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Solo de Contralto - Gruss, Irene - 1997 - Buenos Aires - Galerna - 9789505563746 - Anna's Archive

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os.

17 PTA
] Ivono (yyss

o
R87

a SOLO
E DE CONTRALTO

LA
MONTEAVARO
ERNESTO
FOTO:

Irene Gruss nació en Buenos


Aires, a fines de agosto de 1950.
Publicó La luz en la ventana
(Ed. El escarabajo de oro, 1982);
El mundo incompleto (Ed. Libros
de Tierra Firme, 1987); La calma
(Ed. Libros de Tierra Firme, 1991)
y Sobre el asma (edición de la
autora, 1995).
Digitized by the Internet Archive
in 2024

https://archive.org/details/solodecontraltoDO0Ogrus
COLECCIÓN
La RosaA DE COBRE

MáS
Dirigida por
ABELARDO CASTILLO

Roberto Arlt le hizo soñar a Erdosain una rosa incorrup-


tible, una flor para el tiempo. El grupo de escritores que
hoy se unen bajo la advocación de Arlt cree tenazmente
que esa rosa es una metáfora de la literatura.

ABELARDO CASTILLO
Solo
de contralto
oloB !
ojierinoo sh
==
Irene Gruss

Solo
de contralto

GALERNA
I.S.B.N.: 950-556-374-4

Ilustración de tapa: The singer Modjesko,


Kees van Dongen, 1908.

Foto de solapa: Ernesto Monteavaro

O 1997 Irene Gruss


O 1997 Galerna SRL
Charcas 3741, Buenos Aires, Argentina.

Queda hecho el depósito que dispone la Ley 11.723

Este libro se terminó de imprimir en los


Talleres Gráficos Cyan SRL.
Potosí 4471, Capital Federal,
en el mes de septiembre de 1997
Impreso en Argentina
LA TERCERA DIMENSIÓN

Quién me creería si
dijera: “Me agarraron y

hendieron desde
el cuero cabelludo hasta la pelvis, y

todavía estoy viva, y


me paseo contenta

de sol y todas
las dádivas del mundo”. La honestidad

no es tan simple:
la simple honestidad no es

sino una mentira.


¿No esconden los árboles

el viento entre
sus hojas y

hablan con susurros?


La tercera dimensión

se esconde.
Si los picapedreros
parten piedras, las
piedras son piedras:

pero el amor
me partió en dos

y estoy
viva para

contar el cuento; pero no


honestamente:

las palabras
cambian las cosas. Deja que sea

—aquí, bajo el dulce sol-


una ficción, mientras yo

respiro y
cambio el paso.

Denise Levertov
Estoy viva.
Acabo de sepultar a mis seres queridos.
Aquí en el cementerio los árboles murmuran
una música parecida al mar.
El sol apenas se entrevé en el cielo 2
porque empieza el otoño. Camino
hacia la salida con una flor en la mano.
Antes, cuando eché el primer puñado de tierra
sobre mis seres queridos, muertos,
el mundo se abría a mis pies como una tumba. Mas
ahora no: escucho el viento
y ese ulular de ramas
es tan hermoso
que siento que lloro.

A mis hijos

13
Mi bien, ahora distiéndete y recibe
el olor y el sabor de la comida
que te preparan. Cálido humo
a consumirse, como todo, filosofía
sin luz, sin viento: hay prosperidad
en lo que se cocina a tu nombre
y es sólo un poco,
y es nada menos:
alguien te da
de comer. Bebe su cáliz
porque él se sacrifica: cobarde teme
que lo hecho no te plazca o
iluso, que el humo no dure,
sin embargo cocina
con meticulosidad lo que al fin
place y se acaba,
sin que él se dé cuenta, porque
la única que cuenta, como números,
eres tú: mezquina que recibes
la cena y el cáliz aquel, un vino
generoso.

para Héctor

14
Es el hambre:
No es la comida: es el hambre:
esto
no alimenta;
comer, rumtar, tragar el bolo,
esto no satisface: la ausencia,
la carencia de alimentación,
el hambre, igual a la angurria.
La alimentación, qué alimenta.
Ei hambre: el si, el no,
hambre implícita,
pena de la boca
del estómago, se repite
el alma
como un eructo, lleno o
vacío
el corazón, efecto
bajo, sublime el
dar de comer.

15
Me di sin decir esta boca
es mía, como una medusa
violeta me abrí, me contraje,
transparente y
gelatinosa, admirable me tendía,
y el mar me dejó como a un desperdicio de
la orilla, y
yo no contuve mi forma.

16
ÁLMA MATER

Ningún hombre sea pobre pastor,


arquitecto o bufón, cirujano de almas,
sabe curar la mía. Llegan
con su misión bajo el brazo
y yo les doy el pan, les quito
la misión: curo sus llagas tanto
ni saben del dolor en mi ombligo,
y si supieran, madre,
quién me curaría, con monóculo, bonete
o bisturí, da lo mismo
estar agradecida
es lo que cuenta: haber nacido
amado,
dado de nacer
eso es lo que es, lo que está,
alma herida difunta,
hija cuyo parto da la risa, el favor,
el pan, la leche tibia
padece la alegría, pero mujer
cuándo, ambigua humanidad
he sido y se me parte el alma
y abrazo, te abrazo, madre.

