Tomo 2 Sentipensares de Abya Yala
Tomo 2 Sentipensares de Abya Yala
PENSA
RES
EL CO-RAZON-AR
DE LAS FILOSOFÍAS
AMERINDIAS
Tomo II
Filosofías mesoamericanas
Tomo II.
Filosofías mesoamericanas
Pedro Reygadas Robles Gil
Juan Manuel Contreras Colín
(Coordinadores)
SENTIPENSARES:
EL CO-RAZON-AR
DE LAS
FILOSOFÍAS AMERINDIAS
Tomo II.
Filosofías mesoamericanas
2021
Reygadas Robles Gil, Pedro (Coord.)
Sentipensares: El co-razon-ar de las filosofías amerindias. Tomo II. Filosofías mesoamericanas /
Juan Manuel Contreras Colín (Coord.), 1ª ed. México: ETRAC-CIET-PRAXIS, 2021.
300 p.: 16.5x21 cm.
ISBN 978-607-420-290-8
Sentipensares: El co-razon-ar de las filosofías amerindias.
ISBN 978-607-420-292-2
Filosofías mesoamericanas.
1. Filosofía. 2. Filosofía latinoamericana. 3. Filosofía amerindia. I. Título.
Esta publicación fue aprobada a través de un proceso de dos dictámenes, a doble ciego, de
pares académicos, con el objetivo de garantizar su calidad y pertinencia en la contribución
a la generación y aplicación del conocimiento.
Índice
Introducción 7
Índice de cuadros
Índice de figuras
6
Introducción
Pedro Reygadas y Juan Manuel Contreras
El texto es una unidad con los tomos I y III. El primero se dedica a una dis-
cusión general de la filosofía indígena, a un glosario filosófico continental y a las
filosofías del norte. El tercero comprende las filosofías de El Caribe y Sudamérica.
El presente tomo se desarrolla en las siguientes vertientes básicas de información:
1) La filosofía de cada cultura y subárea cultural, en el sentido de grandes lí-
neas de pensamiento en Mesoamérica en lugar de la común exposición de corrien-
tes filosóficas o de autores de la filosofía occidental. Únicamente incluimos una
ficha personal, la del tlamatini o filósofo Nezahualcoyotl, con una mención a Macui-
lxochitzin, como mujer sabia.
2) Fragmentos breves y auto-contenidos de obras filosóficas cuando los
hay, que son casi siempre fuentes ya coloniales e incluso contemporáneas, pero
que remiten al núcleo duro originario. Así como también, en su caso, mitos, na-
rraciones, canciones antiguas o contemporáneas (de las que tomamos extractos),
códices, etcétera.
3) Imágenes ilustrativas de mapas, fotografías, arte, diseños, códices y sím-
bolos filosóficos, en cada caso.
La lógica de exposición del texto recorre el pensamiento de los distintos
grupos desde el occidente hacia el centro y el sureste.
Existe un recorte cuantitativo que nos obliga a limitar el alcance de los da-
tos para hacer manejable el conjunto de mapas: incluimos reseñas breves –salvo el
caso un poco más extenso de la filosofía nahua–; y fragmentos de texto también
de corta extensión, a modo de “muestras” filosóficas para que el lector parta de
ahí y se interese en lecturas más extensas. En la selección de fragmentos hay una
intención de indicar algunos rasgos relevantes del pensamiento filosófico de cada
tradición.
En lo que respecta a las obras recomendadas sobre cada filosofía, incluso
en varias fuentes, procuramos remitir a textos disponibles, en especial en México,
en la red (que es de acceso cada vez más amplio), en las grandes bibliotecas, y pri-
vilegiar textos latinoamericanos o hispanos.
No podemos dejar de repetir, lo dicho en el Tomo I, en el sentido de que
agradecemos a todos y cada uno de los autores que retomamos, que nos inspiraron
y a los que han trabajado las diversas filosofías. Agradecemos también los apoyos
de estudiantes y a los revisores, así como a todos los que dieron su aporte invalua-
ble permitiendo pulir diversos aspectos especializados de este tomo en particular.
Sobre todo a Arturo Gutiérrez, quien leyó el capítulo sobre los wixaritari y a Julio
López Maldonado que nos explicó sus aportes a la interpretación transmoderna
Tomo II. Filosofías mesoamericanas 9
de la escritura maya y que lamentamos no haya podido escribir por sí mismo una
reflexión.
El libro se constituye de una factura general producto del trabajo de re-
copilación y puesta en forma de los coordinadores (Pedro Reygadas Robles Gil
y Juan Manuel Contreras Colín), con la contribución específica del Seminario Ju-
maa Me´phaa para los llamados tlapanecos, en lo que constituye para nosotros una
gran promesa de la filosofía continental: la reflexión desde la propia raíz por los
mismos pobladores originarios en un proceso de discusión colectiva. El aporte de
Luis Pérez Lugo para los otopames es avalado por la Nación Otomí y más que un
ensayo académico es una recuperación del pensamiento propio desde su raíz mí-
tica2. Contamos con la contribución de Raúl Máximo y de Elizabeth Téllez, para
la ficha sobre los p’urepecha, y la redacción del texto sobre el nosotros tojolabal fue
realizada por Aldo Manuel Muñoz y Gabriela Jurado, a partir de los Lenkersdorf.
La retoma de textos que hemos realizado con todo reconocimiento a sus
autores, como el gran trabajo de Gregorio López sobre los binni záa, el de los
Lenkersdorf sobre los tojolabales, o el de López Maldonado sobre los mayas, y los
ya muy conocidos de León-Portilla o López Austin sobre mayas y nahuas, deberá
dar lugar al descubrimiento más allá de la colonialidad y de la modernidad. Como
señalamos ya también en el Tomo I, el proceso permitirá pasar la estafeta cada vez
más a los intelectuales de los grupos originarios, así como a los lingüistas, los etnó-
logos, los historiadores, los arqueólogos y con el tiempo, la labor que hacemos tan
limitadamente, pasará a los filósofos especialistas en cada pensamiento profundo,
en cada lengua, en cada cultura y en cada región cultural dentro de una obra ma-
siva, como ya ocurre aquí –según señalamos– con la ficha me´phaa, elaborada por
pensadores de la propia cultura y con la relativa a los hñahñu, redactada desde una
visión interna a la tradición otopame. Lo mismo habrá que hacer con los nahuas,
cuyos herederos, como los informantes milpaltenses de León-Portilla tienen mu-
cho que decir en una dirección en ocasiones diferente o contraria a la académica.
Y reiteramos nuevamente también, por último, que los coordinadores no preten-
demos descubrir nada, no somos sujetos del sentipensar originario ni especialistas
2 El texto de la filosofía otopame tiene una historia singular. Quisimos redactar un capítu-
lo, pero nuestro desacuerdo con las corrientes dominantes nos obligó a abandonar la tarea.
Después, al conocer la reseña crítica de Viveiros de Castro sobre Jacques Galinier, nos ani-
mamos a preparar un texto, que revisó la Dra. Regina Martínez Casas y lo corregimos. Lue-
go, al darlo a integrantes de la Nación Otomí, lo consideraron tan lejos de su propia visión,
tan eurocéntrico, que prefirieron hacer una redacción propia, que es la que se presenta,
abandonando la visión académica pero ganando en la perspectiva interna que puede a su
vez servir de base para la reflexión académica ulterior y corregirse en los datos científicos.
10 Sentipensares: el co-razon-ar de las filosofías amerindias
de cada disciplina, salvo un poco de la filosofía nahua, por lo que es posible se es-
capen errores y pedimos disculpas anticipadas por todo aquello que hemos igno-
rado, trastocado o malinterpretado.
Referencias
Carrillo, Juan. (2008). Ameriqúa: historia e identidad por redefinir. De vinculación y ciencia 24,
Revista de la Universidad de Guadalajara, pp. 99-108.
Capítulo 1
Mesoamérica: concepto, áreas, períodos
y antiguas civilizaciones
Juan Manuel Contreras y Pedro Reygadas
Uno de los centros generadores de cultura en el nivel mundial (como Egipto, Me-
sopotamia, China, India o Los Andes) y, por lo tanto, de un pensamiento filosófi-
co original es, sin lugar a dudas, el que ocupó la macro-región geográfico-cultural
conocida como Mesoamérica. El pensamiento allí gestado no fue exclusivo de una
cultura, como la nahua o la maya –aunque éstas destacan considerablemente–, sino
producto de un largo proceso intercultural de diferentes civilizaciones que lo crea-
ron, compartieron, enriquecieron y desplegaron mutuamente. Estas culturas habi-
taron, en diferentes épocas y en distintos lugares, la modernamente denominada
región mesoamericana.
El concepto de Mesoamérica designa una región geográfica y las culturas
que allí se establecieron, de acuerdo a un modelo difusionista. Estas culturas com-
partieron, a pesar de su rico pluralismo étnico y lingüístico, rasgos de tipo social,
político, religioso y kosmo-perceptivo que le dieron a la región un perfil cultural
muy definido. Algunos de los elementos constitutivos de ese perfil estarán también
presentes, con toda su significación originaria, en todas las demás culturas autóc-
tonas que habitaron Abya Yala.
En esta sección de nuestro estudio sobre la filosofía de Amerindia preten-
demos, de manera indicativa, caracterizar y situar cultural, histórica y geográfica-
mente, las sociedades indígenas más relevantes,1 previas al posicionamiento y po-
sesión hegemónicos de los mexicas o tenochcas en Mesoamérica. Pretendemos,
pues, mediante un breve recorrido histórico-geográfico, identificar algunas de las
principales y más antiguas tradiciones culturales que constituyeron a la mayoría de
las civilizaciones que habitaron la zona geográfica conocida como Mesoamérica.
1 Para la elaboración de esta síntesis histórica hemos consultado las siguientes obras, apar-
te de las que explícitamente se citan: Sahagún, 1988; Durán, 1984; López Luján-Manzanilla
(Coord.), 2000; Braniff, 1994; Kirchhoff, 1943; Nalda, 1990; Palerm–Wolf, 1972; Kricker-
berg, 1971; Martínez, 1999; Soustelle, 1996; Manzanilla, 1993. Incluimos de inicio a olme-
cas, teotihuacanos y toltecas. Colocamos la parte de los mayas, zapotecas y aztecas en los
apartados correspondientes.
11
12 Sentipensares: el co-razon-ar de las filosofías amerindias
El espacio mesoamericano
los factores de fuerte cohesión entre sus componentes. Exigió, por otra
parte, un nivel generalizado de comunicación que estructurara el con-
junto en regiones productivas, comerciales y distributivas, formas de or-
ganización social, órdenes políticos, etc.
Podemos decir, en cierto sentido, a partir de lo anterior, que con base en los
“vínculos de intelección” y de praxis que permitieron-permiten la construcción
de una kosmopercepción y una kosmovivencia compartida de largo plazo, existió
y existe además una filosofía específica explicitable de cada pueblo mesoamerica-
no, que dentro de sus variaciones y aportes llega a compartir ciertos núcleos y ai-
res de familia.
Fueron muchas, sin lugar a dudas, las civilizaciones que se establecieron en
la región. Sin embargo, destacan por la complejidad de su desarrollo y organiza-
ción social, económica, política y cultural las siguientes:
1) En el área de la costa del Golfo de México: la olmeca, la totonaca y la
huasteca.
La filosofía, el sentipensar mesoamericano comprende en su núcleo más
fuerte la tradición histórica olmeca que abarca una franja que se descubre cada
vez más extensa desde el Golfo de México hasta el Pacífico y de la cual haremos
mención;
2) En la zona oaxaqueña: la zapoteca y la mixteca.
Del Valle de Oaxaca, incluimos el caso del sentipensar binni záa (zapoteco);
3) En la región del sureste mexicano y Centroamérica: la maya.
En especial mencionamos la escritura, y la concepción kosmogónica del es-
pacio y del tiempo, que alcanza su punto más alto en la astronomía y la cuenta del
tiempo mayas, entre muchos otros aspectos. Entre las lenguas y culturas mayen-
ses, hacemos mención de la tradición filosófica tojolabal, con un rico desarrollo
en torno a la dignidad, a la condición del compartir y a la responsabilidad colecti-
va del “nosotros”.
4) En el occidente de México: la capacha, la de Aztlan, la mezcala y la
p’urhepecha.
De occidente, incluimos la síntesis filosófica de nierika entre los wixaritari,
que expresa en el contacto Mesoamérica-noroeste una forma tan acabada como la
taoísta o la mexica para un concepto que permite comprender la totalidad, la cone-
xión, lo ordinario y no ordinario. También consideramos en la continuidad con los
wixaritari una nota breve del caso de los naayeri (coras), la “lengua-cultura” única
Tomo II. Filosofías mesoamericanas 15
Hoy sabemos, en contraste con la visión centralista, que los contactos me-
soamericanos se extienden al centro-norte con culturas como las de los actuales
estados de Aguascalientes (Santiago), Zacatecas (Bolaños, La Quemada, Chalchi-
huites) o Chihuahua (Casas Grandes), así como al noroeste con la cadena que va
desde los naayeri-wixaritari en Occidente hasta los indios pueblo, y de ellos al con-
tacto diné (navajo) en el desierto. Al sur se extienden algunas influencias mutuas a
Nicaragua y hasta el mundo incaico, cuya metalurgia asciende hasta la huasteca tee-
nek potosina, según estudios de Stresser-Péan. Es decir, resulta crucial pensar las
fronteras y la complejidad. Además, de Mesoamérica al norte hubo contactos im-
portantes con pueblos como los hopi’sino y una importante difusión de la cultura
de Cahokia hacia el sur (en San Luis Potosí) y el Golfo, en su momento de auge.
La región cultural mesoamericana se caracterizaba por una gran diversidad
lingüística y por la fragmentación en unidades sociopolíticas, la mayoría de ellas
con una reducida extensión geográfica. Sin embargo, había una compleja red de
relaciones entre las distintas entidades políticas basada en el intercambio comer-
cial, las alianzas militares, las migraciones, las peregrinaciones religiosas e incluso
en la manera de hacer la guerra, que hacía de la mayor parte de Mesoamérica5 un
sistema social efectivo pese a la falta de unidad política (Carrasco, 2007, p. 156).
Las principales civilizaciones establecidas en Mesoamérica lograron desa-
rrollar, en general, sólidas estructuras de gobierno y administración pública, efi-
cientes prácticas de defensa, ataque y dominio mediante poderosos ejércitos, im-
portantes redes de producción e intercambio comercial, efectivos sistemas de re-
caudación y organización tributaria, prestigiosos centros de formación cultural y
científica, así como complejos sistemas de creencias religiosas.
Pipitone señala una taxonomía evolutiva que, según él, ha terminado por
imponerse entre antropólogos e historiadores la cual expresa diferentes grados se-
cuenciales de complejidad social: bandas, tribus, señoríos y estados.
mados códices, como el amoxtli nahua y el nahalte maya–, anales históricos, mapas;
empleo de complejos sistemas numéricos). (Ávila, 2002, p. 33)
Esos rasgos6 se originaron y desarrollaron, no solo pero sí principalmente,
en los centros urbanos más importantes de Mesoamérica tales como Monte Al-
bán, Tula, Teotihuacan, Tikal (recién reconocida por la tecnología satelital como
teniendo una extensión de cerca de 60 mil chozas, palacios y tumbas), Chichén Itzá
o Tenochtitlan y se extendieron a largo y ancho de la macro-región gracias a los
contactos principalmente comerciales, a las invasiones y guerras de conquista, a las
migraciones, así como a las alianzas y convenios políticos.
Resulta por demás admirable que en la región mesoamericana, a pesar de te-
ner un desarrollo tecnológico menor, de no contar con el uso de la metalurgia (con
la excepción tardía de los p’urepecha en el occidente, de los mixtecos en el oriente de
Oaxaca y de los objetos teenek en San Luis Potosí)7, de la ausencia de la rueda, así
como de ganado mayor para carga y alimentación, y de situarse en territorios muy
fragmentados por la orografía, se hayan formado grandes civilizaciones con alta
complejidad social y sofisticado desarrollo cultural (Pipitone, 2006, p. 13).
El pensamiento indígena que floreció en la región, cuya característica filo-
sófica principal fue su visión integral8, permeó todos los aspectos vitales de las so-
ciedades indígenas mesoamericanas.
Desgraciadamente muchos especialistas califican, erróneamente, de dualis-
ta al pensamiento gestado en Mesoamérica. No es dualista siempre, sino que en
muchas ocasiones es integral. La doctrina dualista, tanto filosófica como teológi-
ca, plantea la existencia de dos naturalezas que en sí mismas son incompatibles,
irreductibles y antagónicas. El origen y evolución del mundo se explica, según el
dualismo, por la acción de esos dos principios supremos contradictorios. Calificar
como dualismo la visión integral del pensamiento indígena mesoamericano origi-
6 Para algunas interpretaciones históricas son cuatro los rasgos principales, íntimamente
relacionados, que forman la constante en todas las grandes culturas mesoamericanas: agu-
da segmentación social, guerra, tributo y sacrificio humano. “Pasan los milenios –nos dice
Pipitone– pero este ‘complejo’ de cuatro aspectos entrelazados se mantiene, con pocas va-
riantes, sustancialmente igual a sí mismo” (Pipitone, 2006, p. 11).
7 A pesar de no contar con el uso generalizado de la metalurgia, las principales civiliza-
ciones mesoamericanas desarrollaron un despliegue tecnológico, económico, geográfico,
cultural y simbólico notable en la minería de obsidiana, que era el equivalente del acero.
8 Véanse las siguientes obras de Enrique Dussel: El humanismo semita, 1969; El dualismo en la
antropología de la cristiandad, 1974; El humanismo helénico, 1975. En estas obras el filósofo mexi-
cano-argentino hace un profundo análisis histórico-filosófico del dualismo y el monismo.
Es una base, un boquete en el pensamiento europeo, para construir una visión en el conti-
nente, pero que debe partir de las categorías propias originarias, no de lo semita o lo griego.
Tomo II. Filosofías mesoamericanas 19
Historia de Mesoamérica
9 La civilización mesoamericana será por tres milenios un continuum sin perturbaciones ex-
ternas, una coherencia cultural de largo plazo (Pipitone, 2006, p. 8).
20 Sentipensares: el co-razon-ar de las filosofías amerindias
Muchas han sido las interpretaciones sobre el origen de los primeros pobladores
del continente americano, sus primeros y reales “descubridores”10. Sin embargo, ha
sido opinión común entre los especialistas que la penetración humana en el con-
tinente americano aconteció por el Estrecho de Bering11. Pero esta hipótesis se ha
relativizado al demostrarse la datación de Monte verde I en Chile, de la Puna, los
flujos polinesios, la existencia de restos humanos de 14 mil años en Oregon y ha-
cerse patente que los pobladores de Clovis no pudieron provenir de Bering (Eske
Willerslev), porque Bering no fue en su primer momento biológicamente viable
para el tránsito.
Los habitantes de Siberia que penetrarán en el continente lo harán funda-
mentalmente por una necesidad de subsistencia: buscan regiones que proporcio-
nen mejores condiciones materiales para la sobrevivencia y reproducción del gru-
po nómada.12 Con ese hecho comienza la Proto-historia de América (Dussel, 1994,
10 Ciertamente estos primeros hombres y mujeres nunca tuvieron “conciencia plena” del
territorio continental como una totalidad geográfica. Sin embargo, existencial y objetiva-
mente fueron, ¡ellos sí!, descubriendo, nombrando e incorporando a su mundo de la vida las
regiones que habitaron. Son ellos quienes, poco a poco y de generación en generación, hu-
manizaron el continente. Y alcanzaron una visión territorial global en los conceptos Abya
Yala, Cemanahuac Tenochca Tlalpan, Amerikúa, etc. o en sus designaciones locales: Nunatsiaq
(Ártico), territorio Kasskara, etéctera.
11 Es sabido que la distancia entre el cabo Dezhnev, el extremo más oriental de la penín-
sula de Chukotka en Siberia y el Cabo Príncipe de Gales, la punta más oriental de la penín-
sula de Seward, en Alaska, es corta, y además, casi a la mitad de la distancia se encuentran
dos islas, la Gran y la Pequeña Diomede. Esto quiere decir que la travesía a pie fue factible
en el invierno y también por agua, si se disponía de un medio de navegación de cierta ca-
tegoría (véase Rivet, 1960). Pero se pudo pasar antes de lo aceptado en general.
12 El ser asiático de América viene no solo del extremo más oriental de la península de
Chukotka en Siberia, sino también a través del intercambio cultural del Pacífico sur. Esta
área de contacto entre Asia y América tendrá como protagonistas a los proto-polinesios
quienes hace aproximadamente unos 1700 años a. ec., se lanzaron al Océano Pacífico. Pa-
saron por Nueva Guinea, de allí a Samoa. Unos partieron hacia el nordeste (Micronesia);
otros hacia el este (Islas Marquesas) y el sureste (Islas Sociedad y Tuamatu, Tahití, etc.). A
través de la corriente de Humboldt pudieron llegar de Tahití a la Isla de Pascua y hasta las
costas de los mapuches de Chile o de los incas del Perú. Desde las islas Christmas pudo na-
vegarse, gracias a la corriente ecuatorial, hasta las regiones mayas y aztecas. Y pudo haber
contacto inverso América-Polinesia. El contacto cultural se comprobó por la existencia en
América de lenguas con elementos polinésicos y por la presencia de objetos de tipo poline-
Tomo II. Filosofías mesoamericanas 21
Durante este período florecen y logran su máximo esplendor las grandes cultu-
ras mesoamericanas. Dichas civilizaciones llegaron a formar verdaderos estados18,
cuyo desarrollo cultural en general estuvo caracterizado por la posesión de un sis-
tema agrícola con cultivos intensivos y la producción de artesanías desarrolladas,
capaz de mantener una población numerosa en la que existía una división del tra-
bajo que incluía la distinción entre el campo y la ciudad, entre un grupo de traba-
jadores dedicados principalmente a la producción de bienes materiales y otros de-
dicados a la administración y el gobierno; una sociedad que podía producir refina-
mientos culturales como un eficiente sistema de administración pública y de regis-
tros, un calendario ritual y otro agrícola sumamente elaborados19, un pensamien-
to racional propio, edificios monumentales, artes primorosas y una religión muy
compleja que demandaba la participación de sacerdotes especializados.
La distinción entre el campo y la ciudad fue, por las consecuencias econó-
micas y políticas que tuvo, una de las transformaciones socio-culturales que marcó
sustancialmente este período. Debido al acelerado crecimiento y a la excesiva con-
18 Tres son los factores o indicios que ayudan a identificar cuándo una sociedad ha alcan-
zado su condición estatal: palacios y templos, cuatro grados jerárquicos de asentamientos
y sujeción de territorios circundantes (Spencer-Redmond, 2004, p. 189).
19 El sistema calendárico de Mesoamérica regulaba toda clase de actividades económicas y
sociales. Además sus conceptos básicos estaban estrechamente ligados a la visión del mun-
do sobrenatural y era de especial importancia en la ordenación del ceremonial religioso.
26 Sentipensares: el co-razon-ar de las filosofías amerindias
centración poblacional, muy pronto los grandes centros urbanos fueron incapaces
de tener autosuficiencia alimentaria, por lo que el campo periférico propio y el de
las poblaciones dominadas fungieron como sus fuentes de aprovisionamiento. Las
ciudades pasaron a concentrar la producción y distribución manufacturera a gran
escala, a ser las sedes de la centralización y administración económica, de las de-
cisiones políticas y de gobierno, así como de las principales actividades religiosas
(Ávila, 2002, p. 41).
El intercambio comercial a larga distancia de las manufacturas y productos
suntuarios que se elaboraban en los grandes centros urbanos fue el principal fac-
tor de interacción y cohesión intercultural de este período. La cosmopolita ciudad
de Teotihuacan jugó un rol fundamental en la creación y organización de la red de
intercambio, no solo comercial sino también de conocimientos y prácticas cultura-
les, que cubrió lo ancho y largo de Mesoamérica, y llegó a tener contacto con regio-
nes tan apartadas como Oasisamérica. Ahora sabemos, además, que Teotihuacan
tuvo una escritura en la Ventilla que comparte elementos con las escrituras nahua
y mixteca-Puebla. Esta escritura al analizarse glotocronológicamente, apunta al he-
cho de que era correspondiente a una lengua nahuatl (proto nahuatl pochuteca).
Quizá, incluso, los teotihuacanos hayan tenido ya una escuela para estudio de tales
signos, pero hay pocos datos.
Muchas de las prácticas y creencias sacras originadas o instrumentadas en
este período constituyeron para siempre el perfil religioso-filosófico de Mesoa-
mérica. Un número considerable de las divinidades o principios kosmogónicos
que los indígenas mesoamericanos honraban cuando los invasores europeos arri-
baron a Mesoamérica tuvieron su origen en esta época. El tema religioso fue una
constante en las temáticas artísticas de la escultura, la pintura, la poesía, la danza y
el canto, las cuales alcanzaron un especial refinamiento estético. En este período
destacaron principalmente las divinidades relacionadas con los cuatro elementos
fundamentales de la kosmopercepción y filosofía (agua, fuego, tierra y viento) y
el devenir histórico-temporal. Paulatinamente la religión se institucionalizó y de-
mandó la participación de sacerdotes-chamanes especializados, los cuales con el
paso del tiempo monopolizaron el saber y el poder hasta llegar a constituir esta-
dos teocráticos.
Las grandes urbes compartieron en general, debido a las influencias mutuas,
un mismo patrón arquitectónico: la planificación y construcción de la ciudad de
acuerdo al movimiento de los astros, es decir con base en un modelo kósmico. El
urbanismo en general supo conjugar lo estético-ornamental (esculturas, mosaicos,
Tomo II. Filosofías mesoamericanas 27
timiento, que ellos ejercían sobre sus propias comunidades y otros pueblos. La re-
ligión se encargaba, en general, de justificar y sacralizar la práctica socio-política
hegemónica.
Debido a lo anterior, las manifestaciones artísticas y culturales (pintura, es-
cultura, canto, danza, poesía, alfarería, plumería, orfebrería, filosofía, etc.) de esta
época experimentan un cambio muy significativo. La guerra y el militarismo se ins-
talan como la principal fuente de inspiración y temática artística. El refinamiento,
la exuberancia y la delicadeza que caracterizó en general a las artes del período an-
terior fueron relegados y en su lugar se instrumentó el hermetismo, la marcialidad
y la severidad (Ávila, 2002, p. 46).
A pesar de todo eso, la visión del mundo de la vida y el pensamiento inte-
gral que se habían generado en los grandes centros culturales del período anterior
y que de alguna forma ya habían constituido a estas “nuevas sociedades”, subsistie-
ron y coexistieron con la visión hegemónica, tanto ideológica como socio-política,
de estas sociedades guerreras. Entre las civilizaciones más importantes del período
encontramos a las siguientes:
1) zona central y occidental del altiplano: culturas chichimecas, toltecas y
mexicas: El Chanal (Colima), El Ixtepete (Jalisco), Casas Grandes (Chihuahua),
Tula (Hidalgo), Tecoaque (Tlaxcala), Acatitlán, Tenayuca, Texcoco, Tenango del
Valle, Malinalco, Calixtlahuaca (Estado de México), El Tepozteco, Teopanzolco
(Morelos), Tlatelolco y Tenochtitlan (México, D.F.);
2) en la zona de Oaxaca: mixtecas y zapotecas: Monte Albán, Mitla, Yagul,
Zaachila, Tututepec;
3) en Michoacán: los p’urhepecha o tarascos con su capital Tzintzuntzan,
Ihuatzio, El Opeño y la recién descubierta Angamuco;
4) en la zona este de México: huastecos, totonacas y olmecas históricos: El
Tamuín (San Luis Potosí), Zempoala (Veracruz);
5) en la zona del sureste mexicano: mayas de Chichén Itzá, Balancanché,
Mul-Chic, Uxmal, Mayapán, Labná, Cabáh, Izamal (Yucatán), Tulum (Quintana
Roo), Edzná (Campeche), Comalcalco (Tabasco). (Nebel, 1983, p. 13)
El continente americano en su conjunto y particularmente Mesoamérica
fue un “mundo” cultural. Un pleno de humanización, historia y sentido (Dussel,
1992, p. 120), que en un primer momento sorprendió a los invasores europeos
cuando éstos arribaron a Mesoamérica en el siglo XVI (León-Portilla, 2004, p.
195) y que, mediante el proceso de guerra de invasión y conquista, y el proceso de
colonización y dominación sistemática, estuvieron a punto de eliminar de no haber
sido por la resistencia indígena y la visión crítica de algunos misioneros.
Tomo II. Filosofías mesoamericanas 31
Lectura Recomendada
Otras referencias
gión del Altiplano Central (la Cuenca de México, Puebla y Morelos), la zona Maya
(Chiapas, Guatemala y El Salvador) y el estado de Guerrero. Es muy probable, por
las evidencias arquitectónicas, los relieves, las pinturas y las artesanías, que en este
último estado no solo hayan comercializado, sino que incluso hayan establecido
centros urbanos propios: Teopanteocuanitlán, San Miguel Amuco, etcétera.
Las poblaciones olmecas más importantes de la zona sur del Golfo de Mé-
xico fueron San Lorenzo, Tres Zapotes, Las Limas y La Venta. Ésta última fue la
de mayor relevancia por su rigurosa planificación y nivel cultural (Davies, 1980, p.
154). Los edificios de La Venta están colocados a lo largo de una línea central que
forma el eje de la ciudad y corre de norte a sur. La importancia de esta línea central,
que implica el conocimiento de los puntos cardinales, radica en su orientación ce-
remonial además de ser un elemento fundamental para la cuidadosa planificación
arquitectónica. Esta idea de orientar los monumentos habrá de perdurar a lo largo
de toda la historia de Mesoamérica. (Bernal, 2007, p. 134).
En esta cultura se encuentran los primeros indicios del calendario sagrado
que hace las veces, dentro de las sociedades complejas, de una especie de constitu-
ción (Monaghan, 2001, p. 249), carta de fundación y organización ritualizada de la
vida. De aquí viene tal vez la milenaria lectura mesoamericana del destino al nacer
en días faustos o infaustos.6
Según las investigaciones arqueológicas, fue en esta región del actual sureste
mexicano donde, gracias a la extraordinaria habilidad escultórica desarrollada por
los olmecas, se levantaron algunas de las pirámides más antiguas de Mesoamérica,
las cuales eran una representación simbólica del kosmos; se esculpieron enormes
esculturas pétreas, estelas, altares y tronos en piedra que no solo expresan una gran
calidad estética, sino también un adelanto técnico sorprendente (Cyphers, 1995).
Sin embargo, serán las cabezas colosales, esculpidas en rocas de basalto, traídas de
las canteras ubicadas en la zona de los Tuxtlas, a más de 80 kilómetros de distancia
y con un peso que oscila entre las 6 y las 25 toneladas, los monumentos más nota-
bles y característicos de los olmecas.7
Sus logros técnicos, que servirán de base para que otros pueblos desarro-
llen avances más complejos y sofisticados, y su estilo arquitectónico alcanzaron
una considerable difusión en Mesoamérica gracias al comercio exterior que, como
hemos visto más arriba, esta civilización practicó. El “estilo olmeca” encuentra su
lugar privilegiado de manifestación primeramente en la escultura, seguida por la
lapidaria, la cerámica y los bajorrelieves. La temática principal del su escultura fue
el ser humano. Son abundantes las figuras y los relieves que conjugan rasgos hu-
manos y animales, especialmente del jaguar. Algunos elementos anatómicos de los
animales (fauces, garras, la representación de la encía superior, cejas, manchas de
piel, alas, etcétera) eran incorporados estilizadamente en figuras humanas, másca-
ras, sellos, relieves, estatuas y cerámica. Hay quienes ven en esa incorporación de
símbolos el inicio de una escritura ideográfica (Ávila, 2002, p. 60).8
El jaguar fue para los olmecas, según algunas interpretaciones, un emblema
religioso vinculado particularmente con los niños, el cual representaba a la tierra,
que unido a la serpiente, símbolo del agua, generaban fecundamente la vegetación,
el alimento del hombre. Eran símbolo de la vida. Otras interpretaciones lo consi-
deran una deidad más bien vinculada a la clase gobernante y a la legitimación de
su poder (Ávila, 2002, p. 60). Otros más consideran que este felino simbolizaba el
misterio de la jungla, de la vida y del más allá (Bernal, 2007, p. 135).
De cualquier forma el jaguar jugó un rol religioso, y por lo tanto político,
fundamental en las sociedades olmecas. Expresaba connotaciones kósmicas, reli-
giosas y humanas que giran en torno al concepto religioso del nahual.
El nahual tiene en la filosofía, el sentipensar originario connotaciones tras-
cendentes e inmanentes (principalmente chamánicas). Era la facultad que tenían
los “dioses” de tomar la forma de un animal para interactuar con los humanos. Al
respecto, aquí cabe la pertinente disquisición de López Austin (2016, 2ª parte: 12
y sigs.) para salir de lo occidental cristiano. Plantea para Mesoamérica la pertinen-
te división filosófico-teológica: “seres imperceptibles” sutiles, anteriores al mundo
perceptible, con agencia en este y cuya acción es a veces captada por los humanos.
Los seres imperceptibles se dividen en “fuerzas” y “dioses” con personalidad. Las
fuerzas permiten la acción y el crecimiento, están en las criaturas y en los seres im-
perceptibles, pueden incrementarse y transmitirse. Los dioses comprenden al hu-
mano, que puede afectar su voluntad mediante la cual tienen una acción eficaz en
el mundo perceptible.
En Mesoamérica se creía, además, que cada persona, al momento de nacer,
tenía ya el espíritu de un animal (ese era su nahual), que se encarga de protegerlo y
8 Véase en las culturas andinas la importancia del jaguar en Sudamérica.
Tomo II. Filosofías mesoamericanas 39
Referencias
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42 Sentipensares: el co-razon-ar de las filosofías amerindias
Capítulo 3
Teotihuacan y la raíz de la tradición filosófica
tolteca: el principio de Quetzalcoatl
Juan Manuel Contreras y Pedro Reygadas
Alrededor del año 200 a. ec., surgieron dos centros urbanos en el altiplano central
de México: Cuicuilco, ciudad establecida al sur del Valle de México (Nebel, 1993,
p. 14), y Teotihuacan1, ubicado en la región norte del Valle. Cuicuilco, cuyo signi-
ficado nahuatl es “lugar donde se hacen cantos y danzas”, fue el primer centro cí-
vico-religioso de grandes dimensiones del Altiplano Central, su población incluía
prácticamente todos los estratos sociales y rasgos culturales que caracterizaron a
las ciudades-estado de Mesoamérica.
Con la erupción del volcán Xitle, a principios de nuestra era, Cuicuilco fue
destruido y abandonado, lo que ocasionó una serie de migraciones y reacomo-
dos de la población en la Cuenca de México, que culminaron con la consolidación
de Teotihuacan como el centro rector del período clásico en el Altiplano Central
(Bernal, 2007, p. 137). Fue en este centro urbano donde tuvo lugar el más grande
desarrollo intelectual y material de las culturas antiguas del México central (León-
Portilla, 2006, p. 29). Su importancia cultural fue de tales magnitudes que influyó
en la mayoría de las grandes poblaciones contemporáneas, así como en las civili-
zaciones posteriores, incluida la mexica o tenochca. Así describe un antiguo texto
indígena de origen nahuatl a la llamada “Ciudad de los Dioses”:
1 Es importante señalar que la gran mayoría de los informes indígenas que se tienen sobre
este importante centro cultural son de origen mexica.
43
44 Sentipensares: el co-razon-ar de las filosofías amerindias
2 Fueron aproximadamente 900 años continuos (desde el 150 a. ec. , hasta el 750 ec.) du-
rante los cuales Teotihuacan detentó la hegemonía como el centro urbano rector de Me-
soamérica. De los proyectos urbanos de la antigüedad fue, sin lugar a dudas, uno de los
mayores realizados por el ser humano. No deja de asombrar que, como todas las grandes
ciudades indígenas de Mesoamérica, la Ciudad de los Dioses fuera construida sin el uso de
bestias de carga ni herramientas sofisticadas de metal. Destaca la construcción de enormes
complejos arquitectónicos, dispuestos todos desde una perspectiva kosmogónico-religiosa.
Los teotihuacanos realizaron, además, una gran cantidad de murales y esculturas ornamen-
tales para los edificios y templos. Véase Moragas-Sarabia, 2007, p. 11.
3 Durante este período la ciudad tiene una extensión aproximada de seis kilómetros cuadrados,
la población se concentra sobre todo en la zona noroeste del Valle y se estima que eran al rede-
dor de unos 5,000-10,000 habitantes o incluso 30,000 (Cowgill, 1974, p. 382-385).
4 La cueva que se encuentra por debajo de la Pirámide del Sol, en la cual se realizaban ri-
tos religiosos relacionados con el agua, la fertilidad o ceremonias de investidura y orácu-
los, parece ser el elemento que sirvió de atracción religiosa de la población en un punto
concreto del Valle antes de la construcción de las pirámides. Para Heyden la existencia de
esta cueva se puede relacionar con el concepto de Chicomostoc o “lugar de origen” (Heyden,
1991, pp. 269-291).
Tomo II. Filosofías mesoamericanas 45
400 al 550, la población pudo haber llegado a los 200,000 habitantes y para el 650
posiblemente alcanzó los 230,000 (López Austin-López Luján, 1996, p. 117-118).
