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Psicoterapia Humanista Integrativa Con Personas Mayores

La aspiración a la hora de desarrollar este trabajo es acercar la Psicología Humanista Integrativa (desde ahora en adelante PHI) a la vida de las personas mayores y a su proceso de vida, con la visión armoniosa del valor de la persona como ser individual e irrepetible, que este enfoque nos traslada desde Carl Rogers. Se parte de una visión general de las situaciones que viven las personas mayores en su proceso de envejecimiento, los cambios que se dan y las necesidades personales que conllevan e
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La aspiración a la hora de desarrollar este trabajo es acercar la Psicología Humanista Integrativa (desde ahora en adelante PHI) a la vida de las personas mayores y a su proceso de vida, con la visión armoniosa del valor de la persona como ser individual e irrepetible, que este enfoque nos traslada desde Carl Rogers. Se parte de una visión general de las situaciones que viven las personas mayores en su proceso de envejecimiento, los cambios que se dan y las necesidades personales que conllevan e
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Psicoterapia Humanista Integrativa con personas mayores

• Autor: María Inmaculada Barriga Rubio

Resumen
La aspiración a la hora de desarrollar este trabajo es acercar la Psicología
Humanista Integrativa (desde ahora en adelante PHI) a la vida de las personas
mayores y a su proceso de vida, con la visión armoniosa del valor de la persona
como ser individual e irrepetible, que este enfoque nos traslada desde Carl Rogers.
Se parte de una visión general de las situaciones que viven las personas mayores
en su proceso de envejecimiento, los cambios que se dan y las necesidades
personales que conllevan esos cambios, y se establece un marco teórico que la
PHI para darles las claves de mejora para su adaptación. Concretamente, se
elabora una propuesta concreta de trabajo terapéutico con mayores que se lleva a
cabo enmarcada en la relación terapéutica respetuosa, sólida, estable y protectora
de este enfoque, donde se trabaja por una parte con las necesidades personales
que le generan estos cambios y, por otra parte, con el trabajo hacia la realización
personal, la autonomía, a que la persona encuentre ser quién realmente es, y en
definitiva, a que la persona viva un envejecimiento de una manera más satisfactoria.
Las conclusiones son totalmente alentadoras.

Introducción
Ancianos, abuelos, viejos, personas de tercera edad, muchos nombres para
nombrar a un colectivo, el cual le gusta denominarse a sí mismos personas
mayores, sigámosles llamando así.

Llevo trabajando cinco años en un Centro de Día para Personas Mayores, las
personas cuya profesión está en relación con el trabajo con otras personas
tenemos un gran reto ante este colectivo porque dentro de muy poco tiempo gran
parte de la población tendrá más de 60 años, es una realidad cercana. Conocerles,
y acercarnos a lo que les preocupa, a cómo se están enfrentando a su proceso de
vida, es una meta ya difícil de posponer.
Desde que comencé a trabajar en el Centro de Mayores he buscado la manera de
llegar a las personas que allí estaban, de acompañarlas en su proceso de vida y de
poder encontrar la forma de trabajar con ellas desde sus potencialidades como
personas singulares e irrepetibles. El contacto con ellos me ha generado un
aprendizaje diario, muchas de sus historias son historias de superación, de saber
saborear la vida, de aceptar con amor sus pérdidas, y de valentía innata que me
hace creer en el ser humano y en la fortaleza de su interior sobre todas las cosas.
Ahora bien, había casos en los que sus situaciones me quedaban “enganchada” y
me preguntaba cómo trabajar con ellos, veía claramente el diagnóstico general, falta
de asimilación y adaptación a su proceso de envejecimiento, cuanto más se
empeñaban en hacer lo mismo, lo de siempre, más insatisfacción con la vida,
sentimiento de soledad, depresión referían. ¿Qué hacer? Para contestar a esta
pregunta, acerquémonos a conocer en primer lugar qué situaciones viven las
personas mayores y qué cambios están viviendo.

Empezaré definiendo qué es envejer para saber de qué partimos, V. de Viguera


nos lo define como: “Nosotros definimos el envejecer como un proceso dinámico,
gradual, natural e inevitable, proceso en el que se dan cambios a nivel biológico,
corporal, psicológico y social. Transcurre en el tiempo y está delimitado por
este…. Si bien todos los fenómenos del envejecimiento son dados en todos, no se
envejece de igual manera, ni tampoco cada parte del organismo envejece al mismo
tiempo. El envejecimiento como todo lo humano siempre lleva el sello de
lo singular, lo único, lo individual.” Viguera V. (2001) citado por Luis Carlos H.
Delgado (2014)
Por tanto, es un proceso caracterizado por muchos cambios, y, como consecuencia,
las subsiguientes adaptaciones. Cambios, que no todas las personas mayores lo
viven de la misma manera, unos lo viven con angustia y temor, viviéndolo como una
situación de crisis que intentan superar, y otros atraviesan la vejez con dinamismo,
viviéndolo en armonía consigo mismo siguiendo el curso de su proceso de vida.

A quiénes llamamos personas mayores, reflexiones sobre las problemáticas que


viven las personas mayores que le hace ser un colectivo especial.
Partiremos de un estudio “Dimensiones Subjetivas del Envejecimiento ”publicado
por el IMSERSO (2009), que hace una división de las etapas del proceso de
envejecimiento basada más en los momentos subjetivos que las definen más que
en su edad, teniendo en cuenta tres variables salud, actividad y vínculos, y frente a
los cuales la persona mayor debe afrontar diferentes retos adaptativos. Añadiré
situaciones de personas mayores que pertenecen al Centro de Día, para corroborar
de esta manera lo que el estudio perfila y con los que a través de mi experiencia he
podido ratificar. Así se distingue:

Primera etapa: “Entrada en la cultura y en los escenarios del envejecimiento. ”Así,


los mayores de esta etapa no se sienten mayores o viejos, “esos son otros”, no
percibe limitaciones en su estado de salud sólo “cierto cansancio”. Por las
buenas condiciones de salud se enfrenta a la vida de manera satisfactoria, hay una
preocupación por mantenerse bien. Por otra parte, en relación con la actividad hay
hechos como la jubilación que marcan un periodo de vida distinto, y cambian los
proyectos personales, da un cambio a la identidad de la persona. El impacto de esta
situación, en bastantes casos, desubica al mayor y se ve abrumado por la existencia
del tiempo vacío.
Los vínculos, continuar con las actividades en situación de plena autonomía permite
mantener aún fuertes las redes sociales. Aunque aquí los mayores diferencian los
amigos que consideran incondicionales y aquellos que son sólo conocidos. Aquí
aparecen los primeros signos de desintegración de las amistades, en beneficio del
entorno familiar como espacio de confianza y afectividad incondicionales. Los hijos
abandonaron el “nido” y las relaciones intergeneracionales se ven fortalecidas
sobre todo por la aparición de los nietos y su cuidado. La soledad en estas edades
se atribuye más a una cuestión de actitud que de la realidad que se está viviendo;
no es tan importante estar solo como sentirse solo.
Marina, 64 años. Hasta hace tres años vivía su hijo pequeño con ellos, hasta que
se independizó. Tiene tres hijos, toda su vida se ha dedicado a ellos y a su
marido. No ha tenido tiempo para hacer otras cosas. Ahora se han “jubilado” pero
ella no acaba de encontrar su sitio y de estructurar su tiempo, ha abandonado
las tareas domésticas y su marido es el que cocina; lleva ya dos años
medicándose con prozac, diagnosticada de depresión.