17
EL TE

Está sentada frente a mí |


y hace ruidos con la taza, la golpea sin querer.
Está loca pero la que desea :
matarla soy yo.
Si le comento cualquier asunto, ella pregunta
con tono de loca más que dubitativa: ¿ah, sí?
Ahora está
diciéndome que hay vidrios rotos
en su barriga, la cortan, duele.
Miro la taza que golpeaba, intacta,
y el té que viene hacja mí, de a poco,
rogando algo que no entiendo. El líquido
toma una forma que me asusta, y al mismo tiempo
sé que lo que pide
es piedad, ayuda; es té tibio
sobre la mesa y
es mi hermana.

18
LA GALLINA

Vengo a llorar la carta, el puchero


de gallina, el
líquido caldo que acostumbra mojar
—¿es que aquí no hay repasadores?—
llorar con gotitas de grasa el
menú, la carta, cacareo caro
a la diestra, y
a siniestra, puchero
de gallina quiero poner
los huevos, emplumar con calorcito
alborotar con ruido
clueco y que no espante, ni
al zorro viejo que mira
a este
gallo montarse sobre mí
(¡señora, las gallinas!)
maíz va, maíz viene,
harta
de cacarear, vengo a poner
los huevos que me diste, la pluma
dura la carne, tarda
en caer, en gotitas
el caldo, la grasa
de mi llanto, en la cara,
vengo a poner
la carta, o el menú,

19
la letra que me diste no la pongo, tu abrazo,
con calorcito, harta,
vengo a llorar.

para María del Carmen Colombo

20
dl
ANTIARS POÉTICA ll

La alegoría está en el bambú,


no en la palabra.
PAULA GRANDÍO

Esa playa en el río.


El río estaba muerto.
La playa vivía gracias a
los juncos que estaban a un costado.
Los juncos eran la alegoría del paisaje.
Un poeta chino lo supo
y no lo escribió.

23
SIN FE

Esta es una confesión muy personal:


He perdido casi absolutamente
la curiosidad por el mundo.
Si no escribo la primera frase, la segunda
se pudre por exceso
de efecto.
Sé cómo el mundo se va moviendo,
los brazos de las personas
al costado del cuerpo, impotentes, impacientes,
desesperados, laxos, levantados, sabios,
ignorantes como yo.
Según se hagan las cosas, se sabe
más o menos
cómo quedará terminado;
o no: la incertidumbre
es natural, cosa sabida.
Los chicos sorprenden;
conmueve, pero
es terrible: no es ninguna novedad
en este mundo.
Las cosas, los hechos
son —qué importa que ese árbol sea un gomero o
una encina—, y aun así casi todo remite
a la memoria personal: si es un gomero,
recuerdo el jardín; si una encina,
aquella canción; si un árbol desconocido,
hoy inauguro la memoria, el mito, o
lo descarto.
Algo aparentemente curioso: un corrector de estilo
afirma que la palabra implementar no existe.
Significa instrumentar, poner en práctica,
pero en sí esa palabra no existe.
¿Elegí quedarme con el nombre
y no con la cosa? ñ
Quién, por miserable cultura e historia,
estará pensando que en este momento
la ropa revolotea desde ayer
en la terraza, enredada
sobre sí misma, debería sacarla... Terrible,
salvar la ropa del viento
que bate en la terraza, aquí mismo, la borrasca
en el nombre, la rosa (si digo la ropa
es fácil, un recurso que podría
seducir y no me conmueve
en absoluto).
He perdido la curiosidad:
ha nacido un hijo deseado
(tiene nombre antes de nacer)
por obra de amor: conozco
la alegría, conozco la ansiedad
satisfecha,
escribo que el mundo
es incompleto, que no basta,
aunque aquí y
esté todo lo que hay,
el contraste en la luz,
lo concreto, lo relativo y lo absurdo,
lo nuevo, lo acabado,
y lo cubierto,
la curiosidad.
Algo debió pasarme
para que la haya perdido de esta forma.
No es suficiente una enumeración sostenida.
Crear no basta
—<qué importa si se trata de un gomero
o de una araucaria, ropa en el viento, presiones
o alivios del cuerpo—. La Historia,
la intimidad, la implementación...
Es demasiado.

26
QUIÉN ME QUITA LO BAILADO

Pido peras al olmo. Las saboreo:


son deliciosas.
He pedido gato por liebre;
me lo han dado.
Me han contado historias libidinosas
a medianoche;
gozaba, con cada palabra,
con cada gesto.
He amado la noche
cuando amanecía,
amé la muerte, y
soñé
con la realidad.

