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La Iniciación en La Docencia

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cartruio s Los gajes del oficio de ensefiar. La iniciaci6n a la docencia" ae ee ‘Andrea Alliaud y Estanislao Antelo inguin comienzo es faci. En todas las actividades 0 empresas de nuestras vidas, el principio suele entusiasmar, pero también, desconcertar. Desalenta, desa- rrimar, desahucar, desilusionar. Si bien ocurre en todos los rubros, al tratarse de aquellos en los que, ademas de la propia subjetividad, estan comprometidas las vidas y el destino de otras personas, las sensaciones des- suelen aumentar. En esta oportunidad, nos 105 a una actividad peculiar el ofcio de ense- far. Pretendemos reflexionar sobre sus comienzos, tomando como referencia las ‘uestiones més generales relativas a sus aspectos précticos y a su formacién. Es indagando en la naturaleza del ofcio (como en su momento, lo hicimos desde la profesin o desde el trabajo) desde donde queremos produc ciertas reflexiones {que nos permitan avanzar para comprender la ensefianza, con la fnalidad tambien de dilucidar maneras y procesos de formacién de quienes la ejercen: los docen- tes, Consideramos que este avance es crucial para el estudio y el debate acerca de la institucién escolar en un escenario de transformaciones profundas. Los desafios que enfrenta la docencia actualmente son comunes a todos los, docentes. Aun reconociendo las partcularidades vinculadas con una etapa pro- fesional espectica, es dificl encontrar hoy educadores de cualquier nivel de enseftanza, de cualquier escuela (mds allé de la condicién social de los alum- nos), con mayor menor nivel de antigiedad o expertica, que se sientan y ‘actien “como en casa’, frase que utiliz6 Philip Jackson (2002) para diferenciar los docentes novatos de sus colegas mas experimentados. or Tha vein Ge Sie tts porte ercaniae on Patesavado. Reta de Caran y Formac, Lnvenided de Guna, Espn, 2008 82 Los pes del co Ensefianza y oficio AN tratar de salvar la ensefanza de etiquetas y simplificaciones de diversa {indole en su mencién, la misma deviene en oficio. Ademés de evitarciertos ali- neamientos y sus concepciones respectvas, en té:minos de trabajo, profesién 0 vocacién, la alusi6n oficiosa par Officio suele emparentarse con el saber hacer 0 producir algo en partic La palabra ofcio es portadora de dlstntos significados que reriten a ‘ocupa- ibn, ‘cargo, ‘profesién’ funcién”. Podriamos decir, entonces, que la ensefianza es todo eso y, en principio, esta concepeién pareciera salvar la simplicidad a la que conduce la opcién exclusiva por alguno de sus componentes. En un libro reciente, en el que se analizan ciertas profesiones modernas, Francois Dubet (2006) aporta una visién que al Perspectiva del autor, la ensefianza estd anclada en un ofico, en la medida que, duos que la realizan, se los forma y se les paga para actuar sobre sobre las almas de otros", Quien ensefta tendria como meta fundamen nsformar a los otros. No es la Gnica actividad, pero es una de las actvida- des destinadas a la produccién de personas. Hugo Di Taranto (2007), maestro afiejo pero vita, a la hora de definir su ofico, afimma sin titubear: "Nosotros los educadores] somos modificadores de almas El accionar sobre las personas afiade al Esta dimension no contemplada en las definiciones recientemente mencio- nadas se manifiesta claramente en una actividad como la docencia que requiere “pruebas existenciales" (al decir de Dubet) o desafios (podrlamos decir nosotros), que superan formas de pago y preparacién, Una idea impor- tante que se desprende de esta concepcién es la imposibilidad de mensurar le actividad y de traducirla en salario 0 en programas de preparacién de manera “El tema de la vocacién significa que el profe- iclo un componente vocacional, sional d {os no es un trabajador o un actor como los demas. No afinca su legitimidad solamente en una técnica 0 savoir-faire, sino también en principios més o menos universales”* (Dubet, 6p. cit: 41), Son Precisamente estos principios y valores los que parecen afiadirle a la activi- dad un componente de realizacién individual. Ain rutinizadas, poco cons- Gientes, estas practicas se hallan potencialmente plenas de sentido y de sho como esto Los gies de fio de ersear La iniacion aa docencio 83 recursos de justificacién, en tanto estén amparadas en un orden que tras- materia y lo mater etal cater soe eevestonable de sles puestos enue hora de ensefar lo que garantizaba autoridad al maestro, al profesor, y también ‘al médico y a todo aquel que trabajaba con personas. Hoy hay que procurar la autoridad diriamente; y se requieren recursos y destrezas para ejercer el con- trol dentro de organizaciones cada vez mas complejas, Hoy es nece 1 tas acciones y las decisiones que se toman respecto de la transformacién de los otros. En las sociedades pi rales, ningin gesto queda al margen de la procesadora reflexva. La vieja usar za que ligaba permanencia en el tiempo con prestigioy sabidurla cede, en pate, su eficacia y somete a cada quien, al escrutinio permanente del desempeft. ‘Ademés, podemos sumar la paradoja que se instala répidamente entre educa dores de toda estrpe, en tanto la busqueda misma de la autoridad coincide, por definicién, con su pérdida. Como afirma Alexandre Kojéve (2005), en términos estictos, tiene autoridad quien no hace nada para obtenerta. 