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Gaceta de Estética Léucade Número 8 (Mes de Octubre)

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Gaceta de estética. Segunda época, año 1, número 8. Octubre de 2024.

Palinodia a Afrodita mo», es esta la mejor de las mejores, tanto para el que la tiene, alusiones a la estirpe divina y reduciéndolas a un recurso
como para el que con ella se comunica; y al partícipe de esta formular aplicable a cuanto personaje aparece, de suerte que
manía, al amante de los bellos, se le llama enamorado” (249d). incluso las innumerables referencias a Odiseo como vástago
El Fedro de Platón, aunque con discrepancias, ha sido de Zeus se disipan. Cuando al fin el rey de Ítaca llega al
fijado en la época madura de su autor. Diálogo rico en mitos y Macarena Castro palacio, lo hace igual que al entrar a Troya, disfrazado de
alegorías, que incluso se alzan sobre la reflexión misma de mendigo (IV, 244 ss. y XVII, 336 ss.), y a medida que se acerca
estas formas discursivas, se convierte así en un texto de varia- el final de la Odisea ese simulacro se parece cada vez más a la
das y complejas lecturas. La belleza, que aparece como tema realidad que espera al personaje. La obra introduce desde el
conducente a muchos de los problemas que surgen entre los Odiseo disfrazado de realidad principio la duda en torno a la paternidad del héroe sobre
interlocutores, empapa también el mismo ambiente, que Telémaco, quien comenta a Atenea: “De él nacido me dice mi
cobra especial relevancia en el texto. Fedro, hijo del ateniense Puesto que Homero se vale de los dioses en condición de madre, mas yo por mí mismo / no lo puedo saber: ¿qué mortal
Pítocles, tras escuchar un discurso de Lisias, lo escribe y lo metáfora, al punto de poner en boca de Zeus la herejía en reconoce su sangre?” (I, 215-216). Luego es Helena, de vuelta
esconde bajo su manto y sale a dar un paseo, por lo que al virtud de la cual los hechos de los hombres obedecen a sus en Esparta, quien se pregunta si se engaña o no, pues nunca
encontrase con Sócrates, lo lleva y caminan descalzos hacia propias decisiones y no a las deidades (Odisea, I, 32-34), la idea ha visto tan grande semejanza entre una persona y otra como
fuera de las murallas, en busca de la sombra de un plátano que de inmortalidad que recorre los versos debe ser rastreada en el entre ellos (IV, 140 ss.). Tras revelarle su identidad, Odiseo se
de lejos divisaron, para buscar un lugar ameno donde leerlo. cruce de otras constantes. Por una parte, la insobornable dirige a Telémaco planteando, “si en verdad has nacido de mí
Precisamente, la exposición de lo bello de este lugar se aspiración del héroe a ser recordado, que a la vez desliza el y es tu sangre mi sangre”, que no informe de su retorno ni a
convierte en uno de los argumentos que ya prepara Sócrates deseo de memoria abrigado por el aedo para sí; por otra, la las esclavas ni a Penélope, para descubrir lo que piensan las
para su discurso verdadero. Así, describe el árbol por su idea de sucesión, que sirve al poeta, oponiendo planos conti- mujeres y “ver quién nos honra y quién nos teme en el fondo
“perfume que inunda el ambiente”, haciendo notar cómo los guos, para ejercer la crítica de la sociedad de clases. Un pasaje del alma” (XVI, 300 ss.). Pero la obra sugiere que el heredero
sentidos se agudizan con “una fuente deliciosa, de fresquísi- de la Odisea donde este contraste alcanza una bellísima del trono comparte de inmediato con la reina la noticia, tanto
ma agua, como me lo están atestiguando los pies”, y con el composición es aquel en el cual, justo después de señalar que porque pronto esta desea la muerte para Antinoo por herir al
sabor a verano del “sonoro coro de cigarras” (230b ss.). Fedro en casa de Alcínoo son explotadas cincuenta esclavas, se alude “pobre errabundo” (XVII, 492 ss.), como porque quiere
ya ha anunciado el asunto tratado por Lisias: “hay que al huerto aledaño, en cuyas “ramas jamás falta el fruto ni llega preguntar al allegado por su marido (XVII, 507 ss.), y porque
complacer a quien no ama, más que a quien ama”, al conside- a extinguirse, / que es perenne en verano e invierno; y al soplo al mismo comunica el sueño que dice haber tenido: que un
rar a los amantes enfermos de locura. Al término de la lectura, continuo / del poniente germinan los unos, maduran los águila venida desde el monte al reino mata a “una veintena de
Sócrates elogia al orador, pero Fedro desconfía de que esto otros: / a la poma sucede la poma; la pera a la pera, / el racimo ocas que comen el trigo en la artesa del agua” (XIX, 535 ss.).
