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GUÍA DE LENGUAJE Y COMUNICACIÓN
Visión de mundo en una obra litearia.
PROFESOR:
8°AÑO BÁSICO
Nombre: Fecha:
Objetivo de la clase: Interpretar visiones de mundo en diversos cuentos para formular interpretaciones,
reflexionando sobre cuestiones sociales y éticas de las lecturas.
OBJETIVO DE APRENDIZAJE: INDICADORES CONTENIDO OBJETIVO ACTITUDINAL
OA08 Formular una interpretación de los textos literarios - Explican cómo algunos elementos 1. Visión de mundo 1. Manifestar una disposición
leídos o vistos, que sea coherente con su análisis, del contexto histórico influyen en la a reflexionar sobre sí mismo
obra leída.
considerando: y sobre las cuestiones
--Su experiencia personal y sus conocimientos. sociales y éticas que emanan
-Un dilema presentado en el texto y su postura personal de las lecturas.
acerca del mismo.
--La relación de la obra con la visión de mundo y el contexto
histórico en el que se ambienta y/o en el que fue creada.
Contenido 1. Visión de mundo
La visión de mundo es un reflejo de la realidad en toda su complejidad. Cada idea de un autor es la expresión de
su actitud frente a la realidad del mundo y la realidad de la vida. Toda creación artística o intelectual expresa de manera
implícita una concepción de ser humano, de sociedad, de amor, de justicia, de muerte; de captar estas realidades.
Hemos hablado de un autor, de una obra; generalizando, podríamos decir lo mismo de una época: detrás de una
serie de obras significativas del mismo período podemos hallar coincidencias técnicas o estilísticas, pero también de
sensibilidad, de visión del mundo. Por eso algunos críticos han intentado realizar una historia de las ideas y los
sentimientos a través de la literatura, en cuanto que los escritores han sido antenas sensibles e intérpretes de su tiempo.
En la base de la literatura se encuentra una visión de la vida. En la literatura se produce una evaluación crítica y
sistemática sobre las concepciones del mundo de la cultura. Esta es la esencia de la literatura. La visión de mundo es una
toma de posición del escritor frente al mundo.
El concepto de cultura se refiere a las estructuras mentales comunes que se generan al interior de un grupo de
individuos que se encuentra en una situación análoga, realizando una actividad conjunta. Estas estructuras están
conformadas por conocimientos, tanto comunes como científicos, y por valoraciones del mundo, éticas y estéticas, que se
encuentran categorizados de forma particular en cada grupo. Para la Sociología de la Literatura, el autor de una obra
literaria es un miembro más del grupo al que pertenece, y su escritura lo convierte en su vocero; a la vez, el escritor posee
una lucidez, consciente o no, que lo hace plasmar en la obra literaria, de manera crítica, su axiología.
Según Lucien Goldmann, es un conjunto de sentimientos, de aspiraciones y de ideas propias de un grupo o clase
social y que los opone a los demás grupos. Para Goldman la visión de mundo constituye la estructura significativa de la
obra artística. Al describir esta estructura se realiza el proceso de comprensión del texto. De ello es desprende tres
aspectos:
1. Toda obra literaria refleja una visión de mundo, que en sí no es más que un planteamiento coherente y unitario
sobre la realidad en su conjunto.
2. Ello es así porque el sujeto de la creación literaria es la colectividad a través del autor.
3. Son, por tanto, los deseos, voliciones y sentimientos de ese grupo los que conforman la visión de mundo a la
que la obra hace referencia, en un proceso de estructuración y desestructuración.
Todo lector está influido, de una u otra manera y en diversos grados, por lo que lee, aun sin darse cuenta. Mas el
acto de la lectura debe ser consciente, y el lector saber que en este acto no sólo adquiere conocimientos, sino que
también forma sus ideas, sus valores, su concepto de la realidad. Al mismo tiempo, cada lector, individual o
colectivamente, influye sobre la producción de los escritores, al grado de que podría, y debería, considerarse “coautor” de
su medio cultural. Al ser consciente de esta situación de influencia recíproca, el lector podrá entender, de manera
adecuada, que su presencia es social y, por lo tanto, gravita en la cultura que, al mismo tiempo, le nutre. No es el lector un
sujeto pasivo, beneficiario de una cultura, sino un sujeto activo que, directa o indirectamente, influye en ella.