'A pesar de sus profundas transformaciones, el trabajo con personas mantiene un rasgo vincular, relacional. Los maestros, sobre todo los de nifos pequerios, ‘acentiian el componente afectivo de su actividad. Esta caracterstica vinculada con la vocadiin parece ser la més rica, en tanto compromete la subjtividad, y min la mds secreta, a menos conocida: “No se sabe cémo, pero lo logo” Todo ofcio enc ¥ autorfa propia en el proceso por el cual algo que era de determinada manera se transforma en otra cosa, Como recuerda ‘Antonio Santoni Rugiu en su trabajo sobre el maestro artesano, menester y mis terio han mantenido, més allé de la sinonimia, diversas y as relaciones: “La hipétesis més plausible para explicar esta tendencia a la intercambiabi es 2 que los dos términos, si bien muestran etimologias y matices de significado especiico, se confundieron cuando se referian a una misma realidad, a ate, que presentaba estrechamente entielazados los requistos de una actividad rig damente organizada (menester) y un hacer secreto (misterio)" (1996: 65). 84 Losses ofc A n ioe Sebastian Bach, joven viajero pero ya reconocido misico, sale a la caza del secreto del oficio, armado de ojos y oldos, es decir, a la bésqueda ‘del secreto de los procedimientos iados por los iniciados. Estos comprendian los procedimientos didécticos para iniciar gra- dualmente a los aprendices de maest 7 sy, en ocasiones, a los mancebos mas : 168 y 235). Habra que esperar al ple desarrollo de la industia pare que el misterio se pietdao perdure tenuernen, te en el mindsculo y agonizante universo del pequeho taller fabril donde, en ccasiones, pervven los retaceos, las d 7 , las demoras 0 el simple rech. aves del oficio, pieseshero apes es a tratar de formar, educar o transformar a las personas y cuando efectiva- mente se constata que ello ha acurrido, el secreto, el truco o la magia se poten Bia se ™ icultades objetivas (..). Los : ros gprnden,cemprenden, progres (.). Nos demos cuenta de ue hemos lado lo que i squeals prepracones més sofiscades ® oa hacer esperar. Nos entusiasmamos (..). Entonces el maestro hala into placer en enseniar como el alumno et Bs alumno en aprender (..). Este fenéme- no est rdticarent usente de os esis sobre la enseanzay sobre la escuela. Lo vemos y reconocemos, en cambio, en algunas escenes = 5 © quizé lo hemos vivenciado en nuestra propia escolar fad con algin profesor en particular (Meirieu, 2006: 16 a 19). P cl todo, es todavia probable que ef milagro se produzca y, que en esa pro- luccién, la profesién adquiera sentido, por lo que el autor invita a mirar esa dimensién oculta del ofico de ensefar. i Los “secretos de fabricacién” son ese “algo” (en palabras de Meirieu) que std en juego en lo més intimo del acto de ensenar. Una especie de vibrocn particular de la que son portadores los docentes y que no se puede reduc una lista de competencis. Van tomando forma enleprtica a mea que se va ensendo, ¥ parecen ser productos de una rata formula (métodos,tenics ieee acuat), que en principio permiten cistnguir lo que funciona bien de ue no. Esa mezcla que gula se va sedimentando a medida que se ensefa y tenderé 2 prevalecer, a menos que surja un problema, algin imprevisto, algin cambio que cree 0 provoque la necesidad de hacer otra cosa. El oficio re entonces la manera en que uno hace su taboo. Cémo lo hace, Recordernos ue ofcioso es alguien eficaz para determinado fin. nme Los ges dl cio de ensea La ncn ala docense 8B La manera de hacer el propio trabajo, c6mo cada uno lo hace, involucra el procedimiento, pero se dirime basicamente en el producto 0 los productos; es decir, en la obra, aquello que se logré con algo que era de determinada mane- 1a y leg6 a ser distinto, Es cieto que, al tratarse de sujetos, quienes potencial- mente van a ser transformados, se aflade el componente de la creencia o la confianza en aquel que, en principio, ocupa el lugar de_transformador. Nuevamente, esta creencia asignada al rol docente y @ la escuela modema hoy no esté asegurada, y hay que procurar que la ensefianza ocurra. Y dedicarse a sma parte del como hacerlo. Per icio no carece de puestas a prueba. Es la constata- cin de lo hecho 0 producido, como producto del propio trabajo, lo que ase- gura no sélo confianza y autoridad hacia la figura del docente, en este caso, sino identidad profesional. Eso “antes” que