Argumedo - UniversidadYConocimientoEnAmericaLatina-1419434
Argumedo - UniversidadYConocimientoEnAmericaLatina-1419434
I
Introducción
El debate sobre el papel de las Los modelos de universidad —las
uni- versidades de Amériea ca- racterísticas predominantes de la
Latina ante formación académica y profesional, el tipo
-
un nuevo tiempo histórico, requiere enfo- de conoci- miento que se elabora y
ques integrales. Miradas capaces de încor- transmite, los ejes más importantes de
porar los múltiples factores involucrados en investigación y las for- mas esenciales de
la definiciön de sus lineamientos relación con los espacios extra-
institucio- nales y dar respuesta a los retos universitarios— estän estrechamente
impuestos por la Revolución Científico- relacionados con las concepciones que
Técniea, que hace emerged al orientan diferentes modelos de sociedad y
coiiocimiento homo el prin- cipal recurso con las confrontaciones entre proyectos
estratégico para definir el fu- turo de las orgánicos. Si la suerte de las
sociedades. El vértigo de las universidades ha estado siempre
transformaciones en la arena sundial y la vinculada con la dînämi- ca políiica —
dimensión de la crisis que afecta a como hemos podido compro- barlo, a
nuestros países, con rasgos propios en veces dramfiticamente, en la histo- ric
cada uno de ellos, indican la necesidad de argentina— el recurso estratégico del co-
un replanteo profundo en la orientación de nocimiento impone un giro adicional a esa
la actividad universitaria. Es preciso relacidn, en tanto el destino de estas
formulas un diag- nóstico acerca de las tierras depends en gran medida del
principales tendencias del escenario potencial de sus universidades, de la
internacional y establecer los fundamentos capacidad pata ar- ticular los diversos
de los modelos de sociedad a los cuales se conocimientos que en ellas se procesan y
aspira, en un proeeso de inte- gración establecer un intercam- bio con los
latinoamericana autónoma. Penenar hasta saberes dispersos entre las ma- yorías
las raíces de los valores en los cuales se sociales, protagonistas principales en la
basan las distintas opciones; e interro- construcciõn de una nueva alternativa.
game sobre las ideas, los supuestos éticos Sin pretender agotar el cúmulo de
y filosoficos que guían las estrategias polí- condicionantes y problemas que conlleva
ticas, económicas, sociales o culturales y el debate sobre eI porvenir de las
los caminos que han de seguirse para universi- dades, inten tamos formul ar al
refundar países devastados. g unos interrogantes vincclados con el
contexto
II - Algunos rasgos del mundo entre la Segunda Guerra y el fin del siglo XX
Un enfoque de largo plazo, para evaluar en grandes líneas la magnitud de los
cambios ocurridos desde el fin de la II Guerra Mundial, permite afirmar que se ha cerrado
el ciclo de la Edad Contemporánea y estamos ingresando en una nueva edad histórica.
No se trata de un tiempo posterior a —posmoderno, posindustrial, posmarxista— sino de
una mutación; un corte cualitativo cuyas tendencias no estfin aún claramente definidas,
mfis allá de los pre- tendidos triunfos finales o de una supuesta globalización
neoliberal que define el único camino hacia el futuro.
En el contexto de un esquema bipolar del equilibrio de poder mundial —hegemonizado
respectivamente por los Estados Unidos y la Unión Soviética— a partir de los primeros
años de la posguerra emergen nuevos protagonistas, impulsando los procesos de
descoloniza- ción, las luchas de liberación nacional y social y los gobiernos populares
que, con sus características peculiares, con sus aciertos y errores, conmocionan las
regiones de Asia, África y América Latina. Luego de varios siglos de dominios coloniales
o neocoloniales, los pueblos, culturas y naciones integrantes del llamado Tercer Mundo
—que en el transcurso de ese largo período mostraran diversas formas de resistencia—
pasan a tina etapa ofensiva, decididos a alcanzar su soberanía; y promueven valores de una
ética solidaria más abarcadora que aquélla surgida en el Occidente central, con un hito
marcado por la Revolución France- sa. La libertad, la igualdad y la justicia también para
e1l‹is; la dignidad de sus identidades, saberes, creencias y acervos culturales, frente a
quienes histüi icamente los despreciaran desde la dicotomía civilización/barbarie. La
necesidad de implantar un nuevo orden econó- mico internacional para revcrtir las
secuelas de la expoliación ' el drenaje de riquezas en sentido Sur-Norte; el derecho a
hacer oír sus voces, sus propios relatos de la historia y del presente, democratizando los
medios de comunicación e información. Relaciones de coope- ración horizontal entre las
naciones, sin hegemonías ni explotación; reconocimiento del carácter humano de
todas las etnias y pueblos que habitan el planeta, condenando cual- quier tipo de
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discriminación o racisrrio.
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peohiztorio 7 - 2003
Dos tercio° Pie la población del mundo impulsan en esa etapa una decisiva transforma-
cion política, económica, social y cultural. haciendo ingresar sus demandas y
aspiraciones en los organismos internacionales —Naciones Unidas, Unesco, OIT, entre
otros— que a mediados de los años sesenta pasan de 54 a más de l8tl países integrantes.