Goldman define también un concepto: valor estético como la transposición al plano literario de las respuestas de
los grupos sociales a sus problemas, además de tener una importancia histórica particular, constituye el elemento a partir
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del cual se establece el valor artístico de una obra, ya que es precisamente la visión de mundo la que aporta coherencia y
riqueza al universo imaginario del escritor.
La literatura cumple así con la función de servir de pantalla a los grupos sociales, de forma tal, que estos elaboren
un mundo imaginario donde puedan, a su vez, proyectar los recursos más significativos de sus posibilidades conceptuales.
Es decir, se considera la obra literaria como aspiración de la tensión entre el “polo de la unidad y de la coherencia” y el
“polo de la multiplicidad y la riqueza sensible”. La visión de mundo desarrollada por el sujeto colectivo garantiza la
coherencia que caracteriza la obra artística; la experiencia en el mundo, reiteramos, nutre el polo de la multiplicidad y
riqueza sensible. Por lo tanto, debe contarse con el hecho de que las estructuras del universo de la obra sean parecidas
con respecto a las estructuras mentales de la colectividad; aunque el escritor posee una total libertad a la hora de poner
en juego los mundos imaginarios que están regidos por esas estructuras.
Es decir, que el estudio de los hechos humanos debe ser, según Goldman, el análisis comprensivo y explicativo de cada
fenómeno. La comprensión nos conduce a identificar la estructura interna que organiza la obra, la estructura significativa
inmanente (asunto, personajes, técnicas y estructura que constituyen el texto). Por otro lado, la explicación nos conduce a
visualizar que la significación de la obra literaria se concreta en la aproximación del resultado del análisis inmanente a las
estructuras sociales, históricas, que servirán de base fundamental en la explicación del hecho literario.
Como has intentado comprender, la visión de mundo es la interpretación que hace un artista o un autor de la
realidad, cómo percibe el mundo, cómo le mira; todo condicionado por el medio histórico-socio-cultural. Cada
movimiento artístico lleva impreso en sí una cosmovisión particular de entender el mundo, al ser humano. Al igual, todas
las personas tenemos una idea particular de ver la vida, una comprensión del entorno y de los demás, una impresión del
mundo que está en el fondo de nuestra percepción. Cuando leemos entramos en contacto con otra conciencia, otras
creencias y experimentamos la realidad (o una de ellas) a través de otros ojos; ampliando nuestra propia visión.
*Lucien Goldmann (nacido en 1913 en Bucarest pero creció en Botoşani, Rumania, muerto en 1970 en París) fue un
filósofo francés y sociólogo de origen judío rumano.
** Goldmann, Lucien. Para una sociología de la novela. Madrid: Ciencia Nueva, 1967.
Ejemplo:
VIGENCIA DE LA INJUSTICIA
Homero Carvalho Oliva, boliviano.
Para el colmo de mis desgracias hoy cumplo sesenta años. Seis décadas que las sufrí
intentando mejorar mi vida sin lograr adquirir ni un metro de tierra donde caerme
muerto. Toda esa vida de mis días oscuros la gasté trabajando duro de estación a
estación, sin descanso, jornaleando donde podía, sin seguro social ni sindicato que
valga, trabajando aquí y allá, en todas partes y en ningún lugar. Y miren a mis hijos,
¡los pobres!, Dios sabe por dónde andarán. Ellos se cansaron de comer su diario plato
de angustia y simplemente se fueron, sin despedidas, sin abrazos, se fueron. A mi
mujer se le secaron las lágrimas, se le agotó el llanto y se le erosionó la piel
transformándose en un duro y seco pergamino de cordero. Tan vacía quedó —la que
un día se fugó conmigo sin importarle sus propios padres—, que no levantó la vista
cuando el último de nuestros hijos se marchó en busca de otro pan para llenar su
hambre atrasada, única y amarga herencia que le dejamos. Sesenta años me costó envejecer, con el sufrimiento
metido en cada arruga, en cada surco de mi cara, terribles años de desesperanza que consumieron la luz de mis ojos
y la alegría de mi risa. Tantos años que los creía solo míos y viene este jovencito con su cámara fotográfica y, sin
pedir permiso, se adueña de mis desvelos, de mis rabias, de mis tristezas. Clic y se apropia, a cambio de nada, de
todas las arrugas de mi rostro.