el reconocimiento de la corpora- cién, diré Dubet. Es lo que da sentido a la profesién, segin Meirieu, Al acep- tar que la manera en que cada uno lo hace no se desliga de lo que produce al hacerlo, resulta particularmente atractivo reparar en la dimensién oculta de la enseftanza (lo que se hace, pero no se ve), sin dejar de con fo que se produce (lo que se ve como resultado de la intervenci6n sobre otro). ‘A continuaciOn, profundizaremos en la ensefianza y su desarrollo en las con- diciones actuales del sistema escolar, asi como en los inicios y en la formacion de los docentes, desde esta perspectiva Ensefiar En su libro Prdctica de la enseftanza, Philp Jackson se pregunta por la dadera” ensefianza, Philippe Meiieu se formula la misma pregunta, afios des- pués, en Carta a un joven profesor. Por qué ensefiar hoy. ar la actividad de ensefiar slo mediante prue- jene que ver con la autes cidad de la stuacién total, (..) El punto a tomar en cuenta es que en la tensefianza, como en la mayoria de los actos humans, no es tanto lo. que se ve como lo que se lee (Jackson, 6p. cit: 114 y 115). Para el autor norteamericano, mas alla de los resultados obtenidos, que requetiian de una constatacién posterior, no hay ensefianza en s\, a menos que ‘ge tenga en cuenta el contexto en que esta tiene lugar’ Entra aqul en juego la interpretacién de sus protagonistas y también la de las personas ajenas a ella, 86 Los gajes de ofc “(0) Siempre debemos preguntamos: dcuéles 5 se emprendieron esas acciones?" (ibid.: 130 y Pera Meirieu, en cambio, ensefiar es organizar la confrontacién con el saber y proporcionar las ayudas para hacerlo propio. 15 circunstancias? éPor qué fee f en ccompromiso de la ersona y poner a su dsposicn ls recursos, sin los cuales no podrd obte- her buenos resultados en su gprendizgie (Meitieu, 6p. ct: 24), En cualquier nivel, la verdadera ensefanza no consisita, entonces, ni en demasiado cuidado ni en abandono, sino que .) adopta @ la vez el carécter inquietante del encuentro con lo descono- ido y el apoyo que aporta la tranquilidad necesaria, No exime al alumno de tirarse a la piscina, de lanzarse a una aventura inédita para dda algunos consejos para no ahogarse, voluntad (de no confinar el encuentro con ranza (de que se produzca el acto pedagogico). ién que edoptd Jackson, la ensenanza merecia Luna interpretacion en si misma, en este caso, se la vincula con los resultados y hasta con los buenos resultados: interiorizar el saber y hacerlo propio. Con los retomando las consideraciones expuestas en el ior. Sin embargo, los resuitados/productos logrados requieren de Mientras que, en la dei den plantear diferencias. Las pruebas estandarizadas que midan lo que los alumnos aprendieron y sian para evaluar la eficacia de las escuelas y aun de los sistemas escolares es una forma, pero puede haber tagonistas se sientan mi ados. Lo certo es que la enseftanza, mirada desde la perspectiva de! oficio, no esté desligada de los resultados que produ ce. Es la manera como cada uno lo hace, también lo que produce y también su constatacién; y no es sélo la constatacién individual, por ser la educacién de las Personas un asunto publico, Para muchos dacentes, pendientes del proceso 0 del procedimiento, puede resultar ajeno el planteo de probar publicamente los een las que los pro- os guts de of denser La inicacon ala oes OT jene que ver con la esencia del propio trabajo y, por lo tanto, con su propia identidad, hoy cuestionada, resquebrajada. Lo primero, centonces, seré aceptar esta premisa, luego podré discutirse como se miden constatan los resultados o los productos, 0 los aprendizajes. Lo certo es que hoy, menos que nunca, puede prescinditse de la totalidad del proceso que constituye el oficio de ensenar. Ensefiar hoy Los planteos expuestos adquieren vitaidad cuando pensamos en los nuevos scenarios escolares, en todos, con las inquietudes e incertidumbres que gene- ran a todos los docentes*, incluso a los que atin mantienen la pasién por cono- cer el deseo, la voluntad 0 esperanza de ensefi EI resquebrajamiento de los pilares que sostenfan la institucién escolar modema permite explicar gran parte de los inconvenientes que se presentan actualmente a la hora de ensefiar. La idealizacién de lo que ya no es (hoy son otros quienes asisten a las escuelas, ya sea por sti condicion social, por su entor- 1, por el acceso a las nuevas tecnologlas, por su derechos adquiridos, etcétera) convive muchas veces con la aceptacion de ya es. Los postulados referidos a la integracion, ala ju de oportunidades, a los derechos de los individuos estén sient menos, discursivamente. Pero igual, cuesta ensefiar Entonces, se piden recursos complementarios de variado tipo. es como lugares de encuentro entre docentes y alunos persisten, y desde all, se puede aminorar la sensacién crtca si se comprende (y Se est preparado para ello) que, si