Juan, 65 años, jubilado desde hace un año. Presenta descuidado aseo, y


vestimenta. Relata que llevaba 35 años trabajando para la misma empresa y
ahora busca qué hacer. Nunca ha tenido tiempo para las amistades que no
fueran del trabajo. Sus relaciones conyugales refiere que son buenas.
Segunda etapa: “El declive del cuerpo”:
En esta etapa la salud emite constantes señales, las personas mayores de esta
etapa, aún sin considerarse viejos, ya empiezan a percibir como frecuentes y
cotidianos los achaques y los dolores, por lo que tienen que adaptar sus actividades
y proyectos a esta nueva situación que se considera ya irreversible. La necesidad
de autocuidado pasa a un primer plano.
La problemática surge cuando tienen que planificar sus actividades. Los mayores
de esta etapa son autónomos, pero adaptan sus modos de vida a los
condicionamientos que su estado físico plantea. Se vuelve necesaria la planificación
para anticipar posibles problemáticas que pueden surgir, anticipándose, evitando
escenarios desfavorables o buscando lo que se repite, lo que se conoce. Aquí va
empezando a aumentar la sensación de fragilidad. Empiezan a replegarse hacia el
hogar como espacio protegido y seguro, hay una desvitalización; le dan una
importancia a preservar un orden ajustado a las posibilidades de sus estados físicos
y psíquicos. Las personas mayores que siguen conectadas a las actividades
sienten que se mantienen vivos, canalizando deseos e ilusiones, que modifica las
percepciones del tiempo y el sentido del discurrir de la vida viviendo su presente
(piensan que no saben qué pasará mañana pero hoy están aquí), y determina el
estado emocional desde el que las personas asumen, comprenden y se adaptan.
Los vínculos. Se deja ver una inquietud por mantenerse activo tanto en el ámbito
privado como en la esfera social. Pero empieza a ver un primer momento de
acomodación a la pérdida; pérdida de seres queridos, pérdida de potencia y
atractivo físico, pérdida de memoria o pérdida de la red social. En cierto modo, los
mayores se van acostumbrando poco a poco a las pérdidas esperables.
La familia va adquiriendo un papel principal, pues es una garantía básica para la
estabilidad y la seguridad emocional. Compartir tareas de cuidados con los nietos,
genera un status activo y se consideran unos cuidadores eficaces. Ahora bien, la
mayor dedicación a la esfera doméstico-familiar fomentan que las redes sociales se
vayan reduciendo, lo que conlleva quien no la mantiene a sentirse solo o
incomprendido, ya que las amistades y la relación con sus propios coetáneos
ofrecen a la persona un espejo en el que observar el propio envejecimiento.

Jesús de 70 años y Concepción de 73 años. Ella presenta una artrosis


severa; ahora bien, ya no se plantean hacer los viajes que hacían antes.
Cuidan entre los dos a sus dos nietos lo que le llena de satisfacción. Sus
amigos de siempre también están liados con la familia y ya se
encuentran menos. A veces echan de menos la vida de antes pero la
familia le ocupa su tiempo.

Tercera etapa: “la etapa final del proceso de envejecimiento”, y por ende de la
existencia de cada persona, se caracteriza por ser un momento de
progresiva desvinculación del espacio y del tiempo del anciano, cuyo mayor reto
consiste precisamente en mantener vivos el deseo y la ilusión como forma de
engancharse al mundo y a la vida.
La acentuación de sus problemas de salud van provocando de manera lenta y
silenciosa un cambio en la relación que los mayores tienen con sus cuerpos, un
cuerpo frágil que tienen que atender y, desde ellos, con su entorno; la salud marca
el ritmo.La actividad, “el mundo va demasiado deprisa” para la persona mayor, que
opta por seguir su propio ritmo, abandonando paulatinamente cualquier pretensión
de adaptarse al de los demás; desciende su grado de autonomía y esto viene
acompañada de un descenso en su autoestima. Esto provoca decidir permanecer
en el hogar, un entorno seguro, y ahorrarse duras pruebas.
El vínculo. Por lo tanto, se van quedando cada vez más aislados. La persona mayor,
a medida que desciende su vinculación con la realidad, orientan su atención hacia
sí misma; hacia sus recuerdos y hacia su cuerpo, a los que escucha cada vez con
más frecuencia. Se desvinculan emocionalmente con la vida y esto sirve como un
posible mediador o predictor de su estado de salud, actividad y bienestar subjetivo.

Justina, 83 años. Viuda desde hace 10 años, recuerda a su marido con


satisfacción. Desde hace tres años dejó de ir al Centro de
Mayores porque le suponía todo un reto coger el autobús, y trasladarse
con su bastón por la calle. Dejó de ver a las amigas. Ahora sólo va al
Centro para visitar al podólogo. Ha dejado de salir, su sentimiento es de
resignación.

