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San Alfonso Mandamientos

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San Alfonso Maria de Ligorio Los Diez Mandamientos Ivory Falls Books San Alfonso de Ligorio LOS DIEZ MANDAMIENTOS £82018 IVORY FALLS BOOKS. Este libro es parte de una clecin dels mores clisicos apts, dspenbles ato en formato impresoy ros ‘lecuonicos En ory Fal Books aor efor por publear irs de sia clded «pcos asus deme buenos tioned ex ol ta. 1 ‘evento eter jel po dels. qb le pete lector esr aoa ioe bien cms fel lena. Para encontar lo tlos spon: por Ever basqueses en Amazon com. Ese libro es producto de su tempo y no ref necesriamente el pensaminto de a acu, el cual evolucionado, como loi si se hbise ssciteenln actin CONTENIDOS PREFACIO PRIMER MANDAMIENTO. No tenors ms Dios Que a Mi (Ex. 20.3 SEGUNDO MANDAMIENTO. No ToMARAS EN VANO EL NOMBRE DEL SENOR TERCER MANDAMIENTO. SaNTiFicaR EL Dia Det SEXOR 0.8) CUARTO MANDAMIENTO. Howes 4 Tv PADRE ¥.4 TU MADRE (Ex. 20, 12 UINTO MANDAMIENTO. No matards (Ex. 20.13 SEXTO MANDAMIENTO. No FoanicaAs (Fx. 20.14) SETIMO MANDAMIENTO. No gozanas (Ex, 20. 15) OCTAVO MANDAMIENTO. No LEVANTARAS EALsO TESTIVONIO ‘NOVENO MANDAMIENTO. «No copiciazAs LA CASA DE TU PRONIMO, DECIMO MANDAMIENTO. «No copiciaRas [..]NADA QUE PREFACIO 1. Pecado Original Para que el hombre cumpla sus deberes tiene que considerar ante todo el fin para que fue creado, y que solo en la consecucién de este fin podrd hallar su felicidad completa Ahora bien, el fin ultimo del hombre es amar y servir a Dios en esta vida y gozar de El etemamente en la otra. Es decir que, Dios nos ha puesto en este mundo, no para tener riquezas, ni honores, ni placeres, sino para obedecer sus Mandamientos y alcanzar asi la etema bienaventuranza del cielo. ‘Ya que el primer hombre, Adén, lo creé Dios con este fin y le dio por mujer a Eva, con la que propagase el género humano. Los creé en estado de gracia y los puso en el paraiso terrenal, indicéndole que desde alli serian Iuego trasladados al cielo a gozar etemamente de una dicha cumplida Mientras vivieran en la tierra podrian comer de los frutos de todos los arboles de aquel delicioso jardin, excepto de uno que Dios le seitalé a fin de probar su fidelidad. Pero Adan y Eva, desobedeciendo al Seiior, comieron del fruto prohibido, y por este pecado se vieron privados de la gracia divina, arrojados del paraiso terrenal y, como rebeldes a la majestad de Dios, condenados con todo el género humano a muerte temporal, quedando asi cerrado para ellos y todos sus descendientes el paraiso celestial Ese fue el pecado original, con el cual todos nosotros, hijos de padre rebelde, nacemos hijos de ira y enemigos de Dios. Cuando un vasallo se levanta contra su rey, caen en su desgracia no solo el rebelde, mas también sus hijos. Para nosotros, por tanto, el pecado original es una privacién de la gracia de Dios, causada por la desobediencia de Adan. Solo Maria Santisima tuvo, el privilegio de verse inmune de la culpa original. Ella es Inmaculada. La Concepcién inmaculada de Maria es un dogma de fe definido por el Magisterio de la Iglesia. El Papa Pio IX, el 8 de diciembre de 1854, por la Bula Ineffabilis Deus, definié que la Virgen Maria habia sido concebida sin mancha de pecado original, en atencién a los futuros méritos en su Hijo La iglesia nos invita en su Liturgia a cantar en honor suyo: Toda hermosa eres Maria, y no hay en ti mancha original Conviene anotar que la redencién de Maria no fue liberativa del pecado original contraido, sino preservativa que le impidié caer en él. Este dogma se fundamenté en la Escritura (Gen. 3, 15; Le. 1,28) y en el dogma de la ‘Maternidad divina Todos los hombres nacemos infectados del pecado de Adan; y en castigo del mismo hallase nuestra inteligencia oscurecida para comprender las etemas verdades e inclinada al pecado nuestra voluntad Pero con el santo Bautismo, en virtud de los méritos de Jesucristo, recobramos la 4 divina gracia y se remedia todo nuestro mal. Por aqui llegamos a ser hijos adoptivos de Dios y herederos del cielo, pero a condicién de que sepamos conservar hasta la muerte la gracia recibida en el Bautismo; porque, si por el pecado mortal la perdiéremos, venimos a ser reos del infierno, y tinicamente por el Sacramento de la Penitencia podemos, entonces, alcanzar el perdén de los pecados cometidos después del Bautismo 2. Pecados actuales. Entre los pecados actuales que el hombre comete, unos son mortales y otros veniales. Hablando primeramente del pecado mortal, conviene saber que asi como el alma da vida al cuerpo, asi la gracia de Dios da vida al alma; por consiguiente, asi como el cuerpo cuando se priva del alma, muere y su destino es el sepulcro, asi el alma, cuando peca, muere a la vida de la gracia, y su paradero es el sepulcro del infiemo. De ahi que el pecado grave lo Ilamemos mortal, pues mata el alma del que lo hace: El alma que peca morira (Ez. 18,20). He dicho que su paradero es el sepulero del infierno. ;Y qué es el infieo? Un lugar donde los que mueren en pecado padecen eternamente: Estos irin al fuego eterno (Mt 24,46). GY qué tormentos hay en él? Respondo: todo género de males; alli estar el condenado penando en un mar de Mamas, presa de todo género de dolores, desesperado y abandonado de todos por etemnidades sin fin. Pero; ,cémo es posible que por un solo pecado mortal haya de padecer el alma etermamente? Quien asi pensara demostraria no entender lo que quiere decir pecado mortal. Es el pecado mortal, segin definicién de Santo Tomas, un apartamiento del bien inconmutable. Por eso dice Dios al pecador: Tii me abandonaste y me volviste las espaldas (Jr. 15, 6). Es un desprecio que a Dios se le hace: He criado hijos y los he engrandecido, y ellos me han menospreciado. (Is. 1,2). Es mancillar la honra de la divina Majestad: Con tu prevaricacién de la Ley deshonras a Dios (Rm. 2,23). Es como decirle al Sefior: «me voy de tu servicio»: Quebraste mi yugo, rompiste mis coyundas y me dijiste; «no quiero servir». (Jr. 2,20). He ahi lo que significa el pecado mortal. Por donde se comprenderd ser poca cosa un infiemo, cuando ni cien mil bastarian a castigarlo. Quien sin motivo injuria a un esclavo merece ciertamente castigo; pero mis si el ofendido es un seilor, un principe, un rey. Ahora bien, {qué son todos los reyes de la tierra y los bienaventurados todos del cielo en comparacién de Dios? Son como nada: Todas las naciones en presencia suya coma sino fueran (Is. 40,17). Pues ,qué castigo no merecera una ofensa hecha a Dios y, lo que es més, a un Dios que ha muerto por nuestro amor? Pero aqui hay que notar que para que exista pecado requiéranse tres cosas: advertencia plena, consentimiento perfecto y gravedad de materia. Faltando una sola de estas condiciones, no hay pecado, o, si lo hay, sera venial nada mis. El pecado venial no inflige al alma la muerte, pero si una herida. No disgusta a Dios gravemente, pero le disgusta. No es un mal tan grande como el pecado mor tal, pero sobrepasa todos los males que pueden afligir a las creaturas. Mayor mal es una mentira una ligera imprecacién, que si todos los hombres y todos los santos y todos los angeles fuesen lanzados al infiemo. De los pecados mortales, unos son deliberados, otros indeliberados. 1. Los veniales indeliberados, es decir, que se hacen sin plena advertencia o sin consentimiento perfecto, tienen menos culpabilidad, y en ellos todos los hombres caen. Solo Maria Santisima, segiin dijimos, tuvo en esto privilegio de exencién 2. Mas culpabilidad encierran los veniales deliberados, cometidos a plena voluntad y a sabiendas; y més todavia si hay en el corazén apego a los mismos, como en ciertos sentimientos de rencor, en ciertos deseos ambiciosos, en ciertos afectos ya arraigados y en cosas semejantes. Decia San Basilio: (Quién se atreverd lamar pequerio ningtin pecado? Basta saber que es ofensa de Dios para que tratemos de evitarlo sobre cualquier otro mal. Santa Catalina de Génova, habiendo contemplado en visién la fealdad de un pecado venial, se maravillaba de no haber muerto de horror. Y téngase entendido que quien no hace cuenta de los pecados veniales corre peligro, si no se enmienda, de caer en algin pecado mortal. A medida que en el alma se multiplican los pecados veniales, esta se debilita, cobra fuerzas el demonio y disminuyen las gracias de Dios. Por eso, el que desprecia las cosas pequettas, poco a poco caerd. (Eclo. 19, 1) 3. Conclusion Atendamos, pues, a evitarel pecado, ya que de él ‘micamente podemos esperar desdichas en esta vida y en la otra. Demos gracias a la misericordia del Seftor, que no ha querido castigar nuestras culpas envidndonos al infierno, y de hoy en adelante cuidemos con esmero la salvacién de nuestra alma, convencidos de que siempre ser poco cuanto hiciéremos por salvarla Cuenta a este propésito San Agustin que, hallandose el emperador Graciano en Ia ciudad de Trevesis, dos oficiales de su corte paseando por las afueras de la ciudad vinieron a dar en una cabafia en que habitaban ciertos monjes, siervos de Dios. Alli hallaron un cédice con la vida de San Antonio Abad. Se puso a leer en ella uno de los cortesanos, el cual, Ileno repentinamente del espiritu de Dios, dijo a su compafiero: «Amigo, después de pasar nosotros tantos trabajos y