bien la ambigdedad y la incertidumbbre carac- terizan los encuentros pedagogicos, es posible obtener precisiones y certezas deri vadas del propio ofcio. Los docentes lo hacen mucho mejor cuando mantienen fuertemente ef sentimiento de poseer un ofcio, un conjunto de rutines y de cbdi- 05 a pattr de los cuales negocian con los dems, en el sistema y fuera de él, sin sentirse cada vez més amenazados de desaparecer (Oubet, 6p. ct). El autor francés sostiene que quien ensefia actualmente tiene que hacer mucho més que cumplir un rol asignado: “Se deben encontrar equilibrios modos de llegar a acuerdos con los otros y con uno mismo". Lo que se hace Se reser en excuse pobes Hoy pare todos los doce les vee, cis y muy chicos, ms al del ser socal de BB Los gre del fo requiere de negociaciones, acuerdos, justificaciones y explicaciones. No hay f6r- mmulas ticas, nunca las hubo y hoy menos que nunca. Pero hay mucho por hacer. Hay que probar, experimentar y hacerlo en cada ocasién. Y esto se hace ‘no se hace. Es por accidn o por omisién. El oficio hoy debe conquistarse. Esta nueva manera de trabajar sobre los otros mds tensa y més contradictoria, pro- ducto del agotamiento del programa institucional como sistema integredo de valores y principios et su unidad y se apunte a El trabajo sobre los otros se concibe, bajo el dectve de las instituciones, como tuna experiencia construida por los actores. 1 docente construye su trabajo y, en ese movimiento, se construye también a si mismo. Y no sélo nos referimas a los pro- fesores; hoy y en el dia a dia los alunos también tienen que hacerlo, Se trata entonces de experiencias homdlogas y complementarias que afectan a todos. Una visin interesante, ya que el malestaro la crisis suele enfocarse sdlo desde el lado de los docentes. Sin embargo, “en gran medida, os profesionales reconocen ‘exactamente las mismas difcutades que sus objetos” (ibid: 392-415). El cambio, en las condiciones del ejercicio docer adquiere la prueba, Siguiendo la distincién de Norbert El to y saber, tal como lo hemos analizado en un trabajo reciente (Aliaud y Antelo, 2008), quien sabe es quien ha probado, y aqui se pone de manifies- to el cardcter experimental de toda ensenanza. Desde esta perspectiva, el docente que sabe es el que ha probado muchas, distintas y divergentes for- ‘mas, maneras o estrategias de ensefiar. Es decir, si entendemos la ensefianza como un oficio, ensefiar es probar y probar haciendo. Este rasgo se potencia con el desvanecimiento de las garantias. Hoy més que nunca hay que probar para saber ensefiar y para llevar a cabo una tarea que requiere pruebas y pues- tas a prueba constantemente. Son precisamente las pruebas sobre el produc- to las que podrén otorgar certidumbre y legitimar tanto el quehacer como el saber que se va produciendo, al enfrentar los desafios a los que nos somete la experiencia, Cuanto més se apoyan los actores en su ofico, mas serena seré la experien- cia de trabajo. Tomar como apoyo el ofcio significa que el trabajo pueda objet varse y que el profesional pueda decir esta es mi obra, es el resultado de mi actividad, puedo mostrarlo y demostrarlo, Ofco, en este sentido, se define como la capacidad de producir algo, de conocerlo y de hacerlo conocer. En un mismo proceso, la consolidacién del oficio también protege los objetos de este tipo de trabajo sobre otros (Dubet, 6p. cit: 443 y 444) Las gajes del oficio de ensenac La wiciacién ala dacencie 89 La ctsis se aminora cuando los que ensefian se reconocen como hacedores de su propio trabajo, cuando pueden saber y experimentar lo que han producido. ‘Muchas veces los maestros, més aue los profesores de la ensefianza me rimentan tal sensacion y en ella amiparan los justficatvos de satisaccién y cién personales. “Esa impresién de produccién objetiva es una de las fuerzas del fico" (ibid: 146). Levado al extremo, es la sensacién de que se puede todo. Ensefiar hoy y formarse para empezar a obrar El interés por los estadios finales en la formacién de un docente es, en cier- ta forma, complejo. Por un lado, el que termina tiene que iniciarse; en este sen- tido, el inicio es un debut La iniciaci6n representa asi un desafio, una puesta a prueba de los gajes del oficio ~es oportuno seftalar que goje significa ‘prenda’ 'sefial de aceptar un desafio’ fa una pre- cocupacién genuina por los resultados. Iniciacién y prueba. Debut y desafio. {Sabré hacerlo bien? éCual es el producto de su formacién? {Cémo sabemos que funciona y que esta listo para ensefiar? {Qué pruebas tenemos? La pedagogia ha formulado estas preguntas en numerosas ocasiones. Las res- puestas acumuladas a lo largo del tieripo no siempre han proporcionado certezas. Probablemente, la fata de daridad obedezca, entre otras causas, a que en la histo- tia de la formacién de los docentes, la idea de obra ha sido puesta en tela de jui- io. Citcada por