Una vez hecho un recorrido por las tres etapas del proceso de envejecimiento,
donde se ha hecho una fotografía delas dificultades sobrevenidas con ocasión del
paso de tiempo, concluimos que dichas situaciones les lleva a generar, entre otras,
como se ha expuesto, por una parte una reestructuración de sus tiempos y
espacios; y por otra una desvinculación con su entorno; a la par que múltiples
pérdidas con las que tienen que resituar como persona. Situaciones vividas de
manera estresante por las personas mayores en las que su capacidad de
asimilación y adaptación a las mismas va a determinar el estado de bienestar y
desarrollo personal o, por lo contrario, su desequilibrio y/o enfermedad (como puede
ser una desfragmentación de su identidad, una crisis de autonomía o de
pertenencia, una depresión intermitente, una insatisfacción con la vida, etc.).
El objetivo de este trabajo es hacer una propuesta de trabajo terapéutico
fundamentada en la PHI, basada en la atención a las necesidades personales que
se ven expuestas por las situaciones de cambio en este proceso de vida con el fin
de conseguir un proceso de envejecimiento saludable; y con este proceso
terapéutico demostrar que la persona se encamina a recuperar su identidad, su
autonomía y su bienestar.
El objetivo último sería, apoyándonos en lo que dice Jesús Cuadra (2002), analista
transaccional: “El fortalecimiento del sistema con el fin de que pueda aumentar su
eficacia en la satisfacción de las necesidades y su capacidad de afrontar los
cambios en su interacción con el entorno físico y social, es el objetivo básico del
desarrollo o crecimiento personal y de toda intervención (terapéutica) orientada a
recuperar la salud y el bienestar de la persona”, con esto hacemos fehaciente el
objetivo de este trabajo.

Psicoterapia Humanista Integrativa con personas mayores. Principales necesidades


personales insatisfechas.
Después de describir las etapas del proceso de envejecimiento, y de quienes
estamos hablando, pasamos a analizar más en profundidad alguna de las
situaciones que están viviendo las personas mayores, realizando una primera
aproximación de las aportaciones que la PHI hace a esta etapa del ciclo vital. Para
este análisis, contestaremos a la pregunta: ¿qué necesidades personales se ven
afectadas por los cambios que viven las personas mayores?
Necesidades Personales, su satisfacción marca el camino a la autonomía
personal.
¿Qué motiva a la persona mayor a continuar su proceso de vida? El estudio de la
motivación humana ha generado una multitud de teorías; entre ellas la Pirámide de
Maslow (1954) que diferenciaba entre cinco necesidades tales como fisiológica, de
seguridad, de afiliación, de reconocimiento y de autorrealización. Desde este punto
de vista el Análisis Transaccional (modelo decisional de la personalidad que permite
comprender cómo entramos en relación con los otros) también establece una teoría
sobre la motivación que surge del estudio de la relación de la persona con otras
personas y con el entorno. Eric Berne (1964), fundador del Análisis Transaccional,
estableció que la motivación básica de todo comportamiento se basa en tres
necesidades psicosociales a las que llamó Hambres Psicológicas y las dividió en:
Hambre de Estímulo, Hambre de Reconocimiento y Hambre de Estructura.

Asociada con las funciones biológicas y los estímulos


neuronales. La estimulación física a través de todos los
HAMBRE DE ESTÍMULO
órganos sensoriales, especialmente del tacto, es una
necesidad básica desde el nacimiento
Ser reconocidos por el simple hecho de existir y ser tal y
HAMBRE DE como somos. Esta necesidad se satisface mediante las
RECONOCIMIENTO caricias, entendidas como cualquier acto de reconocimiento
de la presencia de otra persona, y las expresiones de amor
Necesidad de organizar e integrar el flujo de estímulos que
constantemente recibimos del medio externo e interno. Dos
dimensiones
La estructura externa espacial tiene
relación con la necesidad de orientarse en
el espacio, y contestar a las preguntas
Estructura ¿Dónde estoy?, ¿Cómo se puede uno
Externa mover aquí?. Y la
HAMBRE DE ESTRUCTURA estructura temporal tiene relación con la
necesidad de darle sentido a la existencia
y responder a las preguntas básicas sobre
el tiempo en soledad o en relación, ¿qué
hago en este lugar y con estas personas?
Tiene relación con las preguntas ¿quién
soy yo?, ¿cuáles son mis límites?, ¿cuáles
Estructura Interna
son mis potencialidades?, ¿quién soy yo
para los otros?

Jesús Cuadra, analista transaccional, establece cuatro áreas de necesidades


humanas destacando también las de Eric Berne, añadiendo otras necesidades
psicológicas junto con las necesidades relacionales de Erskiney las necesidades
espirituales.
Después de aproximarnos a las necesidades personales vistas por el enfoque
humanista, para contestar a la pregunta ¿qué motiva a la persona?, subrayo que
hay dos necesidades que empiezan a no cubrirse en este periodo de la
vida: necesidad relacional y necesidad de estructura. Paso a explicar por qué
destaco estas necesidades y qué líneas de trabajo terapéutico se proponen.
Experiencias de vida. Aportes desde el Análisis Transaccional, la Estructura Interna
y Externa del Paciente se “Moviliza”. Falta de Estructura.
A través del estudio anterior se ha plasmado unas situaciones claves para las
personas mayores, que conlleva el cambio en la estructura interna de su
personalidad derivado de factores externos desestabilizadores (situaciones
sociales, biológicas y psicológicas). Es el caso, así, de la persona mayor jubilada
que, a veces, siente una pérdida de identidad y hasta de status social (hay un
sentimiento de pérdida de poder adquisitivo, su sentimiento de utilidad social se
resiente, etc.); llegando a movilizar a la estructura externa de la persona, no sabe
qué hacer con la gestión de su tiempo produciéndose una desubicación temporal y
hasta espacial. Y también la que se da, por ejemplo, en otra situación que es cuando
la persona mayor empieza a sentir el declive de sus cuerpos y sus limitaciones, esto
genera una desubicación en sus percepciones del espacio y el tiempo (“el mundo
va demasiado deprisa”) y todo se lo replantea, y hasta ella misma cambia su visión
de sí mismo en relación con su entorno.

Las personas mayores se tienen que volver a situar en el engranaje de la sociedad,


unos se adaptan sin problemas porque tienen una fuerte estructura interna de
personalidad y otros, sin embargo, les cuesta más la adaptación. J. Zurita (Bonding,
Mayo 2015) explica así: “La estructura interna personal podríamos definirla como el
conjunto de elementos psicológicos que dan consistencia y contención interna a la
persona. Entre estos elementos estarán los límites y su aceptación, los valores, las
creencias, las decisiones primarias sobre la gestión de las emociones, etc.”

En estos casos, el trabajo terapéutico se orientará al trabajo con la estructura


interna de la personalidad apoyándonos por una parte en el trabajo con la estructura
externa para que ésta ayude a formar dicha estructura, y, por otra parte, a través de
una revisión del proyecto vital pasando por un análisis del guion de vida de la
persona apoyándonos en las terapias regresivas tales como la terapia de la
redecisión o el reparentamiento.
Paso a explicar estas dos líneas de trabajo:

a.1. La estructura externa ayuda a crear estructura interna.


