Lecturas críticas
en investigación feminista
Norma Blazquez Graf
Martha Patricia Castañeda Salgado
(coordinadoras)
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Universidad Nacional Autónoma de México
Centro de Investigaciones Interdisciplinarias en Ciencias y Humanidades
Programa de Posgrado en Estudios Latinoamericanos
Red Mexicana de Ciencia, Tecnología y Género
Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología
Primera edición electrónica, 2016
D. R. © Universidad Nacional Autónoma de México
Red Mexicana de Ciencia, Tecnología y Género (CONACyT No. 271862)
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Cuidado de la edición: Isauro Uribe Pineda
Diseño de portada: Diana Flores
Imagen: Retrato de Elena Lucrezia Cornaro Piscopia
(primera universitaria en Padua)
ISBN 978-607-02-8807-4
Se prohíbe la reproducción parcial o total de esta obra,
por cualquier medio, sin autorización previa por escrito
de los titulares de los derechos patrimoniales.
Índice
Introducción. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 11
Norma Blazquez Graf y Martha Patricia Castañeda Salgado
I.
La genealogía como método de investigación feminista. . . . . . . . . 23
Alejandra Restrepo
La pertinencia de devolver(le) el sentido político
a la categoría de género. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 43
Amaranta Cornejo Hernández
Aportes de los estudios feministas al análisis de la interrelación
entre género y edad: claves para abordar la experiencia
juvenil de las mujeres. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 65
Jahel López Guerrero
Claves para una sociología feminista . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 91
Raquel Güereca Torres
Aportaciones del feminismo al derecho. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 125
Cynthia Galicia Mendoza
La condición genérica masculina y el problema
de la constitución del varón como sujeto epistémico
en el feminismo. Reflexiones masculinas desde
la antropología feminista. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 145
Luis Fernando Gutiérrez Domínguez
índice
II.
Poder, cultura y saber. Una pregunta por las intelectuales:
Gabriela Mistral en México 1922-1924. . . . . . . . . . . . . . . . . . . 173
Carla Ulloa Inostroza
Escribir para no ser silenciadas: mujeres, literatura
y epistemología feminista. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 195
Giobanna Buenahora Molina
III.
De los márgenes al centro: mujeres nahuas y escolaridad. . . . . . . . 217
Lourdes Raymundo Sabino
Heteronormatividad y androcentrismo: Ensayo sobre
sus acciones curriculares. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 253
Marcio Caetano y Jimena de Garay Hernández
IV.
Una tesis hablada entre el activismo y la teoría feminista . . . . . . . . 279
Constanza del Rocío Fletscher-Fernández
Aportes desde una perspectiva feminista de género
al vih/sida. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 303
Ana Celia Chapa Romero
V.
Violencia simbólica contra las mujeres: una mirada colectiva . . . . . 325
Eloísa Rivera Ramírez
Pensando en la construcción de archivos feministas
en tiempos de violencia: elementos para el análisis . . . . . . . . . 345
Emanuela Borzacchiello
Que no nos olviden. Investigar desde las mujeres en prisión . . . . . 371
Claudia Salinas Boldo
8
índice
VI.
Culturas periodísticas generizadas: una mirada feminista
sobre el ejercicio periodístico de las mujeres en las
redacciones de deportes. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 393
Claudia Ivette Pedraza Bucio
¿Una mujer entera no necesita media naranja? Investigación
feminista sobre el amor romántico en los medios de
comunicación masiva. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 415
Raquel Ramírez Salgado
VII.
La participación de las mujeres en la cultura Hip Hop
en México. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 439
Nelly Lucero Lara Chávez
Del sujeto “neutral” a la experiencia sexual de mujeres
futboleras que sexúan con mujeres. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 461
Tania Ramírez Rocha
Epílogo. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 473
Lourdes Elena Fernández Rius
9
CLAVES PARA UNA SOCIOLOGÍA FEMINISTA*
Raquel Güereca Torres**
E ste capítulo presenta una síntesis de las aportaciones del femi-
nismo, como fuerza social y como fuerza intelectual, a la socio-
logía. La fuerza social del feminismo se analiza a través de las olas
que han dado forma al corpus teórico sólido que hoy tenemos. La
fuerza intelectual del feminismo se analiza a través de tres momen-
tos: la invisibilización de las pioneras de la sociología por exclusión y
opresión (propia de los orígenes de la sociología), la invisibilización
académica (propia de la primera mitad del siglo XX), y la revolución
feminista de la sociología. Se propone acotar el análisis a partir de
dos conceptos/metáforas quedan cuenta del paso del feminismo por
la sociología y las ciencias sociales: la sociología cíclope y la metodo-
logía de la visibilidad.
Se abreva en el término claves de Marcela Lagarde, quien señala:
Llamo “claves feministas” a los mecanismos o métodos que, a manera
de llaves para abrir puertas o ventanas, cada quien puede utilizar para
elaborar su propia teoría de la autonomía; en el entendido que ésta es
única y tiene que ver con la propia experiencia de vida. (2005: 29-30)
Las claves feministas nos permiten posicionarnos en diversas en-
crucijadas y cruces de caminos, para construir alternativas para andar.
Claves, es parte de la terminología de la teoría feminista, por reconocer
* Este trabajo forma parte de la investigación doctoral en Ciencias Políticas y Sociales fi-
nanciada por Conacyt intitulada “Mujeres, conocimiento y poder: Feminismo(s) en México ante
las Sociedades de la Información y el Conocimiento” (2015)
** Doctora en Ciencias Políticas y Sociales. Profesora-investigadora de la Universidad Autó-
noma Metropolitana, Unidad Lerma, adscrita al Departamento de Procesos Sociales. e.guereca@
correo.ler.uam.mx
91
LECTURAS CRÍTICAS EN INVESTIGACIÓN FEMINISTA
la autoridad epistémica de quienes nutren este paradigma crítico y por
permitir el florecimiento de un itinerario científico en femenino.
Así, las aportaciones de la teoría feminista a las ciencias sociales son
claves para contrastar la forma en que la sociología ha invisibilizado las
aportaciones teóricas de las mujeres, así como su papel y participación
en la construcción de lo social.
Feminismo y Ciencias Sociales
Las Ciencias Sociales están conformadas por un conjunto de discipli-
nas que explican las características, actividades, procesos y relaciones
que se dan en los grupos humanos. Su objeto de estudio es dinámico
y está en movimiento constante. En este sentido, no podemos ignorar
las fuerzas sociales e intelectuales que acuerpan sus epistemologías y
teorías. Surgen en la segunda mitad del siglo XIX aunque ya existían
reflexiones y literatura sobre los asuntos políticos, sociales, económicos
y culturales desde el siglo XVI.
La historia de la sociología posee el impulso de movimientos so-
ciales e intelectuales que acompañan el devenir humano. Al respecto,
George Ritzer (2002) señala que las teorías sociológicas se construyen
en relación con fuerzas sociales y fuerzas intelectuales presentes en la
historia.1 En este sentido, identifica al feminismo como una de las fuerzas
sociales del desarrollo de la teoría sociológica, postura con la que coin-
cido pero sumo al feminismo como una de las fuerzas intelectuales.2 El
que hoy se le considere la mayor revolución intelectual, política y social
es debido a su historia y su presencia en las grandes transformaciones
de la vida en sociedad.
1
Para George Ritzer (2002) las fuerzas sociales son: las revoluciones políticas desenca-
denadas por la revolución francesa, la revolución industrial y el nacimiento del capitalismo, el
nacimiento del socialismo, el feminismo, la urbanización, el cambio religioso y el crecimiento de
la ciencia. Mientras que las fuerzas intelectuales son: la Ilustración, la reacción conservadora a la
Ilustración, el desarrollo de las sociologías en Europa Occidental (sociología francesa, alemana,
británica, italiana), y el marxismo.
2
Anthony Giddens (2002) es otro sociólogo que ubica al género como una categoría
conceptual más de la Teoría Sociológica, tal como las instituciones, los grupos, las relaciones
sociales. Sin embargo, no precisa la fuerza e impulso del feminismo en la incorporación de este
cuerpo teórico.
92
CLAVES PARA UNA SOCIOLOGÍA FEMINISTA
El feminismo es una teoría crítica y, como tal, posee dos dimen-
siones que se acompañan mutuamente y constituyen su relación con las
ciencias sociales:
1º Es un movimiento social y político que acompaña la formación
de las sociedades contemporáneas. Por lo tanto, acompaña la
historia de la constitución de las sociedades.
2º Es un pensamiento crítico que acompaña la historia de la
ciencia, o la historia de las ideas, con aportaciones acerca de la
exclusión de las mujeres. Por tanto, corre junto con la historia
de las ideas y de la ciencia.
El movimiento social feminista ha sido un agente de cambio social
en la vida de las mujeres. En este cambio social, también ha aportado
una vasta producción teórica que explica la desigualdad de las mujeres.