fatigas, ga qué podemos aspirar en este mundo? Cuando més, a conseguir la privanza del emperador. Y supuesto que logremos tenerla, jewando Iegara ese dia? En cambio la amistad de Dios ahora mismo, si queremos, la podemos alcanzar.» Y dicho esto, continué su lectura hasta que movido mis poderosamente por Dios, el cual en aquel instante le hizo comprender la vanidad del mundo, exclamé: «Esta bien; quiero abandonarlo todo y salvar mi alma; desde ahora mismo resuelvo quedarme en este monasterio para pensar tinicamente en servir a Dios. Si tu amigo mio, no quieres seguirme, te ruego que por lo menos no te opongas a mi determinacién.» El compaiiero respondié que también él se quedaba, y asi lo hicieron. Dos jévenes doncellas prometidas a los dos en matrimonio, no bien supieron el cambio obrado en ellos, dejaron igualmente el mundo y consagraron al Sefior su virginidad Pero para salvarse no basta con haber comenzado, es preciso perseverar. Y para perseverar debemos permanecer en humildad desconfiando siempre de nuestras propias fuerzas, confiando solo en Dios y pidiéndole constantemente la gracia de la perseverancia. [Pobre del que confia en si mismo engreido con sus propios méritos! Refiere Paladio (Hist. Lausiaca, c. 44) de un solitario que en el desierto se pasaba los Dios y las noches en oracién y hacia vida tan penitente que se atrajo la admiracién de las gentes. Pero el infeliz puso los ojos en si mismo y, mirando a sus virtudes, daba ya por segura su perseverancia en el bien y la salvacién de su alma. Mas he aqui que, apareciéndosele el demonio en forma de mujer y habiéndole tentado a pecar, no supo el desgraciado resistir, y pecé. Apenas realizado el pecado, huia de alli el demonio soltando una estrepitosa carcajada. El solitario abandoné el desierto, y torné al siglo y se entregé en cuerpo y alma a todos los vicios, enseitindolos por aqui, cuan temerario sea confiar en nuestras propias fuerzas. PRIMER MANDAMIENTO. No tendras mas Dios que a Mi (Ex. 20,3) Obliga este Mandamiento a tributar a Dios el culto y el honor que le es debido. Quien seq este Dios no podemos nosotros comprenderlo; pero bastemos saber que es un Ser: 1. Independiente. Todo depende de El, y El no depende de nadie. Consecuentemente, tiene en si todas las perfecciones, pues no hay quien pueda limitarselas. 2. Omnipotente, Puede todo cuanto quiere. A un simple ademan de su voluntad broté el mundo de la nada. Creé primero los cielos y los angeles. Estos los hizo espiritus puros yen estado de gracia Pero Lucifer, movido por la soberbia, se nego a acatar el mandato de adorar al Hijo de Dios que habia de hacerse hombre; y, rebeléndose contra el Seiior, arrastré consigo una tercera parte de los angeles. Todos los cuales fueron al punto arrojados del cielo por el poder de San Miguel y sepultados en el infierno Estos son los que Ilamamos demonios, que nos tientan a pecar para hacemos compajieros de sus tormentos. Y jay, pobres de nosotros, impotentes para resistir a sus tentaciones, si Dios no estuviera de nuestra parte con sus auxilios! Auxilios que El nos quiere dar, pero a condicién que se los pidamos apenas sintamos los ataques del tentador. Los angeles que permanecieron fieles a Dios fueron admitidos inmediatamente a gozar de la gloria celestial. A estos angeles encomendé luego el oficio de custodios nuestros Manda a sus angeles que cuidasen de ti, los cuales te guardaran en cuantos pasos dieres. (Sal. 91, 11). Todos los dias, por consiguiente, debemos dar gracias a nuestro Angel de la Guarda y pedirle que siempre nos asista, sin dejamos ni un momento de su mano. Creé después el Seitor la tierra y todas las cosas que hay en ella; y finalmente al hombre, formando a nuestros primeros padres Adan y Eva, como antes dijimos. Por donde se ve que Dios es el Seiior de todo cuanto existe, pues todo lo ha hecho El. Y asi como para crear las cosas le basté un simple movimiento de su voluntad, asi podria, si quisiera, volverlas a la nada. Todo lo dicho se refiere al atributo de su omnipotencia 3. Es, ademas, sapientisimo. Gobierna todas las creaturas sin ningin esfuerzo ni dificultad; ve y tiene presentes todas las cosas pasadas, presentes y futuras, y sabe todos nuestros pensamientos mejor atin que nosotros mismos. 4. Es eterno. Siempre ha sido y siempre sera; no tuvo principio ni tendré fin. 5. Es santo, Santo en todas sus obras, incapaz de hacer mal ninguno. 6. Es omnipresente. El esta en el cielo, en la tierra y en todas partes. 7. Es Justo, No deja obra mala sin castigo ni buena sin recompensa. Ajiadamos que es todo compasion con los pecadores arrepentidos y todo amor con las almas que le aman. 8. En suma, es todo misericordioso hacia los pecadores penitentes y todo amor a las almas que lo aman. Dios es el Bien infinito, de suerte que ya no puede ser mejor ni mas 8 perfecto de lo que es. Pues bien; a este Dios, que nos cred y nos conserva, es a quien debemos amar y reverenciar. Amor y reverencia que debemos darle practicando principalmente las tres virtudes teologales: fe, esperanza y caridad. Por la fe, la esperanza y la caridad- dice San Agustin-, debe ser Dios honrado. L-De la Fe 1. {Qué es la fe? La fe es un don divino, una virtud infusa que Dios comunica a nuestras almas en el Bautismo, por la cual creemos las verdades que el mismo Dios revelé a la Santa Iglesia y que la Iglesia, a su vez, nos propone a creer. 2. {Qué es la Iglesia? Con el nombre de Iglesia se significa la congregacion de todos los bautizados que profesan 1a verdadera fe, bajo una cabeza visible que es el Papa (Wéase a la iglesia como cuerpo mistico de Cristo). Dicese de los bautizados, para excluir a quienes no habiendo aun recibido el bautismo no pertenecen a la Iglesia Dicese que profesan la verdadera fe, para excluir a los herejes, los cuales, aunque, como bautizados, pertenecen a la Iglesia, son miembros separados de ella. Y se dice bajo una cabeza visible, etc., para excluir a los cismaticos, los cuales no estan bajo la obediencia del Papa. Estos facilmente pasan de cismaticos a ser herejes. Con raz6n escribe San Cipriano: « Brotaron las herejias y nacieron los cismas por no someterse al Sacerdote de Dios (al Papa), y por no tener presente que en la Iglesia no hay mas que uno que a la vez que sacerdote es también juez, en lugar de Jesucristo» (Epist. a Cornelium). Todas las verdades reveladas se contienen en las Sagradas Escrituras y en la Tradicion Apostolica que poco a poco fue comunicando Dios a sus siervos. Pero {como sabriamos con certeza cuales son las verdaderas tradiciones, cuales las verdaderas Escrituras y cual el verdadero sentido de las mismas si no tuviésemos la Iglesia, que nos lo ensefia? La iglesia ha sido establecida por Jesucristo como columna y fundamento de la verdad (1Tim. 3,15). A ella ha prometido el mismo Salvador nuestro que nunca se vera dominado por sus enemigos: Las puertas del infierno no prevalecerdin sobre ella (Mt. 16, 18). Las puertas del infierno son las herejias y los heresiarcas, que han abierto el camino a tantas almas engafiadas. Y esta Iglesia es la que a nosotros nos indica por medio de sus ministros las verdades que debemos creer. Yo no creeria en el Evangelio -dice San Agustin-si a ello no me moviese la autoridad de la Iglesia catolica 3. ¢Cudl es el motivo de creer y cémo hemos de formutar un acto de fe? De manera que el motivo de creer nosotros las verdades de la fe es que Dios, Verdad infalible, las ha revelado a su Iglesia, y que la Iglesia nos las propone como reveladas. Si queremos, pues, formular el acto de fe, diremos: «Dios mio, porque eres verdad infalible y has revelado a la Iglesia las verdades de la fe, yo creo todo lo que la Iglesia me propone a creer» 4. GCuales son los principales articulos de fe? Veamos ahora que cosas son las que debemos creer. Entre los articulos de la fe, los principales son cuatro 1. Que Dios existe. 2. Que Dios es remunerador, es decir, que premia con la gloria eterna del cielo a los que guardan sus mandamientos y castiga a los que no los guardan con las penas etemas del infiemo 3. Que en Dios hay tres personas, Padre, Hijo y Espiritu Santo, las cuales, aunque distintas entre si, no son sino un solo Dios, pues las tres son una sola esencia y una sola divinidad. De manera que asi como el Padre es eterno, omnipotente e inmenso, asi igualmente es etemo, omnipotente e inmenso el Hijo, y lo mismo el Espiritu Santo. El Hijo es engendrado por la mente del Padre. El Espiritu Santo procede de la voluntad del Padre y del Hijo por el amor con que los dos mutuamente se aman. 4. La encarnacién del Verbo eterno, esto es, de la segunda persona de la Santisima Trinidad, que es el Hijo. El cual, por obra del Espiritu Santo, se hizo hombre en el seno de la Virgen Maria. Asumié el Verbo nuestra humanidad de tal manera que las dos naturalezas, la humana y la divina, se unieron en una sola persona, que es Jesucristo, el cual padecié y murié por nuestra salvacién. Pero {Qué necesidad habia de que Jesucristo padeciese por salvamos? Mirad: el hombre habia pecado. Para obtener el perdén era preciso que el hombre diese a Dios una justa satisfaccién. Mas ,qué satisfaccién podia ofrecer el hombre a la infinita majestad de Dios? Y Dios, entonces, ,qué hizo? Enviar su propio Hijo a hacerse hombre. Y este Hijo, que fue Jesucristo, siendo verdadero Dios y verdadero hombre, satisfizo por el hombre a la divina justicia Ved aqui cuan obligados estamos a Jesucristo y cuanto amor le debemos. 