Berne (1972) se pregunta ¿Cómo ocupamos nuestro tiempo?, y expone que hay 6
maneras de ocupar el tiempo con los otros y con uno mismo. Son: el aislamiento,
los rituales, los pasatiempos, las actividades, la proximidad y los juegos
psicológicos. Señalemos de estas, la actividad, la forma que más ayuda a la persona
mayor a crear una estructura externa, que ayudará posteriormente a mejorar una
estructura interna y a crear identidad; y anotaré como en el desarrollo de estas
actividades se pueden dar también otras tres maneras, los rituales, los pasatiempos
y la proximidad como las maneras más saludables de relación y de crear una
estructura externa favorable. Tanto el aislamiento como el juego psicológico no
considero que sean beneficiosos para unas relaciones favorables. Y de esta manera
como dice Oller (2001:109) conseguimos también el Hambre de Estímulos o de
Sensación descrita también por Berne, “necesitamos crear o que nos creen
situaciones en las que obtener estímulos sensoriales para no aburrirnos en la vida
y “sentirnos vivos””, y también el Hambre de Reconocimiento al estar en relación
con los otros.

Las actividades las definen como “todas las actividades orientadas hacia un objetivo
en el que los humanos puedan participar conjuntamente” (René de Lassus,
1994:102). En nuestro caso, una actividad muy habitual es encargarse de los nietos
o por ejemplo venir a hacer gimnasia. Estas actividades ayudan a fijar una cierta
organización en las relaciones y a organizar el mundo de la persona mayor,
alcanzando logros y mejorando su autoestima. Así, por ejemplo, saber qué se va a
hacer y cuando, a quienes nos podemos encontrar si vamos al Centro Social, cómo
planificar satisfactoriamente nuestras actividades, etc., ayudan a crear confianza y
a mejorar la visión de la persona en su entorno más próximo. Esto crea una
estructura externa que es llevada en muchas ocasiones con agrado y satisfacción
para la persona mayor; aunque en otras ocasiones la persona mayor puede
encontrarse totalmente atada a la situación para poder crecer, cambiar y avanzar,
ya que estas relaciones le dan un cierto reconocimiento y sentimiento de utilidad tan
necesario en esos momentos, que es difícil de romper con ello. Ser consciente de
ello ayuda a poder modificarla.

Caso de Elena: Mujer, 70 años de edad, viuda. Su idea para después de


la jubilación era viajar, aprender cosas nuevas, tener tiempo para ella.
Ahora bien, cuando se jubila su hija separada con una hija se queda en
paro y su hijo recientemente viudo pide su apoyo también en el cuidado
de su hijo. Ella decide “ser buena madre” y apoyar a sus hijos.
Estructura su vida entorno a sus hijos y llega a expresar lo siguiente
“estoy harta, estoy demasiado cargada, llevo mucho peso. Me levanto a
las 6 de la mañana hacer comida para cinco personas y de ahí no paro
en todo el día”. Nos preguntamos ¿dónde están sus límites? ¿qué fue
de sus sueños? ¿Qué pasó con esa Elena que se iba a jubilar?

Con las actividades podemos ir generando relaciones de proximidad, según Berne


esta sería la mejor de las relaciones, que la llaman “intimidad es un contacto franco,
sincero, auténtico y espontáneo” (Renné de Lassus, 1995:103). En las personas
mayores esta es la manera más favorable porque contacta con su verdadera
esencia, y comparte lo que vive. Normalmente la suelen tener con un número
reducido de personas, conservar estas relaciones es indicador de bienestar.

Tanto la utilización de rituales (“maniobras de aproximación” aprendidas para entrar


en contacto de una manera prudente; evitando ciertos riesgos” (René de Lassus,
1994:101)) como la de los pasatiempos (son series más o menos predecibles de
transacciones, también generalmente complementarias, que giran en torno a temas
tópicos (futbol, política, hijos, salud, etc.)) nos ayudan a crear estructura externa.
Además, cuando usamos los pasatiempos positivamente podemos intercambiar
caricias y “tantearnos” socialmente unos a otros, sin todavía involucrarnos
demasiado, pero teniendo la posibilidad de pasar a otras formas en las que
tengamos mayor acercamiento. (Oller, 2001:111).

a.2.La terapia de la redecisión y el reparentamiento como reestructuradoras de la


estructura interna.
La terapia de la redecisión, una de las tres escuelas de Análisis Transaccional, y el
reparentamiento (como complementaria de la primera), son dos tipos de terapias
reestructuradoras de la estructura interna, y ayuda a la reubicación de la persona
en las situaciones cambiantes y de adaptación que están viviendo. Hay personas
mayores que deciden asimilar este proceso de vida de una manera satisfactoria,
viviéndolo como la continuación del proceso de vida; a otras les cuesta más. La
revisión del proyecto vital o la ausencia de este de la persona mayor, pasando por
un análisis del guion de vida de la persona apoyado en dichas terapias regresivas
puede ser una adecuada manera de conectar y ser consciente, en busca de la
autonomía.

Desarrollar la autonomía según Berne (1964) conlleva ir creciendo en tres


capacidades: conciencia (“poder ver cómo las cosas “son” al natural, no según nos
han enseñado…darse cuenta aquí y ahora “Oller (2001)), espontaneidad (“poder
expresar libremente, también aquí y ahora, nuestro pensar, sentir y actuar, de
manera natural”, Oller (2001)) e intimidad (“ es compartir libremente con los demás
nuestro pensar, sentir y actuar, de manera auténtica”, Oller (2001)).

El crecer hacia la autonomía conlleva ir abordando el guion de vida, al que definió


Berne como “un plan preconsciente de vida basado en una decisión propia tomada
en la infancia bajo la influencia del entorno (padres, familia, escuela, cultura) y
reforzado por el mismo entorno, justificado posteriormente por medio de
experiencias significativas y que culmina en una alternativa elegida”. El guiñó nos
marca quienes somos, qué vamos a hacer en nuestra vida, cómo nos vamos a sentir
y cómo vamos a actuar ante determinadas situaciones. Nos marca creencias
autolimitadoras. Si la persona mayor quiere adaptarse saludablemente al entorno
cambiante tendrá que abordar su capacidad de autonomía y cambiar su guion,
revisarlo, redecidiendo sobre su vida, cambiando las decisiones que tomó en su día
que en su “aquí y ahora” no le están viniendo bien. Y desde mi punto de vista, no
importa la edad que tengas para ello. Tomar consciencia del guion es el primer paso
para salir de él (Master en PHI 2014, módulo 3).