sea un disimulo y lo incita a decir lo que él piensa verdadera- se deja un racimo y el higo otro higo” (VII, 103 ss.). Por lo demás, Teoclímeno, quien vaticina a Telémaco que
mente. Es curioso que, en esta elaboración del discurso, la Pero en la esfera humana de la Edad del Bronce la sucesión reinará en Ítaca (XV, 525 ss.), jura ante este a Penélope que
contraargumentación se torne un juego dramático: “voy a es sujeción a otro tejido. De los personajes homéricos que “Odiseo ya está en el país de sus padres” (XVII, 151 ss.). Para
hablar con la cabeza tapada” (237a), asegura, e invoca a las destacan por su capacidad de urdir, el paralelo más acabado entonces, Odiseo sabe que no tiene en quién confiar ni a
musas para retomar las ideas de Lisias y condenar a los debe rastrearse entre Helena y Penélope, teniendo a la vista quién gobernar. Ni en la urbe los ciudadanos se han alzado
enamorados. En este punto del diálogo, ambos se encuentran tanto la diferencia de estilo con que una y otra hacen y desha- contra las ofensas de los nobles al ausente, ni en su propia casa
cruzando un río cuando Sócrates escucha una voz, ya no de cen, como el impacto que sus respectivos tejidos ejercen sobre hay alguien que en veinte años hubiese atendido a su perro,
las diosas, sino de aquel “duende” que ejecuta el movimiento la estructura del poder. Como se sabe, Helena —igual que Argos, cuyo estado refleja la situación del protagonista. El
de su pensamiento para rectificarlo. Aparece aquí la idea de Pólux— es concebida por Zeus y Leda la misma noche en que can yace despreciado sobre un cerro de estiércol, pues “las
impiedad y purificación, como imágenes de lo falso y de lo esta y su marido, el rey espartano Tindáreo, engendran a mujeres no se acuerdan de él” y los esclavos, “si falta el poder
verdadero, contraponiéndose entre su primer discurso y el Clitemnestra y Cástor. Pretendida por un sinnúmero de de sus amos, / nada quieren hacer ni cumplir con lo justo”
segundo que estructurará bajo la forma de una palinodia a hombres, es Helena quien escoge como esposo a Menelao, el (XVII, 290 ss.). Argos muere y Odiseo viste con andrajos
Afrodita. La discusión, esta vez, va más allá de si se le conce- que hereda el trono tras la muerte de los Dioscuros. Penélope, como los que desde hace mucho tiempo lleva su padre.