Así, relaciona sus discurso, ideología y cultura con la praxis del cambio
social. En palabras de Mercedes Alcañiz:
Los movimientos sociales, con sus actuaciones, presionan para que nuevos
temas sean introducidos en la agenda política, son, pues, portadores o
transmisores del cambio en curso […] son creadores de conocimiento de
nuevos marcos de interpretación de la realidad […] Desde esta perspec-
tiva, el movimiento social como sujeto o actor, es creador de la realidad
social, no mero espectador o transmisor, sino que crea con cada una de
sus interpretaciones el mundo social. (2011 página 105)
Las mujeres como colectivo han participado en diferentes revueltas
y movimientos sociales. En este sentido conforman movimientos de mujeres,
los cuales se distinguen de los movimientos feministas en que éstos últimos
tienen conciencia sobre la discriminación sexual y organizan acciones,
usan recursos, comparten una ideología o conjunto de valores político-
sociales, con el objetivo de cambiar su condición (Tarrés, María Luisa
1992 y 1997; Mollyneux, Maxine 2003; de Miguel, Ana 2007; Massolo,
Alejandra 1994)3 y que en México generó Coaliciones y un amplio de-
3
Movimiento de mujeres se refiere a las acciones colectivas en las que predominan las mujeres,
pero sus demandas y organización no necesariamente se construyen alrededor de su condición
genérica. En este tipo de movimiento podemos apreciar, como señala Teresita de Barbieri, que los
intereses de clase son inmediatos y prioritarios frente a las demandas de género que se convierten
93
LECTURAS CRÍTICAS EN INVESTIGACIÓN FEMINISTA
bate teórico y político (Sánchez, Alma 2002). La sociedad se ha nutrido
con estas dos formas diferentes de la participación política-social de las
mujeres, que contribuye a la formación de una cultura política4 y es la
fuerza social del feminismo en la sociología.”
Para construir una sociología feminista es preciso abrevar en una
clave: hay un diálogo entre dos líneas paralelas del feminismo, una es su
fuerza política que lo caracteriza como movimiento social reivindicativo
de las mujeres, y otra es su inscripción en la historia de la ciencia y de las
ideas donde se observa su fuerza intelectual a través de las reflexiones
que dan forma a lo que hoy se denomina teoría feminista.
Genealogía de las vindicaciones: el feminismo
como fuerza social
Las aportaciones del feminismo al cambio social lo constituye como
sujeto político “[…] en el sentido activo de hacedor y usuario de la cul-
tura, empeñado en la autodeterminación y la autodefinición, definido
por su conciencia de opresión […] que se dirige a las mujeres como
sujetos sociales.” (Sánchez, Alma 2009: 56) Así, el feminismo como
sujeto político es abarcador, pues pretende desentrañar las opresiones
de las mujeres y propone transformaciones éticas en la vida de todas las
mujeres, no solo de las feministas. Para lograrlo se ha mantenido como
un movimiento contemporáneo a todos los movimientos reivindicativos
de la historia de la modernidad.
El feminismo es un pensamiento universalista: concierne —con sus
respectivos matices— a todas las mujeres de todas las sociedades. Es una
cultura que data de más de dos siglos de creación y que se construye en
una dialéctica internacional y regional, o en términos acordes con el
en objetivos políticos a largo plazo (Sánchez Olvera, 2002). El Movimiento Feminista es aquel que
enarbola demandas de género, que se contrapone al patriarcado como sistema social y cultural
injusto, e intenta establecer relaciones de igualdad con los hombres y la sociedad. Movimiento que
en México se vio fortalecido en la década de 1970 cuando generó coaliciones y amplios debates
teóricos y políticos. La distinción es conceptual, lo que aquí se destaca que las mujeres siempre
han estado presentes en la historia política de las sociedades.
4
De acuerdo con Alejandra Massolo (1994), la cultura política es el conjunto, o síntesis,
de creencias, valores, actitudes, símbolos, normas y prácticas que hacen inteligible determinado
sistema político para la ciudadanía, en relación con y frente al Estado, las instituciones políticas y
las autoridades que ejercen el poder en todos los niveles de gobierno y representación.
94
CLAVES PARA UNA SOCIOLOGÍA FEMINISTA
debate actual, entre lo global y lo local. La cultura feminista en América
Latina se construye con la resistencia de las mujeres a las opresiones
universales a que son sujetas, pero acompañan luchas y tensiones entre
las formas de explotación propias de la región de América Latina y el
Caribe. Las mujeres se movilizan en la región desde dos parangones:
ante las formas de colonialismo y las formas de opresión particularmente
vividas en un cuerpo sexuado.5
El feminismo es resultado de las circunstancias históricas que deri-
van en la afectación a las mujeres por ser mujer en distintos niveles, en
todas las clases sociales y bajo cualquier clasificación. Alejandra Restre-
po (2008) retoma lo planteado por André Michel (1978) quien identifi-
ca 4 prejuicios que oscurecen el análisis feminista: el cronocentrismo,6
el estatocentrismo,7 el androcentrismo8 y el eurocentrismo.9 En este sen-
tido para Alejandra Restrepo (2010) el feminismo en América Latina y
el Caribe es resultado de las circunstancias históricas de la región, de la
movilización de las mujeres en ella, así como de la intersección entre:
Sexo-género-clase-etnia-colonialismo-diversidad sexual. Sirva esta pre-
cisión para posicionar el legado histórico feminista como un cruce entre
lo surgido en la Europa Occidental del siglo XVII al siglo XX, en Estados
Unidos durante los siglos XIX al XX, y en México y América Latina des-
de el siglo XIX.
En el surgimiento de la Modernidad Ilustrada aparecen las prime-
ras feministas que se ubican en el contexto de la Revolución Francesa y el
desarrollo del pensamiento sobre los Derechos del Hombre, hoy Derechos
Humanos. El feminismo es una crítica al paradigma androcéntrico de
la modernidad que con sus utopías liberadoras de los oprimidos sepul-
taba en el olvido, la ignominia y la exclusión el hacer de las mujeres en
5
Cfr. Alma Sánchez Olvera, 2002; Ana Lau Jaivén, 2002; Alejandra Restrepo, 2010.
6
Refiere a la descontextualización del feminismo al apreciar una condición pasada, frente
a la cual se movilizó el feminismo, en relación con las normas del presente.
7
Significa “tomar las normas de la propia clase social por norma y ocultar lo que de ella
difiere” (Restrepo Alejandra 2010) con lo cual se pierden la multitud de inscripciones que hacen
del feminismo un movimiento en relación dependiente con las coyunturas y situaciones históricas
de las sociedades en que emerge.
8
Referido al uso de una mirada masculinizante de las historia del feminismo que puede
darse a partir de su contrastación con conceptos elaborados por varones que no poseen una
perspectiva feminista, y la invisibilización de las feministas como productoras de conocimientos
científicos, así como de otras mujeres.
9
Implica borrar la presencia de feministas no europeas y no estadounidenses como auto-
ridad científica.
95
LECTURAS CRÍTICAS EN INVESTIGACIÓN FEMINISTA
la sociedad, al reproducir en sus cuerpos y en sus vidas el autoritarismo
y la opresión que con tanto ímpetu denunciaban. Al respecto, Ana de
Miguel (1995) señala que existen feminismos premodernos, modernos y
contemporáneos.
a) Los feminismos premodernos contienen los paradigmas del
Renacimiento (Educación, Cultura y Autonomía) y construye un dis-
curso conocido como “Memorial de los Agravios”, en donde mujeres
como Cristine de Pizán, las Preciosas y Guillermine de Bohemia hacen
suyo un discurso tendiente a dilucidar las formas en que las mujeres
han sido agraviadas; es un reclamo que se convierte en opinión pública.
En América Latina y el Caribe se vivió el renacimiento y la ilustración
en contextos sociales coloniales: virreinatos marcados por sistemas de
castas, encomiendas y tránsito del politeísmo al judeocristianismo. En
este contexto, Francesca Gargallo (2009) coordinó una investigación
para recuperar la presencia de las mujeres en la región y las reivindi-
caciones que planteaban. Así, ubica los antecedentes del feminismo
nuestroamericano en el periodo del siglo XV al XIX. El siglo XV, previo a
la conquista, estuvo marcado por la presencia de las mujeres de Chalco
quienes a través de la poesía discursaban sobre actividades del mundo
femenino. En el periodo de la conquista rescata la Carta de Isabel de
Guevara a la princesa gobernadora doña Juana (Asunción, 1552) que
narra las hazañas de las mujeres en el proceso de conquista en el Río
de la Plata; así como el Testamento de Catalina, india de Turmequé
(1621). El siglo XVII fue el periodo renacentista en América Latina y el
Caribe. Destaca que las reivindicaciones de las mujeres provienen en su
mayoría de monjas, pues en una sociedad que condenaba a las mujeres
al matrimonio, el cuidado de los padres o la pobreza, ser monja era
una opción de vida para negarse a la opresiva vida marital y acceder al
conocimiento de la época. En este contexto destacan Juana de Asbaje
y Ana Zayas (Gargallo, F. 2009).
b) Los feminismos modernos destacan por ser la fuerza social de
la teoría sociológica. Surgen con la Ilustración y la Revolución Francesa,
haciendo suyas las premisas ilustradas (Igualdad de derechos, Libertad
y Razón) para construir una crítica al nuevo sistema de exclusiones.
Es un feminismo ilustrado y revolucionario que se caracteriza por
radicalizar el proyecto ilustrado al sacar a la luz el incumplimiento
de sus premisas, y denunciar la exclusión de las mujeres de los textos
fundacionales de las democracias nacientes (Fraisse, 1991; Beltrán y
Maquieira, 2001).