27
EL RUIDO

Cuando ya me olvide de estar siempre


a la espera de un
desenfreno, cuando
tome real cuenta de que esto conlleva
graves lesiones cardíacas, el sobresalto,
el timbre que uno creía
estar esperando, la velocidad,
el vértigo que uno creía
desear hasta tal punto,
recién entonces el silencio
será como un útero lleno o una cabeza
llena de algo que no es conocimiento
o las dos cosas llenas o vacías
pero al fin el silencio no aturda, cuando
ya me olvide
de lamer eso con lo que una
creía llenar
el estómago la cabeza el útero el oído, o
simplemente el corazón las manos,
cuando todo o nada se calme
pero me olvide, el silencio
vendrá a mí como un amante
casi perfecto, casi amado,
mi tolerancia será finita o infinita,
la entrega será parcial o
inmediata,

28
me olvide, cuando por fin olvide
el silencio será
tan intercambiable
como cualquier persona o cosa,
tan insustituible
como cualquier persona o cosa,
tan irremediable como la salud,
esa que soporta o sostiene o sobrevive,
cuando deje, por fin deje
trabajar a la memoria como esas máquinas
que una vez terminado el mundo
siguen funcionando, autómatas, y
el silencio sea
lo que vibra alrededor,
lo que se mueve o ya no se mueve alrededor
de la memoria, lo que ya
no reacciona ni sobresalta
ni obtura el timbre, la sordera, me olvide
de oír
o de esperar el ruido, el vértigo, eso que
creía era la acción, la pasión
el encuentro con algo con alguien que
creía era no era, cuando
me olvide y me duerma o
abra los ojos para descubrir
el sueño o lo que vi, después de todo,
cuando me canse o me desvele,
qué será del silencio
qué será de ese algo de esa nada, E

29
el factor
constante, alucinado que-habla que calla
canta.

30
MONSIEUR HIRE EN LA TERRAZA

Lo que me sostiene,
esta tubería
que cede,
con las dos manos me aferro
pero es vieja, oxidada, la
pintura se separa rápida de
la tubería que me sostiene,
secamente, pero mis dos manos
están húmedas
y tiemblan por el miedo, por el sudor,
y a medida que el caño parece quebrarse
el amor que tuve
cede,
se desprende flojo, y
cae
aceptándolo todo.

31
EL SACRIFICIO

Cordero degollado,
mirás al cielo sin pedir
clemencia.
El sacrificio se postergó
hasta el mediodía. Eras joven
y debías fornicar, rumiar
la hierba. Tu cabeza,
ahora,
yace erguida
como la contradicción.
Tu garganta sangra y es lógico.
Todavía aullás como un lobo
desde esa posición en que te han puesto
para el sacrificio.
Todavía hay violencia y dulzura
en la contorsión de las patas
y en el cuerpo que cuelga
iluso,
pesado.

32
HOJA EN LA TORMENTA

Un relato no necesita heroínas.


MóNICA TRACEY

No me vengan a hablar de
desolación, una hoja en la tormenta
hoja infante, de quién va
a cubrir a esta hoja —no de papel, no de tinta—
ni hoja pequeñita, desvalida en
la tormenta. Arrecia, arrecia
tempestad, lastima
ya no la raíz, la nervadura,
marca que carga la hoja
como genealogía o simple adorno. No
me vengan a hablar de fortaleza, firme la caída
el vuelo hacia arriba hacia abajo
el concienzudo tocar tierra (ni siquiera
fondo) de la hoja. No me vengan con
el gris dorado verde
de la vida, pavana para una hoja, corcel
que va a salvarla, no me vengan a hablar de
la canción de la intemperie, de que de esto
se trata ni vengan a decir, declinar
en subjuntivo la memoria o la falta,
ni a clamar declamando la hoja se cae por sí sola,
arrecia tempestad, fulmina de una vez e

33
con la luz la electricidad
* de un rayo, arde de impaciencia el objeto
aquí tomado, ardería aún más si
algo -—un roce— pero no, la hoja
elige no me vengan a hablar
de destino pagar caro el precio la responsabilidad
(largo
invento)
la omnipotente la débil como una
hoja en la tormenta ni mencionen al viril
árbol que muere de pie, ella ha visto caer
árboles hojas sostenerse de la nada desprenderse
ahora sí de la raíz de la razón del sexo,
tiemblen ciudadanos, nunca de la historia
el mundo alrededor y ella no en el centro,
quizás en el borde, andar doble filo doble juego
de la hoja
haciendo —mal gerundio— mal y bien
cortó el pan y la carne no me vengan a
hablar de
inocencia, más quisiera la infanta
ni vengan a decir
la perdida o la que perdió ni
se sufre se sufre demasiado
no vengan a bailarle encima ni a
quitarle el baile, bamboleo embriagador,
faltaba el amor, no me vengan
con el cuento hoja en la
tormenta, arrecia la furia

