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Cátedra Del Himno Nacional de Honduras (Condensado)

Catedral himno de Honduras

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Cátedra del

Himno Nacional
de Honduras
por:
Orlin Manuel Duarte
Gabriela Eunice Ardón
José David Guerra

(más… Anexo: Himno Nacional de Honduras y Explicación del Himno Nacional)


Esta primera edición de la obra Cátedra del Himno Nacional de
Honduras, de los historiadores Orlin Manuel Duarte, Gabriela
Eunice Ardón y José David Guerra, es propiedad de la
Secretaría de Estado en el Despacho de Educación

CRÉDITOS

Iris Xiomara Castro Sarmiento Presidenta Constitucional de la República de


Honduras

Prof. Daniel Enrique Esponda Velásquez Secretario de Estado en el Despacho de


Educación

Prof. Jaime Atilio Rodríguez Subsecretario de Estado de Asuntos Administrativos y


Financieros

Prof. Edwin Edgardo Hernández Zerón Subsecretario de Estado de Servicios


Educativos

Abg. Edwin Emilio Oliva Secretario General

Lic. Jorge Orellana Director General de Comunicaciones y Prensa


La formación de la nación hondureña y sus símbolos.

El Estado de Honduras en la búsqueda de sus símbolos nacionales Luego que se


diera la Independencia Absoluta de Centroamérica del Imperio mexicano en julio
de 1823, se creó las Provincias Unidas del Centro de América que en 1824 pasó a
llamarse República Federal del Centro de América: este espacio territorial quedó
conformado por los Estados de Guatemala, Honduras, El Salvador, Nicaragua y
Costa Rica (Constituyente 1824). En este marco nace oficialmente el Estado de
Honduras, dependiente de la República Federal al expedirse la Constitución de
1825. En esta legislación, en el Artículo 1 establece que el “Estado de Honduras es
libre e independiente de toda potencia o gobierno extranjero, y no será jamás
patrimonio de ninguna familia ni persona”. De igual forma, en el Artículo 41
manifiesta que el Estado iba a estar dirigido por un jefe supremo y un vice jefe
(Honduras 1825).

Marvin Barahona plantea, desde el momento en que se expide esta Constitución,


territorialmente el país se fue configurando de la siguiente forma: inicialmente se
crearon siete departamentos, “Comayagua, Tegucigalpa, Gracias a Dios, Santa
Bárbara, Yoro, Olancho y Choluteca”. Posteriormente, surgieron “Copán, La Paz y
El Paraíso” en 1869. En “1872 se creó Islas de la Bahía y en 1881 Colón. En 1893, se
decretó la creación de Cortés y Valle. En 1902 y 1906, fueron constituidos
Atlántida y Ocotepeque. Más tarde se crearon otros, hasta completar el número
de dieciocho en los que actualmente está dividido el país” (Barahona 2002, 242-
243).

Posteriormente, luego de que la Federación fracasara en 1838, los Estados que


integraban la misma dieron pie a consolidar su nación. De ese proceso histórico,
el país fue parte con la configuración territorial que había iniciado en la
promulgación de la Constitución de 1825. Como resultado, y con la idea que la
población del nuevo Estado se identificara con las hazañas de personajes
históricos y con símbolos, se desarrolló un proceso de rescate de la identidad
hondureña bien entrado el siglo XIX e inicios del XX. 9 Cátedra del Himno Nacional
de Honduras En el marco de la Reforma Liberal se empezaron a rescatar por
medio de la historia de bronce los grandes hombres que fueron parten de la
historia del país. Entre ellos, tomamos en consideración al cacique Lempira,
Francisco Morazán, Dionisio de Herrera, José Trinidad Cabañas y José Cecilio del
Valle (Lara 1978).

En retrospectiva, Lempira fue un cacique del occidente del país que lideró a los
lencas en la lucha contra los españoles en el decenio de los treinta del siglo XVI
(Castillo 1997). En cambio, Morazán, Herrera, Cabañas y Valle estuvieron ligados a
los procesos de Independencia de Centroamérica y en el marco de la República
Federal Centroamericana en la primera mitad de la centuria del XIX. No solo los
grandes hombres fueron rescatados con el fin consolidar el Estado hondureño,
también fueron tomados en cuenta y que es de nuestro interés, los símbolos
nacionales. Si bien es cierto que los estudios hablan de símbolos menores y
mayores, para fines de este libro se toman en consideración los de la segunda
categoría debido a que se crearon en el siglo XIX e inicios del XX.

Con base en los decretos emitidos sobre los símbolos nacionales, la historiografía
hondureña considera como símbolos mayores al Escudo, la Bandera y el Himno
Nacional hondureño. Respecto al primero, nos atrevemos a decir que se creó en
el gobierno del primer jefe de Estado de Honduras Herrera en 1825. En el caso de
lo que contiene a nivel iconográfico, consiste en una expresión de todos los
recursos naturales con los que cuenta el país y, al mismo tiempo, hilvana algunas
concepciones ligadas a la libertad, amor a la patria y sobre todo la esperanza de
los hondureños (Valeriano 2005). Es de vital importancia anotar que el Escudo fue
sufriendo modificaciones a lo largo de su historia y especialmente en 1869.

En cuanto a la Bandera, el Estado buscaba un pabellón representativo y por el


cual los hondureños se sintieran identificados. En el gobierno de José María
Medina, bajo el Decreto Legislativo número 7, creó la actual bandera con las
siguientes especificaciones: dos franjas azules horizontales y una blanca, de igual
forma, en el centro debería contar con cinco estrellas azules en representación
de las 10 Cátedra del Himno Nacional de Honduras naciones amigas
centroamericanas. En el Decreto 29, la bandera sufrió modificaciones con el
establecimiento del color azul turquesa en 1949 (Valeriano, 2005).

Finalmente, tenemos el Himno Nacional, que de acuerdo con Barahona (2002) fue
escrito tardíamente en comparación a los otros símbolos nacionales. Dicho esto
en 1904 se organizó un concurso con la finalidad de seleccionar un himno
representativo del país, sin embargo, por diversos avatares no se consiguió. En
1910, se volvió a dar otro proceso similar al anterior y con ello, el 15 de enero de
1915 se oficializó el himno bajo el Decreto 42 con rúbrica del expresidente
provisional Alberto Membreño (Mazzoni 2008).

Podemos decir que los símbolos nacionales tuvieron como finalidad identificar a
la sociedad hondureña en el contexto centroamericano y, por el otro, cumplieron
la función de forjar una identidad caracterizada por las riquezas naturales y por
aquellas concepciones que pregonaban libertad y amor a la patria.

Primeros apuntes de la historia del Himno Nacional

De las canciones patrias del siglo XIX a los primeros himnos de inicios de la
centuria del XX.