¿Qué visión de mundo plantea el microcuento anterior?
1. La vejez se siente peor cuando no se tiene una casa propia.
2. El trabajo de jornalero no lograr que una persona viva dignamente.
3. Una persona con una mente pobre de sabiduría no es capaz de sacar adelante a su familia.
4. La amargura hace ver la vida como una eterna fatalidad.
5. El cuerpo revela las emociones que una persona carga en su mente.
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Ejercicios: interprete la visión de mundo que plantean las siguientes fotografías.
Visión de mundo:
Visión de mundo:
Visión de mundo:
Visión de mundo:
4
Visión de mundo:
Visión de mundo:
Visón de mundo:
Visión de mundo:
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Ejercicios: ahora deberás interpretar la visión de mundo presentes en los siguientes microcuentos:
1. Un plato más
Todo está bien. Mi marido y yo estamos solos en casa.
Se me cayó un plato al suelo y se rompió. Me quedé
mirando los trozos. Nadie más que yo sabe que está
roto, mi esposo tal vez escuchó el ruido, pero no sabe
que cada pieza se separó. Oigo la tele a lo lejos, dicen
que nada malo pasa y yo les creo. Tomé lo que
quedaba del plato y lo tiré al basurero, con el resto de
platos rotos, con mis gotas de sangre y lágrimas.
Nadie lo sabe, todo está bien.
Constanza Medina Córdova, 15 años, Puente Alto. U
¿Qué visión de mundo se presenta sobre la depresión?
¿Qué visión de mundo se presenta sobre el sufrimiento?
2. Tortilla de espinaca
Primero tomas un poco de espinaca y le sacas los tallos, luego en
un tazón la picas con las manos, espérame, tengo que cambiarle
el pañal a Maite, luego de cambiarla la mueves en su coche para
que duerma un poco, bates dos huevos y los mezclas con la
espinaca picada, un poco de sal y cortaron la luz, quizás me
atrase en el pago, en una sartén caliente un poco de aceite y
pones toda la mezcla, sonríes, al fin se durmió. Luego te sirves un
plato, comes en silencio en cuatro paredes, sin televisión, no hay
luz.
Wendy Ortiz Blas, 22 años, Independencia.
¿Qué visión de mundo se presenta sobre la maternidad?
¿Qué visión de mundo se presenta sobre el dinero?
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3. Soy una pirata
Estaba sentada fuera del consultorio esperando mi hora
de atención. De la nada se me acercó una pequeña niña
que me preguntó por qué tenía un parche en el ojo. Le
respondí que era una pirata en busca del tesoro. Su
mamá, quien la llevaba de la mano, me miró casi
suplicando que no dijese nada. Era una carabinera.
Josefa Salgado Zambrano, 15 años, Puente Alto.
¿Qué visión de mundo se presenta sobre el abuso policial?
¿Qué visión de mundo se presenta sobre la infancia?
4. Mala señal
No, no se pudo. Nos lo pasaron envuelto en una bolsa. Sellado.
No le vimos la cara. Es infeccioso, nos dijeron. Yo no sabía que
un muerto podía matar. Éramos cuatro contando al cura, pero
vi varios grupos como el nuestro en el Cementerio General.
