Hora Santa para mayordomos salientes
Señor, nos invitas a estar contigo, por eso estamos aquí, para orar, y abrirnos a tu voluntad. Para
seguir colaborando en tu plan de salvación, que realizas mediante la Iglesia. Lo importante es estar
abiertos a tu presencia. Y agradecer, alabar, suplicar. Y callar, escuchar, no decir nada, simplemente
estar. Acógenos como discípulos que quieren escuchar tus palabras, aprender de ti, seguirte siempre.
Acógenos como amigos. Y haz de nosotros también tus testigos, testigos del amor.
Canto
Cantemos al Amor de los amores. Cantemos al Señor. Dios está aquí, venid adoradores, adoremos, a
Cristo Redentor. / ¡GLORIA A CRISTO JESÚS! CIELOS Y TIERRA, BENDECID AL SEÑOR. HONOR
Y GLORIA A TI, REY DE LA GLORIA .AMOR POR SIEMPRE A TI, DIOS DEL AMOR.
Invocaciones V.
En los cielos y en la tierra sea para siempre alabado.
R. El corazón amoroso de Jesús Sacramentado.
Padrenuestro. Avemaría. Gloria al Padre. Las invocaciones se repiten dos veces más.
Luego, puestos todos en pie, el ministro los recibe con el saludo. V. Hermanos, gracia y paz a ustedes,
de parte de Dios Padre y de Jesucristo, nuestro hermano, que lavó nuestros pecados con su sangre
derramada. A Él la gloria y el honor por los siglos de los siglos. R. Amén.
Luego invita a la oración diciendo: Dios nuestro, que por medio de tu Hijo comunicaste a tus fieles el
Fuego de tu Luz, haz que, al celebrar su presencia en el adorable Sacramento, veneremos de tal
manera los sagrados misterios de su Cuerpo y de su Sangre, que experimentemos su presencia que
ilumina a todas las naciones. Por Jesucristo, nuestro Señor. R. Amén.
Y todos se sientan para el himno. Éste puede recitarse a dos coros, o bien por un lector, o bien por
todos al unísono.
Coro 1: Señor, tú me llamaste para ser instrumento de tu gracia, para anunciar la buena nueva, para
sanar las almas.
Coro 2: Instrumento de paz y de justicia, pregonero de todas tus palabras, agua para calmar la sed
hiriente, mano que bendice y que ama.
Coro 1: Señor, tú me llamaste para curar los corazones heridos para gritar, en medio de las plazas,
que el Amor está vivo,
Coro 2: para sacar del sueño a los que duermen y liberar al cautivo. Soy cera blanda entre tus dedos,
haz lo que quieras conmigo.
Coro 1: Señor, tú me llamaste para salvar al mundo ya cansado, para amar a los hombres que tú,
Padre, me diste como hermanos.
Coro 2: Señor, me quieres para abolir las guerras, y aliviar la miseria y el pecado; hacer temblar las
piedras y ahuyentar a los lobos del rebaño. Amén.
Comentarista: Escuchemos ahora la Palabra del Señor. Nos ponemos de pie.
Se hace la lectura del Evangelio de Mateo 5, 13-16. Lector:
En aquel tiempo aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: “Ustedes son la sal de la tierra. Si la sal se
vuelve insípida, ¿con qué se le devolverá el sabor? Ya no sirve para nada y se tira a la calle para que
la pise la gente. Ustedes son la luz del mundo. No se puede ocultar una ciudad construida en lo alto
de un monte; y cuando se enciende una vela, no se esconde debajo de una olla, sino que se pone
sobre un candelero para que alumbre a todos los de la casa. Que de igual manera brille la luz de
ustedes ante los hombres, para que viendo las buenas obras que ustedes hacen, den gloria a su
Padre, que está en los cielos”. Palabra del Señor. Sentados
Comentarista: Acojamos en silencio la Palabra que hemos escuchado. Repitamos varias veces en
nuestro interior: Somos la sal de la tierra y luz del mundo. Después de un tiempo adecuado, se continúa
con la siguiente reflexión.
Meditación: Sal de la tierra y luz del mundo Lector:
Jesús compara “a Sus discípulos” CON LA SAL. Ellos eran “PARA EL MUNDO” LO QUE LA SAL ES
EN LA VIDA COTIDIANA. ¡LA SAL SAZONA LA COMIDA! Impide la difusión de la corrupción. ¡LA SAL
DA SED!... Y COMO LA SAL DE LA TIERRA
La sal es una de las sustancias más comunes y más provechosas de la tierra. ¡ES ESENCIAL PARA
LA VIDA! Nosotros, SOMOS SUS AGENTES CONSERVANTES PARA UN MUNDO… que está
corrompido y degenerado por el pecado.
Se hace una pausa.
Luego continúa la reflexión: Luz. La luz es la primera obra de la creación y se la identifica con Dios.