Un proceso que imptegna también a vastos sectores de las naciones centrales —el
movimiento negro y pacifista en los Estados Unidos, las movilizaciones estudiantiles y
obreros en Europa, la primavera de Praga, las manifest‹aciones culturales ¡uveniles—
nutriendo una contracultura que cuestiona duramente los valores del individualismo, el
consumo ostentoso, la discrimi- nación racial, el eficientismo y el lucro como fines
excluyentes de la actividad social, la legitimidad de los dominios coloniales o la
subordinacion a cualquiera de las dos superpo- tencias. Con diversa intensidad
comienza a escucharse lu visión de los vencidos. Fueron lCls tiempos de la fuerte
presencia intelectual de Jean Paul Sartre con su prólogo a Lot condenados de la
Tierra de Franz Fanon; los tiempos de Herbert Marcuse; los tiempos políticos y
culturales de una juventud dispuesta a cambiar el mundo. Bajo formas abiertas o
subterráneas, la conmoción producida por la presencia de una pluralidad de “otros” actores
de la historia, se vera acompaíiada del resurgimiento de innumerables saberes
sojuzgados. Formas diferentes de mii ar el mundo, de plantear interrogantes, de ampliar los
horizontes del pensamiento, van inundando con mayor o menor fortaleza los más amplios
espacios cultu-
rales del Norte y de las periferias.'
Entre los siglos V y XVI, mientras la mayor parte de Europa estaba sumida en
el oscurantismo y la ignorancia, se desplegaron deslumbrantes civilizaciones en China,
en India, en Indochina, en el mundo islámico, en África negra, en América. Al
finalizar la Segunda Guerra vuelven a ocupar un espacio en el escenario internacional,
del cual habían sido desplazadas durante más de 400 aiios de supremacía de las
potencias de Occidente y mas tarde también del Japón. Menospreciadas por la hegemonía
occidental, de acuerdo con las sucesivas concepciones dominantes en los polos que
detentaron el poder desde el siglo
XVI en adelante, fueron situadas en el campo de la herejía, el salvajismo, el atraso, la barba-
rie, el folklore; y en todos los casos a esas poblaciones se les pegaría el estatuto de
verda- deros seres humanos, compartiendo la suerte del etnocidio y la depredación de sus
patrimo- nios culturales y sti filosofía de vida. Cabe reinarcar que los germanos —alamanes,
francos, anglos, sajones, ostro godos, visigodos, vándalos y otros- fueron las hordas
más devastadoras y las qtie más tiempo tardaron en incorporar elementos de un saber
elaborado,
' FANON, Franz. tus t'ondrnados de ln Zíerm, Fondo de Cultura Económica, Buenos Aires,
1963, Prólogo Jcan Paul Sartre; MARCUSE, Herbert El hombre .nidimensional. Ensayo
sobre la idr.olo$ía de. lu sociedad industrial avanzada, FÓitoria4 Joaquín Moritz, México, 1968;
MARCUSE, IJcibert El fín de la uiopía, Siglo XXI, México, 1969; GARIBAY, Ángel lo visión de
—205
—
los vencidos.- re/acic'nes indígunas dr la conquista, Cimarrón, Buenos Aires, 197 l ; ARNAULT,
Jacques Histo- ria del colonialismo, Editorial Futuro, Buenos Aires, 1960; ARGUMEDO,
Alcira El Tercer Mundo. //isio/ ía, problemas, perspectivas, Centro Editor de A marica Latina,
Coleccion Transfor- maciones, Euenos Aites, 1971,
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Accma A«cumno “Universidad y conocimiento...”
de una reflexión metódica y de eipresiones ai'tísticas de mayor refinamiento, entre las print
eipales oleadas de invasiones producidas en la historia de la humanidad desde el siglo VI
aC. En los diez siglos que separan a la caída de Roma de las primeras manifestaciones del
cuatrocientos —con sus comienzos en eI sigło XIII, cuando franciscanos y dominicos
redes- cubren a los clásicos griegos, introducidos por los musulmanes del Califato de
Córdoba— Europa occidental era un mundo de tinieblas y violencîa. Y sus iniciales
incutsiones fuera de esos territorios anunciaban malos presagios: en el siglo XI, la primera
cruzada degolló a los
60.000 habitantes de Jerusalén wristianos eoptos, musulmanes y judíos— porque no pensa-
ban como ellos; en la cuarta, hacia 1204, incendiaron Constantinopla.
Por el contrario, con la condena que merecen tales procesos, otros invasores —
los islámicos, los mongoles, los incas o aztecas— tendieron a reconocer el valor de las
culturas conquistadas; y en no más de dos generacìones lograron desplegar brillantes
movimientos civilizatorios. A modo de ejemplo, entre los siglos VII y XV los musułmanes
desarrollaron una tiquísima civilización, gracias a que —luego de los primeros años
posterìores a la muerte de Mahoma, signados por el sectarismo y los conflictos
internos, cuando en el 638 se destruye la biblioteca de Alejandría— sus formas de
dominio comenzaron a valorar los saberes de los pueblos sometidos y de aquellos con
los cuales comerciaban. Eso Yes permi- tiõ incorporar aportes hindúes, chinos, griegos,
sirios, persas, egipcios; y ya en los siglos IX, X y XI las universidades mtisulmanas —algunas
de ellas con 10.000 a 15.000 estudiantes— enseñaban matemäticas y cälculos algebraicos,
astronomía, medicine, óptica, filosofía y ottas ciencias. Los mongoles de Gengis Khan
convocaron a maestros chinos para la educa- cićn de sus hijos; y el nieto de ese
guerrero fue Kubilai, el emperador que en el siglo XIII deslumbrara a Marco Polo por su
refinamiento y formación intelectual. Los incas y aztecas asombrarían a los primeros
españoles antes de ser enceguecidos por el oro, que los impulsara hacia la desmicción y el
genocidio. En los siglos XIII a XV, la Universidad de Timbuctu, en eI reino Mandinga de
Mali del África negra, convocaba a los estudiosos del mundo islămico por la inteligencia y
sabìduría de sus doctores; y en el campo de la medicine practicaban cirugía utilizando
anestesia: no es esa la imagen que Occidente nos ha dado de los pueblos negros, a quienes
dorante mäs de tres centurias sometiera a una aberrante esclavitud.'