34
la iniquidad el asombro no vengan con
que de esto no se habla con que de esto
ni hablar no me vengan con el sol
otra vez y aquí no ha pasado
nada la nada la trascendencia lo que queda es la obra,
el devenir circunstancia causa-efecto ensayo-error
de la hoja
qué le pasa qué pretende
por qué no lo consigue no me vengan
a hablar no me vengan a hablar
la hoja es
una hoja, suave
objeto, tema
con tormenta.
EL VIAJE

No me puedo quejar: he conocido


demasiado, con humildad,
la humanidad, parece un juego,
he visto el paisaje tan bello
desde una butaca, viajar
me produce pereza, y
sin embargo, he visto
demasiado me quejo
celebro la pereza
la lástima
mi lastimadura. Velas
enciendo para festejar
la conjura, parece
un juego, un espejismo
de fuego en el agua, celebro
la lágrima, y me río
por puro contraste,
por conocimiento, con humildad,
¿debería estar agradecida
por la respiración?
Resentir
es un nombre ambiguo, he tocado
de todo un poco,
ambigua humanidad, la conclusión
es una sola, la misma
quemadura

36
en un océano
cuyas olas repiten es aquí, es aquí,
y el fuego es fatuo, y
el agua
es el viaje que no hace
falta.

37
ENTROPÍA

"me deliro, me desplumo"


ALEJANDRA PIZARNIK

Esta melancolía, esta ternura vana,


el dolor enrarece —como si se tratara de un gas.
Me asfixio, me esfumo,
no hay agua posible,
precipita,
no hay remedio,
la boca se deshace. No hablo más.

38
LA BURLA

La desesperación no tiene forma,


no es estética.
El lenguaje se pudre.
Hay un cálculo cabal de Thanatos y
una burla del destino.

39
Amplios bolsillos para guardar
las piedras de la orilla.
El lago estremecía,
las burbujas eran luciérnagas
sobre el lago opaco.
Tanta belleza, más que fascinarla,
fue insoportable.
Avanzó
y murió ahogada,
lúcida y envuelta
en una terrible jaqueca, la última,
decididamente insoportable.

40
- FE DE ERRATA

La moneda equivocada,
el número equivocado,
el tren, el riel equivocados,
la rueda, la moneda,
la fortuna equivocadas,
la madera, la cama,
la teta, la leche, la succión
equivocadas, el beso,
la música a destiempo,
el aire equivocado,
la moneda, el pago, el azar,
equivocados,
el sueño, el insomnio equivocados,
el pasto, la nube, la moneda,
equivocados,
la risa, el remedio
equivocados,
el ansia
equivocada,
la moneda, el naipe equivocados,
el pie, el paso,
el final, el bosque, la memoria suspendidos,
la ficción, la extensión
equivocadas,
el hambre,
la moneda,

41
el hilo, la
tensión, la fe,
la muerte
errada.
FrIDA KAHLO

Pintó el autorretrato, la risa


pérfida, incólume.
Un pasamanos le atraviesa el cuerpo,
parece más cruel que una cruz;
en el pubis hay
un cartel, casi
ilegible, “la vida es hermosa”.

43
Pájaros cantan en la mañana
soleada.
Quién piensa en el cuervo.

44
II
EL TONO

Mi voz dice lo que no quiero decir,


mi voz tiene otro tono,
lo que quiero decir no lo dice,
dice otra cosa.
Lo que no digo a veces lo dice mi voz
o el silencio, el mío, lo dice pero
no se entiende. Mi voz larga
un ruido grave, un
comentario gutural, casi sin voz.
Mi voz no escucha lo que digo.
Yo escucho a mi voz decir
otra cosa.
Lo que no digo no puede oírse, y eso
es lógico. Cuando mi voz lo dice
a veces, el tono suena
desligado de mí, el sonido, el tono
es otro.
Lo que quiero decir no se escucha. Mj voz no habla,
semeja un tono
cansado de sí, del otro tono que no dice
más que un comentario, grave, baja
mi voz
cada vez que escucho, sordo el sonido
de lo que digo a veces
en un hilo casi
al otro casi,

47
una sola
vez que diga
lo que no quiero, mi voz,
pa
O1r.

48
SOBRE EL ACTOR

Es pavoroso: qué clase


de persona
debo ser que la gente sólo pide
o necesita,
aplaude o abuchea
el papel que cumplo.

49
LA FICCION

He cubierto el cristal con azogue


y he hecho un espejo a tu semejanza.
Curioso orgullo,
cubrir
lo visible de mí
para que te mires, soberbia
imagen la del cristal tapado y
frágil idea
la de creer
en lo que se mira, la ilusión
la fría cordura de envolver en azogue
tanta maravilla, si se lo cruza,
Alicia, opaca
estela el reflejo, crea
la invención, no
el tacto.
EL DESLUMBRAMIENTO

Miran un libro de fotografías.