5. ¢Cuales son las verdades que debemos conocer y creer por necesidad de medio y cuales por necesidad de precepto? Hay articulos de fe que debemos creer por necesidad de medio, es decir, que la ignorancia de cualquiera de ellos haria absolutamente imposible nuestra salvacién. Otros se han de creer por necesidad de precepto, que es obligacién creer en ellos; pero si acontece que alguien los ignora inculpablemente, esta ignorancia ni es pecado ni es obstéculo para la salvacién eterna L. Los dos primeros articulos anteriormente dichos, a saber; que Dios existe y que es justo remunerador, son ciertamente de necesidad de medio, conforme dice el Apéstol; Sin fe es imposible agradar a Dios. Por cuanto el que se llega a Dios debe creer que Dios existe y que es remunerador de los que le buscan. (Hb. 11, 6) Los otros dos; a saber: la Trinidad de Personas y la encamacién del Verbo, son para algunos autores de necesidad de precepto y no de medio; de suerte que el que los ignore 10 con ignorancia inculpable puede, no obstante, salvarse. Pero, segin sentencia mis comin y fundada, deben creerse explicitamente por necesidad de medio. En todo caso, es cierto- por declaracién del Papa Inocencio XI al condenar la posicién- que no puede ser absuelto sacramentalmente quien desconozca estos dos misterios de la Santisima Trinidad y de la Encarnacién. Il. Por necesidad de precepto, pero bajo pecado mortal, hay que saber y creer los demis articulos del Credo, al menos los principales, como son: 1. Que Dios creé el cielo y la tierra y que conserva y gobiena todas las cosas. 2. Que Maria Santisima es verdadera Madre de Dios y que permanecié siempre virgen. 3. Que Jesucristo, después de muerto, resucité al tercer dia por su propi virtud. Que subié a los cielos, donde, atin en cuanto hombre, esta sentado a la diestra de Dios Padre, es decir, que posee establemente una gloria igual al Padre. Decimos que atin en cuanto hombre, y os lo explicaré, Jesucristo, en cuanto Dios, es igual en todo al Padre; en cuanto hombre, es inferior a El. Pero como quiera que nuestro Salvador, segiin declaramos anteriormente, junta a la vez en una tinica persona el ser de hombre y el ser de Dios, de ahi que en el cielo la Humanidad de Jesucristo tenga una gloria y majestad igual a la del Padre, no por propia dignidad, sino por estar unida a la persona del Hijo de Dios. Cuando el rey se sienta en el trono, en el trono est también la pirpura regia que aquél lleva sobre sus hombros, de la misma manera la Humanidad de Jesucristo, aunque de suyo no esté de la altura de Dios, sin embargo, por el hecho de estar unida a una Persona divina, ocupa el mismo trono que Dios, tiene la misma gloria de Dios, 4. Que al fin de los tiempos todos los hombres resucitarin y serin juzgados por Jesucristo. 5. Que nuestra iglesia catélica romana es la tinica Iglesia verdadera y es necesaria para la salvacién. El Vaticano II teniendo presente las palabras de Cristo sobre la necesidad de la fe y del bautismo para salvarse (Mc. 16, 16, Jn.3, 37), concreta asi esta cuestion, afirmando el hecho de que “quienes sabiendo y conociendo la necesidad de la Iglesia, no quieran entrar o perseverar en ella, no pueden salvarse.” 6. La comunién de los Santos, por la que todo fiel cristiano, mientras se halla en gracia de Dios, participa de los méritos de todos los justos, asi de la Iglesia peregrinante como de la Iglesia celeste o triunfante 7. La remisién de los pecados, de manera que si estamos verdaderamente arrepentidos de nuestras culpas, todas se nos perdonan en el tribunal de la Penitencia 8. Finalmente, la vida eterna; esto es que quien muere en gracia de Dios, se salva y es levado al lugar de los bienaventurados, donde gozaré de Dios etermamente; mientras que, por el contrario, quien muere en pecado mortal, es enviado a las eternas penas del infiemo 9. Ademés de lo dicho, todo cristiano debe saber los mandamientos de Dios y de la Iglesia; y cada cual, clérigo, hombre casado, magistrado, médico, etc. Debe saber las obligaciones principales de su estado o profesién. iL Todos igualmente deben de conocer y creer los siete Sacramentos y sus efectos: del Bautismo, Confirmacién, Penitencia y Eucaristia, siempre; los restantes cuando llegue la ocasién de recibirlos Todos deben saber el Padrenuestro. ¢Y qué es el Padrenuestro? Una oracién que Jesucristo mismo compuso y nos dio para que supiéramos pedir las gracias mis necesarias para nuestra salvacién Una noche San Hugo, obispo de Grenoble, postrado en su cama por la enfermedad, Ievaba rezados ya trescientos Padrenuestros, cuando el paje que le servia, temiendo que el repetir tantas veces lo misma pudiese perjudicar su salud, le aconsejé parar un poco Mas el Santo se negé a ello diciendo que cuanto més repetia el Padrenuestro sentia mayor alivio en sus males. Conviene sobre todo repetir aquellas palabras: Hégase tu voluntad asi en la tierra como en el cielo; ya que la mayor gracia que Dios puede darnos es la-de hacer en esta vida su voluntad santisima; y aquellas otras: ¥ no nos dejes caer en la tentacién, pidiendo que el Seftor nos libre de aquellas tentaciones en las que, ya El sabe bien que sucumbiriamos Y junto con el Padrenuestro, el Avemaria que es la mejor manera de encomendarse a la Madre de Dios, por cuyas manos nos Ilegan, como asegura San Bernardo, todas Las gracias que Dios dispensa a los hombres Todos deben saber que existe el purgatorio, en el cual se satisface la pena temporal que merecieron nuestros pecados y que no se pagé durante la vida Esta verdad debe movernos a rezar y ofrecer suftagios en favor de las benditas animas que se hallan en el purgatorio, cuyas penas estamos obligados a aliviar, ya que, por una parte, los males que padecen son gravisimos (el mAs pequeiio de ellos sobrepasa todos los dolores de la vida presente), y, por otra, las almas no pueden valerse por si mismas. Si tropezéramos con un pobre desgraciado en gravisimo aprieto y estuviera en muestras manos ayudarlo ficilmente, no es verdad que nos creeriamos en la obligacién de socorrerlo? Pues asi debemos socorrer también por lo menos con nuestras oraciones, a las 4nimas benditas. Y todos, finalmente, deben saber que es muy buena y provechosa para nosotros la invocacién de los Santos, principalmente de Maria Santisima. Esto es verdad de fe declarada por el Concilio de Trento (Ses. 25 De invoc. Sanct), al condenar la doctrina del impio Calvino, para quien era ilicito recurrir a los Santos y pretender por su intercesién los divinos auxilios necesarios para la salvacién. No es que digamos que Dios no pueda salvarnos sin la ayuda de los Santos, si no que asi lo exige el orden establecido por Dios, el cual quiere que, mientras vivamos en este mundo, nos dirijamos a El por medio de las siplicas de los Bienaventurados. “Esto, dice Santo Toms, exige el orden de la divina Ley, que nosotros, mientras habitamos en este cuerpo peregrinos de Dios, nos volvamos a El por la mediacién de los Santos” (In 4. Sent. d. 45, q. 3, a. 2). Lo mismo enseiian otros doctores. (Sylvius, In 2, 2, q. 83, a. 4, concl. 2) 12 Por la misma razén debemos venerar también sus reliquias, asi como las cruces y toda imagen sagrada. 6. ,Cuales son las pruebas de la Verdad o nuestra Fe? Antes de pasar adelante, quiero responder a lo que alguno podria objetarme. -Dicen que es clara la verdad de nuestra fe. {Clara, cuando tantos de sus misterios (la Santisima Trinidad, la Encarnacién del Verbo, la Eucaristia, etc.) son para nuestra inteligencia tan oscuros e incomprensibles? Respondo: Las verdades que la Fe nos propone son oscuras, pero no lo es la verdad en si misma de la Fe, la cual consta con toda certeza por las pruebas que de ella tenemos. Las verdades de la Fe son oscuras y el mismo Dios quiere que lo sean; primero, porque este es el obsequio que Dos exige de nosotros; que todo cuanto El nos ha revelado lo creamos sin comprenderlo: y en segundo lugar, para que creyendo lo que no entendemos, merezcamos. {Qué mérito tendria el hombre en creer lo que ve y entiende? “Se pierde el mérito de la fe, dice San Gregorio, cuando la verdad que admitimos es demostrable por la humana razon”. Y si nosotros no legamos a comprender ni siquiera los secretos del mundo material: por qué el iman atrae el hierro por qué un grano de trigo puesto en tierra produce otros muchos; el poder del rayo: las leyes del mundo sideral, nos maravillaremos de no alcanzar con nuestras luces los misterios sobrenaturales? Si, las verdades de la Fe son ocultas. Pero la Fe es cierta, se funda en pruebas tan evidentes que habra que tener por loco a quien no la abraza. Estas pruebas son miiltiples. 