desatender y eclipsar el valor de los procesos que la hacen posible ‘ylasingularided del actor que la firma, o condenada por su aparente exceso instr mental y su estrecho vinculo con la distincién, no aparece con firmeza en el hori zonte de los estudios recientes sobre la formacion de los profesores. Nuevarente, por obra nos referimos al producto final, a la cosa hecha, pro- ducida. Y entonces surgen de inmediato las preguntas: écudl es la obra de un ensefiante?: ila ensefianza?, del aprendizaje? La hipdtesis tentativa indica que sabemos que la formacién ha sido exitosa (subrayemos el tiempo verbal) a tra vés de las obras. A través de ellas, valoramos a los ensefiantes, su formacion y sus enseftanzas. Pero podriamos preguntarlo de otro modo: équé produce un enseflante cuando su tarea es exitosa? Sabemos que, a pesar de su evidente cercania, la obra no es exactamente el desempeno, en tanto que desemperio no describe necesariamente un esta- dio final, una habilitacion, una autorizaci6n 0 pase, un ahora si, sino el cumpli- rmiento de una labor, el ejercico, a ejecucién, el trabajo, la dedicaci6n. Se puede evaluat el desempefio sin oto ancia ala obra. Un desempetio modes- to no nos permite leer con tanta eficacia el suceso de una formacién, como si 90 ice ses doco lo he lohace una cra fas. Pobtementspodamos amar quel exit de ne ic isualiza si sumamos desempefio a la by ra. De nuevo, el pr dimiento y el producto. Veamos algunos ejemplos. aces Es probando el pan como sabemos de 5 al cruzar el puentey atravesar su con el célculo; es al dar con eficacia del trabajo sobre el trigo; not ica como advertimos el acierto en pao ens puso sed de sy ogee tes mp Too came abe mos que un mecénico es un buen me Raat Tonner sabers que un ale ese me 5 Gua pte mee como sabemos que Borges es Borges cuando ese verso os toe fic ae cor eta tC aay npr ei io Eesoe ta maestro? {Cémo, sila suma y la resta fueron efectiva- peor ems eS0 s6lo si un nifio/alumno/estudiante es capaz Por supuesto que aqui recortido exitoso. El obra no es la buena obra, sino el producto de un ; atado mi 1 bien ni al mal. Se puede cruzar la el mejor de los puentes, se 5, Ser parte del ec fra er asi sin yc ru Oe pon serbon, m . “ fadoso e incapaz de ensefar la tabla del dos. Por supuesto que, adem te lo imponderable, el azar, lo event ncaleabe. La ensefianza tiene su Titanic, Sin ember _ 'g0, tampoco resultaré benefi 7 dona ba en femacn de fats ersefiontes eso san mu ot i a oo a ares ‘generalmente idealizado, la sefal inconfun- it as marchan bien en materia de formaciér En un mundo de hombres libres eee que practcan ls artes Iberale Eun mando rales, el instrumento eclibe ylepab te — ecagoelco principal es formatear las mentes. pueden explicarse, decise, presentars = , deci, presentarse con datida Bueno pre del het: dla pecagoge vrais nnn des de minaciones,tifulcas bien conocidas: tum y quadhlium fen a adlestamiento trucion profesional te a deduccién; escuela ite i @ lugar de trabajo; aprender hack ; jend serene ‘escuchando; la leccidn frente a la préctica; Dewey frente a Ter (Santoni ii, dp. ct: 101). Nos interesa detenemos breve : 3s breverenteen el moment e n os ¥ otros precisan la sancién, la habiltacién, el pase sin perder de vista 7 enka coco ene ues ors se ener led “ ree a Rugiu, a propésito de los maestros artesanos medievales principales que, en sus res, desplegaron aquella famosa y aflorada ‘Los gajes del oficio de enser dupla maestro-aprendiz), que s6lo consegulan el magisteno thulo 0 grado~ los mejores o més afortunados (incuyendo en le fortuna tam bin el dinero de que dsponia la fama del aprendi), después de un largo 11" iminatorias ((bid.: 130). Amplifiquemos los cinio (aprendizaje) y repetidas términos: tirocinio, eliminatorias, lo mejor. Arduo y extenso apren lo final Es importante destacar que del recorrido entre cuatto y siete i ocho afos-, previo pago de impuestos, emerge un maestro ariesan? metrculado. oro ro est todo dicho; es un paso mas el que sanciona la maesta:@ prepa raion de una obra maesta. Si el arte es menor, la obra se pospone, Pero $& requieren pruebas de habiidades en las operaciones elementales. ‘Ono toto ocue en fo concemiente a aquellos ofios que se o {vera de ls tallees (como el de fos médicos, los jurists y los especi tas), pero que también eran sometidos a distnt exémenes Figuosos, xpESteNe perma: nentes a comisiones de consules y notables. Salvo excepcion tro se podia y se puede comprar—, no se era maesto sin examet En cierto momento, Ia obra es expulsada 0 sometida al imper importa menos el resultado final que el camino que conduce a importa més ecto que a meta, Sumado @ elo, se pone en enedicho la idea de distin- Son importa més que todos leguen (si es posible juntos) 2 que lo hhagan unos pocos sel verso conocido de Ledn Felipe: ‘Voy con la das tensas y refre- vendo el vuelo porque lo que importa no es llegar