Todos con mascarillas. Tu mamá llevó un iPad que le prestó la
vecina. Así le mostramos el abuelo a la abuela para que se
despidiera. La señal era más o menos. A ratos el video se
pegaba.
Simón López Trujillo, 25 años, Ñuñoa.
¿Qué visión de mundo se presenta sobre la pandemia?
¿Qué visión de mundo se presenta sobre el uso de videollamadas?
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5. La doña Ester
La doña Ester es conocida en el campamento por vender completos,
la doña Ester todas las mañanas va a la Vega, la doña Ester no tiene
vacaciones y dejó de ir al centro de madres, la doña Ester cuida a su
marido enfermo y anhela que la farmacia popular llegue a la pobla, la
doña Ester parece disco rayado contando que su hija egresó de
ingeniería y que el varón anda fuera del país. La doña Ester espera
que recuerden que no conoce el mar.
Neltis Silva Rodríguez, 17 años, Pedro Aguirre Cerda
1. ¿Qué visión de mundo se presenta sobre el trabajo femenino?
2. ¿Qué visión de mundo se presenta sobre el éxito?
6. Desconocidas
A paso rápido alcanzo a llegar con luz. Pego un salto al sentir
que alguien me agarra del brazo. «Francisca», me dice la chica
desconocida, sumándose a mi marcha. Nos miramos a los ojos.
«Camila», le digo. Doblamos en la esquina, ella mira para atrás y
al no ver a nadie me pide disculpas. «Me confundí», dice
avergonzada mientras me suelta el brazo. «Yo hubiese hecho lo
mismo», le grito antes de que se aleje. Última sonrisa. No
alcanzamos a darnos los nombres reales, pienso mientras corro,
aún me quedan dos cuadras y ya se hizo de noche.
Javiera Barrientos Gajardo, 23 años, Peñalolén.
¿Qué visión de mundo se presenta sobre ser mujer?
¿Qué visión de mundo se presenta sobre la noche en Chile?
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Ejercicio: Interprete visiones de mundo a partir de la lectura del siguiente cuento:
Cera
Cuento de María José Navia, chilena (1982 -).
Le gusta verlas retorcerse, aunque tal vez decir
retorcerse sea una exageración. Pero le gusta. Le gusta verlas
dar esos respingos, morderse los labios, apretar los
apoyabrazos, pretender mirar al techo como si nada. Le gusta
ver su piel reaccionar, ponerse roja, y ese como sarpullido
que aparece al comienzo y hace ver sus piernas como las de
unos pollos tristes. Le gusta no hablarles, ni piropearles el
bronceado. Hacer como que no las escucha y demorarse más
de la cuenta en responder a los mensajes que le piden que por
favor les dé una hora para hoy, que es urgente, que se van de
viaje. Le gusta hacerlas esperar, sobre todo cuando se trata de
una de esas señoras que se creen importantes y van por la
vida como esperando aplausos. Le gusta ver sus pelos
encarnados y las estrías en los muslos, en el trasero. Y tironear con rabia ese parchecito de cera justo encima
del labio, esos pelos rubios que solo ellas ven, para dejarles una marca bien roja que no se les quite por toda la
tarde.
Le gusta ver la cera disolverse y aplicarla sobre la piel cuando aún está demasiado caliente.
Imagina los rostros de las clientas, sentadas en la sala de espera, al escuchar los gritos. Se concentra en
ellos, los guarda, no los deja ir.
Pero no siente nada.
No siente nada desde hace meses. Hace meses es innecesariamente abstracto, hace meses es el catorce
de diciembre, a las cuatro de la tarde, al lado de la piscina de un vecino. Pamela recuerda sus pasos
atolondrados sobre el pasto, la respiración agitada, un cuerpo pequeño sobre el agua mientras el vecino atendía
una llamada telefónica.
Pablo no sabía nadar y, sin embargo, ahí estaba. Flotando.
