
para eliminar derechos existentes ni para contradecir los fines de las Naciones
Unidas. Además, se requiere que las limitaciones a los derechos se realicen
mediante leyes transparentes y representativas.
Se establece también que las limitaciones no deben ser tan extensas que
frenen el progreso en la protección de derechos. En algunos casos, se exigen
informes internacionales sobre la aplicación de estas limitaciones en
situaciones excepcionales.
h. Principio pro homine
La diversidad de fuentes jurídicas sobre derechos de las personas en un Estado
ha llevado a establecer en el Derecho Internacional de Protección de los
Derechos Humanos el principio pro homine. Este principio, en caso de duda o
vacío normativo, dicta que se debe aplicar la norma más favorable a la persona
o la interpretación más amplia para reconocer derechos, y la más restringida
para limitaciones o suspensiones extraordinarias. Este principio también debe
considerar cuál derecho es más gravemente vulnerado en caso de conflicto
entre derechos, especialmente en contextos de justicia transicional o en
situaciones que afectan el cumplimiento de compromisos internacionales por
parte del Estado.
i. Principio de subsidiariedad
Las normas internacionales de protección de los derechos humanos establecen
mínimos que los Estados no pueden transgredir. Si un Estado incumple estas
normas, la comunidad internacional puede intervenir a través de diversos
mecanismos: primero, determinando la violación de derechos; segundo,
intentando corregir la situación; y finalmente, sancionando al Estado si es
necesario.
La subsidiariedad se aplica cuando el derecho interno no protege
adecuadamente los derechos humanos, actuando sólo si el Estado no lo hace o
no tiene la voluntad de hacerlo. La comunidad internacional responde a
violaciones graves y sistemáticas o a violaciones puntuales, dependiendo del
nivel de adhesión del Estado a los instrumentos internacionales.
j. Principio de tolerabilidad
El concepto de tolerabilidad se refiere a la idea de que el sistema de
protección internacional de los derechos humanos no siempre actúa en todos
los casos en que el derecho interno falla. Esta crítica sugiere que no todo
incumplimiento de la protección de derechos humanos según los textos
normativos necesariamente implica una violación universal.
Pedro Nikken señala que, aunque la Declaración Universal de Derechos
Humanos y el derecho consuetudinario están relacionados, no toda violación
de la Declaración constituye una violación del derecho consuetudinario. Existe
un margen de tolerabilidad en la protección de derechos, reflejado en la
actuación de entidades internacionales.
La Resolución 60/251 de la Asamblea General de la ONU, que estableció el
Consejo de Derechos Humanos, también menciona la Declaración Universal
como un principio fundamental, cuestionando aún más la tolerabilidad. En
conclusión, la tolerabilidad como crítica a los derechos humanos puede parecer
más aparente que real, ya que ningún sistema jurídico es completamente
perfecto o infalible. La existencia de violaciones y la flexibilidad en el sistema
de protección internacional demuestran que el principio de subsidiariedad no
es automático y refleja la tolerabilidad del sistema.
k. Principio de apreciación
Aunque los derechos humanos son universales, irrenunciables e inalienables,
los Estados tienen cierto margen de discrecionalidad en su cumplimiento.
Liliana Valiña señala que la doctrina del margen de apreciación del Tribunal
Europeo de Derechos Humanos busca integrar la diversidad jurídica nacional
en la interpretación de normas internacionales europeas.
Este margen permite a los Estados decidir cómo aplicar los derechos humanos,
siempre que no implique su eliminación y se base en el principio de buena fe.
Además, el control de la aplicación de este margen debe realizarse con
estándares internacionales, no solo según las normas internas del Estado.
l. Concepto de no compensación
Un concepto clave en el Derecho Internacional de Protección de los Derechos
Humanos es que los Estados no pueden justificarse legítimamente para no
cumplir sus obligaciones basándose en el incumplimiento de otros Estados. La
Convención de Viena sobre Derecho de los Tratados establece que las
obligaciones de protección de la persona humana son absolutas y no pueden
ser compensadas por el incumplimiento de otros.
El incumplimiento en respuesta a que otros Estados no han respetado sus
obligaciones no es válido en el ámbito de los derechos humanos. Los derechos
humanos están consagrados a las personas, independientemente del
comportamiento de otros Estados. Según Carrillo Salcedo, los tratados de
derechos humanos deben considerarse como tratados legislativos.
Los sistemas de promoción y protección de los Derechos Humanos
1. Panorama general
Después de la Segunda Guerra Mundial surgió la necesidad de proteger a las
personas de abusos gubernamentales y evitar violaciones como las de la
guerra. En este contexto, se crearon el sistema universal de protección de
derechos humanos y dos sistemas regionales: el europeo y el
interamericano.
El sistema europeo se estableció con un fuerte consenso y adoptó el Convenio
Europeo para la Protección de los Derechos Humanos y de las Libertades
Fundamentales poco después. En contraste, el sistema universal y el
interamericano enfrentaron más dificultades, como la falta de voluntad política
y el principio de no intervención en la OEA. La Convención Americana sobre
Derechos Humanos se adoptó en 1969 y entró en vigor en 1978.
El sistema africano, surgido más tarde, se creó bajo un contexto de frustración
con la Organización de la Unidad Africana. En Asia, aún no existe un sistema
regional efectivo; se ha intentado crear mecanismos, como la Comisión
Intergubernamental de Derechos Humanos de la ASEAN, que enfrenta grandes
limitaciones. Finalmente, los sistemas internacionales de protección de
derechos humanos son subsidiarios, significando que la responsabilidad
principal recae sobre las autoridades nacionales, con el objetivo de proteger a
las personas frente al Estado.
a. Antecedentes del Sistema Universal
Este apartado presenta una breve introducción al sistema universal de
derechos humanos, que se detalla en la sección 2.2. El 26 de junio de 1945 se
aprobó la Carta de las Naciones Unidas, constitutiva de la ONU, que agrupa a
193 Estados y proporciona una estructura clave para la cooperación
internacional en derechos humanos. La Carta introduce la obligación de
respetar los derechos humanos de todas las personas bajo jurisdicción de un
Estado, marcando el inicio de la internacionalización de estos derechos.
La Asamblea General y la Comisión de Derechos Humanos redactaron la
Declaración Universal y los dos Pactos Internacionales de 1966. La
codificación y desarrollo del Derecho Internacional de los Derechos
Humanos han avanzado desde la adopción de la Carta. Aunque la Carta de las
Naciones Unidas estableció una función genérica de promoción de los derechos
humanos, los mecanismos de protección se desarrollaron posteriormente. Con
la caída del bloque soviético y la Declaración de Viena en 1993, la tesis de la
no intervención fue abandonada, permitiendo un enfoque más sólido en la
protección de los derechos humanos.
b. Introducción a los Sistemas Regionales
i. El Sistema Europeo
El Consejo de Europa, creado el 7 de mayo de 1948, agrupa a 47 Estados
europeos. Para formar parte, los Estados deben ratificar el Convenio Europeo
para la Protección de los Derechos Humanos y de las Libertades
Fundamentales, adoptado el 4 de noviembre de 1950.
El Convenio Europeo es importante en el Derecho Internacional de los
Derechos Humanos por ser el primer tratado comprensivo y por establecer el
Tribunal Europeo de Derechos Humanos en Estrasburgo. Inicialmente, las
denuncias se revisaban por la Comisión Europea de Derechos Humanos
antes de llegar al Comité de Ministros y, si el Estado aceptaba, al Tribunal
Europeo. La aceptación de la competencia del Tribunal se volvió unánime en
1990.
Los Protocolos adicionales, como el Protocolo N° 11 (1998), permitieron a
individuos presentar demandas directamente al Tribunal, abolieron la Comisión
Europea de Derechos Humanos y aumentaron significativamente el número
de quejas. El Protocolo No 14 (2010) introdujo cambios para enfrentar el
aumento de casos y atrasos procesales, como la posibilidad de que jueces
únicos declaren la inadmisibilidad de quejas.
En la Unión Europea, el sistema de protección de derechos humanos es más
reciente y fragmentado. El Tratado de Lisboa (2009) otorgó valor vinculante a
la Carta de Derechos Fundamentales de la UE y facilitó la cooperación con el
Tribunal Europeo de Derechos Humanos.