Teotihuacan fue una capital urbana pluriétnica y cosmopolita que albergó
a grupos humanos del más variado origen étnico y lingüístico. Debido a ese perfil
multicultural, la clase gobernante ideó y creó un novedoso sistema de administra-
ción y gobierno que respondiera a la realidad y necesidades de la creciente metró-
poli. El modelo, llamado por algunos especialistas sistema zuyuano, era una organi-
zación sociopolítica mediante la cual se buscaba gobernar eficientemente la plura-
lidad de grupos étnicos que conformaban la sociedad teotihuacana, otorgando a
cada uno de ellos un lugar geográfico específico y una determinada función econó-
mico-política. De esta forma se superaba el sistema de organización socio-política
tradicional basado en el parentesco de las comunidades con su “Dios patrono” y
en su lugar se introducía el modelo del “Dios patrono territorial” (López Austin y
López Luján, 1999, pp. 40-43).
de sus edificios, calles y templos5, sino también por sus formas y decorados. La ciu-
dad estaba llena de murales y esculturas religiosas (Bernal, 2007, p. 138). El centro
era atravesado por una enorme calzada llamada de los Muertos a cuyos costados
se levantaban 77 templos, destacaban por su tamaño e importancia la Pirámide del
Sol y la Pirámide de la Luna. El centro administrativo de esta importante civiliza-
ción se encontraba en un complejo de edificios colindante llamado la Ciudadela
(Davies, 1980, p. 164). Instrumentaron dentro de la infraestructura de la ciudad un
efectivo y complejo sistema de canales y desagües, y desviaron algunos ríos para
adoptarlos al plano urbano de la ciudad (Moragas-Sarabia, 2007, p. 11).
El poderoso centro urbano contaba, además de los palacios exclusivos de
las elites hegemónicas, con barrios habitacionales que destacaban por sus distin-
tas funciones tales como el barrio de los comerciantes o el de los artesanos.6 El
crecimiento y auge de la ciudad la convirtió en un centro de encuentro de muchas
poblaciones indígenas que también formaron y construyeron en una sección de la
ciudad sus “barrios étnicos”.
La organización política de los teotihuacanos era poderosa y estaba centra-
lizada. Eran gobernados por una nobleza sacerdotal ilustrada (Davies, 1980, pp.
167-170; Bernal, 2007, p. 140) que en general detentaba la mayoría de los conoci-
mientos ligados a muchas de las áreas del saber de la época, tales como la admi-
nistración pública, la economía, la guerra, la arquitectura, las matemáticas, la astro-
nomía, la historia, el arte, el calendario y por supuesto la religión, los cuales eran
utilizados para afianzar su poder (como representantes de las divinidades y garan-
tes del orden social y cósmico imponían al resto de la población las normas que
los Dioses sancionaban. Determinaban, por lo tanto, un modelo de vida que iba
desde los aspectos más vitales y cotidianos, hasta los que se referían a los ámbitos
divinos y morales –Moragas, 2005, pp. 33-50–), y encabezar y dirigir una sociedad
altamente estratificada: sacerdotes, guerreros, comerciantes, artesanos, campesinos
y esclavos. Los comerciantes desempeñaron un papel fundamental, pues no solo
colaboraron en el enriquecimiento económico de la ciudad, sino que fueron el ca-
nal más efectivo de la difusión e influencia cultural teotihuacana.
5 Recuérdese que el templo teotihuacano no fue solo el centro distribuidor de materias pri-
mas y alimentos, administrado por la elite sacerdotal gobernante, sino también, y principal-
mente, el nexo de dos mundos, el divino y el humano.
6 El centro urbano se encontraba dividido en barrios o conjuntos vecinales los cuales
constituían la base de la composición y funcionamiento de la sociedad teotihuacana y, en
muchos casos, funcionaban de manera corporativa (Millon, 1981, pp. 209-210; Bernal,
2007, p. 137).
Tomo II. Filosofías mesoamericanas 47
Referencias
La capital de los toltecas fue Tollan o Tula (Cobean-Mastache, 2007, p. 31), cuyo
significado nahuatl es “el lugar de los juncos o tules”1. La ciudad fue construida en
medio de un fértil valle, contiguo a la cuenca del Valle de México, y muy cerca de
las llanuras de Teotlalpan. La presencia de un río y la protección que le brindaba una
serie de colinas y cerros, la hacían una tierra próspera y un lugar seguro. Ese terri-
torio forma parte de la zona sur del actual estado de Hidalgo y está a tan solo 140
kilómetros al norte de la Ciudad de México (Davies, 1980, p. 194).
Durante las primeras centurias de nuestra era, la región de Tula formó par-
te del dominio de la hegemónica metrópoli de Teotihuacan. Como parte de su es-
trategia de administración y dominio, los teotihuacanos establecieron en diferen-
tes partes de su vasto imperio centros de control y gobierno que tenían no solo la
misma estructura sociopolítica de Teotihuacan, sino también el mismo diseño ur-
bano (Diehl, 1983, p. 25). Dos centros de este tipo se ubicaban en las cercanías de
donde más tarde se asentaría la poderosa capital de los toltecas: Tula Xicocotitlan
(Bernal, 2007, p. 142).
A partir del siglo VIII ec., se inicia en Tula un importante desarrollo urbano
caracterizado por su perfil intercultural (Ávila 2002, p. 218). Allí se integraron y
sintetizaron elementos culturales de las sociedades locales, de los teotihuacanos2 y
de grupos humanos de origen norteño que arribaron a la región, los cuales consti-
tuyeron culturalmente a Tula desde su origen (León-Portilla, 2004, p. 193).
La caída de las grandes urbes del período clásico (Teotihuacan, Monte Al-
bán y los mayas), acaecidas en torno al siglo IX ec., originaron grandes movimien-
tos migratorios, tanto de habitantes de sociedades mesoamericanas como de gru-
pos humanos provenientes de la zona cultural del norte llamada Aridoamérica.
Tres han sido los principales grupos culturales que se cree conformaron la socie-
1 El sustantivo Tollan o Tullan tiene su raíz en el también sustantivo tollin o tullin, “junco, jun-
cia, carrizo”, y la posposición tlan, “con, después de, cerca, en, debajo, entre, a, etcétera”.
2 Esta nueva civilización estuvo fuertemente influida por la visión cultural teotihuacana
y fue la encargada de extenderla aún más a lo largo y ancho de la región mesoamericana.
53
54 Sentipensares: el co-razon-ar de las filosofías amerindias
gua nahuatl entraron en el Valle de México. En el siglo XIV, la región de Tula, su-
jeta a los tepanecas de Azcapotzalco, quedó incluida en las provincias de Jilotepec,
Atotonilco y Ajacuba; a la caída de Azcapotzalco, pasó al dominio de los mexicas,
último grupo nahua en arribar al Valle de México.4
Su influencia cultural abarcó grandes extensiones territoriales de Mesoamé-
rica debido, entre otros factores, al intercambio comercial a gran escala, a la propa-
gación de poblaciones toltecas de lengua nahuatl hacia regiones fuera del centro de
México (León-Portilla, 2004, p. 194) y a la fundación, mediante alianzas matrimo-
niales con miembros de la aristocracia de importantes pueblos mesoamericanos,
de dinastías gobernantes que proclamaban su origen tolteca.5 Debido a todo eso,
la tolteca fue la primera civilización de Altiplano Central que, después de la deca-
dencia de la poderosa hegemonía teotihuacana, logró de nuevo unificar a muchas
regiones mesoamericanas en un sistema cultural, a pesar de su rico pluralismo ét-
nico y lingüístico (o quizá, gracias a él, incluso). (Ávila, 2002, p. 223).
En términos generales podemos decir que la cultura que se generó en Tula
fue el producto de un proceso de recepción, asimilación y recreación que un gru-
po –mayoritaria pero no únicamente nahua– hizo de los elementos culturales de
las grandes civilizaciones que le habían antecedido, así como de las innovaciones
culturales que introdujeron a Mesoamérica los grupos humanos que provenían del
norte. Por esa razón su perfil sociocultural mantiene muchos elementos caracterís-
ticos de las grandes culturas.
La sociedad tolteca cuenta con una división estamental muy estratificada in-
tegrada por el grupo gobernante (una elite teocrática), el sector de la administra-
ción, el grupo de los guerreros, un importante grupo de comerciantes, el sector de
la producción (los artesanos y los campesinos) y los esclavos.
Como en la mayoría de las sociedades mesoamericanas, el reducido sector
de carácter teocrático que gobernaba a los toltecas detentaba en general el mo-
4 Los mexicas consideraban los vestigios de Tula como la Tollan histórica. Hay muchas evi-
dencias de que los aztecas pasaron años saqueando los monumentos de Tula para copiar-
los y traer esculturas toltecas a Tenochtitlan y Tlatelolco. En la Historia de los Mexicanos por
sus Pinturas se describe una expedición que el rey de Tlatelolco envió a Tula, en 1422, para
conseguir una escultura tolteca que fue instalada en el Templo Mayor de ese centro mexi-
ca. En excavaciones recientes cerca del Templo Mayor de Tenochtitlan se han encontrado
unas esculturas de guerreros toltecas y un Chac Mool que sin duda son de Tula, Hidalgo, se-
gún se deduce de sus características estilísticas y etnográficas. Cobean-Mastache, 2007, p.
40; León-Portilla, 2006, p. 39.
5 Esta fue una costumbre muy arraigada en mucho pueblos mesoamericanos, los cuales se
sentían muy orgullosos de considerar a los toltecas como sus antepasados directos (Ávila,
2002, p. 219).
56 Sentipensares: el co-razon-ar de las filosofías amerindias
cial que tendieron los toltecas abarcó desde las regiones tropicales de Centroamé-
rica (Costa Rica) hasta las zonas áridas del sur de Estados Unidos (Nuevo México
y Arizona). Contaban además con amplios mercados regionales donde distribuían
su propia producción agrícola y artesanal, así como los bienes suntuarios y de con-
sumo que obtenían de sus tributarios.
Gracias a los vínculos comerciales que estructuraron, los toltecas tuvieron
acceso, entre otros muchos productos, a la cerámica de Nicoya de Costa Rica y
Nicaragua; a los vasos policromados de los mayas de Campeche; a la vasijas y va-
sos plumbate del Soconusco; a la cerámica procedente de la Huasteca veracruzana
y de Zacatecas y Jalisco; al tecali u ónix de Puebla; a la turquesa de Nuevo México
y Arizona; a las conchas marinas del Océano Pacífico y del Golfo de México. Por
supuesto que la elite gobernante accedía a productos de lujo y de consumo proce-
dentes de regiones muy distantes (Ávila, 2002, p. 223).
Gracias a su poderoso ejército, Tula controló durante los siglos de su máxi-
mo esplendor, del XI al XII de nuestra era, gran parte del Altiplano Central, así
como importantes regiones del Bajío (Guanajuato y Michoacán), la Costa del Gol-
fo (Veracruz, Tabasco y Campeche), el Soconusco (la vertiente del Océano Pacífi-
co de Chiapas y Guatemala), la Huasteca (San Luis Potosí). Destaca sobre todo la
significativa presencia e influencia tolteca en Chichén Itzá.
En relación a sus creencias religiosas hay que decir que en Tula, al igual que
los olmecas, se tenía la creencia en un ser divino supremo llamado Tloque Nahua-
que, “el Dueño del cerca y del junto”. Destacaba también el culto a Quetzalcoatl,
“Serpiente Emplumada”, a Tezcatlipoca, “Señor de la noche”, hechicero, favorable
y al mismo tiempo maligno; creían y veneraban, además de a otras deidades, a una
pareja divina creadora Tonacatecuhtli y Tonacacihuatl, “Señor y Señora de nuestra car-
ne o de nuestro sustento”, a Tlaloc, “Dios de la lluvia”, a Izpapalotl, “Mariposa de
obsidiana” y a Xochipilli, “Príncipe de las flores”.
Al igual que Huitzilopochtli con los mexicas o tenochcas, las deidades tolte-
cas, o al menos la comprensión que sobre ellas tuvieron, en especial de Tezcatlipoca
y Quetzalcoatl, transformaron la visión del mundo de la vida de los pueblos meso-
americanos. Esa pareja marcará no solo el ámbito religioso de Mesoamérica sino
también su aspecto socio-político, ya que en su nombre se idearán e instrumentali-
zarán creencias y prácticas que influirán profunda y determinantemente en la vida
de las sociedades mesoamericanas.
La deidad tolteca-chichimeca llamada Tezcatlipoca apareció con toda seguri-
dad en el período que va del 950 al 1150 en Tula. Es una divinidad que se presta a
interpretaciones ambivalentes debido a su polifacética presentación: por un lado
58 Sentipensares: el co-razon-ar de las filosofías amerindias
Se consideraba también una divinidad amante de la paz, que despreciaba los sacri-
ficios humanos, que veía con buenos ojos la penitencia y atraía a sus seguidores a
una vida de perfección moral (León-Portilla, 2006, p. 34). Se le relacionaba tam-
bién con la omnipresencia, fuerza y suavidad del viento.7
Al posesionarse los seguidores de Tezcatlipoca como el grupo hegemónico de
Tula instrumentaron su culto en todos los dominios toltecas marcado por la beli-
gerancia guerrera y los sacrificios humanos. Sin embargo, la constitución cultural
que ya habían tenido las culturas nahuas con la doctrina de Quetzalcoatl, que se ve-
neraba desde mucho tiempo atrás, fue aún más profunda y grande que los cultos
bélicos a Tezcatlipoca. La leyenda del hombre-Dios (López Austin, 1998) llamado
Ce-Acatl Topiltzin Quetzalcoatl, arquetipo central de una profunda reflexión filosófi-
ca en la que el ser humano autónomo y responsable, logra descubrirse armónica-
mente como energía luminosa (Séjourné, 1989, p. 18-19), será el relato central de
Mesoamérica.
La leyenda8 cuenta que entre los toltecas había un sacerdote que se lla-
maba igual que la antigua divinidad suprema Quetzalcoatl y se empeñaba
en mantener la pureza del culto tradicional. Había consagrado su vida a
7 Por esa razón los templos dedicados en honor a Quetzalcoatl son invariablemente circu-
lares, a fin de que el viento pueda soplar libremente en torno a ellos (Ávila, 2002, p. 231).
8 Aquí seguimos, en general, la expuesta en León-Portilla, 2006, pp. 36-38. Pero no pue-
de desdeñarse la liga también de Quetzalcoatl como concepto con la energía de ascenso y
conexión espiritual que sube por la columna en las tradiciones de sanación con similitud
a la tradición hindú de Kundalini. Detalle de esta perspectiva y de su relación con la filo-
sofía nahua se encuentra en la descripción del sitio arqueológico de Tula –que se atribuye
fue fundada por Ce Acatl Topilzin Quetzalcoatl- y en el Amoxtli Yohualli-Ehecatl (llamado co-
lonialmente Códice Borgia). La enseñanza del héroe-Dios conlleva un ciclo astronómico
vinculado a seis fases de Venus, representado por el monte Xikuko (“lugar del ombligo”)
proyectando su sombra sobre las pirámides. Los astros, la representación kósmica de las
pirámides y el cuerpo son espejos unos de otros. En el cuerpo el monte es representado
en el pecho y mariposas de nahui ollin (“cuatro movimiento”), marcan desde la pelvis el tra-
yecto de Quetzalcoatl por su columna-tallo de flor, al descender al reino del fuego bajo la
tierra traspasando el petate de serpientes y luego ascender al cielo-cráneo, como el sol. Un
trayecto en el que el héroe enfrenta su parte oscura, abre hacia arriba su corazón pasan-
do por la flor-montaña de sus pulmones y corazón. Atraviesa el reino acuático, lavado por
la Diosa del agua, desciende descarnado al inframundo, completa luego su conocimiento
(el águila del sol se come a Venus) y va al interior de la tierra por los huesos de sus ante-
pasados, al tiempo que el sol muere para vivir y Venus se vuelve remolinos de ceniza en
el viento. Los que como Quetzalcoatl mueven sus corazones a todas partes y se convier-
ten en sol, luna, Venus, son personas-espejo representados con una perforación el cuerpo.
Véase Davidoff, 1995.
60 Sentipensares: el co-razon-ar de las filosofías amerindias
Este sacerdote tuvo que luchar muchas veces contra quienes se empeñaban
en introducir nuevos ritos, particularmente el de los sacrificios humanos. Estas lu-
chas provocarán, finalmente la ruina de Tula.
Se decía,
se refería,
que cuando gobernaba,
al tiempo en que estaba el primer Quetzalcoatl,
el que se nombra Ce-Acatl (1-Caña),
entonces nunca quiso los sacrificios humanos.
Pero después, cuando estuvo gobernando Huemac,
comenzó todo aquello
que luego se hizo costumbre.
Esto lo empezaron los hechiceros… (Anales de Cuauhtitlán, fol. 4)
Por no aceptar los sacrificios humanos Quetzalcoatl fue acosado por sus ene-
migos y después de una larga serie de hechos fue obligado a marcharse. Sus segui-
dores, que habían aceptado el culto y las tradiciones antiguas, lo acompañaron en
su huida. Algunos de ellos iban a dispersarse por las orillas de los lagos del Valle de
México (Davies, 1977, p. 45), otros en el Valle de Puebla y Tlaxcala, unos más en
la zona sur del Golfo y otros incluso hasta la zona maya.
Y tanto confiaban en Quetzalcoatl,
que se fueron con él,
Tomo II. Filosofías mesoamericanas 61
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Video recomendado
Los wixaritari2 o huicholes (término al parecer nahua) eran 52,483 hablantes de tres
años o más en la muestra intercensal de 2015. Forman parte de grandes continuos
culturales: el primero, de la llamada cultura del noroeste, que recorre desde el occi-
dente de México hasta el hoy llamado Suroeste estadounidense donde habitan los
indios pueblo; el segundo, con la llamada Mesoamérica.
Los huicholes se ubican hoy del norte de Jalisco al este de Nayarit, el sur de
Durango y parte de Zacatecas. Según Weigand (1992, pp. 155-156, 193), las diver-
sas áreas huicholas reciben influencia de las culturas de la Mesa del Nayar y Guai-
namota Cora, de Huajimic-La Yesca, de Chalchihuites y del valle de Bolaños; las
dos últimas se ubican en Zacatecas, siendo Chalchihuites un impresionante centro
de observación astronómica norteña, así como de una praxis y un pensamiento
profundo ligado al manejo del calendario.
El grupo étnico, reducido al iniciar el siglo XXI a apenas unos treintaiocho
mil veinte hablantes de la lengua wixarika, de la rama sonorense totorame de la
familia yuto-nahua del sur (Según Valiñas, en Weigand y Fikes, 2004, pp. 50-683),
resulta particularmente importante en cuanto a la perspectiva antigua del pensa-
miento profundo y la Kosmopercepción. El pueblo wixarika fue cristianizado an-
tes que los naayeri (coras), pero por ser el primero aliado de la corona, se le permi-
tió conservar ciertas costumbres y rituales que mantuvieron rasgos de su esencia
histórica profunda. Hecho que además hace particularmente relevante la etnogra-
fía huichola.
Los wixaritari habitan en occidente. Peregrinan al desierto de San Luis Poto-
sí, a ceremoniales ligados sobre todo a la lluvia y a las deidades que le correspon-
1 El capítulo fue revisado en su versión inicial por Arturo Gutiérrez, a quien agradecemos
enormemente su tiempo y dedicación.
2 La x se pronuncia como la rr, por tanto se dice güirrarika.
3 La posición histórica de Valiñas se expuso en el XII Simposio de Historia y Antropología
de Sonora, mostrando la deriva del grupo corachol desde la primera unidad de lenguas so-
norenses. En los debates clasificatorios, Suárez (1983) considera el wixarika ligado al grupo
corachol, separado del azteca. McQuwon (5o Vol. del Handbook of Middle American Indians,
vol. V) los acerca en el grupo aztecoide. El Atlas Cultural de México los separa de nueva
cuenta. La relación entre ellos es sostenida y discutida por Iturrioz.
63
64 Sentipensares: el co-razon-ar de las filosofías amerindias
La tierra madre tiene todo (…), (…) de allí depende todo, la lluvia, la
siembra del maíz, el crecimiento de la milpa y cada uno de los nombres
en el proceso de crecimiento, esos nombres son femeninos, hay niñas
que llevan estos nombres, así como cuando va a desprenderse el polen
(Leocadio).
9 Estudios recientes sobre la jícara muestran la enorme riqueza de este símbolo kósmico
en la cultura wixarika, que está representado en El Quemado (Wirikuta): Olivia Kindl, La
jícara huichola: un microcosmos mesoamericano, muestra la relevancia de estudiar la imagen, la ico-
nografía, para comprender el pensamiento filosófico originario. En el texto se menciona
la dimensión de la jícara como mapa del territorio sagrado y como relación de la persona,
del linaje con el mismo espacio.
10 Diríamos espiritual, pero no existe ese concepto entre los wixaritari.
66 Sentipensares: el co-razon-ar de las filosofías amerindias
da, por eso nosotros no podemos venderla, siempre hemos defendido la tierra…
(Valentín).”11
Aunque con cambios, todavía se hace el culto de los antepasados. Toda la
vida y el calendario están organizados en torno al ritual: fiesta del tambor (tatei
neixa: inicio del ciclo agrícola y temporada de secas), cambio de varas de los ma-
yordomos de la iglesia católica, cambio de varas de las autoridades civiles, pere-
grinación al peyote en Wirikuta, la danza del peyote (híkuri neixa) y la fiesta de la
siembra (xarikixa), etcétera.
Del riquísimo conjunto del pensamiento filosófico wixarika queremos des-
tacar tan solo las transformaciones de la identidad y el concepto de nierika, que
atraviesa toda la cultura de este pueblo, aunque muchos otros conceptos como la
jícara o el híkuri darían para sendos ensayos filosóficos.12 Nos arriesgamos a tocar
el concepto sin ser especialistas, aunque hay muchas cosas que a ojos de los ex-
pertos quizá sean inadecuadas. Arturo Gutiérrez en comunicación personal nos
remarca que
11 Testimonios huicholes, en González, Fabián (2007). Son presentes, pero expresan desde
la actualidad el núcleo duro histórico.
12 Para fines de discusión sobre nierika nos apoyamos en Fresán, Mariana (2002). En ese
texto se encuentran el resto de las referencias citadas, cuya reseña nos sirve de hilo con-
ductor en este capítulo.
13 Liffman liga la raíz niere a “ver”, y nierika podría significar en su uso “símbolo sagrado”,
“visualización”. El estudio de la jícara por Kindl, lo refiere a casi cualquier objeto ritual. Y
ambos comentan la relación nireika, ‘utiarika (“inscripción” o “escritura”).
Tomo II. Filosofías mesoamericanas 67
el diseño, asunto siempre mal comprendido en occidente, que asocia tal pensar de
manera incorrecta a una condición prelógica.
Nierika es el nombre de múltiples elementos de la vida huichola: los cuadros
narrativos de la artesanía que constituyen una base escritural; las peculiares figuras
modernas de cuadros, tejidas en estambre, que contienen elementos concéntricos;
el labrado en roca; el hoyo en la pared de la casa de un dios; la trampa ceremonial
o disco de bambú; el peyote mismo con sus gajos unidos a un centro, y cada gajo
con un centro es un nierika por su función de abrir puertas y por su forma. Tam-
bién son un nierika el sol y el venado con el que se asocia el híkuri.
Nuerath (2010, p. 203, en Paulo Cesar Correa, 2015, traducción) comenta
con respecto al uso actual de nierika en las obras wixaritari, cuyas imágenes tienen
vida y poder desde la mirada originaria en donde destacan geometrías del círculo,
la espiral, el rombo, el pentágono, el hexágono y la telaraña:
Muchas veces, en el centro del nierika se encuentra un agujero que sirve para
ver “al otro lado”, el mundo secreto, genuino y mítico-atemporal de los an-
tepasados. Nierika, en el sentido de “don de ver”, solamente se obtiene me-
diante la práctica del (auto)sacrificio y de la austeridad, participando en pe-
regrinaciones, velaciones nocturnas, ayunos y demás formas de búsqueda
de visiones (Neurath, 2000 p. 63).
se pinta en él un sol o un híkuri, y por los mitos que nos hablan de la visión de la
diosa de la lluvia Keámukame, a través de ellos podemos visualizar a los dioses de
los cuatro puntos cardinales14. El tepari podría ser el nierika de Samainuri, el venado
muerto. Es el centro del mundo y es el mundo. En esa concentricidad revolvente,
Fresán (2002, p. 59) recupera un texto del huichol Rafael Carillo que muestra la liga
tepari-híkuri-mundo, que hace crecer la vegetación del tepari, que es la tierra, porque
la piedra tiene vida (véase, más adelante, el texto correspondiente).
Otros objetos rituales que representan propiedades de comunicación tras-
cendental y hacen función de nierika son los siguientes: la flecha iri, que tiene re-
presentaciones de rectas que son su nierika, son rostro de los dioses y permiten
la comunicación con ellos y de las flechas se cuelgan además tsikiri, plumas, arcos
en miniatura, nierikate para poder ver y soñar; la muwieri o flecha emplumada usada
para dirigir y limpiar energías, porque las plumas son el nierika de las deidades; la
hukuri adornada –jícara, en náhuatl xi-calli o casa, recipiente con un ombligo (xict-
li)– es un modelo al parecer del kosmos, un microkosmos que representa en su
parte abierta superior la bóveda celeste. Al centro y a las figuras que la rodean se
les llama nierika, porque proyectan la estructura de los puntos cardinales y se rela-
ciona con Teakata, porque en el centro está Tatewari –el Abuelo Fuego, que estaría
vinculado al nierika. La luz de la vela (katira) permite la visión de los ancestros, la
comunicación entre los mundos. En determinados rituales del peyote se mantiene
el contacto con el Abuelo Fuego al centro.
El tsikiri –tejido moderno sobre dos varas perpendiculares– es un rombo
de estambre, con hasta cinco figuras concéntricas y constituye también un nierika,
que entre otras cosas se emplea para pedir por la salud de los niños y servía antes
para ver a las madres. El tepu, tambor de madera y piel de venado, comunica con
los antepasados15.
La forma básica del nierika es un círculo con un centro vacío. Por lo general
se amarra a una flecha que luego se ofrenda. Otra forma común es la de telaraña:
un entramado alrededor del espacio vacío16. La telaraña se asocia a la trampa de
venado. El disco de bambú está hecho de tiras que irradian desde el centro, entre-
tejidas con estambres de colores. El disco de piedra se usa a los lados o atrás de
los adoratorios –xirikite– y suelen tener pintados la serpiente, el venado, el maíz, el
14 Por supuesto, podemos lógicamente mantener la distinción y decir por ejemplo: Pi-ka-
tau nierika pita pi-hiki, “No es el sol, es un nierika”.
15 Es similar al teponaztli azteca y está hecho de un tronco vaciado con base trípode, el cue-
ro se tensa con el calor de una tea encendida. Acompaña al mara’akame en las fiestas de Ta-
teineixa y Namawitaneixa.
16 La araña en la kosmología hopi’sino –parte de la cultura del noroeste– es también central.
72 Sentipensares: el co-razon-ar de las filosofías amerindias
peyote o el sol (que son nierika). También aparece nierika como disco de madera o
cartón, los recientes cuadros de estambre y espejos, que siendo obviamente post-
coloniales, remiten sin embargo al núcleo de sentido originario.
El centro vacío de la nierika es puerta de ida y vuelta del trasmundo: a través
de este se comunican los mara’akate con los ancestros y ellos, a su vez, ven dentro
del mundo. A través de su ofrenda se adquiere el poder de ver. Se dice que nos liga
al sol y al encuentro del corazón, de la vida, de la forma genuina de estar.
En la mitología, nierika aparece en formas diversas: como espuma originaria
que Nakawé puso en la cara del sol, asociado al don de ver. La puerta nierika tam-
bién está en la bisabuela luna. La luna llena es un “lugar de círculos” (Rikirayeme-
pa) y según Lumholz, en el principio de la creación se llamaba si’kuli (‘espejo’). El
espejo de los mestizos en los pies permite ver, pero también el híkuri es como un
objeto reflejante y el rostro de la persona es un espejo.
Nuestro Hermano Mayor Tamats Kauyamarie fue el que hizo el primer nierika
de telaraña. La araña tuuka, que salió de un escupitajo de la abuela Nakawe, sabe
todo y Tuuka xare, araña roja con negro es la primera que tejió. Antes las arañas
eran personas dioses. Y Niwetukame, ‘Nuestra Madre Tierra’ es niwe ‘hijo’ y tukame
‘volver a coger’: la que retoma lo que dejó en el mundo. Y cuando las arañas aga-
rraron a Kauyamarie con su telaraña, del nierika salieron las palabras, el canto.
Ahora bien, para cerrar el paseo por el complejo concepto de nierika es ne-
cesario remarcar, como nos ha hecho ver Gutiérrez (comunicación personal), que
la visión común, como en Fresán o Geist es incompleta y que contemplar lo ob-
servable –el espejo de los jicareros, el nierika que dejan como ofrenda– es insufi-
ciente. Nierika, nos anota, es en su perspectiva un verbo, un estar que sustituye al
ser mismo (no existe, repetimos, este término en huichol). De ahí que sea tan im-
portante, porque nierika es estar sobre la tierra, ser visto, poder ver al otro. Es el
principio mismo verbal que les permite a los wixaritari concebir que están vivos.
Por eso dicen que con el nierika pueden ver o ser vistos por los antepasados. Por-
que al ser vistos los antepasados... entonces existen.
Sin duda el wixarika representa una oportunidad para indagar mecanismos
de la retórica profunda yuto-nahua en vivo, porque es muy productiva aún la len-
gua originaria (frente al nahuatl, que perdió gran parte de sus mecanismos retóri-
cos y lógicos profundos que testificamos en el llamado nahuatl clásico). Por ejem-
plo, es interesante con respecto al relevante problema filosófico de la Verdad, que
el prefijo de aserción ka-ni, que aparece mucho en consejos, en el discurso religio-
so, indica distintos valores: brindar coherencia, relevancia de la información en el
Tomo II. Filosofías mesoamericanas 73
grosa; la “vida solar” es efímera (en la visión del peyote, tras el viaje de sacrificios,
en el límite de la muerte), casi utópica. Tukari surge en el orden y en lo comunita-
rio (kiekari, “kosmos”), pero “siempre en construcción”.
En esta perspectiva “medianoche” y “mediodía” no son elementos del tiem-
po, sino de la “atemporalidad”: los orígenes vs. lo efímero y, entre ellos, el tiempo
“real”, “entre estos dos extremos, en algún lugar en el camino del mar al desierto”.
Así, en la identidad, el paso, la transformación “de tewi a tewari implica la iniciación
chamánica, la transformación de una persona en su ancestro. Pero hay el riesgo del
tránsito inverso: de tewi a teiwari”, que Neurath (2008, p. 32) llama “anti-iniciación”,
pero es un asunto discutible para otros estudiosos. Y en una tercera transforma-
ción se trata de adquirir la “humanidad” del tewi.
La relación identidad-alteridad según Neurath conlleva no solo la ontolo-
gía en movimiento, o lo que podríamos llamar “ontología impermanente”, sino la
alianza entre enemigos y ancestros: teiwari y tewari; la humanidad es un estado efí-
mero y transitorio. Puede decirse que el requisito para celebrar esta alianza muy
precaria entre los de arriba y los de abajo es haber fracasado en la iniciación, por-
que la iniciación exitosa y la creación del kosmos no están garantizados, no son un
hecho determinista, como se suele pensar al considerar el carácter cíclico de la su-
cesión de los “mundos” amerindios (a partir de otra fuente ecologista, Neurath da
la traducción de t+kari como “crecimiento no sustentable”)19.
Y la humanidad-etnicidad se adquiere en alianza matrimonial con el maíz
(en un ritual que Nuerath remite al fantasma del canibalismo, porque no sabemos
de cierto si es la sola planta o permanece todavía como gente). El watakame (caza-
dor) se convierte así en “gente” (tewi) y adquiere un modo de vida sedentario y en
familia, a través del matrimonio con mujeres del inframundo. Ser “gente” es pro-
ducto del fracaso como cazador, no convertirse en tewari o dejar de ser ancestro.
En el rito Tatei Neixa (la “danza de Nuestra Madre”) es “en primer lugar, un rito
iniciático y mortuorio para el elote y, en segundo lugar, un rito de paso para los ni-
ños.” (p. 40) Esta compleja transformación Tewi[yari], tewari, teiwari, hace concebir
a Neurath (a partir de Deleuze) el término “dividuo huichol”, porque el ser gente,
tewi, tiene una “existencia dudosa”: del estado de alimento no humano o los “veci-
nos” a lo no humano del dios ancestral.
Todo lo anterior resulta interesante, pero en realidad no podemos sostener-
lo en su totalidad por el error determinista que identifica ontología-lengua. Arturo
Gutiérrez nos hace ver que es discutible el punto, porque tewi es literalmente “car-
ne podrida”, mientras que iyari es “carne con corazón”, con vida, y no hay persona
19 En las grafías puede aparecer la cruz (+) o bien la i cruzada (i) para el sonido de i central.
Tomo II. Filosofías mesoamericanas 75
sin iyari. Es decir, el asunto sería más gramatical, nos dice, que ontológico (Te es el
prefijo en plural que indica la marca de clase). Y en su opinión si fuera tal como lo
expresa Neurath, entonces la reduplicación debería aplicarse a todos los términos
que conllevan el plural. En suma, que Neurath parte de un parecido lingüístico que
no está garantizado en modo alguno corresponda a una realidad ontológica, filosó-
fica; un riesgo de hacer filosofía en lugar de solo describirla, ya que los únicos su-
jetos auténticos del filosofar son los que viven en cada lengua y cultura.
Neurath extrae de manera condensada la consecuencia filosófica de estas
transformaciones y antagonismos, de manera que lo citamos en detalle, pero con
las reservas señaladas arriba:
Los coras, más allá de los gentilicios de cada comunidad, se llaman a sí mismos y
a su lengua naayeri. Su territorio principal está en Nayarit (denominación derivada
del nombre de un jefe cora), en territorio de barrancas y cañones, con montañas de
700 a 2,200 m sobre el nivel del mar, que en el presente se extiende al norte hacia
el límite de Durango y al oriente hacia Jalisco. Su peregrinar ritual y del peyote los
llevaba más allá de ese territorio; hoy acostumbran la datura. En la actualidad re-
ciente migraron también a E.U. En la Colonia fueron de los grupos de más tardía
conquista: 1722. Participaron en el siglo XIX en la rebelión de Lozada. En 2004
restaban 24,390 habitantes. Pero se registran 28,718 hablantes de tres años o más
en la muestra intercensal 2015.
Tomo II. Filosofías mesoamericanas 77
En tanto los naayeri fueron estudiados de forma pionera en el inicio del siglo
XX, considerando el valor de su dimensión filosófica por Konrad Theodor Preuss
(1869-1938), merecen todo un texto que no es posible en este momento, pero ha-
remos al menos una brevísima mención elemental, ya que se ubican en el horizon-
te del Nayar igual que los wixaritari, ya comentados. Preuss destacó en sus estudios
de los naayeri el pensamiento mágico tomándolo en serio, privilegiando el presente
originario más que la arqueología y atendiendo a las manifestaciones filosóficas no
occidentales, como el canto y la danza.
Para Preuss era relevante el pensar que asociaba la parte y el todo, en el pen-
samiento filosófico que él llamó mágico:
No solamente los seres humanos hablan, también los sonidos de los ins-
trumentos musicales son “palabras”, los animales cantan, hablan y llo-
ran; flores y animales gritan. La eficacia de algunos instrumentos cere-
moniales se manifiesta en el hecho de que “hablan”: El lucero hablará
con sus palabras, con sus plumas, con su humo de tabaco. También ellos
[los dioses de la lluvia] hablan a través de sus varas emplumadas. (Preuss,
1913, p.131, citado por Paulina Alcocer)
Respecto a los cantos del mitote de los coras (neira, “danza”, en naayeri),
Preuss comentaba que “son antiquísimos y revelan concepciones absolutamen-
te primigenias a pesar de que estos indígenas han adoptado un gran número de
costumbres católicas.” Añadía que “muchas de sus costumbres remiten a la época
prehispánica”23.
Entre el sacrificio de los dioses y la lucha kósmica se reproduce el kosmos
y el orden social naayeri, en un ritual asociado al tema del parentesco, de la alianza,
también ligado a los rituales de cacería, depredación y autosacrificio: es decir, sa-
crificio e intercambio recíproco, como propone Neurath24.
Entre las fiestas actuales del llamado “mitote” (mehtyínyieita’aka) es central la
celebración del maíz, en donde las diosas de la planta son asociadas a las mujeres:
en las lluvias, el mitote de la chicharra (tsikirijapuá, en mayo), la siembra y el llama-
do de las lluvias; en el crecimiento de la semilla, mitote del maíz tierno, la obten-
ción de los primeros frutos (fiesta de las primicias) y el mitote del maíz tostado o
esquite (xaxchéjapua) que reinicia el ciclo. También se celebran con respecto a lo
social el mitote del gobernador, velación y vejez, mitote de los niños y mitote del
bautizo para crecer como naayeri. El marco de la fiesta es además, el tiempo ópti-
mo para contar historias y para la transmisión cultural oral.
Los mitotes suelen ser precedidos de tres días de ayuno y celebrarse en pa-
tios circulares: al centro se prende fuego, al este se coloca un altar y hay un asiento
para el cantador, que toca el mítico tunama (de antaño, arco que se percute con pa-
lillos, sobre un bule colocado en una pequeña excavación del suelo, para aumentar
la resonancia), cuyo tañido acompaña con su voz el tutíchuicacá, el cantador “mayor
de familia” que, entre otros cantos, interpreta los muariitixa (cuentos de los ances-
tros), en las ceremonias del mitote. En su música, los naayeri también emplean el
guaje perforado como trompeta (véase ilustración).
Los mitotes cambian, según Preuss, Neurath y otros, pero permanecen el
patio, la música, la danza y el canto. El patio es el universo, los cargueros encar-
nan los seres míticos alrededor del fuego, y el cantador le habla y lo representa.
La danza girando, girando a la izquierda recrea el mundo y acompaña el mitote de
los muertos, de los seres de la lluvia y la fertilidad ante el altar del cielo, del arriba,
del desierto. La música del tunama acompaña la danza y el canto comunica con los
seres deificados y de la naturaleza. En una dinámica de la filosofía, de la forma de
vida que sigue, antes o después, del patio del mitote que representa la tierra a las
23 En Olivier, Guilhem (2007), p. 358 (a partir de Manuela Fischer, Richard Haas y Edith
Theis, “Obstinación etnográfica …”, p. 19).