96
CLAVES PARA UNA SOCIOLOGÍA FEMINISTA
El feminismo moderno decimonónico se integra a otros movi-
mientos sociales herederos de la Ilustración: sufragista, abolicionista,
socialismos, anarquismo y pacifismo, por citar algunos. Formados en
torno a la demanda por el derecho al voto y el derecho a la educa-
ción y enmarcados en lo que se considera la 2ª ola del feminismo, los
movimientos aportaron un estilo a la teoría y a la práctica política: la
solidaridad y los métodos y modos de la lucha cívica (la manifestación
pacífica, la interrupción de oradores mediante preguntas sistemáticas,
la huelga de hambre, el autoencadenamiento y la tirada de panfletos
vindicativos). Destacan mujeres como Lucrecia Mott, Elizabeth Cady
Staton, Lucy Stone y Susan Anthony pioneras del feminismo en Es-
tados Unidos que participaron del movimiento antiabolicionista y la
Declaración de Séneca Falls. Clara Zetkin, Alejandra Kollontai, María
Cambrils, Margarita Nelken, Federica Montseny Lucía Sánchez Saornil,
Juana Rouco Buela, Emma Goldman, entre otras, vinculadas con la
expresión de un feminismo socialista, marxista y anarquista emanado
de las luchas obreras del siglo XIX (Nash 2004) Mary Ward, Millicent
Fawcett, Lidia Becket, Emmeline Pankhurst, sus hijas Christabel y Sylvia,
Annie Kenney, entre otras, vinculadas con el movimiento sufragista en
Gran Bretaña.
En el caso mexicano, Carmen Ramos (1996 y 2006), Ana Lau
Jaivén (1987, 2002, 2011) y Francesca Gargallo (2009) encuentran
un protofeminismo en México en las mujeres independentistas. Para
Francesca Gargallo (2009), el protofeminismo en nuestramérica acom-
paña durante la primera mitad del siglo XIX las luchas por la inde-
pendencia. Destacan mujeres como María Josefa Guelberdi (México,
impresora), Manuela Garaicoa y León (Guayaquil, Ecuador), Manuela
Saénz (Perú), Juana Azurduy (Bolivia), María Leona Vicario (México).
Además de coronelas e integrantes de las milicias independentistas,
cultivaron el periodismo e iniciaron con la difusión de ideas vindi-
cativas de las mujeres e independentistas. En la segunda mitad del
siglo XIX aparecen las primeras feministas que demandan educación
y participación política para las mujeres, elementos que constituirán
la construcción de una ciudadanía. Nísia Floresta Brasileira Augusta
(Brasil), Madame Julia de Monglave (nacida en París, vivió en Brasil el
proceso de independencia), Josefina Bachellery (México), Flora Tristán
(Perú), Juana Manuela Gorriti (Argentina) y Soledad Acosta de Samper
(Colombia), destacan como las primeras feministas del siglo XIX que
abiertamente lucharon por reivindicaciones políticas y sociales para
97
LECTURAS CRÍTICAS EN INVESTIGACIÓN FEMINISTA
las mujeres latinocaribeñas, a partir de un discurso ilustrado. Mujeres
periodistas, defensoras del derecho a la educación de las mujeres, y
sufragistas formaron periódicos y revistas dirigidas a las mujeres y a
la clase política del país, tales como Juana Paula Manso de Norohna
(Álbum de Señoritas. Periódico de la Literatura, Modas, Bellas Artes
y Teatros, México), Cristina Farfán (La Siempreviva, México), Ercilia
García (La Violeta, México), Adelaida Chávez (El Ideal, Guatemala),
Laureana Wright González de Kleinhas (Violetas del Anáhuac, México).
Mujeres anarquistas, socialistas y radicales como Josefa M.R. Martínez,
Carmen Lareva, Rosario de Acuña, Pepita Guerra, Juana Rouco Buela
cierran el siglo XIX con un conjunto de proclamas al amor libre, a la
sexualidad libre de violencia, pues se considera a la sexualidad como
el centro y origen de la opresión de las mujeres, publicadas en el pe-
riódico anarcofeminista La Voz de la Mujer.
c) Los feminismos contemporáneos surgen en la década de los
sesenta del siglo pasado. En este periodo la incorporación de la filosofía
feminista al ámbito académico, con el surgimiento de Centros de inves-
tigación y Programas de Estudio de las Mujeres o de Género, permite
al movimiento feminista incidir en la producción crítica del saber al
interior de las academias. Esto no significa que las mujeres no produ-
cían académicamente, pues el trabajo realizado en las últimas décadas
(Lengermann Patricia y Jill Niebruge, 2011; Abbot Pamela, Claire Wa-
llace y Melissa Tyler, 2005; Delamont, Sara, 2003; Arango, Luz, 2011;
Aguiluz, Maya, 2011) acerca de las pioneras de la sociología da cuenta
de la ignominia académica contra las mujeres en la sociología clásica
que se conformó como un campo académico masculino.
Los feminismos contemporáneos están enmarcados en lo que se
considera la 3ª ola del feminismo, momento en que desde diferentes enfo-
ques, se profundiza en el terreno explicativo de la opresión de la mujer
a partir de un análisis sistemático de todos y cada uno de los códigos
sociales, políticos y culturales que incluían la concepción subordinada
de la mujer. Se explica la constatación de la aparente igualdad de las
mujeres a partir del derecho al voto, el ejercicio de derechos educati-
vos, el ingreso al espacio laboral, entre otros; pues a pesar de esto no
se había conseguido una condición paritaria respecto a los varones. Se
demandaba borrar fronteras entre lo público y lo privado. El concepto
patriarcado, definido como un orden sociomoral y político que mantenía
y perpetuaba la jerarquía masculina, fue pilar de los nuevos plantea-
mientos políticos y sociales.
98
CLAVES PARA UNA SOCIOLOGÍA FEMINISTA
A esta estrategia explicativa, que condujo a la construcción sis-
temática de una teoría, como la de género, se le sumarían los nuevos
análisis sobre la sexualidad. La libertad sexual fue uno de estos. Apa-
rejado con el surgimiento de métodos anticonceptivos como la píldora
y el DIU, la negación a la culpabilización por parte de quienes tenían
relaciones pre-matrimoniales, generó un clima contracultural en el que
se cuestionaron de manera radical las normas morales de todo un modo
de vida. Teóricas como Kate Millet, Shulamit Firestone, Juliet Mitchel,
Carla Lonzi, tematizaron los injustos privilegios masculinos a costa de
la opresión de las mujeres.
Abolición del patriarcado, Lo personal es político no sólo son lemas
de un movimiento, sino una construcción epistemológica que generó
una nueva forma de entender la política y su expresión en los sistemas
de conocimiento, pues evidenciaba que la lectura disciplinar, política,
social y cultural del mundo había excluido la experiencia, aportaciones
y tensiones de la mitad de la humanidad. Sin ánimo de homogeneizar
a las mujeres como un colectivo de idénticas, lo personal es político, puso
en tela de juicio aquellas violencias y exclusiones consideradas como
“mala fortuna” para demostrar que sistemáticamente se invisibilizan las
mujeres. Aunado a ello, lo personal es político, interpela los criterios de
validez de las ciencias sociales que habían construido una neutralidad
invisibilizadora de otras experiencias sociales; permitió a las mujeres
pensar acerca de sus vidas al margen de las instituciones y valores mascu-
linos imperantes, con ello surgieron epistemologías feministas: situadas,
implicadas, de objetividad fuerte, del punto de vista.10
La sociología cíclope: El feminismo como fuerza intelectual
Usando como metáfora la figura de los cíclopes de la mitología griega,
quienes eran gigantes con un solo ojo en la frente que eran sinóni-
mo de fuerza y poder, al tiempo que temperamentales y testarudos.
Rescatamos de esta metáfora la descripción física de los cíclopes: un
solo ojo, para asociarla con el androcentrismo en la sociología. Una
sociología cíclope es una ciencia construida y fortalecida desde una
10
Explicar cada uno de estos enfoques rebasa el objetivo de este capítulo. No obstante, su-
giero la revisión de los textos de Sandra Harding (1996), Norma Blazquez, Fátima Flores y Maribel
Everardo (2010) y Patricia Castañeda (2008) para una revisión de las epistemologías feministas.
99
LECTURAS CRÍTICAS EN INVESTIGACIÓN FEMINISTA
mirada: la masculina. Así, no sólo la sociología es cíclope, sino también
todas aquellas disciplinas científicas que han sido construidas desde
el androcentrismo. Con ello, se espera contribuir no solo al análisis
feminista de la sociología, sino aportar algunas claves epistemológicas
para otras disciplinas.
Las Ciencias Sociales surgen en el siglo XIX en un contexto marcado
por cambios históricos de la vida política,11 transformaciones del siste-
ma de producción,12 y el aumento de problemas en la vida social,13 que
conducen al desarrollo de disciplinas como la Historia, la Sociología, la
Política, la Economía, la Antropología y la Psicología que conformaron
campos especializados de saber en ciencias sociales (Wallerstein 1996;
Braudel 1970) que coexisten con la consolidación de un sistema social
basado en la inferiorización y subordinación de las mujeres frente a los
hombres. Esta política sexual se extiende y acompaña a la formación
de la sociología como un sesgo de género. Razón por la cual la sociología
es cíclope.
La Sociología es una disciplina científica que surge con la moder-
nidad euro-occidental y se acompaña de las contradicciones sociales que
formaron parte de la ruptura con un orden social autoritario, religioso,
agrícola y centrado en la comunidad, y su tránsito hacia formas de or-
ganización social centradas en las personas, la libertad de pensamiento
y la producción industrial. Se desarrolló durante la segunda mitad del
siglo XIX a la par del surgimiento y desarrollo del capitalismo industrial:
el crecimiento de la producción fabril, el surgimiento de nuevas clases
sociales y relaciones entre ellas, así como la ampliación de la participa-
ción pública. Dichos cambios agudizaron la distinción entre el espacio
privado/doméstico y el espacio público/laboral-político, entre las labo-
res domésticas y el trabajo público, entre en consumo/reproducción y
la producción. Distinción considerada como biológica y por lo tanto,
pre-social. La sociología tiene sesgos de género desde sus inicios, y es una
profesión predominantemente masculina (Oakley 1982), razón por la cual
la sociología es cíclope.