El Tribunal Europeo de Derechos Humanos tiene competencia consultiva y
contenciosa. Su procedimiento incluye la evaluación de la jurisdicción,
admisibilidad, y fondo del asunto, y puede emitir sentencias vinculantes
supervisadas por el Comité de Ministros.
ii. El Sistema Interamericano
Este apartado presenta una breve introducción al sistema interamericano de
protección de los derechos humanos, el cual será tratado con mayor detalle en
la sección 2.3. La Organización de Estados Americanos (OEA) fue creada en
1948 en Bogotá, y sus Estados miembros actuales son 35. En la misma
conferencia, se adoptó la Declaración Americana de los Derechos y Deberes
del Hombre, similar a la Declaración Universal de Derechos Humanos, pero
que también incluye un capítulo sobre deberes.
El sistema regional de protección de derechos humanos en las Américas se
desarrolló con la creación en 1959 de la Comisión Interamericana de Derechos
Humanos (CIDH) y la adopción de la Convención Americana sobre Derechos
Humanos en 1969, que entró en vigor en 1978. A diferencia del sistema
europeo, el interamericano se basa en la Declaración Americana y la
Convención Americana, ratificada por 24 de los 35 Estados miembros.
En 1988, se aprobó el Protocolo Adicional a la Convención Americana sobre
Derechos Económicos, Sociales y Culturales, conocido como “Protocolo de San
Salvador”, que entró en vigor en 1999 y ha sido ratificado por 15 Estados.
Aunque este protocolo incluye derechos similares a los del PIDESC, solo ciertos
derechos son justiciables.
El sistema interamericano cuenta con dos órganos principales: la CIDH, con
sede en Washington DC, para la promoción y protección de los derechos
humanos; y la Corte Interamericana de Derechos Humanos, con sede en San
José, Costa Rica, para cuestiones contenciosas y consultivas. A pesar de las
similitudes con el sistema europeo, las condiciones en las que se desarrollaron
fueron muy diferentes, especialmente en América Latina, donde los regímenes
autoritarios y las violaciones masivas de derechos humanos fueron más
frecuentes.
iii. El Sistema Africano
El sistema africano de protección de derechos humanos surgió en la
Organización para la Unidad Africana (hoy Unión Africana), que cuenta con 53
Estados miembros y tiene su sede en Addis Abeba, Etiopía. En 1981, se adoptó
la Carta Africana de Derechos Humanos y de los Pueblos, que entró en vigor en
1986 y combina valores africanos con estándares universales. La Carta
reconoce explícitamente el derecho a la autodeterminación y la libre
disposición de los recursos naturales.
La Carta estableció la Comisión Africana de Derechos Humanos y de los
Pueblos, con sede en Banjul, Gambia, encargada de promover y proteger los
derechos humanos en África. En 1998, se aprobó el Protocolo para la creación
de la Corte Africana de Derechos Humanos y de los Pueblos, que comenzó a
operar en 2006 y se encuentra en Arusha, Tanzania.
La Comisión Africana se reúne al menos dos veces al año y tiene un mandato
amplio en términos de promoción, incluyendo la revisión de informes de los
Estados y la realización de estudios. También puede recibir peticiones
individuales y realizar medidas cautelares. La Corte Africana, por su parte,
maneja casos contenciosos y consultivos y puede emitir opiniones sobre
asuntos legales relacionados con la Carta o con otros instrumentos de
derechos humanos. El sistema africano enfrenta desafíos, como la falta de
voluntad política y la escasa actividad de la Comisión, así como la paralización
de la Corte Africana debido al proceso de fusión con la Corte Africana de
Justicia, que aún no ha concluido.
2. El Sistema Universal
a. Estructura e instrumentos normativos
Desde la creación de Naciones Unidas en 1945, se han establecido varios
órganos subsidiarios para tratar los derechos humanos. La Comisión de
Derechos Humanos, creada en 1946, fue el primer órgano global en esta
materia, reemplazada en 2006 por el Consejo de Derechos Humanos. Este
Consejo mantiene los Procedimientos Especiales para abordar situaciones
específicas y temas globales.
En 1993 se creó el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos
Humanos (ACNUDH), que coordina el sistema universal de derechos humanos,
apoya al Consejo y a otros mandatos, y trabaja con diversos organismos de la
ONU, como ACNUR, la OIT y la OMS. El 10 de diciembre de 1948, la Asamblea
General aprobó la Declaración Universal de Derechos Humanos.
Posteriormente, se adoptaron dos Pactos Internacionales en 1966, el de
Derechos Civiles y Políticos y el de Derechos Económicos, Sociales y Culturales,
que entraron en vigor en 1976. En 1988, se aprobó un Protocolo Facultativo al
PIDCP para abolir la pena de muerte. Juntos con la Declaración Universal,
forman la Carta Internacional de Derechos Humanos.
Además, existen siete convenciones internacionales que abordan temas
específicos como la discriminación racial, la discriminación contra la mujer, la
tortura, los derechos del niño, los derechos de los trabajadores migratorios, las
personas con discapacidad y las desapariciones forzadas. Uruguay ha ratificado
todos estos instrumentos y convenciones.
Los mecanismos de vigilancia de derechos humanos se dividen en
convencionales y extra-convencionales. Los primeros se enfocan en la
aplicación de tratados a través de Comités establecidos en los tratados,
mientras que los segundos, administrados por el Consejo de Derechos
Humanos, tienen un alcance más amplio y flexible.
b. Mecanismos convencionales
Los Comités del PIDCP, PIDESC y las siete convenciones internacionales
supervisan la aplicación de los tratados a través de la revisión de informes
periódicos presentados por los Estados. Estas revisiones son públicas y
permiten la asistencia de la prensa y organizaciones no gubernamentales,
aunque estas últimas no pueden intervenir. Los Comités emiten
“observaciones finales” y “observaciones generales” para guiar la
interpretación de los tratados y ayudar a los Estados a implementar las
disposiciones. Además, algunos Comités tienen funciones adicionales, como:
 Tramitar quejas individuales contra Estados Partes que hayan aceptado
esta competencia.
 Tramitar denuncias entre Estados Partes, aunque este mecanismo rara
vez se utiliza.
 Adoptar medidas provisionales para prevenir daños irreparables
mientras se examina una denuncia.
 Iniciar investigaciones de oficio sobre violaciones graves o sistemáticas
de derechos humanos.
Algunos Comités también tienen facultades especiales, como el Subcomité
para la Prevención de la Tortura, que realiza visitas a lugares de detención, y el
Comité para la Eliminación de la Discriminación Racial, que tiene un
procedimiento de alerta temprana. La competencia para recibir denuncias
individuales y estatales varía entre los Comités y se establece a través de
Protocolos Facultativos o declaraciones de los Estados. Uruguay ha reconocido
la competencia para recibir denuncias individuales en seis de los ocho
mecanismos disponibles, excluyendo al Comité de Trabajadores Migratorios y
al Comité de Derechos Económicos, Sociales y Culturales.
i. Funcionamiento
En este apartado se analiza la tramitación de comunicaciones o quejas
individuales ante los Comités de Naciones Unidas. Cada Comité sigue el
régimen establecido en los tratados y reglamentos internos, pero hay
similitudes generales en los procedimientos. Carlos Villán Durán destaca
algunas características comunes:
 Facultativo: el Estado debe aceptar la competencia del Comité para
recibir quejas.
 Obligatorio y reglado: el Comité tramita todas las quejas recibidas por
escrito, sin audiencias.
 Confidencial: el procedimiento es confidencial, aunque la víctima o su
representante pueden participar.
 Contradictorio: el Comité analiza la información presentada y emite una
opinión similar a una sentencia, recomendando medidas de reparación si
se encuentra una violación.
 Individual: el procedimiento se centra exclusivamente en la víctima del
caso.
 Ex post facto: el mecanismo se activa tras una violación concreta del
tratado.
El Comité verifica cuatro criterios para su competencia: la denuncia debe ser
presentada por la víctima o su representante, los hechos deben ocurrir bajo la
jurisdicción del Estado implicado, el Estado debe ser parte del tratado y haber
aceptado la competencia del Comité, y la denuncia debe alegar una violación
de derechos consagrados en el tratado. También se asegura de que la
denuncia no se haya presentado ante otro organismo internacional. El
procedimiento se divide en tres etapas:
1. Admisibilidad: el Comité verifica si se agotaron los recursos nacionales o
si aplica alguna excepción. Si la denuncia es admisible, se procede a la
siguiente etapa.
2. Fondo: se analiza si hubo una violación del tratado. Si se encuentra una
violación, el Comité recomienda medidas de reparación.
3. Seguimiento: se verifica si el Estado ha cumplido con las
recomendaciones. La falta de mecanismos eficaces de seguimiento es
una crítica común, aunque algunos Comités han designado relatores
para esta tarea.
ii. El Comité de Derechos Humanos
El Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos (PIDCP) abarca derechos
como el derecho a la vida y a un juicio imparcial. Las denuncias por violaciones
del PIDCP se presentan mediante el Primer Protocolo Facultativo, que permite
al Comité de Derechos Humanos (CDH) recibir y evaluar quejas.