1. En primer lugar, las profecias que las Libros Santos consignaron en siglos remotos y que posteriormente tuvieron realizacion punto a punto. Desde mucho tiempo atris anunciaron los profetas -entre ellos David, Daniel, Ageo y Malaquias- no sélo el hecho, sino hasta las circunstancias de la muerte de nuestro Redentor. Anunciaron como los judios, en castigo por la muerte que dieron a Jesucristo, perderian el templo y la patria, y ciegos, en su pecado, se verian dispersos por toda la tierra. Y todo como sabemos, se ha cumplido. Anunciaron que a la muerte del Mesias seguiria la conversién del mundo: empresa que realizaron los Apéstoles, quienes sin letras, ni blasones, sin dinero, sin amparo de nadie, antes bien, con la oposicién de los més poderosos de la tierra, convirtieron el mundo, induciendo a los hombre a abandonar a sus falsas divinidades y sus vicios, y a abrazar una fe que exige la creencia de tantos misterios incomprensibles e impone la practica de leyes tan dificiles y opuestas a nuestros perversos apetitos, como amar a los enemigos, privarse de los placeres sensuales, suftir los desprecios y poner el corazon, no en los bienes visibles de esta vida terrena, sino en los invisibles de la vida fatura 2. Otra prueba evidente de nuestra fe son los milagros obrados por Jesucristo, por los Apéstoles y por otros muchos Santos en presencia de sus mismos enemigos; quienes, no 13 pudiendo negar tales prodigios, los achacaban a arte diabélico; cuando lo cierto es que hacer verdaderos milagros como esos que sobrepasan las fuerzas naturales: resucitar muertos, dar vista a los ciegos y otros semejantes (como podemos leer en los evangelios)- no es cosa del demonio, el cual no tiene poder para ello; y cierto también que Dios no puede permitir un milagro sino en confirmacién de la verdad y nunca en favor de la mentira, porque en este caso se engailaria a si mismo. Y asi, los verdaderos milagros que todavia vemos entre nosotros (baste el milagro de San Jenaro) son prueba segura de nuestra fe. 3. También lo es, y grande, la fortaleza de los mértires. En los primeros siglos de la Iglesia, y bajo el poder de tirinicos perseguidores, se vio a millares de cristianos —y entre ellos multitud de tiernas doncellas y nifios que, antes que renegar de Jesucristo, corrieron alegremente a los tormentos y a la muerte. Escribe Sulpicio Severo que en tiempo de Diocleciano iban esponténeamente los mértires en busca del juez, deseando el martirio con més ardor que los hijos del mundo los honores y riquezas terrenales. Célebre en a historia es el martirio de San Mauricio con toda la legién Tebea. Habia ordenado el emperador Maximiano que todo su ejército asistiera al sacrificio nefando que offecia a los dioses del imperio, a fin de tenerlos propicios en la expedicién militar que iba a emprender. Se negaron Mauricio y su tropa, pues todos eran cristianos. Sabedor de ello el emperador, mandé que en castigo de tan grande rebeldia fuesen diezmados, esto es, que por cada diez legionarios uno fuese decapitado. Todos deseaban les tocara la suerte de morir; de manera que los que quedaron con vida envidiaban a los que ya por Cristo la habian sacrificado. Supo esto el emperador y ordené la diezmada por segunda vez, con lo que se reavivé en todos el deseo de la muerte. Hasta que, para terminar de una vez, no tuvo el tirano mas solucién que la de disponer fuesen degollados en masa. Todos entonces se descifieron alegremente las armas y se dejaron matar como mansos corderos, sin la menor resistencia y con demostraciones de jibilo. IL-De la Esperanza 1. {Qué es la esperanza? Otra de las virtudes teologales que Dios infunde en el alma es la Esperanza por la cual esperamos de la divina misericordia con confianza absoluta la felicidad eterna por los méritos de Jesucristo, y mediante nuestras buenas obras, hechas con el auxilio de Dios 2. {Cual es el objeto de la esperanza? Objeto primario de la Esperanza es la vida eterna, es decir, Dios mismo, del cual esperamos gozar. Objeto secundario son los medios para conseguir la etema bienaventuranza, a saber, la gracia divina y las buenas obras que, con el auxilio de esa misma gracia, realizamos 3. gCual es el motivo de la esperanza? Los motivos de la Esperanza son: a) La omnipotencia de Dios, que puede salvamos; b) su misericordia, que quiere salvamos; c) 14 su Fidelidad a la promesa que ha hecho de que nos salvar por los méritos de Jesucristo, si asi nosotros se lo pedimos. He aqui la promesa: En verdad, en verdad os digo, cuanto pidiereis al Padre en mi nombre, os lo dard, (Jn. 16,23). Sin esta promesa, ningiin fundamento tendriamos para esperar de Dios la salvacién ni los medios a ella conducentes. 4. Pero si Dios es nuestra esperanza, gCémo es que la santa Iglesia hace que invoquemos a la santisima Virgen diciendo ;Salve, esperanza nuestra!? Preciso es distinguir: Dios autor de la gracia y fuente de todo bien, es nuestra esperanza come causa principal. Maria es también esperanza nuestra, en cuanto que es medianera entre Jesucristo y los hombres. Por eso San Bernardo, hablando con Maria le dice: «Por Ti, oh descubridora de la gracia y madre de salvacién, tenemos acceso a tu Hijo Jestis; de suerte que el que por tu medio se nos dio por tn medio nos recibe». Queriendo con esto decir que asi como no podemos Ilegar al Padre sino a través de su Hijo Jesucristo, que es mediador de justicia, asi no podemos llegar al Hijo sino a través de a Madre, que es mediadora de la gracia y la que con su intercesién hace llegar hasta nosotros los bienes que Jesucristo nos merecié. De ahi que San Bernardo lame a Maria «Toda la razén de mi esperanza» y que la Iglesia quiera que la invoquemos diciendo: ;Vida, dulzuray esperanza nuestra, salve! 5. {Como se peca contra la esperanza? 1. Desesperando de la divina misericordia. Asi pecd Cain, cuando después de dar muerte a su hermano Abel, exclamaba: Mi iniguidad es tan grande que no puedo tener perdén (Gn, 4,13). {Como si Dios no hubiera podido perdonarle, caso de haberse el arrepentido!, cuando el mismo Dios es quien ha dicho: Volveos a Miy yo me volveré a vosotros (Zac. 1,3) 2. Presumiendo salvarse sin contar con el auxilio divino o pretendiendo alcanzar misericordia sin romper antes con el pecado. El que en la lucha contra las tentaciones se apoya en sus propias fuerzas, no recibir auxilio de Dios y sera vencido. Para triunfar del tentador debemos recurrir al punto y confiadamente a Dios. Nadie que en El espere- dice David pecaré (Sal. 91, 14). El mismo Dios lo asegura por estas palabras: Porque confié en Mi, yo le libraré (Sal. 34, 23). 6. ¢Y cémo se hace el acto de esperanza? Asi: «Dios mio, confiando en tus promesas, porque eres poderoso, fiel y misericordioso, espero por los méritos de Jesucristo la gloria del paraiso y los medios que necesito para alcanzarla.» Necesaria es la Esperanza para salvarse; pero la sola esperanza no basta; es necesaria la cooperacién de nuestras buenas obras Vemos como los Santos Iegaron hasta a dejarlo todo para conseguir su eterna salvacién. Cuenta San Juan Damasceno en la Vida del monje Josafat, hijo de un rey de la 15, India y sucesor suyo en el trono, que, iluminado por luz celestial y deseoso de asegurar la salvacién etema de su alma, desprecio todos los bienes y delicias de la tierra, huyé del palacio real y ocultamente se largé al desierto, donde paso toda su vida en continua oracién y penitencia. A su muerte vieron angeles llevar su alma bendita al paraiso. Oid también lo que hizo una mujer -segiin refiere el historiador Sécrates (Hist. Eccl. 1 4, c. 13)- por el afin de ganarse el cielo. Valente emperador atriano, habia ordenado al prefecto de la ciudad de Edesa, en Mesopotamia, castigar con la muerte a todos los catdlicos que se reunian en la basilica del Apéstol Santo Tomas para practicar sus devociones. Cuando ya el prefecto se dirigia a ejecutar el barbaro mandato con un pelotén de soldados, irrumpié entre ellos una mujer levando hijo suyo en los brazos. Preguntaba que a dénde iba con tanta prisa, respondio: «Voy a la reunion de los catélicos.» -Pero {no sabéis -dijo el prefecto- que tengo orden de matarlos a todos? Precisamente por eso corro alla con este tinico hijo de mis entrafias, para tener la suerte de morir por Jesucristo e ir a gozar de El en el cielo. El prefecto contd el caso al emperador y que todos, igualmente, estaban dispuestos a morir. Entonces el emperador, considerando que no era cosa de matar en un momento tan gran multitud, retiré su sangriento mandato. IIL. De la caridad 1. {Qué es la caridad? La caridad es una virtud infusa, que nos mueve a amar a Dios sobre todas las cosas y al projimo como a nosotros mismos, porque Dios asilo dispone 2. {Cual es el motivo de la caridad? El motivo, pues, de la Caridad es la infinita bondad de Dios, por la cual merece ser amado en si mismo, aun cuando no hubiera premio para el que ama, ni castigo para el que no le ama Viajando San Luis, rey de Francia, vio venir por el camino una sefiora que en una mano traia una tea encendida y en la otra un céntaro de agua. Preguntada que pretendia con ello respondid: «Quisiera con esta tea reducir a ceniza el cielo y extinguir con esta agua el fuego del infierno, para que asi los hombres amen a Dios no por la esperanza del premio ni por el temor del castigo, sino solo por lo que en si mismo merece ser amado.» ‘Veamos ahora la manera de ejercitarnos en estos actos de Fe, Esperanza y Caridad. 