Hay una que las deslumbra. La
conocedora de la técnica
explica a su amiga: —Es agua,
una bahía tomada a velocidad lenta.
—Increíble —dice la que no conoce—, parece
arena. La luz y la sombra en la arena,
al unísono, cómo pudo fijarlo así, como
algo irreal.
—La velocidad y la altura con que está tomada
producen ese efecto.
Bajan la vista hacia el costado
de la foto
donde figuran la firma, el año y
el título: Edward Weston, 1938,
“Suelo del Valle de la Muerte”.
La que conoce se tapa los ojos
y sonríe, alterada.
Las dos
aman la ficción, el arte.

51
SOBRE EL ACTOR II

El efecto es impagable: el acto:


que hace de padre que
mira a su hija,
recién muerta, abre la boca
y con los ojos, desencajados como la boca,
pega un grito
mudo, un silencio
brutal, la cámara filma en primerísimo plano
la voz que no sale,
hasta que el actor,
“y siempre con su boca abierta y
desencajada, como sus ojos, saca
de no sé qué garganta, quién
dirige el gutural, el gemido
insoportable, como si sufriera
demasiado.

52
LA EVIDENCIA

He buscado y hallé
hombres, mujeres que escribieron
sutil, violentamente
sobre sí, y me dije
convencida: hay buenas personas
en este mundo.
Leí y abrazaba esos libros
como abrazo a personas,
reí, sufría, estudié tanta palabra
escrita
por esos hombres y mujeres,
creía en su palabra con una voluntad
animal. Hasta aquí fue
todo: cargué cada ejemplar en cajas,
enormes y pesadas cajas,
con esfuerzo
las bajé hasta la calle y esperé
la hora de paso del recolector
de basura. Nunca
me duermo hasta que no veo ni oigo girar
la compactadora del camión.
Siempre estoy ahí, como
si se tratara de una cita inolvidable.
Cuando llega, corroboro
lo que hice esa noche. Saludé ,
gentilmente a los muchachos mientras
cargaban las cajas, le di
propina a cada uno, por
el esfuerzo, y volví a casa.
La decisión fue la de un crimen premeditado
e imperfecto, como todos. Aún
desconozco el motivo cabal,
sólo una vaga y brumosa
sensación, inapelable,
fue lo que determinó este asunto: Qué clase
de personas serían estas
que ríen y sufren
tan sutil, tan violentamente
por escrito.
No eran palabras
como hechos. No era gente de creer. Por
eso fue, por eso.

54
PROMETEO

Por darnos el fuego,


el buitre te mordió los ojos:
lo hizo más como dádiva
que como un daño. Observa, si puedes,
desde la órbita vacía
qué hemos hecho con el fuego de los dioses.
Mira cómo reprodujimos
sutil y misteriosa consistencia,
las formas variables del fuego.
Mira la guerra: sustancias químicas
penetran los trajes de soldados
mercenarios, víctimas apasiunadas.
Mira el calor del hogar: pérdida
de gas, llama viva en el momento
más inoportuno. Pareciera
que loz hombres ya
no lo precisáramos.
Hemos ardido tanto y
nunca nos bastó
la leña.
Ahora que estás ciego y helado
en la cumbre de la montaña,
castigados y desaparecidos tu
obstinación, tu tributo,
pregúntale al coro
a quién nos toca entregar
la antorcha,
agradece la piedad del buitre, y
cuida tus llagas
amorosamente.
SOR «JUANA

Hermana, hemos errado otra vez.


Tuviste conocimiento, y yo
algo me sé.
Los necios acusan como necios.
¿Por qué hiciste, Juana, de verdad
una ficción?
Finge
que no sabemos.

57
IV
EL JARDÍN

¿Estás cansada del viaje, Diana?


¿Dejaste las valijas y te asomaste-a ver el sol
en tu jardín, fuiste allí
rápidamente, pausadamente?
¿Echaste una ojeada a las plantas
o mirás cada una, sabiéndola,
descubriéndola, cuidás
tu jardín, hablás, cantás con
la regadera en la mano?
¿Estás cansada de vuelta del viaje,
Diana? ¿Estás contenta?
¿Alguien te acarició, jugó otra vez
con tu melena de fénix,
te besó los párpados
como quien desea tocar
una mirada así de azul, de gris
según el tiempo? ¿Fuiste feliz,
Diana? ¿Intenso y duro, el viaje?
¿Acomodaste la cabeza en el asiento del avión?,
¿descansaste?
¿Estás repleta de memoria, de sentidos
por el viaje, Diana?
¿Comerías conmigo para contarme?
¿Pasaste hambre en la estadía,
Diana, pasaste hambre?
¿Te embriagaste? ¿En algún momento

61
llegaste a marearte por el viaje?
¿En aigún momento, sentiste
esa nada en la boca
del estómago, ahí donde dicen que
está el alma? ¿Llenaste
con qué esa nada, con la gente,
con las cosas, tuviste
necesidad? ¿Observaste
la vida tranquila? ¿Así, como te veo
ahora, calma
y sabihonda? ¿Conociste
la muerte en el viaje,
Diana? ¿Te asustó, la asustaste?
¿Trajiste fotos, postales,
documentos?, ¿abrazaste a
muchos, te abrazaron?
¿Gozaste, tradujiste el amor
loca de deseo? ¿Hablaste demasiado, cailaste
demasiado? ¿Por qué
estás diciéndome
que escribir es lo único
que tenemos? ¿Estás
cansada, es por eso, porque
estás cansada del viaje? ¿Querés
dormir, recostarte en un hombro,
querés reír, llorar un
poco? ¿Acaso el viaje mismo
no te consuela,
Diana? ¿No es como el tacto
de otra mano, no lo es, verdad?
¿Comerías conmigo para
contarme? |
¿Ya floreció la rosa
en tu jardín? ¿Es tan bella?
¿Los pétalos reventaron
plenos de vida, la vida es
púrpura después de un viaje,
Diana,
es así?

