0% encontró este documento útil (0 votos)
6 vistas39 páginas

Argumedo - UniversidadYConocimientoEnAmericaLatina-1419434

Cargado por

jdemartino.gcba
Derechos de autor
© © All Rights Reserved
Nos tomamos en serio los derechos de los contenidos. Si sospechas que se trata de tu contenido, reclámalo aquí.
Formatos disponibles
Descarga como DOCX, PDF, TXT o lee en línea desde Scribd
0% encontró este documento útil (0 votos)
6 vistas39 páginas

Argumedo - UniversidadYConocimientoEnAmericaLatina-1419434

Cargado por

jdemartino.gcba
Derechos de autor
© © All Rights Reserved
Nos tomamos en serio los derechos de los contenidos. Si sospechas que se trata de tu contenido, reclámalo aquí.
Formatos disponibles
Descarga como DOCX, PDF, TXT o lee en línea desde Scribd
Está en la página 1/ 39

niversidad y conøcimientø en America Latina:

un debate por eI futuro


MCmA ARGUMEDO
(Universidad de Buenos Aires)

I
Introducción
El debate sobre el papel de las Los modelos de universidad —las
uni- versidades de Amériea ca- racterísticas predominantes de la
Latina ante formación académica y profesional, el tipo

-
un nuevo tiempo histórico, requiere enfo- de conoci- miento que se elabora y
ques integrales. Miradas capaces de încor- transmite, los ejes más importantes de
porar los múltiples factores involucrados en investigación y las for- mas esenciales de
la definiciön de sus lineamientos relación con los espacios extra-
institucio- nales y dar respuesta a los retos universitarios— estän estrechamente
impuestos por la Revolución Científico- relacionados con las concepciones que
Técniea, que hace emerged al orientan diferentes modelos de sociedad y
coiiocimiento homo el prin- cipal recurso con las confrontaciones entre proyectos
estratégico para definir el fu- turo de las orgánicos. Si la suerte de las
sociedades. El vértigo de las universidades ha estado siempre
transformaciones en la arena sundial y la vinculada con la dînämi- ca políiica —
dimensión de la crisis que afecta a como hemos podido compro- barlo, a
nuestros países, con rasgos propios en veces dramfiticamente, en la histo- ric
cada uno de ellos, indican la necesidad de argentina— el recurso estratégico del co-
un replanteo profundo en la orientación de nocimiento impone un giro adicional a esa
la actividad universitaria. Es preciso relacidn, en tanto el destino de estas
formulas un diag- nóstico acerca de las tierras depends en gran medida del
principales tendencias del escenario potencial de sus universidades, de la
internacional y establecer los fundamentos capacidad pata ar- ticular los diversos
de los modelos de sociedad a los cuales se conocimientos que en ellas se procesan y
aspira, en un proeeso de inte- gración establecer un intercam- bio con los
latinoamericana autónoma. Penenar hasta saberes dispersos entre las ma- yorías
las raíces de los valores en los cuales se sociales, protagonistas principales en la
basan las distintas opciones; e interro- construcciõn de una nueva alternativa.
game sobre las ideas, los supuestos éticos Sin pretender agotar el cúmulo de
y filosoficos que guían las estrategias polí- condicionantes y problemas que conlleva
ticas, económicas, sociales o culturales y el debate sobre eI porvenir de las
los caminos que han de seguirse para universi- dades, inten tamos formul ar al
refundar países devastados. g unos interrogantes vincclados con el
contexto

ARGUMEDO, Alcira “Universidad y conocimiento en Amćrica Latina: un debate por el futuro”,


pithizteiiei, Año VII, número 7, 2003, pp. 207-230.
AcCIRA ARGU DEDO “Universidad y conocimiento..."

internacional; con las características intrínsecas del recurso estratégico del


conocimiento; con el despliegue de la tecnociencia y su papel en la restauración conser
vadora iniciada en los años setenta. Y asimismo con la crisis de civilización de Occidente
y la exacerbación de sus rasgos más oscuros; con la compleja relación entre
conocimiento científico-técnico y patrimonios culturales en América Latina; con esos
anhelos de emancipación, justicia e igualdad reiterados a lo largo del tiempo por
millones y millones de hombres y mujeres latinoamericanos, que no pueden estar
ausentes en la problemática universitaria. Porque para alcanzar todo su potencial, ese
recurso estratégico no sólo debe incluir el conocimiento científico-técnico y académico
gestado en las universidades e institutos de investigación, sino también la capacidad de
vertebrarse con los saberes sociales y culturales, en un inter- cambio susceptible de
alimentar la capacidad creativa y de innovación del pensamiento colectivo, con el fin de
delinear respuestas ante la edad de la historia que se inicia.

II - Algunos rasgos del mundo entre la Segunda Guerra y el fin del siglo XX
Un enfoque de largo plazo, para evaluar en grandes líneas la magnitud de los
cambios ocurridos desde el fin de la II Guerra Mundial, permite afirmar que se ha cerrado
el ciclo de la Edad Contemporánea y estamos ingresando en una nueva edad histórica.
No se trata de un tiempo posterior a —posmoderno, posindustrial, posmarxista— sino de
una mutación; un corte cualitativo cuyas tendencias no estfin aún claramente definidas,
mfis allá de los pre- tendidos triunfos finales o de una supuesta globalización
neoliberal que define el único camino hacia el futuro.
En el contexto de un esquema bipolar del equilibrio de poder mundial —hegemonizado
respectivamente por los Estados Unidos y la Unión Soviética— a partir de los primeros
años de la posguerra emergen nuevos protagonistas, impulsando los procesos de
descoloniza- ción, las luchas de liberación nacional y social y los gobiernos populares
que, con sus características peculiares, con sus aciertos y errores, conmocionan las
regiones de Asia, África y América Latina. Luego de varios siglos de dominios coloniales
o neocoloniales, los pueblos, culturas y naciones integrantes del llamado Tercer Mundo
—que en el transcurso de ese largo período mostraran diversas formas de resistencia—
pasan a tina etapa ofensiva, decididos a alcanzar su soberanía; y promueven valores de una
ética solidaria más abarcadora que aquélla surgida en el Occidente central, con un hito
marcado por la Revolución France- sa. La libertad, la igualdad y la justicia también para
e1l‹is; la dignidad de sus identidades, saberes, creencias y acervos culturales, frente a
quienes histüi icamente los despreciaran desde la dicotomía civilización/barbarie. La
necesidad de implantar un nuevo orden econó- mico internacional para revcrtir las
secuelas de la expoliación ' el drenaje de riquezas en sentido Sur-Norte; el derecho a
hacer oír sus voces, sus propios relatos de la historia y del presente, democratizando los
medios de comunicación e información. Relaciones de coope- ración horizontal entre las
naciones, sin hegemonías ni explotación; reconocimiento del carácter humano de
todas las etnias y pueblos que habitan el planeta, condenando cual- quier tipo de
—208—
discriminación o racisrrio.

—208—
peohiztorio 7 - 2003

Dos tercio° Pie la población del mundo impulsan en esa etapa una decisiva transforma-
cion política, económica, social y cultural. haciendo ingresar sus demandas y
aspiraciones en los organismos internacionales —Naciones Unidas, Unesco, OIT, entre
otros— que a mediados de los años sesenta pasan de 54 a más de l8tl países integrantes.
Un proceso que imptegna también a vastos sectores de las naciones centrales —el
movimiento negro y pacifista en los Estados Unidos, las movilizaciones estudiantiles y
obreros en Europa, la primavera de Praga, las manifest‹aciones culturales ¡uveniles—
nutriendo una contracultura que cuestiona duramente los valores del individualismo, el
consumo ostentoso, la discrimi- nación racial, el eficientismo y el lucro como fines
excluyentes de la actividad social, la legitimidad de los dominios coloniales o la
subordinacion a cualquiera de las dos superpo- tencias. Con diversa intensidad
comienza a escucharse lu visión de los vencidos. Fueron lCls tiempos de la fuerte
presencia intelectual de Jean Paul Sartre con su prólogo a Lot condenados de la
Tierra de Franz Fanon; los tiempos de Herbert Marcuse; los tiempos políticos y
culturales de una juventud dispuesta a cambiar el mundo. Bajo formas abiertas o
subterráneas, la conmoción producida por la presencia de una pluralidad de “otros” actores
de la historia, se vera acompaíiada del resurgimiento de innumerables saberes
sojuzgados. Formas diferentes de mii ar el mundo, de plantear interrogantes, de ampliar los
horizontes del pensamiento, van inundando con mayor o menor fortaleza los más amplios
espacios cultu-
rales del Norte y de las periferias.'
Entre los siglos V y XVI, mientras la mayor parte de Europa estaba sumida en
el oscurantismo y la ignorancia, se desplegaron deslumbrantes civilizaciones en China,
en India, en Indochina, en el mundo islámico, en África negra, en América. Al
finalizar la Segunda Guerra vuelven a ocupar un espacio en el escenario internacional,
del cual habían sido desplazadas durante más de 400 aiios de supremacía de las
potencias de Occidente y mas tarde también del Japón. Menospreciadas por la hegemonía
occidental, de acuerdo con las sucesivas concepciones dominantes en los polos que
detentaron el poder desde el siglo
XVI en adelante, fueron situadas en el campo de la herejía, el salvajismo, el atraso, la barba-
rie, el folklore; y en todos los casos a esas poblaciones se les pegaría el estatuto de
verda- deros seres humanos, compartiendo la suerte del etnocidio y la depredación de sus
patrimo- nios culturales y sti filosofía de vida. Cabe reinarcar que los germanos —alamanes,
francos, anglos, sajones, ostro godos, visigodos, vándalos y otros- fueron las hordas
más devastadoras y las qtie más tiempo tardaron en incorporar elementos de un saber
elaborado,

' FANON, Franz. tus t'ondrnados de ln Zíerm, Fondo de Cultura Económica, Buenos Aires,
1963, Prólogo Jcan Paul Sartre; MARCUSE, Herbert El hombre .nidimensional. Ensayo
sobre la idr.olo$ía de. lu sociedad industrial avanzada, FÓitoria4 Joaquín Moritz, México, 1968;
MARCUSE, IJcibert El fín de la uiopía, Siglo XXI, México, 1969; GARIBAY, Ángel lo visión de