den favores al que ama o al que no; el asunto recae en la en tanto, es hija de la náyade Peribea y de Icario, hermano de
tensión que produce la figura del enamorado en su pérdida de Tindáreo (Apolodoro. Biblioteca mitológica, III, 10, 6). Sin David Hevia
la sensatez. La ética que desprende Platón bajo el concepto de embargo, Penélope no elige marido: su boda constituye un
sofrosine (σωφροσύνη) entra en disputa con la divinidad, que arreglo familiar de la casa real espartana como resultado
aparece, a su vez, como imagen de la síntesis a la que llegará en colateral de la opción de Helena por Menelao. En efecto, la
este segundo discurso que dará a cara descubierta. causa formal de la Guerra de Troya es que los aqueos, creyen-
¿Es un mal la demencia? No es cosa sencilla para Sócrates, do que la reina ha sido secuestrada y
pues conoce los atributos de la diosa. Por medio de la manía se no raptada, invocan el pacto ofrecido
produce la adivinación; “es en pleno delirio cuando han sido por Odiseo, en virtud del cual los
causa de muchas y hermosas cosas”, dice, refiriéndose al treinta pretendientes de ella prometen
divino vaticinio de profetisas y sacerdotisas. También recono- prestar auxilio si el elegido recibe de
ce en el delirio de las súplicas y entrega a los dioses un benefi- otro algún ultraje respecto de su
cio, ya que “se llegó así a purificaciones y ceremonias de matrimonio. Sellado el acuerdo,
iniciación”. En un tercer grado de locura posiciona a aquella Tindáreo debe cumplir al rey de Ítaca
que viene de las musas, pues el que sin la locura de estas lo convenido previamente entre
“acude a las puertas de la poesía, persuadido de que, como por ambos: compensarlo pidiendo para
arte, va a hacerse un verdadero poeta, lo será imperfecto” este a Icario la mano de su hija (III, 10,
(244a ss.). Hay todavía un cuarto tipo de manía: el entusiasmo 8-9). Odiseo y Penélope no se casan
(ἐνθουσιασμός). Sócrates recurre a un símil para su explica- por amor —como pretenden los
ción, la idea de alma se parece, así, a una fuerza que “lleva a discursos que quieren ver fidelidad en
una yunta alada y a su auriga”, y los estratifica en castas de esta tejedora—, sino porque aquel es
dioses y de hombres para dar cuenta de lo inmortal y lo derrotado en la contienda para
mortal, siendo esta última condición causada por la pérdida contraer nupcias con Helena. La
de alas de los caballos, en cuya caída logran sobrevivir asién- soberana de Esparta pone en marcha
dose de un cuerpo. No obstante, antes de esta pérdida, aque- un brillante plan de política exterior
llos han alcanzado a volar por sobre el cielo y ver lo que se que termina no solo con la anexión de
encuentra del otro lado. Lugar que, advierte, “no lo ha canta- Troya, sino también con un regreso a
do poeta alguno de los de aquí abajo, ni lo cantará jamás como Laconia tan perfecto como su retorno
merece”, pues “esa esencia cuyo ser es realmente ser” (247c) al matrimonio con Menelao. La lúcida
solo puede ser vista por el entendimiento de algunos, aquellos estrategia que, en cambio, sigue y
de almas que han logrado espiar en aquel espacio y contem- conviene a Penélope para mantenerse
plar la verdad, de la cual todo lo humano participa: “porque en el poder es exactamente la inversa:
nunca el alma que no haya visto la verdad puede tomar figura se queda en palacio —aspecto que
humana” (249b). Homero remarca con la imagen de la
El mito, entonces, explica el origen de la conciencia jerarca recluida en su habitación— y,
humana a través de lo que Platón ha desarrollado bajo la idea cuando vuelve Odiseo, el enlace
de reminiscencia. El intelecto aparece como un recuerdo, y conyugal camina hacia la disolución,
Sócrates reivindica a Afrodita otorgando a la belleza un papel pues aquel debe irse de Ítaca en busca
preponderante: como una fuerza que es capaz de despertar de su propia muerte, situación que no
este recuerdo y, por tanto, que permite el saber: “cuando apena en lo más mínimo a su esposa,
alguien contempla la belleza de este mundo, y, recordando la quien inmediatamente después de
verdadera, le salen alas y, así alado, le entran deseos de alzar el saberlo por voz del propio rey de Ítaca,
vuelo, y no lográndolo, mira hacia arriba como si fuera un tiene sexo con él (Od., XXIII, 247 ss.).
pájaro, olvidado de las de aquí abajo, y dando ocasión a que se Homero arremete contra la preten-
le tenga por loco. Así que, de todas las formas de «entusias- sión de linaje, banalizando incluso las
Tamara Montero
VII ¡Quién no sabe y no huye de ese cráneo
A teas de solsticio el alma expuesta, Vacío, de esa risa sempiterna!