24 Neurath, Johannes (2008).
80 Sentipensares: el co-razon-ar de las filosofías amerindias
Fresán, M. (2002). Nierika. Una ventana al mundo de los antepasados. México: Conaculta/Fonca.
Para los naayeri: véase de Preuss, K. (en prensa). La expedición al Nayarit. Registros de
textos y observaciones entre los indios mexicanos. Primer tomo: La religión de los coras
a través de textos junto con un diccionario cora-alemán, trad. del cora de Verónica Vázquez
y Juventino Díaz Serrano. México: Siglo XXI.
Otras referencias
Jáuregui, J. y Neurath, J. (2003). Flechadores de estrellas. Nuevas aportaciones a las etnografías cora
y huichol. México: INAH, Universidad de Guadalajara.
López, J., Frawley, W. y Kreeft, J. (2010). ‘Se puede conservar la cultura y también se puede
aspirar’: Language and Cultural Identities among the Cora of Mexico. Heritage Language
Journal, 7, (2), 21-44.
Neurath, J. (2008). Y continúa la polémica… Etnografía, epistemología y el proyecto de
una antropología teóricamente dialógica. En Coordinación Nacional de Antropología,
Instituto Nacional de Antropología e Historia (Ed.), Diario de campo, Boletín Interno de los
Investigadores del Área de Antropología 97, 52-63.
Guilhem, O. (2007). Reseña de “Johannes Neurath (coord.), Artes de México. Arte antiguo
cora y huichol. La colección de Konrad T. Preuss, n. 85, agosto de 2007”. Estudios de Cultura
Náhuatl, 37, 354-361.
Preuss, K. (1982). Mitos y cuentos nahuas de la Sierra Madre Occidental, trad. de Mariana Frenk-
Westheim. México: Instituto Nacional Indigenista.
Preuss, K. (1913). Die magische Denkweise der Cora-Indianer. En XXIII International
Congress of Americanists, London, May 17 to June 1st, 1912, vol. 1 (pp. 129-134). Londres:
Harrison and Sons.
Preuss, K. (1913). 1914 Die geistige Kultur der Naturvölker. Leipzig: B. G. Teubner.
Música recomendada
Jáuregui, J. (Ed.). (1993). Preuss, K., Música y danzas del Gran Nayar. México: Centro Francés
de Estudios Mexicanos y Centroamericanos/Instituto Nacional Indigenista.
82 Sentipensares: el co-razon-ar de las filosofías amerindias
Imagen de nierika de estambre, que puede ser considerado como una base de la es-
critura huichola. Anexamos la explicación del texto visual, tomado de Iturrioz, Ra-
mírez y Pacheco (1999, p.3)27, que interpretan la historia narrada del grupo wixa-
rika y su kosmología:
Aquí se encuentran los pensadores, nuestros viejitos, aquí se acuerdan de los dio-
ses que se llaman los danzantes (néeweemes)28, aquí los danzantes les hablan con sus
palabras, con sus pensamientos; ellos están muy lejos, en medio, arriba de noso-
tros. Allí les platican a los danzantes que están allá y se adornan con agua. Ellos
conocen los pensamientos de nuestros viejitos; piensan en bajar; se adornan con
sus trajes, con su vida, con sus hermosas coronas de la vida, con sus preciosas plu-
mas nocturnas, con sus hermosas plumas de nubes. Las caras están muy bonitas,
adornadas con (velos de) chaquiras, adornadas con palabras (el trueno y el rayo);
aquí piensan bajar; traen sus suntuosas coronas, traen bonitas sonajas. Ahora se
acuerdan del altar en el oriente; van bajando hacia allá, en medio del altar (Konrad
Theodor Preuss, 1906).29
Cuando la madre tierra-luna creó el mundo, sacó a sus hijos del mar y los colocó
en las nubes, hasta que se cansaron:
“Ahora los dioses se pusieron a pensar: “¿Qué vamos a hacer? Ya estamos
cansados de estar colgados aquí”. Se acordaron de su madre, de su hermano ma-
yor y de su padre, y los llamaron: “Ya estamos cansados. ¿Saben cómo pueden
ayudarnos?”. Entonces, ella escuchó eso y les dijo: “Busquen algo de ustedes mis-
mos”. Así lo hicieron y se pusieron a buscar. Entonces, ellos agarraron algo de sí
mismos que era tierra y de esto formaron una bolita. Cuando terminaron de hacer
eso, llamaron a su madre, a su hermano mayor y a su padre. A su madre le dieron
lo que habían agarrado de sí mismos. Ella lo recibió y pensó: “¿Qué voy a hacer
con eso?”. Entonces, ella se acordó del niño, de Nuestro Hermano Mayor, y le
dijo: “Ahí pon tus flechas, ponlas cruzadas, una encima de la otra”. Así lo hizo y
así colocó sus flechas. Entonces las amarró en medio con un nudo. Cuando termi-
nó esto, llamó a su madre y le dijo que ya había terminado. Entonces, ella se puso
a pensar, y se acordó de sus cabellos. Ella arrancó un mechón y lo tejió.
Una vez que hubo tejido sus cabellos, ella tomó la tierra y los cabellos y los
colocó encima de las flechas y los ordenó. Así lo dejó para los dioses. Entonces,
ella dijo a sus hijos: “Párense encima de esto. Se pararon ahí y empezaron a pisarlo
con los pies. Lo estiraron mucho hasta que terminaron.
Entonces, ellos informaron a su madre, su padre y su hermano mayor:
“Aquí es, hicimos como nos habían encargado”. “Está bien”, dijo Nuestra Ma-
dre, y les dijo: “Aquí van a quedarse”. Allá, ella dejó a los dioses. Nuestra Madre lo
bendijo y lo llamó “mundo”. Así, con estas palabras, lo terminó. Aquí dejó a los
dioses y todo: piedras, árboles, zacate, agua y el dios del agua [Txákan]. Allá dejó a
todas las aves y las fieras. Así lo terminó y también dejó los seres humanos y todos
los animales domésticos: vacas, mulas, caballos, burros, borregos, puercos, pollos
y gatos. Aquí en la tierra, ella dejó todo lo que hay. Así lo terminó y se va quedar
enmedio, arriba de nosotros. Nada hace falta y se va quedar para siempre. También
a nosotros, a sus hijos, nos dejó un poco, para un día. Así terminó.”30
Figura 7. Ofrenda al
peyote en Wirikuta.
Introducción
Nosotros los que integramos el Seminario Jumaa Me´phaa, somos xabo me´phaa1, he-
rederos de la antigua palabra y la resistencia, que por siglos han mostrado nuestros
abuelos y abuelas. Hoy tomamos la palabra para manifestar lo que nuestro cora-
zón siente. Nos preguntamos y les preguntamos a todos y a todas: si no defende-
mos nuestra vida y nuestro territorio, que es base de nuestro pensamiento, ¿qué le
diremos a nuestros hijos e hijas mañana y a nuestros abuelos y abuelas que están
en muujuíín?2 Para ello pongamos nuestra palabra, para juntar nuestro camino, para
hacerle frente a los proyectos transnacionales del estado y academicistas.
Así el seminario itinerante Jumaa Me´phaa3 ofrece el siguiente capítulo, para
que el lector o lectora tenga en sus manos la posibilidad de conocer el pensamien-
to me´phaa. Por medio de algunos elementos (categorías filosóficas) se resume una
amplia gama de características del pensamiento y de la vida cotidiana de las y los
me´phaa.
Nos concentramos en este ensayo en las categorías interrelacionadas de Ski-
yu (fuerza de la vida), Ñajuú, que literalmente se traduce como “trabajo” en cas-
tellano, y Ajngáa (palabra). A través de una analogía entre el ciclo de vida me´phaa
–desde que el infante nace (viene con pensamiento), crece (agarra la fuerza) y sub-
siste en la comunidad a través de la fuerza (busca su nombre) y muere (le llega el
nombre)– y el ciclo del “trabajo”, explicaremos la importancia de la fuerza, del
“trabajo” y de la palabra en relación con el sujeto y su entorno. De ahí que en el
transcurso del ensayo, abordamos algunas acepciones y problemáticas de estas ca-
tegorías en relación con otros pensamientos, en especial, el poder y la resistencia,
y el trabajo y la división del mismo.
Como colectivo nos ofrece un punto de partida para nuestros futuros aná-
lisis sobre el pueblo me´phaa. Sin más preámbulos, ponemos nuestra palabra para
abrir el diálogo y para que conozcan la fuerza de nuestra palabra (skiyu ajngáa xo).
En fin, en el Seminario Jumaa Me´phaa creemos que los aportes de los pue-
blos como el me´phaa son fundamentales para concebir una realidad social justa.
Por un lado, es la importancia de los discursos políticos de resistencia (étnica y au-
tonómica) frente a los proyectos de la modernización, y por el otro, la interpela-
ción con la falsa idea de modernidad, de eurocentrismo, pero sobre todo con la
falaz creencia que nace de estas dos últimas: una pretendida filosofía universal. De
ahí la necesidad de “entrar en diálogo con formas no occidentales de conocimien-
to que (por ejemplo) ven el mundo como una totalidad en la que todo está relacio-
nado con todo” (Castro-Gómez y Grosfoguel, 2007, p. 17). Y de ahí que es impor-
tante hacer una valoración filosófica de la cosmovivencia me´phaa, construir una
epistemología a base de categorías no eurocéntricas que permita (en parte) superar
la problemática de la colonización y alienación del pensamiento.
manos de la corona española y, ese mismo año, también llegan los primeros evan-
gelizadores. En tercer lugar, es la colonización contemporánea: por un lado, a ma-
nos del estado-nación y sus políticas indigenistas; por otro lado, las transnacionales
que llegan a nuestro territorio a imponer proyectos extractivistas, como la minería
y la Reserva de la Biosfera de la Montaña.
La población de me´phaa es de aproximadamente 95 000 habitantes15. Per-
tenece a la familia lingüística tlapaneca-sutiaba. Hasta donde se tiene estudiado,
existen ocho variantes dialectales del me´phaa. Los nahuatl-azteca nombraron a los
me´phaa como tlapanecos, que en náhuatl quiere decir ‘cara chimeca’ o ‘cara sucia’.
Hoy nos autonombramos según nos concebimos como xabo me´phaa.
Según un mito16 de origen me´phaa, hace mucho tiempo después de que se junta-
ron los ríos para formar los mares y el cauce de los ríos formaran los cerros, vi-
vió un xabo me´phaa con una perra negra, en el cerro más alto, ahí construyó su
casa de bajareque y ahí empezó a trabajar para poder vivir. Hizo su milpa, traba-
jaba todos los días y sin embargo se cansaba, se decía a sí mismo que necesitaba
un compañero, alguien que le preparara la comida, le calentara las tortillas. Cierto
día al regresar de la milpa había en su mesa tortilla caliente, se sorprendió porque
no sabía quién se lo había preparado, al día siguiente pasó lo mismo y así durante
15 días. Decidió entonces vigilar su casa para saber quién le preparaba las torti-
llas, se levantó todos los días, sacó filo a su machete, agarró su sombrero y fingió
ir a trabajar pero se escondió atrás de su casa para espiar quien le hacía su comi-
da. Entonces se dio cuenta que su perra se quitaba la piel como si fuera un abrigo
con cierre, convirtiéndose en una mujer hermosa. Se acercó en silencio y, cuando
ella se descuidó, agarró su piel y la echó a la lumbre. Esta al verse desnuda lloró y
le rogó que no quemara su piel pero este no le hizo caso y así fue como se forma
la primera pareja me´phaa.17
15 131, 148 hablantes de tres años o más, en la muestra intercensal 2015 (N. de los Eds.).
16 Pensamos con Dussel (2009, p. 33) que “los mitos, narrativas simbólicas entonces, no
son irracionales ni se refieren solo a fenómenos singulares. Son enunciados simbólicos y
por ello de “doble sentido”, que exigen para su comprensión todo un proceso hermenéu-
tico que descubre las razones, y en este sentido son racionales y contienen significados universa-
les (por cuanto se refieren a situaciones repetibles en todas las circunstancias) y construido
con base en conceptos…”.
17 Relato contado por Valentina Calleja Gálvez, me’phaa de la colonia del obispo Malinalte-
pec, Guerrero. (Sobre la piel, véase Matiúwàa, 2021, Sentipensar Mè’phàà)
96 Sentipensares: el co-razon-ar de las filosofías amerindias
Cuando una mujer me’phaa está embarazada se dice já´ goo ede (carga el pensamien-
to) y cuando está dando luz se dice na´ni xuajen (está haciendo pueblo). Esta mane-
ra de enunciar desde el lenguaje me´phaa se enuncia pueblo desde que nace porque
nace pueblo. El nosotros está presente en me´phaa en la categoría ló (nosotros). Las
y los xabo me´phaa que nacerán son los que traen el pensamiento, por tanto, apren-
den la palabra (ajngáa) para ser xuajen (pueblo) y la responsabilidad de ser pueblo.
Esto implica la posibilidad del diálogo entre nosotros y otros18.
Cuando el niño o niña empieza a caminar se dice ndayé tsía´ke (‘agarra fuer-
za’) que se entiende que empieza el camino hacia la vida y su integración a la fuer-
za y al trabajo colectivo de la familia para su sustento. Ahí, en el ámbito familiar, es
donde aprende la palabra aj´ngaa dx’awa que es el fundamento de la ética me´phaa,
porque es surgido del diálogo con lo vivo y muerto sobre la tierra. Ajngáa dxawua es
una experiencia conceptual, fundamento nombrado por los miembros más sabios
de las comunidades me´phaa, los xabó níki o xabó ede (ancianos). Remite entonces a
la ética me´phaa, a las costumbres y a los valores y a las responsabilidades que tienen
para con la Akuun mbaa y Gumbaá júba, (‘deidad de la tierra’ y ‘mujer tierra’), con
los animales, con la comunidad y con la palabra19. Es redescubierto (véase Ingold,
18 Las/los xabo me´phaa que hoy emigran, mientras asumen la palabra, son pueblo.
19 Por ejemplo, antes de cazar y comer animales silvestres, los y las me’phaa piden permiso
mediante ceremonias al ‘Señor Cerro’, prometiéndole a tomar solamente lo que necesiten
y hacer de ello buen uso.
Tomo II. Filosofías mesoamericanas 97
2001) mediante un rito por los y las jóvenes cuando quieren formar una familia,
con presencia de las dos familias involucradas y los ancianos.
Skiyu es la palabra con que las y los me´phaa refieren a la ‘fuerza de la vida’,
es decir, la fuerza en sí misma de xabo (carne que habla) y esta misma palabra en
el espacio colectivo se le domina tsia´ ske´ló, en donde se ejerce como práctica viva
para unificar la fuerza (mu´waan tsia´kia´ló). De hecho, la misma lengua me´phaa, nace
dentro de una gran fuerza, según la concepción de la memoria oral, como se cons-
tata en el siguiente a´muú (canto): ‘Este me´phaa apareció hace mucho tiempo/na-
die vio cuando nació/también nadie vio quién es su mamá y quién es su papá/
vino creciendo dentro de una gran fuerza’ (…)20. De todo esto, argumentamos que
la concepción de la fuerza en el pensamiento me´phaa tiene una estrecha relación
con la vida del sujeto, el cuerpo y la tierra en donde vive.
En me´phaa hay varias categorías que refieren a la fuerza en sentido de prác-
tica que se entiende como ‘trabajo’ en la cultura sistémica-occidental. Ñajuú es la
palabra cuya traducción literal es ‘trabajo’ pero en el tronco lingüístico de la pala-
bra ña´ju en me´phaa encontramos que está relacionado con ñaún (brazo), que hace
referencia a la práctica de la ‘brazada’, la mutua ayuda en el ñajuú, y a la relación con
otra persona (compañera).21 La necesidad obliga el otro brazo del compañero, es decir,
trabajar colectivamente en y para la comunidad (e.g. milpa y corto de café, una de
las principales actividades agroeconómicas de la región de la Montaña).
Estas categorías son prácticas en tanto que la palabra es viva y no se restrin-
ge a la oralidad en el sentido eurocéntrico. Además, para los me´phaa, no hay una
edad en específico para ejercer la fuerza, trabajar, a diferencia de la cultura occi-
dental y su ley sobre el trabajo infantil22, sino que el ejercicio de la fuerza, el traba-
jo, es el proceso mismo de definirse como sujeto a través de la participación den-
tro de la familia, por tanto de la comunidad (esto trataremos más adelante), y esto
empieza cuando el niño o la niña ‘agarra fuerza’, fuerza para la vida, fuerza para
autodefinirse en relación a los otros.
20 Me´ phaa ri´gue ne´ kujma na´ki´ wajiuu/Nda´wa tsí ndeyoó wa´ na ní guma´a jamí
nda´ wat sí nde´yoó/Tsa ñajon rú du´u xu´ kuen anuu, Ni´ka ra´gaja au´n mbaa tsia´ke (…)
21 Ña un es lo que se entiende en español como “amante” pero que en la concepción
me´phaa se refiere a otra persona que apoya por alguna manera en el trabajo familiar (es po-
sible que un hombre tenga dos ña un).
22 En la ley de la constitución política mexicana se establece que el niño tiene derecho a
jugar, a la educación (….) esto con la protección de una universalidad de derechos huma-
nos enunciados desde un contexto diferente, contexto en donde el concepto y práctica del
trabajo difieren a los del Me’phaa.
98 Sentipensares: el co-razon-ar de las filosofías amerindias
Ma´ga´yaa mbi´yuu
El servicio de la novia
23 Marx (1975, 2009) nos ha dicho que el trabajo es lo que define al hombre en su esencia,
por tanto es a través de este en donde se realiza la vida humanamente.
24 N. de los Eds. Compárese con el caminar o jeguatá guaraní, en el tomo III de la obra.
25 Esta idea vive en la memoria oral en cuentos como, La hija del diablo (…) en donde el
diablo pone pruebas a su recién yerno.
26 Con esto interpelamos con la división del trabajo, ésta práctica de la cultura occidental
acuñada después de la revolución industrial por el interés del capital para generar mano
de obra. Se ‘libera a la mujer’ incorporándola en la fábrica, al igual que el niño, esto per-
mitió la desaparición de su rol como la cargadora del pensamiento, de la fuerza creadora
en apoyo de la reproducción de la vida familiar. La división del trabajo trae consigo la se-
Tomo II. Filosofías mesoamericanas 99
Mo´nee tsia´ke mbaaló se traduce literalmente como ‘hagamos la gran fuerza noso-
tros’. Su práctica refiere sea a los trabajos en colectivo, sea a cuando un trabajo in-
dividual se hace complicado o difícil de terminar (corto de milpa, caña, café entre
otros). En ese sentido, es el trabajo que en parte construye la comunidad. Se dice
nda´yo´tsia´ke ge´gio a tambayuu mo´ne mbaa´ló (‘hace falta fuerza aquí, ayúdame, y ha-
cemos cambio de brazo’), en otras palabras, hagamos la gran fuerza por la vida co-
munitaria, sin remuneración económica de por medio28.
29 ‘Ló’, pueblo y colectividad implica la relación con el ‘otro’. Según un relato, un niño
Me´phaa jugaba con una serpiente (su hermano animal que nació cuando nació el niño
para acompañarlo) y cuando el padre del niño la mató, murió también el niño. Por ello, el
‘otro’ se puede decir, es hasta la parte inherente del ‘yo’. Reconocer el otro como diferen-
te es más allá de reconocer, es asumir el otro como tú, el hermano animal se asume como
hermano animal pero el otro animal no es el otro hermano sino tú mismo, este otro que
soy yo. (Nota Eds. Véanse otras referencias al nahualismo y al teriantropismo).
30 Aquí pensamos con James Scott, 1985, que la asamblea es parte del núcleo duro de la
resistencia, una práctica comunitaria que en cierto momento histórico vuelve en resisten-
cia. Véase más adelante el caso de la CRAC-PC.
Tomo II. Filosofías mesoamericanas 101
de manera colectiva. Es de ahí que todos los acuerdos que emanen en la asamblea
se vuelven la fuerza que el pueblo construye y a través de la cual se reconstruye.
La búsqueda de resolución de cualquier conflicto mediante la mari´gu aj nga-
lo, la unificación de la fuerza (tsia´ke) y la palabra, está presente en la práctica de
y en la vida para definir y encontrar el camino equilibrado a la vida. Por ejemplo:
cer regidor… Los cuatro regidores se encargan recaudar cooperaciones del pueblo y tam-
bién pueden ir ‘mandado’, con la palabra de comisario o con papel firmado del comisario.
De esa forma estamos aquí, y también tenemos dos comandantes, 1er comandante y el 2º
comandante. Cada uno de ellos deberá tener doce policías pero a veces por la negligencia
de la gente de servir, no están todos. Comandante y sus policías se encargan de vigilar que
no haya desorden dentro de su pueblo, que todo se mantenga en paz/alegría. En caso de
personas quienes alteren el orden, de inmediato se le da la palabra el comandante y sus po-
licías, para que intervengan. Y por si acaso no se obedece o se ponga agresivo es castigado
se le mete en reeducación. De esa manera estamos colaborando con la palabra y voluntad
de cada vecino.
32 http://www.policiacomunitaria.org/
Tomo II. Filosofías mesoamericanas 103
tigar antes que procesar, conciliar antes que dictar sentencia, reeducar antes que
castigar, no hacer distinción de edad, sexo, color, religión y grupo social, e impartir
justicia pronta y expedita. Además, se insiste en que no existen delincuentes sino
vecinos y paisanos que los padres de las familias y la comunidad tienen que ree-
ducar, sistema que se creó en 1998. Los que se ha decidido reeducar (integrar, no
enajenar), trabajan 15 días en una comunidad y 15 en otra. Solamente la asamblea
regional puede liberarlos. En el 2006 cuando se llevó a cabo una reestructuración
se empezó a pensar en otros proyectos como la radio comunitaria, la cual ya está
funcionando.
Según la CRAC-PC, algunos problemas que han tenido son hostigamien-
to por parte del estado (órdenes de aprehensión por la privación de la libertad de
los presos, de las y los comandantes que imparten la justicia) y juicios de amparo
por familiares de los presos que consideran a la CRAC-PC como ilegítima; violan
sus derechos humanos, dicen. También la sustentabilidad económica es un grave
problema.
Con estas categorías y prácticas abrimos un diálogo con el concepto de poder. Se-
gún la conceptualización convencional occidental es entendido como dominación,
materializándose solo en las personas individuales e instituciones gubernamenta-
les, o agrupaciones heterogéneas del capital. Siendo así, muchos pueblos y organi-
zaciones no quieren saber nada del poder porque lo conciben a partir de esa con-
cepción hegemónica. Existen entonces hoy un sinnúmero de conceptualizaciones
horizontales, plurales y positivas33 de poder: poder comunitario (poder radicado en
el pueblo), ‘poder desde abajo’, poder obediencial (véase Dussel, 2006) (mandar
obedeciendo), teoría heterárquica de poder34.
33 Podemos recordar aquí la conceptualización relacional, productiva, hasta positiva del
poder de Foucault (1984: 119): “lo que hace al poder mantener lo bueno, lo que lo hace
aceptado, es el hecho simple que no solamente pesa encima de nosotros como una fuerza
que dice que no, sino atraviesa y produce cosas, induce placer, formas de conocimiento y
discurso”.
34 Santiago Castro-Gómez, 2007, maneja esta teoría del poder para contraponerla a las
teorías jerárquicas del mismo. Trata la microfísica del poder: “este nivel –llamémoslo local–
abarcan las prácticas que afectan la producción de la subjetividad e incluye prácticas autó-
nomas en las que los sujetos se producen a sí mismos de forma diferencial (lo que Foucault
llama tecnologías del yo) pero también prácticas en las que los sujetos son producidos des-
de instancias de normalización”. “Este es el nivel donde se juega la corporalidad, la afecti-
vidad, la intimidad en una palabra: nuestro modo de ser-en-el-mundo que no se encuentra
104 Sentipensares: el co-razon-ar de las filosofías amerindias
El otro mundo
Termina el espacio de hacer bien. Son las prácticas relacionadas a la fuerza, el “tra-
bajo” y la palabra las que definen a xabo me´phaa y a su vida en muujuíín (otro mun-
do). En el camino se le juzga si le corresponde o no un castigo. En muujuíín todos
hablan, animales y humanos. Allí viven los vivos y los muertos que están vivos en
su xuajeen (pueblo), los dos mundos complementándose.
Reflexiones finales
Este ensayo describe un camino de la vida de xabo me´phaa, a partir de los tiempos
y espacios lejanos, a partir del vientre de una mujer de donde salió como cargador
del pensamiento, quien después agarra la fuerza, que se manifiesta en varios con-
textos, ya como un sujeto, entre otros sujetos (intersubjetividad), que va encon-
trando durante el transcurso de su vida y con los cuales está en una relación indi-
visible y en un diálogo constante. No se puede cerrar la experiencia viva me´phaa
en una categoría abstracta del ‘ser’, que trae consigo un evidente sentido antropo-
céntrico. En cambio, el estar/hacer me´phaa implica una integralidad física, social,
de la fuerza y con el entorno. Es la diferencia entre los sujetos lo que le otorga la
identidad a cada una de ellos. Sin embargo, esta identidad no es algo que esté sepa-
rado sino que es una identidad única ya que en la relación del estar/hacer de uno
y otro hay un estar/hacer de manera general, global, todo va unido. No hay estar/
hacer, ni fuerza, sin relación y diálogo con los otros.
36 http://www.ezln.org.mx/
106 Sentipensares: el co-razon-ar de las filosofías amerindias
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Tomo II. Filosofías mesoamericanas 107
Mbatsuun gajmáa a’guii nangua nigumii ijíin. Mbá mitsú a’guii mbatsuun niguun a’khuun
jiáma xaná. Ne’ne mbanuu ajndo xó rí ijíin jañú ejen tsúkue. Mbatsuun gí’daa mbá dxáguíi
tsí phú gí’doo rí na’kho. Numuu gí’doo gíñá rí naxmangua’an gajmaa ajndo ná rí iyoo mikuii.
Rúkue kajngó mbatsuun ndiyo marígu gíñá rí gí’doo dxáguíi maxnuu ijiin. Mbatsuun ndi’yá
jamba rí magoo majaní go’o dxáguíi ngó maraxuu xó i’ni rí nda’yé rí nakuii. A’ rú’kue iya
matandxawiin díye, rujun ixmanguá’an gajmaá xúgíí rí iyo’ me’kho jún’. Tchá mane mata-
yaa, mbó nixpatriya agu rauun ámba nakha júba i’nii. Atane mbujua mbayoo ithán mbat-
suun. Naxpatriya mbujú agu rauun. Akue rí mbá nacha nirotorígú mbatsuun rujun dxáguíi
gajmaá rájiun tuskha. Phú nijiná dxáguíi rí xkua’ni ninii. Mbatsuun nithán rí nanujngará-
ma rí nathane naradin xukú gíníi. Ngó niguanuu rí kíxnuu rí majaná mikuii go’ne xabo. Xó
má mbatsuun ni’khaa go’o nirutiin má akho kutu rujun dxáguíi. Akue nixnú mbambá kutu
mbámba adée. Ngó rí mbámbá kutu nitaxii bigo ñajun mbámba dxama. Majiuun tsí a’khuun
bigo a’kue gída mbá bigo naxíyuu. Atsún bigo májíin. Tsí atsún a’kue tsí máján ixnú ru’wa
e’ne. Tsí bigo naxíyuu, tsúkue tsí jayá etsé, ru’wa giñá. Mbá bigo xtá ná na’kha a’kha. Mbá
bigo xtá ná najnguu a’kha. Mbá bigo xtá ná idxuu numbaa. Mbá bigo xtá ná khu numbaa.
Indoo bigo naxíyuu tsí yaló ná xtaa.
tirlo’, dijo Lumbre. Salió la centella otra vez de su boca. Entonces con una rapi-
dez cortó Lumbre la lengua de su hermana con raja cañuela. Mucho se enojó su
hermana. Lumbre dijo que ‘te excedes, estás sacrificando animales inocentes. Se
estableció. Se estableció que la gente le llevaría ofrendas contadas para su alimen-
to. Entonces Lumbre regresó a su casa cortando la lengua de su hermana en cua-
tro pedazos. Dio un pedazo a cada uno de sus hijos. Cada uno de los pedazos se
convirtió en rayo para los niños. Entre los cuatro rayos está un rayo celoso. Tres
rayos son buenos. Los tres hacen llover tranquilamente. El rayo celoso hace llover
granizo, lluvias huracanadas. Uno rayo habita donde se sale el sol. Uno rayo habita
donde se oculta el sol. Uno rayo habita donde se cabeza la tierra. Uno rayo habita
donde están los pies de la tierra. Solamente el rayo celoso no sabemos donde ha-
bita (traducción casi literal).
Capítulo 7
El sentipensar p’urhepecha
Pedro Reygadas, aporte de Raúl Máximo Cortés, reseña de Raúl Cruz y E. Téllez
La frontera p’urhepecha
1 P’urhepecha identifica hoy a la etnia que habla tal lengua. Pero la denominación de la len-
gua ha oscilado de “lengua de Michoacán” en el siglo XVI, a compartir este nombre con
el “tarasco” en el siglo XVII, a nombrarse solo tarasco en el siglo XVIII, para reaparecer
en algunas menciones del siglo XIX a la “lengua de Michoacán” y finalmente aparecer en
el siglo XX la denominación de p’urhepecha, pero popularmente p’urhe o porhe. La lengua se
ha denominado también Tzintzuntzan anapu wantakwa y juchari anhapu (“nuestra lengua”).
Históricamente, tarasco como etnónimo, lo mismo que “michoacano”, parecen remitir a
una noción más amplia de la región occidental. Se discute también que en el pasado puede
resultar impropio hablar de la organización p’urhepecha, porque eran p’urhé (hoy “gente”) los
siervos y ayudantes de guerra frente a los acheecha (señores). (Chamoreau, 2009)
2 Se identificó con la viruela, pero estudios epidemiológicos recientes consideran que la
terezecua y el cocoliztli constituían una especie americana. Seguramente la guerra, el hambre,
etc., dejaron a los habitantes indefensos ante ella.
109
110 Sentipensares: el co-razon-ar de las filosofías amerindias
5 Kurhikwa k’eri (Curicaueri) “fuego grande” – k’eri kurhikwa, “gran fuego”. Se considera que
hacia el siglo IX cuatro grupos chichimecas llegados a la zona p’urhe lo veneraban. Llega-
ron a la zona de Tsacapu (Zacapu) donde hablaban el mismo idioma y adoraban también
al sol, pero al cabo tuvieron conflictos, aniquilaron Naranxan (hoy Naranja) y asimilaron a
sus habitantes.
6 La numeración sigue después del seis con cinco más dos (siete), más tres (ocho) y más
cuatro (nueve), y luego la base 10 + 1, 2, 3 y vigesimal, como el resto de Mesoamérica.
112 Sentipensares: el co-razon-ar de las filosofías amerindias
7 La notación que usamos aquí es un compromiso entre las grafías disponibles y el alfabe-
to internacional, porque anotamos con la ch, la rh, la nh, la ts, la x (por el equivalente del
sonido sh del inglés), la j (en lugar de la x fonética) en lugar de los símbolos internaciona-
les por la dificultad del teclado. En el alfabeto internacional se empleaba la c cruzada con
diagonal para la ts o desde 2005, se usa la misma ts con una liga arriba entre ambas letras.
Para uso más generalizado de acuerdo a la SEP además usar la ch, la rh, la nh, la ts, la x y
la j, no se emplea la kw (se anota Ku), ni la w (se anota u), ni la y (se anota i) y en ocasiones
se anotan los alófonos sonoros b, d, g en lugar de los fonemas sordos (p, t, k), se emplea
la ï para señalar la i central, que no existe en español. Por costumbre se pone en muchos
nombres z o tz, en vez de s o ts (como en el pueblo de Zacapu).
8 En las perspectivas históricas de reivindicación p’urhepecha, fuera de la apreciación están-
dar de la “rendición”, Tzintzicha Tangaxoan II es reivindicado en su resistencia, y se resal-
ta la tortura que le dieron los españoles. Por ejemplo, “Proceso, tormento y muerte del Cazonci,
último Gran Señor de los tarascos”, por Nuño de Guzmán, 1530, revisado y paleografiado por Ar-
mando M. Escobar, lo compara un tanto con el caso de Cuauhtemoc.
Tomo II. Filosofías mesoamericanas 113
15 Solo especulamos, pero lo que queremos mostrar aquí es que el trabajo etimológico es
un trabajo fundamental a realizar en la filosofía de nuestras lenguas originarias, con la de-
bida precaución.
16 El signo x en el Alfabeto Fonético Internacional (AFI) es en realidad como la j espa-
ñola y la jota es x.
116 Sentipensares: el co-razon-ar de las filosofías amerindias
Kosmología y vitalocentrismo
El conocimiento
El sentipensar p’urhepecha (su idea de kosmos, su forma de vida, buen vivir, cos-
tumbre, palabra, territorio, autonomía, lucha) tiene una particular visión del cono-
cimiento, del aprendizaje desde el sí mismo. Tales peculiaridades han producido
que los p’urhepecha sean definidos como “gente de saber” (Argueta, 1995), “gen-
te de costumbre” (Agustín Jacinto21) o “gente de creencia” (Carlos García Mora).
En este saber, la unidad del enseñar(se)/aprender(se) es particularmente notable
y desarrollada22.
20 En alfabeto fonético internacional la nh es n velar.
21 Agustín Jacinto Zavala (1995) se acerca más quizá al filosofar propio y elaborado que
el mismo Cruz, pero el libro de este último es valioso por su intento de englobar una re-
flexión general. Así como Arturo Argueta se acerca a la recuperación sistemática de sabe-
res mejor que otros autores.
22 El concepto de jurhenkwarheni mereció un congreso de la comunidad p’urhepecha el 3 y 4
de diciembre de 2015.
Tomo II. Filosofías mesoamericanas 119
se”, aunque no es común la expresión. En todo este campo, la oralidad guía el sa-
ber a través de arhitsisperakata (arhits’iperakata) la orientación, en tanto “concien-
tización” o también incluso adoctrinamiento, ‘lo aconsejado’ o la liga con la guía
de los ancianos (arhitsiperakwa); hay además un conocer asociado a contar: miiuni.
La metafísica de la argumentación supone no solo la dimensión anterior del
conocimiento, comprensión, interpretación, cuestionamiento, sino otros irreduc-
tibles: miekwa jinkoni como “con conocimiento”, conocimiento de cosas, acciones
y registro de los hechos, pero también “conciencia” como “en forma consciente”;
en tanto la dimensión de la “creencia” es jakakwa, pero asociada al sentido tam-
bién de “respeto” (en otras variantes más bien jakakukwa o jakak’ukwa, jakáhkukwa
–Carlos García Mora23– que tiene también la interesante homonimia con la entra-
da de ‘bautizo’ y –como ya indicamos- se liga a las creencias, la filosofía, los sagra-
do, la kosmopercepción, lo ordinariamente increíble); la intuición es xitamarhikwa
(sïtamarhikwa) como presentimiento, intuición de lo que pasa o va a pasar, porque
significa “lo que va pasando”, pero en Huancito lo identifican en particular con la
dimensión negativa, como “malos deseos”; wits’inpiri es en particular el presenti-
miento de muerte, muy relevante en la cultura y asociado a signos como un pájaro
que se para en la cabeza, un búho que entra a la casa o un perro, término que no
es en ocasiones ya de uso general; mintsita jinkoni es “con (todo) el corazón”, un
equivalente de voluntad, asociada al regalo en una cultura hospitalaria y generosa,
que dice Cruz (2015), entrega incluso lo que no tiene. De modo que tenemos una
diversidad de conocimientos, la creencia, la intuición, el presentimiento y la volun-
tad en perspectivas propias, entre las cuales hay que destacar que el corazón es fun-
damental en el conocimiento, como entre nahuas y wixaritari.
En sus grandes saberes, la cultura desarrolló una clasificación de las plantas que
compite en precisión en más de un aspecto con el ordenamiento científico de Lin-
neo y a ese conocimiento corresponde una muy peculiar botánica y filosofía del
23 García Mora considera la jakájkukwa como la norma de pensamiento p’urhepecha.
(https://www.academia.edu/9015740/JAKÁJKUKWA_LA_CREENCIA_PURÉPE-
CHA) y le asigna: 1° conectar al entorno las partes del poblado y sus sectores sociales en
una interpretación general del orden; 2° darle una significación religiosa a cada uno de los
aspectos de la vida privada, familiar y comunitaria (trabajo, calendario, horas del día, ci-
clo anual, comida); 3° la posesión de signos y símbolos de alusión antigua, en particular
los asociados a la ordenación del tiempo, el espacio, los puntos cardinales y los
cuerpos celestes.
Tomo II. Filosofías mesoamericanas 121
27 Los nahuas tenían unos cuarenta médicos y magos, según recuperan autores como Ló-
pez Austin. Los p’urhepecha, igualmente, como puede verse, tenían prácticas naturales y na-
turalistas (médicas), además de las mágicas y de conocimientos de la imagen corporal que
integran dimensiones no manejadas por occidente.
Tomo II. Filosofías mesoamericanas 123
llada clasificación de las partes del cuerpo, cuyos clasificadores se extienden a otros
ámbitos y su descripción llena un libro (les han llamado morfemas espaciales, pero
no parece del todo apropiado el término).
28 En p’urhe la aspiración es velar, pero el sonido fricativo no aspirado es más bien larín-
geo o faríngeo, la convención gráfica unifica los sonidos en una j, aunque se encuentran
transcripciones como h.
