Psicoterapia Humanista Integrativa Con Personas Mayores
Psicoterapia Humanista Integrativa Con Personas Mayores
Resumen
La aspiración a la hora de desarrollar este trabajo es acercar la Psicología
Humanista Integrativa (desde ahora en adelante PHI) a la vida de las personas
mayores y a su proceso de vida, con la visión armoniosa del valor de la persona
como ser individual e irrepetible, que este enfoque nos traslada desde Carl Rogers.
Se parte de una visión general de las situaciones que viven las personas mayores
en su proceso de envejecimiento, los cambios que se dan y las necesidades
personales que conllevan esos cambios, y se establece un marco teórico que la
PHI para darles las claves de mejora para su adaptación. Concretamente, se
elabora una propuesta concreta de trabajo terapéutico con mayores que se lleva a
cabo enmarcada en la relación terapéutica respetuosa, sólida, estable y protectora
de este enfoque, donde se trabaja por una parte con las necesidades personales
que le generan estos cambios y, por otra parte, con el trabajo hacia la realización
personal, la autonomía, a que la persona encuentre ser quién realmente es, y en
definitiva, a que la persona viva un envejecimiento de una manera más satisfactoria.
Las conclusiones son totalmente alentadoras.
Introducción
Ancianos, abuelos, viejos, personas de tercera edad, muchos nombres para
nombrar a un colectivo, el cual le gusta denominarse a sí mismos personas
mayores, sigámosles llamando así.
Llevo trabajando cinco años en un Centro de Día para Personas Mayores, las
personas cuya profesión está en relación con el trabajo con otras personas
tenemos un gran reto ante este colectivo porque dentro de muy poco tiempo gran
parte de la población tendrá más de 60 años, es una realidad cercana. Conocerles,
y acercarnos a lo que les preocupa, a cómo se están enfrentando a su proceso de
vida, es una meta ya difícil de posponer.
Desde que comencé a trabajar en el Centro de Mayores he buscado la manera de
llegar a las personas que allí estaban, de acompañarlas en su proceso de vida y de
poder encontrar la forma de trabajar con ellas desde sus potencialidades como
personas singulares e irrepetibles. El contacto con ellos me ha generado un
aprendizaje diario, muchas de sus historias son historias de superación, de saber
saborear la vida, de aceptar con amor sus pérdidas, y de valentía innata que me
hace creer en el ser humano y en la fortaleza de su interior sobre todas las cosas.
Ahora bien, había casos en los que sus situaciones me quedaban “enganchada” y
me preguntaba cómo trabajar con ellos, veía claramente el diagnóstico general, falta
de asimilación y adaptación a su proceso de envejecimiento, cuanto más se
empeñaban en hacer lo mismo, lo de siempre, más insatisfacción con la vida,
sentimiento de soledad, depresión referían. ¿Qué hacer? Para contestar a esta
pregunta, acerquémonos a conocer en primer lugar qué situaciones viven las
personas mayores y qué cambios están viviendo.
Tercera etapa: “la etapa final del proceso de envejecimiento”, y por ende de la
existencia de cada persona, se caracteriza por ser un momento de
progresiva desvinculación del espacio y del tiempo del anciano, cuyo mayor reto
consiste precisamente en mantener vivos el deseo y la ilusión como forma de
engancharse al mundo y a la vida.
La acentuación de sus problemas de salud van provocando de manera lenta y
silenciosa un cambio en la relación que los mayores tienen con sus cuerpos, un
cuerpo frágil que tienen que atender y, desde ellos, con su entorno; la salud marca
el ritmo.La actividad, “el mundo va demasiado deprisa” para la persona mayor, que
opta por seguir su propio ritmo, abandonando paulatinamente cualquier pretensión
de adaptarse al de los demás; desciende su grado de autonomía y esto viene
acompañada de un descenso en su autoestima. Esto provoca decidir permanecer
en el hogar, un entorno seguro, y ahorrarse duras pruebas.
El vínculo. Por lo tanto, se van quedando cada vez más aislados. La persona mayor,
a medida que desciende su vinculación con la realidad, orientan su atención hacia
sí misma; hacia sus recuerdos y hacia su cuerpo, a los que escucha cada vez con
más frecuencia. Se desvinculan emocionalmente con la vida y esto sirve como un
posible mediador o predictor de su estado de salud, actividad y bienestar subjetivo.
Una vez hecho un recorrido por las tres etapas del proceso de envejecimiento,
donde se ha hecho una fotografía delas dificultades sobrevenidas con ocasión del
paso de tiempo, concluimos que dichas situaciones les lleva a generar, entre otras,
como se ha expuesto, por una parte una reestructuración de sus tiempos y
espacios; y por otra una desvinculación con su entorno; a la par que múltiples
pérdidas con las que tienen que resituar como persona. Situaciones vividas de
manera estresante por las personas mayores en las que su capacidad de
asimilación y adaptación a las mismas va a determinar el estado de bienestar y
desarrollo personal o, por lo contrario, su desequilibrio y/o enfermedad (como puede
ser una desfragmentación de su identidad, una crisis de autonomía o de
pertenencia, una depresión intermitente, una insatisfacción con la vida, etc.).