—205

los vencidos.- re/acic'nes indígunas dr la conquista, Cimarrón, Buenos Aires, 197 l ; ARNAULT,
Jacques Histo- ria del colonialismo, Editorial Futuro, Buenos Aires, 1960; ARGUMEDO,
Alcira El Tercer Mundo. //isio/ ía, problemas, perspectivas, Centro Editor de A marica Latina,
Coleccion Transfor- maciones, Euenos Aites, 1971,

—205

Accma A«cumno “Universidad y conocimiento...”

de una reflexión metódica y de eipresiones ai'tísticas de mayor refinamiento, entre las print
eipales oleadas de invasiones producidas en la historia de la humanidad desde el siglo VI
aC. En los diez siglos que separan a la caída de Roma de las primeras manifestaciones del
cuatrocientos —con sus comienzos en eI sigło XIII, cuando franciscanos y dominicos
redes- cubren a los clásicos griegos, introducidos por los musulmanes del Califato de
Córdoba— Europa occidental era un mundo de tinieblas y violencîa. Y sus iniciales
incutsiones fuera de esos territorios anunciaban malos presagios: en el siglo XI, la primera
cruzada degolló a los
60.000 habitantes de Jerusalén wristianos eoptos, musulmanes y judíos— porque no pensa-
ban como ellos; en la cuarta, hacia 1204, incendiaron Constantinopla.
Por el contrario, con la condena que merecen tales procesos, otros invasores —
los islámicos, los mongoles, los incas o aztecas— tendieron a reconocer el valor de las
culturas conquistadas; y en no más de dos generacìones lograron desplegar brillantes
movimientos civilizatorios. A modo de ejemplo, entre los siglos VII y XV los musułmanes
desarrollaron una tiquísima civilización, gracias a que —luego de los primeros años
posterìores a la muerte de Mahoma, signados por el sectarismo y los conflictos
internos, cuando en el 638 se destruye la biblioteca de Alejandría— sus formas de
dominio comenzaron a valorar los saberes de los pueblos sometidos y de aquellos con
los cuales comerciaban. Eso Yes permi- tiõ incorporar aportes hindúes, chinos, griegos,
sirios, persas, egipcios; y ya en los siglos IX, X y XI las universidades mtisulmanas —algunas
de ellas con 10.000 a 15.000 estudiantes— enseñaban matemäticas y cälculos algebraicos,
astronomía, medicine, óptica, filosofía y ottas ciencias. Los mongoles de Gengis Khan
convocaron a maestros chinos para la educa- cićn de sus hijos; y el nieto de ese
guerrero fue Kubilai, el emperador que en el siglo XIII deslumbrara a Marco Polo por su
refinamiento y formación intelectual. Los incas y aztecas asombrarían a los primeros
españoles antes de ser enceguecidos por el oro, que los impulsara hacia la desmicción y el
genocidio. En los siglos XIII a XV, la Universidad de Timbuctu, en eI reino Mandinga de
Mali del África negra, convocaba a los estudiosos del mundo islămico por la inteligencia y
sabìduría de sus doctores; y en el campo de la medicine practicaban cirugía utilizando
anestesia: no es esa la imagen que Occidente nos ha dado de los pueblos negros, a quienes
dorante mäs de tres centurias sometiera a una aberrante esclavitud.'
Al comenzar la década del setenta,1a ofensiva de los pueblos del Tercer Mundo tendră
como respuesta una estrategia de restauración conser vadora encabezada por los Estados
Unidos, que en América Latina se traduce en la implantación de dictaduras militares -

CROUZET, Maurice Lo Edad Media.’ In exyansión Tel Orients y el naciniienio dr la


civiíi‹oción occîdental, Ediciones Destino, Barcelona, l9Gl ; CROUZET. Maurice El siglo XIX.
El opogeo de la expansíón europe a.(1815-1914), Edicíones Destino, Barcelona, 1963;
RIBEIRO, Darcy Mi Americas .;' la civilización, Centro Editor de Amčrica Latina, Buenos Aires,
1969; ANDRE JULIEN, ćń. Ilísioria de Á frica, fiudeba, Buenos Aires, 1963; LABOŁIRET,
Henri Hisioiry des Noíres â'A fríque, Presses Universitaires de France, Paris, 1950; K INGS
NORTH, G.W AJrico. 6o«ifi o/ the Sahara, Cambridge University Press, New York, 1966;
-210-
PANNIKAR, K.M Asia y la domina- erm occidenra/, Eudeba, Bue0os Aires, 1968.

-210-
piohiiteiio ¥ - 2003

sumados a las ya existentes en diversas naciones— con el objetivo de quebrar todo tipo
de resistencia política o social y restablecer sobre otras bases una trágica historia. En el
marco de esa restauración, desde el inicio de los aííos ochenta se despliega la
Revoluciñ*n Cientí- fico-Técnica, que conlleva un potencial cualitativamente superior al
de los recursos tecno- lógicos de la Revolución Industrial y acelera los ritmos
históricos, rompe las dinámicas anteriores y marca el comienzo de una época diferente.
Nueva época donde las transforma- ciones se van entrelazando con líneas de
continuidad de concepciones del mundo, de valores y saberes culturales, de ideas
acerca de la naturaleza y de lo humano, que actúan como un sustrato profundo del cual
se alimenta el conflicto entre los proyectos políticos y los sujetos sociales, para definir
la suerte de las distintas sociedades.°
El proceso de acumulación primitiva del capital en los siglos XVI a XVIII estuvo
impregnado de sangre y lodo, por el saqueo de las riquezas de América, la masacre de
sus poblaciones nativas y la trata de esclavos. Posteriormente, con las características propias
de las distintas etapas históricas, esa línea de continuidad de la supremacía occidental
persistió hasta fechas tan cercanas del siglo XX como las guerras de Indochina y Argelia
en los años cincuenta y sesenta, la guerra de Vietnam finalizada a comienzos de los
setenta, la ola de dictaduras militares hasta los ochenta en América Latina, la Guerra del
Golfo en los noventa o la invasidn a Irak en los primeros años del siglo XXI. Sin duda, no
son estas acciones las que otorgan a Occidente autoridad moral frente a las naciones de
ultramar, para obtener dc ellas un consenso en las aspiraciones de recomponer su
predominio. Una vez más se intentan definir los intereses estadounidenses y europeos
como los de la comunidad mundial, procurando configurar un renovado diseño de centros
y periferias denominado globalización, en el cual nuevamente se pretende ignorar que los
costos y beneficios nunca fueron equitativos para las periferias y los centros. Asimismo,
existen líneas de continuidad en esas antiguas civilizacio- nes y culturas sometidas. La
persistencia de costumbres, tradiciones, creencias, modos de relación de los hombres
entre sí y con su ambiente natural, vestimentas, rituales, saberes — transmitidos entre
generaciones durante cientos de años— permitieron, al finalizar la Segunda Guerra y
nuevamente en los tiempos actuales, un inesperado resurgimiento de aquello que es lo más
esencial y rico de lo humano: la pluralidad de etnias, lenguas, religiones, expresiones
artísticas, cosmovisiones y conocimientos, desdeñados por la pretendida superioridad de la
cultura universal de Occidente y su dilatada tradición depredatoria.‘

’ ARGUMEDO, Alcira El Tercer Mundo..., cit.; ARGUMEDO, Alcira Los laberíntos de la


crisis (América Latina: podr.r tronsnacional y comunicaciones), Folios/llet, Buenos Aires,
1985; ARGUMEDO, Alcira t/n horizonte sin cervezas.- América Latina antela Revolución
Cient co- Técnica, Puntosur/llet, Buenos Aires, 1987; ARGUMEDO, Alcita Los silencios y
las voces en América Latina: notas sobre el pensamiento nacional ypopular, Editorial Colihue,
Ediciones del pensamiento nacional. Buenos Aires, t994; ARGUMEDO, Alcira “El imperio
del conocimien- to", en Encrucijadns, UBA, año 11, núm. 4, Buenos A ires, mayo 1996.
’ MARX, Carlos El Capital, Crítica de la Economía Político, Editorial Cartago, Buenos
Aires, 1956; CALCHI NOVATI, Giampaolo Lu re solución argeliria, Bruguera, Barcelona,
1970;
AcCIRA ARot:zero “Universidad y conocimiento...”

La recomposición de la hegeinonía de los Estados Unidos y las potencias europeas,


cuyo punto culminante será la victoria sobre la Unidn Soviética al terminar los años
ochen- ta, va a afrontar durante eI correr de los noventa una configuraci6n del panorama
internacio- nal muy diferente a1 que pretendieron esbozar quienes habían triunfado. Di
versos diagnõs- ticos optimistas fueron elaborados ante la desintegración del bloque
soviético. Sin embar- go, poco más tarde ese optimismo iba a debilitarse. La
multiplicación de los conflictos étnicos o religiosos; los nuevos ejes de alianza y
confrontación entre distintos países; las expresiones neocomunistas o neofascistas en
Europa; el creciente poder ío de China; la fortaleza alcanzada por los procesos de
modernizaciòn y la dora oposición a los valores occidentales en un mundo islárnico
integrado por măs de 1.200 millones de personas; la irrupción en América Latina de
reivindicaciones con raíces en antiguas tradiciones indíge- nas y populares; las dificultades
que encuentran los Estados Unidos para imponer sus políticas centradas en la prepotencia
militar; dan cuenta de la consolidación de un nuevo policentrismo, que se va entretejiendo
con el renacer de aquellas identidades protagonistas de la Revolución del Tercer Mundo,
luego de su repliegue ante la estrategia de restaiiración de las potencias capitalistas.’
Las cuestiones planteadas por estas tendencias y reordenamientos a nivel sundial,
adquieren una complejidad aún inayor al vertebrarse con los impactos y potencialidades
de la Revolución Científico-Técnica y la emergencia del conocimiento como su principal
recur- so estratégico. Porque la definición misma del conocimiento —sus rasgos
sustantivos, los saberes considerados socialmente útile.s, el contenido de los conceptos de
mayor nivel de sistematización, las modalidades de abordaje de los problemas, la relación
entre sus vertien- tes mäs elaboradas o científicas y las multifacéticas manifestaciones del
conocimiento so- cial, las formas de transmisión y procesamiento, entre otros factores que
inciden en esa definicić*n— lejos de ser neutra, avalorativa o universalmente vfilida, estú
condicionada por factores sociales e histórico-culturales y tiene profundas consecuencias
en la dinámica de las sociedades. De la misma manera, los modos principales de
incorporación de las tecnolo- gías de avanzada y en especial las que tienden a ahorrar
entre un 75'7o y un 80'7• de tiempo de trabajo en Ios más diversos fimbitos de la actividad
económico-social, están orientadas por valores de base y tienden a establecer modelos
polares: sociedades st quad as por una

ARNAULã‘, Jacques Hisioriu del L!oloniali.s łii‹›..., cit.; ARGUMEDO, Alcira ć'/ Terse/- Finndo...,
cit.; ARGUMEDO, Alcira Los labe rintos... , cit.
FU KUYAMA, Francis “El tin de la historia”, en Suplemento Especial Págrna 12,
1/7/1990; HOBSBAWM, Eric Hi aorta drl st$lo XX (I 9I4-199/), Critics/Grijalbo Mondadori,
Barcelona, 1995; CHOMSKY, Noam Políiira y ciilíiłru a finales del siglo XX. un panorama de
las aciuules
/elescia . Ariel, Buenos Aires, 1994; RUFIN. Jean Christophe L r. pt e ct łr.s nouveaux
bärbares, I.C.Lattés, Paris, 199 I; HOFFMAN, Stanley Orden itiundial o prim«c íò: la
politics exterior noríeame.rícona dcx dr la Guerra Fría, Grupo Fditor Laiinoainericano,
Duenos Aires, 1994; TOILET, Marie France “O deckínio do poder americano”, en Ca rta.
— 212

falas, reflesors, memói-ia.s, mlm. 2, Brasilia, 1991; ARG UMEDO, Alcira / ›s sifeiicios y /ai
voce ... , cit.