63
No soy frívola, soy esta mínima
escultura en un lugar
de la plazoleta. La piedra es más
impaciente que la carne, desea reír,
y quebrarse, más
quisiera, la pasta espesa
de pintura sobre mí, tibia como
la mano que recorre, la
caca del pájaro
que pasa. Pósate, estoy yo
hace rato rígida
y gris, más quisiera
tocar la lluvia que
resbala pero algo hace: abre,
corroe. El viento ríe
todavía
más, da vueltas sobre todo, en
todo. Me arranca. Más quisiera
esa sorpresa en el espíritu.

64
Conté con los dedos de mi mano
las veces que tuve, no las que amé
sino las que tuve.
Las yemas de los dedos
se quedaron mirándome, las líneas
de la mano rieron (¿amé >
lo que tuve? ¿Quise decir
quiero un poco
de esto o de aquello?,
¿perdí, gané semejante
generosidad?).
Ahora que me aferro —como si lo que tengo
fuese leve—
a un poco
de nada,
veo marcas que una burla desecha,
y lenta, tiernamente abro
el puño, dejo caer
la arena, vuelvo a tomarla.
MEMORIA DE CONTRALTO

desde la dicha canta la desdicha


L. LAMBORGHINI

Escucho atentamente respirar


al reloj, resucita
como un canto que fue detenido
en medio del ensayo: ¿Pueden
sentir apenas eso? —se ha crispado
el director—. Dame el la
de esa música sangrienta.
Desafino la misma cantinela
que me sé de oído,
desafino y no sostengo
el aire ni la nota
que cuenta: una redonda
profunda, pide
el maestro, ah
de la cantata Mi corazón
anhela, ¿pueden sentir
apenas eso? ¿Era fuga?, ¿era
en la o en si,
el tono era alegría? Responda
el coro, que apenas puedo conmigo
cantar la melodía. Escucho atentamente
respirar al reloj. El director cerró
la partitura
y ahora retoma, golpea el diapasón: Dame
el la
más dulce que haya oído, ¿quieres?
LA SOGA

La soga es el vacío
de donde cuelgo, me aferro
al vacío como la soga segura
de mí. Apenas raspa
cada vez que
me abalanzo o tiemblo, el vacío
sostiene mi forma única
de andar, hay vértigo donde
sobra espacio, mi miedo
se pierde cuando cada hilacha
afloja el sentido
concreto de la perduración. La soga
no depende. He preferido atarme
a eso.

68
La gracia
de reír,
oír cantar el agua —ya no
la risa como herida, ya no
el mínimo gotear, condena
la garúa, la burla que el destino
aflige; escucho
al inquieto, un silencio
de campana —ya no
doblan por ti.

A Eduardo Mileo
do o al apo a E
e
np
PARAFRASEANDO A GINSBERG

Siempre quise volver al sitio donde nací: el semen


amargo.

73
Mi necesidad no tiene nombre.
No iremos al bosque.
El aire talará los árboles
no habrá pájaros, nada.
El camino se deshará como se deshace
la carne, no habrá
tiempo.
Extrañaremos ese bosque
como si alguna vez hubiésemos ido.
Las ramas pedirán
ayuda al cielo, y cada hoja, la quietud
o el alivio de un ruido. En vano
extrañaremos el claro del bosque.
Como el que pierde un anhelo,
como el que lo busca en el claro
de un bosque, no videntes, no acontecidos,
nómades por errar, en vano
será la senda errada,
el tiempo goteará como lluvia sobre pájaros,
en vano pájaros ramas musgo, en vano
está escrito, no iremos
al bosque.

74
No te trae la lluvia, el mar,
ni el viento acerca
siquiera un soplo,
un ruido, algún misterio.
Ni cuando arden mis ojos llega
a vos el z
no verte.
Cada paso que doy
es para sentir el suelo
y anhelar una señal lejana,
cercana de que estás, ahí,
tan despierto como yo
y haciendo del tiempo una nada,
esa que horada cualquier elemento.
Dulce manotazo de ahogada, doy
lo único que doy: miseria, mascarada.