Al comenzar la década del setenta,1a ofensiva de los pueblos del Tercer Mundo tendră
como respuesta una estrategia de restauración conser vadora encabezada por los Estados
Unidos, que en América Latina se traduce en la implantación de dictaduras militares -
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piohiiteiio ¥ - 2003
sumados a las ya existentes en diversas naciones— con el objetivo de quebrar todo tipo
de resistencia política o social y restablecer sobre otras bases una trágica historia. En el
marco de esa restauración, desde el inicio de los aííos ochenta se despliega la
Revoluciñ*n Cientí- fico-Técnica, que conlleva un potencial cualitativamente superior al
de los recursos tecno- lógicos de la Revolución Industrial y acelera los ritmos
históricos, rompe las dinámicas anteriores y marca el comienzo de una época diferente.
Nueva época donde las transforma- ciones se van entrelazando con líneas de
continuidad de concepciones del mundo, de valores y saberes culturales, de ideas
acerca de la naturaleza y de lo humano, que actúan como un sustrato profundo del cual
se alimenta el conflicto entre los proyectos políticos y los sujetos sociales, para definir
la suerte de las distintas sociedades.°
El proceso de acumulación primitiva del capital en los siglos XVI a XVIII estuvo
impregnado de sangre y lodo, por el saqueo de las riquezas de América, la masacre de
sus poblaciones nativas y la trata de esclavos. Posteriormente, con las características propias
de las distintas etapas históricas, esa línea de continuidad de la supremacía occidental
persistió hasta fechas tan cercanas del siglo XX como las guerras de Indochina y Argelia
en los años cincuenta y sesenta, la guerra de Vietnam finalizada a comienzos de los
setenta, la ola de dictaduras militares hasta los ochenta en América Latina, la Guerra del
Golfo en los noventa o la invasidn a Irak en los primeros años del siglo XXI. Sin duda, no
son estas acciones las que otorgan a Occidente autoridad moral frente a las naciones de
ultramar, para obtener dc ellas un consenso en las aspiraciones de recomponer su
predominio. Una vez más se intentan definir los intereses estadounidenses y europeos
como los de la comunidad mundial, procurando configurar un renovado diseño de centros
y periferias denominado globalización, en el cual nuevamente se pretende ignorar que los
costos y beneficios nunca fueron equitativos para las periferias y los centros. Asimismo,
existen líneas de continuidad en esas antiguas civilizacio- nes y culturas sometidas. La
persistencia de costumbres, tradiciones, creencias, modos de relación de los hombres
entre sí y con su ambiente natural, vestimentas, rituales, saberes — transmitidos entre
generaciones durante cientos de años— permitieron, al finalizar la Segunda Guerra y
nuevamente en los tiempos actuales, un inesperado resurgimiento de aquello que es lo más
esencial y rico de lo humano: la pluralidad de etnias, lenguas, religiones, expresiones
artísticas, cosmovisiones y conocimientos, desdeñados por la pretendida superioridad de la
cultura universal de Occidente y su dilatada tradición depredatoria.‘
ARNAULã‘, Jacques Hisioriu del L!oloniali.s łii‹›..., cit.; ARGUMEDO, Alcira ć'/ Terse/- Finndo...,
cit.; ARGUMEDO, Alcira Los labe rintos... , cit.
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profiiztorio 7 - 2003
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1984.
— 215
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Aucika Axot ‹ciao “Universidad y coiiociniiento...”
y el sal'o cualitativo que significan las tecn‹aio•ías de avanzada en las divei s‹:s áreas requie-
re incorpoi arlas, como en su momento fuera preciso hacerlo con el ferrocarril o la
electrici- dad. Pero ello no implica que exista una sola forma de incorporación y
desarrollo de esas tecnologías y conocimientos. de acuerdo con los dictados de las
metrópolis. Al contrario, la problemática planteada por este recurso estratégico se
engarza con los aspectos político- culturales y da cuenta de las variadas definiciones que
pueden formularse sobre el connci- miento, como expresión de cosmovisiones en pugna
y base para el trazado de los diferentes proyectos. Las connotaciones que conlleva la
definición del conocimiento remite a conflic- tos a lo largo de la historia, en los ceales se
articula con ideas políticas de amplio alcance. 7“ales condicionantes no actúan
simplemente como situaciones que habilitan la emergencia de ciertas preguntas, orientando
la imaginación en esa etapa de análisis l1amad‹i contexto de deJci‹brirnieii:o,- atraviesan
además los fundamentos científicos, el contenido de los con- ceptos, los lineamientos
filosóficos que 1‹is sustentan ' el tratamicnto de las diferentes temáticas. Aquello que
se entiende por conocimiento —j en particular el papel otorgado a las formas más
sistemati zadas en su vinculación con las expresiones del saber social— está lejos de ser
universal mente aceptado.‘
La primacía de determinadas corrientes de pensamiento que aspiran a detectar el
monopolio del sentido y de la verdad en el ámbito de la ciencia, da cuenta de relaciones
de poder social que desbordan el campo específicamente académico y buscan ignorar o
desca- lificar toda una gama de couocimienttis sojuzgados capaces de cuestion+‘las. A su
vez. los saberes en sus diferentes ni veles de sistein ati zac ión actú an sobre sus
propios condicionantes, en tanto constituyen un sustantivo instrumento de poder,
inibricándose en los procesos políticos, sociales y culturales como un aspecto
inescindible del acontecer histórico. En tal sentido, no es posible ignorar que los
cambios generados por esos nuevos protagonistas desde la posguerra, incidieron en el
desarrollo y en las reformulaciones de las disciplinas científicas de Occidente —en las
humanístico-sociales y en las físico-naturales— planteando nuevos abordajes, como las
ideas de caos, complejidad, incertidumbre, irreversibilidad del tiempo en la física,
dinámica de incorporación y procesamiento del saber en las ciencias cognitivas y en la
biolog•ía, junto a los debates que vuelven a plantearsc en las ciencias sociales, Juego de !