124 Sentipensares: el co-razon-ar de las filosofías amerindias
Entre los p’urhepecha existía una detallada relación con los animales. Entre
ellos el topo, la ardilla y la comadreja eran asociadas a la muerte29. La relación par-
te de una perspectiva no-occidental cultura-naturaleza. La naturaleza es concebi-
da como culturalizada en términos de la semiótica de la cultura y a la inversa, la
cultura es naturalizada: lo social abarca lo natural, lo natural abarca lo social. Esa
concepción se desarrolla en el seno de las prácticas y conocimientos, es parte del
núcleo centenario p’urhepecha más allá de la flora, la fauna, el suelo y los fenóme-
nos de la naturaleza. Así por ejemplo –señala Argueta Villamar (2008)–, el águila-
sol es un animal de alta jerarquía que representaba al linaje dominante. Se habla en
la relación de Michoacán del regreso a Zacapu de los uacusechas o señores águilas.
Esa visión del núcleo cultural p’urhepecha permanece en parte en la medida que el
lago y el bosque se conservaron durante la Colonia y hasta entrado el siglo XIX.
Como un ejemplo de la kosmopercepción p’urhepecha actual, de su transfor-
mación y perisistencia del núcleo ético-mítico amerindio, citaremos algunos de los
elementos que son útiles para pensar la filosofía, retomados de una tesis de maes-
tría de Elizabeth Téllez Juanpedro (2017) en la comunidad de Cuanajo. Nos dice
la autora:
La inserción dentro del espacio natural por los seres humanos produce re-
acciones en los elementos naturales, como el agua, en el caso del fragmento de la
entrevista actual, reacciona y en base a determinadas acciones muestra su sentir, en
este caso, por el uso del cemento y su modificación. A la fecha la población atribu-
ye a estas acciones la poca cantidad de agua que hay en este ojo de agua.
Lectura recomendada
Otras referencias
Argueta Villamar, Arturo. (1995). Los Purépechas. En Etnografía Contemporánea de los Pueblos
Indígenas de México: Región Centro (216-271). México: Instituto Nacional Indigenista.
Argueta Villamar, A. (2008). Los saberes p’urépecha. Los animales y el diálogo con la naturaleza.
México: UMSNH / UNAM / Gobierno del Estado de Michoacán / UIIEM
/ Casa Juan Pablos Editores / PNUMA.
Carot, P. (2008). Otra visión de la historia purépecha. En Estudios Jaliscienses, 71, 26-40.
128 Sentipensares: el co-razon-ar de las filosofías amerindias
El sacerdote mayor o petamuti era el principal sacerdote, el que estaba sobre todos
los demás sacerdotes. Era, entre otras cosas, el encargado “de la leña de los fo-
gones del dios del fuego” (f. 110 v). Una de sus funciones principales39 era hacer
la justicia general en la fiesta llamada Equata consquaro en nombre y por mandato
del cazonci. El petamuti llegaba con gran ceremonia al patio acompañado por los se-
ñores, caciques y oficiales del cazonci, y sentado en una “silleta” oía durante veinte
días, desde la mañana hasta mediodía, las causas que se le presentaban. Los quere-
llados le presentaban distintas pruebas en contra del acusado, dependiendo del de-
lito cometido, y con base en ellas el petamuti consideraba si este era culpable o no.
Si el malhechor había cometido el delito menos de cuatro veces lo perdonaba y lo
entregaba a sus parientes, pero si incurría en el delito por cuarta vez lo condenaba
a muerte. Como parte de la ceremonia en que se hacía justicia, el petamuti contaba
la historia de los antepasados del cazonci, la cual está contenida en los capítulos 2 a
34 de la segunda parte de la Relación. También otros sacerdotes “menores” (pro-
bablemente de los llamados curitiecha), enviados por el propio petamuti, contaban la
historia por los pueblos. Al terminar la historia, el petamuti dirigía un largo sermón
a la gente que estaba reunida en el patio y después mandaba ejecutar las sentencias.
A algunos los mandaba matar y a otros los mandaba encarcelar para que fueran
sacrificados después en la fiesta de Cuingo. El razonamiento que hacía el petamuti
consistía básicamente en un recordatorio de las promesas que la gente de los pue-
blos conquistados había hecho a cambio de no ser sacrificada (hacer sementeras,
llevar leña para los templos y ayudar en las batallas) y que no habían cumplido, ra-
zón por la cual se hacía la justicia. Especialmente parecía dirigirse a los caciques a
quienes les recordaba la vida ejemplar de Hiripan, Tangaxoan e Hiquingaje, com-
parándola con el exceso de lujos y de buena vida que ahora ellos se daban, y ha-
ciéndoles notar el incumplimiento de sus promesas y su ingratitud. Terminada la
justicia general, el petamuti iba a la casa del cazonci quien salía a recibirlo y le daba las
gracias. Después de hacer la salva a los dioses, el cazonci ofrecía una comida al pe-
tamuti y a la gente que lo acompañaba. Aunque algunos casos, en especial los más
39 Junto con el cazonci.
130 Sentipensares: el co-razon-ar de las filosofías amerindias
graves pero no únicamente, los juzgaba el cazonci, parece ser que siempre se pre-
sentaban primero al petamuti y este los turnaba al cazonci. El petamuti también era
el juez en las causas matrimoniales. Ante él se presentaban los que deseaban des-
hacer su matrimonio, el petamuti los amonestaban para que permanecieran unidos
pero si se presentaban más de tres veces permitía la separación. También resolvía
los casos de adulterio y otros, como los casos de segundos matrimonios, abando-
no, maltrato, etcétera.
El petamuti también era la figura principal en la ceremonia de “alzamiento”
de un nuevo cazonci. Cinco días después de la elección, el petamuti iba a la casa del
cazonci electo acompañado por los señores y caciques y, después de saludarse, le
decía: “señor, por ti venimos para que entres en la casa de tu padre”. Luego, el pe-
tamuti encabezaba la procesión que llevaba al cazonci al patio donde lo esperaba la
gente y entonces les dirigía un sermón o razonamiento mediante el cual demanda-
ba a la gente que ayudara y obedeciera al nuevo cazonci. Terminaba el discurso di-
ciendo: “Ya habéis visto cómo nos queda rey, que yo le he metido en esta casa; id
alegres y contentos a vuestros pueblos”.
Cuando el cazonci elegía a un nuevo cacique, el sacerdote mayor (o el gober-
nador) le dirigía unas breves palabras recordándole, sobre todo, que no tomara las
mujeres del cacique muerto. Por lo menos en ciertas ocasiones el petamuti era un
intermediario entre la gente y el cazonci. Por ejemplo, cuando el curitiecha que había
introducido en su señorío a un nuevo cacique volvía a la ciudad, se lo hacía saber
primero al sacerdote mayor y este a su vez se lo comunicaba al cazonci. También
cuando a alguien se le aparecían los dioses en sueños, se lo contaban primero al
petamuti y este se lo decía al cazonci. Pero su intermediación también era en sentido
contrario. La justicia la hacía en nombre del cazonci, el razonamiento que hacía al
final eran palabras que el cazonci le había enviado decir, al igual que el sermón que
pronunciaba cuando alzaban al cazonci nuevo.
Hay muchos indicios que hacen pensar que el petamuti era el principal de los
sacerdotes llamados curitiecha. Como a ellos, le llamaban abuelo, y sus insignias eran
las mismas: una calabaza engastonada de turquesas sobre su espalda, el símbolo de
que tenía a la gente en cargo; un bordón o lanza con un pedernal en la punta que
llevaba al hombro; una guirnalda de hilo (o de “trébol”) en la cabeza; unas tenazas
de oro en el cuello (colgando sobre el pecho); y un plumaje en el cabello trenzado.
Por lo menos algunos señores eran también sacerdotes mayores como, al parecer,
era el caso de Zurunban, señor de Tariaran. El petamuti era uno de los sacerdotes a
los que llamaban cura o abuelo, el cargo era hereditario y se casaban.
Tomo II. Filosofías mesoamericanas 131
Había un sacerdote mayor sobre todos los sacerdotes llamado petámuti, que le te-
nían en mucha reverencia. Ya se ha dicho cómo se componía este sacerdote, que
era que se ponía una calabaza engastonada en turquesas y tenía una lanza con un
pedernal y otros atavíos. Y otros muchos sacerdotes que tenían este cargo, llama-
dos cúritiecha, que eran como pedricadores y hacían las cirimonias e tenían todos
sus calabazas a las espaldas y decían quellos tenían a sus cuestas toda la gente. Es-
tos iban por la Provincia a hacer traer leña, como está ya dicho. En cada cu o tem-
plo había su sacerdote mayor, como obispo, diputado sobre los otros sacerdotes.
Llamaban a todos estos sacerdotes curá, que quiere decir abuelo, y todos eran ca-
sados y veníanles por linaje estos oficios y sabían las historias de sus dioses e sus
fiestas.
Oído esto que te he dicho; “guarda estas palabras. Basta esto, hermano, que te he
dicho; vete a tu casa.” Respondía el que había de ser cacique y decía: “ansí será, se-
ñor, como mandas. Quiero probar yo cómo lo haré”. Acabando el cazonçi su amo-
nestación, decíale su gobernador o el sacerdote mayor, al cacique nuevo: “vete her-
mano, y ya has oído al rey. No se te olvide lo que te ha dicho. No tomes las muje-
res del cacique muerto. Y ve que tu has de entender en las guerra; ten más cuidado
en esto que en tomar mujeres”. Y respondía: “sea ansí, agüelo, yo me iré”. Y iba
un sacerdote con él, de los que se llamaban cúritiecha, a metelle en el señorío y dá-
bale mantas el cazonçi y a su mujer naguas. Y llegaban al pueblo y ayuntábase toda
la gente, saludaban al sacerdote y al nuevo cacique y decíales desta manera aquel
sacerdote, estando en pie: “oíme, gente del pueblo, ya murió el pobre de vuestro
cacique que os tenía en cargo, cómo, ¿matóle alguno con alguna cosa? Ninguno le
mató, mas él murió de su muerte natural y de su enfermedad, lo cual supo el rey, y
mandó a este que está aquí que os ha de tener a todos en cargo, que no es de ago-
ra ponelles regidores a la gente común, que de muchos tiempos es. Mirá que no
empecéis a desobedecelle a este por ser muchacho, mirá que se quejará al cazonçi y
que os matará por su mandado, si no fuéredes obidientes. Obedecelde y entrad en
la casa de los papas a vuestras velas y tened fuertemente sus azadas, que es: haced-
le sementeras y no seáis perezosos en las guerras y mirá que nunca han de cesar de
acompañar en las guerras a nuestro dios Curícaveri. ¿Dónde se ha de ir a otra par-
te, que aquí tiene su vivienda Curícaveri? No [o]s arrepintáis después de lo que os
viniere por ser perezosos. Esto es ansí, no os juntéis ni mudéis con otros principa-
les porque seréis tomados y muertos por ello, y los que fuéredes adúlteros y hechi-
ceros. Mirá que sois de muchos pareceres, gente común, esto es ansí. Mirá que no
fue agora fingido este oficio de caciques; mas esto ordenaron… (p. 603).
Figura 13. Mapa de las cuencas lacustres de Cuitzeo, Zacapu y Pátzcuaro, Michoacán.42
Salud a la nación otomí por la suerte de colocar su cosmogonía escrita desde sus
entrañas. Los ñahñu Isabel Pérez, Jaime Chávez persistieron para que en el texto
denominado sentipensar de los pueblos nativos americanos lograra estar nuestra
versión del mundo. La tarea se viene haciendo desde hace décadas; ahora buena
parte del mundo tendrá la oportunidad de conocer otra versión del indigenismo
con el pensamiento otopame y otomí en particular, como el pueblo más grande
de la familia lingüística, que hunde sus raíces hasta la ancestralidad del origen de la
humanidad y del humano en América.2
Ahora que nos encontramos en este tiempo, nuestros sabios nos hablan; di-
cen no hagamos caso de lo que se ha dicho por los que han escrito en lugar de los
otopames, que iniciemos a ver hacia dentro de nosotros, luego lo plasmemos en
forma escrita y que el mundo lo sepa. El universalismo empieza a aceptar la otre-
dad y eso también es parte de los mensajes y cometidos, pregonar la igualdad, el
respeto y honestidad. Tres cosas que bien pueden practicar todas las culturas tam-
bién. Todos tenemos derecho a existir y todos tenemos la obligación de defender
la otredad.
1 Los coordinadores del libro aceptamos el texto tal y como se presentó a nosotros por in-
tegrantes de la Nación Otomí, realizando únicamente correcciones de estilo, e incluso en
este caso, respetando el sentido. A diferencia del esfuerzo me´phaa (tlapaneco), no se tra-
ta de un punto de vista imbuido del método y terminología académicos, sino de una re-
flexión filosófica otra, desde la propia kosmopercepción y mitología asumidas como pun-
to de partida verdadero, enfocados desde la identidad y centralidad de la propia cultura en
la historia. El texto está construido a partir de entrevistas y de la tradición oral, contrapo-
niéndose a visiones académicas como la de Galinier. En esta lógica, integra aspectos míti-
cos, históricos, lingüísticos y filosóficos, en un rejuego pasado-presente e incluso futuro; la
crítica puede hacerse desde estos ámbitos, reconociendo de cualquier manera el valor del
mito en la construcción identitaria y en el posible filosofar futuro. Considérese la impor-
tancia de la autoreflexividad si pensamos que el hñahñu tiene una hondura de siete mil años,
coincidente con el manejo del maíz en Tehuacán y que en el presente existen 307 mil 908
hablantes de tres años o más, según la muestra intercensal 2015. Los otomíes están liga-
dos a las más importantes tradiciones históricas de Mesoamérica desde Teotihuacan hasta
la ocupación europea.
2 Se refiere a la presente obra.
135
136 Sentipensares: el co-razon-ar de las filosofías amerindias
Se inicia una nueva era, la Madre. La Madre Tierra, agua y fuego en compa-
ñía de sus sombras masculinas Tierra, Agua y Fuego; en comunión con sus hijos e
hijas, producto de los primeros, marcan ahora una nueva forma de vivir en el mun-
do, como los seis lados de los copos de nieve en las altas montañas donde son y
fueron oratorios ceremoniales de los otomíes, mazahuas, tlahuicas y matlatzincas.
Se conserva así mismo hoy el conocimiento de que todos los cuerpos en sí mis-
mos tienen ambos sexos, los hombres tienen su ánima, las mujeres tienen ánimus.
Pese a que se habla de todos los otomíes, la información más actual e inédita
es de los ihuhu de la Huasteca o la Sierra Madre Oriental, por poseer la última in-
formación en torno a esa cultura, sobre todo con los datos de Don Pedro Mendo-
za, ihuhu de San Lorenzo Achiotepec, Hidalgo. Las categorías base para acceder a
la cosmogonía en torno de toda la nación otomí, nos remite a sus diferentes terri-
torios, regiones y tierras. Además de la gran multiplicidad de variantes lingüísticas,
una distribución y diversidad de ecosistemas de las que solo falta el desierto puro:
semidesierto, selva, bosque, alta montaña, volcanes, costas.
Por último expreso mi agradecimiento a quienes han considerado mis tra-
bajos publicados que son el testimonio rumbo a más de dos décadas, caminando
por las tierras otopames; desde el Golfo hasta el Pacífico, pasando por la mesa cen-
tral. Conociendo a una gran cantidad de amigos, compadres y comadres en Puebla,
Hidalgo y Veracruz. Algunos de ellos en Puebla, como mi viejo amigo Don Alfon-
so García Margarito, en Hidalgo, Doña Rosenda, Don Alberto, Doña Longina, en
especial agradezco a Don Pedro sus grandes conocimientos a sus hijos y esposa
por brindarme su amistad y confianza; en la Sierra Gorda, mis amigos de Tolimán,
Querétaro, Tierra Blanca Guanajuato, Juventino Rosas del Valle de Toluca a Tlax-
cala, mi gran camarada Isaac Díaz, su papá, sus hermanos, mi compadre Jesús Ro-
jas, mi comadre Ignacia San Juan, mis parientes Polo, Ave, Gabriel, Luisa y muchos
más en Michoacán. Don Primitivo y descansen en paz Jesús Manuel de Jesús, Don
Lamberto Vega en Tlaxcala y Don Tay Ranchero, en Veracruz Xua Mérida, y todos
los que fundamos la Unión Campesina Zapatista ahora en manos de los curas; en
fin en todas las tierras otomíes y una vida en la Sierra: en Texcatepec, Tlachichil-
co, Huayacocotla, Zacualpan. A mi amigo badí y compadre Octaviano García y mi
comadre Toña de Ixhuatlán de Madero y mis amigos del Valle del Mezquital, des-
canse en paz Alberto Simón Ramos, a su familia, a Pancho Tavera a mi comadre
Isabel y a mi gran colega que no me deja solo para visitar a los otomíes del semi-
desierto y a los pames, a Jorge Sánchez. A mis amigos chichimecas de San Luis de
la Paz, Guanajuato, a los ancestralmente asediados pames de Rayón Tamasopo, a
Don Sebastián Olvera, gobernador pame, y a su homólogo de Santa María Acapul-
Tomo II. Filosofías mesoamericanas 137
co y Doña Petra, Don Reyes, pames de Jalpan, Querétaro. A mis amigos, tlahuicas
y mazahuas del Estado de México y Michoacán, a los amigos de Lerma, Susana,
el Dr. Tomás, Miguel Mireles y a los sorprendentes ihuhu de Huixquilucan, Lerma
y Ocoyoacac. Mi agradecimiento por compartir sus conocimientos y confiárme-
los para plasmarlos por escrito, espero no sesgar el cometido encargado por gran
parte de la toda la nación otomí, se trata no de permanecer fiel a la ciencia sino a
los conocimientos emanados de la ancestral y noble cultura otomiana. Claramente
poseedora de grandes conocimientos para ofrecer al mundo.
Para quienes son especialistas en el tema, y sobre todo para los otomíes es
bueno aclarar que se manejan dos formas de abordar a los otomíes: una, la de aca-
demia, emanada desde el eurocentrismo, la ciencia; y la otra, escrita desde las en-
trañas otomíes donde “Luis Pérez Lugo no concuerda con la visión “dual” de Ga-
linier, pues él propone una cosmovisión tripartita para el mundo otomí, es por ello
que entrecomillamos la palabra dualidad, puesto que no esperamos aportar nada a
esta discusión” (Battcock, 2012, pp. 95-113).3
Usted amable lector, encontrará en este texto una exposición desde la ver-
sión otopame de su mundo, de su origen, distribución geográfica, sus geosímbo-
los, sus relaciones e interrelaciones, sus sueños para conservar su modo de vida y
una gran cantidad de información inédita que será de gran utilidad para el mun-
do, los otopames, los demás hermanos originarios de América, del mundo, de las
ciudades y los pueblos originales que se resisten a sucumbir ante la sociedad uni-
versalista.
El origen
En el principio no había vida, ésta emergió del mar, luego saltó a la tierra, pasó su
primer tiempo enterrado. Fue el caracol. Luego adquirió hueso y carne. Los or-
ganismos cundieron por la tierra, con sus estructuras elementales hueso, carne y
agua como el coco, los humanos adquirieron el mismo componente. Carne, hue-
so y agua. Los ihuhu relatan que en las costas norte de Sudamérica empezó la vida.
Como la estructura esencial: de la tierra que es hueso, las piedras; la sangre, el agua;
y la carne la tierra, o el sustrato fértil o la capa superficial de la tierra.
El caracol fue uno de los primeros seres; ahora es la señal del retorno, para
establecer un nuevo orden. Lo que va perdurar, la palmera de coco sobrevivirá
ante sequías y catástrofes. El coco es el árbol más resistente que hay, significa la
3 “Tenemos las notables contribuciones de Galinier (1990), Soustelle (1937), Carrasco Pizana
(1950), Lastra y Quezada (1998), Lastra y Bartholomew (2001) y Pérez Lugo (2002, 2007)”.
138 Sentipensares: el co-razon-ar de las filosofías amerindias
persona que tiene hueso y carne blanca. Será el maíz del futuro. Hasta que llegue el
que signe con el caracol así iniciarán los cambios. Como la cosmogonía aimara, los
otopames al hablar del presente, necesariamente tienen que hablar del pasado y el
futuro. Es la causa de citar el origen y su presencia en la actualidad y en el futuro.
En el futuro los cambios en el cosmos y en nuestro planeta, obligarán a la
humanidad a retomar el uso de los primeros seres de carne y hueso. Los cambios
se anuncian bruscos y nos obligarán a modificar nuestros hábitos alimenticios.
En el origen habló el mundo, por medio del primer trueno, en la oscuridad
de aquella noche, el relámpago se hizo presente como el primer verbo, la lluvia, el
relámpago anunció la existencia para el inicio de la vida y de los seres. Dando ini-
cio en el centro en la transición de un conjunto de elementos a otro. En el cambio
de la multiplicidad para dar origen al advenimiento de la vida.
Nació el Othoni, el hijo del trueno, el otomí. Se hizo presente como el primer
guerrero, en forma de rayo, como relámpago trajo en seguida el trueno, su primera
palabra. El acto cotidiano de hablar, es hacer tronar la palabra. En la noche bajó
la mujer de la luna, Zana.
El otopame nació en tres etapas: en la primera fueron gigantes, Okha vio
que eran torpes, los tumbaba un viento, se caían y no se podían levantar. Decidió
eliminarlos y formó la segunda generación, eran muy pequeños, las fieras los ca-
zaban fácilmente, eran inadaptados al ambiente; Okha los terminó también y de-
cidió crear al humano de la actualidad, ni tan gigante, ni tan pequeño. Los otopa-
mes actuales.
Hasta hoy en el Valle de Toluca, los otomíes también narran que la tercera
generación fue la de la sabiduría, la del conocimiento, una Nahuala de Veracruz,
narra y afirma la existencia de tres generaciones en la antigüedad.
El punto como se explica más adelante se encuentra en el centro del círculo
con tres líneas que parten desde el centro. El círculo se reparte en tres partes igua-
les, representa el padre, la madre y el hijo. Es dividir una vida en tres partes. Los
ihuhu dividen tres entre tres para volver a la unidad, al uno.
Al dividir 111.111 entre tres resulta 37037, al continuar dividiendo entre
tres, resultan los números 1,2,3,4,5,6.4 Y el 9 es equivalente a los nueve meses de
gestación y al tres veces tres, como los pétalos de la planta de Santa Rosa5, su cen-
4 Ajustamos un error del texto, pero no estamos ciertos de la interpretación de este pasa-
je numérico.
5 N. Ed. La Santa Rosita se asocia, según el caso, tanto a la marihuana como a la Datura
stramonium. Véase por ejemplo, Báez Cubero, Lourdes. (2012). “El uso ritual de la “santa
Rosa” entre los otomíes orientales de Hidalgo: el caso de Santa Ana Hueytlalpan”, en Cui-
cuilco 5: 155-174. La marihuana no es de la antigüedad americana.
Tomo II. Filosofías mesoamericanas 139
tro y la gran abundancia de diseños en figuras presentes en todas las tierras oto-
míes, en la Sierra Madre oriental de Puebla, Hidalgo y Veracruz, los ihuhu. En el
altiplano, los ñahñu, en el valle de Toluca, Michoacán y sur de Querétaro los ñatho,
en Tolimán Querétaro y Guanajuato los ñotho y ñahñó, en Tlaxcala los ñuhmu. En
todos los otomíes, mazahuas, tlahuicas, matlatzincas, está la estrella de ocho picos
y un centro diseñado principalmente en servilletas, también está en los tapetes y
otras representaciones artísticas.
El animal representado en pintura rupestre también representa la unidad
del nueve. Las patas son el 1,2,3,4, el cuello es el 5; las orejas son el 6, y 7. La trom-
pa es el 8 y la cola el 9. Por eso los Badí y a quienes se les ha dado este conocimien-
to rezan antes de la ceremonia, sobre todo en su iniciación. Antes de ingresar a
los lugares sagrados, expresan –estoy parado en tu puerta, estoy pidiendo perdón,
estoy pidiendo favor, a ti gran creador, Santa Madre de las abuelas, Santo Padre
de los abuelos, Santa Madre Tierra, Reina del agua, gran maestro Damu. Abre mi
corazón, mi pensamiento, mis ojos, mis oídos para saber lo que ustedes me dicen.
En los oratorios se entra a otra cuenta del tiempo. Una hora es un año. Una
generación equivale a cien años, y conforma una unidad. La siguiente analogía es
el ciclo de un humano: amanecer, el nacimiento; mañana, la niñez; medio día, la
juventud; tarde, la madurez; noche, la vejez. El transcurso de sus edades represen-
ta un día.
El punto de partida para los otomíes, es como un ojo, nagdo, un solo ojo,
también quiere decir, yo soy el único, en ihuhu. Él mismo es el centro del triángulo.
El ojo que está en el centro de la misma figura geométrica. Es el punto de partida.
Okha yo soy quien tú buscas pero ten cuidado, si me acerco mucho paso sobre de
ti. Nosotros somos un punto en movimiento. Somos un punto en gestación, cre-
cemos, y desapareceremos. De lo invisible a lo visible y retorno a lo invisible. Eso
somos un punto. Okha dice yo Soy. Respétenme, cuídenme y ten confianza en lo
que respetas y cuidas.
I-I
En la figura anterior, la línea vertical indica igualdad y respeto. La horizon-
tal, trazada en medio de las líneas indica unidad, cuidado, el hijo. La última línea
vertical indica la equidad. Los dos preceptos iníciales preceden al tercero, que con-
mina a no temer. Es de los símbolos otomíes no conocidos, por los no otomíes.
140 Sentipensares: el co-razon-ar de las filosofías amerindias
un hijo que es Damu, él anda en toda la tierra y hace cosas como devolver la vida
o salvar a alguien de la muerte, se encarna en esa persona para darle vida, por eso
al revivir ya no es el mismo, cambia. De ahí viene que los muertos vuelven a nacer.
Okha representa a toda América, representa lo que son las nubes, es el agua,
la lluvia que está cayendo y produce las cataratas del Niágara. Las cataratas de Niá-
gara hunden sus aguas pasan debajo de México como aguas subterráneas, y salen
hasta las cascadas del Iguazú. Pasan por debajo de la tierra. Cuando va a llover, el
trueno que anuncia la lluvia, significa Okha.
El camino del agua. Dos arroyos se juntan y llegan al mar. El mar dekha, es
okha, sale de un punto un venero de agua y llega a otro punto en el mar. El que si-
gue el camino del agua, parte de él un venero y llega hasta okha, el mar, llega a Dios.
El agua dice ya soy el camino, te conduzco al mar. Las nubes se levantan viajan a
desplomarse para alimentar al ojo del agua.
Okha es la forma última de denominar a Dios, la forma original es Ximhoi,
para algunos es donde vive6. Creó todo lo existente y sigue el curso de cada activi-
dad del universo, rige el cosmos Okha.
Yuhu, significa más de dos caminos, en el punto donde, xoñu, se abre el ca-
mino en dos. Yoho, de aquí se abre el camino. El nda, uno; yoho, dos y niu, tres. Se
hace el triángulo. El número uno significa numantzu, primera regla, respétame. El
dos, jamantsu, cuídame o cuida lo que hay, cuídate. Nihu, tres, Yoguintsugui, no te-
man. No cumplir con los dos anteriores caminos, cualquiera que se tome será equi-
vocado. Siempre tendrá la opción de regresar. Porque la misma tierra habla, limpia
los caminos. Ellos se definen como caminantes, ihuhu, que siguieron el curso del
agua, el camino del agua, hasta llegar a los mares o lagos.
El ihuhu, se construyó con los sonidos de la naturaleza; se quiebra una ba-
raña se oye tho, y eso significa, vara. Al levantar un puño de agua, se dice xa, quie-
re decir, fresco. Los ihuhu son los originales, los ñatho, descubrieron la lengua por
medio de las piedras, el ñahñu que habla en el camino. La cuenta del número 5 al 9,
porque la cuenta la relacionaron con dö, las piedras. Ellos las colocaban en la cuen-
ta de los ciclos lunares. Hasta hoy hay montones de piedras de esos tiempos. Los
números empezaron con dö, 5, 6 , 7, 8, 9. Empezaron contando con los dedos, en
los cinco primeros números y siguieron con las piedras. Considerando ahora las
figuras, el diagrama de 8 puntas y en el centro, el 9, está compuesto de puros trián-
gulos, el triángulo es el mismo ihuhu.
Ellos observaron la forma y estructura de las montañas, observaron la llu-
via y el camino del agua, vieron se concentraba en manantiales. Ahí construyeron
6 N. de los Ed. Ra Ximhai es en algunas variantes “el mundo, el universo o la vida”.
142 Sentipensares: el co-razon-ar de las filosofías amerindias
sus casas; animales y gente tomaban en el mismo abrevadero porque todo era sano,
hasta hoy la gente toma agua donde beben los animales, solo algunos no, como
donde toma el perro y el cerdo, por eso los cerros en ihuhu le dicen Mu-ñiuni. Es
el que da el agua es el que da la fertilidad. Ahí es a donde cae y hace su camino el
agua, ellos siguieron el camino del agua. Alcanzaron a percibir qué decía el aire. Por
eso es que ihuhu al hablar se aspira, por eso se usa la “N” antes de iniciar cualquier
palabra. Porque el idioma ihuhu se oye tan simple y tan poético cuando alguien lo
sabe hablar bien, es un idioma muy sabio. Los ihuhu y los nahuas estuvieron muy
relacionados en un principio, con el tiempo tendieron a separarse, los ihuhu adop-
taron el sonido del aire y del agua y lo que perciben de la tierra; el idioma del nahua
viene del ave, la primavera. Los nahuas retomaron sus sonidos de las aves, incluso
de guajolotes y gallinas; y así hicieron a un lado el idioma ihuhu.
Donde establecían centros ceremoniales coincidían con la existencia de mi-
nas, minerales, petróleo. La gente en la antigüedad recogía las piedras para poder
cultivar la tierra. Los españoles ocuparon esas piedras para hacer sus casas o cer-
cas de piedra.
Ñoho, significa hombre, también quiere decir hermano, ndewe, tío. La gen-
te mayor se le dice ndadá. Ku, hermana. A la mujer de mediana edad hatsigui, la tía
inanà, a la mujer mayor y a los niños se les dice duk, hijo, la hija tishu. Es una raza de
respeto y con nobleza. Al contacto con otras razas sobre todo la española, se hizo
acreedor para auto conservarse. Su origen es de gran estirpe, de nobleza.
Antes la gente no se arrodillaba, solo se inclinaba reverencialmente. Los eu-
ropeos dieron la orden de arrodillarse de acuerdo a su religión, la gente entró en
gran conflicto porque las instrucciones de Okha no habían sido así.
La noche era el ámbito de realización, del trabajo, lo que ahora se hace en
lo diurno. La trasgresión de las normas de la noche llevó a trasladarse al día. Sím-
bolo del occidental. Muchas cosas quedaron truncadas por el cambio. Los Ñado,
las cabezas de piedra, montañas localizadas en Mayonikha y en Querétaro y muchas
otras, atestiguan el hecho, son humanos que se petrificaron al sorprenderlos el día.
Los otopames dicen que el mismo Chac mol fue ser humano que se petrificó. En las
cercanías a Mayonikha habló la piedra, el ñado, ahí se manifiesta Damu.
El guía. Damu, conducía la gente de noche, ellos no caminaban. Empezaron
a renegar y a revelarse por las fatigas. El Damu transformó las gotas de la lluvia y
la neblina densa en las luciérnagas. La gente reafirmó su fe en Okha. En el idioma
otomí, ihuhu, luciérnaga, t´eni, se traduce como síguenos o sigan. En remembran-
za a esos días y como continuidad de esos tiempos, la noche es el tiempo propicio
Tomo II. Filosofías mesoamericanas 143
para la ceremonia. Los jueces de la noche, de la muerte, del remolino, del viento,
del bosque, se invocan primero para que no intervengan.
Las ceremonias celebradas en la noche desde tiempos antiquísimos, asun-
to que compartieron con los chichimecas, por ejemplo. Tiene tres momentos bien
marcados, relacionados a tres colores. La limpia: roja, negra y blanca. Éstas se efec-
túan cuando la ceremonia es completa.
La limpia roja. Cualquier animal puede servir, con la precaución de que no
se puede comer. Esa la primera limpia, va dirigida a lo que genera un acto violento,
sangriento, a las enfermedades calientes: gripes, fiebres. Se ofrenda refresco rojo
primero, luego negro. Al centro se colocan las máscaras de carnaval diablo y un
pollo de color rojo. Junto con recortes rojos, negros y blancos. Se cortan pedazos
en 8 partes de hierbas con espinas y otras hierbas, en 8 partes también, luego se ha-
cen 4 porciones que se colocan a los lados del centro, dos de cada lado. Al final se
recoge todo el material de la limpia para almacenarlo en botella (café, aguardiente,
cerveza, refrescos), bolsas (pan, comida, hígado, mole rojo, cigarros).
La limpia negra. La limpia negra va dirigida al juez del cementerio. Al cen-
tro se coloca un pollo negro, hierbas. Se recoge la ofrenda roja y negra, se envían
a un lugar donde no pase gente y se tira para que no se tope con las energías de
la limpia.
La ofrenda blanca, va dirigida a la madre y al padre, a los ancestros. Se co-
locan cuatro veladoras en las cuatro esquinas y otras cuatro en la parte inferior
del altar; en la parte superior del altar se encuentra un tercer altar relacionado con
el sol, la luna y las estrellas. La comida, guisado, bebida, café, chocolate, cerveza,
vino, se consumen. Es ofrenda buena, comida sagrada deseable para el consumo,
pues es curativa.
La lluvia, la llovizna, el chubasco son los hidrometeoros que el ihuhu espera
y en ellas concentra gran parte de la petición de lluvia en las cimas de los cerros,
los veneros, las casas, el ngunkha, la casas de Dios, o casas de costumbre, como le
dicen en partes de la zona ihuhu de la Huasteca.
La puerta del Golfo está rumbo o en dirección a las islas en el polo norte
donde está Okha, parte de Canadá, Estados Unidos y Groenlandia, estrecho de Be-
ring. Los ihuhu dicen que todo el tiempo está lloviendo en el polo norte y se con-
centra la lluvia en las cataratas del Niagara, en la cosmovisión ihuhu está inundan-
do continuamente, luego el agua, atraviesa por debajo de las tierras ihuhu, recorre
el continente americano y sale en Iguazú. Los otomíes, ihuhu, hacen suya la palabra
Iguazú, hua, pie, nzu, mujer; traducido como a los pies de la mujer.
144 Sentipensares: el co-razon-ar de las filosofías amerindias
Como la tierra está en constante movimiento otra vez se forman las nubes.
Dios, Okha, está viendo dónde se necesita el agua y la envía. Eso se cuenta desde
hace mucho tiempo. Eso es lo que el maestro no podía interpretar, como no sabe
leer ni escribir, pidió apoyo a Don Pedro para que lo realizara.
El cuerpo humano es Okha, el ombligo se le considera como la luna, la ca-
beza se considera que es el sol, es el que ilumina todo el cuerpo. En las ceremonias
del elote realizadas entre los otomíes de Texcatepec, Veracruz, se coloca el badí,
palmas sobre la cabeza simbolizando el sol.
Como parte del cierre del ciclo, los ihuhu narran la aparición de la muerte
y con ella la celebración del día de muertos. Era una familia, los hijos salieron al
campo, se encontraron con un tigre que los devoró, sus padres no los encontraban
hasta que su mamá recibió su comunicación por un sueño. La niña le comunicó
que los había devorado un animal, le indicó con precisión el lugar donde fueron
los hechos. Los padres acudieron al lugar y efectivamente solo encontraron el crá-
neo y las manos.
Al año murió su mamá. Entonces fundaron el panteón, desenterraron los
huesos de los niños y de la mamá. Decidieron que para el día primero fuera de-
dicado a los niños, como los primeros difuntos y el dos a todos los difuntos. Así
apareció la muerte y el panteón.
Otro acto fundacional o refundacional a la llegada europea fue lo recurrente
de la muerte y su forma anormal por la violencia que fue un modo implantado de
vivir. Nació Sidhu, en otros lugares llamado tamantzo, en otros tzoyo. Fue el diablo
traído por los españoles. Se le asoció al coyote, al zorro y en parte al lobo, por su
carácter nocturno y de comunicación con las entidades no visibles.
Nace también Tz´daví, el juez, traído por los españoles. Anteriormente la
justicia se hacía por la gente madura o mayor, o por los badí. Había además poca
población y la gente se sabía autorregular, tenía una forma de vivir que no necesi-
taba la violencia, la muerte, como recurso de aniquilar a lo diferente a los demás.
Para los ihuhu, la restricción del espacio, la dominación occidental, la ciudad,
llevan a provocar violencia desenfrenada, cuestión que trasgrede hasta el cansan-
cio su modo de vivir. La importancia de religarse con su cultura es vital para estos
tiempos y por eso la encomienda de escribir sus valores, sus símbolos, como una
forma de seguir resistiendo y de preferencia de revertir una forma de vida que ha
llevado al aniquilamiento de esa forma ancestral de vivir en muchas partes.
La urbanidad vista por el occidente como la civilización y su sentido utili-
tarista, interpretado en la actualidad como la presencia de la tecnología, dificultan
la conservación de un modo ancestral de vivir, ante la gran presión que implica, la
Tomo II. Filosofías mesoamericanas 145
Mientras se tiene por otra parte el avance del calentamiento global o el cam-
bio de clima con impacto en la vegetación, las sociedades, la disposición de ali-
mento para la gente, los animales domésticos y silvestres. Cuestión que a los orga-
nismos internacionales y los gobiernos les queda muy claro, solo adoptan algunas
propuesta del occidente como la llamada sustentabilidad, en la práctica sirve para
trazar más políticas de encubrimiento y simulación, los problemas del medio am-
biente continúan. La Madre Tierra, sigue con los abusos cometidos por quienes no
creen en ella, solo la ven como mero objeto de uso.