11
El cambio de gobiernos monárquicos a gobiernos civiles, la revolución francesa, las
guerras de independencia en América. Estos cambios fueron impulsados por personajes citados
en el apartado anterior.
12
Las innovaciones tecnológicas de las ciencias naturales propiciaron la revolución industrial
y la transformación a un modo mecánico y el desarrollo de sistemas de comunicación terrestre.
13
El surgimiento de la clase obrera, la migración urbana y la transformación en el sistema
de producción traen consigo desempleo, pobreza y el crecimiento de grupos marginados.
100
CLAVES PARA UNA SOCIOLOGÍA FEMINISTA
Estos sesgos de género se expresan en la formación y desarrollo de
una generación de hombres que se consideran los padres de la sociología.
Por lo tanto, la sociología es una disciplina científica que se ha formado
a partir del sexismo. Al respecto, Margrit Eichler (1997, 20-21) explica
que las ciencias que se construyen desde el punto de vista de los hom-
bres, lo hacen desde una visión a través del sexismo en la investigación,
que define como la interrelación entre androcentrismo,14 insensibilidad
de género,15 dicotomismo sexual,16 familismo,17 sobregeneralización,18
doble estándar,19 descripción prescriptiva de las diferencias sexuales20 en los
procesos de investigación, incluyendo el lenguaje y los conceptos utilizados du-
rante el proceso.
El desarrollo de la sociología está marcado por lo que la epistemo-
logía feminista denomina el androcentrismo en la ciencia: una visión
particular del mundo que se caracteriza por sobregeneralizar la expe-
riencia de los hombres como la experiencia humana per se. Al respecto,
Pamela Abbott, Claire Wallace y Melissa Tyler (2005, 9-10) identifican
cinco elementos en la crítica feminista al androcentrismo en la sociología:
1. La sociología ha sido principalmente desarrollada por investi-
gaciones centradas en los hombres, a partir de las cuales se han
construido teorías y conceptos que se aplican, prioritariamente,
en la vida de los hombres.
2. Los hallazgos de investigación están basados en muestras
masculinas y se generalizan a toda la población
14
La adopción de una perspectiva masculina considerada como universal. (Eichler, Margrit
1997: 20)
15
Ignorar el sexo como una variable social importante en contextos en que sí lo es. (Eichler
Margrit, 1997: 20)
16
Una visión contraria a la insensibilidad de género que consiste en exagerar la importancia
del sexo, pero la asume como dos entidades completamente diferenciadas, en lugar de dos grupos
humanos con características coincidentes. (Eichler Margrit, 1997: 20-21)
17
Consiste en considerar a la familia como la unidad básica de análisis, invisiblizando a sus
integrantes y sus experiencias, beneficios, costos, entre otros. (Eichler, Margrit 1997: 21)
18
Cuando los estudios se desarrollan sobre un solo sexo y presentan sus resultados como
aplicables a ambos. (Eichler Margrit, 1997: 21)
19
Cuando situaciones idénticas son evaluadas de modo diferenciado a partir del sexo.
(Eichler, Margrit, 1997: 21)
20
Traducción propia de este término: “[…] sex appropriateness become a sexist problem
when descriptive terms for sex differences are used in a prescriptive manner, […]” (Eichler Mar-
grit, 1997: 21)
101
LECTURAS CRÍTICAS EN INVESTIGACIÓN FEMINISTA
Figura 1. Sociología Cíclope vs. Sociología Feminista.
Fuente: Elaboración propia.
3. Los temas y áreas referidos a las mujeres son frecuentemente
ignorados o vistos como irrelevantes o no-importantes
4. Cuando las mujeres son incluidas en la investigación son
frecuentemente presentadas en una forma estereotipada y
distorsionada.
5. Cuando se incluyen sexo y género en las investigaciones, se tiende
a presentar solo como agregadas, ignorando su posibilidad de
explicación teórica acerca de la subordinación y explotación
de las mujeres.
Sus sesgos de género y su carácter androcéntrico conforman lo que deno-
mino una sociología cíclope que ha pasado por tres etapas que correspon-
den con tres periodos del desarrollo de la disciplina (Alexander Jeffrey,
1995; Andrade Alfredo, 1998; Ritzer George, 2001 y 2002): la invisibi-
lización por exclusión y opresión, la invisibilización académica y la revolución
feminista de la sociología que corresponden con la sociología clásica, la socio-
logía moderna y la sociología contemporánea, respectivamente (ver figura 1).
A. La invisibilización por exclusión y opresión
La sociología clásica abarcó el periodo de 1850 a 1920. Periodo en que
se encuentran los desarrollos teóricos que hoy se consideran “clásicos” y
102
CLAVES PARA UNA SOCIOLOGÍA FEMINISTA
que ha sido presentada como la obra exclusiva de dos generaciones de
hombres: los “fundadores” a mediados de 1830 y hasta 1890 que estuvie-
ron al margen de las instituciones universitarias y no eran propiamente
sociólogos como Auguste Comte, Herbert Spencer y Karl Marx; y la
generación “clásica” de hombres vinculados a la vida universitaria como
Emile Durkheim, Max Weber, George Simmel, Herbert Mead y Robert
Ezra Park que establecieron la sociología como profesión y disciplina.
Los sesgos de género de la disciplina, en su fase inicial, coexistieron
con la presencia de intelectuales que fueron desterradas de los libros de
texto sociológicos y de la sociología clásica. Estas mujeres pioneras de
la sociología destacan porque el activismo formaba parte de su “hacer”
sociológico. En un contexto fundacional, se considera que su activismo21
fue la razón por la que se les excluyó de la sociología en el contexto
naciente de una Ciencia Social que buscaba su demarcación discipli-
nar y la construcción de sus criterios de cientificidad en un momento
histórico en que se aceptó que la ciencia consiste en el descubrimiento
de la realidad objetiva a través de un método similar al de las Ciencias
Naturales22 que permitía estar fuera de la mente, un reino que se con-
sideraba de las ideas y de la subjetividad (Wallerstein Immanuel 1996).
Hoy, gracias al trabajo de Patricia Madoo Lengerman y Gillian
Nebrugge-Brantley (1998, 2002, 2007 y 2011) sabemos que esta sociología
cíclope tiene una historia paralela en que “una comunidad grande e in-
terconectada de mujeres a ambos lados del Atlántico, que en el periodo
del nacimiento de la sociología, entre 1890 y 1930, trabajó con mucha
energía para crear sus propios modelos de teoría y práctica sociológica.”
(Lengermann y Niebrugge-Brantley 2011, 299)
El cuarto de los niños, el salón íntimo de la señora y la cocina son escue-
las excelentes en las cuales se aprende la moral y las costumbres de una
persona.
21
Harriet Martineau, considerada la madre de la sociología (Lengermann y Niebruge,
2012), no solo escribió novelas didácticas sobre economía Política o textos de metodología social
como How to observe morals and manners, o estudios de campo como Society in America, entre otras;
también se movilizó en torno a causas públicas como los derechos de las mujeres, la abolición de
la esclavitud. Charlotte Perkins Gilman fue activista defensora de los derechos de las mujeres.
Jane Addams fundó la Hul lHouse para atraer a migrantes como residentes y poner en práctica
diversos experimentos sociales.
22
Hay que recordar que las ciencias naturales gozaban de gran prestigio debido al alcance
que tuvieron sus teorías, modelos e innovaciones para el tránsito de una sociedad feudal a una
capitalista a través del proceso de industrialización.
103
LECTURAS CRÍTICAS EN INVESTIGACIÓN FEMINISTA
Harriet Martineau, Society in America (1836-1837: I: xiii)
Somos la única especie animal en la que la mujer depende del varón para
obtener comida, la única especie animal en la que las relaciones sexuales
son también una relación económica. Entre nosotros todo un sexo vive
en una relación de dependencia respecto del otro sexo, y la relación eco-
nómica se combina con la relación sexual.
Charlotte Perkins Gilman, Women and economics (1898: 5)
Hasta ahora, el hombre se ha considerado como portador de lo huma-
no universal. Por lo tanto, sus opiniones, escalas de valor, instituciones
e intereses aparecen como lo universalmente válido, lo verdadero y lo
objetivamente válido, lo verdadero y lo objetivamente correcto. De ahí
surge para la mujer una doble dificultad: en el mundo de objetivo, ella
es medida con exterioridad a su persona, con arreglo al parámetro del
hombre y entonces es juzgada por semejanza a él, pero inferior. Además
en su ser es valorada según las necesidades del hombre y requerida como
un ser destinado a complementarlo.
Marianne Weber. La mujer y la cultura objetiva (1913).23
Hasta 2011, los hallazgos de Patricia Lengerman y Gillian Nebru-
gge-Brantley incluían entre 1802 y 1930 a: Harriet Martineau, Charlotte
Perkins Gilman, Jane Addams, Florencie Kelley, Anna Julia Cooper, Ida
Wells-Barnet, Marianne Weber, Beatrice Potter Webb, Helen Campbell,
Caroline Barlett Crane, Katharine Bement Davis, Jenny P. d’Herocourt,
Crystal Eastman, Isabel Eaton, Lucille Eaveas, Emma Goldman, Rosa
Luxemburgo, Florencie Nightingale, Olive Schreiner, Mary Kinsgsbury
Simkhovtich, Anna Garlin Spencer, Jessie Taft, Flora Tristan, Mary van
Kleeck y Fannie Barrier Williams. La exclusión de tal colectivo de mu-
jeres de la sociología clásica no es solo injusto sino una evidencia de la
política de género de la disciplina.