a presencia lograda en los años ochenta y noventa por las matrices de la filosofía jurídico-
política liberal, del iieoliberalismoeconómico y de las versio- nes posmodernas,
posmarxistas o modernizantes.'
-217-
pcohizteiio T - 2003
M nueua alianza. Metamos fosis de la ciencia, Alianza Editorial, Buenos Aires, 1991;
PRIGOGINE 11ya y STENGERS, Isabelle Entre el tiempo y la eternidad, Alianza Editorial,
Buenos Aires, 1992; PRIGOGINE, Ilya El fin de las rertidumbres, Editorial Andrés Bello,
Santiago de Chile, 1998; MATURANA, Humberto y VARELA, Francisco El árbol del
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ía, EtlitoriaJ Fundamentos, Madrid, 1975; MORIN, Edgar “Complexidade e...”, cit.
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AcCIRA A RGU zero “Universidad y conocirriiento...”
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¡›‹ a.sratiienlo lntiiioainei‘icuno, Fondo de Cultura Económica, iVíéxico, 1981; MARI, Enrique Ele-
neii/os ‹fe Efiisieiiiología..., cit.; CARUSO, Elisa y LASALA, M alena M necesidad de coiiiyren-
Ver..., es i.
—221 —
OSCURA A RGUMÜOO “Uni versi dad y conocirni exito..."
comunicación de masas, las inovi!inaciones ¡Col íticas, sociales o cultui ales. los
espacios jurídicos y la vida cotidiana.'"
En el juego y la disputa entre estos idearios enfrentados, suelen producirse
permutas e influencias que se van procesando más allá de la fortaleza relativa que cada
una de ellas haya alcanzado en un período determinado. Porque ni las relaciones
entre los saberes institucionalizados y los sojuzgados ni las características intrínsecas
de cada uno de ellos, presentan delimitaciones prístinas o constituyen conpus
homogéneos y cerrados sobre sí mismos. Si bien los saberes doininantcs intentan
acallar a los subordinados, no necesaria- mente desconocen su existencia; y las
estrategias que buscan erradicarlos, muchas veces han adoptadte elementos
provenientes de esos discursos, resignificándolos en el contu•xto de las propias ideas. Así,
es preciso abordar la relación entre los conocimientos sin caer en esquematismos que
anulen la i‘iqueza de las diferentes visiones. La conformación de gran- d•.s matrices de
pensamiento, marcos episiémicos y sustratos culturales. se asientn sobre ciertas
creencias y valores que tienden a permanecer correo fundamentos de larga duración,
estableciendo las líneas de continuidad a través del tiempo. Pero esta permanencia
se conjuga con las constantes refo:mu1aciones que las prácticas y las experiencias de
los sujetos sociales van elaborando en disímiles situaciones y en los modos de relación
con otros sujetos ' cosmovisiones que las influyen, tanto en términos de apropiación
creativa como de negatividad y reafirir ación de las diferencias. Debido a esto, los
vínculos entre el poder y el conocimiento, que en una perspectiva de grandes
tendencias emei-3en clara- mente, muestran una mayor dificultad al ser analizados en
experiencias puntuales o en períodos cortos.
En los albores de una nueva edad histórica, estos factores que impregnan el conoci-
miento adquieren una inédita relevancia ante las potencialidades de la Revolución
Tecnoló gica. El debate sobre las universidades latinoamericanas no puede eludir esta
situación, ignorando los condicionantes involucrados en sus definiciones. Porque la
clausura del ciclo de la Edad Contemporánea impacta a los actuales modelos de
universidad, al convertir en anacrónicos las modalidades de análisis de los problemas, la
formación y los saberes ta yloristas. cuya segmentación se fuera exacerbando a lo
largo del siglo XX. A su vez, el debate se enmarca en una crisis orgtínica de las
políticas de restauración conservadora impuestas en América Latina, cuyas
consecuencias sociales y nacionales están producien- do situaciones catastróficas. En
este marco se van diseñando opciones de carácter civilizatorio, donde las ideas
hegemónicas —con la teenociencia como un sustantii o instru- mento de poder—
enfrentan la creatividad social y cultural de las mayorías sociales del continente, que
pretenden ser protagonistas de su destino.