— 213

profiiztorio 7 - 2003

ampl ía masa de excluid‹is. con altísiin‹is niveles de desocupaciñ'n. pobreza e indigencia, si


se impulsa una recon›'ersión tecno1óeica basada en el desplazamiento de trabajadores y en
la ct›ncentraci‹›n de la riqueza; o sociedades de alta integración 3' bienestar pai a el conjunto
de sus habitantes, con democratización política, socioeconómica y cultural, si la opción
supo- ne disminuir la jornada laboral y una redistribución justa de los beneficios
derivados del incremento de la productividad, por el uso de esas tecnologías. El
carácter refundacional que conllevan tales decisiones, en tanto alternativas para
afrontar los desafíos del nuevo tiempo histdrico. seiialan el papel neurálgico de los
condicionantes socio-culturales y de los valores que han de guiar las estrategias de
desarrollo y aplicación de los potenciales científicti-tecnológicos, así como los procesos
de gest.ación, elaboración )' distribución del recurso coiiocimtento.’
La compleja dinámica de la política internacional y los cuestionamientos del
Tercer Mundo desde la posguerra, irán penetrando en el seno de la propia ciencia
occidental — por que en e! dese rollo científico siempre tian tenido tina fuerte incidencia
los denominados “factorcs externos”— y comienza a surgir una crítica profunda a sus
fundamentos, a los criterios de verdad, a sus valores, a la supuesta neutralidad, a su idea
de racionalidad y a la validex universal de sus proposiciones. En una gran paradoja, los
requerimientos técnico- económicos de la Revolución Científico-Técnica seiialan a los
valores de la ética solidaria que acompañaran ese proceso, como requisitos ineludibles
para desplegar sus potenciali- dades. En este contexto, el recurso estraté¡;ico del
conocimiento no puede ser concebido sólo a partir de una concepción que se autocalifica
como portadora del único saber científi- co y de una verdad cuya cima sería la actual
tecnociencia —promo vida por los núcleos de poder que impulsan desde Occidente un
nuevo trazado de su hegemonía mundial— frente a la cual todas las otras expresiones del
saber quedan reducidas una vez más al plano de lo despreciable, lo atrasado, lo
primitivo, lo descartable, lo inútil. Afirmaciones basadas en pretendidas razones
científicas, cuyo objetivo es que la civilización y la barbarie vuelvan a ocupar el centro
de la escena al comenzar un nuevo ciclo de la historia.’

III - Acerca del recurso estratégico del conocimiento


Sin ignorar que el conocimiento de las áreas científico-técnicas ha adquirido un papel
decisivo para la implementación de nuevos paradigmas productivos, de servicios y de
administración económico-social, de ninguna manera constituye el único tipo de
saber socialmente útil, ni está regido por valores neutros en su desarrollo y
aplicaciones. En la actualidad, las ramas más dinámicas del mercado mundial son las
conocimiento-intensívns,

• ARGUMEDO, Alcira Uii horizonte... , cit.; ARGUMEDO, Alcira fis si/encios y las voces.. . ,
cit.; ATtGUlVlEDO, Alcira “El imperio del conocimiento...”, cit.
M ARI, Enrique Elementos de Epistemolog ía Comparada, Puntosur, Buenos Aires, 1990; MARI,
Enrique Papeles de rilosofía (...pyra ar iojaral alba), Elitond Biblos, Buenos Aires, 1993;
— 214

PIAGET, Jean y GARCIA, Rolando Psicogénesis e histoi-in de la ciencia, Siglo XXI, México,
1984.

— 215

Aucika Axot ‹ciao “Universidad y coiiociniiento...”

y el sal'o cualitativo que significan las tecn‹aio•ías de avanzada en las divei s‹:s áreas requie-
re incorpoi arlas, como en su momento fuera preciso hacerlo con el ferrocarril o la
electrici- dad. Pero ello no implica que exista una sola forma de incorporación y
desarrollo de esas tecnologías y conocimientos. de acuerdo con los dictados de las
metrópolis. Al contrario, la problemática planteada por este recurso estratégico se
engarza con los aspectos político- culturales y da cuenta de las variadas definiciones que
pueden formularse sobre el connci- miento, como expresión de cosmovisiones en pugna
y base para el trazado de los diferentes proyectos. Las connotaciones que conlleva la
definición del conocimiento remite a conflic- tos a lo largo de la historia, en los ceales se
articula con ideas políticas de amplio alcance. 7“ales condicionantes no actúan
simplemente como situaciones que habilitan la emergencia de ciertas preguntas, orientando
la imaginación en esa etapa de análisis l1amad‹i contexto de deJci‹brirnieii:o,- atraviesan
además los fundamentos científicos, el contenido de los con- ceptos, los lineamientos
filosóficos que 1‹is sustentan ' el tratamicnto de las diferentes temáticas. Aquello que
se entiende por conocimiento —j en particular el papel otorgado a las formas más
sistemati zadas en su vinculación con las expresiones del saber social— está lejos de ser
universal mente aceptado.‘
La primacía de determinadas corrientes de pensamiento que aspiran a detectar el
monopolio del sentido y de la verdad en el ámbito de la ciencia, da cuenta de relaciones
de poder social que desbordan el campo específicamente académico y buscan ignorar o
desca- lificar toda una gama de couocimienttis sojuzgados capaces de cuestion+‘las. A su
vez. los saberes en sus diferentes ni veles de sistein ati zac ión actú an sobre sus
propios condicionantes, en tanto constituyen un sustantivo instrumento de poder,
inibricándose en los procesos políticos, sociales y culturales como un aspecto
inescindible del acontecer histórico. En tal sentido, no es posible ignorar que los
cambios generados por esos nuevos protagonistas desde la posguerra, incidieron en el
desarrollo y en las reformulaciones de las disciplinas científicas de Occidente —en las
humanístico-sociales y en las físico-naturales— planteando nuevos abordajes, como las
ideas de caos, complejidad, incertidumbre, irreversibilidad del tiempo en la física,
dinámica de incorporación y procesamiento del saber en las ciencias cognitivas y en la
biolog•ía, junto a los debates que vuelven a plantearsc en las ciencias sociales, Juego de !
a presencia lograda en los años ochenta y noventa por las matrices de la filosofía jurídico-
política liberal, del iieoliberalismoeconómico y de las versio- nes posmodernas,
posmarxistas o modernizantes.'

‘ PRELOOKER, Mauricio lo economía de.1 desarme: «r sistema y«e se o*/icrie por


inercia, Grupo Editor dcl Encuentro. Buenos Aires. 1995; SAKAI\’A. ’faichi f/iiio 'ic del
l“uuu’a: la sociedad del ronoeimienio, Editoiial Andrés Bello, Santiago de Chile, 1994;
MORIN, Edgard “Complexidade e ética da solidaridade”, en DECASTRO, Gustavo et al. inrnio.i
‹fe G"omplexidade, Editora da UFRN, Porto Alegre. 1997; MARI, Enrique Eleinrntc›sdr.
Epislemología..., cit.; PIAGET, Jean y GARCÍA, Rolando N.iico$ünesii..., cit.
\\’ITTGENSTEIN, Ludwig Sobre la cer-reza, Gedisa, Barcelona, 1988; WITTGENSTEJN, Ludz'ig
-216-
liwestigacioiies filosófica.s, Crítica. Barcelona, 198S; PRIGOGINE, Ilya y STENGERS. isabelle

-217-
pcohizteiio T - 2003

Eu grandes trazos, este recurso estratégico abarca tanto el conocimiento acumulado —


en libros y publicaciones especializadas, documentos, tradiciones orales, experiencias prác-
ticas, brincos de datos o redes Internet, en tecnologías y sus modos de utilización— así como
el proceso vivo de adquisición y procesamiento de esos saberes. Existe un conocimiento
erudito, con distintos grados de elaboración y conocimientos prácticos, cotidianos o del
sentido común. Conocimientos con pretensión de integrar una jerarqiiía universal excluden-
te y otros tan valiosos como ellos, surgidos y desplegados en disímiles contextos
histõrico- sociales e influidos por valores, experiencias vitales e intereses diferentes.
Otras ideas y concepciones procesadas en el transcurso de siglos, que provienen de
prãcticas sociales, de la eficiencia reiterada en sus aplicacioncs, de la observaci6n
meditada y la reflexión, de tina sabiduría atesorada por pueblos considerados bárbaros o
iletrados. I4ay conocimien- tos hegemónicos y sojuzgados; oficiales y silenciados.
Conocimientos autónomos y origi- nales —como saberes críticos y de innovaciún,
susceptibles de incorporar distintas influen- cias sin renunciar a su autonomía— y otros que
se adoptan con actitudes de sabordinacidn, eludiendo todo ciiestionamiento. Saberes
tematizados a partir de las experiencias de diver- sos sujetos sociales en la historia; y
conocimientos qae pregonan un estar por encima de la densidad de esos procesos.
Existem diferentes lógicas del conocimiento: una lógica digital, típica de las raíces
aristotélicas, que es esencialmentc excluyente, de opuestos enfrentados —que divide
entre A o B, razõn o sentimientos, cuerpo o alma, civilización o barbarie, amo o esclavo—
y una lógica de carácter analógico, que aborda los temas desde una óptica comprensiva,
inclo- yendo relaciones, procesos, complementariedad entre esos térmicos supuestamente
opues- tos, en tanto considera que uno no puede existir sin el otro y ambos se redefinen en
funcidn de sus relaciones. Se trata de ona lógica de nivel superior que engloba e
incorpora, reformulãndola, la lógica digital de nivel inferior. Diversas perspectivas
culturales, de la filosofía y de las ciencias, promueven un conocer donde se jerarquiza la
especializaciõn — que implica segmentaciones, fraccionamientos, parcialidades, una
taylorización de los saberes- confrontando con aquellas que valorizan las
miradas englobadoras y transdisciplinarias, capaces de abarcar totalidadcs abiertas y
dinâmicas, de establecer vín- culos entre las partes y el todo, con el fin de dar cuenta de
los temas específicos en el marco de sus múltiples vinculaciones y hacer emerger lo
nuevo como resultante de una articula- ción entre esas parcialidades, qce es mucho más
que la mera suma de las partes. A partir de estas distintas visiones, se procesan
conocimientos que afirman la existencia de una