Las características del guion que normalmente me encuentro en personas mayores


son: mandatos: no seas importante, no seas, no seas niño/a, no seas tú, no estés
bien, no sientas; impulsores: complace sobre todo siendo una buena madre, abuela,
aguanta sin molestar, sé perfecto/a; y juegos psicológicos: “pobre de mí”, “si no
fuera por mí”, “sólo trataba de ayudar”, “mira lo que me he esforzado”, “dame una
patada”, “pata de palo”.
El trabajo terapéutico a través de terapia de la redecisiónes una herramienta
terapéutica que ayuda a conectar con uno mismo, a encontrar la propia autonomía,
adaptándose de esta manera a los cambios, recolocarse, redefinirse, reencontrarse
(tal vez estaban “perdidos” tiempo antes).En el proceso de terapia, cambiar o
rectificar las decisiones autolimitadoras (redecisión), o también cambiar mensajes
interiorizados negativos (reparentamiento) ayuda a acercarnos a la esencia de la
persona, a un contacto con su autenticidad.

2.2.b. Las Necesidades Relacionales de Erskine, en relación con el proceso de


envejecimiento. La Economía de las Caricias de Berne.
Erskine (1980) define ocho necesidades relacionales en correspondencia a
relaciones significativas, y puntualiza “las necesidades relacionales están presentes
a lo largo de todo el ciclo vital desde la infancia temprana hasta la vejez”. Y
apoyándome en esta idea, paso a exponer cuales son las necesidades relacionales
de Erskine, qué pasaría si hubiera ausencia continuada de satisfacción de dichas
necesidades, y, por último, los posibles beneficios que se obtendría en las personas
mayores, si dichas necesidades se cubriesen.
Las necesidades relacionales de Erskine son: seguridad física y afectiva, necesidad
de sentirse validado y confirmado, de validación y afirmación, de confirmación de la
experiencia personal, necesidad de autodefinición, de hacer impacto, de que el otro
tome la iniciativa y de expresar amor (desarrolladas en apéndice 2).

En un proceso terapéutico, al contactar con el/la paciente-persona mayor, se


indagaría en los momentos iniciales de la terapia las necesidades relacionales que
no aparecen cubiertas. Así este análisis se haría a la par de un análisis inicial sobre
su situación en otras áreas de diagnóstico. Aquí se hará especial incidencia sobre
la necesidad de sentirse validado y confirmado (¿quién le valida?,¿quién le da
identidad?) y también, la necesidad de confirmación de la experiencia personal
(¿con quién comparte su experiencia?, ¿hay alguien para él/ella disponible para
compartir?). Pues por circunstancias que afectan a la persona mayor puedan verse
más afectadas estas necesidades relacionales, siendo esencial para su proceso de
vida; así por ejemplo, a nivel social la jubilación mal llevada, que puede afectar a
su identidad personal frente a otros y a sentirse validado, o, por otra parte, la
dificultad física que tiende a derivar en aislamiento social, etc., o también se puede
contemplar cómo las relaciones familiares benefician a la persona en estas edades,
las relaciones con los nietos, etc.

¿Qué pasaría si hubiera una falta de satisfacción de estas necesidades? Sería,


como dice Esrkine, “una pérdida de energía o de esperanza” al contemplar que no
hay nadie disponible para ti, y continúa diciendo “la ausencia continuada de
satisfacción de las necesidades relacionales puede manifestarse como frustración,
agresión o enojo”. Así es, en el proceso de envejecimiento se empieza a distinguir
dos hechos: la posible desvinculación paulatina con el entorno por diferentes causas
(la salud, los cambios acelerados del entorno o la pérdida de seres queridos, entre
otros) y una evolución hacia la interiorización (expuesto en el estudio antes
mencionado. Si no se trabajase para la satisfacción de estas necesidades, habría,
como ya se ha visto en muchos casos, un replegamiento de la persona mayor hacia
su mundo interior (su zona de confort que le da seguridad), a desconectar de cierta
parte de sí mismo, de quien realmente es, se llegaría a la soledad.
La soledad en las personas mayores surge según dice José Carlos Bermejo (2014),
humanista con experiencia en personas mayores,“de la tendencia inmanente de
todo ser humano a compartir su existencia con otros. Si esto no se logra, surgen la
vivencia de estar incompleto y la desazón derivada de ello”, y añade “Cuando la
persona comprueba que no puede, que no tiene opción para establecer ese
contacto humano que le permite ser quien es y que cualquier persona necesita,
entonces aparece la soledad”.

Esbozando los beneficios que se obtendrían si se trabajase en esta línea,


satisfaciendo las necesidades relacionales, podríamos decir que se conseguiría que
la persona encontrase un ámbito seguro, incondicional, donde se le valorase como
persona, donde pudiera crecer y compartir su estar en el mundo y su ser auténtico,
creando autoconfianza y con ello adaptarse más adecuadamente a todos los
cambios que le son sobrevenidos a estas edades.
La PHI revela que toda línea de trabajo terapéutico que se pueda plantear con
personas (que podrían ser estas personas mayores), y que ayude a conectar con
uno mismo y a reflexionar cómo la persona se relaciona con su mundo, ayudará a
la larga a la mejora (entre otros beneficios) de las relaciones obtenidas en las redes
sociales y las redes de apoyo. Por esto, cualquier camino que se tome para que la
persona mayor siga conectada a su mundo, y mantenga o cree relaciones,
promoverá la ilusión y un deseo de levantarse cada día; este es un camino
adecuado y saludable para la mejora del bienestar de la persona.

Jesús Cuadra (Bonding, enero 2009), nos reafirma esta idea de que la satisfacción
de las necesidades relacionales ayudan a la adaptación saludable con el entorno,
exponiendo que: “Si las condiciones son favorables para la persona, se mantiene el
contacto de ésta con su entorno y las personas más significativas, de modo que se
satisfagan suficientemente sus necesidades individuales y sociales, las decisiones
que adopte favorecerán el proceso de adaptación para el desarrollo saludable y
autónomo.

Por el contrario, si se producen rupturas del contacto abruptas, o rupturas de


contacto continuadas, o si se producen situaciones traumáticas, dolorosas,
insatisfactorias, atemorizantes y no se dispone de las respuestas de contacto
apropiadas a la situación, es más probable que la persona tenga que adoptar
decisiones de supervivencia. Son decisiones para mantener la vinculación, la
pertenencia y el mínimo de caricias necesario.”

Desde este punto de vista, el Análisis Transaccional nos ayuda a profundizar en


todo este tema. Concretamente, la teoría de la motivación, ya expuesta
anteriormente, y la idea de las Caricias de Berne y las Leyes de Economía de las
Caricias de Steiner, que pasamos a exponer.