El objetivo de este trabajo es hacer una propuesta de trabajo terapéutico
fundamentada en la PHI, basada en la atención a las necesidades personales que
se ven expuestas por las situaciones de cambio en este proceso de vida con el fin
de conseguir un proceso de envejecimiento saludable; y con este proceso
terapéutico demostrar que la persona se encamina a recuperar su identidad, su
autonomía y su bienestar.
El objetivo último sería, apoyándonos en lo que dice Jesús Cuadra (2002), analista
transaccional: “El fortalecimiento del sistema con el fin de que pueda aumentar su
eficacia en la satisfacción de las necesidades y su capacidad de afrontar los
cambios en su interacción con el entorno físico y social, es el objetivo básico del
desarrollo o crecimiento personal y de toda intervención (terapéutica) orientada a
recuperar la salud y el bienestar de la persona”, con esto hacemos fehaciente el
objetivo de este trabajo.
Las actividades las definen como “todas las actividades orientadas hacia un objetivo
en el que los humanos puedan participar conjuntamente” (René de Lassus,
1994:102). En nuestro caso, una actividad muy habitual es encargarse de los nietos
o por ejemplo venir a hacer gimnasia. Estas actividades ayudan a fijar una cierta
organización en las relaciones y a organizar el mundo de la persona mayor,
alcanzando logros y mejorando su autoestima. Así, por ejemplo, saber qué se va a
hacer y cuando, a quienes nos podemos encontrar si vamos al Centro Social, cómo
planificar satisfactoriamente nuestras actividades, etc., ayudan a crear confianza y
a mejorar la visión de la persona en su entorno más próximo. Esto crea una
estructura externa que es llevada en muchas ocasiones con agrado y satisfacción
para la persona mayor; aunque en otras ocasiones la persona mayor puede
encontrarse totalmente atada a la situación para poder crecer, cambiar y avanzar,
ya que estas relaciones le dan un cierto reconocimiento y sentimiento de utilidad tan
necesario en esos momentos, que es difícil de romper con ello. Ser consciente de
ello ayuda a poder modificarla.
Jesús Cuadra (Bonding, enero 2009), nos reafirma esta idea de que la satisfacción
de las necesidades relacionales ayudan a la adaptación saludable con el entorno,
exponiendo que: “Si las condiciones son favorables para la persona, se mantiene el
contacto de ésta con su entorno y las personas más significativas, de modo que se
satisfagan suficientemente sus necesidades individuales y sociales, las decisiones
que adopte favorecerán el proceso de adaptación para el desarrollo saludable y
autónomo.
Las caricias es “una unidad de reconocimiento” (Berne, 1971), que lleva un valor
implícito de Yo me doy cuenta de que tú estás ahí, un valor muy importante en las
personas mayores como ya hemos dicho, en muchas ocasiones se consideran ellos
mismos invisibles para la sociedad y para su entorno por cómo viven su pérdida de
status social. Afecta también al concepto que la persona tiene de sí misma. Así
“Cada ser humano tiene así una necesidad de ser estimulado y de recibir signos de
atención para vivir, crecer y desarrollarse armoniosamente” (G. Chandezon,1984).
A lo largo de la vida, según la educación recibida y las experiencias personales
vividas, cada persona realiza un Marco de Referencia a través del cual percibe,
decide, acepta y rechaza los estímulos que llegan y entre ellos las caricias. De esta
manera se genera un intercambio que depende de la capacidad de dar, capacidad
de pedir, capacidad de recibir, capacidad de rechazar y capacidad para darse a sí
mismo de cada persona.
En el entorno de las personas mayores hay una realidad efectiva de pérdida de
vínculos sociales en las personas mayores. Esta pérdida de vínculos
sociales muchas veces se debe a la aceptación por parte de la persona de una
serie de normas aprendidas, irracionales y prejuiciosas que impiden un libre y sano
intercambio de estímulos sociales, lo que Steiner llamó Las Leyes de la Economía
de las Caricias:
¿Cómo afrontar esta situación? Steiner propone que la liberación ante este tipo de
leyes vendría, tomando nuevas decisiones. Las personas pueden aprender a
intercambiar caricias libremente, abriendo su corazón, y dar y recibir caricias sin
avergonzarse. El comportamiento se debe regir por las siguientes Leyes de la
Abundancia de Caricias:
1. Dar abundante caricias positivas cuando corresponda.
2. Aceptar las caricias positivas que mereces.
3. Pide las caricias positivas que necesitas.
4. Date caricias positivas a ti mismo.
5. No aceptes caricias negativas destructoras.
De esta manera también mejorará el concepto de sí mismo, su autoestima. Este
trabajo terapéutico puede llevarse a cabo incluyendo técnicas como la redecisión y
el reparentamiento.