Abordar las aportaciones de esta comunidad de teóricas pione-
ras de la sociología rebasa los objetivos y alcances de este capítulo. Su
participación en la construcción de la etapa clásica de la sociología se
23
Para consultar en español textos de Marianne Weber, consultar: Aguiluz Ibargüen, Maya
[Editora] (2011) Marianne Weber. Ensayos Selectos. México: UNAM-CEIICH.
104
CLAVES PARA UNA SOCIOLOGÍA FEMINISTA
caracteriza por el desarrollo de categorías conceptuales como: distinción
sexual excesiva,24 arreglo sexo-economía25 (Perkins Gilman Charlotte,
1898); el terreno intermedio de la vida diaria inmediata,26 y la esfera
de la cultura personal, diferenciación entre mujeres27 (Weber Marianne
1905, 1912, 1921).
Existe una sociología clásica feminista que se caracteriza por:
Establecer los principios de la epistemología del punto de vista
al evidenciar el carácter distintivo de las mujeres a partir de su
posición en el mundo, que merece ser conceptualizado y teo-
rizado. Con ello, contribuye al establecimiento de las bases de
una metodología feminista.
Analizar el espacio privado como el ámbito de la acción femeni-
na, legitimado por la cultura y el sistema de clases en el naciente
capitalismo.
En relación con lo anterior, poner el acento en el matrimonio
y el amor como terreno en que se materializa el control de las
mujeres. Por lo tanto, son relaciones sociales de subordinación
y opresión.
Identificar la existencia de lo que ellas denominaron: clase
sexual, es decir una distinción estratificadora de las personas
en función de sus cuerpos sexuados que marcaba relaciones
económicas, sexuales, y sociales entre hombres y mujeres.
Señalar que la desigualdad como el mayor problema social de
su época. Ante ello, la sociología debía tener como propósito
transformar la vida de las personas a través del conocimiento.
En el caso mexicano, la sociología es una disciplina joven que
tiene una fase inicial en el último cuarto del siglo XIX a través de los
promotores del positivismo en México, específicamente en 1867 con la
creación de la Escuela Nacional Preparatoria (Andrade, Alfredo 1998).
Durante la primera década del siglo XX, las ideas positivistas se expanden
con Gabino Barreda, Porfirio Parra, Rafael Zayas, Justo Sierra y Andrés
24
Para referir a la estratificación social basada en el sexo que produce dos clases de sexo:
los hombres como clase dominante y las mujeres como seres sociales subordinadores.
25
Barrera impuesta al trabajo autorrealizador para las mujeres.
26
Referido al trabajo de las mujeres en el hogar, considerado por Marianne Weber un
tercer reino productor de cultura que posibilita que las mujeres se construyan como seres sociales.
27
Que hoy se denomina poder intragenérico (Largarde Marcela, 1996)
105
LECTURAS CRÍTICAS EN INVESTIGACIÓN FEMINISTA
Molina, “quienes veían a la sociología como una ciencia fundamental
del proyecto modernizador bajo la conducción de una nueva élite de
gobernantes. […] (y su posterior inclusión en) en la formación científica y
humanista de abogados en la Escuela de Jurisprudencia de la Univer-
sidad Nacional” (Andrade Carreño 1998, 35-36).
Durante el siglo XIX, la incorporación de las mujeres a la edu-
cación estuvo marcada por los roles de género que las consideraban
“instrumento civilizador” con “capacidades innatas” para el cuidado
moral y material de la niñez (Díaz Covarrubias, 1875). Por ello, el
abanico de posibilidades para las mujeres se limitaba al magisterio
y oficios, seguido del pionerismo en la medicina (Matilde Montoya),
la abogacía (María Asunción Sandoval), la odontología (Margarita
Chorné). Sin embargo, del magisterio brotaron las rebeldías feministas
del siglo XIX.
B. Invisibilización académica
Esta etapa corresponde a las primeras cinco décadas del siglo XX en
que se consolida la disciplina académica a través del surgimiento de la
enseñanza de la sociología en la currícula universitaria. Con ello surgie-
ron los primeros Departamentos de Sociología que crearon y administraron
planes de estudio en Sociología, así como las Escuelas que aglutinaban
enfoques epistemológicos y sus respectivas categorías: Funcionalismo,
Estructuralismo, Marxismo, Escuela de Frankfurt, Interaccionismo Simbólico,
Escuela de Chicago, etcétera. Derivado de estas escuelas, hoy en día se
puede reconocer la producción teórica en países del mundo desarro-
llado, básicamente en Inglaterra, Francia, Alemania y Estados Unidos.
En el mundo occidental una fuerza social devastadora y que marcó el
impulso de la sociología fueron las guerras mundiales, la Gran Depresión,
que revelaba nuevamente las contradicciones del sistema capitalista, los
sistemas políticos autoritarios y los regímenes totalitarios.
El periodo de la construcción de la sociología moderna coinci-
de con dos procesos: Por un lado, la paulatina incorporación de las
mujeres en las universidades y el desarrollo de Universidades Feme-
ninas; y por el otro, la internacionalización del movimiento feminista
por el derecho al voto y a la educación. El contexto político marcado
por la lucha por el sufragio alimentó los prejuicios antifeministas en
las academias que miraban con desconfianza a teóricas próximas al
106
CLAVES PARA UNA SOCIOLOGÍA FEMINISTA
“activismo”. Empero, durante las primeras cinco décadas del siglo
XX destacan mujeres como Jane Adams, Hanna Arednt, Simoné de
Beauvoir, Margaret Mead, entre otras.
La Escuela de Chicago, fundada en 1892, desarrolló durante las
primeras décadas del siglo XX una sociología de corte reformista que
tuvo una historia en paralelo en quienes Patricia Lengerman y Guiilian
Neibrugge (2011) denominan como “Las mujeres de la Escuela de Chi-
cago”. En 1889 Jane Addams y Ellen Gates alquilaron la Hull House en
un distrito de Chicago, espacio que duró hasta 1935 con el objetivo de
aprender y ayudar a los pobres viviendo entre ellos.
Siguiendo el credo pragmático de comprobar la verdad de las ideas me-
diante la experiencia, Addams se inspiró en su trabajo en la Hull House
para desarrollar una teoría sociológica basada en la convicción de que
las personas debían empezar a trabajar colectivamente y en cooperación,
algo que significaba aprender a tolerar las diferencias. (Lengermann y
Niebrugge-Brantley 2011, 315)
La Hull House conformó una red de mujeres que estudiaron o
enseñaron en la Universidad de Chicago, y sentó las bases de la inves-
tigación-acción al desarrollar metodologías fincadas en la experiencia
de los sujetos sociales. En este tenor apreciaban que la función del/a
científico/a social es proporcionar a la gente herramientas para la acción.
Desarrollaron diversos “experimentos sociales” que conformaron la base
de lo que la propia Jane Addams denominó la ética social democrática y le
valieron estar en la lista de “radicales más peligrosos” del FBI durante
el decenio de 1920.
El rescate de la presencia de sociólogas que desarrollaron una veta
feminista en esta época está en ciernes. Sin embargo, la primera mitad
del siglo XX se publicaron obras que fueron lecturas fundamentales en
la década de 1970 y el desarrollo de la tercera ola del feminismo: Sexo y
Temperamento en tres sociedades primitivas de Margaret Mead;28 y El segundo
28
Margaret Mead desarrolló una antropología centrada en las mujeres y abarcativa en el
terreno de la sexualidad que posibilitó entender que la sexualidad es una construcción histórica
y variable de cultura en cultura. Publicó Adolescencia, sexo y cultura en Samoa (1928), Creciendo en
Nueva Guinea (1930), La cultura cambiante de una tribu india (1932), Nuevas vidas para lo viejo: trans-
formación de lo cultural en Manus, 1928-1953 (1956), Gente y lugares (1959); Hombre y Mujer (1961),
Continuidades en la evolución cultural (1964), Cultura y compromiso (1970), Invierno de mora (1972),
Ciencia y el concepto de raza, genética y conducta (1972)
107
LECTURAS CRÍTICAS EN INVESTIGACIÓN FEMINISTA
sexo de Simone de Beauvoir, fueron obras que adelantaron las explica-
ciones venideras acerca de la forma en que las sociedades construyen
desigualdades en función del sexo de las personas. El Segundo Sexo “pone
los cimientos de la interdisciplinariedad como una de las características
de la investigación feminista al abordar desde la historia, la psicología,
la biología o la antropología las causas de la subordinación.” (Sánchez
Muñoz 2001, 68)
Lo avances sociológicos en Europa Occidental y Estado Unidos,
corresponden con la fase de institucionalización de la sociología en
México, que se desarrolla durante el periodo postrevolucionario y el
inicio del Estado Moderno en el país.29 Dicha fase inicia con la creación
del Instituto de Investigaciones Sociales en la UNAM (IISUNAM) en 1930
y la Revista Mexicana de Sociología en 1939. En esta etapa se impulsa la
profesionalización de la disciplina y se rompe con la enseñanza y difu-
sión de la sociología por parte de intelectuales provenientes de otras
disciplinas (juristas, historiadores, filósofos, entre otros).
Debido al contexto político de la época, las líneas temáticas se
concentraron en las cuestiones agrarias, indigenistas, el nacionalismo,
la modernización, la sociología del derecho, la sociología del crimen y
la sociología de la educación (Andrade Carreño 1998). En 1953, año
en que las mexicanas logran el derecho al voto, se funda la Escuela
Nacional de Ciencias Políticas y Sociales, con lo que se impulsa la pro-
fesionalización de la sociología en México. El proyecto académico de la
sociología durante la segunda mitad de la década de 1950 y la de 1960
se nutrió de las crisis en América Latina, específicamente en el cono
sur y las dictaduras que exiliaban a intelectuales y artistas que nutrieron
las academias mexicanas. En este periodo se desarrolla en México la
sociología crítica bajo la influencia de:
— La obra de Pablo González Casanova,
— El surgimiento de la CEPAL
29
El Estado Moderno es una etapa de la historia de México que inicia en julio de 1867
con la caída de Maximiliano y concluye en mayo de 1911 con la caída de Porfirio Díaz (Cosío V.