Las caricias es “una unidad de reconocimiento” (Berne, 1971), que lleva un valor
implícito de Yo me doy cuenta de que tú estás ahí, un valor muy importante en las
personas mayores como ya hemos dicho, en muchas ocasiones se consideran ellos
mismos invisibles para la sociedad y para su entorno por cómo viven su pérdida de
status social. Afecta también al concepto que la persona tiene de sí misma. Así
“Cada ser humano tiene así una necesidad de ser estimulado y de recibir signos de
atención para vivir, crecer y desarrollarse armoniosamente” (G. Chandezon,1984).
A lo largo de la vida, según la educación recibida y las experiencias personales
vividas, cada persona realiza un Marco de Referencia a través del cual percibe,
decide, acepta y rechaza los estímulos que llegan y entre ellos las caricias. De esta
manera se genera un intercambio que depende de la capacidad de dar, capacidad
de pedir, capacidad de recibir, capacidad de rechazar y capacidad para darse a sí
mismo de cada persona.
En el entorno de las personas mayores hay una realidad efectiva de pérdida de
vínculos sociales en las personas mayores. Esta pérdida de vínculos
sociales muchas veces se debe a la aceptación por parte de la persona de una
serie de normas aprendidas, irracionales y prejuiciosas que impiden un libre y sano
intercambio de estímulos sociales, lo que Steiner llamó Las Leyes de la Economía
de las Caricias:

1. No des las caricias positivas que corresponde


2. No aceptes las caricias positivas que merezcas.
3. No pidas las caricias positivas que necesites
4. No te des las caricias positivas a ti mismo
5. No rechaces las caricias negativas destructoras.
La escasez de caricias hace que ciertas personas mayores entren en un estado de
vulnerabilidad social importante, siendo totalmente manipulables, buscando, en
algunos momentos, caricias de una manera artificiosa y complicada. Así, se dan
situaciones en las que hemos escuchado que una persona mayor se queja de su
salud, buscando que la otra persona cercana le preste atención; o situaciones en
las que las personas mayores hablan con el que está cerca de ellos, bien sea en la
tienda, en el banco del parque, en el médico,…sin conocerles previamente. Por otra
parte, caricias condicionales, centradas en los otros sin tener en cuenta
sus necesidades las podemos ver en casos como los que les pasa a aquellas
personas mayores que dicen que no le dicen nada a sus hijos por no molestarles,
haciéndose los fuertes para no sentirse dependientes todavía; otros mayores que
son abuelos y no saben decir no a sus hijos cuando es reclamada su ayuda de
manera indiscriminada y sin horario, y se condenan a ser “buenos abuelos” siempre
disponibles. Podríamos enumerar muchas más situaciones en las que las caricias y
la gestión de las mismas están muy relacionas con todas las Leyes de Economía
de Caricias enumerada por Steiner.

¿Cómo afrontar esta situación? Steiner propone que la liberación ante este tipo de
leyes vendría, tomando nuevas decisiones. Las personas pueden aprender a
intercambiar caricias libremente, abriendo su corazón, y dar y recibir caricias sin
avergonzarse. El comportamiento se debe regir por las siguientes Leyes de la
Abundancia de Caricias:
1. Dar abundante caricias positivas cuando corresponda.
2. Aceptar las caricias positivas que mereces.
3. Pide las caricias positivas que necesitas.
4. Date caricias positivas a ti mismo.
5. No aceptes caricias negativas destructoras.
De esta manera también mejorará el concepto de sí mismo, su autoestima. Este
trabajo terapéutico puede llevarse a cabo incluyendo técnicas como la redecisión y
el reparentamiento.

Del guion sin amor, falta de reconocimiento y afecto en las personas mayores.
Steiner, CL.M (1990) expone que hay tres guiones básicos de vida, uno de ellos es
el guion sin amor. Ana Gimeno-Bayón (1996:228) hace referencia a lo mismo,
explicando los Estilos de vida sin Amor (depresivo), en que se aprende a partir de
prohibiciones de las expresiones de afecto (verbales o no verbales) y cómo Steiner
(1974) habla de la, por él llamada, “Ley de la Economía de la Caricia” ya comentada.

Y nos dice que el hambre crónica de afecto es la causa de un estilo de vida


depresivo y falto de vitalidad. En todo esto subrayo la expresión falta de
reconocimiento o afecto porque es justo lo que las personas mayores expresan y
refieren, cuando han salido de su guion de vida que le daba su profesión y están
desubicados, o viven las pérdidas de sus seres queridos y le falta el afecto. Su
economía de las caricias, ha cambiado, se han variado las reglas del juego; de
dónde ellos recogían y cargaban sus caricias ahora no puede ser así; y en algún
momento de su vida las capacidades que gestionaban esa economía de caricias no
están totalmente activas.

Así en el centro de mayores hay personas que después de jubilarse hablan en


presente cuando se refieren a su anterior actividad laboral, o personas que han sido
viudas hace unos cuantos años o divorciadas y viven todavía en un proceso de
duelo inacabado. Por tanto, su “hambre de caricia” está muy presente. Pasemos a
ver qué propuesta hay concreta para trabajar sobre ello.
Aportaciones de la Psicoterapia Humanista Integrativa, trabajando con personas
mayores, propuesta de intervención. Aportaciones desde la experiencia.
Este año de prácticas del Máster en el Centro, he podido poner en marcha una
intervención diferente con dos mujeres mayores. De ellas he obtenido su permiso
para poder contar parte de su historia y de su proceso terapéutico. Paso a relatar el
proceso que he estado argumentando hasta ahora. Los distintos pasos están
interconectados.

Primer paso: El vínculo terapéutico, clave para la intervención con personas


mayores.
Rosa,68 años, viuda desde hacía quince años, un día en el despacho empezó a
llorar desconsolada, no se encontraba bien. Decía que los domingos se les hacía
cuesta arriba y que ahora la situación de su hija separada, con una hija y sin trabajo
le desbordaba. Ella recién jubilada. Le ofrecí venir a terapia y aceptó.

Catalina, 74 años, divorciada con 3 hijos, me contó que venía de su pueblo y allí se
encontraba como un bicho raro, que se encontraba muy sola, decía tener escasas
amigas y tenía total apatía para hacer cualquier cosa diaria, estaba enganchada a
la tele. Le ofrecí venir a terapia y aceptó.
Hemos escuchado muchas veces que no es lo mismo estar solo que sentirse solo.
Ahora bien si una persona se siente sola, aunque sea en ciertos momentos a lo
largo del día o de la semana, siente un “vacío” que es costoso llenar (como decía
Rosa un día en el despacho “me siento hueca por dentro”). ¿Cómo trabajar con esta
soledad en las personas mayores? Una de las claves está en la PHI y en la creación
de un vínculo terapéutico protector y seguro que ayuda a la persona a encontrarse
otra vez incorporada a su mundo.