El CDH, compuesto por 18 expertos independientes, realiza elecciones cada
dos años y toma decisiones por consenso para evitar polarización. El Comité
ha desarrollado una amplia jurisprudencia y, en sus reparaciones, solía dejar a
los Estados decidir las medidas específicas, pero ahora recomienda acciones
concretas como investigar hechos y proporcionar indemnizaciones.
El CDH tiene tres relatores especiales: uno para nuevas comunicaciones, uno
para el seguimiento de dictámenes, y uno para las observaciones finales. Estos
relatores supervisan las denuncias, el cumplimiento de decisiones y el
seguimiento de informes de los Estados.
El CDH puede dictar medidas provisionales durante la etapa de admisibilidad
para prevenir daños irreparables, como suspender ejecuciones o evitar
deportaciones. Desde su creación hasta abril de 2011, el CDH recibió 2034
quejas, con 84 contra Uruguay, siendo el país con más denuncias de América
Latina en ese periodo.
iii. El Comité contra la Tortura
La Convención contra la Tortura y Otros Tratos o Penas Crueles, Inhumanos o
Degradantes (en adelante “Convención contra la Tortura”) exige a los Estados
Partes investigar y perseguir la tortura y prohíbe deportar personas a países
donde puedan ser torturadas. La Convención se enfoca en la tortura,
diferenciándola de otros tratos.
El Comité contra la Tortura (CAT) supervisa el cumplimiento de la Convención.
Está compuesto por diez expertos independientes elegidos por los Estados
Partes por un período de cuatro años. El CAT examina informes de los Estados,
denuncias de particulares y entre Estados, e investiga de oficio. Si recibe
información confiable sobre tortura sistemática, puede investigar, incluso
visitando el Estado. Las investigaciones son confidenciales y el Comité puede
incluir resúmenes en su informe anual.
El Protocolo Facultativo de la Convención, en vigor desde 2006, creó el
Subcomité para la Prevención de la Tortura, que comenzó a operar en 2007.
Inicialmente compuesto por diez expertos, ahora cuenta con 25 miembros
debido a la ratificación del Protocolo por más Estados. El Subcomité visita
centros de detención en los Estados Partes, examina las condiciones de
detención y realiza visitas sin restricciones. Además, asesora a mecanismos
nacionales de prevención establecidos por los Estados.
iv. El Comité para la Eliminación de la Discriminación Racial
La Convención Internacional sobre la Eliminación de todas las Formas de
Discriminación Racial exige a los Estados Partes garantizar el derecho a no ser
víctima de discriminación racial. El Comité para la Eliminación de la
Discriminación Racial (CEDR) supervisa el cumplimiento de la Convención y
está compuesto por 18 expertos independientes elegidos por un período de
cuatro años.
El CEDR realiza su supervisión mediante cuatro mecanismos: examen de
informes periódicos de los Estados, denuncias de particulares, denuncias entre
Estados y un procedimiento de alerta temprana. Este último permite al
Comité tomar medidas preventivas ante problemas urgentes que podrían
convertirse en conflictos.
Aunque la Convención entró en vigor en 1969, el procedimiento de quejas
individuales comenzó en 1982, y solo 54 de los 174 Estados Partes reconocen
esta competencia del Comité. A julio de 2010, el CEDR había recibido 45
quejas individuales.
v. El Comité para la Eliminación de la Discriminación contra la
Mujer
La Convención sobre la Eliminación de todas las Formas de Discriminación
contra la Mujer garantiza el derecho de toda mujer a no ser discriminada. El
Comité para la Eliminación de la Discriminación contra la Mujer (CEDM)
supervisa el cumplimiento de esta Convención y está compuesto por 23
expertas independientes elegidas por los Estados Partes.
El Protocolo Facultativo de la Convención permite al Comité recibir y tramitar
quejas individuales. Desde su entrada en vigor en diciembre de 2000, el
Comité ha emitido cinco decisiones hasta diciembre de 2010. El Protocolo
también reconoce el concepto de violación continuada y permite solicitar
medidas provisionales a los Estados.
El CEDM puede iniciar investigaciones de oficio en casos de violaciones graves
o sistemáticas de los derechos de las mujeres, similar al procedimiento del
Comité contra la Tortura. Por ejemplo, ha llevado a cabo investigaciones sobre
la violencia contra mujeres en Ciudad Juárez.
vi. El Comité sobre Derechos de las Personas con Discapacidad
La Convención sobre los Derechos de las Personas con Discapacidad y su
Protocolo Facultativo fueron aprobados el 13 de diciembre de 2006 y entraron
en vigor el 3 de mayo de 2008. Este tratado incorpora una perspectiva de
desarrollo social y promueve la cooperación internacional para apoyar su
aplicación. Es la primera Convención que se abre a la firma de organizaciones
regionales de integración.
El Comité de la Convención, compuesto por 18 expertos independientes
elegidos por los Estados Partes, examina los informes periódicos sobre la
implementación del tratado. Está facultado para recibir denuncias individuales
por presuntas violaciones y puede iniciar investigaciones de oficio en casos de
violaciones graves o sistemáticas de los derechos.
c. Mecanismos extra-convencionales
Los mecanismos extra-convencionales son sistemas de protección de
derechos humanos creados por el Consejo de Derechos Humanos. A diferencia
de los mecanismos convencionales, estos son independientes de los tratados,
más flexibles y abarcan una variedad de asuntos adaptados a cada caso.
Estos mecanismos surgieron como alternativa a los obstáculos de los
procedimientos convencionales y abarcan aspectos que el sistema tradicional
no podía cubrir. A mediados del siglo XX, con la descolonización y la creación
de nuevos Estados, se impulsaron procedimientos generales de denuncias no
basados en tratados, enfocándose en políticas de discriminación y apartheid.
Se adoptaron dos procedimientos principales: uno público (Resolución 1235 del
ECOSOC) y otro confidencial (Resolución 1503 del ECOSOC). Inicialmente, los
procedimientos se enfocaban en la "situación" general en un país, pero desde
1980, se comenzaron a atender quejas individuales para apoyar a víctimas
específicas. El enfoque también se amplió desde la asistencia humanitaria
hacia temas temáticos y grupos vulnerables.
i. El Consejo de Derechos Humanos
En 2006, la Comisión de Derechos Humanos fue reemplazada por el Consejo de
Derechos Humanos mediante la resolución 60/151 de la Asamblea General, con
el objetivo de mejorar la credibilidad y eficacia de los mecanismos de derechos
humanos de Naciones Unidas. El Consejo está compuesto por 47 Estados
Miembros, elegidos por la Asamblea General por períodos de tres años, con
posibilidad de reelección hasta dos veces consecutivas. Se reúne al menos tres
veces al año durante un total de diez semanas. Uruguay fue elegido miembro
en 2006 y reelecto en 2009, y presidió el Consejo en 2011 y 2012. Los
principales cambios respecto a la antigua Comisión incluyen:
 Reducción de miembros de 53 a 47.
 Requisitos de promesas y compromisos para postularse.
 Límite de dos mandatos consecutivos.
 Posibilidad de suspensión por violaciones a los derechos humanos.
El 18 de junio de 2007, el Consejo adoptó el “paquete de construcción
institucional”, que incluye la aprobación de las resoluciones 5/1 y 5/2, y
estableció mecanismos como el Examen Periódico Universal, un Comité Asesor
de 18 expertos y un Grupo de Expertos sobre los derechos de los pueblos
indígenas. El Consejo se reúne de manera casi permanente, en contraste con la
dinámica de la antigua Comisión.
Examen Periódico Universal
El Examen Periódico Universal (EPU) fue establecido en 2006 con la creación
del Consejo de Derechos Humanos mediante la resolución 60/251. El EPU es un
mecanismo innovador que revisa periódicamente la situación de derechos
humanos en todos los países miembros de la ONU. Las principales
innovaciones del EPU incluyen:
 Cobertura Universal: revisión sistemática del comportamiento de todos
los países en materia de derechos humanos.
 Proceso de Estados: el examen es realizado por los propios Estados, no
por expertos independientes.
 Recomendaciones: los Estados pueden elegir qué recomendaciones
considerar y cuáles simplemente tomar en nota.
 Compromisos Voluntarios: los Estados pueden presentar compromisos
adicionales más allá de las obligaciones previas.