Daniel, Ignacio Bernal, Alejandra Moreno Toscano, Luis González y Eduardo Blanquel, 1995) que
se caracteriza por la instauración de un sistema político federado y democrático. Se acompaña del
tránsito de un régimen caudillista a uno presidencial, el otorgamiento de la autonomía universi-
taria, la modificación del artículo 3º constitucional bajo el precepto de educación laica, la libertad
de cátedra, y el debate sobre la educación socialista.
108
CLAVES PARA UNA SOCIOLOGÍA FEMINISTA
— El pensamiento latinoamericanista en figuras como Aníbal Qui-
jano y Fernando Henrique Cardoso. (Andrade Carreño, 1998)
Como se aprecia, la historia del proceso de institucionalización
de la sociología en México es similar a lo que ocurre en las academias
estadunidense y euro-occidentales: la presencia y aportaciones de las
mujeres están invisibilizadas. En el caso de México, se aprecia el desa-
rrollo de un pensamiento crítico, estrechamente vinculado con la de-
fensa del latinoamericanismo ante la expansión económica e ideológica
norteamericana.
Lidia Girola y Margarita Olvera (1994) identifican a la segunda
mitad de la década de 1960 como el momento de institucionalización de la
sociología con la promoción de la carrera de sociología y la formación de
centros de investigación en otras universidades del territorio nacional.
Este momento coincide con la incorporación de los estudios feministas
y los estudios de la mujer en universidades del centro del país, es decir
con la revolución feminista de la sociología en México.
C. Revolución feminista de la sociología
Entre el feminismo finisecular del siglo XIX y el feminismo de la década
de 1970, hay un intermedio que está marcado por la obra de Simoné
de Beauvoir (1949) que abrió una veta reflexiva sobre la construcción
del sujeto mujer y por ende de la aparición de la mujer como categoría
filosófica que contribuyó al desarrollo de lo que hoy conocemos como
los Estudios de Género, Estudios de la Mujer, Estudios Feministas.
Las academias de ciencias sociales viven debates acerca de sus
objetivos, teorías y alcances, derivados de procesos sociales a escala
mundial que las afectaron:
1. El cambio de la estructura geopolítica del mundo (EEUU-
URSS/Capitalismo-Socialismo) que se acompañó de procesos
libertarios en Latinoamérica, África, Europa oriental y Asia
ante el neocolonialismo.
2. La expansión productiva del capitalismo, conocida como la
Etapa de Oro del Capitalismo, “que incluyó una ampliación
de la escala de todas las actividades humanas.” (Wallerstein
1996, 37)
109
LECTURAS CRÍTICAS EN INVESTIGACIÓN FEMINISTA
3. En el contexto geopolítico de la guerra fría y la carrera arma-
mentista, el desarrollo de la ciencia tuvo proporciones históricas
que se observan en “La consiguiente expansión, tanto cuantita-
tiva y geográfica, del sistema universitario en todo el mundo,
lo que condujo a la multiplicación del número de científicos
sociales profesionales.” (Wallerstein 1996, 37)
4. El surgimiento de los estudios de área30 que eran multidisci-
plinarios y se acompañaron del desarrollo de la teoría de la
modernización que acompañó las preocupaciones acerca del
desarrollo.
5. El desarrollo de estudios multi e interdisciplinarios acerca de
los “grupos olvidados” en las ciencias sociales “—las mujeres,
los pueblos no occidentales en general, grupos de “minorías”
dentro de los países occidentales, y otros grupos históricamente
definidos como marginales en lo político y en lo social” (Wallers-
tein 1996, 60) que desafiaron la estructura del conocimiento
científico al cuestionar el universalismo y la objetividad como
visiones parciales y parcializantes de la sociedad.
En este contexto, el devenir del movimiento y las reflexiones femi-
nistas llegó a la década de 1970 del siglo pasado, caracterizado por la
convergencia entre una masa de mujeres incorporadas a la educación
superior y la segunda ola del movimiento feminista, con lo cual surgieron
los primeros Centros de Estudios de la Mujer en diversas universidades.
En México, esto coincide con la expansión de la Sociología en las universida-
des públicas del país y los Colegios (COLMEX, por ejemplo) y el desarrollo
de más campos temáticos, tales como: población, agricultura y cuestión
agraria, sociología del derecho, sociología del crimen, sociología de la
educación, sociología de la modernidad. Por ello, la institucionalización,
profesionalización y expansión de la sociología en México son paralelos a
la constitución de comunidades y alternancia de orientaciones teóricas
30
La Comisión Gulbenkain, coordinada por Immanuel Wallerstein (1996) señala que “La
idea básica de los estudios de área era muy sencilla: un área era una zona geográfica grande que
supuestamente tenía alguna coherencia cultural, histórica y frecuentemente lingüística. La lista
que se fue formando era sumamente heterodoxa: la URSS, China (o Asia Oriental), América
Latina, el Medio Oriente, África, Asia Meridional, Asia Sudoriental, Europa Central y Centro
oriental y, mucho más tarde, también Europa Occidental.” (Wallerstein, 1996: 40-41) Con ello, se
desarrollaron centros de estudios especializados en las más importantes universidades y centros
de investigación del mundo.
110
CLAVES PARA UNA SOCIOLOGÍA FEMINISTA
(Zabludovsky Gina 1994; Girola Lidia y Margarita Olvera, 1994). Alfredo
Andrade (1998) identifica 9 grandes campos temáticos en la sociología
contemporánea: Sociología política; Economía, producción y trabajo;
Sociología urbana; Sociología rural; Movimientos Sociales; Población;
Desarrollo Científico y Educación; Estudios de Género; y Sociología
de la Sociología (resaltado mío).
La teoría feminista es un sistema de explicaciones sobre la vida
social y la experiencia humana desde una perspectiva centrada en las
mujeres (Lengermann, Patricia y Jill Niebrugge-Brantley, 2002). Cen-
trarse en la experiencia de las mujeres, implica:
1. La situación social y las experiencias de las mujeres son el objeto
de estudio.
2. Las mujeres son los sujetos centrales del proceso de investiga-
ción. En el nivel epistemológico esto significa “ver el mundo
desde el distintivo y ventajoso punto (o puntos) de vista de las
mujeres en el mundo social.” (Lengerman y Niebrugge-Brantley
2002, 380)
3. El feminismo (académico) es una teoría crítica y activista que
actúan en nombre de y para las mujeres.
La teoría feminista es interdisciplinaria, pues su objeto de estudio
(la desigualdad de género) es explicado desde diferentes disciplinas.
María-Milagros Rivera Garretas (1994) explica la interdisciplinariedad
de la teoría feminista en los siguientes términos:
El pensamiento feminista contemporáneo ha llegado a un grado de refi-
namiento metodológico y a una diversificación de posturas teóricas que le
han permitido casi olvidar sus orígenes renacentistas. […] Si se observa en
general el pensamiento contemporáneo de las mujeres, se ve enseguida
que ha llegado a crear y a teorizar un número significativo de categorías
de análisis de la sociedad y de la historia. Se trata de categorías de aná-
lisis muy variadas, que han sido elaboradas desde distintas materias del
conocimiento académico, como pueden ser la antropología, la historia, la
filosofía, el arte, la sociología, la psicología, el análisis literario, la teoría
psicoanalítica, la teoría económica y política, etc., pero sin perder nunca
de vista la interdisciplinaridad (o metadisciplinaridad) y, sobre todo, sin
perder de vista al movimiento de mujeres. Es decir, sin perder nunca
de vista la práctica política; porque se trata de instrumentos de análisis
111
LECTURAS CRÍTICAS EN INVESTIGACIÓN FEMINISTA
y de creación de saber de las mujeres, no de subordinación y de mudez
que era el punto de partida del análisis y de la acción política. (Rivera
Garretas 1996, 59-60)
El desarrollo de una epistemología feminista ha impactado a la
sociología, sobretodo en el mundo anglosajón y euro-occidental donde
las universidades cuentan con áreas de Estudios Feministas o Estudios
de las Mujeres que están consolidadas. Ante la sociología cíclope, el femi-
nismo ha construido tres amplias respuestas:
— La integración de las mujeres como objeto de estudio en las
investigaciones sociológicas, incorporándolas en las muestras o
reformando las teorías existentes. El riesgo aparejado con esta
respuesta es que deja intactas las bases de la disciplina y que
incorpora al “género” solo como una variable diferenciadora
de las muestras.
— El separatismo consiste en hacer una sociología de las mujeres
por mujeres y para las mujeres. Esta óptica gino-céntrica se
caracteriza por ser multi y trans-disciplinaria.
— La reconceptualización feminista de las teorías sociológicas.
Esto implica repensar y reflexionar sobre los métodos, meto-
dologías, conceptos y teorías que utilizamos para comprender
el mundo social y construir conocimiento.
Sara Delamont (2003) identifica seis áreas que condensan los logros
de la sociología feminista:
1. La presencia pública del feminismo en la sociología que se
manifiesta en la aparición de revistas, congresos, libros y otros
materiales académicos.
2. Las plazas académicas definitivas en los departamentos de
sociología ejercidas por feministas.
3. La apertura de nuevos tópicos o temas de investigación, tales
como trabajo doméstico, cuidado, dinero, violencia doméstica,
alimentación, nacimiento y parto, trabajo emocional, ocio, y
uso del tiempo.