La historia del Himno Nacional de Honduras, abarca un período bastante amplio,


donde desde la iniciativa de diferentes intelectuales y poetas hondureños, se
propusieron cánticos a la patria. La importancia de conocer este proceso radica
en observar las composiciones nacionales que fueron utilizadas para generar
identidad y pertenencia en las y los hondureños y examinar quiénes fueron los
autores que en sus escritos desarrollaron ideas sobre el amor a la patria, en un
determinado contexto histórico.

Durante el siglo XIX, Honduras tenía Himno Nacional, eran entonadas varias
composiciones musicales: la principal era “La Granadera” utilizado desde la
época de la República Federal de Centroamérica (1824-1838), la letra usada en
este período es desconocida. Posteriormente de la separación de Honduras de la
República Federal, el historiador Julio César Valladares (2015) menciona que el
primer canto cívico de la época independiente data de 1841 en el gobierno del
primer presidente de Honduras, Francisco Ferrera (1794-1851): este fue entonado
un 28 de septiembre.

Valladares (2015) investigó sobre otros cantos. En 1843, fue entonada una canción
en Comayagua, que en ese momento era la capital de Honduras, donde una de
sus líneas dice: “hondureños la patria recuerda el gran día de su libertad”,
haciendo referencia al 15 de septiembre de 1821. Para 1846, el padre José
Trinidad Reyes (1797-1855), quien era escritor y músico, compuso los versos de un
himno a la patria para ser cantado un 15 de septiembre por Tiburcio Estrada.

Los símbolos patrios se fueron configurando sistemáticamente, fue en 1866,


durante el gobierno del presidente y general José María Medina se estableció la
Bandera, el Escudo Nacional y también se promovió la cultura cívica. El Dr.
Esteban Guardiola Cubas, indicó en 1904 que durante el gobierno de Medina se
utilizaba una marcha en las ceremonias oficiales, cuyo origen es desconocido,
era melancólica y doliente. Según Rómulo E. Durón, el título era “Marcha a
Gerardo Barrios” compuesta por un músico belga de apellido Coussin (Mazzoni
2008, 48), era una marcha para el presidente salvadoreño y su uso no se
mantendría al aparecer varios hondureños que empezaron a escribir himnos
patrios.

Con la Reforma Liberal iniciada en el gobierno de Marco Aurelio Soto (1876-1880),


se seleccionó aquellas figuras que serían parte del panteón de héroes patrios o
héroes nacionales, al que más se le dio importancia fue al general Francisco
Morazán (1792-1842), presidente de todos los centroamericanos durante la
Federación. En el panteón, también fueron colocadas otras figuras importantes de
la historia de Honduras: el sabio José Cecilio del Valle, redactor del Acta de
Independencia de Centro América en 1821; Dionisio de Herrera, primer jefe de
Estado de Honduras; y José Trinidad Cabañas, quien luchó junto a Francisco
Morazán y llegó a ser presidente.

En las escuelas y colegios, se exaltaba la figura de estos personajes de la historia


nacional y se hacía reverencia al Escudo y la Bandera, sin embargo, no había
todavía un Himno Nacional que acompañara los actos de civismo, para expresar
el amor y respeto a la patria. “La Granadera” tenía un origen eclesiástico y fue el
himno de las Provincias Unidas de Centroamérica (Guatemala, El Salvador,
Honduras, Nicaragua y Costa Rica) y se siguió utilizando en Honduras después de
disuelta la Federación Centroamericana; durante la segunda mitad del siglo XIX
se continuó utilizando, pero cantada con la letra escrita por el poeta Rómulo E.
Durón (1865- 1942)

Rómulo E. Durón nació en Comayagüela, Francisco Morazán, el 6 de julio de 1865


y falleció el 13 de agosto de 1942. Era considerado un gran escritor, poeta y
orador; a él también le interesaba la historia y escribió sobre los tiempos
coloniales, de los próceres de la Independencia, de las luchas federales y de los
presidentes de Honduras (Argueta, 1986, p.32). Escribió la letra de “La Granadera”
donde demostró el amor a la patria y el respeto a los símbolos nacionales,
mencionando los próceres y la Bandera. La música del himno fue modificada por
el maestro Manuel de Adalid y Gamero en el siglo XX, para adaptarla a la letra de
Rómulo E. Durón (Mazzoni 2008, 13).

Durón también escribió un canto titulado “Himno Nacional Hondureño”,


compuesto por dos coros y 11 estrofas, siendo el más extenso de todos los himnos
publicados en el contexto de la segunda mitad del siglo XIX y principios del XX.
Las primeras cuatro estrofas hacen énfasis en el trabajo y en los recursos naturales
y su utilización como fuente de riqueza. A partir de la sexta estrofa empieza a
exaltar la figura de Cristóbal Colón, dando gloria a España; al contrario de otros
himnos donde una de las temáticas es la independencia del imperio español.

Antes de que se cantara el himno que hoy conocemos, se entonaban otros, entre
ellos, uno de autor desconocido cuya letra expresa un discurso que hace énfasis
en los recursos naturales en el territorio patrio y el trabajo como fuente de
progreso.

Otro de los cantos a la patria entonados, era el “Himno Marcial”, escrito por el
poeta José Antonio Domínguez, uno de los grandes escritores de su generación. Él
nació en Juticalpa, Olancho, en 1869 y murió el 5 de abril de 1903. Durante el
gobierno del presidente Marco Aurelio Soto, trabajó como subsecretario de
Estado en el Ministerio de Instrucción Pública, donde desempeñó un trabajo
educativo importante. La letra del “Himno Marcial”.

El “Himno Marcial” de José Antonio Domínguez, era entonado en las


celebraciones cívicas y en las escuelas. Está compuesto por un coro y seis
estrofas, su título hace referencia a lo militar y lo bélico.

Se cantaba también el escrito del poeta Valentín Durón, titulado “Himno


Nacional”, dedicado a su amigo el profesor Samuel Guevara. Valentín Durón
nació en Tegucigalpa el año de 1871, era hermano menor del escritor de “La
Granadera”, Rómulo E. Durón; ambos eran amantes de las letras y habilidosos
escritores.

Otro canto alusivo a la patria fue el escrito por Félix A. Tejeda, poeta que murió en
la Villa de Concepción de Comayagua, a los 30 años, el 18 de febrero de 1896,
dejando como herencia el “Himno Hondureño”.
Aunque en las festividades cívicas se cantaban alegremente varios de los cantos
alusivos a la patria ya mencionados, faltaba uno que fuese decretado como tal.
Una de las primeras búsquedas de un himno propio fue realizada durante el
gobierno del presidente Terencio Sierra, en 1897, fueron invitados poetas
hondureños para escribir la letra que debía ser estrenada en el septuagésimo
sexto aniversario de Independencia. Entre los poetas llamados a esta tarea
estaban José Antonio Domínguez, Esteban Guardiola y Froylán Turcios, siendo
jurados calificadores Alberto Uclés, Alberto Membreño y Jerónimo Zelaya
(Valeriano 2005).