Por eso los médicos tradicionales otopames se impresionan de la imagine-
ría occidental que cree en el cielo. Dicen a nosotros nos da de comer la tierra, ca-
minamos en la tierra, no en el cielo. Es recomendable prestar aunque sea algo de
atención a estos desequilibrios de origen, la cosmogonía occidental tiene miles de
años, su viabilidad como civilización ya es muy dudosa. Aun así a los otopames les
queda claro que este mundo es para todos, los iguales, no como el universalismo
que dice hay una igualdad universal, definida y tolerada solo como ellos la tipifican.
Ahora caminamos de forma irreversible hacia la inclusión de la diversidad
cultural, la tolerancia de la otredad. El universalismo se terminó, el llamado hom-
bre acuñado por el occidente ya no es factible. Ahora es el tiempo de la humani-
dad. Se acabó el antropocentrismo, el individualismo, la competencia, el gigantis-
mo, la urbanización exagerada.
equivalente a una generación, y cada una generaba una nueva y tenía que fundarse
en otro lugar. Que equivale a un día para Okha, para los humanos 100 años. El pa-
trón de asentamiento en la Sierra Madre Oriental hasta años recientes era que si se
casaba alguien, construyera su casa en lugar alejado de sus padres cerca de un ve-
nero de agua. En la antigüedad para recordar donde habían dejado las generacio-
nes anteriores se subían a los cerros y de ahí veían el humo que indicaba la existen-
cia de viviendas y donde se habían quedado sus familiares, así se distribuyeron por
el continente. Las tierras eran extensas y sin dueño. Donde se quedaba una familia
había un badí. Hasta hoy en la sierra hay unos cuantos badí responsables de familias
extensas. La regla era no emparentarse entre familia. Por eso se les llamó ñu, pues
caminaban. Porque el agua dice “yo soy el camino”, es la que hizo los caminos y la
gente solo fue siguiendo el agua hasta donde se estancaba en forma de lago ahí se
establecían porque llegaban los animales, los que podían domesticar los domesti-
caban y los que no, los cazaban para comer. Se trata desde un tiempo muy antiguo,
aún no ocurría el diluvio narrado en las tierras otomíes.
Cuando los españoles llagaron al golfo de México, Okha les dio la mano
y los pasó a sabiendas de quienes eran. Cada dedo significa una generación, cien
años es una vida, cinco generaciones es xudi, made pa, binde y binxui; todo eso se ha-
bla del quinto sol quinientos años para los humanos y cinco días para Okha: les dio
una mano, la derecha y se la acabaron. Ahora queda la otra mano, el cambio va a la
mano izquierda, el tiempo de los ihuhu.
La frontera hacia el oriente era el golfo, era la puerta. Los altares hoy representan
esa puerta, el golfo, la divina trinidad mirando hacia el Niágara.
Los ihuhu se habían establecido en Tamiahua. Habían caminado desde Alta-
mira, Texas y Florida. Los ihuhu descubrieron el petróleo desde Texas, Tamaulipas
y llegan a la zona Poza Rica-Tuxpan, en esta zona es donde se les revela la sirena,
Shumphe Dehe. Abarca el ahora conocido como Álamo y Castillo de Teayo, ahí vi-
vieron en la Mesa de Metlaltoyuca y en los lugares que iban pasando le denomi-
naban La Mesa.
Luego los ihuhu se extendieron desde Tuxpan hasta Tantoyuca, por toda la
Huasteca. Hubo un tiempo que los pueblos se separaron, como los conocemos
nahuas, tepehuas, otomíes, totonacos y los mengutehe (no se sabe quiénes fueron).
Había como un deporte, eran luchas, se escogían de las culturas los más
fuertes, luego luchaban cuerpo a cuerpo ante el público, sin llegar a matarse, cuan-
Tomo II. Filosofías mesoamericanas 149
tar resultaban atrás del toro, es decir que este tragaba y defecaba al que se paraba
enfrente. Si resistía tres veces no teniendo miedo y sin declararse religioso, enton-
ces ya era anual. En Huejutla, hay muchas historias del toro. Luego a decirle que mi
libro habla del toro, dijo –sí lo leí, no pensé en que estuviéramos un día platicando.
Taparon al toro con tierra, al darse cuenta el gobierno, los nahuales dañinos des-
truían las cosas, defecan donde quiera, envenenaban las cosas.
Como se dijo, en la generación anterior la mujer era la que dominaba, ella
tenía el control de la sociedad. La mujer se sobrepasó, ya no había control, ya no
se comportaban como personas sino que obedecían a su instinto animal ya no se
sabía de quien eran sus hijos. Antes no existían los burros, perros y puerco; ese fue
el castigo que se les dio.
Okha manda el castigo con la inundación y escoge a los que sobrevivirán.
Los pocos sobrevivientes se asentaron en los cerros, de ahí se forman nuevamente
los pueblos y aparece el dios Chac-Mool (Damo). Damu recibe la potestad de encar-
narse en las personas indicadas.
La ciudad de México su nombre original es: Ndomencha, la gran mesa, la al-
tiplanicie. ¿Qué es lo que está pasando hoy? Todos llegamos ahí, a la ciudad de
México, y nadie se queda sin comer, todos comemos. Esa fue una de las profecías
de nuestros antepasados, sin embargo nadie siembra, nadie saca agua, y todos co-
men y beben.
Las huellas de la antigüedad se ven en tres pueblos: uno es Huehuetla, el
otro Santa María e Ixhuatlán; Tatzcua, el gran documento, el gran libro, la constitu-
ción o una ley. Del otro lado hay una capilla donde está un río, del lado de Álamo
se llama Ndathe, o sea que está en conexión con Dios por eso señala el río, señala
Ntatzcua, señala Ma Vidá y señala Santa María (sin nombre en ihuhu) en Náhuatl
Santa María Apipilhuasco. Los cuatro puntos cardinales. San Lorenzo es Ma dosfó,
que quiere decir la parte del ombligo de la vida. Las mujeres ihuhu tejen servilletas,
hacen figuras con papel amate donde plasman los trazos antes descritos. El centro,
es el quinto punto, el centro de los cuatro puntos.
Se conserva la historia de Moctezuma en la Sierra ihuhu, porque es de allá.
Tenochtitlán fue fundado por los ihuhu, se mantenía una disputa entre nahuas e
ihuhu, se cree que arribó al poder en un tiempo de tolerancia e inclusión, fue cuan-
do para los ihuhu prosperó su propuesta de gobernante y los nahuas consintieron.
Ahora en Ixhuatlán de Madero, Veracruz a veces gobiernan los mestizos, a veces
los nahuas a veces los ihuhu, en otros lugares también.
Retomando el rumbo de la historia de la Sierra. Se sabe que Castillo de Tea-
yo, fue una asentamiento ihuhu, hubo disputas por eso lo abandonaron. Después
Tomo II. Filosofías mesoamericanas 151
ver al señor que lo aconsejaba en San Lorenzo. Trabajó fuerte en el campo. Fue
perdiendo la lengua ihuhu.
Don Pedro aún recuerda las historias de aquellos tiempos. El mar en su ori-
gen, resultado de la evolución del caracol, asentados en un tiempo muy lejano en
las costas bordeando por las costas de Florida, los ihuhu siguieron por el noreste
de México, se asentaron en Tamiahua, vino un diluvio para arrasar a la gente que
ya no observaba las costumbres, donde ya predominaban los animales y nahuales
dañinos, como el coyote, el zorro y el lobo, representados, en parte, por los ani-
males domésticos actuales el burro, el puerco y la cabra. A los médicos tradiciona-
les que hacen daño, si se aprovechan de sus pacientes sexualmente se les asocia al
burro, por ejemplo.
la, otros cerca de la ciudad de México en Tenayuca. El grupo de los que seguían a
Dahmu, desde Tulancingo, los nahuas lo conocían como Quetzalcoatl, los otomíes se
establecen en Tula. En Tula da sus palabras el Dahmu que vemos plasmado en las
masas terrestres mostradas por el mapa de Centroamérica. Da enseñanzas de las
plantas venenosas, medicinales, comestibles, cómo preparar los alimentos.
Cuando vieron el lago, desde Tulancingo era un punto, el ombligo, le pu-
sieron hmu, guía, al acercarse a él vieron que no era hmu y siguen a Zempoala. Ya
habían llegado a México pero el lago lo confundieron con mar. Se fueron a Tula,
donde también encontraron un lago, continuaron su camino llevaba un dabadí. Los
iba guiando de Madosfó a Huehuetla, de Huehuetla de Tenango a Tulancingo. Hmu,
se colapsó. Hubo conflictos en esa ciudad multicultural, entonces continuaron su
camino. Algunos arqueólogos confirman que los constructores de Teotihuacan
fueron otomíes. En Teotihuacan se cree está Damu.
En Tula es donde se revela la ciudad, es donde se revela la imagen del Damu.
En Tula están las columnas, en la escalinata está el Dios Chac Mool se cree que es
ahí donde se convirtió en piedra, se hizo yogui (ya habían construido las pirámides
y las columnas, cuando se petrifica). Las columnas significan gente encumbrada.
Ahora no está la estatua original, cuando llegaron los españoles la enterraron en
la pirámide, la que está ahí es una réplica. De ahí se hicieron réplicas en muchas
partes, además de Tula, con los p’urhepecha, después las influencias toltecas en Chi-
chen Itzá.
A Tulancingo se llama hmu y Tula, Damu, es decir lleva el nombre de lo que
otros llaman Quetzalcoatl, donde está dando la palabra, el guía, el que va adelante,
ahí es donde el Damu se convierte en piedra. En San Idelfonso, Hidalgo, le llaman
mundahi, es el mismo como una visión que desaparece en el aire. Es el mismo yo-
gui.
Algunas gentes de antes para permanecer para la eternidad se convertían en
piedra, por ese motivo es el lugar de las piedras que hablan. Los huema, también
conocidos como los gigantes, se convertían en yogui. Para Octaviano y doña Toña,
ihuhu de Veracruz, somos piedras que volvemos a reencarnar en algo. Por el terri-
torio otomí están distribuidas las piedras que fueron antiguas, en lugares como el
arenal, los monjes, en Querétaro y Mayonikha, los ñado.
Los ancestros otomíes después de haber peregrinado, dejaron sus memo-
rias en la pintura rupestre, el petrograbado y en los centros arqueológicos. En la
pintura rupestre podemos apreciar los tres colores: rojo, negro y blanco, expresión
trinitaria del color; sin que sean los únicos, como los siete colores del arcoíris. Ahí
dejaron plasmadas sus ideas, y su imaginación. Hasta hoy los badí de la Sierra Ma-
154 Sentipensares: el co-razon-ar de las filosofías amerindias
dre Oriental recortan en imágenes con las manos hacia arriba lo que aparece en
pintura rupestre en varias partes, abunda en el semidesierto de Hidalgo, Querétaro,
Guanajuato y muchos otros estados.
Al explorar el Valle actual de México, Mondö, se impresionaron al ver el gran
lago, entonces llegaron por el oriente, por lo que ahora es Ecatepec, en San Pe-
dro Xalostoc colocaron una piedra; iniciaron una caminata alrededor del lago para
comprobar si este no era mar. Al paso del tiempo llegaron donde habían colocado
la piedra y de ese modo verificaron que era un lago. Así, junto con los otros pue-
blos fueron los primeros en habitar el Valle de México. Algunos historiadores to-
man como origen de poblaciones del Valle de Toluca al explotar el Volcán Xitle.
Su peregrinación ya contaba con un camino muy largo.
Hay evidencias de la relación de los ihuhu del extremo oriente, en la Sierra
Madre Oriental con los ihuhu que habitan junto a la ciudad de México. La pregun-
ta que los historiadores no han resuelto y no resolverán de acuerdo a los proce-
dimientos que utilizan, es una parte pequeña de la gran incógnita que aquí se res-
ponde por la tradición oral. Es evidente la relación ancestral entre la variante lin-
güística otomí de la Huasteca con los ihuhu de Huixquilucan, Ocoyoacac, Lerma.
En medio de los ya mencionados territorios ihuhu, están las variantes lin-
güísticas Ñahñu, del Mezquital, Hidalgo y los ñatho del Valle de Toluca. Muchas
preguntas quedan aún pendientes, por ejemplo, ¿por qué los ihuhu que habitan cer-
ca del Distrito Federal o de la Ciudad de México, no se convirtieron en variantes
lingüísticas y se hicieron parte de la variante lingüística ñatho? como la más próxi-
ma a ellos.
La tradición dice que los ñatho, los otomíes del Valle de Toluca, Michoacán,
parte de Querétaro y de Hidalgo, fueron la octava generación en algún lugar de
donde están o estuvieron, colocaron la octava piedra. Siguiendo la lógica de la pe-
regrinación puede que al llegar a México, Mondö, y después de haber explotado el
volcán del Xitle, los otomíes hayan caminado hacia el Valle de Toluca y más al oc-
cidente y norte, fundando la variante lingüística ñatho.
Los otomíes de Texcatepec, Veracruz, de acuerdo a la distribución ya plan-
teada, pudieron haber regresado a la Sierra Madre Oriental. Hay historias parecidas
entre el Texcatepec, Hidalgo y el municipio del mismo nombre en Veracruz. Lo
mismo los que habitaron más al norte desde Texcatepec, Veracruz, hoy un pueblo
lleva el nombre de Texca Chiquito en el municipio de Tlachichilco.
En la invasión francesa de 1850, se quedaron varios en la zona otomí de
Hidalgo en la parte Huasteca de la Sierra, en lo que es San Bartolo Tutotepec, los
franceses se hicieron otomíes y hoy es una población considerable de otomíes
Tomo II. Filosofías mesoamericanas 155
blancos. Sus vecinos del lado de Veracruz, en algunas partes son los mestizos los
que lideran la costumbre y la mayor parte de ihuhu, no los sigue, ya abandonó las
ceremonias.
La tradición cuenta que no solo en el extremo norte de América, el Golfo
de México, centro, sur y centro norte poblaron los otopames, también estuvieron
en el actual territorio maya y al sur de América. Nuevamente la tradición oral enla-
za entre las cataratas de Niágara y las del Iguazú, como ámbito y paisaje habitado
en un tiempo antiquísimo por los otomíes.
El punto, es una meta establecerlo por lo menos unas cuantas veces en la vida para
el otopame. Es un gran reto determinarlo. En la tierra, un punto puede mostrarse
en un venero de agua, de ahí, producto de agua subterránea, emerge del suelo, lue-
go sigue un curso, que se juntará con otros cuerpos de agua, hasta conformar un
gran río cuando ya se encuentra en la antesala del mar. Los otomíes tienen al vene-
ro y al agua como puntos indispensables en la ceremonia, el agua en casa, el agua
donde se toma para beber, el agua para sus animales, el agua atmosférica.
Aparece en un punto, viaja al mar, luego los otopames esperan el regreso
del agua vía aérea, en forma de nubes para alimentar el punto. El venero. Kha nde-
he, como dicen los otomíes y pames, “el agua sagrada”. Es evidente su necesidad y
presencia en los hogares, los cultivos, los pastizales etcétera. Mayo y abril, son los
meses en que escasea, desde los otopames: matlatzincas, tlahuicas, otomíes, maza-
huas… que van al volcán de Toluca, Xanthe, hasta los otomíes cercanos al Golfo
de México, acuden ceremonialmente a la montaña para petición de agua. El calor
de esos días provoca su escasez, pone en peligro los hatos de ganado y los cultivos,
disminuye la disposición para consumo humano, los árboles no disponen de fruta
regularmente. La vida se tambalea en esas épocas del año.
Por eso los otopames en cada punto ceremonial, aunque sea cristiano o ca-
tólico, buscarán que esté dotado de un manantial, cuando van a visitar a la Guada-
lupana a México, van a sus aguas, lo mismo con la virgen de San Juan de los Lagos
y en muchos otros puntos, como en Chalma.
Buscar el punto y dar seguimiento en su camino, movimiento y acto. Es el
sentido de la vida del otopame, a cada paso en el camino siempre hay oportuni-
dad de aprender, Okha, ofrece esa oportunidad, para removernos, desechar cosas
no funcionales. Es decir es el acto, y no el pensamiento, lo que guía los pasos del
otomí y otopame.
156 Sentipensares: el co-razon-ar de las filosofías amerindias
Al correr el agua encuentra a su paso otro cuerpo de agua que corre, los dos
cuerpos se encuentran en un punto en un tercer espacio, para formar un solo cuer-
po y seguir su camino. Es el trabajo, el acto y la cotidianidad del otopame, se hace
ayuda mutua, porque no solo se realiza para dos partes involucradas, son pensando
en un tercero, como el ayni en los aimaras.
Buscar nuestro punto, nuestra morada y habitar en la tierra, es una labor de
búsqueda de conexión, de interrelacionarse, de consulta con los jefes, espíritus del
cada centro. Cada punto tiene guardianes. Es necesario consultar con cada guar-
dián de cada lugar en la tierra, con el fin de saber su anuencia o no, para construir
su habitación.
Habitar en la tierra, es habitar en el cosmos, es una tarea de constante in-
terrelación con todo lo que nos circunda en todas direcciones, los otopames an-
tiguos estaban en comunicación con todo, y si algo entorpecía su vida era porque
algo debía componerse. Si una plaga entraba a su cultivo, potrero, casa o a su cuer-
po una enfermedad, los otomíes dialogaron y aún hay quien lo hace para retirar lo
que daña. Los que pregonan la sustentabilidad están totalmente ajenos a esa par-
te, puesto que además de desconocerla, no está dentro de su cosmogonía. Si una
plaga de cogollero ataca su milpa, entonces hablan con ella para que abandone el
cultivo, si alguien hace daño a otro, pueda que hable con animales del bosque para
que entren al cultivo de quien provoca daños, para que se coman su cultivo. Se
hace hincapié nuevamente en el acto, un acto espera otro acto.
Volviendo al agua y su configuración del mundo, el movimiento del agua
dibuja su territorio o su tierra natal, las nubes recorren desde los grandes cuerpos
de agua hacia las cimas de las montañas, forman la casa, ngui (la nube). La ngu, la
casa, la sombra, nxui, de la vida. Sin la circulación del agua en sus distintos esta-
dos físicos distribuida en su dinámica espacial, la vida otopame no sería posible
así como la de ningún humano. Los otomíes dicen en sus ceremonias, llamamos
el agua nosotros y llegará para todos, aún los no otomíes, o los que no creen en su
modo de vivir.
Los pames hablan de un trueno grande y varios truenos menores y los ihu-
hu, hablan también de un trueno grande. Ambos relacionan al trueno con Dios. La
vida está influida por el trueno, cualquier acto de la cotidianidad y sus consecuen-
cias, se interpreta para el otopame como resultado de sus acciones. La caracteri-
zación por colores, temperaturas que a la vez, se relacionan con animales, plantas
relacionadas al mismo arquetipo numérico, el tres.
Las nubes, ngui, son la casa atmosférica que brinda la salud, la vida, la frescu-
ra a los seres en el planeta, ellas tienen clara su distribución y su comportamiento
Tomo II. Filosofías mesoamericanas 157
tanto las que se trasladan desde el Atlántico, como las del océano Pacífico. Por eso
los huicholes viajaban grandes distancias para encontrarse con sus hermanos oto-
míes para invocar juntos las nubes del Atlántico, desde el occidente hasta el cen-
tro de México. Cuestión que comparten los otomíes orientados a las vertientes del
Golfo, con los otomíes de las vertientes del océano Pacífico.
Ngui es la sombra, la casa, ngu, por eso el humano recibió la encomienda de
guarecerse desde los tiempos en que habitaba en cuevas, riscos, hasta en nuestros
días que se hace en casa, en los últimos tiempos adquirió con más precisión los
elementos que debe considerar para su morada. Buscará primero el centro de la
habitación para de ahí planear las orillas.
En el centro estará el fuego. Una piedra al norte, otra al sur y una tercera
al occidente. El oriente quedará sin piedra, en frente de él quedará la puerta de la
habitación. Alrededor del fuego se asegurarán otros utensilios: el molcajete de tres
patas, el metate de tres patas, el banco de tres patas, entre otros muebles y arte-
factos.
El fuego en el centro regulará el frío y el calor de hogar. El frío es enferme-
dad, lo caliente también. El centro deseado es el fresco. Si alguien enferma, bus-
carán la estabilidad de su cuerpo, buscarán el fresco. Si es por calor lo tratarán con
plantas frías y rematarán con plantas frescas para buscar su estabilización. Si pade-
ce frío, será tratado con yerbas calientes, luego lo estabilizarán con plantas frescas.
La infección al centro tal vez haya sido provocada por la desestabilización
de este en su milpa, del corazón de la montaña o de otro centro. En la distribución
del cuerpo, hay tres partes: la baja, de la cintura hacia abajo, ligada al color negro;
de la cintura hacia arriba está el color rojo (la conservación de una buena vista ten-
drá que ver con no dejar de refrescar con hierbas frescas la cabeza); el centro está
en medio del cuerpo, es de color blanco.
El primer número es el cero, xayhu. Lingüística y estructuralmente xa, es lo
fresco, la brisa, lo saludable, la medicina agradable. Yhu, es por ejemplo, la base
del cuello, la transición de la cabeza hacia el cuerpo. El principio, el comienzo, la
transición. Está relacionado con xumi. Esto designa un momento de transición. El
crepúsculo, es eso, no es día, tampoco es noche, es el paso del día a la noche. El
amanecer es otra sombra, la transición de la noche al día.
Al escuchar, dice un informante, de inmediato lo relaciono con mi cabeza,
el centro de ella es un punto clave haciendo referencia a mi frente No en la par-
te superficial sino en el interior de la cabeza, donde está el cerebro, el centro de la
cabeza. Para decir mitad es la misma palabra. Cuando se hace referencia a la mitad
158 Sentipensares: el co-razon-ar de las filosofías amerindias
de algo en alusión al centro. Cuando decimos made nihni, nos referimos al cerebro
de la comunidad, al centro. Made es la parte medular de un objeto o de un espacio.
Las cuatro esquinas de un pueblo, no se orientan al norte, sur, este y oeste.
Los puntos quedan en la parte intermedia de los cuatro rumbos. En el centro, mar-
ca el quinto punto, el más importante. Si se enciman los cuatro rumbos ahora ten-
dremos ocho rumbos y el centro será el noveno punto. Hay otros centros, por el
momento no se mencionarán. Las cuatro esquinas, las intermedias entre rumbos,
son los espacios más significativos, no solo para otomíes, también para muchos
pueblos americanos. No existen los cuatro rumbos como los principales. De esta
forma se mostró la distribución espacial del cuerpo, el cosmos, la casa, para estos
fines será suficiente; porque faltan otras geo-referencias simbólicas.
La otra versión sobre otomíes, la dominante, la de escuela, la que usted ama-
ble lector, encontrará sobre el indigenismo es la llamada dualidad o mitad para los
otomíes. Al utilizar made como mitad no se está haciendo uso correcto del térmi-
no, solo lo relaciona el hablante con la parte superficial e inmediata de lo que esté
hablando. Al decir mäde se utilizan dos palabras, mä y de. Al decir solamente dé, sí
se refiere a la mitad. Al decir mäde, al unir o utilizar las dos palabras, no significa
mitad sino centro. En la cotidianidad se puede escuchar entre pláticas made, made,
mitad y mitad o medio, medio. Es porque en las lenguas indígenas aún no hay la res-
ponsabilidad para reflexionar si lo que se está diciendo está bien. Como en la deri-
va, esto apenas se está reflexionando para tratar de ordenar y que no ocurran este
tipo de errores al hablar o de confundir un concepto con otro. El escritor cuida, lo
que comunica por escrito, las palabras utilizadas que realmente correspondan en-
tre lo que se pretende decir y el contenido del concepto.
Pese que a Okha, Dios, se le concibe como padre y madre, domina lo femenino en
su substancia central. Así gobierna a padres, madres e hijos, de todas las criaturas
del mundo. La Gran Madre creadora de todo, tiene su predilecta en la Madre Tie-
rra, la jefa más grande, después de ella. En ningún momento trata de anular como
en occidente, a los demás, siempre está en busca de la colaboración, el consenso,
la armonía.
En el centro de México y en todos los lugares donde habitaron y viven ac-
tualmente los otomíes se adoró a la Gran Madre, el 22 de diciembre, que coincide
con el solsticio de invierno del 20 y el 23 de diciembre todos los años en el hemis-
ferio norte. En sus construcciones antiguas legadas para nosotros como Cuicuilco
Tomo II. Filosofías mesoamericanas 159
El agua
¡No sería nadie sin los cerros!, exclama un badí en la Sierra Madre oriental, solo los
iniciados tienen entendimiento con las montañas, ellas les dan su respaldo, su po-
der, guían sus pasos, en el interior de la Sierra como en cualquier parte del mundo,
antes de salir de las montañas piden permiso y su protección. Cuida a este -tu hijo
o hija que se dirige a otra parte, haz que logre a lo que va y regrésalo alegre y cómo
se fue, o mejor. Son algunos de los rezos a las montañas.
En las cimas viven los hijos e hijas de la tierra, la semilla, el agua. El agua
es la hija de la tierra, en la cima de las montañas, se encuentra su residencia para
los badí que la invocan, los otopames de la Huasteca, ubicada principalmente en
la Montaña de Chicontepec, la Madre está en Mayonikha; hay otras montañas de la
Sierra Madre Oriental, Hidalgo dónde está la xumphe, incluida en esa área la zona
otomí de Tulancingo, El Napateco. Para los del Valle de Toluca, está el Volcán de
Toluca, La Verónica, el Cerro de las Campanas, El Jocotitlán, El Cerro de Acam-
bay, otros lugares en Michoacán, como en Donaciano Ojeda, las cercanías a San
Felipe Los Alzati. En el Valle del Mezquital, está la Montaña de Bospí, El Texcatl, El
Altépetl, El Xicuco; en Querétaro y Guanajuato la montaña del Zamorano. En los
otomíes, ñuhmu, de Tlaxcala está la Montaña la Malinche y los volcanes cercanos.
Tomo II. Filosofías mesoamericanas 161
En Tolimán y Querétaro, está la virgen del Xakha, que hasta hoy se le relaciona a
esa princesa chichimeca, con los veneros y el agua.
Hay una gran cantidad de veneros, lagos, lagunas, ríos, y el mismo mar del
Golfo y parte del Pacifico, que es lugar ceremonial también de los otopames. Au-
nado a una gran cantidad de cuevas, riscos, acantilados, donde ofrendan también.
La sirena o xumphe, en sus paisajes más poderosos donde están los mandos
mayores, es muy fuerte, no a cualquiera le es permitido arribar ceremonialmente,
solo los más fuertes, la gente de más poder sube y se entrevista con ella.
Solo quien tiene el espíritu de chamán y guerrero, se enfrenta con gran co-
nocimiento, voluntad y firmeza. –Tengo planeado dar una lección a mis hijos, dice
en sus revelaciones el espíritu del agua –Vengo con el copal, la vela y la comida, al
frente para que si no es suficiente, me hagas a mí, lo que planeas para los otomíes
–dice un badí en ceremonia, en la cima de una montaña. Responde –¿tú estás dis-
puesto a responder con tu propia vida los errores de otros?, -estoy dispuesto, res-
ponde el chamán. –Entonces pasa, las puertas están abiertas para ti.
No solo el valor, la decisión y la voluntad bastan, el chamán cuenta con una
preparación, lleva completa su ofrenda a la montaña. Se entiende con las monta-
ñas y son pocos los destinados o marcados para esa misión. Tendrán el poder para
llamar al agua, detenerla si es torrencial, para los truenos, predecir el tiempo, ver
las señales del tiempo en la vegetación, los animales, en el viento, en el cosmos y
en la atmósfera.
Para un otopame con las anteriores características, no habría hambre en el
mundo, si el agua se hiciera presente en forma oportuna para los cultivos, los pas-
tizales, los frutales y en general para toda la vegetación. El culto al agua se ha dis-
minuido, lo que trabaja la gente presenta mayor dificultad que antes, por la escasez
del líquido.
Hay profecías en torno a la disposición de agua en el futuro. Lo que hoy es
abundancia de agua, donde uno puede zambullirse en lagunas bañarse y nadar, en
el futuro, el baño será solo con unas cuantas jicaradas. El otomí y el otopame re-
cuerdan en cada ceremonia el respeto y cuidado al agua, para que no los castigue
con lluvias torrenciales, ventarrones, granizadas, sequías, escasez de alimento, de
forraje, enfermedades, entre otras consecuencias que puede traer.
En cuanto el espíritu del agua ordena peregrinar, ofrendar y comunicarse
con ella, debe el badí realizar su tarea, la gente debe estar atenta a su llamado y lo
está en una proporción de la población; otra parte ha cambiado por el modo de
vida deseado por el país y este a la vez vive con los patrones de vida occidental.
162 Sentipensares: el co-razon-ar de las filosofías amerindias
Las aguas están ligadas a los colores rojo, negro y blanco. El blanco relacio-
nado con el agua limpia, el rojo y negro con el agua sucia. Éstas aparecen en ce-
remonias en diferentes fases del ritual. Se recorta su figura o su sombra de color
según corresponda la fase ritual: al principio se le relaciona con rojo o negro, des-
pués con el color azul o blanco.
Muthe, para algunos es la deidad del agua, para otros es la creadora de la
vida, lo femenino, su compañero es mutho, lo masculino. También la última pala-
bra significa pirámide, la pirámide tiene dos partes y tiene dos palabras, la parte de
arriba y abajo8.
El fuego
Es uno de los tres jefes que integran la trinidad, es un gran civilizador, en mayo 2
y 3 se celebra el año nuevo con fogatas, en el Valle de Toluca, son ceremonias liga-
das a la humanidad. El fuego hizo y sigue estando presente en la humanidad, sigue
en las hogueras en todos los hogares, aunque sea de forma distinta, ahora provo-
cado por gas u otras energías.
El fuego otopame como Madre del fuego y padre hace presencia ante sus
hijos: la gente, para disponerse a su servicio. En los fuegos sagrados se colocarán
ceremonialmente tres piedras. Las piedras son símbolos de los humanos. Colocar
tres piedras es como poner de guardias a tres humanos. Al centro de las tres pie-
dras está el centro, made, es el número y símbolo cuatro.
El centro madé del fuego, es una alusión a una de las categorías centrales
para abordar el pensamiento otopame. El centro del pueblo, made hnini, es el lugar
donde entre otras cosas, se hace arder el fuego en tiempos ceremoniales, lo mis-
mo en la casa y la ubicación del fuego de acuerdo a la arquitectura otopame va co-
locado al centro de la habitación para que la hoguera dé forma al hogar, en torno
al fuego se distribuían los demás objetos, incluidos los lugares para dormir; algu-
nas casas conservan esa forma y distribución de la casa con el fuego ubicado en
el centro.
En torno al fuego se colocan aún en forma circular para ofrendarle, es uno
de los tres sitios donde obligadamente, los ihuhu y otros otomíes se detienen a re-
zar, ofrendar y danzar. Esto ocurre en las casas donde se realiza la ceremonia. Para
realizarse, a diferencia de los otomíes del Altiplano mexicano, no hay fechas pre-
establecidas o calendáricas, cuando el badí recibe la orden tendrá que hacer la cere-
monia o cuando la comunidad así lo necesite.
Los oratorios del fuego están en varios lugares sobre todo en la Sierra Ma-
dre Oriental, en santuarios como Mayonikha, hay un santuario del fuego, entrando
al lado izquierdo, su vestimenta es color rojo, aunque los recortes que realizan los
badí son de papel revolución frecuentemente son para representar al espíritu del
fuego, hay quienes colocan al fuego con los colores que le corresponden. Los co-
lores del fuego son el rojo, para el fuego dañino, como son un incendio, una que-
mazón forestal; otro es el fuego negro, dañino igualmente. El tercero es el fuego
blanco, es un fuego para sanación.
Otro elemento que es parte del fuego es el humo. En las ceremonias no fal-
tará el humo de copal, copalear hasta los santos católicos como una forma de lim-
piarlos, a los humanos, a los objetos. Está presente en las tres limpias: roja, negra y
blanca. Es el medio de comunicación con otras entidades, como el espíritu del río,
la montaña, la casa, de determinada sombra o espíritu humano.
El badí, diagnostica sobre la sombra del paciente con el auxilio del fuego.
Coloca humos de copal frente al médico otomí, luego coloca una vela frente al
humo. Procede a hacer la lectura de los cuerpos, dice al paciente qué le pasó; a
consecuencia de qué tiene determinado mal y cómo puede tratarse. El viento da
forma al humo y mueve a la luz para diagnosticar el estado de salud del paciente.
Una estudiosa de Estados Unidos cuando la llevé a ver un badí, se impresionó tan-
to frente al diagnóstico de los humos del copal y la vela del badí y que le hubiera di-
cho el resultado de su diagnóstico; que seis meses atrás se había accidentado y que
producto de ese accidente tenía dolores en determinadas partes del cuerpo. Ella
en seguida le pidió que le enseñara. Él contestó que no se enseñaba, se adquiría la
habilidad y poder, que él había nacido así.
Las formas medicinales de curar, diagnosticar y tratar seguirán impresio-
nando a la cultura occidental y otras culturas. Hace unos años médicos chinos acu-
dieron a los otomíes para entrenarse en la curación con el fuego, cuando vieron
el poder del fuego para curar las enfermedades y el entendimiento de los otomíes
con el fuego, ellos expresaron que pensaban que la civilización China, era la que
más sabía del fuego. El uso de él para cura de moxibustión y otras terapias. Diri-
gen la energía del fuego hacia la enfermedad como gran habilidad de los otomíes.
Curar con el fuego seguirá siendo una de las misiones en este mundo a car-
go de los otomíes, su manejo en el temazcal junto con las hierbas, el vapor se se-
guirá ofreciendo para seguir sanando a la gente.
164 Sentipensares: el co-razon-ar de las filosofías amerindias
Entre los ñatho del Altiplano, sobre todo del Valle de Toluca, el temazcal es
una institución que resguarda la cultura, utilizado para el saneamiento social, si al-
guien perjudica a los pueblos se le somete a consejo ante el temazcal, y ahí tendrá
que jurar ante el fuego su compromiso de reinserción social.
Mientras el calor del fuego y los vapores se dirigen con el ojeador hacia un
niño y se mezclan los vapores del temazcal con los soplidos del temazcalero para
tratar a un niño, se le entonan canciones o consejos –tú eres importante para la co-
munidad, no te dejes vencer por estos males, luego hablan con la enfermedad y le
piden abandone el cuerpo donde parasita o se hospeda, y vaya a otra parte.
Se ofrenda directo al fuego con comida, bebida, hierbas, sobre todo en luga-
res muy alejados de las ciudades. Fuimos invitados una comisión de otomíes para
un intercambio cultural con varias culturas nativas de Estados Unidos y ahí los na-
vajos ofrendaban monedas de dólar al fuego. Los ihuhu de la Sierra Madre Oriental
dan monedas como una forma de limpiarse, luego las tiran lejos. Hay lugares don-
de hay muchas monedas en oquedades de piedra y los mestizos irrespetuosos van
a recoger el dinero y la ofrenda, como vinos y comida.
Los fuegos negro, blanco y rojo, están presentes en las ceremonias de los
otomíes, sobre todo los serranos, en Mayonikha está un santuario al fuego, se le
corta su figura, o sombra, se le viste de rojo, con indumentaria como si fuera hu-
mano, con todos sus ajuares que utiliza tanto en la cotidianidad como en momen-
tos especiales un ihuhu de la Sierra.
Tenemos que entender que Damu existe, que anda entre nosotros, que nos acer-
quemos a él, para tratar de hablar ihuhu para que nos entienda. Damu anda en todo
el mundo, normalmente resucita a la gente. Es cierto que resucitó. Puede que se
haya metido en una persona y que se hable con él. Damu estuvo con el niño Jesús,
al nacer y le dio los medios. El Damu le da sus enseñanzas, porque Jesús era badí,
porque no da completa la sabiduría, solo una parte. Cuando lo crucifican, él ha-
blaba como hablaba Damu, cuando él dice yo soy hijo de Dios, comete un error,
para ver si se salvaba de quienes lo tenían. Entonces es cuando le preguntan si era
el rey, contesta que sí, entonces el rey que tenemos aquí de quién es, donde está tu
reino. Él contesta que está en el cielo. Se refirió al otro lado del mundo, arriba. Ha-
bló maya –el que crea en mí se va al paraíso, era América.
Todo el continente americano representa a la Madre de todas las madres, la
tierra sobraba, no había necesidad de pelear por la tierra, se acababa el alimento y
Tomo II. Filosofías mesoamericanas 165
se iban a otra parte donde había. Él, Damu, los trajo a América, pensando que con
respetar, querer al próximo con eso era suficiente, era Jesús no era el hijo de Dios,
cruzaron el mar, síganme y llegaron a donde está su imagen de Damu, en Centro-
américa, en el Caribe.
Llegaron después de 1500 años porque se conservaba el mandato en las
casas ricas. Porque los espíritus, las almas no mueren, se conservaban en una di-
mensión, la vida está en una dimensión, los muertos están en otra dimensión, los
ángeles, arcángeles y querubines, los chaneques ellos están en una dimensión, los
duendes, ellos están entre nosotros, solo algunos los ven.
En la tradición ihuhu se reivindica la pertenencia de Cuauhtémoc al mun-
do otomí y se vincula al pueblo con la tradición tolteca. El Chac Mool de Tula es el
Damu, las columnas son la gente. Tiene las manos con las palmas hacia arriba di-
ciendo pidan lo que quieran. Es el mismo Damu, en Centroamérica platicando con
la gente, las islas. Su postura quiere decir que no vas a poder pasar allá arriba sino
es por medio de mí, arriba es el templete. El mensaje es que para que llegues a
ser como los gigantes que están ahí, tienes que pasar por mí. Eso ha estado ocul-
to por miles de años.
De ahí se forma el grupo y se fueron a Yucatán, ahí hacen lo mismo y for-
man otra ciudad que es Chichén Itzá. Una réplica de Tula. El Damu cuando ter-
mina su tiempo de enseñanza se convierte en piedra maciza en Tula. La línea que
deja marcada Damu, es Tula, Chichén Itzá y su imagen de tierra emergida que llega
hasta el canal de Panamá.