'' FOUCAULT, Michel Vigilar y cnsri,•nr..., cit.; FOUCAULT, Michel Ãf/cro sica del poder. cit.;
GRAMSCI, \nt0nio Notas sobre Mnquiayelo, sobre T'olítica y sobre el F.stndo Moderno,
Edito- rial Lautaro. Buenos Aires, 1962; CARUSO, Elisa y LASALA, MPena Lu iieresícl‹id
de cor- prender..., cit.; MARI. Enrique Paprirs de. F'ilosofui. , cit.; ARGUMEDO, Alcira fins
sílencios)
las voces. cit.
piehizteiio 7 — 2003
' PRBLOOKER, Mauricio M ecoriomÔ del clesa.sirr..., cit.; ARGUMEDO, Alcira th Horizonte...,
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cit.; ARGUMEDO, Alcira "El imperio del conocimiento...”, cit.
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Ar.QIRs A eco›4LDO “Universidad y conocimiento...”
seres humanos como a los procesos socio económicos. La ctiantiticacion de la vida social
y la conversión de la realidad en una información susceptible de ser procesada,
imponen nuevas formas de deshumanización de lo humano en nombre de la razón y e!
progreso. La razón instrumental de la tccnociencia sólo busca —en términos de Max Weber
— los medios más aptos para lograr determinados fines, sin otorgar relevancia a la
pregunta sobre la legitimidad moral de esos fines. Tales ideas impregnan las
nociones acerca de qué es el conocimiento y articulan formas de relación entte el
saber y el poder, sustentadas en la fortaleza alcanzada por la actual tecnociencia, como
ideología de las potencias capitalistas y las corporaciones económico-financieras que
dominan la escena mundial."
La confluencia entre esa impronta del cálculo y la cuantificación, con disciplinas
científicas divididas entre sí en compartimientos estancos, permiten al pensamiento
racio- ialista y digital reproducir y potenciar la idea de la civilización occidental como
la única genuina y superior. El abordaje parcializado, cuantitativo y tecnocrático de la
realidad histó- rico-social y físico-natural, se cristaliza en una perspectiva absolutizante
que intenta pre- sentarse como el exclusivo y excluyente saber verdadero. Esta noción
del conocimiento otorga en los hechos una legitimidad natural e incuestionable a las
estructuras de poder hegemónicas, en tanto lo existente sería lo único posible. Con su l6gica
formalizada, la razón instrumental descalifica toda otra manera de pensar, los valores
que sustentan una ética solidaria, los sentimientos humanitarios o el tratamiento de los
problemas desde una pers- pectiva integral, considerando las complejas relaciones entre
las distintas parcialidades de las ciencias, que es la base de todo pensamiento crítico.
En las guerras se calculan las pérdidas humanas cu términos matemáticos, del
mismo modo que matemática y estadísticamente —con los duros números de la razón—
se jerarquiza la importancia de redu- cir los costos productivos o los gastos estatales, sin
evaluar las consecuencias de estas decisiones en la vida de millones o miles de millones
de seres humanos; porque se trataría simplemente de un costo social abstracto, del
costo necesario del progreso.
Las corporaciones vinculadas con la producción de alta tecnología (high-Hech) que
controlan oligopólicamente estas formas del conocimiento —junto a las universidades,
ins- titutos de investigación y comunidades científicas de los cuales se proveen—
impulsan un desarrollo en ciencia y técnicas de avanzada considerando que sus
potencialidades son sicmpre positivas, totalmente neutras con referencia a los valores y
que están exentas de cualquier responsabilidad ante las consecuencias sociales o
ecológicas de su aplicación. Pero a pesar del poderío alcanzado, encuentran serias
dificultades para controlar los impac- tos altamente perniciosos producidos por sus
orientaciones, que comienzan a afectarlos también a ellos. El recalentamiento del planeta
o el agujero de ozono amenazan al hemisferio
' SCHMUCLER, Héctor “Ideología y optimismo ideológico”, en Redes, año 11, núm. 5,
UNQ, Bernal, diciembre 1995; WEBER, Max ñco»oinía} Sociednd,- Esboz.o de Sociología COm
rdJ16/- va, Fondo de Cultura Económica, México, 1964; CASTORIA DIS, Cornelius El mundo
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fragmen- tado, Caronte Ensayos, Editorial Altamira, Montevidco, 1989; CHOMSKY, Noam
Política v c'u@re..., cit.
— 222
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profiirłoiia 7 - 2003
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AcciR AscuuEDO “Universidad y conocimiento...”
otros menos que humanos —Aristoteles atii maba que la esencia de los hombres libres era
diferente a la de los esclavos y bárbaros— iba a recorrer como un hilo de Atiadna el
pensa- miento filosófico y científico dominante en Occidente, siendo un categórico
fundamento de sus estrategias de poder."
Las graves consecuencias generadas por la combinación de las estrategias
neoliberales y el despliegue tecnocientífico han profundizado nua crisis civilizatoria. Esta
crisis obliga a cuestionar hasta sus raíces al pensamiento occidental y también al concepto
de cicncia que naciera en el siglo XVII, imbricado con la construcción de un poder
expansivo, cuyo motor fundamental fueron las ambiciones de dominio y acumulación de
riquezas, como expl ícita- mente lo formulada por entonces Francis Bacon. La convicción
profunda acerca de la propia superioridad y el desprecio hacia los pueblos expoliados,
permitiõ reforzat un espíritu laico de cruzada en reemplazo del espíritu religioso de los
tiempos de la expansión hispano- portuguesa. Se trata entonces de formular una crítica
radical a la cultura de Occidente que dominara en América Latina durante los últimos
cinco siglos. Una crítica que reivindica sus facetas positivas, pero impiigna esos otros
aspectos también constitutivos que acompaiia- rOI1 SU extendidn fi Milícia, comO base para
definir nuevas formas solidarias y mutuamente enriquecedoras de relación entre los
pueblos del mundo. Y si las visiones dominantes desprecian como un accidente de la
historia las ideas y los valores que acompaiiaTan el movimiento de emancipación del
Tercer Mundo y la contracultura de las movilizaciones estudiantiles y pacifistas o la
reivindicación de los derechos civiles en el corazón de las potencias occidentales, baste
recordar que también la Santa Alianza consideró como un accidente de la historia a los
valores de libertad, igualdad y democracia o a las ideas de la Revolución Francesa."