Yo te sostengo, admirable justicia
De la luz: luz en armas sin piedad. XIX
A tu lugar, y pura, te devuelvo, Hondos padres, deshabitadas testas,
Mírate. Pero… Devolver las luces Que sois la tierra y confundís los pasos
Una adusta mitad supone en sombra. Bajo el peso de tantas paletadas:
No es para los durmientes bajo losas
VIII El roedor gusano irrefutable,
Para mí solo, en mí solo, en mí mismo Que no me deja a mí. De vida vive.
Y junto a un corazón, del verso fuente,
Entre el vacío y el suceso puro, XX
De mi grandeza interna espero el eco: ¿Acaso amor, o el odio de mí mismo?
Es la amarga cisterna que en el alma Tan cerca siento su secreto diente
Hace sonar, futuro siempre, un hueco. Que puede convenirle todo nombre.
No importa. Siempre sueña, quiere, toca,
IX Ve: le gusta mi carne. ¡Yo, yo vivo,
¿Sabes, falso cautivo de las frondas, Ay, de pertenecer a este viviente!
Golfo glotón de flojos enrejados,
Sobre mis ojos, fúlgidos secretos XXI
Qué cuerpo al fin me arrastra a su pereza, ¡Zenón, cruel Zenón, Zenón de Elea!
Paul Valéry: El cementerio marino Qué frente aquí le inclina a tierra ósea? Me has traspasado con la flecha alada
Una centella piensa en mis ausentes. Que vibra y vuela, pero nunca vuela.
No sé si aún continúa la moda de elaborar largamente Me crea el son y la flecha me mata.
los poemas, de mantenerlos entre el ser y el no ser, suspendi- X ¡Oh sol, oh sol! ¡Qué sombra de tortuga
dos ante el deseo durante años, de cultivar la duda, el escrú- Cerrado, sacro —fuego sin materia— Para el alma: si en marcha Aquiles, quieto!
pulo y los arrepentimientos, de tal modo que una obra, siem- Trozo terrestre a la luz ofrecido,
pre reexaminada y refundida, adquiera poco a poco la impor- Me place este lugar: ah, bajo antorchas, XXII
tancia secreta de una empresa de reforma de uno mismo. Oros y piedras, árboles umbríos, No, no, de pie. La era, sucesiva.
Esta forma de producir poco no era rara hace cuarenta Trémulo mármol bajo tantas sombras. Rompa el cuerpo esta forma pensativa.
años entre los poetas y entre algunos prosistas. El tiempo no El mar fiel duerme aquí, sobre mis tumbas. Beba mi seno este nacer del viento.
contaba para ellos, lo cual tiene mucho de divino. Ni el ídolo Una frescura, del mar exhalada,
de la Belleza ni la superstición de la Eternidad literaria se XI Me trae mi alma. ¡Salada potencia!
habían desmoronado todavía, y la creencia en la Posteridad ¡Al idólatra aparta, perra espléndida! ¡A revivir en la onda, corramos!
no había sido aún abolida. Existía una especie de ética de la Cuando, sonrisa de pastor, yo solo
forma que conducía al trabajo infinito [...]. Para esos hombres Apaciento, carneros misteriosos, XXIII
deseosos de inquietud y de perfección, una obra no es nunca Blanco rebaño de tranquilas tumbas, Sí, mar, gran mar de delirios dotado,
una cosa acabada —palabra que para ellos no tiene sentido Aléjame las prudentes palomas, Piel de pantera y clámide calada
alguno—, sino abandonada; y este abandono, que la entrega a Los sueños vanos, los curiosos ángeles. Por tantos, tantos ídolos del sol,
las llamas o al público (ya sea por efecto del cansancio o de la Ebria de carne azul, hidra absoluta,
obligación de entregar), es para ellos una especie de acciden- XII Que te muerdes la cola refulgente
te comparable a la ruptura de una reflexión cuando la fatiga, El porvenir, aquí, solo es pereza. En un tumulto análogo al silencio.
la molestia o alguna sensación la anulan (P. Valéry. Sobre El Nítido insecto rasca sequedades.
cementerio marino). Quemado asciende por los aires todo: XXIV
¿En qué severa esencia recibido? El viento vuelve, intentemos vivir
Ebria de esencia al fin, la vida es vasta, Abre y cierra mi libro al aire inmenso,
Y la amargura es dulce, y claro el ánimo. Con las rocas se atreve la ola en polvo.