Del guion sin amor, falta de reconocimiento y afecto en las personas mayores.
Steiner, CL.M (1990) expone que hay tres guiones básicos de vida, uno de ellos es
el guion sin amor. Ana Gimeno-Bayón (1996:228) hace referencia a lo mismo,
explicando los Estilos de vida sin Amor (depresivo), en que se aprende a partir de
prohibiciones de las expresiones de afecto (verbales o no verbales) y cómo Steiner
(1974) habla de la, por él llamada, “Ley de la Economía de la Caricia” ya comentada.
Catalina, 74 años, divorciada con 3 hijos, me contó que venía de su pueblo y allí se
encontraba como un bicho raro, que se encontraba muy sola, decía tener escasas
amigas y tenía total apatía para hacer cualquier cosa diaria, estaba enganchada a
la tele. Le ofrecí venir a terapia y aceptó.
Hemos escuchado muchas veces que no es lo mismo estar solo que sentirse solo.
Ahora bien si una persona se siente sola, aunque sea en ciertos momentos a lo
largo del día o de la semana, siente un “vacío” que es costoso llenar (como decía
Rosa un día en el despacho “me siento hueca por dentro”). ¿Cómo trabajar con esta
soledad en las personas mayores? Una de las claves está en la PHI y en la creación
de un vínculo terapéutico protector y seguro que ayuda a la persona a encontrarse
otra vez incorporada a su mundo.
¿Qué aportó este vínculo terapéutico desde la PHI a las sesiones de terapia?
Apoyándome en lo que decía Carl Rogers sobre la terapia centrada en la persona,
en la que se cree en la persona, en que el paciente es el que sabe lo que le afecta
realmente y se confía en su ritmo para llevar el ritmo del proceso de terapia;
comencé la terapia con ambas mujeres mayores. Por otra parte, nos indicó cómo
diseñar una buena relación de ayuda para que el paciente alcance una mejor
comprensión de sí mismo. Así la relación de ayuda la basé en la plena aceptación
y valoración al paciente tal cual es mientras se va creando un ambiente de
seguridad, siendo empática con sus sentimientos y pensamientos para que se
sienta libre de explorar sus vivencias, desde la auténtica autenticidad del
terapeuta ayudando de esta manera a que ambas mujeres busquen la suya propia.
Por tanto, este tipo de relación lo basé en el Permiso para ser lo que son, la Potencia
interior que fueron descubriendo y la Protección que se dio desde esa relación, y
que finalmente ellas se dieron así mimas. Las traté con mucho amor, y ellas
empezaron a tratarse con amor a sí mismas. Esto ayudó a que se produjese el
cambio y el desarrollo personal; a que ellas se abrieran a su experiencia, confiaran
en sí misma, buscando el foco interno en vez del externo.
Las técnicas generales básicas utilizadas en este vínculo terapéutico, fueron: De
Recepción: la escucha activa, la observación con fuerza de atención, contacto con
tacto, atención a la vía de entrada y al procesamiento de la información. De
Transmisión: comunicación no verbal (miradas, abrazos, sonrisas,…) y la
comunicación verbal (utilizando el confrontamiento, el señalamiento, las
incongruencias, la ilustración…).
Con el primer paso también hemos conseguido que ambas mujeres se sientan
escuchadas, validadas, protegidas y se le ha dado normalidad a su situación, se le
ha ayudado a comunicar sus preferencias, intereses, ideas, etc., confirmando su
experiencia personal, y con la posibilidad auténtica de expresar amor; todas ellas
son algunas de las situaciones de satisfacción de las necesidades relacionales
expuestas por R. Erskine ya comentadas. Pero desde el Centro se puede establecer
un segundo paso y de hecho así se ha dado, se puede hacer un acompañamiento
a la persona para que esta traslade lo aprendido en la relación auténtica del vínculo
terapéutico a otras relaciones con su entorno (haciendo un análisis previo de las
necesidades relacionales). En el momento adecuado del proceso terapéutico y
respetando su ritmo se estableció preguntas como ¿qué te parecería…?,¿ qué
podrías hacer tu…?,¿de esto que me contaste qué se te ocurre a ti…?; y de esta
manera pueda conseguir, estar conectado a su mundo, tener una ilusión y una razón
motivadora cada día.