De los convocados al concurso, varios se excusaron por problemas de salud y por


tener múltiples ocupaciones. Quien sí envió su propuesta fue el joven poeta
Froylán Turcios, quien tenía para ese entonces 22 años; él nació en San Francisco
de Becerra, Olancho, el 19 de noviembre de 1875 y murió el 19 de noviembre de
1943 en San José, Costa Rica.

Además de escribir el “Himno Nacional”, compuso el “Saludo al Pabellón


Nacional” y el “Himno a Francisco Morazán”. El concurso donde participó Turcios,
finalmente no se completó y Honduras seguía sin himno nacional. Había personas
que se preocupaban por esta situación, uno de ellos era Esteban Guardiola;
director del Archivo y Biblioteca Nacional (lugar donde hasta la fecha están
protegidos los documentos históricos de la época colonial y republicana).
Esteban Guardiola decidió fundar junto a otros hombres una publicación llamada
Revista del Archivo y Bibliotecas Nacionales, donde en el primer año llamaron a
propagar todos los cantos patrióticos escritos hasta 1904.

Entre los publicados estaba el escrito de Froylán Turcios de 1897, otra obra
expuesta fue la de Jerónimo J. Reina (1876-1918), quien escribió “Himno
Patriótico”, compuesto por dos coros y siete estrofas; donde habla de la patria, las
leyes y el progreso. Estaba también el “Himno Patriótico” de Santos B. Tercero,
compuesto por un coro y cuatro estrofas; donde habla de la patria, la libertad, las
leyes, el trabajo y la ciencia; siendo la música compuesta por el coronel Fernando
Blanco (Valeriano 2005, 45). Además de las anteriores, fue publicada la
composición escrita en 1903 por Augusto C. Coello, titulada “A Honduras”, este
sería seleccionado más adelante como el Himno Nacional de Honduras, con la
música del director de la Banda de los Altos Poderes, Carlos Hartling. El
comandante de Armas, el general Alfonso Gallardo, solicitó que se compusiera la
música para entonar frente al presidente Manuel Bonilla, a quien le gustó lo
escuchado y solicitó imprimir las partituras (Berganza 1983).

Todos los himnos mencionados aquí, tienen en común que su letra respondía al
discurso político de la época, enmarcado en la Reforma Liberal. El historiador
Jorge Amaya (2011) señala que estas reformas eran la modernización de las
estructuras económicas y sociales, para facilitar el desarrollo de las economías de
exportación, atrayendo capital extranjero, asegurando cierta estabilidad política,
y buscando consolidar el Estado-nación hondureño.
Es por ello que nos encontramos con composiciones que exaltan la patria y sus 24
Cátedra del Himno Nacional de Honduras símbolos, así como un discurso que
hace referencia al progreso, que se refiere principalmente al desarrollo
económico.

Otra característica de los himnos presentados anteriormente, es su carácter militar


y bélico, esto por influencia de “La Marsellesa”, himno nacional de Francia, que
sirvió de ejemplo en muchos países, incluyendo los himnos patrióticos
hondureños. Además de lo anterior, se observa el uso de elementos religiosos
vinculados a elementos cívicos, donde se adora la patria y sus símbolos llamados
“sagrados”, esto probablemente por influencia del himno inglés “Dios salve al
rey”, el cual escribe León Alvarado (2009) “adoptó el modelo del himno religioso”
(110).

Se puede observar cómo en Honduras, antes de que fuera decretado el Himno


Nacional escrito por Augusto C. Coello, se entonaron diferentes cantos y existieron
diversas propuestas poéticas. Para el siglo XIX, después de la Independencia y la
formación de la federación se entonaba “La Granadera”, durante la época
independiente una de las primeras canciones patrias se presentó en el gobierno
del presidente Francisco Ferrera.

Se da una proliferación de poetas románticos que influenciados por el patriotismo


escribieron canciones a la patria. Entre los autores estaban: José Trinidad Reyes,
los hermanos Rómulo E. Durón y Valentín Durón, José Antonio Domínguez, Félix A.
Tejeda, Froylán Turcios, Jerónimo J. Reina, Santos B. Tercero y Augusto C. Coello.
Los intelectuales, escritores y poetas fueron la figura más importante en la
búsqueda del Himno Nacional, al componer diferentes propuestas; después de
ellos figuraron las autoridades políticas que permitieron su uso en las actividades
cívicas y propusieron concursos para la oficialización.

Para finales del siglo XIX, era notorio que Honduras necesitaba un Himno
Nacional, el Estado presentó una iniciativa de concurso para buscarlo, durante el
gobierno de Terencio Sierra, en el cual participó Froylán Turcios, sin embargo, su
obra no fue decretada como uno de los símbolos patrios. El intelectual Esteban
Guardiola siendo director del Archivo y Biblioteca Nacional generó desde su
cargo una búsqueda del Himno Nacional, publicando la obra de varios autores
en la revista de la institución.

A pesar de que existían varios cantos, uno de los que tuvo mayor relevancia y
era entonado en las instituciones educativas fue el escrito por Augusto C. Coello,
llamado “A Honduras”, este fue musicalizado por Carlos Hartling en 1903 y
presentado ante el presidente Manuel Bonilla. Los himnos escritos entre el siglo XIX
y principios del siglo XX buscaron exaltar a la patria y sus símbolos, al mismo
tiempo generar sentimientos de amor y lucha en su defensa.
El actual Himno Nacional de Honduras

Contexto histórico del Himno Nacional de Honduras.

A principios del siglo XX, en Honduras se vivió un período de efervescencia


cultural y artística impulsado por los gobiernos de Manuel Bonilla y Francisco
Bertrand (Barahona 2005, 30-31). Estos líderes reconocieron la importancia de
estimular la cultura y promover el desarrollo intelectual en el país. Como resultado,
se generó un movimiento intelectual que atrajo a destacados escritores, poetas y
artistas hondureños de la época.

A partir de 1901, se comenzó a gestar un cambio significativo en el ámbito cultural


hondureño. Escritores como Juan Ramón Molina, Froylán Turcios, Jerónimo J.
Reina, José Antonio Domínguez, Rómulo E. Durón y Carlos Alberto Uclés, entre
otros, se unieron para dar forma a una nueva corriente literaria y artística. Sus
obras reflejaban el espíritu de una generación que anhelaba expresar su
identidad y explorar las raíces de su pueblo.