I Volad, volad, páginas deslumbradas.
Ese techo, tranquilo de palomas, XIII Olas, romped gozosas el tranquilo
Palpita entre los pinos y las tumbas. ¡Muertos ocultos! Están bien: la tierra Techo donde los foques picotean.
El Mediodía justo en él enciende Los recalienta y seca su misterio.
El mar, el mar, sin cesar empezando… Sin movimiento, arriba, el Mediodía Paul Valéry. El cementerio marino, 1920 (traducción de Jorge
Recompensa después de un pensamiento: En sí se piensa y conviene consigo… Guillén, 1929).
Mirar por fin la calma de los dioses. Testa completa y perfecta diadema,
Yo soy en ti la secreta mudanza.
II
¡Qué labor de relámpagos consume XIV
Tantos diamantes de invisible espuma, Yo, solo yo, contengo tus temores.
Y qué paz, ah, parece concebirse! Mi contrición, mis dudas, mis aprietos
Cuando sobre el abismo un sol reposa, Son el defecto de tu gran diamante.
Trabajos puros de una eterna causa, Pero en su noche, grávida de mármol,
Refulge el tiempo y soñar es saber. Un vago pueblo, entre raíces de árboles,
Por ti se ha decidido lentamente.
III
Tesoro estable y a Minerva templo, XV
Masa de calma y visible reserva, Ya se han disuelto en una espesa ausencia,
Agua parpadeante, Ojo que guardas Roja arcilla ha bebido blanca especie,
Bajo un velo de llama tanto sueño, El don de vida ha pasado a las flores.
¡Oh, mi silencio! En el alma edificio, ¿Dónde estarán las frases familiares,
Mas cima de oro con mil tejas, Techo. El arte personal, las almas únicas?
En las fuentes del llanto larvas hilan.
IV
¡Templo del Tiempo, que un suspiro cifra! XVI
A esta pureza subo y me acostumbro, Gritos, entre cosquillas, de muchachas,
De mi marina mirada ceñido. Ojos y dientes, párpados mojados,
Como mi ofrenda suprema a los dioses, Seno amable que juega con el fuego,
El centelleo tan sereno siembra Sangre que brilla en labios que se rinden,
En la altitud soberano desdén. Últimos dones, dedos defensores:
Bajo tierra va todo y entra en juego.
V
Como en fruición la fruta se deshace XVII
Y su ausencia en delicia se convierte ¿Y aún esperas un sueño tú, gran alma,
Mientras muere su forma en una boca, Que ya no tenga este color de embuste
Aspiro aquí mi futura humareda, Que a nuestros ojos muestran ondas y oro?
Y el cielo canta al alma consumida ¿Cantarás cuando seas vaporosa?
El cambio de la orilla en sus rumores. Todo huye, bah. Porosa es mi presencia,
Y también la impaciencia santa muere.
VI
Mírame a mí, que cambio, bello cielo. XVIII
Después de tanto orgullo y tan extraña Flaca inmortalidad dorada y negra,
Ociosidad, mas llena de potencia, Consoladora de laurel horrible,
A este brillante espacio me abandono: Que en seno maternal cambias la muerte:
Sobre casas de muertos va mi sombra, Bello el embuste y el ardid piadoso.
Que me somete a su blando vaivén.
Miguel Ángel. Estudio para Sibila Líbica (1512).

Léucade es dirigida por David Hevia y publicada por Macarena Castro, Christian Castro y Anaïs Griott. Colaboró en este número: Escúchanos los martes a las 14:00 hrs. y los sábados a las 19:00
Harijan Fernández. Los artículos no reclaman propiedad intelectual, sino la articulación del intelecto contra la propiedad. hrs. en el programa Barco de Papel, por Radio Nuevo Mundo
Búscanos en leucadesegundaepoca.blogspot.com (930 del dial AM o en www.radionuevomundo.cl)

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