M nueua alianza. Metamos fosis de la ciencia, Alianza Editorial, Buenos Aires, 1991;
PRIGOGINE 11ya y STENGERS, Isabelle Entre el tiempo y la eternidad, Alianza Editorial,
Buenos Aires, 1992; PRIGOGINE, Ilya El fin de las rertidumbres, Editorial Andrés Bello,
Santiago de Chile, 1998; MATURANA, Humberto y VARELA, Francisco El árbol del
conocimiento. Editorial Universi- taria, 1993; THULL.IER, Pierre la maniyul‹ición de la cienc
ía, EtlitoriaJ Fundamentos, Madrid, 1975; MORIN, Edgar “Complexidade e...”, cit.
—218 —
AcCIRA A RGU zero “Universidad y conocirriiento...”

causalidad lineal, donde detetminadas causas permitirían establecer leyes universalmente


válidas; y otros que reivindican un desarrollo mediante el cual la creatividad se manifiesta
a través de procesos que engarzan las causas con los efectos, en relaciones complejas y
de mutuas influencias. Conocimientos que dividen tajantemente al sujeto que conoce del
obje- to a ser conocido; que marcan una distancia entre el hombre y la naturaleza; cuya
contracara son aquellos que parten de la interpenettaciòn entre esos términos divididos,
criticando el absurdo de concebirlos aisladamente. Conocimientos que proclaman
sustentarse excIusi- vamente sobre el frío fundamento de la razÓn y otros que afirman la
imposibilidad de desga- jar la razõn de las emociones, los intereses y los valores.
Enfrentamientos políticos e ideoló- gicos alrededor del coneepto de conocimiento, que
eipresan relaciones de poder político- social, desde las cuales se imponen, en distìntos
momentos de la historia, los modos de distribución del específico poder de los saberes y
la determinación acerca de cuäles son los socialmente válidos, poseedores del sentido y
la verdad.”
Por encima de las mediaciones o las formas específicas en que se articule la
reIacidn entre los proccsos socio-histõricos, la cultura en su acepción más amplia, los
conflictos entre proyectos políticos y las diversas expresiones del saber -sean saberes
científicos o sociales, dominantes o sojiizgados— pocos niegan el peso de esos factores en el
desarrollo y en los contenidos del conocimiento hiimano. Es posible, entonces, hacer
extensivos a diferen- tes etapas de la historia y a distintos sujetos sociales, los señalamientos
formulados por José Luis Romero con referencia a las ideas de la Ilustracidn y al pensamiento
racionalista burgués.
En general, las ideas de la Ilustración se elaboraron despaciosamente en Europa
a través de múltiples experiencias que hizo la burguesía desde la Edad Media y a to largo de
un proceso intelectual que fijõ la concepción racionalista. Sólo después de tan larga
elabora- ción el pensamiento burgués y racionalista logró integrarse en un sistema no
sólo de gran coherencia sino también de creciente simplicidad. Sin embargo, la síntesis no
fue universal... Pero en todos los casos, cualesquiera fueran los términos de la fórmula
y cualesquiera fueran sus contenidos, el sistema arrastraba un conjunto de experiencias
reales previas a str elaboracićn intelectual y un nutrido contexto de supuestos que
anunciaban su presencia, cualquiera fuera eI esfiierzo que se hiciera por ocultarlo.''
En la historia de la filosofía y de las ciencias, esto no significa plantear una
posición determinista que niegue la especificidad del aporte de los filósofos o
científicos, en tanto

' ° CARUSO, Elisa y LASALA, Malena In necesidaü de comprender la relación ciencia-sociedad,


la ciencio como hecho social, cultural e histórico, Ediciones del Ciclo Båsico Común, Universidad
de Buenos Aires, 1995; DÍAZ, Esther (ed.) La ciencia y el imamínarìo social, Editorial
Biblos, Buenos Aires, 1998; Me LAREN, Peter Hacia una pedagogía crítica en la
formación dr la identidad postmode ma, Facultad de Ciencias de la Educaciõn, Universidad
Nacional de Entre Ríos, Paraná, 1993; CASTORIADIS, Cornelius In instiiurióii imaginaria dr
la sociedad, 2 vols.. Tusquets. Buenos Aires, 1993; PIAGET, Jean y GARCÍA, Rolando
—219 —
Psicogénesis..., cii.
' ' ROMERO, José Luis Laiinoamérica: situaciones e ideologías, Ediciones del Candil,
Buenos Aires, 1967; ROMERO. Iosé Luis Lnrinoamérica- las ciudades y las ideas, Editorial
Universídad

—220 —
ptoíiizleiio T - 2003

las ir.dividua1id*‹ies tienen un indiscutible ii tpol el la histi›ria. Pero es preciso situar


a esa,s individualidades y a esos conocimientos en el marco histórico y social del
cual se alimentan. Porque el punto de vjsta y las propuestas que emergen de los saberes
elabora- cios no pertenecen solamerite al filósofo, al científico o a.I intelectual más
destacado que los sisteinatiza y expone. Más bien, esas individualidades. esos
nombres que signan moiiien tos clave de la filosofía o ‹le las ciencias, cobi an su real
si¡inificaci6n como intér- pretes de la creatividad anónima de ideas, experiencias y
prácticas sociales de sujetos creiectivos. El contexto histórico-social y las específicas
configuraciones del poder que 1o caracterizan. constituyen las condic:ones básicas
para qr:e l‹is aportes elaborados por 1us filóstitc›s. eientíficos o intelectuales ade
uiet-an visibilidad, se transforman en saberes institucionalizados o, pot cl contrario,
sean sojuzgados y silenciados. El ejem- plo de Galilea› G alike: (l5ñ4-1642) en el siglo
X'›'II o el de las vertientes del pensamiento popular en América Latina, dan euenta de
las estrechas relaciones existentes entre el saber y el 1›•^••; y Evidencian tos di
'ersos condicionantes que actúan sobre el recurso estratégico del coiioc'iiiiierito."
iVíichel F-tiucault señala que no existen relaciones de poder sin la constitución corre-
lativa de un determinado campo de conocimiento, así como tampoco existen saberes
que no estén insertos en específicas relaciones de poder. Tanto la esfera intcrnacional
como las diferentes áreas de cada sociedad están constituidas por múltiples relaciones
de po- der, que no pueden actuar y consolidarse sin una producción, acumulación,
difusión e imposición de determinados discursos, que con!levan formas de
conocimiento engarza- das en visiones del mundo. Este conflicto penetra todas las
modalidades, niveles, estilos y contenidos del saber: desde los discursos filosóficos y
científieos o los religiosos y artísticos, hasta los vinculados con las prácticas
cotidianas. No se trata, por lo tanto, de una distinción entre los conocimientos
sistematizados y los del sentido común —bajo el supuesto que pertenecen a una
misma cultura abstracta y universal— sino del conflicto entre cosmovisiones donde se
incluyen ambos tipos de saberes. Los ejes de diferencia- ción están referidos a los
fundamentos de base, a los valores esenciales y a los intereses sociales, crue rigen tanto
las formulaciones sistemáticas —científicas o filosdficas— como las expresiones de los
imaginarios sociales y los conocimientos de menor elaboración en un período dado.
Los vínculos entre poder y saber muestran de este modo una dinamita de oposición
abierta o soterrada, de mayor o menor envergadura y visibilidad, desplegada en di
versos planos: desde las ciencias y los procesos educativos, hasta los medios de

de Antioquía, Colombia, 1995; ltOMERO, José Luis ü/ ciclo de la revolución contempoi ánea,
L‹›sada. Buenos Atres, 4956.
'" FOUCAULT, Michel Micro sien dcl poder, La Piqueta, Madrid, 1980; FOUCAULT, MicheI
lú,çiba ‘y' castiga ‘. Si*1o XXI Editores, México, 1957; ROIG. Arturo Andrés Feo -{a ; cr//ica del
¡›‹ a.sratiienlo lntiiioainei‘icuno, Fondo de Cultura Económica, iVíéxico, 1981; MARI, Enrique Ele-
neii/os ‹fe Efiisieiiiología..., cit.; CARUSO, Elisa y LASALA, M alena M necesidad de coiiiyren-
Ver..., es i.
—221 —
OSCURA A RGUMÜOO “Uni versi dad y conocirni exito..."