Quetzalcoatl, se representa como serpiente, para los ihuhu es el camino. En el
camino, asociados a las plantas de poder, los otros pueblos llegaron a conocer la
mariguana y la amapola. Los ihuhu descubrieron la Santa Rosa, al tomarla o mas-
ticarla; se elevaron con su pensamiento como el águila, de la serpiente de abajo al
águila de arriba, el pensamiento. A la llegada española estaban los ihuhu con caras
de jaguar, los guerreros, dispuestos a la confrontación y los que portaban cabezas
de águila, los que aspiraban al conocimiento como Cuauhtémoc. Hasta hoy al ti-
gre, jaguar se le llama phuni, el nahual. Jahua, nombre del jaguar, es decir aquí está,
o también, zaté, las tres formas de nombrar el jaguar. El badí, prefiere los espíritus
de águila o león, puma.
Los badí de la Sierra Madre Oriental ven a Damu como el jefe de las semillas,
como una de sus atribuciones. Mudetha, el jefe del maíz, mujh, el jefe del frijol, mu´í,
el jefe de los chiles, entre otros. Mu preside toda la producción, la vegetal, todas las
semillas. La animal, la reproducción de todo el ganado y la humana.
166 Sentipensares: el co-razon-ar de las filosofías amerindias
Interrelaciones
Los pueblos otopames son naciones originarias de América que la nación mexica-
na logra opacar con mucha dificultad. Sería recomendable un nuevo pacto nacio-
nal para que México promueva y conserve diversidad sin la sombra paternal del
occidente. Las creencias, las instituciones. El modo de vida debe incorporarse a la
vida del país.
El pensamiento otopame ofrece al mundo y a México otro sistema de pen-
samiento, una nueva filosofía. Que bien puede ser considerada por el mundo, el
ánimo de buscar la salud humana y el saneamiento social. Las bases de su pensa-
miento es un acervo resguardado por los pueblos que aún no se ha dado a conocer.
Lo fuerte de los nativos americanos sigue estando en las plantas, a los otros
se les ha proporcionado poco conocimiento. Una de las plantas que se le dio a co-
nocer a los españoles es la marihuana, algunos le dice Mariana y es la misma gua-
dalupana de cinco hojas y de cinco pétalos. Según los otopames la planta se que-
ja –ahora ellos me quieren destruir, después de haberlos hecho tan inmensamente
ricos y se equivocan porque será más fácil que ellos terminen primero. También
expresan su inconformidad por haberla vendido a los chinos. La planta que no fue
dada a conocer fue la Santa Rosa, tiene siete hojas, para ellos es la planta reservada
para la comunicación con el entorno. Son tres plantas hermanas, la marihuana, la
del poder menor, le sigue la amapola y la más fuerte es la Santa Rosa.
En lugar de la razón y el conocimiento los otopames iniciados practican la
aspiración. El espíritu, ndahi (ntãhi), es la conexión con el entorno, la que muestra
el camino. Cuando corresponde, según el otopame, uno es llamado por el espíritu.
El espíritu es la guía, uno no va, no camina donde uno quiere, sino donde lo lleva
a uno el espíritu. Okha anda arriba, donde vuela Dokha, el ave, que se mueve con el
viento y como el viento. En Tzicatlan, Veracruz, un ihuhu dijo –Okha anda al lado,
atrás, delante de ti y tú no lo ves, es como el viento.
Sé parte de la piedra, do, es la antigua. Algunos badí, las tienen en su casa,
las tienen en los altares, se comunican con ellas, otras están petrificadas como el
mismo ChacMool que es el Damu petrificado. En sus desplazamientos algunos ihu-
Tomo II. Filosofías mesoamericanas 167
hu son interceptados por las piedras que les hablan, algunos las llevan a sus casas,
otras piedras fosilizadas como peces se les relaciona con el agua. Al morir los oto-
pames de la antigüedad y los actuales creen que se convierten en piedras y luego
hablan a los vivos aptos para recibir su mensaje.
Para los otomíes lo que los aztecas no recibieron como información con-
creta es que el águila debería estar parada sobre una piedra. Luego, dokha. El ave
posaría sobre la piedra y sería a la vez Okha, Dios.
Okha impregna con su espíritu a mokha, el sacerdote, quien tiene la facultad
de comunicarse con makha Damu; y este a la vez comunica el deseo de los huma-
nos a Okha.
El creador y el universo Ximhoi, es la parte donde vive Okha, es el más im-
portante. Se le relaciona con lo alto y a la vez es el ámbito de la atmósfera, las nu-
bes, los truenos y toda la actividad meteorológica, literalmente se le traduce como
la piel de la tierra. En torno a la piel hay una gran cantidad de significados (ver Pé-
rez Lugo, 2007) para quienes quieran seguir abundando sobre esto. Ximhoi, está en
uno de sus santuarios en Mayonikha, aparece en la parte más alta del centro cere-
monial, conocido como centro arqueológico. Está en la selva y sigue siendo visita-
do en forma ceremonial por los ihuhu en abril y mayo, principalmente.
Le sigue a Makha Mbe, la Madre, para algunos la forma antigua de deno-
minarla es Mu hoi; para otros y esto es más certero Muhoi, es el jefe de la tierra y
Makha Mbe, es la parte femenina, sus hijos son lo que produce la tierra: las plantas,
los animales y la humanidad, entre otros elementos.
Aparece en tercer lugar, Muthe, es la jefa del agua; Damu es la parte masculi-
na, para otomíes de San Pablito Pahuatlán, Puebla y de Texcatepec, Veracruz. Sus
hijos son los ríos, las lluvias, las lagunas, y todos los cuerpos de agua. Se acude a su
visita principalmente al cerro, la montaña es el lugar indicado para la ceremonia.
La preferencia por habitar la montaña está registrada entre otopames desde tiem-
pos antiquísimos.
Los tres jefes están presentes en las ceremonias de la Sierra Madre oriental.
La tierra, el agua y el fuego. Nos hemos referido a la tierra y al agua, el fuego, ocu-
pa el tercer lugar, no figura mucho, es creación humana, se le relaciona con el sol.
El aire y el viento no aparecen como se ha hecho creer, dentro del conjunto
trinitario. Por eso no es fundamental en la existencia razonar, aspirar es una forma
de saber vivir, como saber adquirir el aire para los humanos y otros seres. El bebé
lo primero que hace al presentar en la vida es adquirir el aire, respirar. Luego sigue
con el consumo del líquido, agua, en tercer lugar la comida sólida. El viento lleva
168 Sentipensares: el co-razon-ar de las filosofías amerindias
y trae mensajes, un badí, chamán o médico tradicional pide al viento lleve sus men-
sajes a la montaña, al mar, a las nubes, a los lugares de poder, como el Mayonikha.
El aire y el viento no aparecen en las deidades más grandes, porque el orden
del mundo no es cuaternario, es tridimensional en los otopames.
A la llegada de los europeos se trató de evitar la colaboración entre todo en
el cosmos y su modo de vivir individualizado se proyecta a su representación sa-
grada en forma individual. Los otomíes de la Sierra Madre Oriental, tienen la his-
toria que cuando el Dios relacionado con el Sol, el occidental, llegó y dijo que los
demás ya no mandaban, se terminaba su fuero y solo él gobernaría solo el curso
del mundo. Entonces la tierra ya no produjo, el agua se retiró, el fuego se negó a
encender. Al ver esto el Dios solar, dijo está bien todos tenemos funciones y man-
do aquí, sigamos como antes. Y los otomíes ahí siguen con su costumbre comu-
nal ancestral.
Poner como dicen los europeos, al hombre, en el centro del mundo, no es
aceptable para los otopames; los humanos no somos dueños ni de nuestros hijos,
en las revelaciones de un ihuhu de San Lorenzo Achiotepec cuando estaba muy
preocupado por su hijo que trabajaba lejos de casa, se le aparece Okha; entra un
señor a su casa del ihuhu, se veía la sombra que le hablaba en ihuhu y le dice –tú te
preocupas por tu hijo y el día que te mueras, yo soy el que cuida a tu hijo. Tú solo
serviste de enlace, de procreador, yo soy el que lo cuido, lo alimento, yo lo acon-
sejo, déjalo en mis manos. El ihuhu quedó incrédulo de lo que vio y escuchó. Se
le aparece otra vez y le dice que existe, que se presenta y no lo distingue la gente,
lo llaman acude y no lo reconocen. Esta vez era un señor, delgado con la comple-
xión de los ihuhu de la Sierra, bajito muy humilde como que traía un morral. Otra
vez habla en ihuhu –le dice al despedirse “los zapatos calientan los pies, mañana
cuando me reconozcan todos pedirán ponerse mis zapatos”, eran unos huaraches.
Lectura recomendada9
Abramo Lauff, M. (2007). Las patas limpias. Mitos otomíes del sur de Querétaro. México: INAH.
Castillo, A. (2004). Espacios sagrados. Una expresión de continuidad cultural, en Estudios
de Cultura Otopame 4, Facultad de Filosofía, Universidad Autónoma de Querétaro.
Dow, J. (1975). Santos y supervivencias de la religión de una comunidad otomí. México: Instituto
Nacional Indigenista.
Galinier, J. (2009). El espejo otomí. De la etnografía a la antropología psicoanalítica. México:
INAH/CDI/CMCA.
Garret, M. G. (2010), El “cabo de año” de un chamán. Nociones sobre ancestralidad y
chamanismo otomí. Dimensión Antropológica, Año 17, vol. 50, septiembre/diciem-
bre, pp. 108-132.
Jiménez, W. (1999). Síntesis de la Historia Pretolteca de Mesoamérica II. En Boletín de la
Biblioteca Juan Comas, enero-febrero 1999, nº 29, IIA-UNAM. Reedición de original
de 1959, publicado en Cook, C. y Noriega, R. (coord). Esplendor del México Antiguo,
tomo II. México: Centro de Investigaciones Antropológicas.
170 Sentipensares: el co-razon-ar de las filosofías amerindias
Entre los otomíes de Amealco, Querétaro se cuentan unos mitos11 sobre la crea-
ción del mundo. Marcelo Augusto Abramo Lauff recopiló en 1997 y tituló el pre-
sente mito de la manera señalada. Lo compara con el mito nahua de Huitzilopocht-
li, que aquí excluimos junto con otro de los mitos, por motivos de espacio. Todos
los comentarios al mito, desde la introducción, son de él. El mito fue narrado por
Crescencio Román Galindo, poblador de Santiago Mexquititlán, oriundo a su vez
de Zitácuaro, Michoacán.
El Dios y su madre, la Virgen
(mito otomí 1: Zitácuaro, Michoacán: La creación del mundo)
… huían de los Demonios que los querían matar. El Dios todavía no na-
cía, y estaba en el vientre de su madre. Pero podía hablar con ella. Los
Demonios estaban a punto de alcanzarlos, cuando el hijo dijo a la madre:
– Madre, avienta hacia atrás, por encima del hombro, esas piedrecitas
que están por allí.
La madre obedeció, y en ese momento las piedrecitas crecieron tanto,
que se convirtieron en montañas enormes, y éstas se interpusieron entre
los fugitivos y los perseguidores, eso hizo retrasar el avance de los Dia-
blos. Desde entonces existen las montañas y los cerros.
10 Versión de Marcelo Augusto Abramo, quien ha publicado una extensa recopilación de
mitos otomíes.
11 (Nota del autor) Los mitos otomíes de este artículo son tomados del material de mi te-
sis doctoral ‘El principio, el fin y el medio’, 2000, inédita; del libro de Lydia Van de Fliert, Ar
ñäñho hongar zaki. El otomí en busca de la vida, 1988, y de Raúl Guerrero Guerrero, Los otomíes
del Valle del Mezquital, 1983.
Tomo II. Filosofías mesoamericanas 171
Pero luego los Diablos estaban otra vez a punto de alcanzar al Dios y a
su madre; entonces el Dios, desde el vientre de la madre le dijo:
– Madre, avienta por encima del hombro ese pedazo de espejo que está
allí.
La madre obedeció, y el pedazo de espejo se convirtió en un inmenso
mar que separaba los fugitivos de sus perseguidores. Desde entonces
existen los ríos, las lagunas y el mar.
Poco tiempo después los Diablos andaban de nueva cuenta a punto de
alcanzar al Dios y a su madre. Otra vez el hijo dijo a la madre:
– Madre, avienta por encima del hombro esas plantitas que siembran
aquellos hombres.
La madre obedeció otra vez, y las plantitas se convirtieron en un vasto
y cerrado bosque, que permitió que el Dios y su madre siguieran fuera
del alcance de los Diablos. Desde entonces existen los bosques, las sel-
vas y los cultivos.
El Dios y su madre siguieron en su huida, y cada vez que los Demonios
llegaban cerca, los fugitivos creaban algo para que no los alcanzaran. Los
ñöñhu existen desde entonces.
A pesar de los elementos católicos impuestos (el dios, la virgen y los demo-
nios), Abramo señala que hay una matriz precolonial referida a Huitzilopochtli y su
diálogo con su madre Coatlicue, antes de nacer, orientándola para la fuga.12
El relato refiere al origen del mundo o a algunos accidentes geográficos im-
portantes, el origen humano y de los cultivos, indica Abramo. Esa comunicación,
en el mito otomí, transforma el mito tenochca:
Abramo resalta las habilidades extraordinarias de Juan, que van más allá de
las capacidades normales de cualquier otra persona: “elimina los tiempos que de-
ben transcurrir entre las labores de siembra, cultivo y cosecha, y logra que inme-
diatamente después de la siembra el producto esté listo para la cosecha.” Lo que
lo confronta al patrón, quien le propone alianzas, pero también lo somete a prue-
bas extremas y la entrada al mundo sobrenatural, en el que es ayudado por la hija
del patrón. Abramo indica que el humo es “un símbolo inequívoco de la cultura”
(y la niebla es metáfora del humo), y los elementos se ven “expresados por los
objetos espejo-piedras/peine-plantitas/jabón.”
En la persecución, señala Abramo, hay una pareja mítica que huye. La pér-
dida de memoria del héroe, en su interpretación remite a la ruptura necesaria so-
ciedad humana/seres sobrenaturales.
La caricia de la hermana menor, genera conflicto para la alianza y restable-
ce el vínculo familiar de Juan: “la muchacha regresa al inframundo, y Juan perma-
nece entre los humanos. Y esta disyunción definitiva ocurre durante una fiesta.”
Abramo destaca el papel del engaño y la juventud del héroe, el desvalimien-
to y el eslabón con la familia, frente al intento de matar a la madre. Donde, a di-
ferencia del mito antiguo, indica Abramo, en este no había persecución explícita,
pero sí combates que no existen en el mito otomí. Y agrega: “El orden principal
es muy claro en el mito 2: el mundo físico y el mundo mágico no deben unirse.”14
En el texto otomí que hemos presentado, las figurillas de papel se asocian a
Damu, el ser máximo, el jefe. Cada recorte es la sombra de cada cosa, está con las
semillas, las plantas, con los animales y los humanos también. Los badí representan
con frecuencia el espíritu del fuego con recortes de papel.
En los estudios antropológicos, al referirse a los centros anímicos se ha es-
crito que los huesos son el centro en la Fiesta de muertos. En los rituales, la sangre
anima la piel de las figuras de papel recortado. En el mbui residen los principios in-
materiales de la persona-humano-cuerpo: el nzakhi al que refieren las figurillas –de
za (árbol), energía vital kósmica, animal o vegetal– y Ntãhi –”almasoplo”. Nzahki
–similar al tonalli nahua– cumple la función de conexión y acción sobre otros cuer-
pos, voluntades. El nzahki o n’zahki está también en lo no-humano y no es estable
ni definitivo (Garrett, 2010, p. 108), haciendo posible la manipulación chamánica,
14 Fuente: Abramo, Marcelo Augusto. (2013). El muchacho /Juan/Dios. ¿Un Huitzilopochtli
otomí? Una aproximación estructural a tres versiones actuales del mito prehispánico. Recuperado el 22
de Marzo de 2013 en: http://www.dimensionantropologica.inah.gob.mx/?p=976
Tomo II. Filosofías mesoamericanas 175
Figura 16. Mapa de las llamadas naciones chichimecas en 1550, en Nueva España.
176 Sentipensares: el co-razon-ar de las filosofías amerindias
a
Figura 17. Representaciones de nzahki en figurillas de papel y la estrella de ocho puntas15
A) Señor del Relámpago; B) Señor del Trueno; C) Señor de Moctezuma; D) Arco Iris; E)
Sirena Mala; F) Señor del Nagual; G) Trompa de Toro; H) Trompa de Caballo
Los cuatro rumbos del norte, sur, este y oeste no son lo central, sino los
puntos que quedan en la parte intermedia de los cuatro rumbos. El centro, marca
el quinto punto, el más importante y es a la vez el noveno punto.
15 Fuente: García Téllez, Alfonso Margarito. Libro de curación de antigua, ceremonia religiosa
contra la brujería. Alfonso Margarito García Téllez ed.: San Pablito, Pahuatlán.
Capítulo 9
Ometeotl, macehualidad y toltecayotl:
la filosofía nahua 1
En algunas culturas puede haber un “alma” derivada de recibir un rayo. O el “alma ecáhuil”
de un antepasado homónimo que pasa al bebé que lo reemplaza al tomar su nombre. Hay
“almas transitorias”. En la muerte hay almas que se reintegran a su fuente, otras que vagan.
Otras se hacen conductores de meteoros. Los centros anímicos se relacionan también con
el tonal/nahual. El “alma animal” que es enviada desde el Monte Sagrado para acompañar
al nuevo ser y que le da su carácter. En el llamado Códice Laúd (Mictlan) aparece un dibujo
en que se representan la corporalidad viviente de tonakatl (“nuestra carne”) haciendo refe-
rencia icónica a esos centros anímicos y a los órganos, a las fuerzas que salen de ellos y en
el caso del tonalli a la facultad, que se integra con su contraparte del nahual. De acuerdo a
Yuribia Velázquez, a partir de etnografía de la Sierra Norte de Puebla, remite al Yolotl (co-
ronilla, esternón, fuego), Nacayotl (cuerpo, frío, agua), el Tonal (pecho, resplandor, viento),
el Nawal (fuerza, calor, animal) y Sewal (cuerpo, frío, tierra).
180 Sentipensares: el co-razon-ar de las filosofías amerindias
tros consideramos que ese adjetivo y sustantivo, por provenir de la misma raíz que
la palabra “dualismo”, además de aparecer como uno de sus sinónimos9, son in-
adecuados para calificar la concepción integral del pensamiento filosófico indíge-
na, es mejor interpretar ome como “dos”, en el sentido de “integral” o “integrali-
dad”, de complemento, de plenitud, de reciprocidad, de relación armónica necesa-
ria de respeto y reconocimiento sin subsumir, encubrir o negar al otro. Entre ellos
no hay polaridad sino complementariedad (Ávila, 2002, p. 282). Según lo anterior,
Ometecuhtli y Omecihuatl serían la manifestación de la dimensión integral, masculina
y femenina, del Principio verdadero, sus ome (dos) rostros o modos complemen-
tarios de ser. El texto es muy claro en señalar también que tanto Ometecuhtli como
Omecihuatl comparten los mismos atributos: uno es ilhuica-teutl y la otra ilhuica-ciuatl,
poseen, por ser epifanía del verdadero principio, la misma naturaleza. Destaca en
ello la importancia nahua de lo femenino: Omecihuatl, la abuela Toci, la madre To-
nantzin, junto a Citlalicue (la de falda de estrellas) y otras entidades femeninas de di-
versas integralidades que se desdoblan en lo dual: desde lo trascendente (Tlazolteotl
de la tradición huasteca, Chalchiuhtlicue –comparte de Tlaloc–, Coyolxauhqui, Coatli-
cue, Chicomecoatl, Xochiquetzal) al gobierno mexica del tlahtoani y la cihuacoatl, pasando
por el culto del agua, del mar común a numerosos pueblos.
Por último el texto nos dice que el verdadero principio, que en adelante ca-
lificaremos de Integral, es trascendente pues está matlactomomepan ilhuicac, “sobre
los doce cielos”, es decir en Omeyocan (treceavo cielo), “Lugar Dos” (el “Lugar de
la Integralidad”, de acuerdo a nuestra lógica interpretativa), y desde allí es tecuhtli,
“señor”, y tlatocati “soberano”, es decir, absoluto sobre todo lo que existe. Solo él,
como sostén del universo, está en pie por sí mismo (León-Portilla, 1997, p. 98).
El principio integral, llamado también Huehueteotl (el dios viejo y dios del
fuego) es el fundamento del universo y su presencia abarca toda la realidad posi-
ble. En su aspecto integral el principio absoluto es al mismo tiempo inan, “madre”
(dimensión femenina) e ita, “padre” (dimensión masculina). Por eso puede generar
y concebir en sí mismo y dar origen a todo cuanto existe.
En relación a su omnipresencia, aparte de estar en el lugar integral por anto-
nomasia, Omeyocan, el “Lugar Dos”, se dice que el principio integral está:
1. en “el ombligo de la tierra”;
2. metido en un encierro de turquesas;
3. en las aguas color del pájaro azul;
4. encerrado en nubes; y
5. en las sombras de la región de los muertos.
9 Véase por ejemplo algunos diccionarios de sinónimos y antónimos especializados en lí-
nea como el de www.wordreference.com
182 Sentipensares: el co-razon-ar de las filosofías amerindias
“el que está dialogando con su propio corazón” –Dussel, 2004, p. 144–). El tér-
mino con el que es designado, Tezcatlanextia, “Espejo que hace aparece las cosas”,
se complementa con el de Tezcatlipoca, “Espejo que humea”. Pareciera que Tezca-
tlanextia y Tezca-tlipoca, siguiendo la lógica integral indígena, son una más de las ma-
nifestaciones del principio absoluto como Señor del día y de la noche (León-Por-
tilla, 1997, p. 157)12
Lo anterior se confirma porque muchas de los títulos propios de Tezcatlipo-
ca se emplean también para designar al principio integral, a saber, junto con lo ya
mencionado sobre el desarrollo del concepto en Tula:
1) Tloque Nahuaque, “Dueño del cerca y del junto” (este título, presente en
los Cantares Mexicanos fol. 1v:18 y 22 - Nebel, 1992, p. 173 -, está compuesto por
los adverbios tloc, “cerca” y nahuac, “en el circuito de, en el anillo”13; el sufijo po-
sesivo personal e, que se agrega a los adverbios Tloqu-e y Nahuaqu-e, da a los dos
términos la connotación de que lo que está cerca y de lo que está en el anillo son
“de él”). Tal composición podría traducirse como “el dueño de lo que está cerca y
de lo que está en el anillo o circuito”; “en él cabe quien está el ser de todas las co-
sas”, conservándolas y sustentándolas; “aquel que tiene todo en sí”; “el que está
junto a todo, y junto al cual todo está”. De lo anterior se desprende la omnipre-
sencia terrestre del principio integral que da fundamento y sustento a la tierra des-
de su centro. Todo le pertenece, desde lo que está más cerca hasta lo más remoto
del anillo de agua que circunda al mundo, y es, al mismo tiempo, efecto de su ac-
ción generativa, que da sin cesar verdad: cimiento a cuanto existe (León-Portilla,
1997, p. 167-168). Con este título se designaba la soberanía y acción sustentadora
del principio integral. Es semejante a la expresión del africano Agustín de Hipona:
“En él vivimos y somos”;
2) Yohualli, Ehecatl, “Noche, Viento” (en la “noche” originaria todo es invi-
sible, misterioso; en el “viento” originario todo es impalpable, imperceptible, no
objeto de los sentidos: trascendencia absoluta, analogable quizá al “caos” griego);
3) Totecuyo, “Nuestro Señor”;
4 ) Moyocoyatzin, “El que se inventa a sí mismo”;
5 ) Icnohuacatzintle, “Compasivo”, etcétera (León-Portilla, 2006a, pp. 59-61).
12 El término se refiere también al amanecer del día, como en el saludo de los buenos días:
kuali tlanesi (kwalli tlanesi).
13 Recuérdese que dentro de la kosmopercpeción náhuatl un anillo acuático es el que ro-
dea la tierra, el mundo conocido (cem-a-náhuac).
184 Sentipensares: el co-razon-ar de las filosofías amerindias
por lo que se vive”, sin personalizar.14 Este era uno de los títulos que más frecuen-
temente se empleaba para designar la función vivificante del principio supremo;
haciendo llegar su presencia desde “las aguas color de pájaro azul”. Desde su “en-
cierro de nubes” (Códice Florentino, lib. VI, fol.71, v) gobierna el movimiento de la
luna, de las estrellas que son simbólicamente el faldellín con que se cubre el aspec-
to femenino15, de su ser generador y dando vida al astro que hace lucir y vivir las
cosas16, pone al descubierto su rasgo masculino de creador, dotado de maravillosa
fuerza generativa.
Nótese el altísimo grado de abstracción y a la vez de concreción del prin-
cipio integral que no pide nada a la ontología griega o católica: en él está todo, lo
cerca y lo junto (tloque nahuaque); él se crea a sí mismo por el pensamiento (moyoco-
yani); por él –lo que– vivimos, da existencia (ipalnemohuani).
Al lado de este primer principio integral, fundamento y sostén del universo
y que por sus características bien podríamos llamar principio ontológico absoluto,
existen otras fuerzas que para la gente común eran la multiplicidad de los Dioses,
pero que en lo más abstracto de la kosmología nahuatl eran las cuatro fuerzas en
que Ometeotl se despliega –sus hijos–,17 los cuatro elementos: agua, tierra, fuego y
aire, que actuando desde uno de los cuatro rumbos del universo introducen en este
los conceptos de tensión, movimiento, edades, evolución y orientación espacial de
los tiempos. De este modo se explica la relación del “Ser Integral” (principio on-
tológico absoluto) con la realidad fenoménica, histórica, material concreta llamada
Tlalticpac (Cantares Mexicanos, fol. 35). Cada una de esas fuerzas primordiales en las
que se despliega el principio absoluto preside una edad o Sol (de agua, de tierra, de
fuego y de viento), contribuyendo de esa forma al proceso de evolución “en espi-
ral” (León-Portilla, 2006, p. 15-16).
Al desplegarse el auto-poiético principio integral ejerce lo que la filoso-
fía hegeliana llama una Diremtion y el Pseudo Dionisio Aeropagita o Scoto Erí-
14 El sustantivo Ipalnemohuani está compuesto por la posposición que denota causa pal o
ipal “por él, mediante él”; la forma impersonal del verbo nemi, “vivir”: nemohua, que se tra-
duce por “se vive o todos viven” y el sufijo participial ni que da a la construcción ipal-nemo-
hua-ni el significado de “aquel por quien se vive” (León-Portilla, 1997, p. 382), para noso-
tros “aquello por lo que se vive”.
15 Citlalinicue, “La del faldellín de estrellas”.
16 Citlallatónac, “Astro que hace lucir las cosas”.
17 El mayor se llamó Tlatlauhqui Tezcatlipoca, “Espejo Humeante Colorado” y se encuentra
al poniente; el segundo Yayauhqui Tezcatlipoca, “Espejo Humeante Negro”, ubicado al norte;
el tercero, Quetzalcoatl Tezcatlipoca, “Serpiente Emplumada” mora en el oriente; y el cuarto y
más pequeño Huitzilopochtli Tezcatlipoca, “Zurdo Colibrí”, habita en el sur.
186 Sentipensares: el co-razon-ar de las filosofías amerindias
18 Véase en el capítulo de los otomíes que de acuerdo a la información recogida por Pérez
Lugo, los ihuhu manejan hoy tres elementos centrales, acorde con una numerología trina.
Tomo II. Filosofías mesoamericanas 187
19 El lexema es una unidad mínima con significado léxico: sol, libr-o, cas-a, etcétera.
20 Fenómeno de cambio semántico por el cual se designa una cosa o idea con el nombre
de otra, sirviéndose de alguna relación semántica existente entre ambas, a partir del orden,
de la sintaxis, de la contigüidad, de las partes. Se contrapone a la metáfora, que es figura
de sustitución.
188 Sentipensares: el co-razon-ar de las filosofías amerindias
1) Su integralidad: dos son los modos de ser o rostros del principio absolu-
to que constituye toda la realidad. Esos modos de ser no son antagónicos ni con-
tradictorios, sino complementarios y armónicos. El dualismo no tiene cabida en
el pensamiento filosófico mesoamericano. No se trata de dos principios absolutos
(uno femenino y otro masculino), sino de un principio con dos modos de ser ín-
timamente relacionados.
2) Su relacionalidad: la relación no es un aspecto exterior, posterior o ca-
sual del principio integral, sino su esencia misma. La relación que vincula y religa
a los dos rostros del principio absoluto está caracterizada por la complementarie-
dad, la reciprocidad y la integralidad y no por el antagonismo y la oposición como
en el dualismo. El respeto y el reconocimiento mutuo de los dos rostros epifáni-
cos del principio integral evitan que haya entre ellos subsunción, asimilación, ne-
gación, encubrimiento o muerte. Al desplegarse los dos modos de ser del princi-
pio integral generan ad extra21 una compleja red de relaciones (vínculos y nexos)
en el kosmos que conecta y religa a todo con el todo. La relacionalidad se expresa
en todos los aspectos y niveles de la existencia: todo es relación. No existe en ese
sentido el ente aislado. Todo ente tiene en sí mismo, desde la perspectiva de la fi-
losofía, del sentipensar nahua, una estructura relacional que lo vincula, religa, co-
necta, complementa con todos los demás. El ente es concreto en la medida que
está interrelacionado. Debido a la estructura relacional de lo existente, desde el
principio integral hasta el último de los entes, todo es trascendente e inmanente al
mismo tiempo.22
3) Su armonía: los distintos aspectos o campos de la realidad se correspon-
den, en relación mutua y bidireccional, de manera armoniosa.
Uno de los temas filosóficos centrales de los tlamatinimeh, profundamente
vinculado al del principio integral supremo absoluto, es el del ser humano. Pero
antes de verlo, entremos un tanto al corazón del senti-pensar.
Muchas y variadas fueron las temáticas que abordaron los tlamatinimeh en sus re-
flexiones filosóficas.23 Sin embargo, la búsqueda de una nueva forma de saber, ca-
paz de llevar al hombre al conocimiento seguro del punto de apoyo inmutable ci-
21 “Hacia afuera”.
22 Es interesante notar cómo la Filosofía mesoamericana coincide en general con la Filoso-
fía andina (Estermann, 1998, pp. 114-121).
23 Aquí seguimos los aportes del Dr. Miguel León-Portilla expuesto en sus obras de 1997,
1999a y 2006.
Tomo II. Filosofías mesoamericanas 189
24 El verbo nahuatl que se emplea es mana y significa “darse uno mismo”. Cuando el ser
humano da su yollotl se da a sí mismo, integralmente.
25 Recuérdese que los indígenas nahuas distinguían tres niveles kósmicos: a) el topan, “lo
que está por encima de nosotros”, donde se encuentra in ilhuicatl, “el cielo”; b) la realidad
terrestre llamada tlalticpac y c) el mictlan o “región de los descarnados”. El primero y el ter-
cer nivel son trascendentes para los seres humanos.
190 Sentipensares: el co-razon-ar de las filosofías amerindias
bo yolli, “nacer, vivir, resucitar, arder de amor, abrirse las flores” (Siméon, 2006, p.
195). Yollotl designa, pues, dos aspectos complementarios:
1) la dimensión dinámica de la persona, en cuanto un ser insatisfecho e in-
acabado que busca y desea; y
2) el centro del que proviene toda la acción del hombre: teyolía; es uno de los
tres centros anímicos fundamentales del ser humano. El otro componente del di-
frasismo es el también sustantivo ixtli, “faz, rostro, cara”, el cual forma parte fun-
damental de la raíz del sustantivo verbalizado ixtlamachiliztli, “razón, prudencia”.
Para los tlamatinimeh el ixtli connotaba la fisonomía moral del ser humano, era la
manifestación de un yo que se había adquirido por la educación y caracteriza la na-
turaleza más íntima de cada persona. Por todo lo anterior, el complejo idiomático
se empleaba para designar la personalidad integral (principio dinámico y fisonomía
moral) del individuo (León-Portilla, 2006, p. 150).
Para la sociedad nahua los seres humanos nacen con un rostro y un corazón
indefinidos, es decir, sin personalidad. La responsabilidad de crear las condiciones
para dotar de ella a cada individuo recaía en la comunidad. Para cumplir con esa
encomienda la sociedad mexica organizó un sistema educativo con carácter uni-
versal y obligatorio (p. 150), en el cual todos los miembros del altepetl debían reci-
bir formación independientemente de su origen socio-económico a fin de adquirir
un rostro y un corazón firme (Códice Matritense: fol. 109 v).
Con base en lo anterior se explica por qué el ideal supremo de la educación
nahua (León-Portilla, 1958, pp. 57-81), tanto doméstica como institucional, fue la
Ixtlamachiliztli, “acción de dar sabiduría a los rostros” y la Yolmelahualiztli, “acción
de enderezar los corazones” (melahuac presenta connotaciones de “bueno”, “ver-
dadero”, “noble” –León-Portilla, 2006, p. 149). El proceso educativo no era otra
cosa que la permanente tarea y responsabilidad, personal y comunitaria, de huma-
nizar y dignificar los rasgos propios y exclusivos de la fisonomía moral (in ixtli, “el
rostro”) y la voluntad, el querer, la acción (in yollotl, “el corazón”) de cada indivi-
duo, a fin de integrarlo convenientemente a la vida de la sociedad mexica. Había,
pues, una estrecha relación entre los valores e ideales éticos y educativos con el
concepto de in ixtli in yollotl.26
La auténtica formación del “rostro y el corazón firme” a través de in xochitl
in cuicatl, lo único verdadero sobre la tierra que da raíz, fundamento y verdad (nelti-
liztli), permitía al individuo que lo poseía escapar del ensueño y de la transitoriedad
26 Véase todos los discursos con normatividad ética que los padres dirigían a sus hijos
para bien vivir en el Códice Florentino, Lib. VI, cap. XVIII, fol. 80 v y ss.
192 Sentipensares: el co-razon-ar de las filosofías amerindias
de Tlalticpac y lo capacitaba para llegar a dar con su propia verdad.27 Esa búsqueda
y asunción de la propia verdad se manifestaba socialmente mediante un comporta-
miento ejemplar que respetaba las exigencias y tradiciones del bien vivir.
No solo la pedagogía y amonestaciones de los discursos en forma de hue-
huetlahtolli pueden ser filosóficos. En los icnocuicatl en particular, poemas, himnos
con frecuentes preguntas y lamentaciones, se tiene un género particularmente re-
flexivo-filosófico y no necesariamente dogmático: sobre el kosmos, la vida-muerte,
el ser humano, la pérdida, la relación con lo divino. También hay giros del filoso-
far en otros cantos: xochicuicatl, xopancuicatl de la naturaleza y las flores; ahuilcuicatl y
cuecuechcuicatl del amor y la sexualidad; y los cantos de los animales sagrados. Tex-
tos recogidos mayormente en los Cantares Mexicanos y en los Romances de los Señores
de la Nueva España.
29 La raíz del sustantivo verbal temauiztiliztli es el adjetivo verbal mauiztli, “persona respe-
table y honorable, digna de gloria”, el cual proviene a su vez del verbo mauizti, cuyo signi-
ficado es “ser estimado, honrado, respetado” (Siméon, 2006, p. 265).
194 Sentipensares: el co-razon-ar de las filosofías amerindias
chtique, “los estudiantes”, del Calmecac y del Telpochcalli era el respeto y el reconoci-
miento que los otros merecían.
Los tlamatinimeh tenían un criterio supremo llamado tlamanitiliztli, “conjunto
de cosas que deben permanecer”, el cual jugaba un rol fundamental en el juicio de
valoración sobre la bondad o maldad de un acto.30 El contenido normativo (ético,
moral y jurídico) de la tlamanitiliztli descansaba sobre los conceptos de bien y mal.
Esto viene a colación porque otro de los aspectos fundamentales que debían ob-
servar los educandos era in quimomacazque in quallotl in yecyotl, “cómo se han de en-
tregar a lo conveniente y recto”.
El difrasismo in quallotl in yecyotl, que literalmente significa “la moderación,
la tranquilidad”, se empleaba para designar el concepto de lo bueno (León-Portilla,
1997, p. 235). Sus componentes son los sustantivos quallotl, “bondad, moderación,
discreción” y yecyotl, “bondad, tranquilidad, buen humor, disposición”. El primero
de ellos proviene del adjetivo y sujeto verbal qualli, “bueno, buena”, literalmente
“comestible” (Siméon, 2006, p. 399), y cuya raíz es el verbo qua que significa “co-
mer algo”. Lo que se designa al unir el verbo qua con el sufijo abstractivo -llotl es
todo aquello que puede ser comido o asimilado por el propio yo debido a que es
adecuado y conveniente. Este detalle es importante en el sentipensar nahua, mues-
tra la centralidad de la comida, de la vida, del sustento. El segundo sustantivo, yec-
yotl, tiene su raíz en el adjetivo yectli, “bueno, virtuoso, justo, mejor, preferible”, que
unido al sufijo abstractivo -yotl connota la cualidad inherente de ser algo no torci-
do, desequilibrado, chueco o curvo, sino recto, de acuerdo a su propio modo de
existir. En resumen se puede decir que mediante el difrasismo in quallotl in yecyotl los
tlamatinimeh indicaban que algo es bueno porque conviene (enriquece) al ser huma-
no ya que puede ser apetecido y asimilado por este porque en sí mismo es recto o
“como debe ser”. En otras palabras, algo es bueno porque es “lo conveniente, lo
recto” (León-Portilla, 1997, p. 235).
Lo moralmente malo era, por supuesto, toda aquella acción que propiciaba,
a corto o largo plazo, el empobrecimiento y la pérdida del rostro y el corazón, es
decir de la personalidad del sujeto concebido integralmente. El texto correspon-
diente de los fragmentos menciona dos formas concretas que propician la maldad:
la perversión (in tlahuelilocayotl) y la avidez (in tlacazolyotl).