La necesidad de contar con un himno nacional que representara la identidad y el


espíritu de Honduras se hizo evidente en ese contexto. Aunque el país había
obtenido su Independencia de España en 1821, pasaron más de 90 años sin
contar con un himno oficial que unificara a sus ciudadanos en los momentos de
celebración y orgullo nacional. Durante ese tiempo, se utilizaron diversos himnos
no oficiales que buscaban transmitir el amor y la devoción hacia la tierra
hondureña.
Como ya se mencionó, entre estos himnos no oficiales se encontraban “La
Granadera” de Rómulo E. Durón, una composición que llenaba los corazones de
los hondureños de fervor patriótico; “El Himno Marcial”, cuyas notas resonaban
con valentía y honor; “Un Salva Hondureño”, una melodía de autoría
desconocida que transmitía el amor hacia la patria; “Himno Nacional”
compuesto por Valentín Durón, que evocaba los anhelos de libertad y soberanía;
y la “Marcha a Gerardo Barrios” del autor belga Coussin, utilizada durante la
presidencia de José María Medina, que inspiraba el orgullo nacional y recordaba
la lucha por la Independencia.

Sin embargo, el deseo de contar con un himno oficial que uniera a todos los
hondureños en una sola voz se hizo cada vez más fuerte. En 1904, un grupo de
intelectuales conscientes de la importancia de contar con un símbolo nacional,
hicieron parte del concurso auspiciado por el entonces presidente Manuel Bonilla.
La misión para realizar el concurso era encontrar un himno que representara los
valores y el espíritu de Honduras. En esta ocasión, se contó con la participación
de reconocidos compositores y escritores hondureños, como Valentín Durón,
Augusto C. Coello, Santos B. Tercero, Jerónimo Reyna, Juan Ramón Molina y
Alfonso Guillén Zelaya. Las obras presentadas durante este concurso fueron
publicadas en la Revista del Archivo y Biblioteca Nacional, permitiendo que el
público conociera y evaluara las diferentes propuestas. En ese mismo concurso, el
poeta Augusto C. Coello presentó su poema titulado “A Honduras”, escrito por el
cual fue objeto de interés y atención por parte de la comunidad artística. Este
poema fue musicalizado por el reconocido compositor Carlos Hartling, quien
también se desempeñaba como líder del jurado encargado de seleccionar un
himno nacional. Sin embargo, es importante señalar que la ausencia de Hartling
en la selección provocó el desánimo. Esta situación generó un debate en torno a
la elección del himno nacional y quedando a espera de un nuevo proceso.

Tiempo después, la Banda de los Supremos Poderes ensayó la composición de


Coello, impresionando al presidente Manuel Bonilla. Después de pedir
aclaraciones al respecto, el presidente, al comprender las distinguidas
intenciones y el mérito de esta obra musical, emitió un mandato verbal para que
se remitiera una copia de la partitura a la Tipografía Nacional y se procediera a su
impresión, tanto en formato de piano como para banda, financiado por el Estado,
con el propósito de difundirla por todo el territorio nacional siendo así la primera
edición y precedente del futuro himno oficial de Honduras (Vázquez 1970, 107)

A pesar de diversas circunstancias, la selección del himno no se llevó a cabo


hasta 1910. Sin embargo, la inquietud y el deseo de tener un himno oficial
surgieron durante la presidencia de Miguel Rafael Dávila Cuéllar. La idea persistió
en la mente de muchos hondureños. Aunque el primer intento de un nuevo
concurso fracasó, cinco años después se reconsideró y se tomó en cuenta la
aceptación que tuvo el himno entonado durante el gobierno de Manuel Bonilla
muchos años atrás. En respuesta a esto, el gobierno de Alberto Membreño
oficializó esta composición.

El Himno Nacional de Honduras fue oficializado el 13 de noviembre de 1915


mediante el Decreto No. 42, firmado por el presidente Alberto de Jesús
Membreño. Esta importante decisión fue publicada en La Gaceta No. 4529 el 15
de enero de 1916 y aprobada por el Decreto 34 del 23 de enero de 1917.

La selección del poema titulado “A Honduras” o “Canto a mi patria”, escrito por


Augusto C. Coello, se basó en la razón y el contexto de elogios por parte del
entonces presidente de la república, Manuel Bonilla los cuales motivaron al
presidente Membreño a escoger esta composición. El emotivo poema capturaba
la esencia y los profundos sentimientos que los hondureños albergaban hacia su
amada tierra. Con el objetivo de completar esta pieza artística, se confió la noble
tarea de crear la música que acompañaría las palabras de Coello al talentoso
compositor Carlos Hartling. De la misma forma, aunque este acontecimiento
ocurrió en 1903, antes de que existieran las letras del himno, se comenta que
Hartling ya había compuesto partituras musicales y las había ensayado junto a su
esposa Guadalupe Ferrari, en previsión de una posible elección de una letra. Este
acto de anticipación y amor por su patria adoptiva demostró el compromiso y
dedicación de Carlos Hartling.
En relación al contexto de creación del Himno Nacional hondureño este fue el
resultado de intentos, concursos e iniciativas que despertaron la creatividad y el
talento de diversos compositores y escritores del país. Destacados participantes
como Valentín Durón, Santos B. Tercero, Jerónimo Reyna, Juan Ramón Molina,
Alfonso Guillén Zelaya y otros destacados compositores, que presentaron sus
obras en su momento con la ilusión de convertirse en el autor del Himno Nacional.

Sus composiciones fueron publicadas permitiendo a los hondureños apreciar el


talento y la dedicación plasmados en cada letra y melodía.

El Himno Nacional de Honduras, desde su oficialización, ha adquirido un


significado profundo y duradero en la vida de los hondureños. Más allá de ser una
composición lírica/musical, representa los valores y la historia de un pueblo. Se
erige como un símbolo patriótico y un legado histórico invaluable que une a
todos los hondureños en su amor por la tierra que los vio nacer. Cada vez que sus
notas resuenan en los corazones de los hondureños, se despierta un sentimiento
de orgullo, pertenencia y esperanza en un futuro mejor.

La composición lírica del himno va más allá de su contexto histórico, abarcando


la rica creatividad de poetas e intelectuales que se vieron inmersos en diversos
momentos difíciles de la vida ciudadana, como campañas bélicas o situaciones
políticas adversas de la época. A pesar de los infortunios, fue precisamente en
medio de estos desafíos que surgió este poderoso canto, convertido en un
símbolo emblemático para las niñas y niños, mujeres y hombres de Honduras.

En la actualidad, el Himno Nacional de Honduras perdura como un tesoro


invaluable en el patrimonio cultural del país y como un faro que ilumina el camino
hacia la unidad y el progreso. Prueba de esto fue que en 1983 se publicó
mediante el Ministerio de Educación Pública una explicación oficial del himno, a
cargo de Gualberto Cantarero Palacios, con el fin de enriquecer la comprensión y
el significado de cada verso y cada acorde (R. Honduras 2003). Esta valiosa
explicación brinda a los hondureños una mayor comprensión de la profundidad y
la importancia de esta composición artística, fortaleciendo así el vínculo entre la
música y las palabras que representan la identidad colectiva de la nación.