Ni la lluvia te trae
ni el polen; esto, Dios, no es natural,
es el llamado sino,
no el semen que quise tomar hasta
la euforia, la confusión.
Ni el viento acerca las cáscaras de otoño, la furia;
esto no es natural: el año pasa raro,
sin escrúpulos, hace calor
en mayo pleno y la brisa
no susurra nada, como si
no hubiera un secreto en este
no.
Ni el mar canta
algo de vos; él,
que como el fuego sabe
de los vivos y los muertos,
nada avisa y
declara ausencia fatal, milagro
del yo sólo, aguanta
y zozobra, pajarito
divino, mensajero ebrio que guías
la humareda de mí,
humo de colores, sube deforme, desalmado,
aroma de ceniza y de chispa
que no podrás oler, esto no es natural,
estás tan oscuro y tan claro
como ese aire enrarecido
y como esa agua que no lleva
más que el ala
de mi ángel guardián, pajarito
que dicta: no estás, nada
te trae,
es el llamado sino,
es a quien llamo y
se pierde
como un eco mortal.

76
Que te quede de mí
ese ruido de amapolas
endebles y furiosas
besándote,
y guardes la mirada
perdida, detenida
en algún punto fijo, como
si te mirara detenidamente,
perdidamente,
y te toquen la memoria
mis manos
como
si te tocara,
y veles
el cuerpo vivo,
increíblemente vivo
que tuve.

el
EL DULCE DAÑO

A. STORNI

Encontré la última carta


que recibimos antes de separarnos.
Allí un amigo nos transcribe
el fragmento de un poema persa, muy antiguo:
Por eso el corazón tiembla ante el amor,
como si tuviera ante sí la amargura de la muerte.
Porque en donde el corazón despierta, muere
el yo, el sombrío déspota.
Hoy me observo ante el espejo y veo
a mi yo como un amigo difunto.
Hemos espantado al amor
como quien espanta una abeja que
pudo hacernos daño: no quites los platos, me decías;
lo veo ahora que el amigo difunto
me ordena, sombrío, que duerma el corazón.
No quites los platos... La flor desvelada
no hace caso. Oye, tú, el
zumbido: me ha picado
una abeja.

78
DeE HECHO, ESPERAN ENORMES CAMBIOS
EN EL ULTIMO MINUTO.

GRACE PALEY

Siempre veían a sus pares


en el cine, en una plaza.
Corrían y se angustiaban por cualquier cosa,
si algo iba bien o algo iba mal, >
se retorcían y se angustiaban igual.
El sufrimiento pasaba de largo a medida
que los días también pasaban, y la alegría
era ese momento
cuando escuchaban, sin querer, a algún chico
que cantaba sin saber lo que cantaba.
Ah, ahí se largaban a reír, tentadas,
contoneando el cuerpo.
Creían otra vez en la vida como
si antes ésta hubiera sido una fea película, vieja,
en blanco y negro.
Tarde,
solían estirar la nuca hacia atrás, para
ver las estrellas
y la noche, que era azul. Soñaban
antes de dormirse, y cuando se dormían,
algunas soñaban y otras no.
Hoy en día arreglan sus casas, caminan
y caminan por la ciudad,
y después del trabajo vuelven á y.
(el teléfono en su lugar, la desazón, la blusa donde
estaba),
crispadas, solas, cansadas.
Cuando se enamoran tienen un temor súbito
que les hace preguntarse hasta cuándo durará
este día dorado,
y cuando pasa el temor
o el amor, no dejan de dar cuenta
que la vida siempre fue,
debería ser en colores,
como cuando estiran la cabeza hacia atrás
y se asombran mirando el cielo.
Entonces, ya en la cama, se ponen a canturrear
tamborileando: algo, algo acontecerá.

80
SIRENA

Ahora que todavía puedes, canta


tu delirio;
después, sirena encantada por marinos
atados a un poste,
después, sirena de voz dulce y
corazón tenebroso, incapaz
de sostener
no la nota sino la cordura
—+elige el mar, no el barco—, después, elegir será
más tarde que inútil: tu canto, sirena,
te desviará a ti misma,
te perderás ahí en cubierta,
en la orilla o allá, en tu casa.
Aprovecha la garganta, ahora
que no tienes pies
en la tierra, marea y
ensordece el oído del humano
hasta que se canse,
hasta que te canses, y el
estruendo
sea como el de un barco que encalla
en el ojo de la tormenta, no en el sonido
cabal de la tormenta. O canta
esa suave y triste canción
que te sabes
de memoria, hasta que el agua misma e

81
se confunda,
o aquella que habla de
cosas alegres,
cosas que duran, cosas
reales, imaginarias, y
tu voz suene tan real o imaginaria
que consterne. Hazlo ahora, sirena,
ahora que la prudencia,
como la noche, llama a víspera,
ahora que la luna, cantante muda,
no te ve ni te altera,
ahora, canta,
sin añorar la muerte y la vida.

82
SAFO

Amiga, Safo, nos hemos confundido. El


no era ella, y
ella
se había disfrazado
de él. Ni siquiera
Catulo, el pérfido, pudo
notarlo, ni los dioses
quisieron
darnos una sola señal.
El amor quizá sea nuestro
deseo único: el otro
se confunde
como la niebla,
blanca. Te has cantado a ti misma,
¿lo ves ahora,
amante?