4. La creación de nuevos espacios intelectuales como el referido
al estudio de la sexualidad.
112
CLAVES PARA UNA SOCIOLOGÍA FEMINISTA
5. La creación de nuevas definiciones sobre el conocimiento que
impactan la epistemología y, en consecuencia, la investigación
social.
6. El contraataque y/o burla contra las aportaciones feministas
al interior de la sociología. Esto es un logro negativo, pero da
cuenta del impacto e importancia que ha alcanzado el desa-
rrollo de la sociología feminista. Sara Delamont identifica la
década de 1990 como el momento en que varios sociólogos
acusan al feminismo y a la sociología feminista de “ir demasiado
lejos: particularmente destruyendo la paternidad, la autoridad
masculina en la familia y el concepto de proveedor” (2003, 55)31
Pamella Abbot, Claire Wallace y Melissa Tyler (2005 (3rd edition),
11) señalan que en los últimos años, se puede apreciar el desarrollo
teórico del Feminismo en por lo menos, tres niveles:
1º Áreas sociológicas reconstruidas por la perspectiva feminista,
tales como la sexualidad y cuerpo; identidad y diferencia; so-
ciología cultural y visual.
2º Áreas con impacto significativo, tales como: salud y enfermedad,
familia y trabajo doméstico; trabajo, empleo y organizaciones
sociales; educación, crimen y desviación; edad y desarrollo
humano; medios masivos y cultura popular.
3º Áreas sociológicas que no han incorporado enfoques feministas:
clases sociales y estratificación; sociología política; así como
teoría social y sociológica.
La revolución feminista de la sociología se puede apreciar en uni-
versidades, las teorías sociológicas, los libros de texto sociológicos, así
como en las revistas especializadas que forman parte de la producción
de conocimiento. Ejemplo de lo anterior es cómo algunos sociólogos
de renombre han incluido en sus textos de Sociología al género, a las
mujeres, y al feminismo.32 Destaca que la sociología no es la única disci-
31
Traducción propia. Original: “During the 1990s several male sociologist accused feminism,
and feminist sociology of going too far: particularly by destroying fatherhood, male authority in
the family and the concept of the breadwinner.”
32
Anthony Giddens (1997) ubica al género y a la sexualidad en el campo temático de Inte-
racción social y vida cotidiana, la estratificación, el trabajo, la educación, religión, los movimientos
sociales. Ulrick Beck y Elisabeth Beck-Gernsheim (2003) ubican al género en lo micro-social, a
113
LECTURAS CRÍTICAS EN INVESTIGACIÓN FEMINISTA
plina que ha sido revolucionada por el feminismo. Podemos afirmar que
las ciencias sociales en general han sido trastocadas en sus paradigmas
por las aportaciones del feminismo.
La teoría feminista es crítica, situada e interdisciplinaria.33 Como
tal ha generado un vasto campo analítico que tiene un objetivo ético:
participar en la construcción de la libertad de las mujeres y en la igualdad
de género. María-Milagros Rivera (1996) ha identificado cinco categorías
en la teoría y pensamiento feminista: 1) la categoría mujeres; 2) Mujer
sujeto político; 3) el patriarcado; 4) el género; y 5) la diferencia sexual.
Metodología de la visibilidad
Consecuencia de la sociología cíclope, para transformar el androcen-
trismo de la sociología, se requiere la revisión de su objeto de estudio
y las teorías que la conforman a través de la visibilización de las muje-
res como sujetos cognoscentes, objetos cognoscibles, y con autoridad
epistémica (Maffía, Diana s/f). La visibilización consiste en un proceso
metodológico que coloque a las mujeres en el centro y, a partir de ello,
se construyan teorías.
Reconocer que el feminismo es una cultura que está presente a lo
largo de la historia, implica reconocer su fuerza en el desarrollo de las
través del estudio de las transformaciones en la familia y las relaciones heterosexuales; y en lo
macro-social en el estudio de los cambios sociales que dan forma al proceso de individualización
en las sociedades contemporáneas. Manuel Castells (1999) considera el fin del patriarcado debido
a la transformación informacionalista de la economía y el mercado laboral, al desarrollo de tecno-
logías reproductivas y de control de la natalidad, y a la influencia del feminismo, y al desarrollo
de una sociedad red que posibilita interrelaciones a una mayor velocidad. Alain Touraine (2006)
considera que las mujeres son creadoras de una cultura diferente y novedosa que se caracteriza
por el predominio de la subjetividad y el cuidado en las relaciones sociales. Incluso considera que
la cultura masculina basada en la destrucción está a punto de extinguirse. Se puede continuar el
recuento, sin embargo los teóricos citados muestran cómo las aportaciones del feminismo en la
sociología no pueden ser fácilmente ignoradas e invisibilizadas.
33
La teoría feminista es interdisciplinaria. Para explicar su objeto de estudio (la opresión
de las mujeres), recurre a las aportaciones hechas por diversas disciplinas. Por ejemplo, cuando se
explica el concepto de patriarcado, se retoman las aportaciones de historiadoras y antropólogas
que han dado cuenta de su formación histórica. Así, muchos de los conceptos clave de la teoría
feminista están formados por el diálogo entre diversos saberes: la filosofía, la historia, la psicolo-
gía, la antropología, la sociología misma, entre otras. No obstante, esta explicitación amerita un
capítulo en sí mismo. Aquí se presenta la presencia de las mujeres y el pensamiento feminista en
la sociología sin negar de su carácter interdisciplinario.
114
CLAVES PARA UNA SOCIOLOGÍA FEMINISTA
diferentes disciplinas sociales y humanísticas, así como de las sociedades.
El pensamiento feminista es diverso pero todos los feminismos son una
propuesta ética, política y científica, tendiente a la erradicación de las
desigualdades que subordinan a las mujeres y a la construcción de socie-
dades más justas. El feminismo es un movimiento político reivindicativo
y también una cultura: ilustrada, crítica y con un lenguaje propio que le
permite visibilizar las diferentes formas de opresión de las mujeres en las
sociedades. Al respecto, Patricia Castañeda Salgado (2008) señala que:
El feminismo académico constituye la revolución epistemológica del siglo
veinte, hecho que podemos constatar en los pocos años que han transcu-
rrido del siglo veintiuno. Su campo conceptual es abarcativo, complejo
e interdisciplinario debido a que centra su atención en comprender, ex-
plicar, interpretar y desmontar los conocimientos que han sustentado el
androcentrismo en la ciencia. Para ello, ha elaborado teorías, conceptos
y categorías que develan los sesgos de distinta índole que han ignorado,
invisibilizado, negado o distorsionado la desigualdad de todo orden que
subordina a las mujeres y lo femenino en el contexto de dominación
patriarcal.
Para hacer estas contribuciones, las intelectuales feministas han
debido modificar sustancialmente las formas convencionales de hacer
investigación en prácticamente todas las áreas del conocimiento. Haber
interrogado a los paradigmas científicos androcéntricos establecidos
respecto a la ausencia —o presencia relativa— de las mujeres y lo feme-
nino en sus postulados y procedimientos fue, y sigue siendo, el punto
de partida para plantear problemas de investigación inéditos, crear
procedimientos innovadores, replantear categorías epistemológicas,
así como para volver a reflexionar en torno a la relación entre filoso-
fía, ciencia y política. (2008: 7) En la conformación de una sociología
feminista resulta imprescindible el desarrollo de un método, es decir
un ¿cómo? feminista.
El ¿cómo? feminista es una perspectiva sociológica capaz de esta-
blecer una forma distintiva de mirar el mundo social para construir
explicaciones adecuadas sobre las mujeres y su posición en la sociedad.
Se caracteriza por:
— Es crítico por buscar no solo explicaciones sino propuestas
para transformar la estructura desigual de la sociedad. En
115
LECTURAS CRÍTICAS EN INVESTIGACIÓN FEMINISTA
este sentido, comparte una premisa: Toda teoría sociológica
es provisional y parcial debido a que su objeto de estudio está
en movimiento constante.
— Es situado, en tanto se construye desde y para las mujeres:
quien investiga forma parte del problema que investiga.
— Duda de las teorías para poder interrogarlas y construir una
visión abarcadora.
Derivado de lo anterior, el género es una categoría de análisis
que tiene la peculiaridad de ser uno de los sistemas de estratificación
social primarios, junto con la clase, la raza y la nacionalidad, que tiene
un impacto en la macroestructura y la microestructura social. A partir
de esta categoría se han construido explicaciones sobre la condición y
situación de las mujeres en la sociedad.
Uno de los logros académicos del feminismo, a nivel de explica-
ciones disciplinares, se condensa y materializa en lo que hoy conocemos
como Teoría de Género. Marcela Lagarde (1996) la define como: “una
teoría amplia que abarca teorías, hipótesis, interpretaciones y conoci-
mientos relacionados al conjunto de fenómenos históricos construidos
en torno al sexo” (1996: 26) El núcleo de la teoría feminista de género
radica en la explicación de las desigualdades de género como una
construcción histórica, en la que convergen la condición y la situación
de las mujeres en las sociedades. La condición de la mujer se refiere a
la historia de la constitución de la mujer como un objeto, como un ser cultural
y genérico, en abstracto:
Es una construcción histórica cuyo contenido es el conjunto de circuns-
tancias, características y cualidades esenciales que definen a la mujer
como ser social y cultural genérico […] Está constituida por el conjunto
de relaciones de producción, de reproducción y por todas las demás re-
laciones vitales en que están inmersas las mujeres, independientemente
de su voluntad y de su conciencia, y por las formas en que participan en
ellas; por las instituciones políticas y jurídicas que las contienen y las nor-
man, y por las concepciones del mundo que las definen y las interpretan.