solo ni pronto, Sra todos juntos y a tiempo. La ditncin pasa a ocupar el terreno del imal y del despre- ito al cuadro de honor y de las recompensas, es arrojada ven nadie quiere un mundo educativo regulado por et ‘da —cuesta entender que el término que mas se use pete texpicar qué cosa es ensefiar no sea examinado en su dimension ganancial vr ser competente (y todos, en cirta forma, lo somos) sabe que estd en cat Ta y que debe ganar. Es decir que formar competencies es for competentes no, pseudoanarquitas sonadores que rechazan el duelo, la dispute, la juste + en el exptity agonistico ofa superivencia de os mas apts, los m tos més fuertes. © al menos, nadie lo quiere a la tuz del dia ve este deseo se choca con todas ls formas posibes e imaginables dela diferencia, Richard Sennett (2003) ha mostrado la in talento distincion con desprecio,sorteando el valor radical del reconocreT” fo, Podemos deco asi: hay en el mérto una posbilidad cieta de recon 1 nto, Recientemente, en su vista a la Argentina, Philippe Meinew dio cusria de esta paradoja. En el caso deportvo escolar (donde el desprecio e= mas des- Probablemente y la competent ‘coherencia de superponer 92 Los goes det oficio fachatado), es comin encontrar dosis importantes de aprecio y reconocimiento de los poco aptos para la préctica deportiva, Resumiendo, se puede ser jugando mal, jugando poco o sin jugar, pero formando parte de. Otro tanto ocurre con la distincién. Un ejemplo trivial puede iluminar este tema. La militancia de izquierda univer eres. Los criterios con los que se los elige (mal que les pese a los igualitaristas) son oscuros, pero no imposibles de reunir En casi todos los casos, se trata de buenos oradores, capa- ces de movilizara las masas. Un lider se distingue por su prosa, su verba, su cla- Fidad. No hay lideres afésicos o tartamudos. k dice sin tapujos que “hay un malestar en el poder de elec- cin, y pronto constturé una opci6n a favor de la inocencia el hecho de que los hombres se rehusen explictamente a ejercitar el poder de seleccién que han aleanzado de modo factico" (2003: 70). Femando Savater comenta el trabajo de Sloterdik y destaca una de sus provocaciones: "Es una venganza de la histo- fia en nosotros, los igualitristas, que también tengamos que vémoslas con la obligacion de siado temor, sefiaa el guid de la cuestién. No se p ero adie se ariesga a valorar de verdad ~ni siquiera, 2 dejar claro que existen diferentes gracios en lo estimable y no s6lo privilegios © prejuicios—; y por tanto es improbable que nadie se comprometa demasiado a educar" (2002). Sin valorary sin tevlidas, £admo sabemos silos maestros son buenos maestos? La escuela no es escuela sin ob cion y sin mérito, porque la enseftanza misma tiene lugar en el interior de un oficio. No hay oficio sin obra, sin menester y sin mistetio. Probablemente, la educacién masiva no sea sin exé- ‘menes, sin pruebas o sin jerarquias. Otra cuestion bien distinta es el derrotero que sita al éxito como impetativo y meta educativa. No se trata de mundo de los residuos al que no llega primero a la meta. Los oficios docentes Hacia una pedagogia de la formacion Entonces, écémo se forma 2 quien se inicia en la docencia? éQué tipo de uias para la accién es posible repartir entre los maestros inminentes? éQué ins- trucciones practicas se pueden poner a disposicién? Si ningtin comienzo es f4 tampoco lo es dar con las claves para la formacién de los debutantes. En los paises con mayor rendimiento educ: mecanismos mas utliza- ry fortalecer el trabajo de los docentes son: "la construccién de habilidades practicas durante la formacién inicial y la primera etapa de ejerci- Cio profesional, la dotacién de tutores que acompatien a los noveles y la pro- mocién de instancias para que los docentes aprendan entre ellos’ (PREAL, 2007; el destacado es nuestro). Las consideraciones expuestas, sostenidas y acordades presentan una serie de asociaciones para considerar, Més allé de la fuerza o la determinacion que puede eles, establecen una relacién entre el rendi- bajo docente. A su vez, este tltimo pareciera verse favorecido si la formacién inicial y los primeros desempefios tuvieran una fisonomia particular. Acordando con estos planteos, sostenemos que es necesario avanzar sobre el desarrollo de una pedagogia espectica, tanto de la formacién docente inicial como de la etapa de iniciacién profesional, entendiendo las instancias formativas no s6lo como espacios pertinentes para difundir los cambios educativos, sino como 4mbitos definidos conforme a las rnecesidades emergentes de los nuevos procesos de trabajo y de las nueves y complejas condiciones escolares en que la ensefianza se ejerce. Especificamente, nos preocupa saber en qué condiciones formativas lograremos (0 nos acercaremos a la construccién de las habilidades prdcticas. ‘Asumiendo el desatlo propuesto, avanzaremos en la