Para finalizar, nuestro himno nacional es una composición artística que encapsula
la historia, identidad y los valores de los hondureños. Surgido en un período de
efervescencia cultural, en un contexto altamente cultural, representa la
necesidad de unificar a la nación bajo un símbolo patriótico. A lo largo de los
años, se ha convertido en un emblema de amor por la tierra natal y un
recordatorio de la importancia de la unidad en momentos de adversidad. El
himno, con sus letras profundas y su melodía conmovedora, sigue resonando en
los corazones de los hondureños, inspirando un sentido de orgullo y pertenencia a
la tierra que nos vio nacer.
La base jurídica del Himno Nacional de Honduras: los acuerdos de concurso y
aprobación

El Himno Nacional de Honduras, esa melodía patriótica que nos llena de emoción
y nos une como hondureños, tiene su base jurídica establecida en decretos y
acuerdos que respaldan su existencia y uso oficial. A lo largo de la historia, se han
llevado a cabo procesos trascendentales que han dado forma a nuestro himno
nacional tal como lo conocemos hoy.

Como lo hemos mencionado antes, tras la Independencia de España en 1821,


Honduras careció de un himno nacional oficial durante casi un siglo. Durante este
tiempo, se utilizaron varios himnos no oficiales en diferentes ocasiones para
expresar el amor y la devoción hacia la tierra hondureña. Sin embargo, fue en
1904 cuando un grupo de intelectuales conscientes de la necesidad de contar
con un símbolo patriótico de la mano del entonces gobernante hondureño
Manuel Bonilla se realizó un concurso para encontrar un himno nacional
adecuado que representara los valores y el espíritu de la nación.

El concurso se llevó a cabo, pero como se mencionó anteriormente no se pudo


materializar por la ausencia del principal juez, Carlos Hartling, dejando en
suspenso una posible elección de un himno nacional. No obstante, se pidió que se
distribuyera la obra hecha por Coello a nivel nacional. A pesar de las
circunstancias anteriores, fue en 1910, específicamente el 5 de abril, cuando se
llevó a cabo una nueva convocatoria para seleccionar el Himno Nacional de
Honduras, siguiendo una serie de criterios establecidos. Este importante paso se
dio a través del Decreto No. 115 durante la presidencia de Miguel Rafael Dávila
Cuéllar (Vázquez 1970, 105-106)

El decreto establece un proceso estructurado y transparente para la selección


del Himno Nacional de Honduras, reconociendo la importancia de contar con un
símbolo patriótico que represente a la nación en sus festividades y eventos
públicos futuros. Los funcionarios que impulsaron esta iniciativa fueron Rómulo E.
Durón y Ramón Valladares, reconociendo la importancia de tener un himno que
unificara a todos los hondureños y representara la identidad colectiva de la
nación.

Lamentablemente, el concurso de 1910 resultó un fracaso. Ya en el 1911, se


declaró “desierto” el concurso (Vázquez 1970, 106). Según los testimonios escritos
de la época se presentaron 10 obras, pero no lograron cumplir con los requisitos
establecidos. Este hecho generó gran decepción y frustración entre los
hondureños, quienes anhelaban contar con un himno oficial que representara
dignamente al país. Ante esta situación, el concurso fue declarado nulo en 1912,
dejando así la búsqueda de un himno que encapsulara la esencia y el espíritu
patrio en suspenso por un tiempo. Fue un momento de incertidumbre en el que la
necesidad de encontrar un himno que uniera a la nación se hizo aún más
evidente.
El proceso de oficialización del himno se concretó mediante el Decreto No. 42
(Vázquez 1970, 108), una disposición gubernamental que revistió de legitimidad y
reconocimiento formal a esta obra emblemática de la cultura hondureña. Esta
medida, promulgada en virtud de su importancia histórica y simbólica, consagró
al himno como un símbolo patriótico y una expresión artística que encapsula la
identidad, los valores y la historia de Honduras.

En términos generales, el decreto establece que, casualmente coincidiendo con


el undécimo aniversario de la primera entonación del himno “A Honduras”
durante el gobierno de Manuel Bonilla en 1904, el presidente Membreño
reconoció que el himno ya había sido aceptado y aprendido de manera
voluntaria por el pueblo hondureño debido a la distribución impresa a nivel
nacional de la composición que se realizó en ese momento y, en consecuencia,
en consejo de Ministros se estableció oficialmente la composición poética de
Augusto C. Coello con música de Carlos Hartling como el Himno Nacional de
Honduras (Mazzoni 2008, 71).

Esta determinación cerró una brecha existente en los símbolos patrios y se llevó a
cabo a pesar del largo proceso. La trascendental decisión de oficializar el himno
nacional fue publicada en La Gaceta No. 4529 el 15 de enero de 1916 y
aprobada mediante el decreto número 34 del 23 de enero de 1917. El primer acto
oficial de interpretación del himno tuvo lugar en la Escuela Guadalupe Reyes de
Tegucigalpa el 15 de septiembre de 1915, una fecha simbólica que conmemora
la Independencia de Honduras.

Sin embargo, existe cierta controversia en relación a la fecha exacta de su


primera interpretación. Según el artículo “Noticia sobre el Himno Nacional de
Honduras”, publicado en la Revista de Educación Primaria en julio de 1952, se
argumenta que tanto la poesía como la música originalmente no fueron
concebidas como el himno nacional, sino como una canción escolar que se
cantó el 15 de septiembre de 1904 por alumnas de la Escuela Guadalupe Reyes.

Otras fuentes, como Jorge Coello, aclaran que el himno fue entonado en la
misma fecha, pero en la Escuela Normal de Señoritas (Berganza 1983, 76-77). A
pesar de las discrepancias sobre su origen y fecha precisa, el Himno Nacional,
desde su oficialización, ha sido interpretado en diversas ocasiones oficiales desde
entonces, consolidándose como un símbolo patriótico que une y enorgullece a
todos los hondureños. Con la aprobación oficial del himno en el anterior decreto
mencionado, se consolida su reconocimiento y su importancia como símbolo
patriótico de Honduras ante la ciudadanía. A partir de entonces, el himno ha sido
entonado con orgullo y fervor en numerosas ocasiones y eventos oficiales.
ACUERDO QUE REGLAMENTA LOS CASOS EN LOS QUE SE PODRÁ USAR EL HIMNO
NACIONAL

Tegucigalpa, 15 de noviembre de 1917

EL PRESIDENTE DE LA REPÚBLICA
Considerando: que siendo el himno nacional la expresión más alta del sentimiento
de la Patria, debe ejecutarse solo en aquellos actos oficiales que revisten gran
solemnidad pública,
Por tanto:
ACUERDA:
1. Que el Himno Nacional se tocará únicamente en los casos siguientes:
a. En el acto de izarse y arriarse el pabellón Nacional, lo mismo que en todo acto
de servicio militar o festivo cívico en que debe hacérsele los honores;
b. En la apertura y clausura de sesiones del Congreso Nacional, a la entrada y
salida del Presidente de la República;
c. En las recepciones públicas de los Ministros Diplomáticos;
d. En el acto de hacer los honores al Congreso Nacional en cuerpo y Corte
Suprema de Justicia; en pleno. En cualquier otro caso solo podrá tocarse el Himno
Nacional con previo permiso del Poder Ejecutivo.