¿Qué aportó este vínculo terapéutico desde la PHI a las sesiones de terapia?
Apoyándome en lo que decía Carl Rogers sobre la terapia centrada en la persona,
en la que se cree en la persona, en que el paciente es el que sabe lo que le afecta
realmente y se confía en su ritmo para llevar el ritmo del proceso de terapia;
comencé la terapia con ambas mujeres mayores. Por otra parte, nos indicó cómo
diseñar una buena relación de ayuda para que el paciente alcance una mejor
comprensión de sí mismo. Así la relación de ayuda la basé en la plena aceptación
y valoración al paciente tal cual es mientras se va creando un ambiente de
seguridad, siendo empática con sus sentimientos y pensamientos para que se
sienta libre de explorar sus vivencias, desde la auténtica autenticidad del
terapeuta ayudando de esta manera a que ambas mujeres busquen la suya propia.
Por tanto, este tipo de relación lo basé en el Permiso para ser lo que son, la Potencia
interior que fueron descubriendo y la Protección que se dio desde esa relación, y
que finalmente ellas se dieron así mimas. Las traté con mucho amor, y ellas
empezaron a tratarse con amor a sí mismas. Esto ayudó a que se produjese el
cambio y el desarrollo personal; a que ellas se abrieran a su experiencia, confiaran
en sí misma, buscando el foco interno en vez del externo.
Las técnicas generales básicas utilizadas en este vínculo terapéutico, fueron: De
Recepción: la escucha activa, la observación con fuerza de atención, contacto con
tacto, atención a la vía de entrada y al procesamiento de la información. De
Transmisión: comunicación no verbal (miradas, abrazos, sonrisas,…) y la
comunicación verbal (utilizando el confrontamiento, el señalamiento, las
incongruencias, la ilustración…).

Segundo Paso: Un vínculo para la conexión con el entorno próximo.


Carl Rogers (1986) nos apuntó el beneficio del vínculo terapéutico y me dio pistas
para seguir en este segundo paso que es el de “encarar la vida”: “el individuo
reorganizará su personalidad, tanto a nivel consciente como en los estratos más
profundos; de esa manera, se hallará en condiciones de encarar la vida de modo
más constructivo, más inteligente y más sociable a la vez que más satisfactorio”. El
hecho de trabajar en un Centro de Mayores que se dedica entre otras finalidades a
la promoción de la autonomía personal y el envejecimiento saludable, participación
social e integración en la comunidad, hace que sea un sitio privilegiado para poder
crear relaciones.

Con el primer paso también hemos conseguido que ambas mujeres se sientan
escuchadas, validadas, protegidas y se le ha dado normalidad a su situación, se le
ha ayudado a comunicar sus preferencias, intereses, ideas, etc., confirmando su
experiencia personal, y con la posibilidad auténtica de expresar amor; todas ellas
son algunas de las situaciones de satisfacción de las necesidades relacionales
expuestas por R. Erskine ya comentadas. Pero desde el Centro se puede establecer
un segundo paso y de hecho así se ha dado, se puede hacer un acompañamiento
a la persona para que esta traslade lo aprendido en la relación auténtica del vínculo
terapéutico a otras relaciones con su entorno (haciendo un análisis previo de las
necesidades relacionales). En el momento adecuado del proceso terapéutico y
respetando su ritmo se estableció preguntas como ¿qué te parecería…?,¿ qué
podrías hacer tu…?,¿de esto que me contaste qué se te ocurre a ti…?; y de esta
manera pueda conseguir, estar conectado a su mundo, tener una ilusión y una razón
motivadora cada día.
En nuestro caso, Cati que llevaba haciendo reiki 10 años esporádicamente, se
ofreció a darlo voluntariamente en el Centro un día a la semana, con ello consiguió
obtener todos los beneficios de unas relaciones saludables que necesitaba y por
otra parte, la organización de esta actividad en su vida creó una estructura externa
(en las que se daban estas maneras de relaciones: actividades, pasatiempos o
rituales) que ayudó a crear su estructura interna, contactando con ella misma,
despertando a ser consciente, a fijar nuevas creencias, a darle identidad, etc.

El engranaje para que esto se lleve a cabo son las actividades del propio Centro o
del entorno, entendidas estas como recurso revitalizador que ayuda a la creación
de relaciones sociales. Estas canalizan los deseos e ilusiones, según la sensibilidad
y los intereses diferenciados; y ayudan a conectar con uno mismo. Así, por ejemplo,
las actividades ofrecidas desde el Centro pueden ser tales como actividades
culturales, turísticas o de ocio, voluntariado, cafés tertulias, talleres de risoterapia,
gerogimnasia, huertos ecológicos, etc. Otros tipos de actividades del entorno
pueden ser ejercer el rol de abuelo, realizar planes con amigos, retornar a grupos
al que pertenecieron como pueden ser los religiosos, etc.

Por otra parte, Rosa puso en marcha su agenda de teléfonos cuando le preguntaba
¿qué necesitas para tí?, y con la visión presente que habíamos trabajado en terapia
sobre la Ley de la Abundancia de Caricias (pedir caricias, aceptar caricias, darse
caricias, dar y rechazarlas), empezó a planificarse. Los resultados no se hicieron
esperar, sus relaciones ayudaron a sentirse escuchada, validada, normalizada,
esas relaciones le devolvieron una imagen positiva de sí misma que ayudó a crear
potencia personal suficiente para dar un paso importante para encarar su vida.

El papel que ejercí fue el de acompañar a Cati y a Rosa en su proceso de integración


en las actividades, trabajando con ellas la manera en que se condicionan en las
relaciones, qué visión tiene de los demás y de ellas, lo positivo y favorable que es
para su bienestar, y la forma en que van afrontando los posibles conflictos, cómo se
establecen las caricias, apoyándolas para que se den los permisos suficientes para
poner en marcha la Ley de la Abundancia de Caricias. Fueron dándose cuenta de
lo beneficioso que es tener y cuidar relaciones favorables en su vida y cómo una
estructura externa (actividades) ayuda a organizar su tiempo y su espacio
sintiéndose más conscientes de sí mismas.

Tercer Paso: Trabajando el guion de vida.