El recuerdo se vuelve húmedo, el cuerpo ya sobre el pasto, gritos. Otros gritos. Ella, en cambio, no había
gritado, aunque sí parecía haberse llevado toda el agua consigo. Pamela estaba segura: ese día se había
inundado por dentro, y hoy ya nada funcionaba en ella.
Al principio mantuvo una foto de su hijo sobre el mueble en el que guardaba los insumos. Pero las clientas
siempre preguntaban. Cuando se aburrían de hablar de sus vacaciones y de los últimos chismes de farándula,
ellas siempre preguntaban por la foto. Para mostrar cercanía o quizás para tratar de disimular la vergüenza de
que alguien estuviera trabajando en sus entrepiernas, siempre, sin falta, preguntaban por su hijo.
(Si no era eso, era por el calendario que, en la pared, estaba detenido en diciembre).
Y Pamela asentía con la cabeza mientras tironeaba de la cera con más rabia que nunca.
Por semanas lo intentó. Miró mil veces todas las fotos que tenía de Pablo. Compartió anécdotas del
colegio con sus amigas (y eran ellas las que lloraban, ellas las que no podían seguir conversando) y visitó su
tumba en el cementerio. Pero nada. A veces, antes de dormir, se ponía una mano sobre el pecho para asegurarse
de que su corazón seguía ahí.
Los gritos de sus clientas la despertaban.
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Entonces llegó la antropóloga. Pamela no quiso saber su nombre y ella tampoco se lo dijo. Comentó
como al pasar –una voz débil, que parecía pedir permiso para asomarse entre los dientes– que estaba haciendo
una investigación sobre la belleza, sobre las prácticas de belleza. Rituales, dijo, mientras Pamela revolvía la cera
espesa con una espátula.
Vestía de forma sencilla y tenía ojeras. Las manos con las uñas sin pintar (en el salón también se ofrecía
este servicio, pero ella se había negado) y un enorme anillo de compromiso en el dedo. Pamela no había
preguntado por la fecha del matrimonio. Ni por la investigación. El silencio solo era interrumpido por los
rugidos de la cera al despegarse de la piel, como rasgando el aire con su violencia. La antropóloga no dijo nada.
Ningún gesto que delatara dolor o incomodidad. Incluso, como gran insolencia, tuvo la calma de tomar notas
mientras Pamela trabajaba en la parte inferior de sus piernas.
Había vuelto a las pocas semanas y Pamela la vio quitarse los pantalones sin ninguna vergüenza para
quedar con un mínimo calzón rojo de encaje. El anillo había cambiado de dedo y ahora estaba acompañado de
una argolla de matrimonio. Pamela preparó la cera sin mucho cuidado, reciclando incluso un pedacito de cera
antigua, aun con unos pelos de otra clienta, de lo más privados.
La antropóloga, como siempre, se recostaba sobre la camilla y con una libreta entre las manos. Pamela
esparcía la cera viscosa, sin piedad, por sus piernas, y ella, como si nada, insistía en hacer listas, dibujos. Todo,
menos preguntas. A las demás las había interrogado hasta el cansancio: a la manicurista, a la encargada de la
pedicura, a la peluquera. Traía una grabadora chiquitita y a veces también sacaba fotos. A Pamela, en cambio, la
dejaba trabajar tranquila y en silencio.
(Pero la cera caía sobre su piel cada vez más caliente, y se retiraba con mayor violencia).
La antropóloga ni se inmutaba. Se iba con la piel enrojecida bajo faldas y pantalones. Sin chistar.
En otros centros de belleza más elegantes se jactaban de usar miel de abejas y las clientas volvían a sus casas de
lo más tranquilas y olorosas. En el suyo no. En el suyo la cera era como un caramelo pegajoso que se llevaba
todo a su paso y cuyo olor impregnaba el aire hasta hacer doler la cabeza. Algunas veces le habían sugerido que
pusiera música, o al menos prendiera la radio, pero Pamela era inflexible. Necesitaba escuchar hasta la más
mínima reacción, anticipar cada movimiento.