comunicación de masas, las inovi!inaciones ¡Col íticas, sociales o cultui ales. los
espacios jurídicos y la vida cotidiana.'"
En el juego y la disputa entre estos idearios enfrentados, suelen producirse
permutas e influencias que se van procesando más allá de la fortaleza relativa que cada
una de ellas haya alcanzado en un período determinado. Porque ni las relaciones
entre los saberes institucionalizados y los sojuzgados ni las características intrínsecas
de cada uno de ellos, presentan delimitaciones prístinas o constituyen conpus
homogéneos y cerrados sobre sí mismos. Si bien los saberes doininantcs intentan
acallar a los subordinados, no necesaria- mente desconocen su existencia; y las
estrategias que buscan erradicarlos, muchas veces han adoptadte elementos
provenientes de esos discursos, resignificándolos en el contu•xto de las propias ideas. Así,
es preciso abordar la relación entre los conocimientos sin caer en esquematismos que
anulen la i‘iqueza de las diferentes visiones. La conformación de gran- d•.s matrices de
pensamiento, marcos episiémicos y sustratos culturales. se asientn sobre ciertas
creencias y valores que tienden a permanecer correo fundamentos de larga duración,
estableciendo las líneas de continuidad a través del tiempo. Pero esta permanencia
se conjuga con las constantes refo:mu1aciones que las prácticas y las experiencias de
los sujetos sociales van elaborando en disímiles situaciones y en los modos de relación
con otros sujetos ' cosmovisiones que las influyen, tanto en términos de apropiación
creativa como de negatividad y reafirir ación de las diferencias. Debido a esto, los
vínculos entre el poder y el conocimiento, que en una perspectiva de grandes
tendencias emei-3en clara- mente, muestran una mayor dificultad al ser analizados en
experiencias puntuales o en períodos cortos.
En los albores de una nueva edad histórica, estos factores que impregnan el conoci-
miento adquieren una inédita relevancia ante las potencialidades de la Revolución
Tecnoló gica. El debate sobre las universidades latinoamericanas no puede eludir esta
situación, ignorando los condicionantes involucrados en sus definiciones. Porque la
clausura del ciclo de la Edad Contemporánea impacta a los actuales modelos de
universidad, al convertir en anacrónicos las modalidades de análisis de los problemas, la
formación y los saberes ta yloristas. cuya segmentación se fuera exacerbando a lo
largo del siglo XX. A su vez, el debate se enmarca en una crisis orgtínica de las
políticas de restauración conservadora impuestas en América Latina, cuyas
consecuencias sociales y nacionales están producien- do situaciones catastróficas. En
este marco se van diseñando opciones de carácter civilizatorio, donde las ideas
hegemónicas —con la teenociencia como un sustantii o instru- mento de poder—
enfrentan la creatividad social y cultural de las mayorías sociales del continente, que
pretenden ser protagonistas de su destino.

'' FOUCAULT, Michel Vigilar y cnsri,•nr..., cit.; FOUCAULT, Michel Ãf/cro sica del poder. cit.;
GRAMSCI, \nt0nio Notas sobre Mnquiayelo, sobre T'olítica y sobre el F.stndo Moderno,
Edito- rial Lautaro. Buenos Aires, 1962; CARUSO, Elisa y LASALA, MPena Lu iieresícl‹id
de cor- prender..., cit.; MARI. Enrique Paprirs de. F'ilosofui. , cit.; ARGUMEDO, Alcira fins
sílencios)
las voces. cit.
piehizteiio 7 — 2003

IV- La tecnociencia en la restauración conservadora


El vertiginoso despliegue de la Revolución Científico Técnica serã un arma
decisiva para profundizar la restauración conservadora y recomponer la supremacía de los
Estados Unidos y los países capitalistas centrales. Las tecnologías de avanzada
suponen nua in- cuestionable superioridad en el área militar-espacial y en los distintos
campos de la activi- dad econó mica, social y cultural, otor gando una ventaja abismal
a quienes controlar oligopólicamente los nudos del poder científico y tecnolõgico. Esos
potenciales les permi- tieron implantar nuevamente las concepciones de la civilización y
del progreso, incluidas sus históricas contrapartes del racismo y la exclusiõn. El triunfo de
los más aptos —gracias a la capacidad para competir y obtener lucro, al conocimiento
elitista que detentan y a la carencia de todo tipo de solidaridad—justificado por los
resultados que exhiben las ciencias y tec nologías en constante perfeccionamiento,
revitalizan un rieodaiwiiiismo económico, social y cultural, según el cual solamente
algunos deberàn sobrevivir. A partir de estas bases, las víetimas son culpabilizadas
por su incapacidad, ignorancia e ineficiencia; y se habla de millones de hombres y
mujeres, de regimes y de países enteros como inviables ante la novedosa realidad del
mundo. El crecimiento acelerado de lapobreza y la marginalidad, como resultantes de las
estrategias neoliberales, mestra además el riesgo que conlleva esta creciente proporciõn de
desheredados para esos mismos núcleos hegemónicos, alcntando el tenacer de un
neomalthurianismo agresivo. Darwin y Malthus elaboraron sus obras en el contexto
histórico del incremento de una imensa masa de poblacion sobrante en Europa, dadas
las formas liberales salvajes de la reconversión tecnológica durante las primeras
etapas de la Revolución Industrial desde mediados del XIX. Al comenzar el XXI, el
neodarwinismo y el neornalthusianismo reaparecen junto al proceso de gestación de
una masa aún más inmensa de poblaciõn excedente, como resultado de las formas
neoliberales salvajes de la actual reconversión tecnológica.'4
Los Estados Unidos intentarán reforzar su predominio imponiendo un orden cultural
y moral, basado en esos valores del egoísmo, la competencia y el lucro, como objetivos
de lo humano y base de las jerarquías sociales. Una idea en la cual la libertad se
identifica con la libre empresa y las leyes naturales del mercado, con las ventajas
inapelables de la globali zación de las finanzas, la producciún, la publicidad, el comercio
interno e internacio- nal, los servícios, las comunicaciones y la información. El discurso
monocorde transmitido por los medios de comunicación globalizados y fundamentado
por los espacios científicos e intelectuales dominantes, busca neutralizar los
cuestionamientos al “único camino", ze- lando toda referencia a las relaciones entre la
concentración de la riqueza y el empobreci- miento o la exclusión social, que afectar a
casi el 70a de los habitantes del planeta. Se intenta consolidar una racionalidad
instrumental y productivista, que convierte en núme- ros, estadísticas, cálculos
matemáticos, evaluaciones de costos y beneficios, tanto a los

' PRBLOOKER, Mauricio M ecoriomÔ del clesa.sirr..., cit.; ARGUMEDO, Alcira th Horizonte...,
— 219

cit.; ARGUMEDO, Alcira "El imperio del conocimiento...”, cit.

— 220

Ar.QIRs A eco›4LDO “Universidad y conocimiento...”

seres humanos como a los procesos socio económicos. La ctiantiticacion de la vida social
y la conversión de la realidad en una información susceptible de ser procesada,
imponen nuevas formas de deshumanización de lo humano en nombre de la razón y e!
progreso. La razón instrumental de la tccnociencia sólo busca —en términos de Max Weber
— los medios más aptos para lograr determinados fines, sin otorgar relevancia a la
pregunta sobre la legitimidad moral de esos fines. Tales ideas impregnan las
nociones acerca de qué es el conocimiento y articulan formas de relación entte el
saber y el poder, sustentadas en la fortaleza alcanzada por la actual tecnociencia, como
ideología de las potencias capitalistas y las corporaciones económico-financieras que
dominan la escena mundial."
La confluencia entre esa impronta del cálculo y la cuantificación, con disciplinas
científicas divididas entre sí en compartimientos estancos, permiten al pensamiento
racio- ialista y digital reproducir y potenciar la idea de la civilización occidental como
la única genuina y superior. El abordaje parcializado, cuantitativo y tecnocrático de la
realidad histó- rico-social y físico-natural, se cristaliza en una perspectiva absolutizante
que intenta pre- sentarse como el exclusivo y excluyente saber verdadero. Esta noción
del conocimiento otorga en los hechos una legitimidad natural e incuestionable a las
estructuras de poder hegemónicas, en tanto lo existente sería lo único posible. Con su l6gica
formalizada, la razón instrumental descalifica toda otra manera de pensar, los valores
que sustentan una ética solidaria, los sentimientos humanitarios o el tratamiento de los
problemas desde una pers- pectiva integral, considerando las complejas relaciones entre
las distintas parcialidades de las ciencias, que es la base de todo pensamiento crítico.
En las guerras se calculan las pérdidas humanas cu términos matemáticos, del
mismo modo que matemática y estadísticamente —con los duros números de la razón—
se jerarquiza la importancia de redu- cir los costos productivos o los gastos estatales, sin
evaluar las consecuencias de estas decisiones en la vida de millones o miles de millones
de seres humanos; porque se trataría simplemente de un costo social abstracto, del
costo necesario del progreso.
Las corporaciones vinculadas con la producción de alta tecnología (high-Hech) que
controlan oligopólicamente estas formas del conocimiento —junto a las universidades,
ins- titutos de investigación y comunidades científicas de los cuales se proveen—
impulsan un desarrollo en ciencia y técnicas de avanzada considerando que sus
potencialidades son sicmpre positivas, totalmente neutras con referencia a los valores y
que están exentas de cualquier responsabilidad ante las consecuencias sociales o
ecológicas de su aplicación. Pero a pesar del poderío alcanzado, encuentran serias
dificultades para controlar los impac- tos altamente perniciosos producidos por sus
orientaciones, que comienzan a afectarlos también a ellos. El recalentamiento del planeta
o el agujero de ozono amenazan al hemisferio

' SCHMUCLER, Héctor “Ideología y optimismo ideológico”, en Redes, año 11, núm. 5,
UNQ, Bernal, diciembre 1995; WEBER, Max ñco»oinía} Sociednd,- Esboz.o de Sociología COm
rdJ16/- va, Fondo de Cultura Económica, México, 1964; CASTORIA DIS, Cornelius El mundo
— 221

fragmen- tado, Caronte Ensayos, Editorial Altamira, Montevidco, 1989; CHOMSKY, Noam
Política v c'u@re..., cit.