El EPU revisa cada cuatro años el cumplimiento de los compromisos en materia
de derechos humanos de los 193 Estados miembros de la ONU. El proceso
incluye la preparación de un informe nacional, revisión por un grupo de trabajo
compuesto por todos los Estados miembros del Consejo, y la adopción de un
informe final por parte del Consejo.
El objetivo del EPU es mejorar la situación de los derechos humanos a nivel
global, proporcionando asistencia técnica y compartiendo buenas prácticas.
Uruguay fue sometido al EPU por primera vez en mayo de 2009 y apoyó 88 de
las recomendaciones recibidas.
Procedimiento de denuncias
El Procedimiento de Denuncias, originado en la Resolución 1503 del ECOSOC
de 1970, fue diseñado para abordar violaciones persistentes de derechos
humanos a gran escala. Este mecanismo fue reformado para crear un
“Procedimiento de Denuncias” más imparcial, eficiente y orientado a las
víctimas. Características principales:
 Confidencialidad: mantiene la confidencialidad para fomentar la
cooperación.
 Objetivo: revisar denuncias sobre violaciones graves y sistemáticas de
derechos humanos.
Requisitos para las denuncias:
 Quién puede denunciar: individuos, grupos u organizaciones con pruebas
concretas de violaciones graves.
 Requisitos de admisibilidad: las denuncias deben ser específicas, no
contener lenguaje ofensivo, y no estar en otros procedimientos de la
ONU.
Funcionamiento del procedimiento:
1. Examen inicial: la Secretaría revisa las denuncias para determinar su
fundamento.
2. Evaluación del Grupo de Trabajo: examina denuncias y respuestas de los
gobiernos, identificando patrones de violaciones.
3. Informe del Grupo de Trabajo sobre Situaciones: presenta un informe al
Consejo de Derechos Humanos con recomendaciones.
4. Decisiones del Consejo: puede adoptar varias acciones, como solicitar
información adicional o recomendar asistencia técnica.
Ventajas e inconvenientes:
 Ventajas: no requiere que el país denunciado haya ratificado un tratado
específico y la denuncia inicial es suficiente.
 Inconvenientes: falta de transparencia hacia los denunciantes y ausencia
de medidas urgentes de protección.
El Procedimiento mantiene su carácter confidencial, lo cual puede limitar su
efectividad frente a la presión política.
ii. Procedimientos especiales
En 2006, Kofi Annan describió los procedimientos especiales de Naciones
Unidas como la “joya de la corona” del sistema de derechos humanos. Estos
mecanismos, originados en 1967 a partir de la Resolución 1235 del ECOSOC, se
encargan de abordar públicamente las violaciones de derechos humanos en
países específicos o sobre temas globales. Inicialmente, estaban destinados a
tratar situaciones en países coloniales o con políticas de discriminación racial,
pero con el tiempo se extendieron a otros contextos, incluyendo el caso de
Chile tras el golpe de estado de Pinochet y la investigación sobre
desapariciones forzadas en varios países en 1980.
Estos mecanismos buscan superar las rigideces de los procedimientos
convencionales, proporcionando información objetiva sobre la evolución de
los derechos humanos en contextos geográficos o temáticos específicos, como
desapariciones forzadas, ejecuciones extrajudiciales y tortura. Los titulares de
mandatos, que incluyen Relatores Especiales y Representantes del Secretario
General, son independientes y no remunerados, y cumplen funciones a título
personal por un período máximo de seis años.
Hasta 1980, estos procedimientos se centraban en la promoción de los
derechos humanos, pero posteriormente asumieron funciones de protección
debido a razones humanitarias, adoptando medidas urgentes similares a las
provisionales de comités convencionales. Entre sus actividades principales se
encuentran recibir denuncias, realizar visitas a países para investigar y
presentar informes con conclusiones y recomendaciones.
En 2005 se creó un Comité de Coordinación para mejorar la colaboración entre
los titulares de mandatos y la Oficina del Alto Comisionado, y en 2007 se
mantuvo el sistema, introduciendo nuevas normas sobre nombramiento y
conducta. Los criterios para el nombramiento de titulares incluyen experiencia,
integridad y especialización técnica, y deben seguir un Código de Conducta
que promueve la independencia y la eficiencia. Además, se implementó un
mecanismo de control interno para evaluar las prácticas y métodos de los
procedimientos especiales. Actualmente, hay 33 mandatos temáticos y 9
mandatos por país, apoyados por la Oficina del Alto Comisionado para los
Derechos Humanos.
Mandatos por país
El objetivo de establecer mandatos geográficos en la antigua Comisión era
crear un mecanismo independiente para investigar la situación de derechos
humanos en países específicos y recomendar medidas para restaurar la
democracia. Esto se evidenció con la creación del Grupo de Trabajo ad hoc
sobre Chile en 1975, tras el golpe de Estado de Pinochet.
Inicialmente, los mandatos geográficos eran colectivos para garantizar
consenso entre los miembros, pero luego se cambiaron a mandatos
unipersonales para evitar presiones y asegurar independencia. Aunque la
creación de mandatos no requiere el consentimiento del Estado investigado, en
la práctica se busca consenso desde la negociación de la resolución.
Actualmente, existen nueve mandatos geográficos para Camboya, Corea del
Norte, Costa de Marfil, Haití, Irán, Myanmar, Territorios Palestinos Ocupados,
Somalia y Sudán. Los mandatos para Costa de Marfil e Irán finalizarán en 2012.
Todos los mandatos existentes bajo la antigua Comisión fueron renovados,
excepto el de la República Democrática del Congo, y los de Bielorrusia, Burundi
y Cuba finalizaron en 2007.
Además, dos uruguayos han sido Relatores Especiales: Alejandro Artucio sobre
Guinea Ecuatorial en los años 90, y Juan Miguel Petit sobre la venta de niños,
prostitución infantil y pornografía infantil de 2001 a 2008. El Consejo de
Derechos Humanos ha sido criticado por su enfoque en situaciones específicas
de países, especialmente en su primer año, cuando solo emitió resoluciones
sobre Israel, a pesar de las graves situaciones en otros países.
Mandatos temáticos
En 1980, la antigua Comisión de Derechos Humanos creó el Grupo de Trabajo
sobre desapariciones forzadas, el primer procedimiento temático, en
respuesta a la práctica masiva de desapariciones durante la dictadura
argentina. La Comisión optó por un mecanismo temático para evitar la
resistencia de algunos gobiernos a condenar al gobierno argentino.
Este cambio se debió también a la incorporación de nuevos Estados que
aumentaron la sensibilidad de la Comisión hacia los derechos individuales.
Desde entonces, los procedimientos temáticos han aumentado y se han
diversificado, abordando temas como detención arbitraria, violencia contra la
mujer y tortura.
Actualmente, los procedimientos temáticos son más utilizados que los
geográficos debido a la menor resistencia de los Estados, que prefieren
abordar temáticas específicas en lugar de situaciones nacionales. Existen 33
mandatos temáticos, y sus denominaciones varían, como “Grupo de Trabajo” o
“Relator(a) Especial”. Algunos son nombrados por el Secretario General y otros
por el presidente del Consejo de Derechos Humanos, con consulta a los grupos
regionales.
3. El Sistema Interamericano
La Organización de Estados Americanos (OEA) fue creada en 1948 con la
aprobación de su Carta durante la Novena Conferencia Internacional
Americana en Bogotá, Colombia. La OEA reúne a 35 Estados independientes de
las Américas y se basa en cuatro pilares fundamentales: paz, derechos
humanos, seguridad y desarrollo. El respeto a los derechos fundamentales de
la persona es un principio básico de la OEA.
a. Instrumentos normativos
En la misma conferencia se aprobó la Declaración Americana de Derechos
y Deberes del Hombre, un importante documento de derechos humanos.
Aunque no es un tratado, tanto la Comisión como la Corte Interamericana han
establecido que esta Declaración constituye una fuente de obligaciones para
los Estados Miembros de la OEA. En 1969, los Estados Miembros de la OEA
adoptaron la Convención Americana sobre Derechos Humanos, también
conocida como el Pacto de San José de Costa Rica. Los Estados que la han
ratificado hasta ahora incluyen Argentina, Brasil, Chile, Colombia, Costa Rica,
entre otros. Esta Convención y la Declaración Americana forman la base del
sistema interamericano de derechos humanos, el cual incluye la Comisión y la
Corte Interamericana.