' ROIG, Arturo Andrés Teoria y Crítica. cit.; kIEGEL, Georg W.F. Ixceiones sobre In Filosofia de
la Híz'toria Uni verbal, Alianza, Madrid, 1975; ARISTOTELES Política, Ediciones
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gzofiictorio 7 - 2003
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—223
-
Richard El espejo de Próspero.‘ un estudio de la dinléctica del Nuevo Mundo, Siglo XXI,
México, 1982; ARNAULT, Jacques Historia Ref Coloniafisnio..., cit.
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Accinz A«cu woo “Universidad y conocimiento..,”
o inter cambios que se irían produciendo desde la conquista hasta la actualidad. ent te las
'eitientes populares es posible percibir‘ elementos comunes referidos a valores i aspiracio-
nes antagónicos con las tradiciones de las clases opresoras y las políticas neocoloniales.
El propio Samuel Huntington —un intelectual orgánico de derecha en Estados Unidos—
percibe que los latinoamericanos estan divididos a la hora de identificarse a sí mismos:
unos se consideran integrantes plenos de la civilización occidental; otros se definen como
una civilización aparte y reivindican su autonomía y originalidad. Ese conflicto
necesariamente incide sobre las nociones acerca de lo que es considerado el saber válido y
legítimo; penetra en los contenidos y significados del conocimiento, en sus modos de
concebir el aprendiza- je, la producción y transmisión de los saberes y los fines últimos de
las acciones sociales. lmpregna el conjunto de las ideas, cualquiera sea su grado de
sistematización teórico- conceptual, incluyendo el pensamiento científico y las
características de la ciencia: la defi- nición del objeto de estudio y el análisis
metodológico, las relaciones entre el saber erudito y las manifestaciones culturales, los
vínculos entre las disciplinas o temáticas, los criterios de validación.°°
Al iniciarse el siglo XIX, las vertientes populares de la independencia —lideradas
entre otros por Alexander Petión, Hidalgo y Morelos, Bolívar, Artigas, San Martín—
asiimieron esas ideas y aspiraciones de las masas subordinadas, que hasta entonces se
manifestaron en resistencias ante la brutalidad colonial. Las propuestas surgidas al calor
de las luchas de emancipación, fueron mas radicales que las revoluciones europeas y la
norteamericana hacia la misma época. La interpretación y el alcance de los valores de
libertad, igualdad, soberanía. reivindicación de las identidades culturales, respeto del
carácter humano de todas las etnias y razas, constituyeron lo mús avanzado del
pensamiento democrático y libertario de Occidente. La democracia establecía la
participación política de todos los habi- tantes —siendo la primer región del mundo donde
se decreta la abolición de la esclavitud y la servidumbre indígena, junto a su
reconocimiento como ciudadanos— y contemplaba ade- más una redistribución de la
riqueza y la propiedad de las tierras, con el fin de garantizar el bienestar básico requerido
para ejercer esa ciudadanía.''
Pensamiento que habría de traducirse en una paideia, en proyectos educacionales
como el de Simón Rodríguez, asimismo uno de 1‹is mas avanzados de Occidente desde
entonces hasta la actualidad, tanto en lo referido a la cobertura de quiénes debían ser
educados, como en el respeto a la pluralidad cul tural y‘en los métodos de enseñanza,
' HUNTING’fON, Samuel El choque de civíli‹-acione.v 5' la reconfiguracié'n del orden mundial,
Editorial Paidós, Buenos Ait0S, 1997; ARGUMEDO, Alcira Los silencios..., cit.
' ' BRI JSCHERA, Oscar Arli8as, Biblioteca de Marcha, Montevideo, 1971; REYES AB ADIE,
Was- hÍPgtOn, BRUSCIiERA, Oscar, MEOLOGNO. Tabaré El ciclo nrligiiista, Impresora
Cordon Editores, Montevideo, 1971; BOLIVAR, Sim6n Escritos políticos, Editorial Porrúa,
México, 1999;
FILIPPO, Alberto £tolíva r y Emoya en las crónica.s, el pensamiento político y la
historiografía, Ediciones de la Presidencia de la República, Caracas, l 98fi: GALASSO,
—225
-
Norberto $eomos libres y lo demás no importa nndu. Vida de San Mnrtín, Editorial Colihue,
Buenos Aires, 2000.