3. {Cuando debemos hacer actos de caridad o de amor a Dios? El acto de Amor de Dios debemos repetirlo con mis frecuencia que los de fe y esperanza. Dice el Sefior en la Escritura que el Mandamiento de su amor debemos meditarlo siempre, asi estando en casa como yendo de viaje, asi al acostamos como al levantamos. Y aitade que debemos traerlo en las manos y ante los ojos y escribirlo en las puertas de nuestra casa (Dt. 6, 6- 9). Todo lo cual significa la obligacién que tenemos de hacer continuamente actos de amor a Dios; y la razén es que dificilmente podra observar este mandato divino quien no se ejercite con frecuencia en amar a Dios. Decia Santa Teresa que los actos de amor son 16 lefia que mantiene encendido en nuestros corazones el santo fuego de la divina caridad. 4. {Cuando debemos de hace actos de amor al projimo? A juicio de algunos autores, debemos hacer actos de amor a Dios por lo menos cada dia; segtin otros, cada semana; yo juzgo que como minimo deben hacerse una vez al mes. Es conveniente, sin embargo, que el cristiano no debe pasar un solo dia sin hacer estos actos de Fe, de Esperanza y de Amor a Dios. También el acto de amor al préjimo deberd hacerse formalmente por lo menos cada mes. Y esto por la misma razén de antes: que no ejercitando esos actos a menudo, dificilmente practicaremos con el préjimo el amor que le debemos En cuanto a este amor al projimo, conviene saber que el Papa Inocencio XI condené la proposicién que decia: «No estamos obligados a amar al préjimo como acto interno y formal, Proposicién condenada, porque es innegable que debemos amar al projimo no solo externamente, mas también como acto interno y formal de nuestro corazon. Y asi peca quien se complace en su dafio o se entristece por su bien. Esto significa el mandamiento: Amards a tu projimo como a ti mismo (Mt. 22,39).No obstante, si alguno viese con gusto o desease males temporales sobre algiin obstinado pecador, a fin de que se arrepienta, 0 no siga siendo piedra de escdndalo, o deje de oprimir al inocente, ese tal no pecaria, como ensefia San Gregorio, diciendo: «Puede acontecer muchas veces, sin detrimento de la caridad, que la ruina del enemigo nos alegre, y que nos aflija su triunfo: lo uno, porque esperamos que tal ruina sirva de merecida exaltacién de algunos buenos, y lo otro, porque tememos que tal triunfo traiga a muchos de estos opresion injusta». Por el contrario, peca quien se alegra de la muerte o de cualquier otro mal del prdjimo por la esperanza de algiin bien temporal que de ello le pueda venir a él. Pero adviértase que una cosa es alegrarse de la causa que origina el provecho y otra alegrarse del efecto © provecho en si mismo. Lo primero es ilicito: lo segundo es permitido, y asi, en el caso citado, bien puede el hijo alegrarse de la herencia adquirida por causa de la muerte del padre Estamos, pues, obligados a amar al projimo con amor interno, y, segiin antes dijimos debemos hacer siquiera una vez al mes actos de amor a nuestros semejantes. De las obras extemas de este amor hablaremos luego. IV. Actos de Fe, Esperanza y Caridad ‘Veamos ahora la manera de formular todos estos actos de que venimos hablando. 1. ACTO DE FE: Dios mio, porque eres verdad infalible y has revelado a la Iglesia las verdades de la fe, yo creo todo lo que la Iglesia me propone a creer. Creo especialmente que eres mi Dios, creador y sefior de todas las cosas. Creo que por una eternidad premias a los justos con el paraiso y castigas a los pecadores con el infierno. 7 Creo que Tii eres uno en esencia y trino en personas: Padre, Hijo y Espiritu Santo; tres personas y un solo Dios. Creo que la segunda persona, que es el Hijo, se hizo hombre, fue crucificado y resucité para salvarnos a nosotros pecadores. Esto en lo que se refiere a los cuatro misterios principales que debemos creer de necesidad de medio. Hagamos ahora el acto de la fe acerca de las verdades que debemos creer de necesidad de precepto Creo, asimismo, que Maria Santisima es verdadera Madre de Dios y siempre Virgen. Creo que Jesucristo, después de su muerte, resucit6 al tercer dia por su propia virtud y que al cabo de cuarenta dias subié a las cielos, donde esté sentado a la diestra de su eterno Padre, es decir, igual a El en gloria y majestad. Creo que Jesucristo, al fin de los tiempos, cuando resuciten todos los hombres, ha de venir a juzgarlos. Creo que la Iglesia catdlica romana es la tinica verdadera, fuera dela cual no hay salvacién. Creo en Ia Comunién de los Santos, por la que todo fiel cristiano, estando en gracia de Dios, participa de los méritos de todos los justos. Creo que Dios perdona los pecados a todo pecador arrepentido. Creo en todos los Sacramentos y que por ellos se nos comunica la gracia de Jesucristo. Creo en los diez Mandamientos del Decdlogo. Creo, finalmente, todo lo que cree la Santa Iglesia. Te doy gracias por haberme hecho cristiano y protesto que en esta santa fe quiero vivir y morir. 2. ACTO DE ESPERANZA: Dios mio, confiando en tus promesas, porque eres todopoderoso, fiel y misericordioso, espero por los méritos de Jesucristo la gloria del paraiso y los medios para conseguirla, esto es, el perdén de mis pecados y la perseverancia final en tu divina gracia. 3. ACTO DE AMOR Y DE CONTRICION (ésta es inseparable de aquél): Dios mio, porque eres bondad infinita y digno de infinito amor, te amo con todo mi corazén sobre todas las cosas, y por tu amor amo también a mi projimo. Me arrepiento con todo mi corazén, jOh soberano Bien!, de haberte ofendido; y propongo, ayudado de vuestra divina gracia, la cual te ruego me concedas ahora y siempre, morir antes que volver a ofenderte. Propongo ademds recibir los Santos Sacramentos en vida y en la hora de mi muerte. Todo cristiano esté obligado a hacer estos actos cuando Mega al uso de la razén y cuando se halla en peligro de muerte. Durante la vida, hay que hacer, por lo menos una vez al mes, segtin queda dicho, actos de amor a Dios y al projimo A los actos de fe y de esperanza, no estamos obligados con tanta frecuencia como lo estamos a los actos de amor. Con todo, hay ocasiones en que de una manera indirecta y per dccidens estamos obligados a hacerlos, como cuando recibimos los Sacramentos 0 cuando, tentados gravemente contra la fe, la esperanza o la virtud de la pureza, podemos libramos de estas tentaciones con solo practicar dichos actos. Nosotros, por nuestra parte, fieles amadisimos, procuraremos hacer los actos del cristiano todos los dias y el de amor a Dios todavia mas a menudo, persuadidos de que 18 quien no haya conseguido poner en su corazén amor a Dios, dificilmente perseverara en la divina gracia, pues dejar el pecado solo por temor de los castigos es muy dificil y de poca duracién. Pidamos, pues, continuamente al Seiior nos dé su amor y no nos cansemos de hacer actos de amor, ya que tanto le agradan. V.De la oracin 1. Necesidad de la oracion. Atendamos ademas en este Mandamiento a la obligacién que tenemos de encomendamos a Dios, a fin de poder con su ayuda triunfar de las tentaciones y perseverar en la gracia La de la perseverancia final, como declaré el Concilio de Trento (Ses. 6, c. XII), no podemos merecerla por nosotros mismos. Es un don que Dios otorga gratuitamente a quien quiere, pero que indudablemente lo da a quien humilde y confiadamente se lo pide. Es comin sentir de los tedlogos que esta oracién de stiplica es necesaria para todos de necesidad de medio, es decir que el que a Dios no invoca no puede perseverar en gracia ni, por lo tanto, salvarse. Por eso aseguran que cometeria culpa grave quien pasara un mes entero sin encomendarse a Dios. 2. Eficacia de la oracion EI Sefior desea damos sus gracias, pero quiere que se las pidamos: Todo el que pide, recibe (Mt. 7.8). Pon atencién en las palabras todo el que, las cuales dan a entender que, aun siendo pecador el que a Dios implora, alcanzard su gracia. Todo el que, «sive iustus, sive pecator» -dice el autor de la Obra imperfecta-, sea justo, sea pecador. Verdad es que el pecador no merece recibir gracia ninguna: pero afirma Santo Tomas (Hom. 18)que la fuerza de la plegaria no estriba en la dignidad del que reza, sino en la misericordia y fidelidad de Dios. ¥ El lo ha prometido: Pedid y recibiréis (In. 16,24). Esta es palabra de Dios, y no puede fallar Conviene, sin embargo, notar que esta promesa esta hecha solamente para las gracias espirituales y no para las temporales. Muy a menudo el Sefior niega a concedemos los bienes terrenos, como son riquezas, honores o salud corporal; y esto porque nos ama y sabe que dichos bienes perjudicarian a nuestra alma. Por eso, siempre que le pidamos gracias temporales, hagémoslo con resignacién y con la condicién de que convenga a nuestra salud eterna. En cambio, los bienes espirituales del alma debemos peditlos absolutamente y sin condicién 3. Cualidades de la oracién para que sea eficaz. 19 Debemos orar pero con confianza, con humildad y con perseverancia 1. Con confianza, Jesucristo ha dicho: Estad seguros deque recibiréis y tendréis cuanto pidiereis (Mc. 1124). 2. Con humildad, porque Dios resiste a los soberbios y, en cambio, da su gracia a los humildes (St. 4,6). 