Una vez le había tocado depilar la espalda, piernas y brazos de un reconocido campeón de natación. Era
altísimo y muy guapo, y Pamela había sido implacable con su belleza. El nadador apenas logró disimular un par
de lágrimas. Pamela, en cambio, tuvo que ahogar una carcajada.
Una adolescente, casi una niña, levanta el brazo, y Pamela cubre de cera su axila al tiempo que en su
celular tintinea una nueva llamada.
Es la profesora jefa de su hijo.
(El aullido de la chica se escucha desde la calle).
Quieren hacerle un acto de conmemoración en el colegio. Inventarle una canción, poner flores junto a su
foto. Pero Pamela no quiere ir. No puede. Tiene miedo de no sentir nada.
En su última visita, la antropóloga se había recostado sobre la camilla como un cuerpo preparándose
para una autopsia. Tenía las uñas carcomidas y las manos sin ningún adorno. Estaba pálida y se movía
incómoda sobre la camilla. No quiso que le retocara el rebaje, ni las cejas, solo las piernas y lo más rápido
posible, por favor. Pamela había sido diligente. Los ojos de ella siempre fijos en el techo. Sin gritos. Sin gestos.
Esa tarde, Pamela había vuelto a casa cansada. Miró dibujos y juguetes de Pablo. Por horas.
Nada.
Hoy las manos de la antropóloga están hinchadas y sin anillo. Cuenta, como al pasar, que ya ha
terminado lo que estaba escribiendo. Que lo están revisando. Que muchas gracias. Al quitarse los pantalones y
colocarse de espaldas queda en evidencia su estómago abultado. Pamela no puede evitar mirarlo más de la
cuenta y la antropóloga por fin hace una pregunta: ¿tienes hijos?
Pamela aprieta los dientes. Espera sentir rabia, pero ni siquiera hay eso. Los ojos de la mujer se quedan
fijos en la pared, como si ya no esperara la respuesta, como si no importara realmente.
No insiste.
Pamela depila una de sus cejas un poco más irregular que la otra. No hay espejo para enterarse. La
antropóloga no deja propina esta vez. Promete recompensarla para la próxima.
Le toca cerrar el salón y Pamela se quita el delantal con cuidado. No hay ruidos, apenas un par de luces
encendidas. Algunos pelos en la camilla, a la que ya va quitando su capa de papel. Al costado, junto a la pared,
encuentra la pequeña libreta de la antropóloga. No le gusta curiosear, pero la abre justo en el centro. Hay una
imagen, la foto de una ecografía. Una posibilidad: flotando.
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Pamela deja caer la libreta al piso como si ardiera.
Al acercarse al calentador, sus manos se detienen frente al botón de apagado. En la pared, un calendario
de Lugares de Chile sigue detenido en diciembre.
La cera todavía hierve.
Pamela cierra los ojos.
Es solo un segundo.
Las sumerge.
Fin
1. Señale visiones de mundo sobre el cuerpo femenino:
1.
2.
3.
4.
5.
2. Señale visiones de mundo sobre la depilación femenina:
1.
2.
3.
4.
5.
3. Señale visiones de mundo sobre la depilación masculina:
1.
2.
11
3.
4.
5.
4. Señale visiones de mundo sobre la muerte de un hijo:
1.
2.
3.
4.
5.
5. Señale visiones de mundo sobre el duelo:
1.
2.
3.
4.
5.
6. Señale visiones de mundo sobre la salud mental:
1.
2.
12
3.
4.
5.
7. Señale visiones de mundo sobre el trabajo:
1.
2.
3.
4.
5.
8. Señale visiones de mundo sobre la belleza:
1.
2.
3.
4.
5.
9. Señale visiones de mundo sobre la vida privada:
1.
2.
13
3.
4.
5.
10. Señale visiones de mundo sobre ser mujer:
1.
2.
3.
4.
5.
11. Señale visiones de mundo sobre desahogarse:
1.
2.
3.
4.
5.
12. Señale visiones de mundo sobre la maternidad:
1.
2.
14
3.
4.
5.