El primer concepto, in tlahuelilocayotl, es un sustantivo abstracto que resulta
de la unión del adjetivo tlahueliloc, “malvado, perverso”, y el sufijo abstractivo -yotl.
La perversión engendra el mal porque mediante sus viciosas materializaciones ap-
30 Mediante esta palabra también se designaban “los usos y costumbres del pueblo o las
tradiciones y ordenanzas que en él se guardan” (León-Portilla, 1997, p. 234).
Tomo II. Filosofías mesoamericanas 195
munidad”. Esa comunidad conformada en su mayoría por los humildes, los traba-
jadores, los macehuales.
Varios son los testimonios escritos indígenas que abordan, desde diferentes pers-
pectivas, el tema del origen del ser humano. Destaca sobre todos, por su antigüe-
dad, extensión y profundidad de contenido, el registrado en el Manuscrito de 1558.
La pareja indisoluble de Tezcatlipoca y Quetzalcoatl, símbolo de la sabiduría
nahuatl y epifanía del principio integral, son los protagonistas, según la antigua tra-
dición indígena que recoge el manuscrito mencionado en sus folios 75-76, no solo
de la creación del mundo, sino también de los seres humanos. Quetzalcoatl es quien
asume la tarea de restaurar a los seres humanos. A fin de cumplir ese propósito,
viaja a “la región de los muertos”, el Mictlan, en busca de los “huesos preciosos”
que empleará para la formación de los seres humanos. Después de superar serias
dificultades y con la ayuda de su nahual, de gusanos y de abejas silvestres, logra,
mediante su propia sangre y la penitencia de cinco Dioses, crear a los seres huma-
nos. Éstos fueron llamados macehuales, es decir, “los merecidos por la penitencia”
(León-Portilla, 2006, pp. 19-20).
El texto menciona en los versos 1-3 que Quetzalcoatl, uno de los aspectos o
rostros epifánicos femeninos31 de Ometeotl, una vez presente en el Mictlan se diri-
ge a Mictlancihuatl y Mictlantecuhtli para hacerles saber que se encuentra allí, donde
ellos tienen señorío, a causa de in chalchiuhomitl, “los huesos preciosos”, los cuales
representan a las mujeres y los hombres de las generaciones pasadas, que allí se
guardan. Con Mictlantecuhtli, rostro masculino de Ometeotl en su acepción de “Señor
de la región de los muertos”, Quetzalcoatl entabla un diálogo. Mediante esta diná-
mica relacional recíproca de esos dos modos complementarios (femenino y mas-
culino, vida y muerte) tiene lugar la creación, la fundamentación, el enraizamiento
del mundo y del ser humano.
En el verso 4, Quetzalcoatl sostiene que los Dioses, “están descontentos, afli-
gidos, entristecidos y ponen todo su esfuerzo, se preocupan” (nentlamati) para que
alguien viva en la tierra. Este deseo divino de que el hombre viva en Tlalticpac, “so-
bre la tierra”, produjo dos corrientes distintas de pensamiento:
1) la visión místico-guerrera sobre la que se levanta y justifica el expansio-
nismo militarista tenochca, la cual sostiene que la función del ser humano es la de
31 Generalmente el sujeto Quetzal-coatl se ha empleado para designar a un personaje (Teotl,
Tlatoani o tlamatini) masculino, sin embargo, su género es femenino (in -coatl, “la serpien-
te, culebra”).
Tomo II. Filosofías mesoamericanas 197
ayudar con su sacrificio (liberando su corazón, centro del quincunce-nahui ollin hu-
mano en el que se integra el centro y las dos direcciones: arriba-abajo de quetzalli
y coatl, derecha-izquierda de tonal-nahual) a sostener el orden cósmico (Séjourné,
1984, pp. 83-89); y
2) la visión filosófica de “flor y canto” de los tlamatinimeh, quienes tienen
como principal preocupación la búsqueda de una forma de saber, capaz de llevar
al hombre al conocimiento seguro del punto de apoyo inmutable, cimentado en sí
mismo, sobre el cual debía descansar toda consideración verdadera (León Portilla,
1997, p. 141).
Según el texto indígena, versos 5-9, Mictlantecuhtli es quien posee el atribu-
to más importante de Quetzalcoatl, a saber: el caracol. Este es signo de generación,
de nacimiento y, a la vez, de superación del orden corporal, de la generación de
un orden espiritual, de un profundo conocimiento interior (Séjourné, 1989, p. 55).
Además, Quetzalcoatl debe dar cuatro vueltas (integralidad) en torno al círculo pre-
cioso (quincunce-nahui ollin, plenitud) de Mictlantecuhtli. Este intercambio indistinto
de los atributos simbólicos de los protagonistas en absoluto es una confusión, al
contrario, se trata de una argumentación intencional que tiene como finalidad dejar
en claro que el único creador del género humano es el principio integral absoluto.
En las ruinas históricas se aprecia como aparece la representación de cuatro mari-
posas dirigidas a los rumbos con fondo-figura de color blanco/negro alternativos
formando al centro un caracol, representación de Quetzalcoatl.
En los párrafos 10-16 aparece nuevamente el componente integral de la fi-
losofía mesoamericana, ahora mediante el nahual de Quetzalcoatl, el cual interviene
en situaciones particularmente problemáticas: es re-presentante y con-sejero de
Quetzalcoatl (responde a los servidores de Mictlantecuhtli y da consejo cuando se le
pide). El pensamiento filosófico indígena atribuye al nahual connotaciones trascen-
dentes e inmanentes (principalmente chamánicas). Mediante esa facultad, tomar la
forma de un animal, los Dioses podían interactuar con los humanos. Se creía, ade-
más que cada persona, al momento de nacer, tiene ya el espíritu de un animal (ese
era su nahual), que se encarga de protegerlo y guiarlo. Además el nahualli, como
lo llamaban los indígenas, era consultado cuando la inteligencia carecía de infor-
maciones o datos para establecer relaciones, vínculos y efectos entre el pasado, el
presente y el futuro, nunca dejaba de responder y, generalmente, sus consejos eran
propicios y acertados.
Debajo de esa comprensión simbólica existe una estructuración racional
integral que la explica y fundamenta, a saber: la relación necesaria tonal-nahual. El
tonal nace con el ser humano y muere con él; hace relación a la parte derecha del
198 Sentipensares: el co-razon-ar de las filosofías amerindias
Lectura recomendada
León-Portilla, M. (2006). La filosofía náhuatl estudiada en sus fuentes (Serie Cultura Náhuatl,
Monografías, 10). México: UNAM/Instituto de Investigaciones Históricas.
Otras referencias
Bautista, fray Juan. (1988). Huehuetlatolli: Testimonios de la antigua palabra, facsímil de la edición
de 1600, estudio introductorio de Miguel León-Portilla y traducción Librado
Silva Galeana. México: Comisión Nacional Conmemorativa del V Centenario del
Encuentro de Dos Mundos.
Cantares Mexicanos. (1994), reproducción facsimilar por Miguel León-Portilla y José Moreno
de Alba. México: UNAM.
Códice Florentino. (1979). Ed. Facsimilar. México: SEGOB-Archivo General de la Nación.
Códice Matritense de la Real Academia de la Historia. (1907). Textos en náhuatl de los indígenas
44 Concha, 1981, p. 384; Siller, 1984, p. 52; Siller, 1988, p. 28; Nebel, 1992, p. 193; Nebel,
2002, pp. 252-253.
Tomo II. Filosofías mesoamericanas 207
A
Auh motenehua mitoa Y se refiere, se dice
(Quetzalcoatl) ca ilhuicatl iitic in tlatlatlautiaya que Quetzalcoatl invocaba, hacía
su Dios a
in moteotiaya auh in quinotzaya, algo (que está) en el interior del
cielo.
Citlalin icue Citlallatonac, A la del faldellín de estrellas, al
que hace lucir las cosas;
Tonacacihuatl Tonacatecuhtli, Señora de nuestra carne, Señor
de nuestra carne;
Tecolliquenqui Yeztlaquenqui, la que está vestida de negro, el
que está vestido de rojo;
Tlallamanac Tlallichcatl, la que ofrece suelo (o sostiene en
pie) a la tierra, el que la cubre de
algodón.
Auh ompa on tzatzia yuh quimatia Omeyocan Y hacia allá dirigía sus voces, así
se sabía, hacia el Lugar Dos (de la
Integralidad),
Chicunauhnepaniuhcan in ic mani in ilhuicatl.45 el de los nueve travesaños con
que sostiene el cielo…
B
Auh quimatia (tolteca) Y sabían los toltecas
Ca miec tlamantli in ilhuicatl. que muchos son los cielos,
Quitoaya ca matlac nepanolli om ome. decían que son doce divisiones
superpuestas.
Umpa ca nemi in nelly teutl ihua in inamic Allá vive el verdadero Dios y su
comparte.
in ilhuicateutl itoca Ome-Tecuhtli El Dios celestial se llama Señor
Dos;
auh in inamic itoca Ome-Ciuatl ilhuicaciuatl y su comparte se llama Señora
Dos, Señora celeste;
Quitoz nequi: quiere decir:
Matlactomomepan ilhuicac tecuti tlatocati.46 sobre los doce cielos es rey, es Señor.
45 Anales de Cuauhtitlán, fol. 4.
46 Códice Matritense, vol.VIII, fol. 175, v.
210 Sentipensares: el co-razon-ar de las filosofías amerindias
C
In teteu inan in teteu ita, in Huehue teutl, Madre de los Dioses, Padre de
los Dioses, el Dios viejo,
in tlalxicco onoc, tendido en el ombligo de la tie-
rra,
in xiuhtetzacualco in maquitoc, metido en un encierro de turque-
sas.
in hiuhtotoatica in mixtzatzacualiuhtica, El que está en las aguas color del
pájaro azul, el que está encerrado
en nubes,
in Huehue teutl in ayamictlan, el Dios viejo, el que habita en
las sombras de la región de los
muertos,
in Xiuhtecuhtli.47 el Señor del fuego y del año.
D
Tlacatl totecuio, Señor, amo nuestro:
chalchivitl icue. la de la falda de jade,
Chalchiuh tlatonac. el del brillo solar de jade.
Ca oyecoc in macehualli Llegó el hombre
ac ca oquihualmihuali in Tonan in Tota, y lo envió hasta acá nuestra
madre, nuestro padre,
in Ume Tecutli in Ume cioatl. el Señor Dos, la Señora Dos,
in chicuauhnepaniuhcan, el del sitio de las nueve divisiones,
in Omeyocan.48 el del Lugar Dos.
E
Motenehua mitoa, ca yuh nauhtlamantli Se refería, se decía que así hubo
ya antes
mochiuh nemiliztli ipan iya macuili edad. cuatro vidas, y que ésta era la
quinta edad.
A53
1. Auh niman ye yauh in mictlan: itech 1. Y luego fué Quetzalcoatl al Mictlan, se
azito in mictlantecutli in mictlanzihuatl acercó a Mictlantecuhtli y a Mictlancíhuatl
niman quilhui: y en seguida les dijo:
2. “Vengo en busca de los huesos pre-
2. ca yehuatl ic nihualla in chalchiuhomitl
ciosos que tú guardas, vengo a tomar-
in ticmopiellia, ca niccuico.
los”.
3. auh niman quilhui: tle tichihuaz quet- 3. Y le dijo Mictlantecuhtli: “Qué harás
zalcohuatle. con ellos, Quetzalcoatl?”
4. auh ye no zeppa quilhui ca yehuatl ic 4. Y una vez más dijo (Quetzalcoatl):
nentlamati in teteo aquin onoz in tlalti- “Los dioses se preocupan porque al-
cpac. guien viva en la tierra”.
5. auh ye no ceppa quito in mictlanteuctli: 5. Y respondió Mictlantecuhtli: “Está
ca ye qualli tlaxoconpitza in motecziz auh bien, has sonar mi caracol y das vuel-
nauhpa xictlayahualochti in nochalchiu- ta cuatro veces alrededor de mi círculo
hteyahualco precioso”.
6. Pero su caracol no tiene agujeros;
6. auh amoma coyonqui in itecziz; niman
llama entonces (Quetzalcoatl) a los gusa-
ye quinnotza in ocuilme quicocoyonique ni-
nos; éstos le hicieron los agujeros y lue-
man ye ic ompa callaqui in xicotin in pi-
go entran allí los abejones y las abejas y
piolme niman ye quipitza quihualcac.
lo hacen sonar.
7. auh ye no zeppa quilhuia in mictlan- 7. Al oírlo Mictlantecuhtli, dice de nuevo:
teuctli: ca ye qualli xoconcui. “Está bien, toma los huesos”.
8. Pero dice Mictlantecuhtli a sus servi-
8. auh niman ye quimilhuia in ititlan-
dores: “¡Gente del Mictlan! Dioses, de-
huan in mictlanteuctli in micteca, xoconil-
cid a Quetzalcoatl que los tiene que de-
huitin teteoe zan quicahuaquiuh.
jar”.
53 Manuscrito de 1558 fol. 75-76, Cit. en Lehmann, 1938, pp. 330-338. Lehmann, W. (1938),
Die Geschichte der Königreiche von Colhuacan und Mexico, en Quellenwerke zur alten Geschichte Ame-
rikas, Bd. I, Text mit deutscher Übersetzung von W. Lehmann, Stuttgart.
216 Sentipensares: el co-razon-ar de las filosofías amerindias
16. Auh niman ye quilhuia quenin yez 16. Y este le respondió: “Puesto que la
can el otlatlacauh mazo nel yuhqui yauh. cosa salió mal, que resulte como sea.”
17. auh niman ye connechicoa compepen 17. Los recoge, los junta, hace un lío
conquimillo con ellos, que luego llevó a Tamoanchan.
18. niman ic quitquic in tamoanchan. 18. Y tan pronto llegó la que se llama
auh in oconaxiti niman ye quiteci itoca Quilaztli, que es Cihuacoatl, los molió y
quilachtli yehuatl iz zihuacohuatl niman los puso después en un barreño pre-
ye ic quitema in chalhiuhapazco. cioso.
Tomo II. Filosofías mesoamericanas 217
D
4. Habéis de trabajar, habéis de afanaros, y habéis de cansaros; para eso
habéis sido enviado a este mundo. Bien sabemos que fuiste adornado y
compuesto de dones antes de la creación, para ser estimado y amado.56
E
5. […] por ventura habéis sido enviado para llevar a cuestas a la república, y
para guardar y para concervar el reino de aquel que está en todo lugar […]
6. Vos habéis, señor, de poner el hombro y las espaldas, para llevar sobre
vos al pueblo y a la república, y vos habéis de sufrir el trabajo, y vos habéis
de sentir cansancio de esta carga, habéis de ser el que la ha de llevar a cues-
tas, vos habéis de hacer sombra y amparo, y debajo de nuestro gobierno y a
nuestra sombra ha de estar toda la república o reino.
23. […] por ventura merecerá la república gozarle, y se amparará debajo de
su sombra y debajo de su abrigo […].57
F
2. También decían que si la mujer preñada miraba al Sol, o a la Luna cuan-
do de eclipsaba, la criatura que tenía en el vientre nacería mellados los bra-
zos, y por eso las preñadas no osaban mirar al eclipse, y, para que esto no
aconteciese, si mirace el eclipse poníase una navajuela de piedra negra en el
seno, que tocase la carne.
3. También decían que la mujer preñada, si mascaba aquel betún que llaman
tzictli, la criatura cuando naciese, que le acontecería aquello que llaman mo-
tentzopoonia, que mueren de ellos las cristuras recién nacidas […].
4. […] que la mujer preñada, si anduviese de noche, la criatura que naciese
sería muy llorona; y si el padre andaba de noche y veía alguna estantigua, lo
que naciese tendría mal del corazón.
6. Y también los hombres se ponían en el seno chinas o picietl, para excusar
el peligro del hijo que estaba en el vientre de la madre […].58
G
8. Oíd otra cosa, hija mía, que os encomiendo mucho: mira que guardéis
mucho la criatura de dios que está dentro de vos […]; mirad, no seáis cau-
sa de alguna enfermedad por vuestra culpa, a la merced que vuestro señor
os ha hecho, que es haberos dado criatura, que es como un joyel con que
os ha adornado; mira que os guardéis de tomar alguna cosa pesada con los
H59
1. Ic pehua in quinmachtia: 1. Comenzaban a enseñarles:
2. in iuh nemizque, 2. cómo han de vivir,
3. in iuh tlatlacamatizque, in iuh temahuiztilizque, 3. cómo han de respetar a las personas,
4. in quimomacazque in quallotl in yecyotl, 4. cómo se han de entregar a lo
conveniente y recto,
5.auh inic quitlalcahuizque in ixpampa 5. han de evitar lo malo,
6. ehuazque in aquallotl in ayecyotl, 6. huyendo con fuerza de la maldad,
7. in tlahuelilocayotl, in tlacazolyotl. 7. la perversión y la avidez.
zahualcotzin. Fue una figura clave para Acolhuacan y para la llamada Triple Alianza
de México, Tlacopan (Tacuba) y Texcoco, porque también fue un gran guerrero.
Tras el asesinato de su padre por los tepanecas, Nezahualcoyotl enfrentó la
guerra: el año 1-Pedernal (1428) –como recuerda Contreras Colín, 2011– los ejér-
citos mexica y texcocano dirigidos por el tlatoani Izcoatl, el joven Tlacaelel, su herma-
no Motecuhzoma Ilhuicamina y el príncipe Nezahualcoyotl de Texcoco derrotaron a los
tepanecas de Azcapotzalco. Pero Nezahualcoyotl se encargó luego de la dimensión
constructiva, de estabilidad y de paz. Reinó en Texcoco 41 años y le siguió su hijo
Nezahualpilli hasta 1515.
Como gobernante se guardan fragmentos de su bellísimo discurso de me-
recedor humilde al ser ungido gobernante, seguidor, conforme a la ideología de su
tiempo, de una filosofía política que consideraba la guerra pero también lo divino
y el cultivo de los frutos de la tierra para garantizar el alimento a su pueblo.
Como arquitecto e ingeniero hidráulico fue responsable del diseño del pri-
mer acueducto, del sistema de presas, del manejo del agua dulce y salada en los la-
gos del Altiplano, haciendo patente un conocimiento que no pedía nada a los ho-
landeses, los más avanzados ingenieros hidráulicos europeos al momento de la in-
vasión al mundo mexica, al Cemanahuac Tenochca Tlalpan. Como recuerda Contreras
Colín (2011), en el Altepetl Mexico-Tenochtitlan:
¿A dónde iremos
donde la muerte no existe?
Mas ¿por esto viviré llorando?
Que tu corazón se enderece:
Aquí nadie vivirá para siempre.
Aún los príncipes a morir vinieron,
hay incineramiento de gente.
Que tu corazón se enderece:
Aquí nadie vivirá para siempre.
(Martínez, 1972, p. 211)
Texto recomendado
Referencias
libro_munioz_cota/libro/cap1/lec10_cantosycronicasdelmexicoantiguo.pdf.
Recuperado el 9 de agosto 2016.
Martínez, J. L. (1998). semblanza de Nezahualcoyotl. México: FCE.
Peralta, V. (1995). Achikoli-Nezahualcoyotl. Remembranzas de un pasado, literatura y filosofía
en la comunidad de Amanalco, Texcoco, Edo. de México. En Actes: Le “découverte”
des langues et des écritures d’Amérique, pp. 341-349.
Rodríguez, L. X. (2009). La pregunta por el dador de la vida en los “cantos y flores”: Nezahualcóyotl,
filósofo del mundo azteca (trabajo para obtener el grado de Estudios en Filosofía.
Corporación Universitaria Minuto de Dios.
Soustelle, J. (1956). La vida cotidiana de los Aztecas en vísperas de la conquista. México: FCE.
Vaillant, G. (1973). La civilización Azteca, origen, grandeza y decadencia, nueva ed., revisada por
Suzamah B. Vaillant. México: FCE.
Nezahualcoyotl:
Nonantzin ihcuac nimiquiz motlecuilpan xinechtoca ompa tiaz titlaxcalchihuaz, ompa
nopampa xichoca. Itla acah mitztlahtlaniz, “¿Nonantzin tle ica tichoca?” xiquilhui, “Ca
xoxouhqui in cuahuitl ihuan nechchochoctia ica cehcencah popoca.”
Traducción:
Madrecita, cuando yo muera entiérrame junto a tu tlecuil5 y cuando hagas tus
tortillas ahí llora por mí.
Y si alguien te pregunta, “¿Madre mía por qué lloras?” dile: “Está verde la
leña y tanto humo me hace llorar”.
Traducción:
Madrecita mía, cuando yo muera entiérreme bajo su tlecuil y cuando haga sus
tortillas, ahí llore por mí.
Y cuando alguien le pregunte: “¿Madrecita, por qué lloras?” Contestele:
“está muy verde la leña y tanto humo me hace llorar.”6
Este corazón que reverdece y germina como hierba en primavera, esta car-
ne que florece, expresan el impulso erótico vital que tiene como contraparte natu-
ral el marchitar y el morir.7
Macuilxochitzin Icuic
A nonpehua noncuica,
ni Macuilxochitl,
zan noconahuiltia o a in ipalnemoa,
yn maconnetotilo – ohuaya, ohuaya!
Quenonamican,
can o ye ichan
im a itquihua in cuicatl?
6 Fuente: Peralta, Valentín. (1995). Achikoli-Nezahualcoyotl. Remembranzas de un pasado,
literatura y filosofía en la comunidad de Amanalco, Texcoco, Edo. de México. En Actes:
Le “découverte” des langues et des écritures d’Amérique, pp. 341-349. Recuperado en http://celia.
cnrs.fr/FichExt/Am/A_19-20_31.htm
7 Fuente: Johansson, Patrick. (2006). Dilogía, metáforas y albures en cantos eróticos na-
huas del siglo XVI. En Revista de Literaturas Populares, Año 6, (1), p. 71.
232 Sentipensares: el co-razon-ar de las filosofías amerindias
Ic zanio nican
y izca anmoxochiuh?
In ma onnetotilo – ohuaya, ohuaya!
Temomacehual matlatzincatl,
Itzcohuatzin:
In Axayacatzin ticmomoyahuaco
in altepetl in Tlacotepec – a ohuaya!
O ylacatziuh ya ommoxochiuyh,
mopapaloouh.
Ic toconahuiltia.
In matlatzincatl, in Toloca, in Tlacotepec – a ohuaya.
Ayaxca ocontemaca
in xochitlaihuitla
ypalnemoa – ohuaya.
In quauhichimalli in temac,
ye quimana – ohuican ouihua,
yan tlachinolli itic,
yxtlahuatl itic – ohuaya, ohuaya.
In neneuhqui in tocuic,
neneuhqui in toxochiuh,
can tiquaochpan,
in toconahuiltia ypalnemoa – ohuaya, ohuaya.
In quauhxochitl
in momac ommani,
Axayacatzin.
In teoaxochitl,
in tlachinolxochitl ic,
yzhuayotimani,
yca yhuintihua
in tonahuac onoca – ohuaya, ohuaya.
Topan cueponi – a
yaoxochitl – a,
in Ehecatepec, in Mexico – ye ohoye
ye huiloya yca yhuintihua
in tonahuac onoc.
Za ye netlapalolo
in tepilhuan,
in acolihuaque,
an antepaneca – ohuaya, ohuaya.
Tomo II. Filosofías mesoamericanas 233
In otepeuh Axayaca
nohuian,
Matlatzinco, Malinalco,
Ocuillan, Tequaloya, Xohcotitlan.
Nican ohualquizaco.
Xiquipilco oncan
oquimetzhuitec ce otomitl,
ytoca Tlilatl.
Auh yn oahcico,
quimilhui ycihuahuan:
– Xitlacencahuacan in maxtlatl, in tilmatli,
anquimacazque amoquichui.
Oquinenotzallan:
– Ma huallauh yn otomitl,
yn onechmetzhuitec!
Momauhtihtica yn otomitl,
quittoa:
– Anca ye nechmictizque!
Quihualhuica in huepantli,
in tlaxipehualli in mazatl,
ic quitlapaloco in Axaya.
Momauhtitihuitz.
Auh zan oquitlauhtique yn icihuahuan Axayaca.
Canto de Macuilxochitzin
El matlatzinca
es tu merecimiento de gentes, señor Itzcóatl:
¡Axayacatzin. tú conquistaste
234 Sentipensares: el co-razon-ar de las filosofías amerindias
la ciudad de Tlacotepec!
Axayacatl exclamó:
-«¡Que venga el otomí
que me ha herido en la pierna.»
El otomí tuvo miedo,
dijo:
8 Véase: León-Portilla, M. (1972). Trece poetas del mundo azteca. México: Sep-setentas.
236 Sentipensares: el co-razon-ar de las filosofías amerindias
Capítulo 11
Didxa, guenda y ladxi: el sentipensar discursivo,
la verdad madre de todas las cosas
y el yo binni záa (zapoteca)…
Pedro Reygadas y Juan Manuel Contreras, reseña de Gregorio López
Los mixtecos y zapotecas (término nahua para “pueblo del zapote”), constituyen
dos de los nodos culturales fundamentales de la gran región sureña de Oaxaca, una
zona mesoamericana con una enorme riqueza de culturas y lenguas originarias.
Aunque los documentos e historias de ambas culturas se entreveran, hemos esco-
gido del conjunto oaxaqueño a los zapotecos, algunas de cuyas informaciones his-
tóricas vienen precisamente de códices (amoxtin) mixtecos, como el Códice Tonindeye
(Nuttal) o el Lienzo de Guevea, o de códices mixteco-zapotecos.
Los códices más estudiados son el Selden (para nosotros Amoxtli Jaltepec),
el Bodley (para nosotros Amoxtli Tilantongo), el Vindobonensio (para nosotros
Amoxtli de la escritura mizteca) y el Colombine (Proponemos llamar al Becker, del
que forma parte, Amoxtli Ocho Venado y Cuatro Viento).
El pueblo zapoteco se insurreccionó frente a la Colonia en 1660 y 1715.
Oculta, soterrada, su filosofía ha logrado permanecer hasta el siglo XXI en mu-
chos detalles junto con los varios dialectos y las 62 variantes de su macrolengua –
que ha florecido en una moderna tradición literaria– y su arte –que ha entrado a la
dimensión nacional e internacional, con artistas como Francisco Toledo. Su pobla-
ción en el año 2000 era de 545,581 habitantes, extendidos en distintos estados de
México (Veracruz, Chiapas, Estado de México, Distrito Federal –Serrano, Embriz
y Fernández, 2002–), siendo predominantes en la región del Istmo de Tehuante-
pec y en el estado de Oaxaca (70% de los zapotecos). Ese año, 114,633 hablantes
del Istmo podían desenvolverse en el manejo de la lengua zapoteca, de “la palabra
verdadera” (Millán, 2006). En todo Oaxaca, el Instituto Nacional de Lenguas In-
dígenas reporta 410,906 hablantes en 2010, en el Diario Oficial de la Federación.
En la muestra intercensal 2015 se reportan 479,474 hablantes de zapoteco de tres
años o más.
En su autodenominación, se conoce a los zapotecas como binni záa, de la
tradición binnigula’sa’ (los padres gigantes zapotecas mitológicos, descendidos de
las nubes) y a la macrolengua zapoteca como didxazá, que pertenece a las lenguas
otomangues. Henestrosa describe poéticamente a la “gente que provino de las nu-
bes” (traducción de binni záa: “gente de las nubes” y didxazá: “palabra de las nu-
237
238 Sentipensares: el co-razon-ar de las filosofías amerindias
bes”): “…cayeron a la tierra en forma de pájaros, de una nube: sabían cantos me-
lodiosos y en las plumas trajeron pintados todos los colores del trópico” (2003,
p. 30).
Oaxaca fue escenario de la posible domesticación del maíz Cucurbita, hacia
el año 8000 a. ec. Y, como recordábamos en la tesis doctoral de Juan Manuel Con-
treras (2011), desde el período arcaico los binni záa se habían establecido en el valle
de Oaxaca, la más extensa llanura de tierras fértiles del sureste mexicano. En esa
zona se han descubierto por lo menos tres fases. La primera de ellas comienza ha-
cia el 1200 a. ec. La última fase, que inicia hacia alrededor del 900 a. ec., prepara el
gran período de Monte Albán (Bernal, 2007, p. 1351), centro urbano ubicado estra-
tégicamente en la cima allanada de una montaña que se levanta en medio del valle
y que los binni záa empezaron a edificar alrededor del 500 ec., para erigirlo como su
ciudad capital (Marcus–Flannery, 2001, p. 30). La primera fase de la construcción
urbana de Monte Albán tiene una clara influencia olmeca procedente de La Venta
(Ávila, 2002, p. 91). Ya en la era actual, Monte Albán fue binni záa del 500 al 800
ec. y luego ocupado por mixtecos hacia el 1300 ec. El sitio mantuvo la hegemonía
regional un milenio.
Dado su desarrollo político y militar, los binni záa no fueron sojuzgados
por el imperio azteca, los mexicanos entablaron alianza político-matrimonial con
el pueblo que se pensaba descendiente de los binnigula’sa’. Antes bien, hacia el año
1400 ec., los binni záa se extendieron desde el Señorío de Zaachila desplazando a los
ayuukjä’äy (mixes) y huaves (hoy mero ikoots, ikojts o kunajts) del Istmo.
Monte Albán, que tenía ya una estructura de ciudad-Estado, fue el primer
gran centro urbano de Mesoamérica (Pipitone, 2006, p. 30). La ciudad alcanzó a te-
ner, durante su máximo apogeo, una extensión de 6.5 kilómetros cuadrados y una
población aproximada de 150,000 habitantes (Ávila, 2002, p. 91). La plaza central,
empleada para las celebraciones político-religiosas y el comercio, medía 100 por
300 metros y estaba alineada con enormes pirámides, templos, palacios y un juego
de pelota (Davies, 1980, p. 186). Contaba además con infraestructura para el alma-
cenamiento de agua y un eficiente sistema de drenaje.
La concentración de conocimientos especializados en astronomía, en escri-
tura, en religión y en el calendario, le permitió al grupo en el poder un mayor con-
trol sobre el resto de la población. La escritura desde los “programas pictográfi-
cos” del 500 a. ec. al presente muestra una larga historia, que parece preceder a la
1 Remitimos a Bernal, Ignacio (2012). Homenaje a Ignacio Bernal. INAH: México. Compren-
de notas de sus estudios, libros y artículos fundamentales.
Tomo II. Filosofías mesoamericanas 239
maya. En ese contexto creció la filosofía, el sentipensar binni záa y mixteca, como
reseña Contreras en su tesis doctoral:
Mitla fue la última ciudad binni záa, pero cuenta con influencia mixteca. Y
así, la cultura se expresó en Yagul, Zaachila, Tehuantepec, Tututepec, hasta una
multitud de sitios más pequeños. Sin duda, conforme se penetra más hondo en la
filosofía simbólica indoamericana podemos decir más de lo que estos sitios encie-
rran, filosóficamente hablando. Por ejemplo, algunas grecas monumentales del si-
tio de Mitla, “el lugar de los muertos” (en nahuatl), repiten en motivos ornamen-
tales el concepto filosófico del kosmos mesoamericano: el quincunce, las cuatro es-
quinas y el centro. Una práctica analógica a la que ocurre, por ejemplo, entre mu-
sulmanes, que decoran los muros de las escuelas de enseñanza del Islam con citas
de El Corán.
Como sucede en general, la filosofía y los filósofos se especializan en un
grado mayor en la medida del avance de la diferenciación social y el aumento del
excedente económico. Así, vemos entre los binni záa la diferenciación entre nobles
y pueblo llano, diversos grupos de gobernantes, administradores, guerreros, co-
merciantes, artesanos y campesinos. En ese proceso, adquieren la filosofía, el alto
conocimiento, los que atraviesan por el elevado centro cultural de Xaguié (“al pie
de la piedra”, nombre de Teotitlan o “lugar de los dioses”, para los nahuas).
De entre los aspectos de la filosofía, el sentipensar binni záa que López
(1955)3 ha recuperado en un peinado de la historia a contrapelo, como propone
Walter Benjamin, está didxa: la palabra, el discurso, el logos binni záa, así como su ex-
presión de guenda: el Ser, a través del ethos y el yo binni záa (ladxi). Aunque no deja-
remos de mencionar algunos otros aspectos de entrada, por supuesto, con menos
detalle. Recordamos en este sentido lo planteado por Contreras acerca del senti-
pensar binni záa, dentro de su tesis doctoral:
3 Seguimos a Gregorio López y López a lo largo de este texto, dada la riqueza, conoci-
miento y puntualidad de su análisis. Esta ficha es en gran medida un resumen de su trabajo
en lo que atañe a la mayor parte de lo mencionado sobre didxa, guenda, ladxi y guelagueza. A
futuro habrá que desprenderse de cierto toque de innecesaria comparación o equivalencia
con los conceptos filosóficos europeos –empezando por el ser estático–, pero que consti-
tuyeron el primer paso en el reconocimiento de la filosofía de Abya Yala también en León
Portilla, Estermann y otros.
Tomo II. Filosofías mesoamericanas 241
Didxa
Los binni záa han conservado su tradición discursiva. Nos ha llegado hasta el siglo
XXI una literatura que se ha mantenido y a la vez transformado. En su retórica
originaria, los binni záa desarrollaron géneros propios:
1) Libana: un discurso ceremonial, equivalente al “sermón” occidental, en el
que se distinguen las variantes biini, guela y guie’ chita. Equivale también al huehuetla-
tolli o discurso pedagógico de los ancianos nahuas.
El libana binni-záa, con los huehuetlahtolli nahuas o el género mixteco sa’vi,
son ejemplos de los recursos retóricos de fuente mesoamericana, el “estilo de los
indios”, del área lingüística mesoamericana, el estilo ceremonial mesoamericano:
de ornamentos, de difrasismos, de metábolas (tropos, figuras, sinónimos, símiles,
metáforas, paralelismos, la adición o parataxis, el vocativo, la repetición, la caden-
cia regular). (Farriss, 2014)
2) Diidxagola: cercano al proverbio o refrán.
3) Riuunda’ o liuunda’: discurso literario poético y cantado.
242 Sentipensares: el co-razon-ar de las filosofías amerindias
López nos indica que didxa es como “la palabra que expresa; y la razón que
explica”. La metafísica de guenda (equivalente binni záa –según López– del “ser”,
detallado más adelante) se expresa a través de didxa. Didxa requiere guenda; o dicho
en comparación intercultural con el helenismo dominante, como comenta López:
el logos requiere el ser. El contenido del discurso es la relación de pertenencia de las
cosas con guenda, con el ser, la relación que las cosas dicen al ser: nunaguenda. Señala
además López en su tesis de maestría que
4 Recuperado en http://archive.org/details/arteenlenguazapo00juan
Tomo II. Filosofías mesoamericanas 243
se suple con el pasivo que significa ser hecho, o por elipsis, esto es, ca-
llando la cópula de las proposiciones; v.gr. yo bueno en lugar de yo soy
Tomo II. Filosofías mesoamericanas 245
bueno. El zapoteco aún tiene más medios para suplir el verbo sustan-
tivo.5
5 Fco. Pimentel, ‘Tratado de Filología Mexicana’, 1875, en López, 1955, p. 4, versión elec-
trónica.
6 Ibídem, p. 5, versión electrónica
246 Sentipensares: el co-razon-ar de las filosofías amerindias
donde todo nace, gravita, considera López y López. Y tal condición –nos describe
en su tesis de maestría (p. 11)– aparece en “todas las relaciones, predicaciones o
atribuciones que hace el zapoteca, se halla siempre supuesto de modo implícito o
explícito, tácito o expreso, el ser”.
En la lengua, guenda interviene también como elemento antepuesto a un tér-
mino concreto para volverlo abstracto: v. gr. hro comer, guendahro la comida; naoh-
ahui bueno, guendanachahui la bondad.
Sabemos, por otra parte que, en la cultura, guenda es también una creen-
cia totémica, una entidad que representa el doble animal de determinada persona
(como el nahual) a la que se encuentra unido. Protege a la persona, pero también
el daño producido a la guenda repercute en quien está ligado a su destino. Todo lo
cual si bien nos muestra que podemos hacer comparación filosófica intercultural
provechosa entre ser y guenda, la noción binni záa de guenda desborda el ser grie-
go en múltiples respectos, por más que trate López de ajustarlos. Porque incluye:
1) su dimensión discursiva-argumentativa en lugar de la separación Ser-Lo-
gos (o en todo caso, próximo solo a algunas interpretaciones, como la de Herácli-
to), su argüir ser;
2) supone la conexión de todo, más que el concepto de Parménides del ser
único y redondo, igual por todas partes;
3) incluye la Antropología, el ser humano (binniguenda) y
4) al nahual, al doble, lo espiritual.
Guenda es más bien –de acuerdo a la misma elucubración de López– un Ar-
güir Ser, un Discurso del Ser, una Relación al Ser, que forma la humanidad en su
condición completa material y espiritual, por lo cual habría que estudiarla mejor
desde el propio interior del didxazá. En ella, en su polisemia, todavía hoy, como
pudimos comprobar en Juchitán, guenda es también acción y para algunos cumple
función de agentivo, de volver sujeto. Es inteligencia o cultura en guendabianni. Pue-
de ser moneda en economía. En política es cargo y representa poder, como en bin-
niguenda en tanto gente de poder que construyó Monte Albán y Mitla. En el plano
trascendente es espíritu, alma, energía vital y también don. De modo que, como
diría un binni záa, guenda es todo, la madre de todas las cosas.
Ladxi
ladxi; que manifiesta desde la guelagueza, la facultad de guardar una cosa estimándo-
la: guendarapadxuunu, etcétera.