Además, se han adoptado otros tratados específicos como la Convención
Interamericana para Prevenir y Sancionar la Tortura, el Protocolo de San
Salvador sobre derechos económicos, sociales y culturales, y la Convención de
Belém do Pará sobre violencia contra la mujer. Estos instrumentos forman el
Sistema Interamericano de Derechos Humanos (SIDH), que busca promover y
proteger los derechos humanos en la región.
b. La Comisión Interamericana de Derechos Humanos
Es un órgano principal y autónomo de la OEA, encargado de promover y
defender los derechos humanos en las Américas, con competencia sobre todos
los Estados Miembros.
i. Estructura y funciones
La CIDH está compuesta por siete Comisionados elegidos por la Asamblea
General de la OEA por un período de cuatro años, con posibilidad de reelección.
Estos expertos independientes no representan a sus países y no puede haber
más de un nacional de un mismo Estado en la Comisión. La CIDH celebra tres
períodos de sesiones al año en Washington DC, en marzo, julio y octubre,
realizando audiencias públicas sobre casos individuales, situaciones generales
o temáticas específicas.
Recibe apoyo de una Secretaría Ejecutiva permanente en Washington DC y
cuenta con ocho Relatorías temáticas. Sus funciones principales incluyen:
trámite de peticiones y casos individuales, medidas cautelares, visitas in loco,
seguimiento de la situación de derechos humanos, publicación de informes de
país y temáticos, y solicitud de información a los Estados.
ii. Sistema de peticiones y casos
Toda persona, grupo u organización no gubernamental puede presentar una
denuncia ante la Comisión Interamericana contra un Estado miembro de la OEA
por violaciones a los derechos en la Declaración o Convención Americana,
así como a otros tratados internacionales de derechos humanos. El
procedimiento es escrito, gratuito y no requiere asistencia letrada, aunque se
recomienda. La denuncia puede ser presentada directamente por la persona
afectada o a través de otra parte. A diferencia del sistema europeo, no se
necesita autorización de la víctima para presentar la denuncia.
Desde marzo de 2011, el Fondo de Asistencia Legal de la CIDH proporciona
apoyo financiero a las víctimas sin recursos para cubrir gastos relacionados con
la documentación y comparecencia ante la Comisión. Este Fondo fue utilizado
por primera vez en octubre de 2011.
La Comisión puede determinar la responsabilidad internacional de un Estado
por acción, aquiescencia u omisión, pero no puede atribuir responsabilidad
penal individual. Los organismos regionales, como la CIDH y la Corte
Interamericana, operan en el ámbito del derecho internacional de los
derechos humanos, a diferencia de la Corte Penal Internacional que se
ocupa del derecho penal internacional. Respecto a los Estados que no han
ratificado la Convención Americana, la Comisión puede recibir denuncias
sobre violaciones a la Declaración Americana, aplicable a todos los Estados
de la OEA.
Requisitos para presentar una petición
La petición debe incluir una descripción detallada de los hechos y el motivo por
el cual el Estado es responsable internacionalmente. Debe cumplir con los
siguientes requisitos:
1. Competencia:
 Material: la denuncia debe alegar violaciones a derechos
protegidos por la Declaración Americana, Convención
Americana, o instrumentos interamericanos.
 Personal: la petición debe señalar a personas individuales como
víctimas; no se excluyen las personas jurídicas.
 Territorial: la violación debe haber ocurrido bajo la jurisdicción
del Estado denunciado.
 Temporal: el tratado alegadamente violado debe estar en vigor al
momento de la violación. En casos de violaciones continuadas, la
competencia persiste si la violación continúa después de la
ratificación.
2. Agotamiento de recursos internos: debe agotarse el recurso judicial
interno hasta una decisión final. Existen excepciones a este requisito si
la legislación interna no protege adecuadamente el derecho, si el acceso
a los recursos internos está impedido, o si hay un retraso injustificado en
la decisión.
3. Plazo de presentación: la petición debe presentarse dentro de los seis
meses posteriores a la notificación de la decisión judicial definitiva, o
dentro de un plazo razonable si se aplica una excepción al agotamiento.
4. Caracterización: la denuncia debe alegar la responsabilidad
internacional del Estado por violaciones a derechos reconocidos. La
Comisión puede determinar los derechos vulnerados basándose en los
hechos expuestos. No revisa fallos nacionales a menos que considere
una posible violación de la Convención Americana.
5. Otros requisitos: la petición debe estar en uno de los idiomas oficiales de
la OEA. Debe identificarse a las presuntas víctimas y proporcionar datos
de contacto de la parte peticionaria. Se puede solicitar confidencialidad
para la identidad de la parte peticionaria, pero no para la víctima. En
algunos casos, la identidad de la víctima puede mantenerse en
anonimato en los informes públicos.
Procedimiento
El procedimiento para las peticiones ante la CIDH se divide en cuatro etapas:
1. Etapa de estudio preliminar: la denuncia se registra y se mantiene
confidencial. La Secretaría realiza un análisis preliminar para verificar si
cumple con los requisitos del Reglamento. Dependiendo del resultado,
se puede solicitar información adicional, comunicar rechazo si no cumple
con los requisitos, o avanzar con la denuncia.
2. Etapa de admisibilidad: el Estado tiene dos meses para presentar
observaciones, con una posible prórroga de un mes. La respuesta del
Estado se comunica a la parte peticionaria para sus observaciones
adicionales. La Comisión decide sobre la admisibilidad, notificando a las
partes y publicando el informe si es inadmisible.
3. Etapa de Fondo: si se admite, la Comisión estudia si hubo una violación
de derechos humanos. La parte peticionaria y el Estado pueden
presentar observaciones adicionales. La CIDH puede solicitar
información adicional, realizar audiencias o investigaciones in loco, y
permitir la presentación de amicus curiae. Se intenta llegar a una
solución amistosa; si no se logra, se emite un informe de fondo con
recomendaciones al Estado.
4. Seguimiento de cumplimiento: si no se envía el caso a la Corte, la CIDH
publica el informe de fondo y realiza seguimiento del cumplimiento de
las recomendaciones. Si el Estado cumple totalmente, el caso se cierra.
La CIDH puede seguir realizando audiencias para monitorear el
cumplimiento.
iii. Medidas cautelares
La Comisión Interamericana puede adoptar medidas cautelares en casos de
gravedad y urgencia para prevenir daños irreparables a personas bajo la
jurisdicción de un Estado miembro de la OEA. Estas medidas, previstas en el
Reglamento de la CIDH de 1980, son independientes del sistema de peticiones
y no requieren estar vinculadas a una petición.
Cualquier persona o grupo puede solicitar medidas cautelares, detallando la
situación de gravedad, urgencia e irreparabilidad, y describiendo las medidas
de protección requeridas. La solicitud debe indicar si se han denunciado los
hechos a las autoridades nacionales y cuál ha sido la respuesta.
Si se cumplen los requisitos, la CIDH solicitará al Estado adoptar medidas para
protección o prevención. Las medidas pueden incluir protección física o
investigación de amenazas, y la Comisión evaluará periódicamente su
efectividad.
Las medidas cautelares pueden ser individuales, para personas específicas, o
colectivas, para comunidades. En el caso de medidas colectivas, se deben
proporcionar criterios para identificar a la comunidad afectada.
c. La Corte Interamericana de Derechos Humanos
La Comisión Interamericana de Derechos Humanos, establecida en San José,
Costa Rica, en 1979, es el órgano autónomo encargado de conocer las
violaciones a los derechos reconocidos en la Convención Americana y
otros tratados interamericanos de derechos humanos.
i. Estructura y funcionamiento
La Corte Interamericana de Derechos Humanos está compuesta por siete
jueces elegidos a título personal por los Estados miembros de la OEA. Estos
jueces, que deben ser juristas de reconocida competencia en derechos
humanos, pueden ser de países que no hayan reconocido la competencia de la
Corte. No puede haber dos jueces de la misma nacionalidad. Son elegidos por
un período de seis años, con posibilidad de reelección.
La Corte celebra varios períodos de sesiones al año en San José, Costa Rica, y
recibe apoyo de una Secretaría permanente. Sus funciones incluyen la
tramitación de casos contenciosos y la adopción de opiniones consultivas.
ii. Casos contenciosos
La Corte Interamericana de Derechos Humanos puede recibir casos de la
Comisión Interamericana o de Estados Partes que alegan incumplimiento de
recomendaciones. La Corte determina si un Estado ha violado derechos
consagrados en la Convención Americana. Solo los Estados que han
reconocido la competencia de la Corte pueden ser demandados. Actualmente,
21 de los 24 Estados Partes han reconocido esta competencia.
Solo la Comisión Interamericana y los Estados Partes tienen legitimación activa
para presentar casos. Las víctimas pueden participar en el proceso a partir del
Reglamento de 2000, con la posibilidad de presentar pruebas y argumentos en
todas las etapas.