—226
-
orientados a formar hombres libres con mentes creativas y no ciudadanos conformistas
o papa$nyos repetidores. Para consolidar la segunda independencia las armas debían
dejar paso a nuevas palabras e ideas, dado que la lucha se situaba esencialmente en la
cabeza de los hombres y mujeres americanos. Otorga en consecuencia un rol decisivo a
la educación democrática e innovadora, como condición para formar la gente nueva
capaz de crear esa Utopía cuyo lugar era América. Si la primera independencia se había
obtenido mediante la fuerza de las armas, en la segunn:In indepeiu encia la clave sería ra
emoncipcción mental, et poder de las ideas. Con una mirada humanizante y solidaria,
fundamenta el ensayo —que es al mismo tiempo una práctica social y una forma creadora de
elaboración del pensamiento— junto a una filosofía cuya condición esencial es su arrai
go en las realidades históricas específicas. Porque tal vez lo mias contundente de la
idea del conocimiento en Simón Rodríguez, es el jerarqtiizar la autonomía del pensamiento
latinoamericano, que debe desple- gar un seber de invención, rechazando todo intento de
imponer modelos transplantados: es preciso elaborar un conocimiento y un diseño del
futuro concebidos desde la originalidad de América Latina. Como afirma en SocieJades
Americnnns: “La América española es origi- nal, originales han de ser sus instituciones y
su gobierno y ori ginales los medios de fundar uno y otro: o inventamos o erramos...””
Considera entonces que “la sabidinía de Europa y la prosperidad de los Estados
fluidos son dos enemigos ¡Para la Iibertad de pensar ble América”, en la medida en que
se promueva una imposición acrítica de sus modelos de construcción social, de sus
valores y con(icimientos. Esto no imprima repudiar elementos provenientes de oti'as
regiones —inclu- yendo Europa y los Estados Unidos— pero se deberán incl uir solamente
aquellos que signi- fiquen tin enriquecimiento para la constriicción de sociedades
autónomas; porque lo funda- mental es la capacidad de invención. Una originalidad crue
se funda en el hecho histórico de ser originales. En tal sentido, lo único que debía
imitarse de los occidentales era la origina- lidad con que habían diseñado sus
instituciones a partir de sus experiencias históricas, de sus manifestaciones culturales,
sus conocimientos, sus creencias, la particularidad de sus territorios y los caracteres de
su población. Simón Rodríguez que manejaba con eriidicíón el pensamiento de
Occidente, que viviera mas de veinte anos en Furopa, recorriéndola a pie desde España
hasta Rusia, que conocía sus entrañas y sus disímiles rostros— sostenía una posición
severa hacia las realidades sociales de esas naciones y no las consideraba un modelo
a seguir. Poco podía aportar a la utopía americana una Europa donde, detrfis del brillo
del arte y la producción intelectual, se ociiltaban la ignorancia, la miseria, el prejuicio y la
explotación, que transforinaban al viejo continente en “una bella caricatura social”. Y
menos aún debía imitarse a los Estados Unidos, esa nación que con una mano levanta
las banderas de la libertad y con la otra el gan-ote para someter a los negros esclavos y
en la cual la prosperidad esconde la pobreza de sus relaciones humanas. Por lo demás,
nacio-
° z RODRIGUEZ, Simón Sociedades Ame ricanas en 182$ í Cómo srrári y cómo yodrán ser en los
—22? —
siglos venitleros), OKras Completar. Universidad Simf›n Rodríguex. Caracas, 1975.
—22? —
ALCiRA ARGtJ seno “U niversidad y conocímicnio...”
nes que bajo el velo de la civi lización, pretendían encubrir sus ambiciones de poder y
su arrogancia imperial."'
Derrotados por las oligarquías locales en connivencia con las metrópolis emergentes
de ese período, las propuestas populares mantendrían sin embargo su vigencia; y desde
entonces se reitera un conflicto no resuelto entre dos proyectos históricos para la
construe- cié›n de estas sociedades. En diversos aspectos —y más allfi de las diferencias
técnicas entre las carretas o la iluminación con velas frente a los sistemas flexibles de
producción, las computadoras y las redes Internet— la problemática del diseño de las
sociedades latinoame- ricanas frente a una nueva etapa de la historia, presenta en la
actualidad grandes similitudes con los debates iniciados luego de alcanzada la
independencia. Debate político y cultural en el cual se enfrentan intereses sociales,
valores, posiciones ante los derechos humanos y ciudadanos, que se engarzan con los
criterios acerca del concepto de conocimiento social- mente útil y la relación entre los
distintos saberes. Si un rasgo fundamental de los proyectos populares serfi el planteo de la
democratización del conocimiento como aspecto inseparable de los procesos de
democratización de las sociedades, los caracteres intrínsecos del nuevo recurso
estratégico y de los esquemas productivos y de administración económica y social
basados en las tecnologías de punta, favorecen técnica y estructuralmente estos
procesos de democratizacidn. Transformando en anacrónicos e inviables los modelos
neoliberales de polarización social, alta concentración de la riqueza y crecimiento
incontenible de la des- ocupación, la precarización del trabajo, la pobreza y la
marginación. Permiten, en conse- cuencia, motorizar la recuperación de las economías
del continente medíante procesos de reivindicación social, equivalentes a lo que fueran
la abolición de la esclavitud y la servi- dumbre indígena.2*
En este marco, las universidades y los sistemas de ciencia y tecnología cobran un
rol decisivo, dado que en América Latina constituyen los únicos espacios donde se
concentra la masa crítica del iecutso conocimiento en sus formas científicas, técnicas,
humanísticas y culturales más elaboradas. Cuentan ademfis con la ventaja de una
disiribuci6n regional que facilita la elaboración de alternativas transdisciplinarias de
recuperación económica y so- cial, en una tarea común con las poblaciones de sus
respectivos lugares: la creación de empresas sociales de alta calidad, vertebrando
diversos saberes en un pensamiento colec- tivo aplicado en la producción y en otras
áreas del quehacer social, permite incorporar las
'’ RODRIGUEZ, Simõn Luces y virtudes. Obras completas..., cit.; RODRIGUEZ, Simõn Crítica
de las providenciar del gobtendo. Obras Completas..., cit.; RODRIGUEZ, Simón
Socie.dades Americanas..., cit.-, ROIG, Arturo Andrés Educar ión para la iniegraci'on y utopia
eti el pensa- miento de Siii-ión Rodriguez, Quito, 1984; PRIETO CASTILLO, Daniel Utopia y
comunicación en Simón Rodrígvez, Editorial Belén, Quito, 1987; GRASES, Pedro fis escritos de
Simdn Rodrí8uhh,
Ediciones de la Sociedad Bolivariana de Venezuela, Caracas, 1953; ROIG, Arturo Andrés Teoría
y crítico..., cit.; ARGUMEDO, Alcira Es silenrios..., cit.