2. Las autoridades civiles y militares velarán por el estricto cumplimiento del


presente Acuerdo e impondrán a sus infractores el castigo correspondiente

Comuníquese: BERTRAND.

El Secretario de Estado en el Despacho de Gobernación y Justicia.


Francisco J. Mejía.

Este acuerdo consistió en resaltar el himno como la máxima expresión del


sentimiento patriótico y, por lo tanto, debe ser interpretado únicamente en
aquellos actos oficiales de gran solemnidad y relevancia pública.

En virtud de esto, se establecieron disposiciones que regulaban los momentos y


ocasiones en los cuales se debía entonar el Himno Nacional. Entre ellos se
encontraban: el izamiento y arriado de la bandera nacional, así como en
cualquier acto militar o festivo cívico donde se le rindieran honores; la apertura y
clausura de sesiones del Congreso Nacional, en la entrada y salida del presidente
de la República; las recepciones públicas de los ministros diplomáticos y en los
actos de rendir honores al Congreso Nacional en cuerpo y a la Corte Suprema de
Justicia en pleno.

Cabe resaltar que, en caso de que se deseara entonar el Himno Nacional en


situaciones distintas a las mencionadas, era necesario obtener previamente la
autorización del Poder Ejecutivo. Además, se enfatizó la responsabilidad de las
autoridades civiles y militares de velar por el estricto cumplimiento de este
acuerdo y, en caso de que se infringiera, se debían aplicar las sanciones
correspondientes. Con esta determinación se buscaba salvaguardar el carácter
solemne y significativo del Himno Nacional de Honduras, reservando su ejecución
para momentos y eventos especiales en los que se exaltara el espíritu patriótico y
se rindiera homenaje a la república.

La composición de la letra del Himno Nacional de Honduras: el coro, las estrofas y


sus explicaciones

El Himno Nacional de Honduras es una cautivante composición que consta de un


coro y siete estrofas, cada una de las cuales transmite un mensaje patriótico e
histórico exaltando los valores de nuestra amada nación. Cada una de estas
estrofas contiene versos significativos que nos transportan a diferentes momentos
y eventos cruciales en la historia del país.

Desde su coro inicial, que se canta tanto al comienzo como al final de la séptima
estrofa, se establece un vínculo especial entre la melodía y el pueblo hondureño.
Este coro se convierte en un elemento distintivo y reconocible que une a todos los
hondureños al entonar su himno nacional. A lo largo de las estrofas, se despliega
una narrativa que resalta la identidad y los valores nacionales. Las estrofas del
Himno Nacional de Honduras son un testimonio histórico lírico. Cada verso nos
transporta a momentos cruciales, como la gesta independentista, los líderes y
héroes que han dejado su huella en la historia del país, la lucha por la libertad, la
justicia y la valentía de las hondureñas y hondureños para enfrentar los desafíos y
construir un mejor futuro.

La composición musical del Himno Nacional de Honduras y su entonación.

El Himno Nacional de Honduras es una obra musical de gran relevancia que se


distingue por sus letras demostrativas, su composición única y su entonación
especial. Como se hizo mención, coro que se repite la composición del himno fue
realizada por el talentoso músico hondureño-alemán Carlos Hartling en 1903
(Berganza 1983, 79). La estructura musical del himno consta de siete estrofas y un
al final de cada estrofa. Es interesante mencionar que Hartling creó algunas
melodías antes de que se escribieran las letras, lo cual demuestra su dedicación y
pasión por la música.

La composición musical del himno nos recuerda la solemnidad y afectividad,


despertando sentimientos de patriotismo y orgullo en quienes lo cantan y lo
escuchan. Combina cuidadosamente elementos musicales como melodías, ritmo
y armonía. La música refleja el carácter e identidad de Honduras, transmitiendo la
emoción y el amor hacia la patria. El himno simboliza el alma y el corazón de la
nación, expresando valores profundos como amor, gratitud, fervor, lealtad y
respeto hacia nuestro país. Es una melodía que trasciende las fronteras físicas y se
arraiga en el espíritu de cada hondureña y hondureño.
La entonación del Himno Nacional de Honduras se caracteriza por su tono
solemne y majestuoso. La melodía se interpreta con respeto, demostrando una
entonación clara y enérgica. La forma en que se ejecuta el himno reviste una
gran importancia, ya que refleja la festividad y el respeto que este emblemático
símbolo nacional merece. Es común escuchar el himno en eventos y ocasiones
especiales como ceremonias cívicas, escolares, desfiles y actos oficiales. Durante
estas interpretaciones, se busca que la melodía y la entonación transmitan el
significado y la importancia de las letras del himno, inspirando a los presentes a
sentir un profundo amor y compromiso hacia Honduras.

Como canto patriótico, la correcta entonación del Himno Nacional de Honduras


requiere práctica y disciplina. Es esencial mantener el ritmo y la cadencia
adecuados, así como respetar las pausas y los cambios de intensidad que la
música exige. La interpretación colectiva del himno, en la que todos los
participantes cantan al unísono, crea una poderosa sensación de unidad y
solidaridad. El himno se entona en la tonalidad de si bemol mayor, que se elige
por ser la más cómoda y adecuada para el registro vocal de los niños. Esto
permite que los más jóvenes puedan participar activamente en la entonación y
disfruten de la experiencia de cantar el himno con facilidad.

El coro del Himno Nacional de Honduras posee un movimiento musical llamado


allegro, que en palabras de Nongil Flores (2004) lo describe como alegre, airoso,
marcial, expresivo (6). Este movimiento musical resalta la vivacidad y el espíritu
marcial del coro. Por otro lado, los solos presentan un movimiento musical
llamado andante, que significa lento, pausado, moderado y triste. Estos solos
añaden una dimensión de emotividad y reflexión a la interpretación del himno.

Para marcar el ritmo del himno, se siguen cuatro movimientos comenzando en el


cuarto tiempo del compás: el primer movimiento es hacia abajo, el segundo
hacia la izquierda, el tercero hacia la derecha y el cuarto hacia arriba (López
2004, 4). Esta forma de marcar el ritmo contribuye a mantener la precisión y la
unidad en la interpretación.