El procedimiento ante la Corte incluye tres fases: escrita, oral y final. En la
fase escrita, se presenta el informe inicial y se intercambian escritos entre las
partes. La fase oral incluye audiencias públicas donde las partes presentan sus
alegatos y pruebas. Finalmente, en la fase escrita, se presentan alegatos
finales y la Corte emite una sentencia. Los fallos son definitivos e inapelables,
aunque la Corte puede interpretar sus sentencias si hay dudas. A diferencia del
sistema europeo, en el sistema interamericano no existe un organismo
específico para supervisar el cumplimiento de las sentencias.
iii. Medidas provisionales
En casos de extrema gravedad y urgencia, la Corte Interamericana puede
ordenar medidas provisionales para evitar daños irreparables a las personas.
Estas medidas deben cumplir con tres condiciones: extrema gravedad,
urgencia, y la necesidad de prevenir daños irreparables.
Las medidas pueden variar en naturaleza y son obligatorias para los Estados. Si
las medidas cautelares solicitadas por la Comisión Interamericana no son
cumplidas y la situación se agrava, la Comisión puede solicitar medidas
provisionales ante la Corte.
La Corte puede solicitar información adicional antes de decidir sobre las
medidas provisionales. La supervisión de estas medidas incluye la presentación
de informes estatales y observaciones de las partes, y la Corte puede requerir
datos de otras fuentes, peritajes, y convocar audiencias.
iv. Opiniones consultivas
El artículo 64.1 de la Convención Americana permite a los Estados miembros
y a los órganos de la OEA consultar a la Corte Interamericana sobre la
interpretación de la Convención y otros tratados en materia de derechos
humanos, así como sobre la compatibilidad de sus leyes con estos tratados. La
Corte transmite la solicitud de opinión consultiva a todos los Estados miembros
de la OEA, la Comisión Interamericana, el Consejo Permanente, el Secretario
General de la OEA y a los órganos competentes. Además, terceros pueden
presentar amicus curiae. Hasta la fecha, la Corte ha emitido veinte opiniones
consultivas sobre diversos temas relacionados con la Convención Americana
y otros asuntos de derechos humanos.
4. Estándares interamericanos en materia de derechos humanos
El sistema interamericano de protección de los derechos humanos ha
desarrollado importantes estándares y una vasta jurisprudencia. Inicialmente,
se centró en graves violaciones, como desapariciones forzadas y ejecuciones
extrajudiciales. Con el tiempo, y con la transición hacia la democracia en
América Latina, el enfoque se amplió a casos relacionados con tortura, debido
proceso, libertad de expresión, derechos de los pueblos indígenas, mujeres,
niñez, migrantes y derechos laborales. A continuación, se reseñarán algunos de
los estándares desarrollados por el sistema interamericano en áreas como
desaparición forzada, derecho a la vida y a la integridad personal, derechos de
las mujeres y debido proceso.
a. Desaparición forzada de personas
La jurisprudencia del sistema interamericano ha establecido que la
desaparición forzada de personas es una violación múltiple y continua de
varios derechos protegidos por la Convención Americana. Desde el Caso
Velásquez Rodríguez, se ha consolidado la idea de que la desaparición forzada
viola los derechos a la vida, libertad e integridad personal, así como el derecho
a la personalidad jurídica.
Elementos constitutivos de la desaparición forzada incluyen la privación de
libertad, la intervención de agentes estatales o su aquiescencia, y la negativa a
reconocer la detención o revelar el paradero de la persona. La obligación de
investigar y sancionar la desaparición forzada se considera una norma de ius
cogens, obligando a los Estados a actuar sin necesidad de denuncia previa y
hasta que se encuentre a la persona o sus restos.
La Convención Interamericana sobre Desaparición Forzada de Personas,
ratificada por 14 países, establece la imprescriptibilidad del delito y la
obligación de tipificarlo. Las sentencias han reiterado que la nueva legislación
es aplicable a desapariciones anteriores a su entrada en vigor, sin que ello
implique retroactividad penal.
i. Caso Gelman vs Uruguay
El 24 de febrero de 2011, la Corte Interamericana de Derechos Humanos dictó
una sentencia condenatoria contra el Estado uruguayo por la desaparición
forzada de María Claudia García Iruretagoyena de Gelman y la supresión y
sustitución de identidad de su hija María Macarena. La sentencia subraya la
gravedad de la desaparición forzada y su carácter de violación múltiple y
continua de derechos humanos, especialmente considerando la vulnerabilidad
de María Claudia durante el embarazo. La Corte también declara al Estado
uruguayo responsable de la supresión y sustitución de la identidad de
Macarena, estableciendo que el derecho a la identidad, aunque no
explícitamente en la Convención Americana, puede basarse en la
Convención sobre los Derechos del Niño.
Asimismo, la Corte reafirma su postura contra las leyes de amnistía, como la
Ley de Caducidad, argumentando que son incompatibles con la Convención
Americana y bloquean la justicia para graves violaciones a los derechos
humanos. La Corte destaca que las consultas populares, como referéndums y
plebiscitos, no pueden validar tales leyes, y que Uruguay debe eliminar sus
efectos del ordenamiento jurídico.
b. Derecho a la vida y a la integridad personal
El derecho a la vida y la prohibición de la tortura, establecidos en el artículo
27.2 de la Convención Americana, no pueden ser suspendidos en casos de
guerra u otras amenazas a la seguridad del Estado. La jurisprudencia
interamericana ha fijado estándares sobre la investigación de violaciones a
estos derechos, incluyendo la obligación de investigar el uso legítimo de la
fuerza y el concepto de tortura. La Corte ha reiterado que el derecho a la vida
es fundamental y que el uso de la fuerza debe ser excepcional, necesario,
proporcional y humano.
En cuanto a la tortura, la Corte ha afirmado que es una violación absoluta del
derecho internacional, abarcando tanto maltrato físico como psicológico. Los
Estados deben investigar de oficio cualquier indicio de tortura, incluso si no se
ha denunciado formalmente. La Corte también ha aplicado principios de
Naciones Unidas para garantizar la eficacia en la investigación de torturas,
recomendando procedimientos para identificar víctimas, recuperar pruebas y
determinar las causas de las muertes.
c. Derechos de las mujeres
La Convención Interamericana para Prevenir, Sancionar y Erradicar la Violencia
contra la Mujer, o "Convención de Belém do Pará", fue aplicada por primera vez
en el Caso María da Peña. La Comisión Interamericana destacó que la
tolerancia estatal hacia la violencia contra la mujer perpetúa esta violencia. En
casos de negligencia estatal para procesar a agresores, se viola la obligación
de prevenir y condenar estas prácticas.
La decisión sobre María da Peña impactó en el desarrollo de la Ley 11.340 en
Brasil, que busca prevenir y sancionar la violencia doméstica. También influyó
en el Pacto Nacional de Enfrentamiento a la Violencia contra la Mujer.
La Corte Interamericana abordó la violencia contra la mujer en el Caso del
Penal Miguel Castro, donde se constató la violencia sexual y tortura por parte
de agentes estatales. La Corte también se ocupó del Caso González y otras
(“Campo Algodonero”), estableciendo principios sobre la discriminación de
género y el feminicidio en Ciudad Juárez, México.
En los casos Rosendo Cantú y Fernández Ortega, la Corte trató la violencia
sexual y tortura por parte de militares en México, subrayando que estos actos
constituyen tortura y violaciones a la dignidad personal. Finalmente, en el Caso
Jessica Lenahan contra Estados Unidos, la Comisión Interamericana concluyó
que el Estado no garantizó adecuadamente la protección de las víctimas de
violencia doméstica, lo que constituyó discriminación.
d. Derecho al debido proceso
Según Úbeda de Torres, las garantías judiciales son un ejemplo clave de los
derechos protegidos por la Convención Americana. El “derecho a tener
derechos” está cubierto por los artículos 8 (garantías judiciales) y 25
(protección judicial) de la Convención. Estos derechos no pueden ser
suspendidos en caso de guerra o emergencia que amenace la independencia o
seguridad del Estado.
La importancia de estos derechos se refleja en la gran cantidad de casos en los
que la Comisión y la Corte Interamericana se han pronunciado. Aunque los
artículos 8 y 25 están previstos por separado, existe una tendencia
jurisprudencial a tratarlos conjuntamente debido a su interrelación en el
derecho de acceso a la justicia. La eficacia de las garantías del debido proceso
y del derecho a un recurso efectivo están vinculadas, aunque no todos los
jueces de la Corte comparten esta visión.
i. Las garantías judiciales generales
El artículo 8.1 de la Convención Americana establece las garantías del
debido proceso, incluyendo el derecho a ser oído con las debidas garantías, en
un plazo razonable, y por un tribunal competente, independiente e imparcial.