— 222

profiirłoiia 7 - 2003

IÑortc; el peligr‹i de deshielo de los casquetes polares y otros fenómenos climáticos


mues- tran graves alteraciones en toda la Tierra; la desapai'ición de numerosas especies
animales y vegetales; la deserti(icación de extensos territorios; los peligros de las
armas bacteriológicas; dan cuenta del potencial destructivo de ciertas variantes de la
tecnociencia moderna, sin dejar incólumes a quienes detentan ese poderío: las
secuelas del A gerite Nni-aiija o de la radiación emanada por la cobertura de misiles en
las guerras de Viemam y del Golfo, alcanzaron a militares norteamericanos y
europeos. Por lo demfis, constituye una trampa considerar cjue esos centros
promotores de la tecnociencia son entes etéreos, sin noinbres y apellidos: al margen de
sus contradicciones internas o de su competencia oligopółica, es posible designar
esos nombres, esas megaempresas y esos poderosos sectores i'°*" co-mi[itaies, que
ocultan su responsabilidad invocando a los mercados, la 8!•!›alizncióii o la ciencia. Y
mientras ìa tecnociencia así concebida constituye un fenó- meno novedoso por su
magnitud, aparece al mismo tiempo como culminación de la sober- bia de Occidente.'°
En la perspective de Amćrica Latina, se requiere una mirada dura sobre las
grandes corrientes del pensamiento oceidental que inundan nuestras escuelas y
universidades, resaltando aquellos aspectos donde se tevela una reiterada divisidn del
mundo entre seres realmente humanos y otros menos que humanos. Sólo esa actitud
habrfi de permitirnos incorporar creativamente los indudables aportes occidentalcs,
sin absorber con ellos las facetas que fundamentan la inferioridad de amplias capas
sociales latinoamericanas o la iniposibilidad de gestar un pensamiento autónomo en
este continente. Una actitud que obliga a analizar los temas desde una visión
comprensiva, incluyendo sistemátieamente la pregunta acerca del alcance del concepto
de lo humano. Diversos autores señalan el carác- ter simbólico de Auschwitz e
Hiroshima como el verdadero rostro del pensamiento tecnocrźtico y de la potencia
destructora de una determinada orientaciòn de la ciencia. Sin embargo, ese rostro no
hizo sino mostrar en el seno del mundo central —en Alemania y en Japón— los
horrores y aberracîones del pensamiento y la acción de las metrópolis en las regiones
de Asia, África y América Latina, que ptecedieron durante más de cuatro siglos a esos
dos episodios y continuaron varias décadas después de ellos. Los valores implícitos en
la tecnociencia tienen una estirpe que se remonta a esa Grecia del siglo VI aC, como lagar de
nacimiento del concepto de democracia y de la filosofía occidental, pero en convivencia
con la esclavitud. Una idea de democracia y una filosofía capaces de coexistir con las
präcticas del infanticidio de los hijos de esclavos, en tanto ìos cálculos —siempre ìos
fríos cãIculos— indicaban la indudable conveniencia de proveerse de esclavos ya
creeidos, en vez de invertir durante unos diez anos en la alimentación de esos niños,
hasta que estuvie- ran en condiciones de trabajar: era preferible matarlos. Esta división
entre seres humanos y

'• SCHMUCLER, Hćctor “ldeołogía y optimismo...”, cit.; MARI, Enrique Elementos de


Epistemo- logía..., cit.; PIAGET, Jean y GARCIA, Rolando Psícogénesis..., cit.; WEBER, Max
Economía y Sociedad,.., cit; CASTORIADIS, Cornelius El mundo..., cit.

-22ł -
AcciR AscuuEDO “Universidad y conocimiento...”

otros menos que humanos —Aristoteles atii maba que la esencia de los hombres libres era
diferente a la de los esclavos y bárbaros— iba a recorrer como un hilo de Atiadna el
pensa- miento filosófico y científico dominante en Occidente, siendo un categórico
fundamento de sus estrategias de poder."
Las graves consecuencias generadas por la combinación de las estrategias
neoliberales y el despliegue tecnocientífico han profundizado nua crisis civilizatoria. Esta
crisis obliga a cuestionar hasta sus raíces al pensamiento occidental y también al concepto
de cicncia que naciera en el siglo XVII, imbricado con la construcción de un poder
expansivo, cuyo motor fundamental fueron las ambiciones de dominio y acumulación de
riquezas, como expl ícita- mente lo formulada por entonces Francis Bacon. La convicción
profunda acerca de la propia superioridad y el desprecio hacia los pueblos expoliados,
permitiõ reforzat un espíritu laico de cruzada en reemplazo del espíritu religioso de los
tiempos de la expansión hispano- portuguesa. Se trata entonces de formular una crítica
radical a la cultura de Occidente que dominara en América Latina durante los últimos
cinco siglos. Una crítica que reivindica sus facetas positivas, pero impiigna esos otros
aspectos también constitutivos que acompaiia- rOI1 SU extendidn fi Milícia, comO base para
definir nuevas formas solidarias y mutuamente enriquecedoras de relación entre los
pueblos del mundo. Y si las visiones dominantes desprecian como un accidente de la
historia las ideas y los valores que acompaiiaTan el movimiento de emancipación del
Tercer Mundo y la contracultura de las movilizaciones estudiantiles y pacifistas o la
reivindicación de los derechos civiles en el corazón de las potencias occidentales, baste
recordar que también la Santa Alianza consideró como un accidente de la historia a los
valores de libertad, igualdad y democracia o a las ideas de la Revolución Francesa."

V- Conocimiento científico y patrimonios culturales en América Latina


Confrontación entre concepciones del mundo, que marcan los límites de una prolon-
gada hegemonía y los inicios de una etapa de cambios epocales. Junto a su nuevo papel
histórico, en los territorios latinoamericanos, asiáticos y africanos, renacen conocimientos
seculares e incluso portadores de una sabiduría a veces supcrior a la de los
institucionalizados

' ROIG, Arturo Andrés Teoria y Crítica. cit.; kIEGEL, Georg W.F. Ixceiones sobre In Filosofia de
la Híz'toria Uni verbal, Alianza, Madrid, 1975; ARISTOTELES Política, Ediciones
Orbis, Hyspamérica, Madrid, 1985; DURANT, Will Lu vida en Grecia, FÕitorial Sudamericana,
Buenos Aires. 1952; JAEC£R, Werner Paideia: los ideales de la culi ura gi-iega, Fondo de Cultura
Econó- mica, México, 1962; SCHMUC LER, Héctor “Ideología y. ”, cit.
' ' RIBEIR O, Darcy Las Américas y la civilización...,cit.; RIBEIRO, Darcy El proceso civili‹-utorio. ,
cit.; COLOMBRES, Adolfo (comp.) do cultura popular, Editorial Premiã/La red de Jonás, Pue-
bla, 1987; ANSALDI, Waldo “La nostalgia de la beata por la virginidad no perdida: a propósito del
quinto centenario de un (des) encuentro”, en Dcivid Go/i«ffi, ato XVIII, núm. 54, CL \
CSO, Buenos Aires, febrero 1989; ARGUMEDO, Alcira Los silencios. , cit.
—222 —
gzofiictorio 7 - 2003

en distintos períodos. Porquc no se trata sólo de saberes präcticos diseminados en el


sentido ccmún de las mayorías sociales; integran además elaboraciones refinadas, reflexio-
ries con raíces profundas que permanecieron clandestinas, conservando, sin embargo,
una gran vitalidad: es lo que explica su presencia inesperada para quienes, desde hacía
varios siglos, los consideraban bastardos. En América Latina los imaginarios y las
narrativas sociales se encuentran profundamente desgarrados, debido a las formas de
constitucidn de estas sociedades desde el trauma de la conquista y la colonización. Los
grupos opresores lograron subordinar a los pueblos originarios, a quienes se sumarían
poco después escla- vos africanos y sticesivas oleadas de poblaciön europea,
ø•enerando un fenómeno de mestizajes y conflictos, sincretismos e intercambios
culturales, quc se fueron procesando en el transcurso de los quinientos anos
subsiguientes. Y a pesar de los gerocidios y ia destrucción de las civilizaciones
originarias; de la devastación 5e las culturas eruditas preeolonibinas, por la eliminación
material de sus patrimonios y ła muerte o el sometimiento de quienes portaban Jos
conocimientos más refinados, esas “otras ideas” de los dominados lograron subsistir.
Transmitidas en relatos orales y más tarde en ensayos y en propuestas polítieas, en la
literatura, en expresiones artístieas o artesanales, gestaron nuevas síntesis con los
aportes europeos y de las culturas africanas. En este proceso se van conformando dos
grandes patrones socio-culturales que —por encima de las particularidades y rasgos
propios en las distintas regiones— dan cuenta de ła existencia de saberes y vîsiones
del mundo elaramente diferenciados y opiiestos entre sí. Tales diferencias otorgan una
especial complejidad a las relaciones entre la perspective y los saberes de las clases
domiriantes — siønadas por una fuerte marca occidentai— y las “otras ideas” que se
fueron desplegando a ìo largo de la historia, dando origen a una particular matriz de
pensamiento de corte popular. En otros trabajos hemos señalado que la existencia de
estos dos pattones socioculturales fundamentales de ninguna manera supone
concebirlos como bloques compactos, homogé- neos, cerrados sobre sí mismos, sin
matices o influencias. No obstante, es posible detectar entre ellos fuertes contrastes
alrededor de valores fundantes, ideas acerca de lo humano y de la naturaleza,
interpretaciones de la historia y disüntas formas del conocimiento, unidos a una
pluralidad de significaciones sobre el quehacer social."
En el devenir de los procesos históricos se han ptoducido en cada uno y en su
mutua relación, diversas fusiones, permutas y resignificaciones. Sin embargo, resalta la
fortałeza y el carácter longevo de los lineamientos troncales, que signan sus rasgos măs
profundos a lo largo de siglos. Más allá de la heterogeneidad que las caracteriza y de los
distintos vínculos

' ARGUMEDO, Alcira Los silencios..., cit.; ARGUMEDO, Alcira El Tercer Mundo. .., cit.;
RIBEIRO, Darcy Ans Américas y la civilizarión..., cit.; TODOROV, Tzvetan conquista
de América: el problema del otro, Siglo XXI, México, 1971; GERB ł, Antonello dispute del
nu‹•vo mi‹nde- historia de unu polémica (1750-1900), Fondo de Culture Económica, México,
1982; DE LA FLOR, Arrõspide et at. Perl. identidad nacional, Ceded, Díma, 1979; MORSE,
—223
-
Richard El espejo de Próspero.‘ un estudio de la dinléctica del Nuevo Mundo, Siglo XXI,
México, 1982; ARNAULT, Jacques Historia Ref Coloniafisnio..., cit.