Otro aspecto importante es en cómo dirigir el himno, en su esencia rítmica y


direccionamiento gestual, debemos aprender que este se basa en un compás de
cuatro cuartos, lo que implica una división de tiempo en cuatro pulsos al ritmo de
su música. Este patrón rítmico se refuerza y se guía mediante la marcación con las
manos, en la cual se sigue un movimiento específico y preciso que añade una
dimensión visual y coreográfica a la interpretación del himno.

Para marcar el ritmo adecuado del himno, se utiliza una técnica de dirección con
las manos que sigue un patrón en forma de ocho. El primer tiempo se marca
descendiendo la mano, el segundo tiempo se desplaza hacia la izquierda, el
tercer tiempo se dirige hacia la derecha y el cuarto tiempo se eleva hacia arriba.
Este gesto se realiza a la altura de los hombros y no debe sobrepasar la cintura
del cuerpo.
El coro se interpreta con un tempo ligeramente más rápido, generalmente a una
velocidad de 110 pulsaciones por minuto (PPM), mientras que los solos se
interpretan en un tempo más lento, alrededor de 90 PPM. Esta distinción en los
tiempos de dirección contribuye a la interpretación adecuada de cada sección
del himno y resalta las características emocionales y expresivas de cada parte.

En conclusión, el Himno Nacional de Honduras representa una composición


musical de alta relevancia que fusiona letras elocuentes con una música singular
y emotiva. La entonación del himno, caracterizada por su pomposidad,
moderación, majestuosidad y una sutil tristeza, refleja el profundo respeto y la
significación atribuida a este como un símbolo nacional. A través de su
interpretación colectiva, se fortalece el amor y el compromiso hacia Honduras,
generando una poderosa sensación de unidad y solidaridad. La entonación en la
tonalidad indicada, los movimientos musicales del coro y los solos, y la forma de
marcar el ritmo contribuyen a una interpretación precisa y conmovedora del
himno. El Himno Nacional de Honduras es una expresión musical que nos
enorgullece y nos conecta con nuestra historia y valores.

Letra: Augusto Constantino Coello


Compositor: (música) Carlos Hartling
Tonalidad: Re mayor
Adoptado: 1915

Coro
Tu bandera tu es un lampo de cielo
por un bloque por un bloque de nieve cruzado
y se ven en su fondo sagrado
cinco estrellas de pálido azul
y en tu emblema, que un mar rumoroso
con sus ondas bravías escuda,
de un volcán tras la cima desnuda
hay un astro de nítida luz.

I estrofa
India virgen y hermosa dormías
de tus mares al canto sonoro,
cuando echada en tus cuencas de oro
el audaz navegante te hallo
y al mirar tu belleza extasiado
al influjo ideal de tu encanto
la orla azul de tu espléndido manto
con su beso de amor consagró.
II estrofa
De un país donde el sol se levanta
más allá del atlante azulado
aquel hombre te había soñado
y en tu busca a la mar se lanzó
Cuando erguiste la pálida frente
en la viva ansiedad de tu anhelo
bajo el dombo gentil de tu cielo
ya flotaba un extraño pendón.

III estrofa
Era inútil que el indio tu amado
se aprestara a la lucha con ira
porque envuelto en su sangre Lempira
en la noche profunda se hundió
y de la épica hazaña, en memoria
la leyenda tan sólo ha guardado
de un sepulcro el lugar ignorado
y el severo perfil de un peñón.

IV estrofa
Por tres siglos tus hijos oyeron
el mandato imperioso del amo
por tres siglos tu inútil reclamo
en la atmósfera azul se perdió
pero un día de gloria tu oído
percibió, poderoso y distante
que allá lejos, por sobre el atlante
indignado rugía un león

V estrofa
Era Francia, la libre, la heroica,
que en su sueño de siglos dormida
despertaba iracunda a la vida
al reclamo viril de Dantón;
era Francia que enviaba a la muerte
la cabeza del rey consagrado
y que alzaba, soberbia a su lado
el altar de la Diosa razón.
VI estrofa
Tú también ¡Oh mi patria! te alzaste
de tu sueño servil y profundo;
tú también enseñaste al mundo
destrozando el infame eslabón.
Y en tu suelo bendito, tras la alta
cabellera de monte salvaje
como un ave de negro plumaje
la colonia fugaz se perdió.

VII estrofa
Por guardar ese emblema divino
marcharemos ¡Oh patria! a la muerte;
generosa será nuestra suerte
si morimos pensando en tu amor.
Defendiendo tu santa bandera,
y en tus pliegues gloriosos cubiertos,
serán muchos, Honduras, tus muertos,
pero todos caerán con honor.

Argumento y Explicación oficial del Himno Nacional de Honduras.

El Argumento y Explicación oficial del Himno Nacional fue realizado por el


Lic. Gualberto Cantarero Palacios.

Coro: Imagina la Bandera como un resplandor del cielo que está cruzado por una
franja blanca simbólica de paz, serenidad y pureza, que debe haber y sobresalir
en el espíritu de los hondureños.
Las cinco estrellas azules sirven para recordar que los Estados Centroamericanos
hoy desunidos, formaron y han de formar una sola Patria, fuerte, rica y respetada.
El emblema es el Escudo con la leyenda: «REPÚBLICA DE HONDURAS, LIBRE
SOBERANA E INDEPENDIENTE, 15 DE SEPTIEMBRE DE 1821». Escrita en el óvalo.
El mar embravecido representa los dos océanos que bañan y protegen las costas
hondureñas.
El volcán viene a ser un fiel centinela que vigila la integridad territorial.
Sobre el volcán nace y resplandece el sol, que en tiempos pasados era imagen
de adoración para los aborígenes como punto central del Universo, padre y guía
que desprende luz y calor para mantener la vida de los seres y las cosas.
Ese sol es naciente para indicar que la vida nacional comienza y se desarrolla
todos los días, a manera de perenne juventud.
Primera Estrofa: Como una india virgen y hermosa personifica a Honduras. Virgen
porque en su suelo no había apuesto la planta ningún hombre extraño.
Como si dijéramos que su honra no había sido tocada. Hermosa, por las diversas
maravillas que hay en sus campos.
Cerrados sus ojos a la luz de la civilización europea, arrullada por el incesante
rumor de sus mares y echada en actitud de largo reposo, con sus riquezas
amontonadas alrededor.
Así estaba la india al hallarla Cristóbal Colón en el año de 1502.
El descubrimiento de tanta belleza natural, acaso inesperada, produjo
admiración y embeleso en el espíritu de Colón. Entre tanto, el vasto mar consagró
el acto con su oleaje en la playa, cual si fueran besos de amor eterno.