Estas garantías se aplican a todos los procedimientos, no solo a los recursos
judiciales en sentido estricto.
La Corte Interamericana ha señalado que estas garantías abarcan todas las
instancias procesales y se deben respetar en cualquier actuación estatal que
afecte los derechos de las personas. La Corte ha desarrollado estándares sobre
el plazo razonable y la imparcialidad de los tribunales, destacando la
importancia de evaluar la razonabilidad del plazo en función de la complejidad
del asunto, la actividad del interesado y la conducta de las autoridades.
Además, la Corte ha determinado que los tribunales militares deben tener un
alcance restrictivo y sólo juzgar a militares por delitos militares. La
independencia e imparcialidad de los jueces son fundamentales, y los
procedimientos de nombramiento y destitución deben ser estrictos para
garantizar estas cualidades. La Corte ha seguido precedentes del Tribunal
Europeo en cuanto a la imparcialidad subjetiva y objetiva de los jueces.
ii. Las garantías judiciales mínimas
Los artículos 8.2 a 8.5 de la Convención Americana establecen garantías
mínimas para los procesos penales. Aunque estos artículos se refieren
principalmente a procesos penales, la jurisprudencia interamericana ha
extendido su aplicación a procedimientos no penales, como se confirmó en el
Caso Paniagua Morales. Entre las garantías mínimas se destacan:
i. El derecho a la presunción de inocencia (art. 8.2);
ii. El derecho a recurrir el fallo ante un tribunal superior (art. 8.2.h);
iii. El derecho a no ser sometido a nuevo juicio por los mismos hechos (art.
8.4).
La Corte Interamericana ha subrayado que la presunción de inocencia prohíbe
condenas informales y la prisión preventiva debe ser excepcional. El derecho a
recurrir debe ser eficaz, accesible y permitir un examen integral de la decisión
recurrida. La eficacia del recurso está vinculada a la revisión completa del fallo,
no limitada por formalismos. El principio de ne bis in idem (art. 8.4) impide
juzgar a una persona dos veces por el mismo delito, aunque la Corte ha
establecido que este derecho no es absoluto y no se aplica en casos de fraude
o nuevos hechos que revelen responsabilidad penal.
5. El impacto del Sistema Interamericano de Derechos Humanos
La jurisprudencia del sistema interamericano de derechos humanos ha tenido
un gran impacto estructural, especialmente en la legislación y políticas
públicas de los países del hemisferio, fortaleciendo el estado de derecho. Sin
embargo, persisten obstáculos en la implementación de estas decisiones.
Un desafío importante es la falta de infraestructura institucional y normativa
para cumplir con las decisiones, en comparación con los sistemas judiciales
nacionales. El cumplimiento de medidas ejecutivas, como el reconocimiento de
responsabilidad y el pago de compensaciones, ha sido más alto que el de
medidas legislativas y judiciales, como reformas y sanciones. A continuación,
se mencionarán ejemplos del impacto estructural del sistema interamericano.
a. Leyes de amnistía
La jurisprudencia del sistema interamericano establece que las leyes de
amnistía relacionadas con graves violaciones de derechos humanos son
incompatibles con la Convención Americana. La Comisión Interamericana
abordó este tema por primera vez en su Informe Anual 1985-1986.
En los años 80, la Comisión recibió denuncias sobre Argentina, Uruguay y El
Salvador por leyes de amnistía que impedían investigar graves violaciones de
derechos humanos durante regímenes militares. En 1992, la Comisión publicó
informes que declararon estas leyes incompatibles con las garantías de debido
proceso y protección judicial reconocidas en la Convención. Posteriormente, la
Comisión aplicó esta doctrina a leyes de amnistía en Perú y Chile. Estas
decisiones fueron históricas, ya que representaron el primer cuestionamiento a
leyes de amnistía por parte de un órgano de derechos humanos, impulsando el
movimiento contra la impunidad a nivel regional y mundial.
i. Argentina
Tras la adopción del Informe 28/92, Argentina tomó medidas para cumplir con
las recomendaciones de la Comisión Interamericana. Las Leyes de Punto Final
y Obediencia Debida fueron derogadas por el Congreso en 1998. En 2001, el
juez Gabriel Cavallo declaró estas leyes inconstitucionales en un caso
específico, no aplicándolas al caso de la desaparición forzada del matrimonio
chileno-argentino Poblete Hlaczik.
En agosto de 2003, el Congreso Nacional declaró nulas las Leyes de Punto Final
y Obediencia Debida. En junio de 2005, la Corte Suprema de Justicia resolvió
que ambas leyes eran inconstitucionales. En julio de 2007, la misma Corte
determinó que los indultos dictados por el Presidente Menem en 1989 eran
inconstitucionales, cerrando así el ciclo de lucha por la eliminación de
obstáculos legales para el juzgamiento de violaciones a los derechos humanos
durante la dictadura. Recientemente, la justicia argentina dictó sentencias
significativas en casos de violaciones de derechos humanos, destacándose el
fallo de la “mega-causa” de la Escuela de Mecánica de la Armada (ESMA) el 26
de octubre de 2011.
ii. Perú
La Comisión Interamericana tuvo un rol crucial en la lucha contra la impunidad
en Perú. En los años ‘90, comenzó a recibir denuncias sobre ejecuciones
extrajudiciales y desapariciones forzadas cometidas durante el régimen de
Alberto Fujimori, destacando los casos Barrios Altos y La Cantuta.
El Caso La Cantuta implicaba el secuestro, tortura y ejecución de un profesor y
nueve estudiantes en 1992. En 1995, el Congreso peruano aprobó una ley de
amnistía que liberó a los condenados por estos crímenes. Posteriormente, la
Comisión presentó el Caso Barrios Altos, relacionado con la ejecución de 15
personas por el escuadrón de la muerte Grupo Colina.
En el año 2000, la Corte Interamericana resolvió que las leyes de amnistía eran
incompatibles con la Convención Americana sobre Derechos Humanos y
ordenó su eliminación. El gobierno peruano cumplió con esta orden y, en 2005,
la Corte declaró que las leyes de amnistía no tenían efectos jurídicos.
Las autoridades peruanas tomaron medidas para implementar esta decisión, lo
que culminó en la condena del ex Presidente Fujimori en 2009. La sentencia
del Caso Barrios Altos tuvo un impacto regional, influyendo en decisiones en
otros países del hemisferio, como Argentina y Uruguay.
iii. Chile
En 2006, la Corte Interamericana se pronunció nuevamente sobre las leyes de
amnistía en el Caso Almonacid Arellano respecto a Chile. Aunque el fallo tuvo
un impacto en Chile, su implementación fue menos notoria que en Perú.
Chile ha mostrado esfuerzos por cumplir con la sentencia a nivel legislativo y
judicial. Sin embargo, a la fecha del informe de 2010, los proyectos de ley
relacionados aún estaban pendientes de aprobación. Judicialmente, la Corte
Suprema chilena ha declarado que la ley de amnistía de 1978 no se aplica a
crímenes de guerra o delitos de lesa humanidad, alineándose con la
jurisprudencia de la Corte Interamericana.
iv. Brasil
En Brasil, la Corte se pronunció sobre la Ley de Amnistía en el Caso Guerrilha
do Araguaia. La Corte declaró que la ley brasileña que impide la investigación
de graves violaciones de derechos humanos es incompatible con la
Convención Americana y carece de efectos jurídicos.
A diferencia de Perú y Chile, Brasil no ha mostrado voluntad de eliminar los
efectos de la ley de amnistía. En 2011, la presidenta Dilma Rousseff promulgó
una ley para crear una Comisión de la Verdad para investigar violaciones de
derechos humanos, pero hasta la fecha, la implementación de la sentencia
sigue en estudio.
v. Uruguay
En octubre de 1992, la Comisión Interamericana de Derechos Humanos emitió
el informe 29/92 sobre Uruguay, declarando que la Ley de Caducidad de la
Pretensión Punitiva del Estado (Ley No. 15.848) es incompatible con la
Convención Americana. Desde 2005, se han realizado esfuerzos para
superar los obstáculos que esta ley representa para la investigación y sanción
de violaciones a los derechos humanos durante la dictadura.
Durante la administración de Tabaré Vázquez, se excluyó la mayoría de los
casos de la Ley de Caducidad, permitiendo investigar y juzgar violaciones a los
derechos humanos. En octubre de 2009, la Suprema Corte de Justicia declaró
inconstitucionales varios artículos de esta ley, lo que fue reiterado en
decisiones posteriores.