’‘ ARGUMEDO, AJcÍra Es silencios..., cit.; ARGUMEDO, Alcira “El imperio del
conocimien- to...”, cit.
piofiiztorio 7 - 2003
' * ARGUMED O, Alcira t/n horizonte..., cit.; A RGUMEDO, Alcira f.os silencios. „, cit.;
—227 —
ARGUMEDO, Alcira “El imperio del conocimiento...”, cit.
—227 —
Aucma AeoUucno “Universidad y conocimiento...”
z
PRELOOKER, Mauricio do econem*a del desastre..., cit.; SAKAIYA, Taichi historia del r
tu- ro..., cit.; MORIN, Edgar “Complexidade e...”, cit.; WITTGENSTEIN, Ludwig Sobre la
certe- za..., cit.; WITTGENSTEIN, Ludwig 7iivesi*8°•iones filosóficas..., cit.;
PRIGOGINE, llya y STENGERS, IsabeI le Un nueva aliança..., cit.; MATURANA, Humbeno y
VARELA, Francisco El ái-boí..., cit.; GONZALEZ MOENA, Sergio “A complexidade da
política e a política da complexidade”, en DECASTRO, Gustavo et al. Ensaios da
— 228 —
Complexidade..„ cit.; ARGUMEDO, Z lcira “El imperio del conocimiento...”, cit.
— 228 —
piehirtefio 7 - 2003
sustentan las diferentes posíciones, al margen del poder relativo de cada una de ellas
en distintas coyunturas.°’
Es preciso recuperar ese espíritu emancipatorio, para deslegitimar todo intento
de deshumanización de las clases subalternas, enfrentando las facetas perdurables del
pensa- miento de Occidente que adoptaran y aún adoptan los sectores privilegiados y
neocoloniales. Un pensamiento que, bajo distintas expresiones, está presente en las
universidades latinoa- mericanas: espacios clave en la batalla por la segunda
independencia de la que habla Slmón Rodríguez. También José Martí, otro de los
intelectuales y políticos brillantes de las vertien- tes populares, reiteraba a fines del XIX
que la gestación de un pensamiento autónomo y el conocimiento en profundidad de la
historia y la naturaleza particular de estas tierras, adquie- re una importancia sustantiva
para garantizar la independencia, la justicia y la igualdad. Porque el desconocimiento de la
historia latinoamericana que impera en la mayoría de nues- tras universidades —no en
tanto disciplina específica sino como formación básica para todas las disciplinas—
carece de inocencia:
“Trincheras de ideas valen más que trincheras de piedra... ¿Cómo
han de salir de las universidades los gobernantes si no hay
universidad en América donde se enseñe lo rudimentario del arte de
gobierno, que es el análisis de los elementos peculiares de los
pueblos de América?. La
universidad europea ha de ceder a la universidad americana. La historia
de América de los Incas acá, ha de enseñarse al dedillo aunque no
se enseñe la de los arcontes de Grecia. Nuestra Grecia es preferible
a la Grecia qae no es nuestra... la salvación está en crear. 2•
Esto nos obliga a definir un lugar diferente —tanto valorativo como epistemo1ógico—
para desarrollar opciones capaces de revertir las consecuencias generadas por las
políticas neoliberales y el desarrollo de la tecnociencia. La pretensión de continuar
impulsando estra- tegias político-económicas y militares que marginan y clausuran toda
salida a una población considerada inviable, cuya magnitud sigue creciendo a ritmo
acelerado; la decisión de reinstalar la división del mundo entre una minoría civilizada y
miles de millones de nuevos bárbaros, la honda crisis que afecta a la cultura occídental
dominante; los intrínsecos límites estructurales que está encontrando el capitalismo
neoliberal frente a las característi-
°' ROlG, Arturo Andrés Teoría y crítica. , cit.; ROIG, Arturo Andrés Educación para la integra-
ción..., cit,; PUIGGRÓS, Adriana América Latina.’ crisis y prospectivas de la educación,
Rei Argentina /Ideas / Aique Givpo Editor, Buenos Aires, 1989; PRIGOGINE, Ilya afán de las.
,cit.;
ARGUMEDO, Alcira los silencios. , cit.; ARGUMEDO, Alcira “El imperio del conocimien-
to. ”, cit.
z
" MARTÍ, José “Nuestra América”, en latartí y la primera revolución cubana, Centro Editor de
—229 —
América Latina, Buenos Aires, 1971; FREfRE, Paulo et al. Pedagogía, diálogo y conflicto, HÍtO-
rial Cinco, Buenos Aires, 1987; FREIRE, Paulo La naturaleza política de la educación,
Paidós, Barcelona, 1950; RODRÍGUEZ, Simón Extracto suscinto. , cit.
—229 —
ALCIRA AeGUMEDO “Universldad y conocimiento...“