(Lagarde, 1993: 78-79)
La situación de la mujer implica el reconocimiento de las condiciones
reales de existencia de las mujeres; es una segunda escisión que dife-
rencia a las mujeres reales y concretas desde: clase social, nacionalidad,
116
CLAVES PARA UNA SOCIOLOGÍA FEMINISTA
condición etaria, raza, entre otras categorías de distinción. Hablar de las
mujeres, implica reconocer que si bien su experiencia está determinada
por la condición de género que las incorpora al genérico la mujer, la for-
mación social y de clase en donde nacen y viven, así como las diferentes
relaciones de producción y reproducción en que participan, permite
distinguir experiencias de vida diferentes que no caben en el genérico
la mujer. (Lagarde, 1993 y 1996; Castañeda, 2008)
Patricia Castañeda agrega a esta convergencia la posición de las
mujeres y la define como: “el lugar que ocupan dentro de estructuras de
diferenciación y desigualdad social, determinado por la imbricación de
su condición de género, su situación de género y el poder” (2008: 14).
La Metodología de la Visibilidad es un proceso de investigación
que tiene como objetivo recuperar la presencia, aportaciones y accio-
nes de las mujeres en la sociedad para contribuir a la erradicación del
sexismo en la ciencia. Utiliza el género como categoría de análisis que
permite explicar la forma diferenciada en que las sociedades determinan
lo propio de hombres y mujeres y les asignan un lugar, roles y ámbitos
sociales de acción. Algunas claves de esta metodología se condensan
en lo Margrit Eichler (1997) pregunta para identificar si una teoría es
sexista:34
¿Las explicaciones (sociológicas) incluyen la experiencia de las
mujeres?
¿... abarcan las situaciones de las mujeres?
¿... transforma la posición social de las mujeres?
¿... contribuye a la equidad?35
Genealogía y Cronotopía feminista: Claves de una
Metodología de la Visibilidad
La reflexión metodológica gira en torno a los procesos para llegar a
conocer (Harding, Sandra 1996) que indefectiblemente son realizados
34
Para una revisión detallada de la propuesta de Margrit Eichler, consúltese el Anexo de su
artículo (1997), en donde a partir de la definición que hacer sobre los elementos que conforman
el sexismo en la ciencia, establece indicadores para cada uno de ellos que pueden responderse
con un simple Sí o No.
35
Cursivas mías. La autora se ubica en el desarrollo de la epistemología feminista junto con
Shulamit Reinharz (1992) Sandra Harding (1996) y Donna Haraway (1991)
117
LECTURAS CRÍTICAS EN INVESTIGACIÓN FEMINISTA
por sujetos sociales. En este sentido, la metodología feminista tiene una
intencionalidad política: visibilizar, historizar y desnaturalizar a las mujeres
(Gutiérrez, Griselda 2002; Castañeda, Patricia 2008; Lagarde, Marcela
1996) para colocarlas al centro de la elaboración conceptual en la que
se recupere su papel de actoras sociales, al tiempo que se recuperan sus
aportaciones disciplinares para construir la autoridad epistémica feme-
nina. Aquí se proponen dos claves para el desarrollo de una metodología
de la visibilidad: la genealogía feminista y la cronotopía feminista.
La genealogía feminista se refiere al proceso histórico-social for-
mado por una red de mujeres que participan en el tejido histórico de
influencia, retransmisión y aprendizaje de la cultura feminista. Con-
forma un legado histórico en el que mujeres de sucesivas generaciones
(sin importar si son feministas o no) podemos aprovechar los recursos
sociales, políticos, simbólicos para andar las brechas abiertas por ante-
cesoras feministas. Este legado se materializa cuando es nombrado por
mujeres de generaciones sucesoras. Conforma una red de mujeres, es un
tejido histórico de influencia, retransmisión y aprendizaje de la cultura
feminista. Abarca los conocimientos que heredamos de las feministas
que nos preceden y a quienes solo nos podemos acercar a través de sus
textos; los que tomamos de maestras que nos acercan al pensamiento
feminista; de feministas contemporáneas (solo en espacio y tiempo vi-
tal, no en edad) que son referentes del accionar cotidiano; así como de
mujeres concretas que pueden ser la madres, abuelas, tías, hermanas,
amigas... De aquí la metáfora del tejido. La genealogía se hilvana con
múltiples hebras y que sirven para cobijar, arropar y con ello preservar
la cultura que de hereda. Por ello, la encontraremos en la figura de las
maestras y/o mentoras (Infra. Cit.) que acompañan el momento histórico-
estructural en que los sentimientos de injusticia de género se cruzan con
hitos. En este sentido, el feminismo conforma lo que María Luisa Tarrés
denomina los campos de acción: son los espacios donde las personas a
través de las interacción y sociabilidad pueden desarrollar su capacidad
para nombrar los procesos que están experimentando, reinterpretar
su situación y buscar soluciones a los malestares y ambigüedades que
provocan las rupturas identitarias (Tarrés 2007).
La genealogía feminista muestra una peculiaridad de la acción colecti-
va feminista: dejar un legado que pueda ser retomado por generaciones
subsecuentes. Se aprecia que la genealogía feminista está marcada por
encuentros, rupturas, alianzas y conversiones políticas. Esto tiene que
ver con su carácter diverso. No hay un feminismo. Los feminismos son
118
CLAVES PARA UNA SOCIOLOGÍA FEMINISTA
las formas en que las mujeres han construido otro modo de ser. Sin em-
bargo, una lección pendiente es una débil política de alianzas y pactos
políticos entre la diversidad de feminismos.
La cronotopía feminista refiere al espacio y su configuración his-
tórica que condensa y concentra las experiencias identitarias, así como
a las transformaciones que tienen los espacios sociales a través de la
vivencia y apropiación que de ellos hacen las feministas. Hago uso de
lo propuesto por Teresa del Valle (1999, 2002 y 2012), Marcela Lagarde
(2012, 1996) y por Celia Amorós (2000 y 2006) en torno a la reflexión del
tiempo y el lugar de las mujeres que es transformado por el feminismo.
Teresa del Valle (1999) define el cronotopos como la
memoria basada en experiencias que han quedado incorporadas como
parte vital de la existencia, […] memoria en la que participamos todos los
humanos, ya que tenemos capacidad para simbolizar y experimentar la
densidad de las distintas emociones […] Es una memoria que se ejercita
de distintas maneras: individual, grupal explícita o mediante procesos
indirectos. Se trata de una memoria no discursiva que está vinculada al
concepto de embodiment, […] en el sentido de algo pasado por la expe-
riencia corporal que incluye el proceso emocional. (1999: 8).
Teresa del Valle encuentra en los cronotopos genéricos “la conver-
gencia de tiempo, espacio y género” (2012, 96) como definitorio de la
experiencia humana y como clave metodológica que permite detectar
desigualdades de género y romper con la visión fragmentada de lo
social como una distinción entre el mundo público y mundo privado.
El uso que aquí se propone refiere a los términos cronos y tropos en-
tendidos como en enlazamiento tiempo-espacio (lugar) a partir del
cual las mujeres (feministas o no) pueden hacer suyos los legados de
la cultura feminista.
Marcela Lagarde (2012) plantea la diversidad de tiempos que con-
forman la experiencia de las mujeres en el mundo moderno: el tiempo
histórico, el tiempo biográfico (que puede ser tradicional o dinámico),
el tiempo de la vida cotidiana, y el tiempo hito36 (Del Valle Teresa
36
Marcela Lagarde (2012) parte del concepto de tiempo hito propuesto por Teresa del Valle
que está “ligado a hechos lacerantes en la vida de las mujeres. El instante en que el orden social,
la cultural el espacio y el tiempo culminan, se sintetizan en situaciones de riesgo para las mujeres”
(Lagarde y de los Ríos, Las mentalidades y la cultura 2012, 72) en este sentido es tiempo que marca
119
LECTURAS CRÍTICAS EN INVESTIGACIÓN FEMINISTA
1997). En esta diversidad de tiempos, las mujeres participamos de la
historia colectiva y personal a través de repeticiones inconscientes de la
cultura tradicional de género así como de transformaciones personales
y colectivas de dicha cultura. Por su parte el topos se refiere “a un lugar
común de referencia como ubi desde el cual cobra su sentido la práctica
de autodesignación. […] el ámbito en el que se inscribe una práctica
concertada, sino precisamente, como hemos dicho, del correlato simbó-
lico de unas prácticas serializadas.” (Amorós 2006, 119) Célia Amorós
utiliza el concepto para explicar el topos de los pactos patriarcales a través
de los cuales los hombres se autoinstituyen como grupo juramentado con
derecho de hacer de “la mujer” su topos. Este topos existe, conforma la
base de la cultura patriarcal. Por ello utopía y tiempo forman una bisagra
en la que se construyen cambios sociales. El feminismo ha construido
alternativas de vida dentro de diversos espacios sociales, es decir, ha
transformado la estructura del espacio social.
La cronotopía feminista permite visibilizar no solo la fuerza social e
intelectual del feminismo, sino a las propias mujeres como partícipes
constructoras del espacio social. Ubica a las mujeres en el mundo social
y privilegia su voz en la construcción de conocimientos.
Legado, espacio y tiempo conforman así elementos analíticos
necesarios para identificar las herencias recibidas por las feministas
de una generación y los usos transformadores que hicieron de dicha
herencia para entregarla hoy como un legado a las generaciones suce-
soras. Herencia observable en las transformaciones sociales del sistema
sexo/género y en la formación e influencia de la cultura feminista en
la vida social.
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