—224
-
Accinz A«cu woo “Universidad y conocimiento..,”

o inter cambios que se irían produciendo desde la conquista hasta la actualidad. ent te las
'eitientes populares es posible percibir‘ elementos comunes referidos a valores i aspiracio-
nes antagónicos con las tradiciones de las clases opresoras y las políticas neocoloniales.
El propio Samuel Huntington —un intelectual orgánico de derecha en Estados Unidos—
percibe que los latinoamericanos estan divididos a la hora de identificarse a sí mismos:
unos se consideran integrantes plenos de la civilización occidental; otros se definen como
una civilización aparte y reivindican su autonomía y originalidad. Ese conflicto
necesariamente incide sobre las nociones acerca de lo que es considerado el saber válido y
legítimo; penetra en los contenidos y significados del conocimiento, en sus modos de
concebir el aprendiza- je, la producción y transmisión de los saberes y los fines últimos de
las acciones sociales. lmpregna el conjunto de las ideas, cualquiera sea su grado de
sistematización teórico- conceptual, incluyendo el pensamiento científico y las
características de la ciencia: la defi- nición del objeto de estudio y el análisis
metodológico, las relaciones entre el saber erudito y las manifestaciones culturales, los
vínculos entre las disciplinas o temáticas, los criterios de validación.°°
Al iniciarse el siglo XIX, las vertientes populares de la independencia —lideradas
entre otros por Alexander Petión, Hidalgo y Morelos, Bolívar, Artigas, San Martín—
asiimieron esas ideas y aspiraciones de las masas subordinadas, que hasta entonces se
manifestaron en resistencias ante la brutalidad colonial. Las propuestas surgidas al calor
de las luchas de emancipación, fueron mas radicales que las revoluciones europeas y la
norteamericana hacia la misma época. La interpretación y el alcance de los valores de
libertad, igualdad, soberanía. reivindicación de las identidades culturales, respeto del
carácter humano de todas las etnias y razas, constituyeron lo mús avanzado del
pensamiento democrático y libertario de Occidente. La democracia establecía la
participación política de todos los habi- tantes —siendo la primer región del mundo donde
se decreta la abolición de la esclavitud y la servidumbre indígena, junto a su
reconocimiento como ciudadanos— y contemplaba ade- más una redistribución de la
riqueza y la propiedad de las tierras, con el fin de garantizar el bienestar básico requerido
para ejercer esa ciudadanía.''
Pensamiento que habría de traducirse en una paideia, en proyectos educacionales
como el de Simón Rodríguez, asimismo uno de 1‹is mas avanzados de Occidente desde
entonces hasta la actualidad, tanto en lo referido a la cobertura de quiénes debían ser
educados, como en el respeto a la pluralidad cul tural y‘en los métodos de enseñanza,

' HUNTING’fON, Samuel El choque de civíli‹-acione.v 5' la reconfiguracié'n del orden mundial,
Editorial Paidós, Buenos Ait0S, 1997; ARGUMEDO, Alcira Los silencios..., cit.
' ' BRI JSCHERA, Oscar Arli8as, Biblioteca de Marcha, Montevideo, 1971; REYES AB ADIE,
Was- hÍPgtOn, BRUSCIiERA, Oscar, MEOLOGNO. Tabaré El ciclo nrligiiista, Impresora
Cordon Editores, Montevideo, 1971; BOLIVAR, Sim6n Escritos políticos, Editorial Porrúa,
México, 1999;
FILIPPO, Alberto £tolíva r y Emoya en las crónica.s, el pensamiento político y la
historiografía, Ediciones de la Presidencia de la República, Caracas, l 98fi: GALASSO,
—225
-
Norberto $eomos libres y lo demás no importa nndu. Vida de San Mnrtín, Editorial Colihue,
Buenos Aires, 2000.

—226
-
orientados a formar hombres libres con mentes creativas y no ciudadanos conformistas
o papa$nyos repetidores. Para consolidar la segunda independencia las armas debían
dejar paso a nuevas palabras e ideas, dado que la lucha se situaba esencialmente en la
cabeza de los hombres y mujeres americanos. Otorga en consecuencia un rol decisivo a
la educación democrática e innovadora, como condición para formar la gente nueva
capaz de crear esa Utopía cuyo lugar era América. Si la primera independencia se había
obtenido mediante la fuerza de las armas, en la segunn:In indepeiu encia la clave sería ra
emoncipcción mental, et poder de las ideas. Con una mirada humanizante y solidaria,
fundamenta el ensayo —que es al mismo tiempo una práctica social y una forma creadora de
elaboración del pensamiento— junto a una filosofía cuya condición esencial es su arrai
go en las realidades históricas específicas. Porque tal vez lo mias contundente de la
idea del conocimiento en Simón Rodríguez, es el jerarqtiizar la autonomía del pensamiento
latinoamericano, que debe desple- gar un seber de invención, rechazando todo intento de
imponer modelos transplantados: es preciso elaborar un conocimiento y un diseño del
futuro concebidos desde la originalidad de América Latina. Como afirma en SocieJades
Americnnns: “La América española es origi- nal, originales han de ser sus instituciones y
su gobierno y ori ginales los medios de fundar uno y otro: o inventamos o erramos...””
Considera entonces que “la sabidinía de Europa y la prosperidad de los Estados
fluidos son dos enemigos ¡Para la Iibertad de pensar ble América”, en la medida en que
se promueva una imposición acrítica de sus modelos de construcción social, de sus
valores y con(icimientos. Esto no imprima repudiar elementos provenientes de oti'as
regiones —inclu- yendo Europa y los Estados Unidos— pero se deberán incl uir solamente
aquellos que signi- fiquen tin enriquecimiento para la constriicción de sociedades
autónomas; porque lo funda- mental es la capacidad de invención. Una originalidad crue
se funda en el hecho histórico de ser originales. En tal sentido, lo único que debía
imitarse de los occidentales era la origina- lidad con que habían diseñado sus
instituciones a partir de sus experiencias históricas, de sus manifestaciones culturales,
sus conocimientos, sus creencias, la particularidad de sus territorios y los caracteres de
su población. Simón Rodríguez que manejaba con eriidicíón el pensamiento de
Occidente, que viviera mas de veinte anos en Furopa, recorriéndola a pie desde España
hasta Rusia, que conocía sus entrañas y sus disímiles rostros— sostenía una posición
severa hacia las realidades sociales de esas naciones y no las consideraba un modelo
a seguir. Poco podía aportar a la utopía americana una Europa donde, detrfis del brillo
del arte y la producción intelectual, se ociiltaban la ignorancia, la miseria, el prejuicio y la
explotación, que transforinaban al viejo continente en “una bella caricatura social”. Y
menos aún debía imitarse a los Estados Unidos, esa nación que con una mano levanta
las banderas de la libertad y con la otra el gan-ote para someter a los negros esclavos y
en la cual la prosperidad esconde la pobreza de sus relaciones humanas. Por lo demás,
nacio-

° z RODRIGUEZ, Simón Sociedades Ame ricanas en 182$ í Cómo srrári y cómo yodrán ser en los
—22? —
siglos venitleros), OKras Completar. Universidad Simf›n Rodríguex. Caracas, 1975.

—22? —
ALCiRA ARGtJ seno “U niversidad y conocímicnio...”

nes que bajo el velo de la civi lización, pretendían encubrir sus ambiciones de poder y
su arrogancia imperial."'
Derrotados por las oligarquías locales en connivencia con las metrópolis emergentes
de ese período, las propuestas populares mantendrían sin embargo su vigencia; y desde
entonces se reitera un conflicto no resuelto entre dos proyectos históricos para la
construe- cié›n de estas sociedades. En diversos aspectos —y más allfi de las diferencias
técnicas entre las carretas o la iluminación con velas frente a los sistemas flexibles de
producción, las computadoras y las redes Internet— la problemática del diseño de las
sociedades latinoame- ricanas frente a una nueva etapa de la historia, presenta en la
actualidad grandes similitudes con los debates iniciados luego de alcanzada la
independencia. Debate político y cultural en el cual se enfrentan intereses sociales,
valores, posiciones ante los derechos humanos y ciudadanos, que se engarzan con los
criterios acerca del concepto de conocimiento social- mente útil y la relación entre los
distintos saberes. Si un rasgo fundamental de los proyectos populares serfi el planteo de la
democratización del conocimiento como aspecto inseparable de los procesos de
democratización de las sociedades, los caracteres intrínsecos del nuevo recurso
estratégico y de los esquemas productivos y de administración económica y social
basados en las tecnologías de punta, favorecen técnica y estructuralmente estos
procesos de democratizacidn. Transformando en anacrónicos e inviables los modelos
neoliberales de polarización social, alta concentración de la riqueza y crecimiento
incontenible de la des- ocupación, la precarización del trabajo, la pobreza y la
marginación. Permiten, en conse- cuencia, motorizar la recuperación de las economías
del continente medíante procesos de reivindicación social, equivalentes a lo que fueran
la abolición de la esclavitud y la servi- dumbre indígena.2*
En este marco, las universidades y los sistemas de ciencia y tecnología cobran un
rol decisivo, dado que en América Latina constituyen los únicos espacios donde se
concentra la masa crítica del iecutso conocimiento en sus formas científicas, técnicas,
humanísticas y culturales más elaboradas. Cuentan ademfis con la ventaja de una
disiribuci6n regional que facilita la elaboración de alternativas transdisciplinarias de
recuperación económica y so- cial, en una tarea común con las poblaciones de sus
respectivos lugares: la creación de empresas sociales de alta calidad, vertebrando
diversos saberes en un pensamiento colec- tivo aplicado en la producción y en otras
áreas del quehacer social, permite incorporar las

'’ RODRIGUEZ, Simõn Luces y virtudes. Obras completas..., cit.; RODRIGUEZ, Simõn Crítica
de las providenciar del gobtendo. Obras Completas..., cit.; RODRIGUEZ, Simón
Socie.dades Americanas..., cit.-, ROIG, Arturo Andrés Educar ión para la iniegraci'on y utopia
eti el pensa- miento de Siii-ión Rodriguez, Quito, 1984; PRIETO CASTILLO, Daniel Utopia y
comunicación en Simón Rodrígvez, Editorial Belén, Quito, 1987; GRASES, Pedro fis escritos de
Simdn Rodrí8uhh,
Ediciones de la Sociedad Bolivariana de Venezuela, Caracas, 1953; ROIG, Arturo Andrés Teoría
y crítico..., cit.; ARGUMEDO, Alcira Es silenrios..., cit.
’‘ ARGUMEDO, AJcÍra Es silencios..., cit.; ARGUMEDO, Alcira “El imperio del
conocimien- to...”, cit.
piofiiztorio 7 - 2003

tecnologías de avanzada mediante una distribución de los benefícios, donde se combinar