83
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E)
NOTA DE LA AUTORA

En Sobre el actor II, se ha tomado (a modo de


préstamo o robo) el verso como si sufriera demasiado a
Susana Villalba.

Monsieur Hire es el personaje protagonista de La


noche es mi enemiga, filme basado en una novela de
Simenon.

En No soy frívola..., el último verso es cita de Joan


Miro.

Las citas que figuran en cursiva en otros poemas


pertenecen, por orden de aparición, a Lewis Carroll,
Denise Levertov, Cesare Pavese, Daniel Freidemberg y
a un antiguo autor persa.
e

eb oboe e) ubamo?r alos MM rro la suda?

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y dr re nd] sir vor nl e


ÍNDICE

A A A RI 9

I
A IA O 13
Mi bien, ahora distiéndete y recibe... nino... 14
LS Cl-hambreserntanno a AR, AA 15
Medi sinmdocinestaboCí a cót rcecricocrno
rei RAR 16
A 0 17
A O AR 18
¡A A A A o 19

0
Anbars poética Ll rd IA AAA a ita: 23
A 24
Quien me quitarlo balládor .cioinsintcariscini darias 27
El TIO A, 20 RS EN OA 28
Monsieur Hire en la terraza .......oooccccccnnonoccninncnanoninnnos 31
A A
Hoja en ls tormentas ns artos A 33
aerosol sias 36
ATODÍA mms loc EPA LAA 38
LADA a A ln 39
A A 40
A A A 41
Le A A e iaa 3
Pájaros cantan en la Mañada noammsiicoosiicrnssareerraserooas 44

18
A A A 47
O O A O 49
A E as aa Rada de 50
El deslumbramiento so RN 51
Sobre el attorilo Roo oia 52
La EVIdedciA a cae dd CORR 53
PEOMEtOO ti Ta II doo E RoESESot 00
SOFJUAna ina E A e UE CES 507

IV
AA ta RSS 61
No. soy frívola, soy esta Mínima suena Ea 64
Conté con los dedos: de. mimáanostta.o tl 65
Memona de contralto. ascos a da 66
Da BOYA cir lt s 68
LA SEaCÍa aan A 69

V
Faraftraseando:a GUISDerei ardido 73
Mi necesidad no tiene NOMbTE ........cooocccnncnnnicncnnonanonos. 74
No. te trae la lluvia, el Marton E 75
QuéEte.qUEdE AM cda ONE y7
El dules daño ii A AN AO 78
De hecho, esperan enormes cambios en el último
o O 19
A 81
OE A A 83
TITULOS DE ESTA
COLECCION

NARRATIVA
Roberto Anglade
LA CANCION DEL SINIESTRO EREMITA

Sylvia Iparraguirre
EN EL INVIERNO DE LAS CIUDADES

Lucio Donantuoni
CARNE DE CAÑON

Edgardo González Amer


EL PROBADOR DE MUÑECAS

Marcelo Caruso
UN PEZ EN LA INMENSA NOCHE

Rafael Flores
CONVERSACIONES CON EL BUHO

Ricardo Maneiro
EN OTRO TIEMPO YO TAMBIEN CANTABA

Jorge Mirarchi
GOLETA EN EL MAR DEL OESTE

Lucio Yudicello
LAS VOCES

Roberto Anglade
LA NOCHE DEL DESIERTO

Claudia Solans
EL ENTIERRO DEL DIABLO

Fernanda García Curten


LA NOCHE DESDE AFUERA

POESIA
Susana Tosso
DELGADISIMA HEBRA

Diego Bagnera
PRIMERAS LUCES DE LA NOCHE

Irene Gruss
SOLO DE CONTRALTO
(...) Si los picapedreros
parten piedras, las
piedras son piedras:
pero el amor
me partió en dos
y estoy
viva para
contar el cuento; pero no
honestamente:
las palabras
cambian las cosas. Deja que sea
aquí, bajo el dulce sob
una ficción, mientras yo
respiro y
cambio el paso.
DENISE LEVERTOV

l fragmento del poema que Irene Gruss ha tomado


como epígrafe de su nuevo libro expresa, más que
ilustra —marca estética, según las palabras de Jackson
Pollock—, lo que la autora ha preferido, esta vez, ofrecer-
nos. Una voz grave de mujer canta, en distintos tonos que no
se entrecruzan ni traman nada, más que el solo de un acon-
tecer personal. Esto no le impide dejar de oír, con una agu-
deza sin límite, lo que suena dentro y fuera de la anécdota,
esto es, su posición frente a, y su visión del poema, del
mundo.
Bueno sería escuchar —leer— este libro como el que,
por fortuna, en algún momento ha tarareado una canción
simple y literal, bella y sin tacha.
NATHAN NARDIELLO
Prof. de la Cátedra She-Poets, a Prophecy,
de la Universidad de Wisconsin, EE.UU.

2 MM

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