En nuestro caso, Cati que llevaba haciendo reiki 10 años esporádicamente, se
ofreció a darlo voluntariamente en el Centro un día a la semana, con ello consiguió
obtener todos los beneficios de unas relaciones saludables que necesitaba y por
otra parte, la organización de esta actividad en su vida creó una estructura externa
(en las que se daban estas maneras de relaciones: actividades, pasatiempos o
rituales) que ayudó a crear su estructura interna, contactando con ella misma,
despertando a ser consciente, a fijar nuevas creencias, a darle identidad, etc.
El engranaje para que esto se lleve a cabo son las actividades del propio Centro o
del entorno, entendidas estas como recurso revitalizador que ayuda a la creación
de relaciones sociales. Estas canalizan los deseos e ilusiones, según la sensibilidad
y los intereses diferenciados; y ayudan a conectar con uno mismo. Así, por ejemplo,
las actividades ofrecidas desde el Centro pueden ser tales como actividades
culturales, turísticas o de ocio, voluntariado, cafés tertulias, talleres de risoterapia,
gerogimnasia, huertos ecológicos, etc. Otros tipos de actividades del entorno
pueden ser ejercer el rol de abuelo, realizar planes con amigos, retornar a grupos
al que pertenecieron como pueden ser los religiosos, etc.
Por otra parte, Rosa puso en marcha su agenda de teléfonos cuando le preguntaba
¿qué necesitas para tí?, y con la visión presente que habíamos trabajado en terapia
sobre la Ley de la Abundancia de Caricias (pedir caricias, aceptar caricias, darse
caricias, dar y rechazarlas), empezó a planificarse. Los resultados no se hicieron
esperar, sus relaciones ayudaron a sentirse escuchada, validada, normalizada,
esas relaciones le devolvieron una imagen positiva de sí misma que ayudó a crear
potencia personal suficiente para dar un paso importante para encarar su vida.
Para trabajarlo utilicé con Cati, la técnica gestáltica del cuento de nuestra vida que
aunque hubo grandes resistencias por su parte (una tarea más dentro de su apatía
diaria), al final encontró la manera de hacerlo y fue para ella reveladora, contó su
historia y sacó a sus personajes significativos que le marcaron, a actuar. También
utilicé la escritura terapéutica: le dije que va a tener disponible dos colores de papel;
en uno va a comenzar poniendo todo lo que le venga a la cabeza sin pensar sobre
aquellas personas que le ha generado malas sensaciones en su vida, y en la otra,
contactará con todo lo que le genera la sensación de estar en un nuevo camino, y
busque en su interior el empoderamiento que ha salido ya en otras sesiones (con
frases como “yo siento…”, “yo necesito…”, “yo quiero…”,etc.). Cada una sentó a su
madre en la silla vacía, con preguntas ¿qué necesitabas de tu madre y que no te
dio?, ¿qué te decía que hicieses?,¿cómo te ve hoy?,¿qué te gustaría que te
dijera?,etc. La experiencia con Rosa fue muy significativa: sacó a su Padre
Crítico pero fue acallado por su Padre Nutritivo Positivo, fue un acto de
reconciliación precioso porque para esta silla vacía había escrito Rosa una carta a
su madre desde su Niño Libre que estuvo al frente con el Adulto. Su sentimiento de
permiso a ser quién es y cómo es, fue estupendo y liberador para ella.
Ambas poco a poco fueron encontrando sus decisiones tempranas, ambas poco a
poco fueron viendo cómo hoy en día esas decisiones le estaban poniendo límites a
su vida, y fueron siendo más conscientes de que esas limitaciones le ponían
máscaras a lo que realmente son, y fuimos sacando las incongruencias de cómo se
gustarían ver y cómo se han visto hasta ahora, intentando romper barreras (pusimos
el simil de cambiar de camino a uno desconocido pero más favorable para ella).
Buscaban redecidir su vida y contaban que ellas mismas podrían darse las caricias
y el parentamiento que en su día les faltó. Fuimos viendo en su guion: los mandatos,
los impulsores, el triángulo dramático que se dio entonces, en “aquellas vidas”,
situaciones concretas, y fuimos viendo como marcaban su vida actual.
Para ello me ayudé de algunas de las técnicas específicas apuntadas por John R.
McNeel que las agrupó dependiendo de siete componentes que se trabajan en la
terapia de la redecisión:
Discusión y Conclusiones.
El objetivo de este trabajo ha sido fundamentar qué elementos clave son
importantes para afrontar los cambios en el proceso de envejecimiento, el vínculo
terapéutico, la satisfacción de las necesidades relacionales y de estructura externa,
y el trabajo del guión a través de la terapia de la redecisión; y ponerlo en marcha en
un proceso terapéutico en el propio Centro con dos personas mayores. El
resultado obtenido tras la observación parece indicar que dichos elementos sí
mejoran el bienestar de la persona y así lo han experimentado y expresado estas
dos mujeres.