3. Con perseverancia. Los divinos auxilios que necesitamos para nuestra salvacion son muchos; deben formar una cadena de gracias que slo Dios nos puede conceder: ahora bien, es preciso que a semejante cadena de gracias corresponda por nuestra parte una cadena de siplicas. Si nuestras siiplicas se interrumpen, se interrumpen también los auxilios de Dios y estaremos perdidos. Y asi como continuamente estaremos inclinados a ofender a Dios, asi también debemos estar de continuo pidiéndole que nos ayude ‘Nuestra actitud habitual delante de Dios debe ser la de un pobre mendigo que suplica sin cesar: |Seftor, aytidame!; ;Senor, asisteme!; jAgdrrame de tu mano, concédeme la perseverancia, dametu amor! Y esto debemos hacer desde por la mafiana, al levantarnos y durante el dia, cuando oimos misa y hacemos la visita al Santisimo Sacramento, y por la noche, antes de acostarnos; pero, sobre todo, en los momentos de tentacién es cuando debemos recurrir inmediatamente a la oracién diciendo: ;Dios mio, aytidame!; ;Santa Madre de Dios, ven enmi socorro! En una palabra, si queremos salvarnos es necesario tener siempre los labios abiertos para rogar a Jesucristo y a nuestra Madre la Virgen Maria, que alcanza de su Hijo cuanto quiere. VI. Del amor al préjimo “ El amor de Dios lleva consigo el amor al préjimo. Quien ama a Dios -escribe San Juan, ame también a su hermano (15n. 4,21). El que al préjimo no ama, tampoco a Dios amara. 1. ,Cual es el orden que debe prevalecer en nuestra caridad al pr‘ Pero la caridad debe ser ordenada. A Dios debemos amar sobre todas las coas. Después debemos amar al préjimo como a nosotros mismos. Amards a tu préjimo ~dice el Seiior- como a ti mismo (Le. 10,27); no mas que a ti mismo. Por manera que no estamos obligados a preferir el bien del préjimo a nuestro propio bien sino cuando se dan estas dos condiciones; que el bien del projimo sea de un orden superior y el projimo se encuentre en extrema necesidad. El orden de los bienes es el siguiente: En primer lugar, la vida espiritual del alma. Luego, la vida temporal del cuerpo. Después, la honra. Y finalmente, los bienes de fortuna Asi, pues, si el prdjimo esta en extrema necesidad, estamos obligados a preferir el bien del préjimo de un orden superior, esto es, su salud espiritual a nuestra vida temporal; su vida temporal a nuestra honra; su honra a nuestros bienes materiales. Pero esto, como 20 acabo de decir, inicamente cuando el préjimo se halla en extrema necesidad; de lo contrario, no estamos obligados a referir el bien del projimo, aunque sea de orden mis elevado. ¥ asi, si yo me viera acometido injustamente por un asesino, puedo muy bien defenderme (si otro remedio no hubiese), matando al agresor, aun cuando muriendo el pierda la vida espiritual y se condene, porque ninguna necesidad tiene él de quitarme a mi la vida para salvar su alma. 2. ¢Quiénes debemos amar como nuestro préjimo? Ademis, el precepto de la caridad nos obliga a amar a todos nuestros semejantes muertos en gracia de Dios; no asi a los condenados; antes bien, a estos debemos aborrecer como a eternos enemigos de nuestro Dios. Debemos también amar a todo hombre mientras vive, aunque sea pecador y enemigo muestro. Digo aunque sea pecador, pues aunque actualmente este privado de la gracia de Dios, puede, sin embargo, reconciliarse con El y salvarse. Digo ademas que aun que sea nuestro enemigo, porque la Ley de Jesucristo es ley de amor. Quiere Dios que seamos amados de todos, hasta de nuestros enemigos; y quiere asimismo que nosotros amemos aun a aquellos que nos odian. Los paganos aman a quien los ama, pero los cristianos debemos amar también a los que nos quieren mal. Pero Yo os digo: amad a vuestros enemigos; haced bien a los que os aborrecen y orad por los que os persiguen y calumnian (Mt. 5,44) Quien perdona a su enemigo, puede estar seguro de que Dios también le perdonara a él sus pecados. El mismo lo ha dicho: Perdonad y seréis perdonados (Le. 6,37). ¥ al revés, no puede ser perdonado por Dios el que a otros no quiere perdonar. Serd Juzgado sin misericordia el que no la tuvo con los dems (St. 2, 13). ¥ es que es justo que Dios no tenga compasién de quien tampoco se compadecié de sus semejantes. {Con qué derecho —dice San Agustin esperas que Dios te perdone tus pecados, cuando tt no obedeces a ese Dios que te manda perdonar? {Ta quieres vengar la injuria que te han hecho? Pues Dios también la tomard de las muchas que le hiciste ti. Sepan los que siempre estin dispuestos a cobrarse de cualquiera injuria que recibieren que viven en continuo estado de pecado mortal No fue ese el proceder de los Santos, sino que buscaron la manera de devolver bien por mal. A un asesino que habia intentado quitarle la vida, le otorgé San Ambrosio una pensién diaria con que pudiera vivir cémodamente. Santa Catalina de Siena quiso hacer durante largo tiempo los servicios de una verdadera criada con una mujer enferma, llamada Andrea, que, no contenta con injuriarla de mil maneras, habia acabado por calumniarla. Y en la vida de San Juan el Limosnero se cuenta que un sobrino suyo, gravemente maltratado e injuriado por un mesonero de Alejandria, acudié con las quejas, al Santo, el cual le hablé asi: «Pues ya que el fulano Hevé tan lejos su osadia, yo le ensefiare su obligacién y obraré con el de manera que toda la ciudad se lene de admiracién.» Y ,qué hizo? Ordené a su mayordomo u oficial de tributos que en adelante 21 no cobrase al dicho mesonero ni un céntimo de la renta anual que debia pagar. Esta fue la venganza del Santo, que, por cierto, dejé admirada a toda la ciudad. jAsi se han vengado los Santos, y por eso Ilegaron a ser santos! Por el contrario, jdesgraciados aquellos que alimentan odios en su corazén! 3. {Cuales son nuestras obligaciones hacia el projimo? ‘Vengamos ahora a las obligaciones que impone el precepto de la caridad, 1. La primera es amar a todos nuestros semejantes con amor interno y externo. Por consiguiente, debemos observar con todos, incluso con los enemigos, las muestras ordinarias de benevolencia que se usan en la convivencia de los hombres. ¥ asi, aun tratindose de enemigos: a) debemos devolver el saludo si ellos nos saludan; b) saludaremos primero nosotros si se trata de un superior o persona de condicién més elevada que la nuestra; c) adelantaremos también nuestro saludo, aun tratindose de inferiores, cuando el hacerlo no supone grave inconveniente para nosotros y pudiera contribuir a disipar la enemistad que se nos tiene A los que recibieron alguna injuria u ofensa y dicen perdonar al enemigo, pero a condicién de que pague el castigo que todo malhechor merece, dificilmente les absolveria yo, pues sera dificil persuadirse de que los tales (no habiendo alguna razon especial que los excuse) tienen el corazén exento del deseo de venganza 2. La segunda obligacién es la de hacer limosna siempre que el projimo sea pobre, sobre todo vergonzante, y esté en nuestras manos el podérsela hacer. Lo que os sobra, dadlo en limosna (Le. 11,41); es precepto de Jesucristo. Pero hay que distinguir: Si el pobre se halla en necesidad extrema de la vida, estamos obligados a socorrerlo con los bienes superficiales a la nuestra, esto es, con los bienes que no son necesarios para el mantenimiento de nuestra vida. Si se halla en necesidad grave, debemos socorrerlo con los bienes superfluos a nuestro estado. jOh, y que grandes beneficios nos reporta el socorrer a los pobres! El arcéngel San Rafael dijo a Tobias: La limosna libra de la muerte, por ella se nos perdonan los pecados y hallamos la misericordia y la vida eterna (Tob. 12,9). La limosna, pues, nos libra de la muerte; de la muerte eterna, se entiende, pues a la temporal todos debemos sucumbir. Borra muestros pecados, es decir, nos atrae los divinos auxilios para limpiamnos de nuestras culpas. Y nos abre el camino de la misericordia y de la vida eterna, pues Dios, en atencién a la misericordia que usamos con el projimo, se mueve a ser misericordioso con nosotros y a damos el paraiso. Por eso dice el Espiritu Santo en los Proverbios que «compadecerse del pobre es prestar a Dios con interés» (Prov. 19, 17). ¥ cuando otra cosa no pudiéramos, socorramos al necesitado, por lo menos, encomendéndolo a Dios. Un dia San Francisco Javier ~segtin se refiere en su Vida- pidid a Pedro Veglio, hombre acaudalado, la cantidad suficiente para dotar a un joven que se hallaba en peligro. Estaba enaquel momento el caballero jugando al ajedrez, y en son de chanza les 22 respondié: «{Cémo queréis que os dé de lo mio, ahora que estoy haciendo por ganar lo ajeno?» «Pero, en fin -afladié-, ahi va la lave de mis arcas; id y tomad cuanto os hiciere falta.» El Santo tomé trescientos escudos y envié a decir a su amigo «Sabed, Pedro, que ha sido vuestra limosna muy del agrado de Dios; de parte suya te prometo que no te faltaré durante la vida con que poder vivir holgadamente y que antes de morir recibiréis aviso de vuestra muerte, a fin de que te dispongas a ella; y el aviso ser que hallarés amargo el vino.» Y asi sucedi6. Advirtié Pedro cierto dia que el vino le amargaba la boca, y al instante se preparé a bien mori. De manera que fue feliz en la vida y feliz en la muerte Pero sila limosna nos atrae la misericordia de Dios, esto se entiende para los pecados cometidos anteriormente, no para continuar impunemente pecando. Por eso dice San Agustin: «Si alguno pretendiese corromper con su limosna a la divina justicia, con todas sus limosnas se condenard y experimentara sobre si lajusticia de Dios» 3.La tercera obligacién es la correccién fraterna. Debemos hacerla cuando el préjimo se halla en pecado mortal o esté por caer en él y hay esperanza de que resulte provechosa. Vete y corrigele, dice el Evangelio (Mt. 18, 15), corrige al pecador, aunque sea tu Superior o tu propio padre; y mientras haya alguna