Puesta en el lugar correcto permite apreciar los espacios, evitar tropiezos, pero sobre todo reconocer
el rostro del otro. Así es la comunidad de Jesús. Luz del mundo. La luz fue hecha para iluminar, por
eso no admite estar escondida. Una comunidad que no sea misionera no tiene sentido. La luz no es
del cirio, viene de Dios, luz de toda luz. La luz es para dar luz sin deslumbrar.
La sal no existe para sí, sino para dar sabor a la comida. La luz no existe para sí, sino para iluminar
el camino. La comunidad no existe para sí, sino para servir al pueblo.
Dios nos llama a cada uno de nosotros para que seamos sal y luz de la tierra que llevemos su mensaje
y anunciemos, así como nos dice hagan pues que brille su luz ante los hombres mostrando testimonio
de vida y ya depende de ti que tanto te entregas a Él para que puedas anunciarlo con mucho mas
vigor y de esa manera los que escuchen su mensaje a través de ti lo reciban y lo acepten y sea
iluminada su vida y que tenga sabor a alegría y deseo de servir al único Señor salvador: Jesucristo.
Preguntas para la Reflexión
Un Lector hace las siguientes preguntas, de manera pausada:
¿Nuestro servicio como mayordomos ha sido sal de la tierra? ¿Da sabor a las realidades de todos?
¿Somos luz del mundo? ¿Iluminamos a todos con la luz de Cristo?
Se guarda un tiempo para meditar en las preguntas.
Oración
Gracias Dios por darnos la oportunidad de ser parte de la construcción de tu Reino. No permitas que
se apague la luz que está dentro de nosotros; esa luz que tú mismo nos concediste, que esa luz
reflejada en nosotros sea la alegría de servirte y de tu infinita misericordia. Queremos ser mejores
cada día y que con nuestro testimonio llegar a muchas más personas que están deseosas por sentir
tu amor y tu misericordia. Amen
Hoy en oración quiero preguntar señor
quiero escuchar tu voz tus palabras con amor
CORO
Ser como eres tú servidor de los demás dime
como en qué lugar te hago falta más
Dime señor en que te puedo servir déjame conocer tu voluntad
Dime señor en que te puedo servir, quiero de ti aprender, saber amar
Hoy quiero seguir tus caminos junto al mar
tu palabra tu verdad ser imagen de ti. CORO
Señor y Padre Bueno, Tú, que te regocijas en las vidas vividas con plenitud, Concédenos vivir para
complacerte, Y que seamos atrevidos en nuestra fe. Que caminemos con confianza, sabiendo
que en todas las cosas te manifiestas para el bien de todos. A cada intención decimos: Escúchanos
Señor
• Para que cada comunidad se preocupe de acoger y cuidar las vocaciones que Dios siembre entre
sus miembros. Roguemos al Señor....
• Para que siempre haya corazones jóvenes dispuestos a seguir la llamada de Dios y dedicar su vida
al servicio de sus hermanos, siendo testigos de esperanza. Roguemos al Señor....
• Para que cada Mayordomía se comprometa en su servicio y siembre con valentía la llamada de Cristo
entre sus miembros. Roguemos al Señor....
• Por la mayordomía de Capula, para que la ofrenda que te han entregado a través de su servicio sea
agradable a tus ojos. Roguemos al Señor
• Para que cada uno de nosotros tomemos en serio la responsabilidad de nuestro servicio. Roguemos
al Señor....
Padre Bueno, conocedor de nuestras necesidades más profundas, con filial confianza te presentamos
nuestra plegaria. Atiéndela, por tu Hijo Jesucristo, servidor de todos los hombres, que vive y reina......
Se hace la bendición. Después, siguen las invocaciones:
Bendito sea Dios. Bendito sea su santo nombre. Bendito sea Jesucristo, verdadero Dios y verdadero
Hombre. Bendito sea el nombre de Jesús. Bendito sea su Sacratísimo Corazón. Bendita sea su
Preciosísima Sangre. Bendito sea Jesús en el Santísimo Sacramento del Altar. Bendito sea el Espíritu
Santo Paráclito. Bendita sea la excelsa Madre de Dios, María Santísima. Bendita sea su Santa e
Inmaculada Concepción. Bendita sea su gloriosa Asunción. Bendito sea el nombre de María, Virgen y
Madre. Bendito sea San José, su castísimo esposo. Bendito sea Dios en sus ángeles y en sus santos
Canto
Cristo está conmigo, junto a mí va el Señor; me acompaña siempre en mi vida, hasta el fin.
1. Ya no temo, Señor, la tristeza, ya no temo, Señor, la soledad; porque eres, Señor, mi alegría; tengo
siempre tu amistad.
2. Ya no temo, Señor, a la noche, ya no temo, Señor, la oscuridad; porque brilla tu luz en las sombras;
ya no hay noche: Tú eres luz.