perspectiva de oficio que venimos trabajando. Partimos de pensar la pedagogia de la formaci6 docente como una preparacién espectfica para un trabajo particular que distin gue al maestro 0 profesor del que no lo es. Entendemos la ensefianza como el intencional, metédica y sistemstica freg- 1s de mundo a las nuevas generaciones, y consideramos que es posible contribuir al disefio de una pedagogie de este tipo colocendo la ensehanza y el oficio en el centro de la reflexién, Porque, Zd6nde, sino en la reflexion y la préctica que supone el ejerccio de los offcios, es posible apro- piarse de las claves para la formacién? temmacionalmente. me a. El oficio constituye el centro que aglutina y da sentido al proceso formativo Enel caso de la ensefianza, hay un oficio que transmit y un oficio de transmisib. Hay formadores y sujetos en formacién sustentados por un programa institucional con valores e identidades jerarquizadas. Mas all de las distintas ternéticas y pro- Ja transmisién, hay una unidad que puede ta de la prictica de enseftor. Es ella la que aportaré sentido a los distintos abordajes y précticas diferentes que acontezcan durante toda la formacién. Desde esta perspectiva,y tal como lo veni- mos sosteniendo en distintos trabajos, el oficio docente no tendfa que ser una preocupacion exclusiva de determinados profesores 0 determinados espacios 94 Los gajes: ccurriculares. Por el contrario, deber'a constituirse en el eje articulador de los diver- ropon faa como un potieme plc eaoes plizr neces eet derla solamente como un problema didéctco o instrumental. oo La busqueda de un sentido aglutinador del proceso formativo tiene sentido | presenta situaciones v slen responder «prs el concn @ acs eh pacar menudo, los docentes recién graduados sienten que no cuentan con las he rentas necesaias para afonar el desafo. Como dios, s bien hay une angustia 0 desconcierto incial, que es inevitable en cualquier campo epee nal, econocemos que los docentes tendrian mas chance de operat sobre si pore reducir la distancia entre el contenido de la transmisién y la forma je efectivizarla, Ensefiar el ofcio es practcarlo.Y practicarlo mucho. En este sen- tido, los resultados 0 buenos resultados se pueden relacionar con practicas sos- tenidas y coherentes con lo que se intenta transmit, b. La ensefanza del oficio debe dar la espalda a los métodos escolares La afirmacién puede sonar un tanto disruptive al referimos a la formacién dé docentes. De todos modos, no es menos importante, ya que escolarizar la fc a macién suele ser la manera predominant. Claro que la propuesa forma debe estar orientada hacia lo que sucede en la escuela, Debe tomar sus prot P mas, basarse en situaciones reales, en casos, etcétera. Nunca sera st fn as ie po relevancia de propuestas que ignoran el nivel de actuacién de chen gnoranc que se hace notoria y se padece, fundamentalmente, en los comienzos de la profesin. Pero lo que si tiene que ser diferente es el modo escolarizado con el que muchas veces se forma, producto de tradicione precedentes y de formatos organizacionales presentes. 7 el contenido u obj esucl, debs extagen mitodesyambtrt ecules sore rere cea ‘educando nitios, sino formando adultos que serén o son sus docentes. Lz oS mica del acercamiento y distanciamiente la distinci6n aludida. La fom : cidn tencla que desarrolarse muy cerca de los temas, los problemas y los espa de reflexion y practcas altemativas, o cual permitiia discutir, analizar y problematizar a la misma escuela. No toda préctica que reluce es oro. Es esta ‘Los gajes del ofc cle erie tuna manera de impedir la vigencia de estereotipos y la nat muchas veces, experimentadas durante la propia biografia escoler que une macién escolarizada no haria mas que reforzar, ademés de desalentar a adul tos que aspiran a ser docentes. La reflexién sistematice objetivada puede, en at la experiencia y transformaria en saber disponible y suscept ble de ser utilizado en distintas circunstancias. © Eloficio autoriza un aprendizaje por tanteo y experimentacion Sj bien no trabajamos en laboratorios, fa prueba, el ensayo, la experimentacion fen situaciones reales 0 simuladas tiene un alto componente formador en la ense- fianza. Esta actividad, como vimos, remite a la experimentacion, en tanto consis te en probar distintas maneras de oftecer el mundo y ser puesto a prueba, Los proyectos se cuidan, las acciones se planifican, se toman decisiones, pero todo ello se re-dimensiona, se complejza o acomoda, en funcién de una situacion determinada, A su ver, las distintas teorias y procedimientos son validados en las escuelas o en las aulas, Durante todo este proceso, de tanteo y experimentacion, se aprende; los docentes aprenden probando, experimentando y producen distin- tos saberes en ese quehacer, que no siempre logran el estatus merecido. El aprendizaje por ensayo y error suele acontecer solitariamente en los ink cos de la profesi6n. Entonces la prueba ocurte en el desconcierto y con la ape lacidn de lo que se recuerda de la propia experiencia escolar 0, a lo sumo, pidiendo algin material al maestro generoso. La posbilidad de hacer algo pro- pio, la propia obra, y la potencialidad de la prueba que ese procedimiento iy fa se veria favorecida si, en los primeros aftos de trabajo, twviera lugar el acompanamiento de docentes formadores durante todo el proceso de proc én, y legar incluso hasta los resultados 0 @ la constatacion final de lo que se produjo. Pero se trata de un acompaniamiento deseado que se anula 2 si mismo Tentamente, en el instante en que el experimento es bien sucedido. 