maiores ingresos y menor jornada laboral para sus integrantcs. A ello se suma la agilidad de
las universidades para articularse a nivel nacional y latinoamericano, estableciendo conve-
nios de cooperación e intercambio de estudios y experiencias. Por lo demás, si bien ningano
de nuestros países detenta los recursos materiales y humanos suficientes para afrontar
la investigación, desarrollo y producción de diferentes áreas de ciencia y tecnologías
de punta, el conjunto de las universidades e instituciones científico-técnicas de América
Lati- na sí cuenta con esos recursos. Líneas de desarrollo científico y tecnoldgico de
avanzada, capaces de reemplazar los fines que guían a la actual ternociencia por el objetivo
de revertir los descomunales niveles de exclusión y miseria de las mayorías sociales y
consolidar modelos socioeconõmicos, culturales y ecológicos viables para nuestras
naeiones, basa- dos en una ética solidaria. Es preciso entonces pensar y debatir acerca de
los vínculos, las formas de articulación entre distintos saberes y las modalidades de
acción de estos cen- tros nodales de producciõn de conocimiento, con los procesos de
reconstrucción econó- mica, política, social y cultural de cada sociedad, en la
perspectiva de ana integración continental. Condición indispensable para que todas
y cada una de estas naciones pue- dan garantizar su porvenir.2’
En función de estos objetivos, es necesario impulsar un cambio profundo en
los lineamientos de la formaciõn profesional, científica y técnica, dado que la
taylorización de los conocimientos y las rígidas fronteras disciplinarias, derivadas de la
creciente especiaIi- zación de las universidades, tienden hacia una obsolescencia similar
a la de los obreros de la cinta de montaje de la Revolución Industrial. El nuevo tipo de
conocimiento científico y de preparación universitaria demanda mentalidades capaces de
interrelacionardiferentes saberes de las ciencias duras, de las ciencias sociales y de cada
una de ellas entre sí— y elaborar un pensamiento crítico y riguroso, como modo de
enriquecer y potencial los saberes específi- cos. Un tipo distinto de especialización donde
se reemplaza el saber del ezper/o -con una mirada restringida y en profundidad— por
abordajes integradores, que incluyen los proble- mas en el contexto de sus diversas
relaciones, para recién entonces profundizar en las temáticas particulares. Un
conocimiento susceptible de evolucionar en espiral, donde las parücularidades
enriquecen los enfoques comprensivos y éstos, a su vez, brindan los ele- mentos para un
análisis más ajustado del tema en estudio. El monto de información y saberes
necesarios para formar mentes transdisciplinarias obliga a Ia constitución de equi- pos de
estudio e investigación que, a partir del pensamiento colectivo y la articulación de
conocimientos entre diferentes disciplinas, permitan una novedosa formación de
especia- listas: la hiperespecialización impulsada por los modelos neoliberales de
universidad y las presiones acadêmicas, se contraponen con las exigencias del nuevo tipo
de conocimiento complejo y relacional, similar al planteado por Simón Rodriguez en el
siglo XIX.

' * ARGUMED O, Alcira t/n horizonte..., cit.; A RGUMEDO, Alcira f.os silencios. „, cit.;
—227 —
ARGUMEDO, Alcira “El imperio del conocimiento...”, cit.

—227 —
Aucma AeoUucno “Universidad y conocimiento...”

La redefinición de las universidades y los sistemas de ciencia y técnica


permitirían tomar decisiones autónomas en lo referido a la investigación, incorporación,
procesamiento y producción de ciencia, tecnologías, información y despliegue de la
capacidad innovativa, a fin de orientar los procesos de reconversión tecnológica y la
reorganización de distintos aspectos de la dinámica política, económica, social y
cultural. Porque ante el siglo XXI se abren dos caminos para afrontar el problema del
conocimiento como recurso eseatégico: por una parte, el aparentemente poderoso e
inmanejable dominio de la tecnociencia, que responde a una estructura concentrada de
poder y, con el objetivo de conservar su hegemo- nía, necesita disciplinar el pensamiento,
segmentarlo o tecnificarlo en términos digitales y estériles. Por otro, un conocimiento
analógico, complejo y creativo, que impugna intrínseca- mente esa concentración del poder,
porque para desarrollarse demanda relaciones horizon- tales y democráticas, la
construcción de redes y equipos de trabajo basados en Ía solidari- dad y la cooperación.
Un nuevo tipo de conocimiento cuyos requisitos tienden a anular las posibilidades de
fragmentar los saberes, como base para la jerarquización de las sociedades y esa
concentración del poder, que se están tornando disfuncionales frente a los impactos y
requisitos de la Revolución de la Inteligencia."
Desde esta perspectiva vuelve a plantearse la problemática cultural, dado que la
pugna entre imaginarios sociales y el vigor conser vado por los patrimonios subalternos,
imponen un límite a los intentos de afianzar las ideas dominantes y sus puntos de vista:
la cultura por excelencia, el conocimiento vélido, lu ciencia, lo verdad, fa civilización,
con el consiguiente desprecio hacia las mayorías sociales de América Latina. Y como la
razón es patrimonio exclusivo de los seres humanos, el paso siguiente es descalificar
cualquier inten- to de reivindicar saberes, tradiciones culturales o cosmovisiones propias
y diferenciadas de esas mayorías sociales. La convicción de que existe una cultura
universal refuerza la divi- sión del mundo entre quienes tienen el don del
pensamiento o la razón y aquellos que solamente pueden aspirar a salir de su barbai ie
incorporando las contribuciones de la inte- ligencia que provienen del Norte, junto a la
subordinación ante su incuestionada superiori- dad. Lo cual implica aceptar también una
genética incapacidad para generar ideas y conoci- mientos autónomos. En contrapartida,
las tradiciones populares plantean una resistencia que ha impedido la consolidación
definitiva de los grupos hegemónicos; y demasiadas veces los llevaron a utilizar la
coacción abierta y la represión. De allí la necesidad de abordar la problemática del
conocimiento, de la educación y del papel de las universidades como espacios de
conflicto, donde adquieren un papel decisivo las narrativas en debate que

z
PRELOOKER, Mauricio do econem*a del desastre..., cit.; SAKAIYA, Taichi historia del r
tu- ro..., cit.; MORIN, Edgar “Complexidade e...”, cit.; WITTGENSTEIN, Ludwig Sobre la
certe- za..., cit.; WITTGENSTEIN, Ludwig 7iivesi*8°•iones filosóficas..., cit.;
PRIGOGINE, llya y STENGERS, IsabeI le Un nueva aliança..., cit.; MATURANA, Humbeno y
VARELA, Francisco El ái-boí..., cit.; GONZALEZ MOENA, Sergio “A complexidade da
política e a política da complexidade”, en DECASTRO, Gustavo et al. Ensaios da
— 228 —
Complexidade..„ cit.; ARGUMEDO, Z lcira “El imperio del conocimiento...”, cit.

— 228 —
piehirtefio 7 - 2003

sustentan las diferentes posíciones, al margen del poder relativo de cada una de ellas
en distintas coyunturas.°’
Es preciso recuperar ese espíritu emancipatorio, para deslegitimar todo intento
de deshumanización de las clases subalternas, enfrentando las facetas perdurables del
pensa- miento de Occidente que adoptaran y aún adoptan los sectores privilegiados y
neocoloniales. Un pensamiento que, bajo distintas expresiones, está presente en las
universidades latinoa- mericanas: espacios clave en la batalla por la segunda
independencia de la que habla Slmón Rodríguez. También José Martí, otro de los
intelectuales y políticos brillantes de las vertien- tes populares, reiteraba a fines del XIX
que la gestación de un pensamiento autónomo y el conocimiento en profundidad de la
historia y la naturaleza particular de estas tierras, adquie- re una importancia sustantiva
para garantizar la independencia, la justicia y la igualdad. Porque el desconocimiento de la
historia latinoamericana que impera en la mayoría de nues- tras universidades —no en
tanto disciplina específica sino como formación básica para todas las disciplinas—
carece de inocencia:
“Trincheras de ideas valen más que trincheras de piedra... ¿Cómo
han de salir de las universidades los gobernantes si no hay
universidad en América donde se enseñe lo rudimentario del arte de
gobierno, que es el análisis de los elementos peculiares de los
pueblos de América?. La
universidad europea ha de ceder a la universidad americana. La historia
de América de los Incas acá, ha de enseñarse al dedillo aunque no
se enseñe la de los arcontes de Grecia. Nuestra Grecia es preferible
a la Grecia qae no es nuestra... la salvación está en crear. 2•
Esto nos obliga a definir un lugar diferente —tanto valorativo como epistemo1ógico—
para desarrollar opciones capaces de revertir las consecuencias generadas por las
políticas neoliberales y el desarrollo de la tecnociencia. La pretensión de continuar
impulsando estra- tegias político-económicas y militares que marginan y clausuran toda
salida a una población considerada inviable, cuya magnitud sigue creciendo a ritmo
acelerado; la decisión de reinstalar la división del mundo entre una minoría civilizada y
miles de millones de nuevos bárbaros, la honda crisis que afecta a la cultura occídental
dominante; los intrínsecos límites estructurales que está encontrando el capitalismo
neoliberal frente a las característi-

°' ROlG, Arturo Andrés Teoría y crítica. , cit.; ROIG, Arturo Andrés Educación para la integra-
ción..., cit,; PUIGGRÓS, Adriana América Latina.’ crisis y prospectivas de la educación,
Rei Argentina /Ideas / Aique Givpo Editor, Buenos Aires, 1989; PRIGOGINE, Ilya afán de las.
,cit.;
ARGUMEDO, Alcira los silencios. , cit.; ARGUMEDO, Alcira “El imperio del conocimien-
to. ”, cit.
z
" MARTÍ, José “Nuestra América”, en latartí y la primera revolución cubana, Centro Editor de
—229 —
América Latina, Buenos Aires, 1971; FREfRE, Paulo et al. Pedagogía, diálogo y conflicto, HÍtO-
rial Cinco, Buenos Aires, 1987; FREIRE, Paulo La naturaleza política de la educación,
Paidós, Barcelona, 1950; RODRÍGUEZ, Simón Extracto suscinto. , cit.

—229 —
ALCIRA AeGUMEDO “Universldad y conocimiento...“

cas de la Revolución Científico-Técnica; dan cuenta de la irracionalidad de las estrategias


de restauración conser vadora, a pesar de su poder concentrado y en apariencia omnipoten-
te. Porque la historia ha mostrado demasiadas veces la desintegración de grandes
poderes concentrados y en apariencia omnipotentes: entre otros, el Imperio Romano en
el siglo V; el Califato de B agdad en el XIII; el Imperio del Gran Mogol en India en el
XVIII; el Imperio Espaiiol en el XIX; oel Imperio Británico, el Imperio Francés y el
Bloque Soviético en el XX. Un contexto ineludible en los debates acerca del concepto de
conocimiento y del papel de las universidades y las mayorías sociales en América Latina,
al cerrarse el ciclo de la Edad Contemporánea.

También podría gustarte