Segunda Estrofa: Cristóbal Colón había concebido la existencia de otras tierras


que ensancharían al mundo hasta entonces conocido por los europeos.
Firme en su concepción y después de marchas fatigosas a través de Portugal y
España, venciendo muchas dificultades y realizando grandes esfuerzos en varios
años, pudo preparar la primera expedición.
Y se aventuró a navegar por el océano Atlántico, sin detenerse hasta encontrar la
tierra presentida.
En el cuarto y último viaje, Colón descubrió a Honduras, tomando posesión del
territorio en nombre de los Reyes Españoles, Fernando e Isabel, el 17 de agosto del
mismo año de 1502.
Regresó a España dejando iniciados los dominios de ella en el nuevo territorio
que, por lo pronto fue llamado Hibueras.
Por eso, cuando la india que personifica a Honduras, despertó y levantó la frente,
notó con asombro e inquietud que flameaba la bandera española, como señal
de hallazgo de Colón, en la tierra que tuvo esa suerte como corazón histórico.

Tercera Estrofa: Al hallazgo siguió la ocupación y a ésta, como era lógico, el


ejercicio del dominio. Para realizar la ocupación vinieron los conquistadores que
penetraron al territorio por diversos rumbos.
Teniendo sus almas plenas de curiosidad, ambición y codicia. Era natural, que los
nativos opusieran resistencia, valiéndose de todas sus facultades materiales y
morales.
Llegó el año de 1537. Todo el país estaba sometido por los esforzados
conquistadores.
Había sido vencida la gente de «Copantl», faltaban las tribus aguerridas de
«Cerquín», que arreglaron amistosamente sus disidencias y se unieron frente al
enemigo común.
Reuniendo un gran ejército que pusieron bajo el mando de Lempira, joven
caudillo que se había distinguido por su audacia y su talento guerrero y que era
fama que acababa de desafiar a Don Pedro de Alvarado a su paso con rumbo a
Buena Esperanza.
Dispuesto a la defensa de sus lares, Lempira estableció su campamento en las
alturas del CONGOLON, COYOCUTENA y PIEDRA PARADA. Que corresponden al
Municipio de Erandique, departamento de Lempira.
El Gobernador Francisco de Montejo, mandó al Capitán Alonso de Cáceres con
los individuos disponibles para someter a Lempira.
Este no aceptó la excitativa de sumisión y obediencia que le dirigieron aquellos
por medio de unos comisionados especiales. Irritado Cáceres, operó en ataque y
en sitio.
Transcurrieron seis meses de lucha, con desventaja para los españoles, por los
muertos que resultaban y por el invierno copioso.
Cáceres acudió al medio deshonesto de la traición: uno de los emisarios de paz
que mandó con bandera blanca, al estar a corta distancia de Lempira, disparó
su arcabuz, hiriendo en la frente al héroe que rodó por la pendiente pedregosa,
acabándose de destrozar, hundiéndose en las tinieblas de lo desconocido.
No se sabe cuál es el punto exacto que sirvió de sepulcro a Lempira. La historia
sólo refiere la heroica hazaña y señala ese lugar, donde hoy existen grandes
peñas de ásperos contornos.
Con la muerte de Lempira quedó implantado el dominio en forma de coloniaje,
pues amedrentados los indios con la muerte inexplicable de su jefe, se dieron por
vencidos del todo.
Y así fue inútil que aquel hombre ejemplar ofrendara su sangre generosa en
defensa de la libertad de su pueblo.

Cuarta Estrofa: Tres siglos duró la dominación española. Durante ese tiempo, los
nativos servían y obedecían, en verdadera esclavitud, a los señores y autoridades
coloniales, en nombre del Rey.
Las ansias de libertad hervían naturalmente en los espíritus oprimidos y las
demostraciones por gozar de ese derecho esencial e inherente al hombre para
que tenga responsabilidad se perdían en el viento.

Al fin, los hijos más grandes del pueblo, sometidos a servidumbre del coloniaje,
oyeron el eco del estruendo que producía el movimiento revolucionario que
había más allá del océano Atlántico.

Quinta Estrofa: Era el movimiento político de Francia desde 1789, para establecer
como regla de gobierno y de organización social posible, la voluntad del pueblo,
a base de reconocimiento a los derechos de Libertad, Igualdad y Fraternidad.
En oposición al absolutismo de los Reyes, del Clero y de los nobles señores, lo cual
era un violento despertar a una nueva vida.
Uno de los campeones de aquel movimiento formidable era Jorge Jacobo
Dantón, orador y estadista, que pretendiendo moderar la situación creada por el
terror de 1793 fue decapitado el año siguiente.
El Rey Luis XVI, era débil ante el poderío de sus ministros, de la Nobleza y el Clero,
que se oponía a las reformas políticas y sociales en beneficio del pueblo.
Por eso en vista de que intentó salir de Francia, aquel Rey fue condenado a
muerte como reo de los delitos de conspiración contra la libertad y de atentados
contra la seguridad del Estado.
En ese tiempo se estableció la obligación general de rendir culto a la razón, que
fue elevada a la categoría de diosa de los franceses.
Sexta Estrofa: Así como Francia, nuestra Patria sacudió la servidumbre y se
presentó ante los países civilizados, sin las cadenas que la ataban, y que rompió
con la proclama de la independencia el 15 de septiembre de 1821, para darse
personalidad en el mundo.
Los pliegos que contenían esa proclama llegaron a Tegucigalpa en la tarde del
día 28 de septiembre, siendo celebrado el suceso con júbilo, respeto y adhesión,
por todos los ciudadanos reunidos en la sala capitular.
Y del cielo bendito de Honduras, aquella tarde inolvidable, tras la cima de los
cerros y montañas, coronadas de nubes que se confunden con los bosques,
rápidamente desapareció la dominación española a manera de un ave negra y
dañina que se perdió en el horizonte.

Séptima Estrofa: Porque Honduras sea siempre y en todas circunstancias libre,


soberana e independiente, sus hijos le juramos emplear todos los recursos y fuerzas
de que disponemos, unidos, esforzados y leales en la idea, el sentimiento y la
voluntad; y declaramos que luminoso y feliz será el destino si la muerte nos halla
con el pensamiento puesto en la Patria, demostrando que el amor hacia ella está
por sobre todas las cosas.
Y por la defensa de la Bandera Nacional, que para nosotros es santa porque
encierra la dignidad colectiva y de presentar en todo momento el triunfo y la
grandeza de la paz y de la guerra, morirán al pie de ella, como leones, a millares,
en terrible combate, todos los hondureños que sea necesario, dejando a los
sucesores en la sangre y en el espíritu modelos de honor que sabrán imitar
dignamente.
Centro de Educación Media no
Gubernamental Adventista
“Maranatha”

Folleto de Estudio
Cátedra del
Himno Nacional de Honduras
(compilación condensada)
Para 11mo. Grado BCH &
12mo. Grado BTPI

Nombre del Estudiante:

________________________
Valle de Ángeles, F.M.

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