esperanza dice Santo Tomés-, debe insistirse en la correccién una y muchas veces, cuando las primeras no dieron resultado El deber dela correccién obliga: 1. Cuando la falta del préjimo es cierta, no cuando solo fuese dudosa; 2. y aquel no tiene a su lado una persona autorizada que le llame la atencién, ni hay la probabilidad de que otros lo hagan; 3. y no hay motivos razonables para temer que la correccién nos acarree daiio 0 compromiso grave; pues si asi fuera, estarfamos excusados de corregir, ya que la caridad no obliga con tanto perjuicio. Los padres, sin embargo, deben corregir a sus hijos aun con grave molestia. Mas de esto se hablara mas detenidamente en el cuarto ‘Mandamiento. No estaré de mas advertir que en esto de la correccién convendra muchas veces dar tiempo al tiempo y esperar la ocasién oportuna, a fin de que aquella sea més provechosa 4. La cuarta obligacién es consolar a los afligidos, particularmente a los enfermos siempre que podamos. Dice Jesucristo: Todo lo que hiciereis al mas pequeito de estos hermanos que creen en Mi, a Mi me lo hicisteis. (Mt. 25.40). Decia Santa Maria ‘Magdalena de Pazzi que mAs queria ella emplearse en el servicio del projimo que verse arrobada en éxtasis divino; y daba esta razén: Cuando estoy en éxtasis, Dios me ayuda a mi; pero cuando me ocupo en socorrer al projimo, soy yo quien ayuda a Dios. Por eso escribe San Cipriano que quien socorre al prdjimo «cuenta al mismo Dios entre sus deudores». Quiero referiros a este propésito el gran acto de caridad que hizo San Didimo en favor del projimo, segiin se lee en la Historia eclesistica. El prefecto de Alejandria. Préculo, en odio a la fe, habia mandado fuese encerrada la joven virgen Teodora en un prostibulo entre mujeres de mala vida. Didimo fervoroso hermano de la 23 comunidad cristiana, se disfraz6 de militar y penetré el primero antes que nadie, en el lugar donde la santa estaba, la cual se escondié amedrentada en un rincén; pero Didimo le hablé de esta manera: «No temas de mi, Teodora, ningiin ultraje; si vengo aqui es para salvar tu honor; toma tt mis vestidos, yo me pondré los tuyos y podras escapar de aqui libremente» Dicho y hecho; Teodora, vestida de militar salié sin ser conocida, mientras Didimo se quedaba disfrazado de mujer No tardé en Megar para el Santo joven la tirdnica sentencia de muerte. Lo supo Santa Teodora y corrié inmediatamente al lado de Didimo para decitle: «Accedi a que me salvaras el honor, pero no a que me robaras la corona del martirio; esta me pertenece a mi, y me habris engaiiado si pretendes arrebatérmela.» Habiendo Ilegado a oidos del prefecto esta santa contienda, condené a los dos a ser decapitados; logrando asi los dos la dicha de morir martires por Jesucristo. 5. La quinta obligacién es dar a todos un buen ejemplo y no escandalizar a nadie Escéndalo es un dicho 0 un hecho que induce al préjimo a pecar. El escéndalo puede ser directo o indirecto. Es directo cuando uno obra con Ia intencién positiva de arrastrar a otros al pecado; y es indirecto cuando, aun sin esa intencién, las palabras que dice o los actos que realiza son tales, que de ellos se sigue la induccién al mal. Tanto el uno como el otro constituyen pecado mortal, siempre que induzcan al préjimo acometer culpa grave. Existe ademis el llamado escandalo de pusildnimes y el escandalo farisaico. Tiene lugar el escéndalo de pusilénime cuando hacemos una accién buena o infidente, y el préjimo, por su debilidad o estrechez mental, toma de ello ocasién de pecar Debemos evitar este escdndalo siempre que podamos evitarlo sin grave molestia muestra Sabe una joven que siempre que va a la iglesia o baja al jardin de su casa, la acecha un hombre disoluto contemplindola con impuros pensamientos. Si puede la joven sin mayor inconveniente privarse de hacer tales salidas, debe quitar la ocasién. Pero por cuanto tiempo?, siempre? No, ciertamente, sino sélo en cuanto asi lo dicta la humana prudencia; de lo contrario, seria imponerse una molestia muy pesada, a la cual no obliga Ia caridad. Escandalo farisaico es el de aquellos que sin razén ninguna y sdlo por propia malicia toman pie de cualquier accién para escandalizarse. Este escéndalo no estamos obligados a evitarlo, pues propiamente no es escandalo. Son reos de verdadero escindalo Los chismosos. Oyen que uno habla mal de otro, y alla le van enseguida con el cuento; originandose de aqui rifias y enemistades, de las cuales dara cuenta a Dios el chismoso, que las motivd con su escéndalo. Recuerda el consejo de oro que nos da el Espiritu Santo: {Oiste decir alguna cosa desfavorable al préjimo?, pues sepiiltala en ti y no la digas a nadie (Eclo. 19,10). Los que enamoran a mujer casada o a joven soltera, pero sin énimo de matrimonio. 24 Los que hacen el diabélico oficio de tentar a otros positivamente al pecado. Los que incluso Ilegan a ensefiar actos pecaminosos o la manera de realizarlos Los que hablan deshonestamente (y es muy corriente este género de escdndalo) delante de mujeres o de gente joven y hasta, a veces, delante de los nifios inocentes. jOh, y que terrible estrago causan con ello! Escribe Guillermo Peraldo que «las palabras obscenas son salivazos del demonio que dan la muerte a las animas». Una sola palabra -dice San Bernardo- puede matar de golpe muchas almas: « No hay mAs que uno que hable y este no dice sino una sola palabra, y esta palabra en un momento mata las almas de cuanto las oyen. Pero jay del escandaloso!; porque dice el Sefior: 41 que escandalizare a uno de estos pequefios que creen en Mi mds le valiera le colgaran al cuello una piedra de molino y lo arrojaran al mar (Mt. 18,6). {Habria alguna esperanza de vida para aquel infeliz que fuese arrojado al mar atado a una piedra de molino? Pues esa esperanza parece insinuar el Evangelio- es la que al escandaloso le queda de salvarse. Dice San Juan Criséstomo que el Sefior facilmente perdona otros pecados gravisimos, pero no asi el pecado de escéndalo. ;Cémo! —dird Dios- {no te contentas ti con ofenderme, sino que has de arrastrar a otros a que me ofendan? En el Espejo de los ejemplos refiérase que Jesucristo habl6 asi en cierta ocasién a un escandaloso: « Maldito, pisoteaste ti lo que Yo habia adquirido al precio de mi sangre!» Pecan también de escandalo: Las mujeres con ciertos vestidos que muestran el pecho o las piemas provocativamente. Los artistas de teatro que representan comedias inmorales, y mas atin los autores que Jas escriben. Los pintores de cuadros obscenos, asi como también los padres o jefes de familia que toleran pinturas de ese género en el adoro de sus casas. Escandalizan sobre todo los padres que en presencia de sus hijos usan un lenguaje deshonesto o blasfemo; y las madres que, teniendo hijas en casa, consienten la entrada en ella de jvenes enamorados o prometidos de las mismas o a otras personas sospechosas Pero si yo -si yo dir alguna madre- jno sospecho mal de nadie! Pues debieras sospecharlo; de lo contrario, ti responderas delante de Dios de los pecados que los jévenes cometan. iy de aquel por quien viene el escndalo! (Mt. 18, 7). Oid este horrible suceso que tuvo lugar en la ciudad de Savona por el aio 1560. Lo lei en las Crénicas de los Capuchinos, y el P. Ardia lo refiere también. Erase una mujer casada que, después de una juventud disoluta, continuaba su vida de escandalo. Quedo cierto dia sin sentido, y durante el letargo vio como el Seiior la condenaba al infierno. Cuando la infeliz volvié en si gritaba: «jDesventurada de mi!, jestoy condenada!, jestoy condenada!» Vino en su auxilio un confesor, pero ella, rechazando la confesién exclamaba: «{Confesién?, {para qué, si ya estoy condenada?» ‘Acercase una hija con intencién de levantarle el 4nimo, y entonces la mujer, hecha una 25 furia, le grité: «jMaldita!, por tu culpa me condeno, pues por ti he sido escéndalo para los demas!» Vieron entonces todos los presentes como los demonios, apoderandose de la infeliz, la arrojaron brutalmente contra el suelo haciéndola morir. YY cuenta el autor de La Biblioteca del Parroco de un nifio de malas costumbres, que hizo perder la inocencia de un compajiero suyo. Fue este al dia siguiente a buscarlo para ir juntos a la escuela, como de costumbre, pero atin no se habia levantado de la cama Llémalo el padre, acudié a sacudirle la pereza; mas al querer abrir una puerta, vio con espanto una sombra que se lo estorbaba poniéndole una mano sobre el pecho. Corrié alli la madre y, a través de un postigo que daba a la alcoba, vio que su hijo yacia muerto al borde del lecho con la cabeza colgando sobre el cuello. Estaba su cuerpo colgando negro como el carbén y marcado con profundos surcos de fuego. Cuando después supieron por el relato del amigo el escdndalo que aquel hijo le habia dado el dia anterior, comprendieron ser aquello castigo de Dios. Entonces {no le queda ya esperanza de salvacién al que para otros fue piedra de escandalo? Si que le queda, puesto que la misericordia de Dios es grande; pero tendra que hacer mucha penitencia y {pedir continuamente a Dios perd6n, y tendra, ademas que remediar el mal que caus6, dando ahora buen ejemplo con la practica frecuente de los Sacramentos y con una vida santa San Raimundo, juzgdndose reo de escandalo por haber disuadido a un amigo de seguir el estado religioso, el mismo dejé