40 no es tn objetivo de toda formacién (y tal vez, de todo intercambio con fines educa tivos) dejar que el oro, al fin, se marche? De nuevo, sfialamos la elacion entre el procedimiento y los resultados como partes integrantes del oftcio, ‘Asimismo, es importante favorecer la posibilidad de experimentar model de enserianza diversificados en las aulas con los docentes que se estén form: do. Es deci, que los propios fornadores propicien y pongan @ prueba distintas maneras de hacerlo con aquellos que se estén formando, Porque probar es ensayar, y ensayar es, en Getto modo, reconocer algo antes de usario. Sin temor, Es0s espacios tienen un alto potencial formador y transformador si se convierten en dmbitos de experimentacién y de puestas a prueba de experien 96 Los gajes det ofcio cias pedagégicas diversas. De lo contraio, si constituyen mds de lo mis servirén para confitmar y reforzar lo que se experimenté desde la posicién de alumno. Entre un alumno al que se hace probar en gotas un poco del oficio y Ln colega experimentado con quien se experimenta un oficio, existe una distan- Ga considerable. . Enfatizar y destinar mucho tiempo a efercicios, consejos, manos tendi- das en ayuda, explicaciones orientadas, ino son acaso y, en sentido estric- to, ensefianzas? Durante el proceso formativo y también en los primeros desempefios docentes, se requiere préctica y ejercitacién de lo aprendido y de lo que se va aprendien do: practicar cémo hacerlo, cémo ensefiar, en diferentes situaciones en las que se puedan idear estrategias, y reflexionar sobre lo que se produce a partir de ellas. En estas escenas, cobra protagonismo el consejo, la ayuda de los que tie- ren algo para aportar basado en lo que saben, en lo que hicieron y en lo que estén haciendo. No se trata de dictaminar exactamente cémo se debe hacer, ni pasar carpe- tas para que otros copien, ni reducir al otto @ un espectador més 0 menos fis- g6n, sino de poner a disposici6n aquello que se probé (lo que se probé es lo que se sabe, ino?). Una pregunta bésica que suele rondar todo proceso forma- tivo es la siguiente: “¢Probaste”"; interrogante lanzado a rodar casi como una invitacién, un convite mejor que puede, a su vez, resultar inspirador en la pro- duccién de la obra propia, en una determinada situacién, El consejo, decla Benjamin (1998), no es tanto la respuesta a una cuestion determinada como una propuesta, Es este el sentido de los consejos, las indicaciones préctcas, los aleccionamientos para la accién. Ayudan a que otros ensefien. Suelen estar basados en esas f6rmulas misteriosas que, construidas y probadas en el tiem- Po, resultaron y tienen la intencién de perdurar. Porque conservan en el presen- te algiin sentido que promueve su permanencia y, por lo tanto, la continuidad de lo que result, Pero el que ayuda y aconseja tiene que estar all, en el momento preciso y portuno, disponible y dispuesto a acompariar y a retroalimentar el proceso for- ‘mativo de quienes lo estén protagonizando, sean futuros docentes o docentes fen ejercicio, Es quien esta dentro y que, sin embargo, puede distanciarse para brindar explicaciones orientadas y realizar sefialamientos oportunos. No tapa ni asfxia, Es el formador que se oftece como gula e inspiracién. Experto probador, aconseja, ayuda, gule, expla y también aporta o pone a disposicién los sabe~ jonados con la resolucién de los problemas que se presentan, Ls goes del oii de ens ion ala docercin OF ce. Para formar de modo eficaz, basta con que uno lleve adelante su oficio y muestre cémo lo hace Es preciso ahadir en ese aspecto una importante salvedad para no caer er trampa del modelo modélico tradicional ni tampoco, en sobredimensionar lo ‘ejemplar. El mostrar cémo se hace tiene sentido siempre que el modelo mues- tre 0 cuente cémo lo ha hecho, sin tratar de imponer © imponerse como la manera acabada que indica en qué o en quién tiene que convertise el que se esté formando 0 esté empezando. El ejemplo requiere un espectador atento, pero también una practica dificl, como es la comparacién. El ejemplo indica un ero puede en ocasiones erguirse en plan moralizador. Se

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