En 2009, un proyecto de reforma constitucional para eliminar la Ley de
Caducidad no fue aprobado, y en 2006, se presentó una petición ante la
Comisión Interamericana por la desaparición forzada de María Claudia García
Iruretagoyena. La Comisión, en julio de 2008, formuló recomendaciones al
Estado uruguayo, que fueron insuficientemente cumplidas, llevando el caso a
la Corte Interamericana en 2010.
El 24 de febrero de 2011, la Corte condenó a Uruguay por la desaparición
forzada y violaciones relacionadas, declarando que la Ley de Caducidad no
puede ser un obstáculo para investigar estos crímenes. La Corte también
destacó que la protección de los derechos humanos no debe someterse a
consultas populares.
En respuesta, el gobierno uruguayo presentó un proyecto de ley interpretativa
que fue rechazado en mayo de 2011. Sin embargo, en junio de 2011, el
Presidente José Mujica revocó resoluciones que amparaban denuncias bajo la
Ley de Caducidad. Finalmente, el 27 de octubre de 2011, se promulgó la Ley
No. 18.831, que derogó tácitamente el artículo 1 de la Ley de Caducidad,
restaurando la pretensión punitiva del Estado para los delitos relacionados. La
sentencia del Caso Gelman ha tenido un gran impacto en el escenario jurídico y
político de Uruguay, mostrando señales claras de cumplimiento con las
obligaciones internacionales en materia de derechos humanos.
vi. El Salvador
El primer caso en el que la Comisión Interamericana de Derechos Humanos se
pronunció sobre la incompatibilidad de las leyes de amnistía con la
Convención Americana fue el de la masacre de Las Hojas en El Salvador,
perpetrada el 22 de febrero de 1983. La Comisión declaró que el Estado
salvadoreño violó los derechos al debido proceso y a la protección judicial,
recomendando investigar y sancionar a los responsables.
En 1994, se presentó una denuncia por la ejecución extrajudicial de Monseñor
Óscar Romero en 1980, alegando que los implicados fueron liberados por la
Ley de Amnistía General. La CIDH recomendó investigar y ajustar la legislación
interna a la Convención Americana, destacando que la paz no debe impedir
la justicia.
En 2000, la Sala Constitucional de la Corte Suprema de Justicia de El Salvador
declaró que la Ley de Amnistía no es inconstitucional per se y que su aplicación
debe ser evaluada caso por caso. En 2011, la CIDH demandó a El Salvador ante
la Corte Interamericana por el caso de las masacres de El Mozote y lugares
aledaños, solicitando la invalidación de la Ley de Amnistía. Estos crímenes,
cometidos en diciembre de 1981, permanecen impunes debido a la ley de
amnistía. La Corte aún no ha dictado sentencia en este caso, que será la
primera sobre una ley de amnistía fuera de Sudamérica.
vii. Observaciones finales
En cuanto al impacto del sistema interamericano en las leyes de amnistía, los
casos de Argentina y Perú destacan por su efecto positivo. En estos países, la
Comisión Interamericana, los Estados y la sociedad civil lograron un diálogo
constructivo que permitió a las víctimas ser escuchadas.
En Uruguay, el Caso Gelman provocó cambios significativos en los tres poderes
del Estado, resultando en una ley que restablece la capacidad de investigar y
sancionar delitos de la dictadura. En Chile, aunque la implementación fue
menos directa, la Corte Suprema, citando la sentencia de la Corte
Interamericana, declaró que la ley de amnistía no se aplica a delitos de lesa
humanidad.
En Brasil, la sentencia de la Corte Interamericana tuvo un impacto limitado
debido a una decisión previa del Supremo Tribunal Federal que afirmó la
constitucionalidad de la ley de amnistía. Sin embargo, la sentencia llevó a la
creación de una Comisión de la Verdad y a la propuesta de un grupo de trabajo
para evaluar el cumplimiento de la sentencia, aunque estas iniciativas no
sustituyen la obligación de investigar y sancionar violaciones a los derechos
humanos. Finalmente, la sentencia en el Caso Masacres de El Mozote cerrará el
ciclo de sentencias sobre leyes de amnistía iniciado con el fallo en el Caso
Barrios Altos vs. Perú en marzo de 2001.
b. Libertad de expresión
En 1992, el periodista argentino Horacio Verbitsky presentó una denuncia ante
la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) por haber sido
condenado por desacato tras calificar a un Ministro de “asqueroso” en un
artículo. La CIDH resolvió el caso mediante un acuerdo de solución amistosa,
que incluyó la derogación de la figura penal de desacato en Argentina en 1993.
La CIDH concluyó que las leyes de desacato, que penalizan expresiones
ofensivas hacia funcionarios públicos, no son compatibles con la Convención
Americana sobre Derechos Humanos, ya que reprimen la libertad de
expresión esencial para la democracia. En 1997, la CIDH estableció la Relatoría
Especial para la Libertad de Expresión, que ha abordado las leyes de desacato.
En octubre de 2000, la CIDH aprobó una declaración que condena las leyes de
desacato por atentar contra la libertad de expresión.
La derogación de las leyes de desacato se ha extendido en la región, como en
Chile, donde el caso de Alejandra Marcela Matus llevó a la eliminación de
artículos de la Ley de Seguridad del Estado. Además, la CIDH ha tenido éxito en
otros aspectos de la libertad de expresión, como en los casos “La Última
Tentación de Cristo” y Claude Reyes y otros, que resultaron en reformas en la
legislación chilena sobre censura y acceso a la información pública.
i. Impacto en Uruguay
El 28 de febrero de 2007, Carlos Dogliani, la Asociación de la Prensa Uruguaya
y el Instituto de Estudios Legales y Sociales del Uruguay (IELSUR) denunciaron
al Estado uruguayo ante la Comisión Interamericana de Derechos Humanos
(CIDH) por la violación del derecho a la libertad de expresión. Dogliani había
sido condenado a cinco meses de prisión por difamación tras publicar artículos
en 2004 que denunciaban irregularidades en la Intendencia Municipal de
Paysandú. La Suprema Corte de Justicia confirmó la sentencia en agosto de
2006.
En septiembre de 2007, se inició un proceso de solución amistosa, y en junio
de 2009 se aprobó la Ley N° 18.515, que reformó el Código Penal y la Ley de
Prensa, eliminando sanciones por divulgación de información sobre
funcionarios, salvo en casos de “real malicia”. Esta ley también incorporó los
estándares internacionales en materia de libertad de expresión.
El 18 de septiembre de 2009, se firmó el acuerdo de solución amistosa, donde
Uruguay reconoció la incompatibilidad de la condena con los estándares
internacionales de derechos humanos. Dogliani se mostró satisfecho con las
reformas.
El 25 de diciembre de 2009, los peticionarios confirmaron que Uruguay había
cumplido con las obligaciones asumidas, y la CIDH aprobó el informe de
solución amistosa el 16 de marzo de 2010. Además, en octubre de 2008,
Uruguay aprobó la Ley de Acceso a la Información Pública N° 18.381 para
promover la transparencia administrativa. Sin embargo, la ley fue
reglamentada recién en agosto de 2010, y se reportó un elevado
incumplimiento de sus obligaciones de transparencia.
c. Justicia penal militar
La jurisprudencia del sistema interamericano de derechos humanos establece
que la existencia de tribunales penales militares no es incompatible con la
Convención Americana, pero su jurisdicción debe ser restrictiva. Estos
tribunales solo deben juzgar a militares activos por delitos relacionados con el
orden militar, excluyendo a civiles para garantizar un juicio justo.
La Corte Interamericana ha tratado este tema en varios casos, incluyendo el
Caso Castillo Petruzzi, donde se cuestionó el juicio militar a civiles en Perú, y el
Caso Las Palmeras en Colombia, relacionado con violaciones graves durante
una operación militar. En Chile, la Corte concluyó que la jurisdicción militar, al
incluir a civiles, vulneraba garantías judiciales en el Caso Palamara Iribarne. En
México, el Caso Radilla Pacheco reiteró que la jurisdicción militar debe ser
mínima y en conformidad con los estándares internacionales, llevando a
reformas legislativas.
Recientemente, la Suprema Corte de Justicia de México determinó que las
sentencias de la Corte Interamericana son obligatorias y que todos los jueces
deben realizar un control de convencionalidad para alinear las leyes nacionales
con la Convención Americana. Este caso destaca el impacto estructural de
las sentencias internacionales en la legislación nacional.

También podría gustarte