el mundo y se hizo fraile dominico. Cuenta el cardenal de Santiago de Vitry que una joven, asediada por un enamorado a causa de sus bellos ojos, se los arrancé ella misma y se los envio con este billete: «Témate alld mis ojos, pero déjame en paz». Otra joven se dio un tajo en la nariz y en los labios para no ser a ciertos hombres concupiscentes motivo de tentacién Santa Eufrasia, viéndose tentada por un soldado le dijo: «Si me permites, yo te ensefiaré el secreto de ciertas hierbas que harén para siempre invulnerable tu cuerpo a las espadas». Y ella misma ofrecié su cuello para que en él hiciera la prueba. El soldado creyéndola invulnerable, le descargo un recio golpe que hizo rodar por tierra su cabeza He ahi lo que unas santas mujeres hicieron antes de servir a otros de tropiezo y pecado. VII. Dela religion 1. {Qué es la religion? EI primer Mandamiento del Decélogo nos obliga ademas a practicar la virtud de la religion EY qué es religién? Una virtud por la que rendimos a Dios el culto que se le debe. Aqui va incluida, como bien se comprende, la obligacién de venerar a la Madre de Dios, a los angeles y a los Santos, asi como también sus reliquias e imagenes; advirtiendo que en estas no veneramos, al estilo de los idélatras, el metal, 1a madera o la tela en que estin 26 hechas sino a los Santos alli representados Contrarias a esta virtud son la supersticién y la irreligiosidad. 2. Qué es la supersticion? La supersticién consiste: 1. En dar a Dios 0 a los santos un culto indebido; como seria, por ejemplo, adorar a la santisima Virgen como a un ser divino, segin practicaron ciertos herejes, o exponer ala veneracién de los fieles reliquias falsas de Santos o predicar de ellos falsos milagros 2. Es el gravisimo pecado de otorgar a las creaturas lo que es atributo exclusive de Dios. En Io cual se incluyen estos cuatro géneros de supersticién: idolatria, adivinacién, magia y vana observancia. 1. Idolatria fue la de aquellos gentiles que adoraron como divinidades a hombres mortales y hasta las mismas bestias, o a estatuas o a otras creaturas. 2. Adivinacién es pretender adivinar cosas futuras u ocultas por pacto expreso o tacito con el demonio; asi, los que hacen girar el cuadro magico para descubrir al autor de algin robo 3. Magia, que viene a ser lo mismo que la adivinacién, con la diferencia de que en la magia se utiliza al demonio para conseguir efectos que superan las fuerzas naturales. Todos estos son pecados gravisimos, anatematizados por Dios con grandes castigos: «La persona que se desviare de Mi para ir a consultar a magos y adivinos, y se abandonara a ellos, Yo mostraré mi saita contra ella y la exterminaré de en medio de mi pueblo» (Lv. 20,6) 4. Vana observancia, que consiste en buscar el cumplimiento de algin deseo o el remedio de alguna enfermedad o dolor practicando medios irrisorios, como pronunciar ciertas formulas o ensalmos estando de espaldas o con una vela amarilla o con tantas velas (ni una més ni una menos) o con los ojos cerrados o santiguandose con la mano izquierda Apartense de semejantes circunstancias y simplezas. {No es de Dios de quien esperas los favores? Pues entonces sobran todas esas tonterias. O es que la ayuda la esperas del demonio? Pero eso seria andar en tratos con el enemigo de Dios y, por consiguiente, horrible pecado. Guardaos, pues, de toda esa supercheria de signos, amuletos, palabras cabalisticas que sirven para las lombrices, librarse de perro rabioso, calmar dolores, cortar hemorragias, quebrar la furia de la tempestad, conciliarse la voluntad de otra persona y cosas semejantes. Todo ello es pecado grave, mejor dicho gravisimo; y todo ello es, por aiiadidura, sarta de embustes, engafios y rapacerias, entre las que perderds -si en ellas crees- no sélo dinero, mas también el alma. Si en alguna de esas tribulaciones te vieres, recurre al Santisimo Sacramento, a Jesiis crucificado, a la Virgen Maria, a algin Santo de tu devocién, al empleo de sacramentales 0 de cosas bendecidas por la Iglesia, y asi 27 podras tener las gracias que deseas sin ofender a Dios; de lo contrario, no remediards tus males y condenards tu alma 2. Qué es la irreligion? Lo dicho hasta aqui pertenece al primero de los pecados contra la virtud de la religion que es la supersticién. Digamos algo ahora acerca del otro pecado que es la irreligiosidad. Es ésta una irreverencia que contra Dios se comete por alguna de estas tres maneras; 0 tentando a Dios o por sacrilegio o por simonia. 1. Tentar a Dios seria por ejemplo, tirarse a un pozo para que Dios demuestre su poder sacandonos de él. Esto es pecado mortal. 2. Sacrilegio: Puede ser personal, local y real. Es personal cuando se ultraja a persona sagrada, como seria golpear a un clérigo o aun religioso de uno u otro sexo. En el derecho canénico solamente se castiga la injuria real. Dicese injuria real en oposicién a la verbal; y es la que se comete por obra o con hechos contra la integridad del cuerpo, contra la libertad o contra la dignidad de la persona. Las penas son excomunién, y ademés, segiin los casos, pena de infamia, degradacién y privacién de beneficios, oficios y dignidades. Y sila injuria (en el sentido que hemos dicho) fue contra la persona del Romano Pontifice, el ofensor es declarado también execrable, es decir, que los fieles deben evitar todo trato con él en asuntos profanos, a no ser que se trate de cényuge, padres, hijos, criados, siibditos y, en general, a no ser que haya alguna causa razonable que excuse. Comete igualmente sacrilegio quien peca deshonestamente con persona obligada con voto de castidad. El sacrilegio local se comete cuando externamente, con hechos 0 con palabras, se peca en lugar sagrado, como seria robar, hablar obscenidades o blasfemar dentro de la iglesia 3. El sacrilegio es real cuando se profana alguna cosa sagrada, como seria recibir un Sacramento de vivas en pecado mortal, tratar con desprecio las reliquias de los Santos, las cruces, las imgenes sagradas, rosarios, etcétera, o servirse de las cosas sagradas (y esto seria mayor sacrilegio) para pecar. 4, Simonia es comprar 0 vender por precio temporal cosas espirituales o inherentes a ellas. Pecan, por consiguiente contra la virtud de la religién los que con dinero 0 a cambio de un servicio prestado o con cualquiera otra cosa valorable en dinero pretenden comprar reliquias de Santos, la absolucién del confesor, las érdenes sagradas, algtin beneficio eclesidstico o cosa semejante. Anexo del editor La Iglesia, Cuerpo mistico de Cristo. Pio XII dijo que lo mas excelente que se puede decir de la Iglesia es denominarla «Cuerpo mistico de Cristo» «Si buscamos, dice, una definicién de la esencia de esta verdadera Iglesia de Cristo, es que es santa, catélica, apostélica y romana. Iglesia, no se puede hallar nada més excelente y egregio, nada més divino que aquella expresién con que se le lama «Cuerpo mistico de Cristo» (Enc. Mystici Corporis). Doctrina de San Pablo. La iglesia, sociedad de los fieles cristianos, es el cuerpo de Cristo, y Cristo es la cabeza de ese cuerpo. «Como todos los miembros del cuerpo humano, aunque son muchos constituyen un cuerpo, asi los fieles en Cristo» (1Cor. 12, 1-11). La cabeza de este cuerpo es Cristo (Col. 1, 18; Ef. 4, 15-16) y por El mantiene unido todo el cuerpo (Ef. 1,22). Cristo es la imagen de Dios invisible y en El fueron creadas todas las cosas, El es antes que todos y todo subsiste en E1 Los miembros de este cuerpo son los fieles (1Cor. 12, 4-5, 27), los que por el bautismo se incorporan a la Iglesia. Por esto San Pablo llama a la Iglesia «cuerpo de Cristo». El Cristo total es Cristo y nosotros. El cristiano en gracia forma como una cosa con Cristo, el cual, por medio de los Sacramentos comunica su vida divina a los fieles que en El creen. Los sacramentos de la unidad. Los dos grandes sacramentos de la unidad, dice el Cone. Vat. II, son el Bautismo y la Eucaristia. EI bautismo es la puerta para entrar en la Iglesia (Heh. 2, 41; 8,12). Por el bautismo nos sumergimos en el Cristo total y nos hace vivir su vida; y por la Eucaristia los cristianos nos hacemos una comunidad en Cristo y por Cristo. Por el bautismo nos convertimos en miembros de la Iglesia, formando un solo cuerpo en Cristo (Rm. 12,5), asi como en nuestro cuerpo los miembros son diversos y cada uno desempeiia su funcién, asi también en la Iglesia hay diversos miembros y ejercen diversas fimciones: unos son apéstoles, otros doctores, otros tienen don de lenguas, etc Semejanza con Cristo. Por ser Cristo la cabeza de este cuerpo, o sea, de su Iglesia, es necesario que los cristianos o miembros de la misma se asemejen a Cristo hasta que El sea formado en ellos (Gal. 4, 19). Amor a la iglesia. Debemos amar a este mismo Cuerpo, santamente orgullosos de pertenecer a él, «puesto que nada més glorioso, nada més noble, nada —a la verdad- mas honroso se puede pensar que formar parte de la Iglesia Santa, catélica, apostélica y romana, por medio de la cual somos hechos miembros de un solo y venerado Cuerpo, somos dirigidos por una sola y excelsa Cabeza, somos, por tiltimo, alimentados en este terrenal destierro con una misma doctrina y un mismo angélico Pan, hasta que por fin gocemps en los cielos de una misma felicidad eterna». (Pio XI) 29

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