El ladxi depende –dice López– del éthos: xpea, xquenda, xpea tobi tobi guidxi. A
su entender, el centro de este en zapoteco es la muerte: guendaguti, como algo ina-
plazable que da lugar a la defensa de la vida, a “una apología de la perpetuidad”,
que no parece ajena tampoco a la inspiración nahua de Nezahualcoyotl.
Ahora bien, el aporte de López sobre el ethos se complementa con la com-
plejidad de la 3ª persona del dixazá en particular en el complejo caso de la variante
dialectal de San Pedro Güila. A. López Cruz (1997) ha descrito la tercera persona
del zapoteco como teniendo una dimensión pragmática que resalta en el concierto
de las lenguas del mundo por su complejidad: làa’ní (inanimado), làa’ni’(sagrado),
láa’má (animal), làa’xà’ (confianza) làa’bí (familiar), làa’bá (respeto). La tercera per-
sona es de lo que se habla, del mundo de Guenda.
Binniguenda
Los seres nacidos del parto de guenda son binniguenda (binni, ser humano y guenda,
ser); es decir, poseen algo equivalente –según López– al espíritu, que Juan de Cór-
dova traduce como “hombre de ser, de tomo o autoridad”, que expresa didxa, lo
lleva a cuestas: binniroadidxa, seres ligados a la significación, a un destino, una ra-
zón, pero que se extiende del ser humano a todos los seres, al igual que en casi
todo el continente, donde alma, espíritu, humanidad no son condición de la espe-
cie. A través del ser espiritual se manifiesta la creación, como esencia de los binni-
guenda, ligados a didxa y al amor: guendaranaxhí, el amor que engendra, en el seno de
guenda a los verdaderos espíritus.
En zapoteco de la sierra se ha escrito de los seres creadores como benegwlhas
(suena un poco como “binigulás” para un hablante de español), sobre los que es-
criben Henestrosa o Julio de la Fuente, desde un enfoque afectado desde la Con-
quista por el eurocentrismo, relacionándolos con los mitos de gigantes. Los bene-
gwhlas son un foco cultural identitario, del origen binni záa, con el que los infantes
aprenden a relacionarse a través de los ancianos y de la mitología zapotecos.
Y ese ser binni záa se expresa de manera puntual en la guelagueza, que cono-
cemos por la fiesta ya de fama internacional, pero que es más que folclor y danza,
es una “virtud”, un significado abstracto que López compara al griego aretée, a la
“dignidad”, la cualidad ontológica de la virtud (no gueza, que aparece como “vir-
tud” en el vocabulario de Juan de Córdova –señala López–).
248 Sentipensares: el co-razon-ar de las filosofías amerindias
Lectura recomendada
Otras referencias
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no’, mba stubile’si ñalano lo nse’. Neajcame de que toy mba’la xtujlahua. Duxumejne no’bidzieij
ñilahua.
Guyu chujpa mene gaele, ña ñuti mbala cala, toy de leajcame duxumejne no’ no stoyj-
me neajcame de Tlacotepec, gujtziajcame mejne ante ñajcame de que bele ñuyaajcame nse riene
lo guiagu gayajta, entonces, be’tiajcame mbala huej, pero bele guiajta nse claro, señal hua de que
mba ñejti guere no, no leacame mba diñibiguiataajcame.
Sajtiajcame, ora bidziniajcame gaxu de Guiagulajna, hualijpa lajna nse, birajlaajcame
ladi maró cala, lojpa guijquima, biajpa gueropa mene gaele, sejti betiajcame ma’, ejru yaa, bojpo,
bojpo riene biruj guiagu cala, ora bidzijnihua guiedze, duxumejneno begajpa naa’ .
250 Sentipensares: el co-razon-ar de las filosofías amerindias
La serpiente
Figura 24. Verbos en los códices oaxaqueños: “Oler”, “nacer”, “acatar”, “empujar”,
“caminar”, “morirse”.12
11 Fuente primaria: recuperado en http://www.arqueomex.com/S2N3nZAPOTECA70.html
12 Fuente primaria: recuperado en http://artesinhache.blogspot.mx/2010/02/cultura-
mixteco-zapoteca-la-union-de.html
256 Sentipensares: el co-razon-ar de las filosofías amerindias
Capítulo 12
K’ahoolal: el conocimiento maya del tiempo,
las abejas y el águila bicéfala mayas
Pedro Reygadas y Juan Manuel Contreras, reseña de Julio López,
Miguel León-Portilla, Alfredo López Austin y Luis Alberto Padilla
Hasta hace poco se pensaba que los pueblos mayas, extendidos desde el núcleo ais-
lado de la Huasteca potosina (los teenek) al hoy sureste mexicano y Centroamérica,
aunque con antecedentes milenarios del período lítico, consolidaban su identidad
propia un par de siglos después de Cristo. El descubrimiento de la enorme pirá-
mide de La Danta y el complejo de El Mirador en Guatemala nos trasladan más de
mil años atrás en el tiempo de formación de la sabiduría maya. La cerámica anti-
gua más abundante del sitio corresponde a los complejos cerámicos Cascabel del
Preclásico Tardío (300 a. ec.-150 ec.). Pero La Danta presenta ocupación humana
desde el Preclásico Medio. El Mirador fue ocupado desde el 1000 a. ec. y La Danta
supone una elaboración ya existente de múltiples aspectos kosmoperceptivos (Su-
cuy Ley y Hansen, 2013), de arquitectura y de astronomía.
La cultura maya, a pesar de sus cataclismos internos, mantuvo determina-
da continuidad hasta entrada la Colonia, pues los últimos reductos mayas fueron
invadidos ya al término del siglo XVII. El maya yucateco es la lengua con mayor
unidad entre las lenguas de México, las lenguas y grupos mayas son mayoría en
Guatemala, y el conjunto de pueblos originarios y lenguas mayenses manifiestan
una gran riqueza cultural, lingüística y filosófica viva en el área centroamericana y
del sureste mexicano.
Ahora bien, a diferencia del pensamiento de muchos otros grupos origina-
rios, los lectores pueden acudir a numerosos textos de la filosofía, del sentipensar
maya, en especial –pero no solo– en español, inglés y alemán. Además es posible
pensar en preguntas filosóficas occidentales desde su respuesta maya. Por ello, de
la enorme riqueza maya, trataremos aquí solo tres aspectos en forma breve:
1) el tiempo y el kosmos maya,
2) la filosofía política y los aportes recientes revolucionarios a la compren-
sión de la escritura y la organización maya, realizados por Julio López Maldonado y
3) el Cabawil como ejemplo de los peculiares conceptos filosóficos origina-
rios, ligado a un símbolo compartido por muchas culturas del mundo: el águila bi-
céfala. En otra ficha tratamos el pensamiento maya tojolabal.
257
258 Sentipensares: el co-razon-ar de las filosofías amerindias
1 Los cenotes, cuyo número es abundante en la zona norte de la península, son cavidades
de formación natural producidas por el hundimiento del suelo calizo que al fracturarse deja
al descubierto la fuente de agua subterránea. Un estudio interesante sobre la dimensión ri-
tual de los cenotes se puede ver en Coggins–Shane, 1993.
2 Rivera, 1986, p. 36. Una visión general de la historia maya en Culbert ,1974 y en Coe,
1980.
Tomo II. Filosofías mesoamericanas 259
La etapa más elevada de esta civilización tiene lugar hacia el 250-300 a. ec.,
cuando muchas ciudades-estado mayas se disputan la hegemonía territorial y co-
mercial de las tierras bajas meridionales. Entre los centros urbanos que luchaban
por la hegemonía se encontraban Palenque, Piedras Negras, Yaxchilán, Altar de
Sacrificios, Seibal, Dos Pilas, Tikal, Uaxactún, Altun Ha, Caracol, Quiriguá y Co-
pán (León-Portilla, 2004, p. 192).
Alrededor del 600-900 ec., cuando la región de las tierras bajas del sur se en-
contraba densamente poblada, en ese momento, la civilización maya sufrió un re-
pentino y misterioso colapso.3 Entre el 800 y el 900 muchas ciudades fueron aban-
3 Se han formulado muchas hipótesis para intentar explicar el colapso maya. Richard
Adams ofrece una clasificación de ellas con sus respectivos exponentes: 1- Causas ecoló-
gicas: a) Agotamiento del suelo (O. F. Cook, W. T. Sanders, M. Harris); b) Pérdida de agua
y erosión (C. W. Cook y O. G. Ricketson); c) La hierba de sabana (S. G. Morley). 2- Catás-
trofes naturales: a) Terremotos (E. Mackie); b) Huracanes. 3- Evolución (B. Meggers). 4-
Enfermedades (H. Spinden). 5- Demografía (U. Cowgill y H. E. Hutchinson). 6- Estruc-
260 Sentipensares: el co-razon-ar de las filosofías amerindias
4 El signo nfr indicó el cero en Egipto hacia 1700 a. ec. (Papiro Boulaq), pero con un uso li-
mitado (véase adelante); significaba “bello”, “feliz”, “bueno”, además de su sentido mate-
mático y de negación. Tenía también usos ocultos, esotéricos y de referencia a la tráquea, el
corazón y los pulmones. Se ha postulado asociado al principio creador.
Tomo II. Filosofías mesoamericanas 263
y tenía sentido de completud, representado por la mano con el puño cerrado (inte-
grados, completos), por la concha (asociada a la muerte, al cierre, a la integración y
cuyo sonido convoca ritual, tiempo y espacio) o por un glifo de flor que se asocia
al fruto pero además semeja el macuilxochitl nahua –quincunce– (símbolo que entre
los mayas es además atributo de Itzamná y está ligado al símbolo de Kin –el sol–, así
como a la cruz foliada de Palenque) y la indicación de los rumbos del mundo, con
las esquinas señaladas también a veces con hojas o mazorcas. Además, otras repre-
sentaciones del cero podían ser la semilla, la matriz, el ojo y el perfil maya. Filosó-
ficamente el cero, mixba’al, estaría asociado entonces a: 1) la unidad principio-fin,
2) la completud, 3) la vida-muerte, 4) la potencia de: a) la fecundación y la vida, b)
el fruto, c) el tiempo-espacio, al engendrar desde el vacío-plenitud, en un discurso
que en su sencillez es tan actual como la física de vanguardia.
Gracias a sus avances matemáticos pudieron los mayas desplegar sorpren-
dentes conocimientos astronómicos (Riese, 1980, p. 238). Mediante complejos y
elevados cálculos matemáticos dieron seguimiento al curso de los astros, obser-
varon solsticios, equinoccios y predijeron eclipses. Varios fueron los períodos que
establecieron y conocieron: los meses sinódicos de la luna, el año trópico y los ci-
clos de los eclipses. Estudiaron además las revoluciones sinódicas del sol, la luna,
Venus, Marte y algunas constelaciones de estrellas como las Pléyades, las Hides,
Orión, Cástor y Pólux, la Cruz del Sur, la Cruz del Norte, la Osa Mayor y Casio-
pea, realizando observaciones precisas y registros rigurosos (Ávila, 2002, p. 149).
La religión permeó todos los ámbitos de la vida social e individual de los
mayas. Las fuerzas de la naturaleza jugaron un rol fundamental dentro del ritual
y creencia sacra, así como el culto a los muertos, la penitencia, los sacrificios hu-
manos y el chamanismo. Entre sus principales deidades se encuentran: Hunab-Ku
(asociado en el mito creador a Ixbalanqué: ligados al maíz y al cacao) su “Dios” su-
premo, según algunos el centro galáctico; Itzamná, Señor del cielo, de la noche y
del día, patrón del día Ahau, primer sacerdote, inventor de la escritura y de los li-
bros, quien nombró los lugares de Yucatán; Ixchel, Diosa de la luna y del alumbra-
miento; Chac, Dios de la lluvia y de la germinación; Kukulkán (“Sepiente Emplu-
mada”, Estrella de la Mañana) Dios del viento y de la vida cultural; Ah-puch, Dios
de la muerte, etcétera. Otorgaban además un simbolismo mitológico a la “Serpien-
te Emplumada”, al jaguar, al perro y al zopilote. La kosmología maya, íntimamen-
te ligada a lo religioso, compartía muchos de los elementos mítico-racionales del
patrón mesoamericano: mitos de creación (Popol Wuj, en quiché); la existencia de
varios mundos anteriores al actual; el inframundo, la tierra y el cielo (situados en
diversos niveles jerárquicos superpuestos); los cuatro puntos cardinales con un de-
264 Sentipensares: el co-razon-ar de las filosofías amerindias
terminado simbolismo; el árbol de la vida (la ceiba para los mayas coloniales), et-
cétera (Ávila, 2002, p. 152).
Hemos dicho más arriba que los mayas recibieron en el siglo X el fuerte in-
flujo de las costumbres, el arte y la religión de un grupo cultural procedente del
norte de México que emigró a la región y el cual formaba parte del pueblo tolteca.
Veamos algunas de sus características culturales.
Lo más conocido del pensamiento maya (que entenderemos aquí en su sentido ge-
neral, no en el yucateco) es su manejo del tiempo, la astronomía y la matemática.
León Portilla efectuó en 1968 una investigación clásica sobre el carácter del tiempo
maya. Así que remitimos a los lectores a ese texto (León Portilla, 1968, ed. 2003) y
a algunas de sus observaciones:
1) El lugar principal del tiempo en la filosofía maya, quizá como en ningún
otro pueblo en la historia mundial.
2) El carácter pionero de los mayas como primeros descubridores mundia-
les del uso matemático sistémico del cero.5 Además del lugar destacado en la geo-
metría y en la aritmética, con el sistema posicional vigesimal, aunque con limita-
ciones operacionales.
3) El manejo exacto, sin instrumentos de precisión, para medir los ciclos
kósmicos y las cuentas calendáricas.
4) El año de 365 días (haab) y el de 260 (tzolkin).
5) Las cuentas calendáricas de un día (k’in), veinte días (uinal), 360 días (tun),
7 200 días (katún), 144 000 días (baktún) y la “cuenta larga” en la que no se repiten
las condiciones de un día en 374 440 años.
6) La medición de la revolución sinódica de Venus (584 días frente al cóm-
puto moderno de 583.92), los ciclos lunares, el año solar, los eclipses.
7) La noción abstracta del tiempo como algo sin principio ni fin.
8) La perspectiva de registro persistente del tiempo y su carácter cíclico
(para nosotros, más bien espiral revolvente) como una manera de profecía, de co-
nocer el devenir, el futuro.
9) La concepción del ser humano como ser en el tiempo.
5 El jeroglífico egipcio nfr no aparece en los papiros matemáticos conocidos. Sus dos usos
fueron: 1) para marcar el punto cero sobre un número de líneas que sirvieron de guías en
la construcción, y 2) para señalar el resto cero en las cuentas. (Lumpkin, s/f).
Tomo II. Filosofías mesoamericanas 265
los datos disponibles (para los zapotecos, los mexicas y los mayas tzo-
tziles de los Altos de Chiapas) sobre las subdivisiones de día y noche se
refieren tanto a puntos como a períodos de duración variada, mismos
que nada tienen que ver con las horas y no se presentan en números de
trece y nueve. En otras palabras, no pueden servir como punto de parti-
da para el modelo SKT (Köhler, 1995, pp. 99, 118).
No solo los puntos consabidos del pensamiento en lenguas mayenses, del Popol
Wuj8 y del Chilam Balam son fundamentales sino también su concepción antropo-
lógica y del cuerpo, su saber chamánico y curativo, así como su filosofía política
que está por recuperarse y sistematizarse, la cual les permitió a los pueblos mayas
7 Fuera del discurso académico, existe también otra simultaneidad intermedia que podría-
mos omitir pero está ahí, una dimensión llamada hoy “banco psi” en el esoterismo maya:
una especie de campo alrededor de la tierra, de la información pasado-presente-futuro, a la
que los humanos accedemos (como el akasha hindú), y que tiene sus guardianes.
8 Hay interpretaciones que hablan de que la lectura correcta del texto es Pop vuh. En ge-
neral se ha escrito Popol vuh. La última traducción crítica, de Sam Colop, lo transcribe des-
de el quiché como Popol Wuj. En español se cuenta también con la edición de Adrián Inés
Chávez, que tradujeron recientemente al maya yucateco Fidencio Briceño Chel, Ricardo
Gerónimo Can Tec, Marcelina Chan Canché Sosaya Cano y José Concepción.
270 Sentipensares: el co-razon-ar de las filosofías amerindias
Y así fue como consideramos necesario tipificar los signos primero den-
tro de una relación matricial y logarítmica usando el criterio morfológi-
co, y poder ir juzgándoles por sus diferencias y/o similaridades conti-
guas. Y a partir de ahí es que ya pudimos ir nombrando y seleccionán-
doles como los caracteres fonémicos determinantes, o sea aquellos ca-
racteres típicos repetibles que tuvieran un significante establecido, y los
mismos que al haber sido encontrados dentro y fuera de los compuestos
272 Sentipensares: el co-razon-ar de las filosofías amerindias
De modo que las unidades mínimas de los signos mayas son morfemas: woo-
hoob; donde wo’oh es también la agitación bulliciosa de los insectos para comunicar-
se, y wooh es el sonido del viento y del agua. También se asocia a la comunicación
animista. De ahí el nombre wooh elegido por los hah ts’iboob (los escribas) mayas. En
vez de dioses, lo que aparecen son compuestos sígnicos. López Maldonado abrió
así el conocimiento de una riqueza de la escritura, la filosofía del lenguaje y el pen-
samiento maya que cambiarán la mayística. Además, de corroborarse toda su hipó-
tesis, se extenderá en parte la crítica a los textos que parten del nahuatl.
Los resultados iniciales de López Maldonado son:
1) no se trata de logogramas o sílabas, sino de compuestos glifales con mor-
femas. Los wooh representan fonemas, la mayoría en trigramas (consonante-vocal-
consonante);
2) Los wooh son polisémicos, homonímicos y polisintéticos, con un número
ilimitado de significantes;
3) la lengua de base la denomina maya’ta’an que dio lugar a la familia yucate-
ca (otros proponen que la escritura maya representa la fonética de las tierras bajas,
chol y yucateco);
4) el conocimiento detallado de la conducta de las abejas en el Nahalte en
Madrid (nombre que da López Maldonado, descolonizadoramente, al Códice Ma-
drid).
De acuerdo con López Maldonado, en opinión soportada por la reinter-
pretación de los textos sobre las abejas en el “Nahalte en Madrid”, el modelo de la
abeja melipona, propia de la zona maya, brindó al grupo un modelo para toda su
concepción del mundo. El texto en Madrid, también llamado “Códice Trocorte-
siano”, dedica exclusivamente a las abejas las páginas 103 a 112, además de men-
cionarlas en las pp. 14, 15, 51, 52, 80, 81 y otras, hasta unas 50 imágenes de abejas.
Las abejas representaron un modelo sociobiológico para la vida (no en el
sentido determinista racista tan criticado, sino en el sentido de su capacidad de re-
tomar características de una “sociedad” animal que los mayas conocieron hasta el
mínimo detalle y cuya riqueza reconocieron, como los egipcios con otros insec-
tos): los nueve niveles en capas superpuestas en que se construye la colmena pare-
cen ligarse a los niveles del inframundo; el ciclo de la abeja tiene que ver con el nú-
mero 52, clave en la cuenta calendárica mesoamericana; los entierros de principales
embalsamados, parecen estar hechos a semejanza del entierro de las abejas reinas
Tomo II. Filosofías mesoamericanas 273
El águila bicéfala
Con respecto al símbolo del águila bicéfala y el concepto filosófico asociado a ella
de Cabawil, retomamos a Matul y Cabrera (2007) a través de Luis Alberto Padilla
(2012), que recoge detalladamente este importante concepto, como uno de mu-
chos conceptos filosóficos mayas de alta elaboración, que comprende los princi-
pios de conexión, de consideración del observador, de totalidad, de vivencia y que
como señalamos con Kocyba, representaba también en el cielo la eclíptica:
Lecturas recomendadas
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Para la religión es clásico el texto:
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Y para la cultura maya:
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León-Portilla, M. (2006). Obras de Miguel León-Portilla. México: Universidad Nacional
Tomo II. Filosofías mesoamericanas 277
A B
1 I II III IV
2
Figura 27. La abeja maya en los códices y el Nahalte en Madrid (Códice Madrid)
En este texto, del Nahalte en Madrid, almanaque 103a, el método de los últimos
dos siglos lee estructuralista y eurocentristamente: A1) U-pa-ch(i): “Él toma” B1)
U-KAB (-ba): “Su miel”; A2) Itzamná: “Dios D”; B2) (li)NIK-il Título de flor (NIK;
sufijo –il, epíteto del Dios D).
278 Sentipensares: el co-razon-ar de las filosofías amerindias
Tepew Q’ukumatz;
Corazón del lago
Corazón del mar.
Los de la superficie plana,
los de la bóveda azul, como se dice,
se nombra
se menciona a la comadrona
al abuelo, Xpiyakok
Ixmukane,
así llamados los protectores,
amparadores,
VI Congreso Mesoamericano sobre abejas nativas, Antigua Guatemala, Guatemala. Recuperado el
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280 Sentipensares: el co-razon-ar de las filosofías amerindias
Es grande su descripción
y el relato de cómo se terminó de crear todo el Cielo y
la Tierra:
sus cuatro esquinas
sus cuatro lados,
su medición
sus cuatro ángulos;
doblez de la cuerda para medir
extensión total de esa cuerda en el Cielo,
en la Tierra;
en las cuatro esquinas
en los cuatro lados como se dice por parte de Tz’aqol,
Bitol;
Madre y
Padre de la vida
de la existencia;
dador de la respiración,
dador del corazón;
Creador y
Pálpito de luz,
Tomo II. Filosofías mesoamericanas 281
de la eternidad
de las hijas nacidas en claridad.
El que medita,
el que conoce de todo lo que existe en el Cielo y en la Tierra
en lagos y mares.
Fue así, pues, como les fue dado sus nidos a los animales por
la Concebidora,
el Engendrador;
y estando terminada la creación de los cuadrúpedos y
las aves,
les fue dicho a los cuadrúpedos y
aves por el Creador
Formador;
286 Sentipensares: el co-razon-ar de las filosofías amerindias
Alom,
K’ajolom:
-¡Hablen
invoquen,
que no solo sean gorjeos
deben invocar!
Que hable cada quien
según su especie
según su grupo, les fue dicho a los venados,
a las aves,
a los pumas,
a los jaguares,
a las serpientes.
-¡Digan nuestros nombres,
Alábennos, a nosotros su madre creadora
A nosotros su padre creador!
Digan entonces:
Jun Raqan,
Ch’ipi Kaqulja,
Raxa Kaqulja;
Uk’u’x Kaj,
Uk’u’x Uleu;
Tz’aqol,
Bitol;
Alom,
K’ajolom;
¡Hablen,
invóquennos,
adórennos!, les fue dicho.
Pero no pudieron hablar,
no como lo gente;
solo chillaban,
solo cacareaban,
solo aullaban.
Su lenguaje no se manifestó claramente
cada quien gritó diferente.
Cuando escucharon esto el Creador y
Tomo II. Filosofías mesoamericanas 287
el Formador,
-No resulto bien,
no hablaron, se dijeron entre sí.
-No ha sido posible que digan nuestros nombres,
el de nosotros sus creadores
sus formadores.
-No está bien, dijeron entre sí Alom,
K’ajolom.
Entonces les dijeron:
-Serán cambiados porque no resultaron bien
no hablaron.
Hemos cambiado nuestro parecer:
su comida
sus porciones;
sus habitaciones,
su lugar de reproducción.
Lo de ustedes serán los barrancos
los bosques porque no lograron adorarnos
no lograron invocarnos.
Todavía hay quien mire hacia nosotros,
seres que adoren
seres que respeten, habremos de hacer.
Solo acepten su destino,
sus cuerpos serán masticados.
¡Que así sea!
Ese es su destino, les fue dicho,
Cuando hicieron saber su voluntad a los animales pequeños
animales grandes que hay sobre la tierra.
Entonces probaron de nuevo,
intentaron otra vez
probaron crear a los que los invocaran,
porque no escucharon su habla para llamarlos;
no fue claro y
no resultó.
De esta manera sus carnes fueron destinadas a ser comidas
se decidió su oficio: ser comidos
ser muertos los animales que hay sobre la Tierra.
288 Sentipensares: el co-razon-ar de las filosofías amerindias
Figura 29.
Representaciones
del cero maya
Capítulo 13
El nosotros tojolabal 1
Desde esta perspectiva, el principio que hace posible la vida en las comu-
nidades tojolabales es el principio de unidad pues es únicamente en la comunidad
(común–unidad) en dónde el tojolabal puede recrearse y es también la unidad co-
mún el ámbito donde el tojolabal puede realizarse. Es decir, la comunidad como
espacio en donde puede desarrollar su vida y la unidad común como el ámbito
desde el cual esta es posible.
La organización comunitaria no excluye de alguna manera a ningún miem-
bro pues cada uno desde su condición debe, para poder mantenerla, cumplir con
una función. Esta particularidad distingue la singularidad de cada uno de los suje-
tos, pero al mismo tiempo los vincula necesariamente a los demás que dependen
de su contribución para que la comunidad pueda mantenerse.
Es decir, en realidad no existe una estructura social jerarquizada ni al inte-
rior de la familia, ni al interior de la comunidad, por lo menos no en un grado de
mayor o menor importancia. La organización comunitaria depende de la vida y de
la función de cada uno de los que la integran para poder ser comunidad en igual me-
dida, por eso, la vida de todos se procura de la misma manera pues existe, de he-
cho, la conciencia de que la vida de uno es la vida de todos en la comunidad.
Este modo de realizarse en realidad responde a uno de los principios tojo-
labales que constituyen no solo la forma de organización sino la filosofía de estos
pueblos.
Lajan lajan ‘aytik u ‘oj jlaj jb’atik es uno de los conceptos en clave tojolabal
que se refiere al estar emparejados. Decimos que es un concepto en clave tojolabal
no solo porque remite a un concepto fundamental en la estructura del pensamien-
to de estos pueblos sino que el estar emparejados representa el modo de vida que
determina las relaciones dentro de la comunidad y que hace posible que la vida de
esta no solo pueda mantenerse sino que también pueda desarrollarse, es decir, es
una de las nociones que caracterizan el modo de vivir de estos pueblos.
Estar emparejados permite que las relaciones intersubjetivas puedan des-
plegarse en un marco no solo de igualdad sino también de responsabilidad porque
ubica a los sujetos que forman parte del todo comunitario en una misma condi-
ción, en una condición de emparejamiento.
Esto supone que cada uno de los sujetos al interior es condición para la pro-
ducción y el desarrollo de la vida de todos los demás y por tanto propicia también
un sentido de responsabilidad porque compromete a cada uno no como individuo
sino como posibilidad para hacer que la comunidad de vida sea. Las implicaciones
éticas son obvias pues reconocer y relacionar a todos de igual manera fomenta un
sentido de respeto mutuo, pero además un sentido de pertenencia que permite el
294 Sentipensares: el co-razon-ar de las filosofías amerindias
El principio ético del vivir emparejados propicia, como dijimos antes, que
las relaciones intersubjetivas se desarrollen en un marco de respeto y de respon-
sabilidad pero además evita a toda costa el sentido de la superioridad de unos so-
bre la inferioridad de otros o de la competitividad, muy marcada en muchas de las
Tomo II. Filosofías mesoamericanas 295
6 Algo similar se da en el concepto africano zulú y xhosa de la regla ética ubuntu: “soy porque
nosotros somos”, “una persona se hace humana a través de las otras personas”, vinculada a
la humildad y la empatía. Una especie de ruptura del silogismo del cogito cartesiano, del yo al
nosotros, también presente entre los tojolabales: nosotros somos por tanto soy; dado que
soy entonces somos. (N. de los E.)
7 La nosotrificación, como venimos viendo es una cualidad que es parte de la cosmoviven-
cia tojolabal, es decir es propia de estos pueblos, sin embargo, no es propia para ellos, es
decir, no es una manifestación solo para los tojolabales sino que también se comparte en-
tre otros muchos pueblos de la región. Se oye y se vive de la misma manera también entre
los tzotziles, tzeltales, ch’oles y otros.
8 El término tojolabal tuch’il, proviene del verbo tuch’u que puede ser traducido como
arrancar, desarraigar y, en otro sentido, puede ser desterrar. Sacar de un contexto nosótrico.
Tomo II. Filosofías mesoamericanas 297
arraigados. Viven como abandonados. […] Para los tojolabales, si estamos solos
nuestro corazón está triste y no contento.” (Lenkersdorf, 2008, p. 32)
Como podemos dar cuenta, el modo de vivir en la comunidad del nosotros9 solo
puede reconocerse en la vivencia intersubjetiva que es posible en relación con los
demás. Desde esta perspectiva, podemos darnos cuenta que la vida, su producción
y desarrollo no es un proyecto particular o individual, es decir, no es un proyecto
solo de uno. La vida y la permanencia de la comunidad como instancia de la propia
vida, es un bien común que integra a todos porque al mismo tiempo es el proyec-
to que regula y fortalece las relaciones de todos al interior, por eso se vuelve una
necesidad procurarla y desarrollarla.
Ahora bien, la vida en y de la comunidad no es ni un proyecto particular-
mente individual ni específicamente humano. Es decir, la vida no es un proyecto
específicamente de los sujetos humanos o solo de la humanidad. De la vida todos
participan y todos tenemos derecho a ella, de igual forma los hombres, los árboles,
los animales, las piedras y las sillas.
La concepción maya-tojolabal y el modo de vida de estos pueblos reconoce
a todo lo que existe como sujeto. “El hecho se expresa por el término del ‘altsil10,
corazón, que es vivificador de todo y de cada uno, por eso no hay nada que no ten-
ga ‘altsil (corazón). Es decir, la vida no está solamente presente entre los humanos,
la fauna y la flora, sino también en las nubes y agua, cuevas y cerros, tierra y astros,
ollas y comales.” (Lenkersdorf, 2008: p. 126)
Los tojolabales saben muy bien que los seres humanos no son más que un
miembro de un gran universo donde habitan muchísimos más seres que él. Todo
es vida en la comunidad tojolabal y no puede haber nada que no lo sea. Cuando
un sujeto humano se está refiriendo a alguien más allá que él es porque de antema-
no sabe que el otro vive pues la constante relación y comunicación entre especies
muestra una constante coexistencia entre todos los vivientes.
9 Es necesario hacer una distinción entre lo que se vive en la comunidad del nosotros que es
principalmente el sentido de unidad e integración al interior de la comunidad étnica y fue-
ra, porque la comunidad, como dijimos antes, no es exclusiva de los pueblos tojolabales, es
decir, no es una comunidad de nosotros los tojolabales solamente a manera de una comunidad
nuestra, como exclusiva de un grupo social o cultural. Se extiende hacia los demás, otra
vez, como necesidad del desarrollo de toda vida.
10 ‘altsil. –corazón, alma, principio de vida, estómago. […] “No hay nada que no tenga co-
razón, que corresponde al principio de vida y al alma. Por lo tanto todas las cosas pueden
ser sujetos de cualquier verbo. Nosotros los humanos, vivimos, pues, en un cosmos que
vive. No hay naturaleza muerta. Somos una especie entre muchas otras y, por ello, nos con-
viene ser humildes y no prepotentes como si el mundo y la naturaleza estuvieran a nuestra
disposición.” (Lenkersdorf, 2010: p. 94).
298 Sentipensares: el co-razon-ar de las filosofías amerindias
El ´altsil es parte indispensable pero no como origen ni como fin sino que
enfatiza que todos participamos de la fuente de la vida o corazón, esto nos mues-
tra que para los tojolabales no existe un predominio sobre los demás seres vivos,
ni aún sobre los frutos realizados por el trabajo humano, sino que resalta que el
ser humano es una especie entre tantas otras donde la importancia de cada una es
igual a todas las demás, es decir, no hay una supremacía de una, por ejemplo, la del
ser humano.
No somos tan importantes como se nos enseña y como nos gusta creer.
Todo lo contrario: como una especie entre muchas, nos conviene hu-
mildad en lugar de imponernos con soberbia a los demás. Esta idiosin-
crasia tojolabal tiene profundas consecuencias para la convivencia nues-
tra con la naturaleza, con el cosmos, pero también a nivel internacional.
Nadie tiene el derecho de imponer sus deseos y propósitos a los demás.
(Lenkersdorf, 2004: p. 55)
Como sujetos vivos tenemos que seguir viviendo, y esto solo lo podemos
lograr en convivencia, el k´ujol12 es el que nos dice, en última instancia, cómo se-
guir recreando la comunidad.
Los tojolabales dicen que como sujetos todos somos parte de la “herman-
dad cósmica” donde aprendemos a convivir en comunidad. Reconocer que hay di-
ferentes modos de sujeto involucra un deber y un respeto por lo que uno no-es,
tener cuidado con la fragilidad del otro, tener cuidado con nuestras intenciones,
poner atención a lo que nos dicen los demás, sensibilizarse por la belleza de lo que
está más allá de nosotros, son algunas formas que nos van reconociendo en una in-
tersubjetividad, y también, nos van formando propiamente como sujetos que van
ampliando la comunidad.
El k´ujol es el que nos enseña que los otros sujetos, de igual modo, tienen
sentimientos, deseos, propósitos que manifiestan y que tenemos que reconocer
para poder relacionarnos de una manera vivencial-intersubjetiva responsable. Esto
quiere decir que es el que nos da un juicio para poder discernir de la mejor manera
posible las necesidades que se tienen como comunidad.
Solventar las necesidades de la comunidad involucra una capacidad de rela-
ción donde todos participan de modo parejo, esto no puede llevarse a cabo si no
entendemos que estamos parejos porque somos sujetos, y si somos tales, entonces
es porque todos tenemos ´altsil y nos guiamos por lo que nos dice nuestro k´ujol.
La manera de tomar decisiones y actuar no es una disposición arbitraria y enca-
minada para asegurarse a sí mismo. Toda reflexión, pensamiento y sabiduría habi-
tan en el corazón, pues toda consciencia subjetiva se conduce según lo que dice
nuestro k´ujol.
12 Cabe aclarar que en sentido estricto no hay una diferencia tajante entre ´altsil y k´ujol y
en muchos casos tienen el mismo significado dependiendo del contexto y comportamiento
del sujeto, por ejemplo, “chab´axi jk´ujol yuj jel tzatz ´ay ja yaltzile´i, ‘se me entristeció el cora-
zón porque muy duros son sus corazones’ […] xchi´ja jk´ujoli, ‘dice/piensa mi corazón’, yal
aja kaltzili, ‘dijo/pensó mi corazón’.” (Lenkersdorf, 2004: p. 53). Si bien podemos encon-
trar una distinción conceptual para los dos términos, dicha distinción no es muy constante
porque en otros momentos las expresiones se acercan correspondientemente.
Tomo II. Filosofías mesoamericanas 301
Otras referencias
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Lenkersdorf, G. (2010). Repúblicas de indios. Pueblos mayas en Chiapas siglo XVI. México: Pla-
za y Valdés.
A continuación transcribimos las Reglas básicas para el trabajo colectivo extraídas del
“Diario de un Tojolabal” y que ejemplifica el sentido comunitario del estar sien-
do tojolabal.
302 Sentipensares: el co-razon-ar de las filosofías amerindias
1) T’ilan ‘oj job’ jb’ajtik jas’a’tel jas’ ora ma’sb’ aj jaye k’ak’u jaye winik
Tenemos que preguntarnos: ¿cuál es el trabajo [se considera], a qué horas, a quié-
nes toca, [por] cuántos días, [con] cuántos hombres?
2) t’ ilan ‘oj’a’tijikotik b’a slekilal komon b’a jpetzaniltik ‘oj ‘a’tijikotik winike’ ixuke’ ‘untik
Tenemos que trabajar para el bienestar de la comunidad, de todos nosotros que
trabajemos: hombres mujeres y niños.
3)‘oj cha kiltik ja necesida bá kada jujune. ‘oj cha kaltik yab’ye’ ja ma’tik ‘ochel ja jnesesida-
tiki mey k’ixwel
Que también veamos las necesidades de cada uno. Que también les digamos a los
compañeros del trabajo cuáles son nuestras necesidades sin avergonzarnos.
4)‘oj ‘ajyuk sneb’jel sje’jel yaljel yiljel
Que haya también clases de aprendizaje y enseñanza [que con franqueza nos] ha-
blemos y veamos las cosas.
5)‘oj cha jtalna jb’ajtik lek ja ma´tik ‘ochel
Que nos cuidemos bien todos nosotros que participamos.
6)‘oj jk’ul jb’ajtik tzamal b’a ka´teltik jk’umaltik kiljeltik
Que nos portemos como buena gente al trabajar, al hablar y al ser vistos.
7)‘oj kaltik b’ajtan jayajni mito ‘ayuk ja problema
Si ocurre algo [problemático] que lo digamos cuanto antes para evitar problemas.
8)Mi’oj xiwkotik yuj ja problema’oj jak jb’ajtik ma’ay ma’ xyala mi lekuk j ajas wantiki
Que no tengamos miedo a causa de los problemas que encontremos, y que tampo-
co nos preocupe si alguien dice que no es bueno lo que estamos haciendo.
9)Ja ke’ntiki ‘oj kiltik ta sb’ej wan wajel ja ma’tik ‘ay ya’teli. ‘oj ki’tik ja b’a leki b’a mi le-
kuki mi ‘oj ki’tik
Nosotros observamos si las autoridades caminan bien o no. Sostengamos a las que
hacen bien y no a las que no hacen bien.
10)‘oj je’tik ‘alegre ‘aytik ja komunero ‘otiki
Que demos ejemplos de ser alegres por ser comuneros.
11) Mas tza’an ‘oj jpiltik ja ka’teltiki b’a ‘oj b’ob’ jk’ultik luchar ja jproblematiki ma b’a ‘oj
jta’tik ja jlekilaltiki
Más tarde dividamos nuestros trabajos para que podamos luchar por nuestros pro-
blemas o para que alcancemos la sociedad justa.13
as
t
n da
in
qu
Nóm
on
adas
We
alg
as
Confederaciones
nz
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Caddo
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Co
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Gran este
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