Tanto con Cati como con Rosa, realicé en las primeras intervenciones un análisis
diagnóstico de su situación pasando por un análisis de los cinco niveles de
intervención (J. Zurita), un análisis funcional del análisis transaccional y un análisis
gestáltico. Cuando vi adecuado, en el proceso terapéutico les hablé y expliqué la
idea del guion de vida, la idea de que de niños tomamos decisiones en respuesta
a mandatos de nuestros padres o personas relevantes para nosotros, a través de
comportamientos y sentimientos. Que aquella decisión tomada en aquel momento
fue un medio poderoso para sobrevivir en su entorno, no de forma objetiva sino
subjetiva, con los recursos cognitivos, afectivos y conductuales primitivos y limitados
de que dispone el niño. Expliqué que esas decisiones tempranas pueden cambiar,
y no limitar su vida de ahora, y encontrarse con las mujeres que realmente son.

Para trabajarlo utilicé con Cati, la técnica gestáltica del cuento de nuestra vida que
aunque hubo grandes resistencias por su parte (una tarea más dentro de su apatía
diaria), al final encontró la manera de hacerlo y fue para ella reveladora, contó su
historia y sacó a sus personajes significativos que le marcaron, a actuar. También
utilicé la escritura terapéutica: le dije que va a tener disponible dos colores de papel;
en uno va a comenzar poniendo todo lo que le venga a la cabeza sin pensar sobre
aquellas personas que le ha generado malas sensaciones en su vida, y en la otra,
contactará con todo lo que le genera la sensación de estar en un nuevo camino, y
busque en su interior el empoderamiento que ha salido ya en otras sesiones (con
frases como “yo siento…”, “yo necesito…”, “yo quiero…”,etc.). Cada una sentó a su
madre en la silla vacía, con preguntas ¿qué necesitabas de tu madre y que no te
dio?, ¿qué te decía que hicieses?,¿cómo te ve hoy?,¿qué te gustaría que te
dijera?,etc. La experiencia con Rosa fue muy significativa: sacó a su Padre
Crítico pero fue acallado por su Padre Nutritivo Positivo, fue un acto de
reconciliación precioso porque para esta silla vacía había escrito Rosa una carta a
su madre desde su Niño Libre que estuvo al frente con el Adulto. Su sentimiento de
permiso a ser quién es y cómo es, fue estupendo y liberador para ella.
Ambas poco a poco fueron encontrando sus decisiones tempranas, ambas poco a
poco fueron viendo cómo hoy en día esas decisiones le estaban poniendo límites a
su vida, y fueron siendo más conscientes de que esas limitaciones le ponían
máscaras a lo que realmente son, y fuimos sacando las incongruencias de cómo se
gustarían ver y cómo se han visto hasta ahora, intentando romper barreras (pusimos
el simil de cambiar de camino a uno desconocido pero más favorable para ella).
Buscaban redecidir su vida y contaban que ellas mismas podrían darse las caricias
y el parentamiento que en su día les faltó. Fuimos viendo en su guion: los mandatos,
los impulsores, el triángulo dramático que se dio entonces, en “aquellas vidas”,
situaciones concretas, y fuimos viendo como marcaban su vida actual.

Para ello me ayudé de algunas de las técnicas específicas apuntadas por John R.
McNeel que las agrupó dependiendo de siete componentes que se trabajan en la
terapia de la redecisión:

1. Énfasis en el poder personal y responsabilidad: verbos en presente,


¿podrías?, confrontación.
2. Adopción de un ambiente protector y enriquecedor: del lado del niño
(sobre todo), uso del humor.
3. Comportamiento modelador de liderazgo: llenos de permisos, volver a
preguntar,…
4. Separar mitos de la realidad: impasse presente y escena antigua (cómo
te sentías), esperando que otro cambie.
5. Confrontación de incongruencias: especificidad/claridad, discrepancia
lenguaje corporal, distinción entre pensamiento y sentimiento.
6. Técnicas particulares: análisis de juegos (usábamos el humor), dos
sillas, confrontar los “sabes”,
7. Reglas de procedimiento. (utilizadas junto con las de obligado
cumplimiento de J. Zurita.)
Y poco a poco ambas tomaron permiso para comportarse y sentir de nuevas
formas, tomando contacto con el poder para salir de su guion de vida. Reforcé
posteriormente con caricias positivas todo cambio hacia la nueva conducta, con las
que se sentían más ellas mismas. El vínculo creado hacia ellas era fuerte, se volvió
hacía mí y dejó una huella imborrable en mi propio proceso de vida.

Discusión y Conclusiones.
El objetivo de este trabajo ha sido fundamentar qué elementos clave son
importantes para afrontar los cambios en el proceso de envejecimiento, el vínculo
terapéutico, la satisfacción de las necesidades relacionales y de estructura externa,
y el trabajo del guión a través de la terapia de la redecisión; y ponerlo en marcha en
un proceso terapéutico en el propio Centro con dos personas mayores. El
resultado obtenido tras la observación parece indicar que dichos elementos sí
mejoran el bienestar de la persona y así lo han experimentado y expresado estas
dos mujeres.

Últimamente hay corrientes en psicología más humanistas que se dedican a buscar


el bienestar de la persona en vez de trabajar desde las conductas patológicas, creen
en la persona y en sus potencialidades, buscan la promoción y el empoderamiento
de la persona. Y esto es de lo que quiero partir en mis conclusiones. El proceso
terapéutico propuesto se basa en esto y contesta a una pregunta clave ¿qué hace
a la persona envejecer más satisfactoriamente que a otra?, ¿qué claves de trabajo
podemos utilizar para acompañar a la persona mayor en su proceso de adaptación
a los cambios? Y todo lleva a algo muy esencial, satisfacer unas necesidades
personales reales que no están cubiertas o están frágilmente cubiertas. Por ello la
mejora de las relaciones sociales, la incorporación de una estructura externa para
las relaciones (organización de tiempo y del espacio) y una revisión de su proyecto
vital mirando hacia su guion de vida, son las claves para que la persona mayor viva
y no sobreviva, encuentre su ser auténtico en este tramo de su vida (la consciencia,
espontaneidad e intimidad que decía Berne). Estas claves, las relaciono con
los factores de protección que favorecen el ser una persona resiliente (Michael
Manciaux (2003:23))como son la mejora de la autoestima, la sociabilidad, un
proyecto vital o el apoyo social; estos factores forman un temperamento resiliente y
en nuestro caso estos factores favorecen el envejecer en armonía con uno mismo
y a tener un envejecimiento con vida.
Bibliografía

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